Revista Iboga Septiembre-Octubre

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Foto Post-mortem: la tradici贸n sinistra


revista de

DIRECCIÓN DE CONTENIDOS Eric Ángeles Juárez WEBMASTER, DISEÑO EDITORIAL E ILUSTRACIÓN Vinoglauco EDITOR DEL DOSSIER Alejandro Flores Valencia EQUIPO IBOGA Rubén Efraín López Martha Vázquez Karina Zavaleta Alejandro Flores Valencia Ricardo Mejía Bernardo Marcellin Jatziri López Mercado Raúl González Durán Andrés Piña Elizabeth Del Pino Marco Antonio López (MAL) Eunice Enciso Mario Hernández Víctor Arzate Alejandro Reynal Juárez Diego Dannemiller Arlensiu Márquez Cristina Villa Gawrys Eduardo SMG Thalía Ramírez Selene Aguiar COLABORADORES Diego Ayala JazzMina Marilen Adrover Misael Ceballos (Refresco)

EDITORIAL Sexo, zapatismo, máscaras de gas, diferencias de clases sociales, sexo, Frankenstein, cadáveres médicos, frutas kamikaze, sexo, consejos publicitarios para ligar, Batman, sexo, sexo, sexo... No estamos pensando en voz alta, es sólo una probada del contenido del número. Iboga sigue con su adicción explosiva, sus artículos afrodisíacos y nuevos autores que se suman a escribir de lo que más saben, lo que más odian o lo que más les gustaría decir. En esta nueva etapa Iboga se fusiona con el proyecto Telecápita, con el propósito de unir esfuerzos y combinar ideas. Por eso cada número integraremos un Dossier con lo mejor de las Sesiones Telecápita; esta vez es el turno de la figura del subcomandante Marcos como símbolo del EZLN. Tenemos en portada a Marilen Adrover de España, con sus ilustraciones irreverentes, pero también con su faceta profunda y abstracta. En Iconofílicos JazzMina nos presenta sus monstruos tiernos y creepys, y Alex Xavier Aceves nos sumerge en un munda de sátira en blanco y negro. Ibogashots nos trae un texto sobre el miedo a las frutas kamikaze y a las mascotas de la publicidad, así como la vivencia de una estudiante de medicina frente a los cadáveres. Las clases sociales se ponen frente a frente en un artículo que compara la vida entre dos mundos. En Quémonstruosón te contamos la evolución del monstruo de Frankenstein, en Cronicando una fiesta de destrucción en Morelos cuyo protagonista es una máscara de gas. Cuentos, cuentos y más cuentos sobre sexo: tres historias que te excitarán o perturbarán con sus cochinadas. Un análisis social del Batman de Nolan, arte de criaturas tecnológicas en Digitarte, y una peli de revividos en Cine. Un día lluvioso en Piña Colada, las telenovelas mexicanas en Filosochairas y el sueño de un túnel en un parque de diversiones en Croníricas además de nuestra clásica sección de política: Zoon politikón. Métete un shot, un a dosis o lo que quieras de Iboga, que está bien buena y te hará viajar hasta los confines de tu existencia o mínimo la pasas chido un rato. ¿Ya mencionamos que tenemos cuentos de sexo?

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Contenido 3. Iconofílicos 11. Ibogarte 18. Cronicando 21. Cuéntame ésta 23. Piña Colada 24. Filosochairas 25. Vertebral 27. Qué Monstruosón 29. Las fauces de Cronos 31. Iboga Shots 33. Iboga Shots 35. Iboga Shots 37. Cuéntame ésta 39. Zoon Politikón 41. Videodromo 42. Metafilms 44. Digitarte 45. Cronicando 47. Cuéntame ésta 49. Sin pelos en la Lengua 50. Entrevista 54.Dossier Telecápita

JazzMina y Alex Aceves. Marilen Adrover: cuentos y abstracciones. alacranes, zombis y una máscara de gas. un cuento sexoso de punks. la lluvia y la ciudad: un retrato bohemio. las telenovelas y el gusto del mexicano. ¡consejos publicitarios para ligar! el mostro de Frankenstein como héroe. el loquillo Breton y sus mujeres. cadáveres médicos en la Fac de medicina. fresa vs naco: cuando las clases chocan. los monstruos de la publicidad. ¡sexo con botargas! consecuencias de la reforma energética. vampiros supervivientes. una vista social en Batman. Esparza y sus organismos electrónicos. un sueño en un parque de diversiones. sexo a domicilio. el Ibogorila en una lección diminutiva. violencia en video: Rabih Mroué. el subcomandante Marcos como símbolo: una (est)ética de la desaparición.


Iconofílicos

JazzMina Su nombre es Yazmín Hernández, pero ella prefiere que la conozcan como “JazzMina”, es diseñadora gráfica de profesión y lo que más le apasiona del diseño es la ilustración, misma que conjunta con el diseño de envase y diseño textil. Desde niña, su vida se vio influenciada por colores, formas, texturas y demás aspectos relacionados con la gráfica, una herencia que tiene por parte del trabajo de su familia. De hecho, ellos son su principal fuente de inspiración y cree que les debe todo. JazzMina se inspira también en la gente que va encontrando en su camino. Piensa que toda persona que pasa por su vida le aporta algo a su obra. Así podemos ver que su trabajo

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por Martha Vázquez

oscila entre seres tan dulces como un algodón de azúcar, hasta criaturas un tanto “creepys”. Prefiere la técnica digital, la cual emplea en sus ilustraciones desde los 16 años. Desde esa edad tuve el sueño de fue realizar ilustraciones para skateboards, el cual cumplió siete años más tarde al lograr colaborar durante cuatro temporadas para una marca dedicada a producir tablas. Actualmente, tiene su propio taller de peluches, donde da vida a sus ilustraciones y las de otros colegas: diseñadores e ilustradores. ¡Deléitense con una probada de su excelente trabajo! Facebook: /juguepel www.behance.net/jazz_mina



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Iconofílicos

Alex Xavier Aceves Bernal por Jatziri López Mercado Alex Xavier Aceves Bernal es un artista y dibujante egresado de la ahora Facultad de Artes y Diseño de la UNAM. Aunque sus dibujos tienen un sonido inconfundible, el tono de los mismos fluctúa activamente. De esta forma, sus “hartos dibujos corrientes”, como él mismo los llama, pueden llegar a pincharte para soltar una carcajada (una de esas incómodas y cautivadoras como cuando ves una película de Tarantino) o pueden también sugerir redes de conceptos sustanciales, de esos que tienen que ver con el cuerpo, las orillas, el yo, lo otro, las casualidades y las causalidades, la religión, la política, el azar, el dibujo, etc. Al ver sus dibujos, en especial si se hace en una exposición, el espectador notará que Alex ha logrado crear un lenguaje visual muy específico

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y al mismo tiempo básico: unos cuantos bolígrafos, papel y mucho, mucho tiempo dedicado a su obra. Dentro de la lectura de ese lenguaje es casi imposible no sonreír cuando, intentando armar mapas conceptuales dentro de tus propias cosmogonías, te topas, cual espejo, con un gran mapa de probabilidades. Alex ha realizado dos exposiciones individuales, Cosmogonías de Lo Yo y Lo Otro (2013) en Casa Galería (D.F.) y La Piccola Mostra Dei Corpi (2014) en el Forte Prenestino (Roma, Italia). También ha participado en más de veinte exposiciones colectivas. Facebook: /alexnoalejandro Tumblr: alexnoalejandro http://pinterest.com/ciseauxistefr/





Ibogarte

Marilen Adrover

Por Arlensiu Márquez

Contacto: Eric Ángeles

Quién no recuerda los dibujos que ¿niños hizo en la primaria o secundaria? Los tal vez dibujaban a Gokú, mien-

tras que las niñas nos entreteníamos con muñequitas que se vestían igual que nosotras. Dibujábamos sólo con la intención de expresarnos y en algún momento sencillamente dejamos de hacerlo. Pero Marilen Adrover lo llevó más allá. No es que tome el tema de los dibujos de adolescencia para hacer su obra, pero en lo personal cuando la veo no puedo evitar recordar aquellos dibujos y mis ganas de ser una talentosa artista que podía expresar lo que sentía o pensaba a través de la mirada o los gestos de sus personajes, explorando diferentes facetas sin encasillarse. Toda mujer es multifacética y Adrover lo refleja en su arte con la constante presencia femenina. Nos sumergimos en abstracciones casi monocromáticas, densas en textura y con trazos fuertes o sutiles atmósferas que dan sensaciones etéreas y provocan recuerdos y emociones profundas. También trabaja con colores alegres e intrépidos, ya sea en ilustraciones pastel o en pintura, con chicas coquetas y atrevidas.

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Marilen Adrover ha estudiado arte desde que tenía 13 años y en 2011 se graduó de un curso de Estilismo. En esos años descubrió su pasión por la ilustración y la manipulación de imagen, en la que es autodidacta. Ha trabajado en proyectos como creaciones exclusivas para portadas de CD’s -incluyendo para EMEA y Partapart records en Estambul-, tiene participaciones en webzines españoles de ilustración, hizo la portada del libro de Random House (La Bella y la Cursed) y participa en el proyecto Misbegotten, una novela gráfica de César Voghan. En la actualidad, trabaja como una artista del tatuaje en su propio negocio. Sus series más representativas son fotomanipulaciones de las fotografías de Marcus Ranum, que te tocan las fibras emocionales y, una muy diferente, pero más conocida sobre princesas criminales, obras con personajes femeninos de cuentos infantiles clásicos.

Facebook:/adroverart http://teelamb.deviantart.com/








Cronicando

Citlalinazo

Alacranes, zombis y una máscara de gas por Eric Ángeles Juárez

Ilustración: Vinoglauco

A punto de estrellarse a toda velocidad contra las vacas. Gerardo intentó frenar, pero era demasiado tarde. Por fortuna algunos bovinos se asustaron y se movieron del camino abriendo un hueco por el que el auto apenas pasó. Sólo el sonido del retrovisor al romperse y las caras de sorpresa de todos. Así lo imaginé mientras me lo contaban en la cocina, y por alguna razón recordé el día anterior, cuando apenas llegábamos a Citlalín. l viernes que llegamos bebimos hasta que el sol ya se asomaba en el cielo. Dani, el primo de E Jacobo, llegó con una consola y bocinas, además

cardo también se metió a la alberca. Se puso a mi lado y me preguntó, “¿Qué no ligaste ayer?” y ni siquiera me dio tiempo de responder cuando side otros 8 inquilinos de su escuela, la Unitec, que guió con “Es que estás muy feo, ¿no?” y para eso jamás se integraron a la fiesta. También llegaron sí que no tenía una respuesta. Supongo que debí más primos de Jacobo, incluido Beto, un sujeto sin agradecerle la inadvertida observación. Mariana playera que exhibía sus tatuajes de cholo; la fiesta se acercó a la alberca y Ricardo hizo un guiño esya se había armado. Cuando alguien tiraba chela, tilo “you know what I mean”. cambiaba una rola chida o decía alguna incoher- Los amigos de Dani despertaron e hicieron unas encia, coreábamos la tradición del grupo: “”Ee- carnes asadas, un tanto alejados de nosotros. eeeeeeeeeeeessssstúpido!”. A las 12 de la noche Después de un rato ya todos estaban en su rollo Linda y Jacobo se pusieron su traje de baño y se poniéndose ebrios. En algún momento yo estaarrojaron a la alberca, cumpliendo con su promesa ba en la cocina, seguro buscando algo de comer, de cada viaje a Citlalín. y escuché gritos afuera de la casa. Sólo vi a uno Mariana recibía acosos a granel por la falta de chi- de los unitecos cargar a una chica medio descas en la fiesta, por lo que se quedó a mi lado con mayada en sus brazos. “¡Le picó un alacrán!” dijo la inútil intención de espantar a sus pretendientes. Jacobo y nos preocupamos un poco. La llevaron Desde ese momento los desconocidos empezaron a urgencias en auto. No vi nada, pero luego logré a decirme que me aplicara, o a preguntarme si era reconstruir los hechos: la chica estaba sentada mi novia. en una banquita de piedra al lado de la alberca Mariana y yo notamos un comportamiento extra- cuando sintió el piquete en la espalda, comenño en Ricardo. Se portaba como homosexual em- zó a sentirse mal, por lo que la llevaron dentro; pedernido, haciendo ademanes y voz de travesti. luego a una de sus amigas se le ocurrió la genial Desde el auto pensamos que se comportaba así idea de que la orina pararía el veneno, así que la de broma, pero la broma parecía ser llevada a sus llevó al baño, se bajó los calzones y... alguien un últimas consecuencias. Como cuando sacó a bailar poco más inteligente la detuvo en el momento. a Mariana y le tiró la onda aún con el lenguaje “de Uno de sus amigos le chupó el piquete para sacambiente” y luego se desabotonó la camisa para ar el veneno; como sus piernas no respondían, la mostrarle sus pectorales en un ademán poco mas- llevaron cargando a urgencias. culino. En algún momento casi todos estaban per- Las cosas se calmaron demasiado, así que fui a didos, poco había que contar, así que fui a dormir dormir un rato. Al despertar todos estaban anicuando el sol ya salía. mados de nuevo, la chica del alacrán estaba bien Desperté y vi el sol por la ventana, me puse mi tra- y ya nos preparábamos para la súper fiesta de je de baño y salí con el propósito de meterme a la la noche. Según esto, Jacobo iría al pueblo para alberca. Ya todos estaban despiertos, bueno, en re- traer a sus primas y primos de Morelos para aralidad Ricardo estaba dormitando como zombi en mar la destrucción total, así que nosotros estáuna silla de plástico. Me acerqué a la alberca y me bamos en el precopeo. Pero no contábamos con quité la playera, dejé mi toalla a un lado y vi a un la máscara... muerto revivir. Ricardo se paró de la silla y comenzó Antes de eso, a Brenda, la novia de Jacobo, se le a desnudarse. Se quedó en calzones y calcetines y ocurrió cumplir una de sus perversiones sexuales. me miró como si fuera a decirle algo. Di un par de Yo derramando cerveza en los labios de Gerardo pasos hacia la alberca y él se interpuso en mi cami- y Linda mientras se daban un beso; luego Brenda no con los brazos abiertos, a la espera de un abra- y Jacobo probando la cerveza que se escurría de zo. No es que sea mamón, es que no es mi prác- los labios de la primera pareja fusionando sus tica habitual abrazar hombres semidesnudos que bocas en un intento de beso. Mariana lo grabó no conozco cuya heterosexualidad está en duda. todo; el resultado: un video porno con golden Pareció leer mis pensamientos, y respondió con la shower. Y claro que se veían excitados, de hecho frase “¿Qué no somos italianos?” o algo así. Evité el antes de lograr la toma, Jacobo hizo evidente la erección de Gerardo bajo el traje de baño. Todos extraño comentario lanzándome a la alberca. Ya disfrutaba de mi soledad en el agua cuando Ri- reímos mucho e inventamos una nueva versión

