Psicoanálisis Vol. XXVIII N° 1

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PSICOANALISIS

Revista de la Asociación Psicoanalítica Colombiana

SOCIEDAD COMPONENTE DE LA IPA MIEMBRO DE LA FEDERACIÓN PSICOANALÍTICA DE AMÉRICA LATINA (FEPAL) MIEMBRO DE LA FEDERACIÓN COLOMBIANA DE PSICOANÁLISIS ENERO- JUNIO 2016 VOLUMEN XXVIII N° 1 Dirección - Edición Hilda Botero Cadavid Comité Editorial Italo di Ruggiero Aura Victoria Carrascal Pedro Oróstegui Comité Científico Geny Talberg - Miembro Efectivo Sociedad Brasilera de Psicoanálisis de Río de Janeiro. SBPRJ. BRASIL Johanna Trip - Miembro Titular Asociación Venezolana de Psicoanálisis Asovep VENEZUELA Sergio Nick - Miembro Asociado Sociedad Brasilera de Psicoanálisis de Río de Janeiro. SBPRJ. BRASIL Fabio Eslava Cerón - Miembro Titular Didacta Asociación Psicoanalítica Colombiana APC. COLOMBIA Ismail Yildiz – Miembro Titular Asociación Psicoanalítica Colombiana. APC. COLOMBIA

ASISTENTE EDITORIAL Alvaro J. Botero C. Dirección electrónica: revistapsicoanalisis@hotmail.com

Asociación Psicoanalítica Colombiana (APC) Sociedad Componente de la Internacional Psychoanalytic Association (IPA) Calle 134 Nº 17-71 Teléfonos: (57 1) 522 7627 - (57 1) 259 6000 Ext. 6112 E-mail: apscol2012@gmail.com - Página web: www.asociacionpsicoanaliticacolombiana.org.co Bogotá - Colombia


a s o c i a c i ó n ps i c oa n a l í t i c a c o l o m b i a n a

Sociedad Componente de la Asociación Psicoanalítica Internacional

MIEMBROS TITULARES Dr. Horacio Arias Duque Dra. Sonia Bialikamien Goldband Dra. Hilda Botero Cadavid Dra. Aura Victoria Carrascal Márquez Dr. Gabriel Augusto Castillo Castelblanco Dr. Danilo Diazgranados Moncada Dr. Juan Manuel Escobar Guerrero Dr. Fabio Eslava Cerón Dr. Henry García Moncaleano Dr. Eduardo Gómez Escallón Dr. Mario González Velásquez Dr. Iván Jiménez Rojas Dr. Eduardo Laverde Rubio Dr. Jorge Enrique Liévano Rodríguez Dr. José A. Márquez Cuervo Dr. Álvaro Méndez Peñaranda Dra. María Victoria Niño Villamarín Dra. Luz Stella Núñez Sánchez Dr. Liborio Orejuela Devis

Dra. Luz María Pinilla Perdomo Dra. Diana Isabel Robles Dr. Guillermo Sánchez Medina Dr. Edgard Yamhure Kattah Dr. Ismail Yildiz MIEMBROS ASOCIADOS Dra. María Clara Syro Morales MIEMBROS HONORARIOS Horacio Etchegoyen Otto E. Kernberg Juan Francisco Jordán Romualdo Romanowski MIEMBROS ADHERENTES Italo di Ruggiero Cozzarelli Robert Silverman Margarita Álvarez Beatriz de Hart Leandro Stitzman

COMISIÓN DIRECTIVA PARA EL PERÍODO 2016 – 2018 Presidente: Fabio Eslava Cerón Secretaria: María Victoria Niño Villamarín Tesorero: Henry García Moncaleano Directora de Divulgación: María Clara Syro Morales Directora de Publicaciones: Hilda Botero Cadavid Vocales: Alvaro Méndez Peñaranda Edgard Yamhure Kattah Directora del Instituto de Psicoanálisis: Luz María Pinilla Perdomo Fiscal y Director de la Biblioteca: Italo di Ruggiero C.

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Las opiniones expresadas en esta publicación corresponden a sus autores y no comprometen a los editores de la Revista.


Contenido Volumen XXVIII – N° 1; enero - junio 2016

Editorial ............................................................................................... 5 ARTÍCULOS El oficio de Analista y su Caja de Herramientas: La interpretación revisitada Virginia Ungar ..................................................................................... 11 Cuando el analista se torna estúpido Roosevelt M.S. Cassorla ........................................................................ 34 Sobre la metaobservación. De la sensorialidad al pensamiento Thaís Helena Thomé Marques ............................................................... 59 Lo social desde el individuo: La relación materna base de la autonomía María Eugenia Reátiga Hernández ....................................................... 79 Psicoterapia psicoanalítica con niños con deficiencias mentales Alicia Fagliano ....................................................................................... 112 ENSAYOS La observación del bebé según E. Bick, su utilidad en la clínica Rosella Sandri ....................................................................................... 133 3


Psicoanálisis en tiempos de la tecnocultura: algunas reflexiones sobre el destino del cuerpo en el espacio virtual Alessandra Lemma ............................................................................... 147 El trabajo de René Roussillon: una visión panorámica de sus principales conceptos Dianne Casoni, Martin Gauthier, Louis Brunet, Jean-Pierre Bienvenu ... 169 Traducción: Fabio Eslava Cerón RESEÑAS La observación de bebés, método Esther Bick, y su difusión Carmen Córdoba ...................................................................................... 197 AGENDA DE ACTIVIDADES XXXI Congreso FEPAL .................................................................. 209 Campamento Psicoanalítico ............................................................. 210 Congreso intimacy ............................................................................. 212 The abused child ................................................................................ 213 Asian Iedipus ...................................................................................... 213 NORMAS DE PUBLICACIÓN ........................................................... 214


Los Autores Virginia Ungar Médica, graduada con Diploma de Honor de la Universidad de Buenos Aires, en 1974. Es Psicoanalista y ha sido elegida para ocupar el cargo de Presidente de la Asociación Psicoanalítica Internacional (API) de 2017- 2021. Es la primera mujer que llega a ese puesto desde que Sigmund Freud y un grupo de colaboradores fundaron la entidad en 1910. Miembro titular con función didáctica de la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires (APA) y miembro de la API, en ambas desempeñó diversos cargos. Desde 1984 es docente en Argentina y en instituciones y universidades de Porto Alegre, Sao Paulo, Río de Janeiro, Campo Grande, Matto Grosso do Sul, Santiago de Chile. En USA, en San Francisco, Nueva York, Cleveland, Washington D.C., San Diego. En Europa, en Madrid, Paris, Frankfurt y varias ciudades de Italia. Especialista en niños y adolescentes por la API. Autora de capítulos de libros y de numerosas publicaciones en el país y en el exterior. http://www.virginiaungar.com/ virginiaungar@gmail.com Roosevelt Cassorla Psicoanalista, Miembro didacta del Grupo de Estudios Psicoanalíticos de Campinas y de la Sociedad Brasileña de Psicoanálisis Sao Paulo. Profesor titular de psicología médica en la Universidad de Campinas. Coordinador del Grupo de Trabajo, Microscopía de la Sesión Analítica. Miembro de la Comisión de Investigación de FEPAL. Sus trabajos se han centrado en los elementos técnicos del proceso psicoanalítico con pacientes difíciles. Es autor, entre otros trabajos, de: When the analyst become stupid, Enactment y proceso de simbolización, y El analista, su paciente adolescente y la estupidez en el campo analítico, artículo que apareció en «Calibán», revista científica de FEPAL (Vol. 11 #2, 2013). rcassorla@uol.com.br

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Thaís Helena Thomé Marques Psicóloga formada en el Instituto de Psicología de la Universidad de São Paulo (USP), campus Bauru. Psicoanalista Miembro Efectivo de la IPA. Miembro Efectivo y Analista Didacta de la Sociedad Brasileira de Psicoanálisis de Ribeirão Preto (SBPRP). Docente del Instituto de Psicoanálisis de la SBPRP. Coordinadora de grupos de Estudios sobre la obra de W. Bion en Marília e Ribeirão Preto. Tiene varios artículos publicados por la Revista Brasileira de Psicanálise, desde 2004 hasta la fecha. thmarq@terra.com.br María Eugenia Reátiga Hernández Psicóloga clínica de la Universidad Complutense de Madrid. Magíster en Psicología de la Universidad del Norte. Durante dieciocho años, profesora de medio tiempo de la Universidad del Norte de la signatura Tendencias y autores Psicodinámicos. Veinte años de práctica clínica. mreatiga@uninorte.edu.co Alicia Fagliano Licenciada en Psicología, Universidad de Buenos Aires. Doctoranda de la carrera de Psicología de la Universidad de Buenos Aires sobre el tema Psicoterapia psicoanalítica en síndrome de Down. Un estudio de caso único. Miembro Titular con función didáctica de la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires. Miembro de FEPAL y de la Asociación Psicoanalítica Internacional, Full Member. Directora por Niñez de la Comisión Directiva del Departamento de Niñez y Adolescencia de la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires. 2013-2014. Profesora Titular del Instituto Universitario de Salud Mental, ApdeBA. Profesora Titular Psicopatología I, Universidad de la Marina Mercante, Buenos Aires. Profesora Titular de Clínica de Niños y Adolescentes, Universidad de la Marina Mercante. Presentaciones en Departamento de Niñez y Adolescencia de APdeBA, en Jornadas de Niñez y Adolescencia de APdeBA, en Congreso de la IPA 2015 en Boston, en el Congreso Argentino de Psicoanálisis, de materiales clínicos y trabajos sobre el tema de aplicación del método psicoanalítico en niños deficientes mentales. afagliano@gmail.com

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Editorial

Un quehacer como este, escribir, es en esencia una propuesta para abrir mundos propios y lanzarlos como semillas en expansión… Escribir se convierte en alimento para la mente de quienes comparten este acto creativo. Escribir, como una oferta fértil, promueve más creatividad y pensamientos en evolución. Esta es una invitación a la generosidad de compartir ideas, leyendas, mitos, historias… ¿Qué escribimos cuando escribimos? No es una pregunta retórica, en verdad… cuánto de lo que escribimos apunta a la exposición de mitos personales, sometidos a transformación en lenguaje escrito, en lenguaje hablado, en sombras, fantasmas… o regios habitantes de espíritus del tiempo… ¿Qué escribimos cuando escribimos? Es una pregunta sin respuesta, obviamente, por lo tanto, abre puertas que retan la ignorancia. Recordé un poema de WRR Tolkien, autor tan cercano, un genio de los mitos, las ficciones, los cuentos… que cantan la realidad, Mitopoeia1 (Mitopoiesis, en español), ‘hacedor de mitos’. La lucha permanente entre Filomito ‘amador de mitos’ y Misomito’ ‘enemigo de mitos’ formula un escenario adecuado para el ejercicio de escribir, qué privilegiamos y qué sacrificamos, cuánto del mito o mitos propios o ajenos armamos para una ficción, cuánto sacrificamos para una realidad, cómo tejemos una historia, de cuentos, de nadas, de abismos, de horizontes… cómo damos vida a los hechos para que cumplan con la asombrosa realidad. Escribir exhibe nuestra cosmogonía del momento, del instante en que destella la realidad, una realidad… ¿Qué escribimos cuando escribimos? Un universo entero sin principio ni fin... sólo siendo. Y el producto… ¿podrá despertar, en quien lee, sus nebulosas dormidas? ¿podrá dejar nacientes estrellas que habiten un nuevo universo? Bueno, el reto está propuesto; usted, querido lector, dispondrá si acepta entrar a estos diferentes universos para contactar mitos y realidades que abrirán nuevas posibilidades creativas en cada uno de ustedes. ¿Quiénes son los anfi1

Mitopoeia o mitopoiesis, del griego helenístico μυθοποιία, μυθοποίησις “elaboración de mitos”, es un género narrativo, al estilo de Tolkien. 7


Editorial  Editorial

triones que compartirán ideas, pensamientos, propuestas…? Hallará varios en este número… el resto corre por su cuenta. Tenemos autores diversos, creativos en este número, que dan fe de sus viajes interestelares por universos de pensamientos, mitos, leyendas, realidades y ficciones. Una mirada atenta a sus generosas contribuciones nos hará pensar en nuestros propios mitos y en nuestras propias realidades, escribir es equipar la nave para el lector viajero. Agradecemos a todos quienes han contribuido a nuestro propósito de mantener vivo el pensamiento y la creación psicoanalítica.

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ArtĂ­culos



Revista Psicoanálisis, Vol. XXVIII, N° 1, enero-junio/2016 Revista Psicoanálisis, Vol. XXVIII, N° 1, enero-junio/2016

El oficio de analista y su Caja de Herramientas: La interpretación revisitada1 Virginia Ungar2 Recibido: enero 2015 Aprobado: abril 2015

Resumen La autora nos pone en contacto con un ejercicio de pensamiento y lectura de su trayectoria como analista y su relación, tanto con la técnica como con la evolución que observa en la forma de ejercer su trabajo psicoanalítico. Como eje de estas consideraciones elige la Interpretación psicoanalítica y su enunciación como representante de los cambios naturales que han ido modificando tanto la observación como la comprensión, ritmo y experiencia de “estar con” el paciente en el consultorio. Toma como elemento puntual para la comprensión el concepto de ‘Caja de herramientas’, el uso o desuso, su cambio y la modificación en su ejercicio actual de psicoanalizar. Palabras clave: Sesión analítica, Interpretación, Caja de herramientas, Cambios Socioculturales.

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Trabajo seleccionado del 49 Congreso IPA 2015 en Boston, para ser publicado en la presente edición de nuestra revista. Publicado en Fepal, Revista Calibán,Volumen 13, No. 1, Año 2015. virginiaungar@gmail.com 11


Virginia Ungar

The analyst’s trade and toolbox: interpretation revisited Abstract The author presents us with a reflection and take on her career as an analyst, both in terms of how she relates to the technique and the evolution that she observes in the way she conducts her psychoanalytic work. She focuses on psychoanalytic interpretation and its expression as illustrative of how understanding, rhythm and the experience of “being with” the patient in the analyst’s office have shifted over time. A key point to understand is the concept of a “toolbox,” its use or lack of use, its change and modification in current psychoanalytic practice. Keywords: Analytic session, interpretation, toolbox, sociocultural change O ofício de analista e sua caixa de ferramentas: a interpretação revisada Resumo3 A autora nos põe em contato com um exercício de pensamento e leitura de sua trajetória como analista e sua relação tanto com a técnica quanto com a evolução observada na forma de exercer seu trabalho psicanalítico. Como eixo central dessas considerações, escolhe a interpretação psicanalítica e sua enunciação como representante das mudanças naturais que vêm modificando a observação, a compreensão, o ritmo e a experiência de “estar com” o paciente no consultório. Toma como elemento pontual para a compreensão o conceito de “caixa de ferramentas”, o uso ou o desuso, sua mudança e a modificação em seu exercício atual de psicanalisar. Palavras-chave: sessão analítica, interpretação, caixa de ferramentas, mudanças socioculturais.

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Traducción Portugués: Roanita Dalpiaz; roanitad@gmail.com.


El oficio de analista y su caja de herramientas...

La invitación a reflexionar sobre la forma y el uso de las herramientas del Psicoanálisis en estos tiempos (en rigor, sobre el oficio de Psicoanalista) resulta un desafío que podría sintetizarse con la siguiente pregunta: ¿Cuáles son las herramientas que utilizamos?, ¿qué compone nuestra Caja de herramientas? Por otra parte, esta interrogación —en la medida en que la formulamos hoy— nos permite dar un paso más y ensayar un contrapunto entre el modo de pensar esa Caja en la actualidad y hace más de 100 años. Este contrapunto, claro está, no pretende ser un ejercicio de mera comparación histórica. Más bien, parte de una constatación: la operatoria psicoanalítica, como toda construcción humana, está condicionada y afectada por los códigos hegemónicos de cada época. Y en este sentido, cuando como Psicoanalistas pensamos y repensamos nuestras herramientas, resulta necesario problematizar, tanto la variación actual, de la que somos parte, como sus consecuencias. La teoría freudiana fue uno de los acontecimientos más revolucionarios para la cultura de principios del siglo XX. Más de 100 años después de su formulación primera y en el marco de una serie de cambios vertiginosos en las instituciones sociales y de intensas mutaciones tecnológicas de alto impacto en la subjetividad, revisar estas variaciones y sus efectos sobre nuestra tarea no parece ser una inquietud sociológica menor de los Psicoanalistas, sino que es una condición necesaria para el ejercicio del oficio. En este contexto, la revisión actual en diversos foros de los textos clásicos del Psicoanálisis puede ser entendida como un saludable ejercicio en torno a este asunto. Sin ir muy lejos, las discusiones sobre el modo de concebir el encuadre analítico ayer y hoy. También forman parte de estos debates, aunque tal vez se desarrollen más tímidamente, interrogaciones acerca de la vigencia de conceptos teóricos centrales para nuestra disciplina. En esta dirección, las mutaciones en la fisiología reproductiva como consecuencia del avance de la tecnología en esta materia, las novedosas y heterogéneas configuraciones familiares, la caída de la hegemonía de la función paterna y otras variaciones en la subjetividad generan cuestionamientos nuevos. Por ejemplo, acerca de la vigencia del Complejo de Edipo en su configuración clásica, el lugar de la represión como mecanismo de defensa prínceps o el determinismo freudiano, con el modelo que podría ser llamado ‘arqueológico’ de la cura. Presentada la pregunta, me interesa introducir dos conceptos que revisaré en la comunicación. En primer lugar, la noción de Herramienta. En cualquiera 13


Virginia Ungar

de las ediciones del Diccionario de la Real Academia Española, al menos las modernas, el término herramienta está asociada con: (I) Instrumento, por lo común de hierro o acero, con que trabajan los artesanos; (II) Conjunto de este tipo de instrumentos. Ambas acepciones asocian a la herramienta con un elemento simple, manual y que tiene por finalidad hacer algo, como puede ser un objeto artesanal. Pero esta definición puede ser complementada por otra, que hace eje en las características (objetividad del objeto) de la herramienta, pero también en su uso (subjetividad del uso). Tratándose del oficio psicoanalítico, no hay nada equivalente al martillo del carpintero o al bisturí del cirujano. Sin embargo, es posible identificar un conjunto de recursos (visibles o no) con los que cuenta el Psicoanalista en su Caja de herramientas. En segundo lugar, la noción de dispositivo que, por otra parte, es usada con frecuencia en la bibliografía psicoanalítica de la última década. Sin pretender desarrollar un análisis exhaustivo de la bibliografía sobre este concepto, vale considerar una primera definición. Michel Foucault se preguntó qué es un dispositivo y construyó una respuesta genealógica en la Microfísica del poder. Para el filósofo francés, un dispositivo es una red de relaciones entre elementos heterogéneos (discursos, instituciones, lenguajes, ideologías, estéticas, etc.) explícitos e implícitos, dichos y no dichos. Pero, además, esa relación no es estable sino más bien lo contrario4. Entre otras cosas, porque emerge en una situación de urgencia. Ahora bien, ¿por qué visitar estos conceptos (herramientas y dispositivo) cuando nos preguntamos por nuestra práctica clínica? Tal vez podamos pensar la clínica psicoanalítica como un dispositivo compuesto por una serie de elementos heterogéneos que, como todo dispositivo, nace relacionado con una situación de urgencia o, al menos, con una situación nueva. En nuestro caso, además, vinculado al padecimiento que cambia y muta, como la subjetividad. A la luz de estas variaciones, ¿qué consecuencias tienen para nuestro dispositivo psicoanalítico? ¿Cómo podría permanecer esa estructura elaborada por el Psicoanálisis hace más de 100 años sin variaciones? Así pensada, la interrogación sobre las herramientas y el dispositivo es una interrogación sobre el oficio psicoanalítico y su Caja de herramientas. No es sencillo determinar cuáles son las herramientas con las que opera el Psicoanalista. Sin embargo, sería impensable que pudiera trabajar sin la noción 4

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Cabe señalar la importancia de los aportes de Giorgio Agamben y Gilles Deleuze en lo que respecta a la reflexión teórica en torno a este concepto.


El oficio de analista y su Caja de Herramientas

de inconsciente, la de Transferencia, el concepto de neutralidad analítica o el de asociación libre. La lectura de Consejos al médico de Freud (1912) es una excelente entrada a este tema, porque allí se puede percibir el esfuerzo que del creador del Psicoanálisis por transmitir su experiencia acerca de cómo usa el instrumento, en sus palabras, a los jóvenes analistas. Ensayar un ejercicio de síntesis equivalente no resulta sencillo. Sin embargo, haremos el esfuerzo a lo largo de estas páginas. En primer lugar, nos detendremos en las variaciones epocales y su impacto en el ejercicio de la clínica. Luego, y, en segundo lugar, una vez revisado el encuadre como el dispositivo analítico que permite que la Transferencia se despliegue, me concentraré en la interpretación como herramienta prínceps del analista.

Primera Parte Sobre los cambios socioculturales y su impacto en los procesos de subjetivación Partamos de una evidencia: Somos contemporáneos de una serie de transformaciones en la subjetividad. Por mi especialidad clínica y porque entiendo que allí se observan más intensamente los cambios subjetivos de nuestra época, me concentraré en la descripción de algunas mutaciones en la subjetividad adolescente que, por otra parte, constituyen un desafío a la hora de pensar nuestra práctica. Como sabemos, la adolescencia es un proceso de fuertes cambios que pone en cuestión la estructura rígida que se construyó en el “período de latencia”, la que elabora diques a la sexualidad y habilita al niño a dedicarse a aprender. Se trata de su ingreso en la cultura. Entonces, son cuestionados los modelos ofrecidos, aparece la sexualidad en primer plano y reina una gran confusión. El Psicoanálisis se ha ocupado extensamente de esta etapa del ciclo vital. El/ la joven se ve frente a la tarea de “emigrar” del mundo del “niño en la familia” hacia la construcción de la subjetividad adulta. Si bien desde recién nacido, y también antes en su “prehistoria”, el sujeto está imbricado con el otro y con el mundo que lo circunda, es en la adolescencia cuando se topa con la operación de encontrar su lugar en el mundo a través de la tarea que describiera Freud como “el desasimiento de la autoridad parental” (1912).

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Leandro Stitzman Virginia Ungar

Las instituciones, comenzando por la familia y siguiendo por la escuela, actuaron como fuerzas externas reguladoras del sujeto y moldeadoras de identidad, ayudando a reglamentar este pasaje. No se nos escapa que ambas han estado y siguen estando, en gran medida, produciendo un imaginario nacido hace más de 200 años. Tal vez como consecuencia de esa distancia, estas instituciones han perdido fuerza en su función de regulación. Cuando revisamos las más diversas situaciones históricas, observamos que cada sociedad construye ritos de pasaje para acompañar situaciones de umbral como el nacimiento, la muerte y/o el matrimonio. Esas ceremonias rituales acompañan en la medida que anuncian y certifican un hecho que aconteció. En tiempos remotos, así como en algunas sociedades tribales en la actualidad existían ritos de pasaje de la infancia a la adultez. Si nos detenemos en esos ritos, observamos que la sociedad provee a los jóvenes de ceremonias que instituyen su condición de adultos. Podríamos decir entonces que la sociedad contemporánea no provee de ritos de transición institucionalizados. Los rituales de hoy en día, creados por los mismos jóvenes —y llamativamente parecidos en distintos lugares del mundo occidental—, se asemejan más a las pruebas de coraje que pueblan los cuentos infantiles. Pueden consistir en besarse con alguien a quien acaban de conocer —no necesariamente de diferente género—, tomar alcohol hasta perder la conciencia, fumar marihuana o ingerir otras sustancias, entre otras. Enlazado con estas variaciones, otra tendencia adquiere notable presencia en los espacios de discusión en Psicoanálisis: El denominado desfallecimiento o caída de la llamada “función paterna”5. Si bien esta declinación tiene una larga historia, de hecho, algunos historiadores la vinculan con el nacimiento del cristianismo temprano; es el Estado Moderno, a través de sus instituciones, el que limita al padre y regula los derechos del hijo —notemos que ya no son sobre el hijo sino del hijo—. En este contexto, en el que también nace el Psicoanálisis, surge un modelo de familia 5

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La función paterna no se arma de improviso, se deviene padre. Se trata de la construcción lenta, silenciosa y reformulada a cada paso de la función que se pone a prueba al mismo tiempo que se construye y se ejerce. Por este motivo resulta más pertinente hoy hablar de parentalidad, término que recubre una superficie entre dos círculos que se intersecan produciendo un territorio común: los dos círculos serían el devenir madre y el devenir padre.


Relaciones sin objetos relacionados El oficio de analista y su Caja de Herramientas

nuclear, burguesa, monogámica y heterosexual. Esta configuración familiar, en combinación con las prácticas de crianza dominantes, explican y bien, la elección de Freud del mito de Edipo como complejo nuclear de las neurosis y su lugar central en la estructuración de la personalidad y en la organización de la sexualidad humana. Como sabemos, Freud —además de formular su centralidad— también proclamó su universalidad. Pero, la formulación de esta universalidad no nos impide observar las variaciones en las configuraciones familiares y las estrategias de crianza. Por ejemplo, en las sociedades premodernas, el modelo de crianza no estaba centrado en los niños. Adultos y niños convivían con parientes y vecinos sin que existieran espacios diferenciados y excluyentes para unos y otros. En este contexto, las regulaciones para evitar el incesto estaban a cargo de la Iglesia y el Estado, no de la familia. En contraposición, la familia moderna —cuya vigencia como modelo se extiende hasta mitades del siglo XX— hace centro en la pareja conyugal. El amor debía circular en la pareja, entre ellos y sus hijos. Según Moreno (2014), “en esta nueva modalidad de crianza, se favoreció definitivamente, también como ideal, la cercanía física y afectuosa de padres e hijos amorosos” (p. 61). Esta tendencia, que, por otra parte, también podría entenderse como una práctica de encierro, tuvo una curiosa consecuencia que destaca el autor en el mismo capítulo: al mismo tiempo, la familia moderna cumplía una doble y paradójica función, al prohibir el incesto y promover la sensualidad en el seno de la familia. No es de extrañar, entonces, que Freud se encontrara con la sintomatología neurótica prevalente en la época (la histeria y las fobias) ni que resultara natural ubicar al Complejo de Edipo como el complejo central de toda neurosis, en su expresión de la neurosis infantil. Ahora bien, la crisis de la sociedad moderna también implica la crisis de las prácticas de aislamiento con la estimulación de la sensualidad endogámica y la prohibición simultánea. El modelo de la familia actual posmoderna está muy lejos del ideal moderno. Por un lado, los pacientes que nos consultan pueden pertenecer a configuraciones familiares diversas: Familias ensambladas, monoparentales, parejas del mismo género, entre otras. Tampoco el contrato entre cónyuges está basado en una unión permanente. Asimismo, la atribución de autoridad al padre se ha debilitado, como ya señalamos. En este momento ya no confundimos, o no deberíamos hacerlo, la función paterna con el rol que desempeña un hombre, que en general se llama padre y que habita en una familia en la que es padre de los hijos y marido de 17


Virginia Ungar

la esposa, por ejemplo. Hoy en día, no es necesario que ese rol lo cumpla un hombre que a la vez sea el padre. Puede ser otra persona e, incluso, no necesariamente del género masculino. También adquiere centralidad un conjunto de interrogaciones en torno de la filiación a partir de los desarrollos tecnológicos, que comienzan a cuestionar lo que antes parecía irreductible: La paternidad biológica y el concepto de incesto. Por otra parte, el aislamiento en la familia no es una tendencia imperante en esta época. Hoy en día, predomina un ritmo acelerado que impone la presión de la cultura a través de una suerte de carrera hacia un prometido éxito, que no podríamos decir en qué consiste: somos parte de un engranaje que nos hace correr sin que sepamos hacia dónde. Esta presión también la sufren las instituciones educativas, que hoy proponen iniciar la escolaridad a niños que no hablan y usan pañales, asegurándoles, dicen, un lugar en determinadas escuelas y, más adelante, en la universidad. También la sufren los padres que exigen a los Psicoanalistas resultados rápidos para reencauzar al niño o al joven en la carrera. Como parte de este clima de variaciones, observamos que las madres, que antes sufrían por tener que regresar al trabajo luego de la licencia por maternidad, a veces vuelven antes del período establecido. Es fácil condenar esta conducta si no comprendemos algo de lo que está pasando: como la maternidad se ha retardado en edad, las mujeres puérperas han dejado lugares de trabajo que temen perder, y no sin razón. Pero, tal vez, no sea solamente eso. La tecnología, con sus avances en la comunicación, ha ‘roto’ o ‘atravesado’ el encierro moderno. Lo que caracteriza a nuestra época es el acceso directo a un discurso inmediato a través de internet que se ofrece fácilmente y lleno de opciones. Actualmente, el lugar de encuentro es predominantemente virtual: textos o SMS y blogs, son algunas de estas posibilidades. El territorio del encuentro también puede acontecer en los teléfonos celulares, que cada vez tienen más aplicaciones. Con estas descripciones, no pretendo sintetizar el conjunto de variaciones epocales. Tampoco ensayar un análisis exhaustivo sobre los adolescentes actuales. Más bien, pretendo subrayar algunas variaciones, en la subjetividad en general y en el adolescente en particular, que tienen consecuencias para la clínica psicoanalítica y nos exigen revisar nuestra Caja de herramientas. 18


El oficio de analista y su Caja de Herramientas

A la luz de esta caracterización, surgen algunos interrogantes, a saber: ¿Cómo se produce subjetivación y se construye la sociabilidad, en un contexto como el actual fuertemente mediatizado con preponderancia de la imagen, la exposición, la visibilidad y la celebridad entronizados por los mass media? Estas preguntas, claro está, requieren de una perspectiva temporal que todavía no tenemos. Como dicen los historiadores: no se puede escribir la Historia mientras está ocurriendo; se necesita una cierta distancia para observar los cambios, describirlos y pensarlos. Sin embargo, mi impresión es que los mecanismos mentales usados por los niños, los adolescentes y los adultos familiarizados con la informática, se acercan más a los que están ligados a la escisión o splitting que a la represión. No es que piense que la represión no se utiliza, pero el tipo de interacción mediática por la cual un joven puede estar mirando televisión, chateando, mirando un video corto de YouTube al tiempo que envía un SMS, me parece analizable en términos de splitting y disociación de diversos niveles del Self que le permiten ¿dispersar? o ¿concentrar? la atención en varias cosas a la vez. Confrontado con estas situaciones, el Psicoanálisis tiene por delante la gran tarea de encontrar la definición de los mecanismos mentales que prevalecen en nuestra época, para así dar cuenta de lo que vemos en la clínica con pacientes jóvenes. En relación con la sexualidad, por ejemplo, las características del mundo con el que el adolescente de hoy se encuentra es muy diferente al de las jóvenes tratadas por Freud, como Dora, Catalina o la joven homosexual. Aquí también cabe preguntarse si la idea de represión sexual propia de la concepción victoriana —tan presente en la época de Freud— sigue siendo el mecanismo prínceps en la actualidad. Vayamos desde lo más visible hacia un terreno conceptual. La relación entre lo visible y lo oculto de la sexualidad, claramente observable en los cambios paulatinos en la manera de vestirse, denotan que, si en la época victoriana la consigna era ocultar, en la actualidad —con la prevalencia de la imagen y el anhelo hacerse ver— la consigna parece ser el mostrar. En otro terreno, Marcelo Viñar (2014) nos señala que “antes regía el mandato social de castidad y se fomentaba la fobia a la desfloración, hoy rige (en el imaginario colectivo) el mandato de iniciación sexual precoz” (p. 4). Si retomamos el concepto de intimidad, tan significativo para la sexualidad adulta, vemos que este fue afectado fuertemente por la revolución informática, 19


Virginia Ungar

hasta el punto en que se ha dado vuelta y ha pasado a ser un espectáculo, tal como lo plantea la autora argentina Paula Sibilia (2008). Sin perder de vista estas variaciones, entiendo que, aunque los medios hayan irrumpido en la privacidad, hay un espacio, el de la intimidad, que puede ser cuidado y preservado. Es un espacio mental que le brinda a un individuo la posibilidad de tomar contacto con un área de la mente en la que transcurren las relaciones emocionales y la creatividad en todas sus dimensiones (una de las cuales, la de generar sueños, es muy apreciada por nosotros). En nuestra época, para algunas personas, el único espacio de privacidad lo constituye sus sesiones analíticas y es allí donde puede comenzar la construcción de la noción de intimidad. Cuando repasamos estas variaciones, el oficio del Psicoanalista parece conmoverse. Miramos nuestra (vieja) Caja de herramientas y a veces no encontramos lo que buscamos. O, al menos, lo que encontramos no nos alcanza. Los niños, adolescentes y jóvenes, también los adultos y las familias en general, no se parecen a las que pensó Freud. Entonces, sobrevuelan las preguntas: Cuál es el estatuto de estas variaciones, en qué consisten, qué tipo de lenguaje está en juego (dimensión clave para nosotros), cómo conceptualizar la temporalidad de estos vínculos, etc. Una vez más, los Psicoanalistas nos confrontamos con la necesidad de volver a preguntarnos sobre nuestras herramientas, para que un encuentro sea posible.

Segunda Parte Variaciones en los dispositivos y herramientas. Acerca de la interpretación y sus cambios Con la pretensión de subrayar las transformaciones en la Caja de herramientas del analista, en la primera parte nos detuvimos en algunos cambios sociales y culturales en la subjetividad y en las configuraciones familiares. Con estas descripciones no pretendemos, ni mucho menos, ser exhaustivos. Por otro lado, en esta segunda parte, intentamos dar un paso más vinculado con nuestra pretensión de pensar el oficio actual de Psicoanalista. Si, como señalamos, aquellos que se presentan en el consultorio cambian y ya no son lo que eran, ¿qué consecuencia tiene esta tendencia sobre nuestra tarea? ¿Qué efectos observamos sobre la Caja de herramientas con la que estamos habituados a operar? 20


El oficio de analista y su Caja de Herramientas

Esta interrogación puede ser abordada de diversas formas y hacer eje en unos dispositivos y/o herramientas o concentrarse en otros. En este caso, decidí focalizarme en una herramienta clave para nuestro oficio, que sospecho se ve afectada por las variaciones que hemos considerado, a saber: La interpretación psicoanalítica. Estamos ante una de las modalidades posibles de intervención del analista en la sesión. Pero, no se trata de cualquier modalidad. Más bien, estamos ante la que es considerada la herramienta prínceps del analista Me concentraré en el encuadre como dispositivo para luego considerar, al ritmo de mi propio devenir como Psicoanalista en los últimos años, herramienta prínceps: En qué ha cambiado la herramienta ‘interpretación’ en cuestión. Comencemos por una evidencia para los analistas: para que la Transferencia se desarrolle, el encuadre analítico instalado es condición necesaria. Vale aclarar que, con encuadre, no me refiero a sus condiciones formales, sino al encuadre como condición para ser internalizada y por eso ligada a la llamada actitud analítica. Así definido, el método analítico es la salvaguarda que tenemos los Psicoanalistas ante cualquier trasgresión técnica de nuestra parte. Por otro lado, el método también es lo que les ofrecemos a los pacientes que nos consultan. Inclusive desde la definición de Freud, en él confluyen la investigación y la terapia. Y, en este último aspecto, está incluida la teoría de la cura, que cada analista sostiene de acuerdo a sus referenciales teóricos. Ahora bien, desde que nació el Psicoanálisis, el encuadre ha sufrido cambios en sus aspectos formales: número de sesiones semanales, formas de saludo entre paciente y analista, estimación de honorarios y modalidades de pago, entre otros Más allá de estas variaciones, también registramos cambios en matices más internos y sutiles. Por ejemplo, los modos de comunicación. En la Argentina, sin ir muy lejos, el uso continuo del tuteo, en lugar del obligado usted de otras épocas, se ha transformado en algo frecuente. Por otra parte, analista y paciente no siempre están solos en el consultorio, ya que muchas son acompañados por los elementos que brinda la tecnología. Los SMS, WhatsApp e e-mails están incorporados como modos de pedir cambios, avisar ausencias y decir “estoy llegando”. Hace no mucho, me solicitaron a través de una comunicación telefónica. Al estar frente a frente en la entrevista, le pregunté cómo llegó a mí y me respondió sin vueltas: “La gugleé, doctora”. Como destaqué en la introducción, reflexionar sobre las variaciones de las que somos parte implica pensar las transformaciones en las subjetividades ac21


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tuales, pero también en las condiciones de trabajo para los analistas. Al respecto, puedo considerar mi propia experiencia que, por otra parte, es representativa de una tendencia: Vivo y trabajo en Buenos Aires, ciudad que ha sido escenario de un auge del Psicoanálisis en las décadas del 50 y 60, y que parece muy difícil de comprender desde otras latitudes. Para poner un breve ejemplo, cuando quise pedir hora para iniciar mi análisis didáctico cerca del fin de la década del 70, llamé a cinco analistas y cuatro me respondieron que con mucho gusto me iban a atender al cabo de dos, tres o cuatro años. No sería necesario agregar que hoy esta situación es inexistente. Por otro lado, y como parte de un proceso social y cultural más general, nuestra época se caracteriza por el cuestionamiento de la autoridad, incluso aquella vinculada con el saber. Maestros y profesores, la escuela en general, están atravesados por estas variaciones. También el analista. Ahora bien, este cuestionamiento tiene efectos que se observan tanto en los dispositivos como en las herramientas de uso del Psicoanalista. Ante este cambio de estatuto, una primera reacción podría ser considerar que los efectos han sido necesariamente negativos. Por ejemplo, ante el crecimiento de las ofertas de alivio rápido del sufrimiento se ha perdido terreno. Sin embargo, desde mi perspectiva, opino que el Psicoanalista se ha vuelto más sensible a las circunstancias de su entorno y a sus propias resistencias al Psicoanálisis. De esta manera, se ha permitido revisar críticamente su actitud frente a la tarea y cierto aislamiento prescindente. Si el Psicoanálisis es cuestionado desde afuera, ¿por qué no interrogarlo desde adentro? ¿Por qué no preguntarnos acerca de nuestras herramientas? ¿Sobre su validez y sentido? Como se trata de un campo problemático enorme, apenas me concentraré en un asunto, como adelanté: en la interpretación, en tanto herramienta prínceps del Psicoanalista. A través de esta pregunta, tal vez, podamos interrogarnos acerca de nuestra propia práctica. La interpretación psicoanalítica ayer y hoy Dado que la literatura psicoanalítica en torno de la interpretación es amplia y variada desde los inicios del Psicoanálisis, se impone un recorte a fin de introducir el tema. Comencemos entonces por el maestro R. Horacio Etchegoyen. R. Horacio Etchegoyen (2014), quien se ha ocupado del tema de manera minuciosa y profunda, considera la interpretación psicoanalítica como el ins22


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trumento fundamental para la tarea de un analista. Según su perspectiva, esta es la herramienta del terapeuta, en tanto que condición necesaria y suficiente para su ejercicio. Los fundamentos de la técnica psicoanalítica (1986) y el valioso Un ensayo sobre la interpretación psicoanalítica (1999) son de insoslayable consulta. Ahora bien, en el capítulo V del mencionado ensayo, el autor define la interpretación transferencial como “la más singular y específica de nuestro quehacer” (1999, p. 53). Por otra parte, la interpretación completa abarca en pasos sucesivos tanto el conflicto trasferencial como el que no está estrictamente ligado a la Transferencia. Y este último puede ser el conflicto actual o el histórico, tanto infantil como el más temprano que incluye las vivencias del período pre-verbal. Una última cuestión que merece subrayarse. Según Etchegoyen, la interpretación puede ser testeada durante la sesión analítica y esto implica “incluir en el diálogo analítico el juicio sobre lo que le hemos interpretado” (1999, p. 66). No se trata, señala, del juicio racional, sino que proviene del inconsciente y surge sin que el paciente sepa lo que hace. Esta posición (que ve al Psicoanálisis como Ciencia) contrasta con la propuesta que sostienen varios autores6, que entiende la práctica analítica como más cerca del arte o de una artesanía. Así pensado, interpretar no es tanto explicar, dar sentido o “descubrir” los contenidos inconscientes, sino una actividad ligada a describir y a conjeturar imaginativamente, en un trabajo interpretativo llevado adelante por analista y paciente. Sobre esta cuestión, compleja por diversas razones, volveremos más adelante. Retomemos la noción de interpretación. En este caso, de la mano de un artículo clásico en Psicoanálisis de James Strachey (1934) sobre la interpretación mutativa. Cuando Etchegoyen revisa el trabajo, sugiere que es quizás el artículo que mejor describe la dialéctica de la interpretación. En una breve síntesis, podríamos decir que Strachey se pregunta sobre los efectos terapéuticos del Psicoanálisis y sostiene que la interpretación depende de los cambios dinámicos que genera, en especial la interpretación mutativa. En este marco, el autor postula la creación de un Superyó auxiliar, resultado de la proyección de los impulsos y los objetos arcaicos en el analista. La pre6

Entre ellos Bion, Meltzer, Ferro. 23


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sencia del analista como Superyó auxiliar genera, entonces, impulsos dirigidos al analista, pero este, al no comportarse como el objeto original, hará que el analizado tome consciencia de la distancia entre el objeto arcaico y el actual. Por otro lado, esto es lo que va a permitir, en términos de Strachey, romper el círculo vicioso neurótico. Para que esto ocurra, claro está, es necesario sostener el setting analítico e intervenir con la interpretación. Según Strachey, la interpretación mutativa produce un cambio estructural, se modifica el objeto arcaico que se puede reintroyectar como más benévolo y cambia la naturaleza severa del Superyó. Hoy, a 80 años de la publicación de uno de los artículos más citados y discutidos en Psicoanálisis desde variadas perspectivas teóricas, cabe preguntarse sobre la vigencia de estas ideas. Por otro lado, esta pregunta está vinculada con la expansión del campo de los cuadros psicopatológicos tratados con la terapia analítica. En este sentido, ya no es posible desarrollar generalizaciones sobre el uso de la herramienta interpretación sin singularizar al paciente, al analista y sus referentes teóricos. A partir de los estudios sobre el desarrollo psíquico temprano y el análisis de niños pequeños, en sus diferentes aproximaciones conceptuales, se ha incluido en la aproximación a la interpretación todo lo referido al lenguaje no verbal (gestos, mímica tonos de voz, silencios). De todas maneras, la pregunta acerca de la acción terapéutica de la interpretación psicoanalítica sigue dejando abierta la cuestión y es germen de posibles desarrollos futuros en un momento en el que el Psicoanálisis tiene abiertos espacios de debate acerca de las condiciones actuales de nuestro trabajo, la posibilidad de análisis a distancia utilizando los avances tecnológicos y la viabilidad del uso de nuestras herramientas en contextos ampliados. Después de revisar ideas de Etchegoyen y de Strachey sobre la noción de interpretación, me interesa hacer una breve incursión por otras disciplinas. El término interpretación también tiene una larga historia fuera del ámbito del Psicoanálisis. En el campo de la filosofía, por ejemplo, la relación entre la percepción y la génesis del conocimiento ha sido un objeto de preocupación de larga data. Esta discusión es compartida actualmente por las ciencias duras,

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para las que no solamente no existiría el objeto observado sin observador, sino que el observar produciría efectos en lo observado. La interpretación también se relaciona estrechamente con el arte, cualquiera sea su expresión. Susan Sonntag, en su célebre artículo Contra la interpretación (1961), pone en cuestión el papel históricamente atribuido a la crítica en su tarea de interpretar, traducir y develar lo que una obra de arte expresa. El punto central, para Sonntag, es que este tipo de crítica confunde la obra con su contenido. Esto lleva, según la autora, a que el arte se vea exigido a dar cuenta del sentido, lo que lleva a la exigencia de interpretarla. Este ensayo, revulsivo y crucial en los años sesenta, conserva hoy el valor de poner en cuestión el valor absoluto de la interpretación en el arte. Para ella, los procesos de interpretación de la obra de arte, los intentos por volver inteligible un texto en particular o una obra en general, esconden una tentativa de alteración: no se trata de ‘leer’ el cuerpo textual (sea literatura o artes visuales), sino de revelar su sentido, su contenido secreto. Este ensayo, que merecería un mayor espacio, resulta estimulante al entrar en el terreno de la interpretación psicoanalítica pues nos incita a pensar nuestra práctica desde una actitud de interrogación y cuestionamiento. En esta dirección, la crítica de Sonntag nos invita a repensar nuestra propia práctica a la luz de las alteraciones actuales. Por ejemplo, ¿las herramientas clínicas elaboradas a fines del siglo XIX nos permiten intervenir en la clínica de la misma manera? ¿Qué ha cambiado? ¿Qué permanece? ¿En qué sentido una herramienta puede dejar de serlo? Ahora bien, esta disposición a la revisión no resulta sencilla. Me atrevería a decir que, a veces, nos cuesta tanto o más que a nuestros pacientes. Dicho esto, no hay que perder de vista que la interpretación en tanto herramienta prínceps para el analista sigue vigente. Tal como adelantamos, el impacto de los cambios culturales, sociales, familiares, subjetivos y tecnológicos se hace sentir en nuestros consultorios. Ha cambiado la presentación de la psicopatología y el encuadre analítico acepta nuevos modos de comunicación con la realidad informática presente en el vínculo analítico. Sin embargo, es necesario repensar la herramienta en cuestión. Si ampliamos el foco con una mayor lente de aumento, detectamos cambios y mutaciones que implican transformaciones profundas en la manera de 25


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concebir el diálogo analítico. Si volvemos a la pregunta sobre la interpretación en el marco del consultorio, no hallamos algo equivalente a “la interpretación correcta”. Si el analista construye una opinión acerca de lo que está ocurriendo en la relación Transferencial, él mismo se hace cada vez más dependiente del contacto con su propia contratransferencia que va a poner a prueba, siguiendo a Bion (1963), la capacidad negativa, es decir la capacidad de tolerar dudas, incertezas y el no embarcarse en la búsqueda irritante de hechos y razones. Se trataría, podríamos concluir, de una construcción que puede operar y funcionar pero que siempre es tentativa, conjetural y contingente. Para avanzar en esta caracterización, vale detenernos con un poco más de detalle en dos aspectos técnicos: el contenido y la formulación de la interpretación. Respecto al contenido y haciendo una observación sobre mi propia tarea a lo largo de muchos años de práctica7, puedo detectar diversos cambios. En el marco de la tradición ligada al modelo kleiniano, en el que, por otra parte, me formé, se supone una prevalencia de la hostilidad al comienzo de la vida, con la percepción del impulso de muerte y su posterior deflexión por temor al aniquilamiento. Este enfoque —que, ciertamente no se corresponde con la manera de interpretar de Melanie Klein— tuvo consecuencias en una manera de interpretar, la que hizo foco en la hostilidad por sobre un variado repertorio de ansiedades. Este modelo, al que Meltzer denomina “teológico” (1984), supone que al nacer estamos amenazados de “infierno” y a través de ciertas operaciones mentales, tales como el splitting y la idealización, se emprende el camino del desarrollo. Las ansiedades en juego en esta configuración —esquizo-paranoide— determinan un clima especial en la atmósfera del consultorio que podríamos llamar, en consonancia con el modelo que Meltzer llama teológico (1984), el “clima del descenso a los infiernos”. Este clima pudo haber hecho aparecer como natural el trabajo interpretativo del analista con cierto apuro por otorgar significación. Tal vez se trate de que, con los sentimientos contratransferenciales imperantes en ese clima, siempre resulte más apropiado entrar en el infierno con argumentos, que sin ellos. Esta tendencia pudo llevar, según entiendo, a la génesis de circuitos cerrados de índole paranoide en la interacción analítica. A mi juicio, se estrechó la receptividad que, por otra parte, tendría que dar lugar a los impulsos que vengan al 7

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En análisis de niños, adolescentes y adultos


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campo transferencial. Cabe aclarar, que no estoy diciendo que la Transferencia negativa no exista. Por el contrario, considero esencial su interpretación, pero siempre en contrapunto con los impulsos libidinales que, en última instancia, permiten que el paciente esté en la sesión hablando o jugando con nosotros. Si leemos trabajos con material clínico de hace más de treinta años, es notorio que se interpretaba mucho más que hoy en día. Quizás un cierto furor interpretativo puede tener como causa una necesidad defensiva del analista quien, a través de la acción de hablar, puede dar curso a su propia ansiedad frente al contacto con la hostilidad más primitiva. Si ahora examinamos el área de la formulación de la interpretación y colocamos, como contrapunto, al modelo estético que postulé en el año 2000 (Ungar, 2000), se puede desprender una modalidad interpretativa diferente basada, creo yo, más en la posibilidad de observar y describir más que en la de explicar. Desde mi punto de vista, esta modalidad interpretativa metacomunica, asimismo, una actitud de observación, de reflexión y de conjetura. Retomaremos aquí el debate acerca de si el Psicoanálisis es una ciencia o un arte que apenas señalamos antes. El analista presenta a su paciente conjeturas bajo la forma de interpretaciones y este debe realizar un trabajo psíquico con ellas. La interpretación es, así pensada, una invitación a trabajar. A diferencia de una hipótesis científica, que es taxativa, la conjetura imaginativa supone una opacidad que determina una actitud más pudorosa en el momento de interpretar. En esta dirección, el tipo de formulaciones: “a mí me parece…”, “yo pienso que” o “podríamos pensar” no es una estrategia diplomática para que el analista luzca más humilde, sino una enunciación que nos recuerda la imposibilidad esencial de saberlo todo. Una visita al consultorio de ayer y de hoy Para dar cuenta de los cambios en mi propia manera de trabajar, he revisado materiales clínicos de los comienzos de mi tarea con pacientes en análisis y otros más recientes desde una actitud de observación, experiencia de comparación que me ha permitido tomar contacto con las transformaciones en la práctica de manera muy vívida. A continuación, presentaré dos viñetas de mi propia clínica para estudiar cómo se ha modificado. La primera proviene del análisis de un niño, de hace 27


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treinta años, y la segunda es de una paciente, estudiante universitaria, en una sesión de hace poco tiempo. Este contrapunto nos permitirá observar las intensas variaciones en torno de la interpretación. El primer ejemplo es un breve fragmento de la primera sesión del análisis de Andrés. Se trata de un niño de cinco años que fue traído por una intensa tartamudez y dificultades en el nivel de gráficos esperables para su edad. Su análisis fue realizado con una frecuencia de cuatro sesiones semanales. Llega y se despide fácilmente de la madre (quien lo trajo). Viene comiendo caramelos efervescentes que hacen ruido en su boca. Abre la boca y me dice “Mirá cómo explotan”. Yo lo miro. Comienza a hablar a gran velocidad en tono alto, tartamudea mucho, tose y estornuda. Cuenta que le regalaron una bicicleta y que en un asado el día anterior “los papás comían afuera”. Interpreto: Como es la primera sesión estás asustado, querés llenar todo de palabras porque adentro tenés ideas que sentís que son cosas que te explotan en la boca como el caramelo. Andrés agrega: “Que me explotan en la boca como bombas”. Interpreto: Me tenés miedo, no sabés cómo voy a recibir lo que sentís que son bombas adentro tuyo. Andrés: Decíme: ¿para qué vine? Ah sí…vine para que me digas que tengo que venir. Pero yo practico básquet y hoy falté. Interpreto: Por un lado, quisieras ver conmigo por qué te explotan las palabras en la boca, y las cortan y tartamudeas, pero por otro tenés miedo y preferirías quedarse con lo que ya conocés que es el básquet. Este breve ejercicio de observar mi modalidad interpretativa, cuando era una joven analista, resultó revelador. Al leer las interpretaciones que hice de Andrés en su primera sesión, estoy de acuerdo con el contenido (me parece que apuntaban al centro de máxima ansiedad, como nos enseñara Melanie Klein). Al mismo tiempo, la formulación me resulta muy asertiva. Otorga significado y no abre caminos. Más bien presenta hipótesis que no dejan prácticamente lugar a otras ideas nuevas.

