Revista La Senda - Abril 2020

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¿POR QUÉ TIENEN MIEDO?

Órgano de Comunicación de la Diócesis de Tepic | www.LaSenda.org.mx | Abril 2020

Nº 42



LA SENDA - SUMARIO

Urbi et Orbi

Abril 2020

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20 Cuestiones de Iglesia La Vigilia Pascual Sus Signos y su significado

¿Por qué tienen miedo?

25 Mirada Profética El Ser Humano y su Derecho a la Vida 10 Fe Viva Dios es Misericordia 15 Curiosidades de la Biblia El Salmo 50: un mensaje de esperanza para el hombre que quiere volver a Dios

28 Constructores del reino Santa Catalina de Siena: Mujer que renueva los caminos de la Iglesia

18 Toma de Conciencia Perdonarse a sí mismo

DIRECTORIO Consejo Editorial Pbro. Lic. Juan Luis Casillas Martínez PRESIDENTE Pbro. Lic. Sergio Díaz Lepe Pbro. Juan José Olmos Medina Diác. Oscar Gerardo Flores Gómez Lic. Guillermina Deniss Muñiz Hna. Elvira Salcido Alarcón Profa. Cuqui Leal Lic. Ernesto Cuervo Pérez

Director y Editor Responsable Pbro. Lic. Juan Luis Casillas Martínez

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La Senda de Fray Junípero

PLAZA CARACOL, Segunda Sección, Local 19, Av. Los Tules 178, Zona Hotelera Las Glorias, C.P. 48333 Puerto Vallarta, Jal. Tel.: (322) 293 6043 info@lasenda.org.mx

Publicación de Formación Católica de la Diócesis de Tepic A. R. Los escritos firmados son responsabilidad del autor, no de la publicación ni del titular.

32 Visita Pastoral María Reina de la Paz Marina, Puerto Vallarta 34

Parroquia de San Miguel Arcángel El Pitillal, Puerto Vallarta

Cristo milagroso de San Marcello al Corso.

El Cristo que estuvo presente durante la bendición extraordinaria “Urbi et Orbi” el pasado 27 de marzo, es una imagen que data de 1519. Se le considera milagroso por dos razones: 1.- Fue la única imagen religiosa que quedó ilesa tras el incendio que destruyó completamente la iglesia de San Marcello el 23 de mayo de 1519. 2.- En 1523 realizó una procesión en todo Roma con una duración de 16 días, deteniéndose en todos los barrios romanos. Esto con motivo de la “peste negra”. Al terminar la procesión, la plaga había desaparecido completamente de la ciudad.


EDITORIAL

Una vida con Sentido Cristiano

L

a pandemia de miedo y zozobra que se está viviendo, asociada al coronavirus, ha confrontado a muchos con el sentido (o el sin-sentido) de su vida, incluso a los “creyentes”. Y es que, en realidad, una vida “vivida” como antes del coronavirus, con todo fácil y cómodo, es una vida incompleta. Por supuesto que es bueno que todo sea cómodo, práctico, funcional; pero es esencial que también tenga sentido. Hacer sólo lo que es fácil y rápido quita el sentido del propósito que hayas dado a lo que haces, si es que se lo has dado. El Coronavirus no es bueno para nadie. Ha llegado para arrebatarnos todas las cosas que en parte nos hacen humanos desde que el mundo es mundo: la tranquilidad, la convivencia y, sobre todo, la felicidad de compartir los mejores momentos de nuestras vidas con nuestros seres queridos. “Hasta nuevo aviso”. No es el miedo ni el virus en sí mismo. A diferencia de todas las creaturas del universo –visibles e invisibles– el hombre tiende a descubrir un sentido en su vida, un propósito, un “¿para qué?”, y llenarlo de contenido.

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Ahora que nos vemos lejos de la comunidad y de su religiosidad, del templo, de los sacerdotes y, sobre todo, de la Eucaristía, aparecen inquietudes sobre ello; pero también vale la pena revisamos si es sólo costumbre o realmente hemos creado un para qué soy cristiano, para qué me acerco a la Eucaristía. Es un buen momento para revisar en verdad si hemos construido personalmente nuestro propósito de estar en este mundo, y no sólo estar actuando por lo que me han inculcado mis ancestros y por la cultura que me envuelve. Es un buen momento para analizar cómo es el Dios en el que creo; qué reflexiones, cuáles experiencias personales me han llevado a decir: “¡sí hay Dios, y es así!”, y eso me ha llevado a colocar humanamente las bases de la esperanza y de fe que pueda tener. Es un buen momento para discernir y comprobar si mi “ser cristiano” es un estilo de vida que me facilita descubrir que mi sentido de vida vale la pena.

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Voz del Obispo

UN ALTO EN LA VIDA

COVID -19

“S

eñor el amigo a quien tanto quieres está enfermo”. Al oír esto, Jesús dijo: “esta enfermedad no acabará en la muerte, sino que servirá para la gloria de Dios” (Jn. 11,3-4). Ante la contingencia mundial ocasionada por la presencia del coronavirus, mejor conocido como COVID-19, se ha despertado en todas las naciones del mundo una alerta con una serie de indicaciones por las autoridades de la salud para no caer en una tragedia mundial: la muerte de muchos seres humanos, por eso es importante seguir dichas indicaciones haciéndonos responsables unos de otros, cuidando el bien de toda la humanidad. Esta Pandemia, si bien nos ha traído muchos temores e interrogantes, también nos ha traído muchas reflexiones, muchas lecciones: una, todos somos frágiles, débiles, pero nuestra fuerza está en Dios, somos hijos de Dios. Dios cuida de nosotros, es un Padre que nos dice: “no temas, yo estoy contigo, tú vales mucho a mis ojos, eres precioso, eres estimado, y yo te amo” (Cfr. Isaías 43,1-5). Todos salimos de las manos de Dios, por eso todos somos hermanos, hijos de Dios, y no podemos permanecer indiferentes ante esta situación; sentimos el dolor de las familias que han perdido un ser querido y pedimos a Dios que los que han muerto gocen de su presencia, y que a las familias les dé fortaleza. Los que aun vivimos, es tiempo de hacer un examen de conciencia y, si hemos fallado, es tiempo de volvernos a Dios y pedirle humildemente perdón, sabiendo que, como buen Padre, siempre nos espera con los brazos abiertos para perdonarnos y hacer fiesta. Es tiempo de escuchar y meditar la Palabra de Dios. Es tiempo de valorar la familia; muchas veces el ritmo de trabajo nos ha hecho olvidar a los seres queridos, a los hijos, a los padres, a los abuelos; es importante volver a vivir la experiencia de la familia como una comunidad de vida y de amor, donde cada persona se sienta valorado, acogido.

Es tiempo de recordar que no sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios, que nos enseña a amarnos los unos a los otros, a vivir la fraternidad, la solidaridad, la comunión; a construir un mundo nuevo donde habiten el amor, la paz, la justicia. También es tiempo de tener presente que toda autoridad es para servir y para buscar el bien común; no para dominar, crear división o querer prolongarse en el poder. Hoy, más que nunca, tomemos conciencia de que todos los seres humanos estamos para ayudarnos, no para destruirnos. Cuidemos nuestra casa común: la creación. Todos juntos pidamos a Dios que nos libre de esta Pandemia del COVID-19, y de la Pandemia de la autodestrucción humana. Hagamos un mundo nuevo, donde habiten el amor, la paz y la justicia. +Luis Artemio Flores Calzada VIII Obispo de Tepic.

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URBI ET ORBI

¿Por qué tienen miedo? Papa Francisco, Bendición Urbi et Orbi extraordinaria

«A

l atardecer» (Mc 4,35). Así comienza el Evangelio que hemos escuchado.

Desde hace algunas semanas parece que todo se ha oscurecido. Densas tinieblas han cubierto nuestras plazas, calles y ciudades; se fueron adueñando de nuestras vidas llenando todo de un silencio que ensordece y un vacío desolador que paraliza todo a su paso: se palpita en el aire, se siente en los gestos, lo dicen las miradas. Nos encontramos asustados y perdidos. Al igual que a los discípulos del Evangelio, nos sorprendió una tormenta inesperada y furiosa. Nos dimos cuenta de que estábamos en la misma barca, todos frágiles y desorientados; pero, al mismo tiempo, importantes y necesarios, todos llamados a remar juntos, todos necesitados de confortarnos mutuamente. En esta barca, estamos todos. Como esos discípulos, que hablan con una única voz y con angustia dicen: “perecemos” (Cfr. v. 38), también nosotros descubrimos que no podemos seguir cada uno por nuestra cuenta, sino sólo juntos. Es fácil identificarnos con esta historia, lo difícil es entender la actitud de Jesús. Mientras los discípulos, lógicamente, estaban alarmados y desesperados, Él permanecía en popa, en la parte de la barca que primero se hunde. Y, ¿qué

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hace? A pesar del ajetreo y el bullicio, dormía tranquilo, confiado en el Padre —es la única vez en el Evangelio que Jesús aparece durmiendo—. Después de que lo despertaran y que calmara el viento y las aguas, se dirigió a los discípulos con un tono de reproche: «¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?» (v. 40).

tempestad pone al descubierto todos los intentos de encajonar y olvidar lo que nutrió el alma de nuestros pueblos; todas esas tentativas de anestesiar con aparentes rutinas “salvadoras”, incapaces de apelar a nuestras raíces y evocar la memoria de nuestros ancianos, privándonos así de la inmunidad necesaria para hacerle frente a la adversidad.

