RHB N°23 – PRESERVACIÓN DEL PATRIMONIO

Page 1


Í N D I CE

DECLARADA DE INTERÉS LEGISLATIVO POR LA HONORABLE CÁMARA DE DIPUTADOS DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES

NOVIEMBRE DE 2000

AÑO V I I- Nº

Editor ial

3

Las muj er es de Mor ón en la his tor ia, por Gr aciela S aez y Nor ma Videla T ello

12

Recuer dos del Viej o Mor ón, por Lily S os a de Newton

14

En tor no al patr imonio pr ivado. El Río de la Plata a fines del s iglo XVI I I , por S ilvia Mallo

18

¿Mito o His tor ia? La pr imer a capilla del Mor ón colonial, por Car los M. B ir occo

24

Ges tión patr imonial integr al del Pr ogr ama Municipal de Pr es er vación del Patr imonio Ur bano y Ar quitectónico de Ros ar io, por Gabr iel E. As or ey

30

Patr imonio intangible s util y poder os o, por Gr aciela S aez

31

Fichas didácticas de los par tidos de la Pr ovincia de B uenos Air es : Nº 45 Almir ante B r own y Nº 46 Cañuelas

35

Un r ecinto bien guar dado, por Aur or a Ravina

40

T r as cendencia y pr es er vación: la Catedr al de La Plata, tes tigo de la his tor ia de la ciudad, por Guiller mo Gar cía y Guiller mo Pilía

44

Haedo y s u patr imonio, por S ilvina Pér ez B ar r ía

46

La pr oblemática de los emblemas ideológicos . El patr imonio que guar da el edificio municipal de Mor ón, por Nor ma Videla T ello

48

Patr imonio ar quitectónico lomens e, por Luis Letiz ia

49

La es tancia del Gr al. Viamonte en S an Vicente. Monumento his tór ico, por Haydeé Epifanio y Eduar do Mar cet

54

Recuer dos de mar Chiquita. La mes a de algar r obo, por Adolfo Roy

56

Cons er vación del patr imonio, inventar io y par ticipación s ocial, por Os car Rober to Valver de

61

Patr imonio natur al de Mor ón antiguo, por Els a López

23

Es una publicación del Instituto Histórico del Partido de Morón Crisólogo Larralde (ex Rauch) 1066 Casilla de Correo Nº 110 - Morón C.P. 1708 Tel. 4483-2147 / Fax 4489-7700 Editado por la Asociación de Amigos del Instituto Histórico del Partido de Morón AUTORIDADES Intendente Municipal Sr. Martín Sabbatella Secretaria de Desarrollo Social Sra. Ana María Domínguez Directora de Educación Prof. María Virginia Veiga Instituto Histórico del Partido de Morón Directora Prof. Graciela Saez STAFF de la REVISTA Dirección Prof. Graciela Saez Secretaria de Redacción Lic. Norma Videla Tello Asesora Lic. Hebe Clementi Consejo Editor Prof. Graciela Saez Lic. Norma Videla Tello Lic. Carlos Birocco Τ Composición y Diagramación Prof. Ana Bidiña Τ Procesamiento digital de imágenes Daniel Battilana Τ Trabajo Administrativo Martha Cortines Τ Registro Nacional de la Propiedad Intelectual: Nº 686.295 Τ Los artículos firmados son responsabilidad de sus autores

Τ

2

Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de la revista, salvo expresa autorización de la Dirección.

1


Editorial El Instituto Histórico ha manifestado a lo largo de su trayectoria una honda preocupación por la conservación de Patrimonio Histórico Cultural, realizando trabajos de investigación y difusión al respecto. El año 2000 convocó en una Jornada de Preservación del Patrimonio Cultural y Natural a destacados especialistas que expusieron y debatieron con la comunidad moronense sobre la problemática. Es evidente que en la población hay una mayor conciencia y responsabilidad con respecto a lo que debe ser conservado dentro de su hábitat, pero también debemos reconocer que eso no tiene correlato con las actuales posiboilidades del Estado. Existen distintas manifestaciones en el pareimonio histórico cultural. En lo material hay un patrimonio arquitectónico, de monumentos y diversos artefactos que ha sido tradicionalmente valorado y en el mejor de los casos protegido. Pero también hay un patrimonio intangible que se vincula a las tradiciones, los rituales, los antiguos oficios, costumbres y todo tipo de expresiones del espíritu. En la actualidad se observan nuevas categorías del patrimonio, así se rescatan recorridos, paisajes culturales, corredores históricos, el patrimonio industrial que revaloriza viejas fábricas, galpones y maquinarias, sitios arqueológicos, conjuntos urbanos arquitectónicos, edificios y espacios emblemáticos para la comunidad. Nuevos usos sociales y económicos amplían los recursos para concretar la conservación del patrimonio e impedir, por ejemplo, que los edificios mueran porque no hay vida en su interior. El turismo, la hotelería y otros emprendimientos comerciales encuentran cabida en esos edificios, preservando su estructura ediliucia esterna. Se hace omprescindible una gestión del patrimonio tanto histórico como natural. Al iniciar el camino del nuevo milenio, en momentos en que las sociedades tienden a homogeneizarse, borrando sus propias huellas, es necesario revalorizar el pasado, conservando el patrimonio heredado de quienes nos precedieron, pero respetando la diversidad, los rasgos que distinguen e identifican a cada comunidad. G.S. y N.V.T.

2


Las Mujeres de Morón en la Historia

Graciela Saez Norma Videla Tello

La herencia es un lazo que sin cortarse jamás, se extiende y alarga a través del tiempo. Ella no solo comprende los bienes materiales que los padres puedan dejar a sus hijos. Se entiende que un pueblo recibe siempre de sus mayores, de sus ancestros, de los primeros, de los pioneros una parte de lo realizado y un testimonio mudo que rescata algo de sus vidas. La memoria colectiva es la abarcadora de todo ese caudal de vivencias, que en este caso puntual las mujeres de otros tiempos nos legaron. De ellas recibimos pensamientos, actitudes ante la vida, luchas, sacrificios, realizaciones en el devenir histórico. Todo ello constituye el patrimonio de nuestro género.

LAS MUJERES QUE INICIARON LA HISTORIA Las tierras de Morón fueron transitadas por mujeres desde que los aborígenes comenzaron a desplazarse por las pampas. De ellas nada sabemos, es posible pensar que no se asentaron en la zona, dado sus hábitos nómades, ya que no se han encontrado vestigios. Pero las tenemos en cuenta como mujeres que al desarrollar su vida en la región son parte de esta historia. La mujer colonial que vivió en las tierras moronenses fue formada de acuerdo a los valores católicos españoles de la época. En el hogar tuvo a su cargo todas las tareas domésticas, alimentaba y vestía a los suyos, se ocupaba de la crianza, educación y formación religiosa de los hijos pequeños, cuidaba la huerta, y en los atardeceres de sosiego junto a las demás mujeres de la familia, cosía la ropa blanca y bordaba la mantelería, preparando durante años el ajuar de casamiento para las hijas aunque estas fueran aún pequeñas. Muchas familias de aquellos tiempos eran extensivas y estables y contaban en su seno además de padres e hijos a toda una parentela compuesta por abuelos, tíos, primos, agregados, sirvientes y esclavos. Había un tácito mandato según el cual ella debía asumir las tareas adjudicadas a su género, pero a la vez no era dueña de su destino pues estaba bajo la tutela del hombre que presidiera el hogar, fuera padre, esposo o hermano. Sólo podía disponer de sus bienes a través de su tutor o responsable, con excepción de las viudas que se veían obligadas a hacerse cargo de sus proles. Al no ser este un pueblo levantado expresamente, con ceremonia y acta de fundación, no tenemos un listado detallado de los primeros pobladores urbanos, sino que ellos van surgiendo de la investigación sobre la distribución de las prime-

3


ras tierras. Y si así hubiese ocurrido, difícilmente conoceríamos los nombres de las primeras mujeres habitantes del pueblo de Morón, pues los cronistas e historiadores de antaño no da ban importancia a este aspecto histórico. El período colonial se inició en este lugar con la distribución de chacras, y hacia el siglo XVIII quintas y luego solares alrededor de la iglesia parroquial. Allí comenzaron su historia las familias moronenses. Entre aquellas primeras mujeres Pascuala Alarcón heredó de sus padres hacia 1770 parte de los terrenos más céntricos del Morón actual (1) Cuando terminaba la centuria del 1700 había muchas quintas que con sus huertas y sembrados llegaban hasta el pequeño poblado, que en realidad estaba constituido por unas escasas manzanas alrededor de la iglesia. En el relevamiento que hace Carlos Birocco sobre la distribución de solares y propietarios, menciona algunas mujeres propietarias que fueron las que constituyeron las primeras generaciones femeninas dueñas de terrenos: Pascuala Alarcón, Isabel de Magallanes e hijas herederas y viudas de los antiguos dueños.(2) Algunas mujeres del pueblo y la campaña cercana realizaban tareas en casa de otros y hacían su aporte al hogar. Los oficios coloniales de las mujeres pobres eran trabajar como sirvientas, cocineras, lavanderas, (cargando grandes atados de ropa , que lavaban en la cañada y luego secaban allí mismo extendida en el pasto) costureras o remendonas, mientras que en el campo las poderosas eran a veces dueñas de chacras o pequeñas quintas y las humildes, sirvientas y criadas de casa (este trabajo era por lo general mal remunerado.) Existía otro oficio viejo como el mundo : el de las parteras o comadronas, ejercido por mujeres que tenían la libertad de salir de su ámbito doméstico, e introducirse en otro, tanto o más privado, la alcoba familiar donde las mujeres daban a luz. En los alrededores de Morón la mujer tenía un rol mucho más duro, hubo pulperas, las que ejercían el papel de maestros de posta a falta de hombres o por la muerte de ellos, como ocurrió cerca del Puente de Márquez alrededor de 1810 y esclavas, cocineras o amas de leche, capaces de hacer los más tentadores pastelillos con una inexplicable y enorme sonrisa, acallando la frustración de su sometimiento.

4

CUANDO LOS TIEMPOS EMPEZARON A CAMBIAR Hubo panaderas, que recibían la harina del Molino ubicado en el “Paso Morales” a orillas del Río de las Conchas. Ese molino levantado en la década del sesenta, se suma a la llegada del tren a mitad de siglo produciendo un importante progreso económico y social en la población de Morón. De las niñas de los hogares que poblaban Morón hacia fines del siglo XIX (censo de 1895), 956 estaban en edad escolar, pero sólo 459 concurrían a la escuela de primeras letras. Lo que indica que los padres querían en los umbrales del siglo XX que sus hijas supieran leer y escribir, y también debemos tener en cuenta el acatamiento a la ley 1420. Las maestras habían logrado imponer para esa época numéricamente su género frente a aquellos primeros maestros de comienzos del siglo XIX que más que enseñar lecturas y números a sus alumnos se preocupaban por hacer uso y abuso de palmeta y penitencia pública, para ejemplo (ante el pueblo) sobre todo del poder omnímodo que les otorgaba su jerarquía de maestros. Las parteras como Doña María Padilla Basile según el testimonio de Ramona Pavón de Gamietea, que ayudó a nacer a los 13 hijos de su familia entre muchos otros del pueblo, compartía su oficio con la atención del almacén “Los Tres Picos” ubicado entre San Martín y la calle ancha (hoy Irigoyen), al lado de su casa. Lugar recordado también porque allí paraban los carreteros y por las noches se poblaba de guitarras. También conoció a otra partera Graciana Idiart, que vivía en la calle Belgrano. (3) Ramona recuerda a o tras mujeres, innombrables para las señoras y niñas de aquellos tiempos: “Teníamos prohibido pasar por la calle San Martín porque había una casa pública, había mujeres”. Estas mujeres muchas veces venidas de otros pueblos, ejercían la prostitución reglamentada por numerosas ordenanzas municipales. Se alojaban en algunos conventillos como el de Figueras y otros donde era común la promiscuidad. Las casas de tolerancia estaban del lado norte en torno a la calle Alem. Era la triste realidad de una sociedad que otorgaba a las mujeres destinos sagrados o humillantes de acuerdo a la cuna donde habían nacido y a la habilidad para abrirse camino en la vida. Ya es un Morón distinto, donde las quintas no sólo eran de laboreo pues a lo largo del siglo XIX se habían ido construyendo lujosas residencias de descanso para las familias porteñas en la época


estival, que también se constituyeron en casas de refugio para huir de Buenos Aires cuando llegaban las epidemias que produjeron grandes mortandades en los lugares más poblados. (4) Allí vivían familias de clase acomodada, cuyas mujeres, mundanas, con vivencias algunas veces más cosmopolitas jugaban al croquet, tomaban el té, organizaban cabalgatas o paseaban en hermosos coches tirados por caballo, “En esos mismos coches paseaban las familias en los corsos de flores de los carnavales moronenses” (5) Con ellos venía la servidumbre, integrada en gran parte por mujeres que desde su humilde lugar vivieron largos períodos en estas tierras y en algunas ocasiones conocieron algún proveedor moronense (de frutas, carnes o leche) del cual se enamoraron, quedándose y formando familia por estos pagos. Las inmigrantes Por esos tiempos la inmigración trajo otro modelo social de mujer: la luchadora, que venía con un pequeño núcleo familiar en busca de una vida mejor. Traía el dolor de haber abandonado su tierra y el tronco familiar y debía enfrentarse a un mundo nuevo de palabras incomprensibles, adaptándose a la convivencia en hacinados conventillos en Buenos Aires o lejanas chacras donde el trabajo de la tierra era el depositario de sueños de una vida distinta, logro que recién alcanzarían en la próxima generación sus hijos. Muchas llegaron meses o años después que sus maridos, con sus hijos pequeños, para encontrarse con la dura realidad. (6) Ellas habitaron Morón y ocuparon dentro de su sociedad diversos lugares. Ana Cavatorta de Paracone, representante de una migración más selecta, llegó de Italia portando un título universitario apenas empezado el 1920. Aquí debió guardarlo y encauzar sus actividades hacia las instituciones de beneficencia. (7) Participar sin romper los modelos Pero las mujeres reducidas por el imaginario social a una pasividad irreal, cobijadas en el encierro de su hogar, excepto en las misas tempranas, encontraron desde fines del siglo XIX y en las primeras décadas del XX formas de proyectarse en la sociedad, sin romper con los modelos que esa misma comunidad reservaba para ellas Desde 1894 funcionó en una sala del Colegio María Auxiliadora el Taller de Señoritas San Vicente de Paul, donde sus socias confeccionaban ropa

para distribuir entre las familias más necesitad(8) La Comisión de Damas Vicentinas, formada por distinguidas damas de la sociedad moronense, liderada por Ostaciana Bravo de Lavignolle, logra crear un Hospital Vecinal que fue inaugurado en febrero de 1909. Esta importante comisión que tanto hizo por la salud de los moronenses estaba integrada entre otras por Julia S. De Acosta, Margarita Sagasta de de Barbieri, Tula Arana de Ossorio, Julia Álvarez de Lacoste, Jovita Machado, Lucía P. De Hartridge, Rosario A. de Arana y Ela Lopez de Bonorino. (9) Más tarde fue creado un hogar para ciegas donde según consiga Gabino Bravo en 1945, se asistía a 25 mujeres ciegas que aprendían y practicaban distintas disciplinas artísticas, además de las “labores de la aguja”. Ese hogar recibió el no mbre de Vicenta Castro Cambón, en homenaje a la poeta moronense, cuya ceguera no le impidió trascender a través de sus glosas. Este modelo de participación femenina en la vida social continúa encarnado en distintas sociedades de beneficencia, comisiones de damas, asociaciones de mujeres que durante más de cien años han colaborado con instituciones sanitarias, educativas, recreativas o profesionales, brindando su tiempo y su trabajo en cada una de las localidades del Partido de Morón. EL XX, EL SIGLO DE LAS MUJERES El siglo XX traerá nuevos aires al papel de las mujeres, según cual fuera su extracción social: las de cuna o muchas veces pretendido linaje se fueron introduciendo poco a poco en las universidades, siendo más común verlas ejercer el magisterio y la beneficencia al servicio de los pobres, mientras las muchachas inmigrantes encontraron su lugar laboral en las fábricas que comenzaban a extenderse en los alrededores de Buenos Aires, incluyendo a Morón en este nuevo desenvolvimiento económico social. Las docentes La maestra Justina Pascuala Cueto que había llegado a Morón en los albores del siglo a ocupar la dirección de las Escuela N° 2, pronto se vio envuelta en un escándalo social que produjo su destitución. La excusa: hacer suscripciones para comprar un piano y elementos de limpieza para la escuela, ser socialista y no ir a misa, entre otras cosas. Verdadera transgresora, había fundado en Morón

5


paralelamente a su labor docente un periódico educacionista, literario y social, llamado El Adelanto con dirección y administración femenina como decía su portada. Las mujeres que allí escribían se ocuparon de la defensa de los maestros destituidos, de los salarios docentes, de la higiene en los colegios. Pero fundamentalmente propiciaban la solidaridad con las clases humildes, enjuiciando la desigualdad social, la ostentación y el abuso de poder. Suspendida en el cargo, puso en marcha con otras mujeres e instituciones la primera Escuela Popular Laica de Morón, donde entre otras innovaciones se realizó capacitación docente formando maestras tanto en Morón como en localidades vecinas. (10) Hoy Morón la recuerda y le ha otorgado un lugar merecido dentro de su historia. Pascuala Cueto, junto a otras mujeres formó parte de una avanzada femenina, que trabajosamente tuvo acceso a la palabra pública, fueron generalmente educadoras, que predicaron con el ejemplo, impulsando y poniendo en práctica sus convicciones. Otra notable mujer fue Clemencia Ceballos, quien se autodenominaba “la vieja de la Patria”. Doce nte destacada, falleció el 3 de julio de 1917, siendo acompañada por una enorme concurrencia. Ella organizó una suscripción pública para levantar una columna conmemorativa en la Plaza central, que sería erigida en el centenario de la Jura de la independencia. (11) Las maestras de Morón han tenido un merecido homenaje en vida durante el gobierno de César Albistur Villegas, en que se denominaron 22 calles del partido con sus nombres. La mujer: reina del hogar Época de casas grandes, altos frentes con entrada al medio y dos ventanales a sus costados, adornadas con enrejados balcones y trabajadas molduras. Muchas de ellas permanecen, algunas bien mantenidas son quietos testigos de una época tranquila, con tardes apacibles cuando las señoras salían a pasear o a visitar a sus amistades. Era otro modo de vivir, donde daba la impresión de que el tiempo pasaba lentamente y los cambios no eran tantos ni tan rápidos. El censo nacional de 1914 contabilizaba 11.817 mujeres sobre un total de 24.624 habitantes. El hogar era el reino de las mujeres, y mientras los hombres tomaban las grandes decisiones, y era quienes tenían representatividad en la vida pú-

6

blica, a ellas les estaba reservado un importantísimo lugar en la vida doméstica, sobre todo en cuanto a la educación de los hijos. Era “la patr ona” y en su territorio ejercía muchas veces un gran poder. La publicidad periodística les destinaba grandes espacios, ofreciéndoles planchas, cocinas, estufas y faroles de marca Volcán, radios, máquinas de coser. La Compañía Argentina de Electricidad en abril de 1943 ofrecía el dictado de clases de cocina, con demostraciones prácticas, participando cada asistente en el sorteo gratuito de una cocina eléctrica y la Peluquería de Damas “Zulema” pr omocionaba cortes y peinados, decoloraciones y masajes faciales en la calle Brown 872 que “dan a la clienta un soberbio timbre de distinción...”.(12) Ramona de Gamietea nos proporcionó el contrato que firmó en 1920 en Morón con la Singer Sewing Machine Company por el arrendamiento de una máquina de coser durante veinte meses. En el momento de la firma del mismo pagó cin cu en ta p esos (5 0 ) y p or m es d eb ió p agar 1 0 p esos. Percibimos en aquellos tiempos una actitud masculina ambivalente con respecto al rol femenino. Los periódicos moronenses como La Tribuna publicaban artículos escritos por hombres donde se referían a ellas como “Seres especiales...” a los que se permitían aconsejar sobre temas cotidianos y la vida en general: “Como ser hermosas, ... tener el pelo rizado...” eran enfoques que iban destinados a enseñarles a seducir o enamorar, o cómo conducirse si habían “cometido el pecado” de quedarse solteras “Las solteronas de hoy deben elevarse por medio del esfuerzo personal : dirigir sus aptitudes particulares hacia el arte, la industria o hacia el dolor, para consolarlo... No es humillante ser solterona, lo humillante y digno de censura, es que la mujer de cierta edad se preste a coqueterías y romanticismos impropios de ella...”. Temas superficiales, llenos de pacatería destinados a mujeres cuya realidad era en general diferente. (13) Acorde al romanticismo de principios de siglo la poeta Haydeé Balbi Chá publicaba versos referidos a la mujeres en el mismo diario mientras la Srta Zuleta anunciaba el logro de su título de corte, confección y lencería. (14) Es la entrevista oral la que nos permite conocer una faceta diferente de la vida de la mujer de la década del 20. “donde las mujeres se levantaban a las 4 de la mañana a ordeñar la vaca, y las niñas aprendían a coser y a cocinar; con sacrificio


lograban acceder a la escuela primaria, frustrando en muchos casos otros estudios por la negativa paterna para viajar hacia la capital.” (15) Las mujeres y la Patria El Imparcial publica en 1931 con motivo de la celebración del 9 de julio algunas reflexiones sobre la mujer y la patria, tema seguramente cada vez más debatidos en ciertos círculos femeninos donde se reclamaban derechos civiles y políticos para las mujeres. “No hay duda que en los tiempos presentes la mujer invade todos los campos de acción, y pretende en las actividades de todo orden que abarca ser igual al hombre.” Y continúa “El fervor patriótico siéntelo el corazón femenino cual el del hombre, pero no tiene que explayarse en forma similar”. Pero quien firma, una mujer, se pregunta si es necesario que las mujeres abandonen su hogar, ”refugio del hombre”, su marido y sus hijos para demostrar ”que amamos nuestra bandera”. La obra patriótica debe e mpezar por sus hijos o tal vez por ocuparse de los niños abandonados como lo hacen por caridad cristiana las nobles damas, que “sin alardes, ni exhibicionismos, hacen honor y rinden verdadero culto a Dios y a su Patria” Para no dejar dudas sobre la posición defendida, la autora, concluye: ”Sirvamos a la patria con amor y desinterés: el hombre en la lucha honrada, en ofrendarle su vida si fuera necesario para defenderla, la mujer en el hogar poniendo en las manos aún débiles de sus hijos la bandera azul y blanca, estimulando con su cariño y premiando con sus sonrisas y sus flores la labor del hombre.” (16) Las mujeres a pesar de estar excluidas legalmente del ejercicio de la ciudadanía, realizaban actividades adelantándose, en la práctica, a la participación que recién llegaría en 1947 con el voto femenino. Nita Ventorino recuerda el día que votó por primera vez, “voté en la Escuela N° 14 en la calle Irigoyen... fui politiquera desde los 8 años, cuando escuchaba conversaciones de política... Siempre me interesaron las cosas de la patria. Me sentía satisfecha, siempre quise que la mujer votara. Siempre me interesaron las cosas de la patria. Estaba emocionada pero tranquila, como quien llega a la meta. Mi marido me acompañó y me cuidaba desde la vereda de enfrente, porque tenía miedo de que pasara algo. A la mayoría de las mujeres no les interesaba tan-

to o no entendían el tema, yo era un bicho raro. Después del junio de 1956, cuando fusilaron al Gral Valle, allí pensé: ellos dieron la vida, algo tenemos que hacer, y empecé a hacer política(17) Trabajar fuera de casa En la década del cuarenta la industrialización ya estaba en pleno en Morón, ello significó una oferta de trabajo que atrajo a muchos inmigrantes del interior, además de los extranjeros. Al poco tiempo se instalaban con sus familias o formaban hogares con jóvenes de Morón, surgiendo también los barrios obreros. Con nuevas características para la urbanización local, se extienden los límites barriales. Sin embargo, muchos recuerdan que en ese entonces no había villas marginadas en los alrededores de Morón. Las mujeres que trabajaron toda su vida en esas fábricas conocieron la tarea dura, los despertares a la madrugada para comenzar los turnos matutinos, las interminables horas de trabajo, el cansancio por estar paradas y al término del laboreo industrial, la llegada al hogar para continuar con las tareas familiares, la atención de los hijos y la comida para todos. En los escasos artículos de La Tribuna que denuncian los bajos salarios pagados a los obreros, hay referencias a la situación de las mujeres (18) (El 2/5/43 habla sobre la reglamentación de horarios de empleadas mujeres en los comercios y el 5/7/43 publica la celebración del día de la empleada). Empresas como las Industrias Figueras, tenían como empleadas exclusivamente a más de cien mujeres, por lo que la secretaria del Sindicato Obrero de Cartoneros y Afines, en los años 50 fue una mujer: María Luisa Heredia. (19) Marta Santos acota una perspectiva interesante sobre algunas diferencias intangibles, pero sentidas por sus protagonistas, referido a si una chica que trabajaba fuera de la casa era bien vista, contesta :”Había una diferencia, no la alcancé a pe rcibir mucho, pero había una diferencia entre la que estudiaba y la que trabajaba.” (20) Durante generaciones el ideal femenino había sido trabajar en el hogar, de modo que las primeras mujeres que traspasaron el umbral de su casa para ir a trabajar eran mal vistas ya que el trabajo “afuera”, era símbolo de pobreza. Más tarde salir a trabajar se convertiría en un símbolo de emancipación. Marta Santos se destacó no sólo como una de las

7


primeras empleadas municipales sino por su intensa actuación sindical. Mujer decidida, sin amilanarse ante los grandes desafíos a los 28 años comienza sus estudios como partera en la Universidad de La Plata, oficio que la hizo conocida por las familias moronenses. A lo largo del tiempo la mujer tuvo que asumir responsabilidades, algunas porque la vida las obligó, en caso de viudez a enfrentar la calle y el trabajo, y otras manejaron pequeños negocios familiares, como fondas, almacenes, peluquerías, como por ejemplo la librería de la señora Clementina Fernández de Carziolo que durante años hizo crecer una librería vinculada a la cultura y la educación. Gabino Bravo en su “Reseña Histórica del Partido de Morón”, publicada en 1946 elabora un apéndice donde hay una galería de fotos y biografías de moronenses, esta librera es la única mujer a la que dedica una página en su informe sobre comercios de Morón y lo curioso es que para referirse al resto de las mujeres les dedica una página con fotografías titulada “Nuestras Novias”. Los periódicos nos muestran un nuevo panorama donde las mujeres que trabajaban, ofrecen sus servicios en profesiones muy específicas: numerosas parteras, algunas médicas y odontólogas, muchas profesoras de corte y confección y de idiomas, además de las de música y solfeo, que con sus academias poblaban de avisos los periódicos desde varias décadas atrás. Las alumnas aparecen retratadas como “nuevas profesoras”, que reciben con todos los honores y agasajos sus diplomas. Hacen su aparición ofertas de cursos destinados solo a ellas, como el de defensa Civil que publica cursos de manejo de automóviles y arreglo de motores para mujeres (21), que conviven con las escuelas profesionales, que preparaban a las niñas para trabajar en tareas propiamente femeninas. El automóvil verdadero símbolo de libertad individual, representó para las mujeres un importante avance, cuando tuvieron acceso al carnet habilitante para conducir. Una de las primeras libretas de conductor obtenidas por una mujer en Morón fue de Raquel E. Vacarezza, el 16 de julio de 1928, donde se la autorizaba a manejar un auto de hasta 40 caballos. (22) De cualquier modo en casi todos los hogares argentinos, “el segundo auto”, si es que lo hay, es el de la mujer, aún hoy. Pero no todo andaba sobre ruedas, hacia el 44 un periódico local (23) publicaba una nota sobre la posible clausura de la Escuela Rural N° 9 . La misma funcionaba en una alejada zona del muni-