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El contacto con la obra y la persona de Meltzer, sobre todo en la formulación de un modelo estético (Ungar, 2000), tuvo un gran impacto en mi manera de entender el oficio psicoanalítico y a la hora trabajar. En el modelo estético, el saber del analista va a estar siempre excedido por lo que el paciente transfiere, no hay chance de conocimiento total o completo dadas las cualidades no observables desde lo sensorial del llamado objeto psicoanalítico. Así, se desprende un estilo de interpretación psicoanalítica que se basa fundamentalmente en la posibilidad de observar y describir, no de explicar. Si retomamos el breve ejemplo clínico de la primera sesión con un niño de cinco años, vemos que la primera interpretación le adjudica al niño, desde sentimientos a intencionalidades. “Como es la primera sesión estás asustado, querés llenar todo de palabras porque adentro tenés ideas que sentís que son cosas que te explotan en la boca como el caramelo”. Cuando hoy releo estas viñetas, me veo a mí misma como una joven analista muy entusiasmada, pero con poca vacilación. Hoy tendría una actitud más descriptiva con una mayor aceptación de que el trabajo interpretativo supone una secuencia, un diálogo, una serie de conjeturas. Si tratara, en una suerte de ejercicio, de imaginar mi modalidad de intervención actual, se me ocurre lo siguiente: hoy me detendría en el comienzo de mi interpretación. Entonces, le hablaría a Andrés de su temor de comenzar una experiencia nueva con alguien que apenas conoce mientras su mamá se queda afuera (tomando lo de que ayer, en el asado los padres comieron afuera). Hoy tampoco me apresuraría a interpretar las “ideas le explotan en la boca”, y no lo haría, porque entiendo que esa fantasía no está. Me sigue resultando evidente, como en ese momento, que hay una fuerte relación entre la agresión y su síntoma (las palabras salen cortadas). Sin embargo, esperaría a que el niño tuviese la oportunidad de llegar a eso de algún modo. En síntesis, con mi ayuda, pero desde él. Por otra parte, Andrés acepta inmediatamente mi sugerencia de que algo le explota en la boca y agrega “que me explotan en la boca como bombas”. Eso le produce más excitación, y trata de utilizar defensas maníacas omnipotentes de poseer material explosivo que puede utilizar. Luego de mi segunda interpretación relacionada con su posible temor de que no pueda recibir su agresión, surge la confusión y recién ahí parece preguntarse dónde está y con quién, “Decíme: ¿para qué vine? Ah sí…vine para que me digas que tengo que venir.” El niño se pregunta y, tal vez, no pueda esperar una respuesta. Se contesta con algo que puede calmarlo: que yo le voy a decir para qué tiene que venir a 29


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análisis. Esa invitación es la que hoy tendría cuidado de aceptar, la de responder rápidamente al servicio de atenuar la ansiedad de ambos. Durante el tratamiento de Andrés, que fue intenso y no muy largo, la hostilidad pasó a la acción en varios momentos, incluido el lanzamiento de objetos que me golpearon. Tuvimos que suspender sesiones antes de la hora con presencia de la madre en la sala de espera hasta que terminara la sesión, trabajando allí con él. Lentamente apareció la posibilidad de dibujar y luego de un lapso de tiempo el síntoma disminuyó. Este paciente, como casi todos, me enseñó mucho acerca de la técnica con niños y sobre todo a seguirlo a él en sus posibilidades de acercarse al centro de su ansiedad y de su dolor mental, lo que me ha resultado de utilidad en el trabajo con pacientes de cualquier edad. La cuestión de la invitación, a la que me referí al presentar la viñeta del análisis de Andrés, me ofrece una entrada para observarme trabajando en una sesión bastantes años después. Una joven paciente, en el curso de su cuarto año de análisis y a poco de empezar la sesión de un día lunes, me comunica con mucha emoción, y en tono de pregunta, que ha decidido invitarme a la ceremonia de su graduación universitaria que tendrá lugar dentro de dos meses. Luego se queda en silencio. Yo no respondo nada, ni siento necesidad de hacerlo. Al rato, ella sigue hablando acerca de lo difícil que le resultó llegar a esa decisión de invitarme, pero siente que para ella será importante mi presencia. Que jamás se le hubiera pasado por la cabeza invitarme a una fiesta, por ejemplo, de su cumpleaños pero que esto es diferente. Hace otro silencio de varios minutos. Luego dice que estuvo hablando con su novio y pensaban que seguro yo no querría ir, porque eso es salirse del encuadre. Hace otro silencio, esta vez más prolongado, y dice que, pensándolo más, quizás yo no querré ir porque pienso que la podría poner más ansiosa a ella. Debo decir que transcurrió más de la mitad de la sesión en la secuencia descripta. Recién ahí le interpreté que quizás necesitaba mi presencia concreta en su ceremonia de graduación, porque no confiaba contar conmigo desde adentro de ella. Que luego llegó sola a la conclusión primero, de que no iría porque estoy 30


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encerrada en las reglas del encuadre, para pasar a pensar que quizás no iría para cuidar su análisis y así a ella. La sesión continuó y fue evidente el clima de alivio que sintió la paciente, tardó poco en decir que ahora pensaba que quizás se sentía obligada a invitarme por algo ligado a su propio sentimiento de exclusión en diferentes grupos desde niña. Esta situación transferencial abrió el camino para seguir explorando aspectos de su conflictiva edípica, ya que enseguida asoció con que sus padres le han contado que en la primera visita que hiciera al hospital cuando nació su hermano, tres años menor que ella, se cayó al entrar y tuvieron que hacerle una curación menor en el mismo lugar. Luego de una breve intervención mía, en relación a que parecía que en ese momento su enojo por sentirse desplazada se volvió contra ella misma, la paciente sigue recordando lo difícil que fue para ella encontrar no sólo un lugar en la familia —es la hermana del medio de tres—, sino que esta situación se repitió en los grupos de niñas en su infancia y temprana adolescencia. A partir de este breve fragmento de una sesión y con la pregunta de la interpretación como norte, me pregunto por otras posibilidades ante esa invitación que hubiera desarrollado a lo largo de mi propia historia como analista. Podría haber permanecido callada, según el modelo de que el analista no debe contestar preguntas. También podría haberle interpretado a la paciente en relación con lo que significa mi presencia en su graduación como una proyección de su Self infantil en mí, presente en la escena primaria. El hecho es que no le respondí. Creo ahora que utilicé como indicador mi contratransferencia, al no sentir presión ni necesidad de mi parte de hacerlo. No hablé en ese momento porque no lo sentí necesario. Pienso que decidí tomar su pregunta y pensar. Sobre todo, pensar qué podía ofrecerle a ella para seguir pensando acerca de su deseo de invitarme. Ahora bien, eso fue posible luego de sostener una actitud de silencio hasta formular una interpretación que permitiera que la paciente hiciera un recorrido: desde su idea de invitarme hasta llegar, sola, a la decisión de no hacerlo. Este recorrido por la situación clínica y centrada en la operación interpretativa no pretende sintetizar la complejidad de nuestro escenario, tanto a nivel de las variaciones en las subjetividades como en el oficio del analista. Sin em31


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bargo, entiendo que nos permite pensar una variación sustantiva en el estatuto de interpretación. Al revisar ese contrapunto, donde, por otra parte, es parte de mi historia como analista, no puedo dejar de observar las variaciones a la hora de interpretar. Visto en perspectiva, veo diferencias que describen mi posición, pero estoy segura que también la de otros analistas. Hoy me veo interpretando más cerca del paciente y de su estado de ánimo. Observo un trabajo conjunto. Se trata de una invitación a un proceso de pensamiento que, para seguir vivo, requiere volver a pensar. Para concluir, retomemos la pregunta relacionada con la Caja de herramientas: ¿Qué herramientas de nuestra clínica necesitamos poner en cuestión para seguir trabajando como Psicoanalistas? En el caso de la interpretación, la herramienta prínceps, esta pregunta es compleja, porque no se trata de sustituirla por otra como lo haría el artesano mientras mira su caja de trabajo sino de revisar su uso a la luz y en tensión con de las variaciones actuales. No hay dudas de que no se trata de un ejercicio sencillo. Sin embargo, resulta necesario y se convierte en una invitación que no podemos dejar pasar. Referencias Bibliográficas Ariês, Ph. (1974). El niño y la vida familiar en el antiguo régimen. Madrid: Editorial Taurus, 1987. Bateson, G. (1979). Espíritu y naturaleza. Buenos Aires: Editorial Amorrortu, 1979. Bion, W.R. (1962). Aprendiendo de la experiencia. Buenos Aires Editorial Paidós, 1987. Etchegoyen, R. H. (1986). Los fundamentos de la técnica psicoanalítica, Buenos Aires, Amorrortu Editores, 1986. ————-. (1999). Un ensayo sobre la interpretación psicoanalítica, Buenos Aires: Editorial Polemos, 1999. Foucault, M. (1977). Microfísica del Poder. España: Piqueta. Freud S. (1909). La novela familiar de los neuróticos, OC, vol. IX, Buenos Aires: Amorrortu. ————-. (1912). Consejos al médico. Obras Completas, vol. XII, Buenos Aires: Amorrortu. [Standard Edition, vol. XII]. 32


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Revista Psicoanálisis, Vol. XXVIII, N° 1, enero-junio/2016

Cuando el analista se torna estúpido Enactment como manifestación de dificultades en el proceso de simbolización1 Roosevelt M.S. Cassorla2 Recibido, agosto 2014 Aprobado, septiembre 2015

Resumen Existen situaciones clínicas en las que, ante a una amenaza de ruptura catastrófica del Campo Analítico (enactments agudos), el analista se condena imaginando que, sin darse cuenta, invadió dicho Campo con sus propios aspectos. Luego, nota que se dejó reclutar por aspectos del paciente. Se culpa por haberse tornado estúpido y arrogante. Sin embargo, reviendo el material clínico, descubre que él y su paciente estaban involucrados en un complot crónico inconsciente (enactment crónico), anterior al enactment agudo. Durante ese complot la percepción de la realidad triangular se encontraba obstruida. Se demuestra que la estupidez y la arrogancia ocurrían, verdaderamente, durante el enactment crónico; y que esa misma estupidez impedía que fuese percibida. Los ataques a la percepción de la realidad – durante el enactment crónico – tenían la finalidad de mantener congeladas situaciones traumáticas que podrían ser revividas en el proceso analítico. 1

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Este trabajo es una versión reducida y modificada de When the analyst becomes stupid: an attempt to understand enactment using Bion’s theory of thinking. Psychoanalytical Quarterly 82:323360, 2013. Publicado en español en el libro Metapsicología: una clínica con fundamentos, compilado por Marucco, A.V. Buenos Aires: APA y Lugar Editorial, 2014, pp. 95-114. Grupo de Estudios Psicoanalíticos de Campinas y Sociedad Brasileira de Psicoanálisis de San Pablo. rcassorla@uol.com.br


Cuando el analista se torna estúpido

Se propone que, en áreas paralelas al enactment crónico, la función-alfa implícita del analista cierre agujeros traumáticos. Cuando la capacidad de soñar (función-alfa) se torna suficiente, el enactment crónico es disuelto. Esa disolución emerge como enactment agudo e incluye reminiscencia atenuada del trauma de toma de consciencia de la situación triangular. Palabras clave: Enactment, simbolización, Campo Analítico, intersubjetividad, técnica analítica.

When the Analyst Becomes Stupid

As a manifestation of difficulties in the symbolization process Abstract There are clinical situations in which, in the face of the threat of a catastrophic breach in the analytic field (acute enactment), the analyst reproaches himself— imagining that, without realizing it, he has invaded the analytic field with aspects of his own. Later he notices that he has let himself be recruited by aspects of the patient. He then blames himself for having become stupid and arrogant. However, when he goes back over the clinical material, the analyst may discover that he and his patient were involved in an unconscious, chronic collusion (chronic enactment), which preceded the acute enactment. During this collusion, the perception of triangular reality was blocked. It becomes clear that stupidity and arrogance did in fact occur during the chronic enactment, and that the stupidity itself kept it from being noticed. Attacks on the perception of reality–during the chronic enactment–ended up keeping traumatic material frozen that might otherwise have been revived in the analytic process. The author proposes that, in areas parallel to the chronic enactment, the analyst’s implicit alpha-function fills traumatic holes. When the capacity to dream (alpha-function) becomes strong enough, the chronic enactment dissolves. This dissolution emerges as an acute enactment and includes weakened memories of the trauma of becoming aware of the triangular situation. Keywords: Enactment, symbolization, analytic field, intersubjectivity, analytic technique. 35


Roosevelt M.S. Cassorla

Quando o Analista se Torna Estúpido Enactment como manifestação de dificuldades no processo de simbolização Resumo3 Existem situações clínicas nas quais, diante de uma ameaça de ruptura catastrófica do campo analítico (enactments agudos), o analista se condena imaginando que, sem se dar conta, invadiu esse campo com seus próprios aspectos. Em seguida, observa que se deixou levar por aspectos do paciente. Culpa-se por ter se tornado estúpido e arrogante. Contudo, revendo o material clínico, descobre que ele e seu paciente estavam envolvidos numa conspiração crônica inconsciente (enactment crônico), anterior ao enactment agudo. Durante essa conspiração, a percepção da realidade triangular se encontrava obstruída. Demonstra-se que a estupidez e a arrogância ocorriam, em verdade, durante o enactment crônico e que essa mesma estupidez impedia que fosse percebida. Os ataques à percepção da realidade —durante o enactment crônico— tinham a finalidade de manter congeladas situações traumáticas que poderiam ser revividas no processo analítico. Nesse sentido, propõe-se que, em áreas paralelas ao enactment crônico, a função alfa implícita do analista preencha vazios traumáticos. Quando a capacidade de sonhar (função alfa) se torna suficiente, o enactment crônico é dissolvido. Essa dissolução emerge como enactment agudo e inclui reminiscência diminuída do trauma de conscientização da situação triangular. Palavras-chave: enactment, simbolização, campo analítico, intersubjetividade, técnica analítica. Este texto estudia situaciones clínicas en las que el trabajo de la dupla analítica se encuentra obstruido en determinadas áreas, sin que el analista tenga suficiente percepción de que ello está sucediendo. Esas obstrucciones pueden acentuarse y, paradójicamente, deshacerse a través de la irrupción de comportamientos insólitos, que hacen al analista creer que su capacidad analítica está deteriorada. Esas situaciones, llamadas enactments crónicos y enactments agudos 3

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Traducción Portugués: Roanita Dalpiaz; roanitad@gmail.com


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respectivamente, han sido estudiadas por varias corrientes (Cassorla, 2001, 2005, 2008, 2009, 2012, 2013a, b). Constituyen colusiones inconscientes duales que revelan/esconden áreas de funcionamiento mental traumático. La imposibilidad de una simbolización verbal adecuada hace que esos hechos surjan en el Campo Analítico a través de un mix de descargas y esbozos de formas simbólicas no verbales. El contacto con estas áreas contamina al analista, quien se vuelve estúpido, y además con dificultades para notar lo que está sucediendo. La estupidez misma impide la percepción de la propia estupidez. Esa obnubilación perceptiva suele asociarse a la arrogancia y a la tendencia a la descarga. El estudio posterior (après coup) de esos hechos clínicos revela que esa estupidez, paradójicamente, tiene la función de proteger a la pareja del contacto traumático con la realidad triangular. Su acentuación demuestra, en nueva paradoja, que ese contacto se hizo posible. Ante la obnubilación del analista, la estupidez sólo será percibida en una “segunda mirada”, cuando el analista se sienta incómodo frente a la sospecha de deterioro de su capacidad analítica. El analista repiensa los hechos, escribiéndolos y presentándolos a colegas receptivos. En este trabajo mostraremos cómo la estupidez puede contaminar también a los colegas receptivos, que pasan a vivenciar los mismos hechos ya ocurridos en la dupla analítica. Precediendo a la discusión clínica, presentaré algunas referencias auxiliares destinadas a comprender vicisitudes de la simbolización, y su manifestación en el Campo Analítico. Soñando experiencias emocionales en el Campo Analítico Recordemos, con Bion (1962 a, b), que el origen del pensamiento ocurre cuando hechos sin significado son transformados en pictogramas afectivos (Barros, 2000), elementos que buscan dar figurabilidad a la experiencia emocional, representándola en imágenes expresivas y evocativas. Esas imágenes presionan a la mente a ampliar sus instrumentos de representación. Esa migración hacia la figurabilidad es similar a la que Freud (1900) consideró en relación a los sueños de la noche. Retomando una idea freudiana Bion nos dirá que el Ser humano sueña

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las experiencias emocionales tanto de día como de noche4 y propone que ese trabajo de sueño constituye la forma como el pensamiento inicial se constituye5. Esa visión del soñar como primer paso hacia el pensar amplía la comprensión de las funciones del sueño. Ese cambio altera la visión de la técnica analítica. La dupla analítica podrá observar cómo sueña experiencias emocionales que ocurren en el aquí y ahora de la sesión. Esto es, cómo estas experiencias generan significado y cómo este es ampliado o restringido. Esos sueños podrán ser más evidentes en el paciente y/o en el analista, siendo siempre un producto del Campo Analítico. Las formas mediante las cuales experiencias inconscientes y relaciones objetales internas son externalizadas en el Campo Analítico, demuestran el grado de perturbación de la capacidad de soñar y pensar6. Cuando paciente y analista trabajan en áreas de la mente donde la simbolización es posible, surgen en el campo escenas, tramas y narrativas con fuerte pregnancia visual. Ambos miembros de la pareja pueden imaginar, dentro de su mente, lo que está siendo relatado. El conjunto de escenas narradas al analista son transformaciones, en el aquí y ahora, de sueños paciente, dormido o despierto. Esos sueños son influenciados por la presencia del analista que es incluido en la trama. El analista, utilizando su capacidad de fantasear (rêverie) acoge el sueño del paciente y lo vivencia, identificando defensas que enmascaran y deforman conflictos edípicos. Denunciando y modificando esas defensas, el analista transforma el sueño del paciente en otro diferente, ampliando su significado. El analista re-sueña el sueño de su paciente. El sueño del analista, contado al paciente a través de interpretaciones, se conecta con la red simbólica del paciente, y es re-soñado por este. Este nuevo sueño es contado al analista y así sucesivamente. Se constituyen sueños de-ados” cuyo desarrollo amplía la capacidad de pensar y la del trabajo de la pareja analítica. 4 5

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Las estrellas que vemos a la noche ya están ahí durante el día (Freud, 1900). Inicialmente Bion (1992) usó el término función-trabajo-de-sueño-alfa, después abreviada como función-alfa. Si la penumbra de significado aumentó fue sacrificada la asociación con el hecho de soñar. Esas ideas fueron desarrolladas inicialmente por los Baranger (1961-62) y ampliadas por otros autores, como Ferro (1999, 2009) Ogden (1994a, b, 2005), Lothane (2009) por ejemplo. Brown (2011) revisa y profundiza su comprensión.


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Es importante señalar que el sueño del analista, aunque sea parte del sueño de-a-dos, es propio. Cuando lo cuenta al paciente es como si se le dijera: “Tu sueño me estimuló a tener uno a mi vez. Ese sueño es producto de mi funcionamiento mental (aunque influenciado por tu sueño) y lo comparto contigo en la esperanza de que ello amplíe el significado de tu sueño” (Meltzer, 1983). En este modelo, además de la capacidad analítica, la persona real del analista pasa a ser valorada. Cuando el Campo Analítico es tomado por áreas con déficit simbólico, el analista tendrá dificultades para imaginar, o sea, visualizar imágenes dentro de su mente. Cuando surgen son estáticas y su esbozo de significado no se conecta con la red simbólica del pensamiento. El paciente puede relatar escenas y acontecimientos que se repiten y repiten, sin que el significado se esclarezca o se amplíe. Otras veces, surgen sueños aparentemente simbólicos, pero los símbolos perdieron su función expresiva. El analista siente que el paciente es concreto, incapaz de metáforas (Barros, 2011). Cuando los significados iniciales, resultado de la función-alfa, no son soportados, esa significación es revertida (inversión de la función alfa). Esos elementos sin significado o mal significados son descargados en actos, en el cuerpo (somatizaciones) o transformados en alucinosis (Bion, 1965). Estas transformaciones se manifiestan como alucinaciones de los sentidos y disturbios del pensamiento, como creencias, fanatismo, omnisciencia, ideas delirantes, objetos bizarros (Bion, 1957). Llamo ‘no-sueños’ al conjunto descrito más arriba7. Esa nomenclatura llama la atención hacia el disturbio de la capacidad de soñar. Los no sueños, por no conectarse adecuadamente con la red simbólica del pensamiento, son vividos como cuerpos extraños y buscan ser eliminados a través de identificaciones proyectivas. Esas identificaciones proyectivas entran dentro del analista y estimulan su trabajo-de-sueño-alfa. El analista transforma el no sueño en sueño, dándole significado. Cuando el significado no es soportado por el paciente, el sueño del analista es revertido hacia el no sueño. El analista intenta soñar el no-sueño de otras maneras, y así sucesivamente. Cuando eso es posible la función alfa es introyectada, de a poco, por el paciente hasta que este pueda soñar sus no sueños. 7

Rezze (2001) llama no sueño a los sueños de ese tipo, pero cuando son soñados a la no­ che. Grinberg (1967) y Segal (1981) llaman a esos mismos sueños, cuando ocurren a la noche, de sueños evacuativos o psicóticos. 39


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Puede ocurrir que los no sueño sean proyectados masivamente dentro del analista, atacando su capacidad de soñar y pensar. Esa identificación proyectiva puede tornarse cada vez más intensa y violenta reviviéndose situaciones primitivas en que el objeto primario (incapaz de contenerlas) las devolvió como terror sin nombre. La posible incapacidad de la madre (y del analista) puede ser potenciada por la destructividad y la envidia primarias, que transforman los sueños y los no-sueños del analista en no-sueños aún más terroríficos (Bion, 1959, 1962 b). Los no-sueños tienen facilidad para engancharse en aspectos propios del analista, instalándose como ‘virus’ que atacan el funcionamiento de la red simbólica. El analista, confundido y reclutado por aspectos proyectados por el paciente, no se da cuenta de lo que está ocurriendo. El Campo Analítico será tomado por no-sueños-de-a-dos, colusiones inconscientes en las cuales la capacidad de soñar de ambos miembros de la dupla analítica se encuentra perjudicada. Las colusiones que son fruto de no-sueños-de-a-dos, son la materia prima de lo que denominé enactments crónicos. Los Enactments ocurren en el Campo Analítico cuando ambos miembros experimentan disturbios en su capacidad de soñar y pensar, sin tener consciencia clara de lo que está ocurriendo. Más adelante mostraré que enactments crónicos pueden ser deshechos a través de transformaciones que se inician como enactments agudos8. La clínica Ana, joven psicoanalista en formación, es miembro de un grupo de estudios que coordino. Hace dos años había traído material clínico de una joven abogada, llamada Paula, que se sentía víctima de situaciones conflictivas. El material indicaba que Paula saboteaba sus recursos emocionales e intelectuales, proyectando su auto-desvalorización en el ambiente, que era vivido entonces como amenazador y frustrante. Su vida también era sufrida, porque tenía enormes 8

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En Cassorla (2005) demuestro la analogía entre enactments y otros conceptos, tales como baluartes (Baranger & Baranger, 1961-62), actualizaciones (Sandler, 1976), relación continente/contenido parasitario (Bion, 1970) y reclutamientos (Joseph, 1989). Otras revisiones recientes sobre el tema enactment pueden ser encontradas en Cassorla, (2009, 2012), Paz (2007), Ivey (2008), Borensztejn (2009), Brown (2011), Bohleber et al (2013), Sapisochin (2013) y en el debate entre Steiner (2006) y Levenson (2006).


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dificultades financieras. Era evidente que Paula se colocaba, casi compulsivamente, en situaciones propicias para sufrir y victimizarse9. Paula (paciente) se quejaba de que Ana (analista) no valorizaba su sufrimiento y no la ayudaba lo suficiente. Paulatinamente, y aunque Ana pasó a sentirse incompetente y culpable, paulatinamente llegó a percibir claramente que sus sentimientos eran estimulados por las identificaciones proyectivas de Paula, que eran interpretados y que Paula parecía comprender lo que Ana le mostraba. Pero esa comprensión era poco aprovechada y Paula volvía a quejarse. En varias ocasiones Paula parecía asumir alguna responsabilidad por su vida. Mi impresión, como Supervisor, era que el proceso analítico, aunque fuera difícil, marchaba de manera razonable, y que, con el tiempo, pasaría a ser más productivo. Después de algunas semanas Ana prefirió discutir sobre otros pacientes y no tuvimos más noticias de Paula por dos años. Un día, cuando Ana estaba designada para traer material clínico, llegó agitada y atrasada a la reunión del grupo, y nos cuenta que está trayendo material de una paciente muy interesante, que ya se había discutido dos años antes. El tratamiento está yendo muy bien, sin embargo, resolvió traer una sesión. Está segura de que yo, como coordinador del grupo, voy a encontrar algo nuevo. Me siento incómodo con el elogio de Ana. Se trataba, obviamente, de Paula, aquella paciente “de las fronteras”. Recuerda que habíamos quedado confusos – no sabíamos si Paula vivía en R o S, si era o no casada, si ella se aceptaba como abogada o no. Ana nos hace recordar que Paula proviene de una familia muy pobre y no consigue usufructuar de sus recursos emocionales. Reclama por su situación financiera y constantemente amenaza dejar el análisis por ese motivo. Después Ana relata una sesión: ~ Paula entra a la sala con una expresión feliz y cuenta que fue a una fiesta de la empresa donde trabaja su padre. Allí descubrió, con sorpresa, que su padre era admirado y querido por sus jefes y colegas. 9

El lector posiblemente va a confundirse en relación a quien es la analista y quien es la paciente. Factores para esa confusión quedarán claros más adelante. Para no dificultar más la lectura recuerdo que el nombre Ana inicia con la de Analista y el nombre Paula con la P de paciente. 41


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Ana es interrumpida por un colega del grupo que indaga por la profesión de ese padre. Ana dice que él tiene un cargo administrativo importante. Me quedé sorprendido, porque me acordaba que el padre tenía poca instrucción y era alcohólico. Eso lo guardo para mí. El relato de la sesión continúa: ~El padre presentaba con orgullo, a su hija abogada, a sus colegas. Ella se siente acogida cariñosamente. Hasta la madre, una mujer que vivía siempre de mal humor, le dijo que estaba feliz por tener una hija inteligente y bonita. Me sigue pareciendo extraño lo que escucho. Recuerdo las sesiones anteriores en que Paula se lamentaba y se quejaba de sus padres. Percibo también, que los miembros del grupo y yo estamos inquietos, incómodos con algo indefinido. ~Paula cuenta que su hermana, que también está en la fiesta, haría un viaje de turismo al exterior. Había muchos niños en la fiesta y Paula se divirtió mucho jugando con ellos. ~Después de la fiesta, regresan a la casa en su coche. El marido maneja y su cuñada está sentada atrás. Se cruzan en el camino con un médico obstetra amigo. Paula le dice a su marido que cuando quede embarazada, le gustaría que ese médico le realizara el parto. En este momento Ana interrumpe el relato y nos cuenta que Paula tenía horror ante la idea de quedar embarazada y tener hijos. Ana retoma la sesión. ~ Paula se queja porque su marido se quedó callado. Paula mira hacia atrás y quiere saber cuál es la opinión de su cuñada sobre su posible embarazo. La cuñada le dice, que ‘hace mucho calor’ y pide que suban el aire acondicionado del coche. Ana, una vez más, interrumpe el relato y nos dice, contenta, que Paula está progresando. Ana se refiere al deseo de Paula de quedar embarazada. Me siento disgustado con el criterio apresurado de “progreso” de Ana. Al mismo tiempo percibo que la alegría de Ana contrasta con el estado de ánimo del grupo. Estamos desinteresados, cansados e inquietos. Atribuyo eso al hecho de que su 42


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relato es monótono, pesado y detallado en exceso. Era evidente que todos no veían la hora de terminar. En determinado momento, mi desinterés somnoliento es substituido por un estado de alerta. Ana está describiendo una acalorada discusión entre ella y Paula. ~Paula se queja porque su madre no la apoya en su deseo de quedar embazada. Ana dice que Paula quiere que todos concuerden con ella. Paula no está de acuerdo con Ana. Ana insiste que Paula siempre quiere tener la razón.

El clima de la sesión está tenso y agresivo. ~Paula, enojada, dice que Ana no la está entendiendo. Ana le recuerda a Paula situaciones en que siempre quería tener la razón, en el trabajo y con el marido. Luego Paula dice que tiene miedo que su marido la deje por los problemas financieros. Ana permanece callada. Luego la sesión termina”.

Mientras escuchaba la discusión, noté que estaba decepcionado con Ana. Ella no escuchaba a Paula y quería que estuviera de acuerdo con sus teorías. Era evidente que Ana había perdido su función analítica. Imaginé que el último comentario de Paula, sobre el miedo de ser abandonada por su marido, reflejaba la situación de abandono que vivía ante la incomprensión de su analista. Intentando no demostrar mi decepción le dije a Ana que me había llamado la atención el clima del final de la sesión. Ana quedó pensativa y después de un rato dijo que acababa de acordarse que se sintió muy mal en aquel momento. Había percibido sus ataques a Paula y que quedó avergonzada y con culpa. Le parece curioso no haberse acordado de eso, cuando resolvió traer la sesión al grupo, y más aún mientras la presentaba. En seguida, espontáneamente, Ana nos cuenta más sobre el proceso analítico. Se acuerda que hace un tiempo Paula faltó a tres sesiones sin avisar. Ana la esperó, preocupada. Al volver Paula le dijo, indiferente, que faltó porque se había hecho un tratamiento estético muy caro. Luego, nos comenta que Paula había cambiado su antiguo auto por uno nuevo y sofisticado. Afirma que recién ahora se da cuenta desde hacía cuánto venía sintiéndose expoliada financieramente. Y, afirma, “solo ahora, que estoy hablando sobre eso”…

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A medida que Ana va tomando consciencia de sus sentimientos, el grupo y yo permanecemos en silencio. Ana recuerda que, al final de la sesión, Paula las pagó todas, inclusive algunas atrasadas. Se sorprendió cuando Paula no reclamó por el precio, pues siempre insistía en disminuir el número de sesiones o amenazaba con dejar el tratamiento. Vacilando y avergonzada, Ana nos cuenta que, afligida por sus problemas financieros, le cobraba un precio especial, mucho menos de lo acostumbrado. Finalmente, cuando Paula salió, Ana pensó que en la próxima sesión le propondría un aumento de sus honorarios. Soñando el material clínico En el proceso de Supervisión el analista comunica al Supervisor, a través de identificaciones proyectivas realistas y símbolos verbales, cómo está soñando los sueños y los NO SUEÑOS de su paciente. El analista espera que el Supervisor re-sueñe sus sueños, de otras maneras, para ampliar su capacidad de pensar. Sin embargo, la capacidad de pensar del Supervisor puede también ser atacada por los no-sueños descargados por el analista, descarga esa de la cual no siempre la pareja Supervisor-analista se da cuenta. En este caso, el Supervisor también corre el riesgo de involucrarse en los no-sueños-de-a-dos con su supervisado, constituyéndose en no sueño-de-a-tres. El riesgo disminuye cuando existen varias personas en el grupo de discusión clínica, pero no es eliminado. 1. La sesión y el enactment agudo. Como vimos, Ana dejó de llevar el material de Paula durante dos años. Cuando llega agitada y atrasada, tal vez estaba descargando sus no-sueños. Al mismo tiempo estaría intentando representar, en acto, su malestar en relación al “atraso” de su capacidad analítica. En tanto no tengan significado esos actos son no-sueño en busca de soñadores. Ana viene con la expectativa de que yo, su Supervisor, encuentre algo nuevo en el material. Me siento incómodo y esa molestia siguió durante todo el relato. Vivencio una experiencia emocional cuyo significado se escapa. Sólo asoma un esbozo de significado: me siento amenazado por la expectativa de Ana en relación a mí. Mi sueño no consigue ir más allá de eso. A medida que avanza el relato, visualizo a Paula en la fiesta, disfrutando de sus recursos emocionales. Esa visualización es mi experiencia del sueño-de-a-dos 44


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sucediendo en el Campo Analítico; es un mix resultado de hechos contados por Ana, conectados con los hechos vividos durante mi vida. Pero, al mismo tiempo, vienen a mi mente imágenes e ideas relacionadas con la miseria, producto de sesiones anteriores (y de mis experiencias personales). El contraste me sorprende. Cuando Ana manifiesta su alegría por el hecho de que Paula desee quedar embarazada me siento decepcionado. No me conforma que Ana considere ese deseo como señal de “mejora”. Veo la función analítica de Ana perturbada. En ese momento, al confrontarme con la coincidencia de los deseos de Ana y Paula, hago la hipótesis de que ellas podrían estar viviendo una relación idealizada. Más adelante se confirmará que estaban ocurriendo NO Sueño-de-a-dos que originaban un enactment crónico de idealización mutua. Era evidente que Ana contribuiría también, con en su creencia en que el trabajo estaba “yendo muy bien”. Mi sueño, que dio significado a una posible idealización mutua, presiona mi mente a ampliar su significado, como una concepción en busca de realizaciones (Bion, 1962a). Un paso más allá me haría notar que la colusión de idealización entre Ana y Paula se repetía en el campo de la Supervisión. Pero, solo me voy a dar cuenta de ese hecho más adelante. Al mismo tiempo otros afectos brutos demandaban trabajo de sueño. Los miembros del grupo, inquietos y desinteresados deseaban que el relato terminara pronto. O sea, había algo molesto (elementos beta) que buscaba ser eliminado, a través del cuerpo (inquietud, desinterés) y de la proyección hacia el mundo externo (deseo por que terminara el relato). Mi estado de somnolencia tenía la misma función: huir de la realidad frustrante. Pero esto también revelaba mi estado de rêverie. De repente, me siento alertado por la absurda discusión entre Ana y Paula. Ana se muestra estúpida y arrogante. Mi decepción con Ana aumenta. Tengo dos alternativas: huir de la frustración o soportarla hasta que esta adquiera significado (Bion, 1962 a, b). En ese momento crucial, tomo consciencia de que mi decepción con Ana es porque se hallaba conectada a una idealización anterior. Esa percepción traumática es fruto de la desidealización brusca. Nuevamente, tengo dos alternativas: huir de la percepción traumática o incluirla en la red simbólica del pensamiento. Una de las defensas contra la realidad frustrante es la omnisciencia, que está acompañada de la escisión y proyección de la percepción de la realidad 45


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traumática en el objeto. Como esa percepción amenaza la omnisciencia, se la condena moralmente. La discriminación entre lo verdadero y lo falso, realidad verdadera y creación omnisciente, se substituye por la afirmación dictatorial de que algo está bien o mal (Bion, 1962a). En la situación descrita, la omnisciencia me haría condenar a Ana por haberme decepcionado. Yo no sería capaz de percibir la idealización y la decepción como producto de mi mente, ergo, de mi entera responsabilidad. La condena moral me volvería estúpido y arrogante. Liberado del momento moralista retomé mi función de Supervisor, aceptando que debería convivir con la realidad, esto es, con las limitaciones de Ana (y las mías) e intentar comprender cómo había sido atacada la capacidad analítica. Retomemos la observación de la discusión entre Ana y Paula. Ambas tenían ideas divergentes y se acusaban mutuamente. Era evidente que, en esa disputa moralista, cada una deseaba tener la razón. No podemos excluir la posibilidad de que, también, desearan pensar con su propia mente. Sin embargo, las acusaciones mutuas (principalmente la de Ana en relación a Paula) indicaban resentimiento por la falta de concordancia. Ese resentimiento reflejaba el dolor por la destrucción de la relación dual idealizada. En ese momento mi percepción de la realidad se amplió. Si era verdad que Ana había perdido su función analítica eso había ocurrido gracias a la potencia de esa misma función. Esa aparente paradoja se presentaba de la siguiente forma: 1. En un primer momento Ana y Paula vivían un enactment crónico, una relación dual idealizada (no-sueño-de-a-dos). Al no haber sueño, Ana no tenía consciencia del hecho. 2. La discusión indicaba claramente que esa relación idealizada se estaba deshaciendo. Al no concordar, tanto Ana como Paula notan, de alguna forma, su realidad triangular. O sea: que son seres humanos separados. Supongo que esa percepción de la realidad triangular es fruto del trabajo analítico. Esa hipótesis tendrá que confirmarse. Sin embargo, esa percepción resulta traumática, y Ana y Paula buscan retomar la relación dual idealizada. Considero enactment agudo al conjunto de hechos que se manifiestan a través de la discusión entre Ana y Paula. Esto indica la disolución del enactment crónico y el inicio del contacto con la realidad triangular. También, manifiesta el trauma que acompaña ese contacto y la tentativa de retomar la relación dual. 46


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El enactment agudo incluye un mix de hechos ocurriendo al tiempo: 1. Elementos beta, no sueño, siendo descargados (a través de emociones, acciones y habla); 2. no sueño buscando soñadores; 3. No-sueños siendo soñados; 4. Sueños recién soñados siendo revertidos hacia no-sueños; 5. Sueños buscando inclusión en la red simbólica. Esa nueva visión de los hechos muestra que, en mi percepción de los hechos, había ocurrido una doble reversión de perspectiva (Bion 1963). La aparente falla en la función analítica de Ana, durante el enactment agudo, era en verdad su reanudación. Y el proceso analítico que ocurría, aparentemente productivo antes, en realidad estaba capturado por relaciones duales obstructivas, que pasaban desapercibidas. Las consecuencias del enactment agudo dependerán de cuál de las dos fuerzas predominará. La primera indica trauma, catástrofe psicológica y amenaza de destrucción del Campo Analítico. La segunda, trabajo de sueño y contacto con la realidad. Este contacto, por ser traumático, estimula la fuerza destructiva. El trabajo de sueño, al intentar dar sentido al trauma, busca neutralizar la destrucción. Existen tres posibilidades: 1. Que la situación traumática huya del control y que el proceso analítico sea destruido; 2. Que la relación dual sea retomada, rehaciéndose el enactment crónico; 3. Que el trabajo de sueño del analista y de la pareja generen significado, incluyendo el trauma en la red simbólica del pensamiento. Como vimos, Paula terminó en un momento depresivo, preocupada por la posibilidad de que el marido (que Ana representaba) la dejara debido a los problemas financieros. La sutil sensibilidad de Paula quedará en evidencia más adelante. 2. Después de la sesión del enactment agudo. Al final, Ana se siente culpable por la discusión. Pero luego, ataca la percepción de su culpa. Ese sentimiento, aún inconsciente, continúa presionando su mente en busca de ampliación de significado. Eso la impele de buscar a otros soñadores, en el grupo de estudios. Después de relatar la sesión, y estimulada por la continencia del grupo de estudios, ella intenta vincular sus experiencias a los elementos de su red simbólica del pensamiento. Se acuerda de la situación confusa y siente culpa por esa 47


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discusión con Paula. Percibe que se había olvidado de ese hecho, intentando escapar de la realidad. Mientras nos cuenta sus sentimientos, el sueño de Ana se amplía. Se acuerda de situaciones en que sintió la falta de respeto y, de a poco, nota que había atacado su percepción de que Paula le causaba malestar. Al darse cuenta de que se sentía engañada financieramente, entra en un momento depresivo y admite que le cobraba mucho menos. Ahora sabe que se había creado una colusión sadomasoquista. Paula atacaba, explotaba y provocaba su envidia. Por otro lado, era Ana quien atacaba, al no permitir que ella usufructuara su capacidad analítica. La estupidez de Ana transformaba la violencia en idealización sumisa, pero, la sumisión no era percibida, esto es, la dupla analítica se defendía de la colusión persecutoria a través de defensas maníacas. Cuando Paula paga las sesiones sin reclamar por el precio y sin amenazar con dejar el análisis y, seguidamente, Ana piensa en aumentar sus honorarios, dos posibilidades se imponen: 1. Que Paula está asustada con el hecho que Ana haya perdido la razón. Paula intenta calmar a su analista con la finalidad de mantener la relación dual idealizada. 2. Que el enactment agudo sea resultado inicial de trabajo-de-sueño-alfa, esto es, un esbozo de contacto con la realidad. La continuación de ese trabajo-de-sueño podría ampliar la capacidad de pensar. La secuencia de los hechos nos muestra que la segunda posibilidad es la correcta. En sesiones posteriores, cuando Paula se mostró resentida, fue posible retomar la situación de discusión en forma creativa. Paula trajo fantasías y recuerdos de situaciones traumáticas primitivas. Entre estas, una posible depresión intensa de la madre, y situaciones de abandono de cuya percepción se había negado. Posiblemente, esas situaciones eran reviviscencias de otras, más primitivas, que nunca serían recordadas, pero que habían sido revividas en la relación analítica. Los traumas, antes no soñados, adquirían figurabilidad. Además de eso, construcciones hipotéticas llenaron vacíos en la red simbólica. Ana, a su vez, aumentó su agudeza para percibir anticipadamente el riesgo de

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retorno a las colusiones duales. La capacidad de soñar y pensar de la dupla había sido fortalecida. 3. Antes del enactment agudo. Cuando, al final de la Supervisión, nos dimos cuenta de que Paula y Ana vivían una colusión idealizada, alternándose o encubriendo una colusión sadomasoquista, fuimos obligados a sospechar que la misma podría haber estado presente desde antes de la sesión, pero pasaba desapercibido. Bion (1965) nos provoca, en ese sentido, cuando señala que, después de una catástrofe psicológica, podremos identificar invariantes que ya estaban presentes en la fase pre-catastrófica. Al revisar el material anterior al enactment agudo, lo que fue traído dos años antes, inclusive, percibimos que Ana y Paula trabajaban en dos áreas, simbólica y no simbólica. Paula traía sueños que Ana re-soñaba y no-sueños que Ana intentaba soñar. A través de ellos Paula mostraba su miserabilidad y atacaba a Ana haciendo que se sintiera impotente, miserable y culpada. Ana se daba cuenta de lo que ocurría y continuaba trabajando pacientemente. Al mismo tiempo, en el área no simbólica, Ana había sido reclutada para participar de un enactment crónico sadomasoquista, del cual no se daba cuenta. La capacidad analítica de Ana fue subyugada por los ataques de Paula y por el miedo de que ella la dejara. La fantasía de relación dual era reforzada por la disminución crónica de los honorarios. La paciencia necesaria de Ana se transformó en paciencia masoquista. Idealizando su paciencia y negando la destructividad, Ana se involucró en un complot de idealización que encubría y alternaba con el sadomasoquista. Cuando Ana presentó este material al grupo, dos años antes, no fui capaz de percibir lo que ocurría. El hecho de que Ana no haya contado sobre su miedo de perder a Paula, ni mencionado la reducción de los honorarios, tal vez contribuyó. No descarto que mi percepción haya fallado, también, por un inicio de idealización de Ana. Más adelante, discutiré los factores relacionados con esa idealización, tanto en el Campo Analítico como en el campo de la Supervisión. Lo que sucede durante el enactment crónico La observación clínica nos muestra que los enactments agudos indican inicio de contacto con la realidad triangular, como vimos en la sesión relatada. El hecho 49


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de que Ana y Paula hayan roto la relación dual idealizada nos obliga a suponer que, durante el complot obstructivo, ocurre un desarrollo implícito de la red simbólica en áreas paralelas a la obstrucción. El enactment agudo ocurre gracias a ese desarrollo. En otras palabras, pienso que durante el enactment crónico, en áreas paralelas a la colusión dual, el analista percibe lo que está ocurriendo e intenta soñar el no sueño. Muchos sueños son revertidos hacia no sueño. El analista continúa intentando soñarlos. El trabajo-de-sueño puede no ser visible, ya que está encubierto por el enactment crónico. El paciente fantasea que controla al analista a través de la relación dual, ...but at the same time and on another level (Grotstein, 2009) existe trabajo implícito de la función-alfa, que teje los agujeros traumáticos de la red simbólica. Cuando la realidad triangular se impone ocurren dos posibilidades. Cuando todavía no hay suficiente capacidad para soñar la colusión dual es mantenida o retomada. Pero, en determinado momento es posible vivir en la realidad, aunque continúe siendo traumática. Pero, el trauma es atenuado, emerge en el Campo Analítico como enactment agudo y puede seguir siendo soñado, en vivo, por la pareja analítica. Como vimos, entre ambas habían constituido un enactment crónico persecutorio /idealizado. Al mismo tiempo la función alfa explícita e implícita tejía áreas traumáticas. En la sesión relatada Paula muestra que estaba pudiendo soñar la realidad triangular, aprovechando mejor sus recursos. Ese hecho volvió más clara la colusión de victimización y expoliación, vivenciada principalmente en ese momento por Ana. El riesgo de discriminación y contacto con la realidad, aumenta. Ana reconoce el desarrollo de Paula, pero, paralelamente, está ciega a sus propios sentimientos de expoliación. Tampoco percibe cómo la envidia toma el Campo Analítico. El hecho de que Paula expusiera sus adquisiciones, hace pensar que la provocaba para entrar en contacto con la expoliación. La discusión entre ambas, el enactment agudo, ocurre cuando la dupla intuye que se había constituido una red simbólica suficiente para correr el riesgo de contacto con la realidad triangular. Ese contacto es soportado y el trabajo de sueño puede profundizarse. Si eso no fuera posible se retomaría la relación dual.

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Ana va a confesarme, posteriormente, que su alegría con el posible embarazo de Paula encubría su propia tristeza. Ana había postergado su casamiento debido a problemas financieros. El reclamo de Paula de que otros no apoyaran su embarazo se enganchó con los propios conflictos de Ana, que tuvo que sacrificar sus deseos sin reclamar. En otro nivel Ana se reclama a sí misma por someterse a Paula. La experiencia clínica me hace considerar que los enactments crónicos y enactments agudos son parte del trabajo con pacientes que viven la realidad como traumática, como los pacientes borderlines. Para escapar de esa realidad, el paciente entra – en fantasía–dentro del analista, tomado como escudo protector. La relación dual defiende del contacto con la realidad triangular al mismo tiempo que permite la acción de la función-alfa-implícita10. Los enactments agudos se manifiestan sutilmente cuando las áreas traumáticas son menos intensas y existe mayor capacidad de elaboración. Estos se manifiestan como micro-enactments, por ejemplo, ciertos enactments interpretativos (Steiner, 2006) en que el analista se sorprende con su tono de voz o con ciertas intervenciones que no acostumbra a hacer. Esos micro-enactments son fácilmente identificados y, en general, no tienen consecuencias. Pero, corren el riesgo de repetirse, volviéndose crónicas. El modelo propuesto nos auxilia en comprender, también, hechos presentes en el trabajo en el área predominantemente no-psicótica. La relación transferencial con pacientes neuróticos involucra cierto grado de indiscriminación entre paciente y analista. Esa relación dual es rápidamente anulada a través de interpretaciones que re-introducen al paciente en la relación triangular. Ese contacto con la realidad es traumático, aunque en forma mínima. Existiría, por lo tanto, una situación traumática básica en cualquier relación analítica (Hartke, 2005). La dificultad del analista en efectuar una interpretación mutativa (Strachey, 1934; Caper, 1995) tiene relación con ese riesgo. En el modelo propuesto, esas situaciones involucran enactments normales (Cassorla, 2001, 2005, 2012) o mínimos (Friedman, 2008). En el área neurótica existen condiciones mentales suficientes para soportar y soñar la realidad, y que la interpretación mutativa sea posible. Sin embargo, 10

La relación entre configuraciones borderline y enactments puede ser encontradas en Cassorla 2009 y 2012. 51


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esta se contraindica para el área psicótica, mientras no se haya creado una red simbólica capaz de soportar el trauma del contacto con la realidad triangular11. Un interrogante que se impone es por qué el analista no percibe que está involucrado en un enactment crónico. Propongo tres factores: 1. La calidad masiva de las identificaciones proyectivas del paciente ataca la capacidad de pensar del analista; 2. Esas identificaciones proyectivas se enganchan con situaciones traumáticas propias del analista; 3. El analista tiene temor de terminar la relación dual, porque intuye que eso sería altamente traumático para el paciente (o para ambos). Felizmente, los analistas ya pueden revelar su propia participación en impases analíticos, liberados de auto-evaluaciones moralistas. De esa forma, el conocimiento psicoanalítico puede avanzar. Ana percibió las similitudes entre aspectos de su vida y la de Paula. Ambas procedían de familias pobres y habían luchado enérgicamente para desarrollarse. Ana sabía lo que era tener problemas financieros. Al identificarse con Paula, se sentía feliz con sus “progresos”. Pero, al mismo tiempo, la relación idealizada le impedía ver que no estaba sabiendo cuidar de sí misma. Ataques envidiosos de Paula y la acción de objetos internos propios, se ignoraron. El análisis personal de Ana, indudablemente, se profundizó. El Supervisor, a su vez, sabe que se identificó tanto con Ana como con Paula, porque él también provino de una familia con dificultades financieras, que pudo volverse analista porque, en cierta etapa de su vida, encontró un analista dispuesto a cobrarle sólo lo que él podía pagar. Estupidez, arrogancia y curiosidad Bion (1958) señala que alusiones a la estupidez, arrogancia y curiosidad son indicios de catástrofe psicológica. En este trabajo lidio con pacientes menos perturbados, con configuraciones borderlines encubiertas. La tríada aparece cuando nos aproximamos al área psicótica (no simbólica) y se manifiesta por medio de enactments. 11

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En Cassorla (2009, 2013b) se profundiza el estudio de esos procesos proponiéndose un espectro entre las áreas con diferentes grados de simbolización. Trabajos importantes que estudian la simbolización se encuentran en Green (1998), … X. Botella (2003), Marucco (2007), Sapisochin (2011), Barros (2011), y en los capítulos del libro editado por Levine, Reed & Scarfone (2013).


