Peregrinación de la Parroquia Santa Teresa de Ávila al Santuario de Auco
En el marco de la celebración de la fiesta patronal de la Parroquia Santa Teresa de Ávila en Huelquén, numerosos fieles de la parroquia realizaron una significativa peregrinación al Santuario de Santa Teresa de Los Andes en Auco, para celebrar a su Santa Patrona y Doctora de la Iglesia. A temprana hora de la mañana, emprendieron camino los más de 500 fieles, distribuidos en 12 buses y vehículos particulares, en el lugar se realizó un piadoso Vía Crucis, que estuvo acompañado con rezos y cantos, que culminó con la celebración de la Santa Misa presidida por el párroco, Padre Mauricio Pérez.
02 VIDA DIOCESANA
V Encuentro diocesano de Adoración Eucarística
Con cerca de 300 Adoradores de distintas Parroquias de la diócesis, se llevó a cabo el pasado 26 de noviembre en el Santuario de la Purísima en Maipo, la jornada de este año 2022.
04 FORMACIÓN 05 ACTUALIDAD
“Aquella Noche en Belén”
Era la noche del 24 de diciembre. todas las naciones. Todas las naciones de la tierra estaban en paz. Jesucristo, Eterno Dios e Hijo del Eterno Padre, quiere consagrar al mundo con su misericordiosa venida.
“Buscar las consolaciones de Dios, no al Dios de las consolaciones”
En la novena Audiencia General dedicada al tema del discernimiento, el Papa Francisco explicó que la consolación, “experiencia de alegría interior”, permite la “familiaridad con Dios”.
A Belén con humildad
+Juan Ignacio González Errázuriz Obispo de San BernardoCaminamos al encuentro del Señor que viene a nosotros en Belén. Acompañamos a Santa María y a San José en este momento decisivo y único de la historia: cuando el mismo Dios irrumpe entre nosotros hecho niño. Pero, como enseña San Agustín, es “hombre verdadero, Dios verdadero; Dios y hombre: Cristo total. Esta es la fe católica; quienes ambos términos confiesan, son católicos. El es la patria a donde vamos, El es el camino por donde vamos. Vayamos por El a El y no nos extraviemos” (Sermón 93).
En nuestro mundo son muchos los que no lo reconocen. Algunos por ignorancia no culpable, porque nosotros que tenemos el mandato de anunciarlo y
llevarlo no lo hacemos. Otros por ignorancia culpable, porque pudiendo conocerlo no lo hacen, distraídos por los encantos de este mundo. Si, la Navidad plantea al hombre moderno muchas interrogantes, pero la respuesta viene por la fe. Y la fe llega por la humildad. Si insistimos en nuestra propia afirmación no vemos mas que un niño, si comprendemos nuestra debilidad y condición de creaturas, vemos a Dios naciendo en la pobreza de un establo. Porque “la fe no es propia de los soberbios, sino de los humildes “
Nuestro mundo inestable necesita seguridades. Es evidente que nosotros no podemos darnos esa firmeza por si mismos. Frente al temor, la violencia desatada, la guerra inhumana, sólo hay una solución: ir a Belén, ponerse de rodillas delante
del Niño Dios y decirle que queremos creer en su amor a la humanidad y que es nuestro Salvador. El Bautista lo anuncia con fuerza: “El que creyere y se bautizare se salvará; pero el que no creyere será condenado” (Mc 16, 16). No hay cómo hacerle el quite a la decisión, porque “nadie debe dudar acerca de la fe, sino creer las cosas de la fe más que las que puede ver,
Volver a lo esencial
El optimismo realista es condición de unos pocos.
Al poner fin al año que se nos va, un análisis verdadero de los acontecimientos debe hacernos meditar. El temor, la inestabilidad y la violencia se han tomado nuestro mundo. Lo vemos a diario en las noticias que de diversas partes nos llegan. Desde 1945 no se oían los cañones en Europa. Llevamos casi un año escuchándolos, con su secuela de muerte, dolor, hambre y el desplazamiento de miles de hombres y mujeres que arrancan con pavor. Nuestro mismo país, ha continuado viviendo una violencia antes no conocida. El delito se ha hecho cada día mas frecuente y al encierro de la pandemia, hemos debido agregar el cuidado extremo en nuestra vida. Un gran número de compatriotas ha sufrido la violencia y muchos creen que en el futuro la pueden sufrir.
