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+ ÍNDICE
JULIO 1997 AÑO IV - Nº 14 Es una publicación del Instituto Histórico del Partido de Morón Sarmiento 539 - Morón C.P. 1708 Tel. 483-2147 / 489-7700 Editado por la Asociación de Amigos del Instituto Histórico del Partido de Morón AUTORIDADES Intendente Municipal Sr. Juan Carlos Rousselot Secretario de Gobierno y Legal y Técnica Sr. Carlos Hugo Bonicalzi Instituto Histórico del Partido de Morón Directora Prof. Graciela Saez STAFF de la REVISTA Dirección Prof. Graciela Saez Secretaria de Redacción Prof. Norma Videla Tello Colaboradores Permanentes Prof. Hebe Clementi. Prof. Carlos Suárez. Prof. Carlos Birocco. Prof. Cristina Marí. Prof. Omar Cerviño. Prof. Mariela Canali Τ Composición y Diagramación Prof. Ana Bidiña Τ Procesamiento digital de imágenes Daniel Battilana Τ Trabajo Administrativo Martha Cortines Τ Registro Nacional de la Propiedad Intelectual: Nº 686.295 Τ Motivo de tapa: “Soldados de Rosas”. Pintura de Durán Brayer. Τ Los artículos firmados son responsabilidad de sus autores Τ Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de la revista, salvo expresa autorización de la Dirección.
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Editorial
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Población, producción y ejercicio del poder en el Partido de Morón durante el régimen rosista. Carlos M. Birocco.
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Algunos aspectos de la política indígena de Rosas. Irma Bernal.
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Apuntes sobre el comercio exterior bonaerense durante la época de Rosas. Claudio Panella.
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La magia del daguerrotipo. Abel Alexander.
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Aspectos en torno al pensamiento de Esteban Echeverría y su visión del partido unitario. Guillermo A. Oyarzábal.
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Su sobrino, Lucio V. Mansilla, recuerda a Rosas. (Documento)
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La época de Rosas en el interior. San Luis: una frontera caliente. Norma Videla Tello.
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Nuevas perspectivas historiográficas sobre el régimen rosista: Entrevista a Jorge Daniel Gelman.
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Influencia del Puente Márquez en la historia del oeste. Rolando Goyaud.
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Museos de Rosas. Walter Olivera.
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Historia y Literatura: El General Quirroga va en coche al muere. Jorge Luis Borges.
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Fichas didácticas de los partidos de la pcia. de Buenos Aires: Carlos Casares y General La Madrid
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El Archivo Histórico. Presencia viva en el contexto educativo. Ana Luisa Dozo.
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Algunos antecedentes relacionados con la Campaña de Rosas al Desierto en 1833. Fernando E. Barba.
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El orden rosista en el Partido de Morón. María Cristina Marí y María Valeria Hornung.
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La revolución preparada por una mujer. Rudi Varela.
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Juan Manuel de Rosas. Su visión desde el ostracismo.
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El padrón de propietarios de 1838 del Partido del Pilar. Una lectura económica, social y política. Luis A. Messa.
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La Refalosa Federal. Una danza hipotética. Rubén Pérez Bugallo.
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Decreto sobre el uso del “cintillo federal”. (Documento)
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La pintura en la época de Rosas. Irrupción de lo popular en la pintura argentina. Graciela Dragoski
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Rosas y San Martín refieren el bloqueo francés. (Documento)
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Correo de Lectores. Material bibliográfico recibido.
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Agenda. // Pautas para normatizar la presentación de los trabajos.
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San Pedro: Fernando García Curten. Escultor.
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EDITORIAL Época compleja y contradictoria es la que pretendemos abarcar en este Nº 14 de la REVISTA DE HISTORIA BONAERENSE. En este período, nuestra provincia jugará un papel fundamental en la historia del país. Un país que por aquel entonces se encontraba casi despoblado, con sólo medio millón de habitantes distribuidos desigualmente. Con una frontera en movimiento, cuya estabilidad era frágilmente mantenida por indios y blancos. Época de luchas civiles, que lo dividían entre unitarios y federales, donde el personalismo de los caudillos no logró superar el prestigio del hombre fuerte de Buenos Aires: Juan Manuel de Rosas. Fundamentalmente pragmático, temeroso del caos, sustentó su política en el orden y el principio de autoridad, proyectando un modelo de país basado en el predominio de Buenos Aires, y una condicionante pacificación para lograr una Constitución. Apoyado tanto por estancieros y saladeristas como por sectores populares, implementó un sistema autoritario, montado en una contundente propaganda. Reaccionando ante el orden impuesto, surgió una dura oposición que caracterizó al período, que veía nacer una importante corriente de pensamiento conocida como la Generación del 37. Queda para la historia un indiscutido acontecimiento unificador: la heroica defensa de la soberanía, que el país había delegado en la persona del caudillo. En las páginas de la REVISTA, hemos tratado de reflejar diversos aspectos de la época de Rosas, y no es precisamente su figura la que se analiza, sino los sucesos regionales o del interior del país, la problemática del indígena, la situación económica, la cultura y el pensamiento, esperando proporcionar nuevos aportes a este controvertido período.
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POBLACIÓN, PRODUCCIÓN Y EJERCICIO DEL PODER EN EL PARTIDO DE MORÓN DURANTE EL RÉGIMEN ROSISTA Carlos María BIROCCO*
La población de Morón en tiempos de Rosas El período rosista ha sido comúnmente omitido en el análisis de la evolución demográfica de la población del partido de Morón .(1) Ello no se debió, sin embargo, a que sus habitantes no hubieran sido objeto de evaluación censal. Diseminados en un va sto territorio que de acuerdo con los límites que poseía entonces el partido se extendía desde los actuales municipios de San Martín y Tres de Febrero hasta los de Marcos Paz y General Las Heras, estos fueron empadronados en por lo menos dos oportunidades, de lo que resultó la suma de 2548 almas en 1836 y de 2786 almas en 1838. (2) Del procesamiento de estos padrones se desprende claramente la estructura ocupacional de la población moronense, que en líneas generales se componía de una mayoría de agricultores, cuyo predominio era constatable en el sector oriental y central del distrito, y una minoría de ganaderos, que se concentraban en el extremo occidental del mismo. Como otro dato de relevancia se aprecia que los censados se manifestaron masivamente como blancos, aunque es bien sabido que esto podía encubrir un grado no determinado de mestización que afectara a por lo menos un sector de los mismos. En 1836, por ejemplo, el 95,25% de estos se declaró blanco, incluidos extranjeros y gente de tropa, mientras que apenas el 4,75% aceptó como propia la calificación de negro o mulato, generalmente los mismos que se hallaban aún bajo el régimen de la esclavitud. (3) El más valioso de estos padrones, al menos en lo que a información se refiere, es el levantado en 1838. La amplitud de sus categorías censales (que incluyen ocupación y lugar de residencia de cada individuo empadronado, lo mismo que el status étnico y el número de integrantes de cada unidad censal) nos ha permitido esbozar una caracterización de las localidades que componían por entonces el partido de Morón. Este, en efecto, se conformaba inicialmente de cuatro subdivisiones administrativas o "Cuarteles", los cuales fueron ampliados en 1837 a cinco, que fueron los que tuvo en cuenta el empadronador al volcar los datos a la planilla censal un año más tarde. La primera de estas circunscripciones, el Cuartel I, que en 1838 se reducía a "la sola población de Morón y sus alrededores", hoy comprendería las ciudades de Morón, Haedo, Villa Sarmiento y el sur del partido de Tres de Febrero. El mismo se destacaba por su sesgo pueblerino, en contraste con la índole netamente rural del resto del partido. Cierto es que se hallaba aún muy lejos de poder ser considerado como totalmente urbanizado, si se considera que el 50,87% de los individuos que fueron censados en esta circunscripción se identificaron como labra-
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dores y el 1,75% como estancieros. No obstante, el 47,36% restante declaró otro tipo de ocupaciones, que iban de las actividades comerciales a los oficios manuales. Este Cuartel se caracterizó por una fuerte presencia mercantil, que presumimos se hallaba concentrada en el pueblito de Morón. Un listado de las casas de comercio que se realizó en 1835 nos dice que ya existían entonces dos tiendas y tres pulperías en torno a la plaza, las primeras pertenecientes a Miguel Racero y Vicente Oliver, y las otras a Benito Villegas, Lorenzo Díaz y Josefa Aramburu. El padrón de 1838, por su parte, indica que cinco de los dieciséis pulperos censados en el partido se encontraban en el Cuartel I, lo mismo que un abastecedor de carne, dos panaderos y cuatro repartidores de pan. No es arriesgado presumir que estos mercaderes y acopiadores dominaban los circuitos de abastecimiento de un importante sector del partido, y acaso asumían la conducción de la producción local hacia el mercado porteño. Existen otros rasgos que permiten conjeturar el crecimiento del poblado de Morón. En primer lugar, la existencia de nueve trabajadores manuales (un carpintero, un zapatero, un velero, un barbero y cinco lavanderas) evidencia que estos no sólo prestaban servicios a un nódulo de pobladores permanentes, sino también a los que residían en las chacras vecinas y visitaban el pueblito con el objeto de cumplir con sus obligaciones religiosas en la Parroquia de Nuestra Señora del Buen Viaje o de aprovisionarse en sus tiendas y pulperías. A ello agreguemos que Morón era sede de una escuela de primeras letras, a la que en 1836 asistían más de treinta alumnos a instruirse en el uso de la letra bastardilla española (la misma que utilizaba la administración pública) y que según los deseos del Estado provincial eran inculcados en la fe católica y el dogma federal, obligados como estaban a concurrir a la misa en compañía de su preceptor y a portar en forma permanente la divisa punzó. El Cuartel II, separado en 1837 del Cuartel I, abarcaba "los demás puntos que antes reunía el Cuartel I adyacentes al pueblo de Morón, los que alcanzan hasta el Puente de Márquez", y estaba limitado por el arroyo Morón al este, el río Reconquista al oeste, el camino de Gaona al norte y el de Burgos al sur. Se trataba, en términos actuales, de Castelar y una fracción de Ituzaingó. Según se desprende del padrón de 1838, este Cuartel estaba íntegramente poblado por agricultores, aunque como veremos luego, una no desdeñable porción del mismo había sido apropiada por la administración rosista con la finalidad de brindar pasturas a las caballadas del ejército. El Cuartel III, que contenía "la capilla de Merlo y los 3
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+ puntos que le son anexos", es más o menos identificable con el actual partido de Merlo. La población rural del mismo se muestra menos homogénea que en los primeros dos Cuarteles, ya que aunque los labradores se alzaban también aquí con el predominio, algo más de un cuarto de las unidades censales correspondían a ganaderos. En este Cuartel se hallaba, además, el pueblito de Merlo, el segundo incipiente núcleo urbano del partido. Fundado hacia 1740, éste se constituía en el poblado más antiguo del distrito; no obstante ello, no pasaba de ser un modesto caserío, cuya población había ido decreciendo desde fines del siglo XVIII, cuando la construcción del puente de Márquez y el trazado de nuevos caminos lo dejaron aislado de las principales vías de circulación. El primer censo de sus habitantes, realizado en 1755, había denunciado la existencia de 111 almas distribuidas en 25 hogares. (4) En 1838 el número de los empadronados estaba incluso por debajo de esas cifras: 94 personas repartidas en 15 hogares. A diferencia del pueblo de Morón, el padrón devela la ausencia de panaderos u otros conocedores de oficios manuales, a excepción de cuatro lavanderas y una costurera. Fuera de estos escasos exponentes de trabajo femenino, el pueblito de Merlo era la sede de un acopiador, Salvador Correa, dedicado a la compra de cueros, y de dos pulperos, Jacinto Correa y Francisco de los Santos. Hasta finales de la década de 1820 había existido en él una escuela de primeras letras, pero ésta fue abandonada durante el levantamiento de Lavalle y no volvió a funcionar hasta pasada la mitad del siglo. En realidad, este villorio cuasidespoblado apenas hubiera merecido mención de no haberse erguido en él la morada del brazo derecho de Rosas en el partido, el poderoso Tomás Fernández de Cieza, que desempeñó el cargo de juez de paz hasta la batalla de Caseros. El Cuartel IV se hallaba al norte del camino de Gaona e incluía lo que entonces era "todo el norte del partido". Al este del arroyo Morón, el mismo se extendía hasta los actuales partidos de Tres de Febrero y San Martín, registrados por el padrón como las "cercanías de Caseros", mientras que al oeste de dicho arroyo incluía las localidades de Parque Leloir, Villa Udaondo y Hurlingham. Además de constituirse en la zona ocupada desde más antiguo, precisamente desde el reparto efectuado por Juan de Garay en 1582, este Cuartel era, lejos, el más densamente poblado, con 951 habitantes que se constituían en 1838 en algo más de un tercio de los del partido de Morón. El empadronamiento que se llevó a cabo ese año revela, además, que le pertenecían 119 de las 370 unidades censales (un 32,16%) y que estaba casi enteramente compuesto por explotaciones agrícolas, en atención a que el 95,79% de los censados se manifestó como chacarero y sólo un 2,52% como estanciero. Su ratio de 7,99 miembros por unidad censal (superior a la del partido en su conjunto, que era del 7,52) es un indicador de que las unidades de explotación de este Cuartel eran, además, las de mayor tamaño. Si a ello se agregan indicios patrimoniales como la posesión de esclavos (el 32,59% de los hombres de color fue registrado en esta circunscripción) puede concluirse que se trataba de la zona agrícola más rica del distrito.
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El Cuartel V, por último, se extendía sobre los afluentes del curso superior de los ríos Matanza y Conchas ("parte de la Cañada de la Paja, la del Durazno, Mostazas y demás puntos adyacentes") repartidos entre los actuales municipios de Marcos Paz y General Las Heras. Se trataba de la porción del antiguo partido de Morón donde el suelo había sido más tardíamente apropiado por el blanco, y donde las propiedades eran más extensas. En contraste con los restantes, este Cuartel se hallaba hegemonizado por la ganadería: un 88,23% de los censados, en efecto, se manifestaron aquí como estancieros. Estos hacendados encabezaban unidades de explotación de cierta magnitud, que por su ratio de 7,88 miembros por unidad censal eran sólo comparables a la del Cuartel IV, e incluso parecen haber superado a éstas últimas en cantidad de esclavos, al contener al 36,29% de los individuos de color del partido de Morón. Entre dichos ganaderos vivían ya en 1835 siete pulperos, y tres años más tarde fueron empadronados en la misma situación tres pulperos y el propietario de una atahona, señal de que los acaparadores y mercaderes del Cuartel I no tenían sino una débil presencia en este lejano extremo del distrito. La producción: agricultores y ganaderos Durante el siglo XVIII la Cañada de Morón formó parte del cinturón de chacras que bordeaba la ciudad de Buenos Aires y la abastecía de cereales. Como medida de protección a la producción de trigo, la legislación colonial otorgaba exclusividad a la agricultura en tierras de pan llevar como éstas, en razón de lo cual no se permitía la presencia de ganados, salvo de los que fueran necesarios para las faenas agrícolas, como los bueyes de tiro o los caballos atahoneros. No obstante estas prohibiciones, la ganadería nunca fue erradicada del partido, como se comprueba en los frecuentes conflictos que se suscitaron entre ganaderos y cultivadores, cuya convivencia se tornó sumamente problemática debido a la falta de alambrados que impedía a estos últimos contener a los animales ajenos y a menudo les acarreaba la pérdida de sus cosechas. Esta separación entre agricultura y ganadería siguió vigente en las primeras décadas del siglo siguiente, e influyó incluso en la reorganización de los juzgados de paz que se llevó a cabo durante el período rivadaviano. El 6 de febrero de 1822 el partido de la Matanza, que había sido separado del partido de Morón en 1812, fue suprimido para volver a reunirse con éste. Pero esta ampliación de la jurisdicción del juez de paz de Morón fue bastante breve, ya que el 29 de abril de 1825 el Tribunal Superior de Justicia restableció el juzgado de la Matanza con sus límites anteriores, arguyendo que le señalaba por territorio "todo el que sea de hacendados desde donde acaban las tierras de labranza". (5) Esta última afirmación debe ser tomada con cautela, ya que al menos una parte de los ganaderos quedó incluida en el partido de Morón, como lo denunciará el padrón de 1838. De cualquier modo, la segregación de la Matanza no obedecía solamente a consideraciones de orden local sino a un reordenamiento general de las secciones judiciales de la provincia, por la cual este distrito, lo mismo que el de Navarro y el de Lobos, fue 4
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+ separado del Segundo Departamento de Justicia, mientras que Morón continuó perteneciendo a éste. A lo largo de la primera mitad del siglo XIX, los agricultores continuaron siendo el sector productivo preponderante en el partido de Morón. Los padrones de 1815 y 1838 ofrecen prueba de ello: el 56,5% de los individuos censados en el primero se declararon labradores, mientras que en el segundo el 62,7% manifestó su condición de chacarero. Estas cifras atestiguan no sólo el predominio sino también el crecimiento del sector agrícola, provocado sin duda por un incremento en la población de Buenos Aires, cuya demanda de cereales iba en aumento. Los establecimientos ganaderos, como ya referimos, se hallaban relegados al extremo oeste del partido, entre Merlo y la Cañada de la Paja, aunque ocupaban una mayor extensión de terreno que la agricultura, algo natural si se toma en cuenta la modalidad extensiva adoptada por los criadores en este período. Poco después de la caída de Rosas, en 1854, un censo revelaría que dentro de la superficie del partido de Morón, calculada en unas 50 leguas cuadradas, 30 se hallaban ocupadas por pastores y sólo 20 por agricultores.(6) El Estado rosista se manifestó con ambigüedad respecto de la agricultura moronense. Preocupado como estaba por la proveer de cereales al mercado urbano, mantuvo la normativa protectora en toda su vigencia. La mediación de las autoridades locales resultó, en consecuencia, inclinada a amparar a los labradores, y no causa extrañeza que se suscitaran casos como el de un tal Pedro Vietes, que en agosto de 1836 fue multado en 25 pesos por el juez de paz Juan Bernardo Navarrete "por tener sus haciendas sueltas de noche en las chacras de pan llevar". Sin embargo, Morón se hallaba estratégicamente ubicado en el camino a la capital, y el Restaurador consideraba un imperativo de primer orden el emplazamiento de invernadas de caballos patrios en nuestro partido, necesitado de tener a mano corceles suficientes para sus emprendimientos militares. Así lo hizo saber a los sucesivos jueces de paz, a cargo de los cuales puso al menos parte de estos animales. Esta preocupación del gobernador se observa en los escrupulosos cuidados que ordenó prestar a los equinos, a los que hizo reservar las mejores pasturas. De acuerdo con sus instrucciones, estos caballos debían hallarse siempre disponibles, por lo que no podían ser prestados bajo ningún pretexto, y los vecinos debían tener el cuidado de devolverlos de inmediato a sus cuidadores si alguno se extraviaba. Dispuso, además, que los ejemplares agresivos que causaran daño a otros debían ser sacrificados, mientras que aquellos que sufrieran heridas por éste u otro motivo serían objeto de un tratamiento especial en base a la aplicación de raíz de guaycurú y grasa de potro. (7) Las directivas de Rosas resultaron a la larga perjudiciales para la agricultura, ya que las mejores tierras de labranza fueron expropiadas para apacentar las caballadas del Estado. Los criterios de explotación extensiva que imperaban en la época provocaron que se procediera a requisar varias propiedades contiguas con ese fin. El edecán Antonino Reyes ordenó al juez de paz Tomás Fernández de
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Cieza, en efecto, "que los caballos se extiendan muchísimo de día y que de noche no los ronde ni los encierre, sino que los tenga a pastoreo muy extendido en campos de grande extensión de pastales de engorde y que no sean amargos". Dicho juez había establecido entre 1840 y 1841 dos invernadas de "regulares pastos dulces", una de las cuales se extendía sobre varias "suertes principales de chacras de pan llevar" a media legua al oeste del pueblo de Morón, sobre el río Reconquista, mientras que la otra, que se encontraba en la orilla occidental de la Cañada de Morón, abarcaba gran parte de la actual localidad de Castelar. (8) Estas no eran, no obstante, las únicas invernadas del partido, sino que existieron por lo menos otras tres, la primera de ellas a cargo del alcalde Román Vivas y las otras dos de los alféreces Cayetano e Isidoro Tapia, e incluso se hace mención a una cuarta que había sido desocupada para trasladar los animales a las Chacras de Ayala, entre Areco y Arrecifes. Los agricultores no sólo vieron reducida la extensión de las tierras arables sino que fueron conminados a abandonar una de sus prácticas más extendidas, la de quemar pastos secos, cardales y rastrojos antes de roturar el suelo, que en 1845 les fue prohibida por Fernández de Cieza con el objeto de "evitar las quemazones que puedan suceder en los pastales inmediatos que sirven de alimento para las invernadas de caballos del Ejército". Medidas como éstas obedecían a la importancia que el mismo Rosas daba a estas caballadas, como se aprecia en una carta de su edecán a este juez de paz, en que se le recomendaba que procurase atenderlas con el mayor esmero, insistiéndole en que tuviera "siempre presente que los caballos son el primer elemento de triunfo en la guerra, según Su Excelencia no deja de repetírselo". (9) El orden de prioridades del Estado bonaerense provocó, en suma, una modificación en el mapa de la producción en el antiguo partido de Morón, surgida de la existencia de grandes extensiones de terreno recortadas a la zona agrícola para su utilización en la cría del equino, verdadero soporte de las campañas militares rosistas. El ejercicio del poder: los jueces de paz Desde 1785, el partido de la Cañada de Morón había contado con una autoridad local propia: un alcalde de la Santa Hermandad nombrado por el cabildo de Buenos Aires, que regenteaba una amplísima jurisdicción que se extendía desde las chacras de San José de Flores, próximas al ejido de la ciudad, hasta el fuerte de San Salvador de los Lobos, en la frontera con el indio. Aunque con anterioridad a la Revolución de Mayo sufrió sus primeros recortes con la creación de los partidos de Lobos en 1806, Flores en 1807 y la Matanza en 1812, el territorio en que el alcalde de la Cañada de Morón ejercía su potestad policíaca y civil siguió siendo un espacio demasiado extendido para su completo control, aun contando con los socorros en hombres y recursos, por otra parte insuficientes, que recibía de las milicias rurales. Con la supresión del cabildo porteño, entidad municipal bajo cuyo dominio habían sido colocada las zonas rurales aledañas, desaparecieron las alcaldías de la Santa Her5
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+ mandad. La ley del 24 de diciembre de 1821 traspasó sus atribuciones a unos nuevos funcionarios, los jueces de paz. Aunque originados en el marco de las reformas rivadavianas, estos se constituirían en el principal instrumento de la política de Rosas en la campaña bonaerense. Este les otorgó la función, compartida con la plana mayor del ejército provincial, de canalizar los recursos humanos y materiales hacia donde se los requiriese, para lo cual los había dotado de medios de coacción que les permitían reunir con celeridad contingentes de milicianos, o bien despacharle caballos, reses y leña confiscados en las estancias de los unitarios o surgidos de la contribución "voluntaria" de los vecinos federales del partido. Se encargó también a estos jueces la vigilancia de los más variados aspectos de la vida social conforme a los decretos, órdenes y circulares firmados por el gobernante, ejerciendo un control minucioso sobre las actividades públicas y privadas de la población rural. (10) Los sectores marginales que no cuadraran dentro de estos presupuestos eran perseguidos bajo el tradicional expediente de la delincuencia, la vagancia y la deserción a las obligaciones militares, como se venía haciendo desde los tiempos coloniales. Los jueces de paz eran escogidos entre las personas de mayor prestigio de cada partido, a partir de las listas -generalmente ternas- que elevaban los jueces salientes. En la opinión de Carlos Cansanello, que ha estudiado la inserción económica de los mismos, estos solían dedicarse tanto a las actividades productivas como a las mercantiles: pulperías, tiendas, chacras, estancias y acopio de cosechas. En el caso puntual de los partidos de Luján, Lobos y Morón, acostumbraban combinar la administración de chacras o haciendas con el manejo de pulperías o casas de trato. (11) Nosotros podemos ofrecer una noticia algo más matizada de la extracción socioeconómica de los jueces de paz moronenses de la época de Rosas. Estos fueron tres, el primero de los cuales, Juan Bernardo Navarrete, originario de Chile, se ejercitó como tal entre 1829 y 1831, luego en 1833 y, por último, de 1835 a 1837. El segundo, Juan Torres, ocupó el juzgado de paz en 1832, y el célebre Tomás Fernández de Cieza, por último, lo hizo en 1834 y entre 1838 y 1852. Todos estos jueces compartieron una característica, digna de ser resaltada: su residencia se encontraba emplazada en el Cuartel III. De acuerdo con esto, puede afirmarse que durante el rosismo, aun cuando el poblado de Morón fuera el epicentro mercantil y religioso del partido, las redes del poder local se hallaban centradas en Merlo. Otra peculiaridad la constituye el hecho de que, al menos en un p rincipio, ni Navarrete ni Torres fueron propietarios, sino que arrendaban unas tierras pertenecientes al Estado situadas en las inmediaciones del pueblo de Merlo. No fue hasta octubre de 1836 en que el primero, a la sazón en ejercicio del cargo, consiguió que se le vendieran los terrenos que ocupaba. (12) Sospechamos que el ascenso al poder, que facilitó a Navarrete su acceso a la condición de propietario, le permitió además catapultarse al sector de los hacendados acomodados. En 1839, con-
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cluido ya su desempeño como juez, éste se declaró de profesión hacendado y labrador, con un capital no despreciable evaluado en unos 60.000 pesos. (13) Se sabe que asimismo incursionó en el comercio, pues en 1835 puso una pulpería a cargo de su hijo sobre el camino que conducía a Navarro, una legua y cuarto al este del pueblo de Morón. Tenemos referencias más precisas respecto del estado patrimonial de Tomás Fernández de Cieza, último juez de paz de la etapa rosista. Al protocolizarse en septiembre de 1846 el testamento de Josefa de Estrada, su esposa en segundas nupcias, éste era propietario de dos casas en el pueblito de Merlo, un pequeña estancia en la Cañada de Escobar y otra de mayores dimensiones en el partido de Lobos, con haciendas consistentes en 5000 vacunos, 400 caballos, 1000 lanares y 50 bueyes. Poseía también tres carretas en las que debía llevar a cabo frecuentes viajes a la capital, donde tenía otra casa en propiedad. De acuerdo con este suscinto inventario de sus bienes, Fernández de Cieza no disponía de establecimientos rurales en el partido de Morón, situación que sólo cambiaría en la postrimerías del régimen rosista, pues no fue hasta abril de 1848 en que realizó la compra de unos terrenos de poco más de 292 hectáreas junto al arroyo de Morón, que hoy forman parte de la Base Aérea. A estos agregó en 1849, finalmente, una estancia que compró en el actual partido de Marcos Paz.(14) Todas estas adquisiciones nos lo revelan como un propietario de cierta envergadura aunque con dominios dispersos, acrecentados a lo largo de sus quince años de gestión como autoridad local. El ejercicio del poder: alcaldes y tenientes de alcalde El poder de los jueces de paz se apoyaba en una amplia red de funcionarios subordinados, los alcaldes y tenientes de alcalde. En los partidos de la campaña bonaerense cada cuartel se constituía en una alcaldía, dividida usualmente en cuatro tenencias. Los cuatro alcaldes que existían desde 1825 en el partido de Morón aumentaron a cinco cuando en 1837 se reformó la estructura cuartelaria del partido, sin que el número de tenientes se modificara. Contamos para la década de 1830 con información más o menos fluida sobre quienes ejercieron estos empleos, debido a que por una circular del 21 de febrero de 1832 los jueces de paz recibieron la orden de elevar trimestralmente al gobierno una lista de los alcaldes y tenientes de su partido, con detalle de sus nombres, lugar de residencia, edad, patria, instrucción, fortuna y opinión en que los tenía. Una segunda circular fechada en 12 de octubre de 1837 redujo la periodicidad de estos informes, convirtiéndolos en cuatrimestrales. (15) Gracias a la información que aportan dichas listas hemos reunido una masa de datos concerniente a cuarenta individuos que desempeñaron alcaldías y tenencias entre 1832 y 1839. (16) De su sistematización se desprende, en primer lugar, que el perfil socioprofesional de estos funcionarios no calcaba en idénticas proporciones el de la población del partido. En el padrón de 1838, los labradores encabezaban el 67,29% de las unidades censales, mientras que no más de 54,16% de los alcaldes y tenientes de6
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+ clararon esa ocupación. Pero no deben recrearse a partir de ello falsas antinomias entre agricultura y ganadería, pues se trasluce una estricta coincidencia entre la proporción de ganaderos en la población, que era del 22,97%, y la de los alcaldes y tenientes que se asumieron como tales, que era del 22,91%. Estos últimos, además, se encontraban en su mayor parte el Cuartel V, aquel en que predominaban claramente los criadores de ganado: el poder de los hacendados en un p artido de predominio agrícola se hallaba, pues, fuertemente acotado a esa zona periférica. En realidad, las cifras nos conducen a afirmar que fue el sector de los comerciantes (sobre todo pulperos) el que se impuso en este caso a los labradores, teniendo en cuenta que aquellos, que no pasaban de ser el 4,32% de la población moronense, detentaron el 20,83% de las alcaldías y tenencias. Donde verdaderamente se aprecia las heterogeneidad de este conjunto de funcionarios rurales es al analizar los indicadores patrimoniales. Al estudiar las relaciones de propiedad, lo primero que llama la atención es la fuerte presencia de arrendatarios, que se constituyen en al menos la mitad de los mismos. Si separamos a alcaldes y tenientes de alcalde, sin embargo, notamos que existía entre los primeros un leve predominio de los propietarios (57,14%) por sobre los que no lo eran, mientras que entre los segundos la relación fue la inversa, con un 51,51% de arrendatarios, 36,36% de propietarios y 12,12% sin datos. Algunos de dichos arrendatarios provenían del campesinado modesto, y recurrían al trabajo personal y familiar para labrar la tierra, como en el caso del teniente de alcalde Justo Melgar, que según manifiesta el juez Navarrete "cultiva con sus hijos una chacra en terreno arrendado". Dos alcaldes y once tenientes fueron indicados como de "poca" o "escasa" fortuna, pero todos ellos encabezaban explotaciones productivas independientes, sin que ninguno se encontrara bajo relación de aparcería o de conchabo. Otro indicador que resulta de interés es el alfabetismo. La administración rosista, según se desprende de los listados elevados por los jueces de paz, no consideraba que un individuo iletrado se hallara inhabilitado para ejercer estos cargos. Entre los alcaldes, un 28,57% resultó ser analfabeto, cifra superada entre los tenientes, donde el 45,45% se declaró en iguales circunstancias. En este aspecto se observa un verdadero contraste con la época colonial, cuando saber escribir era requisito indispensable para ser nombrado alcalde de la Santa Hermandad. (17) En cierta medida, este bajo interés por la instrucción del funcionariado rural resulta contradictorio con la instrumentación de la propaganda política, si se tiene en cuenta que jueces y alcaldes debían ser los difusores en la campaña el Registro Oficial y la Gaceta Mercantil, principales órganos escritos del régimen. (18) El analfabetismo se compensaba en estos casos con la posesión de antecedentes militares o comprobados servicios a la patria. Alcaldes y tenientes de alcalde debían mostrar, ante todo, un alto grado de adhesión a la causa federal. Al designar alcalde del Cuartel III a Román Vivas, un modesto chacarero que no sabía leer ni escribir, el juez Na-
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varrete acotaba que éste era "activo amante del orden que sabe mantener en el cuartel a su cargo", y agregaba que había servido contra los unitarios en 1829 y 1833, y que en una de esas expediciones militares había franqueado a dicho juez la única tropilla de caballos que tenía. Distinto era el caso de Juan Zenón Chávez, que fue alcalde del Cuartel V durante más de quince años, en que lo que parece haber primado fue la posesión de abundantes bienes, puestos generosamente a d isposición de la causa rosista. Aunque no sabía leer ni escribir, éste disponía en opinión de sus superiores de "recursos y otras buenas cualidades para servir la alcaldía", y al producirse la Revolución de los Restauradores había auxiliado a las tropas con reses y puesto toda su caballada al servicio del Tercer Escuadrón de Campaña. Al ser empadronado en 1838, Chávez se había declarado "estanciero, pulpero y chacarero" y encabezaba la segunda unidad censal más extensa del partido, compuesta por 27 individuos, en que se hallaban incluidos 10 de color, presuntamente esclavos. El mismo se hallaba en posesión de terrenos propios y en enfiteusis en la Cañada de la Paja, en que disponía de "bastante ganado vacuno, caballar y lanar", y de una casa en la ciudad, todo lo cual fue valuado en 1846 en unos 180.000 pesos. (19) De la misma manera que en la elección de los jueces de paz, el prestigio era un parámetro a considerar en la elección de los alcaldes, sobre todo si había sido adquirido en alguna de las empresas bélicas del Restaurador. Vicente González y Juan Gil Díaz, que sirvieron a Rosas contra Lavalle, fueron declarados beneméritos de la Patria por la Cámara de Representantes de la Provincia, lo que se tuvo en cuenta cuando les fueron otorgadas las alcaldías de los Cuarteles II y IV y seguramente cuando integraron en 1839 la terna para nombramiento de un nuevo juez. En esta última ocasión, no obstante, también se evaluó su estado patrimonial, que en el primero fue calculado en 40.000 pesos y en el segundo en 10.000. Respecto de la elección de los funcionarios de base, los tenientes de alcalde, nos encontramos en algunos de los casos ante vecinos reconocidos, con propiedades y recursos propios, pero en otros con sujetos iletrados de condición realmente modesta, que arrendaban la tierra y la cultivaban con sus propias manos. Lejos estamos, sin embargo, de concluir que esto último suponía una ampliación de los espacios de poder, compartido parcialmente con los estratos subalternos. En todo caso, quedará por explorar otras formas de verticalidad, las de las relaciones personales, y constatar si la existencia de redes de clientelazgo en la campaña bonaerense se expresaba en la designación de tenientes y alcaldes, oculta tras la activa militancia en la causa de la Federación que manifestaban estos, la que en algunos casos pudo haber sido más retórica que real. Citas 1- Tal vez esta omisión obedezca a la inexistencia de fuentes impresas concernientes a esa etapa. Es lo que sucede, por ejemplo, con el artículo de Mons. Gerardo FARRELL "Crecimiento de la población de Morón", el más completo que tenemos hasta hoy, que puede consultarse en PRESAS, Juan Antonio Nuestra Señora del Buen Viaje, Morón Autores Asociados, Morón,
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+ 1972, pags. 229-237. 2- Estos padrones se encuentran en el Archivo General de la Nación [AGN] X-25-2-4 y X-25-6-2. 3- Algunas consideraciones sobre la población negra y afromestiza en estos padrones podrá hallarse en GOLDBERG, Marta y MALLO, Silvia "La población africana en Buenos Aires y su campaña. Formas de vida y subsistencia (1750-1850)" en Temas de Africa y Asia n°2, 1995, pags. 15-69. 4- DIAZ, Pedro Arturo Historia de Merlo, 1536-1864. Desde los orígenes hasta la creación del partido Merlo, 1993, pags. 51-55. 5- DIAZ, Benito Juzgados de Paz de Campaña de la Provincia de Buenos Aires (1821-1854) Universidad Nacional de La Plata, Buenos Aires, 1959, pag. 77. 6- Registro Estadístico del Estado de Buenos Aires, año de 1854. 7- Se recomienda al juez de paz "que a los caballos maltratados los sigan curando con raíz de guaycurú y grasa de potro del modo siguiente: se corta la raíz en rebanaditas delgadas y se hecha en la grasa al freirse dicha grasa en un poco de agua. Luego se moja una lana en la grasa fría y con eso se les unta a los caballos en las maladuras cada 15 días"; AGN X-21-3-2, Juzgado de Paz de Morón (1842-1847). 8- Para la primer invernada se habían ocupado terrenos pertenecientes a Luciano Alvarado, Luis Pellón, Pedro Manrique, Pedro Lozano de Saravia, Julián González, Juan Soler y los que habían sido confiscados al unitario Mariano Castex; para la segunda lo fueron los de Juan Angel del Río, la testamentaria de González y los unitarios Fermín Rodríguez y José Timoteo Bravo. 9- AGN IX-21-3-2, carta de Antonino Reyes a Fernández de Cieza del 13 de septiembre de 1843. 10- Observa Salvatore que Rosas atribuía a los jueces de paz la función de vigilar de cerca los actos cotidianos de los habitantes rurales, quienes debían ajustar sus conductas al código moral del gobernante en asuntos que iban "desde la hora de cierre de las pulperías hasta el uso obligatorio del luto, desde el cuidado de los caballos patrios a la prohibición de reuniones después de la oración". SALVATORE, Ricardo "Reclutamiento militar, disciplinamiento y proletarización en la era de Rosas" en Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. Emi-
lio Ravignani 1992, Serie III, n° 5, pags. 30-31. 11- CANSANELLO, Oreste Carlos "De súbditos a ciudadanos. Los pobladores rurales bonaerenses entre el antiguo régimen y la modernidad" en Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. Emilio Ravignani S erie III, n° 11, primer semestre de 1995, pag. 127. 12- DIAZ, Pedro Arturo Historia de Merlo..., pags. 87-90. 13- AGN X-21-3-1, terna para juez de paz del 18 de noviembre de 1839. 14- AGN Registro de Escribano n° 2 de 1846, f. 457v., testamento de doña Josefa de Estrada, 14 de septiembre de 1846; Archivo de Geodesia y Catastro, duplicados de mensura n° 39 del partido de Morón y n° 10 del partido de Marcos Paz. No hemos podido dar con evidencias documentales que permitan sostener que Fernández de Cieza poseía campos en el sur de la Provincia de Buenos Aires, como se afirma en PRESAS, Juan Antonio Nuestra Señora del Buen Viaje..., pag. 174. Y menos aún comprobar que la familia de Fernández de Cieza retuviera "posesiones en el partido de Morón desde 1580", según asevera LACOSTE, Alberto César Biografías del Morón sin tiempo Autores Asociados, Morón, 1987, pag. 67. 15- DIAZ, Benito Juzgados de Paz..., pag. 181. 16- Las listas de alcaldes y tenientes se encuentran en AGN X21-3-1, Juzgado de Paz de Morón (1831-1841). 17- Estas precauciones las toma, por ejemplo, el cabildo de la villa de Luján para nombrar a sus alcaldes. En 1801, por ejemplo, sólo pudo ot orgarse la alcaldía del partido de Navarro a Francisco Rocha, pues "nadie más sabe leer y escribir en aquel partido". En 1803 otro alcalde de Navarro, Tomás Pereyra, fue "reelegido por unanimidad por falta de vecinos alfabetos". 18- En agosto de 1836, el juez Navarrete acusa recibo de "cinco Registros Oficiales de un tenor para sí y los cuatro alcaldes, como igualmente ha recibido quintuplicado los diarios de la Gazeta Mercantil". De los dichos alcaldes, dos por lo menos eran por completo analfabetos. 19- AGN X-21-3-2, terna para juez de paz del 30 de noviembre de 1846.