Cuando el analista se torna estúpido

El paciente manifiesta curiosidad al desear continuar su análisis. Ese deseo hace que corra un riesgo considerable: no poder mantener, todo el tiempo, la fusión fantaseada con el analista. El riesgo de re-traumatización, de destrucción de la relación dual, es similar al de Adán y Eva cuando escuchan a la serpiente, y al de Edipo cuando consulta al oráculo y a Tiresias.12 La fusión necesaria es acompañada de curiosidad en relación al analista. Este se conoce a partir de su reacción a las identificaciones proyectivas que el paciente coloca, en forma masiva, dentro de él. Ese conocimiento amenaza inmovilizarlo; al no revelar, el analista, su intimidad y mantener su propia mente, frustra al paciente, quien corre el riesgo de ser “expulsado del paraíso” dual y tener que enfrentar la realidad traumática13. La arrogancia se vincula a la omnisciencia y a la evaluación moralista, que substituye la percepción de realidad por juzgamiento condenatorio indiscriminado del objeto; el paciente condena dictatorialmente todo aquello que amenaza la relación dual, cualquier hecho que indique la existencia del Otro, de la realidad triangular, será considerado, omniscientemente, como malo y equivocado. Lo que para el observador es arrogancia, es el uso legítimo de sus derechos para el paciente. La estupidez se vincula con las dificultades en el contacto con la realidad, con la deficiencia en la capacidad de simbolizar, soñar y pensar, y su substitución por la descarga. La indiscriminación y deformación de la realidad, y la visión condenatoria de aquello que frustra, se vincula también con la arrogancia.14 El analista solo podrá vivenciar, significar y transformar las experiencias emocionales que el paciente coloca en el Campo Analítico, si puede identificarse con este. Deberá tornarse paciente, pero, al mismo tiempo o enseguida, deberá observar lo que le ocurre a él y transformar su tornarse en sueño-pensamiento, que será comunicado al paciente. 12

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La serpiente, el oráculo y Tiresias pueden ser tomados como equivalentes a la pre-concepción edípica (Bion, 1962 a). La toma de consciencia traumática de la realidad triangular, incluyendo la consciencia de la muerte (vínculo K) resulta de curiosidad desobediente (Cassorla, 2010 a). El paciente es expulsado del Paraíso y arrojado al Infierno. Si ese Infierno pude ser soñado se transformará en Tierra, la realidad. Pero los demonios infernales y los dioses idealizados continuarán siempre asombrando (Cassorla, 2010b). En otro trabajo (Cassorla, 1993) vinculé la estupidez a “to turn a blind eye” o “hacer la vista gorda”. 53


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Sin embargo, como vimos, el analista corre el riesgo de ser reclutado por el no sueño del paciente, tornándose en un aspecto de la parte psicótica del paciente. Impedido de soñar, el analista no se da cuenta de lo que ocurre. Por consecuencia, se vuelve estúpido, arrogante y mórbidamente curioso, como el paciente. Estamos en el área de no-sueños-de-a-dos. Si el enactment crónico es inevitable su diagnóstico precoz podrá volverse posible, siempre y cuando el analista mantenga una observación minuciosa de sí-mismo. La constatación de que su mente trabaja, predominantemente, con memorias, teorías y deseos, indica obstrucción en la capacidad analítica. La impresión de que el proceso analítico está desarrollándose muy bien, o el cansancio excesivo, deben considerarse. Orgullo en relación a la potencia de su propia capacidad analítica (en el primer caso) o en relación a la paciencia y capacidad de contener (en el segundo) por costumbre, encubre arrogancia y estupidez. Irritación con el paciente o admiración constante son otros indicios. El analista debe dejar de lado cierta pereza resistencial, cuando se siente estimulado a escribir el material clínico, aunque los motivos para esa pereza no sean claros. Ese hecho indica la necesidad de una “segunda mirada” (Baranger, Baranger & Mom, 1983), de una “escucha de la escucha” (Faimberg, 1996). Sueños contratransferenciales nocturnos e intuiciones de sueños diurnos pueden darnos otras pistas. El trabajo analítico, más aún con pacientes graves, estimula el auto-conocimiento del analista. Este es llevado a entrar en contacto con áreas traumáticas propias. Un proceso analítico promueve desarrollo en ambos miembros de la dupla. Se espera que el paciente aproveche más que el analista, pero la falta de desarrollo del analista obliga a suponer que algo equivocado está ocurriendo. Referencias Bibliográficas Baranger, M. & Baranger, W. (1961-62). The analytic situation as a dynamic field. Int J Psychoanal 89: 795-826, 2008 (reprint versión of 1968–Publicado originalmente en Revista Uruguaya de Psicoanálisis (4), 1. Baranger, M.; Baranger, W.; Mom, J. (1983). Process and non-process in analytic work. Int J Psychoanal (64), 1–15. (Rev. Psicoanal. 39(4), 527-49, 1982. Barros, EMR (2000). Affect and pictographic image: The constitution of meaning in mental life. Int. J. Psychoanal, (81), 1087. 54


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Revista Psicoanálisis, Vol. XXVIII, N° 1, enero-junio/2016 Revista Psicoanálisis, Vol. XXVIII, N° 1, enero-junio/2016

Sobre la metaobservación. De la sensorialidad al pensamiento Thaís Helena Thomé Marques1 Artículo Original Recibido: febrero de 2016 Aprobado: abril 2016

Resumen La autora parte de la idea de que la base de las observaciones psicoanalíticas transita desde la sensorialidad hacia la no sensorialidad, hasta llegar a lo mental. Desarrolla conjeturas sobre sistemas de observación psicoanalítica usando la perspectiva de la Teoría de la Complejidad, propuesta por Edgar Morin para acercarse a la idea de la multidimensionalidad de la mente. Sugiere este abordaje usando el holograma como analogía. En esta propuesta, la parte elegida intuitivamente por el analista para observar contiene todo, o sea, la experiencia en curso en ese momento. Apunta que el registro posible de un encuentro de dos mentes se puede dar por una ruptura de la simetría que promueve una asimetría pasible de ser reconfigurada. En la propuesta utiliza lo que denomina Encrucijada, la elección del analista por un determinado ángulo de observación que permita la continuidad en la observación compartida. Este recorrido, que privilegia a la transcendencia del impasse frente a la encrucijada, de lo continuo a lo discontinuo, del sistema al metasistema, abre perspectivas para expandir la observación. El pensamiento complejo, ya no más binario, sino teniéndolo como punto de partida pone en movimiento lo previsible y lo inesperado, el lado material y el inmaterial, las latencias por el camino de la observación. 1

Miembro efectivo y Analista en función Didáctica de la Sociedade Brasileira de Psicanálise de Ribeirão Preto – SBPRP. 59


Thaís Helena Thomé Marques

Palabras clave: metasistema, complejidad, metaobservación, holograma, sensorialidad.

Regarding metaobservation. From sensoriality to thought Abstract The author starts of the idea that the bases of the psychoanalytic observations transit between the sensoriality and the not sensoriality until the mental one. It develops conjectures regarding systems of psychoanalytic observation using the perspective of the Theory of the Complexity proposed by Edgar Morin to come close itself to the idea of the multidimensionality of the mind. Suggests this approach using as analogy the hologram. In this proposal, the part chosen intuitively by the analyst to observe contains the whole, that is, the experiment in progress at the moment. Suggests that the possible record of a meeting between two minds be a break of symmetry that promotes an asymmetry that can be reconfigured. Uses, in this proposal, which is called Crossroads, the decision of the analyst by a particular observation vertex that allows continuity in shared observation. This course emphasizes the transcendence of the impasse with the crossroads, of the discontinuous, the metasystem system opens doors to expand the observation. The complex thinking, no longer binary, but having it as a starting point, sets in motion the predictable and the unexpected, the material and the immaterial, the latencies through the path of observation. Keywords: Metasystem, complexity, hologram, sensoriality, metaobservation.

Sobre a metaobservação. Da sensorialidade ao pensamento Resumo A autora parte da ideia de que a base das observações psicanalíticas transita desde a sensorialidade em direção à não sensorialidade até o mental. Desenvolve conjecturas a respeito de sistemas de observação psicanalítica utilizando a perspectiva da Teoria da Complexidade proposta por Edgar Morin para se aproximar da ideia da multidimensionalidade da mente. Sugere essa abordagem 60


Sobre la metaobservación. De la sensorialidad al pensamiento

usando como analogia o holograma. Nessa proposta, a parte escolhida intuitivamente pelo analista para observar contém o todo, isto é, a experiência em curso no momento. Sugere que o registro possível de um encontro entre duas mentes se dê por uma ruptura de simetria que promove uma assimetria possível de ser reconfigurada. Utiliza, nessa proposta, o que denomina Encruzilhada, a decisão do analista por um determinado vértice de observação que permita continuidade na observação compartilhada. Esse percurso que privilegia a transcendência do impasse à encruzilhada, do contínuo ao descontínuo, do sistema ao metassistema abre perspectivas para expandir a observação. O pensamento complexo, não mais binário, mas tendo-o como ponto de partida, põe em movimento o previsível e o inesperado, o lado material e o imaterial, as latências pelo caminho da observação. Palavras-chave: metassistema, metaobservação, holograma, sensorialidade.

P. A – “Sí, ya lo sé” – ¡Cómo es letal esta respuesta! Se destruye el deseo de empezar la exploración o el descubrimiento. Esta respuesta, dada para ti mismo, aplasta tu curiosidad o hace que ella se refugie fuera de tu visión, fuera de la mente, fuera del contacto social. La superficie “sí, ya lo sé”, la sociedad sin vida, es lo único que queda. Bion, W. R., 1979, p. 99. Sobre la observación analítica y de la observación analítica Las reflexiones que me propongo realizar en el presente texto son oriundas de mis pensamientos sobre la observación analítica y de mis experiencias de la (de dentro de la) observación analítica. Se trata de pensamientos ordenados en un lenguaje personal, penumbras de teorías que componen mi instrumento de observación. Por lo tanto, intento delinear las distintas dimensiones de observación, realizadas a partir de mi trabajo clínico, en la tentativa de sostener observaciones sobre este instrumento. Creo en el Psicoanálisis como capacidad creativa del individuo, en el sentido más básico, el de su existencia. Entiendo la capacidad creativa como una disposición para compartir desde los más precarios hasta los más sofisticados estados mentales en tránsito, en un vínculo de intimidad, promoviendo así constantes 61


Thaís Helena Thomé Marques

posibilidades de construcción de tesituras emocionales que permitan lograr la singularidad y la capacidad inventiva, durante la observación psicoanalítica. Incluso, frente al carácter efímero de este hecho, con estas condiciones de observación, es posible encontrarse con quién se es, y vivenciar el sentido de existencia. Todo esto es válido, tanto para el paciente, sí así lo desea y puede, como también para el analista, en el caso de que ambos estén en busca de formas de conocimiento y realizaciones al respecto de sus existencias. Esta condición pasa a tener un carácter de Encrucijada si, por lo menos, uno de los dos no está dispuesto a proseguir. El término Encrucijada, para mí, es menos restricto de lo que, en nuestras teorías clásicas, denominamos Impasse, porque incluye una imprecisión que puede ser compartida, dependiendo de la capacidad de observación y transmisión del analista en un determinado momento, en detrimento de sus conocimientos adquiridos. Pienso que es posible permanecer, por un largo tiempo, en la Encrucijada sin darse cuenta, en el caso de que no se pueda crear nada nuevo en la relación, o sea, si en la discontinuidad del curso de una observación no es posible acoger y decidirse por nuevos caminos para proseguirla. En el propio campo del binarismo2 se consideran excluyentes la visión paradigmática de los contrarios, los términos opuestos y reduccionistas. La Encrucijada, como prefiero denominarla, también puede ser captada en la formulación que hace Bion sobre la “Cesura” (1977, p. 53—71), como un momento de ruptura no absoluta, debido a que todo lo que represa es, a la vez, algo que permite la continuidad. Esta es la paradoja en la que la contraposición que presento pasa también a significar un puente para el siguiente momento mental del par analítico; un cambio de perspectiva que clama para proseguir, ya sea por medio del lenguaje, de gestos o incluso del silencio. En esta situación, se establece la creatividad, a menudo relacionada con la concepción, y el uso de imágenes y conjeturas, que permiten el seguimiento de los desdoblamientos posibles de la observación de una experiencia. Pienso que, incluso en una nueva experiencia, en la que se opte por un determinado camino en que se descarten otros ángulos de observación, con2

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El binarismo, formalizado por Aristóteles, define posiciones contrarias, excluyentes, que están en la base de la lógica. De esta manera, la aprehensión de lo conocido se pauta por oposiciones, como Vida versus Muerte, Naturaleza vs. Cultura, por ejemplo, organizándose en paradigmas que eligen un término en detrimento de otro (véase Órganon, de Aristóteles).


Sobre la metaobservación. De la sensorialidad al pensamiento

tinuamos teniendo acceso a nuestras latencias, o sea, a nuestras penumbras, al producto de nuestras memorias y deseos —nuestra historia y reserva de potencialidades—, que pueden ser evitados por disciplina, pero nunca se pueden extinguir de manera definitiva. Esta situación es sumamente compleja para el ejercicio del Psicoanálisis, pero, en algunos pocos momentos, puede servir como modelo para ayudarnos en la nueva tarea. Esto significa, para mí, que, cuando por disciplina nos vemos impedidos de usar memorias y deseos para estar singulares con nuestros pacientes, este singular pasa a ser un conjunto que incluye ‘nuestras latencias, en el arte pensamenteada3 de Jorge Luis Borges. Con la experiencia, sabemos muy bien que la corta frase que es la cita del epígrafe “Sí, ya lo sé”, siempre es recurrente, pero inhibe para ingresar en lo nuevo. De todas maneras, estas imágenes y conjeturas que hemos creado hacen parte de nuestro instrumental de observación y no pasan de ser suposiciones que sentimos como verdaderas, aunque difíciles de ser demostradas, en términos conceptuales. Pudiendo transitar desde la alucinación hasta el soñar, es necesario confrontarlas con los hechos, ante los cuales somos sensibles, o sea, confrontarlas con lo que la experiencia denuncia para que se revelen como verdaderas para la ocasión, con la finalidad de que tengan sentido en el momento. Pienso, que la experiencia psicoanalítica tiene una base de hechos observables y, exactamente por eso, a lo largo del presente texto intentaré expresar, de otras formas, esta situación, especialmente por medio de una experiencia clínica. Cuando observo/pienso sobre el Psicoanálisis, entiendo que estoy vivenciando un tipo de experimento especulativo, de teorización e instrumentalización sobre la observación psicoanalítica. Tal como todo Psicoanalista con experiencia, considero que el Psicoanálisis tiene un sistema de Observación, que es su método —hace mucho tiempo establecido—, por medio del cual recoge elementos mentales para analizar una determinada personalidad y promover la expansión de su universo mental. Este, a primera vista, es pasible de ser positivo o negativo, ya que ambos pueden hacer parte de la notación de nuevas dimensiones mentales. Supongo que no podemos prescindir de usar una armazón estable de teorías, incluso porque un determinado conservadorismo, propio del entrenamiento del 3

La expresión “arte pensamenteada”, es un neologismo creado por el poeta y escritor brasileño Mário de Andrade, que elige para el siglo XX y el XXI la coexistencia entre la Estética y la Ciencia, el mythos y el logos, propia de la escritura de Jorge Luis Borges; esta es su propia traducción. 63


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analista, es bastante positivo, especialmente en el momento de publicar o debatir las experiencias con sus colegas. Se trata de una manera de observación útil, para que el analista no se apegue demasiado a su propia hipótesis, y así pueda tener en cuenta otras que le sugieran y que se compongan junto con la suya. Por lo tanto, evalúo a las teorías psicoanalíticas como una invariante que abarca toda la historia del Psicoanálisis y todo el universo psicoanalítico. Esto significa, que podemos observar y comunicar nuestras observaciones por diferentes referenciales teóricos en distintos lenguajes, a pesar de que el hecho sobre el que discutimos pueda ser el mismo. Considero que la teoría se basa en la solidificación de pensamientos creativos. También, en el Psicoanálisis se observaron minuciosamente diversos movimientos mentales. Sin embargo, las teorías no contienen al Psicoanálisis, porque este es una observación en tránsito, que funciona como una sonda. Nos cabe a cada uno de nosotros, analistas, el transformar en fluencia lo que antes era solidez. Este pensamiento puede ampliar el Campo de observación en Psicoanálisis. Difícilmente, un científico de la actualidad considera, todavía, lo que investiga visto a partir de un simple observador objetivo, que aparenta no estar presente, sino que se transforma en un participante activo de la interacción entre el observador y lo que se observa. Todos somos conscientes de los límites de nuestro método científico para analizar, explicar e implementar nuestra intervención, porque sabemos bien que siempre altera y remodela al objeto de investigación. No se pueden considerar los métodos y los objetivos de manera aislada, porque el método interfiere y delinea al objeto; no hay pureza en la Observación. Por otro lado, al observar/pensar desde dentro de mi Observación analítica, noto que, cuando estoy trabajando, mi mente capta y refleja una parte de lo que la rodea, la mente del paciente, convirtiendo la realidad psíquica de lo que manejo, la otra mente, también en parte de la realidad psíquica de lo que soy. Las sensaciones, emociones, pensamientos y sentimientos que emanan de esa vivencia intensifican la experiencia que las originó, porque, al percibir mi mente trabajando, la notación de que parece que ella parece unificarse con la otra mente se me hace evidente de manera decisiva. Sin embargo, puedo suponer, que eso sea una condición especial de compartir una experiencia emocional del momento, cuya finalidad es captar profundamente los estados mentales muy primitivos, ya que yo los aprehendo en la observación analítica, como una preocupación, y me pueden dar evidencias 64


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de la presencia de otra mente. Observo que se trata de movimientos en dirección a la sensorialidad, a lo que existe de más básico y que, sin embargo, puedo convertirlos en pensables. Según mi manera de ver, la idea de profundización que acabo de mencionar se relaciona con los movimientos en que es posible crear subjetividad a partir de las sensaciones. Creo que la evidencia de la presencia de otra mente ocurre, por lo que se acerca más al erizar los pelos de un animal acorralado, mis sensaciones. Yo las tomo como sentir un frío en la barriga, un nudo en la garganta, el pecho angustiado, el malestar en la panza, náuseas, estado de excitación, de adormecimiento, risa espontánea, etc. Diferentemente de la idea de Contratransferencia, que limita los objetos y que es inconsciente, las producciones mentales resultado de este estado mental me son conscientes, y las observo en el momento exacto en que se presentan, y cuando yo, todavía, no sé qué puedo hacer con ellas. De todos modos, creo que se trata de una inquietud que muestra una expresión emocional de la pulsión de vida, que tiene implicancias en la pulsión epistemofílica. Se resalta la existencia de una curiosidad, al respecto de otra mente, por la del analista, cuya investidura afectiva está más al servicio de la observación y del conocimiento sobre la experiencia —aunque sea intimidante— y menos al servicio de la construcción de un encuadre moral. Me refiero al instinto de vida en el sentido biológico, el de supervivencia, y a la búsqueda de conocimientos, al respecto de los problemas que se presentan ante la presencia del otro. Bion muestra bien esta situación, con la metáfora del peligro compartido entre el tigre y el ciervo en el momento en que se acercan. Con sus palabras, el analista necesita descubrir un modo de formular, para sí mismo, el miedo compartido y reformularlo de una manera comprensible, que sea digerible para el otro. “Algo está por ser comido; algo está por escapar y no dejar que nada sea comido”. (Bion, 1979, p. 125) Debido a que la Observación psicoanalítica es utilizada por varios y distintos analistas, como también por diversos pacientes, me propongo ahora realizar una breve investigación de este proceso, lo que me sugiere, primeramente, muchas indagaciones: ¿Qué motivos tengo para realizar el trabajo analítico? ¿Qué pienso sobre el Psicoanálisis? ¿Cuál es la ligazón que veo entre Psicoanálisis y vida, y cómo se presenta, para mí, la experiencia con otra mente —o con la mía— y, más específicamente, con las formulaciones y las interpretaciones que le ofrezco 65


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al paciente? ¿Cuáles son mis sistemas de observación? Además de todo eso, ¿cuál es mi instrumento de observación? ¿Cómo y de qué manera sucede la recepción, por el paciente, de la comunicación del analista, y viceversa? ¿Qué tipos de sistemas observacionales sostienen una observación y cómo puedo convertirlos en operativos en mi práctica? En síntesis, ¿qué hacer para desarrollar un psicoanálisis dirigido hacia la vida, es decir, a la mía propia y la del paciente? Sin embargo, estas cuestiones, obviamente, no serán contestadas y apenas servirán de directrices para la construcción de esta comunicación al respecto de la Observación. Confieso que mi experiencia con este texto es la de intentar mantener la línea entre el Psicoanálisis y la vida, tanto fluida como indistintamente, incluso sabiendo qué difícil es lograr esta condición sin perder de vista la función psicoanalítica. Una experiencia clínica me ayuda a expresar cómo busco hacer mis observaciones. La persona con quien estuve durante una determinada sesión me contaba su irritación, haciendo conjeturas, en ese momento, al respecto de la causa de esa situación. De acuerdo con su punto de vista, la irritación se relacionaba con la falta de actitud de sus empleados que faltan, se adormecen en el trabajo, se olvidan de lo que se les ordenó, etc. (Antes, en otra sesión, habíamos conversado sobre la idea de que “quien se va a Sevilla, pierde su silla”4). Esto se desdobla en una conversación al respecto de la pérdida de la función, de una manera general. En aquel momento, al conversar conmigo me parece que ella está entrenando una manera de hablar con uno u otro de sus muchos empleados/conmigo: “Yo necesito que tú hagas eso; Tú no te puedes olvidar de; de eso depende de que todo salga bien y que la empresa marche a las mil maravillas […]” La irritación que ella demuestra se va calmando visiblemente, hasta que me informa, de manera tranquila, que se ausentará por cuatro semanas, debido a un viaje que realizará con su padre, yendo a X (país lejano que nunca había pensado en visitar y por el cual no se interesa). Me explica que va a viajar, porque el padre insistió y porque le quiere dar ese viaje hace mucho tiempo y que ella siempre lo esquivó; por eso, nunca me había comentado esta cuestión. Mientras habla empiezo a sentir molestias físi4

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Equivalencia, en términos lingüísticos, de la frase “ao cochilar o cachimbo cai” [literalmente: al dormir se cae la pipa].


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cas –entre ellas, una especie de vacío en el abdomen— que, en ese momento, me parece que provienen del hecho de que tendría cuatro horarios libres por mucho tiempo que no sabría cómo ocupar. Siento una extraña impresión de que me quedaré vacía en ese agujero; habiendo tantas cosas para hacer, imagino que estaré presa en eso y me veo no logrando ejercer mi función. En ese momento, considero los pensamientos y esa imagen de mí misma como muy extraños, porque, cuando tengo horarios libres acostumbro a ocuparlos leyendo, escribiendo, o sea, cuidando de mi vida. Vuelvo a darle atención y ella me está hablando del viaje, más específicamente de cómo su padre elogia ese país al que irán y que dice que van a aprovechar mucho. Enseguida, me doy cuenta de que era sumamente delicada y fluida la línea entre lo que la persona estaba viviendo (aunque aparentemente ya se había calmado) y lo que yo misma estaba sintiendo (en aquel momento, con intensidad). Le digo que me parecía que ella no quería alejarse de mí, y reacciona diciéndome: “¡Sí, es verdad! No es momento de salir. No quiero sentirme sola. Tengo tanto para charlar y me parece que voy a estar en ese lugar sin poder aprovechar mi tiempo y queriendo estar acá en nuestros encuentros”. El campo de observación y la posibilidad de sintonía con la experiencia emocional Teniendo en cuenta esta experiencia clínica, pienso que uno de los hechos que me interesan en la observación analítica es la búsqueda de algún tipo de sintonía con la experiencia emocional dentro del Campo de observación que se esté desdoblando. Una visión compleja de lo que está pasando entre mi paciente y yo, y el ejercicio de la función analítica son la consecuencia de un trabajo íntimo, que incluye la fe de manera principal: en mi personalidad, en la formación profesional psicoanalítica que me permite recoger los productos del análisis personal que realicé y de mis estudios, y en la posibilidad de afinarme con mi intuición. La posibilidad de que el analista busque una sintonía con el Campo de observación es, por lo tanto, bastante compleja, porque para que ello efectivamente se realice va a depender que el analista entienda en su propia mente, lo que significó un determinado hecho psíquico para sí mismo, independientemente de comunicarle al paciente el camino mental que él mismo ha recorrido. 67


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De esta manera, en mi trabajo clínico, considero la condición de afincarme en el Campo de observación, como algo de importancia fundamental, para entrar en sintonía con la experiencia de ese momento. Cuando me conecto de esta manera, puedo tomar este aspecto como perteneciente a un holograma, una representación visual de lo que hay en el momento o que puede llegar a existir. Los hologramas poseen una característica única, son evidencia de que cada parte tiene la información del todo. Mediante la lectura del capítulo 10 del libro Elementos de Psicoanálisis, he aprendido que esta situación está en consonancia con lo que interpreto que Bion dice al respecto de los Elementos Beta (β): contienen una parte de la personalidad en su composición. Bion sugiere que el Elemento β es una partícula elemental de una consciencia reflexiva, que compone una pre-concepción que busca realización y nuevas pre-concepciones. Por lo tanto, equivale a decir que el Elemento β pertenece a un campo de fragmentación PS, y D representa a todo el campo de partículas elementales y puede ser considerado un objeto integrado y más amplio (2004, pp. 55-59). Considero al holograma como un modelo equivalente a la vibración PS ↔ D. En estas consideraciones, incluyo el hecho de que también puede ser observada por mi paciente, lo que permite un tipo de intersección de las observaciones, aunque sean de dimensiones de distintos órdenes. Eventualmente, el paciente manifiesta lo que, primeramente, puede parecer una emoción de gran amplitud e intensidad que lo intimida, pero que, para mí, es indeterminada, porque yo noto que se trata de una sensación (bienestar o malestar). El paciente la está captando en un nivel y yo, en otro; se trata de dimensiones de diferentes aprehensiones. Por mi parte, voy encontrando imágenes e ideas que me permitan anunciar, para mí misma, que brotan en mi mente las sensaciones de estos hechos, presentados de manera intensa e indefinida. Me doy cuenta de que se trata de vestigios de emociones insoportables, para que el paciente las pueda sentir en ese momento, pero que pueden ser captados por mí a partir de sensaciones. Cuando existe una intersección de observaciones puede parecer que estamos hablando de asuntos diferentes. Sin embargo, teniendo en cuenta mi percepción sobre el holograma, creo que podemos referirnos al mismo punto a partir de distintos vértices. Supongo que sus sensaciones se relacionen con las imágenes que pude recolectar a partir de diferentes modelos que intuí de las sensaciones que estaban presentes en nuestros encuentros. 68


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Pienso que hace parte del instrumental de observación que cada analista tenga como fuente a sus imágenes mentales, una colección de imágenes que fueron recogidas de modelos sensoriales, relativa a una determinada experiencia analítica. Estas imágenes se presentan de una forma semejante a una conjunción constante, un modelo sensorial que, desde mi punto de vista, constituye una evidencia de la experiencia emocional que está en curso. Imagino que sensorialidad ↔ no sensorialidad sean interfaces. De un lado, lo que puedo considerar como siendo una visión β que percibe los caracteres objetivos, las cualidades fijas y determinadas, como también intenta borrar cualquier rastro de nuestra primera impresión. Por otro lado, una visión α que percibe al mundo en un estado más fluido y fluctuante, y es una percepción repleta de cualidades emotivas, que privilegia la fuerza original de nuestra primera experiencia. Mentalmente, transitamos entre estos dos tipos de visión para recoger nuestras imágenes. Monet intuyó y expresó distintos modelos de luminosidad incidiendo en una estructura que, a cada momento, revelaba diferentes puentes, delineados por distintas incidencias de luz. Estas dimensiones y expresiones diferentes pueden ser formuladas por la idea: “Veo un puente”. La experiencia llevada a cabo por Monet demuestra la complejidad de lo que vemos y traducimos como si fuera la realidad; o sea, un puente de Monet es sólo un punto de vista de un objeto complejo: el puente y el observador. A cada momento y a cada movimiento de observación (a cada incidencia de la luz) un objeto (puente) se delinea y se percibe por un observador diferente (Monet) y, por lo tanto, desde un punto de vista diferente. Yo parto de la idea de que los hologramas son registros de objetos que, cuando son iluminados de manera correcta, me delinean una escena. Esta escena refleja y absorbe, de vuelta, una luminosidad. Puedo conjeturar que el objeto construido a la luz de mi sistema de observación es capaz de reenviarme las informaciones al respecto de algo que está sucediendo o está por constituirse. O sea, tanto el Observador como el Observado (iluminaciones) son construidos en el exacto momento de la experiencia (momento fugaz). Las consideraciones que he realizado me permiten una especie de captación tridimensional de una experiencia multifacética, caótica, pero que puede ser vista desde distintos ángulos de Observación y que contienen diversas probabilidades de desdoblamientos provenientes de las posibles intersecciones de nuestras observaciones. Le cabe al analista, que supuestamente puede tener 69


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más capacidad de pensar en el momento, ordenar el caos de la experiencia para delinear al Campo de observación. En la experiencia clínica recién descripta, no apenas las palabras de la persona con quien me encontraba, sino el conjunto de ese instante de la experiencia fue percibido por mi persona de manera sensorial y se transformaron en una imagen de mí misma vacía, sin tener nada para hacer y, sin embargo, paradójicamente teniendo tanto para hacer. Yo me encontraba casi emocionalmente alejada de mí misma y, al mismo tiempo, precisando de mí. Considerando ese momento como un holograma, primero me fue posible localizarme, y enseguida explorar y organizar parte de la experiencia emocional en que nos encontrábamos. He tomado el holograma considerándolo como una ínfima parte de la observación de una experiencia mucho más amplia, pero que se puede apreciar como conteniendo algunos de sus elementos y colocarme en dirección a un compartir. En este contexto, no parto de la observación de una realidad oculta en lo íntimo de la persona con quien estoy, sino de un movimiento mental que puede ser logrado en una línea trazada por mis elecciones, mitos, sueños —categoría C de la tabla (1977, pp. 9-49)—, que reflejen de manera gradual, y al mismo tiempo transitoria, los hechos y los gestos dispersos (elementos β↔α) que componen la experiencia emocional de un instante con la persona con quien estoy, como también la trayectoria que recorrimos hasta aquel momento. En la experiencia que he descripto se configuró entre nosotros un momento que nunca existió y que pasó, entonces, a tener existencia. También noté que nos permitió mínimamente separar nosotros, tú y yo, lo que explicaré a continuación. Además de eso, si tomo el Campo de observación teniendo en cuenta, por ejemplo, la idea de preconcepción de Bion, un estado de expectativa, puedo imaginar que la verdadera esencia nunca alcanzada, pero siempre buscada, no habita de forma profundamente oculta en sí misma, sino que siempre está más allá de nosotros, más allá de lo que tomamos como nuestra identidad y nuestra existencia. Para que la Observación pueda expresarse de manera significativa, es necesaria una apreciación de la relación entre las personas involucradas en el proceso analítico; no solamente el analista y tampoco solamente el paciente, sino la relación entre ellos. Lo que importa es lo que está sucediendo entre nosotros, 70


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entre momentos y entre dimensiones mentales. Importa no el momento en que estamos, sino el momento hacia el cual vamos. En palabras de Bion (1992/2000, p. 382): […] Lo que tiene significado cuando alguien dice “Tú-Yo”, no son los dos objetos relacionados, sino la relación, o sea, una realidad abierta, en la que no existe término (en la acepción que los seres humanos comunes entienden). El lenguaje de los seres humanos comunes sólo es apropiado a lo racional, solamente puede lo racional, sólo puede hacer afirmaciones en términos de racionalidad.

Al dirigirse hacia la búsqueda de posibilidades de expresiones para los acontecimientos en Psicoanálisis, en su libro Cogitaciones (1992/2000, p. 282), Bion coloca para sí mismo una interrogación al respecto de los tipos de relaciones. Se pregunta si los símbolos matemáticos de suma, resta, multiplicación y división podrían ser entendidos como siendo expresiones de relacionamientos. Es probable que estuviera buscando maneras de potencializar la teorización analítica con instrumentos matemáticos, creando aperturas fascinantes para el Psicoanálisis, como también las bases necesarias para un posterior desarrollo. Stitzman (2014, pp. 199-227), contemporáneamente, desarrolla propuestas semejantes en sus trabajos. En un modelo de Observación sumamente interesante, Bion superpone las operaciones matemáticas a los conceptos e ideas psicoanalíticos: Esto más esto, más esto = una mesa (suma). Una mesa sin patas y sin tapa dura o blanda = alucinación (resta). Una mesa multiplicada por hoy y mañana, y el día siguiente y el día siguiente = muchas mesas. Pero... ¿Y si se trata de la misma mesa? Y si dos personas la tienen que compartir, ¿la mesa se divide por dos?

De acuerdo con mi percepción, cada uno de estos supuestos tipos de relaciones está presente en el Campo de observación del analista, en el caso de que el profesional tenga en cuenta la presencia de la otra mente en relación con la propia y también la manera cómo esa relación se está constituyendo en la experiencia 71


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que tienen, hacia el próximo momento. Me pregunto si la propia presencia de uno para el otro puede ser expresada por algunos de estos símbolos enunciados. Puedo conjeturar que estas operaciones indican perspectivas al respecto de las posibilidades y encrucijadas en las relaciones, como también distintas configuraciones de la experiencia en curso y su captación. Tal como lo señalan nuestras observaciones y conceptos, yo creo que hay una base de hechos para lo que Observa el Psicoanálisis. En términos conceptuales, existe una experiencia emocional en curso, que sólo puede ser registrada a partir de una ruptura de simetría y de sus diferentes dimensiones expresivas. Tengo un profundo aprecio por la idea de que, los fenómenos que captamos sólo pueden ser observados, cuando existe una ruptura de la simetría en el curso de una experiencia humana. Y esto se da por la inclusión de la presencia de otra mente que, por lo general, promueve preocupaciones. Con esto, estoy considerando la notación de las diferencias entre las mentes, entre los momentos o entre los estados mentales. Tener en cuenta que me encuentro incluida en las Observaciones que recojo significa considerar la ruptura y el espectro de interferencias emocionales que provoco y, a la vez, tener en cuenta aquellas por las cuales soy provocada. Creo que la percepción de otra mente en la periferia de mi existencia empiece por las “sombras” o preocupaciones que, inicialmente, pueden ser notadas en la dimensión sensorial. A partir de este registro, me convierto en capaz de trabajar estos elementos con mi instrumental observacional y de dotarlos de cualidades psíquicas. Cada analista va construyendo su propio instrumento de Observación que incluye el propio cuerpo, su intuición y todo su entrenamiento y aprendizaje en la vida, y en ese gran Campo de observación de la existencia humana, el Psicoanálisis. Ahora, voy a usar estas últimas citas para intentar organizar y ordenar, de otra manera, el Campo de observación de la experiencia clínica que he descrito, mencionando nuevos puntos de vista que me permitan acercarme a la experiencia de otra manera. Si tengo en cuenta la referencia de Bion sobre los tipos de relaciones, también puedo pensar que, al principio, estaba ocurriendo una especie de relación de suma. La persona con quien me relacionaba parecía que me ofrecía la suma de 72


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ideas al respecto de las razones de su irritación. Cuando, de manera tranquila, se refiere al viaje, parece que resta lo que sería un encuentro de supuesta intimidad con el padre / conmigo. Enseguida, multiplica distintos factores por nada –no le interesaba el país, nunca lo había comentado conmigo y, probablemente, ni siquiera consigo misma–, lo que nos llevaba a la imposibilidad de soñar. Algo como si todo fuese elevado a potencia cero, elementos que percibí como yo misma, sin tener nada para hacer, poseyendo la sensación de que mi vida estaba siendo sacada de mí misma. Por lo tanto, yo sola, y sin alcanzarme a mí misma, en términos mentales = multiplicación por cero. Cuando pude conjeturar al respecto de los elementos que podríamos compartir y que yo vivenciaba como un vacío en la panza, pude sentir el tránsito de una resta en dirección al vacío y, posteriormente, hacia la división, en el sentido de compartir la misma experiencia. Evalúo que la suma y la resta sean operadores más básicos para realizar los movimientos entre las dimensiones mentales y relaciones; son del orden del binarismo, como señales, análogos a los juegos infantiles de aparecer y desaparecer. Los operadores de multiplicación y división realizan movimientos con la misma facilidad, pero implican el tránsito por distintas dimensiones, o sea, proponen una complejidad y sugieren el uso de elementos subjetivos. A partir de esto, y teniendo en cuenta los modelos que he podido percibir de la trayectoria de vida de esta persona conmigo y consigo misma, puedo imaginar que, para ella, eran muy comunes las experiencias de relaciones de suma y resta, multiplicación por el vacío; las experiencias de compartir —o de división— algunas veces podían ser vividas conmigo y así llenar de afectividad a nuestra relación. De esta manera, a partir de mi experiencia y capacidad de comprensión, he creado un sistema de observación psicoanalítico para este caso, que contempla algunos tipos de relaciones en tránsito en la experiencia que tuvimos. Presento algunas características que pasan a tener existencia para mí en el transcurso de mi propia experiencia, lo que pude compartir con ella. Pienso que la capacidad que tenemos de conocer es limitada por los órganos de los sentidos que la naturaleza nos dio. Cuando podemos hacer nacer un órgano responsable por un sexto sentido –la intuición— los hechos psíquicos pueden aparecer frente 73


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a nosotros teniendo otras dimensiones. Sistemas de observación/ Metasistemas de observación Desde Freud, consideramos que, para el Psicoanálisis, la comprensión al respecto de la mente humana puede expandirse cada vez más. Sin embargo, su Campo de observación, tal como todo campo, tiene un límite absolutamente necesario para la propia expansión. Decir que el Psicoanálisis es una ciencia viva significa afirmar que provoca experiencias y conocimientos y/o que es generada por experiencias y conocimientos. El Psicoanálisis, apoyado desde sus orígenes en el lenguaje, propuso que todas las categorías de comunicación pudieran darle claridad de ideas —la cura por medio del habla—, lo que le posibilitaría al analista el hacer las interpretaciones. Todavía hoy, excepto por la idea de cura, estos presupuestos parecen válidos, aunque, desde mi punto de vista, añadiendo la necesidad de mucho más tiempo, para continuar observando cómo se desdobla la experiencia, si consideramos la mente como un universo en expansión. Más allá de escuchar y más acá de las interpretaciones, nosotros decimos todavía más; hacemos preguntas, le ofrecemos al paciente formulaciones, modelos, ideas transitorias que pueden se encontrar en la categoría C de la tabla de Bion (1997, pp. 9-49). El Misterio está asociado a la complejidad del objeto analítico, carece de tiempo para el mínimo entendimiento. No se devela porque no se sabe, ya que no es algo escondido. Igual que la “Verdad Última”, de Kant5 (1782), estamos siempre moviéndonos en dirección al Misterio y, sin embargo, no podemos alcanzarlo. A mí me suena como el estar presente y en marcha por el desierto buscando algo muy precioso; sin embargo, teniendo pocas, poquísimas referencias. En esta caminata podemos encontrarnos no con ese algo precioso, sino con ser sorprendidos por una fuerte tempestad de arena que nos enceguezca, además del sol terrible, que siempre está presente. La búsqueda para encontrar el Mis5

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Para Kant, se vive en el mundo de los fenómenos (representaciones) sin llegar al noúmeno (la cosa-en-sí). El Criticismo kantiano y su Revolución copernicana instauran la travesía en la búsqueda del conocimiento sin lograr la esencia última.


Sobre la metaobservación. De la sensorialidad al pensamiento

terio exige fe en el contacto con interesantes experiencias, porque son nuevas, fértiles, porque se comparte lo que podemos encontrar durante la caminata. Es dable destacar que me refiero más al analista y menos al paciente, porque este último a menudo, siente esa situación con terror y desesperación. Le cabe al analista estar presente y conectado con su Campo de observación para ir presentándole al paciente las posibilidades de desdoblamientos de la experiencia. Añado que, una vez u otra, a estas preguntas se les suman respuestas para algunas de las cuestiones del paciente, aunque se tenga consciencia de la importancia que tiene para el Psicoanálisis que el analista no responda a sus demandas. Estas respuestas nos pueden servir como precursoras de otras ideas, para ir recogiendo elementos que sirvan para continuar el proceso de observar, investigar, pensar y también interpretar. Es así que, con la finalidad de proseguir la Observación, sentimos una especie de ‘discontinuidad continua’, un estado de expectativa constante. Como en el modelo de la marcha por el desierto, algunas de las ideas que encontramos por el camino pueden convertirse en familiares y, así, nos detenemos para contemplarlas. Sin embargo, no debemos quedarnos admirándolas por mucho tiempo, porque la búsqueda persiste. La observación en la relación analítica y su continuidad han sido consideradas por muchos psicoanalistas como una manera de hacer vivas muchas ideas formales y conceptuales en las que se basa el hacer en Psicoanálisis. Toda la obra de Bion, me parece que es una Teoría de la Observación. Tengo noticias de que muchos colegas analistas comparten esta idea, incluso mucho antes que yo. Un sistema de observación e investigación de la vida mental puede ayudar en el proceso del pensamiento que, para que se dé, va a depender de que el analista se conecte, con sus herramientas y con el lenguaje adecuado, para poder expresar los problemas relativos a la complejidad de la mente y de las relaciones, teniendo sus paradojas propias, en sí mismos. Cada analista va forjando sus herramientas, o sea, afinando la intuición y tejiendo un lenguaje propio para registrar y comunicar lo que para él es esencial en una determinada experiencia. En su libro El Método 1 y, más específicamente, en la parte titulada “Organización: del objeto al sistema” (1997, pp. 122-190), Edgar Morin desarrolla interesantes ideas al respecto del concepto de sistema. Menciona que sólo se 75


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puede establecer en la —y por la— combinación de sujeto y objeto; no puede haber eliminación de uno por el otro. Al no existir objeto de investigación totalmente independiente del sujeto que observa, este último no solo verifica la observación, sino que también añade la auto observación al sistema. Para el autor hay “sistemas observados y sistemas observadores”; estos últimos son sistemas humanos que deben ser imaginados e incluidos como sujetos. El sujeto que conoce se convierte en el objeto de su conocimiento. El sujeto no es sabedor de todas las cosas (teorías clásicas) o juez soberano (una teoría que pretende definir todo el contexto), sino un sujeto vivo, que evidencia su propia precariedad y finitud. Morin nos ofrece una importante formulación sobre lo que para él es un “metasistema”, o sea, cualquier sistema considerado como agrupamiento de otros sistemas: […] el observador también hace parte de la definición del sistema observado; y el sistema observado también hace parte del intelecto y de la cultura del observador sistema. En y por esta interrelación se crea una nueva totalidad sistémica que abarca a ambos. La nueva totalidad sistémica que se constituye asociando el sistema—observador y el observador—sistema puede así convertirse en un metasistema en relación a ambos, en el caso de ser posible, pero puede encontrar el metapunto de vista que permita observar al conjunto constituido por el observador y su observación.

Además de esto, el autor menciona que […] ningún sistema cognitivo estaría apto para conocerse de manera exhaustiva, ni a validarse completamente a partir de sus propios instrumentos de conocimiento. Es posible remediar la insuficiencia autocognitiva de un sistema por medio de la constitución de un metasistema que sea capaz de abarcarlo y considerarlo como un sistema objeto.

Morin utiliza la idea de “unidad compleja organizada” (1997, p. 186) como concepto auxiliar del sistema, resultado de las interacciones entre un observador-conceptuador y el universo de los fenómenos, lo que nos permite representar e imaginar unidades complejas constituidas de interrelaciones organizacionales entre elementos, acciones u otras unidades complejas. 76


Sobre la metaobservación. De la sensorialidad al pensamiento

Por lo tanto, para el autor, la noción de sistema no es ni simple ni absoluta, y ella comporta, en su unidad, a la relatividad, dualidad, multiplicidad, escisión y antagonismo; el problema de su inteligibilidad presenta la problemática de la complejidad perfectamente concebible para la práctica del Psicoanálisis. De este modo y considerando que un determinado sistema de observación se encuentra limitado, es posible utilizar otro sistema para observar al sistema que está saturado. Esto significa que es posible crear sistemas que observan a los sistemas, que observan otros sistemas, etc. En el Psicoanálisis, usamos predominantemente palabras para comunicarnos; tenemos un sistema verbal semántico basado en palabras que, por eso mismo, no puede explicarse totalmente a sí mismo, ya que un sistema complejo formalizado no encuentra en sí propio la prueba de su legitimidad. Debido a que ninguna observación puede ser completa, hemos aprendido esto del principio de incertidumbre de Heisenberg (1998, p. 39) que es altamente perturbador, aunque sumamente valioso para alcanzar la ignorancia —capacidad negativa de la mente— tengo que confesar que, a menudo, percibo mi mente sufriendo una presión para crear otro sistema de observación que pueda ir más allá del que, para mí, se encuentra repleto. A fin de cuentas, creo que hay que considerar, como mínimo, dos modos de Observación, antes de poder elegir una formulación para ofrecérsela al paciente y, como máximo, considerar que estamos capturando variados pensamientos de la cosecha de nuestros sueños. Pienso que es posible que el analista alcance este propósito al incluir la Auto-observación —la observación de sus propias emociones y sensaciones— que podrán tener cualidades psíquicas. Para mí, además de las formulaciones teóricas que me guían y la sofisticación del pensamiento que puedo lograr al pensar en la experiencia vivida, la sensorialidad es una importante referencia, como herramienta del trabajo psicoanalítico que realizo. Considero que la experiencia afectiva, junto con la sensorialidad, es la base de un metasistema de Observación, que abre un nuevo horizonte para la intuición (Marques, 2008, pp. 115-128).

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Revista Psicoanálisis, Vol. XXVIII, N° 1, enero-junio/2016 Revista Psicoanálisis, Vol. XXVIII, N° 1, enero-junio/2016

Lo social desde el individuo: La relación materna base de la autonomía María Eugenia Reátiga Hernández1 Artículo original Recibido: septiembre 2015 Aprobado: febrero 2016

Resumen El desarrollo de los pueblos se halla ligado con la identidad de sus gentes. Desde la propuesta Moderna o Filosofía de la subjetividad, la Democracia requiere de individuos autónomos, independientes mentalmente, con posibilidad de diferenciarse de lo colectivo. Varios estudios y estadísticas indican que el suicidio es la tercera causa de muerte del adolescente en Colombia; la violencia de parte de los hijos representa la tercera causa de violencia intrafamiliar; la apatía, la falta de compromiso y un tipo de identidad caracterizada por la sumisión, el conformismo y la adherencia a la tradición, indican que algo grave debe estar pasando en nuestra sociedad, que no está favoreciendo el desarrollo del adolescente como individuo, ni promoviendo su autonomía, su independencia mental y el pensamiento crítico, necesario para la Democracia. En la formación de la identidad intervienen toda clase de factores, desde los más internos, íntimos y privados hasta los más específicos y globales del contexto social. En el presente ensayo se ha hecho énfasis en los primeros, los relacionados con el vínculo con el objeto primario, la madre, como fuente primera de formación del Yo y de la identidad. Se busca mostrar cómo la autonomía o la capacidad de pensar libre1

Psicóloga clínica de la Universidad Complutense de Madrid. Magister en psicología de la Universidad del Norte. Durante diez y ocho años, profesora de medio tiempo de la Universidad del Norte de la signatura Tendencias y autores Psicodinámicos. Veinte años de práctica clínica. 79


María Eugenia Reátiga Hernández

mente, se construye desde el primer vínculo con la madre, en el que prevaleció ‘una madre suficientemente buena’ (Klein, 1977) (Winnicott, 1965, 1971) que se adaptó a las necesidades del bebé, no lo contrario, permitiendo la introyección de un objeto bueno, fuente primera de recursos internos y de fortaleza. Palabras clave: Vínculo primario, objeto primario, madre suficientemente buena, relación materna, autonomía, Democracia.

The social thing from individuals: Mother relationship basing the autonomy Abstract The development of civilizations is related to the identity of its people. From the Modern philosophical proposal or the philosophy of subjectivity, democracy requires independent beings. Therefore, for democracy to surge, one must be able to think independently, be self—determined or capable of differing from the rest). Several studies, as statistical reports suggest the Colombian adolescent is in crisis. In fact, suicide is the third cause of teenage death on the country. Meanwhile violence against parents represents the third cause of family violence. Apathy, lack of commitment and a form of identity characterized by submission, conformism, adhesiveness to tradition, suggests something is going on our society. This phenomenon goes against the adolescent´s development as an individual, his mental independence and critical thinking. On the formation of identity all kind of factors intervene; from the more intern, intimate and private to the more socially global. Moreover, the present essay emphasizes on the first form of this factors, the ones related to the issue, named by the psychodynamic perspective, as attachment to the primary object, or the mother as the first form of the me and identity itself. In addition, the main objective of this paper is to portray how autonomy, (that capacity of being able to think freely) is built upon the first bonding with the mother. A good enough mother, who responds and adjusts herself to the baby’s needs —not the contrary—, allowing the interiorizing of a good object, which is the first source of inner resources and strength. Key words: Maternal relationship, primary link, primary object, enough good mother, autonomy, democracy. 80


Lo social desde el individuo: La relación materna base de la autonomía

O social a partir do indivíduo: A relação materna base da autonomia Resumo2 O desenvolvimento dos povos se encontra ligado com a identidade de sua gente. A partir da proposta moderna ou da filosofia da subjetividade, a democracia requer de indivíduos autônomos, independentes mentalmente, com possibilidade de se diferenciar do coletivo. Vários estudos e estatísticas indicam que o suicídio é a terceira causa de morte do adolescente na Colômbia; a violência dos filhos com seus país representa a terceira causa de violência intrafamiliar; a apatia, a falta de compromisso e um tipo de identidade caracterizada pela submissão, o conformismo e a aderência à tradição indicam que algo grave deve estar acontecendo em nossa sociedade que não está favorecendo o desenvolvimento do adolescente como indivíduo, nem promovendo sua autonomia, sua independência mental e o pensamento crítico, necessários para a democracia. Na formação da identidade, intervém todo tipo de fatores, dos mais internos, íntimos e privados até os mais específicos e globais do contexto social. No presente ensaio, enfatiza—se nos primeiros, os relacionados com o vínculo com o objeto primário, a mãe, como fonte primária de formação do Eu e da identidade. Busca—se mostrar como a autonomia ou a capacidade de pensar livremente se constrói a partir do primeiro vínculo com a mãe, no qual prevaleceu “uma mãe suficientemente boa” (Klein, 1977) (Winnicott, 1965, 1971), que se adaptou às necessidades do bebê, e não o contrário, permitindo a introjeção de um objeto bom, fonte primária de recursos internos e de fortaleza. Palavras chave: vínculo primário, objeto primário, mãe suficientemente boa, relação materna, autonomia, democracia.

