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EDITORIAL
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Recuerdo la primera vez que me enamoré; yo tenía once años y ella treinta, yo moreno ella rubia, yo en Pamplona y ella en Hollywood. Como cada domingo tras regresar del monte, Xalbador, amigo de mis padres y por ese entonces único vecino con vídeo, nos proyectaba una película en su casa. Ese domingo en concreto alquiló “Doctor Zhivago”, un film ambientado en la revolución rusa que me marcó para siempre. La protagonista: Judy Christie; una bella actriz de labios carnosos, labios que en mis sueños sabían a nieve, fresones, nostalgia y miel. Esa noche me abandonó el sueño y al día siguiente lo hizo el apetito, cualquier rincón resultaba un buen lugar donde reposar la mirada, mi corazoncito autista mandaba. Creo que fue la noche siguiente cuando mi madre, alertada por mi comportamiento, se sentó junto a mi cama para interesarse por mi estado. Yo describía los síntomas con la misma inocencia que lo hacía ante el médico de familia, “siento aquí... como un...” No fue hasta que me despeinó con un repentino movimiento de manos, que su gesto serio se transformó en sonrisa. Fer, bonito, a ti lo que te pasa... es que te has enamorado... Era tal mi estado enfermizo, que únicamente reconocía y aceptaba la inmensidad oceánica como barrera insalvable en nuestra historia de amor. Durante semanas mi pecho se convirtió en un viejo sótano vacío y húmedo, podía sentir en sus paredes la condensación de cada lágrima. ¡Hubiera dado hasta mi
EDITOR y DIRECTOR Fernando Barbarin nu2@nu2.es
DISEÑO Y MAQUETACIÓN Estudio de diseño CREA www.fernandobarbarin.com
ARTE arte@nu2.es
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scalextric por una sola caricia suya! He cumplido cuarenta años y no la he olvidado. No sé si fue amor, fantasía, locura, química o todo junto, probablemente todo sea la misma cosa; pero en estos años he aprendido algo sobre este fenómeno extraño. Te puedes enamorar horas e incluso años, de quien te ama y odias, del que quieres y no soportas, del que existe y no conoces, de un macarra príncipe y azul, de una espalda desnuda, de una mujer de cien hombres, de un hombre que no es hombre, de ti o de nadie. Para ser plenamente feliz no es necesario emparejarse, enamorarse o amar, pero para dejar de serlo basta tan solo con hacerlo de la persona equivocada. Demasiadas parejas están con quien pueden y no con quien quieren. La dependencia nutre a la cobardía y, en esos casos, el conformismo mata la ilusión dando paso a una especie de simbiosis parasitaria en forma de pareja, matrimonio o noviazgo. Las personas no aman, se emparejan. Yo no creo en las parejas pero sí en la pareja, no creo en la fidelidad pero sí en la lealtad, no creo en el amor pero sí en su probabilidad. Y un día se cumple la probabilidad y te encuentras con un corazón de once años chapoteando en un óceano para dos, con la ilusión por desempaquetar y compartir tu primer scalextric En esta materia... no valen sucedáneos.
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SUMARIO
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reportaje
Estudio y compromiso La SECAC
La Sociedad para el Estudio de los Cetáceos en el Archipiélago Canario, SECAC, es una ONG científica sin ánimo de lucro.
ABC SUB >
MEDIOAMBIENTE >
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La Marina de Arrecife · 12
Francis & Mario · 19
El Ayuntamiento capitalino diseña y ejecuta un programa de sensibilización ambiental para escolares
Me sumerjo una vez más en este mar transparente y quieto. La visibilidad es tan nítida que enseguida...
MAR DE FONDO >
MENSAJE PARA... >
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Txomin Pascual · 14
Íñigo Castanedo · 20
Iba a hablaros del ocaso ideal pero ya no me apetece, se esfumó...
Me llamo Nicolás, como mi tío, aunque a mi me dicen Nico, y a él Colás. Voy a cumplir...
NCAPTURA >
MI ISLA >
Javier Alonso · 15
Alex Solar · 21
Cuando amanece, una muchedumbre inunda las callejuelas entre los canales...
¿Por qué las hojas del calendario envejecen de golpe cuando las arrancamos?
FOTO DENUNCIA >
RELATO >
Vergüenza y orgullo · 16
Myriam Ybot · 24
Localización de diferentes actividades en la conservación y cuidado del medio ambiente
La playa se extendía solitaria ante mí, apenas pespunteada por las diminutas luces que escapaban...
FICHA >
24
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TABLA DE MAREAS >
Yubarta · 18
Marzo, abril y mayo · 26
Vive en aguas oceánicas, generalmente, en pequeños grupos de dos a quince individuos
Refranero sobre el mar Tablas con horarios de las mareas
MAR Y ARTE · MAR Y ARTE · MAR Y ARTE · MAR Y ARTE · MAR Y ARTE · MAR Y ARTE · MAR Y ARTE · MAR Y ARTE · MAR Y ARTE · MAR Y ARTE · MAR Y ARTE · MAR Y ARTE ·
100TENARIOESCUELAPANCHOLASSO MAR Y ARTE · 23 Espacio de intercambio artístico donde el punto de referencia para el desarrollo creativo se genera en torno al mar.
