PALESTINA LIB R E NÚMERO 40
nov 2023
Revista Mal de Ojo - Publicación Digital
EDITORIAL La guerra ha estado presente en toda la época relatada que conozcamos, tanto en el campo de lo probable, como en el de lo improbable: dioses, ángeles, reyes, demonios, militares, dinastías, tiranos. Mitos, leyendas o hechos evidenciables, en el cine, en la literatura y la poesía. En todo nuestro registro histórico, la otredad ha estado presente para identificarse o para rechazarla. El opresor y el oprimido. El invasor o el invadido. Humanos superiores, inferiores, de primera, segunda o tercera clase. Naturaleza heredada por los ancestros o simplemente adoctrinamiento, para hacernos pensar en la validez de masacrar a ese “otro”.
del mundo reprochan los asesinatos, pero temen. La mafia del petróleo, de las armas, del dólar, espera con ansias el descenlace, espera con dientes y uñas, también con más misiles, con la complicidad de la prensa, y la excusa del terrorismo. Nadie es capaz de detener el monstruo. En primera plana el mundo toma asiento a presenciar el genocidio. Aumentan las protestas en contra de la masacre, pero no es suficiente, el trabajo debe continuar. La lucha palestina no es reciente, porque tampoco lo ha sido el asedio bélico del sionismo, la persecución que lleva décadas está siendo alimentada bajo el terror que también proporcionamos en el silencio, en la normalización del genocidio, en la ignorancia de creer que la democracia justifica todo lo posible. Cada latinoamericano, es también un palestino, una posible estadística que puede ser manejada por los poderosos si el precio de la tierra lo amerita. Cada latinoamericana es también una palestina, una niñas llena de sueños, una madre a oscuras velando por sus hijos, por agua, rogando a Dios por ayuda.
Comenzando el SXXI con “guerras” en televisión. A menor y mayor escala, siendo siempre el oprimido una excusa terrorista para justificar el blanco. Lo vivimos en América Latina, lo vemos potenciado al máximo en el oriente. Más de once mil asesinados en Gaza, la mitad de ellos mujeres, niñas, niños, ancianos, heridos en hospitales sin medicación, periodistas y paramédicos asediados, familias huyendo entre bombardeos y hambre. Sin agua, luz, comunicación. Refugios, escuelas, hospitales, son blancos para la angurria de israel sionista, aquella fiel representante de la histeria hegemónica, del bando de los genocidas. Revista Mal de Ojo se hace presente en esta edición con la mirada de diecinueve poetas de El relato del genocida se cuela en el escenario, Chile, Italia, Venezuela, Colombia, Brasil, Méla pantalla de la prensa oficial justifica el vene- xico, Puerto Rico, Argelia, Colombia, Bolivia y no blanco que pretende arrasar cada gesto de España quienes respondieron a la convocatoria futuro, con cada posible palestino que reclame en apoyo y solidaridad al pueblo palestino. un ajuste de cuentas, que pretenda luchar contra el saqueador. Las instituciones de derechos Agradecemos a quienes colaboran, leen y comhumanos piden alto al fuego, se escriben car- parten esta publicación. tas, manifiestos, pancartas, rayamos murallas. El mercado de las armas sonríe. Las ganancias son desmesuradas a la hora de apostar vidas por balas. El poder de los misiles hace reverencia para agradecer el espectáculo de muerte que nos están haciendo observar. Presidentes
COLABORARON EN ESTE NÚMERO Ana María Oviedo, Venezuela César Hidalgo Vera, Chile Dafne Malvasi, Italia Domingo Zuñiga, Chile Ernesto González Barnert, Chile Erasmo Rivera. Chile Eugenia Sánchez Nieto, Colombia Isabel Guerrero, Chile Isaías Cañizález Ángel, Venezuela Joselyn Michelle Almeida, España Julio Torres Sánchez, Chile Mariana Ruiz, Venezuela Máximo Solano, México Mírian Freitas, Brasil Mohamed Walid Grine, Argelia Omar Garzón Pinto, Colombia Paula Eva, Chile Sergi Revert, Bolivia Walberto Vazquez. Puerto Rico
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Edición General: Revista Mal de Ojo Diseño y diagramación: Revista Mal de Ojo Las imágenes de este número han sido extraídas desde internet e intervenidas para esta edición.
