Revista Un Caño - Número 23 - Marzo 2010

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staff SEGUNDA ÉPOCA (AÑO 4) NÚMERO 23

Entre los males y los desmanes

(que la FIFA no se burle de Haití...) Carta de Blatter a las asociaciones: “La FIFA ha decidido donar el 2% de las ganancias -según el artículo 73.1 de sus Estatutos- de los partidos amistosos en los que estén implicadas las asociaciones que participarán en el Mundial de Sudáfrica 2010 que se jueguen entre el 1 de marzo y el 11 de junio de 2010˝. Si uno se detiene ante las fotos del terremoto, irrumpe el recuerdo de que hemos olvidado a Haití. Son las mismas fotos que veíamos hace un mes, cuando lo primero que hacía la prensa era mostrar Haití, luego achicar las noticias de Haití y luego retirar de sus páginas toda información sobre Haití. Siempre hemos considerado que el periodismo que vuelve sus ojos al pasado es el mejor. Se trata del periodismo de la memoria, tan distinto al periodismo que corre tras una actualidad que, se pretende, sea sin historia. A un mes del azote que dio duro a uno de los países con mayor pobreza en el mundo, la austera revista Un Caño ha reservado dos espacios para Haití. Uno, para poner a prueba aquello que siempre decimos y siempre practicamos: peor que el silencio no hay nada. Es mejor que el intento de una protesta supere al pensamiento de que nada vale la pena. Otro, para seguir hablando de la catástrofe y de aquel punto en el mapa que casi nunca mirábamos. Dedicados al primero, y bajo la mínima pretensión de que un dirigente, lector y misericordioso, le hable a Grondona, aquí en la página 3 le reclamamos a la FIFA que dedique la mayor parte de sus ganancias del próximo Mundial al pueblo haitiano. Ya bastante despilfarro y fuegos de artificio veremos rumbo al engorde de las cuentas bancarias en Zurich, de espaldas a Puerto Príncipe. Y ese 2% de las ganancias de un amistoso suena a egoísmo. Alguna vez el fútbol podría ser, además del segundo opio de los pueblos, el redentor de las masas empobrecidas que tantas estrellas le brindaron. Ahora, en Haití, algún vudú, católico, protestante o ateo, espera casi de rodillas el milagro de una humanidad que no mande soldados, sino vida. Desde su inocencia, esta revista vuelve cada tanto a las quimeras. Pablo Llonto

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ILUSTRACIÓN DE TAPA Sebastián Domenech MARZO 2010 | UN CAÑO 3


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El mejor enganche de la NBA

Steve Nash, un crack entre los cracks del básquet, compró un equipo de fútbol en Canadá, se casó con una paraguaya y hasta se dio el lujo de entrenarse con Olimpia cuando fue a visitar a sus suegros. Por NINO SEGURA

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a culpa es de un tal Michael Jordan. Acuariano de 1974, Steven John Nash vio en el basquetbolista número uno de todos los tiempos el espejo de lo que quería ser. No le importaba ser un cara pálida ni le temía a la creencia norteamericana de que los blancos no saben saltar (Woody Harrelson le mostró lo contrario a Wesley Snipes en una película que llevaba el mismo nombre). Jordan lo atrapó. El quería jugar al básquet y aprovechó que su familia se había afincado en Canadá, cerca de la Meca, para iniciar una carrera que hoy lo tiene, a los 36 años recién cumplidos, como el mejor base de la NBA. Pero si no hubiera visto volar a Jordan en sus ochentosos años de niñez, Nash no habría sido dos veces el mejor jugador de la temporada en la NBA ni estaría repartiendo un promedio superior a las once asistencias por partido en la actual temporada (cifra comparable con sus mejores años). No: habría sido futbolista. Claro que estaba en Canadá, no en Nápoles. Vio a Jordan, no a Maradona (no había tanto ESPN ni Fox Sports, y la Internet era ciencia ficción), y le tiró la naranja. Por eso tiene la número cinco como hobby y hasta como un plan de inversión. Nació en Johannesburgo, se crió en Vancouver, sus raíces están en Londres, la rompe en Phoenix y se va de vacaciones a Asunción. Y alguna vez se ha escapado a la Argentina, en donde dice tener simpatía por River, aunque es fanático del Tottenham Hostpurs, el equipo inglés en el que alguna vez jugaron Ardiles y Villa. Acaba de comprar un equipo de fútbol en Canadá (Vancouver Whitecaps) que el año próximo se sumará a la MLS de Estados Unidos y en cuya página web ya surge bien destacada la figura de Martin, su hermano, volante central que jugó en el Ascenso inglés y que incluso tiene bagaje con la Selección canadiense (acredita un doblete en un amistoso contra Bermuda, en 2000). Su padre, John, también fue futbolista profesional. Nash se casó con Alejandra Amarilla, una morocha que conoció en Nueva York

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cuando ella trabajaba como personal trainer. Tienen dos mellizas de cinco años, Lola y Bella, y en cada receso de la NBA viaja a Paraguay para visitar a sus suegros. Así fue como el año pasado se prendió en una práctica de Olimpia, en la que metió un gol y terminó refrescándose a puro tereré. “Mi familia ahora es de Paraguay, entonces yo soy paraguayo”, se congració con los guaraníes. El vicio del fútbol también lo despunta en el norte. Su fundación está recaudando fondos para la construcción de un hospital en Paraguay y entre los eventos más recurrentes está la comunión de futbolistas y basquetbolistas en exhibiciones de fútbol. La última, realizada el año pasado en Nueva York, contó con la presencia de Javier Zanetti, Iván Córdoba y Thierry Henry, entre otros, mezclados con cracks de la NBA como Tony Parker, Baron Davis, Chris Bosh y Leandrinho Barbosa (“un brasileño siempre tiene que jugar en tu equipo”, dijo). Y la escolasea Nash: basta con ver las veces en las que levanta la pelota de básquet del piso con alguna pirueta futbolera, o cómo la mete en el canasto con su zurda. Alguna vez sorprendió cuando en un Juego de las Estrellas asistió de cabeza para que Amare Stoudemire la hundiera en el torneo de volcadas. “Amo el fútbol. Es el único deporte que miro en televisión. Del básquet, sólo miro a mis rivales”, justificó Nash. Es un bicho raro. También es fanático del cine y tiene una productora, Meathawk (Carne de halcón), en la que llegó a dirigir algunos cortos publicitarios. Como uno para Nike, con él como protagonista, en la que jugaba a ser el Hombre Nuclear y lo reconstruían a nuevo. El ama el fútbol, a él lo aman los fanáticos del básquet porque tiene la capacidad de ver el pase que los otros no ven. Más que base, es un enganche. Sólo le falta ganar un título en la NBA, algo que lo preocupa pero no lo desvive, porque sus frustraciones con la 13 de los Suns se desvanecen con la diversión que encuentra fuera del parquet. Es Steve John Nash. Una mente brillante.



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En el nombre de Jah

Para los boqueases, aún es un recuerdo. Para el resto de la comunidad futbolera, quizás una consulta en el fondo de la memoria. Del tradicional género “qué es de la vida de...”, aquí les presentamos el presente de Sandro Guzmán, aquel arquero de Boca cuya vida se acomoda hoy entre el canto y el rastafarismo. Por JUAN IGNACIO PROVÉNDOLA

“De este arco no me sacan ni muerto” dijo aquel 24 de noviembre mientras se iba a los vestuarios al término de un contundente 6-0 a Huracán. A la sombra de Chilavert, Sandro Guzmán había pasado a Boca en las postrimerías del Vélez multicampeón de Carlos Bianchi y esa tarde respaldó, con varias intervenciones notables, la riesgosa apuesta que había decidido tomado Bilardo en respuesta al errante deambular de su equipo por el Apertura 1996: borrar a Navarro Montoya y elegirlo de sustituto. Guzmán estaba embriagado por el entusiasmo y dijo lo que dijo. Pero, como en toda borrachera, ningún trago mejora al primero y de allí en más el fútbol solo le convidó de las malas copas -su fugaz paso por Boca terminó en un entretiempo contra Deportivo Español, pero esa es otra historia-, hasta que en 2003 rescindió un efímero contrato con Argentino de Quilmes (sin haber jugado un solo minuto) y le puso fin a su carrera como futbolista profesional. Todo ser humano (por convicción o por debilidad) busca algo en qué creer o alguien en quién confiar. Y así como muchos depositan en el fútbol todo su reservorio moral para escaparles a los sinsabores cotidianos de la vida, Sandro decidió el camino inverso: alejarse del fútbol para volver a vivir. “El fútbol es muy materialista. Tal vez hoy me lo tomaría de otra manera, pero en la época que estuve en All Boys conocí el rastafarismo y me cautivó” revela el ex arquero convertido en cantante de reggae desde el mismo momento en que formó Jah Sandro y 12 Tribus de Israel, un dúo de dancehall (rama del reggae “con un ritmo movido y agresivo” que desarrolla su música sobre pistas pregrabadas) formado hace tres años con Jorge Chicho Huber, a quién llegó “intercambiando opiniones de fútbol por Internet”. “Lo conocí por Internet, hablando de fútbol -recuerda Sandro-, y luego me hizo escuchar unos temas de él que me gustaron. Me animé a hacer cosas con él, tomé clases de canto y 6 UN CAÑO | MARZO 2010

ahora nos sentimos preparados para salir a las pistas”. Luego de haber acumulado un interesante número de presentaciones en vivo (que incluyeron citas en su Ramos natal, Olivos, Córdoba, Santiago del Estero y Mendoza), el dueto comenzará a grabar en pocos días las doce canciones que conformarán su disco debut, Rasta universal. El también ex arquero de Deportivo Español y Atlético Tucumán reconoce curtir reggae desde las épocas en las que seguía a la Zimbabwe (importante banda del circuito comercial local de la década del 90), aunque aclara que su fanatismo no se agota en la manifestación artística: “el reggae es un ritmo musical, y punto. Para mí, no es nada más que eso. Yo me considero boboshanti, una división del rastafarismo que incluso rechaza al reggae por la forma en la que utilizan comercialmente la imagen de Haile Selassie, ser supremo del movimiento. Más que un estilo de música, yo predico una forma de vida que busca salir del materialismo y escaparle a Babylon, que representa lo negativo del mundo, para valorar más lo espiritual. Me valgo del reggae para dar un mensaje a través de mis letras, pero tenemos como eje de la vida a Dios, servirlo a él y tratar de ayudar”. Su referente ineludible es Bob Marley (“fue, es y será el más grande, nadie podrá cantar como lo hacía él”, defiende) y sueña con viajar a Jamaica para conocer Bobo Hill, “una congregación rural que se maneja sin luz artificial, come solo lo que cultiva y utiliza el agua que baja de las montañas”. Pese a reconocerse “físicamente mejor ahora que cuando jugaba”, el fútbol parece haber quedado allá en el tiempo. Apenas lo mira por televisión (“me gusta mucho más el de acá que el de afuera”, confiesa) y rara vez se prende en un picado. “Me quedan muy lindos recuerdos de mi época como jugador, conocí muchos países y muchas cosas, y le estoy muy agradecido porque hoy me hace ser alguien y no un anónimo” sostiene, aunque también reconoce de modo concluyente que “alcancé mi verdadera maduración cuando dejé de jugar”.



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Twittean, Sancho

Desde la nueva camada de redes sociales en Internet, llega la última moda para conocer la intimidad de los deportistas. Es hora del Twitter, una herramienta mediante la cual los divos exacerban su egocentrismo: enterate de lo que hacen cada minuto de cada día, contado por ellos mismos. Por JOSE VIAGGIO

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witter, el servicio de microblogging gratuito que permite, en no más de 140 caracteres, escribir lo que estás haciendo y que se convirtió en la red social preferida de los deportistas (y de gran parte del mundo) en 2009. Así, por ejemplo, en Un Caño nos enteramos que Andy Murray, después de perder la final del Australian Open con Roger Federer, había dejado atrás su frustración y estaba preocupado porque en su equipo del Fantasy League de Inglaterra Bobby Zamora y Damien Duff, ambos del Fulham, no estaban jugando bien. Con Internet, tenés al ídolo al alcance de tu mouse. La premisa bajo la cual fue creado Twitter es: “¿Qué estás haciendo?”. Responder a esa simple pregunta es lo que causa tanta adicción entre quienes lo usan, y si a eso se le suma que se pueden subir fotos o videos, el combo es completo. Cual Gran Hermano 2.0… Se puede usar desde su página web, la notebook, el celular o la BlackBerry, ahí radica una de las claves de su éxito, su simplicidad. Por eso Charlie Villanueva (@CV31), se animó a twittear –ah, sí, Twitter también es verbo– en el entretiempo de un partido: “a escondidas del técnico. Estamos perdiendo y nos pide más intensidad”. Fue sancionado. La NBA es el mayor aportante a la red social, y cada tanto algún escándalo se entrevera entre los twitts. Uno de los últimos fue una pelea entre el novato Brandon Jennings –le tiró un ¿ofensivo? “sos un groupie”– y un falso Jordan Farmar, que le valió al chico de Milwaukee

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cerrar su cuenta (para evitar este tipo de situaciones, Twitter verifica las cuentas de las personas famosas). Desde hace unos meses, la NBA no permite usar la red desde 45 minutos antes de los partidos y hasta la finalización de las ruedas de prensa post partido. Entre los nuestros, Emanuel Ginóbili (@manuginobili) y Fabricio Oberto (@obricio7) actualizan casi diariamente su estado. Manu, por ejemplo, anunció su paternidad por la red. Y ambos se fotografiaron juntos, cual tenistas, luego del triunfo de Juan Martín del Potro en el US Open. Uno de los mayores twitteros –ah, sí, Twitter también es adjetivo– es Lance Armstrong, que en el último Tour de Francia criticó con dureza a su ex compañero de equipo, Alberto Contador (ganador del Tour). El fútbol tampoco es ajeno: hace unos meses, Vanderlei Luxemburgo fue despedido como técnico del Palmeiras por criticar la falta de profesionalismo de Keirrison. Y Thierry Henry se disculpó allí por el gol con la mano que clasificó a Francia al Mundial. ¿Cuánto hubiera pagado una revista de fútbol por esa declaración? ¿Y cuánto hubiera pagado una de automovilismo por la foto que Rubens Barrichello publicó al lado de Felipe Massa, días después del accidente del brasileño de Ferrari en el Gran Premio de Hungría? Nadie podía siquiera acercarse a la habitación del piloto... De a poco, Twitter está desplazando al periodismo como nexo entre los protagonistas y sus seguidores. En un twitt Armstrong resumió el poder de la red: “Es rápido. Es directo. Y lo más importante, le da fuerza a la gente. Nunca vi algo como esto”.



s a b r e y s a r t O

RO JAND

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Copacabana: aprender de Bolivia

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a comunidad boliviana fue noticia en los medios argentinos hace unos días debido a una tragedia: el locutor boliviano Fernando Zalles fue asesinado a balazos luego de resistirse al robo de su automóvil en la puerta de la Asociación Deportiva del Altiplano. Director de la radio comunitaria Impacto, Zalles era un hombre conocido y muy querido por sus compatriotas que viven en el país: horas después del incidente, cientos de bolivianos marcharon hacia la comisaría 38 para reclamar justicia. Sus restos fueron velados en la Megadisco Kori, un local bailable enorme ubicado en avenida Sáenz al 400. Hubiese sido imposible, por la importante convocatoria, hacerlo en una casa de sepelios tradicional. Pequeños detalles de esta amarga noticia -básicamente, la capacidad de reacción y la cohesión de un grupo de gentesirven para ir construyendo una imagen, la de una comunidad pacífica y organizada que, como escribió Alfredo Grieco y Bavio en el diario Crítica, es “la más numerosa y laboriosa entre las de migrantes, que es noticia como víctima y nunca como autora de violencias y crímenes”. De otros pequeños detalles que también tienen que ver con la organización, la disciplina y el trabajo mancomunado nos nutre Copacabana, documental de 55 minutos de Martín Rejtman, uno de los directores más originales del cine argentino, responsable de los largos Rapado, Silvia Prieto y Los guantes mágicos. A partir de las imágenes de las celebraciones en homenaje a Nuestra Señora de Copacabana que la comunidad boliviana lleva a cabo año a año, Rejtman dibuja un sintético y preciso mapa de costumbres, una etnografía atildada y respetuosa que descarta casi por completo el recurso del relato verbal 10 UN CAÑO | MARZO 2010

que acomoda significados. Realizada por encargo de un canal de TV de señal abierta, Copacabana entrega al espectador pequeños retazos visuales que cada cual podrá ordenar mentalmente a su manera para obtener un resultado propio. La apelación constante al plano fijo denuncia la aspiración del director: observar detenidamente su objeto de estudio desde la perspectiva del aprendizaje, tratando de eliminar cualquier artificio que revele una concepción establecida de antemano. En palabras del propio Rejtman, “lo que importa es lo que dice la obra, no lo que dice uno; por lo general, no quiero poner en escena una idea previa, sino que busco esa idea, tanto en la ficción como en el documental y en la literatura”. Producida por Ruda Cine y el mismo Rejtman, Copacabana fue estrenada en el Festival de Rotterdam de 2007, presentada oficialmente en Argentina en el Bafici 2009 y obtuvo el premio FIPRESCI al mejor documental en el FICCO México. Los sábados 6 y 13 de marzo, a las 19, se exhibirá en el Auditorio de la Fundación Proa, Pedro de Mendoza 1929. Las entradas, que cuestan 10 pesos, pueden reservarse escribiendo a audtorio@proa.org


The Magnetic Fields - La vida es movimiento

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ace unos días llevé el disco nuevo de The Magnetic Fields al laburo, y una compañera diseñadora gráfica, atraída por la tapa, me lo pidió para escucharlo. Apenas se sacó los auriculares dijo: “me gustó, me pareció súper ingenuo”. Dio en la tecla, Realism no es nada más que el reverso perfecto de la maraña de ruidos del también fenomenal Distortion (2008), como lo ha definido el propio Stephin Merrit, el alma detrás de MF y los periodistas hemos repetido sin parar. Es también el disco en el que este poeta del desasosiego y las hipérboles amorosas reduce al mínimo su habitual dosis de cinismo y la reemplaza por una sorpresiva candidez. Las letras no abandonan la amargura, sello habitual de la casa, pero quitan el veneno de la receta. Merrit, un personaje generalmente melancólico, huraño, de pocas pulgas, ha declarado que inicialmente pensó en editar Distortion y Realism como True y False, las dos caras de una misma moneda sonora, pero desechó la idea porque no pudo decidir cuál era el sonido verdadero y cuál el falso. Al margen del ingenio que siempre aplica para reflexionar sobre su obra, el Merrit sabe de sobra que puso el listón muy alto cuando grabó la descomunal trilogía 69 Love Songs, lo que terminó obligando a elaborar un manual de instrucciones para explicar cada nueva entrega a él y a la prensa, que

ha acordado que este es un “disco folk” , una patria que quizás le quede un poco chica. Entre villancicos con coros en alemán y orquestaciones recargadas, Merrit se va desmarcando de las etiquetas, consciente de que la obligación de un artista curioso es el desplazamiento permanente. Que no sepamos cuál será la próxima estación reafirma su compromiso estético.