LAURA BALLESTEROS
NELSON OSES
ALEXANDRA KOVAL
MARINA SEOANE
CAROL CURBELO
INMACULADA ARMAS RUIZ
IRIA GARCÍA
SAMIR MEDINA SUÁREZ
Mª CONCEPCIÓN GARCÍA
ULRIKA GARCÍA HEDLUND
MAEBA SOCORRO
DORU PIRPILIU
TATI BENPÉ
CAROLINA CABRERA FERNÁNDEZ
GUACIMARA REYES
RAÚL PÉREZ RODRÍGUEZ
M.C. NAVERÁN
CHRISLEE RÍOS
JOSUÉ ESTÉVEZ NAVARRO
JULIÁN BERMÚDEZ MESA
AMPARO PERDOMO
Estudio y compromiso
La SECAC
El Archipiélago Canario se encuentra situado en el Atlántico Nororiental, en el borde continental africano, en la subregión Atlántico-macaronésica. Las peculiaridades biológicas del mar canario , junto a su posición geográfica y las características físico-químicas de sus aguas, le confieren una notable diversidad ambiental que tiene un fiel reflejo en una biocenosis rica en especies, tanto en la fauna vertebrada e invertebrada marina bentónica y pelágica. La productividad en las aguas de las islas puede verse incrementada notablemente en algunos puntos del archipiélago debido a una serie de procesos oceanográficos. Las Islas Canarias constituyen un lugar de interés mundial por la riqueza y diversidad de cetáceos (ballenas y delfines) presentes en sus aguas, en las que se han citado treinta especies pertenecientes a siete familias, de las onchenta y seis que se conocen en el mundo actualmente. Esta diversidad es más extrema en las islas de Lanzarote y Fuerteventura. Los cetáceos están protegidos por la normativa autonómica, nacional y europea así como por convenios ratificados por el estado Español como el de Bonn y Berna. En las islas existen varias Zonas de Especial Conservación (ZEC) de la Red Natura 2000 declaradas en base a la presencia del delfín mular (Tursiops truncatus), especie que figura en los Anexos II y IV de la Directiva Hábitats. Los cetáceos presentes en las islas son oceánicos, raros y poco conocidos globalmente. Las islas son edi-
ficios de origen volcánicos que se elevan del lecho marino, alcanzándose grandes profundidades cerca de la costa, lo que favorece la aproximación de cetáceos a la costa. Por este motivo, las poblaciones de cetáceos de Canarias son fácilmente accesibles, lo que convierte al archipiélago a un laboratorio ideal para la investigación y la conservación de este grupo de mamíferos marinos. Sin embargo, algunos puntos del archipiélago canario llevan camino de convertirse en un hábitat crítico para los cetáceos debido a factores como la degradación del hábitat por el intenso tráfico marítimo, las colisiones con embarcaciones de alta velocidad, la alteración de la costa, el establecimiento de instalaciones de cultivos marinos y las interacciones con la pesca artesanal. En las islas de Lanzarote y Fuerteventura han tenido lugar varios varamientos en masa de zifios, la mayoría de los cuales han sido espacial y temporalmente coincidentes con el desarrollo de ejercicios navales. Además de la importancia ecológica, educativa y científica, los cetáceos poseen un interés económico en las islas, debido al desarrollo del turismo dedicado a la observación de ballenas y delfines. Esta modalidad turística, que en Canarias está regulada por el Decreto 178/2000, produjo unos ingresos directos en el año 2008 de 19.8 millones de euros. La normativa exige el cumplimiento de un código de conducta y contar con una
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EN LOS PROyECTOS PARA CONOCER LAS PObLACIONES dE CETáCEOS ENTRE 1999 y 2013: Se han invertido 1.350 días de campaña marítima. Se han recorrido 134.550 km realizando cercos. Se han conseguido 4.656 avistamientos de cetáceos.
autorización, así como la presencia de un monitor-guía especializado en cetáceos para el caso de embarcaciones turísticas.
La SECAC La Sociedad para el Estudio de los Cetáceos en el Archipiélago Canario, más conocida por su acrónimo SECAC es una ONG científica fundada en 1993 cuyos fines son promover la realización de proyectos de investigación, la conservación y la divulgación de los cetáceos en las Islas Canarias. La SECAC se fundó para llenar un vacío en la investigación de los cetáceos de las islas, pues ninguna institución desarrollaba esta labor en el archipiélago en aquel entonces. Las actividades de la SECAC en el ámbito de la investigación han sido hasta el momento el seguimiento, la estructura y dinámica de las comunidades de cetáceos de las Islas Canarias mediante estudios a largo plazo, así como la obtención de información biológica de animales varados. Este grupo de investigación ha participado en la mayoría de las investigaciones de cetáceos en canarias, llevando a cabo proyectos regionales, nacionales y europeos como por ejemplo los programas comunitarios LIFE e INTERREG, algunos de ellos en colaboración con los
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archipiélagos de Azores y Madeira. El último trabajo realizado por la SECAC fue en el proyecto LIFE INDEMARES cuyo beneficiario es la Fundación Biodiversidad con socios como WWF, OCEANA, Seo Birdlife, CEMMA y el IEO entre otros. El trabajo de la SECAC consistió en estudiar las poblaciones de cetáceos del oriente de Lanzarote y Fuerteventura con el objeto de declarar un área marina protegida en este sector de mar. Estas investigaciones han incrementado significativamente el volumen de información acerca de estas especies en las Islas Canarias, en particular en lo que se refiere a la biología y conservación de cetáceos como los zifios, el cachalote, el delfín mular o el calderón tropical. La SECAC colabora activamente con investigadores y centros de investigación tanto nacionales como internacionales. Así desde hace unos años mantiene una estrecha cooperación con el grupo de cetáceos del Instituto Universitario de Sanidad Animal (IUSA) y otras universidades. Las actividades de la SECAC han sido recogidas por los boletines anuales de la Comisión Ballenera Internacional (CBI) y por el comité de Mamíferos Marinos del Consejo Internacional para la Exploración del Mar (ICES).
Seguimiento de las poblaciones de cetáceos en el mar Varias especies de cetáceos residen a lo largo de todo el año en las aguas canarias. Esta entidad impulsó el desarrollo de estudios a medio y largo plazo de estas especies, mediante técnicas de investigación “no intrusivas” como la foto-identificación que permite la identificación de los diferentes individuos de una población a través de las marcas y la forma de sus aletas dorsales o caudales. La SECAC posee catálogos con centenares de ejemplares de diferentes especies, lo que ha permitido constatar la residencia de algunos animales por más de diez años en esta aguas y documentar los movimientos tanto entre islas como entre diferentes archipiélagos. Por poner un ejemplo, tenemos el caso de un cachalote visto en Azores y Lanzarote con una diferencia de veinte años. La SECAC ha realizado diferentes proyectos en el mar entre los años 1999 y 2013 con el objetivo de conocer las poblaciones de cetáceos y en los cuales hemos invertido un total de 1.350 días de campañas marinas, en los que hemos recorrido134.550 km realizando censos con un total de 4.656 avistamientos de cetáceos. En el ámbito de la conservación, los resultados de estos trabajos incrementarán significativamente la información sobre los cetáceos.
