Novillada 3 abril
LAS VENTAS
El milagro viste de Rojo ALEJANDRO SÁNCHEZ
Fotos: © Alfredo Arévalo / Plaza 1
H
ay ocasiones en el que la mala suerte se rodea del aurea trágico. En el segundo festejo de Las Ventas, prácticamente, estuvo presente en todo momento esta dicha. Segunda de temporada, con una novillada de Sánchez Herrero, de buena presentación pero de escaso juego, casi muy peligrosa en el último tercio, para Carlos Olsina, José Rojo, que hacía su presentación, y Daniel Barbero. Con un frío más propio de invierno que la primavera en la que estamos, un cuarto de plaza (menos gente que el domingo anterior) se dieron cita en la Monumental. José Rojo se dio a conocer con las sustituciones en Villaseca de la Sagra, saliendo a hombros en la primera novillada de Cebada Gago y dejando unas buenas sensaciones. En la tarde del domingo le tocó presentarse en Las Ventas. Con el manso segundo, intentó contra viento y marea (contra el viento, eso toda la tarde) sacar todo lo que tenía el animal. Una embestida muy incierta la de este novillo, pero deja algunos pasajes con detalle. Al entrar a matar llegó el milagro. José Rojo se tiró con todo en la puerta de toriles, donde acabó rajado este manso. Entró el estoque, pero el animal prendió muy feamente de la chaquetilla al novillero, sumándose momentos de angustia en el momento en el que Rojo intentaba ponerse de pie y no podía después del golpe. Se hizo el silencio escrupuloso. El vago recuerdo lejano de cogidas como la de Caballero o Román, en 2019, sobrevoló con el frío viento de la plaza. Y el animal volvió vivo a corrales tras sonar los tres avisos, ya que el director de lidia, Carlos Olsina, no consiguió descabellar al animal (Rojo escuchó un aviso justo antes de entrar a matar). Pese a todo, un ‘puntazo’ en el cuello y contusiones fue el parte de guerra del herido. Salió a estoquear el quinto, con la grada en pie cuando lo vio salir de la enfermería por su propio pie. Con
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el quinto, un animal de similar juego al resto de sus hermanos, lo volvió a intentar, saludó una ovación en el tercio. Por cómputo de puntos, quizás Daniel Barbero, con una vuelta al ruedo tras petición, se llevó el triunfo. Tímido, pero triunfo. Con el tercero, un animal al que recibió con largas cambiadas de rodillas, estuvo correcto en los primeros compases, aunque por el pitón izquierdo apenas lo probase. Su labor fue silenciada con ese tercero, y con el sexto, el que cerró plaza tras casi 180 minutos de festejo, fue cuando dio la vuelta al ruedo (dio, que no pidieron). Carlos Olsina, el más avezado de los tres, no tuvo su tarde. El novillero francés vio que el descabello no es su fuerte. Con el primero, manejó bien por la mano
derecha al novillo, pero la zurda… ¡Ay, la mano izquierda! Nadie lo quiso ver, ya que los animales se orientaban. Mató de una estocada defectuosa, tendida y trasera. Con el segundo, que tuvo que matar al caer herido José Rojo, vio como entre la parsimonia y la desidia, sonaban tres avisos, con el animal muy vivo y el estoque enterrado en su cuerpo. Misma dicha con el cuarto, donde el descabello fue el talón de Aquiles. Tarde de valientes, sin duda. Sí, los valientes que aguantaron el frío polar en las gradas de Las Ventas y tres horas largas de un festejo en la que pocas cosas pudimos ver, más allá de la presentación más que digna de un José Rojo que rozó la tragedia y sobrevoló el milagro, que al igual que él, iba vestido de rojo y oro.• Revista TauroMadrid - mayo 2022