Revista Letra 1

Año 1. No 1. octubre 2006. Itagüí - Colombia. ISSN 1909-454X

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La primera vez Borges, Vargas Llosa, Cortázar

Primeros encuentros

Yo a las mujeres me las imaginaba bonitas Andrea Maturana

Álvaro Mutis: La saga de Maqroll el Gaviero La realidad, Dios y los sueños Entrevista al artista plástico Darío Rojas

Poemas

Elkin Restrepo Clemencia Sánchez La biblioteca de Mozart Rodolfo Pérez González

Plan Municipal de Cultura de Itagüí

Herman Hesse “Lectura sin amor, ciencia sin respeto, formación sin corazón, es uno de los pecados contra el espíritu.”

Herman Hesse Poeta y novelista alemán, nacionalizado suizo. Nació en Claw y murió en Montagnola, Suiza (1877-1962). Fue el último representante del romanticismo alemán. Merecen especial atención éstas: Pedro Camenzind, Demian, El lobo estepario, Siddharta, Gertrudis y A una hora de medianoche. Obtuvo el premio Nobel de Literatura en el año 1946. Fue, además, un notable dibujante y pintor.

Con la lectura ocurre como con todos los demás placeres: se hace tanto más profunda y duradera cuanto más intensa y afanosamente nos entregamos a ella.

Para el buen lector, leer un libro es conocer la esencia y el modo de pensar de una persona extraña, intentar comprenderla y, en lo posible, ganar su amistad.

Quien se ha familiarizado un poco con el mundo inmortal de los libros entra muy pronto en una nueva relación no sólo con su contenido, sino con el libro mismo.

Hoy día encontramos no pocos jóvenes a quienes les parece ridículo e indigno que en lugar de amar la vida viva se ame a los libros; consideran que nuestra vida es demasiado breve y demasiado valiosa para ello, y, sin embargo, encuentran tiempo para pasarse seis veces a la semana horas y horas en el café y en el baile.

Sé bien que cuando me sumerjo en las páginas de un buen libro hago algo mejor, más sensato y más valioso que lo que han hecho ministros y reyes desde hace años. Yo construyo donde ellos destruyen; recojo donde ellos dispersan; vivo a Dios donde ellos lo niegan o crucifican.

Año 1. No 1. octubre 2006. Itagüí - Colombia

HESSE, Herman. Lecturas para minutos I. Alianza Editorial.

Colaboran en este número: Elkin Restrepo, Rodolfo Pérez, Clemencia Sánchez y Adriana Cardona.

Agradecimientos: A Carlos Uribe de los Ríos, Alfredo Luis Vásquez, Eduardo García Aguilar, Dora Luz Echeverría, Margarita Velásquez, Andrés Hernández, Grupo de Rio, Gráficas Colombia y al personal de la Fundación Biblioteca de Itagüí que facilitó e hizo posible este proyecto.

Editorial Revista Cultural y Literaria

Director Ejecutivo Raúl Fernando Montoya Ruiz Comité Editorial Raúl Fernando Montoya Ruiz Gustavo Gómez Vélez Maria Isabel Gálvis Zúñiga Adelaida Mejía Echeverría

Diseño de Portada: Grupo de Rio

Corrección de textos Margarita Velásquez Diseño Grupo de Río Teléfono: 4165058 (Medellín) Impresión Imprenta Universidad de Antioquia Teléfono: 2105330 (Medellín)

Con “Letra”, y es un tercer sentido, tratamos de llamar la atención de los miembros de las comunidades, sobre un modo de vivir diferente, de goce y disfrute mediante el deseo de leer.

Acá tomamos partido por la creencia en una valoración más alta de la labor intelectual (lo cual presupone la exigencia de una alta calidad de la revista), tanto más necesaria para contrarrestar el exceso patológico de la emotividad libidinosa y “religiosa” con el que se le ha investido al deporte y a la erotización mercantilista de las zonas erógenas del corpus femenino, pretendiendo así robarse el foco (sobre exposición) y anular el valor de las otras actividades, eliminando el deseo por ellas.

La pobreza y vulgaridad del lenguaje, tan extendido entre los jóvenes, no es más que el síntoma del imperio de esos valores excluyentes, absorbentes y alienantes. “Letra” debe ayudar pues a abrir puertas hacia otros mundos de riqueza creativa, imaginativa, y de conocimiento, viajando mediante la imaginación y gracias al lenguaje, con su poder evocador a través del espacio y el tiempo. “Letra” debe permitir el descubrimiento de nuevos campos intelectuales de goce y disfrute, trascendentales para la vida de los sujetos lectores de las diferentes comunidades.

LETRA Revista Cultural y Literaria, es una publicación de la Fundación Biblioteca de Itagüí Diego Echavarría Misas

Juan Fernando Echavarría Uribe

Año 1. No 1. sep. - oct. 2006. Itagüí - Colombia. ISSN 1909-454X

Dirección: Calle 48 No. 51–34 Itagüí – Colombia Teléfono: 2770761 Fax: 3713216 Email: revistaletra@fundacionbibliotecaitagui.org revistaletra@gmail.com www.fundacionbibliotecaitagui.org *Las opiniones expresadas en esta publicación son responsabilidad de sus autores.

En consecuencia, no pueden ser asumidas como posiciones oficiales de la Fundación Biblioteca de Itagüí Diego Echavarría Misas. *Cuando los artículos o fotografías son extraídos de otras publicaciones, se intenta contactar a los autores para su autorización. En caso de que dicho contacto no resulte posible, se publica el material con base en el artículo 32 de la ley 23 de 1982, dado el carácter cultural y la distribución gratuita de la revista LETRA. Publicidad & mercadeo Teléfono: 2770761 Fax: 3713216 revistaletra@gmail.com

‘La lectura debe ser una de las formas de la felicidad’ Jorge Luis Borges

“Letra” corresponde a una palabra (lexema o monema) que evoca varios sentidos. El primero de todos y fundamental para el caso, por la intencionalidad que se le pone, es el del nombre, como significante, para denominar una revista, a un ente que hace presencia cultural. A partir de ahora será el comienzo de uno de los modos de ser (es un decir) institucional de la Fundación Biblioteca de Itagüí Diego Echavarría Misas. La responsabilidad de su permanencia (ese “curar” del curador humano) recaerá en los sujetos (personas) humanos. Serán ellos los que le darán trascendencia; ellos decidirán, contando con los recursos, acerca de su continuidad. En segundo lugar, con “Letra”, mediante su nombre, se le rinde un “reconocimiento” al mundo de lo simbólico (es un segundo sentido), porque la letra, en cuanto signo, es un constituyente nuclear y elemental del lenguaje. Y sabemos desde los griegos que el “lengüajear” es uno de los rasgos esenciales del ser humano, tanto que (y pienso que es un exceso) se llega hasta decir, por el giro lingüístico del siglo XX, que el lenguaje es el “constructor” del mundo; y además porque el pensar, praxis humana fundamental, se produce y se hace público (inter-subjetivo), sí y sólo sí interviene la acción lingüística.

Presidente de la Junta Directiva Juan Fernando Echavarría Uribe

Contenido 5 8 9 11 13

Borges, Vargas Llosa, Cortázar: primeros encuentros Yo a las mujeres me las imaginaba bonitas. Andrea Maturana Álvaro Mutis: La saga de Maqroll el Gaviero Charlot en los cielos. Gonzalo Suárez Después del trabajo, el cine. Una historia simple de otra primera vez Maria Isabel Galvis 14 Cómo nace un texto. Jorge Luis Borges 19 La primera que saltó. Gustavo Gómez Vélez

15 La realidad, Dios y los sueños Entrevista a Darío Rojas. Adelaida Mejía

20 Poemas de Elkin Restrepo 21 Poemas de Clemencia Sánchez 22 Fotografías de Adriana Cardona 23 No vemos las cosas tal como son, sino tal como somos Cuento tradicional de Oriente 24 La biblioteca de Mozart. Rodolfo Pérez González

25 Taxi para las estrellas. Gianni Rodari 28 Fundación Biblioteca de Itagüí: retos y compromisos con la educación y la cultura. Dora Luz Sánchez 29 Plan Municipal de Cultura de Itagüí 2004-2013

Agenda

Biblioteca

Niños

Otras Letras

Personaje

La primera vez

31 Programación septiembre – octubre

Fotografía de Chema Madoz* pag. 23

Borges, Vargas Llosa, Cortázar: primeros encuentros

Julio Cortázar, cuentos

Jorge Luis Borges 1899 - 1986 Escritor argentino cuyos desafiantes poemas y cuentos vanguardistas le consagraron como una de las figuras prominentes de las literaturas latinoamericana y universal. Es conocido especialmente por sus cuentos, ensayos y su obra poética.

Jorge Luis Borges Hacia mil novecientos cuarenta y tantos, yo era secretario de redacción de una revista literaria, más o menos secreta. Una tarde, una tarde como las otras, un muchacho muy alto, cuyos rasgos no puedo recobrar, me trajo un cuento manuscrito. Le dije que volviera a los diez días y que le daría mi parecer. Volvió a la semana. Le dije que su cuento me gustaba y que ya había sido entregado a la imprenta.

Poco después, Julio Cortázar leyó en letras de molde Casa Tomada con dos ilustraciones a lápiz de Nora Borges. Pasaron los años y me confió una noche, en París, que ésa había sido su primera publicación. Me honra haber sido su instrumento. El tema de aquel cuento es la ocupación gradual de una casa por una invisible presencia. En ulteriores piezas Julio Cortázar lo retomaría de un modo más indirecto y por ende más eficaz. Cuando Dante Gabriel Rossetti leyó la novela Cumbres Borrascosas le escribió a un amigo: “La acción transcurre en el infierno, pero los lugares, no sé por qué tienen nombres ingleses”. Algo análogo pasa con la obra de Cortázar. Los personajes de la fábula son deliberadamente triviales. Los rige una rutina de casuales amores y de casuales discordias. Se mueven entre cosas triviales: marcas de cigarrillos, vidrieras,

mostradores, whisky, farmacias, aeropuertos y andenes. Se resignan a los periódicos y a la radio. La topografía corresponde a Buenos Aires o a París y podemos creer al principio que se trata de meras crónicas. Poco a poco sentimos que no es así. Muy sutilmente el narrador nos ha atraído a su terrible mundo, en que la dicha es imposible. Es un mundo poroso, en el que se entretejen los seres; la conciencia de un hombre puede entrar en la de un animal o la de un animal en un hombre.

También se juega con la materia de la que estamos hechos, el tiempo. En algunos relatos fluyen y se confunden dos series temporales.

El estilo no parece cuidado, pero cada palabra ha sido elegida. Nadie puede contar el argumento de un texto de Cortázar; cada texto consta de determinadas palabras en un determinado orden. Si tratamos de resumirlo verificamos que algo precioso se ha perdido.

BORGES, Jorge Luis . Prólogos, Biblioteca Personal .

Alianza Editorial Colombiana. 1988.

Año 1. No 1. octubre 2006. Itagüí - Colombia

Por

Fragmento del prólogo a los Cuentos Completos 1, de Julio Cortázar

Año 1. No 1. octubre 2006. Itagüí - Colombia

Por

Mario Vargas Llosa

Aquella noche de fines de 1958 me sentaron junto a un muchacho muy alto y delgado, de cabellos cortísimos, lampiño, de grandes manos que movía al hablar. Había publicado ya un librito de cuentos y estaba por publicar una segunda recopilación, en una pequeña colección que dirigía Juan José Arreola, en México. Yo estaba también por sacar un libro de relatos y cambiamos experiencias y proyectos, como dos jovencitos que hacen su vela de armas literaria. Sólo al despedirme me enteré-pasmado- que era el autor de Bestiario y de tantos textos leídos en la revista de Borges y de Victoria Ocampo, Sur. Parecía mi contemporáneo y, en realidad, era veintidós años mayor que yo. Durante los años sesenta, y, en especial, los siete que viví en París, fue uno de mis mejores amigos, y algo así como mi modelo y mentor. A él le di a leer en manuscrito mi primera novela y esperé su veredicto con la ilusión de un catecúmeno. Y cuando recibí su carta, generosa, con aprobación y consejos, me sentí feliz. Creo que por mucho tiempo me acostumbré a escribir presuponiendo su vigilancia, sus ojos alentadores o críticos encima de mi hombro. Yo admiraba su vida, sus ritos, sus manías y sus costumbres tanto como la facilidad y la limpieza de su prosa y esa apariencia cotidiana, doméstica, risueña, que en sus cuentos y novelas adoptaban sus temas fantásticos. Me fascinaba ese tablero de recortes de noticias insólitas y los objetos inverosímiles que recogía o

fabricaba, y ese recinto misterioso, que, según la leyenda, existía en su casa, en el que Julio se encerraba a tocar la trompeta y a divertirse como un niño: el cuarto de los juguetes.

