Sobre el Amor

Page 1


3


Sobre el Amor y algo más (Reflexiones cotidianas) Uverney Quimbayo Cabrera Carlos Medina Gallego Colección Antorchas del Camino Portada, Diseño y diagramación Andrés Fernández González “archie” Editorial Lanzas y Letras Esta publicación puede reproducirse total o parcialmente. Neiva, abril de 2009

4


Presentación Hoy, más que nunca, como lo dijera Ernesto Sábato, más allá de las crisis económica y social que vive el Continente, hay una crisis mucho más grande y determinante: la crisis espiritual. Crisis que aunada a las dos primeras han miserabilizado profundamente al Ser y a la sociedad, porque ha hecho del ser humano un objeto de consumo, es decir, un Ser funcional al sistema capitalista: dime cuanto tienes y te diré cuanto vales. Y dicho sistema, ha puesto y dispuesto para tal fin todas las instituciones del Estado: La Escuela, la Iglesia, las Fuerzas Militares y los medios masivos de comunicación, entre otros. Pero este mal que hoy padece el continente americano, es un mal que tiene raíces históricas muy profundas, que se remontan a 1942 con la llegada de Colón a tierras americanas. Desde esta época, empezó el proceso de colonización global que hasta el momento se viene desarrollando, y que tanto ha costado a nuestras culturas nacionales: exterminio de miles y miles de hombres y mujeres, arrasamiento de culturas ancestrales y populares, devastación del campo y ciudades, desaparecidos, torturados, exiliados... Lo anterior, impuesto a través de dispositivos económicos, políticos, militares y culturales, y bajo el manto cómplice del Estado y los gobiernos de turno, los Militares y Paramilitares, la Escuela, la Iglesia y los medios de comunicación. Ante este panorama, hoy se requiere emprender una batalla frontal y global contra este sistema que actualmente muestra una de sus facetas más abominables: la del capitalismo criminal. Pero esta batalla, frontal y global, debe partir del reconocimiento de que ésta empieza contra sí mismo, ya que somos hijos de la globalización;

5


y en este sentido, es una batalla que empieza desde el propio individuo: contra los propios monstruos que están en el corazón y la mente del Ser. Lo anterior, indica que es indispensable deconstruir el Ser para que pueda surgir un Hombre y Mujer Nuevos, capaces de construir una Sociedad Nueva, incluyente, más humana, justa y equitativa, donde se resignifiquen conceptos y prácticas, que hasta ahora han estado acordes a los intereses del capital. Antorchas del camino, es una propuesta de debate en torno a temas que conciernen a los fueros del individuo, pero que afectan directa e indirectamente las interrelaciones con los demás. Por tanto, en esta primera entrega, abrimos el debate con Sobre el Amor y algo más (Reflexiones cotidianas), un tema espinoso y poco agradable para muchos, pero indispensable para ahondar en los océanos profundos del Ser y, más allá de pontificar o decir la última palabra sobre estos asuntos, lo que se quiere es empezar a arar sobre nuestras propias tierras, en la idea de cultivar el alimento espiritual que nos hará emerger como la mítica ave fénix: desde las cenizas. Tan solo se necesita el convencimiento de que la voluntad es la llave de la vida y la persistencia el motor que la pone en funcionamiento, y a través de ellas se podrá llegar hasta la cumbre más anhelada, aunque una vez lleguemos a ella la divisemos más lejana. Uverney Quimbayo Cabrera Coordinador

6


El Amor: La respuesta al problema de la existencia humana

Uverney Quimbayo Cabrera

“…la idea del mundo moral sigue contaminando la inocencia del porvenir con el pecado y la pena”. Nietzsche La moral: manifestación contra naturaleza. “…El hombre no es la consecuencia de una intención propia, de una voluntad, de un fin; con él no se hacen ensayos para obtener un ideal de humanidad; un ideal de felicidad o un ideal de moralidad; es absurdo desviar su ser hacia un fin cualquiera. Nosotros hemos inventado la idea del fin; en la realidad no existe el fin… Somos necesarios, somos un pedazo del destino, formamos parte del todo; no hay nada que pueda juzgar, medir, comparar y condenar nuestra existencia, pues esto equivaldría a juzgar, medir, comparar y condenar el todo. ¡Y no hay nada fuera del todo! Si se acepta la anterior sentencia de Nietzsche, necesariamente se debe asumir el rechazo rotundo de la moral y la religión como unas verdaderas envenenadoras de la vida, las cuales han determinado hasta lo más íntimo del Ser, negando de paso lo que Nietzsche denominaba la espiritualización de la sensualidad: el Amor. El tiempo no cambia, sino los móviles, y en la actualidad la modernidad –como lo manifestara Octavio Paz- “cortada del pasado y lanzada hacia un futuro siempre inasible, vive al día: no puede volver a sus principios y, así, recobrar

