Azul - Revista literaria número 1

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Azul es una revista que busca dar a conocer el trabajo de autores novels o poco conocidos en el ámbito cultural. Siendo la literatura el canal para trascender el concepto de tiempo y elevar el alma.

Dirección: Ariel Arévalo Consejo Editorial: Marco García Ariel Arévalo

Todos los textos publicados en este número son propiedad de sus respectivos autores. Queda prohibida la reproducción parcial o total de los contenidos de esta publicación.


Contenido Verde ……………………………………………….3 Va, viene ……………………………………………4 Colibrí……………………………………………….5 Angélica……………………………………………..6


Verde

Ariel Arévalo

E

n el agua, aquella entidad verde

despertado?, ¿tomado consciencia?,

flota ligeramente, como en un

¿se habrá dado cuenta que el mundo

sueño profundo, no parece tener

no fluye si no te mueves?, eso espero,

manos ni pies, o quizá aquello que

y a la vez estoy un poco desahuciado,

vibra sea algún miembro. El viento

los límites de mis fuerzas me permiten

sucio de este pálido amanecer no deja

solo verla partir.

de resoplar, la mueve, la aleja y la regresa, la deja quieta. Es frustrante no poder alcanzarla, si tuviera algunos metros más de altura lo conseguiría sin problemas, si tomo una rama tal vez lo logre, nada, esfuerzo en vano.

Ya es casi mediodía y no se ha ido, no sé qué espera, ¿presentarse?, puede ser, pero cada que intento acercarme el agua me detiene, y el airecillo que se vuelve ventarrón actúa en contra mía, espero llegar a conocerla, por lo

No siempre puedo caminar sobre el

menos un instante, una charla breve y

agua, no obstante, lo intentaré, un

la despedida.

paso, un poco redondo pero bien, otro más, eso es, estoy tan cerca, tan cerca, ¡sí!, lo sabía, me hundí, no es tan fácil como parece, unos gramos de más a la velocidad incorrecta y pasa esto, te caes, resbalas dentro del líquido. Allá va, se aleja de nuevo, ahora parece un nadador profesional, me toma ventaja raudamente,

Azul

¿qué

será?,

Ya sé que es, mírenla, con razón tanto alboroto debajo de las luces del sol, tan juvenil, despistada. Ahora se mueve,

se

levanta,

camina

con

envidiable ligereza sobre el agua, se sacude y por fin vuela, ¡oh no!, se ha caído de nuevo, y esta vez, para siempre.

¿habrá

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Va, viene

RT Origami

Entre no saber, entre saber, entre y dentro de mí, una luz que va, viene, nace y muere, finge, mientras cuento el último día que supe de mí. una luz que va, viene, ciega y esclarece mis pensamientos, roza mi piel desprotegida, mientras me amenaza con apagarse.

Entre no saber, entre saber, entre y enfrente la veo, una luz que va, viene, suena y calla, indica que no estoy en ningún lugar familiar y, sin embargo, ella es mi hogar, una luz que va, viene, alimenta y vomita mi rostro, me recuerda que puedo moverme y, sin embargo, no sé cómo hacerlo.

Entre no saber, entre saber, entre y en mi vientre habita una luz que va, viene, duele e hipnotiza, susurra un idioma desconocido que hace palpitar mi pupila, una luz que va, viene, me ínsita y me desanima, abraza lo que abandoné en una noche aburrida.

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Colibrí

Astronauta de bañera

Algunas veces creo soñar el sueño de alguien más, algunas veces siento que respiro agua y bebo aire, algunas veces siento que tu cuerpo es mi cuerpo y tu esencia se confunde con la mía, te siento tan cerca y distante; palabras de mundos recorren nuestra garganta y lengua y brincan en ella y ahora estás aquí, ayudándome a escribir, gritando palabras sordas, ahora estás aquí en el pensamiento y te vuelves visible ante mis ojos cada vez que recuerdo, estás allá, estás aquí, estás en todas partes alimentando cada espacio donde te encuentras y a cada ser que tocas.

Azul

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Angélica

Erika Arroyo

— Angélica…. Angélica… vamos cariño, a levantarse.

Me incorporo poco a poco, ya que la noche anterior tomé como una bestia. Veo a mi alrededor para saber dónde me encuentro, y es en una cama que no es la mía, pero que conozco a la perfección, es la de Miguel. Quien se encuentra a los pies de la cama con una sonrisa pícara, sosteniendo una taza de café. Me observa con detenimiento para agregar:

—Que bueno que despiertas, ya me tenías preocupado.

Veo como se mofa de mi resaca y en un intento de quitarle esa sonrisa decido darle una patada; pero me es inútil, ya que mi cabeza duele como los mil demonios, tanto que ni siquiera llego a tocarlo. Él al verme se ríe mucho más, causando mi enfado.

— ¡No me molestes! —dije.

Azul

Pues

me

parece

muy

adorable

que

intentes

lastimarme

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— Tú tienes la culpa de que me sienta mal.

Intento incorporarme levemente en la cama para sentarme y verlo a los ojos.

—No cariño, yo no te obligué a tomar esas dos botellas.— Él se levanta de la cama y se acerca a mí para darme un beso en la frente, lo aparto de mí inmediatamente.

—¡Vamos Miguel, no juegues conmigo y dime dónde está mi ropa!

