Revista Pluma Roja N°40 Septiembre 2016

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Edición N° 40 * Septiembre 2016 * La Serena, Chile

INDEPENDIENTE, LIBRE, POPULAR

Pluma Roja


IN*CONTENIDOS

P– 4 LA DESTRUCCIÓN DE LA FAMILIA

P-8 CHILE Y SUS LUGARES DE MISTERIO

P– 16 EL DIÁLOGO

P– 6 SER HUMANO

P– 10 POESÍA RUSA: KOSTIA KRAMAR

P– 18 LAS PIRÁMIDES DE LA CIUDAD FANTASMA

P– 7 JENCO & BLACKS

P– 12 LA IDENTIDAD QUEBRADA DE UN ERRANTE

P– 22 LA EXPLANADA


EDITORIAL Directores: *Cristal *Pablo Mirlo

Editorial

En esta edición colaboraron: *Kseniya Tokareva *Bremarila *Mariana Desch *Atilano Sevillano *Mariomir *Blacksmith Dragonheart *Rodrigo Seguel

*** Las opiniones vertidas en este pasquín son de exclusividad de quienes las escribieron, es decir, nosotros, y representan (casi siempre) el pensamiento de Revista Pluma Roja, aunque uno no necesariamente siempre debe estar de acuerdo con lo que piensa, pero ese es otro tema. Queda totalmente permitida la copia, distribución y difusión de los contenidos de esta revista mientras sirva para difundir y generar opinión en al Pueblo y no se lucre con ellos. Los derechos de los contenidos de esta revista, tanto escritos como visuales, son de exclusiva propiedad de sus respectivos autores.

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¿Quieres saber más?

El proyecto de nuestra revista llegó por primera vez a las manos de nuestros lectores por allá por el mes de abril de 2013. En ese tiempo nos llamábamos Philologïa & Translatum (revista enfocada más que nada en la traducción). Sin embargo, con el transcurso de los meses, nos dimos cuenta nuestro mensaje iba mucho más allá que de un grupo de estudiantes de traducción a otros. Nos dimos cuenta que ante la carencia de espacios editoriales que abordaran las temáticas sociales que nos aquejaban como país, era necesario que nosotros nos convirtiéramos en ese instrumento y medio faltante que estuviera al servicio de las luchas sociales. Fue así que en septiembre de ese mismo año decidimos llamarnos Revista Pluma Roja, y de esa manera, pasar a la ofensiva en materia de temas que considerábamos importantes para cambiar la realidad que nos aquejaba. En esa primera edición bajo el nombre de Pluma Roja, dedicamos muchas páginas a conmemorar de manera especial a la víctimas de la dictadura chilena a 40 años del golpe cívico-militar que se tomó el poder en Chile y derrocó al Presidente Salvador Allende en 1973. En esa ocasión, el 40 jugó un rol importante como símbolo de una lucha que como pueblo no hemos abandonado para restaurar la memoria y seguir luchando por los sueños y justicia que aún faltan por realizar. Ahora, en este nuevo septiembre, resulta curioso que el 40 nuevamente juegue un rol importante en esta revista, pues es el número de esta edición. Algo nos querrá decir… Ahora bien, ya sea que sea para conmemorar un nuevo año del golpe cívico-militar que se tomó Chile, o para celebrar un nuevo aniversario del proyecto Revista Pluma Roja, septiembre, nunca nos será indiferente; siempre nos resultará algo especial.

Revista Pluma Roja

Revista Pluma Roja es una revista de distribución gratuita. Fundada en abril de 2013.

Para más información visite: revistaplumaroja.wordpress.com

Contacto: revistaplumaroja1@gmail.com Imagen de portada por Bremarila Ochoa


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La destrucción de la familia Por Pablo Mirlo pablomirlo.wordpress.com

Imágenes de Detenidos Desaparecidos al frente del Palacio de Gobierno, La Moneda, Chile.

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eptiembre siempre es y será un mes especial para mí y muchos chilenos. Fue un 11 de septiembre de 1973 que se consagró la infamia, la desfachatez, la imbecilidad e ignorancia como modo de hacer las cosas en este país. Ese 11 de septiembre se perpetró el golpe militar que terminó por derrocar y asesinar al Presidente Salvador Allende (el último presidente que tuvo este país, pues los que han venido después, no han sido más que meros embaucadores). Ahora bien, aquel 11 de septiembre, la magnitud de la tragedia no solo fue a nivel de proyecto político, sino que también, a nivel familiar. No solo el pueblo perdió a su Presidente y se derrumbó La Vía Chilena al Socialismo, sino que ese día también se gatillaría lo que sería la destrucción literal de miles de familias a lo largo de este país, con la consecuente muerte de la familia como concepto. Y es que mientras unos destapaban champagne en los barrios altos ce-

lebrando la lealtad habitual de las fuerzas armadas con las elites, para cientos de miles de familia comenzaba la persecución y la instalación de metodologías destinadas a exterminar no solo su pensamiento e ideología, sino que sus propios cuerpos y vidas. El método por excelencia utilizado por los usurpadores del poder para destruir a todos los simpatizantes del gobierno de Allende, y por ende, la destrucción de miles de familias en esos años, fue el siguiente: el secuestro, la tortura, el exterminio y la desaparición sistemática de miles de personas por el mero hecho de ser considerados “sospechosos” de haber colaborado con el gobierno socialista de Allende. O en el menos peor de los casos, a algunos se les enviaba al exilio. Pero dentro de esos parámetros se movía el accionar de los golpistas: cero respeto por la vida.


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Es en este desastroso escenario que cabe preguntarse ante tanta barbarie: ¿No bastaba con haber matado al Presidente? ¿No bastaba con tomarse el poder? ¿No bastaba con ir en contra de la voluntad popular? ¿Tenían que implantar una política de exterminio? ¿Tenían que destruir a cientos de familias y sueños? Es importante hacerse estas preguntas, sobre todo en tiempos en que en Chile se discuten leyes que dejen de criminalizar y castigar el aborto, pues los más acérrimos contrarios a la aprobación de estas leyes son justamente los que en esos años apoyan la masacre, persecución y la muerte de miles de chilenas y chilenos en dictadura. Los que hoy se auto declaran “pro vida” o “pro familia”, son los mismos que torturaban y asesinaban mujeres embarazas hace no mucho tiempo. Son los mismos que destruyeron cientos de miles de familias. Pero volviendo al tema de la destrucción de la familia en dictadura, siento que esa dimensión familiar es la que muchas veces pasamos por alto cuando analizamos la tragedia solo desde una postura académica, desde visiones políticas o desde su ubicación en un contexto global determinado: en el caso de Chile, el contexto global de la Guerra Fría. Cuando solo miramos la tragedia desde un punto de vista de la caída de una ideología, siento que pecamos de inhumanos al dejar fuera toda la magnitud humana de una lucha que para millones de personas fue mucho más que una batalla ideológica entre izquierda y derecha, sino que se tradujo en la pérdida de un padre, un hermano, una hermana, una madre, un hijo, una hija, un tío, etc. Por eso es válido preguntarse y reflexionar, sin desmerecer el trabajo académico realizado por tantos, pero agregándole el factor emocional a toda esta tragedia: ¿Cuántas historias de amor habrán quedado truncas? ¿Cuántas madres jamás vieron sus proyecciones de sueños materializarse en hijos que nunca más vieron con vida? ¿Cuántos hijos jamás vieron regresar a sus padres