A esa inestabilidad se agrega la inseguridad en que ha quedado el país luego del fallido proceso constitucional. No se sabe cuáles serán los caminos y quienes nos conducirán por ellos. El temor a un nuevo fracaso se asoma en la mente de muchos. Nuestra dirigencia no ha estado a la altura y la opinión de los chilenos sobre ella es muy mala. Parece que nuestro horizonte viene marcado por nubarrones y tormentas, que anuncian aguaceros. Y en tiempo así, es fácil caer en el derrotismo, la pusilanimidad, el volverse para adentro y vivir cada uno para sí mismo y sus intereses. La ley del yo se antepone al nosotros. Se pierde el sentido de pertenencia y cada uno aboga por sus propios derechos e intereses. Es manifiesta esta realidad al ver la anomía que nos comienza
a inundar. Cada uno hace lo que quiere. Me estaciono donde quiero, circulo sin la placa patente, insulto al que está por delante, no pago mis deudas, no respeto la velocidad de circulación, y suma y sigue. Un proceso gradual, pero sin contención viene desarrollándose entre nosotros. Y el que por su honradez sigue fiel a sus compromisos, cumple cabalmente las leyes y respeta a su prójimo, comienza, primero a sentirse sólo, y luego a darse cuenta de que es despreciado por los demás. La antigua honradez y sobriedad republicana se ha trocado en un producto de excepción. Mal camino lleva la nación y los tiempos futuros no avizoran grandes esperanzas.
Entonces debe surgir el optimismo realista. Es
porque la vista del hombre puede engañarse, pero la sabiduría de Dios jamás se equivoca (Santo Tomás, Sobre el Credo, 1. c., p. 34).
Vayamos con serena humildad al portal de Belén, siguiendo a los pastorcitos, que le llevaron sus pobres regalos y agachando nuestra cerviz, digámosle desde el corazón. “Ven Señor no tardes, ven que te esperamos”
verdadero el panorama que observamos, pero siempre hay futuro, siempre hay esperanza, siempre es posible cambiar el curso de los acontecimientos. La historia es maestra en esto. Sin embargo, se necesitan hombres y mujeres prudentes y sabios, que piensen primero en los demás. Se necesita volver a los valores perennes que hicieron grande a la nación en otros tiempos. Si pudiéramos resumirlo en pocas palabras, Chile necesita volver a lo esencial y lo esencial son los mandamientos de la ley de Dios. El que siga otro camino caerá en el despeñadero y nos llevará a él. Volver a Dios y a la centralidad de la enseñanza de Jesucristo es el camino.
Misión Anawin en la Catedral de San Bernardo
En el marco de la celebración de la Jornada Mundial de los Pobres, los religiosos y laicos de la Fraternidad del Camino, realizaron la tradicional Misión Anawin, actividad solidaria para las personas en situación de calle de la comuna.
En el en el frontis de la Iglesia Catedral se instalaron las mesas y toldos para entregar un servicio de barbería, corte de uñas, peluquería y ropa limpia para los más vulnerables del sector.
Aniversario Patronal
Los fieles de la parroquia Santa Teresa de Ávila en Huelquén, realizaron una romería con la imagen de su Santa Patrona escoltada por los cuasimodistas, y huasos montados a caballo, quienes recorrieron las calles aledañas a la parroquia, los fieles hicieron altares para honrar el paso de su Santa Teresa.
Un nuevo anivesario Episcopal
El pasado 22 de noviembre, Monseñor Juan Ignacio González presidió la solemne Eucaristía en la Iglesia Catedral, para conmemorar 19 años como Pastor de la Iglesia que peregrina en San Bernardo.
Acompañaron sacerdotes, autoridades civiles de la comuna, trabajadores de la curia diocesana, religiosas y feligreses, que se unieron en oración por su nuevo aniversario Episcopal.
Luego, en el patio del templo, se realizó un compartir fraterno entre los invitados.
V Encuentro diocesano de Adoración Eucarística
Con cerca de 300 Adoradores de distintas Parroquias de la diócesis, se llevó a cabo el pasado 26 de noviembre en el Santuario de la Purísima en Maipo, la jornada de este año 2022.
El encuentro se inició a tempranas horas de la mañana y con la
celebración de la Santa Eucaristía presidida por Monseñor Juan Ignacio González y una procesión con el Santísimo Sacramento. Es así, como luego de 3 años los adoradores se reunieron para volver a impulsar su compromiso con Jesús Eucaristía.
