Camilo torres restrepo hacia la construcción de la unidad en lo común

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Camilo Torres Restrepo: Hacia la construcción de la unidad en lo común Uverney Quimbayo Cabrera director@lanzasyletras.org 24 de febrero de 2013 “La unión debe hacerse por encima de las ambiciones personales. Es necesario que los jefes sepan que no podrán llegar a servir lealmente a la revolución si no es mediante un sacrificio personal, por ese ideal, hasta las últimas consecuencias. Dentro de los universitarios y los profesionales se encuentran casos de idealismo auténtico, sin embargo, muchas veces, se utiliza la revolución como un escalón para ascender socialmente y no como un fin de servicio al país y a la humanidad”. CTR

Al parecer Camilo Torres Restrepo aún continua siendo un ser incomprendido y olvidado. La derecha fascista y la iglesia ortodoxa, parecieran comprender su trascendencia, ante lo cual crearon el estigma del cura guerrillero para ocultar su valor como baluarte de la historia. Los comerciantes inescrupulosos lo han convertido, al igual que el Che, en una etiqueta consumista. La izquierda “tradicional” lo ha utilizado como un referente retórico de sus discursos, pero muy alejado de sus prácticas políticas cotidianas, y unos pocos siguen soñando con el Amor Eficaz como elemento fundacional de una sociedad más justa y más humana, a riesgo de vivir cada vez más huérfanos del mundo por seguir creyendo en la honradez, la sencillez y la sinceridad. En este sentido, la derecha y la izquierda “tradicional” se diferencian en sus discursos mientras sus prácticas permanecen iguales. Camilo ha sido útil a cualquier interés personal, muy contrario a su deseo de unidad en lo común. Hablar de Camilo no nos hace camilistas. Camilo no es un referente abstracto ni un esquema preconcebido. Camilo es, simplemente, un ejemplo vivo, una vida consumada a la tarea más noble del ideal de un ser humano: los pobres; un referente de que es posible abstraerse de las clientelas, la burocracia y la compra de conciencias. Camilo es una opción de vida y el camilismo una corriente de pensamiento y acción política. En Camilo se puede vislumbrar el sueño de alcanzar un desarrollo integral del hombre y la mujer, aproximándose al ideal de construcción permanente del hombre nuevo, de intentar ser cada día mejor para entregarse mejor a la causa de los pobres, de los explotados. Camilo ratifica una vez más, que la búsqueda del Amor no es sólo una búsqueda interior e individual, sino una búsqueda que conlleva a confrontar el sistema de cosas actuales. Esta confrontación, suele ir acompañada de una íntima relación entre pensamiento y acción, teoría y práctica, configurándose un gran conjunto de actitudes y grandes lineamientos para enfrentar el campo de lo político.

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Camilo no debe ser visto como el hombre acabado, perfecto o intachable, no. Camilo fue un hombre sencillo, que hace ruptura con todo aquello que le impedía luchar contra las injusticias. Camilo es un buscador profundo de la unidad por encima de las ambiciones personales, que planteó la necesidad de unir el Amor Eficaz a la ciencia, a la acción comprometida. En Camilo hay que reconocer la voluntad, la persistencia y el compromiso de un hombre noble y sencillo que día a día fue adquiriendo conciencia de sí y para sí, asumiendo hasta las últimas consecuencias el reto de contribuir a la construcción de un mundo mejor, y que fue mucho más allá del voluntarismo de mártir cristiano que muchos le endilgan. Él mismo dice: “Yo vengo de una familia que no era practicante, más bien de libres pensadores. Y encontré el cristianismo como una forma de vivir el amor al prójimo, el amor a los semejantes. Al ver la importancia que tiene esto, resolví dedicarme al amor al prójimo de tiempo completo, y por eso me hice sacerdote. Cuando vi que la caridad, el amor, para ser sincero y verdadero era necesario que fuera eficaz, entonces vi que era necesario unirlo a la ciencia, y por eso me hice sociólogo. Pero al estudiar la sociología, me di cuenta que para darle de comer a las mayorías, no bastaba con la beneficencia del paternalismo, sino que había que organizar a nuestra sociedad en una forma diferente. Por todos los modos traté de que esto lo hicieran los laicos católicos, para que realizaran la transformación estructural en Colombia, en beneficio de mis hermanos. Sin embargo, vi que no se quería hacer, y después de haber ensayado por muchos medios, de recurrir a los políticos de la oposición, me resolví a plantearlo directamente”.