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de la tradición: “¡Eeeeeeeeeexcitado!”. Después del golden shower, Mariana y yo vimos a Gerardo quitarse muy sorprendido un extraño líquido viscoso del pecho. O era un gargajo o... nuestra imaginación ya estaba muy metida en el porno. Beto sacó su máscara de gas, tan vistosa como un accesorio de darky. En la punta tenía un recipiente dónde poner la marihuana (o lo que quisieras fumarte), sólo tenías que encenderla como cualquier pipa mientras la tenías puesta. Todos empezaron a usar la máscara. De lo fuerte que era fumar así, Jacobo vomitó tras inhalar. La máscara pasó por la cara de todos excepto por la de Mariana, que sólo fumó de un porro, y la de Ronie. Ya en nuestro viaje, Mariana empezó a aventarle corcholatas al zombi de Ricardo, que no estaba ni despierto ni dormido, sino con los ojos cerrados por momentos, luego abiertos y sosteniendo su cabeza con una mano con la que parecía persignarse cada vez que alzaba la cabeza. Luego me convenció para que yo le arrojara tapas. El pobre despertaba desconcertado y se volvía a dormir. Mariana convenció a Isra para que le arrojara una también y luego a Brenda, la que resultó ser la más manchada dándole con todo en la cabeza con una tapa de whisky. El cadáver se reanimó muy enojado y caminó hacia la puerta de salida de la casa: se detuvo al darse cuenta que era el camino equivocado pero Isra ya lo había alcanzado para guiarlo a un sillón donde se quedó dormido. Todos estaban fumigados por la mota o el cansancio y al final sólo quedamos Linda y yo. Como Jacobo estaba muerto, ya no pudimos ir por sus primos del pueblo y la fiesta valió madres. Linda no había dormido desde que llegamos, así que le insistí para que fuéramos a descansar. Después de un rato la convencí y me llevó al cuarto donde se quedaban. Abrimos la puerta y vimos a Brenda cabalgando a Jacobo, Linda cerró de inmediato el cuarto pero notó que los cuerpos no se movían: sólo se habían quedado dormidos en una posición comprometedora. Hicimos a un lado a Mariana y después de un extraño juego de números, Linda se durmió como por arte de magia. Cinco minutos después, alguien abrió la puerta del cuarto y prendió la luz. Eran Hazel, otro primo de Jacobo, y sus amigos, como no vieron movimiento cerraron la puerta. Mariana despertó y como yo tampoco tenía sueño, salimos del cuarto. Al poco tiempo revivió Ronie, estaba muy preocupado porque su amigo Ricardo había desaparecido. Tenía una llamada perdida de él hacía 10 minutos; intentó llamarle pero su cel estaba muerto. Buscamos por toda la casa, incluso Mariana se fijó detrás de las puertas como si lo fuera encontrar en una esquina acurrucado como Gollum. Los tres salimos de la casa en la oscuridad y le dimos la vuelta a la manzana, esperando encontrar el cadáver de Ricardo entre los maizales, pero nada, sencillamente había desaparecido. Sin mucho qué hacer, Ronie volvió a la cama; Mariana y yo jugamos otro rato y luego decidimos regresar al cuarto. Mis desagradables ronquidos no la dejaban dormir, así que salí del cuarto y por fortuna encontré una litera disponible. Me perdí en el sueño, hasta que muchas horas más tarde la puerta se abrió de golpe y me sorprendí al ver a un fantasma. Era Ricardo y estaba al borde del llanto: “ahora sí me pasé de verga, no mames, me pasé de verga”. Le con-

tó a Ronie su historia: se había salido de la casa con el propósito de regresar a México, así que salió del fraccionamiento y en la carretera esperó la combi de Lechería, “pero nomás no pasaba”. Siguió caminando, no recordaba cómo regresar. Le preguntó a todos los que encontró en el camino y se metió a diferentes fraccionamientos, incluso se estuvo en otra fiesta. Unos policías le dejaron conectar su cel sin batería para que hiciera una llamada. Poco a poco le regresó la lucidez y recordó el camino de vuelta. Ya en el fraccionamiento correcto, dio vueltas por horas hasta encontrar la casa correcta. Después de ese incidente, estuvo tan tranquilo que apenas notamos su presencia. Mientras oía la historia, Ronie se sintió mal del estómago; Isra llegó a molestarlo con un cigarro, que al parecer le dio mucho asco: el resultado, una vomitada en el suelo del cuarto. Como no encontraron jergas, sólo empujaron la vasca bajo la cama. Dormí y me perdí hasta el próximo día. Minutos más tarde, me enteré luego, Mariana y Linda despertaron. Estuvieron un rato con los nuevos inquilinos y otros comenzaron a despertar, como Beto, que las llevó a un lugar en auto, fuera de la casa. Fueron con su dealer de confianza a comprar algo de coca, y todos aprovecharon para meterse un pasón. Cuando desperté ya todos estaban echando la fiesta de nuevo, aunque medio fumigados por el día anterior. Además de Hazel y sus amigos, había otras dos personas que no conocía: el hermano de Beto y un amigo suyo bastante detestable al que después apodamos el Shocker, por su parecido con el luchador. Jugamos Caricachupas y Brenda e Isra perdieron una tras otra, después fue el turno de Gerardo, que estaba tan borracho que de la nada empezaba a bailar en medio de todos: en poco tiempo volvió a ser un cadáver en el sillón. Dejamos el juego por la paz. Me metí solo en la alberca y en esos momentos de sol y de tranquilidad encontré mi paz hippie interior: no fue el fin de semana de destrucción que esperaba pero sí uno muy relajado, fuera de las pantallas y las preocupaciones. Linda estaba siendo acosada por el Shocker, el tipo medio entrometido con pinta bastante chaca, así que Mariana y yo nos acercamos para hacerle compañía. Platicamos mientras el sujeto intentaba integrarse a nosotros: le hacía cariñitos a Linda en la espalda con su calcetín sucio, se recargaba sobre ella e incluso le tiró unos hielos. Ella estaba a punto de explotar, pero estaba tan metida en nuestra plática fascista-capitalista que no le dio más importancia. El Shocker también empezó a molestar a los amigos de Hazel, y luego a los otros inquilinos pero nada pasó, pronto el sujeto se fue y disfrutamos el poco tiempo que nos quedaba. Hablamos desde accidentes de auto y cadáveres que se paran, hasta Transformers y Ninfomaniac. Nos burlamos un poco de los pantalones de Eder, una amigo de Hazel al que también le vimos parecido a Ronald McDonald y al que a Linda le parecía tan guapo que, y cito, “ sentía que estaba viendo la tele”. Empacamos y salimos ya algo tarde. Nos quedaba un largo viaje de regreso en la carretera y a la 1:30 de la mañana del lunes llegué a mi casa. En el camino, los recuerdos se me iban despegando, pero me sentí nuevo, renovado. Y dejé que se deslizaran fuera de mí las máscaras de gas, los alacranes invisibles, las vacas suicidas y los zombis que esperan su combi a Lechería.



Cuéntame ésta Slam

por Victor Arzate

Ilustración: Eduardo SMG

La fiesta fue en la casa vieja detrás de la gasolinera dos caminos. Mafer llegó pasando las once, el humo de su cigarro se confundía con el vapor que exhalaba su boca.

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os punks bebían en el jardín, Mafer entró sin saludar abriéndose paso entre las crestas. Envases de cerveza y thiner decoraban el piso pegajoso al que se adherían sus botas. Ella se recargó junto a la ventana, el frío se colaba por el plástico negro que hacía de vidrio. Los punks, sin playera, se golpeaban coreando: “Sólo creo en lo que veo y lo demás a la mierda…” Checo puso a la Polla Records para seguir con el slam. Mafer lo miró sacudir su cabeza, él saltó y dio codazos a cuanto bulto sintió alrededor; su torso estaba rojo y sudado. Lo que más le gustó del punketo fueron sus Dr. Martens verdes. Acabó la canción y Mafer fue a humedecer su estopa en la mesa donde estaba el diluyente. Regresó junto a la ventana para observar el baile, después de un rato, decidió meterse. Entró al rodeo repartiendo golpes con su cadena en la mano. Checo sintió un puñetazo en la espalda, sin voltear a ver de quien provenía santo madrazo, giró sobre su cuerpo e incrustó su codo huesudo en la cara de Mafer. Ella fue a parar al piso, sangrando de la nariz y la boca. Checo la jaló para acomodarla a un lado de los cuerpos que seguían golpeándose, pidió la botella de disolvente y lo vertió en la boca ensangrentada para cauterizar la herida. Mafer no reaccionó, estaba inconsciente. — No mames, pinche Checo, te pasaste verga —dijo el Flaco riéndose. — No me chinges, pendejo, ¡para qué se mete la morra si no va a aguantar los putazos! A parte de que ni la vi, fue puro reflejo. Ya ves cómo soy de vergudo pa’ soltar codazos. Ya no me castres y rólame un toque. — Póngase, la banda, no más al rato me corres una estopita. — Simio, al rato le corro estopa y flan pa’ que aloque. No más no vaya a querer filetear a nadie, que no estamos en el barrio y no venimos con la flota. El Flaco se fue y dejó a Checo tirado junto a Mafer. La estancia se llenó y ellos comenzaron a estorbar. El de las botas verdes la cargó y le pidió ayuda a su amigo para subirla a un cuarto. Entre los dos abrieron una habitación y a tientas la acomodaron sobre unos cartones en el piso. — Pinche morra, se ve re buena con esos mallones rosas atigrados y su faldita de mezclilla. Deberíamos de darle una calada. Total, ya anda-

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ba bien monkey y con el madrazote que le pusiste no creo que se aliviane. — ¿Tú eres pendejo o muy buen actor? Si alguien se la chinga voy a ser yo por haberla anestesiado. Mejor ábrete a la verga antes de que te meta unos putazos. — Oh, yo no más decía. No seas erizo. Encogiendo un poco el cuerpo, el Flaco rodeó la silueta de Checo para salir del cuarto. El otro lo vio de reojo hasta que su “camarada” cerró la puerta. Checo se puso junto al bulto de mallones rosas y pensó que si no fuera por ella, estaría disfrutando del desmadre, el punk, los golpes y las drogas. La miró por un rato para cerciorarse que seguía inconsciente. Metió la mano por debajo de la falda y sintió lo tibio de aquella superficie. Subió la mezclilla, miró el triángulo que se dibujaba en el mallón. Acarició las nalgas y bajó la licra hasta la altura del muslo: un sexo blanco y despoblado apareció frente a él. Despegó las piernas y metió sus dedos una y otra vez hasta sentir humedad; con la otra mano tomó su miembro y comenzó a masturbarse, retiró sus dedos pegajosos de Mafer y se acercó a su boca para acabar en ella. —Mínimo que se pegue unas mamadas por pendeja. Pensó el punketo al tiempo que introducía su pene en la boca de mallones rosas. Cerró los ojos y empezó a martillar su cadera contra el rostro de ella; el éxtasis aumentó y decidió meterle todo el miembro hasta la garganta. Checo sintió la campanilla en su glande. Un cosquilleo subió por su espalda, apretó los músculos y liberó un pujido como quién aguanta la respiración por un instante. Mafer comenzó a toser, sintió el pelo rizado en la nariz y abrió los ojos. Horrorizada dejó caer el peso de sus mandíbulas hasta juntar sus dientes. Checo cayó al piso como si lo hubieran golpeado en la entrepierna. Mafer escupió el pedazo de carne ensangrentado, y, aullando rabiosamente, pateó el pecho del botas verdes. Checo dio estertores hasta que dejó de moverse. Ella bajó corriendo por la escalera. En la calle varios punks picaban al Flaco, que, lo último que vio, fue a mallones rosas huyendo en la oscuridad.



Por Andrés Piña

La ciudad bajo la lluvia

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e momento parece que voy bus-

cando tus ojos entre la gente. Quiero rescatar tu mirada de la muchedumbre salvaje. Sombras sobre imágenes. La ciudad está bajo el imperio de la lluvia. Todo es un poco loco, pero siempre es lindo caminar cuando llueve: tus pasos se mezclan con otros, mientras todas las personas corren a resguardarse. Buscan “A shelter from the storm” como jura la canción de Dylan. En los parques, mientras llueve, a veces buda vestido de vagabundo se sienta en las bancas y conversa con la primavera de papel. Con esa primavera empapada, que no es sino el producto de un sueño perturbador, de un cambio climático producido por el humo de fábricas. Ayer buscaba tus ojos entre la gente o al menos eso parecía. Todos iban corriendo a resguardarse, pero yo quería rescatar tu mirada, hacerla mía. La ciudad bajo la lluvia, murmullo de poemas. Una casa vieja me mira, me moja el alma. Un retrato de agua atravesada, un momento líquido. Una fotografía de una muchacha desnuda bañándose con el chorro de agua que cae desde la carpa improv-

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isada de un local de comida rápida. Así es la ciudad bajo el imperio de la lluvia, así son tus ojos que me miran, los autos disminuyen su velocidad y yo me sorprendo, me quedo mirando embelesado el horizonte que se dibuja como filas interminables de coches. No hay nada más absurdo que el tráfico. Mientas esto sucede saco de mi mochila una pequeña naranja, parezco Kerouac en Big Sur pelando una naranja. Todos somos Kerouac en Big Sur pelando una naranja. La lluvia por otra parte no se detiene ni lo hará, es demasiado aburrido hacerlo. Mira, mujer, cómo se van formando los ríos entre una banqueta y otra. Mira, muchacha, cómo navegan los peatones para cruzar una calle. De momento parece que miro a todas partes, como buscando algo, pero en las azoteas ya no hay niños fumando, ya no hay ropa tendida. Todo se ha marchado, tu mirada y tus ojos. Las personas en la calle, los puestos de comida improvisados. Ahora sólo llueve y sigue lloviendo. Mañana amanecerá el viento lleno de sal, las calles mojadas y tu mirada perdida. Pero de momento llueve en la ciudad.


Filosochairas Por Rubén Efraín López García

La telenovela mexicana

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e casaron y vivieron felices para siempre, fin. Esta frase no sólo pertenece a los cuentos de hadas, también es el final bien conocido y esperado de la mayoría de las telenovelas que se precien de serlo. No es el único cliché, ni tampoco el más peligroso; las telenovelas están plagadas de ellos, la forma en la que se entrelazan y estructuran los clichés funcionan como un aparato simbólico, como en todos los cuentos de hadas, que va estableciendo el sentido de las diferentes circunstancias con que nos podemos topar a lo largo de la vida, o peor aún, para enseñarnos cuáles son las actitudes y conductas moralmente aceptables. Pero lo más interesante de las telenovelas es que eso que enseñan, y aquello que les da sentido para espanto de muchos, no es otra cosa que la identidad del mexicano (está muy hipster tu rollo oyes). Han sido varios los intentos, pero no muy conocidos, por estructurar o establecer una filosofía de lo mexicano –no nos vamos a meter en pedos nacionalistas, ni en que si la filosofía debe ser universal y bla bla bla–, es decir, se ha intentado mostrar cómo es que se construyen o cuáles son las bases sobre las que el mexicano se entiende así mismo y afronta sus problemas cotidianos. Esto se ha intentado explicar a través de la historia, el lenguaje, las diferentes expresiones del arte (popular o no), etc. Pero nadie, o casi nadie, ha volteado hacia este particular producto televisivo: la telenovela (es que eran gente culta, no se iban a ensuciar el cerebro viendo María la del barrio). Sin embargo, lo que queda simbolizado en ellas, y ese es quizá su mayor poder, el simbólico, es tan fuerte y tan básico, que lo podemos rastrear en más de un estrato social y en más de un ámbito de la vida tanto cotidiana como del país. Muestra de lo anterior es que no es gratuito que sea una estrella de telenovelas la que ahora funja como Primerisisisima Dama de la República (¡no mames, sic…sic mil!). Y es que en las novelas está presente una cuestión aspiracional para muchos de los mexicanos: mujer pobre y humilde (ay ajá) sale de pobre al encontrar el amor en manos de un joven apuesto, rico y poderoso. El hecho de que ella haya interpretado varias veces ese papel, y que después lo hubiera “convertido en realidad”, (la otra que lo volvió realidad fue Thalía, pero ella sí lo hizo bien y a ella sí le daba) o que su último personaje fuera una persona del campo, fue muy significativo al momento de planear una imagen de Enrique Peña Nieto que fuera vinculante para cierto sector de la sociedad, sector que, según las fuentes oficiales, fue el que registró el mayor número de votos favorables al PRI y casi que el responsable de su victoria y de su regreso al poder (¡chale!). Pero no sólo son cuentos de hadas, también en las telenovelas mexicanas hay mucho de tragedia griega (revuélcate en tu tumba pinche Sófocles). Un gran ejem-

plo de ello es la cuestión del destino. Así como Edipo no pudo escapar de su destino y término escabechándose a su progenitor y tirándose a su jefa (pinche enfermo) del mismo modo en las telenovelas existe una idea de cómo deben ser las cosas y cualquier intento por escapar de ese orden será en vano e infructuoso. Para empezar el personaje apartemente humilde, a veces tiene en realidad raíces de un estrato social superior; pero sobre todo, los protagonistas, es decir, los amantes, están destinados a quererse por el resto de la eternidad, sin importar lo que hagan, sin importar que lo quieran o no, siempre se volverán a encontrar, pues su destino es estar juntos. Y ni hablar de los antagonistas, que siempre están intentando interponerse en el destino de los héroes, esos, como debe de ser en toda tragedia, siempre acaban muertos o locos (o en la cárcel, pero ahí los violan o los matan…o mejor aún, los meten en la cárcel, se quedan locos, los violan y los matan…qué bonito). Ah, y eso sí, siempre existe una clara distinción entre el bien y el mal, ahí no hay medias tintas y los valores morales son absolutos, los buenos son totalmente buenos y los malos son radicalmente malos. Si tenemos en mente lo dicho en el párrafo superior, podemos entender un poco de la idiosincrasia del mexicano, una vez más en cuestiones políticas sobre todo. Así pues, no es de extrañar que al mexicano en general se le reproche su poco interés en la participación política, ya que las cosas son como tienen que ser, y si alguien obra mal, el destino ya se encargará de cobrárselas. No es necesario hacer nada, como tampoco es necesario hacer nada por el amor, ya habrá alguien destinado a ti que llegue porque sí. También por eso es fácil que la sociedad mexicana se polarice rápidamente y no se adopte una postura crítica frente a las diferentes situaciones, pues el bien y el mal siempre están bien definidos y al final sólo el bien triunfará. Si bien es estúpido reducir toda la identidad del mexicano a un solo aspecto, y más en un país con tantos matices como éste, creo que hemos dado buenos ejemplos de por qué tenemos razón al pensar que las telenovelas representan una parte significativa de cómo nos entendemos los mexicanos, pues ahí se nos dice que valores debemos de aceptar y qué actitudes debemos tomar ante la vida (XD), buscando siempre a nuestro príncipe azul o a nuestra cenicienta. Y no solamente nos entendemos de ese modo, también somos percibidos así, ya que, al igual que muchos escuincles vírgenes que creen saber mucho de Japón, su sociedad y su cultura, sólo por ver anime todo el día (tú te salvas porque no eres virgen) en muchos países piensan que saben cómo debemos ser los mexicanos en parte por las telenovelas que les hacen consumir y que vienen de acá (bale berga la bida). Au revoir y ¡dejen a la maldita lisiada!

