EDITORIAL
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AL GRAN PUEBLO ARGENTINO, SALUD
SUMARIO Editorial
4.
Nuestra Argentina 11 de Mayo: Día del
3.
Himno Nacional Argentino
48. Aniversarios 50. Conexión Educativa:
Estrenos y repeticiones de Mayo
52. Ganadores de Concursos y Soluciones 54. Juegos en Red
Año 9 - Nº 99 Es una publicación mensual de Red Intercable S.A.
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El nombre del pueblo argentino que coreamos tiene sus orígenes en la voz latina “argentum”, plata. Ya desde las épocas de Pedro de Mendoza, se utilizaron los nombres de Gobernación del Río de la Plata y Provincias del Río de la Plata para referirse a esta región. La primera mención se registra en un atlas veneciano de 1536 y luego en 1602 como título de la obra poética La Argentina, de Martín del Barco Centenera, miembro de la expedición de Ortíz de Zárate y que hace evocación de tierras. En 1776 el territorio se oficializó como Virreinato del Río de la Plata. El nombre de Argentina sin embargo, no se utilizó en los comienzos de la etapa independentista, La designación más frecuente en aquel tiempo era, precisamente, la de “Río de la Plata” Entre fines del siglo XVIII y comienzos del XIX el poeta Manuel José de Labardén, incluyó el adjetivo “argentina” en su obra, y desde el periódico El Telégrafo Mercantil, se expandió el adjetivo “argentino” para referirse a todo lo relacionado con el Río de la Plata. La Asamblea del año XIII aprobó el Himno Nacional, que proclamaba “Al gran pueblo argentino ¡salud!”. La Constitución de 1853 se sancionó en nombre del pueblo de la Confederación Argentina, El 8 de octubre de 1860 en la ciudad de Paraná, el presidente Derqui decretó la denominación “República Argentina” y desde 1860 el General Mitre utilizó el nombre de Presidente de la República Argentina, quedando fijado desde entonces definitivamente el nombre con el que se reconocería mundialmente a este país. Una mirada a este pasado no tan lejano, llena de contenido aquellos versos escritos hace 195 años. El Himno Nacional Argentino es una poesía cuya letra sintetiza elocuentemente la aspiración del pueblo y de los protagonistas de la Revolución de Mayo, el ideal de los revolucionarios de 1810. Una nueva y gloriosa nación. El significado de las estrofas de este símbolo patrio merece recobrar, hoy más que nunca, nuevo sentido. Es necesario que tengamos presente nuestra identidad, nuestro origen como país, nuestra nacionalidad, nuestro espíritu de argentinos. Cabe entonces volver a valorar genuina y plenamente nuestros símbolos patrios. No se trata sólo de cantar con emoción pasajera. Se trata de entender y practicar día a día su significado. En nuestro himno patrio no hay alusión a sectores sociales. Se menciona a todo el pueblo argentino como integrante de un grupo más amplio: el americano.
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En mayo de 1813, apenas tres años después de la Revolución del 25 de Mayo de 1810, la Asamblea General Constituyente aprobó la Marcha patriótica que hoy conocemos como nuestro himno nacional y que proclamaba “al gran pueblo argentino, ¡salud!” Con una letra independentista y antiespañola, que refleja el espíritu de la época, ya la primera estrofa anuncia el nacimiento de una nueva nación. Alude a las luchas, enfrentamientos y batallas que posibilitaron la conquista de la libertad y cierra su último fragmento saludando a los pueblos libres que celebran la presencia de una nueva nación soberana. Años más tarde, se solicitó un arreglo de la letra, principalmente moderando las motivaciones independentistas y exaltando los conceptos universales relacionados con la paz y la dignidad de los pueblos. Y aún faltarían varios retoques y modificaciones hasta arribar a la versión que hoy conocemos en la que cantamos sobre la emancipación de un pueblo americano y su dignidad como nación y aclamando el valor y grandeza de los argentinos.