8

cipio, inserta entre las quintas que rodeaban a Morón, e irónicamente el progreso la estaba dejando a un costado, ya que no llegaban hasta ella medios de transporte y se hacía muy difícil el acceso de los niños dado el barro que la rodeaba. Su directora era Amelia Dartayet, “educadora de gran prestigio en el municipio, cuya actuación constituye un verdadero apostolado de la función... (ella) adquirió de su propio peculio un coche y dos caballos para concurrir a la escuela, distante una legua y media de su domicilio. Y con ese vehículo se dedicó a recoger a los alumnos en sus domicilios y llevarlos de regreso a los mismos...” Los medios locales y nacionales nos hablan de una sociedad que se transforma, donde la vida moderna se ofrece a la mujer, a través de notas y avisos que promocionarán sucesivamente cocinas a gas, máquinas de coser, planchas eléctricas, aparatos de radio, heladeras, lavarropas, y mas tarde televisores, todos ellos artefactos que aliviarán las tareas femeninas, darán confort, o conectarán a las mujeres con otras realidades y ficciones, ensanchando sus miradas más allá de sus ámbitos tradicionales. Las mujeres de los Barrios A partir de los cincuenta los barrios obreros surgidos como producto de la industrialización, comienzan a transitar por una historia diferente, los hijos luchan por superar a sus padres obreros mediante el estudio, y en ese movimiento son muchas las jóvenes que se pliegan. Otros barrios surgen en las zonas más alejadas del partido, como ejemplo mencionamos al barrio San Francisco ubicado en Morón Sur, en él las mujeres tuvieron un claro protagonismo desde sus comienzos, fruto ya de una mentalidad más igualitaria. Producto de la migración interna los nuevos barrios convocaron una población de origen muy humilde y muchas mujeres debieron trabajar como empleadas domésticas, cumpliendo un trabajo asalariado, fuera de su hogar, pero con las mismas funciones esencialmente “femeninas” En las décadas del 30, 40 y 50, prácticamente todas las familias de clase media, contaban con la ayuda de mucamas. Era casi imprescindible contar con quien lavara, cocinara o planchara, ayudando a la dueña de casa, que generalmente tenía varios hijos. Esas mismas “muchachas”, si vo lvían a sus hogares, debían ocuparse de sus pro-


pias familias, de su casa, sacrificio al que debía sumarse el muchas veces largo viaje, hasta su lugar de trabajo, en los escasos y espaciados transportes que las llevaban de sus precarios barrios de calles de tierra, a los mucho más elegantes de sus patronas. Como vemos no había cambiado mucho la visión de las mujeres ocupadas de tareas de servicio en el siglo anterior. En los barrios periféricos de Morón donde todo era sacrificio, las mujeres, construyeron sus casas, ladrillo sobre ladrillo a la par de los hombres. Fueron también protagonistas de la toma de tierras, incluso lideraron algunos grupos que lo hicieron, formando nuevos barrios. (24) Diversas organizaciones barriales, sociales y políticas, algunas de vieja data, pero la mayoría de la década del 50 en adelante, contarán con mujeres en sus filas, amas de casa solidarias, cooperativistas, gremialistas, militantes políticas, luchadoras por los derechos humanos. En las zonas más carenciadas las propias vecinas trabajaron y trabajan solidariamente en las diferentes organizaciones barriales: centros de jubilados, comedores, roperitos comunitarios, sociedades de fomento, manzaneras, guarderías de instituciones barriales, etc. En el Barrio San Francisco, la primera Sociedad de Fomento se formó con Flora Franco como presidenta, ella consiguió una sala de primeros auxilios que llenó un gran vacío en el barrio. Cuando alguien se enfermaba o había un accidente, todo estaba lejos para pedir socorro. Otra figura recordada por los vecinos es la de Bernarda Sotelo de Zembrón, (88 años) a quien llaman la rezadora. Ella en los años de su juventud trabajaba en las tareas parroquiales al lado del Padre Juan Presas, y nos cuenta “Cada vez que moría alguien venían a buscarme para rezar el rosario. Yo recé mucho pero ahora no lo hago más. Enseñaba Catecismo en el barrio Manzanares... fui por 40 años catequista...” (25) Las mujeres de Morón y el deporte Las revistas femeninas comienzan a alertar a sus lectoras sobre la buena alimentación, la vida sana, la gimnasia y el deporte, coincidiendo con el creciente interés de las mujeres por esos temas y su gradual participación activa en los mismos. Deportes netamente masculinos contarán desde principios de siglo con escasas pero entusiastas cultoras. En 1908 con la creación del polígono de tiro participaron numerosas mujeres, lo mismo sucede con

otros deportes antes practicados por los hombres de clases altas, que luego se van democratizando y generalizando, como el tenis, la natación, la equitación. Casi cien años después otra moronense, Elvira Isabel Bells, campeona provincial, nacional y sudamericana de Tiro y Fusil tuvo que llevar a la justicia su mérito de deportista por ser discriminada por ser mujer en la entrega del primer premio. Finalmente la justicia falló favorablemente. (26) En el Club Hípico “Las Nutri as eran amazonas en la década del 30 Margarita Warn y Jackel Pelufo. En el “Lawn Tennis Club” de Morón en el año 1918 se destacaron las siguientes jugadoras: Amelia Parck, Eulalia Ventura, María Bazán, María Rosa Echarren, Amelia Bazán y Julieta Furst Zapiola. (27) La identificación de estos parajes como zona de residencia veraniega, sumado al crecimiento de los barrios residenciales propició el surgimiento de numerosos clubes sociales y deportivos. Entre los más antiguos recordamos al Club del Progreso, creado en 1897 y al Club Morón, fundado en 1898 con el nombre de “Club Coral y Musical A rtesanos de Morón”. En ellos las comisiones de “Damas y señoritas” organizaron bailes, ke rmesses, conciertos y tómbolas, y luego lentamente se fueron incorporando a la práctica de diferentes deportes: bochas, basquetball, volley, tenis,etc. Los numerosos clubes deportivos aglutinaron a las mujeres de la zona, que comienzan a destacarse en varios deportes como el equipo femenino de vóleibol de los clubes Morón, 77 Fútbol Club, Deportivo Morón, Mariano Moreno, Castelar, etc” (28) Cristina Eva Kujat obtuvo en 1951 el segundo puesto en los juegos deportivos panamericanos en Buenos Aires. Como deportes excepcionales practicados por mujeres citamos el relato de un memorioso que nos habla de una mujer que participaba a la par de los hombres en las carreras cuadreras o de otra mujer, Victoria Nocetti que cita La Tribuna que ganó una competencia de carrera de sortija en automóvil. Una aviadora de trascendencia nacional, conocida como una de las mayores deportistas del aire, realiza una exhibición aeronáutica sobre el cielo de Morón y en una mala maniobra encuentra la muerte el 23 de noviembre de 1941. Se llamaba Carola Lorenzini.

9


Intelectuales y artistas La segunda mitad del siglo XX muestra cambios importantes en el panorama moronense, muchos jóvenes se profesionalizan y, mientras comienza un proceso de caída industrial que provoca el arrastre de las fábricas locales, nacen importantes instituciones como la Universidad de Morón y luego la Universidad Tecnológica Nacional, con sede en Haedo. La Escuela de Psicología Social de Castelar, fundada en 1981 y dirigida por dos mujeres, María Luisa Piñeiro y Marta Manigot, constituye un importante referente cultural de las últimas décadas en la zona, habiendo pasado por ella, más de 400 mujeres. Las mujeres moronenses, como el resto de las argentinas, se fueron liberando , gracias a la transformación de una sociedad que fue dejando de lado los prejuicios. Por otra parte el progreso técnico y científico marcó hitos que determinaron sucesivas “emancipaciones”, la máquina de coser, el lavarropas, la píldora anticonceptiva caminaron a la par de la adquisición de los derechos civiles y políticos Importantes profesionales de distintas disciplinas, intelectuales y artistas se destacan tanto a nivel local como nacional. Algunas de ellas han sido declaradas “Ciudadanas Ilustres de Morón” como Fernanda Analía García de Aramburu, Marta Santos, de extensa trayectoria en el trabajo comunitario, Lily Sosa de Newton, historiadora, miembro de la Academia Nacional de la Historia, pionera en la investigación sobre género, Nelly Vasquez, conocida cantante de tango, Suma Paz, extraordinaria folklorista y Renée Pietrantonio, consumada artista plástica. (29) Mujeres luchadoras El golpe militar del 76, que se instala en nuestro país tras la endeble democracia que lo precedió, consumó uno de los más terribles genocidios de la historia argentina. El Partido de Morón sufrió las siniestras consecuencias del terrorismo de Estado ya que fueron asesinados más de 300 moronenses, de los cuales más de un centenar fueron mujeres. Entre ellas, ocho embarazadas. Cinco tuvieron a sus hijos en campos de concentración clandestinos. Es de Morón la primera hija de desaparecidos nacida en cautiverio que fue restituida a su verdadera familia gracias a las Abuelas de Plaza de Mayo.(30) Ante una sociedad que negaba, o en muchos casos estuvo paralizada por el miedo, quienes encarna-

10

ron la resistencia fueron un grupo de mujeres, las Madres de Plaza de Mayo, muchas de ellas moronenses. Sara Ludmer de Steimerg fue una de las fundadoras en la zona oeste de la filial Unión de Mujeres de la Argentina junto con Margarita Sclavo. También participó junto a muchos hombres y mujeres como Rosa Resnicoff, de la Comisión Zona Oeste de Familiares de detenidos, desaparecidos y presos por razones políticas. Otra gran luchadora, Nora Cortiña, preside Madres Plaza de Mayo - Linea Fundadora- que integran también Delicia Córdoba, Adelina Lara Molina, Pepa Josefina Noilla y tantas otras que pertenecen a este Municipio, de donde les fueron arrancados sus jóvenes hijos. La recientemente creada Asociación Seré por la Memoria y la Vida, que funciona en el predio donde se erigía la Mansión Seré, en la localidad de Castelar, lugar de detención y muerte durante la dictadura, cuenta con la participación de las nombradas y muchas otras mujeres que luchan por los derechos humanos. Las mujeres en el Municipio de Morón La primera mujer que trabajó en la Municipalidad de Morón fue la Sra. de Isadore, desempeñándose como telefonista, oficio al que accedieron tempranamente muchas mujeres. Cuando las moronenses comienzan a intervenir en política, con la posibilidad de ser electas, la primera concejal fue Zelma Urruzola, que en los sesenta integró el H.C.D. representando al Radicalismo de Pueblo. Entre 1983 y el 2000 las siguientes mujeres integraron el H.C.D. de Morón, nombradas en este caso por orden alfabético: Amelia Beatriz Adam, Celina Alvarez de Said, María Ester Barrionuevo, Silvia Cristina Caprara, Lilia Estrella Martina Cassese, Vicenta Coifin, María Cristina Cortina, Mirta Susana Felice, Adriana Perla Kreiman, María Teresa Loperena, Delia Lopez, Raquel M. De la Cruz Lopo Tejo, Juana Moreno, Simona Magdalena Norte, Petrona Nuñez, Zulema Ofelia Palma, y Margarita Stolbizer. (31) La primera Secretaria de Gabinete fue la Dra. Zulema Palma, que se desempeñó en el área de salud, en el período 1983-1987, siendo en la misma época la Sra. Elsa Pesolani secretaria del H.C.D. En cuanto al gremio, el Sindicato de Trabajadores Municipales de Morón tuvo como Secretaria general a la Sra. Graciela Peteira (1995-1999)


La Prof. Simona Norte, fue la primera que ejerció la Intendencia del Municipio de Morón por licencia del Int. Martín Zabbatella, durante el mes de enero del 2001. LOS TIEMPOS QUE CORREN El rol de la mujer a principios de este nuevo milenio es de pleno protagonismo. Cada vez son más las que están en lugares de liderazgo o al frente de sus hogares. La crisis global las ha llevado a desarrollar las más diversas estrategias de supervivencia. Las que pertenecen a sectores mas carenciados se ven obligadas desarrollar una vida muy dura, para sortear los problemas de vivienda, alimentación, salud y educación de sus hijos. Tantas necesidades similares desarrollaron una gran solidaridad para encarar los problemas comunitarios. En los sectores medios cada vez mas empobrecidos, las mujeres han aprendido a amortiguar el rápido descenso del poder adquisitivo, privándose paulatinamente de estudios, entretenimiento y confort. Por otra parte la competitividad, la mayor especialización profesional y la escasez ocupacional las obliga a una capacitación permanente, lo que lleva a dedicar cada vez más horas al trabajo, la formación o la búsqueda de trabajo. Muchas se han aventurado con increíble inventiva en actividades nuevas, como remiseras, en el ámbito gastronómico, en el periodismo deportivo, en fin, en distintos roles que en tiempos de crisis permiten a muchas mujeres mantener sus hogares con dignidad. Esta es una apretada síntesis referida al papel desempeñado por las mujeres en las distintas etapas de la historia de Morón. No ha sido posible profundizar lo suficiente un tema rico en ejemplos de mujeres que tanto han dado a la comunidad, desde sus particulares lugares. Las limitaciones de espacio sólo nos han permitido mencionar algunas de ellas. Es considerable el material que nos queda sin publicar, que continuaremos trabajando para una edición posterior. Fuentes bibliográficas, documentales, periodísticas y orales 1) Carlos Birocco. Quintas y solares en el Morón tardo colonial (1780-1810) Revista de Historia Bonaerense N° 17. Junio de 1998. 2) Idem. 3) Entrevista oral realizada por Graciela Saez a Ramona Pavón de Gamietea. 1997. 4) Graciela Saez. El tiempo de las quintas. Revista de Historia Bonaerense N° 17. Junio de 1998.

5) Idem. 6) Norma Videla Tello. Del ocaso indio al renacer migratorio blanco. Revista de Historia Bonaerense N° 22. Noviembre de 2000. 7) Entrevista oral realizada por Graciela Saez a Osvaldo Paracone. 1997. 8) Gabino Bravo.Reseña Histórica del Partido de Morón. 1946. 9) Periódico El Imparcial. Morón.1931. 10) Carlos Suárez. Pascuala Cueto : Maestra. Aportes para una biografía. La escuela popular laica de Morón. (19041910) Revista de Historia Bonaerense N° 13. Abril de 1997. 11) Carlos Suárez. Acerca de Clemencia R. de Ceballos.l Datos inéditos. Periódico “El Pueblo”. Órgano del Centro Soci alista de Morón. 10 de julio de 1912. 12) Periódico La Tribuna. Morón.15 de marzo de 1943. 13) Graciela Saez y Norma Videla Tello. Las mujeres de Morón a principios del s. XX. Un estudio desde la perspectiva de la historia oral y los periódicos de la época. Revista de Historia Bonaerense N° 15. Octubre de 1997. 14) Idem. 15) Idem. 16) Periódico El Imparcial. Morón. Julio de 1931. 17) Entrevista oral realizada por Graciela Saez a Nita Ventorino. 2001. 18) Períodico La Tribuna. Morón. 25 de febrero de 1944. 19) Morón –Crónica y Guía de su progreso- Municipalidad de Morón. 1950. 20) Entrevista oral realizada por Graciela Saez a Marta Santos. 1997. 21) Periódico La Tribuna. Morón. 6 de setiembre de 1943. 22) Museo Histórico y de Artes Plásticas “José de San Ma rtín”. Morón. 23) Períodico La Tribuna. Morón. 15 de marzo de 1944. 24) Entrevista oral de Graciela Saez y Norma Videla Tello en el Programa de Talleres Barriales, a Maura Verón. Barrio San Francisco. Morón. “ 2000. 25) Idem. 26) Nómina de las Mujeres reconocidas de Morón. Dirección de Derechos Humanos. Municipio de Morón. Marzo de 2000. 27) Alberto César Lacoste. La mujer en el deporte local. Revista Oeste V Siglos. Año I. N° 5. Febrero de 2000. 28) Idem. 29) Primeras Jornadas Moronenses. Día Internacional de la Mujer, marzo de 2000 H.C.D. de Morón 30) El Diario de Morón. 1997. Las huellas del horror. Estudios Históricos sobre secuestrados, desaparecidos y asesinados de Morón. (Anterior a la ültima división del Partido) 31) Primeras Jornadas Moronenses. Día Internacional de la Mujer. Marzo de 2000. H.C.D. de Morón.

Graciela Saez. Profesora de Historia. Master en Cultura Argentina. Directora e investigadora del Instituto Histórico de Morón. Norma Videla Tello. Profesora y Licenciada en Historia. Master en Cultura Argentina. Investigadora del Instituto Histórico de Morón.

11


RECUERDOS DEL VIEJO MORON Lily Sosa de Newton El moderno y pujante aspecto del Morón actual me trae la visión retrospectiva de lugares, hechos y personas que evoco con emoción. La familia y la escuela, en especial, reviven con fuerza trayéndome el perfume de las rosas y los jazmines que poblaban los espaciosos patios y jardines de aquellas casas de mi infancia. Nací en 1920 en una de esas viviendas pensadas para familias numerosas, muy amplia, con zaguán, sala a la calle, primer patio rodeado de corredores, segundo patio cuadrado por el espacioso comedor, y fondo con gallinero. Era todo esto el campo de juego que disfrutaba con mi hermano, dos años mayor. Nuestros abuelos paternos, Fortunato Sosa y Francisca Heredia, y los maternos, Juan Octaviano Salinas y Hermelina Pereyra, los cuatro de antiguas familias criollas, de lo que se sentían orgullosos, vivían en Morón desde hacía varios años. Los primeros habían heredado una casa en la calle 25 de Mayo, a pocas cuadras de la estación, y se mudaron desde la Capital. Los segundos llegaron de La Plata en 1909, a raíz del nombramiento de mi tía Carmen Salinas para establecer y dirigir la nueva escuela, la Nº 68, hoy 99, que respondía a las disposiciones de la ley llamada Láinez, para dotar de establecimientos primarios a las zonas que carecían de escuelas provinciales, y dependía del Consejo Nacional de Educación. Esta importante ley había sido promulgada en 1905 y como entonces Morón era una localidad pequeña rodeada de quintas y campo, fue favorecida con la nueva casa de estudios primarios, que se extendían por cinco anos, desde primero inferior hasta cuarto grado. Los que lo deseaban lo completaban en la escuela provincias. Comenzó la modesta escuela a funcionar en 1910, en tres casas contiguas cedidas por el Ferrocarril Oeste, después Sarmiento, ubicadas en la calle Beruti, que no tenía pavimento y estaba, como las otras del barrio, bordeada de zanjas y, en algunos tramos, con alambrado para impedir la irrupción de animales en las veredas. Las modestas edificaciones, situadas a muy pocas cuadras de la estación, eran de ladrillo a la vista y las separaba de la vereda un humilde alambrado. Poco a poco, las entusiastas maestras se ocuparon de engalanar las aulas con material que ellas mismas hicieron con suma habilidad, según refería años después la directora, mi tía Carmen, hermana de mi madre. Llegaba ella a Morón como abanderado de modernos métodos pedagógicos -para entonces- aprendidos en la Escuela Normal de La Plata, que fundó y dirigió hasta su muerte, ocurrida en 1902, Mary 0. Graham, una de aquellas legendarias maestras norteamericanas convocadas por Sarmiento. Secundaba a Carmen su hermana Victoria, también alumna de la escuela de La Plata. Mi madre cumplió funciones durante un tiempo en la secretaría. Se contó desde el primer momento con el apoyo de las familias de Morón, que enviaban a sus hijos a “la 68” y colaboraban en toda fo rma. La familia Salinas se integró rápidamente a la sociedad moronense, que vio en ella a un grupo humano culto y entusiasta en el que los jóvenes se destacaban por su capacidad de comunicación y alegría. Cuando tuve la edad suficiente, ingresé al primer grado bajo la guía de la maestra señora Adelina G. de Carulla, docente de alma que sabía tratar a los pequeños que le eran confiados. 12


Naturalmente, durante la época de clases vivía en la casa de mis abuelos y tíos, no sin extrañar a mis padres, que con frecuencia iban Morón. Sólo recuerdos felices tengo de aquel primer grado, con los palotes trazados en la pizarra, los buenos compañeros y las hermosas fiestas de la escuela. De los palotes se pasaba al cuaderno cuadriculado, con los dibujitos y las lecciones, que guardé largo tiempo. Tampoco se ha borrado de mi recuerdo el libro con el que aprendí a leer. Se llamaba Veo y Leo, y era su autora una gran maestra, la doctora Ernestina L6pez de Nelson, una de las cuatro primeras graduadas en Filosofía y Letras, en 1901, de la que me ocupé en mi diccionario de mujeres argentinas y en algún artículo, ya que fue una figura señera de la educación. Una visita reciente, en 2000, a la escuela, ahora Nº 99, me hizo revivir aquella época de la infancia y adolescencia, cuando la familia estaba completa-y hoy casi todos-desaparecidos en virtud de la inexorable ley de la vida. Evoqué los actos realizados cuando se impuso nombre a la escuela, que no lo tenía, las gestiones de mi tía para que el elegido fuese aceptado por el Consejo, y la fiesta con que se celebró el hecho, a la que asistieron descendientes de José Hernández. Hoy, la escuela está ampliada, hay más aulas, un pequeño museo, un equipo docente igualmente entusiasta que el de mis tiempos y una mística de la educaci6n que emociona. Para mí quedaron los ejemplos, los buenos momentos, las enseñanzas valiosas, que cobran mayor valor a medida que pasan los años.

Cincuentenario de la escuela en 1960. De izquierda a derecha: Victoria Salinas, Hermelina Salinas, Amalia Bordo (maestra de primer grado de mi hermano) y Carmen Salinas. Al lado, Teresa Echeandía, amiga y colaboradora.

13


EN TORNO AL PATRIMONIO PRIVADO

EL RÍO DE LA PLATA A FINES DEL SIGLO XVIII

L Silvia C. Mallo

14

a definición en el diccionario de la palabra patrimonio es en sus diferentes acepciones la de “hacienda h eredada de sus ascendientes”, “bienes pr opios adquiridos por cualquier título”, o “el conjunto de bienes pertenecientes a una persona natural o jurídica o afectos a un fin, susceptibles de estimación económica”. La definición de patrimonial agrega otro sentido al término acercándose más a lo que entendemos por patrimonio cultural colectivo cuando en su segunda acepción extiende el significado del patrimonio expresando “perteneciente a uno por razón de su patria, padre o ant epasados”. (1) En el transcurso de la Historia, la preocupación por la preservación del patrimonio cultural está precedida sin duda por muchos siglos de preocupación por la preservación del patrimonio personal y familiar. En el centro de la estructura del derecho privado romano que regula precisamente los intereses privados a través de la Historia, la familia, la propiedad, el contrato y los testamentos constituyen precisamente el eje de la preservación del patrimonio personal y privado. El derecho público por el que también se regula la preservación del patrimonio cultural de la comunidad surge con la formación del Estado moderno. Hasta entonces el complejo representado entre otros por el dominium o s ea el poder patrimonial del monarca sobre un territorio, legitimaba el poder y daba cabida a l a constitución jurídica del Estado patrimonial. (2) La adopción de diversos mecanismos de reproducción social y económica está vinculada estrecha e i ndefectiblemente al patrimonio familiar como eje de las relaciones de dominio, de propiedad y de subsistencia. De él dependen, permitiendo el establecimiento de relaciones sociales y familiares en sentido horizontal y vertical. Estas están inicialmente centradas en las p ersonas hasta convertirse en el núcleo social básico y, transfiriendo generacionalmente la educación, mantienen las costumbres, el orden y determinadas tradiciones, base de la transmisión del patrimonio simbólico de la familia y la sociedad (3)


La preocupación por la herencia del patrim onio por lo tanto no fue privativa de un sector social sino que m ovilizó a los m ás desposeídos a luchar por sus intereses inm ediatos en el contexto de la ley, la justicia y los com portam ientos generados en la sociedad m ism a. Ellos estaban destinados precisam ente a lograr m ejores condiciones de vida y afectaban m uy especialm ente a aquellos que habían creído en las prom esas de legados pero que dependían de

En el Antiguo Régimen el patrimonio simbólico y cultural de la familia estaba centrado e n “la educación para la vida y el Estado” y es por este medio por el que se legan las pautas de conducta y normas de sociabilidad. Entre estas pautas de conducta uno de los componentes más fuertes como indicador del status del grupo familiar, está centrado en la preservación del patrimonio y la transmisión de bienes que, si bien están pautados por la ley, corresponden al esfuerzo del conjunto de la familia. Los sistemas de herencia son indudablemente la base de la conservación del patrimonio. A ello agregamos como eje indudable de la movilidad social, los sistemas vinculados a la preservación o elevación del status de la familia a través del apoyo familiar en el proceso de evaluación de las posibilidades de acceso al matrimonio como las dotes y arras. La familia, regulada por el derecho, sacralizada por la Iglesia y estructurada sobre el principio de la patria potestad, sobrevive a cada generación a través tanto de su patrimonio simbólico como de su patrimonio económico. (4) La particularidad de la familia americana está dada por la posibilidad de que el patrimonio tanto como el matrimonio alteran dos de sus componentes básicos: el color y el origen. En una sociedad que se define como multiétnica y mestiza el acceso a un determinado patrimonio altera el color. En una sociedad en la que predomina como norma la consagración del matrimonio como ideal transmitido, el origen étnico y el nacimiento fuera del matrimonio consagrado se constituyen en estigmas. La realidad muestra en cambio una mayoría de uniones de hecho demostradas por los altos índices de ilegitimidad que las pautas sociales aceptan como parte de su propia identidad. La

legislación marca diferencias considerables en los beneficios de herencia para los herederos legítimos por línea directa y los bastardos pero, en América, no s ólo fueron considerados en los repartos de herencia sino que en más de una oportunidad se transformaron en herederos universales. Nuevamente es precisamente el patrimonio el que puede alterar toda estigmatización originada en la ilegitimidad. (5) Por otra parte es lógico pensar que la preocupación por la preservación del patrimonio familiar y específicamente por la conservación de la propiedad es un motivo válido sólo para un sector de la sociedad, los que poseen patrimonio: la elite. Este sector es el que precisamente se ubica allí por tener las posibilidades y los medios de vida suficientes para asegurarse un nivel determinado que luchará por conservar. Quedarían así excluidos los muchos que no cuentan con las mismas posibilidades y medios de vida, los que, hombres o mujeres, ilegítimos o no, s e desempeñan en tareas de artesanos, peones itinerantes, ocupados en los transportes o en el sector de servicios o, simplemente son esclavos. Todos ellos abundan en nuestras ciudades y en nuestras áreas rurales. En contra de esta suposición y creada la Real Audiencia en 1785, la Justicia Civil nos muestra en la transición del siglo XVIII al XIX, la importancia que estos pobladores le otorgan a la propiedad y al patrimonio y las nociones claras que tienen acerca de sus derechos estos sectores de una población que es además generalmente iletrada. A fines del período colonial, en el Río de la Plata, confín del dominio español en América, la Justicia abrió en Buenos Aires un ámbito de protesta y de búsqueda de contención civil, hasta entonces en el lejano Charcas, permitiendo a todos los sectores de la población recurrir a ella para

15


dirimir sus problemas con familiares, habitantes de la vecindad y autoridades. Cada causa y más allá del motivo que le da origen, encierra para el historiador una visión diferente de los conflictos humanos que aquejan a aquellos hombres y mujeres. Constituye indudablemente una sucesión de múltiples imágenes de la vida cotidiana, de los valores sustentados y de los comportamientos y la calidad de las relaciones establecidas entre los habitantes de estas tierras. Las fuentes para estudiar el patrimonio familiar son indudablemente aquellas que a la hora de su transferencia la registran. Así las sucesiones y testamentos nos permiten evaluar la calidad y cantidad de los bienes acumulados, los procedimientos adoptados para su reparto, la equidad o no de estos y la observación de las leyes de herencia tanto como la utilización que se hace de los variados recursos legales. Ambos constituyen sin duda procedimientos formales en los que sólo en algunas oportunidades aparece el trasfondo que conduce a dicho reparto. Los archivos notariales por su parte nos dan cuenta de la legitimación de las transferencias efectuadas a través de las compras y ventas en el transcurso de las vidas de aquellos hombres. Se trata aquí asimismo de una formalidad ya estipulada en la que debemos descartar los acuerdos de palabra y la ocupación de tierras. A través de muchos años de trabajo con las fuentes judiciales rescato en términos generales la posibilidad de acercarnos a estos hombres que nos muestran a través de la activa dinámica del conflicto su condición humana y sus valores. Señalo la extensión con la que esta población recurrió a la justicia a pesar de que no era por cierto equitativa y que diferenciaba según color y ubicación en la sociedad. Destaco además la presencia femenina en la defensa de sus derechos. Intentando circunscribir la observación a un solo apartado de la justicia civil y al caso de las cuestiones de herencia de los sectores subalternos de la población, en 637 expedientes o causas iniciadas en todo el ámbito del Virreinato para litigar sin costos para lo cual debía probarse la pobreza, más de una tercera parte de las causas consultadas corresponden a cuestiones de herencia, de litigios por tierras y de conservación del patrimonio aún en la solicitud de devolución por embargo de bienes. (265) Entre muchos otros casos litigaban simplemente por sus herencias no tramitadas o sólo para agili-

