Revista 39, #SOS Colombia

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MAL DE OJO

Nº 39 / julio / año 8 / 2021 Poesía - Narrativa - Reseña - Opinión- Fotografía


©REVISTA MAL DE OJO Publicación de arte y literatura Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Perú. diciembre 2020 Nº39 Año 8 Dirección general: Isabel Guerrero Editora en jefe: Margarita Bustos Editorxs: Gian Pierre Codarlupo Valeria Sandi Corrección María Negro Francy L. Díaz Diseño y diagramación Hernán Contreras César Hidalgo Fotografías de: ©Santiago Gaviria ©Betsimar Sepúlveda ©Sebastián Fonseca ©Santiago Sánchez ©Alejandro Viveros ©Jonathan Alexander España ©Juan Carlos Hernández ©Andrés Beltrán Alaguna ©Camila Díaz En la portada: Fotografía de Santiago Gaviria Versión digital 2021 Contacto: colaboraciones@revistamaldeojo.cl Descarga gratuita y versión en línea: www.revistamaldeojo.cl

Colaboraciones a la edicion: Eva Correa Peláez Juan Carlos Hernández Andrés Ospino María Elena Giraldo Tatik Carrión Jaidith Soto Sebastián Fonseca Jenny Valencia Helena Medina Vanessa Melguizo Betsimar Sepúlveda Carolina Cárdenas Luz Yesenia Méndez Ángela Acero Santiago Gaviria Fredy Chikangana Santiago Sánchez Saúl Gómez Mantilla Diana Carolina Sánchez Andrés Beltrán Alaguna Alejandro Viveros Miryam Alicia Sendoya Jonathan Alexander España Cindy Muñoz Camila Díaz Camilo Restrepo Monsalve María Sepúlveda

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MAL DE OJO


Editorial

Ser joven y no ser revolucionario es una contradicción hasta biológica. Salvador Allende

Ya van a pasar casi dos meses desde que el pueblo colombiano salió a las calles pidiendo dignidad, esa que no han dejado de robar los opresores, los poderosos de siempre. Porque esto no se trata de Izquierdas o derechas ni de sus banderas. El asesino es uno y es el Estado servil al mejor postor. Aquí los impuestos no son los culpables, son los tramposos que todo lo tapan con sangre pues Colombia es un narcoestado. Desde la invasión, lamentablemente, en 1492 no han dejado de desangrar nuestros territorios y a los pueblos originarios y afros. La doctrina del shock ideada por Milton Friedman y llevada a cabo por Nixon para acabar con las democracias de los continentes implementó el libre mercado, el cual ahoga y asesina a los países. Es que no se trata de macrodiscursos ni de dos demonios. El demonio es uno y es el Estado opresor obediente al fondo monetario internacional y a sus políticas de hambre y exterminio, quien tiene de cómplices a las derechas de nuestra América morena: la mal llamada “ gente de bien”. Esa que es capaz en diversas épocas de la historia de las mayores aberraciones a los oprimidos. Así el mundo se enteró con horror, luego de saberse de las matanzas cobardes del terrorismo de Estado y de paramilitares de ultraderecha, de que existían “Las casas de pique” lugares horrendos donde a los cadáveres de jóvenes revolucionarios les quitaban su condición de cuerpos y los convertían en carne. Entonces los ríos y los caminos se colmaron de vestigios terribles. El mensaje está claro ¡Cállense y no nos toquen nuestros privilegios! Uribe debe pagar por todos sus miles de crímenes, Duque debe pagar por toda esa carne del pueblo masacrada. Es el tiempo en que las revoluciones tumben al neoliberalismo y al capitalismo salvaje y al libre mercado. También le hacemos un pequeño homenaje a la gran mujer que fue Luisa Toledo, fallecida hace poco y que en su búsqueda por justicia y verdad se encarnaron en ella las luchas de las madres de las diversas victimas del terrorismo de Estado en nuestras naciones, como las de los falso positivos, los desaparecidos y asesinados en Colombia . Todo este pueblo masacrado, todos los ojos arrancados, volverán como millones. ¡Nunca más Fujimori nunca más Uribe ni Duque nunca más Piñera! La verdad nos despertó y nos hizo libres.


4 de mayo Antiuribista y antipatriarcal Camila Díaz

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Diana Carolina Sánchez, Bogotá, Colombia metamorfosis Mi cabeza flotando entre luciérnagas entre jeringas con más de una gota de sangre entre carnicerías de moscas entre silencios. Mi cabeza perdida como vagina de muñeca de plástico, en cualquier basurero. Contempla el paso de larva a mariposa de bala a cadáver. Mi cabeza flotando entre manos y pies de otros. Entre los sonidos del aullido del animal que llega sin invitación a la ciudad. Entre cráneos de cabras. Entre los eclipses que siempre aparecen en los destierros.

4 de mayo Betsimar Sepúlveda, Cali, Colombia

Mi cabeza flotando entre los ojos de Dios, el cirujano. Entre pesadillas, que como pan sostienen a los hombres. Entre este país de injertos. Mi cabeza puede contar hasta tres para desaparecer. Mi cuerpo no. La guerra tampoco. De Cae sobre mí una sombra, Antología, Bogotá, Universidad Externado de Colombia, 2018.

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Tatik Carrión chía, cundinamarca, Colombia RAÍZ DEL MIEDO Lo sembraron como quien siembra un árbol, con la devoción de muchos frutos. Era pequeño como todas las semillas sepultadas bajo la tierra del corazón. Pronto, se instaló en la memoria del agua en las rodillas temblorosas. Germinó tímidamente y fue extendiéndose, habitando dudas y certezas insomnios y derrotas. Se anuncia con ecos y espejos sin rostros. La raíz del miedo rasguña en el silencio.

3 AM Un hijo aúlla de dolor. En su mano empuñada, guarda una bala. Bajo tierra, su padre no germina. *Poemas publicados en el libro Las Horas del Insomnio, Editorial Escarabajo, 2019.