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Himno Nacional Argentino Fervor puro. Esas son las bases del Himno Nacional Argentino que celebra su día el 11 de mayo de cada año. Cantado en las escuelas, los actos políticos, las canchas de fútbol, se lo suele ver lamentablemente desvirtuado en su sentimiento patrio. Otros, lo viven con intensidad, lo cantan con orgullo y se colocan la mano sobre el pecho para demostrar su amor al país. Lo cierto es que el Himno tiene su historia que llega desde 1813 cuando la Asamblea General Constituyente lo declara “única Marcha Nacional” en su resolución del 6 de marzo y pide al poeta Vicente López y Planes ampliar el número de estrofas, definitivamente aprobadas el 11 de mayo. Un día después, el Triunvirato pide que se la cante como obligatoria en todos los actos públicos. Sin embargo, su primera exhibición pública se da el día 28 de ese mes, en el teatro Coliseo de la ciudad de Buenos Aires, en voces de niños vestidos en trajes indianos con voces suaves. La historia clásica argentina también cuenta de una primera interpretación en la casa de Mariquita Sánchez de Thompson, el 14 de mayo. Símbolo colectivo del amor por la Patria, su letra es la expresión de un pueblo que empieza a sentirse libre, invoca el nacimiento de una nación en su primera estrofa, luego alude a luchas, enfrentamientos y batallas que posibilitaron la conquista de esa libertad (de la segunda a la octava estrofa) y saluda a los pueblos libres desde su soberanía reciente, incluyendo así al pueblo americano además del argentino en sus textos. Por supuesto que la emancipación y el restablecimiento de la dignidad funcionaron como leit motivs centrales de su estructura y como todo himno, exalta con fervor el valor y la grandeza de los patriotas con síntesis que van del heroísmo al pedido de igualdad, la victoria y la fraternidad ante el invasor. Así se alude a batallas como la de San José, San Lorenzo, Suipacha, Piedras, Salta y Tucumán, y socialmente hablando, se menciona al pueblo argentino como un conjunto, no dividido en clases.
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Los precursores
El Himno no fue la primera marcha patriótica sino que hubo intentos de composición anteriores para avalar en un pentagrama las luchas de la revolución. Por ejemplo, el 15 de noviembre de 1810, “La Gazeta de Buenos Aires” publica un texto sin firma, titulado “Marcha patriótica compuesta por un ciudadano de Buenos Aires para cantar con la música que otro ciudadano está arreglando”, atribuida al poeta Esteban de Luca, capitán durante las invasiones inglesas. Por su parte, en 1812, Saturnino de la Rosa escribe un cántico patriótico, con música de Blas Parera, en celebración del Veinticinco de Mayo de 1812. “A las
armas corramos ciudadanos, escúchese el bronce y óigase el tambor”, arengaba en su letra. Más tarde, el fray José Cayetano Rodríguez hizo su aporte con una canción nacional sencilla y majestuosa, pedido expreso del regidor Manuel José García, por resolución del Cabildo de Buenos Aires. “Volvió otra vez el venturoso día en que la Patria del tirano, nos produzca, brillante, la alegría; hoy a la sombra de un gobierno humano, renacerá la unión en nuestro suelo, y el despotismo abatirá su vuelo”. Finalmente, Vicente López se inspiró en una obra teatral de carácter histórico escrita por Morante, titulada “El 25 de mayo”. La primera impresión de la música se realizó en la “Lira Argentina”, obra realizada en París en 1824. Más tarde, aparecieron dos arreglos del Himno, uno con el nombre de Marcha del Río de la Plata, y el otro con el título de “Chant National de Buenos Ayres” mientras que Esnaola lanzó dos versiones en 1847 y 1860.
