Dieciseis edición

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Mitos Leyendas y


Somos PoesĂ­a, Somos Literatura,

Somos Sinapsis.


¡Bienvenidos a Sinapsis! En esta oportunidad, los invitamos a recorrer esas historias que han sido divulgadas de una generación a otra. Estas historias nacen y se trasmiten generalmente de forma oral, como una expresión de una raza o pueblo, generalmente con un contenido que se traduce en la necesidad de crear una imagen del mundo y de las costumbres y tradiciones de una cultura, incluso de una fe. Los invitamos a recorrer la magia de estos relatos en, “Mitos y Leyendas” Estamos seguros, ¡la disfrutaran! Sinapsis

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“Lo último que se hace a la hora de escribir, es escribir.” -Gabriel García Márquez


Musas de Poetas Columnas Crรณnicas Relatos Cortos Agradecimientos


Indice .....

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Poetas

Musa de

Sayona serás para siempre (Joalberths Deagrela - Venezuela) Córdoba y su mulata (Gabriel Baldo - México) La tierra nos habla se agita (Alain Wood - Chile) Dieciochos (El peatón - Colombia)


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La poesía es la expresión del alma y el vomito existencial de las vísceras. - El poeta


Sayona serás

Para siempre

Se cuenta que por las autopistas yace esperando una mujer, la victima que venga henchida de imperdonables deseos de poder. A su esposo acusó alguna vez de ser un Edipo en la búsqueda de una madre ajena para coger ¿fue su suegra la víctima? nadie lo llego a saber. Cuando encuentra al hombre perfecto descubre en la mano del infiel que tiene esposa e hijos. Éste desea igual el cuerpo de ella; vestido de blanco, el cabello negro. Quemó la casa matando a quien la guardó en el vientre húmedo del amor, dejando cenizas del que en cama le arrancó la doncellez.

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Joalberths Deagrela Poeta Venezuela

“Eres hermosa” le dicen todos, Sayona se halaga y tímida los lleva, en un montarral llevan a cabo el acto. Su Venus la maldijo una y mil veces por haber derramado la sangre de su sangre, se escuchaban los gritos a lo lejos ahora los escuchan infieles amantes. Al inicio su piel es tersa, después se deshoja como la flor ajada, su cuerpo se hace hueso de cadáver y antes del orgasmo de la muerte sólo escuchas los gritos de la madre. El gemido no desaparece nunca lo escuchas repetido como eco, se oye acá y en los infiernos, interminable en los sueños. Grita como en los túmulos la hierba llora la desolación. “¡No recojas a esa mujer en la autopista!”, “¡cuidado con la sayona!”; dicen los viejos sobre formas aristas.

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Mulata

Córdoba y su

Sabes a leyenda, a café cordobés, café en tus ojos, café en tu piel, café que le roba el sueño a la noche de tu pelo, leyenda escrita con tu esencia.

Tu enigmática soledad, transfigurada en mil rostros persignados, en la pasión despechada de un alcalde enamorado, te acusa de bruja, te señala de hechicera, porque no con cualquiera has de compartir tu belleza mulata. De tu belleza sin par eres prisionera; San Juan de Ulúa quería beber un poco de tu amargo café, quería ser testigo de tu magia antes de verte arder en leña verde.

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Gabriel Baldo Poeta México


[Poema inspirado en la leyenda de la Mulata de Córdoba, localidad ubicada en la región central del estado mexicano de Veracruz.]

Y testigo fue de esa magia que al mundo negaste, que a los necios ocultaste; de tus manos nacieron trazos, y de tus trazos nació un navío, magnánimo y bravío con rumbo a la eternidad. Ese día naciste, mulata con sabor a café; nació la leyenda que eres, la que Córdoba cuenta a propios y extraños, la que perdura escrita como dulce lunar en la piel romántica de la ciudad de los Treinta Caballeros.

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La tierr

nos habla

se agit

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La tierra nos habla, se agita, se agrieta, desafía los tiempos. Rememora los sortilegios; Las causales sus complejos Sacude la mirada atónita desconcertada de los blandos deseos intrincados. Los manifiestos descorchados, las sonrisas amargas, los cuentos deshilachados.

ra

a

ta

Crea ríos, lagunas; donde dilapidamos designios incrementando un dolo eterno. Un haz de miseria endémica, nube, lluvia pasajera que reposa aletargando las sombras que se agitaban. Donde antes la presencia era una esfera que recogía noblemente aquel candor abrasivo, aquel suspiro metálico, genuino.