Tratemos de entenderlo. ¿En qué consiste la falta de fe de los discípulos que se contrapone a la confianza de Jesús? Ellos no habían dejado de creer en Él; de hecho, lo invocaron. Pero veamos cómo lo invocan: «Maestro, ¿no te importa que perezcamos?» (v. 38). No te importa: pensaron que Jesús se desinteresaba de ellos, que no les prestaba atención. Entre nosotros, en nuestras familias, lo que más duele es cuando escuchamos decir: “¿Es que no te importo?”. Es una frase que lastima y desata tormentas en el corazón. También habrá sacudido a Jesús, porque a Él le importamos más que a nadie. De hecho, una vez invocado, salva a sus discípulos desconfiados.

Con la tempestad, se cayó el maquillaje de esos estereotipos con los que disfrazábamos nuestros egos siempre pretenciosos de querer aparentar; y dejó al descubierto, una vez más, esa (bendita) pertenencia común de la que no podemos ni queremos evadirnos; esa pertenencia de hermanos.

La tempestad desenmascara nuestra vulnerabilidad y deja al descubierto esas falsas y superfluas seguridades con las que habíamos construido nuestras agendas, nuestros proyectos, rutinas y prioridades. Nos muestra cómo habíamos dejado dormido y abandonado lo que alimenta, sostiene y da fuerza a nuestra vida y a nuestra comunidad. La

«¿Por qué tienen miedo? ¿Aún no tienen fe?». Señor, esta tarde tu Palabra nos interpela se dirige a todos. En nuestro mundo, que Tú amas más que nosotros, hemos avanzado rápidamente, sintiéndonos fuertes y capaces de todo. Codiciosos de ganancias, nos hemos dejado absorber por lo material y trastornar por la prisa. No nos hemos detenido ante tus llamadas, no nos hemos despertado ante guerras e injusticias del mundo, no hemos escuchado el grito de los pobres y de nuestro planeta gravemente enfermo. Hemos continuado imperturbables, pensando en mantenernos siempre sanos en un mundo enfermo. Ahora, mientras estamos en mares agitados, te suplicamos: “Despierta, Señor”.

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«¿Por qué tienen miedo? ¿Aún no tienen fe?». Señor, nos diriges una llamada, una llamada a la fe. Que no es tanto creer que Tú existes, sino ir hacia ti y confiar en ti. En esta Cuaresma resuena tu llamada urgente: “Convertíos”, «volved a mí de todo corazón» (Jl 2,12). Nos llamas a tomar este tiempo de prueba como un momento de elección. No es el momento de tu juicio, sino de nuestro juicio: el tiempo para elegir entre lo que cuenta verdaderamente y lo que pasa, para separar lo que es necesario de lo que no lo es. Es el tiempo de restablecer el rumbo de la vida hacia ti, Señor, y hacia los demás. Y podemos mirar a tantos compañeros de viaje que son ejemplares, pues, ante el miedo, han reaccionado dando la propia vida. Es la fuerza operante del

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Espíritu derramada y plasmada en valientes y generosas entregas. Es la vida del Espíritu capaz de rescatar, valorar y mostrar cómo nuestras vidas están tejidas y sostenidas por personas comunes —corrientemente olvidadas— que no aparecen en portadas de diarios y de revistas, ni en las grandes pasarelas del último show pero, sin lugar a dudas, están escribiendo hoy los acontecimientos decisivos de nuestra historia: médicos, enfermeros y enfermeras, encargados de reponer los productos en los supermercados, limpiadoras, cuidadoras, transportistas, fuerzas de seguridad, voluntarios, sacerdotes, religiosas y tantos pero tantos otros que comprendieron que nadie se salva solo. Frente al sufrimiento, donde se mide el verdadero desarrollo


de nuestros pueblos, descubrimos y experimentamos la oración sacerdotal de Jesús: «Que todos sean uno» (Jn 17,21). Cuánta gente cada día demuestra paciencia e infunde esperanza, cuidándose de no sembrar pánico sino corresponsabilidad. Cuántos padres, madres, abuelos y abuelas, docentes muestran a nuestros niños, con gestos pequeños y cotidianos, cómo enfrentar y transitar una crisis readaptando rutinas, levantando miradas e impulsando la oración. Cuántas personas rezan, ofrecen e interceden por el bien de todos. La oración y el servicio silencioso son nuestras armas vencedoras. «¿Por qué tienen miedo? ¿Aún no tienen fe?». El comienzo de la fe es saber que necesitamos la salvación. No somos autosuficientes; solos nos hundimos. Necesitamos al Señor como los antiguos marineros las estrellas. Invitemos a Jesús a la barca de nuestra vida. Entreguémosle nuestros temores, para que los venza. Al igual que los discípulos, experimentaremos que, con Él a bordo, no se naufraga. Porque esta es la fuerza de Dios: convertir en algo bueno todo lo que nos sucede, incluso lo malo. Él trae serenidad en nuestras tormentas, porque con Dios la vida nunca muere. El Señor nos interpela y, en medio de nuestra tormenta, nos invita a despertar y a activar esa solidaridad y esperanza capaz de dar solidez, contención y sentido a estas horas donde todo parece naufragar. El Señor se despierta para despertar y avivar nuestra fe pascual. Tenemos un ancla: en su Cruz hemos sido salvados. Tenemos un timón: en su Cruz hemos sido rescatados. Tenemos una esperanza: en su Cruz hemos sido sanados y abrazados para que nadie ni nada nos separe de su amor redentor. En medio del aislamiento donde estamos sufriendo la falta de los afectos y de los encuentros, experimentando la carencia de tantas cosas, escuchemos una vez más el anuncio que nos salva: ha resucitado y vive a nuestro lado. El Señor nos interpela desde su Cruz a reencontrar la vida que nos espera, a mirar a aquellos que nos reclaman, a potenciar, reconocer e incentivar la gracia que nos habita. No apaguemos la llama humeante (cf. Is 42,3), que nunca enferma, y dejemos que reavive la esperanza.

por un instante nuestro afán de omnipotencia y posesión para darle espacio a la creatividad que sólo el Espíritu es capaz de suscitar. Es animarse a motivar espacios donde todos puedan sentirse convocados y permitir nuevas formas de hospitalidad, de fraternidad y de solidaridad. En su Cruz hemos sido salvados para hospedar la esperanza y dejar que sea ella quien fortalezca y sostenga todas las medidas y caminos posibles que nos ayuden a cuidarnos y a cuidar. Abrazar al Señor para abrazar la esperanza. Esta es la fuerza de la fe, que libera del miedo y da esperanza. «¿Por qué tienen miedo? ¿Aún no tienen fe?». Queridos hermanos y hermanas: Desde este lugar, que narra la fe pétrea de Pedro, esta tarde me gustaría confiarlos a todos al Señor, a través de la intercesión de la Virgen, salud de su pueblo, estrella del mar tempestuoso. Desde esta columnata que abraza a Roma y al mundo, descienda sobre vosotros, como un abrazo consolador, la bendición de Dios. Señor, bendice al mundo, da salud a los cuerpos y consuela los corazones. Nos pides que no sintamos temor. Pero nuestra fe es débil y tenemos miedo. Mas tú, Señor, no nos abandones a merced de la tormenta. Repites de nuevo: «No tengáis miedo» (Mt 28,5). Y nosotros, junto con Pedro, “descargamos en ti todo nuestro agobio, porque Tú nos cuidas” (cf. 1 P5,7).

Abrazar su Cruz es animarse a abrazar todas las contrariedades del tiempo presente, abandonando www.lasenda.org.mx

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FE VIVA

Dios es Misericordia Pbro. Juan José Olmos Medina

C

omo en tiempos de los jueces, en la historia del pueblo de Israel, a falta de un guía o caudillo a la manera de Moisés o de Josué, Dios suscitó hombres y mujeres a lo largo y ancho de la geografía del pueblo escogido que con sus carismas, vivencias e historias propias, fueron los protagonistas de acontecimientos capitales en la historia de la salvación. Algunos de ellos forman parte de la cultura popular, como la historia de Sansón y Dalila, o Gedeón y sus batallas; hay otros menos conocidos, pero no menos importantes, como Débora, Barac, Jefté y su juramento, etc.

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¿Qué tienen en común todos ellos? Fueron enviados por Dios para responder a una necesidad concreta de su pueblo, y ellos con espíritu generoso aportaron desde su particularidad vías de solución y respuestas a esas necesidades.