* Profesor en la Universidad de Morón. Profesor y becario de la Universidad Nacional de Luján.
Esta casa fue utilizada por la guardia y se encontraba en lo que hoy es el Jardín Japonés. Foto del archivo privado del Sr. Jorge Busse, Secretario de la Junta de Historia de Belgrano y de la Asociación Cultural Sanmartiniana.
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ALGUNOS ASPECTOS DE LA POLÍTICA INDÍGENA DE ROSAS Irma BERNAL* Una de las mayores preocupaciones de Juan Manuel de Rosas fue la de consolidar la expansión de las fronteras, y es por eso que, a lo largo de su trayectoria pública, se dedicó con pasión a la tarea de lograr el control de los pueblos indios que obstaculizaban esa empresa. Estaba convencido de que una ofensiva abierta contra ellos, sólo serviría para acrecentar los males de la provincia. Por eso propiciaba una política indígena orientada a ganarse la buena voluntad de aquellas familias indias, que de acuerdo con sus propias expresiones "nos respeten y que acostumbradas poco a poco a las necesidades de la vida social perseveren tranquilas y unidas a nosotros por conveniencia propia". (1) Pensaba que sólo en la medida en que se lograra aumentar el número de esos indios, sería posible enfrentar a los que se resistieran a ese cambio, a quienes, según él, no quedaba más remedio que destruir si se quería alentar la industria rural y dar sólidas garantías a las ricas propiedades del campo. Este convencimiento lo llevó a comprometerse desde muy joven en esa tarea. Siendo sólo un estanciero había tomado contacto con la realidad que vivían los grupos pampas asentados en la provincia. Estos pueblos que desde el siglo XVIII habían desarrollado una interesante actividad de cría e intercambio de ganado cimarrón, venían sufriendo las consecuencias del avance de los blancos y de otros pueblos indios sobre sus tierras del centro y sur de la provincia. Paulatinamente éstos venían disputándoles el ganado y la tierra, y hacia 1820 esa doble presión amenazaba destruirlos. Conciente de esa situación, y haciendo uso de su experiencia en el trato con estos indios, trabajó arduamente para convencerlos de que aceptasen el avance de los blancos sobre sus tierras y pasasen a vivir entre ellos. La promesa de una vida sin tantos sobresaltos no era poca tentación para esas familias cada vez más jaqueadas por la guerra y el hambre, y por esa razón, en la década
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del veinte muchos de esos indígenas pasaron a situarse dentro de la frontera. En 1832, siendo ya gobernador Rosas, se propuso mejorar la seguridad de las tierras que, debido a su estrategia, se habían ido conquistando a los indígenas. Fue con ese propósito que ordenó a todos esos indios amigos que vivían diseminados por los campos, que se establecieran en determinados puntos de la nueva frontera. De esa manera, pretendía no sólo reforzar el control sobre ellos, sino también contar con sus fuerzas para reforzar las defensas de esos confines. Desde ese momento y hasta el último de sus días en el poder, Rosas se preocupó por intentar la inserción de esos indios en la sociedad no indígena. Para ello, dentro de lo que las circunstancias se lo permitieron, tomó una serie de medidas en el orden político, militar, económico, social y espiritual. Un aspecto vital de esa política fue el económico. Efectivamente, uno de los problemas más graves que se les había planteado a todos cuantos venían intentando el negocio pacífico con lo indios, fue cómo lograr que esos pueblos que, hasta entonces vivían de la cría e intercambio del ganado, que disputaban a los estancieros, pudiesen seguir existiendo sin afectar sus intereses. La salución a la que todos los mediadores recurrieron fue la de contribuir a su mantención mediante la entrega de ganados y otros recursos. Rosas no pudo e vadir esa situación y de hecho la entrega de raciones fue la columna vertebral de su política de pacificación. Sin embargo, estaba convencido de que para lograr la inserción de los indios en la sociedad de frontera era imprescindible que fuesen disciplinándose en el trabajo a los efectos de proveerse lo necesario para su existencia. De manera que, aún cuando la urgencia del caso lo llevó a utilizar e incluso perfeccionar el sistema de raciones, no por ello dejó de intentar que los indios dejasen de depender de ellas. Los comandantes de frontera jugaron un rol importantísimo en esa tarea, ya
que fueron los encargados de implementar todas las medidas. La correspondencia que Rosas mantenía con ellos revela que instaba a l os indios a que mantuviesen y acrecentasen sus ganados. En una oportunidad en que el comandante de Tandil lo consultaba acerca de cómo debía hacerse el racionamiento entre los indios allí asentados, él le decía: "dé a los que no tengan nada la ración que les corresponda según está prevenido y a los que tengan animales se les dé también pero algo menos de modo que les sirva de ayuda lo que les dé el gobierno y de este modo no acaben lo que tengan y lo vayan conservando y adelantando." (2) También se interesó por alentar los cultivos que de hecho ya algunos indios hacían cerca de sus toldos. Según señalaba el comandante de Tapalqué en 1833, el cacique Reylef, jefe araucano allí asentado, "...es hombre de mucho juicio y muy laborioso, tiene una chacra bastante grande maíz, porotos, zapallos, papas y otra porción de cosas y sus indios casi todos trabajan y ningún vecino del Azul se queja de él". (3) El cacique Llanquelén, asentado en Junín, también llegó a tener una quinta de dos cuadras de extensión. Rosas trataba de inducir a otros indios para que imitasen esos ejemplos. En una carta que escribiera al cacique borogano Cañiuquir expresaba lo que sigue: "... ustedes criarán a sus hijos felices y en perpetua paz y a sus haciendas. Sembrarán todo lo que quieran como lo ha hecho Llanquelén en la Federación que ha hecho una huerta grande". (4) La correspondencia también revela que en respuesta a sus solicitudes el gobierno solía entregar a los indios asentados en la frontera arados, semillas y hasta bueyes para trabajar la tierra. El tejido, una de las actividades a las que se dedicaban las mujeres, siguió ocupando una parte importante de su tiempo cuando fueron a vivir cerca de los blancos. Mac Cann, un viajero inglés que estuvo en Tapalqué en 1848, comentaba:
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+ "...en varios toldos vi mujeres que tejían, el trabajo es engorroso y largo porque hacen pasar el hilo a través de la urdimbre con los dedos." (5) Rosas procuró incentivarlas en ese trabajo, enviando cada tanto ovejas o lana con el propósito de que fueran distribuidas con ese fin. Otra de las artesanías que trató de alentar fue la del cuero. Muestra de ello es que instruyó a sus comandantes de frontera para que respetasen la vieja costumbre de dejar a los indios los cueros de los animales que se les daban en ración, ya que según sus propias palabras: "...Ha sido una costumbre tan antigua que viene desde que se les da animales para su consumo, pues cuando había 2000 y más indios en Cerrillos no más nunca se les exigió los cueros antes al contrario me consta que se les dejaba para formar sus toldos, para hacer riendas fiadores y maneas y otras clases de trenzados que estos hacen para vender marcado y contramarcado con la marca del Estado, no es decir que los de Tapalqué tengan ese privilegio, sino a todos los que se les da yeguada por el estado, Tandil, Arroyo, Azul, Cruz de Guerra, Cañuquir y Tapalqué." (6) En una oportunidad autorizó al juez de Paz de Tapalqué para que invirtiese cuatro mil pesos en la compra de botas de potro para el servicio de la tropa. En la carta que le enviaba destacaba que a su criterio, esa compra iba a r esultar fácil, porque seguramente los indios las sacarían para vender de las yeguas que se les deba para consumo.La realidad fue que esas expectativas no se cumplieron, porque los indios preferían vender el cuero entero, por el que, según expresiones del juez, obtenían mejores precios sin necesidad de trabajar. (7) Sin duda alguna, una de las mayores aspiraciones de Rosas era lograr que gran parte de esos indígenas se conchabasen en las estancias o en el ejército, pero al parecer esto no de bió ser muy frecuente. Documentación de la época revela que en determinado momento, tal vez presionados por la escasez de mano de obra, ciertos estancieros adelantaban dinero a los indios que conchababan, con la intención de mandarlos prender por deudas luego que aquellos abandonasen la estancia. Consciente de que esas prácticas podrían enturbiar las buenas relaciones con los indios amigos, Rosas prohibió que se llevasen a cabo ese tipo de arrestos. (8)
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Otra de sus preocupaciones fue la de fomentar el comercio entre los blancos y los indios. Esas transacciones en general se efectuaban de acuerdo con las reglas de la economía indígena donde no se utilizaba al dinero. La mayor cantidad de ellas tenían lugar en la frontera misma, entre los indios allí asentados, los pobladores de las chacras y estancias, los pulperos y otros indígenas que llegaban allí con ese propósito. No obstante, también era frecuente que esos indios amigos se desplazaran por razones comerciales, hacia el interior de la provincia o hasta las tolderías situadas fuera de los límites de la frontera. Comúnmente iban hasta las estancias o chacras en busca de frutas o lana, dos productos muy codiciados por ellos. Mac Cann cuenta que los de Tapalqué solían ir a Dolores en busca de yeguas y que llevaban para intercambiar ponchos y riendas que ellos fabricaban, y sal que obtenían de su comercio con los de Salinas Grandes. Este último lugar era también uno d e los centros al que solían acudir frecuentemente y donde solían encontrarse con los indios chilenos que venían a comerciar a las pampas. Buenos Aires era también muy frecuentado por razones comerciales. Existían allí determinados corralones donde podían instalarse por varios días para exponer y vender sus productos. Rosas puso todo su empeño en regular ese comercio con el propósito de impedir conflictos que terminasen por arruinarlo. Uno de los aspectos en que puso un énfasis especial, fue en controlar los desplazamientos de los indios para impedir que pudiesen ocasionar alteraciones del orden. Con ese fin estableció que para poder ausentarse de su lugar de residencia, éstos debían solicitar la autorización del comandante del punto, quien les otorgaría un pasaporte a l os efectos de que fuesen controlados en sus viajes. Numerosos testimonios corroboran que comúnmente se resistían a esa medida. Hasta los caciques más fieles a Rosas, como es el caso de Cachul, cacique Pampa residente en Talpaqué, ponían en aprietos a los comandantes. Así lo corrobora el mismo comandante de ese punto al notificar que: "...este indio señor general es el que más trabajo da en orden a pasaportes porque sin embargo de decirle que no tengo orden de V.S. para darlo, siempre lo solicita para sus indios y concluye por enojarse al extremo que sue-
le decir cosas que solo la consideración a V. Señoría lo hacen a uno aguantarlas...". (9) Otro de los aspectos en los que Rosas tomó partido fue en el control de los pulperos que operaban con los indios. Se les exigió una patente, se les obligó a instalarse en un s itio determinado y se instruyó a las autoridades de campaña para que evitasen los abusos que solían cometer en detrimento de aquellos. También se procuró impedir que los pulperos los instasen a delinquir, castigando severamente a l os que les comprasen cueros robados. Para evitar ese delito se decretó la obligatoriedad de marcar con una E (Estado) todos los cueros de animales racionados, que eran los únicos que los indios estaban autorizados a vender. Muy interesante sería poder evaluar el grado de incidencias que estas medidas pudieron haber tenido en esas sociedades indígenas de la frontera. Por el momento escapa a nuestro conocimiento. Lo que sí estamos en condiciones de asegurar, es que aún cuando se hubiesen operado cambios en ese sentido, la realidad es que cuando Rosas fue depuesto, esos grupos de indios todavía dependían de las raciones para poder subsistir. NOTAS 1- Archivo General de la Nación (A.G. N.) Sala VII. Legajo 10-4-14. 2- Idem nota 1. 3- A.G.N. Sala X. Legajo 43-1-2. 4 - Hux, Meinrado. Caciques PampaRanqueles. Marymar, Buenos Aires, 1991, p.47. 5- Mac Cann, W. Viaje a caballo por las provincias argentinas. Bs. As. Hachette. 1969. P. 88. 6- A.G.N. Sala X. Legajo 24-8-5. 7- A.G.N. Sala X. Legajo 20-l0-2. 8- A.G.N. Sala X. Legajo 25-6-1. 9- A.G.N. Sala X. Legajo 25-3-2.
* Profesora de Historia e investigadora.
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APUNTES SOBRE EL COMERCIO EXTERIOR
BONAERENSE DURANTE LA ÉPOCA DE ROSAS Claudio PANELLA* El objetivo del presente trabajo es ofrecer un panorama del comercio exterior de la Provincia de Buenos Aires cuando fue gobernada por Juan Manuel de Rosas (1829-32 y 183552). El estudio comienza con una aproximación a la economía bonaerense de la época para luego analizar las características del comercio exterior provincial (composición, volumen, destino), como así también los acontecimientos que afectaron su desarrollo durante el período estudiado.
Bretaña), lo cual perjudicó a las provincias del interior, dedicadas a abastecer al mercado interno (léase mercado porteño). En otras palabras, Buenos Aires comenzó a vender sin restricciones al exterior su producción ganadera y comprar a cambio las mercancías que necesitaba, muchas de las cuales se las compraba a las provincias antes de 1810. Además, como todo el intercambio comercial (tanto marítimo como fluvial) se realizaba por el puerto de Buenos Aires, la provincia gobernaba con su tarifa de aduana todo el comercio del país. De esta manera, aplicando una política económica librecambista, Buenos Aires actuó como centro receptor y distribuidor de productos provenientes del exterior hacia el interior y viceversa. El comercio exterior de la provincia se realizaba en barcos de ultramar que pertenecían a los países que la proveían de mercaderías, pues la flota provincial era pequeña y solo de cabotaje. Una apreciación de los buques extranjeros llegados al puerto de Buenos Aires entre 1829 y 1844, que fueron 4.323, permite verificar que la mayor cantidad de ellos, casi un cuarto del total, eran ingleses, siguiéndole en importancia los provenientes de Estados Unidos, Brasil, Cerdeña y Francia.(3) Según los datos de que se disponen, en el trienio 1835-37 algo más del 30 % de las importaciones de ultramar correspondían a productos textiles (telas de algodón y de lana, seda, vestidos, pañuelos, hilo, etc.) en tanto que los alimenticios (azúcar, yerba, bebidas) llegaban al 20 % del total. El 50 % restante se integraba con artículos de hierro y acero, madera, sal, tabaco, artículos de ferretería, papelería, joyas, alquitrán, armas, etc. (4) En este esquema, el principal socio comercial de la provincia era Gran Bretaña. En efecto, el 50,9 % de las importaciones bonaerenses en 1822, el 51,1 % en 1825 y el 42,7 % en 1850 provenían de esa potencia. (5) ¿Qué se compraba de esa nación? Principalmente texti-
La economía bonaerense Con una población de 144.855 habitantes en 1836, de los cuales 64.126 vivían en la ciudad y 80.729 en la campaña (1), la provincia de Buenos Aires basaba su economía en la producción ganadera. Y si bien el desarrollo de esta actividad era anterior a 1810, a partir de esa fecha se dio una constante expansión de la misma, influyendo en dicho proceso dos factores: a) el comercio libre instalado a partir de la Revolución, y b) la crisis de la ganadería en el Litoral, especialmente en Entre Ríos y la Banda Oriental como consecuencia de las guerras de la independencia. (2) Esta expansión ganadera significo en primer termino una expansión territorial, avanzando la línea de frontera cada vez más hacia el oeste y hacia el sur, constituyéndose un hito al respecto la campaña al Desierto comandada por Rosas en 1833-34. Además, la propia actividad ganadera no requería una numerosa mano de obra ni tampoco una elevada inversión de capital, lo cual, sumado al bajo costo de la tierra, garantizaba apreciables ganancias a quienes se dedicaban a ella.. Este esquema se completaba con la existencia de mercados exteriores consumidores que demandaban los productos ganaderos bonaerenses, principalmente cueros y en menor medida carne salada, sebo y lana. Pero si la ganadería era la actividad más fructífera en la provincia, todo lo contrario ocurría con la agricultura y la industria, que ocupaban una posición secundaria en la Cuadro Nº 1. Distribución de las exportaciones marítimas de la Provincia de Buenos Aires, economía provincial. 1829-1851 (en %). Producto
1829
1835
1836
1837
1838
1839
1849
1850
1851
El comercio ultramarino 62,1 68,4 Cueros 76,4 64,2 47,4 23,2 61,9 65,0 64,9 provincial Las dos principales conseCarne salada 7,4 6,0 9,5 7,3 11,8 2,8 8,8 7,9 8,1 cuencias económicas de la Cerda 2,5 2,8 3,9 4,2 4,3 2,9 3,5 5,1 4,4 Revolución de Mayo fueron: Sebo 1,5 2,2 2,1 3,1 10,4 9,8 14,5 10,5 11,3 a) la ruptura y consecuente fragmentación del espacio Lana 0,7 6,1 7,6 11,1 17,0 12,0 10,6 10,6 10,3 económico virreinal; b) el esTrigo/harina/maíz 0,6 1,4 2,3 0,9 tablecimiento de la libertad de co mercio. Esta última Astas 2,0 1,1 0,8 consecuencia, seguramente Otros 9,5 19,7 6,8 8,1 6,2 48,8 0,3 0,3 0,4 la más trascendente, permitió Total 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 la apertura de la metrópoli porteña a u ltramar (esto es fundamentalmente a Gran Fuente: años 1829 y 1849-51: PARISH, Woodbine, Buenos Aires y las provincias del Río de la Plata, Bs. As.,
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+ les (tela para ponchos, listados, bramantes, bayetas, lienzos, pañuelos, zarazas, hilo, medias, franela, etc.), productos de hierro y acero, carbón, vidrio, sombreros, papelería, pinturas, artículos de ferretería, instrumentos musicales, artículos de labranza. Los norteamericanos por su parte, proporcionaban principalmente harina pero también maderas de todo tipo, liencillos, muebles, pañuelos, té y tabaco en hoja. Francia enviaba al Río de la Plata sedas, muebles, ropa fina, vinos y artículos de mercería, en tanto que Brasil enviaba azúcar, yerba mate, tabaco negro y en menor medida café, madera y ron. De Italia llegaba papel, vino, fideos, terciopelo, artículos de mercería, aceite, aceitunas y salsa, de España vino, aceite, aceitunas y sal., y de Alemania (Hamburgo, Bremen y Lubeck), Holanda, Suecia y Dinamarca productos de ferretería, ginebra, pañuelos, armas, madera, hierro, alquitrán, almidón, resina, jamones, queso y manteca. A los Países Bálticos se les compraba hierro, jarcias y lonas en tanto que a C uba (en barcos norteamericanos) azúcar, ron. melaza, café y zarzaparrilla.(6) A cambio de todas estas mercancías llegadas de ultramar ¿qué vendía Buenos Aires? El principal rubro exportable era el cuero que, excepto en los años de bloqueo, nunca significo menos del 60 % del valor total de lo exportado, llegando casi a un 90 % si se consideran las complementarias del vacuno: carne salada, sebo, cerda y astas (ver cuadro Nº 1). El más importante comprador de estos productos era Gran Bretaña, que llevaba gran cantidad de cueros vacunos (secos y salados), pieles de nutria y de chinchilla, sebo derretido, astas, cerda y lana de carnero. Pero este intercambio fue siempre deficitario para Buenos Aires pues lo exportado nunca logró ni siquiera igualar a lo importado de esa potencia. Lo contrario ocurría con los Estados unidos, con quien la provincia tuvo una balanza comercial favorable, resultado de la venta a ese país de cueros vacunos y de carnero, pieles de nutria, lana y sebo derretido. Con relación a Francia y demás países de Europa occidental debe señalarse que compraban los mismos productos ganaderos que Gran Bretaña y los Estados Unidos. Finalmente, al Brasil y Cuba Buenos Aires le vendía carne salada (tasajo) para alimento de los esclavos. Llegado a este punto es pertinente la respuesta al siguiente interrogante ¿qué cantidad de las mercancías importadas de ultramar eran consumidas en Buenos Aires y que cantidad lo eran en el resto de las provincias? Si bien la respuesta es difícil debido a la escasez de datos existentes, las cifras de los años 1836-37 permiten arriesgar que de todos los artículos que llegaban a la aduana porteña más de las dos terceras partes eran consumidos en la provincia, enviándose el resto al interior. En el mismo sentido ¿qué cantidad de productos para exportar aportaban Buenos Aires y el resto de las provincias? Más de las dos terceras partes de ellos (que como ya se ha dicho eran los ganaderos) los proveía Buenos Aires y el tercio restante las provincias, (principalmente las litorales), proporción que se mantiene hacia mediados de siglo.(7) Ley de Aduana y bloqueos Durante el período estudiado se sucedieron hechos que influyeron de modo diferente en el desenvolvimiento del comercio provincial. Dos de ellos se destacan con nitidez: la ley de Aduana proteccionista sancionada en 1835, y los
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Cuadro Nº 2. Exportaciones británicas al Río de la Plata, 1831-1850 (valores en libras esterlinas) Año
Exportaciones
1831 1832 1833 1834 1835 1836 1837 1838 1839 1840
339.870 660.152 515.362 831.564 658.525 697.334 696.104 680.345 710.524 614.047
Año 1841 1842 1843 1844 1845 1846 1847 1848 1849 1850
Exportaciones 989.362 969.791 700.416 784.564 592.279 187.481 490.504 605.953 1.399.575 909.280
Fuente: PARISH, Woodbine, Buenos Aires y las provincias del Río de la Plata, Buenos Aires, Imprenta de Mayo, 1853, tomo 2, p. 350.
bloqueos francés (1838-40) y anglofrancés (1845-48) sufridos por el puerto de Buenos Aires. (8) Con referencia a la ley de Aduana de 1835 promulgada por Rosas, la misma marcó una ruptura con la tradicional política económica librecambista porteña, pues se propuso proteger a la agricultura y a la industria fabril bonaerense. (9) En efecto, la norma prohibía la introducción de productos agrícolas extranjeros como trigo y harina (hasta tanto el precio de aquel no superase los $ 50 la fanega) y maíz, artículos textiles como ponchos y tela para ellos y para jergas, como así también artículos manufacturados varios (10). Pero la misma ¿incidió en el comercio provincial ?. En realidad, la ley por sí sola poco podía hacer para modificar un comercio basado en la ganadería de exportación. No obstante ello, la puesta en práctica de la ley sumada a unas abundantes cosechas dieron como resultado el abastecimiento del mercado interno de granos, lo que permitió exportar el excedente. Esto se verificó, aunque más no sea mínimamente, en el valor total de las exportaciones provinciales de los años 1836-39 en los rubros harina, trigo y maíz (ver cuadro Nº 1). La prohibición de importar textiles y manufacturas en camCuadro Nº 3. Comercio marítimo de la Provincia de Buenos Aires en distintos años (en pesos fuertes) Año
Importaciones
Exportaciones
1835 (1) 1836 (1) 1837 (1) 1838 (1) 1839 (1) 1849 (2) 1850 (2)
6.314.835 6.042.988 5.697.589 2.115.996 1.093.225 14.000.000** 10.700.000**
3.638.076 4.502.307 4.764.811 2.400.518 282.709 12.689.105 9.917.565
*Fuente: (1) Registro Oficial de la Provincia de Buenos Aires.
(2) PARISH, Woodbine, Buenos Aires y las provincias del Río de la Plata, Bs. As. Imprenta de Mayo, 1853, tomo 2, p. 318,337,339,341,343 y 347. * Las cifras de los años 1835 a 1839, consignadas en $ pa pel, han sido convertidas en $ fuertes (plata) según tabla confeccionada por Juan ALVAREZ, Temas de historia argentina, Buenos Aires, Junta de Historia y Numismática, 1929, p.99. Las de los años 1849-50 en libras esterlinas: 1 L = 5 $ f. (Cfr. PARISH, W., op. cit. p. 318). ** Estimado. No se consignan las importaciones provenientes de Italia y España.
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+ bio no i ncidieron en las importaciones del principal socio comercial porteño (ver cuadro Nº 2). Sin embargo, debe señalarse que los artículos textiles de introducción prohibida, tenían una incidencia mínima en el total de las importaciones provenientes de Gran Bretaña: apenas un 1,8 % en el primer semestre de 1835. (11) Con relación a los bloqueos, no caben dudas que perjudicaron el comercio exterior bonaerense, siendo su disminución evidente en los años 1838-39 de la agresión francesa (ver cuadro Nº 3). En consonancia con lo expresado, se verificó una reorientación del comercio bonaerense, sobre todo de las exportaciones, hacia el interior de la Confederación, aunque esta tendencia cesó al concluir el bloqueo galo. (12) También se resintió el comercio durante el bloqueo anglofrancés, tal cual lo demuestra la disminución de las exportaciones inglesas al Río de la Plata en los años 1846-47 (ver cuadro Nº 2).
Cuadro Nº 4. Promedio de exportaciones anuales desde Buenos Aires, 1820-1850 (productos seleccionados) Productos
Década de 1820
Década de 1830
Década de 1840
Cueros vacunos, Nº
624.101
798.564
2.303.910
Cueros caballo, Nº
206.889
31.903
163.122
Carne salada, Tns.
1.648
10.846
23.203
Sebo, Tns.
416
2.278
10.462
Lana, Tns.
277
2.309
6.752
Fuente: LYNCH, John, Juan Manuel de Rosas, Buenos Aires,
Algunas consideraciones finales Se han visto en el transcurso del trabajo las características del comercio bonaerense, su perfil y sus dificultades. Quedan sin embargo algunas cuestiones: ¿se modificó la composición del comerció provincial durante la época de Rosas? ¿aumentó su volumen?. Con respecto a la primera pregunta, se puede afirmar que no se alteró la composición de las exportaciones, es decir de los productos ganaderos: siguieron predominando los cueros, con aumentos importantes en los rubros sebo y lana (ver cuadros Nº 1 y 4). Con relación a la segunda pregunta, el aumento del comercio exterior provincial fue indudable entre 1835 y 1850: el valor de las importaciones casi se duplicó en tanto que el de las exportaciones se triplicó (ver cuadro Nº 3). Así, e l promedio de la cantidad de cueros vacunos vendidos en la década de 1820 casi se cuadruplicó en la de 1840, las toneladas de tasajo se multiplicaron casi por quince y las de sebo y lana por veinticinco. Solo disminuyeron levemente las unidades de cueros de caballo (ver cuadro Nº 4). Otro parámetro que ratifica lo expresado es el movimiento marítimo del puerto bonaerense, mucho mayor a mediados de siglo que a co mienzos de la década de 1830. Efectivamente, el promedio de los buques salidos en el bienio 1836-37 es de 241 en tanto que en el bienio 1850-51 es de 450, casi el doble (13). El promedio de tonelaje de estos
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buques a su vez, se duplica con creces: 43.772,5 en 183637 y 100.858,5 en 1850-51. (14) Si se menciona a los buques extranjeros entrados, se duplican entre 1830 y 1844: 257 y 512 respectivamente. (15) Por lo expresado entonces, puede afirmarse que el volumen del comercio bonaerense se incrementó notablemente en el período abordado por este estudio, aunque su composición permaneció inalterable. Citas bibliográficas (1) RAVIGNANI, Emilio, “Un censo en la provincia de Buenos Aires en la época de Rosas, año 1836”, en Boletín del Instituto de Investigaciones Históricas Nº 1, julio de 1922, p. 6. (2) HALPERIN DONGHI, Tulio, “La expansión ganadera en la campaña de Buenos Aires (1810-1852)”, en Desarrollo Económico Nº 9-10, abril-septiembre de 1963, p. 58. (3) BURGIN, Miron, Aspectos económicos del federalismo argentino, Solar, Buenos Aires, 1987, p. 346. (4) Cfr. Registro Oficial de la Provincia de Buenos Aires (en adelante ROPBA), años expresados. (5) Informes sobre el comercio exterior de Buenos Aires durante el gobierno de Martín Rodríguez, Buenos Aires, Academia Nacional de la Historia, 1978, p.26 ; PARISH, Woodbine, Buenos Aires y las provincias del Río de la Plata, Imprenta de Mayo, 1853, tomo 2, p. 334 335. (6) Para la elaboración de lo que resta de este apartado se han consultado los siguientes trabajos: BURGIN, M., op. cit., p. 341 y ss.; NICOLAU, Juan C., “Movimiento marítimo exterior del puerto de Buenos Aires (1810-1854)”, en Nuestra Historia Nº 12, diciembre de 1973; PARISH, W., op. cit., p. 334-349; y ROPBA, años 1835 a 1840. (7) C fr. ROPBA años citados; PA RISH, W. op. cit., p.329. (8) Las guerras civiles tuvieron su influencia en el comercio interprovincial más que en el ultramarino. (9) Quien desee profundizar sobre el tema puede consultar los siguientes autores: BARBA, Enrique M., "Formación de la tiranía", en Academia Nacional de la Historia, Historia de la Nación Argentina, El Ateneo, Buenos Aires, 1962, tomo VII, 2º sección; BURGIN, M., op. cit.; LYNCH, John, Juan Manuel de Rosas, Buenos Aires, Hyspamérica, 1986; NICOLAU, Juan C., Industria argentina y a duana, 1835-1854, Devenir, Buenos Aires, 1975; ROSA, José Ma., Defensa y pérdida de nuestra independencia económica, Peña Lillo, Buenos Aires, 1986. (10) El texto de la ley en ROPBA, año 1835, p. 361 a 369. (11) Cfr. ROPBA, año 1835. (12) Ibídem, años 1838, 1839 y 1840. (13) ROPBA, años 1836-37; PARISH, W., op. cit., p. 320323. (14) Ibídem. (15) BURGIN, M., op. cit., p. 34 Archivo Histórico de la Provincia de Buenos Aires “Dr. Ricardo Levene”
* Profesor de Historia. Archivo Histórico de la Provincia de Buenos Aires “Dr. Ricardo Levene”.
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LA MAGIA DEL DAGUERROTIPO Abel ALEXANDER* Si hay fechas que quedan indeleblemente marcadas en la historia de la humanidad, una de ellas, sin duda, corresponde al 19 de agosto de 1839; ese día y en la ciudad de París, nacía oficialmente un invento increíble para la época: el daguerrotipo. Había nacido definitivamente la fotografía, el hombre capturaba finalmente la fugitiva imagen de la cámara oscura, reteniéndola entre los estrechos límites de una plancha espejada. Este hito, último eslabón de una larga cadena de sabios e investigadores, era el fruto de los desvelos de dos notables franceses, Joseph Nicéphore Niépce (1765-1833) y Louis Jacques Mandé Daguerre (17891851). La noticia se esparció por el mundo a velocidades asombrosas para las comunicaciones de la época y pocos meses después arribaba al Río de La Plata, previa escala en Salvador de Bahía y Río de Janeiro, la corbeta francesa "L'Orientale", navío escuela que, con un grupo de alumnos belgas y fraceses estaba circunnavegando el globo en viaje de instrucción. Su capellán, el joven Louis Compte, traía a su bordo una cámara de daguerrotipo con el objetivo de registrar el viaje, cuyo manejo e instrucciones técnicas le fueron suministradas por el mismo Daguerre en París. Las primeras vistas o tomas de exteriores daguerrotípicas se realizaron en la ciudad de Montevideo en febrero de 1840, frente a altas autoridades y a un público maravillado ante las posibilidades que mostraba el nuevo sistema de registro visual. Lamentablemente el bloqueo francés a puertos argentinos impidió el arribo de esta interesante nave a B uenos Aires, sin embargo los porteños tuvieron conocimiento de esta maravilla europea, gracias a noticias publicadas por el diario "La Gaceta Mercantil" correspondiente al 11 de marzo de 1840, donde se comentaban los sucesos de París. Será un comerciante litógrafo local, Gregorio Ibarra, quien anuncie a la población porteña el 16 de junio de 1843, estar en posesión de dos cámaras de daguerrotipo perfeccionadas y con todos sus accesorios para tomar vistas, planos, y retratos; su pionerismo en este sentido es indiscutible. Pero fue un norteamericano, Mr. John Elliot, el primer daguerrotipista que efectivamente se dedicó a este nuevo arte en la Argentina. Su anuncio del 22 de junio de 1843 es por demás elocuente: "El señor Elliot tiene el honor de anunciar al respetable público de Buenos Aires, que acaba de llegar de los Estados Unidos provisto de todas las máquinas perfecionadas del Daguerrotipo... Tengan
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a bien concurrir a la Recova Nueva, en los altos Nº 56 Plaza de la Victoria..." Es que se habían superado finalmente ciertos problemas técnicos, que impedían la toma de retratos, debido en especial a la lentitud de los materiales sensibles a la luz y a objetivos poco luminosos. A partir de dichos avances, nuevos nombres comienzan a sumarse a la larga lista de profesionales actuantes. Rescatamos por su pionerismo los de John Bennet, Robert Leys, Thomas Columbus Helbsby, Henry North y el legendario Charles de Forest Fredricks. La historia de estos primeros "Profesores", como se auto-titulaban, representa un capítulo apasionante de nuestra fotografía, eran verdaderos aventureros, provenientes en su mayoría de los Estados Unidos y Europa, llegaban a nuestro país en largas "giras artísticas", plenas de peripecias a través de las denominadas "corrientes" del Atlántico y el Pacífico; de esta última provenía el alemán Adolfo Alexander (1822-1881), de dilatada actuación en la región de Cuyo a partir de 1855. En Buenos Aires se instalaron en forma preferente sobre la actual Plaza de Mayo y calles adyacentes, abriendo las puertas de elegantes y luminosos "establecimientos" ubicados en los "altos" de la antigua edificación; allí retrataron a lo más granado de la sociedad porteña y paralelamente enseñaron este nuevo arte a los hijos del país. Hoy, en los umbrales del tercer milenio, se nos hace muy difícil imaginar el impacto que causó en aquella cerrada sociedad colonial, el advenimiento de este milagroso invento. Frente a l a misteriosa cámara de madera con su gran objetivo en bronce, posaban damas de amplísima falda, junto a graves caballeros con sombreros de copa,
Equipo completo de daguerrotipía. Grabado de la época. Circa 1850.