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Traducción Portugués: Roanita Dalpiaz; roanitad@gmail.com 81


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Los adolescentes representan aproximadamente el 17,49% de la población colombiana. (DANE,20163). Desde distintas reflexiones y estudios se han caracterizado por “la apatía y pragmatismo que lleva a los jóvenes a sobrevalorar lo inmediato y fácil, por encima de lo importante, significativo y que exige esfuerzo, concentración y dedicación” (Ferro, 2001, citado por Reátiga, 2013). “Los ideales sociales y políticos en general les son indiferentes” (Parra, 1996). “En general, se podría señalar que el joven adolescente de hoy sobrevalora lo externo, la imagen, la satisfacción inmediata. Vive en un mundo de estimulación sensible, piensa de forma simultánea, intuitiva y sintética” (Ferres, 2000, citado en Alba, 2010, p. 67). Anticipando muy sucintamente, lo que se presentará posteriormente en forma de datos estadísticos, el suicidio constituye la tercera causa de muerte en los adolescentes colombianos (Chica, 2010); al interior de la familia, los hijos, desconociendo la autoridad, constituyen la tercera figura en acciones violentas contra la madre (Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses (INMLCF) 2009, 2013 y 2014). De otra parte, varios estudios coinciden en señalar que, en Colombia, la identidad alcanzada por nuestros jóvenes adolescentes —etapa del ciclo vital cuando se define quiénes somos—, se caracteriza por ser del tipo tradicional, coincidiendo con la que Marcia (1980, pp. 179-181) a partir de la obra de E. Erikson ha llamado “de exclusión”: un tipo de identidad en la que, básicamente, hay compromiso, pero no está basado en la experiencia propia, sino en el seguimiento de la tradición (Caycedo, et al., 2009; Zúñiga, 2005). Podría pensarse, que los jóvenes adolescentes colombianos, seguidores de la corriente, obedientes y sumisos ante los dictados de la moda y de la sociedad —como los peces muertos que siguen la corriente—, carecen de reflexión crítica profunda, de “referentes sólidos”, y que, probablemente, podrán hacer poca resistencia ante los problemas y deficiencias de la sociedad y Democracia colombianas. Más bien, seguirán conformándose y funcionando de acuerdo con los signos externos del éxito y del poder, y de todas las lógicas que predominan en los tiempos actuales. Son perpetuadores, en pocas palabras. Como fue anunciado, los datos estadísticos sobre la adolescencia que a continuación se presentan, ponen de manifiesto la condición de vulnerabilidad y crisis en la que se encuentra. 3

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Porcentaje calculado a partir de la población estimada en los grupos etarios 10-14 y 15-19.


Lo social desde el individuo: La relación materna base de la autonomía

Drogadicción Al comparar los informes sobre el consumo de sustancias psicoactivas (SPA) de los años 1996 y 2008, se aprecia que no solo la edad de inicio en el consumo de drogas es cada vez más temprano en cada generación —la edad promedio actual son los 14 años, para la marihuana y cocaína, la del alcohol, los doce años—, sino también una tasa de crecimiento sustancial que ubica al país, en cuanto a consumo de SPA, y comparado con otros cuatro países suramericanos, en el tercer lugar, después de Argentina y Chile, y por encima de Perú y Ecuador. (Gaviria, A. & Mejía, 2011). En el año 2011, el 64,7% de la población adolescente, entre 12 y 18 años de edad señala haber consumido alguna SPA alguna vez en la vida; el 58% señala haberla consumido durante el último año y el 41,3% durante el último mes. (Estudio nacional de consumo de SPA en población escolar. Colombia, 2011). Las sustancias que más se consumen, en su orden, son: Alcohol, cigarrillo, marihuana, Dick (cloruro de metileno), cocaína, solventes, popper, alucinógenos (hongos, yagé, LSD, cacao sabanero) y éxtasis. Si se excluyen tabaco, alcohol, estimulantes y tranquilizantes (los aceptados legalmente), se tiene que el 12,1% de los estudiantes ha consumido SPA durante el último año y 4,8 % durante el último mes (Ibídem). Este porcentaje se mantiene en el 2013 y según el mismo informe, correspondiente al año 2013, solo que, a nivel nacional, el 4.8% de los adolescentes ha consumidos sustancias ilícitas durante el último mes. (Ibídem). El consumo alcohol representa la puerta de entrada al inicio en el consumo de otras drogas psicoactivas (Pérez y Scopetta 2008) y junto con otras variables como nivel socioeconómico alto, tener entre 18 y 24 años, fumar más de seis cigarrillos diariamente constituye factores asociados al consumo de SPA. (Gaviria y Mejía, 2011). Dos de cada tres estudiantes declara haber consumido alcohol, 63,4% alguna vez en su vida, 56,7% durante el último año y el 40% durante el último mes. La edad de inicio son los doce años, y el 19,5% de los escolares entre once y doce años lo ha ingerido durante el último mes. (Estudio Nacional de consumo de SPA en población escolar. Colombia, 2011). Estas cifras son muy cercanas al estudio citado de Pérez y Scopetta (2008); según este, aproximadamente el 23% de jóvenes adolescentes que consumen 83


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alcohol, parecen indicar una tendencia al consumo problemático: consumen todos los meses, todas las semanas, e incluso un cierto porcentaje (4%) varias veces por semana. Suicidio Mientras que, en Colombia la tasa general de suicidios en los últimos cinco años se ha mantenido entre 4 y 4.1, la de menores entre cinco y 18 pasó de 1,57 en el 2008 a 1,75 en el 2012 (Boletín epidemiológico trimestral. Diciembre, 2013). En el año 2009, el suicidio representó la tercera causa de muerte entre los adolescentes colombianos (Chica 2010); En el año 2013 se suicidaron 1.810 personas. Las edades con los mayores porcentajes de suicidio son, en su orden: 18-19 años: 6,74%; 20-24 años: 6,54%; 25-29 años: 5,63%; 30-34 años: 5,5%; 35-39 años: 4,49%; 15-17 años: 4,44%. Los anteriores datos fueron tomados de la Tabla1. Suicidios según grupo de edad y sexo de la víctima. Colombia 2013 (Cifuentes, 2013, p. 134). Los grupos etarios organizados por el autor, y el INMLCF de Colombia, no se corresponden exactamente con los años considerados como propios de la adolescencia, que en teoría son los que corren de los 12 a los 18 años. Así, bien podrían sumarse los porcentajes de la Tabla de referencia, correspondientes a los años entre los 15 y los 18 (4,44%, más 6,74%), así, el porcentaje subiría dramáticamente a 11,18%, lo que permitiría, entonces, sostener: La adolescencia es el período de la vida, donde más se suicidan las personas en Colombia. Por otra parte, el grupo etario con mayor frecuencia en la muestra total es el correspondiente a los 20-24 años, con un 15%; le sigue el período de los 25-29 con un 10,88% y posteriormente los niños y adolescentes, con el 10% (no se incluyen aquí el período de edad 18-19 años). Delincuencia Entre 2007 y 2014 han ingresado al Sistema de Responsabilidad Penal Adolescente (SRPA), 172. 530 jóvenes adolescentes, lo que muestra una acentuada tendencia al aumento; mientras en el 2007 fueron detenidos aproximadamente 4.000 jóvenes; en el 2012, 29.676; en el 2013, 30.843 y en el 2014, 29.644. Aproximadamente, el 37% de ellos tiene 17 años; el 31%, 16; 15 años el 20% y el 10%, 14. Los delitos de mayor comisión son, en su orden de frecuencia: 84


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fabricación, porte y tráfico de estupefacientes; hurto; hurto calificado; lesiones personales; fabricación, porte y tráfico de armas de fuego y violencia intrafamiliar (Observatorio del Bienestar de la niñez Colombia, 2015). Aborto Una de cada cinco jóvenes entre los 15 y los 19 años ha estado embarazada y el 64% de esos casos ha sido considerado no-planeado (Parkin Daniels, J. 2015). Violencia Homicidios Después de la región del Sur de África, con una tasa de homicidios de 33 por 100.000 y América Central, con una tasa de 26.4 por cada 100.000 habitantes, América del Sur ocupa el tercer lugar entre las regiones más violentas del planeta, con una tasa de 26.4 de homicidios por cada 100.000 habitantes. Colombia tiene una tasa de 26 por 100.000 habitantes, lo que la ubica como un país altamente violento. (Global Burden of Armed Violence (GBAV) citado por INMLCF, 2014) En Colombia, en el año 2014 ocurrieron 12.626 homicidios, de los cuales 1908 víctimas contaban entre 10 y 19 años de edad, que representan el 15% del total de víctimas. (La población total colombiana para dicho año era 47.661.787) De otra parte, los hombres jóvenes son los que aportan la cuota más alta a esa cifra, cuota que empieza a cobrarse desde los 15 años. Los homicidios de hombres entre los 15 y los 24 años representan el 27,8% de la totalidad. Campesinos y consumidores de SPA, son los grupos de mayor riesgo. (Forensis, 2014) Violencia intrafamiliar En el año 2014, se presentaron 10.402 de casos de violencia intrafamiliar contra niños y adolescentes. Después de la violencia contra la pareja (64% de todos los casos, aproximadamente) y la violencia ejercida por otras personas (20% de los casos), la violencia contra niños y adolescente ocupa el tercer lugar entre los distintos tipos de Violencia intrafamiliar (13,7%). La violencia se ha revertido en contra de la autoridad de los padres y al interior de la familia los hijos constituyen la cuarta figura en acciones violentas contra la madre; mien85


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tras que los padres comienzan a registrar menos agresión hacia los hijos: los padres ocupan el 5º lugar y la madre el 10°. (INMLCF, 2009). Con tendencia al aumento, en el año 2013 (INMLCF, 2013 Tabla 35. P. 370) y 2014 (Forensis, 2014, p. 244) estos ocupan el tercer lugar como agresores contra los padres. Desapariciones Actualmente, 72.809 personas están desaparecidas, de las cuales 20.720 corresponden a desapariciones presuntamente forzadas. En el 2014, se registraron 7.262 casos en el RND (Registro Nacional de Desaparecidos): 7.095 (97,70%) están clasificados como sin información y 167 (2,29%) como desapariciones presuntamente forzadas. En la clasificación sin información se presenta un aumento en el número de casos de mujeres desaparecidas en 2014, que alcanza el 44,86%. Los adolescentes y jóvenes son las poblaciones en las que el fenómeno tiene más incidencia. La tasa más alta se encuentra, al igual que el 2013, en el grupo de edad de 15 a 17 años (35,89 por 100.000 habitantes). En la clasificación sin información, el 58,24% de los casos se concentran en los grupos de edad de 10 a 24 años. El grupo que registra el mayor número de casos, igualmente, es el de 15 a 17 años (21,42%), seguido por el de 10 a 14 (17,79%), lo cual marca una diferencia en este grupo de edad en comparación con los casos de desaparición presuntamente forzada, donde los porcentajes más altos se encuentran en los grupos de 15 a 17 (16,17%) y 20 a 24 años (16,77%) (Tabla 3, Forensis, 2014). Otros El 29,3% de los adolescentes entre 12 y 17 años señala haber estado expuesto a una experiencia traumática, y de ellos, el 88,1% indica que esta les ha generado trauma psicológico. (Encuesta Nacional de Salud mental, 2015) Con sustento en lo anterior, puede considerarse que algo grave debe estar pasando en nuestra sociedad que no está favoreciendo el desarrollo del adolescente como individuo, que entiende, como condición necesaria para el crecimiento personal y la autonomía, la oposición a la autoridad y al compromiso con el mejoramiento social. Considerando que es en la identidad donde se concretan los más profundos deseos del individuo y su relación con la

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realidad exterior, parece pertinente, como un aporte a la comprensión de la situación anteriormente descrita, la reflexión y el cuerpo de conocimientos desarrollados desde la perspectiva psicodinámica, en torno a la construcción de la identidad. Desarrollo e identidad El desarrollo y la Democracia de los pueblos se halla íntimamente ligado con la identidad de sus gentes (Hoyos, 2005; Jaramillo, 1994; Freire, 1980; Martín-Bar, 1990; Bobbio, 1991; Sen, 2007; Viviescas, 1991). Se podría afirmar, que la identidad que se busca en el período premoderno es de tipo colectivo, fuertemente ligada a la imagen de los padres y la autoridad, representantes por excelencia de la tradición. (Díaz, 2005; Jaramillo, 1994; Hoyos, 2005; Reátiga, 2005; AA. VV, 1997). Para Korye (citado por Díaz, 2005), en la modernidad “se abren los horizontes” y en un mundo con futuro tan incierto y tan amplio como pueda pensarse, se enaltece el sujeto, el Yo o capacidad de auto-reflexión, de interpretación y de diferenciación, es decir, de ser autónomo. Se puede sostener que, desde la propuesta filosófica moderna, o Filosofía de la subjetividad, que el ser sujeto o el ejercicio de la subjetividad es la autonomía o independencia mental, que no significa otra cosa que la posibilidad de diferenciarse de lo colectivo hasta lograr la identidad propia, necesaria para la Democracia (Hoyos, 2005). Considerando que en la construcción de la identidad participan toda clase de factores, desde los más amplios y globales hasta los más íntimos y privados, relacionados con los primeros vínculos de nuestra infancia, parece muy pertinente, a la luz de estos hallazgos, ofrecer, como un aporte a la comprensión de este estado de cosas, la reflexión y el cuerpo de conocimiento desarrollados alrededor de la noción de identidad, desde la perspectiva Psicodinámica. Se seguirá el siguiente orden de exposición: •

Aspectos básicos y generales del proceso de identificación, características generales y el desarrollo de la identidad, de acuerdo con las etapas de desarrollo.

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Trastornos en los procesos de identificación: La identidad en el psicótico; La identidad en la personalidad limítrofe; El Falso Self de D. Winnicott (1965); El carácter pseudomaduro o Pseudo madurez de D. Meltzer; La personalidad “Como si” de H. Deutch.

Aspectos básicos y generales del proceso de identificación; características generales y el desarrollo de la identidad, de acuerdo con las etapas del desarrollo El proceso de identificación: La identificación hace referencia a un proceso, mediante el cual, en el contexto de un vínculo o relación objetal, se hacen propias las características del otro, es decir, del objeto, para procurar, en un nivel muy profundo, la vivencia de sentirse ser como ese otro. Considerando la identificación como un proceso: “La identificación aspira a conformar el propio Yo análogamente al otro tomado como modelo” (Freud, 1920-1921, p. 2585); incluso en la fase Edípica, la identificación se comporta como un remanente de la fase oral de la organización de la libido, durante la cual el sujeto se incorporaba al objeto ansiado y estimado, comiéndoselo y, al hacerlo así, lo destruía (Freud, 1923, p. 2585). En El yo y el Ello Freud dice que el Yo es el “residuo de las cargas de objeto abandonadas y contiene la historia de tales elecciones de objeto” (1923, p. 2711). En el contexto de esta definición, los “residuos” significan identidades y el Yo está conformado por identidades (Freud, 1923). Detrás de cada identidad está la historia de un vínculo; a su vez, cada identidad del Yo es libido objetal que ha sido convertida en libido narcisista durante el desarrollo; este es el proceso natural y así se estructura el Ello, el Yo y el Superyó y el Ideal del Yo. Si esto ocurre en la vida adulta —libido objetal que se vuelve libido narcisista—, se está hablando de la condición psicótica (Freud, 1910-1914). Así mismo, cuando las identificaciones llegan a ser numerosas e incompatibles entre sí, constituyen la patología (Freud, 1923). La identificación es inconsciente (Schafer, citado por Grinberg, 1978) e implica el mecanismo de internalización por medio del cual se hacen internos contenidos provenientes del objeto (Grinberg, 1978.) Kernberg (1993) considera que la introyección, la identificación y la Identidad del Yo representan distintos grados de internalización. La introyección es el nivel más básico y primitivo de internalización. En las primeras introyecciones 88


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no existe diferenciación entre el Self y el objeto. La identificación es una forma superior de introyección y requiere que las capacidades cognitivas y perceptivas del niño se encuentren lo suficientemente maduras como para permitir el reconocimiento de roles en la interacción interpersonal. El rol significa una función socialmente reconocida que sea llevada a cabo por el objeto o por ambos participantes de la interacción. La identidad del Yo representa el nivel más alto de internalización y el más alto nivel de organización del mundo de las relaciones objetales y del sí-mismo. Todo este proceso de organización tiene lugar bajo el principio rector de la función sintética del Yo, la cual permite reconocer y controlar los derivados instintivos y, por medio de un proceso complejo, al tiempo que las relaciones objetales van siendo internalizadas, se van haciendo despersonificadas, transformadas e integradas en niveles superiores de estructuras yoicas. Libido objetal convertida en libido narcisista. La Identidad del Yo varía de acuerdo a cada período de la infancia. Si bien es cierto que las más primitivas y distorsionadas imágenes objetales existen en lo inconsciente, lo normal y deseable es que todas estas relaciones logren integrarse en niveles estructurales más superiores y que, aquellas que siguen siendo representaciones objetales, sufran con el tiempo importantes modificaciones, en virtud del crecimiento del Yo y de las relaciones objetales posteriores. La formación de la Identidad permite que las primeras identificaciones sean reemplazadas por identificaciones sublimadas, parciales y selectivas, en las cuales sólo se internalizan aquellos aspectos de las relaciones objetales compatibles y bajo la influencia de una identidad del Yo bien integrada. La riqueza de la vida interior está relacionada con esas identificaciones parciales y selectivas, sin internalizaciones indiscriminadas, derivadas de esos a quienes hemos amado y admirado (Kernberg, 1977). Para Kernberg (1993), en su sentido más amplio, la Identificación se refiere al moldeamiento de sí mismo a partir de un objeto. Presupone una relación objetal, real, en la que el individuo se vivencia como sujeto de una interacción con otra persona. Esta relación puede ser percibida de manera más o menos distorsionada o fantaseada y está sujetada a los efectos del estado afectivo predominante, que vincula al sujeto con el objeto. La internalización de la relación interpersonal refleja la constitución de una representación del sí-mismo, y una representación objetal, ligada por una disposición afectiva dentro del Yo y a veces dentro del Superyó. La conforma89


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ción de estas representaciones depende de las anteriores representaciones del sí-mismo y del objeto, y de su grado de integración. La Identificación incluye una modificación de la representación del sí-mismo, bajo la influencia de la relación objetal. Este aspecto de la Identificación depende menos de la naturaleza de la relación objetal real que de la medida en que una determinada representación del sí-mismo se ajusta a su concepto global en cada individuo. La Identificación trae consigo la modificación de las funciones y estructuras yoicas, sobretodo de los patrones caracterológicos que constituyen los aspectos del sí mismo vinculados con la conducta y sometidos a la influencia de la relación objetal internalizada. (Kernberg, 1977) Grinberg (1978) define la Identificación como el conjunto de mecanismos y funciones que determinan como resultado el activo proceso estructurante que ocurre dentro del Yo, sobre la base de la selección, inclusión y eliminación de elementos provenientes de los objetos externos y/o internos que formarán los componentes que ampliarán la estructura rudimentaria del Yo de los primeros instantes de la vida. Para él, la Identificación se apoya en procesos de internalización y externalización. De acuerdo con Grinberg (Ibíd.) los procesos de Identificación presentan las siguientes características: Producen cambios estructurales internos profundos que afectan la realidad interna del Self y la organización del Yo y del Superyó. Así la Identificación apunta a la estructuración psíquica y su nivel de internalización está en la parte central del mundo interno. La Identificación es selectiva y tiene lugar no con una persona sino con una o más representaciones de esa persona. La forma en que el sujeto concibe a la otra persona está condicionada por las necesidades del sujeto, su disposición anímica, y por toda clase de factores selectivos y distorsionantes, correspondientes al nivel de desarrollo y organización del individuo. Las Identificaciones implican una reorganización selectiva de deseos, patrones de conducta, capacidades, y también de identificaciones anteriores. Así, por ejemplo, la Identificación no crea la capacidad de hablar, caminar, pensar, sino

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que tales capacidades aparecen como matices y acentos particulares tomados de las representaciones del objeto. (Grinberg, 1978, pp. 8-11).

La Identificación en los inicios de la vida La Identificación es el mecanismo estructurante por medio del cual se forma el Yo, el Superyó, el ideal del Yo y, en general, la personalidad. (Freud, 1923) Se hacen identificaciones desde el nacimiento hasta la muerte, y la calidad de las mismas varía, de acuerdo con la etapa del desarrollo del ciclo vital. La Identificación ocurre tanto en la salud y bienestar, en la empatía y en el amor, como en la perturbación —en la Identificación histérica (Freud, 1901-1905); en la condición psicótica (Freud, 1910); (1914); (1915) y en la depresión mayor o melancolía (Freud, 1915). En un comienzo, durante las primeras etapas del ciclo vital, en el contexto de las relaciones o vínculos objetales, las identificaciones son masivas, intensas y totales y no se reconoce al otro, al Objeto, en toda su integridad, sino parcialmente. En la vida adulta las identificaciones son parciales y se reconoce la integralidad o totalidad del objeto. (Ginberg, 1978; Klein, 1977) La Identificación, la formación del Yo y de toda estructura de la personalidad son procesos que tienen lugar en el contexto de las relaciones o vínculos objetales. En las primeras fases del desarrollo y antes de toda carga de objeto —antes de lograr la investidura objetal hacia el objeto primario, que es la madre— la Identificación constituye la primera forma de relación, la manifestación más temprana de enlace afectivo. (Freud 1920-1921) En el contexto del primer vínculo objetal, es decir, con la madre, la libido es narcisista y el propio cuerpo se toma como objeto. Desde el punto de vista del bebé, el mundo exterior no existe, sólo el interior, caracterizado por la magia y la omnipotencia que impone la estructura narcisista. En este momento el vínculo caracterizado por la “Ilusión de unidad”, según la cual “tú eres yo y yo soy tú”, el bebé se siente fusionado con la madre y sólo la ve como una extensión de él mismo (Grinberg, Ib.). Desde esta ausencia de límites yoicos, el aparato psíquico funciona de acuerdo con la incorporación, mecanismo primario de Identificación, en el cual, gracias a la introyección, con total facilidad, lo externo —el placer que proporciona la madre, por ejemplo—, se hace interno y lo interno, —particularmente lo doloroso— se hace externo por medio de la Identificación proyectiva. Por ejemplo, la ira y el dolor, que llevan a destruir al 91


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objeto (Bleger, 1989). La incorporación es similar al acto de comer. El Objeto —la imagen de la madre— es devorado y asimilado, a lo más profundo y básico del mundo interior, a la fantasía del deseo, con lo cual desaparece el objeto. León Grinberg (Ibíd.) dice que la incorporación es un modo de vincularse, arcaico, primario, inmaduro, caracterizado por la total masividad, que permite asimilar el objeto al Self, con una connotación física, casi corporal. Como proceso primario que es, impera el reino del placer y la imperiosa búsqueda de satisfacción inmediata. Melanie Klein (1977) considera que el Yo existe desde el comienzo de la vida en forma rudimentaria y en considerable falta de integración. En los inicios de la vida, en las primeras fases del vínculo objetal, el objeto es dividido en una imagen de la madre buena y una imagen de la madre mala. Esta disociación es necesaria y debe ser mantenida, pues, gracias a ella, la separación entre objeto bueno y objeto malo se conserva y con ello la protección del objeto bueno. Posteriormente, en la medida en que este objeto bueno —escindido originalmente del malo— se fortalezca, estará en capacidad de integrar los aspectos previamente escindidos: El objeto bueno y el objeto malo. Dificultan este proceso la voracidad, el dolor, la ira y la envidia, la idealización extrema, y la Identificación proyectiva, fuerzas derivadas de las tendencias destructivas y la ansiedad persecutoria, que operan desde el interior del aparato psíquico y que pueden ser exacerbadas por carencias reales. Un objeto bueno interior, sólido y arraigado permite preservar la identidad y crear el sentimiento de poseer bondad propia. Así, “se hallará menos expuesto a identificarse con una variedad de objetos en forma indiscriminada, proceso este característico de un Yo débil. Además, la plena Identificación con un objeto bueno es acompañada por el sentimiento de poseer bondad propia” (Klein, 1977, pp. 38 y 48). En este punto es crucial anotar que la presencia de un objeto bueno, es decir, la madre, dadora incondicional, es condición del desarrollo normal, pues pasa a constituir “un punto central en el Yo y en su cohesión” (Klein, 1946). En la medida en que la experiencia y la vida le ofrecen al bebé la presencia de una madre que sabe responder a sus necesidades (Klein, 1977; Segal, 1983; Winnicott, 1960). Según Bion (citado por Grinberg, 1978) del modo en que el infante pueda construir una madre interna buena, no solo sentirá sus necesidades satisfechas, sino que, además, sentirá que es mantenido en vida, y esto 92


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es decisivo y tendrá un impacto profundo en la estructuración de su mundo interior, pues se traducirá en la capacidad de diferenciar entre realidad interior y exterior, de reconocer, por consiguiente, la propia realidad psíquica, su propia destructividad y bondad y la de la madre y en esa medida, asimilará el Objeto bueno —la madre— a él mismo, enriqueciendo su personalidad y la confianza en su propia bondad, vitalidad, riqueza y abundancia. La bondad del Objeto protege al Self (Klein, 1977; Segal, 1982). Así mismo, la introyección de un objeto bueno, será la fuente más importante de desarrollo y crecimiento, permitiendo al bebé el inicio del proceso de diferenciación, alrededor del segundo semestre del primer año de vida, proceso que concluirá y no siempre del todo entre el segundo y tercer año de vida. (Kernberg, 1993 — Blos, 1971). En la situación Edípica o metáfora paterna —cuando la introyección de la ley y la cultura tienen lugar— la Identificación es intensa. Las estructuras del Superyó y el Ideal del Yo son el resultado de profundos procesos de Identificación. La identidad del niño, ahora, se halla enriquecida con dos nuevos componentes. Por una parte, la formación del Superyó y del Ideal del Yo, que permiten la experiencia de la culpa. Por la otra, en relación al desarrollo de la libido, se asume la identidad del género: la niña, se identificará con el ser “castrada” y el niño con lo Fálico. (Mack Brunswick, citado en Fliess, 1981, pp. 119-122; Freud, 1923, p. 2700). En la latencia, fase de profundo fortalecimiento del Yo, el desarrollo libidinal queda suspendido, en el sentido de nuevas metas de desarrollo, no necesariamente en cuanto a la actividad, y deben ocurrir importantes logros que prepararán al niño para enfrentar la adolescencia. La función de la latencia es fortalecer la “autonomía” o independencia de funciones yoicas, como la capacidad de simbolización; de guardar distancia respecto a sí mismo, o de auto observarse y que las relaciones objetales se hayan convertido realmente en identificaciones, lo que implica capacidad de no dejarse influenciar por el medio, (Blos, citado por Reátiga, 2013). Durante la adolescencia, bajo el ímpetu de la regresión pulsional y yoica, predominan las identidades transitorias, circunstanciales y parciales (Kernberg, Aberastury & Knobel, 1986), lo que explica la conducta del adolescente, caracterizada por cambios repentinos y súbitos y en general la inestabilidad. 93


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Otra peculiaridad de la identidad adolescente es, según Meltzer (2007), la bidimensionalidad, lo cual significa que él mismo y los otros se ven de modo inseparable de las características sensuales. La bidimensionalidad, entonces, lleva a la superficialidad y el adolescente es, por esto, esclavo de la moda, la ropa y los signos externos en general (Meltzer, Citado por Botbol, 2007). Anna Freud (1936) resalta, en particular, el gran papel que juega la Identificación en el vínculo del adolescente, señalando que esta llega a ser tal y cual fue en la primera infancia, en la que se buscó primordialmente “la asimilación” con el objeto, hacerse uno con él (p. 180). Es decir, un modelo narcisista de elección objetal, con un alto grado de fusión del Self y el objeto-ideal, en el que se busca primordialmente asimilarse todo lo posible al otro, convertido ahora en el ideal. La tarea de la adolescencia es construir la identidad y desarrollar un auténtico centro interior, que da lugar a lo que se ha llamado el segundo nacimiento o segunda individuación (Blos et al., 1981; Erickson, 1967). La individuación implica, imprescindiblemente, la independencia mental o autonomía. Esta es la mayoría de edad del proyecto de hombre ilustrado de la modernidad Kant (1789); Adorno & Becker, Citados por Jaramillo, (1986). No obstante, el camino es largo y la identidad del adolescente se caracteriza por estar fundamentada en características físicas precisas, en comportamientos típicos y en roles muy precisos, tangibles, y al final de la adolescencia en los sentimientos del momento. El adolescente debe superar esta concreción y alcanzar una identidad caracterizada por la estabilidad, el compromiso, la coherencia y la autenticidad. Dice Blassi, además, que la fortaleza en el compromiso dependerá del deseo, de cómo su identidad se base en los deseos más profundos de la personalidad (2008). La independencia mental, el alejamiento de los padres y un código ético propio, son características subrayadas por Kernberg (1978) en relación al logro de la identidad en la adolescencia. Marcia (1980) considera, que la gran tarea de la adolescencia es lograr un sentido de identidad, estable y auténtico y define cuatro tipos de identidades a las que puede llegar el adolescente. Identidad de logro: Estas personas han realizado compromisos luego de haber seguido un período exploratorio. Usualmente, son los individuos con mejor funcionamiento psicológico dentro de los cuatro estados, su autoestima es relativamente resistente de ser manipulada y no se conforman fácilmente con las 94


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presiones del grupo. Además de esto, mantienen su razonamiento dentro de condiciones estresantes y poseen una alta complejidad y organización en su proceso de pensamiento. De igual forma, han considerado seriamente por lo menos un sistema de creencias diferente al propio, o han participado significativamente de la posición adquirida desde su niñez y ahora se encuentran ellos mismos dentro de una estructura definible ante la cual exhiben un comportamiento comprometido. Identidad moratoria: Estos individuos se encuentran en medio de una crisis de identidad, tratando de asumir un compromiso a través de una exhaustiva exploración de alternativas. Al igual que en la de Logro, son estables en cuanto a su autoestima, no siendo vulnerables a presiones y a demandas de conformidad. De igual forma, su nivel de procedimiento cognitivo excede a los de Identidad de logro y funcionan como el mayor nivel en razonamiento moral entre los estados; sin embargo, no se les encuentra muy frecuentemente en relaciones comprometidas. Las personas en estado moratorio están envueltas en la exploración, lo cual se refleja en su mayor tendencia a la verbalización. Son los eternos jóvenes; como la figura de Peter Pan, se resisten a crecer. Identidad de exclusión. Los individuos en este estado se encuentran comprometidos sin haber atravesado por una fase exploratoria, ya que su identidad ha sido conferida. En algunas, parecen muy similares a los individuos en Identidad de logro, pero sobresale su rigidez y límites en cuanto a su estilo cognitivo, lo que los convierte en los individuos menos flexibles, al igual que los mayormente involucrados con valores autoritarios. Son sencillamente repetidores, perpetuadores de la tradición. Las personas en estado de Exclusión están seguras de la dirección que han elegido, convirtiéndose esto en un importante elemento de identidad para ellos por mucho tiempo. Usualmente, existe una influencia, ya sea de tipo paternal discernible o de otra figura de autoridad presente en el pasado, aun cuando esta no se distinga, indicando que la dirección escogida en un área de su vida fue determinada muy tempranamente, sin ver más alternativas. Identidad de difusión: Estas personas carecen de compromiso o períodos exploratorios, y son completamente diferentes a los otros estados de identidad. Aparecen totalmente vulnerables a la manipulación de autoestima y a presiones de conformidad, son desorganizados en su pensamiento, especialmente bajo condiciones estresantes, lo que los lleva en ocasiones a pensamientos en extremo fantasiosos o dispersos. De igual forma, se encuentran en el nivel más bajo de razonamiento moral. 95


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Trastornos en el proceso de Identificación La identidad psicótica La característica principal de la identidad psicótica es la ausencia de límites yoicos o indiferenciación. Se originan en la fase de organización de la libido o en la de las relaciones objetales, en la que no se ha alcanzado la separación Yo-no Yo, Self-objeto, por lo cual están acompañadas de procesos de introyección e Identificación proyectiva intensos y masivos, comprometiendo el sentido de realidad (Freud, 1910, 1914, 1915; & Segal, 1977 & Rosenfeld, 1978, Kernberg, 1993). Ante las frustraciones de la vida real, las personas con fuerte fijaciones narcisistas —es decir con deficiencias en su proceso separación-individuación— son proclives a desarrollar brotes psicóticos, reemplazando con libido narcisista la libido objetal (Freud 1910, 1914, 1915, 1915[17]; Jacobson, E. 1970). En el contexto de las relacione simbióticas, autores como Jacobson (1970), Bleger (1989) consideran que las relaciones simbióticas cumplen con la función de mantener la parte psicótica de la personalidad controlada. La parte psicótica de la personalidad o núcleo aglutinado —constituido por la aglomeración de múltiples identificaciones primarias, no discriminadas, ni estratificadas— es muy polivalente, lo que le da la cualidad de ambigüedad y puede alternativamente funcionar de manera muy divergente y en polarizaciones extremas, de acuerdo con el predominio circunstancial de alguno de sus componentes dentro de la misma. El mimetismo, la metamorfosis, la ecolalia, la ecopraxia y la imitación tiene son el resultado de la ambigüedad y de la polarización (Bleger, 1989). La Identidad en el limítrofe Kernberg (1984) sostiene, que los pacientes con organización límite, típicamente presentan difusión de identidad, con unidades conformadas por representaciones de sí mismo y representaciones objetales provenientes de lazos afectivos muy primitivos y escindidos. El diagnóstico de la Organización límite de la personalidad, implica antigua estructuras intra- psíquicas, que ahora tienen una experiencia autónoma (Kernberg, 1984). Modell —quien ha contribuido decisivamente a esclarecer la estructura limítrofe—, según Coderch (1991), considera que lo distintivo del limítrofe es la naturaleza primitiva de sus vínculos, tal cual las de un niño con su peluche 96


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favorito, el cual es externo, pero sin vida propia. Así mismo, en la Transferencia, el Analista-Objeto es “reconocido como externo al Self, pero no reconocido como un individuo separado, sino investido totalmente con las cualidades que le proyecta el paciente”, (Coderch 1991, p. 341). Tal como en el concepto de “Objeto transicional” de Winnicott (1971), el cual se aplica a la relación del niño con un objeto inanimado, el analista se concibe como alguien separado, pero distorsionado por las fantasías del Sujeto. Agrega Coderch, (Ib.) que el término “transicional” implica una dosis de confusión entre Self y objeto, es decir, de narcisismo. Rosenfeld hace referencia a la “indiferencia” de la que habló Freud sobre el narcisista, y anota que la “Identificación es un factor importante en las relaciones de objeto narcisistas” (Rosenfeld, 1978, p. 201). El limítrofe no puede admitir la separación entre él y el otro, pues esto significaría admitir sentimientos de dependencia, reconocimiento del amor por él y de su valor, lo cual desencadenaría terrible ansiedad por la frustración, que el otro inevitablemente va a ocasionar, y envidia. Desde desarrollos más recientes, en el marco de los teóricos del apego se considera que la personalidad limítrofe se relaciona con un tipo de apego desorganizado. Ante un cuidador asustado o atemorizante el infante incluye, como parte de sí mismo, el sentimiento de su madre de ira, odio o miedo y la imagen de sí mismo como atemorizante o inmanejable. Esta dolorosa imagen debe entonces externalizarse —a manera de acting out—, para adquirir una representación más soportable. El comportamiento de apego desorganizado del niño —interacciones controladoras y crueles con el cuidador— y más tarde del limítrofe, debe entenderse como un intento por hacer desaparecer los aspectos insoportables de la auto representación y constituye un núcleo disociado del Self. Estas conductas de impulsividad tienen que ver “no con la internalización de la representación materna del Self, sino con la representación de la madre dentro del Self” (Fonagy, 1999, p. 4). La personalidad “como si”, según Helen Deutsch, hace referencia a un tipo de persona aparentemente funcional, pero que carece de genuinidad o sentimientos auténticos. Puede establecer relaciones, pero careciendo de la profundidad y hondura que da un centro interior y un sentido de identidad sólido y estable; con un matiz infantil, buscan básicamente imitar al otro, para llenar el sentido de identidad que carecen. Actúan, pues, a la manera del Camaleón, que cambia el color de su piel de acuerdo con el contexto (Coderch, 1975). 97


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El Falso Self de Winnicott Es un principio de vida —y, por consiguiente, de salud— que sólo cuando se ha desarrollado un sentido de identidad auténtico, basado en los más profundos y genuinos deseos, puede sentirse intensamente. Sólo el Self Verdadero siente realmente. Winnicott (et al., 1965) ha desarrollado la teoría del Falso-Self para explicar una estructura de identidad u organización del Yo que tiene como eje organizador el exceso de complacencia y adaptación a las exigencias del entorno, en detrimento las necesidades propias y genuinas y que cumple la función de proteger al individuo de la realidad interior. En el contexto de la relación entre los procesos de maduración y un ambiente facilitador, Winnicott (Ib.) plantea, que el concepto de Falso Self no es estrictamente de carácter psicoanalítico y guarda relación con la noción filosófica y religiosa del término. Es decir, con la idea de inautenticidad, falsedad y falta de conexión emocional. En la literatura psicoanalítica, cuando Freud señala que el Yo desarrolla la capacidad de adaptarse a las exigencias del entorno, Freud (1923) está esbozando ya lo que podría considerarse las bases, el planteamiento del problema, representado por el dilema inherente a la existencia humana de escoger entre lo que se desea y las exigencias de la realidad. Winnicott (Ib.) emplea la analogía del Teatro para ilustrar este conflicto entre deseo y realidad y, con él, el dilema entre Verdadero y Falso Self. Dice que es como si hubiera que representar una escena de teatro en la que habría dos clases de actores: Esos que después de actuar el papel que les corresponde no sabrían, ni podrían ser más ellos mismos; sin un papel que actuar y sin el reconocimiento de los aplausos se sienten perdidos. Están aquellos otros que actúan su papel, pero también pueden ser ellos mismos después de la escena. Los primeros representan a aquellos organizados alrededor de un Falso Self. Los segundos corresponden a aquellos que tienen la existencia propia del Verdadero Self. La organización del Falso Self puede verse como un continuo que va desde su forma más extrema y dramática, cuando el Falso-Self constituye la experiencia permanente del individuo, con todo el sentimiento de futilidad que acompaña a una vida en la que no se existe, sino que se reduce a actuar por reacción, hasta su forma más benigna en la condición de salud, en la personalidad integrada del individuo adulto, con riqueza interior, que sabe que, de algún modo, debe 98


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adaptarse a algunos condiciones del entorno, cumpliendo con las mentiras sociales y las expectativas socialmente deseables en general. Existen pues distintos niveles de Falso Self, dentro de este continuo. Winnicott los describe como sigue: Nivel uno: Es el grado más extremo de Falso Self. La escisión entre Falso y Verdadero Self aquí es profunda. Con el Verdadero totalmente disociado, el Falso se presenta como el real. En las relaciones de trabajo, en las interpersonales y en toda la vida del individuo afectado, el Falso Self, eventualmente, comienza a mostrar alguna carencia profunda. La persona afectada, usualmente, busca ayuda motivada por el sentimiento de futilidad y desesperanza, a pesar del aparente éxito social. Nivel dos: Menos grave que el anterior, el Falso Self defiende al Verdadero y este es reconocido en el nivel de una vida secreta interior. En cierto sentido, esto sería una extensión del concepto de valor de los síntomas o defensa en la persona enferma. Nivel tres: El Falso Self tiene como principal propósito la búsqueda de condiciones, las cuáles hagan posible la vida para el Verdadero Self. En ocasiones cuando estas condiciones no se encuentran, el resultado es el suicidio. En este contexto, el suicidio tiene por objetivo evitar la destrucción del Falso Self. Nivel cuarto: El Falso Self se ha desarrollado sobre la base de identificaciones con un ambiente que sobrevalora la organización del Falso Self. Nivel quinto: En un nivel saludable, el Falso Self está representado por la capacidad del individuo sano de desarrollar una actitud amable y socialmente aceptada. En cierto modo, es una protección contra una sensibilidad a flor de piel. (Winnicott, 1965) El Origen del Falso Self El papel jugado por un contexto facilitador en el desarrollo y en los procesos de maduración es un postulado fundamental en Winnicott. En el caso del Falso Self, su origen se remonta a las primeras relaciones objetales, es decir, con la madre. En las primeras etapas de la vida, el infante 99


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experimenta alto grado de desintegración, y la cohesión y la integración del aparato psíquico del bebé, de su yo, dependen totalmente de la capacidad de sostén, identificación y devoción que la madre experimente hacia él y sus necesidades. Permanentemente, el bebé expresa sus más profundos, básicos y deseos y necesidades primarias, por medio de gestos y señales de comunicación. Gestos y señales que expresan su Verdadero Self. Lo importante, en este momento, es cómo la madre se conecta con la infantil omnipotencia expresada —como se dijo anteriormente—, por medio de la espontaneidad de gestos y señales. El papel jugado aquí por la madre es decisivo y Winnicott caracteriza dos tipos de posiciones que puede asumir la madre en función de su capacidad para responder y adaptarse a las necesidades del bebé. La posición de la madre, que Winnicott llama “suficientemente buena” (1965, p. 145) es aquella caracterizada por la identificación con las necesidades del niño y la devoción. La madre suficientemente buena es aquella capaz de conectarse con la omnipotencia del bebé, de modo que comprende e interpreta adecuadamente sus necesidades. Con la repetición permanente de esta pauta, en la que es la madre la que se adapta al bebé, el Verdadero Self del niño empieza a fortalecerse y a tener vida, gracias al apoyo que la madre le ha brindado a su omnipotencia, a sus necesidades e impulsos. Podría sintetizarse lo anterior con la afirmación, de que la parte fundamental de la teoría del Falso Self de Winnicott tiene que ver con que el Verdadero Self, es el resultado y sólo puede convertirse en realidad a partir del éxito de la madre en conectarse repetida y permanentemente con las señales de comunicación, los gestos espontáneos y el mundo sensorio, alucinante del bebé. Cuando la adaptación de la madre al bebé es suficientemente buena, adaptándose e interpretando adecuadamente sus gestos y necesidades, él comenzará a creer y a enlazar los eventos de la realidad exterior, los cuales se presentan como por [arte de] magia, con la expresión de sus impulsos. El bebé experimenta la ilusión de que él puede crear e imaginar la realidad exterior (por que la madre precisamente ha alimentado esa omnipotencia). Esa conexión entre espontaneidad en la expresión de impulsos y realidad exterior —que permite crear e imaginar— es la base de la formación de los símbolos; por definición, una combinación de deseo y realidad. En la medida en que se mantiene de manera firme y estable la conexión de la madre con las señales y necesidades del bebé, el símbolo inicial no solo es creado, sino también es catectizado y fortalecido.

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Winnicott (1972) describe el momento del encuentro en los siguientes pasos: a) El bebé es capaz de concebir la idea de que algo podría satisfacer la creciente necesidad que surge de la tensión instintiva. b) En este momento se presenta la madre, le ofrece su pecho y su ansia de alimentarlo. c) En el bebé se produce la ilusión de que algo en el exterior corresponde o coincide con su creación. En otras palabreas, hay una coincidencia entre lo que el bebé concibe y lo que la madre proporciona. Una coincidencia entre realidad interior y exterior. d) Eventualmente, la madre debe ser capaz, gradualmente, de desilusionar el bebé. No obstante, de este encuentro entre fantasía-percepción de la madre y realidad interior-mundo exterior surge lo que Winnicott ha llamado Zona intermedia de experiencia y Objeto transicional, lo cual constituye una zona en la que, predominando la ilusión, se mezclan realidad interior y exterior. Durante la infancia, la experiencia en esta zona ofrece alivio a la tensión y está representada por los momentos en que el niño se pierde en los juegos. En el adulto, esta zona se conserva intermediada de experiencia, gracias a las profundas experiencias que el arte, la religión, la actividad científica creativa e imaginación en general ofrecen (Winnicott, 1972). En pocas palabras, la madre suficientemente buena es la que proporciona al bebé la oportunidad de crear, a partir de la satisfacción de sus necesidades. En la vida adulta, este afortunado encuentro se reflejará en la organización del Yo en la que prevalece el Verdadero Self, caracterizado por la espontaneidad, la creatividad y en la capacidad de sublimar aquella Zona intermedia de experiencia inicial, propia del mundo de la ilusión por medio la experiencia del arte, la religión y, en la vida cultural en general (Winnicott, et al., 1960). En contraste, desde otra posición, la madre que no es suficientemente buena es incapaz de apoyar la omnipotencia del bebé y fracasa en la capacidad de interpretar adecuadamente y conectarse con sus gestos y señales; es el infante quien debe adaptarse a ella. Esta adaptación original del bebé a las necesidades del entorno constituye el origen del Falso Self, y obedece a la inhabilidad materna de conectarse a sus necesidades.

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En esta situación desafortunada, cuando la madre no es lo suficientemente buena, el infante se mantiene aislado, viviendo, pero falsamente, y la protesta contra el haber sido forzado a una falsa existencia se reconoce durante las primeras etapas de la vida en irritabilidad general y otras formas de perturbaciones que podrían, eventualmente, desaparecer y manifestarse clínicamente sólo más tarde. No obstante, la principal consecuencia de este Falso Self original, es que el niño cae en la permanente disposición de reaccionar al ambiente en forma de complacencia. A través de este Falso Self, desarrolla todo un juego de modos de relación y, por medio de introyecciones, consigue la apariencia de ser real, logrando crecer cómo la madre, la enfermera, el tío, el hermano y cualquiera que sea el personaje que domine la escena. El Falso Self tiene por principal propósito esconder el Verdadero Self de las exigencias del ambiente. En los casos extremos de Falso Self la vida del niño es carente de espontaneidad, y la complacencia marcada por la imitación es el principal rasgo. En la vida adulta el predominio de este Falso Self se refleja en una vida de pobreza interior, carente de símbolos y significado. La persona cuyo Yo se ha organizado alrededor del Falso Self, difícilmente encontrará sosiego y paz interior y vivirá solo para responder a las continuas exigencias y presiones sociales. Meltzer (1966) ha descrito una constelación del carácter que denomina “Pseudo madurez” caracterizada por aparentes rasgos de madurez de aparición precoz, tales como docilidad, amabilidad, capacidad de servicio, preferencia por compañías adultas, gran capacidad verbal, distanciamiento, intolerancia a la crítica y carácter dominador. Cuando esta coraza de aparente madurez se derrumba, sea por la frustración o ansiedad, entonces aparece un cuadro marcado por la virulencia en rabietas, manchas por incontinencia fecal, intento de suicidio, abuso de otros niños, quejas a extraños sobre maltrato de adultos, crueldad con animales, etcétera. Este tipo de adaptación aparente o “pseudo madurez” se conserva en la vida adulta, trayendo consigo el sentimiento permanente de fraudulencia, soledad, impotencia sexual —a menos que sea estimulada por la secreta fantasía perversa—, confusión entre lo bueno y lo malo e insatisfacción general. La manera de compensar tal condición es la presunción y el esnobismo. La combinación de tres condiciones se encuentra en la raíz de este carácter: una sobrevaloración narcisística de las heces; confusión extrema alrededor de la zona anal, reflejada especialmente en la confusión del ano con la vagina 102


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y heces con falo, y las fantasías de Identificación proyectiva operando en los hábitos anales. Concretamente, en la masturbación anal, en la que juega un gran papel la Identificación proyectiva, y de la cual ya se había referido Freud cuando hablaba del erotismo anal (Freud, 1905 & Klein, 1946), al establecer también una estrecha relación entre la Identificación proyectiva y tendencias sádico anales, se encuentra el meollo del Carácter pseudo maduro de Meltzer. Probablemente, una inadecuada escisión anterior a la época del destete y, posiblemente, estimulada por inadecuadas exigencias de limpieza o por la llegada de un hermano, generó la excesiva idealización del ano y sus contenidos fecales. Esta idealización estaría basada en una confusión en la que, por identidad proyectiva, se confunden las nalgas con las de la madre y, a su vez, estas con sus pechos. Una especie de oralización de lo anal. En situaciones de análisis se encuentra la fantasía que sigue: Después de ser alimentado, por Identificación proyectiva, el bebé iguala los pechos de la madre con las propias nalgas y empieza la masturbación con las mismas. Idealizando su redondez y suavidad, explora con los dedos hasta alcanzar las heces contenidas. En el acto de penetración, se encuentra la fantasía de secreta penetración en el ano de la madre, de robar su contenido, retenido por ella para alimentar al padre y a los niños internos. Los efectos de la masturbación anal son de dos tipos: idealización del recto como fuente de alimento y la identificación con la madre interna hace que los límites entre el niño y la madre adulta se borren, participando el niño de sus prerrogativas y capacidades. La confusión oral-anal; pechos-nalgas, se extiende también al período fálico, de modo que, la excitación y voluptuosidad que acompaña la masturbación anal se colorea de matices fálicos en la fantasía perversa de un coito sadomasoquista, en el cual los padres internos se hacen daño mutuamente. La Identificación proyectiva opera sobre los padres internos no solo por la violenta intrusión en ellos, sino también por la naturaleza violenta de la interacción entre ellos. Vale la pena referirse un poco al término ‘confusión’. Dice Melanie Klein que, cuando las necesidades orales no son suficientemente satisfechas como para permitir que la gratitud se sobreponga a la envidia, se genera un “esfumamiento” (Klein,1977) de los límites entre los impulsos orales, anales y genitales. Normalmente, estos se superponen, pero en situaciones de extrema carencia, 103


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la superposición se convierte en una incapacidad de experimentar en la medida necesaria y a su debido tiempo, de acuerdo con el período del desarrollo, la predominancia de una de estas tendencias. Conclusiones y reflexión final En la construcción de la identidad intervienen toda clase de factores, desde los más internos, íntimos y privados hasta los más específicos y globales del contexto social. En la revisión teórica presentada en este documento se ha hecho énfasis en los primeros de esta serie de factores, los relacionados con lo que, desde la perspectiva Psicodinámica, se ha llamado el vínculo con el objeto primario, es decir la madre, como fuente primera de formación del Yo y de la identidad; la introyección de la cultura por medio de los padres en la fase edípica y la segunda individuación del individuo, al concluir la adolescencia. Todos estos procesos están mediados en mayor o menor grado por los factores sociales locales y globales del contexto y la sociedad a la que se pertenezca. Ante la apatía, el pragmatismo y la indiferencia que lleva a los jóvenes a sobrevalorar lo inmediato y fácil, por encima de lo importante, significativo y que exige esfuerzo, concentración y dedicación; la sobrevaloración de lo externo, la imagen y la satisfacción inmediata y la tendencia a ser repetidor de la tradición (ver página 2) se plantea de inmediato la pregunta: ¿El contexto que está ofreciendo el mundo adulto a los jóvenes en Colombia, está representando realmente un sostén, un sentido, un espacio donde encontrar significado para las necesidades vitales y existenciales del joven? Considerando el contexto y la lógica que mueve la vida colombiana, y desde una apretada síntesis, se puede decir que Colombia es el país de la diversidad y los contrastes. Desde todo ámbito, geográfico cultural y social es una tierra diversa y compleja. En la sociedad colombiana se conjugan elementos de pre-modernidad y de modernidad permeados por la desigualdad social y pobreza (Reátiga, 2013). Así mismo, la globalización y la conectividad ejercen un profundo impacto como medios de subjetivación o desarrollo de identidad. Como resultado de esta complejidad, todos los procesos relacionados con la formación del individuo, desde la educación hasta la crianza materna, se tornan sumamente complejos y afectados por supuesto por las dinámicas sociales contemporáneas.

