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Mis hijos, un amor incondicional
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Texto: Daniela Terán
Fotografía: César Farías
Nunca pensé que pueda ser difícil escribir sobre mis hijos y yo… “¡hasta que me tocó!” He pensado durante un tiempo sobre qué escribir y me vienen muchas ideas a la cabeza: la bendición de ser madre, lo duro de serlo, los buenos y no tan buenos momentos, las alegrías y miedos, la responsabilidad. Creo que todo esto se puede resumir en la palabra: “amor incondicional”.
Siempre quise ser mamá. Desde pequeña jugaba en mi casita de muñecas a ser mamá y profesora, quien diría que años más tarde las dos se volverían realidad. Pero algo que nunca imaginé fue lo sacrificado y al mismo tiempo gratificante que sería.
Embarazarme de mi primer hijo fue algo complicado, no siempre es tan fácil como parece. Tuve mucha paciencia y fe y luego de un par de años llegó la bendición que tanto añoraba. Fue un embarazo maravilloso.
El ser madre por primera vez y tener tantas nuevas experiencias es único. El cambio de los primeros pañales o la primeras enfermedades son todo un reto. Las años pasan y uno empieza a disfrutar cada situación a la que la vida nos enfrenta. Las primeras veces que me llamó “mamá” fueron mágicas; de una manera distinta a como suenan ahora ya que el ser madre para mí sigue teniendo un toque mágico y bendito.
¡Poco tiempo después me enteré que estaba embarazada de nuevo! Tenía tanta dicha y susto a la vez ya que iban a tener solo un año y diez meses de diferencia. Fue un embarazo diferente, ya no todo era nuevo… El ambiente externo también había cambiado en nuestras vidas e hizo a que la espera sea más complicada.
El día en el que nació mi nena mi vida cambió una vez más, ¡ya no era mamá solamente de un hermoso príncipe sino que de una hermosa princesa también! Mi vida y mucho de lo que tanto soñé estaba completa.
Es un reto ser madre de dos niños tan seguidos. A pesar de que no puedo saber lo que es ser madre de gemelos asumo que es algo muy parecido a lo que viví: nunca dejé los pañales, biberones, chupones, pañaleras…una vida caóticamente hermosa, como dicen por ahí.
Ahora nuestras vidas han cambiado un poco más y tengo la bendición, dicha y suerte de tener estas dos personas que cada día me impulsan y animan a ser mejor; que en mis días tristes con una sonrisa o abrazo simplemente hacen salir el sol.
Mis hijos son alegres, chistosos a más no poder y sobre todo amorosos..me encantan. Se pelean como buenos hermanos de su edad pero también se cuidan a pesar de tener apenas 5 y 3 años. Esto es algo que llena mi alma ya que me doy cuenta que les estoy guiando por un buen camino.
Solo puedo agradecer a la vida por las experiencias que me presenta día a día. Porque gracias a estos dos seres de luz me he acordado de la mujer fuerte, luchadora y feliz que soy.
Solo puedo dar gracias a Dios por concederme todos mis deseos y nunca soltarme la mano; hacerme sentirle cerca en los momentos difíciles y ayudarme a disfrutar los momentos más felices. ¡Tengo la bendición de tener dos hijos maravillosos que cada día me llaman MAMÁ!