Foto por cortesía de Claudia Marie Felt, www.claudiamariefelt.com Encuentra a Claudia Marie Felt en Facebook y Etsy.
“Sólo respiramos libremente cuando una meta común que no surge de nuestro ego, nos une fraternalmente con otros hombres. La experiencia nos enseña que el amor no consiste en mirarse mutuamente sino en mirar juntos en la misma dirección.” “Tierra de hombres” (1939) Antoine de Saint-Exupéry.
Imagen de tapa: Madre e Hija (detalle del cuadro Las Tres Edades de la Mujer), c.1905 Gustav Klimt.
QUIENES SOMOS Revista TAWA Una Publicación de la Asociación Civil Educando-Nos, Personería Jurídica Nº 1325/2013 Coordinación Editorial: Jazmín Carjuzaa, Romina León, Maru Flores , Federico Dada Colaboran: Romina León, Danila Portal, Eugenia Funes. Edición Y Corrección De Textos: Federico Dada. Diseño Gráfico Y Diagramación: Maru Flores. Diseño de Avisos: Natalia Guzmán y Julián Moreno García.
DATOS DE CONTACTO: salta waldorf educandonos
Salta, Septiembre de 2017 / Registro de Propiedad Intelectual en trámite.
revistatawa@gmail.com 387 462 6258
Tirada :1000 ejemplares
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NUESTRA HISTORIA Tawa es una semilla que germinó, creció, y está dando sus primeros frutos. Fue gestada por la Asociación Educandonos, una comunidad que trabaja hace siete años en Salta para ofrecer a niños y niñas una educación integral, basada en la Pedagogía Waldorf. Desde ese entonces, la Asociación Educando-nos realiza diversas acciones en la comunidad: creó y lleva adelante Tawa, un espacio de Nivel Inicial con Pedagogía Waldorf para niños y niñas; brinda talleres y capacitaciones para adultos; organiza eventos abiertos a toda la comunidad; y trabaja en el proyecto de creación de una escuela Primaria.
Tawa significa “cuatro” en quechua, y este nombre surgió justamente en nuestro cuarto año de trabajo. Es un número especial, muy relacionado con nuestra madre tierra y sus ritmos: cuatro estaciones del año; cuatro momentos del día: mañana, mediodía, tarde, noche; cuatro puntos cardinales; cuatro elementos: tierra, agua, aire y fuego; y cuatro los reinos que habitan en ella: mineral, vegetal, animal, humano. Esta revista es un brote más, que busca dar a conocer nuestro camino, e invitar a los que quieran sumarse.
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LOS NIÑOS
son nuestros grandes maestros Nos enseñan cada día. Gracias a ellos, un día comenzamos este camino de la Pedagogía Waldorf. Nos encontramos de golpe revisando toda la educación recibida, y con ganas de volver a ser niños o niñas para ir a un jardín de infantes waldorf. ¿Por qué? ¿Y qué es lo que buscamos padres y maestros en esta educación? Buscamos que los niños y las niñas sean tratados como seres integrales, que se respeten sus tiempos, sus procesos, sus individualidades y se fomente el desarrollo de sus capacidades. Creemos en una educación con amor, buscando despertar el interés. Por ello, formamos un equipo de trabajo consciente y comprometido, que continúa con su formación y autoeducación. Con trabajo constante, al principio
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con el esfuerzo de pocas personas, y en el andar con la ayuda y el aliento de muchos –con sus intenciones, consejos y visitas–, fuimos creciendo como comunidad. Invitamos a la Escuela de Formación en Pedagogía Waldorf a visitar el NOA, y organizamos charlas y talleres que contribuyeron a reflexionar sobre la necesidad de un cambio en la educación. Creemos que es importante que más familias, con sus niños y niñas, puedan conocer y comenzar este camino. Por ello, trabajamos como comunidad para que sea cada vez más accesible a todos los que quieran sumarse. Actualmente, con el compromiso colectivo de familias y docentes llevamos adelante la escuela, fortaleciéndola, superando obstáculos, y ofreciendo nuestro aporte a la sociedad, que es brindar una mirada diferente, otra manera de pensar y de hacer las cosas.