16

zarlas buscando con ellas salir de la situación en la que estaban. Recordamos a algunos de ellos. Francisco de Paula que vivía en Paraguay (1793) Domingo Gutiérrez de la Cañada de Morón que vivía en un rancho y hacía sembraditos en tierras ajenas (1800). Dos viudas María Luisa Aristegui y Josefa Avila de Buenos Aires que con hijos se mantenían con el trabajo de sus manos o viviendo en tierras de sus hijos (1799-1799). María Miranda de Buenos Aires (1802). Una viuda de Salta que litigaba por una finca porque con dilatada familia patricia vivía en una casa vieja y porque veía a sus hijas “expuestas las pobres doncellas a acompañar con honradez a su madre o a perderse por su notoria necesidad y miseria” (1786). Otra salteña litigaba para heredar a unas tías (1805). Un maestro herrero con un brazo baldado que vive en cuarto porteño espera heredar a su hermana (1797). También una mujer en Luján que vive por temporadas en la casa de cada uno de sus hijos (1800) y otra mujer porteña que aspira a heredar a su hermano (1794). María Mercedes que vivía en Montevideo en un cuartito de poco precio, con su trabajo personal o de limosna. (1801) Un peón, conchabado en las quintas de Buenos Aires litiga por la herencia de su mujer (1803). Otro peón jornalero que pagaba una casa con techo de media agua y un cuarto de terreno en el Barrio de la Piedad reclamaba sin suerte una herencia para terminar el pago de la misma. (1785) Una parda libre también de Buenos Aires, María de las Nieves Andújar pide también sin suerte lo que le legó su amo que fuera Deán de la Catedral para no seguir viviendo a expensas de sus hijos (1794). Entretanto vivía en Catalinas en una casita de adobe, vieja y con techo de tejas y un sitio adjunto, otra liberta que litigaba por el legado de su ama. (1795) Un labrador en chacra ajena de la campaña bonaerense que posee sólo 5 caballos mancarrones y una yunta de bueyes litiga por tierras heredadas (1799). Un peón de Zárate que con escaso producto y obligado a mantener hermanas solteras, se conchaba con unos y otros (1797). Un peón indígena de Baradero que como peón conchabado y la venta de leña que trae del Norte mantiene a quienes lo criaron y educaron (1808). Reclamaba su herencia un peón de campaña con un corto salario oriundo de Santa Fe (1787) Luis Gómez, de Mendoza, un peón calificado como “ocioso y vagabundo, hombre sin of icio ni beneficio” que vivía en una casita y solar a dos cuadras del cabildo pedía tierras heredadas


(1806) en tanto María López que vivía en una casita vieja en el Barrio Alto de Buenos Aires seguía litigando por unas tierras de estancia en Magdalena (1800). Un aserrador de Buenos Aires, de avanzada edad, paralítico e imposibilitado por un accidente solicitaba su herencia para dejar de vivir de la caridad (1786). La herencia de tierras se reclamaba en San Luis (1789). En Mendoza un hombre “apuraba la testamentaria de su f inada mujer” porque se había mantenido hasta allí con los amasijos que ella hacía” (1809). Las situaciones de conflicto se agregaban en algunas oportunidades a las sucesiones y en otras como ejemplificamos aquí recurrían más tarde a la Justicia. Un mulato con cinco hijos, maestro zapatero que alquilaba un cuarto puertas adentro, protestaba porque mantuvo por años a una mujer que le prometió un legado y que, en el hospital les dejó los bienes a los Hermanos del Hospital de Caridad (1800). Abundan los litigios con albaceas de las herencias. Un oficial de zapatero, negro libre con mujer e hijos litiga con el albacea de su padre. (1794) También un p ardo, curandero en la campaña que solo posee caballos y algunas vacas, litiga contra albaceas y administradores de los bienes en este caso de la abuela (1788). Mucho más enojosos, los conflictos con los familiares también se hacen presentes. Un hombre de Buenos Aires litigaba con hijos y yernos que después de la muerte de su mujer lo dejaron en la calle (1803) Una mujer viuda de Salta se quejaba porque los hijos la dejaron sin nada (1806) Una mujer de Buenos Aires, litigaba con su cuñado por la venta ilegítima de bienes de su finado padre (1803) Lo mismo ocurría en la costa de San Isidro a un labrador en tierras ajenas y a su mujer, ambos pardos libres, poseedores de 2 carretas, 4 bueyes, 4 caballos y red de pescar. (1797) Otra mujer litigaba con su hijo en Montevideo por pedido de parte de herencia. (1797) (6) Se enfrentan por el patrimonio hermanos, padres e hijos, marido y mujer por dotes y usufructo de legados, cuñados y suegros y yernos o nueras. Tierras y otros bienes mal vendidos durante la tramitación de las herencias, bienes no declarados o entregados en la testamentaria. Mientras algunos son auxiliados en nombre de la caridad, los alimentos y cuidados pasados a enfermos, dementes, inválidos y ancianos a la espera de heredar sus bienes generan varias demandas judiciales. Sucesivos matrimonios de hombres y mujeres dejaban sin herencia a los hijos de matrimonios

anteriores y los maridos de las hijas, administradores de sus bienes, frecuentemente reclamaban herencias largamente esperadas. La preocupación por la herencia del patrimonio por lo tanto no fue privativa de un sector social sino que movilizó a los más desposeídos a luchar por sus intereses inmediatos en el contexto de la ley, la justicia y los comportamientos generados en la sociedad misma. Ellos estaban destinados precisamente a lograr mejores condiciones de vida y afectaban muy especialmente a aquellos que habían creído en las promesas de legados pero que dependían de su administración en manos de otros más entendidos y muy preparados para sacar provecho de sus conocimientos y es por ello que aquí intentamos recordarlos. Bibliografía y citas 1- Real Academia Española: Diccionario de la Lengua Española. 21° Edición, Editorial Espasa-Calpe, Madrid, 1992, tomo II, página 1550. 2- El conjunto está constituido por el dominium, el imperium, el pactum, la societatis, subiectionis y unionis. En: Bobbio, Norberto: Estado, Gobierno y Sociedad. Por una teoría general de la política. México Fondo de cultura Económica, México, 1996, 4° edición, (1°Turín 1985) 3- Aguirre, Marta Soledad: Familia, patrimonio y h erencia. Buenos Aires (Siglo XVIII) Tesina de Licenciatura en Historia, Universidad Nacional de La Plata, 1999. Inédita 4- Rodríguez Sánches, Angel. La familia en la Edad Moderna. Arco/Libros, Madrid, 1996; Arbaiza Villalonga, Mercedes Familia, Trabajo y reproducción Social. Una perspectiva microhistórica de la sociedad vizcaína a finales del Antiguo Régimen. Servicio Editorial Universidad del País Vasco, Guipúzcoa, 1996; García Fernández, Máximo Herencia y patrimonio familiar en la Castilla del Antiguo Régimen. Universidad de Valladolid, 1995. 5- Otras características están basadas en la preponderancia de la familia nuclear, con 3-4 hijos, matrimonio cercano a los 30 años, altos porcentajes de mujeres cabeza de hogar y de hombres solos. Ver: Gonzalbo Aizpuru, Pilar: Familia y or den colonial. El Colegio de México, México. 1998; Rodríguez, Pablo: Sentimientos y vida familiar en el Nuevo Reino de Granada. Siglo XVIII, Editorial Ariel, Santa Fe de Bogotá, 1997. 6- Silvia C. Mallo “Pobreza y for mas de subsistencia en el Virreinato del Río de la Plata a fines del siglo XVIII.” En Frontera, Sociedad y Justicia Coloniales Estudios e Investigaciones UNLP. La Plata, 1989.

Silvia C. Mallo. UNLP – CONICET

17


¿MIT O O H IST ORIA?

L A PRIMERA CAPILLA DEL MORÓN COLONIAL

L Carlos M. Birocco

18

os primeros intentos de compendiar la historia de Morón datan de las décadas del 40 y el 50, cuando no casualmente el partido comenzaba a experimentar fuertes transformaciones en su paisaje humano. Cientos de familias provenientes del interior de la provincia y del resto del país se vieron atraídas por el naciente polo industrial y pudieron afincarse gracias al loteo de quintas y antiguas fincas rurales, convertidas a partir de entonces en prósperas barriadas populares. Este desplazamiento afectó tanto a los recién llegados como a quienes ya residían en la zona. Aquellos no vinieron despojados de tradiciones propias, pero el alejamiento o la ruptura con sus regiones de origen los forzó a abandonarlas poco a poco. (1) Quienes ya estaban establecidos desde hacía décadas, por su parte, reforzaron su identidad de viejas familias de Morón. Aunque desde que el Peronismo irrumpió en el poder ya no volverían a integrar más que esporádicamente los gobiernos municipales, hallaron la manera de ser identificados socialmente por medio de comportamientos distintivos, como su pertenencia a determinados clubes deportivos y asociaciones civiles o la localización de su residencia en ciertos barrios.(2) Como afirmamos en un artículo anterior, los primeros intentos de darle un pasado a Morón formaron parte de la reacción de aquellas viejas familias al ver amenazada su antigua posición hegemónica. En 1932, una medida inconsulta de la Legislatura bonaerense suplantó el nombre de nuestro municipio por el de Seis de Septiembre, en alusión al Golpe de Estado que se produjera dos años atrás. Una parte de la vecindad se resistió a la innovación y se agrupó en una Comisión Pro Mantenimiento del nombre Morón, presidida por el filántropo Eusebio Giménez. En una conferencia que dictó en el teatro Italia Una, éste argumentó (sin más pruebas documentales que una cita de origen dudoso que extrajo de un censo) que el antiguo nombre de nuestro partido se originaba en un morón o elevación del terreno sobre el que Hernandarias habría construido una fortificación defensiva. No tenía la intención de comprobar históricamente esa suposición, sino sólo la de persuadir a las autoridades de que aquel nombre tres veces centenario no debía ser cambiado.(3) En las décadas siguientes, luego de que el partido recobrara su antiguo nombre, los primeros historiadores locales sintieron una irresistible atracción por aceptar la existencia de aquel ilusorio Fortín. Aunque carente de apoyatura documental, un antecedente


como éste les ofrecía la ventaja de entroncar la historia local con la gesta conquistadora. (4) Algo similar sucedió con otro presupuesto: a la fortificación no podía haberle faltado una pequeña capilla contigua, erigida para uso de la guarnición y los vecinos del pago. Si se aceptaba como histórica la presencia de esa “primera capilla con su cruz al tope”, como la llamó Gabino Bravo, bien podía afirmarse que Morón había sido el pivote de la evangelización en la región. Tal como sucede a menudo, el equívoco provino de la interpretación errada de un documento de incuestionable valor histórico. En este caso, un decreto del obispo Cristóbal de Aresti fechado en 1637, por el que ordenaba la creación de tres curatos rurales en los alrededores de Buenos Aires. De acuerdo con la disposición del prelado, fueron fundados el curato de Matanza y Magdalena, que dispondría de dos iglesias; el de Montegrande y las Conchas, que contaría con otras dos, y el de Luján, con tres iglesias. A grandes rasgos, el primero abarcaba el sur de la jurisdicción bonaerense, más o menos entre el Riachuelo y el río Samborombón, que entonces era la frontera con el indio. El segundo se extendía de la orilla sur del río Reconquista hasta la costa del Paraná, quedando comprendido en su territorio el pago de la Cañada de Juan Ruiz, como se denominaba entonces a nuestro partido. El tercero, que comprendía los pagos de Luján, Cañada de Escobar, Cañada de la Cruz, Areco y Arrecifes, llegaba hasta la frontera con Santa Fe. El decreto episcopal no menciona que alguna de esas siete iglesias hubiese sido previamente edificada, aunque se sabe que el curato de Luján contaba por lo menos con dos de las tres previstas.(5) En realidad, casi todo estaba por hacer: ni siquiera había candidatos para ocupar las flamantes sedes parroquiales. Aresti llamó a postularse a los clérigos que aún no contaran con prebendas propias, y se sabe que lo hicieron en por lo menos dos casos, pero no hay noticia de que hayan construido nuevas capillas en aquel enorme espacio deshabitado, que carecía de rentas suficientes con que sostener la labor pastoral. Habría que esperar hasta 1730 para que la jerarquía diocesana repensara sus estrategias de evangelización y creara los seis curatos rurales definitivos, respetando el nucleamiento de la población en incipientes vecindades rurales: Magdalena, Matanza, Conchas, Luján, Areco y Arrecifes. Sólo desde ese momento, los escasos moradores de la Cañada de Mo-

rón –como ya había comenzado a ser llamado el pago de la Cañada de Juan Ruiz– pudieron contar con párroco propio, cuya primera sede fue la capilla de Francisco de Merlo en el curato de las Conchas. ¿Un corpus mítico moronense? Al igual que sucedió con el Fortín de Hernandarias, Gabino Bravo fue el iniciador de esta otra tradición espuria. Al describir aquella capilla ficticia en la Cañada de Juan Ruiz, nada se constituyó en obstáculo para su imaginación: le construyó un entorno de aldea y le dio una ubicación precisa. Los habitantes del Fortín, luego de fundar un modesto villorio en la parte más elevada del terreno, contaron “con un oratorio o capilla levantado en el declive sudoeste de esta loma, comprendido entre las calles de Alvear y García, de construcción endeble pero cuyo material de adobe con techo de espadaña de la misma cañada, con doble caída de aguas, no era inferior al empleado en las chozas construidas en la cumbre”. (6) Una fortificación, una ranchería, un oratorio: Morón había sido para Gabino Bravo una especie de avanzadilla de la cristiandad en el rústico territorio indígena. Al borde de aquella precaria frontera, pobladores y circunstantes encontraron en la humilde capilla la paz de los sacramentos: en su suelo se habría enterrado a los muertos, y los sacerdotes que lo visitaban ocasionalmente habrían celebrado bautismos y matrimonios. (7) Otro de nuestros historiadores, Juan Antonio Presas, les sumó otra función anacrónica, la de posta: “Aquí, junto al arroyo y bajo la guardia del fortín, las carretas de los arrieros y los pasajeros podían descansar seguros”. (8) Pero fue mucho más l ejos que su predecesor en sus aseveraciones. En 1954, en un libro que en otros aspectos fue un aporte decisivo a la historia moronense, señalaba como probable que en la primera mitad del siglo XVII hubiese existido “un pequeño oratorio consagrado a la Madre de Dios, en su advocación de la Inmaculada”.(9) Tanto uno como otro remarcaron la continuidad de la presencia de la Iglesia en nuestro partido, iniciada bajo la forma de una pequeña capilla fortinera, pero ininterrumpida hasta que se construyó el primer templo parroquial de Nuestra Señora del Buen Viaje. Sostenía Bravo que el primitivo oratorio se había ido deteriorando “por acción del

19


tiempo, habiendo sido varias veces reparado” hasta que se levantó la iglesia parroquial en 1769. La postura de Presas no distaba mucho de las afirmaciones de su antecesor: remarcaba que “alrededor de 1770, del fortín no quedaban ni rastros; el oratorio estaría seguramente arruinado y abandonado”. (10) Pero los restos de ese primer sitio de culto habrían sobrevivido hasta muy tardíamente: de acuerdo con este historiador, se habría tratado de las mismas ruinas del oratorio que están señaladas en una mensura de mediados del siglo XIX, a pocas cuadras del centro de Morón. (11) Presas presupone la existencia de capillas sucesivas que se fueron relevando en funciones hasta fines del siglo XVIII. La primera fue la del Fortín de Hernandarias y la segunda, la que erigieron los Jesuitas en las tierras que les donó doña Petrona de Piña y Aguilar, descendiente del capitán Juan Ruiz de Ocaña. Según parece, existió en esas tierras un pequeño oratorio dedicado al culto de Nuestra Señora de Loreto o del Buen Viaje, mencionado en 1718 en un Memorial del Padre Juan Bautista de Cea al Padre Rector del Colegio de la Compañía de Jesús. Siempre interesado en señalar la continuidad de la presencia de la Iglesia en Morón, Presas se pregunta si ambas capillas no pudieron haber sido la misma y, de ser así, subsistido hasta la edificación de la primer iglesia parroquial. Y responde: “Dar respuesta final a estas preguntas es hoy día imposible; sin embargo, después de un sereno estudio y de dar vueltas mil al asunto, creo que podemos asentar que el oratorio a que se refiere la vieja tradición es el mismo que existía ya desde antiguo. Los jesuitas lo arreglarían un poco y lo utilizarían para su ministerio apostólico, añadiendo a la advocación de la Inmaculada la de Buen Viaje o Loreto”.(12) Una respuesta como ésta encubre un débil basamento documental. Si como pretende, la capilla del Fortín subsistió durante más de ochenta años en tierras de los Ruiz de Ocaña, ésta debería haber sido mencionada como bien preexistente en las sucesivas escrituras de traspaso, cosa que no ocurrió. Aunque Presas intente minimizar los alcances de esta omisión, la misma no deja de ser concluyente: después de haber trabajado durante años con protocolos notariales del período colonial, estamos en condiciones de afirmar que cualquier elemento que valorizara una parcela rural (casas, oratorios, ranchos, ramadas, galpones o ganado) era registrado por los escribanos en el

20

momento de escriturar su venta. Para salvar de alguna manera esa falta de apoyatura documental, Presas intenta darle al mito de la capilla el carácter de tradición y conferirle así alguna verosimilitud: “En fin, no pretendemos aclarar todos los puntos; basta lo dicho para asegurar la tradición que, en resumidas cuentas, es argumento de valor”. (13) Pero ¿se trataba verdaderamente de una tradición? Nadie antes que Bravo había hablado nunca de esa capilla: su indocumentada existencia tampoco contaba con bases orales en que fundarse. ¿Cómo juzgar entonces los esfuerzos de estos dos historiadores en probar lo contrario? Aquel oratorio imaginario, como el inexistente Fortín de Hernandarias, acabó por instalarse en el imaginario de los moronenses a pesar de su evidente falsedad histórica. En el sitio donde Presas estimó que había sido construida la capillita hoy se levanta un monolito recordatorio. Al igual que la efigie del gallo que se erige en una esquina de la plaza desde 1963, ese monolito refleja la falta de tradiciones propias de una ciudad que no contaba con vestigios palpables de su pasado más remoto. La presencia de estos pequeños monumentos de carácter referencial terminó por dar sustento a una suerte de corpus mítico que sigue siendo aceptado como histórico por la mayor parte de los moronenses. En el caso de Presas conviene analizar, además, la coyuntura que pudo motivarlo a defender la historicidad de aquella capilla surgida de la imaginación. No parece casual que se decidiera a hacerlo en 1954, cuando se agudizaba la tensión entre el Estado Peronista y la Iglesia Católica. Esta última, considerada por el régimen gobernante como nuevo valuarte de la resistencia, comenzaba a recibir los duros golpes que se redoblarían más tarde: las asociaciones católicas fueron despojadas de su personería jurídica, se retiró la subvención estatal a los colegios confesionales… Todo ello sumado a medidas como la Ley de Profilaxis y la que establecía la paridad legal entre hijos legítimos e ilegítimos, consideradas por los católicos como un atentado contra la familia cristiana. En este marco se hace explicable que Presas, en su doble condición de párroco e historiador, no se contentara con sostener la existencia de la capillita del Fortín, sino que la identificara con la que poseyeron los Jesuitas y afirmara que pervivió hasta la edificación de la primer iglesia parroquial. En tiempos de contrariedades, Morón


quiso ser exhibido como un baluarte precoz pero persistente de la fe católica. Un fraile griego en los pagos de la Cañada de Morón La primer capilla con antecedentes comprobadamente documentados habría sido, de acuerdo con lo investigado por Presas, la que erigieron los religiosos de la Compañía de Jesús en las tierras de doña Petrona de Piña y Aguilar, tataranieta del capitán Juan Ruiz de Ocaña. La única noticia que tenemos de su existencia data de 1718. (14) Pero al tomar esta fecha como única segura, puede afirmarse que no se trató de la capilla más antigua de los pagos de Morón. Hubo una capilla anterior, erigida por un enigmático monje griego que llegó furtivamente a estas provincias, fray Joseph Georgerini. Los que hayan leído Misteriosa Buenos Aires quizás recuerden ese nombre ¿Una invención de la literatura? Todo lo contrario: un personaje real. Cuenta Mujica Láinez que Georgerini arribó al Río de la Plata en una zumaca portuguesa con la pretención de establecerse en Buenos Aires, fingiendo contar con un permiso del rey para mendigar ayuda de los vecinos. Despojado por el sultán otomano del Arzobispado de Samos, había iniciado un largo éxodo que concluyó en esta remota ciudad, donde como cismático fue relegado a una celda del convento de Santo Domingo, a la espera de ser enviado a Lima para ser interrogado por el Santo Oficio. Sus esperanzas de sobornar a los carceleros con un costoso anillo de esmeraldas salvado del exilio se esfumaron en manos de un paje traidor. Pero el ladrón, que fugó por el camino de Córdoba, murió atormentado por las potencias demoníacas, que tomaron la forma de una misteriosa gangrena azulina que le entumeció los miembros. (15) Aunque el relato que acabamos de resumir está impregnado de la pintoresca inventiva de Mujica Láinez, no deja de ser cierto que el arzobispo de Samos vivió en Buenos Aires entre los últimos años del siglo XVII y los primeros del XVIII. No era miembro de la Iglesia Ortodoxa, sino que profesaba –quizás por conversión– la fe católica romana. Lo poco que sabemos de este fraile de la orden de San Basilio, nativo de la isla de Milo, procede de dos testamentos de 1695. (16) En su lecho de enfermo, acompañado de un escribano que iba tomando nota de su voluntad, le vino a la memoria su largo peregrinaje por los mares. La

zumaca que lo acercó a estas costas había atracado forzada por un temporal y provenía del puerto de San Salvador de Bahía. Georgerini trajo consigo algunos bienes que afirmaba haber conseguido gracias a su labor pastoral. Según uno de esos testamentos, fueron “adquiridos por mis ejercicios pontificales en diferentes partes, que los hemos celebrado por donde hemos pasado con arribadas que hemos tenido, y de limosnas que nos han dado personas de buen celo y amigos del servicio de Dios”. El Conde de la Moncloa, virrey del Perú, ordenó que la zumaca le fuera confiscada, pero poco más tarde le fue devuelta para que tuviera con qué mantenerse. Según parece, la puso al servicio del gobernador del Río de la Plata, Agustín de Robles. Sus otros bienes fueron puestos en manos de un depositario, hasta que se sacaron a subasta y se le entregó el producto de la venta. Pero aunque fue tratado con consideración, se le advirtió que debía considerar transitoria su estadía en el Río de la Plata. En 1697 una real cédula dispuso que sería embarcado a la península en el primer navío de registro que llegase al Río de la Plata. (17) El decreto regio se repitió dos años más tarde, pero los cambios en la coyuntura política europea le permitieron retrasar su cumplimiento. La muerte de Carlos II y el ascenso de la dinastía de Borbón, seguidos de la Guerra de Sucesión por el trono español, produjeron un retraso en las comunicaciones con la metrópoli, circunstancia que le sirvió para eludir el mandato real. Fray Cayetano Fernández de Agüero, cura rector de la iglesia catedral, recordó en una ocasión que sus padres lo habían conocido y escribió que Georgerini era “muy docto y de ánimo resuelto”. (18) El griego se rodeó de un boato que resultaba insólito para aquella ciudad de barro y paja. A pesar de haber sido expulsado de la isla de Samos, seguía considerándose arzobispo y se hacía dar ese tratamiento. Se hacía llevar por las calles fangosas en una silla de manos, portada por un par de esclavos negros, hasta que debió venderlos cuando le faltaron recursos para subsistir. Su servicio personal se componía de dos asistentes letrados: Esteban de Médicis, su secretario, y el licenciado Joseph Rendón, su paje, que contrariamente al criado del relato de Mujica Láinez, se mostró como el más fiel de sus servidores y administró las escasas posesiones que le quedaban. No conocemos la edad del arzobispo al arribar al Río de la Plata, pero seguramente estaba entrando

21


en la ancianidad y sufría por ello de enfermedades recurrentes. En sus dos testamentos, el fantasma de la muerte parece asomarse a cada renglón. Pero aunque le atormentaba la idea de morir en tierras tan lejanas, se preocupó por enfrentar esa eventualidad y rogó al obispo, al deán de la catedral y a los prelados de los cuatro conventos porteños que oficiaran misas por su alma y acompañaran el cortejo fúnebre. Todo ello, les pedía, debían hacerlo de limosna, en consideración a su pobreza. Además imploró al obispo Antonio Azcona Imberto que, de acuerdo con su alcurnia episcopal, se le diera sepultura en la bóveda donde habían sido enterrados los obispos anteriores. (19) En 1695 Georgerini todavía no había recobrado sus bienes, a pesar de que el gobernador había dado la orden de devolverlos. Encargó a su paje Rendón que los recuperara, otorgándole un poder en el que reiteraba que procedían “de limosnas que nos han dado y de nuestro oficio pastoral en diferentes Reinos por donde hemos andado”.(20) Pero dos años más tarde ya había recibido su importe en plata y lo invirtió en dos lonjas de terreno sobre el río de las Conchas, una de 500 varas que compró a doña María Cristal y otra de 150 varas al capitán Juan Gómez de Saravia. (21) En esas tierras, que se hallaban dentro de los límites del actual partido de Hurlingham, hizo pastar una majada de ovejas y seguramente sembró trigo, todo ello a cargo de un capataz esclavo. También mandó construir una capilla o acondicionó la que ya habían edificado los propietarios anteriores. La conservó hasta 1701, en que vendió la propiedad al capitán Pedro de Suero en 1750 pesos. La escritura de venta a Suero resulta de singular interés, pues es la única que menciona esa capilla de techo de paja, la más antigua del pago de la Cañada de Morón.(22) En ella también alude a la presencia de casas, ranchos, un montecillo de higueras, otros frutales y algunos árboles cimarrones (es decir, especies del país como talas y espinillos). Se trataba, según se dice esa escritura, de “… dos chacras, la una de quinientas varas de tierras que hubimos y compramos de María Cristal las cuales dichas quinientas varas son de frontada que están de esta banda del río de las Conchas, y la otra chacra de ciento y cincuenta varas de frontada que hubimos y compramos del

22

capitán Juan Gómez de Saravia con todo el fondo que les corresponden a la una y otra chacras… y las dos están en un cuerpo y lindan por la parte de abajo con chacra y tierras de Doña Ursula de Sampayo y por la parte de arriba con tierras de dicho capitán Juan Gómez de Saravia, pobladas de casas, ranchos y una capilla, higueras y otros árboles frutales, y las dichas casas, ranchos y capilla cubiertos de paja, y otros árboles cimarrones… con más doscientas ovejas que están en la dicha chacra y asimismo un negro nuestro esclavo casta Angola nombrado Francisco, que es de edad de treinta años…” Las últimas noticias que tenemos de Georgerini son de 1703, cuando vendió su casa en la ciudad. (23) ¿Se vio obligado a desprenderse de sus bienes para cumplir con la orden de embarcarse a Cádiz? Ese año, las naos Nuestra Señora del Rosario y Nuestra Señora de los Reyes, que estuvieron demoradas en el puerto de Buenos Aires durante casi un lustro, partieron rumbo a la península. Pero la entronización de los Borbones había hecho estallar la guerra y las naos fueron capturadas por la flota británica a la altura de Río de Janeiro. El arzobispo acaso terminó sus días como prisionero en el Brasil. La historia de fray Joseph Georgerini, arzobispo de Samos, es una historia inconclusa. Y son muchos los interrogantes que nos deja. Pensamos en su capilla y hay preguntas que nos inquietan, aunque sabemos que nunca van a poder ser respondidas. Una de ellas tiene que ver con su conversión al catolicismo romano. ¿Fue sincera o siguió profesando en secreto su fe cismática? Y si fuera esto último, ¿qué rol cumplió la capilla de su chacra en el pago de Morón? ¿Se retiraba a ella para celebrar ocultamente el rito griego, contrariando las estrictas prohibiciones de la Corona? Especular sobre estas presunciones puede resultar apasionante, pero preferimos detenernos aquí. Seguir adelante sería agregar un nuevo mito a los muchos que existen en la historia moronense. Notas 1- Afirma Ballart que la imposición de una civilización urbana rompe con el sistema de relaciones que garantizaba el mantenimiento de ataduras entre los individuos con un espacio físico y una determinada tradición. Las tradiciones acaban “estropeadas” por el simple desplazamie nto geográfico, al producirse una separación física entre el


individuo y su territorio ancestral; Josep BALLART El patrimonio histórico y arqueológico: valor y uso Ariel, Barcelona, 1997, pag. 226. 2- Esos ámbitos acotados, que hoy suelen ser identificados como de “clase acomodada” y “clase media”, surgi eron en las décadas de 1950 y 1960. Así se habría producido, por ejemplo, el desplazamiento de las familias tradicionales de Morón a la localidad de Castelar, en coincidencia con el momento en que Morón perdía, por lo menos en sus manzanas céntricas, el carácter de ciudad residencial para adoptar el de zona comercial. 3- Carlos María BIROCCO “El fortín de Hernandarias, o como se forjó una tradición moronense” en Revista de Historia Bonaerense Instituto Histórico de Morón, Año 5 nº 20, diciembre de 1999. 4- Esta tendencia a e mparentar la historia local con la conquista del territorio no fue exclusiva del partido de Morón. Lo mismo sucedió con los primeros historiadores de Capilla del Señor, que remontaron la aparición de ese poblado a los inicios del siglo XVII, cuando el mismo no fue loteado hasta por lo menos 1755. Véase: Carlos María BIROCCO “La familia Casco de Mendoza y los orígenes del pueblo de Capilla del Señor” en Boletín del Instituto de Ciencias Genealógicas tomo 16, n° 191, septiembre-octubre de 1995. 5- Se trataba del oratorio donde se adoraba a Nuestra Señora de Luján, en que se hallaba en una de las estancias de Oramas, en la otra banda del río Luján, y de la capilla de la Reducción del Baradero. 6- Gabino BRAVO Reseña histórica del partido de Morón Sin datos de editor, Morón, 1946, pag. 27. Afirma Bravo que esas partidas de matrimonios se volcaron en los libros parroquiales de la catedral de Buenos Aires. Curiosamente, aunque esos libros se conservan completos, no es posible encontrar la más mínima alusión a la capilla del Fortín. Véase Carlos JAUREGUI RUEDA Matrimonios de la Catedral de Buenos Aires, 1656-1760 Fuentes Históricas y Genealógicas Argentinas, Buenos Aires, 1987. 8- Juan ANTONIO PRESAS Nuestra Señora del Buen Viaje. Morón Talleres del Instituto Salesiano, Buenos Aires, 1972, pag. 23. 9- Juan Antonio PRESAS Morón. Contribución al estudio de su historia Municipalidad de Morón, 1954, pag. 22. 10- Idem pag. 58. 11- Archivo de Geodesia y Catastro de la Provincia de Buenos Aires, Duplicado de Mensura 38 del Partido de Morón. 12- PRESAS, Morón. Contribución al estudio de su historia pag. 23. 13- Ibidem. 14- Llama la atención que Presas, en el documentadísimo apéndice de su obra más compendiosa, no transcriba este documento tan importante para la historia local. Nosotros no hemos podido ubicarlo en los archivos. 15- Manuel MUJICA LAINEZ Misteriosa Buenos Aires Sudamericana, Buenos Aires, 1951. 16- Los testamentos se encuentran en Archivo General

de la Nación [en adelante AGN] IX-48-8-2, Escribanías Antiguas, fs. 154 y 236v. 17- Libros Registros-Cedularios del Río de la Plata (1534-1717) Instituto de Investigaciones de Historia del derecho, Buenos Aires, 1991, tomo III, pags. 97 y 110111. 18- La única biografía de Georgerini que conocemos, bastante escueta, se encuentra en Raúl MOLINA Diccionario Biográfico de Buenos Aires (1580-1720) Academia Nacional de la Historia, Buenos Aires, 2000, pag. 289. De allí extrajimos esta cita de Fernández de Agüero. 19- Recomienda a sus albaceas en el primer testamento que se cargue “al señor Obispo por amor de Dios todo lo que toca a la Iglesia atento a mi suma pobreza y a estar de expensas de su caridad y lo mismo pido por amor de Dios a los Reverendos Padres Prelados de las cuatro religiones en lo que a cada uno toca”. Su pedido a A zcona Imberto de ser enterrado en la recámara de los obispos se encuentra en el segundo testamento: “de caridad cristiana… nos dé sepultura en la Bóveda de nue stros hermanos los Señores Obispos”. 20- AGN IX-48-8-2, Escribanías Antiguas, f. 239v. 21- No hemos hallado la escritura de la compra de 500 varas a María Cristal, pero sí la que hizo al capitán Juan Gómez de Saravia, que menciona la transacción anterior; IX-48-8-3, Escribanías Antiguas, f. 392. 22- IX-48-8-7, Escribanías Antiguas, f.183. Según hemos corroborado en el Instituto Histórico de Morón, donde el autor de este artículo y la investigadora Elsa López están reconstruyendo la propiedad del terreno en los partidos de Morón, Ituzaingó e Hurlingham entre los siglos XVII y XIX, las tierras de chacra de Georgerini pasaron en 1701 a Suero, en 1730 a Bartolomé Sánchez y en 1760 a Juan Teodoro Soto. 23- IX-48-9-2, Escribanías Antiguas, f. 326v. Sabemos por el testimonio de Fernández de Agüero que la casa del arzobispo se encontraba cerca del convento de la Merced.