La tierra ha descubierto pliegues, escamas mancilladas como estatuas sin destino, apiladas todas contra todas, semejando esculturas sin vida. Palacios carcomidos por la desidia; La falta de respeto, el recelo desamparado que cae al abismo letárgico devorando así a la especie humana. Dando un suspiro, un nuevo aliento a un futuro incipiente, de especies que se renovarán.

Alain Wood Poeta Chile

Esto está dedicado a la tradición de hacer pedazos el planeta...

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Dieciochos D

El peatón. Poeta Colombia

evorados carcomidos aplastados sucumbidos

subyugados alejados corroídos desamparados secuestrados forcejeados silenciados torturados prostituidos añejados disecados

N

uestros espíritus descubren las mañanas forzadas

Las albas ultimadas Las voces anestesiadas En que nuestros lamentos se hicieron eternos Tan eternos que ya no tenemos recuerdos Solo sueños livianos fatuos desbocados Solo una pena que golpea nuestra quijada Y nos hace penetrar hasta el fondo de nuestros principios astrales

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Lovecraft lo sabía (José María Pacheco (méxico)


Columnas 18 - 19

“...Y estas fuerzas están presentes luchando unas contra otras en todo momento.”

-José María Pacheco


En tiempos modernos H. P. Lovecraft es considerado un gurú del terror. La perfección de su obra llega al zenit del asunto en los llamados “Mitos de Cthulhu”. La mayoría de las biografías escritas de Lovecraft, describen su niñez como una fase solitaria y con acceso a una biblioteca rica en contenido místico. Al parecer, Lovecraft exploró la cosmovisión de varias culturas, aunque predominadamente, culturas occidentales. A través de sus relatos místicos, nos menciona a los mayas, a civilizaciones del Perú (Machu Pichu), y algunos elementos de la cultura anglosajona y norteamericana. Todo se conglomera para dar como resultado un universo tan basto, que incluso muchos autores, como August Derleth, han henchido de elementos y seres extraordinarios. Sin embargo, tanto Lovecraft, como su sequito de aportadores, tenían un mensaje que querían compartir a través de la literatura. El arte, a pesar de ser una palabra que se presta a infinita ambigüedad, definitivamente tiene que ver con nuestra necesidad de expresar una idea o sentimiento intrínsecamente unido a nuestra naturaleza y condición humana. Así como Lovecraft eligió la literatura, muchos otros eligieron otra manera de hacerlo, como la pintura, la danza, la arquitectura, la escultura, la música. Cuando una persona requiere transmitir una idea idílica y no encuentra las palabras, se transforma en artista y logra por fin crear su obra.

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La mayoría de los personajes, tanto protagonistas como secundarios, del universo lovecraftiano, son artistas. En “El llamado de Cthulhu” el primer caso que se manifiesta, es el de un joven artista que padecía pesadillas, las cuales, le inspiraban con fervor. Y así hay muchísimos personajes similares. Lovecraft, adquirió un conocimiento de “algo” que superaba la existencia del ser humano. Este conocimiento tenía que ver con una naturaleza cósmica que nos envuelve, sin embargo, siempre lo enfocó en las consecuencias y en las calamidades que las fuerzas superiores significan para nosotros como humanos. Por supuesto, lo que Lovecraft escribía tenía sus tintes de surrealismo y ciencia ficción, recursos por excelencia de la literatura. Y es que, incluso hasta en nuestros días, intentar transmitir la existencia de estos seres superiores, puede ser visto en sociedad como locura. Así pues, los mensajes que se esconden en sus relatos sólo son transmitidos a quienes ya han adquirido este conocimiento con anterioridad, o a aquellos que están abiertos a la posibilidad de aceptar otro nivel de existencia.

José María Pacheco Columnista México


Lovecraft

Lo sabĂ­a

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!El miedo es la emoción más antigua y más intensa de la humanidad, y el mas antiguo y mas intenso de los miedos es el miedo a lo desconocido.”

