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Artículo ¡Cuídate! La autoconciencia en el autocuidado y el cuidado a otros. Vivir desde la armonía. La felicidad de otros es mi felicidad. Hábitos de autocuidado
from REVISTA SENTIDOS 23
by Sentidos
¡CUÍDATE! La autoconciencia en el autocuidado y el cuidado a otros
¡Cuídate! Nos decimos de manera ineludible a manera de despedida o saludo, dispensado e incrementado; sobre todo durante la pandemia que nos ha tocado vivir. Al decirlo pensamos en la acción de ayuda a nosotros mismos para evitar sufrir algún perjuicio, por ejemplo, para evitar contagiarnos o contagiar a otra persona el coronavirus. Recapacitamos en muchas acciones a fin de preservar, guardar, conservar, asistir para vigilar y atender a alguien o a nosotros mismos.
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Para la Organización Mundial de la Salud, el cuidado es la atención autónoma y en colaboración a personas de todas las edades, familias, grupos y comunidades, enfermas o no. Comprende la atención a las necesidades en la salud y en la enfermedad, en la discapacidad o en la situación terminal (cuidados paliativos). Porque cuidarse implica ayudarse a sí mismo o a otro ser vivo a fin de incrementar su bienestar, lo cual puede incluir numerosas actividades personales, físicas, alimenticias, nutricionales, entre muchas otras, para una vida sana y equilibrada.
En las circunstancias actuales, estamos viviendo confinamiento, incertidumbre, miedo porque nos dicen que estamos pasando por una pandemia, el sufrimiento y el vacío. El dolor de mis pacientes me ha llevado a pensar en el valor fundamental del autocuidado como actividad esencial de nuestro mundo interior, porque el cuidado es una palabra que usamos frecuentemente en nuestra vida diaria, pero no incluimos la espiritualidad desde la autoconciencia y la intencionalidad humana. La experiencia me ha permitido constatar que la baja percepción de sentido lleva a crisis existenciales, vacío, depresión, ansiedad, infelicidad, baja satisfacción con la vida, entre otras. Un mundo interior fortalecido es un factor de salud importante y por eso merece ser cuidado.
infelicidad, baja satisfacción con la vida, entre otras. Un mundo interior fortalecido es un factor de salud importante y por eso merece ser cuidado.
En este texto, te proponemos la posibilidad de autocuidarnos en base a mecanismos humanos explicados por Viktor Frankl, tales como el autodistanciamiento y la autotrascendencia, que implican también procesos como la comprensión, regulación y proyección desde nosotros mismos. Frankl los llamó recursos noéticos, entendiéndolos como el conjunto de capacidades o manifestaciones espirituales, características antropológicas, recursos inmateriales, potencia pura con posibilidades de expresión en el ser humano, siendo lo espiritual el centro de éstos, los cuales desde mi observación también requieren de cuidado y autocuidado. Es necesario aclarar que no me refiero a ninguna situación de carácter religioso, lo espiritual no es necesariamente tal.
En este texto, te proponemos la posibilidad de autocuidarnos en base a mecanis-mos humanos explicados por Viktor Frankl, tales como el autodistanciamiento y la autotrascendencia, que implican también procesos como la comprensión, regulación y proyección desde nosotros mismos. Frankl los llamó recursos noéticos, en-tendiéndolos como el conjunto de capacidades o manifestaciones espirituales, características antropológicas, recursos inmateriales, potencia pura con posibili-dades de expresión en el ser humano, siendo lo espiritual el centro de éstos, los cuales, desde mi observación, también requieren de cuidado y autocuidado. Es necesario aclarar que no me refiero a ninguna situación de carácter religioso, lo espiritual no es necesariamente tal.
Cuidarnos y cuidar a otros a partir de la autocomprensión para encontrarnos con nosotros mismos, aceptar lo vivido para que nuestras emociones fluyan con beneplácito, reconociéndolas y no permitiendo que se queden estancadas, nos enfermen o dañen en varios aspectos físicos o mentales. La autocomprensión nos ayuda a reconocer y comprender lo que nos pasa, ser comprensivos con nosotros mismos, quizá preguntarnos con amabilidad ¿qué emociones vivimos? ¿Cómo y cuándo nos suceden? ¿Qué implicaciones tienen? Comprender la manera de vernos a nosotros mismos y también a los demás. Asumir nuestra vulnerabilidad y lo humano en nuestra cotidianeidad.