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Una mañana en un
JARDÍN WALDORF Cantos, juegos, cuentos y desayunos saludables, forman parte de las actividades cotidianas que viven los niños y las niñas en el jardín Tawa. El jardín de infantes Waldorf es la continuación del hogar de los niños, es un espacio cálido, amoroso y acogedor. Allí, al igual que en una familia con muchos hermanos, se reúnen niños y niñas de diferentes edades (de 3 a 6 años) para compartir una jornada llena de juegos y actividades hogareñas. En el jardín, el juego libre es el gran protagonista, ya que es mediante él los niños y niñas aprenden sobre la vida y sobre sí mismos. Gran parte de la jornada está destinada a que ellos puedan explorar a través del juego sus habilidades y dar rienda suelta a su capacidad creadora e imaginativa, aprendiendo a trabajar juntos y a convivir armoniosamente con los demás. Aprendizajes invaluables para el desarrollo de cualquier ser humano. Como los niños y las niñas de estas
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edades aprenden naturalmente por imitación, deseando ávidamente reproducir todo lo que vivencian, las maestras proponen diversas actividades hogareñas (como amasar pan, cocinar sopa y realizar distintas labores simples) a las cuales se van incorporando voluntariamente.
Estas actividades están vivas y se hallan cargadas de sentido para cada niño y niña. Nada se hace sólo por hacerlo, sino que todo trabajo que se realiza en el jardín tiene un valor especial; por ejemplo, el pan que amasan será el desayuno del día siguiente. Mediante estas actividades enriquecedoras para el alma, trabajamos su voluntad y fortalecemos su natural deseo de imitar el entorno que los rodea. En el jardín, los ritmos tienen una importancia muy especial, y es que los mismos dan al niño y a la niña tranquilidad
y seguridad sobre lo que vendrá, permitiéndole vivenciar el momento presente plenamente, sin preocuparse por lo que sucederá luego. Así, cada día seguimos una misma secuencia en la jornada, alternando momentos de concentración o inhalación, y momentos de mayor despliegue y movimiento o exhalación. Los cuentos, canciones e imágenes que se presentan en la sala van acompañando el ritmo cíclico del año, llevando a vivenciar cada día, desde lo simple y bello, a lo que acontece en la naturaleza que nos rodea.
“Recibir al niño con veneración, educarlo con amor y dejarlo ir en libertad” Así, en las mañanas, los niños y las niñas juegan, cantan, oyen y cuentan cuentos, desayunan comidas sabrosas y saludables, corren, trepan, hacen equilibrio, ríen, se pelean y se amigan nuevamente. En el jardín, los niños se dedican a ser niños.
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EL JUEGO
y sus etapas en la infancia Es la actividad que contribuye a que niños y niñas en el primer septenio aprendan a comprender el mundo. En los primeros tres años, el niño consigue los fundamentos para las facultades principales de su vida posterior: caminar erguido, hablar, y con ello la posibilidad de pensar. Este aprendizaje salta inmediatamente a la vista del observador adulto.
En cambio, en los años siguientes, es necesaria una observación más precisa. Después del tercer año de vida, el desarrollo de todo niño o niña se aprecia mejor a través del juego, pues es la actividad por medio de la cual todos aprenden a “comprender” el mundo, pieza por pieza.
