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¿Cómo se manifiesta el Parkinson?

Por dr. alejandro ander SS on *

El Parkinson es un trastorno del movimiento que se presenta cuando se pierde entre el 70 y 80% de las neuronas del tronco cerebral que fabrican dopamina, imprescindible en las funciones motoras. Los síntomas comienzan lentamente, en general, en un lado del cuerpo, pero luego se extienden a ambos. Algunos son temblor en manos, brazos, piernas, mandíbula y cara; rigidez en brazos, piernas y tronco; lentitud de los movimientos, y problemas de equilibrio y coordinación.

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A medida que la sintomatología avanza, las personas con Parkinson pueden tener dificultades para caminar o realizar labores simples. También trastornos del sueño o dificultades para masticar, tragar o hablar.

Se presenta alrededor de los 55 años. Su curso es progresivo. Si bien aún no existe una cura, diversos medicamentos mejoran los síntomas. La cirugía puede ayudar en los casos severos. Se calcula que el 1% de los mayores de 60 años tiene Parkinson y que el 5% de los afectados tiene entre 40 y 60 años.

Hay una serie de factores de riesgo potenciales asociados con esta patología. En algunas personas existe una predisposición genética. Se conocen, al menos 52 genes que se relacionan con la enfermedad.

Algunos estudios la vinculan con habitantes de áreas rurales, uso de agua de pozo, granjas y exposición a herbicidas y pesticidas. Estudios epidemiológicos han determinado que es más prevalente en países industriales y en áreas con fábricas de aleación de acero duro y molinos de pulpa de madera.

Se caracteriza por la lenta aparición de temblor en estado de reposo, bradicinesia -lentitud de los movimientos-, rigidez y alteración de los reflejos posturales.

La bradicinesia causa gran parte de la

Los gatos tienen a su favor que son más independientes que los perros, que son como varios adolescentes en casa, proclives a romper cosas y que, cuando crecen, adoptan las manías de un esposo que necesita mucha atención.

Si la comida que le das a un gato no le gusta, la dejará, y luego encontrarás los restos de sus crímenes de cacería, si es que no te trae una de sus presas y la deja a tus pies como diciendo: “Mira lo que encontré”. Y si te enojas por el “regalo”, tomará el cuerpo del delito y se ira al techo o arriba de un sauce, donde ni con una escoba podrás alcanzarlo.

Pero también es cierto que, a la noche, cuando estás leyendo en la cama, te maullará suavemente pidiéndote permiso para acostarse a tu lado, o sobre tu pecho, y tu corazón comenzará a latir al ritmo de su ronroneo que, según lo que he leído, nos hace bien a quienes padecemos problemas cardíacos.

Eso, sin contar lo lindo que es comer en soledad, viendo tu serie favorita o leyendo la última novela que compraste o te prestaron, y a tus pies, bajo la mesa, tu perra espera que le alcances un bocado de tu plato y, en la silla de al lado, tu gato te toque con la zarpa para que no te olvides de él. Además de brindarnos compañía, cariño y diversión, para las personas mayores el animal doméstico suple el ejercicio que no hacemos: tenemos que dejarlos salir y entrar, cambiarles el agua, separarlos si pelean, llevarlos al veterinario, rescatarlos de la casa de atrás si es felino o hablar al grupo vecinal si tu perro se escapó, lo que propicia el buen entendimiento.

Pero, sobre todo, ellos son una fuente de diversión y de afecto. Siempre lamento que su vida sea tan corta en relación a la nuestra, y recuerdo tantas mascotas queridos que ya no están: la gata negra, vieja y fea que nos esperaba en la casa de Cabana, la primera gata mía, cuando era adolescente, a la que llamé Moniña; un gatazo gris y huraño al que llamé Cuitiño, como el mazorquero, mientras leía las novelas históricas de Gálvez; la Trapito, una de mis gatas carey que vivió muchos años. O la gata negra y malvada que murió de covid cuando empezó la pandemia.

Sugerencias: 1) Ver la serie Todas las criaturas grandes y pequeñas; 2) Llevar un diario con las hazañas de nuestras mascotas; 3) Alentemos la adopción de animales abandonados discapacidad y, en combinación con el temblor y la rigidez, lleva a que tareas como escribir, vestirse o abrochar botones resulten imposibles. Además, hay numerosas manifestaciones motoras, cognitivas, autonómicas y sensoriales.

A menudo, el temblor está presente en estadios precoces, pero disminuye al mantener una postura. Afecta principalmente a manos y pies, aunque también la cara (labios, mueca de conejo), la mandíbula y los músculos de la lengua.

Con la progresión de la enfermedad, los pacientes se sienten inestables y se dan cuenta de los constantes ajustes postura- les imperceptibles que normalmente ocurren. Tienen dificultad para mantenerse de pie en posición recta. Cualquier maniobra en espacios reducidos puede terminar en problemas. También puede haber trastornos en el habla y alteraciones de la regulación térmica.

Aproximadamente, el 40% de los pacientes sufre depresión. Desde el primer momento, puede haber depresión, ansiedad y, ocasionalmente, una sensación de intranquilidad interior, junto con deseo de moverse sin poder estar quieto.

*Médico neurólogo, director del Instituto de Neurología Buenos Aires. IG:@doctorandersson

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