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La familia colombiana, por ejemplo, se halla en proceso de transición, desde un modelo patriarcal, de inspiración católica tradicional a un modelo de familia democrática. Como resultado de ello, se ha dicho que una de sus características más destacadas es el incumplimiento de funciones; los niños institucionalizados —cuando las tareas básicas de atención y cuidado se ejercen por instituciones, no por los padres—; la jefatura femenina –el 34% de los hogares colombianos están conformados por madres cabezas de hogar— y la tiranía de los hijos. (Muñoz Villa, citado por Reátiga, 2013) Dentro de este estado de cosas, y pensando en concreto en el adolescente, un elemento importante en sus vidas es la soledad (Erazo Caicedo y Muñoz, 2007, citados por Reátiga, 2013) y el profundo impacto que ejerce en sus vidas el mundo virtual, como factor de subjetivación o formación de identidad. (Ibídem) Por consiguiente, ese mundo de estimulación sensible, propio del mundo virtual, donde el “como si” prevalece sobre la sustancia, enalteciendo lo banal, el exhibicionismo y la curiosidad enfermiza, deja su impronta en la manera de ser del adolescente típico: Una forma de pensar intuitiva, simultánea y sintética; la mayor facilidad para confundir fantasía y realidad; imaginación y razón; información y saber; arte y ciencia; saber experto y experiencia profana; las relaciones sociales se hacen efímeras, líquidas y rápidas. (Ibíd.) Todo este estado de cosas puede sintetizarse así: El adolescente —y el joven típico colombiano— vive y funciona siguiendo de modo irrestricto las presiones y dictados del contexto. Fácilmente influenciable, carece de recursos internos sólidos que le permitan oponerse, cuestionar y diferenciarse de la corriente que domina la sociedad. En un mundo donde todo es líquido y efímero, donde hay tanta información y el horizonte es amplio, donde los medios de comunicación manejan las motivaciones y sentimientos de las personas, cuando no hay elementos internos como referentes sólidos capaces de resistirse a los embates y presiones del contexto —como esas identidades abstractas y neutrales, producto de la sublimación de la que nos habla Kernberg y que permiten orientar la propia vida y apreciar los verdaderos valores humanos [tales como la dignidad humana, los auténticos lazos afectivos, el valor de la esperanza, la fe y el trabajo como fuerzas internas, el amor por la verdad, la justicia y la Democracia, la belleza del mundo y la 105


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que deriva de las profundidades del espíritu humano]—, la desorientación es profunda y la imitación es lo que prevalece. Imitación a la que se refiere Winnicott con su noción de Falso-Self; Deutch, en la personalidad camaleónica, que cambia de acuerdo con el contexto; Meltzer (1966) en la aparente adecuación y madurez del Carácter pseudo-maduro. Siguiendo la metáfora empleada por Winnicott sobre el Falso Self, quizá los jóvenes adolescentes sean como esos actores que una vez cumplen con el papel de la escena, se sienten perdidos. Por eso se adhieren al papel. Mucha razón tiene el profesor Brainsky, cuando dijo que el hijo sobre-estimulado o invadido del siglo XXI no encuentra una respuesta emocional suficiente en su entorno; los niños no hallan imagos parentales idealizables, lo que se convierte en un problema paradigmático del mundo occidental, cuando se destruyen las estructuras humanísticas que lo sustentaban. El niño no logra construirse con fortaleza y se proyectará más tarde en el ser frágil, vulnerable y vacío del adulto (Brainsky, 1996). Probablemente, los jóvenes que hoy están adaptados, sumisos y conformes a las necesidades de la sociedad —pero tan carentes de autonomía—, y tan frágiles como para recurrir al suicidio como solución de sus problemas, fueron anteriormente bebés juiciosos y mansos, bien adaptados a las necesidades de quien cumpliera con la función madre y no contaron con un objeto suficientemente bueno que permitiera la adecuada introyección y su transformación en núcleos yoicos sólidos. En lugar de esto, desde los inicios se hallan expuestos a identificarse con una variedad de objetos en forma indiscriminada. Paradójicamente, en Colombia varias experiencias muestran que, justamente aquellos jóvenes golpeados por la adversidad, que víctimas del conflicto armado tuvieron que enfrentar además de la pérdida de seres entrañablemente queridos, como el padre, tíos y familiares, el desplazamiento forzado, tuvieron la oportunidad de reconstruir su identidad, a pesar del dolor a partir del reconocimiento de su historia, su territorio, el reconocimiento del dolor y sus angustias vitales; la confrontación con la realidad; la crítica y el cuestionamiento del orden social y el fortalecimiento de la autonomía por medio de la resignificación o reinterpretación de sus condiciones sociales. Es decir, estos jóvenes pudieron reinterpretar su realidad, pudieron soñar nuevamente y encontraron la oportunidad para comprometerse y actuar de cara a sus sueños (Reátiga, 2013). 106


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Se cierra esta conclusión esta revisión con una cita de Donald Winnicott (1971): “Hacen falta adultos si se quiere que los adolescentes tengan vida y vivacidad.”

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Revista Psicoanálisis, Vol. XXVIII, N° 1, enero-junio/2016 Revista Psicoanálisis, Vol. XXVIII, N° 1, enero-junio/2016

Psicoterapia psicoanalítica con niños con deficiencias mentales Alicia Fagliano1 Artículo Original Recibido: agosto 2015 Aprobado: noviembre 2015

Resumen El presente trabajo intenta mostrar la posibilidad de aplicar la hora de juego psicoanalítica, con niños que presentan deficiencia mental como consecuencia de problemáticas orgánicas, congénitas o adquiridas. La observación clínica muestra que muchos de los desajustes en la conducta, comunicación, proceso de socialización e impasses en los procesos de aprendizaje de esos niños, se deben a fallas en el desarrollo emocional que alteran una adecuada diferenciación entre el mundo del Yo y el no- Yo, provocando desajustes más o menos graves en su desarrollo mental. La terapéutica, en estos casos, se basa en el abordaje lo más temprano posible de la situación familiar, obrando como contención de las ansiedades, ayudando a la elaboración de la situación traumática y acompañando a los padres para que establezcan un contacto sensible con el niño basado en la comprensión de sus necesidades. Posteriormente, cuando el niño puede permanecer confiado con el terapeuta, se intenta comenzar el trabajo de psicoterapia de juego, dentro del 1

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Miembro Titular de la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires. Presentado en el 49° Congreso de Boston 2015; afagliano@gmail.com


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marco propuesto por Psicoanálisis de niños, implementando las modificaciones necesarias para cada caso. Palabras clave: Deficiencia mental -psicoterapia psicoanalítica – desarrollo del Self–Contratransferencia – ampliación del campo de aplicación del tratamiento psicoanalítico en niños.

Psychoanalytic psychotherapy with mentally handicapped children Abstract This work shows the possibility of applying the psychoanalytical session of playing, on children presenting any kind of mental handicaps, as result of organic problems, either connate or acquired. The clinical observation shows that many of the problems in emotional behaviour are due to the lack of adequate separation between the notion of self and external world, causing psychopathological situations of different impact that add to the initial handicap. The psychoanalytical treatment in these cases is based on the early treatment of the family situation, checking anxieties and helping the understanding of the traumatic situation of the parents, so they can establish sensitive contact with the child, based on the understanding of his emotional needs. Afterwards, when the child trusts his therapist, it is possible to begin the treatment within the frame of children psychoanalysis, with the necessary changes on the proper technique for each case. Key words: Mental handicap – Psychoanalytic Therapy – development of the self – countertransference with mentally handicapped children – extend the boundaries of application of psychoanalytical treatment for children.

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Psicoterapia psicanalítica com crianças com necessidades especiais mentais Resumo2 Este trabalho pretende mostrar a possibilidade de aplicar a hora de jogo psicanalítica com crianças que apresentam necessidades especiais mentais como consequência de problemáticas orgânicas, congênitas ou adquiridas. A observação clínica mostra que muitos dos desajustes no comportamento, na comunicação, no processo de socialização e nos impasses nos processos de aprendizagem dessas crianças se devem a falhas no desenvolvimento emocional que alteram uma adequada diferenciação entre o mundo do eu e o não eu, provocando desajustes mais ou menos graves em seu desenvolvimento mental. A terapêutica, nesses casos, baseia-se na abordagem, o mais cedo possível, da situação familiar, operando como contenção das ansiedades, ajudando na elaboração da situação traumática e acompanhando os pais para que estabeleçam um contato sensível com a criança baseado na compreensão de suas necessidades. Logo depois, quando a criança pode confiar no terapeuta, tenta-se começar o trabalho de psicoterapia de jogo, no âmbito proposto pela psicanálise de crianças, implantando as modificações necessárias para cada caso. Palavras-chave: necessidades especiais mentais, psicoterapia psicanalítica, desenvolvimento do self, contratransferência, ampliação do campo de aplicação do tratamento psicanalítico em crianças. El campo de aplicación del Psicoanálisis como psicoterapia, ha ido ampliándose constantemente, tal como de manera visionaria lo imaginó Freud (1918). El tratamiento de la deficiencia mental en niños, ha sido tenido en cuenta como una consecuencia de trastornos neuróticos graves o de psicosis, pero siempre que la estructura de base del sistema nervioso sea normal y que no han existido trastornos genéticos o lesionales. En el caso del análisis de niños, alrededor de 1920 se sentaron las bases efectivas para abordar el tratamiento de pacientes muy pequeños, con 2

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Traducción Portugués: Roanita Dalpiaz; roanitad@gmail.com


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severos trastornos del desarrollo que hubieran alcanzado un nivel de inteligencia normal, de no mediar dificultades más o menos graves en los vínculos primarios. Para los niños que presentan trastornos severos del desarrollo por deficiencia mental, provocada por síndromes genéticos o como consecuencia de lesiones cerebrales, en general, se enfocan las dificultades emocionales como defectos que ocurren a consecuencia de su enfermedad en el momento de nacer. Los tratamientos que se inician con ellos, aún desde muy pequeños, son de tipo reeducativo, medicamentoso, de escolaridad especial, pero en pocas oportunidades se evalúa la posibilidad de incluir el tratamiento psicoterapéutico. En la literatura psicoanalítica, escasean los trabajos donde se intenta el abordaje específicamente psicoterapéutico de estos niños. En este trabajo intento plantear con mayor amplitud, la comprensión psicoanalítica para los niños con deficiencias mentales y las consecuentes ventajas para el desarrollo integral de su personalidad, que redunda en una mejor calidad de vida, tanto del niño como de la familia. Existe, en el ámbito psicoterapéutico en general, y psicoanalítico en particular, el concepto de que quienes padecen este tipo de patología por causas genéticas o lesionales no son personas que puedan beneficiarse con un tratamiento de psicoterapia individual. Sabemos que el desarrollo de la inteligencia en niños con estas dificultades no alcanza la complejidad del pensamiento simbólico de un sujeto con una dotación ‘normal’ del Sistema Nervioso, sino que, en el mejor de los casos, en deficiencias leves, alcanza el nivel de ciertas operaciones lógicas concretas. Pasaré ahora a precisar el uso de los términos, para ubicar la población de niños a los que me referiré. Ésta se circunscribe específicamente, en el campo de las oligofrenias o retraso mental, como trastornos deficitarios producidos por causas genéticas o no genéticas (malformaciones, aberraciones cromosómicas u oligofrenias adquiridas de origen prenatal, natal perinatal y postnatal), para diferenciarlos del campo de las deficiencias mentales como consecuencia de severos trastornos del desarrollo, por ejemplo, como las psicosis infantiles o neurosis graves. Un factor que, además, dificulta el abordaje, es el de las fallas del desarrollo del lenguaje, dado que es limitado y de aparición tardía; en muchos casos pla115


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gado de dislalias y en otros sin desarrollo, en quienes sólo encontré la aparición de algunas sílabas. En el caso de bebés o niños muy pequeños, suele indicarse tratamientos de estimulación temprana antes que algún tipo de tratamiento psicológico o de contención familiar. Paradójicamente, casi únicamente los niños dotados de un bagaje intelectual supuestamente normal (dado que no habría patologías orgánicas o genéticas de base en la acusación del trastorno) podrían acceder al tratamiento psicoterapéutico, aunque se encuentren severamente limitados en su capacidad de comunicación, expresión y pensamiento. Esto ocurre en el caso de niños psicóticos, a los que se supone con un potencial intelectual normal o superior a pesar de presentar severos déficits de simbolización y de comunicación que los hace discapacitados mentales. Con frecuencia, el panorama se hace más complejo debido a la aparición de un interrogante, en cierto modo “utilitario”, tanto en los padres como en la comunidad médica y pedagógica: ¿Vale la pena invertir los esfuerzos que implican la prosecución de una psicoterapia a largo plazo, en un niño que presenta desde el inicio de su vida un panorama de desarrollo limitado, ya que posiblemente no pueda adquirir la autonomía necesaria para autovalerse cuando llegue a edad adulta? ¿Se obtendría algún beneficio que pudiera cambiar las condiciones de vida de estos niños? Antecedentes teórico clínicos. Reflexiones Probablemente, esta idea de exclusión del abordaje en psicoterapia de niños deficientes mentales, haya quedado instalada a partir de ciertas afirmaciones de Freud que tienen su fundamento en los términos en que pensaba el método psicoanalítico y a qué tipo de pacientes se podía aplicar con éxito. En la sexualidad en la etiología de las neurosis (1898): La terapia psicoanalítica no es por el momento de aplicación universal; tengo noticia de las siguientes limitaciones: exige cierto grado de madurez e intelección en el enfermo, y por eso es inepta para personas infantiles o adultos imbéciles o incultos (p. 274, Tomo III).

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Más adelante, agrega: “Considero muy posible que se puedan desarrollar procedimientos complementarios para niños y para el público que demanda asistencia en los hospitales”. En el método psicoanalítico (1904): La persona que haya de someterse con provecho al Psicoanálisis debe llenar muchos requisitos. […] Además corresponde exigirle cierto grado de inteligencia natural y de desarrollo ético; en personas carentes de todo valor, el médico pronto pierde el interés que le permite profundizar en la vida anímica del enfermo (p. 241, Tomo VII).

En sobre psicoterapia, (1905): Ahora bien, la psicoterapia analítica no es un procedimiento para tratar la degeneración neuropática; al contrario, encuentra en esta su límite. […] No descarto totalmente que una modificación apropiada del procedimiento nos permita superar esa contraindicación y abordar aun así una psicoterapia de las psicosis (p. 253, Tomo VII).

Creo que estas afirmaciones desanimaron la posibilidad de imaginar una psicoterapia en un niño o joven deficiente mental, ya que la inteligencia y el lenguaje son factores indispensables para considerar el abordaje psicoterapéutico en general y psicoanalítico en particular. Recordemos que, a pesar de estas afirmaciones, el mismo Freud consideraba con optimismo que la aplicación de su método pudiera ser ampliada en el futuro a otros tipos de patologías. El progreso del conocimiento y la experiencia conducirían a establecer las modificaciones técnicas necesarias para ampliar el campo de trabajo. En Conferencia 28, La terapia analítica (1916): “Como ustedes saben, la terapia analítica es joven; se requirió largo tiempo hasta que pudieran establecerse su técnica, y ello sólo pudo hacerse en el trabajo mismo y merced a la experiencia creciente” (p. 417, Tomo XVI). En nuevos caminos de la terapia psicoanalítica (1918): Por otro lado, puede preverse que alguna vez la conciencia moral de la sociedad despertará y le recordará que el pobre no tiene menores derechos a la terapia 117


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anímica que los que ya se le acuerdan a la cirugía básica. Y que las neurosis no constituyen menor amenaza para la salud popular que la tuberculosis, y, por tanto, lo mismo que a esta, no se las puede dejar libradas al impotente cuidado del individuo de las filas del pueblo. Se crearán entonces sanatorios o lugares de consulta a los que se asignarán médicos de formación psicoanalítica, quienes aplicando el análisis volverán más capaces de resistencia y más productivos […], a niños a quienes sólo les aguarda la opción entre el embrutecimiento o la neurosis (p. 162, Tomo XVII).

En la misma obra concluye: Y también es muy probable que en la aplicación de nuestra terapia a las masas nos veamos precisados a alear el oro puro del análisis con el cobre de la sugestión directa […]. Pero cualquiera sea la forma futura de esta psicoterapia para el pueblo, y no importa qué elementos la constituyan finalmente, no cabe ninguna duda de que sus ingredientes más eficaces e importantes seguirán siendo los que ella tome del Psicoanálisis riguroso, ajeno a todo partidismo. (p. 163, Tomo XVII)

La tarea que propongo, por difícil que resulte, es evitar un mayor deterioro afectivo y cognitivo y la institucionalización sin retorno de un joven o adulto deficiente mental. Para que esto ocurra, el sujeto debe tener la oportunidad de desarrollar un Self consistente, hasta donde sus propias condiciones se lo permitan. En la historia del desarrollo de las teorías psicoanalíticas, se puede observar cómo las afirmaciones de Freud acerca del progreso y extensión de la psicoterapia psicoanalítica, que han ocurrido a partir de los aportes teóricos y clínicos fundamentales de las escuelas francesa e inglesa, se están cumpliendo. Esto permitió el abordaje de pacientes psicóticos, de niños pequeños y de pacientes severamente perturbados. Melanie Klein trata el problema de las inhibiciones intelectuales desde sus primeros artículos. En Análisis infantil (1923), artículo donde se ocupa de estudiar la inhibición neurótica del talento, afirma que: […] la ausencia o presencia de capacidades (o incluso el grado en que están presentes), aunque parezcan determinadas simplemente por factores constitucionales y formando parte del desarrollo de los instintos del Yo, demuestran estar determinados igualmente por otros factores, libidinales, y ser susceptibles de cambiar a través del análisis. (p. 95)

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Dentro del Psicoanálisis, ha sido Maud Mannoni (1964) quien, en su libro El niño retardado y su madre, introdujo dentro del campo clínico las problemáticas emocionales de los niños retardados y los prejuicios sociales (incluidos los de los propios psicoterapeutas) que niegan el advenimiento de la propia subjetividad. Ann Álvarez, en su libro Live Company (2001), al hacer una reseña de la ampliación del campo de aplicación del método psicoanalítico, resalta la influencia de Donald Winnicott y los nuevos campos de tratamiento que el Psicoanálisis ha inaugurado en los últimos tiempos. Ha habido posteriores desarrollos, muchos de ellos en el área de la psiquiatría preventiva. Las enseñanzas de Donald Winnicott, el gran pediatra y analista de niños, han inspirado a los terapeutas de niños ya entrenados en la observación de infantes, a comenzar a trabajar en seguimiento de bebés y en unidades obstétricas y pediátricas en hospitales generales para ayudar a las madres de bebés angustiados con problemas de alimentación o de sueño (Daws, 1989). A algunos de ellos se los convoca para ayudar a madres con bebés que parecen demasiado aislados por razones de salud y por su propio bien. Algunos son consultados en centros de día para los bebés y niños menores de cinco años, algunos otros en hogares residenciales de niños y en unidades de bebés prematuros. Otros están trabajando con niños con sufrimiento emocional de niños discapacitados físicos y enfermos terminales y con los padres y a los enfermeros que cuidan de ellos (Sinason, 1986; Judd, 1989). A pesar de que este trabajo no es siempre en cada caso una sencilla terapia psicoanalítica, involucra el uso de muchas de las habilidades, especialmente la sensibilidad y familiaridad con los primitivos, casi insoportablemente dolorosos estados de la mente. (p. 7, traducción de la autora)

Puntos de partida para la psicoterapia J. de Ajuriaguerra (1975), en su Manual de Psiquiatría Infantil, afirma: Desde este punto de vista, se puede aceptar […] que el déficit mental depende de la asociación de dos criterios (cada uno de los cuales aisladamente es insuficiente). Una inferioridad general del desarrollo intelectual que se inicia en el período del desarrollo y una mediocre cualidad de respuesta a los estímulos del medio natural y social (deterioro del comportamiento adaptado). [p. 504].

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Es el área de los fenómenos presentados en el segundo de los criterios donde reflexiono en este trabajo. ¿Hasta qué punto esa cualidad de respuesta se encuentra determinada por la severa perturbación de los vínculos tempranos con los padres, los cuales de por sí aparecen cargados de profunda ambivalencia y a veces rechazo manifiesto hacia ese bebé que nace distinto, y con un pronóstico reservado de desarrollo mental y de su personalidad? El nacimiento de un niño deficiente provoca una situación traumática de gran intensidad en la familia. El grado de elaboración de esta situación dependerá de la personalidad de los padres, de las situaciones familiares por las que atraviesan y de una multiplicidad de factores a tener en cuenta en cada uno de los casos. Pero, básicamente, este nacimiento afecta el equilibrio narcisista de cada uno y de modo decisivo determinará la crianza de ese bebé. En este sentido, los Psicoanalistas nos estamos ocupando de estudiar con creciente interés, cómo esta ambivalencia emocional en los padres altera los contactos primarios fundantes del psiquismo y consecuentemente hasta qué punto éstos vínculos acarrean distorsiones severas del desarrollo del Self y del mundo mental. En cualquier paciente neurótico, el aspecto infantil de la personalidad se altera por la actitud ambivalente de los objetos primarios. Esta situación se acentúa frente a un niño deficiente. La inhibición intelectual como resultado de las angustias ante el conocer inteligente, es comprensible si estamos frente a un niño neurótico. También se puede comprender la falta de desarrollo y deficiencias del aparato mental en un niño psicótico, profundamente perturbado emocionalmente. Pero ante un niño con un diagnóstico de debilidad mental, la perspectiva se torna incierta. La familia y su entorno creen que no logrará alcanzar un desarrollo de su subjetividad que sustente una identidad personal original, productiva, capaz de integrarse en la familia y en los diferentes grupos en los que tuviera oportunidad de ser incluido. Muchas de las dificultades que Ajuriaguerra denomina “deterioro del comportamiento adaptado” son la resultante de los problemas emocionales provocados por las perturbaciones de los vínculos tempranos, perturbaciones que se perpetúan, y que condicionan y agravan aún más la deficiencia del desarrollo intelectual.

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Desde Freud sabemos que el desarrollo de la inteligencia depende del desarrollo emocional del sujeto y no sólo de la dotación del Sistema Nervioso Central en sí mismo. Para el Psicoanálisis, la idea de la aptitud de la inteligencia está directamente relacionada con la capacidad de enfrentar las ansiedades internas, con la posibilidad de sentir seguridad y confianza en sí mismo y el medio ambiente para transitar todas aquellas experiencias que progresivamente constituirán la diferenciación eficaz entre los territorios del Yo y del no-Yo. Los aportes teóricos y clínicos que se abren a partir de la obra de Winnicott y Bowlby centran el estudio del desarrollo del sentido de sí-mismo y de la constitución de la identidad y en qué medida los vínculos tempranos los afectan. Las teorías del espacio transicional, el juego, el verdadero y falso Self, la teoría del apego, así como las fructíferas líneas de investigación que continuamente se abren partiendo de sus obras, y permiten adentrarse en el conocimiento del proceso de mentalización del niño y la construcción del mundo interno a partir del establecimiento de las relaciones de objeto y su internalización. Ambos autores ponen en primer plano las fallas ambientales que condicionan los sentimientos de seguridad o vulnerabilidad resultante de los vínculos primarios como generadores de patología. Estas perspectivas permiten comprender con mayor precisión las vicisitudes y los riesgos de desarrollo de patologías en la constitución del Self. Cuando esto ocurre, la dotación mental que traigan los niños deficientes mentales se verá menoscabada en mayor medida, porque el desarrollo por la vía óptima (Bowlby) se encontrará obstaculizado por la constitución de un Self frágil y debilitado. En muchos casos se esconde en la coraza de un falso Self rígido, y en casos de mayor gravedad, la imposibilidad de integración da paso a la aparición de rasgos psicóticos. Podría pensarse que tratar a estos niños requiere modificaciones importantes en la técnica del tratamiento. Seguramente, será necesario implementar modificaciones en la técnica, pero, según mi experiencia la posición analítica de preservación del encuadre, que tiene como núcleo la actitud emocional equilibrada, receptiva y de observación por parte del analista, hacen que las modificaciones necesarias no sean lo más importante y dependan más del caso individual que de reglas preestablecidas. El trabajo terapéutico general requiere que se trate también a la familia, que en estos casos necesita y requiere constante contención y orientación terapéutica 121


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para elaborar la situación traumática y abrir el horizonte, de modo que puedan anidar la esperanza y una comprensión lo más realista posible de las limitaciones de la situación del niño afectado. Entiendo que es dentro del marco teórico y clínico del Psicoanálisis, donde el abordaje psicoterapéutico puede llevarse a cabo. Desde el marco teórico, los estudios sobre el desarrollo temprano y constitución del Self. Desde la clínica, trabajando con la Transferencia y la Contratransferencia. Creo que de otro modo resultaría imposible sostener estos tratamientos que suelen ser de largo alcance en el tiempo y que acompañan la mayoría de las veces el desarrollo hasta la adultez. El norte de la brújula estaría dirigido a tratar de alcanzar la comprensión de lo que ocurre en cada sesión. Comprender antes que nada (Valeros, 1997). Tratar de lograrlo, sin prejuicios teóricos que pudieran contaminar la espontaneidad de la relación con el paciente, mantener viva la capacidad de observación y de detección de los pequeños cambios, de lo nuevo en el vínculo terapéutico. Desde esta perspectiva, ninguna sesión es igual a la otra y nos pone a salvo de la amenaza de pérdida del interés, de la que hablaba Freud. Comprender la situación de la familia, cuyo referente más sólido está en la Contratransferencia del analista frente a su paciente y que en muchas ocasiones resulta muy intensa y perturbadora. Los fundamentos de este tipo de psicoterapia siguen estando, como pide Freud, en los “ingredientes más eficaces e importantes del Psicoanálisis riguroso”: las hipótesis del inconsciente, de la sexualidad infantil y del uso de la Transferencia y la Contratransferencia para la conducción del tratamiento. Tan importante como estos, están la actitud comprensiva y sensible del analista y el modo de entender a cada paciente, derivado del propio análisis, la experiencia clínica y la formación teórica. Ilustración clínica Cecilia tenía cuatro años cuando fue traída a la consulta psicológica. Fue derivada por su neurólogo y su kinesióloga, dado que el estado de aislamiento y la angustiosa situación familiar hacían muy difícil encarar cualquier tipo de tratamiento kinesiológico o de reeducación, e inclusión en colegio especial. Según sus padres, recién entonces, el Neurólogo les había dado el diagnóstico 122


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de autismo, causado posiblemente por su problema orgánico. Ellos aceptaron traerla a la consulta, esperanzados en una mejoría de la niña, El diagnóstico médico neurológico remitido consignaba “[…] padece un importante retraso mental condicionado por una disgenesia. Presenta retardo mental y conductas atípicas. Desde el primer año desarrolla una epilepsia sintomática […]”

Los padres se dieron cuenta sólo a los seis meses, que la nena tenía problemas y, a los nueve, se diagnosticó el origen orgánico del retraso madurativo. Tienen otra hijita que, en el momento, de la consulta psicológica tenía 11 meses. En las primeras entrevistas se los percibía agobiados, la mamá no podía dejar de llorar y decía: “Si al menos diera alguna respuesta de que nos reconoce, pero nada…”. Relató que se sentía ahogada por la situación de su niña y que no era dueña de su vida. Esto empeoró desde que la niñera que la ayudaba tuvo que dejar de trabajar con la familia. El padre trataba de contenerse y no desequilibrarse, aunque reconoció que a veces tenía también sensación de asfixia: “Cuando se hace mucho y se consigue poco se hace el desgaste”. La madre temía constantemente que volvieran a producirse convulsiones. Su estado emocional había ido empeorando, se sentía cada vez más exigida, tratando de estar bien y de no mostrarse deprimida. Cuando trajeron a Cecilia por primera vez, la cargaban en brazos, no caminaba, no hablaba y su mirada estaba ausente. No daba señales de algún tipo de reacción frente a la situación nueva. Parecía una muñeca de trapo, muy delgada, hipotónica. Trasmitía una impresión de gran fragilidad. En su casa, si no estaba en la cama o en algún sillón, permanecía todo el día tirada en el suelo. No se sentaba sin sostén y no se mantenía parada. En principio, yo no sabía si iba poder ayudar a la niña. Por este motivo, durante varios meses, trabajé con la mamá dentro de la sesión, conversando con ella y haciendo pequeñas aproximaciones de contacto con la niña. A medida que transcurrían las sesiones, basándome en sutiles modificaciones en sus respuestas, fui dándome cuenta de que Cecilia me estaba registrando y podía quedarse sola conmigo. Algún sentido tenía intentar el trabajo con ella. A partir de entonces su mamá la esperaba en la sala de espera.

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Comencé tratando de acercarme a Cecilia. Me tiraba en el suelo a su lado, sin mirarla a los ojos al principio, pero tocándole las manos y diciéndole algunas frases. Cecilia, tirada en el suelo, no se interesaba casi por ningún objeto de la habitación; aparentemente, Yo tampoco le interesaba. Yo insistía en permanecer de a ratos cerca de ella, pero no daba ninguna señal de registrarme o de responder, aún si la nombraba. Comenzó a hacer vocalizaciones mientras sacudía la cabeza de un lado a otro autoestimulándose. En otros momentos me sentaba alejada de ella y la observaba desde mi sillón. Poco a poco me fui dando cuenta de que me observaba cuando ella creía que no la estaba mirando. Si la miraba directamente, volvía la cabeza o desviaba la mirada. Poco a poco estos intercambios se transformaron en una especie de juego de encuentro y de huida de miradas. Pero no duraban mucho tiempo. Luego de una cierta frecuencia, dejaba de responder y se refugiaba en la autoestimulación moviendo rítmicamente la cabeza. En una de las sesiones comenzó a sentirse atraída por el cable del teléfono, el cual estiraba, sacudía, largaba y volvía a tomar. Uno de esos días, observé que, estando ella tirada en el suelo y aferrada al cable, lo estiraba y lo soltaba. Repetía una y otra vez esta acción, observando atentamente cómo el espiral del cable se movía, estirándose y retrayéndose según el movimiento que ella hiciera. Parecía estar realizando alguna clase de exploración. En una sesión posterior, mientras Cecilia estaba concentrada en esta actividad y temiendo que el aparato de teléfono se le cayera encima, le dije que lo soltara. Dejó de moverse y se quedó quieta por un tiempo, reteniendo el cable; por fin dio vuelta la cabeza evitándome y lo soltó. No lo consideré una respuesta azarosa, más bien parecía que estaba diferida en el tiempo. Me di cuenta de que me estaba registrando y que este hecho me permitía seguir intentando el juego con las miradas y con el contacto de las manos, sabiendo que tendría que estar atenta durante más tiempo para captar sus respuestas diferidas en la interacción. Así fue que comencé a observar una secuencia: me miraba un segundo, rápidamente bajaba los ojitos y los dirigía de lado. Pero, entonces, yo me ponía en la dirección en que ella miraba. Volvía a escaparse y esto comenzó a tener ciertas características placenteras porque no aparecían gestos de tensión o rechazo y esbozaba alguna sonrisa. Poco a poco la fui ubicando sentada en un sillón para que estuviera en posición erguida y pudiera mirarla frente a frente. 124


Psicoterapia psicoanalítica con niños con deficiencias mentales

Uno de esos días, mientras la observaba, accidentalmente moví bruscamente su sillón, donde tenía apoyados mis pies. Me asusté, pero ella por primera vez sonrió francamente con placer. Volví entonces a moverle la silla y esto la hizo reír nuevamente. Se inició así un juego que duró mucho tiempo, donde la sujetaba por la cintura al sillón y lo movía, a veces acompasadamente y cantándole alguna canción, otras repentinamente y esto la hacía reír aún más. Cierto día, iniciada la sesión (la traían dos veces por semana), empecé a sentirme desorientada. Ella estaba arrodillada en el suelo cerca del diván moviendo la cabeza sin mirarme. Para ese entonces, había logrado incorporarse y mantenerse períodos de cinco a diez minutos sentada sobre sus piernas. Era uno de esos días cuando me preguntaba a mí misma qué estaba haciendo y si lo que hacía tenía sentido. Saqué una flauta que guardaba en el cajón del escritorio. Realmente me sentía paralizada y con una sensación de pesadumbre que me quitaba iniciativa. Para aliviarme comencé a tocar una melodía simple, sin imaginar lo que podría pasar. Cecilia se incorporó instantáneamente, vino hacia mí y casi subiéndose sobre mi regazo me quitó la flauta y la observó. Luego me miró a mí y arrojó la flauta a un costado con expresión complacida. De esta manera mostraba su curiosidad y la necesidad de participar autoafirmándose en el acto de tirar la flauta. Levanté la flauta y volví a tocar. Esta vez no se alejó, se quedó cerca con sus manitos apoyadas en mi regazo. Me observaba atentamente, movía la cabeza hacia un lado y hacia el otro mientras sonreía. Cada tanto me interrumpía quitándome la flauta de las manos y observándola. Demostraba así su memoria de la coreografía de la secuencia del juego. Así, a partir de entonces comenzó una etapa de juegos con la música, cantando y repitiendo cada tanto los juegos de mover el sillón. Más adelante, mientras me esperaba con su mamá en la sala de espera ya no estaba tirada en el piso. Generalmente estaba arrodillada mirando por la ventana. Yo saludaba a las dos y después me iba al consultorio y tocaba una melodía conocida para ella. Me ubicaba detrás de la puerta. Cuando escuchaba la música se incorporaba y venía sola y gateando al consultorio. Se detenía en la entrada y me buscaba. Cuando me veía, entraba. Más adelante, cuando se detenía frente a mí le daba un empujón a la puerta para cerrarla.

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Citaré nuevamente a Ann Álvarez (2001) quien hablando de la importancia de centrarse en el aquí y ahora de los fenómenos Transferenciales afirma: De alguna manera, esta atención al presente hace al trabajo del terapeuta psicoanalista más arduo y más demandante pero también lo hace mucho más interesante e infinitamente más animado. La imagen popular de la boca cerrada con cremallera del distante y helado analista científico, de verdad ya no se aplica. La comparación en cambio podría ser tal vez con un músico entrenado y capacitado, pero en constante improvisación que, como el paciente, tiene que vivir y aprender de la experiencia vivida y también de la práctica. (Live Company, p. 3, traducción de la autora)

Este tratamiento duró cuatro años. Debió interrumpirse, debido a que la familia tuvo que trasladarse a una ciudad del interior por cuestiones laborales. Mientras tanto, Cecilia pudo ser incluida en una escuela especializada. Se la veía mucho más vivaz y conectada, interesada en explorar el medio, la relación con su familia y conmigo. La mamá relataba que estaba mucho más activa en la casa, que se metía en la cocina y vaciaba los armarios, sacando las cacerolas y todo lo que encontraba allí adentro. Si bien no llegó a caminar, se movía rápidamente gateando o parada sosteniéndose en algún mueble. Si la llamaban, respondía con el gesto o con la mirada. En varias oportunidades la escuché claramente decir “no”. Pero además decía otras sílabas, con intencionalidad de producir alguna comunicación. Sus padres estaban mucho más aliviados: sentían que más allá de sus severas limitaciones, Cecilia era una niña que ahora podía relacionarse afectivamente con ellos. Era muy notable el cambio de actitud de la madre, especialmente cuando estaba con ella. Le hablaba y la miraba de otro modo, en la confianza de que su hijita podía entenderla y a su manera, ella también hacerse entender. Conclusión Para finalizar, transcribiré una cita de Enrico Montobbio y Patricia Mainardi (1995) quienes trabajan en Génova, desde hace años, con niños deficientes mentales (síndrome de Down) desde un esquema referencial bioniano. Ellos expresan una idea que comparto y creo que está en el fundamento de porqué es necesaria la psicoterapia en estos casos. 126


Psicoterapia psicoanalítica con niños con deficiencias mentales

Empezamos con una premisa aparentemente obvia y compartible: todo niño con discapacidad alberga siempre un niño sano con las exigencias de orden afectivo y educativo propias de todos los seres humanos. Toda persona tiene, pues, una necesidad propedéutica de todas las demás, que llamaremos necesidad de normalidad. Esta necesidad de normalidad es, a nuestros ojos, algo fácil de comprender, pero difícil de satisfacer. Se interfieren problemas ligados a las condiciones biológicas del niño y a dificultades en su familia, en particular dentro de la relación madre-hijo (La normalidad negada. En: La identidad difícil, pág. 29). Efectivamente, en la relación temprana, madre hijo se juegan aspectos decisivos del desarrollo personal pleno del niño deficiente mental. En el caso clínico descrito, este aspecto no está especialmente puntualizado, pero esta niña no fue suficientemente tocada, acunada, mirada, arrullada. Su nacimiento provocó una severa situación traumática (depresión materna, sobre adaptación en el padre) que, a la larga, también afectó a su hermanita sana, en tanto ella también se desarrollaba sobre adaptada y tratando de compensar con intensa autoexigencia el sufrimiento que sus padres padecían con Cecilia. En un caso como este, lo más difícil para el terapeuta es poder estar entregado a la observación evitando hacer pronósticos pesimistas. El tratamiento psicoterapéutico tuvo el sentido de que pudiéramos conectarnos dentro de sus posibilidades y que así comenzara a contactarse con el entorno humano y se despertara el interés no sólo por su exploración del medio sino por poder participar en las nociones de adentro y afuera. Por otra parte, acceder a la comprensión vivencial de la situación de los padres y ayudarlos en la elaboración de sus propios sentimientos de impotencia, desolación, culpa, dolor y rechazo con esta hijita. La situación de los padres mejoró, ya que al ver que me detenía en los detalles de la interacción con la niña, les permitió aprender conmigo la atenta observación, actitud que los ayudó a desasirse de los sentimientos de culpa. El alivio producido hizo que la relación entre todos los miembros de la familia fuera más fluida y afectuosa. Son múltiples las cuestiones que se presentan para reflexionar y estudiar. El impacto traumático del nacimiento de un niño discapacitado, el estudio de sus vínculos con padres cuando se deprimen o se alejan negando la existencia de este hijo. Cómo se va entramando la constitución del Self y la aparición de posibles 127


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de patologías en el posterior desarrollo. La prevención de las mismas, tratando de entrada la situación y siguiendo a lo largo de los años el crecimiento del niño. Desde un nivel más teórico: ¿Cómo ocurre el desarrollo del aparato mental en los niños severamente afectados por enfermedades que conducen a la deficiencia mental? ¿Sigue las vicisitudes de un desarrollo normal pero diferido en el tiempo? ¿Se desarrolla una instancia “inconsciente” tal como ocurriría en un niño normal? Por último, quisiera destacar la importancia que tiene difundir y sensibilizar a los equipos de neonatología, pediatras y especialistas aportando los conocimientos que se vayan alcanzando sobre estas problemáticas. Y, más allá de lo específicamente psicoterapéutico, la necesidad de trabajar y reflexionar sobre la inserción educativa y social de estos niños y jóvenes. Muchas veces suele ocurrir, por ejemplo, la instalación de estos niños en grupos normales de escolaridad, en un intento de reparación maníaca que termina haciendo más dramática la segregación y el aislamiento del niño. Referencias Bibliográficas Álvarez, A. (2001). Live company. Tavistock. London: Routledge and New York. Bowlby, J. (1988). Una base segura. Aplicaciones clínicas de una teoría del apego. Barcelona: Paidós. De Ajuriaguerra, J. (1975). Manual de psiquiatría infantil. Barcelona: Toray-Masson. 2ª edición. Fonagy, P. & Target, M. (1996). Jugando con la realidad- I. Teoría de la mente y el desarrollo normal de la realidad psíquica. Libro Anual de Psicoanálisis, (XII): 11- 26. Freud, S. (1994). Obras Completas. 4ª edición. Buenos Aires: Amorrortu Editores. Klein, M. (1990). Obras Completas. 2ª edición. Buenos Aires: Paidós. Mannoni, M. (1990). El niño retardado y su madre. 4ª edición. Buenos Aires: Paidós. Marrone, M. (2001). La teoría del apego. Un enfoque actual. Madrid: Ed. Prismática. 128


Psicoterapia psicoanalítica con niños con deficiencias mentales

Misès, R. (1977). El niño deficiente mental. Buenos Aires: Amorrortu editores. Montobbio, E. y Mainardi, P. (1995). La normalidad negada. En La identidad difícil. El falso Yo en la persona con discapacidad psíquica. Barcelona: Ed. Masson. Pérez de Plá, E. y Carrizosa S. Comp. (2000). Sujeto, inclusión y diferencia. Méjico, DF, Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco. Stern, D. (2003). El mundo interpersonal del infante. 3ª edición. Buenos Aires: Paidós. Tustin, F. (1994). Autismo y psicosis infantiles. 4ª. Edición. Barcelona: Paidós. —————. (1996). Estados autísticos en los niños. 2ª. Edición. Barcelona: Paidós. Valeros, J. (1997). El jugar del analista. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica. Winnicott, D. (2000). Realidad y Juego. 7ª edición. Barcelona: Ed. Gedisa.

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Revista Psicoanálisis, Vol. XXVIII, N° 1, enero-junio/2016 Revista Psicoanálisis, Vol. XXVIII, N° 1, enero-junio/2016

La observación del bebé según E. Bick, su utilidad en la clínica Rosella Sandri1

Mirar a un bebé significa, antes que nada, entrar en contacto con emociones que surgen en nosotros y que pueden ir desde la admiración, la sorpresa, la curiosidad, la inquietud hasta, por momentos, la angustia. Varias preguntas pueden surgir: ¿Qué vive? ¿Cómo comprenderlo? Estas preguntas, que son las de todos los padres, ocupan también, cada vez más, a los profesionales y a los “investigadores” (en el sentido amplio de “los que buscan” ...). Una de las fascinaciones de la Observación viene del deseo que tenemos todos de asistir al misterio, no tanto de la creación o del nacimiento sino, más bien, de la transformación y del desarrollo. La Observación nos confronta a ese misterio: ¿Cómo pasar de lo visible a lo no-visible? ¿Cómo, de lo visible observable del comportamiento, del gesto, del sonido, a lo no visible del pensamiento, del fantasma, del mundo psíquico interno que se constituye y se construye en un bebé? Cuando hablamos de Observación, privilegiamos, entonces, la Observación “que mira” al bebé y su entorno, con una actitud atenta y de respeto. Una actitud en la cual el bebé es un sujeto en todo el sentido de la palabra y no un objeto de Observación, ni un objeto de experiencia. Podemos vivir una experiencia con un bebé, mirándolo y observándolo, pero es mucho más discutible que podamos “hacer” o “hacer que se haga” una experiencia para ese bebé. Recor1

Psicóloga / Psicoanalista Miembro titular de SPRF / Doctora en Psicología. r.sandri@skynet.be 133


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demos aquí, por ejemplo, la famosa experiencia del still face: pedirle a una madre que se quede con un rostro impasible frente a su bebé, quien la solicita durante toda la experiencia. Frente a la falta de repuesta de la madre expresa estados de desasosiego, hasta la pérdida de la confianza en sus capacidades de comunicar. ¿Era necesario “hacer vivir” una experiencia tan cruel y seguramente inútil, desde el punto de vista científico, a un bebé para poder confirmar lo que cada padre y profesional atento sabe por experiencia? (Es decir, la gran sensibilidad o hasta la permeabilidad del bebé al estado psíquico de su madre). En la Observación del bebé, habrá, entonces, que privilegiar, nos parece, la dimensión ética de la Observación, es decir, el respeto, en primer lugar, del bien estar y del desarrollo del bebé y del de sus padres. Esta dimensión ética es la que E. Bick —Psicoanalista de origen polaco, quien trabajó particularmente en Gran Bretaña— había privilegiado en su larga práctica de enseñanza y formación. Recordaré brevemente, que el Método de Observación que utilizamos, fue introducido por ella en 1948 y consiste en ir a ver, una vez por semana, cómo se desarrolla un bebé en su familia. El Observador se mostrará amistoso, pero sin tener, no obstante, una participación activa, pues será participante emocionalmente. Después de la Observación, tomará notas, lo más detalladas posible, sobre lo que pudo ver y sobre lo que resintió a lo largo de la experiencia de Observación. Enseguida, presentará su Observación al grupo de supervisión, conducido por un animador formado en este método, y esto le permitirá tener una visión «binocular» de los eventos. Así, a lo largo de esta experiencia, el Observador podrá, no sólo ver de cerca y participar en lo que pasa a lo largo del desarrollo de un bebé, sino que estará también confrontado a la intensidad de esta experiencia emocional, a todo lo que suscita en él la vida psíquica de un bebé y sus primeras relaciones. Todos los que han realizado esta experiencia, confirman la intensidad de las vivencias que le están asociadas. Si, al principio, este método estaba previsto como formación para los psicoterapeutas de niños y los Psicoanalistas, después percibimos que muchos otros profesionales de la pequeña infancia podrían beneficiarse de ella. Actualmente, su utilización se ha ampliado mucho y es implementada igualmente como meta preventiva. Este método de Observación del bebé en su familia, se ha revelado valioso para estudiar la comunicación primitiva del bebé por un lado y, por otro lado, 134


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para ayudar al Observador a desarrollar su capacidad intuitiva de comprensión y su escucha de la contra-transferencia. Lo que caracteriza y diferencia este método de Observación con respecto a otros métodos, es el lugar otorgado a las emociones del Observador, como instrumento privilegiado de comprensión del mundo psíquico del bebé. No utiliza “instrumentos” particulares (por ejemplo, la cámara o una tabla de Observación) y se abstiene de tomar notas en el momento de la Observación. Sólo después transcribe, de la manera más detallada posible, todo lo que pudo observar al exterior suyo, e, igualmente, su propia vivencia. Esas notas detalladas son enseguida presentadas al grupo de discusión, formado por un animador y otros Observadores que participan en la reflexión en torno al material de Observación. El espacio corporal y las primeras formas de temporalidad Uno de los méritos de la Observación de bebés es el de haber aportado un interés nuevo por los orígenes de la vida psíquica, con su arraigo en el yo corporal que se constituye a partir de las primeras experiencias relacionales y de los primeros lazos afectivos del bebé. Para poder hacer un lazo es necesario un espacio, una pequeña distancia entre sí-mismo y el objeto que permite lanzar un puente con una función de transición, de paso entre dos “lugares psíquicos”. Entre sí-mismo y el otro, entre presencia y ausencia, el lazo representa el tercer elemento que, como un guión une y separa. Me gustaría, entonces, interrogarme con ustedes sobre las formas primitivas de espacio y de tiempo que están en la base del sentimiento de existir del bebé. Este espacio, antes de convertirse en un espacio psíquico interno, es representado esencialmente por el espacio corporal, que se constituye a partir de las primeras experiencias relacionales del bebé. La relación con la madre, hecha de sostén, contención, mirada, sonrisas, sonidos, pero también y sobre todo de rêverie, contiene ya toda la riqueza de elementos sensoriales, emocionales y psíquicos que van a dar al bebé ese primer sentimiento de existencia, y que le ayudarán a constituir su primer yo corporal. Al comienzo es, entonces, el espacio materno o mejor aún parental, que recibe los elementos psíquicos no pensables para el bebé, su estado de no integración 135


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primaria, su dolor primitivo, sin nombre. Cuando todo va bien, la madre logra recibir en ella la significación de la comunicación primitiva de su bebé, su necesidad de ser alimentado, no sólo de alimento, sino también, podríamos decirlo, de amor y su necesidad de ser entendido y liberado de su sufrimiento psíquico. Es así como cumple lo que Bion llamó la función de rêverie, caracterizada por un estado particular de empatía, de comprensión intuitiva, que posee une madre con su bebé. Es gracias a esta función que el bebé puede ‘realizar’ la experiencia, en la relación con la madre, de que existe un objeto capaz no sólo de comprender, sino también de transformar sensaciones físicas y psíquicas, para él incomprensibles e inasimilables, en algo que puede ayudarle a desarrollarse. Progresivamente, esta función materna podrá ser interiorizada y el niño podrá adquirir una capacidad de pensar y de dar un sentido a lo que pasa al interior de su mundo psíquico. No obstante, no hay que imaginar que en este proceso el bebé esté únicamente en la posición de evacuar sentimientos intolerables y la madre exclusivamente en una función de transformación, de digestión de las emociones primitivas del bebé. Naturalmente esto no es más que un modelo un poco simplificado de un proceso muy complejo. Pienso que el bebé, cuando vive condiciones de encuentro suficientemente buenas, posee en él potencialidades que le permitirán construirse un primer sentimiento de existencia, arraigado en las sensaciones, las emociones primitivas que tocan directamente sus vivencias corporales. El cuerpo del bebé es en efecto el primer «lugar» de experiencia, de relación y, me gustaría completar, de simbolización (en el sentido de que existen niveles primitivos de simbolización, antes que el bebé pueda expresarse a través del lenguaje verbal). Podríamos decir, entonces, que el símbolo es en un principio un objeto concreto y un proceso que, para poder instalarse, necesita del soporte concreto de la experiencia corporal. Se necesita entonces un espacio y un tiempo para poder pensar, para poder existir: hay un lazo muy estrecho entre existir, «estar ahí» y el «lugar del ser», el locus, es decir, el ser en el espacio y en el tiempo. Para que esto pueda realizarse para el bebé, es esencial que éste pueda experimentar un sentimiento de continuidad (de relación y de existencia): todo corte, toda separación es extremadamente doloroso para un bebé, hasta traumático si se prolonga demasiado. Pero es necesario también que, en esta continuidad, un pequeño espacio pueda crearse para que el bebé descubra que él puede crear algo y para que pueda 136


La observación del bebé según E. Bick, su utilidad en la clínica

pensar, porque podríamos decir, simplificando un poco, que el pensamiento del pecho viene en lugar del pecho ausente. El primer espacio, el primer lugar de pensamiento del bebé está representado por su cuerpo. Es en su cuerpo que el bebé descubre las primeras fuentes de pensamiento, a través de un gesto, una sensación, un sonido. Todo objeto, antes de convertirse en un objeto, es un objeto corporal, un objeto sensación, una experiencia sensorial. Toda «huella « corporal está acompañada por una vivencia emocional y, después, por una huella de representación y, más tarde, por un recuerdo. Para ilustrar el surgimiento de algunos momentos durante los cuales la constitución del espacio y del tiempo en el bebé comienzan a esbozarse, presentaré un extracto de Observación de un bebé que llamaré Pierre (P), cuya Observación fue presentada en uno de los seminarios que coordiné. En este extracto de Observación del bebé a las cuatro semanas, podemos asistir a los esfuerzos que hace para pasar de la presencia a la ausencia del seno, para crear en su interior ese pequeño espacio que permite interiorizar las cualidades del seno. Un pecho2 que representa, no sólo el pecho nutricio, sino a su madre, toda entera, con su capacidad de sostener al bebé, de pensar en él y de recibir en ella los elementos psíquicos no-pensables para el bebé: La mamá encuentra que P está más bien nervioso, dice que ha pasado ya mucho tiempo al pecho, durante la mañana. Termina por darle de nuevo el pecho después de haber intentado calmarlo, haberlo besarlo, de proponerle la tutte ... sin que se calme. La mamá está sobre el sillón, casi acostada, P. enroscado sobre ella, tomando las formas de su cuerpo. La cabeza está en el hueco del codo derecho, el cuerpo sobre su vientre, los pies reposan sobre sus muslos, un brazo está libre (el derecho) el otro escondido detrás. La mamá le propone el seno derecho, el bebé se calma enseguida, al principio lo escuchamos succionar, y va a mamar haciendo cuatro o cinco movimientos de los labios, una interrupción, cuatro o cinco movimientos, una interrupción. La mamá lo mira, él cierra los ojos y da la impresión, rápidamente, de dormirse, suelta él mismo el pezón y continúa varias veces los movimientos de los labios al mismo ritmo que cuando tenía el pecho en su boca. Lo escuchamos respirar 2

Para efectos de claridad, en este texto se utilizarán los términos pecho y seno indistintamente. 137


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bastante rápido. Su mamá lo deja en la posición en la cual se duerme, todo contra el pecho. Cuando su madre hace un movimiento, P se mueve, la mamá le limpia la boca y él deja el estado de adormecimiento comenzando de nuevo a mostrarse insatisfecho. Lo pone de nuevo al seno, mama muy poco, cierra los ojos, retoma el mismo ritmo al chupar y parar, pero más tiempo que la primera vez. Su mano queda libre, roza el pecho, como una especie de caricia. Se calma, pero no se duerme. Hace enseguida diferentes movimientos que dan la impresión de que suelta el pecho, lo retoma, lo suelta, la mamá lo ayuda a retomarlo (P, cuatro semanas).