7


sus poderes de renovación”, ni retornar a la esencia de su razón de ser, dando origen a un hombre y a una mujer sin pasado, desligados del desarrollo histórico de nuestra cultura, lo cual ha desarrollado la idea que todos los sentimientos, expresiones, actos, juegos, amor… acaban de ser inventados, y esto es lo que viene implantándose como la mística del postmodernismo.1 Pero este fenómeno, tampoco es nuevo en nuestra sociedad, sino que es fruto de las diversas estrategias inventadas por los sistemas obsesionados en conservar el poder para desarrollar su práctica de explotación y manipulación del hombre. Desde el advenimiento de la sociedad patriarcal, vemos que paralelamente se da el desarrollo de la propiedad privada, como columna vertebral que la ideología burguesa ha utilizado durante años para que todo sentimiento de Amor deba fundamentarse en el principio de propiedad: “Nuestra cultura está basada en el deseo de compra, en la idea de un intercambio mutuamente. La sensación de enamorarse sólo se desarrolla en función de lo convencional…”. Lo que hoy tanto vociferamos en todo rincón del mundo es, simplemente, “consecuencia y factor perpetuador del esquema familiar nuclear, que a su vez es consecuencia y factor perpetuador de una sociedad basada en la explotación y la competencia”.2 Nuestra sociedad, llama amor a la fuerza de cohesión que tiende a mantener unida a la pareja para perpetuarse en los hijos, donde el deseo sexual, que es una manifestación de la necesidad del Amor y la unión, pasa a ser meramente sublimación del instinto sexual que tanto nos habla Freud. 1 2

Del Arte de Amar de Erich Fromm. En el artículo Contra el Amor de Carlos Frabeti.

8


Aquí, el deseo de confort sin esfuerzos nos impulsa a hacer lo que sea para perpetuar el legado de “hijos de la nada”, mediante la búsqueda del dinero, el cual “es la fraternización de las imposibilidades. Obliga a que se abrace lo que se contradice”.3 Esta unión de pareja, generalizada en nuestra sociedad, es pasiva, rutinaria e insuficiente y no respuesta concreta a la angustia de la separatidad, porque como hemos visto “la felicidad del hombre moderno consiste en divertirse: consumir y asimilar artículos, espectáculos, comidas, bebidas, cigarrillos, gentes, libros...”.4 El Amor tiene grados y matices (A. Schopenhauer). Nuestra mentalidad vive represada en el obsoletismo del pasado. El hombre de nuestra era da más importancia a los conceptos técnicos que a la misma razón del Ser. Cuando invocamos el verbo Amar, todo queda mentalmente reducido al “ayuntamiento del hombre con la mujer”, y como lo dijera Schopenhauer: “La admiración por una persona amada, el objetivo es en realidad la creación de un ser nuevo, determinado en su naturaleza... El amor no se contenta con un sentimiento reciproco, sino que exige la posesión misma, lo esencial, es decir el goce físico”.5 Pero este pensamiento desarrollado en el siglo XVIII, que abogaba por que cada hombre escogiera la mujer con las mejores cualidades, mirando siempre desde el punto de vista de los hijos por nacer, es lo que en términos generales se ha desarrollado hasta nuestros días. Los 3 4 5

Carlos Marx y Federico Engels en Sobre el Amor. El Arte de amar de Fromm. En el Amor, las mujeres y la muerte de Arturo Schopenhauer.