Cuidarnos y cuidar a otros a partir de la autorregulación, saber que podemos posponer o detener necesidades físicas si hay necesidad de ello, ser proactivos más que reactivos, detenernos y pensarnos, a fin de aplazar lo que nos daña, basándonos en nuestra propia regulación. Lo cual nos permite aceptar el dolor sin huir, aumentar la tolerancia no significa buscar el sufrimiento, sino aceptarlo a fin de darle otro significado. También podemos oponernos a mandatos psicofísicos para aligerar las cargas emocionales, los duelos, las violencias sufridas, las adicciones y ayudarnos a resignificar viejos patrones.
Cuidarnos y cuidar a otros imaginándonos de otra manera, con autoproyección para creer y concebir las vivencias desde otras miradas, contarnos nuestros sufrimientos de manera más suave, generosa, benevolente hacia nosotros mismos, considerando que este cambio es el centro de la motivación para el cambio mismo. Decirnos los sucesos vividos desde otra narrativa, más comprensiva y gentil hacia nosotros mismos. Todo ello permite renovar las tensiones entre el ser y el deber ser.
No debemos olvidar nuestra unicidad, somos seres individuales, personas diferenciadas de otras, vivimos los procesos emocionales de manera distintiva a cada uno, por tanto, procuremos no fundirnos en la otra persona cuando tengamos necesidad de cuidar o ser cuidados.
Nuestra actitud de apertura, aceptación y responsabilidad generará la confianza necesaria en el cuidado hacia otros, identificando todo aquello que corresponde a cada uno; quien es cuidado no delega en quien cuida sus propias responsabilidades.
Cuidarnos y cuidar para generar vínculos auténticos, obtener soporte social de nuestras redes de seres queridos, para convivir a partir de quien somos, de nuestro propio sentido de vida y valores como las fuerzas que nos hacen vivir o incluso morir, como dice Viktor Frankl.
Por favor, ¡Cuídate!
Referencias bibliográficas
Frankl, V.E. (1992). Teoría y terapia de las neurosis. Barcelona: Herder.
Dra. María Elena Rodríguez Lara Psicóloga, Psicoterapeuta, Tanatóloga, Maestra y Profesora universitaria. Orgullosa egresada de DAU. Autora de varios libros publicados sobre el tema educativo.
ARTÍCULO
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VIVIR DESDE LA ARMONÍA
Esta edición de la revista Sentidos me parece contundente. Esto debido a que rescata la importancia de la compasión. Esta acción, valor, virtud, tan fundamental y decisiva para el bienestar del mundo; que sobre todo en las circunstancias actuales, debe resurgir con fuerza, más aún en las circunstancias actuales, donde tenemos la oportunidad de despertar nuestra conciencia y transformar nuestro comportamiento para el bienestar colectivo.
Quiero escribir este artículo desde mi propia praxis y criterio. Aportar con mi opinión personal, rescatando criterios ajenos que me han topado. Considero que el ser compasivo no es fácil, es un ejercicio que requiere trabajo del mundo interior de la persona, y cuando hablo de mundo interior me refiero a qué tan despierta está la persona a nivel de conciencia. Me ha encantado la perspectiva de Dalai Lama al decir que “la Compasión es respeto al otro, son derechos del ser humano; el amor y la compasión son necesidades,
no son lujos y sin ellos la humanidad no puede sobrevivir.” Supongo que, poner en práctica esta bella frase, requiere de un nivel de conciencia elevado. Esto me pone a reflexionar sobre lo mucho que hay que hacer en el mundo después del confinamiento, para que los seres humanos aprendan a vivir desde la compasión. Desde los “líderes” de altas esferas, hasta niños y jóvenes que son las generaciones que deben desarrollarse de manera más íntegra; después de este confinamiento, que debemos verlo como un cuestionamiento, puesto que debe dar un giro a la dinámica de vida.
La antropóloga Joan Halifax, después de sus experiencias de vida, nos aclara aspectos importantes de la compasión. Nos menciona esta reflexión: “Lo más sorprendente del mundo es que la gente que está a nuestro alrededor muere y no nos damos cuenta y eso también nos puede pasar a nosotros mismos”. Recalco que al hablar de morir es importante considerar que se muere en muchos modos o desde muchas dimensiones y no nos damos cuenta.
El narcisismo con el que se vive no permite observar la verdadera realidad del otro y no permite ver lo que verdaderamente pasa en el entorno inmediato. Y más aún, la persona tampoco se da cuenta de lo que verdaderamente le pasa, está dormida (que es donde todo empieza). La falta de empatía con la que se vive y el egoísmo que se acentúa, cada vez más nos desconecta completamente del otro, tristemente no se vive desde el amor, siendo por ello imposible entender la práctica de la compasión.