Carlos María Birocco. Profesor de la Universidad de Morón y de la Universidad Nacional de Luján e investigador de esta última casa de estudios y del Instituto Histórico de Morón.

23


Gestión Patrimonial Integral del Programa Municipal de Preservación del Patrimonio Urbano y A r q uitectónico d e Rosario

Gabriel Eduardo Asorey

Introducción: Rosario, una ciudad en crecimiento Rosario, Ciudad de atractivo paisaje urbano, cuenta en su acervo con importantes obras arquitectónicas. Aquí y allá se alzan edificios, casas, monumentos y plazas de valiosísima significación para su gente y visitantes sorprendidos de encontrar por nuestras calles, tan atractivo panorama. Rosario, Ciudad de oportunidades, de incontenible desarrollo como polo alternativo y complementario de la Metrópolis porteña, nodo del Corredor de Exportación Bioceánico, de las hidrovías Paraná-Tieté y Paraguay-Paraná, del eje Río Grande do SulValparaíso, centro de comunicaciones y de actividades logísticas, Aeropuerto, Puerto y Puerta del Mercosur. Rosario, Ciudad joven de gente pujante y dispuesta a aceptar desafíos como los que presenta el Tercer Milenio, de propiciar, acompañar y retroalimentar el desarrollo local sin perder la identidad que nuestro patrimonio histórico, cultural, estilístico y arquitectónico representa para la impronta de una urbe de paisaje caprichoso en la que conviven épocas, estilos y tipologías. Historia de la Política Patrimonial Sin antecedentes en Preservación, Rosario sufrió las mutilaciones a que fuera sometido durante la década del setenta, era de las irresponsables demoliciones que pretendían desarraigarla de su pasado y quitarle su identidad. Con el retorno a la democracia empiezan a asomar las primeras acciones para sofocar tanta irracionalidad que intentara dejarnos sin valores históricos ni reconocimientos arquitectónicos colectivos. El errático camino que ha recorrido la política patrimonial de la Ciudad comienza con la creación de la Comisión de Evaluación en 1984, devenida en Comisión de Preservación en 1987 con el humilde objetivo de estudiar y recomendar sobre la conveniencia de otorgar permisos de demolición o reforma en edificios de más de treinta años para aprobar o no las intervenciones y, eventualmente hacer sugerencias a los proyectos. Pero esta condición de órgano consultivo y no ejecutor ni punitivo, sumado a la carencia de una estructura adecuada, le impedía actuar haciendo efectivos los cambios necesarios. Hacia finales de 1991, por Ordenanza 5.278, creamos el “Fondo de Preservación Urbanística de Rosario” a los efe ctos de: solventar una política de defensa del patrimonio urbano, arquitectónico e histórico de la Ciudad; para financiar la restauración de edificios,

24


sitios y monumentos de real interés histórico, arquitectónico, cultural o artístico; para realizar campañas de concientización comunitaria sobre la necesidad de defender nuestro valioso patrimonio ciudadano; y, eventualmente, para expropiar inmuebles a tales efectos. Este Fondo resulta de una serie de ecuaciones que afectan el Presupuesto Municipal en función de cálculos sobre la Tasa General de Inmuebles, el producido de la enajenación o alquiler de bienes adquiridos con el propio Fondo y donaPrimer Monumento Histórico Nacional. Proceso de restauración ya culminado. ciones y contribuciones. Ultimamente estamos a punto de lograr la inclusión en el Fondo de lo producido de la venta de Publicaciones realizadas con el propio Fondo (Libros, Revistas, posters, tarjetas, etc.). La edición de éstos materiales ha sido una herramienta única para la concientización de la ciudadanía respecto del reconocimiento y cuidado de nuestro patrimonio y algunos de ellos, como la tarjeta postal con la cara del “Che” Guevara fundida con la foto de la fachada de su edificio natal, han producido un interesante impacto en la opinión pública. A partir de entonces se abren un sinnúmero de oportunidades en el plano de la acción que rebalsaban los límites de las actividades meramente consultivas de la Comisión. Se hacía cada vez más imperiosa la necesidad de generar una instancia ejecutora de políticas de restauración y recuperación que cobraran la forma de intervenciones directas para lo cuál la institucionalidad y estructura del ámbito específico a cargo de las tareas debería seguir evolucionando. Se pretendía, además, constituir un organismo de referencia comunitaria válido para responder a las situaciones relativas a la preservación de nuestro patrimonio, y de continuar y ampliar el marco de tareas de la Comisión. Inmediatamente después de la establecimiento del Fondo se crea, a través de la Ordenanza 5492/92 el Régimen de Padrinazgo de Edificios y Hechos de Escala Urbana considerados de interés para el Municipio por su valor arquitectónico, histórico, cultural o artístico. En tanto, se celebraban sendos Convenios con las Facultades de Arquitectura Planeamiento y Diseño y de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario para poner en marcha una serie de iniciativas vinculadas a la concientización y al relevamiento que significaron el puntapié inicial de la exploración de un terreno virgen o mal aprovechado y prometedor que implicaba sembrar a futuro, como lo fue el Programa “Conocer y Cu idar la Ciudad en que Vivimos”, una verdadera experiencia inédita con los estalecimientos escolares primarios por aquel entonces, resultando de esta retroalimentación la decantación del patrimonio significativo o popu lar, o el de valor de conjunto, paradigmático o singular. Culminando en el completamiento de una parte de la Historia del Barrio, contada por sus mismos participantes. Otra interesante estrategia de concientización, pero esta vez diseñada para los profesionales de la construcción, es el “Concurso Anual Rosario Restaura” que premia las mejores intervenciones en resguardo, refuncionalización y/o recuperación del patrimonio edilicio. Se otorgan Primer, Segundo y Tercer Premio y seis Menciones Honoríficas y, además del incentivo económico se colocan placas recordatorias en los edificios premiados. El trabajo en conjunto con otras reparticiones públicas como lo fueron las Facultades, el Servicio Educativo y las distintas escuelas que intervinieron, enriquecieron enormemente la experiencia para todos quienes entraron en contacto con una temática ajena a su especialidad, o bien, a la modalidad de abordaje a que están acostumbrados. Han sido los sistemas mixtos de gestión los que han dado, hasta ahora me-

25


jores resultados en todas las áreas y es por ello que procuraremos profundizar esta estrategia. De allí que, superado el cuerpo normativo de la Comisión por la realidad que en 1996 se había logrado alcanzar a pulmón y corazón, se crea el Programa Municipal de Preservación del Patrimonio Urbano y Arquitectónico. En aquel momento, las circunstancias se veían desbordadas por la carencia de legislación y, faltarían aún unos años para su plena aplicación. El Programa Municipal de Preservación del Patrimonio Urbano y Arquitectónico El Programa deviene de una cadena de heVilla Hortensia. Estado actual. rramientas legales, que han ido evolucionando en lo que hace a competencias y facultades, sin que el estado actual sea el final y definitivo; aún queda mucho por hacer. Marco Conceptual Antes de interiorizarnos de lleno en el desglose de lo actuado en este tiempo y en la revisión de la legislación específica que conforman el cuerpo del Programa; entendemos importante clarificar los conceptos con los que trabajamos, de manera tal que se facilite la comprensión del por qué, además del cómo y el quiénes. La idea ampliada de “preservación” con la que trabajamos, va más allá de la pura conservación, está vinculada a la recuperación; a la puesta en valor; a la rehabilitación; a la salvaguarda, rescate y/o mejoramiento de edificios o sitios urbanos en relación a las propias expectativas y demandas cotidianas y a las características específicas del lugar. Este concepto es correlativo con la forma de demarcar “Patrimonio”, al que se le ha conferido el cará cter de “bien colectivo” y al que se ha enriquecido liberándolo de concepciones meramente arquitectón icas, llevándolo al plano del ciudadano común. Reconocerle valor patrimonial a todos aquellos edificios, sitios y hechos de escala urbana que la gente registra como socialmente significativos implica la democratización de la ponderación de bienes urbanos para su protección, recuperación y/o puesta en valor. Como sostiene Néstor García Canclini “... la reformulación del patrimonio en términos de capital cult ural tiene la ventaja de no presentarlo como un conjunto de bienes estables y neutros, con valores y sentidos fijados de una vez y para siempre, sino como un proceso social que, se acumula, produce rendimientos y es apropiado en forma desigual por diversos sectores..” De esta manera procuramos complementar una eficaz gestión y administración pública de bienes privados en beneficio de toda la comunidad. Intervenciones Concretas La capacidad del Programa Municipal de Preservación del Patrimonio Urbano y Arquitectónico, de intervenir tanto en espacios públicos como privados, que cobrara vida aún antes de que la legislación misma así lo contemplara, abre un abanico de posibilidades que comienzan con minúsculas acciones de alto contenido simbólico y en un año alcanza el tamaño de emprendimientos mayúsculos como la restauración de Villa Hortensia. Para facilitar la comprensión del tipo de intervenciones y proyectos concretos, las diferencias en su naturaleza y modalidades, podemos distinguir entre: • Monumentos Nacionales • Antiguos Edificios Ferroviarios Legados al Municipio

26


• • • •

Intervenciones en el Área Central Elementos y Sitios Urbanos Edificios Privados Trabajos con Entes Nacionales, Provinciales y Municipales

El Programa generaría, antes y después de su creación formal un conjunto de exitosas intervenciones apelando a las formas más creativas para su financiamiento. Algunas de las más significativas fueron: ◊ el Club Español cuyo Presidente Benito Rodríguez amerita una mención muy especial por su denodada colaboración en la gestión de sponsors (1994); ◊ el Palacio Cabanellas en el que jugara un papel fundamental el Consejo de Administración cuyo esfuerzo permitiera reunir los fondos (1994); ◊ el Foyer del Teatro “El Círculo” por el que la propia Fundación del Teatro solicitara el asesor amiento técnico y la supervisión; estas primeras intervenciones ejercieron un efecto disparador que fue contagiando la inquietud por recuperar en lugar de demoler (1994); ◊ el Museo Estevez a pedido de la Secretaría de Cultura de la Municipalidad luego de un hidrolavado mal realizado que degradara parte del frente (1995); ◊ la compra y restauración por parte de la Municipalidad de la legendaria Villa Hortensia que fuera rescatada de la demolición por ser declarada Monumento Histórico Nacional, actualmente Centro Municipal del Distrito Norte, conjuntamente con el Programa de Modernización y Descentralización Municipal con un éxito sin precedentes en materia de participación ciudadana, cabe mencionar que desde la compra del inmueble hasta la inauguración de la obra transcurrieron tan sólo ocho (8) meses (1997); ◊ el Silo Davis restaurado íntegramente con fondos municipales, la colaboración de la Fundación Cordic y el aporte gratuito de los servicios de la Empresa CA-SA de Daniel Capobianco, obra que fuera inaugurada con la “Muestra Anual de Arquitectura y Decoración Vidriera de Cordic” y donde luego se emplazará el Museo Municipal de Arte Moderno (1998); ◊ en lo que hace a elementos urbanos, los relojes de Rosario gracias a la inestimable colaboración del Relojero Alcides Cornier, quien no cobró sus honorarios por los arreglos a cambio de la publicidad que recibiría en los diarios y por los recorridos del Ente Turístico Rosario (ETUR) (1996); ◊ el asesoramiento al Ente Nacional del Puerto de Rosario (E.Na.P.Ro.) sobre los Pliegos y el Proceso Licitatorio del reacondicionamiento de la antigua Estación Fluvial y para la preservación de sus pinturas murales (1998); ◊ la antigua Estación Ferroviaria Embarcaderos donde actualmente funciona el Consejo de los Niños en el marco del Programa “La Ciudad de los Niños” del urbanista italiano Francesco Tonucci, con sobradas muestras de eficiencia en su aplicación y de consenso entre los rosarinos (1997); ◊ la antigua Estación Ferroviaria Antártida Argentina y el Cabín cuyo uso y explotación nos fuera cedida por el Nuevo Central Argentino y restaurara el Programa con el aporte de las empresas SIRC Iluminación, Asifar, Security y Peloni SRL. Hoy funciona allí un centro Cultural de administración autogestionaria por la Comisión de Vecinos Centro Cultural Fisherton constituida por el Programa y de la que participa el mismo, además de vecinos del Barrio electos en Asamblea y todas las instituciones intermedias de la zona (1997-1998); ◊ la Casa del Estudiante, obra del Arq. Fermín Beretherbide, que fuera cerrada en épocas de gobiernos de facto y luego abandonada a su suerte por las distintas administraciones de la Universidad Nacional de Rosario; finalmente, el Centro de Estudiantes de la Facultad de Ciencias Médicas se hace cargo de las reparaciones en el edificio, lo convierte en vivienda para estudiantes del interior con dificultades económicas y construye una Biblioteca los cuáles al cabo de unos años requirieron una restauración más integral y estructural llevada a cabo por el Programa (1998); ◊ el pasaje Bajo Nivel Celedonio Escalada recuperado gracias a la donación de pintura y materiales por parte de la empresa Miluz y su protección e impermeabilización con productos de AKZO NOBEL y los trabajos por parte de la Municipalidad 1997-1998); ◊ la Parroquia de San Francisquito con pintura donada por la empresa Tersuave (1998); ◊ la limpieza y protección de las fachadas de las Escuelas Secundarias Normal N° 2 y Nacional N° 2 y la Facultad de Ingeniería, Ciencias Exactas y Agrimensura de la Universidad Nacional de Rosario;

27


la supervisión de obra de la recuperación del Palacio Fuentes y del Edificio “La Ros ario” (natalicio del “Che” Guevara), a partir de la firma de sendos Convenios para la Dirección Técnica de la Obra, luego de haberse elegido las empresas ejecutoras (1997); ◊ la restauración de dos de los galpones del Parque de la Independencia solicitada por el Ente Turístico de Rosario (ETUR) al vencerse las concesiones privadas. Hoy, funciona allí, un Predio Ferial de características inéditas en la ciudad (1998); ◊ el Plan “Rosario Vuelve a sus Fuentes”, creado para restaurar las Fuentes de la Ciudad con la colaboración de las empresas Aguas Provinciales de Santa Fe y Oscar H. Amorelli ◊ el Plan de Iluminación de Fachadas en acción conjunta con la Secretaría de Servicios Públicos, a través de su Dirección de Alumbrado Público del que ya fueran objeto el Centro de la Tradición “El Hornero”, el Club Español, el Palacio Municipal, el Colegio de Escribanos y el Palacio Minetti, su est atuaria superior; ◊ el Programa “Conocer y Cuidar la Ciudad en que Vivimos” con la doble función de concientizar a la población en general y aportar a la ampliación de los criterios de demarcación del patrimonio barrial en el proceso de catalogación; entre otros ◊

Por allá 1998, en el Programa también nos abocamos a la búsqueda de alternativas viables para adaptar la nueva Legislación sobre Seguridad de los Elevadores, a los Ascensores Antiguos que perderían su atractivo si sus puertas fueran reemplazadas o cubiertas con puertas corredizas que impedirían apreciar los trabajos de herrería. Una de las opciones en estudio fué la del emplazamiento de detectores de fibra óptica que garantizan las medidas de seguridad sin dañar la imagen estética. Los propietarios de los edificios de la Bolsa de Comercio (edificio ecléctico) y el Remonda Monserrat (Modernismo Catalán – Obra de Francisco Roca), ya plantearon su voluntad de preservar sus ascensores de la forma más conveniente. Finalmente, y como resultado de esta mediación se incluyó en la Ordenanza un articulado preciso que establece la actuación del Programa en los casos de edificios que tengan Declaratoria de Valor Patrimonial. Un nuevo modelo de Gestión La capacidad para seguir generando una política integral de preservación, así como intervenciones del Programa en resguardo y promoción del patrimonio, encuentra grandes limitaciones presupuestarias que frenan un conjunto de iniciativas ya estructuradas pero de difícil abordaje si se utilizan exclusivamente los fondos municipales. La exitosa experiencia de cooperación horizontal y público-privada en gestión patrimonial que nos permitiera llevar a buen puerto las obras antes mencionadas, está siendo universalizada hacia todas las actividades del Programa, ya sea en lo que a intervenciones concretas respecta, como en el diseño de estrategias de difusión y concientización ciudadana. Algunos cabales ejemplos de ello son: la colocación de Placas en el marco de una Campaña de Protección de Fachadas de Valor contra las agresiones de pintadas y carteles. El Programa hizo 500 p laquetas de Chapa con la leyenda “Prohibido F ijar Carteles. Protejamos nuestro Patrimonio. La responsabilidad final de no cumplirse el Decreto N° 4183 será de la entidades que difundan los mensajes publicitarios”. Los vecinos frentistas de edificios de valor patrimonial las solicitan con una carta y una foto de sus fachadas y se les entrega la cantidad necesaria para que ellos mismos las coloquen. Otra muestra de las potencialidades de esta metodología es la edición de todo tipo de materiales gráficos y bibliográficos como lo son: los Libros “Villa Hortensia: su Rec uperación” y “Conocer y Cuidar la Ciudad en que Vivimos”, la Revista “Cuadernos del ICOMOS Arge ntina Número Especial sobre Rosario, tarjetas postales, posters, folletos, etc. . Villa Hortensia. Estado actual.

28


En ésta línea se encuadra el “Plan de Padrinazgo de Edificios de Valor Patrimonial”. La Municipalidad, a través de este Plan usufructúa un recurso monopólico para beneficio colectivo con fondos privados. Los espacios para publicidad en la vía pública del tamaño del frente de los edificios en cuestión son considerablemente codiciados por las empresas que hoy no cuentan con la posibilidad de anunciar en lugares como las esquinas de Córdoba y Corrientes y en dimensiones más que considerables. A esto se suma la propaganda institucional que se deriva del buen uso de los fondos de esos derechos publicitarios en acciones sociales como lo es la restauración de edificios históricos o socialmente significativos, sitios, fuentes o determinadas “rutas urbanas” como la del modernismo o la del Art Decó o Nouveau. Las empresas interesadas en apadrinar obras o determinados lugares asumirán los costos de su restauración a cambio del espacio publicitario que ocupa toda la fachada (en el caso de obras singulares restauradas) o la cartelería de pie (para los paseos, rutas y/o caminos) y las placas recordatorias (para todos los casos), así como la cobertura de los medios de comunicación locales y nacionales de la firma del Convenio Tripartito y de la Inauguración de la Obra con el Sr. Intendente Municipal. Asimismo, la empresa tiene derecho a dar a público conocimiento por los medios que estime necesarios el Padrinazgo. Contamos ya con la experiencia del antiguo Hotel Rex apadrinado por la empresa Minicelular S.A., Agente Oficial de Personal, y nos encontramos en la última etapa de concreción del convenio de Padrinazgo para la restauración del Palacio Minetti por parte del Banco Bisel el cual, además, lanzará una campaña de difusión con tarjetas alusivas. Al mismo tiempo, el Programa ha realizado tres libros con todos los edificios de valor en el Area Central, en el Barrio de Fisherton y en la Zona de Pichincha, antigua zona portuaria dominada, a principios de Siglo, por prostíbulos, conventillos y tabernas. Por último, el Programa de Preservación estuvo inventariando el Patrimonio Costero, en función de las intervenciones ya realizadas en el Pasaje Celedonio Escalada, en el Silo Davis y en la Estación Embarcaderos, así como en la futura recuperación y refuncionalización urbana de la vieja Maltería (ex fabrica Quilmes) también en cooperación con las empresas que se localizarán en el Parque Scalabrini Ortiz (Parque Ferroviario en desuso), todos incluidos en la categoría de Patrimonio Industrial. Hoy , mas allá de que por suerte aún existe el Programa solamente se dedica a una función meramente administrativa de la Comisión y a la culminación nunca concretadas de algunas actividades académicas que dejáramos iniciadas. Gabriel Eduardo Asorey . Arquitecto. Director y Autor del Programa 1996-1998- Delegado por la Pcia de Santa Fe de la Comisión Nacional de Museos Monumentos y Lugares Históricos.

Villa Hortensia. Estado actual.

29


Patrimonio Intangible Sutil y poderoso Existen diversas formas de aproximarnos al pasado. Tradicionalmente nos hemos acercado a su conocimiento a través de la documentación, de la bibliografía, o de los restos materiales, todas formas contundentes de registrarlo. Pero el pasado se nos aparece también de una manera sutil, que no puede verse ni tocarse, lo intangible, que no es ni más ni menos que la otra cara de lo material. Lo inmaterial, lo intangible representa el ser, el espíritu de las cosas, de los lugares, de los edificios , de los monumentos, de los paisajes, y es justamente esa esencia, lo que les otorga significación. Paso a transcribir parte de una entrevista oral: “¿Conservan fotos familiares antiguas? -Teníamos una caja llena...Algunas eran de cartón duro. Me acuerdo una de un casamiento, una pareja de novios. El sentado, ella parada, apoyada en el respaldo de la silla. -¿Quiénes eran ? -No sé. El era bajito, con grandes bigotes, ella era rubia, espléndida, con una flor en el pecho. Los dos estaban muy serios. -¿Está bien conservada? -Las fotos estaban amarillentas, muchas con los bordes rotos. -¿ Puedo verlas? No, las tiré todas en una mudanza...Como eran fotos viejas...Además no sabíamos quienes eran”. Lo mismo que sucede con una foto sin historia, sin tradición familiar, sucede con una casa antigua de la que no se tienen referencias. Entonces se tira abajo sin ningún miramiento para hacer un estacionamiento para automóviles, y a nadie le importa. Esto sucede todo el tiempo con las casas, los objetos, las cartas y toda clase de testimonios materiales del pasado. Sobre todo sucede en las grandes ciudades, como en las que generalmente nos toca vivir a nosotros. En ellas también pierden significación algunos sitios o espacios urbanos. Cosas y lugares que en otros tiempos han representado mucho para la comunidad, han perdido esa significación. Se ha producido por alguna razón un corte, se ha roto la transmisión de las generaciones. Se ha perdido la memoria. Cuando esto sucede, se produce un gran empobrecimiento de la sociedad. Por eso en los últimos años se está trabajando fuertemente la dimensión inmaterial del patrimonio, ya que ella apuntala la material. Han aparecido nuevas categorías del patrimonio inmaterial, que se suman a las tradicionales, que son las costumbres, las tradiciones populares, las comidas, los

30

cantos y las danzas, los oficios y artesanías, los saberes y las técnicas en desuso. A ellas se agregan y se están trabajando en todo el mundo, los itinerarios culturales, los sitios asociativos, los lugares conmemorativos, los paisajes culturales. Se trabaja analizando en ellos el conjunto de percepciones, de construcciones emocionales, subjetivas, que las personas tienen de determinados lugares, artefactos, acontecimientos, recorridos que son los que conforman el imaginario social. Ante esta problemática se nos plantea la necesidad de buscar caminos para conservar el patrimonio intangible. Cuando se trata de conservar bienes materiales, resulta si no más fácil, si más claro. Se puede determinar su estado de conservación, las posibilidades de intervención, el presupuesto que esto supone. Pero en el caso del patrimonio intangible, nada es tan claro, porque no puede tocarse, ni medirse, ni evaluarse de la manera convencional. El diagnóstico no es fácil de realizar. ¿Dónde buscarlo, cómo registrarlo, cómo trabajar en una sociedad que solo cree en lo que ve y en lo que toca? ¿Cómo rescatar el patrimonio inmaterial en una sociedad a la que solo le interesa el tiempo presente, donde todo es descartable, donde lo que cuenta es lo inmediato? La respuesta es trabajar con la gente, sensibilizarla en cuanto a su pasado, acudiendo a la memoria colectiva. Debemos trabajar con las huellas elegidas por la comunidad como elemento de identificación, con los indicios de la narración, con los núcleos de memoria que subsisten en ciertos grupos, que afortunadamente son muchos. Se hace necesario buscar nuevos equilibrios en una sociedad golpeada como la nuestra, trabajando con el bagaje cultural, que cada uno o cada grupo posee. Así se revaloriza el pasado, la memoria, las tradiciones que enriquecen a los seres humanos. Hay una rica memoria diseminada en cada uno de los seres que conforman una comunidad, que conservan historias vividas por ellos o traídas de otras partes por sus padres y abuelos, que deben ser conservadas y transmitidas para dar sentido al lugar donde se vive. Quienes estamos comprometidos en la conservación del patrimonio histórico, cultural y natural, debemos crear estrategias para trabajar integralmente, instituciones, especialistas y comunidad, en la revalorización de construcciones, espacios y tradiciones culturales, posibilitando el respeto y la transmisión de la memoria, que constituye su inasible y poderoso sustento.