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luego de que estos fuesen tomados detenidos en medio de la noche, sacados de sus camas y arrojados como escombros en la parte trasera de camionetas y camiones militares con destino desconocido? La caída de Allende fue muchísimo más dura que un mero cambio de paradigma político y económico en Chile, su caída significo una daga al corazón de miles de familias. Fue un ataque al amor, un atentado a la fraternidad, un genocidio a los sueños de miles padres, madres, hijos, etc. La familia en Chile, como concepto, murió el mismo día que un padre de familia Salvador Allende, que por esas cosas del destino también era Presidente de Chile, y que estuvo en la casa de gobierno en Santiago el mismo día en que toda la rabia de una oligarquía nacional y extranjera se desató contra el pueblo, murió. Ese día el concepto de familia se desmoronó, y desde ahí hasta hoy, no somos más que un manojo de restos, sueños y recuerdos que nunca fueron; amores que no se completaron; e hijos que no nacieron. Sería importante que los que se declaran “pro vida” o “pro familia” por estos días, recordarán que la familia es mucho más que defender el matrimonio entre un hombre y una mujer o el defender la vida que está por nacer. Estar a favor de la vida es saber reconocer el daño que se causó a miles de familias en este país y que solo querían construir un sueño con sus propias manos, equivocarse en el proceso, de ser necesario, y crecer y ser respetados en su derecho a vivir en paz. Independiente de lo que para cada uno signifique el concepto de familia, apoyar la vida es respetarla en cualquiera de sus formas, no solo cuando se visten ropas caras, se bebe champagne y se veranea en Miami o Europa entre y tus amigos de cabellos claros y apellidos impronunciables. Respetar la vida es respetarla en todas sus formas y condiciones, y en todos los contextos políticos y sociales.


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Ser humano Por Cristal llavedecristal.wordpress.com “La técnica artesanal no se imponía incondicionadamente sobre los entes; los respetaba. Para el hombre actual aparece de otra manera el campo, que el campesino antiguamente labraba, en donde labrar aún quiere decir: cuidar y cultivar. El hacer del campesino no provocaba al campo. Al sembrar las simientes, abandonaba él la siembra a las fuerzas del crecimiento y guardaba su germinación. La agricultura es ahora, por el contrario, industria motorizada de la alimentación, esto es, un exigir que pone el campo como algo meramente explotable y que impulsa la mayor utilización de él que sea posible, con el mínimo, esfuerzo, y sin tenerle mayores consideraciones". He extraído esta cita desde la magnífica obra de Martín Heidegger Filosofía, ciencia y técnica porque me parece que utilizando un lenguaje certero y directo nos llama la atención desde el pasado para advertirnos sobre nuestra sordera. No le hemos leído con cuidado. Pero hoy propongo que lo hagamos, que reflexionemos cada una de las palabras que esta cita incluye porque tenemos mucho que pensar, hay una inmensa tarea pendiente y no hemos sido tan responsables con el estudio y la reflexión de los conceptos que sustentan las demandas que le hacemos a la tierra. Quiero, a través de este artículo, invitar a los lectores a pensar. Sólo eso. No tengo las respuestas. Martín Heidegger tampoco las tenía, pero las buscaba, indagaba a fondo para permitirnos ver el mundo desde su visión y su entusiasmo, descubrir lo que está sucediendo frente a nosotros e ignoramos. La labor del filósofo es la más sencilla y compleja a la vez: desvelar el problema, tratarlo con cuidado, examinarlo desde diferentes perspectivas, pero no resolverlo. Eso déjenselo a los semidioses. Los filósofos apenas pueden pensar y pensar para que otros piensen. Por eso es un saber inútil. Por eso se quiere retirar la filosofía de los currículos escolares, por eso nos obligan a abrazar el pensar calculante como si fuese el único camino posible. No nos dejan alternativa: la periferia es el sitio donde los filósofos deben desarrollar su ta-

rea, no deben ser ya parte de la polis porque en cualquier momento sacan su arma, el pensamiento, y comienzan a desvelar lo que subyace a lo cotidiano y, capa a capa, van descubriendo lo que estaba oculto (que suele ser más importante que lo obvio). Pienso hoy más que nunca en esa cita de Heidegger porque los gobiernos del mundo quieren prescindir de la filosofía para las jóvenes cabezas de nuestros niños, pero sobre todo para las errantes almas de nuestros ciudadanos. ¿Qué hacemos con la técnica? Todos hemos dejado de ser ese campesino del que habla Heidegger, ya no guardamos la germinación, la maravilla de la vida que se da una oportunidad para sorprendernos con la belleza insoportable de nacer y llevar a cabo una vida. Hemos destrozado el campo, hemos construido urbes nocivas, contaminadas, enfermas. Nos hemos alejado del ser. Guárdame en ti, le ruega el poeta Raúl Zurita a su amor. Pero no pide el poeta ser guardado como un recuerdo, una reliquia o una bella ensoñación. El poeta pide ser guardado como un precioso ser que merece cuidado, respeto, cariño, compañía. Se refiere a ese guardar del campesino que espera, que custodia, que pone su ser en alquiler con tal de velar por el desarrollo completo, a tiempo del otro. Nos hemos olvidado de guardar, de tener en nosotros a la otredad que nos complementa. Por eso hemos creado la agricultura del desastre y la depredación. Por eso nos hemos olvidado del ser y hemos emprendido camino hacia la destrucción. Son tiempos complejos, pero aún estamos a tiempo, tengo fe en la humanidad porque ya lo decía el poeta de lo divino Hölderling “Pero donde está el peligro, crece / También lo salvador”. Podemos crear mil formas de salvación, la filosofía nos ayuda a profundizar a ir tras la luz que desvelará lo oculto. Por eso, desde mi pequeña trinchera, pido humildemente a la humanidad que pudiendo elegir la salvación, no escojamos destrucción. Que pudiendo leer y reflexionar, no elijamos ignorar y descansar.



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POR MARIOMIR

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hile es uno de los lugares más apartados del planeta, es el final de Sudamérica, por eso se le ha llamado el último lugar del mundo. Es un lugar aislado por el desierto de Atacama, por la Cordillera de los Andes y por el gran Océano Pacífico, situación que refleja su cultura y la personalidad de sus habitantes; un territorio inhóspito, con marcadas diferencias climáticas y geográficas, donde existen lugares que esconden extrañas características y misteriosas historias. Comencemos, entonces, un viaje por esta angosta faja de tierra llena de misterios.