Damnificados incendio
Monseñor Juan Ignacio González visitó el sector de Los Arenales que fue afectado por un incendio que arrasó con más de 8 viviendas, entregando donaciones reunidas por la comunidad de la Parroquia San José de Pintué y de la Diócesis de San Bernardo.
Jóvenes celebraron la Solemnidad de Cristo Rey
La conmemoración se realizó el pasado sábado 19 de noviembre y congregó a jóvenes de las diferentes zonas de la Diócesis de San Bernardo.
La Jornada se inició en el frontis de la sede del Duoc UC, lugar en el cual se congregaron los jóvenes para dar inició a una procesión en honor a Cristo Rey, que concluyó en la Iglesia Catedral, con la celebración de la Santa Misa presidida por el Padre Mario Bernal, Vicario General.
Luego, en el salón de la Catedral se realizó una jornada recreativa para los asistentes para conmemorar la Cristo Rey y el Día del Joven Católico.
Mes de María en Jardín Infantil
Los niños junto a las educadoras del Jardín Infantil Sagrado Corazón el Huelquén celebraron con mucha alegría el Mes de María, presido por el Padre Alvaro Aedo.
Reliquia Beato Carlo Acutis
Entre el 19 y 20 de noviembre la reliquia del Beato Carlo Acutis, peregrinó por la Parroquia La Ascensión del Señor, capillas y Santuario del Sagrado Corazón en La Pintana para veneración de los fieles.
Beato Carlo Acutis fue un adolescente italiano, le diagnosticaron leucemia siendo adolescente y decidió ofrecer sus sufrimientos “por el Señor, el Papa y la Iglesia”. Falleció en el año 2006 y fue beatificado el 10 de octubre de 2020 en Asís, la tierra de San Francisco
Religiosas de la Inmaculada Concepción rezan el mes de María junto con feligreses
La Hna. María Pía Rosales; Hna. María Jesús Santelices y Hna. Flavia Pérez acompañaron y participaron junto a los fieles de la mente junto a los fieles de la Parroquia Santísima Trinidad en San Bernardo. en la celebración del Mes de María
Imagen de Cristo Rey Peregrina en Buin
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Aquella Noche en Belén N
os preparamos para vivir el Nacimiento de Jesús en nuestros hogares y corazón, la llegada del Señor en una instancia de oración, alegría y reflexión personal y junto a la familia.
Publicamos un texto que nos servirá para meditar en este tiempo de Adviento y Navidad.
Oíd la encantadora sencillez del Evangelio:
Aconteció que estando allí se cumplió el tiempo en que María debía dar a luz.
Era la noche del 24 de diciembre. Todas las naciones de la tierra estaban en paz. Jesucristo, Eterno Dios e Hijo del Eterno Padre, quiere consagrar al mundo con su misericordiosa venida.
La Virgen María conoce que está cerca el momento esperado, y se recoge en profunda oración.
José la contempla en religioso silencio, orando también.
Pasan las horas y se acerca la plenitud de los tiempos.
Pasan las horas, y en aquella medianoche, más clara que el mediodía, parece que sobre el mundo los cielos comienzan a destilar dulzura de miel. Llega el momento, y la Virgen Santa, sin dolor, sin pesadumbre, sin mengua de su integridad virginal, ve delante de sí, nacido de ella misma, más limpio y resplandeciente que el sol, al bien y remedio del mundo, que ya con sus lágrimas comienza a hacer oficio de Redentor.
No se puede explicar con palabras ni comprender con entendimiento humano el gozo que siente en aquel punto la Virgen Madre, al ver hecho hijo suyo al que sabe que es hijo de Dios.
Con qué reverencia y amor le habla y le besa por primera vez: ¡Hijo mío Señor mío. Dios mío! Y con qué dulcísimas miradas el Niño le corresponde…
Según toda la tradición cristiana. Jesús nació de María Santísima, como un rayo de sol sale por un cristal sin romperlo ni mancharlo. Gran prodigio anunciado por Isaías setecientos años antes: ¡” Una virgen concebirá y parirá un hijo»!
¡Oh, la Virgen! ¡Oh, la Madre de Dios i ¡Oh, la Bendita entre todas las mujeres! En aquella noche feliz tiene a su Niño en los brazos y le envuelve en pañales y le reclina en el pesebre No hay otra cuna para El...