• Con ese Julio Cortázar era posible ser amigo pero imposible intimar. La distancia que él sabía imponer, gracias a un sistema de cortesías, y de reglas a las que había que saber someterse para conservar su amistad, era uno de los encantos del personaje: lo nimbaba de cierto misterio, daba a su vida una dimensión secreta que parecía ser la fuente de ese fondo inquietante, irracional y violento, que traspasaría a veces en sus textos, aun los más mataperros y risueños. Era un hombre eminentemente privado, con un mundo interior construido y preservado como una obra de arte al que probablemente sólo Aurora (su mujer) tenía acceso, y para el que nada, fuera de la literatura, parecía importar, acaso existir…Julio no jugaba para hacer literatura.

Para él escribir era jugar, divertirse, organizar la vida, las palabras, las ideas, con la arbitrariedad, la libertad, la fantasía y la irresponsabilidad con que lo hacen los niños o los locos.

VARGAS LLOSA, Mario. Prólogo a los Cuentos Completos 1. Alfaguara.1994.

Mario Vargas Llosa nació en Arequipa, Perú, en 1936.

Tras una infancia repartida entre Bolivia y las ciudades de Piura y Lima donde cursó estudios secundarios y más tarde universitarios. Se licenció por la Universidad de San Marcos de Lima y cursó un Doctorado en Letras en Madrid. Ha residido en París, Londres y Barcelona. Su carrera literaria cobró notoriedad con la publicación de La ciudad y los perros (1963). Premio Rómulo Gallegos por La casa verde (1966), su segunda novela. Su más reciente obra es Travesuras de una niña mala.

Tu más profunda piel

Julio Cortázar

No me mires desde la ausencia con esa gravedad un poco infantil que hacía de tu rostro una máscara de joven faraón nubio. Creo que siempre estuvo entendido que sólo nos daríamos el placer y las fiestas livianas del alcohol y las calles vacías de la medianoche. De ti tengo más que eso, pero en el recuerdo me vuelves desnuda y volcada, nuestro planeta más preciso fue esa cama donde lentas, imperiosas geografías iban naciendo de nuestros viajes, de tanto desembarco amable o resistido de embajadas con cestos de frutas o agazapados flecheros, y cada pozo, cada río, cada colina y cada llano los hallamos en noches extenuantes, entre oscuros parlamentos de aliados o enemigos. ¡Oh viajera de ti misma, máquina de olvido! Y entonces me paso la mano por la cara con un gesto distraído y el perfume del tabaco en mis dedos te trae otra vez para arrancarme a este presente acostumbrado, te proyecta antílope en la pantalla de ese lecho donde vivimos las interminables rutas de un efímero encuentro.

Yo aprendía contigo lenguajes paralelos: el de esa geometría de tu cuerpo que me llenaba la boca y las manos de teoremas temblorosos, el de tu hablar diferente, tu lengua insular que tantas veces me confundía. Con el perfume del tabaco vuelve ahora un recuerdo preciso que lo abarca todo en un instante que es como un vórtice, sé que dijiste “Me da pena”, y yo no comprendí porque nada creía que pudiera apenarte en esa maraña de caricias que nos volvía ovillo blanco

y negro, lenta danza en que el uno pesaba sobre el otro para luego dejarse invadir por la presión liviana de unos muslos, de unos brazos, rotando blandamente y desligándose hasta otra vez ovillarse y repetir las caída desde lo alto o lo hondo, jinete o potro arquero o gacela, hipogrifos afrontados, delfines en mitad del salto. Entonces aprendí que la pena en tu boca era otro nombre del pudor y la vergüenza, y que no te decidías a mi nueva sed que ya tanto habías saciado, que me rechazabas suplicando con esa manera de esconder los ojos, de apoyar el mentón en la garganta para no dejarme en la boca más que el negro nido de tu pelo.

Dijiste “Me da pena, sabes”, y volcada de espaldas me miraste con ojos y senos, con labios que trazaban una flor de lentos pétalos.

Tuve que doblarte los brazos, murmurar un último deseo con el correr de las manos por las más dulces colinas, sintiendo como poco a poco cedías y te echabas de lado hasta rendir el sedoso muro de tu espalda donde un menudo omóplato tenía algo de ala de ángel mancillado. Te daba pena, y de esa pena iba a nacer el perfume que ahora me devuelve a tu vergüenza antes de que otro acorde, el último, nos alzara en una misma estremecida réplica. Sé que cerré los ojos, que lamí la sal de tu piel, que descendí volcándote hasta sentir tus riñones como el estrechamiento de la jarra donde se apoyan las manos con el ritmo de la ofrenda; en algún momento llegué a perderme en el pasaje hurtado y prieto que se llegaba al goce de mis labios mientras desde tan allá, desde tu país de arriba y lejos, murmuraba tu pena una última defensa abandonada.

Con el perfume del tabaco rubio en los dedos asciende otra vez el balbuceo, el temblor de ese oscuro encuentro, sé que una boca buscó la oculta boca estremecida, el labio único ciñéndose a su miedo, el ardiente contorno rosa y bronce que te libraba a mi más extremo viaje. Y como ocurre siempre, no sentí en ese delirio lo que ahora me trae

Julio Cortázar nació en Bruselas en 1914. Se educó en Argentina, de donde eran sus padres y cuya nacionalidad adoptó. Realizó estudios de Letras y de Magisterio, y trabajó durante algún tiempo de maestro rural. En 1951 fijó su residencia en París, donde desarrolló su brillante y prolífica carrera literaria, iniciada dos años antes con la publicación de Los Reyes. Murió en París en febrero de 1984. el recuerdo desde un vago aroma de tabaco, pero esa musgosa fragancia, esa canela de sombra hizo su camino secreto a partir del olvido necesario e instantáneo, indecible juego de la carne oculta a la conciencia lo que mueve las más densas, implacables máquinas del fuego. No eras sabor ni olor, tu más escondido país se daba como imagen y contacto, y sólo hoy unos dedos casualmente manchados de tabaco me devuelven el instante en que me enderecé sobre ti para lentamente reclamar las llaves de pasaje, forzar el dulce trecho donde tu pena tejía las últimas defensas ahora que con la boca hundida en la almohada sollozabas una súplica de oscura aquiescencia, de derramado pelo. Más tarde comprendiste y no hubo pena, me cediste la ciudad de tu más profunda piel desde tanto horizonte diferente, después de fabulosas máquinas de sitio y parlamentos y batallas. En esta vaga vainilla de tabaco que hoy me mancha los dedos se despierta la noche en que tuviste tu primera, tu última pena. Cierro los ojos y aspiro en el pasado ese perfume de tu carne más secreta, quisiera no abrirlos a este ahora donde leo y fumo y todavía creo estar viviendo.

CORTAZAR, Julio. “Tu más profunda piel”, Ultimo round. Buenos Aires. Siglo veintiuno editores. 1969.

‘La lectura debe ser una de las formas de la felicidad’ Jorge Luis Borges

Cada memoria enamorada guarda sus magdalenas y la mía -sábelo, allí donde estés- es el perfume del tabaco rubio que me devuelve a tu espigada noche, a la ráfaga de tu más profunda piel. No el tabaco que se aspira, el humo que tapiza las gargantas, sino esa vaga equívoca fragancia que deja la pipa, en los dedos y que en algún momento, en algún gesto inadvertido, asciende con su látigo de delicia para encabritar tu recuerdo, la sombra de tu espalda contra el blanco velamen de las sábanas.

Yo a las mujeres me las imaginaba bonitas

Año 1. No 1. octubre 2006. Itagüí - Colombia

Andrea Maturana

Yo a las mujeres me las imaginaba bonitas, pintadas como la rubia de la esquina que siempre sale a la calle cuando empieza a oscurecerse, pero la Chana llegó a la casa gritando el otro día y le dijo a la mamá que no se había atrevido a contarle nada a la señorita, que lo que le pasaba era demasiado terrible.

Entonces se había escapado nomás del colegio por arriba de la pandereta, congelada de miedo de no alcanzar a llegar y caerse muerta por el camino. La mamá estaba lavando cuando llegó con el berrinche y, como siempre que la Chana hace alharacas, ni se dio vuelta para mirarla mientras ella lloraba y lloraba, hasta que la Chana le dijo algo de una herida que yo no pude oír bien. Ahí la hizo callar porque estaba yo y le dijo que mejor se iban a conversar detrás de la casa para que la hermana chicao sea yo- no escuchara. Pero por la muralla del fondo se oye todo y yo me puse bien cerca hasta pegar la oreja…igual la Chana habló gritando todo el rato aunque la mamá la hacía callar por mí. Claro que ahora que lo pienso mejor las mujeres no tienen por qué ser bonitas. Por ejemplo, la mamá es mujer y es muy guatona. Yo creo que por eso el papá se fue y la dejó sola.

Las mujeres que le gustan a los hombres son bonitas, como la rubia, que nunca anda sola. Algo se puso a decir la Chana, que ahora sí que sabía que eso estaba mal, que hace días la vino a dejar el Tito después de esa fiesta que hubo hasta bien tarde (yo quería esperarla, pero me quedé dormida) y los dos se quedaron atrás, en el patio chico, tocándose, pero que ahora estaba arrepentida de todo y no se quería morir por esa herida que tenía. Como la mamá la quiere harto a la Chana la consoló al tiro, claro que primero le dio unas cachetadas y le dijo cochina, desobediente. Pero después la tranquilizó riéndose y le dijo que no le iba a pasar nada, que se quedara callada de una vez y le diera a ella los calzones para lavarlos mientras la Chana buscaba otro par en los cajones y además un trapo limpio.

Le dijo que desde ahora iba a tener que preocuparse de lavarlos y cambiarlos hartas veces al día por todos los meses y años.

Porque ya eres mujer, le dijo después.

Yo no entiendo que tiene que ver ser mujer con eso de los trapos. Parece que todas las mujeres lavan ropa cuando grandes como la mamá, sólo que a algunas no se les nota. Capaz que la rubia de la esquina también. Yo creo que el Tito a la Chana

tiene que haberle pegado por fea cuando vinieron juntos a la casa, y que él le hizo la herida. Si todos los hombres pegan, y a lo mejor por eso le dijo la mamá a la Chana que ya era mujer.

Después de un rato se fue a cambiar de calzones al lugar más apartado, pero yo igual la vi cómo lloraba, despacio sin que oyera la mamá y le pudiera volver a pegar. Pero la mamá ya estaba metiendo los calzones sucios en un tiesto con agua que salió colorada, y se rió. Cuando la Chana salió a jugar medio moqueando todavía la miró con burla y de nuevo la cacheteó para que no hiciera más cochinadas con el Tito, le dijo.

Yo fui detrás de ella para ver si así entendía mejor. Llegó a jugar al luche con las de la otra cuadra que se hacen sus amigas, pero igual nomás cuchichean cuando ella no está. Como en la mitad del juego, la Chana tuvo que saltar bien lejos y por debajo del yamper cayó un trapo lleno de sangre, igual que el que me pusieron a mi cuando me hice la herida en la rodilla. Yo creí que se iba a morir, pero ella más que susto tenía como vergüenza: dejó todo botado y corrió a la casa llorando mientras las demás no paraban de reírse y apuntarla con el dedo.

Yo no sé por qué pasó esto justo ahora que Javier, ése de lentes que va en mi curso, me ofreció hacerme la tarea y después llevarme un día a la casa. Y a mí me estaba empezando a gustar.

Pero yo no quiero que me acompañe de vuelta del liceo y me pegue después como el Tito, no quiero ser mujer y tener una herida como la Chana, ni crecer y ponerme guatona y que los hombres me peguen. Así que voy a inventar cualquier cosa y me voy a venir sola a la casa. Aunque esté oscuro.

MATURANA, Andrea.17 Narradoras Latinoamericanas. Coedición Latinoamericana Cerlal/UNESCO. 1996.

“No sé por qué, pero ser escritor es considerado socialmente como algo envidiable, cuando en realidad implica tener una habilidad como cualquier otra. Es cierto que la escritura, cuando es publicada, tiene la ventaja de llegar a mucha gente, pero no es envidiable como actividad. Escribir no hace más felices a los escritores que a los ingenieros el hecho de resolver una ecuación. No creo que seamos más felices. Al revés, los escritores somos un lío…Para escribir bien se necesita tener una suerte de morbo: hay que observar demasiado, desmenuzar demasiado; entonces, de pronto, te das cuenta de que has mirado mucho y participado poco en las cosas que te han pasado.

El cuento “Yo a las mujeres me las imaginaba

bonitas” surgió de una conversación que escuché hace algunos años. Alguien comentaba cómo era aquello de la menstruación, tiempo atrás, cuando las mujeres usaban trozos de tela mal sujetos que había que fabricar, lavar, conservar.”

Andrea Maturana. Santiago de Chile, abril de 1969. Estudió Biología. A los17 años recibió el primer reconocimiento a su trabajo como escritora: una mención honrosa en el concurso Bata “Cuentos de mi País”. Sus cuentos han sido publicados en numerosas antologías, entre las que se destacan; Nuevos cuentos eróticos (1991) y Los pecados capitales. Este cuento forma parte de su libro (Des) encuentros (des)esperados que va por su quinta edición.