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EL OLVIDO Un hombre enmudecido llora en mis adentros, sus lamentos son todo un pueblo que como lloviznas me habita. Escucho las persecuciones sus miedos, los pasos de los desterrados, el incesante clamor de los desaparecidos… Se angustian, corren, escriben en los muros y puede leerse en sus ojos: “libertad y sosiego” luego, no sé qué pasa sus ecos se esfuman como si alguien apagara sus voces… Los entierro en mi memoria. Vuelvo a mis afanes con la vida sufro de la misma enfermedad del mundo: el olvido. *Segundo puesto Concurso Andrés Vivas, 2012.

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Carolina Cardenas, Bogotá, Colombia

El llanto de los perdidos En esa fosa parecían reposar todos los cadáveres del mundo, de sus huesos colgaban aún pedazos de piel, de memorias. Las madres acariciaron con sus labios los restos de sus hijos. Los hombres señalaban ese gran abismo de muerte. Un trazo de dolor se veía en ellos, desfigurando sus espíritus. Algunos en genuflexión besaron los pies de las madres. El abrazo de esas mujeres abarcó el cielo lluvioso. Entre las grietas de los días se filtraba el silencio gigantesco de los muertos, el gemido de las víctimas y los asesinos, el sollozo que deja la sangre vertida, en tierras de orfandad y nada. En las pupilas de los asesinos hubo llanto, un lamento que se perdía entre las columnas del tiempo. Uno que parecía angosto como su pasado, y sordo para los mortales.

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Santiago Gaviria, Medellín, Colombia @darkmoney_ph

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Jenny Valencia, cali, colombia

EL AFRIKANO

Ahí donde lo ven, al harapiento, trae la casta enterrada en la mugre de las uñas. También en la mugre de la cara, y en el de los codos. Si muriera hoy, el policía que acaba de asestarle un bolillazo en la costilla diría a los judiciales que carece de nombre, o que en la calle lo llaman, simplemente, “El Afrikano”; un desechable más. El dolor le trepa a los poros encurtidos por el vaho del sifón de donde acaban de quitarlo, asiéndolo por los pelos, rastas endurecidas, hábitat de piojos. El policía lo insulta: “Perro malparido”. Él lo mira a los ojos y en su mirada ve, agazapado, al ancestro de ese hombre vestido con el verde de un sapo venenoso. El batracio alcanza a sentir una estela de susto, advierte una llama al interior de esas pupilas que no parecen humanas. Recularía, pero es de mañana y todos los miran, “un policía cobarde es tremenda desgracia”, piensa, y lo escupe con el mismo ahínco con que su quinto antepasado escupió a los esclavizados hacinados en un barco hediondo hace ya tantas centurias. No imagina que escupe a una deidad exiliada, que esos ojos son los de un Oricha encarnado en ese cuerpo maloliente por la falta de un altar con bandejas de maíz tostado, y botellas de vino que elevarían su ímpetu; entonces encarnaría en un apuesto, deslumbrante, guapísimo bailarín. Pero Changó tiene sed, y hambre; ha bajado a la urbe en busca de licor de caña; encontró saliva en lugar de fermento. Si el agente conociera a ese espíritu profanado y errante sabría que el dolor de esos huesos de turno no puede matarlo. Le asesta otro golpe en la cabeza que suda. El rojo de su sangre le tiñe los párpados, le recuerda el turbante carmesí que lo coronaba cuando era el rey yoruba del reino de Ille- Ife, su turbante que brillaba como la cresta de un gallo bajo el imperio del sol en cada medio día. En él guardaba las puntas de los rayos con que partía los cielos mientras jugaba -los pies sumergidos en las aguas caobas del río Niger- con ese poder divino que le habían otorgado los dioses, de manejar el fuego que nace en las nubes. Sus siervos y esposas contemplaban las eléctricas exhalaciones del firmamento con admiración y temor. Hoy, coronan su cabeza una inmensa cornamenta que le adjudicó un sacerdote entre rosarios y salves, y los metros de tierra represados en esas tiras pegajosas que tiene por pelo, cuando encarna y mendiga reverencias a los humanos de una ciudad que no sabe su verdadero nombre. El policía duda, lo ve asiendo con fuerza el palo en que sostiene su cuerpo desechable. El Afrikano sabe cómo asestar un golpe mortífero con un solo lanzazo, pero hoy no tiene fuerzas, y el policía lo empuja; no osaría espolearlo si supiera de los ejércitos que comandó en sus terruños, y de los muertos que quedaron ensartados en las lanzas de hierro de sus mejores guerreros. Arrastrado ante el vulgo que transita las calles, escucha los hablares de tantos 10