UBICACIÓN GEOGRÁFICA El partido de Almirante Brown se ubica al sur de la Provincia de Buenos Aires, a 23 km. de la Capital Federal. Posee una ex tensión de 129,33 km2. Limita al NE con los partidos de Florencio Varela y Quilmes, al NO con el partido de Lomas de Zamora, al SO con Esteban Echeverría y SE con el partido de San Vicente y Presidente Perón. La temperatura media es de 16° C, la humedad media ambiente del 74%. Surcado por los arroyos Del Rey, San Francisco, Las Piedras y Las Perdices. La Municipalidad de Almirante Brown está formada por 11 localidades, que son: Adrogué, Burzaco, Rafael Calzada, Claypole, Glew, Longchamps, Malvinas Argentinas, José Mármol, Ministro Rivadavia, San José y Solano. Dentro de la localidad de Claypole se encuentra el Complejo Habitacional Don Orione, una ciudad en sí mismo por la cantidad de habitantes. ESCUDO DEL PARTIDO El primer escudo municipal que se utilizó fue un sello ovalado con el dibujo central de la Fragata "25 de Mayo", nave del Almirante Brown. Posteriormente el 2 de julio de 1948 s e adoptó como Escudo Municipal, el Escudo de Juncal, condecoración que se entregó al Almirante Guillermo Brown y sus hombres por la batalla del mismo nombre librada el 9 de febrero de 1827. El escudo quedó, entonces, compuesto por el Escudo de Juncal rodeado de un lema que dice "Municipalidad de Almirante Brown". La medalla de Juncal fue una condecoración realizada en metal y grabada a mano, no fundida, motivo por el cual no tiene color, sino dibujo lineal. Tampoco fue diseñada como blasón, en él podemos ver elementos que hacen a la Armada de G uerra , el sol que simboliza la Patria y la leyenda: superior "GLORIA A L OS VENCEDORES EN LAS AGUAS DEL URUGUAY" / inferior "9 DE FEBRERO DE 1827". Como curiosidades de este emblema podemos decir, que fue la primer condecoración entregada a los marinos en forma separada y exclusiva, las anteriores fueron compartidas con el Ejército. Por otra parte el ancla se encuentra en posición horizontal, cuando heráldicamente debería estar vertical como símbolo de victoria, lo que demuestra que no fue concebida con la rigurosidad de un escudo heráldico. 3- ORÍGENES A- Antecedentes y fundación La conformación territorial de los partidos de campaña fue evolucionando junto con el establecimiento de la población en diferentes etapas. Un hito importante en nuestra región fue el paso del Ferrocarril del Sud en 1865, que corría desde la ciudad de Buenos Aires hasta el pueblo de Chascomús; el impulso que dio al establecimiento de nueva población fue relevante, fundamentalmente por el ahorro de tiempo, al mismo tiempo que la comodidad frente al transporte tradicional que obligaba a r ecorrer grandes distancias, en medio del campo, bañados o zonas bajas por caminos de tierra anegadizos. Los repartimientos originales, después de la fundación de Buenos Aires, fueron cambiando de m anos, ya sea por herencia o venta, al mismo tiempo que se incorporaban las nuevas tierras ocupadas. A lo largo del tiempo estas tierras formaron parte de los partidos de Quilmes y San Vicente, hasta 1872 cuando su fundador Esteban Adrogué inicia el loteo del futuro pueblo que llevaría su nombre y reunido con los vecinos que ya estaban en la región, solicitan al gobierno provincial ser declarados partido de campaña. El 30 de s eptiembre de 1873 se emite la Ley Nº 856 de la Provincia que crea el nuevo Partido, detallando sus límites pero sin hacer referencia al nombre y a la localidad cabecera del mismo, ya que en Ministro Rivadavia solicitaban también esta categoría, siendo necesario un decreto complementario un año mas tarde para solucionar la cuestión a favor de los vecinos de Alte. Brown, quienes inmediatamente después de recibido el primer decreto forman una comisión para la construcción de edificios públicos. Esteban Adrogué, comerciante de Lomas de Zamora y miembro de una antigua familia fundadora de dicho Partido, encarga el diseño del nuevo pueblo a los arquitectos italianos, Nicolás y José Canale, padre e hijo, quienes incorporan las diagonales y el empleo novedoso de los espacios verdes, siendo este un antecedente importante en el futuro diseño de la ciudad de La Plata, años más tarde. B- Origen del Nombre del Partido Esteban Adrogué nació en 1815, durante su juventud se nutrió con la admiración por aquellos pioneros de la Armada que con "nada" lograban ganar grandes batallas para la causa nacional. Recordemos que en esa época no existía la radio, la televisión ni Internet, ni siquiera teníamos fútbol. Ese puñado de extranjeros que exponían sus vidas por la causa de la patria eran los mayores héroes de la época. Llegado el momento de R EV IST A D E H IST O R IA BO N A ER EN SE


poner un nombre a su "creación", Adrogué decide homenajear a sus héroes de juventud, no sólo al Almirante Brown, sino también a qui enes combatieron junto a él ; Leonardo Rosales, Francisco Drummond, Félix César Fournier, Tomás Espora, Nicolás Spiro, Somellera, Enrique Sinclair y muchos más. C- Poblamiento El primer censo que nos alcanza como distrito el es Primer Censo Provincial de 1881, es imposible obtener datos anteriores, ya que en el momento de realizarse estos censos el territorio pertenecía a diferentes jurisdicciones políticas. El Censo Provincial de 1881 nos permite tener una fotografía del Municipio de Almirante Brown, a ocho años de su formación en los diferentes aspectos poblacionales y económicos. Almirante Brown presenta en 1881 un alto porcentaje de extranjeros, pero es fundado por un grupo de terratenientes encabezados por Esteban Adrogué, argentino dedicado totalmente al comercio. Vinculado, al mismo tiempo, a esta clase terrateniente por lazos familiares y a los extranjeros por lazos comerciales. La población total del Partido de Almirante Brown es de 2.772 habitantes. Tomando el total absoluto de la población, 1.554 son argentinos (56%) y 1.218 extranjeros (44%). Al estudiar la composición del 56% de los argentinos, la mayoría son oriundos de la provincia de Buenos Aires (98%) y el resto provienen de Córdoba, Corrientes, Santiago del Estero, Santa Fe y Mendoza. Como dato curioso no se consignan argentinos naturalizados y solamente figura un habitante en el rubro indígenas. Si comparamos en cambio, los valores de densidad de población por km2, en Almirante Brown el valor absoluto es de 18.72, muy superior al valor absoluto provincial de 1.69. esta diferencia es todavía más notable respecto de los extranjeros, que para Almirante Brown es de 8.22 y para la provincia de 0.42. En el II Censo Nacional de 1895 encontramos que la población total de Almirante Brown es de 5.738 habitantes, es decir 2.966 habitantes más que en el Censo de 1881. El porcentaje de argentinos para 1895 es de 59.5 % y el de extranjeros 40.9%. Comparando estas cifras con el Censo de 1881, vemos que los argentinos aumentaron 3 puntos mientras que los extranjeros bajaron 4 puntos. De acuerdo al censo de 1991, la población de Almirante Brown es de 450.645 habitantes, con un 99.6 % de población urbana. Observando la distribución por localidad es la siguiente: Burzaco: 16%, Claypole:18%, Calzada: 11%, Glew: 9%, Longchamps: 8%, Mármol: 9%, Adrogué: 7%, Solano: 6%, Malvinas Argentinas: 5%, Ministro Rivadavia: 2%, San José: 9%. La población estimada para la actualidad es de 550.000 habitantes, con una densidad de 3484.5 hab/km2, considerando una extensión total de 124.5 km2. LUGARES Y ACONTECIMIENTOS HISTÓRICOS Después de construidos los primeros edificios públicos, se creó una comisión para realizar un Monumento al Almirante Guillermo Brown en la Plaza principal del Pueblo que lleva su nombre; así las cosas, y casi sin saberlo, estos pioneros se abocaron a la realización del Monumento al Almirante Guillermo Brown, que resultó el primero de un escultor argentino realizado en el País, su autor fue Francisco Cafferata e inaugurado en 1886. Este hecho que en s u momento pasó desapercibido marcó la historia de nuestro distrito, que gracias a la acción de sus fundadores, continuó con la tradición de em bellecer el espacio público con otras importantes esculturas, contando hoy con un P atrimonio Artístico de gr an importancia y al alcance de t odos sus habitantes. Entre otros contamos hoy con el Monumento a E steban Adrogué, del escultor Félix Pardo de T avera, filipino nacionalizado argentino, médico y vecino de nuestro distrito, que tiene importantes obras en otras partes del país. Monumento a la Bandera, en la localidad de Burzaco, pertenece al escultor Claudio León S empere y tiene la característica de ser el primer monumento de este tipo erigido en e l País, anterior al que se encuentra en l a ciudad de Rosario. Ficha confeccionada por la Lic. Silvana Rodriguez. Municipalidad de Almirante Brown, Dirección de Cultura,

R EV IST A D E H IST O R IA BO N A ER EN SE


UBICACIÓN GEOGRÁFICA Ubicado en el noreste de la Provincia, Cañuelas limita al norte con los partidos de Marcos Paz, La Matanza y José María Ezeiza, al este con los partidos de San Vicente y General Paz, al sur con el partido de San Miguel del Monte, y al oeste con los partidos de Lobos y General Las Heras. El partido cuenta con una ciudad cabecera, Cañuelas, y las localidades de Máximo Paz, Vicente Casares, Alejandro Petión, Uribelarrea, Udaondo, Santa Rosa, San Esteban, Los Pozos, Barrio Peluffo y Santa Anita; muchas de ellas además con barrios aledaños. ESCUDO DEL PARTIDO Se trata de un es cudo que consta de una parte superior celeste y una inferior blanca, colores de nuestra enseña patria. Dos brazos estrechándose las manos simbolizan la Convención o Pacto de Cañuelas firmado entre el entonces Gobernador de Buenos Aires, General Juan Galo de Lavalle, y el Comandante General de Campaña don Juan Manuel de Rosas, en la estancia de Miller llamada “La Caledonia2, acuerdo que significó esperanza de pac ificación. Esas manos empuñan una lanza en hom enaje a aque llas milicias de frontera formadas por pobladores de la zona que, con su valor y ofrenda de sus vidas, muchas veces frenaron las incursiones de los indios ; también recuerdan a la vieja Guardia del Juncal. Corona la parte superior, en forma de sol naciente, la “rueda de la industria” como símbolo del nacimiento de la industria del partido. Una cabeza de toro recuerda al precursor del mejoramiento de nuestra ganadería, Juan Miller, que introdujo al país el primer reproductor Tarquino de pedigeé con destino a su estancia “La Caledonia”. En la punta o barba del escudo, el Monte Carmelo con los emblemas de la Virgen del Carmen, Patrona del Partido de Cañuelas. ORÍGENES Origen del nombre Aunque antiguas versiones aseguraban que había sido el virrey Vértiz en la expedición de 1779, quien dio nombre a la zona, al encontrar unas plantas chusqueras al margen de un arroyo que bautizó con el nombre de “Cañuelas”, los estudios realizados más tarde dieron cuenta que muchos años antes que viniera el virrey al Río de la Plata, ya se conocía “El Pago de las Cañuelas” y el arroyo de “Las Cañuelas”. Entonces la hipótesis del nombre se ata a que los agrimensores y pilotos que realizaban las mensuras eran en su mayoría españoles y los que ocupaban las tierras también, y se cree que encontraron nuestra espadaña, parecida a las “cañuelas” de su terruño. En el diccionario de l a Real Academia Española dice : “Cañuelas : de caña, planta anua, gramínea, de un metro de altura, hojan anchas, puntiagudas, planas y ligeramente estriadas”. Antecedentes y Fundación El 24 de diciembre de 1821 la Honorable Junta de Representantes de la Provincia de Buenos Aires dicta la ley de supresión de los cabildos de origen hispánicos, y de esa forma se da nacimiento a la justicia de paz. La norma disponía “habrá en cada parroquia un juez de paz” y autorizaba al gobierno “a establecer los que considera necesarios según la extensión de cada parroquia de campaña”. A pesar de que la ley habla de parroquias y no de partidos, de hecho a partir de 1821 la creación de un par tido estará unida a la designación de un juez de paz. El 22 de enero de 1822 el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Martín Rodríguez, emite el decreto en que se nombran los primeros jueces de paz para la ciudad y la campaña. Ahí se toma en cuenta la gran extensión del partido de San Vicente y se nombra un juez de paz para Cañuelas, que se desmembra del anterior y nace así como partido. Poblamiento Evolución demográfica: 1836: 1723 hab.; 1838: 1749; 1854: 4344; 1855: 3368; 1865: 4933; 1869: 4749; 1881: 6850; 1890: 6226; 1895: 6722; 1904: 9650; 1914: 8413 (algunos habitantes pasan al partido de Esteban Echeverría); 1947: 13507; 1960: 20055; 1970: 21430; 1980: 25391; 1991: 30900. Esta cifra pertenece al último censo nacional. Actualmente la población se estima en 38.000 habitantes y se proyecta en 50.000 en el plazo de 10 años. FACTORES ECONÓMICOS DE DESARROLLO Producto bruto interno (en % por sectores particulares) R EV IST A D E H IST O R IA BO N A ER EN SE

33


Principales sectores económicos Agricultura

% 9,2

Ganadería Industria Electricidad - gas - agua

15,1 48,6 2,1

Construcción Comercios - restaurantes - hoteles Transportes - almacenes - comunicaciones

2,9 6,7 6,0

Financiero - seguro - inmobiliarias Servicio comunal Soc. Personal

3,9 5,5

LUGARES Y ACONTECIMIENTOS HISTÓRICOS La Capilla del Carmen. En derredor de una pequeña capilla de campaña bajo la advocación de la Virgen del Carmen se fue nutriendo la población de Cañuelas. Documentos de 1821 ya consignan la existencia de una nueva capilla del Carmen. La tradición dice que la campana de la capilla estaba colgada de un árbol al lado del edificio, y la anécdota refleja que las travesuras no tienen épocas. En una carta del padre Hermenegildo de Eizaga, el juez de paz don Tomás García (1858-1859), se refleja la indignación del religioso por “los desaires públicos (...) por parte de i ndividuos forasteros o del pueblito tocando las campanas del templo fuera de sus regulares horas sin causa ni objeto a que ellas están dedicadas” y le pide que por su autoridad intervenga para evitarlo. Pioneros de la ganadería. También en la estancia “La Caledonia” sucedió otro hecho que marca un hito histórico, en este caso para la ganadería argentina : la introducción al país del primer toro de raza shorthorn, con la consiguiente mejora de las producciones nacionales. Si bien la fecha no se ha podido establecer con absoluta precisión, Jorge Newton en su libro Historia de la Sociedad Rural Argentina señala : “John Miller, ganadero británico nacido en Elgin, Escocia en el año 1787 y fallecido en nuestro país, en su estancia La Caledonia de Cañuelas en 1843, es quine debe iniciar la lista de los pioneros de la ganadería, por haber introducido a la Argentina en la tercera décad del siglo XIX, a “Tarquino”, el primer toro de la raza shorthorn”. Un monolito en la ruta 205, antes del cruce con la ruta 6 pr evio a l a llegada a C añuelas, recuerda el acontecimiento histórico. Precursores en la industria lechera. En la Estancia San Martín, formada por los bienes de Vicente Casares y su señora María Ignacia Martínez de Hoz, se construyó “La Martona”, precursora de la industria lechera en nues tro país. Convertida en s ociedad anónima en 1900, La Martona experimentó un notable crecimiento. En 1902, luego de v arias experiencias, inició a par tir de recetas caseras de la época de la colonia, la fabricación industrial del dulce de l eche. La Estancia San Martín está situada en la localidad de V icente Casares del partido de Cañuelas. Fuente Lucio V. García Ledesma: Bases documentales para la historia de C añuelas, Municipalidad de C añuelas, Cañuelas, 1994, segunda edición. Ficha confeccionada por la Dirección de C omunicación de la Municipalidad de Cañuelas

R EV IST A D E H IST O R IA BO N A ER EN SE


UN RECIN TO B IEN GUA RDA DO

Aurora Ravina

Mirar detrás de las puertas Sobre Hipólito Yrigoyen, casi llegando a Balcarce, frente a la Plaza de Mayo, un cartel indica: Antiguo Congreso Nacional. Para desconcierto de propios y extraños que sólo advierten la enorme mole del edificio del Banco Hipotecario Nacional, hoy ocupado por la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP). Hay que doblar por Balcarce y allí a pocos metros de la esquina -como en las bibliotecas de viejos castillos y mansiones donde un mecanismo disimulado por hileras de libros movía alguna pesada estantería para descubrir pasadizos que llevaban hacia habitaciones ocultas- , un p equeño timbre en un portón de bronce señalado con el 139 abre paso a la solución del enigma. Primero, un vestíbulo pequeño, a la derecha una sala espaciosa de paredes y pisos de mármol con un tramo de escalones y cerrada por una mampara de cristal con puertas. En el cristal, grabadas a fuego, se ven imágenes que remiten a la historia del país y en las puertas están reproducidos los delicados arabescos de un portal de hierro. Detrás de la mampara, una sala más grande aún, con los mismos mármoles, hacia la que se abre un pórtico de tres arcos con rejas rematados con un frontis triangular: es la entrada al antiguo recinto del Congreso Nacional, donde los legisladores sesionaron entre 1864 y 1905. Entonces la calle se llamaba Victoria (hoy Hipólito Yrigoyen) y en uno de los pilares de los arcos todavía se conserva la chapa con la numeración: 330. Tiempo de mudanza Liquidado el pleito entre Buenos Aires y la Confederación y con Bartolomé Mitre en la presidencia de la República, el Congreso Nacional se trasladó a Buenos Aires, que sería residencia de las autoridades nacionales, aún cuando no se hubiera resuelto definitivamente la cuestión de la capital de la Nación y se hubiera sancionado una ley especial para proveer una solución que legitimó a la ciudad, bien que en forma provisoria, como asiento del gobierno nacional. Pero el Congreso no tenía casa. Huéspedes de la provincia de Buenos Aires, como todas las autoridades nacionales, diputados y senadores compartían el salón de sesiones de la legislatura provincial en la “manzana de las luc es”. Atento a los inconvenientes que

35


la norma de entonces. El mobiliario de líneas sencillas, realizado en caoba, comprendía los escritorios para las autoridades de las cámaras, el de la presidencia cubierto con manta de terciopelo azul con el escudo argentino bordado, la mesa y sillones para los taquígrafos y las bancas, amplios sillones de baqueta, de tapizado oscuro, sin pupitre y con un canastillo papelero en el revés del respaldo para comodidad de los legisladores. Hay que agrandar la casa El aumento demográfico cambiaFotografía (alrededor de la década de 1940) del peristilo del antiguo edificio del Congreso Nacional desde el cual se ve la Casa de Gobierno. [Archivo General de ría en plazo relativamente corto la Nación] las proporciones de la representación en el Congreso Nacional. En esto generaba, el presidente Mitre presentó al Sepoco menos de veinte años los diputados ascennado, un proyecto para dotar a las cámaras legisdieron a ochenta y seis y las bancas ya no alcanlativas de sala propia, pidiéndose autorización zaban. En forma desordenada, desbordando la para invertir en ello 50.000 p esos fuertes. El traza de Larguía, el edificio del Congreso coCongreso aprobó la propuesta y al poco tiempo, menzó expandirse con dependencias diversas paJonás Larguía un joven arquitecto-ingeniero recira funcionamiento de las distintas comisiones y bía el encargo de ejecutar los planos de la obra y tareas administrativas. dirigir su construcción; acreditaba los mereciAl cabo, las quejas de los propios diputados y semientos que le otorgaban los estudios realizados nadores por las incomodidades que se sumaban, como becario argentino en la Insigne e Pontificia promovieron un proyecto para construir un nueAcademia di San Luca en Roma, de donde había vo edificio, que culminó en la sanción de la leregresado hacía poco tiempo. y1349 en octubre de 1883. Casi quince años desEl edificio se inauguraría el 12 de mayo de 1864, pués, a comienzos de 1898, después de largo y levantado en un terreno en ochava de la calle arduo trámite, se inició la construcción del actual Victoria, como se ha dicho, ubicado frente a la Palacio Legislativo en la manzana comprendida plaza y haciendo cruz con la Casa de Gobierno. por las calles Combate de los Pozos e Hipólito Antes había habido un mercado y más tarde el Yrigoyen y las avenidas Entre Ríos y Rivadavia. cuartel del Segundo Regimiento de Guardias NaEntre tanto, el Senado decidió paliar sus penurias cionales. Constaba de una sola sala, en hemiciedilicias alquilando un edificio donde tener sala clo –que se conserva- y que, por cierto, obligó a propia. En enero de 1895 se autorizó al viceprelas cámaras a alternar sus días de sesión. Tenía sidente del Senado, Carlos Doncel, a firmar el capacidad para un número de 30 a 40 miembros; contrato de locación con el ingeniero Juan Peestá unida al peristilo por un corto pasillo y unas lleschi. Este era el dueño de un terreno sobre la columnas de hierro sostienen dos pisos de galecalle Balcarce que lindaba con el Congreso, donrías, para el público, cerradas con b aranda del de propuso construir el local necesario para el mismo material. Buenos Aires era todavía "la Senado y alquilárselo por 2500 pesos m/n mengran aldea" que con tanto encanto describiera suales durante un período no menor de seis años Lucio V. López en su obra homónima. renovable, ya que, sostenía, cuando el Congreso La modestia del local no comprometía el decoro se trasladara a su nuevo palacio, ese edificio no y la dignidad legislativa, antes bien acompañaba podría aplicarse a ningún otro fin. Cumplidas las con propiedad la austeridad republicana que era diligencias necesarias, desde septiembre de

36


1895, el Senado pudo sesionar en su propia casa, más pequeña pero de características y mobiliario similar al que habían utilizado hasta ese momento. Sobresalía entre aquellos muebles, una tribuna para la presidencia de la Cámara Alta, realizada en madera de guayabí con tres cuerpos tallados con distintas alegorías y dosel que, con muy pequeñas modificaciones, continúa hoy en el recinto actual del Senado. Fue hecha, como el resto del mobiliario, en los talleres de José Luraschi, de la calle Florida 37/41, y despertó la admiración del público que pudo verla por algún tiempo, expuesta en las vidrieras de la mueblería. Hacia 1898, se verificó la última ampliación de estos locales del Congreso Nacional. El mismo Juan Pelleschi alquiló al Senado por 300 pesos m/n mensuales otra casa que poseía en Alsina 319, conectada por los fondos con la de la calle Balcarce, la que a su vez había quedado conectada, desde su construcción, con el edificio principal del Congreso. En estas condiciones las sesiones de Diputados y Senadores se realizaron hasta diciembre de 1905. El 12 de ese mes se autorizó el traslado al nuevo palacio pues aunque no se había concluido ya estaba habitable y en la sesión del 14 de diciembre, don Angel Sastre, último presidente de la Cámara de Diputados en la sala histórica, anunció que la mudanza se haría

durante el receso del verano. Para la inauguración de las sesiones de 1906, la Asamblea Legislativa se reuniría en el flamante recinto de un edificio colocado en perfecta simetría con la Casa de Gobierno, en el otro extremo del eje esteoeste constituido por la Avenida de Mayo. La historia marca el destino Las salas vacantes de sus funciones legislativas fueron ocupadas, a partir de 1906, por el Archivo General de la Nación, que antes estaba instalado en dependencias de la "manzana de las luces". Desde 1904, en esos locales, el Archivo había brindado su hospitalidad, para que realizara allí sus reuniones, a la Junta de Historia y Numismática Americana, fundada por Bartolomé Mitre en 1893, . La Junta siguió al Archivo en su traslado y disfrutó de esa hospitalidad hasta 1918 en que se mudó a la casa de Mitre, ya convertida en Museo. Esta convivencia entre el más importante repositorio documental del país y una institución dedicada a los estudios históricos, algunos de cuyos miembros llegaron a ocupar la dirección del Archivo en esa y en otras épocas no era casual. Fueron los años en que se realizaron algunos de los más significativos trabajos de recolección testimonial y edición de fuentes, muchas acompañadas de estudios críticos. Al tiempo que se cumplía con la conservación, preservación y

Vista de la Plaza de Mayo; a la izquierda los depósitos de la Aduana y a la derecha el Congreso Nacional con su pórtico de arcos con reja. La fotografía es de 1865 –a un año de haberse inaugurado la sede del Congreso Nacional en buenos Aires-. Fue tomada por el fotógrafo italiano Benito Panunzi, que estableció su negocio en las cercanías, sobre la calle que hoy es 25 de Mayo

37


Fotografía del recinto de sesiones en la que todavía se ve la araña que lo iluminaba y un armario vitrina, situado al fondo sobre la izquierda del local. Ninguna de estas dos últimas piezas se conserva. Sí, en cambio el retrato del Dr. Valentín Alsina – presidente provisional del Senado entre 1865-1868- pintado por Manzoni. El cuadro volvió a este recinto, prestado por el Honorable Senado, a fines de la década de 1940 cuando el arquitecto Pirovano restauró la sala, y todavía continúa en ese lugar. [Archivo General de la Nación]

puesta a disposición del público de los materiales que permitían la investigación sobre la historia nacional y americana, especialmente, todo ese movimiento reforzaba el camino de la legitimación intelectual del historiador y de la profesionalización de la disciplina en el país, cuyos centros principales estaban en las facultades de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires y de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de La Plata. Un punto culminante de la convivencia, ya no física pero sí intelectual, entre le Archivo General de la Nación y la Junta de Historia y Numismática Americana, fue la utilización de la sala principal del Archivo, el antiguo recinto legislativo, para alguna de las sesiones del II Congreso Internacional de Historia de América –en cuya organización tuvo papel principal la Junta-, realizado en Buenos Aires en 1937, uno d e los acontecimientos intelectuales más destacados de entre los ocurridos en el país en aquella década.

