20 MP Los estereotipos
de género
y el desarrollo intelectual
Por Emma Näslund-Hadley Banco Interamericano de Desarrollo
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ran parte de mi vida, he estado obsesionada con el tema de género y matemáticas. Cuando era niña, me encantaba cuando mi padre inventaba juegos y acertijos matemáticos y me retaba a resolverlos. Sin embargo, estaba claro que no todos los niños y niñas de mi escuela compartían mi amor por los números. Lamentablemente, décadas después, esa misma aversión a las matemáticas que vi entre mis amigas de infancia ha seguido replicándose en las nuevas generaciones. Durante los primeros años de escuela, a las niñas generalmente no les gustan las matemáticas, incluso cuando su desempeño está a la par del de los niños. Cuando crecen, no entran en carreras matemáticas con la frecuencia que sus pares masculinos. Como resultado, tenemos un menor número de mujeres en las finanzas, los negocios y los campos de las llamadas ¨STEM¨ como ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas. Precisamente esos campos en los que, debido al creciente uso de la tecnología en nuestra sociedad, están las mejores oportunidades laborales.
¿Por qué es tan difícil inculcar el amor por las matemáticas en las niñas? Parece ser que las normas culturales contribuyen y forman las definiciones que los niños tienen de sí mismos, lo que lleva a las niñas a asimilar el estereotipo de que las matemáticas no son para ellas. Estas normas están tan arraigadas en nuestra sociedad que son difíciles de cambiar. Varios estudios muestran cómo los padres han indicado que sus hijos son mejores que sus hijas en las matemáticas, aun cuando este no era el caso. Incluso cuando las niñas tienen padres instruidos en el tema de género, reciben el mensaje ¨anti-matemáticas¨ a través de los medios de comunicación, el entretenimiento, la ropa y los juguetes.
Uno pensaría que la reacción popular en contra de la Barbie que hablaba (en la década de 1990) y que decía frases como “La clase de matemáticas es muy dura” haría que las empresas tuviesen más cuidado con este tema. Sin embargo, aún hoy en día seguimos viendo mensajes ¨anti-matemáticas¨ que son promovidos a través de algunos productos dirigidos a las niñas. Hace algunos años, la tienda de ropa The Children’s Place produjo una camiseta enumerando como temas preferidos por las niñas el ¨ir de compras, la música y el baile¨, pero no las matemáticas porque…”bueno, nadie es perfecto”. La compañía David & Goliath comercializó una camisa similar que en letras rosadas declaraba “soy demasiado bonita para hacer matemáticas”. Este tipo de afirmaciones parecen decir a nuestras niñas y jóvenes que ser malas en matemáticas es un logro. O hacen, como lo dijo un comentarista, que “ser tonta esté de moda”. Lamentablemente, las chicas asimilan claramente ese tipo de mensajes, por lo que tal vez no debería sorprendernos que cuando crezcan crean que las matemáticas no son un campo al que ellas pertenecen. Este sentido de ¨no pertenencia¨ comienza desde temprano. Mi hija de nueve años, recientemente me dijo que abandonaría la clase de ajedrez. “Mamá, las niñas no juegan al ajedrez”, me explicó. Sabiendo lo mucho que ama el ajedrez y la forma en que este juego está directamente relacionado con el desarrollo de habilidades para resolver problemas matemáticos, asumí el papel de abogada y logré convencer a otros padres de inscribir a sus niñas. Como padres y educadores no podemos dejar que los estereotipos de género ganen. Las matemáticas son simplemente demasiado importantes y divertidas para estar reservadas solo para la mitad de la población.
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Elogios que frustran, L
os elogios son una herramienta fundamental para motivar la conducta de nuestros hijos. A los niños les gusta que les alabemos sus progresos, sus esfuerzos o sus gracias. Todos los padres recurrimos a ellos en alguna ocasión, por ejemplo cuando nuestro pequeño da sus primeros pasos, aprende a ir en bici o dibuja. Los elogios son un potente reforzador de conductas que bien utilizados ayudan a aprender nuevas formas de comportarse o de hacer las cosas. Los elogios nos ayudan a continuar, a perseverar, a tener ganas de superarnos. Pero si elogiamos mal corremos el peligro de ejercer el efecto contrario al que pretendemos ¿por qué? Debido a esos elogios trampa o recompensas trampa como describe el Dr. Álvaro Bilbao en su libro El cerebro explicado a los padres, el niño se sentirá frustrado, decepcionado o desmotivado.