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Vertebral Ligue mercantil: aumenta tu clientela por Eric Ángeles Juárez

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scanear el lugar con la mirada. La primera característica: que sea una chica guapa. Así como en los Simpsons puedes identificar a un “pichón”. Te acercas y empiezas a hablar, cuidando tu buena imagen, demostrando la calidad de tu producto y los servicios que puedes ofrecer y ahí podrás encontrar la segunda característica: la inteligencia. Así, el vendedor establece una estrategia: qué, cómo y cuánto le puede sacar al pichón. En particular, la tercera característica que me gusta en las mujeres es que estén medio locas, pero en el ambiente mercantil un cliente así representa el fracaso. Tal vez por eso mis relaciones no funcionan. Hay diferentes técnicas para lograr la transacción, pero al utilizarlas debes tener en claro lo siguiente: -No des el precio final antes de tener enganchado a un cliente. No puedes decirle “me gustas” o soltarle un beso a quien no estás seguro de tener en tus garras. -Tu producto es el mejor de todos. Y si no tienes esa confianza, ya valiste madres. La chica se irá con las maravillas del Hongo Michoacano al lado de ti. -El cliente te necesita más que tú a él. Por eso cuando acabas una relación nadie te pela, porque estás muy necesitado de cariño y te urge sacar el clavo con otro. -Puedes venderle a un cliente algo que no necesita, a menos que sea un cliente que sabe lo que quiere. Así puedes ofrecer unos besos, un faje, un acostón o una relación a largo plazo; si tu cliente lo requiere, tu precio le parece razonable y la lana le alcanza, se hará la transacción. Entre más servicios tengas, mayor será tu alcance de ganancia. O sea que no te limites al free, ni a la cogida de momento y mucho menos pienses en encontrar al príncipe de tus sueños; entre más dispuesto estés, mejor. Ahora sí, la técnica de venta es muy importante. Todo varía de acuerdo al pichón, a la calidad de tu producto y sobre todo a las circunstancias de oferta y demanda. He aquí algunas técnicas: -Mátalas callando: si tu producto es muy chingón o por lo menos eso aparenta, no intentes venderlo, nomás exhíbelo. Como si fuera un iPhone, unos RayBan o algo de la marca Versace, jamás pongas precio, ni frases como “llévatelo ya” o “2 cojidas por una”. Sólo exhíbete como pavorreal mamón, como si de plano le hicieras un favor al cliente. Puede que nadie te pele, pero debes mantener la compostura hasta que de resultado. -Llévelo, llévelo: justo lo contrario. Entre más clientes potenciales abordes, mayores serán tus posibilidades de conseguir una compra. Esta es una elección más popular, los mejores clientes se abstendrán, pero si te importa más el número de ventas que la ganancia por producto y el estatus, ésta es tu opción. -El warm-up: la técnica es ideal si se quiere tener un

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cliente frecuente o fiel a la marca. Causas curiosidad sobre tu producto y lo que puede hacer y tardas lo más posible en fijar un precio. Puedes ganarte rápidamente a tus clientes, pero el riesgo es que puedes quedarte en la friendzone y haber desperdiciado tiempo valioso. Todo es riesgo. -La provocación: Cada vez está más de moda ser irreverente. Puedes hacer un spot o un espectacular dando el mensaje: “me vale madres que me compres, soy muy chido para ti” y la gente vendrá a ti. También puedes perder muchos clientes potenciales que se sientan ofendidos, pero es el margen de riesgo. Así, en vez de decirle a una chica lo hermosa que está y lo agradable que es, señala sus defectos: lo irritante, lo ególatra, lo vanidosa que puede ser. Si lo haces bien, se sentirá tan extrañada y frustrada por no tenerte en sus redes, que te seguirá hasta una transacción económica segura. -Robo de clientes: cuando una marca bien posicionada tiene a sus clientes, puedes acercarte inocentemente, aprender de ella y ver cuáles son las necesidades de sus compradores. Cuando las circunstancias sean apropiadas, puedes aplicar la chaca: ofrecer a un cliente descontento mejores condiciones de producto, demostrarlo con hechos y aprovechar el enojo del cliente. Pedalearle la bicicleta a la competencia, pues. -Circunstancias favorables: si el número de clientes potenciales es bajo, tienes pocas probabilidades de éxito. Si vas a una reunión con dos mujeres solteras y puro tornillo de competencia, el margen de fracaso es alto. Usa las circunstancias a tu favor: si el posible cliente está ardido, ebrio, pensando en cambiar de compañía o existe un antecedente de compra, úsalos como arma. Puedes vender más caro un Kleenex a alguien con gripa, que a un comprador saludable. Elimina a la competencia atacando los puntos débiles. Si quieres mantener a tus compradores, debes dar un buen servicio al cliente. Un mensajito de vez en cuando, resolución de conflictos, dar seguimiento a las peticiones: una empresa vive de los clientes que mantiene y no de los que consigue. Si tienes mala fama, el dinero dejará de fluir. Y nunca, nunca confundas los nombres de tus clientes ni repitas lugares: ofrece atención personalizada. Sólo ten en cuenta lo más importante: hay clientes que sólo llegan una vez en la vida, y su inversión puede ser tan grande como para vivir cómodamente con sus aportaciones y ¿por qué no?, suficientes para un retiro tranquilo y armonioso. Ya tienes las bases para poner tu negocio. Ofrecemos cursos, paquetes de mejora en el ligue y cintas motivacionales para cuando un cliente te batee. Llámanos y sé uno de los miles de afortunados que ya no son #foreveralone. ¿Tienes lo necesario o te da miedo?


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Qué monstruosón El mostro de Frankenstein: De villano a héroe por Eric Ángeles Juárez

Ilustración: Diego Ayala

Es una noche oscura llena de relámpagos. El doctor Frankenstein quiere dar vida a su creación, y con la ayuda de Igor, un jorobado que también a veces es chacho de Drácula, sube la suma de los cadáveres al techo del castillo. Un rayo impacta la creación, que va bajando poco a poco, y ante la sorpresa de la vida, el Doctor Frankenstein grita: ¡Está vivo. Está vivo! Unas escenas después, el monstruo se vuelve loco y el pueblo lo quiere linchar. Esa es más o menos la historia que sabemos del monstruo de Frankenstein.

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tros más afortunados conocerán la leyenda de cómo fue escrita esta obra tan emblemática. En una noche oscura, el loquillo de Lord Byron invitó a sus amigos del alma, John Polidori (véase La culpa la tiene Polidori) y Percy Bysshe Shelley, acompañado de su prometida, Mary Wolllstonecraft a una pijamada dark. La idea era que cada uno de ellos hiciera un cuento terrorífico, pero sólo Mary, de quien menos se esperaba, logró el inicio de una novela que cambiaría al mundo. En el siglo XIX, para todos diosito era la onda y el humano un error mal portado de la naturaleza. Así, lo que Mary realmente nos describe es un universitario inteligente y medio ñoño, Víctor, y no a un científico loco. Su obsesión por la vida lo lleva a robar cadáveres, coserlos y darle vida a una criatura única a base de electricidad, en lo que muchos expertos consideran el inicio de la ciencia ficción. Y como buena historia del siglo XIX, obtiene su merecido al jugarle a Dios. La criatura, con mucha mayor consciencia que Víctor sobre el ser y sus consecuencias, mata a su mejor amigo en un arranque de ira, porque su creador no lo quiere y el pobrecito tiene sentimientos. Y no es ese monstruo verde de cabeza plana, altísimo, con tornillos en el cuello y zapatos ortopédicos: es sólo una mezcla cocida de varios cuerpos,

“¿Qué hace malo al mostro? Sólo la moraleja necesaria de la época: diosito es superior y la ciencia una cosa del diablo” 27

amarillenta y en proceso de descomposición; ni muy fuerte, ni muy fea. ¿Qué hace malo al mostro? Sólo la moraleja necesaria de la época: diosito es superior y la ciencia una cosa del diablo. Lo único que quiere el monstruo es que lo quieran y que le hagan una compañera, una chica en descomposición para estar en paz con el mundo. Pero Víctor, inflamado por el espíritu de la época, se niega a tal aberración. Así, más de 100 años después, cuando Dios ya no es la onda y el valiente espíritu capitalista de individualidad da prestigio a la ciencia y a la diversidad, el monstruo de Frankenstein es una víctima. Dejando atrás al simpático Herman Munster, en pelis como Van Helsing o Yo, Frankenstein podemos ver a un monstruo no sólo reivindicado, sino portándose como héroe. Y es que está de moda el pensamiento de que ser diferente es “cool”, a diferencia de aquella época. ¿De dónde salió la idea del científico loco y el monstruo gigante y verde? La respuesta es el cine, el creador y deformador de los grandes monstruos. Tan estrecha es la relación entre la evolución del cine y de este monstruo, que su primera aparición en el cine fue en 1910, en un cortometraje de 16 minutos producido por Thomas Alba Edison. Desde ese momento vemos la reinterpretación de un Víctor que parece más un brujo que un universitario y un monstruo verde gigantesco, que nos recuerda más al Golem judío, su claro antecedente. De remake en remake el monstruo se casó y hasta tuvo un hijo, como todos los monstruos clásicos de la primera mitad del siglo XX.



Las fauces de Cronos

Los amores de Breton por Bernardo Marcellin

Ilustración: alterada por Vinoglauco.

La integración de los sueños con la realidad se encuentra en el centro mismo de la propuesta del surrealismo, visión que pretende aplicarse a todas las dimensiones de la vida, inclusive la política. En el caso de André Breton, líder del grupo surrealista, se enfoca principalmente en el amor, tema que desempeña un papel fundamental en su existencia y su obra.

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res fueron las mujeres que inspiraron a Breton un libro: Leona Delcour, quien se encuentra en el origen de Nadia; Jacqueline Lamba, musa de El amor loco, y Elisa Bindorff, quien lo llevó a escribir Arcano 17. Las tres representan aspectos muy distintos de las relaciones amorosas. Nadia era el seudónimo que utilizaba Leona, una mujer que Breton conoció por casualidad caminando por las calles de París; le llamó la atención que llevara la cabeza erguida, a diferencia de los demás transeúntes. Fue una relación fugaz, de unos pocos días, pero que marcaría al autor por el resto de su vida. , Ella tenía con un pasado doloroso y una sensibilidad artística muy cercana a la de los surrealistas; en las páginas del libro parece más una criatura onírica que un ser humano e incluso cuenta sus recuerdos de vidas anteriores. En el Segundo Manifiesto del surrealismo, Breton establecía que su movimiento artístico buscaba el punto en que el sueño y la realidad dejan de ser percibidos de forma contradictoria. Es precisamente allí donde parece ubicarse Nadia, quien también pudo haber aparecido en algún cuadro de Remedios Varo, junto con el Gato helecho o como la dama de La creación de los pájaros. Su presencia es inquietante; resulta imposible saber si sus palabras, sus dibujos y hasta ella misma existen en la realidad o son sólo materializaciones emanadas de la mente del escritor, una impresión que es reforzada por lo fugaz de la relación, como si sólo se hubiera tratado de un fantasma que cruzó por la vida de Breton sin darle tiempo de verla bien. El libro es esencialmente un relato autobiográfico, aunque lleno de reflexiones por parte del autor. Busca evitar las descripciones, que le parecían artificiales, pero estaba decidido a compartir con el lector los lugares que recorrió en compañía de Nadia. Breton colocó numerosas fotografías dentro del texto, añadiendo además réplicas de los dibujos que realizaba ella. Tiempo después de su relación con Breton, Nadia fue internada en un manicomio, lo que llevó al autor a escribir una violenta diatriba en contra de los psiquiatras y de un sistema hospitalario disfuncional que terminaba por crear dementes. El libro termina con una de las frases más célebres de Breton y que resume su concepto estético: “La belleza será convulsiva o no será”. A diferencia del caso de Nadia, la relación del escritor con Jacqueline Lamba se prolongó por varios años y tuvieron una hija, Alba. Se conoci-

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eron casualmente en las calles de París, de forma bastante parecida a lo que le ocurrió con Nadia. En El amor loco, el autor evoca su paseo nocturno inicial con ella por la ciudad y luego las impresiones del viaje que hicieron juntos a las islas Canarias. Este encuentro le recuerda un poema que escribió años atrás, Girasol, que describe a una mujer joven que anda por las calles de la capital francesa. Al escribir esos versos, Breton pensaba que se referían a un hecho que aún no había sucedido. Jacqueline Lamba es un ser concreto. De ella no queda duda de que realmente existe, por más sublimes que sean los sentimientos que inspira en Breton. Pero, a diferencia de Nadia, El amor loco es un libro donde la presencia de la mujer amada es más tenue y el aspecto anecdótico desempeña un papel menor. Más que un texto autobiográfico, se trata de una serie de reflexiones sobre la relación entre el azar y el encuentro –tema que forma también parte de Nadia y de Los vasos comunicantes, pero que aquí lo lleva más hacia el ensayo. Termina el libro deseando a su hija que sea locamente amada. En Arcano 17 Breton profundiza en su análisis de las relaciones entre el hombre y la mujer, refiriéndose de forma constante al esoterismo. En este texto, más que en cualquier otro, la mujer aparece como quien es capaz de incorporar el elemento maravilloso a la vida diaria. Como una ilustración de ello el autor recurre al mito de Melusina, la mujer que los sábados se convertía en serpiente de la cintura para abajo, símbolo de esa dimensión mágica. Aun después de ser descubierta y de desaparecer dando un grito, Melusina sigue siendo la mujer completa, aunque reprimida por las convenciones sociales. El viaje que realiza con Elisa por Canadá, salpicado de reflexiones sobre la Segunda Guerra Mundial, que se desarrollaba en esa época, permite al escritor romper con la rutina y adentrarse en un universo más pleno. En Arcano 17, la mujer desborda el ámbito de la humanidad para alcanzar una dimensión mítica. Por medio del amor, es capaz de transfigurar lo cotidiano. Ya no es únicamente la compañera del hombre, sino que lo arrastra consigo al plano de los sueños. El Arcano 17 del tarot, la Estrella, simboliza la juventud eterna, que es representada por Elisa. Para Breton es en el amor humano que reside el poder de regeneración del mundo y concluye que la salvación terrestre se realizará por medio de la mujer, que adquiere así una proporción cósmica.



Iboga shots Empatía cadavérica por Karina Zavaleta

Ilustración: Martha Vázquez

La muerte es un tópico muy temido para la mayoría de las personas, sin mencionar que el hecho mismo de mirar un cadáver resulta perturbador. Quien ha vivido la penosa experiencia de asistir al funeral, conoce la dificultad de reconocer en un cuerpo inerte a quien reía en otro tiempo.

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ero, ¿qué sensación provoca mirar a un muerto anónimo? Y no sólo mirarlo, atreverse a tocarlo en aras del conocimiento. Esto sucede en las aulas de disección en la Facultad de Medicina de la UNAM, en donde los libros y modelos de plástico no son recurso suficiente para las clases de anatomía. En la parte más oculta del quinto piso, tras una puerta azul, se esconde un largo pasillo donde decenas de cadáveres resguardan celosamente su historia. Cuando ingresé a dicha Facultad, la idea de tocar un cuerpo sin vida me inspiraba temor; aunque intentemos desmentirlo, existen muchos tabúes alrededor de los muertos, los cuales nos impiden acercarnos a ellos. Además, parece que los fallecidos poseen un aura que nos hace sentir sumisos ante su presencia. No sé si se trate de respeto lo que nos inspiran, o perturbación al ver en ellos nuestro indefectible destino; sea lo que sea, los cadáveres causan incomodidad. Fue imposible no sentirme incómoda la primera vez que entré a un salón de disección: el primer impacto lo recibió mi nariz, pues el formol, la sustancia que retrasa la descomposición, emana un olor penetrante. La primera escena que vi fue una pila de cuerpos sobre una mesa, cinco pisos de restos humanos arrumbados como libros olvidados. Todos estaban en posiciones que parecían sumamente incómodas, afortunadamente nadie se quejaba; no puedo imaginar lo fastidioso que sería tener un montón de extraños encima, con sus manos sobre mi rostro y en otros sitios recónditos. En fin, dejaré por un momento la empatía, pues no recomiendo sentirla, sobre todo si se es una persona sensible. Preguntarse sobre el pasado de esa persona que ahora abres con un bisturí; imaginarse qué serie de situaciones lo llevó a los confines de la SEMEFO, organismo que presta los cadáveres a la Facultad para que grupo de jovencitos que sueñan con ser doctores destrocen sus restos. Yo había visto tres muertos en mi vida: mis abuelos y mi bisabuela, los tres apacibles en un ataúd, rodeados de personas que los amaron. Pero estos, los anónimos, lucían muy diferentes, tenían impregnado en la piel un secreto macabro, una condena que los había llevado hasta el filo de decenas de bisturíes y agujas en lugar de descomponerse pacíficamente: el olvido. Definitivamente debía mantenerme lejos de dichos cuestionami-

entos, de lo contario, seguramente esos rostros desfigurados me hubieran visitado en turbulentos sueños cada noche. Sin embargo, no debe pensarse que consideraba al cadáver un objeto, mantener distancia emocional no significa frialdad. Poseían un aspecto extraño: su piel estaba quemada por los repetidos baños de formol, los habían despojado de la cabellera; una gran apertura en el tórax, a través de la cual se extrajeron las vísceras, permitía tocar las costillas y la columna. Recuerdo muy bien al cadáver que me asignaron, el más fresco de todos, una mujer; me sentí muy afortunada, pues en sus restos encontré algunas de las imágenes y texturas más bellas que he visto. Debía actuar con mucha delicadeza para explorar su cuerpo. Primero removía la piel con cuidado para no romperla; posteriormente la capa de grasa. Lo hacía lentamente porque podían salir volando algunos trozos; finalmente, las aponeurosis, plateadas, de una textura similar al plástico, escondían unos inmaculados músculos cuyo color rojo brillaba como un codiciado tesoro. Conforme pasaba el tiempo, rodearme de cadáveres se tornaba cotidiano. Era muy común ver a los alumnos leyendo con un cerebro en la mano, tomando fotografías a su trabajo de disección, incluso comiendo dulces junto a un bloque de vísceras. En este punto, mi temor inicial se había transformado en admiración y fascinación. Dichas escenas rompen totalmente con la imagen que tenemos de los muertos, como la de mis abuelos, “dormidos” en su ataúd. En estas prácticas la relación que se establece con el cadáver rebasa por completo los convencionalismos sociales erigidos hacia ellos: los temores se desvanecen, tras cada incisión los prejuicios se desmoronan, la distancia emocional evoluciona en cercanía intelectual, la empatía latente hacia el cadáver se transforma en la más pura solemnidad. Los muertos ya no incomodan. Las relaciones humanas permiten el autoconocimiento a través de la interacción con el otro, el acercamiento que tuve con los muertos no fue la excepción. Yo no veía aquella mujer como un objeto de estudio, más bien como un majestuoso ser que recordaré siempre, porque gracias a ella encontré la belleza en donde otros miran horror. Tuve la fortuna de admirar otra faceta de la humanidad, la más vulnerable de todas.