Animal Collective: noticias desde el espacio exterior

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e habló muchísimo de Animal Collective en 2009: la mayor parte de la encuestas sobre los mejores discos del año tuvieron a los neoyorquinos ubicados al tope, y buena parte de los medios especializados más o menos serios han etiquetado al trío como el mejor grupo de pop del momento. Por lo general me rechina este tipo de consenso, pero sería injusto no admitir la energía renovadora de Merriweather Post Pavillion, el último álbum hasta la fecha de Animal Collective, noveno de una carrera iniciada en 2000 y de reciente edición en Argentina. Ha corrido mucha agua bajo el puente desde aquel desaliñado universo freak folk de los inicios a este presente donde la superpoblación de samples repetitivos convive con cámaras de ecos, ritmos robóticos, coros a lo Beach Boys, percusiones tribales africanas, relecturas de la música infinita de Brian Eno y arrebatos de psicodelia. En una época en la que el pop vive del reciclaje, Animal Collective ha armado un caleidoscopio musical que reaprovecha los sonidos de diferentes tradiciones para crear algo completamente nuevo, ahí está su mayor virtud. “Nuestra música funciona como las olas o las ondas, tiene un carácter acuático”, dicen ellos. Es apenas una idea para tratar de definir una sonoridad que en realidad

parece provenir del espacio exterior. Si en el planeta Tierra las invenciones del pop parecían agotadas, de marcianos como los Flaming Lips, Akron Family y Animal Collective, por citar tres casos felices, empiezan a llegar esperanzadores anuncios de buenas nuevas.

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EL IMPERIO ROMÁN

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Yo, el supremo A diferencia de otros colegas interesados en la popularidad, las camionetas y las botineras, para Juan Román Riquelme el verdadero erotismo de su profesión reside en el poder. Con mentalidad de estratega y vocación autocrática, el diez de Boca es un caudillo ambiguo que aglutina aliados incondicionales y enemigos, sin medias tintas. Y pretende tener voz, voto y veto en cada decisión del club que afecte al fútbol. Por ALEJANDRO CARAVARIO

¿Se acuerdan? A comienzos de los noventa, Boca incorporó a un psicólogo, Oscar Mangione, verdadera rareza que el ecosistema del fútbol oteaba con sorna. Y los jugadores, con una mezcla de pudor e indiferencia. Aunque se sabía un infiltrado en el templo masculino del vestuario, Mangione (devenido cantor de tangos, tan versátil era) hizo algo de docencia y, de a poco, algunos futbolistas se arrimaron a consultarle alguna duda epistemológica (qué corno tiene que ver la psicología con el fútbol profesional) y, más en confianza, entuertos personales, vacilaciones, taras, conjuros para la exposición excesiva, para el cagazo previo al clásico y así. No eran muchos. Uno de ellos, Gabriel Batistuta, terminó amigo de su consultor, quien años después le dedicó una especie de biografía psicológica. Obra de un fan inesperado, que además vio crecer, palmo a palmo, un plan titánico (aquí se apoya el interés de Mangione, calculo) que, a falta de gracia natural, previó que el temperamento sería el combustible para el viaje sin escalas al estrellato. La materia prima del acorazado. Gabriel Batistuta, perfil de un crack que se construyó a sí mismo; así se llama la obra de Mangione y no sé dónde se consigue.

Otro que merodeaba el gabinete psicológico era Diego Latorre. Su procedencia de clase media acaso le allanó el acceso. Latorre, probablemente de una inteligencia superior al promedio del ambiente (hoy, como comentarista, deja apreciar su capacidad de análisis, también superior al promedio, en este caso de los periodistas), no introducía en aquellas charlas privadas las cuitas habituales de un atleta de alta competencia, sino la enorme brecha entre su pasado de adolescente de bajo carisma y escaso éxito social, por decirlo de un modo elegante, y la repentina idolatría que le confería la camiseta de Boca. Una metamorfosis que, a diferencia de la procesión, iba por fuera y no por dentro. El asunto ha sido, según el profuso anecdotario deportivo, causal de frustraciones mayúsculas, cuando no de una peligrosa omnipotencia que también suele terminal mal. Se trata, ni más ni menos, que de un atributo superior a la chequera, vía de acceso a los favores de propios y extraños (incluidas las botineras): el poder. Sí, la verdadera manija de la pelota. Algunos futbolistas populares lo entienden como un bien delegado, un préstamo que administran con cautela y hasta desconfianza. En otros, en cambio, opera

una especie de transfiguración a lo David Cronenberg por la que el poder (esa irresistible potestad sobre los otros) pasa a constituirlos, se convierte en su verdadero rostro, el carozo de su personalidad. En la sobremesa donde alguien deslizó el nombre y la circunstancia de Latorre, entendí (aunque por lo general entiendo mal, aviso) que allí, justamente, había un dilema. Uno de los perjuicios del poder es que garantiza, tarde o temprano, una crisis narcisista. Pues todo lo que el usuario tiene de bueno y de valioso es ajeno. Le pertenece al rol, a la representación, no a la persona. El ejercicio del poder implica un ejercicio simétrico de abandono, de olvido, de autonegación. Ojo, tal vez no esté tan mal.

EL NIÑO REY Una fotógrafa por completo ajena al fútbol me dijo una vez que, llevada por los azares de la profesión a hacer una nota con Riquelme, se había sentido como ante un monarca infantil. Ya saben: esos reyes de seis años que conocemos por las películas, con ujieres que se comportan con el excesivo respeto exigido, una conducta por la que parecen menos

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una manga de chupamedias que un soberbio elenco de impostores. Aquel Riquelme, todavía tiernito, despreocupado del protocolo periodístico, de los avatares combinados de la vida adulta y la notoriedad, se aburría con la entrevista y le pedía a su representante que contestara por él. Y su representante, como si, en efecto, se hubiera tratado de Román I de Don Torcuato, intentaba conformarlo apuntalando sus respuestas monosilábicas. Creo que el gran estratega de Boca ya vislumbraba (y encontraba eco favorable) que las órdenes le salían con mayor facilidad que las palabras. Con el tiempo, Riquelme le impuso léxico y elocuencia (a pesar de la melodía cansina, de la vibración incesante del fastidio) a su don de observador. Además de pulir la timidez, de adecuarla a las necesidades de la escena y a su vocación de liderazgo, desarrolló una lectura fina del juego. Aprendió. No sólo las palabras precisas, sino dónde colocar el ojo. Elaboró un punto de vista. Panorámico, el que la lucidez habilita a quien sabe situarse en el centro de la figura. Oficiar de acompañante, de granadero exquisito de los que toman las decisiones, como en sus inicios con la gloriosa cría de Pekerman, acaso no habría tenido la misma resonancia que sus hazañas en el corazón de la cancha. Ponerse la diez significó mudarse unos metros, a un barrio mejor. Dejar de trajinar los pasillos e instalarse en la torre de control a diseñar la gran política del equipo. Creo que tal posición -¿o debo decir cargo?- es, para Riquelme, la máxima conquista de su talento. Y el verdadero erotismo del fútbol. Su más célebre gesto (de desdén), las manos en las orejas, conocido como Topo

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Gigio, tal vez no debe traducirse como “Macri, seguí mamándola y pagame lo que corresponde” o “hablen ahora, giles”, tal como la hermenéutica deportiva intentó hacernos creer. Sospecho que Román, cada vez que enfrenta a la tribuna y, a riesgo de arruinar la alegría de un gol, moldea su más fotogénica cara de culo y se hace el sordo, lo que está diciendo es que el aplauso y la lisonja son el placebo de los mediocres. El quiere más: el vellocino de oro, que se haga su voluntad, que el mundo vaya y venga según las instrucciones de su empeine sensible, de su ánimo inestable. LOS OTROS El poder que pretende Riquelme es vertical, absoluto. No se aviene a las negociaciones de la democracia. Por lo tanto, quienes no suscriben su legalidad, pasan automáticamente al bando enemigo. Y los alcances de su territorio son ilimitados. Contratación de jugadores o de futuros entrenadores, todo pertenece a la órbita de Román, con la bendición de los dirigentes, que siempre esperan que otro le baje el copete, lo devuelva a la escala humana. Curiosa protesta (en voz bajísima, claro) enarbolaron las autoridades de Boca: se molestaron porque Cagna (un extranjero, alguien a salvo del servilismo que Riquelme exige como principio básico de la interacción) lo llamó por teléfono para sondear la opinión del caudillo acerca de su posible contratación. Justo ellos, que le pagan un contrato escandaloso, que aceptan la guerra sorda y la conducción paralela como un precio razonable por contar con Román, el gran Román. Aunque el presente nos informe que la incidencia de su discurso (¡no le

toquen a Ibarra!) es más considerable que la de su fútbol. La lógica del poder discrecional obedece a una inversión egocéntrica de las prioridades. La parte antes que el todo, yo antes que el plantel, que el fútbol y que el mundo. Una lipotimia de su madre (que Román atribuyó a los noticieros que despotricaban contra él) lo impulsó a abandonar la Selección. Imaginen si el diez de Boca, en lugar de una imagen ofrecida a la adoración, hubiera sido un funcionario en la picota. Digamos, por decir, involucrado en un conflicto que afectara en forma directa a la corporación Clarín. Claro que no: ni Román ni su mami saben lo que es la artillería mediática. Convencidos de que se trata de un genio sin reposición, algunos entrenadores consintieron armar un equipo a su servicio (no al revés), único modo de incorporarlo a un proyecto colectivo. Un equipo que ataca, defiende, duerme la pelota y la siesta según los ritmos de Román. Pekerman y Basile, por hablar de dos entrenadores sumisos a esta fórmula, han entendido que los beneficios eran mayores que los costos. Que el puesto de Riquelme tiene que ver con su posición en el campo, pero mucho más con sus atribuciones, con el poder que se le asigne. Y que para conservar su patada quirúrgica, bien vale aguantarse un equipo monotemático. El único entrenador que se insubordinó a la hegemonía riquelmista fue el Checho Batista en los Juegos Olímpicos de Beijiing 2008. Un Román periférico, neutralizado en su angurria y forzado a socializarse, resultó sin embargo muy útil para la Selección que se llevó la medalla de oro. Como los niños de padres omnipresentes, el equipo se destapó con argumentos que la rienda corta de Riquelme muchas veces


impide. Se liberó de una tutoría asfixiante y todos concluyeron que hay vida (y vida feliz) después de Juan Román. Pero claro, estamos acostumbrados a los agoreros que pronostican cataclismos en caso de que el gran enganche nacional, el dueño de los tiempos, se ausente de las canchas. Fomentar esta clase de amenaza (la amenaza de la ausencia y, por lo tanto, de la indefensión) suele prolongar los gobiernos autocráticos. Está en el manual del buen paternalismo. La excepción fue el ingeniero Pellegrini, quien se hartó de la displicencia de Román, de la investidura de la que se había apropiado sin consulta y de la mala educación. Aunque el técnico medía fuerzas con la estrella del modesto Villarreal, lo apartó en forma de-

finitiva del plantel como el que ahuyenta al lobo del gallinero. Sencillamente, lo declaró peligroso para la convivencia. Escuché infinidad de imputaciones que el chileno le habría formulado al jugador: que nunca agradecía, que llegaba tarde a las actividades extracurriculares, que cuando Pellegrini peroraba durante la charla técnica Riquelme conectaba el MP3... Lo cierto es que Villarreal no echó en falta a su joya, y mucho menos el ingeniero, que logró acceder a la butaca más codiciada del fútbol mundial, la conducción del Real Madrid. A radical, radical y medio, habrá pensado el DT, un hombre que parece tranquilo, pero mal dispuesto a tolerar el ablande lento y paciente, gota a gota, de los conspiradores.

Convencidos de que se trata de un genio sin reposición, algunos entrenadores consintieron armar un equipo a su servicio (no al revés), único modo de incorporarlo a un proyecto colectivo.

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EL IMPERIO ROMÁN

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“Los entrenadores son como los gobernantes” Convocado por las mentes boquenses que pretenden un entrenador que los salve, Guillermo Barros Schelotto asoma como el futuro DT xeneize. A la hora de explicar su pensamiento como técnico, Guillermo elige la metáfora de los gobiernos que ayudan a la gente a pensar. En este reportaje están algunas evidencias de aquello que puede venir y ciertas intimidades del Boca de la última década. Por ARIEL SENOSIAIN

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a brecha generacional trajo un nuevo foco. El tema de conversación dejó de ser la diferencia que hacen los futbolistas mayores y pasó a ser su vida útil, el declive de algunos de los Stones del fútbol argentino. Cómo cambia todo, de manera urgente, con apenas unos resultados. Algo parecido a las noticias televisivas que, en realidad, estremecen mucho y cuentan poco. “Si Guillermo, el máximo ídolo, tuvo que irse como se fue, qué me iba a esperar a mí”, comparó Roberto Abbondanzieri, antes de subir al avión rumbo a Porto Alegre. Tal vez se retire en el Inter brasileño, luego de un retorno complicado a Boca, adonde había llegado para soñar con una despedida gloriosa. Guillermo -recordaba el Pato- también tuvo que irse de Boca. A Estados Unidos, al Columbus Crew, para recuperar el lugar perdido. Alfio Basile le había dado vuelo a Rodrigo Palacio. Miguel Angel Russo siguió la tendencia y prefirió a Bruno Marioni. Y Barros Schelotto, el 19 de abril de 2007, cuatro días des-

pués de un superclásico en el que jugó ocho minutos, entendió que había llegado el momento: “les simplifiqué el camino. A Russo lo habían insultado después del partido contra River no porque el equipo había jugado mal, sino porque me había puesto sólo un rato. Ni el técnico ni los dirigentes se animaban a decirme que había cumplido un ciclo, que no me querían más. En la indecisión de ellos, yo decidí venir a Estados Unidos, consciente de que perdía competitividad y ganaba en otras cosas”. ¿Le cuesta al jugador entender que pasó su momento? Como a cualquiera en cualquier actividad. Pero creo, en cuanto al alejamiento de los históricos de Boca, que hay que buscar las formas. No hay que dañar los nombres de jugadores que le han dado tanto al club. Los dirigentes y los técnicos no pueden forzar sus salidas a partir de lo que expresen los periodistas y los hinchas. Nunca un medio o una encuesta pueden ser determinantes. Tienen que ser prolijos. Yendo al caso de

Palermo, específicamente, está a meses del Mundial: si finalmente lo convocan será mérito suyo, del club, sus compañeros y su técnico. Abbondanzieri decía, hace dos meses, que “Boca no está preparado para cuando se vayan los grandes”. ¿Coincidís? Puede ser. Está claro que el reemplazante de Palermo será Viatri, pero en otros puestos no está tan claro. Se habla de renovación en Boca desde la época en la que Brindisi era el técnico, en 2004. Igualmente, a veces hay que elegir lo que uno no quiere. Yo quería seguir en Boca y quizás hubiera sido fácil quedarme como suplente escuchando el cariño de la gente, pero no quise dejar que otro tome la decisión por mí. El paso del tiempo es inexorable. Me llegó a mí y les va a llegar a todos. Recientemente el Chino Jorge Benítez recordó el momento en que le dio explicaciones al Mellizo por la inclusión de Palacio y también el desplante de los experimentados cuando, como técnico, encaraba la tan mentada renovación:

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“a mí me echaron los jugadores con la complicidad de Macri. A Palermo lo saqué en un partido y fue lamentable lo que me hizo en el vestuario”, recordó el ex DT de Boca. Guillermo pide la palabra: “Benítez parece haberse olvidado de cómo jugamos aquel día: no le salió bien la movida, perdimos 4-0 con Chivas de Guadalajara… Martín le puso cara de culo no sólo porque no había sido titular (ingresó en el segundo tiempo en reemplazo de Andrés Guglielminpietro, con el partido 0-3), sino también porque estaba seguro de que el técnico se había equivocado en dejarlo afuera. Benítez tuvo una primera etapa positiva, con la obtención de la Sudamericana, y una segunda negativa, con aquella eliminación en la Libertadores contra las Chivas. ¡En el partido de vuelta escupió al Bofo Bautista! Se puede ganar o perder, pero con errores así… Después es fácil echar la culpa. Él podía hacer lo que quería con el plantel, era el conductor. Nadie podía decirle nada, más allá del fastidio de Palermo de aquel día. Hasta que le erró feo”. En enero de este año renunciaron Alfio Basile y Carlos Bianchi. La fórmula que Jorge Amor Ameal -el presidente que prácticamente se chocó con el sillón en noviembre del 2008- había tramado para fortalecerse, que incluía al Virrey como manager, no resultó: Bianchi apenas fue una sombra para Carlos Ischia y Basile. Entonces Ameal llamó a Guillermo. Le pidió, como Fernando Marín a Diego Simeone en el 2006 y Carlos Babington a Claudio Úbeda en el 2007, que adelantara el retiro. Que se transformara, como aquellos en Racing y Huracán, en técnico de sus antiguos compañeros. Con perspectiva, Barros Schelotto de-

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talla el momento: “los dirigentes tenían que buscarle alguna solución al semestre, y Ameal me preguntó qué quería hacer. Yo había renovado contrato con Columbus cuatro días antes. Cuando llegué a Estados Unidos, no pensé cuánto tiempo me quedaría. Llevo dos años y medio, y firmé a fines del 2008 porque tengo ganas de seguir. Me aceptaron una cláusula que me da la posibilidad de irme en el caso de quiera retirarme. Pero no podía ser tan desprolijo”. Y quedaron para junio. Yo no tengo nada pactado con Boca. Alves arregló por seis meses nada más. Llegado junio, veremos. No pienso mucho más allá. Lo único que puedo decir es que, a esta altura de mi carrera, me replanteo si quiero continuar cada vez que tengo que hacer esfuerzo físico… Declara hasta un punto (“estudié abogacía un par de años, aprendí qué tengo que decir, je…”). Aún así sabe que será técnico de Boca más temprano que tarde: por ahora, el único obstáculo para que asuma en la próxima temporada sería, nada menos, que Carlos Bianchi despierte al técnico de la siesta. No quiere citar nombres propios de quiénes integrarían su equipo, como aconseja César Menotti, porque eso sería empezar a ser parte. Pero sí habla de puestos: “me encantaría hacer jugar con