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en memoria de Heba Abu Nada
Abu Nada, poeta, activista por los derechos de la mujer, palestina. Licenciada en bioquímica por la Universidad de Gaza. En 2017 ganó el segundo lugar del Premio Sharjah a la Creatividad Árabe en la 20.ª edición de este certamen, por su novela titulada al-Uksujīn laysa lil-mawtā (‘El oxígeno no es para los muertos’, en árabe : ) ىتوملل سيل نيجسكألا. El 20 de octubre de 2023, murió durante un ataque aéreo disparado por la Fuerza Aérea de Israel contra su casa. Su último poema escrito:
“La noche en la ciudad es oscura, excepto por el brillo de los misiles; silenciosa, excepto por el sonido del bombardeo; aterradora, excepto por la promesa tranquilizadora de la oración; negra, excepto por la luz de los mártires. Buenas noches”.
Ana María Oviedo Palomares Venezuela
Noviembre Soy la madre. Aquí están mis ángeles sangrantes, La sangre detenida de mis ángeles, Los ojos ciegos de mis ángeles terribles. Al silencio del mundo opongo mi boca, Mi corazón que aúlla. Corazón voraz: soy la madre. Aquí están mis ángeles caídos, Sus espaldas atravesadas de metralla, Sus pequeñas espaldas sin alas. Aquí están mis ángeles, Los mutilados a los que no bastaba el paraíso. Querían tierra. No la prometida: La de jugar al sol, Los campos arrasados. Soy la madre. Guardo las palabras que nunca dirán mis ángeles, Sus labios partidos, Cerrados para siempre. Soy la madre. La cicatriz, la quemadura., El abismo. La madre ya sin ángeles. Nadie.
El ahogo de los que murieron estalla en mis ojos Sus noches se estrellan de misiles y los cuerpos son uno con las ruinas Los pequeños cuerpos despedazados buscan a los niños entre las explosiones buscan entre escombros los juegos que se llevó el horror nadie escapa del golem ni de su sed de exterminio Todos los juguetes son color sangre
César Hidalgo Vera Chile
Gaza Roja
"Ya van nueve mil" Dice la mujer del noticiero "La ONU está horrorizada" Reza el titular en la tele Nadie gritó Alá Alá. Miramos con cabeza gacha la luminosidad multicolor del aparato hipnótico Nadie se compró el cuento del buen palestino y los malos judíos. Aunque no lo crea, en Chile hay demasiados palestinos fascistas que hicieron gárgaras con la miel sanguinaria del dictador Perrochet y Hamas enciende la pólvora de sus fusiles con el fuego Islamista de los esclavistas cataries. Pero sépalo bien ‐ a pesar de todo y de nada de dimes y diretes, de las mil mentiras por minuto y las verdades bajo la alfombra orientalSépalo bien y no se confunda es el sionismo el enemigo de la vida de cada vida, de toda vida. de palestinos y judios. Sepa usted que Chaim Weizmann y su séquito de sionistas entregaban los planos de Auswitch a los ingleses, mientras les insinuaban que lo bombardearan. Sepa que el primer presidente de Israel bañaba su boca con la retórica antisemita de las bestias nazis y en el treinta y tres se daban la mano sionistas y nazis para solucionar juntos "la cuestion judia". Son ellos, los sionistas, los enemigos de toda vida. Por cada judio que entregaron al tren de la muerte. Por cada bomba que excava las tumbas del enorme cementerio gazatí la palestina sangrante pequeña prole del desierto, retoño de los olivos corderos sacrificados para aliviar la inmunda conciencia de occidente manchada por el pecado Germano.