- H. P. Lovecraft


Considero que Lovecraft es un hombre de conocimiento, y a la vez un contactado. De ahí inspiró su obra. Simplemente se limitó a ponerle nombre a estos seres y a explicarlo a través de las culturas. August Derleth hace una aportación magnifica, ya que si Lovecraft les llamó a las fuerzas maléficas y devotas a la locura como Los primordiales; Derleth le llamó a otro grupo de fuerzas de luz y de bien como Los arquetípicos. Y estas fuerzas están presentes, luchando una contra la otra en todo momento. Todo sucede mientras nosotros vivimos aquí, en nuestra Gaya, en nuestra pequeña burbuja llamada sociedad. Según Derleth, estas enseñanzas, de seres superiores es una lucha infinita entre el bien y el mal, incluso están implícitas en los escritos de varias religiones, como la judeo-cristiana o la hindú. Eso nos pone a pensar ¿Estamos solos aquí? ¿Acaso los mitos tienen cierta parte de verdad, ¿una verdad que nuestra ciencia humana aún no está lista para explorar? Nuestra existencia sería aburrida, si es cierto que lo único que podemos conocer es nuestra vida como la c o n o c e m o s h a s t a a h o r a .

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Cronicas El salto sato del del Fraile Fraile (Cecilia Valdivia PerĂş) 24 - 25


El loco sin nombre (Scarly GĂłmez MĂŠxico) 26 - 27 - 28


Fraile El salto del

En el balneario de uno de los barrios más antiguos y emblemáticos de la ciudad de Lima, Perú, surgió un romance que remecería a los "estirados" del pudiente distrito pegado al mar. Corría el año 1860 y el marqués de Sarria y Molina, quedaba viudo con una hija de doce años, quién era la luz de sus ojos. Evarista su nana mulata, tenía un hijo tres años mayor que ella. Clara, la chiquilla y Francisco, el chiquillo mulato, se enamoraron y ésta quedó embarazada, lo que ocasionó un gran escándalo en la “sociaty”, española - peruana. El marqués, que estimaba mucho a Francisco, pero no tanto como para ser el padre de sus nietos, iracundo y decepcionado de su ayudante preferido, mandó a recluir a Francisco en el convento de curas domínicos, como fraile. Francisco vivía ataviado y deprimido, dentro de un hábito y ayudando en la comunión los domingos. Su madre lo podía visitar una vez por semana, pero la tristeza embargaba a los enamorados que no podían verse. El marqués, tomó la decisión de llevarse a Clara a España para evitar mayor escándalo con el nacimiento del que sería su nieto, en tierras peruanas.

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Cecilia Valdivia Columnista Perú El diecisiete de octubre, día que partirían rumbo al puerto del Callao, Francisco esperaría en los peñascos ver pasar a Clara, por última vez. Cuenta la leyenda que Francisco al ver a su joven amada alejarse de él, se lanzó desde lo alto del acantilado, perdiendo la vida en el instante. El fraile murió en la angustia de no volver a ver a su amada otra vez. Se dice que Clara al ver a su amado lanzarse al mar, hizo lo mismo, perdiendo también la vida. Esta historia de amor trágico, sucumbió a la sociedad y se convirtió con el tiempo en una tradición o costumbre, el hecho, de que cada día durante todo el día, un joven lugareño, vestido de fraile, se lanza al mar desde lo alto del acantilado, emulando a Francisco y su amor por Clara, convirtiendo la leyenda en un atractivo para los visitantes que le dan una propina al fraile por el peligroso espectáculo. Hasta el momento no se ha reportado accidente alguno. Hace muchísimos años se construyó en la zona, el restaurante llamado hasta la actualidad, “El Salto del Fraile" en homenaje al amor prohibido de esta joven pareja.

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El loco sin

Nombre Me han preguntado antes porqué temo a las noches oscuras, dónde los cuervos cantan, la tormenta se acerca y se empiezan a sentir ráfagas de viento congelante. Hace algunos años que mi piel se enchina al entrar a habitaciones oscuras, con una sensación de soledad y vacío enorme. He de contarles yo entonces, como ha sido que ahora mi corazón se acelera al volver a aquél lugar que por mi parte ha quedado en el olvido. Era una noche como les he contado, el frío invadía la ciudad. Era diciembre veintitrés, una noche antes de vísperas de navidad. Uno esperaría que en estos días invadiera la alegría por cualquier lugar, pero justo esa noche hace unos diez años atrás, un loco sin nombre agarró un machete y había aterrorizado al pueblo de Connecticut. Hubo muchos heridos, desaparecidos y algunos cuantos muertos… Han pasado ya algunos años de eso, pero la gente aún no puede descansar. Se rumorea que cada diciembre veintitrés, el loco vuelve y se lleva unas cuantas almas que antes dejó atrás.