Allí le contempla, allí le ama, allí le adora.
Le pone también en los brazos del carpintero José, que le recibe temblando de amor, y se ofrece a servirle y cuidarle y trabajar por Él toda la vida.
Pasaran los años; y la misma Señora referirá a San Lucas cuanto sucedió en Nazaret, Jerusalén. Él lo redactará cuidadosamente para su libro del Evangelio, en cuya primera página dice que sólo escribe después de haber oído a los testigos de los sucesos.
María fue el testigo excepcional que refirió a San Lucas estas conmovedoras escenas, las primeras del divino drama.
Por eso, los peritos en el idioma griego advierten que San Lucas, en estas primeras páginas de su libro, transcribe palabras estrictamente maternales como envolver en pañales, colocar la cuna, y hasta el mismo nombre dado al niño, en griego brefos, que el castellano pudiera traducirse por nene de pecho, mamón, palabras pronunciadas por una madre que, al contar la historia de su hijo, contaba su propia historia, hasta el punto de que estos dos primeros capítulos de San Lucas han sido llamados Evangelio de María.
Continua de esta manera:
“En aquella región había unos pastores que pasaban la noche al aire libre. velando por turno su rebano.
Y un ángel del Señor se les presentó: la gloria del Señor los envolvió de claridad y se llenaron de gran temor.
El ángel les dijo:
“No tenéis; os traigo la buena noticia, la gran alegría para todo el pueblo: hoy ha nacido un salvador: el Mesías, el Señor. Y aquí tenéis la señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre”
De pronto en torno al ángel, apareció una legión de ejército celestial, que alababa a Dios diciendo:
Gloria a en el cielo
Y en la tierra paz a los hombres que Dios ama.
Cuando los ángeles dejaron a los pastores, éstos se decían unos a otros:
“Vamos derecho a Belén, a ver eso que ha pasado y que nos ha comunicado el Señor”
Fueron corriendo y encontraron a María y a José y al niño acostado en el pesebre.
A la escaza luz del establo divisan una mujer, joven y bella, que contempla en silencio
A la escasa luz del establo, vieron a aquella mujer, joven y bella, que contemplaba en silencio a su hijito recién nacido. Y vieron al Niño con los ojos abiertos, la carita sonrosada, las manos pequeñitas.
Los pastores se enternecieron. Un nacimiento, el nacimiento de un hombre que viene a vivir entre los demás hombres, es siempre un misterio de dolor y de esperanza: conmueve
aún a los sencillos que no lo comprenden.
El ángel les había dicho que aquel recién nacido no es un niño como los demás: es el Esperado desde hacía miles de años por el pueblo doliente.
Y ahora - ¿qué verían en aquel pequeñuelo? - se cercioran de que es verdad cuanto el ángel les había dicho.
Y suplican a la Madre que acepte los regalos de sus rediles que le traen: leche, huevos, lana... Que es poco, pero ellos son pobres y se lo dan con mucho amor; que por piedad lo quiera tomar para Ella y para el Niño... que la felicitan por tener un Hijo tan precioso y que quieren besarle antes de marchar...
María recibe sus dones con un cariño y una gratitud que los deja encantados, y les presenta al Niño para que puedan besarle.
Ellos cuentan lo que el ángel les había dicho de aquel niño.
“Todos los que lo oían se admiraban de lo que decían los pastores. Y María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. Los pastores se volvieron, dando gloria y alabanza a Dios por lo que habían visto y oído; todo como les habían dicho”.
Fuente: extracto del libro “El drama de Jesús” de José Julio Martínez S.I.
“Buscar las consolaciones de Dios, no al Dios de las consolaciones”
En la novena audiencia general dedicada al tema del discernimiento, Francisco explicó que la consolación, “experiencia de alegría interior”, permite la “familiaridad con Dios”, da paz y esperanza y ayuda a ver al Padre incluso en el dolor, pero debe distinguirse de las falsas consolaciones que “llevan a replegarse sobre uno mismo”.
La consolación
Seguimos con las catequesis sobre el discernimiento del espíritu: cómo discernir lo que sucede en nuestro corazón, en nuestra alma. Y después de haber considerado algunos aspectos de la desolación -esa oscuridad del alma- hablamos hoy de la consolación, que sería la luz del alma, y que es otro elemento importante para el discernimiento, que no debe darse por descontado, porque se puede prestar a equívocos. Nosotros debemos entender qué es la consolación, como hemos tratado de entender bien qué es la desolación.