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+ enfrentaban por primera vez la imagen perfecta y sin artificios, creada a p artir de "...la fuerza de la luz...", las opiniones dispares de aquella época están reflejadas en el mismo Juan Manuel de Rosas, quien nunca permitió que se tomara su retrato por el daguerrotipo, al que consideraba despectivamente como "...cosas de gringos...". Pero gracias a estos retratos al daguerrotipo, ambrotipo y ferrotipo, hoy podemos contemplar la verdadera efigie de próceres de la talla del General San Martín, el Almirante Guillermo Brown, Juan Bautista Alberdi o figuras femeninas como Manuelita Rosas, Mariquita Sánchez de Thompson o la trágica de Camila O'Gorman. El daguerrotipo consistía básicamente en una imagen positiva directa, original único y sin posibilidad de copias; su soporte era una plancha de cobre cubierta con una capa de plata pura que se pulimentaba hasta parecer un espejo, luego se la sensibilizaba con vapores de iodo y bromo, se la exponía dentro de la cámara oscura, se revelaba a co ntinuación con vapores de mercurio y luego la imagen resultante era fijada con una solución salina o hiposulfito de sodio, para después lavar en profundidad la placa. Como un acercamiento a la pintura, los daguerrotipos eran finamente coloreados, en especial las joyas de damas y caballeros en tono oro, una manera de marcar la importancia social de los retratados. Debido al elevado precio de estos retratos -alrededor de 100 patacones de la época- se utilizaron años después otros sistemas de menor calidad artística, como los ambrotipos y ferrotipos, cuyos soportes eran respectivamente de vidrio o cristal y hierro esmaltado de negro. Todos estos retratos se insertaban en preciosos estuches de cuero tafilete labrado o de material termoplástico con artísticos diseños, en cuyas tapas interiores lucían sedas o terciopelos gofrados de vivos colores; para placas de mayor tamaño lo común eran los marcos de madera oscura que se exhibían orgullosamente en la sala de recibir. Capítulo aparte merecen los daguerrotipos miniaturas. Estas pequeñas superficies fueron las preferidas del universo femenino, todas se colocaban en joyas de oro y plata, como anillos, prendedores, guardapelos, pulseras y relojes. Pero el daguerrotipo y sus sucedáneos tuvieron una efímera vida, superando apenas tres décadas en el gusto de la sociedad, quien reemplazó estas costosas obras únicas por la nueva fotografía sobre papel o sistema negativopositivo, sensiblemente más económico y de copias múltiples, amén de poder enviar estos retratos por correo, una posibilidad impensada pocos años antes. Debemos señalar que la contemplación de estas preciosas obras originales era hasta hace poco tiempo, un privilegio reservado a estudiosos del arte, coleccionistas o museólogos, ahora pueden ser conocidas y apreciadas por un vasto público, el que accede de esta manera a una faceta casi desconocida de nuestra cultura. En los últimos años y gracias a la acción decidida de un grupo de investigadores fotográficos, los viejos daguerrotipos han cobrado nuevamente vida, gracias a una serie de conferencias, publicaciones y exposiciones públi-
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La Gaceta Mercantil. Buenos Aires, 16 de junio de 1843.
cas, la última de ellas realizada en 1996 en el Museo de Arte Hispanoamericano "Isaac Fernández Blanco" de Buenos Aires, donde se exhibieron más de 500 daguerrotipos, amén de cámaras y otros elementos de este período fotográfico. En la actualidad la antigua fotografía argentina se encuentra en peligro de extinción, debido a que la población carece de conceptos conservacionistas y destruye permanentemente sus archivos familiares y de época; debemos sumar a estas pérdidas irreparables, la acción de coleccionistas extranjeros que año tras año nos despojan de la más valiosa fotografía documental. Desde hace más de 150 años, la fotografía viene atesorando en sus frágiles soportes todos los aspectos de nuestra existencia como nación: reflexionemos entonces sobre la enorme riqueza visual de estos documentos del ayer y defendamos su existencia; también las antiguas fotografías de su familia forman parte de nuestra historia, no las destruya, son parte de nuestro patrimonio cultural.
* Fotohistoriador. Investigador. Restaurador de daguerrotipos.
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ASPECTOS EN TORNO AL PENSAMIENTO DE ESTEBAN ECHEVERRÍA Y SU VISIÓN DEL PARTIDO UNITARIO
Guillermo Andrés OYARZÁBAL* La riqueza historiográfica de la época de Rosas no admite en la actualidad discusión alguna. Tanto, cuando nos referimos a su propia gestión, como cuando tornamos la mirada sobre su entorno y las diversas manifestaciones de la vida política, social y económica de aquel tiempo. De allí la importancia que para la época y para el presente, revistió la llamada generación del 37 al señalar, en ese período un paradigma original, que intentó imponerse a las tendencias políticas enfrentadas. Reflejar aspectos del pensamiento de Echeverría, implica introducirnos en el inquietante mundo de las ideas de aquel grupo de hombres, llenos de convicciones, sueños y esperanzas, que se congregaron alrededor de la sugerente "Aso-ciación de Mayo". En sus escritos, Esteban Echeverría, abundó en detalles sobre lo que fue su sentir acerca de los unitarios. Es posible pensar que él y su grupo advirtieran, en aquel momento, lo mismo que con tanta claridad expresó Enrique Barba en nuestro siglo al afirmar que federalismo y unitarismo son dos maneras distintas de enfocar la misma realidad. (1) Lo concreto es que ellos concibieron tempranamente la necesidad de un nuevo enfoque, a través del cual, procuraban el nacimiento de una opción capaz de t erminar con las luchas del pasado. Se trataba de encausar lo legítimo de cada partido, olvidando enfrentamientos y pasiones encontradas en el camino de los verdaderos y sagrados intereses nacionales. "Vosotros creísteis -afirmaba Echeverría en la Ojeada Retrospectiva- que al emanciparnos de los partidos de nuestro país queríamos ponernos en la lucha con ellos y disputarles la supremacía social: os engañasteis. Queríamos solamente, haciendo abstracción de las personas, traer las cuestiones políticas al terreno de la discusión levantando la barrera doctrinaria". (2) A partir de la premisa: "Mayo, progreso y democracia", indudablemente era
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necesario ganar el espacio para un nuevo partido, que centrando sus ideales en la Revolución de Mayo se encontrara con el pensamiento de los jóvenes de la Asociación. Sin embargo, no se trataba de la desaparición de los partidos existentes: uno alejado del poder, y el otro absorbido por la personalidad de Rosas. Sucede que Echeverría concebía a las ideas que sustentaban como parte del sentir nacional, en tanto los federales sostuvieran el espíritu de localidad y los unitarios el centralismo y la unidad. (3) Partidos y Facciones Considerándolos partidos y distinguiendo la diferencia que existe entre partidos y facciones, aún confundiendo ambos términos, Echeverría prefirió hablar de la facción federal y de la facción unitaria. Implícitamente, aunque no por casualidad, reservaba, segœn su propio criterio, el término partido para aquel grupo que representare "una idea o interés social". La facción unitaria aparecía en su pensamiento como "minoría vencida, de buenas tendencias, pero sin bases locales de criterio socialista". Se explica así, que pueda describirlos como: soberbios, antipáticos y exclusivistas. (4) Juan María Gutiérrez sobre este tema escribe: "Los partidos políticos, que para él no habían sido más que facciones hasta su tiempo, no merecían aquella denominación por haber carecido de doctrina y porque nada habían fundado de estable en materia de organización fundamental". (5) Debemos considerar las palabras, que el propio Echeverría escribiera a Pedro de Angelis en su segunda carta, en ella, reconocía el intento de organización nacional de los unitarios, destacaba luego la división en facciones y finalmente sentenciaba, condenando su debilidad: "No era ni un partido, ni una facción era algo de sexo híbrido y de carácter ambiguo, que llevaba en si mismo el principio de la impotencia y
de la derrota...". (6) Distinguía así, a la facción del partido, por la incapacidad de la primera para establecer una estructura orgánica. En el pensamiento unitario, reconocía los elementos primarios para la consolidación de la República, al distinguir los antecedentes coloniales que confluían para definir el carácter unitario, haciendo hincapié en un s olo aspecto: LA UNIDAD. La unidad política, civil, judiciaria, territorial, financiera, administrativa, religiosa, de idioma, de origen, de costumbres. (7) De esta manera, rescataba aquellos principios de la tradición hispana, sobre los cuales habría de erigirse la nueva organización. Bajo el tópico común en la unidad, no rechazaba lo que reconocía como propio de nuestra tradición, por el contrario, procuraba dignificarlo. Sobre esta línea de pensamiento, su insistencia en la necesidad de cambio se apoyaba en el desarrollo de valores propios y tradicionales, para incorporar después, las razones del pensamiento más evolucionado. Se trataba entonces, de construir sobre lo cimentado, en lugar de crear nuevos cimientos. La Generación del 37, entre Federales y Unitarios Los federales desconfiaban de la joven generación; orgullosos y severos, no parecía que pudiera someterse blandamente a l os criterios del gobierno. Por otra parte, por su forma de vestir y hablar se aproximaba demasiado a la imagen que tenían de los unitarios. Paradójicamente, era menospreciada por estos debido a su frivolidad, federalismo y especialmente por no estar abiertamente enfrentada a Rosas. Cuan-do Alberdi promovió en Montevideo la conformación de una asociación igual a la de nuestro país, no fue gratificado con el entusiasmo que esperaba. "Impu-tóse al grupo carácter cismático y rebelde; se gastó a costa suya la ironía y el sarcasmo; en ciertos salones hicieron fortuna algunas pullas y epítetos
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+ lanzados contra la juventud; en vez de estimularlos -quéjase Echeverría- se les consideró unos locos, unos románticos... Cosa singular! la juventud en Buenos Aires rechazada por el despotismo bárbaro, encontraba en Montevideo (asilo de los proscriptos de Rosas) la reacción, inofensiva es cierto, pero no menos intratable del exclusivismo sectario".(8) El planteo conciliador de la Asociación forzosamente había de desagradar a todos, por eso entre dos tendencias, no conformaban ni a unos ni a otros. Mucho menos se conformaba ella con aquellos, y a pesar de que comulgaban con gran parte de las ideas del unitarismo, ni siquiera vislumbraban en sus manos la posibilidad de la organización del país. No hay peor error que confundir a esta generación del 37 con aquella unitaria de las guerras civiles. Ocurre que la Asociación no nació con el propósito de combatir a Rosas; por el contrario, buscaba la conciliación de ideas, en un g rupo que se erigiera sobre los otros dos, como verdadera alternativa. "En 1837, Echeverría y sus secuaces no serán unitarios ni federales, pero si, el blanco de los dicterios y persecuciones de unos y otros". (9) Comprendiendo la coyuntura particular en la que se desenvolvía la generación del 37, no hace falta un análisis profundo para reconocer que, por su tradición liberal, el socialismo de Echeverría podría acercarse a la facción unitaria pero, inevitablemente, se distanciaría cada vez más del federalismo rosista. El reconocía los lazos que lo unían a los unitarios, "habían dejado el rastro de una tradición progresista...eran los liberales que querían en suma un régimen constitucional para el país. La generación nueva, educada la mayor parte en escuelas fundadas por ellos... debía tenerles simpatía, o ser menos federal que unitaria...Rosas lo conocía bien...". (10) Sin embargo el pensamiento de Echeverría, no podía conciliar, con el de los unitarios de su tiempo. Para los jóvenes de la asociación, la patria estaba por encima de todo, y ellos creían con sinceridad en la parcialidad de los objetivos unitarios. Aspiraban a la constitución de un partido político basado en el interés social. Ni por la razón, ni por convencimiento, habría lazos capaces de unirlos, con quienes ahora desde el extranjero, pero insensibles como antes, intentaban el retorno a la política efectiva, sin superar los odios del pasa-
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do, y sin la conciencia de que se enfrentaban a una nueva y dinámica realidad. La revolución moral que plantea Echeverría, en oposición a la revolución material, intentaba ser un movimiento integrador, pacífico, creador de esa conciencia de carácter nacional que las facciones eran incapaces de formar. (11) Indudablemente, el retorno del unitarismo, sólo traería la restauración de las agotadas estructuras pre-rosistas, esto era para los jóvenes del salón Literario, aún peor, que el precario equilibrio autoritario impuesto por Rosas. Por eso pregunta a de Angelis en la carta antes citada: "Y sabe Ud., señor Editor, por qué critiqué entonces y ahora a l os unitarios? Por qué en mi país y fuera de él hay muchos hombres patriotas que están creyendo todavía, que la edad de oro de la República Argentina y especialmente de Buenos Aires está en el pasado, no en el porvenir; y que no habrá, caído Rosas, más que reconstruir la sociedad con los viejos escombros o instituciones, porque ya está todo hecho". (12) La conciliación que el Dogma proclamaba, se edificaba por encima de las tendencias políticas del pasado. Convencidos de que su programa se eslabonaba directamente con la tradición progresista de mayo, cabía al grupo completarla y perfeccionarla con primario sentido constructivo; por qué no habían hecho otra cosa unitarios y federales que destruir alternativamente lo obrado, aniquilando la actividad nacional. De esta manera se condenaba el despotismo de los federales, pero mucho más fuerte alzaban la voz contra los unitarios, que teniendo la capacidad de hacerlo, malgastaron "su energía en el vacío". Es que faltó en ellos, y esta es una ausencia que el redactor del Dogma Socialista no perdona, esa sensibilidad social, esa capacidad para interpretar la realidad, sobre la cual ya hice antes referencia. A la unidad de partido de los unitarios, el nuevo movimiento opuso la unidad de la sociedad en su conjunto, en una homogénea masa de objetivos comunes. Para ellos estaba trazado el camino que los otros no habían podido reconocer, cegados por luchas internas, e intereses de sector. Mayo, Progreso, Democracia, jalonaban ese derrotero de orden y de paz.
En torno al sufragio y la educación Es posible que el punto de discusión fundamental haya sido el del sufragio. Aquí, otra vez es el partido unitario sobre el cual se cargan tintas. Está convencido Echeverría de sus buenas intenciones, ya fue establecido en este estudio apelando a sus palabras; pero una vez más advierte sobre la incapacidad unitaria para interpretar el sentimiento popular. "El partido unitario desconoció completamente el elemento democrático de nuestro país...; y teniendo en sus manos el poder, tendría las elecciones y medios abundantes en todo caso para someterlo y gobernarlo, según sus miras, sanas sin duda, pero equivocadas". (13) Así pues, bajo la máscara del derecho a la elección de sus representantes, se establecía para nuestro crítico, una ficción basada en la ignorancia del pueblo, que por ese motivo, podría ser conducido de acuerdo con el sentir de la clase acomodada. Una parodia de legitimidad ambigua y sin poder real. "Bajo bellas formas se solapaba una mentira, y no sé qué bajo una mentira farsaica pueda fundarse institución alguna, ni principio de legitimidad de poder incontrastable... Tuvimos razón para decirlo. El partido unitario no t enía reglas locales de criterio socialista; desconoció el elemento democrático... No supo organizarlo, y por lo mismo no supo gobernarlo. (14) Reconoce el Presidente de la Asociación de Mayo, que en esto no estuvieron separados unitarios y federales, mezclándose en las cámaras en procura de idénticos objetivos, hasta que por el mismo sistema, y a través de la manipulación popular, la suma del Poder otorgada a Rosas por el sufragio, acabó con cualquier resabio democrático. "La ley del 15 de Agosto, el sufragio universal, dio de sí cuanto pudo da r, el suicidio del pueblo por si mismo, la legitimación del despotismo". (15) En realidad, la crítica más importante, apunta a condenar por ingenuo al partido unitario. Este había dado demasiado poder al electorado, sin prepararlo para asumir tal responsabilidad. Comprendamos que en el fondo no condena las intenciones unitarias, sino el que a una masa ignorante, se le otorgara el derecho a voto, sin darle los medios para lograr la educación cívica necesaria, haciéndola así, presa fácil de la demagogia y de la oportunidad política. (16)
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+ Echeverría quería según su doctrina la soberanía popular; pero éste no debía ser un concepto de forma o puramente declamatorio. Es por eso que reclamaba la participación del estado en la educación del soberano: "...el pueblo, las masas no tienen siempre en sus manos los medios de conseguir su emancipación, la sociedad o el gobierno que la representa debe ponerlos a su alcance...para emancipar las masas ignorantes y abrirles el camino de la soberanía es preciso educarlas". (17) Sólo si el pueblo adquiría conciencia cívica, podría integrarse a l a ciudadanía como hacedor de los grandes cambios que necesitaba la nación. Es claro que p ropone un sistema de instrucción pública con intervención activa del gobierno y veía en la concepción unitaria de la educación gran parte de los males del presente echando las culpas sobre el sistema de educación vigente en Buenos Aires desde 1821 hasta 1827, y al abandono de años anteriores.(18) Los hombres de la Asociación confían en la integración armónica del país, claro que las condiciones no están dadas; pero no ni egan, sino que por el contrario animan esa posibilidad. Por eso condenaron la forma en que, unitarios primero y federales después, condujeron a las masas populares. Para ellos, el pueblo era esencialmente libre, pero en la práctica prisionero de su ignorancia, siendo este último, el factor que aprovecharon las facciones enfrentadas para manipularlo. Ellos tenían fe en el pueblo. "Ese pueblo, deslumbrado hasta aquí por la majestad de su omnipotencia, conocerá vuelto en si, que no le fue dada por Dios sino para ejercerla en los límites del derecho como instrumento del bien. Ese pueblo se ilustrará, los principios de la revolución de Mayo penetrarán al cabo hasta su corazón y llegarán a ser norma de sus acciones". (19) En fin, se trataba de integrarlo en plenitud a las actividades del país. El potencial para lograr esa integración existía a p riori, sólo faltaba el marco adecuado para permitir tal desarrollo, y este lo daría la educación. La lectura de Echeverría con el fin de desentrañar su pensamiento político, con frecuencia nos lleva a p ensar en una concepción contradictoria de la realidad, son muchos los que ven en su ideario la oscuridad de ideas inacabadas, y confusas teorías sociales impracticables en la época, al mismo tiempo
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que reconocen el saldo positivo de su lucha. Reflexiones finales Podemos advertir en estas líneas más de un rasgo contradictorio, y cómo no va a haber contradicción en un hombre que se reconoce liberal, promueve la participación activa del estado en la educación, sintió que Rosas podría encausarnos hacia la unidad nacional, reconocía sus simpatías unitarias, creía en la soberanía popular, rechazaba el sufragio universal...; pero si parece imposible congeniar ideas tan opuestas en un mundo donde los hombres se dividen entre buenos y malos, puros e impuros, monárquicos y republicanos, unitarios y federales. Es claro que quien no proponga antinomias recibirá la crítica de todos. La generación del 37, presentaba ante los ojos de la mayoría un pensamiento demasiado ambiguo, desencajando del esquema maniqueista al que nos había acostumbrado la tradición histórica universal. Reconocía su simpatía unitaria y sin embargo acusaba a ese partido como causante de todos los males, valoraba el localismo federal, pero no r econocía otra forma que la unitaria para lograr la verdadera unión nacional. Sin embargo, ¿pode-mos acusar a Echeverría y su grupo de inconsecuentes o de carecer de una sólida doctrina? Por el contrario, el pensamiento de la generación marcaba el primer hito de cohesión política de nuestra historia, señalaba un rumbo original basado en la utopía de una transformación social sin lucha, logrado a través del cambio moral de la sociedad y de la integración de la tradición cultural de nuestra historia toda. Por eso no podí a rechazar de plano a los unitarios con cuyas teorías profundas coincidía, desestimando sus métodos claro está, ni a los federales en quienes advertía la sensibilidad social que a aquellos les faltaba. La coherencia de ideas la encontramos justamente en esa integración de pensamiento que pretende dar cabida a un nuevo partido que sin ser de ninguno sea de todos. Imaginemos dos líneas paralelas, como ellas se comportaban las dos facciones tradicionales; Echeverría pretendía cerrar los extremos con un m oño, encerrar a todos en el espacio interior, cortar las sobras de cada recta y con la nueva figura encarar una política de progreso. "Nuestra misión no e s emanciparnos
completamente de lo pasado, separarnos de la comunidad social a la qué pertenecemos y fraguarnos un mundo ideal donde puedan no verse a sus anchas las creaciones de nuestra imaginación. Se nos acusa ya de andar siempre en las nubes; se cree que nuestra ciencia consiste en nomenclaturas porque preferimos palabras que la generalidad no entiende. Es preciso Señores, probar lo contrario, hablando a la inteligencia de todos y rehabilitar nuestra opinión haciendo ver que, aunque jóvenes, tenemos tanto conocimiento de los intereses vitales de nuestra sociedad, como esos hombres agobiados de años y de experiencia, pero tan descontentadizos como impotentes". (20) ¿Quiénes eran los unitarios para Echeverría? Indudablemente unitarios no eran los hombres de Mayo, ellos no tenían partido, eran el origen de la patria, el progreso, el futuro mismo. Mayo era la libertad; pero sus éxitos no tuvieron continuidad en la obra de gobierno. En el gobierno nacen las facciones, unitarios y federales, dos caras de una misma moneda, y el corolario de esa lucha había sido Rosas, a quien el mismo Echeverría reconocía la virtud de haber sabido interpretar el espíritu de esa sociedad que no habían podido comprender los unitarios. Es que aquí se define el verdadero camino de la Asociación de Mayo, el Salón Literario es el ámbito donde la joven generación discutirá sus ideas en pos de la estructuración de un pensamiento de vanguardia para la patria; cuando este se extingue el mismo ideario cobra vida activa en la Asociación de la Joven Generación Argentina, donde se redacta lo que después se conocería como el Dogma Socialista. Y es a partir de esto donde se alcanza a comprender la diferencia. La nueva generación no sólo propone una política que nos aleje de las mezquindades de las luchas internas sino que propone una original manera de interpretar la realidad. Echeverría no pudo ver los frutos de su prédica, pero su pensamiento prendió en los espíritus liberales que lo sucedieron. S i e s cierto que su doctrina, como fue expuesta en el Dogma Socialista era impracticable, no es menos cierto que la profunda crítica hecha a los unitarios pudo ser asimilada por las generaciones posteriores adaptando su ideario a la cambiante realidad nacional. Podremos o no, estar de acuerdo con él, discutimos aún hoy los matices de su influencia sobre la política poste-
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+ rior. Hay quienes sólo ven en su acción una oscura página de nuestra historia, mientras que otros intentan recuperar los valores que sustentaba como si estos fueran el verdadero y único punto de partida. La verdad sólo puede encontrarse a mitad de camino. Buena o mala, la injerencia de Echeverría y su grupo no pue de negarse, es parte activa de nuestro presente. Ya no se trata de justificaciones o condenas, es cuestión de comprender la importancia del cambio que promovieron, recoger su experiencia, criticar los errores, y razonar los aciertos, para que la obra de estos, nuestros pensadores, no caiga en olvido, y nos allane el camino para lograr un país mejor.
NOTAS 1. Cfr. BARBA, Enrique. Unitarismo, Federalismo, Rosismo. Centro Ed. América Latina, Buenos Aires, 1982, pág. 17. 2. ECHEVERRÍA, Esteban. Dogma socialista de la Asociación de Mayo (precedido de una ojeada retrospectiva sobre el movimiento intelectual del Plata en el año 37). La torre de Babel, Ed. Perrot, Buenos Aires, 1958, pág. 104. 3. Cfr. ECHEVERRÍA, Esteban. "Carta se-
gunda a Pedro de Angelis". Antecedentes de la Asociación de Mayo. Consejo Deliberante de la Ciudad de Buenos Aires, pág. 299. 4. Cfr. ECHEVERRÍA, Esteban. Dog-ma socialista... , págs. 29 y 30. 5. GUTIERREZ, Juan María. Antecedentes de la Asociación..., pág. 93. 6. ECHEVERRÍA, Esteban. "Carta segunda a Pedro de Angelis", op. cit., págs. 318 y 319. 7. Cfr. ECHEVERRÍA, Esteban. Dog-ma socialista... , págs. 194 y 195. 8.Cfr. LEGîN, Faustino. "Introduc-ción". Doctrina política de la Asociación de Mayo. Investigación del seminario de ciencias políticas y sociales, Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires, 1939, pág. 31. 9. Cfr. DIAZ, Clemente A. "Biografía de Esteban Echeverría". Doctrina política de la Asociación..., pág. 231. 10. ECHEVERRÍA, Esteban. Dogma socialista..., págs. 29, 30 y 31. 11.Cfr. Ibidem, pág. 33. 12. ECHEVERRÍA, Esteban. "Carta segunda a Pedro de Angelis", op. cit., pág. 314. 13. ECHEVERRÍA, Esteban. Dogma socialista..., pág. 52, 53. 14. Ibidem, pág. 54. 15. Ibidem, pág. 56. 16. Cfr. ECHEVERRÍA, Esteban. "Carta segunda a Pedro de Angelis", op. cit., págs. 309 y 310.
17. ECHEVERRÍA, Esteban. En: BARREIRO, José. El espíritu de Mayo y el revisionismo histárico. Ed. Antonio Zamora, Buenos Aires, 1951, pág.133. 18. Cfr. CORONADO, Hipólito R. "Objeto y fines de la instrucción pœblica". Doctrina política de la Asociación..., págs. 375 y 376. 19.Cfr. BUCICH, Antonio. Esteban Echeverría y su tiempo. Talleres Gráficos Virtus, Buenos Aires, 1938, pág. 57. 20. ECHEVERRÍA, Esteban. "Exposi-ciones hechas en el seno de la Asociación de Mayo". Antecedentes de la Asociación..., Op. Cit., pág. 107.
* Profesor y Licenciado en Historia. Universidad Nacional del Sur.
SU SOBRINO, LUCIO V. MANSILLA, RECUERDA A ROSAS Volvimos del jardín de las magnolias a los salones de Palermo. Manuelita recibía donde ahora está el gabinete de física del Colegio Militar. Una vez allí le repetí que quería ver a mi tío; ella salió, volvió y me dijo: "Ahora te recibirá". Se fueron a comer. Yo no quise aceptar un asiento en la mesa porque en mi casa me esperaban y porque no contaba que aquel ahora sería como el vuelva usted mañana. Allá, como a eso de las once de la noche, Manuelita, que era movediza y afabilísima, salió y volvió reiteradamente, y con una de esas caras tan expresivas, en las que se lee un "por fin", me dijo: "Dice tatita que entres". Si mi memoria no me es infiel, la pieza esa quedaba en el ángulo del edificio que mira al naciente; era cuadrilonga, no tenía alfombra sino baldosas relucientes; en una esquina había una cama de pino colorado, con colcha de damasco colorada también; a la cabecera una mesita de noche, colorada; a los pies una silla colorada igualmente, y casi en el medio de la habitación una mesa de caoba, con carpeta de paño grana, entre dos sillas de esterilla coloradas, mirándose, y sobre ellas dos candeleros de plata bruñidos con dos bujías de esperma, adornadas con arandelas rosadas de papel picado. No había más, estando las puertas y ventanas, que eran de caoba, guarnecidas de todo cortinaje. Yo me quedé en pie, conteniendo la respiración como quien espera el santo advenimiento, porque aquella personalidad terrible producía todas las emociones del cariño y del terror. Moverme habría sido hacer ruido, y cuando se está en el santuario todo ruido es como una profanación, y aquella mansión era, en aquel entonces, para mí, algo más que santuario. Cada cual debe encontrar dentro de sí mismo, al leerme, la medida de mis impresiones en medio de esa desnudez severa, casi sombría, iluminada apenas por las llamas de dos bujías transparentes que ni siquiera se atrevían a titilar.
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Reinaba un profundo silecio, en mi imaginación, al menos; los segundos me parecían minutos; los minutos, horas. Mi tío apareció: era un hombre alto, rubio, blanco, semipálido, combinación de sangre y de bilis, un cuasi adiposo napoleónico, de gran talla, de frente perpendicular, amplia, rasa como una plancha de mármol, fría lo mismo que sus concepciones; de cejas no muy guarnecidas, poco arqueadas, de movilidad difícil; de mirada fuerte, templada por lo azul de una pupila perdida por lo tenue de matiz, dentro de unas órbitas escondidas en concavidades insondables; de nariz grande, afilada y correcta, tirando más al griego que al romano; los labios delgados, casi cerrados, como dando la medida de su reserva, de la firmeza de sus resoluciones; sin pelo de barba, perfectamente afeitado, de modo que el juego de sus músculos era perceptible... Agregad a esto una postura fácil, recto el busto, abiertas las espaldas, sin esfuerzo estudiado, una cierta corpulencia del que toma su embonpoint, un traje que consistía en un chaquetón de paño azul, en un chaleco colorado, en unos pantalones azules también; añadid unos cuellos altos, puntiagudos, nítidos, y unas manos perfectas como formas, y todo limpio hasta la pulcritud; y todavía sentid y ved, entre una sonrisa que no llega a ser tierna, siendo afectuosa, un timbre de voz simpático hasta la seducción, y tendréis la vera efigie del hombre que más poder ha tenido en América y cuyo estudio psicológico sólo podré hacer yo, porque yo soy el único que ha buscado en antecedentes, que otros no pueden conseguir, la explicación de una naturaleza tan extraordinaria como ésta. MANSILLA, Lucio. Los siete platos de arroz con leche y otras charlas. Buenos Aires. EUDEBA. 1960. Pág. 24-26.