“Los ojos y las manos son la representación de la compasión” Joan Halifax.
A través de los ojos nos conectamos entre almas y a través de las manos actuamos para servir. Este concepto me gusta: la compasión es la capacidad de ver con claridad la naturaleza del sufrimiento, es la habilidad de mantenerse firme y de reconocer que no somos seres ajenos al sufrimiento, el cual se transforma a través de la compasión.
Desde las neurociencias se ha comprado que, el vivir desde la compasión nos hace resilientes, activa la corteza motora, le permite trabajar al cerebro de manera integral y fortalece el sistema inmunológico; es decir, impacta en la salud física y psicológica del ser humano, algo sorprendente. Paradójicamente, la compasión está ajena en las personas, a pesar de ser algo inherente al ser humano.
Existen 3 enemigos de la compasión: la indignación moral, el miedo y la lástima. El ser humano no quiere sufrir, no quiere toparse con su dolor, no quiere ver lo inevitable, se victimiza ante el dolor y sus circunstancias, le da miedo y eso le paraliza y cree que el sufrimiento atenta la dignidad, le hace víctima. Si el ser humano se ve así en la vida, ¿cómo puede ser verdaderamente compasivo?, el ser humano se ve y ve al otro desde la pena, y eso sí me parece indigno.
Para poder vincularse desde la compasión, me parece importante primero ver el propio dolor y aprender a transformarlo, obviamente saliendo de la propia pena. Ir hacia adentro, para elevar la conciencia es fundamental verse. Causalmente, esta pandemia llevó a un confinamiento, donde no se puede escapar de lo inevitable, que es verse a sí mismo. Ahí está el dolor, ahí está el sufrimiento, ahí está el camino inevitable al cual debo ponerle atención para crecer y despertar.
Segundo, el verse a través del otro, en los entornos más cercanos y el verle al otro en relación a mí, requiere de atención hacia uno mismo. El ser humano intoxica al universo o intoxica su entorno si no está en armonía consigo mismo, si su atención está centrada en el caos. Y cuando hablo de caos, hablo del tipo de conexión que existe entre la mente y el universo, las circunstancias internas y externas, como las vivo. La energía tóxica del individuo, sino se trabaja interiormente ,impacta en el cosmos macro y micro. Pierdo mi ritmo y mi fluidez con el entorno, me pierdo en el caos, y sería importante reflexionar la calidad de los vínculos y el sentido de los vínculos que están alrededor. La armonía transmite firmeza y a la vez ternura, esto transmite confianza, el otro se entrega. Conectarse desde la armonía es vincularse amorosamente.
Para expandir la compasión, considero que es importante partir primero de nosotros mismos: mi autocompasión, como me veo; ver cómo está mi entorno inmediato, qué tan empático y compasivo soy con los más cercanos; cómo enseño al otro a ser compasivo, a ser empático, ya que es una responsabilidad conmigo mismo y con mi entorno. Lo que aprendo de mi entorno, lo despliego hacia afuera y si también enseño a los demás, lo desplegarán también. Es fundamental reconocer cómo está la armonía con la que se vive.
La compasión permite entrar en armonía con el otro y con el universo. La Logoterapia propone herramientas fundamentales para poner en práctica la compasión, ya que rescata la importancia de los vínculos, el sentido de vida en relación al servicio, estar para el otro y yo crecer
a través del otro. Transformar el sufrimiento en crecimiento y trascender el dolor hacia la libertad interior, le permite al ser humano no aferrarse a las circunstancias, sino al valor de la actitud. Es decir, para ser compasivos necesitamos el despliegue de la dimensión noética y Viktor Frankl nos entrega ese maravilloso legado, que sin lugar a duda es para el espíritu de la época.
Es importante que los seres humanos cuestionen su jerarquía de prioridades, puesto que realmente necesitamos vivir en armonía, estar mejor para el universo, dar lo mejor de uno y el otro, y saber vivir desde los valores que cobran verdadero sentido en la existencia. Es una responsabilidad urgente que el ser humano busque herramientas que le permitan despertar, afinar la conciencia, elevarse, humanizarse y armonizarse. Y eso es poner atención en el autocuidado de la salud física, salud mental -psicológica y desarrollo- y cuidado espiritual.
Preguntémonos: ¿En dónde está mi atención?
Jesús dijo:
Allí donde esté tu tesoro, estará también tu corazón.