En el juego, asimilan aquello que puede imitar del trabajo de los mayores, pero sin ninguna finalidad práctica como la que subyace en el trabajo de los adultos. Los niños y niñas ligan su quehacer con lo que su propia fantasía le sugiere. En el transcurso de los primeros siete años este juego lleno de fantasía recorre tres etapas evolutivas distintas: - Desde el nacimiento hasta el tercer año, permanece aún residual en muchos niños al ingresar al jardín de niños. Por lo común, estos niños participan de manera inmediata en el quehacer de los mayores. Si éstos lavan ropa, trasplantan flores, tallan o asierran, aquellos quieren ayudar gustosos. Se nota sin embargo, que un niño de tres años no tiene gran perseverancia; interrumpe con frecuencia su colaboración para prestar su atención por breve tiempo a otro niño o algún juguete;
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no muestra aún interés por el objetivo del trabajo de los mayores, se ve claramente que su fantasía no está aún despierta, y que no se halla disponible para el juego. - Entre el tercer y el quinto año de vida, se dedica a metamorfosear los objetos. En ningún otro momento de la vida, las personas somos capaces de desplegar así la fantasía, reproduciendo en el juego las abundantes experiencias acerca del quehacer de los adultos, animando con aparente incoherencia los objetos a su alrededor. Para lograr este derroche de fantasía con la mayor amplitud posible, en esta etapa deben dejarse de lado todos los contenidos instructivos ya que tienen como efecto una ruptura de la fantasía creadora, paralizan la alegría y el interés inconsciente hacia experiencias sensoriales específicas. - Entre los cinco y siete años, la actividad del juego supone la capacidad de ejecutar un proceso activo dirigido y planeado, con ayuda de las imaginaciones propias de estas edades. En cada una de las tres etapas los niños y las niñas alcanzan facultades deci-
sivas, a través de una sucesión regular de pasos en el proceso de aprendizaje y a un determinado grado de madurez del organismo infantil. De hecho, el acto de jugar en sí, debe ser primero aprendido. La antroposofía de Rudolf Steiner afirma que las energías activas en el niño, que posibilitan esos pasos del aprendizaje, pasan por distintas etapas de transformación. Cuando estas energías llegan al punto en que el niño o la niña pueden moverse libremente en el espacio, y entra en una relación autónoma con el medio, una parte de dichas energías se transforman, aproximadamente después del tercer año, en energías de fantasía; después del quinto año, en imaginación pictórica, que hace posible la actividad orientada; y alrededor del séptimo año de vida, en memoria autónoma, que puede ser aprovechada para el aprendizaje escolar. Así, la educadora del Jardín de Niños Waldorf se esforzará por estructurar el espacio, el juguete y la actividad del adulto de tal forma que el niño pueda quedar inmerso en un medio que le permita apropiarse del mundo imitativamente para, más tarde, con similar seriedad poder entregarse a la tarea escolar.
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HACEMOS GALLINAS Extraído de “Juguetes hechos por los padres”.
Freya Jaffke. Editorial Rudolf Steiner.
Los juguetes simples y de materiales naturales permiten al niño desplegar su fantasía y enriquecen sus sentidos. Te acercamos esta idea para que puedas hacerla con tus propias manos.
Instrucciones:
Materiales:
- Hilo de lana blanco o amarillo para el cuerpo y rojo para la cresta. - Lana cardada (vellón) para el relleno. - 2 agujas de hacer punto. Tipo de punto:
Punto bobo (santa clara), es decir todas las vueltas del derecho. doblez
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Tejer un cuadrado de 16 puntos de cada lado, por ejemplo, y hacer un surjete (cerrar los puntos). Doblar el cuadrado por la mitad en diagonal, cerrar la costura de uno de los lados, rellenar la figura y cerrar la segunda costura. Dar una puntada desde la punta del ángulo recto hasta aproximadamente la mitad del doblez superior y volver a la punta inferior, tensando el hilo para que así la figura conserve la típica forma de gallina. Insinuar con punto de ojal la cresta con hilo rojo y dar también un par de puntadas en el cuello para las barbillas
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EL SENTIDO VITAL
Por Liliana Krasevac
Invitamos a la reconocida psicopedagoga a que nos brinde su mirada sobre la importancia de uno de los doce sentidos, según Steiner, en el proceso de crianza del niño y la niña. El primer mundo conocido, cálido y seguro del niño y de la niña es el vientre materno. El pasaje de ese medio al mundo es un abrupto cambio. Desde ese instante los adultos al cuidado del bebé somos los responsables de ir presentándole el mundo.