9


conceptos de que el orgasmo sexual puede llegar a solucionar el problema de la separatidad se ha caído por su propio peso, al demostrarse que tan sólo puede producir un estado similar al provocado por los efectos de ciertas drogas. Erich Fromm, en El Arte de Amar, refuta fundamentalmente el pensamiento expuesto por Freud, ya que éste “no tiene en cuenta el aspecto psicológico de la sexualidad, la polaridad masculino femenino, y el deseo de resolver la polaridad por medio de la unión... El tipo de psicoanálisis de Freud es conformista, no plantea problemas psicológicos. La sexualidad fue un fracaso en comprenderla con profundidad. Dio el primer paso hacia el descubrimiento de las pasiones personales”. Para lo cual hay que “trasladar la concepción de Freud de la dimensión fisiológica a la biológica y existencial: para el desarrollo ulterior del psicoanálisis”.6 El Amor, según Fromm, no es sólo un objeto amoroso, sino la relación de una persona con el mundo como totalidad y dentro de este carácter se desarrollan grados y matices: Primero, el amor fraternal, que es la experiencia de unión con todos los hombres, caracterizada por un espíritu de solidaridad: “relación de centro a centro y no de periferia a periferia: relación central”,7 donde el respeto y la igualdad sean vistas desde la diversidad. Segundo, el amor materno, el cual presenta la afirmación incondicional de la vida del niño y sus necesidades; el niño empieza desde el vientre a depender de la madre y ésta, en la mayoría de los casos, ve a su hijo como un ser incapaz, actitud que va generando consecuencias narcisistas de posesión del niño hacia la madre; “una mujer sólo puede ser madre verdaderamente amante si puede amar afectuosamente, pero no amante, la 6 7

El Arte de Amar. IBID

10


que no puede amar”;8 mirando el Amor como libertad y no subyugación. Tercero, el amor erótico, en donde se anhela la unión completa con una única persona exclusivamente, pero ésta suele ser la forma más engañosa que existe y en la cual obtenemos las mayores desestabilidades en un corto tiempo; “el amor erótico es exclusivo pero ama en la otra persona a toda la humanidad, a todo el que vive”;9 el Amor puede despertarnos el deseo sexual sin que necesariamente sea sublimación del instinto sexual. Cuarto, el amor a sí mismo, considerado como una aberración, narcisismo, desde donde las personas son vistas como seres egoístas, pero lejos de este concepto prejuicioso encontramos que “el amor así mismo está inseparablemente ligado al amor de cualquier otro ser”,10 y este es punto de partida hacia el respeto por la propia integridad y unidad con los otros seres. Quinto, el amor a Dios, como un “…concepto históricamente condicionado, en el que el hombre ha expresado su experiencia de sus poderes superiores, su anhelo de verdad y unidad en determinado periodo histórico”11. En el Amor entre hombre y mujer, cada uno vuelve a Nacer (Erich Fromm). El Amor, como lo dijera Erich Fromm, es un arte, una facultad humana, que se debe desarrollar y cultivar a partir de la elección libre. Pero ¿Cómo se puede desarrollar el Amor en un mundo impregnado de desamor, egoísmo, 8 9 10 11

IBID IBID IBID IBID

11


irrespeto y explotación..., donde prevalece el interés mercantilista y la norma judeo-cristiana que niega el desarrollo autónomo del ser? ¿Cómo se puede desarrollar el Amor en una sociedad que nace, crece, se reproduce y muere sin pena ni gloria; en una sociedad de hombres y mujeres vasijas, que tan solo esperan ser llenados sin que interese el contenido? Nos hemos convertido en seres pasivos, sepulcros blanquedos, cuando el hombre es nostalgia y búsqueda de comunión. Vivimos una vida sin vivirla, “hoja seca sin haber sido verde jamás”. En el Amor está la solución al problema de la existencia humana: “La vivencia de la separatidad provoca angustia, es la fuente de todas angustia; separarnos es aislarnos, sin posibilidad alguna de utilizar mis poderes humanos”.12 La práctica de este arte, implica la práctica de la fe, pero una fe racional, que no es sumisión a un poder, sino la convicción arraigada en la propia experiencia mental o afectiva: cualidad de certeza y firmeza que posee nuestra convicción implicada en la actividad productiva intelectual y emocional. Tener fe en la posibilidad del Amor como fenómeno que abarque todo el contexto social y no simplemente individual. La posibilidad del Amor requiere que el hombre deba “colocarse en su lugar supremo, la máquina económica debe servirlo en lugar de ser él quien esté a su servicio”13 porque “si amas sin provocar el amor recíproco, si por su manifestación vital como hombre amante no te transformas en hombre amado, tu Amor es impotente, y 12 13