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+ La época de Rosas en el interior
SAN LUIS: UNA FRONTERA CALIENTE Norma VIDELA TELLO* La guerra civil en el centro del país El regreso de las tropas luego de la guerra con el Brasil, trajo al país más lucha y sufrimiento. La muerte del gobernador Dorrego fue expresión carnal de ambiciones y odios fratricidas. El fusilamiento de Navarro encontró en Juan Manuel de Rosas a su vengador político. El prestigioso hacendado y saladerista inició con su gobernación de 1829 una época larga de predominio federal. Comenzaba para el país la época rosista. En el interior, mientras tanto, el Manco Paz se hacía gobernador de Córdoba tras vencer a Bustos, imponiendo sus miras unitarias en la región central frente a la resistencia de Facundo. El encuentro en La Tablada y Laguna Larga definió la derrota de Quiroga y la creación de la Liga del Interior. La repercusión de este giro político en las provincias provocó recambios. Así llegaron a la gobernación de San Luis los Videla. Tres hermanos: Luis, Eufrasio e Ignacio que suplantándose y cubriéndose las espaldas mantuvieron la fuerza de la liga en la serranías puntanas. San Luis, como el resto del país central, era asunto de unitarios. La agitación de la guerra civil se reflejaba en la rapidez de los cambios en las situaciones de gobierno. En el 31, el interior hervía a lanzazos y muerte, tras consignas celestes y coloradas. La guerra contra la Liga del Interior dio sus frutos: cayó Paz en poder de López, cayó Córdoba en poder de los Reynafé y Quiroga sentó sus reales en Cuyo. La política rosista lograba poco a poco entintar de federalismo a todo el interior, si bien localismos añejos siguieron marcando algunas diferencias entre las provincias. Ubicados en esta realidad, nos proponemos analizar algunos sucesos ocurridos en las tierras de San Luis, poniendo atención en el plano social como un camino para conocer a aquellos hombres , mujeres y niños en sus hechos cotidianos vividos de una de las épocas más difíciles de la historia argentina. La vida en San Luis San Luis era tierra de paso y enlace entre este y oeste. Dueña de una geografía rica en valles y sierras, escondía mil parajes deslumbrantes. Tierra compartida, entre blancos e indios, era expresión de tensiones entre dos pueblos que no se daban tregua en la antigua lucha de los hombres por su tenencia. Sustancialmente pecuaria, apenas gozaba de los estertores de una feliz fiebre del oro en las alturas del Tomolasta,
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ocurrida a fines del siglo XVIII. Su distribución demográfica fue en los primeros siglos equilibrada en los ámbitos urbano y rural, demostrando que económicamente el puntano era hombre de campo. San Luis, Renca, el Morro y Merlo constituían los centros poblados más importantes. Las cifras más cercana a l a época de Rosas que tenemos de esta provincia para conocer su caudal demográfico responden a dos censos estimativos realizados en 1825. El de Parish arrojó un total de 20.000 habitantes, y el de Núñez totalizó 25.000. Su base ganadera constituía uno de los centros de atracción propicios para el saqueo. Una lectura documental nos informa que los indios eran también ricos en hacienda constituyendo la larga frontera un espacioso mercado de extracción y comercio ganadero. Desde Renca "ayer ha salido a ese departamento la joven Da. Francisca Ignacia Velazquez de las primeras familias cautivas por los bomberos en la última invasión que ha sufrido esta Provincia: la expresada joven declara que habló con una cautiva de Buenos Aires que le dijo que los salvajes se preparaban a hacer una nueva invasión en la luna venidera. Mas no sabía si a la provincia de San Luis o a las lagunas de Cuyo... se acuerdan con frecuencia diciendo que en el hay muchas haciendas y que al efecto se halla adelantada una caballada que debía servir para la empresa... y por lo tanto el Gob. de San Luis lo pone en el conocimiento de S.E. el Gob. de Mendoza suplicándole que si fuera posible haga esfuerzos a obrar en auxilio de la Prov. de San Luis que carece de todos los recursos necesarios para defenderse". (1) La diseminación de los habitantes rurales en solitarios rancheríos por el centro y norte de la provincia, mostraba una tremenda desprotección y debilidad frente al constante ataque malonero en una frontera verdaderamente caliente. Si bien las defensas militares existían, éstas eran insuficientes. 1832 fue un año de terribles ataques. El Morro, Manantial, Renca, Pantanillo, Cerros Largos, Minas, Ricón del Carmen, Santa Bárbara y Estancia Vieja, llenan las páginas de los partes enviados al gobierno de la ciudad de San Luis notificando la cantidad de familias arrancadas por los indios, o las poblaciones quemadas, amén de la hacienda robada. San Luis desesperada pide auxilio a casi todas las provincias recibiendo armas y municiones. Una urgente leva de hombres entre 15 y 60 años permite crear una fuerza en el Morro. (2) Cuando al año siguiente asume el gobierno provincial José Gregorio Calderón, veterano comandante de la fronte20
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+ ra, recibe de Buenos Aires, en respuesta a s u pedido de apoyo a Rosas el envío de Regimiento de Auxiliares de los Andes, para proteger las fronteras de Cuyo. La gente de la ciudad vivía del comercio de cueros, carne, ganado en pie y frutas. Pulperías y tiendas atendían las necesidades de la población estable y de aquella que desde el campo y la sierra se acercaba en busca de lo esencial para vivir. Construcciones modestas, modelaban una ciudad más bien humilde, que junto al resto de la provincia vivía tensionada por la guerra civil y los ataques indios. La abundancia de ganado, común a casi todo el país no era una muestra de una holgada situación económica para la provincia, sino todo lo contrario. La población construía su vida en ese medio, adquiriendo características propias de medios urbanos con zonas marginales. Historia de mujeres La vida seguía los cánones sociales propios de la época. La documentación nos propone algunas particularidades. Observamos en general a la mujer ubicada en un contexto doméstico, donde debe transcurrir su vida, dedicada a su familia, siguiendo preceptos indiscutibles impuestos por la Iglesia. La mujer estaba bajo tutela del hombre: padre, hermano o esposo. En casos de separación del matrimonio, los hijos comúnmente quedaban con la nadre salvo cuando la mala conducta de la mujer, o el absolutismo del hombre justificara que el padre quedara con los hijos. En ese caso la madre sólo podía pedir la tenencia de los hijos cuando su propio padre se avenía a h acer el reclamo ante el juez "potestándole que a mi lado y en compañía de su madre, le proporcionaré (a la niña) con el mayor esmero la mejor educación posible, con más ventaja sin duda que la que pueda prestarle su padre, cuya inactividad y pobreza son bien notorias...". (3) Esta es la historia de Rita que para recuperar a su hija, debió hacer que su padre Juan
Ballejos, abuelo de la niña, hiciera el reclamo. Tras comprobarse que el padre no tenía cómo mantenerla, la justicia entregó la niña al abuelo. Aquí se evidencia la marginación legal de la mujer como sujeto capaz de ejercer la tutela de su hija menor. Solamente la muerte del esposo habilitaba a la mujer como propietaria y por lo tanto persona capaz de litigar. Podían entonces recurrir a la justicia para que dirimiera en disensos sobre tierras y ganado. (4) O al gobierno, como cuando a raíz de la gran sequía que partió la tierra en mayo del 36, María Angela Castro, de la Capilla de Mercedes (al norte de San Luis), en vista de la gran mortandad de ganado le pide autorización para llevar sus vacas tras la sierra a Córdoba, para salvarlas. Es el tipo de mujer que se muestra segura y luchadora, constituyéndose en la mayoría de los casos en cabeza de familia. La justicia también interviene cuando se duda de la moral de la madre, llegando hasta el extremo de quitar al niño de su lado. Un caso ocurrido en Piedra Blanca muestra el reclamo de una mujer que pese a haber sido ella criada en un hogar carente de moral "pues su casa no se compone de otra cosa que de juntas desordenadas y supersticiosas en que una joven siempre está propensa a corromperse..." se considera capaz de dar buen ejemplo a su hija, de la cual ha sido separada. (5) Como en todos los tiempos, también ocurrieron casos de quiebra del orden moralmente impuesto, siendo bastante comunes en tierra de soldados. Enamorada de uno de ellos huyó Mercedes con José Bordón, soldado de infantería, dejando ambos un tendal de damnificados y acreedores "la familia que tenía, queda comprometida a pagar un fiado considerable que para vestirla había sacado..."llevando Bordón dos caballos robados"... un tordillo y un bayo de la patria". (6) Tras estos sucesos las parejas huían generalmente hacia zonas despobladas para evitar las persecusiones. Lo cual
La calle larga. San Luis. Molina Campos
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+ implicaba otros peligros. Allá lejos, en el campo Era la campaña de San Luis tierra de natural conflicto con la indiada, quienes realizaban sus incursiones con bastante impunidad. La vida económica del interior de la provincia se basaba en la explotación de unas pocas estancias pecuarias de alguna importancia, pertenecientes a ganaderos con cierto poder económico, más pequeñas unidades económicas de tipo familiar que se sustentaban de una majada, con suerte unas pocas vacas, un sembradito, y el producido del telar, infaltable elemento de trabajo femenino común en todo rancho sanluiseño. La vida en los pueblos de campaña como Renca tenía sus períodos de desmantelamiento, cuando ante el atropello del malón, los pobladores huían a las sierras del este dejando casa, ranchos, iglesia, y animales para los indios. En lo alto de la sierra solían estar a veces largos períodos hasta que avisados por los soldados podían regresar a reconstruir lo quemado o arrasado. El año 1833 ya hemos dicho fue duro; tantos avatares habían traído también el hambre, visitante conocido de épocas difíciles. Hacía ya tiempo que estaban en la sierra. Cuando les llegó la orden de regresar, se vieron obligados a pedir "que se les permitiera cosechar sus chacritas de maíz, que se han sembrado para llevar esa mantención tan necesaria y también por que si la dejan desamparada se les pierde...". (7) Vivir en el campo o en pequeños caseríos desprotegidos significaba sufrir los peligros de la desmembración familiar quedando a veces niños sin padres y sin hogar. Situación que aprovecha José Tomás Cano para pedirle al Gobernador Calderón "que si entre las que han quedado sin tener como sostener sus familias por las invasiones de los indios hay dos muchachas como de 10 a 12 años, que quieren darlas para ponerlas en casas donde las vistan y eduquen según su clase, me haga el favor de mandarlas... Se me había olvidado agregarle a el educarlas y vestirlas el que es para que sirvan...". (8) En ocasiones eran los niños los que se rescataban de las tolderías. Algún tropero era el encargado de traerlos desde lugares bastante alejados como ocurrió en La Carlota con las hijitas de Pérez, un habitante de los Cerros Largos que fueron rescatadas y devueltas a su familia. (9) Informes crudamente lacónicos deban cuenta al gobernador de la cantidad de familias que quedaban extraviadas e insolventes por las invasiones indias. (10) Todas las noticias nos confirman que ésta fue una época en que la guerra contra el indio no daba ni pedía cuartel. Justamente por la gran cantidad de encuentros militares que se producen son muchos los cautivos que logran volver a tierras de blancos. Ellos compensan con sus noticias e informes los que a su vez pasaban los bomberos indios que inteligentemente distribuidos mantenían a los caciques casi diariamente informados sobre planes y movimientos de tropas. La naturaleza ponía su parte sumando historias sobre los peligros de animales que acechaban a los viajeros y traba-
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jadores que andaban alejados de los centros poblados. Enormes jaurías de perros o solitarios pumas atacaban a veces cercados por el hambre. El comandante Francisco Loyola del 2º Departamento de Campaña, ofrece al gobierno los servicios de un gran matador de leones. Dn. Juan Antonio Miranda, que ya lleva muertos 25 leones (así llamaban a los pumas). (11) No todo era sufrir, luchar y trabajar, siempre había tiempo para tabaco, música y alguna partida de naipes. O para jugar unos pesos a algún gallo bravo de riña. Hasta el gobernador Calderón gustaba preparar animales para estas lides. En 1839 le madan desde Mendoza "un gallo jaca colorado, su peso para pelea de 5 libras... estatura regular, lleva dos riñas ganadas y fuerza de su bondad... para poder quedar bien con un aficionado como V. E. que según noticias tengo se halla comprometido en unas peleas próximas: este gallo es conveniente pelearlo a la suerte, es decir sin pensar, solamente considerar la altura...". (12) Mientras tanto el aire se iba tiñiendo de ponchos colorados según consta en la nota enviada por Nicasio Mercau al gobernador donde los jefes del Regimiento le agradecían gorretes y chiripás colorados enviados para la tropa. (13) Conclusión De los documentos estudiados en un intento de muestreo de lo acaecido en la vida socioeconómica de los años treinta, se trataron de establecer elementos comunes. El análisis nos descubre dos problemas básicos en la época: la inseguridad y la violencia. Ambas son el resultado de los disensos civiles que vive el país y como una problemática propia de la línea trasversal de frontera, la guerra con la indiada. Las levas, la viudez como un estado propio de tiempos de guerra, las familias destrozadas o desmembradas, el abandono de los niños, un protagonismo femenido forzado por las circunstancias y un aferramiento a la tierra por parte de ambos contrincantes, son quizás los elementos comunes más destacados de una época difícil. Fuentes bibliográficas y documentales 1) Archivo Histórico de la Provincia de San Luis. (AHSL) Documento 4379. Carpeta 45. Fecha 18-5-1832. 2) NUÑEZ, Urbano J. Historia de San Luis. Plus Ultra. Buenos Aires. 1980. Pág. 299. 3) AHSL. Documento 3905. Carpeta 38. Fecha 19-8-1828. 4) AHSL. Documento 4078. Carpeta 41. Fecha 20-8-1830. 5) AHSL. Documento 5102. Carpeta 51. Fecha 24-12-1833. 6) AHSL. Documento 5722. Carpeta 60. Fecha 23-1-1835. 7) AHSL. Documento 4819. Carpeta 49. Fecha 24-3-1833. 8) AHSL. Documento 6336. Carpeta 67. Fecha 11-4-1836. 9) AHSL. Documento 6317. Carpeta 67. Fecha 15-5-1836. 10) AHSL. Documento 5354. Carpeta 55. Fecha 15-6-1834. 11) AHSL. Documento 7098. Carpeta 77. Fecha 12-2-1838. 12) AHSL. Documento 7566. Carpeta 81. Fecha 23-6-1839. 13) AHSL. Documento 6362. Carpeta 67. Fecha 1-5-1836.
*Instituto Histórico del Partido de Morón. Profesora de Historia. Master en Cultura Argentina 22
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+ NUEVAS PERSPECTIVAS HISTORIOGRÁFICAS SOBRE EL RÉGIMEN ROSISTA:
ENTREVISTA A JORGE DANIEL GELMAN
En este número especial sobre la época de Rosas, la profesora María Cristina Marí ha entrevistado al Dr. Jorge Daniel Gelman. Si bien la mayoría de sus trabajos versan sobre el siglo XVIII, actualmente éste está trabajando el siglo XIX: a través de esta charla hemos rescatado elementos significativos que no sólo esclarecen algunos aspectos del régimen rosista sino que siembran en nosotros nuevos interrogantes. Doctorado en París, Gelman fue docente en la Universidades de Girona y La Pampa, y hoy se desempeña como profesor titular en la cátedra de Historia Argentina en Filosofía y Letras, U.B.A. Asimismo es coordinador de la Red de Estudios Rurales, vicepresidente de la Asociación Argentina de Historia Económica y director de una maestría en la Universidad Internacional de Andalucía, en La Rábida.
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C.M.- ¿Dónde cursó sus estudios? J.G.-Ya que esta revista de historia se edita en Morón, lo cual me alegra mucho, creo que vale la pena señalar que mis estudios secundarios, los cursé en el Manuel Dorrego, de Morón, donde por otra parte nací y pase toda mi juventud. Fue una experiencia muy linda y bastante agitada, porque fueron años previos a la vuelta del peronismo, de la izquierda y de toda la historia que ya conocemos. Mis estudios universitarios los hice afuera, producto de esa misma situación que comentaba recién. Estuve preso, fui exiliado y me refugié en P arís. Allí realicé mis estudios, tanto la licenciatura como el doctorado. Defendí m i tesis en l983 justo cuando Alfonsín estaba asumiendo su cargo como presidente y volvía la democracia. Ante esta situación lo que quería era volver a la Argentina. Mi desesperación por regresar casi me hizo abandonar mi tesis doctoral, gracias a una buena consejera me decidí a terminar. En París tuve la suerte de conocer a muchas personas, y en especial a algunos profesores -como Ruggiero Ro-mano- que me enseñaron a pensar la sociedad de manera menos doctrinal y esquemática a lo que estaba acostumbrado desde mis años adolescentes. C.M.- ¿Por qué siendo su tesis sobre el siglo XVII, su producción historiográfica posterior versa sobre el siglo XVIII? J.G.- Como vos decís mi tesis doctoral es sobre el siglo XVII: la formación de los grupos d irigentes del B uenos Aires inicial. Luego ya de vuelta aquí me empecé a dedicar al siglo XVIII. En parte esta selección tiene que ver con un pr oblema con que nos enfrentamos los historiadores, que son las fuentes disponibles. Para el siglo XVIII mejor dicho para la etapa virreinal, la cantidad y calidad del material que hay en los archivos es fenomenal. Esto tiene que ver con la importancia creciente de la ciudad de Buenos Aires, pero también con las obsesiones administrativas del estado borbónico. Primero estudié el comercio y los comerciantes, lo cual era de alguna manera una continuación de mis trabajos anteriores, ya que esta ciudad estaba domina-
da sin duda por un grupo de personas que se dedicaban centralmente a esa actividad. Lo que quería era entender cómo unas personas que en muchos casos empezaban como modestos “mercafifles”, terminaban convirtiéndose, a veces en los ricos y poderosos personajes que llegaban a tener una fuerte influencia en toda la vida local. Luego empecé a t rabajar en historia agraria, y esto fue el resultado de los intensos debates sobre estos temas que empezaron a darse apenas vuelta la democracia. En toda América Latina se trabajó intensamente sobre estos temas en los 70, pero en la Argentina el trabajo se postergó por la feroz represión de la etapa militar. Se trataba, creo, de pasar del ámbito de la circulación al de la producción, y quizás sobre todo del estudio de las elites al de los sectores populares, lo cuales empezamos a ver rápidamente que eran algo mucho más complejo y variado que el de la figura del gaucho, que aparecía como el único representante de los pobres rurales. C.M.- Ud. está dentro de la línea de investigadores que desmistificaron la figura del gaucho. ¿Quién era en realidad el poblador de la campaña? Porque de ser un hombre que iba con su caballo y su guitarra de un lugar a otro sin que le gustara trabajar, después de los trabajos de Uds. perdió esta imagen. JG.- Sí, perdió esta imagen, pero es un problema que no es de fácil solución. Porque ¿cómo entender que la imagen del gaucho que nos legó la literatura sea tan fuerte si realmente el personaje no existió?. En realidad lo que pasa es que la población rural era muy variada y una parte es verdad que pequeña- se asemejaba bastante a la figura mítica del gaucho. El problema es que en ciertas fuentes ellos predominan, porque por ejemplo eran los más susceptibles de caer en las garras de la justicia. Pero paradójicamente los que más se asemejan al gaucho, eran algunos migrantes del interior que venían solos al litoral, y cómo muchas veces no conseguían trabajó en las estancias se dedicaban quizás a la sustracción de animales para sobrevivir o pasaban más tiempo en las pulperías de lo
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+ que las autoridades estaban dispuestas a tolerar. Pero sin duda la mayoría de la población rural a fines de la colonia y en el XIX no eran esos gauchos, sino una multitud de familias que arañaban la tierra para cultivar algo o pa staban un puñado de animales. C.M.- ¿Qué consecuencias tuvo el quiebre de los circuitos regionales en la economía después de la revolución y como afecta al mundo rural bonaerense? J.G. Sin duda muchas cosas cambian después de la revolución. Y justamente una de ellas es la crisis de los circuitos típicos del comercio colonial interregional y la mayor vinculación con los mercados externos. La historiografía insistía mucho en ambos aspectos: la quiebra del comercio interior y a su vez la oportunidad para regiones como Buenos Aires de desarrollar una economía agroexportadora, pastoril, importando a su vez de afuera tanto la manufacturas, como, por ejemplo, la harina que antes se producía localmente. Y que este marco fue el propicio para el crecimiento de las grandes estancias ganaderas y el surguimiento de los grandes terratenientes, que se supone pasaron a dominar todo en la campaña. Hoy empezamos a ver que esos cambios fueron más m oderados y lentos que lo pensado. Es verdad que surgen algunas grandes fortunas vinculadas a la ganadería y a la tierra, pero al lado de eso persiste un mundo rural muy variado, donde los pequeños y medianos productores siguen estando presentes de manera abrumadora. C.M.- ¿Considera en la etapa Rosista la misma relevancia de la agricultura que junto con Garavaglia descubre en el período colonial ? J.G.- Es un tema que todavía no hemos resuelto, es difícil de contestar. Un problema es la calidad - mala- de las fuentes que tenemos para esa etapa, comparado con el período colonial tardío. De todos modos se puede decir tentativamente, que la agricultura siguió muy presente en la economía local. En realidad las importaciones de harina fueron muy esporádicas y el hinterland agrícola de Buenos Aires siguió creciendo, no sólo en los alrededores de la ciudad, sino incluso en zonas más alejadas como Lobos, hoy bien estudiada por José Mateo. C.M.-En estos nuevos caminos, ¿qué
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importancia le asignas a la historia política? J.G. Justamente creo que la historia política puede ayudar a resolver muchos interrogantes que se nos plantean, incluso en relación a la economía y el mundo rural en la primera mitad del siglo XIX . Cuando uno se pregunta porqué en este período, cuando algunos grandes estancieros como Rosas dominan el aparato del Estado, van a seguir persistiendo testarudamente las familias campesinas, creo que un nivel de la explicación se encuentra en la profunda crisis política que se abre con la revolución. El régimen colonial, nos guste o no, perduró durante muchos siglos en la región, gracias a una especie de consenso; al menos entre los sectores dominantes (y aun más abajo), de que esa era la forma mas ordenada de organizar la sociedad, y la figura del rey y su justicia arbitral gozaban de una fuerte legitimidad, que normalmente no necesitó apoyarse en grandes aparatos coercitivos. Cuando esto se quiebra con la revolución, será muy difícil construir un nuevo aparato de dominación, que tenga legitimidad. Creo justamente que los que empiezan a tener éxito, como Rosas, es porque reconocen este problema y se dan cuenta que para recontruir el orden, necesitan fundar esa nueva legitimidad, que debe reconocer a la sociedad que le rodea y sus prácticas antiguas. Pensándolo de esta manera resulta menos sorprendente ver a Rosas tomando a veces algunas medidas que parecen ir en contra de los intereses de los grandes estancieros como él mismo- y respetando las tradiciones de las familias campesinas. No es, por supuesto, que Rosas defendiera a los campesinos, sino que sabía que necesitaba su apoyo para construir un nuevo orden que le permitiera a la larga a los estancieros hacer negocios. C.M.- ¿Se puede hablar de una implantación del capitalismo en la primera mitad del siglo XIX? J.G.- Me resulta difícil contestar esa pregunta, y no sé si tiene que ser contestada. Creo que la región formaba parte de una economía mundial capitalista, pero que a s u vez tenía su desarrollo peculiar . El problema es que cuando pensamos en capitalismo - o en feudalismo - tenemos en mente los modelos europeos occidentales, que tomamos como regla. Y si ese es el punto de comparación casi no hubo capitalismo
en ninguna parte del mundo, a excepción de esos mismos pocos países europeos, que tomamos como modelo. En realidad debemos pensar que esos modelos fueron la excepción, y que en la mayor parte del mundo la llegada del capitalismo se dio de otra manera, para ser breve, me parece que mucho más importante que saber si le podemos poner el rótulo de tal o cual cosa, es estudiar cómo funcionaba realmente la sociedad que estamos considerando. Creo que ésta es una tarea mucho más rica e importante para el historiador y para la sociedad misma . Y volviendo a los problemas que te planteaba en las primeras líneas, creo que este es uno de los problemas de la izquierda en la cual milité, más preocupada por insertar nuestra realidad en algunos de los grandes modelos creados a partir de otras realidades, que en estudiar seriamente la sociedad en la cual viven. C.M.- Después de estos avances dentro de la historiografía, ¿cuál diría que es ahora el camino a seguir? J.G.- No me gusta dar consejos, la historia tiene una utilidad para la sociedad y depende también de las inquietudes de cada historiador. Personalmente, pero me consta que esto sucede con un gran grupo de personas, me interesa estudiar en muchos aspectos la primera mitad del siglo XIX . Este período ha sido muy maltratado por la historiografía, tanto la liberal como la “revisionista”, con una versión muy marcada por intereses sectoriales. Ya sea que se considerara que había que borrarlo con toda su herencia o al contrario recuperarlo. Hoy creo que estamos en condiciones de empezar a estudiarlo de otra manera, sobre todo fundándonos en todo lo nuevo que sabemos del período anterior, pero a su vez tendiendo los puentes hacia la segunda mitad del siglo. La expansión capitalista de fines de siglo, la inmigración masiva europea, la política “moderna”, etc. que no se insertan en un “desierto” y hacen tabla rasa del pasado, sino que se apoyan en toda la experiencia previa.
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INFLUENCIA DEL PUENTE MÁRQUEZ EN LA HISTORIA DEL OESTE
En 1586 sólo un paso de piedra permitía cruzar el Río de Las Conchas, que solía quedar cortado con las crecientes. En 1773, autorizado por el Cabildo de Buenos Aires, se habilitó un puente de madera de ñandubay, con derecho a peaje. Construido por el vecino Pedro Márquez, estaba exactamente ubicado sobre el lado sur del Camino de los Gaona, al final de la quinta "Los Pingüinos" y cruzaba el río en diagonal, cuya prolongación volvía a encontrarse con el camino. Esta vía se convirtió entonces en la más transitrada, favorecida por la instalación de postas, como la de Pardo. Más tarde el puente fue trasladado cien metros hacia el noreste, llegando a tener ventisiete metros de largo por siete de ancho. En 1810 el Cabildo de Buenos Aires lo nombró punto de reunión para el Ejército del Alto Perú y fue atravesado por los ejércitos que combatieron en las campañas libertadoras y en el periodo de las guerras civiles. En 1820 allí, el general Soler fue nombrado Gobernador de Buenos Aires y en 1826 se lo designó límite de la Capital. En 1829 en sus proximidades, las fuerzas combinadas de Rosas y López derrotaron a las de Lavalle dejando un saldo de ciento cincuenta muertos, cuyo osario y restos del material bélico es buscado por los arqueólogos del Centro Argentino de Ciencia y Arqueología que integra el Museo de Ituzaingó. En 1852 fue cruzado por las tropas de Urquiza para enfrentarse a Rosas en Caseros. En las primeras décadas del Siglo XX, su entorno fue un centro de recreación lo que en 1929 motivó el Proyecto Balneario Puente Márquez, original del periodista Raúl Goyaud quien en 1937 obtuvo del Gobernador de la provincia de Buenos Aires la promesa, nunca cumplida, de invertir cuatrocientos mil pesos en la infraestructura. Sus
Rolando Goyaud*
riberas contaron con recreos, clubes hípicos y hasta un campo nudista de origen nórdico. En 1935 el deportista de Ituzaingó Eduardo Vadel, con una canoa de su construcción, unió Puente Márquez con Carmelo, Uruguay. En 1939, el viejo puente, carcomido y con una plancha de hierro de unos tres metros de largo por alrededor de un metro y medio de ancho, que cubría huecos en tablones rotos del piso, fue desarmado y reemplazado por otro de cemento. Previamente, el encofrado de madera sufrió el accidente de ser barrido por una creciente. Finalmente, pudo terminarse en 1940 reubicado sobre el lado norte de Gaona con la rectificación del trazado de la ruta para permitir que la circulación continuara sin desvíos. La construcción de la Autopista del Oeste, con nuevos puentes sobre tramos otra vez rectificados de la Avenida Gaona, desactivó el uso del puente de cemento que subsistió próximo a la vera de sus reemplazantes. En junio de 1997, a raíz de la construcción de un intercomunicador vial, el puente fue demolido por la empresa encargada del proyecto. Ante el reclamo de vecinos, instituciones intermedias y funcionarios municipales, el Intendente de Ituzaingó emplazó a la Empresa que aceptó su reconstrucción. El Museo de Ituzaingó apoyó la iniciativa de construir en madera una réplica del original, recomendando la designación del lugar como histórico y significativo, conforme a los fundamentos del Proyecto Preservación de Edificios Antiguos que en 1995 el Museo presentó al Honorable Concejo Deliberante de Ituzaingó. *Director del Museo de Ituzaingó.
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Siglo XIX. Puente Márquez. Plano de ubicación de los puentes de madera y cemento. Museo Clarisse Coulombié de Goyaud.
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Museos de Rosas
Walter Olivera*
CASA DE ROSAS DE SAN ANDRÉS
En lo que hoy es la planta urbana de la ciudad de General San Martín y de su vecina localidad de San Andrés (pueblo inaugurado en 1836 con el nombre de Santos Lugares de Rosas) fue donde el Restaurador, conocedor de este pago como punto estratégico por su altura y cruce de caminos reales, decidió establecer un asentamiento militar. El nuevo campamento fue con el tiempo el más importante centro militar de la Confederación Argentina, pues además de ser lugar de instrucción, remonta y reclutamiento, fue arsenal y taller del Ejército Federal. Como Jefe del Ejército, Rosas se obligaba a c oncurrir periódicamente y pernoctaba con asiduidad en los Santos Lugares, y mandó entonces la construcción de una casa-habitación, que se ubicó a unos metros del edificio principal del campamento. Esta casa de sólida estructura es la que hoy se conserva en la calle Diego Pombo nº 3320 de San Andrés, que ocupó don Juan Manuel desde el año 1840 hasta la víspera de la Batalla de Caseros, librada el 3 de febrero de 1852. En ella se escribió gran parte de nuestra historia, atrayendo a destacadas personalidades civiles, militares y diplomáticas que la visitaron en infinidad de circunstancias; todo esto y mucho más hizo trascender a los Santos Lugares hacia todo el país y también internacionalmente. En la tarde de Caseros, vencidos los ejércitos de Rosas por la coalición brasileño-oriental y entrerriana, la casa fue ocupada por una división brasileña que comandaba por el general Márquez de Souza; poco tiempo después, fue utilizada entre 1853 y 1857 por el maestro español Diego Pombo para el funcionamiento de la escuela de varones de Santos Lugares. La misma pudo preservarse afortunadamente en perfectas condiciones, salvo algunas modificaciones que en general no alteraron su fisonomía. Esta reliquia ha sido declarada de "Interés Histórico y Municipal" por la ordenanza nº 3701 del año 1989. El museo que funciona en la casa de Rosas de San Andrés, en la actualidad bajo la dirección del Sr. Jaime González Polero, dispone de las siguientes áreas : Museología e historiografía: tiene a cargo la custodia y conservación de todo el patrimonio museológico y su preparación para su adecuada exhibición; dicho patrimonio consta de una sección museológica que se compone de las diferentes colecciones de piezas, objetos, cuadros y documentos, destacándose como reliquias principales el documento de la Convención Arana-Mackau fechada en los Santos Lugares de Rosas el 31 de octubre de 1840 y un escudo original de la Confederación realizado en tela de seda bordado a mano de 1850. La sección de Archivo Histórico Municipal está compuesta por una colección de decretos, ordenanzas y notas oficiales de la comuna. La sección de Biblioteca y Hemeroteca, por último, está integrada por temas históricos y afines con la historiografía y la museología. Extensión cultural: efectúa la programación, organización y desarrollo de las siguientes actividades : cursos, seminarios, jornadas, congresos y conferencias, muestras, exposiciones y recitales. Prensa, relaciones públicas e institucionales: realiza las tareas de difusión del ente mediante la preparación de gacetillas informativas, llevando el control de los medios y el acopio de antecedentes de especial interés para la acción de museo. Prepara y conduce las actos, ceremonias, conmemoraciones y actividades afines, como también la programación de las visitas guiadas en la sede propia e itinerante. Las visitas al museo se realizan de martes a sábados en el horario de 10 a 16 hs. Para más información, comunicarse al TE: 754-5376/0330.
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ESTANCIA EL PINO
Los habitantes de la Matanza pueden decir con mucho ímpetu que uno de los símbolos histórico que arman el collage de nuestro país se mantiene aún muy firme: la Estancia del Pino. Se trata de la edificación colonial más antigua actualmente en uso, ya que sus orígenes se remontan a 1603, que es cuando aparecen los primeros documentos que se refieren a ella. Dentro de estas paredes se realizó, según algunos documentos que lo acreditan, uno de los hechos de mayor trascendencia a nivel nacional: nos estamos refiriendo al Pacto de Paz o Pacto de Cañuelas en junio de 1829, que convocó a grandes personalidades de la talla de Quiroga, Necochea, Pueyrredón y Vicente López. Este predio fue declarado Monumento Histórico Nacional en el año 1942, mediante el decreto nº 120.411 por el Gobierno de la Nación. En la actualidad está bajo la dirección del Sr. profesor Carlos García, que mediante su gestión y los aportes de la Municipalidad de la Matanza está llevando a cabo las tareas de restauración respetando en lo posible la fisonomía original de la estancia, y en consecuencia, a partir de este resurgimiento, se pusieron en marcha las operaciones de rescate tanto de objetos de colección como de documentación perteneciente a la estancia, debido a la carencia de los mismos hasta el momento. La ubicación del museo es Ruta Nac. nº 3 Km. 40,200, Virrey del Pino, La Matanza. Las visitas deben ser acordadas con anterioridad al TE: 0202-94757.
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+ EL RANCHO DE ROSAS Emplazado en la localidad de San Miguel del Monte, este rancho de estructura robusta se encuentra actualmente en perfectas condiciones, cuidando hasta el más mínimo de los detalles. Originario de la estancia Los Cerrillos, fue trasladado desde su lugar de origen hacia el centro urbano en un predio donado por la Municipalidad de Monte en diciembre de 1988. Dentro del mismo podemos encontrar cierta cantidad de elementos de época como por ejemplo marcas de ganado, retratos de Rosas, mapas marcando el límite de frontera con el indio y documentos redactados por puño y letra del Restaurador. Pero de todos los atractivos que se encuentran dentro del recinto hay uno que se lleva todas las miradas de los visitantes: la forma de construcción que posee su techo de paja (es de un trenzado de gran diseño). Otro detalle para tener en cuenta son las ventanas y puertas de pequeño tamaño, que según comentarios de lugareños eran utilizados como método de defensa contra el indio (ya que ellos en sus saqueos entraban con sus caballos por las puertas y las ventanas de las viviendas). Otro lugar de visita obligada es la casa perteneciente al Carancho González, que fue el Lugarteniente de Rosas. Su fachada es típicamente colonial, con rejas y portales de madera, patio con parrales y aljibe. Hoy día es propiedad privada y se encuentra en la calle Belgrano a unos metros del rancho. La ubicación del Rancho es calle Soler y Belgrano, San Miguel del Monte, y los horarios de visita son: fines de semana y feriados de 10 a 13 hs. y de 14 a 18 hs. * Alumno de la carrera de Historia de la Universidad de Morón.
EL GENERAL QUIROGA VA EN COCHE AL MUERE Jorge Luis Borges (Luna de enfrente, 1925.) El madrejón desnudo ya sin una sed de agua y una luna perdida en el frío del alba y el campo muerto de hambre, pobre como una araña. El coche se hamacaba rezongando la altura; un galerón enfático, enorme, funerario. Cuatro tapaos con pinta de muerte en la negrura tironeaban seis miedos y un valor desvelado. Junto a los postillones jineteaba un moreno. Ir en coche a la muerte ¡qué cosa más oronda! El general Quiroga quiso entrar en la sombra llevando seis o siete degollados de escolta. Esa cordobesada bochinchera y ladina (meditaba Quiroga) ¿qué ha de poder con mi alma? Aquí estoy afianzado y metido en la vida como la estaca pampa bien metida en la pampa. Yo, que he sobrevivido a millares de tardes y cuyo nombre pone retemblor en las lanzas, no he de soltar la vida por estos pedregales. ¿Muere acaso el pampero, se mueren las espadas? Pero al brillar el día sobre Barranca Yaco hierros que no perdonan arreciaron sobre él; la muerte, que es de todos, arreó con el riojano y una de puñaladas lo mentó a Juan Manuel. Ya muerto, ya de pie, ya inmortal, ya fantasma, se presentó al infierno que Dios le había marcado, y a sus órdenes iban, rotas y desangradas, las ánimas en pena de hombres y de caballos.
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1- UBICACIÓN GEOGRÁFICA A 35º 37 de lat. S y a 61º 22 de long. O, limita con los partidos de Nueve de Julio, Lincoln, Bolivar, Pehuajó e Hipólito Yrigoyen. El relieve del Partido se ha prestado para la formación de considerables depósitos provenientes de aguas pluviales y vertientes subterráneas, en los puntos en que las depresiones son más profundas, constituyendo grupos y cadenas de lagunas de diferentes extensiones y profundidades: Cañadón Mar Chiquita, La Salitrosa, La Biznaga, Del Centro, La Limpia, Del Rincón, Maya, Algarrobo, Juncal, etc. A raíz de las inundaciones que llegaron a su pico culminante en 1985 se construyó el Canal Domingo Mercante a través e la zona de Santo Tomás y el ramal levantado del Ferrocarril La Plata -Mira Pampa. 2- ESCUDO Fue diseñado por el señor Horacio Vita. Blasonamiento: de plata, con una faja de sable, cargada de tres flores de girasol de oro y acompañada de tres ñandúes de su color, dos en jefe y uno en punta. Como timbre una corona mural de cuatro torres a la vista, sumada de una cruz de oro, que lleva cargada en punta una estrella de cinco puntas de plata. Lo rodea un collar formado por cuatro torres y un castillo, éste en punta, de gules aclarados de oro, unidos entre sí por boleadoras de este metal, a guisa de eslabones. Significación: las flores de girasol recuerdan que esta ciudad es la sede permanente de la Fiesta Nacional del Girasol y que éste es un cultivo tradicional de la zona. Los ñandúes son representativos de la fauna autóctona. El castillo simboliza el fuerte principal y las torres a los fortines que defendían la línea de frontera, y van unidos por las boleadoras características de la región. La corona mural es atributo que le corresponde como ciudad y la cruz con la estrella es distintiva de Nuestra Señora la Virgen del Carmen, Patrona de la Ciudad. 3- ORÍGENES A- Antecedentes y fundación Para frenar los ataques de Callvucurá, el gobierno del Gral. Bartolomé Mitre decide adelantar la frontera que pasaba por el actual partido de Bragado, hasta el lugar denominado "Cla-Lauquen" (hoy Nueve de Julio). Allí se establece en 1863 la Comandancia a cargo del Cnel. Julio de Vedia, cuñado del entonces presidente. Ya por 1869 y ante la persistencia de nuevos ataques, el gobierno proyecta hacer otro avance fronterizo, constituyendo la Comandancia de la nueva frontera en el Fuerte General Paz, ubicado en el actual paraje de La Sofía. Además se establecerán dentro del que es actualmente nuestro partido, los fortines: a) Comisario o Cisneros, b) Algarrobo, c) La Larga, d) 7º de Línea o Séptimo, e) Urbero, f) Barrera o Maya, g) Luna, h) Aliados, i) Rifles o Fletcher, j) Cortaderas o Dick. Anteriormente, en 1864, se había creado el Registro Provincial de la Propiedad, inscribiendo campos a nombre de Francisco Verón, Saturnino López y Antonio Maya. Este último, un inmigrante español, radicado en Nueve de Julio al frente de una fábrica de ladrillos, consolidó una fortuna que invertirá en arrendar tierras en la zona. Así adquiere 2.700 hectáreas con destino a la nueva ciudad, proyectando la formación de un pueblo para el que divide y lotea 2.119 hectáreas. Acordó además con el Ferrocarril Oeste la cesión de tierras para el paso de las vías. B- Nombre El 25 de marzo de 1889 se inaugura oficialmente la estación ferroviaria. Esta parada llevará el nombre de Carlos Casares en homenaje al ex-gobernador de la Provincia que se desempeñó a partir del 1º de mayo de 1875. C- Poblamiento A la población inicial se unirán el 10 de septiembre de 1891 los colonos judíos y sus familiares que habían salido de Hamburgo y llegaron a Carlos Casares por ferrocarril. Financiaba esta empresa el Barón Mauricio Hirsch para la Jewish Colonization Association, posteriormente serán trasladados a Algarrobos, lugar que por unos años será el centro comercial más importante. Roberto Payró que visita el pueblo de Carlos Casares por 1892 escribe que la estación está rodeada de cuatro casas endebles y mal hechas teniendo solamente alguna importancia los comercios de Víctor Olivan y Mauricio Llorente, por donde salen los productos de la Colonia Mauricio, La Media Luna y El Séptimo, amén de otros sembrados de menor cuantía. La etapa posterior servirá para la búsqueda de su autonomía, hasta que el 8 de enero de 1907, se promulga una ley que establece la creación del nuevo partido, anexándole tierras de Lincoln, Nueve de Julio, Bolívar y Pehuajó. 4- FACTORES ECONÓMICOS DE DESARROLLO Además del Ferrocarril Oeste, cruzarán posteriormente nuestro partido las vías de la Compañía General de Ferrocarriles de la Provincia de Buenos Aires( 05-07-1911), el Ferrocarril Provincial La Plata-Meridiano V (07-01-1914) y el Ferrocarril Midland de Buenos Aires. Los grupos de colonias y chacras le dieron a Carlos Casares las características de fuerte zona agrícola-ganadera. Sucesivos censos registran:
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AÑO AGRICULTURA (en hectáreas) 1908 1937 1973 1988
Trigo 34.500 10.188 4.920
Maíz 32.000 6.665 8.106
Girasol (1) 3.689 -
GANADERÍA (en cabezas) Bovinos 122.537 123.514 267.319 158.803
Equinos 24.101 15.84 5 5.603 3.410
Ovinos 15.710 16.284 9.235
Porcinos 5.721 23.374 12.876 10.842
(1) Fue en la Colonia Mauricio donde se comenzó a cultivar el girasol con fines comerciales a partir de 1900 y se debe a las fuerzas vivas de Carlos Casares el haber gestionado a través del Centro Unión Comercio e Industria que este oleaginoso cotizara en Bolsa.