Álvaro Mutis: La saga de Maqroll el Gaviero Eduardo García Aguilar: ¿Cómo se fue perfilando la necesidad de escribir la saga novelística de Maqroll? Álvaro Mutis: Esas novelas se venían anunciando desde mucho antes. Si tú ves la Reseña de los hospitales de ultramar, que es un libro mío publicado en los años sesenta, pero escrito mucho antes, hay ciertas prosas de Maqroll que suponen ya una historia más larga.

Por ejemplo, en “El Hospital de los soberbios” se ven trozos que podrían haber pertenecido a una narración más extensa. No era esa mi intención, pero seguí escribiendo esas prosas sobre Maqroll que aparecen en “Los Elementos del desastre”, como “El hastío de los peces”. Te estoy hablando del año cincuenta y tres. Después, en dos libros publicados en México, Caravansary y Los emisarios, las prosas que hay allí dedicadas a Maqroll el Gaviero intentaban ser poemas en prosa, pero en verdad eran trozos de narración, narraciones evidentes con un trozo de realidad literaria construida dentro de las normas y de las convenciones con que se escribe un cuento corto o una novela. Entonces, un día me vino el deseo de escribir algo más largo. La idea del viaje de Maqroll por el río buscando algo, era una viejísima idea que había desechado, que había tratado de contar en poema y estaba allí latente. Ahí comienza entonces un fenómeno muy curioso, para mí desconocido hasta entonces: la historia se fue haciendo sola, en este caso y en los siguientes. En el momento en el que pongo a Maqroll en el remolcador y empieza el viaje, aparece el capitán, aparece la pareja de indios, hay una relación con la india, van sucediendo cosas…Inclusive esto sigue cuando no estoy escribiendo. Los personajes van solicitando su participación, sugiriéndola a veces en forma explícita; otras con señales y manifestaciones menos explícitas van indicando su destino y eso llega a ser tan evidente y tan presente que uno no puede detener ese mecanismo. Así lo vivo

yo por lo menos. Así surgen La nieve del Almirante, Ilona llega con la lluvia y Un bel morir.

E. G. A. : Los lectores suyos se preguntan con frecuencia cómo se originó el nombre de Maqroll, ese nombre de aristas misteriosas y sonido aún más exótico. Álvaro Mutis: El nombre de Maqroll se originó en un instante. Trataba de buscar un nombre que no tuviera ninguna significación geográfica, nacional o regional y se me ocurrió de repente. El acierto fue poner la Q sin u, que es la usada en la trascripción al español del lenguaje árabe, y suena como una K pronunciada con el fondo del paladar. Desde luego era muy ingenuo de mi parte creer que eso no tenía ninguna connotación, porque pronunciado en otra forma puede ser el simple señor escocés Mc Roll.

La invención del nombre fue repentina, no fue una cosa muy elaborada. Me acordaba de la historia del nombre de Kodak, que se buscó fuera internacional y se pudiera decir en todas las lenguas.

Encontré Maqroll, con su connotación mediterránea y a veces catalana, como me lo han dicho muchas personas.

E.G.A: En su obra poética la presencia de la mujer es decisiva. Ahora en sus novelas vuelven a aparecer mujeres inolvidables: la Flor Estévez Silvestre de la Nieve del Almirante, la cosmopolita y muy distinta Ilona llega con la lluvia y la hermosa y terrenal Amparo María de Un bel morir. ¿Qué puede usted decirme al respecto? Álvaro Mutis: Ya en La mansión de Araucaíma aparece la Machiche, que podría ser un antecedente de Flor Estévez. Es ese tipo de mujer de tierra caliente, tan vista en la literatura latinoamericana y que representa la feminidad esencial, una especie de factum.

‘La lectura debe ser una de las formas de la felicidad’ Jorge Luis Borges

Apartes de una biografía intelectual. Entrevista con el escritor y periodista Eduardo García Aguilar*

Año 1. No 1. octubre 2006. Itagüí - Colombia

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Ella es la gran indicadora del destino y es, como lo has dicho, muy distinta a Ilona.

Pero esa feminidad esencial la tiene también Amparo María, esa joven recogedora de café sacada de mis experiencias y recuerdos de la finca nuestra, situada en Coello, en el Tolima. A eso aludo tanto porque Amparo María es ya esa fiera que empieza a ser la hembra con una fuerza de destino y que a veces llega a ser de orden délfico. Si hiciéramos el recuento de las mujeres que aparecen en mis poemas, veríamos que ese tipo de presencias femeninas son para mí parte del paisaje, de la tierra, de la evidencia misma de esa feracidad y de esa especie de disponibilidad que crean el clima, la vegetación y los ríos. Eso fue lo que yo sentí, así fue como viví la tierra caliente cuando regresé de Europa: una suerte de espacio que se me daba y que me otorgaba una disponibilidad absoluta, no una libertad sino una especie de ampliación en proporciones gigantes y delirantes de sueños, ambiciones, deseos, sensaciones…

E.G.A: En Un bel morir usted describe al amor como esa sensación en el diafragma de “mariposas desencadenadas”. El encuentro entre Maqroll y Amparo María es de una sensualidad extraordinaria, diferente, por supuesto, a la relación del mismo con Ilona y Flor Estévez, mucho más “real”, más cómplice… Álvaro Mutis: En Un bel morir al Gaviero, ya de mucha edad, pasado de la madurez, le viene una cierta adolescencia caracterizada por esos amores que nunca vuelven a repetirse ni a vivirse con igual intensidad. Es esa casi dificultad para respirar cuando se piensa en la novia, esa especie de hechizo continuo, delirante y febril en que se convierte la relación amorosa. Hay allí, subyacente, una gran carga de erotismo no explícita: no pasan de tomarse una mano o darse un par

de besos. La presencia, el “aura” que causa la relación con una mujer en esa edad, nunca vuelve a repetirse. Entonces a mí me gustó que este hombre, al borde ya de la muerte, o de una de sus muertes, pero en todo caso es un gran desastre físico y al regreso de experiencias brutales, marcadoras y definitivas, se encontrara de pronto frente a esa muchacha de la tierra caliente y de una gran belleza que le recuerda a mujeres que vio en el Medio Oriente. Él siente por esa muchacha algo que no sentía hacía mucho tiempo, porque la relación con las otras mujeres es mucho más madura, tiene mucho de complicidad como tú lo dices, tiene mucho más de una relación erótica balanceada, de una “retroalimentación” erótica del uno al otro, pero donde ya no se da el amor tal y como uno lo vivió en la adolescencia. Lo digo en La última escala del Tramp Steamer: el amor tiene muchas caras, muchas máscaras y nombramos muchas cosas con esa palabra.

E.G.A: Una de las palabras claves que campean siempre sobre la obra de Mutis es desesperanza, incluso ha escrito usted un ensayo sobre este asunto. Me gustaría que nos hablara de eso. Álvaro Mutis: Yo creo que la desesperanza es una de las obsesiones que me ha perseguido desde la primera línea. En “La creciente”, que es el más antiguo de los textos que he publicado, hay una cuota muy grande de desesperanza. Es una actitud resignada, una aceptación plena del destino, sin pedirle esa supuesta felicidad que el adolescente piensa que está a la vuelta de la esquina y que pueblos como Estados Unidos, por su formación protestante y por otras razones, piensan que también la tienen a la vuelta de la esquina. Por eso son capaces de destruir el mundo buscando una felicidad hollywoodense y de supermercado, que es una de las

Álvaro Mutis nace en Bogotá, el 25 de agosto de 1923, en el seno de una familia diplomática. Es uno de los grandes creadores hispanoamericanos de este siglo.

Su obra narrativa en torno al mítico gaviero, Maqroll, constituye un universo con escasos precedentes en el ámbito literario latinoamericano. En 1997 obtiene el Premio Príncipe de Asturias de las Letras y, posteriormente, en el año 2001 es galardonado con el Premio Cervantes de Literatura. grandes miserias de nuestra época.

En el caso de Maqroll se trata evidentemente de la desesperanza. Experimenta, claro, ciertas plenitudes de la vida más que felicidades. Él va aprendiendo que lo que resta de esos sueños es la apetencia, el deseo y que cuando vamos a tocar se nos deshacen. Se nos desaparecen porque han sido creados por nuestra fantasía de asir la realidad mucho más plena y densa a la que no es que no tengamos derecho, sino que no existe. Por eso, si hablo de la desesperanza, insisto mucho en que es una desesperanza aceptada plenamente sin rebeldía ninguna; digamos que es una manera de percibir la realidad sin afeites, maquillajes o engaños, o por lo menos con la menor cantidad posible.

AGUILAR GARCIA, Eduardo. Celebraciones y otros fantasmas: Una biografía intelectual de Álvaro Mutis.

Tercer Mundo Editores. 1993.

*Eduardo García Aguilar Escritor y periodista nacido en Manizales – Colombia.

Ha realizado varias antologías de cuento colombiano.

Actualmente trabaja con la France Press en París.

Gonzalo Suárez

–Me llamo Charles Spencer Chaplin, nacido en el número 287 de Kennington Road, Brixton, Londres, hijo de Charles Chaplin, barítono, y de Hannah Dryden, conocida por el sobrenombre de Florence Harley. Acabo de morir.

–Pase.

–Curiosa sensación no sentir nada bajo el bombín.

–¿Qué bombín?

–El bombín y el bastoncito, ya sabe.

–Verá, yo aquí sólo soy el conserje. Pero si reclama objetos personales, délos por perdidos.

–Quiero hablar con el Señor.

–Lo siento, el Señor está reunido. Tendrá que esperar.

–Imposible. No tengo tiempo que perder.

–Si es cuestión de tiempo, délo por perdido.

–Diga que ha llegado Charlot.

–¿Cómo?

-CHARLOT. C de corazón, H de hombre, A de alma, R de rojo, L de luz, O de oro y T de trotamundos.

– C de cabrito, H de Hollywood, A de ambición, R de rey, L de libidinoso, O de ostentoso y T de tirano.

–¿Qué ha dicho? ¿Cómo se atreve?

–Nada, no he dicho nada.

–¿Quién ha hablado entonces?

–El eco.

–¿Eco? ¿Aquí? No veo paredes ni montañas.

–Cada hombre trae consigo su eco. No se preocupe, es un eco residual que dura sólo hasta el juicio.

–Pues este eco me hará perder el juicio.

–Si del juicio se trata, délo por perdido.

–Ya veo, aquí no vale de nada la gloria adquirida, ni el esfuerzo realizado, ni la infancia miserable, padre alcohólico, madre enferma, sólo un eco irrisorio y procaz, ¿y las alegrías que he proporcionado a millones de gentes haciéndoles reír y llorar?

–Sólo soy el conserje.

–Yo esperaba, al menos, una puerta giratoria, como la del hotel de Chicago, cuando ganaba 1.250 dólares a la semana y trabajaba en los

Fotografía de Chema Madoz* pag. 23

estudios Essanay. Todavía no era gran cosa, pero Chicago se parecía más al cielo que este estúpido lugar y el conserje del hotel conocía, por lo menos, mi nombre…

–Si de su nombre se trata, délo por perdido.

–Unos segundos prendido en los ojos grises de Hetty Nelly, en Kennington Park, valen más que toda esta eternidad. ¿Para qué he recorrido tan largo camino? Y no me diga ahora que si de los ojos de Hetty se trata, los dé por perdidos, porque ya los perdí cuando ella se fue, bailando, bailando, a Europa, dejando en mi memoria jirones de tutú. Así que cumpla con su cometido y anuncie mi llegada.

Quiero ver a Dios en persona. Estoy seguro de que Él sabe quién soy y me recibirá como me recibieron lady Astor, el príncipe de Gales, el duque de Westmisnster, Churchill y la reina de Inglaterra. Todos habían visto mis películas…

–Si de películas se trata…

–No, no siga. ¡No están perdidas! El mundo entero sigue viéndolas y seguirán viéndolas mientras sea mundo…

–Si del mundo se trata…

–Bien, de acuerdo, lo doy por perdido, he ganado el cielo y he perdido el mundo, pero cambiaría el cielo por una caricia de Oona en mis últimos veinte minutos pasados junto a ella en Vevey. Bueno, en realidad, por lo que tengo visto, cambiaría el cielo por tomar un té simple en casa de sir Phillip Sassoon, con H.G Wells, Bernard Shaw y Chesterton. ¿Qué digo? cambiaría el cielo por…un arbolito; ya sé, ¡no puede ser!

–Sólo soy el conserje…

– ¿Y dónde está San Pedro? ¿Lo ascendieron?

–Imposible ascender. Nada hay más arriba.

–Pues cuando estaba más abajo me encontraba más arriba.

–Los estados de ánimo no importan.

– ¡Ah, ya! No importan los estados de ánimo, no importa el cine, no importa el mundo, no importa San Pedro, y Charlot les importa un pepino…Y, por supuesto, si de pepinos se trata, los doy por perdidos, aunque cambiaría un pepino por los ámbitos celestiales… A Paulette le gustaban mucho los pepinos; una vez, en Carmel By the Sea, se comió cinco pepinos en una hora.

Parece increíble ¿verdad?