Domingo Zúñiga Chile
Ya no son los huertos de los olivos la añoranza del retorno, son montañas de escombros en una asfixiante necrópolis arrinconada en el mar. Caen bombas que cuelgan de los aviones sionistas. Los testículos de satanás eyaculan la muerte ardiente de la pólvora. En esta orilla del mundo pocos saben como es el sonido de las bombas. Aleluya aleluya alabado sea el dios de Sión que regala la guerra a los moros y la tierra prometida a los hijos de David y a los buenos cristianos de este lado nos regala la primavera y la final de la libertadores. La paz del señor sea con nosotros y con tu espíritu hebreo. La guerra de dios sea con los enemigos Filisteos con los niños y la niñas con sus madres, sus padres y los perros que ladren Un hijo despierta del sueño del moribundo frágil su cuerpo en el porvenir huérfano con toda una vida que perder por delante aferrado a una profesión de fe habitada por otro dios-odio lo único que cabe en su destrozado corazón luego de las esquirlas-heridas todo le reclama venganza.
Dafne Malvasi Italia
Vi morir... Vi morir a los niños de Gaza. Y los niños no son de una sola nación sino del mundo entero. (1981, Italia)
Ernesto González Barnert Chile
GAZA, ES UN NIÑO HERIDO sobre una cama de hospital que acaba de perder su familia. Otro pobre mocoso brotando como maleza entre los pastelones y alambrados del apartheid al que pronto llegarán bombas israelís que nuestra prensa occidental, libre y democrática, mayoritariamente callará. [1978, Temuco]
Erasmo Rivera Chile
Pies grises En los escombros de una ciudad desolada, un niño en harapos arrastra sus pies descalzos, sus dedos rotos lamen el polvillo del concreto. Su ciudad es una de las tantas ciudades que fue bombardeada en el conflicto desigual. Farid, huérfano hace dos semanas, es el único sobreviviente de su familia, era el primogénito de una casa de status. Camina en shock buscando un rostro familiar en los vestigios de un centro comercial. Un reflejo dorado sobresale del paisaje gris, el destello metálico impacta sus ojos sin horizontes. Farid trepa las ruinas siguiendo el resplandor, con sus manitos sucias y sangrantes desentierra un utensilio, limpia el polvo que lo cubre, ha descubierto una tetera de oro. El cielo se estremece bruscamente. - ¡Tayirat, tayirat! ¡los aviones, los aviones! - grita despavorido. El cielo se tiñe de rojo, las nubes se congregan violentamente sobre él. Surgen relámpagos en todos los puntos cardinales. Farid se estremece, no entiende que sucede, tiembla de miedo, su corazón desboca en todas direcciones dentro de su pequeña caja torácica. La tetera se calienta, Farid la suelta. La reliquia dorada arde al rojo vivo, un gas calipso sale de su pico y asciende. El gas celestino se aglutina en una masa grumosa y da forma a una silueta humana. Una deidad preislámica de seis metros, con piel turquesa aparece frente al temeroso niño. Un velo blanco cubre el rostro del ente, posee un grueso cuello y robustos brazos adornados por alhajas de variados colores. -Salaam aleykum, rhban, ana janituk, yumkinuni an amnahak thalath umniaat- La paz sea contigo, soy tu genio, te puedo cumplir tres deseos –dice la deidad. Farid en shock recuerda las novelas que leía Hasan su padre, se arrodilla y apoya su cabeza sobre los escombros. -¡Atamanaa law lam yakun hunak zayt, atamanaa law lam yanuk hunak zayt!- En llanto y con voz suplicante el muchacho gris ruega -¡Deseo que el petróleo no exista más, deseo que el petróleo no exista más!-
Eugenia Sánchez Nieto Colombia
Pájaros plateados Pájaros plateados vuelan sobre la ciudad turbas enardecidas gritan su desespero la zarpa feroz hunde, quema, arrasa gritos, gritos, gritos bombardeos arrasan un pueblo genocidio contra Palestina pueblos del mundo lamentan, enormes movilizaciones solidaridad, rechazo “borrar un pueblo” es la consigna del gobierno Israelí, asombra que un pueblo que padeció el exterminio haga con otro lo mismo las puertas cerradas, la ciudad tiembla inconscientes desgarran las carnes rompen los brazos, destrozan los rostros señales, cicatrices, sangre gritos, heridos, miles de muertos los poderosos impávidos dan la espalda… la ciudad quemada cientos de personas como fantasmas el dolor abre una cicatriz en el cuerpo y en las calles todos con la certeza del deber cumplido ninguno se reconoce en el espejo pájaros plateados vuelan sobre la ciudad…