LAGUNA ROJA Este es un auténtico lugar surrealista que se encuentra escondido en medio del desierto del extremo norte del país, en la comuna de Camarones, en la región de Arica y Parinacota. Sus misteriosas aguas están teñidas de un rojo intenso que le da la apariencia de sangre, lo cual da al lugar una tétrica atmósfera de misterio. Este lugar tan especial era muy poco conocido hasta hace poco tiempo por la población en general, solo las comunidades indígenas Aimaras locales sabían desde hace muchos siglos de la existencia de este lugar empapado de un montón de leyendas y asociado a múltiples desapariciones de personas en extrañas circunstancias. Ningún estudio se ha realizado para explicar el color del agua de la laguna y su profundidad igualmente permanece desconocida y, como si esto fuera poco, dos lagunas pequeñas se encuentran en sus costados, una de color amarillo y otra verde. Cabe destacar que este es un lugar de gran significado espiritual para el pueblo Aimara.

VALLE DEL ENCANTO A unos 20 kilómetros al Oeste de la ciudad de Ovalle en la Cuarta Región, se encuentra un lugar lleno de enigmas pero poco conocido a nivel nacional. En dicha región del norte chico todas las miradas las suele llevar el famoso Valle de Elqui y sus pintorescos poblados, sin embargo el Valle del Encanto esconde misterios que incluso podrían sobrepasar a los de Elqui. Este antiguo cauce de río que hoy sólo mantiene un hilo de agua se ha convertido en todo un enigma para arqueólogos, turistas y estudiosos de la prehistoria sudamericana. En este valle se encuentran varias piedras con extraños dibujos tallados, petroglifos que se estiman en más de 2 mil años de antigüedad. El pueblo Molle serían los creadores de estos registros pétreos que se realizaron en este lugar específico que fue considerado como lugar de peregrinaje y rituales sagrados dentro de la cultura Molle. El lugar, que fue descubierto recién en 1946 y declarado monumento histórico nacional en febrero de 1973, está lleno de enigmas, agujeros perfectos realizados en dura roca a modo de tinajas, algunas pequeñas como un plato y otras tan grandes como para introducir a una persona, tal vez en alguna especie de baño ritual. Los dibujos en piedra nunca han sido descifrados, algunos muestran una especie de humanoides con extrañas apariencias, con antenas y cuatro dedos en cada mano, algunos sugieren objetos circulares y con destellos luminosos…Los misteriosos dibujos en piedra dan para especular con visitas de otros mundos o tal vez solo fue la imaginación de hombres antiguos. El misterio sigue abierto.


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ISLA ROBINSON CRUSOE Esta isla ha sido testigo de historias y sucesos increíbles. Naufragios, corsarios, héroes, presos e historias de tesoros escondidos han marcado el carácter de esta pequeña isla ubicada en medio del océano pacifico. Este fue el lugar donde Alejandro Selkirk fue abandonado en 1703 durante 4 años y 4 meses como un náufrago, historia real que más tarde inspiraría la famosa obra de Daniel Defoe llamada Robinson Crusoe, que más tarde dio origen al nombre de la isla. Se especula que grandes tesoros fueron enterrados en la isla por piratas. Otras dos islas conforman el archipiélago de Juan Fernández donde también se especula con la existencia de tesoros enterrados en cuevas de difícil acceso. Una de las leyendas más conocidas dice que ochocientos barriles de oro, plata y joyas preciosas que equivaldrían a 10 mil millones de dólares actuales se encontrarían esperando bajo tierra a su afortunado descubridor. La isla ha sido golpeada en los últimos años con tragedias como el tsunami que causó varias muertes y desastres materiales y también el accidente aéreo con 21 víctimas fatales, incluyendo un famoso animador de TV. A lo cual se suma una supuesta escultura Maya escondida en la isla que vaticinaría el fin del mundo, todo esto anunciado en un documental de History Channel. ISLA DE PASCUA Aunque se encuentra a más de 3 mil 500 kilómetros del territorio nacional, la Isla conocida vulgarmente como Pascua pertenece, al menos administrativamente, a Chile. Fue descubierta justamente un día de Pascua de 1722 por el marino holandés Roggeween, hecho que le da el nombre a la Isla. Los originarios de la isla la llaman “Te pito o te henua”, que significa “El ombligo del mundo”. Esta isla es sin duda un ícono del misterio a nivel mundial, famosas son sus esculturas conocidas como los “Moais”, emblemas del misterio de la isla. Sin embargo, no son el único misterio que la rodea. Las tablillas “Rongo rongo” son otro gran misterio, se trata de unas tablillas de madera con desconocidas escrituras tipo jeroglíficos, los cuales hasta la fecha nadie ha podido descifrar. Lamentablemente muchos de estos tesoros arqueológicos han sido llevados a museos de Europa sin el consentimiento del pueblo Rapanui ni de las autoridades

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correspondientes. Otro gran misterio tiene que ver con la historia de la isla, su poblamiento, sus conflictos, su misticismo y la desaparición de algunos de sus habitantes. Es sabido además que la Isla es un lugar donde existen masivos reportes de ovnis y casos paranormales. CHILOÉ El archipiélago de Chiloé es uno de los lugares más misteriosos de Chile. Magia, misterio, mitología y brujería se conjugan en este hermoso lugar con paisajes que no tienen nada que envidiar a los mejores del mundo. Conocida es su nutrida mitología que aún se encuentra vigente. Hasta hoy en día abundan los relatos de brujos, sirenas, barcos fantasmas y una serie de personajes fantásticos que recorren los misteriosos lugares. Un lugar muy misterioso es la isla de Aucar conocida como la isla de las almas navegantes, una pequeña isla unida a la isla grande por un hermoso puente de madera. Allí se encuentra una pequeña capilla y cementerio donde supuestamente se reúnen los brujos. Por sus aguas navega el misterioso barco fantasma “El Caleuche”, una embarcación tripulada por poderosos brujos que se aparece en las oscuras noches iluminando la oscuridad con sus misteriosas luminarias, se oculta en la densa niebla y jamás navega a la luz del día. Muchos turistas eligen Chiloé por su rica historia mitológica y misteriosa. Sin ir más lejos, no pocos han viajado por sus canales al sur, intentando buscar una pequeña isla, de las tantas que existen, una isla única, mística y sanadora llamada “Friendship”.

UNA MISTERIOSA FAJA DE TIERRA Nuestro país está lleno de lugares donde reina el misterio y los enigmas, muchos de estos lugares son sólo conocidos a nivel local, a veces no se trata de grandes lugares, sino de casas, cuadras, edificios o algún terreno vacío por ahí; lugares que se encuentran en medio de la nada, en pleno desierto, en valles perdidos o bosques frondosos, tal vez en medio de la cordillera o en alguna playa solitaria. Apariciones fantasmales, leyendas urbanas, lugares malditos, apariciones de seres desconocidos, avistamientos de ovnis. En fin, Chile es un hermoso lugar al fin del mundo donde el misterio también forma parte de sus habitantes.