‘La lectura debe ser una de las formas de la felicidad’ Jorge Luis Borges

Charlot en los cielos

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Año 1. No 1. octubre 2006. Itagüí - Colombia

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–Creer o no creer es lo de menos.

–Evidentemente querido Watson, ¿qué más da creer en Dios o en un pepino, si ni Dios ni el pepino creen en ti?

–Silencio, habla Dios.

–No oigo nada.

–El Señor se expresa así.

– ¿Con el silencio?

–Es su estilo – ¿Y qué está diciendo? O, mejor dicho, ¿qué está callando?

–Nada.

–Me lo temía. Es particular del cine mudo. Por lo menos, confío en que le hayan gustado mis primeras películas. Debí haber traído una copia de The Gold Rush, pero debo darla por perdida, ésa y las otras, ya sé, las mudas y las habladas, todas al infierno, es decir, que sigan donde están, o sea, en el recuerdo de los vivos, porque aquí no hay sombras y donde no hay sombras no hay cine, sólo hay Dios, así que, de acuerdo, ¡buena la hemos hecho!, tanto agitarse, tantas inútiles pasiones engarzadas en tantos inútiles gestos y tantas inútiles palabras, para obtener, por fin, la más blanca de las pantallas blancas, sin un solo espectador.¡Qué celestial amargura para alguien como yo que empezó a bailar a los cinco años y bailó sin parar para hacerse querer, para hacerse admirar!

–Le ruego que domine sus impulsos. Dios está aquí.

– ¿Aquí? ¿Dónde? No lo veo.

–Es que es invisible, por supuesto.

– ¿Y quién supuso el supuesto?

–No pregunte. No responde.

–No le gustan las entrevistas.

–Le importan, como usted bien dijo, un pepino.

–En este caso…Si hablarle no puedo…

–Puede hablarle.

–Pero no oye.

– ¿Para qué?, si ya lo sabe todo.

–Y verle, lo que se dice verle…

– ¿Para qué?, si es invisible.

–Simple curiosidad, me gustaría saber si va desnudo o vestido, si tiene barba o no. Aunque, ya sé, si de curiosidad se trata, debo darla por perdida, y, como también debo dar por perdidos el sentido del tacto y del olfato, tampoco puedo tocarle ni olerle, así que puede decirle a tan intangible señor que me importa un pepino que esté o no esté aquí…

–Aquí y en todas partes.

– ¿En todas partes?

–En todas.

– ¿En mi bombín? ¿En mi bastón?

–Bajo el bombín y con bastón.

–Puedo deducir, entonces, que Dios fue Charlot.

– ¿Charlot?

–CHARLOT. C de cine, H de humor, A de amor, R de risa, L de libertad, O de Oona y T de triunfo. Oigamos ahora qué dice el eco…

–Nada. No dice nada. Nunca replica en presencia divina.

–Pues si nada dice el eco y Dios tampoco, valga este acróstico como testimonio en el juicio final. Me gusta.

–Permítame, como simple conserje, hacerle una observación.

No ha sido usted quien ha hablado.

– ¿Quién entonces?

–Dios. A veces utiliza esta argucia y habla como por boca de

hombre, cuando los hombres, por cansancio o defunción, no hacen de ello cuestión personal.

–En este caso, ahora que puedo hablar como Dios, antes de disolverme como azucarillo en el café con leche de la eternidad, quiero decir a los hombres que una vida imaginada vale tanto como una vida real, aunque, al final, ni una ni otra valgan nada. Y quiero decir más…

–Lo siento, no puede decir nada más.

–Sólo una palabra.

–Dios espera.

–Pues… ¡Adiós!

Cabizbajo y taciturno, sin bombín y sin bastón, Charles Chaplin se retiró contrito tras una nube.

SUAREZ, Gonzalo. Cuentos de cine. Selección y prólogo de Jose Luis Borau.

Alfaguara.1996.

·

Gonzalo Suárez Nacido en Oviedo España en 1934. En la década de los sesenta comenzó su magnífica carrera cinematográfica y literaria. Títulos como De cuerpo presente, Trece veces trece, Rocabruno bate a Ditirambo, Gorila en Hollywood, El asesino triste, son muestras inequívocas de su vigor narrativo.

Después del trabajo, el cine Una historia simple de otra primera vez Por María Isabel Galvis

Hay quienes se han dado a la tarea de acumular recuerdos, una suerte de estrategia para que la vejez se acompañe de nostalgia. Hay quienes deciden propiciar recuerdos a los otros, los que están a su lado por un rato, por un tiempo o por una vida.

Debo admitir que tengo una enorme debilidad por los recuerdos, una tendencia obcecada por quedar en la memoria de alguien de alguna forma y en esto, las primeras veces te dan una garantía que ningún otro momento puede otorgarte. Además, que en pleno siglo XXI se te conceda el privilegio de hacer parte de una primera vez resulta tan asombroso como interesante.

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Un día cualquiera iba yo camino al Metro con dos compañeros de trabajo, siempre he envidiado la posibilidad que tienen los obreros para irse a casa con cierto aire de satisfacción que no sé si da el cansancio físico o una jornada justamente medida, nosotros en cambio tenemos siempre planes estratégicos en qué pensar, reuniones sin fin, preocupaciones miles y una jornada de horarios imprecisos. Íbamos pues, rumbo al Metro conversando tonterías y yo que tengo el reflejo involuntario de asociarlo todo con películas empecé a contar una y otra escena para simplemente tener un tema de conversación. 22 y 18 años contaban mis compañeros y de tanta película inconclusa narrada con la emoción de quien sabe que el cine es mucho más que un pasatiempo, llegué a enterarme que ninguno de los dos había asistido jamás a una sala de proyección cinematográfica. Con cierto aire dictatorial pensé que haber vivido todo este tiempo sin cine era no sólo un asombroso récord en la era tecnológica sino también una vida con carencias múltiples.

Uno cree que a estas alturas todo el mundo ha ido a cine, yo por mi parte, debo admitir que en asuntos tecnológicos siempre estoy atrasada, siempre van mucho más rápido que yo, supongo que esta circunstancia me permitió la comprensión justa para una situación como esta. Sin embargo, una vez superado el asombro asomó la nostalgia que como Laura Restrepo me enseñó alguna vez, no es más que “el momento en que el pensamiento retorna a un lugar anterior donde se sentía mejor”. Entonces, mientras preparaba el día y la hora de esta primera vez en el cine, hacía un esfuerzo sobrehumano, inútil por demás, por recordar el día, el clima, la ropa, el lugar o por lo menos los acompañantes de la que fue mi primera ida a cine. A cambio me llené de añoranza por aquellas salitas de barrio que tanto frecuenté y que hubiera querido acogieran a este par con esa sencillez de otrora y con la posibilidad siempre romántica de volver a casa caminando.

La película escogida fue “El crimen Ferpecto”, película española con un título sonoro, trama divertida pero sin mayores atractivos para la gran audiencia, sin comercial de televisión ni campaña de expectativa. Las razones, hablaban nuestro idioma, es una comedia, la daban en uno de esos teatros nuevos cerquita del Metro y en realidad, había poco de dónde escoger.

La compra del tiquete resultó un verdadero desafío a la timidez. Ambos, hombres de provincia, se sintieron en franca desventaja al momento de enfrentarse a la elección del lugar desde donde apreciarían la película. No valieron mis explicaciones detalladas y pacientes, tampoco la sonrisa amable de la mujer que atendía. Como quien mira un manuscrito antiguo en letras indescifrables, acercaron los ojos un instante al mapa de la sala que ostentaba el computador de la taquilla para luego volverse a buscarme y decir que era yo la indicada para elegir. Ante el rigor cívico que impone una larga fila, tuve que tomar una decisión rápida.

Fotografía de Chema Madoz* pag. 23

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Más tarde y, aunque he sido renuente a cualquier posible ruido en esa sala íntima y oscura, me permití el regocijo en la compra de crispetas, un combo inmenso que a duras penas cabe en el regazo y que sin duda significaría un festín crocante muy cerca del oído. Iba igual preparada para interrupciones múltiples, preguntas inusuales y sorpresas abundantes. Compramos pues el combo comestible y con los ojos inmensos nos introdujimos por el corredor previo mientras al fondo sonaba el comercial antipiratería. Las preguntas empezaron, yo hablé de los cortos y de la gran fascinación que me producen (podría ver una selección de cortos alguna noche en lugar de una película). A ellos sin embargo, les llamó más la atención el diseño de la sala, las líneas de colores a los lados, la fidelidad del sonido. Yo les decía que había que ponerlo a prueba con una de esas cintas que tanto agravian al círculo intelectual pero que usualmente nos hacen morir de susto. Llamó la atención el orificio adecuado al lado de la silla para disponer el vaso de gaseosa y entonces, por primera vez, escuché una expresión relacionada con la emoción de la circunstancia “¡Qué elegancia!”.

La verdad es que no hay una enorme distancia generacional entre ellos y yo pero debo decir que mis primeras veces me han valido o bien una sarta innumerable de palabras o unos silencios largos, imposibles. Advertí no obstante que estos dos cortos vocablos significaban una alegría sincera que a mí me bastó.

Empezó la película y a decir verdad hubo pocas irrupciones salvo por el paso del gran paquete de un lado a otro, preguntas por la trama: “¿Este es el mismo man del principio?” o una que otra interjección.

Hubo carcajada sonora, emoción por la novedad pero debo admitir que el momento no fue para ellos diferente a la sensación de estrenar un par de zapatos largamente deseados o a la sorpresa de escuchar justo al subir al bus, una canción que nos gusta mucho y que ya no suena muy a menudo . Debe ser el efecto del VHS en casa o el DVD de máxima resolución. Lo cierto, es que lo que yo pensaba que iba a ser una gran primera vez, de esas que le abren a uno el universo, terminó en un “tenemos que volver un día de estos” en la puerta del Metro en una noche lluviosa. Todos sabemos que muy pocas veces volvemos cuando se dicen frases como esta al despedirse, incluso aunque lo deseemos.

Ahora que escribo noto que fue tal vez un recuerdo para mí, me lo he obsequiado. Sé que no pasó nada extraordinario, de primeras veces está llena la vida, están llenos los días. Sin embargo, me gusta pensar que la próxima vez que vuelvan al cine tendrán que nombrarme, tendré un pretexto para que me recuerden.

Cómo nace un texto por Jorge Luis Borges

Año 1. No 1. octubre 2006. Itagüí - Colombia

Empieza por una suerte de revelación. Pero uso esa palabra de un modo modesto, no ambicioso.

Es decir, de pronto sé que va a ocurrir algo y eso que va a ocurrir puede ser, en el caso de un cuento, el principio y el fin. En el caso de un poema, no: es una idea más general, y a veces ha sido la primera línea. Es decir, algo me es dado, y luego ya intervengo yo, y quizá se echa todo a perder.

En el caso de un cuento, por ejemplo, bueno, yo conozco el principio, el punto de partida, conozco el fin, conozco la meta. Pero luego tengo que descubrir, mediante mis muy limitados medios, qué sucede entre el principio y el fin. Y luego hay otros problemas a resolver; por ejemplo, si conviene que el hecho sea contado en primera persona o en tercera persona. Luego, hay que buscar la época; ahora, en cuanto a mí “eso es una solución personal mía”, creo que para mí lo más cómodo viene a ser la última década del siglo XIX. Elijo “si se trata de un cuento porteño”, lugares de las orillas, digamos, de Palermo, digamos de Barracas, de Turdera. Y la fecha, digamos 1899, el año de mi nacimiento, por ejemplo. Porque ¿quién puede saber, exactamente, cómo hablaban aquellos orilleros muertos?: nadie. Es decir, que yo puedo proceder con comodidad. En cambio, si un escritor elige un tema contemporáneo, entonces ya el lector se convierte en un inspector y resuelve: “No, en tal barrio no se habla así, la gente de tal clase no usaría tal o cual expresión.”

El escritor prevé todo esto y se siente trabado. En cambio, yo elijo una época un poco lejana, un lugar un poco lejano; y eso me da libertad, y ya puedo fantasear o falsificar, incluso. Puedo mentir sin que nadie se dé cuenta, y sobre todo, sin que yo mismo me dé cuenta, ya que es necesario que el escritor que escribe una fábula “por fantástica que sea” crea, por el momento, en la realidad de la fábula.

BORGES, Jorge Luis. Cómo nace un texto (fragmento). http://www.mundolatino.org/cultura/borges/borges.htm

La realidad, Dios y los sueños Entrevista al artísta plástico Darío Rojas Por Adelaida Mejía

“Cuando Dios creó al hombre de barro, a su imagen y semejanza, le infundió vida. Eso hizo Miguel Ángel cuando golpeó al Moisés: ¡Parla!”

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Dario Rojas

-¿Cree en Dios?-, se le pregunta “Profundamente”, responde.

“Yo soñaba pintando toda la iglesia de Itagüí, y que los muros de la iglesia me atraían, me absorbían.”

Entre lo onírico y lo real “Siempre he dicho que puedo ser un artista figurativo, muy aferrado a la figura humana pero con esa otra dimensión de los sueños, en donde está toda la fantasía, todo lo que el ser humano pueda imaginar, que no existe en el mundo físico. Puedo ser entonces realista-surrealista.”