Isabel Guerrero Chile
estado profundo ...y nosotras venimos en todas
las tonalidades de la ira rafeef ziadah
sentaron sus bases para que la guerra pudiera verse desde dentro el campo de arena al oriente o con bosque en el sur traza el mismo blanco esperan que un día el fuego arrase con cada rastro y en vez de ellos se plante el designio las escrituras saben del instinto de las bestias para ellas prenden jaulas y jardines hasta llevarlas al extremo de la misma lanza desde ahí la sentencia cuenta en regresiva cada esquirla de metal en los ojos en esa punta ciega se borda la última página
Isaías Cañizález Ángel Venezuela
Carta de una niña palestina a los Reyes Magos Ayer, cuando vi arder las puertas de mi casa, supe que tenía la edad suficiente para pensar en la muerte. Esa luz amarilla, que llegó sin avisar y atravesó las paredes, trajo consigo la certeza de que en algún momento formaré parte de estos escombros, y que mi cuerpo terminará metido entre los desvaríos de las balas y los agravios recurrentes de los bombardeos. Siento que mi destino está escrito en la caprichosa voluntad de un disparo. En la incuestionable terquedad de un Orden que establece los rigores de la existencia. Quizás por eso intento buscar la sonrisa que se fue apagando durante las madrugadas, donde la algarabía de las metrallas era el único canto de gallo. De esos desamparos conservo el estupor de ver a mi padre caer como un árbol seco; de recordar su rostro en medio de ademanes inconclusos pues la certeza del exterminio no da tiempo para las despedidas ni para el abrazo que sucumbe ante la arrogancia de un dictamen impostergable. Vi sus ojos extraviados en la miserable certidumbre de saberse el eco de una plegaria: no pronunció mi nombre para que la muerte se alejara, para ahuyentar los espasmos de esas contradicciones cuyo propósito no se detiene en minucias. Tengo el grito velado de mi madre buscando los restos de mi hermano, ese pequeño colibrí que nunca supo del miedo y quedó sembrado en las cenizas del patio. ¡Y también están las vejaciones que nos hacen caminar en círculos, que se aferran como puñales incrustados en la espalda! Reyes del Oriente, simulación última de mi infancia, que su paso por estas tierras, no esté signado por el vejamen de estas líneas. No reparen ustedes en oro, incienso o mirra. Todavía siento el olor a pólvora en la mirada y me conformaría con una tarde sin matanzas. Será ese el único deseo de una niña que bien podría juntarse con sus padres en cualquier momento. DEL LIBRO Kuaderno Palestino, 2013
Joselyn Michelle Almeida España
Luna de sangre sobre el Monte Sinaí Se alza junto a la luna la sangre de los niños despedazados en Gaza, tierra teñida de rojo, masacre de inocentes. Más que abominación tu bombardeo continuo sepultando a sus familias para dejarlos huérfanos. Ni la crueldad de Herodes oh Israel. Desenvainas el terror de los explosivos y el fósforo, de la sed y el hambre a la ciudad sitiada sin redes, sin permitir a nadie que brinde auxilio, ni a los ángeles siquiera. Pero sabemos, Herr Sion, del hedor de los cadáveres,
de los cuerpos quemados y el dolor. Contra este infierno hecho por ti, gritamos con gargantas roncas corazones de todo el planeta en unísono: alto el fuego. La noche del Holocausto se escapa de su extenso archivo, y aquellos con el poder de detenerla olvidan su lección fundamental. Llamas a los palestinos «animales humanos», Herr Sion, asesinando 400 niños al día y condenas a los gazatíes a un exilio en el desierto de Egipto como el de Moisés para conquistar su tierra y aniquilar la rosa de sus poetas. Esta vez vistes tú las botas y el látigo intentando convencer a la humanidad que este campo de exterminio es en realidad una cuestión de defensa. Lo mismo decía La Gestapo.