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Esa noche, me encontraba en aquel cuarto, sobrio con un persistente olor a humedad y a polvo, un poco abandonado ha de verse, la verdad. Estaba tranquilamente leyendo, una pequeña novela, muy agradable con sinceridad. Mi hermana se acercó a donde yo estaba, pero ella en cambio de entrar por la puerta con vida, decidió pasar por aquella puerta de fierro, tan vieja y oxidada, llena de polvo y telarañas, que ya nadie usaba sabrá Dios porqué. Ésta soltó un rechinido estruendoso y terrorífico, como para darse cuenta que había sido un grave error usarla ahora. Al abrir entró con ella un escalofriante frío, no era cualquier ráfaga de viento, era una de aquellas que te hace sentir nervioso, con escalofríos y un poco miedoso. Mi hermana entró y dejó la puerta abierta, entonces me preguntó: ¿Qué es lo que estás leyendo? Yo le respondí que estaba leyendo una novela, de Lovecraft para acabar con ella. Yo no le estaba prestando atención a ella, me encontraba un poco pérdida en aquella lectura. Y entonces, mi hermana empezó a gritar, de la nada enloqueció. Yo no sabía qué hacer, no sabía qué era lo que estaba sucediendo, sentí escalofríos del terror


y del nerviosismo que me llenaba el cuerpo y llegaba por mis venas hasta parar mi corazón. ¿Qué sucede? ¿Qué estás haciendo? ¿Qué te pasa? ¿Estás bien? – Empecé a gritar. Mi hermana contestó que no sabía lo que estaba pasando, que sentía como si alguien la tomara por los hombros, como si tuviera algo encima. Ella perdió la cordura, se quitó la playera y empezó a correr. Yo no sabía cómo reaccionar ni cómo ayudarla. Ella gritaba: ¡Por favor, déjame! ¡Ya vete! – Empezó a llorar. De verdad no sabía a quién le hablaba, o a qué se estaba refiriendo, simplemente al verla de esa manera empecé a gritar auxilio y rezar ansiosamente.

Scarly Gómez Cronista México

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De repente ella paró de correr, cansada y asustada con el corazón a kilómetros por hora, se recostó en la cama. Y entonces yo le pregunté que qué era lo que había ocurrido. Ella dijo que no estaba segura, que había sentido como si tuviera a alguien a sus espaldas, que no la dejaba moverse y la tomaba de los hombros. Le pedí que se levantara para revisarla, ella en sus hombros tenía unas manos muy marcadas, entonces yo me asombré y empecé a llorar del terror. La abracé y le dije que todo estaría bien. Mi hermana esa noche se salvó, quizá a ella no le tocaba esa noche. Pero no he de hablar de los demás habitantes de aquel pueblo, al día siguiente nos encontramos con que había algunos con sucesos parecidos, desaparecidos y que unos cuantos habían muerto dormidos. Aquellos que quedaron como prueba de lo sucedido, en aquella espeluznante noche, tenían unas marcas peculiares… Manos marcadas en los hombros he de decir. Sin duda mi hermana tuvo que tomar una larga terapia, para recuperarse de aquel terrorífico trauma. No hemos de volver nunca a aquél lugar, sin lugar a d u d a s .

Hechos basados en una historia real.

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Relatos

Cortos Cortos

El fantasma de la monja Heredia - México

Rastro Ferdinand Von Nielsen - México

Cuestión de Fé ARF - Argentina


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La Monja

El fantasma de

Durante muchos años, según consta en las actas del antiguo convento de la Cruz, que hoy en día se localiza en la calle México a la altura de la calzada del Ejercito, las monjas enclaustradas en tan lóbrega institución vinieron sufriendo con la presencia de una blanca y espantable figura que, en su hábito de monja de esta orden, veían colgada de uno de los arbolitos de durazno que en ese entonces existían allí. Cada vez que algunas de las novicias o profesoras tenían que salir a alguna misión nocturna tenían que cruzar el patio y jardines de las celdas interiores, no resistían la tentación de mirar el agua de la fuente que en el centro había y entonces ocurría aquello. Tras ella, balanceándose al soplo ligero de la brisa nocturnal, se veía a aquella novicia pendiente de una soga, con sus ojos salidos de las orbitas y con su lengua como un palmo de

