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La obra de Patricia Highsmith

La obra de Patricia Highsmith, una fina disección del mal

Imagina que la escritora es lesbiana pero misógina, racista —odia a los negros y no lo disimula—, alcohólica y, por si fuera poco, rehúye la compañía de la gente porque le parece que los animales —en especial los gatos, pero también los caracoles— son mucho más interesantes. En esta época de la cultura de la cancelación, nadie la leería.

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Es más, ya la habrían quemado en la leña verde de las redes sociales. Nadie la entrevistaría. No la invitarían a ferias del libro ni a presentaciones. Y, por supuesto, ninguna editorial querría publicarla. Afortunadamente, cuando Patricia Highsmith empezó a publicar, en 1950, lo políticamente correcto no determinaba una carrera literaria. ¡Y qué bueno, porque nos habríamos perdido de mucho!

Nacida como Mary Patricia Plangman el 19 de enero de 1921, en Forth Worth, Texas, existen numerosas leyendas en torno a su primera infancia; tal vez la más conocida y replicada es que su madre no la quería, e incluso, estando embarazada, ingirió aguarrás con el objetivo de provocarse un aborto. Por gracia y obra del destino, no le salió, y la pequeña Mary Patricia llegó a este mundo para, años después, sacudirlo con su obra literaria.

Lo que podría terminar con las especulaciones acerca de su vida es la publicación de sus diarios, que en noviembre de este año llegarán a las librerías para conmemorar su centenario, bajo el título de Patricia

Highsmith: Her Diaries and No-

tebooks (1941-1995), editados por Anna von Planta. Una frase que escribió en uno de esos 56 cuadernos a rayas con espiral nos ofrece una idea de quién era esta mujer: “El asesinato es una forma de hacer el amor, una forma de poseer”.

Escribió su primera novela, Extraños en un tren, en 1948, cuando ya se había mudado a Nueva York y concluido su carrera de lengua inglesa. Su amistad con el excéntrico Truman Capote, escritor y periodista, pudo haber influido en que consiguiera un editor. En 1950, su ópera prima fue publicada; entonces sucedieron dos cosas: la primera fue que Alfred Hitchcock compró los derechos para llevarla al cine; la segunda, que se le empezó a etiquetar como una escritora de novela policiaca. Su siguiente novela, escrita en 1951 en Europa —a donde se mudó con lo que le pagaron por los derechos para la adaptación cinematográfica de Extraños en un tren—, parecía un intento por escapar de esa categorización. El precio de la sal cuenta la historia de amor entre dos mujeres,

“El asesinato es una forma de hacer el amor, una forma de poseer”.

Patricia Highsmith

Carol y Therese. Una anécdota de la propia Patricia Highsmith inspiró la escritura de esta novela. Cuando vivía en Nueva York, durante unas vacaciones de la universidad, trabajaba en el departamento de juguetería de unos grandes almacenes, cuando vio llegar a una rubia hermosa, elegantísima, que le preguntó algo. Justo es lo que sucede en la escena de la novela en la que Therese ve por primera vez a la sofisticada Carol. Obviamente, el manuscrito fue rechazado por sus editores debido a su temática lésbica. En plena época del macartismo, a los homosexuales y a las lesbianas se les consideraba enfermos mentales. Recordemos la persecución de que eran objeto los miembros de la comunidad lgbtttiqa+, a la que se conoció como el Terror Lavanda. Ni con el hecho de haber emigrado a Europa Highsmith conseguía sentirse segura, así que el libro se publicó bajo el seudónimo de Claire Morgan en 1953. Sería hasta 1989, cuando

apareció bajo el título de Carol, que por fin lo firmó con todas las letras de su, para entonces, famoso nombre.

Entre El precio de la sal y su última novela, Small g: un idilio de verano, publicada de manera póstuma en 1995, Patricia Highsmith escribió cerca de 35 libros. La aparición de El talento de Mr. Ripley en 1950 no sólo inició una de las series más exitosas de la historia de la novela negra, sino que dejó en claro la vocación de la autora para explorar el mal. El seductor Tom Ripley, chapucero, falsificador y asesino serial, protagonizó cuatro novelas más: La máscara de Ripley, El amigo americano, Tras los pasos de Ripley y Ripley en peligro.