Iboga shots La sociedad en dos mundos por Eunice Enciso

Ilustración: alterada por Vinoglauco

En la famosísima película mexicana “Amarte Duele”, aparte de ver las chichis de Martha Higareda y escucharla gritar ¡Uliiisees!, también podemos apreciar un refrito de La Dama y el Vagabundo, pero en lugar de compartir espagueti, Renata y Ulises se zampan tacos de suadero por la glorieta de Santa Fe… (Por cierto, están re-buenos).

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a cinta nos muestra las diferencias y semejanzas de los niveles socioeconómicos, y me pregunto ¿Es una guerra de los mundos? ¿Entre Lomas y Lomás… “jodido”? Le mandé un Whatsapp a Charlie y a Carlos “El pollo”. Uno me dijo: –Te invito una chela.– Y el otro respondió: –Wey, invítame una chela. Para estar ad hoc al lugar acordado, me engalané Aéropostale y Forever21 ¡Gracias a Dios que llegaron a México! Ya no tendré que hacer los viajes a San Antonio…Abad. Adicionalmente vestí un blazer noventero de cierta marca, proveniente de tal tianguis. Debo decir que ir a este abarrotado lugar donde la mayoría de los artículos son vintage y de segunda mano, hacen el look perfecto del hipster, y mejor aún, sin que tus amigos sepan que sólo te costó de a 10 la pieza. Ahora sí, vámonos a La Condechi. Mientras viajaba en mi Mercedes Benz, color verde, ruta 2-39, pensaba si Pollo llegaría en su Ibiza del mismo color que mi transporte, pero el suyo en tonos metálicos. Era regalo de sus padres por haber concluido el tercer semestre universitario. Mis papás me dieron algo parecido: la tarjeta de descuento del metro. Llegué al bar antes que mis amigos, casual. Me senté en la barra de madera con mármol y ordené una chela para empezar. Me estaba haciendo wey con mi smartphone: pretendía una llamada telefónica para disfrazar la soledad. Veinte minutos después, me cansé. Tenía zozobra de sacar un libro y leerlo, pero me dije –o sea, estás en La Condesa, leer un libro en un café es too mainstream.– Obviamente no leí ni madres, pues la música y las charlas ajenas impedían concentrarme. Decidí contar cuántos “No mames” se dicen en cinco minutos, perdí la cuenta en el 176. Al igual que “göey”, la expresión coloquial en todas las etiquetas sociales. Chismosamente escuché un chiste que se me hizo de lo más gracioso: “¿En qué se parece El Peje y Whiskas? En que cada 8 de 10 gatos… lo prefieren”. El que lo contó era un mirrey prepotente que decía orgullosamente: –Sí wee, está cagadísimo. No wee, o sea lo escucheeé en una cantinaá medio mala muerte. Sí wee, o sea no mames, es

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que ya sabes, me fui a encontrar con una chava cero estilo, pero está sabrozuki. Pero la netaá no mames así como está, se mueve. Naa qué ver con Rachel, bueno, obvi no salgo con ella a un lugar donde ya sabes, todos me conocen. Pero está cool porque ya sabe qué pedoó conmigo, y para ella también está súper bien no tener ningún compromiso ¡Súper chingooón, y más barato que ir a Las Vegas cada weekend papaw! Después de cuatro “Qué pendejo es”, me di cuenta que estaba en una zona neutral, donde los estereotipos sociales más comunes se reúnen. El bartender se me acercó y me dijo que escogiera un cóctel, puse cara de “cómo por qué o qué” –Relájate, te lo están invitando.– Observé a mi alrededor para saber quién era el galán, la neta ninguno me gustó. Como no tengo ni idea sobre bebidas preparadas, tomé la recomendación del barman. Sabía horrible pero si te lo están invitando, ni modo de hacerle el feo. Al tercer trago que le di, se acercó un muchacho con camisa rosa a cuadros, jeans, zapato formal, ojos verdes, no tan agraciado, y con treinta pesos de gel en el cabello ondulado. –Espero que te guste, porque ps soy yo “El Maromas” el que te lo está invitando.– No está mal, y gracias no era necesario, le contesté. Total, me contó que tiene negocios y un depa en el oriente de la ciudad (lo supuse por el apodo y el acento). Me presumió que es todo un semental en los sonidos de la feria, que aicuándo quisiera, me invita al “Talianis”. Le rechacé y no por mamona, no, mamón El Maromas porque según él, echarnos un tlacoyito de frijol, era muy gato. Bien dicen… “Gorgojo, más chico que un piojo; así de chiquito produce enojo”. Ordené otra chela con cara de pocos amigos, debido a la impertinencia del galán de feria y el hecho de haber sido plantada por el par de Ca…rlos. Al lado mío, se sentaron un par de amigas, con buena vibra. Ambas guapas, cabellos largos; una morena y la otra de tez blanca y cabello castaño. La morena venía con unos simples skinny jeans, playera blanca y flats negros. La otra llevaba leggins negros, botines dorados y una blusa aperlada. La ropa se veía carísima, pero que cómodamente podía pagar a diferencia de su amiga. Hablaban apasionadamente de


un viaje a Oaxaca y de todo lo que comprarían. –Ay amiga, el otro día fui al Centro Comercial Sta. Fe a la tienda de Saks, ya ves que mi prima me dio una tarjeta de regalo. Vi un huipil blanco, bordado ¡No sabes, precioso! pero puta, costaba tres mil varos. Te juro que en Oaxaca están los mismos y a sólo treinta pesos. Está mejor ¿no? Mi metichismo se fue a discusiones de varios chavos, se notaba que unos tenían más lana que otros. El trending topic era Marihuana vs Cocaína. Terminaron convirtiéndose en geeks: que si el Spotify, que si el SnapChat, que si la serie, que si el link de películas, sólo presté atención en algo llamado Jelly, algo así como una mini red social de conocimiento colaborativo, o sea, haces una pregunta y la comunidad responde. Decidí pagar la cuenta e irme. Ya afuera me detuve en la entrada donde saqué un cigarro, una voz me dijo –No deberías fumar, esa cosa te arruina.– Estaba a punto de responder intolerada hasta que lo vi. Alto, pandroso, agradable y con olor a fragancia cara; justo mi mero mole. No solté ni una palabra. –¿Para dónde vas? –Mi hada madrina me dijo que mi carruaje naranja cierra a las doce. –Te acompaño, ya está feo y ni modo que te vayas sola. Además así te invito unos tacos. Traigo coche, después puedo dejarte en tu casa. Me rehusé un tanto por seguridad, y otro igual por hacerme la difícil. Estando el metro y

evitando que me ultrajaran la caricia, realizaba la intersección de conjuntos, cada uno de era de diferente grupos sociales, para esto me ayudé con dichos populares. En las drogas lo comparé con la moda “Entre perico o mota, a quien le acomoda”. En el sexo voy a citar a mis tías cuando me preguntan por el novio “No hay caldo que no se enfríe, caramelo que no empalague, ni amor que no enfade”. Hay ocasiones en que estos refranes también aplican con la comida, puesto que ambos son una necesidad para la raza humana: “A buen hambre, no hay mal pan” algo así como el peor es nada. Llegando a Pino Suárez, hice el trasbordo en la dirección que me lleva a casa. Ya en la línea azul, el vagón despedía un olor a multitud, sin embargo, hubiera estado completamente vacío de no ser por su servidora y dos señoras, que seguramente vivieron los 50 sin temor ni pena y con mucha honra; estaban sentadas frente a mí. Hablaban de cuánto han cambiado los tiempos, sobre todo de la rebelión y tiranía de los chamacos y sus nietos. Estando a punto de bajarme en la estación correspondiente, una abuelita me examinaba y barría con los ojos. La presión de su mirada y los movimientos de sus manos que se dirigían a donde yo me encontraba, me obligaron a terminar mi intersección mental con una de sus exclamaciones: Ay Josefa pos sí en todos lados…¡Se cuecen habas!


Iboga shots Frutas kamikaze: monstruos publicitarios por Diego Dannemiller

Ilustración: alterada por Vinoglauco

Hace un par de meses entré a una tienda para comprarme algo de tomar. Veía los refrigeradores cuando comencé a sentirme un poco incómodo. Me sentía observado. Recaí en la estúpida y, supongo, siniestra conclusión de que me estaba observando algo y no alguien. Fue entonces cuando vi un envase de Boing a un mango humano. Estaba confundido. Evidentemente lo primero que pasó por mi cabeza fue qué o quién era mi nuevo amigo y qué quería de mí. La inocencia había dejado de ser. No supe qué hacer. Compré un agua y salí de la tienda.

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os siguientes días fueron de profundo extrañamiento y preocupación. Me sentía observado por caras y frutas. Y frutas con caras. Y frutas con gafas para pilotear. Comencé a notar la fuerte presencia de la campaña publicitaria de Boing de las frutas kamikaze por la ciudad. A pesar de que estuvieran en todas partes, no me causaban tanta ansiedad. No pude evitar preguntarme ¿por qué algo tan ridículo y aparentemente inofensivo como un mango con cara me había causado incomodidad, ansiedad y, finalmente, miedo? Encontré dos razones que me ayudaron a estar un poco menos incómodo. La primera era que no podía lidiar con la idea de que algo inanimado actuara como algo animado. Supongo que es una sensación similar a la que nos producen los ventrílocuos o cosas como Chucky, Puppet Master o Toy Story, para los más sensibles. En esencia, es el extraño miedo de que las cosas se comporten como nosotros o de que nosotros nos comportemos como cosas (ver Lo ominoso de Freud). De enfrentarnos con algo familiar, que conocemos, pero extrañado, despojado precisamente de ese elemento que lo solía hacer familiar para nosotros. Estas frutas son un ejemplo de que la “línea distintiva” entre lo animado y lo inanimado se hace cada vez más difusa. La segunda, un poco más elaborada, era que tanto las imágenes de estas frutas como las reflexiones emanadas de las horas que pasé pensando en ellas, habían roto uno de mis “paradigmas” sobre lo que se suponía debía de ser una imagen o un personaje publicitario. Mi idea anterior era que la imagen promocional de un producto (las frutas, el osito Bimbo, los personajes de los cereales, etc.) no debe de causar miedo, extrañeza o incomodidad, sino lo contrario: confianza, calidez, etc. Es decir, emociones “positivas” para confiar en el producto y poder consumirlo. Me dio miedo pues, algo que se suponía no debía darme miedo. Investigué un poco y encontré que la campaña

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publicitaria de las frutas kamikaze existe desde hace por lo menos cinco años. No pude evitar preguntarme ¿por qué mierdas no las había notado antes? La razón más simple podría ser que no pongo suficiente atención en la calle, pero si consideramos que vivimos rodeados de publicidad, estaba destinado a verla tarde o temprano. Creo que el hecho de que pase desapercibido lo ominoso o lo siniestro de que una fruta con facciones humanas te observe, se debe a que forma parte de una tendencia más general en cierto tipo de publicidad (destinada a los sectores jóvenes) que ya “hemos integrado”. Supongo que no lo noté anteriormente porque, la primera vista o de reojo, no había nada realmente nuevo que ver, nada que notar. Ya no percibimos a los monstruos que aparecen en nuestro día a día precisamente porque están en todas partes. Los hemos asimilado como algo normal. Esta tendencia (en la cual uno de los últimos ejemplos bien podría ser el nuevo y delgado Melvin) no denota una pérdida de la “ternura primigenia” o de los “atributos originales” de los personajes publicitarios. Pensar eso sería una suerte de “tradicionalismo publicitario” medio absurdo. Sin embargo, creo que sí denota la existencia de un aparato de producción cultural de la monstruosidad que corre en paralelo al aparato “oficial” (manifiesto en el cine, principalmente) que se encarga deliberadamente de crear personajes y situaciones monstruosos o siniestros que deberían de asustarnos. Al parecer hay un segmento de la publicidad contemporánea que, consciente o inconscientemente, está implantando nuevas imágenes y personajes que están en el entrecruzamiento de conceptos como lo siniestro, lo grotesco o lo monstruoso. Y está sucediendo de manera tan sutil que, por lo menos a mí, me costó trabajo percibirlo a primera vista. Yo sólo les recomiendo estar atentos a esas miradas siniestras...



Cuéntame ésta

Sexo de peluche por Eric Angeles Juárez

Ilustración: Jesús Alejandro Reynal Juárez La primera vez que me pasó, Ángela y yo cumplíamos meses, y lo celebrábamos en un restaurante casi lujoso. Regresé del baño, y al sentarme de nuevo a la mesa me palpé la bolsa del pantalón y el terror más grande que alguien puede sentir se apoderó de mí: mi celular no estaba. Corrí al baño y lo recuperé al lado del lavamanos, como si yo tuviera la costumbre de sacarlo y dejarlo ahí mientras me enjabono. Pero fue hasta esa noche que me di cuenta.

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oco después de masturbarme, le di un vistazo a las fotos que nos tomamos juntos para decidir cuáles irían directo a Facebook. Y ahí estaba, en el momento justo en el que olvidé mi cel en el baño, una selfie de espejo de una botarga de Pluto. Pensé en las alternativas: ¿estaba drogado? Jamás a esa hora. ¿Alguien me la mandó por el Whats? No, se trataba del mismo baño del restaurante. Lo más seguro es que algún demente me haya querido hacer una broma, así que lo dejé por la paz. Sonó la alarma y la apagué casi con los ojos cerrados. Casi había olvidado el incidente antes de dormir. Elegí mi ropa interior y fui directo al baño. Y ahí estaba, cagando en mi inodoro, la botarga del doctor Simi con los pantalones abajo. Corrí fuera del baño, llamé a mi novia que se rió mucho, como si le contara uno de mis chistoretes de a diario, y me colgó. Como en buena película de fantasmas, regresé al baño y nada había ahí, a excepción del olor de que alguien había cagado. En el desayuno, mientras comía mi cereal, apareció en un parpadeo la botarga del osito Bimbo sentada en mi mesa. Intenté controlarme, más porque el osito Bimbo era mi héroe de infancia que por otra cosa, y recordé la peli de Sexto Sentido. Me armé de valor y le pregunté qué quería. Una de sus patas carentes.de dedos señaló mi plato de cereal, así que le apresuré a servirle uno. No sé cómo agarraba la cuchara, pero se llevó a la boca todo el cereal, derramándolo en su boca cosida. Cuando terminó el plato, desapareció, pero dejó el piso regado de leche y Lucky Charms. La cosa se puso más fea. Mientras dormía, sentía sus miradas. A veces había más de uno, velando mi sueño desde algún lugar en la penumbra, donde sólo alcanzaba a ver sus cuerpos de felpa, a veces manchados de sangre. Moría de miedo, pero me daba más miedo contárselo a alguien y que me mandaran a un manicomio. Sólo le conté a Ángela. Al principio pensó que era una broma pesada, como era de esperarse, pero luego me creyó como buena novia. Incluso le pedí que se quedara en mi depa conmigo, para que pudiera dormir más tranquilo o para que ella pudiera ver al águila del América, a Mamá Lucha o al reno de Telcel. Le echó una mentira a su mamá, que no la dejaba dormir en casas ajenas, y se fue para mi depa. La noche transcurrió normal. En realidad con ella ahí las botargas parecían un sueño lejano o producto de la mota, por lo que nos dedicamos a aprovechar el tiempo cogiendo. Al principio ni siquiera nos quitamos la ropa, sólo le bajé un poco el pantalón e hice su tanga a un lado para penetrarla mientras se sostenía de mi escritorio.