Estudio de animales varados y colecciones biológicas Los cetáceos que por diferentes motivos quedan varados en las costas, proporcionan una valiosa información acerca de la vida de estos animales. Además, el estudio de estos ejemplares nos puede indicar la causa de la muerte del animal y si ésta tiene que ver con actividades humanas, lo que sin duda posee importantes implicaciones para la conservación de estas especies. Por este motivo, en la actualidad se está desarrollando un programa de estudio de cetáceos varados en coordinación con los diferentes cabildos insulares de la islas. La SECAC realiza el seguimiento de los animales varados en las islas orientales del archipiélago (Gran Canaria, Fuerteventura y Lanzarote) junto al Instituto Universitario de Sanidad Animal (IUSA), dependiente de la ULPGC, responsable de la sanidad animal y el estudio forense de los cadáveres. En relación a la información biológica recogida por la SECAC, se presta especial atención a los parámetros biológicos de estas especies como la morfología, el patrón de coloración, los hábitos alimentarios, la reproducción, el crecimiento y desarrollo, genética, etc. Todos estos datos, junto con aquellos recogidos en el mar, nos ayudarán a tener una visión más exacta de la vida de
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estos animales. Otro de los objetivos es llevar una estadística de tales casos y prestar asistencia a los animales que llegan vivos a la costa con el fin de evitar su sufrimiento o devolverlos al mar si resulta posible. Bases de datos y colecciones biológicas La SECAC posee uno de los mayores bancos de información de cetáceos en Europa entre bases de datos y colecciones biológicas (cráneos, esqueletos, banco de tejidos, etc), fruto de treinta años de investigación. Parte de todo ello, se exhibía en el Museo de Cetáceos de Canarias (MCC) que esta entidad co-fundó en 2004 y por el que pasaron 70.000 personas mientras estuvo abierto. El museo permanece ahora cerrado como un símbolo más –junto a muchos otros- de la desidia y de las grandes oportunidades desaprovechadas en esta isla. En este sentido la SECAC tutela la mejor colección de cetáceos de España, tanto por el número como por la rareza de las especies conservadas. Esta colección no existiría sin el esfuerzo desarrollado por esta entidad en recuperar, preservar y catalogar este material que ahora es una referencia tanto para investigadores nacionales e internacionales. Basta decir que después del Museo Americano de Historia Natural, poseemos el número más elevado de especímenes del zifio de Gervais (Mesoplodon europaeus) del mundo. Desde esta entidad estamos realizando un esfuerzo ímprobo por mantener esta
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colección –patrimonio de todos- sin ningún tipo de ayuda oficial. La SECAC colabora activamente con otras instituciones y especialistas que trabajan en la materia dentro y fuera de Canarias y facilita el desarrollo de tesis doctorales de estudiantes de postgrado. En la actualidad desarrolla tres tesis doctorales: dos con la Universidad de St. Andrews y una tercera con la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC). A la SECAC, al igual que otras muchas ONG´s, le toca pasar por momentos difíciles debido a la combinación de la actual coyuntura de crisis económica y a la tradicional falta de sensibilidad con el desarrollo de la ciencia y de la protección del medio ambiente de las administraciones de este país. Pese que probablemente nos tendremos que reinventar para adaptarnos a estos nuevos tiempos, seguiremos trabajando para ser fieles a nuestro compromiso de contribuir con nuestro granito de arena a promover la conservación de la biodiversidad marina, el desarrollo sostenible y un uso racional del medio marino y sus recursos bajo el enfoque del principio de precaución. El precio más duro que se paga en estos casos es prescindir de personas formadas, entusiastas y valiosas sin cuya entrega y dedicación todo esto no hubiera sido posible. Vidal Martín, Presidente y fundador de la SECAC. Fotografías: SECAC.
La Marina de Arrecife Concejalía de Medio Ambiente
va al cole El Ayuntamiento capitalino diseña y ejecuta un programa de sensibilización ambiental para escolares
Fotografías: Javier Sáenz
Más de 700 alumnos y alumnas de cuarto, quinto y sexto de Primaria de distintos colegios de Arrecife participan desde el mes de enero en el proyecto “En la marina”. Se trata de un programa de sensibilización ambiental cuyo objetivo es tanto dar a conocer los tesoros del borde costero, como formar en su protección y respeto. Para ello, los escolares reciben formación teórica y visualizan en el aula un documental que el equipo de trabajo ha diseñado específicamente para este cometido. Posteriormente, recorren un tramo de la bahía para conocer la riquísima biodiversidad del litoral de la ciudad: plantas terrestres, algas, fanerógamas marinas, peces, crustáceos, moluscos y otros invertebrados, con especial mención a especies singulares como la Nanozostera noltii y su papel como criadero de vida marina. Estos y otros son algunos de los ejemplos de flora y fauna que los niños y niñas ven de cerca en los itinerarios ambientales.
Colegio A. Zerolo con concejal Rafael Juan
La caminata sale del Charco de San Ginés, se detiene en los islotes del Francés y el Quemado, frente al Castillo de San Gabriel y termina en el Muelle de la Pesquería. La iniciativa ha sido diseñada por el departamento de Medio Ambiente del Consistorio capitalino y es ejecutada por trabajadores contratados a través del convenio con el Servicio Canario de Empleo. En octubre de 2012 comenzó la primera fase del programa, consistente en la realización de un meticuloso trabajo de recopilación de información generada en estudios y campañas científicas financiadas por el Ayuntamiento, para la valoración y análisis de los recursos naturales costeros y estudio del grado de conservación de los mismos. Todos estos datos sirvieron después para el diseño de un itinerario adaptado a los escolares de primaria del Municipio También se editaron materiales didacticos, que han pasado a formar parte de las herramientas que se utilizan en las charlas previas a la visita y que al término del proyecto serán donados a los centros escolares.
Vuelve piedras
Característica rasa intermareal de la marina de Arrecife
Fondo intermareal de la Playa del Reducto, recubierto de algas pardas y fino sedimento. Destaca la presencia de la esponja amarilla Aplysina aerophoba.