En la zona se ha generalizado la instalación de plantas de "silos" para la conservación de cereales y forrajes. Las materias primas principales que se industrializan son: Trigo: existe un importante molino harinero. Leche: cremas, quesos, muzarela, ricota, dulces. Maderas: aserraderos, construcción de muebles y materiales apícolas. Microemprendimientos productivos de diversas clases. El Partido está atravesado por la Ruta Nacional Nº 5 (Buenos Aires-Santa Rosa) y la Ruta 50 (Casares-Vedia). Los indicadores demográficos demuestran que sobre una superficie de 2.520,39 km2 (Fuente: M.O.S.P., 1991) tiene una población de 20.065 habitantes y una densidad de 8,00 habitantes por km2. El porcentaje de población urbana es de 84,6 y el rural de 15,4. Sobre un total de 7.795 viviendas, el porcentaje urbano es de 81,2 y el rural de 18,8. 5- LUGARES HISTÓRICOS Comandancia de la Frontera Oeste (La Sofía). Anualmente se realiza la "Huella de Fortines" recorrido de a caballo o en carruajes uniendo los emplazamientos de la zona. Colonia Mauricio y Cementerio Israelita (Algarrobos). Antigua Sinagoga (Moctezuma). Colonia y Parque San Esteban (Ciudad): constituido por un antiguo casco de estancia, frondosa arboleda y lugares para acampar, así como de un balneario de 3,500.000 litros de caudal con equipo de recirculación y purificación. Centro Cultural "José Ingenieros", Archivo Histórico "Antonio Maya" y Centro de Informática Histórico Comunal "Colono Boris Garfunkel". Centro Cultural Carlos Casares, Casa de la Cultura y Circuito Cultural integrado por: Plaza Cooperación (de los caños) con esculturas de Omar Estela, Plaza Boccio con un mural de Ricardo Roux y avatares de deconstructivismo, Plaza Carlos Gardel con mural de Carlos Paez Vilaró. 6- LOCALIDADES IMPORTANTES Smith- Moctezuma - Mauricio Hirsch - Algarrobos - Cadret - Ordoqui - Bellocq - Hortensia - La Sofía.
Esta Ficha Didáctica ha sido elaborada por el Sr. Nelson Roberto Bessone, Delegado en Carlos Casares del Instituto de Estudios Genealógicos y Heráldicos de la Provincia de Buenos Aires.
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1. UBICACIÓN GEOGRÁFICA El partido de General La Madrid se halla situado, con dirección a medio rumbo, entre los 36º 52 y 37º 57 lat. S. y los 60º 53 y 61º 45 long. O., en el sudoeste de la Provincia de Buenos Aires. Está limitado, al este por el partido de Laprida y al oeste por el de Coronel Súarez, siendo su límite norte los de Olavarría y Daireaux y al sur el partido de Coronel Pringles. Su superficie es de 4800 km2. 2. ESCUDO El Honorable Consejo Deliberante sancionó por ordenanza municipal Nº 81/94, el escudo, de acuerdo a la siguiente descripción: de forma pentagonal irregular, con un ángulo agudo en su parte inferior, en la parte central contiene el mapa del partido en posición medio rumbo; dividido en cuatro campos, divididos por almenadas; en el campo superior izquierdo se representa una gama, símbolo de la fauna local; en el campo inferior izquierdo se representa una mano tomando un martillo, símbolo del trabajo; en el campo superior derecho se representa el campo, símbolo de la riqueza y en el campo inferior derecho se representa un mangrullo, símbolo de la historia regional. 3. ORÍGENES A- Antecedentes y fundación En 1889 se fundó el Centro Agrícola La Gama, hecho que tuvo influencia en la creación del partido denominado General La Madrid, en terrenos pertenecientes hasta entonces a los partidos de Coronel Súarez, Laprida y Olavarría, aprobado por la Ley Provincial Nº 2361. El 14 de febrero de 1890 el poder ejecutivo provincial reglamentó la ley y tres días más tarde Silverio López Osornio fue nombrado como primera autoridad municipal. B- Nombre El origen del nombre del partido reconoce al general Gregorio Aráoz de La Madrid, prócer de la independencia nacional, nacido en Tucumán en 1795, y activo protagonista en las luchas por la Organización Nacional. C- Poblamiento A diferencia de la mayoría de las áreas rurales pampeanas, donde se destacó la preminencia de los italianos, el grupo más numeroso de inmigrantes de General La Madrid fueron los españoles. Debemos señalar que el área nunca tuvo, en comparación con otras de la provincia, una importante atracción de inmigrantes extranjeros: esto puede verse en el pequeño porcentaje de no nativos (23%) con respecto a otras áreas de la provincia (34%), en 1914. Datos de población total: 1895
5.055
1960
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4. FACTORES ECONÓMICOS DE DESARROLLO La primera ocupación del área de General La Madrid data de comienzos de la década de 1880, y surgió en la época de expansión de los proyectos para prolongar las líneas férreas hasta el límite de la frontera de Buenos Aires, ligando a los pueblos más importantes con las zonas más apartadas. En 1883 la línea del "Ferrocarril del Azul a Bahía Blanca" llegó al área, donde se estableció la estación ferroviaria La Gama. En 1889 se fundaría, a la vera de la estación, el Centro Agrícola La Gama. De creciente importancia en virtud a la exportación extrarregional de su producción triguera, pronto se transformó en un importante núcleo poblacional. En las primeras décadas del siglo, General La Madrid, dedicada a la actividad agrícola, conoció un importante desarrollo: dos bancos, dos compañías telefónicas y una usina eléctrica, todos de capitales locales, así como un importante desarrollo social y cultural. En los años diez, y por efectos de un cambio en la demanda del mercado mundial, el área comenzó a especializarse en la ganadería del vacuno, actividad predominante hasta la actualidad. En la década de 1920 comenzó un proceso de desaceleración del crecimiento, que se haría más manifiesto en la siguiente década. La desaparición de las instituciones bancarias, de las companías telefónicas, la emigración de los jóvenes y la desinversión del sector rural fueron algunos de los signos del estancamiento. Sólo en la década del 1960 el área comienza a crecer nuevamente, aunque en forma muy lenta, por mejoras en la infraestructura de transporte (pavimentación de rutas provinciales 76 y 86) y por un importante crecimiento del sector rural (tanto la ganadería del vacuno como la agricultura, en especial del trigo y del girasol). 5. LUGARES HISTÓRICOS Estancia Aldecoa: la estancia tuvo origen en un pequeño fortín del mismo nombre, levantado en 1876 para vigilar los movimientos REVISTA DE HISTORIA BONAERENSE
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de los aborígenes. Dentro de su perímetro debió haberse creado el Centro Agrícola Vasco-Asturiano. Estancia El Huáscar: estancia creada en 1878, junto al arroyo El Huáscar. Contó, en su época de esplendor, con innovaciones técnicas como su poderosa usina eléctrica, cuya fuerza motriz se originaba en la corriente del agua que cruza la propiedad. Estación del ferrocarril de la ciudad de General La Madrid: primera construcción levantada en el partido, data de 1883. Se conserva en perfectas condiciones, al igual que el antiguo galpón de máquinas. Edificio del Museo y Archivo Histórico Municipal "Juan Carlos Pacín": edificio construido en 1912, para ser casa central del desaparecido "Banco Comercial de General La Madrid". Edificio de la "Sociedad Española de Socorros Mutuos": edificio construido a fines del siglo para ser sede de la colectividad más numerosa de General La Madrid. Hasta la inauguración de la iglesia local, se realizaron allí los oficios religiosos. "Monte Laplacette": antiguo casco de estancia rodeado por un espeso bosque, ubicado a sólo cinco cuadras del centro de General La Madrid, y que fuera propiedad del fundador del Centro Agrícola La Gama. 6. LOCALIDADES DEL PARTIDO General La Madrid: ciudad cabecera del partido, tuvo su origen en el Centro Agrícola La Gama, fundado en 1889 por Casimiro Laplacette. La Colina: la instalación de pobladores en torno a esta estación ferroviaria fue previa al comienzo del siglo XX, pero sólo en 1911 Enrique Santamarina, propietario de la estancia "La Colina" que incluía dicho asentamiento, inició los trámites para lograr su reconocimiento como localidad. Las Martinetas: en 1889 se había solicitado al gobierno provincial la apertura de una estación en el pequeño parador Las Martinetas (F.C. S.), junto al proyectado centro agrícola Vasco Asturiano. Sólo siete años más tarde Ricardo Farrán, solicitó autorización al gobierno provincial para erigir un pueblo y una estación del ferrocarril en terrenos de su propiedad, siéndole concedida el 28 de marzo de 1896. Líbano: localidad creada en 1911, a partir de un asentamiento de población agrupado tres años antes en terrenos lindantes a la estación homónima en construcción del Ferrocarril del Sud. Originariamente la estación debía estar en tierras de Juan Marcos de Líbano Elorrieta, pero finalmente se instaló en tierras de Manuel Sinconegui. Pontaut: localidad creada en terrenos lindantes a la estación ferroviaria del mismo nombre. La "Companía de Tierras del Sur" solicitó el reconocimiento formal, concedido el 9 de noviembre de 1914.
Bibliografía para el partido de General La Madrid SILVEIRA, Mario Jorge. MENEGAZ, Adriana. EUGENIO, Emilio O. CRIVELLI MONTERO, Eduardo. CRAVACUORE, Daniel Alberto. 10.000 años. Prehistoria, etnohistoria e historia del partido de General La Madrid. General La Madrid (Bs.As.). Municipalidad de General La Madrid. 1994. GUZMÁN, Yuyú. El país de las estancias. Tandil (Bs.As.). Ediciones Tupac Amaru 1985. Cap. XII. p. 315-342. LEVENE, Ricardo. Historia de la provincia de Buenos Aires y la formación de sus pueblos. La Plata (Bs.As.). Archivo Histórico de la Provincia de Buenos Aires. 1941. Tomo II. p. 263-266. Reseña histórico-económica de la Provincia de Buenos Aires. Cap. Fed. Banco de la Provincia de Buenos Aires. 1981. Tomo 2. p. 126-131.
Esta Ficha Didáctica fue preparada por el Prof. Daniel A. Cravacuore, Director de Preservación del Patrimonio Histórico de la Municipalidad de General La Madrid. REVISTA DE HISTORIA BONAERENSE
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EL ARCHIVO HISTÓRICO
Presencia viva en el contexto educativo Ana Luisa DOZO* Para referirnos a la proyección educativa de un Archivo Histórico, es preciso presentarlo considerando sus antecedentes y el contexto en que desarrolla sus actividades. El Archivo Histórico Municipal de Bahía Blanca fue creado por ordenanza del 29 de mayo de 1933, a iniciativa del Concejal Francisco de Salvo, y tuvo como finalidad reunir toda la documentación histórica relativa a l a fundación de la ciudad y posterior desenvolvimiento. En 1943, se fusionó en la creación de un instituto denominado "Museo y Archivo Histórico Municipal". Si bien el intento de creación del Archivo revelaba un interés por rescatar los documentos sobre la historia de la ciudad, sólo se hablaba de donación o adquisición, y al formarse el Instituto se manifiesta la intención de extender su alcance al ámbito regional y de difundir actividades que incluían las transcripciones documentales. En octubre de 1951, se inauguró el Museo Histórico en el subsuelo del Teatro Municipal, que heredó el patrimonio de la anterior institución y al que cuatro años más tarde se incorporó un Área de Ciencias Naturales, escindida en enero de 1993 para dar origen a un nuevo museo. Actualmente el Archivo constituye una sección del Museo de Historia y no sólo comparte su espacio, sino también su actividad, que comenzó a diferenciarse de la del Museo en los últimos años debido a la iniciación de un orden sistemático, que ha permitido la consulta por parte de los investigadores. A través del Archivo, el Museo atiende consultas vinculadas a distintos aspectos históricos de la vida de la ciudad y la región circundante; asesora en relación con posibles trabajos de investigación e informa sobre los repositorios que puedan albergar el material que el estudioso necesita, en caso de no poseerlo. Desde 1989 los alumnos que cursan "Metodología de la Investigación Histórica" en la Universidad Nacional del Sur, concurren al Archivo a familiarizarse con lo documentos realizando experiencias prácticas. El Archivo Histórico como agente educativo, debiera constituir una presencia viva en toda ciudad que tenga la suerte de poseerlo, lo cual no ocurre en la mayoría de los casos. Esto se debe, en gran parte, a la imagen solemne que tienen de él los educadores. En nuestro caso particular, difícilmente un docente de lo que correspondería a l os niveles de Educación General Básica y Polimodal viene a buscar información en nuestra Biblioteca y Archivo, para elaborar sus clases y ocasionalmente recibimos alumnos que vienen a efectuar consultas. Este hecho puede deberse en parte, a la existencia en la ciudad de una rica biblioteca pública que absorbe esos requerimientos; pero también a que la mayoría de los docentes no integra estas instituciones en el contexto educativo, probablemente por no haber descubierto todas las posibilidades que ofrecen. La relación MuseoEscuela está dada casi con exclusividad a través de las visitas guiadas. Un Museo Histórico con Archivo y Biblioteca permite a l os docentes acceder a material documental y testimonial en distintos soportes, para diseñar atractivas modalidades de trabajo. La elaboración de una clase a p artir de estos elementos requiere
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mayor detenimiento y, sobre todo, una importante dosis de creatividad. Los objetos del Museo, como los documentos de archivo, no deben ser concebidos estáticamente, sino a partir de su recreación que es cuando cobran vida La conciencia de la importancia y utilidad de un Archivo Histórico tiene que ver también con la ciudad cuya historia atesora, si fue fundada en el período colonial, independiente o de modernización. Por lo general, las ciudades de más larga permanencia tienen mejor incorporadas estas instituciones en su vida cotidiana, y les profesan gran amor y respeto como por ejemplo Córdoba, Santa Fe y Salta. La Historia del lugar en que se vive, del entorno inmediato, puede ser captada por los estudiantes del primero y segundo ciclo de la Educación General Básica a través de elementos que le ofrece el medio como por ejemplo: monumentos, edificios, vegetación, fuentes y museos. Esta aproximación deberá complementarse con información que progresivamente los ayude a pasar en la historia, de la observación a la explicación. Este aprendizaje puede profundizarse en el nivel Polimodal realizando un estudio más específico de esos elementos, enriquecido con la información que le proporcionan las fuentes bibliográficas y documentales. Lo expuesto no quiere decir que los alumnos de la Educación Básica tengan restringido su acceso al Archivo, en todo caso podrían realizar una actividad que los aproxime al concepto de lo que es y representa para la sociedad, y esto podría ocurrir al promediar esa formación básica, en que el niño ha logrado cierto desarrollo intelectual y se aproxima a la edad en que es capaz de formular juicios de valor. Antes de los once años, y considerando que el juego es la principal actividad de la niñez, es posible utilizarlo como fuente de motivación para que los docentes programen sus clases tendientes a familiarizar a los pequeños con la historia local a partir del medio circundante. La aproximación al método histórico en los niños, recurriendo al pasado próximo, es beneficiosa en tanto se tienda a superarlo por medio de actividades que permitan realizar los ajustes necesarios, para que logre ubicar los hechos o vestigios en una relación temporal cada vez más precisa. Considerando que el tiempo histórico es una abstracción de la realidad que requiere la madurez psicológica que el individuo alcanza a partir del tercer ciclo de la Educación General Básica, debemos ser pacientes para incorporar la metodología de trabajo que le permita acceder al conocimiento histórico, en grado creciente de complejidad. Es decir que los docentes de la Educación General Básica y Polimodal que incluyan contenidos relacionados con la historia de la ciudad o su región podrán recurrir a bibliotecas y archivos para estructurar sus clases. Lo importante es que las actividades que se prevean estén orientadas por objetivos bien claros. Las consultas que efectúan los alumnos, revelan a quienes las recepcionamos la ausencia de un espacio específico en los contenidos para recrear la historia de la localidad. Los cuestionarios, por lo general, carecen de un objetivo claro para emprender la búsqueda, no abarcan una visión totalizadora de un as-
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+ pecto o tema, no tienden a relacionar los aspectos que se investigan y los alumnos se limitan a cumplir con su tarea sin llegar a sentir un interés personal. Hasta el momento, el desarrollo de temas locales ha sido contemplado parcialmente en los contenidos de Historia o Educación Cívica, debido a la iniciativa personal del profesor. Los estudiantes del nivel Polimodal pueden encontrar en el Archivo una rica fuente de información para el estudio de distintos aspectos de su ciudad. Es necesario que el docente responsable de llevar adelante esta tarea, se haya asesorado convenientemente con el personal del Archivo, y que en forma conjunta se programen las actividades. Un detalle operativo a tener en cuenta es el trato que deben recibir los documentos, para lo cual es imprescindible una cuidadosa introducción a esta tarea. Lo más conveniente es que los alumnos trabajen en base a reproduciones, de las que todos o por grupos puedan tener un ejemplar y evitar así el excesivo manipuleo de los originales. El Archivo puede confeccionar ejemplares de facsímiles seleccionados temáticamente en función de los contenidos a desarrollar en clase y lanzar cada año una propuesta diferente a las escuelas. De esta forma se estaría difundiendo el patrimonio documental de la ciudad, poniendo al alcance de los estudiantes el testimonio palpable de la Historia. La difusión es muy importante, porque es la forma de "vender" un producto, en este caso cultural. Las ediciones de facsimilares podrían aumentar su interés si incluyeran fotografías relacionadas con acontecimientos o personas de que traten los documentos, y alguna anécdota simpática que despierte curiosidad. Debemos tener en cuenta a nuestro cliente, que es un adolescente ansioso de encontrar respuestas y la finalidad práctica de las actividades que se le proponen. Un comentario aparte merecen los programas de estudio que pretenden que el alumno "valore la herencia cultural", y un objetivo tan amplio como complejo se continúa durante toda la vida del individuo, no se agota, si es que se logra, en el Nivel de Educación Polimodal porque la herencia cultural se renueva, se enriquece, se acrecienta. La valoración de la herencia histórico-cultural de una sociedad podrá lograrse más claramente a partir del entorno de que forma parte el adolescente. Los acontecimiento vividos por la ciudad no están acontextuados, tienen su correlato a nivel provincial y nacional. Las bibliotecas, museos y archivos no pueden permanecer al margen del contexto educativo porque estaríamos restringiendo las posibilidades metodológicas en la enseñanza de las Ciencias Sociales. Incluso es importante el intercambio de alumnos con los de otras ciudades vecinas para que comparen experiencias y descubran los puntos de contacto en una historia en común. Otra alternativa de trabajo es que el alumno concurra al Archivo a realizar una tarea organizada previamente en forma conjunta con el docente. Es preciso que la actividad se estructure de tal manera que permita analizar y asociar un documento con una fotografía o un plano o el dibujo de un objeto; y que integre tareas tendientes a ejercitar habilidades. En la actualidad el archivero no sólo se ocupa de los documentos que custodia, sino que los pone al servicio de la formación política e histórico-cultural del público. Es importante comenzar a revertir la metodología de la enseñanza de la Historia, para que su conocimiento resulte del esfuerzo personal del alumno, y un buen punto de partida son las fuentes de su propio entorno. Las tradicionales visitas a los archivos organizadas sobre la ba-
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se de una introducción de las funciones de la institución, el recorrido de las instalaciones y la presentación de algunos documentos, sólo cumplen un rol informativo, en las que los alumnos son espectadores. Lo interesante es que puedan concurrir a trabajar con la dirección de profesores, para familiarizarlos con la investigación histórica e incentivarlos a adoptar una actitud crítica en el análisis de los documentos. La presentación de una selección documental relacionada con el tema de la clase tiene un efecto pedagógico mucho mayor que el relato de acontecimientos o una curiosa exposición de piezas documentales. El poder realizar experiencias pedagógicas en los archivos tiene sus limitaciones, porque no todas las ciudades los poseen, o si es así no disponen de personal especializado para llevar adelante un emprendimiento de esta naturaleza; o simplemente a veces los archivos disponen de espacios limitados para trabajar. Por eso, otro recurso actual es que el archivo se aproxime al público organizando actividades que lo mantengan presente en la gente cuya memoria custodia. Un Archivo, que desee tener una proyección pedagógica a través de una extensión o servicio educativo, no puede excluir la función del Profesor de Historia, que en este caso constituirá el nexo entre la faz técnica del archivo y los educadores, porque tendrá a su cargo la preparación de trabajos prácticos y exposiciones, organización de visitas y elaboración de material didáctico. La difusión del Archivo puede darse también por medio de la programación de cursos prácticos en las escuelas locales o de seminarios de orientación con respecto al aprovechamiento de los recursos de los archivos públicos. El espacio que gana una institución pública, en este caso un Museo y Archivo Histórico Municipal, depende de la forma en que se proyecta en la sociedad que le da sentido, si es capaz de materializar una respuesta a sus intereses, es decir, si las actividades que se programan satisfacen las expectativas de su público, para que se convierta en un agente multiplicador de su difusión. Suele ocurrir que entre los interesados que efectúan consultas, a veces difunden el material recopilado en programas televisivos, radiales o en publicaciones donde no se consigna el repositorio documental, y es especialmente en estos casos que se recrea material poco común, cuando la gente debe conocer que se trata del patrimonio de la ciudad al servicio de una producción cultural. En nuestro tiempo, la delicada misión de educar y formar no es de exclusiva competencia de los establecimientos de enseñanza o universidades, es más bien una responsabilidad que comparten con los organismos públicos o privados vinculados a la Cultura, cuya presencia debe contribuir a afianzar la identidad de los habitantes de la ciudad. Para que esta propuesta se proyecte, es inevitable concluir con una proclama dirigida a las autoridades competentes, para que instrumenten los medios necesarios que permitan la integración de archivos y museos en el quehacer educativo y generalicen su utilización en las áreas del conocimiento que así lo permitan. También está dirigido a docentes y alumnos que puedan leer este trabajo, esperando que invite a r eflexionar sobre nuevas posibilidades de enseñar y aprender.
*Licenciada y Doctora en Historia. A cargo del Archivo del Museo Histórico Municipal de Bahía Blanca.
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ALGUNOS ANTECEDENTES RELACIONADOS CON LA CAMPAÑA DE ROSAS AL DESIERTO EN 1833
Fernando Enrique BARBA* La extensión de la paz general establecida por tratado en 1780 c on los indios, reforzada en seguida de la revolución por la misión de llevada a ca bo por Feliciano Chiclana en 1810 a nte los pampas, salineros y ranqueles y el incentivo de una creciente exportación de derivados ganaderos y la consiguiente necesidad de tierras aptas para la ganadería, impulsó a un importante sector de criadores a ir más allá del Salado, en fechas que por lo tempranas, en general no son tenidas en cuenta por los historiadores. Lo cierto es que desde mediados de la década de 1810, el avance hacia territorios que por el tratado de 1790 eran indios y asimismo considerados por estos como tales fue creciente. En agosto de 1817 se fundó el primer pueblo en la región pampeana al sur del río Salado. En efecto, el capitán Ramón Lara estableció en las cercanías de los Montes del Tordillo y sobre el camino a Kakel-Huincul, el pueblo de Nuestra Señora de los Dolores, reafirmando así, el franco deseo de impulsar la ocupación y poblamiento de esos feraces campos. Un mes más tarde, se creó en las cercanías de Kakel una estancia del Estado, cuyo propósito manifiesto era el de mantener el ganado de propiedad fiscal destinado y además, entre otros fines, mantener los prisioneros españoles que estaban en Santa Elena (Las Bruscas). En general, la entrada hacia las pampas se realizaba en forma lenta y vacilante pero puede considerarse como aceptable dadas las condiciones interiores y exteriores, constituidas por complejas y variadas situaciones. Esto fue también posible porque en general los ocupantes de aquellas tierras se mantuvieron en amistad con aquellos y porque en general, la mayoría de las parcialidades indígenas estaban recostadas hacia la zona de Tapalqué, Tandil y Azul y el resto en Ventania y Carhué, utilizando la región al este inmediato del Tandil y Vulcán para incursiones de caza y eventual estadía.
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También es cierto y conviene recordar que, como consecuencia de los trastornos sufridos en la región del litoral y Banda Oriental, ya sea por el paso ora de los ejércitos nacionales, ora de los provinciales, ya por los conflictos mantenidos con Artigas y los jefes de la región nombrada primero, la ganadería sufrió allí grandes mermas y a su vez, la zona “tranquila”, a pesar de la cerc anía con el indio, se trasladó hacia la pampa bonaerense. Esta situación fue aprovechada también por el gobierno de la recién creada (17 de febrero de 1820) provincia de Buenos Aires. En efecto, al conseguir la paz con las provincias de Santa Fe y Entre Ríos y en cierta medida, liberarse de los problemas nacionales al desaparecer el Gobierno Nacional y dejar de ser la provincia de Buenos Aires residencia de aquel, pudo dedicar todos los esfuerzos hacia sus propios intereses. Puede parecer una posición cómoda y egoísta, pero la clase económicamente dirigente, se volcó de lleno a desarrollar lo que se consideraba su principal fortuna, desinteresándose de los problemas que aquejaban a las demás. Sus raras ayudas a alguna de aquellas fueron ejecutadas con el innegable propósito de mantener la paz, v.g. el pacto de Benegas o el envío, antes de éste, por obligaciones emergentes del Tratado del Pilar, de dinero, armas y vestuario hacia las provincias litorales. En general, la valorización del vacuno y la libre exportación de los productos de dicho origen, determinaron, como veremos, el avance de los estancieros más audaces sobre las tierras de los indios, las que a su vez eran consideradas por aquellos como de su propiedad y utilizaban para cazar, creándose de hecho un desequilibrio que a breve plazo debía resolverse de una u otra forma. El indicado estado colectivo de mejoramiento económico no se le escapaba a Robert Montgomery, quién expresaba que “esta prosperidad surge de varias causas, pero todas derivan de la exce-
lente administración de los negocios públicos..., que aseguran la paz general y tranquilidad de la provincia y durante la cual se ha extendido sabiamente un marcado fomento en todas las ramas del comercio... y la siempre creciente demanda de los frutos del país, todas estas causas tienden al rápido incremento comercial de esta región de Sudamérica”. (1) Esta particular ocasión fue aprovechada por el gobierno para asegurar la estabilidad en la frontera interior. Por ello, el 7 de mayo de 1820, se firmó aunque hay que recordar que en esta fecha precisa se había reiniciado las convulsiones políticas en la provinciaun tratado entre el gobierno porteño, representado por Martín Rodríguez y diferentes parcialidades indias de Tandil, Azul y Tapalqué, que eran las más cercanas a la zona de expansión. Francisco Ramos Mejía, con amplios intereses en la campaña sur y formando parte de la élite dirigente, firmó en nombre de los indios. Este tratado establecía perfectamente la jurisdicción provincial y la de los indios. La provincia tendría la posesión de los territorios que estaban señalados por una línea de norte a sur que pasaba al oeste de Kakel-Huincul y de las estancias ya establecidas y abarcaba todo el terreno que ocupaban los hacendados “sin que en adelante pueda ningún habitante de la provincia de Buenos Aires internarse más al territorio de los indios”. (2) Quedaba así una amplia faja de magnífica tierra entre la línea del acuerdo y la zona de asentamiento indio y que eran utilizadas por estos para su actividad cinegética. Se incorporaba entonces por tratado lo que ya de hecho estaba ocupado por el blanco (3) procurando el estado de evitar, no los malones que no se producían desde hacía treinta años, sino los robos más o menos reiterados, legitimando a su vez la situación frente a las propias parcialidades. Sin embargo, dicho tratado fue el preludio de la guerra que no habría prácti-
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+ camente de interrumpirse hasta la campaña de Rosas de 1833 y que hizo difícil el sostenimiento de las estancias pobladas al sur del Salado. Es por ello que el gobierno incrementó sus esfuerzos durante esos años a fin de otorgar al menos alguna protección a aquellas. Como expresamos, la paz duró muy poco. El 27 de noviembre de 1820 fueron asolados los establecimientos de Lobos y unos días más tarde, el 3 de diciembre, Salto fue atacado, produciéndose en ambos casos, numerosas víctimas. En el segundo de los casos, el ataque fue perpetrado por indios y blancos dirigidos por José M. Carrera. Según carta del propio Carrera a s u esposa, escrita el día anterior a los hechos, las fuerzas indígenas eran alrededor de 2.000. ( 4) La expedición punitiva llevada a ca bo por Rodríguez consistió en atacar a las tribus pampas que se encontraban en la zona del Tandil, sin obtener mayores resultados. A su regreso, entró a la estancia Miraflores de Ramos Mejía y detuvo a la indiada pacífica que allí trabajaba e incluso remitió al propietario detenido porque sospechaba “estrecha amistad con los salvajes”. En realidad, esta acción no sirvió absolutamente para nada, excepto de justificación a los indios para reiniciar la guerra. En abril de 1821, el ex-capataz de aquella estancia, José Molina, al mando de 1.500 pampas atacaron una serie de estancias al sur del Salado y al propio pueblo de Dolores, que arrasaron, llevándose como fruto de su campaña un arreo de 150.000 cabezas de ganado de todo tipo. Ante el ruinoso giro de la situación en la campaña exterior Rodríguez envió al coronel Pedro A. García para que consiguiera firmar un armisticio. Este intento fracasó, porque los indios, envalentonados por sus éxitos y por la presencia de numerosos guerreros mapuches llegados para apoyar al voroga Pablo, exigieron el retiro de todos los establecimientos blancos que estaban al sur del Salado e incluso la guardia de Carmen de Patagones. En abril de 1822 atacaron Pergamino, llevándose un importante arreo; en diciembre, invadieron otra vez al sur de la provincia. Esta vez el gobierno iba a intentar derrotar a las tribus y obligarlas a firmar la paz. Al efecto, se compuso un cuerpo expedicionario compuesto por 2.537 hombres que como hecho más importante y tal vez único, realizó la
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fundación del Fuerte Independencia (4 de abril de 1823) y bajo la protección de aquel se delineó el pueblo de Tandil. Sin embargo, poco y nada podía realizar este fuerte aislado en la inmensidad de las pampas cubrir solamente una pequeña región colindante al mismo. En octubre de ese año, cinco millares de indios ranqueles, pampas y tehuelches atacaron simultáneamente el sur de Santa Fe, Luján, Tandil y Chascomús. Sólo los tehuelches que se retiraban al sur fueron alcanzados por los milicianos de Rosas, quienes rescataron 120.000 cabezas. Por aquel entonces, “La Abeja Argent ina” escoltaba con sus ideas el avance hacia las zonas exteriores de la campaña. Al respecto expresaba que la frontera interior era uno de los “asuntos más importantes que pueden ofrecerse en el día a la consideración de Buenos Aires. Hace cerca de un siglo que esta hermosa provincia sufre el terrible azote de las invasiones de los bárbaros de las pampas contiguas, y de las cordilleras de Chile, que se arrastran periódicamente considerable número de ganados, y de familias, teniendo de éste modo en continua zozobra a nuestros criadores y pobladores de la campaña y sirviendo de rémora fatal a sus progresos y riquezas”. (5) Un mes más tarde, el 15 de junio de 1822 un a rtículo titulado Agricultura manifestaba la esperanza de que el gobierno “no abandonará la importante empresa de asegurar las nuevas propiedades que se han establecido fuera de los viejos límites”. Se refería al retorno de García de su misión ante los caciques para lograr la paz y facilitar la permanencia del blanco allende el Salado y llegaba a aceptar que un “tratado de venta ponga la justicia de nuestra parte” y se convirtiera en un motivo de división para los indios en caso de intentarse alguna agresión. Esta salida era realmente inédita, puesto que en todas las soluciones buscadas al problema secular de la guerra, jamás se había intentado, ni siquiera pensado, en comprarle la tierra a los indios, solución que por otro lado era por demás inconveniente y poco práctica, ya que en el caso de actuarse con total buena fe, la movilidad de las parcialidades a través del territorio haría que los vendedores pudieran dar pocas garantías de paz a sus ventas. Terminaba sosteniendo que “si estos, u otros medios pueden librarnos de los funestos efectos de una guerra desola-
dora, siempre será comprar con ellos, a precio muy bajo, las vidas de muchos ciudadanos y el fomento a nuestra riqueza nacional. Para obtener este grado de prosperidad son necesarias la paz y la extensión del pastoreo” razón esta sin duda, la de mayor preocupación para los que ya consideraban a la ganadería “nuestra riqueza nacional”, para lo que a su vez era preciso realizar un esfuerzo a fin de “establecer y guardar las fronteras”. (6) En tanto, en marzo de 1824 el general Martín Rodríguez realizaba otra expedición contra las parcialidades ubicadas en Sierra de la Ventana y cercanías de Bahía Blanca, lugar hasta donde llegó en la ocasión. Los resultados de la campaña. como tantas otras veces, fueron efímeros, ya que en junio fue asaltado el pago de los Lobos con grandes pérdidas humanas y de ganado. Por todo ello, el nuevo gobernador de Buenos Aires, general Juan Gregorio de Las Heras, por decreto del 31 de octubre de 1825, ordenó el reconocimiento de los puntos apropiados que sirvieran de base para establecer una nueva línea de frontera más allá del Salado y que fuera comprensiva y diera simultáneamente protección a las estancias establecidas recientemente. Al efecto se redactaron precisas instrucciones para que fueran seguidas por los comisionados, quienes deberían recorrer el territorio existente entre la zona este de la sierra del Volcán hacia el mar, buscando un l ugar apropiado pata ubicar un fuerte a efectos de estorbar las entradas indias y que a su vez tuviera capacidad para contener, tanto por tamaño como por pasturas y aguadas suficientes, a un importante número de tropa. En lo posible debía ubicarse en un l ugar apropiado para ver facilitadas sus comunicaciones con los otros fuertes que necesariamente habrían de construirse en la zona comprendida entre las sierras de Tandil y Volcán. La nueva línea debía seguir luego rumbo norte hacia la laguna del Tigre o rinconada del arroyo Tapalqué con el de Las Flores, Médano de los Manantiales, Laguna del Chañar y allí a la primera laguna del Tigre. Era evidente la intención de asegurar la vida y posesiones de los nuevos ocupantes que se habían extendido, en función de las necesidades ganaderas, hacia territorios muy alejados de la antigua protección de la línea de Vértiz y se encontraban por lo tanto huérfanos de todo apoyo; se esperaba que con esta nueva traza fronteriza habrían de obte-