La lámpara del cuerpo es el ojo. Si tu ojo está sano, todo tu cuerpo estará iluminado. Pero si tu ojo está enfermo, todo tu cuerpo estará en tinieblas. Si la luz que hay en ti se oscurece, ¡cuánta oscuridad habrá!”
Es urgente empezar a vivir desde el amor, que se manifiesta a través de la compasión.
Rosario Egas Psicóloga y Logoterapeuta. Psicoterapia emocional profunda y Psicología Médica de base cuántica. Especialista en adolescentes y adultos.
LA FELICIDAD DE OTROS ES MI FELICIDAD
En tiempo de confinamiento por causa del Somos protagonistas de ésta historia, el COVID–19, muchos pensamientos pasan aislamiento nos permitió conocer el miedo, por mi mente. No estuvimos preparados, angustia, desesperación, incertidumbre e el virus llegó para cambiar nuestra vida, para reencontrarnos con nuestros seres queridos más cercanos, con los que compartimos nuestro día a día. El ruido y las actividades diarias nos limitaban inseguridad. Por otro lado, nos enseña a valorar la vida, esa vida que la creíamos asegurada. Para muchos, la vida cambió porque han vivido de cerca las pérdidas y la enfermedad, otros han tenido que reestructurar sus gastos, actividades el verdadero tiempo de calidad con quienes y trabajo. amamos. Pasábamos mucho tiempo fuera de casa cumpliendo nuestras actividades laborales Han pasado algunos meses desde que llegó y al llegar al hogar, el cansancio invadía nuestro esta pandemia, que a todos nos ha dejado cuerpo. ¿Qué entregamos a nuestros seres aprendizajes, experiencias y cambios en nuestra queridos? Ellos, que en ocasiones esperaban vida. ¿Ahora qué sigue? pues debemos ser nuestra llegada, o que de igual manera estaban sumergidos en sus ocupaciones, en contacto con sus amigos exteriores, tampoco querían capaces de verdad, de asumir el cambio que nos deja esta experiencia hoy, que tenemos a nuestro alrededor historias difíciles, llenas de incertidumbre, que sabemos que los recursos no compartir experiencias o vivencias del día.
llegan de forma equitativa y que en muchos casos es difícil llegar a ser compasivos con el otro.
Por un lado, existen muchas personas que luchan por una enfermedad grave o han contraído el virus y atraviesan un profundo dolor que reprime todo sentimiento hacia el otro. Y, por otro lado, las personas que no han tenido ninguna carencia o experiencia difícil durante su vida, personas que experimentan momentos de gran felicidad, y pueden ser incompatibles con una actitud compasiva.
Estamos nosotros, sí, pero ¿hasta qué punto nos solidarizamos con el dolor ajeno? solo la compasión nos permite salir de nosotros mismos para encargarnos de los otros, reconocer su sufrimiento y realizar acciones para solucionarlo. No basta solo con compadecer, es necesario actuar ante el sufrimiento del otro con un vínculo empático, no solo por nuestras creencias sino por la convicción de que esa actitud es sanadora por sí misma. Debemos considerar que la compasión no solo se la ejerce con los marginados, sino que se debe implementar con cualquier persona, ya que en este tiempo todos somos vulnerables.
Hago referencia a una metáfora. En una comunidad existía un granjero que siempre estaba preocupado por las semillas que se plantarían allí, alguien le pregunta, - ¿por qué le interesa tanto las semillas de todos y no solo se asegura de tener buenas semillas para su terreno? - él le respondió -muy fácil, si todos sembramos buenas semillas habrá una buena polinización y todos obtendremos buenos frutos, pero si alrededor hay mala polinización, no tendremos buenos frutos todos-. Es decir, no es posible ser feliz si los demás sufren, debemos dejar de lado el individualismo; que cuando acabe todo, nos tendamos la mano entre todos para resurgir en conjunto y que renazca lo humano que somos. Tengamos siempre presente que “Soy feliz, si los otros son felices”.
Esta metáfora nos deja una gran lección y es que debemos desaprender en muchas ocasiones todo lo que hemos vivido y que ha constituido nuestro estilo de vida, todo aquello que nos ha producido angustia y tristeza. Debemos educarnos para que nuestro estilo de vida sea más saludable al aprender que lo importante no son los conflictos, sino cómo nos comportamos ante ellos. Estamos viviendo una crisis y es necesario vivenciar la
autotrascendencia, ser capaces de distanciarse de modo compasivo de los propios pensamientos y sentimientos.
