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ESTILO responsable

Cómo ser un consumidor consciente en tiempos de crisis climática

Por Mariana Reznik Solórzano

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“Los consumidores nos hemos quedado atrapados en un ciclo absurdo de micro tendencias. La ropa está pensada para durar en el armario unas cinco semanas antes de tirarla, todo en el nombre de la democratización de la moda; es un modelo insostenible”. Livia Firth

32 ¿Alguna vez te has puesto a pensar si todo lo que tienes en verdad lo necesitas? ¿Si es fundamental para el día con día? ¿Alguna vez has reflexionado si llevas un estilo de vida sostenible? ¿Si tus acciones comprometen a las futuras generaciones?

Vivimos en una época en la que el cambio climático y el cuidado del medio ambiente son temas cotidianos muy relevantes, están presentes en nuestro día queramos o no, y es por lo que nos hemos visto obligados a interesarnos en saber cómo es que podemos contribuir al cuidado de nuestro planeta o, mejor dicho, cómo podemos influir menos en su destrucción.

Pero no se trata de ser radical cuando se habla de cuidar el medio ambiente, tampoco se trata de sentirte culpable si tuviste que utilizar un contenedor de plástico de un solo uso o si no pudiste recoger toda la basura que viste cuando caminabas por la playa.

Ser alguien que lleve un estilo de vida sostenible y alguien que prevé el cuidado del planeta va más allá de eso. Implica ver desde otra perspectiva, ver a escala grande. Implica salir de la caja en la que vivimos, donde estamos constantemente rodeados de redes sociales diciéndonos qué está bien o qué está mal para el planeta. Implica pensar dos veces si todo lo que nos dicen que hagamos para reducir nuestra huella de carbono es verdaderamente viable. Implica informarse a través de más de una fuente. Pero aún más importante, implica ser extremadamente cuidadoso y consciente de tus acciones diarias. Sí, de las tuyas, como individuo, como colectivo y como especie.

Es por lo que mediante este artículo hablaré de un tema que probablemente para muchos pase desapercibido, sin embargo, es uno de los más notables en nuestra huella de carbono: la industria textil.

Hace tiempo, el hombre primitivo hacía sus vestiduras con pieles animales que obtenía de la caza. Poco a poco estas prendas fueron evolucionando y fueron sustituidas con materiales textiles más ligeros y mucho más fáciles y económicos de fabricar.

Dado que la población humana ha crecido considerablemente en los últimos años, la fabricación de ropa ha aumentado masivamente, al igual que el consumo. Millones de prendas se fabrican y se venden cada año, al igual que se desechan y se acumulan en forma de basura.

Hoy en día, la industria textil es de las más contaminantes del mundo, contribuyendo de manera notoria al deterioro del entorno.

Al fabricar ropa se hace uso de muchos recursos naturales, incluyendo el agua. El 20% de las aguas residuales a nivel mundial son generadas por el sector textil. El agua se contamina y se transforma en agua residual, es decir, que se ha visto afectada por actividades humanas que la han contaminado. Cabe mencionar que el proceso para limpiar aguas residuales es extremadamente costoso y, al no tratarla, se vuelve una sustancia extremadamente contaminante. Así mismo, contiene químicos, que al tener contacto con ciertas superficies y/o especies (incluidos los humanos), llegan a ser muy nocivas, dañando sus ecosistemas, su salud y la capa de ozono. El producir ropa aporta el 10% de las emisiones de carbono mundiales (más que los envíos vía marítima y vuelos internacionales juntos), lo que resulta en aproximadamente 4 millones de toneladas de carbono anualmente, cuando se estima que el 75% de la ropa producida termina en la basura.

El gasto de recursos para la fabricación de una sola prenda es excesivo. Según la ONU, para elaborar unos pantalones de mezclilla se utilizan alrededor de 7,500 litros de agua, que es equivalente al promedio de lo que bebe una persona en un periodo de siete años.

Debido a la tendencia de “moda rápida” se ha incrementado la producción de prendas de manera alarmante. Según los expertos, es la causa de muchos impactos negativos en el entorno y en los tres pilares principales de la sustentabilidad: económico, social y ambiental. Es por lo que se pretende incentivar una producción y un consumo responsable y sostenible.

Ahora bien, no estoy diciendo que dejemos de utilizar ropa y que volvamos a ser como el hombre primitivo. Somos una sociedad –aparentemente– civilizada, donde las normas colectivas y el sistema que nos rige dicta que tenemos que actuar de cierta manera. Así, propongo los siguientes puntos que pueden llegar a ser de ayuda para aquél que le guste vestir bien y desee reducir su huella de carbono:

Trata de comprar ropa de mejor calidad, de esta manera tendrá una vida útil mucho más larga, lo que hará que no tengas que comprar ropa en un buen rato.

Compra ropa usada. Además de que es económico, estarías expandiendo la utilidad de esa prenda. De igual forma, la ropa que ya no utilices y siga en buenas condiciones la puedes donar para alguien más.

Haz intercambios de closet. Júntate con tus amigos y familiares cada vez que necesites un cambio de estilo e intercambien ropa por un tiempo. De esta forma podrás adquirir ropa “nueva” sin tener que estar comprando prendas constantemente.

Si vas a comprar ropa, mejor que sea fabricada en tu país o en alguno cercano. Así la huella de carbono de la prenda será menor. Recuerda que también lo que contamina de la industria textil es el transporte de las prendas de un lugar del mundo a otro.

Busca si la prenda que gustas adquirir cuenta con alguna etiqueta o certificado ecológico, esta te ayudará a conocer si contiene sustancias perjudiciales para el medio ambiente y de qué manera es que la prenda ha sido fabricada.

Compra ropa hecha a mano. De esta forma puedes ayudar a los artesanos locales. Aparte, estas prendas no se producen masivamente, y lo más probable es que no se haya utilizado maquinaria para su fabricación.

Por último, olvídate de la moda y compra ropa únicamente cuando en verdad la necesites. Sácale el mayor provecho a cada una de las prendas que tienes y piensa dos veces antes de realizar una compra.

En conclusión, puedes ser una persona con estilo y aun así tratar de llevar vida de forma sostenible y ser responsable en tu forma de consumir. Hay que darnos cuenta de que absolutamente todas las acciones que realizamos todos los días de nuestra vida tienen impacto. Informémonos y preveamos el impacto que tenemos, no sólo en el presente, sino en las futuras generaciones. Ponderemos lo necesario contra el capricho. Ayudemos a crear conciencia ciudadana, expandamos el interés por la preservación del planeta.

Seamos personas objetivas, pensemos antes de actuar y, sobre todo, seamos empáticos, no sólo con los humanos sino también con el resto de las especies que cohabitan este planeta llamado Tierra, que es nuestro hogar.

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