mirones: “¡Ha de haber robado!” dice uno, negro igual a él, pelo apretado, se conocen de vistas. Todos en el centro han visto las apariciones esporádicas de El Afrikano cuando canta canciones en un dialecto inentendible, con una voz milenaria que parece ajena a su aspecto piojoso. Nadie sabe dónde duerme, jamás lo han visto en la noche adherido al andén con un bazuko en la mano, ignoran que él es el supuesto demonio que vive internado en el cerro hace quinientos años, y que encarna en ese desgraciado cuando no consigue hidratarse por varios días seguidos. “¡Que lo tiren al río!” grita otro, la voz burlona, el vientre abultado. Busca entre las miradas impávidas un viso de indulgencia, alguien que lea en su propia mirada la sed sempiterna y le alcance una cerveza, un ron, un trago de fermento que le remoje la corteza rojiza de su longevo corazón y le devuelva las fuerzas para desposeer ese cuerpo, remontar los vientos, resguardarse en el cerro coronado por tres cruces a donde lo confinó el sacerdote confundiéndolo con Buzirako, ese diablo de los blancos al que en nada se parece, y desatar sobre Cali un imparable aguacero que limpie en el pavimento las huellas que graban sus pies humillados. Con el camino limpio y el alma ofrendada bajaría de nuevo vestido de rojo, los zapatos muy blancos, poseería a bailadores e infundiría fuerzas al equipo de fútbol que fundó en ese antaño, cuando habitantes herejes tenían por costumbre regar en el asfalto un chorro de aguardiente; él estiraba su lengua infinita, y bebía con gusto. Pero ya nadie le ofrenda, si quiera, unas gotas de agua. Una mujer con el pelo recogido hasta la coronilla, se inclina. Tiene en la mano un vaso de ron. Él la mira, intenta una sonrisa, alucina; ¿es Bwabanda, la sacerdotisa que le ofrendaba oguro y plátanos con manteca? ¿Es Francisquiao el hombre que se aproxima contorsionando su cuerpo de músculos fuertes mientras los repiques de los tambores suenan como si la selva misma entonara una sinfonía desde las gargantas de los leopardos, las profundidades del río y la concavidad intraterrena de los árboles y las palmeras? No es Bwabanda, ni una tataranieta perdida en un tiempo equivocado, es una prostituta que ha salido a la esquina para atraer algún cliente y que ante el paso del loco pestífero y sangrante que la mira suplicante, y el policía que lo lleva como un burro de carga, retrocede unos pasos, se tapa la nariz, aprieta el vaso con licor y vuelve a su bar. La ira le ha bajado al sediento Changó hasta las manos y estampa las cinco uñas en el cuello del agente. El policía siente que la nuca le arde como si mil demonios hubiesen trazado surcos incendiados en su piel. Changó sonríe y un par de destellos truenan en el cielo. El policía, si estuviera enterado de la identidad de su siervo, agradecería la resequedad que aqueja a ese ser que es capaz de partir los cielos si así se le antoja. Le asesta un puntapié en el mentón, nada le importan esos bramidos del firmamento; no los asocia con el indigente que acaba de condenarse a la muerte. El hilo de sangre, que le dibuja un surco en los andrajos de la camisa, goteó milenios atrás desde su garganta destazada por la soga con que se ahorcó de una 11


mata de plátano, luego de destruir su castillo y matar a su esposa principal con un rayo que escapó al dominio de sus inmensos poderes. Ahora, como entonces, deja escapar un rugido eléctrico que dispersa las nubes y pringa de dolor las constelaciones. Esa vez ofrendó su cuerpo para convertirse en deidad, esta vez la muerte no traerá otro ascenso que el de volver al cerro al que está confinado hace cinco centurias, y reencarnar en otro desgraciado mientras la sed sempiterna le sofoque la tráquea y las reverencias le sigan faltando. “¡Dejá la bulla pedazo de mico!” ¿A dónde lo lleva el verdugo en su inconfesable cólera? Desde su Iroko en Benín vio los siete mil cangrejos amarillos que atracaron la costa anunciando a sus sacerdotisas, tamboreros, bailarines y guerreros que la desgracia vendría por el mar, esta mañana no vio siquiera las huellas mojadas de un ratón herido sobre el alero de la calle, o algo que le anunciara que el hombre blanco vendría por él, otra vez. Mira para arriba con los labios reventados. Siete aves, plumíferas enviadas de la muerte, vuelan por la nubareda gris y coronan como una esfera negra su infortunio. Contempla las alas que zanjan el firmamento y entre ellas busca una señal... “Encontré a este negro hijueputa en el centro”. La voz del policía le devuelve la mirada a la tierra. Sí, negro él, porque su piel fue hecha con el mismo manto con que se cubre el cielo cuando llega la noche, sus ojos labrados con polvo de estrellas y el fuego de un cometa. El comandante ordena que lo metan al calabozo. Entre los barrotes y la oscuridad se siente otra vez al interior del barco en que trajeron a sus hijos, entonces podía levitar sobre sus cuerpos y preparar su venganza cuando llegara a la tierra desconocida. Entonces, siguieron conociéndolo con su nombre, Emperador del Rayo, cuando llegaron e invocaron con los tambores batás mientras el amo dormía. Reconoce ese porte, esa mirada, esa voz. El comandante lo mira: “¡Escoria!, ¡Pedazo de mierda!, ¡Betún podrido!”. Habría sido mejor quedarse en esa montaña infernal a donde no le llega la brisa sino le abren el camino con tres pasos bien dados y unas gotas de fermento. Salió a buscar vid y baile en una ciudad que de día no baila ni bebe. “¡Están matando a los negros en Cali!”, escucha a lo lejos. El auxiliar quita el candado de la reja, lo agarra de un brazo, lo mismo hicieron en el primer puerto con sus hijos cuando los descubrieron tocando los tambores alrededor de su silueta que danzaba encima del fuego, un baile que incendió a esa ciudad entera con sus fortificaciones y algunos de sus jefes, porque él, Changó, traza un destino ante los ojos humanos pero aparece en otro, así como el relámpago anuncia una tormenta a diez kilómetros de donde el trueno brama, antes de que el rayo le parta la cabeza a un hombre que mira un cielo falsamente despejado. El comandante luce como el primer presbítero que lo arrojó a merced de esos vientos que remontó sin brújula hasta que llegó a Cali. “Tres gotas de licor me bastarían- , piensa El Afrikano mientras lo arrastran a la parte trasera de un camión- y volvería a prender siete caminos de fuego en la montaña”. “Tres gotas de licor”, aunque no sean del oguro que fermentaban durante un año sus discípulos en la tierra madre, tres gotas de aguardiente que 12


le permitan desposeer ese cuerpo andrajoso y regresar a su cerro, gotas para él, falso Buzirako, que sabe manejar el rayo en lugar de voltear cruces, tres gotas pide mientras cierran la puerta y el camión arranca. El policía llevó a su colega para disfrutar de la escena. Salieron de la urbe, se internaron entre los cañaduzales donde antaño los primeros yorubas que llegaron a esta tierra supieron mantenerlo supremo. Bajo los pies encallecidos de ese cuerpo percibe la vibración de los huesos de sus muertos. “Vas a cavar tu tumba, trozo de oscuridad”, y le pasa la pala mientras el compañero se dirige al camión, sintoniza una canción con tambores filtrados y trae una botella repleta de ron para ver en primera fila la escena de un mendigo tragado por la tierra. “Quememos a este hijueputa!”, dice el primero. Encienden una cerilla y mojan con licor la sucia cabeza. “Tres gotas de licor”, piensa el mendigo; se relame en sus labios la lluvia de fermento que le corre por la cara. Dos llamas refulgen al interior de esas pupilas. Los policías reculan. Un trueno suena.