Alumnos del colegio de La Destila al inicio del itinerario
Seis meses de trabajo
Teoría y práctica
El 21 de marzo finalizará la campaña que habrá formado a alumnos y a alumnas de los colegios Capellanía del Yágabo, Mercedes Medina, Argana, Argana Alta, Santa María de los Volcanes–Nazarenas, Titerroy, Los Geranios, Benito Méndez Tarajano, Adolfo Topham y Nieves Toledo. Junto a los valores medioambientales de la marina, la movilidad sostenible también juega un papel destacado en el proyecto. De hecho, la gran mayoría de los alumnos se ha trasladado a pie desde su centro educativo hasta el punto de encuentro de la excursión, a excepción de los escolares del CEO de Argana y del CEIP de Argana, 105 en total, que usaron el transporte público. El equipo de trabajo, encabezado por el concejal de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Arrecife, Rafael Juan González y la técnico del área, Rut Hernández, lo conforman dos monitores, un profesor y un diseñador, pertenecientes al programa de Convenios del Servicio Canario de Empleo con las Corporaciones Locales de la Comunidad Autónoma de Canarias.
La formación teórica ofrecida al alumnado se focaliza en la importancia del litoral en el sentido más amplio, abordando temas como el origen de la isla, su naturaleza volcánica y los primeros pobladores y asentamientos humanos. También se detallan las actividades comerciales que dieron origen a la ciudad en torno al puerto y que generaron los primeros vertidos a la marina; las características naturales del medio costero y cómo afectó el desarrollo urbano al litoral y a sus ecosistemas. “Durante la charla se explica además cómo, a medida que se eliminaron estas actividades y se sustituyeron por otras o se mejoraron, el medio se recuperó notablemente”, subraya el concejal de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Arrecife, Rafael Juan González. “Tenemos una marina envidiable –apunta el edil– y su futuro depende de nosotros. Las actividades que puedan desarrollarse en su seno deben ser compatibles con la preservación del medio. Por eso, tal y como se abunda en esta campaña, no podemos perder de vista ni las potencialidades ni las amenazas”.
Apostando por la Marina
Mensaje para
una botella Txomin Pascual
EL OCASO IDEAL Iba a hablaros del ocaso ideal pero ya no me apetece, se esfumó. Estaba yo contemplando un ocaso vulgar, normal y corriente, uno de esos típicos ocasos que acontecen a diario delante, de nuestras narices sin despertarnos el más mínimo estímulo consciente. O mejor aún, era un bello ocaso, el sol se escondía tras el mar, cuyas olas me traían, ya a destiempo, su rugido. El mar no siempre ruge, a veces susurra, otras acaso emite vibraciones perceptibles para nuestros tímpanos, son estos últimos los mares tranquilos, apocados, atestados de turistas en sus confines. Pero este no, este era un mar bravo, casi agresivo, apenas se podía oír nada más. Ya lo conocía yo, a este mar. Pero no os creáis, solo de vista. A un mar nunca se lo deja de conocer, vive en continuo proceso de metamorfosis, lo peor que podemos hacer es etiquetarlo: este mar es azul, bravo, su ruido es ensordecedor, y quizá entonces, para llevar la contraria o porque no cree en las expectativa ajenas, un domingo amanece transformado, tranquilo, aletargado, como muerto. Son estos los días en que se deja maltratar por los turistas, los ama y se deja amar, finge mansedumbre en sus últimas aguas y permite la construcción de castillos de arena un poco más allá. Más vale que al día siguiente todos los castillos caen y desaparecen los turistas y los recuerdos y él erre que erre, rugiendo, medio hostil, como desafiante. Aquí estoy yo, pareciera que dice, y todos sabemos que no es un acto de chulería, sino una realidad, tantas personas como habrán muerto en sus aguas por no tenerle la suficiente consideración o incluso por pura mala suerte; no todos los días son domingo. Por eso digo que lo conozco, porque un día lo miré y, ¡milagro!, lo reconocí a pesar de todo, a pesar de su color, pero ¿cual, el de aquí o el de allá?, ¡no, me refiero al doble degradado que dibuja como quien no fuera la cosa: de izquierda a derecha, de arriba a abajo, paleta de colores, colores a la carta! De su oleaje, lo reconocí a pesar de su oleaje, hay que estar atento con el oleaje, todas esas olas
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muriendo delante de nuestros propios ojos, ¡es un espectáculo cruel, jamás podremos contemplarlas a todas, y no hay ni una igual a la otra! ¿Dónde nacen?, ¿dónde terminan exactamente? Cuando la mayoría de ellas desaparezcan sin testigos nadie les dará importancia. Lo reconocí a pesar del cielo y las nubes, pues no hemos de olvidarnos que lo que nosotros vemos desde fuera no es el mar, sino tan solo su última piel, es allí, no en la línea del horizonte, sino en la superficie del mar donde cielo y mar se funden tan solo en apariencia, tan solo para nuestros ojos. ¿Y qué mas? ¡Hay tanto que decir! Pero uno al final se cansa de tanto decir y la cosa va degenerando paulatina, inevitablemente. Porque podríamos decir mucho más, añadir bonitas palabras, crear bellos escritos. Y todavía lo podríamos hacer peor: podríamos coleccionar y atesorar las palabras, dosificarlas calculadamente, exhibirlas en el momento oportuno y siempre correctísimamente; podríamos escribir poemas, relatos. Personalmente opino que un mar, uno solo, daría para una, para diez novelas; no nos daría una vida para ser justos con ese instante, y aun y todo la dedicaríamos a tal fin, y cada pequeña victoria nos serviría para celebrarlo por todo lo alto exhibiendo nuestros triunfos hasta ahogarnos en un océano de papel y tinta, hasta ahondar en la abundancia y el hastío y olvidar por completo, no ya un ocaso ideal, pura utopía de un ser pensante, sino un ocaso vulgar, normal y corriente, uno de esos típicos ocasos que acontecen a diario delante de nuestras narices.
el ú uñltimo gondolero
Foto y texto: Javier Alonso
Cuando amanece, una muchedumbre inunda las callejuelas entre los canales, durante el día repletos de barcazas, lanchas y vaporettos, llevando aquí y allá mil mercaderías, aprovechando las primeras horas de la jornada. Turistas reemplazan a más turistas sin dar descanso a la Sereníssima… Es Carnaval en Venecia… ya las máscaras se han marchado. Acabó su lento pasear mostrando ante nuestros ojos
lujosos diseños por San Marcos y La Piazzeta. Muy poco más es lo que queda de la antigua idiosincrasia veneciana, de su orgulloso pasado; pero a esta hora, la estresante jornada parece ser solo un espejismo, un mal sueño. Al caer la tarde, la marea agita las negras quillas de las góndolas en sus amarres y el último gondolero devuelve a la ciudad de los Dux su preciada calma.