Más sobre los autores Vicente López (conocido también con el apellido de su madre, Planes, aunque nunca lo usó realmente), fue un porteño dedicado al comercio, graduado en Derecho en Chuquisaca. También tuvo su incursión en la carrera militar como capitán de Patricios durante las invasiones inglesas. Los cargos públicos llegaron luego: así, fue secretario del Primer Triunvirato en 1811, censor teatral y síndico procurador en 1812. Actuó como cabildante y fue miembro de la Asamblea General Constituyente en 1813, año en que escribió el Himno Nacional. Fundó el departamento topográfico y el registro estadístico en la Argentina. Más tarde, fue designado presidente interino al renunciar Rivadavia, ministro de relaciones exteriores durante el gobierno de Juan Manuel de Rosas y gobernador interino de la Provincia de Buenos Aires, momento en que participó, desde tal cargo, en el conocido Acuerdo de San Nicolás. Por su parte, Blas Parera era un músico catalán, nacido en 1776, quien actuó como músico en dos parroquias en Montevideo, Uruguay, entre los años 1802 y 1803, arribando a Buenos Aires un año después para ser organista de iglesia, maestro de piano y director de orquesta en el Teatro Provisional de Comedias de Buenos Aires. Combatió en la defensa durante las Invasiones Inglesas y se casó, en 1809, con una de sus alumnas huérfanas del Colegio de Niños Expósitos. Casi una década después, regresó a España con ella y su hijo, donde vivió en el anonimato y vigilado “por haber escrito la canción patria de una ex-colonia española”. También hay una anécdota sobre su apellido, como la que pesa sobre el Planes del autor del texto del Himno: Parera era en realidad Perera, tal el apellido de su padre
copiar el material completo a formato digital–, su curiosa colección consta de 102 piezas. “Como se trata de una marcha patriótica no corresponde que haya cambios ni en la letra ni en la música. Estas versiones presentan diferentes arreglos, pero no deben tener cambios de melodía y tiempo, aunque sí haya algunas que, por así decirlo, infringen esa máxima. Aunque no comparta el hecho de que se hayan cambiado, como buen coleccionista, debí integrarlas igual”. De estas últimas, una es la de Charly García. Como historiador, no le agrada la idea de cambiar un símbolo, aunque una sensación similar le aparece cuando se escucha la versión reducida en el inicio de los partidos de fútbol en los que juega la Selección argentina. La versión original del Himno, cuenta Miranda, duraba 22 minutos y medio. “En 1900, durante la presidencia de Roca, se firma un decreto para reducir esa versión extensa a las primeras y las últimas cuatro estrofas y resumirla así a 3 minutos y medio, la versión que hoy cantamos”. Por otro lado, desmintió que ese cambio se hubiera hecho para no ofender a la Infanta Isabel que llegaba de visita: es que ella arribó al país diez años después. “Esas estrofas eran el sentimiento y fervor de la época en que se escribió”. De las versiones de 22 minutos y medio, posee una grabación muy reciente, del año 2005, que se instrumentó en la Basílica de Luján, la única que hay de esta extensión no habitual a los oídos locales. “La primera grabación del himno que existe, que no la tengo en mi colección por estar resguardada en archivos de la Nación, es el cilindro número 1 que se grabó en el país. Es de 1897, cantada por un tenor italiano de 24 años, y sólo tiene poco más de dos minutos dado que esa era la capacidad del soporte de grabación”, cuenta. Otro de los arreglos importantes que se realizan sobre el himno, en 1944, cuando se reglamentan los símbolos patrios, es el de convertirlo a tono de sí bemol mayor para que las voces blancas, las de los chicos, pudieran cantarlo correctamente, o sea, para su interpretación en las escuelas. “De todas formas, no es un himno fácil de cantar, tiene una serie de vibratos que para ser bien interpretados hay que ser un excelente cantante”, dice Miranda. “Hoy la imagen del himno como símbolo patrio está desvirtuada”, sostiene el profesor. “Es que nunca debe estar vinculado a un gobierno o manifestación, debe trabajarse desde la educación para que sólo esté vinculado a la patria”. Por otro lado, agrega: “La música acompaña al hombre en todo momento, hasta en la propia muerte, por eso existe una marcha fúnebre. Y el himno tiene que acompañar el sentimiento de nación”. Entre otras curiosidades, Miranda tiene en su casa tres grabaciones con instrumentos autóctonos, una cantada en quichua, dos en bandoneón, otra con un cuarteto de guitarras, otra de tango de Roberto Firpo y su orquesta de 1928, y cuando al cierre de las radios y canales, a la medianoche, se escuchan las estrofas, se siente satisfecho.