Julio Torres Sánchez Chile
Peregrinos de Yahvé Se dejan atrás los puentes baches, camellos y potrancas los caminos se levantan con las ganas de unos viejos se observan los cruces por la tierra en la mesa de los olvidados del credo para arrancar por los techos del mar muerto. Voraz incendio, libre de pecado una piedra vuela por el desierto pisadas, sobre las bocas secas, labios y niños partidos crepitar de sangre en el polvo santo. Los adoquines lloran a lo lejos ante la caída de unas velas y para que sigan molestando las pulgas nos peinan con las babas de su historia la paz se piensa y se defiende con coraje pero con muchas pelotas es muy difícil hacer malabares. Y nos vamos haciendo sombra y nos vamos haciendo sombra y nos vamos, todos le suben el volumen a la melodía de las bombas. La estrella de David siempre será un arma y no pararán hasta romperle las alas al cielo.
Mariana Ruiz Venezuela
Desde la ventana de un niño palestino Desde la ventana de un niño palestino Se ven todos los colores del desierto Oro, arena, ocres, amarillos, Y resalta el verde más bello El verdeolivo De sus arbustos ancestrales; El maná que en otro tiempo fue regalo de dioses Hoy es castigo de hombres. Desde la ventana de un niño palestino Se pueden ver cosas atroces también: Cuerpos destrozados Casas derrumbadas Otros niños rumbo a la cárcel. Pero desde esa misma ventana Se puede ver La incansable dignidad Enfundada en pañuelos blanquirojos De hombres y mujeres Que se niegan a claudicar Y nos recuerdan Abrir también nuestras ventanas Saltarlas Porque aunque tengamos más colores, Más arboles frutales, Tenemos también un gran río de maná negro, -otro regalo de dioses Que nos condena-.
Máximo Solano México
Noches estrelladas Nací bajo la sombra de la luna nueva, maloliente, dura, un marginado, un guiñapo de persona; mátame de una vez, le dije al firmamento y nunca contestó. Luz prometieron mis párpados, teniendo los ojos cerrados, los abrí esperando al sol y me recibió el fuego, parpadeé y era mi familia, parpadeé otra vez y las cenizas me abrazaron como quien abraza a un hijo. El aquelarre de las llamas es uno que nunca acaba, las veo danzando sobre los tejados, riéndose de mí en mis sueños, saludándome desde la casa de mis vecinos, gritando mi nombre cuando me siento despierto. Recuerdo ahora a los pájaros porque en el silencio falta su canto, y recuerdo a mis hermanos porque en el silencio su voz se torna irrecuperable; suena el tambor del fuego, gritan las madres y las hijas separadas para siempre, y suena el mundo ante mis ojos cambiando nuevamente. Si esta es la tierra de Dios, yo quisiera que se vaya a una nueva residencia. Quisiera que el fuego no tuviera tanta hambre, quisiera que dejara de devorar mis recuerdos. Mis amores ahora flotan en el viento como cenizas, mis penas se fugaron con mi esperanza y ahora solo queda el recuerdo de que el fuego no perdona, no se va, siempre regresa, nunca olvida un rostro y vuelve para llevárselo. Cuando nos deja descansar, por unos instantes, añoro que regrese por mi, pero sabe que no es mi momento, prefiere comerse lo demás antes de comerme a mi, y me lo recuerda a diario. Un amigo, un vecino, una mujer que conocí en el mercado, un viajado a la meca, un amor no correspondido; se los devoró a todos y solo me dejó sus nombres en las hojas de desaparecidos. Ya las estrellas no salen, las cenizas las ocultan con recelo, ya no hay luna ni estrellas, y a nadie parece importarle.
Albaricoques heridos poemas sobre la guerra
1. No se sabe cuántas bombas, balas, bazucas fueron lanzados al aire para golpear cualquiera de las partes del cuerpo del enemigo: − ojos, cara, cabeza, senos, nalgas, corazón. No se sabe quién hirió a quién. El triunfo de la violencia dividió las estrellas entre fuego y sangre. Ahora so lo queda la floración del precipicio.