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+ ner al menos, alguna protección contra el malón. (7) Felipe Senillosa tuvo a su cargo la inspección y estudio de la región que iba desde la costa hasta el arroyo Tapalqué y el capitán José María Reyes la zona norte que iba desde aquel punto hasta la laguna del Chañar, en las nacientes del río Salado. (8) En la Memoria presentada, los comisionados L avalle y Senillosa manifestaron que en su reconocimiento no pa saron al oeste del Volcán para no levantar recelos en la indiada, ya que en el tratado de paz que debía firmar Rosas con los indios güiliches, se les reconocía a e stos el derecho de ocuparlas. La recorrida del territorio se inició el 11 de diciembre desde el Durazno, antiguo puesto de una estancia de Ezeiza, cercana a l a laguna del Cacique Negro, actual partido de Ayacucho, y terminó a mediados de enero de 1826. Afirmaban que habían cuidado muy especialmente en escoger las mejores posiciones para el establecimiento de fuertes y fortines, especialmente en la línea que iba desde el Volcán hasta Cabo Corrientes, apoyándose en la s lagunas Brava y de los Padres. El conjunto de la proyectada línea abarcaba una amplia superficie, la que según los comisionados era considerablemente mayor “de la que podría poblarse en el esp acio de algunos años”. La expedición tuvo como consecuencia directa el levantamiento de nuevos mapas de una extensa región poco conocida y el reconocimiento completo de los arroyos Chapaleofú, de los Huesos, Dulce y Tapalqué, desde sus nacientes hasta donde se perdían convirtiéndose en bañados. ( 9 ) El 26 de septiembre de 1826, por decreto de Rivadavia, a la sazón Presidente de las Provincias Unidas, se dispuso el avance de toda la línea más allá del Salado, con lo cual se acompañaba al avance ganadero fuera de la frontera natural que durante años, apuntalada por la militar existente desde el siglo anterior, la había exiguamente protegido. La misma habría de apoyarse en tres fuertes principales ubicados en Curalafquén, Cruz de Guerra y laguna del Potroso y seguiría un rumbo general sudeste-noroeste, partiendo de Cabo Corrientes y terminando en la zona de Junín. Su trazado indicaba la intención de proteger lo ya ocupado pero sin mayores pretensiones de expandirse hacia regiones interiores más alejadas, pero a su vez era un avance lógico siguiendo en general el diseño de la línea anterior
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apoyándose a su vez en ella y el Salado. Las circunstancias políticas internas y externas evitaron que llegara a concretarse el proyecto. Producida la disolución del gobierno nacional y restituida la provincia en su soberanía, el luego gobernador, Coronel Manuel Dorrego, un decreto de 16 de agosto de 1827 mandaba a tomar las medidas necesarias para establecer la tan esperada nueva frontera, pero sus ideas en cuanto a la demarcación, diferían con la proyectada en 1826. Ello se debía fundamentalmente a l a guerra con el Brasil y el peligro que significaban las costas descubiertas de la provincia de Buenos Aires desde la Ensenada hasta Patagones. En el artículo 1º del referido decreto autorizaba a Rosas, como encargado de la “celebración y conse rvación de la paz con los indios” para que preparara el avance de la frontera que a s u vez debía cubrir al puerto de Bahía Blanca. (10) Esta nueva circunstancia exigió la realización de nuevos estudios, que fueron realizados con presteza por el comisionado, quién a fines de 1827 completó la tarea relacionándose con caciques del sur provincial quienes cooperaron con el mismo. En enero de 1828 presentó el informe, aunque los trabajos para fundar alguno de los nuevos establecimientos comenzaron antes de que se realizara la aprobación formal del mismo, lo que posibilitó que la construcción del fuerte de la Federación, origen de la actual ciudad de Junín, pudiera ser iniciada apenas comenzado el año 1828. Ya por entonces se hacía evidente el apoyo a las acciones militares fronterizas por parte por parte de los hacendados y principales comerciantes porteños. Como consecuencia de la campaña llevada a cabo por el coronel Federico Rauch contra indios hostiles en 1827, se levantó en Buenos Aires una suscripción para premiar a los oficiales y tropa, y simultáneamente, para hacer “un presente a los caciques amigos que lo han acompañado” y para socorrer a los cautivos pobres liberados. El encargado de la recaudación fue Juan Manuel de Rosas y la misma alcanzó a $14.000 y dos reales, 275 vacunos y 66 yeguas. Entre los principales contribuyentes, con 400 pe sos, se encontraban el propio Rosas, Juan José y Nicolás Anchorena y Bernabé Sáenz Valiente; con $300 Juan Pedro Aguirre, Guillermo P. Ford y Ramón Urquiola; con 200 Braulio Costa, Félix Castro, Félix Alzazga, María Mármol, Francisco
Cascallares y Juan Gibson; entre los que donaron 100 pesos, se hallaban Antonio Linch, Juan N. Terrero, José Capdevila, Sebastián Lezica, Prudencio Rosas, Juan Ramón Ezeiza y Casto Sáenz Valiente. Con donaciones menores aparecen apellidos, entre otros, luego muy ligados a la actividad ganadera y la gran propiedad, como Bavio, Gándara, Baudrix, Biaux, Girado, Cajaraville, Guerrico, Millán, Díaz Vélez. También ya comenzaban a ser notorios apellidos británicos, como los ya citados Ford y Gibson y otros tales como Sheridan, Hanna, Green, Hodgson y Harrat, dedicados especialmente a l a cría de ovinos. La nueva frontera quedó por lo tanto conformada en ese mismo año de 1828, por cuatro fuertes principales que fueron, de norte a sur, Fuerte Federación junto a la laguna del Carpincho; Fuerte Cruz de Guerra, 50 kilómetros al oeste de la actual ciudad de 25 de Mayo, nacida por el traslado de esa fortificación a la laguna de Las Mulitas; Fuerte Blanca Grande, junto a la laguna del mismo nombre, hoy partido de Olavarría; y la Fortaleza Protectora Argentina en Bahía Blanca y fue autorizada por ley de 14 de noviembre del citado año, indicando también que en forma simultánea debían tomarse las medidas necesarias para “facilitar el tránsito hasta Bahía Blanca y habilitar su puerto”. (11) Quedaba así material izada la nueva frontera la que comprendía un amplio territorio, que casi triplicaba al anterior poseído por la provincia e incorporaba alrededor de un cincuenta por ciento más de territorio que la proyectada en época de Rivadavia, Sin embargo, la misma, al extenderse tanto -casi 500 kilómetros de norte a sur- y estar cubierta sólo por cuatro fuertes, era poco efectiva y la protección que brindaba era más teórica que real. La soledad de las guarniciones, las dificultades de comunicación entre sí, harían que la misma tuviera poco poder defensivo y casi ninguno ofensivo. Así, 1829 fue testigo de importantes malones que llegaron a atacar al propio fuerte Federación; la inoperancia del sistema fue tal que impulsó a Rosas, ya siendo gobernador, a estudiar y preparar la que habría de ser la campaña más importante llevada a cabo contra los indios, como lo fue la de 1833. Pese a lo expresado, cabe indicar el intento, como en ocasiones anteriores, de fomentar la población en torno a los fortines fronterizos; por ello un
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+ decreto del 28 de abril de 1828 se expresaba que “siendo necesario determ inar los terrenos correspondientes para la población y tierras de pan llevar”, se indicaba que se debía trazar un cuadrado de 2 leguas de lado en torno a cada uno de los fuertes, destinando sus tierras a solares, chacras, quintas y tierras de labranza. En el mismo sentido, el 21 de mayo se eximía a los vecinos de Dolores de la milicia activa de infantería a efectos de incentivar de tal modo la radicación de población en dicho pueblo (12) y por decreto del gobernador Viamonte de 19 de septiembre de 1829 se realizaba un reparto de tierras para los pobladores en los linderos de los nuevos destacamentos. Sin embargo, la escasa capacidad defensiva de la nueva línea pronto se haría evidente, ya que en febrero de 1829 indios capitaneados por el famoso gaucho Molina asolaron las tierras cercanas a Federación, mientras ataques menores se producían en otros sectores de la frontera. Para aumentar la vigilancia, tanto frente a i nvasiones como a posibles convulsiones internas, el 29 de marzo del mismo año se dividió el territorio de Buenos Aires en dos Comandancias de Frontera, quedando la del norte bajo el mando del Coronel Ángel Pacheco y la del Sur a las órdenes del Coronel Ramón Estomba. (13) Rosas, no contando con los medios necesarios, y dadas las circunstancias políticas reinantes en el país, prefirió recurrir a los tratados, asegurándose el mantenimiento de estos mediante el viejo expediente del racionamiento a las diversas parcialidades. Así, consiguió el apaciguamiento de las tribus de Catriel y Cachul y al año siguiente, 1831, arregló las paces con las tribus vorogas establecidas en Chadileufú. Esta situación permitió el establecimiento de cantones militares en Azul y Tapalqué (1832), cubriendo así importantes puntos estratégicos al interior de la nueva frontera. A pesar de todas las medidas, la región sur de la provincia, Bahía Blanca y Carmen de Patagones, siguieron siendo atacadas, siendo en conjunto, y en momentos en que la ganadería seguía avanzando hacia el sudeste y centro de la provincia, por demás inestable e insegura. Tal situación impulsó a Rosas, a fines de su primer gobierno, a proyectar la que luego sería la expedición mencionada de 1833, y sobre la cual hemos de referirnos brevemente puesto que la bi-
bliografía sobre la misma es muy amplia. El plan consistía en dar una batida general de la pampa en un f rente de 1.500 kilómetros, desde el Atlántico hasta el Pacífico, quedando luego reducido este hostigamiento al territorio nacional exclusivamente. Diversos factores hicieron que las expediciones que partieron de Mendoza y San Luis tuvieran que regresar rápidamente sin alcanzar los objetivos propuestos. La campaña recayó así casi exclusivamente sobre el ejército de Buenos Aires, que provocó entre los indios un total de 3.200 muertos y 1.200 prisioneros, rescatándose a su vez alrededor de 1.000 cautivos y gran número de ganados.(14) Se incorporaron a su vez, al memos nominalmente, 2.900 leguas cuadradas de territorios, lográndose en forma simultánea concretar y mantener la paz con las más importantes parcialidades del sudoeste de Buenos Aires y sur del río Negro. Los vorogas se mantuvieron desde entonces en la zona de Salinas Grandes. Lo cierto es que las tribus se avinieron a esta situación por el terror que había infundido el ejército y esto permitió la perduración de una paz, solamente interrumpida por correrías de menor importancia; pero también es cierto que gran parte de las tierras “conquistadas” no fueron ocupadas, debido básicamente a l a lejanía de los posibles centros de comercialización y porque el aislamiento en que se encontraban las eventuales poblaciones facilitaba el robo a pequeñas partidas. Sin embargo, cuando Rosas regresó el 28 de enero de 1834, no había podido acabar con todos los indios; tampoco pudo alcanzar a Yanquetruz y tuvo que soportar como aliado al voroga Rondeau, hasta que, habiendo este faltado a sus compromisos, fue atacado en mayo de ese año, muriendo mil indios de todo sexo y edad en la acción. Poco después, en febrero de 1835, los restos de la tribu de Rondeau y el propio cacique, eran aplastados en Masallé por un recién llegado cacique, Calfucurá, quién poco después habría de someterse a tratos con el gobierno. En 1837 se registró un importante malón de indios al mando de Railef provenientes de Chile y el Neuquén y que no habían sufrido los rigores de la arremetida del ejército porteño; atacaron el 14 de agosto la zona de Bahía Blanca. Pese a ser rechazados hacia el norte la incursión continuó y los invasores pudieron llevar un arreo de casi 100.000 anima-
les.(15) En 1839, un nuevo malón llegó hasta Tapalqué donde fue anulado por tropas del coronel Nicolás Granada tras un fiero combate. Luego de estos hechos, la frontera estuvo, salvo esporádicos asaltos de pequeña envergadura a zonas alejadas, prácticamente en paz. De todos modos, la nueva frontera resultante de la expedición de 1833 no fue, como pudo ha ber sido, los ríos Negro y Neuquén, desde la costa marítima hasta las nacientes andinas. Sólo pequeñas y débiles guardias perdidas en la inmensidad pampeana, quedaban como centinelas de las estancias. La ocupación real en Buenos Aires no avanzó más allá de la de 1828, pero debe reconocerse que la zona quedó segura hasta 1852, cuando la caída de Rosas y los hechos posteriores provocaron el desmantelamiento de las guardias y lo que fue peor, la concentración del ejército en zonas alejadas a la frontera indígena y cercanas a la de la Confederación. Notas y Citas bibliográficas 1.- Informes sobre el comercio exterior de Bs. As. durante el gobierno de Martín Rodríguez, con estudio preliminar de Barba, Enrique M. Buenos Aires, ANH, 1978; p.13. 2.- Gaceta de Buenos Aires, 1820; Nº 167. 3.- HALPERIN DONGHI, Tulio: La expansión de la frontera ganadera de Buenos Aires y STIEBEN, ENRIQUE: De Garay a Roca. Bs. As., 1942; sostienen que como consecuencia del tratado recién se ocuparon esas tierras, cuando se puede apreciar que ya lo estaban al menos, en parte importante, antes de aquella fecha. 4.- Escritos históricos del General Pueyrredón, citado por Walther, Juan C.: La conquista del Desierto. Bs. As., Eudeba, 1970. 5.- La Abeja Argentina. Buenos Aires, 15 de mayo de 1822, p.55. 6.- Ídem. 15 de junio de 1822, p.91. 7.- ANGELIS, Pedro de: Colección de obras y documentos relativa a l a historia antigua y moderna de las provincias del Río de la Plata. Bs. As., Lajouane, 1910. Tomo V, p. 95 y ss. Archivo Gral. de la Nación. Sección Gobierno, 1818-1858. S.X-27-7-6. 8.- MARTÍNEZ SIERRA, Ramiro: El mapa de las pampas, Bs. As., 1975. Tomo II, p.95. 9.- AGN. Sección Gobierno, 1818.1858. S.X-27-7-6-Nº 50. 10 - Registro Oficial de la Prov. de Bs. As., desde ahora ROPBA, Año 1827, p.8
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11 - ROPBA; Año 1827, p.89. 12 - ROPBA; 1828; p. 36 y 54. 13 - ROPBA, 1829, p.87 14 - Gaceta Mercantil. Buenos Aires 24 de diciembre de 1833.
15 - ZEBALLOS, Estanislao; Calfucurá y la dinastía de los Piedra Bs. As., Hachette, 1954, capítulo X
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* Director Instituto de Historia Argentina (UNLP)
EL ORDEN ROSISTA EN EL PARTIDO DE MORÓN María Cristina MARÍ y María Valeria HORNUNG* A partir de 1835 Buenos Aires se encontraba en un período de anarquía: los enemigos internos, los conflictos con otras provincias y con el exterior,la mantuvieron en estado de guerra. Era necesario restablecer el orden. La figura de Rosas emergió como la única capaz de llevar a cabo una política que reimplantara la paz en la provincia. Según John Lynch, en su gobierno “Rosas dividió a la s ociedad entre aquellos que mandan y aquellos que obedecen”.(1) Sus aliados para “mandar” fueron, la iglesia y l os estancieros, quienes ocuparon los cargos de jueces de Paz. Ambos sectores, tuvieron un a sumisión total hacia el gobernador, pues una de las “virtudes que más admiraba era la subordinación”. (2) Las bases de sustentación del poder rosista no se agotaba en una alianza con los estancieros y la Iglesia. Una de las claves de su acción de gobierno fue la búsqueda del apoyo de la clase humilde, en especial de los ámbitos rurales. Para ello utilizó un sistema de propaganda, mediante el cual buscaba la captación ideológica a t ravés de distintos canales. Uno de los métodos más importantes fueron las conmemoraciones y fiestas, estrategias que sirvieron para crear la ilusión de intereses comunes entre el pueblo y el gobierno. En síntesis, el objetivo final del régimen rosista fue el control de toda la sociedad. El presente trabajo se basa en documentación del juzgado de paz de Morón de 1831 a 1852, material existente en el archivo General de la Nación. Del análisis inicial pudimos verificar que en Morón ya existía una política de propaganda a partir de los inicios del gobierno de Rosas, la cual tomó particular energía en su segundo gobierno. En la misma época, ésta fue acompañada de un control represivo, articulado a través de la persecución hacia los considerados unitarios: embargo de bienes, cárcel por hablar mal de las autoridades, leva de vagos y mal entretenidos. Nuestra propuesta consiste en iniciar el análisis de las diferentes estrategias que implementó Rosas para crear y consolidar el ansiado orden, delimitando un espacio geográfico en particular: el partido de Morón. Estrategias de control con el uso de la fuerza De acuerdo con lo dicho anteriormente, Rosas fue el responsable del orden establecido. La justificación de su poder radicó en la instauración de la paz social. Solamente sobrevivió la posibilidad del orden aniquilando los elementos nocivos a la causa, identificados oficialmente como “inmundos feroces bandidos unitarios”. (3) En la campaña, quienes llevaron a cabo esta política fueron los Jueces de Paz; en el caso de Morón, Tomás Fernández de Cieza, quien ocupó el cargo en 1834 y entre 1838 y 1852. Distintos fueron los mecanismos aplicados para castigar a
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los llamados unitarios. Se utilizó el embargo y la confiscación de bienes para sancionar a los disidentes, la eliminación física del enemigo condenándolo a muerte, se recurrió a la cárcel, además de otros métodos menos rigurosos como el control de la vestimenta y de la expresión oral y escrita. En Morón, encontramos persecuciones y embargos sin poder comprobar documentalmente si hubo eliminación física de los castigados. Los vecinos Fermín Rodríguez, Luis Saavedra, Mariano Castex y Mariano Monterroso sufrieron el embargo de sus bienes entre los años 1840 y 1842. Sus propiedades fueron desmanteladas y sus pertenencias custodiadas en depósito, sus bienes alquilados y el usufructo de ellos enviados a Rosas para la “causa federal”. Es demo strativo el oficio enviado por el Juez de Paz de Morón a Rosas en 1840 donde “se remite la cantidad de 850 pesos pr oducto de cuatro meses de alquiler de la casa pulpería que fue del salvaje unitario Fermín Rodríguez a razón de sesenta pesos por mes, quinientos cincuenta de arrendamiento del establecimiento del igual Luis Saavedra, faltando a esta arriendo cinco fanegas de trigo que se recogerán en esta cosecha ... sin gastos por que los capataces de los establecimientos embargado lo hacen gratis...”(4) Otro ejemplo llamativo fue en 1841, cuando el juez Tomas Fernández de Cieza comunicó a Rosas que el r ancho que fue casa del salvaje unitario Juan Morón se había incendiado “se pasó a ese establecimiento con todos los vecinos que pude reunir pero fue imposible apagar el fuego, el resultado es que han quedado nada mas que las paredes y la hacienda enviada a la estancia Las Gemelas”. En esta fecha, en M orón fueron numerosas las propiedades de unitarios desmanteladas. (5) La cárcel fue otro de los métodos utilizados para imponer el orden. Una circular del 28 de julio de 1841 exigió la “celación” de la zona, para expulsar a las “mujeres salvajes unitarias”. E n septiembre del mismo año, María Arrasay fue reconvenida a salir del partido, al no respetar una advertencia e i nsultar en público al escribiente del juez de paz don Marcelino Martínez: “fue presa ....salvaje unitaria, c asada como de treinta años... y se fugó saltando las paredes pero luego fue encontrada por aviso de una mujer de su propia familia, pues tal es el odio que ha acarreado que ni en los suyos tiene cabida, la expresada María es una mujer prostituída, ebria de estar tirada en la cama, juzgaba y hablaba sin miramiento ninguno hasta de las mismas autoridades ... se ha gastado los pocos bienes que dejó su marido en fiestas, bacanales y juegos”. (6) Un ejemplo similar es el de Ignacio Díaz Gómez, quien fue “preso ... por unitario perverso, perturbador del orden co nsentidor de juegos prohibidos en su casa, sin embargo de haber sido reconvenido por hablador, calumniador, insolente, sin miramiento ni respeto a las autoridades por cuyas ra-
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+ zones se lo considera perjudicial en el partido, donde no debe existir para no comprometer el reposo de algunas familias o personas” (7) Es evidente en ambos casos que la pérdida de la libertad fue motivada, en primer lugar, por ser considerados “unitarios”. Luego, por alterar el orden público impuesto por las autoridades. El insulto ante la vista de la comunidad debilitaba y cuestionaba la imagen del poder garante del “reposo” de los vecinos. Como último elemento de acusación se apeló a la vida privada, tanto Ignacio como María fueron señalados como jugadores, bebedores, dilapidadores. Todas estas faltas los hicieron merecedores de la cárcel como un castigo por los delitos cometidos. Estas medidas coercitivas fueron utilizadas también como un método pedagógico y ejemplificador para el pueblo. El control fue total y todos los habitantes debieron ser custodios del orden. La delación fue alentada por el propio sistema. La ya citada María Arrasay fue un ejemplo de que esta práctica se daba hasta dentro del grupo familiar. La Gaceta Mercantil publicó las multas a Claudio Guzmán., Benito Luján y José Juárez, vecinos de Morón, “por haber alojado a un hombre y a una mujer sin dar cuentas a la autoridad”. (8) Juana Almada no corrió la misma suerte: tras haber incurrido en un delito similar fue encarcelada, “ha sido remitida presa por el juez de paz de Morón por haber consentido en su casa a J osé Luna, sin pasar el correspondiente parte a ninguna de las autoridades, faltando así a las órdenes que se le habían dado sobre el particular y ser además consentidora de agregados y reuniones en su casa”.(9) Al no existir un aparato estatal centralizado, en su lugar Rosas creó un s istema burocrático capaz de hacer presente la autoridad en todos los puntos de la provincia. El juez de paz fue el mediador entre el gobernador y la comunidad. Tomas Fernandéz de Cieza detalló puntualmente, e n los oficios, la situación particular de Juana Almada, que por su condición de viuda, y por lo tanto único sostén de familia, pidió clemencia al gobernador: Rosas sentenció a favor de Juana “Póngase en libertad con previo aviso y apercib imiento”.(10) Estrategia de captación ideológica La búsqueda del orden no se agotaba en la articulación de la fuerza. Por otro lado, se implementó un sistema de propaganda que buscaba construir una conciencia colectiva basada en la defensa del orden federal. A través de las fiestas, celebraciones de batallas federales, lecturas públicas de periódicos, agasajos a visitantes y suscripciones voluntarias se buscaba la adhesión incondicional al régimen. La divulgación fue un ingrediente esencial del rosismo. La repetición de consignas claras e impactantes: “Mueran los salvajes Unitarios” “Viva la Santa Federación” impregn aron la correspondencia oficial como los periódicos. Hemos podido corroborar que los saludos protocolares de los oficios de Tomas Fernández de Cieza, se iniciaban con simples consignas que enaltecían al gobernador o degradaban a los unitarios, al igual que cada uno de los avisos y noticias de la Gaceta. Las repeticiones sistemáticas y permanentes fueron escuchadas y repetidas por el pueblo, siendo un método pedagógico eficaz en todas las sociedades. Estos medios sirvieron como instrumentos didácticos para
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que la población incorpore los valores de la “Santa Causa Federal”. Tanto la prensa com o los oficios administrativos nos muestran que esta causa rompió los límites provinciales para identificarse con la razón americana protegida por Dios. Los responsables de la didáctica rosista en el orden local fueron el cura del pueblo y el juez de paz. Fue práctica habitual exaltar los logros federales de los campos de batalla a través de la lectura de periódicos en las misas. El juez de paz de Morón contestó a Rosas “Hemos recibido nota … y quince ejemplares de la Gaceta Mercantil y otras publicaciones a favor de nuestra Santa Causa Americana, lo que se repartió entre los que saben leer y se leyó en la misa parroquial”. (11) El ámbito de lectura fue la iglesia, porque era el lugar al que necesariamente acudía la mayoría de los vecinos. En la sociedad rosista, donde prevalece el analfabetismo, era necesaria la lectura pública, que acompañada por comentarios, reforzaba entre los creyentes (espectadores) el “culto” a R osas. La parroquia era el contorno adecuado, ya que la causa fue considerada sagrada; un manto de misticismo envolvió al gobernador y a sus obras. Dios designó a Rosas para salvar a la patria “gloriosa y triunfante, gracia a la Divina prote cción… y al saludable sistema de la Federación”. (12) Por lo tanto, los opositores fueron considerados destructores del sistema: “los unitarios arruinan la religión y el Estado”.(13) La guerra fue solvéntada entre otros medios con suscripciones voluntarias, dinero “espontáneamente” aportado por los vecinos. Los periódicos publicaban sus nombres junto con el de la localidad mostrando la adhesión al gobierno (14) y la disciplina de la comunidad. La prensa hizo ostensible la cohesión y la conformidad, presentando una sociedad ideal y eternamente agradecida a Rosas. Las fiestas y celebraciones por su popularidad y dinamismo natural convocaban a toda la comunidad, incluyendo a las autoridades civiles y religiosas, responsables de la organización. Los vecinos de Morón no estuvieron al margen: en los documentos encontramos misas conmemorativas del aniversario de la muerte de la “Heroína Federal” (15), fiestas por el cumpleaños del restaurador, celebraciones de batallas exitosas, agasajos a visitantes. Habitualmente las fiestas eran anticipadas con una misa solemne. Al retrato del gobernador se lo paseaba a m odo de procesión se lo ubicaba dentro de los muros del recinto sagrado. La celebración continuaba en la plaza. Esta práctica demuestra la sacralización del poder político; la curia cedió su espacio físico para dar cabida al “culto” a Rosas. Las fiestas requerían una preparación especial: “se emba nderó la población y se iluminó por dos noches, cohetes y continuos repique de campanas, descarga de armas de fuego, en formación la tropa en un frente de la plaza, dicha celebración tuvo efecto en un dí a de trabajo pero la concurrencia excedió las expectativas de los infrascripto ”. (16) Los efectos escenográficos se sirvieron, por un lado, de impactos visuales: luces y banderas vistieron de color a la representación. A todo esto se sumaron elementos sonoros que integraban a aquellos vecinos ausentes. Nadie podía quedar excluido. Las celebraciones buscaban crear la ficción de una sociedad unida desde el consenso: “todo ha sido júbilo, unión y
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+ patriotismo.” (17) Otro elemento de unificación era la vest imenta: el juez de paz en su oficio describió las fiestas y aclaró que “las señoras asistieron a las fiestas federalmente vestidas”, instrumento visible que creaba la ilusión de un iformidad total. La culminación de la fiesta se realizaba en la casa parroquial con un baile donde se servía comida, se brindaba y se cantaban versos alusivos. La llegada de personajes ilustres también fueron motivo de celebración. El primero de octubre de 1839, Oribe llegó a Morón: “se preparó un alojamiento adecuado, facilitan do lo que necesitase, al mismo tiempo se le hicieron los honores de capitán general ... en la noche en que el presidente estuvo en nuestro destino fue obsequiado con comida carne con cuero y se hizo un baile al que sin embargo no concurrió, sí los que lo acompañaban.” (18) Las fiestas reforzaban la estrategia de captación ideológica para lograr un apoyo popular. Sirvieron como instrumento para reforzar la memoria colectiva. L a celebración de los aniversarios de batallas y la llegada de los jefes federales, hicieron partícipe a los vecinos de aquellos acontecimientos de los que no fueron testigos presenciales. Los pobladores de Morón, revivieron los esfuerzos de los campos de batalla. Además se justificaban las contribuciones económicas que realizaban los vecinos a la causa. Algunas conclusiones En este trabajo hemos analizado los mecanismos que utilizó Rosas en Morón para hacer efectivo su poder. Ante la imperiosa necesidad del mantenimiento del orden y a favor del respaldo de las autoridades locales, las estrategias represivas e ideológicas le permitieron consolidar su autoridad en el partido. Aunque debemos aclarar que estas estrategias tuvieron su propia cronología. La imposición de la fuerza no era realizada en forma continua y sistemática. No se registraron en los documentos asesinatos en masa. A través de los oficios citados, podemos comprobar como se contemplaban las situaciones personales de cada uno de los perseguidos. Paralelamente, todo un sistema de propaganda reforzaba la adhesión ideológica al régimen. La represión se agudizaba cuando la estabilidad del régimen peligraba. A partir de 1843, percibimos la ausencia de notificaciones que Fernández de Cieza hiciera a Rosas con respecto a descripciones de fiestas, conmemoraciones, agasajos. Además, tampoco se registraron persecuciones, confiscaciones y encarcelamientos por cuestiones política.No obstante se mantuvieron los castigos por delitos comunes y por no delatar o comunicar a las autoridades la llegada de personas extrañas al pago o c on conductas consideradas sospechosas. Inferimos que este cambio en la documentación reflejaba un viraje en las estrategias políticas del gobernador. Para John Lynch “entre l846 y 1850 el régimen parecio ablanda rse”. (19) Los cambios responden a la consolidación de la autoridad, por lo que la política de represión se flexibilizó y a partir de 1846, encontramos que se efectúan de sembargos. Por otro lado, consideramos que, el éxito de la estrategia de captación ideológica tuvo como resultado la aceptación del ritual político. El sistema de propaganda, laboriosamente implementado, se internalizó en la vida cotidiana
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hasta convertirse en costumbre. E l uso de la violencia no desapareció, se apaciguó. Nada mejor para comprender este cambio de politíca en Morón que la descripción de la evolución del caso de Luis Saavedra. acusado de unitario en 1840. El veintidós de marzo de 1846 sus bienes fueron desembargados: “En cumpl imiento del superior decreto del doce del presente .... ha desembargado y entregado a Luis Saavedra la chacra que tenía embargada en este partido desde 1840, entregándole igualmente las puertas.... ventanas..... y animales vacunos que se hallaban guardadas en depósito”. (20) Este oficio es una muestra mas de la prolija administración del juez de paz del partido ya que detalló puntualmente cada uno de los objetos devueltos: “tres vacas lecheras con su cría”. El mismo pr ocedimiento lo verificamos en los mencionados Mariano Castex y Fermín Rodríguez. Al primero le fueron devueltas su propiedades en 1847 y al segundo al año siguiente. (21) En los últimos años del gobierno rosista, nada hemos podido percibir de la sociedad moronense; desaparecieron todos los datos de sus modos de vida y costumbres. M orón se militariza, las correspondencia refiere a cuestiones exclusivamente marciales. Citas 1) LYNCH, John. Juan Manuel de Rosas, Bs. As., Emecé Editora S.A. 1984. pag. 164. 2) LYNCH, John, op.ct. pag.164. 3) AGN, X -21-3-1-Juzgado de Paz de Morón.(1831-1841) 4) AGN, X - 21-3-1-Juzgado de Paz de Morón.(1831-1841) 5) AGN, X - 21-3-1-Juzgado de Paz de Morón.(1831-1841) 6) AGN, X 21-3-1- Juzgado de Paz de Morón.(1831-1841) 7) AGN, X 21-3-2 -Juzgado de Paz de Morón.(1841-1847) 8) AGN, La gaceta Mercantil, Buenos Aires, 15 de Junio de 1839. 9) AGN, X 21-3-2-Juzgado de Paz de Morón.(1841-1847) 10) AGN, X 21-3-2 Juzgado de Paz de Morón.(1841-1847) 11) AGN, X 21-3-2 Juzgado de Paz de Morón.(1841-1847) 12) AGN, La gaceta Mercantil, Buenos Aires,15 de Julio de 1839. 13) AGN, Diario La Tarde, Buenos Aires, 14 de Abril de 1837. 14) AGN, La gaceta Mercantil, Buenos Aires, 5 de Mayo de 1838. 15) AGN, X 21-3-1 Juzgado de Paz de Morón.(1841-1847) 16) AGN, X 21-3-1- Juzgado de Paz de Morón.(1841-1847) 17) AGN, X 21-3-1- Juzgado de Paz de Morón.(1841-1847) 18) AGN, X 21-3-1- Juzgado de Paz de Morón.( 1841-1847) 19) Lynch,John,op.ct.pag.246. 20) AGN, X 21-3-4 Juzgado de Paz de Morón.( 1848-1852) 21) AGN, X 21-3-4 Juzgado Paz de Morón (1848-1852)
* Profesoras de Historia. Universidad de Morón.
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LA REVOLUCIÓN PREPARADA POR UNA MUJER Rudi VARELA* La llamada "Revolución de los Restauradores" de 1833 fue preparada por Encarnación Ezcurra de Rosas, cuando su esposo Juan Manuel se encontraba abocado a la expedición al Desierto de las Pampas. Las cartas que ella le cursaba muestran cómo preparaba los detalles de esa Revolución con peones de los saladeros de Barracas, gauchos de la campaña, matarifes y abastecedores de los mataderos de la ciudad. Esa "clase nueva" producto de los gauchos y de hombres de la orilla (de la ciudad y del Riachuelo), fue el brazo ejecutor de la Revolución primero, y luego quien mantuvo el "orden" a través de la Sociedad Popular restauradora creada por doña Encarnación. Ésta sabía que el gobierno de Balcarce no estaba en condiones de satisfacer las necesidades del pueblo y que en cambio, podía hacerlo su esposo. Fue el primer derrocamiento de un gobierno por cuenta del pueblo. Esta nota trata solamente la acción desarrollada en la zona sur, propiamente en "Barracas al Sud", actualmente en los partidos A vellaneda, L anús y Q uilm es. Antecedentes Después del pacto de Barracas de 1829 celebrado en la quinta de los Piñeiro (hoy Aldecoa 821, Avellaneda), los unitarios habían desaparecido de la ciudad (Buenos Aires). Rosas había ejercido la gobernación de la provincia hasta 1832 y decidió no s eguir al no conferírsele los poderes totales. El Partido Federal fue siempre defensor del orden, por ello los que prefirieron el valor libertad primero, se separaron. Serían apodados los "Cismáticos", mientras que el resto, los federales netos, propagaban con celo "apostólico" las verdades que predicaba Rosas. Juan Ramón Balcarce asumió la gobernación en diciembre de 1832; algunos de su grupo eran federales, pero no "rosistas". La Honorable Sala de Representantes ( H.S. de RR., Cámara de Diputados) tenía mayoría adicta a Rosas y presionaba para que éste volviera al poder.