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DE RUSIA CON AMOR… TRADUCIMOS POESÍA RUSA AL ESPAÑOL POR KSENIYA TOKAREVA

POESÍA CONTEMPORÁNEA Kostia Kramar: «мне хочется с тобой наедине» (2015)

Kostia Kramar es un poeta joven contemporáneo, nacido en la ciudad ucraniana de Odesa, conocida por su puerto ubicado a las orillas del Mar Negro. La poesía de Kramar no deja indiferente a nadie. Muchos de los coetáneos encuentran los reflejos de sí mismos en sus poemas. Los versos están repletos de emociones y deseos humanos, que cada uno tenemos guardados en nuestro interior. Kostia Kramar ha podido sacar fuera y plasmar en un papel estos deseos y sentimientos. “Главное ведь — не рифма. Самое важное, чтобы после прочтения стихотворений оставался какой-то след в душе”. “Lo más importante no es la rima, sino que lo que importa es que después de la lectura se marque en el alma al menos alguna huella”.


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Poema del mes мне хочется с тобой наедине Quiero quedarme contigo a solas

мне хочется с тобой наедине остаться где-нибудь у моря, где мысли только о весне и шёпот тёплого прибоя. пускай исчезнут все вокруг на сотни миль, в другие дни, хотя б на несколько минут, чтоб только мы одни, одни. мне хочется тебя согреть и волосы с лица убрать, любить тебя сильней на треть и целовать, и целовать... но мы на площади в толпе, и все бегут, спешат куда-то. ты скромно улыбнёшься мне, ты тоже хочешь к морю, правда?

quiero quedarme contigo a solas en algún rincón al lado del mar, donde la primavera está en mente y el susurro templado del oleaje. qué desaparezca todo el mundo, por muchos km alrededor, y otros días, aunque sea por un par de minutos quiero que estemos a solas, solos. quiero darte mi calor quitar el pelo de tu cara, quererte por un tercio más besarte más, besarte más… pero estamos en la plaza apiñados, todo de prisa, muchos corren, me sonríes con timidez, también sueñas con el mar, ¿verdad?

PARA MÁS VISITE:

transruspoetry.wordpress.com http://www.stihi.ru/avtor/jazzo


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Consejos de Napoleón,

el ratón de biblioteca

La identidad quebrada de un errante L

os ríos profundos (1958) es una novela escrita

por José María Arguedas, donde se relata la historia de su protagonista, Ernesto y de los personajes que se interconectan con ella a lo largo de sus aventuras. Sin embargo, más que el simple relato de historias que ha vivido un niño, Los ríos profundos versa sobre la profundidad de las raíces andinas en una sociedad que no había resuelto entonces (y no resuelto aún) el más íntimo de los asuntos pendientes que podría tener: la identidad de sus ciudadanos. A lo largo de este relato se presentan los recuerdos de un niño que vive en una sociedad abigarrada, donde la diversidad aún no aprende a convivir sanamente, las visiones de mundo son inconciliables y las relaciones de poder son asimétricas. Todo lo que el niño Ernesto ve es discriminación, sufrimiento, sometimiento del más débil y ensalzamiento de la figura más poderosa. Ante este escenario Ernesto debe construir su identidad luchando con los demás por un significado, pues es un niño que vivía dividido entre lo indígena, lo mestizo y lo blanco; entre lo que es, lo que quería ser y lo que le imponían ser. A lo largo de la lectura van surgiendo muchas interrogantes, pues es esta una novela que interpela al lector y constantemente le invita a visitar los rincones de su conciencia que mantiene cerrados. Sin embargo, en esta ocasión nos quedaremos con una interrogante: ¿Logra Ernesto, ser andino, forjar su identidad en el desarraigo? Responderemos esta pregunta apoyándonos en autores que nos proporcionarán sustento para argumentar nuestra postura de que el ser andino no logra una identidad sino en contacto con su tierra y su pueblo. Es por eso que a Ernesto le cuesta tanto definirse y constantemente explora lugares desde donde poder ser él sin imitar ni ser discriminado por ello. Además, nos basaremos en la condición de errante de Ernesto, pues él siempre está viajando con su padre, luego va a una escuela que no es su hogar permanente para, hacia

el final de historia, también comenzar un viaje de encuentro con su padre cuya realización desconocemos. En ese errar de Ernesto se deja entrever la búsqueda de identidad en un país que no sabe lo que es, pero que ya ha decidido lo que quiere llegar a ser y lo que debe eliminar para conseguirlo. Los constantes viajes que hace Ernesto con su padre muestran esa búsqueda de un lugar donde asentarse, donde echar raíces y poder desenvolverse con normalidad. Sin embargo, eso no sucede. En cambio se presenta la evolución de Ernesto, quien obtiene un aprendizaje significativo desde los viajes y las experiencias que vive, pero sólo aprende lo cruel que es el mundo, la cantidad de peligros que acechan y la injusticia que configura a su sociedad. Podría no haber viajado nunca, podría haberse mantenido en su aldea seguro y habría aprendido lo mismo, pero libre del prejuicio dominante. El problema fundamental que se vislumbra en la evolución de Ernesto es que el andino es telúrico y necesita ser con la tierra. Podemos entender que Ernesto, al ser un errante, tenía aún mayor dificultad para construir su propia identidad dentro de una sociedad compleja que lo rechazaba, pues el errante no logra conectarse con las normas de su territorio y esto le fuerza a construir una identidad sin fundamento real, siempre dispuesto a cambiar para encajar en otro grupo humano. La condición de viajero no es especialmente nociva, pero sí es esencialmente negativa para el ser andino porque éste se construye con y en su tierra. Esto no es evidente en la novela de Arguedas la cual no discurre sobre la identidad de su personaje principal, no obstante, deja bastantes resquicios donde uno puede apuntar para comprender que Ernesto es también un indio en busca de una identidad en un mundo donde serlo es condenable y no serlo por completo, también.


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Dice Fernando Diez de Medina que “[l]a dependencia del hombre con relación al suelo que lo contiene, es hecho inmemorial”1. Esto es aun más cierto en el caso del hombre andino, pues éste se construye en relación con su entorno, lugar donde residen sus orígenes, sus mitos, sus cánticos y su sentido de vida, su ser mismo. Ernesto es un niño que vivió en contacto con el mundo indígena por mucho tiempo y es allí donde se encontraba más a gusto, pero por la condición de abogado itinerante de su padre nunca pudo abrazar una tierra y echar raíces en ella. El asunto principal no es si Ernesto era indio por su apellido, color de piel o procedencia sino que lo era porque se sentía parte de ellos y del entorno natural. Es por esta razón que podía apreciar los paisajes que le rodeaban, los ríos profundos que le daban el fluir a la vida en atadura. Diez de Medina afirma que “[i]ndio es una actitud de espíritu, no un hecho racial. Es la intuición del suelo, la comprensión del pueblo en que estamos sumergidos, la responsabilidad de cada uno por la sociedad que lo contiene”2 y eso se refleja absolutamente en el personaje de Ernesto, quien siente un llamado interno a acercarse siempre al mundo indígena y a estar comprometido con sus causas, cantos, y diferentes expresiones que contenían su visión de mundo y, por ende, su identidad. Allí donde el ser humano y el entorno son parte del gran todo es donde el ser andino encuentra su lugar y es con el mundo. Por eso el ser andino no se construye viajando y Ernesto, pese a sufrir una evolución importante dentro de la novela, no se constituyó nunca en un ser completo porque no tenía un sitio donde forjar su identidad. En ciertos pasajes de la novela, sobre todo cuando describe el entorno, Ernesto da la impresión de sentir una profunda nostalgia por el espacio que le rodea, como si lo tuviese pero a la vez le fuese lejano; como si lo conociese pero no pudiese aprehenderlo. Allí se descubre el problema de Ernesto de ser un viajero errante sin hogar, pues al no poder afirmarse como parte de su tierra se siente perdido y siempre va en busca de sus raíces, de algo que le acerque al lugar donde se realiza. “Enriquecido en apariencia por la variedad del suceso, en el fondo el viajero no aprende mucho. Mira solamente y el mundo fluye ante sus ojos. Porque aprender es conocer. Conocer es entender. Entender es amar. Y amar es quedar junto a lo amado, en