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fuera de los labios retorcidos y resecos, sus manos juntas y sus pies con la punta de las chinelas apuntando hacia abajo. Las monjas huían despavoridas clamando a Dios y a las superioras, cuando llegaba la abadesa o la madre tornera que era la más vieja y la más osada, ya aquella visión se había esfumado. Así, noche a noche y monja tras monja, el fantasma de la novicia colgando del convento del durazno fue motivo de espanto durante muchos años y de nada valieron los rezos ni misas, ni duras penitencias ni golpes de cilicio para que la visión macabra se la alejara de la santa casa, llegando a decir en ese entonces, cuando aún no se hablaba de estas cosas, parecía que todo era una visión colectiva, un caso típico de histeria provocado por el obligado encierro. Mas una cruel verdad se ocultaba en la fantasmal aparición de aquella monja ahorcada y que se remontaba a muchos años antes y por lo tanto fue


Heredia Relatora México

de los primeros en recibir novicias. En ese entonces vivían los hermanos León, que eran Emiliano, Alfonso y Doña Juana a la que por oscuros motivos se le conocía como Doña Juana Cruz, era bonita y de gran prestancia, se enamoró de un tal Arrutia, mestizo de humilde cuna y de origen desconocido, quien viendo el enamoramiento de Doña Juana trató de convertirla en su esposa para así ganar mujer, fortuna y linaje.

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A tales amoríos se opusieron los hermanos León, sobre todo Alfonso, quien llamando una tarde al irrespetuoso y altanero mestizo, le prohibió que anduviese con su hermana. -Nada podéis hacer ella me ama, dijo cínicamente Arrutia. –Pues el corazón de vuestra hermana ha tiempos es mío, podéis oponeros cuanto queráis, que nada lograréis. Molesto don Alfonso fue a casa y habló con su hermano, a quien le contó lo sucedido y pensó en matarlo, pero Alfonso pensó bien y sólo pensó en darle un escarmiento. Le ofrecieron al mestizo una buena cantidad de dinero y aceptó, pero jamás volvió, se fue a Veracruz, pasaron los meses, los años y el tiempo destrozaba terriblemente a Doña Juana. Sus hermanos después de verla sufrir, terminaron convenciéndole de que entrara a un convento. Sin mucha voluntad Juana aceptó, entró como novicia y comenzó a llevar una vida triste

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y llena de recuerdos… Por las noches lloraba y en tremenda soledad se olvidaba de su amor a Dios, de su fe y de todo. Al fin, una noche, no resistió y cogió un cordón, lo trenzo uno con el otro para que no fallara el plan, se hincó al crucificado por no poder terminar su encomienda y se fue a la huerta del convento. Ató la cuerda al durazno y volvió a pedirle perdón a su Dios por abandonar este mundo.

Se lanzó hacia abajo y de un momento a otro, mientras se balanceaba, ella iba perdiendo lentamente cada uno de sus sentidos. El cuerpo ya tieso y sepultado de Doña Juana fue bajado y sepultado esa misma tarde en el cementerio del convento y, allí pareció terminar el drama amoroso… Se dice que después de un juicio los hermanos León tuvieron un trágico fin como su hermana Juana, al creer el juzgado que ellos la habían matado al dejarla desamparada, fueron llevados al patíbulo donde fueron degollados, los tres espíritus continúan atormentado a los vivos de vez en cuando.

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Rastro El distrito once de la ciudad de la compañía entraban y salían únicamente con sus contenedores sellados herméticamente. Del lado terrestre podía advertirse en la carretera del despoblado, el acceso para vehículos con una puerta doble herméticamente vigilada con sensores de peso, infrarrojos y escáneres de alta resolución. Para el necromante Skorp, vigilante urbano, resultaba demasiado exagerado semejante sistema para una fábrica de embutidos con la insignia de un niño en overol, pero tras despedazar las oficinas en el centro de la ciudad, en la avenida Libertadores estaba convencido del misterio que atraía aquella fábrica.