“Un equipo tiene que hacer la menor cantidad de cambios posibles”.

enganche y delanteros abiertos, aunque siempre dependiendo de las características de los jugadores. No pondría un wing sólo por ponerlo, debería saber jugar de wing”. ¿El problema de Boca es la interna en el plantel? El problema de Boca es no haber encontrado el equipo en los últimos años: ni con Ischia, más allá del título, tuvo una base consolidada. Sí la había tenido con Bianchi y en la primera era de Basile. Un equipo tiene que hacer la menor cantidad de cambios posibles. Y en esto son responsables todos: los dirigentes, por no comprar bien o por vender, los técnicos, por no definir un once, y los jugadores, por el rendimiento. ¿Dirigirías a tus ex compañeros? ¿Incluso a Riquelme, de quien se dijo que te bajó el pulgar cuando se fue Russo? No tendría problemas. Si hay algo con lo que me puedo golpear el pecho es que, en diecinueve años de carrera, no tuve ni tengo compromisos con empresarios, dirigentes y jugadores. Podría dirigir a cualquiera porque, justamente, tengo compromisos con ninguno, más allá de mi amistad con Palermo. Y en cuando a Riquelme, no me consta que me haya bajado el pulgar. Él lo desmintió, no tengo por qué no creerle. Supongo que no sólo con él sino con los que queden, si me tocara dirigirlos, debería marcarles el camino y listo. Que entiendan quién es el técnico. Debería ser la misma persona en distinta función. No creo que sea fácil ser entrenador: de ser así, cualquier boludo saldría campeón con cualquier equipo de mierda. Pero se empieza por no cambiar y establecer las reglas. ¿Qué te haría arriesgar el cariño para ser entrenador? Tener un estilo y ganar. Ni la plata ni


ninguna otra cosa. Sueño con encontrar una forma que me permita ser campeón. Mi forma. ¿Y cómo convencerías a los jugadores? Transmitiendo mi idea. El técnico depende de la inteligencia del jugador. Y la inteligencia debe ser la máxima virtud de un futbolista. ¿Es innata o el técnico puede trabajársela? Viene de cuna con cada jugador. Pero

el técnico debe darle la posibilidad de que la use. El técnico puede sacarse problemas de encima si los jugadores no están comprometidos, pero eso es ser mediocre, y a mediano plazo lo perjudicará. Los entrenadores son como los gobernantes: existen los buenos, aquellos a los que les interesa que la gente piense, y los otros, que creen que cuanto menos conozcamos y entendamos será mejor para ellos.

“Se habla de renovación en Boca desde la época en la que Brindisi era el técnico, en 2004”.

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Lo comparan con De la Rúa. Con ustedes, Amor Ameal.

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La hoguera de las vanidades

En Boca hay un clima de deliberación permanente. El presidente Ameal toma decisiones, pero muchas de ellas parecen contradictorias y abren más frentes para que la interna se caliente. El rol de Crespi y London, dos dirigentes que tuvieron su cuarto de hora y tratan de no perder espacio en una interna que también se extiende al plantel profesional. Por MARIANO HAMILTON

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oca es un polvorín, dicen las crónicas de los diarios. O un cabaret, parafraseando aquella vieja frase de Diego Latorre que ya tiene más de una década. O un puterío, si se quiere ser todavía más gráfico y preciso y, al mismo tiempo, delinear mucho más que pretenden aquellos involucrados, capaces de hacer cualquier cosa a cambio de dinero o, en este caso, algo de poder. Y las preguntas que uno se hace después de hablar con la gente involucrada y de recibir informes de situación sobre lo que pomposamente se llama La interna de Boca, son: ¿cuánto hay de verdad en todo? ¿Cuánto hay de operaciones de prensa diseñadas por dirigentes y jugadores? ¿Hasta qué punto los periodistas juegan su propio partido? Se sabe que uno puede leer conspiraciones hasta debajo del agua. Salgamos de Boca y fijémonos sin ir más lejos que hay periodistas que dicen que la llegada de Miguel Ángel Russo a Racing es obra del ex presidente y actual diputado Néstor Kirchner. Y que todo fue urdido por un grupo de notables que están muy cerca de Rodolfo Molina, actual presidente de Racing. ¿Quiénes forman parte de ese grupo de notables? Kirchner, ya lo diji-

mos; y el ministro de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos Julio Alak y el periodista de TN Marcelo Bonelli. ¿Alguien en su sano juicio osaría pensar que Kirchner y Bonelli pueden estar unidos en algo? Sea Racing o cualquier otra causa por más noble que fuera. La respuesta es no. Y no resiste el menor análisis. Pero algunas crónicas, sin que los periodistas que las firman se ruboricen, así lo hacen saber. Frente a esto, uno tiene que decir: ¿es todo real lo que se escribe en los diferentes medios? ¿O los periodistas le agregan su propio IVA a la información para hacerla más atractiva? Y frente a esta pregunta la respuesta cae casi de maduro: en el periodismo hay mucho de fantasía, mucho de profecía autocumplida, de palabras lanzadas al viento, muchas de ellas, sin la más mínima rigurosidad. Había una vieja máxima del periodismo, si mal no recordamos atribuida a Chiche Gelblung cuando dirigía la revista Gente, que decía así: “que la verdad no te arruine una buena historia”. Tremenda, patética, cínica, horrenda… Pero en muchos casos que se exhiben hoy, absolutamente real. Bien. No estamos acá para hablar de periodistas, del periodismo o de Racing,

sino para tratar de entender la interna de Boca, con las reservas del caso, ya que todo lo que digamos de aquí en más debe ser leído en potencial. Caravario y Colonna ya se ocuparon del tema Riquelme y sus vericuetos, y queda tratar de entender el mosaico que se está armando en torno al sillón presidencial de Boca. Muchos supondrán que el premio es irrelevante, que ser presidente de Boca no es gran cosa, pero si uno mira la carrera que está haciendo Mauricio Macri en lo más alto del poder de la Argentina, entenderá que bien puede ser la catapulta hacia lugares de mayor poder y de más exposición. Porque, piénsenlo bien, ¿qué méritos tiene Macri para ser el actual Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y un presidenciable para el 2011? Si nos remitimos a Boca, su principal acierto fue contratar a Bianchi como entrenador, que con los títulos obtenidos le dio lustre a su mandato. Y si hablamos de la gestión que está haciendo en la Capital Federal, debemos decir que su gran mérito fue contratar a Carlos Bianchi como entrenador de Boca, lo que le dio lustre a su gestión en Boca, ya que los títulos obtenidos lo llevaron a ocupar un lugar para el que no parece estar capacitado. No hace falta recordar las

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perlitas de una gestión de gobierno que hace agua por todos lados, y no precisamente por las inundaciones. Es más, podemos decir que lo de las inundaciones es lo menos grave de todas las acciones de Macri en lo que respecta a educación, salud pública y, básicamente, con el tema de la seguridad. ¿Por qué hablamos de Macri? Porque para entender la interna de Boca hay que pensar en Macri. En lo que dejó el ingeniero y en la influencia que aún tiene en la política interna del club. Porque convengamos que Macri, cada vez que habla de Boca, arma un zafarrancho de proporciones. Bien. Macri lo dejó a Pompilio en la presidencia del club y Pompilio, para diferenciarse de su antecesor y para buscar títulos (“la única verdad es la realidad”, decía el General), empeñó el club hasta el tuétano para contratar a Riquelme. Aquella vuelta de timón de Pompilio fue una clara provocación a Macri (se oponía a la llegada de Riquelme desde su sillón de Jefe de Gobierno) y le hizo bastante mal al club económica y financieramente. Después vino la historia conocida: Pompilio se murió de un infarto y el cargo cayó sobre Amor Ameal, un tipo honesto y trabajador pero poco afecto (y acostumbrado) a las intrigas de palacio. A Ameal se lo compara bastante con Fernando de la Rúa porque, dicen sus detractores, no entiende bien lo que pasa. Pero frente a esto, el presidente de Boca toma algunas decisiones fuertes, aunque muchas de ellas a destiempo y después borradas con el codo: por ejemplo, echó a cuatro gerentes del club de diferentes áreas, contrató a Bianchi como manager y corrió de sus lugares a los dirigentes Juan Carlos Crespi y José Beraldi. Al primero lo apartó porque su ambición lo estaba sacando de escuadra y al segundo por ser, más allá de su reconocida honestidad, un operador de los deseos del príncipe Mauricio I.

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Crespi nunca digirió que lo corrieran y avanzó con su lobby (apañado por periodistas “amigos”) para desacreditar cada una de las decisiones de Bianchi, quien quedó en una posición incómoda por el suculento contrato que firmó como asumió como manager. La plata que cobraba Bianchi (después se bajó el sueldo) funcionó en la opinión pública como el asunto de los 2 millones de dólares comprados por Kirchner para pagar el hotel de Calafate: fue algo legal pero éticamente cuestionable. ¿Cómo iba Bianchi a sentarse a negociar los contratos de los jugadores si él cobraba una pila (y media) de dólares? Crespi entonces, en su resentimiento, fue duro con cada una de las decisiones del manager y le pasó factura por cada una de ellas, más aún por lo mediocres resultados deportivos (especialmente para un Boca acostumbrado a ser campeón de todo). Digamos que Crespi es un sindicalista del petróleo y que está acostumbrado a las roscas políticas, lo que no es poco decir en un país convulsionado como la Argentina. Beraldi, en cambio, sintió el impacto. Se acomodó en la comisión creada para reformar el estadio (maneja una suculenta chequera para comprar los terrenos que están detrás de los palcos, donde proyectan hacer la cuarta tribuna), y recompuso su relación con Ameal. Hoy, se puede de-

Para entender la interna de Boca hay que pensar en Macri. En lo que dejó el ingeniero y en la influencia que aún tiene en la política interna del club.

cir, es una persona cercana al presidente y trabaja para la continuidad del proyecto Ameal, aún cuando no se sabe si el actual presidente se volverá a presentar como candidato en 2011. Hay otros personajes que también juegan en la interna del club. Por ejemplo, Marcelo London, quien tenía un papel secundario pero que creció de la mano de su buena relación con Bianchi. Tan buena es la relación que todavía mantiene con el ex manager que anda vociferando a los cuatro vientos que Bianchi asumirá como DT después del Mundial. ¿Es cierto? Gente muy cercana al ex entrenador dice que Bianchi no va a dirigir más en la Argentina, salvo que Vélez esté cerca de irse al descenso, algo que hoy suena bastante lejano. Nunca hay que decir nunca, por supuesto, pero el ex manager está mucho más feliz en su rol de abuelo de Mateo y, dicen, quedó asqueado por la política interna del club. Pero volvamos a Crespi, quien parece ser la figurita difícil de este álbum boquense. Dicen sus más cercanos colaboradores que está preparando su candidatura para el 2011 y que tiene medios (plata) e influencias para llegar. Sus detractores no le dan siquiera posibilidades mínimas de arrimarse. Uno de sus aliados era el ex jugador Horacio Cholo Palmieri, quien cobró importancia con la llegada de Basile a Boca. Dicen que la sociedad Crespi-Palmieri era la que le hacía frente a la de Bianchi-London, mientras que el presidente Ameal era un privilegiado observador de las internas. Obsérvese que dijimos que Palmieri “era” aliado de Crespi cuando estaba Basile, porque tal relación está resquebrajada en la actualidad. Ameal, quien será dubitativo pero no boludo, quebró esa alianza y hoy tiene una buena relación con Palmieri. Resumiendo. En este año de Basile y Bianchi en Boca se produjeron alianzas y


reacomodamientos varios. Y Crespi y London parecen ser lo más perjudicados por el nuevo status quo, ya que Ameal avanza a paso lento pero con firmeza para transformar situaciones complicadas en favorables, aunque hace más concesiones de las esperadas. No al cohete tiene como consejero al diputado Carlos Kunkel, quien imagina que en Boca también se juega la interna nacional. No nos olvidemos que Macri, todavía tiene su gente en el club, la que le informa y le pasa datos de cómo está la cosa. Y que, de vez en cuando, lanza una que otra frase filosa para quedar posicionado en la interna del club. No vaya a ser que las cosas en la política no le vayan como espera y que como plan B deba volver al redil con la cola entre las patas. ¿Quiénes son hombres de Macri? El tesorero Daniel Angelici es un incondicional. Fue uno de los tantos que, por lo bajo, cuestionaba el salario de Bianchi como manager. Más allá de las influencias de Mauricio I sobre él, es una persona respetada. Otro, aunque de perfil bajo, es Rómulo Zemborain, que pertenece a la Agrupación Dale Boca, que preside Macri. Ameal nombró a Zemborain secretario (antes se encargaba del fútbol amateur) luego de la renuncia de Oscar Vicente, otro delfín de Macri. El cargo de secretario es clave en la estructura interna, ya que es el dirigente que debe firmar los papeles del club. El nombramiento de Zemborain fue un guiño de Ameal para los macristas. El ingeniero Matías Ahumada (vocal titular) también pertenece a la agrupación de Macri y, aunque no tiene peso en las opiniones futbolísticas, se encarga junto a Beraldi de la remodelación del estadio, el diálogo con los vecinos, la compra de los terrenos… ¿Se debe leer que Ameal está siendo acorralado por los macristas? Es una lectura simplista, porque él es quien los

Beraldi paradito. Ameal sigue una práctica.

nombra y nadie lo obliga a hacerlo. Pero sí se puede decir que, después de una pseudo-ofensiva para limpiar al club de herederos de Mauricio I (especialmente llevada adelante por Pompilio), Ameal retrocedió y hoy está más influenciado que antes. De hecho, varios cargos gerenciales todavía están ocupados por gente del riñón de Macri. ¿Qué es lo que se viene en Boca frente a todo este panorama? Suena muy fuerte que, salvo a Riquelme y Battaglia, no se le renovará el contrato al resto de los veteranos. Palermo e Ibarra, tras la salida de Abbondanzieri al Inter, son los próximos que dejarían el club. Mucho dependerá también en el futuro de lo que pase con la administración que lleva adelante del equipo Abel Alves. Si el DT tiene éxito, conseguirá una extensión de contrato como le pasó al Chino Benítez después de ganar la Copa Sudamericana. Si le va mal, el panorama cambia. Ya que una cosa sería contratar a Cagna como DT (se lleva bien con Riquelme) y otra muy diferente traer a Guillermo Barros Schelotto, si es que decide dejar el fútbol como tanto lo desean lo

cercanos a la política interna del club. El mundo Boca, como se ve, está cercado por discusiones y peleas intestinas. Y Ameal, más allá de sus buenas intenciones, es el responsable ya que lleva adelante una presidencia demasiado errática y con autoridad resquebrajada. Es rigurosamente cierto que al presidente no se les escapan las tortugas, pero también es verdad que su puesto es jaqueado no sólo por los que están debajo de él sino también por muchos dirigentes cercanos. Y así llegamos a la conclusión esperable. Si siempre se dice que para ser campeón es necesaria la compenetración de hinchas, dirigentes, cuerpo técnico y jugadores, Boca va por mal camino. Sus dirigentes son una hoguera de vanidades. El técnico saca y pone jugadores y abre permanentes frentes de conflicto. Y el plantel sigue dividido por la ya histórica pelea entre los que están con Palermo y los que siguen a Riquelme. Con este panorama, y más allá de que este Clausura 2010 parece servido en bandeja para los grandes (ninguno juega la Copa Libertadores), no hay un porvenir demasiado venturoso.

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EL IMPERIO ROMÁN

Feo, sucio y malo

Riquelme tiene la exótica virtud de quedar siempre como el peor de la vereda. Hasta parece que Palermo fuera mejor jugador que él. Por CHRISTIAN COLONNA

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uele haber grandes discusiones con Caravario sobre Riquelme y Palermo. A él no le gusta Román y banca a Martín. Paradójicamente, Caravario es un nueve elegante, que sabe jugar, que puede retrasarse para buscar la pelota y hasta es capaz de eludir en fila a los defensores que se le aparezcan. O sea: nada que ver con Palermo. Y si alguna vez tuviera la suerte de jugar con Riquelme, aunque él no lo elegiría jamás en el pan y queso (vaya paradoja, Riquelme sí lo elegiría a él), se cansaría de recibir pelotas servidas para el gol. Pero bueno, gustos son gustos. Tampoco le gustan las películas de Tarantino. ¿No es raro que Palermo sea indiscutible y Riquelme sí? El problema es que los números son demasiado importantes. Y está bien. Pero tienen que ser importantes para las matemáticas, las estadísticas, la arquitectura, etcétera. No para el fútbol. O, al menos, no para evaluar jugadores. ¿Palermo es bueno porque metió trece mil goles? Parece que sí. Por ejemplo: el gol que le convirtió a Perú con la Selección fue su visado para Sudáfrica. ¡¡¡Palermo ya tiene un lugar asegurado en la lista!!! Vale, fue un

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gol decisivo, agónico, que le devolvió el aire al cuerpo técnico y a todo el establishment futbolero. Porque, aunque el equipo no mostrara nunca un plan, ¿quién se imaginaba que podía quedar afuera del Mundial con el mejor jugador del mundo en la cancha y el ex mejor jugador del mundo en el banco? Pero, ¿alcanza ese gol para ganarse una camiseta? ¿Es más fácil encontrar un goleador como Palermo, cuyo mayor mérito es saber ubicarse, estar donde debe estar, que a un jugador como Riquelme? Para encontrar otro Riquelme habría que rastrear en ligas que poco se conocen o rastrillar todas las inferiores de los equipos del mundo. No hay un jugador que haga lo que hace Riquelme. No hay un futbolista así de lento pero con el mapa de la cancha tan metido en la cabeza. Riquelme piensa su movimiento imaginando también el tercer y cuarto pase de esa jugada que él inicia. El problema que tiene es que es tan bueno que a veces no concibe que algún compañero no pueda devolverle un pase sencillo. O que su orgullo está tan arriba que no permite una crítica pública de Maradona, a quien inmediatamente acusa de tener otros códigos. Y como Riquelme puede darse el lujo de elegir, juega donde es feliz (aunque cuando lo es se olvida de avisarle a su cara para que lo demuestre). Y la Selección, salvo que Verón pueda mantener este nivel, afrontará el Mundial sin un jefe de equipo. Porque Messi no lo es y porque sería mucho peor que a Mascherano pretendan darle funciones para las que no está preparado. Palermo ya es el máximo goleador de la historia de Boca, pero Riquelme será el mejor jugador de principios de este siglo. La parte que, por suerte, pudimos disfrutar. Y la que se dan el lujo de disfrutar los imparciales, siempre y cuando Riquelme no juegue en contra de ellos. Palermo, aunque le reconozcan los números, genera burla en esos imparciales. Y queda como el chico bueno. ¿Acaso no es Riquelme el insoportable y el que genera que Boca no sea “un grupo unido? ¿Se habrá enterado Palermo de que uno de los hermanos de Román estaría pensando en ponerle su nombre a su perro? Y después dicen que Riquelme es malo. Si fuera bueno, qué les quedaría a los demás...