Mensajeros de la Misericordia Hoy en día Dios, en su insondable sabiduría, sigue suscitando en medio de la comunidad cristiana personas con los carismas y dones que responden también a necesidades concretas de nuestro caminar. Desde esta perspectiva


de fe es como debemos recibir los aportes que cada uno de los papas va dando a la Iglesia y la enriquecen. Los papas san Juan Pablo II y Francisco, y cada uno a su manera, han tenido una fuerte experiencia de la misericordia de Dios en sus vidas que luego han compartido a toda la grey. Ambos urgen una práctica y vivencia de la misericordia como solución a muchos de los problemas del hombre actual. Como

en

quien Cristo concedió ser una portavoz particularmente inspirada de la verdad sobre la Divina Misericordia… Sor Faustina se convirtió en pregonera del mensaje, según el cual la única verdad capaz de contrarrestar el mal de estas ideologías es que Dios es Misericordia, la verdad del Cristo misericordioso. Por eso, al ser llamado a la Sede de Pedro, sentí la necesidad imperiosa de transmitir las experiencias vividas en mi país natal, pero que son ya acervo de la Iglesia universal” (Juan Pablo II, Memoria e Identidad, conversaciones al filo de dos milenios en el capítulo 2, al hablar de las ideologías del mal).

otras

ocasiones quisiera que fuéramos de la mano de los documentos magisteriales de estos dos pontífices (san Juan Pablo II y el papa Francisco). Rico en Misericordia Con fecha del 30 de noviembre de 1980, el papa polaco ofreció a la Iglesia la encíclica Dives in Misericordia (DM, Rico en Misericordia), que forma parte de una trilogía de encíclicas sobre la Santísima Trinidad, y que en palabras del mismo Papa “las reflexiones de la Dives in misericordia fueron fruto de mis experiencias pastorales en Polonia y especialmente en Cracovia. Porque en Cracovia está la tumba de santa Faustina Kowalska, a

El Rostro de la Misericordia El otro documento, Misericordiae Vultus (MV, El rostro de la Misericordia) del papa Francisco, de fechas más recientes –abril de 2015– es la Bula por la cual convoca al jubileo extraordinario

de la misericordia, que tuvo lugar de diciembre 2015 a noviembre 2016. Misericordia olvido”

“echada

al

Ambos pastores coinciden al describir los tiempos actuales como un escenario donde la misericordia pareciera estar echada al olvido y va reinando poco a poco la indiferencia. “La mentalidad contemporánea, quizás en mayor medida que la del hombre del pasado, parece oponerse al Dios de la misericordia y tiende además a orillar de la vida y arrancar del corazón humano la idea misma de la misericordia. La palabra y el concepto de “misericordia” parecen producir una cierta desazón en el hombre, quien, gracias a los adelantos tan enormes de la ciencia y de la técnica, como nunca fueron conocidos antes en la historia, se ha hecho dueño y ha dominado la tierra mucho más que en el pasado. Tal dominio sobre la tierra, entendido tal vez unilateral y superficialmente, parece no dejar espacio a la misericordia. A este respecto, podemos sin embargo recurrir de manera provechosa a la imagen de la condición del hombre en el mundo contemporáneo, tal cual es delineada al comienzo de la Constitución Gaudium et Spes. Entre otras, leemos allí las siguientes frases: “De esta forma, el mundo moderno aparece a la vez poderoso y débil, capaz de lo mejor y lo peor, pues tiene abierto el camino para optar por la libertad y la esclavitud, entre el progreso o el retroceso, entre la fraternidad o el odio. El hombre sabe muy bien que está en su mano el dirigir correctamente las fuerzas que él ha desencadenado, y que pueden aplastarle o salvarle” (DM, n. 2) www.lasenda.org.mx

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FE VIVA Dios no es indiferente a nosotros Y el Papa Francisco, en su mensaje de cuaresma del año 2015 nos compartía: “La Cuaresma es un tiempo de renovación para la Iglesia, para las comunidades y para cada creyente. Pero sobre todo es un «tiempo de gracia» (2 Co 6,2). Dios no nos pide nada que no nos haya dado antes: «Nosotros amemos a Dios porque Él nos amó primero» (1 Jn 4,19). Él no es indiferente a nosotros. Está interesado en cada uno de nosotros, nos conoce por nuestro nombre, nos cuida y nos busca cuando lo dejamos. Cada uno de nosotros le interesa; su amor le impide ser indiferente a lo que nos sucede. Pero ocurre que cuando estamos bien y nos sentimos a gusto, nos olvidamos de los demás (algo que Dios Padre no hace jamás), no nos interesan sus problemas, ni sus sufrimientos, ni las injusticias que padecen…

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Entonces nuestro corazón cae en la indiferencia: yo estoy relativamente bien y a gusto, y me olvido de quienes no están bien. Esta actitud egoísta, de indiferencia, ha alcanzado hoy una dimensión mundial, hasta tal punto que podemos hablar de una globalización de la indiferencia. Se trata de un malestar que tenemos que afrontar como cristianos”. Una Iglesia que quiera mantenerse vigente y como un signo de la presencia de Dios en el mundo actual, no debe centrarse solamente en el campo doctrinal o argumentativo, ni reducir la fe a la dimensión celebrativa o litúrgica, debe asumir el reto de ser sal y luz desde el testimonio, para que los demás viendo las buenas obras, glorifiquen a Dios y también crean.

La misericordia en la vida de la Iglesia La Iglesia vive una vida auténtica cuando profesa y proclama la misericordia –el atributo más estupendo del Creador y del Redentor– y cuando acerca a los hombres a las fuentes de la misericordia del Salvador, de las que es depositaria y dispensadora (DM n. 13). “Jesucristo ha enseñado que el hombre no sólo recibe y experimenta la misericordia de Dios, sino que está llamado a «usar misericordia» con los demás: “Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia” La Iglesia ve en estas palabras una llamada a la acción y se esfuerza por practicar la misericordia. Si todas las bienaventuranzas del sermón de la montaña indican el camino de la conversión y del cambio de vida, la que se refiere a los misericordiosos


es a este respecto particularmente elocuente. El hombre alcanza el amor misericordioso de Dios, su misericordia, en cuanto él mismo interiormente se transforma en el espíritu de tal amor hacia el prójimo” (DM n. 14).

perdón. Es el tiempo de retornar a lo esencial para hacernos cargo de las debilidades y dificultades de nuestros hermanos. El perdón es una fuerza que resucita a una vida nueva e infunde el valor para mirar el futuro con esperanza”.

Retornar a lo esencial

Anunciar la misericordia: misión de la Iglesia

Selecciono algunas líneas que el Papa Francisco subraya de los números 10 al 15 de la Bula: “La misericordia es la viga maestra que sostiene la vida de la Iglesia. Todo en su acción pastoral debería estar revestido por la ternura con la que se dirige a los creyentes; nada en su anuncio y en su testimonio hacia el mundo puede carecer de misericordia. La credibilidad de la Iglesia pasa a través del camino del amor misericordioso y compasivo. La Iglesia “vive un deseo inagotable de brindar misericordia”. Tal vez por mucho tiempo nos hemos olvidado de indicar y de andar por la vía de la misericordia. Por una parte, la tentación de pretender siempre y solamente la justicia ha hecho olvidar que ella es el primer paso, necesario e indispensable; la Iglesia no obstante necesita ir más lejos para alcanzar una meta más alta y más significativa. Por otra parte, es triste constatar cómo la experiencia del perdón en nuestra cultura se desvanece cada vez más. Incluso la palabra misma en algunos momentos parece evaporarse. Sin el testimonio del perdón, sin embargo, queda solo una vida infecunda y estéril, como si se viviese en un desierto desolado. Ha llegado de nuevo para la Iglesia el tiempo de encargarse del anuncio alegre del

La Iglesia tiene la misión de anunciar la misericordia de Dios, corazón palpitante del Evangelio, que por su medio debe alcanzar la mente y el corazón de toda persona. La Esposa de Cristo hace suyo el comportamiento del Hijo de Dios, que sale a encontrar a todos, sin excluir a ninguno. En nuestro tiempo, en el que la Iglesia está comprometida en la nueva evangelización, el tema de la misericordia exige ser propuesto una vez más con nuevo entusiasmo y con una renovada acción pastoral. Es determinante para la Iglesia y para la credibilidad de su anuncio que ella viva y testimonie en primera persona la misericordia. Su lenguaje y sus gestos deben transmitir misericordia para penetrar en el corazón

de las personas y motivarlas a reencontrar el camino de vuelta al Padre. Es mi vivo deseo que el pueblo cristiano reflexione durante el Jubileo sobre las obras de misericordia corporales y espirituales. Será un modo para despertar nuestra conciencia, muchas veces aletargada ante el drama de la pobreza, y para entrar todavía más en el corazón del Evangelio, donde los pobres son los privilegiados de la misericordia divina.

Lo que Francisco pide de la Iglesia universal, debe concretarse en las parroquias; en su mensaje de cuaresma del año 2015 como antesala al año de jubilar de la misericordia, nos decía: “Lo que hemos dicho para la Iglesia universal es necesario traducirlo en la vida de las parroquias y comunidades. En estas realidades www.lasenda.org.mx

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FE VIVA eclesiales ¿se tiene la experiencia de que formamos parte de un solo cuerpo? ¿Un cuerpo que recibe y comparte lo que Dios quiere donar? ¿Un cuerpo que conoce a sus miembros más débiles, pobres y pequeños, y se hace cargo de ellos? ¿O nos refugiamos en un amor universal que se compromete con los que están lejos en el mundo, pero olvida al Lázaro sentado delante de su propia puerta cerrada? (cf. Lc 16,19-31). Por otra parte, toda comunidad cristiana está llamada a cruzar el umbral que la pone en relación con la sociedad que la rodea, con los pobres y los alejados. La Iglesia por naturaleza es misionera, no debe quedarse replegada en sí misma, sino que es enviada a todos los hombres. Queridos hermanos y hermanas, cuánto deseo que los lugares en los que se manifiesta la Iglesia, en particular nuestras parroquias y nuestras comunidades, lleguen a ser islas de misericordia en medio del mar de la indiferencia. No es casualidad entonces que los papas vuelvan a poner sobre la mesa la urgencia de la misericordia. Su aporte y su enseñanza responden a una de las grandes necesidades de nuestro mundo. Quiero cerrar estas líneas dando la palabra al Santo Padre Juan Pablo II en el número 2 de su encíclica expresa: “Deseo pues que estas consideraciones hagan más cercano a todos tal misterio y que sean al mismo tiempo una vibrante llamada de la Iglesia a la misericordia, de la que el hombre y el mundo contemporáneo tienen tanta necesidad. Y tienen necesidad, aunque con frecuencia no lo saben”. 14

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San Juan Pablo y la Divina Misericordia “El mensaje de la Divina Misericordia en cierto sentido ha formado la imagen de mi pontificado” (San Juan Pablo II, Cracovia, 1997). ▶▶ Ofrece a la Iglesia la encíclica: RICO EN MISERICORDIA, noviembre de 1980. ▶▶ Beatificación de sor Faustina Kowalska, abril de 1993. ▶▶ Canonización de sor Faustina Kowalska, abril del año 2000. ▶▶ Proclamación de la festividad de la Divina Misericordia el segundo domingo de Pascua, abril del año 2000. ▶▶ Designación del templo del Espíritu Santo en Roma como el Santuario de la Divina Misericordia, enero de 1994. ▶▶ San Juan Pablo II muere en el inicio litúrgico del domingo de la Divina Misericordia, abril de 2005. ▶▶ En el tercer aniversario de su muerte inician los congresos mundiales sobre la Divina Misericordia, cuatro hasta la fecha y el quinto a celebrarse en la Arquidiócesis de Samoa, en agosto de este año 2020.