© Claudia Tremblay
Steiner sostiene que el niño es un ser donde su sensibilidad y percepción están sumamente abiertas y se entrega con total confianza al mundo. Lo que el niño trae y la influencia del entorno lo van conformando. Entonces, sabiendo esto, sería muy importante tomar conciencia y ponernos en la piel de ese bebé o niño o niña. Esto no significa sobreprotegerlo sino estar atentos, conectados, percibir qué necesita. Lo que para el adulto es lento,
para ellos es rápido; lo que es sin sabor, para ellos impacta en el gusto. Las luces, los ruidos, la gente, los estímulos, los movimientos, las voces, las imágenes del entorno influyen sobre él. Si el estímulo supera lo que la sensibilidad del niño puede soportar, se va armando una coraza, se anestesia, se endurece como mecanismo de protección y se sobre adapta. Sus sentidos se van dañando. Steiner habla del sentido vital como aquel que nos avisa cuando algo nos incomoda o provoca malestar. Por ejemplo, ante el sueño, hambre, dolor, ruidos, mala alimentación, sobre-estimulación del intelecto, pantallas (televisión, video juegos, etc.), falta de ritmos, enfermedad, discusiones, el sentido vital da aviso de malestar para que hagamos algo al respecto. Cuando el sentido vital se ve alterado y no cuidamos esas fuerzas de vida, se va debilitando y como consecuencia, el niño, al no tener un adulto que registre esa necesidad, aprende a no registrar sus necesidades originales y a taparlas o desplazarlas. Esto es lo que provoca esa desconexión, hablando tanto de las necesidades físicas como las emocionales. El niño empieza a perder el registro de sus
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propios límites lo que deviene en la famosa falta de límites. El sentido vital es uno de los doce sentidos según Steiner, y se encuentra dentro del grupo de los cuatro sentidos básicos: tacto, sentido vital, equilibrio, movimiento. Un niño o una persona con sentido vital debilitado se sienten irritables, de mal humor, no pueden escuchar, tienen una molestia constante hasta que logra calmar esa necesidad que el cuerpo requiere. En la medida que cuidemos el sentido vital de cada niño y cada niña, ayudaremos para que esa conexión y registro de sí mismos no se pierda o se pierda lo menos posible. La energía vital se recarga o se repara cuidando los ritmos del día, el buen dormir, la alimentación saludable y con ritmo, y los excesos de estímulo del intelecto. Cada día proponerse qué puedo hacer mejor por mí y por los otros. Chiqui-
to, pequeño pero bueno, bello y verdadero. Y si no me sale, seguir intentando y si no puedo, aprender con humildad a pedir ayuda.
“El niño en sus primeros años es todo órgano sensorio” Rudolf Steiner
Los niños y las niñas nos invitan a repensar nuestras vidas, nuestros valores. La Antroposofía como otras cosmovisiones, son estrellas que pueden guiarnos, no necesariamente las vamos a alcanzar. Ser auténticos, veraces y coherentes es lo que nos están pidiendo los niños hoy más allá de cualquier teoría. www.lilianakrasevac.com
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LOS CUENTOS,
Claves en el Desarrollo Infantil
Los cuentos ayudan a sembrar en los niños y niñas una fuerza interior que les permitirá afrontar situaciones que vivirán en sus propias vidas. En los jardines de infantes Waldorf cada mañana, al llegar la hora del cuento, los niños acercan sus sillas y las disponen en una ronda. Luego la maestra entrega en sus pequeñas manos extendidas una gota de aceite aromático y mientras todos regocijan sus sentidos con los aromas y las suaves canciones que entonamos, juntos se enciende una vela en el centro de la ronda. De este modo, todos los sentidos se preparan para recibir el cuento que va a empezar. ¿Por qué es el momento del cuento tan especial? ¿Por qué nos preparamos con tanto esmero para recibirlo? Porque los cuentos, en especial los de las hadas, tienen una importancia clave en el desarrollo infantil. Brindan múlti-
ples beneficios relacionados con el desarrollo de la facultad del lenguaje (facilitan vocabulario, comprensión gramatical, atención y concentración, capacidad de expresión, generación de imágenes propias, etc.).