¿Cuánto dura el sueño del pibe?

Abel Alves llegó al lugar que quería: ser el técnico de Boca. Sin embargo, el plantel ya le bajó el pulgar por meterse con los históricos. Por MARTÍN NAMRAE

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l pibe apareció en Casa Amarilla con las manos en los bolsillos, desidioso, a tranco cansino. En la cancha principal del predio ya se contaban 21 cabezas. Sólo faltaba él. “¿Nene, qué hacés en pantalones largos? ¿Tenés ganas de jugar? Andá a cambiarte porque si no, no entrenás. Esto es Boca”, escuchó. El pibe, ilustrativo pibe que nos ayuda a descubrir al personaje, es apenas un botón de muestra que nos permite dimensionar quién es el técnico que decide por la mitad más uno del país. Estamos, ante todo, frente a un tipo de personalidad. Personalidad, ese atributo tan buscado en el fútbol Siglo XXI, es lo primero que resalta del ADN de Abel Alves, el hombre que eligió (o el primero que había a mano luego de la negativa de Guillermo Barros Schelotto para asumir inmediatamente después del adiós del Coco Basile) la Comisión Directiva para conducir a un plantel golpeado, con notorias diferencias internas, en un semestre en el que no habrá participación copera y en el que la obtención del trofeo local se torna una obligación impostergable. A los 52 años, este canterano que a los 16 ya corría por la Bombonera y que como entrenador había pasado por dos interinatos, ostentaba un currículum interesante en las fuerzas básicas del Necaxa mexicano y venía de una experiencia positiva con la Reserva de Boca, recibió la propuesta más importante de su vida. La idea inicial era que fuese el ejecutor de las órdenes de Carlos Bianchi. Algo así como aquellos de “Cámpora al gobierno y Perón al poder”. Pero la salida del Virrey lo llevó a cargar solito con la responsabilidad. Y, entre decisiones, discusiones y algunos temblores, ahí anda. Y camina. Amante de la mística boquense, de la garra y del “Boca, Boca, Boca, huevo, huevo, huevo”, también realza la estética con su gusto por Menotti y Cappa. Y se reconoce admirador de Jorge Griffa. Piensa que para jugar en Boca hay que saber lo que es Boca. Él se jacta de eso. De ser un tipo del riñón. Aunque a veces la coyuntura lo sobrepase. Su carácter y su coraje para excluir a históricos como Abbondanzieri e Ibarra le jugaron en contra en su relación con un grupo que de dócil no tiene nada y que ya le bajó el pulgar. Sus gestos ampulosos en los entrenamientos, su manera de expresarse, los retos a la vista de todos, irritan. Y por si fuera poco, hay algunos miembros de la CD que lo consideran un títere de los directivos que cortan el bacalao. Encima, en su casa tampoco la tiene fácil.

Su esposa Beatriz no lo espera con las milanesas listas. Le pregunta, lo aconseja, opina, se mete… Hace algunos meses ella misma se comunicó con una radio partidaria para defender a su marido. Su relación con la prensa es su otro lunar. Anclado aún en los setentosos años en los que jugaba, parece no haber comprendido la dinámica actual, la proliferación de medios, el auge de la información deportiva, el decir “a” en Constitución y que se escuche en Australia. Los jugadores le critican el tono de sus declaraciones y los dirigentes ya le pidieron que evite tanta exposición. Es más, contrataron a una persona que le organiza sus apariciones públicas. El confesó que jamás hubiese imaginado que tendría alguien que le manejara la agenda. Hasta hace un tiempo, de hecho, era frecuente su contacto con periodistas para pedirle la formación de la Reserva del rival de turno. Ahora, llama a esos mismos periodistas, pero para preguntarles cómo van a marcar a Riquelme el domingo. Lo que sí le quitó la imponente Primera de Boca es el sueño. Cada vez duerme menos, el Chueco. O será que su sueño ya está cumplido.

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“Que me paguen derechos de autor por lo del cabaret” Doce años después de la célebre frase “Boca es un cabaret”, Un Caño fue a buscar a Diego Latorre, hoy fino analista periodístico, para que nos cuente cómo ve a Riquelme y compañía. Y fue clarito: “un equipo deprimido, de mitad de tabla”. Eso sí, dice que ya no es tan ingeniosa aquella frasecita y pide que inventen otra. O... Por NINO SEGURA Fotos FABIÁN MAURI

“Esto parece un cabaret y no un equipo de fútbol. Cada vez que perdemos, hay declaraciones en contra de unos y otros. Esto está fuera de lugar, caímos bajo”. A Diego Latorre la palabra le salió sin querer. Y hoy, 12 años después, se reprocha por no haber dicho “quilombo” o “chusmerío”. Pero el contenido de lo que buscaba definir no permitía mejor sustantivo para sintetizar lo que pasaba dentro de aquel vestuario, que tenía nenes como Caniggia, Fabbri, el Bambino Veira, Guillermo Barros Schelotto, un Palermo de pelo camaleónico pero sin tanta ascendencia y un Abbondancieri sin zeta pero ya enredado en los pleitos; de hecho, Latorre acuñó aquella frase luego de que el Pato le reprochara su visita a un programa televisivo cuando Boca soportaba otro fracaso en la incipiente gestión de Mauricio Macri, en la época del previrreinato. Aquel Boca del todos contra todos se parece bastante a éste que se desmorona. Y es Latorre un mojón para tratar de orientarse en este desconcertante momento, desde el doble prisma que ofrece: autor de una de las frases más repetidas de los últimos años y sesudo analista de fútbol. Su nuevo rol lo ejerce como panelista de La última palabra, donde resiste con criterio el pragmatismo que impera en el programa de Fernando Niembro y defiende una posición

más amiga del juego, y como comentarista en las transmisiones de Fox Sports. ¿Qué jugadores te gusta ver? Messi, Riquelme, Xavi, Fabregas... Eligió cuatro que no necesitan presentación. Y hay uno, el 10 de Boca, que tiene hoy tantos detractores como el mosquito Aedes aegypti. Y Latorre lo defiende, desde el juego, lo que mejor ve el otrora Gambetita. ¿Admirás a Riquelme? Sí. ¿Y cómo sostenés su defensa en este momento suyo? No es incómodo para nada. No soy el abogado de nadie, sólo me gusta verlo jugar. Tiene quince años de carrera. Pero hoy se le tiene que pegar a Riquelme. Y el futbolista es el resultado del entorno que tiene. No hay ocho jugadores que conviven dentro de uno, no hay un Riquelme que antes jugaba bien y ahora juega mal porque se olvidó. Sucede que Boca está en una reestructuración y que hay jugadores que no están en su mejor rendimiento. Hay chicos que se están acoplando... No es fácil armar un equipo de fútbol y menos es repetir lo que hizo Boca en los últimos diez años. Hay que aceptar con más grandeza la transición hacia el éxito y la derrota. El éxito es volátil, se va moviendo, lo que hizo Boca en los últimos

doce años no se puede creer, y me hubiera encantado estar en ese momento. Y claro: las exigencias son más altas, uno cree que va a durar para siempre. Y para la derrota también hay que tener grandeza. ¿Y Boca no la tiene? Boca no tiene tolerancia. No entiende que en el fútbol hay que respetar estas sangrías que suelen darse y asumirlas con naturalidad. Desde la prensa se va a buscar la espectacularidad, pero yo como cabeza de grupo, como dirigente, tengo que saber cómo se mueve el fútbol, cómo los años van haciendo que un equipo se vaya deprimiendo. Alguna vez dijiste que Macri tuvo más responsabilidad que Bianchi en los éxitos recientes de Boca. ¿Que a Bianchi le haya ido mal como manager sostiene tu teoría? Cuando llegó a Boca, Macri tomó alguna decisión equivocada y fue haciendo el curso de presidente en funciones. Todos vamos haciendo cursos. El lo hizo, acertó con la contratación de Bianchi, puso una política interna estricta... ¿Vos le diste una mano en eso? ¿Por qué? Porque uno de los primeros grandes barullos que tuvo fue el del cabaret. Ah, sí, pero Mauricio ya venía de antes y venía tomando decisiones, me gustaba cómo ejercía. Aprendió, contrató a

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Bianchi y lograron una época de esplendor. Y lo de Bianchi como manager... La figura de Bianchi como técnico es muy fuerte y cualquier traspié le mete mucha presión al entrenador que esté. Si a eso le sumamos que tuvo una manera muy especial de manejarse, y que el presidente dijo que lo ponía porque no sabía nada de fútbol... En Boca, cuando no se dan los resultados, todo está mal, y viceversa. Y sabemos que no es así, que no sólo sirve correr detrás de los resultados. Pero claro que lo de Bianchi fue un traspié. ¿Alrededor de cuál de las figuras de Boca harías la reestructuración? De todas. No descarto a ninguna. Un equipo de fútbol no se arma alrededor de un jugador. Esa es una falsa idea que hay de un equipo de fútbol -ahí rompe el sobrecito de edulcorante, convierte cada trocito de papel en un jugador y explica-. Yo tengo a éste que me corre, a éste que me tira centros, a éste que me hace goles, a éste que me defiende; y ahí el equipo se empieza a segmentar. Así, Riquelme tiene que crear y el otro tiene que hacer goles. Sus funciones originales son ésas, pero nadie puede ejercer una función sin la colaboración de sus compañeros. Riquelme no es el único responsable de recibir la pelota y crear algo. No debe serlo. El fútbol es un juego de participación, para todo. El 2 tiene que defender y si la tira a la tribuna no está mal; y el 10 tiene que meter pases de gol y se le exige, además, que se tire a los pies, porque de lo contrario es frío. Pero en junio se vencen varios contratos y se discute mucho la continuidad de Riquelme. Vos, como está hoy, ¿a Riquelme le renovás? ¿Hay uno mejor? Decime vos. No. ¿Sos fundamentalista de Riquelme? No, sólo me parece que Riquelme es uno de los mejores jugadores que

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hay. No soy fundamentalista de nadie. Y Riquelme va a dejar de ser fundamental cuando aparezca otro que haga lo que él hace. Y no lo veo. Además, ¿qué es lo bueno que hace algún jugador de Boca hoy? ¿Qué pasa en Boca dentro de la cancha para potenciar a Riquelme? En un plantel, ¿los problemas nacen del vestuario y van a la cancha o es al revés? En los jugadores de este caliber, en la cancha los problemas de vestuario no influyen. Boca no juega mal porque haya dos grupos; juega mal porque no tiene un buen equipo. Es tentador decirle a la gente que tiene un buen equipo para después destrozarlo. Boca tiene un equipo de mitad de tabla, con jugadores muy desbalanceados. Te aclaro lo de la mitad de tabla, porque tal vez lo ponés como título: tiene jugadores que hay que esperarlos, algunos que recién llegaron y otros que se están yendo. Boca tiene un equipo más o menos, no porque sus jugadores sean más o menos, sino porque hay plazos. Los que tengan que ir reemplazando a estos monstruos, como Ibarra o Palermo, deben tener tiempo. Así, tiene un equipo para pelear el campeonato sólo si entra en una buena racha, pero no lo veo mejor que Vélez, que Estudiantes, que Independiente. Sucede que hay que elegir jugadores, saber a qué quiere jugar el equipo, para qué los elegís. Es complejo eso. Ahora si empezás a comprar jugadores antes de saber a qué va a jugar el equipo, ahí la estamos cagando. Es lo que pasa a veces con el proyecto de Selección: primero convoco un jugador y después veo si va. No es así. Primero la idea madre y luego vamos sumando los jugadores. Ya que hablaste de la Selección, ¿qué nos espera para Sudáfrica? Es inesperado. No se te nota optimista.

En 2010 estamos como debíamos estar a finales de 2006, estamos tres años atrasados, en una época de decisiones, no se armó el equipo... Tal vez Maradona no tenga tanta responsabilidad porque él heredó el equipo de Basile, pero ahora deberíamos saber todos los nombres, a qué juega el equipo, qué estilo se le va a dar y todo ese verso. Pero un Mundial son siete partidos, y si ganás el primero de casualidad, el equipo empieza a creer y el fútbol está impulsado por las sensaciones. Y si el equipo se empieza a sentir bien... Hay que ver cuáles son los argumentos de Diego, porque fue muy cambiante. La táctica es mucho menos importante que la estrategia. El orden es necesario, pero el orden puede darse de otra manera. Y un técnico que usó cien jugadores, ¿estratégicamente está perdido? El sabe para qué los quiere. Si está buscando tres o cuatro para completar la lista definitiva o si está tirando manotazos de ahogado porque no tiene 2 ni 6, ni 4, ni 8. ¿Y como analista de fútbol qué ves? Veo desorientación. Ojalá me equivoque. No es muy grave todavía, faltan tres meses, pero ya tendría que ir perfilando el equipo, tener la forma de jugar en la cabeza, saber qué va a hacer, qué busca, después ir variando según el partido o los rivales, pero el concepto general ya tiene que estar. De lo contrario, hablaría mal de él. Luego de analizar a terceros, el analista elogia al ex futbolista. ¿Cuándo jugabas te sentías un buen jugador? Sí. Latorre fue dueño de una cintura impredecible, un gambeteador arrogante, a veces autosuficiente al extremo del egoísmo, pero implacable en el área. Y en su época de jugador se lo miró de reojo porque había surgido de un country, porque se relacionó con la alta sociedad (fue novio de Zulemita Menem, por caso) y porque solía decir o hacer lo que sentía. Así alguna vez, con la


camiseta de Racing, se tapó la nariz cuando los hinchas de Boca no le perdonaron su paso a la Academia y lo insultaron. Sin embargo ahora el ex futbolista no califica al analista. ¿Y hoy te sentís bueno en lo que hacés? Uno de los motivos por los cuales voy a terapia es porque no quiero auto- evaluarme. No digo algo pensando en cómo quedará. Soy muy culposo, la vida me ha transferido mucha culpa por cosas que he vivido, nada grave sino boludeces. Y en terapia trato de trabajar para ser yo, sin importar si a los demás les parece bien lo que estoy haciendo. Tengo la responsabilidad de no decir cualquier cosa, claro. ¿Ya dejaste de ser un ex futbolista al comentar un partido? Me cuesta traer los recuerdos de lo que hice. Si bien trato de sacar rédito de mi carrera, me pone incómodo cuando un compañero de laburo se remite a un gol que hice o me pregunta desde el costado del futbolista. A la gente le interesa lo que pasó ayer, no lo que pasó hace diez años. Cuando comento un partido, me pongo en la piel del que me está escuchando, y trato de entender qué quiere de mí: que el futbolista hable desde el análisis y no desde los recuerdos, porque de lo contrario me parece patético. ¿Te sentiste alguna vez en La ultima palabra rodeado de técnicos que iban a venderse? No me pareció. Ojo, sí creo que la televisión es imagen, te pone en el centro de la escena y es obvio que alguno lo habrá hecho. También tené en cuenta que hay periodistas que a veces tiran frases efectistas para demostrarle a la gente que saben mucho de fútbol, y sin embargo no tienen un trasfondo. Todos nos vendemos según el objetivo que busquemos. Desde adentro, ¿cambió tu visión de la prensa respecto de la que tenías cuando eras futbolista? No mucho. Lo peor que puede pasar es que el deportista, al haber tanto manejo

de información irreal, cuentos, le termine teniendo miedo al periodista. Y poniéndose a la defensiva. Un jugador ve que es un probable revelador de cierta data, que se le acerca por conveniencia. Y la prensa tiene a muchos jugadores por ignorantes y no los respeta. Hay de todo… Trato de abstraerme de todo eso, es un medio en la que hay muchas cosas que no comparto, pero no soy juez para andar juzgando. ¿Qué no te gusta? Veo muy pocos programas profundos del fútbol, hay mucho análisis superficial. Y eso es lo más peligroso: un jugador

elude a cuatro tipos y ya es un crack; Riquelme no corre tanto y es lento, cuando todos sabemos que no es así. Pero es mejor darle controversias a la gente. Yo lucho para que no sea así, para que mis contenidos sean sólo de fútbol. ¿Te sentís cómodo en el contraste de tu forma de ver el fútbol con el resultadismo de Niembro? En la antítesis podemos no coincidir en los argumentos, pero hay total libertad de opinión. Y el contraste está bueno, porque se analiza el fútbol desde casi los extremos. Yo no soy tan idealista ni él tan rotundo, el tiempo nos va moldeando. Conmigo tie-

Bati y Gambetita en el boom pre-cabaret.