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Donigonmi, era una marca recién establecida en la ciudad comenzando su distribución de salchichas en todo el país, había ganado fama inmediata por el sabor especial de su carne, condimentada en siete sabores diferentes. Para Skorp pudo haber pasado desapercibido hasta que sus pasos lo llevaron a la oficina central en la torre Adkins, puesto que una niña había desaparecido y, sus contactos indigentes le señalaron que alguien con el uniforme de la compañía fue visto con ella el día que desapareció.


Ferdinand Von Nielsen Relator México

Si la pequeña Helen estaba en esa fábrica encerrada por algún pervertido, no había tiempo que perder, se movió rumbo a la entrada usando su poder espectral saltando a un plano paralelo, burlando las cámaras de seguridad y los guardias. Algo lo desconcertó en ese momento. Pues los vigilantes comúnmente no llevaban rifles de asalto Steir Aug, ni chalecos blindados con estuches para máscaras de gas guardadas. Una luz se acercaba en la forma de un tráiler que contenía una caja de barrotes

para ganado que en ese caso eran puercos. Skorp se montó en la caja desde el otro plano notando una atmosfera terrible en aquella fábrica. Las obscuras instalaciones emanaban gritos de ultratumba que solo él podía escuchar. El tráiler estaba avanzando al interior dirigiéndose hacia un complejo de bodegas con corredores para el ganado, recibidas por personal en ropas blancas.

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--Armas largas. —murmuró para sí, el vigilante de gran estatura y ropas negras que lo hacían parecer un personaje de terror, miró hacia la zona de recepción que tenía el contraste de aquellos hombres con trajes de entusiastas lemas y sus pancartas en la instalación, esas políticas de elevar el espíritu laboral en empresas de productos infantiles. Por otra parte, yacían los hombres armados. Aquello dejaba un mal augurio mientras descargaban los cerdos llevándolos al interior de las bodegas, conectadas a la enorme serie de complejos cerrados. Al fondo podía mirar las chimeneas de las centrales de poder con altos hornos para mover una maquinaria algo obsoleta. Skorp aguardó a que los últimos puercos entraran a la puerta iluminada. Después de ello sólo quedó un guardia, el cual no advirtió la mancha negra de sombra de la bestia que tenía detrás. Skorp no perdió el tiempo, tomó al hombre girando su cabeza como una válvula dejándolo tirado. Se internó en la bodega que a su vez era un rastro

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donde directamente los ganchos con los animales muertos eran despachados a un segundo pabellón para su primer procesamiento. No notó nada raro excepto que al caminar encontró algo inusual. En la forma de un zapato de mujer. No podía ser de alguna empleada ya que era demasiado elevado y abierto, posiblemente usado por una prostituta, una que fue reportada desaparecida hacia unos días. Caminó entre pilas de puercos que esperaban parados, mientras un hombre parecía reírse despachando los animales con una pistola de aire en la cabeza. Sus movimientos eran tan torpes que consideró inútil tratar de sacarle algo, se deslizó sobre el tomándolo por la nuca, usando la misma pistola asestando tres disparos certeros en su cabeza. --Dos menos. —murmuró sin sentir alivio, ya que no imaginaba donde podría estar la niña. El zapato y su premonición a que la escalada de personas perdidas recientemente se asociaba con este sitio, lo instaron a apresurarse. Decidió


internarse al siguiente pabellón escuchando más actividad siguiendo los ganchos con los puercos muertos. Una sala de mesas de corte mostraba a veinte hombres y mujeres cortando los animales con sangre y vísceras en sus mandiles y el suelo. De pronto la fila de puercos colgados dejó de recibir piezas desconcertando a los encargados. --Ese imbécil, ¡Willie, mueve ese culo que tenemos trabajo! Willie no contestó, pero estaba acercándose al pabellón colgado en uno de los garfios ante la sorpresa de los carniceros que se congregaron. Estaban mirando el cadáver del tonto de la fábrica, cuando de repente, un invisible efecto estaba reviviendo a los puercos colgados y las piezas cercenadas atacando a los encargados de la sección. Skorp apareció usando sus poderes provocando el susto de algunos que decidieron atacarle con sus cuchillos y hojas de corte. Sus esfuerzos

fueron inútiles frente al monstro de dos metros con una especie de gabardina con relieve de cadáveres, que lo hacía verse más alto. Tras cinco minutos todos estaban en el suelo excepto uno quien estaba en las garras del inmortal. Skorp sacó una fotografía de la niña mostrándosela.