“El verdadero cuento de hadas habla pictóricamente de transformaciones, de encanto, de liberación, resaltando en esta forma, una y otra vez, los secretos de la existencia”. Dr. Helmut von Kugelgen
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Y expresan en forma de imágenes, verdades muy profundas y valiosas que se guardan en el interior del niño y de la niña como semillas, de manera que cuando crezca le permitirán tener pensamientos mucho más maduros para afrontar su vida que aquellos otros que pueda adquirir del exterior por un camino más intelectual. Los cuentos responden, en el idioma imaginativo de los niños, a sus angustias y temores; responden a sus preguntas no
formuladas y les brindan la certeza de que el bien siempre triunfará sobre el mal. Mediante los cuentos sembramos en ellos y ellas una fuerza interior que les permitirá afrontar las situaciones que vivirán en sus propias vidas, venciendo los miedos y dificultades. Por todo esto, los cuentos, narrados con amor, son uno de los mayores regalos que cualquier adulto puede brindar a un niño o una niña.
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LA GALLINITA ROJA y el Zorro
la gallinita roja: – ¿Quién barrerá la salita? – Yo no, -dijo el gatito. – Yo tampoco, –dijo el ratoncito. – Pues lo haré yo, -dijo la gallinita roja. Y se fue a barrer la salita.
En alguna parte, en una casita pequeña al lado del bosque, vivían un gatito, un ratoncito y una gallinita roja. Allí, el gatito tenía una cesta blanda, el ratoncito tenía un agujero profundo y la gallinita roja una alta barra de gallinero. Una mañana, la gallinita roja se despertó y dijo: – ¿Quién se levantará y encenderá el fuego en el horno? – Yo no, –dijo el gatito. – Yo tampoco, –dijo el ratoncito. – Pues lo haré yo, -dijo la gallinita roja. Y se fue a encender el fuego. Cuando el fuego estaba encendido, dijo
Cuando la salita estaba barrida, dijo la gallinita roja: – ¿Quién preparará el desayuno? – Yo no, -dijo el gatito. – Yo tampoco, –dijo el ratoncito. – Pues lo haré yo, –dijo la gallinita roja. Y se fue a preparar el desayuno. Cuando el desayuno estaba preparado, dijo la gallinita roja: – ¿Quién tomará este desayuno? – Yo -dijo el gatito. – Yo también, –dijo el ratoncito. – ¡No! lo tomaré yo solita –dijo la gallinita roja–, a no ser que me prometáis que desde ahora me ayudaréis siempre. – Lo haremos –dijo el gatito.
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– Lo haremos –dijo el ratoncito. Así la gallinita roja sintió compasión de sus amigos y compartió con ellos el desayuno. Cuando terminaron con el desayuno, la gallinita roja miró por la ventana. ¿Y a quién vio en la calle? ¡Al zorro! – ¡Viene el zorro! – gritó, y corrió a su barra del gallinero. – ¡Viene el zorro! – gritó el gatito y se enrolló en su cesta. – ¡Viene el zorro! – gritó el ratoncito y se metió en su agujero. El zorro entró en la casita. – Buenos días, ratoncito. Buenos días, gatito. Buenos días, gallinita roja. ¿Quién de vosotros me rascará la piel? – Yo no -dijo el gatito. – Yo no -dijo el ratoncito. Pues te rascaré yo -dijo la gallinita roja. Le rascó y le rascó, desde el rabo hasta las orejas. Cuando llegó a las
orejas, el zorro le dio un zarpazo y metió a la gallinita en un saco. – ¿Quién me ayudará?– gritó la gallinita roja desde el saco. – Yo no -dijo el gatito, y se agachó aún más en su cesta. – Yo tampoco – dijo el ratoncito, y se encogió aún más en su agujero. Ellos creyeron que de esta forma se podrían salvar. Pero no era así. El zorro dio un salto, cogió al gatito de la cesta, atrapó al ratoncito del agujero y los metió en el saco, junto a la gallinita roja. Se colgó el saco en su espalda y se fue hacia su casa. Era un día muy bonito y caluroso, y el saco con el gatito, el ratoncito y la gallinita roja le pesaba cada vez más al zorro. Lo tiró al suelo, se tumbó en la sombra, y se durmió. Apenas se había dormido, cuando la gallinita roja sacó