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VERgUENZA s lugares de la isla Imagen que habitualmente vemos en demasiado gracias a gente irresponsable y cerda
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y
y
ORGULLO
Campaña de limpieza organizada en el festival de medio ambiente “Langaia” Abajo, un centenar de voluntarios repoblando el 'Lomo de San Andrés' en una actividad organizada por el Cabildo de Lanzarote
Yubarta
BALLENA JOROBADA, JIBARTE ESPECIES
MARINAS DE CANARIAS
bIOLOGíA y ECOLOGíA vive en aguas oceánicas, generalmente, en pequeños grupos de 2 a 15 individuos. Realiza grandes migraciones, aunque en zonas de alimentación y de reproducción se aproxima mucho a costa. Se alimenta de cefalópodos, crustáceos y peces a los que captura agrupándolos mediante una cortina de burbujas. Sus inmersiones suelen durar de 3 a 9 minutos, pudiendo llegar a los 45. En Canarias es una especie muy ocasional —probablemente de paso durante las migraciones estacionales entre la zona de reproducción, en las islas de Cabo verde, y las de alimentación, en el norte de Europa y Terranova—.
FUENTE: “Guía visual de Especies Marinas de Canarias” OCEANOGRÁFICA DIvulGACIóN, EDuCACIóN y CIENCIA.
www.oceanografica.com
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CURIOSIdAdES los machos cantan las melodías más largas y elaboradas de todo el reino animal. Realizan saltos espectaculares, sobre todo en las zonas de cría. El récord está en 60 saltos seguidos. Sus aletas pectorales son el apéndice más grande del mundo animal, puesto que alcanzan los 5 m de longitud.
Protección en Canarias: De interés especial
Peso máx.: 30.000 kg
Amenazas: Artes de pesca no selectivas, navegación, contaminación e industria ballenera
Longitud máx.: 17 m
ABCSUB
FOTO: FRANCIS PÉREZ www.uwatercolors.com TEXTO: MARIO M. RELAÑO pensamientosmario.blogspot.com
*LA CUEVA DE LAS TORTUGAS Me sumerjo una vez más en este mar transparente y quieto. La visibilidad es tan nítida que enseguida la descubro. Nada la tortuga y solo ella sabe su destino. No sé dónde va, ni por qué, ni cuáles son sus planes, pero decido seguirla. No tengo nada mejor que hacer. Nada impertérrita la tortuga, sola, tranquila, sabiendo manejar las ondas que ese mar suyo produce incluso en calma. Desconozco dónde está la manada. Desconozco también dónde duerme o si conoció varón. La tortuga avanza mientras observo que desciende pausadamente, como si no quisiera molestar. Quizás está huyendo de mí. El mar se estremece. Al fondo, se distingue una cueva. Los peces que antes nadaban por los alrededores, ya marcharon hacia otros lares. La boca de la cueva parece el gesto de un alarido. Ella, sin dudar un instante, penetra en una oscuridad que intimidaría a cualquiera. Sigo el mismo camino que la tortuga. La entrada de la cueva se me antoja vacía, demasiado limpia. Comienzo a distinguir al fin un grupo de peces que nadan de un
lugar a otro, como perdidos. Apenas hay corriente. En el suelo, a bastantes metros de la entrada, me encuentro un esqueleto de tortuga marina. Más allá, según me adentro en la cueva, otro y otro y otro más. El suelo de la cueva está lleno de esqueletos de tortugas marinas. Temo que mi tortuga haya viajado hasta la cueva para morir, para que sus restos óseos permanezcan en ese panteón natural. Continúo el avance por el interior de la cueva sin mirar los restos de aquéllo que fueron tortugas, con el afán de encontrar a mi amiga. La cueva se estrecha. Por un momento disminuyo el ritmo. Ya no quedan peces. A lo lejos la distingo. Es ella. No hay otra. Gira y gira perdida. Ahora entiendo que no ha venido a morir, si no que la cueva es una trampa donde las tortugas marinas quedan atrapadas y encuentran la muerte. La tomo en mis brazos y salimos ella y yo juntos de la cueva. Una vez fuera, la libero de mi abrazo y nada hacia arriba como si esto no hubiese pasado.
*En los años 80, el explorador francés Jacques Cousteau descubrió una cueva en la isla de Sipadan (Indonesia) mientras rodaba un documental. En la cueva encontró multitud de esqueletos de tortugas marinas y pensó que, posiblemente, era un cementerio de tortugas. En realidad la explicación es menos romántica. Las tortugas que circulaban por los alrededores de la cueva entraban en ella, se desorientaban, no encuentraban la salida y se ahogaban.