Suelta un resoplido por mi reacción y me señala una silla pequeña que está del otro lado de la cama. Me levanto poco a poco y me dirijo hacia ella. Él observa con detenimiento todos y cada uno de mis movimientos, que son torpes y algo pesados para llegar a mi ropa. Esboza una leve sonrisa al ver como me cambio y me dice:

—Sí que no tienes vergüenza, te cambias sin más ante mi presencia. Te da igual si estoy o no.

Intento ignorar su comentario y continúo poniéndome los pantalones. Se enfada un poco al no ver respuesta de mi parte, por lo que decide levantarse de la

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cama e ir hacia mí. Al llegar a mi lado me toma de las muñecas con mucha fuerza, tanto que suelto un chillido algo ahogado y me dice:

—Tú bien sabes que no estás en posición de ignorarme cariño, porque te puedo sacar de mi departamento sin ninguna de tus pertenencias.— Al escucharlo lo desafío con la mirada por unos segundos.

Ninguno de los dos se mueve. Él al ver que no tiene respuesta por parte mía, sigue apretando aún más fuerte, tanto que intento zafarme de su agarre pero me es imposible, es mucho más fuerte que yo. Con la mano que tiene libre me toma de mi cabello, atrayéndome hacia él para ver algún tipo de gesto de sumisión o desesperación ante esta situación. En lugar de eso, consigue que le escupa en la cara para así escapar de su agarre por unos segundos. Intento apartarlo lo más lejos de mí, mientras se limpia el rostro con su brazo y le digo:

—¡Tú bien sabes que no soy tu puta, si he estado aquí esta noche era porque me apetecía, sabes muy bien que no te pertenezco ni a ti, ni a nadie! Suelta un gruñido e intenta llegar hacia mí para volver a tomarme; pero por cada paso que avanza yo doy dos hacia la puerta de salida, al ver que estoy a punto de llegar acelera aún más el paso para acorralarme entre la puerta y su cuerpo, da un suspiro grande para decirme:

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—No cariño, tú y yo tenemos un trato por el cual estas atada a mí.— Intento levantar la mano para darle una cachetada, pero este me detiene y continúa—. Sabes muy bien que eres mi chica, desde la primera vez que te metiste conmigo…. ¿lo recuerdas?— Me apodera la ira tanto que al momento que intenta besarme el cuello como símbolo de su absurdo triunfo, ante lo que cree que es mi debilidad, yo tomo ventaja para infligirle daño y poder escapar de ahí cuanto antes: le muerdo la oreja haciendo que grite de dolor—. ¡Si serás puta!— Me da una bofetada que por poco me desmaya, pero me mantengo en pie y con las pocas energías que tengo le doy una patada en los testículos logrando que retroceda unos pasos. Es mi oportunidad para girarme y salir del asqueroso apartamento. Bajo las escaleras lo más rápido que puedo, por lo que en ocasiones estoy a punto de irme de bruces contra el suelo.

Una vez fuera del edificio me apresuro a tomar un taxi e irme a casa para poder olvidar la terrible mañana que he pasado y volver a lo que es mi vida sin la presencia de Miguel. Una vez dentro del taxi me siento más tranquila; en el transcurso intento no pensar mucho las cosas que pasaron hace unos minutos y me dejo llevar por el ir y venir de coches y personas, tanto que no le presto mucha atención a las historias que viene contando el taxista, que por su tono de voz deben ser emocionantes, solo me limito a contestar con leves sonidos que se pueden catalogar como un sí o un no; al ver mi desinterés por sus historias prosigue manejando en silencio hasta llegar a mi destino.

Una vez en mí portón, ingreso a mi casa, me desplomo en la entrada llorando de rabia por lo ocurrido, pero me detengo al escuchar como mi compañera de piso

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camina en la parte superior, seco mis lágrimas y me dirijo a mi habitación que se encuentra en el segundo piso. Al llegar al último escalón me encuentro con María que estaba a punto de bajar a preparar su desayuno como habitualmente lo hace, pero se frena al ver mi rostro.

—Angélica ¿te encuentras bien?— Intenta tocar mi mejilla, pero la aparto por reflejo y le digo:

—Estoy bien. Gracias por tu preocupación María— Hace una mueca y prosigue.

—Pero… ¿estás segura? Te ves un poco mal ¿no quieres que te acompañe al doctor?— se acerca a mí para analizar mi semblante, pero la detengo antes de que tome uno de mis mechones de pelo.

—Ya te dije que estoy bien, déjame tranquila, que lo único que quiero es descansar— Me mira un poco triste, pero se resigna y baja las escaleras. A mitad de camino sólo agrega: —Si te pasa algo no dudes en decírmelo ¿ok?— Respiro lo más hondo que puedo para no despotricar contra ella, así que sólo me limito a verle desde arriba y darle una sonrisa algo forzada y prosigo mi rumbo hacia mi cuarto.

Una vez llegando a mi habitación y cerrando la puerta tras de mí, me pongo a buscar mis audífonos y mi reproductor de música. Me tumbo en la cama y me coloco los auriculares para poder apreciar los acordes y la voz desgarradora de Kurt

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en la canción The Man Who Sold The World, dejándome llevar por la música hasta que me quedo profundamente dormida.

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