Este extracto de Observación muestra bien los esfuerzos conmovedores que el bebé está haciendo para interiorizar el ritmo de la succión, un poco como si tratara de recrearse en la boca, el objeto pecho que parece tener la ilusión de guardar al interior de él. El pequeño momento de interrupción entre los movimientos de succión, parece darle ese sentimiento de plenitud que siente un bebé cuando tiene la boca llena por el pezón y se siente en relación con su madre. Esto ya evoca lo que Winnicott llamaba “ la capacidad de estar solo en presencia del objeto”. Al mismo tiempo es como si ese pequeño momento de “suspenso” le permitiera ya al bebé tener un pensamiento sobre el pecho, con el que se siente en contacto, pero poseyéndolo, concretamente, al interior de la boca. Podemos imaginar todo esto como una especie de diálogo que se instauró entre el bebé y el pecho: el bebé que mama un poco, después para, escucha al pecho, y luego retoma. Lo que caracteriza el diálogo, en efecto, es también una noción de ritmo: hay un tiempo de palabra y un tiempo de escucha, en el cual cada uno está, a su turno, en una posición activa y receptiva. Finalmente, en la Observación, el bebé deja el pezón, pero, podríamos decir, no el pecho. Pasa muy suavemente hacia un adormecimiento en el cual podríamos imaginar el sueño de estar todavía tomando del pecho, o hasta convertirse en el pecho de su madre. Hemos visto que el bebé pasa un momento en este estado de adormecimiento, siempre en los brazos de su madre, después hace algunos movimientos, abre los ojos, ve el pecho de su madre, ve su cara-pecho y podríamos imaginar un pensamiento tipo: «Mira estás ahí... Pensaba que me había convertido en el pecho». Este descubrimiento, el pecho al exterior y el pecho al interior, representa el

primer momento de creación ... Al mismo tiempo, ese sueño, ese va-y-ven entre

el pecho que se encuentra al exterior y el pecho que puede guardar al interior,

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le permite al bebé constituirse un objeto-(pecho) interno y entonces ser menos dependiente del pecho de la madre. Todo dependerá entonces de ese pequeño espacio, espacio de pensamiento para que las dos pieles, la de la madre y la del bebé, la piel cuerpo y la piel psíquica, puedan constituirse. Es alrededor de esta noción primitiva de tiempo que el bebé puede descubrir también un primer sentimiento de existencia. Cuando el bebé comienza a interiorizar un ritmo común con su madre, cuando un cierto grado de previsibilidad comienza a ser posible para él, podemos decir en efecto que el tiempo hace su aparición en la escena psíquica. Hay un lazo muy estrecho entre el ritmo (de los cuidados, de la voz materna, de los ritmos de vida del bebé) y la temporalidad. La adquisición de un ritmo es la primera interiorización de una temporalidad que le permite al bebé prever, anticipar, constituirse un objeto interno. Las micro-rupturas que el bebé, inevitablemente, vive en su necesidad de continuidad, lo hacen experimentar un sentimiento de caída alternado con momentos de plenitud y de sintonía con la madre. El tiempo implica también la alteridad: si el otro no existe, si la espera no existe, el tiempo no existiría tampoco. Para crear un ritmo, hay que ser dos con, entre sí-mismo y el otro, un lenguaje, aunque pueda tratarse de una forma primitiva de lenguaje. El ritmo de la succión, de los tiempos de vigilia y de sueño, de los intercambios relacionales con los padres, hace parte de la construcción de un tiempo interno en el bebé. Luego, las primeras dificultades relacionales entre el bebé y su entorno se sitúan en el nivel de las adquisiciones del tiempo común, del tiempo compartido entre los padres y el bebé. Podemos entender ciertas dificultades, tan frecuentes durante los primeros meses de vida del bebé, como por ejemplo las del adormecimiento, como dificultades de sincronización y de interiorización de un tiempo común entre los padres y el bebé. En consultas padres-bebé entorno a esta problemática, percibí, observando cómo la madre sostenía al bebé y la manera con la que ella le respondía, que le era a veces difícil instaurar con el bebé un diálogo en el cual las comunicaciones primitivas de este eran recibidas e “interpretadas” correctamente. Puede suceder que las comunicaciones del bebé estén cargadas de la angustia parental, como en el caso de esta madre que, durante la consulta, a cada signo proveniente del bebé, pensaba poder responder con el chupón, mientras que el bebé parecía más bien llamar a un contacto con ella. 139


Rosella Sandri

En el desarrollo de una relación entre un bebé y sus padres, es interesante seguir la constitución del ritmo común y la interiorización de un tiempo interno en el cual el bebé comienza a poseer une capacidad de previsión. Esta capacidad se liga al surgimiento de sentimientos depresivos, en los cuales una idea de “fin” aparece en la escena psíquica con toda su intensidad. Pero, varias dimensiones del tiempo existen: si vivimos en gran parte en una dimensión de tiempo lineal, con un comienzo y un fin, la Observación del bebé y la Observación clínica nos enseñan que hay dimensiones de tiempo más primitivas, como el tiempo circular y el tiempo que llamaré ‘subjetivo’. Esta dimensión de tiempo circular, le permite al bebé instalarse en una sucesión temporal caracterizada por una cierta previsibilidad y una cierta estabilidad, que están al origen de su sentimiento de seguridad. Muy rápido, el bebé descubre, por ejemplo, el conjunto de ‘preparativos’ que preceden el baño, o el biberón, o el amamantamiento, la ida a la cama, y una sucesión temporal de los eventos del día, sobre todo si el ritmo de vida es muy regular, como suele ser para los bebés. Antes de que la continuidad pueda ser experimentada como historia que se construye, existe probablemente una contigüidad que permite crear una trama psíquica en la cual diferentes eventos están asociados y juegan juntos en la escena psíquica. Esta contigüidad permite pasar de un evento a otro, de un estado a otro y, podríamos añadir, de un pensamiento a otro, sin dejarse sumergir por la discontinuidad que hace parte de todo desarrollo. El acceso a la temporalidad permite también organizar el espacio corporal y constituirse un espacio psíquico interno. La noción de espacio está estrechamente ligada a la posibilidad de lanzar objetos en el espacio psíquico del otro y sentir que esos objetos no están perdidos en un espacio infinito. Es en el fondo, con la experiencia de la pérdida del objeto y la emergencia de sentimientos depresivos que el espacio toma toda su «profundidad”: el espacio se convierte en ese lugar «vacío», que estaba ocupado por el objeto y que deja ahora el lugar a un pensamiento. Ahí donde estaba el pecho, hay una emoción ligada al vacío y, después, en la ritmicidad de presencia-ausencia del pecho, un pensamiento del pecho que puede tomar este lugar vacío. No obstante, no hay que subestimar el rol y el impacto de la presencia del objeto materno viviente.

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La Observación del bebé nos confirma ese rol primordial, así como este estado de atención del bebé, de predisposición del cual hablaba Bion cuando hablaba de preconcepción. Creo que el pensamiento nace no sólo en el momento de la ausencia sino, antes de que la ausencia pueda tener su rol fundacional para el pensamiento, tiene que haber experiencias suficientemente buenas de presencia, de encuentro emocional con un objeto viviente, de impacto estético con un objeto que posee todas las cualidades sensoriales (color, forma, movimiento) que pueden despertar la vida psíquica del bebé. Las primeras estimulaciones sensoriales, el olor, la voz, el tacto de la madre están también al origen de las primeras experiencias estéticas del bebé, cargadas de placer y a veces de dolor. Son experiencias que le permitirán un access al espacio simbólico. La función de la mirada La Observación nos enseña que los bebés están confrontados con frecuencia, sobre todo durante los primeros meses, a angustias primitivas como el desbordamiento, la pérdida del sentimiento de cohesión corporal, sentimientos de caída sin fin en el vacío. Frente a estas angustias, un bebé que no está sostenido física y psíquicamente por su madre, tiene muy pocos medios de defensa: uno de esos medios es el agarrarse de uno de sus sentidos (la vista, la audición, el olfato, el contacto) o el auto-agarre (como el hipo que, continuamente sacude a los bebés en momentos en los cuales no se sienten suficientemente sostenidos). Al mismo tiempo, a lo largo de una Observación, notamos que uno de los medios más poderosos de construcción psíquica es representado por la mirada. A partir de 2-3 meses, la mirada del bebé es con frecuencia descrita por el Observador como «curiosa, interesada», como si descubriera el espacio psíquico interno del otro, en el cual quisiera penetrar con su mirada. Esto es muy impactante en la siguiente Observación de Pierre a los 3 meses 11 días: La mamá da el pecho izquierdo a P, quien succiona de manera ruidosa y parece un poco agitado, hace movimientos vigorosos, repetidos, con la mano izquierda: agarrándose, amasando la mano, un dedo, el suéter de su madre. De repente, lame el pecho, se desvía y mira brevemente a la Observadora, antes de voltearse hacia el pecho mostrando bien su intención de continuar. La mamá expresa su sorpresa de que un bebé de 3 meses pueda ya tener su carácter (lo que la Observadora entiende en el sentido de estar decidido, voluntario). 141


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P retoma sus movimientos y sus miradas en varias ocasiones y de manera cada vez más repetida. La mamá indica que hace esto también cuando el papá está ahí, como para verificar su presencia. Casa vez la mamá lo ayuda a tomar el pecho de nuevo. Al final, P parece cansarse, parando cada vez más seguido y, probablemente ya no tomando. Ella se endereza, él está insatisfecho y echa su cuerpo hacia atrás, abre la boca cuando la cara de su madre está muy cerca de la suya y trata de agarrar su nariz, su mentón. La mamá ríe y, entonces, le da el pecho derecho (tres meses y once días).

Vemos aquí que el bebé trata de ‘tomar’ el rostro de su madre, con todas las partes prominentes de su rostro. Podemos ver también que el rostro y el pecho de la madre están asimilados y que el pezón está también asimilado a los ojos de la madre, como primera apertura a la luminosidad de su espacio interno. Es a partir del contacto ojo-ojo que el bebé parece adquirir una posibilidad de ‘verse’ en la mirada de la madre y de ‘mirar’ al interior de ella. En este extracto de Observación vimos toda la importancia de esta mirada y la importancia de la apertura a la mirada de un tercero (la Observadora, el padre). La mirada se vuelve un medio para hacer lazos: el hecho de pasar de un rostro a otro parece expresar un pensamiento en el cual el bebé se interroga justamente sobre la naturaleza del lazo entre las dos personas (y con él). Cuando el bebé hace una pausa para mirar a la Observadora, tenemos la impresión de que sintió toda la importancia de la mirada de la Observadora sobre la pareja madre-bebé, la madre lo confirmará asociando la mirada y la presencia de la Observadora y la del padre. Podemos constatar que la mirada de un tercero, se vuelve un medio muy importante de construcción psíquica, porque el bebé, para constituirse, necesita un eje estructurante representado por la mirada parental y por un buen objeto combinado. Los ojos parecen también representar para el bebé uno de los más poderosos medios de penetración en el objeto: por un lado, es como si pudiera ‘lanzar’, muy concretamente en el objeto estados emocionales (miedo, coraje, amor, excitación), a través de une identificación proyectiva masiva, que le da al mismo tiempo un sentimiento de poder y una impresión de controlar al objeto e instalarse al interior de él. Por otro lado, la cualidad de penetración de la mirada, permite al bebé sentir que el otro, antes que nada, la madre, posee un espacio psíquico interno, un paisaje interno que es visible sobre su rostro y de lo cual hace la experiencia a través de la interpenetración de las miradas. Es esta 142


La observación del bebé según E. Bick, su utilidad en la clínica

calidad ‘activa’ de la mirada que le permite al bebé descubrir el espacio psíquico del otro y construirse un espacio psíquico interno. Más tarde, cuando el bebé comienza a ponerse de pie, la adquisición de la verticalidad parece hacerle vivir todo el descubrimiento de la dimensión de profundidad, del espacio que lo separa de la madre, de la posibilidad de alejarse, pero tratando a la vez de quedarse ligado al objeto por la mirada, que se convierte entonces en una especie de apoyo. Podemos en efecto hablar de una función «eréctil» de la mirada, cuando el bebé comienza a caminar y a ponerse de pie, como si el sostén de la mirada le permitiera «sostener-se» y descubrir la verticalidad, a veces con un sentimiento de júbilo. Esas experiencias también parecen hacer vivir al bebé una impresión de vértigo, en el cual la mirada y la distancia-profundidad lo llevan a vivir angustias más primitivas de caída en el vacío con una cierta excitación y al mismo tiempo un intento de control de la mirada. La utilización clínica de la observación A partir de mi experiencia de Observación, me pregunté acerca de lo que podíamos aprender, siendo psicoterapeutas y Psicoanalistas, de un bebé y de una pareja de padres que se desarrollan juntos y cómo esta modalidad podría ser útil a lo largo de una psicoterapia. Es así que comencé a utilizar este modelo de Observación en la relación terapéutica y, aunque esto no me llevó a modificar de manera activa mi presencia en la sesión, intenté afinar mi capacidad de Observación para entrar en contacto, de manera eficaz, con las comunicaciones primitivas del niño. En el fondo, podemos decir que una psicoterapia representa también una situación de Observación, pero una Observación de tipo particular, en la cual el espacio psíquico del terapeuta, con las resonancias que contiene, es revelador de lo que el paciente está viviendo en su mundo interno. Sí, se trata entonces de una situación de observación participativa, en la cual el terapeuta está disponible para retomar, al interior suyo, las identificaciones proyectivas que le son enviadas por el paciente y para hacer con él un trabajo de transformación psíquica, de alguna manera de digestión. Si esto es válido para todo enfoque psicoterapéutico, en la psicoterapia con niños con trastornos graves (autismo y psicosis) el terapeuta está confrontado a una dificultad adicional, proveniente de la dificultad de esos niños para acceder a utilizar un lenguaje simbólico. Es la 143


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razón por la cual la capacidad de soñar del terapeuta, su intuición y su empatía deben ser aún más afinadas. Es también la razón por la cual el trabajo con niños de este tipo es tan pesado y difícil para el terapeuta: esto le pide un esfuerzo adicional de ligazón psíquica entre elementos que pueden parecer sin significado, sin llegar a la posibilidad de ser transformados psíquicamente. Como lo vimos, a lo largo de una Observación la intensidad más grande pasa a través de la presencia emocional del Observador y la capacidad, que adquiere progresivamente, de llegar a una visión binocular: un ‘ojo’ que mira lo que pasa al exterior de él, entre el bebé y su entorno, un ‘ojo’ que mira lo que pasa al interior de él, siendo Observador. Esta visión binocular es la premisa que lleva a la multiplicidad de visiones que se desarrollará a lo largo del seminario y que hará más complejo el ‘primer grado’ de la Observación. A partir de mi experiencia de formadora, puedo atestiguar sobre la importancia de las transformaciones que se producen en los Observadores, después de esta formación, en su manera de trabajar y de pensar la realidad psíquica de sus pacientes. En lo que concierne a su desarrollo personal, los Observadores me confirmaron con frecuencia una mayor capacidad de entrar en contacto con su ‘parte bebé’ y la de sus pacientes (se trate de niños o de adultos) y un desarrollo de sus intuiciones y de su sensibilidad clínica. Esta formación, en efecto, representa una apertura a los aspectos no-verbales y pre-verbales de la comunicación. Ciertos Observadores me informaron que el impacto de este método ha sido comparable al impacto del método psicoanalítico a lo largo de un análisis personal. Por mi parte, siempre he constatado un verdadero proceso de crecimiento en las personas que emprendieron este tipo de formación: además, muy seguido, nuevos proyectos profesionales y nuevas aperturas en la práctica clínica pudieron desarrollarse a partir de la elaboración de la experiencia de Observación de un bebé. Me gustaría insistir también en un aspecto que es propio a la situación de Observación: es la función de un tercero que, muy rápido, el Observador adquiere gracias a su función “observante”. En efecto, cada momento de la Observación, permite crear “una pequeña distancia” por la mirada que representa, no una especie de simple espejo que refleja, sino, podríamos decir, un espejo que permite ver lo que no es visible sólo con el ojo. Es por esto que, siguiendo este método, cada momento es tan importante, porque corresponde a un momento de trabajo de elaboración psíquica. 144


La observación del bebé según E. Bick, su utilidad en la clínica

El impacto emocional con la situación observada, no se superpone a la redacción escrita, permitiéndole así al Observador recorrer, describiéndola, la situación de Observación. Al mismo tiempo, ese momento es también un momento de descubrimiento para el Observador, quien puede ‘sorprenderse’, escribiendo, de tener pensamientos, asociaciones que, aun teniendo un lazo con lo que vivió en el momento de la Observación, pueden esclarecerlos, sobre momentos de no-comprensión vividos durante la Observación. De la misma manera, a lo largo del seminario, nuevos pensamientos surgen del espacio del grupo, que se convierte entonces en ‘la cuna’ en la cual los bebés observados pueden ser pensados y sostenidos por la capacidad de rêverie grupal. Por esta razón, la mirada del Observador puede adquirir una función de tercero entre la mamá y el bebé. De la misma manera, la mirada del profesional puede tener una función de tercero entre el bebé y sus padres. Esto permite a veces dinamizar la relación, sobre todo cuando se trata de momentos difíciles entre el bebé y sus padres. Terminaré citando algunos ejemplos de proyectos que vi nacer como aplicaciones clínicas de la Observación y que supervisé en mis seminarios de profundización: La Observación de bebés prematuros en servicios de Neonatalidad, con la cual el Observador pudo entrar en contacto con el sufrimiento (psíquico y físico) de esos pequeños bebés que se muestran extremadamente receptivos y pidiendo atención, y con sorprendentes capacidades de comunicar con el Observador. Un proyecto de acompañamiento de detenidas que tuvieron un bebé en prisión: una vez por semana el Observador encuentra a las mamás en su celda, con su bebé. Esto permite a la madre hablar con un tercero de la relación con su hijo; el bebé, que vive una relación muy fusional con su madre, recibe otra mirada sobre su realidad psíquica, gracias a la presencia de un Observador. El acompañamiento de mamás seropositivas con sus bebés, en el cual, el Observador siguiendo el modelo de la Observación según E. Bick, va al domicilio de los padres y, en una posición de receptividad, escucha la comunicación de la madre (a veces del padre) y del bebé. Citaré de nuevo: el trabajo de acompañamiento de las puericultoras en las guarderías; la psicoterapia de bebés y de niños muy jóvenes recibidos en las guarderías; la Observación en lugares que acogen padres-bebés. Los últimos 145


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años colaboro en Francia en diferentes equipos que están confrontados a la problemática de la pequeña infancia y con las cuales hemos utilizado la Observación para afinar la comprensión, por parte de los interventores, de la comunicación primitiva de niños jóvenes. Este método aporta entonces a la clínica un medio valioso para la comprensión de situaciones complejas: su utilización permite abrir nuevas vías de reflexión, pero «tomando el tiempo» de observar. La aplicación del método de Observación se revela muy rica al interior de grupos de trabajo, donde se vuelve un instrumento de análisis y de reflexión para el grupo y un aporte para la definición de objetivos terapéuticos. La Observación, tal y como la consideramos, puede convertirse en una herramienta valiosa para la creación de actividades de prevención y de aplicaciones terapéuticas y representa un momento fundamental en la formación de todo profesional confrontado a la pequeña infancia, a los trastornos psíquicos graves y a los niveles primitivos del pensamiento. Referencias Bibliográficas Bion, WR. (1962). Learning from Experience. London. Heinemann. Bick, E. (1968). The experience of the skin in early object-relations. En: International Journal of Psychoanalysis, 49: 484-486. D. Meltzer (1985). La perception des ses propres attributs. En: Bulletin du G.E.R.P.E.N., vol. 4: 45-49. —————. (1987). The apprehension of Beauty: The Role of Aesthetic Conflict in Development; Violence and the Psychoanalytic Process. Oxford, Cluny Press. Haag, G. (1984). Autisme infantile précoce et phénomènes autistiques. En: Réflexions psychanalytiques, Psychiatrie de l’enfant. XXVII–2: 293-254. Sandri, R. (1991). La maman et son bébé un regard. Lyon. Césura. ————-. (1998). Penser avec les bébés. Toulouse. Erès.

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Revista Psicoanálisis, Vol. XXVIII, N° 1, enero-junio/2016 IRevista Psicoanálisis, Vol. XXVIII, N° 1, enero-junio/2016

Psicoanálisis en tiempos de la tecnocultura: algunas reflexiones sobre el destino del cuerpo en el espacio virtual* Alessandra Lemma1

Traducción Ítalo L. di Ruggiero2 “La tecnología no es ni buena, ni mala; tampoco neutral” (Kranzberg, 1986)

La cultura del trabajo en red Considerando que el internet y otras formas de comunicación virtual han estado presentes desde hace ya más de 20 años, sorprendentemente es poco lo que se ha escrito en la literatura psicoanalítica sobre su impacto en la estructura psíquica o acerca de la utilización de nuevas tecnologías en el encuadre analítico (setting), con algunas pocas notables excepciones (v. g. Ermann, 2004; Carlino, 2010; Lingiardi, 2008; Dini, 2009; Bonaminio, 2010; Fiorentini, 2011; Kilborne, 2011; Lemma y Caparrotta, 2014). *

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Trabajo seleccionado del 49 Congreso IPA 2015 en Boston, para ser publicado en la presente edición de nuestra revista. Directora de la Unidad de terapias del desarrollo y consultora en Terapias de adultos en la Tavistock and Portman NHS Foundation Trust. Miembro de la Sociedad Británica de Psicoanálisis http://tavistockandportman.uk/care-and-treatment/adults Miembro Adherente de la Asociación Psicoanalítica Colombiana. Director de la Biblioteca de la Asociación Psicoanalítica Colombiana. 147


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No se puede negar que esta generación está creciendo en una cultura en red en la que la comunicación es mediada y la conectividad digital con las diferentes tendencias de la virtualidad son ahora parte integral de nuestras prácticas cotidianas. Las redes globales actuales impactan la formación de la identidad: grupos de individuos ahora organizan y validan sus experiencias con comunidades virtuales. Pongamos algo de esto en un contexto más amplio, para subrayar la magnitud de lo que tenemos que entender. Por ejemplo, se estima que el 38% de los usuarios de internet en todo el mundo utilizan Facebook. Si se considera esto en relación con el dato estimado de siete billones de la población mundial, Facebook representa el 12 %; en otras palabras, si Facebook fuera una nación, sería la tercera más poblada del mundo (Law, 2013). Hoy quiero sugerir que la transición desde una economía industrial a una economía de información no solamente impacta la estructura externa de la sociedad y del comercio, sino también las economías psíquicas internas (Guignard, 2014), nuestros cerebros (Greenfield, 2014) y, por supuesto, cómo conceptualizamos el encuadre analítico. Sin embargo, no me enfocaré en ninguno de estos asuntos. El foco del 49° Congreso Internacional IPA Boston 2015 es cómo ha sido afectada la técnica (o no) por el fenómeno de un mundo cambiante. La técnica puede no capturar completamente lo que tengo en mente, cuando pienso acerca de las necesidades de cambio de nuestra práctica diaria, en respuesta a este “mundo cambiante”, si por técnica entendemos cuándo, si lo hacemos, forjamos interpretaciones transferenciales, o si se utiliza o no el diván, por ejemplo. Desde mi punto de vista, lo que necesita cambiarse principalmente para acomodarse al mundo cambiante, es el deseo de comprometerse con esos cambios culturales y con otras disciplinas que pueden ayudar a entenderlos y a estar abiertos a aceptar cómo esto puede requerir revisar posiciones a las que se está habituado. Esto incluye cómo hacemos las cosas (en otras palabras, la técnica) aunque no es lo único. Nuestro ‘encuadre interno’ también necesita cambiar y estar en sintonía con crecer y vivir en estos tiempos de Tecnocultura, puede requerir: a) Focalizar más estrechamente algunos aspectos de las experiencias de los pacientes, que sean directamente afectados por las nuevas tecnologías y esto amerita que se ponga especial atención a la experiencia de la incorporación, y a la relevancia de otras disciplinas que nos ayuden a otorgar sentido a esta incorporación 148


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b) Ser receptivos a la posibilidad de que los desarrollos tecnológicos contribuyan al ‘desarrollo’ psíquico, así como pueden ser usados para excluir esta posibilidad. Esto tiene implicaciones técnicas obvias, en términos de cómo nos aproximamos en nuestras interpretaciones al uso que el paciente de las nuevas tecnologías, para encontrar las prerrogativas del mundo interno en relación con el contexto externo contemporáneo. Dado que en la práctica diaria es frecuente encontrarse con individuos que pueden estar ‘utilizando mal’ las nuevas tecnologías para manejar sus trastornadas relaciones con la realidad, es demasiado fácil adoptar un punto de vista distorsionado sobre estos desarrollos. Sin embargo, los desarrollos tecnológicos lo son, en el sentido de que han creado oportunidades novedosas para ampliar el aprendizaje y la creatividad y pueden ser usados por algunos individuos para ayudar al proceso de desarrollo3, como espero ilustrarlo brevemente más adelante. Mundos reales, virtuales o prácticamente reales Una consecuencia importante de las nuevas tecnologías es cómo están transformando la naturaleza de la intimidad. Si estamos interesados en la intimidad, no podemos sino estar interesados también en el destino del cuerpo en el espacio virtual. Este es el énfasis de mi contribución. Sin embargo, antes de centrarme en el cuerpo en el ciberespacio, es importante decir unas pocas palabras acerca de las nociones de ‘real’ y ‘virtual’. En estos días, cuando pensamos las relaciones, no podemos evitar considerar el impacto de la ampliamente extendida conectividad digital portátil. Una importante implicación de esto es que, con la aparición de las nuevas tecnologías, los mundos real y virtual han empezado a mezclarse; para la actual generación digital, las redes son cada vez más una ampliación del mundo real más que una alternativa a éste.

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Estos nuevos medios de comunicación también ofrecen oportunidades para aumentar el acceso al cuidado de la salud mental, incluyendo las intervenciones psicoanalíticas. Si bien requiere de una comprensión sofisticada sobre cómo crear y salvaguardar el encuadre analítico, y tenemos mucho que aprender al respecto, no significa que no sea posible trabajar psicoanalíticamente a través de estos medios (ver por ejemplo, Lemma y Fonagy, 2014). 149


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Hoy, la más superficial y la más íntima forma de relaciones incluye mediación: gastamos cada vez más tiempo en relaciones sin cuerpo. La presencia simulada se ha vuelto el prototipo común de cómo nos vinculamos el uno con el otro. Es demasiado fácil desvirtuar los medios de comunicación nuevos y la tecnología asumiendo simplemente simulación como engaño, como Baudrillard (1981) y otros han sostenido; más bien, debemos considerar también la simulación como un aspecto de la co-presencia. (estar juntos vía mediación) (Coleman, 2011). Enviar mensajes de texto puede ser una pobre manera de relacionarse o de no relacionarse, pero también puede ser valioso en su significado interpersonal, en el mismo hecho de establecer contacto4. Para una disciplina como el psicoanálisis -que postula el conflicto humano fundamental entre el lure del ‘principio del placer’ y el dampener del ‘principio de realidad’ (Freud, 1928)-, lo virtual es a lo real lo que la copia es al original: es una reproducción que permite colonizar la realidad. Esta definición de ‘virtual’ típicamente se pone en oposición a la noción de lo ’real’. Lo virtual aquí es, siempre, ‘menos que’ lo original; lo virtual está siendo despojado omnipotentemente de lo llamado ‘real’, de esta realidad de carne y hueso. Como esta concepción de la Naturaleza de la realidad virtual puede volverse polarizada, lo virtual se vuelve equivalente a no auténtico. Como estos pensamientos sobre la naturaleza de la realidad virtual puede polarizarse, lo virtual se hace equivalente a lo ‘no auténtico’, un retraimiento lejos de la así llamada realidad. Como profesionales del psicoanálisis, estamos familiarizados con la naturaleza virtual de lo real mismo como se ha filtrado a través de un mundo de relaciones objetales -a su vez, distorsionadas por los procesos proyectivos e introyectivos- que crean otros virtuales, con resonancia emocional e informan cómo experimentamos y actuamos en el mundo. El encuadre analítico mismo 4

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Sin embargo, la investigación es esclarecedora al respecto: existe una correlación entre tener un gran número de amigos en Facebook y sentirse solo. Aquellos con una baja autoestima pueden empeorar aún más, ya que tienden a revelar más rasgos negativos en comparación con los positivos, dando lugar a menos “me gusta” (“likes”) . Uno de cada dos adolescentes admitió haber mentido en relación con los datos personales en Facebook, evidencia de que hay implicaciones en la identidad y las relaciones significativas. Envidia, narcisismo e inseguridad son muy comunes. La reafirmación (reassurance) dada en persona o por teléfono provoca una disminución de la hormona cortisol del estrés y un aumento en la hormona oxitocina de la ‘vinculación’; sin embargo, la reafirmación ofrecida por la mensajería instantánea no tiene tales beneficios.


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es también una forma de realidad virtual, como podríamos decir lo es la transferencia. El uso generalizado de los medios define un mundo que ya no es virtual ni real, sino que, talvez puede ser pensado como una representación de la diversidad de las combinaciones de la red. Para tratar de comprometernos, tanto teórica como clínicamente, con los tiempos actuales, tenemos que dejar atrás la lógica binaria de lo virtual y lo real, y entender el mundo en el cual estamos actualmente viviendo. Si consideramos la Second Life (Mundo virtual en 3D) como un ejemplo de trabajo, así como otras tecnologías de los medios del siglo XXI temprano que poseen cualidades de interacción en tiempo real, de visualización y de una sensación de habitar un espacio compartido. El mundo virtual ofrece a los usuarios cada día una experiencia que no es completamente virtual ni real, sino una que ha sido descrita por algunos teóricos de medios como ‘virtualmente presente’ (Coleman, 20ll). Con respecto a esto, el cibersexo plantea algunas cuestiones interesantes. Los desarrollos de la realidad virtual implican que Internet se ha vuelto un medio que ahora expande la realidad desde la antigua interacción sexual literal a una táctil que electrónicamente imita las acciones de una pareja ciber-sexual. Aun asumiendo un falo virtual (o cualquier otra parte de la anatomía), ¿la barrera electrónica entre los participantes en el cibersexo es suficiente como para ser interpretada como “no real”? Necesitamos reconciliar nuestros pensamientos al respecto con los hechos menos controvertibles que generalmente aceptamos, como que, a pesar de la barrera electrónica del teléfono, todavía estamos hablando con una persona real (es decir, teniendo una conversación real). Así que podemos preguntarnos: ¿la presencia real del otro cuerpo, más que su reconstitución, es lo que convierte la fantasía sexual en el hacer y ser actuales? Quiero dejarlos reflexionando acerca de esto.

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El destino del cuerpo en el ciberespacio5 La raíz etimológica del término ciberespacio —del griego kybernan, que significa controlar o dirigir—, nos conduce a una importante característica del ciberespacio, en que consiste su atractivo: en este espacio, el individuo puede sentirse en control, como si manipulara la realidad. Ese espacio es también fundamentalmente un espacio sentido-para-ser controlado. ¿Qué tanto más fácil es entrar en un mundo en el cual usted puede sentirse totalmente en control, donde lo que se necesita está solamente a un click de distancia, donde la pantalla madre-nutricia puede ser prendida y apagada a voluntad? Y, sin embargo, la seducción del estado de la mente a ‘un click de distancia’ facilitado por las nuevas tecnologías contrasta con nuestra impotente dependencia de las máquinas que apenas comprendemos. Nos hemos vuelto tan dependientes de nuestros equipos -ya como extensiones de nuestros límites físicos y cognitivos o como aislamientos psíquicos que han adquirido una función más rígida y/o compulsiva en el mundo interno- no es en absoluto sorprendente que experimentemos una terrible sensación de pérdida, de deprivación, de rabia, cuando se pierden o se dañan (Lingiardi, 2008). Cada ‘fracaso’ proporciona una narrativa diferente acerca del ‘control’ otorgado a través de la tecnología. La falla de los equipos muestra la impotencia escondida detrás de la fantasía de control, es decir, somos todavía unos seres sujetos al cuerpo, con un limitado control sobre nuestro mundo y ninguno en absoluto sobre nuestra finitud última. La yuxtaposición del cuerpo real de carne y un duro computador o un BlackBerry, invita a una pausa para pensar. Aquí la complejidad de la relación con el computador, como un objeto de poder -su dureza fálica- presenta el obvio contraste con la forma más suave e inclinado de su usuario estático cuyo cuerpo se aleja en significado, hasta que se vuelve superfluo en un mundo virtual que promete libertad de la restricción del Self corporal. En los años 90, el ciberespacio fue efectivamente proclamado por algunos como el campo para la realización de la mente incorpórea: una especie de ‘tecnocracia incorpórea’ (Gunkel, 1998, p. 119). Desde un punto de vista teórico, para comprender lo que está sucediendo en el ciberespacio, quiero invitar a 5

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Al referirme al ciberespacio, estoy utilizado la definición de Stratton (1997, p. 29): “El espacio producido por la comunicación humana, cuando está mediada por la tecnología de tal manera que el cuerpo está ausente”.


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adoptar un punto de vista menos cómodo de incorporeidad. Al proponer que el ciberespacio sea un lugar de encuentro puro de mentes, quiero plantear que el cuerpo todavía importa aun cuando la interacción sea mediada. En el ciberespacio todavía somos corpóreos. Lo que cambia es nuestra experiencia de corporeidad, porque ya no somos más dependientes de la antigua relación contingente con lo corporal. Esto es así, porque debemos estar interesados en la reconstrucción de los cuerpos en línea y en cómo estas actividades en línea informan o no, según sea el caso, una experiencia de corporeidad off line y de allí, nuestro sentido de identidad. La realidad virtual es un paso interesante más allá, de la cuestión de si nuestro sentido del Self es una construcción flexible. Desde la década pasada, los neurocientíficos cognitivos han estado estudiando el concepto de la ‘ilusión de transferencia corporal’, esto es, que el cerebro puede ser engañado a tomar el control de un cuerpo o de una parte del cuerpo que no es el propio. Con el acceso a unos auriculares VR (realidad virtual), como los Oculus Rift, podremos tener pronto la oportunidad de proyectar nuestras identidades más allá del ciberespacio, para habitar diferentes cuerpos. Algunos experimentos interesantes sobre la corporización virtual han sugerido resultados y experiencias positivas. En el año 2010, investigadores de la Universidad de Barcelona, les dieron a 24 hombres el auricular de una realidad virtual que les permitió percibir el mundo como de carácter femenino; encontraron muy pronto, que los sujetos desarrollaron una profunda identificación fisiológica con el cuerpo proyectado en la pantalla, inclusive como viéndose reaccionar cuando su corporización virtual era cacheteada por otro personaje. Los investigadores sugirieron que esta especie de representación en VR podría ser utilizada para enseñar a las víctimas de golpes a reutilizar sus cuerpos. La exploración de la representación del cuerpo y del desplazamiento puede tener interesantes ramificaciones. En el 2014, Yifei Chai, un estudiante del Colegio Imperial de Londres, creó un experimento de realidad virtual en el cual a una persona que llevaba puesto un auricular VR le había sido dado el control sobre los movimientos del cuerpo de otra persona, quien llevaba una cámara montada en su cabeza y un vestido con estimulación eléctrica. A pesar de que algunos participantes consideraron esta experiencia perturbadora, Chai manifestó su convencimiento en que el sistema pueda ser utilizado para enseñar a la gente acerca de la empatía, para realmente ponerse en los zapatos del otro. 153


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De acuerdo con esto, en el 2013, la investigadora de la VR, Tabitha Eck, realizó un experimento en el cual encontró que el sesgo racial disminuía cuando los participantes blancos se corporizaban en un cuerpo de piel morena. El mundo virtual del ciberespacio puede proporcionarnos un campo fresco para los ensayos del cuerpo, en el cual nuevos dramas pueden ser puestos en escena, pero donde, talvez, podamos también experimentar con nuevas, negadas o con conflictivas facetas de nosotros mismos, que encuentran su validación en otros. El ciberespacio ofrece una multitud de ámbitos potencialmente seguros, para aquellos que son ansiosos socialmente, para explorar quiénes, así como proporciona espacios para aquellos que, inseguros de su preferencia sexual, quieren explorar aspectos varios de su sexualidad. Algunos individuos, intencionalmente, se encargan de utilizar el ciberespacio para experimentar (v. g., cambiándose el sexo) y así explorar y expresar verdades escondidas en relación con ellos mismos. Desde un punto de vista psicológico, en efecto, se ha sugerido que el ciberespacio puede ser concebido como una especie de espacio transicional que facilite experimentar nuevas identidades (Turkle, 1995, 2005; Suler, 2002, 2004; Allison et al. 2006; Dini, 2009;), y que las posibilidades imaginarias permitidas por el ciberespacio puedan ser utilizadas terapéuticamente (Barak & Suler, 2008). La intención al acercarme a este tema no es demonizar el dominio virtual; sin embargo, se trata también el caso en que el medio ambiente tecno del ciberespacio sea particularmente receptivo a la proyección y al acting out de la fantasía inconsciente, como se puede observar en la utilización compulsiva del porno en internet (Wood, 2013). Por otra parte, en vista de que el ciberespacio forma parte del paisaje tecnologizado, que es ahora uno del estándar de la vida diaria, esto lo hace muy fácil, aunque algunas veces, menos llamativo, porque es utilizado por gente joven en particular, como un refugio a las demandas de la realidad del cuerpo y su especial significado para ellos. ‘Jugar’ en el ciberespacio puede entonces ser utilizado para sobrepasar las difíciles tareas psíquicas requeridas para representar la experiencia, dando paso en su lugar a la simulación con el consecuente riesgo de que lo ‘virtual’ pueda reemplazar lo real y volverse más poderoso. Por supuesto, hay muchas maneras a través de las cuales uno puede escapar del cuerpo, por ejemplo, a través de una más exclusiva focalización en la persecución de lo intelectual, haciendo que lo que hace referencia al cuerpo parezca ser redundante. Esto señala la cuestión de si la amplia disponibilidad del ciberespacio cuerpo parece redundante posibilita nuevas manifestaciones 154


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patológicas. Mi propia experiencia clínica me vuelve escéptica a que el internet, por sí mismo, ‘cause’ problemas psicológicos. En cambio, sugiero que puede proveer un vehículo culturalmente reforzado y fácilmente accesible para la actuación de conflictos relacionados con nuestra naturaleza corporal. El uso compulsivo del ciberespacio está sobre-determinado y puede de diversos conflictos inconscientes, pero mi enfoque por ahora estará restringido a entender esas presentaciones clínicas, en donde su mal uso está al servicio de una experiencia alterada de ‘otredad’, esto es, sentido como localizada concretamente en el cuerpo. Mientras esta sea la preocupación central inconsciente, estoy sugiriendo que el ciberespacio está idealmente adaptado a ser utilizado defensivamente para pasar las implicaciones psíquicas de un Self corporal. Esto puede ser comprendido, en parte, como la función de algún ciberespacio de rasgos específicos, como sigue: a) Puede crear y/o sostener la ilusión de descorporización. El ciberespacio puede desafiar la historia, la transitoriedad y, por consiguiente, lo físico verdadero del cuerpo. Este vínculo temporal, que es la crucial vinculación entre presente y pasado pues está anclado en el cuerpo que nos ha sido dado, nos provee de un sentido de continuidad en nuestra experiencia de quiénes somos, tanto en el tiempo como en relación con los vínculos con otros, de quién hemos dependido y podemos seguir dependiendo. Cuando esto se interrumpe, la relación individual con la realidad lo hace también. b) La tecnología misma también des-abyecta el cuerpo humano, destierra el confuso cuerpo interno y deja escapar sus líquidos y fluidos. Crea una distancia desde nuestra naturaleza orgánica y limitaciones, protegiéndonos de la cruda realidad, como planteó Becker (1973) provocativamente: somos ‘Dioses con anos’. c) Se puede abolir la realidad y la necesidad de separación y aumentar la manera de relacionarse donde el cuerpo ‘real’ pueda ser negado. Con la presencia física ya no requerida para iniciar o sostener la relación, la presencia primaria del cuerpo se ha convertido en una pseudopresencia (Zizek, 2004). Adicionalmente, al frustrar la realidad de los límites geográficos, podemos disminuir o evitar la experiencia emocional de la separación. La realidad, y como yo diría, la necesidad de distancia y separación (Josipovici, 1996) ha sido reemplazada por la comunicación inmediata, sobrepasando 155


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lo que, de no ser así, requeriría de un penoso trabajo psíquico para permitir el duelo por el ausente o por el otro perdido. d) Esto puede promover la ilusión de transparencia interpersonal. La extrañeza y opacidad del Otro se han sorteado, porque el otro es efectivamente creación del Self. Aquí el otro, quien también está des-corporizado, puede ser experimentado como plenamente conocido y, por lo tanto, poseído (Arias, Soifer y Wainer, 1990; Gibbs, 2007). e) Se pueden alterar las relaciones entre la realidad interna y la realidad externa. Ofrecer la ilusión de que lo que es real sobrepasa la necesidad del trabajo psíquico necesario para entender que la realidad interna y la externa están ligadas en vez de separadas o equiparadas la una de la otra. En el mundo virtual, la equivalencia psíquica, que es un modo de la realidad (Fonagy & Target, 1996) puede volverse dominante, un modo por medio del cual el mundo interno que es proyectado en el espacio virtual es considerado como correspondiendo a la realidad externa. El medio ambiente tecnológico del ciberespacio puede así confundir los límites entre los mundos interno y externo, creando la ilusión de que la realidad interna y externa son isomórficas. En esas condiciones de existencia, no hay límites para lo que puede ser imaginado y actuado. Como el Self es intoxicado con la omnipotencia, pierde todos los referentes contextuales, entre los cuales el cuerpo es uno que, de otra manera, le proporcionaría significado a la experiencia. f) Puede hacer corto circuito el ‘trabajo del deseo’. El deseo está medido en términos de tiempo: sobre la anticipación y la demora de la gratificación -es en ese espacio, así creado, que somos compelidos a representar nuestras experiencias y a que pensemos en vez de descargar/actuar. Todavía no sabemos lo suficiente sobre las implicaciones de la experiencia sostenida de la inmediatez virtual en la psique; esto es, de la manera en que en el ciberespacio podemos hacer que las cosas sucedan YA y que, de otra manera, tomaría mucho más tiempo o que simplemente no serían realizables. Esto tiene de lejos implicaciones para el individuo y en la manera en que nos relacionamos los unos con los otros, tanto íntima como socialmente. Dentro del ciberespacio, no solamente existe la posibilidad de que la cosas sean otras que las off line (en y del ciberespacio) sino de que este cambio de 156


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ambiente y la corporización, potencialmente y, tal vez aun típicamente llegue más lejos y más inmediato lo que parecía posible. La experiencia de mi Self virtualmente corporizado puede ser, por ejemplo, como la de alguien con una mejorada destreza física, con una especial habilidad o con un elevado sex-appeal. Estas características no son algo que yo necesite desarrollar con el tiempo, más bien, es con relativa facilidad y con poco conocimiento como me acostumbro a mi transformación, puedo tener presencia en el ciberespacio, con casi inmediato efecto, donde yo puedo ejercitar una ‘flexibilidad somática’. Finalmente, la inmediatez virtual puede impactar mucho nuestra capacidad de ser íntima, emocional y sexualmente –una capacidad que cuando las cosas van bien, son soportadas por el ‘trabajo del deseo’. En el ciberespacio, la emoción de la velocidad y de la inmediata disponibilidad, sustituye la realidad de un real otro que puede nunca ser plenamente disponible o controlado por el Self. Sabemos que uno de los retos de la sexualidad es que, en su corazón, descansa la alteridad. Esta alteridad necesita ser integrada a las experiencias subjetivas de la sexualidad. Cada deseo se concentra en el otro y, más específicamente, la existencia del otro nos enfrenta con dos elementos: nuestra dependencia y nuestra pasividad. Ambas posiciones movilizan la ansiedad. Esto opera de maneras diferentes y en muchos niveles del ciberespacio. Por ejemplo, el acceso fácil a la pornografía y a las imágenes sexuales en internet que se prestan a hacer corto circuito con el doloroso trabajo mental implicado en el trabajo de deseo: el otro se vuelve un objeto que no existe fuera de nuestro control. Flexibilidad somática: cuerpos virtuales ideales e idealizados El escritor norteamericano de ensayos y eminente ciberlibertario John Perry Arlow (1996) anunció en su Declaración de la Independencia del Ciberespacio que la falta de censura y de anonimato que la red ofrece permite propiciar una más libre, más abierta sociedad porque la gente puede librarse de la tiranía de sus identidades de mundos reales fijos y crearse a sí mismo de nuevo … o, como lo describió sucintamente el New Yorker: ‘En el internet nadie sabe que usted es un perro’.

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Ahora me interesa esclarecer específicamente la cuestión de cómo la así llamada libertad permitida por el ciberespacio a la flexibilidad somática puede impactar la imagen corporal del individuo y el sentido del Self. Podemos considerar, por ejemplo, que el ciberespacio promueve la libertad de comprometernos en lo que Biocca (1997) ha llamado ‘corporización progresiva’, que él considera la extensión de lo que pudiera ser posible desarrollar, un Self off line’ focalizada en mejorar su ciber Self o cuerpo de una manera que corresponda al potencial permitido por un espacio dado. Si esto es así, entonces debemos considerar si los individuos buscarán paridades consigo mismos a través de ambos dominios o si se contentarán simplemente con compartimentar cada identidad (Suler, 2004) restringiéndola a los límites y contextos específicos de cada ‘on’ u ‘off’ del mundo en línea. Las identidades que algunos individuos crean para sus caracteres on line sugieren que el ciberespacio es un entorno en el cual ellos se sienten inclinados a crear caracteres imbuidos de sus Self ideales (Bésiere y otros, 2007). Encontraron que los individuos que tienen los puntajes más bajos en relación con la medida del bienestar psicológico son los que parecen ser más dados a crear caracteres que estén más cercanos a sus Self ideales y menos de sus Self actuales, que los que tienen puntajes más altos. Algunas de las preguntas interesantes que surgen de este hallazgo se relacionan con la probabilidad de que los posibles Self que se han desarrollado en el ciberespacio sean auténticas expresiones el propio Self y, principalmente, si ser auténtico o no en estos espacios es psicológicamente importante. Si, a través del proceso de la mediación virtual, se puede realizar virtualmente el ‘Self posible’ y, en el proceso, recibir alguna forma de validación social, aún de contexto específico, y después, hasta de alguna extensión, es posible el Self ‘auténtico’, ¿cómo pueden los otros reaccionar a este impacto al Self virtual en el Self off line? Aquí se vuelve crítico tener en la mente la distinción entre una realización ideal de corporización y una realización idealizada que se equipararía a una corporización inauténtica. Un ejemplo de esto puede estar presente en sí-mismo, de una manera congruente con la idea de belleza y atractivo culturalmente mantenida sin tener en cuenta su potencial real de encontrar estos ideales. La cuestión clave, sin embargo, es la extensión en que la flexibilidad somática mencionada ha de ser ofrecida como un resultado del enganche entre uno mismo y varias formas de tecnología, provocando ya sea auténticas o inauténticas presentaciones de corporización. 158


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Para algunos individuos, su transformación tiene el potencial de crear una discrepancia importante entre sus identidades de estatus percibidas y su utilidad social en el mundo ‘real’ y esa otra obtenible en el ciberespacio. Al dejar el ciberespacio, uno no puede seguir volando. Como uno se experimente a sí mismo, podrá cambiar en consecuencia. así cambiará. No habrá simplemente una falta de x (por ejemplo, de la habilidad de volar) sino que la falta de x se destacará como una pérdida, algo que se ha perdido. Grandes discrepancias entre la imagen del cuerpo off line y las transformaciones pueden llevar a algunos individuos a favorecer o aún a fijar en sus transformaciones de los Self resultantes, la dominancia psíquica de lo virtual sobre lo no virtual, lo que puede resultar en el gasto individual de más y más tiempo en un estado en el cual su sentido del Self es percibido como sobresaliente. El riesgo aquí es que el individuo puede habitar lo que Law (2013) designó con el término de ‘atamocracia’, esto es, el mundo personal de uno mismo. Law escribe fuera del marco psicoanalítico pero su término captura acertadamente un estado narcisista caracterizado por una completa omnipotencia en el que las leyes del principio de realidad ya no se aplican. Las corporizaciones imaginadas y las vividas Con cada simulación y cada transmisión descubrimos no solamente nuevas tecnologías sino también nuevas facetas de nosotros mismos. Sería muy fácil encontrar un caso que ilustrara el uso del ciberespacio como un retraimiento narcisista en un estado de atamocracia. y esto ya se ha tratado (Lemma, 2011). Ahora quiero referirme a algún material clínico para ilustrar cómo el uso del ciberespacio puede también crear la oportunidad para la elaboración de una corporización imaginada, que en contraste con la corporización vivida, provee al individuo de una experiencia diferente que puede ayudar al desarrollo. En el caso en cuestión, el ciberespacio y el cibersexo más específicamente, asistidos por la integración gradual del paciente, hasta ahora separada y denigrada de la identidad homosexual, a través del acceso a los sitios de charlas gay y porno. El señor B era un profesional exitoso, varón, en sus cuarenta años, que asistía a psicoterapia analítica tres veces a la semana (cara a cara, durante los primeros dos años) por dificultades maritales. Sentía que era homosexual a pesar de que no había tenido ninguna relación sexual con un hombre hasta ese momento. 159


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El señor B había estado casado por cinco años cuando empezó la terapia y tenía un hijo. Creció en una familia religiosa, conservadora, de altas realizaciones. Su madre fue sentida como distante físicamente, brusca al manejarlo a él. Ambos padres desaprobaban el sexo fuera del matrimonio. La homosexualidad era explícitamente relegada a la categoría de las ‘perversiones’. Mr. B recordaba haber sido atormentado en su escuela secundaria por su atracción por un muchacho mayor. Se masturbaba con la fantasía de este muchacho y decía que invariablemente se sentía ansioso cuando llegaba al orgasmo. Nunca había tenido ninguna experiencia con otros hasta que llegó a la universidad. Sus primeras experiencias sexuales comprendían encuentros bastante irregulares con mujeres, durante los cuales a menudo se sentía impotente. Una vez más, como le había sucedido en la escuela secundaria, volvió a sentirse atraído por un muchacho universitario conocido, pero nunca se permitió revelar su fuerte deseo. Decía siempre que había odiado su apariencia. Pensaba que sus piernas eran demasiado cortas y que su piel era demasiado clara; decía: “…es como si en el fondo mezclara lo mejor y lo peor… parezco un cadáver”. Había considerado un trasplante de cejas porque las suyas eran tan claras que parecía como si se las hubiera afeitado del todo. A través del tiempo, capté varias dimensiones de su experiencia con su cuerpo: cuán inhóspito se sentía, su ansiedad, profundamente asentada, de que su cuerpo le traicionaba mostrando cómo se sentía: que no tenía nada vivo en él, que su piel y su cabello eran tan claros que lo volvían invisible a los demás, y que él quería, desesperadamente, que yo resucitara algo muerto en él. Ocasionalmente, el señor B hizo uso de prostitutos masculinos antes de destaparse totalmente. Antes de dar ese paso, y como lo he discutido en otro lugar, puede ser interpretado en esta instancia, como un paso de desarrollo hacia la integración de su sexualidad (Lemma, en imprenta), confió extensamente en el porno de internet y en los sitios de chat gay. Esto jugó un rol vital en ayudarlo a que sintiera validado su cuerpo y su sexualidad. Debería añadir que él no se sentía atraído ni por el fetichismo ni por el porno violento. Ahora, muy selectivamente, me centraré en algunos sueños para ilustrar la progresiva elaboración de las representaciones de su cuerpo sexual, por medio de la utilización del cibersexo y, obviamente, también a través del proceso analítico 160


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que transcurrió paralelamente con estos. Dada las restricciones de tiempo, no puedo hacer reportes detallados del proceso. Al principio, cuando accedió al porno o cuando en los sitios del chat gay el señor B se sentía muy inadecuado y no podía lograr el orgasmo, estaba plagado de pensamientos intrusivos, ya sea acerca de lo poco atractivo que era o acerca de su sucia sexualidad. Para empezar, evitaba el contacto visual on line, porque se sentía era muy poco atractivo. Un sueño de su fase temprana capta su representación denigrada del cuerpo: Estoy atrapado en un excusado sucio, con mis pantalones en el suelo. Hay mierda por todas partes en mis piernas. Tengo una terrible diarrea que fluye en el suelo. El mal olor es abrumador y puedo oír gente en otros cubículos dando tirones bruscos, luchando para salir.

