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Keith López N.
Por: Keith López Nares
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Qué es el feminismo? el feminismo en sí mismo es la lucha colectiva por la defensa de los Derechos Humanos de las mujeres. Es imposible pensar el feminismo sin el voto o peor aún, sin el aborto, porque ambos temas representan el trabajo y la ardua lucha colectiva por su logro. Ola tras ola, en la historia del feminismo se han visto pasar mujeres que, desde la academia y/o desde el activismo político han pugnado por defender el sufragio y los derechos reproductivos, entre otras cuestiones, pero ¿qué es realmente el feminismo latinoamericano?
En la búsqueda de responder esta pregunta, antes vale la pena reconocer la labor feminista de mujeres que, desde la década de 1920, iniciaron en este continente la lucha sufragista, algunas de ellas son: Paulina Luisi de Uruguay, Matilde Hidalgo de Ecuador, Bertha Lutz de Brasil, Elvia Carrillo Puerto de México o Eva Duarte Perón de Argentina. (Smink, 2013) De norte a sur, todas han sido mujeres que dedicaron gran parte de su vida al activismo político y que, desafortunadamente, su trabajo ha sido poco recordado porque gran parte del feminismo se ha enfocado en estudiar a las teóricas europeas y estadounidenses de la primera, segunda y tercera ola (no así lo han hecho los estudios feministas decoloniales). Así, ni siquiera los sistemas educativos de los diferentes países que componen América Latina han propuesto integrar a estas luchadoras sociales. Es decir, esto bien podría traducirse en un eurocentrismo normalizado y casi intacto, cuyos efectos han invisibilizado a las actoras latinoamericanas.
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Así, con base en lo anterior, este ensayo propone realizar un breve esbozo sobre: cómo se compone la identidad del feminismo latinoamericano, cómo se ha transformado y hacia dónde se dirige con el impacto de la globalización, considerando, por supuesto, la exclusión que ese proceso ha supuesto particularmente para las mujeres y que, hoy en día obliga a la lucha feminista a re-visualizar el camino que se debe trazar, así como la interconexión que los medios de comunicación han ofrecido para la conformación de esa identidad. Por otro lado, para comprender el surgimiento e impacto de la globalización es relevante señalar la importancia que la modernidad ha tenido como proceso histórico.
Modernidad y globalización: arrebato identitario en América Latina Autores como Aníbal Quijano sugieren que la modernidad es un fenómeno de todas las culturas siempre y cuando las ideas de novedad, de lo avanzado, de lo racional-científico, laico y secular, sean normalmente asociadas a ese concepto, sin embargo, en lo que corresponde particularmente a la historia de las mujeres, con inmediatez se piensa en violencia y arrebato identitario. Por otro lado, retomando a Quijano, la globalización es la culminación de un proceso que comenzó con la constitución de América Latina y la del capitalismo colonial/moderno eurocentrado como un nuevo patrón de poder mundial y, desde luego, de carácter eurocentrista. (Quijano, 2014) Hay mucho que decir acerca de la globalización y la modernidad pues, esta última también Dussel la explica como el proceso histórico mediante el cual se definió una trayectoria civilizatoria con la colonialidad europea al mando y que comprende alrededor de 5000 años. Así, fueron destruidos y secularizados los pensamientos ajenos al progreso, se acumuló riqueza y se fabricó tecnología militar que funcionaría para el SistemaMundo con la superioridad como estandarte para invadir y someter regiones amerindias, no así en África o Asia, que mantuvieron resistencia hasta la Revolución Industrial. (Dussel, 2001) De este modo, como parte de esa superioridad, se estableció una clasificación racial encaminada al trabajo y como si fuera poco, fueron impuestas ideas homogeneizadoras de la población por medio del exterminio, resultando en una pérdida de la identidad y, sobre todo, de la memoria histórica. (Quijano, 2014) La globalización como promotor de la desigualdad Ahora bien, para autoras como Emma Zapata y Rosario Ayala, particularmente en México, el proceso de globalización actualmente ha sido un ejemplo de la transformación estructural desigual de la sociedad, donde las mujeres rurales e indígenas se han visto mayormente afectadas en cuanto al trabajo, la remuneración, educación, tenencia de tierra, etc. (Zapata, 2017) Además, las autoras, retoman los aportes de Juan Luis Hernández y señalan que el proceso de la globalización ha sido histórico, multidimensional, discontinuo y desigual. (Hernández, 2006) A continuación, se explica por qué: • Discontinuo y desigual: Avances y retrocesos con afectaciones diversas. • Histórico: Historia de la humanidad, se acelera en tanto existe una intensificación de las comunicaciones (acceso a la información, por ejemplo) • Multidimensional: Esfera económico-financiera, cultural y política. Con base en lo anterior, es posible apreciar que el proceso de globalización ha tenido diferentes matices, en donde, particularmente la intensificación de las