El Arte de Amar. IBID

12


eso es una desgracia”.14 La búsqueda del Amor no es sólo una búsqueda interior e individual, sino una búsqueda que nos conlleve a confrontar el sistema de cosas actuales, oponiéndonos a la familia nuclear patriarcal, para contribuir con la construcción de una pareja interrelacionada a la actividad política de cambio y transformación; una pareja que sea una “célula político-familiar”,15 y no seguir experimentando nuestra vitalidad como una inversión de la que hay que buscar el máximo de beneficio. Como podemos ver, la práctica del Amor al igual que la práctica de cualquier arte, necesita de unas mínimas condiciones para desarrollarse. Estamos frente a un hombre y una mujer modernos indisciplinados que actúan emotiva e irracionalmente sin tener en cuenta que cada acto por insignificante que sea hace parte de su funcionamiento humano complejo y sano: necesitamos construir nuestra propia disciplina. Somos consumidores con la boca siempre abierta, dispuestos a tragarnos todo y ésta ha sido la mentalidad promulgada por la sociedad de consumo capitalista, con el objetivo de mantenernos esclavizados a todo lo que ellos producen: necesitamos recuperar nuestra capacidad de concentración, de hacernos sensibles a nosotros mismos. Nuestro sistema industrial nos impulsa a correr a la misma velocidad del tiempo como factor generador de plusvalía, introduciéndonos de esta manera a buscar triunfos de la noche a la mañana y sin el menor esfuerzo (“Cultura del atajo”), cuando a todo arte implica un proceso, un ir quemando etapa por etapa y por último, debe acompañarnos la preocupación suprema por el dominio del arte, que nos haga capaces de proyectar la construcción de la familia socialista. 14 15

Carlos Marx y Engels en Sobre el Amor. La familia en la perspectiva revolucionaria del ERP de Argentina.

13


Lo anterior, implica resignificar el concepto del Amor, y por ende la instauración de una práctica coherente con esta nueva definición. Para eso, Virginia Satir nos puede ayudar un poco con su poema Mis Metas, el cual plantea el despojo de todos aquellos obstáculos teóricos-prácticos que el amor burgués ha impuesto como normas de vida. Esa ruptura que traza el poema, en su primer verso, convoca a Amar sin menoscabo de la libertad y la autonomía del otro, cuando dice: “Quiero amarte sin absorberte”, es decir, hacer de la relación de pareja una opción más de la dimensión del ser, a la cual se le debe dar la importancia y espacio justos, más allá de la idea economicista que ha venido regulando hasta las relaciones de pareja. Y en esa misma idea continua diciendo: “Apreciarte sin juzgarte, unirme a ti sin esclavizarte, invitarte sin exigirte, dejarte sin sentirme culpable, criticarte sin herirte y ayudarte sin menospreciarte”, y termina señalando: “Si puedes hacer lo mismo por mí, entonces nos habremos conocido mutuamente y podremos beneficiarnos recíprocamente”. La proclamación de la individualidad: aproximación de dos enteros. Retomando a Octavio Paz, concluimos que “vivir es separarnos del que fuimos para intentarnos en el que vamos a ser, futuro extraño siempre. La soledad es el fondo último de la condición humana”.16 Y esa soledad, necesariamente remite al reconocimiento de la individualidad, la cual abre las puertas al autoreconocimiento, la autoestima y la autonomía del Ser, como principio fundamental para reconocer y aceptar la otredad en la perspectiva de la diferencia, pero también como hilo conductor en la 16

En el laberinto de la soledad (La dialéctica de la soledad) de Octavio Paz.

