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Lecturas
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Por cri ST in A b A jo
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Relatos del pasado
Tengo, entre mis lecturas preferidas, un viejo libro de Enrique Anderson Imbert: Los primeros cuentos del mundo. Allí, el autor nos dice que la escritura comenzó en los pueblos del Cercano Oriente y que, en principio, el cuento no se distinguía de otras formas narrativas.
Se dice que “cuento” es la relación oral o escrita de un suceso que puede ser falso o verdadero, pero si alguien quisiera acotar al cuento entre determinadas coordenadas, debería pelearse con los grandes autores universales que hicieron con él lo que quisieron: creo yo que para nuestro placer.
En la antigüedad, el cuento aparecía como “ejemplo” (recordemos El Libro de los Ejemplos) o fábula, balada, leyenda, conse- ja... Y nacido como expresión oral, se transmitía de boca en boca hasta que, con el paso del tiempo y de por medio algún estudioso, se trasladase al papel.
El primer problema que se nos presenta con los cuentos antiguos es la mitología. ¿Entra en esta categoría? Anderson Imbert dice: “Si los mitos precedieron a los cuentos es algo que no me preocupa. Mi actitud es la de un lector de cuentos, y al leer mitos me figuro arbitrariamente, lo sé, que quienes los escribieron se interesaban como yo en un folklore de acontecimientos divertidos.”
Por mi parte, considero al cuento el género más antiguo del mundo, pues nació en una caverna, sentados frente al fuego, cuando un forastero, para pagar la comida
Prevenci N
Veraneo: ¡Ojo con los animales venenosos!
Por Dr. Fr A nci S co DAD ic*
Cuando estamos de vacaciones o visitando un destino desconocido, viene muy bien informarse antes acerca de los animales peligrosos con los que nos podemos topar.
En las playas argentinas y en los mares de todo el mundo, por ejemplo, existe una gran cantidad de medusas, también conocidas como “aguas vivas”. Las más comunes son Olindias sambaquiensis , Liriope tetraphylla (hidromedusas) y Chrysaora lactea ("agua viva común").
Durante el verano, en las playas de la Costa Atlántica se registran innumerables accidentes protagonizados por las Olindias y, en los últimos tiempos, por las Liriope. Las Olindias miden unos 10 cm de diámetro y son las más comúnes entre más de cien especies que conviven en nuestro mar. Las Liriope, en tanto, también conocidas como “tapioca” o “pica pica”, poseen una campana de cerca de 1 centímetro de diámetro, por lo que se tornan casi invisibles.
Sus venenos están constituidos por numerosos componentes. Las lesiones se producen por las descargas de los nematocistos, es decir, las cápsulas que se encuentran en las paredes de las medusas y que inyectan el veneno.
Esta inoculación causa irritaciones, lesiones urticantes, eritematosas y edematosas, sobre todo, en brazos y piernas.
En caso de contacto, se aconseja aplicar vinagre, que inhibe el mecanismo de inyección del veneno de los tentáculos; lavar con agua de mar (no agua corriente porque puede hacer que los tentáculos inoculen más veneno) y limpiar con toallas, arena o cremas cosméticas. También puede necesitarse un tratamiento adicional, según criterio médico.
En tanto, si estamos pasando unos días en el río, es bueno saber que en la Argenti- y la protección de la noche, o quizá para comprar su vida, como hizo siglos después Scherezade, contó a los que lo habían recibido (o capturado), qué sucedía más allá del ancho río o del otro lado del bosque.
Ciertos estudiosos dicen que en el Cercano Oriente nació el oficio del juglar, entre babilonios, hititas, asirios y cananeos.
Pero también en América tuvimos pueblos que atesoraron relatos: Raphael Girard, en Historia de las civilizaciones Antiguas de América desde sus orígenes, dice: “Existen fuentes directas de la historia americana escrita por los propios indígenas, pero no han sido aprovechadas por la investigación. Mucho se ha hablado de los mayas y de los indios americanos, pero no se les ha dejado hablar a ellos.”
Por suerte, hoy los académicos han prestado no solo más atención, sino que han profundizado en la literatura precolombina, oral en la mayoría de los casos, aunque también se la ha encontrado escrita en pueblos de Centroamérica.
Estos relatos explicaban el universo y sus creencias a través leyendas, mitos y textos religioso-jurídicos, como algunos libros del Chilam Balan y del Popol Vuh, obras importantísimas entre los grandes libros uni- versales. Aclaro para los entusiastas que no son de lectura fácil pero que, literariamente, son extremadamente mágicos.
Y hablando de leyendas, recuerden que según el famoso folklorista Lázaro Flury, estas son “el eslabón que une la Prehistoria con la Historia misma. Y la historia del hombre en su período nebuloso no es más que una sucesión de leyendas”: cada vez que el ser humano se encontró ante hechos inexplicables, buscó en la fantasía el origen del misterio.
Entre nosotros, Joaquín V. González dijo que la leyenda desentraña aspectos del espíritu humano que la historia no pudo abarcar. “Y la leyenda, como todos los impulsos míticos, representa el esfuerzo del hombre por elevarse a lo sobrenatural, magnificando hechos reales para recrear una vida distinta de la vida diaria, tan pobre, muchas veces, en espíritu y poesía.” na existen más de 250 especies de bagres ("peces gato"), casi todas de agua dulce.
Y en este diario vivir, tengo para mí que la leyenda ha perdurado en su versión oral a través de milenios porque pertenece al pueblo más que a los estudiosos.
Sugerencias: 1) Leer, de Luis Landero, Entre líneas: el cuento o la vida. 2) Lo consiguen en librerías de usados o ventas particulares. Un libro imprescindible.
Si bien no tienen una glándula venenosa conformada como tal, cuando se sienten amenazados, yerguen sus elementos punzantes: estas "espinas" están recubiertas por un tejido mucoso venenoso que, al ingresar al organismo, produce un dolor muy fuerte en la zona de punción, con posterior inflamación y edema.
La lesión puede ulcerarse y tardar mucho tiempo en cicatrizar. En caso de las timadura por estas espinas, se aconseja sumergir la región afectada en agua caliente (cerca de 50°C) durante 30 a 90 mi- nutos, acercarse a un centro de salud para retirar fragmentos de aguijón y administrar la antitetánica.
Tanto en el mar como en el río, también debemos cuidarnos de las rayas, que poseen una aleta caudal con púas venenosas, que secretan veneno al contacto.
En caso de lesión, se aconseja , primero lavar la herida con agua, sumergir luego el área en agua tibia de 30 a 60 minutos, antitetánica, antisépticos y antibióticos, según indicación.
* Médico toxicólogo del Hospital Durand. Director de Toxicología Hoy.
IG: @toxicologiahoy