38

La custodia de la historia La década de 1940 trajo muchos cambios al país y también a la ciudad de Buenos Aires. La fisonomía de la Plaza de Mayo cambiaría con la construcción de monumentales edificios públicos, entre otros el del Banco Hipotecario Nacional que ocuparía la manzana comprendida por las calles Hipólito Yrigoyen, Balcarce, Alsina y Defensa. Llevar a cabo un proyecto de semejante envergadura implicaría someter al rigor de la piqueta a las construcciones que estaban en esos terrenos. Pero antes, era menester resolver otras cuestiones pues, también el Archivo General de la Nación clamaba por más lugar. La solución vino de la mano de un trueque;. el Archivo se mudaría al edificio que entonces ocupaba el Banco en la avenida Leandro N. Alem al 200, donde sigue todavía hoy. En cuanto al edificio que dejaba vacío, el decreto 120412 del 31 de mayo de 1942 lo había declarado monumento histórico nacional junto con la Sala de Representantes de la "manzana de las luces". Por otra parte, la ley 12826 del 30 de septiembre de 1942 que declaró la utilidad pública de los terrenos que ocuparía la nueva sede matriz del Banco Hipotecario Nacional dispuso, al mismo tiempo, de acuerdo con un dictamen de la Comisión de Monumentos y Lugares Históricos del 27 de agosto del mismo año, que se conservaran la sala de sesiones, el peristilo y el frente de la antigua casa del Congreso Nacional y la habitación en que había nacido el general Antonio González Balcarce correspondiente a la vivienda de Hipólito Yrigoyen 301-314 y Balcarce 151-161. De lo que habían sido las salas y dpendencias del Senado no quedaría nada. Antes de cobijar los sitios históricos dentro de la construcción del Banco, en 1948, se encargó al arquitecto Estanislao Pirovano la recuperación del antiguo recinto, el peristilo y el frente del que solamente quedaron tres arcos y los portones de reja; en realidad, lo único que pudo conservarse de los cuatro lugares indicados por la ley 12826. Pirovano recordó en su informe, los esfuerzos realizados para devolver a la sala de sesiones el aspecto original y para recobrar el mobiliario, esfuerzos que se vieron coronados por el éxito casi en su totalidad. Los sesquicentenarios de la revolución de Mayo (1960) y de la declaración de la Independencia (1966) auspiciaron inicativas para realizar con-


ferencias en el recinto histórico del Congreso y promovieron la apertura del lugar para ser visitado por el público. En tanto se producían estos acontecimientos, la Academia Nacional de la Historia que participó activamente de esas celebraciones, comenzaba a sufrir los inconvenientes de la falta de espacio para sus actividades en la sede del Museo Mitre. Así, durante el mandato de su presidente Miguel Angel Cárcano (1966-1969), se impulsó el proyecto de volver a la que había sido sede de la institución entre 1906 y 1918. Las gestiones realizadas ante los poderes públicos resultaron en la ley 17570 del 20 de diciembre de 1967 que acordó a la corporación la posesión de una serie de espa- Vista actual del antiguo recinto del Congreso, donde se realizan las reuniones públicas de la Academia Nacional de la Historia. Excepto los sillones y las sillas pacios, hasta entonces pertenecientes ra el público, el resto del mobiliario es el de época. Quedan muy pocas bancas, al Banco Hipotecario Nacional, que ya no tienen el papelero del respaldo, y son los asientos que ocupan los miempara instalarse nuevamente y la bros de la corporación. [Academia Nacional de la Historia] convirtió en custodia del monurio (1893-1993), Buenos Aires, Academia Nacional de mento histórico albergado bajo su techo. Con la Historia, 1993 proyecto y dirección de obra del arquitecto CarLARGUÍA DE ARIAS, MARÍA MARTA, El antiguo Conlos Costa que acondicionó los locales necesarios, greso Nacional (1864-1905), Academia Nacional de la la Academia Nacional de la Historia volvió al Historia, Buenos Aires, 1969, solar histórico en 1971. Desde entonces ejerce la Leyes nacionales. Año 1942, [Publicación de la secretacustodia que le fue confiada atendiendo a la prería del Senado de la Nación], Buenos Aires, Imprenta del servación y conservación de la antigua casa del Congreso Nacional, 1942 LÓPEZ, LUCIO VICENTE, La gran aldea, CEAL, Buenos Congreso Nacional. Un secreto arquitectónico de Aires, 1967 (Hay varias ediciones) Buenos Aires que para nativos y extranjeros inciPILLADO, ANTONIO, Diccionario de Buenos Aires, Bueta a un viaje por la historia; un remanso de la nos Aires, 1864 memoria ´sobre los representantes del pueblo y PÍNOLA, DORA BEATRIZ, “Una casa alquilada para el H ode las provincias, en medio del trajín urbano, a norable Senado”, Todo es historia, año 18, nº 232, orillas de la plaza que también es símbolo de la Buenos Aires, 1986 RAVINA, AURORA, "La historiografía" en ACADEMIA NAvoz de la ciudadanía. HISTORIA, Nueva historia de la Nación Argentina, t. 6: La configuración de la República independiente (1810-c.1914), Buenos Aires, Planeta, 2001 REBOLLO PAZ, LEÓN, El edificio del Congreso Nacional que ocupa y custodia la Academia Nacional de la Historia, Buenos Aires, Academia Nacional de la Historia, 1973 CIONAL DE LA

BIBLIOGRAFÍA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA, La Junta de Historia y Numismática Americana y e l movimiento historiográfico en la Argentina (1893-1938), t. 1, Buenos Aires, ANH, 1995 ARGENTINA. CONGRESO NACIONAL, Diario de sesiones de la Cámara de Diputados, años varios. BANCO HIPOTECARIO NACIONAL, Aquí se guarda el histórico edificio del Congreso nacional, 1864-1905, Buenos Aires, s/f Imágenes del Congreso, Buenos Aires, Banco de Crédito Argentino, 1983 La Academia Nacional de la Historia en su centena-

Aurora Ravina. Profesora titular de Historia Argentina, Mundial y Contemporánea en el Colegio Nacional de buenos Aires/UBA y jefa de su Departamento de Historia. Investigadora del CONICET

39


TRASCENDENCIA Y PRESERVACIÓN: LA CATEDRAL DE LA PLATA, TESTIGO DE LA HISTORIA DE LA CIUDAD

E Guillermo García y Guillermo Pilía

40

n la novela de Ray Bradbury Farenheit 451, una mujer a la que están a punto de incinerarle su biblioteca no duda en inmolarse junto a sus libros. Esta escena impresionante llama la atención sobre un hecho inobjetable: hay bienes culturales que vale la pena preservar para nosotros y para las futuras generaciones, y sin los cuales la vida sería tan pobre que casi no tendría razón de ser vivida. Los bienes culturales son, de alguna manera, símbolo de la inmortalidad del hombre; preservarlos —y enriquecerlos— es una profesión de fe acerca de nuestra trascendencia. La naturaleza —decía Dardo Rocha— nos enseña que las formaciones duraderas sólo se elevan con gran esfuerzo y en largo tiempo, y así las obras de los hombres, para que duren necesitan ser a imagen de ellos , hechas con dura labor y esfuerzo infatigable... Y es así como se advierte, por ejemplo , que la determinación primitiva de dotar a La Plata de un templo católico de alguna importancia evoluciona hacia el logro de una catedral de proporciones poco comunes. Una catedral que, más allá de su significado religioso, fuera símbolo de la dimensión trascendente del hombre a través de la cultura. Todos sabemos que fue Pedro Benoit quien recibió el encargo de proyectar este monumento, y así lo hizo en febrero de 1885. El diseño fue aprobado por el Consejo de Obras Públicas que ordenó su construcción. El estilo qu e utilizó Benoit en la concreción de su proyecto fue el neogótico que definió como "fundamentalmente cristiano". Quizás no sea tan conocido el hecho de que Benoit estuvo fuertemente influido po r la obra del arquitecto Eugenio Viollet-Le-Duc, que realizó en el siglo pasado una tarea de investigación de una profundidad inusual acerca de la arquitectura francesa medieval. En el dictamen de los ingenieros Jorge Coquet, Vicente Isnardi y Félix Rojas se expresaba que la planta de la catedral platense era una combinación de las de Amiens y Colonia: con el número de naves de la de Colonia , la disposición del crucero de la de Amiens y la del coro de ambas. Hacían notar, además, que con sus 7.000 m2. de superficie cubierta era sólo superable en tamaño por la de Colonia, la de Amiens, Santa María del Fiore y San Pablo de Londres. Hoy en día, quienes tengan la suerte de visitar la basílica de San Pedro, podrán comparar las dimensiones de la catedral de La Plata respecto a las principales del mundo, ya que sus medidas están inscriptas en el piso del máximo templo de la catolicidad.


En abril de 1884 se colocó la piedra fundamental de la catedral. Oficiaron de padrinos Dardo Rocha y su esposa Juana Arana de Rocha, en una ceremonia religiosa a cargo del Párroco Benjamín Carranza en representación del Arzobispo de Buenos Aires. El acta de firmas fue depositada en una urna de cristal junto con tarjetas, medallas de cobre y plata. La urna, a su vez, fue colocada en una caja de mármol negro de Azul y enterrada en el centro del terreno. Todo ello demuestra la conciencia histórica de los protagonistas de esos hechos. Un año después se aprobó el proyecto de la Catedral en estilo neogótico francés. El proyecto original tenía tres torres, una sobre la bóveda del crucero y dos laterales en la fachada, que podían visualizarse desde la cofa de los barcos que llegaran al Río de la Plata, tal como lo imaginara el ingeniero Pedro Benoit. El 16 de noviembre de 1885, las autoridades civiles y religiosas reunidas en la manzana fijada para la construcción del templo procedieron al trazado del eje de la Catedral, cuya dirección era perpendicular a la calle 14. Más tarde, los poetas se encargarían de ubicarla en el mapa fantástico de una ciudad espiritual. Así, por ejemplo, Lina Husson, quien escribió: La catedral está en la calle invisible de los fantasmas, de los miradines y las sombras. En la 52 escamoteada. La calle del milagro. Tiene torres soñadas, y en ellas invisibles campanas. Durante el invierno se sumerge en la niebla (memoria del sueño) donde habita completa tal como la imaginara Dardo Rocha: el mayor monumento levantado por la cristiandad en las tierras de América. Está en la calle del misterio, esa que buscan los forasteros en sus mapas. Y cuando vuelven a sus tierras y les preguntan si es verdad que en La Plata hay campanas que suenan en conciertos, y torres recubiertas con láminas de oro, y cruces gigantescas de cobre, ellos contestan que todo existe en una calle que se olvidaron de trazarla. Pero volvamos a la historia. Los trabajos se demorarían al no contarse con las erogaciones fiscales que demandaba tamaño emprendimiento. Tendría que llegar el año 1898 para que Monseñor Mariano Espinosa diera nuevo impulso a las obras de la catedral. Comenzaron a levantarse los muros perimetrales que a nivel del suelo tenían 1.80 mts. de espesor y se completaron las bases de ladrillos para las columnas de las naves y del crucero. El primer contrato de construcción de arcos invertidos y colocación de columnas del crucero, data de

1906. En 1909 se inició la construcción de bóvedas de cemento armado y cimientos del vestíbulo, así como los arcos sobre columnas. Durante 1912 se impulsaron nuevamente las obras, con el apoyo de las autoridades civiles y religiosas y de la Legislatura Provincial.. Se contrató mano de obra especializada, de albañiles y picapedreros idóneos criollos, italianos, franceses y alemanes, que dieron comienzo a los trabajos de labrado de las columnas, utilizando piedra traída en bloques desde la cantera de Punta Mogotes. Con renovado impulso se sucedieron año tras año innumerables tareas: se construyeron los Arcos de los vestíbulos (1913); l a elevación de muros y cornisa del frente (1915); la construcción de arbotantes, mampostería, cornisa interior y vestíbulo (1917); columnas del crucero, columnas, bases y capiteles (1919); se elevaron los Muros de la nave central, tímpano, techo metálico (1920); comenzaron a colocarse las cabriadas principales del techo de la nave central y del transepto o crucero, estructura de hormigón armado para sostener el piso (1925); el rosetón ,ventanal central del frente, se instaló en 1928; también la estructura metálica de la techumbre (1930); y en 1931 se incorporaron cornisas, parapetos y desagües. En 1932 se inauguró la Catedral, en el marco del Cincuentenario de la fundación de la Ciudad de La Plata. El 19 de noviembre del mismo año se celebró el primer oficio religioso con asistencia de autoridades nacionales y provinciales, entre ellas el Presidente de la Nación, General Agustín P. Justo. El techo de cobre de la linterna y cruz de la aguja se instalaron entre 1933 y 1935, mientras se realizaba el revoque interno y externo del mismo sector en símil piedra. Entre los años 1936 al 40 se ejecutaron revestimientos de las bóvedas, esculturas de santos ubicados en los nichos del tambor; contrapiso del ábside, los capiteles de las columnas, las filigranas de piedra ubicadas en el trascoro y trasaltar; se colocaron los primeros vitrales de la casa Zetler de Munich, Alemania; se instaló el trono arzobispal, la sillería del coro de canónigos y los confesionarios. El 19 de noviembre de 1940 se trasladaron los restos del fundador y su esposa a la cripta instalada en el subsuelo de la Catedral. Al año siguiente se colocó el piso de granito rosado de Olavarría, con junta gris de San Luis y negro de Balcarce. Finalmente, superadas las dificultades de la segunda guerra mundial en 1947, comenzaron a colocarse

41


Lanaturaleza—decíaDardo Rocha— nos enseñaque las formaciones duraderas sólo se elevan con gran esfuerzo y en largo tiempo, y así las obras de los hombres, paraque duren necesitan ser a imagen de ellos , hechas con dura labor y esfuerzo infatigable...

vitrales franceses de las casas Lorin y Maunejean. La historia que hasta aquí hemos reseñado da vida a las palabras del fundador de La Plata que citamos al comienzo: La naturaleza nos enseña que las formaciones duraderas sólo se elevan con gran esfuerzo y en largo tiempo, y así las obras de los hombres, para que duren necesitan ser a imagen de ellos , hechas con dura labor y esfuerzo infatigable... El duro trabajo de tantas generaciones de platenses ya había conseguido, para ese entonces, que la catedral se considerara un orgullo de la ciudad, su símbolo más claro y el monumento más celosamente preservado. Pero esta historia tuvo un giro interesantísimo, en el que se combinaron dos fuerzas impresionantes: la que nos arrastra a preservar el pasado y la que nos impulsa a seguir creando, sobre ese pasado, para las generaciones futuras. Ya el profesor José María Rey, en su libro Tiempos y Fama de La Plata, hace referencia a “la c atedral inconclusa”. La ciudad —escribía— tiene en la Catedral inconclusa una prueba externa de la grandeza prevista por sus fundadores, que el platense aprecia desde extramuros con no poco regocijado orgullo localista. Y cuando las torres simétricas frontales que faltan construir hiendan sus agujas en el éter, a los 120 metros de altura sobre la acera del templo, los viajeros y paseantes de los caminos suburbanos y rurales del partido experimentarán maravillados la misma fluencia emotiva que embelleció la frialdad de aquellos números que ilustraron el juicio de los dignos constructores de la ciudad armoniosa. Las líneas que antes citábamos fueron publicadas en 1957. Pero nuestro monumento debería aún dormir varias décadas. Recién el 25 de julio de 1994, en el marco del seminario Modos y Medios

42

de Intervención. La Catedral de La Plata, realizado en la sala de sesiones de la Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires y organizado por el Comité Argentino de ICOMOS y la Fundación Catedral, no sólo se ratificó el carácter de “obra inconclusa” sino que se anunció la decisión política de materializar las torres, presentándose además el estudio geotécnico que avalaría dicha posibilidad. A partir de allí a través de Consorcios constituidos por la Dirección de Arquitectura del Ministerio de Obras y Servicios Públicos, la Fundación Catedral y el Arzobispado de La Plata, se encaró la conservación de los distintos subsistemas que constituyen el edificio a la vez que se realizaron los estudios históricos con la colaboración del Museo de la Catedral que permitieran recolectar datos sobre las distintas etapas en que se fue materializado el Templo, las técnicas, materiales y herramientas utilizadas a través de su construcción, como así también las historias de vida de los operarios. Se sumaron a ello cateos y ensayos de materiales históricos y contemporáneos. En el transcurso de 1995, con la recuperación del Pórtico Principal, se inició la consolidación modular de la fachada principal. Dichos trabajos continuaron en 1996 con el Área Central y Rosetón, donde la complejidad es mayor, ya que se trabajó sobre mampostería, ornamentos, premoldeados, carpintería, y vitrales. De esta forma, ajustadas las técnicas de intervención, a través de un sólido equipo técnico interdisciplinario, con el tratamiento de la aguja y linterna ubicada sobre el transepto a más de 90 metros de altura, se verificaron las técnicas y el análisis de los componentes edilicios, último requisito para abordar el sueño de los pioneros que idearon la capital de la Provincia de Buenos Aires: el “completamiento” de su Templo Mayor. A mediados de 1995 el Consorcio Obras Catedral contrató al arquitecto Guillermo García como asesor técnico para las Obras de Conservación y Puesta en Valor del templo. Este, junto a su equipo de consultores asociados, colaboró con la Dirección de Arquitectura del Ministerio de Obras Públicas en el diseño de planes de intervención puntuales, su ajuste a standares internacionales, investigación histórica, confrontación con otros ejemplos a nivel internacional, selección de técnicas y materiales compatibles con la Iglesia Catedral. Así se iniciaron las obras en el exterior del tem-


plo. Algunos de los objetivos que se plantearon fueron: el absoluto respeto del monumento y voluntad explícita de no alterar su imagen de “fábrica de ladrillos”, verdadero referente para los habitantes de La Plata; revertir el proceso de deterioro de la mampostería y otros subsistemas — ornamentos, carpinterías, vitrales ,etc.— a través de la restauración de los mismos, respetando textura y color originales; utilización de técnicas artesanales y herramientas similares a las originales combinadas con productos de última generación que garantizan unidad en el tratamiento de los materiales y máxima vida útil con mínimo mantenimiento. Todas las intervenciones realizadas debían ser no agresivas y permitir un correcto envejecimiento del conjunto; todas las decisiones adoptadas debían basarse en profunda investigación histórico-documental; las intervenciones puntuales y cada pieza recolocada “in situ” serían f echadas a través de plástico inalterable según exigentes criterios de datación. Para cumplir con las exigencias planteadas en los objetivos fue imprescindible el concurso de importantes proveedores nacionales y del exterior en cuanto a materiales y equipos. Además en cuanto al personal, éste debió ser seleccionado y entrenado en técnicas compatibles con la obra. Fue necesaria, incluso, la fabricación de herramientas. Antes de generalizar cualquier tarea el criterio fue realizar pruebas y ajustarlas gradualmente hasta obtener los resultados esperados y recién allí au-

torizar la ejecución. No en vano todos estos trabajos estuvieron en la mira de los especialistas en preservación del mundo entero, y la inauguración de las torres proyectadas y dirigidas por la Unidad Ejecutora Catedral, el 19 de noviembre de 1999, se convirtió en uno d e los hechos emblemáticos del fin de milenio platense. Esta es, en apretada síntesis, la historia material de nuestro templo mayor. La otra, la historia espiritual, sería casi imposible de reconstruir. Porque la catedral de La Plata, como todo templo, es la manifestación en el tiempo de la intemporalidad de lo sagrado. Si pudiéramos imaginarnos, en una arriesgada fantasía teológica, que Dios está sujeto a la dimensión temporal, entonces podríamos decir que la idea del hombre estaba en “la mente” de Dios desde antes que pronunciara el Fiat lux que señala el inicio de la creación; y del mismo modo, que la idea de una catedral que señalara la verticalidad de Dios en la horizontalidad humana de las pampas ya estaba en la mente de los fundadores desde antes de aquel otro 19 d e noviembre, el de 1882. La catedral de La Plata nació, quizás, en la “virtualidad”, en el pensamiento de Rocha o de Benoit. Y la fueron materializando numerosas generaciones de platenses hasta hacer carne la idea de que es un bien preservable, que sin ella la vida sería tan pobre como la de aquella mujer que se negaba a seguir viviendo sin libros. A nosotros, quizás, nos haya tocado darle término. Hasta ahora, en las distintas etapas de su construcción, en ese largo período inconcluso que ya parecía definitivo, la catedral ha sido testigo de prácticamente toda la historia de nuestra ciudad. Como preservacionistas y hacedores de cultura, esperamos que hacia delante también lo sea. Guillermo García. Arquitecto. Secretario Técnico de la Unidad Ejecutora Catedral de La Plata. Profesor de la Universidad de Buenos Aires y de la Universidad Católica de La Plata. ICOMOS. Guillermo Pilía. Egresado de la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de La Plata. Archivo Histórico de la Provincia “Dr. Ricardo Levene”. Guillermo García y Guillermo Pilía son, junto a otros especialistas, coautores del libro La catedral de La Plata. El mayor templo neogótico del siglo XX, que le fuera entregado en 1999 al Papa Juan Pablo II.

43


Haedo y su Patrimonio La localidad de Haedo, conocida por muchos como ¨la ciudad que canta¨ obtuvo su nombre en agosto de 1886. Con casi 115 años, su origen está ligado al Ferrocarril y es una de las pocas estaciones que, en la zona oeste, posee 4 andenes, de estilo inglés.

Silvina Pérez Barría Un recorrido tratando de reconstruir su historia invita a e mpezar por la Casa del Jefe de Estación (Haedo Sur), majestuosa propiedad emplazada en el Pasaje La Porteña 1288 y construida por habitantes ingleses. El último en habitarla fue José Tavella, quien asumió la jefatura en 1982 y trabajó para FEMESA hasta 1995, cuando falleció. Frondosas palmeras en el frente y el jardín son testigos silenciosos de que la vivienda mantiene su fachada original. En su interior, 15 puertas conectan las habitaciones entre sí. Las ventanas utilizan el misFoto Casa del Jefe mo mecanismo que los trenes, es decir que los vidrios se desplazan de arriba hacia abajo, los marde la Estación cos son de madera, al igual que los pisos. Como un símbolo, sus habitantes conservan una tickeadora y un telégrafo heredados de Tavella. En la actualidad, esta ¨vereda parisina¨ es frecuentada por fotógrafos que retratan novias o modelos, y artistas de distintas disciplinas que han elegido este rincón para el despliegue de performances culturales. A metros de allí, hacia Haedo Sudeste, en 19 de Noviembre 79, hay otra construcción cuyo final de obra fue en 1930. A pedido de Salomón Slemenson, hombre de la industria vitivinícola, se inició con 200 m2 y, según entendidos, es de estilo costero-portugués. Slemenson la habitó hasta 1974, luego pasó a Amilkar Sosa y, en 1982 fue el turno de Juan José Bosh quien la retuvo por 2 años. Todos los materiales son originales, las habitaciones, los pisos, la galería cubierta, aunque en la actualidad la casa se comparte en propiedad horizontal con el compromiso de conservar su fachada, que está impecable. Escapando de la Avenida Rivadavia, el barrio es netamente residencial, de casas bajas y construcciones que, incluso, datan del siglo pasado y están en muy buen estado de conservación. Uno de los mayores pulmones verdes es la Plaza Gral San Martín, fundada el 11 de noviembre de 1899 (algunos historiadores sostienen que fue fundada el 6 de enero de Almacén de José 1900), muy concurrida por quienes apuestan a la tranquilidad en encuentro con la naturaleza. La roSantinon dean colegios, una Iglesia, la Biblioteca y la Comisaría, todas construcciones de antaño. Ahora el camino se dirige hacia el Almacén de Don Santinón, en Haedo Sudeste. Fue un universo para las relaciones sociales. Además del despacho de productos sueltos y de almacén, el lugar tenía canchas de bochas y en él se realizaron importantes campeonatos. Comercialmente, funcionó hasta 1974. De regreso a Av. Rivadavia la Farmacia Cesio habla de tres generaciones de haedenses. Fundada en 1919 Cesio estuvo al frente hasta 1949, el año de su muerte. En su honor lleva su nombre uno de los Pasajes centrales de Haedo. El interior de la farmacia es un viaje en el túnel del tiempo, con historias que evidencian sus mobiliarios y numerosos objetos como balanzas y frascos. Cuestión de fe En dirección a Morón, sobre la calle Estrada, está la Parroquia de la Sagrada Familia. La urbanización de esta zona -muy cotizada- se desarrolló con lujosas quintas y chalets conformando un barrio de categoría denominado ¨Haedo Chico¨. Varias de sus calles aún son empedradas y la arboleda crea una especie de galería verde. Hasta 1898 la comunidad cristiana de Haedo tenía como templo más cercano, la Catedral de Morón. Fue así como un grupo de vecinos, representados por el Dr. Alberto Vignes, propuso la construcción de un templo cuya piedra fundamental se colocó en abril de ese año. La obra estuvo a cargo del arquitecto Fortunatto Battilana. Finalmente, en abril de 1902, quedó inaugurada la Capilla de La Sagrada Familia. Con más de 100 años, la obra está intacta en la actualidad, excepto por el desmantelamiento, en 1968, de la Torre Mayor. Las Quintas, las Casas Por su clima, la zona gozó de reputación aconsejable para la curación de enfermedades como el as-

44


ma. Fue así como muchos pobladores se establecieron en las quintas. Rodeadas de pinos, palmeras y eucaliptus, las quintas tenían a su vez, especies frutales. Luego del trabajo, era común la vida social en los jardines tomando el té o jugando a las cartas entre fuentes y pérgolas. En Las Bases 669 se encuentra Villa Emma, una vieja casona construída por los ingleses en 1914. Por allí pasaron desde Jefes del Ferrocarril hasta funcionarios de La Fraternidad, gremio propietario de la vivienda en la actualidad. Mantiene su estructura original, aunque han levantado un paredón que impide ver el frente. En Caseros y Llavallol aún perdura y se resiste a su demolición otro clásico del paisaje de Haedo: la Mansión Fresco Mansión Fresco. Se trata de una residencia de estilo florentino, que se terminó de construir en 1925, y fue residencia del Gobernador Manuel Fresco. Su valor arquitectónico, merece ser preservado. A una cuadra del Parque Industrial La Cantábrica (Haedo Norte) se encuentra una de las viviendas más típicas de la época: Villa Anna. La entrada principal está en Rawson 687 (Pueyrredón 1220, años atrás), por un camino delimitado con una enorme pérgola. Desde allí, Don Egon Djubic y su mujer Anna Zago contribuyeron al desarrollo de la región y construyeron una familia de prestigio. La pareja, oriunda de Trieste (Italia), compró la vivienda, en Junio de 1929, a Andrés Cichero, quien hasta entonces usaba la casa para veranear. Inmigrantes luchadores, trabajaron la tierra, comercializando uva y otros productos frutales y verduras, que lavaban en una pileta de 6.000 litros. A finales del ´30 crean Júpiter Petroleum donde venden derivados del petróleo y abastecen a toda la zona. Luego, construyeron un galpón y fundaron Morontex, que funcionó hasta 1955. Don Egon era un hombre capaz. De descendencia yugoslava, dominaba su lengua paterna, el alemán y el italiano. Su terreno es de más de 4800 m2. Tenía dos olivos, parras, un gran molino, 2 glorietas y en el interior un salón con 8 puertas (dobles) de acceso con herrajes labrados. El vestíbulo, destacado por su ¨ vitreaux¨ , era el esp acio predilecto para la lectura del diario, en una vivienda de 390 m2, 4.4 m de altura, cerraduras francesas, y vidrios ingleses. Según relatos de sus herederos, la región era considerada ¨ zona de matones¨ , por lo que un sótano tan mplio a (medía igual que la vivienda) era un buen recurso para esconderse. De hecho, en el piso existe una ¨ puerta trampa¨ de cceso a al sótano. Villa Anna El Hogar Santa María (en Remedios de Escalada de San Martín, frente a la vía) es otro rincón histórico del que poco conocen sus dueños actuales. Algunas versiones indican que fue adquirido a la familia Murias, otro símbolo de tradición haedense, con calle en su homenaje. La construcción está casi intacta, con las reformas que requiere el funcionamiento de un geriátrico. Techos altísimos, ventanales y ornamentación típica permiten suponer que se trata de una mansión de principio de siglo. El jardín es amplio y posee un gomero, un palo borracho y un enorme pino que portan cien años, tal vez más. Orgullo Haedense Un poco menos antiguo, y no por ello menos esplendoroso, el Instituto Interzonal de Agudos ¨ Dr. Luis Güemes¨ , debe su nombre a la familia que donó su tierras. Réplica de un Hospital alemán, la obra la inició el gobernador Fresco, en 1940 y su fundación se realizó en junio de 1942. Otros edificios refieren a la historia de este pedazo de tierra en el Oeste del Gran Buenos Aires. La casa La Palmira, el chalet El Irupé, la Casa del Partido Socialista, viejos Almacenes cuyos cimientos aún perduran sobre la Avenida Rivadavia, el Apostolado de los laicos, sobre Monseñor De Andrea, dependiente del Obispado de Morón, y otros que, por falta de espacio, formarán parte de otra entrega, tratando de reconstruir los orígenes de Haedo y preservar su patrimonio. Para este informe fueron recogidos numerosos testimonios orales. Entre ellos, de las Flias Tavella, Cecio, Fresco, Vasallo, personal del Hogar Santa María y otros vecinos.

Silvina Perez Barría. Periodista Local. Directora de la Revista Negocios y Servicios.

45


LA PROBLEMÁTICA DE LOS EMBLEMAS IDEOLÓGICOS

El patrimonio que encierra el edificio municipal de Morón

E Norma Videla Tello

La Batalla de Caseros, pintura de Alfredo Guido. Se encuentra en el salón del Concejo Deliberante de Morón

46

l 19 de octubre de 1932 a Morón le quitaron su nombre, pasó a denominarse “6 de Setiembre” en clara adhesión al golpe militar de 1930. El cambio de nominación de una ciudad o población tiene un impacto que va más allá de la significación del hecho que se quiere destacar. Cada lugar tiene su historia tejida en fina trama de secuencias entrecruzadas en un sinfín de hechos. Así como a los hombres no se les puede cambiar el nombre porque significa desconocer su identidad personal que a la vez deviene de sus ancestros, cuando se hace esto con un pueblo se emprende una tarea imposible: intentar borrar las raíces y los sucesos que han otorgado conciencia de comunidad al grupo, unión que se reconoce en la herencia. En diciembre de 1939 se inauguraba el nuevo edificio municipal, construido por los conservadores, que se destacaron, entre otras cosas, por el progreso edilicio que le imprimieron a su gobierno. El edificio había sido construido en armonía con lo que lo rodeaba, para “realzar su belleza, hemos encarado la transformación de... la plaza dentro de un plan especialmente estudiado y que contempla en otros detalles, la reducción del nivel actual y la construcción de las veredeas interiores y las que corren frente al edificio” , decía el Intendente Rafael Amato al Ministro de Obras Públicas de la Provincia en noviembre del 39. Este edificio respondía totalmente a los criterios culturales y arquitectónicos de la época y fue construido entre la calle Almirante Brown y la Plaza del Libertador General San Martín, llamada entonces Alsina. El gobierno conservador otorgaba un lugar primordial al respeto de las jerarquías. El culto a lo heroico se reflejó en distintos lugares del país, no escapando el Partido de “6 de Setiembre” al realce de la disciplina c omo valor ejemplar y a lo imponente y la magnificencia de las construcciones, como respaldo de las minorías tradicionales. Limitando nuestra referencia a los murales interiores y los cuatro frisos exteriores del Municipio queremos dar una somera idea de


Puente de Márquez, pintura de Emilio Centurión que ilustra esta batalla.

las características edilicias. Sobre la calle Brown, se destacan en lo alto de sus muros dos recuadros en relieve. En el derecho (mirando desde el frente) una mujer patria ondea una bandera rodeada de hombres, una mujer y un niño. Los hombres trajeados portan objetos simbólicos patrióticos, como el escudo y laureles, mientras otros con el torso desnudo alzan una pica y un martillo simbolizando al pueblo trabajador. Un hombre caído es asistido por una matrona, mientras un niño es guiado por un señor. Están claramente diferenciados los dirigentes cultos que dirimen los destinos de la patria de aquellos que realizan el rudo trabajo. El friso de la izquierda impacta por la crudeza de su mensaje: son catorce militares con armas largas y poses heroicas, al centro la fuerza de la escena la da un brioso caballo. Estos frisos en relieve se repiten ubicados inversamente frente a la plaza. En el interior del edificio de dos pisos, el hall de entrada descubre una escalera de hermoso mármol, que a cierta altura se abre en dos brazos para luego cerrarse al final del recorrido. Toda ella está bordeada por una baranda de hierro cuyo diseño no permite el olvido, con el número 6 dibujado al derecho y al revés recuerda el nombre de una época aciaga “6 de setiembre” (6 del 9). En el primer piso se encuentra el salón Mariano Moreno, allí luce un colorido mural pintado por Emilio Centurión, que representa el encuentro armado entre Rosas y Lavalle. Los Colorados del Monte se abalanzan a caballo con virilidad sobre los caídos hombres de Lavalle. A lo lejos, el enorme ejército de Juan Manuel de Rosas llega hasta Puente de Márquez. Y por último en la Sala del Consejo Deliberante, Alfredo Guido pinta una escena de la batalla de Caseros, aquella donde Urquiza triunfó sobre las tropas de Rosas. Lo curioso del mural es que se observa el Palomar, la figura de Urquiza y la

del gobernador Fresco, político moronense de brillante actuación durante la época conservadora (que al estallido del golpe del 30 se encontraba entre los jefes de la conspiración civil, en el Colegio Militar de la Nación, junto a Botana y De Tomaso, según relata la historiadora María Sáenz Quesada). En el año 1946 Morón recuperó su nombre, dejando atrás encendidos reclamos. Los frisos del edificio han quedado como evidente testimonio de un período poco grato. Hay quienes sostienen que este tipo de manifestación artística, lo mismo que calles que tienen denominaciones de personajes o épocas críticas, deben ser removidos o modificados, pero creemos que no debe ser así. Cada testimonio representa algo, en este caso la época en que se iniciaron los golpes de estado en nuetro país y un período conocido como “La década infame”. Borrar sus huellas escultóricas y arquite ctónicas no borra lo que sucedió, muy por el contrario todo debe quedar pero como ejemplo de lo que no debe repetirse jamás, con placas que resignifiquen su presencia, expresen que la memoria está viva, que la historia guarda sucesos como ejemplo de lo que no hay que olvidar. Norma Videla Tello

Frisos en relieve en el exterior del edificio municipal.