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Betsimar Sepúlveda, Cali, Colombia


Betsimar Sepúlveda Cali, Colombia


Helena Medina Moreno Barranquilla, colombia

Olvido del Ser ¿Qué significa estar vivo si solo te rodean cuerpos? El fantasma de una bala por la espalda, sus lamentos, sin nombre ni apellido, solo el recuerdo de un rostro, sus lágrimas, su sufrimiento. ¿Qué significa estar vivo si no tienes memoria? Si los ojos ciegos son afuera de la burbuja. Si tu mente son repeticiones mudas de una misma ilusión inconsciente. Si olvidas tu historia y tus ancestros ¿Qué te hace ser? ¿Es realmente un ser humano quien mata sin arrepentirse después?

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Miryam Alicia Sendoya Ibagué, colombia SOY LUCAS VILLA Me vestí de valor, con la alegría de un niño franco y rebelde. Mi hogar el recinto donde tomé conciencia y amé la palabra la reivindicación y el sentido humano de la vida. Me llevaba un baile de sueños, un carnaval de esperanza. De pronto llegaron a mí las balas Fueron 8 con las puntas envenenadas por la muerte. Quedé tendido entre mis compañeros, con el estupor de una tarde de sueños que me alejaba. En un instante me envolvió el viento. Y mi risa de niño se vistió de luto. Mayo 2021

XXV Huí lejos de las amorosas montañas, de los cómplices ríos, de pueblos enlutados y de sombras con humana presencia. Mi morral, Como si cargara una tumba.

(De Muro de Sombras y de Pájaros, 2014)

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Santiago Gaviria Medellín, Colombia @darkmoney_ph

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Vanessa Melguizo medellín, colombia No señora, si no es por la plata. Andrea se sienta y pide agua. El tío de la quinceañera, pasado ya de tragos, la invita a bailar. ´Estoy cansada, gracias´, le repite dos, tres y cuatro veces. ´Dejá de ser picada home Andrea que es una cancioncita no más´, insiste el sudoroso borracho. ´Que no quiero, gracias´, responde ella, esta vez más seca. El hombre insiste, la mujer no cede y empiezan a desfilar una serie de suplicantes: ´Dale, Andreita, mirá que es una cancioncita no más´- dicen. ´Es pa´ que el tío apague la música y nos podamos ir a dormir´- insisten. Sin más remedio, Andrea se pone de pie y brinca con desgano, en puntas de pie, durante los seis minutos que dura el Sonido Bestial. Carlos es invadido en su carril por una pathfinder que zigzaguea a 100km/h en una vía de máximo 80. Carlos se pega del pito, esquiva la camioneta, acelera, resopla, la alcanza, le saca el dedo del medio al conductor imprudente que acelera un poco más, respondiendo al insulto agrandado, amenazante. ´Carlos, dejalo pasar. Dejalo que vos no sabés quién sea ese tipo. ¿Te vas a hacer matar por no dejar pasar un hijueputa carro? Deja la bobada pues o nos bajamos´ – suplica su hermana desde la silla de atrás, donde su hijo llora asustado. Carlos afloja el pie, desacelera, aprieta la cabrilla, resopla, intenta calmarse. Silencio total. Los amigos de Ana llegan con amigos. Piden media de guaro, luego otra media, bailan. ´No te había visto nunca. Contame de vos´– le coquetea uno. Trago va, baile viene, un brazo por encima del hombro, ´vení que no te escucho bien, háblame más cerquita, vení que yo no muerdo´. Trago va, mano viene: Ana siente algo entrando por la abertura del overol hacia sus nalgas. ´Ey, ¡¿qué te pasó, pues, gonorrea?!´– Ana reacciona y lo empuja. Los amigos de sus amigos y sus amigos se ríen: ´relájate home Ana, no le parés bolas a eso´, ´yo me quedo con vos pa´ que no te moleste más, pues´, ´¿nos vamos a dañar el rato Anita? Tomate otro más bien´. Juan se para en la registradora y entrega un billete de $5.000. ´Le faltan $400´- dice el conductor. ´¿Cómo así si te di 5.000?´- se defiende Juan. ´No mijo; me dio 2.000. Vea…´- y le muestra un billete de $2.000 que efectivamente tomó de la caja de los billetes. ´¡Usted lo escondió! Yo le di 5.000. ¿Me va a robar o qué? Deme los 5.000 que me bajo´- Juan manotea y la voz le tiembla. ´No mijo. Le doy sus 2.000 si quiere o deme $400 que nos vamos´- sentencia el chofer. ´Ay, yo le doy los 400 mijo, no se ponga a pelear por eso que estamos es perdiendo tiempo´- intercede la quincuagenaria detrás de Juan. “No señora, si no es por la plata”- Juan se baja y el bus arranca sin él. 18


50 billones de pesos cuesta la corrupción en Colombia anualmente. 25 billones resuelven el hueco fiscal para el 2021. Lo más razonable, según el gobierno, es duplicar los impuestos antes que reducir a la mitad el [robo] gasto. Las calles se atiborran de marchantes, las noches se apilan de muertos. La constitución duerme con el sol y ¿la Democracia? Bien, gracias. Ciudadanos marchan para que otros ciudadanos no marchen y yo solo puedo pensar en Andrea, en Carlos, en Juan. ´Dale, Andreita, una cancioncita no más; pa´ que nos podamos ir a dormir´. ´Carlos, ¿Te vas a hacer matar por no dejar pasar un hijueputa carro? Deja la bobada pues´. ´Ay, yo le doy los 400 mijo, no se ponga a pelear por eso, que estamos perdiendo tiempo´. ´No, señora, si no es por la plata´.

Santiago Sánchez, Bogotá, Colombia. @santis.ph 19


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Saúl Gómez Mantilla santander, colombia

DE-COLONIZACIÓN El 20 de julio ponemos la bandera en la ventana desde un palo de escoba ondean los colores. El poderío militar desfila por las calles y henchidos en el pecho recordamos: expulsamos a los españoles la independencia y su grito y un florero roto en la casa de la esquina. Pero, en los parques imponentes y desafiantes Belalcázar, Jiménez de Quesada, Blas de Leso, Ursúa ponen sus pies sobre nuestras cabezas.