¿Qué es la consolación espiritual? Es una experiencia de alegría interior, que consiente ver la presencia de Dios en todas las cosas; esta refuerza la fe y la esperanza, y también la capacidad de hacer el bien La persona que vive la consolación no se rinde frente a las dificultades, porque experimenta una paz más fuerte que la prueba Se trata por tanto de un gran don para la vida espiritual y para la vida en su conjunto Y vivir esta alegría interior
La consolación es un movimiento íntimo, que toca lo profundo de nosotros mismos. No es llamativa, sino que es suave, delicada, como una gota de agua en una esponja (cfr. S. Ignacio de L., Ejercicios espirituales, 335): la persona se siente envuelta en la presencia de Dios, siempre de una forma respetuosa con la propia libertad. Nunca es algo desafinado, que trata de forzar nuestra voluntad, tampoco es una euforia pasajera: al contrario, como hemos visto,
también el dolor -por ejemplo, por los propios pecados- puede convertirse en motivo de consolación.
Pensemos en la experiencia vivida por san Agustín cuando habla con su madre Mónica de la belleza de la vida eterna; o en la perfecta leticia de san Francisco -asociada además a situaciones muy duras de soportar-; y pensemos en tantos santos y santas que han sabido hacer grandes cosas, no porque se consideraban buenos y capaces, sino porque fueron conquistados por la dulzura pacificante del amor de Dios. Es la paz que san Ignacio notaba en sí con estupor cuando leía las vidas de los santos. Ser consolado es estar en paz con Dios, sentir que todo está arreglado en paz, todo es armónico dentro de nosotros. Es la paz que siente Edith Stein después de la conversión; un año después de haber recibido el Bautismo, ella escribe – así dice Edith Stein: «Cuando me abandono a este sentimiento, me invade una vida nueva que, poco a poco, comienza a colmarme y que, sin ninguna presión por parte de mi voluntad, va a impulsarme hacia nuevas realizaciones Este aflujo vital me parece ascender de una actividad y de una fuerza que no me pertenecen, pero que llegan a hacerse activas en mí» (Psicologia e scienze dello spirito, Città Nuova, 1996, 116). Es decir, una paz genuina es una paz que hace brotar los buenos sentimientos en nosotros.
La consolación tiene que ver sobre todo con la esperanza, mira hacia el futuro, pone en camino, consiente tomar iniciativas hasta ese momento siempre postergadas, o ni siquiera imaginadas, como el Bautismo para Edith Stein.
La consolación es una paz grande, pero no para permanecer sentados ahí disfrutándola, no, te da la paz y te atrae hacia el Señor y te pone en camino para hacer cosas, para hacer cosas buenas. En tiempo de consolación, cuando somos consolados, nos vienen ganas de hacer mucho bien, siempre. En cambio, cuando llega el momento
de la desolación, nos vienen ganas de cerrarnos en nosotros mismos y de no hacer nada. La consolación te impulsa adelante, al servicio de los demás, de la sociedad, de las personas. La consolación espiritual no es “controlable” -tú no puedes decir ahora que venga la consolación, no, no es controlable- no es programable a voluntad, es un don del Espíritu Santo: permite una familiaridad con Dios que parece anular las distancias. Santa Teresa del Niño Jesús, visitando la basílica de Santa Cruz en Jerusalén a la edad de catorce años en Roma, intenta tocar el clavo allí venerado, uno de aquellos con los que Jesús fue crucificado. Teresa siente esta osadía suya como un arranque de amor y confianza. Y luego escribe: «Fui realmente demasiado audaz. Pero el Señor ve el fondo de los corazones, sabe que mi intención era pura […]. Actuaba con él como niña que se cree todo permitido y considera como propios los tesoros del Padre» (Manuscrito autobiográfico, 183).