47


PATRIMONIO ARQUITECTÓNICO LOMENSE Luis C. Letizia La Quinta Arancedo Esta casona cuya arquitectura impacta a la vista del paseante corresponde a la Quinta Arancedo, ubicada en el terreno esquinero que forman la Avenida Francisco Meeks y la Calle Mariscal José María Paz, de la ciudad de Temperley. Fue proyectada en estilo español (revival hispánico) a fines de la década del 20, se caracteriza por su portal de acceso, con falsas columnas salomónicas, la carpintería de madera torneada, el cornisamiento con molduras y tejas españolas, su mirador, su frente de color ocre, su patio andaluz y su entorno parquizado con distintas especies arbóreas. La arquitectura es única, similar al Museo Yrurtia de Barrancas de Belgrano o el Teatro Colón de Mar del Plata.

Sobre la Quinta de Arancedo pesa en la actualidad un recurso de amparo firmado por numerosos vecinos de la ciudad de Temperley, Partido de Lomas de Zamora, que se interpuso por existir peligro de demolición.

Preservación del Patrimonio Artículo 44 : “La Provincia preserva, enriquece y difunde su patrimonio cultural, histórico, arquitectónico, arqueológico y urbanístico, y protege sus instituciones. La Provincia desarrollará políticas orientadas a rescatar, investigar y difundir las manifestaciones culturales, individuales o colectivas, y las realizaciones del pueblo que afirmen su identidad regional, provincial y nacional, generando ámbitos de participación comunitaria.” (Constitución de la Provincia de Buenos Aires) La ilustración corresponde al chalet ubicado sobre la Avenida Alem al 1300, casi esquina Larroque y a metros de la estación de Banfield del ferrocarril Metropolitano General Roca. Fue residencia particular del Dr. Souto. La construcción estuvo a cargo de la firma Santiago Sturla y Hnos., empresa de prestigio con oficinas en la misma localidad. El Teatro Coliseo Italiano El edificio corresponde a la sede social de la Sociedad Italiana de S. M. Unión y Estrella, fundada en 1882 e inaugurada en 1933. El proyecto estuvo a cargo del arquitecto italiano Manuel Tavazza, que instaló su estudio en la Avenida de Mayo 840, con su socio el arquitecto Bianchi. Ambos realizan numerosas residencias y casas de rentas, entre ellas el edificio del Nuevo Banco Italiano en Cerrito y Av. Corrientes en Buenos Aires. Las obras del Teatro fueron fiscalizadas por Carlos Angeleri y Angel Castiglioni, el director técnico fue el arquitecto Angel Hermida, y el asesor letrado y patrocinante judicial, el Dr. Mario Rabolini. El Teatro es considerado entre los diez mejores teatros líricos de la Argentina. Es de importante valor su salón dorado aunque lamentablemente se ha perdido su marquesina de hierro y vidrio, que se encontraba sobre el acceso a esta sala de espectáculos. Se puede observar a través de fotos antiguas en medios de prensa local.

Suntuoso chalet desarrollado en tres plantas emplazado sobre el antaño Barrio Parque Banfield.

Luis C. Letizia. Arquitecto Emplazado sobre la calle España 37 a metros de la calle peatonal Laprida en pleno centro comercial de Lomas de Zamora.

48


LA ESTANCIA DEL GRAL. VIAMONTE EN SAN VICENTE, MONUMENTO HISTORICO

J Haydée Epifanio Eduardo Marcet

uan José Viamonte (o Viamont) nació en Buenos Aires el 9 de febrero de 1774. Era hijo del militar catalán Jaime Viamont y de la porteña Bárbara González. A imitación de su padre, ingresó en la carrera de las armas a los doce años, siendo destinado al Regimiento de Infantería de Buenos Aires. En 1800 contrajo enlace con la porteña D. Bernardina Chavarría, la que luego sería una de la fundadoras de la Sociedad de Beneficencia. En 1806 y 1807 combatió heroicamente contra los invasores británicos, por lo que fue ascendido a Sargento Mayor del Regimiento de Patricios. Asumió un rol protagónico en los sucesos de mayo de 1810. A fines de ese año, ya nombrado Coronel, el gobierno revolucionario lo envió al Alto Perú como 2° Jefe de la expedición. Luego de la desgraciada campaña y la derrota del Desaguadero, se retiró hacia el sur, salvando un buen número de soldados. Sin embargo, a su regreso a Buenos Aires fue detenido y procesado; después de un largo juicio, restablecieron su buen nombre y honor, nombrándolo Mayor General del Ejército de Buenos Aires. A fines de 1814 fue nombrado Gobernador Intendente de la provincia de Entre Ríos, pero al año siguiente, debido al peligro de la invasión artiguista, fe enviado a Santa Fe, con el cargo de Jefe de las Tropas de Observación, pero fue apresado por el jefe oriental y detenido durante un año. En 1818 fue elegido diputado por Buenos Aires al Congreso, siendo uno de los firmantes de la Constitución unitaria de 1919. Luego de la derrota unitaria en Cepeda, debió exiliarse en la Banda Oriental. A su regreso a Buenos Aires, el gobierno de M. Rodríguez lo nombró Gobernador sustituto de la provincia, cargo que ejerció durante 24 días. En 1822, después de más de 36 años de actuación, Viamonte pidió el retiro militar, el cual le fue concedido, recibiendo la suma de 30.360 pesos.1 VIAMONTE ESTANCIERO Esta faceta del prócer, poco destacada por la historiografía tradicional, fue, sin embargo, importante, ya que la vemos reflejada en su labor legislativa y de gobierno. Hacia 1820, muchos miembros de la elite comercial y familias tradicionales, sin descuidar su actividad económica habitual, comenzaron a invertir en tierras, ganado y saladeros. Este sería el grupo social

49


Estancia "La Martiniana" (fotografía Haydée Epifanio, 1995)

dominante en el futuro, una clase de terratenientes con raíces en la ciudad y originada en la sociedad urbana. 2 Viamonte fue uno de ellos. Su primera estancia fue la que recibiera en merced, por decreto del 25 de octubre de 1819. Estaba situada en el antiguo partido de Quilmes. 3 Con el retiro militar compró, en sociedad con su futuro yerno, Marcelino Carranza, una estancia en el partido de San Vicente, "como a legua y media distante de aquel pueblo". Hay que hacer notar que en 1824, año en que se escrituró la estancia, el pueblo de San Vicente estaba ubicado en la orilla norte de la laguna homónima, en torno al cementerio actual. Con el traslado, a mediados de la década de 1850, a la orilla sudeste, la estancia lindaba con su ejido. En 1826 Viamonte denunció en enfiteusis una estancia de 8 leguas cuadradas en el partido de Rojas, con frente al arroyo y contiguo al pueblo homónimos.4 El 22 de diciembre de 1828 se mensuró otro terreno de alrededor de 350 Has., que limitaba con la estancia grande de San Vicente y que había denunciado en enfiteusis. 5 LABOR LEGISLATIVA Y DE GOBIERNO El 29 de abril de 1824 Viamonte fue elegido diputado de la Legislatura porteña, siendo reelegido en 1827. Destaquemos que en esta última Sala predominaron los estancieros, sustituyendo a muchos comerciantes. Es esta Legislatura la que nombró gobernador a Dorrego. Con motivo de discutirse la ley de extensión de fronteras, en plena guerra con el Brasil, Viamonte sostuvo que, si bien la ley lo beneficiaba en su calidad de hacendado, creía que no era el momento oportuno, habida cuenta de la situación del país, "afligido por una guerra desastrosa,

50

sin recursos, sin hombres, a quien le falta todo...". En enero de 1828, cuando se debatía la reforma de la ley de enfiteusis, Viamonte propuso medidas de defensa de los hacendados, tales como ampliar los plazos, reducir el canon y establecer la obligatoriedad del poblamiento, so pena de la pérdida del derecho, "...porque perjudican la población y la industria del país, pues de lo contrario vendrá a suceder que los extranjeros se irán apoderando de esos terrenos cuando los hijos del país no saben ni el modo de hacer las denuncias..." 6 En octubre del mismo año se puso fin a la guerra con el Brasil, y el 1° de diciembre, los militares que retornaban a Buenos Aires secundaron a Lavalle en el golpe de estado que derrocó al gobernador Dorrego, terminando con su vida. Dio comienzo una guerra civil que concluyó con los tratados de Cañuelas y Barracas entre el jefe unitario y Rosas, asumiendo Viamonte como gobernador provisorio el 26 de agosto de 1829. El candidato de Rosas era Félix Alzaga, pero esta designación se anuló cuando los otros ganaderos eligieron a Juan José Viamonte, por ser uno de sus iguales, poseedor de vastas extensiones, con residencia en sus establecimientos y pleno contacto con sus peones.7 Y fue arrancado de sus ocupaciones pacíficas y del retiro en el campo, tan conveniente a sus viejos años -decía- porque así lo exigía la salud de la patria. Las guerras externa e interna y la "gran seca" sumieron a la provincia en una grave crisis económica. Trató de conjurarla con medidas tales como la reducción de gastos civiles y militares y la supresión de organismos administrativos. Sin embargo, no ocurrió lo mismo con la defensa de la frontera, ya que los miembros de los cuerpos de línea recibieron un aumento del 50% de sus sueldos. Con respecto al impuesto al ganado, Viamonte hizo una diferenciación entre el destinado al abasto (8 reales) o al saladero (12 reales). 8 Acotemos que los ganaderos estaban divididos, por sus intereses contrapuestos, en dos sectores: los que atendían al mercado interno (abastecedores) y los relacionados con la exportación (saladeristas). Es obvio que esta medida favorecía no sólo a los primeros sino al público consumidor porteño. Recordemos que después de la campaña de Mar-


tín Rodríguez de 1823, se expandió la frontera hacia el sudoeste, respondiendo a la valorización de los productos exportables (cueros y carnes saladas, etc.). Se hacía evidente que la frontera sólo podía consolidarse con la acción del gobierno. Es así que en 1829 se firmó un decreto tendiente a poblar la frontera, en cuyo preámbulo Viamonte expresaba: "Entre los deberes sagrados que se ha impuesto el Gobierno, considera que el poner a cubierto las fronteras de la provincia de la incursión de los bárbaros, es de los más urgentes y privilegiados." 9 El poblamiento se haría con criollos bonaerenses,10 debiéndose cumplir con algunos requisitos tales como establecerse con la familia, levantar un rancho, abrir un pozo de balde y dedicarse a tareas ganaderas o agrícolas, quedando eximidos de toda obligación militar que no fuera la defensa de la frontera que habitaban. El título de propiedad se extendía automáticamente y los gastos de mensura y amojonamiento corrían por parte del Estado.11 Huelga decir que la población fronteriza obraría como valla de contención contra las incursiones indígenas que asolaban las estancias. El 19 de octubre de 1829 los diputados Pacheco, Rivero y Donado solicitaron la convocatoria de la Sala de Representantes. Al parecer, ni Rosas ni Viamonte querían el restablecimiento de la Legislatura disuelta por Lavalle, pero la presión de algunos ganaderos obligó al gobernador sustituto a reponerla: se reunió el 1° de diciembre de 1829, cuando hacía justo un año que había sido depuesta.12 El 6 de diciembre esa Sala eligió gobernador a Juan Manuel de Rosas, dotándolo de poderes extraordinarios. A partir de entonces sería honrado con el título de "restaurador de las leyes". Durante el primer gobierno de Rosas, Viamonte fue reelecto diputado en dos períodos (1830 y 1831). Debido a la muerte de su esposa en 1832, renunció a su banca y volvió a la estancia y se hizo cargo de sus hijos. El 5 de diciembre de 1832 Rosas terminó su primer período de gobierno, sucediéndolo Juan Ramón Balcarce, con quien comenzaron a tomar posiciones los intereses moderados.13 Viamonte pertenecía a ese sector. Mientras tanto, Rosas emprendía la famosa campaña al desierto, que significó para los ganaderos

la apropiación de 20.000 leguas de tierras aptas para esa actividad. La Revolución de los Restauradores, ocurrida en octubre de 1833, provocó la caída de Balcarce. La Legislatura eligió entonces gobernador provisional a Viamonte, quien debió dejar su estancia nuevamente. Entre las medidas de gobierno relacionadas con el sector ganadero, mencionemos el nombramiento de una Comisión pro mejoramiento de los caminos que comunicaban la ciudad con la campaña, facilitando la introducción de productos de esta última. La integraban Felipe Senillosa, Francisco Piñeiro y su yerno, Marcelino Carranza.14 También dispuso la libre circulación de los individuos por la provincia sin autorización policial, exceptuando a los peones de estancia, que deberían estar munidos del permiso del patrón. Continuó con la política de "ajuste" desarrollada en su gobierno anterior, aboliendo el Ministerio de Gracia y Justicia y recortando los gastos de otros ministerios. No quiso recurrir a políticas de tipo inflacionista, como la emisión, y propuso, en cambio, la venta de tierras públicas. Pero la Legislatura se opuso a este recurso "alegando la impopularidad que él arrastraba".15 Según Lynch, durante su estancia en el desierto, Rosas "desde lejos movilizaba a los apostólicos contra los cismáticos y eventualmente socavaba la administración de Viamonte".16 Es que éste había exteriorizado en varias oportunidades la necesidad de una Constitución, enviando a Comisiones un proyecto para su análisis. Presionado por las circunstancias, el 5 de junio

51


de 1834 envió su renuncia a la Legislatura porteña, la que le fue aceptada, "continuando en el mando hasta que se reciba de él el ciudadano que se elija para sucederle, sin alterar de algún modo la actual administración".17 Después de varios ofrecimientos rechazados, el 1° de octubre de 1834 el presidente de la Legislatura, Manuel V, Maza, asumió como gobernador interino. Juan José Viamonte pudo retornar a la vida doméstica. LA ESTANCIA DE VIAMONTE EN SAN VICENTE El primer dueño de la estancia fue D. Ignacio Alvarez, quien el 20 de enero de 1796 había adquirido esa tierra a la Real Hacienda, en pública subasta.18 La había poblado y explotado. En 1815 aparece censado en el partido como hacendado. Tenía 74 años y era de origen portugués: estaba casado con Da. Valentina Basconsello, de 44 años, patricia. A su servicio se encontraban cinco esclavos negros, todos solteros: Joaquín, de 20 años, nacido en Guinea, al igual que los tres que siguen: Francisco, de 18; Aniceto, de 12, y Teresa, de 30. Fortunata, de 10 años, había nacido en el país. El 9 de diciembre de 1824 Viamonte y Carranza escrituraron la estancia que habían comprado a Alvarez en $ 30.000. Medía una legua de frente al norte y dos leguas 2027 varas de fondo. En dicha estancia había edificadas tres piezas de material de ladrillo cocido, con sus correspondientes puertas y ventanas. Tenía un monte de frutales como de tres cuadras de largo. Para las actividades ganaderas había pozo de balde, corrales de toda clase de maderas y un potrero, estando todo cercado con zanjas y tunas. Además del ganado, la venta incluía "un negro esclavo de su propiedad llamado Joaquín",19 el mismo que figura censado en 1815. D. Marcelino Carranza contrajo enlace con la hija de Viamonte el 24 de enero de 1825. Ella le dará nombre a la estancia: "La Martiniana" La hacienda de Viamonte estaba situada en la cañada de Samborombón. La atravesaba el antiguo camino que desde Buenos Aires pasaba por "frente a San Vicente y tira para la Guardia de Ranchos". Bañaban sus tierras el río Samborombón y el arroyo El Portugués, que desagua en él. Es muy probable que este arroyo tomara su nom-

52

bre del primitivo propietario del campo. Esta zona de cañadas y lagunas era muy favorable para la ganadería. Recordemos que en es época el único medio conocido para la provisión de agua era el pozo de balde, lento, caro y poco rendidor, pues requería el empleo de uno o do s peones y la utilización de muchas horas diarias para brindar a los rodeos el agua imprescindible. Además, la existencia de bañados hacía que el campo resultara codiciado, pues a su vera crecía naturalmente una multitud de especies aprovechadas para el alimento, en una época en que las forrajeras eran desconocidas. Ayudaban al aquerenciamiento del rodeo y, por ende, abarataban la mano de obra, pues la recorrida en busca de animales perdidos se hacía más espaciada. Además, los cursos de agua señalados formaban una rinconada, óptima para la guarda de la hacienda. Por todo esto podemos colegir que la calidad del campo de San Vicente era, por entonces, muy favorable. El lapso 1828 hasta abril de 1832 fue catastrófico para el sector agropecuario al norte del Salado. Durante todo ese tiempo no llovió; los lagos, los ríos y los pozos se secaron; la vegetación desapareció; sufrieron el cultivo y el ganado; los caballos morían de hambre y sed. Para colmo de males, Viamonte debió desatender sus actividades ganaderas para cumplir sus deberes políticos, ya mencionados. Esto le trajo problemas económicos muy serios, pues le hizo perder la mayor parte de lo que tenía. Como dijimos, en octubre de 1834 volvió a "La Martiniana". Siete meses después su hijo mayor, Juan José, afectado de un mal pulmonar, buscó mejores climas en Brasil, muriendo al poco tiempo. Doce días después de la partida de su nieto, moría la suegra, quien se había hecho cargo de sus hijos menores desde la muerte de Bernardina, en 1832. Pese a ello, el viejo guerrero continuó luchando por su hacienda y por su familia. A fines de la década su salud estaba resquebrajada; la situación económica empeoraba; sus relaciones con el gobierno rosista eran tensas... El 28 de mayo de 1839 se le concedió autorización para transferir a D. Francisco Balbín su campo en Rojas. A fin de ese año tramitó su pasaporte para salir del país, rumbo a Río de Janeiro. Era en pleno Bloqueo francés. Rosas no le


impidió el viaje. De allí fue a Montevideo, donde pasó el resto de sus días. A cargo de la estancia quedó su otro hijo varón, Avelino, nacido en 1818, y su yerno, Carranza.20 Cuando estalló la revolución de Lavalle, Avelino fue acusado de colaborar con él. Una carta que le enviara a su cuñado, en Buenos Aires, por intermedio de Joaquín, con noticias comerciales, fue interceptada y usada en su contra. Avelino fue "fusilado por unitario" en San Vicente, el 16 de septiembre de 1840. Su cadáver fue sepultado en el cementerio local.21 La estancia fue entonces embargada y la hacienda que "fue del salvaje unitario Viamont" incautada por el Gobierno para "atender los gastos de los tres capataces, pues los dos peones se habían retirado".22 El 31 de marzo de 1843 Viamonte murió en Montevideo, lejos de la estancia la que tantos afanes y desvelos había dedicado. El 14 de septiembre de 1850, Carranza, ya viudo, compró la parte correspondiente a su socio y suegro, a sus hijas y herederas. Al año siguiente, la vendió a D. Jorge Bell.23 EPILOGO Los Bell mantuvieron la estancia por mucho tiempo, pero ésta terminó por dividirse en un número importante de establecimientos menores. Si bien el nombre primitivo se olvidó, la tradición oral lugareña se refiere al casco como de "la estancia de Viamont", repitiendo el apellido como se pronunciaba antiguamente. Lo curioso es que en planos modernos también se referencia el lugar como "el Viamón". Si visitamos hoy la casona, la hallaremos fuerte y austera, como el viejo guerrero. Tras las sólidas rejas virreinales se encuentran unas habitaciones casi vacías, pero con las huellas dejadas por sus primitivos moradores. En una de las gruesas paredes del escritorio, pende un retrato del prócer. Dos siglos han pasado desde que esos muros se levantaron enhiestos en medio de unos campos desolados. Nadie hay en el casco para colocar unas flo-

res junto a la imagen del severo general. Pero la memoria fiel de los habitantes de San Vicente le rinde eterno homenaje cuando lo une, una y otra vez, a su querida estancia, la estancia de Viamont. Es por ello que el H.C.D. del partido de San Vicente, por ordenanza N° 3139 (Dto. 0277) del 6 de mayo de 1999 la ha declarado “Patrimonio arquitectónico de San Vicente”. El proyecto de declaratoria de Patrimonio Histórico de la Provincia obtuvo media sanción en la Cámara de Diputados. REFERENCIAS Y BIBLIOGRAFIA 1. ALONSO PIÑEIRO, Armando: Historia del Gral. Viamonte y su época.. Buenos Aires, Mundonuevo, 1959. Seguimos a este autor en la biografía del prócer. ARCHIVO GENERAL DE LA NACION (en adelante AGN). Tomas de razón de despachos militares, cédulas de premio, retiros. 1740/1821. Buenos Aires, 1925. REGISTRO OFICIAL DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES (en adelante ROPBA). Tomo I, 1810/1821 2. LYNCH, John: Juan Manuel de Rosas. Buenos Aires, Emecé, 1984. p.45 3. ARCHIVO PUBLICO DE GEODESIA DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES (en adelanteAGPBA). Duplicados de mensuras antiguas. Avellaneda, N°1. 4. Idem. Duplicados de Mensuras. Rojas, N° 20. 5. Idem. Duplicados de Mensuras. San Vicente, N° 7 6. ALONSO PIÑEIRO, op.cit. p.218/19 7. CARRETERO, Andrés: Contribución al conocimiento de la propiedad rural en la provincia de Buenos Aires para 1830. En UBA. FFyL. Boletín del IHA. Buenos Aires, 1970. N° 22/23, p.246 y sgtes. 8. ROIPBA, año 1829. 9. BURGIN, Miron: Aspectos económicos del federalismo argentino. Buenos Aires, Solar-Hachette, 1969. p.47/48 10. CARCANO, Miguel Angel: Evolución histórica del régimen de la tierra pública. 1810-1916. Buenos Aires, Eudeba, 1972, p. 57. 11. ALONSO PIÑEIRO, op. cit. p.246. 12. LYNCH, op.cit. p.46/47. 13. IDEM, p. 53. 14. ROPBA, año 1833. 15. ALONSO PIÑEIRO, op.cit. p.295. 16. LYNCH, op.cit.p. 111. 17. ALONSO PIÑEIRO, op. cit p. 397. 18. AGPBA, Duplicados de mensuras antiguas. San Vicente, N° 6. 19. AGN. Registro de Escribanos N° 7. Año 1824, p. 236. 20. Idem. X. 21-7-2. 21. PARROQUIA DE SAN VICENTE FERRER. Libro 2° de defunciones, f° 83. 22. AGN. X. 21-7-2 23. AGPBA. Duplicados de mensuras. San Vicente, Nº 16

Haydée Epifanio. Profesora de Historia (UBA). Directora de Cultura de San Vicente. Docente e investigadora.

53


Recuerdos de Mar Chiquita La mesa de algarrobo Adolfo Roy En mi última estadía en Mar del Plata, un hecho fortuito me brindó elementos para acudir a los recuerdos. Divididos en gratos y amargos, esta vez voy por los primeros. A través de mi hijo menor, Ernesto, fuimos invitados a un asado en casa de unos amigos profesionales que estrenaban un quincho. Llegamos a la hora establecida, y luego de las presentaciones de rigor, nos invitaron a una amplia mesa. Me acerqué para hacerme de una rodaja de cantimpalo que lucía apetitoso y un vaso de tinto. Pero, al primer golpe de vista, mi atención fue atraída por la mesa. Me arrimé a ella y con cierto disimulo me afirmé y traté de levantarla. Ni se movió. La dueña de casa que me había estado observando, no sé si por el farol de Carcasone que me había servido o por simple curiosidad, se acercó y me dijo: “¿Vio qué fuerte y qué sólida es la mesa? Es de algarrobo.” Y agregó : “ La vimos en una casa de muebles usados, nos dio la impresión de ser tan fuerte que la compramos. Estas palabras confirmaron mis sospechas: yo conocía esa mesa y su historia.

Por los años 1957- 58, si la memoria me sigue siendo fiel, en los pagos de Mar Chiquita un gran amigo, el vasco Alberto, arrendaba una 700 hectáreas, que se conocían como “ El Divisadero”. La tranquera de ese campo estaba al costado de “ La Tobiana”, almacén y carnicería cuyo dueño era un tal D. Julio. En esa época “ La Tobiana” tenía la concesión de ESSO para la venta de kerosene y nafta. Para el despacho de la nafta había en la calle un surtidor que en la cúpula tenía dos cilindros de vidrio. En cada uno de ellos cabían cinco litros que, al si se le daba manualmente a la bomba, se llenaban. Siempre debía sacudirse la manguera, pues algo de nafta podía quedar en su interior. Por ese entonces, en el loteo de Mar Chiquita recién se habían asentado los médanos y se había inaugurado la hostería.

“ El Divisadero” era un baluarte de la amistad y de la solidaridad. El vasco y su compañera Olga recibían allí a todos “ los cazadores de estrellas” que al llegar por la ruta 2 al frigorífico Vivoratá giraban a la izquierda hacia el mar por el camino de tierra. Había que encontrar la tranquera cerquita de “ La Tobiana” y allí golpear las manos y pega r el grito para que sujetaran a los perros. Algunos de los asiduos concurrentes a “ El Divisadero” se alojaban en unas chabolas que tenía la hostería, otros en la casa del vasco. Allí conocimos, Marta, mi esposa, y yo a los pintores Castagnino, Urruchúa y otros peregrinos de la noche. Un día llegamos y Alberto, el vasco, tenía sobre una endeble mesa una nívea montaña de harina. Mientras charlamos de las cosas del viaje, hizo el hoyo en el centro, le fue agregando agua, sal, dos docenas de huevos, es decir, los ingredientes que correspondían para lograr los tallarines con los que nos quería agasajar. Actuó con sus fuertes brazos sobre los elementos allí reunidos y la masa fue tomando forma. Era un enorme bollo que iba trabajando con sus manos. Faltaba la segunda etapa, elevar el bollo y golpearlo sobre la mesa. Al segundo golpe sobrevino la tragedia: las cuatro patas de la humilde mesa se abrieron y se desplomó. Gran disgusto 54


del dueño de casa, palabras de serenidad de los presentes y la afirmación rotunda del vasco de que eso no le iba a pasar más. Entre maldiciones y exabruptos la masa fue tomando forma de tallarines y se resolvió el almuerzo. Por la tarde, previo arreglo con D. José, propietario de un velero, salimos a navegar por la laguna, atracamos en la isla y desembarcamos. Una vez en tierra se organizó el mate y los chicos entraron a alborotar entre la tupida maleza. Ello hizo que en medio del monte apareciera una tropilla de bayos, de espesas crines y largas colas. Todos coincidimos en la belleza de esos animales. Castagnino había llevado sus herramientas de trabajo, papel y carbonillas. Nos pidió silencio y comenzó a trazar las figuras de animales que seguro pocas veces había visto la figura humana. Esos croquis fueron la base de la colección de hermosos caballos que el maestro con tanto éxito llevó a la tela. Con esas vivencias de naturaleza y arte volvimos a “ El Divisadero”. En la tertulia de la noche, entre mate y mate, Castagnino comentó que había recibido un encargo de la editorial Eudeba para ilustrar una nueva versión del Martín Fierro. En la rueda del mate participaban los trabajadores que el vasco empleaba en las tareas del campo. En un momento dado, Castagnino se dirigió a uno de ellos que cumplía entre otras las funciones del domador, creo que se llamaba Enrique Huergo, y le pidió con mucho tacto si no se animaba a servirle de modelo para el Martín Fierro. El criollo aceptó y al día siguiente el domador Enrique sentado en el patio de “ El Divisadero” pasaría a inmortalizar por el arte del maestro Juan Carlos Castagnino la figura que imaginó José Hernández. Nos quedamos unos días más, acéfalos de mesa, pues el vasco no aceptaba ninguna solución provisoria. Había encargado a un carpintero de la zona la construcción de una mesa a su gusto y paladar. Nos fuimos marchando cada uno para su pago.