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Jaidith Soto caraballo cereté, córdoba, colombia

ANOTACIONES SOBRE EL CULTIVO DE ALGODÓN Nacer con las calles cubiertas de blanco y el rancio olor de las semillas de algodón, hace pensar que medio mundo está sepultado bajo la sombra de las plantaciones. Con pocos años, cuando los pies tambaleaban sobre gusanos se empezaba el juego de aplastar esos cuerpos deformes para observar si esos extraños seres tenían un solo color a pesar de la muerte. En los surcos de nuestra vida, las niñas solíamos ser ninfas y dejábamos caer la piel sobre los pupitres. No había otro camino a la transformación. El colegio fue un gran campo algodonero donde nos enseñaron a ser gusanos con uniformes grises, blusas y medias blancas, pero con los zapatos tan sucios como los intereses de quienes plantaron la tierra bajo el discurso de trabajar para sobrevivir. Hay en mi pueblo una plantación de niños y niñas alrededor del río, Crecen con los cultivos y cuando se acaba la cosecha vuelven a nacer, van al colegio y dejan al gusano que solían ser. Niños y niñas van por los confusos caminos del campo, llevando su propia larva a cuestas, cuando la tarde llega, vuelven a ser gusanos del mismo color y mueren aplastados a medida que cambian las fechas de la recolección.

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luz yesenia méndez, colombia las voces que se revelan en una colombia que clama por despertar Chibú yswa (Hola a todos) Chipaba ngá chiwaÏa mibohozhá azhony (Nuestro padre y nuestra madre están con ustedes) Escribir suele ser complejo cuando te enfrentas a una hoja en blanco, a veces las palabras son las grandes ausentes, pero hoy es diferente, hoy el sentipensar está rebosado de imágenes, de discursos, de impotencia, de dolor; pero también de fortaleza, de sanación, de transformación. Hoy particularmente el interior está taquicárdico, miles de rostros, de voces en estas líneas piden ser narradas, piden un espacio para que su lucha no sea olvidada. Están las madres que pierden a sus hijos noche tras noches, o aquellas que de madrugada se posan en la ventana con camándula en mano, rezando porque al escuchar golpear la puerta sea su hijo o hija. Están los jóvenes que hacen parte de la primera línea, aquellos que son llamados “vándalos”, aquellos estigmatizados por las figuras Estatales que desde su ingreso a esta cultura, son relegados. Hoy las calles y carreteras de este territorio fértil, pero erosionado por la avaricia de unos pocos, contiene su voz de lucha que se alza al unísono en el frío asfalto, tras varios días firmes en sus barricadas. Hay una historia que llega a otros con el correr del viento: ¡están aquí porque no tienen nada que perder! ¡Están aquí entregando su vida, abriendo con su sangre un camino para todos hacia un mañana más prometedor! Ha sido mucha la sangre derramada, las almas que han partido dejando en su último aliento una consigna de ¡libertad! Y es por ellas, que quienes hoy estamos en pie no podemos olvidar su valentía, su decisión de vida por sanar está tierra; pues como dijo el profesor Facundo Saravia1: “Chiyba hichan aÏannán chikýk pykyk ubtas anás chichihizházh awaskuá ¡chikaky hatak achahanzha!” (si nuestra sangre se derrama, va directo al corazón de nuestro territorio y alimenta nuestras raíces ¡nuestra lucha nunca se ha acabado!) También están los estudiantes y maestros, que día tras día con lápiz en mano, libros como escudo, ideales como bandera, transitan desde el alba al atardecer con un solo fin, ser escuchados, solo eso, sus corazones son una pizarra que emi1 Maestro, argentino de nacimiento, americano de corazón y, podríamos decir, colombiano, quien se enamoró de la lengua indígena del territorio muisca y desde entonces ha estado aquí para resignificarla

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gra de un lugar a otro, trazando en el viento arengas que piden justicia, dignidad, paz y humanidad; que piden por una educación para todos. No es en vano que la educación sea una de las cordilleras más prósperas que está en disputa. Hoy emerge como resistencia, un conjunto de impetuosas montañas que desde su quehacer práctico y disciplinario forjan una unidad, un todo que fortalece esta avanzada que hoy ya lleva varios días. Están los campesinos y los obreros, quienes son el torrente productivo de este país, en su interior la riqueza de sus labores engrandece el contexto, ¡claro! cuando sus afluentes no son contaminados por emporios pesticidas que los atosigan de sustancias innecesarias, que los vuelve esclavos de un sistema particular que termina por secarlos, por desaparecerlos. Esos rostros, que orgullosos de labrar la tierra, de brindar su conocimiento a través de un oficio, hoy ya están cansados de ser subvalorados y por ello también piden ser relatados. Asimismo, están los únicos que realmente pueden proclamarse como originarios de este suelo, nuestros pueblos indígenas, aquellos que desde hace años viven una pugna en pro del reconocimiento de sus derechos, de sus saberes culturales y ancestrales; pero que hasta el día de hoy, el yugo de la soberbia, de un pensamiento opresor y limitado solo los ha utilizado como pieza de vitrina al mundo de una interculturalidad que no se vislumbra en lo más mínimo; mientras son masacrados, despojados de su pensamiento propio y tratados como salvajes, como los no ciudadanos de un país de “gente de bien” que se apropia culturalmente de un discurso mancillado, teñido por un río de sangre desde mismo instante en el que ingresaron los españoles. Sus pasos por estos días son tan firmes como sus convicciones, vienen de territorio en territorio resignificando una historia que merece ser contada con una pluma distinta, con un tinte multicolor, que retorne al origen. Parafraseando a un mayor muisca se trata de: “un origen que desarme el pensamiento de lo negativo, lo contrario, aquello que enreda, que confunde, que enferma. Hay que limpiar la mente, el corazón, si nosotros logramos desarmar eso, va a entrar la claridad, va a entrar la sabiduría, va a entrar el ser, va a establecer el otro. Vamos a cumplir bien esa función de mantener el equilibrio, la armonía, la unidad, la familia, la comunidad, la naturaleza, la semilla, los saberes, la tradición…hay que desarmar lo que está maltratando la vida y la naturaleza, hay que desarmar todo lo que se ha hecho, desde pensar, y hacer y hablar hacia el río, la montaña hacia querer y destapar y sacar la vida de la tierra, hay que curar nuestras siembras, hay que curar nuestros bosques, hay que curar el mar, al sol…porque hemos dañado con el pensamiento, con la palabra, utilizando mal su guía…¿Cómo haber paz para nosotros los como seres humanos? Si no pensamos la paz para lo que nos da la 25