La consolación es espontánea, te lleva a hacer todo espontáneo, como si fuéramos niños. Los niños son espontáneos, y la consolación te lleva a ser espontáneo con una dulzura, con una paz muy grande. Una chica de catorce años nos da una descripción espléndida de la consolación espiritual: se advierte un sentido de ternura hacia Dios, que nos hace audaces en el deseo de participar de su misma vida, de hacer lo que le agrada, porque nos sentimos familiares con Él, sentimos que su casa es nuestra casa, nos sentimos acogidos, amados, revitalizados. Con esta consolación no nos rendimos frente a las dificultades: de hecho, con la misma audacia, Teresa pedirá al Papa el permiso para entrar en el Carmelo, aunque sea demasiado joven, y le será concedido. ¿Qué quiere decir esto? Quiere decir que la consolación nos hace audaces: cuando estamos en tiempo de oscuridad, de desolación, y pensamos: “Esto no soy capaz de hacerlo”. Te abate la desolación, te hace ver todo oscuro: “No, yo no puedo hacerlo, no lo haré”. En cambio, en tiempo de consolación, ves las mismas cosas de forma diferente y dices: “No, yo voy adelante, lo hago”. “Pero ¿estás seguro?”. “Yo siento la fuerza de Dios y voy adelante”. Y así la consolación te impulsa a ir adelante y a hacer las cosas que en tiempo de desolación tú no serías capaz; te impulsa a dar el primer paso. Esto es lo hermoso de la consolación.
Pero estemos atentos. Tenemos que distinguir bien la consolación que es de Dios, de las
falsas consolaciones. En la vida espiritual sucede algo similar a lo que sucede en las producciones humanas: están los originales y están las imitaciones. Si la consolación auténtica es como una gota en una esponja, es suave e íntima, sus imitaciones son más ruidosas y llamativas, son puro entusiasmo, son un fuego fatuo, sin consistencia, llevan a plegarse sobre uno mismo, y a no cuidar de los otros. La falsa consolación al final nos deja vacíos, lejos del centro de nuestra existencia. Por esto, cuando nosotros nos sentimos felices, en paz, somos capaces de hacer cualquier cosa. Pero no confundir esa paz con un entusiasmo pasajero, porque el entusiasmo hoy está, después cae y ya no está.
Por eso se debe hacer discernimiento, también cuando uno se siente consolado. Porque la falsa consolación puede convertirse en un peligro, si la buscamos como fin en sí misma, de forma obsesiva, y olvidándonos del Señor. Como diría San Bernardo, se buscan las consolaciones de Dios y no se busca al Dios de las consolaciones. Nosotros debemos buscar al Señor y el Señor, con su presencia, nos consuela, nos hace ir adelante. Y no buscar a Dios porque nos trae las consolaciones: no, esto no va, no debemos estar interesados en esto. Es la dinámica del niño de la que hablábamos la vez pasada, que busca a los padres solo para obtener cosas de ellos, pero no por ellos mismos: va por interés. “Papá, mamá”. Y los niños saben hacer esto, saben jugar y cuando la familia está dividida, y tienen esta costumbre de buscar ahí y buscar aquí, esto no hace bien, esto no es consolación, eso es interés. También nosotros corremos el riesgo de vivir la relación con Dios de forma infantil, buscando nuestro interés, buscando reducir a Dios a un objeto para nuestro uso y consumo, perdiendo el don más hermoso que es Él mismo. Así vamos adelante en nuestra vida, que procede entre las consolaciones de Dios y las desolaciones del pecado del mundo, pero sabiendo distinguir cuando es una consolación de Dios, que te da paz hasta el fondo del alma, de cuando es un entusiasmo pasajero que no es malo, pero no es la consolación de Dios.
• Papa Francisco Audiencia general del 23 de noviembre de 2022. Texto e imagen: Vatican.va
Mensaje conclusivo 126ª
Asamblea Plenaria: Obispos animan a la renovación eclesial y caminos de conversión
El pasado viernes 18 de noviembre concluyó en la casa de retiros de Lo Cañas, la 126° asamblea plenaria de la Conferencia Episcopal de Chile. Los obispos y administradores diocesanos, dieron a conocer un mensaje final que lleva por título “En eso conocerán todos que son mis discípulos, en que se amen unos a otros” (Jn 13,35).
Tercera Asamblea Eclesial: profunda experiencia espiritual y renovación pastoral
Al iniciar el texto los pastores recuerdan que hace unas semanas “participamos de la Tercera Asamblea Eclesial Nacional con representantes de las diócesis, comunidades religiosas, movimientos apostólicos, instancias educativas que trabajaron en precedencia en sus respectivas comunidades”, reconociendo en ella “una profunda experiencia espiritual y renovación pastoral para continuar nuestra tarea evangelizadora de anunciar a Jesucristo”. Agregan que el clima de libertad, fraternidad y escucha mutua “nos permitió reconocernos en la común dignidad de las hijas e hijos de Dios y, de este modo, seguir avanzando hacia una Iglesia sinodal, profética y esperanzadora”, valorando las numerosas propuestas que surgieron desde el seno de esta Asamblea.