CURIOSIDADES DE LA BIBLIA

El Salmo 50

un mensaje de esperanza para el hombre que quiere volver a Dios

S

Diác. Oscar Gerardo Flores Gómez

uspiro de arrepentimiento y esperanza

El Miserere es quizá la oración penitencial más intensa y repetida, que desde hace siglos se eleva hacia el cielo desde muchos corazones de fieles judíos y cristianos como un suspiro de arrepentimiento y de esperanza dirigido a Dios misericordioso. En la liturgia cristiana es presentado todos los viernes de cada semana, para que se convierta en un oasis de meditación en cual descubrir el mal que se anida en la conciencia, e invocar del Señor purificación y perdón.

“Misericordia, Dios mío, por tu bondad, ¡por tu inmensa compasión borra mi culpa!”. Es la súplica de un pecador arrepentido contenida en el Salmo 50, también conocido como Miserere, palabra con la que comienza el texto latino y que significa “Ten piedad”.

El salmo 50 fue redactado por Israel en tiempos del exilio, o inmediatamente después del retorno de Babilonia, cuando el pueblo, que tenía muy vivo el sentimiento de que su propia culpabilidad fue la causa de los sufrimientos del destierro, quiere asumir, para expiarlas, todas las infidelidades de su propia historia, desde el pecado de David con Betsabé hasta aquellas otras culpas que originaron el destierro y la destrucción de la ciudad santa. Será, por tanto, la tradición judía quien ponga este salmo en labios del rey David. www.lasenda.org.mx

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CURIOSIDADES DE LA BIBLIA Conciencia del pecado como ofensa de Dios En un primer momento aparece el reino del pecado (Cfr. v. 3-11), en la que se sitúa el hombre desde el inicio de su existencia: “Mira, en la culpa nací, pecador me concibió mi madre” (v. 7), expresando la dimensión profunda de la debilidad moral innata en el hombre. El Salmo se presenta en esta primera parte como un análisis del pecado ante Dios, y utiliza tres términos hebreos para definir esta triste realidad que procede de la libertad humana mal utilizada. El primer vocablo “hattá” significa literalmente “no

dar en el blanco”: el pecado es una aberración que nos aleja de Dios, meta fundamental de nuestras relaciones, y por consiguiente también nos aleja del prójimo. El segundo término hebreo es “awôn”, que hace referencia a la imagen de “torcer”, “curvar”. El pecado es, por tanto, una desviación tortuosa del camino recto; es la inversión, la distorsión, la deformación del bien y del mal, en el sentido declarado por Isaías: “¡Ay, los que llaman al mal bien, y al bien mal; ¡que dan oscuridad por luz, y luz por oscuridad” (Isaías 5, 20). Precisamente por este motivo, en la Biblia la conversión es indicada como un “regresar” (en hebreo “shûb”) al camino recto, haciendo una corrección de ruta. La tercera palabra con la que el Salmista habla del pecado es “peshá”. Expresa la rebelión del súbdito | Abril 2020 16

contra su soberano, y por tanto constituye un desafío abierto dirigido a Dios y a su proyecto para la historia humana. “Reconozco mi culpa” Consciente de esta realidad el Salmista confiesa su pecado de manera clara y sin dudas: “Reconozco mi culpa... contra ti, contra ti sólo pequé, cometí la maldad que aborreces” (v, 5-6). Entra por tanto, en escena, la conciencia personal del pecador, que se abre a percibir claramente su mal. Es una experiencia que involucra la libertad y la responsabilidad, y lleva a admitir que ha roto un lazo para construir una opción de vida alternativa a la Palabra divina. La consecuencia es una decisión radical de cambio. Todo esto está comprendido en ese «reconocer», un verbo que en hebreo no comprende sólo una adhesión intelectual, sino una opción de vida. Cabe señalar, que en la confesión del “Miserere” se subraya un aspecto particular: el pecado no es concebido sólo en su dimensión personal y «psicológica», sino que es delineado sobre todo en su calidad teológica, esto quiere decir que el pecado es un acontecimiento que afecta a la relación con Dios, violando su ley, rechazando su proyecto en la historia, alterando la jerarquía de valores, «cambiando la oscuridad por la luz y la luz por la oscuridad» es decir, llamando «al mal bien, y al bien mal» (Cfr. Is 5, 20). Antes de ser una posible injuria contra el hombre, el pecado es ante todo traición a Dios. Son expresivas las palabras que el hijo pródigo pronuncia ante su padre: “Padre, he pecado contra el cielo -es decir contra Dios- y contra ti” (Lucas 15, 21). La acción renovadora de Dios Con lo dicho anteriormente queda de manifiesto que el se anida en las profundidades mismas del hombre, es inherente a su realidad histórica, y por este motivo es necesaria la petición de la intervención de la gracia divina. El amor de Dios es superior al pecado, el río destructor del mal tiene menos fuerza que el agua fecundante del perdón: “donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia” (Romanos 5, 20). El Miserere viene a ser un mensaje de esperanza


para el hombre que quiere volver a Dios. Si el hombre confiesa su pecado, la justicia salvífica de Dios se muestra dispuesta a purificarlo radicalmente. De este modo se pasa a la segunda parte espiritual del Salmo, la luz de la gracia (Cfr. v. 12-19). A través de la confesión de las culpas se abre de hecho para el orante un horizonte de luz en el que Dios actúa. Dios «borra», «lava», «limpia» la culpa confesada con corazón contrito (Cfr. v. 2-3). El Señor no obra sólo negativamente, eliminando el pecado, sino que vuelve a crear la humanidad pecadora a través de su Espíritu vivificante: infunde en el hombre un “corazón” nuevo y puro, es decir, una conciencia renovada, y le abre la posibilidad de una fe trasparente y de un culto agradable a Dios. La alegría del perdón El hombre que vivía en pecado ahora ha sido perdonado por Dios, es lo que expresa el Salmo al final del mismo (v. 17-21). Su boca está a punto de proclamar al mundo la alabanza del Señor, atestiguando de este modo la alegría que experimenta el alma purificada del mal y, por ello, liberada del remordimiento (Cfr. v. 17). Una vez experimentado este renacimiento interior, el orante se transforma en testigo; promete a Dios: “enseñaré a los malvados tus caminos” (v. 15), de modo que puedan, como el hijo pródigo, regresar a la casa del Padre. Quien ha experimentado el amor misericordioso de Dios se convierte en su testigo ardiente, sobre todo para quienes están todavía atrapados en las redes del pecado. Pensemos en la figura de Pablo que, fulgurado por Cristo en el camino de Damasco, se convierte en incansable peregrino de la gracia divina.

Volver al Señor de todo corazón La mirada de conjunto, que ahora hemos dirigido a esta gran súplica bíblica, nos revela ya algunos componentes fundamentales de una espiritualidad que debe reflejarse en la existencia cotidiana de todo cristiano. Por una parte, el sentido sumamente vivo del pecado, percibido como una decisión libre, de connotaciones negativas a nivel moral y teologal. Pero no menos vivo debe ser el sentimiento de la posibilidad de conversión que aparece después en el Salmo: el pecador, sinceramente arrepentido, se presenta en toda su miseria y desnudez ante Dios, suplicándole que no le rechace de su presencia. No se trata de echarnos en cara nuestro pecado de culpabilizarnos, sino recordar que Dios nos manifiesta su amor de un modo insospechado. Este salmo 50 es una invitación a tomar posturas definidas, y coherentes, ante Dios y ante nosotros mismos. Ante Dios como amor que no conoce límites en su preocupación por nosotros. Y ante nosotros mismos, como seres radicalmente necesitados de ese amor. En nuestra historia personal tenemos que reconocer que tal vez haya páginas negras en nuestro comportamiento con Dios. No siempre le hemos correspondido. O quizá, hemos prescindido de Él, ofuscados por nuestro quehacer, y le hemos olvidado. Este salmo quiere ser todo un grito de renovación, de conversión: “renuévame… devuélveme la alegría… lávame… hazme oír el gozo y la alegría…”. Y es que Dios “a un corazón arrepentido, humillado, no lo desprecia…”. Todo lo contrario: siempre nos espera con los brazos abiertos para darnos el abrazo de Padre.