Tipos de elogios que frustran, decepcionan o desmotivan. Sin darnos cuenta muchas veces elogiamos de un modo totalmente incorrecto, porque aprovechamos el elogio para mostrar nuestro desagrado o insatisfacción. Frases del tipo:
– “Muy bien, te has vestido solo, pero … he tenido que perseguirte por toda la casa”. – “Genial, está todo recogido, así es como deberías hacer cada día!” – “Bravo cariño, hoy lo has hecho muy bien … no como otros días, eh?”
decepcionan o desmotivan.
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Si analizamos las frases, vemos como el mensaje final tira por tierra todo el esfuerzo, progreso o motivación. El niño capta que por más que se esfuerce mamá o papá le sigue regañando. Y si es así ¿para qué va a seguir invirtiendo energía en mejorar? Por eso nuestros elogios, si los expresamos de este modo, no son útiles y nuestro hijo no progresa, no avanza y se desmotiva. Es más, este tipo de elogios son contraproducentes. Porque a la larga los niños van alejándose emocionalmente de nosotros, se sienten decepcionados, tristes e insatisfechos. Los elogios para ser efectivos deben ser sinceros y concretos, deben hacer referencia al comportamiento o conducta y no a la personalidad del niño. Dichos en el momento adecuado sin resentimientos, insatisfacciones o nada que enturbie el menaje que queremos lanzar con el elogio. Libro Recomendado: El cerebro del niño explicado a los padres. Dr. Álvaro Bilbao.
26 MP Crianza y Familia
5 Consejos
Enseñar a los niños a respetar la diversidad puede ser un desafío. Una de las lecciones más importantes para lograr que los niños respeten y acepten la diversidad, radica en enseñarles que aunque nuestras diferencias por fuera sean notables, por dentro estamos hechos de las mismas cosas. Sin importar que seamos niños o adultos, todos tenemos sentimientos y podemos sentirnos heridos o maltratados cuando alguien nos provoca, nos insulta o nos lastima. Ayudar a tus hijos a comprender que todos tenemos sentimientos y diferencias, es la base para guiarlos sanamente a respetar y aceptar la diversidad.
Por: Aquiles Páez
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Mamá de Luis: Creo que tu no sabes lo que eso es. Eso no significa que sea gracioso. Solo es diferente a las cosas que has visto. Eso se llama turbante.
Cuando tus hijos lleguen a casa con una pregunta sobre alguien o algo que vieron, y no tienes una respuesta para ellos, no tengas miedo de decirles. Úsalo como una oportunidad para que ambos puedan aprender y crecer. Por ejemplo, si tus hijos preguntan por alguien que sufre de parálisis cerebral, podrías no saber que en algunos casos su capacidad del habla se reduce debido a rigor en sus músculos. Podrías aprovechar esa oportunidad para aprender también, al mismo tiempo que les enseñas a informarse antes de emitir un juicio probablemente errado.
Sé cuidadoso con tus chistes, bromas y la actitud que tienes sobre los otros. Los niños repiten frecuentemente lo que escuchan con sus amiguitos y familiares, aún si no saben lo que esto significa. Es importante corregir cualquier conducta discriminatoria apenas ocurra. Ignorar o evitar el incidente no ayudará a que este no ocurra de nuevo. De hecho, los niños pueden entender esto como una aprobación.
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Está bien darse cuenta de nuestras diferencias. Todos nosotros, en alguna manera o forma, tenemos diferencias que nos distinguen. No hay nada malo con ellas, pero, tenemos que estar atentos y crear conciencia en los niños que podemos lastimar o herir a otras personas cuando formamos estereotipos o somos prejuiciosos con ellas. Como explicamos anteriormente, todos tenemos diferencias de un modo u otro, y son las cosas que nos hacen especiales.
Hay muchas palabras que un niño no debería decir, como decirle a otro que es un retrasado mental, y otra clase de expresiones ofensivas. Enséñales a tus hijos palabras que expresen disgusto de forma más educada, como “absurdo”, “ridículo” o “tonto”. Aprovecha esa oportunidad para enseñarles palabras nuevas y que expandan su vocabulario. Insultar con frases despectivas no solo lastima a la persona que recibe el insulto, también insulta a sus familiares y amigos.
Si tus hijos hacen comentarios prejuicios, a veces, la mejor forma de lidiar con esta situación es expresarla de otro modo. Pongamos el siguiente ejemplo. Luis está con su madre en el centro comercial y mira a una persona con turbante. Luis: ¡Mamá mira eso! ¡Qué gracioso! Mamá de Luis: ¿Por qué te parece gracioso? Luis: ¿Porque está usando una sábana en su cabeza?
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