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ne amplitud, no quiero decir que lo repita en otros ordenes de la vida, pero a mí no me anula intelectualmente. Trato de no ser obsecuente con nadie y tengo mi opinion, independientemente de la del resto. ¿Qué disfrutás de esta tarea? Yo me emociono mucho mirando un partido de fútbol, muchas veces me tengo que contener cuando veo una jugada genial. Los jugadores me enseñan mucho para comentar, les robo cosas a ellos, los veo, o lo sé porque alguna vez lo hice o me faltó hacerlo a mí. Cómo amaga, cómo se desmarca, cómo finge un pase. Hay jugadores que son capaces de inventar un concepto. ¿Te exponés a que te tilden de sanatero diciendo que te emociona ver fútbol? Hay mucha gente que vive del fútbol, que lucra con el fútbol y no le gusta. Eso es sanata. Yo lo mamé de chico, desde los cinco años juego al fútbol, crecí con la pelota en la mano. Hay otros que miran partidos porque tienen frustraciones o agarran el micrófono y dicen cualquier cosa, incluso los ex jugadores. Yo amo el fútbol, me gusta el juego, como también me gusta el tenis. No me interesa que me digan sanatero. Diego Bonadeo, que te pone de su lado en la forma de ver el juego y te elogia, contó que Niembro te gritó a vos el gol de Moralez a Huracán en la definición del Clausura 2009. ¿Fue así? No me lo gritó a mí. Agradezco los elogios de Bonadeo, pero no fue tan así. ¿Pero lo gritó? No sé cómo fue. No sé si gritó por el árbitro, porque fue una jugada muy controvertida, Sucede que yo estoy muy identificado con Cappa. Es, para mí, el tipo que más sabe de fútbol acá. Sabe de cosas que los demás ignoran por completo, que son las que les sirven al futbolista. Los conceptos que te agrega, y no que el 4 cierra atrás del 2 o el 3 atrás del 6. Eso lo sabe cualquiera. El, desde su mirada y su observación, te va corrigiendo concep-

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tos en base a tu propia capacidad. Es mi maestro, un tipo que me enseñó muchas cosas jugando al fútbol y al que quiero como un segundo padre. ¿Lo querrías en la mesa del programa? ¡Si! Hay pocos tipos a los que admiro intelectualmente; uno de ellos es Cappa. ¿Qué hacés cuando el Bambino Pons canta en los goles en las transmisiones? Me quedo callado. Lo escucho. ¿Cuál fue tu reacción la primera vez que lo escuchaste cantar? Yo lo conocía, me parece un tipo divertido, y trato de abstraerme de eso. El

tiene su sello, impuso una norma de laburo que lo acercó a la gente. Y no soy quien para andar juzgando. Supongo que ya le dijiste que canta mal. Él lo sabe, pero se ríe de eso y lo hace ameno. El sabe que no canta bien, pero lo hace divertido. Con todo esto que hablamos, ¿elegís el cabaret del fútbol o el cabaret de los medios? Ninguno de los dos. Esa frase ya tiene doce años, me salió esa palabra pero ya no es ingenioso repetirla. Que busquen otra, o que me paguen derechos de autor.


PICADO

¿Qué tal tu viejo?

Aunque construyó su propia carrera, Darren Ferguson tuvo que vivir siempre a la sombra de Sir Alex. Y lo admite resignado: “ninguna entrevista que me hagan llegará a su fin sin que pregunten por mi padre”. Por PEDRO NESTA

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urbulento año debe haber sido aquél de 1986 para la familia Ferguson, atropellada ya por la presurosa germinación de un padre técnico de fútbol, exitoso desde su prehistoria (no vaya a creer que el hombre nació en Old Trafford), repentina e inevitablemente a cargo de la selección de Escocia para el Mundial de México, consecuencia, claro está, de la muerte del coach Jock Stein durante la etapa final de clasificación. Sin embargo, desde el bochorno azteca, la única celebración que supo sacudir a la gélida Aberdeen, donde vivían los Ferguson, fue esa mano endiosada y aquellas piernas diabólicas, la eliminación inglesa en definitiva. Ningún triunfo propio se pudo festejar en tierras de William Wallace y la despedida de la Copa fue tan pronta como esperada. Pero qué va, si ésta es apenas una anécdota, si éste es apenas el inicio de una aventura hecha, irremediablemente, en el nombre del padre. Y una sombra ya pronto serás, querido Darren... Darren es uno de los tres hijos de Sir Alex. El del medio. El único que siempre demostró una fuerte atracción hacia la pelota. Quizá por eso, su papá sintió que debía comunicarle de una manera especial la decisión que cambiaría sus vidas. Cierta noche de aquel 1986 irrumpió en su habitación y le dijo: “me llamaron del Manchester United y espero que lo entiendas... Estaría mal de la cabeza si no aceptara”. No hubo mucho más para decir, y todos conocen muy bien lo que vendría después. “Yo tenía 14 años en ese momento, y sabía que él ya había rechazado varias ofertas interesantes pero ésta era realmente imposible; y eso que a mí no me gustaba demasiado. Es que yo hinchaba por el Arsenal”, confiesa Darren. Pero Darren siguió a su padre, incluso aún hoy sigue el camino de su padre. Se convirtió en futbolista, modesto aunque afinado volante que llegó a jugar en los Diablos Rojos y fue campeón de la Premier League 1992-93 bajo las órdenes del viejo. Se puede pensar, por qué no, en un caso más de nepotismo, pero que a Darren, en realidad, le resultó poco grato. “En algunas oportunidades notaba que salía del equipo sin razones e, incluso, me llegaron a molestar ciertas actitudes de mi padre durante las charlas técnicas: ‘hoy Darren queda afuera y sé que mi esposa me matará’, decía, además de otras cosas por el estilo”. Obviamente, este tipo de vínculo no podía ser sanamente duradero. Entonces Darren pasó al Wolverhampton, se fue al Sparta Rotterdam, luego al Wrexham y en enero de 2007 casi que se encontró siendo player-manager del Peterborough. Sí,

meses antes de que el Señor de los Banquillos conquistara su segunda Champions League, su hijo también ya era un técnico. Y sin beneficios. Un entrenador entrenado. Hábil y diplomático en cada una de sus respuestas. “Yo sé que ninguna de las entrevistas que me hagan llegará a su fin sin que pregunten por mi padre. Eso lo aprendí en el curso de entrenador que hice: había simulacros de reportajes en los que preguntaban todo el tiempo por mi papá, tanto que una vez me harté y enseguida me alertaron: ‘esto te va a pasar el resto de tu carrera’. Y así es”. Darren heredó otro tipo de cosas de su padre. Al Peterborough lo ascendió en dos temporadas consecutivas, sus primeras completas como DT. Lo movió de la League Two a la Championship. Ahora dirige al Preston, un equipo que intentará entrar, ya sin muchas chances por cierto, a los play offs de cara a la Premier. Igual, Darren, a sus 38 años, ya aprendió lo mejor de su padre. “En mi oficina siempre tengo una botella de buen vino. Yo no soy de beber mucho, pero desde chiquito sé que después de cada partido hay que tomarse una copita del mejor tinto”. Así te queremos. ¡Salú!

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Canciones de fútbol

¿Qué tienen para decir las canciones de fútbol? ¿Qué imágenes o historias nos pueden transmitir su letra y música? El director de Excursiones se ocupa del tema con una precisión casi obsesiva. Por EZEQUIEL ACUÑA Fotos MATÍAS CORRAL y NORA LEZANO

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n el rock nacional las letras que aparecieron ligadas al fútbol, casi siempre, tuvieron a Diego Maradona como protagonista. Andrés Calamaro y su Maradona, Los Piojos, con su propia Maradó, o Los Cafres, con su épica Robin Hood, dedicada al Capitán Pelusa (“Pelusa, no sé que quieren de vos…”). También tuvieron su lugar algunos equipos locales: Ataque 77 con Sola en la cancha (el tribunero “Dale Bo… Dale

Bo… Dale Bo…); Ignacio Copani pidiendo disculpas al Pelado Díaz, por entonces inexperto DT millonario, en el bolero Perdón Ramón, o Lalo de los Santos santificando a Aldo Pedro Poy, de Rosario Central, en Vuela Aldo, vuela, por su histórica palomita. Las letras carecen de sutilezas. Más allá de algunas imágenes lisérgicas como las del Estadio Azteca de, nuevamente, Andrés Calamaro, el surrealismo spinet-

El trio Fútbol, “Más Bambino que nunca” y “Elio 32 UN CAÑO | MARZO 2010

Rossi” son algunos de sus hits.

tiano de Invisible al Pelé blanco de River en El anillo del capitán Beto (“Ahí va el capitán Beto por el espacio…”) o el absurdo en plan extremo de Alfredo Casero en Durmiendo con Suñé (dedicada al Chapa Rubén Suñé, de Boca (“Parecés un bombero con casco amarillo…”), la mayoría son previsibles, obvias, y hasta incluso inocentes. En la parte under del rock, apareció una banda anti–fútbol que justamente se llama Fútbol, un trío experimental de rock progresivo con discos de nombre disparatados como Más bambino que nunca (incluye la canción Elio Rossi) o Papá se fue a Japón (dedicada al Boca viajero, al más ganador). ¿Qué pasó con el rock ibérico? Sí, leyeron bien, el rock español. Aclaremos, nada de abanicos, ni mecanos, ni héroes del silencio, ni burros amarrados a la puerta del baile. El rock español se animó a ser más fresco y más libre al retratar ciertas figuras y temas populares. Por eso Astrud, en plan gay, sorprendió con Soy futbolista; los valencianos de La Habitación Roja anticiparon su propio apocalipsis copero en Nunca ganaremos el Mundial o los propios Deneuve titularon un disco El codazo de Tazotti, con la misma frustración por ser eliminados injustamente en la copa del mundo USA


‘94 (recordar el tremendo codazo del central italiano a Luis Enrique). Pero fueron justamente Fernando Alfaro, Sergio Vinadé, Fran Fernández o J de los Planetas, importantes compositores y letristas, los que se encargaron de darle un poco más de sabor al mundo del fútbol, al aventurarse a escribir su experiencia autobiográfica. Entre esos compositores, Alfaro con su banda Los Alienistas, recordaba parte de su niñez con “problemas de sueño” (“y es el amor el que me enredó, no fui yo quien eligió, como mi equipo de futbol de niño me eligió…”); La Granja, banda de Mallorca, le dedica una canción a Samuel Eto´o (Eto’o su jugador favorito, con simple incluido, donde se ve a una mujer con un balón y detrás, al goleador camerunés), y Sergio Vinadé, con su banda Tachenko, se anima con 86 en el disco Las jugadas imposibles (“Entrenabas con la Holanda de Cruyff, pero nunca te tocó definir; Kempes, díselo: todo terminó y el balón es para mí…”). Pero sin dudas, las historias más interesantes aparecieron por el lado de Los Planetas y La Costa Brava. La primera, liderada por J, retrató en Un buen día la cotidianeidad que puede tener el fútbol en un día común y corriente, luego de la sombra de una separación (leer el Marca, ver un gol de Mendieta, enterarse que se ha lesionado el Niñato). El simple de Un buen día también tenía una pelota en su portada. Y hay más canciones de los granadinos ligadas al fútbol: El artista madridista o La copa de Europa. Por el lado de La Costa Brava, la banda de Zaragoza le dio un color –entre farandulero y romántico– a un triángulo integrado por el autor de la canción, Fran Fernandez,

La banda catalana Love Of Lesbian y su estética ligada al balonpié.

la modelo Vania Millan y Ronaldo. La canción se llama El cumpleaños de Ronaldo y es una historia que mezcla ficción y realidad. Teniendo en cuenta que el fútbol puede unir a un habitante de Alaska con otro de Florencio Varela, dejando de lado los idiomas y las pronunciaciones deficientes, la presencia de Maradona -sí, otra vez Maradona- parece tener un lugar eterno en la alacena de nuestra casa, quiérase o no. Así, la canción Pequeño, de los ascendentes Pumuky, donde el crecimiento musical de la canción invita a Víctor Hugo Morales (ningún relator del pueblo, por favor) a volver al flashback más conocido y diario de nuestros días, a la imagen que se repite hasta el cansancio en la cabeza de los ingleses, a la que está incrustada en los ojos brillosos de los argentinos y en la sorpresa, con la boca abierta, de todo el planeta. Como dice la letra, con relato de fondo del uruguayo, estamos obligados a ver al pequeño que gira entre tanta inmensidad.

EL CUMPLEAÑOS DE RONALDO (LA COSTA BRAVA) Te vi llorar en el cumpleaños de Ronaldo. Pareces perdida, no puedes, no, disimularlo. Menudo error, te las prometías tan felices, y en vez de recibirlos, tendrás que devolver regalos. Conténtate con ser feliz al lado de un buen muchacho. Adiós a los días de fiesta, a los telediarios y a las caracolas. Adiós a las ruedas de prensa, los falsos robados y las amazonas. Adiós a los trajes de baño, los viajes pagados, los sitios de moda. No habrá más copas de yate, tirar las botellas, dormir a deshoras. No llores más, la vida está bien si no te rindes. Sé que eres más fuerte que el delantero más notable. Me llamo Fran y quiero que todo el mundo se haga rico, para pasar junto a ti un verano interminable en Tarifa. Anúnciate en el periódico, podrás estar siempre a mi lado.

Andrés Ciro, Piojo fútbolero.

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Gardel, futbolero y lisérgico

Allá por el año 29, cuando el Zorzal grababa a destajo, su proverbial garganta entonó rarezas de todos los géneros. Entre ellas, un tango reo y delirante cuya letra (dramática y misógina, cómo no) está hecha con apellidos de jugadores. Por FABIÁN MAURI

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l Gardel del que todos estamos infectados y somos portadores. El que está en el (imaginario) colectivo y en el bondi. El que se proyecta en nuestra corteza cerebral cuando suenan los primeros acordes de Volver es más un reflejo del incipiente star system del Hollywood de los años 30, primeros coqueteos con la globalización, que del genuino resplandor de su atorrante, fundacional porteñidad. Estamos colonizados al punto que mansamente nos conformamos con una versión pasteurizada del Morocho del Abasto. No la cuestionamos. Carlitos, con la cara empolvada, sometido en primer plano a los caprichos de un fotógrafo amanerado, sobreactúa una emoción tortuosa y arremete con los versos que dicen “ccaricia mi ensueño, el suave murmullo de tu suspirar…”. ¿No es raro? ¿No se parece demasiado a una telenovela mala? ¿Ese muchacho es argentino (o uruguayo, vo…)? No parece. Ese Gardel de la Paramount, ese latin lover que canta los inspirados versos de Alfredo Le Pera -inspirados casi hasta la transcripción de Amado Nervo- de El día que me quieras, no es el que más nos gusta ni el que queremos reivindicar desde éstas páginas. A Gardel le gustaba el fútbol. Menos que los burros. Pero visitó al asustadizo equipo argentino para amenizar la con-

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centración de los jugadores antes de la final del Mundial de 1930 en Montevideo. Su racinguismo está documentado en la conocida anécdota del día en que fue a alentar a La Academia, ilusionado con disfrutar del juego de Pedro Ochoa, “el crack de la afición”, pero se encontró con que el wing esa tarde no jugaba. “¡Ochoíta, jugame un ratito!”, dicen que le imploró Carlitos. El hombre no pudo negarse, pasó por el vestuario y le dio el gusto al cantor. Hacia 1929, el Morocho del Abasto no daba abasto. El Zorzal, aún de cabotaje pero ya consagrado y popular, necesitaba temas. Las grabaciones eran incesantes, y las canciones no alcanzaban. Intuyo lo bien que le habría venido al Mudo un Andrés Calamaro. Además, como corres-

Resulta difícil encontrar la lógica del relato por el que desfila casi completo el equipo de Huracán campeón del 28, entre muchos otros futbolistas y hasta dos dirigentes.

ponde al arquetipo del porteño de ley, el muchacho no se hacía rogar a la hora de hacer favores, y era condescendiente con los compositores que le acercaban sus balbuceos. En ese período Gardel grabó de todo. Sin filtro. Tangos, valses, estilos, zambas, foxtrots, ¡pasodobles!... Pero, entre tanta diversidad, los versos de un tango futbolero, el objeto de estas líneas, se destacan por su lisérgica originalidad:

LARGUE ESA MUJICA Largue, Chiessa a esa Mujica por Souza y por Roncoroni y Pratto Coty Spiantoni porque Passini calor. Yo Onzari que Battilana si ha Serrato la Manchini, que si usted Reccanatini tal vez Stábile mejor. Marassi que yo Bidoglio que anda con una Peniche y aunque se Fleitas Soliche, a quién se lo va a Gondar. Qu’ el es Nobile, che Negro, nunca Settis Gainzerain si deja esa Bidegain pa’ no volver a Beccar. Tire, Cherro, esa Ferreyra, que si corre Sanguinetti


lo van a dejar Coletti en la Celta de un penal. Es inútil que Lamarque o a lo mejor la Martínez, si no valdrá que Giménez ni que se haga el Sandoval. Guarda con la Canaveri, Miranda que lo en Canaro, si de usted bate un Purcaro que es Cafferata de acción. Olvide el Carricaberry, tírese a la Bartolucci, que mejor es hacer Bucci que dárselas de Mathón. La letra de Juan Sarcione utiliza, en un juego paronomástico, los apellidos de los futbolistas destacados de esa época en reemplazo de algunas palabras del poema. Resulta difícil encontrar la lógica del relato por el que desfila casi completo el equipo de Huracán campeón del 28 (Settis, Pratto, Negro, Bartolucci, Souza, Nóbile, Stábile y Chiesa); y están también Juan Sandoval, de Quilmes, Roberto Cherro y Federico Bidoglio, de Boca Juniors, Alfredo Carricaberry, de San Lorenzo… El Mujica del título era el nueve de Ra-

cing. Y Manuel Ferreyra, de Estudiantes, Humberto Recanatini, que todavía estaba en Sportivo Barracas y se destacaría en el profesionalismo jugando para Gimnasia de La Plata, el Zoilo Canaveri, wing de Independiente. Escasean los de River. Aparecen mencionados, además, dos dirigentes: Pedro Bidegain, presidente de San Lorenzo, y Adrián Beccar Varela, presidente de la Asociación Amateur Argentina de Football. Qué pasó por la cabeza de Gardel cuando el joven Sarcione le mostró la letra es algo que nos cuesta imaginar. La debe haber cotejado con sus guitarristas. Deben haber jugado a adivinar de qué se trataba. Se divirtieron, seguro. Con prudencia se puede deducir, a grandes rasgos, que la voz del narrador es la de un hombre que aconseja a otro que deje a una mujer (“Largue esa Mujica”) por zonza y roncadora (Souza y Roncoroni), le hace notar que, si recapacita (“Recanatini”), tal vez esté (“Stábile”) mejor. Le sugiere sensatez, que no empuñe un arma (“Tire Cherro esa Ferreyra”) que si corre sangre (“Sanguinetti”) lo van a dejar loco (“Coletti”) y preso. En la última estrofa, le recuerda que es un proxeneta

(“Cafferata”) y que le conviene deshacerse de ese carro (“Carricaberry”), tal como en lunfardo se nombraba a las prostitutas entradas en años, y le sugiere que se tire a la bartola (“Bartolucci”). Que a veces es mejor ser alcahuete (“Bucci”) que dárselas de matón (“Mathon”). La traducción literal de cada uno de los versos nos resulta imposible, seguramente ahí resida parte del encanto. Es más bien un trabajo para el criptólogo Rodolfo Walsh, que al pie de la teletipo de Prensa Latina descifró los mensajes en clave de la CIA que anunciaban una invasión norteamericana a Cuba. Lo cierto es que Gardel grabó esta enigmática pieza, con música del mismo Sarcione, el 8 de agosto de 1929. Las aguerridas guitarras de Aguilar y Barbieri pulsan una cadencia arrabalera y entradora para el lucimiento del cantor, que con picardía le impregna a la letra un sentido sonoro a lo que no tiene sentido. No es difícil razonar que estos alucinados versos, contemporáneos a las vanguardias dadaístas europeas, hubieran permanecido en el olvido si el Morocho del Abasto no los hubiera interpretado. Y encima, ¡Cata Díaz Cantona Migliore! (cada día canta mejor).

