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San Marcos, Evangelista

servicio de Pedro. La Basílica romana de San Marcos, en el centro histórico, testimonia su presencia: se dice que fue erigida en el lugar en el que estaba la casa en la que vivió el evangelista futura ciudad de Venecia. Allí soñó con un ángel que le prometió que en esa tierra dormiría en espera del último día.

El testimonio supremo de San Marcos esquema personal. Por eso, su Evangelio posee gran vivacidad y claridad. Escribió en griego, la lengua más hablada en aquellos tiempos, con el objetivo de demostrar el poder de Jesucristo, Hijo de Dios, que se manifestó en numerosos milagros.

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El evangelista Marcos nació en una familia hebrea acomodada. De él sabemos solamente lo que narran los Hechos de los Apóstoles y algunas cartas de los santos Pedro y Pablo. No fue discípulo de Jesús, aunque algún estudioso lo identifica con el muchacho, hijo de la viuda María, que siguió a Jesús después del arresto en el huerto de Getsemaní.

Marcos colaboró con el Apóstol Pablo, a quien conoció en Jerusalén. Viajó con él a Chipre y, más tarde, a Roma. En el año 66, san Pablo escribe a Timoteo desde una cárcel romana: “Toma a Marcos y tráele contigo, porque me es útil para el ministerio” (2Tm 4,11).

San Marcos en Roma y otros viajes

No se sabe si Marcos llegó a Roma a tiempo para asistir al martirio de Pablo, pero lo cierto es que en la capital del Imperio se puso al

San Pedro cita a menudo el nombre de Marcos. En su primera Carta, por ejemplo, leemos: “La iglesia en Babilonia, que ha sido elegida como ustedes, los saluda, lo mismo que mi hijo Marcos” (1Pt 5,13). Aparece también en los Hechos de los Apóstoles (12,12), después de que Pedro fuera liberado milagrosamente de la prisión: “Al advertir lo que le había sucedido, se dirigió a la casa de María, la madre de Juan, llamado Marcos, donde un grupo numeroso se hallaba reunido en oración”.

Después de la muerte de Pedro, se pierde la pista de Marcos. Una antigua tradición lo sitúa en Egipto como evangelizador y fundador de la Iglesia en Alejandría. Otra, refiere que antes de ir a Egipto viajó a Aquileia (en el norte de Italia) para ocuparse de la evangelización de la zona nordeste del Imperio. Allí convirtió a Ergamora, que fue el primer obispo de la ciudad. Tras salir de Aquileia, parece que, a causa de una tempestad, llegó a las islas Rialtinas, núcleo originario de la

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