Un momento de soledad para crear “Hay estados mentales diferentes cuando uno hace arte, pero es muy difícil describirlos o contarlos. Serían cosas muy íntimas de un artista. Pero cuando me siento a trabajar hay un estado natural. Hay un momento que se puede llamar sublimación o éxtasis, pero es un estado emocional o mental indefinible o por lo menos imposible de transcribir con palabras. Y se puede sentir sólo en soledad: solo el artista con la obra.”

“La inspiración tiene que ser algo natural en uno.

No se puede esperar un momento de inspiración.

A mí me gusta pintar por la noche, pero si tengo que hacerlo de día madrugo también. De día tiene más luz la pintura. Para el fresco me toca de día y de noche sin parar.”

Me gustaba dibujar los animales: el pez martillo, los pelícanos Darío Rojas nació en Salgar en 1952 y se radicó en Itagüí cuando tenía cinco años. Estudió la primaria en la escuela Diego Echavarría, y la secundaria en el Instituto Cristo Rey. De cuando estaba pequeño recuerda los dibujos con plumilla y tinta china que hacía en la escuela, “el de una ballena... me gustaba dibujar los animales: el pez martillo, los pelícanos...”

“Todavía recuerdo, cuando estaba en quinto de primaria, una imagen que vi de El Moisés de Miguel Ángel; yo no sabía quién era Moisés ni quién era Miguel Ángel, pero ahora me impacta que me hubiera impresionado tanto sin saber quién era.”

“Cuando estudiaba en Cristo Rey, en primero de bachillerato el profesor no sabía dibujar, entonces me decía que le pintara en el tablero para los alumnos: desde primero de bachillerato yo era profesor.”

En segundo de bachillerato el colegio organizó un concurso de pintura entre los estudiantes: “No gané el concurso pero aprendí mucho... conocí el pastel.” “...ver en el pastel, algo que yo no conocía me movió muy profundamente. Hasta ese momento yo sólo había pintado con Prismacolor, pero el concurso nos afectó tanto que cada día llevábamos una pintura... Fue para mí un comienzo.”

“Ya en tercero el profesor nos habló del Renacimiento; de Miguel Ángel, de Rafael, y en un examen que nos hizo yo fui el único que supo responder...”

“Ahí en el colegio hice mi primer mural: El hombre a través del tiempo se llamaba, y cuando salimos del colegio yo quedé de profesor.”

‘La lectura debe ser una de las formas de la felicidad’ Jorge Luis Borges

Sin título “Dicen que el escultor es el artista que más se Pastel sobre cartón canson aproxima a Dios” (fragmento)

Enseñaba todo el día y luego se iba para la Universidad de Antioquia, de 6 a 8 de la noche, a estudiar Artes, no en el pregrado, porque no pasó el examen para entrar, sino en distintos cursos de extensión de la Universidad.

“Yo había decidido que iba a ser pintor por ahí desde los diez años. Chiquito le dije a mi papá que no quería hacer bachillerato sino que quería pintar…”

Estudios y trabajos “Gonzalo Rivera, el entonces párroco de Itagüí, me encargó un telón de once metros para la iglesia: se llamaba Los dos ladrones. Por aquellos días estaba yo caminando, como buscando la inspiración, y vi un árbol en forma de Y: de ahí pinté la cruz con esa forma y no como la de siempre. Al tiempo, ya conociendo más el trabajo de Miguel Ángel, miré una pintura suya: La crucifixión de Amman, y vi una cruz igual.”

Vuelve a decir -como llevado por un recuerdo sutil, y conducido por la pregunta de las primeras veces; las primeras sensaciones, las primeras experiencias-: “Me enamoré del pastel la primera vez que lo vi... La sensación que yo sentía con el pastel es algo que sólo sentí en esa época (de la secundaria), o tal vez cuando hice los primeros murales: el de Los dos ladrones, que ya lo borraron gracias a Dios… porque en ese momento yo creía que era perfecto, pero después empecé a estudiar anatomía y...” -termina la frase con un gesto de desapruebo-. “…pero cuando lo hice, yo entraba a la iglesia cuando estaba toda la gente no más para que me vieran, para que me conocieran: uno es muy inocente.”

“Sin embargo ahora veo obras que hice hace dos o tres años y me impactan: como si las viera por primera vez.”

Luego de pasar por Bellas Artes “me fui a estudiar por cuenta propia Anatomía interna en la facultad de medicina de la Universidad de Antioquia. Después me fui a estudiar escultura en piedra y mármol en una fábrica que se llama Apimar”.

Cuando llevaba un año de profesor en Cristo Rey, lo llamaron para pintar un telón de cinco metros de largo por siete de ancho en el Colegio El Rosario: se llamaba El hombre en busca de la verdad. “Fue un desnudo que causó mucho impacto y revuelo en Itagüí”. -Parece que querían taparle la verdad al hombre, porque mandaron vestir al que estaba desnudo-.

A Estados Unidos

Indígenas de Antioquia Fresco (fragmento)

En el 83 viajó a Estados Unidos buscando la prosperidad y el éxito que el país prometía; “Siempre tenía la inquietud de saber qué había allá, por lo que decía la gente del país de las oportunidades… que allá sí se progresa. Empecé a pintar en clubes nocturnos. Pintaba temas costumbristas: la mula, los arrieros, el paisaje de acá. En Nueva York pintaba en un club “Claro de luna” y en otro “Románticos”…

“Si uno pudiera transmitir eso que soñó, traer esas imágenes, tal como uno las ve allá en los sueños, yo creo que sería el más grande genio de esta época.”

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Cada cosa produce una sensación distinta

Estuvo seis años sin venir… expuso en el Consulado Colombiano en Nueva York, hizo algún fresco y vivió entre gente de otra parte.

“El fresco da nervios, la escultura cansancio, el dibujo me produce equilibrio, como un estado de paz, la pintura es más compleja, más difícil de llevar a cabo que el dibujo; hay lucha por hallar por ejemplo el parecido de un rostro… en el óleo hay tensión.”

“Allá pintaba costumbrismo y de todo, pero cuando yo voy a pintar temas para mi, que no sean encargo, lo que más trabajo es la figura humana.”

Hay que conocer y penetrar la figura humana “Para mí no es lo mismo pintar un cuerpo masculino que un cuerpo femenino: son dos formas de satisfacción diferentes. En el masculino es lograr transcribir la belleza del cuerpo: su fuerza, sus músculos, sus contorsiones. Cuando estoy frente a un cuerpo femenino hay otra sensación; una emoción más humana al verme frente a una mujer. Es verla a ella, sentirla junto a mí. Hay placer estético y placer sensual.”

“En la escultura, de tanto uno ver la piedra blanca ve el cuerpo ahí, pero hay que penetrar y conocer la figura humana por todos los lados… Para mí la escultura en piedra y mármol es lo más difícil del arte.”

“Lo importante para un artista es que sepa qué es lo que tiene el ser humano dentro de sí… Sería primero encontrarse a sí mismo, encontrarse como persona; porque está primero la persona que el artista… entonces el arte se volvería el resultado de eso que ha encontrado.”

“En mí permanecen siempre las ansias de superarme, de ser cada vez mejor, aunque cada vez esté uno más cansado…

Yo creo que uno le roba tanta energía al cuerpo que el cuerpo responde y se debilita. A medida que pasa el tiempo el cuerpo se va sintiendo más débil, pero el espíritu permanece.”

El juicio ante el gran trono blanco Fresco (fragmento)

mitir eso que soñó, traer esas imágenes, tal como uno las ve allá en los sueños, yo creo que sería el más grande genio de esta época.”

Pintaría para Dios “Si yo tuviera la capacidad económica pintaría para Dios, y para satisfacerme a mí mismo. Yo haría un templo como el rey Salomón. Haría una Capilla Sixtina, una de esta época, y haría muchas esculturas en mármol.”

“Por qué pinto… eso sí es muy difícil definirlo. Ser artista… es un don. Desde segundo de primaria, con las plumillas y la tinta china, ya había una emoción y una compenetración muy grandes. Eso ya estaba en mí.”

A mi la tristeza no me deja pintar

Si uno pudiera transmitir eso que soñó…

“Quisiera transmitir especialmente los mundos suprasensibles… con estos me refiero al mundo etéreo, de otras dimensiones que están más allá de la realidad cotidiana que vivimos con los sentidos.

Sé que hay otras formas más sutiles, u otras sensaciones… Si uno pudiera trans-

“A partir del equilibrio viene el entusiasmo y es desde ahí como uno puede hacer cosas buenas. Se necesita el “estado de gracia”: primero la paz interior que produce el equilibrio emocional, y este produce el entusiasmo que lo mueve a uno a hacer las cosas. Cuando estoy triste no puedo pintar.”

Año 1. No 1. octubre 2006. Itagüí - Colombia

en “El abuelo gozón”, el club “Melao” y el club “Ilusiones”.

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Indígenas de Antioquia Fresco (fragmento)

“La agonía del éxtasis” que decía Miguel Ángel

Año 1. No 1. octubre 2006. Itagüí - Colombia

“Cuando calco el cartón sobre revoque húmedo –en el fresco- eso sí me produce una sensación rara, como de gracia: me recuerda a Miguel Ángel, a Rafael, a los griegos. Como sé que a partir de ese momento yo tengo que empezar a pintar sin parar me produce también un estado de ansiedad, de nerviosismo.”

“El fresco es un trabajo contra reloj. Se hace con base en una mezcla de estuco o argamasa, de polvo de mármol, cal y arena, y un poco de cemento blanco.

Cada día se va a revocar un pedacito, de acuerdo al dibujo que se va a calcar ese día; solamente ese pedazo se revoca y hay que pintarlo en veinte o veinticinco horas, antes de que se seque. De ahí su nombre de fresco: porque se hace sobre el revoque húmedo. Si en ese tiempo no se termina, el estuco no absorbe los colores, entonces cuando se seca queda el color sobre la superficie. Y cuando se seca hay que ponerle un chorro de agua: si se despintó quedó mal hecho.”

Quisiera “Yo siempre me veo pintando o haciendo escultura. Me gustaría sentirme más acá, pero me gustaría también ir a Venecia, Florencia…”

“Mi más ferviente sueño es ir a conocer la Capilla Sixtina, las esculturas de Miguel Ángel, y conocer a los otros maestros: Leonardo Da Vinci, Rafael… en Venecia al Tintoretto y al Tiziano…”

“Pero me siento feliz acá, en Itagüí me siento feliz, en Colombia me siento feliz, pero mucho más en Itagüí.”

“Uno está extasiado ante la textura de ese estuco, en su superficie blanca marmórea. No ha comenzado, pero ya sabe que es algo que tiene que terminar.”

Darío Rojas trabajando en su último fresco, “Transición”

La primera que saltó

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Gustavo Gómez Vélez

reconstruir órganos a partir de él. Valga agregar que la L nos ha aportado la Leche.

Es por eso que los Lazos no deben tirar

se a la basura. Quienes se han separado de su tierra natal o de un ser querido lo sabrán muy bien. Y de su pareja también; casi siempre queda un vínculo difícil de olvidar: el Lazo afectivo.

Hablando de parejas y afectos la L no se queda atrás. Sus encuentros fortuitos con su gemela, o con su clon, la L, la colocan frente a su propio espejo, y comienza un romance que las Llevará a caminar de la mano por el Llano en medio de la Lluvia, que es la manera más digna que tiene la tierra de Llorar, pues cuando Llora el cielo, el planeta reverdece, crece el árbol y crecen las hojas de papiro sobre las cuales se escribe y nace el Libro. Leer tiene muchas ventajas.

Pero íbamos en que la L y su clon estaban mojadas y corrieron en busca de refugio.

En el bosque encuentran una choza para guarecerse, también encuentran la Llave Mágica con la que logran abrir la puerta.

Observan sus Lánguidas figuras chorrean-

do el piso, y de una silla recogen una toalla para Limpiarse. Luego Llaman a casa y le dicen a Lola que les prepare un chocolate bien espumoso, ¡pero Lihgt!, no vaya a ser que pierdan la silueta de Lolitas, que con tanto sacrificio han logrado, para ser tratadas como el artículo de lujo por quienes escriben.

De regreso a casa la clon de L quiere lisonjear con ella, diciéndole que está muy Linda, pero L explica: “Lo nuestro no puede ser, pues somos hermanitas, con lo cual incurriríamos en el incesto, o nos tildarían de homosexuales, y hasta podrían sacarnos del abecedario. Por eso lo mejor es que sólo nos Liguemos para cuando haga falta y así tendremos una vida más Llevadera”.

Luego de esta Ligera historia la L vuelve a sus Labores, extiende la hamaca en el Living, se pone a Libar un poco de vino, y lo hace delicadamente para no estropear su Labial, y comienza a Lucubrar: “La vida a pesar de ser corta es Loable”.

Y recoge la revista Letra para Leer y comprobar, sobretodo comprobar, que la han puesto de primera y en primera página, que no es lo mismo. ¡Salud!