Cuando el señor B trajo este sueño, lo consideré en transferencia, como una expresión de su terrible ansiedad de que su cuerpo y sus deseos homosexuales me disgustarían y que esto me llevaría a abandonarlo. Ligó esto al disgusto que su padre había expresado hacia los hombres gay y se dio cuenta que él estaba totalmente identificado con ellos también. También vimos el sueño (dadas algunas de sus subsiguientes asociaciones) como expresión de su agresión y deseo de cubrirme a mí/su padre con su mierda, en retaliación por el rechazo percibido a su Self sexual. Nueve meses más tarde, después de un uso regular, casi diario del Internet, los sitios de chat gay de charlas y de extensos texting basados en cibersexo, me trajo este sueño: Estoy en el gimnasio. Los músculos de mis piernas están tensos. Estuve trabajándolos y sudando y el hombre a mi lado me mira absorto. No estoy seguro de si está atraído por mí o si siente rechazo por mi olor.

En sus asociaciones, el señor B me dijo que, cuando estaba en los sitios de chat gay, a menudo se sentía ‘confundido’, ya que no estaba siempre seguro de si otros hombres lo encontraban atractivo, especialmente si el sitio de charla incluía contacto visual. Se sentía más seguro utilizando el porno o solamente probando el texting on line, porque no lo estaban viendo. Con estos límites, él sentía que podía estar en su propio cuerpo más confortablemente y manifestar su Self sexual con menor inhibición. 161


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Consideramos este segundo sueño como expresando su dificultad para leer las señales sexuales, cuando la interacción era visual y comprometía su cuerpo actual; una vez removida su actual ansiedad sobre cómo interpretar mis miradas hacia él, cuando él me había revelado ya más sobre él: ¿Estaba yo aprobando o todavía me repugnada lo que me decía o lo que veía? En esa fase, él estaba todavía aterrado acerca de la posibilidad de revelar su homosexualidad abiertamente y no poder siquiera ‘ahora’ tolerar tener sexo con un hombre. Sin embargo, a pesar de que este segundo sueño está todavía lleno de ansiedad (y agresión hacía sentir-ser-rechazado por el otro: su olor es también un arma con la cual él aleja al otro) lo consideré como un signo de principio de elaboración de la posibilidad de que el otro pudiera desearlo: “No estoy seguro de si está atraído por mí…”. Consideré esto como una posibilidad que había sido facilitada por los intercambios virtuales en el ciberespacio en los que él se imaginaba a sí mismo como potencialmente deseable, modificando su experiencia de corporeidad. Durante los siguientes meses de terapia el señor. B estaba muy preocupado por ‘salir del closet’ y sentí que esto era ahora algo que él quería hacer y que se había vuelto más posible por sus experiencias online y por la validación que había encontrado allí -así como también por su análisis. Empezó ahora a visitar prostitutos, y tanto el uso del internet porno como el de los sitios de chat gay disminuyeron significativamente. Después de uno de los encuentros con un prostituto con el que había tenido sexo unas cuantas veces y cuyo comportamiento le gustaba, el señor B me trajo un sueño, muy vívido: - Él era un niño y estaba cocinando, pero no tenía idea de qué ingredientes necesitaba. - Estaba buscando el libro de cocina que su abuela utilizaba, pero no podía encontrarlo. - Decidió usar los ingredientes que tenía a mano y empezar a mezclarlos con una textura como de una masa que parecía dorada y gradualmente se iba espesando. Su madre le gritaba desde el fondo de la casa llamándolo idiota y diciéndole que no debía siquiera tratar de cocinar, que esto era algo que sólo las personas mayores podían hacer.

En sus asociaciones, el señor B dijo que su mamá no era para nada así en realidad: ella era tímida, era una mujer tranquila. Su abuela, en cambio, tenía 162


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un carácter fuerte, se había consagrado a su trabajo de maestra en una escuela de niñas y se volvió la madre sustituta de varias de las niñas, quienes todavía le escribían en agradecimiento. Entendimos este tercer sueño como expresando su gratitud al prostituto varón por ayudarlo a aprender sobre él mismo sexualmente; era como si él le hubiera dado un libro que tuviera la receta para su sexualidad, pero que apenas supiera lo que necesitaba y quien era él, eso daba lugar a voces de desaprobación en su cabeza que le recortaban el tamaño, diciéndole que era solo un niño que no sabe lo que está haciendo. Relacioné esto con la manera como, un poco antes, me acababa de decir cuánto había gozado el sexo, yo me había vuelto esta otra humillante que deseaba reducirlo al tamaño de ‘un niño heterosexual’. El señor B llevaba dentro de él mismo la sensación, no solamente de que su homosexualidad era inaceptable sino también que simplemente ‘ser sexual’ era algo vergonzoso, dando por resultado una pretendida vida que escondía sus deseos homosexuales y que daba lugar a una recurrente experiencia en transferencia, de que era yo lo desaprobaba y castraba. A través de encuentros virtuales sexuales en el ciberespacio, así como la utilización del porno y, eventualmente, el uso de prostitutos, los sueños del señor B revelan los dolorosos, pero como estoy sugiriendo, los cambios estables en la representación de su cuerpo. Después de su último encuentro con el prostituto, produjo el tercer sueño, en el que cocinaba ‘una masa que parece dorada y que se espesa gradualmente’ que reflejaba, según lo entendí, la representación emergente de un cuerpo sexual que ahora tiene color/vida y sustancia. Por supuesto, un caso como este plantea la pregunta de por qué el señor B no pudo trabajar sus conflictos sexuales primariamente en la transferencia. Tengo algunos pensamientos al respecto. El señor B recordaba que ambos padres eran ‘rígidos’ en todo lo que hacían, inclusive en cómo se presentaban a sí mismos físicamente, “sin lujos”, como él los describía. No tenía ningún recuerdo de algún acercamiento físico con ninguno de sus padres. Experimentaba su cuerpo como ‘muerto’ y esto se reflejaba en su apariencia, que era inteligente, pero incolora. Su piel ‘demasiado clara’ y sus invisibles cejas se juntaban para la representación de un cuerpo sin contornos, que podría fácilmente desaparecer al confundirse con el fondo y 163


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morir. El señor B, por lo tanto, relataba una historia temprana caracterizada por lo que podríamos llamar como la insuficiente catectización de su cuerpo por las figuras claves de apego. En otras palabras, él llegó al desarrollo de su sexualidad desde un endeble fundamento del nivel de la representación mental de su cuerpo. Su lucha para integrar la psicosexualidad requirió el análisis de este déficit, esto es, de la nula catexis del Self de su cuerpo, que se halla en el contexto de sus figuras tempanas de apego y una aceptación del uso que hizo del ciberespacio, para trabajar a través de estas dificultades, más que por la interpretación de ellas en los estadios primitivos. El reflejo (imagen en espejo) marcado y contingente de las experiencias de Self corporal, eventualmente, es para todos nosotros un muy importante factor del desarrollo de una sensación coherente del Self firmemente enraizada en el cuerpo. Sin esas bases, la trayectoria hacia la elaboración satisfactoria del Self sexual se vería comprometido en varios grados. Lo que yo comprendí era que el déficit del señor. B en este nivel socavaba su habilidad de representar simbólicamente su deseo sexual, sus ansiedades y sus conflictos. Él tenía que experimentar primero la mirada y el contacto sexual del otro virtual y luego, el contacto y la mirada del prostituto para permitirse sentirse seguro excitado sexualmente en el contexto de una relación de intimidad emocional, que trató de desarrollar una vez salido del closet y después de que dejó a su esposa, varios años después de empezar la terapia. En la transferencia, yo era consciente de que el señor B anticipaba mi crítica, mi mirada no deseante y que evitaba al principio el diván, con el propósito de controlar ansiosamente la situación. Él era consciente también de la ausencia de cualquier sentimiento erótico en la transferencia, como si su sexualidad hubiera tenido que ser mantenida lejos de nuestra relación. El temprano déficit en la representación del cuerpo del señor B, se puede decir que ha comprometido el desarrollo de un Self sexual fálico como un paso necesario hacia la integración de la sexualidad edípica. Tal vez una ‘ventaja’ del partner sexual virtual y, posteriormente del prostituto, es precisamente que no es ni la madre/padre, ni el compañero sexual, ni el analista. El otro sexual virtual y los prostitutos pueden así soportar el desarrollo de un Self sexual fálico sobrepasando las ansiedades edípicas que todavía no pueden ser enfrentadas. Esto permitió a la representación del cuerpo del señor B volverse más consolidada en su mente, antes de que pudiera trabajar a través de su sexualidad edípica en 164


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la transferencia. Esto hizo surgir la posibilidad de que esa ‘sexualidad virtual’ y después la ‘sexualidad en espejo’ -ambas de naturaleza narcisista- fueran precursoras de una sexualidad relacional enraizada en dos cuerpos y mentes que interactúan el uno con el otro y puedan, entonces, espejarse recíprocamente. La trayectoria individual del señor B sugiere que es importante para el analista mantener la mente abierta con respecto al uso que hace del ciberespacio para experimentar con corporizaciones imaginadas. Esto puede ser especialmente relevante para el desarrollo de una identidad sexual consolidada que pueda, posteriormente, acabar siendo vivida en el contexto de una relación de apego. Mientras estemos en lo correcto, considero entender este uso del ciberespacio como un enactment. Hago énfasis hoy en la importancia de considerar la posibilidad de que pueda también representar un desarrollo. Reconocerlo así es importante terapéuticamente y tiene implicaciones para la técnica. Requiere que el analista conduzca sensiblemente por un difícil rumbo entre ayudar al paciente a representar la experiencia y entender y aceptar por un tiempo el imperativo teleológico que transcurre contra eso y que, sin embargo, puede ser un paso necesario hacia la representación de la sexualidad y vivir confortablemente en un cuerpo sexual. Este paso puede ser apoyado por el uso del ciberespacio, para experimentar la experiencia propia de corporización. Conclusión El ciberespacio no es un espacio homogéneo. Debemos considerar las relaciones contingentes que existen entre este espacio y lo que permite en términos de representación e interacción. Mientas lo hacemos, necesitamos mantener firmemente en mente que lo que trascienden los espacios on line y off line es el individuo. Al pensar el mundo del ciberespacio como un espacio potencial para la experimentación que puede facilitar la elaboración psíquica, necesitamos considerar no si esto es correcto o equivocado, bueno o malo, sino si psíquicamente el individuo puede enfrentar lo que se le ha presentado o actuado en un espacio virtual dado. Esta es una generalización de valor limitado. Por esto, necesitamos un lente psicoanalítico para ver cómo se puede interactuar tecnológicamente para bien o para mal con una economía psíquica particular.

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Revista Psicoanálisis, Vol. XXVIII, N° 1, enero-junio/2016 IRevista Psicoanálisis, Vol. XXVIII, N° 1, enero-junio/2016

El trabajo de René Roussillon: Una visión panorámica de sus principales conceptos Reseña crítica de autor Dianne Casoni, Martin Gauthier, Louis Brunet, Jean-Pierre Bienvenu

Traducción : Fabio Eslava Cerón1

René Roussillon ha sido miembro titular del Groupe Lyonnais de la Société Psychanalytique de Paris(SPP)” desde 1991. El mismo año, recibió el prestigioso premio Maurice Bouvet de la SPP por su libro Paradoxes et situations limites de la psychanalise. Es también profesor universitario y presidente del Departamento de Psicología Clínica en la Universidad Lyon 2. Lumière. Pertenece a la segunda generación de analistas franceses que han contribuido a hacer conocer las ideas de Winnicott en ese país, siguiendo el liderazgo de Didier Anzieu, Jean Bertrand Pontalis, y André Green. Ha desarrollado una integración, verdaderamente personal y teóricamente coherente, de muchos de los conceptos de Winnicott, como el desarrollo de la mente y los procesos psíquicos, el papel del objeto externo en el desarrollo de las capacidades de simbolización y en el proceso de apropiación subjetiva. También, ha expandido la analogía de medio moldeable de Marion Milner, para describir las funciones ejercidas por el objeto, y renovó lo que se podría llamar los fundamentos del Psicoanálisis. Más precisamente, Roussillon ha intentado aprehender las implicaciones del 1

Miembro Titular de la Asociación Psicoanalítica Colombiana. 169


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momento crucial metapsicológico de Freud en 1920, identificando conceptos más tempranos, con necesidad de revisión, para vincularlos de manera coherente con aquellos asociados al pensamiento de Freud en Más allá del principio del placer. Revisó así las nociones de trauma primario y secundario, simbolización primaria y secundaria, compulsión a la repetición, el principio del placer, y la transicionalidad, entre otros. En lugar de presentar el trabajo de Roussillon cronológicamente, hemos escogido presentar sus principales ideas en una visión panorámica de muchos de los conceptos con que él ha contribuido al pensamiento psicoanalítico. Primero, se presentará lo que Roussillon ha designado como una metapsicología de los procesos. Como esta primera sección describe su revisión de la metapsicología a la luz de los cambios teóricos que Freud introdujo en 1920, toca muchos de los conceptos que serán elaborados más adelante en este trabajo. Luego, se presentará una segunda sección que explora los conceptos de trauma primario y simbolización primaria, al igual que los de trauma secundario y simbolización secundaria, seguidos de su visión acerca del debate concerniente al infante, visto como buscador de placer o buscador de objeto. La quinta sección describe brevemente las dos fuerzas fundamentales del aparato psíquico, de acuerdo con Roussillon. Sigue una sección más extensa que se enfoca en el papel del objeto en el desarrollo del aparato psíquico del niño2 y está dividido en dos partes. En la primera, se revisa el uso que hace Roussillon de la analogía de Marion Milner del medio moldeable3; en la segunda parte, se describen las propiedades del medio moldeable. La sección final presenta una corta visión del punto de vista de Roussillon sobre la acción del Psicoanálisis con énfasis particular en el tema de apropiación subjetiva. Siguen comentarios concluyentes.

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El término utilizado por los autores es child, que en inglés no define el género. Debido al uso en español, la traducción a niño no supone restricción al sexo masculino. De la misma manera, cuando en el texto se encuentran pronombres derivados de child o infant, los autores han preferido el femenino she. En este texto de niño o infante, he derivado el pronombre él. (Nota del Traductor). La capacidad plástica a que se refiere el original en inglés como pliable, se puede traducir como flexible, modelable, moldeable o maleable como prefiere la traducción de Amorrortu de la obra de Roussillon. Aquí he preferido “modelable” para estar de acuerdo con el contexto N. T.


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Revisión de conceptos Metapsicología de los procesos Actuando como conferencista invitado en el Congreso de psicoanalistas de lengua francesa, Roussillon presentó un trabajo titulado La Metapsicología de los procesos y la transicionalidad. Este trabajo, posteriormente publicado como el libro El placer y la repetición: teoría del proceso psíquico, perseguía un doble propósito: Clarificar las implicaciones teóricas del momento crucial de Freud en 1920 y, como consecuencia, revisar las bases del Psicoanálisis en busca de la emergencia de una nueva coherencia. La mayoría de las nociones desarrolladas en esta sección serán discutidas más delante de manera más completa. Roussillon (1995b) sostiene que la comunidad psicoanalítica no midió completamente las consecuencias del trabajo de Freud de 1920. Sin duda, no todos los aspectos de la metapsicología habían sido revisados a la luz de los conceptos fundamentales en más allá del principio del placer. Aunque Freud asumió sin duda la tarea de revisar la metapsicología establecida en 1921, nunca completó su revisión. Roussillon (1995b, 2001) señala entonces, que muchos analistas amalgaman conceptos pertenecientes a la metapsicología previa a 1920, sin resolver algunas de las incoherencias teóricas implícitas. Argumenta que algunos conceptos son, incluso, incompatibles, contribuyendo a una suerte de Torre de Babel psicoanalítica. Roussillon señala que la principal contribución de Freud en su texto de 1920, más allá de la introducción de una nueva teoría de los impulsos, es la idea de que el principio del placer ya no es el principal organizador del funcionamiento psíquico. En cambio, un principio de repetición – concebido como más fundamental, y cuya existencia es anterior al principio del placer- lo reemplaza. En esta conceptualización, el principio del placer no solamente se ve como actuando en una segunda fase; se le asocia a la vinculación psíquica lo mismo que a la experiencia de subjetivación. Así, la idea de una constricción a repetir ejerciendo su efecto aún antes del principio del placer –es decir, un principio no motivado por la búsqueda del placer, y que sería inevitable y automático-tiene un efecto determinante sobre la teoría y sobre el trabajo clínico. Tal principio juega un papel importante, añade Roussillon, en la experiencia subjetiva de lo que no se ha vivido ya como parte del sí-mismo o del sujeto. El principio del placer, en cambio, actúa de ahí en adelante vinculando contenido psíquico que no se ha experimentado como parte del sujeto. 171


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También, da lugar a la aparición de la simbolización primaria, la cual entonces permite la existencia de tal contenido como una parte del sí-mismo. Este último logro se conceptualiza como resultado de la apropiación subjetiva, un concepto que ciertamente constituye una de sus principales contribuciones al pensamiento psicoanalítico, que se discutirá más adelante. Roussillon (1995b, 2000, 2001) es de la opinión de que, antes del momento crucial de 1920 en la teoría psicoanalítica, todo lo que era inconsciente o reprimido se consideraba que constituía un “deseo” correspondiente a una “representación”, mientras que después de 1920, emergió una nueva concepción del inconsciente, constituyendo material no-simbolizado, no regido por el principio del placer. Esta modificación en la teoría psicoanalítica llevó a Freud a definir mejor el inconsciente con la introducción de la noción de Id en 1923. Este inconsciente revisado, el Id, contiene tanto material simbolizado como no simbolizado. El último no obedece las leyes de desplazamiento, condensación, vinculación y representación. Una consecuencia terapéutica de Más Allá del Principio del Placer y de la conceptualización de un inconsciente revisado, no dirigido y no representado, argumenta Roussillon (2001), es precisamente que el objetivo del proceso analítico cambia, ya que no puede ser restringido al análisis del contenido que está representado. En cambio, el objetivo del proceso psicoanalítico se convierte en la creación de las condiciones necesarias para que ocurran los procesos de simbolización y enlace vis-à-vis el contenido inconsciente, siempre que tales procesos no se hayan probado exitosos. No se trata tanto de que el análisis del contenido inconsciente representado ya no sea el objeto de la investigación psicoanalítica; se trata sobre todo que tal investigación ya no es el objetivo único del análisis. La elaboración del material inconsciente no representado, se convierte en lo principal para la mayoría de analizandos, especialmente para aquellos que han sufrido trauma, heridas narcisísticas, o presentan patologías fronterizas4. Como se discutirá más adelante en este trabajo, Roussillon (1995, 2001) ha contribuido significativamente a la comprensión de las consecuencias psíquicas 4

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En francés, a tales patologías se les llama también pathologies limites; literalmente en los límites, en las fronteras. Tales psicopatologías se asocian con estructuras fronterizas de personalidad y con problemas concernientes a los límites del sí-mismo (Self), de estructuras internas, y de diferenciación entre sí-mismo y los demás.


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del trauma y a la identificación de las condiciones necesarias para la vinculación, y para que el sujeto sea capaz de apropiarse de las experiencias traumáticas. Un objeto para soportar la simbolización Antes de 1920, el objetivo terapéutico del trabajo clínico era hacer consciente lo inconsciente, es decir, revelar los deseos reprimidos y su conflicto asociado.5 Este objetivo se consideró inicialmente como refiriéndose a lo reprimido. Luego, ante un mejor entendimiento de los procedimientos de la censura y del Superyó, se convirtió en el análisis de las fuerzas represoras. Con la repetición, a partir de entonces, como una característica fundamental del funcionamiento psíquico, hubo que considerar otros objetivos terapéuticos, además de los ya identificados. El desafío que el psicoanalista enfrenta se formula subsiguientemente en diferentes términos: ¿Cómo vérselas con material que está por fuera del reino del Yo inconsciente? ¿Cómo ayudar a que el analizado se apropie subjetivamente de lo que está por fuera de la experiencia del Yo como sujeto?6 Roussillon toma prestada la fórmula de Freud, “Donde había Id, habrá Ego” (1933, p. 80), para describir los nuevos desafíos presentados por el momento crucial de 1920, revisando la fórmula para convertirla en: “Donde estaban el Id, los impulsos, el Súper-Ego, el objeto o lo no representado, estará el Ego como sujeto.” A través del concepto de Apropiación Subjetiva y de su función en la construcción del aparato psíquico, Roussillon incorporó las visiones de Winnicott sobre la creación del objeto. Él, más adelante, designó esta fase del desarrollo de un objeto subjetivo en el mundo interno del infante, que Winnicott describió primero como encontrado-creado,7 viéndolo como un paso necesario en la apropiación subjetiva de la experiencia de necesidad y de dependencia. Las consecuencias clínicas de esta propuesta son extremadamente promisorias, toda vez que ayuda a comprender no solamente el desarrollo normal, y sus alteraciones en la niñez, 5

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El análisis del “deseo” era de gran importancia en la Francia Lacaniana. Mientras en Norteamérica el ímpetu se puso en el análisis del conflicto inconsciente, en Francia desde los años 50 tardíos y bien entrados los 70, como resultado del dominio de Lacan en el campo analítico y la importancia que él le dio al primer modelo estructural, revelar el deseo inconsciente del sujeto se veía como el objetivo del análisis. Roussillon se refiere a moi sujet para diferenciarlo del Ego como estructura. En francés, le trouvé-créé. Esta expresión designa el proceso de creación de un objeto subjetivo, el cual Winnicott describe en su artículo seminal sobre el uso del objeto. La expresión se ha integrado tan exitosamente en la terminología francesa que algunos piensan que proviene de Winnicott mismo. 173


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sino también las áreas de desarrollo inmaduro con que el analista se enfrenta en el análisis de muchos pacientes neuróticos y fronterizos. Sin embargo, como nos recuerda Roussillon, la realidad psíquica lleva la marca de las respuestas de los padres ante la angustia del niño y ante la expresión de sus impulsos. La realidad psíquica no puede ser construida únicamente por el aparato psíquico del infante; también depende de los éxitos, y de los inevitables fracasos del ambiente/objeto, lo mismo que de las soluciones a las que el sujeto ha recurrido con el fin de apropiarse subjetivamente de su angustia. Roussillon establece que, con el fin de ser capaz de apropiarse subjetivamente de su experiencia –y de ser capaz de simbolizarla-el niño está en necesidad de respuestas adecuadas del objeto a sus derivados de impulsos y a sus ansiedades. Siguiendo los pasos de Winnicott, y su noción de la madre suficientemente buena, él teoriza la relación entre las respuestas recibidas del entorno y el desarrollo de la capacidad del niño para simbolizar, y luego extiende su teoría a lar elación analítica. Roussillon explora extensamente la función que debe ser llenada por el objeto externo, el cual considera catectizado desde el principio. Utiliza las expresiones el objeto que será simbolizado y el objeto que soporta simbolización, para designar8 dos de las funciones que los objetos en el entorno del niño deben cumplir para que éste se desarrolle. Al crear esta fórmula, Roussillon postula que el niño no solamente tiene que ser capaz de simbolizar el objeto – esto es, simbolizar su presencia o su ausencia-sino que, para hacerlo, y al mismo tiempo, el objeto a través de sus respuestas al niño, debe suministrar las condiciones que soportan la simbolización de su presencia y de su ausencia. Las respuestas adecuadas del objeto suministran al niño las bases sobre las cuales simbolizar el proceso mismo de simbolización, desarrollando así una representación de sí mismo simbolizando. De esta manera, el niño será capaz de simbolizar las respuestas del objeto, prueba de la aceptación por parte del niño de usar el propósito de simbolización. Los fracasos de los procesos de simbolización dan lugar a productos colaterales que muchos autores han intentado teorizar, notablemente a través de variadas conceptualizaciones de la evacuación de material psíquico. Roussillon (2001) desarrolló el concepto de material no subjetivamente apropiado, ya sea en el infante o en el analizando, para referirse al contenido psíquico no representado evacuado. Freud propuso la noción de “Ego de placer purificado”, que resulta de la necesidad del Ego 8

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La expresión francesa de Roussillon l’objet à symboliser se ha traducido como “el objeto a ser simbolizado,” y l’objet pour symboliser como “el objeto soportando simbolización.


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de protegerse del displacer, el cual podría verse como contenido psíquico no encaminado (nonbound). La descripción de Klein de la posición esquizoparanoide9 también se refiere a una forma de evacuación de tal material, al igual que el uso que Bion hace del concepto de identificación proyectiva de los elementos beta. Todos estos conceptos se refieren a la necesidad del infante o del analizando de evacuar contenido psíquico imposible de ser integrado en la psiquis. El objeto soportante de simbolización, es decir, un objeto externo que responde en una forma favorable a las necesidades psíquicas del infante, juega un papel crucial en el desarrollo de su aparato psíquico. En contraste, las respuestas inadecuadas del objeto primario destinan al niño a repetir procesos de evacuación sin fin, obstaculizando así la apropiación de las experiencias y, por último, amenazando su desarrollo psíquico. Cuando el objeto fracasa en soportar la simbolización, el infante puede experimentar un trauma. En la sección siguiente, serán descritos dos tipos de trauma y sus correspondientes procesos de simbolización. Se elaborarán más las visiones de Roussillon acerca del papel del objeto en su función de soporte de los procesos de simbolización. Trauma y los procesos de simbolización Trauma primario y simbolización primaria Es durante su trabajo con pacientes que se presentan fragilidades narcisistas, a las que se refiere como sufrimientos de identidad y narcisistas10, Roussillon(1995a, 1995b, 1999) observó su compulsión a repetir experiencias que designó como trauma primario, el cual está constituido por sentimientos sensoriales traumáticos11 9 10

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A pesar de que para Klein todo material clínico está simbolizado. Identificado en francés como souffrances narcissiques-identitaires, en las que se usa la palabra identidad, como narcisísticas, como un adjetivo asociado a sufrimientos, un sustantivo. Tal expresión traducida literalmente, sonaría un poco extraña: sufrimientos “narcisísticos-identitarios”, pero sería más precisa. En francés, Roussillon se refiere a éprouvés traumatiques, cuya traducción literal más cercana sería “sentimientos sensoriales traumáticos” (“traumatic sensory feelings” en el original en inglés) Traducir la expresión como “experiencia traumática” hubiera sido también posible, pero no óptimo ya que hubiera quedado por fuera el aspecto sensorial ilustrado en éprouvé. Uno podría ser de la opinión de que las palabras sensory y feelings son redundantes, sin embargo, prescindir de alguna de ellas no hace justicia a la expresión francesa. 175


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que ocurren ya sea antes de que el aparato psíquico esté listo para formar una representación de lo que ha sido experimentado, o mientras no está preparado para hacerlo, dejando así profundas heridas del Ego que más tarde afectarán profundamente el funcionamiento psíquico del individuo. Aunque el trauma primario es asociado por la mayoría de los autores a lo infantil12 igual que a la inmadurez del aparato psíquico, Roussillon (1999) está entre aquellos que creen que el trauma primario podría también afectar sujetos mayores cuando su aparato psíquico ha sido completamente desbordado por una experiencia particular. Como el trauma primario no se encuentra vinculado con representaciones psíquicas, se le experimenta como un estado de falta de límites y a menudo de atemporalidad que ejerce importantes efectos en el proceso analítico; un sentimiento de estar perdido y de no comprensión de lo que le pasa a uno está también presente. De hecho, cuando se re-experimenta, está mejor descrito por Freud (1920), notablemente en Más Allá del Principio del Placer, cuando explica que, como resultado de una ruptura en el escudo protector de la psiquis, el sujeto es desbordado con miedo hasta el punto en el que su identidad es sacudida profundamente. Freud (1937) asoció más tarde el trauma con la presencia de heridas narcisísticas debidas a un daño precoz del Ego, una pista que primero Winnicott (2000b), y luego Roussillon (1999,2001) han recogido en su comprensión del efecto del trauma sobre el Ego en desarrollo. En cuanto al tipo de ansiedad asociada al trauma, Freud establece que el sujeto traumatizado se siente desbordado por el temor. Roussillon (1999) adopta el uso de la palabra de Freud, señalando que el terror sin nombre de Bion y aún más precisamente la agonía primitiva de Winnicott (2000ª) también se refieren al tipo específico de ansiedad que él asocia al trauma primario. Propone, además, un modelo clínico para lidiar con esos pacientes, fundado en la observación de que ellos han establecido una organización defensiva predominantemente basada en la escisión del Ego para protegerse de la reactualización del trauma. Roussillon añade que un desafío clínico es soportar tales analizandos con el fin de que enfrenten la amenaza que se presenta ante ellos, no de material reprimido, sino de una parte escindida de su Ego. La compulsión a repetir asociada con el 12

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En el psicoanálisis francés l’infantile (lo infantil) es un concepto que se refiere a los remanentes inconscientes de conflictos y representaciones infantiles que están activos en el aparato psíquico, en el presente. Se refiere mucho menos, sin embargo, a la visión genética o histórica de la psiquis que a una estructural.


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trauma primario es algo recurrente en análisis, y deja al analizando en gran angustia. La repetición de sentimientos sensoriales coincide con la reactivación de trazas de percepciones dolorosas13 dejadas en la psique por el trauma, así la compulsión a repetir se manifiesta a través de actos, alucinaciones sensoriales, estados emocionales, y un tipo particular de transferencia. Roussillon (2001) utiliza la expresión transferencia por reversión14 para describir la situación en la que el analizando intenta inconscientemente llevar al analista a sentir lo que él ha sido incapaz de representar, aun inconscientemente. Sugiere que estas trazas escindidas deben, en la mayoría de los casos, primero ser reconocidas por el analista a través de su contratransferencia para que puedan ser eventualmente integradas en el Ego propio del analizando y convertirse en objetos de los procesos secundarios del pensamiento. Roussillon (2001) elaboró estas ideas aún más sugiriendo cómo debería actuar el analista; notablemente no ejerciendo únicamente la función de un intérprete, sino también manifestando su presencia como objeto “real”, como era. En este sentido, con la ayuda del lenguaje, el análisis reverbera con el tipo de reflexividad experimentada por el sujeto con sus objetos primarios, particularmente en la forma en que ellos actuaban como espejos de lo que él estaba experimentando. Esto viene en resonancia, igualmente, con la reflexividad dentro de su propia psiquis. En contraste, la transferencia por reversión subraya las deficiencias en la reflexividad que el analizando experimentó con sus objetos primarios. Siguiendo a Winnicott 2000a [...] 999, 2001, Roussillon (1999, 2001) arguye que el trauma primario no puede ser conceptualizado sin hacer referencia a la respuesta del entorno del infante ante su estado de indefensión y angustia. Él describe más adelante cómo el individuo que ha sufrido trauma primario presenta heridas narcisísticas y temas de identidad que son asociados a deficiencias en la respuesta de los objetos primarios a su angustia. Dos ejemplos de entornos maternos, que son deficientes de una manera que es susceptible de provocar trauma primario en infantes pueden ser ilustrados primero por el síndrome de la madre muerta de André Green, dado que éste puede ser aplicado a la situación 13

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“Perceptive nociceptivetraces” en el original. Eusd “nocicepción en el lenguaje técnico neurológico utiliza ese neologismo para denotar las percepciones dolorosas. Consultado uno de los autores (Louis Brunet), explica que se trata de elementos perceptivos que, porejemplo, desencadenan el retiro reflejo de un estímulo doloroso (como la mano del fuego) sin que ello implique un pensar.NDelT. En francés, par retournement. 177


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de un infante, y luego por las descripciones de Piera Aulagnier de las madres intrusivas sobre-interpretadoras que invaden la psiquis de su infante. A ese efecto, Roussillon (2001) establece en su libro El placer y la repetición: “La cosa repetición15 de un objeto deprimido que ha decatectizado el sujeto se comporta, una vez interiorizado, como el objeto, ese objeto sin fondo; cuando el movimiento instintivo16 del sujeto catectiza la representación, eso (la catexis) se pierde “dentro”, como se perdió “fuera” en el pasado, en el objeto” (p.194) Como tal, lo que puede aparecer como interacciones y experiencias banales de la vida cotidiana, podrían sin duda resultar traumáticas para un infante cuando su entorno no suministra una respuesta adecuada a las manifestaciones de su vida instintiva, o a su psiquis abrumada, poniéndolo en una situación en la cual el temor, y un estado intolerable de indefensión -llamada ansiedad agonística por Roussillon (1999, 2001)-se experimentan en un tiempo cuando él no es capaz aún de representar en la psiquis lo que le está ocurriendo. Roussillon está, con André Green, entre los primeros autores psicoanalíticos franceses en poner tal énfasis en el papel determinante que juegan los objetos primarios en la constitución de un narcisismo, del Ego y del aparato psíquico del sujeto. Cuando el aparato psíquico de un sujeto es desbordado por ansiedad asociada a un trauma primario, la función subjetivizante del Ego17 es obstaculizada debido a la escisión a la que ha recurrido, lo que evoca un sentimiento de vacío específicamente descrito por Roussillon (1999) como una sensación de “falta 15

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Aunque Strachey tradujo Vorstellung como “presentación” o “idea”, los traductores franceses, italianos y españoles escogieron “representación.” Para permanecer cercanos al uso francés, hemos escogido traducir Sachvorstellung como “cosa-representación” y Wortvorstellung como “palabra-representación”. En francés, mouvement pulsionnel. De acuerdo con la traducción de Strachey de trieb como “instinto,” el uso de “movimiento instintivo” ilustraría correctamente el término francés. Sin embargo, de acuerdo tanto con los originales alemán y francés, no parecería correcto ya que la distinción entre Instinkt y trieb, como la hizo Freud, no se respeta. La alternativa, esto es, traducir trieb como “impulso”, difícilmente permite formas diferentes al sustantivo y el verbo, y un “movimiento impulsador” no parece correcto. Aunque el uso de “movimiento impulsado” podría ilustrar la idea de la fuerza y el movimiento de un derivado del impulso, es inelegante y podría ser malentendido. Hemos escogido entonces la forma más tradicional “movimiento instintivo” debido a su amplio uso. Sin embargo, instintivo debe ser aquí entendido como relacionado con el concepto de impulsos, más que al de instintos, que se refiere más al reino de lo biológico-aún zoológico-más que al psíquico. Fonction subjectivante, traducida aquí literalmente.


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de ser.” De acuerdo con ello, el trauma primario crea un impasse en el sujeto, ya que no se espera ninguna ayuda ulterior por parte del objeto – impasse que se manifiesta. Cuando el estado traumático de indefensión es reactualizado en análisis, a través de desesperación, vergüenza, y una forma de culpa pre-ambivalente; él añade, para sobrevivir psíquicamente, el sujeto ha de retirarse de los objetos primarios y recurrir a la escisión para protegerse del regreso de los sentimientos sensoriales traumáticos, y librarse de su subjetividad en desarrollo como Ferenczi (1982) primero describió. Roussillon (1999, 2001) considera tales primitivas formaciones de defensa, como una forma de escisión del Ego. Simbolización primaria El efecto del trauma primario sobre la psiquis en desarrollo despertó el interés de Roussillon (1995ª, 1995b, 1999) en el desarrollo de la simbolización. Él plantea que existen dos precondiciones para que un infante desarrolle su habilidad para la simbolización: el hecho de experimentar placer con el objeto primario, y la necesidad de que el objeto ejerza una función simbólica para el beneficio del infante. El juego, y particularmente el interjuego entre el niño y los objetos primarios, ejerce un papel crucial en este proceso. Aún más, los derivados de los impulsos del infante, se ven como necesitados de reconocimiento por parte del objeto. En ese sentido, la vida instintiva es conceptualizada por Roussillon (2001) como un mensaje en necesidad de una respuesta de los objetos primarios. Por ejemplo, cuando el analista lidio con el trauma primario, debe reconocer los derivados de los impulsos como una suerte de mensajes dirigidos al objeto transferencial: mensajes a la espera de reconocimiento y calificación. Roussillon (2001) sugiere que los primeros estadios de inscripción de una cosa-representación, que también son los primeros pasos en la apropiación subjetiva de una experiencia, son el resultado de alguna suerte de amaestramiento energético, o de vinculación cuantitativa, para que estas primeras inscripciones sean algo más que meras actualizaciones alucinatorias. Él concibe la simbolización primaria como siendo construida en un espacio triple en el que los sueños, el juego, y el objeto forman tres espacios interrelacionados a través de los cuales la materia cruda de la experiencia es representada y simbolizada. Más precisamente, la simbolización primaria permite la unión de una traza de memoria perceptiva con una cosa-representación.

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La transformación primaria de tales experiencias crudas en cosas-representaciones constituye los primeros estadios de simbolización, que ocurre previamente a las formas más sofisticadas más tarde hechas posibles a través del uso del lenguaje. Sin esta primera forma de enlace simbólico, las trazas crudas de memoria perceptiva permanecerían más allá del principio del placer en el aparato psíquico. Como Freud (1920) especificó, estas serían entonces a la compulsión a la repetición. El principio del placer establece su predominancia a través de la vinculación18,18que es evocada por la simbolización. La creación inicial de lazos en la psiquis del infante, depende del papel jugado por los objetos primarios a través del “espejamiento”19, que es un elemento esencial en el desarrollo de la simbolización primaria. A través del “espejamiento”, los estados afectivos del infante –por ejemplo, al interpretar lo que el infante parece estar experimentando en una manera suficientemente cercana a lo que en realidad está ocurriendo en el niño-se estimula su propia función simbolizadora, notablemente a través de procesos de identificación con el objeto y con su función simbolizadora. Si la función de “espejamiento” es deficiente, sin embargo, predominan lazos no-simbólicos en la psiquis en desarrollo, como en ciertos pacientes narcisistas, en los que se desarrolla la vinculación perversa, como se ve en el masoquismo o el fetichismo. En ese sentido, lo que no ha sido el objeto de simbolización primaria no puede ser integrado al Ego. En cambio, tales trazas de memoria perceptiva continúan acechando al sujeto a través de la compulsión a la repetición. Trauma secundario El trauma secundario se refiere para la mayoría de los analistas a la teoría de la seducción y a aquellas experiencias descritas inicialmente por Freud en una carta a Fliess en la que un evento presente es asociado con otro experimentado antes de que su naturaleza sexual pudiera ser comprendida por el individuo, llevando a una desorganización de los procesos de pensamiento secundario. Es como si, en el trauma secundario, ocurriera una actualización de una fantasía inconsciente de naturaleza sexual. 18

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En francés se usa la palabra liason (enlace). Mientras la expresión Bindung de Freud era traducida por Strachey como su introducción por Bion. Es cierto que la palabra de Bion linking (enlace), no es igual a la de binding de Freud y Stratchey’; pero, al estar más cercana de la traducción francesa de liason, podría sin embargo, ser usada en un sentido general en el que tanto “binding” como linking se refieren a una función similar del ego. Mirroring y sin comillas en el original en inglés. N. del T.


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El vínculo entre una cosa-representación y la correspondiente palabra-representación se afecta, siendo desbordado el aparato psíquico del sujeto con la ansiedad provocada por la condensación de ambas experiencias y la confusión que sobreviene. A pesar de la confusión y de la ansiedad experimentada, en contraste con el trauma primario, el trauma secundario es susceptible de representación a través del uso del lenguaje, y así puede ser expresado a través de fantasías y palabras. El trauma secundario afecta solamente la simbolización secundaria; como tal, no tiene consecuencias tan deletéreas sobre la psiquis como el trauma primario. Simbolización secundaria Roussillon (2001) indica que la conexión las cosas-representaciones a las palabras-representaciones distingue la simbolización secundaria de la simbolización primaria en la que las trazas de memoria perceptiva son traducidas a trazas de memoria inconsciente. También añade que la represión de las trazas de memoria inconsciente ocurre en la simbolización secundaria, mientras en la simbolización primaria las trazas de memoria inconsciente son escindidas y no reprimidas. El trauma secundario, que ocurre cuando el sujeto es capaz de utilizar lenguaje, lleva a la represión. En análisis, el analizando así batalla con un retorno de lo que es reprimido. Tales situaciones clínicas pueden entonces ser analizadas con una técnica clásica, aun cuando están presentes un número de resistencias y una cierta confusión, vinculadas al colapso de estructuras internas. Aún más, como el principio del placer se mantiene, se atenúa la compulsión a la repetición y el analizando es menos temeroso de la transferencia y de experimentar estados regresivos. La satisfacción alucinatoria inconsciente permanece posible a pesar del trauma, entonces el trauma secundario aparece más como una aflicción neurótica que como una parte psicótica (Bion) de la personalidad, o uno podría argumentar, como una parte heterogénea (Quinodoz 2002) del analizando. Un infante, ¿Buscador de Objeto o Buscador de Placer? La cuestión de los impulsos instintivos del infante, y de su integración a la psiquis, es de la máxima importancia desde el punto de vista de sus implicaciones más tarde sobre el tratamiento psicoanalítico de aquellos para quienes tal integración marchó mal, de acuerdo con Roussillon (2001). Para tal efecto, el largo debate entre Fairbain y los kleinianos, por un lado, y Anna Freud y sus seguidores por el otro, acerca de 181


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si los infantes son buscadores de objeto o buscadores de placer, fue asumido por Roussillon cuya visión propia de la naturaleza de los impulsos, y sus implicaciones para la práctica clínica, se presenta y se discute brevemente en la sección siguiente. Fairbain propuso la idea de que el infante era primariamente buscador de objeto en su relación con el pecho, lo que inició un debate con los annafreudianos quienes, siguiendo las formulaciones de Freud, veían al infante como fundamentalmente buscador de placer; esto es, bajo la dominancia del principio del placer/displacer. La posición de Roussillon, no diferente a la asumida por André Green, presume que tal oposición no constituye una antinomia fundamental: en cambio, ilustra el fracaso del encuentro entre el infante y sus objetos primarios: el predominio de un enfoque sobre el otro (placer sobre objeto, o viceversa) indica que el ambiente no aceptó de manera óptima al infante. En este sentido, Roussillon argumenta que el objetivo de la satisfacción instintiva debería ser doble, esto es, buscar placer en relación al objeto y con el objeto. En este sentido, él defiende una perspectiva interpersonal en la que los impulsos contienen un mensaje dirigido al objeto en la forma de un potencial simbólico. Sin embargo, los derivados de los impulsos ganan la cualidad de mensaje simbólico verdadero solamente cuando la respuesta del objeto primario a la manifestación de los impulsos en el infante, su función de “espejamiento”, como estaba, consiste en una interpretación que es suficientemente cercana a lo que el infante está experimentando realmente – como si el infante chupando el pecho estuviese sin duda buscando satisfacción, y por lo tanto placer, mientras busca al objeto y su reconocimiento de su naturaleza instintiva. Si el objeto falla en reconocer el potencial simbólico del mensaje contenido en las manifestaciones de su vida instintiva, el mensaje degenera en una forma desimbolizada. Roussillon (2001) además descríbela función del objeto primario en lo tocante a las manifestaciones instintivas del infante, refiriéndose a Bion: Esto supone que la función “maternal” no consiste simplemente en “desintoxicar” las experiencias del bebé, de acuerdo con el modelo de Wilfred R. Bion, sino que el fracaso de la adaptación materna (al bebé) produce un proceso degenerativo; intoxica los contenidos psíquicos y los hace inadecuados para un trabajo de simbolización20. (2001, p 99)

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Traducción de los autores


El trabajo de René Roussillon: Una visión panorámica de sus principales conceptos

Debido a su naturaleza tóxica, tales contenidos tienen una tendencia a reaparecer, obedeciendo a la compulsión a la repetición, no solamente en el intento de la psiquis de evacuar estos contenidos tóxicos, sino también en la oscura búsqueda -en la compulsión a repetir-de expresarlos e integrarlos. En este sentido, algunos gestos, acciones, y sentimientos relatan al analista la historia de cómo el entorno del analizando parece haberle fallado, y demuestran los efectos dañinos de tal fracaso sobre el funcionamiento psíquico del analizando. Esta observación clínica ha llevado a Roussillon (2001) a concluir. Mientras menos efectivas fueron las simbolizaciones primaria y secundaria, y mientras las trazas internas de los objetos, (trazas de memoria perceptiva, trazas de memoria de cosas-representaciones, trazas de memoria palabras-representaciones) tiendan a comportarse internamente como los objetos históricos en sí-mismos se comportaban, más estaremos cerca de la alucinación, a la compulsión a repetir lo idéntico y a la zona traumática. (2001, p. 123)

Esta elaboración sobre el trauma y sobre la simbolización toca directamente sobre la naturaleza de las fuerzas impulsoras que tanto el infante como el objeto, igual que el analizando, enfrentan. Estas fuerzas serán el tema de la próxima sección. Fuerzas fundamentales Roussillon identifica dos fuerzas impulsoras fundamentales dentro del aparato psíquico: creatividad y destructividad. En este sentido es verdaderamente winnicottiano, minimizando el papel de la libido al tiempo que integrando el instinto de muerte en la forma de destructividad. Al transformar el instinto de muerte en destructividad, también se une a la gran mayoría de autores que implícita o explícitamente rechazaron el concepto. Tanto creatividad como destructividad, él plantea, son impulsos fundamentales a los cuales los objetos primarios del infante o su entorno, deben responder de manera óptima para que el infante los integre de manera progresiva como pertenecientes al sí-mismo, o – puesto en términos de Roussillon -como siendo subjetivamente apropiados. La creatividad y la destructividad son vistos más como procesos que como fuerzas unidimensionales. Para tal efecto pensar en términos de proceso, en lugar de en términos de rasgos, es una característica de la teorización de Roussillon. Los procesos involucrados en la creatividad y en la destructividad, inicialmente 183


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descritos por Winnicott (2000b), han sido desarrollados más por Roussillon, quien los designó como procesos hallados/creados y destruidos/hallados. Estas nociones se refieren a dos pasos principales en el desarrollo del aparato psíquico del infante. Tomando su inspiración de las descripciones de Winnicott, Roussillon desanda paso a paso los logros del infante mientras descubre el objeto. El proceso hallado/creado se relaciona con la experiencia que el infante atraviesa cuando encuentra el objeto externo en el momento en que lo alucinaba, creando el objeto, como si fuese –así experimentando la creatividad en la manera más esencial-donde el proceso destruido/ hallado corresponde al redescubrimiento del objeto, reencontrándolo luego de un ataque despiadado al cual el objeto externo no solo no sucumbió o respondió con retaliación, sino que respondió por otra parte al niño en una manera que le permitió encontrar el objeto externo nuevamente, y así alimentando la creatividad a través de la destructividad. La creatividad, añade Roussillon, se desarrolla a través de la función de “espejamiento” del objeto; su ausencia, o su presencia intrusiva, ejerce un impacto traumático sobre el infante. En cuanto a la destructividad, siguiendo a Winnicott, él sostiene que no solamente es importante que el objeto permanezca psicológicamente presente y no busque venganza cuando la destructividad del infante se exprese, sino que restablezca contacto con la creatividad del niño, ya que él ha perdido al objeto por causa de su destructividad. De acuerdo con esta última noción, se debe anotar que cuando la destructividad se convierte en un tema clínico, tiene una intención paradójica. En cuanto repetición, busca forzar al otro a sentir lo que el sujeto ha experimentado, pero, añade Roussillon, también contiene la esperanza desconocida de un resultado diferente y no destructivo. Esto es de la mayor importancia en análisis en los que la destructividad requiere que el analista sea capaz de responder en una forma diferente, una manera creativa, lo que no ocurrió en el contexto del entorno primario. Aún más, al reconstruir las respuestas fallidas del objeto primario, y ofrecer unas nuevas al analizando, el analista reabre el camino hacia la otredad, la que estaba presente como un potencial creativo en el movimiento destructivo. Este desarrollo Roussilloniano es un ejemplo de un desarrollo clínicamente útil de la teoría de los impulsos la cual, siguiendo la introducción de Freud del instinto de muerte, rara vez ha sido revisada. Al mover el énfasis de Eros y Tánatos a las nociones de procesos hallado/creado y destruido/ hallado, se abre una nueva visión de los fenómenos clínicos en los que los analizandos experimentan ansiedades catastróficas en la transferencia mientras se confrontan 184


