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LÍMITE, REVISTA DE FILOSOFÍA Y PSICOLOGÍA • Nº 22 • AÑO 2010

ISSN 0718-1361 Versión impresa ISSN 0718-5065 Versión en línea

Límite REVISTA DE FILOSOFÍA Y PSICOLOGÍA

Volumen 5 - Nº 22

AÑO 2010

ARTÍCULOS Esteban Marcos Dipaola

Circularidad y circulación: Notas para una ontología estética

José Barrientos Rastrojo

Investigación sobre las concomitancias entre el zambraniano filosófico y la terapia de aceptación y compromiso

Alex Ibarra Peña

Revisión para una teoría de la inferencia: El aporte peirceano

Jorge Alfonso V.

Hobbes y la literatura (I Parte)

Alicia Monchietti Enrique Lombardo Mirta Lidia Sánchez Deisy Krzemien

Funcionamiento cognitivo en la vejez. Su campo representacional.

Rodrigo Barraza Núñez

Algunas puntualizaciones sobre el problema de la violencia en la intervención psicoanalítica. Una perspectiva sociopolítica

RESEÑA Alex Ibarra Peña

Karczmarczyk, Pedro. Gadamer: Aplicación y comprensión. La Plata, Universidad Nacional de La Plata: Buenos Aires, 2007, 231 pp.

Departamento de Filosofía y Psicología Facultad de Ciencias Sociales y Jurídicas

UNIVERSIDAD DE TARAPACÁ ARICA - CHILE

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CONTENIDO

ARTÍCULOS Esteban Marcos Dipaola

Circularidad y circulación: Notas para una ontología estética

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Investigación sobre las concomitancias entre el zambraniano filosófico y la terapia de aceptación y compromiso

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Revisión para una teoría de la inferencia: El aporte peirceano

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Jorge Alfonso V.

Hobbes y la literatura (I Parte)

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Alicia Monchietti Enrique Lombardo Mirta Lidia Sánchez Deisy Krzemien

Funcionamiento cognitivo en la vejez. Su campo representacional

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Rodrigo Barraza Núñez

Algunas puntualizaciones sobre el problema de la violencia en la intervención psicoanalítica. Una perspectiva sociopolítica

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Karczmarczyk, Pedro. Gadamer: Aplicación y comprensión. La Plata, Universidad Nacional de La Plata: Buenos Aires, 2007, 231 pp.

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José Barrientos Rastrojo

Alex Ibarra Peña

RESEÑA Alex Ibarra Peña

Colaboran en este número

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Instrucciones para el texto manuscrito

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Información para los autores

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Fe de errata

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Límite. Revista de Filosofía y Psicología. Volumen 5, Nº 22, 2010


Límite. Revista de Filosofía y Psicología Volumen 5, Nº 22, 2010, pp. 5-22

ISSN 0718-1361 Versión impresa ISSN 0718-5065 Versión en línea

CIRCULARIDAD Y CIRCULACIÓN: NOTAS PARA UNA ONTOLOGÍA ESTÉTICA CIRCULARITY AND CIRCULATION: NOTES FOR A ESTHETIC ONTOLOGY Esteban Marcos Dipaola* Universidad de Buenos Aires Buenos Aires-Argentina Recibido 20 de octubre 2010/Received October 20, 2010 Aceptado 7 de junio 2010/Accepted June 7, 2010

RESUMEN En el artículo se pretende problematizar la noción de “experiencia estética”, pensándola desde las condiciones actuales de su producción. Mediante un recorrido teórico y analítico de algunos presupuestos de la tradición filosófica moderna se cuestiona la idea de autorreferencialidad en el arte y el principio de Representación como modelo ordenador de la práctica artística. De este modo, se intenta repensar una ontología estética que dé cuenta, verdaderamente, de las condiciones de producción de la obra artística y que comprenda a la obra, y al arte mismo, como acto, y, precisamente, como acontecimiento; pero ello no significa remitir necesariamente a los postulados propios de la “estética de la emergencia” o de la “estética relacional”, sino restablecer una dimensión en la que el arte vuelve a recuperar un campo de intervención crítica y de acción. Palabras Clave: Estética, Circulación, Obra de Arte, Representación.

Coronel Pringles 171 3º A. C. P. 1183. Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Argentina. E-mail: estebandip@yahoo.com.ar


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ESTEBAN MARCOS DIPAOLA

ABSTRACT In this article it’s problematized the notion of “aesthetic experience”, thinking it from the current conditions of its production. By means of a critical theoretical and analytic approach to some assumptions of the modern philosophical tradition, the “selfreference” idea in the art is questioned as well as the principle of representation, understood as the principle that organizes the artistic practice. Thus, it is possible a reconsideration of an aesthetic ontology that can explain, in the first place, the building process of the work of art; and second, that understands the work, and the art itself, as act, and in consequence, as event but this does not mean to remit, necessarily, to the postulates of the “aesthetics of emergency” or the “relational aesthetic,” but, on the contrary, looks for the reestablishing of a dimension of art in which this recovers a field of critical intervention and action. Key Words: Aesthetic, Circulation, Work of Art, Representation.

“Hablar de la palabra es para ella un objeto”. Anne-Mariee Mièville, 2000, Después de la reconciliación.

INTRODUCCIÓN

Giorgio Agamben, en uno de sus libros, ha expresado

que en las sociedades modernas la experiencia es algo que es posible hacer, pero que nunca se llega a tener (Agamben, 2004)1. En este sentido, parece útil preguntarse qué sucede respecto al arte. Esto es, frente a los nuevos modos de circulación artística,

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Agamben plantea que mientras desde los griegos la unidad de experiencia y conocimiento estaba consagrada, en tanto eran asumidos como entidades diferentes y dependientes de distintos sujetos –dice Agamben: sujeto de la experiencia era el sentido común, en tanto que sujeto de la ciencia era el nous–; sin embargo, a partir de la aparición de la ciencia moderna, y específicamente desde la emergencia del Cogito cartesiano, la experiencia –alega el pensador italiano– fue anulada en el conocimiento, al punto que hoy la noción de experiencia se halla reducida a la de experimento (Agamben, 2004). Límite. Revista de Filosofía y Psicología. Volumen 5, Nº 22, 2010


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a la aparición de aquello que ha dado en llamarse “estética relacional”, que presentan una manera de circulación del arte (o de los objetos artísticos) tan fluida como discontinua; podría uno preguntarse (pensando en lo dicho por Agamben) si el arte es algo que se puede hacer y también tener o si solamente cabe pensar en una de esas opciones. En definitiva, en el caso de que pudiera pensarse en algo así como una “experiencia artística”, vale interrogarnos sobre el carácter de tal experiencia y su apreciación y formas de aprehensión en los tiempos actuales. Desde este punto de partida, nos proponemos analizar el carácter de la experiencia estética, desde una perspectiva que aborde tanto los rasgos ontológicos como los propiamente subjetivos del arte. Pretendiendo a su vez cuestionar las posiciones estandarizadas referentes al carácter de la Representación en el arte y estableciendo, en ello, la propia noción de tiempo que el arte dis-loca2.

TIEMPO Y PERCEPCIÓN

Si seguimos el argumento de Agamben al que hacíamos referencia con anterioridad, lo primero que hallamos y se nos presenta con contundencia es una extraña paradoja. Pues, según el filósofo italiano, la experiencia es absorbida, retraída hacia el espacio científico, como dijimos, precisamente con la aparición del Cogito. Es decir, en el justo momento que René Descartes introduce al Sujeto, la experiencia desaparece, o sea, si hay sujeto, éste no es un sujeto de experiencia. La paradoja a la que referimos surge, en tanto el sujeto que Descartes promueve es desde el principio un sujeto objetivado, relegado única e imprescindi-

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Debido a las características de nuestro trabajo, al hablar de obras de arte nos centraremos especialmente en las cinematográficas, aunque no por ello evitaremos referirnos a otro tipo de expresiones artísticas. Límite. Revista de Filosofía y Psicología. Volumen 5, Nº 22, 2010


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blemente a instancias del pensamiento que objetiva los sentidos adjudicables a las cosas y, más aún, a las relaciones: …es una cosa manifiesta por la luz natural que debe haber al menos tanta realidad en la causa eficiente y total que en su efecto, pues ¿de dónde puede el efecto extraer su realidad si no de su causa? Y ¿cómo podría esta causa comunicarlo si no la tuviese en sí misma? Y de esto se sigue no solamente que la nada no podría producir cosa alguna, sino también que lo que es más perfecto, es decir, lo que contiene en sí más realidad, no puede ser una consecuencia y una dependencia de lo menos perfecto. Y esta verdad es clara y evidente no sólo en los efectos que tienen esa realidad que los filósofos denominan actual o formal, sino también en las ideas en que se considera únicamente la realidad que llaman objetiva. […] …siendo toda idea una obra del espíritu, su naturaleza es tal que no demanda de sí ninguna realidad formal más que la que recibe y adopta del pensamiento o del espíritu, del cual es solamente un modo, esto es, una manera o forma de pensar (Descartes, 1997, pp. 71-72).

Lo que Descartes nos está diciendo es que del hecho de que alguna cosa contenga una determinada realidad objetiva, se desprende que ella depende de una causa que en sí contiene al menos tanta realidad formal como realidad objetiva contiene aquella cosa. Y de este modo, las relaciones mismas son condicionadas en la estructura objetiva del pensamiento. La paradoja a la que nos destina el desarrollo cartesiano es, sin más, que allí donde reside el sujeto no existe la experiencia (condenada a ser sólo una realidad objetiva del pensamiento), pero entonces, tampoco hay sujeto, y ello, porque no hay condiciones de actividad que nos permitan distinguir la subjetividad de otra entidad cualquiera. Pues si es el pensamiento lo que determina exclusivamente a la subjetividad, estamos obligados a admitir que tal pensamiento es meramente autorreferencial y no puede, en tal caso, expresar clara y distintamente las relaciones que intervienen en el mundo, en el campo de la experiencia3. 3

Friedrich Nietzsche respondía y objetaba la teoría cartesiana de forma contundente, en el siguiente modo: “cuando yo analizo el proceso expresado en la proposición ‘yo pienso’ obtengo una serie de aseveraciones temerarias cuya fundamentación Límite. Revista de Filosofía y Psicología. Volumen 5, Nº 22, 2010


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Siguiendo con la problemática, recordemos que fue David Hume uno de los que evidenció esta circunstancia y procuró restituir el espacio de la experiencia, y, con ello, de la subjetividad, explicando que “las relaciones son exteriores a los términos”. Lo que Hume proponía es que si el pensamiento sólo obtiene una representación de la realidad, la naturaleza humana no sería más que una idea sin referente empírico, y así la experiencia y la subjetividad quedarían completamente anuladas (Hume, 1984). Por eso Hume concibe una crítica a la representación –en tanto idea– reflexionando sobre la experiencia en tanto distinción y desdoblamiento entre espíritu y práctica. Gilles Deleuze sintetiza esta postura del empirista inglés de la siguiente forma: … lo dado, la experiencia tiene ahora dos sentidos, y éstos son inversos. Lo dado es la idea tal cual se da en el espíritu, sin nada que la supere, ni siquiera y sobre todo, el espíritu, desde ya idéntico a la idea. Pero también la superación se da, en un sentido completamente distinto y de otra manera, como práctica, como afección del espíritu, como impresión de reflexión. […] La subjetividad empírica se constituye en el espíritu bajo el efecto de los principios que afectan a éste; el espíritu no tiene los caracteres de un sujeto previo. La verdadera psicología, la de las afecciones, va, pues, a doblarse en cada uno de sus momentos con la crítica de una falsa psicología del espíritu, incapaz, efectivamente, de captar sin contradicción el elemento constituyente de la realidad humana (Deleuze, 2002, p. 20).

De este modo, lo que presenta la filosofía de Hume como restitución de la experiencia y la subjetividad es una crítica a resulta difícil, y tal vez imposible –por ejemplo, que yo soy quien piensa, que tiene que existir en absoluto algo que piensa, que pensar es una actividad y el efecto de un ser que es pensado como causa, que existe un ‘yo’ y, finalmente, que está establecido qué es lo que hay que designar con la palabra pensar–, que yo sé qué es pensar. Pues si yo no hubiera tomado ya dentro de mí una decisión sobre esto, ¿de acuerdo con qué apreciaría yo que lo que acaba de ocurrir no es tal vez ‘querer’ o ‘sentir’? En suma, este ‘yo pienso’ presupone que yo compare mi estado actual con otros que yo conozco ya en mí, para de ese modo establecer lo que tal estado es: en razón de ese recurso a un ‘saber’ diferente tal estado no tiene para mí en todo caso una ‘certeza’ inmediata” (Nietzsche, 1986, p. 37). Límite. Revista de Filosofía y Psicología. Volumen 5, Nº 22, 2010


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la posibilidad de existencia de algún orden objetivo, de alguna relación necesaria entre términos conexionados, porque, según Hume, las relaciones entre las percepciones no dependen de las percepciones mismas (cada una de las cuales es una substancia distinta) sino del sujeto (Hume, 1984). Y es así como Hume elimina, en cierto modo, la trascendente dualidad esencia/apariencia, al hacer coincidir el aparecer (la percepción, la imagen) con el ser (la sustancia). Esta vinculación entre percepción y ser, cuya correlación depende siempre de la existencia de un espacio de experiencia en el cual gestarse, nos traslada a toda una concepción del hacer como praxis fundamental de las relaciones sociales y comunitarias. Es en la producción donde la experiencia se determina como tal, y, digámoslo, toda producción implica modos diferenciados de concepción del tiempo. Es decir, el tiempo ya no es único e irreversible, sino una estructuración continuamente alterada en la “gestión” de la praxis humana. Merleau-Ponty fundamentó esta dinámica entre contexto y praxis, estableciendo así los vínculos experienciales entre tiempo y subjetividad: es el sujeto el que al percibir se instala ya en la experiencia sin ninguna relación ni mediación objetivante con la realidad: Debemos poner en tela de juicio, una vez más, la alternativa del para-sí y del en-sí que arrojaba los “sentidos” al mundo de los objetos y deducía la subjetividad como no-ser absoluto de toda inherencia corpórea. Esto es lo que hacemos al definir la sensación como coexistencia o como comunión. […] La sensación es, sin duda alguna, intencional, o sea, no se apoya en sí como una cosa, que apunta y significa más allá de sí misma. […] La sensación es intencional porque encuentro en lo sensible la proposición de cierto ritmo de existencia… (Merleau-Ponty, 1984, p. 229).

En este punto es que podemos empezar a indagar sobre los rasgos ontológicos y subjetivos del arte, pues si nos preguntamos sobre la posibilidad de una experiencia estética y, junto a ello, sobre los diferentes modos y mecanismos de Límite. Revista de Filosofía y Psicología. Volumen 5, Nº 22, 2010


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producción-circulación del arte, estamos, en cierta manera, haciendo referencia a la multiplicidad de objetos y de integración de objetos dados en un espacio de realidad y de experiencia y que constituyen al objeto artístico como tal. Es decir, no hay una forma del pensamiento autorreferencial que permita distinguir a un objeto artístico de otro que no lo es, sino que son los mismos modos de producción y de intercambio de relaciones los que introducen al objeto en el marco de eso que denominamos una experiencia estética, y esto implica que la realidad no es un puro objeto del pensamiento, pero tampoco el arte un mero reflejo o representación adecuada de la realidad. Justamente, lo que el arte, en el marco de una experiencia estética, viene a producir es la transformación de la realidad por medio de una transfiguración del tiempo y, adelantamos, de una concepción del tiempo en el modo del acontecimiento.

CIRCULACIÓN Y TIEMPO

Arthur Danto (2004) expone que hay ciertos criterios epistemológicos y ontológicos que permiten establecer la diferencia entre un objeto artístico y otro objeto común, es decir, entre arte y mera realidad. Su propuesta es que en la producción artística se expresa un lazo entre identificación y representación, y así, toda obra de arte se identifica con la realidad sólo a través y a partir de la mediación de una representación que ofrece la diferencia entre el objeto común y la obra de arte. De este modo, la Fontaine de Marcel Duchamp o Brillo Box de Andy Warhol son obras de arte, justamente, porque la mediación de la representación las diferencia de sus respectivos homólogos materiales. Ahora bien, ¿cómo funciona tal mediación en las tesis de Danto? Pues, la propuesta que el autor plantea tiene una gran consistencia y pertinencia epistemológica, y argumentará que la obra de arte, en su proceso de mimesis, adquiere su diferencia con la materialidad por intermedio de una cuestión conceptual; en sí, dice Danto que Límite. Revista de Filosofía y Psicología. Volumen 5, Nº 22, 2010


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lo que diferencia al arte de la realidad es que para que haya obra de arte debe existir primero el concepto mismo de realidad: Pero incluso en el arte imitativo […] del hecho de ser mimético no tendría por qué colegirse que deba haber algo oculto que le corresponda. La correspondencia sería una condición pertinente de representación sólo cuando surgen las cuestiones de verdad y falsedad. […]…el arte difiere de la realidad de la misma forma que el lenguaje lo hace en su uso descriptivo. […] Esto no es lo mismo que decir que el arte es un lenguaje, sino que su ontología es igual a la del lenguaje, y que el contraste que existe entre éste y la realidad existe entre la realidad y el discurso (Danto, 2004, p. 130).

En síntesis, lo que Danto está proponiendo es que no hay ni puede haber una definición prescriptiva del arte, sino que la “respuesta estética” presupone la distinción entre la obra de arte y su homólogo material, esto es, que el arte es un proceso de producción y, por tanto, de cambio, o de transfiguración en las propias palabras del esteta. El problema de Danto es que cuando propone la mediación de la representación nos está diciendo que la identificación precede y permite la interpretación de la obra, pues lo que está argumentando es que el reconocimientoidentificación dado a la Fontaine de Duchamp –por ejemplo–, en referencia a su homólogo material, nos permite interpretar la obra del artista. Pero, se podría objetar al argumento de Danto que, por el contrario, es la interpretación de la obra del artista la que permite su identificación con su homólogo material, pues si ello no fuera así, nuevamente como en Descartes habría una autorreferencia identificante del pensamiento que impediría la “real” percepción de la obra en cuestión. Si bien el esfuerzo de Arthur Danto es contundente y valioso para la teoría estética, adolece, sin embargo, del problema de concebir todavía la representación como relación de identificación y semejanza, lo cual implica una concepción del tiempo universal y determinante que impediría toda transfiguración de la realidad en obra de arte; es decir, la propia tesis de Danto sobre la distinción entre arte y realidad, Límite. Revista de Filosofía y Psicología. Volumen 5, Nº 22, 2010


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no soportaría su propia lógica, y ello se debe a que esa transfiguración del lugar común que Danto propone, como él mismo dice, no transforma nada en el campo del arte, sino que “sólo hace conscientes unas estructuras del arte que, con seguridad, exigían cierto desarrollo histórico previo para que la metáfora fuera posible” (p. 295)4. Esto es, que la estructura lógica que todo campo artístico contiene para Danto, condiciona hacia dentro las leyes y reglamentaciones que determinan qué es obra de arte y qué no lo es, recayendo así, nuevamente, y aún a su pesar, en la vieja tesis del empirismo-lógico de la “clausura deductiva”5. Aun cuando Arthur Danto proponga la transfiguración del lugar común como una especie de “salida” o alternativa a la “institución arte”, la propia lógica de sus argumentaciones lo lleva a admitir las mismas normas y reglamentaciones de una tal institución, anulando, así también, la posibilidad de una experiencia, y más precisamente en nuestro análisis, de una experiencia estética. Pero si sostenemos el principio de distinción de Danto entre la realidad y la obra de arte, pero lo articulamos con aquello que el autor obvió en su teoría, a saber, los modos y mecanismos de circulación de los objetos artísticos, creo que es posible, por lo menos, empezar a pensar una ontología estética que nos permita comprender la experiencia artística en la actualidad.

PRODUCCIÓN E INTERCAMBIO

Martín Rejtman6 en una de sus películas (Silvia Prieto, 1999) pone en escena la potencialidad redistributiva del carácter del 4

Danto, 2004, p. 295. Clausura deductiva refiere a la idea de que dado un enunciado H si el mismo es aceptado compromete a aceptar todas sus consecuencias deductivas, es decir, todo lo que pueda lógicamente deducirse de H pertenece a la teoría. [Hempel, 1965]. 6 Martín Rejtman es un director de cine argentino, perteneciente a la corriente denominada Nuevo Cine Argentino que se inicia a mediados de los años noventa. Entre sus películas se cuentan: Rapado (1995); Silvia Prieto (1999) y Los Guantes mágicos (2004). 5

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don, a partir del intercambio de objetos inútiles e insignificantes entre sus personajes y, también, de intercambios de los personajes mismos, e incluso del nombre “Silvia Prieto”. Con ello, el carácter del tiempo y el estatuto mismo de la representación son desplazados hacia el campo de lo “difuso”. Y afirmamos, que los mecanismos y los modos de circulación artística en la actualidad expresan los mismos soportes y prácticas de intervención sobre lo social que Rejtman presenta en su película. La experiencia estética, sus expresiones, se ha correspondido con enormes transformaciones en los últimos años. Ya desde las vanguardias de los años sesenta –sobre todo en Estados Unidos y Europa–, pero también con los cambios económicos y culturales acaecidos a partir de la globalización y las crecientes innovaciones en materia de tecnología y comunicación, el arte se ha enfrentado a nuevas formas de aparición y apropiación: el flujo y lo múltiple, lo fragmentario y lo inconcluso, el nomadismo y la transmutación se han convertido en nuevos modos de expresión artística que se articulan, al tiempo, en nuevos mecanismos de circulación. La vieja dicotomía entre el “arte elevado” y la “cultura de masas” ha cedido ante la concreción de pastiches efímeros que en su misma concepción de la creación conservan la destrucción: la obra de arte ya no es concebida para su permanencia (lo que implicaría una institucionalización), ahora la obra de arte es pensada como un acto que desaparece en su propia presentación-exposición7. Lo efímero es condición del tiempo, al menos, si es que hay tiempo en lo efímero. La política del instante es asumida como la temporalidad del arte. En ese nuevo mundo y proceso del arte dominado y escarnido por las “posvanguardias” (Amícola, 2000), la idea de otredad es absoluta y potencialmente liberada: hay una escena del otro, un lugar de pertenencia, el arte se convierte en relación y todos son el otro en el arte; es Thomas Docherty quien 7

Andreas Huyssen realiza una defensa del posmodernismo, en este sentido, aduciendo que de lo que ahora se trata es de reabrir un debate sobre el esteticismo, así como cuestionar las relaciones de la cultura de masas y repensar el asunto del sujeto y del gender. (Huyssen, 2002). Límite. Revista de Filosofía y Psicología. Volumen 5, Nº 22, 2010


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determina con agudeza que mientras las vanguardias establecían cotos territoriales, tendiendo a un imperialismo cultural basado en una ética de la Ilustración, la posvanguardia va a implementar una desterritorialización que la lleva hacia una pluralidad internacional. De este modo, lo que enseñaría la posvanguardia es una escucha diferente, en la que no se trata de homogeneizar lo distinto, sino de pretender la no destrucción de la Otredad en el otro8. Ahora bien, en esa implementación del lugar del otro (que aparece como el afuera del arte), la experiencia estética inevitablemente altera su propia temporalidad y percepción. La presentificación del otro obliga a una nueva potencialidad redistributiva: la organización del don9 (ofrenda del arte en el otro) imponiendo un nuevo modo de circulación, que al igual que lo que planteara Hume hace siglos –y que nosotros referíamos–, provoca una crisis de la representación, puesto que cada percepción responde a una propiedad distinta. Marcel Mauss analiza el don, concebido como un “hecho social total”, describiéndolo como una forma de competencia que se organiza bajo criterios de prestigio social, esto es, mientras más se da, más prestigio se obtiene. Pero, a su vez, el dar obliga no sólo a recibir, sino también a devolver; de esta manera el intercambio es continuo y nunca se cierra. Pero hay algunas características que son centrales en este análisis del potlach que el discípulo de Émile Durkheim realiza: en principio los objetos donados no necesariamente deben ser útiles, pues el valor es otorgado por su carga espiritual, el hau es el poder espiritual que todo objeto tiene, y es lo que obliga al contradon; por otra parte, nadie se puede sustraer al deber del don, es decir, nadie puede negarse a dar, recibir y devolver, o sea, todos deben asegurar la continuidad del intercambio; por último, es característica esencial del don el principio del sacrificio, aquello que se ofrece a los dioses.

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Docherty, 1996, pp. 205 y 225. Tomaremos, en este punto, lo concerniente a la problemática del don, según el estudio de Mauss, Marcel, “Ensayo sobre el don” (Mauss, 1971). 9

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En las prácticas artísticas actuales, la dinámica del don es restablecida –por supuesto, según las dimensiones de nuestra época–, pero ahora el don adquiere un carácter efímero, pues quien recibe no se encuentra obligado o en deuda con su dador, sino que su obligación consiste en desprenderse del objeto recibido rápidamente en otra persona y en otro contexto10. Ese don es, por consiguiente, un trastrocamiento irreversible de las formas de vida. Compromete la transfiguración de la aprehensión sintética de la percepción, en un devenir inusitado de la forma que reclama como condición ineludible la incorporación de la fisonomía, la espera y la invocación de lo otro11. Las cualidades del arte en nuestra época fueron adquiriendo y transformando esta dinámica del don y la desterritorialización; el arte así, adquiere su fuerza como acontecimiento, escapa a toda percepción de temporalidad, y así el homólogo material del objeto artístico del que hablaba Arthur Danto ya no es localizable, o en todo caso, tal homólogo es un contexto efímero en el cual la obra de arte se afirma un instante para luego desaparecer. Pero al contrario de lo que postulan los defensores de una “estética de la emergencia”12 esto no se debe simplemente a un proceso de “bienalización del arte” caracterizado por la proliferación de encuentros artísticos en diferentes sitios del planeta, pues con ello se sigue respondiendo 10

Hay numerosas muestras artísticas que responden a esta lógica dinámica, una de ellas, por ejemplo, fue “Puzzle” presentada en la Galerie Art & Essai en Rennes en el año 2002. En los días previos a la exposición se repartieron unas curiosas piezas de puzzle de gran tamaño con instrucciones de acudir a la sala de exposiciones para recomponer un puzzle gigante de más de 15 metros cuadrados. Los transeúntes se veían obligados a rechazar la oferta, adquirir el compromiso de participar y ayudar a la realización del proyecto, o quedarse con la pieza y dejar el puzzle incompleto. Otra práctica del estilo no muy difundida en Argentina, pero sí en otros países, es la denominada “Libro libre” y que consiste en hallar un libro en cualquier lugar –que seguramente fue dejado por alguien adrede–, leerlo y volver a dejarlo en cualquier otro lugar para que otra persona prosiga el proceso. 11 “El sentido del don se desplaza así entre demandas y respuestas del deseo siempre espectral del otro” (Mier, 2006, p. 11). 12 Cfr. Laddaga, 2006. Límite. Revista de Filosofía y Psicología. Volumen 5, Nº 22, 2010


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a la lógica de la “institución arte”: un arte homogeneizado en la multiplicación de encuentros, donde los artistas son siempre los mismos: la radicalización de la experiencia estética en la actualidad se expresa en su contenido relacional, es cierto, pero ello significa que tal radicalización consiste, como decíamos, en la pérdida absoluta de toda posibilidad identificante de la obra de arte con algún homólogo mundano. Como en Mauss, ahora la obra de arte también responde al principio del sacrificio: es una ofrenda tendiente a desaparecer. O como en Hume, la representación se deshace: no hay proceso autorreferencial y cada percepción es una propiedad diferente13.