Ferreyra y Seoane al frente de un conglomerado de futbollers en una delirante lámina de El Gráfico del año 32


Los quince minutos

Es algo parecido al “no te tenemos miedo” que abundaba en las pantallas hace algunos años. Ni en Mendoza ni en Tucumán causa temor la llegada de los equipos grandes. Y la Bombonera parece que ya no es la de antes. ¿Estaremos viviendo el fin de la supuesta paternidad porteña? ¿Qué pasaría con los clubes de las provincias si no existieran los promedios del Descenso? Por OSVALDO ALFREDO WEHBE

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odos los uncañeros que pasaron sus infantes años en pueblos pequeños o ciudades medianas del país recordarán las sillas dentro de la cancha para ver al equipo de la AFA que nos visitaba en las fechas patrias. El Negro Rolan me parecía el compañero de lucha de Espartaco, cuando lo miraba desde ese lugar privilegiado de la cancha. Antonio Roma era como dos tarzanes juntos y Amadeo, un galán de fotonovela con gorra y rodilleras. El equipo local era capaz de mojarle la oreja. La situación duraba quince minutos, hasta que los profesionales que salían en las figuritas y en la Goles se enojaban y hacían de cuatro a ocho goles, para tranquilidad de sus hinchas, que no iban a ir ni al colegio ni a la fábrica si el club del lugar, el de la vuelta de la esquina, le ganaba a su bandera del alma. Hay resultados históricos en cada rincón del país. Un empate contra Racing, una victoria ante Boca y hasta un baile a River. El deporte argentino tiene dos campeonatos que debieran ser la marca registrada de lo que la actividad profesional y no tanto muestren por y para siempre. La B Nacional del fútbol y la Liga Nacional de Básquetbol, no en ese orden, precisamente. Seguramente hay otros ejemplos, por suerte. De todas maneras, mientras en el básquetbol los grandes no son justamente de Capital Federal -ni se definen ahí los torneos- y en la B Nacional algunos representantes de la B Metropolitana intentan sorprender a los de tierra adentro, el fútbol de Primera se baña, de vez en cuando, en el río revuelto de la bendita paridad. De aquellos quince minutos de los amistosos del 9 de Julio, pasando por memorables triunfos del “interior” en el torneo Nacional, para los con-

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juntos inscriptos en el Registro Civil allende Buenos Aires hoy no es hazaña alguna ganarles a los grandes de AFA. Y lo que es peor para esos grandes: ya ni les tienen un cachito de miedo. Sólo la perversa e irritable tabla de promedios hace que los equipos recién ascendidos (muchos de ellos de provincias) jueguen sin soltarse aún más ante el que se les ponga adelante. Si los mendocinos o tucumanos, nombrando a los poquitos “intrusos” de hoy, tuvieran por delante un campeonato largo sin promedios, la adrenalina pasaría por jugar mucho más de acuerdo a la historia que los acompaña desde siempre. Entonces Godoy Cruz iría primero y jugaría como tal, porque hacer pie en la Primera no le llevaría el tiempo que dura un campeonato. Cuando los tucumanos se afirman en el juego de la Primera, la soga la tienen al cuello en la tabla del miedo. Si algo logró la televisión, para bien, es que la mentira sobre los cracks, las leyendas sobre los grandes equipos vestidos con las camisetas de siempre, tenga las patas muy cortas. Hoy para patear al arco de San Lorenzo o marcar al 10 de Independiente no se precisa la ayuda de Indiana Jones. Si los sanjuaninos, bahienses, santafesinos o cordobeses ascienden, ya no sentirán la piel brotada por recibir a Boca o River. Les gustará, pero sin emocionarlos. Saben que están a la par. Sólo resta que en la ferretería de la calle Viamonte alguien disponga que el palo deje de estar enjabonado. Así, la verdad estará en el verde césped, sin el obstáculo que significa no saber si es una buena o mala noticia jugar en Primera. Y los quince minutos de las fechas patrias serán muchos más.


Attenti al ladri

Mes a mes, la acumulación de mentiras por quienes se adueñaron del fútbol durante dos décadas es alarmante. No están solos, los acompaña un inquieto coro de repetidores de noticias y datos falsos que preparan el escenario para el golpe. Sí, porque en el fútbol también existen los golpistas. Por VÍCTOR HUGO MORALES

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os que se robaban el fútbol antes de la ruptura con la AFA tuvieron tanta impunidad, se sentían tan poderosos, que se comportaron como los chorros más ladinos, aquellos que después de cumplida la finalidad del robo rompen todo simplemente por gusto. No basto con robarse miles de millones, no fue suficiente hacerse de cientos de canales. Como quienes entran a una casa y, no conformes con la caja fuerte, la emprenden a patadas con los muebles, los cuadros, los recuerdos de familia… Crearon un tipo de periodismo vergonzante, ultrajaron la ética, cambiaron los reglamentos y se llevaron con estruendo los premios que les dieron a su programa estrella, el mismo que ahora ya no puede ni emitirse porque sin el botín de los goles y la exclusividad no vale nada (le quitaron entidad a los periodistas, lo convirtieron en una sucesión de imágenes de una estética previsible y violenta, le dieron el mayor crédito a la guaranguería, a la insolencia con los protagonistas). Dos episodios de los últimos días invitan a este periodista a ocuparse de ellos. Uno fue, otra vez, el intento de mostrar números que desacreditan al fútbol ofrecido a través de la televisión pública. Un dato irrelevante, como el de una ama de casa que paga la cuota del freezer con lo que tiene en la cajita azul, en vez de usar la de la habitual caja roja, pero sin que se cambie ninguna ecuación de lo ya pactado, fue lanzado por uno de los buques insignia del multimedio y repetido por los holgazanes, los desinformados y los alcahuetes de otros medios (hay periodistas que, sinceramente, creen que fuera del grupo en cuestión, no hay vida). El otro se refiere a un cambio que se viene en el fútbol: ¡¡¡los entretiempos volverán a ser de 15 minutos!!! En el desquicio, fueron capaces de instalar

una cultura de la falta de respeto a la gente y al juego en sí mismo llevando los descansos a veces a media hora y, de promedio, a unos 25 minutos. Ahora la AFA, la nueva AFA que uno no olvida que es la misma de siempre, exigirá desde esta semana que la transgresión sea sancionada impidiendo el retorno del técnico que no se atenga a la regla. ¡¡¡Miren qué fácil era!!! Poco a poco, después de un par de aplicaciones de la “nueva” medida, el entretiempo de los partidos volverá ser lo que era antes. Para pasar más publicidad, para hacer más show, fueron capaces, hasta no hace mucho, de tener un asistente del director de cámaras que se metía en el terreno con un handy para impedir el comienzo; pidieron a jugadores y técnicos que demoraran la salida, los acostumbraron a ellos, justamente los que tenían que ser críticos del espectáculo, a deformarlo, a traicionar su esencia. Usted dirá, amigo lector, que ya no están. ¡¡Cuidado!! Son capaces de voltear gobiernos y de difamar periodistas con tal de recuperar ese negocio. Son, como fueron antes, capaces de todo.


No se aceptarán cartas que excedan los 1000 caracteres.

Asunto: DEFENSOR DE MESSI De: Juan de Andrés Me gustaría responder a algunos aspectos de la nota sobre Messi de Christian Colonia que me parecieron incorrectos o falsos. Es muy simplista decir que Messi no es un crack porque sólo define jugadas y no a su equipo como lo hacía Di Stéfano. ¿De verdad alguien en su sano juicio puede pensar que Lionel Messi no es un crack? Messi define no sólo jugadas: define torneos (Champions, Mundial de Clubes…), Mundiales (Sub-20) y también a su equipo, ya que Xavi e Iniesta serán muy buenos, pero para que el Barcelona gane hay que poner al Pulga. Además, Messi no sólo es el máximo artillero de la liga española sino también el máximo asistidor. Por otra parte, se falta a la verdad cuando se escribe que Messi dijo que él era el primer argentino en ganarlo (todo como una forma de criticarlo y/o atacarlo) porque Messi aclaró en la misma frase lo explicado sobre Sívori y Di Stéfano, además de comentar que Maradona lo hubiera ganado muchas veces. Pero parece que esa parte de las declaraciones del mejor del mundo no fueron escuchadas por Chrisitian. Tal vez se le apagó la tele.

Asunto: DEBATE De: José María Delgado (Sejo) En realidad la revista me gusta, pero me cagué de odio, al ver tremendo error de parte de ustedes muchachos: tienen que darle más bola al interior, no lo hagan de oído nomás. No puede ser que cometan faltas u omisiones grandes. En las páginas 66 y 67 páginas que corresponden a la extensa nota:”Todos la vuelta vamos a dar”...En esas páginas hay una lista de equipos que ganaron algún torneo a nivel nacional. Y vaya mi sorpresa, está San Martín de Tucumán que obtuvo la Copa General de División Pedro Ramírez la misma se la llamaba Copa de la República. Hasta ahí, bien. Lo grave, si quieren ser respetados en el Interior es que se documenten bien, porque omitieron la obtención por parte del decano del fútbol del norte. Hablo del glorioso Club Atlético Tucumán, que se coronó Campeón de la República 1960. El plantel estuvo formado por: Gregorio García, Jorge Amaya, Juan Gutiérrez, Ginel, Antonio Graneros, Rafael Albrecht, Martín Canseco, Antonio Tejerina, Miguel Muñoz, Epifanio Ortega, Ibarra Castillo, Manuel Iñigo, Juan Mario Fernández y Carlos Argañaraz, entre otros. Este equipo es el único que obtuvo 8 veces seguida el torneo Anual de la Liga Tucumana de Fútbol, nunca nadie hizo semejante proeza ni en la Liga Tucumana, ni en ninguna Liga que este afiliada a AFA. Repuesta de Diego Estevez, autor de la nota: El criterio que usé para hacer el resumen de títulos fue el de incluir torneos oficiales en los que hayan participado equipos de la Primera División 38 UN CAÑO | MARZO 2010

del fútbol argentino. Si después lo terminaba ganando uno del interior (San Martín de Tucumán en la Copa Ramírez 1944) o uno del segundo nivel (Sportivo Balcarce en la Copa Competencia amateur de 1931) obviamente se les contabilizaba. Lo único que no incluí fueron los ganados por seleccionados de ligas regionales, por no tratarse de clubes (hay dos casos, ambos en Copa Ibarguren: Liga Mendocina en 1950 y Liga Santiagueña en 1952, aunque esta última compartida con River, a quien sí se la cuento por ser un club). Este criterio lo consulté con Osvaldo Gorgazzi, quien se dedica a estudiar las copas y trabaja para la RSSSF, uno de los mejores portales de estadísticas (link: http://www. rsssf.com/tablesa/argcuphist.html). Ahora bien, el torneo disputado entre 1943 y 1945 (y que San Martín ganó en 1944) se llamó “Campeonato de la República-Copa Pedro Pablo Ramírez” e incluyó entre sus participantes a equipos de Primera División de AFA. En cambio, el título que ganó Atlético Tucumán en 1960 se llamó “Campeonato de Campeones de la República Argentina”, y no los incluyó. Era un certamen reservado para campeones de las ligas regionales. Era oficial, desde ya, pero diferente al de 1943-44-45, y el nombre era parecido pero no igual. Fijate en el punto D del link de más arriba y vas a ver su desarrollo completo y sus participantes. Te adjunto, además, un boletín del CIHF donde hay una nota de Osvaldo al respecto (“Todos los títulos del fútbol Argentino”), para aclarar un poco más el asunto.

Asunto: BOCANADA DE AIRE PURO De: Adrián Alfredo Valan Tengo una crítica: me parece espectacular la idea de la Copa Argentina, pero se olvidaron del campeonato Argentino B, donde a mi entender militan equipos más representativos y con más historia que los de la “C” y “D” metropolitanos. De todos modos los felicito, son una bocanada de aire fresco ante tanto periodismo “dependiente” del poder (económico), del mafioso de Grondona y de los multimedios.

Asunto: DEBATE ENTRE LECTORES De: Paula Venturín En respuesta a las palabras del lector Fernando Jiménez, quisiera asegurarle que somos muchos los que nos decepcionamos del oficio de periodista. No de la carrera sino del oficio. Porque la carrera es sin dudas fascinante. Fernando, creo que sí afirmativamente el fútbol es una mentira, muchos periodistas son y serán por siempre seres indeseables y los dirigentes (quizás no todos) estarán en los clubes para robar. Estamos de acuerdo y a mi también se me van las ganas de todo cuando confirmo cada una de estas cosas. Y digo de todo porque hoy por hoy mi carrera lo es todo y la desilusión hace que se convierta en la nada total nada cada vez que me atrevo a ver en lugar de mirar. Pediste motivos para seguir creyendo que el fútbol es el deporte más lindo y más sano, y la verdad es que no los encuentro desde la óptica profesional. Lo que si puedo darte es un motivo para seguir adelante, y es el hecho de que sin dudas existe un testigo que pasó a ser protagonista (en el mejor sentido de la palabra) de todo esto y demostró que el teje-maneje no es un secreto y se puede denunciar y, quien sabe, quizás con el aporte de todos las cosas puedan cambiar. Si buscás un motivo para creer que el periodismo a veces vale la pena, encontralo en Un Caño.

Asunto: LAS DIVISIONES INFERIORES De: Mariano Cholakian No se equivocó groseramente José Pekerman cuando durante el 2009, dijo que estábamos esperando que surgieran los talentos naturalmente como en los años 60. Los pibes aparecen año tras año, como si hubiesen salido de un zapallo, con 16, 17 ó 18 años en una Primera que cada vez los necesita más rápido. Los


necesitamos jugando en el primer nivel, al máximo rendimiento, cumpliendo con responsabilidades adultas, actuando consecuentemente con el negocio que representan. Tenemos que preguntarnos: -Cómo llegó el jugador al club. Posiblemente elegido en un picado donde todos quieren parecer Maradona, donde los técnicos se la pasan conversando con el representante que llegó algunos chicos. -Cómo vivió sus divisiones inferiores. En muchos casos alejados de sus padres, en una pensión desde los 13 años; en otros casos con tantas exigencias en lo deportivo que no logran rendir en el colegio. -Cuánto aprendió para su vida profesional en las inferiores. Esto va más allá del fútbol, porque tenemos que tener en mente que las inferiores “forman” personas que en muchos casos ganarán más dinero que un profesional universitario, y la mayor enseñanza fue “el departamento antes que el auto”; no podemos esperar que todos tengamos la claridad mental de Tévez (“me quiero quedar en Inglaterra para que mi hija se eduque en los mejores colegios del mundo”, “tengo personal trainer a la tarde para hacer gimnasio aparte del entrenamiento formal”). Los clubes parecen no tomarse tan en serio la formación de futbolistas, cuando la venta de sus jóvenes figuras significa su mayor ingreso. Algunos se han anoticiado que se necesita invertir en las divisiones inferiores, pero nunca parece ser suficiente. Encima bajo la promesa de salvación económica familiar, cada vez más chicos apuestan prácticamente su futuro a ser jugadores de fútbol. Después los dejan libres a los 18 años o antes, con menos posibilidades de progreso que cuando ingresaron al club.

Asunto: LEPROSO RESENTIDO De: Juan Ignacio Isern Acabo de leer la reseña histórica de Alejandro Fabbri sobre el Taladro y me surgió esta inquietud. ¿Hay algún club con una historia tan ignominiosa como la de Banfield? ¿Hay algún otro club en la AFA que haya sido sancionado tres veces por sobornar rivales? Ahora bien, ya que esta es la historia, y como para ser fieles a la tradición, creo que este año deberían haberlo sancionado también. Evidentemente la maña de comprar partidos no la perdieron, eso quedó claro. Disculpen gente del Taladro, hablo desde el resentimiento, porque soy Leproso. Aunque claro, eso no me hace menos verídico. Otro tema: que vuelvan los “Grandes Momentos del Deporte”. Es la cereza necesaria para el maravilloso postre que es la revista Un Caño.

Asunto: QUIERE MÁS FULBOTECA De: Guido Gonzalez Hola amigos de Un Caño, quería felicitarlos por la revista, muy buena. Hoy en día es muy difícil encontrar una revista que informe de verdad, que dé diferentes puntos de vista sobre un mismo tema y que no tenga ningún interés oculto en sus publicaciones. Me gustaría que sigan recomendando películas relacionadas con el fútbol, como lo hicieron con The Damned United. La conseguí y me pareció muy buena.

Asunto: ELECCIONES EN RIVER De: Morena Abad Excelente revista. Sin embargo me desilusionó ver el ángulo que le dieron a la nota referente a las elecciones en River. Hubiese sido muy bueno que además mencionaran la extraordinaria respuesta que tuvo el socio y la responsabilidad con la que fue a votar, a pesar de que el oficialismo hizo todo lo humanamente posible para evitarlo: se fijó la fecha para un sábado, la cantidad de mesas fue insuficiente y varios presidentes de mesa no hacían su trabajo con

celeridad, lo que implicó que desde muy temprano se formaran colas interminables; se usaron boletas truchas, etc. Como si no fuera suficiente, ¡amaneció lluvioso! A pesar de todo eso fuimos más de 15.000 votantes. Por eso les aseguro que el 6 de diciembre de 2009 no fue un día de vergüenzas múltiples: fue realmente un orgullo para quienes somos hinchas del club que supo ser el Campeón del siglo XX.