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Más tarde, ya en la cama, me di el lujo de quitarle la ropa interior poco a poco, sustituyendo su brassier por mis manos y mi lengua, y liberando su tanga al aire que nos oiría gemir desde el suelo. Ella se puso sobre mí y comenzó a cabalgarme con movimientos de ula ula, y yo me dejé llevar, con los ojos cerrados enfocándome en mi pene deslizándose en su interior. Se sentía cada vez más estrecho, más cálido, más peludo, y cuando abrí mis ojos vi a Ángela transformada en una botarga de panda en su desnudez de peluche. Su vagina estaba mojada por dentro y por fuera y se sentía como cuero mojado, caliente, y la sensación del peluche sobre mi miembro presagiaba un orgasmo explosivo. Así que en lugar de arrojar a la botarga a un lado, la penetré con más y más fuerza, sin importar que dentro de mí el miedo creciera a la par que sentía el semen acumularse a punto de reventar. Eyaculé dentro de ella con un grito que no pude contener, y la botarga se tiñó de rojo sangre poco a poco y se desplomó sobre mí. Esa noche soñé con mi papá. Estábamos en Reino Aventura, ahora Six Flags, y mi familia, mis primos y yo nos habíamos divertido como dementes en todos los juegos infantiles. Era mi cumpleaños número diez. Antes de irnos, mi papá me acompañó al baño. Él tardó un poco más, y lo esperé afuera. Unas botargas y un niño disfrazado del muñeco Chucky, al que tenía pavor, se me acercaron, me rodearon y comenzaron a reír. El niño se me acercó y me puse a llorar. Me dijo al oído: “Te voy a matar”. Desperté muy relajado, con un intenso dolor en el pene debido a tanta actividad sexual. Sentí el peso de Ángela sobre mi cuerpo. La a hice a un lado y me levanté de la cama. Me mojé la cara en el baño y saludé al tigre Toño detrás de mí por el espejo, esa fue la última vez que lo vi. Las botargas desaparecieron y lo que al principio pareció alivio mutó en ansia y soledad. No podía dejar de sentir esa vagina de peluche en la cabeza de mi pene, algo había en ella que no podía olvidar. Incluso invité a Ángela varias veces a mi casa, pero no volvió a ocurrir: sólo carne y gemidos humanos. Compré algunos peluches, incluso intenté penetrar uno en una ocasión, pero nada era comparado con el sexo con una botarga. Me sentía solo, ya nadie me acompañaba en el desayuno, ni en el camino al trabajo, ni me daba las buenas noches a través del espejo del baño. Y seguí comprando más y más peluches, y su tacto en mis manos sólo aliviaba momentáneamente mi ansiedad. Ahora en la calle, cada vez que veo al doctor Simi bailando frente a la farmacia, tengo una erección.



Zoon politikón

El fin por Marco Antonio López

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os últimos días del mes de julio se aprobaron leyes reglamentarias relacionadas con la mal llamada “Reforma energética”. El sábado 26 de julio, las comisiones de Hacienda y Energía de la Cámara de Diputados aprobaron pagar a las empresas privadas una contraprestación en especie “y autorizaron que la Secretaría de Hacienda defina toda la política de ingresos petroleros, su destino, así como la negociación para la exploración y extracción de hidrocarburos” (véase nota de Enrique Méndez en: http:// www.jornada.unam.mx/2014/07/27/politica /005n1pol.). El 28 serán presentadas en el pleno para terminar su proceso los dictámenes de las cuatro legislaciones pendientes, pero la aplanadora conformada por el PRI, PAN, PVEM y Panal aseguran que sean pasadas sin importar las reservas que puedan presentar el PRD, PT y Convergencia. La “Reforma energética” implica (basado en el artículo de Antonio Gershenson: http://www.jornada.unam.mx/2014/07/27/ opinion/019a2pol) el despojo de tierras a personas, ejidos y comunidades, mediante una hipotética indemnización; “Pemex y CFE van a ser divididas, tal vez pulverizadas”, lo que las pondrá en enorme desventaja ante sus competidores, pero evidentemente esa es la intención; “los precios de electricidad, gasolina, gas, etcétera, seguirán subiendo”, consecuentemente también los de otros muchos productos de consumo y servicios; “se va a despedir muchos trabajadores de Pemex y CFE [y] a muchos de los que queden se les quitarán sus derechos”, como el reparto de utilidades, obligación de la cual estarán exentas empresas con contratos de exploración y explotación de hidrocarburos (véase nota: http://www.jornada.unam.mx/2014/07/27/ politica/005n2pol); la deuda de 2.1 billones de pesos que tienen los sindicatos de Pemex y CFE será pagada por todos los mexicanos;

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“Pemex y CFE van a ser pulverizadas, lo que las pondrá en enorme desventaja ante sus competidores, esa es la intención. Los precios de electricidad, gasolina, gas, etcétera, seguirán subiendo” la cacareada autonomía se va por los suelos, toda vez que la Secretaría de Hacienda mantendrá el control del dinero, además de que no sólo se mantiene la carga fiscal sobre Pemex, incluso se aumenta, pues ahora al ISR se agregará un “dividendo estatal” equivalente a 30 % de sus ingresos después de impuestos, junto con otros pagos por derechos (la misma nota de Enrique Méndez); se contemplan daños ambientales por el método de fractura hidráulica para extraer el gas de lutitas; también se da permiso a las empresas que vayan a extraer “petróleo o gas, o para generar electricidad” de utilizar y contaminar mantos acuíferos; por último, los conflictos laborales quedan sometidos a tribunales extranjeros, “lo cual garantiza que lo que quede de Pemex o de la CFE, pierdan todos los pleitos que pudiera haber con trasnacionales”. La “Reforma energética”, la decisión de demoler Pemex y CFE, y de dar las facilidades para que privados nacionales y extranjeros se readueñen de la tierra y aguas de la Nación constituyen, prácticamente, la pieza final del desmontaje del viejo Estado y, por consiguiente, del viejo arreglo con la sociedad. En México, el petróleo y su industria no sólo son significativos en términos económicos, sino también simbólicos, pues son una bandera de identidad nacional. La Constitución Política de 1917 recogía los postulados populares más ambiciosos de la Revolución mexicana, y desde la campaña presidencial de 1933-1934 el país vivió un proceso de recomposición, encabezado por el general Lázaro Cárdenas, que parecía llevar a efecto los anhelos de la


gesta iniciada en 1910. De esos años data la reforma al artículo 27 de la Carta Magna, entre cuyos puntos más relevantes se encontraban la propiedad original de la Nación sobre tierras y aguas, el dominio de aquellas únicamente por mexicanos, la expropiación por causa de utilidad pública y la anulación de cualquier disposición que haya privado de tierras y aguas a las comunidades. Ya como presidente, el michoacano avanzó más en dicho proceso al dar su apoyo a diversas huelgas, acelerar el reparto agrario y apoyar la creación de centrales obreras y campesinas. Si la incorporación de las masas al “Partido de la Revolución” encarnó una alianza formal, la nacionalización del sector petrolero cerró simbólicamente una alianza gobierno-sociedad, pues en un momento en que los ánimos nacionalistas estaban muy encendidos, Cárdenas toma una decisión técnica y política, regresando a la Nación lo que le pertenecía. Hay entonces una creación identitaria: si la expropiación es el máximo logro del nacionalismo mexicano, encarna toda una serie de políticas y acciones populares por parte del gobierno, por ello muchos sectores de la sociedad ven a su idéntico (se reconocen) en el petróleo, pues ahora también era mexicano. Además hay una identificación también con el gobierno, pues daba muestras de querer y buscar lo mismo que la sociedad. En el pasado, cuando los gobiernos priistas buscaban resolver alguna problemática, tendían a solucionarlo de modo que la medida generaba nuevos problemas. Hoy las cosas han cambiado poco en ese sentido, pues aunque quedan reductos, como el IMSS y el ISSSTE, los que han planeado y concretado el proyecto transexenal salinista no han terminado de comprender que llevar a cabo el remate del Estado posrevolucionario y el pacto social que representó, equivale a terminar con cualquier posible gobierno surgido de las filas tricolores. Así es, porque esa forma de gobernar simplemente no podría continuar, pues la gobernabilidad (el que un sistema sea gobernable) se funda en principios de eficacia, estabilidad y legitimidad, y es evidente que no se podrá cumplir con ello, por cuanto las reformas recientemente implementadas o aprobadas tendrían un efecto nocivo en el bienestar de la mayoría de las personas

de este país, o sea, la eficacia cada vez disminuiría más; ello redundaría sin duda en la estabilidad del sistema, pues las protestas y muestras de descontento ante la precaria situación se multiplicarían con mayor celeridad, sin hablar de la violencia, delitos y crímenes. En este escenario, la legitimidad del gobierno sería severamente cuestionada y ya no podría justificar, ni siquiera discursivamente, su permanencia para “modernizar” el país, pues la modernización ya habría llegado. Con más de 500 modificaciones hechas a la Constitución y con la desaparición del Esta-

“Con más de 500 modificaciones hechas a la Constitución y con la desaparición del Estado posrevolucionario, estaríamos asistiendo, pues, al fin del arreglo que dominó por muchos años en el país” do posrevolucionario, estaríamos asistiendo, pues, al fin del arreglo que dominó por muchos años en el país, aunque con el paralelismo y la superposición de otro que ha venido mimetizándose este arreglo. Con el país vendido o concesionado, quizás los priistas ya no tendrían razón para quedarse en el poder. Y en eso son diametralmente distintos a los de la vieja guardia, los del llamado nacionalismo revolucionario, pues si éstos tenían un proyecto de Nación que consistía en modernizar al país por la vía de la industrialización capitalista, los actuales quieren justamente lo contrario: la supuesta modernización servirá para deconstruir la Nación y el Estado. Pero en este panorama, y considerando que faltarían algunos años para ver estos supuestos, tanto del éxito consumado del salinismo como de la irrupción extrema de las masas, la pregunta sería: ¿hasta dónde avanzarán ellos y hasta dónde se lo permitiremos nosotros? Y otra más, la supuesta apatía general que algunos ven e interpretan como letargo ¿será realmente eso? O como opinan algunos, ¿se trata de un reflujo social que anticipa, como las olas del mar, su inminente llegada a la playa?

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Videodromo La supervivencia de un vampiro: Only lovers left alive por Ricardo Mejía l otoño está en camino y trae conE sigo el filme Only lovers left alive, y cuyo estreno oficial, por una u otra razón (comercial sin duda), ha ido aplazando en las salas nacionales. Pero existimos los impacientes que no podemos esperar y hacemos lo posible por conseguir y recomendarla, pues tiene muchos elementos interesantes. Para empezar, Jim Jarmusch, director de esta producción, es reconocido por el uso de sus planos largos, concentrando la atención en los diálogos. En esta ocasión evoluciona de la mejor manera para acompañar la importancia del discurso con el movimiento.

Se trata de, una historia protagonizada por vampiros que eliminan el estereotipo violento sin caer en la tragedia adolescente. En ella podremos encontrar personalidades maduras, centradas y conscientes del mundo en el que viven, testigos de la violencia producida por los humanos y sus consecuencias. Jarmush ofrece un punto de vista reflexivo sobre la inmortalidad y todo lo que se puede aprender a lo largo de ésta, así como de la importancia de pasar desapercibido; este recurso ha sido utilizado con los protagonistas de sus trabajos previos como

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característica fundamental. Podemos hablar de la supervivencia como tema central de la película. Una sociedad en peligro, debido a los excesos humanos, que si bien son indefensos ante tales criaturas, no corren peligro, pues ellos mismos son el peligro y al mismo tiempo la fuente de vida de los vampiros. Habría que clasificar a esta producción de inteligente, con diálogos muy pensados que dicen exactamente lo que tienen que decir, en la que no existe una interpretación alterna, pero sí un presente muy tangible por los espectadores, una realidad en la que nos podremos identificar cómodamente y nos hace preguntarnos si de verdad existen estos seres por las calles, o sentados junto a nosotros viendo una película en una sala de cine. Es imposible ahondar más en el proyecto sin cometer el pecado del spoiler, por ello sólo queda insistir en la calidad del está película que se complementa de manera increíble gracias a las actuaciones, edición, fotografía y el acompañamiento musical, que dicho sea de paso, corre a cargo de la banda del director.


Metafilms

La sombra del murciélago por Marco Antonio López

Para nadie es un secreto que las series televisivas, las caricaturas, películas y programas en general, así como cuentos, novelas, guiones y demás expresiones culturales expresan siempre las tendencias ideológicas, políticas, religiosas y/o filosóficas de sus autores, es decir, su forma de concebir el mundo. La trilogía batmaniana es clara en este sentido, quizás con mayor evidencia la última entrega manifiesta estas tendencias, pero vayamos por partes.¿Por qué el inglés es predominante?

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atman representa la quintaesencia de las bondades capitalistas: un millonario filantrópico, con fundaciones para ayudar a los menos afortunados (que nadie se imagine a Slim y Azcárraga en leotardo), que utiliza tecnología de vanguardia y adelantos científicos en su lucha contra el crimen. Como no podía ser de otra manera para la ideología estadounidense, los empresarios son vistos como una especie de héroes (recuérdese el caso de Iron Man), como un beneficio más del sistema económico que predomina en el planeta, avalando en este sentido la visible desigualdad en la repartición de la riqueza. Cuando el personaje nace (finales de los treinta y principios de los cuarenta) lo hace en un momento en que la modernidad comienza a llegar a sus límites y está por mostrar su desborde en las atrocidades de la Segunda Guerra Mundial. A pesar de lo anterior, el gran valor de Batman consiste en mostrar a un súper héroe lo más cercano a la realidad. Él no es un héroe porque sea un boy scout (como lo es Superman), porque sea así naturalmente. No. Lo es porque las circunstancias lo orillaron a serlo, porque ha sido traumado por un acontecimiento y a partir de ello se plantea un ideal, un propósito, como sucede en la realidad. Se enfrenta al crimen en una especie de venganza-penitencia, y lo hace sin habilidades metahumanas, sin poderes especiales, valiéndose únicamente de su inteligencia, voluntad inquebrantable y herramientas tecnológicas, como es en realidad. Además, a pesar de la interpretación antedicha que hace del hombre-murciélago el extracto sublime del capitalismo, los rodajes de Nolan le dan un giro a esta visión, mostrándose más receptivo a las causas de distintos problemas sociales que se leen en sus producciones. Batman Begins nos muestra la génesis (valga la redundancia) del hombre-murciélago: en un efecto en cadena las condiciones que crean a un millonario, crean también al depauperado (algo lógico en el sistema propuesto) que habrá de quitar la vida de los señores Wayne y, así, se pone en marcha todo un engranaje que dará como resultado el surgimiento del héroe. Pero antes, el hombre debe vencer sus miedos para

“No es un héroe por naturaleza. Lo es porque las circunstancias lo orillaron a serlo. A partir de su trauma se plantea un ideal, un propósito y se enfrenta al crimen en una especie de venganza-penitencia” poder renacer en un estado más elevado de existencia, ya no como un humano, sino como un símbolo, una idea, indestructible en ese aspecto. Vemos entonces que el miedo es, desde el inicio, un tópico central de la trama, sin el cual no se pueden entender el resto de las entregas fílmicas. La continuidad de esta lógica económica se apareja con su consorte política por excelencia, y se aprecia al momento en que Wayne culmina su preparación y está por graduarse en la Liga de las Sombras, pues ante las prácticas poco civilizadas de esta sociedad secreta (que podría catalogarse de radical), el futuro Caballero de la Noche se apega a una concepción democrática de los procesos de impartición de justicia; es decir, lo institucional contra lo tradicional. El camino de preparación lleva al protagonista a valerse de la rama industrial militar del emporio Wayne para hacerse de los instrumentos que le permitirán avanzar en su labor, complejo productivo que podría interpretarse como un mal necesario para enfrentar, también, al mal: desde asaltantes comunes (Joe Chill) hasta terroristas trasnacionales (Bane). Halla, entre toda la podredumbre, a algunos aliados: James Gordon, un policía que se ha resistido a corromperse; un fiscal de distrito y su asistente (Rachel Dawes) decididos a cumplir con su deber de hacer justicia. Son estos elementos orgánicos, profesionales los que le ayudarán en su mascarada; pero también tenemos el lado opuesto: el Doctor Craine, quien se vale de su preparación para delinquir, pues a través de él, los criminales evitan la cárcel al