CIRCULARIDAD Y DEVENIR

La repetición se ha conformado como la directriz paródica de la experiencia estética actual. Si la reinventada dinámica del don en la producción-circulación del arte en la actualidad exige el continuo flujo, el no detenimiento del proceso de intercambio; debemos decir, a su vez, que la circularidad es condición de una tal exigencia. Los objetos artísticos y culturales han interceptado aquella dimensión del tiempo del “devenir” donde cada repetición es instituida como diferente14, en este sentido, la circularidad a 13

En los años sesenta –sobre todo en Estados Unidos–, esta política de lo efímero puede decirse que estaba representada en algún modo por las drag queen, cuyo uso de la parodia y el disfraz, el travestismo, ponía en crisis toda idea de representación. La propia idea de women era cuestionada allí, en tanto ella dependía, como lo expresara Monique Wittig, de una conceptualización y fundamentación masculina. Recordemos la famosa frase de Wittig que dejó atónita a toda su audiencia: “Las lesbianas no son mujeres” (Wittig, 1992). 14 Gilles Deleuze piensa el tiempo del devenir según el modo del acontecimiento. Un tiempo que subdivide infinitamente al presente entre el pasado y el futuro, así no hay progreso ni linealidad en el tiempo, sino una continua serialización que instituye siempre lo diferente o el acontecimiento en tanto repetición de la diferencia. En su explicación, Deleuze recurre a las imágenes de Chrónos y Aión. Según Chrónos, Límite. Revista de Filosofía y Psicología. Volumen 5, Nº 22, 2010


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la que referimos se relaciona con la idea de experiencia estética en tanto acontecimiento que veníamos proponiendo. Lo que caracteriza al acontecimiento es la continuidad ininterrumpida del proceso creativo. En el arte actual no hay estructuras predeterminadas, noción alguna de representación estandarizada, ni siquiera una lógica de circuitos bienales emergentes en diferentes lugares, por más imprecisos que estos sean (aunque no lo son tanto). La potencialidad del acontecimiento es romper la distancia con el homólogo material, al punto de hacerlo desaparecer, es hacer estallar todo pretendido origen del arte: si lo efímero es la condición del tiempo, en esta forma de experiencia estética, la obra de arte se concibe como una repetición que se sacrifica, desaparece en sí misma15. La objeción del arte, entonces, a las condiciones actuales del mundo, es similar a la objeción de Marcel Mauss a la lógica teórica del intercambio que sólo se quedaba en el utilitarismo: el arte no es, por supuesto, únicamente un bien de uso, pero tampoco un bien suntuoso, y ni siquiera es solamente un objeto cultural destinado a una bienal o a un museo. La experiencia estética actual restituye al arte como acto, como una dinámica productiva en perpetuo devenir; y lo que deriva de ello es lo mismo que Jean Baudrillard esgrime acerca del valor-signo en la cultura de sólo existe el presente en el tiempo; el presente es el tiempo de las mezclas e incorporaciones. Según Aión, sólo el pasado y el futuro insisten o subsisten en el tiempo... un pasado y un futuro que subdividen al infinito el presente, en los dos sentidos a la vez. En definitiva, Chrónos es el tiempo de las causas, su presente eterno o continuo; Aión es el tiempo de los efectos, de los acontecimientos que no se confunden con su efectuación cronológica y espacio-temporal, sino que subsisten o insisten por encima o por debajo de ella. La relación entre ambos tiempos ya fue establecida por Platón: Chrónos es la imagen móvil de Aión, el bloque móvil de eternidad (Deleuze, 1989). 15 Claudio Martyniuk se pregunta: “¿Será este desplazamiento que produce la posmodernidad un nuevo triunfo del kitsch? –a lo que él mismo responde–. Como si el kitsch no se encontrara en todo arte. Como si en algún tiempo fue la pura creación. Como si lo cotidiano y reiterado no tuviera su estética. Como si lo posmoderno fuera más que una construcción…” (Martyniuk, 1997, p. 75). Límite. Revista de Filosofía y Psicología. Volumen 5, Nº 22, 2010


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consumo16: una pérdida absoluta del referente, sustituido por un campo inestable de significantes flotantes17. De este modo, la experiencia estética trastoca el propio ámbito de las identidades. En la pérdida del referente, en la destrucción de toda forma de representación, la propia identidad sucumbe en su singularidad y deviene múltiple en el devenir del tiempo. Es así como en la actualidad la experiencia estética se gesta en el marco de lo que Raymundo Mier llama una anomalía de las identidades: La experiencia estética incide privilegiadamente en la intensidad de los vínculos, en el ahondamiento de las afecciones y en la diseminación de un juego pasional al margen de todo objeto. Compromete intensidades fragmentarias que, sin embargo, trastocan de manera irreparable, duradera, la memoria y la disponibilidad afectiva. […] Ahondan las expectativas de la conjugación antinómica y las vías múltiples del sentido, pero su incidencia cardinal es que exaltan la disposición a reconocer la fragilidad de las significaciones y la disipación de los márgenes normativos. Fincan una ética de la responsabilidad en la aprehensión de los quebrantamientos y la fragilidad de la certeza y de los hábitos. […] El sujeto asume, en una aprehensión reflexiva de su propia acción, su lugar en un territorio destinado a una acción sin una esfera de valor ni de sentidos prescritos. La experiencia estética, al hacer patente la fragilidad de las identidades, revela no sólo lo precario e inconsistente de toda regulación, la futilidad de las acciones, sino la turbiedad y la metamorfosis de las identidades (Mier, 2006, p. 12).

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Para Baudrillard el rasgo esencial del pasaje a la producción masiva de mercancías es que la obliteración del valor de uso “natural” original de los bienes a causa del predominio del valor de cambio bajo el capitalismo ha hecho que la mercancía se transformara en un signo en el sentido saussureano del término, cuyo significado está arbitrariamente determinado por su posición dentro de un sistema autorreferencial de significantes. El consumo no debe ser entendido como consumo de valores de uso, una utilidad material, sino primordialmente como consumo de signos (Baudrillard, 2005). 17 “La experiencia estética como la génesis de una potencia de aprehensión formal no es del ámbito de la significación, sino de su negación” (Mier, 2006, p. 11). Límite. Revista de Filosofía y Psicología. Volumen 5, Nº 22, 2010


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CONCLUSIÓN

Ese carácter anómalo de las identidades al que refiere Raymundo Mier es continuamente expresado en el arte como condición de toda experiencia estética. La pérdida de referente normativo, la cualidad del objeto artístico como producción del acontecimiento, como repetición desvanecida, mera diferencia que anula toda posibilidad de representación, es lo que permite escapar a la lógica cartesiana de autorreferencialidad del pensamiento, y asumir las cualidades identitarias tal como Merleau-Ponty concebía la subjetividad en tanto ya instalada en la experiencia y en el tiempo18. En la narrativa cinematográfica –por ejemplo– y específicamente en la propia del Nuevo Cine Argentino19, estas identidades anómalas son expuestas asiduamente, resaltando sobre todo su carácter fragmentario: desde películas como Sábado (2002), de Juan Villegas20, donde ninguno de los personajes es correspondido en sus intentos de comunicación y todo diálogo es una continua desaparición del otro, o también un filme como Monobloc (2006) de Luis Ortega21, donde los cuatro personajes femeninos yacen solos en un mundo apagado y el otro nunca está, no aparece, no muestra su rostro. Y también esas identidades anómalas aparecen 18

Merleau-Ponty, 1984. Por Nuevo Cine Argentino se comprende una serie de películas y de realizadores surgidos desde mediados de los años noventa. Sus comienzos son generalmente circunscriptos a la aparición de filmes como Pizza, birra, faso (Caetano & Stagnaro, 1997) y Rapado (Rejtman, 1995). Se caracteriza a estas películas por una estética que remite a una nueva forma de realismo, sin observaciones morales o ideológicas explícitas sobre la sociedad y la cultura que es expresada en sus imágenes y en ese aspecto son películas que se diferencian y distancian respecto al “realismo costumbrista” del cine argentino de los años ochenta. A su vez, este Nuevo Cine Argentino no se define por una homogeneidad programática entre sus autores, sino que en el mismo corresponden estéticas disímiles provocando una verdadera heterogeneidad de propuestas. 20 Director de cine argentino, perteneciente a la corriente del Nuevo Cine Argentino. Ha realizado dos filmes: Sábado (2002) y Los suicidas (2007). 21 Realizador cinematográfico de Argentina, también incluido dentro del Nuevo Cine Argentino. Su filmografía está compuesta por: Caja negra (2002); Monobloc (2006) y, recientemente, Los santos sucios (2009). 19

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como circulación indefinida y sin sentido, como en las películas de Martín Rejtman, tanto en la ya mencionada Silvia Prieto como también en Los Guantes mágicos (2004). Por ejemplo en Silvia Prieto, el proceso de circulación ya comienza al inicio de la película, y sucede por error: un bolso de ropa equivocado que le entregan en la lavandería y que Silvia Prieto –la protagonista– no pretende devolver, pero tampoco reclamar el que verdaderamente le pertenece. A partir de ahí, todo será intercambio y circulación (personificación de los objetos y objetivación de las personas). Añadiendo que el desencuentro y la discontinuidad, en la película, siempre es producido en el lenguaje como instancia comunicativa, obturando toda posibilidad de interacción. Y, a su vez, el relato (voz en off de la protagonista) se presenta como anticipación, y termina conformándose como preludio de los desencuentros. Desde allí, todo es instante, puro fragmento. En síntesis, la identidad como idea representativa se vuelve imposible, y el arte ofrece una respuesta estética frente a ello. Ese ámbito de lo difuso en el que la experiencia estética se conforma, si destruye toda pretensión de origen lo hace en la forma del anacronismo: el origen aparece sólo al final, cuando el acto artístico se consuma para desaparecer. Por ello, pensar en la actualidad una ontología estética, concierne abordar no ya la distinción entre un objeto artístico y su homólogo material, ni la autorreferencia del arte, sino, por el contrario, la desaparición absoluta del homólogo material en la obra de arte y la disolución de ésta en la inmanencia, la materialidad de su uso, expresión y ex-posición, desplazándose, así, de toda forma y trascendencia representativa.

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Límite. Revista de Filosofía y Psicología Volumen 5, Nº 22, 2010, pp. 23-49

ISSN 0718-1361 Versión impresa ISSN 0718-5065 Versión en línea

INVESTIGACIÓN SOBRE LAS CONCOMITANCIAS ENTRE EL ZAMBRANIANO FILOSÓFICO Y LA TERAPIA DE ACEPTACIÓN Y COMPROMISO RESEARCH ON THE SIMILARITIES BETWEEN THE PHILOSOPHICAL AND ZAMBRANIAN ACCEPTANCE AND COMMITMENT THERAPY

José Barrientos Rastrojo* Universidad de Sevilla Sevilla-España Recibido 10 de septiembre 2009/Received September 10, 2009 Aceptado 7 de junio 2010/Accepted June 7, 2010

RESUMEN Ciertas terapias psicológicas se han basado en doctrinas filosóficas, muestra de ello es la base epictetea de la terapia racional emotiva de Albert Ellis y de la terapia cognitiva o la reclamación de la filosofía de la sospecha de las bases freudianas de psicoanálisis. Por otra parte, la filosofía ha reivindicado la recuperación de su papel como arte de vivir (Marinoff 2002a, 2002b; Hadot 1995), identificándose en ella contenidos y estrategias que mejoran las condiciones de sujetos con dificultades personales. Nuestro artículo investigará una de estas formas terapéuticas que hunden sus raíces en los contenidos filosóficos de amplias corrientes de pensamiento (estoicismo) y en filósofos específicos (María Zambrano). La coincidencia entre los planteamientos de la pensadora española, fallecida en 1991, y los estudios de

Calle Manuel Alonso Vicedo, 10. Urbanización Simón Verde. C.P. 41927 Mairena del Aljarafe. Sevilla, España. E-mail: barrientos@us.es


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los principales representantes de la Terapia de Aceptación y Compromiso que, en España, comenzaron a principios de la presente década, aparte de desconocidos, subrayan las relaciones entre la filosofía y la psicología. Nuestro trabajo pondrá de manifiesto sus correspondencias. Palabras Clave: Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT), María Zambrano, Abismamiento, Desesperanza Creativa, Sentir-Hacer-Pensar. ABSTRACT Some psychological therapies are based on philosophical theories. This is the case of Albert Ellis’ Rational Emotive Behaviour Therapy or Cognitive Therapy, both of them are grounded on the philosophy of Epictetus. Furthermore, the roots of Freudian Psychoanalysis are said to belong to the philosophy of suspiction. On the other hand, today philosophy has claimed that it was an art of living (Marinoff 2002a. 2002b; Hadot 1995) and it has defended that ancient philosophy included strategies that improve the conditions of people in conflict. Our article will study one therapy (Acceptance and Commitment Therapy) that has Philosophical roots (stoic, utilitarian and zambranian basis). The coincidence between the ideas of the Spanish thinker María Zambrano and the Acceptance and Commitment Therapy, started in Spain in the earlies 2000, underlines the relationship between philosophy and psychology. Our work will emphasizes this point. Key Words: Acceptance and Commitment Therapy (ACT), María Zambrano, Abismamiento, Creative Hopelessness, Being-Doing-Thinking.

1. INTRODUCCIÓN. DE LA PSICOLOGÍA A LA FILOSOFÍA Y VICEVERSA

Desde sus comienzos históricos, los psicólogos han

vivido una posición dual que se mantiene en el presente. Por una parte, ha demandado un puesto propio de índole científica apartado de la filosofía. Resultado de este deseo ha sido la emancipación que los estudios de psicología han obtenido respecto a Límite. Revista de Filosofía y Psicología. Volumen 5, Nº 22, 2010


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las Facultades de Filosofía, el desarrollo de metodologías basadas en la experimentación y la estadística o la alzada de posturas objetivistas útiles en la creación de diagnósticos y su aplicación a la sintomatología de los pacientes. Al otro lado, muchas corrientes psicológicas recuerdan su deuda de la filosofía y no pierden su contacto con ella, sobre todo a la hora de generar el fundamento básico de sus terapias. Ese es el caso de la terapia racional emotiva (Ellis, 1997, 2009; Obst 2009) basada en los principios maestros de la filosofía de Epicteto: lo que hace sufrir al sujeto no es la realidad sino la imagen que se forja de ésta1, por tanto, si se modifica la forma de ver la realidad (sobre la que incide nuestras creencias), nuestras actitudes y emociones hacia la misma serán distintas (Ruiz Sánchez, J.J. - Cano Sánchez, J.J., 2002). Añádase a esto que la terapia cognitiva se establece sobre el argumento de que un cambio en las ideas dominantes del sujeto conducirían a un cambio en sus actitudes o emociones vinculadas a ciertas experiencias, idea de raíz eminentemente epictetea. En el otro frente, la filosofía ha reclamado en las últimas décadas campos propios que inciden en la mejora de las capacidades críticas del sujeto, produciendo resultados que hasta hace unos años estaban reservados exclusivamente a la pujante psicología. Así, se ha constituido la Filosofía Aplicada, Orientación Filosófica o Consultoría Filosófica. Este campo, en alguna ocasión, se ha nutrido de los resultados de la psicología, por ejemplo, la primera tesis doctoral sobre Filosofía Aplicada aludió a la evidencia científica de la terapia cognitiva para justificar su propia efectividad2. A estos dos periplos convergentes se une la existencia de psicólogos que han partido de su propio campo para hacer descubrimientos inscritos en el vecino: la inteligencia emocional de Goleman (Goleman 2004), las conclusiones de algunas obras de 1 2

Epicteto, 2004, pp. 17-19. Barrientos, 2005, pp. 83-84. Límite. Revista de Filosofía y Psicología. Volumen 5, Nº 22, 2010


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Jorge Bucay (Bucay 2003) o la generación de terapias psicológicas de base netamente filosófica como la terapia orteguiana desarrollada por Ricardo Aranovich (Aranovich, 2000, 2002). En esta comunidad de contenidos disciplinares, a veces, se ha arribado en una preocupante con-fusión: el desconcierto del lector y del estudiante de textos escritos por filósofos que hacen psicología, y viceversa, con profundo desconocimiento de su disciplina vecina. En esos casos, se ha creído “descubrir América” cuando hacía siglos que estaba poblada de comunidades indígenas. A continuación, reseñamos una de estas experiencias psicológicas que avanza conclusiones con tintes de la novedad por su desconocimiento del pensamiento de una autora que, curiosamente, nació a escasos trescientos kilómetros (tres horas) del foco inicial de la Terapia de Aceptación y Compromiso (a partir de aquí la denominamos ACT). La comparación entre las notas básicas de ACT y la teoría de la filósofa española María Zambrano nos servirá como hoja de ruta para descubrir cómo Filosofía y Psicología siguen describiendo, en el siglo XXI, rutas paralelas, a pesar de su divorcio en épocas anteriores.

2. BREVE NOTA SOBRE LA VIDA Y OBRA DE MARÍA ZAMBRANO Y SOBRE ACT

2.1. María Zambrano desde el abismamiento María Zambrano (Vélez-Málaga, 1904-Madrid, 1991) es la pensadora española más destacada de la contemporaneidad. Fue discípula de José Ortega y Gasset y partió de la razón vital de su maestro para desplegar su idea de una razón poética. La razón poética constituye una crítica de la razón cartesiana o hegeliana, basadas en el sistema lógico-argumental, y propone una comprensión de la realidad más cercana a la vida y con mayor capacidad para profundizar en sus dimensiones esenciales. Límite. Revista de Filosofía y Psicología. Volumen 5, Nº 22, 2010


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La filosofía, para Zambrano, se identifica con el desciframiento del sentir originario de cada sujeto. Así, estamos frente a una herramienta de utilidad ontológica y existencial antes que meramente epistémica, es decir, la filosofía sería no sólo el producto sistemático escrito por un pensador sino el aparejo que ayudaría a la persona a trascender los niveles de conocimiento personal que ocupa en cada fase de su vida. Esa trascendencia dependía de dos elementos: caminar sin apartarse del centro de autenticidad, o sea, no falsear el propio camino de desarrollo y no abandonar el horizonte al que debería proyectarse, esto es, no caer en un ensimismamiento que colapse el propio futuro. Dicho en términos zambranianos, el sujeto se asemejará al aroma de una flor: no se aleja del cáliz (centro) de la flor y se extiende por toda la atmósfera (horizonte)3. En ese desciframiento del sentir originario, en ese reconocimiento de lo que somos, se ha de superar una serie de etapas, que incluyen obstáculos que impiden el avance y provocan crisis en el sujeto. La salida a esos apuros existenciales se opera a través del “abismamiento”4 que, como veremos, coincide en gran medida con la idea de aceptación de lo sucedido (una suerte de amor fati) de ACT. 2.2. ACT: alternativa a la negación Cuando se publica el primer artículo sobre ACT, Zambrano cuenta con ochenta años, en 1984, y el primer libro se edita tres años más tarde5, cuatro años antes del fallecimiento de nuestra pensadora. Pasarán casi quince años hasta que María del Carmen

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Zambrano, 2007, p. 151. Zambrano, 2002, p. 236. 5 “Históricamente considerada, ACT se denominó inicialmente Comprehensive Distance Therapy (Hayes, 1987), presentándose en 1991 un pequeño manual de ACT que tuvo ulteriores versiones en 1995 y 1999, hasta la aparición a finales de 1999 del manual ACT publicado por Hayes, Stroshal y Wilson” (Luciano Soriano, M.C. & Wilson, K., 2002, p. 97). 4

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Luciano Soriano, profesora de la Universidad de Almería, introduzca la metodología en España. En 2001 edita un primer libro de casos (Luciano Soriano, 2001) ayudada por un conjunto de alumnos y colegas de investigación. Un año más tarde firma el único manual que existe en nuestro país sobre la disciplina junto a Kelly G. Wilson, profesor asistente en la Universidad de Mississippi y director del Centro para Psicología Contextual (Luciano Soriano & Wilson, 2001). Al día de hoy, Luciano Soriano dirige cursos de doctorado sobre ACT y ha coordinado varios proyectos de investigación en I+D+i pioneros en su especialidad. ACT constituye una respuesta creativa frente a los tratamientos de las terapias psicológicas actuales. Ante un paciente que evite sistemáticamente un acontecimiento, ACT propondrá enfrentar directamente el hecho aversivo en lugar de (1) escapar de él mediante fármacos o (2) anularlo mediante estrategias psicológicas. La aceptación del acontecimiento y el compromiso con una respuesta diferente a la huida constituirán los pilares para la curación del sujeto. Estas breves notas comienzan a abrir las concomitancias entre el abismamiento zambraniano y ACT, apuntes que ampliaremos más adelante. Los textos de Luciano Soriano patentizan que la autora ha leído algunas obras de la rama filosófica más cercana a las relaciones de ayuda: la aludida Filosofía Aplicada u Orientación Filosófica6. Sin embargo, su lectura se nos antoja sesgada y poco profunda, puesto que incluye al Asesoramiento Filosófico en el grupo de las terapias cuando gran parte de los teóricos de esta disciplina enfatizan su posicionamiento frente a ellas (Schuster, 1999; Raabe, 2001). Análoga evaluación nos merecen sus citas de otros filósofos de la historia del pensamiento como Sócrates (diálogo socrático)7, Epicuro8, Epicteto9, Russell10, Ryle,

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Luciano Soriano & Wilson, 2002, p. 30. Ibídem, p. 182. 8 Ibídem, p. 34. 9 Luciano Soriano & Wilson, 2002, pp. 34, 137 y 203). El uso de Epicteto, y del estoicismo en general, es también abundante en la Filosofía Aplicada (por ejemplo, en Martín Linares 2006; Cavallé Cruz, 2003; Matilla, 2001). 10 Luciano Soriano & Wilson, 2002, pp. 29-30 y 34. 7

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Wittgenstein11 u Ortega y Gasset12, pues todos ellos funcionan en su teoría a modo de ornamentación paisajística y cuando fundamentan algunas de sus aseveraciones, el contacto con los cimientos es tan débil que resulta extraño poder designarlos como auténticos basamentos de sus intuiciones. En cualquier caso, es de agradecer que la autora no se incluya en el grupo de psicólogos que marginan totalmente la filosofía provocando profundas lagunas en sus edificios teóricos o “descubrimientos de continentes ya realizados”.

3. PARECIDOS RAZONABLES

3.1. Primera simultaneidad: objetivos de la ACT ACT determina el objetivo del terapeuta en los siguientes términos: Que el cliente camine por su vida, discerniendo entre lo que puede y quiere cambiar, y lo que no es objeto de cambio y aprendiendo a estar abierto o dispuesto a las funciones verbales de los eventos privados en su compromiso con las elecciones dirigidas a sus valores. Se trata, pues, de cambiar la atención del cliente desde la fusión con el contenido verbal aversivo a lo importante en su vida, siendo justamente esto último lo que le permitirá la aceptación (alterando las funciones verbales aversivas) de lo previamente temido (Luciano Soriano, 2001a, p. 11)13.

Empecemos con la autonomía. La consulta psicológica clásica dispone de herramientas (DSM) que ayudan al especialista a (1) determinar la afección del paciente y (2) establecer un 11

Ibídem, p. 34. Respecto a las relaciones entre la Filosofía Aplicada y Wittgenstein, puede consultarse Ellenbogen, 2002. 12 Luciano Soriano & Wilson, 2002, pp. 34 y 203. 13 Discernir lo que el sujeto puede cambiar y lo que no es una máxima epictetea nodal: véase Epicteto, 2004, pp. 3-11. Límite. Revista de Filosofía y Psicología. Volumen 5, Nº 22, 2010


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tratamiento para su curación. El paciente ACT habrá de recorrer sus propios senderos vitales autónomamente. El terapeuta no indica el camino sino que ayuda a que la persona encuentre su vía personal. Esta forma de descubrir por uno mismo las respuestas es idéntica a la apuesta mayéutica zambraniana localizable en Filosofía y educación: En este caminar hacia sí mismo, en este desentrañar el misterio de mi ser y la vocación que en él anida el educador es el matrono que nos dirá el cómo y el cuándo el educando ha de realizar los esfuerzos del alumbramiento (…). Se trata de que aflore desde la propia entraña del educando el hombre nuevo, la plena realización de su ser (Zambrano, 2007, p. 16).

Ni el terapeuta de ACT dicta un tratamiento, ni el maestro zambraniano determina el camino correcto, por el contrario, el filósofo “no transmite ‘doctrina’: insinúa más que dice, enseña aludiendo, indicando algo, no diciéndolo todo” (p. 32)14. La explicación de este posicionamiento es idéntica en ambos. “El terapeuta nunca podrá recorrer el camino que el cliente elige. Sólo él podrá hacerlo”, porque el camino es propiedad del sujeto que lo lleva adelante. Para ello, es esencial que el paciente recorra su propio trayecto, implicando la terapia: Clarificar el rumbo de la vida, perderlo, aprender a darse cuenta cuanto antes (del costo y el beneficio de haber perdido el rumbo) y retomarlo de nuevo como una elección personal (Luciano Soriano & Wilson, 2002, p. 102).

Este texto coincide con la idea zambraniana de aquel que escribe una confesión. La confesión coincide con el género literario de aquellos autores que ha vivido una existencia que supone una pérdida existencial y que se han reencontrado con el rumbo acertado15. Nuestra pensadora apunta a Agustín de Hipona o Jean 14 15

Zambrano, 2007, p. 32. Zambrano, 1995, pp. 25-26. Límite. Revista de Filosofía y Psicología. Volumen 5, Nº 22, 2010


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Jacques Rosseau como ejemplos de esta realidad. Habría, así, una correspondencia entre las confesiones del obispo de Hipona o del filósofo francés y la lectura de la terapia de un paciente de ACT puesta por escrito. 3.2. Segunda simultaneidad: respeto y equidistancia de roles La postura clásica del terapeuta es la de un sujeto que se ubica en la posición (y posesión) del saber. El paciente acude a la consulta para que el terapeuta haga uso de sus conocimientos superiores para descifrar un diagnóstico acorde a su sintomatología y le proponga un tratamiento que lenifique o extirpe su dolencia. Los roles se juegan en el campo de la superioridadinferioridad. A diferencia de lo anterior, y derivado del epígrafe antes citado, el terapeuta ACT no determina la causa del padecimiento sino que ayudará desvelar al paciente por sí mismo su dolencia y a entender sus causas, acto que por sí mismo ya es terapéutico. Por ende, su misión es validar “las proclamas y el sufrimiento del cliente, por lo que tienen de valor respecto de lo que quiere su vida” (p. 112)16. De esta forma, se persigue “minimizar la función del terapeuta como persona superior que lo sabe todo y que “resuelve problemas”” (p. 112). El especialista en ACT dejará “a un lado el papel de juez a favor del papel de terapeuta” (p. 177)17. Zambrano defiende el arte del sigilo del maestro, si cumple de modo correcto su función, el educando no percibirá su acción. “Sólo si lo hace mal, o en forma que rompa los cánones inveterados, se advierte su singularidad” (p. 255)18. Como se señalaba con anterioridad, el maestro indica o sugiere pero no impone, por

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Luciano Soriano & Wilson, 2002, p. 112. Ibídem, p. 177. Zambrano, 2002, p. 255. Límite. Revista de Filosofía y Psicología. Volumen 5, Nº 22, 2010


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ende el silencio es su hábito, “las explicaciones que da suelen ser pocas” (p. 255). En síntesis, tanto ACT como Zambrano son meros facilitadores del acto de andar, no estandarizan camino alguno. Añádase en la pensadora andaluza una nota de profundidad: “El verdadero maestro enseña al discípulo a saber interrogar; que quizás sea lo más difícil hacer con justeza; de manera que la respuesta, como un pez, salte, o que salte la imposibilidad de las respuestas” (p. 77)19. He aquí una distinción respecto a ACT. El primer paso del camino de buceo existencial es buscar respuestas a los problemas, labor desenvuelta, también, por ACT. La experiencia permite forjar un segundo nivel de pericia: el sujeto aprende a hacer preguntas, es decir, se convierte en alguien tan hábil como su mentor, se convierte en un maestro. Por tanto, ACT se sitúa en un plano pragmático (buscar una solución a un problema), mientras que Zambrano está en un proceso de trascendencia del sí mismo. Consecuencia: ACT resuelve problemas y Zambrano los disuelve (puesto que su objetivo es alzar al consultante a un nivel en que el cuestionamiento en sí mismo está superado). Sin duda ACT ayuda a un proceso de “maduración” del sujeto, pero en Zambrano habríamos de referirnos a “profundización”. En línea con este argumento, ni ACT ni Zambrano asumen que están trabajando con enfermos. El sujeto del trabajo de la creadora de la razón poética son personas que están en camino hacia su trascendencia vital y ACT repite el término “clientes” y no “pacientes” como objetivo de su quehacer. La mirada de los terapeutas ACT se dirige a cuestiones existenciales y axiológicas antes que a patologías, “en vez de mirar hacia los síntomas, la atención será esencialmente dirigida hacia lo que quieren hacer [los clientes] en su vida” (p. 111)20.