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Ernesto Cuervo Pérez

TOMA DE CONCIENCIA

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o podré vivenciar el perdón y la misericordia de mi Padre si no me perdono a mí mismo. Las enseñanzas implícitas en la oración que el mismo Jesús nos enseñó, el “Padre nuestro”, han inspirado durante muchos años a creyentes y no creyentes, a sabios y sencillos. “Como nosotros perdonamos” Escrita en plural nos deja, por el hecho mismo, muchos mensajes. Pero hay una frase que, dicha en singular, propicia reflexiones muy profundas: de “perdónanos como nosotros perdonamos a…”, pasamos

Perdonarse a sí mismo

El camino del auto perdón Haz tu propia definición de auto perdón y consúltala con tu párroco; como por ejemplo: la decisión intencionada de abandonar la culpa, el auto-resentimiento ante el reconocimiento de que se ha cometido un error objetivo fomentando la auto-compasión y reconciliándose con uno mismo. Repugnar el estado y proceso que realizaste para llegar al error o pecado que te hunde en la soledad, el abandono, la profunda hambre de aceptación, aprobación, reconocimiento, pertenencia de parte de Dios y del prójimo. La consciencia de que se ha cometido un error es un elemento imprescindible del proceso, y la CONCIENCIA bien formada una condición para entender el auto perdón.

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Abandona el auto resentimiento, ese enojo contigo mismo frente al error que has cometido.

Reconcíliate aceptándote tal como eres, reivindicando tu autoestima viendo hacia tu mejor versión.

Practica la auto compasión en el sentido positivo (no lástima), vive el amor hacia ti mismo.

Ahora es tiempo de soltar y dejar ir el pasado. Evita volver tus pensamientos hacia el momento del error: mira hacia delante, hacia tus mejores intenciones.

Reconoce que tienes debilidades, pero también fortalezas; que la vida tiene matices y no todo es sólo bueno y malo. Asume que el fracaso y el error no te hacen mala persona: nos moriremos siendo “falibles-perfectibles”. No temas volver a comenzar y reparar el daño, que seguramente fue, principalmente, un daño hacia ti mismo Aprende de tus errores y sé consciente de que merece la pena rectificar luego de la experiencia errática.

Convéncete que ponerte de pie e iniciar el camino de retorno hacia el Bien, la Verdad, el Amor, la Justicia y la Paz te hará renacer y disfrutar del abrazo único de vida plena: el del Padre. Si admitimos lo que tiene de advertencia el primer mandamiento en la frase: “como a ti mismo”, podremos comprender mejor que el auto perdón, a pesar de ser dificilísimo, nos hará disfrutar en plenitud el amor fraterno y, sobre todo el Paterno.


creatura hecha a su imagen y semejanza.

a: “perdóname como yo perdono a….”, meditamos y deducimos impactantes conceptos. Debo recordar que el perdón no es un sentimiento, ni una garantía de olvido; al contrario, es una permanente llamada de atención hacia nuestra mejor versión: es el más alto grado de amor que podamos tener El Creador y la

Ubiquémonos: está hablando un hijo a su Padre; se da cuenta de ser indigno, de estar sucio, de no contar con el beneplácito paterno; se conscientiza que para recibir el misericordioso perdón del Padre está la condición en “como yo perdono a”. Ahora bien, ¿qué o quién me puede hacer más daño a mí que YO MISMO cuando consciente, voluntaria, intencionadamente alejo a Dios de mí por el pecado? Los confesores del mundo (y los psicólogos cristianos) dicen al penitente: “Dios y yo estaremos encantados de perdonarte, pero me temo que eso no será posible del todo hasta que tú no seas capaz de perdonarte a ti mismo”.

El auto perdón es quizá una de las cosas más complejas que podamos intentar hacer bien, porque solemos ser nuestros más severos o benignos jueces; pero no hacerlo nos lleva también al auto reproche, e incluso al auto castigo, limitando la realización plena y a veces motivando la auto destrucción. Es aún más difícil que perdonar a otros que nos hayan herido. Reconocer que hemos errado, que nos hemos defraudado a nosotros mismos o hemos atentado contra nuestros propios valores nos llena de vergüenza y culpa, y con ello perdemos la dimensión de nuestra verdadera esencia: un ser hecho para compartir la mismísima existencia de Dios. He aquí una mínima idea del camino

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CUESTIONES DE IGLESIA

La Vigilia Pascual Sus Signos y su significado

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Pbro. Lic. Rafael Navarrete Carrillo

l camino de la Cuaresma nos ha preparado y llevado a celebrar la solemnidad anual del misterio pascual de Jesucristo en lo que llamamos Triduo Pascual, que comprende los tres días de la muerte, sepultura y resurrección del Señor. Estos tres días tienen una importancia extraordinaria en la vida cristiana de los fieles, y han de vivirse como “el punto culminante de todo el año litúrgico”(Normas universales sobre el año litúrgico y sobre el calendario). Si Jesús pasó (pascua) de la pasión y muerte a la resurrección gloriosa, ésta, en el Triduo, exige por sí misma una vital relevancia en la celebración de la Vigilia Pascual. De ahí la necesidad de comprender vivamente los símbolos o signos de cada una de las cuatro partes de esta magna celebración.

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Toda la celebración de la Vigilia Pascual se debe hacer en la noche, de modo que no debe comenzar antes del principio de la noche del sábado. ¿Por qué en la noche? Ésta es una noche de vigilia (estar en vela) en honor del Señor. Los fieles, llevando en la mano lámparas encendidas –según la exhortación evangélica de Lucas 12, 35-37–, se asemejan a quienes esperan el regreso de su Señor para que, cuando Él vuelva, los encuentre vigilantes y los haga sentar a su mesa. Por eso, la Vigilia de esta noche es la más grande y noble de todas las solemnidades.


PRIMERA PARTE: “LUCERNARIO” Bendición del fuego Durante la primera parte de la Vigilia Pascual, llamada liturgia de la luz o “Lucernario”, la fuente de la luz es el fuego. Éste, además de iluminar quema y, al quemar, purifica. Por eso los simbolismos luz, llama, iluminar, arder, se encuentran casi siempre juntos. Es el inicio de la Vigilia. Habla del paso (Pascua) de las tinieblas a la luz, de la noche al día. La muerte de Jesús deja todo en tinieblas. Las tinieblas simbolizan el pecado y la muerte. La luz simboliza a Cristo resucitado. El fuego que se enciende significa a Cristo que sale de la tierra. Al bendecir el fuego, pidamos a Dios que “se encienda en nosotros el deseo de las cosas celestiales”. Enseguida se enciende el Cirio del fuego nuevo. El Cirio encendido simboliza a Cristo resucitado, “Luz del mundo”.

Adornos del Cirio ▶▶ La cruz: Es signo del amor de Jesús a Dios y a los hombres. El trazo vertical significa que Jesús al morir en la cruz une a Dios y al hombre. El trazo horizontal, de izquierda a derecha, significa que también une a los hombres. ▶▶ Sobre la cruz la letra griega “alfa” y bajo la cruz la letra griega “omega”, simbolizando que Cristo es el principio y el final de la historia. ▶▶ L o s números del año civil en que estamos, colocados alrededor de la cruz, simbolizan que Cristo es el Señor de los tiempos y de la historia, y que tiene eter namente

gloria y poder. ▶▶ Los cinco granos de incienso que se colocan en cada extremo y en el centro de la cruz, simbolizan las cinco heridas (llagas) de Cristo crucificado. Este signo es muy importante, ya que representa que el Cristo resucitado que el Cirio Pascual simboliza es el mismo que murió en la cruz. A partir del Cirio encendido se encienden las velas que llevamos todos los fieles y se reparte su fuego, significando que Cristo, “Luz del mundo”, ilumina la vida de los hombres con su resurrección. Al compartir la luz significamos: te entrego la luz de Cristo. Procesión Consiste en entrar a la iglesia, o lugar de la celebración, precedidos por el Sacerdote, que lleva el Cirio Pascual en alto. Significa que somos el Nuevo Pueblo de Dios, nacido de la Pascua; peregrinos que seguimos www.lasenda.org.mx

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a Cristo resucitado, nuestra Cabeza, nuestro Jefe y nuestra Luz a través del desierto de esta vida hacia la Patria celestial (sentido de las tres aclamaciones). Cuando entramos en la iglesia a oscuras, con la sola claridad del Cirio Pascual y el humo del incienso, recordamos el paso del pueblo de Israel por el desierto, camino de la tierra prometida que, de día, era protegido por una columna de nube (humo del incienso) y, de noche, por una columna de fuego (llama del Cirio Pascual). Somos el nuevo Israel, el pueblo de Dios que camina hacia la resurrección del Señor, hacia el Misterio Pascual, para que, por el bautismo, nuestra vida quede configurada a Jesucristo muerto y resucitado, para que tengamos vida. Al llegar al altar se hace la tercera aclamación: ¡Cristo luz del mundo!, y la asamblea responde: ¡Demos gracias a Dios! Se

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encienden todas las luces de la iglesia. Los fieles se sorprenden fuertemente al experimentar el significado del paso de la oscuridad (muerte) a la luz plena (resurrección gloriosa). La abundancia de las flores hermosas corrobora este significado del gozo y alegría desbordante de la resurrección de Jesús, quien nos introduce en el paraíso de la vida nueva y gloriosa que Él mismo nos comunica. Pregón pascual En el pregón pascual se hace la alabanza del Cirio como imagen del Lucero que no conoce ocaso: Jesús resucitado. La mecha hace fundir la cera, y así la cera participa en el fuego: de ahí la relación con el espíritu y la materia. El Cirio es hecho con la cera de la laboriosa abeja. En la antigüedad se consideraba a la abeja también como un símbolo de Cristo, juez misericordioso,

como el aguijón y la miel de abeja. La abeja también es símbolo de victoria y riqueza. La tierra prometida manaba leche y miel. Las características de la luz son descritas en el cántico gozoso del “Exulten, por fin, los coros de los ángeles…”, y forman una unidad indisoluble en el anuncio de la liberación pascual. Puesto el Cirio junto al ambón, o junto al altar, estará encendido durante toda la cincuentena pascual para indicar la presencia del Resucitado entre los suyos.