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Pero Balcerce cometió un error táctico. Nombró ministros a generales como Enrique Martinez y Tomás de Iriarte, encubiertos enemigos de Rosas. Bajo distintos pretextos, el primero le negó auxilios y pertrechos para la expedición al desierto, que había iniciado. En junio la H.S. de RR. derogó el decreto de Rosas de 1832 que imponía restricciones a la libertad de prensa, en la cual exigía que los escritores firmaran sus artículos y responsabilizaba a las imprentas por las publicaciones. Pero Balcarce también cometió un error estratégico: el 2 de julio ordenó al fiscal Pedro Agrelo que acusara a d iarios opositores que abusaban de la libertad de expresión. La prensa liberal (cismáticos) tenía a su favor los periódicos "Látigo", "Amigos del país", "Defensor de los derechos del pueblo" y "Constitucional de 1833". Los "apostólicos" eran apoyados por "La Gaceta Mercantil", "El Gaucho", "El Restaurador de las Leyes", "El Rayo", "El Relámpago" y "Dime con quién andas". Rosas desconfiaba de muchos que decían ser sus amigos, terminada la campaña y desmembradas las tolderías, se refugió en una estancia de campo, en Río Colorado, cortando toda relación con los que en la ciudad alardeaban de ser sus correligionarios. Su único medio de comunicación consistió en la correspondencia que sostenía con su esposa y con Vicente González, quienes lo mantenían informado de cuanto ocurría en la capital provincial. La obra de doña Encarnación dio sus frutos, y consiguió separar a los adictos de la causa federal en cismáticos y apostólicos. De ellos dos llegaban informes a Rosas. Encarnación, el 19 de agosto, le escribe "Cada día están mejor dispuestos los paisanos y si no fuera que temen que los desaprobases, ya estarían reunidos para acabar con esos paisanos antes que tengan más recursos, porque no cesan de trabajas para hacerse de partido". (1) También González opina que es hora de dejarse de teorías "no hace más falta que un hombre de respeto que tome
la iniciativa en la campaña para destruir cualesquiera reunión de porquería de Regimientos imaginarios que forman esos lomos negros". (2) Encarnación se preocupa también por la salud de su marido y le avisa "que un mulato sastre, muy unitario, ha ido para el ejército, creo que con negocio, me dicen que te lleva un barril de aceitunas de regalo, no las comas hasta que otro coma primero, no sea gancho". (3) A ella, en cambio, nada la da miedo, sabe que espía su casa un tal Castañón "pero el día que yo lo pille le ha de meter adentro y le he de pegar una buena soña". "Nadie da la cara del modo que yo -le dice-. Detesta el círculo de señorones de casaca que rodea a Rosas: ella se entiende mejor con los de chiripá. "Las masas están cada día más bien dispuestas y lo estarían mejor si tu círculo no fuera tan cerrado, pues hay quien tiene más miedo que vergüenza, pero yo les hago frente a todos y lo mismo me peleo con los cismáticos que con los apostólicos débiles, pues los que me gustan son los de hacha y chuza." (4) Un septiembre de terror ¿Qué pensaba Rosas de todo esto? Una carta a Vicente González del 25 de septiembre, aclara su pensamiento: "Prime-ro pues debe ponerse en ejercicio el derecho de petición. Si se concede lo que se pide bueno, si no, hay el recurso de volver a ejercitarlo con nueva solicitud; y si eso no basta hay otros medios que entonces se pueden poner en ejercicio, a no ser que el gobierno coarte esos medios y aquel derecho, trabe su acción y proceda en ello y extraviando la senda constitucional y que la Soberanía, sorda a todos los reclamos, los despreciase. Entonces como ya sería un hecho que ambos poderes procedían de hecho y de una manera reprobada por las leyes y el derecho, en tal caso, ya las mismas leyes y el derecho autorizaban a la más de la población para proceder por las mismas vías de hecho, sin que lo que entonces hiciese de hecho lo reprobase el derecho, ni las leyes ni tuviera por
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+ ello carácter legal". (5) Rosas dejaba abierta la vía de los hechos pero la que llevaría el paso de los sucesos de Buenos Aires sería Encarnación. Su casa se convirtió en el cuartel general de los revolucionarios. De todos los campamentos venían emisarios trayendo información y pidiendo órdenes. Doña Encarnación no daba abasto y tuvo que tomar dos escribientes para contestar a tantos pedidos. A fines de septiembre el ambiente de Buenos Aires se tornó irrespirable. Uno de los mayores elementos de agitación era la prensa, gritona y escandalosa, que contribuía a en ardecer aún más las pasiones en juego, recurriendo a los medios más bajos para denigrar al adversario, el ataque a su vida privada. Para colmo de males sale un periódico nuevo, "Los Cueritos al sol". Haciendo honor a su título pide materiales sobre la vida privada de Encarnación Ezcurra, de su suegra Agustina, de Vicente Maza y su señora, de Guido, de Mansilla, de doña Pilar Spano "y cualquiera otra persona del círculo indecente de los apostólicos". La noticia llenó de terror a la ciudad y el día 4 "El Defensor" anota con satisfacción: "Santo Cielo! qué terrible poder el de estos cueritos!. Su anuncio solamente llena de terror a medio pueblo ¿y cómo corren al fuerte, a los conventos, al teatro, al hospital, al río?, esta funesta nueva pasa de boca en boca y el señor Fiscal despierta de un pesado letargo y medio vestido o desnudo llega al Fuerte, pide, clama, suplica, hace presente y al fin consigue que se acuse a los periódicos que han traspasado la ley del 8 de mayo". El escándolo de "Los Cueritos" era excesivo y el Fiscal Pedro Agrelo se decidió a tomar medidas. Ya hacía tres meses que estaba estudiando los expedientes del caso. Por fin, el 2 de octubre formuló una acusación contra "El Restaurador", "El Defensor", "El Rayo", "El Relámpago", el "Dime con quién andas", "La Gaceta" y "El amigo del país". Cismáticos y apostólicos caían juntos bajo el dedo acusador del Fiscal, que calificaba a sus autores de "escritores delincuentes". UN OCTUBRE REVOLUCIONARIO
En la Plaza de la Victoria (de mayo) Un equívoco encendió la chispa. Resulta que el diario de la oposición "El Restaurador de las Leyes", fundado por Nicolás Mariño con el propósito de atacar al Ejecutivo, fue elegido para
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encabezar la lista de los enjuiciados. Para la mayoría, era un pretexto buscado adrede por el gobierno, dirigido directamente contra Rosas. La causa debía iniciarse el 11 de octubre de 1833, a las diez de la mañana. Mucho antes de esa hora, grupos de gente del suburbio se juntaron en las galerías de la Casa de Justicia (el Cabildo), a la espera de los acontecimientos. Mientras se reunían los componentes del "Jury de enjuiciamiento", un mendigo que deambulaba por la plaza gritó: "Viva el Restaurador de las Leyes!", poniendo de manifiesto que a quien se intentaba juzgar no era a la libertad de imprenta. A los vivas lanzados por el pordiosero pronto se sumaron cientos de voces, hasta que, de improviso, los concurrentes que protestaban a gritos empezaron a abandonar la plaza. El movimiento revolucionario había comenzado y tenía desde sus orígenes un claro sentido popular. "La gaceta Mercantil" dice: "Una chispa indescretamente arrojada ha causado una explosión general. Los ciudadanos que vitorearon a Rosas, justamente temerosos de que se ejerciera contra sus personas algún acto de arbitrariedad, se retiraron al otro lado del puente de Barracas, donde empezaron a reunior gente. No era de crearse de mayor trascendencia un movimiento tan repentino, realizado sin concierto o combinación, pero a las pocas horas revistió ya un carácter serio y alarm ante".(6) Ante esto, el gobierno preparó a los guardicárceles haciendo cargar sus armas, y envió la fuerza en línea de batalla al mando del general Agustín de Pinedo. En la capilla del italiano Los insurrectos se instalaron en la "Capilla del italiano" (en la actual Av. Mitre 949 de Avellaneda, a un kim. del puente). El 5º y 6º Escuadrón de Caballería Cívica, formado por gente de la campaña y al mando del coronel Prudencio Rozas (hermano de Juan Manuel) y del teniente Fabián Rozas (seis años después dueño de la capilla), el 12 de octubre de 1833 toman por asalto la comandancia militar de Quilmes al mando del coronel Manuel Pueyrredón y apoderándose de las armas, retornan a la capilla, donde está el cuartel general revolucionario. (7) El día 13, gran cantidad de civiles y militares se unieron a los congregados en desacuerdo, nombrándose jefe de los reunidos el general Agustín de Pi-
nedo; sí, al mismo que había sido enviado por el Gobierno para aplastar la revuelta! Como segundo jefe se designó al general Mariano Benito Rolón. El grupo de cien disidentes, al que luego se agregaron obreros saladeristas, reseros, troperos y gauchos de la campaña, se ubicó en los alrededores de la capilla. El gobernador Balcarce señalaba como responsables y cabecillas del movimiento revolucionario a los comandantes Martín Hidalgo y José Montes de Oca, a los capitanes Manuel Alarcón y Manuel Castillo, a los mayores José María Benavente y Ciriaco Cuitiño, al teniente Bernardino Cabrera, a los comisarios Pedro Chanteyro, Pablo Castro Chavarría y Matías Robles, y a los ciudadanos Carmelo Piedrabuena, José María Wright, Francisco Wright y D.N. Parra. (8) Ese mismo día 13, llegó a la concentración reunida en la capilla, la noticia de que una delegación de la H.S. de RR. compuesta por los comisionados Nicolás Anchorena, Juan José Cemadas, Manuel José García y el general Tomás G u i d o , s e a p e rs o n a rí a a l o s "ciudadanos desidentes". Ante este anuncio, los restauradores reforzaron las preocupaciones y fijaron la concentración principal de sus fuerzas un poco más lejos, en la chacra de Antonio Tollo, que hoy quedaría cerca de la Estación Don Bosco, en la manzana formada por las calles San Martín, Misiones, Montevideo y Pringles. (9) La reunión entre leales y desidentes En la quinta de Downes (hoy Barracas, Cap. Fed.), se detuvo la Comisión de la H.S. de R.R. por el mal estado de los caminos, ya que no permitía avanzar más a los carruajes, conviniendo ambas partes en no i niciar las hospilidades, hasta tanto no s e hubiese realizado la entrevista proyectada. Al anochecer, el general Pinedo cruzó el puente y se presentó en la quinta antes citada en compañía de Agustín Wright, del comandante Martín Santa Coloma y de algunos hombres de tropa, manteniendo una conferencia que se prolongó hasta las 4 de la m adrugada. (10) Los miembros de la Comisión hicieron inauditos esfuerzos para obtener la sumisión de Pineda, quien en ningún momento desconoció la autoridad de la H. S. de RR., sosteniendo que su presencia al frente de los "ciudadanos disidentes" fue a causa de la intransigencia
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+ del general Balcarce. (11) Las fuerzas rebeldes condensaron en un petitorio los cargos que formulaban. Empezaron por los miembros del Gobierno, imputándoles carecer de ciudadanía provincial a dos ministros, como lo prevenía la ley del 23 de diciembre de 1823, a ser naturales del territorio para el que eran elegidos. Otra imputación consistía en haber violado, una banda de facciosos, el hogar de Pedro de Angelis y no haber sido repudiados por el Gobierno. Por último, al vecino Ibarra lo habían desalojado de la casa que habitaba, para cedérsela en alquiler, a menor precio, a las hermanas del gobernador Balcarce. Mientras esto ocurría, el coronel Gervasio Rozas era arrojado de la ciudad, y el General Rosas informado de la situación se declara a favor de los insurectos. La capital provincial sitiada La vida en la ciudad se había hecho intolerable: comenzaban a faltar comestibles ya que se había interrumpido el cruce del puente desde la pulpería de los Cabo. Una comisión rebelde, formada por los Señores Gervasio Rozas y Agustín Wright, redactó la famosa "Exposición de los Restauradores", el 24 de octubre en la chacra de Julián Panelo (Hipólito Yrigoyen 5000 cerca de la actual Estación Lanús) que, firmada por Pinedo, remitieron al Presidente de la H.S. de RR. y a los encargados de negocios británicos y del Brasil y al Cónsul de los franceses, para que los conceptos expuestos fuesen simultáneamente conocidos por el General Balcarce, pidiendo el restablecimiento de las leyes y de la tranquilidad. (12) En este estado de cosas llegamos a la llamada "diversión militar del 1º de noviembre" preparada para derrocar a Balcarce, que ya carecía de apoyo civil y militar. Aunque hubo algún movimiento de tropas restauradoras, la noche anterior se había presentado lluviosa, transcurriendo el citado día sin que todas las fuerzas sublevadas pudiesen entrar en la ciudad. Los disidentes habían logrado reunir un contingente de 6.000 hombres armados con idea de hacerlos desfilar. (13) A pesar de que este despliege no tuvo el alcance esperado, el Gobierno en las primeras horas, convocó a la H.S. de RR. para que se ocupara de los graves problemas de la provincia. Ésta, en primer término, se dirigió al jefe de los
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disidentes para recordarles el compromiso de no iniciar las hostilidades hasta que los representantes arribasen a una solución, y otra al Gobierno. Todos sabían que la ciudad estaba virtualmente sitiada. Con todo, la situación no podía prolongarse y Balcarce, frente a l a oposición de la mayoría, hubo de resignar el sitial: el 3 de noviembre abandona el cargo. Embarcado en la goleta "Saran-dí", pasó a montevideo el día 6. El día 7 de noveimbre, partiendo desde el puente Barracas, desfilaron hasta la Plaza de la Victoria, de 6 a 7.000 ciudadanos en el mayor orden, en medio de las más calurosas aclamaciones del pueblo, mientras las damas federales arrojaban flores a su paso. (14) ACCIONES POSTERIORES A LA REVOLUCIÓN
Puente Barracas cambia de nombre El enfrentamiento entre cismáticos y apostólicos había terminado con el éxito rotundo de éstos últimos. El verdadero vencedor había triunfado desde las sombras, a través de su esposa Encarnación Ezcurra. Juan José Viamonte era el nuevo Gobernador. La quinta y casa del general Balcarce fue presa del robo y saqueo el 11 de noviembre, y algunos días después aparecieron tiroteados los frentes de las residencias de los generales Olazábal y Tomás de Iriarte. La autoría de estos desmanes fue reconocida por la propia doña Encarnación, en una carta del 4 de diciembre dirigida a su esposo donde, entre otras noticias referidas a la revolución, le decía sin tapujos: "No se hubiera ido Olazábal, don Félix, si no hubiera yo buscado gente de mi confianza que le han baleado las ventanas de su casa lo mismo que en lo del godo Iriarte y el fascineroso Ugarteche". Encarnación saboreaba la victoria. Entusiasmada dice: "Ya le he escrito a Juan Manuel que si se descuida conmigo, a él mismo le he de hacer una revolución, tales son los recursos y la opinión que he merecido de mis amigos". (15) Encarnación es admirada hasta por los federales de "casaca". Vicente Maza le escribe a R osas: "Tu esposa es la heroína del siglo: disposición,valor, tesón y energía desplegadas en todos los casos y en todas ocasiones; su ejemplo era bastante para electrizar y decidirse; mas si entonces tuvo una marcha expuesta, de hoy en adelante debe ser más circunspecta, esto es me-
nos franca y familiar. A mi ver sería conveniente que saliera de la ciudad por algún tiempo. Esto le traería los bienes de evadirse de compromisos, que si en unas circunstancias convenía cultivar, variadas éstas, es mejor no perderlas, pero sí alejarlas" (16) Al lado del puente Barracas los hermanos Cabo festejaron con grandes actos los acontecimientos en su pulpería. Al Puente le pusieron un cartel identificatorio:"RESTAURADOR DE LAS LEYES", nombre que duró poco más de 17 años. (17) Por primera vez en la historia del país, gente del campo y de la orilla tomaba las armas para hacer caer a un gobierno que estaba ajeno a sus problemas. Doña Encarnación había sabido explotar el potencial de los seguidores de su marido para llevarlo en poco tiempo más, nuevamente al poder. NOTAS (1) SAENZ QUESADA, María. "Encar-nación y los Restauradores", en Todo es Historia Nº 34, Buenos Aires, febrero 1970. (2) Idem. (3) Idem. (4) Idem. (5) Idem. (6) F ITTE,Ernesto J. "La Revolución de los Restauradores", Separata investigaciones y ensayos Nº 23, Academia Nacional de la Historia, Buenos Aires, 1977 (7) Idem. (8) Idem. (9) CRAVIOTTO, José A. Historia de Quilmes. Archivo Histórico "R.Levene", La Plata, 1967, pag.145. (10) FITTE, Ernesto J. "La Revolución de los Restauradores", Separata investigaciones y ensayos Nº 23; Academia Nacional de la Historia, Buenos Aires, 1977. (11) Idem. (12) Idem. (13) Idem. (14) Idem. (15) Idem. (16) SAENZ QUESADA, María: "Encarnación y los Restauradores", en Todo es Historia Nº 34, Buenos Aires, febrero 1970. (17) VARELA,Rudi. LAS ESCUELAS DE AVELLANEDA y la enseñanza primaria oficial, Edit. "La Ciudad", Avellaneda, 1993.
*Director de Patrimonio Cultural de la Municipalidad de Avellaneda.
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Juan Manuel de Rosas
Su visión desde el ostracismo Hacia 1873, cuando Juan Manuel vivía en la ciudad de Southampton (Inglaterra), fue visitado por Vicente Quesada y su hijo Ernesto, el historiador. De la charla mantenida en dicho encuentro surgió de Rosas una original evaluación sobre su gobierno. Trascendiendo una imagen fuerte y personalista, constituyen sus palabras un interesante veredicto desde la vejez. "Subí al gobierno encontrándose el país anarquizado, dividido en cacicazgos hoscos y hostiles entre sí, desmembrado ya en parte y en otras en vías de desmembrarse, sin política estable en lo internacional, sin organización nacional, sin tesoro ni fianzas organizadas, sin hábitos de gobierno, convertido en un verdadero caos, con la subversión más completa en ideas y propósitos, odiándose furiosamnte los partidos políticos; un infierno en miniatura. Me dí cuenta de que si ello no se lograba modificar de raíz, nuestro gran país se diluiría definitivamente en una serie de republiquetas sin importancia y malográbamos así para siempre el porvenir, pues demasiado se había fraccionado ya el virreinato colonial! La provincia de Buenos Aires tenía, con todo, un sedimento serio de personal de gobierno y de hábitos ordenados: me propuse reorganizar la administración, consolidar la situación económica y, poco a poco, ver que las demás provincias hicieran lo mismo. Si el partido unitario me hubiera dejado respirar no dudo de que, en poco tiempo, habría llevado al país hasta su completa normalización; pero ello no fue posible, porque la conspiración era permanente y en los países limítrofes los emigrados organizaban constantemente invasiones. Fue así como todo mi gobierno se pasó en defenderse de esas conspiraciones, de esas invasiones y de las intervenciones navales extrajeras: eso insumió los recursos y me impidió reducir los caudillos del interior a un papel más normal y tranquilo. Además, los hábitos de anarquía, desarrollados en 20 años de verdadero desquicio gubernamental, no podían modificarse en un día. Era preciso primero gobernar con mano fuerte para garantizar la seguridad de la vida y del trabajo en la ciudad y en la campaña, estableciendo un régimen de orden y de tranquilidad que pudiera permitir la práctica real de la vida republicana. Todas las constituciones que se habían dictado habían obedecido al partido unitario, empañado -como decía el fanático Agüero- en hacer la felicidad del país a palos: Jamás se pudieron poner en práctica. Vivíamos sin organización constitucional y el gobierno se ejercía por resoluciones y decretos, o leyes dictadas por las legislaturas: mas todo era, en el fondo, una apariencia, pero no una realidad; quizá una verdadera mentira, pues las elecciones eran nominales, los diputados electos eran designados de antemano, los gobernadores eran los que lograban mostrarse más diestros que los otros e
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inspiraban mayor confianza a sus partidarios. Era, en el fondo, una arbitrariedad completa." "Pronto comprendí, sin embargo, que había emprendido una tarea superior a las fuerzas de un solo hombre: tomé la resolución de dedicar mi vida entera a tal propósito y me convertí en el primer servidor del país, dedicado día y noche a atender el despacho del gobierno, teniendo que estudiar todo personalmente y que resolver todo tan sólo yo, renunciando a las satisfacciones más elementales de la vida, como si fuera un verdadero galeote. He vivido así cerca de 30 años, cargando solo con la responsabilidad de los actos de gobierno y sin descuidar el menor detalle: vivos están todavía los empleados de mi secretaría que se repartían por turnos las 24 horas del día, listos al menor llamado mío, y yo, sin respetar hora ni día, apenas daba a la comida y al sueño el tiemppo indispensable, consagrando toda mi existencia al ejercicio del gobierno. Los que me han motejado de tirano y han supuesto que gozaba únicamente de las sensualidades del poder son unos malvados, pues he vivido a la vista de todos, como en casa de vidrio, y renuncié a todo lo que no fuera el trabajo constante del despacho sempiterno. La honradez más escrupulosa en el manejo de los dineros públicos, la dedicación obsoluta al servicio del Estado, la energía sin límites para resolver en el acto y asumir la plena responsabilidad de las resoluciones, hizo que el pueblo tuviera confianza en mí, por lo cual pude gobernar tan largo tiempo. Con mi fortuna particular y la de mi esposa, habría podido vivir privadamente con todos los halagos que el dinero puede proporcionar y sin la menor preocupación: preferí renunciar a ello y, deliberadamente, convertirme en el esclavo de mi deber, consagrado al servicio obsoluto y desinteresado del país. Si he cometido errores -y no hay hombre que no los cometa- sólo yo soy responsable. Pero el reproche de no haber dado al país una constitución me pareció siempre fútil, porque no basta dictar un cuadernito, cual decía Quiroga, para que se aplique y resuelvan todas las dificultades: es preciso antes preparar al pueblo para ello, creando hábitos de orden y de gobierno, porque una constitución no debe ser el producto de un iluso soñador sino el reflejo exacto de la situación de un país. Otorgar una constitución era un asunto secundario; lo principal era preparar al país para ello, y esto es lo que creo haber hecho!". Documento extractado de Crónica argentina. Tomo III. Centro Editor de América Latina.
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EL PADRÓN DE PROPIETARIOS DE 1838 DEL PARTIDO DEL PILAR
UNA LECTURA ECONÓMICA, SOCIAL Y POLÍTICA Luis Alberto MESSA* El Partido del Pilar y la Cañada de Escobar perteneció a la jurisdicción del Cabildo de la Villa del Luján hasta su extinción -reformas rivadavianas mediante- y su reemplazo por los Juzgados de Paz y Comisaría. Ubicado en una posición estratégica por su cercanía con la Guardia del Luján y los cuarteles de Santos Lugares y las virtudes naturales de sus campos, aptos para la invernada de caballos y vacunos, tuvo un rol importante en el esquema de poder rosista, participando con hombres para las tropas, ganado vacuno y caballar para el ejército, al tiempo que su gente desplegaba las actividades propias de toda sociedad. Las actividades principales del Juez de Paz y Comisario eran organizar y controlar esas tareas, enviar los informes periódicos al Sr. Gobernador, velar por el cumplimiento estricto de sus órdenes, perseguir los vagos y malentretenidos y realizar los Padrones de propietarios y habitantes. En esta oportunidad presentamos una lectura social, económica y política del "Padrón de Propietarios" realizado por el Juzgado de Paz y Comisaría del Partido del Pilar, Don Silverio Basabe, y elevado a "manos de Nuestro Ilustre Restaurador de las Leyes, Gobernador y Capitán General, Brigadier D. Juan Manuel de Rosas", en el mes de marzo de 1838. Conviene señalar que una lectura sobre censos y/o padrones presenta por lo menos una limitación importante en toda producción histórica en la medida que refleja la realidad en un m omento determinado y muy preciso con el agregado de la subjetividad que importan las preguntas y las impresiones que vuelca el censista, más allá de los márgenes de errores. De cualquier manera, esa limitación no invalida ni quita calidad histórica al documento. Es simplememte una advertencia a tener en cuenta en la formulación de conclusiones. Este "Padrón de Propiedades" está realizado siguiendo las divisiones políticas-administrativas del Distrito en esa época, es decir los "cuarteles", según el siguiente detalle, de acuerdo a documentación de ese año: CUARTEL I: Desde el Pueblo de Pilar hasta el Arroyo de los Chevez. CUARTEL II: Pilar Abajo hasta el Rincón de Fermín. CUARTEL III: Desde el Río Luján hasta el Rincón de Canchillo. CUARTEL IV: Desde la Cañada de Escobar hasta el Arroyo Las Catonas. En cuanto a lo económico, los datos nos permiten aproximarnos a la estructura productiva del Distrito, a partir de las ocupaciones de los propietarios, quienes -en generaleran residentes en él y más específicamente en el propio lugar de producción. Muchas concluciones quedan abiertas a la lectura de la
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"Planilla Estadística Sintesis", pero sí deseo señalar: - Desde el plano económico: • Que se manifiesta una fuerte presencia de "propietarios" dedicados a tareas de agricultura (chacareros, labradores, quinteros). • Que esa especialización productiva es más notable en el Cuartel IV, donde se manifiestan los "quinteros". • Esta "paridad" entre "propietarios" que se dedican a la ganadería y los que se dedican al laboreo de la tierra no implica igualdad o pa ridad en términos de valor económico de la producción. • No debemos olvidar que la ganadería es el rubro ascendente y su producción esta orientada al mercado externo. • La existencia de agricultura - aunque no podemos probar a través de este documento - nos indica que continúa con la producción de cereal (trigo) y hortaliza y alfalfa en las quintas, cuya existencia se remonta a l a época colonial. El trigo y las hortalizas quizás no eran solamente para el consumo de la población del Distrito sino que también estarían destinadas hacia la Ciudad de Buenos Aires. • Sólo el 1,38% de los propietarios es de "color" (5), cinco pardos más precisamente. De los cuales, cuatro son chacareros y uno labrador. • Las "Casas de Trato y Pulpería" son dos y están en el Pueblo de Pilar. Sobre trece pulperías, siete estan en el Cuartel I. Es decir que los centros de operaciones comerciales y financieros estaban concentrados en el ámbito urbano o po r lo menos en lo que se denominaba "pueblo" y era, además, asentamiento de la autoridad distrital. - Desde el plano social: • Los de "color" están representados en los propietarios en un p rocentaje mucho menor a su presencia demográfica, que estimo para ese tiempo 7% de la población total. • Además están registrados como propietarios en el sector productivo menos dinámico. Ninguno es estanciero ni comerciante. • También son pocos los extranjeros propietarios. De ellos, dos son chacareros, tres estancieros y un quintero. - En cuanto a lo político notamos que: • Todas las autoridades del Districo (Juez de Paz, Alcalde y Tenientes de Alcalde) tienen estancia y están 45
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+ "clasificados" como de "regular" y "poca" fortuna. Es decir que ningún funcionario es chacarero, labrador o quintero, ni aún en el Cuartel IV en donde predomina el número de labradores y quinteros sobre los estancieros. • Conviene destacar que el Juez de Paz y Comisario provenía de familias -o era él mismo- propietarias de estancia y de Casas de Trato y Pulpería. • Resulta entonces evidente que el control del aparato político estaba en mano de los "estancieros" pequeños y/o medianos según lo citamos en el párrafo anterior. Todos adictos a la "Causa de la Federación" con la cual colaboraban con su persona y bienes. Pero también es cierto, según lo refleja el "padrón", que por lo menos esta región bonaerense no es para nada una "estancia" por donde transitan libremente gauchos y vacas, sino por el contrario es una sociedad más compleja y más contradictorios los intereses sectoriales, donde con los estancieros conviven con chacareros, labradores y quinteros, quienes de alguna manera se sentirían expresados y representados por aquellos, en la medida que el orden rosista ofrecía estabilidad social y productiva a través de la disciplina guardada celosamente por las autoridades y por otra parte un mercado consumidor para su producción. Vemos entonces que si el soporte político del rosismo eran esos estan-
CUAR TEL
TOTAL PROPIETARIOS
cieros -repetimos más bien pequeños y medianos y no grandes- no menos adherían (aunque con escaso o ningún grado de participación en el esquema "oficial" de gobierno distrital) "fervorosamente a l a Causa de la Federación" esos chacareros, labradores y quinteros. Esta complejidad social viene a d esmitificar esa imagen brindada por el esquema que sostiene que en la medida que Rosas era un gran estanciero y la región bonaerense era una "gran estancia", la política y la conducción del Estado se reducían a reproducir las relaciones paternalistas que se originan en la relación patrón-estancierogaucho y vemos, por lo tanto, que la base social del rosismo era mucho más amplia y compleja, y la política y la conducción más abarcativa y diversa. FUENTES • A.G.N. Padrón de Propietarios de 1838. Sala X. 25.6.2 (Censo Nº 42). • A.G.N. Juzgado de Paz y Comisaría del Pilar. Sala X. 21.4.1. *Profesor en Historia. Egresado del I.S.F.D. Nª 15 Campana- D.G.C. y E. de Bs. As. Lic. en Historia egresado de la U.N.Luján.
OCUPACIONES PRODUCTIVAS ESTANCIERO Cd.
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PULPERO TENDERO Cd. %
PULPERO
CHACARERO
LABRADOR
QUINTERO
Cd.
%
Cd.
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Cd.
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Cd.
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SIN INFORMACION Cd. %
I
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-
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-
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0,93
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1
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LA REFALOSA FEDERAL, UNA DANZA HIPOTÉTICA Rubén Pérez Bugallo* En más de una oportunidad he puntualizado las características básicas que permiten definir -y diferenciar entre sí- los conceptos de tradición, tradicionalismo, nativismo y proyección folklórica. No puedo extenderme aquí nuevamente sobre esas cuestiones, pero sí me resulta necesario iniciar este breve artículo con una rigurosa síntesis que nos sirva en adelante como punto de referencia. La tradición es un proceso dinámico de transvasamiento generacional de bienes culturales. El tradicionalismo ha demostrado ser en nuestro país un movimiento que pese a autodefinirse como cultor y protector de ciertos elementos de la tradición, ha tomado a ésta como un patrimonio estático e inalterable, y a menudo falla en sus diagnósticos cuando intenta determinar qué es auténticamente tradicional y qué no lo es. El nativismo, por su parte, es esencialmente creador. Sus cultores desconocen virtualmente casi todos los rasgos culturales tradicionales y, a lo sumo, toman como tales, sin cultivarlas, las pautas de la "tradición" difundidas por el tradicionalismo. Un trabajo de proyección folklórica, en cambio, es aquel que a partir del conocimiento técnico de determinado hecho folklórico lo recrea artísticamente logrando una obra que refleja el carácter, el estilo y el ambiente de la fuente original. La proyección folklórica, en consecuencia, es una tarea que necesariamente conjuga el talento creativo con el documento científico. La tradición vive en la memoria y la acción del pueblo. El tradicionalismo y el nativismo han sido y son movimientos artísticos urbanos de importante desarrollo, complejos matices e interesantísima historia. La proyección folklórica argentina, en cambio, está representada por expresio-
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nes tan aisladas como excepcionales en el campo del arte. El caso de la danza que hoy se reconoce con el nombre de refalosa federal en academias y peñas dedicadas al cultivo de los bailes criollos será el ejemplo del que me valdré para ampliar en esta oportunidad la apretada síntesis conceptual que acabo de exponer. Comenzando por lo indiscutible, hay que recordar que la refalosa o resbalosa es una danza peruana que data de la época colonial y que aún se halla en ese país vigente. (1) Se trata de una danza afandangada que en sus orígenes estuvo íntimamente emparentada con la zamba y la zamacueca y que hoy lo está con la
marinera y el malambo. En el Perú se la llamó también zamba refalosa, lo que aludía a las mujeres que la bailaban -las zambas, o sea las mestizas de negro africano con indígenas peruano- y a su forma de bailar: picaresca, cimbreante, ondulante, sensual, insinuante y a la vez esquiva. La refalosa pasó, alrededor de 1835, desde Lima a C hile, donde la documentación histórica que la menciona a partir de ese momento y durante to-
do el Siglo XIX es rica y variada (Pereira Salas, 1941: 281-289). Muy pronto cruzó Los Andes hacia Mendoza, "de allí a los salones y a la campaña cuyanos y, más débilmente, a las provincias cercanas" (Vega, 1986: 244). El investigador citado en último término recogió diferentes versiones poéticas, musicales y coreográficas de esta danza en sus trabajos de campo de Mendoza, San Juan y San Luis, logrando además completar esta colección con unos pocos ejemplos más de Catamarca, La Rioja, Córdoba y Tucumán. (2) Pueden resumirse las características de este material indicando que su estructura poética se basa en la intercalación de versos de las coplas con estribillos, motes y expletivos; que su música responde a las típicas pautas del cancionero Ternario Colonial, y que su coreografía posee travesías simples o dobles, cuatro esquinas, vueltas, zapateos y zarandeos. Todos estos elementos, hacen evidente un parentesco con la zamacueca y una procedencia andina. Hacia 1840, el nombre de refalosa relacionado con un baile circulaba en Buenos Aires, los enemigos de Juan Manuel de Rosas y del Partido Federal lo difundieron en versos y comentarios en los que se asociaba el verbo "refalar" con el degüello de que eran víctimas los unitarios. Pero Carlos Vega ha demostrado sobradamente que la danza en boga entre los federales era en realidad la media caña. Sintetizo su detallada demostración con este comentario referido a la no probada presencia de la refalosa en el Plata: "Varios documentos antiguos certifican la popularidad de la Media Caña; los que nombran la "resbalosa" son casi todos versos guerreros de la época cruenta y están casi siempre relacionados con el de47
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+ güello del enemigo. Salvo el tardío y dudoso de Berutti, ninguno puede atribuirse sin objeciones a la Resbalosa andina" (Vega, op.cit.: 237). En efecto, el músico Arturo Berutti (1858-1938) incluyó, en sus artículos escritos en Buenos Aires en 1882, a la Refaloza (Sic.) entre los bailes criollos, indicando que una de sus peculiaridades era la combinación de formas del gato y de la zamacueca. Pero hay que recordar que Berutti era sanjuanino y que residió desde muy niño en la ciudad de Mendoza, en donde seguramente conocía la danza. Otra prueba de que la refalosa propiamente dicha no se bailaba a f ines del siglo pasado en el campo bonaerense es el hecho de que Ventura R. Lynch ni siquiera la haya mencionado en su obra de 1883, dedicada precisamente a volcar sus incipientes observaciones sobre música criolla de nuestra provincia. Hasta aquí, la tradición popular -más o menos conocida a través de los documentos históricos y los datos etnomusicológicos- nos habla de la refalosa en Perú, en Chile y en Cuyo. Ninguna prueba fehaciente permite ubicarla en la provincia de Buenos Aires. Ni en la época federal, ni antes ni después. Veamos a continuación como, desde la óptica tradicionalista, esta realidad se ha tergiversado. En 1923 apareció una primera versión musical de La Resbalosa según Andrés Chazarreta, en la que el recopilador-compositor dio rienda suelta a su libre imaginación a partir de muy vagas y desconectadas referencias obtenidas en el Departamento Figueroa (Santiago del Estero) sobre la forma de la danza. El resultado fue una escritura inadecuada -basada en frases de chacarera "trunca"- y una letra francamente deturpada, desde cualquier punto de vista inadmisible como referencia documental. Carlos Vega advirtió el refrito cuando estudiando las características musicales de la auténtica refalosa aclaró que sólo se basaba en "las versiones tomadas al pueblo, y no a las que más o menos s s u imagen componen los modernos tradicionalistas" (Vega, op. cit.: 244). Sin embargo, el aporte de Chazarreta ganó adeptos. En 1927 Jorge M. Furt
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describió dos versiones coreográficas, una andina -la más creíble- y otra "predominante en las provincias mediterráneas" (Furt, 1927: 54) que no hace sino dar ingenuo crédito a la versión de Chazarreta. Andrés Beltrame hizo conocer su "versión pampeana" en enero de 1934. El mismo año, pero siete meses más tarde -en agosto-, Carlos Vega publicó su primera versión documental en el diario "La Prensa". Pero ya era tarde. Los círculos tradicionalistas, poco adeptos a minuciosidades académicas y a precisiones metódicas, habían hecho suyas -parece que para siempre- las antojadizas versiones anteriores, convirtiéndolas en "folklore" tanto a fuerza del repetido cultivo institucionalizado como de la despreocupada prescindencia de todo aporte científico que pudiera restarles credibilidad. Ismael Moreno publicó su versión en 1936. Para estos tiempos, ya la peregrina idea de que el baile que estamos tratando se llamaba refalosa porque en los tiempos de Rosas los mazorqueros lo bailaban resbalando en la sangre de los degollados era de rigor en todo comentario introductorio de peña o academia sobre los "orígenes" de la danza. En 1948, Antonio Barcelé -primer Director de la
Escuela Nacional de Danzas- incluyó la refalosa federal en sus programas de danzas folklóricas. Discípulo de Beltrame pero admirador de Chazarreta, su versión resultó un término medio: la coreografía presuntamente santiagueña pero bailada con atuendos de mazorquero o estanciero federal bonaerense. Desde entonces y hasta ahora, ésa es la forma -que cuenta con extrañas "travesías", desplazamientos laterales con exagerado resbalón, zapateos y zarandeos "de retroceso"- que se enseña en las academias de todo el país y se practica en las peñas, especialmente en las que pretenden lucir una pátina de revisionismo histórico o directamente hacer gala de un extemporáneo rosismo. Para el tradicionalismo de nada parece haber servido la esforzada tarea de rescate de Carlos Vega. De nada, tampoco, el tardío esfuerzo de sistematización de don Alberto Rodríguez con su refalosa cuyana publicada en 1987. Y es probable que de nada sirvan llamados de atención como el presente. Los tradicionalistas se hallan realmente aferrados a tradiciones inventadas como la que nos ocupa. Pasando ahora al terreno nativista, tengo una anécdota que muestra claramente la habitual actitud de igno-
Melodía folklórica de refalosa recogida por Carlos Vega de Belén, Catamarca. Registro Nº 235-298 del Instituto Nacional de Musicología.