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Iñigo Castanedo
icastanedo@telefonica.net
MAR
D E
F O N D O
Me llamo Nicolás, como mi tío, aunque a mi me dicen Nico, y a él Colás. Voy a cumplir quince años. Mi tío fue pescador. Como la mayor parte de los varones de mi familia. Era el hermano de mi abuelo, pero no se parecían en nada. Mi abuelo fue un hombre centrado, cabal y serio. Cuando se jubiló no volvió nunca más al mar, y gracias a su pensión, se hizo carnívoro. Mi tío no. La mar era su pasión, y a ella se entregaba a diario. Cada mañana, con su eterno pañuelo alrededor del cuello, aparejaba su barquichuela, se deshacía de la tierra firme empujando con fuerza el muelle desde el bote, se sentaba sin prisa en la bancada, y remaba. El mar me atraía con una fuerza indomable. Sin embargo, siempre declinó llevarme con él, y cuando le preguntaba por qué no podíamos salir a pescar juntos, él siempre contestaba que aun no era tiempo. No recuerdo haberle visto nunca regresar con pescado, y por lo visto el resto de los familiares y vecinos tampoco. Hace unos días me levanté temprano. Me vestí, y salí de casa. Luego me fui al puerto, comprobé que no había nadie fijándose en mi, y aproveché que el bote de mi tío estaba al final del muelle, encajado entre dos pesqueros grandes, para embarcarme en él. A popa mi tío llevaba un azafate grande, sobre el que apilaba algunas nasas tapadas por una loneta. Me acomodé mirando hacia la proa, y luego me cubrí. La loneta estaba agujereada allá y acullá, y no me costó mucho encontrar una mirilla para espiar el exterior. Al rato llegó Colás y poco después estábamos embarcados y rumbo al islote. Miraba a mi tío de vez en cuando. Él remaba tranquilo, de forma regular, sin inmutarse. Finalmente paró y fondeó. Mi tío se desnudó y se asomó por la borda. Me quedé contemplando su cuello. En los lados de la parte alta se dibujaban dos líneas. Parecía que mi tío tenía agallas. De repente, por la parte exterior de la borda, asomó una figura. Mi tío se había erguido, había cogido los apéndices de aquel ser, y se había zambullido en el agua. Me estaba asfixiando y levanté la lona. Estaba solo. El mar estaba tranquilo, y apenas a unos treinta metros se erguía un farallón del islote. Hacía de pared a una entrada de agua que quedaba oculta desde mi posición, seguramente una cueva o una pequeña cala. Un chapoteo percutía en mis oídos. Y venía de allí. Me desvestí, me metí en el mar sin hacer ruido, y nadé silenciosamente hasta el farallón. Me encaramé a una pequeña plataforma de roca que había en la punta, y desde allí me asomé al otro lado. Al principio me costó reconocerme en el mundo real. Una corriente invisible me quería obligar a afirmar que estaba en el cine viendo una película de fantasía. Mi tío estaba tumbado en el suelo de una cala, con medio cuerpo sumergido en la orilla. A su lado estaba aquel ser que hacía unos minutos se asomaba a la borda de la chalupa. Era 20
extrañamente hermoso. Unos ojos grandes, brillantes y expresivos gobernaban su cara, enmarcada en una melena negra. Su piel era oscura. Su torso tenía pechos firmes. Sus piernas acababan en palmas alargadas y tersas. Alrededor de ellos dos, otras figuras imposibles pero increíblemente hermosas se movían, entrando y saliendo del agua. Me fallaron las fuerzas de los brazos y caí al agua. Miré al fondo y vi a uno de los seres que rodeaban a mi tío anteriormente. El golpe del agua, le hizo volverse y se dirigió hacia mí a toda velocidad. Intenté nadar, pero en ese momento, comencé a perder el sentido. Una figura apareció de repente, se interpuso entre la criatura y yo, y me agarró por la cintura. Después me desplazó con fuerza hacia arriba. Lo último que recuerdo fue un golpe fuerte de mi frente contra el mango del remo, ya fuera del agua. Desperté con las nasas a mi lado, con la loneta cubriéndome y con mi tío remando, según pude atisbar por mi ventanillo improvisado. Me miré. Estaba vestido. Y seco. Una sola vez me pareció ver a mi tío Colás mirar hacia mí. Y una levísima sonrisa pareció asomar por su comisura. Por lo demás, no tenía ningún indicio de que mi tío supiera que yo estaba en el barquillo. Arribamos a puerto, se bajó después de dejar todo aparejado, y se marchó. Yo esperé y, a mi vez, me bajé también. Cuando llegué al pueblo, mi tío estaba sentado en su poyete, con su eterno pañuelo al cuello, mirando largo hacia el islote, allende el mar. Yo estaba confuso, así que no dije nada. Por primera vez, habló él primero.
– Podremos ir juntos a la mar cuando cumplas los quince. ¿cuántos tienes ahora? – Catorce – contesté yo – pero solo hasta la semana que viene. Entonces, ¿puedo ir contigo? Él fijó su mirada en mi cuello durante un instante, y sonrió.
– Sí. Ya pronto – mi tío se levantó. – Espera – me dijo. Salió de la casa al momento con un pañuelo azul en la mano, y me lo tendió.
– Toma. Lo cogí sin preguntar y me fui a casa. Me metí en el cuarto de baño y me miré en el espejo. Dos cosas me llamaron la atención. Una, que tenía un golpe en la frente. La segunda, que unas líneas rojas, como pequeños cortes, se empezaban a formar en los laterales bajo la mandíbula. Desdoblé el pañuelo, y lo enrosqué alrededor, tapando las heridas indoloras. Me llamo Nicolás, como mi tío. Voy a cumplir quince años, y por fin podré ir al mar.