SEGUNDA PARTE: LITURGIA DE LA PALABRA El símbolo de la luz del cirio cede el lugar a la realidad existencial de Cristo resucitado, Luz del mundo, realmente presente en su Palabra, proclamada en esta noche; pues Él mismo, ya vivo y glorioso, como en el día de


su resurrección, se presenta en medio de nosotros (Cfr. Jn 20,19) afirmando: “el que a ustedes escucha, a mí me escucha” (Lc 10,16). Son nueve lecturas que presentan en síntesis la Historia de la Salvación. Las siete primeras se hacen del Antiguo Testamento para admirar la obra de la Creación, recordar los prodigios que hizo Dios con Israel, su pueblo, leer a los profetas que anunciaron la Salvación que Dios realizaría para todos los hombres. Estas lecturas se hacen a manera de diálogo entre Dios y la comunidad; cada una está precedida de momento de silencio, aclamaciones y cantos de salmos. Las siguientes dos lecturas son, una de San Pablo, que anuncia a la nueva Iglesia que Cristo, resucitado de entre los muertos, ya no muere más; y la más importante, el Evangelio, que narra la resurrección del Señor.

TERCERA PARTE: LITURGIA BAUTISMAL Se realiza de tres maneras, según convenga: a) Si hay bautizos de niños o adultos. b) Si no hay bautizos, pero hay que bendecir la fuente bautismal (en iglesias parroquiales). c) Si tampoco hay ni que bendecir la fuente bautismal (en iglesias no parroquiales y monasterios). Bendición del agua hecha por la oración del sacerdote Esta oración nos recuerda que,

en todas las etapas de la historia de la salvación, el agua la ha usado Dios como elemento de salvación, y que esta noche se va a concretar, una vez más, en el Bautismo, en el cual, por el agua y el Espíritu Santo, quedamos sepultados con Cristo en su muerte y resucitados, también con Él, a la vida nueva como hijos de Dios en el Hijo glorioso. A continuación tiene lugar las promesas bautismales (si hay bautismos) o la renovación de éstas. Los fieles de pie y con las velas encendidas en sus manos responden a las interrogaciones. Los que se van a bautizar se disponen a vivir la alegría del nuevo nacimiento que les espera y, los que no, recuerdan el altísimo valor del bautismo que un día recibieron. La renuncia al pecado y a satanás y la profesión de fe representan el fruto maduro de la oración, los ayunos y las obras de misericordia del tiempo preparatorio de la Cuaresma. La exhortación sacerdotal para la renovación de las promesas bautismales enlaza la Cuaresma con este momento litúrgico, ¡tan existencial!, de la Pascua; al fin y al cabo, la Cuaresma se orienta para esta Vigilia Pascual. Por ello exhorta el sacerdote:

“Hermanos: Por el misterio pascual hemos sido sepultados con Cristo en el bautismo, para que vivamos una vida nueva. Por tanto, terminado el ejercicio de la Cuaresma, renovemos las promesas del santo bautismo, con las que en otro tiempo renunciamos a satanás y a sus obras, y prometimos servir fielmente a Dios en la Santa Iglesia católica”. Ha de hacerse bien y solemne, con claridad y sin rutina, destacando el singular: “Sí, renuncio”, “Sí, creo”. Terminado el interrogatorio, el sacerdote bautiza y confirma a los elegidos. Después él mismo hace la aspersión del agua a los fieles pasando por toda la nave de la iglesia, mientras la asamblea entona un canto bautismal. ¡Somos hijos de Dios! Por pura gracia, por gratuidad de Dios, hemos recibido la filiación divina, hay un germen en nosotros de vida eterna y de llamada a la santidad. La Vigilia Pascual nos despierta del aletargamiento espiritual y de vivir a veces como normal, acostumbrados, sin darle valor al don preciosísimo de que Dios es nuestro Padre porque nos ha engendrado en el seno virginal (pila bautismal) de la Iglesia Madre.

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CUARTA PARTE: LITURGIA EUCARÍSTICA Ésta es el punto culminante de la Vigilia porque es el sacramento pascual por excelencia desde la “Última Cena del Señor”, memorial del sacrificio de la cruz, presencia de Cristo resucitado; consumación de la iniciación cristiana de los recién bautizados y pregustación de la pascua eterna. Por eso la celebración debe gozar de la mayor solemnidad. Los textos oracionales (ojalá cantados) tienen peculiaridades para esta noche, elevando la alegría de los fieles para cantar la gloria del Señor resucitado. Es en esta noche cuando los fieles pueden gritar jubilosos que el Señor es grande y está en medio de la Iglesia, ¡ahora más que nunca! En esta noche se emplearán los mejores manteles, cálices, patenas hondas; tendrá su ritmo propio, sin prisas. La liturgia eucarística comienza con la preparación de los dones y se orienta a la plegaria de acción de gracias y consagración. La solemnidad, por sí misma, exige que sean cantados el diálogo inicial y el prefacio, el Santo, la aclamación tras la consagración, la doxología con 24

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celebrado esta Vigilia Pascual se expresa en la bendición solemne: vivir ahora sin pecado y gozar de la Pascua eterna en el cielo. Si la Misa de la Vigilia es ya la Misa del domingo de Resurrección, este domingo no es un domingo, sino “el domingo”, a partir del cual nos seguiremos reuniendo cada domingo del año. Si éste es “el domingo de Pascua”, cada domingo del año será Pascua. Así, la Pascua semanal tiene sentido en y desde la Pascua anual. su “Amén”. Cobra gran fuerza expresiva en esta noche el saludo de paz del sacerdote a la asamblea: “La paz del Señor esté siempre con ustedes”, recordando el saludo del Señor resucitado a sus apóstoles. El canto del Cordero de Dios acompaña a la fracción del pan. En esta noche santísima, al partir el Pan consagrado (ojalá sean varias hostias grandes), pensemos cómo reconocieron los discípulos de Emaús al Resucitado: precisamente al partir el Pan. En la medida de lo posible, lo apropiado es distribuir la Sagrada Comunión con las dos especies. El Resucitado, comida y bebida de salvación, nos dice en este momento y nos asegura: “El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día” (Jn 6, 54). El fruto de vida de haber

Conclusión Habiendo comprendido el simbolismo de los elementos de cada una de las partes de la Vigilia, la celebramos participando consciente, devota y fructuosamente: La fe, muy despierta, experimenta vivamente la alegría del encuentro con Jesús resucitado. Nuestra celebración, llena de luz, despierta en nosotros la esperanza de la realización de la firme promesa de Jesús que: “Todo aquel que ve al Hijo y cree en Él, tenga vida eterna, y yo mismo lo resucitaré en el día final” (Jn 6, 40). Con esta orientación escatológica hacia la plenitud de la vida futura hemos recibido del sacerdote la bendición solemne, eco de aquellas promesas: Que Dios nos conceda el premio de la inmortalidad; que habiendo celebrado con gozo la fiesta de la Pascua del Señor, podamos participar, con su gracia, del júbilo de la Pascua Eterna.


MIRADA PROFÉTICA

El Ser Humano y su Derecho a la Vida

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Eva asesina a sus hijos Pbro. Lic. Sergio Díaz Lepe

ios es Vida y creador de la Vida

Dios revelado por Cristo, y en Cristo, se dio a conocer en el Antiguo Testamento con el nombre de “Yo Soy” (Yahveh) (Cfr. Ex 3,14). Es el Único y Verdadero Dios; es VIDA Y CREADOR DE LA VIDA.

Los demás son ídolos, dioses falsos que siembran muerte. Un gran ejemplo de esto es el libro del Profeta Oseas. Profeta en el Reino del Norte, Israel. Profeta contemporáneo de Amós. A este hombre le tocó profetizar en la mayor descomposición del tejido social de su pueblo por su infidelidad al Dios de la Vida siguiendo a los falsos dioses de los alrededores. A pesar de la palabra de Oseas no se convirtieron; cayeron ante el imperio de Asiria y aquellas diez tribus del pueblo de Dios jamás volvieron, como tales, a su tierra, y desaparece el Reino del Norte en el 722 a.C. El derecho a la vida A la luz de esta parte de la Historia de Salvación –y podríamos recurrir a cualquiera de los libros

del Antiguo Testamento– Dios, el único Dios Verdadero, es el Dios de la vida y que da vida. Y concluir, por mismo, que el principal don que recibimos de Él es LA VIDA. Dios es el único dueño de nuestra vida; no nos la podemos quitar ni la podemos quitar a otros. Ésta es una verdad universal y un derecho de todo ser humano. No es cuestión de creer o no creer en Dios, ni mucho menos de grupos religiosos. La vida es un derecho de los que llamamos “DERECHO NATURAL”. Atentar contra la vida humana es ir contra el Dios de la vida; e ir contra el Dios de la vida es ir contra nosotros mismos. De hecho, la descomposición social que sufre el pueblo de la Biblia se plantea en clave de vida o de calidad de vida (Cfr. Oseas, capítulos del 4 al 9). El Evangelio de la vida Ya en la Revelación Cristiana, con más énfasis en el Dios de la vida, Jesús revela a Dios como Padre (ABBÁ): “Mi Padre, su Padre. Y como enseñó el Papa San Juan Pablo II en su carta encíclica www.lasenda.org.mx

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asunto y lo plantea así: “Hoy este anuncio (el anuncio del Evangelio de la vida por parte de la Iglesia) es particularmente urgente ante la impresionante multiplicación y agudización de las amenazas a la vida de las personas y de los pueblos, especialmente cuando ésta es débil e indefensa. A las tradicionales y dolorosas plagas… se añaden otras con nuevas facetas y dimensiones inquietantes”. El Papa está escribiendo esto a 30 años del Concilio Vaticano II; y ya han pasado casi 25 años más.