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+ rancia que fluctúa permanentemente entre lo ingenuo y lo deliberado. En el año 1984, cuando en pleno desarrollo de mi Relevamiento de la Música Criolla Tradicional de la Provincia de Buenos Aires me hallaba trabajando en el partido de Chivilcoy, conocí a Carlos Enrique Marchesini, joven de quince años que recién se iniciaba en el canto y la guitarra. Le grabé una docena de sus interpretaciones y a la vez, atendiendo a su interés por la antigua música de nuestro país, le "pasé" dos versiones de refalosa tradicional recogidas en campaña dieciséis años antes. Prometió no solo aprenderlas sino también con mi autorización mediante- ofrecérselas a su amigo Alberto Merlo reconocida figura del canto nativista "surero"-, convencido de antemano de que este profesional sabría apreciar el valor de estos registros y los incorporaría inmediatamente a su repertorio. Al año siguiente visité de nuevo al joven cantor criollo -hoy ya convertido en un c onocido payador de su zona- quien efectivamente había aprendido una de mis versiones, pero dudaba en cantarla en público porque su amigo profesional la había rechazado...¡por no encontrarla ajustada a la coreografía "tradicional" de la Escuela Nacional de Danzas!. Muestra evidente de cómo el nativismo, creador por excelencia, se justifica en ocasiones acudiendo equívocamente al tradicionalismo con la convición (?) de estarse remitiendo a las más incuestionables tradiciones. Para finalizar, hay que decir que no existen, en el terreno de la música y la danza, casos de auténtica proyección folklórica aplicados a la refalosa, "federal" o no. El más aproximado a ese carácter es sin duda el de las "Coplas por refalosa", tema no bailable que el mendocino Jorge Marziali compuso hacia 1990, respetando en lo musical la alternancia rítmica de pies yámbicos y tribráqueos -lo que indica el conocimiento, por parte del autor, de ese rasgo, muy vigente en Chile- e intercalando coplas y motes en la armadura poética. A modo de conclusión, puedo asegurar que la refalosa federal no constituye el único caso de estereotipo coreográfico tradicionalista carente de
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asidero documental. Sólo espero que alguna joven generación de investigadores, músicos y bailarines, se decida a reemprender la ardua tarea que implica la reconstrucción de nuestras auténticas danzas bonaerenses. Y que logre el indispensable apoyo para hacerlo. Notas 1) En la actualidad en Lima, la marinera -reformulación de la zamacueca creada y difundida a partir de 1879 por Abelardo Gamarra ("El Tunante")- suele tener una "fuga de refalosa" como agregado intermedio o final. 2) Hay que tener bien presente que en la colección de Vega hay versiones que difieren entre sí, y que el musicólogo dio a conocer sólo una de ellas. Esta variabilidad -que muchos han considerado necesario "reglamen-tar"- no es sino un rasgo inherente a toda danza popular viva, y ha sido especialmente característica de todos nuestros bailes de pareja suelta, especialmente los de la familia de la zamacueca, donde la ausencia de todo esquema preconcebido fue precisamente la norma.
Bibliografía BELTRAME, Andrés La refalosa. Baile criollo. Versión pampeana. Buenos Aires, enero de 1934. BERUTTI, Arturo. "Aires nacionales". (En: Mefistófeles. Semanario de música, teatros y novedades. Año 1, Nº 26, Buenos Aires, 26 de agosto de 1882). BERRUTI,Pedro. Manual de Danzas Nativas. Buenos Aires, Editorial Escolar, 1954. CHAZARRETA, Andrés A. Arte Nativo Argentino. Tercer Albun Musical. Tonadas, vidalas y bailes criollos para piano y canto. Buenos Aires, 1923. FURT, Jorge M. Coreografía gauchesca. Buenos Aires, 1927. LOYOLA, Margot. Bailes de tierra en Chile. Valparaíso, Ediciones Universitarias de Valparaíso, 1980. LYNCH, Ventura R. Folklore Bonaerense (1883). Buenos Aires, Lajouane, 1953. OTERO, Higinio. Música y músicos de Mendoza. Desde sus orígenes hasta nuestros días. Ministerio de Cultura y Educación. Ediciones Culturarales Argentinas. Buenos Aires, 1970. PEREIRA SALAS, Eugenio. Los oríge-
Una de las variantes coreográficas de la refalosa en Chile. (Loyola 1980: 187.)
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+ nes del arte musical en Chile. Santiago de Chile, 1941. PEREZ BUGALLO, Rubén. "La tradición y el tradicionalismo. Una buena ocasión para ejemplificar". (En: Para Vd., Moreno. Bs.As., noviembre de 1990). PEREZ BUGALLO, Rubén. "Rutas y huellas del fandango y la zamacueca", (En: Entre Todos, Folklore, Año 2, Nº 16, octubre de 1995) PEREZ BUGALLO, Rubén. "Relevamiento y estudio de la música criolla trdicional de la provincia de Buenos Aires". (Informe de avance). (En: Cuartas Jornadas Nacionales de Folklore. Instituto Nacional Superior del Profesorado de Folklore, Buenos Aires, Argentina, 1996). PEREZ BUGALLO, Rubén. Música criolla tradicional de la provincia de Buenos Aires. República Argentina. Buenos Aires, El Arca, 1996. PEREZ BUGALLO, Rubén. "Historia de la Música nativista. Los inicios del tradicionalismo". (En: Caldenia, Santa Rosa (La Pampa), 30 de marzo de 1997). PEREZ BUGALLO, Rubén. "Historia de la Música Nativista. Norte, Cuyo y Litoral en Buenos Aires". (En: Caldenia, Santa Rosa (La Pampa), 6 de abril de 1997). PEREZ BUGALLO, Rubén. "Historia de la Música. Los umbrales de una nueva etapa". (En: Caldenia, Santa Rosa (La Pampa), 13 de abril de 1997). PEREZ BUGALLO, Rubén. "Historia de la Música Nativista. Los años cuarenta. Precisiones conceptuales". (En: Caldenia, Santa Rosa (La Pampa), 20 de abril de 1997). RODRIGUEZ, Alberto. Cancionero Cuyano. Mendoza, 1938. VEGA, Carlos. "La Resbaloza". (En: La Prensa, Buenos Aires, 5 de agosto de 1934). VEGA, Carlos. Música Sudamericana. Buenos Aires, Emecé, 1946. VEGA, Carlos. La zamacueca (cueca, zamba, chilena, marinera). La zamba antigua. Buenos Aires, Julio Korn, 1952. VEGA, Carlos. Las danzas populares argentinas. T. II (2da. ed.). Instituto Nacional de Musicología "Carlos Vega", Buenos Aires, 1986. Coreografía de la refalosa según la modalidad peruana. (Loyola 1980: 176)
*Antropólogo, e etnomusicólogo. Investigador Conicet-Inapl. Vicerrector del Instituto Nacional del Profesorado Superior de Folklore
DECRETO SOBRE EL USO DEL "CINTILLO FEDERAL" (3 de Febrero de 1832)*
Art. 1º- A los 30 días de la publicación de este decreto todos los empleados civiles y militares, incluso los jefes, los oficiales de milicia, los seculares y eclesiásticos que por cualquier título gocen de sueldo, pensión o asignación del tesoro público traerán un distintivo de color punzó, colocado visiblemente en el lado izquierdo del pecho. Art. 2º- El mismo distintivo usarán los profesores de derecho con estudio abierto, los de medicina y cirugía que estuvieren admitidos y recibidos, los practicantes y cursantes de las predichas facultades, los procuradores de números, los corredores de comercio, y en suma todos los que, aún cuando no reciban sueldo del estado se consideren como empleados públicos, bien por la naturaleza de su ejercicio o profesión, bien por haber obtenido nombramiento del gobierno. Art. 3º- Los empleados militares incluso los jefes y oficiales de milicia; las fuerzas de línea; en suma las que componen el ejército de la provincia y las de milicia en servicio, llevarán en la divisa la inscripción Federación o Muerte. Los demás comprendidos en los artículos anteriores usarán de la inscripción Federación. Art. 4º- Los que contravinieren a lo dispuesto, si fuesen empleados serán suspensos inmediatamente de sus empleos por sus respectivos jefes o magistrados de quienes dependan, que cuidarán de hacerlo indefectiblemente bajo la más estrecha responsabilidad, dando cuenta al gobierno por el ministerio que corresponda para la resolución más conforme. Art. 5º- Con respecto a los que no fuesen empleados el jefe de policía velará sobre el cumplimiento de este decreto y dará al Gobierno los avisos necesarios. Art. 6º- Comuníquese, publíquese e insértese en el Registro Oficial". en P. de Angelis, Recopilación de Leyes y Decretos, p. 1118. * Extraído de ETCHARD - DOUZON. Documentos de Historia Argentina. Bs. As. Ed. Cesarini. 1971.
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+ La pintura en la época de Rosas
IRRUPCIÓN DE LO POPULAR EN LA PINTURA ARGENTINA Graciela DRAGOSKI* y Haydée B. PALAZZOLO** En el siglo XIX las naciones latinoamericanas luego de las revoluciones independentistas comienzan a ver en el arte un factor importante de progreso y de integración nacional. Surgió el mecenazgo oficial y la creación de las Academias de Dibujo. América adoptó como propios los movimientos de la historia de occidente, pero en cada lugar, dadas sus condiciones particulares, los efectos de la Conquista y los procesos de emancipación generaron situaciones diferentes. América ingresó en la modernidad de la mano de la ilustración y luego del liberalismo, por lo tanto el vínculo con Europa no se rompió. La independencia se dio a nivel político pero los vínculos culturales cada vez fueron más estrechos, especialmente con Francia e Inglaterra. Aun el llamado "arte culto" siguió los modelos occidentales en su afán de alcanzar la modernidad. El arte popular fue considerado, entonces, como supervivencia, casi inalterable, de tradiciones de la época colonial o aun anteriores. Arte culto - Arte popular, se convirtieron en dos categorías opuestas y separadas, dentro de la producción plástica. Alberdi reclama un arte nacional o americano, por parte de los grupos dirigentes que eran las minorías herederas de las consignas europeas a través de los antiguos colonizadores, planteaba una gran contadicción, la exigencia de que se expresara en términos universales. Durante la colonia la pintura era casi exclusivamente religiosa: cuadros de vírgenes, santos, escenas de la Pasión y relatos del Antiguo Testamento, etc.. Con la independencia las manifestaciones artísticas asumieron un pa pel laico y adoptaron primero el estilo neoclásico y luego a mediados de siglo, el romanticismo. Europa estaba abocada a la búsqueda de lo vernáculo propio o ajeno, en cambio en Latinoamérica no se observó una intención ni por parte de los estados ni de sus artistas, pertenecientes a dicho ámbito "culto", de rescatar las propias tradiciones. (1) La mayoría de los pintores responderán a las exigencias de la aristocracia integrante de una sociedad en vías de transformación que, pese a que estaba consustanciada con las formas hispanas, se fue abriendo a los nuevos modos de vida y a las costumbres más liberales. Se cultivó el paisaje, la marina, el bodegón y el desnudo, pero fue la pintura costumbrista la que se destacó por su mayor originalidad y el óleo, la técnica más utilizada como medio de expresión. Hacia fines del siglo XVIII pocos pintores vivieron en nuestro territorio. Más tarde, a lo largo del siglo XIX fueron llegando al puerto de Buenos Aires pintores extranjeros, los que en su gran mayoría se radicaron en la ciudad, sólo algunos partieron hacia las provincias. (2) Con la creación en 1815 d e la escuela de dibujo, bajo la dirección del padre Castañeda, se inauguró la enseñanza
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oficial en nuestro territorio. Entre 1815 y 1830 se encontraban actuando en el país los franceses José Rousseau, Carlos Durand y Juan Felipe Goulu, el acuarelista inglés Emeric Essex Vidal, el grabador suizo César Hipólito Bacle, el ingeniero saboyano Carlos Enrique Pellegrini, el sueco José Guth, los italianos Pablo Caccianiga, Cayetano Descalzi y Lorenzo Fiorini. En 1830 coincidente con el primer gobierno de Juan Manuel de Rosas, se graduaron en nuestro territorio los primeros pintores, el argentino Carlos Morel y Fernando García del Molino formados en la Escuela de Dibujo de la Universidad. Hacia 1840 siguieron llegando a Buenos Aires pintores extranjeros: los franceses Amadeo Gras, Adolfo d Hastrel, J. B. Durand-Brayer y Carlos Revol, el dinamarqués Rodolfo Carlsen, el español Eustaquio Carrandi, el alemán Carlos Uhl. Fue en 1842 qu e llegó el romántico francés Augusto R. Quinsac de Monvoisin, de formación plástica reconocida al igual que el alemán Juan Mauricio Rugendas, quien arribó dos años más tarde. Contemporáneamente, en Buenos Aires, actuaron Bernardo Victorica, Juan L. Camaña y Prilidiano Pueyrredón. Después de la derrota de Rosas en Caseros en 1852 llegaron, con la inmigración y las ideas progresistas, otros grupos de artistas. Asimismo algunos de los nuestros inauguraron los primeros viajes de formación a Europa. Al analizar las obras de estos artistas, especialmente de los que estuvieron activos entre 1830 y 1852, no observamos grandes diferencias ya sea en el estilo, en los temas o en los aspectos técnicos. Sólo en algunos vemos ciertos cambios significativos al incluir dentro del cuadro lo popular urbano, recordemos que lo popular rural ya había sido tratado con anterioridad. Esto no s ignifica que estemos en presencia de un arte popular, ya que consideramos con Ticio Escobar arte popular "a las manifestaciones particulares de diferentes sectores subalternos en las que lo estético formal no conforma un terreno autónomo sino que depende de la compleja trama de necesidades, deseos e intereses colectivos". Lo popular en este momento de nuestra Historia del Arte irrumpe como tema. Lo que caracteriza al arte popular es su "posibilidad de expresar estéticamente determinadas situaciones históricas desde la óptica de una comunidad que se reconoce en sus signos y se sirve de ellos para comprender dichas situaciones y actuar sobre ellas". Mientras que, en estas obras es el motivo el portador de lo popular. Es un arte detenido en la inmediatez del tema. Se destacan entre los artistas que plasmaron lo popular como tema, en algunas de sus obras. Edmundo Lebeaud que estuvo activo en nuestro país desde 1837 hasta 1866. Realizó diversos retratos al óleo de escasa calidad, entre ellos el retrato de Rosas. Como acuarelista logró apenas un mejor desempeño y esto
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+ lo podemos observar en la obra Soldado de Rosas donde representó a un soldado raso. Ante la falta de estudios sistemáticos, utilizó la intuición en la ejecución de sus obras. El italiano Cayetano Descalzi hizo su aparición en Buenos Aires hacia 1828 y ejerció la docencia hasta aproximadamente 1855. El retrato fue una de sus especialidades, pero su prestigio lo logró a través de las efigies de Rosas, especialmente aquella que sirvió de modelo para la litografía Rosas el Grande. Lorenzo Fiorini con formación académica rigurosa llegó a nuestra ciudad en 1829 dond e trabajó por más de veinticinco años. Fue uno de los pintores más sensibles, logró penetrar en la psicología del modelo, fue un "escrutador de caracteres". En sus retratos la materia pictórica adquiere una liviandad que desmaterializa la forma dotando al personaje de una espiritualidad muy acentuada. En su óleo sobre tela de 1835 Campamento del general Juan Manuel de Rosas en Palermo, vemos a estos personajes despojados de solemnidad. Uno de los más destacados que llegó fue el bordelés Augusto Raymond Monvoisin, que ya había obtenido un cierto prestigio en su patria. Residió muy poco tiempo en Buenos Aires partiendo hacia Chile donde fue invitado para dirigir una Academia de Bellas Artes. Las tres mejores obras que ejecutó en nuestro país, Gaucho Federal, el Soldado de Rosas y La porteña en el templo dan testimonio, también, de la inclusión de lo popular como tema en su obra. Rosa Lastra fue la modelo par su óleo La porteña en el templo. Entregada a l a oración, marca el eje central del cuadro, el luto riguroso acentúa la palidez de su rostro y la blancura de las manos, que sostienen un pa ñuelo que provoca contraste con el negro de los paños. La luz parte de un foco superior sin una intención dramática. Detrás aparece la imagen de un pe queño acompañante negro que al igual que el fondo permanece en la penumbra. Ambas figuras fueron compuestas como un bloque único, de forma cerrada. Otra imagen fragmentada del lado derecho del cuadro, a modo de sombra, equilibra la composición. En esta obra se percibe con claridad las normas académicas de ascendencia neoclásica y la libertad romántica por la presencia del negro como segundo protagonista de la obra. En Gaucho Federal y Soldado de Rosas, óleos de 1842 el protagonista es el hombre de nuestra campaña representado en dos momentos diferentes. El dibujo es vigoroso con amplio uso del color; violentos rojos e iluminados blancos. De la muy abundante obra del romántico Juan Mauricio Rugendas, la realizada en los pocos meses que estuvo en nuestro país (1838), no fue la de mayor valor artístico. Dejó un interesante testimonio sobre las zonas de Mendoza y San Luis ya que no sólo pintó sus paisajes cordilleranos y vistas urbanas sino que documentó a sus habitantes, estancieros y también soldados. También incluyó en sus obras lo popular rural y lo urbano. En su obra Desembarco en Buenos Aires o Escenas del puerto de Buenos Aires describe la carreta que trasporta a l a ciudad los pasajeros que han llegado en el barco, que en el cuadro apenas se ve dibujado en el horizonte. Los pasajeros curiosamente son gauchos o paisanos con colorida indumentaria. Carlos Morel fue considerado el primer pintor argentino, pese a que le antecedieron en el tiempo Felipe de Rivera, Tomás Cabrera y Fermín Gayoso, porque fue el primero en realizar una obra artística coherente, donde los valores
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plásticos exceden lo puramente iconográfico. Más que en el retrato se destacó en los cuadros de múltiples personajes, los cuales dispuso libremente configurando grupos armónicos en una sucesión de planos en retroceso donde generalmente la acción se desarrolla dinámicamente, manifestando en ello su sensibilidad romántica. Con la oposición de tintas contrastantes y valores opuestos logró efectos dramáticos únicos en la pintura de su época. Escenas de costumbres, episodios militares y paisajes fueron los temas que más representó. Cabe destacar su valiosa obra litográfica, entre ella se encuentra la realización de un álbum Usos y Costumbres del Río de la Plata. Su vida artística fue breve, una orden de pena de muerte, que finalmente no se cumplió, y la ejecución de un familiar en tiempos de Rosas, lo llevaron a la locura, estuvo activo sólo hasta 1844; falleció en 1894. La temática popular estuvo presente en sus obras más destacadas: Carga de caballería del ejército federal y Combate de caballería en la época de Rosas, donde lo humano es preponderante. La paleta es rica de colores altos, la pincelada es suelta y de movimientos rápidos lo que acentúa en este episodio de las luchas federales la gran violencia propia de la acción; visión romántica dentro de un encuadre clásico. En Payada en una pulpería, muestra el típico establecimiento donde se advierten las costumbres puntuales de una determinada clase social. En Mercado de carretas en la plaza Montserrat, se destaca la composición con gran cantidad de figuras dispuestas escenográficamente. En estas escenas costumbristas no se buscó la representación de la "realidad" de estos personajes desde la propia perspectiva de sus culturas, sólo se hizo una
La porteña en el templo Augusto Raimundo Quinsac Monvoisin 52
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+ descripción literal y la mirada, tanto sobre el campo como sobre la ciudad, fue siempre desde la academia. No obstante, debemos destacar que consideramos valiosa la irrupción de la temática popular, aunque idealizada, en este siglo XIX donde el protagonismo político estaba circunscripto a la clase dominante, situación de la que por supuesto se hizo cargo la plástica oficial. Notas (1) Algunas excepciones podemos encontrar en los artistas europeos trashumantes que buscaron el color local del paisaje y las particularidades en los cuadros de género. (2) En San Juan Franklin Rawson y Procesa Sarmiento, en Mendoza Gregorio Torres y en Santiago del Estero Gaspar Palacio. Bibliografía RIVERA, Adolfo. Historia general del arte en la Argentina. Siglo XIX hasta 1876, tomo III. Cap.:"La pintura". Academia Nacional de Bellas Artes. Bs. As. 1984. ESCOBAR, Ticio. El mito del arte, el mito del pueblo. Textos de cultura popular. Museo del barro. R. Peroni ediciones. Asunción, 1981. BONFIL BATALLA, Guillermo: "El problema de la cultura nacional".
PICOTTI, Dina (compiladora). Pensar desde América. Capítulo de Colombres, Adolfo: "El arte en la emergencia civilizatoria de América Latina". Catálogos editora. Bs. As., 1995. BRUGHETTI, Romualdo. Argentina en el arte, los comienzos de la pintura. Viscontea editora S.A. vol. 1 Nº 1. Bs.As., 1966. BAYON, Damian (compilador). América Latina en sus artes. Siglo Veintiuno. Unesco. México, 1987 SAN MARTÍN, María Laura: Breve historia de la pintura argentina contemporánea. Editorial Claridad, Bs. As. 1993. PAGANO, José León. El arte de los argentinos. Editorial y librería Goncourt. Bs. As., 1981.
* Profesora titular de Historia del Arte. UBA. Escuela Nacional de Arte “Prilidiano Pueyrredón”. ** Licenciada en Artes. Docente de UBA y de la Escuela Nacional de Arte “P. Pueyrredón”. Investigadora UBACyT.
ROSAS Y SAN MARTÍN REFIEREN EL BLOQUEO FRANCÉS
Grand Bourg, 10 de mayo de 1846. Mi querido amigo: ... Sarratea me entregó a mi llegada a ésta su muy apreciable del 12 de Enero; a su recibo ya sabía la acción de Obligado. ¡Qué iniquidad! De todos modos los interventores habrán visto por este "echantillón" que los argentinos no son empanadas que se comen sin más trabajo que el de abrir la boca: a un tal proceder, no nos queda otro partido que el de no mirar el porvenir y cumplir con el deber de hombres libres, sea cual fuere la suerte que nos depare el destino; que por mi íntima convicción, no sería un momento dudosa en nuestro favor, si todos los argentinos se persuadiesen del deshonor que recaerá sobre nuestra patria, si las naciones europeas triunfan en esta contienda, que en mi opinión es de tanta trascendencia como la de nuestra emancipación de la España. Convencido de esta verdad, crea usted mi buen amigo, que jamás me ha sido tan sensible, no tanto mi avanzada edad, como el estado precario de mi salud, que me priva en estas circunstancias ofrecer a la patria mis servicios, no por lo que ellos puedan valer, sino para demostrar a nuestros compatriotas, que aquella tenía aun un viejo servidor cuando se trata de resistir a la agresión la más injusta y la más inicua de que haya habido ejemplo. José de San Martín La Encarnación de San Benito de Palermo, Mayo 20 (mes de América) de 1846 Señor general D. José de San Martín. Mi querido y respetable general: Tanto más placer he tenido al leer la muy apreciable carta con que usted me favorece, datada en Nápoles el 11 de enero último, cuando ella trae á nuestra patria un recuerdo y un voto digno del heroico defensor de su independencia. General: no hay un verdadero argentino, un americano que, al oír el nombre ilustre de usted, y saber lo que usted hace todavía por su patria y por la causa americana, no sienta redoblar su ardor y su confianza. La influencia moral de los votos patrióticos americanos de usted, en las presentes circunstancias, como en el anterior bloqueo francés, importa un distinguido servicio a la independencia de nuestra patria y del continente americano, á la que usted consagró con tan glorioso honor sus florecientes días. Así enfermo, después de tantas fatigas, usted expresa la grande y dominante idea de toda su vida: la independencia de América es irrevocable, dijo usted después de haber libertado á su patria, Chile y el Perú.Esto es digno de usted. Acepto con gratitud y alto aprecio sus benévolos votos por el buen éxito y honor de la actual contienda, y deseo á usted la mejor salud y felicidad. Soy respetuosamente de usted atento compatriota y amigo. Juan M. de Rosas IRAZUSTA, Julio. Vida política de Juan Mauel de Rosas. A través de su correspondencia. Tomo V: La agresión anglo-francesa. Buenos Aires. Editorial Huemul. 1968.
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+ Bs.As.11-VI-1997 Estimada Profesora Graciela Saez: Casi por casualidad cayó en mis manos el Nº 13 de la Revista de Historia Bonaerense. Fue una agradabilísima sorpresa. La calidad de los colaboradores, el nivel de las notas y el tema central de la edición, las mujeres, me parecieron excelentes. Quiero felicitarla por este esfuerzo y me permito pensar que la revista que Ud. dirige se emparenta con "Todo es Historia", lo que, obviamente, hace que me resulte más simpática. Le envío un afectuoso saludo. FÉLIX LUNA
-Museo y Archivo Histórico "Primer Combate Naval Argentino". Publicaciones Diversas, Serie II Nº 7 Chervo, Santiago. San Nicolás de los Arroyos, 1990. -Idem, Nº 6, 1986. -Idem, Nº 5, 1985. -Museo y Archivo Histórico "Primer Combate Naval Argentino". Publicaciones Diversas, Serie II Nº 8. Escuela Normal de San Nicolás. Discursos y composiciones. San Nicolás de los Arroyos, 1991. - MORÓN, Alicia. Estado y Fuerza de Trabajo en Argentina (1976/80) y Paraguay (1970/1980). Algunas reflexiones comparativas. Unidad multidisciplinaria. Facultad de Ciencias Sociales. Documento de trabajo Nº 32. Montevideo, 1996. - BERJMAN, Sonia. Buenos Aires y el Río: Las costaneras. Academia Nacional de la Historia, Bs.As. 1996. - MAYO, Carlos. Coacción y Mercado en la Formación del Mercado de Trabajo Rural Rioplatense a fines del período colonial. Bs.As. 1996. - DE PAULA, Alberto. Origen, evolución e identidad de los pueblos bonaerenses. Bs.As. 1996. - GODOY, Eduardo. La Historia de Atulp. Asociación de Trabajadores de la Unidad de La Plata. La Plata, 1995. - BONNER, Arnold. La planificación económica y el movimiento cooperativo. Idiciones Intercoop. Bs. As. 1960. - DE CARVALHO, Ronald. Pequeña historia de la literatura brasileña. Biblioteca de autores brasileños. Bs.As. 1943. - DEL VALLE, Aristóbulo. Oraciones magistrales. Vaccaro. Bs.As. 1922. - AUZA, Nestor Tomas. José Ignacio Garmendia, militar y escritor. Círculo Militar. Biblioteca Nacional. B.s As. 1980. - HEREDIA, Edmundo; DEL PILAR OTERO, Delia. Los escenarios de la historia, imágenes espaciales en las relaciones internacionales latinoamericanas. Programa de historia de las relaciones interamericanas. CIFFYH. Universidad Nacional de Córdoba, Facultad de Filosofía y Humanidades. Córdoba 1996. - Lettere Di Condannati a Morte della Resistenza Italia-
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na. Einauni Editore, Torino. 1952. - GARCÍA FUENTES, Antonio. España, aquí y ahora. Ensayo. Antonio Garcia Fuentes editor. España, 1985. - Studia. Publicación de la cátedra de historia del pensamiento y la cultura argentinos. Universidad Nacional de Córdoba, Facultad de Filosofía y Humanidades. Nº 5. Córdoba, 1996. - Gente de la tierra, el aporte indígena a la identidad nacional. Ministerio de Cultura de la Nación. Bs. As., 1993. - BOTTA, Vicente Raúl. Historia de Zárate. Taller gráfico La Voz de Zárate, 1994. Bs.As. Fascículos I a XI. - AZCUY AMEGHINO, Eduardo. El latifundio y la gran propiedad colonial ríoplatense. Fernando García Cambeiro, Bs.As. 1995. - Gacetilla Sanmartiniana. Órgano de la Asociación Cultural Sanmartiniana. La Plata. 1996. - Evaluación de la calidad de la educación. Sus posibilidades en la escuela secundaria. Dos experiencias curriculares en el Colegio Nacional, Universidad Nacional de La Plata, 1995. - MOYANO, Hugo. La organización de los gremios en Córdoba. Sociedad artesanal y producción artesanal 1810-1820. Centro de Estudios Históricos, Córdoba, 1986. - Artes y Letras, Año 4, Nº 22, mayo-junio 1997, Castelar - Fra Di Noi. Boletín informativo. Sociedad Italiana de Morón, Nº 57, Morón. - Folia Histórica del Nordeste.Nº 12. Instituto de Investigaciones Geohistóricas-Conicet. Fundanord- Instituto de Historia- Facultad de Humanidades- Univ. Nacional del Nordeste. Resistencia 1996. - Noticias de la USAM. Síntesis informativa destinada a la comunidad educativa. Villa Udaondo Pcia. de Bs.As. Marzo de 1997- Año III- Nº 1. - Revista Nuestro Lugar. Malaver Pcia. Bs.As. Año III Nº 14 abril 1997. - Gacetilla informativa. Archivo Histórico Municipal "Andrés R. Allende". Lincoln. mayo-junio 1997. Año II Nº 9-10. Agradecemos a la dirección de la gacetilla la referencia que dedica a l a Revista de Historia Bonaerense anunciando los próximos temas a tratar y reproduciendo las pautas para
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Agenda
Agosto
- 30. XI Jornada de Historia en Vicente López. Se puede presentar trabajos hasta el 15/8. Informes: Torre Ader. Triunvirato y Castelli (1605- Carapachay) Tel.: 765-3874
Septiembre
- 1. Concurso de Ensayo "170 Aniversario de la Fundación del Fuerte Federación". Organiza la Dirección de Cultura de la Municipalidad de Junín y el Archivo Histórico Municipal. Plazo de entrega de trabajos hasta 1/11/97. - 11 al 13. XXIX Jornadas de la Asociación Argentina de Estudios Americanos. La Plata. Tema: Los EEUU y América Latina. Relaciones interculturales. Problemática del fin del mileño. Las jornadas se realizan en el marco de la celebración del centenario de la U.N.L.P. Informes e inscripción: 7829597 / 804-8780 / 021-82-5881 / 021-24-7873. - 12. VII Encuentro Educativo. Sede: Museo Banco Provincia. Informes: 331-1775 / 7943. Organiza: Archivo. - 12 y 13. Jornadas sobre "Los Inmigrantes". Organiza: Filial Dolores de la Sociedad Argentina de Historiadores. Informes: (0245) 2730-7449-7457. Presentación de trabajos hasta el 20/8. - 17 al 19. IV Jornadas Argentinas de Estudios de la Población. Resistencia -Chaco. Organizan Asociación de Estudios de Población Argentina e Inst. de Investigaciones Geohistóricas - CONICET. Informes: Av. Castelli 630 (3500) Resistencia. Chaco. Tel: (54722) 27798 Fax (54722) 3998339996. - 22 al 26. Primer Congreso sobre el Transporte, su historia y su participación en el desarrollo de las comunidades. Organizan: Universidad Nacional de Rosario, Municipalidad de Rosario e Instituto Panamericano de Carreteras. Sede: Fac. de Cs. Exactas, Ingeniería y Agrimensura de la U.N.R. Se reciben trabajos hasta el 28/8. Información: Av. Pellegrini 250 (2000) Rosario. Telefax 54-41- 264160 Fax 54-41- 852810.
Octubre
- 9, 10 Y 11. IV Congreso de los Pueblos de la Provincia de Buenos Aires. Sede: Mar del Plata. Organiza: Archivo Histórico de la Pcia. de Bs. As. “Dr. Rica rdo Levene”. Informes: Pasaje Dardo Rocha, Calle 49 Nº 588, 2º piso (1900) La Plata. Tel. Fax: 021-82-4925. - 20 al 24. Programa intensivo de especialización en métodos cualitativos de investigación. Seminarios: Las entrevistas no estructuradas: Los casos de la entrevista en profundidad y la historia de vida, y El análisis de datos en la investigación cualitativa: el caso de la historia de vida. El uso de las computadoras en la investigación. Organiza: Instituto de Desarrollo Económico y Social (IDES). Informes: Aráoz 2838. Bs.As. Tel. 804-4949.
Noviembre
REVISTA DE HISTORIA BONAERENSE Pautas para normatizar la presentación de los trabajos ◊ Se recomienda una extensión máxima de ocho (8) carillas, incluyendo citas, bibliografía, gráficos e ilustraciones. Estos dos últimos se incluirán en hojas separadas con el epígrafe correspondiente, debidamente numerados. Citas y bibliografía irán al final del trabajo. ◊ Enviar junto con el trabajo los datos del autor y, si perteneciera a alguna institución, datos sobre ésta. ◊ Los trabajos presentados a nuestra revista no serán devueltos. ◊ La publicación de los trabajos queda sujeta a los criterios que considere oportunos la redacción. ◊ Se deben enviar dos copias, a doble espacio y numeradas. De ser posible, con una copia en diskette en formato Microsoft Word. CITAS BIBLIOGRÁFICAS: - APELLIDO y nombre del autor. - Título en negrita. - Casa editora, lugar y fecha de edición. - Volumen o tomo. - Si lo desea, número de página CITAS DE REVISTAS: - APELLIDO y nombre del autor. - Título del artículo entre comillas. - Título de la revista en negrita - Volumen, número, año. - Número de página. FOTOGRAFÍAS, MAPAS, GRÁFICOS: - Réplicas en fotocopias láser solamente. CITAS DOCUMENTALES: - Nombre completo del archivo, seguido de abreviatura entre paréntesis en la primera cita. Abreviatura de la segunda cita del mismo archivo en adelante. - Número topográfico o ubicación en adelante. DIARIO O PERIÓDICO: - Nombre del diario o periódico. - Lugar y fecha de edición. - Sección del diario o periódico, si lo desea.
- 8. Jornada de Historia Regional. Organiza: Archivo Histórico Municipal "Andrés R. Allende". Informes: Suipacha 48 (6070) Lincoln. Buenos Aires.
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+ SCHORI PRESENTA: ARTISTAS PLÁSTICOS BONAERENSES
San Pedro: FERNANDO GARCÍA CURTEN ESCULTOR
Nace en San Pedro en 1939. V ive en Estados Unidos en 1965/66/67. Invitado por la Whittier Public Library, realiza en California su primera muestra individual en 1967. Posteriormente (en 1978) obtiene una Beca del Instituto de Cultura Hispánica y realiza una exposición individual en Madrid. En 1981, invitado por Elizalde Gallery expone en la Universidad de Los Angeles. Entre 1983 y 1984, nuevamente en Estados Unidos, invitado esta vez por Illinois Art Council, realiza cinco muestras individuales y dos colectivas. En 1983 y por invitación del Latin-American Cultural Development, expone también en Houston y en Washington D.C.. En 1987 y 1988 una muestra de sus obras se exhibe en Barcelona (España) por invitación de la Galería Estol. Diversas galerías argentinas realizaron muestras individudales de Fernando Garcia Curten; en Buenos Aires las Galerías Van Riel y Teodelapio, en Rosario la Galería Carrillo. También expuso sus obras en el Centro Cultural Recoleta y Centro Cultural Gral. San Martín de Buenos Aires. En 1976 y 1977 Fernando Garcia Curten obtuvo dos primeros premios en la República Argentina y en 1967 recibió una Mención Honorífica en los Estados Unidos. A partir de 1977 deja de participar en salones competitivos y desde 1990 deja de exponer. En 1992 la Municipalidad de San Pedro convierte en Casa Museo el lugar en que Garcia Curten nació y en el que vive y trabaja. Sus obras, avaladas por decenas de opiniones críticas publicadas en revistas, libros y periódicos, e nriquecen numerosas colecciones públicas y privadas del país y del extranjero. En 1996, F ernando Garcia Curten fue elegido, por disposición de la Secretaria de Cultura de la Provincia, una de las diez personalidades nacionales que, por sus trayectorias específicas son merecedoras de la difusión de su obra en escuelas, centros culturales, etc., a través de cortometrajes realizados por el Instituto Nacional de Cinematografía y auspiciados por la UNESCO. “Recluido en su antiguo caserón de San Pedro, Garcia Curten encontró el tiempo para construir una obra absolutamente original.” Luis Gruss, “Clarín Revista”, Buenos Aires. “El detonante estético me llegó cuando fui a visitar el taller de Garcia Curten en San Pedro, donde el escultor trabaja con deshechos. Las esculturas aparentaban surgir de las paredes y del piso, o por lo menos esa es la imagen que retengo, porque el taller estaba construido tan orgánicamente como sus obras. Entonces se me ocurrió una playa recubierta por lava que hubiera quemado a la gente, convirtiéndola en un museo de horror, negro y petrificado.” Gustavo Nielsen, Diario “Clarín”, Buenos Aires. “Ha fundido y fundado un universo particularmente terrible, sin alternativas. Un enfrenadísimo territorio de belleza anticonvencional, de indispensaable visión”. Alfredo Andrés, Revista “La Cosa”, Bs. As. “Materiales elegidos, pero de desecho, son los que emplea para realizar su obra, que trasciende la exacerbada visión del expresionismo con una provocativa llamada a la reflexión y un propósito crítico”. Aldo Galli, “La Nación”, Bs. As.
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