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--¿Dónde está? —preguntó al sujeto que temblaba, pero mantenía una sonrisa confusa que no sabía si era miedo o burla. Un escupitajo le confirmó que no estaba convenciéndolo, buscó ser más persuasivo echándolo a la mesa de corte, donde una filosa hoja cortó la mano del tipo, acercándolo después a un pequeño molino para carne donde colocó la muñeca sangrante. --No lo voy a repetir. ¿Dónde está la pequeña? —dijo mientras empezaba a girar la manivela sacando una porción de carne molida. El sujeto gritaba de dolor, pero tuvo fuerzas para señalarle un pasillo al fondo. Skorp avanzó corriendo por aquel pasillo largo donde a la par se veía la zona de proceso para la carne en masa. Una puerta lo estaba esperando después de haber recorrido más de cien metros en aquel molino gigante. Entró en una especie de sala adjunta, casi para finalizar el proceso de ingreso de los ingredientes. Miró las mismas mesas de corte y ganchos, encontrando una espantosa imagen de piernas humanas colgadas recién cercenadas. Había otra puerta que decía refrigeración. Tumbo la puerta de una potente patada que dobló el acero de 4 pulgadas encontrando a los desaparecidos en un mes. Todos yacían colgados semidesnudos con los garfios insertados en la espalda con la escarcha del hielo en sus cuerpos. Había hallado a casi todos excepto su objetivo. Salió del cuarto para ser recibido a balazos por los guardias que se concentraron en la sala. Tras recibir más de una docena de balas calibre 35, Skorp se cubrió adentro del cuarto sacando su propia arma. Un enmohecido M-60 cuyas balas eran sacadas de su esencia espectral.

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Empezando a matar cualquier cosa que se pusiera enfrente. El avance de Skorp fue implacable disparando hacia todas partes destruyendo la infraestructura conforme seguía buscando a Helen Killgore. Otro corredor lo estaba llevando hacia una zona donde


estaban viéndose en una rampa cientos de huesos que se mezclaban entre animales y humanos, sus ojos espectrales le dejaban ver las almas de aquellos asesinados. Dejó que las almas entrasen a su cuerpo curando sus heridas, para seguir su camino hasta la profana bodega donde estaba guardada y perfectamente ordenada cada unidad de embutidos, relucientes en sus empaques plásticos directo a los supermercados. Un último hombre estaba ahí presente atrayendo al guerrero. --¿Dónde está? --¿Helen? —dijo el hombre de traje ejecutivo –¿No te dijo su madre que ella vino por su cuenta buscando a su padre? Ella ya no podía más con ese cáncer que la carcomía, así que le quité el sufrimiento, y ahora está dentro de mí después del desayuno. Skorp disparó dejando el cadáver ahí tirado. Tras ello hizo estallar las centrales eléctricas y los alimentadores de gas provocando una explosión en masa. Un camión estaba llevando los cadáveres restantes para que los familiares pudiera enterrarlos dignamente. Él no sabía si había llegado a tiempo, o si simplemente evitó que un futuro inocente cayere. Debía dejarlo de lado.

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ARF Relator Argentina

Cuestión de

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— Hola, sí, vengo a ver a Dios. — ¿Cómo dices, hijo? — Qué vengo a ver a Dios ¿No es una iglesia, esto? — Cierto, estás en la casa de Dios ¿En qué puedo servirte, hijo? — No quiero hablar con usted, quiero hablar con Dios… — Hablar con Dios es un acto de fe, hijo, sólo tienes que doblar tus rodillas, creer, y él te escuchará... — El que parece no escuchar es usted — replicó el joven a tiempo que vaciaba su nueve milímetros en el pecho del sacerdote… — Yo en Dios creo, en quien no creo es en los hombres… Y no soy su hijo...

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Agradecimientos:

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Escritores en esta edición Joalberths Deagrela Gabriel Baldo Alain Wood El peatón José María Pacheco Cecilia Valdivia Scarly Gómez Heredia Ferdinand Von Nielsen ARF

Diseñador Katheryn Rodríguez

Editor Cecilia Valdivia

Director Edison Bedoya Gómez


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