El Evangelio de la vida (Evangelium Vitae): “El Evangelio de la Vida está en el centro del mensaje de Jesús…”, y presentando el núcleo central de su misión redentora, Jesús dice: “Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia” (Jn 10, 10). Jesús nos reveló el proyecto amoroso de su Padre de transformar nuestra vida humana en vida eterna en comunión con Él. Y afirma el Papa: “Lo sublime de esta vocación sobrenatural manifiesta la grandeza y el valor de la vida humana incluso en su fase temporal… pues es realidad sagrada que se nos confía para que la custodiemos con sentido de responsabilidad y la llevemos a la perfección en el amor y en el don de nosotros mismos a Dios y a los hermanos. Todo hombre abierto sinceramente a la verdad y al bien, aun entre dificultades e incertidumbres…, puede llegar a descubrir en la ley natural escrita en su corazón el valor sagrado de la vida humana desde su inicio hasta su término, y afirmar el derecho de cada ser humano a ver respetado totalmente este bien primario suyo… Los creyentes en Cristo deben, de modo particular, defender y promover este derecho…” (Evagelium Vitae nn.1-2). Amenazas contra la vida Para mí también, el criterio más importante para calificar una descomposición social es la valoración, respeto y defensa de la vida humana. Cuando el Papa escribe esta encíclica tiene en su escritorio el aporte de los obispos del mundo sobre este tema; se tomó el tiempo de hacerlo de manera personalizada por lo preocupante de tema, y eso que todavía era el siglo 20, pero ya se avizoraba lo muy grave del 26

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“Todo lo que se opone a la vida, como los homicidios de cualquier género, los genocidios, el aborto, la eutanasia y el mismo suicidio voluntario; todo lo que viola la integridad de la persona humana, como la mutilaciones, las torturas corporales y mentales, incluso los intentos de coacción psicológica; todo lo que ofende a la dignidad humana, como las condiciones infrahumanas de vida, los encarcelamientos (y excarcelamientos o puerta giratoria) arbitrarios, las deportaciones, la esclavitud, la prostitución, la trata de blancas y de jóvenes; también las condiciones ignominiosas de trabajo en las que los obreros son tratados como meros instrumentos de lucro, no como personas libres y responsables; todas estas cosas y otras semejantes… al corromper la civilización humana… son totalmente contrarios al honor debido al Creador” (EV n. 3). La última Babel Es claro que al referirme a la última Babel estoy evocando el relato del Génesis (c. 11) que se refiere


a la dispersiĂłn humana como castigo de un nuevo pecado del hombre que pretende invadir el dominio y seĂąorĂ­o de Dios para cerrar la difusiĂłn del pecado que comenzĂł en GĂŠnesis 3, 8. El hombre toca fondo en su realidad de pecado. Pero Dios, que ya habĂ­a perdonado al ser humano y habĂ­a prometido no maldecir mĂĄs la tierra por causa del hombre (Gn 8, 21; 9,5), interviene de nuevo para recuperar la historia humana como historia de vida, de amor y salvaciĂłn (Gn 12). Se pensĂł que la humanidad habĂ­a tocado fondo en el desprecio a la vida humana y al Dios de la vida con la segunda guerra mundial, el Nazismo y el holocausto, y otros genocidios recientes en los Balcanes y en Ă frica, pero no: es ilimitada la capacidad del hombre para ir contra la vida humana. Estamos en la orilla del abismo que serĂ­a el final de todo por el poder destructivo de las nuevas armas, y, sin embargo, la humanidad coquetea con una guerra nuclear. “Si una mujer es capaz de matar a su hijo, Âżde quĂŠ no serĂĄ capaz el ser humano?â€? Nuestro PaĂ­s, en su mayorĂ­a cristiano catĂłlico, y

con nuestra Madre Guadalupe, tiene un fĂŠtido olor a muerte. Estamos tocando fondo no sĂłlo en cuanto a matar la vida, sino en la crueldad con que se mata. Para mĂ­ hay dos signos claros de esta lectura por su contexto y las circunstancias, y por lo que oro a Dios que tenga piedad de nosotros: el asesinato de la NiĂąa FĂĄtima y las mujeres que piden legalizar el aborto; por este segundo signo es por lo que titulo mi artĂ­culo “Eva asesina a sus hijosâ€?: Eva significa la que vive y la que da vida. ÂĄQuĂŠ absurdo, quĂŠ contradicciĂłn, quĂŠ ignorancia! Parte de su protesta es porque estĂĄn siendo asesinadas y entre ellas estĂĄn algunas que piden que se “legalice asesinar a sus hijosâ€?. No puedo aceptar esa parte de su mensaje en su protesta; y no sĂłlo por ser cristiano y sacerdote, sino, primero, por ser humano. ÂżNo estaremos jugĂĄndonos el final de la humanidad? ÂżNo estaremos retando la misericordia de Dios? Nuestro Padre es misericordioso, pero tambiĂŠn es justo. No me canso de citar la respuesta de Santa Teresa de Calcuta cuando le preguntaron su opiniĂłn sobre el aborto: “si una mujer es capaz de matar a su hijo, de quĂŠ no serĂĄ capaz el ser humanoâ€?.

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CONSTRUCTORES DEL REINO

Santa Catalina de Siena: Mujer que renueva los caminos de la Iglesia Hna. Elvira Salcido Alarcón

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ujer con autoridad moral

Considerada una de las grandes místicas del siglo XIV, destacó su faceta de predicadora y escritora. Sus cartas reflejan su figura humilde, doctrina firme y luminosa; habla con dulzura y mansedumbre a los corazones más duros y corruptos. No fue únicamente la consoladora de los afligidos, la consejera de los dudosos, la amonestadora de los pecadores y la enfermera de los enfermos, sino una fuerza de autoridad moral que imprimió un sello indeleble sobre toda la vida de su época. Desarrolló verdadero apostolado de amor y de sacrificio. La fama de sus virtudes le dio gran popularidad, pero no la liberó de cierta desconfianza surgida en los medios eclesiásticos, los cuales la sometieron a vigilancia. Mujer de Dios Otra espina cruel tortura su corazón: la corrupción de la Iglesia. Sufre por ella, y en sus cartas se acusa como si fuera por su culpa, pero al mismo tiempo advierte en los prelados y pastores la fuente de muchos males y los censura con firmeza. El tratado de la oración desarrolla el alto grado de perfección a que puede llegar el alma por medio de la oración mental, de la conversación con Dios. Explica cómo la luz de la razón debe ser reforzada por la luz de la fe. Para llegar a la contemplación de la divina 28

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Santa Catalina de Siena, mística italiana, fue canonizada por el Papa Pío II en 1416. En 1939 Pio XII la declaró patrona de Italia; en 1970 el papa Pablo VI la declaró Doctora de la Iglesia; y en 1999 el papa Juan Pablo II la nombró Patrona de Europa. Catalina de Siena dictó a sus discípulos el Diálogo de la Divina Providencia. Existen 400 Cartas escritas por ella. Desde su tierna infancia tuvo arrebatos místicos y se sintió llamada por Dios. Luchó contra la incomprensión de su familia, que pretendía obligarla a casarse, pero ella reaccionó cortándose toda su cabellera y encerrándose con un velo sobre su cabeza. Sus padres la obligaban a realizar fatigosas tareas domésticas.


verdad ilustra todos los modos que Dios usa para conducir a las almas a la salvación. La mística de santa Catalina es la “Celda del Alma y del cuerpo, o casa del conocimiento de sí mismo y de Dios”. Su diccionario es bastante rico cuando habla de la Celda Interior; celda del espíritu, celda del alma, habitación del conocimiento de nosotros mismos, huerto del alma, pozo de agua y tierra, sepulcro del conocimiento de sí mismo. Nos habla de una profunda vivencia espiritual cristológica, porque en Jesucristo se adquiere el verdadero conocimiento de nosotros mismos y el de Dios en nosotros; todos los hombres y mujeres nos hacen una invitación a desarrollar la vida espiritual en nuestro cuerpo, y este vivir se hace camino: rescatar el verdadero humanismo que está expresado en Jesucristo, que es modelo de vida humana.

La perfección humana Santa Catalina distingue tres campos para la perfección cristiana: 1. Campo del mundo que es fugacidad, depresión, apetencia e interés. 2. Campo de lo material, habilidad para el trabajo, estudio, ascesis y descanso. 3. Campo de la “Celda Interior”: donde el alma vive para Dios, discierne la verdad, crece en el amor, se conoce a sí mismo en soledad, en que se escucha sin ruidos la verdad y el ámbito de encuentro con lo divino y lo humano; es el lugar de meditación sobre la grandeza de Dios y la pequeñez humana. Es el lugar para cristificarnos.