Betsimar Sepúlveda, Cali, Colombia 26


vida, para lo que estuvo organizado y creado antes que el ser humano… No podemos pensar solamente en el buen vivir del humano, porque vivimos del territorio, de la madre tierra, de la naturaleza, de los sagrados elementos, de la cultura, de la historia… cuando reconozcamos ese origen, nos estaremos reconociendo a nosotros mismos” (Evento online: Minga espiritual vientos de armonía para Colombia por la Organización Nacional Indígena de Colombia) Palabra dulce y sabía que nos recuerda que “Hicha Wai azhonukak chiweny” (Todos somos hijos de la madre tierra); por ende, en estos tiempos se hace fundamental cobijarlos a donde vayan, entonar con orgullo y ahínco ese himno que convoca a la unidad ¡Guardia, Guardia, Fuerza, Fuerza, por mi raza, por mi tierra! Y en este recorrido de rostros y voces no podían faltar nuestros niños y niñas, esas semillas que germinan a cada instante, esas plantas que rompen el asfalto y florecen en la hostilidad. Esos seres que son capaces de vociferar tan alto como un campanero blanco, que con armonía y entereza pueden llegar a inundar al mundo con sus discursos conscientes. Aquellos que vemos pequeños, pero son volcanes de sentires, de percepciones, de soluciones. Esos que tienen en su interior la fuerza para transformar su entorno, para resistir desde la alegría, el amor, la entrega, el juego, la risa. Cuando dejaremos de taponar nuestra escucha de altivez y estar a la altura de estas voces sabias que atesoran una conciencia valiosa, en este presente más que nunca necesitamos de su luz, no permitamos más que ellos por sí mismo amordacen sus voces, porque les hemos hecho creer que no tienen lugar. Ya lo expresó Estiven Ospina2 en su participación como panelista en el evento online: ¿Ciudadanías en cuestión? Resistencias infantiles y juveniles a propósito del paro nacional “se debe procurar por que los niños, niñas y jóvenes dejen de ser objeto de análisis, y sean reconocidos como sujetos activos y protagónicos de su realidad, sujetos en continua construcción y deconstrucción en unidad con los demás” Para cerrar, son muchos los universos que faltan por enunciar aquí, las mujeres violentadas, los desaparecidos, las mamás de primera línea, los artistas, tantos, y tantas comunidades que merecen un solo renglón para no ser olvidados. Anhelo que la escritura permita seguir abriendo camino a todo lo que tienen por decirnos. Por ahora recordar que ¡chikaky hatak achahanzha! (¡nuestra lucha nunca se ha acabado!) 2

Estudiante de Derecho, pertenece a la organización juvenil de la ciudad de Cali “Soñadores Siloé”.

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Betsimar Sepúlveda, Cali, Colombia

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Betsimar Sepúlveda, Cali, Colombia

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eva correa peláez medellín, colombia las marchas Miles de pies en las marchas con su valor como escudo así van los compañeros avanzando sin parar muchos pechos enfrentando con rostros casi desnudos ojos expuestos a balas que los podrían cegar Alzan la voz por un pueblo que se ha sentido oprimido que nunca ha sido escuchado, son esas voces desnudas de aquellos que se callaron, que por temores o miedo se tragaron sus silencios y en sus gargantas se ahogaron que retumbe ese grito que trascienda las fronteras para que el mundo se entere lo que padece esta tierra que hacia el cielo infinito se icen nuestras banderas se eleven los corazones que han estado en las trincheras conservamos la esperanza de vencer en esta guerra que plantearon los de arriba aquellos que nos gobiernan, hombres que siegan la vida… para ello usan la fuerza. ECO soy… 19-05-2021 30


maría elena giraldo caldas, colombia caminando vengo De la guerra vengo con las manos vacías y el corazón ardiente. Vengo de hacer la guerra con Abel, de matar a Goliat y a diez mil filisteos, de la huida de Egipto, de ser Nerón, Salomé, y recibir la cabeza de Juan Bautista. De ser el rey de los Hunos vengo. De Esparta sanguinaria, de las conquistas de Alejandro Magno, de los grandes amores de Cleopatra, de la Rusia imperial, de ser Napoleón, de ser Hitler. De las cruzadas, de la inquisición, de la quema de brujas, de los dolores de las madres de mayo, de los campos de exterminio, de los genocidios vengo. Vengo de la guerra con las manos vacías y el corazón ardiente. Vengo sin trofeos ni cabezas rapadas, porque del acto he pasado a la palabra, de las guerras a mi propia guerra. Mi guerra tiene nombre, mis guerras devastadoras me pertenecen. Estoy llena de campos minados, campos guerreros que se escapan. Hasta hoy mi enemigo estuvo afuera, lo busque en desiertos y selvas, en montes y ciudades. Por eso siempre traje trofeos y cabezas rapadas. Me cansé de achacar a otros mis derrotas. Es cierto que me han crucificado como a Cristo Es cierto, las heridas todavía están abiertas, las masacres en mi piel son escritura. Igualmente, a negros e indígenas masacré. Míos los odios que les profeso. 31


Estoy cansada de mis guerreros imperiosos, cansada de ser mercenaria, de respirar el aire enrarecido de los tambores. Ahora mis guerras me pertenecen, por eso vengo de la guerra sin trofeos ni cabezas rapadas. Ahora vengo de mis propias guerras, con las manos vacías y el corazón ardiente. Caminando la historia vengo.