14


reconstrucción de la colectividad humana integral. En esta perspectiva, Flávio Gikovate, médico psicoterapeuta, nos hace una muy interesante reflexión sobre estar solo: “No es solo el avance tecnológico lo que marcó el inicio de este milenio. Las relaciones afectivas también están pasando por profundas transformaciones y revolucionando el concepto de amor. Lo que se busca hoy es una relación compatible con los tiempos modernos, en la que exista individualidad, respeto, alegria y placer por estar juntos, y no una relación de dependencia, en la que uno responsabiliza al otro de su bienestar. La idea de que una persona sea el remedio para nuestra felicidad, que nació con el romanticismo está llamada a desaparecer en este inicio de siglo. El amor romántico parte de la premisa de que somos una parte y necesitamos encontrar nuestra otra mitad para sentirnos completos. Muchas veces ocurre hasta un proceso de despersonalización que, historicamente, ha alcanzado más a la mujer. Ella abandona sus características, para amalgamarse al proyecto masculino. La teoria de la unión entre opuestos también viene de esta raiz: el otro tienen que saber hacer lo que yo no se. Si soy manso, Ella debe ser agresiva, y así todo lo demás. Una Idea práctica de supervivência, y poço romântica, por más señas. La palabra de orden de este siglo es asociación. Estamos cambiando el amor de necesidad, por el amor de deseo. Me gusta y deseo la compañía, pero no la necesito, lo que es muy diferente. Con el avance tecnológico, que exige más tiempo individual, las personas están perdiendo el miedo a estar solas, y aprendiendo a vivir mejor consigo mismas. Ellas están comenzando a darse cuenta que se sienten parte, pero son enteras. El otro, con el cual se

15


establece un vínculo, también se siente una parte. No es el principe o salvador de ninguna cosa, es solamente un compañero de viaje. El hombre es un animal que va cambiando el mundo, y después tiene que irse reciclando para adaptarse al mundo que fabricó. Estamos entrando en la era de la individualidad, que no tiene nada que ver con el egoismo. El egoista no tiene energía propia; él se alimenta de la energía de los demás, sea financiera o moral. La nueva forma de amor, o más amor, tiene nuevo aspecto y significado. Apunta a la aproximación de dos enteros, y no a la unión de dos mitades. Y ella solo es posible para aquellos que consiguieron trabajar su individualidad. Cuanto más fuera el individuo capaz de vivir sólo, más preparado estará para una buena relación afectiva. La soledad es buena, estar sólo no es vergonzoso. Al contrario, da dignidad a la persona. Las buenas relaciones afectivas son óptimas, son muy parecidas con estar solo, nadie exige nada de nadie y ambos crecen. Relaciones de dominación y de concesiones exageradas son cosas del siglo pasado. Cada cerebro es único. Nuestro modo de pensar y actuar no sirve de referencia para evaluar a nadie. Muchas veces, pensamos que el otro es nuestra alma gemela y, en verdad, lo que hacemos es inventarlo a nuestro gusto. Todas las personas deberían estar solas de vez en cuando, para establecer un diálogo interno y descubrir su fuerza personal. En la soledad, el individuo entiende que la armonía y la paz de espíritu solo se pueden encontrar dentro de uno mismo, y no a partir de los demás. Al percibir esto, él se vuelve menos crítico y

16


más comprensivo con las diferencias, respetando la forma de ser de cada uno. El amor de dos personas enteras es el bien más saludable. En este tipo de unión, está el abrigo, el placer de la compañía y el respeto por el ser amado. No siempre es suficiente ser perdonado por alguien. Algunas veces hay que aprender a perdonarse a si mismo...”.17 Lo anterior, puede sonar un poco descabellado pero no imposible, siempre y cuando este ideal del Amor haga parte integral de un proyecto de Nueva Sociedad, donde el hombre y la mujer sean valorados no solamente por sus rasgos distintivos biológicamente, sino por su dimensión de seres humanos, con igualdad de oportunidades económicas, políticas, sociales y culturales. Sin embargo, esta deconstrucción no se garantiza simplemente con el cambio de las estructuras políticas y económicas, sino que ella implica empezar a hacer rupturas políticas-ideológicas desde lo individual, es decir, emprender una de las batallas más grandes que debe librar cada hombre y cada mujer: la batalla con nosotros mismos, con nuestros propios monstruos, y esa batalla es una batalla de nunca acabar, es una batalla infinita, que permite cada día ser mejor para poderse dar mejor. Pero lo más importante es que ella exige estar atentos cada instante de nuestras vidas, porque los hombres y mujeres no llegan a ser hombres y mujeres porque combatieron una parte de sus vidas, sino porque combatieron todos los días de sus vidas.

