Antología de familia, de Leonardo Martínez

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Antología (de familia) teína poesía

Leonardo Martínez

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Antología (de familia) Leonardo Martínez teína poesía www.revistateina.com 2006


Antología a cargo de Alejandro Méndez Casariego. La compilación abarca los siguientes poemarios: Tacana o Los linajes del tiempo. Cuadernos de Sudestada, 1989. Ojo de Brasa. Cuadernos de Sudestada, 1991. El señor de Autigasta. Ediciones Último Reino, Buenos Aires 1994. Asuntos de Familia. Ediciones Último Reino, Buenos Aires 1997. Rápido pasaje. Ediciones Último Reino, Buenos Aires 1999. Jaula Viva. Ediciones Último Reino, Buenos Aires 2004. Estricta Ceniza, 2005. Revista Teína agradece a Leonardo Martínez y a Alejandro Méndez el tiempo que nos dedicaron para sacar adelante esta Antología (de familia). Nota: este poemario es de libre difusión y se distribuye sin fines de lucro.


Contenido

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Tacana o Los linajes del tiempo, 1989 Toda la tierra Tacana

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Ojo de Brasa, 1991 Cántico La herida azul de la memoria Las Puertas de la Noche

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El señor de Autigasta, 1994 El ruido de las grandes crecientes Me acunaste Niña Carlina Los mestizos son poetas taciturnos

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Asuntos de Familia, 1997 Las Madrinas En aquellos años Estaba plantado en el lindero El mundo es la noche de un día muy largo Por las mañana Nadie tuvo su propia muerte Del vientre de la tierra

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Rápido pasaje, 1999 En altas horas Ese verano afilabas la navaja Tengo un perro Lo que fue amado Con los ojos abiertos Verano feroz

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Jaula Viva, 2004 No te asustes Estoy disponiendo Quién te duerme amor No te reconozco Durante años vimos un amor secreto Pronuncio La oscuridad brilla

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Estricta Ceniza, 2005 Mi tío bailarín Encontró una línea escrita III – Bueno o malo


De Tacana o los linajes del tiempo, 1989


Toda la tierrra Hay un pedazo de tierra que es toda la tierra fundado en mi alma árboles le crecen como manos y vientos lo arremolinan de nostalgias. Sus fronteras son sombras de ropaje oscuro y doliente selladas por la ausencia de escrituras borroneadas ilegibles temblorosas tiznadas por la humareda de los años hay un pedazo de tierra surcado de abandonos ventas donaciones testamentos codificados clasificados este mestizo es de alta sangre y le sepultó vainas de bronce en las aguadas este otro es puro abolengo de Castilla y lo pobló con hijos solitarios mulatos zambos cuarterones divididos arracimados bautizados por capellanes de la nada adventicios que labraron sementeras jubilosas empalmándolas con borracheras cuando la pesadumbre les roía como una carcoma amarga

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harían falta infinitos espejos para doblar la vida y expulsar el desarraigo por el mar en navíos cargados de huesos y fantasmas hacia las comarcas pálidas enarbolando fábulas codicias desengaños harían falta mayorazgos y hembras de pecho airado oficiantes del poder y la alegría para lanzar la mariposa de oro desafiando al tiempo.

Tacana piedra bajo el aire diáfano molienda azul de las alturas ¿adónde irán tu aire tanto azul el resuello de la tarde el ondular de los bellidos pajonales la achacosa sombra engarzada de luceros? La dócil ganadería pasta en las colinas rubias. El zorzal trina como una tenue risa en la tarde clara. En el hondo barranco el agua refulge y es una luz líquida que se escurre entre las piedras hasta aquietarse en la profunda esmeralda del remanso. En la sierra el aire suena. Remotas guitarras flautas que la noche calla con el fragor del silencio que derraman estrellas y metales se precipitan por la quebradas en la ternura dormida de la tarde. Cárcel libre donde el aire remonta azules oquedades

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como viento disparado hacia las altas mareas de la noche miel de sombras que desborda la tenue fragancia del rocĂ­o expandido por la faz rumorosa de las siembras. En la sierra el aire suena. La penumbra asciende en el silencio de los valles. Los cascos suaves de la noche van pisando los trĂŠboles fragantes desgarrando la enredadera tibia de polvorienta luz que se deshace.