Viktor Frankl (1987) dice que: “El hombre es unicidad, es autotrascendente y no es, sino que deviene; el hombre nunca puede decir -yo soy el que soy-, sino -yo soy el que llega a ser- o -yo llego a ser el que soy-. El bienestar y la felicidad es una consecuencia de encontrar el sentido de su vida”.
¿En tiempos de confinamiento podemos encontrar un sentido a la vida? Desde la Logoterapia podemos afirmar que el hombre tiende a cumplir el sentido y a realizar valores. El hombre autotrasciende en busca de un sentido y obtiene felicidad. También, en condición de hombre sufriente, se puede encontrar sentido a su sufrimiento y trascenderlo convirtiéndolo en un logro humano, para conseguir la felicidad.
Por otra parte, la compasión hacia el otro es una forma de encontrar sentido en la situación que atravesamos. Salir de uno mismo para sentir al otro, es como podemos encontrar el sentido y ser felices. Entonces, es tiempo de movilizar nuestros valores de actitud, que nos llevan a tener compasión y a actuar.
¿Ahora qué sigue? Pues simplemente tenemos que empezar a poner en práctica la libertad que tenemos para decidir con qué actitud saldremos adelante, contemplando la idea de compasión como reconocimiento al sufrimiento del otro con acción y vivir con la certeza del aquí y ahora. Es necesario aprender a vivir un día a la vez, porque el pasado es historia y el futuro incierto.
Tatiana Elizabeth Rosero Cifuentes Coordinadora DECE Institución Educativa. Licenciada en Ciencias de la Educación y Psicología General. Diplomado Internacional en Logoterapia y Sentido de la Vida. Actualmente estudiante de la Formación Internacional en Logoterapia y Análisis Existencial.
HÁBITOS DE AUTOCUIDADO
El autocuidado se refiere a las prácticas cotidianas, y a las decisiones sobre ellas que realiza una persona a favor de su salud. Estas prácticas son “destrezas” aprendidas a través de toda la vida, de uso continuo, que se emplean por libre decisión; con el propósito de fortalecer o restablecer la salud y prevenir la enfermedad.
Al hablar de autocuidado, me refiero también a los hábitos que debemos tener; que se consolidan por la repetición constante y sostenida de acciones a lo largo del tiempo.
Los hábitos y el autocuidado van de la mano, hacen referencia a la adquisición de conceptos teóricos de cuidado y conservación, así como a la incorporación de actitudes y práctica de hábitos en favor de la salud, con lo que la persona será protagonista de la solución de sus problemas. Esta práctica diaria va a estar acompañada de creencias cargadas de afecto, sentimientos, así como de la motivación para querer y poder hacerlo.
Autocuidado significa el acto de cuidar de uno mismo y requiere el inicio de una compleja serie de conductas. Entre ellas, están la toma de conciencia del propio estado de la salud, el deseo consciente de satisfacer las propias necesidades de autocuidado, analizar los pro y contras de las alternativas de cuidado, y tomar una decisión respecto a la situación de salud actual.
Muchas veces vamos a escuchar que para lograr el autocuidado se debe tener en cuenta los modos de vivir basados en patrones de comportamiento que están determinados por la interacción de las características personales de cada individuo, su integración social y las condiciones de vida socioeconómicas y ambientales, llamadas “estilos de vida”.
Por lo tanto, el autocuidado va a promover conductas positivas de salud y de prevención de enfermedades, logrando así que las personas sean las responsables de su propia salud, teniendo el derecho y las habilidades para tomar decisiones respecto a su propio cuidado. Y, en consecuencia, para aumentar esa capacidad de autocuidado, se requiere también la adquisición de un mayor conocimiento del tema.
¿Y CUÁLES SON ESAS PRÁCTICAS DIARIAS CONVERTIDAS EN HÁBITO?
Alimentarse en forma adecuada y tomar 8 vasos con agua en el día, dormir de 6 a 8 horas, hacer ejercicios o caminatas a diario, cuidado del cuerpo (vista, oído, boca, ritmo evacuatorio, piel y pies) y tener actividades recreativas. Sin dejar de lado el cuidado de la salud mental, así como tener un control médico mínimo una vez por año.
Melvi Janett Espinoza Egoavil Magister En Salud Pública. Consejera en Logoterapia y Consejera en Tanatología.
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Mehmet es un padre con discapacidad mental, que es acusado de un crimen que no cometió y es encarcelado, alejándose de su hija que tanto ama. En un comienzo, es maltratado por todos sus compañeros de celda, pero luego, al pasar el tiempo, comienzan a comprender quién es realmente y establecen un lazo de amistad al ver la inocencia e ingenuidad que lo rodea.