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Zambrano, 1970, p. 77. Luciano Soriano & Wilson, 2002, p. 111. Límite. Revista de Filosofía y Psicología. Volumen 5, Nº 22, 2010


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3.3. Tercera simultaneidad: la rehabilitación del pensar-sentir-hacer Zambrano es consciente de que, con frecuencia, el sentir, el pensar, el hacer recorren caminos diferentes. De esa situación, se hacen eco ciertas formas históricas en que se ha escanciado la filosofía; piénsese en la fosa platónica, el xorismos, abierto entre el mundo hiperuránico y el sensible o en la creación de grandes sistemas filosóficos que con dificultad encuentran asiento en la vida cotidiana como en el caso del krausismo de Sanz del Río. Las críticas de los propios filósofos sobre la ruptura de la armonía han sido mostradas en diversos momentos históricos; elegiremos a Irvin Yalom para que la resuma por su doble condición de psiquiatra y aprendiz autodidacta de filosofía. Su novela Quando Nietzsche Chorou relata la consulta filosófica ficticia entre Nietzsche y Breuer, el maestro de Freud. Este último se queja del aludido desafecto entre la vida palpitante y dolorosa y la filosofía, entre el sentir y el hacer y la racionalidad. Simplemente una frase como “un momento en el que la tragedia dejará de parecer trágica” no hace que me sienta mejor. Perdóneme, si le parezco impaciente, pero existe un abismo, un inmenso abismo, entre saber algo intelectualmente y saberlo emocionalmente. Muchas veces, cuando me desvelo por la noche, con miedo a morir, recito para mí la máxima de Lucrecio: “Donde la muerte está, no estoy yo. Donde estoy yo, no está la muerte”. He ahí una verdad con una racionalidad suprema e irrefutable. Sin embargo, cuando estoy verdaderamente asustado, ella nunca funciona, nunca calma mis temores. Ese es el fallo de la filosofía. Enseñar filosofía y aplicarla en la vida real son proyectos bastante diferentes (Yalom, 2007, p. 220).

¿Cómo supera la razón poética esta dicotomía? Mediante dos conceptos: la evidencia y la extensión de los límites de la razón lógico-argumental en su anhelo por desvelar la intimidad, el sentir originario de cada individuo. Límite. Revista de Filosofía y Psicología. Volumen 5, Nº 22, 2010


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La senda zambraniana es un proceso de descubrimiento antropológico personal. El avance del sujeto en su propio conocimiento implica un progresivo ajuste entre su pensar, su sentir y su hacer, puesto que la pregunta epistémica se convierte en ontológica. Lo importante no es la respuesta sino la transformación que exige el encontrar la contestación. Es lo que sucedía con las preguntas que imponían las religiones mistéricas griegas: el desafío no era dar con la respuesta correcta sino que, para encontrarla, era preciso “ser otro”, transformarse en un ser superior. Sólo entonces se produce la “evidencia”. La evidencia consiste en una respuesta cuyo contenido cognitivo puede ser escaso, pero su contenido vivencial es transformador o es resultado de la transformación. El sujeto puede experimentar una distancia respecto a las respuestas que deberían guiarlo en su vida, pero la evidencia es una respuesta que implica la vivencia con lo que hay una coherencia entre el contenido cognitivo de la respuesta (la respuesta en sí) y la vida del sujeto que se ha modificado (su sentir y su hacer). Dejemos que lo diga Zambrano: La evidencia suele ser pobre, terriblemente pobre en contenido intelectual. Y sin embargo opera en la vida una transformación sin igual que otros pensamientos más ricos y complicados no fueron capaces de hacer (Zambrano, 1995, p. 69).

El terapeuta ACT inquiere una instancia afín: (1) la clarificación conceptual (de pensamiento) y (2) la incardinación coherente de ese punto dentro de la vida. El terapeuta ACT tratará de generar las condiciones para que el cliente pueda clarificar sus fines o direcciones en la vida en términos de sus acciones, así como en las condiciones necesarias para alterar las relaciones entre sentir-pensar-actuar que alejan al cliente de lo que quiere en su vida (Luciano Soriano & Wilson, 2002, p. 139).

El terapeuta ACT comprende que su cliente está evitando fenómenos que no deberían causarle aversión y que éste es un Límite. Revista de Filosofía y Psicología. Volumen 5, Nº 22, 2010


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modo de adaptarse a la realidad pasada y sellada en su psique. La maduración en nuestra sociedad obliga a esta incoherencia en ciertas facetas de la vida. Existen sujetos autoconvencidos de que los demás hacen juicios erróneos de un defecto personal porque no podía soportar la visión directa de su deficiencia: la mentira es un proceso adaptativo, aunque suponga caer en una mentira, la aversión a ciertos estímulos puede ser un efecto indeseado. El autoengaño pasará de lo consciente a lo no consciente y no se asumirá el principio de realidad. Cuando el fraude se cronifica y se extiende a diversos sectores de la propia vida, el sujeto no podrá evolucionar en su propia existencia y el terreno está abonado para que se presente el, así denominado por ACT, trastorno de evitación experiencial. Son muchas las personas que emplean la evitación de lo que les produce malestar de una forma cronificada y generalizada y, consecuentemente, viven una vida muy limitada en tanto que este patrón haya terminado por extender el sufrimiento a muchas facetas de su vida, viven envueltos en él con un coste personal muy elevado en términos de lo que querrían para su vida. Es en tales circunstancias cuando hablamos de trastorno de evitación experiencial (TEE) (Luciano Soriano & Wilson, 2002, p. 139)21.

El primer paso para poder crecer es reconocer nuestras imperfecciones. Aquí, ACT y Zambrano encajan: hay que aceptar la situación y a nosotros en ella, por muy dolorosas que se intuyan las consecuencias. Si así se hace, la evidencia zambraniana transformadora y que ayuda a trascender estará acechando.

21

Cursivas de los autores. Véase una exposición pormenorizada del TEE en Luciano Soriano, M.C. (2001). Sobre el Trastorno de Evitación Experiencial (TEE) y la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT). Análisis y modificación de conducta, 27 (113), 317-332. Límite. Revista de Filosofía y Psicología. Volumen 5, Nº 22, 2010


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3.4. Cuarta simultaneidad: uso de la metáfora y la paradoja Recapitulemos: ACT y Zambrano coinciden en que el sujeto padece a lo largo de su existencia estancamientos, que son los momentos oportunos para el trabajo de ACT y para el abismamiento zambraniano. Esos estancamientos hacen emerger una incoherencia entre el pensar, hacer, sentir y ser: se sabe que la mejor dirección en la vida no es la tomada, pero hay incapacidad para realizar otra. La misión del terapeuta ACT o del filósofo zambraniano es auxiliar en el regreso a la coherencia (o autenticidad), puesto que sólo desde ella se puede crecer o vivir funcionalmente. Esta tarea no se cumplimenta desde la imposición sino desde el acto de espolear a la persona para que descubra un modo de saltarse por encima de sí mismo. Añadamos otro paralelismo: el uso de metáforas como instrumento para desatar los nudos y confusiones existenciales. La obra de nuestra pensadora está trufada de metáforas, sobre todo las últimas (Zambrano, 1977, 1986, 1989, 1993a, 1993b). Como su propio nombre apunta (“meta” –más allá– y “foros”, transportar), la metáfora pretende trasladar más allá del lugar indicado, sin que ello implique abandonar el punto de partida. Así, se establecerán correspondencias entre los dos lugares aludidos: la palabra inicial y el símil al que apela. En el caso del pensamiento zambraniano, transporta al lector de la realidad diaria o comprensiones superficiales y/o poéticas a ámbitos vitales profundos. Cuando De la aurora, señala la aurora no está apuntando a un fenómeno meteorológico, sino a la disposición previa al razonar o al hablar y a sus implicaciones. Cuando se hable de la “palabra balbuciente”, todo un tramado poético sugiere imágenes que nos portean a la experiencia previa al acto de razonar. ¿Por qué este uso en lugar del de la explicación? Porque la vida y sus dimensiones más profundas escapan del concepto y la explicación: el concepto es una malla que intenta capturar la realidad pero frustra su intención, puesto que la naturaleza misma del concepto es definitoria, Límite. Revista de Filosofía y Psicología. Volumen 5, Nº 22, 2010


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es decir, limitante y limitadora. La vida, por el contrario, vive en la constante indeterminación, en la plurivocidad de su ser, en el cambio y en la totalidad. La metáfora y la poética son, por tanto, instrumentos que se acomodan mejor a trasladar al sujeto (aunque no explicar) a la esencia de ciertas experiencias. Si el objetivo zambraniano es la trascendencia existencial y vital y la explicación conceptual apenas apela a lo cognitivo, ¿acaso no queda totalmente justificado el uso de la metáfora? Si ahora nos referimos al sentido de la metáfora en ACT, descubrimos que la funcionalidad que se le adosa es idéntica (aunque queda ausente la fundamentación de su uso): [Las metáforas] tratan de establecer un contexto verbal donde la racionalidad es cuestionada en ciertas áreas y donde se valida la sabiduría que proporcionan las contingencias directamente experimentadas al margen de las reglas o razones que uno pueda proporcionarse (Luciano Soriano & Wilson 2002, p. 99).

Al amparo de esta teoría, ACT trabaja ciertas experiencias de un modo oblicuo22, el cultivo de aquello que el cliente anhela es representado por el crecimiento de flores en un jardín23; la frondosidad de las dimensiones humanas que la vida nos va descubriendo es comparada con el acto de andar por las calles de una ciudad24, la evitación se contrasta con el proceso de limpiar incorrectamente un vaso que se opaca por ello25 o la evitación se parangona con la negativa a ir al dentista a pesar de que se conocen sus efectos positivos. Las consecuencias del uso de metáforas son análogas a las zambranianas: trasladan a experiencias que generen en el cliente una reflexión vívida con efectos terapéuticos.

22 23 24 25

Luciano Soriano & Wilson, 2002, p. 99. Ibídem, p. 113. Ibídem, p. 115. Ibídem, p. 117. Límite. Revista de Filosofía y Psicología. Volumen 5, Nº 22, 2010


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3.5. Quinta simultaneidad: ejercicios experimentales y escritura Las metáforas tocan la realidad cotidiana del consultante o cliente al transformarse en ejercicios prácticos. La traducción de la metáfora al ejercicio fue parte de nuestra labor doctoral con la consecuente obtención de centenares de tareas para la vida de las que seleccionamos un centenar para nuestra investigación (Barrientos, 2009). Análogamente, Luciano Soriano y Wilson reproducen actividades para la interacción con sus clientes26. El primer objetivo de ACT consiste en tomar “contacto con el contenido o material psicológico evitado en un contexto seguro, el que provee el yo como contexto de cualesquier contenido o proceso psicológico” (p. 100)27. Lejos de trabajar desde el mundo de las ideas, la realidad se despierta a través de la acción y esto rinde mayores resultados que el trabajo intelectual exclusivamente, puesto que “la experiencia es superior a la discusión, argumentación y reflexión sobre los defectos y problemas que genera el lenguaje, es decir, la vivencia de las funciones verbales es superior a la instrucción y al razonamiento sobre tales funciones” (p. 100). No explican los autores por qué los efectos de la experiencia son mayores; invitamos en este punto a los autores a beneficiarse de la lectura de nuestra pensadora. La experiencia, según la alumna de Ortega y Gasset, cuando es auténtica, implica dos elementos: (1) la vivencia experimental del suceso y (2) la puesta en contacto con dimensiones profundas del individuo, que lo transforman. Por eso, no es suficiente “experimentar” una situación (haber asistido más o menos pasivamente a ella) sino “tener experiencia” de la circunstancia. La diferencia entre vivir una coyuntura y “tener experiencia” del momento radica en el segundo ingrediente aludido arriba. Sin ese contacto íntimo, no hay transformación ni la 26 27

Luciano Soriano & Wilson, 2002, p. 148. Ibídem, p. 100. Límite. Revista de Filosofía y Psicología. Volumen 5, Nº 22, 2010


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experiencia ha servido para nada. Indagar en este punto pondrá en la pista al terapeuta ACT que haya leído a Zambrano de las razones que explican por qué ciertos ejercicios experimentales ofrecen resultados prolijos y otros no. Asimismo, les ayudará a establecer las condiciones mínimas para mejorar la efectividad de las tareas propuestas a los clientes. Uno de los ejercicios experimentales recomendados por ACT y el zambranismo es la escritura como elemento catártico. María Zambrano explicaba cómo la confesión, entendida como género literario era un medio para exponer el propio proceso que se estaba o se había vivido. Cierto es que ACT da más claridad sobre los efectos terapéuticos de escribir, puesto que para Zambrano la escritura se produce después de haber superado el aprieto. Ahora bien, afirmará la filósofa, escribir es más que una ayuda terapéutica, coger la pluma es defender la soledad en que se está28. Enfrentarse a la hoja en blanco requiere ciertas características que Zambrano explica y ACT reproduce décadas más tarde: Mientras escribe, trate de permitirse a sí mismo experimentar sus pensamientos y sentimientos tanto como sea capaz (…) No gaste tiempo preocupándose por la ortografía, puntuación o gramática. Lo que escriba tiene que ser el flujo de su conciencia, de manera que escriba cualquier cosa que le venga (Luciano Soriano & Wilson, 2002, p. 150).

El cliente ha de tomar “conciencia” de su ser no como entidad psicológica sino asumiendo una naturaleza más sencilla. ¿Por qué? Nuevamente la ausencia de fundamentos en ACT. Zambrano responde: porque el sujeto se funde con dimensiones que, en la medida de lo posible, son previas a la racionalidad, que corrige y, en ocasiones, falsea el subsuelo auténtico del ser humano.

28

Zambrano, 2004, p. 35. Límite. Revista de Filosofía y Psicología. Volumen 5, Nº 22, 2010


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3.6. Sexta simultaneidad: el delirio y la exposición como camino Zambrano y ACT definen el delirio como categoría básica que incapacita al sujeto para avanzar en su trayecto. El delirio en Zambrano es el que amarró a muchos exiliados de la Guerra Civil Española al recuerdo de lo que podría haber sido una España sin el golpe militar29. El encapsulamiento del republicano en esta visión idílica irrealizada hace que “la persona sufra la ilusión de que el tiempo no pasa para ella; como todo fascinado o hechizado, hasta que un día despierta y ve que ha pasado su tiempo, todo su tiempo” (p. 78)30. Para ACT, el delirio sentencia un sujeto que “vive el presente sobre la base de la función de los acontecimientos pasados. Casi “vive en el pasado” con una actuación que es la que para él tendría sentido en tal situación pasada” (p. 222)31. Por tanto, la persona reaccionará a ciertos estímulos anacrónicamente: aun cuando el estímulo pretérito ha desaparecido, permanecen las respuestas. Imaginemos un sujeto que en su infancia presenció la muerte de un familiar por beber agua de una fuente pública; cuarenta años después, cuando las condiciones sanitarias de su país han asegurado cualquier tipo de surtidor público, se puede mantener la negativa a beber de grifos de plazas. Esto no es un problema mientras no haya cortes habituales de la red pública de aguas y el único modo de obtenerla sea de grifos allende el propio domicilio. La diferencia entre ACT y el zambranismo radica, nuevamente, en la novedad que supone la descripción ontológica de la pensadora española. El delirio se produce porque no se dio un tiempo y un espacio al sujeto para vivir la realidad esperada. Así, 29

Paralelamente, muchos krausistas como Giner de los Ríos, en el mismo país que luego vivirá Zambrano, siempre pensaron en la oportunidad perdida que supuso la revolución de 1868. 30 Zambrano, 2004c, p. 78. 31 Luciano Soriano & Wilson, 2002, p. 222. Límite. Revista de Filosofía y Psicología. Volumen 5, Nº 22, 2010


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el exiliado no dispuso del espacio y del tiempo necesario para sentir la alegría de la libertad de una España republicana colmada de libertades, continuación esperada de la Segunda República Española. De aquí se infieren las vías de sanación del delirante: dar espacio y tiempo para que el que experimentó su ausencia rellene su laguna. Esta terapéutica, si es que queremos llamarla así, reintroducirá en el tiempo cronológico y le permitirá escapar de los obstáculo temporales que impiden dar pasos adelante32. Obviamente, no es posible invertir el sentido del tiempo, pero sí usar recursos que acerquen al sujeto máximamente a la experiencia no vivida. Estamos hablando de la referida metáfora y los ejercicios experienciales. ACT concluye con un tratamiento gemelar para el delirio: “llevar a cabo exposición con respecto a material psicológico evitado y difícil, tales como temores acerca del futuro y remordimientos por el pasado” (p. 148)33. 3.7. Séptima simultaneidad: abismamiento y circunambulación La coincidencia más radical en torno a nuestros dos abordajes surge del modo en que terapeutas ACT y filósofos zambranianos defenderían la emergencia de lo no dado, la estrategia para solventar la salida del atolladero existencial al consultante o cliente. ACT inserta su respuesta en su designación: aceptación y compromiso. María Zambrano utiliza esta estrategia (aceptación y compromiso, o mejor abismamiento) con amigos y familiares que habían padecido crisis personales graves: las Cartas de la Pièce lo aplica a Agustín Andreu en su atolladero religioso (Zambrano, 2002), las epístolas remitidas a María Luisa Bautista aplica el abismamiento en un caso de duelo (Zambrano 2006), añádase el 32 33

Zambrano, 1986, p. 28. Luciano Soriano & Wilson, 2002. Límite. Revista de Filosofía y Psicología. Volumen 5, Nº 22, 2010


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trance de su hermana tras la muerte de Manuel Muñoz. La misma ACT narra terapias aplicadas a sufrientes de duelo34. El abismamiento zambraniano propone a la persona afirmarse en el sufrimiento en lugar de poner los ojos fuera de él, con la seguridad de que del pozo de desesperación emergerá una experiencia transformadora y liberadora del sufrimiento. Veámoslo en la práctica en una carta de condolencias a María Luisa Bautista poco después de morir su marido Lezama Lima: Sé bien que al dolor y en grado extremo al de la muerte, hay que dejarlo intacto, y entonces el propio dolor como océano nacido de las aguas primeras nos sostiene. Y hasta nos fecunda. Debo el haber ahondado purificando corazón y entendimiento, y quizás el haber vivido simplemente, a la muerte de mi Padre –Barcelona mientras moría mi España, luego a la de mi Madre, ahora– ha hecho 4 años y es lo mismo– a la de mi única y verdadera hermana (Zambrano, 2006, pp. 209-210).

La aceptación del sufrimiento constituirá el primer paso para superarlo. Sin una profunda desesperación el hombre no saldría de sí, porque es la fuerza de la desesperación la que le hace arrancarse hablando de sí mismo, cosa tan contraria al hablar (Zambrano, 1995, p. 33).

Sin solución de continuidad, unimos una máxima de ACT que podría haberla escrito nuestra pensadora: “La confusión es buena, la desesperanza es buena, sentirse hundido es bueno” (p. 130)35. Añade: ¿No podría ser que todos esos pensamientos, emociones, recuerdos y estados corporales de los que usted ha estado intentando librarse sean en realidad como estas cosas de las que hemos estado hablando? ¿Qué pasaría si no fueran problemas para

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Luciano Soriano & Cabello Luque, 2001, pp. 87-113. Luciano Soriano & Wilson, 2002, p. 130. Límite. Revista de Filosofía y Psicología. Volumen 5, Nº 22, 2010


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analizar y resolver, sino eventos para ser percibidos, observados, apreciados, al igual que observa el valle desde la cima de la montaña o desde el avión, al igual que escucha una melodía sin más, como un contenedor que contiene cosas pero no se hace nada con ellas, sólo las contiene? (Luciano Soriano & Wilson, 2002, p. 191).

Lo esencial, defenderá ACT, es que el cliente se atreva a echarse encima del dolor: Podemos decir al cliente: La forma de hacer hueco al dolor es echarse directamente encima de él, aun cuando todo su ser le está diciendo que se eche para atrás. No tiene control sobre el dolor que existe en su vida; es una parte de la existencia de cada uno que nadie puede evitar. Sobre lo que sí tiene control es en permitir o no que el dolor se convierta en trauma (Luciano Soriano & Wilson, 2002, p. 145).

Zambrano y ACT flirtean con el evento privado evitado. Uno de sus casos narrados por nuestra terapia cuenta la historia de un tartamudo que se avergonzaba de su minusvalía. La respuesta de ACT es contundente: “pedimos al sujeto que se acercara a otras personas en lugares públicos y tartamudeara de forma intencionada” (p. 199)36. Esto se compagina con la circunambulación zambraniana. La circunambulación implica rodear el foco causante del padecimiento de modo que se troca la relación con él. Si al principio el aludido centro del mal rodea al individuo, consternándolo, del acto de enfrentarlo, rodearlo y dar vueltas en torno a él, el consultante se libera de su poder, pues será ahora la persona quien, poderosamente, esté en torno al objeto37. La justificación de la eficacia que constata ACT fue indicada anteriormente desde las circunvoluciones de los textos de Zambrano: padecer la experiencia sufriente, en lugar de evitarla conduce a un saber transformador, al saber de la experiencia o

36 37

Luciano Soriano & Wilson, 2002, p. 199. Zambrano, 2004b, pp. 60-61. Límite. Revista de Filosofía y Psicología. Volumen 5, Nº 22, 2010


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a las aludidas evidencias. Este saber se cierra a todo aquel que evitaba la experiencia. Sin ese padecimiento físico y/o espiritual, el sujeto no comprenderá, no querrá comprender, manifestará la esquizofrenia entre su pensamiento y su vida. El padecimiento del sufrimiento produce un nuevo nacimiento, un nuevo ser, una nueva entidad en la que queda transformada la persona. Todo parto es doloroso (aun cuando la epidural hace efecto), pero sus efectos provocan transformaciones internas indelebles para toda la vida. Repitamos, a pesar de las convergencias, la intencionalidad de ACT y Zambrano son dispares, aun pareciendo análogos: ACT ansía la curación del cliente y Zambrano la trascendencia de la persona. Repárese en la distancia entre los cuatro términos en cursiva de la frase anterior. 3.8. Octava simultaneidad: errores comunes Si hay puntos comunes en los aciertos, llama la atención que también los haya en los fallos, es decir, en las disonancias entre teoría y práctica. Ambas aproximaciones profesionales animan a dar la voz al consultante o cliente; sin embargo, no siempre les acompaña la práctica concreta, pues la sugerencia y autonomía con frecuencia troca en consejo heterónomo al tratar a los pacientes. Quizás de un modo más radical en ACT. ACT dicta la siguiente vía de acción ante el enfrentamiento del cliente a las reglas de la terapia: “Si el cliente dice que no puede, o no quiere, el terapeuta deberá primero ayudarle a advertir qué valioso parece el contenido evitado cuando el cliente se resiste a él” (p. 194)38. No será difícil descubrir dónde se inserta la manipulación de la indicación. Aún es más evidente cuando el terapeuta se instala en una posición de modelo a seguir.

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Luciano Soriano & Wilson, 2002, p. 194. Límite. Revista de Filosofía y Psicología. Volumen 5, Nº 22, 2010


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¿Alguna vez ha ido conduciendo con alguien más en el coche y ese alguien ha empezado a criticar su forma de conducir? No sé usted, pero en lo que a mí respecta, enseguida empiezo a cometer errores que normalmente no cometería (Luciano Soriano & Wilson, 2002, p. 189).

Otro ejemplo en que se lesiona la pretendida y defendida autonomía del cliente en ACT: un momento en que se cae en la falacia del falso dilema. Se plantea un supuesto dilema con dos alternativas que, en realidad, sólo deja una única vía de salida. Lo que estamos planteando es si está dispuesto a dirigir su conducta, a tomar las riendas del caballo salvaje, o si elige “actuar atrapado”, encima del caballo sin llevar las riendas. Más aún, ¿en qué dirección elige cabalgar? Quiera o no, siempre estará dando pasos en una dirección (Luciano Soriano & Wilson, 2002, p. 168).

Zambrano también se salta en sus aseveraciones sus propios métodos y da consejos a aquellos que se encuentran en dificultades existenciales. Casos de esos los tenemos en cartas dirigidas a María Luisa Bautista, Lezama Lima (Zambrano, 2006) o a Agustín Andreu (Zambrano 2002). Esto vuelve a dar cuenta, aunque sea por la vía negativa, de la confluencia de marcos experienciales e intelectivos con ACT.

5. CONCLUSIONES

Sentadas las bases de nuestra investigación, creemos suficientemente documentada nuestra hipótesis inicial: la concomitancia del zambranismo y ACT, como muestra de que filosofía y psicología pueden alcanzar resultados reseñables si trabajan juntas sin que ninguna pierda su propia esencia. Un aviso antes de acabar para evitar errores interpretativos. El interés de nuestro trabajo no reside en criticar la ceguera Límite. Revista de Filosofía y Psicología. Volumen 5, Nº 22, 2010


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filosófica de la psicología cuando ésta se ausenta de sus principios. Repitámoslo: nuestra finalidad consistió (1) en ofrecer a la psicología un ejemplo de cómo ésta puede verse auxiliada por la filosofía en sus propias investigaciones disciplinares39 y (2) en reivindicar el pensamiento zambraniano como compendio disciplinar previo y útil a los desarrollos de ACT. En este sentido, la mayor ganancia de ACT respecto a la teoría zambraniana incursiona en (1) ofrecer fundamentación a tratamientos que generan de modo intuitivo y (2) optimizar las técnicas creadas al comprender las razones de su eficacia. Así, la justificación del uso de las estrategias de ACT no sólo se derivaría de los resultados estadísticos de los tratamientos en sujetos; se agregaría que esa eficacia es debida a que responde a una antropología humana acorde a sus teorías. Concretando esto último y extractando del artículo, diríamos que la exposición verbal y/o simbólica del pasado (ejercicio experiencial de ACT y de Zambrano) es terapéutica debido a que con ello la persona dota a acontecimientos deseados y no sucedidos de un tiempo y un espacio para poderse exponer (justificación zambraniana); el privilegio de la experiencia sobre el planteamiento discursivo de las consultas (intuición de ACT y de Zambrano) se funda en la profundización que la experiencia implica y su consecuente poder transformador (justificación zambraniana); la necesidad de tratar al individuo como cliente o persona y no como paciente, es decir, proteger su autonomía (idea defendida por ACT y Zambrano) se basa en una consideración antropológica que determina que la construcción de la persona es una labor inédita e intransferible en cada uno de nosotros (justificación zambraniana). Ni qué decir tiene que aquí sólo se han dado algunas pinceladas de la teoría de Zambrano en relación al interés del artículo. Un estudio más pormenorizado40 nos legaría (1) una justificación

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Sin que esto obste para su contrario: ciertos campos de la filosofía y la filosofía aplicada obtendrían provecho del aporte de la psicología. 40 Véase Barrientos, 2009. Límite. Revista de Filosofía y Psicología. Volumen 5, Nº 22, 2010


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más extensa de esas bases para ACT, (2) una explicación de los buenos resultados de esta terapia y (3) una ampliación de sus acciones prácticas, deduciéndolas de la teoría general del zambranismo. En definitiva, ese trabajo concluiría en otra nota en que los terapeutas ACT y los filósofos zambranianos se darían la mano: el provecho obtenido por los que frecuentaron a nuestra pensadora y los que asisten a las consultas de ACT. En palabras de Zambrano: Los que me frecuentan obtienen un provecho admirablemente grande, tal como les parece a ellos mismos y a los demás y, sin embargo, es evidente que nada han aprendido nunca de mí, sino que ellos han encontrado en sí mismos, muchas y bellas cosas que ya poseían (Zambrano, 2007, p. 16).

