Sobresaliente
Intuición y nuevos lugares en el cine
Los directores quiteños Mateo Herrera y Viviana Cordero presentan sus nuevas películas: Chuquiragua y Sólo es una más, que se estrenarán en septiembre y octubre, respectivamente, y constituyen importantes aportes a la industria fílmica nacional.
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Texto: William Morales Ruiz. Fotos: Edison Guacollante, cortesía y FB Sólo es una más.
a quiteña Viviana Cordero es escritora, cineasta y dramaturga. Empezó a escribir a los 16 años, con su novela El paraíso de Ariana, que se publicó cuando ella tenía 30. Sin embargo, dice que entró al cine por casualidad a los 25. “Mi hermano Juan Esteban, quien era músico y murió muy joven, me llamó un día desde Francia y me dijo: ‘Vamos a hacer una película y quiero que me ayudes a escribir el guion’. Le respondí: ‘¡Dios mío, esto es algo loco!’. Pero como estudiaba Literatura y estaba escribiendo, me aventuré a ayudarlo con el guion de Sensaciones, que fue la primera película musical del país. Entonces, al empezar con el guion, le ayudé también con la producción, la dirección, y el cine me cautivó desde ese momento”, explica. En octubre próximo se estrenará Sólo es una más, la quinta película que Viviana produce, dirige y escribe después de Sensaciones, Un titán en el ring, Retazos de vida y No robarás… (a menos que sea necesario). En televisión también estuvo al frente de la serie El gran retorno; cuenta con cinco libros: El paraíso de Ariana, El teatro de los monstruos, Voces, Mundos opuestos y Una pobre, tan ¿qué hace?, además de muchos trabajos para las tablas. La cineasta de 53 años –hermana del también director Sebastián Cordero– considera que la industria fílmica es una de las más difíciles porque no existe financiamiento en el país. Por
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eso agrega que en un momento de su vida optó por no hacer películas. Sin embargo, hace cuatro años (los mismos que también tardó en buscar financiamiento) empezó a trabajar en el filme Sólo es una más, que surgió de “una manera casual porque me reencontré con Daniel Wappenstein, mi compañero desde el primer año de colegio, a quien no había visto desde hace más de dos décadas y es padre de Joaquín (joven de 20 años de edad que sufre de epilepsia y protagoniza la película). Su historia me parecía fascinante porque, a raíz de la muerte de su madre, comenzó a convulsionar a la edad de 9 años, le descubrieron epilepsia y un tumor cerebral. Lo que me contaba mi amigo era muy cinematográfico: el padre solo, con cuatro hijos y enfrentando todo eso. A Joaquín le propuse trabajar y que me ayudara en la elaboración del guion para ir juntos de la mano”. El filme narra parte de la vida de Mateo, un chico de 20 años que casi a diario presenta convulsiones, y de Martina, quien nació con síndrome de Down. Ambos personajes están representados por actores que padecen de esas condiciones en la vida real: Joaquín Wappenstein y Nicolle Herdoiza. Completan el elenco María Teresa Guerrero y Pedro Saad. Viviana recalca que Sólo una más es muy importante porque es una de las primeras películas ecuatorianas que trata el tema de la discapacidad: “No de una manera documental, sino de una forma dramática, en que Joaquín y Nicolle muestran que uno tiene que vivir con lo que tiene, es decir, en algunos casos serán enfermedades, en otros serán discapacidades; pero que la vida sigue y podemos optar por una opción optimista de la cotidianidad”. Joaquín Wappenstein y Nicolle Herdoiza protagonizan Sólo es una más.
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El páramo según Mateo Herrera
“E
n la carrera de un cineasta cada película es un reto porque tiene sus obstáculos y sus logros”, dice el director quiteño Mateo Herrera, quien lleva 17 años inmerso en este mundo, lapso en el que ha realizado ocho filmes y documentales: Alegría de una vez (2001), Jaque (2003), El comité (2005), Impulso (2009), Tinta sangre (2013), Resonancia (2013), El panóptico ciego (2015) y Chuquiragua, que se estrena este mes a nivel nacional. Estudió cine en Chile, en 1992. Desde esa época hizo cortometrajes y largometrajes tanto en ese país como en Ecuador, hasta que en 1998 trabajó como editor de la película Ratas, ratones, rateros, de Sebastián Cordero. El cineasta de 43 años destaca que sus ocho películas han obtenido reconocimientos, lo que considera muy importante por el esfuerzo que ha hecho en cada rodaje. “Impulso ganó un premio en Tolouse, Francia. Es un filme pequeño hecho con poco presupuesto y les gané a unas películas gigantescas mexicanas y brasileñas. Cada reconocimiento para el cine ecuatoriano es casi como un premio de Olimpiadas, es un premio épico. Cuando una película ecuatoriana gana un galardón debería ser celebrada por todos porque es un gran logro para el país”, explica. Para Herrera, su filme Chuquiragua nace de una idea muy sencilla: “Yo quise hacer una película con tres personajes y con una sola locación, en el páramo. Es una especie de reto para ver si soy capaz de contar una historia con muy pocos elementos, una historia entretenida, muy profunda, que luego se fue complicando”. La trama gira en torno a Agustín, quien escapó al páramo para terminar su tesis, pero su rutina cambia con la llegada de Lucía y su novio Santiago, quienes instalan su carpa al lado de la de Agustín. Los tres deberán enfrentarse a sí mismos en la soledad del páramo, que se ha convertido en un personaje de mil caras. Los protagonistas son María Alché, Roberto Sempértegui y Stefano Bajak. A propósito de la locación, Mateo cuenta que cuando fue niño conoció Papallacta porque un tío suyo lo llevó y vio lo “mágico” de ese lugar: “Ese paisaje es alucinante y dije: ‘Aquí hay que filmar una película’. Luego pasaron los años y escribí un guion sobre el páramo, que es algo mágico. Hay una presencia en ese lugar, un misterio, que es lo que yo quería retratar”. El rodaje duró 24 días en el páramo, “a 4.300 metros de altura, con una temperatura de -2°C, viento helado constante, y cuando salía el sol también salían los mosquitos conocidos como ‘arenillas’ porque son milimétricos, y es el peor mosquito. Es un lugar duro y difícil para quien no es montañista”, concluye. V
Escena de Chuquiragua.
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