17 Reflexión puesta en circulación por Ernesto Cortázar en internet con el nombre de ZAWOBONA, saludo usado en el sur de Africa y quiere decir: RESPETO, YO TE VALORO, Y TU ERES IMPORTANTE PARA MI”.

17


18


Desamores, Desaprendizajes y Desobediencias.

Didáctica de resistencia contra la Ignominia Carlos Medina Gallego Últimamente me ha dado por reflexionar sobre tres categorías que me parecen afortunadas y pertinentes para la propuesta educativa que cabalga sobre los imaginarios de mis deseos y que de vez en cuando aterrizan en el esfuerzo que distintos maestros del país realizan al margen de los decretos y resoluciones del Ministerio de Educación de Colombia, que a veces les quita el sueño y a veces se los devuelve. Se los quita cuando los llena de problemas e incertidumbre y se los devuelve cuando los necesita dormidos. Esas tres maravillosas categorías son desamor, desaprendizaje y desobediencia. Esta es una época para desamar, desaprender y desobedecer, y no puede ser de otra forma porque en ella es necesario deshacer el estado de ignominia, ignorancia funcional, injusticia, antidemocracia, guerra, barbarie, miseria y dependencia en que nos encontramos. “Amar” y “estudiar” son dos verbos que se conjugan en nuestra infancia y a lo largo de nuestra vida, en un sentido que nos niega. Es una cantaleta que se hizo común en nuestros hogares y escuelas, con la que se pretende subordinarnos cultural y socialmente a formas de existencia que lejos de permitirnos ser nos lo impiden. Ese discurso del “amor” con el que nos educaron, habla de un “amor” que nos demanda entrega absoluta, que nos obliga a dejar de existir en tiempos y espacios propios, que

19


nos crea obligaciones y remordimientos, que define contra nosotros nuestro futuro y nos lo impone, constituye la base de nuestra tragedia, el fundamento esencial de nuestra desgracia. El “amor” se ha concebido desde un régimen de obligaciones como la categoría mediante la cual se nos somete desde una perspectiva supuestamente dignificante, ennoblecedora, vital fundamento de toda posibilidad de vida presente y futura. Cada vez que se nos demanda un sacrificio se nos solicita que lo hagamos por amor. “¡Hágalo por amor al estudio, a los hijos, al trabajo, a la patria, al pueblo!”, se nos dice, creándonos de paso un condicionante emocional que impide negarnos a lo que no somos para asumirnos en el deber ser. Se nos impide que “amemos”, mediante una propuesta educativa que otros, con sus propios intereses, diseñan para nosotr@s, desconociendo intereses y necesidades. Se nos reclama “amor” para nuestros hij@s y se nos convoca a que los castiguemos, controlemos y los convirtamos en nuestros propios enemigos, en ejercicio de la autoridad que nos otorga la condición de padres o madres. Se nos solicita “amor” al trabajo que nos arrebata la vida a cambio de una existencia precaria, una inestabilidad cada vez mayor y una absoluta usurpación de nuestra capacidad de crear riqueza. Se nos demanda “amor” a la patria, que no es otra cosa que el símbolo de opresión y sometimiento, de negación entupida de nuestra condición universal de hombres y

20


mujeres fraternas y libres, un alambre de púas con el que se pretende construir una identidad y defender el adefesio de Estado-nación, un himno a la desgracia de una grandeza inexistente, un escudo ridículo de lugares y recursos perdidos, y un trapo tricolor con el que se cubre nuestro ataúd por haber cometido la estupidez de haber entregado la vida defendiendo los intereses de quienes nunca se interesaron en nosotr@s. ¿De qué sirvió el amor a la patria de los cientos de miles de soldados, campesinos, obreros y desocupados muertos?... ¿Dónde está la patria para que le devuelva a las madres los besos, caricias y abrazos de los hijos que le entregó para que la defendiera?... La patria es una prostituta que cambia vida por medallas de bronce. Se nos exige “amar” al pueblo y el pueblo es un concepto difuso que asume la forma de nuestras negaciones, las potencializa y convierte en razón de nuestra autoeliminación e indiferencia. El pueblo pone los muertos, sufre el desarraigo, padece la ignorancia y la enfermedad y cumple su cita puntual con las urnas para elegir periódicamente a sus verdugos. El pueblo es el que atropella al pueblo, mandado-dirigidos por los que, si algo no quieren ser en la vida, es pueblo. Se nos reclama “amar” nuestro infortunio, la paz vestida de miserias, la democracia a través de la cual se nos excluye, la libertad que se nos quita… “amar”, “amar”, “amar” es el verbo perfecto para dar sin otorgar… Desamar Desamar es como desamarrar, dejar de ser posesión de

