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La importancia de buscar ayuda en el matrimonio

Muchas veces nos cuesta pedir ayuda. Nos da vergüenza, creemos que nos van a juzgar o que nos veremos débiles ante los demás. Si llevamos años siguiendo a Jesús, buscar ayuda puede parecer que estamos lejos de Él y eso hace que nos cueste reconocer nuestra necesidad.

A veces nuestra arrogancia nos hace creer que no necesitamos a nadie ajeno que nos aconseje. No tenemos que estar al borde del divorcio, podemos estar firmes cuando llega la prueba o la crisis y aparece el instante para pedir ayuda.

Buscar terapia o consejería matrimonial nos permite tener la humildad suficiente para reconocer que solos no podemos y que necesitamos a Jesús, su ayuda y a las personas que Él ha determinado para este propósito. Buscar ayuda para nuestro matrimonio evita que suframos terribles consecuencias.

Para Alejandro y Paula Chaparro, directores del ministerio matrimonial Casa2 de Casa Sobre la Roca Sabana Norte, “uno de los mayores retos dentro del matrimonio, es que nos casamos sin conocernos. Entonces, el mayor problema es el desconocimiento de lo que significa el matrimonio y el desconocimiento mutuo. Por eso es tan importante que cuando tenemos problemas dentro de nuestro matrimonio, hagamos lo que dicen las escrituras: en la multitud de consejeros se llega a la sabiduría (Proverbios 11:14) y por esa razón es tan importante que busquemos consejo sabio dentro de la iglesia, con personas temerosas de Dios porque nos van a dar consejos que están en la Palabra de Dios, consejos con los que nos dejó el Señor Jesús para que pudiéramos tener un matrimonio conforme al corazón de Dios”.

Los matrimonios pasan por etapas e indudablemente aparecerán momentos difíciles. A veces, cuando hablamos con otras parejas, descubrimos que viven o han experimentado problemas similares. Por eso es tan importante congregarse en ministerios como Casa2, donde se hace comunidad y se comparten procesos. Es válido que generen amistad con parejas que pasan por la misma etapa, pues se darán cuenta de que muchos de sus problemas son absolutamente normales y menos graves de lo que parece. Se trata simplemente de saber ajustarse y acomodarse al otro.

Eso sí, traten de mantener la conversación de manera tal que honren a su cónyuge. No es la oportunidad para hablar mal del otro. Por el contrario, enfóquese en lo positivo como pareja. Revisen constantemente sus votos matrimoniales y las promesas hechas en el altar, lo cual les recordará las dificultades y recompensas del matrimonio. Esas promesas son el ancla que mantiene el barco sujeto de manera firme en su puerto cuando las tormentas matrimoniales amenazan.

Sobre todo, no esperen hasta que su matrimonio esté completamente hundido. Manténgase en la ofensiva y dando los ajustes necesarios para mantenerse a flote.

Cuándo es necesario pedir ayuda para nuestro matrimonio?

Esta no es una pregunta fácil de responder porque todos los matrimonios tienen algún sufrimiento. El ministerio internacional “Vida en Familia” la responde con las siguientes recomendaciones:

Parte del crecimiento hacia una intimidad profunda es el resolver nuestros conflictos y nuestras diferencias con amor. Pero así como un hueso roto requiere que vayamos a la sala de emergencias, ciertos eventos matrimoniales requieren intervención.

La siguiente lista son simplemente sugerencias de algunas situaciones de las que debemos estar pendientes:

Conflictos incesantes, discusiones agresivas y/o con gritos que no suelen mejorar de ninguna manera.

Ausencia de sexo en la pareja, demandas inusuales hacia cierto comportamiento sexual de parte de nuestra pareja, infelicidad persistente hacia la relación sexual de alguno en la pareja.

Abuso, bien sea físico o verbal, entre esposos o de padres hacia los hijos.

Situaciones donde la comunicación está completamente cerrada que persiste de uno a más días.

Infidelidad, bien sea física o emocional.

Uso de pornografía

Abuso de alcohol o de drogas de parte de alguno de los esposos o los dos.

Otros tipos de comportamiento obsesivo, como el gastar dinero sin control con tarjetas de crédito, o el vicio a las apuestas, etc.

En oración, pídale a Dios que le revele cómo y dónde buscar consejería o ayuda para su matrimonio. Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los malvados, ni se detiene en la senda de los pecadores ni cultiva la amistad de los blasfemos… Salmos 1:1.

Si su matrimonio está pasando por una crisis…

No todos los problemas matrimoniales son malos. Dios puede utilizar estos problemas en su matrimonio para llevarlo hacia Él, como la luz que se enciende en el tablero del carro indicando que hay algo que chequear en el carro, pero en este caso no a nivel físico o emocional, sino a nivel espiritual.

Llénese de paciencia. El problema en el que se encuentra tomó tiempo en desarrollarse, así que tomará tiempo en resolverse. A veces tomamos la actitud de estar encima de nuestra pareja sin darle el tiempo y el espacio necesario. Nuestro cónyuge necesita ver y sentir nuestro amor, no ser bombardeado con promesas verbales. Cuando las parejas se encuentran en un callejón sin salida, desean una varita mágica que resuelva todos los problemas mágicamente. Pero esa no es la realidad de la vida como Dios la diseñó. Crecemos a través de nuestras luchas y dificultades.

Muestre su corazón sincero. Muchas veces cuando los esposos tienen diferencias, permiten que la rabia del momento cubra sus sentimientos verdaderos. No haga eso. Diga la verdad: “Estoy disgustado contigo, pero todavía te amo. No quiero que nos separemos. Quiero que sepas que voy a orar y quiero usar este momento para estar abierto a lo que Dios quiere enseñarme. Quiero entender lo que mi parte ha contribuido a nuestro problema”.

Los sufrimientos pueden causar que usted y su cónyuge entren en una relación más profunda.

A veces se presentan dificultades que podrían lograr romper su relación. A pesar de eso, no hable de rendirse o divorciarse. Que su compromiso con Jesucristo y con ustedes mismos sea más fuerte que sus problemas. Dios les dará la fortaleza. Él Dijo: invócame en el día de la angustia; Te libraré, y tú me honrarás. Salmos 50:15.

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