‘La lectura debe ser una de las formas de la felicidad’ Jorge Luis Borges

La letra L fueGómez la primera que salGustavo Vélez tó para iniciar este texto y para darle nombre a esta publicación naciente. Quizá la L estaba por ahí Loleando por la calle, o entre las páginas, como toda Letra vagabunda en espera de un ofrecimiento malicioso que la incline sobre la espalda obligándola a levantar sus pies; basta imaginarla acostada para comprobarlo. Puede ser también que nuestra L esté tirada en el césped hojeando alguna revista del jet set, con unas gafas oscuras que la protegen del sol, distraída, sin saber en qué momento vengan a buscarla para unirse a un movimiento renovador, o para armar alguna palabra que ayude a decir Literatura, Letrado, Libertad, Libélula, Locura, Lirio, Lapislázuli, Lúgubre, Lontananza, o para Levantarle La Libido a las demás Letras del abecedario.

Si uno se pone a observar un nacimiento, ve como el médico corta el Lazo umbilical, y no digo cordón, pues me suena a zapatos y bajo mundo. Digo Lazo, pues se llega al mundo atado a la madre, y resulta algo tan sencillo, pero significante, ya que no es raro escuchar cómo ahora la ciencia se esmera en guardar ese Lazo para futuras investigaciones genéticas, como las de

Fotografía de Chema Madoz* pag. 23

Elkin Restrepo El jardín prestado*

Vasallaje*

En una fotografía de familia, mi infancia arisca.

No era esta una luz doméstica, como la que acompasa los domingos la siesta de los vivos con el suspiro de los muertos:

Es la hora matinal.

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El lugar, una banca de parque; un día domingo, años cincuenta.

En el centro, a punto de sonreir e iniciar su aventura de gran nube blanca, está la joven madre.

El pequeño sombrero negro con velo, los guantes de gamuza, el elegante abrigo, la fijan en la distancia.

A su lado, revoloteando y viéndose en sus ojos –como pájaros en el reflejo sin límite de un río–, están los hijos.

Y de entonces a hoy corre el endeble hilo que el ovillo de la vida anuda con todo aquello

Año 1. No 1. octubre 2006. Itagüí - Colombia

que al dársenos también se nos quita.

una luz para adornar fantasmas.

Tampoco una luz –más tibia aún–, para darle vida a un dictado de resquemores amorosos.

Una luz para ídolos era ésta, incesante y poderosa como una cruzada evangélica.

A su paso el mundo esclarecía sus cosas, y ¡ay! del que estuviera despierto.

Era niño y a la amalgama de realidades e idolatrías se unió, pues, esta otra: una luz tumultuosa, de épocas y ostentosidades mitológicas, algo tan monstruoso como si a la verdad, otra verdad más bárbara reemplazara.

Por un instante tuve cabeza de decapitado y el pobre corazón dio un vuelco.

Balbucí un salmo por toda resistencia.

Y si sobreviví a ésta y otras gestas avasallantes fue porque, en el sumiso paisaje de la ventana, contra todo pronóstico, atardeció el domingo.

Elkin Restrepo nació en Medellín en 1942. Abogado de la Universidad de Antioquia. Es poeta, narrador, dibujante y grabador. Fue profesor de Literatura en la Universidad de Antioquia, donde dirige actualmente la Revista institucional. Ha sido fundador y codirector de las revistas literarias Acuarimántima, Poesía y Deshora. Colaborador de las revistas La Pluma, Eco y Mundo Nuevo. En 1968 ganó el Premio Nacional de Poesía Vanguardia, El Siglo, con su libro Bla, bla, bla. Ha publicado los libros: La sombra de otros lugares (1973); Memorias del mundo (1974); Lugar de invocaciones (1977); La palabra sin reino (1982); Retratos de artistas (1983); Absorto escuchando el cercano canto de sirenas (1985) y La Dádiva (1991). Poemas y textos suyos han sido traducidos al inglés, francés, ruso, y hebreo. Publicaciones en antologías y revistas de México, Estados Unidos, España, Francia, Argentina, Venezuela, Alemania, Rusia, Israel, Cuba. *Poemas inéditos cedidos por el autor para la revista Letra.

Clemencia Sánchez

“La vida para ser dulce debe ser cruel”

Buster Keaton*

Lewis Alicia Carroll*

Principio

El rostro que semeja el silencio es el rumor de una muchacha olvidada.

La mano que cierra su ventana imita las horas de una tarde detenida en los aleros, copia el vuelo de los lentos pájaros que la olvidaron.

La Pequeña Llavecita de Oro con la que abrió la puerta del sueño, ¿Era suya o era de él?

Ya sabe, hablo del místico hombre que la inventó a usted una tarde extraña en que, debo decirlo, brilló por su ausencia la cordura y la sensatez.

Porque bueno, crearla es en verdad enloquecer con un juego infinito de abalorios. ¿O es usted Mr. Carroll con quien hablo ahora?

Dígame, ¿Abrió usted la puerta, o su mano condujo la de ella?

Vaya mundo el que abrieron. ¿Y quién cierra ahora esa puerta?

Esa liebre que pasa tentándonos con abismos de mermelada, me hace pensar cosas terribles.

Por ejemplo, a veces me digo cosas loquísimas como: “¡qué le corten la cabeza!” mientras pienso en algunos tiranos del mundo.

Ya sabe, no es fácil hablar sensatamente alterando el orden del mundo, jugando con el poder desde la orilla invertida.

Bueno, esas cosas pasan cuando usted Señor Carroll, digo, usted Niña Alicia le entregan a uno la pequeña Llavecita Dorada.

La que abrió para siempre el vasto territorio del sueño.

El gesto de la eternidad reposa en la mirada de un niño mudo.

Fue necesario enterrar los vocablos para fundar el diálogo con lo perdido.

Una flor en su mano es la primavera Todo el tiempo queda resumido pues no hay posibilidad de promesa, pero de igual forma la flor en su mano es el amor y el llanto se hace mar de invierno, escena ininterrumpida de una antigua nostalgia de eternidad.

El corazón mudo es el amor.

La risa que se posa en el último árbol de su deseo repite un bosque vacío, todas las palabras clausuradas en el ramaje triste de su mañana.

Hay un abrazo perdido para siempre.

Hay un beso en la boca del aire, una muchacha en la tarde de todos los silencios.

Clemencia Sánchez nació en Itagüí, es licenciada en Idiomas de la Universidad de Antioquia. Una mujer que asumió la palabra poética como su forma de ser, sin alharacas y en un silencio profundo. En 1997 obtuvo el Primer puesto en el II Premio de Poesía Colombo-Cubano Afranio Parra Guzmán, con su libro El Velorio de la Amanuense. En bien de la ciudad y de la renovación que requiere la literatura colombiana, nos alegramos de contar con ella en estas páginas de LETRA y de que su obra nos siga sorprendiendo gratamente.

*Poemas inéditos cedidos por la autora para la revista Letra.

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Fotografías Adriana Cardona

La mayor parte de su vida residió en Itagüí.

Las fotografías publicadas pertenecen a una serie que realizó durante su estadía en Inglaterra, entre los años 2001 y 2003.

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1-Primera Nevada / High park 2001 2-Camino a Stone Henge,Canterbury 2002 3-Stone Henge, Canterbury 2002

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No vemos las cosas tal como son, sino tal como somos Cuento tradicional de oriente

Un hombre visitó una tierra lejana y compró un espejo, objeto que era absolutamente desconocido para él. Le había llamado la atención, porque cada vez que lo miraba le parecía ver en su interior la cara de su padre fallecido, así que lo guardó en un cofre y se lo llevó a su país.

De vuelta en su casa, cuando se sentía triste o preocupado, subía al desván, abría el cofre y se asomaba en él para ver la cara de su padre, que, aunque triste y preocupada también, le transmitía confianza y ánimo.

Su mujer, extrañada por aquella conducta, decidió un día que estaba sola subir al desván y abrir el cofre. Para su sorpresa, vio en su interior la cara de una mujer que la miraba con curiosidad.

Cuando regresó el marido, ambos discutieron amargamente.

-¡Hombre vil, me engañas con esta mujer!

-clamaba ella mirando dentro del cofre.

-¡Estás loca! ¿No ves que es mi padre? –respondía él asomándose también al espejo.

-¿Crees que soy ciega? ¡Yo veo claramente una mujer! –contestaba ella de nuevo.

Como la discusión crecía, decidieron que alguien justo y sabio arbitrara en la disputa.

Para ello eligieron al sacerdote de la comunidad.

Después de un minucioso examen del asunto, aquel hombre ecuánime miró al espejo dentro del cofre y declaró: -Ni aquí está tu padre, ni tampoco hay ninguna mujer ¡claramente lo que hay es un sacerdote!

Autor anónimo

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CALLE, Ramiro y VASQUEZ, Sebastián .Los 120 mejores cuentos de las tradiciones espirituales de oriente. Recopilación de EDAF 2005.

No todo es lo que parece, y Chema Madoz (Madrid,1958) se encarga de ponerlo en evidencia. Ocultos entre la cotidianeidad surgen nuevos mundos. Nuevas dimensiones que de la mano de la metáfora alteran la percepción de la realidad más inmediata. El absurdo, la paradoja, el humor -por qué no la gregería- se dan cita en el estudio del fotógrafo. La idea inicia su proceso de superación del objeto y establece una descontextualización Dadá. La ironía con la que Madoz asalta modelos reconocibles establece una re-

lación con el espectador que le conduce por los caminos de un universo paralelo. “... las fotografías no son sólo el reflejo de lo que estaba ahí (una suerte de memoria portátil), -nos comenta Fernando Castro- también tienen que ver con la conciencia de la desaparición...” “... en sus metaforizaciones fotográficas enmarca cosas de una singular simetría o hace que nos fijemos en sencillos desplazamientos, en puntos de vista que modifican lo real...”

Cristian Caujolle subraya que la obra de

Madoz está articulada por unos objetos engañosos que detrás de su apariencia habitual, la que reconocemos (un sobre, un guante, una cerilla, un bastón, una balanza, un lápiz, etc.), porque nos es familiar, ocultan una extrañeza que produce una sensación nueva que impide considerar las fotografías como naturalezas muertas. http://www.chemamadoz.com

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*Chema Madoz

La biblioteca de Mozart*

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Con demasiada frecuencia se repite el mentiroso dicho: “dime con quien andas y te diré quién eres”. Mucho más creíble y sensato es el de alguien, de cuyo nombre nunca pude acordarme, que decía: “dime qué lees y te diré quién eres”. Por eso, el recuento del simple listado de las obras que estaban en poder de Mozart en el momento de su muerte es muy elocuente para mostrarnos el panorama de sus intereses y preocupaciones.

Después del profundo descalabro que sufrieron sus arcas en el año 1788, cuando escasearon las fuentes de subsistencia en Viena porque la aristocracia medrosa había buscado refugio en sus casas campestres contra la amenaza de los ejércitos turcos, y el emperador, embelesado con los confites que le brindaba la música de las italianos Antonio Salieri, Sacchini, Piccini y Paisiello, se olvidaba de él y sus extrañas originalidades. Las finanzas del compositor, que hacían agua ya en el año anterior, llegaron a una situación de dramático naufragio, obligándolo a recurrir a prestamistas y usureros vieneses, que lo fueron despojando de toda esa cacharrería que los artistas acumulaban a lo largo de sus carreras: relojes, trofeos de eventos brillantes, medallas, tabaqueras de oro, dijes y chilinguengues que utilizaban los grandes señores para despachar sin un costo excesivo a los artistas que les brindaban recitales y conciertos en sus palacios. Todos sus haberes, útiles, inútiles e indispensables, fueron tomando el camino del montepío. El desfile fue ininterrumpido, mientras persistía la necesidad de atender al costoso tratamiento de baños termales para Constanze, su mujer, en el aristocrático balneario de Baden. Suntuosas vajillas, testimonios de épocas de bonanza, medallones y dijes dorados, juegos de plata, emigraron en un viaje de imposible retorno. Hasta los muebles caseros estaban embargados en los últimos meses de su vida. Como un remanente invendible, permanecían los arrumes de libros, muchos con dedicatorias de sus autores y la mayoría regalados por amigos y admiradores, pero también, adquiridos por propia elección. Es éste un elocuente y conmovedor testimonio que permaneció incólume en medio de aquel catastrófico derrumbamiento. Luego de su muerte en la madrugada del cinco de diciembre de 1791, cincuenta y tres días antes de cumplir los 36 años, un funcionario de la ciudad hizo un frío recuento de los po-

Rodolfo Pérez González

bres bienes del inmenso genio. Entre los papeles usados (que no otra cosa podían ser para un empleaducho oficial los manuscritos gloriosos), registró el montón de libros, cuyos títulos debió referenciar porque la seguridad del estado así lo exigía para cerciorarse de la condición de sus difuntos exgobernados. Esta circunstancia providencial nos ha permitido conocer qué leía el genial compositor.