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Límite. Revista de Filosofía y Psicología Volumen 5, Nº 22, 2010, pp. 51-64

ISSN 0718-1361 Versión impresa ISSN 0718-5065 Versión en línea

REVISIÓN PARA UNA TEORÍA DE LA INFERENCIA: EL APORTE PEIRCEANO REVIEW FOR A THEORY OF INFERENCE: THE PEIRCE CONTRIBUTION Alex Ibarra Peña* Universidad Católica del Maule Talca-Chile Recibido 9 de octubre 2009/Received October 9, 2010 Aceptado 20 de abril 2010/Accepted April 20, 2010

RESUMEN En epistemología actualmente surgen distintas propuestas provenientes de lo que ha venido llamándose epistemología naturalizada, entre las cuales muchas gozan de respaldo teórico consistente. La mayoría de éstas se les suele comprender ligadas a las teorías de la percepción, entendidas desde un enfoque psicologista. Sin embargo, hay que reconocer la presencia de un enfoque distinto más bien cercano a la lógica y a la inteligencia artificial. Dentro de este enfoque encontramos las teorías de la inferencia. Nuestro trabajo abordará algunas de las discusiones pertenecientes a estas teorías. Palabras Clave: Abducción, Inducción, Deducción, Rol Inferencial, Epistemología.

Universidad Santo Tomás. Escuela de Enfermería Av. Carlos Schorr 255. Talca. Chile. E-mail: alex_ibape@yahoo.com


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ALEX IBARRA PEÑA

ABSTRACT Nowadays, epistemology offers an emerging variety of proposals from what it’s been called Naturalized Epistemology. Many of these proposals are based in a consistent theoretical endorsement. The majority of them are usually understood connected to the theories of perception from a psychological approach. Nevertheless, it is necessary to recognize the presence of a different approach rather nearer logic or artificial intelligence. Within this approach we found the Theories of the Inference. Our work will move towards some of the discussions pertaining to these theories. Key Words: Abductio, Induction, Deduction, Inferencial Role, Epistemology.

I. INTRODUCCIÓN

Según mi entender en la actualidad podemos encontrar

múltiples teorías que explican nuestro modo de conocer. La discusión al respecto es tremendamente rica. Tan rica que en nuestra tradición filosófica nacional nos perdemos gran parte de la discusión, todavía estamos entrampados en ciertas manifestaciones de la hegemonía metafísica. Una filosofía que se coloque como alternativa al tipo de explicaciones metafísicas tan enquistadas en nuestra academia resulta de total atractivo someter a revisión. Creo que una tradición que se caracteriza como adversaria a este tipo de metafísica es el desarrollo de la filosofía analítica, entendiendo un concepto amplio de ésta (filosofía de las ciencias, filosofía del lenguaje, filosofía de la mente, entre otras). El intento teórico que tomo irá desde una concepción de la filosofía con valor relativo, es decir, no absoluto. Con esto quiero decir que la filosofía aquí no se instaura como tribunal supremo. Una filosofía como la pregonada por Moritz Schlick, una filosofía del viraje, una filosofía que viene de vuelta y que regresa cansada de solemnidad y de autoridad, pero que sigue siendo rigurosa y radical. Límite. Revista de Filosofía y Psicología. Volumen 5, Nº 22, 2010


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Desde esta perspectiva la epistemología que me resulta interesante se acerca a la llamada epistemología naturalizada, es decir, se le otorga valor teórico a lo producido por la ciencia, en cuanto modo de comprender la realidad. La pregunta fundamental es por la realidad, por el cómo conocemos esa realidad o por el cómo validamos nuestros intentos de comprensión de la realidad. Entiendo que de múltiples teorías interesantes actuales podría darse una clasificación de dos tipos: teorías de la percepción (ligadas principalmente a la psicología y otras ciencias empíricas) y las teorías de la inferencia (ligadas principalmente a la lógica y a la inteligencia artificial). En este texto nos interesan las últimas. Por esta razón necesitamos dar una mirada a los postulados de Gilbert Harman en donde ha defendido fuertemente a la teoría de la inferencia, y también a la discusión que ha abierto últimamente los postulados de las tres formas inferenciales dados por Peirce.

II. RECHAZO DE LA CONDICIÓN HUMEANA DESDE UNA EPISTEMOLOGÍA CONTEMPORÁNEA

En el artículo Semántica del rol conceptual, encontramos –en Harman– presente la teoría de la percepción y también la teoría de la inferencia. De alguna manera la teoría de la inferencia queda ligada a la teoría de la percepción. La pretensión será disipar la semántica de los conceptos. En esto coinciden muchas teorías sobre el significado que reivindican la vinculación del significado con el criterio empírico de significado, cuál más cuál menos, habría que aceptar una noción de “empirismo mínimo”, siguiendo la expresión de McDowell1. Esto dado por el hecho de que el rol funcional se daría dentro de la percepción. Sin embargo, la inferencia parece ser un paso más allá de la percepción. Por 1

McDowell, J. (2003). Mente y mundo. (p. 15). Salamanca: Sígueme. Límite. Revista de Filosofía y Psicología. Volumen 5, Nº 22, 2010


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ejemplo, Sperber y Wilson en el texto “Resumen de Relevance: Communication and Cognition” defienden el aporte que haría la deducción en este sentido: Mantenemos, por el contrario, que la formación de suposiciones por deducción, que es esencialmente un proceso espontáneo e inconsciente, es un proceso clave en la inferencia no demostrativa. Más generalmente, la capacidad de realizar deducciones provee a la mente con un medio adaptado de manera singular para extraer más información de la que ya posee anteriormente, de derivar el máximo beneficio cognitivo de la información nueva, y de comprobar la consistencia mutua de sus suposiciones (Valdés, 2005, p. 681).

Entiendo que no muchos defenderían la inferencia deductiva en este sentido. Otro ejemplo lo podemos ver en Dancy, que considera que la inferencia inductiva al no entregar valor de verdad concluyente –como sí lo hace la deducción– iría más allá del dato perceptivo, dice este autor: El razonamiento inductivo se da cuando consideramos que nuestras razones son suficientes para justificar una conclusión, sin ser concluyentes en el sentido anterior, o cuando pensamos que tenemos algunas razones, que no llegan a ser concluyentes, en favor de la conclusión, quizá a la espera de encontrar razones ulteriores, de modo que la suma total de razones sea suficiente. Esto puede expresarse más claramente en términos de probabilidad. Un argumento inductivo con éxito es el que convierte su conclusión en algo probable, o en algo más probable que cualquier alternativa igualmente detallada; la probabilidad (relativa) que da a su conclusión puede no ser suficiente todavía para justificar nuestra creencia en ella, porque puede haber razones más poderosas en su contra, o porque el grado de probabilidad que se obtiene no es lo suficientemente grande para justificar nada más que una creciente tendencia a seguir buscando. Pero, suponemos que, con razones adicionales, acabaremos por estar justificados para aceptar la conclusión (Dancy, 2002, pp. 225-226).

Así la inducción exitosa podría alcanzar valor justificativo, ¿pero esto daría valor de explicación a la inducción?, la respuesta Límite. Revista de Filosofía y Psicología. Volumen 5, Nº 22, 2010


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no será dada ahora, intentaremos dejar esto más claro en un rato más. Lo relevante del planteamiento de Dancy es que no acepta una reducción de la inducción hacia la deducción, con esto entrega autonomía al razonamiento inductivo: “En general, no puede ser queja alguna contra los argumentos inductivos el que no sean deductivos; la justificación de la inducción no es el intento de mostrar que todos los argumentos inductivos son implícitamente deductivos” (p. 231)2. De esta manera, creo se puede usar la idea de que las teorías de la inferencia dan un paso más allá del dato perceptivo. Esto podría llevar a una discusión más fructífera, ya que entiendo que las teorías de la percepción se desangran entre la pugna dada entre internistas (el conocimiento es dado por los sentidos) y externistas (el conocimiento es dado por el mundo). ¿Por dónde avanzar mientras se dirime el combate? Harman va a aceptar dentro de su teoría semántica de los conceptos, o más bien del rol conceptual, una relación estrecha con la teoría de la inferencia, así se produce el salto hacia el contenido de los conceptos por sobre la pregunta por el significado: “Suponiendo que la semántica del rol conceptual es un armazón básico, resulta plausible que todos los conceptos tengan una función en el razonamiento que es relevante para sus contenidos” (p. 651)3. Dentro de los conceptos, estarían los que tienen alguna relación especial con la percepción, por ejemplo, los conceptos para color, pero incluso estos conceptos tienen relación con la inferencia. En otro tipo de conceptos como los de forma y número la inferencia juega un rol más amplio, aunque éstos mantengan conexiones perceptivas. Conceptos como “porque” también sirven para la comprensión de fenómenos, pero en la inferencia tendría un rol central. Con otras palabras como “y”, “no”, “todo” y “alguno” la inferencia es claramente importante para sus contenidos. Y por último, hay términos teóricos como 2 3

Dancy, 2002, p. 231. Op, cit., Valdés, L. (2005). La búsqueda del significado. Madrid: Tecnos. Límite. Revista de Filosofía y Psicología. Volumen 5, Nº 22, 2010


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“quark”, que no desempeñan ningún rol perceptivo, de modo que quedan enteramente determinados por la inferencia4. Así el rol inferencial resulta determinante. De aquí que se requiera de una teoría importante sobre la inferencia, el desarrollo de la teoría lógica no corresponde a la teoría de la inferencia, la lógica estudia la implicación y la argumentación. Pero la inferencia es algo distinto a eso: La inferencia es, desde luego, un proceso de pensamiento que culmina típicamente con un cambio de punto de vista, un cambio en las creencias si se trata de razonamiento teórico, un cambio en los planes e intenciones en el caso del razonamiento práctico (Existe también el caso límite en el que no se hace ningún cambio) (Valdés, 2005, p. 653).

Entonces es interesante ver el desarrollo de la teoría de la inferencia. Sólo he querido dar un marco justificatorio a la teoría de la inferencia. A continuación haremos alusiones a cuestiones actuales de la teoría de la inferencia, principalmente nos referiremos a la abducción.

III. ACEPTACIÓN DE LA CONDICIÓN PEIRCEANA DESDE UNA EPISTEMOLOGÍA CONTEMPORÁNEA

Resulta novedoso plantear una revisión de la teoría de la inferencia desde el planteamiento de Peirce, que a diferencia de cómo planteamos el problema en el punto de arriba, distingue tres formas autónomas de inferencia, a las ya sabidas deducción e inducción agregaría la inferencia abductiva. A continuación haremos una panorámica de cómo se ha llevado a cabo la interpretación de este postulado peirceano, por cierto que no será una presentación concluyente.

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Debemos dejar claro que las interpretaciones sobre Peirce siempre tienen un valor aproximativo y no definitivo, esto en parte por el estilo de escritura que desarrolló. Cuestión por la cual la interpretación en torno a este autor también se plantea muchas veces desde perspectivas muy disímiles, incluso contradictorias. El valor por este autor ha sido rescatado extensamente desde la semiótica, pero aquí interesa otra dimensión de los alcances de este pensamiento, nos interesa el valor que presta a la epistemología. Dicho valor epistémico también se da en una dualidad, por una parte respetaría el acuerdo epistemológico que podemos llamar el consenso lógico, pero también su teoría se abriría con rendimientos hacia una epistemología distinta que desde Quine podemos llamar naturalizada. Dada esta introducción veamos la postulación que prometí revisar. Partiré diciendo que para Peirce “la abducción es el proceso de formar una hipótesis explicatoria”. Esta explicación estaría cargada del componente de la novedad. En cuanto a la inferencia abductiva, Peirce plantea dos formas5. La primera forma de la abducción es la forma silogística, ésta es presentada por Peirce en el desarrollo de su lógica de la indagación. En esta lógica encuentran autonomía los tres tipos de razonamiento, aquí la abducción aparece mencionada como hipótesis y la estructura de ésta estaría dada por un procedimiento de inversión de la estructura de la deducción. La deducción iría del siguiente modo: regla, caso y resultado; la inducción ocuparía el modo: caso, resultado y regla; y la abducción como: regla, resultado y caso. Posteriormente ve estos tipos de razonamiento como tres etapas del método que posibilita la indagación lógica, aquí la abducción sería la primera etapa. La forma lógica de la abducción 5

Seguiremos aquí un artículo de Peirce titulado “Deducción, inducción e hipótesis” y la Lección VI titulada “Los tres tipos de razonamiento” del texto Lecciones sobre el pragmatismo. Ver www.unav.es/gep/DeducInducHipotesis.html y www.unav. es/gep/OnThreeTypesReasoning.html Límite. Revista de Filosofía y Psicología. Volumen 5, Nº 22, 2010


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en su forma IME (inferencia sobre la mejor explicación disponible) sería: “Se observa un hecho sorprendente, C; pero si A fuera verdadera, C sería una cosa corriente; por lo tanto, hay razón para sospechar que A es verdadera”. En relación a la psicología habría que analizar el término intuición con el cual, en ocasiones, Peirce denomina a la abducción. Podríamos decir que al proponer una teoría del conocimiento inferencial se estaría oponiendo a una teoría del conocimiento intuitivo, así no cabría aquí una validación de una teoría de las percepciones. Intuición aquí no se entiende, en sentido estricto como una manera de abordar directamente la realidad, tendría un sentido secundario en cuanto una manera más indirecta de abordar la realidad. Creo que esto daría mayor credibilidad a una forma de la abducción en su forma IME. Aunque el asunto sobre la psicología no puede ser resuelto con claridad, ya que habría una forma de abducción que es netamente intuitiva. Para Hanson6 en la Lógica del descubrimiento no todo proceso de descubrimiento es necesariamente deudor del azar, ya que estarían involucrados algunos procesos lógicos. Habría que entender aquí a la lógica como una teoría del razonamiento, en este sentido como ciencia de las leyes del pensamiento, así como la entendía Peirce. El positivismo en su lógica de la justificación, alcanzó a reconocer las conjeturas. Éstas (las conjeturas) podrían estar dentro de una lógica del descubrimiento como la que sostiene la postulación del razonamiento abductivo en la teoría de Peirce. Hanson entiende esta demanda por la justificación dentro de lo que él llama las razones para aceptar, pero postula que este tipo de razones se diferencian de las razones para proponer una hipótesis. Pues, en estas últimas razones caerían las conjeturas o las abducciones y al ser razones se abre aquí la puerta a la posibilidad del rol explicativo de éstas. Coloca como ejemplo el 6

Hanson, N. (1958). The Logic of Discovery. Journal of Philosophy. LV (25), 1073-1089. Límite. Revista de Filosofía y Psicología. Volumen 5, Nº 22, 2010


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caso de Newton mediante el cual quiere analizar la postulación de la fuerza inversa. Aquí analiza el ejemplo siguiendo el análisis desde las razones para aceptar y desde las razones para proponer. Se vería en Newton un razonamiento que va desde las hipótesis hacia las observaciones, el cual sería adecuado dentro del terreno de las razones para aceptar, sin embargo, esto no explicaría cuáles fueron las razones en que se justifica el haber propuesto la hipótesis. Con esto hay un cuestionamiento al modelo de explicación hipotético-deductivo. Pero, junto con esta crítica queda el espacio para postular a la abducción como un tipo de explicación que dé cuenta de las razones para proponer. Así como Hanson puede ser leído como un defensor de la inferencia abductiva, también encontramos algunos adversarios a este tipo de inferencia. Para Famerton7 en Inducción y razonamiento a la mejor explicación la abducción no sería más que una inducción, esto dado en el análisis que hace a partir de las formas lógicas de cada razonamiento. Acepta la abducción como IME pero sostiene que para determinar cuál es la mejor explicación se requiere de criterios, estos criterios que utiliza son los expuestos por Thagard. Una teoría científica válida debe dar cumplimiento a estos criterios, aquella teoría que no los cumple sería desacreditada. Pues bien, esta evaluación mediante criterios revelaría que en la IME siempre habría una naturaleza inductiva. Responde a la crítica que se le hace en cuanto a que sus referencias sólo tienen en consideración lo observable, diciendo que su análisis puede ser analogable a lo inobservable. Así no queda espacio a la lógica del descubrimiento, ya que un análisis según criterios siempre es a posteriori. En Kapitan8 Peirce y la autonomía del razonamiento abductivo, también hay un análisis en el cual va a ir demostrando cómo la abducción puede ser reducida, en cuanto forma lógica, a la forma de las otras inferencias. Por ejemplo, la 7

Famerton, R. (1980). Induction and Reasoning to the Best Explanation. Philosophy of Science, 47 (4), 589-600. 8 Kapitan, T. (1992). Peirce and the Autonomy of Abductive Reasoning. Erkenntnis, 37, 1-26. Límite. Revista de Filosofía y Psicología. Volumen 5, Nº 22, 2010


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forma silogística indudablemente tendría una reducción a la forma deductiva. Al llevar la forma de la abducción hacia la IME iría mostrando cómo la abducción puede ser reducida a inducción. Según el planteamiento de ambos autores no nos encontraríamos justificados para otorgar autonomía al razonamiento abductivo. Thagard9 en Filosofía computacional de la ciencia entre el IV-V capítulos, plantea una oposición directa a Peirce al postular la posibilidad de la abducción a reglas. Peirce se compromete con la idea de que la abducción es siempre hacia el caso, es decir, hacia lo particular, siempre se abduce un particular, esto si consideramos la forma silogística de la abducción. La otra forma de la IME puede verse como algo que no tiene relación con lo universal, pero esto no indicaría un compromiso con lo particular, en este sentido la IME quedaría como una posibilidad abierta, tal vez ahí encuentre rendimiento esta propuesta de Thagard. Este autor va a insistir de alguna manera en la distinción hecha por Hanson, entre las razones para aceptar y las razones para proponer una hipótesis, estableciendo que se podría hablar de una instancia productora y una instancia evaluativa. Es en la instancia evaluativa en la cual deben generarse criterios de especificación, por cierto que dichos criterios no se establecen como rígidos, pero aparecen como necesarios para determinar clasificaciones para los tipos de razones. De aquí que los criterios no sean propuestos de manera definitiva, es decir, aparecen sólo en el plano de lo tentativo. Thagard no dejará este asunto tan difuso, de ahí que se anime a la propuesta de tres criterios, los cuales serían el de simplicidad, esto es, que resulta conveniente ir en búsqueda de una explicación simple, esto al más estilo del método cartesiano; el de consilencia que es una estrategia para acercar posiciones antagónicas, es decir, la posibilidad de establecer síntesis; y por último la analogía, o sea, el recurso a una explicación que opera por similaridad. En 9

Thagard, P. (1993). Computacional Philosophy of Science. Massachusetts:

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el caso de las teorías, establecerá que éstas no se pueden aceptar sólo porque explican; es decir, no se puede recurrir a un mero funcionalismo, habría que ir hacia una fundamentación, por lo tanto se les debe pedir algo más, debe haber claridad en cuanto a que por qué tal teoría es la mejor explicación disponible. En esta fundamentación juega un rol importante la filosofía de las ciencias, en cuanto aporte epistemológico. La abducción como IME establece las bases epistemológicas para el control y selección de las hipótesis; como ya decía Peirce, sólo algunas hipótesis pueden resultar interesantes dentro de la gran cantidad de hipótesis posible. De lo que se está es de una lógica basada en el descubrimiento, cuestión que se opone a un automatismo lógico, de ahí el escaso lugar para las deducciones en este esquema, ya que éstas carecen de novedad. Estaríamos hablando de la preocupación en la generación de las hipótesis y en el análisis de éstas. La forma IME sólo es un acercamiento, ya que nos acerca al análisis de la hipótesis y no a la generación propiamente tal. Son dos las vías de análisis para el análisis de hipótesis, la primera tendría que ver con la revisión histórica de ésta, es decir, referir a la comunidad y discursividades en que se produjo; pero la novedad estaría en la implantación de programas computacionales que faciliten el cotejo de las hipótesis, así habría justificación para la forma lógica. Por último, mostraré algunas implicaciones hacia la filosofía de la ciencia desde el trabajo de Atocha Aliseda. Aliseda10 en La abducción como cambio epistémico: C. S: Peirce y las teorías epistémicas en inteligencia artificial, concede que la abducción puede ser dada a partir de la novedad, pero extiende la idea al usar el término de la sorpresa. La novedad sería una de las formas de la sorpresa. Pero la sorpresa también puede constituirse por anomalía. De esta manera, la novedad y la anomalía serían los llamados detonadores de la sorpresa. En la epistemología de Peirce, 10

Aliseda, A. (1998). La abducción como cambio epistémico: C. S: Peirce y las teorías epistémicas en inteligencia artificial. Analogía, (12), 125-144. Límite. Revista de Filosofía y Psicología. Volumen 5, Nº 22, 2010


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la sorpresa juega el rol esencial para cambiar un hábito, o si se quiere una creencia. Para Peirce, según Aliseda, la epistemología es oscilante entre la duda y la creencia, es decir, es un proceso dinámico: “una experiencia novedosa o anómala da lugar a un hecho sorprendente, el cual genera un estado de duda que rompe un hábito de creencia, y así dispara el razonamiento abductivo”. Así la explicación abductiva sugiere una prueba que tendrá que ser puesta a evaluación para convertirla en creencia. En consecuencia, el rendimiento radical de la abducción es que posibilita el cambio epistémico: “El razonamiento abductivo es una forma de cambio epistémico por medio del cual puede modelarse la incorporación de nuevas creencias”. Por último, señalar que la novedad y la anomalía exigen operaciones o métodos distintos. En la novedad el fenómeno a explicar es totalmente nuevo, pero consistente con una teoría de base; en definitiva habría una extensión de la teoría. En la anomalía, la operación sería de revisión, así se puede llegar a la incorporación del hecho a la teoría. Esto quiere decir que en la abducción siempre hay un recurrir a una teoría de base.

IV. CONCLUSIONES

Sostengo que un análisis de la inferencia abductiva encuentra mayor consistencia al considerar esta teoría como una discusión pendiente dentro de una teoría sobre la inferencia. Con esto las teorías sobre inferencia abductiva no aparecen como algo extraño a la discusión epistemológica. Si bien es interesante el establecimiento de una forma lógica de la abducción, creo que es más interesante adscribir a su rendimiento epistémico. La importancia de la abducción estaría dada por su rol en la epistemología contemporánea. La postulación de Peirce necesariamente lleva al análisis lógico, de ahí que dentro de los defensores como dentro de los adversarios de la abducción encontramos una evaluación de la Límite. Revista de Filosofía y Psicología. Volumen 5, Nº 22, 2010


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forma lógica. Esto creo que coincide con la inclusión, al parecer necesaria, en la discusión de los teóricos que representan el consenso lógico. Otro trabajo, tal vez implique un análisis más detallado de qué entendieron éstos por conjetura y cuál es el valor real que le entregan. Aquí también se ha dejado de lado el análisis de un enfoque de corte sicologista, tal vez esto no sea una estrategia muy provechosa. Pero, por razones de claridad creo que está bien determinar una estrategia de división del trabajo, de esta manera una revisión más ligada a la psicología vendría a complementar esta investigación. El riesgo de apartar el enfoque sicologista nos coloca en aprietos con el compromiso con la denominada epistemología naturalizada. Podríamos entender que esto viene a ser salvado con la inclusión de la perspectiva que incluye a la inteligencia artificial.

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disponible en www.unav.es/gep/OnThreeTypesReasoning. html Thagard, P. (1993). Computacional Philosophy of Science. Massachusetts: MIT. Valdés, L. (2005). La búsqueda del significado. Madrid: Tecnos.

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HOBBES Y LA LITERATURA (I PARTE) HOBBES AND LITERATURE Jorge Alfonso V.* Universidad de Tarapacá Arica-Chile Recibido 13 de abril 2010/Received April 13, 2010 Aceptado 5 de agosto 2010/Accepted August 5, 2010

RESUMEN El estudio intenta analizar la filosofía de Hobbes en el contexto de la historia de la literatura inglesa, para lo cual determina el lugar de Hobbes en ella y concluye que muchas de las características filosóficas de su obra no son completamente originales, sino parte del desarrollo de la historia de la literatura inglesa. Excepto por su materialismo y ateísmo, algo realmente nuevo para la época, su dogmatismo racionalista es su contribución a la solución de las controversias religiosas y políticas de su tiempo. Concluye el autor que Hobbes no fue bien recibido en su época, pero en la Restauración muchos de los rasgos de su filosofía están presentes en la vida y la ciencia inglesa, convirtiéndose así el autor inglés en un profeta en su propia tierra. Palabras Clave: Literatura, Protestantismo, Religión, Política. ABSTRACT The study attempts to analyse Hobbes’s philosophy in the context of the history of English literature. For this purpose it analyses the place of Hobbes in it and concludes that many of

Departamento de Filosofía y Psicología. Universidad de Tarapacá. Av. 18 de Septiembre 2222. Casilla 6-D. Arica. Chile. E-mail: jalfonso@uta.cl


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the philosophical characteristics of his work are not completely original but part of the history of English literature. With the exception of his materialism and atheism, his rationalistic dogmatism is his contribution to the solution of current religious and political controversies. The author concludes that Hobbes was not well received in his time but in the Restoration many of the traits of his philosophy are present in English life and science, thus, making of Hobbes a prophet in his own country. Key Words: Literature, Protestantism, Religion, Politics.

INTRODUCCIÓN

Siempre hemos creído que las obras filosóficas deben entenderse como tales, es decir, sin introducir en ella elementos contextuales, ateniéndonos cuidadosamente a lo que los filósofos dicen. Sólo cuando se tiene un conocimiento cabal de lo que los filósofos han dicho, uno puede intentar entender sus motivos, o las circunstancias que rodearon la obra y que pudieron influir en ella.Y así lo hemos hecho con Tomás Hobbes. Sin embargo, ahora que nos enfrentamos en forma posterior al contexto literario de Hobbes, y a todas las conexiones entre éste y toda la historia de Inglaterra, vemos con asombro que de haber empezado por el contexto histórico de Hobbes, nuestra apreciación del lugar del filósofo en la historia de su país, y del resto de Europa, se habría alterado, no sabemos si substancialmente en lo filosófico, pero sí ciertamente, en nuestra apreciación crítica. Pruebas al canto, en primer lugar, la mayor parte de los temas políticos de Hobbes no parecen ya tan originales, son parte de una larga discusión sobre esos temas y, en segundo lugar, la influencia de Hobbes en la historia de la filosofía europea, tantas veces negada, es discutible si se le compara con la época de la Restauración que parece totalmente hobbesiana en espíritu, cosa que esperamos demostrar más adelante. En estas condiciones vamos a iniciar una aproximación al filósofo inglés desde la historia externa, desde su mundo cultural, Límite. Revista de Filosofía y Psicología. Volumen 5, Nº 22, 2010


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y particularmente, desde la literatura1. Así esperamos mostrar que es un hijo de su tiempo, más que un pensador absolutamente original, por más que su filosofía tenga rasgos verdaderamente revolucionarios que hacen de su obra una creación única. Lo que no impide que su materialismo sea un misterio en cuanto a su origen, ya que nada en el mundo inglés parece anticiparlo. Sin embargo, por su presunto ateísmo, y las controversias que produjo, resulta entendible en el contexto de una Inglaterra en que la religión era muy importante, y donde hay múltiples sectas religiosas producto del cisma protestante luchando por el poder, que su filosofía resulte altamente controversial; aunque estas controversias ya no sean tan escandalosas o peligrosas en la época de la Restauración, durante la cual el espíritu inglés vuelve a ser tolerante y hasta casi escéptico en cuestiones de teología y para su diaria existencia, se atiene a un práctico sentido común y a la creencia en que la nueva ciencia de Galileo, traerá, finalmente, el cielo a la tierra. Hechas estas precisiones, pasaremos a fundamentar nuestra propuesta.