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De Ojo de brasa, 1991


Cántico La tierra que uno ama La que brota en venas de savia y nos envuelve en paños de silencio la del relámpago la de las garzas rosadas en la madrugada La tierra cóndor-puma La de mis lástimas Esa misma que me toca y me desfonda y me encumbra y me abisma La de otoños permanentes de primaveras de arcilla de inviernos guarecidos en valles de rescoldos azules de veranos atormentados por salivas jubilosas y quemantes La que sueña más allá de mis sueños La de lágrimas-raíces amasando adobes para edificar los asilos de la muerte Esa tierra mía Diosa entre una cacería de dioses Sobada penetrada violada por las aguas Arrasada acariciada ludida por los vientos Vidente en la sagrada humareda del crepúsculo Incubando una vaina luminosa donde la memoria guarda su filo Esta tierra mía amor en los pórticos del alba.

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La herida azul de la memoria Grita el zorro en el lindero Las barbas sedientas del verano se humedecen de relinchos y sube el recuerdo los peldaños de la aurora hasta el tiempo en que los vientos rizaban en las cumbres las hierbas de la vida y los animales hablaban un lenguaje secreto y olvidado

y a la casa donde la muerte esconde en policromías su dulzor de sombras No tengas miedo el grito del zorro en el lindero es el grito postrero del verano

Grita el zorro en la mañana dormida de rocío Y cuando la campana tañe el añil del cielo un hechizo se urde fragante a yerbabuena a menta, a tomillo y nos conduce al cóndor que cierne un poderío de altas nubes y luego al puma zarpazo de oro de la sierra y al halcón al cuervo y a los pájaros humildes y a las rapiñas del gato y la comadreja que orinan en la noche fulgor de luna y al juego del aire en el sauzal

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Las puertas de la noche Derribamos las puertas ciegas de la noche Cayeron descubriendo cámaras pestilentes y mujeres sórdidas ataviadas con lirios robados a las aguas frescas de la mañana No estabas en ningún aposento Habías volado en el olvido masacrando virtudes y ternuras hubieras querido alimentar al hijo con nostalgias y genealogías deterioradas y astillar los recuerdos con martillos de odio Sólo atinaste a colgar reliquias y oraciones desflecadas en los ángulos de tu cama Y la búsqueda terminó Eras novia constante en el conjuro de los sueños madre en la luz que abriste una mañana hermana en el dolor del desencuentro Corazón como plato vacío negaste al hijo Corazón como candado enmohecido negaste al hijo Corazón como ramo de olvido desgarraste al hijo

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De El se単or de Autigasta, 1994


El ruido de las grandes crecientes nos precipitaba a la oscuridad abrasadora como un ensalmo. Hincados ante el río y su olor a tierra desbocada nos asomábamos al vértigo de los remolinos. Después, en el lecho de las aguas primerizas, nuestros cuerpos desnudos recibían su bautismo salvaje. Gozosos celebrábamos la espumas y crestas, la alegría lechal de la corriente. Pero el aguamadre del verano se deslizaba por la infancia hacia un cielo de humo, breve como un sueño, donde un niño muerto juega a orillas de la memoria ciega.

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Me acunaste con el viento que desbordaba los adioses y cubriste mis ojos de noches dormidas al fondo de tu noche. Fui criado en los pastizales del sur con la leche de extranjeras vejadas por la lluvia, floridas como una lepra alegre. No nos conocimos. La muerte en su agua pura, te escondió de mí, como entonces, cuando el llanto era un arroyo seco del invierno y el bosque un corazón sin hojas ni latidos.

Niña Carlina, tus huesos de papel de sombra son despojos de dulzuras muy lejanas. Miras con ojos de ascua detrás de un velo de humo, rodeada de virreyes locos y donceles de hielo. Se acercan a tu sueño el marqués de Santillana y sus pastoras, recitando amoríos de embeleco, y se esfuman en el rincón de los trastos abolidos. Desde el jardín donde juega un infanzón rico y despiadado, el general José Luis Díaz te dedica un balido cariñoso. Entonces aparece el mar con olas de guitarra en pena. El viento que tizna la mañana alienta el canto de las olas. Tu olvidas y renaces lamida por las aguas fatigadas mientras el huso baila entre los dedos del alba y destuerce el poema hasta el comienzo. Niña Carlina, tan cercana, dormitas al fondo de una fábula.

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Los mestizos son poetas taciturnos Su poesía es un monte que se les desnubla adentro y les crece hasta avasallarles la lengua; buscan el silencio, lo atraviesan y se desdibujan en la muerte. Generaciones y más generaciones fueron borrando, disimulando, tapando, encubriendo la nariz del puma, el ojo de ágata, la boca con el estigma real, el topu de oro atravesándoles el corazón, la huincha de finísima lana ciñendo sus cabezas. Pero aún hoy, en las noches inaccesibles, deambula una palidez lunar por los campos. Es el alma de algún poeta de la tierra como vislumbre, surgiendo de las flores de la muerte.