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unas tijeras pequeñas de debajo de su ala, una aguja y un hilo, y dijo: – ¿Quién cortará con las tijeras? – Yo -dijo el gatito. – Yo también –dijo el ratoncito. Y así, con fuerzas unidas, cortaron el saco y salieron de él. Cuando estaban libres, dijo la gallinita roja: – ¿Quién me traerá las piedras? – Yo -dijo el gatito. – Yo también –dijo el ratoncito. Y así, con fuerzas unidas, trajeron tres piedras y las metieron en el saco. Cuando las piedras estaban en el saco, dijo la gallinita roja: – ¿Quién coserá el saco? – Yo -dijo el gatito. – Yo también –dijo el ratoncito. Y así, con fuerzas unidas, remendaron el saco y se fueron corriendo a casa. Desde aquel día, el gatito y el ratoncito ayudaron siempre a la gallinita roja. ¿Y qué pasó con el zorro? Se despertó después de un rato, tomó el saco, se lo
puso por encima de los hombros y se fue a su casa. – Me he dormido una buena siesta –se dijo–, pero este saco es pesado, muy pesado. Cuando llegó a su casa, gritó desde lejos: – ¡Señora madre, ponga la olla de cristal en el horno, traigo la cena! La vieja zorra puso la olla de cristal en el horno, la llenó de agua y encendió el fuego. Cuando el agua empezó a hervir, el zorro subió con el saco al tejado, lo volcó justo encima de la chimenea, y lo abrió: – Gatito, ratoncito, gallinita roja, ¡hala, a la olla! Y sacudió a través de la chimenea todo lo que había traído. Pero… ¡en vez del gatito, el ratoncito y la gallinita roja cayeron las tres grandes piedras! ¡La olla de cristal se rompió en mil pedazos! Cuando la vieja zorra lo vio, se enfureció, salió de la cocina, atravesó el patio, se quitó el zueco y lo lanzó al zorro. Y éste se cayó del tejado. Así, el zorro, en vez de una cena, tuvo dos chichones. Uno por el zueco y el otro porque se cayó al suelo.
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¡PIZZA DE MIJO!
Receta de Mercedes Amoroso,
del Jardín Puente del Sol, de La Pampa.
Una original y saludable propuesta para chicos y grandes El mijo es uno de los cereales más antiguos de la Tierra. No contiene gluten, es rico en fibra, aporta nutrientes esenciales, y gran vitalidad. Es imprescindible en la formación y desarrollo de huesos y dientes; de allí también la importancia de que forme parte en la dieta durante el primer septenio de nuestros niños. Ingredientes para la masa:
- Mijo pelado: 200 grs. (remojado la noche anterior, escurrido y hervido en agua fresca hasta estar muy blando). - Un poco de sal marina. - Harina integral (opcional): 100 grs. Ingredientes para la salsa:
- 1 cebolla morada mediana picada en cuadraditos. - 1 ajo pequeño. - Tomatitos cherry cubeteados: 250 grs. - Aceite de oliva. - Muzzarella: 200 grs. (o queso de cabra o de semillas de girasol). - Tomillo, albahaca y orégano. - Aceitunas: 100 grs.
Preparación: Colar el mijo y ponerlo aún tibio en un bol. Si se usa harina, agregársela ahora, también una pizca de sal marina y albahaca. Con las manos triturar el mijo hasta obtener una “masa”. Precalentar el horno. Con muy poco aceite de oliva, enaceitar una asadera para horno y luego, desde el centro a la periferia, esparcir la masa de mijo, logrando una masa finita. Poner al horno 5 minutos. Mientras tanto, saltear en sartén con aceite de oliva la cebolla, el ajo y los tomates cherry. Agregarle las hierbas aromáticas y sazonar a gusto. Esparcir la salsa sobre la pizza, cubriría con el queso y las aceitunas y hornear por 20 minutos más. La masa debe quedar crocante. Cuando esté lista, cortar en cuadraditos y disfrutar con alguna ensalada fresca.