LOS INGLESES Y LA ÉPOCA MODERNA

Determinar el contexto de Hobbes no es cosa fácil, siendo éste justamente, histórico y pudiendo en consecuencia formar parte de él toda la historia de Inglaterra que se hace presente en él como parte de su herencia o tradición. Pero como esta herencia puede llevarnos muy atrás en el tiempo, creemos que es necesario empezar en algún lugar arbitrariamente elegido pero relevante. Es así que empezaremos por el tardío Renacimiento inglés, antecedente del pensamiento moderno que Hobbes va a representar tan bien. Según Legouis Cazamian (1967)2 entre 1

La sugerencia de este enfoque se la debemos al Dr. Leiser Madanes del Centro de Investigaciones Filosóficas (CIF) de Buenos Aires y le agradecemos su incitación a pensar la relación no muy frecuentemente investigada entre filosofía y literatura. 2 Legouis & Cazamian, 1967, p. 155. Las traducciones son nuestras. Límite. Revista de Filosofía y Psicología. Volumen 5, Nº 22, 2010


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Chaucer, el maestro medieval, y los primeros modernos, Inglaterra no produce ningún escritor de su talla. En parte porque el idioma inglés estaba transitando del período medio al moderno. A su vez, el Renacimiento tomó características especiales en Inglaterra, las que, en cierta manera, se añadieron a las que se importaron de Europa continental3. Los ingleses siempre aislados o en oposición a Europa, “al continente” como les gusta decir, cultivaron una literatura original de carácter nacional, nacionalista incluso que se forjó en la lucha contra el catolicismo y en oposición a las otras naciones en vez de fundirse o confundirse con ellas, rechazando lo que George Sampsom (1970) llama el “cosmopolitismo renacentista” que introdujo la civilización en medio de la barbarie europea; reconociendo, eso sí, que a veces este retorno a lo clásico, el aprender griego y latín, el imitar los modelos literarios de la antigüedad, y otras formas de manifestar este interés por lo antiguo, pudo, en ocasiones, volverse una forma de desprecio de lo vernacular, aunque esto no ocurrió en Inglaterra4. Un factor de importancia, mayor que la lejanía física o espiritual de los ingleses con respecto al Renacimiento, puede ser la recepción del humanismo en Inglaterra, la cual tomó características propias en la rubia Albión. Legouis & Cazamian sostienen que: La renovación afectó a la literatura más tarde y más lentamente a Inglaterra que a otros países (Italia y Francia). No porque el

3

“El Renacimiento mostró en Inglaterra casi todas las características que tuvo en toda Europa: aunque se liberó y amplió al punto de romper su marco escolástico: el destino y la moral cesaron de ser un asunto dogmático y se convirtieron en asuntos problemáticos; una rebelión contra la autoridad espiritual fue alentada por la Reforma; que se tornó muy pronto la enemiga de este aliado, el Renacimiento; los hombres miraban con nuevo asombro los cielos y la tierra en la medida de que eran revelados por los descubrimientos de los navegantes y la astronomía; una belleza superior se percibía en la literatura de la antigüedad clásica, particularmente en las recientemente descubiertas obras de la antigua Grecia.” (Legouis & Cazamian, 1967, p. 190). 4 Sampsom, G. (1970). The Concise Cambridge History of English Literature, (p. 197). Cambridge: Cambridge University Press. Límite. Revista de Filosofía y Psicología. Volumen 5, Nº 22, 2010


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humanismo fuera introducido tardíamente, puesto que la importación del humanismo en Inglaterra, si bien subsecuente al de Italia, fue tan temprana como la de Francia. No obstante, el humanismo en Inglaterra no tuvo por un largo tiempo un efecto decisivo en poesía y prosa: La lengua nacional estaba todavía inmadura. La prosa no tenía una fuerte tradición y glorias precedentes, y los mejores humanistas todavía hacían uso del latín (...). Y en cuanto a la versificación, había sido desregularizada desde Chaucer, y no volvió a tener equilibrio y medida hasta que los trabajos de Spencer aparecieron en 1579: todos los años precedentes del siglo XVI no muestran más que una serie de experimentos fallidos, en un campo unas veces ganado y otras perdido (Legouis & Cazamian, 1967, pp. 199-200).

Tómese en cuenta que el Renacimiento también era arte, pintura, escultura, arquitectura, aunque es extraño que no pensemos inmediatamente en ingleses renacentistas destacados en estos campos: la razón parece ser, en parte, porque preferían comprar obras de arte en Italia, y, en parte, porque, a lo mejor, ya se hacía sentir el rechazo a las imágenes de los protestantes. Pero a pesar de este rechazo a manifestaciones tan representativas del Renacimiento, según Legouis & Cazamian, Inglaterra fue afectada en algo más profundo, de carácter moral, cuando asumió a su manera este renacer de lo clásico. Al respecto los estudiosos señalan que: Tuvo (el Renacimiento) (...) un efecto más interior o moral que los movimientos similares en el continente. Alcanzó su propio triunfo, no antes, sino después, de la Reforma, cuando la religión anglicana se había expandido a través de todo el país y estaba comenzando aquí y allá a teñirse de calvinismo (Legouis & Cazamian, 1967, p. 200).

La adopción del protestantismo marca la diferencia entre Inglaterra y el resto de Europa. Se separan de la Edad Media en la medida de que asumen el credo protestante: La salvación por la sola fe, la predestinación, el rechazo al Papa y a los sacerdotes, la libre interpretación de la Biblia, etc. En esto coinciden Límite. Revista de Filosofía y Psicología. Volumen 5, Nº 22, 2010


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presbiterianos, anabaptistas, puritanos y en gran medida los anglicanos: Inglaterra está en camino de ser “el país de las cien religiones” (pp. 331-352)5. En consecuencia una moralidad intensa pero sincera comenzó a imponerse, lo que trajo al escenario inglés una actitud nueva ante lo moral: una gravedad, una seriedad, unos remordimientos de conciencia que significaron, por un lado, la pérdida de la serenidad y, a su vez, una pasión muy fuerte en la discusión de temas relacionados con la fe y la conducta de las personas. Hobbes con su radical nominalismo y su filosofía materialista y aparentemente atea es víctima de este fervor religioso, de este renacer del interés por la religión. Este renacer religioso es, ciertamente, algo peculiar, y tiene sus raíces en fenómenos sociales de comienzos de la época moderna en Inglaterra. Por más que fijar los comienzos de la época moderna, o el fin de la época medieval, sea una decisión arbitraria como tal. Por eso mismo, queremos detenernos algo en este problema de interés para determinar la modernidad o no de nuestro pensador. George Macaulay Trevelyan (1984) respecto a este problema se pregunta dónde termina realmente la Edad Media porque realmente las épocas no terminan, se diluyen hasta casi desaparecer bajo las nuevas corrientes de pensamiento, aunque igual continúan existiendo soterradamente más allá de sus supuestos períodos –como sucede con el Common Law que como muy bien lo advierte Trevelyan es medieval, y continúa siéndolo hasta hoy; Enrique VII y Enrique VIII que podrían cualificar de modernos, o al menos de predecesores de la modernidad, son medievales en cuanto a su forma de actuar: mantienen la ortodoxia, persiguen herejes y se gobiernan con pactos de mutuo apoyo con sus súbditos representados en el Parlamento (una institución medieval)6. 5

Un buen resumen de la historiografía al respecto y una buena introducción al tema es el artículo de Sheridan, G. (1995). The British Isles: Recent Developments in the Writing of Church History. AHIG, 4, 331-352. 6 “Es, realmente, inútil, buscar una fecha, y ni siquiera un período, para determinar cuándo tuvo lugar el fin de la Edad Media en Inglaterra. Lo más que se puede decir es que, en el siglo XIII, el pensamiento y la sociedad inglesa eran medievales, Límite. Revista de Filosofía y Psicología. Volumen 5, Nº 22, 2010


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En Inglaterra, según el historiador, tanto los conservadores como los liberales, o los sindicalistas, son medievales todavía, lo que le permite advertir que respecto de la historia no hay un diagrama sencillo que pueda explicar su infinita variación. Y, sin embargo, hemos de intentar comprender la historia y recortar sus partes constituyentes tratando de dar con las verdaderas articulaciones de un proceso que es ciertamente un fluido continuo. El mismo Trevelyan sucumbe a la tentación y marca el inicio de los tiempos modernos en el reinado de Enrique VIII, quien se nos aparece como una figura intrigante, medieval en su defensa de la fe, y, a su vez, monarca absoluto al estilo hobbesiano7. Es realmente sorprendente, pero el terrible Enrique VIII que se consideraba un verdadero defensor de la verdadera fe, que hasta entonces era la católica, y por lo tanto contrario a los protestantes, acaba por poner fin a la época medieval con su

y en el siglo XIX no lo eran. Y sin embargo, continuamos conservando instituciones medievales como la monarquía, los pares, los comunes reunidos en el Parlamento, El Common Law inglés, los tribunales de justicia, que interpretan las reglas del derecho, la jerarquía de la iglesia establecida, el sistema parroquial, las universidades, las Public Schools, y las escuelas de gramática. Y a menos que nos convirtamos en un Estado totalitario y olvidemos todo nuestro anglicismo, siempre habrá algo medieval en nuestra manera de pensar especialmente en nuestro concepto de que el pueblo y las corporaciones tienen derechos y libertades que el Estado está obligado a respetar, hasta cierto punto, a pesar de la omnicompetencia del Parlamento” (Trevelyan, 1984, pp. 110-111). 7 “Durante el decenio en que Leland viajó y tomó sus notas (John Leland, famoso estudioso del pasado del siglo XVI) efectuó Enrique VIII, valiéndose del Parlamento como instrumento, la revolución anticlerical, revolución que con más motivos que ningún otro particular acontecimiento, puede servir para señalar el fin de la sociedad medieval en Inglaterra. La reclamación de su independencia nacional por parte de una iglesia que repudiaba la autoridad del Papa, hizo posible la sujeción del clero al Estado secular y el reparto entre los seglares de las vastas propiedades inmuebles y de la influencia social de los monasterios. Todo ese proceso, tomado en su conjunto, constituye una revolución social, que fue acompañada por sólo aquella parte de transformación religiosa que Enrique VIII, hijo de la nueva manera de pensar, aprobó y que consistió en la difusión de la Biblia inglesa entre todas las clases sociales, la destrucción de las formas más primitivas de idolatría y barateo de reliquias, la sustitución en Oxford y Cambridge de las enseñanzas del renacimiento por la filosofía escolástica y los cánones medievales que a los ojos de Enrique constituían una reforma ortodoxa y católica” (Trevelyan, 1984, pp. 115-116). Límite. Revista de Filosofía y Psicología. Volumen 5, Nº 22, 2010


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separación de la autoridad del Papa y la fundación de la iglesia anglicana. Ciertamente un fin relativo, ya que los platonistas de Oxford y Cambridge continuarán pensando como medievales, y así enfrentaron a Tomás Hobbes, justamente por representar un pensamiento antiescolástico. De no haber sido antiprotestante Enrique VIII habría incluso puesto en peligro su trono, puesto que la irrupción de la Reforma cambió radicalmente las cosas: y las cambió en un rasgo central de la vida inglesa, su apego a los sacerdotes. La nueva época es, y será, anticlerical, y es por eso que Hobbes también lo es: no es un rasgo tan original en él que sólo de desprenda de su obra, sino que corresponde a una tendencia de los tiempos en que vive. Lo que va a poner en problemas a Hobbes, sin embargo, no es tanto su anticlericalismo, sino su presunto ateísmo, los ingleses no habían dejado de creer en Dios sino en sus representantes podríamos decir. Lo que desataba, seguramente, las iras de algunos, por otra parte, era que los que querían alguna forma de teocracia en Inglaterra, los puritanos por ejemplo, no estaban dispuestos a aceptar que la religión tuviera que someterse al poder político, como sería el soberano absoluto que Hobbes propone. Pero el anticlericalismo es un fenómeno complejo; por eso, prestemos atención a lo que Trevelyan señala: La Reforma en Inglaterra fue, a la vez, un acontecimiento político, religioso y social (...). El anticlericalismo es un fenómeno social compatible con muy diversas formas de creencias religiosas. Y el anticlericalismo constituye la clave del movimiento de opinión, sentido lo mismo entre los doctores que entre el vulgo, que hizo posible la ruptura con el papado y la disolución de los monasterios en una época en que los protestantes ingleses eran aún perseguidos (Trevelyan, 1984, pp. 115-116).

Tomás Hobbes es tan anticlerical como los ingleses de su época, y por las mismas razones, por el apego del clero al pensamiento medieval, al dogma católico y su temor al cambio. También Hobbes, y muchos ingleses, son anticlericales por su Límite. Revista de Filosofía y Psicología. Volumen 5, Nº 22, 2010


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rechazo a la intromisión del poder espiritual en el temporal. Aunque, ciertamente, el filósofo inglés no aparezca ante los ingleses como un reformador moral del clero justamente por su supuesto ateísmo y doble moral. En verdad, el pensador inglés no parece ser un hombre particularmente religioso, ni poseer ninguna sensibilidad especial frente al tema, su Dios parece el frío Dios de los filósofos, y su religiosidad permanece oscura a pesar de su afirmación de ser un creyente en Dios. En cambio Enrique VIII según Trevelyan censura a los clérigos su mala conducta y por eso se yergue en defensor de la fe, por más que tengamos serias dudas sobre su sinceridad. En todo caso es cierto que Trevelyan puede aducir en defensa del monarca que: (...) Enrique VIII había sido educado en el erudito anticlericalismo de Erasmo y de sus amigos de Oxford, hombres sinceramente religiosos y en su mayoría ortodoxos, pero inflamados de indignación ante las tretas mediante las cuales los clérigos más envilecidos obtenían como por arte de magia dinero de ignorantes y supersticiosos. Mostraba especial hostilidad hacia los monjes y frailes considerándolos como protagonistas del oscurantismo, mantenedores de las filosofías escolásticas y opuestas al estudio directo del testamento griego, al que Erasmo y Colet apelaban como criterio de verdad religiosa (Trevelyan, 1984, p.116).

Además, el clero inglés no tenía el espíritu de cuerpo y la disciplina del clero romano y quizá por eso cuando adviene la Reforma se acomodan sin mayores problemas a Erasmo, a Lutero, o a Calvino sucesivamente, quizá por sobrevivencia, o en muchos casos, por sincera conversión preparando el terreno para “la Inglaterra de las cien religiones,” cosa que a Hobbes molesta mucho porque estas cien religiones no se limitan a ser eso, un fenómeno espiritual, sino que todas quieren gobernar Inglaterra: un motivo más para odiar la intervención de los sacerdotes en política. Ciertamente, los seguidores de Lutero y Calvino superaron a Erasmo en su furor anticlerical preparando el terreno para una verdadera revolución en la relativamente apacible Inglaterra de Límite. Revista de Filosofía y Psicología. Volumen 5, Nº 22, 2010


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los Tudor. Pero ya en los tiempos de Enrique VIII aparecía un panfleto, La Súplica por los Mendigos (The Supplication for the Beggars) de Simón Fish, uno de los precursores de la reforma inglesa, quien advertía al rey sobre la corrupción del clero católico, y que citamos por ser un antecedente de la crítica al comportamiento del clero y un buen ejemplo de una forma literaria en que los ingleses se distinguirán, y que contribuyó a afinar, a pulir, el idioma inglés, con su exigencia de claridad y rigor, características del inglés literario moderno en el que Hobbes se destaca en forma sobresaliente. En una parte de este texto Fish advierte: En tiempos de vuestros nobles antecesores se introdujo hábilmente en vuestro reino otra especie (no de impotentes) sino de fuertes, poderosos y falsos santos y ociosos mendigos y vagabundos (...) los obispos, abades, diáconos, arcedianos, sufragáneos, curas, monjes, canónigos, frailes, penitenciarios y limosneros. ¿Y quién es capaz de enumerar toda esa calaña ruinosa y ociosa que (desdeñando todo trabajo) ha mendigado con tanta insistencia que ha llegado a tener entre sus manos más de la tercera parte de vuestro reino? Los mejores señoríos, feudos, tierras y fundos son suyos (Trevelyan, 1967, p. 117).

No sólo poseían tierras sino ganado y cobraban dinero por sus servicios religiosos. No es de extrañar que el mismo Fish le aconseje al rey que se apodere de esas tierras y bienes, y que haga trabajar a esos holgazanes, y que incluso los obligue a que se casen para que los hombres del pueblo no teman por sus mujeres. El mismo Cardenal Wolsey criticaba al clero desde su alta posición, posición desde la cual podía hacerlo, siendo él mismo uno de los personajes más discutibles de la historia inglesa. Ésta es la atmósfera en la que todavía respira Hobbes: ¿Cómo extrañarse de su anticlericalismo, acaso no resulta natural en un hombre de su tiempo? La corrupción del clero, o más bien de cierta parte de él, para ser justos, y ciertamente de las más altas jerarquías, condujo a que las ideas de Lutero tuvieran una buena acogida en Cambridge, donde surgió un movimiento reformista del cual Límite. Revista de Filosofía y Psicología. Volumen 5, Nº 22, 2010


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Cranmer es uno de sus más sobresalientes exponentes –y mártir de la causa–. Por eso es entendible que incluso hubo una parte del clero que voluntariamente estuvo dispuesto a renunciar a sus privilegios y embarcarse en una profunda reforma de la iglesia. A todo este movimiento de ideas se unió la política de Enrique VIII de adueñarse de las riquezas del clero para paliar el déficit fiscal producto de la alta inflación debida en parte a las riquezas traídas del Nuevo Mundo y, en parte, a las continuas guerras con los nuevos imperios. El monarca inglés tuvo incluso que devaluar la moneda para hacer frente a sus compromiso económicos. Por eso Trevelyan con mucha razón advierte que: Si Enrique no hubiera estado en quiebra, jamás hubiera llegado a disolver los monasterios; hubiera podido, o retener todas sus tierras y diezmos para la Corona, con lo que quizás hubiera capacitado a sus sucesores para establecer la monarquía absoluta en Inglaterra, o destinar la mayor parte de su riqueza a la enseñanza y la caridad, como pensó hacerlo en un principio, si sus necesidades financieras no le hubiesen apremiado tanto (Trevelyan, 1967, p.121).

Sin embargo, algo hizo, fundó el Trinity College, por ejemplo. Hay que reconocer que con talento de estadista puso la mayor riqueza al servicio del poderío naval, anticipando que el dominio del mar era la base de cualquier nación con aspiraciones imperiales. En este contexto de falta de liquidez diríamos hoy, la donación de tierras de cultivo se usó para que los reyes ingleses pagaran favores políticos o servicios militares, contribuyendo así a forjar una clase media campesina, no exenta de cierta riqueza, la gentry o los yeomen, clase independiente, democrática, pero a la vez rebelde sobre todo a toda imposición de impuestos, aunque vinieran aprobados por el Parlamento. Estos predecesores de los liberals son el antecedente de la democracia, de una forma de gobierno que creemos tan moderna pero que tiene antecedentes medievales, feudales. No obstante que en sus inicios este fenómeno histórico propició una forma de actuar por parte de los ingleses, Límite. Revista de Filosofía y Psicología. Volumen 5, Nº 22, 2010


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independiente, sin ataduras con la monarquía; tendencia que una vez que se unió a los odios y a las rencillas religiosas preparó el terreno para conflictos políticos que fueron finalmente a dar en la virtual guerra civil que dio origen a la república de Cromwell. Guerra civil que Hobbes conoció tan bien y que, seguramente, lo llevó a pensar en que esta situación era el peor peligro para un Estado.

LA LITERATURA INGLESA

¿Qué efectos tuvo este cambio de época en la literatura inglesa? A principios de la Reforma, la literatura inglesa no experimenta ningún progreso importante. Siguieron los ingleses apegados a su pasado esplendor, copiando estilísticamente a los clásicos, o a los franceses e italianos, pero no produciendo nada de valor. Quizá porque, como Legouis y Cazamian hacen ver, la literatura inglesa siguió siendo popular y no aristocrática como la francesa o italiana. Este nacionalismo, patriotismo lo llaman estos historiadores, llevó a la literatura a un renacimiento peculiar e insular que acentuó el carácter excéntrico de los ingleses con respecto a Europa, rasgo por lo demás que todavía advertimos. Esta tendencia se nutre según los citados autores de un patriotismo que es “(...) más y más intenso y apasionado, incluso agresivo y desdeñoso (que) favorece la continuidad glorificando los anales de la nación, su historia, leyendas, tradiciones y arcaísmos” (p. 201)8. Ahora bien, lo que los ingleses quieren en materia de religión es: ¡Ser diferentes de todo el resto de la cristiandad, nada menos! Por otra parte, a nivel de elite, en el siglo XVI aparecen los humanistas ingleses, ávidos de aprender griego y latín para estudiar los textos clásicos y la sabiduría antigua que poseían los refugiados que huían de una Constantinopla, tomada por los turcos en 1453. Erasmo es el más sobresaliente de ellos, pero hubo muchos que se distinguieron y que pasaron de la pura erudición 8

Legouis & Cazamian, 1967, p. 201. Límite. Revista de Filosofía y Psicología. Volumen 5, Nº 22, 2010


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a la crítica de la religión establecida. Aunque Erasmo y Colet habrían querido que fuera una reforma pacífica producto de esta primera Ilustración. Sampson, por su parte, no tiene una idea tan negativa respecto a la literatura a comienzos de la Reforma, quizás porque considera como literatura a las obras de controversia religiosa, como así también a las traducciones de la Biblia. Por lo mismo puede asegurar que: La Reforma dejó su marca en la literatura nacional. Nos dio en su forma más notoria, la Biblia Inglesa y el Libro de Oraciones (The Book of Common Prayer); pero también produjo una cantidad de tratados, sermones y libros de devoción, los que parecían para la época de no poca importancia (Sampson, 1970, p. 100).

Obras que contribuyen a la revolución en religión, teniendo ciertamente como antecedente la obra de Erasmo en Cambridge. Además Sampson recuerda que la disolución de los monasterios y sus centros de estudio significaron una pérdida de libros y una decadencia en el saber, que las futuras grammar schools tratarán de suplir. Esta decisión política y económica, a lo mejor sin quererlo, preparó a los ingleses para la crítica racional de la filosofía de la época, mayormente teología, crítica que preparó, paradójicamente, las mentes para la recepción de la ciencia nueva. Se llegó a un punto tal que la religión no era tanto una cuestión de fe sino una manera de pensar, o algo en qué pensar; por eso, Rosa (1996) afirma que “Para simplificar este largo período de controversia y apologética, para no decir nada de la guerra y persecución mutua, (éste) ha generado un discurso que objetiviza y problematiza la religión haciéndola algo acerca de lo que hay que pensar (to think about) y no algo con lo cual hay que pensar (to think with)” ( pp. 87-107)9. Éste sería el aspecto positivo de la crisis religiosa que Sampson reconoce al afirmar que: 9

Rosa, S. (1996). Seventeenth-Century Catholic Polemic and the Rise of Cultural Rationalism: An Example from the Empire. Journal of the History of Ideas. 57 (1), 87-107. La traducción es del autor. Límite. Revista de Filosofía y Psicología. Volumen 5, Nº 22, 2010


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En un aspecto tuvo una clara ganancia. Los monasterios eran las últimas fortalezas del escolasticismo medieval que habría largamente sobrepasado su utilidad. El pensar había sido una actividad profesional altamente especializada de los teólogos. El hombre medio de la Época Medieval, en el sentido moderno, no pensaba en absoluto (...). Así, aunque más de trescientos años tuvieron que pasar antes que el Estado comenzara a reconocer su responsabilidad en la educación, el sacar la educación del control monástico fue un paso adelante (Sampson, 1970, p. 105).

En este ambiente los ingleses comenzaron a mirar a Ginebra, en busca de orientación y la influencia de Calvino o de Lutero fue grande, sencillamente, porque los ingleses estaban preparados y bien dispuestos10. Nada más préstese atención a lo que Sampson describe como característico de un nuevo tipo de hombre, el burgués. El hombre de clase media tenía en el siglo XVI los gustos característicos de sus antepasados, el gusto por el romance, las alegorías simples, las sátiras fuertes, y el humor duro, todo lo cual se expresó en una literatura aislada de la cultura monástica y de la refinada corte. Pero como esta literatura ingenua y simple no podía hacerse cargo de los debates religiosos de alto nivel, surgió un tipo de divulgador o publicista, señala Sampson, que con sus escritos ponen fin a la literatura medieval, e inician la literatura moderna, con tintes puritanos, eso sí, pero clara y precisa, preparando así a los ingleses para explotar el genio de su lengua. El inglés moderno con su claridad y rigor comienza a nacer, y Tomás Hobbes es uno de sus representantes más genuino. Mas la admiración que causan los puritanos y su ética tiene sus peligros. El principal, la pérdida de la unidad religiosa en Inglaterra, cosa que los reyes y reinas, después de Enrique VIII, habían tratado de evitar pero que igualmente no pudieron impedir. Aunque como muy bien lo advierte Sampson las hijas del rey

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Cfr. Monares, A. (2005). Reforma e Ilustración. Los teólogos que construyeron la Modernidad. Santiago: Universidad Bolivariana y Moreno, A. (2006). Epifanía de la episteme moderna. El discurso religioso. Santiago: Universidad Católica Silva Henríquez. Límite. Revista de Filosofía y Psicología. Volumen 5, Nº 22, 2010


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que había roto con Roma no estaban dispuestas a rendirse ante Ginebra y con El Acta de Supremacía y Uniformidad (The Act of Supremacy and Uniformity 1559) y con el Libro de Oraciones (Second Prayer Book), restaurado y revisado de Eduardo VI, buscaban encontrar un camino seguro entre los fanáticos de ambas partes. Pero todo fue inútil, los puritanos retornados de su exilio vehementemente demandaban su Ginebra espiritual. Nosotros vemos hoy al calvinismo principalmente como un credo, pero para los puritanos ingleses de 1560 era además, y por sobre todo para algunos, una concepción política en la cual el Estado era la Iglesia y la Iglesia era el Estado, y esa política era la que trataban de imponer a través del Parlamento11. No es tan extraño entonces que Hobbes llegara a pensar que el poder era uno solo, el político, y que no hay tal cosa como el poder espiritual. El ideal puritano era una teocracia, un gobierno de los sacerdotes. Lo cual el pensador inglés trata de combatir con su idea de un gobierno absoluto que reúne en sí los dos poderes, el temporal y el espiritual, lo que a los ingleses no involucrados en estas disputas seguramente les parecía exagerado. Sin embargo, los puritanos conducirán las cosas hacia una república que corresponde al genio de Ginebra, pero que ciertamente no corresponde al genio inglés, el tolerante y democrático: ¿Por qué se impuso entonces un puritanismo absolutista e intolerante? Según Sampson se trataría de una respuesta a la crisis política, económica y religiosa que sobrevino durante el reinado de Enrique VIII. Señala el historiador que los reinos de Enrique VIII, Eduardo VI y María, habrían dejado en ruinas la vida religiosa y política, y fue a Elizabeth que le cupo la tarea de la reconstrucción. Para los ingleses, Calvino en Ginebra mostraba ya tener el carisma de un gobernante fuerte. Como los exiliados ingleses que buscaron refugio allí, por su parte, aspiraban al establecimiento en su país de un gobierno similar, era natural que admiraran al líder reformista no porque amaran la disciplina y prefirieran la infalibilidad puritana, fundada en las 11

Sampson, 1970, p. 131. Límite. Revista de Filosofía y Psicología. Volumen 5, Nº 22, 2010


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Escrituras, a la infalibilidad del Papa, fundada en la tradición, sino porque buscaban un nuevo orden, sin advertir los peligros de una teocracia, puesto que tanto papistas como puritanos consideraban el poder civil meramente como un instrumento para la dictadura religiosa. Es muy posible que Hobbes afirme que el poder espiritual no es otro que el político porque es lo que aprendió de la experiencia12. Es así que el espíritu nacionalista inglés se mezcla con el puritanismo en una curiosa mixtura que demuestra, una vez más, que en la historia a veces suceden cosas inesperadas, no buscadas y hasta contradictorias. Los ingleses por destacar su nacionalismo se separan del Papa y llegan a considerarse mejores cristianos que los romanos, mas esta misma búsqueda de libertad religiosa eventualmente los lleva a la tiranía de Cromwell. La relación entre patriotismo inglés y puritanismo es bien peculiar, es la de un círculo, vicioso o virtuoso dependiendo de cómo se mire, en el cual los ingleses miran hacia los puritanos en su búsqueda de liberación del poder del Papa, y los puritanos miran a los ingleses para imponer su teocracia. Legouis Cazamian destacan muy bien esta conjunción de intereses opuestos, libertad o tiranía ya que “Todo, aun la religión se combinó para estimular y reforzar este patriotismo. Para muchos, el protestantismo, ahora triunfante, no era más que la liberación de la supremacía extranjera. Se resume en el rechazo al papado” (p. 251)13. Liberarse del Papa era liberarse de Europa. Y los británicos, semper solutos, ahora transforman su anhelo de libertad y su patriotismo en un nuevo afán, establecer una confederación de los estados protestantes de Europa con Inglaterra a la cabeza para luchar contra Felipe II,

12

Se discute todavía si Hobbes es un racionalista constructor de un sistema atemporal que imita el método científico o un humanista que se fía más en la experiencia, sobre todo en política. La obra más característica de la primera versión sigue siendo la de J. W. N. Watkins. (1972). ¿Qué ha dicho verdaderamente Hobbes? (Doncel); y de la segunda, la de Quentin Skinner. (1996). Reason and Rhetoric in the Philosophy of Hobbes. U. K.: Cambridge University Press. 13 Leguis & Cazamian, 1967, p. 251. Límite. Revista de Filosofía y Psicología. Volumen 5, Nº 22, 2010


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símbolo de todo lo que odiaban. Este nuevo nacionalismo llegó incluso a tomar la forma de un cierto gnosticismo, para emplear la expresión de Eric Vöegelin en Nueva Ciencia de la Política14 para referirse al enceguecimiento que sufren algunos políticos al sentirse poseedores de una verdad, verdad que parece haberles caído del cielo y que les impide, a su vez, ver las cosas como son. Los ingleses comienzan a verse a sí mismos como un nuevo pueblo escogido por Dios para una misión divina. Para que esto suceda, Legouis Cazamian afirman que tuvo que producirse primero una forma de retorno a la escatología judía, con los ingleses como pueblo escogido15 puesto que: El espíritu hebreo estaba comenzando a ser sustituido apropiadamente por el espíritu cristiano. La forma extrema de este (...) egoísmo religioso fue expresada por Lyly, el que en 1580 declaró que Dios siempre tuvo un tierno cariño por Inglaterra como una nueva Israel, su pueblo escogido y peculiar; y quien terminó por anunciar que el Dios viviente es solamente el Dios inglés (Legouis & Cazamian, 1967, p. 251).