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CIMARRÓN Rompiste las cadenas de esclavitud y látigo. Huyendo en medio de las montañas antioqueñas libre de las ataduras del amo vallecaucano libre en las arenas del Atlántico y el Magdalena del Chocó selvático. Tu piel negra esconde historias que lloran lamentos negros vergonzantes lamentos al rojo vivo del palmeo. Huyendo de las plantaciones de caña de azúcar y tabaco huyendo de las plantaciones de algodón huyendo de estas tierras que no te pertenecían huyendo en medio de la noche. Historia que es memoria en el palenque de San Basilio El limón Sanaguare San Miguel… Identidad negra lengua y rituales fúnebres. Olvido de un pueblo en medio de los mestizajes de los pluralismos incesantes. Evocan muestras raíces y no respondemos América indígena y negra El oro se dejaba coger como frutas de los árboles y el febril buscador hacia llorar lágrimas doradas. Pepas de oro nacían de la tierra amarga. Violaron a América indígena, descuartizaron su vientre, desfiguraron su rostro. La sumergieron en el fango, en la noche inmensa que no alcanza a ver el día. 33


Ausencia de registros y huellas negaron sus orígenes sagrados. En nombre del rey y del tributo mancillaron tu rostro verde. Una cédula real te declaró esclava vasalla, manceba. Y después del casi exterminio, Cartagena, puerto de viaje sin regreso vio penetrar pieles húmedas. África negra te toco el sabor a guerra, te marcaron la piel con sangre. Fuego vivo después del palmeo. Negro Cimarrón marchaste por ciénagas y selvas en busca de tu libertad perdida. Arrebataste a América y a Europa lengua y cultura. Fortaleza de una raza, explotaron tus venas, las vetas de oro y aluvión testigos de tus muchas muertes. Pero aún vienes caminando con pasos de hombre que no muere. Indígena sometido, negro masacrado por el látigo no pudieron arrasar con tu cultura, demostraste que aún en el viento se teje una historia, que aun en la derrota se forja una etnia. Vienes caminando, aunque seas minoría y el sudor de tu frente sea estéril. Aunque estés relegado a las peores tierras A ser despojado de ellas vienes caminando. Los poemas, Cimarrón y América indígena y negra, fueron escritos en el 1992 con motivo de los quinientos años del descubrimiento de América y parte de los textos de una obra de teatro que hice. América indígena y negra es inédito. 34


Beltrán Alaguna Facatativá, Colombia @amaur_laluz_perpetua

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Beltrán Alaguna Facatativá, Colombia @amaur_laluz_perpetua

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fredy chikangana el cauca, colombia ¿CóMO ESCRIBIR UN POEMA DE AMOR...? ¿Cómo escribir un poema de amor ante tanto odio? ya quisiera hacer volar mis versos como loros alegres sobre un cielo azul que se enciende al vaivén de los vuelos pero no puedo concentrarme “ porque nos están matando”en este pedazo de cielo que llaman Colombia, Las balas lastiman el viento y la muerte se pavonea en las calles, un policía a quien cambiaron su alma apunta su arma y sin pena alguna pinta el muro con la sangre de los inocentes, es un instante y el poema de amor sufre la pena ante el odio enraizado de quienes olvidaron ser niños, aquellas almas enfermas que se ahogan en su propio veneno, entonces vuelvo y me pregunto: ¿Cómo escribir un poema de amor que recorra la piel y el sentir palpitante de la luz al amanecer? ¿Cómo amar la noche y la danza de estrellas en el corazón? ¿Si la noche está siendo usada por asesinosa sueldo para cegar la vida de jovenes semillas del universo? el poema se hace testigo de la pena ,se desgarra por dentro, se acurruca en cada grito que evidencia la crueldad y cuando el poema ha sido maltratado y arrojado al río vuelve a recordar que está vivo en la memoria del tiempo en el renacer de cada hombre o mujer que lucha sin descanso por hacer posible la vida, la justicia , el amor, el poema entonces se hace agua pura en la alegría y la pena.

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betsimar sepulveda Cali, COLOMBIA En el corazón de un primera liínea Ni bien terminaba de regularse el pulso y de recuperar el aliento cuando se vino la arremetida de un escuadrón del Esmad. Primero las detonaciones, seguidas de destellos y chispas (como misiles) y estruendosas explosiones, para rematar en una lluvia de gas lacrimógeno que fue descargado contra las personas que corrían hacia la cancha para huir del monstruo que recién estrenaban contra los manifestantes, residentes y transeúntes: Venom, un lanzador múltiple de proyectiles electrónicos de tres compartimientos de carga, con capacidad para alojar 10 cartuchos electrónicos «cada uno de los cuales pueden eyectar sus explosivos hasta 150 metros de distancia, en un ángulo de 45 grados. Gracias a un derecho de petición que respondió el Ministerio de Defensa a la Comisión Sexta del Senado, sabemos que esta máquina tiene un cercano a los $400 millones». El terror lo dominaba todo. Los médicos y los manifestantes y las otra líneas pedían ayuda a los muchachos de primera línea, que una vez más corrían a desplegar sus escudos y frentear la ferocidad del Esmad para que todos pudieran entrar a salvo en la cancha. Miguel se quedó en la puerta, era «El Capi» y no podía entrar hasta que todos estuvieran a resguardo. Quedó atrapado entre los gases, cayó al piso, sintió que la cabeza se le iba a reventar, la máscara antigases ya no servía de nada, no tenía aire. Era el fin. Mientras luchaba por vivir, a su mente vino la imagen de los niños a los que le enseñó a bailar breakdance, su cuerpo era liviano, giraba en el aire y caía sin peso, sonreía y los niños también. Capi, no te vayas. Le quitaron la máscara, le echaron agua con bicarbonato, leche. ¡Arriba Miguel, hoy no, hoy no! Suena el despertador, son las 5:30 de la mañana, Miguel ya está listo para hacer el aseo en los pasillos y en el baño y recoger las hojas secas del patio central. Prepara su desayuno y se encierra en la habitación. Hoy tiene una exposición en derecho laboral y debe entregar un ensayo para el profe de comunicación asertiva. Mira a través de la ventana y se pregunta hasta cuándo tendrá que estar allí. No olvida la escena, el susto, cuando iba para su casa y se dio cuenta de que lo seguía una camioneta blanca. Por fortuna su moto fue más ágil entre las callecitas del barrio, huyó veloz zigzagueando y ninguno de los cuatro disparos que le hicieron desde la camioneta Toyota lo alcanzó. Por este episodio fue que tuvieron que sacarlo de la ciudad bajo un programa especial de protección. 38