Implementación del ministerio del Catequista
Además, se da a conocer que la Asamblea Plenaria aprobó los pasos para implementar en Chile la institución del ministerio del Catequista, tal como lo propone el Papa Francisco en el documento Antiquum Ministerium, publicado el 2021. “Queda en manos de cada Diócesis hacer un discernimiento respecto de fieles que puedan ser llamados a este ministerio laical, que está al servicio especialmente de la animación y conducción de los procesos de iniciación cristiana y formación permanente en nuestras comunidades. Hemos elaborado un plan de formación para preparar adecuadamente a estos hermanos y hermanas”.
Diálogo social, amistad cívica y bien común
Respecto de la realidad nacional en el contexto mundial, los obispos señalan que los desafíos que enfrenta nuestro país en este tiempo se podrán enfrentar con el compromiso de cada uno. “Percibimos la gravedad de la inseguridad social, por la violencia y la delincuencia, que experimentan tantos de nuestros compatriotas y algunas de nuestras comunidades; somos conscientes de la precariedad económica y espiritual de tantas familias, azotadas por la inflación y el desaliento. Somos testigos de la desesperanza en
muchos jóvenes y personas adultas, también animamos la integración de personas migrantes a nuestra sociedad. Al mismo tiempo, queremos alentar todas las iniciativas conducentes al diálogo social, la amistad cívica y el bien común, particularmente, el proceso constituyente, que exige el reconocimiento y la escucha de todos los sectores. Quienes profesamos la fe cristiana estamos llamados a ser protagonistas activos de los cambios que Chile necesita, alentando a las instancias de solidaridad presentes en la sociedad que trabajan por la justicia social”, afirman los obispos.
El mensaje finaliza recordando que la asamblea se desarrolla en el contexto de Mes de María, “madre de Chile y mujer de la esperanza, a quién esperamos celebrar en sus numerosos Santuarios a lo largo de Chile, el día 8 de diciembre, en su fiesta de la Inmaculada Concepción. Ella nos acompaña en el tiempo de adviento, que nos prepara al nacimiento de Cristo, el enviado del Padre ¡Cristo vino, viene y vendrá! Desde nuestra fragilidad decimos, “¡Ven, Señor Jesús!” “.
El mensaje completo de los Obispos de Chile se puede descargar en nuestra web ww.obispadodesanbernardo.cl
El 28 de diciembre de 1980, en la Fiesta de la Sagrada Familia de Nazaret, San Juan Pablo II recordó esta oración, al tiempo que invitó “a todos a reflexionar, a vivir, a tomar conciencia de lo que Dios, la Iglesia, la sociedad toda la humanidad esperan de la familia”.
A continuación, la plegaria de San Juan Pablo II por las familias:
Oh Dios, de quien procede toda paternidad en el cielo y en la tierra.
Padre, que eres Amor y Vida, haz que cada familia humana sobre la tierra se convierta, por medio de tu Hijo, Jesucristo, “nacido de Mujer”, y mediante el Espíritu Santo, fuente de caridad divina, en verdadero santuario de la vida y del amor para las generaciones que siempre se renuevan.
Haz que tu gracia guíe los pensamientos y las obras de los esposos hacia el bien de sus familias y de todas las familias del mundo.
Haz que las jóvenes generaciones encuentren en la familia un fuerte apoyo para su humanidad y su crecimiento en la verdad y en el amor.
Haz que el amor corroborado por la gracia del sacramento del matrimonio, se demuestre más fuerte que cualquier debilidad y cualquier crisis, por las que a veces pasan nuestras familias.
Haz finalmente, te lo pedimos por intercesión de la Sagrada Familia de Nazaret, que la Iglesia en todas las naciones de la tierra pueda cumplir fructíferamente su misión en la familia y por medio de la familia.
Por Cristo nuestro Señor que es el camino, la verdad y la vida, por los siglos de los siglos. Amén.
Con esta oración de San Juan Pablo II puedes pedir por “todas las familias del mundo”