Mujer que trasciende Para Catalina Dios inflama su alma y la conduce como navecilla en el mar de la vida. Es hija del Padre en cuya entraña quiere vivir amada y entregada. Dios único tiene rostro de Espíritu vivificante, lazo de unión de Padre e Hijo, viento, fuerza que nos anima e impulsa hacia la cumbre de la unión mística. Es un momento culminante en la vida de Catalina; esa unión mística transformadora quedará simbolizada en el intercambio de corazón por el que Catalina piensa y ama con el corazón de Dios. Catalina contaba a sus confesores que al principio de sus visiones se le había aparecido nuestro Señor durante la oración y le había dicho: “Has de saber hija mía lo que eres tú y lo que soy yo; si aprendes estas dos cosas serás feliz. Tú eres lo que no es y yo Soy el que Soy. Si tu alma se deja penetrar por esta verdad jamás te engañarás, nada harás contra mis mandamientos y adquirirás fácilmente la gracia, la verdad y la paz”. Santa Catalina, analfabeta, doctora y escritora de la Iglesia aporta una fuerte espiritualidad desde el conocimiento de nosotros mismos y la gracia de Dios. Estas cosas sólo ocurren en la Iglesia Católica, en la que el Señor del cielo y de la tierra “oculta su sabiduría a los sabios y orgullosos y la revela a los humildes y pequeños” (Lc 10, 21). Es una mujer que trasciende, que deja huella, que hace camino para todas las mujeres que buscan a Dios para ser felices. Con la vida de esta santa pudiéramos innovar la vida de los cristianos católicos y la vida consagrada.

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VISITA PASTORAL

María Reina de la Paz Marina, Puerto Vallarta

Julyssa Gómez

L

a Cuasi parroquia de María, Reina de la Paz, ubicada en Marina, Puerto Vallarta, y atendida por el sacerdote Julio Ulloa Macedo, recibió a Monseñor Luis Artemio Flores Calzada en su Visita Pastoral del 6 al 8 de marzo. Esta visita dio inicio a primera hora del viernes, cuando miembros de la Pastoral Penitenciaria esperaban junto con la comunidad de presos al Obispo de Tepic. Con flores rosas –como signo de esperanza y de fe– peregrinaron hacia la capilla donde fue celebrada la Eucaristía de bendición del templo y consagración del altar, con la compañía de reclusos, servidores y personal administrativo del penal. Su ímpetu y su disponibilidad a las cosas de Dios nos hizo asentar que todos, cual sea la 30

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circunstancia, somos necesitados de la misericordia divina. Fue un buen comienzo; esta experiencia fue el cimiento para la Visita Pastoral en esta comunidad. Encuentro diálogo

de

oración

y

Por la tarde, los feligreses congregados en la avenida principal, alegremente saludaron a Monseñor Luis Artemio y peregrinaron hacia el templo sede de la Cuasi parroquia. Allí ofrecieron un rosario a María, Reina de la Paz, por las diversas necesidades de nuestro mundo y de la sociedad mexicana. Durante este momento se ofreció el Sacramento de la Reconciliación y, al terminar, las catequistas participaron de un diálogo fraterno

a cargo del Vicario de Pastoral, el presbítero Arturo Arana, quien resaltó la importancia de trabajar en sintonía por la construcción del Reino. El sábado se llevó a cabo un encuentro con los empresarios ubicados en el territorio parroquial. El resultado de este diálogo fue la concientización y el compromiso de fomentar los valores civiles y virtudes cristianas en los núcleos de trabajo, para hacer llegar ese estilo de vida a todas las áreas sociales. En seguida fue celebrada la Eucaristía, donde un pequeño fue recibido en la vida de Dios por el del bautismo, mientras que algunos jóvenes, después de recibir la formación conveniente, realizaron su confirmación.


Las ganas de vivir de los ancianos residentes de una casa de retiro alegraron la tarde de los visitantes, robando sonrisas y dejando entrever la presencia de Dios en las personas de la tercera edad. Esperaban ya los habitantes de la colonia Villa las Flores, comunidad que dedica su capilla al Sagrado Corazón, bajo una realidad socioeconómica baja. Después de la amena bienvenida, por parte de los niños, jóvenes y padres de familia, escucharon el mensaje del Pastor, partiendo luego a sus hogares, mientras Monseñor recorría algunas casas visitando enfermos. De forma especial llamó nuestra atención una mujer que cuidaba a su esposo y que, a pesar de la edad, del paso del tiempo y de las circunstancias, seguía llamando con extremo cariño a su amado. Ella nos recordó que el verdadero amor perdura a través de las dificultades y siempre permanece fiel.

Bajo el amparo de María El día domingo, los laicos y servidores, miembros del EPAP y de las distintas comisiones, se reunieron para presentar no sólo las actividades pastorales que realizan, sino su experiencia de ellas. Finalmente fue celebrada la Santa Misa en la Colonia Villa las Flores y en la cabecera parroquial.

María acompañó cada paso de esta visita, así como guía toda nuestra vida. Que sea ella modelo de fe, para que llenos de fortaleza hagamos vida el amor y seamos constructores de paz.

Otros enfermos de Marina también fueron visitados y ungidos con el óleo santo en sus hogares, manifestando su agradecimiento y dejando ver su fe de sanación. Todos ellos, sin distinción de posibilidades económicas, físicas, culturales o sociales, son los destinatarios del amor de Dios.

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VISITA PASTORAL

Parroquia de San Miguel Arcángel El Pitillal, Puerto Vallarta

“¿Q

uién como Dios?”, son palabras interpretadas por

el saber de la fe, y que pronunció el ángel Miguel expresando fuertemente el misterio de su misión: defender a Dios y a los suyos. El jueves 12 de marzo, en las calles de delegación de El Pitillal, Puerto Vallarta, la concurrida comunidad de San Miguel Arcángel recibió a Monseñor Luis Artemio Flores Calzada y al Vicario de Pastoral, el presbítero Arturo Arana, con alegría y júbilo. Acompañados de música y danzas, todos peregrinaron hacia el templo parroquial, mientras que el Obispo de Tepic saludaba a quienes se encontraban en las calles o en sus establecimientos comerciales. Al llegar al templo, el párroco, presbítero Francisco Javier Santiago, y un integrante del EPAP, dirigieron unas palabras de bienvenida, a lo que Monseñor contestó: “recuerda que tú eres la Iglesia”. Posteriormente fue celebrada la santa Misa de apertura, culminando la noche con una verbena popular. El viernes 13 de marzo inició con el rezo de Laudes con el grupo que ordinariamente se unen al rezo de

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la Iglesia. Al terminar, miembros de la pastoral de la salud guiaron a Monseñor por las calles de la colonia para visitar a algunos ancianos y enfermos, confiriéndoles la Santa Unción y el alimento que da vida eterna: Jesús Eucaristía. La hospitalidad de los enfermos y las familias fue gratificante, impulsando a los asistentes a continuar caminando bajo el sol para llevar la esperanza de la salud a significativos hogares de esta comunidad. Al medio día, colaboradores de la autoridad municipal mantuvieron un encuentro fructífero, mostrándose disponibles en la escucha de la Palabra, por lo que Monseñor los exhortó a vivir la justicia desde la más pequeña acción diaria hasta la más importante de las decisiones, así como a preservar la unidad y a buscar el bien común, sobre todo el de los más necesitados.

Católica, Grupo de Oración y Ayuno, Monaguillos, Ministros de la Eucaristía, Coros y Antorchistas, éste último conformado por aproximadamente 50 hombres que además de su participación en las fiestas patronales y guadalupanas colaboran en las actividades ordinarias.

Por la tarde, los agentes de pastoral tuvieron la oportunidad de presentar sus programaciones y frutos obtenidos hasta el día de hoy. Entre ellos están Acción

El sábado 14 de marzo se colmó de alegría por la presencia de los niños en la Santa Misa, donde acompañados por sus catequistas se hicieron cargo de la Liturgia.


Con ese mismo gozo esperaban jinetes, jóvenes Antorchistas, pequeñas escaramuzas y todos los habitantes de la localidad de la Palapa la llegada de su pastor diocesano. Esta comunidad se ubica entre las montañas, a una hora de la cabecera parroquial, y se distingue por el contacto tan cercano con la naturaleza, además de las actividades culturales que preservan como andar a caballo, bajar al río o practicar todos el catolicismo. Fue celebrada la Eucaristía a la sombra de algunos árboles y con fuerte viento, y posteriormente compartidos los alimentos y realizado un jaripeo, muestra de las tradiciones que se siguen arraigando en los más pequeños de la región. Este día terminó con una reunión con el

Equipo Parroquial de Animación Pastoral (EPAP). El domingo 15 de marzo, en punto de las 6:30 de la mañana fue celebrada la Eucaristía del alba, como inicio del novenario del Señor Resucitado. Esta fiesta se realiza el día 23 de marzo de cado año, recordando la llegada de la imagen de Jesús Resucitado colocada en el retablo de este templo. Finalmente, después de un encuentro con los ejidatarios de El Pitillal, fue celebrada la Santa Misa de clausura de esta Visita Pastoral. Estamos llamados a defender lo que creemos y lo que somos. Aprendamos a luchar, como San Miguel Arcángel, por Aquel que es nuestro único defensor.

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