2. La Sangre de los mártires no solo una vez para salvarnos. Ríos de líquido rojo inundaron la tierra en el sueño y la promesa de construir sistemas perfectos combatir el mal derribar las murallas de la etnia, de las religiones, de la hipocresía. El hombre de la sombra y de la luz moviéndose hacia los molinos de oraciones, tiene en el cuello de la súplica el nombre del tiempo la sequedad de la vida y el Dios de Jerusalén.
3. Los leones de la guerra son algo vano. Llevan un cuchillo clavado en el cuello y un arma apuntado a los infantes perdidos entre los escombros de la muerte, olvidado entre perros e insectos en un país crucificado por el horror de las sombras en el rostro del abismo.
Miriam Freitas Brasil
fragmentos palestinos “(...) Mi padre murió ayer Y lo enterramos en el exilio Me dejó una foto Y una historia sobre la dignidad de la juventud Vivió en ti y murió en el exilio Él me infundió tu amor Y esta nostalgia poderosa.” Salim Jabran (1947) poeta palestino.
“(...) Tal vez apagues todas las luces de mi noche Tal vez me prives de la ternura de mi madre Tal vez falsifiques mi historia Tal vez te pongas máscaras para engañar a mis amigos Tal vez levantes murallas y murallas a mi alrededor Tal vez me crucifiques un día ante espetáculos indignos Pero no claudicaré (...)”. Samih Al Qasim (1939 - 2014) poeta palestino.
“(...) Un millón de pájaros Sobre las ramas de mi corazón Inventan el himno combatiente” Mahmoud Darwish (1941-2008) poeta palestino.
“(...) Nosotros enseñamos vida, señor. Nosotros, los palestinos, Enseñamos vida Después de que ellos Hayan ocupado el último cielo.” Rafeef Ziadah (1979) poeta palestina.
“(...) Sin ecos y sin rastros, los niños, las canciones, se perdieron. Desnuda, con los pies ensangrentados, la tristeza se arrastra en mi ciudad; el silencio domina mi ciudad, un silencio plantado como monte, oscuro como noche; un terrible silencio, que transporta el peso de la muerte y la derrota.” Fadwa Tuqan (1917-2003) poeta palestina
“(...) El baile, el sollozo, y el negro persistentes se rebelan en las hojas de otoño protegidas por Cristo de nuevo en la cruz. Ellos te murmuran: No te liberarás del sello del ardor y la memoria No dejarán que tu sangre coagule; chúpate bien la herida y ten cuidado.¡ La víbora no abandona dos veces a su presa” Fatena Al-gurra (1975) poeta palestina
Mohamed Walid Grine Argelia
El diluvio de la resistencia y su luz El diluvio de Al Aqsa anegó las fuerzas fascistas, sionistas y colonialistas. El diluvio de Al Aqsa anegó los derrotistas que quisieron enterrar la causa, y normalizaron las relaciones con el régimen colonial sionista, con el ejército israelí, el cual manchó la tierra del olivo, y asesina en masa a mujeres, niños y ancianos, en el marco de su plan de limpieza étnica. El diluvio de Al Aqsa arrancó con fuerzas populares palestinas Y derribó los muros del oscurantismo y del racismo, Dando un golpe al derrotismo. Cada día, cada minuto, los guerrilleros palestinos y las mujeres luchadoras palestinas producen resistencia, fe y determinación.
Ellos y ellas son fedayines Peleando por sus tierra, existencia y libertad. El Diluvio de Al Aqsa inunda de luz los espíritus de todas las personas que apoyan a la causa Palestina dentro o fuera de la Palestina ocupada. Fantástica es esa imagen donde vemos dos palestinos, de pie sobre un tanque del ejercito israelí sionista, haciendo con sus dedos la letra V revolucionaria, e izando con sus manos la bandera de la causa. No es sólo Gaza que se levanta, sino todas las fuerzas palestinas, populares y vivas Que declaran cada día: ¡Ningún compromiso Con el horror y el terror! ¡Ningún compromiso!