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dichosa permanencia, profundizando la maravilla del instante”3. El viajante aprende tanto de cuanto ve, pero no se construye en esencia fuera de su territorio pues no tiene un sitio desde donde proyectar su ser y afirmarse en su entorno. Quizás por eso Ernesto siempre tiene nostalgia de ese pasado que compartió con su gente más cercana en una tierra más propia porque el habitante y su terruño finalmente siempre terminan siendo uno solo, conocen los secretos el uno del otro y se aman recíprocamente. Quizás por eso hacia el final de la novela Ernesto escapa, nuevamente emprende un viaje, pero esta vez de retorno: se interna nuevamente en la cordillera para regresar al pasado que es también su futuro. Cuántas veces en la literatura hemos visto ese mismo viaje de retorno para hallar la paz, para iluminarse nuevamente y retomar el rumbo. En el caso de Ernesto parece ser el viaje definitivo para internarse en su tierra y desplegar su ser. El retorno a casa y la búsqueda del padre marcan ese viaje que inicia Ernesto, esta vez solo, para reencontrarse con sus raíces, con la tierra desde la cual nunca debió salir para sentir el uno con el todo de la comarca y ya no más el yo contra todos de la ciudad. Ese es finalmente el viaje de Ernesto, el retorno al hogar, la búsqueda de la identidad en el espacio que lo conforma, que lo delimita como ser. Los ríos profundos es sin duda una novela esencial que retrata a través de Ernesto el viaje del alma andina que, escindida hace siglos, busca su territorio, busca la conciliación para volver a ser con la tierra, porque el hombre andino se sabe vinculado al todo que le rodea y comprende su horizonte en cuanto toda su cotidianeidad está ligada a lo sagrado, a lo trascendente y no sólo al desarrollo económico, racial o social. Por tanto, no se puede afirmar que Ernesto, en tanto ser andino, logre forjar su identidad en el desarraigo; hace falta más que anhelo para ello, se requiere apego, conocimiento y amor por el terruño que cobija y no contar con uno es la destrucción. 1

DIEZ DE MEDINA, Fernando, (1950). Nayjama. (pp. 79). Íbid (pp.54)

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Íbid (pp. 40)


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¿ A s e q u i b l e o a c c e s i b l e ? . . . Va y a u s t e d a s a b e r

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ace unos días leía los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y me parecían tan bellos en el papel… sin tan sólo se cumplieran, pensé. Cómo me gustaría que todos aquellos documentos que redactan los miembros de organizaciones luego de juntarse en hermosos salones y compartir grandes banquetes sean algo más que palabras vertidas en un triste papel que nadie nunca lee. Mensaje sin destinario es mensaje vacío. ¿A quién le hablan esas organizaciones? En realidad me molestan esos documentos y me dejan un sinsabor insoportable porque no sé cómo alzar la voz. Quizás sea mi actitud frente a la vida la mejor protesta que puedo realizar, la vida como testimonio. Luego de terminar de leer los Objetivos comencé a pensar en las palabras, esas que siempre me obsesionan. Repasé cada uno de los Objetivos y me detuve en el séptimo que promovía la energía asequible y sostenible para todos. He ahí cuando me surgió la gran duda: ¿Asequible o accesible?... Vaya usted a saber. Recurrí como siempre a mi amigo DRAE, quien en una oración muy clara suele darme la respuesta que busco. Resulta que accesible significa “de fácil acceso o trato” mientras que asequible significa “que puede conseguirse o alcanzarse”. Desde las acepciones que presenta el diccionario ya podemos distinguir la diferencia que hay entre ambos vocablos y el uso que debiese corresponderle a cada uno, pero nos conviene ahondar más para evitar cualquier tipo de confusión que pueda surgir luego de leer sus significados. El Diccionario prehispánico de dudas nos advierte que accesible “no es sinónimo de asequible, aunque ambas sean voces semánticamente próximas y se confundan frecuentemente en el uso”. Ambos adjetivos provienen del latín, de ahí su proximidad léxica, pero no provienen de la misma raíz y por ello no pueden utilizarse indistintamente. Es decir, para referirse a objetos es conveniente utilizar el vocablo asequible (es un precio asequible) y para referirse a seres afables debe preferirse el vocablo accesible (es una persona accesible = afable). Luego de este pequeña investigación lingüística me siento más tranquila. Sé que no podré cambiar salvar el mundo del desarrollo, del mentado progreso, pero al menos podré prevenirlo del desconocimiento de las normas de la lengua castellana.


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Madre sagrada Por Cristal llavedecristal.wordpress.com

Madre Sagrada, en el apogeo de mi vejez te ruego: despierta Tierra mía; no te duermas mi amada Calama. Saquearon tus entrañas, secaron el torrente de tus venas, depilaron tu oasis, mas sigues siendo hermosa. Eres fuerte y valiente, refugio mío. A casi un siglo de mi llegada a tus faldas estoy cansada, mis huesos están débiles, mi aliento es insuficiente. En cambio tú, a 137 años de tu bautismo sigues erguida. Eres eterna y aún lo serás cuando yo vuelva a ser polvo de tu polvo. A golpe de voluntad te tornaste heroica, bella Calama. Nunca decaigas como yo decaigo hoy. Quiero de tus venas ser el torrente, de tu dolor el alivio. Es este el rezo que elevo antes de cerrar mis ojos por última vez y regresar a ti: mi refugio perfecto.