21


todo y de tod@s, romper anclajes, ganar vida, adquirir movilidad, desobediencia, mínimo resistirse, es recuperar para un@ mism@ su tiempo y su espacio, su iniciativa, en la difícil tarea de ser con dignidad. Cuando se habla de desamor, no se está hablando de una tragedia, del despecho, de la melancolía o la nostalgia, sino que se está proponiendo una opción que nos devuelve la oportunidad de tomar las riendas de nuestra propia vida, en el justo ejercicio de la libertad que ella requiere. Yo no sé por qué en el mundo de los afectos cotidianos nos da tan duro cuando nos asalta el desamor, si éste es una declaración de independencia que la mayoría de veces dignifica a hombres y mujeres. Es la posibilidad de disponer de nosotr@s para l@s otr@as y no de que l@s otr@s dispongan de nosotr@s. Entrar en el universo del desamor no es entrar en el universo del desafecto y la insensibilidad, por el contrario, es hacer más profundo nuestros afectos y más sensible nuestra existencia. La forma de querernos que nos permita ser mejores para darnos mejor se denomina ternura. Este sentimiento no ata, no obliga, no esclaviza, por el contrario, construye sobre un ambiente fraternal las redes de solidaridad y respeto que permiten a cada uno ser en la justa dimensión de lo que puede o quiere ser. En el amor no hay respeto, no hay solidaridad, no hay lealtad, lo que hay es posesión, privatización, interés, fidelidad… Ese mundo de la violencia intrafamiliar, intraescolar no refleja otra cosa que la crisis del engaño

22


amoroso, que se ve en amplitud en ese trágico conflicto que vive nuestro país. La violencia, la corrupción, el desempleo, la represión y el crimen son componentes de una cultura del amor en que nos educaron el Estado y la iglesia. Desaprender las formas del amor para que en su lugar surja el respeto, la comprensión, la solidaridad, la cooperación y la ternura, como experiencia de encantamiento con los procesos que constituyen nuestras historias de vida. Desaprender La experiencia de vida me ha ido enseñando que se requiere de un largo proceso de desaprendizajes, que resultan inevitables si se quiere avanzar en el camino de los cambios propuestos para sí mism@ y para el mundo en el que se vive, que no es otro que el de la escuela-vida. Rupturas de cotidianidades interiorizadas culturalmente que enajenan el espíritu humano y todas sus potencialidades de creatividad, libertad y ser individual y colectivo. Es necesario desaprender la cultura de la obediencia que encarna el sometimiento y la dependencia para asumir la autonomía personal, escolar y educativa, como ejercicio de la libertad en las prácticas sociales de la enseñanza, el aprendizaje y la investigación. Es urgente desaprender los programas, las planeaciones, las parcelaciones, las rutinas escolares para problematizar el conocimiento, avanzar sobre proyectos y propuestas de investigación de aula que tomen en consideración la

23


vida, indaguen sobre el entorno cultural, hagan lectura de la realidad, encuentren respuestas a los problemas y necesidades vitales. Es obligatorio desaprender el autoritarismo. Iniciar la búsqueda y construcción de nuevos referentes de convivencia en las prácticas sociales comunitarias y de la democracia escolar. Desaprender el miedo a ser nosotr@s mism@s, autores y constructores de futuro y dignidad. Es indispensable desaprender la mediocridad, el sentimiento de incapacidad, la negligencia, la pereza, producto de la negación cultural. Fortalecer la promoción de potencialidades y creatividad para llenarnos de la vitalidad transformadora, que coloca los sueños al alcance de la satisfacción de nuestras urgencias. Es preciso desaprender las verdades asumidas como dogmas de fe, para que adquiera sentido la búsqueda de nuevos referentes de saber y nuevas metodologías de trabajo, en donde tenga cabida el sentido del preguntarse, de sospechar, de descubrir, de explorar nuevas y diversas fuentes, lugares y formas de conocimiento. Es conveniente desaprender los currículos y estilos pedagógicos para que en su lugar se posesione el sentido de la pertinencia social y la producción de conocimientos y estructuración conceptual y metodológica de los sujetos participantes en los procesos educativos para la vida. Es inevitable desaprender los códigos del odio y el resentimiento, el egoísmo y la envidia, la arrogancia y la prepotencia, la injusticia, la desigualdad y la intolerancia, para permitir que florezca la humildad, la sencillez, la