Aparte de las obras musicales y ediciones de obras propias y ajenas, llama la atención la lista de obras literarias, filosofía, relatos de viajes y geografía que aparecen en el recuento: Las Odas de Ovidio traducidas por Lory; cuatro de los cinco volúmenes de los Libretos de Metastasio; Diógenes de Sinope, y L’Arcadia in Brenta, junto a los tres tomos de las Comedias completas de Molière. Los dos volúmenes de Escritos del “pintor y poeta de lo idílico”, Salomon Gessner, con dedicatoria de este fino escritor suizo amigo de Kleist (de quien también aparecen los 2 volúmenes de su obra en la edición vienesa de 1765). A su lado están la Antología de los poemas de Blumauer en edición vienesa de 1784, los cuatro volúmenes de los Escritos completos de Sonnenfels y los seis tomos de una Antología de comedias de los clásicos alemanes. Igualmente, los tres hermosos tomos de la poesía de Weiss en la edición de Leipzig de 1772 y otra Antología por Maskow de poemas de grandes poetas alemanes.

No estaba ya entre los libros, uno que sabemos había sido su lectura durante muchas horas en su primer viaje a Italia: Las mil y una noches en versión italiana.

Los ensayos filosóficos de Smith sobre la práctica de la música, acompañaba al Phädon de Moses Mendelssohn, el gran filósofo judío, abuelo del genial compositor, Felix Mendelssohn.

Entre las obras curiosas había alguna como “La Metafísica en conexión con la química,” en una edición de Halle, sin faltar un ejemplar de La Biblia Sacra en edición de 1679.

Desde su infancia había mostrado gran interés por las matemáticas, lo que explica la presencia en este catálogo de “Cálculo y Álgebra” de Spengler en la edición de 1779.

Libros de viajes y descripciones de países en gran número, acompañaban a relatos históricos, enciclopedias para niños y colecciones de crónicas y anécdotas de

grandes hombres, colecciones de cartas y relatos en inglés, francés, italiano y alemán, que nos muestran la amplitud de su conocimiento lingüístico y su condición de universalidad cultural.

Es una imagen muy diferente a la paupérrima que divulgó al mundo la exitosa película de Milos Forman, Amadeus, donde se presenta a Mozart como un patán irresponsable y tonto.

Consideración prosaica pero real, es el trabajo que implicó el traslado de estos y los demás libros en la docena de trasteos que realizó en los nueve últimos años de su vida en Viena. Valgan estas cortas líneas como humilde desagravio a su calumniada memoria. *Este texto hace parte de una investigación que el autor realizó sobre el músico Wolfgang Amadeus Mozart, a propósito de un libro que será próximamente publicado.

Rodolfo Pérez nació en Medellín el 22 de febrero de 1929. Profesor de Historia y Contrapunto en la Universidad de Antioquia. Investigador y realizador de programas de radio para las Emisoras Culturales Cámara de Comercio, Universidad de Antioquia y Universidad Pontificia Bolivariana.

Cofundador de la Coral “Tomás Luis de Victoria”.

El Alma Máter lo distinguió con la medalla Francisco Antonio Zea y el Doctorado Honoris Causa en Dirección Coral. S.M. El Rey Juan Carlos Ide España le concedió el título de Comendador de la Orden de Isabel la Católica.

Taxi para las estrellas Gianni Rodari Una noche el taxista Compagnoni Peppino, de Milán, terminado su turno de servicio, iba conduciendo despacito para llevar el coche al garaje, abajo, por la zona de Porta Génova. No se sentía demasiado contento porque había hecho pocas carreras y tuvo más de un cliente caprichoso, incluyendo a una señora que le había hecho esperar cuarenta y ocho minutos fuera de una tienda; además el guardia le había puesto una multa. Por eso, mientras iba a encerrar, miraba a los transeúntes. Y en esto un señor le hace una señal.

- ¡Taxi, taxi!

- Entre, señor - el Compagnoni Peppino frenó rápidamente - .

Pero voy hacia abajo, hacia Porta Génova, ¿Le viene bien?

- Vaya adonde quiera, pero deprisa.

- No, mire, iremos donde usted quiera, no faltaría más. Siempre que no se salga demasiado de mi camino.

- ¡De acuerdo! ¡Póngalo en marcha y siga siempre adelante!

- De acuerdo, señor.

El Compagnoni Peppino apretó el pedal del acelerador y adelante. Pero mientras tanto observaba al pasajero por el espejo retrovisor. Qué tipo: “Vaya donde quiera, siga siempre adelante…” La cara se le veía poco, medio oculta por el cuello del abrigo y el ala del sombrero. “Uuy – pensaba el Peppino- , ¿no será un ladrón? Voy a fijarme en si nos persigue alguien… No, parece que no. Ni maleta ni bolsa. Sólo un paquetito. Vaya, ahora lo abre. A saber lo que lleva dentro… ¿Qué puede ser eso? Casi parece un trozo de chocolate. Exacto, chocolate azul, ¿de cuándo acá hay chocolate azul? Pero él se lo come… Bueno, hay gustos para todo. Ánimo Peppino, que ya casi hemos

Artista: Andrés Hernández Roldán Técnica: Acuarela sobre papel Sin Título

llegado… Eeh, digo, pero… pero, ¿qué es esto? ¿Qué pasa?

Eeh, ¿qué hace usted?, ¿qué está tramando…?”

- No se preocupe – respondió el pasajero con voz cortante - , siga siempre adelante.

- ¡Pero qué adelante ni qué narices! ¡Por aquí no se va ni a para delante ni para atrás! ¿No se ha dado cuenta de que estamos volando? ¡Socorro…!

El Compagnoni Peppino viró para no embestir las antenas de la televisión en lo alto de un rascacielos. Luego siguió protestando: - Pero, ¿qué es lo que se le ha metido en la cabeza? ¿Qué es este enredo?

- No tenga miedo, no pasará nada.

- Sí, claro, usted lo llama nada. Un taxi que vuela por el aire es algo que pasa a cada momento…

Pero mire, recarambola, estamos sobre la catedral de Milán, si nos caemos nos ensartamos en una aguja y adiós muy buenas.

Pero ¿puede saberse qué clase de broma es ésta?

- Debería darse cuenta por sí mismo de que no es una broma – replicó el pasajero-. Estamos volando, ¿y qué?

- Pero como que ¡”i.e.”!¡Mi taxi no es un misil!

- Ahora hágase a la idea de que es un taxi espacial.

- ¡Cómo que espacial! Además ni siquiera tengo permiso para pilotar. Hará que me pongan una buena multa, ya lo verá. ¿Y quiere explicarme cómo es que podemos volar?

- Es sencillísimo. ¿Ve esta sustancia azul?

- La he visto sí, también he visto que ha comido un trocito.

- Sí, basta con tragar un pedacito para que funcione. Es un motor antigravitacional que nos hará alcanzar la velocidad de la luz, más un metro.

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- Muy bien, todo eso es muy interesante.

Pero yo tengo que irme a casa, estimado señor. Yo vivo en Porta Génova, no en la luna.

- No estamos yendo a la luna.

- ¿Ah, no? ¿Y adónde vamos?

- Al séptimo planeta de la estrella Aldebarán.

Allí es donde vivo yo.

- Me alegro mucho, pero yo vivo en la Tierra.

- Escuche, voy a decirle de lo que se trata. Yo no soy un terrestre, soy un Aldebariano. Mire.

- ¿Qué es lo que tengo que mirar?

- Aquí, ¿ve el tercer ojo?

- Recarambola, es verdad que tiene tres ojos.

- Míreme las manos. ¿Cuántos dedos tengo?

- Uno, dos, tres… seis… doce. ¿Doce dedos en cada mano?

- Doce. ¿Se ha convencido ya? He estado en una misión en la Tierra, para ver cómo van las cosas entre vosotros y ahora regreso a mi planeta para informar.

- Magnífico, es su obligación, cada uno en su casa. ¿Y yo? ¿Qué hago yo para volver a casa?

- Le daré un trocito de esto para masticarlo y estará en Milán en un momento.

- Lo hice porque quería viajar sentado, ¿Le basta? Mire, estamos llegando.

- ¿Esa bola de ahí es su planeta?

Año 1. No 1. octubre 2006. Itagüí - Colombia

Pero “Esa bola de ahí” se transformó en unos segundos en un globo enorme hacia cuya superficie descendía a impresionante velocidad el taxi del Compagnoni Peppino.

- Allí, a la izquierda – ordenó el pasajero-, aterrizaremos en aquella plaza.

- Menos mal que usted ve una plaza, yo lo único que veo es un prado.

- En mi planeta no hay prados.

- Entonces será una plaza pintada de verde.

- Uhmm… descienda un poco… descienda… así… ¡Por Aldebarán!

- ¿Qué le había dicho? ¡A ver si no es hierba! ¿Y quienes son aquellos?

- ¿De quién está hablando?

- De aquella especie de gallinas gigantes que se nos echan encima con el arco y las flechas.

- ¿Arco? ¿Flechas? ¿Gallinas gigantes? ¡En mi planeta no hay nada por el estilo!

- ¿Ah, no? Entonces, ¿sabe lo que le digo?

- Cállese, ya lo sé. Nos hemos equivocado de camino. Déjeme pensar un momentito.

- Pues piense rápido, porque esos tipos están llegando. ¡Ziiip! ¿Lo ha oído? ¡Era una flecha! Vamos, señor Aldebariano, despierte, coma un pedacito de chocolate azul, vamos a largarnos, levantar el campo, pirarnos, porque el Peppino Compagnoni quiere regresar a Milán con su piel sin agujerear, ¿ha comprendido?

El Aldebariano se apresuró a morder la misteriosa sustancia que el Peppino Compagnoni llamaba chocolate azul.

- ¡Trágueselo! ¡Trágueselo sin masticar; que acaba antes! – gritó el taxista.

Gianni Rodari (1920-1980) Escritor italiano de libros infantiles nacido en Omegna.

De padres panaderos, fue criado por una nodriza y con 9 años enviado a vivir con su tía. Se ganó la vida dando clases particulares y cuando Italia entró activamente en la II Guerra Mundial, Rodari fue rechazado por el ejército debido a su mala salud. Continuó con su carrera de maestro hasta que, a través de su vinculación con el Partido Comunista Italiano, comenzó a vivir del periodismo, editando el periódico Cinque Punte y siendo director de L`Ordine Nuovo de Varese. A través de este ejercicio de un periodismo comprometido, Rodari llegó a la literatura.

Entre sus libros se destacan El libro de las retahílas,

Las aventuras de Cipollino, Jip en el televisor, Cuentos por teléfono, Gramática de la fantasía, Cuentos escritos a máquina, Cuentos para jugar, La góndola fantasma, Gelsomino en el país de los mentirosos, Las aventuras de Tonino el invisible, Los enanos de Mantua, Ejercicios de fantasía y Los traspiés de Alicia Paf. En 1970 recibió el máximo galardón al que un escritor para niños puede aspirar, el premio Andersen.

PRIMER FINAL El taxi reemprendió el vuelo con el tiempo justo, pero una flecha alcanzó a uno de lo neumáticos de atrás que se desinfló con un largísimo ¡PIIIIIIIFF! - ¿Lo ha oído? Se estropeó – exclamó el Compagnoni Peppino -, y puede estar seguro de que esta se la cobro.

- Pagaré, pagaré – contestó el Aldebariano.

- ¿Tomó ahora la cantidad justa? ¿No nos encontraremos en algún otro planeta salvaje?

Pero con las prisas, el Aldebariano no pudo medir la dosis con exactitud. El taxi del cosmos tuvo que estar un rato dando brincos de un lado a otro de la Galaxia antes de acertar con el planeta del Aldebariano. Pero cuando llegaron, era tan bonito y sus habitantes tan amables, y su guiso de arroz azul (una especialidad de por allí) tan sabroso, que el Compagnoni Peppino ya no sintió tanto anhelo por regresar a Milán. Se quedó quince días, de maravilla en maravilla. Tomó nota de todo y, una vez en la Tierra, publicó un libro, ilustrado con doscientas fotografías, que se tradujo a noventa y siete idiomas y le valió el Premio Nobel. Actualmente el Compagnoni Peppino es el taxista-escritor-explorador más famoso del sistema solar.

SEGUNDO FINAL El taxi despegó y, como era más veloz que las flechas que le seguían, enseguida se encontró fuera de peligro.

- A lo que parece – observó el Peppino – usted tampoco tiene mucha experiencia espacial ¿eh?

- Usted ocúpese de conducir – refunfuñó el Aldebariano -. Yo me encargo del resto.

- Muy bien, procure acertar.

Volaron durante unos minutos, a la velocidad de las luz (más un metro), superando distancias incalculables. Y al final del viaje se encontraron en… Milán, ¡En la plaza de la catedral!

- ¡Maldición, he vuelto a equivocarme! – gritaba el Aldebariano, tirándose del pelo con sus veinticuatro dedos -. ¡Vámonos!

- NO, gracias – exclamó el taxista, saltando al suelo -, yo me encuentro muy bien aquí. Si quiere, quédese con el coche: pero piénselo antes de causarme este trastorno. Sólo tengo esas cuatro ruedas para dar de comer a mis hijos.