Miguel, sacaste 5 en la prueba de emprendimiento, ¡felicitaciones! Le dice el profesor al otro lado de la pantalla. Miguel sonríe y agradece. Hoy, Miguel sigue bajo el programa de protección de la ONU, y la única certeza que abriga su corazón es la misma de cuando era niño y regaló su único juguete de navidad al vecinito que Santa olvidó en su carrera de nochebuena: que el derecho a la esperanza y la felicidad no puede ser un privilegio de pocos ni el sueño inalcanzable de muchos y aunque se le vaya la vida en cada intento, tendrá los ojos limpios para mirar a su hijo y decirle que lo dio todo en aquel lugar que hoy llaman Portada a la Libertad. Cali, junio 11 de 2021, día 46 del Paro

Betsimar Sepúlveda Cali, Colombia

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Camilo Restrepo Monsalve medellín, colombia Averno (Éxito Calipso) Los que estaban fuera dicen que oyeron gritos -el sueño de la madrugada no pudo ahogarlosque los arrojaron al averno y a culatazos les rompieron la cara y con dagas de hielo les arrancaron los dedos Luego vino la mañana y una legión de ángeles bajó hasta el mercado a preguntar por ellos pero nadie les dio razón y no pudieron encontrarlos Con sus espadas de fuego marcaron entonces los portales para que la visión de sus nombres llenara de vergüenza al que osara probar los frutos regados con su sangre Desde entonces los vecinos dicen que al probar los mangos que reposan en los estantes sienten en sus bocas el sabor de humana carne

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andrés ospino Barranquilla, colombia dolor ajeno Sus ojos lloraron, lloraron gases los lentes de las cámaras se empañaron, pero nadie estuvo a su lado nadie se compadeció de su dolor de su dolor de madre hecho estruendo, rechinando por los pabellones del hospital. En su agonía inconmensurable reclama con puños a la muerte porque no fue ella quien su vida acabó más conmovida y siniestra. La muerte responde que por primera vez no había sido ella que su huesuda guadaña estaba enterrada que espantada de tan tétrica misión lanzó una plegaria al cielo mientras se desgarraba la túnica al ver tanto horror Si, la misma Muerte: esa que blandió la daga contra el César y escribió con sangre el último discurso de Gaitán que tendió su manto mortuorio para abrigar a los niños en la peste y cegó los ojos de la Malinche mientras lloraba arrepentida su traición ante la mirada acusadora del cielo, la muerte importunó a su creador ¿Por qué? ¿por qué otra vez Colombia señor? ¿Ya no han tenido suficiente? En sus montañas acumulan cadáveres, y sus ríos transportan sangre en La selva esconde los gritos en sus catedrales languidecen fantasmas. Toman el café mañanero donde se condensan el azúcar con las balas, y leen los titulares del periódico que deletrean amenazas ¿Hace falta más pesares sobre sus llanuras de esmeraldas? 41


¿Hace falta más rojos en los grafitis de sus ciudades que reclaman justicia? ¡6042 sin nombres! ¡Mártires de la guerra! ¿Qué más puede antojarte? Más no hubo respuesta del cielo vanagloriándose en su muda divinidad Por lo que la muerte sin consuelo con tortuosa resignación descendió de nuevo a la tierra y dentro de un sueño de cristal apareciese ante la dulce madre que aún entre sollozos su cabeza reposaba y sosteniendo sus manos suplicantes de amor de un tajo, su vida segó.

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angela acero rodriguez bogotá, colombia dolor de mayo

Esta vida, herida de muerte estos colapsos del alma en las mañanas esta tormenta en las pestañas, este vacío, este temblor, cada ráfaga de angustia en la punta de las balas, cada vértice de crueldad en los bordes de las piedras. Esta ilusión, partida al medio estas ciudades difusas, estos dolores líquidos… y aun así, todavía, amar los árboles que no duermen, amar esos ojos que sonríen abrazarse a la calma permitir que los suspiros apacigüen tanto duelo, ordenar a la memoria que no olvide, escuchar al cielo, cuando el miedo se disuelve, ser la flor en el asfalto que aun de la sangre crece y que este grito que se lleva adentro por fin asuste a la muerte.

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María Sepúlveda cali, COLOMBIA

Popayán 13 de mayo Mírenla, mírenla mírenla cómo se la llevan entre varios se la llevan sí, son varios los que se la llevan mírenla cómo grita mírenla cómo pelea ella sola, cómo pelea miren cómo ríen con sus dientes de plomo miren cómo la desnudan miren las manchas de tizne que dejan las manos de ellos sobre su cuerpo desbaratado miren su desespero miren el abismo que nace en sus ojos de niña miren cómo se le apaga la vida en vivo, en tiempo real mírenla, mírenla no han hecho nada nada más que mirar

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Revista

En algún momento nuestras mentes y nuestros cuerpos estarán lo suficientemente preparados para trabajar en función de la guerra y llevar a la acción el discurso de la lucha de clases. Es por eso que resistimos con belleza, tejemos el sueño de un árbol que ya no dejará de crecer, somos semillas de vencer y desde el frente cultural damos nuestra vida que es nuestro tiempo y alegría de cruzarnos con compañeros y compañeras de ruta, con objetivos claros y precisos con respecto a quien nos estamos enfrentando. He aquí una pequeña muestra de nuestro armamento. Disfrute de ésta ,su revista. Piratee y difunda.

MAL DE

OJO

Publicación de arte y literatura Versión digital 2021 Nº39 Año 8 www.revistamaldeojo.cl

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LIBERTAD A TODXS LXS PRESXS POLÍTICXS DE AMÉRICA LATINA


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