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con sus propias fragilidades. Que tales temas se relacionan con experiencias traumáticas con los objetos primarios parece indudable; sin embargo, aquellos tenían aún que ser teorizados de tal metapsicológicamente convincente forma. Dirijámonos ahora a una inteligencia de mayor profundidad del papel del objeto en las experiencias del infante y del analizando. El papel del objeto El primer uso por Roussillon (1985, 1991) del concepto de medio moldeable data de un artículo publicado en el Revue française de psychanalyse en 1985 cuando – discutiendo lo que él llamó una paradoja representacional-usó esa noción. Los temas clínicos tales como el dar forma a una masa – como el aire que da forma a las palabras, o el humo a formas diversas-lo llevaron a consideraciones acerca de la manera como la fase anal podría ser de utilidad en análisis. Es durante el análisis de una paciente que parecía necesitar modelarlo a través de sus palabras (a menos que ella quedara atrapada en una transferencia autista paradójica dominada por ataques contra la vinculación) que él se dio cuenta de la forma como el ambiente debe a veces adaptarse a las solicitudes del analizando, aunque lo que las motive pueda permanecer oscuro. Solamente después de la experiencia de haber acompañado a esta analizada a través de muchas fases como esas en que por último la trajo a cierta consciencia de ser, que él descubrió el concepto de Marion Milner (1987) de medio moldeable, concepto que encontró como una adecuada expresión para enmarcar sus observaciones clínicas. El concepto de medio moldeable hace referencia a la idea de medio, eso es un material o una forma, en el sentido que se le da en las artes gráficas, en las que la flexibilidad del medio se refiere al hecho de que el artista puede imponerle la expresión de su propio simbolismo. Discutiendo su contratransferencia hacia un muchacho que la trataba como detritus, Marion Milner (1970) descubrió su necesidad de hacerlo. Al permitirse ser tratada como un medio moldeable bajo el dominio de la omnipotencia del niño, se le hizo posible a él utilizarla con el material del cuarto de juegos como una sustancia intermediaria maleable. Roussillon (1991) comenta que el niño fue probablemente capaz de liberarse de culpa excesiva y de ansiedad, para llegar a ser capaz de discernir los límites y la interfaz entre la realidad interna y la externa. Milner indica que ella ayudó al niño a experimentar en la transferencia una función maleable del entorno que 185


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faltaba en sus primeros contactos con el mundo. Ella añade también que, para los analistas, el tema de sonido y de respiración son medios maleables, por lo tanto, el aire es el medio moldeable de la palabra hablada del analista. Roussillon (1991) discute el entendimiento de Milner de la diferenciación entre mundo interno y externo, lo que lo llevó a identificar un principio interno sobre el que pueda encontrar soporte la prueba de realidad tanto de lo interno como de lo externo. Roussillon (1991) insiste en que una de las características del medio moldeable es convertirse en el objeto del impulso de dominar. Él explica este desarrollo de su pensamiento siguiendo las conceptualizaciones de Freud acerca del descubrimiento de la realidad externa por parte del infante y del desarrollo de la consciencia. Después sigue el Más Allá del Principio del Placer de Freud, poniendo énfasis en la necesidad de la psiquis de ejercer su dominio sobre una experiencia, ya sea a través de medios cuantitativos, por contra-catexis, o a través de medios más dinámicos creando vínculos a representaciones. Concluye que una experiencia instintiva que atraviesa el escudo protector no es “buena para representar” hasta que el sujeto ha sido capaz de ejercer su impulso a dominar, esto es hasta que sea capaz de localizarlo y contenerlo. Eso no puede llegar a ser una experiencia del Ego, por lo tanto, representada, hasta haber sido objeto de subjetivación a través de la experiencia del impulso a dominar. Sin duda, si el objeto puede sobrevivir el dominio ejercido sobre él, puede ser descubierto como objeto externo y por lo tanto coexistirá junto al sujeto. A partir de entonces, en lugar de la alternativa entre yo y él descrita por Bergeret (1984), la violencia fundamental tomará la forma de una afirmación de un darse cuenta de sí-mismo. Así, para Roussillon (1991), el objeto de tal impulso a dominar ejerce su función de un medio moldeable. Una preconcepción de un medio moldeable está presente en el infante cuando encuentra cuidado materno suficientemente bueno, caracterizado por disponibilidad, adaptabilidad (ser capaz de permitirse ser transformada y transformarse), vitalidad y sensibilidad, a pesar del hecho de que el objeto no ha sido aún descubierto como distinto. Tal objeto no se volverá “realidad” hasta después de una segunda fase, que es luego de sobrevivir habiendo sido destruido, probando su indestructibilidad. La inteligencia de Roussillon (1991) del objeto como un medio moldeable que el infante puede usar para el beneficio del desarrollo de su aparato psíquico constituye así una contribución principal a la noción de Winnicott (2000b) de uso del objeto. Más precisamente, Roussillon utiliza el concepto de medio moldeable para entender cómo el infante usa el objeto primario para establecer un objeto interno que puede tanto destruir como hallar 186


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en su entorno al igual que en su psiquis. Este proceso fue inicialmente descrito por Winnicott y luego nombrado proceso de destruido/hallado21 por Roussillon. El fracaso de este primer estadio del proceso de simbolización, más precisamente en el nivel de lo que ha sido destruido/hallado, ocurrirá en análisis en momentos de gran angustia durante los que solamente la presencia y compromiso activo del analista suplirá lo que se sintió haber perdido. En tales momentos, las interpretaciones solas son insuficientes; en cambio, el analista debe ejercer la función de objeto simbolizante. El concepto de medio moldeable ayuda a delinear cómo el analista debe lidiar con analizandos que han sufrido tales fracasos en su ambiente primario, dependiendo de la manera como la falla original ocurrió. Propiedades del mmedio moldeable A continuación, se presentarán cinco propiedades que Roussillon (1991, 1995) atribuye a un medio moldeable, seguidos por una discusión acerca de su significancia para la teoría y práctica analíticas. Roussillon (1991, 1995) sugiere la Plastilina22, un material suave para modelar, como una ilustración de un medio moldeable fácilmente aplicable al objeto primario, o al analista. La primera propiedad del medio moldeable es su indestructibilidad. Por ejemplo, se puede jugar con la Plastilina, se la puede manipular y transformar en diferentes formas. Aunque estas formas pueden ser destruidas a voluntad, la Plastilina misma permanece invariable; sobrevive como Plastilina. Haciendo una clara referencia a la noción de Winnicott (2000b) del uso del objeto, Roussillon (1991, 1995), enfatiza la manera como debe sobrevivir para que se abra el campo completo de la simbolización. Así, aunque el niño pudiera usar grandes cantidades de energía y fuerza, la naturaleza fundamental del objeto externo no se altera. La segunda propiedad de un objeto, como medio moldeable, es su extrema sensibilidad. Siendo indestructible, la Plastilina puede ser transformada por un simple toque. Cede a la presión externa con facilidad. Así, en una aproximación paradójica a su indestructibilidad, muy poca energía es suficiente para transformarla. En una manera análoga, el objeto debe ser suficientemente sensible para que el niño sea capaz de efectuar cambios en él. Por ejemplo, el aire que se 21 22

En francés, détruit-trouvé. Plasticine en el original. “Pasta modelable”, en la traducción de Amorrortu N. del T. 187


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utiliza para la vocalización es modificable con muy poca energía: a pesar de eso. Tiene un efecto sobre el objeto. Roussillon (1991) observa que esta propiedad corresponde a la segunda condición que Winnicott planteó para el uso del objeto. La tercera propiedad de un medio modelable es una consecuencia de las dos primeras: su infinita capacidad para la transformación implicada por su indestructibilidad y su extrema sensibilidad con la que viene una ilimitada capacidad de ser transformada sin ser alterada. La Plastilina, tal como el aire convertido en sonido, es indefinidamente manipulable y transformable sin ser destruida en su esencia. La cuarta propiedad es su disponibilidad incondicional. Sin duda, su infinita capacidad para la transformación no puede ser experimentada si no se asegura su disponibilidad incondicional. Roussillon (1991) argumenta que esta última propiedad es lo que le confiere al aire su calidad definida como medio moldeable, lo que tiene evidente aplicabilidad al Psicoanálisis. La quinta propiedad adscrita a un medio moldeable por Roussillon (1991) es el hecho de que está vivo. Él establece que esta última cualidad es la más difícil de representar debido a su interdependencia con las otras cuatro propiedades. Aunque un medio moldeable tal como la Plastilina es inanimado, es necesario que el niño la considere como viviente en algunos momentos de su vida, lo cual corresponde a la bien conocida fase de animismo. Roussillon (1991) da el ejemplo Plastilina23 del aire como medio moldeable indestructible que es sensitivo, puede transformarse indefinidamente en sonidos –luego en palabras, y, por lo tanto, en significado-está incondicionalmente disponible y, está vivo, porque las palabras viven. Como ilustra el último ejemplo, Roussillon (1991,1995) agrega que las cinco propiedades del medio moldeable son interdependientes entre sí, señalando que el medio moldeable juega un papel central en la actividad representacional del sujeto. “El medio moldeable, un objeto ‘externo’ definido por las cinco propiedades como un todo que acabo de presentar, es el objeto transicional del proceso representacional” (1991, p. 137; énfasis en original)24. Por lo tanto, para ser capaz de apropiarse subjetivamente la actividad de representación, el niño necesita tener representaciones concretas, perceptibles de la actividad de representación misma. Cuando uno piensa en la Plastilina como un medio 23 24

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En el original “Pasta modelable” en la traducción de Amorrortu N. del T. Versión de los traductores del francés al inglés.


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moldeable en el juego del niño, es fácil imaginarse cómo puede servir para una función específica en el desarrollo de los procesos de simbolización. Similarmente, uno puede imaginar cómo debe el analista ejercer la función de medio moldeable en ciertos momentos en el análisis de algunos analizandos para que el proceso analítico busque su camino. Cualidades y fracasos del medio moldeable En el mismo estilo que para el concepto de Winnicott del uso del objeto, el concepto de Roussillon (1991) de medio moldeable implícitamente describe las actitudes conscientes e inconscientes de los objetos primarios vis-a vis su niño cuyas capacidades de simbolización en desarrollo se basan en representaciones de sí-mismo/objeto. Una de las cualidades del medio moldeable, en ese sentido, es que es concreto, manipulable y disponible a la percepción sensorial (tacto, olfato, gusto, vista, oído) de manera que su indestructibilidad puede ser verificable en términos concretos. Roussillon (1991) invita a los lectores a imaginar la mano concreta del niño manipulando el objeto, permitiendo la satisfacción de su deseo motor a través del ejercicio de un impulso de dominación sobre el objeto25. Añade que, más tarde, tales experiencias son interiorizadas, la mano psíquica, como si fuera, preparando el camino para el desarrollo de la consciencia como que está relacionada con las experiencias, localizadas en el espacio y el tiempo, que están asociadas con el impulso a dominar. Una segunda cualidad del medio moldeable, anota Roussillon (1991) es su capacidad para transformar cantidad en cualidad: la fuerza produce forma; la forma lleva al significado el cual se ubica donde había solamente energía. El proceso de simbolización se basa en una transformación así. Roussillon (1991, 1995) describe el desarrollo del bebé cuya madre está a tono con las diferentes señales que emite (necesidad, capricho, deseo), sensible a sus afectos, y que responde a ellos de manera contingente. En contraste con el cuidado que él describe, es dado por una madre abrumada por sus propios afectos, su vida instintiva26 o trauma que pueda haber sufrido 25

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En francés, se usa la expresión pulsion d’emprise (pulsión de mantener N. del T). Evoca la idea de ejercer un dominio sobre, asociada con lo que la traducción de drive (impulso) que la traducción de Strachey de Bemächtigungstrieb como instinct for mastery (instinto de dominio) no capta del todo. En francés, pulsions y vie pulsionnelle se refieren específicamente al conjunto de derivados del impulso como el sujeto los experimenta. Se ha escogido vida instintiva, por ser una expresión mucho más evocativa que derivados del impulso, aunque menos precisa. 189


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y quien por lo tanto no está disponible para permitirse ser modelada por su niño. Demasiado preocupada por su propia vida interior, no puede recibir la fuerza (una medida cuantitativa) que emana de su niño y transformarla en una medida cualitativa. Adicionalmente, ella está en riesgo de imponer sus propias fuerzas internas, sus propias cantidades de energía sobre la psiquis de su niño, energía que permanecerá en el aparato psíquico de este último como un trauma primario, no representado, no simbolizado, añade Roussillon (1991). Debería anotarse que el espectro entre las madres que sostienen perfectamente los procesos de simbolización de sus infantes y aquellas que los obstaculizan completamente es vasto y principalmente comprende madres que ofrecen zonas en las que son capaces de ser un medio moldeable, sosteniendo los procesos de desarrollo de simbolización de su niño y otras zonas en las que son incapaces de hacerlo. Por ejemplo, una madre podría ser capaz de ofrecer a su niño su propia comprensión del estado afectivo del niño, permitiéndole construir una representación de sí-mismo a través de los ojos de la madre. Sin embargo, si la madre se encuentra invadida por sus propios afectos y vida instintiva, probablemente se proyectará en su niño, quien no será capaz de experimentarse a sí-mismo como actuando sobre su madre: será solamente abrumado por la gran cantidad del estado afectivo de su madre, recibiendo tales afectos en una forma traumática que bloquea los procesos de simbolización. Más a menudo que no, entre estos dos extremos polarizados existen objetos primarios con sus momentos variantes o zonas de sensibilidad congruente y de adaptabilidad, pero también momentos o zonas de fracaso, de puntos ciegos, de retaliación, etc. Tales momentos dejan sin duda en la psiquis en desarrollo del niño unas áreas correspondientes de simbolización exitosa y otras de simbolización fallida. Esta última será revivida en análisis, en donde será necesario el analista como objeto soportando la simbolización. En cuanto a las áreas de éxito, éstas permitirán que el analista utilice un encuadre y una técnica más clásicos. Sin duda, dado que el marco interior integrado del analizando se proyecta sobre el marco exterior del análisis, el encuadre funcionará silenciosamente sin necesidad de atacarlo, o sin que el analista necesita hacer más que interpretar el significado preconsciente e inconsciente del material asociativo simbolizado. Pero cuando se re-actualizan en la transferencia las áreas de simbolización fallida, el analista debe adaptar su técnica para así sostener las deficiencias de simbolización del analizando, so pena de que éste sea abrumado por el miedo, el terror, el terror sin nombre, o atrapado en un impasse transferencial. 190


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Por ejemplo, Roussillon (1991) presenta el caso de un paciente depresivo que estaba obsesionado por la imagen de sí-mismo mordiendo el brazo de una mujer, pero que, en lugar de encontrar resistencia, él sentía que el brazo estaba muerto, rompiéndose como un cartón. Aunque eran posibles muchas interpretaciones, él argumenta que la indestructibilidad del objeto no se ha establecido ya que no sobrevive la expresión simbólica de destructividad. La obsesión del paciente muestra no solamente cuán traumática fue esta falla del objeto primario, sino también sus consecuencias deletéreas sobre su proceso de simbolización. Su compulsión a repetir el trauma en análisis muestra no solo cuán fracasado ha sido en sus intentos de dominarlo, sino también el tipo particular de fracaso del objeto primario como medio moldeable. En este caso específico la reactualización del trauma en la transferencia necesitó ser enfrentado por un analista, como medio moldeable, capaz de soportar sus esfuerzos para simbolizar el trauma. Roussillon (1991) argumenta que, con pacientes que sufren de trauma primario y están varados a varios niveles en su uso del objeto, el analista debe actuar como “une bonne pate”27, permitiendo al paciente modelar al analista y jugar con él como si fuera “buena” masa o arcilla. Ser una buena “pate”-esto es sensible a la transformación, y sin embargo sobreviviendo a ella, a través de mantener su naturaleza esencial, a pesar de la fuerza de los ataques destructivos del paciente-ofrece al paciente una experiencia de proceso destruido/hallado. Por lo tanto, abre el reino de la diferenciación entre fantasía y realidad, y entre los objetos internos y los externos. Él adicionalmente ofrece la viñeta clínica de un niño que se tragó la Plastilina con que estaba jugando como reacción al anuncio de su psicoterapeuta de la inesperada terminación de la terapia, siguiendo una decisión unilateral de los sus padres. Mientras este gesto fue visto por el terapeuta como un equivalente de un intento suicida, Roussillon (1991) lo vio en cambio como un intento desesperado del niño por internalizar el encuadre que estaba a punto de perder pero que sentía seguir necesitando aún.

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En francés, la expresión être une bonne pâte, que se refiere tanto a la arcilla (pâte a`modeler) como a la masa (pâte a`tarte, pâte a`pain), significa metafóricamente que uno se adapta, en una buena manera, a otros. 191


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Conclusión Como ha sido el caso en el resto de este trabajo, esta última sección constituirá una conclusión preliminar y provisional; preliminar en cuanto estamos todavía luchando con la comprensión de Roussillon de un número de conceptos, y provisional en cuanto estamos impacientemente esperando la oportunidad de discutir el pensamiento de Roussillon con colegas. Como anunciamos en la introducción, no pretendimos dar una visión exhaustiva del trabajo de Roussillon; en cambio, quisimos presentar una visión panorámica de un número de conceptos que encontramos particularmente útiles para el trabajo clínico. Entre las ideas presentadas, encontramos necesario resaltar la importancia que Roussillon atribuye a los cambios teóricos introducidos por Freud en 1920. Aunque Freud nunca completó su proyecto de precisar la manera como estos cambios afectaron el resto de la teoría psicoanalítica. Roussillon, como lo hicieron otros autores antes que él, encontró necesario aclarar sus implicaciones sobre el pensamiento y la técnica psicoanalíticos. En el contexto de los medios psicoanalíticos franceses, esta clarificación se ha demostrado fructífera, notablemente contribuyendo en establecer más claramente las distinciones entre la fuerza cuantitativa implicada en el concepto de impulso y la noción de deseo asociada con la primera teoría estructural –un concepto que se refiere a contenidos inconscientes que ya han sido simbolizados o formulados. Tal distinción es de una relevancia significativa en el contexto clínico, al conducir a una diferenciación más clara entre tipos de trauma y niveles de simbolización. Las diferenciaciones hechas entre trauma primario y secundario como están asociadas con simbolización primaria y secundaria, participan así en esta distinción y constituyen conceptos clave en los que Roussillon ha trabajado, mostrando cómo estos procesos pueden llevar, en un ambiente favorable a la apropiación subjetiva de la propia psiquis. El énfasis que él pone sobre el papel del objeto mientras soporta u obstaculiza los procesos de transformación simbólica es lo principal en su pensamiento. Su comprensión de las patologías narcisistas, tanto como su trabajo analítico con aquellos que han sufrido trauma primario y quienes deben experimentar al analista como objeto que está presente y soporta la simbolización, son aplicaciones clínicas relevantes de su pensamiento. Sin duda, cuando uno sufre de reminiscencias, uno sana a través de recordar –un proceso hecho posible por el hecho de que el contenido psíquico es simbolizado-pero cuando el sufrimiento propio se asocia con una incapacidad para apropiarse subjetivamente del trauma primario, el sanar debe pasar a través de procesos de simbolización posibilitados solamente con la ayuda del objeto. 192


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Para tal efecto, la metáfora del medio moldeable, como Roussillon lo ha aplicado a la función de los objetos primarios en el desarrollo de la psiquis del niño, también conlleva la función que el analista debe ejercer para permitir que algunos analizandos emerjan desde las consecuencias del trauma primario y prosigan su desarrollo psíquico hacia la apropiación subjetiva de sí-mismos. Finalmente, la elaboración de Roussillon del papel y función del objeto como un medio moldeable, expande aún más la noción de Winnicott del uso del objeto, lo mismo que de la capacidad de estar solo en la presencia del objeto, pasos del desarrollo que son esenciales para que uno se apropie subjetivamente de sí-mismo, haciéndose capaz de no ser abrumado ya sea por el objeto o por sus conflictos y derivados del impulso28. Referencias Bibliográficas Bergeret, J. (1984). La violence fondamentale. Paris: Dunot. Ferenczi, S. (1982). Réflexions sur le traumatisme. En Œuvres complètes, IV (1927–1933). (Pp. 139–147). Paris: Payot. (Original work published 1934) Freud, S. (1920). Beyond the pleasure principle. Standard edition (Vol. 18, pp. 1–64). ———-. (1933). New introductory lectures on psycho-analysis. Standard edition (Vol. 22, pp. 1–182). ———-. (1937). Analysis terminable and interminable. Standard edition (Vol. 23, pp. 209–253). Green, A. (2002). Idées directrices pour une psychanalyse contemporaine. Paris: Presses universitaires de France. Milner, M. (1987). The role of illusion in the formation of symptoms. The suppressed madness of sane men: Forty-four years of exploring psychoanalysis (pp. 83–113). London: Tavistock. (Original work published 1952).

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El término francés que se hubiera usado aquí —conflictualité pulsionnelle— puede difícilmente ser expresado en inglés con una fórmula equivalente, que es una que pueda juntar la idea de conflictos inconscientes y la de la expresión de los impulsos propios. A falta de una mejor se ha usado la de derivados del impulso de Strachey. 193


Dianne Casoni, Martin Gauthier, Louis Brunet, Jean-Pierre Bienvenu

Quinodoz, D. (2000). La psychanalyse est vivante. En: Revue française de psychanalyse. 64(5), 1489–1495. ———-. (2002). Des mots qui touchent. Paris: Presses universitaires de France. Roussillon, R. (1985). La réaction thérapeutique négative: du protiste au jeu de construction. En : Revue française de psychanalyse. 49(2), 597–622. ———-. (1991). Paradoxes et situations limites de la psychanalyse. Éditions Quadrige. Paris: Presses universitaires de France. ———-. (1995a). Logiques et archéologiques du cadre psychanalytique. Paris: Presses universitaires de France. ———-. (1995b). La métapsychologie des processus et la transitionnalité. En: Revue française de psychanalyse. 59, 1375–1519. ———-. (1999). Agonie, clivage et symbolisation. Paris: Presses universitaires de France. ———-. (2000). Traumatismes et liaisons primaires non symboliques. “Traumatismes,” Actualités psychosomatiques. 3, 89–109. ———-. (2001). Le plaisir et la répétition. Théorie du processus psychique. Paris: Dunod. ———-. (2008). Le jeu et l’entre-je(u). Paris: Presses universitaires de France. Winnicott, D. W. (2000a). Le concept de traumatisme par rapport au développement de l’individu au sein de la famille. In: La crainte de l’effondrement et autres situations cliniques (pp. 292–312). Paris: Gallimard. (Original work published 1965). ———-. (2000b). La crainte de l’effondrement. In: La crainte de l’effondrement et autres situations cliniques (pp. 205–216). Paris: Gallimard. (Original work published 1974).

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ReseĂąas



Revista Psicoanálisis, Vol. XXVIII, N° 1, enero-junio/2016 IRevista Psicoanálisis, Vol. XXVIII, N° 1, enero-junio/2016

La observación de bebés, método Esther Bick, y su difusión Carmen Córdoba

AIDOBB: Asociación Internacional para el Desarrollo de la Observación de Bebés Método Bick. ALOBB: Asociación Latinoamericana de Observadores de Bebé Método Bick. La Observación de Bebés, Método Esther Bick, nace en 1948 en Inglaterra, y desde 1968 es indispensable en la formación de terapeutas y psicoanalistas. El Método es riguroso en su práctica: una hora de Observación semanal en la casa de un bebé recién nacido y su familia. La experiencia se extiende durante uno o dos años. Esta Observación, en la cual el Observador comparte el espacio físico y emocional de madre y bebé, es sin intervención. La intención es comprender esta relación, para esto, el Observador, una vez terminada cada experiencia, realiza protocolos-registros fieles, cuidadosos y muy descriptivos de los sucesos Observados. Posterior a esto, y dando continuidad a este trabajo, el protocolo es leído dentro del Seminario de observación, en el cual, bajo la supervisión de un experto en Observación de Bebés y con un background psicoanalítico, se exploran e indagan los sucesos en la hora de Observación y se proponen inferencias acerca de las emociones comprometidas en el bebé, la madre, la familia y el observador. El objetivo primordial con el que se implementó este Método fue la formación para la clínica. Esta práctica intenta acercar a la experiencia emocional de Observar de manera especial, bajo los parámetros del Método psicoanalítico, diríamos ‘con atención flotante’ (Freud) ‘sin memoria, sin deseo, sin comprensión’ (Bion); es decir, asistir a las interacciones entre madre y bebé o sus cuidadores, observar el desarrollo, reflexionar acerca de estados mentales diversos, proponer conjeturas imaginativas que nos ayuden a comprender la cualidad de las relaciones y las implicancias que puedan plantearse respecto al crecimiento mental. 197


Carmen Córdoba

En la actualidad, con la evolución y enriquecimiento del Método se promueven diversas formas de aplicación y contextos, en los cuales la Observación enriquece y aporta diversas comprensiones e intervenciones, pues el Método es eficiente en pensar y comprender acerca de las relaciones humanas. Con el fin de cuidar, hacer seguimiento, dar continuidad, difundir y permitir el crecimiento de los diferentes aportes y aplicaciones que tiene el Método, en 2012, durante el IX Congreso Internacional de Observación de Bebés en Dakar, Senegal, se crea AIDOBB — Asociación Internacional para el Desarrollo de la Observación de Bebés Método Bick- que reúne a todos los formadores y profesionales que desarrollan actividades e intercambian aplicaciones de la Observación de Bebés en casi todos los países del mundo. Desde este momento, AIDOBB, bajo la presidencia de Rosella Sandri, se ha encargado de difundir y cuidar del Método, de realizar, con un intervalo de dos años, el Congreso Internacional de Formadores en la Observación de Bebés y el Congreso Internacional de Observación de Bebés, con sede en varios de los países, en los cuales se realiza la Observación Método Esther Bick. El 6 de septiembre de 2014, durante el 30° Congreso de FEPAL en Buenos Aires, nace ALOBB –Asociación Latinoamericana de Observadores de Bebé Método Bick (con filiación a AIDOBB), la cual agrupa todos los países de América Latina que realizan Observación de Bebés, con la coordinación de Hilda Botero. Esta asociación busca divulgar el Método y fomentar su aplicación en los diferentes ámbitos de los países latinoamericanos con sus diversidades culturales y particulares realidades sociales. Cada país tiene coordinadores representantes de los grupos de trabajo, los que existen y los que se forman en las diferentes ciudades y/o países. Desde su gestación y nacimiento, ALOBB —en cabeza de los coordinadores— se ha encargado de recolectar, agrupar y analizar estadísticamente la información acerca de los grupos de estudio sobre observación Método Bick que se desarrollan actualmente a lo largo de América Latina. Además del seguimiento de la labor formativa y la producción científica que se desprende de esta práctica en los países de América Latina, ALOBB se reúne de manera sistemática cada mes para convocar, integrar, sostener y contener a

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La observación de bebés, método Esther Bick, y su difusión

todas las personas interesadas en el trabajo y estudio del Método de observación que, cada vez tiene más acogida, no sólo por su importancia y riqueza a nivel formativo, sino por ser una incomparable experiencia de aprendizaje emocional que despierta la mente a novedosas comprensiones de las relaciones desde inicios tempranos y sus implicancias a lo largo de la vida en todas las áreas de desempeño del Ser humano. Un resultado ilustrativo del ejercicio de recolección de los datos realizado con los diferentes grupos en Latinoamérica es el siguiente trabajo de ordenamiento y distribución del desempeño de la Observación de Bebés en el continente Latinoamericano. Este compromiso, que contribuye enormemente a la difusión y reconocimiento del Método, lo realizaron las Doctoras Rita Sobreira y Nara Caron de Porto Alegre. Mapeamiento de la distribución de los grupos de observación de bebés, según el método Bick, en América Latina. Compiladoras de la Información: Rita Sobreira, Nara Caron

Identificación de los Grupos -

Los grupos son o fueron ofrecidos fuera de las Sociedades Psicoanalíticas ligadas a la IPA, o de núcleos ligados a Sociedades en un 76% de los casos, ver Fig. 1.

-

64% de los casos son provenientes del Brasil, 10% de Perú, 7% de Argentina, 7% de México, 7% de Chile y 5% de Colombia, ver Fig. 2.

-

En el 25% de los casos, los grupos fueron ofrecidos en el pasado y no son ofrecidos en el momento (en uno de estos casos, la formación en el método era llevada a cabo en la Universidad en el curso de Psicología; en tres casos, la formación fue hecha de forma particular); 73% de los grupos son ofrecidos actualmente y el 2% están en proceso de constitución, todos en el Brasil, ver Fig. 3.

199


Carmen Córdoba

Figura 1. Procedencia de los grupos

24%

Fuera de las sociedades

76%

En las sociedades

Figura 2. Distribución geográfica de los grupos

5%

10%

7%

Brasil

7% 64%

7%

Chile Argentina México Colombia Perú

Figura 3. Regularidad de la oferta de los grupos

2%

25%

73%

Actualmente En el pasado Proceso de constitución

200


La observación de bebés, método Esther Bick, y su difusión

-

En 54% de los casos, la Observación de Bebés es obligatoria para la formación psicoanalítica, ver Fig. 4

Figutra 4. Obligatoriedad para la formación

54% 46%

No Sí

Formato de los grupos - 66% de las instituciones trabajan con grupos cuyos participantes son sólo observadores y el resto 34% implica también participantes oyentes, ver Fig. 5. -

Los grupos son compuestos de 2-5 participantes en 74% de los casos, ver Fig. 6.

-

En 86% de los casos, la supervisión es semanal, ver Fig. 7.

-

En 71% de los casos, la duración de las observaciones es de 1 año, 29% de los casos tiene una duración de 2 años, ver Fig. 8.

-

Aplicaciones del Método en la clínica/investigación fueron relatadas en 60% de los casos, siendo 16% realizadas en la universidad, ver Fig. 9.

-

Las supervisiones son presenciales en 97% de los casos. En la actualidad hay un pequeño porcentaje de supervisiones on-line, ver Fig. 10.

201


Carmen Córdoba

Figura 5: Participantes de los grupos

34%

66%

Únicos observadores Observadores y oyentes

Figura 6: Número de participantes en los grupos

26%

74%

2a5 6 o más

Figura 7: Periodicidad de las supervisiones

14%

86%

Semanal Otra

202


La observación de bebés, método Esther Bick, y su difusión

Figura 8: Duración de las observaciones

29%

71%

Un año Dos años

Figura 9: Aplicaciones del médoto en la clínica/investigación

40%

60%

No Sí

Figura 10: Supervisiones por Skype

3%

97%

Sí No

203


Carmen Córdoba

-

Los formadores se distribuyen geográficamente de la siguiente forma: Brasil: 57%; Argentina: 21%; Chile: 7%; México: 10%; Colombia: 1% y Perú: 4%, ver Fig. 11.

-

El 6% de formadores hombres, el 94% son formadores mujeres, ver Fig. 12.

Figura 11: Distribución de formadores 1% 4% 10%

Brasil

7% 57%

21%

Argentina Chile México Colombia Perú

Figura 12: Porcentaje de mujeres y hombres formadores

6%

94%

Mujeres Hombres

El próximo Congreso Internacional de Observación de Bebés convoca a todos los observadores del mundo y a todos aquellos interesados en el estudio de estos momentos iniciales de la vida y el desarrollo emocional. Se llevará a cabo en Torino, Italia.

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La observación de bebés, método Esther Bick, y su difusión

AIDOBB X CONGRESO INTERNACIONAL SOBRE LA OBSERVACIÓN DE BEBÉS CON EL MÉTODO DE ESTER BICK Y SUS APLICACIONES Torino, del 2 al 5 de Noviembre 2017 La Observación del Bebé en el Siglo Xxi Una mirada a los cambios sociales, tecnológicos y multiculturales. Un apoyo a la multidisciplinariedad. Ofrecemos un programa preliminar de las actividades del congreso. PRE-PROGRAMA:

-

Primer día: Observación del bebé prenatal y del bebé hoy.

-

Segundo día: Las transformaciones sociales, tecnológicas y multiculturales.

-

Tercer día: El apoyo aportado por la Observación de Bebés a la multidisciplinariedad.

-

Cuarto día: Conclusiones. Más información: Pascale Sebban: sebban.pascale@noos.fr Rosella Sandri: r.sandri@skynet.be

205



Notas



Notas

Federación Psicoanalítica de América Latina (Fepal)

209


Notas

210


Notas

211


Notas

212


Notas

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NORMAS DE PUBLICACIÓN Psicoanálisis, Revista de la Asociación Psicoanalítica Colombiana es la publicación oficial de la Asociación. Tiene como finalidad difundir el pensamiento psicoanalítico en sus aspectos teórico-prácticos y de reflexión, acerca de su ejercicio en la comprensión de la salud mental y emocional. Están invitados a contribuir con sus producciones escritas psicoanalistas, candidatos en formación, y todos aquellos autores, tanto nacionales como internacionales, interesados en el pensamiento psicoanalítico, que contribuyan a mantener un espacio de diálogo, investigación y conocimiento.

Descripción del material Los artículos postulados deben ajustarse a una de las siguientes modalidades: 1. Artículo de investigación científica y tecnológica. Documento que presenta de manera detallada, los resultados originales de proyectos de investigación. La estructura generalmente utilizada contiene cuatro apartes Fundamentales: Introducción, Metodología, Resultados y Conclusiones (esquema IMRYC). (Que en el caso de las Ciencias Humanas, se puede traducir en: Introducción, Marco Teórico, Presentación de Caso y Discusión, y Conclusiones). 2. Artículo de reflexión. Documento que presenta resultados de investigación desde una perspectiva analítica, interpretativa o crítica del autor, sobre un tema específico, recurriendo a fuentes originales. 3. Artículo de revisión. Documento resultado de una investigación donde se analizan, sistematizan e integran los resultados de investigaciones publicadas o no, sobre un campo en ciencia o tecnología, con el fin de dar cuenta de los avances y las tendencias de desarrollo. Se caracteriza por presentar una cuidadosa revisión bibliográfica de por los menos 50 referencias. 4. Ensayo. Documento que constituye una forma flexible y abierta para exponer ideas o defender una tesis conceptual sobre cualquier tema desde varias ópticas. Por definición, es un texto en el que se apunta alguna idea y se reflexiona sobre ella, sin que se llegue a agotar el tema principal. Más que un texto de valor demostrativo, se trata de una invitación al pensar y a la reflexión sobre algún tópico, desde un nuevo enfoque más creativo. 214


Normas de Publicación

5. Reseña bibliográfica. Informe usualmente crítico sobre el contenido y cualidades de un libro; se puede también realizar una Reseña Hemerográfica cuando ésta se refiere al contenido de una artículo de interés, aparecido en alguna publicación afín. 6. Reseña periodística o de difusión. Información sobre eventos culturales, académicos y/o artísticos que puedan considerarse de interés para la comunidad psicoanalítica o en general para lectores de la revista. Se pueden comentar aspectos de obras de arte (Exposiciones, obras de Teatro o Cinematográficas, o incluso Documentales de TV) y eventos Culturales, que guarden relación explícita o tácita con los temas de interés dentro de la comunidad científica. 7. Además, la Revista publica en español Reporte de casos, traducción de artículos de revistas psicoanalíticas -previa autorización del autor- resúmenes de libros, tesis de grado en psicoanálisis, artículos de psicoanálisis aplicado, una vez sean aceptados por el comité editorial por su calidad e interés. Los trabajos deben presentarse a 2.0 espacios; fuente Arial o Times New Roman, tamaño 12; hasta 40 páginas; Título no mayor a doce (12) palabras; Resumen de hasta 250 palabras, no menos de tres (3) Palabras clave; en Inglés y en Español. Los autores deben enviar sus escritos a la Asociación Psicoanalítica Colombiana, dirección de la revista, por correo electrónico a apscol2012@gmail.com o revista@ asociacionpsicoanaliticacolombiana.org.co, o hacerlos llegar en medio magnético, con original y copia impresa a la Calle 134 No 17-71. Todas las contribuciones serán evaluadas por árbitros expertos asignados por el Comité editorial, quienes dictaminarán acerca de la calidad, pertinencia, originalidad e importancia del trabajo sometido a consideración. El Comité comunicará su aceptación o no aceptación, así como las sugerencias para su modificación en un plazo máximo de dos meses a partir de su recepción. Los artículos serán sometidos a una revisión de Estilo con derecho a alterar el texto sin modificar su contenido. El autor deberá llenar la ficha de información que se anexará a la revisión de su escrito, y en la cual comunicará su dirección, teléfono y correo postal y electrónico para cualquier notificación y para la remisión del material físico de publicación. Cada autor recibirá dos ejemplares de la Revista en la cual se encuentra su contribución. Una vez la aceptación del artículo sea conocida por el, o los autores, estos deberán enviar su artículo con Carta de aprobación y revisión propia del material, y comunicar si el trabajo ha sido publicado anteriormente. En caso de haberlo sido, total o parcialmente, en otro medio impreso, deberá anexarse la aprobación por parte de los editores para su publicación en Psicoanálisis. A su vez, enviarán carta al (la) editor (a) de la revista transfiriendo los Derechos de publicación a la Revista Psicoanálisis de la Asociación Psicoanalítica Colombiana. 215


Normas de Publicación

Las citas y referencias bibliográficas deben ceñirse, en general, al Sistema APA, 6ª edición en Inglés, 3ª en Español, con algunas excepciones; por ello, deben tenerse en cuenta las siguientes recomendaciones.

Formato general del trabajo (Sección 8.03)1 1 pulgada (2,54 cms.) de margen (simétrica) Letra Times New Roman, o Arial 12 pt. Texto a doble espacio y justificado, excepto en tablas y figuras. Sangría (Indent) a 5 espacios o ½ pulgada (1,25 cms.) en todos los párrafos, excepto en el primero, enseguida de título.

Tablas y figuras Se enumeran en orden de aparición en el texto, utilizando números arábigos. Las que formen parte del material complementario, deben añadir la letra del apéndice donde se encuentran (5.05). Las tablas y figuras complementarias deben estar relacionadas con el contenido (5.07). Las tablas llevan un formato definido. (Vea ejemplos en el capítulo 5 del Manual).

Citas en el texto Cita directa • Se encierra entre comillas si la cita tiene menos de 40 palabras (6.03). • Al final de la cita, se añade entre paréntesis el autor, el año y la página, o el número del párrafo, cuando no está numerado el material (6.03). • Si la cita tiene más de 40 palabras, se escribe el texto en bloque, sin comillas, en una línea aparte, con sangría de ½ pulgada (6.03). • En toda cita directa hay que reproducir textualmente lo que dice el material citado, incluyendo la ortografía y puntuación (6.06). El fracaso escolar es un problema que afecta mayormente a los pobres. Estudios sobre los desertores llegan a la conclusión de que existe una “relación entre condi1

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Todas las numeraciones entre paréntesis, se refieren a la Tercera Edición, 2010, en Español (sobre la sexta Ed. En Inglés, julio 2009), de Editorial Manual Moderno.


Normas de Publicación

ciones socioeconómicas de los alumnos y su probabilidad de éxito o fracaso escolar” (Herrera, 2009, p. 257). Paráfrasis • Cuando se parafrasea o se hace alusión a ideas en otro trabajo, se recomienda indicar la página o párrafo si el texto de donde se tomaron es extenso (6.04).

Formato de las citas • Cada referencia citada en el texto tiene que aparecer en la lista de referencias (p. 174, párr. 1). • Si la oración incluye el apellido del autor, sólo se escribe la fecha entre paréntesis (6.11). • Si no se incluye el autor en la oración, se escribe entre paréntesis el apellido y la fecha (6.11). • Si la obra tiene uno o dos autores, se cita ambos apellidos todo el tiempo (6.12). • Cuando tenga entre tres y cinco autores, en las menciones subsiguientes, sólo se escribe el apellido del primer autor, seguido de la frase et al., sin cursivas (6.12). • Si son más de seis autores, se utiliza et al., desde la primera mención (6.12). El término inteligencia emocional lo utilizaron por primera vez Salovey y Mayer en 1990 (Álvarez Manilla, Valdés Krieg, & Curiel de Valdés, 2006). En cuanto al desempeño escolar, Álvarez Manilla et al. (2006) encontraron que la inteligencia emocional no incide en el mismo.

Lista de referencias Referencias vs. Bibliografía Una lista de referencias cita las fuentes que sustentan nuestra investigación y que se utilizaron para la preparación del trabajo. Una bibliografía incluye fuentes que sirven para profundizar en el tema, aunque no se hayan utilizado para el trabajo (Nota al pie, p. 180). APA requiere referencias, no bibliografía (p. 180, párr. 1). Consideraciones generales • Cada entrada en la lista de referencias debe estar citada en el texto (p. 174, párr. 1). • Las comunicaciones personales se citan en el texto, pero no se incluyen en la lista de referencias (p. 180, párr. 1). • Cada referencia tiene el formato de párrafo francés (hanging indent) y a doble espacio. (p. 180, párr. 1, versión original en inglés). • Orden alfabético por apellido del autor (6.25). 217


Carmen Córdoba

• Obras de un mismo autor se ordenan cronológicamente por la fecha más antigua (6.25).

Elementos de la referencia Autor y editor (6.27) • Apellidos primero, con mayúscula inicial, seguidos de las iniciales del nombre, hasta siete autores. • Si tiene más de ocho autores, se escribe el nombre de los seis primeros, puntos suspensivos […] y luego el último autor. • Se utiliza el signo & antes del último autor. En español, se acepta la y en vez de & (6.27, párr. 4, versión en español del Manual). Parry, J. H., & Sherlock, P. (1976). Historia de las Antillas. Buenos Aires, Argentina: Kapelusz. •

En el caso de que la obra no tenga un autor, se coloca primero el título de la obra y luego la fecha.

• Cuando la referencia es a un capítulo de un libro editado, se escribe el nombre del editor sin invertirlo, antecedido por la palabra En (subrayado) y precedido por la abreviatura Ed. entre paréntesis. Beckles, H. (1995). Sex and gender in the historiography of Caribbean slavery. En: V. Shepherd, B. Brereton & B. Bailey (Eds.), Engendering history: Caribbean women in historical perspective (pp. 125-140). New York, NY: St. Martin’s Press. Fecha (6.28) • La fecha de publicación de la obra se escribe entre paréntesis después del nombre del autor. • Si no aparece la fecha de publicación, se escribe la abreviatura s. f. entre paréntesis. Título (6.29) • Se escribe en cursivas (italics), con letra mayúscula la primera palabra y termina con punto. • Cuando la obra tenga subtítulo, este se escribe luego del título, separado por dos puntos y comenzando con letra mayúscula. Pérez Vega, I. (1985). El cielo y la tierra en sus manos: Los grandes propietarios de Ponce, 1816-1830. Río Piedras, PR: Ediciones Huracán.

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Federación Psicoanalítica de América Latina (Fepal)

• El título de un artículo o un capítulo de un libro, se escribe sin cursivas, seguido del título de la revista o libro en el que aparece. • El título de la revista se escribe en cursivas, con mayúsculas y minúsculas. Arrillaga, M. (julio-diciembre, 1986). El cuento puertorriqueño actual. La revista del Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe, 3, 27-30. Información de publicación (6.30) • Para publicaciones periódicas, escriba el número del volumen en cursivas. Escriba luego el número de la edición entre paréntesis, si cada ejemplar está paginado por separado. Potestá, P., & Hernández, M. C. (2010). Formulación de una metodología de formación y evaluación en empresarismo, bajo un modelo de competencias. TEC Empresarial, 4(2), 21-29. • Para libros, agregue un paréntesis con la información sobre la edición después del título (p. 203, párr. 4). • Para libros e informes, escriba la ciudad y el estado donde se publicó (si el lugar es fuera de Estados Unidos, añada el país). • Si en el libro aparece más de una ciudad, se selecciona la primera en la lista. • Luego del lugar utilice dos puntos y escriba el nombre de la editorial. • Si es el mismo autor el que publica la obra, escriba la palabra Autor, sin cursivas. American Psychological Association. (2010). Publication manual of the American Psychological Association (6ta ed.). Washington, DC: Autor. Documentos electrónicos • No se escribe punto después de la dirección Web (URL) (p. 192, párr. 5, versión en español). • No hay que incluir el nombre de la base de datos donde se encontró el artículo (p. 192, párr. 7, versión en español). • Incluya el URL cuando el documento no se puede conseguir fácilmente o sólo en bases de datos en línea como ERIC y JSTOR. (p. 192, párr. 8, versión en español). • No se incluye la fecha en que se recuperó el artículo, a menos que pueda haber cambios en el contenido de la página Web (p. 192, párr. 9, versión español). Artículo de la base de datos JSTOR Cintrón, G., Lugo, A. E., Pool, D. J., & Morris, G. (1978). Mangroves of arid environments in Puerto Rico and adjacent islands. Biotropica, 10(2), 110-121. Recuperado de http://www.jstor.org/pss/2388013 219


Artículo de revista de la base de datos EBSCO Viadero, D. (19 de diciembre de 2007). Social-skills programs found to yield gains in Academic subjects. Education Week, 27(16), 1-15. Artículo de periódico en línea Duhigg, C. (12 de septiembre de 2009). Toxic waters: Clean Water laws are neglected, at a cost in human suffering. The New York Times. Recuperado de http://www.nytimes.com/2009/09/13/us/13water.html?em Digital Object Identifier (DOI) • Serie alfanumérica asignada a documentos en formato electrónico (p. 189). • Provee un enlace consistente para su localización en Internet (p. 189). • Cuando el contenido no tenga un DOI, se debe indicar el URL de la página principal de la fuente donde se obtuvo, siguiendo las normas establecidas para los documentos electrónicos. (p. 192, párr. 4) Artículo con DOI, de base de datos EBSCO. Demopoulos, A. W. J., Fry, B., & Smith, C. R. (2007). Food web structure in exotic and native mangroves: A Hawaii–Puerto Rico comparison. Oecologia, 153(3), 675686. doi: 10.1007/s00442-007-0751-x Artículo sin DOI, de EBSCO. Parés-Ramos, I. K., Gould, W. A., & Aide, T. M. (2008). Agricultural abandonment, suburban growth, and forest expansion in Puerto Rico between 1991 and 2000. Ecology & Society, 13(2), 1-19.

Ejemplos adicionales Publicaciones periódicas (7.01)

Forma básica Apellidos, A. A., Apellidos, B. B., & Apellidos, C. C. (Fecha). Título del artículo. Título de la publicación, volumen (número), pp-pp. doi: xx.xxxxxxx Rodríguez, Y., Puente, M., Abad, M., Santaella, M., & Carballo, R. (2012). ¿Puede el ejercicio físico moderado durante el embarazo actuar como un factor de prevención de la Diabetes Gestacional? Revista Internacional de Ciencias del Deporte, 8(27), 3-19. Libros (7.02)

Libros completos. Forma básica Apellidos, A. A. (Año). Título. Lugar: Editorial.


Federación Psicoanalítica de América Latina (Fepal)

Apellidos, A. A. (Año). Título. Recuperado de http://www.xxxxxx.xxx Apellidos, A. A. (Año). Título. doi: xx.xxxxxxxx Apellidos, A. A. (Ed.). (Año). Título. Lugar: Editorial.

Libro con autor Goleman, D. (2000). La inteligencia emocional: Por qué es más importante que el cociente intelectual. México: Ediciones B.

Libro con editor González Núñez, G., & Pantojas García, E. (Eds.). (2002). El Caribe en la era de la globalización. Hato Rey, PR: Publicaciones Puertorriqueñas.

Libro en versión electrónica de base de datos comercial Montero, M., & Sonn, C. C. (Eds.). (2009). Psychology of Liberation: Theory and applications. [Versión Springer]. doi: 10.1007/ 978-0-387-85784-8

Libro en versión electrónica en sitio Web De Jesús Domínguez, J. (1887). La autonomía administrativa en Puerto Rico. [Versión Library of Congress]. Recuperado de http://hdl.loc.gov/loc.gdc/lhbpr.33517 Capítulo de un libro o entrada en una obra de referencia. Forma básica Apellidos, A. A., & Apellidos, B. B. (Año). Título del capítulo o la entrada. En A. Apellidos & B. Apellidos (Ed.), Título del libro (pp. xx-xx). Lugar: Editorial. Apellidos, A. A., & Apellidos, B. B. (Año). Título del capítulo o entrada. En A. Apellidos & B. Apellido (Eds.), Título del libro (pp. xx-xx). Lugar: Editorial. Recuperado de http://www.xxxxxx.xxx Apellidos, A. A., & Apellidos, B. B. (Año). Título del capítulo o entrada. En A. Apellidos (Ed.), Título del libro (pp. xx-xx). Lugar: Editorial. doi: xx.xxxxxxxx Capítulo de un libro impreso Picó, F. (2004). Arecibo, sol y sereno. En F. Feliú Matilla (Ed.), 200 años de literatura y periodismo: 1803-2003 (pp. 129-134). San Juan, PR: Ediciones Huracán.

Entrada con autor en una obra de referencia electrónica Graham, G. (2010). Behaviorism. En E. N. Zalta (Ed.), The Stanford Encyclopedia of Philosophy . Recuperado de http://plato.stanford.edu/entries/ behaviorism/

Entrada sin autor y sin fecha en una obra de referencia en la Web Bosques. (s. f.). En Enciclopedia de Puerto Rico. Recuperado de http://www. enciclopediapr.org/esp/article.cfm?ref=08032701 221


Informe técnico (7.03) Forma básica Apellidos, A. A. (Año). Título. (Informe Núm. xxx). Lugar: Editorial.

Informe con autor Weaver, P. L., & Schwagerl, J. J. (2009). U. S. Fish and Wildlife Service refuges and other nearby reserves in Southwestern Puerto Rico. (General Technical Report IITF-40). San Juan, PR: International Institute of Tropical Forestry.

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Tesis (7.05) Forma básica Apellidos, A. A. (Año). Título. (Tesis inédita de maestría o doctorado). Nombre de la institución, Localización.

Tesis inédita, impresa Muñoz Castillo, L. (2004). Determinación del conocimiento sobre inteligencia emocional que poseen los maestros y la importancia que le adscriben al concepto en el aprovechamiento de los estudiantes. (Tesis de maestría inédita). Universidad Metropolitana, San Juan, PR.

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Tesis de base de datos institucional Muñoz Rodríguez, Ariana. (2010). Análisis de estructura forestal en bosque húmedo secundario joven en el Cañón Las Bocas, Barranquitas. (Tesis de maestría). Recuperado de http://www.suagm.edu/umet/biblioteca/UMTESIS/Tesis_Ambientales/ msem_manejo_cons_recursos_naturales/ 2010/AMunozRodriguez100510.pdf

Tesis de la Web Ibañez Peinado, J. (2009). Aspectos psicológicos del testimonio en la investigación criminal. (Tesis doctoral, Universidad Complutense de Madrid). Recuperado de http://eprints.ucm.es/8159/1/T30471.pdf



DIAGRAMACIÓN E IMPRESIÓN: Editorial Kimpres SAS PBX: 413 6884 - FAX: 290 7539 Bogotá, D.C., Colombia, Julio de 2016



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