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ser declarados incompetentes o insanos mentalmente. Esto significa que la corrupción puede permear todos los ámbitos de la vida y actividad sociales; es la ciencia puesta al servicio de la delincuencia, una actividad que ya se ha venido haciendo en repetidas ocasiones, es decir, que los distintas saberes asistan a los más diversos intereses, sean políticos, económicos o ideológicos. Es muy importante también que, mientras viaja por el mundo entrenando y preparándose para su objetivo primordial, intenta decirnos que no es fácil la naturaleza del bien y mal, que existen variables que hacen toda la diferencia entre dos ladrones, o entre dos asesinos por ejemplo. En este sentido es una visión más compleja que la del universo de algunos otros súper héroes, pues se ve al otro no como una entidad monolítica, sino que entiende que el delinquir puede tener distintas causas y, una de ellas, es la carencia de recurso, pues el mismo Bruce afirma que tuvo que robar para comer. Es relevante tener en cuenta este punto que se muestra más abierto a explicaciones múltiples, pues se complementará en la tercera parte de la saga, cuando la injusta distribución de la riqueza tenga consecuencias. En esta primer entrega, también vemos cómo el Ratón Volador (Guasón dixit), arrostra el miedo en dos variantes: la individual, que es representada por el mismo murciélago y que lleva, al menos en parte, a provocar el momento de la muerte de sus padres; de ahí que Bruce se sienta culpable de la tragedia y después lo complemente responsabilizando a la criminalidad. La segunda vertiente está encarnada en el Espantapájaros, subordinado a y utilizado por una organización -radical decíamos- que busca purificar la sociedad demoliendo a ésta por completo. Para este propósito, La Liga planea infundir miedo en el corazón de la sociedad para que salga del Estado de derecho, regrese al Estado de naturaleza (donde domina el más fuerte) y se destruya a sí misma. El Caballero Oscuro buscará evitar que esto suceda, es decir, intentará que las bases de orden institucional continúen vigentes, no sin ciertas modificaciones, es cierto, pero aceptando que no hay otro orden posible. Cabe mencionar que esta situación (la de la aniquilación) es provocada a partir de la corrupción del sistema, descomposición que deriva, a su vez, de la idea de “la acumulación de riqueza”, pues los criminales, policías y jueces entran en esta dinámica a partir de esta máxima o, acaso, por el miedo. Antes de su enfrentamiento contra quien fuera su mentor, el hombre-murciélago rescata a su amiga Dawes, y revela su identidad negándola: ante el cuestionamiento de Rachel sobre la identidad del encapuchado, éste le responde con la frase que aquella le propinara a modo de reproche: “no es quién seas en el interior, tus actos los que te definen”. O sea, responde con una frase que sólo ellos dos conocen y así le da a en-

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tender que quien está dentro del traje es Bruce, pero al mismo tiempo le dice que con quien en ese momento habla, ya no es él sino Batman, porque si sus actos lo determinan, no importa quién sea por dentro, pues su identidad se diluye en la que toman sus acciones. Esto lo entienden bien ambos, por ello, cuando al final de la película hablan al respecto, acuerdan que estarán juntos sólo cuando Batman deje de existir, pues esa es la condición necesaria para que Bruce se reconstruya y el héroe pueda quedar en el interior. La lucha de Batman contra el crimen busca alterar el orden de las cosas, donde ya no reine la criminalidad ni la corrupción y trae esperanza a la gente de Gótica, pero en ese inter se presenta el caos por el radical cambio que se pretende; de ese caos surge un agente: El Guasón.


Organismos Electrónicos: Gilberto Esparza

Digitarte por Raúl González Durán

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n un cable de luz de una calle en Lima Perú, al lado de unos tenis colgados, una cosa gira. Una suerte de larva de gusano gigante electrónico nos ignora y hace lo suyo: da vueltas. Pronto las cabezas empiezan a voltear a ver qué es eso que sucede ahí, sin saber si es normal o no. Las miradas apuntan al objeto extraño, que parece estarse amamantando del cable de un poste de alumbrado público. A no muchas calles de distancia, una cosa similar se arrastra en otro cable. Va y viene con unas patitas torpes como ganchitos, unas patas de insecto hechas de alambre, haciendo su ruidito de motores, con sus entrañas que se adivinan electrónicas. Algunos no lo ven, otros se quedan viendo, otros señalan, unos se ríen. No le interesamos. Una lámpara en medio de la ciudad comienza a dar hijitos. Un perejil motorizado busca la luz. En todos estos asuntos mencionados hay un factor común: Gilberto Esparza. Mexicano, hidrocálido, Gilberto Esparza esparce bichos electrónicos por diversas ciudades del mundo, llenando las calles de sucesos electrónicos que pueden llegar a ser insólitos. El vato nacido en 1975, estudió artes en la Universidad de Guadalajara y en la U.P.V. de Valencia en España. Ha dedicado su vida a explorar las posibilidades del arte combinado con la tecnología, para lograr resultados que se acercan a la ciencia ficción, pero que también tienen fuertes implicaciones políticas. Usa desechos de alta y baja tecnología, reciclaje de electrónica, circuit bending, y otras prácticas habituales en el mundo maker. Sin embargo, no muchos makers en el mundo pretenden llevar sus experimentos a los escabrosos terrenos del mundo del arte. Hay un peligro latente siempre que se utiliza la tecnología para una obra de arte, y es que la obra termine como un costoso juguete que hace tecno-monerías y ya. Sin embargo, y por fortuna, creo que este no es el caso. Gilberto muestra en su obra una preocupación por trascender el tema de la tecnología y adentrarse en sus posibilidades discursivas, y no sólo sus cualidades estéticas, las cuales suelen ser muy llamativas. Es un trabajo muy arduo el poder escapar del sensacionalismo y la novedad que las nuevas tecnologías ofrecen y que nuestro sistema económico propicia. La

novedad es como un cáncer que vuelve obsoleto todo antes de que podamos siquiera entenderlo, y por fortuna, un buen terreno para la neutralización y reutilización de lo supuestamente obsoleto, es el arte. Esparza retoma desechos del sistema industrial, y los vuelve un nuevo ser, una especie de proceso de putrefacción en donde el principal organismo degradante, se apellida Esparza. Y ahí aparece el perejil, con su flamante cochecito, siguiendo el sol ahí donde nosotros le hemos negado el cielo. Sucede algo políticamente interesante entonces: el replanteamiento de nuestro quehacer en relación con el entorno. Nuestro mundo no es inagotable, nuestras relaciones no son lo que podrían ser, el mundo nos reclama repensar hacia dónde vamos, y hay objetos que dan cuenta de ello, colgados en los cables de Lima Perú, y en los vagones del metro. Creo que lo más interesante de muchas de las piezas de Esparza, como la pieza “El trabajo embellece”, sucede en el fértil terreno de la ironía, ahí donde las contradicciones de nuestros tiempos dan nuevas tierras en las cuales plantar las semillas de la disidencia. Esta pieza antes mencionada, consiste en una lijadora de banda, que desbasta el suelo de madera incansablemente. En el suelo, bajo la trayectoria de la lijadora, escrita en bajo relieve se encuentra la frase “El trabajo embellece”. Esta frase fue mencionada por José Martí en una carta a Marx, con respecto a sus ideas referentes al trabajo. La lijadora, a lo largo de dos meses, termina por exterminar el bajorrelieve del piso, haciendo una crítica a lo mecanizado y enajenante del trabajo en la vida contemporánea. Así pues, a lo largo de la obra de Esparza, la disidencia con la tecnología es planteada desde dentro de la tecnología, con sus recalcitrantes mensajes, que nos sitúan, nos cuestionan, nos ignoran desde lo alto de un poste, como nosotros irónicamente tratamos de ignorar también el impacto de nuestra existencia tecnológica, conectados igual que esos gusanos electrónicos, en nuestra fina seda de cilicios y cobre, amamantándonos de información e incansables electrones.

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Croníricas El túnel por Jatziri López Mercado Ilustración: alterada por Vinoglauco. espués de haber recorrido todas las demás atracciones, nos acercamos, por fin, a aquel gran D túnel. Lo dejamos al último porque ya sabíamos que era lo más cabrón de aquel parque de diversiones. Ya en la sillas voladoras, en la fila de la montaña rusa, en el tiro al blanco, en la mismísima entrada al parque, habíamos escuchado el chismorreo de su inverosímil grandiosidad. No teníamos miedo, en realidad nos sentíamos un poco escépticos porque, a pesar de no saber qué chingados era, sabíamos que la gente tiende a exagerar. De cualquier forma, ahí estábamos, tratando de ver más allá aunque no se podía ver nada, el túnel era oscuro por dentro y una selva espesa respiraba por fuera.

Caminamos a través de sus fauces y a unos pocos metros había una máquina con un pequeño recuadro en el que tenías que escribir tu nombre con una delgada pluma de plástico; inmediatamente digitalizaba el camino de la pluma el cuál después aparecía en la pantalla superior . El letrero decía lo siguiente: “Escriba su nombre sin apellidos, exclusivamente en cursivas concatenadas”. Había quien no leía las instrucciones y escribía sus tres nombres con sus dos apellidos , había también quien, cagado de la risa, escribía su apodo o una mentada de madre. Yo escribí “Elba” aunque es, de mis dos nombres, el que menos uso. La máquina, al igual que a todos, me escupió un número (0710) y, con éste, el permiso para atravesar el torniquete. Los esperé del otro lado. Todos juntos, caminamos por un espacio oscuro atravesado por proyecciones de luces blancas que se movían sin parar, nos atravesaban, y cuando lo hacían, veíamos nuestro esqueleto. Era como vivir en carne propia el video de la canción Hey boy Hey girl de los Chemical Brothers pero, en vez de esa canción, se escuchaba nuestra algarabía en reverberación profunda. La caminata se volvió larga, tanto que el miedo se convirtió fácilmente en ansiedad y la algarabía, que momentos atrás era insoportable, permutaba lentamente en el rumor del oleaje y el graznido de las aves. Con una respiración pausada y calmada, nos formamos en la cola de la última fila. No era para nada larga. Rápidamente pudimos percatarnos que cada uno de nosotros se sentaría en una pequeña silla individual que iba sobre rieles, una tras de otra. Al sentarte era necesario digitar el núme-

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ro que te había brindado la primera maquinita y si no te acordabas o el número era erróneo, la silla se desviaba por un riel secundario, que después supe, llegaba a la entrada. Al sentarme, recordé perfectamente mi número con una gran sonrisa, ¿cómo podría olvidarlo si era el día y el mes de mi cumpleaños? “Me encantan las casualidades”, pensé. Siendo la primera del grupo, les dije adiós con la mano. Viendo de frente a la oscuridad, mi silla se paró. El respaldo, que estaba a 90º como cualquier otra silla, se inclinó hacia atrás hasta llegar a unos 135º. En aquella incertidumbre se abrió del techo negro en un círculo grande y azul. Supe que era el cielo. Después de un sonidito, pasó: salí disparada por los cielos para dar vueltas y vueltas. El mar-cielo-mar-cielo-mar ¿mar? me hacían sonreír y gritar y babear. Desate de adrenalina inmediato. Caí y salí del agua velozmente cCon tos por haber tragado agua salada. Traté de alcanzar alguna de las donas inflables. Estaba fascinada... fascinada... ¡ni siquiera sabía que el mar estaba cerca! Y fluyendo en las aguas, quise ver el lanzamiento del siguiente afortunado. Fue en ese momento cuando supe que los murmullos que hablaban de la inverosímil grandiosidad de aquel túnel no exageraban ni un poquito. Salío Ana disparada por los cielos. Salió dando vueltas y vueltas que con una sutil estela de humo pintaban su nombre. Después Rulo Aaaron Faby Gaby... Pasamos la tarde mirando nombres en el cielo, nadando e intentando comprender cómo es que habían hecho funcionar esa maravilla.



Cuéntame ésta Placer a domicilio por Selene Aguilar

Ilustración: alterada por Vinoglauco.

as ocho. Sólo habían pasado 10 minutos. Carmen se levanta por tercera ocasión de la Lespejo silla, se pone un tacón en cada pie y se baja la minifalda, acomoda la tanga y se ve al nuevamente. Un azul metálico cubre sus párpados delimitados por línea naranja donde empiezan las pestañas postizas. Aplicó el labial con y presionó la yema de los dedos en sus pómulos una y otra vez. Volteó a ver el reloj: 11 minutos. Se puso de perfil. La camisa blanca de tirantes se ceñía más a su cuerpo, aunque dos bolitas de grasa se asomaban sin compasión a los lados de su cintura. Carmen suspiró frustrada. Volvió a mirar el reloj. 12 minutos. Carmen movió inquieta su tacón en el piso. Arriba, abajo. Arriba, abajo. Podría aprovechar el tiempo y recoger los residuos de la comida, tirar la basura, lavar los trastes, levantar su ropa… pero nada hizo. Sólo quería que él llegara. Seducirlo, provocar su desconcierto. Luego la reconocería, sabría que era ella, la de la lavandería, la misma que tiró por accidente un jugo en el supermercado cerca de él, la que se encontraba en las escaleras cada vez que venía a dejar un pedido. Al principio él se sorprendería, miraría su cuerpo: las piernas, la blusa blanca, los pezones marcados. Ya eran 15 años haciendo lo mismo: espiar a sus vecinos para ver qué tipo de comida a domicilio pedían. Identificaba al repartidor, lo seguía e investigaba toda su vida: si tenía pareja, si era gay, si era su único trabajo, sus horarios… Un mes de adrenalina acosando la próxima víctima sexual… El teléfono sonó. Carmen no se movió; se quedó mirando el foco rojo que parpadeaba en el aparato. Pronto entraría la contestadora, ahorita no estaba para nadie. Una voz preocupada de hombre se escuchó en la habitación, era Rogelio, el chico de 25 años con un departamento en la calle San Juan de Letrán y una moto de segunda mano. Carmen puso los ojos en blanco y se acerco de nuevo al sillón para oír con más claridad. Quería verla, llevarla al cine o al parque. Le dejó su número, nuevamente, y la dirección de su casa. Le

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mandó besos y le deseó buenas noches. Un agudo bip anunció el fin del mensaje. Era la tercera vez que la llamaba. No era algo de que preocuparse. “Seguro no llama seis veces”, pensó. 20 minutos. Volvió a quitarse los tacones, se dio un pequeño masaje en a planta de los pies y luego los metió entre los cojines del sillón, pero sintió algo áspero. Metió la mano para ver de qué se trataba. Era una hoja doblada con letras deslavadas por los años: “2001, parque de las intervenciones”. El corazón de Carmen comenzó a latir con fuerza al creer de lo que se trataba. Desdobló la hoja. Una pareja sentada en unos columpios le sonrió desde la fotografía. Él la abrazaba con cariño; ella le tomaba la mano. Carmen sintió un escozor en la nariz, los ojos llorosos y la cabeza llena de recuerdos que hacía mucho se había prohibido traer de vuelta. Las imágenes se colaron sin darle la oportunidad de negarse. Carmen se vio hace 25 años atrás, esperando a que Raúl saliera del trabajo. Se quedaron de ver a las seis en punto en los juegos del parque. Ella llevaba su abrigo beige y unos mayones negros con botines del mismo color. Raúl le había preparado una sorpresa. Lo vio acercarse con su chamarra de piel, el cabello rizado alborotado y sus botas negras. La besó en la mejilla y hablaron de su día. Compraron helado, y mientras veían cómo unos niños se reían de la vida, Raúl le pidió que fuera su novia. Un abrazo, muchos besos.... Una señora pasó con su pequeño hijo y le pidieron que les tomara una foto para el recuerdo. Él abrazó con cariño; ella lo tomó de la mano. Carmen sonrió y luego recordó la segunda


parte de la historia: las discusiones, los problemas, las mentiras, todos los pesares que están escritos en letras pequeñas cuando uno acepta una relación amorosa. Movió la cabeza bruscamente de un lado a otro para despejarse, paseó sus dedos hacia atrás entre su cabello y miró el reloj. 28 minutos. Sonrío satisfecha. Miró la puerta con ansias. Sólo dos minutos, sólo dos. Si se pasaba de los treinta, ya pensaría en el castigo perfecto para él. Carmen dio un pequeño brinco en el sillón cuando sonó de nuevo el teléfono. Seguro era Rogelio, que no se cansaba nunca, por lo que decidió contestarle para que dejara de molestar. No quería ninguna interrupción en la siguiente hora. —¿Bueno? —¿Carmen? ¿Hija? Carmen no contestó, se quedó en blanco varios segundos, hacía mucho tiempo que no escuchaba esa voz. —¿Carmen…? ¿Sigues ahí…? ¿Bueno? —Sí, sí, señora, ¿cómo ha estado? — a Carmen se le secó la boca —hace tiempo que no

la escuchaba. —¡Ay, linda! Lamento molestarte en estos momentos. — la mujer sollozaba —pero es que no se me ocurrió a quien más llamarle. —No se preocupe. ¿Qué sucede? ¿Todo bien? —Es Raúl, mi niña. Mi Raúl tuvo un accidente. Estaba en la moto, regresó del trabajo y lo atropellaron. Mi Raúl se me fue. Carmen se quedó paralizada. Esperaba sentir las lágrimas correr por sus mejillas y destruir todo su premeditado maquillaje, pero nada salía de sus ojos. Simplemente permaneció ahí, quieta con la respiración entrecortada. —Carmen, linda, si pudieras venir. No conozco a nadie más, lo sabes. Y tú eras la persona más cercana a Raúl... Por favor, niña. Carmen contestó con un sí automático, apuntó la dirección y colgaron. El timbre rompió con la quietud. Carmen se levantó para abrir la puerta. Un chico de 26 años con un casco de motocicleta y una caja de pizza la veía sorprendido por el atuendo que llevaba. Carmen tomó el pedido, le dio el dinero y cerró la puerta.