Estuvo con nosotros hasta que cayó el velo de la noche, hasta que sus pasos cesaron como lluvia inofensiva. Poco supimos de ella: Que se detenía en las tardes a ver pasar el Sol y que corría tras las mariposas, casi volaba con ellas. Algunos oyeron su grito, pero estaban muy ocupados levantando cercos, según ellos, para que no entraran los cerdos a sus casas. Florecieron los jardines, los pájaros surcaron el cielo, las hojas cayeron secas sobre el prado. Aún nadie nos escucha y tal vez nadie lo haga en lo que resta de cosechas, pero queda la lluvia que seguirá humedeciendo esa huella en el camino; quedan las mariposas que recorrerán la misma ruta de la tarde y quedan los malditos cercos que nuca serán mayores que estos montes que darán testimonio de nosotros y los peñascos que gritarán siempre los nombres de los nuestros, los de aquellos que ahora son árbol de memoria.
Omar Garzón Pinto Colombia
Una niña de Ramallah
Soliloquio en Palestina Lo único que a veces salva al hombre del olvido es el llanto que lo colma. Lo único que a veces nos salva a los habitantes de este espejismo del desierto es una bala que de nuevo se nos siembra entre los ojos. A veces creo que en este corto suspiro que es la vida, el acto principal de algunos de nosotros (tal vez los menos protagónicos, los menos primordiales, los menos hombres) es habitar en el silencio, hacernos uno con la sombra, estar donde nadie está, ver donde nadie ve, gritar donde nadie escucha, no estar. Esa es nuestra encomienda: susurrar el nombre de nuestros muertos mientras caminamos sin que eso signifique que nuestro próximo puerto será otro Sol, sin que eso signifique que nuestro próximo puerto será otro paso. DEL LIBRO Flores para un ocaso, 2013
Paula Eva Chile
Palestina Libre
Convierte el grito eterno en noticia rápida que deja de ser noticia cuando los aviones regresan para bombardear una casa con dos ventanas y una puerta. (Mahmud Darwish)
En el sur del mundo la primavera llegó con días fríos. El sol se asoma a ratos y solo quema. Las flores se abren y se marchitan en un pestañear. Los perros mean la hierba y se pudre. La estufa se apaga de pronto, Percibo un leve olor a gas, permito que se propague. Se entumecen los huesos, La garganta se seca. Los gritos van y vienen. Las banderas se esconden. Milei lidera las encuestas allende la cordillera. En chile el negacionismo se toma la palabra escribe el futuro con sangre en las manos. Todo esto parece un juego ante los gritos nefastos que aturden el sentido común.
Los balbuceos se pisotean en la impunidad. Sé que debo gritar y confrontar. No encuentro la metáfora, no lo puedo pronunciar. Sueño con misiles, con más de 3000 niñes tratando de despertar. Yo amanezco muda y me avergüenzo, ¿por qué no lo puedo pronunciar? Me vuelvo pequeñita, insignificante. Me diluyo en los tumultos. Me vuelvo polvo Sostengo en mi vientre los alaridos de las madres. Sostengo en mi vientre los sollozos de sus hijas. Sostengo en mi vientre litros de sangre que no me pertenecen, Aunque son tan míos. Quiero mirarte a los ojos, pero los aniquilaron. Quiero pronunciar tu nombre, pero no existe. Quiero que seas la noticia, pero te anulan. Quiero que existas libre, pero no me dejan pronunciarte.
Notas al pie de Gaza, Joe Sacco
Sergi Rever Bolivia
Franja En territorio ocupado deja de correr el viento no es tiempo para lamento con escombros cultivado. Cada día bombardeado: no podemos hacer nada. Mar y tierra bloqueada es difícil que despierte solo nos dejan la muerte. Nuestra vida, sentenciada.
La muerte, anda en desconsuelo Colgada estaba con su vestido negro sin cabeza para no sostener la soberbia de los ojos ajenos sin pies que llevan las desvanecidas almas sin manos para abrir las botellas que guardan los gritos que se silencian ante la fiebre que causa la lluvia de bombas. Ella está fiel a la penumbra a perdido el rumbo porque ahora carga cuatro puntos lineales más le pide al vivo que está detrás que le de luz.
Walberto Vásquez Pagan Puerto Rico
Agradecemos a quienes nos enviaron sus escritos en solidaridad y apoyo a la lucha del pueblo palestino y a quienes comparten a través de imágenes el acontecer de Palestina.
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