Camilo en su propuesta, como lo manifiesta Orlando Fals Borda, plantea un sistema orientado por el amor al prójimo, en donde “sintetiza y simplifica algunas de las tendencias instrumentales del mundo moderno, reiterando anteriores ideales socialistas y otros nuevos, vertiéndolos en moldes culturales propios y buscando la autenticidad propia”, que posibilita una “sociedad abierta y justa, con amplias oportunidades para todos, en el que se respeten las divergencias de opinión, creencia y actitud”. Desde este contexto, Camilo aporta elementos significativos en la construcción de una democracia positiva, que pasa por el reconocimiento de la existencia de la diversidad, dejando de lado las diferencias doctrinarias y poniendo lo que tenemos en común, pero como él mismo lo dice, esto será posible: “(...) Cuando logremos reunir a todos los colombianos por encima de sus partidos tradicionales liberal y conservador, por encima de las diferentes filosofías e ideologías, por cuanto es importante que cada uno de nosotros tenga una ideología, y tanto lo considero yo así, que tengo un uniforme que representa una filosofía y una religión, por eso considero importante que nosotros tengamos una concepción total de la vida, cualquiera que sea, y que la profesemos profundamente hasta las últimas consecuencias. Pero si esa filosofía, esa mística que nos tiene que dar nuestra creencia nos impulsa principalmente al servicio de los demás, como creo yo que es un elemento común entre la filosofía cristiana y la filosofía del marxismo. Al entregarnos por

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los demás, vivamos intensamente cada uno ese Amor al prójimo, pero que esa filosofía nos lleve precisamente a buscar la eficacia en el amor al prójimo, y el buscar esa eficacia no puede ser sino mediante la unión como lo hemos dicho muchas veces”.

En este sentido, el pensamiento y ejemplo de Camilo son referentes necesarios de unidad y compromiso social y político para el desarrollo de los movimientos sociales y populares autónomos e independientes de los sistemas políticos y del Estado, donde converjan todas las fuerzas y expresiones políticas de izquierda, progresistas y democráticas en torno a un proyecto nacional que transforme las estructuras económicas, sociales y políticas, capaz de contrarrestar esa economía dependiente, transnacionalizada, financiera-especulativa, terrateniente- mafiosa y paramilitar que hoy tiene a más de 30 millones de colombianos en la pobreza y miseria. Para hacer realidad lo anterior, no basta solamente la conciencia y la actividad, sino que es necesaria la organización desde la base, en cada uno de los rincones del territorio nacional. Así lo concebía Camilo: “La conciencia y la actividad no bastan para realizar una revolución. La actividad anárquica puede resultar estéril y, por lo tanto, fuente de nuevas frustraciones. Se necesita la organización; organización que supone planificación, liderazgo, coordinación, control. La conciencia, actividad y organización que nosotros debemos promover en la clase popular nos exige tener unidad de conciencia, unidad de actividad y unidad de organización entre nosotros mismos. Las rencillas de grupo y los personalismos desconciertan a esa masa. Este desconcierto que esteriliza la lucha debe ser para nosotros el más poderoso acicate para buscar la unión y no traicionar a nuestro pueblo y a nuestra misión histórica”.

A partir de estos planteamientos se puede recrear –más no calcar- la “plataforma para un movimiento de unidad popular”, que proponga la estructuración de un aparato político pluralista, capaz de unir grupos diversos y hacerlos mover hacia una misma dirección: la tomar el poder. La utopía pluralista de Camilo, según Fals Borda, aporta: “Una crítica a la cultura y a la civilización reinantes, que facilitan el advenimiento de un nuevo orden social. Pero no produce el tipo de concepción autoritaria, de disciplina monolítica, que algunos autores anotan en la mayoría de las utopías clásicas. En ésta se crean un orden social inflexible y dogmático, con un sistema de gobierno centralizado y absoluto. Como resultado del pluralismo utópico, no aparece una sociedad cerrada y estratificada que frustre el libre desarrollo humano y de la personalidad”.

Dicha plataforma, deberá impulsar transformación de los partidos de izquierda, en el sentido de concebir un nuevo enfoque en la construcción de una estrategia de ruptura con el sistema económico y el parlamentarismo burgués, que se articule a los procesos asociativos, a las luchas y a los mecanismos de toma de decisiones.