De lo que se burla Locke al inicio de su Ensayo sobre el Gobierno Civil16. Sin embargo, junto a esta actitud había otra, según los autores citados, que representaba a la gente común, no muy interesada en cuestiones religiosas, o quizá influidas por el paganismo renacentista, o el humanismo, para quienes estos asuntos no tenían la importancia que los puritanos les atribuían ya que:

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Cfr. Vöegelin, E. (1968). Nueva Ciencia de la Política. Madrid: Rialp. Quizá esto explique el empeño de Hobbes por demostrar que su idea del soberano absoluto tiene como modelo a las Escrituras, ya que el contrato social que da origen al Estado tiene la forma de un pacto similar al del pueblo judío con Dios. Cfr. Elazar, D.J. (2000). Covenant and community. Judaism. 49 (4), 387-398. 16 Locke está en desacuerdo con que Adán tuviera alguna autoridad política o que fuera posible establecer su descendencia hasta los ingleses mismos como una forma de justificación política, esto es, como una teología política protestante. (Cfr. Locke, 1997, pp. 27-28). 15

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Para la mayoría de los hombres, las exigencias de Dios no iban más allá de aquellas del patriotismo. Excepto para el todavía limitado grupo para los cuales su fe era todo, los puritanos que hicieron su principal preocupación la de buscar la salvación, el pueblo se apartaba de tales austeros cuidados y se dedicaba a disfrutar la vida. Eran todavía los días de la alegre Inglaterra (Merrie England). El ardor de los primeros reformadores, su vehemente prédica, y el heroísmo de los mártires bajo María Tudor podrían dar otra impresión, pero, en verdad, el país era todavía indiferente, si no escéptico, deseoso no de religión sino de juegos y placeres, ambiciosos de un desarrollo libre que es el verdadero espíritu del Renacimiento. El paganismo intelectual del humanismo descansaba en una amplia base de un paganismo instintivo desperdigado ampliamente entre las personas (Legouis & Cazamian, 1967, p. 251).

Es discutible esta indiferencia del pueblo a los temas religiosos porque de hecho la ejecución de cientos de protestantes por parte de María, que por algo se ganó el apelativo de Bloody Mary, ciertamente les dio un aura de mártires a esas víctimas del odio católico, lo que seguramente conmovió al pueblo llano que no entiende de sutilezas teológicas ni escolasticismos. Siempre se ha considerado este hecho histórico como muy importante para el avance del protestantismo en Inglaterra y el retroceso del catolicismo, lo que se añade a las razones que Hobbes tiene para apuntar sus dardos especialmente al catolicismo. Pero, por su parte, en el plano de las elites pensantes, tenemos la impresión que el aislamiento acompañado del patriotismo, y de un enemigo común: el catolicismo, personificado en el Papa y España, no corresponde meramente al resultado de un capricho de Enrique VIII, sino a un pensamiento seguramente más generalizado que hizo posible el avance del protestantismo en el plano de las ideas, como que hay importantes acontecimientos que lo prueban, por ejemplo, en 1572 se publicó un célebre exordio titulado Un Llamado al Parlamento (An Admonition to the Parliament) en el que ciertos autores puritanos probablemente John Field y Thomas Wilcox, expusieron una verdadera plataforma para una iglesia reformada (a true plattforme of a church reformed). Sus Límite. Revista de Filosofía y Psicología. Volumen 5, Nº 22, 2010


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ideales eran la abolición del episcopado y sacerdocio y un retorno a la pureza de la palabra, simplicidad de los sacramentos, y a la severidad de la disciplina. La Admonitio es un excelente ejemplo de prosa controversial contemporánea, aunque adolece de la ingenua creencia en que unas leyes puedan cambiar las costumbres de un país. Pero, al menos, es uno de los antecedentes más importantes del avance protestante, como que mereció una réplica, por parte de Richard Hooker, uno de los fundadores de la teología anglicana junto con Cranmer y que se distinguió por buscar una vía media entre catolicismo y protestantismo, sin mucho éxito diríamos, a pesar de la importancia de su obra Of the Lawes of Ecclesiastical Politie. Hooker advierte sobre los peligros de la mentalidad puritana: su dogmatismo, su creencia en que su interpretación de la Biblia es infalible, su apego a la letra de las escrituras más allá de su espíritu, su fundamentalismo diríamos hoy día. Para Hooker el Viejo Testamento, ciertamente, es una guía, pero no una constitución que haya que respetar siempre y en todo lugar. Aunque para Hobbes sorprendentemente anda cerca de serlo a la luz del uso que hace de las Escrituras para justificar su absolutismo17. De entre las figuras, los autores y las obras más sobresalientes del período renacentista tendremos que referirnos a las más altas cumbres para ilustrar la variedad de temas y posturas que los ingleses adoptan frente a las controversias religiosas y políticas. Nos referimos a figuras como Donne, Bacon, Shakespeare, Milton, para de esta forma explorar la influencia entre la literatura y la filosofía de Hobbes. Si se examina, en general, la época del Renacimiento y su influencia en la literatura inglesa, la impresión que da es, que a pesar de los préstamos literarios y el reconocimiento a la antigüedad como modelo, la literatura inglesa exhibe una osada libertad e ímpetu que la conduce a un esfuerzo por distinguirse, por no copiar a Italia o Francia, como 17

Cfr. Elazar, D. J. (1992). Hobbes Confronts Scripture. Jewish Political Studies Review, 4 (2), 3-24. Límite. Revista de Filosofía y Psicología. Volumen 5, Nº 22, 2010


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era la moda a la fecha. Pero en términos de estilo, como todavía no había una gramática inglesa establecida que fijara la sintaxis de una vez para siempre, los artistas del lenguaje se encontraban ante un mundo de posibilidades expresivas que explorar en su afán libertario e individualista. Esto lo reconocen Legouis Cazamian, pero también advierten que, siendo la poesía el arte literario dominante, la prosa todavía es algo alambicada y recargada en la época renacentista y no alcanza todavía el rigor, la pulcritud y exactitud del inglés moderno –estamos todavía en el inglés medio, el inglés de Chaucer, no el de Shakespeare–; por lo mismo todavía a pesar de las intenciones Inglaterra no encuentra su más característico carisma –las lenguas también tienen carismas–, el lenguaje claro y preciso, fino y elegante de sus mejores años por delante, al cual Shakespeare pero también Hobbes contribuirán a constituir. Además, hay otras manifestaciones literarias de importancia, ya lo advertimos, aunque hoy no las consideraríamos literatura sino ensayo (non-fiction). Nos referimos a la crítica literaria y a las traducciones de la Biblia. La crítica literaria ocupa un gran lugar en la prosa renacentista, pero según Legouis Cazamian le falta originalidad y es más que todo una copia de la crítica italiana que sobresale en este campo. Un ejemplo de non-fiction sería la obra de Hooker que mencionábamos y que queremos desarrollar con más detalle por su importancia. Hooker (15541600) con su obra The Laws of Eccessiastical Polity, Las Leyes de la Política Eclesiástica, inicia casi una tradición inglesa, los escritos controversiales sobre temas religiosos. Sólo que Hooker se destaca no sólo por su tono persuasivo y su apelación a la imaginación, sino también por su lógica y por algo muy importante, su uso del inglés, no ya del latín, poniendo todos estos recursos al servicio del anglicanismo. Constituyéndose así en la obra central, alrededor de la cual giran todas las controversias religiosas, políticas y filosóficas por más de un siglo. Provocar controversias es para Hooker, al contrario de lo que se pudiera Límite. Revista de Filosofía y Psicología. Volumen 5, Nº 22, 2010


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pensar, una señal de la sabiduría del anglicanismo. Al respecto, Leguis Cazamian destacan que: (La Biblia) revela las verdades sobrenaturales que el hombre no podría haber descubierto por la sola razón. Es una luz adicional pero no la única. Hooker piensa que el hombre debe ser guiado por los instrumentos del conocimiento que posee. Los papistas apelan a la autoridad de la Iglesia contra la razón. El puritanismo es esencialmente una apelación a la autoridad de la Biblia en contra de la Iglesia y contra la razón también. La Iglesia de Inglaterra intenta una conciliación, puesto que admite la autoridad de los precedentes y aun así, recomienda la obediencia a la Biblia, pero enseña que todo debe ser controlado por la razón (Legouis Cazamian, 1967, p. 251).

Aunque la crítica a los papistas es algo injusta respecto a su falta de respeto a la razón –quince siglos de reflexión los avalan–, es claro que el intento de los anglicanos por conciliar fe y razón no es otro que el mismo que guió a los filósofos medievales; todo suena a un nuevo comienzo, a fresh new start, más cercano a las fuentes, al origen, y que trata de evitar los excesos de la escolástica. Lo controversial que resulta Hooker para los puritanos se entiende, ya que ciertamente éste aparece como un conservador que defiende la tradición religiosa y a su vez la racionalidad que deben tener las leyes. Por eso después de un período de desconocimiento (el siglo XVI) con el retorno del anglicanismo su figura se agiganta y se acerca al importe cultural de un Burke. Hooker inicia una línea de escritores ensayistas y polémicos. Entre los cuales sobresale el Obispo Lancelot Andrews (1555-1626) y a éste le sigue John Donne. Así como se puede considerar parte de la historia de la literatura, los ensayos y panfletos, las traducciones de la Biblia, por su parte, dieron origen a una actividad muy común en Inglaterra y que tuvo su mejor exponente en la Biblia de Jacobo I, The James Bible (1611). Al respecto Legouis Cazamian destacan que: Límite. Revista de Filosofía y Psicología. Volumen 5, Nº 22, 2010


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Nada más en prosa religiosa del Renacimiento iguala en belleza literaria e importancia a la versión autorizada de la Biblia de 1611. Desde tiempos anglosajones hacia delante, había habido muchas traducciones previas de las escrituras pero ésta permaneció intacta y fue aceptada por todas las sectas protestantes por cerca de tres siglos. No fue la primera vez que la literatura hebrea influyó en el pensamiento inglés y en su imaginación, pero sucedió que el año 1611 marca el comienzo del período en el cual la Biblia, que realmente circulaba entre toda clase de personas, se convirtió en la lectura diaria de toda la nación (Legouis Cazamian, 1967, p. 363).

Y ciertamente ha continuado influyendo a través de la educación protestante, al punto que se refleja hasta hoy en todas las manifestaciones culturales del mundo anglosajón. Tenemos así una literatura que todavía no podemos llamar propiamente moderna, pero sí renacentista, que va a ir a dar en una literatura moderna, más bien después de la Restauración, período en el cual las diversas corrientes que hemos delineado se confunden y mezclan dando origen a una literatura que conservaría algo del patriotismo, racionalismo y preocupación religiosa, pero que abandonó el estilo antiguo para dar forma a un estilo inglés en que la claridad, el rigor, y la belleza del pensamiento se unen a un inglés moderno que fija sus normas, depura y da esplendor a la lengua, pero que se enriquece con el aporte de otras lenguas, antiguas o nuevas, transformándose en una lengua muy rica en vocabulario y con una sintaxis simple pero eficaz, que se torna un instrumento perfecto para expresar el genio inglés.

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ISSN 0718-1361 Versión impresa ISSN 0718-5065 Versión en línea

FUNCIONAMIENTO COGNITIVO EN LA VEJEZ. SU CAMPO REPRESENTACIONAL COGNITIVE HABILITIES IN OLD AGE. ITS REPRESENTATIONAL FIELD

Alicia Monchietti* Enrique Lombardo** Mirta Lidia Sánchez*** Deisy Krzemien**** Universidad Nacional de Mar del Plata Mar del Plata-Argentina Recibido 9 de octubre 2009/Received October 9, 2009 Aceptado 30 de junio 2010/Accepted June 30, 2010

RESUMEN El presente trabajo articula dos líneas de investigación en las que venimos trabajando hace ya varios años. Por un lado, profundiza ciertos aspectos nucleares de las representaciones sociales acerca de la vejez y el envejecimiento en nuestro país, que hemos abordado en investigaciones previas. Además, últimamente, han sido motivo de nuevas indagaciones la temática de la cognición y el pensamiento en la vejez.

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Av. Colon 2210 3º A. C.P.7600 Mar del Plata. Provincia de Buenos Aires.Argentina. E-mail: dekrzem@mdp.edu.ar


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En la confluencia de estos temas que han concitado nuestro interés, hemos decidido indagar acerca de las representaciones sociales en torno a distintos aspectos de la cognición: memoria, atención, capacidad de aprender, etc., en la vejez. Con este objetivo, hemos venido trabajando últimamente el concepto de campo representacional para dar cuenta de la naturaleza heterogénea, y aun antagónica, de creencias que hemos hallado en el campo empírico. Palabras Clave: Representación Social, Campo Representacional, Vejez, Cognición. ABSTRACT This paper links two lines of research in which we have been working for a long time. On the one hand we analyzes in depth some central aspects of old age and ageing in Argentina which we have tackled in previous investigations. Besides, recently, cognition in old age has acquired the status of a new object of study. At the meeting point of these topics we decided to inquire into the social representations of different aspects of cognition in old age: memory, attention, learning capacity, etc. With this objective we have been working recently on the concept of representational field in order to explain the heterogeneous and, even more, antagonistic nature of beliefs that we have found in the empiric field. Key Words: Social Representation, Representational Field, Old Age, Cognition.

INTRODUCCIÓN

En nuestros muchos años de investigación sobre el tema

de las representaciones sociales hemos podido comprobar que un tema relevante ha sido la presencia del consenso y la homogeneidad como criterios necesarios para sostener la validez de un determinado hallazgo (Flament, 1994). También hemos constatado la inconsistencia de los esfuerzos por brindar alguna explicación que muchas veces apela al orden de lo individual. Esto no significa que el nivel individual no tome parte en la Límite. Revista de Filosofía y Psicología. Volumen 5, Nº 22, 2010


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producción de la representación social, haciendo su labor en la creación y mantenimiento del diálogo colectivo cotidiano. Pero tampoco se trata de ignorar las condiciones de producción de construcciones culturales compartidas en el marco de un contexto histórico-social determinado. Sin embargo, hay espacio aún hoy, en la teoría de las Representaciones Sociales, para desarrollar una aproximación más refinada a su rica complejidad, superando el uso más trivial y limitado que suele darse al concepto. Un intento en este sentido será la revisión del concepto de “campo representacional” (Moscovici, 1986), en la que hemos venido trabajando últimamente. Ha sido definido como un espacio en el que conviven a un tiempo, el consenso, la contradicción y la ambivalencia, aportando sus diversas significaciones en tanto portavoces de la relativa heterogeneidad que alberga un colectivo humano determinado, aun compartiendo esquemas interpretativos básicamente comunes. Más allá de “lo compartido”, existen los matices, diferencias y antagonismos que se generan en los procesos de comunicación que se van sucediendo dentro de una continuidad. El campo representacional que nos ocupa está constituido por un conjunto de significantes acerca de la vejez. Este campo sería heterogéneo y diverso, comprendiendo las visiones contradictorias que coexisten en el contexto representacional compartido de las gentes1. Es susceptible de contradicción, fragmentación, negociación y debate2. Muestra particularidades en cuanto a cantidad y a calidad de las significaciones que lo componen; carácter prejuicioso, mayor o menor influencia de la experiencia personal, trivialidad u originalidad, mayor o menor incidencia en ellos del saber científico, mayor o menor conciencia de que se es portador de una creencia, etc., e implica apreciaciones y juicios de valor contradictorios. 1

Moscovici, S. (1986). Psicología social. Barcelona: Paidós. Rose, D., Efraim, D., Gervais, M.C., Joffe, H., Jovchelovitch, S. Morant, N. (1995). Questioning consensus in social representation theory. Papers on Social Representations. IV, 150-155. 2

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No nos ocuparemos en este caso de la organización del conjunto de estos conocimientos, pero sí de la riqueza de datos o explicaciones que acerca de este tema se han formado nuestros sujetos en el curso de las relaciones cotidianas a través del tiempo. Dentro de este campo existiría una tensión necesaria, propia de la coexistencia de ideas compartidas, determinadas desde el fondo común histórico y cultural, y aquellas innovaciones producidas en el plano argumentativo bajo la influencia del discurso científico y de los cambios sociales, así como de los aportes propios de la reelaboración individual de las mismas. Con este marco teórico el presente trabajo intenta una profundización de las investigaciones realizadas por el grupo sobre la RSV (representación social de la vejez). También han sido motivo de nuestras investigaciones la aplicación de los nuevos desarrollos en la temática de la cognición y el pensamiento en la vejez. En la intersección de ambas líneas y a partir de una investigación empírica se nos impuso la necesidad de una revisión teórica para dar respuesta a interrogantes que fueron surgiendo. Las respuestas recogidas muestran las coincidencias, los matices, e incluso las contradicciones de las creencias relativas a las capacidades cognitivas en la vejez. Si bien es necesario recordar el carácter dinámico de las representaciones sociales, estos resultados y nuestros estudios previos3 indican que, al menos en nuestro medio, el saber cotidiano parece adherido aún, en gran medida, a la concepción del deterioro universal en la vejez. En la literatura científica se evidencia el predominio de una representación social del funcionamiento intelectual en la vejez con características connotadas negativamente4. Estas creencias sociales han sido fuertemente influidas por concepciones teóricas y metodológicas que orientaron investigaciones tendientes a 3

Ver Monchietti & Lombardo, 2000, pp. 67-76 y Monchietti & Sánchez, 2008, pp. 143-150. 4 Ver Sternberg, Conway, Ketron & Bernstein, 1981, pp. 37-55; Monchietti & Lombardo, 2000, pp. 67-76 y Monchietti, Krzemien & Lombardo, 2003, pp. 37-42. Límite. Revista de Filosofía y Psicología. Volumen 5, Nº 22, 2010


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destacar una declinación de los procesos cognitivos como consecuencia universal del envejecimiento biológico asociado a la edad. Sin embargo, existe evidencia de que la relación cognición y envejecimiento no es unidimensional5. Estas investigaciones revelan que los procesos de cambio cognitivo en la adultez tardía y vejez no siguen patrones estables y unilaterales explicados por la edad, sino que indican más bien, la multidimensionalidad y multidireccionalidad de los procesos cognitivos, influidos por variables contextuales, sociales e históricas, y por la historia de vida y las experiencias vitales particulares a lo largo de todo el curso de vida de una persona6. En este sentido, considerando los diferentes dominios cognitivos, éstos tendrían un destino particular en cada individuo y las habilidades del pensamiento decrecerían, se mantendrían o aun, aumentarían según distintos ritmos durante el curso vital7 (Horn & Cattell, 1966). En la confluencia de estos temas que han concitado nuestro interés, hemos decidido indagar acerca de las creencias en torno a distintos aspectos de la cognición: memoria, atención, capacidad de aprender, etc., en la vejez.

METODOLOGÍA

Recolección de datos Se conformó una muestra intencional no probabilística de 71 participantes de ambos sexos, entre 17 y 84 años, con una 5

Ver Baltes, Linderberger & Staudinger, 1998, pp. 1029-1120 y Schaie, 1994, pp. 304-313. 6 Lombardo, E., Krzemien, D., Sánchez, M. & Monchietti, A. (2007). Contextualismo y multidimensionalidad del pensamiento en la adultez. Memorias de las XIV Jornadas de Investigación en Psicología y III Encuentro de Investigadores en Psicología del Mercosur, (II), 451-453. 7 Horn, J. L.& Cattell, R. B. (1966) Refinement and test of the theory of fluid and cristallized intelligence. Journal of Educational Psychology, 57, 253-270. Límite. Revista de Filosofía y Psicología. Volumen 5, Nº 22, 2010


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media de 37,5, de la ciudad de Mar del Plata. Se excluyeron sujetos vinculados laboralmente al ĂĄrea vejez. Se utilizĂł un diseĂąo exploratorio y transversal, con una metodologĂ­a de investigaciĂłn cuali-cuantitativa. En concordancia con este diseĂąo el instrumento utilizado para la recolecciĂłn de datos fue una entrevista focalizada que incluyĂł los siguientes Ă­tems: explorar las creencias sobre las diferencias entre la capacidad intelectual y entre la manera de pensar de un viejo y un joven. Otras preguntas apuntaron a poner de manifiesto creencias sobre el valor de la experiencia, la memoria, la atenciĂłn y la posibilidad de aprender en la vejez. Se registraron ademĂĄs los siguientes datos sociodemogrĂĄficos de los entrevistados: edad, sexo, grado de instrucciĂłn y ocupaciĂłn. En base a las respuestas obtenidas se elaboraron las siguientes categorĂ­as para clasificar las respuestas. r

*OIFSFOUF BM EFTBSSPMMP: aquellas respuestas que aluden a ciertas caracterĂ­sticas de las funciones cognitivas como propias de una etapa del desarrollo.

r

)JTUPSJB DPHOJUJWB: hace referencia a respuestas basadas en aspectos biogrĂĄficos vinculados a la cogniciĂłn, a experiencias de aprendizaje, intereses, ademĂĄs de la educaciĂłn formal e informal.

r

*OGMVFODJB EFM DPOUFYUP IJTUĂ“SJDP TPDJBM: hace referencia a cuestiones ligadas a la pertenencia a una cohorte en un determinado contexto histĂłrico.

r

.PEFMPT EFDSFNFOUBMFT: en esta categorĂ­a se agrupan las respuestas que hacen referencia a un deterioro inexorable y universal de la inteligencia y las funciones cognitivas.

r

1BUPMPHĂŽB: abarca a las respuestas que aluden a la incidencia de una enfermedad. LĂ­mite. Revista de FilosofĂ­a y PsicologĂ­a. Volumen 5, NÂş 22, 2010


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r

&OWFKFDJNJFOUP EJGFSFODJBM: en estas respuestas se reconocen las distintas formas de envejecimiento, desde lo patolĂłgico a lo normal, sin generalizaciones.

r

.PEFMP BOUF SFUSP: en estas respuestas se le atribuyen a la vejez la caracterĂ­stica de privilegiar los recuerdos lejanos por sobre los recientes.

r

.PEFMP QPTJUJWP: Reconocen y resaltan las ganancias, potencialidades y posibilidades del anciano.