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EL DIÁLOGO Por Mariana marianadesch.wordpress.com Las palabras son los ladrillos del entendimiento, el animal esquivo sobre el que lanzan sus flechas los poetas. Ellas son mis enemigas porque me evitan; cuando algo me incomoda cierro la boca y jamás digo lo que pienso. Desde que fui contratada por esta enorme compañía, me propuse escalar hasta su punto más alto, es decir, hasta el «penthouse» donde se ubican las oficinas de los directivos y los asociados. Acá entre las alturas la conocí a ella: la mujer más estúpida y engreída del planeta. Nos odiamos en público porque tenemos personalidades opuestas y asimismo porque nos admiramos en secreto. Ella suele vestir con elegantes trajes sastre. ¿Su cabello? Sedoso, lacio, rojo como sus afiladas uñas. Su buen gusto para armonizar sus zapatos con el resto de los accesorios provoca mi admiración al grado de que puedo recordar casi todo lo que atesora en su armario. El mío consta de dos faldas negras y dos marrones, las cuales combino con diferentes blusas y uno que otro collar. Todo en ella es perfecto como sus modales salvo esa maña que no puedo tolerar. Cada tarde afila sus uñas carmesí con una pequeña navaja que oculta en uno de los cajones de su escritorio. Me pregunto cómo la introdujo al edificio puesto que todos los bolsos y portafolios son revisados con rigor por el personal de seguridad. Hace un mes, nuestro jefe de área nos mandó llamar con el fin de asignarnos un proyecto en el que habríamos de unir esfuerzos. Se trataba de una nueva campaña de mercadotecnia para “Scarpa”, la industria fabricante de zapatos que está de moda. Ella no pudo ocultar su emoción delante de él y le hizo saber que tal asignación era lo mejor que le había pasado en su carrera profesional puesto que amaba todo lo relacionado con los zapatos. El gesto me pareció una exageración de su parte sobre todo porque conozco bien que el éxito de una campaña publicitaria no gira alrededor del producto, sino de los precios y de su exposición al mercado en línea del cual soy especialista. Sin intercambiar palabras ni puntos de vista, por separado pusimos manos a la obra en el proyecto, ignorándonos la una a la otra a pesar de la cercanía de nuestros escritorios. Quince días más tarde, tuvimos la primera de tres sesiones programadas con el jefe para mostrarle los avances. Al concluir, nos felicitó por haberle exhibido una proyección diligente y coordinada. Sorprendidas, nos miramos de reojo, disimulamos una sonrisa y continuamos trabajando. Hace una semana, minutos antes de la segunda cita, eché a andar mi cronómetro mental ¡Tomó tres minutos ocho segundos en aplicarse el labial! Luego extrajo esa pequeña daga con que saca punta a sus uñas y la depositó de nuevo dentro de la pequeña bolsa rosa que esconde en su cajón. Ese ruidito, ese chirriar me mortifica los sentidos. Culminamos la presentación pero esta vez el jefe se mostró inconforme porque mis cifras no encajaban con sus estimados. Nos advirtió que la empresa “Scarpa” era del interés máximo del consejo directivo y que si no éramos capaces de resolver las discrepancias, reasignaría el proyecto de manera emergente a otro par de asociados.


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Por vez primera, me sobrecogí. Pasé el fin de semana sopesando el pro y el contra de la situación y el lunes arribé a la oficina dispuesta al diálogo con ella. Se reportó enferma. Creí que se trataba de un pretexto para evadirme pero lo mismo ocurrió el martes y ayer miércoles, así que tomé cartas en el asunto e inicié mis propias averiguaciones. El escenario era peor de lo que imaginaba. El guardia vespertino me reportó que ella se había estado presentando a laborar durante las noches y un amigo de confianza quien trabaja para el departamento de informática, me reveló que todos mis archivos computacionales relacionados con el proyecto habían sido copiados y transferidos al ordenador principal. No cabía duda. Ella se estaba preparando para traicionarme ante la compañía y para apuñalarme por la espalda. Me esforcé en controlar mis emociones, pues me hallaba como una loba rabiosa. Ideé un plan y esta mañana me reporté enferma. Desperté tarde, salí a almorzar, al cine, luego paré en un salón para que me maquillaran y adornaran mis manos con uñas postizas. Por la tarde, entré a una de las sucursales de “Scarpa” y compré las sandalias más caras y llamativas que ofrecían. De ahí me pasé a una boutique, elegí un traje sastre blanco. Vestida como para una gala, me di una gran cena acompañada de un vino sofisticado en el mejor restaurante de la ciudad y al regresar de madrugada a mi pequeño departamento, me hice una última concesión. Armada de valor y bajo los efectos del tinto, me detuve ante la puerta de mi vecino, ese que siempre me mira a las piernas cuando subo la escalera. No hablamos mucho, como les referí no soy hábil con las palabras ni para decir lo que siento. Ya tendré tiempo de dialogar conmigo misma en la cárcel, donde vestir con garbo, comer bien y tener sexo son lujos que las reclusas no pueden darse. Mañana, cuando ella salga de la tercera reunión a la que estamos citadas por el jefe y haya presentado mi porción del proyecto como si fuera suya, ahí estaré yo, a la espera. Él me mirará con enojo y me exigirá ingresar a su oficina, sin embargo no entraré. Ella sonreirá satisfecha de su mala acción, pero yo le voy a destrozar esa sonrisa a puñaladas, literalmente. Me mirará con angustia y se sorprenderá de verme con su pequeña bolsa rosa en una mano y su navaja en la otra.


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LAS PIRÁMIDES DE LA CIUDAD FANTASMA Por Rodrigo Seguel argotweb.wordpress.com

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n frío húmedo y estéril se podía sentir aquella tarde noche. Gris, pero limpio como una puñalada en los huesos en el alma de Detroit, el frío que debe sentirse en todas las ciudades fantasmas. Con el vaho de su aliento imprimió en la ventana un dibujo de dinosaurio. Gran dinosaurio muerto. Foto y selfie con el dinosaurio. La ventana de al lado quebrada. Terminó, sin dificultad, el trabajo de los vándalos. Saltó a través del marco teniendo especial cuidado en no cortarse con los restos. El impermeable negro y mojado no es un buen traje para hacer piruetas. Cayó de frente y aplastó la cámara: el click del registro, porque eso es lo que hace una cámara, registra momentos, perpetúa un instante para siempre o lo que dure la fotografía, en este caso fue el piso. Se tocó la cabeza, no había sangre, y se dio cuenta que estaba tumbada sobre una enorme sombra, mucho más grande que ella. Desproporcionada la cabeza y las piernas delgadas, casi dos zancos. Su origen estaba en un joven blanco, la barba de tres días, de pie y con una cámara, fotografiando un montículo de piedras cual pirámide. Selfie con la pirámide. Quiso imitarlo, pero al encender la cámara ésta formuló un chirrido similar a una queja, llamando su atención y demostrando que los seres inanimados son

también capaces de hacerlo. -Ten cuidado, estos lugares abandonados tienen muchas trampas – dijo el joven fotógrafo, sin dejar de tomar todos los ángulos del montículo. Luego se dio la vuelta para darle la mano y ayudarla a levantarse. Sus guantes sin dedos y el gorrito boliviano le daban un aire infantil. Sus lentes que a ratos se empañaban no hacían otra cosa que acrecentar esa impresión. Ella no quiso demostrar que se había, al menos un poco, sonrojado. -¿Sabes qué es eso?, preguntó, evadiendo así la vergüenza. -No lo sé, supongo que obra de algún artista. Es el tercero que veo. El primero lo vi en la estación de trenes, el segundo en el teatro y este en la fábrica. Yo creo que significan algo. Pero no paro de preguntarme qué. - ¿Tienes las fotos de las otras pirámides?, preguntó sin dejar de sonreír. -Si por supuesto, a todo esto mi nombre es Paul.