Asunto: EN EL FUTBOL COMO EN LA VIDA De: Daniel Goñi En el conflicto en el diario Crónica, que casi todo el espectro de medios silenció, sus trabajadores sostuvieron un paro heroico contra una patronal negrera, gangsteril y psicópata. Enfrentamos a un Ministerio de Trabajo timorato y cómplice, a un gremio tibio y esquivo, al silencio del multimedio, a una dotación de patovicas, matones y grupos de tareas y a un grupejo despreciable de carneros que rompieron el paro. Con bríos y mucho temple los laburantes pudimos reincorporar a 9 de los 21 despedidos. Esa había sido la última parte de la brutal respuesta de 150 despidos de la empresa a la condonación de una deuda de 128.000.000 de pesos que el Gobierno le otorgó para reactivar la misma. Contra todo pronóstico adverso me impresionó la conducta firme y resuelta de los más jóvenes (y no tanto) de la sección Deportes del diario, pendejos con los que yo había compartido vestuario y fútbol 5 muchas veces y con quienes, sin embargo, no había logrado superar la brecha de cierta distancia. Apretados por telegramas, mensajes de texto intimidatorios, llamados telefónicos en racimo a la hora más inverosímil, correos electrónicos anónimos y la constante amenaza de la empresa de tomar represalias si persistían en la tesitura de pelear por los compañeros despedidos, los pibes resistieron. Y semejaban los jugadores de esos equipos que van de punto de visitante y tienen que pelar cojones ante los salivazos y las puteadas de la hinchada rival ahí cerquita del alambrado. Y ahí estaban, poniendo lo que había que poner, la cara entre otras cosas, para defender a sus pares, para decir que si los nefastos noventa le pudrieron la cabeza a quienes se la dejaron pudrir, ellos supieron decir: “No, gracias”. Rescato a estos pibes de Deportes, entrañables, porque supieron trasladar al conflicto y a sus vidas eso que el fútbol requiere a veces y que excede la técnica, la planificación o el canon, y que pasa por algo más inmediato, más cercano, más real, no chamuyo. Mi abrazo a ellos. Les queda tarea junto a los demás sectores del diario: reorganizar las fuerzas y recomponer el tejido solidario porque esta patronal va a pretender cargarse ahora el Convenio y el Estatuto del Periodista. No conoce límite, aunque sintió el rigor de una resistencia como nunca tuvo. Muchos de los chicos tuvieron su primera experiencia gremial, su primer clásico. Entonces, a entrenar, a amucharse, a debatir, a aprender de esta batalla y a cuidar el colectivo de compañeros. Ese es el camino. MARZO 2010 | UN CAÑO 39



¿Engrana Lanús? ¿Es Lanús el club modelo de la Argentina? El oficialismo dice que hay millones de euros en su cuenta bancaria, que no existen deudas y que los socios suman 26 mil. La oposición se queja por la falta de representatividad y de control de gestión y denuncia que las críticas son silenciadas por la prensa amiga. El tiempo dirá quien tiene razón. Por LEANDRO VILA Por FABIÁN MAURI

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ucho se ha dicho sobre las bondades del modelo institucional de Lanús, pero muy poco acerca de sus orígenes y aristas más desconocidas. Un proyecto que –según los dirigentes oficialistas– tiene mucho en el haber y poco en el debe, pero que también convive con las contradicciones de todo proceso político. Por ejemplo, como en pocos clubes en el fútbol argentino, los simpatizantes granates aprendieron a mirar con recelo a los grupos inversores, y a entender los beneficios de una asociación civil. En la propia experiencia histórica se encuentra la causa de que en Lanús los grandes empresarios sean poco menos que mala palabra. Previo a 1979, cuando el actual oficialismo se transformó en gobierno, la empresa de alimentos Sasetru utilizó al club como trampolín para posicionar a uno de sus hombres en la gobernación bonaerense. Se trataba de Francisco Leiras, quien pese a sus simpatías por Racing y a que ni siquiera era socio de Lanús, logró convertirse en presidente del club. Su gestión fue un botón de muestra para quienes creen en la existencia de los mesías. “El equipo aceleró el ciclo que lo depositó en Primera C, y la deuda ascendió a 2 millones de dólares, una fortuna

incalculable para esos tiempos”, cuenta el actual presidente Nicolás Russo. La unidad de quienes, con matices, tenían programas de gobierno convergentes fue el remedio elegido para curar al enfermo. No se trató de un amontonamiento, sino de un acuerdo que todavía perdura. Los logros están a la vista. Las deudas brillan por su ausencia, según el último balance. El ex presidente Alejandro Marón asegura que existen 9 millones de euros en la cuenta bancaria, sin incluir los ingresos de la reciente venta de Salvio. En el club se practican treinta actividades, y lo caminan más de 3 mil socios por día sobre una masa de 26 mil. Hace pocos meses se inauguró un nuevo edificio en el ex Bet Am, que incluye escuela primaria, nuevos gimnasios y pileta. Lo dicho es historia conocida. Sin embargo, el modelo tiene aristas habitual-

El ex presidente Alejandro Marón asegura que existen 9 millones de euros en la cuenta bancaria, sin incluir los ingresos de la reciente venta de Salvio.

mente ignoradas. El estímulo a la participación militante del socio es una de ellas. Son más de cien los que trabajan en las subcomisiones. Cerca de quince lo hacen en fútbol juvenil. Otros tantos junto a las disciplinas o en el área de prensa. “En este sentido Lanús es una institución antisistema. En la época de nuestros padres y abuelos era común que una persona militara en espacios políticos o apolíticos. Luego, en los 90, las redes sociales fueron destruidas, pero en Lanús recorrimos el camino inverso”, reflexiona Marón, quien fue presidente entre 2003 y 2009. Los cursos de formación para dirigentes son la entrada que tienen muchos socios a los ámbitos de gestión. Se trata de charlas temáticas dadas por especialistas. “Al final de la cursada, los asistentes que lo deseen comienzan a trabajar en las áreas que son de su interés”, señala Russo. Cecilia Minissale hizo ese tránsito. Hoy ocupa la secretaría del club, y no es la primera mujer en formar parte de la gestión. El espíritu formativo no solo abarca a dirigentes y jugadores, sino también a entrenadores. De hecho, Luis Zubeldía ya tiene quien lo sustituya. El elegido es Gabriel Schurrer, técnico de la Quinta. La tendencia a elegir técnicos de las inferiores fue estrenada con Ramón Cabrero, quien MARZO 2010 | UN CAÑO 41


saltó de la Cuarta a conducir el equipo campeón del Apertura 2007. Su ayudante era el propio Zubeldía, quien orientaba la Séptima. Y el preparador físico es Pablo Sánchez, también de la Quinta. Un círculo virtuoso por donde se lo mire. La planificación también incluye el largo plazo. Algunos directivos ya le propusieron a Carlos Bossio, Rodolfo Graieb y Walter Ribonetto para que se constituyan en el futuro como cuerpo técnico, a lo que el trinomio ya habría dicho que sí. Al parecer, la coherencia elegida en los últimos años contrasta con lo ocurrido entre 1997 y 2003. En aquella etapa, se contrató a infinidad de jugadores que no dejaron buenos recuerdos en el hincha y se firmaron contratos con entrenadores que distaron de someterse a un proyecto que apostara con convicción a las inferiores, como Héctor Veira y Daniel Córdoba. El resultado: en el año 2002, Lanús estuvo a dos goles del descenso. Zafó. Y el hecho fue tomado como un serio llamado de atención. Para la actual dirigencia, el desarrollo urbano del partido de Lanús también ha jugado a favor del crecimiento institucional. “Sin dudas, eso favorece la expansión social del club y por eso se mantiene un acuerdo estratégico con la Municipalidad”, comentan los directivos. La institución reparte, a través de la in-

tendencia, 5 mil becas deportivas a los chicos carenciados de la zona. Los colegios municipales usan las instalaciones para hacer actividades físicas, al igual que los ex combatientes de Malvinas. También los afiliados a los sindicatos de empleados municipales, de comercio y de otros gremios gozan de ese beneficio. En esa búsqueda por extender lazos y lograr acercamientos, Lanús permite que su gimnasio sea usado para actos políticos. ¿Y es que el club “perfecto” de la Argentina no tiene oposición? Las voces de quienes cuestionan el modelo señalan que los principales dardos siempre han apuntado a la ausencia de minorías en los órganos de gobierno, no contempladas en el Estatuto, y a la falta de una auditoría que examine el estado de las cuentas. “En 1997 el gobierno de Emilio Chebel vendió por 65 millones de dólares, y dejó un pasivo de 18. Su Tesorero era Nicolás Russo. Nosotros aun queremos saber cómo se originó esa deuda”, dice Mariano García, quien en diciembre sacó el 12% de los votos como candidato presidencial del club. Para los miembros de la agrupación Ética Granate, la dirigencia apostó nuevamente a las inferiores sólo por presión de los hinchas. También consideran clave reforzar el plantel y fortalecer las disciplinas. Y advierten sobre las dificultades de competir contra un oficialismo, que

Luis Zubeldía ya tiene quien lo sustituya. El elegido es Gabriel Schurrer, técnico de la Quinta. La tendencia a elegir técnicos de las inferiores fue estrenada con Ramón Cabrero. según ellos cuenta con “un fuerte aparato y el apoyo de los grandes medios”. De aquí en adelante, la actual conducción se planea techar la tribuna local, comprar una sede en Lanús Oeste y abrir un colegio secundario en una nueva propiedad. La hinchada exige hacer un buen papel en la Copa Libertadores y en la Liga Nacional de Básquetbol. Nada se dice de habilitar estatutariamente el ingreso de minorías para que ejerzan un control mayor de los actos de gobierno. Un punto que contrasta con el estímulo a la participación y la transparencia. Esta aproximación, escrita bajo la esperanza de que no nos embauquen, es tentadora en el momento de las conclusiones: Lanús parece un modelo de institución con cuestiones para recomendar. El maestro tiempo dirá lo suyo.



Minas y fútbol Expropiado de sus riquezas durante siglos, el Cerro Rico sigue cobrándose diariamente la vida de los mineros, pero la reivindicación indigenista que lidera Evo va torciéndole la muñeca a las secuelas del exterminio, que no pudo con la pasión. Dentro de una mina hay hasta una cancha de piedra. Historias de pelotas fabricadas con testículos de toro y siempre la dinamita en la tribuna para recibir al Real. Vivimos con el pueblo potosino, que siente el fútbol como emblema de alegría y resistencia. Por NACHO LEVY Fotos ALEJANDRO KIRCHUK



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ubsiste inmortal un coágulo redondo en la hemorragia infinita de Las Venas Abiertas. Cavando trincheras en la cultura, el fútbol ha minado todo Potosí, desde la resistencia histórica de los mineros, infranqueable al exterminio de la naturaleza, superviviente de la orgía colonizadora. Subsiste, incluso ahí, en el corazón del Cerro Rico, donde el estómago de la pachamama sigue vomitando minerales al exterior, a costo de cortas vidas y largas muertes. “Ése que baja ahí tiene 17 años, y no llegará a los 30, por la mala alimentación, por sus pulmones y porque aquí los que no caen al deporte, caen al vicio”, dice Damián Peláez Huaranca, mientras camina hacia la mina en la que trabajó durante 37 años. Hoy tiene 60 y de su generación “no deben quedar más de 15”, asegura. Cada día muere un minero trabajando por un salario que apenas le permite sobrevivir en la precariedad de un campamento rodeado de treinta y seis cooperativas y eternamente jeringueado por la voracidad multinacional, ayer europea, hoy estadounidense. Cada día muere uno. O dos. O tres. Y no llueven los juicios, “porque ante la muerte de un minero, los empresarios acallan con mil dólares a las familias, que aceptan por necesidad. Muchos hijos recalan en las

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minas y muchas viudas se inician como palliris, discriminando el metal”. Hay coca y dinamita. Hay miseria y soledad. Hay solidaridad y compañerismo. Hay un Diablo, que se llama Tío, que fuma y toma, aunque sea de barro, y que aparece lleno de guirnaldas, cigarros y botellas, en la oscuridad de un rincón de la mina, con el pene parado y un aura mística, construida en años y años de resistencia allí. Hay un Dios, crucificado, que se llama Tata Ckaccha. Hay 560 bocaminas y 260 en actividad, por el lomo, la sangre y el aire de casi ocho mil mineros. Y hay, siempre, una pelota, que hoy suele ser de cuero, para alegría de los hombres y de los toros. “En mi época -explica Don Damián-, jugábamos con pelotas de trapo. Y si no, con los globos del toro. Inflábamos sus huevos, sus testículos; los amarrábamos y meta que meta jugar”. Son conocidas por el mundo las causales no casuales de muerte en las minas, que por gases tóxicos, derrumbes, dinamita o alcoholismo inducido no ofrecen más que 40 años de expectativa de vida para los operarios de sus arterias. Contra todas ésas, dice el minero, lucha a solas la mayor causal de vida: “sin fútbol, los compañeros se mueren. Aquí es la única pasión”. No bien terminada una jornada laboral, y en especial los fines de semana,

toman vida las canchitas y tribunas aledañas a las minas: “el 70% se dedica al fútbol, y espera ansioso ese momento”. Ahí se puede apreciar, desde arriba, un terraplén que se enciende entre los colores del cerro. Don Damián aclarará que “el color café corresponde al zinc, y el brillo es por la plata, mientras que el estaño se ve rojo, negro o blanco”, pero el verde fosforescente no necesita explicación: césped sintético. “Esta cancha se llama Minas y fue inaugurada por Evo, pero hay otras dos, también con pasto artificial”. La superficie es nueva, pero la tierra vapuleada de una montaña desvirgada diez mil veces habla de historia: “en el Real Socavón, hay una especie de cancha de piedra adentro de una mina, construida por esclavos africanos que vivían en unas covachitas, y jugaban ahí, con arcos de palos. Era la esclavitud total, a las órdenes de los españoles”. Muchos metros más abajo, por sinuosos caminos de ripio, el mismo acento europeo gerencia a la pasión minera en el fútbol profesional. Ahí, en el corazón urbano de un suelo que supo encandilar por su plata, entre el caos del tránsito, el colorido del mercado, el andar de las cholas, el olor a pollo broaster, el canillita gritando titulares, el sabor a humedad y el crisol racial, se erige luminoso el monumento más colorido de la ciudad, construido hace apenas dos años, no para recordar la gesta de Bolívar, ni la figura de Sucre, ni la muerte del Che: “en honor al mejor equipo de Bolivia, Real Potosí”, deslumbra el tributo al club local que reúne cada domingo a miles de mineros fervorosos, dispuestos a vivir sus pocos minutos semanales de vida y de luz alentando con sus cascos y hasta con su dinamita al equipo potosino que, increíblemente hoy regentea un Blanco, empresario español. “Es una simple casualidad. Con las telecomunicaciones de hoy, todo es universal. Echar a mis espaldas la historia de los españoles aquí no tiene sentido. Tú me haces preguntas políticas, y yo soy sólo un dirigente deportivo. Me limito a eso y no voy a meterme en otros terrenos”,


“En honor al mejor equipo de Bolivia, Real Potosí”. Monumento levantado en 2008.

asevera Samuel Blanco, mientras se pasea elegante por el círculo central, en plena práctica del Real. Nada de política, promete, y para regar todas las suspicacias escupe que “al no haber grandes ingresos por publicidad o televisión, este club se financia con dinero del pueblo. La cancha es municipal, el estadio es de Prefectura y buena parte de los gastos se cubren con un valor agregado que se cobra en la terminal de ómnibus, como así también con la recaudación por un peso adicional en los servicios de agua y luz. Era tanta la necesidad de fútbol que el pueblo aceptó hacer ese aporte”. Se presenta así, como un enamorado de Real Madrid, arraigado en Potosí y abocado a la noble labor de administrar. Don Damián, sin embargo, completa su perfil: “el español se aprovechó del Real porque tenía su fábrica de fideos, La Molinera, y las grandes minas que tomó en Cotagaita cuando no estaban adjudicadas

y cualquiera se adueñaba del cerro. Así hizo su plata, como hoy hace negocios con el club. Ahí me gustaría ver a un potosino, y si no, a un español que traiga la plata que se llevaron”. Los únicos aires de plata en el entrenamiento del Real son las vetas del cerro que custodia la cancha, en una postal pornográfica para cualquier futbolero. Y para no quitarle erotismo, mientras varios hinchas juegan en el córner, el plantel entero se cambia para la práctica… en la tribuna. “Es muy especial jugar acá”, dice Roberto Correa, argentino y delantero del Real desde hace 9 años, “porque la pasión de los mineros es tremenda. Llenan la popular y se hacen ver por los colores de sus cascos”. No sólo por sus cascos, detalla Cristian Maciel Ruiz, también argentino y ex jugador de Godoy Cruz: “tiran dinamita y es impresionante cómo suena. No sé cómo no tienen miedo”. Sólo un año le

bastó para habituarse a la altura, aunque su llegada no fue fácil: “me cambió hasta el organismo”. A Correa no sólo se lo cambió. Se lo agrandó: “la comida es picante, pero por suerte mi mujer viaja seguido… Ya aumenté 10 kilos por las cajas de Havanna”. Algo más atlético se lo ve al arquero

La cancha es municipal, el estadio es de Prefectura y buena parte de los gastos se cubren con un valor agregado que se cobra en la terminal de ómnibus.