RESULTADOS

Presentamos a continuaciĂłn los resultados obtenidos en base a los datos recogidos. Tabla 1 Pregunta 1: Respuestas a la pregunta: ÂżCree que hay diferencias entre la capacidad intelectual de un viejo y de alguien que no lo es? Preg. 1. Diferencias entre la capacidad de un viejo y un joven f

%

Hay diferencia No hay diferencias Depende

44 23 4

62,0 32,4 5,6

Total

71

100,0

Un 62% de los sujetos entrevistados dice que existen diferencias entre la capacidad intelectual de un viejo comparada con la de un joven. En tanto que el 32% de la muestra no cree que estas diferencias existan. A continuaciĂłn se presenta una tabla donde se explicita si los cambios que aprecian los entrevistados en la capacidad intelectual de los viejos son positivos o negativos. LĂ­mite. Revista de FilosofĂ­a y PsicologĂ­a. Volumen 5, NÂş 22, 2010


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Tabla 2 Pregunta 1.2: Respuestas a la pregunta: ¿Cuáles son estas diferencias para usted? Preg. 1.2. Diferencias positivas o negativas en la capacidad intelectual de un viejo f

%

No especificado Dif. positiva para el viejo Dif. negativa para el viejo

14 32 25

19,7 45,1 35,2

Total

71

100,0

Un 45% de las respuestas hacen referencia a que los cambios son de carácter positivo, mientras que un 35% sostiene que los cambios en la capacidad intelectual de los viejos son negativos, en tanto que un 20% no logra definir su naturaleza. Tabla 3 Pregunta 1.3: Respuestas a la pregunta: ¿Cuáles son estas diferencias para usted? Preg. 1.3. Diferencias entre la capacidad de un viejo y un joven. Tipos f

%

No hay diferencia Inherente al desarrollo Historia cognitiva Cuestiones histórico culturales Modelo decremental Envejecimiento diferencial Otros

7 19 8 8 17 11 1

9,9 26,8 11,3 11,3 23,9 15,5 1,4

Total

71

100,0

Se observa que un 23,9% de los entrevistados considera que la capacidad intelectual se deteriora con el avance de la edad; “modelo decremental”. El 15,5% en cambio establece diferencias según se trate de envejecimiento normal o patológico. Hay Límite. Revista de Filosofía y Psicología. Volumen 5, Nº 22, 2010


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quienes piensan que las diferencias existentes se relacionan con las características de los distintos momentos del desarrollo, 26,8%. Un 11% la vincula con los estímulos constituidos en experiencias de aprendizaje a lo largo del curso de vida; historia cognitiva. Otro 11% atribuye las diferencias a variables que dependen del contexto histórico-social. Finalmente10% de la muestra no marca diferencias. Tabla 4 Pregunta 2: Respuestas a la pregunta: ¿Cree que hay diferencias entre el pensamiento de un viejo y de alguien que no lo es? Preg. 2. Diferencias entre el pensamiento de un viejo y el de un joven f

%

Sí hay diferencias No hay diferencias Depende

60 8 3

84,5 11,3 4,2

Total

71

100,0

La mayoría de los entrevistados, un 84,5% considera que el pensamiento de las personas viejas es diferente del de los jóvenes, sólo un 11,3% considera que no existen diferencias. Tabla 5 Pregunta 2.1: Respuestas a la pregunta: ¿Cuáles son estas diferencias para usted? Preg. 2.1. Diferencias entre el pensamiento de un viejo y un joven f

%

No especificado Diferencias positivas para el viejo Diferencias negativas para el viejo

26 29 16

36,6 40,8 22,5

Total

71

100,0

Un 40,8% cree que los cambios son positivos, mientras el 22,5% los califica de negativos. Un gran número de entrevistados Límite. Revista de Filosofía y Psicología. Volumen 5, Nº 22, 2010


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(36,6%) no logra definirse en cuanto a la naturaleza de los cambios. Tabla 6 Pregunta 2.2: Respuestas a la pregunta: ¿Cuáles son estas diferencias para usted? Preg. 2.2. Diferencias entre el pensamiento de un viejo y un joven. Tipos f

%

No hay diferencia Inherente al desarrollo Historia cognitiva Cuestiones histórico-culturales Modelo decremental Envejecimiento diferencial Otros

7 29 1 15 11 5 10

11,4 40,8 1,4 21,1 15,5 7 14,2

Total

71

100,0

La mayoría de los entrevistados vinculan las diferencias a modos distintos de concebir la vida, la realidad, el mundo. Para un 41% estas distintas visiones son propias de un momento de la vida (inherente al desarrollo). Para un 21% reflejan el influjo de un determinado contexto histórico-cultural. Para un 7% dependerá del modo en que se envejece, en términos generales y en términos adaptativos (envejecimiento diferencial). Con un sentido diferente el 15% interpretó la consigna aludiendo a la declinación general de las capacidades intelectuales. Tabla 7 Pregunta 3: Respuestas a la pregunta: ¿Le asigna usted algún valor a la experiencia en la resolución de problemas? Preg. 3. Valor que le asigna a la experiencia f

%

Sí hay diferencias No hay diferencias Depende

2 67 2

2,8 94,4 2,8

Total

71

100,0

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La casi totalidad de los entrevistados asigna un valor indiscutible a la experiencia para la resolución de problemas. Tabla 8 Pregunta 4: Respuestas a la pregunta: ¿Cree que la capacidad de recordar cambia con la edad? Preg. 4. Cambio en la capacidad de recordar con la edad f

%

Sí cambia No cambia Según el caso

52 11 8

73,2 15,5 11,3

Total

71

100,0

El 73% afirma que la capacidad de recordar cambia con la edad, frente al 15% que sostiene lo contrario y el 11% que sugiere diferencias según el caso. Tabla 9 Pregunta 4.1: Respuestas a la pregunta: ¿Cree que la capacidad de recordar cambia con la edad? ¿Cómo? Preg. 4. Cambio en la capacidad de recordar con la edad. Causas f

%

No cambia Inherente al desarrollo Modelo decremental Envejecimiento diferencial Modelo ante retro

11 8 24 13 15

15,5 11,3 33,8 18,3 21,1

Total

71

100,0

Se observa que un 33,8% de los entrevistados considera que la memoria, en todas sus formas, se deteriora con el avance Límite. Revista de Filosofía y Psicología. Volumen 5, Nº 22, 2010


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de la edad, revelando la influencia del “modelo decremental” sobre el saber vulgar. El 21,1% de las respuestas agrupadas en la categoría “ante-retro” podrían considerarse una subclase de la anterior donde el acento está puesto en el aserto que podría enunciarse bajo la forma “ Se olvidan de lo reciente e inmediato y recuerdan lo de antes, lo de la infancia y la juventud, lo remoto”. Entre ambas sumarían entonces un 54,9% de las respuestas. El 18,4% en cambio establece diferencias según se trate de envejecimiento normal o patológico. Y por fin es interesante mencionar las opiniones de quienes consideran que las diferencias existentes se relacionan con las características de los distintos momentos del desarrollo, 11,3%. En resumen, en la pregunta 4 se hace evidente la versión del conocimiento vulgar acerca de la difundida afirmación científica que sostiene que en los ancianos predomina la memoria retrógrada. Tabla 10 Pregunta 5: Respuesta a la pregunta: ¿Cree que la capacidad de mantener la atención varía con la edad? Preg. 5. Cambio en la capacidad de mantener la atención con la edad f

%

Depende Sí No

8 46 17

11,2 64,8 24

Total

71

100,0

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El 65% de la muestra sostiene que la atención varía con la edad. Tabla 11 Pregunta 5.1: Respuestas a la pregunta:¿Cree que la capacidad de mantener la atención varía con la edad? (Si responde Sí) ¿Cómo? Preg. 5.1. Cambio en la capacidad de mantener la atención. Causas f

%

No hay diferencia Inherente al desarrollo Historia cognitiva Patología Modelo decremental Envejecimiento diferencial Otros

17 14 2 2 22 12 2

23,9 19,7 2,8 2,8 31,0 16,9 2,8

Total

71

100,0

El 24% de los sujetos confirma que no existe diferencia en la capacidad de prestar atención según avanza la edad. Entre los que afirman que existen diferencias, hay un 20% que considera este fenómeno como inherente a los cambios esperables que se suscitan durante el desarrollo. El 17% hace depender las diferencias de la forma de envejecer. Un 3% las atribuye a las vicisitudes de la historia cognitiva. El 31% (modelo decremental) nuevamente hace referencia al deterioro de esta capacidad según pasan los años. El 3% considera que se produce un deterioro producto de enfermedades propias de la vejez (patología). Tabla 12 Pregunta 6: Respuestas a la pregunta: ¿Cree que es posible aprender cosas nuevas en la vejez? Preg. 6. Aprender cosas nuevas f

%

Sí No

70 1

98,6 1,4

Total

71

100,0

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El 99% de las respuestas afirmativas indican un predominio casi absoluto de la creencia en la posibilidad de aprendizaje en la vejez. Tabla 13 Pregunta 6.1: Respuestas a la pregunta: ¿Cree que es posible aprender cosas nuevas en la vejez? ¿Por qué? Preg. 6.1. Posibilidad de Aprender. Justificación f

%

Inherente al desarrollo Historia cognitiva Patología Modelo decremental Envejecimiento diferencial Modelo positivo

7 3 1 6 8 46

9,9 4,2 1,4 8,5 11,3 64,8

Total

71

100,0

Un 65% considera que en la vejez están dadas las condiciones para continuar aprendiendo, considerando al aprendizaje una experiencia necesaria, conveniente y saludable, en muchos casos. El resto de las respuestas condicionan el aprendizaje. En el caso de las agrupadas en “envejecimiento diferencial”, 11% dependerá, como hemos dicho en casos anteriores, de la forma de envejecer en general. El 4% lo vincula a la “historia cognitiva”. Por otro lado, “patología” y “modelo decremental” reúnen 1% y 8% respectivamente. Tabla 14 Pregunta 7: Respuestas a la pregunta: ¿Cree que es posible que un viejo estudie con éxito una carrera universitaria? Preg. 7. Posibilidad de estudiar una carrera universitaria f

%

Sí No Otros

61 7 3

85,9 9,9 4,2

Total

71

100,0

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La gran mayoría responde afirmativamente respecto de la posibilidad de que un viejo estudie en la universidad. Tabla 15 Pregunta 7.1: Respuestas a la pregunta: ¿Cree que es posible que un viejo estudie con éxito una carrera universitaria? Preg. 7.1. Posibilidad de estudiar una carrera universitaria. Justificación f

%

Inherente al desarrollo Historia cognitiva Cuestiones histórico-culturales Modelo decremental Envejecimiento diferencial Modelo positivo Otros No justifica

16 3 1 9 9 24 1 8

22,5 4,2 1,4 12,7 12,7 33,8 1,4 11,3

Total

71

100,0

Para dar cuenta de esta opinión los entrevistados aludieron en un 34% a una visión positiva de la vejez. Otros condicionaron la posibilidad a los “límites” que impone la edad. En algunos casos estos límites respondieron al llamado modelo decremental o de deterioro: 13%. También aludieron a categorías como “inherente al desarrollo” en un 23%, o “cuestiones histórico-culturales” o “historia cognitiva”. En estas dos últimas jugarían un rol más importante, en el primer caso, factores contextuales y en el segundo, las experiencias previas de aprendizaje. Tabla 16 Pregunta 8: Respuestas a la pregunta: Juan tiene 75 años y quiere estudiar computación. ¿Qué le parece a usted? Preg. 8. Juan tiene 75 años y quiere estudiar una carrera…… f

%

De acuerdo Desacuerdo Otros

64 4 3

90,1 5,6 4,2

Total

71

100,0

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En esta pregunta se solicita respuesta frente a un caso concreto de aprendizaje de una tecnología moderna. En la misma línea que la pregunta anterior los sujetos respondieron mayoritariamente de manera positiva frente a la situación. Tabla 17 Pregunta 8.1: Respuestas a la pregunta: Juan tiene 75 años y quiere estudiar computación. ¿Qué le parece a usted? Preg. 8.1. Juan tiene 75 años y quiere estudiar computación. Opinión f

%

Inherente al desarrollo Historia cognitiva Cuestiones histórico-culturales Modelo decremental Envejecimiento diferencial Modelo positivo No especifica

6 3 4 10 6 38 4

8,5 4,2 5,6 14,1 8,5 53,5 5,6

Total

71

100,0

En un 54% se refleja la concepción acerca del envejecimiento como una etapa en la que el aprendizaje, incluso de tecnologías modernas, es posible y solo condicionado al interés que despierte (modelo positivo). El 14% en cambio plantea limitaciones en relación a la capacidad que se considera tiene el viejo para poder enfrentar esta tarea. Un 8% hace diferencia entre un envejecimiento exitoso, en cuyo caso sería posible, y un mal envejecimiento. Otro 8% (inherente al desarrollo) entiende que el aprendizaje adquirirá una modalidad especial en el caso de la vejez.

ANÁLISIS COMPARATIVO DE LOS RESULTADOS

Surgen de la comparación de los resultados de las Tablas 1.3 y 2.2 algunos datos interesantes referidos a la representación de los cambios en la capacidad intelectual y a los posibles cambios Límite. Revista de Filosofía y Psicología. Volumen 5, Nº 22, 2010


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en la forma de pensar en la vejez. En tanto en dos componentes del campo representacional, vemos que aquellas respuestas que aluden a una disminución de la capacidad intelectual suman 24%, mientras que las que aluden a los cambios en el pensamiento, solo se condicionan éstos a una visión decremental en un 15% de los casos. En cuanto a las diferencias que se atribuyen a aspectos biográficos vinculados a las experiencias de aprendizaje, intereses, además de la educación formal e informal que constituyen parte de la historia cognitiva, son más numerosas en el caso de los cambios en el pensamiento, que en el de la capacidad, 11% frente al 1%. En cuanto a la categoría inherente al desarrollo, abarca las respuestas vinculadas a capacidades y formas de pensar con que se caracteriza a una u otra etapa del desarrollo, y sus aspectos positivos o negativos son asignados indistintamente a uno u otro momento vital. Surge una diferencia en los porcentajes de esta categoría en la pregunta 1 y en la 2; pregunta 1.3: 27% y pregunta 2.2: 40% En el caso de las diferencias en el pensamiento entre jóvenes y viejos, parecen atribuirse más que a los efectos de un deterioro, a un cambio de perspectivas y concepción de la realidad; el “modo de pensar” se asocia a determinantes socioculturales en un sentido amplio. En cambio, en la pregunta 1.3, la capacidad intelectual parece asociarse más a determinantes biológicos y experiencias de aprendizaje. Así, se aprecia una visión más negativa en las respuestas relativas a la capacidad intelectual que en aquellas referidas al pensamiento. En el caso de la categoría envejecimiento diferencial, el mayor número de respuestas, 15% en la pregunta 1.3, parece deberse a la consideración que se realiza a cargo de la delimitación entre envejecimiento patológico y normal. Podría ser una concepción influida por la idea de que una proporción más o menos amplia de la población envejecida sufre un deterioro cognitivo. En la Límite. Revista de Filosofía y Psicología. Volumen 5, Nº 22, 2010


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pregunta 2.2 y en relación al pensamiento, esta misma categoría solo cuenta con 7%. Si observamos las respuestas de la pregunta 1.3 y de la pregunta 3 vemos que a pesar de la predominancia de las respuestas que subrayan el deterioro de la capacidad intelectual revelando la influencia de un modelo decremental, todos atribuyen un valor positivo a la experiencia, mostrando un ejemplo de la diversidad y hasta el antagonismo de los componentes del campo representacional. Las respuestas relativas a la capacidad de recordar, pregunta 4, sostenidas en una concepción decremental se ven acentuadas en relación a las respuestas de la pregunta 1. Dentro de los aspectos que abarca la cognición, la memoria sería la que más se vincula al deterioro. Por otra parte, podemos considerar a la categoría anteretro una forma atenuada de esta visión. Sin embargo, el 18% de las respuestas a la pregunta 4 se agrupa en la categoría que establece diferencias entre envejecimiento normal y patológico. Es necesario subrayar que no existen respuestas que vinculen memoria con historia cognitiva o incidencia histórico-cultural. La memoria se piensa como una capacidad independiente de estas interacciones y en cambio más vinculada al sustrato biológico en completa concordancia con concepciones científicas clásicas. Del mismo modo la atención también recoge un número importante de respuestas en la categoría modelo decremental. Tanto memoria como atención son aspectos sumamente relevantes en relación al proceso de aprendizaje. Sin embargo, en las preguntas que siguen, referidas al mismo, en general, la categoría “modelo positivo” reúne en dos de ellas la mayoría de las respuestas; en la pregunta 6: 65%, en la pregunta 8: 53%. En el caso de la pregunta 7.1 referida a la posibilidad de estudiar una carrera universitaria, “ modelo positivo” llega sólo al 34%. De manera entendible cuanto mayor es el nivel de estudios considerado, van mermando las respuestas positivas. Límite. Revista de Filosofía y Psicología. Volumen 5, Nº 22, 2010


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DISCUSIÓN Y CONCLUSIÓN

Estamos ahora en condiciones de identificar algunos aspectos del campo representacional acerca del funcionamiento cognitivo en la vejez, al menos en la muestra que nos ocupa. Se hace visible la presencia de componentes heterogéneos en su significación y, por lo que se comprueba, coexistentes, a pesar de que en algunos casos podrían considerarse incompatibles. Un ejemplo: los altos puntajes hallados en memoria, “modelo decremental”, que parecen no invalidar la creencia mayoritaria en las posibilidades de aprendizaje en la vejez. Podríamos decir en una primera síntesis que la contradicción y la fragmentación que coexisten en el contexto representacional compartido se originan predominantemente en dos visiones contradictorias básicas. Utilizando la terminología propia de la gerontología, podemos atribuirlo a un modelo decremental en unas respuestas y a un modelo positivo en otras. Lo verdaderamente interesante, a nuestro juicio, es que las significaciones vinculadas a ambos modelos coexisten, no sólo a nivel social sino aun, en el plano individual, siendo reveladas en este caso por el análisis puntual de cada entrevista. Asimismo, la diversidad y heterogeneidad de este campo se muestra en la variedad de significaciones que requirieron de la creación de categorías bien diferenciadas. Estas significaciones componen el campo, determinadas desde el fondo común histórico y cultural, y bajo la influencia del discurso científico y de los cambios sociales, así como de los aportes propios de la reelaboración individual de las mismas. Señalaremos, por otra parte, que en el nivel de la representación parece reproducirse la porfía que se da en el campo científico. Tradicionalmente se consideró que las capacidades cognitivas disminuyen progresivamente con el paso de los años y más en la vejez. En la actualidad otros investigadores reconocen competencias en los ancianos que les dan ventajas por sobre los Límite. Revista de Filosofía y Psicología. Volumen 5, Nº 22, 2010


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jóvenes bajo la forma de experiencia, sabiduría, mayor capacidad de reflexión, etc. A partir de la concepción del campo como complejidad dinámica es preciso hacer referencia a la idea de proceso y con ella a la de los cambios a través del tiempo. Este proceso hace aquí referencia a las distintas formas de apropiación de la realidad que parecen haberse desarrollado desde el pensamiento uniforme y simple de las sociedades primitivas, al pensamiento de las sociedades contemporáneas que se caracteriza por un conocimiento plural y fragmentario. La constitución de este campo representacional resulta en gran parte de su impregnación por el conocimiento técnico y científico en forma más o menos directa o a través de la reelaboración operada por los medios de difusión masiva. En cierta medida la heterogeneidad y aún, una manifiesta contradicción entre ciertos componentes del campo es revelada por la presencia simultánea de elementos correspondientes a distintos momentos históricos de la constitución del conocimiento científico, y más específicamente, gerontológico.

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Apéndice El siguiente protocolo ofrece las preguntas que guiaron la entrevista:

RRSS COGNICIÓN VEJEZ ENTREVISTA FOCALIZADA Nombre: _____________________________________________________ Edad: _______________________________________________________ Sexo: _______________________________________________________ Estudios: ____________________________________________________ Ocupación: ___________________________________________________ 1. ¿Cree que hay diferencias entre la capacidad intelectual de un viejo y de alguien que no lo es? (Si hay) ¿Cuáles son estas diferencias para usted? 2. ¿Cree que hay diferencias entre el pensamiento de un viejo y de alguien que no lo es. (Si hay) ¿Cuáles son estas diferencias para usted? 3. ¿Le asigna usted algún valor a la experiencia en la resolución de problemas? 4. ¿Cree que la capacidad de recordar cambia con la edad? (Si responde Sí) ¿Cómo? 5. ¿Cree que la capacidad de mantener la atención varía con la edad? (Si responde Sí) ¿Cómo? 6. ¿Cree que es posible aprender cosas nuevas en la vejez? ¿Por qué? 7. ¿Cree que es posible que un viejo estudie con éxito una carrera universitaria? 8. Juan tiene 75 años y quiere estudiar computación. ¿Qué le parece a usted?

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Límite. Revista de Filosofía y Psicología Volumen 5, Nº 22, 2010, pp. 111-126

ISSN 0718-1361 Versión impresa ISSN 0718-5065 Versión en línea

ALGUNAS PUNTUALIZACIONES SOBRE EL PROBLEMA DE LA VIOLENCIA EN LA INTERVENCIÓN PSICOANALÍTICA. UNA PERSPECTIVA SOCIOPOLÍTICA SOME CLARIFICATIONS ON THE PROBLEM OF VIOLENCE INTERVENTION IN PSYCHOANALITIC INTERVENTION. A SOCIOPOLITICAL PERSPECTIVE Rodrigo Barraza Núñez* Universidad de Chile Santiago-Chile Recibido 14 de abril 2010/Received April 14, 2010 Aceptado 22 de agosto 2010/Accepted August 22, 2010

RESUMEN El presente ensayo busca puntualizar algunos elementos para pensar el problema de la violencia en la intervención psicoanalítica. Tal ejercicio supone el desarrollo de la relación-distinción entre los conceptos de agresividad y violencia, tanto desde un plano sociopolítico, particularmente lo que refiere a lo postulado por Foladori; tanto desde un plano psicoanalítico, particularmente lo que refiere a las primeras concepciones de Lacan en su lectura de Freud. Esto permite abordar el problema en cuestión desde Castel, quien distingue los planos intraanalítico y extraanalítico, en relación a la neutralidad psicoanalítica. Por último, se desarrolla el problema de la violencia, concluyendo con las nociones de Piera Aulagnier al respecto. Palabras Clave: Violencia, Agresividad, Psicoanálisis, Neutralidad.

Av. Providencia 1100, Depto. 1700, Torre C, Providencia, Santiago de Chile. E-mail: rodrigo-barraza@hotmail.com


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RODRIGO BARRAZA NÚÑEZ

ABSTRACT This essay seeks to point out some elements to think about the problem of violence in the psychoanalytic intervention. Such an exercise involves the development of the relationship-distinction between the concepts of aggressiveness and violence, both from a sociopolitical perspective, particularly as it relates to what Foladori postulates; both from a psychoanalytic level, particularly as it relates to the first conceptions of Lacan in his reading of Freud. This allows addressing the problem according to Castel, who distinguishes the intra-analytical and extra-analytical levels, in relation to the psychoanalytic neutrality. Lastly, the problem of violence its developed, concluding with the notions of Piera Aulagnier about this matter. Key Words: Violence, Aggressiveness, Psicoanálisis, Neutrality.

¿No sabemos acaso que en los confines donde la palabra dimite empieza el dominio de la violencia, y que reina ya allí, incluso sin que se la provoque? Jacques Lacan, 1954.

AGRESIVIDAD Y VIOLENCIA: NECESARIA DISTINCIÓN METODOLÓGICA

S iguiendo a Foladori (2006) es posible distinguir con bastante claridad, sin dejar de comprender la complejidad del fenómeno, agresividad de violencia. La agresividad se juega en un plano instintivo que supone esencialmente una relación entre pares, es decir, una relación entre iguales. De esta forma la agresividad se enmarcaría en un plano adaptativo siendo inhibida al dejar de cumplir la función particular que le pertenece. Por ejemplo, un macho que ataca a otro macho por el dominio sobre un territorio y el consecuente derecho a reproducción con las hembras de dicho territorio, cesa su ataque agresivo una vez que el otro se ha rendido reconociendo Límite. Revista de Filosofía y Psicología. Volumen 5, Nº 22, 2010


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su derrota. Esto supone la inhibición de la agresión por ser esta innecesaria funcionalmente. Por otra parte, ante la agresión de un par existe la posibilidad de enfrentar al agresor o huir de éste, tal y como ocurre al inicio y comienzo del ejemplo recién descrito. Foladori anuda el origen de la agresividad en el plano de lo humano a la vida intrapsíquica por medio del concepto de pulsión en la obra de Freud. Esta dimensión se retomará más adelante problematizando el carácter individual y no social de la agresividad. La violencia, por su parte, remite a un plano sociopolítico en la medida que no se enmarca en una relación de igualdad sino que en una relación de desigualdad, en donde tal jerarquía es determinada por las relaciones de poder. Sin embargo, se debe entender que, siguiendo la tesis de Foucault, el poder no supone una dimensión puramente represiva susceptible de localización estatal (al modo marxista), sino que supone un marco de relaciones sociales que posibilita y regula la relación entre los individuos, con efectos de saber y la consecuente creación de discursos (Albano, 2005). Para Foladori la violencia acontece cuando un individuo o un grupo de individuos se encuentran a merced de un OTRO, en tanto éste puede disponer del ejercicio de un poder total sobre dichos individuos. Esto supone que la relación de desigualdad es sostenida en la medida que le es delegado a este OTRO, por medio del investimento de su lugar, un poder particular; en otras palabras, se le atribuye un saber hacer. De esta manera el OTRO deviene ejercicio del poder total, ante el cual, a diferencia de lo que ocurre con la agresividad, no hay posibilidad de huida. Esto supone una particular organización de la estructura social y sus relaciones de poder. La paradoja denunciada por Foladori es la del poder en su dimensión de “delegación-apropiación”. La dimensión sociopolítica supone la organización de individuos de manera tal que estos delegan poder en ciertos “representantes”, sin embargo, una vez delegado este es ejercido por los representantes quienes se apropian del poder en la medida que son avalados por la investidura que los Límite. Revista de Filosofía y Psicología. Volumen 5, Nº 22, 2010


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individuos han hecho sobre su lugar de delegados; por tanto, el poder es ejercido sobre los mismos individuos de los cuales partió la delegación sin consideración de sus particularidades. En este sentido el Estado supone un grado máximo de representatividad de los individuos ubicados en dicho marco institucional siendo la ley vigente el modo por el cual se ejerce y autolegitima, en tanto saber sobre lo social, el ejercicio del poder. Entonces, desde esta perspectiva el acto institucional, por ejemplo la defensa de un estado de derecho, supone per se un acto de violencia en la medida que se sustenta en dos condiciones esenciales: una relación de jerarquía, que sustentada en el poder y control social excluye la dimensión afectiva; y la imposibilidad de escapar a la situación, en tanto no existe respuesta ni defensa ante este acto total. En consecuencia, se aprecia que las relaciones de poder y saber se organizan de tal forma que los mismos individuos pueden llegar a justificar tal operación, sin embargo, existen bastantes excepciones en donde la violencia de tales actos queda expuesta siendo más difícil dicha justificación. En conclusión, se polariza la relación agresividad-violencia en los planos instintivo y social, pudiéndoselas distinguir aunque estas aparezcan en diversas ocasiones entrelazadas. ¿Es posible pensar en este contexto la agresividad y la violencia en el marco del psicoanálisis? Vamos por partes.

LA AGRESIVIDAD EN PSICOANÁLISIS: LACAN EN SU RETORNO A FREUD

Masotta (1992) señala que en la teoría lacaniana la noción de agresividad se vincula íntimamente con el problema del narcisismo. Para Lacan (1948) la agresividad se manifiesta en un plano de experiencia subjetiva delimitándola al campo del sentido por cuanto sólo en una interacción entre dos sujetos –mediante la consecuente relación dialéctica de lenguaje establecida entre ellos– uno manifiesta su particular intención a otro pudiendo ser Límite. Revista de Filosofía y Psicología. Volumen 5, Nº 22, 2010


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efectivamente comprendido. De esta forma se instala la posibilidad de la agresividad como una intención subjetiva de darse a entender experimentada entre dos sujetos. La efectividad de dicho entendimiento connota la eficacia de la agresión. El plano del sentido y del lenguaje refiere a la dimensión del inconsciente en tanto se encuentra estructurado como un lenguaje. Por ende el conjunto de comportamientos de un sujeto también se encuentra estructurado como un lenguaje, constituyendo en tanto articulado un discurso particular. Dicho comportamiento da cuenta de que: Todos los actos del sujeto tendrían esa especie de equivalencia con el lenguaje que hay en lo que se llama un gesto, en la medida en que un gesto no es simplemente un movimiento bien definido sino ciertamente un significante (Lacan, 1955-1956, p. 485).