comunicaciones se ha conjugado con aquellos retrocesos que poseen afectaciones diversas y, para el tema que corresponde analizar, los medios de comunicación han sido una pieza clave en la lucha feminista de lo que muchas autoras llaman “la cuarta ola”. Los medios de comunicación y el feminismo El feminismo de la conocida “cuarta ola” es caracterizado por un boom en los medios de comunicación y particularmente del internet. Es verdad que medios como la radio, el periódico o la televisión han tenido una presencia importante en los escenarios políticos y sociales, sin embargo, la llegada del internet y de las redes sociales ha intensificado las conexiones. Actualmente, es bastante reconocido que hay movimientos civiles que tuvieron un mayor alcance a nivel internacional gracias al poder de convocatoria que poseen las redes sociales, por ejemplo, la primavera árabe. En lo que corresponde al feminismo en América Latina, las redes sociales han tenido una presencia significativa precisamente en cuanto al poder de convocatoria. Temas como los feminicidios, la trata de mujeres y niñas con fines de explotación sexual, entre otros, se han denunciado a través de plataformas como Facebook o Twitter. En este sentido, existe un alcance fuerte para concientizar e informarse sobre una inmensa cantidad de temas y basta dar un clic para descargar libros o hasta para reunirse virtualmente con mujeres de otros países. De este modo, la lucha feminista en América Latina se define en gran medida por la capacidad de organización y convocatoria que el internet ofrece, es decir, mediante concentraciones o marchas virtuales. Por ejemplo, el 8 de marzo del presente año se llevaron a cabo protestas en Twitter bajo el contexto de la pandemia.
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Por otro lado, no todo es positivo. La globalización y esta gran cantidad de servicios que se pueden encontrar ofertados en la red ha implicado que la explotación sexual, el tráfico de drogas y armas, se lleven a cabo bajo estos parámetros, es decir, detrás de una computadora.
La identidad del feminismo latinoamericano Establecer cuál es la identidad del feminismo latinoamericano es de entrada complicado porque tendría que ponerse en duda si en Latinoamérica se posee una identidad. La modernidad y el actual proceso de globalización han construido identidades basadas desde el eurocentrismo. Con esto no se busca sugerir que el feminismo latinoamericano no posee identidad, sino que es importante trazar hojas de ruta diferentes, adecuadas a las necesidades de un continente sumamente violento para las mujeres.
De ninguna manera es la intención de este texto prohibir o señalar a quienes durante años hemos leído y nos hemos educado sobre el feminismo europeo y las grandes teóricas que constituyeron el feminismo radical en EE. UU, sino reconocer que ha habido un robo de la memoria histórica que hoy nos obliga a entablar diálogo con el activismo de las mujeres que no han sido valoradas por la historia. Las redes sociales no pueden ser buenas o malas: simplemente son. Y de este modo, la globalización es un proceso del que no se puede escapar tan fácilmente porque se vive bajo sus normas y subjetividades. Lo que es importante, como se menciona, es reconocer que hay que, primero, reconstruir la identidad latinoamericana con el feminismo como filosofía de vida y luego, utilizar los medios de comunicación a nuestro favor, al favor de la emancipación de todas las mujeres.
Al feminismo latinoamericano de la cuarta ola no solo lo caracteriza el uso de redes sociales e internet, sino la lucha por erradicar la violencia feminicida, la prostitución, los vientres de alquiler, etc.
Hay numerosos retos, pero reiteradamente el primero consiste en la recuperación de la memoria colectiva y el segundo, en la re (de) construcción de la identidad de las mujeres latinoamericanas. La globalización tiene un impacto diferente en todas las personas, hay quienes se han visto beneficiadas de ella y, por otro lado, hay quienes han visto la exclusión de primera mano.
El feminismo de América Latina es diverso porque debe incluir la lucha de aquellas mujeres que denuncian la violencia eurocentrista y racista, o la de aquellas que militaron durante años en los sindicatos de maquileras, o la de las madres que buscan incasablemente a sus hijas, o de aquellas estudiantes que se reúnen en plazas y cantan consignas cada que alguna mujer o niña es asesinada o está desaparecida. La identidad del feminismo latinoamericano es esa, la que ya se posicionó como resistencia firme contra el patriarcado colonial, capitalista y neoliberal y de terrorismo estatal, ambos impuestos desde la instauración de las dictaduras militares de la década de 1970 y caracterizada por la represión. (Dávalos, 2011)
Es imposible cambiar la historia y modificar el proceso de modernidad y la inevitable presencia de la globalización, pero lo que sí es posible es construir una identidad feminista que apele a la lucha de los derechos humanos de todas las mujeres bajo un Estado patriarcal.
Internacionalista, co fundadora de Colectiva Asteria y feminista radical
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