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De Asuntos de familia, 1997


Las madrinas como garrapatas comulgan sangre de niĂąos indefensos Mueren reventadas por su glotonerĂ­a Nadie las recuerda salvo sus vĂ­ctimas pero sin misericordia tampoco con rencor

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En aquellos años la Delicia la Esmeralda inventaron trajines Las alcuzas del aceite y del vinagre saliéndoles por los ojos la azucarera de la desesperación acariciándoles los pechos la sal caliente de los mediodías saltándoles entre las piernas Qué harán cuando resuciten la Delicia la Esmeralda solitas sobre tantos escombros

Estaba plantado en el lindero y su sombra era de todos los dominios Días afortunados cuando bajo el pacará escuchábamos los balidos del viento o la risa de los dioses Todavía su fronda lavada por las lluvias es la casa sin puertas donde el verano como un caballo de brasa alzado en pelo nos aguarda

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El mundo es la noche de un día muy largo y la soledad una helada forma de mirar sin ojos Todo lo acumulado es roído por los pequeños animales Todo lo vivido es un árbol de ramas de palabras que caen con sonido de felpa No existe posibilidad de fuga pues huir es comer también de la otra mano de dios El padre la madre y todos los que amamos nada agregan a esta hora Aguardan mudos más allá de la memoria Pero el viejo fuego de las miradas insiste en saludarnos y regresar su gracia como primavera soplada por los ecos de un oro anochecido

Por la mañana encuentro vestigios de las correrías nocturnas Toco un hueco en la almohada y a mi lado hay una forma imprecisa dibujada en las sábanas Toco lo que vive en mí Mi lengua es como un río Mis dedos árboles orillando el río Mi hermano un viento de agua con olor al lejano país de los caballos donde la sangre del sueño gotea sin peso Algo encantado me trepa desde la tibieza de las sábanas Se evapora el día En la cama florece el verano

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Nadie tuvo su muerte propia irrevocable Siempre la muerte fue un asunto de familia Había sueños con madres vueltas a la vida y tíos de tos seca en alcobas sin aire Se hablaba de la resurrección de la carne en refulgente valle donde el clan se reuniría amoroso y tibio acolchado en vida eterna Incontables abuelos esqueléticos florecerían en cuerpo virginal incorruptible

Sin embargo la muerte se oía en los velorios como una hedionda sonata mal ejecutada Cumplido el entierro comenzaba el olvido y entre platos humeantes y disimuladas sonrisas en el comedor iluminado la avidez y el deseo tocaban su tambor de vida

VII Del vientre de la tierra al vientre del árbol el agua Por venas oscuras a flor semilla luego a copo aventado Prendido a la ladera yuchán aguarda la lluvia Borracho de jugos tenebrosos al borde del abismo yuchán se tambalea

Después de sepultar a todos estoy a solas con mi muerte Ya no es asunto de familia A pesar de alguna aparición en sueños padres y abuelos está bien muertos He logrado apaciguarlos Darles el descanso final el saludable olvido

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De Rรกpido pasaje, 1999


En altas horas cuando los pájaros nocturnos en plena acechanza o cacería organizan su festín de roedores el bosque habla en voz baja con sus muertos Ellos rumian callados la hojarasca del pasado otoño Si en alguna primavera te internas por la noche en la maleza escucharás entre las hojas caídas y los frescos retoños apenas movidos por la brisa lo que el cielo el polvo la oscuridad el sueño cantan y tendrás miedo de ese canto Tendrás miedo de la herrumbre de los años De la Estación corta Del rápido pasaje

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Ese verano afilabas la navaja para afeitarnos la tupida cabellera de lacrimógenas doncellas musicales y Tucumán como el paraíso del moro regalaba vírgenes bellísimas y deslumbrantes mancebos

Qué olor adorable empapa el aire Qué gracia triunfal Qué alas terribles se agitan a esta hora Quiénes viajan desde el verano antiguo en el lomo de la tarde y caen como lluvia sobre la tierra oscura

Entre el rumor de las aguas y el follaje pesado de laureles de oro las mujeres cantaban a la noche Algún muchacho dormía desnudo bajo la enramada En los callejones bordeando limoneros y nardos mirábamos el azul que no era el cielo sino el acicalado burdel de los deseos mientras pasaban peones soñolientos pedaleando bicicletas a la deriva

Mi alma animal de carne aguardaba su presa en el sendero Vos mundo amado te esfumabas en un suspiro serial de azahares violentos y sofocantes magnolias

