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AISLAMIENTO TÉRMICO EN TECHOS: CUBIERTA INVERTIDA
POR: Arq. Luis Valle Cordero Socio fundador UV Arquitectos
Cuando pensamos en aislar nuestras viviendas, generalmente nos preocupamos en primer lugar por una mayor protección de los muros más expuestos a la radiación solar y por la instalación de ventanas eficientes. Si bien es importante tener presentes ambos conceptos en la etapa de diseño, en regiones de clima cálido es conveniente prestar especial atención al aislamiento de techos, ya que es la superficie de la construcción que generalmente recibe los rayos solares de manera más directa, traduciéndose en un mayor flujo de calor hacia el interior de los edificios. Además, en muchas regiones de México, existe gran demanda de viviendas unifamiliares con superficie techada individual con una mayor afectación solar que los departamentos en torres de condominio con una azotea compartida.
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Al popularizarse el uso de techos de concreto (antiguamente se usaban vigas de madera que soportaban una gruesa capa de tierra), aparecieron gran cantidad de soluciones técnicas que buscaron un equilibrio entre las capacidades estructurales y de aislamiento. Partiendo de la losa maciza de concreto armado hasta las losas de vigueta prefabricada y bovedilla de poliestireno, se ha tendido a buscar una mayor proporción de material aislante sin perder las propiedades estructurales de la losa. En ocasiones estos sistemas se complementan con capas de aislamiento térmico adicionales colocadas en la cara inferior o superior del techo y generalmente por debajo de la capa impermeabilizante. Estas soluciones conforman lo que se denomina una “cubierta plana tradicional”.
La cama de grava es una alternativa sencilla para proteger al aislante y al impermeabilizante de la cubierta invertida, sin embargo, existen otras opciones tales como maceteras, pisos cerámicos o combinaciones de varias de ellas.
Como alternativa a dicho sistema, se han explorado soluciones en las que, en lugar de que el impermeabilizante proteja a la capa de aislamiento, sea el aislamiento el que proteja al impermeabilizante, con el objetivo de lograr una mayor protección frente a la radiación ultravioleta, y por lo tanto una menor frecuencia de mantenimiento a la impermeabilización. Así es como nacieron los sistemas de “cubierta invertida”, en los que el material aislante se aprovecha como soporte para un amplio abanico de opciones, desde una capa de grava que aporta protección solar a las placas aislantes y con su peso evita que las afectaciones del viento, hasta sistemas de pisos transitables que le dan vida a la azotea, siempre que la estructura lo permita.
Todos los sistemas que con frecuencia aparecen o se reinventan no hacen más que enriquecer las alternativas de las que disponemos los arquitectos a la hora de desarrollar un proyecto, buscando resolver de forma precisa las particularidades del mismo. Y esto también aplica a la hora de reducir los consumos energéticos de nuestras construcciones en la época de una urgente sostenibilidad en la que nos encontramos.