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VIOLENCIA DE GÉNERO EN LA ESCRITURA

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HOROSCOPOS

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La violencia de género en la escritura. Escritura de un presunto agresor de violencia de género.

Siempre me he cuestionado el por qué de las cosas y aún lo sigo haciendo. Procuro siempre encontrar un motivo, una razón, buscando en el origen, y a la vez en el origen del origen. Nuestros actos, nuestras conductas, por qué son cómo son. Trato de buscar una justificación racional para llegar a entender los motivos de algunas conductas. Siendo seres racionales llego a la conclusión de que somos un cúmulo de emociones, conductas y acciones en ocasiones totalmente irracionales. Quisiera compartir contigo, en esta ocasión, un documento gráfico que creo interesante y muy significativo, algo terrible también, y que está relacionado con un tema tan de actualidad como la violencia de género.

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Antes de nada, quiero hacer un breve recordatorio entre los conceptos de agresividad y violencia, pues no son lo mismo. La agresividad es un aspecto biológico de cualquier especie, una respuesta instintiva ante un estimulo y que aparece ante situaciones de miedo, amenaza, hambre o supervivencia; consistente en una conducta de defensa ante una situación de aspecto vital. La violencia está relacionada con el poder y consiste en obtener el control y aumentarlo. A diferencia de la agresividad, la violencia no defiende algo vital, pues suele ir enfocada hacia alguien que se encuentra en una situación inferior, cuyo objetivo es lograr el sometimiento y la indefensión de la víctima. La agresividad está relacionada con nuestra genética, los medios de comunicación nos bombardean con imágenes y mensajes de este tipo, mientras que la violencia es más social y más aprendida. La violencia de género consiste en llevar a cabo actos violentos físicos o emocionales a otra persona por el hecho de ser mujer.

El agresor de violencia de género puede tener un buen nivel intelectual y pertenecer a cualquier clase social. Entorno al 81% de los agresores de violencia de género proceden de familias disfuncionales y han vivido y sufrido la violencia doméstica aprendiendo desde la infancia a comportarse de manera violenta. El dibujo que quiero compartir contigo pertenece a un hombre de 29 años de edad consumidor, durante mas de 10 años, de alcohol, cocaína y marihuana; acusado de delito de violencia de género. En mi entrevista con él reconoció que provenía de una “familia desestructurada”, los maltratos físicos del padre hacia la madre eran constantes. Su padre bebía y perdía el control continuamente a la vez que me hablaba de una niñez vivida con miedo. En relación con su pareja me aseguró que: “éramos muy felices” a la vez que reconocía tener discusiones permanentes, principalmente como consecuencia de su consumo a las drogas y su necesidad incesante de dinero. Claros sentimientos enfrentados hacia su pareja; por una parte una gran dependencia, incluso amor, desde su punto de vista, claro, por otra parte una buena dosis de hostilidad con la que procuraba atenuar carencias afectivas de aquella infancia.

Tras una extensa entrevista con él y numerosos relatos de su vida, le pedí que me escribiera un texto libre y que hiciera algunos dibujos, los conocidos test proyectivos expresivos que ayudan a analizar ciertos rasgos propios y las áreas que están en conflicto, proyectando la propia situación interior del individuo.

maño grande de las figuras que componen esta pareja, (el dibujo original ocupa completamente el folio) un trazo firme y bien presionado. El gesto de la figura masculina, se percibe enfadada, con cejas gruesas, boca angulosa y enfatizadas las fosas nasales, bien marcadas e igualmente angulosas en actitud irritada. Contrasta con el gesto mas amable de ella, que esboza una suave sonrisa. Además de trasmitir enfado, el dibujo nos muestra el sometimiento de ella con una mano escondida a la espalda junto a la de él, que se muestra con el puño cerrado en un claro gesto de agresividad, a la vez que reafirma el trazo, mientras que la otra mano se representa grande, abierta, desproporcionada y con los dedos angulosos. No hay mucho que añadir, pues habla por si solo.

Aunque en la mayoría de los casos esta violencia procede de la infancia y lo vivido en aquella época, existen otros problemas que pueden generar agresividad y que están relacionados con el consumo de sustancias psicoactivas, problemas psiquiátricos, una conducta esquizoide, problemas mentales de procedencia orgánica, trastornos afectivos y/o emocionales o incapacidad de control de los impulsos.

El agresor de violencia de género carece de empatía, muestra problemas de comunicación y no percibe con claridad las emociones de quien tiene a su lado. Su necesidad de imponer su criterio está por encima de todo lo demás, necesita reafirmarse y sentirse superior, controlador y poderoso. Tiene una conducta dominante que también implica un sentimiento muy elevado de posesividad con respecto a su víctima, a la vez que es dependiente de ella, lo cual también les suele convertir en sujetos celosos. Suelen justificar sus acciones frente a los demás proyectando la culpabilidad sobre terceros y a través de sus arranques de cólera creen fortalecer su imagen.

Si observamos la escritura a simple vista también nos trasmite cosas. Lo primero que llama la atención es la escritura en mayúsculas, unido a la ocupación del papel, invadido de tinta, carente de márgenes, con una presión fuerte, firme, que al pasar los dedos de la mano por la parte posterior de la hoja palpamos el surco que han dejado los trazos gráficos. Nos llama la atención el exceso de angulosidad en la grafía, es acerada con finales largos e innecesarios que acaban en punta. La letra t se muestra en forma de golpe de sable.

Toda esta artillería gráfica nos muestra a un sujeto que no quiere ser descubierto tal cual es, no quiere que conozcamos su verdadera manera de ser y se esconde tras una máscara veneciana que configura todo un texto escrito en mayúsculas. Te invade y logra dominar, actúa de manera poco reflexiva y camina desbocado hasta las últimas consecuencias. Posee fuerza física, sabe imponerse y se autoafirma, es impositivo, tajante y dominante, difícil de contrariar. Carece de ética y respeto a los demás, se irrita con facilidad y muestra actitud dañina, con temperamento fuerte y explosivo, pudiendo llegar a la violencia física, como así parece que lo hizo. Cuando conocí a este sujeto estaba en prisión preventiva por incumplimiento de una orden de alejamiento. Escuché su relato terrible, la forma de describir la manera en que golpeaba a su pareja, con patadas y puñetazos, nunca en la cara para ocultar los golpes, dijo. Sus actos no pueden ser justificados de ningún modo, aún habiendo sido víctima de violencia en la niñez. De una manera u otra debemos tomar los caminos correctos. La vida debe darnos la oportunidad de reconducir los errores y actuar con respeto a uno mismo y hacia los demás. Juzgar es una labor atribuida a jueces y tribunales, los grafólogos nos limitamos a analizar la escritura y continuar investigando para entender más de nuestra naturaleza humana y aportar nuestros conocimientos.

Elsa Alonso Romera (Grafóloga y Perito Calígrafo)

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