Por lo tanto, un gesto, un lapsus o un chiste, en la medida que contemplados –señalado o interpretado– en un plano simbólico, pueden dar cuenta de una intención agresiva ya sea consciente o inconsciente. ¿De dónde surge la agresividad? En 1920 Freud reformula su teoría pulsional proponiendo un nuevo dualismo: pulsiones de vida y pulsiones de muerte. Esto supone que existiría un conflicto pulsional inherente al individuo en donde se opondrían dos tendencias o urgencias –las mociones pulsionales– de carácter conservador, es decir, que buscan repetir constantemente las mismas vías por las cuales fueron satisfechas alguna vez. La pulsión erótica busca ligar energía prolongando la vida del individuo, mientras que la pulsión tanática busca regresar al origen primordial en donde no existiría tensión de energía acumulada (Freud, 1920). En este sentido la relación que establece el individuo con sus objetos se encuentra mediatizada por una “mezcla” pulsional comportando componentes de vida y de muerte. Por tanto la agresividad supone un modo de expresión de la pulsión de muerte, pero al mismo tiempo comporta un componente sexual en la medida que supone vencer la resistencia propuesta por el objeto sexual a doblegar. Límite. Revista de Filosofía y Psicología. Volumen 5, Nº 22, 2010


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RODRIGO BARRAZA NÚÑEZ

Lacan por su parte pone el acento etiológico de la agresividad en las imagos propias del cuerpo fragmentado, es decir, en el problema del narcisismo y el estadio del espejo. La imago es un ‘prototipo’ o representación inconsciente que orienta las actividades de un sujeto en el campo intersubjetivo. Se objetivan en el plano imaginario, por ejemplo la imagen que tiene un niño de su padre como débil; y no suponen un reflejo de la realidad, tal padre puede ser fuerte en la realidad. En este contexto las imagos del cuerpo fragmentado (imágenes de castración, destripamiento, dislocación corporal) representan las tendencias agresivas del individuo; comportan la función imaginaria que permite la formación de una identificación con el propio cuerpo en tanto Gestalt. Por tanto, la emergencia de la agresividad testimonia un trasfondo de fragmentación corporal (Lacan, 1948) que viene a denunciar la mascarada imaginaria del propio narcisismo. En el estadio del espejo (Lacan, 1949) ocurre una transformación del sujeto por medio de la identificación con su propia imagen. Esta asunción se recibe con júbilo por cuanto se opone a la impotencia motriz del niño, acompañada de las turbulentas sensopercepciones que dan cuenta de un cuerpo fragmentado. Tal movimiento supone un adelantamiento de la matriz simbólica que determinará la condición de sujeto del inconsciente del individuo, es decir, del sujeto en cuanto tal (yo[je]), por medio de una operación puramente imaginaria al modo de un yo-ideal (yo[moi]). “La función del estadio del espejo se nos revela como un caso particular de la función de la imago, que es establecer una relación del organismo con su realidad” (p. 89)1. Freud (1914) postula su hipótesis del narcisismo primario como un momento particular en el cual la libido de la que dispone el individuo lo inviste a sí mismo siendo tomado como objeto sexual. La posibilidad de tomarse a sí mismo como objeto de investidura da cuenta de la relación entre la libido narcisista y la función enajenadora del yo[je] al tiempo que, si se considera la 1

Lacan, 1949, p. 89. Límite. Revista de Filosofía y Psicología. Volumen 5, Nº 22, 2010


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pulsión de muerte, explica la agresividad desprendida de dicha función en toda relación con el otro (Lacan, 1949). Es decir, la enajenación del sujeto supone que cualquier relación establecida con el objeto sexual, sea de la índole que sea, supone una cuota de agresividad en la medida que soporta la identificación imaginaria a una imagen idealizada que busca recubrir la propia fragmentación real del cuerpo. Por tanto, se puede postular que para Lacan, sustentado en Freud, la agresividad es resultado del anudamiento entre lo imaginario y lo real sin mediación de lo simbólico. Siguiendo el esquema propuesto por Lacan en su seminario sobre la relación con el objeto (1956-1957) en el plano imaginario opera la relación a-a’ desde el yo[moi] al otro, mientras que en el plano simbólico (del sentido y del lenguaje) opera la relación inconsciente entre el sujeto y el Otro (con mayúscula) que es obstaculizada por lo imaginario. La completitud imaginaria propia de la identificación especular sostiene una lógica de exclusión desde la Gestalt corporal en donde existes tú o existo yo, nunca ambos. Esta aparición del otro en lo imaginario engendra la agresividad más radical en la medida que supone la libidinización total de la propia imagen: si no queda libido de objeto para erotizar a otro, este será destruido. En este sentido la relación especular comporta en sí misma una cuota de agresividad, siendo pacificada por la intervención y mediación de lo simbólico. Como lo dijera Masotta (1992) la teoría lacaniana rechaza todo intento explicativo de abordar la agresividad como emergente ante la frustración de una necesidad, como se postula en la etología o psicología animal. En Lacan existe agresividad por una necesidad de expulsar los datos propioceptivos del cuerpo fragmentado de la alienación yoica. LA ILUSIÓN DE NEUTRALIDAD: PSICOANÁLISIS Y PSICOANALISMO

Para Freud es regla fundamental del método psicoanalítico la asociación libre del paciente, la cual debe ir aparejada de una Límite. Revista de Filosofía y Psicología. Volumen 5, Nº 22, 2010


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posición de neutralidad por parte del analista. Lacan postula esta neutralidad como la asunción para el otro de un lugar ideal de impasibilidad (1948). En gran medida esto supone lidiar con los avatares técnicos de la transferencia hostil, principalmente la reacción terapéutica negativa. Como hemos visto, esta tiene su fundamento en una resistencia surgida del amor narcisista del sujeto quien resiste a investir libidinalmente al analista para que lo acompañe en su malestar. Pero además la neutralidad busca eludir la agresividad inherente propia de cualquier relación especular por benévola que esta parezca, como, por ejemplo, dar consejos o alentar al paciente (¡qué más agresivo que esto!). Cualquier excusa le sirve, desde la transferencia imaginaria, para actualizar las imagos agresivas presentes permanentemente en el plano inconsciente de la determinación simbólica (Lacan, 1948). Sin embargo, Freud señala lo necesario que resulta para el análisis y su movilidad la emergencia de estos componentes hostiles de la transferencia (Freud, 1912). Efectivamente lo que se evita es entregar los elementos imaginarios para que las resistencias al servicio de la transferencia hostil se organicen en relaciones complejas de oposición, denegación y mentira propias del yo. Por lo tanto, “esta imago no se revela sino en la medida en que nuestra actitud ofrece al sujeto el espejo puro de una superficie sin accidentes” (p. 102)2. El analista debe facilitar y sostener por medio de su silencio y neutralidad, hablando en el momento adecuado, un lugar de sujeto supuesto saber. Esto significa que el paciente le atribuye –lo inviste– una posición que detenta un saber sobre su sufrimiento, es decir, de lo inconsciente y su deseo. Podemos decir que el paciente le delega un saber-poder al analista, quien puede o no hacer uso de este; la neutralidad supone, además de un requisito técnico, la no apropiación de este poder. ¿Cuál es el momento adecuado para hablar? Cuando queda en evidencia desde la relación entre el yo[moi] y el otro, la relación de lenguaje 2

Lacan, 1948, p. 102. Límite. Revista de Filosofía y Psicología. Volumen 5, Nº 22, 2010


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entre el sujeto y el Otro: la relación simbólica. “El Otro habla al analista, en el discurso que el otro sostiene ante él” (p. 18)3. El Otro de Lacan designa un lugar lógico en el plano simbólico que determina al sujeto como exterioridad, y como interioridad cuando refiere a su deseo. Es entonces la condición de posibilidad del inconsciente en tanto tesoro de los significantes del lenguaje (Massota, 1992). Sin embargo, se deben distinguir, como lo señala Castel (1980), los planos intraanalítico y extraanalítico. El primero corresponde a las condiciones internas de producción teórica y técnica en tanto abordaje particular de cierto objeto de estudio: el inconsciente. El segundo corresponde al contexto sociopolítico en el cual se enmarca dicha producción, contexto del cual no es posible abstraerse. Esto supone la circunscripción a ciertos límites del operar psicoanalítico, que según el autor son bastante estrechos. Efectivamente Castel no reprocha al psicoanálisis su complicidad con las estructuras político-sociales de poder, más bien su pretensión de haberse librado de ellas llegando a postular cierta desenvoltura, autonomía e inclusive subversión respecto las mismas. En este contexto la difusión, reinterpretación e institucionalización del psicoanálisis en lo extraanalítico debiera implicar una reinterpretación del aparato intraanalítico en la medida que se consideren seriamente las relaciones sociales de poder en la que se encuentra inmerso. De no mediar tal el psicoanálisis deviene un centro de producción ideológica, siendo el “psicoanalismo” un efecto específico de tal práctica. “El psicoanalismo es el efecto-psicoanálisis inmediato producido por tal abstracción [el psicoanálisis]. Es la implicación sociopolítica directa del desconocimiento de lo político-social, desconocimiento que no es un simple “olvido” sino, como lo mostraremos abundantemente, un proceso activo de invalidación” (p. 8)4.

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Albano, Gardner Levit, 2006, p. 18. Castel, 1980, p. 8. Límite. Revista de Filosofía y Psicología. Volumen 5, Nº 22, 2010


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En este contexto Castel pone de relieve el problema de la neutralidad que es, a nuestro juicio, antecedente y condición de la interpretación como modo de intervención. Para el autor la neutralidad representa la neutralización de los datos objetivos que dan cuenta del problema sociopolítico de poder. Por tanto: El dispositivo analítico implica como su condición de posibilidad y reitera en cada una de sus fases aquello mismo que excluye para existir. A esta subyacencia no analizada de la problemática psicoanalítica del inconsciente la llamo el inconsciente social del psicoanálisis (Castel, 1980, p. 57).

Sin embargo, no se trata de borrar el inconsciente tradicional en desmedro del inconsciente social descrito por Castel, sino más bien se trata de considerar que tanto lo imaginario como lo simbólico son estructurados por otro real diferente de aquel del deseo y la angustia; lo real que estructura las contradicciones y conflictos propios de la vida social. Por ende la neutralidad es tal en la medida que se la considere en determinados campos de acción constituyendo, como bien señala Lacan, un lugar ideal dentro de la relación de lenguaje establecida entre pares. El punto es que dicho ejercicio excluye al mismo tiempo el inconsciente social del psicoanálisis en la medida que no se analiza, por ejemplo, la delegación-apropiación de poder-saber realizada entre analista y analizante más allá de las condiciones propias del deseo y la angustia, es decir, sin considerar lo sociopolítico de tales condiciones de producción discursiva.

DE LA NEUTRALIDAD A LA VIOLENCIA: DIMENSIÓN DE LO SIN-PALABRAS

El entrecruzamiento entre las dimensiones sociopolítica y psíquico-familiar, desde las consideraciones sobre el problema de las relaciones de poder propuestas por Foladori y Castel, nos Límite. Revista de Filosofía y Psicología. Volumen 5, Nº 22, 2010


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permite abrir la discusión sobre la noción de violencia, en relación con la agresividad, desde el psicoanálisis. Primero resta dilucidar qué entiende el corpus teórico psicoanalítico por violencia. Freud no desarrolla la noción de violencia de manera explícita en su obra, sino que más bien el problema de la agresividad en términos pulsionales. Sin embargo, la lectura de Lacan permite abordar dicha noción con mayor precisión. Por una parte, la violencia es lo esencial de la agresión en la medida que opera en el plano propiamente humano: “No es la palabra, incluso es exactamente lo contrario. Lo que puede producirse en una relación interhumana es o la violencia o la palabra” (p. 468)5. Esta noción de oposición supone que la violencia se exime del plano simbólico no siendo significante: constituye un acto. Por otra, como ya hemos visto, la agresividad puede ser simbolizada por medio del asesinato del semejante latente en la relación imaginaria (Lacan, 1957-1958), es decir, o tú o yo. Por ende se exime la violencia del ideal del dispositivo analítico en la medida que la cura opera por medio de la palabra, el lenguaje y el discurso, no por medio del acto. Lo que sí opera es la agresividad y para eso se cuenta con la neutralidad y la asociación libre. Retomando el problema de la violencia desde las primeras distinciones realizadas ¿comporta la neutralidad per se un modo de jerarquía que excede el plano de lo semejante? La noción de Otro lacaniano nos permite pensar que sí. En la medida que el supuesto de lo inconsciente en su dimensión simbólica de lenguaje opera desde un lugar lógico que determina al sujeto, siendo el analista quien tiene acceso a la relación simbólica establecida con este lugar, la relación entre pares constituye una ilusión imaginaria por cuanto la operación de intervención emerge siempre desde el lugar del analista. Más aún, en la medida que el analista se hace el muerto en su silencio neutral ante la presencia del Otro, y al mismo tiempo que se dirige al 5

Lacan, 2004, p. 468. Límite. Revista de Filosofía y Psicología. Volumen 5, Nº 22, 2010


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Otro en su interpretación, se ratifica la condición de sujeto del analizante en la medida que lo que ocurre no le atañe sino que corresponde a Otro lugar desde el cual es determinado y al que sólo tiene acceso el analista. Cuando el analista calla evita la agresividad, cuando interpreta no evita la violencia que emana desde lo no-analizado: actúa lo no-dicho. Ejemplo extremo de esta lógica es la interpretación que moviliza un paso-al-acto por parte del paciente. El psicoanálisis dice que esto no ocurre necesariamente por estar “equivocada” la interpretación sino porque se hizo con un “timing equivocado”; quizás se podría pensar que en algunos casos lo equivocado se entiende desde la mantención de ciertas relaciones de poder. Lo interesante, como propone Castel, es que el dispositivo clínico opera sobre la ilusión de neutralidad obturando, desde la consideración de un deseo inconsciente, la posibilidad de que tal lugar de sujeción (y probable angustia concomitante) sea barrado y re-apropiado por el individuo: el clásico problema freudiano de la sugestión. El punto es que tal lógica permite conceptuar a la operación analítica más allá de ciertos márgenes justificados (sociopolíticamente) de acción como la emergencia de un OTRO que opera de forma totalizante aunque con mayor sutileza: opera en la medida que convence al otro a comprometerse constante y activamente en el ejercicio de delegación-apropiación de poder, en tanto saber, por displacentero que este pueda resultarle. En este sentido toda práctica psicoanalítica que no reflexione y repiense sus postulados y modos de intervención desde el contexto sociopolítico en el cual se enmarca, amparado en la ilusión de neutralidad, supone a nuestro juicio un ejercicio de violencia el cual puede ser explicitado de la forma más sutil en sus modos de intervención. Este hecho resulta más claro en ejercicios que exceden lo clínico, como por ejemplo prácticas institucionales pensadas desde el modelo psicoanalítico, tales como la constitución del psicoanálisis como discurso universitario, su institucionalización y sanción de futuros analistas, o su incumbencia en políticas públicas de salud. Límite. Revista de Filosofía y Psicología. Volumen 5, Nº 22, 2010


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Sin embargo, se debe aclarar que lo recién expuesto no supone rápida homologación a toda práctica psicoanalítica, sino que más bien pretende conceptuar lo violento que, tanto desde lo sociopolítico como lo psicoanalítico, puede resultar una práctica que subvierta y supere ilusoriamente las relaciones de poder en las que se encuentra inmersa. Esto supone especial cuidado por cuanto el psicoanálisis constituye un saber discursivo bastante particular en la medida que se inmiscuye en el intersticio de los distintos saberes que constituyen el campo de la espisteme moderna (Foucault, 2003), por lo que su eficacia puede resultar más sutil y efectiva; más violenta.

VIOLENCIA Y PSICOSIS: A MODO DE CONCLUSIÓN

Finalmente, aunque las formulaciones de Piera Aulagnier se enmarcan en una reformulación del modelo metapsicológico freudiano en vista de su imposibilidad de abordar clínica y terapéuticamente el problema de la psicosis, nos parece pertinente traer algunas de estas formulaciones a colación, en particular lo que refiere al problema de la violencia. Esto adquiere mayor relevancia sobre todo si pensamos el lugar particular de denuncia que representa el psicótico para lo social, lo político y lo psicoanalítico, en tanto sujeto anormal. La autora distingue dos formas de violencia como momentos pesquisables en la constitución subjetiva del individuo. Por violencia primaria entiende “lo que en el campo psíquico se impone desde el exterior a expensas de una primera violación de un espacio y de una actividad que obedece a leyes heterogéneas al Yo” (p. 34)6. Dicha violación resulta una acción necesaria para la constitución subjetiva, en consideración de la futura funcionalidad del Yo. Violencia por cuanto el deseo materno, en tanto 6

Castoriadis-Aulagnier, 2004, p. 34. Límite. Revista de Filosofía y Psicología. Volumen 5, Nº 22, 2010


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ella opta por el niño en el campo del lenguaje hablando de él y a él, se impone a su psique; respondiendo al mismo tiempo a una necesidad que le es impuesta desde el infante. Se entrelazan por tanto deseo y necesidad, dando lugar a la demanda que por definición nunca podrá ser satisfecha (Lacan, 1956-1957). Por otra parte, la violencia secundaria “que se abre camino apoyándose en su predecesora, (…) representa un exceso por lo general perjudicial y nunca necesario para el funcionamiento del Yo” (p. 34). Esta violencia se ejerce en contra del Yo, ya sea por medio de un conflicto con otro Yo, ya sea por medio de un discurso social que se opone a los cambios que pudieran producirse en los modelos por él previamente instituidos. Aulagnier nos aclara que es en esta área conflictiva donde se plantea el problema del poder y la justificación complementaria que siempre solicita al saber, así como de las eventuales consecuencias en el plano de la identificación. La violencia secundaria es amplia, influyente y desconocida para sus víctimas en tanto se apropia de los calificativos de necesaria y natural al modo del reconocimiento a posteriori de tal hecho respecto la violencia primaria. Esta distinción permite re-pensar el problema de la violencia en términos de la constitución subjetiva y la funcionalidad del Yo, en un plano eminentemente psicoanalítico: para que el niño desee y demande debe ser violentado por el deseo materno en términos simbólicos y por medio del acto en términos reales. Sin embargo entrelaza, por otra parte, la violencia psíquica y sociopolítica en su noción de violencia secundaria dirigida particularmente a la estabilidad del Yo: un problema de la realidad. Ahora, en la medida que sustentada en la violencia primaria, la violencia secundaria puede ocultar su ejercicio bajo el rótulo de necesaria en vista del efecto retardado de significación que se ha hecho de la violencia primaria como necesaria. Esto permite justificar un diverso estado de cosas y de actos que en estricto rigor poco tienen de justificables, como por ejemplo dar terapia electro-convulsiva a pacientes psicóticos exentos de angustia, tendencias suicidas o heteroagresividad. Límite. Revista de Filosofía y Psicología. Volumen 5, Nº 22, 2010


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El diagnóstico de un sujeto como psicótico no sólo supone su inmersión en un nuevo marco de relaciones sociales y de poder al cual, sin tal rótulo, no podría haber accedido (internación, neurolépticos, pensión asistencial, etc.), sino que además dicho marco relacional oculta una práctica totalizante de ejercicio de poder en donde el supuesto tratamiento connota esencialmente una carga de sometimiento y violación del espacio subjetivo: una violencia que se ampara en la restitución de la salud psíquica. En este marco resulta, a nuestro juicio, en extremo peligroso cuando es al discurso psicoanalítico a quien recurre el poder como fuente complementaria de saber, particularmente si la intervención psicoanalítica busca justificarse desde su propio corpus teórico sin consideración del lugar OTRO del cual es investido por los agentes o representantes de la salud que lo convocan a intervenir y pacificar tal anormalidad. Cabe destacar la lucidez de Freud al dar cuenta, con el debido cuidado y evitando generalizaciones, de los alcances y posibles marcos de acción de su método. En tal contexto nos advierte sobre nosotros mismos aclarando que: El ser humano no es un ser manso, amable, a lo sumo capaz de defenderse si lo atacan, sino que es lícito atribuir a su dotación pulsional una buena cuota de agresividad. En consecuencia, el prójimo no es solamente un posible auxiliar y objeto sexual, sino una tentación para satisfacer en él la agresión, explotar su fuerza de trabajo sin resarcirlo, usarlo sexualmente sin su consentimiento, desposeerlo de su patrimonio, humillarlo, infligirle dolores, martirizarlo y asesinarlo (Freud, 1930[1929], p. 108).

Referencias Albano, S. (2005). Michel Foucault: glosario de aplicaciones. Buenos Aires: Quadrata. Albano, S., Gardner, H. Levit, A. (2006). Glosario lacaniano. Buenos Aires: Quadrata. Límite. Revista de Filosofía y Psicología. Volumen 5, Nº 22, 2010


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Castel, R. (1980). El psicoanalismo: el orden psicoanalítico y el poder. México: Siglo XXI. Castoriadis-Aulagnier, P. (2004). La violencia de la interpretación: del pictograma al enunciado. Buenos Aires: Amorrortu. Foucault, M. (2003). Las palabras y las cosas: una arqueología de las ciencias humanas. Buenos Aires: Siglo XXI. Freud, S. (2004). Sobre la dinámica de la trasferencia. Obras Completas, 12, 93-105. (Trabajo original publicado en 1912). Freud, S. (2003). Introducción del narcisismo. Obras Completas, 14, 105-134. (Trabajo original publicado en 1914). Freud, S. (2004). Más allá del principio de placer. Obras Completas, 18, 1-62. (Trabajo original publicado en 1920). Freud, S. (2004). El malestar en la cultura. Obras Completas, XXI, 57- 140). (Trabajo original publicado en 1930[1929]). Foladori, H. (2006). Notas para una conceptualización de la violencia. Recuperado en enero 9, 2010 disponible en http://www.psicologiagrupal.cl/canguroo/violencia/notas_violencia.htm Lacan, J. (2005). El seminario de Jacques Lacan. Libro 4: la relación con el objeto. Buenos Aires: Paidós. (Dictado originalmente en 1956-1957). Lacan, J. (2004). El seminario de Jacques Lacan. Libro 5: las formaciones del inconsciente. Buenos Aires: Paidós. (Dictado originalmente en 1957-1958). Lacan, J. (2005). La agresividad en psicoanálisis. Escritos, Buenos Aires: Siglo XXI. (Dictado originalmente en 1948). Lacan, J. (2005). El estadio del espejo como formador de la función del yo [je] tal como se nos revela en la experiencia psicoanalítica. Escritos. Buenos Aires: Siglo XXI. (Dictado originalmente en 1949). Massota, O. (1992). Lecturas de psicoanálisis. Freud, Lacan. Buenos Aires: Paidós.

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Límite. Revista de Filosofía y Psicología Volumen 5, Nº 22, 2010, pp. 127-129

ISSN 0718-1361 Versión impresa ISSN 0718-5065 Versión en línea

RESEÑA

Karczmarczyk, Pedro. Gadamer: Aplicación y comprensión. La Plata, Universidad Nacional de La Plata: Buenos Aires, 2007, 231 pp. Si bien me sitúo en campos en los cuales se desarrolla la filosofía profesional, la motivación para esta reseña traspasa límites de este tipo. Con esto quiero señalar que además del interés teórico en mi lectura de Gadamer: aplicación y comprensión de Pedro Karczmarczyk, hay un interés en socavar cierta mala costumbre del sólo escuchar y no leer a nuestros prójimos. Por favor recordar este guiño a cierta actitud activa (en este caso el aplicarse a leer) y cierta actitud pasiva de la mera recepción (representada por la escucha). En el prólogo el autor nos habla de experiencias, hipótesis y análisis. Conceptos que, a mi entender, implican una relación del hacer filosofía desde la academia, pero enriqueciéndola con la experiencia más vital. De ahí ese “candor” que demarca esta aventura filosófica de Karczmarczyk: “Sin embargo, la experiencia filosófica que recorre el texto, la que abre el espacio de interrogación en el que el mismo se mueve, tiene para mí contornos temporales precisos. Remite, como dije, a mis primeros enredos, tropiezos y asombros, y tal vez sea por ello que me parece que la lengua de la experiencia filosófica, por ser siempre la de un hallazgo y revisión de lo que hasta entonces se había creído, tiene algo que ver con el candor”. Se declara aquí que en el texto hay una “experiencia de la filosofía”, la cual remite incluso a lo errático que puede ser desde nuestra biografía, lo errático se presenta, por cierto, como posibilidad a una revisión. Re-visión, volver a mirar, tal vez una aproximación más objetiva a los hechos que arranca desde la experiencia personal, en el sentido que no sólo es una experiencia subjetiva. Esto por cierto, visto en la experiencia comprensiva que acusa de la obra de Gadamer focalizada en Verdad y método, comenta el autor: “Las observaciones de Gadamer sugerían que lo histórico podía entrar allí donde yo no me había imaginado que pudiera hacerlo”. Es esta actitud la que rige el honesto prólogo que presenta al libro. Ahora abordemos el texto mismo. Pues, se señala que la hipótesis de trabajo está en el beneficio de postular una unidad inseparable entre la aplicación y la comprensión para “las tesis hermenéuticas acerca de la historicidad de la comprensión”. Desde esta unidad se soluciona cierto problema de conservadurismo atribuible a una experiencia pasiva/receptora/reproductora/imitadora de la disciplina hermenéutica. Henos aquí ante una apología plausible. El autor recuerda a Gadamer: “La relación mímica original que estamos considerando contiene, pues, no sólo el que lo representado esté ahí, sino también el que haya llegado al ahí de una manera más auténtica”.


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RESEÑA

Tampoco se debería perder de vista aquello que el autor del libro pretende remarcar como directriz, para esto hay que seguir las nociones de “aplicación” y “comprensión”, en este caso desde lo dado por Gadamer (Capítulo 4 “El concepto de aplicación: ejemplos y juicios”) y la aplicación de este análisis a las referencias de Wittgenstein (Capítulo 7 “Wittgenstein: aplicación, comprensión y conocimiento práctico”), y también la declaración de que la historicidad de la comprensión y aplicación son un problema central para la hermenéutica (Capítulo 10 “La historicidad de la comprensión y la aplicación como problema hermenéutico fundamental”). Por último, es central y nos interesa el concepto de mimesis en su sentido estético para lo cual se nos hará necesario lo presentado en Gadamer bajo la experiencia del gusto (Capítulo 3 “Formación (Bildung), tacto, gusto y sentido común”), aquí será central el capítulo dedicado a la estética kantiana (Capítulo 8 “La teoría kantiana del arte y la subjetivización de la experiencia del arte”) y el capítulo crítico que desborda la estética (Capítulo 9 “Más allá de la conciencia estética”). Ahora viene mi intento de presentar algo más directo. La noción de trascendentalismo en el texto, entiendo, no se aplica a un trascendentalismo metafísica trascendental. Con esto quiero decir, que la noción de trascendentalidad que se rescata no implica compromisos metafísicos. También se usa trascendental en este texto como opuesto a cierta racionalidad científica, la oposición es a esta concepción particular de la experiencia. Pero, esta crítica no aparta al trascendentalismo, totalmente de la experiencia, hay algo así como la pretensión de un uso humanista (usando términos del autor) del concepto de experiencia. Dentro de esta idea se justifica la propuesta de revisión de la relación que tienen tanto la filosofía y el arte como modelos que recogen una relación especial con la tradición. Sin duda, que se concibe a la tradición como un interlocutor válido que aporta a la experiencia. Desde aquí que el autor problematice una noción de la hermenéutica en donde sólo se la comprenda como interpretación. La actividad hermenéutica no sería sólo interpretación, ya que requiere de la relación con la tradición. Es una interpretación que no se queda sólo en la actualidad del presente. Resulta importante el rol no sólo polémico que juega la noción de preconcepción que el autor refiere previamente, a la exposición de la trascendentalidad, en el texto. De esta manera, tanto la aplicación como la comprensión encuentran espacio en las condiciones de trascendentalidad que exige la hermenéutica. Ya que este no abusa de la metafísica de la trascendentalidad. Arriesgo mi lectura estableciendo un guiño a Apel desde su noción de intersubjetividad que aporta valor histórico. Tal vez sea este el lugar donde se juega esa relación entre la aplicación y la comprensión. Ese es el lugar en dónde el saber las condiciones se nos hace indescifrable, pero lo cual no implica estar a la espera de cierta revelación, la actitud sería más activa, ya que esto no implica el no poder hablar de la condición que impone la trascendentalidad. Límite. Revista de Filosofía y Psicología. Volumen 5, Nº 22, 2010


RESEÑA

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Esa posibilidad para el decir interpretativo que se juega en el lenguaje, en esa poética mimética, en esa repetición pervertida. Creo que esta intencionada manera de leer el texto permitirá moverse dentro de los bordes en los cuales el autor se visualiza (continentalista/analítico). Esa situación de fronterizo entre algunas de las corrientes filosóficas más interesantes de la filosofía contemporánea –a las cuales se tiende a presentar tan distanciadas– alcanza en este texto plena consecuencia. El autor no se sitúa en la posición estandarizada, asume una voz clara que posibilita ciertos cruces que no sólo resultan ser roces o choques de fuerza, no se encuentra la toma de una posición reductivista que sólo tome una posición parcial desde una dialéctica negadora. Interesante y enriquecedora resulta esta presentación de la hermenéutica en relación con la filosofía analítica. Alex Ibarra Peña* Universidad Católica del Maule

* Universidad Santo Tomás. Escuela de Enfermería. Av. Carlos Schorr 255. Talca. Santiago. Chile. E-mail: alex_ibape@yahoo.com Límite. Revista de Filosofía y Psicología. Volumen 5, Nº 22, 2010


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