Qué nube de ese verano sombrea el cielo

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Tengo un perro Su nombre es el de un héroe sumerio Gilgamesh Está muy viejo Camina con dificultad La sordera lo ha vuelto huraño y cascarrabias Sus ojos presagian una cercana muerte Me muerde No me reconoce Come a duras penas delicadas papillas Pero duerme conmigo Es un raro amante anciano egoísta y gruñón enfermo de mezquindad y celos Se acerca otro verano pero no habrá otro perro Éste es el único Artrítico, canceroso, diabético Terminará en cualquier momento y como a todo lo amado lo enterraré en un jardín donde la eternidad no lo fosilice

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Lo que fue amado quedará para siempre* junto a la lumbre de los solitarios a los trastos machacados de olvido a los huesos de los interdictos a la penuria de los animales domesticados. Todos serán un mármol duro de roer como mi perro que me está mirando con unos ojos de amor como nadie me ha mirado nunca y que me seguirá mirando a través de sus ojos insondables en las generaciones y degeneraciones de los mundos Me da gusto su olor pues comemos del mismo plato una comida donde no interviene la sangre sino la luz de los amantes. * De Fosa Común de Alejandro Carrizo

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Con los ojos abiertos justo a la hora de las apariciones en medio del gran cuarto de la memoria veo danzar las criaturas del pasado y porvenir y caminar hambriento por las calles los cazadores de la vigilia Y desnudo ante mí digo mon cher la vida es bella como mis hombros flacos huesuda como mis envejecidas piernas grasienta como mi cabeza que necesita dos baños diarios inútil y floja como mi sexo sin amor Y me pregunto qué es la belleza Acaso un trapo para limpiar las secreciones El fantasma de la infancia a media luz Tu desnudez fugaz a las dos de la mañana Tus labios brillantes ofrecidos El beso ansiado La trabazón de lenguas El adiós en el portal donde orino tu vientre blanquísimo con mi boca pegada al túnel más oscuro oscuro de miel oscura del verde inválido alimento del ángel de las deposiciones

La fotografía de un ahogado Una gran dama desovando vientos

Quema el pasado Humean las grandes hecatombes Sobre las gradas del altar los sacerdotes peinan sus cabelleras de crisantemos Un perro desnudo se viste de oros para comer las vísceras que laten en una fuente de ónix Es el momento de la posesión

Entonces la sombra de la memoria en sombra deja correr los líquidos exuda secreta excreta deposita el placer en la lengua del oficiante Pero qué es la belleza Una piedra Un tren O aquello que falta y no adivino

No amo la hermosura de tu cuerpo La quiero destruir Vierto lo peor de mí en lo que exudo Pero qué es la belleza Un tren Una piedra

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Verano feroz con sabor sexual de incendio El campo puro sol Quieto el tiempo Aire pausado el silencio se insinúa se revuelve al fin El hermano que no tengo me sopla en la oreja izquierda y se descuelga de mí Lo veo sufrir en la siesta furiosa El rencor es un tanque blindado al rojo vivo Adivinamos el estrépito de sus demoliciones O será que un agua de milagro nos entregó a la soledad del mar y todo seguirá siendo sueño No puedo despertar Soy libre El hermano se acuesta a mi lado Con delicadeza se funde en mí Nunca estuvimos tan unidos

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De Jaula viva, 2004


No te asustes el amor baila en la luz dorada La mañana sin muertes el día eterno los huesos sonoros de un país secreto son la íntima saliva del dios derramado entre los cuerpos Escucha la belleza es dolor y el dolor busca la muerte No finjamos el dios se acaba en la piel amarga del ayer latido sin pecho de un corazón a la deriva

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Estoy disponiendo en un viejo armario las noche memorables Las guardo sin el menor vestigio de pena Una posteridad curiosa abrirá las puertas del mueble vetusto y por un momento volverán desparramados versos alguna música paisajes nocturnos y la ciudad extraña que fue nuestra Y ya muertos flotando en la intemperie sentiremos en la soledad de alguien la saliva amorosa

¿Quién te duerme amor allá en la muda lejanía? ¿Quién canta tu sueño bebe el aire que respiras y toca tu cielo humedecido aproximando labios con un beso fresco? Los jardines nocturnos son ahora jardines de baldíos vellos sucia y arrugada ropa sin tu carne Todo se confunde el tacto mira los ojos huelen la lengua oye el sonido es un ajo picante devastador y artero ¿Tanto valen herida y llaga la gran olla donde los deseos hierven? Hermano del alma mi hermano mano de mi alma de rosados dedos en la mañana homérica Aquiles Patroclo Briseida hermosa ¿será amor jornada estéril o misterio sonriente en el callado huerto?