- Paciencia – gruñó el Aldebariano -, iré a pie.

Salió del coche, mordisqueó su “chocolate azul” y desapareció.

Antes de irse a casa, el Compagnoni Peppino entró en un bar a tomarse un aguardiente para quitarse el susto.

TERCER FINAL Sería demasiado largo de contar. Os doy sólo un esbozo. El taxista y el Aldebariano son hechos prisioneros por las Gallinas Gigantes. La prisión es un huevo. Escapan con aquel huevo. El Aldebariano desembarca en su planeta. El Compagnoni Peppino vuelve a Milán con el huevo gigante y una buena provisión de “chocolate azul”. Monta una agencia de viajes cósmicos, una línea de taxis Tierra-Marte-Saturno y retorno y una granja de gallinas que ponen huevos pequeñitos pero, para fritos, insuperables.

RODARI, Gianni. Cuentos para Jugar. Alfaguara.1995.

Gianni Rodari propone tres finales para este cuento. Letra te invita a inventar tu propio final. Envialo a nuestro correo: revistaletra@gmail.com ¡Anímate a escribir!

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Fundación Biblioteca de Itagüí: retos y compromisos con la educación y la cultura Por Dora Luz Sánchez Aristizábal /Coordinadora Área de Recursos Educativos Fundación Biblioteca de Itagüí

28 Desde su creación en 1945, la Fundación Biblioteca de Itagüí Diego Echavarría Misas ha sido la institución con la mayor colección de libros públicos puestos al servicio de la comunidad del Aburrá Sur, además, ha proporcionado soporte cultural y educativo a través de sus programas, servicios y actividades. Durante estos 61 años de trabajo para y con la comunidad hemos ido paulatinamente incursionando en nuevas propuestas para ofrecer a nuestros usuarios un mejor servicio, apoyados en nuevas tecnologías.

Año 1. No 1. octubre 2006. Itagüí - Colombia

Las bibliotecas son entidades que ofrecen educación y cultura a los ciudadanos. Tenemos desde nuestro quehacer una gran responsabilidad en la generación de nuevas propuestas que apunten al trabajo participativo de la comunidad, propuestas que deben estar respaldadas por adecuadas maneras de acceder a la información y por ende a los conocimientos. Es por esta razón que en la Fundación Biblioteca de Itagüí queremos brindar nuevas alternativas para ser aprovechadas por nuestros usuarios: la creación de un Infocentro, una Mediateca, una Ludoteca, una Sala Local y un Centro de Educación no Formal, unido a la actualización permanente del material bibliográfico y no bibliográfico, hacen parte de la nueva oferta de nuestra institución.

llegar a nuestro público de una manera más directa: se ha creado el Área de Recursos Educativos, desde la cual se coordinan diferentes estrategias para la formación humana e integral de la comunidad a través de sus tres programas: Fomento de lectura, Ludotecas y Educación no Formal.

El programa Fomento de la Lectura ha sido durante muchos años uno de los proyectos abanderados de nuestra institución. Con nuestras actividades permanentes de promoción de la lectura se ha intervenido a usuarios en general. Niños, jóvenes, adultos y adultos mayores han descubierto la magia de la lectura en todos sus formatos, guiados por promotores y talleristas que han posibilitado el acercamiento paulatino y desde el placer a esta práctica tan relevante para el disfrute y la adquisición del conocimiento.

Desde cada una de las Áreas Estratégicas que conforman la Fundación Biblioteca de Itagüí, se está trabajando permanentemente a favor de la educación y la cultura del municipio.

La Fundación Biblioteca de Itagüí está cambiando para ajustarse a las necesidades de nuestros usuarios actuales y de los futuros. En los últimos ocho años hemos pasado de ser una institución que ofrecía básicamente el servicio de biblioteca pública, agenda cultural y actividades de animación a la lectura, a ser una entidad que ha mejorado no sólo su estructura física para la comodidad de sus visitantes, sino su modo de incidir en el presente y futuro del municipio: a través de una planeación estratégica, basada en un trabajo por procesos, participando en la creación de políticas públicas y por lo tanto más articulada al proyecto de crecimiento del municipio: hemos incursionado junto a otras instituciones en proyectos culturales (formulación del Plan Municipal de Cultura de Itagüí 2004 - 2113), educativos (Red Municipal de Bibliotecas, Investigación del Comportamiento Lector de la Comunidad Itagüiseña, Plan Institucional de Lectura y Escritura).

Desde cada una de las Áreas Estratégicas que conforman la Fundación Biblioteca de Itagüí, se está trabajando permanentemente a favor de la educación y la cultura del municipio. Ahora queremos

Los juguetes y el juego han sido elementos importantes para que niñas, niños y jóvenes se hayan acercado durante muchos años a nuestra biblioteca. El préstamo de material lúdico los días viernes ha motivado a aquellos usuarios permanentes y a los ocasionales a visitarnos, atraídos por otros servicios aparte de los tradicionales de todas las bibliotecas (consulta académica y lectura). Este programa se estará reforzando en esta nueva etapa mediante la creación de un mejor lugar (ludoteca) y el apoyo de personas idóneas para el trabajo desde este espacio, (ludotecarios).

Para la realización del Programa Educación no Formal hemos proyectado la construcción de un Centro de Educación. En el año 2005 se realizó la primera parte de una Investigación de Mercados, en la cual se preguntó a docentes, estudiantes y padres de familia cuáles serían los temas en los que quisieran recibir capacitación por parte de la Fundación. Con esta primera información empezamos a trabajar en la formulación de un P.E.I que atienda tanto a las necesidades manifestadas por los encuestados como a otras que desde la Fundación creemos que se deben incluir.

Esperamos que este gran esfuerzo que está haciendo la Fundación Biblioteca de Itagüí con el mejoramiento de su infraestructura, con la capacitación permanente de sus empleados, con la apertura de nuevos programas y servicios, favorezca a la comunidad y le brinde mejores oportunidades de educación, cultura y esparcimiento.

Plan Municipal de Cultura de Itagüí 2004-2013 “Por el derecho al ocio, todos a trabajar. Por una cultura donde seamos todos” Desconocer las raíces es olvidarse un poco de uno mismo. Desconocer el pasado de los procesos sociales y culturales de la comunidad en la cual se ha crecido, es andar a la deriva y sin referentes. No sentirse unido a su cuadra, a su barrio, a las gentes que nos circundan, es estar marginado, o peor aún, es automarginarse. También es cierto que no estar al tanto de las nuevas políticas que mueven las ciudades contemporáneas, y no disponerse a recibir los nuevos vientos que ofrecen esas políticas, igualmente significa olvidarse del futuro y los retos que nos impone. No inscribirse en la búsqueda y desarrollo del hombre más humano e integral, es permitir que otros, menos intuitivos, anulen nuestros orígenes y duerman la creatividad. No podemos conformarnos con lo poco que hay, en cuanto a las estrategias que a mediano y largo plazo deben trazarse gobernantes y gobernados, por el contrario, debemos usar las herramientas que otorga La Ley de Cultura.

Como afirma el escritor mexicano Carlos Fuentes , “La cultura precede a la nación y a sus instituciones. La cultura, por mínima y rudimentaria que sea, es anterior a las formas de la organización social, a la vez que las exige. Distintas formas de cooperación y división del trabajo han acompañado, desde el alba de la historia, el desarrollo de técnicas, la difusión de conocimientos y los conflictos surgidos de las fricciones entre lenguas, costumbres y territorio…A lo largo de este proceso se van creando maneras de ser, maneras de comer, de caminar, de sentarse, de amar, de comunicarse, de vestir, de cantar y bailar. Maneras de soñar también.”

En todos y cada uno de estos aspectos de la vida ciudadana tenemos que poner la mira,

el esfuerzo, la inteligencia y la cooperación, entendiéndola como un acompañamiento

Distintas formas de cooperación y división del trabajo han acompañado, desde el alba de la historia, el desarrollo de técnicas, la difusión de conocimientos y los conflictos surgidos de las fricciones entre lenguas, costumbres y territorio… solidario para procurarnos un mejor Estar, un placentero modo de Ser Itagüiseño. Y eso es precisamente lo que nos sugiere a hombres y mujeres de esta localidad del Sur del Valle del Aburrá el Plan Municipal de Cultura 2004-20013.

Los años pasan tan rápido: “¿Qué hace que estábamos en diciembre?”. Por ello, vale la pena acercarnos a este proyecto elaborado por un grupo interdisciplinario de profesionales y entidades del municipio que durante largos y productivos meses dedicaron sus conocimientos y experiencias recogidas del Plan Nacional de Cultura y del Plan realizado por el Municipio de Medellín, cuyos lineamientos se vienen ejecutando y que nos motivan para que la comunidad nacida, criada, residente o de paso que forma parte de estos diecisiete kilómetros donde todos trajinamos, dormimos y soñamos, podamos hacer de Itagüí, no sólo la Ciudad

Industrial y Comercial de Colombia, sino que además, sea el lugar para la cordialidad, para la igualdad en las oportunidades, para la participación de adultos, jóvenes y niños en la vida política y social dentro de los bellos parámetros que brinda una real democracia. O como mejor lo expresa el texto del Plan de Cultura: “Concebimos un Plan donde la Cultura deja de ser ese “añadido” más o menos inevitable, como factor o componente, para recuperar su condición de fundamento, medio y la finalidad misma de un Desarrollo Humano, que se traduce en equidad, inclusión, reconocimiento, participación, pluralismo y más y más Democracia”.

EL eslogan que aparece en la carátula del Plan Municipal de Cultura 2004-2013, nos propone este postulado: HACIA LA CONSTRUCCIÓN DE LA CIUDADANÍA CULTURAL ITAGÜISEÑA. Así que estamos frente a una propuesta dentro de la cual debemos incluirnos, inmiscuirnos, hacernos presentes, trabajar para conseguir el Ser y el Estar Itagüiseño, ejerciendo el deber y el derecho de compartir aquellas bondades que este territorio nos ofrece y pueda ofrecer a las generaciones siguientes.

Una forma para acercarnos a ese Sentir, es preguntarnos dónde estamos situados.

El primer paso que debe dar cada miembro de la comunidad Itagüiseña es comprometerse con el estudio de este Plan ya que en él encontrará y se encontrará con que es mucho lo que desconocemos de nuestra tierra, pero que también es mucho lo que hay por construir si las propuestas necesarias para nuestro desarrollo cultural son planteadas.

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“Distintas formas de cooperación y división del trabajo han acompañado, desde el alba de la historia, el desarrollo de técnicas, la difusión de conocimientos y los conflictos surgidos de las fricciones entre lenguas, costumbres y territorio…”

*Memoria colectiva y evocaciones de ciudad.

El contenido del Plan ha sido realizado por antropólogos, sociólogos, historiadores, trabajadores sociales, agentes vinculados a la vida social y cultural del municipio y expertos asesores universitarios, que tras investigar, revisar archivos, entrevistar, encuestar y analizar cada uno de los aspectos que hacen a una ciudad, han elaborado un diagnóstico de lo que somos en el momento y también han establecido unos parámetros para que sepamos hacia dónde tenemos que encaminar esta ciudad. Es importante anotar que la lectura de este Plan se hace fluida y agradable, de manera que puede ser leído fácilmente.

*Diagnóstico participativo con los sectores representados en el Consejo Municipal de Cultura.

Algunos puntos básicos del Plan Municipal de Cultura son:

“Por el derecho al ocio, todos a trabajar.

Por una cultura donde seamos todos”.

*Carencias y deseos de la comunidad. *Festividades

Estos y otros puntos son el primer y único acercamiento que sobre el Municipio se ha realizado y ha sido elaborado por personas calificadas que, pensando en el presente y futuro de nuestra ciudad, han dejado en este Plan un valioso legado que deberá ser impulsado por las Administraciones Municipales en cada uno de los períodos determinados en este estudio.

Emulando un dicho Itagüiseño:

*¿En qué mapa cultural nos inscribimos?: allí encontramos una información fundamental sobre los Planes Estratégicos de Antioquia, Medellín y el Área metropolitana y sobre El Plan de Ordenamiento Territorial de Itagüí 2000-2009, entre otros. *El Territorio: características biofísicas, división político territorial, estructura espacial y usos del suelo del Municipio de Itagüí. *Historia local y memoria colectiva: algunos trazos.

Año 1. No 1. octubre 2006. Itagüí - Colombia

*Memoria espacial de los barrios: el barrio de los gitanos. ¿Qué se hicieron los gitanos de Itagüí?. *Aspectos culturales: Octubre Cultural, Grupo Ecológico, Parque Ditaires, Día Mundial de la Pereza, organizaciones sociales y lugares de encuentro en el municipio. *Patrimonio tangible: bienes culturales de carácter natural, ambiental y paisajístico. *Construcción del Sistema Municipal de Cultura; su normatividad, las organizaciones comunitarias, la participación ciudadana, los grupos y las organizaciones culturales, los medios de comunicación. *Financiación cultural: inversión pública y control ciudadano. *Percepciones Ciudadanas en torno a los procesos culturales. Consultas y encuestas.

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