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Arnaldo Miranda tiene 43 años y un récord inédito: 102 versiones grabadas del Himno Nacional Argentino, resguardadas en una celosa colección que comenzó a sus tempranos 15 años. “Todo surgió uniendo mi pasión por la música y la historia”, confiesa. Miranda comienza el 25 de mayo, el 9 de julio y el 20 de junio escuchando el himno, y el Día de la Bandera también celebra con las otras marchas hechas para el pabellón nacional. Presidente de la Junta Central de Estudios Históricos de la Ciudad de Buenos Aires y también de la Confederación Nacional de Juntas de Historia de las Provincias Argentinas, llegó a escuchar hasta 56 versiones del Himno en una tarde en su casa. Como profesor superior de música, estudió la música militar de los siglos XVIII y XIX y destaca que “el nuestro, es el Himno más lindo del mundo: por sus características de 77 compases, de los cuales 23 sólo corresponden a la introducción, también lo tengo registrado como el más largo entre los existentes”, explica Miranda. “A diferencia de La Marsellesa, por ejemplo, que no posee introducción y sólo cuenta 28 compases en total; o, por otro lado, Dios salve a la reina (en su versión original, Dios salve al rey) de los ingleses y el himno español son originalmente marchas mientras que el argentino, es un himno propiamente dicho porque está elevado al plano operístico con un estilo rosiniano y mozartino, estilos de moda en la época, con una letra muy elaborada que luego influyó en otros himnos de la región posteriores, como el de Uruguay, Paraguay y Bolivia”. El 11 de mayo es el día en que se aprueba la letra escrita por Vicente López y Planes, uno de los diputados de la Asamblea Constituyente de 1813, como marcha patriótica de las Provincias Unidas del Río de la Plata. “Esto, junto con el escudo nacional que no era sino el sello de la Asamblea, es lo único que este organismo hizo aunque la idea era que realizara la Constitución y la emancipación. Su otra labor fue aprobar la canción patria y encargarle al maestro Blas Parera la composición musical, por la que le pagan 200 pesos de aquel entonces que no era una suma elevada y tardaron mucho tiempo en abonársela”, agrega Miranda. Con soportes originales –de discos de pasta a longplays, aunque todo está también pasado a cassettes y está trabajando para
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Música y patria. Pasión coleccionable
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Himno Nacional Argentino Himno de señas y emociones Ver el Himno Nacional Argentino interpretado en lenguaje de señas es realmente impactante. Es ese silencio que conmueve y que se expresa y que, definitivamente, no es silencio. Se hace escuchar. Traducido en principio por el Centro de Expresión Integral para los discapacitados auditivos y también por la Escuela de Lengua de Señas Argentina José Antonio Terry y la Comunidad Sorda, luego la cantante Patricia Sosa hizo lo propio para difundir esta forma tan especial de entonar la canción patria. La lengua de señas o de signos es una configuración gesto-espacial y de percepción visual y táctil, mediante la cual las personas sordas puede establecer un canal de información básica para relacionarse naturalmente con el entorno social, sea sus receptores oyentes o sordos. El 9 de julio del año último, en la Plaza de Mayo, se cantó el himno en lengua de señas por primera vez dentro de un acto oficial del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Mientras tanto, se ha difundido en escuelas y se han realizado incluso jornadas para enseñarla a cantar coordinadas por Sosa, en una clara función de integración para grandes y chicos. Fue el 11 de diciembre de 2006 el día en que la cantante presentó formalmente el himno en lenguaje de señas al Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología de la Nación, realizándose también un videoclip que puede bajarse de la web en www.educ. ar y también en la web www.patriciasosa.com. “Hagamos cosas que marquen un cambio, por más chiquitas que sean”, afirmó la cantante en aquel momento tan particular. Y de allí surgió una anécdota que aún narra en su página de Internet, sucedida cuando cantaba en la entrega de becas a un grupo de músicos con capacidades diferentes. “Subí al escenario y empecé a cantar con la voz y con las señas. Pero cuando me detuve a observar a la gente, no todo estaba bien. Los oyentes cantaban a viva voz, los sordos hacían las señas conmigo, pero entre ellos... un muro de hielo. Por eso cuando bajé sentí la necesidad de hacer algo para acercar a dos sectores divididos. Entonces dije... Una que sepamos todos. Se nos ocurrió el Himno Nacional Argentino”, cuenta. Así, con el trabajo ad honorem de Daniel Vila y Jorge Recagno armaron un DVD desde el cual se puedan copiar las señas. “A partir de ahi, se empezaron a sumar maestros, que enseñaron a sus alumnos, y la cosa va creciendo, asi, mágicamente. Será el punto de partida para sumarnos al compromiso de aprender y transmitir. De tomar la responsabilidad de achicar las diferencias y de sentirnos protagonistas de esta historia”, señaló la cantante.