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No te reconozco Respiras ajenidad de muerte El tiempo anda insepulto en el recuerdo Pero si hojeas alguna vez un libro o miras la estatuilla de la cosmovisión o juegas con el cuchillo apropiado estaré ahí Aunque lo niegues y vagues por ardientes laberintos estaré ahí Ahora siento tus alas Alardeas y me humilla tu autopurificación Sin embargo mi tumba es también tu sepultura Somos un nudo de serpientes Unidos en el crepúsculo de la aurora gozamos los fuegos del invierno copulamos gestamos y parimos lloramos y parimos y ante la hoja en Blanco echamos al mundo al hijo incandescente Duermes mientras la arboleda vela Las aves de la noche los insectos voraces sombras lunares bailando en el silencio Buenas noches digo y es adiós

Durante años vivimos un amor secreto disimulado en claroscuros La vergüenza hizo recóndito el desatino Sin los destellos de la adolescencia coronándote tu vida es otra Podemos hacer recuento de tormentas y volcanes Hay quienes aseguran que el alma es un fenómeno cósmico Todo se estremece canta llora ¿Qué nos espera entonces? ¿Un comienzo en las brasas del antiguo fuego?

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Pronuncio cada letra de tu nombre y cada letra raspa es áspero sonido Mientras tanto comemos dormimos y al esforzarnos para poseer otros cuerpos buscamos la mano desasida y en un desamparo caliente nos juntamos Te escribo desde una mesa de café Hay papeles desordenados y un libro de Salinas doliéndose Lejos del nombre del amor lejos de tu nombre me vive otro ser y su no muerte

La oscuridad brilla en el relámpago ilumina la menta delicada donde duermo la hierba triste y me devuelve el olor a humo de comidas relegadas Sonido y eco lo soñado rebota Rebota en mí Vibración grave sostenida espejo de agua donde la piedra soy y el agua la pedrada violenta y los infinitos círculos concéntricos Trina el pájaro en la estación anticipada Florece el jardín volátil y las enredaderas aprisionan en sus manos lo que de mí perdura

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De Estricta ceniza, 2005


Mi tío Bailarín Más allá del campo vivía mi tío bailarín Tío Fino baile salte gima alégrenos Y el tío Fino por pocas monedas bailaba y gemía y su baile de príncipe idiota al final iba haciéndose liviano y audaz para morir entre risas y lástimas al caer como trompo sin vida a orillas del descampado Su hermana Melchora dama altiva de nuca elegante caminaba arrastrando a su paso suicidios y algún adulterio Hija y nieta de austeras matronas de Caballeros de la Orden Seráfica corría en sus venas sangre de santos y de colones viejos Hoy se evocan sus ojos azules de mirada ausente sus ahusadas manos fuertes para el látigo y la bofetada Cuando hubo muerto Melchora la aldea entera se amuralló en silencio Rodeada de nietos y de sirvientes fieles no se fue a la tumba sin antes pintarse los labios alargarse los ojos retocar las mejillas ordenar su tocado

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sosteniendo en la mano tembloroso espejo Al ver a su hermana sobre el catafalco agarrando crispada el rosario de oro y esmalte despreciativa aún pero inerme tío Fino bailó como nunca Y bailó tío fino Bailó gratis de pura alegría y se alejó de la aldea bailando y se fue bailando más allá del campo

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Encontró una línea escrita la creciente arrastra sombras Le pareció un hermoso verso y pidió al hijo que continuara éste entregó también zapatillas trozos de cuero osamentas de animales etcétera Entonces el padre defraudado condenó la inclusión del deterioro entre los eslabones de la vida como si ésta solo fuera un lírico desgarrón de lo absoluto


III Bueno o malo por un oscuro designio almaceno lo cotidiano en un depósito de insalvables carencias Demasiado ambicioso he repetido mil veces y te lo he dicho amiga mi esperanza cuando escribo versos es su buena factura Pero soy un amanuense incapaz de encauzar el manantial Éste arrasa con la hoja blanca Es mi escritura pero también la de un cuerpo desconocido y sin embargo necesito escribir bien sentir los contraste rítmicos el color de las vocales engastadas en las terrestres consonantes Hablar de la perfección sería hablar desde un afuera Nosotros modestamente tratamos de orquestar la vida enhebrando palabras por el ojo de una aguja con la íntima certeza de que el viento barrerá todo rastro de posible bordado

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Nota: en el nº 3 de teína aparece una entrevista con Leonardo Martínez. Para acceder, entrar a www.revistateina.com, luego ir a la sección Archivos y allí pulsar el icono correspondiente.


teĂ­na poesĂ­a www.revistateina.com 2006


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