Sin pelos en la lengua


Rabih Mroué, sin tabúes A propósito de la participación del artista libanés en el Festival Transversales 2014. Por Alejandro Flores Valencia Una entrevista-reseña a partir de la presentación del artista Rabih Mroué en el marco del Festival Transversales 2014, realizado los primeros días de agosto con sedes en la ciudad de San Luis Potosí y la ciudad de México. Cómo hacer una obra de arte que quiere ser crítica con la verdad El martes cinco de agosto pasado, Rabih Mroué dictó su conferencia Trilogy al interior de una caja negra en la Universidad de San Luis. La conferencia se compone de tres textos: “On three Posters” (Sobre tres carteles), “The Inhabitants of images” (Los habitantes de imágenes) y “The Pixelated revolution” (La revolución pixelada). Un día después de la presentación en Transversales, el miércoles seis de agosto caminamos al interior del Centro de las Artes de San Luis Potosí, ubicado en la construcción que albergara, a lo largo del siglo XX, a la Penitenciaría del estado, desde sus inicios hasta entrados algunos años del nuevo milenio. En las celdas de esta construcción, Francisco Indalecio Madero redactó el Plan de San Luis Potosí, documento que marcó el inicio de la Revolución mexicana. Los muros de adobe y los jardines resguardan el peso del silencio. La densidad de la historia se diluye con el aroma novedoso de la restauración. Rabih ha quedado fascinado con el lugar. Eleno Guzmán, subdirector de Artes Escénicas del Centro de las Artes de San Luis, termina de

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darle un tour personalizado. ¿Cuántas ideas no pudieron ya gestarse en la cabeza del libanés?, me pregunto. Seguramente muchas, incontables, incomprensibles, porque Rabih es un artista que jamás partirá de certezas, y, aunque su mayor fortaleza es la intuición, su capacidad crítica es muy aguda. Al interior del Centro, buscamos un lugar apacible para poder entrevistarlo. Nos acompaña Jorge Vargas con su ojo vigilante, su testigo proteico, su cámara fotográfica. Vigia, protector y acompañante, Jorge no pudo ver la conferencia la noche anterior. Un problema logístico lo dejó varado en el aeropuerto de San Luis. Aún se sentía algo molesto. Pero bromea de inmediato diciendo que ya lo verá en Viena o en Zurich. Curiosa admiración que se profesan los artistas. Un cierto pudor en el que convienen. No es necesario decir que se le admira o se le respeta al otro. Basta estar al lado. Basta todavía más tomar su tiempo para escuchar. Jorge es un acompañante de lujo. Hemos decidido hacer esta entrevista afuera, en una esquina semi escondida, en donde el viento que sopla no nos pega de frente. Rabih, en la conferencia, comenta que yace en el fondo de “On Three Posters” un dilema en torno de la verdad y la ficción a partir de la repetición o edición de las imágenes. Idea que cobra mayor contundencia en la parte dos de la conferencia, titulada “The Inhabitants of Images” (Los habitantes de las imágenes), que se


“ Esa es la razón por la cual los terroristas graban las decapitaciones y las suben a Internet, porque cada vez que das click para mirarlas estás actualizando la decapitación como si sucediera en este momento” centra en una serie de pósteres de los mártires de Hezbollah que murieron al rechazar los ataques de las fuerzas israelíes cuando intentaban invadir el sur de Líbano, en julio de 2006, y que fueron colocados a lo largo de una avenida de alta velocidad en Beirut. Los posteres son hechos como fotomontajes en los cuales se coloca sobre un mismo modelo de torso y un mismo marco de diseño las cabezas de los diferentes caídos. “El martirio es a causa de Dios, y Dios no tiene rostro, porque Él es pura acción. Por eso, los mártires son el rostro de Dios en este mundo y en el más allá. Cuerpo esperando un rostro”, dice Mroué en la conferencia. Se refiere a que, si en esa avenida solamente puede irse a gran velocidad, esta borraría tanto las caras como los nombres de los mártires de cada uno de los pósters y, el rostro, entonces, se convierte en una cara sin rostro, o en una cara para todos los rostros, el rostro de Dios.

continuidad que permanece, pues cuando suben esos videos a Internet en realidad es una forma de hacer que más personas lo vean. –¿Y cómo oponer resistencia a esto? – pregunta Rubén. –Una de las estrategias en las cuales puedo pensar se puede encarar y enfrentar eso es cerrando los ojos, y rehusarte a mirar. Porque si te rehúsas a mirar podrían ser como que no sucediera, o, si quieres verlo de otra manera, el efecto que ellos quieren poner en nosotros es borrado. Yo le comento que, de cualquier forma, me parece algo muy complicado. Comento que, en mi caso, cuando ocurrió el ataque a las Torres Gemelas, estuve buena parte del día haciendo cualquier otra cosa, y por angas o mangas no vi en todo el día la imagen ni de las torres cayendo, ni de las personas que se arrojaban, ni de los aviones impactando con cálculo acrobático en los edificios, sino hasta que llegué a mi casa. A pesar de haberme escapa-

Todo lo que grabamos pertenece al presente De vuelta a San Luis. Sentados en tres sillas que forman una especie de triángulo equilátero, en la esquina al interior del Centro de las Artes, hacemos la entrevista. Rubén Ortiz le pregunta: ¿por qué el uso de las cabezas? Me parece que Rubén buscó trazar una similitud entre lo ocurrido en el ejemplo de “Inhabitants of Images” y las decapitaciones del narcopoder mexicano. –Es simbólico –contesta Rabih–. Eso no sólo sucede en México, sino también en muchas otras sociedades; por ejemplo, en Irak, también desarrollaron la decapitación de personas y la grabaron en videos para subirlos a Internet. Entonces, los terroristas quieren que nosotros veamos esos vídeos para recibir su mensaje. Creo que es simbólico, porque quieren cortar la cabeza del cuerpo, pues en la cabeza es donde simbólicamente están las ideas. Ya sabes este mito de que en el corazón están los sentimientos, el alma, y en la cabeza está la mente, la racionalidad, y lo quieren cortar porque quieren hacer esa separación. Pero una de las cosas que me doy cuenta al pensar en este fenómeno es que la decapitación antes era sobre el rey, en público, entonces la gente venía para ver, y es algo relacionado con el poder, y, claro, ahora hay una

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do todo el día de mirar esas imágenes, llegué y, lo primero que vi –porque mi familia estaba reunida en la sala viendo el canal de noticias CNN– fue el segundo avión impactando en la Torre. Llegué irremediablemente a mirar, por más que haya “cerrado” los ojos. Me contesta Rabih: –Claro que lo veremos. El problema es que cada vez que regresas a mirarlo sucede otra vez, entonces no pertenece al pasado. Y esa es la razón por la cual los terroristas graban las decapitaciones y las suben a Internet, porque cada vez que das click para mirarlas estás actualizando la decapitación como si sucediera en este momento. No pertenece al pasado. Cada vez que lo vemos lo reactualizamos, no es que grabas algo y pertenece al pasado, no, sino que pertenece al presente, o al futuro, de hecho, y ese es el propósito: tener un lugar que conserve la decapitación para que cada vez que la mires cobre vida nuevamente. La cámara, una prótesis óptica Rabih no es una persona común que se la pasa pegada a su teléfono celular. Creo que no tiene cuenta de Facebook y revisa su correo de vez en cuando. Resulta curioso para alguien como yo, que apenas he tenido la oportunidad de conocerlo, hacer una búsqueda en Internet y descubrir que no solo es artista y director de teatro, sino que también ha actuado en algunas películas de ficción, que en algunos casos son producciones francesas. Lo recuerdo pensativo y solemne y me cuesta trabajo imaginarlo en la alfombra roja de algún festival de cine. Me da la impresión de que sus personajes son parecidos a él. No podría asegurarlo. El momento más shockeante de la conferencia Trilogy ocurre en la tercera parte titulada “The Pixelated Revolution”, justo cuando se proyecta el video Double shooting, porque si bien la cámara que registró al francotirador no

graba a la persona que recibe el disparo y nos queda la incertidumbre de saber si la persona que filmaba con su teléfono celular ha muerto o no, la sola detonación del disparo y la repentina pérdida de foco de la cámara nos descolocan. Rabí coloca preguntas sumamente vitales como ¿por qué los rebeldes sirios continúan filmando incluso cuando sus ojos observan las pistolas apuntando a los objetivos de sus cámaras dispuestas a disparar? Contesta con una pregunta esclarecedora: ¿Será porque el ojo se ha convertido en una prótesis óptica y ya no es un ojo que siente, recuerda y olvida? La estética del pixel implica una política. Los rebeldes sirios son plenamente conscientes de que su revolución no puede ser televisada ni sus registros estilizados gracias al efecto de la alta definición y la estabilidad del tripie. Su revolución es imperfecta. La conclusión de Rabih es lapidaria: “para mí, estos vídeos desmienten la idea de que su ejecución es voluntad de Dios… Con estos vídeos, los rebeldes sirios rechazan esa idea y confirman que el asesinato de gente inocente era también la obra del Hombre”. En los tres textos que componen Trilogy, Mroué ha presentado una visión laica sobre la violencia de Estado y el suicidio secular no ligado necesariamente al fundamentalismo religioso. En el fondo, una crítica generacional y también una serie de contradispositivos que ponen el dedo en la llaga al respecto de las relaciones entre verdad y representación en un mundo convertido en Imagen, en el que las pantallas, las videocámaras y los aparatos portátiles de telecomunicaciones restringen la experiencia de realidad de las personas. Para leer la entrevista completa visita: www.telecapita.org



Dossier

: una estética de la (des)aparición Imagen tomada de web, derechos reservados por el autor.

Presentación

A

mediados del 2014, el subcomandante insurgente Marcos, portavoz fundamental del EZLN, anunció su desaparición. Entonces, Telecápita se preguntó sobre el presente del movimiento indígena chiapaneco, intentando ofrecer un balance de los 20 años que han transcurrido desde el alzamiento zapatista hasta la desaparición del líder guerrillero.

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A propósito de este, pensamos el presente trabajo como una primera aproximación a un asunto de alcances más complejos para nuestros saberes. Con este dossier a la par de una Sesión Telecápita, ambos con el título “Marcos: una estética de la (des)aparición”, hemos intentado contribuir con el registro y la reflexión de este acontecimiento que marca un nuevo paso en la política de nuestro país.


A 20 años del alzamiento, la desaparición Por Misael Ceballos (Refresco)

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ste 2014 se cumplen 20 años de la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio con América del Norte (TLCAN), quiebre del antiguo Estado benefactor y sus instituciones, dando paso de esta manera, a la completa implementación de una economía neoliberal, que hasta el día de hoy continúa privatizando la mayoría de los recursos nacionales con íntegros privilegios para el capital trasnacional. Sin embargo, ese mismo año —1 de enero de 1994―, se levantó en el sureste mexicano el Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), que con el rostro cubierto y empuñando el arma de la palabra organizarían uno de los más grandes movimientos sociales de finales del siglo XX. El teórico del «sistema-mundo» Inmanuel Wallerstein considera el alzamiento neozapatista como un punto paradigmático para toda la política antisistémica posterior, misma que se gestaría como respuesta disidente ante la hegemonía capitalista

Es nuestra convicción y nuestra práctica que para rebelarse y luchar no son necesarios ni líderes ni caudillos ni mesías ni salvadores. Para luchar sólo se necesitan un poco de vergüenza, un tanto de dignidad y mucha organización. Subcomandante Insurgente Marcos. Mayo, 2014.

de la globalización. Este movimiento —que luego atravesaría distintas facetas y umbrales―, resulta inexplicable sin la figura del Subcomandante Marcos, vocero que pronto se volvería todo un icono internacional, tanto por las especulaciones en torno a su persona, como por la claridad y grandilocuencia de sus discursos, que contrastaban de manera radical con la retórica política institucional. La fotografía post mortem ofrece abundantes retratos de niños. Aunque pueda parecer grotesco o insensible en nuestros días, hay que tener en cuenta que las familias del siglo XIX eran más numerosas y la tasa de mortalidad en niños recién nacidos era casi de la mitad. En este contexto, se explica la recurrencia de las fotos de niños rodeados de juguetes o de sus hermanos, quienes, no sin cierto semblante de desconcierto, posan para complacer a los padres del pequeño difunto. Imagen tomada de web, derechos reservados por el autor.

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o el principio del semiocapitalismo

Imagen tomada de web, derechos reservados por el autor.

Por Telecápita

S

iguiendo la lógica de que el capitalismo ha alcanzado un estadio que el filósofo italiano Franco Berardi Bifo nombró semiocapitalismo, un grado derivado de la máquina expansionista del capital que colma todos los ámbitos de la vida, desarrollándose ya no solo dentro de los marcos de la especulación, sino también de los afectos y, fundamentalmente, de los símbolos, y de la producción de los mismos, hemos formulado el nombre de Marcos a partir de otros símbolos reconocidos mundialmente. Con esto queremos decir –nada nuevo– que Marcos no es solo un personaje, sino un continente de símbolos. Por eso hemos incluido algunos con potencial mediático de alcance global como la M de McDonalds, una marca transnacional de comida perniciosa para la salud, la r de la marca registrada que indica un sistema de apropiaciones que no obstante vive en estado de jaque, lo cual representamos con otro símbolo de índole crítico como el signo de creative commons. Símbolos para enmarcarnos en un contexto irrenunciablemente globalizado. Por eso la @ funciona como una medida genérica. Semiocapitalismo que no puede deshacerse de ese apellido, el capital, el valor, el sistema de relaciones e intercambi-

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os, cuya materialización –incluso si es especulativa– es el dinero: 0 y $. Símbolos que enmarcan un esquema de interpretaciones, una línea de reflexión, marcos que también indican una postura. Aproximarse al problema o fenómeno Marcos exige una ética y una estética o, dicho de otro modo, exige leerlo como una ética que encierra en sí misma una estética particular. Esto no es cosa menor, porque en México las formas de la política pocas veces antes de la emergencia del zapatismo han sido tan importantes como sus contenidos discursivos. Un proyecto político puede ser una manifestación estética y en algunos casos artística. Un arte no de museos ni de galerías, sino un arte de relaciones y de creatividad organizativa. Desde ese punto de vista, nos hemos aproximado muy someramente al fenómeno (des)aparición de Marcos, un acto que es en sí mismo un gesto, que vuelve a poner en el ámbito de los movimientos sociales el acento en el ingenio y en la imaginación. Porque Marcos ante todo es una idea, y las ideas no mueren, solo se apropian, o como dijo el buen “V” en V for vendetta: “las ideas son a prueba de balas / Ideas are bulletproof”.


Querer una sociedad sin partidos políticos no es una fantasía Sobre la Sesión Telecápita “Marcos: una (est)ética de la desaparición” Por Telecápita

Fotos: Mario Hernández

Como parte de este balance sobre el zapatismo, aprovechando el anuncio que hiciera Marcos sobre su desaparición, el sábado 05 de julio convocamos a la Sesión Telecápita titulada “M@®©0$: una (est)ética de la desaparición”, en la cual contamos con los comentarios de Márgara Millán, Luis Carlos Velázquez y María del Carmen Legorreta, así como del público asistente.

L

a conversación realizada en la Sesión Telecápita “M@®©0$: una (est)ética de la desaparición” confrontó dos puntos de vista: la revisión positiva e indudable sobre el impacto que ha tenido el zapatismo para algunas transformaciones en México, y la crítica a la figura del dirigente, cuyo discurso no logró corresponder con la realidad. En el fondo, se compartió la idea de que el levantamiento de 1994, a toro pasado, marca un parteaguas en la historia de nuestro país, un parteaguas que llega no solamente a incorporar discurso político a las izquierdas, sino que fue piedra de toque para lo que serían con el paso de los años las manifestaciones antisistémicas a lo largo y ancho del globo.