Al poco tiempo hicimos una pasada por “ El Divisadero” y fue ahí cuando el vasco Alberto nos pidió colaboración para retirar la mesa que había encargado. Al llegar con el camión al taller, el artesano se ocupó de poner de relieve las virtudes del material empledo: era algarrobo. Éramos ocho personas y no podíamos con la mesa. Fue una odisea encargarla en el camión y luego bajarla. Una vez instalada en “ El Divisadero”, la mesa aguantó s in chistar amasijos y carneadas. Los hijos del vasco fueron creciendo, necesitaban escuela secundaria y así fue como el hombre dejó el campo y se estableció en la ciudad. Malvendió todos los enseres de la casa y entre tantos elementos se fue la mesa de algarrobo. Ahora, después de tantos años, en los que la vida nos fue decantando, dejándonos profundos huecos en nuestros sentimientos y recuerdos imborrables, me reencuentro con la mesa de algarrobo, testigo mudo de tantos encuentros irrepetibles.

55


Conservación del patrimonio,inventario y participación social

L Oscar Roberto Valverde

a propuesta consiste en analizar el lugar que ocupa la comunidad en las acciones de conservación, particularmente las orientadas a tareas de inventario que implican el descubrimiento, registro, puesta en valor y cuidado del patrimonio cultural. En la mayoría de los trabajos, o bien no se tiene en cuenta, o bien no coincide la lectura de los usuarios con la de los especialistas y los organismos intervinientes. Esto repercute en la eficacia de la implementación de las políticas culturales ya que su efectividad depende, en gran medida, del consenso o rechazo de los grupos sociales que usan el patrimonio. La conservación supone una actitud que asumen la diversidad de actores frente a la valoración del patrimonio. La falta de participación que continúa en los programas de recuperación, está muchas veces en la base de los problemas que el tema presenta en nuestro país. De allí la necesidad de realizar trabajos que requieran un diálogo interdisciplinario para elaborar estrategias en la comprensión de los grupos humanos que habitan el lugar, particularizando la imagen que ellos tienen de su patrimonio: como lo usan; lo valoran; lo resignifican; a la vez de caracterizar sus roles como actores sociales: sus objetivos, su campo de intervención, su poder, su relación con otros actores. Esta consideración de la lectura y accionar del ciudadano común contribuye a estructurar proyectos integrales donde el eje es la comunidad misma. La participación del público en general y de los usuarios no sustituye la problemática específica de la valoración de los bienes culturales que realizan el estado, los organismos privados, y los especialistas. Pero si coloca referencias en la redefinición de todas estas tareas. Sus resultados no estarán ausentes en la toma de decisiones integrando recomendaciones y premisas sobre los usos sociales para avanzar en la democratización de la cultura. La participación social ofrece alternativas para repensar la formulación de las políticas culturales al integrar a sus acciones: una revisión del patrimonio; una ampliación e integración de los campos disciplinares; cambios en las maneras tradicionales de abordar el trabajo con la sociedad, enfatizando el ámbito de recepción a través de metodologías participativas. .....desde la resignificación del concepto de patrimonio Al revisar el concepto de patrimonio, particularmente el que se

56


manejaba en el siglo XVIII, que se prolonga en las investigaciones de los siglos XIX y XX, se detecta que la noción permaneció durante mucho tiempo con muy pocas variantes. Es recién a partir de las últimas tres décadas, en su relación con los temas de valoración y usos sociales del mismo, que se han producido quiebres en sus presupuestos. Desde épocas de la ilustración, uno de los momentos en que algunos autores ubican su origen (1), el concepto estaba estrechamente ligado al acervo de obras preciadas como valiosas y legítimas, respaldadas por su prestigio histórico y simbólico. Esta concepción se mantiene estática y asume que la definición y apreciación de los bienes culturales están al margen de conflictos de clases y grupos sociales. (2) “Lo habitual es definirlo como simil de la herencia, el legado (...) se concibe (...) similar a una valija que es transportada de generación en generación, en tanto expresión de la identidad común de una nación que la posee como herencia. Este es el supuesto más fuertemente cuestionado. No todos los sectores sociales, etarios, étnicos, regionales, ocupacionales, se vinculan hoy, ni se vincularon en el pasado de la misma manera (...).”(3) Desde la óptica planteada el patrimonio y sus prácticas son reconocidas como arcaicas, expresiones muertas, fosilizadas en el tiempo (4). A modo de ejemplo, la Comisión de Monumentos Históricos creada en Francia, en 1837, afirmaba que el patrimonio estaba compuesto por edificios religiosos del medioevo, las reliquias de la antigüedad y algunos castillos. Tardíamente después de la 2ª Guerra Mundial los bienes inventariados se multiplicaron y su naturaleza cambia; de la arqueología, de la historia y de la arquitectura monumental, se pasa a reconocer el patrimonio popular, vernáculo e industrial. (5) La red de conceptos con la que se asocia esta mirada tiene anclaje con identidad, historia, tradición, monumentos, y se la aborda con actitudes conservacionistas - difusionistas en el orden del patrimonio arcaico – dominante. (6) La noción de patrimonio y su extensión sufre modificaciones, particularmente al relacionarlo con: -el patrimonio popular, residual desde hace mucho tiempo, que se halla en actividad y resiste como elemento efectivo y es vivido y practicado en base al reconocimiento de formaciones o instituciones sociales y culturales; -el patrimonio producido por la massmediatización (medios, arquitectura no identificada con su entorno, etc.), que surge como emergente y conflictivo

en oposición al dominante, a partir de los primeros productos de la industria cultural, rechazada por grupos que dictaminan la “verdad” en la conserv ación. En este momento ya no resulta tan claro separar nuevos valores y significados. Siguiendo a García Canclini, hoy se mixturan el patrimonio de élite (dominante), el popular (residual) y el industrial (emergente o de la massmediatización), produciendo como resultado una hibridez en la cultura. (7); -pensar el patrimonio como una construcción social, operación dinámica enraizada en el presente, a partir de la cual se construye, selecciona e interpreta el pasado. No se centra en la esencia del mismo ni se considera como un acervo incuestionable, sino en la construcción de la continuidad social, y de la relación de los habitantes con él , así como lo culturalmente representativo. No solo se encuadra lo histórico, sino expresiones y bienes del presente; -el considerar al patrimonio desde la identidad como cohesión, a la alteridad como diferencia social. Su formación y apropiación demandan estudiarlo no solo como cohesionador, sino como espacio de enfrentamiento y negociación (...) diversas memorias que la cohesionan, para ampliarlo y valorarlo, y permitir que otros grupos sociales puedan reconocerse; -el admitir que no todos los componentes del patrimonio reciben la misma atención. La ampliación del concepto no se corresponde muchas veces con la legislación, ni con las políticas de conservación. El tangible recibe mayor apoyo que el intangible; el popular goza de menor legitimidad que el de élite. El reconocimiento de las nuevas tecnologías es escaso, por no decir nulo. (8) ....Desde la interdisciplina El ámbito de la conservación del patrimonio es un campo de convergencia de diversas áreas del conocimiento, y frente a la resolución de problemas complejos “todo lo que se refiere a la investig ación, divulgación y gestión (...) debe ser abordado desde una perspectiva interdisciplinaria.” (9). Sin embargo, y pese a las Declaración de Ámsterdam (10) en el sentido de afirmar que la conservación es responsabilidad de todos, la mayoría de los organismos intervinientes consideran que “el patr imonio es asunto de los que se especializaron en el pasado, restauradores, arqueólogos, historiadores, a veces antropólogos. De hecho, son ellos casi los únicos que se ocupan expresamente de estudiar y discutir su administración (...) quienes firman casi toda la bibliografía sobre el tema” (11)

57


Bajo dos órdenes se entenderá la interdisciplina: • Estrictamente epistemológico. Responde a acciones que constituyen un campo nuevo surgido de la interrelación de dos o más disciplinas, que no borra divisiones ni exige supremacía de unos sobre otros, y que estimula a su vez la formación de sujetos interdisciplinarios y la creación de espacios de investigación. (12); y • Como resolución de problemas. Es la más desarrollada y ayuda a definir áreas, deformaciones complejas, que actúan sobre la realidad empírica. Cada caso trata de situaciones concretas diferentes. Sin embargo, con el aporte de científicos y filósofos que accionen interdisciplinariamente no alcanza. Hay que integrar la participación con el conjunto de la población, como un campo abierto de concertación con la comunidad. De allí que la práctica investigacional no debe aparecer descontextualizada y deshistorizada, por lo que muchas veces ingresa la política. (13) Es particularmente en este sentido en el que la conservación del patrimonio debe responder a la demanda social, a través de la investigación aplicada. Acciones de investigación de orden técnico y cultural que se plantean a partir de los cambios vertiginosos de la sociedad tecnologizada, y que aparecen como una alternativa a la resolución de problemas evitando lecturas fragmentadas y reduccionistas. ....Desde la participación Faltan estudios sistemáticos. En trabajos realizados en latinoamérica, sin desconocer que el problema es propiedad a escala internacional (14), relacionados con experiencias educativas, museos comunitarios y escolares, programas de divulgación cultural, trabajos de inventarios, entre otros, se evidencian esfuerzos aislados que se diluyen en el tiempo, y en las que las percepciones de la comunidad están ausentes en la toma de decisiones y en la gestión de las políticas culturales. Ana Rosa Mantecón (15) en su análisis sobre la ciudad de México afirma: “en el papel de las repr esentaciones del patrimonio (...) faltan convenios dónde queden claros los derechos y la participación de los co-participantes (...), ya sea por el uso de los espacios en beneficio de intereses privados, (...) o por la resistencia del gobierno a reconocer a las comunidades como organizaciones coadyuvantes (...). Por su parte, nuestro conocimiento sobre la relación de los diversos sectores de población con

58

el patrimonio cultural es aún incipiente. En general, tenemos cierta información sobre la acción de organismos estatales y privados (...), pero muy poco sabemos sobre el resto de los agentes. Falta aún investigación dentro de ese gran rubro denominado participación social.” Preocupación que es reflejada en las Actas del Simposio Interamericano de San Antonio, Texas, (16), al concluir en sus consideraciones que “el patrimonio conlleva (...) y es sustento para la vida comunitaria. Tanto las autoridades como las comunidades deberán proporcionar los medios para su conocimiento y evaluación, su protección y conservación”. En el artículo I se sostiene que la participación de la comunidad local y otros interesados necesita ser reforzada, de manera que ella se produzca en todo el proceso y desde un principio. Otro de los problemas relacionados con la participación social consisten en que los trabajos que incluyen contactos con la comunidad, continúan con manejos difusionistas. Rara vez los emisores orientan sus propósitos en conocer lo que piensan, hacen y sienten sus destinatarios. Siguiendo a García Canclini, el paradigma participacionista concibe al patrimonio al tener en cuenta, además del valor intrínseco de los bienes por parte de los especialistas, su interés mercantilista y su capacidad simbólica por parte del Estado; las demandas de los usuarios: una selección de lo que se conserva debe decidirse, en parte, por su intervención. Profundos cambios se producen en la teoría contemporánea de la conservación, particularmente los que reflejan un creciente interés por los aspectos comunicacionales, y cómo ese interés exige revisar las formas anacrónicas de implementación en la gestión e intervención del patrimonio. (17) En el período entre 1930 y 1970 (18), la relación con la sociedad se planteaba bajo acciones exclusivas de difusión; se traspasaba el legado cultural de forma autoritaria, considerando a la audiencia pasiva y contemplativa. En un segundo momento – entre 1970 y 1980 – (19), se comienza a otorgar a la sociedad civil un lugar diferenciado, reactivando los conceptos de comunidad e interdisciplina, al desmitificar la concepción tradicional de patrimonio, y extenderlo de dominios de minorías eruditas al conocimiento y disfrute de las mayorías populares. Llegados los ’90 (20) se entiende a la comunidad como sujeto, con diversas historias e identidades, con diversas valoraciones y verdades.(21) El interés se centra en planificaciones que reivindi-


can la participación social, y que además frente a los desafíos de la globalización y los procesos de integración regional que asumen redefinir el papel de las tecnologías de difusión y establecer políticas compartidas, los estrategias deben responder a una mayor participación, y por ende, una profundización en la democracia. (22) ...desde los inventarios ... y d esde la participación. A partir de 1986 se desarrolló en el ICOMOS Argentina, en la Secretaría de Investigaciones de la FADU, UBA, y otras universidades y organismos, el Sistema de Inventario del Patrimonio Interdisciplinario- SIRAMS (23)- que incluyó tres áreas: urbana arquitectónica, paisajístico y social. (24) En el campo social se incluyen trabajos con la comunidad, con los objetivos de lograr: • acciones que faciliten el mejoramiento de la calidad de vida y demuestren que la conservación no está en contra del progreso sino en su base al ser factor determinante para el desarrollo barrial, local, regional; • inventarios como educadores y formadores de opinión, que dejen de ser recopilaciones de datos pasivos y eruditos para convertirse en movilizadores de participación activa, posibilitando a los profesionales que trabajan en ellos como a la comunidad implicada, las herramientas necesarias para asumir una responsabilidad conjunta; • que las diferentes expresiones de la cultura, con la debida difusión y comunicación, se transformen en fuentes de recursos económicos. Estudios, proyectos y casos demuestran, frente al posicionamiento del patrimonio, la posibilidad de planificaciones estratégicas de ciudades; • reconocer que el patrimonio sobrevive si es asumido por la comunidad; y • permitir el reconocimiento de subculturas, cómo búsqueda de la identidad personal y colectiva, desde los profesionales, políticos, empresarios que tienen que asumir una “nueva” ética, a la generalidad de los habitantes que han de ser protagonistas de esta búsqueda. Se trabajó en Olavarria, Provincia de Bs. As. (1986); Santa Ana, Misiones (1987); Isla Maciel, Partido de Avellaneda, Provincia de Bs. As. (1987); Concordia, Entre Ríos (1988);Barrio “Las Colonias”, Partido de Lanús, Provincia de Bs. As. (1988); Córdoba (1988);Comodoro Rivadavia, Chubut (1990); Puerto Deseado, Santa Cruz

(1991). Desde 1999 a la fecha, en la Facultad de Arquitectura, Diseño, Arte y Urbanismo de la Universidad de Morón, se realiza un proyecto; cuyos resultados aún están siendo procesados, sobre el antiguo Partido de Morón, Provincia de Buenos Aires. El objetivo general de la investigación consiste en concretar un inventario a través de acciones interdisciplinarias con participación de la comunidad. Desde el área social en integración con la urbano arquitectónica, se busca posibilitar un diagnóstico que permita plantear recomendaciones a los organismos interesados, y que sirva de base a un futuro plan estratégico en relación a la defensa, conservación, restauración, reciclaje y puesta en valor de los bienes patrimoniales. En cuanto a los objetivos particulares del área social se pretende lograr: • Tareas de sensibilización y participación como modo de descubrir la imagen que los habitantes atribuyen al lugar, comprometiéndolos en los programas de conservación; y la evaluación de los roles y compromisos que incumben a los interesados en el patrimonio: la comunidad, las instituciones, el estado, los sectores privados, los especialistas. • Planificar e implementar acciones de difusión y comunicación que permitan canalizar las inquietudes propias de los diversos agentes, y realimentar el sistema de inventario a través de mutuos intercambios entre las fuentes de acción y la opinión pública; y • Captar las necesidades sentidas por los habitantes y elaborar un encuadre que contenga los rasgos de la comunidad en cuestión, siendo de gran importancia poder diagnosticar cuáles son los problemas que se perciben como más urgentes a solucionar. ...Conclusiones Los conceptos de participación social e interdisciplina forman parte de las inquietudes de investigadores, especialistas y autoridades. Sin embargo, en la mayoría de los casos aparecen como un discurso contradictorio al no llevarse a la práctica. Las tareas conjuntas que encaran en este momento el Instituto Histórico del Partido de Morón y el Instituto del Patrimonio de la Facultad de Arquitectura, Diseño, Arte y Urbanismo de la Universidad de Morón demuestran la voluntad de construir un camino orientado a revalorizar el lugar que ocupan los diferentes actores en la conservación del patrimonio.

59


Notas: (1) Se reconoce que las tempranas acciones de conservación ya existían desde el siglo IV en que se planteaba el sentido de un bien a conservar y ciertas normativas para la reconstrucción de monumentos, y por lo tanto, una noción de patrimonio. Fernández, R. Teoría e historia de la restauración, Murillo, Leria, Madrid, 1997. (2) Mantecón A., “La p articipación social en las nuevas políticas para el patrimonio cultural”, en Patrimonio Etnológico, Nuevas perspectivas para su estudio. Cuadernos del Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico, Consejería de Cultura, Granada, 1999. (3) Cousillas, A. M. “La percepción -interpretación del patrimonio cultural en el ámbito de los museos”, en Temas del patrimonio cultural, CBC, UBA Buenos Aires, 1997. (4) El patrimonio entendido como arcaico, residual, emergente y dominante está basado en Williams, R. Marxismo y literatura, Península, Barcelona, 1980. En 1991, García Canclini, N., relaciona dicha categorización con el patrimonio. Ver “¿Quiénes usan el patrim onio? Políticas culturales y participación social”, en Arquitectura Sur, Mar del Plata , Nº 4, 1991. (5) Choay, F. L’ allegorie du patrimoine, Du Seuil, París, 1992. (6) Valverde, O. La participación social. Una práctica emergente de las nuevas políticas culturales, Universidad de Belgrano, en Jornadas para la reflexión académica; ciudadanía y calidad democrática, UB, Buenos Aires , 2000. (7) García Canclini, N. Culturas híbridas, Sudamericana, Buenos Aires, 1991. (8) Actas del Simposio Interamericano sobre “La a utenticidad en la conservación y manejo del Patrimonio cultural de las Américas, San Antonio, Texas, US / ICOMOS y theGetty Conservation Institute, 1996. (9) Olmo Enciso, L. El patrimonio arqueológico español, Murillo, Leria, Madrid, 1997. (10) Congreso sobre patrimonio arquitectónico europeo, Ámsterdam, 1975. (11) García Canclini, N, ¿Quiénes usan el atrimonio?, op. cit. (12) Maestría en gestión e intervención del patrimonio urbano arquitectónico de la Universidad Nacional de Mar del Plata, 1998, proyecto curricular. (13) Follari, B. Interdisciplinaridad, Universidad Autónoma Metropolitana, Azcapzalco, México, 1982. (14) Museum 99, París, nº 198, vol. 50, Nº 2, 1998. (15) Op. Cit. (16) Op. Cit. (17) Valverde, O. Comunicación y buen uso del patrimonio, Actores y paradigmas, ICOMOS, UNESCO, Secretaría de Cultura de Jalisco, México, 1999. (18) Carta de Atenas, Conferencia sobre la Conservación del Patrimonio artístico y arqueológico, Atenas, 1931, I; VI – 2 ; y VII – 4. (19) Normas de Quito o informe final sobrela conservación del patrimonio artístico y arqueológico, Quito, Ecuador,1967, VI-3 arte VIII-4.

60

(20) Conferencia de Nara, op. cit.; y Acta de San Antonio, Texas, op. cit. (21) La elección de los Cartas, Normas, Documentos y Actas se determinó por razones de apreciación cronológica y por la riqueza en el tratamiento de los aspectos sociales-comunicacionales. (22) García Canclini, Nuevas políticas culturales en América de la encrucijada cultural, Revista Cultura, Secretaría de Comunicación y Cultura, Santiago de Chile, 1998. (23) El SIRAMS, en el campo social, tomó como base los aportes de Prieto Castillo, D., Diagnóstico de la comunicación, Quito, 1983; y Diaz Bordenave, J. , y Carvalho, H. M. de, Planificación y Difusión, Don Bosco, Quito, 1978. En su proceso heurístico se continuó enriqueciendo el sistema a partir de las experiencias formuladas en los programas de planificación urbana y regional: “Plani ficación participativa y habitat popular”, en Cuadernos de Postgrado 2, UBA, FADU, 1993; y Fernández Güel, G. Planificación estratégica de ciudades, Gili, Barcelona, 1997. Asímismo se han tomado en cuenta las experiencias de Mantecon, A, op. cit.; y de García Canclini, N. en Imaginarios urbanos. Universidad de Bs. As., 1997, referidos a los análisis cualitativos basados en análisis iconográficos. (24) Pernaut, C., Valverde, O. Boletín 6. ICOMOS, Argentina, Buenos Aires, 1986.

Oscar Roberto Valverde. Licenciado. Miembro del ICOMOS Argentina y del Instituto del Patrimonio de la Facultad Arquitectura, Diseño, Arte y Urbanismo de la Universidad de Morón, Profesor titular del Seminario Difusión y Comunicación en la Maestría en Gestión e intervención del Patrimonio urbano arquitectónico de la Universidad Nacional de Mar del Plata; y de Teoría de la Comunicación de la Escuela Nacional de Museología y de las Universidad de Belgrano y Morón.


PATRIMONIO NATURAL DEL MORÓN ANTIGUO

Elsa López

Desde fines del siglo XIX y comienzos del XX Morón ha sido escenario de pr ofundas transformaciones: de ser una zona de chacras dedicadas a la agricultura para el abastecimiento de l a ciudad de B uenos Aires y un lugar de descanso de la elite porteña, pasó a convertirse en un i mportante centro urbano y comercial. En el transcurso de esta transformación y como producto de ella, muchos espacios verdes han retrocedido ante el avance de los comercios y las viviendas. Hemos hecho un r elevamiento de l a permanencia de dos especies arbóreas -araucarias y palmeras- sobrevivientes de antiguas quintas de veraneo, y en el presente trabajo se analizará, a partir del estudio de fotos panorámicas del año 1970 (1), cuantos ejemplares aún existen en la actualidad. Lo acotaremos a la zona comercial del centro de Morón, desde la calle Sarmiento hasta la Av. Yrigoyen, y desde Colón hasta Abel Costa. Para comprender la importancia de estas especies debemos remontarnos a fines del siglo XIX cuando la elite gobernante se propuso ubicar a la Argentina entre las mayores potencias mundiales y llevarla a un pr ogreso tanto económico como cultural. La fascinación por las costumbres europeas, que constituían los modelos a copiar, se vio reflejado en todos los ámbitos de la vida de la alta sociedad porteña. Morón presenció la construcción de imponentes quintas, feliz destino del grupo dominante en sus días de descanso. (2) La zona carecía de v ariedad de ár boles autóctonos, encontrándose, desde la época de la colonización, sólo montes de talas, espinillos y algarrobos en torno a ríos y arroyos. Ya en la época colonial y hasta los tiempos de Rosas se implantaron en las chacras y en torno al pueblo de Morón durazneros y otros frutales. Edgardo Coria, un historiador moronense, remite “Morón, en su parte central, (unas ocho a diez manzanas, excluyendo a la plaza) estaba rodeado en aquellos lejanos años por montes de durazneros. Los hermosos y fragantes frutos, en plenitud de su lozanía, prestaban al ambiente su clásico perfume.” (3). Desde finales del siglo XIX fueron traídos especialmente para la decoración de l as quintas araucarias, eucaliptus y palmeras. Estos árboles se destinaban sobre todo a la ornamen-

61


tación de los caminos y del “casco” de esas no y comercial de relevancia, pero esto signiquintas. (4) ficó la pérdida de una gr an cantidad de árboDe las diferentes especies de araucarias que les. (7) existen sólo dos son naturales de Argentina: Lo que ha s obrevivido en el área estudiada una variedad se puede encontrar en el nores- para el año 1970, cuando se realizaron las fote de M isiones (araucaria angustifolia, mas tos panorámicas, constituye muy poco en comúnmente llamado Pino Paraná) y la otra comparación con lo que había existido 40 en la zona sur de nuestro país (araucaria años antes. Sólo sobrevivían 29 árboles entre araucana). Limitándonos a los pocos ejem- araucarias y palmeras; sin embargo, de ese plares que aún se conservan en el área estu- total se conserva en l a actualidad el 72,4 % diada se puede observar la existencia de una de los mismos (21 árboles), es decir la gran de estas coníferas en la calle Sarmiento entre mayoría. Mendoza y Salta, que pertenece a la variedad Si analizamos la evolución demográfica en el proveniente de la zona de Misiones y que po- Partido de Morón desde finales del siglo XIX, dría haberse destinado a la ornamentación de podemos explicar este resultado: desde 1895 aquellas quintas. Por otra parte existe una va- a 1914 s e produjo un f uerte incremento de riedad originaria de Australia (araucaria bidwi- población en el Partido, de 7880 a 24.624 halli) propia de r egiones subtropicales pero re- bitantes, producto de la gran inmigración prosistente al frío que fue muy difundida en casi veniente de Europa. En las décadas posteriotodo nuestro país como árbol de adorno de res el crecimiento de la población continuó en plazas y parques; esta variedad coincide con aumento, observándose entre 1914 y 1947 la que actualmente se encuentra en la plaza un incremento de 24. 624 a 110. 344 habitantes, debido al desarrollo de l a industria que de Morón. (5) Con respecto a las palmeras, la más difundi- atrajo y movilizó hacia Buenos Aires una gran da en nues tro país pertenece a l a especie cantidad de población del interior del país. (8) Phoenix canariensis, oriunda de las islas Ca- Sin embargo a partir de la década de 1960 e l narias. Pero resulta muy difícil establecer qué crecimiento de l a población se desaceleró, variedades fueron destinadas a la decoración observándose desde esa fecha hasta 1970 de estas residencias. En cuanto a su 1 gran valor histórico y a la importancia de s u conservación, ya unos de SARMIENTO vía de tren los más destacados pensadores y 1 2 2 políticos argentinos del siglo XIX, 2 2 1 Domingo F. Sarmiento, escribió so1 bre aqu ellos árboles, que no l e ha1 bían pasado desapercibidos y que C 2 3 A guardaba en s u memoria: “Aquellos O B L palmeros habían llamado desde tem- O E 1 1 L prano mi atención. Crecen ciertos ár- N 1 1 boles con lentitud secular y, a falta C O de historia escrita, no pocas veces S sirven de recuerdo y monumento de T 1 1 A acontecimientos memorables.” (6) A partir de la década del 30, el gran 3 1 crecimiento industrial, dentro del 1 1 marco de una política de s ustitución de importaciones característico de la 1 época, atrajo a una gran cantidad de Avenida YRIGOYEN mano de obra proveniente del inteReferencias: rior del país, provocando un i mportante auManzanas que conservan aún sus árboles mento demográfico. Las quintas comenzaron Manzanas que no conservan sus árboles. Los números indicados en cada manzana correspona lotearse y fueron ocupándose nuevos terreden a la cantidad de especies arbóreas. nos. Morón se transformó en un centro urba-

62


un incremento de 341.920 a 485. 983 habitantes, proporciones que se mantuvieron e incluso disminuyeron en l as décadas siguientes. Alfredo E. Lattes (9) señala que fue debido a que en es te período el crecimiento poblacional estuvo dominado por el crecimiento vegetativo, mientras que el flujo migratorio fue disminuyendo (10). Siguiendo esta observación podemos inferir que el centro comercial de Morón en las últimas décadas del siglo XX no sufrió tan fuertes transformaciones, permitiendo la preservación de aquellos árboles que son exponentes de una época importante para la memoria moronense. Notas 1- Saez, Graciela El tiempo de las quintas en Revista de Historia Bonaerense Año IV N° 17, junio de 1998.

2- Coria, Edgardo A., Compilación histórica de Morón 1583-1950, editado por la Municipalidad de Morón, 1980, pág. 107.

5- Sarmiento, Domingo F., Recuerdos de Provincia, editorial Sol 90, 2001, pp.21 6- Saez, Graciela, Ob Cit. 7- Cifras provenientes de los censos del Partido de Morón, extraído de la Síntesis Histórica del Partido de Morón. 8- Presidente e Investigador del Centro de Estudios de Población - CENEP 9- Lattes, Alfredo Dimensiones demográficas de los Partidos del Gran Buenos Aires, en Revista de Historia Bonaerense Año III Nº 10, julio de 1996. El análisis se centra en el Área Metropolitana de Buenos Aires (incluye Capital Federal y 19 Partidos del Gran Buenos Aires entre los cuales se encuentra Morón). Elsa López. Estudiante del Profesorado de Historia (Universidad de Morón). Pasante del Instituto Histórico Municipal

3- Cozzo, Domingo La Argentina forestal, editorial universitaria de Buenos Aires, 1967 (material facilitado por la biblioteca de la Facultad de Agronomia, Universidad de Morón).

4- Dimitri, Libro del Arbol, tomo III. Esencias Forestales no autóctonas cultivadas en la Argentina de aplicación ornamental y/o industrial, editado por Celulosa Argentina, 1977.

63


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.