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En esta perspectiva, la democracia popular se convierte en un elemento fundamental en la configuración de una izquierda social y política, que supere la arcaica democracia representativa y los enfoques reduccionistas de las izquierdas, que, como lo plantea Adolfo Sánchez Vásquez, centra su atención en el sujeto, el espacio, la forma y el objeto de la participación, puesto que “la democracia exige una participación consciente, racional en la toma de decisiones que afectan a la comunidad, y toda vez que esta participación es una exigencia de libertad, la democracia es un valor al que no se puede dejar de aspirar”. Lo anterior, podría ser la base para la configuración de un nuevo partido, más comprometido socialmente, más ético, más militante, que genere una acumulación de fuerzas desde la izquierda, teniendo en cuenta la reactivación de los movimientos sociales sectoriales, gremiales, globales, que confluyan en un movimiento político nacional, democrático, amplio, pluralista, capaz de superar los límites que le impone el sistema social vigente para dar paso a la construcción del socialismo. Dicho movimiento, en buena hora, cuenta con unos referentes metodológicos planteados por Camilo, los cuales permitirán ir pasando gradualmente de los sentimientos a lo racional, a partir de: (i) Lograr las transformaciones económicas, sociales y políticas indispensables para el bienestar de las mayorías, (ii) garantizar un movimiento radicalmente democrático, donde las mayorías organizadas ejerzan el poder, (iii) desarrollar una democracia de base, que garantice la unidad popular alrededor de los objetivos comunes, y (iv) consolidar un aparato con conciencia sólida, mística y dirigentes servidores. Lo anterior, en el convencimiento de Camilo, quien decía que: “Debemos saber que cuando vamos a la base de nuestro pueblo es mucho más para aprender que para enseñar. Puede ser que esa base tenga más dificultad para comunicar sus valores. En esa comunicación nosotros debemos esforzarnos para poder aprovechar lo que nos enseña el pueblo. En él existen necesidades comunes, aspiraciones comunes. Por eso, sería en última instancia, el pueblo el que nos enseñará cómo debemos realizar la unión”.

La perspectiva histórica de volver a Camilo es una forma de no renunciar a todas las posibles batallas en el continente latinoamericano, de mostrar la vigencia actual del ideario camilista y de cómo éste ha incidido en el desarrollo de propuestas como las esbozadas por la Generación Sentipensante en Colombia, que alentados por el trabajo de Camilo en Tunjuelito se acercó a las bases populares y puso en práctica las enseñanzas de la Investigación Acción Participativa (IAP) para investigar la realidad. O como lo manifiesta Fals Borda, al señalar que “el impacto contemporáneo más claro del pensamiento camilista en Colombia se expresó, casi sin advertirlo, en la organización y funcionamiento de los Grupos Temáticos y las Tertulias Ideológicas organizadas para la campaña presidencial del doctor Carlos Gaviria Díaz” en el 2006 a nombre del Polo

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Democrático Alternativo (PDA), obteniendo 2.609.412 votos (22.04%) del total de votos. Finalmente, hablar de Camilo hoy es intentar develar su vida y pensamiento como referente histórico para recuperar la memoria perdida, no como un recuento de hechos sincrónicos sino como una cuestión de poder, que nos permite mantener o transformar un gobierno o estado. Retomar a Camilo, para superar el estigma que cae sobre él, es despojarse de dogmas y sectarismos, dejar de creerse el ombligo del mundo para empezar a construir o reconstruir un ideario de izquierda positiva, capaz de entender el momento actual y que asuma desde la realidad concreta la construcción de espacios políticos de acumulación en alianzas políticas y electorales que le permitan crecer y posicionarse como alternativa de poder real. En este orden de ideas, como lo señala Carlos Medina Gallego: “La izquierda internacional ha dado muestras de cómo se construye la política de alianzas en las que se priorizan los enemigos: a los comunistas de la antigua URSS no les costó mucho trabajo unirse con el capitalismo de los países aliados para derrotar el fascismo y poner fin a la segunda guerra mundial, dando origen a un nuevo ordenamiento político del planeta”.

La anterior referencia, vista desde el punto de vista figurado, y enmarcado en la actual coyuntura colombiana -atravesada por el diálogo entre el Gobierno y las FARC-EP en La Habana- indica la necesidad de superar la miopía política, mediante la creación de un frente político amplio y pluralista (de alineados y no alineados) en favor de la paz con justicia social, en el sentido que contribuya a fundar las bases para la construcción de un mandato de nuevo gobierno y nueva nación, máxime cuando se están produciendo reposicionamiento de la extrema derecha autoritaria. Esta posibilidad, deberá pasar –como lo dice Medina Gallegopor “una alianza tácita de la izquierda democrática con ciertos sectores políticos de derecha que fortalezca sus poderes regionales en proceso de acumulación creciente y, sobre todo, que garantice la continuidad del proceso de conversaciones en la fase de implementación de acuerdos”. Esta es una oportunidad para abrir el camino a la unidad en lo común, por encima de las ambiciones personales, y para que Camilo deje de ser un fetiche y se convierta en un baluarte de identidad, resistencia y lucha de los pueblos oprimidos.

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