24


colaboración desinteresada, la solidaridad, el trabajo en grupo, el respeto por la diferencia y la producción colectiva. Es indefectible desaprender los planes de desarrollo que no consultan las necesidades de la gente, para construir relaciones de equilibrio y armonía en lo natural, social, económico y cultural, como auténticos planes de vida. Desobedecer Desamar, desaprender nos conduce inexorablemente hacia la experiencia dignificante de la desobediencia, que es la manera que asume en la práctica la voluntad de ser libres. Es necesario desobedecernos a nosotros mismos en lo que somos y nos niega, el estado de alienación y enajenación, al que hemos sido sometidos por la familia, la escuela, la iglesia, el Estado y los medios de comunicación. Es urgente desobedecer los miedos que nos impiden viajar libremente en la aventura de vivir con decencia y dignidad. Desobedecer el policía interior, aniquilar en nosotros el “Estado terrorista” que nos prohíbe actuar libremente y nos somete sin estar presente. Resulta necesario desobedecer nuestras malas intenciones, nuestros egoísmos, la pereza que nos conduce a la mediocridad, la tendencia a mentir, el sentimiento de envidia que suele habitarnos, los valores que nos niegan y nos colocan en condiciones de seres pusilánimes y menesterosos.

25


Es necesario desobedecer la escuela que somete y aniquila nuestra voluntad de crecer con dignidad en un universo de hombres y mujeres libres e iguales. Desobedecer las normas institucionales que mutilan y niegan el derecho universal a la libertad de pensamiento, investigación y cátedra. Desobedecer el mandato de nuestros corazones cuando nos conducen hacia amores que nos niegan y nos envilecen, cuando nos ofrecen la esclavitud afectiva como sentimiento supremo y nos exige la fidelidad como símbolo de sometimiento. Desobedecer las verdades y los dogmas, las mentiras y las sectas, los credos y las ideologías, que nos prometen Mesías y paraísos después de largos caminos y espacios de sacrificio en mundos inexistentes. Desobedecer no con el propósito de desobedecer, sino de ser libres, más no de ser perfectos, sino de ser mejores seres human@s. Desamar, desaprender, desobedecer es la manera de hacer a un lado lo que nos impide ser, hacer y crecer en la condición de seres humanos integrales, con el único propósito de ser felices. Ser felices no es otra cosa que sentirnos a gusto con la vida y lo que hacemos, gozar del bienestar y tranquilidad que nos merecemos en dignidad y no tener otra preocupación que disfrutar a plenitud la vida. Ser feliz es poder caminar tranquilamente por todos los rincones de la patria, sentarnos donde se nos dé la gana y sentirnos rodeados de amig@s y de herman@s.

26


Ser felices es poderse reír sin sentir que se está despertando envidias, comerse un helado de maíz, coliflor y brócoli, verse reflejado en la mirada transparente de los hij@s y poder disfrutar sus caricias y sus besos. Ser feliz es disfrutar de las noches estrelladas y las lunas llenas, en compañía de quien convoca nuestros afectos y entusiasmos, encontrarse en la piel de otr@s y sentirse extender al infinito. Ser feliz es hacer de la escuela un recreo permanente, una fiesta tan grande como la vida misma, saborear con infinito placer el néctar ennoblecedor de la sabiduría histórica en los labios de nuestr@s niñ@s. Ser feliz es haber desamado, desaprendido y desobedecido lo que nos niega en este proceso de encontrarnos con nosotr@s mism@s y ser auténticamente libres. Desamar, desaprender y desobedecer, constituyen entonces, tres líneas importantes de reflexión-acción que nos colocan en la disposición de empoderarnos y resistir la adversidad con que se pretende llenar estos tiempos.

27



Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.