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el mío, respondió mostrando todos sus dos dientes.

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-Katrina es el mío, respondió mostrando todos sus bien formados dientes. -Katrina- repitió él, con una sonrisa que a ella le pareció digna de Instagram, recordando con lástima que su cámara se había averiado. -¿Y las fotos?, preguntó Katrina, mirando la mano de él que aún no soltaba la suya, aunque hubiese preferido quedarse así un buen rato. No tanto por gusto como por frío, aunque no se podría decir que el primero estuviese del todo ausente. -Ah claro disculpa- dijo Paul, soltando la mano de Katrina y rápidamente fue a buscar su morral que se encontraba detrás de un tambor oxidado y huérfano que había caído abandonado como casi todo en Detroit. Un nido de arañas y un paseo de cucarachas. Paul sacó una colección de fotos reveladas a la antigua usanza, en un cuarto oscuro. Jugando con los fluidos de revelado como en un acto de magia, el conejo en el sombrero o el ramo de flores. Un acto de aparición con la única diferencia que en este caso no aparecía un objeto sino que el alma de ese objeto, cosas que se nos esconden a la vista y que realmente se nos revelan en el cuarto oscuro. El cuarto oscuro del nacimiento de lo que ya estaba allí pero que no se ve, que no se percibe, tal como se revela y aparece ante los ojos del cautivo una salida , una puerta invisible anteriormente pero que algo o alguien se la hizo ver. Se dice que al principio los indios americanos no vieron las carabelas de los conquistadores porque simplemente no podían concebirlas, las confundieron quizá con monstruos, quizá con nubes, quizá con pequeños islotes. Katrina tomó el manojo de fotografías y comenzó a verlas una a una. Fotos de la estación de tren. -¿Cómo lograste entrar? La entrada está cerrada para el público. He intentado varias veces tomar fotografías desde dentro pero la policía anda siempre rondando por ahí y no deja que nadie entre. -Deben estar cuidando que no se transforme en nido de drogadictos. O que se llene de mendigos o huérfanos. En fin – dijo Paul dando un suspiro – tratan de evitar que se llene de abandonados y olvidados por el sistema, aunque yo diría que la ciudad completa es ya un nido. Un nido de miserables que no termina de reproducirse. Ya no queda ninguna esperanza. Así como vamos van a tener que poner vigilancia a todos los edificios de esta puta ciudad que algún día va a reventar.

Las fotos de la estación de tren eran las que menos luz tenían debido a que las ventanas estaban tapadas con tablas de madera. Todos los ventanales ya habían sido víctimas de los tiros al blanco de los muchos desocupados que trataban de matar el tiempo en cualquier cosa que no sea estar con ellos mismos: la soledad de las grandes ciudades. Para Paul no fue difícil ingresar a la estación, es cierto que estaba vigilada, pero esa vigilancia era casi nula. Una sola patrulla para un edificio de treinta mil metros cuadrados hace agua por todos lados. Un Ford Custom oxidado se encontraba estacionado dentro del teatro. La fotografía la había tomado al costado del vehículo para que encima de él se pudiera apreciar el magnífico mosaico del cielo raso del teatro que aún había sobrevivido al abandono. Era la primera pieza del puzzle que no encajaba. Porque la siguiente fotografía mostraba que en lugar de los asientos para los espectadores se encontraba una gran pirámide, construida con los ladrillos de algunas de las murallas del recinto que con el tiempo y el descuido se habían ido cayendo uno a uno. El vehículo en el hall y la pirámide no hacían más que acrecentar la sensación de abandono en el que se encontraba el edificio. -Me falta sólo una- entusiasmado, mirando de reojo a Katrina que se encontraba ahora más cerca. -¿Una foto?- sintiendo la cercanía de Paul acrecentando la sensación de que algo andaba muy bien. -No, una pirámide, me dijeron que se encontraba en el edificio Ford a unos 6 kilómetros de aquí. - Si salimos por esta calle llegaríamos a la Woodward Avenue –dijo Katrina interrumpiendo y señalando la calle que dejaba ver la ventana rota que daba hacia el río -Desde ahí caminaríamos tres kilómetros en línea recta hasta llegar a la Wyoming Avenue en dirección al río hacia el Mexican Town. Ahí podremos preguntar cómo llegar a la fábrica pero no debería ser difícil- dijo Katrina muy rápido, sus palabras atropellaban a las que vendrían. Parecía que algo al fin ocurriría entre tanto aburrimiento. Estas pirámides eran un regalo del cielo o del infierno pero sin duda rompía con la monotonía y el sinsentido de lo cotidiano.


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-¿Podemos?, ¿eso quiere decir que me vas a acompañar?Preguntó Paul, entusiasmado ante el posible sí que le entregaría Katrina. -Claro, sino podrías perderte – Respondió audaz Katrina y a Paul le pareció por primera vez que nada de lo que había pasado era una coincidencia. Que esta chica que respondía al nombre de Katrina ya la conocía, quizá en alguno de sus más olvidados sueños, con su sonrisa perlada y sus ojos vivos. Con su cabello rizado que emitía una intermitente fragancia a frutas. Frutas maduras y recordó que nunca había besado a una chica de color. Tuvo ganas de tomarle la mano y llevarla corriendo por las frías calles abandonadas formadas por interminables hileras de casas igualmente abandonadas. Darle sentido a este acúmulo de abandono, la mayoría de ellas quemadas por completo por fuegos de diversos orígenes pero de similar motivación: Dueños que serían embargados o dueños que querían echar a sus arrendatarios que no podrían pagar la renta pero que tampoco se irían porque no había donde más ir. Esas casas ya no serían fotografiadas, les esperaba una ruina lenta y solitaria, el correr del viento por sus habitaciones y sus pasillos, el hielo que corroe las tuberías desde dentro en invierno, y en verano, la lluvia que destruye los tejados: el peso del agua que se acumula como las mentiras que una a una corroen para terminar explotando en la cara. El agua y su poder destructivo de hielo y vapor. El vapor de todas las almas tristes de Detroit, sumergidas en su debacle, en su miseria de grito ahogado, de desesperación primigenia: el gemido iniciático del hombre pensante. -Claro, sino podrías perderte – Respondió audaz Katrina y a Paul le pareció por primera vez que nada de lo que había pasado era una coincidencia. Que esta chica que respondía al nombre de Katrina ya la conocía, quizá en alguno de sus más olvidados sueños, con su sonrisa perlada y sus ojos vivos. Con su cabello rizado que emitía una intermitente fragancia a frutas. Frutas maduras y recordó que nunca había besado a una chica de color. Tuvo ganas de tomarle la mano y llevarla corriendo por las frías calles abandonadas formadas por interminables hileras de casas igualmente abandonadas. Darle sentido a este acúmulo de abandono, la mayoría de ellas quemadas por completo por fuegos de diversos orígenes pero de similar motivación: Dueños que serían embargados o dueños que querían echar a sus arrendatarios que no podrían pagar la renta pero que tampoco se irían porque no había donde más ir. Esas casas ya no serían fotografiadas, les esperaba una ruina lenta y solitaria, el correr del viento por sus habitaciones y sus pasillos, el hielo que corroe las