isla
Montaje: Nicolás Melián
mi Por Alex Solar
“LA DANZA SOLITARIA DEL CISNE EN EL ESPEJO”
¿Por qué las hojas del calendario envejecen de golpe cuando las arrancamos del cuaderno que cuelga en la pared? (Puede ser que nuestro contador interno sea menos visible. Al anochecer, la última mirada al espejo antes de acostarnos nos devuelve una piel que creemos la misma de ayer a la misma hora. No es verdad y algo advertimos al contemplar al día siguiente, de soslayo, nuestro rostro nublado por la tristeza y el vapor que filtra la frágil luz de la mañana por la celosía del baño). ¿Por qué el cielo en esas películas de los años 50 o 60, que invariablemente pasan por televisión a la sobremesa, nos parece más azul y similar al de nuestros sueños o al de nuestra infancia y no nos ocurre lo mismo con las realizadas y emitidas en alta definición digital, proyectadas también sin falta después de la cena? (Tal vez nuestra memoria y nuestro inconsciente sean analógicos, de allí que al intentar traspasarlas al formato digital, como corresponde a la realidad diurna, se produzcan errores y borrados de reproducción). ¿Por qué el periódico impreso en papel ordinario, nos acompaña y nos hace soñar en la mesa del café, mientras giramos sus páginas gastadas y la misma noticia en el tablet o en el ordenador de casa nos parece más lejana o intrascendente y la picoteamos con desgana con el ratón? (Otra vez más, la dicotomía entre el ser analógico y el ser digital. O tal vez, sencillamente, sospechamos que
la realidad ha muerto y asistimos a sus exequias con desgana y hastío). ¿Por qué los vecinos del criminal que ha atemorizado a su familia y que ha terminado apuñalando a su mujer, lo describen como una persona muy normal y ninguno presagiaba tal violencia? (Ocurre como en ciertas películas policiales, en las que el asesino nunca es aquel del que sospechamos desde un comienzo. Los extraños son personajes secundarios, les atribuimos una biografía y aunque no olvidamos sus rostros, es como si se quedaran en una imagen fija, la que nos da los buenos días en el pasillo, o no nos dice nada). ¿Por qué los niños nos hunden en la miseria cuando más quieren expresarnos su cariño? La niña, a su padre que viene a verla desde otra ciudad donde vive por razones laborales: “No quiero que vuelvas a tomar el avión nunca más”… (No hay nada que nos haga sufrir más que los apegos, los afectos y las distancias que los distorsionan). ¿Por qué la última vez que estuvimos en Roma, o París, nos pareció que algo había cambiado irremediablemente? (Los sitios que visitamos en el pasado son como esa luminosidad matinal filtrada por la ventana, nos revelan que hemos cambiado, que la realidad, cisne solitario danzando en el espejo, sigue en los mismos escenarios, pero sin nosotros, los que fuimos alguna vez).
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Europa Texto: Myriam Ybot Ilustración: Luis Díaz
L
a playa se extendía solitaria ante mí, apenas pespunteada por las diminutas luces que escapaban de algunas viviendas encastradas en la ladera del acantilado que la cercaba. La noche en que iba a cambiar el rumbo de mi vida nada hacía presagiar que al baño ritual de mi primer día de vacaciones le seguirían acontecimientos que me marcarían para siempre. La inmersión, desnuda bajo las estrellas, era la obligada bienvenida que me imponía desde que, alcanzada la edad en que se me dio vía libre para elegir dónde, cómo y con quién disfrutar de mi mes de descanso estival, enfilaba para la costa, ávida de sol, yodo, jable y, por supuesto, vida nocturna. Una pequeña mochila era suficiente para aplastar en su interior un par de bikinis de algodón, un pareo deshilachado, unas cuantas camisetas, algo de ropa interior, un vaquero y un pañuelo para la cabeza. No recuerdo haber cargado entonces con todas esas cosas que hoy se me antojan imprescindibles, como el desodorante, el cepillo del pelo o una crema hidratante. La sensación de libertad hacía suyo mi vientre en el momento en el que me colocaba en un arcén y estiraba el dedo en la dirección vagamente elegida; el levante abarcaba desde Agua Amarga a Rosas, pasando por Mazarrón o Altea. Si el pulgar miraba al norte, podía acabar en cualquier punto del litoral cantábrico entre Galicia y Euskadi. Y si lo dirigía hacia el sur, poco importaba; tan bien me sentía entre las privilegiadas huestes marbellíes como rodeada de dunas, en una playa de Huelva. El desplazamiento nunca fue un problema. Instalada en un tiempo entre las noticias de El Caso y la telebasura que vino después, con su carga de paranoia social, alarmismo y morbo, no tenía conciencia de las amenazas que supuestamente se cernían sobre los autoestopistas. Y nunca sucedió nada, más al contrario, en aquellos periplos hice algún que otro amigo que mantuve durante cierto tiempo. Viajaba sola e igualmente sola me reincorporaba a la rutina invernal, cuando retornaba a la ciudad; salvo por aquellos paréntesis de mar y sol, mi vida entera transcurría bajo el manto de un largo invierno atemporal y plano. En cualquier lugar en el que el destino y el último amable conductor terminaran apeándome, las cosas eran fáciles. Siempre había jóvenes dispuestos a hacerme un hueco en sus casas y, por lo general, en sus camas. A veces encontraba plaza en una tienda de campaña, en el camping para hippies de la zona. O invitación para participar en fiestas a la luz de la luna, en alguna cala desierta, al abrigo de una hoguera y de un rasgueo de guitarra. Servir copas en un chiringuito playero o ayudar a vender pulseras de cuero
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y otras chucherías a los turistas que patrullaban las avenidas marítimas era el recurso habitual para hacerme con algo de dinero. Aquel inicio de verano no anunciaba nada diferente. La fur-
goneta de un grupillo de rock, que hacía bolos por los pueblos de Andalucía mientras esperaba alcanzar el éxito, paró en seco ante mi pulgar y garantizó mi viaje al paraíso. Los 600 kilómetros de distancia hasta Cádiz pasaron sin sentir, envueltos en una nube de hachís y de ataques de risa. Con la promesa de adquirir su primer disco una vez saliera al mercado, bajé en Zahara de los Atunes. Eran las ocho de la tarde y el cielo comenzaba a ruborizarse como una adolescente. Me encaminé hacia la playa y hundí los pies en el jable, todavía caliente por el azote solar del día. Me sentía cansada por el viaje, los músculos laxos por efecto de los porros y algo adormilada. Rodé los tirantes del vestido por los hombros y lo dejé deslizarse a lo largo del cuerpo hasta los tobillos. En unos segundos braceaba embriagada en aquel océano sin olas. Y de nuevo el sentimiento familiar de cada estío, la felicidad que me golpeaba el estómago con sus guantes de seda. Salí del agua con el cielo ya oscurecido. El algodón del vesti-
do absorbió las gotas saladas que no habían sucumbido a la carrerilla entre la marea y mis cosas. Tras cubrirme con un chal descolorido, fiel compañero de andanzas veraniegas, inicié un lento paseo, paladeando el placer del masaje de la arena entre los dedos y en las plantas de los pies. La noche había caído como un velo sin hacerse notar pero la enorme luna que colgaba del cielo alumbraba con su luz blanca aquel retazo de mundo. Su foco me permitió vislumbrar un pequeño bulto cerca de la orilla. Primero pensé que era un perro muerto o alguna especie de cetáceo varado de poco tamaño. Pero cuando me acerqué comprobé que se trataba de una niña de unos ocho años de edad, de piel oscura y enorme ojos negros que me miraron con cautela. Estaba sentada en dirección al sur, con los brazos rodeando las rodillas y la vista perdida en algún punto impreciso de la línea del horizonte.