El cine no pudo resistirse a los encantos de Tom Ripley, y desde A pleno sol (adaptación de El talento de Mr. Ripley), con Alain Delon en 1960, hasta El juego de Ripley (adaptación de El amigo americano), con John Malkovich en 2002, sin olvidar, por supuesto, El talento de Mr. Ripley, de 1999, en la que Matt Damon encarna al célebre asesino, el gran público aficionado al séptimo todo lo opuesto a las fábulas tradicionales, en arte se ha podido dar una idea del genio de esta escritora para retratar la mal- las que aquellos seres ofrecen al lector una “lecdad y la frágil membrana que evita que cualquier ser humano sea capaz de ción del bien” y su consiguiente moraleja. Encometer los crímenes más aborrecibles; membrana susceptible de romperse contraremos relatos como “La rata más valiente en cualquier momento, sobra decir. de Venecia”, en el que un roedor se come la na-

Carol también tuvo su versión cinematográfica, en 2015, dirigida por riz y parte de la mejilla de un bebé, dejándolo al Todd Haynes, con Cate Blanchett y Rooney Mara como Carol y Therese, borde de la muerte, para vengarse de sus hermarespectivamente. Aunque Rooney Mara compartió el premio a Mejor Actriz nos mayores, quienes lo atacaron con un cuchillo, en Cannes con Emmanuelle Bercot por Mi amor, surgieron comentarios amputándole una pata y sacándole un ojo. En “Los acerca de que la película no estuvo nominada a los premios de la Academia hamsters contra los Webster”, estos adorables aniese año por su temática lésbica. Parece que el fantasma de la discrimina- malitos, una vez que el padre de la familia intención por la orientación sexual siguió persiguiendo a Patricia Highsmith ta aniquilarlos porque se reprodujeron más allá de después de su muerte. toda proporción razonable y llenaron su jardín de

Pero si sus novelas son geniales, es quizá en los relatos donde Highs- hoyos, deciden devorarlo. mith desarrolla mejor este ojo implacable para lo oscuro. Basta leer al- En los cuentos de Crímenes bestiales podemos gunos de sus Pequeños cuentos misóginos, publicados originalmente en encontrar una característica más de la obra de Pa1975, para notar su desprecio por las mujeres. En “Un objeto de carne tricia Highsmith que suele pasar desapercibida: un transportable”, la protagonista, Mildred, es una suerte de escort o pros- fino sentido del humor. En “Notas de una cucaracha tituta de alto nivel que, cuando cree que ha encontrado al hombre que respetable”, el insecto en cuestión dice, por ejemplo, le ofrecerá la seguridad del matrimonio, es asesinada brutalmente por “Soy (y conste que no soy Franz Kafka disfrazado) una él y su chofer, y lanzada al río como basura. En “El ama de casa de cucaracha, ignoro la edad que tienen mis esposas, de clase media”, Pamela, una mujer conservadora y abiertamente anti- la misma forma que ignoro el número de esposas que feminista, muere por accidente en la reunión de un grupo pro libera- tengo”. La susodicha consigue mudarse del hotel de ción femenina cuando una lata de un kilo de judías que alguien arroja mala muerte donde vive —y en el que han habitado gedurante la discusión la golpea en la sien. “La paridora”, por otra neraciones de sus ancestros, atestiguando cómo se fue parte, es la historia de una mujer, Elaine, que siente que sólo podrá deteriorando a lo largo de los años, para terminar conlograr la realización personal teniendo hijos. Aunque al principio vertido en refugio de drogadictos, prostitutas, criminales de su matrimonio con Douglas no lo consigue, después de mucho y borrachos— a uno de mayor categoría, escondiéndose practicar no hay quien la detenga. Cuando llegan al hijo número 17, en la maleta de un huésped al que el establecimiento le Douglas, quien ha pedido repetidamente que le hagan una vasecto- pareció muy por debajo de sus expectativas. mía, termina internado en un manicomio por un brote psicótico. En el relato “La tortuga de agua”, incluido en el libro Hasta entonces, y sólo ahí, conseguirá su tan ansiada intervención de cuentos Once, Highsmith va mucho más allá, al conquirúrgica para no tener más hijos. vertir en depositario de la maldad a un niño. Victor, un

Si queremos encontrar rastro de la pasión de esta sorprendente ser solitario, obligado por su madre controladora y poseescritora por los animales, así como de su convicción de que son siva a usar pantalones cortos cuando ya nadie de su edad más inteligentes que muchos seres humanos, podemos asomar- los lleva y a recitar poemas a las visitas —que, por supuesnos a su libro de cuentos Crímenes bestiales. Éste representa to, se mueren de aburrimiento—, la asesina a cuchilladas mientras duerme, debido a que ella ha hecho lo mismo con una tortuga que compró para preparar un guiso y con la que el chico se empezaba a encariñar. Cada vez que clava el cuchillo en el cuerpo de su madre, Victor sólo puede ver la boca abierta de la tortuga en un grito mudo cuando ella la arrojó viva a la olla con agua hirviendo, para luego cortarla en pedazos y ponerla a refrigerar con salsa de nata. Éstas son sólo algunas pinceladas del universo temático de Patricia Highsmith, que murió en Locarno, Suiza, en 1995. Por esto, catalogarla como una autora de novela policiaca significa reducir sus alcances. Y este 2021, cuando estamos conmemorando el centenario de su nacimiento, eso sería poco menos que un crimen. +

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