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tuberías desde dentro en invierno, y en verano, la lluvia que destruye los tejados: el peso del agua que se acumula como las mentiras que una a una corroen para terminar explotando en la cara. El agua y su poder destructivo de hielo y vapor. El vapor de todas las almas tristes de Detroit, sumergidas en su debacle, en su miseria de grito ahogado, de desesperación primigenia: el gemido iniciático del hombre pensante. Lo más sensato era escapar de allí. Pero ellos no eran sensatos. Así que decidieron salir bajo ese cielo que aún no ha tenido su furia, nubes grises y completas sobre edificios que parecían doblarse como borrachos esperando un taxi en una noche de frío y soledad, sostenidos sólo por sus manos en los bolsillos. Eran cuadras y cuadras de abandono en las que ninguno de los dos pensó en sacar su cámara. No porque ella la tuviera averiada (puesto que ya no lo recordó) y no porque él estuviera ansioso por llegar a la fábrica, sino que porque ya no había nada que fotografiar, no hay sorpresa en lo cotidiano ni en lo irreversible. El abúlico y monótono triunfo de la desgracia transformada en cotidianeidad. Una cotidianeidad en la que por azar se encontraron mientras tomaban fotografías de lugares en los que antes hubo algún tipo de actividad humana, hombres y mujeres riendo, llorando, enojados y felices. Una felicitación y reprimenda del jefe. Contrataciones y despidos. Luego muchos más despidos y nunca más contrataciones. Fotografías que nadie volvería a ver. Ni siquiera ellos mismos. Sin embargo, ellos sabían que debían estar allí, ya nada les parecía fortuito ni coincidencia, era la certeza del destino cumplido que los estaba envolviendo en su manto cálido y aterciopelado y que los llevaba de la mano por esas calles aparentando no tener dueños. Esta excitación o borrachera los llevó a perder los sentidos y ya no sabían lo que era la derecha ni la izquierda. Conversaban entre ellos en lenguas que hasta el momento nunca habían utilizado, se reían por cualquier cosa que se les pasara por delante, un gato, un mendigo, un drogadicto bailando una danza de una tribu perdida en el continente africano, basura o una bolsa azarosa que el viento cargaba y que se transformaba en símbolo de su felicidad pasajera. No se dieron cuenta que poco a poco los iban siguiendo, salían de sus escondites de a uno, de a dos, de a tres, de a muchos hasta que formaron una procesión triste, una marcha hacia ninguna parte pero en la que todos piensan llegar al paraíso o por último a un ápice de éste. Todo lo marginal se reunió en esta marcha creyendo que verían lo imposible lo inefable y que ellos serían parte de eso. ¿De qué? Ninguno lo sabría, sólo habría una certeza: Debían estar allí.


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Los habitantes de Detroit que se habían ido agregando a su marcha se habían transformado ahora en multitud. La entrada a la fábrica se encontraba abierta de par en par, en el piso había una mancha roja que asemejaba una alfombra que se tiende a los personajes importantes. Subieron una y dos escalinatas tomados de la mano, hipnotizados por la luz de luna que entraba por varias de las ventanas rotas y que dejaba a lo lejos un solo punto visible y plateado y lejano en el que se podían observar dos montículos y una planicie entremedio de ellos. Al entrar, la puerta se cerró de golpe, pero ellos no se asustaron. La multitud se quedó afuera, algunos con antorchas, otros con banderas negras que agitaban de vez en cuando y sin motivo, o tal vez, para capear el frío. Sabían que debían esperar. La pareja caminó de la mano hasta el punto iluminado, y a cada paso se les hacía más claro el contorno de dos pirámides en cada extremo y en medio una mastaba. –The Big Three. Dijo Paul con una sonrisa desencajada, una sonrisa que no era de él, demasiado exagerada para no ser un sueño o una pesadilla. Sacó de su morral la cámara y comenzó a fotografiar todos los ángulos de las pirámides, mientras repetía: “The Big Three”. Katrina se quedó atrás mirando de costado con sus ojos oscuros a algo que parecía estar más allá de las pirámides. No tuvo miedo. No sintió nada. Lo que se acercaba se hacía cada vez más grande mientras su compañero sacaba fotografías, idiotizado, tratando de buscar ángulos y juegos de luz imposibles. Quería fotografiar las estrellas, decía él, quería sacar el alma de las pirámides. Lo que iba más allá de la forma. Una impresión imposible dentro de un cuadro imposi-

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ble. Katrina ya no podría gritar, mucho menos moverse o avisarle a Paul lo que estaba por ocurrir, en un segundo o en un siglo después la sombra saltó sobre Paul, sobre sus ojos específicamente, como un gato sobre su presa, sólo que esta vez el gato sería devorado por la presa , unidos en una comunión maldita, un destello falso de luz entre tanta oscuridad, la mierda en un paquete de oro, la devastación disfrazada de esperanza, una salida que lleva inmediatamente al abismo, promesas sobre promesas que jamás serán cumplidas, la sombra y su deseo de autoreplicarse: el infierno por sí mismo. Afuera, la multitud se acrecentaba sin saber qué era lo que había ocurrido dentro de la fábrica, leves sospechas pero nada más. Uno que otro cigarro encendido capeaba los dos grados bajo cero. A los niños les colgaban mocos congelados. Se organizaron por castas y estas castas fueron proporcionales a la orden de llegada, siendo los de la marcha los primeros y así sucesivamente: una corte famélica para un rey y una reina que están a punto de concebir su príncipe, un príncipe para una ciudad fantasma. Más allá de la multitud, el viento, el hielo destrozándose en el asfalto quebradizo, un perro aullando de frío, los gritos y escándalos de los drogadictos enfiestados en una de las miles de casas abandonadas, los ronquidos estertóreos de los mendigos que no vivirán otro día. Llantos, descolgados carteles golpeando las murallas, maullidos de gatos anunciando una primavera que no puede o no quiere aparecer: Los últimos lamentos de una ciudad con dolores de parto.


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La explanada Atilano Sevillano asevillano.ber@gmail.com

Me senté en un banco del parque a leer el libro que acababa de sacar prestado de la biblioteca pública. Era un compendio de relatos cortos. Decidí comenzar por uno al azar, uno que se titulaba “La Explanada”. Poco a poco fui adentrándome en el argumento. De repente pude percibir unas lejanas voces que parecían que acaloradamente discutían. Coloqué el marcapáginas en la hoja del libro por donde me encontraba leyendo y lo dejé en un banco. Me acerqué hasta la explanada a escudriñar el horizonte para descubrir de quién diablos procedían aquellas voces. No viendo nada regresé y continué leyendo. No viendo nada regresé y continué leyendo. Me acerqué hasta la explanada a escudriñar el horizonte para descubrir de quién diablos procedían aquellas voces. Coloqué el marcapáginas en la hoja del libro por donde me encontraba leyendo y lo dejé en el banco. […]


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