en el mar. Cuando el agua alcanzaba sus puntiagudos hombros hizo un gesto invitándome a que la acompañara y se sumergió. Yo la seguí, sin sorprenderme ante el hecho de que el océano hubiera adquirido una cualidad gelatinosa, que acariciaba la piel sin humedecerla y que permitía respirar en su seno. En aquella especie de líquido amniótico circulaban peces de extrañas formas y colores; flores exquisitas parecían danzar al empuje de las corrientes y haces de luz sin procedencia definida daban al conjunto una atmósfera de escenario barroco y decadente de cartón piedra. Tras unas rocas finalizamos la búsqueda. Entre atados de ropa, paquetes y trozos de madera yacían varias personas. Las capas y capas de tela que cubrían sus cuerpos se habían convertido en lastre mortal antes de pasar a ser sólo tristes sudarios. La pequeña agitó el cuerpo menudo de un niño, flaco y moreno como ella, y trató de incorporar a una mujer, mientras repetía: –¡Estamos en Europa! ¡Estamos en Europa! Yo asistía a la escena con el estómago encogido, sin fuerzas para explicar a la chiquilla que aquellas gentes nunca llegarían a saber que habían alcanzado su meta. Cuando le pedí que saliéramos del agua, se negó. Y nuevamente acepté sin reparos el hecho de que prefiriera quedarse con su familia a volver conmigo, una completa desconocida. Empezaba a sentirme muy cansada y tenía sueño. ….. Oí voces a mi alrededor y una luz potente hirió mis ojos, aún estando cerrados. Cuando despegué los párpados y me hice una composición de lugar me vi en una camilla, desnuda bajo una sábana blanca y rodeada de rostros preocupados. – Eres muy guapa, niña, y muy joven. ¿Por qué quieres hacerte daño? –me preguntaba un hombre canoso ataviado con una bata blanca y sobre cuyo pecho oscilaba un estetoscopio.
Oteé alrededor buscando a quien la hubiera acompañado hasta allí pero la playa estaba completamente vacía. A pesar de mi aparente sentido de la independencia, me sentí escandalizada ante la imagen de la pequeña, sola y desvalida al borde del agua. Antes de que decidiera qué hacer al respecto, la niña me miró y chapurreó en un mal castellano con voz clara: – Quiero ir a Europa. ¿Tú sabes cómo ir a Europa? – No vas a Europa, –contesté yo– estás en Europa. Una sonrisa enorme se apoderó de su cara y tironeó de mi mano. – Ven, –dijo– acompáñame. Se lo tienes que decir a todos, a mamá, a mi hermano Ahmed y al primo Said. A Zaida, mi vecina, y al resto de la gente… Su urgencia me pareció natural y comenzamos a adentrarnos
Intenté explicarles lo ocurrido pero tenía la garganta muy dolorida, como si algo la bloqueara por dentro. Ni pude hacerlo entonces ni nunca después. Según el diagnóstico médico aceptado por todos, las drogas debieron obnubilar mi razón y afectada por un desvarío químico entré en el agua. O tal vez quedé dormida en la orilla y acabé arrastrada por las olas. Quizá traté de suicidarme, aunque por vergüenza o por miedo nunca lo confesaría. Ante mi feroz insistencia, el ayuntamiento contrató a buceadores para que rastrearan la zona donde, según mis recuerdos, se localizaban los inmigrantes ahogados y los restos de la patera. Pero no encontraron ni un pedazo de madera ni un fragmento de tela; nada que indicara que las palabras de la niña y las imágenes de mi extraño viaje fueran algo más que detalles de una macabra pesadilla. Con el tiempo, yo misma llegué a convencerme de que todo había sido un sueño, a pesar de que la mirada de la pequeña, luminosa, triunfante, cuando se supo en Europa, había quedado grabada para siempre en mi memoria. Y desde aquella noche, nunca he vuelto al mar.
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mareas Marzo
Abril
Mayo
Laura Ballesteros Seashell collecting sleepwalker. C.F.S. de Fotografía Artística
Marina Seoane Imagen para cartel del lanzarote Ocean Film Festival. C.F.S. de Gráfica Publicitaria 28
Iria García El camino y el baile. C.F.S. de de Fotografía
Ulrika García Hedlund 175 años Hermès. C.F.S. de Ilustración 29
Tati Benpé
Raúl Pérez Rodríguez
las Raíces del Mar. C.F.S. de Fotografía Artística
Escultura en piedra y acero corten. Bachillerato Artístico
Josué Estévez Navarro C.F.M. de Artefinal de Diseño Gráfico 30
Carol Curbelo Equilibrio. C.F.S de Fotografía
Nelson Oses Ellos. C.F.S de Fotografía
Samir Medina Suárez Petróleo. C.F.M de Artefinal de Diseño Gráfico
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Maeba Socorro
Carolina Cabrera Fernández
C.F.M. de Artefinal de Diseño Gráfico
Escultura en piedra y acero corten. Bachillerato Artístico
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M.C. Naverán El horizonte. C.F.S de Fotografía
Julián Bermúdez Mesa Escayola patinada. Trofeos. C.F.S.de Artes Aplicadas a la Escultura
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Alexandra Koval
Inmaculada Armas Ruiz
C.F.M. de Artefinal de Diseño Gráfico
Diseño de Tatuaje. ying yang de agua. C.F.S de Ilustración
Mª Concepción García Rguez, Doru Pirpiliu Dumitru, Guacimara Reyes Marrero y Chrislee Ríos Molano
Propuesta de Museo Etnográfico de la Pesca Puerto Nao. C.F.S. de Proyectos y Dirección de Obras de Decoración
Amparo Perdomo Feo Propuesta de Cuaderno de Actividades del MIAC. C.F.S de Ilustración 34
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