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Lo que sigue es parte de lo articulado esa tarde lluviosa en la capital del deéfe. Una escenificación otra de la política: Márgara Millán Al fondo del salón en Casa Refugio Citlaltépetl, una de las paredes blancas funciona como pantalla. Allí se proyecta el promocional de la sesión que nos reúne. Márgara Millán, socióloga y activista, nos pide que volteemos la mirada. Nos pide sin pedirlo, ella lo hace y nosotros dirigimos hacia allá la mirada. Claramente algo hemos querido decir al construir el nombre de Marcos a partir de los siguientes elementos: la M de McDonalds, la @ de arroba, la r de marca registrada, la c dentro de otra c


que representa las licencias creative commons, el símbolo del 0 y la grafía del dólar: M@®©0$. Márgara Millán dice: “Yo quería hablar sobre ese Marcos: McDonalds, @, marca registrada, creative commons, cero y dinero. Yo creo que Marcos es todo eso. Marcos es un fenómeno social, mediático, que vino a cuento en un momento particular de la historia, un momento en el que la izquierda se ha quedado sin discurso. Recordemos 1994, parecería el triunfo de la democracia occidental capitalista, del Mercado. Habíamos vivido un gran auge de los movimientos de izquierda en la marco de la guerra fría, con dos bloques, y era muy difícil hablar de una postura que no fuese o socialista o capitalista. Se trataba de círculos muy cerrados. Entonces, yo recuerdo una época en la que el presidente Carlos Salinas de Gortari firma el Tratado con el cual México celebraba su entrada al Primer Mundo”. “De la misma manera que Marcos, Salinas de Gortari era un tipo con mucho poder discursivo, él acuñó lo que se denominó en su momento neoliberalismo social, es decir un neoliberalismo a la mexicana, sí, con la mejor tradición priísta de 70 años de dictadura, pero un neoliberalismo aceptado. Y acuñó también toda una política que llamó Solidaridad, que vino tras el 85, cuando los mexicanos salvaron a los que estaban bajo los escombros del terremoto. A ese nivel llega el grado de apropiación del Estado mexicano. “En ese contexto, donde ya todo era aburrido, escéptico, aparece Marcos con un discurso nuevo y le empieza a dar palabra a algo que en ese momento no tenía palabra. Pero esto tuvo resonancia en el contexto mediático Internacional, pues Marcos también se convirtió en una figura, una creación de los medios. Carlos Fuentes habló del movimiento zapatista como el primer movimiento pos comunista. Por lo mismo, yo creo inaugura nuevos términos porque también introduce nuevos actores. Sí representa y articula a muchos otros que no son indígenas, que son jóvenes, que son mujeres, y empieza a articular más y más.” “En pos de una sociedad reconciliada podemos crear infiernos peores”: Carmen Legorreta María del Carmen Legorreta sostiene sobre sus piernas un ejemplar de colección de la revista Proceso, número dedicado al EZLN, revista que contiene uno de sus textos críticos contra el zapatismo de Marcos. Ella co-

menta: “A diferencia de lo que la mayor parte de la gente conoce, que son sus discursos, lo que yo tuve oportunidad de ver fue el contraste entre sus discursos y sus acciones. Tengo una imagen muy clara en la cabeza, una primera plana del periódico La Jornada que decía: ‘Marcos, el único personaje con autoridad moral en México’, y yo lo leía al salir de una comunidad zapatista en la que habían desalojado a los mismos zapatistas, quemado las casas, y violado a las mujeres. Y era una comunidad donde eran los mismos vecinos. Fue muy fuerte”. “Yo creo que la causa de Marcos y sus intenciones son sinceras y auténticas. No obstante creo que una de las simplificaciones más delicadas y peligrosas es el sueño de Marcos y de muchas izquierdas, es la idea de que va a haber una sociedad reconciliada y sin conflictos. No. O sea no es posible esta sociedad reconciliada. Y en pos de esa sociedad reconciliada podemos hacer infiernos peores”. “El movimiento superó y rebasó a la persona de Marcos” Márgara: “Yo creo que si el EZLN no se hubiera levantado, muchas de las transformaciones que hoy vivimos en México, que son pocas todavía, pero que son, no se hubieran dado. El racismo de la sociedad mexicana quedó develado por el movimiento zapatista, antes de eso el racismo no existía. Todos

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somos Marcos es Todos somos indios. Y sin haber pasado por la tradición de la revolución mexicana, que es armada y como dicen aquí en México, aquí la democracia se gana a chingadazos, y ahí tenemos a Armando Bartra que hoy está en Morena, pero estudiando el zapatismo y diciendo la democracia es el pueblo en armas. Marcos es la tradición guerrillera que es totalitaria. Héroes y máscaras. Y quizá no porque él quisiera. Yo pienso que el movimiento superó y rebasó a la persona de Marcos y a la contradicción que, sin duda, tiene. Y que las comunidades zapatistas no son el paraíso. Se levantó un líder con un pueblo atrás que se dividió, yo sé que el movimiento llegó a tener muchísima más consistencia, territorio, vitalidad que cuando el EZLN decidió levantarse en armas. Sé de esa ruptura, que fue difícil, nada amigable. De esas que propician rencores que ahí siguen. Y sé que no solo podemos hablar de paramilitares, y sí, la realidad es más compleja. Desde mi punto de vista, el zapatismo es más que estas contradicciones –no estoy diciendo que no lo sea–, es un proyecto político, que no está solo allí en las comunidades, pero que en esas comunidades hay hoy una voz ética y estética que nos regresa la visión del mundo que podemos construir y que no es totalitaria y que implica trabajar desde distintas opciones. “El zapatismo ha hecho caso al exterior”

Luis Carlos Velázquez: “Doce días de guerra no es nada en comparación con la posibilidad de una guerrilla. Creo que una visión simplificadora sería pensar que habría una sociedad reconciliada. Lo que no comparto es que esa sea la visión zapatista. Yo no quiero defender a ultranza un zapatismo que está plagado de errores, más bien quiero apuntar que también hay que ver la retroalimentación que han tenido con las comunidades del exterior, para que el zapatismo haya problematizado sus posturas y sí ha sufrido muchas transformaciones por ese intercambio con el exterior. Yo quisiera destacar la proyección zapatista no solo a través de los escritos y comunicados de Marcos, sino a través de las formas e en las que construyen su propia comunidad, como la Escuelita zapatista.” Dice María del Carmen Legorreta: “Yo critico la contradicción entre la dirección y las comunidades, es un problema de una forma de racionamiento dogmático, totalitario, es el principal factor que socava al zapatismo”. “El zapatismo introdujo una nueva racionalidad de izquierda”: MIllán “Haciendo el balance, yo digo, estamos de acuerdo Carmen en que el zapatismo llega en un momento donde se están cancelando las utopías, el conformismo


hacia el capitalismo es exacerbado, el escepticismo, la desilusión. Cuando yo digo que el zapatismo es un proyecto político me estoy refiriendo a eso, y quiero decir es un proyecto político que es de izquierda pero que es una nueva manera. Y entonces logra poner en juego cosas que la izquierda no había logrado poner en ninguna de sus acepciones. Incluso Marx. Y es esa crítica que nos puede hacer pensar, bueno, qué es riqueza, qué es abundancia, con cuánto podemos vivir, qué necesitamos. Toda esa relación con la naturaleza. Hay una racionalidad distinta a la que domina en las demás izquierdas, y eso es a lo que tenemos que llegar. “Entonces cuando yo hablo del proyecto político, en primer lugar estoy señalando esta línea, en segundo lugar estoy señalando qué es el mandar obedeciendo. En el contexto mexicano, no solo el zapatismo está haciendo eso. La policía comunitaria en algunas localidades, desde hace tiempo, dijo: lo único que podemos hacer aquí para poder vivir es tomar en nuestras manos nuestras decisiones de seguridad, de educación, de salud. Y lo hicieron. Y es lo mismo que hizo el zapatismo. Solo que el zapatismo, antes de hacer eso, intentó otra vía, que fue fracasada, y que fue la Reforma del Estado. A veces se nos olvida eso, y solo recordamos que el zapatismo se levantó en armas, cuando esa matriz política ya ni siquiera está allí”. “Pero el Estado mexicano dijo ‘mucho gusto a los Acuerdos de San Andrés, pero nosotros caminamos por nuestro lado’. Incluso el PRD. Entonces, ¿hay dogmatismo cuando decimos construyamos un mundo sin partidos políticos? Yo creo que en este país es pura realidad. No es dogmatismo. Eso creo yo. Yo no confió en ningún partido político en México. ¿Qué hace el estado con estos movimientos? Dar dinero. O los compra o los desaparece, esa es la realidad. El Estado mexicano no sabe dialogar con actores políticos. Yo solo pienso, si las comunidades se empoderan, si controlan sus territorios, ese es el modelo zapatista, y si se reproduce en otros lugares es porque algo estarán haciendo bien, no todo lo harán mal, tendrán muchos errores, pero, hay, cuando menos, un proyecto político que se define por el mandar obedeciendo”.

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Marcos, el ilusionista: o los siete años del fin Por Alejandro Flores Valencia

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l pensar en el EZLN pienso en dos años en específico: 1994 y 2001, dos años que enmarcan el fin del siglo XX mexicano y la bisagra de lo que sería el futuro siglo nuevo al que, parece ser, México no acaba de llegar. México se encuentra en el limbo, o no ha salido de aquello que algunos han llamado transición. Transición estática en el mejor de los casos porque al menos lo que no se mueve no retrocede. Transición supuesta. Pero volvamos a la bisagra o al intersticio del fin. Si bien, el siglo XX terminó temprano con la Caída del Muro (1989) para después seguir un impasse prolongado que abarcó un doble inicio de nuevo siglo en lo que fue el paso de la Caída de las Torres (2001) a la Caída de la Bolsa (2008), en México el fin del siglo XX llegó tarde, cinco años después, con la doble caída del PRI: la muerte del inminente mandatario Luis Donaldo Colosio (1994) y la derrota en las elecciones presidenciales del año 2000. Pero el nuevo siglo no ha comenzado. La caída simulada del partido único no fue más que la fachada del punto en el que se erigió como verdadero poder el sistema reificado en Televisa. Entonces, de 1994 al 2001 lo que sucedió en México puede llamarse el iris del limbo, o el espe-

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jismo del cambio. La instauración de un ojo que nos mira todas las horas, desde todos los ángulos. Que nos mira cada vez que encendemos la tele y cuyo efecto produce una sensación de ser testigos de nosotros mismos; es decir, nos vemos cada vez que vemos la televisión. Ese es el grado de sofisticación del duopolio televisivo: mostrar al ciudadano común a partir de la reproducción de un sistema de clichés sumamente incorporados en la conciencia colectiva. Decimos que el mexicano se ríe de sí mismo. No. Televisa se ríe de nosotros mismos. Como si se tratara de un ritual antropófago, el mexicano vuelto cliché es la comidilla del ciudadano común que mira telenovelas, futbol y programas de concursos. Paradójicamente, solo la Televisión pudo convertir a Marcos en el personaje que es. Antes de las victorias de Internet, la noticia de la irrupción del EZLN había llegado a todos los rincones del planeta. Desde antes de Internet, Marcos ya había entendido el poder y contundencia de las marcas y de los símbolos y se formó como una propia, de la misma manera que fue consciente del horizonte que se abría en los rubros de las telecomunicaciones y los metamedios.


“De 1994 al 2001, la larga entrada al limbo de alegalidad endémica nacional” Unos cuantos meses antes de que el mundo fuera cimbrado con la caída de las Torres, pocos después de que comenzará la dichosa “transición”, los indígenas zapatistas transitaban en caravana en tráileres y autobuses en la ciudad de México con rumbo al Congreso de la Unión, en el marco de la firma de los Acuerdos de San Andrés. Marcos apareció con pipa y pasamontañas con el periodista Ricardo Rocha en una larga entrevista transmitida por el canal de las estrellas. Por esas mismas fechas, las bandas de rock mexicano Jaguares y Maná ofrecieron un espectáculo denominado Concierto Unidos por la Paz en el estadio Azteca, espectáculo transmitido por Televisa y TV Azteca, bajo la conducción de Joaquín López Dóriga y Javier Alatorre. ¿Una visión del Purgatorio? No. Más bien un episodio propio de un entre estado límbico. El año 1994 marcó a toda una generación de ahora jóvenes mexicanos: el alzamiento zapatista, el asesinato del candidato a la Presidencia, el suicidio de Kurt Cobain, el error de diciembre forman parte de una misma dialéctica de sentido y afecto: el sentimiento de impotencia tras haber adquirido una deuda sin saber por qué, y sin saber de dónde. Pero el 2001 también se enmarca dentro de esa geometría dialéctica que ordena a toro pasado los acontecimientos, el almanaque, la memoria: la constatación abstrusa del engaño, del chantaje y la simulación, la develación del jinete Marlboro (Vicente Fox) y la perpetuación de un sistema afincado en la Televisión que, curiosamente, haría realidad un año después (2002) en las pantallas de nuestros hogares la profecía orweliana de 1984, el voImagen tomada de web, derechos reservados por el autor.

yeurismo cínico del espectador que sintonizó el programa Big Brother. Entonces, en México 2001 no fue solamente el año del 9/11. El 2001 representó la constatación para aquella generación que lloró a Kurt Cobain de que habíamos sido robados, de que alguien nos estaba timando, y de que no habría marcha atrás. Las múltiples complicaciones para el desarrollo profesional de un joven en México en la actualidad son prueba de ello. Por lo mismo, sentir cierta afinidad y/o respeto por los sujetos encapuchados que se decían llamar EZLN no era una opción, era algo espontáneo. Ya después nuestros padres o nuestros maestros se encargaron de dirigir nuestra atención hacia otros sitios, legítimamente preocupados por los peligros que implica simpatizar, suscribir o adherirse a un proyecto político radical como el zapatismo. Algunos, en cambio, dirigieron sus caminos por dichos senderos asumiendo un estilo de vida en el que han sido consecuentes. Trece años después de la pesadilla y la ilusión (en la más procaz de las acepciones de la palabra) que representó Vicente Fox, más la escalada de violencia resultado de la aniquilación del estado de derecho, transformado en un marco de alegalidad sistémica y endémica, con tres presidentes creados en los despachos de las televisoras, no cabe duda de que Marcos, y lo que en términos políticos, simbólicos y discursivos representó para las nuevas generaciones nacidas en los 80, es, al menos, un aliciente y una bocanada de autenticidad en un mundo gobernado por mecanismos, aparatos y dispositivos, una ilusión de otro tipo, de esas en las que es recomendable creer, aunque estén condenadas al olvido, al fracaso o a la desaparición.


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Para viajar felices, hay que viajar ligeros Por Yenifef López

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ntes de enfrentarme a las peripecias para realizar el viaje a las comunidades zapatistas, primero tuve que librar a mi familia, después vino la verdadera cuesta: el viaje y el reto que implica asistir a la escuelita zapatista. Diecinueve horas de viaje para llegar a CIDECI. A las 13 horas de viaje dejé de sentir las piernas, el calor es abrumante y el hambre acecha en los peores momentos. Se descompuso el autobús y tuve la oportunidad de disfrutar una vista increíble incluso de noche: una carretera poco transitada, las luces de los automóviles rompen la silueta de los árboles e irrumpe el cantar de los animales. Cuando llegamos a San Cristóbal fue impresionante ver la cantidad de gente que estaba lista para asistir, personas de todos lados, no solo mexicanos sino extranjeros: un folklor de rostros, ánimos, culturas. Después, reagruparse para irnos hacia nuestro caracol. Otra experiencia con tan solo contemplar el paisaje, conocer a la gente, contar las penas del viaje, compartir la comida. Se percibe algo en la atmósfera: nuestra realidad es abrumante y está en nosotros hacer algo. Más horas de camino, anochece, llegamos a nuestro caracol; casi lloro por la alegría con que la gente nos recibió, los aplausos, el calor de los y las zapatistas al vernos, recuerdo una sensación extraordinaria, la comida era deliciosa. Ese sentimiento compartido de querer un nuevo mundo, ese agradecimiento por darnos la oportunidad de conocer la construcción de un pueblo que claramente no empezó en 1994 ni lleva precisamente 20 años, y que comparte parte sus logros: la resistencia y la autonomía. Conocí a mi votan, nuestra guía, me explicaba las cosas que no entendía, y respondía todas mis preguntas. Viajé

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a Chiapas demasiado ligera: un par de zapatos, tres playeras y dos pantalones. Estando allá me di cuenta de que excedí la ligereza del equipaje. Después viajamos a nuestra comunidad para reunirnos con nuestra familia, fueron más horas de viaje, en las que pude repensar por qué estaba allí, y también sobre mi realidad. La reflexión y el ocio se nos permiten. No bailo, pero cuando llegue a mi comunidad y conocí a mi familia, el baile surgió espontáneo, la fiesta de alegría por conocernos, por estar allí. Los niños bailando a tu alrededor y contigo, los demás estudiantes bailando y gozando, el lodo en los zapatos y en la ropa. Es muy difícil resumir toda una experiencia en palabras, pero aquí hay que escribir sintetizando. Es la primera vez que siento real la igualdad entre hombres y mujeres, la solidaridad entre ellos mismos y para con nosotros, la participación de todos para la construcción de su autonomía. Me sentí mejor que en casa, la mayoría elogiamos siempre la comida de nuestra madre, yo he de confesar que me encanto comer allí, ir a la milpa, realizar trabajo colectivo, plantar yuca, bañarme con agua fría, disfrutar el paisaje y la gente, aprender de ellos, su historia y sus libros. Se nos había dicho que no íbamos a querer regresar y tenían razón: pero si me hubiese quedado allá no hubiese cumplido el cometido de apoyar a las comunidades zapatistas y contribuir a la construcción de un mundo donde quepan todos los mundos, y es lo que hago ahora y parte de lo que tengo pensado para contribuir. Las comunidades zapatistas son un ejemplo y su realidad no es tan distante de la nuestra. Parte de lo que aprendí allá es que nuestros contextos son distintos pero nuestro objetivo el mismo.



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