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brasileño Mauro Machado, que llegó primero a la práctica, “porque desde que salimos campeones, los taxistas me traen gratis”. Se ríe, y no llora el exilio, “porque Evo, como Lula, piensa en toda la población, y yo pude jugar con él para defender los partidos en la altura. Quizá no les caiga bien a quienes temen perder sus lujos, pero yo, la verdad, también soy de izquierda, a muerte. ¡Che Guevara, carajo!”. Apenas hay un jugador potosino en todo el plantel. Embajador en su propia tierra, Dino Huallpa pide MAS. “Acá, en el fútbol y en la sociedad, se está terminando con la discriminación, porque Evo está luchando para eso”. De ahí, la revolución instantánea. De pronto, termina el entrenamiento y la marea de gente conduce hacia un solo horizonte. “¡Que viene el Evo!”, grita un hincha en las gradas, y en pocos segundos el Campo Marte se llena de comunidades indígenas, para el traspaso de mando de las autoridades originarias. Evo es uno más. Y también en su discurso, a favor del consenso y contra la democracia occidental de mayorías, se huele deporte: “en 1997, no podíamos entrar al Palacio. Ahora, que hay olor a indígena, los mineros dejan olor a dinamita, los empresarios a cigarro, las damas a perfume y los deportistas a sudor. Todas y todos están en el gobierno plurinacional”. La piel acribillada de un pueblo exprimido y el pacifismo de los pobladores originarios se inquietan en la ciudad ante la fugaz expectativa de una Libertadores, pero también en la montaña, cuando un partido espantoso enfrenta a los distintos sectores de la minera americana Manquiri, que se lleva y se vuelve a llevar plata y más plata, de hasta 200 o 300 decimarcos, con una tecnología que arrolla a las cooperativas, mientras organiza torneos internos que, sólo tal vez, pretendan tomar al fútbol de rehén para adormecer la reacción de

Cuatro argentinos en el Real Potosí. Pura dinamita.

los trabajadores subyugados. Sin embargo, el timón indigenista que hoy marca el rumbo de Bolivia celebra el espíritu crítico y la desobediencia debida. El fútbol sigue siendo rebeldía en las minas, donde también hay exigencias para Evo, que respaldó con maquinarias e ingenios a cooperativas locales y ahora encara el desafío de mejorar la seguridad industrial y desarrollar nuevos procesos de producción, para que la materia prima no siga fugándose, cruda o cocida por trabajo esclavo. “El fútbol sirve para hermanarnos -afirma Don Damián-, porque aquí se vive con solidaridad. En las minas, uno aprende hasta a morir por un compañero”. Mil afiches de mineros sorprendidos por un flash invitan a la incursión altruista, con un guía para pasear por el dolor

Apenas hay un jugador potosino en todo el plantel. Embajador en su propia tierra, Dino Huallpa pide MAS. “Acá, en el fútbol y en la sociedad, se está terminando con la discriminación”.

de los otros, por la irrealidad de la propia realidad. Gringos de mil lenguas pagan su boleto y entregan coca o dinamita como ofrenda a una miseria que, creen, no les pertenece. Al bajar del bus, irrumpen Waldo y Alex, pateando una bola rellena de bolsas. Los extranjeros se acercan a los chicos. Pueden hacerse entender para ofrecerles una pelota de cuero que llevan consigo. Y pueden no dársela, porque “era una broma”. Otros no pueden. No pueden ni siquiera entrar a la bocamina, porque saben que muchos no han podido salir. “Acá murieron un montón de chicos de 15 o 16 años, por su inexperiencia”, dice Don Damián, que elige mostrar su mina y contar su historia, “orgulloso, aunque duela pensar cuánto se han llevado”. Se jacta de ser minero. Se jacta también de no ser guía, “de esos que estudian, pero jamás trabajaron en la mina”. Y se agacha para entrar, por un túnel de 1,62 metros, a la bocamina de la cooperativa Rosario, a 4.258 metros de altura. Dos rieles y varias linternas marcan el camino, sobre un río de barro, custodiado por paredes húmedas, entre marcos que intentan evitar derrumbes. El Tío, mira, controla. “Si le das alcohol puro, te da

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Invictos en la altura El mero análisis de la propuesta homicida sonaba suicida, no por los 4.000 metros sobre el nivel del mar ni por las advertencias de Signorini, sino por la condición física de nuestros enviados especiales. Pero la altura, presuntamente enemiga del fútbol argentino, se presentó como un aliciente para la confirmación del reto, puesto que asomaba como excusa perfecta para soslayar la falta de aire que nuestros hombres tendrían de todos modos en Potosí, en Ushuaia o en Santa Teresita. Tal vez por eso o quizás porque realmente hace falta cierto tiempo de adaptación, con 48 horas de insomnio y un taladro en el cerebro, Ale Bolatti Kirchuk y Nacho Levy aceptaron el desafío minero, para conformar el equipo de Un Caño, que completaron los argentinos Pablo Lechuga y Julián Scher, con un refuerzo de altura: Don Damián. “Les damos la revancha del 6-1, pero sólo si aceptan jugar en la montaña”, ofertó un potosino, saliendo de la boca de una mina. Y así, débiles para rechazar la boca de una mina, se confirmó el amistoso para mañana, ahí, en pleno Cerro Rico, a las diez. Madrugar no fue problema, porque dormir no fue posible, pero la lluvia atrasó el duelo para las 19, un horario beneficioso para el equipo de Un Caño, ya que los mineros llegarían exhaustos de su larga jornada laboral. Gran pálpito: a los 5 minutos, perdíamos 2 a 0 y el operativo “trotar” había sido abortado por utópico. Pelota de goma, piso de asfalto, luz de cobre y público por doquier conformaban un marco majestuoso, ante una murga de estruendos atómicos impartidos por las bocas de tierra de la platea más alta del mundo. Envueltos de cielo, dinamita, coca y minerales, la naturaleza hinchaba por ellos, claramente. Y tanto fue así, que el primer grito de gol minero se diluyó en el

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eructo de una montaña, con su explosión ensordecedora algunos cientos de metros más arriba. Agonizando, el equipo argentino se reunió bajo su propio arco para demorar el juego, y perdonar a Diego, y recordar a Passarella, y exculpar a Messi, y reivindicar a Julio Cruz. No iban 600 minutos de juego. Ni 60 tampoco. Iban 6, y Un Caño no quería más. Fue entonces que, milagrosamente, las condiciones objetivas forzaron las subjetivas: hubo que jugar sin correr. Y apareció por fin el tiki-tiki cappista, y 1-2, y 2-2. El público, quizá adepto al buen fútbol, o tal vez compadecido de estos moribundos asmáticos, se volcó poco a poco hacia nuestro favor y el resultado final fue categórico: 8-2, para Un Caño. Dirá la historia entonces, que nosotros sí vimos doblar la pelota. Dirá que se puede jugar bien en la altura. Y dirá, también, que se puede golear. Pero no faltarán, claro, los suspicaces de siempre. Su lectura, siempre más perversa y maliciosa, dirá que lo insano no es que un argentino juegue en la altura después de un alto viaje, sino que un ser humano juegue al fútbol después una jornada laboral dentro de una mina. Y que de haber durado 3 minutos más, era un 8-9 cantado. Casi seguro que sí. A ellos, los laburantes de fierro y los anfitriones de lujo que aceptaron cerrar el duelo antes que organizar el nuestro, va un abrazo y el merecido reconocimiento. Qué lindo es jugar al fútbol, en todos lados.


mineral puro, pero si le das con agua, te da mezclado”, asegura. Y dice que cuando llega junio, “en el ritual de Espíritu, se quita el corazón calentito de una llama. Si es duro, es buen augurio. Y si es blando, no. Con la sangre, uno pinta su cara y la entrada de la bocamina, para que la pachamama sepa de la ofrenda”. La caminata subterránea se interrumpe cuando Don Damián encuentra a dos compañeros más. Arreglan un partido para mañana. Se jugará por algunas cervezas “y por algunos chanchos, que se hacen con gaseosa, singani y limón”. Ahora, el relato toma ritmo. Y no es casual. “El fútbol es lo mejor -repite-, porque te olvidás de la mina y, si querés, de tu mujer, aunque hay palliris que juegan al fútbol también, como mi esposa. Todos aquí queremos patear”. Otra vez, las mil creencias que flotan

en el aire denso de la mina, se vuelven sonrisa ante el Dios Fútbol. No vale poco la sonrisa de Don Damián, que pasó noches enteras en agua helada y se quedó sin uñas, torturado durante la dictadura de Hugo Banzer, “por pelear contra los soldados, a puro plan de dinamita”. El recuerdo le desdibuja la cara. “Lo más triste de mi vida han sido las épocas de Barrientos, Banzer, García Meza... Los dictadores siempre sacudieron a los mineros, privándonos de la medicina y del derecho a la vida”. Invade el silencio, pero entonces recobra la expresión para enfatizar que “gracias al deporte, he sido feliz”. Y tal vez por eso, el próximo hombre de casco en el camino oscuro, ya algunos cientos de metros más adentro, le recuerda que “mañana, sin falta, a las diez en la cancha”. Por primera vez, se oyen risas en la

panza del cerro. Ahí, donde la vida se ve de arriba y la muerte se ve de abajo, donde las gargantas de tierra se babean con sangre de llamas y llamas de sangre, la alegría del fútbol fluye burbujeante otro día más, por la boca de la mina, que también es la boca de Don Damián.

“El fútbol es lo mejor -repite-, porque te olvidás de la mina y, si querés, de tu mujer”.

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PICADO

El Lord no es Cheseline, es Omar La especialista de moda se ocupa en este caso del Turco Asad y de su convicción de usar gel contra viento y marea. De paso, detalla las cuestiones de género que tanto le preocupan. Por CECILIA DI GENARO

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mar el Turco Asad podría ser el protagonista de una película de Martin Scorsese, casi con seguridad el acompañante de aventuras de Al Pacino en alguna de mafiosos. Podría serlo, pero no lo es. En cambio, es el entrenador de Godoy Cruz Antonio Tomba, el único representante mendocino de los torneos de Primera de la AFA. Y desde su lugar de director técnico, nos muestra una de las debilidades estéticas más comunes en los hombres: el uso excesivo de gomina, o del gel, si nos queremos poner más modernas. Este asunto es un tema de interés mundial, porque más allá de las modas, de que la gomina se use o se deje de usar, cada vez son más los hombres que se animan a pasar horas frente al espejo engrasando las yemas de sus dedos, modelando el jopo y su caída hacia los costados. Y no es casual. No. Se relaciona directamente con el equivalente a los peores enemigos de la mujer –incluso más que la pelota de fútbol–: la celulitis o la escasez de tetas. El producto influye en aquellos hombres que, traumados y ansiosos por esconder su complejo capilar, buscan dos aliados: la gorra y el gel, ya sea para ocultar lo frondoso de unos rulos incontrolables, una pelada prominente e inevitable o la creencia de que así están más prolijos, más sexies, más parecidos a Ivo Cutzarida o, peor aún, a algún integrante del grupo Mambrú. Y lo dramático es que algunos, como el Turco, quedan varados en el tiempo: un estilo/producto pasa a mejor vida pero la hinchada sigue insistiendo. Pasó con el tiro bajo, pasó con el esmalte nacarado, pasó con las hombreras, los pantalones nevados y tantas otras cosas. El gel estuvo de moda, les gustó y ahora no lo pueden dejar. Incluso a pesar de los contras de este artículo de tocador, que tiene el mismo defecto que la carroza de la Cenicienta: pasado determinado tiempo, el transporte se convertía en calabaza tanto como la gomina se transforma en caspa seca. No sabemos cómo hacían los hombres en la era a. d. L. C. (antes del Lord Cheseline) pero sí tenemos algunas certezas sobre las razones 52 UN CAÑO | MARZO 2010

que llevaron al Turco a hacerse tan amigo del gel. Repasemos un poco el pasado de Asad: la “v” de victoria, azulada, que identifica a la camiseta del equipo más querido por el Turco –Vélez, donde jugó toda su vida, hasta que una terrible lesión en una rodilla lo dejó fuera de las canchas– también está en composé con esta sustancia capilar que antiguamente venía en frasco de vidrio. Si tuviéramos que poner un mojón en la tabla del tiempo, podríamos decir que todo arrancó con la cultura Mascardi –aquellos peines plásticos que los varones llevaban en el bolsillo trasero del pantalón–, una costumbre muy arraigada al comienzo de los años 20, al tango y el desarrollo de la clase media en la Argentina. Una costumbre tan arraigada, repetimos, como aquella de pensar que la preocupación por los defectos estéticos es exclusiva del universo femenino. Mito o realidad, las mujeres no tenemos pudor de hablar de ciertas cosas. Ellos, en cambio, además de escondernos a las mujeres sus notorias estrategias de look –¡como si no nos fuéramos a dar cuenta! –, todavía hoy viven con un poco de culpa sus métodos de belleza. Y hacen bien… Ya lo decía el tango: “¿Te acordás, hermano? ¡Qué tiempos aquéllos! Eran otros hombres más hombres los nuestros. No se conocían cocó ni morfina, los muchachos de antes no usaban gomina”. Vaya una a saber cuál es el complejo capilar del Turco Asad. Él parece no reflexionar demasiado sobre su estética, sin embargo, no nos engaña: la gomina es su aliada. Llega cada domingo, con sus cachetes ligeramente enrojecidos por la ingesta de algún asadito prolífico; si no es en joggineta, con blue jean y camisa blanca holgada. El jopo acompaña, luminoso, rutilante y de color negro azabache. No le importa encandilar a ninguno de sus jugadores, y menos todavía si ocurriera con alguno del equipo contrario. Fascinado por la acción, su look informal y su delineado capilar hablan de la necesidad de ser uno mismo, dentro o fuera de la moda, dentro o fuera de la cancha. Eso sí, que no te agarre una lluvia, Turco. Gomina y agua es un mix peligrosísimo –vos lo debés saber–, casi tanto como ¡la celulitis y el pantalón blanco!


Musculosa obligatoria para todos

Un nuevo columnista engalana las páginas de Un Caño. El Tano Panzotti, llegado a nuestro país hace pocos meses, analiza el arte de la elegancia en el calcio. Por DANTE PANZOTTI

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ada memoria enamorada guarda sus magdalenas, y la mía es la voz de mi madre despertándome a la mañana, abriendo las ventanas para que entrara la fresca brisa de Rímini. Parecerá un recuerdo banal y transparente, pero es necesario que presten atención para comprender el punto al que me dirijo. Yo era tan pequeño que, dormido, carecía aun de la capacidad para vestirme solo (a decir verdad, es una capacidad de la que sigo careciendo, pero entienden lo que quiero decir). Mi madre me hacía poner de pie sobre la cama, me quitaba el pijama, me ponía el calzoncillo y –atención– antes de la camisa o la remera (dependiendo si se trataba de un día laborable o de un feriado, es decir, si debía o no acudir a la escuela) me calzaba la canottiera, lo que en México llaman sudadera y ustedes aquí, en la Argentina, llaman (malamente) musculosa. ¿Por qué musculosa? ¿Porque deja al descubierto los músculos? ¿Y si el que la calza (yo, por ejemplo) no posee una musculatura extravagante? ¿Y si posee el torso de un alfeñique? ¿Cómo podría alguien así calzarse una “musculosa”? El español es una lengua bella, lo reconozco –pero no tanto como la italiana, eso es algo que tienen que reconocer ustedes. Las diferencias culturales son extraordinarias, incluso entre pueblos que parecen tener tantos puntos en común como el italiano y el argentino. He notado que aquí la consideran una prenda invernal, que debe llevarse cuando el frío cala los huesos. En Italia es una prenda veraniega, incluso primaveral, cuya única misión consiste en impedir que el sudor llegue a la camisa o la remera, haciendo que éstas adquieran un aspecto desprolijo y desaseado. Esto viene a cuento a partir de ciertas críticas que he oído desde mi estancia en el país, al que he llegado hace pocos meses con fines imprecisos, y donde pienso quedarme hasta tanto haya pagado una deuda de amor. He escuchado varias veces críticas dirigidas a los jugadores de los equipos del calcio que, como buenos seres humanos que son, suelen festejar los goles sacándose, total o parcialmente, la camiseta, poniendo al descubierto esa herramienta indispensable para la armonía y la belleza del cuerpo. La canottiera debería ser declarada de uso reglamentario por todos los equipos del mundo. Eso permitiría que hasta el aspecto de los jugadores menos afortunados por la naturaleza tuvieran –o al menos dieran muestras de intentan tener– el

mismo glamour que nuestros jugadores, considerados los más bellos, proporcionados y elegantes del mundo. Una camiseta en la que están ausentes las huellas del sudor permite que la cabeza del jugador piense con mayor frialdad y precisión. Se me dirá que los jugadores de futbol, en plena acción, no piensan. Estoy de acuerdo. Entonces me corrijo: una camiseta seca permite un mejor desenvolvimiento de la intuición y el instinto. ¿Están contentos ahora? Un hombre bañado en sudor dice mucho más de lo que debería, a saber: que se encuentra al borde de sus posibilidades físicas, que necesita una hidratación urgente, que quisiera, más que nada en el mundo, un baño tibio y una toalla seca. Son datos inherentes al desenvolvimiento en el campo de juego, mensajes mudos que el jugador lanza a sus contrincantes y que éstos, incluso sin saberlo, perciben y decodifican a su favor. Los jugadores italianos, en cambio, dicen otra cosa. Dicen: “estoy fresco como una lechuga, podría seguir jugando este partido durante toda la eternidad, realmente el tiempo está precioso, el clima es ideal y estoy descansado. Este partido es nuestro”.

¡Guarda che bella canottiera ragazzo!

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La gran comilona

Como en aquella desenfrenada orgía gastronómica que retrató el cine italiano, los Juegos Olímpicos, los Mundiales y los recientes Juegos de Invierno en Canadá han sido la muestra de que a nadie le importa el control de gastos, la locura nacionalista y el despilfarro de obras que después no sirven para nada. El lema es “a endeudarse, que paga la gente”. Por EZEQUIEL FERNÁNDEZ MOORES

L

a FIFA tuvo que bajar los precios de las entradas para el Mundial 2010. Eran ridículos para el trabajador medio sudafricano. Un fiasco en la Copa podría poner bajo riesgo la reelección de Joseph Blatter, máxime luego de que Asia anunció que presentará un candidato para competir con el suizo. Pero el problema de Sudáfrica no es sólo la venta de boletos. Es el desafío de un país del Tercer Mundo puesto a organizar un acontecimiento de Primer Mundo. En Ciudad del Cabo, por ejemplo, se discute por qué se construyó a precios obscenos un nuevo estadio para 68.000 personas (Green Point) en lugar de remodelar los existentes. Lo exigió la FIFA. Las semifinales no pueden jugarse en estadios con una capacidad menor a las 65.000 personas. El académico sudafricano R.W. Johnson escribió hace unos meses en London Review que el Green Point será uno de los tantos “elefantes blancos” que dejará el Mundial. Peor aún, advierte, será el caso del estadio Mbombela, en Nelspruit, una zona de desocupación masiva que carece de los servicios básicos: su construcción obligó a dejar sin escuela a los niños del lugar. En Pekín, el estadio del Nido del Pájaro, donde Usain Bolt corrió más rápido que nadie en el mundo, es utilizado hoy como parque de diversiones o

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sede de conciertos. Las topadoras olímpicas de los Juegos de Verano de 2008 derribaron construcciones históricas de Pekín para construir shoppings y hoteles a la altura de la cita. Hace unos días terminaron los Juegos de Invierno en Vancouver. Es una ciudad hermosa en un país tolerante y conocido por su respeto a las libertades públicas. La envidia de muchos estadounidenses “progres”. Pero en nombre de los Juegos Olímpicos, Vancouver se comportó igual que China. Rebotó en la frontera a periodistas que querían entrar a Canadá para cubrir las protestas de los habitantes antiJuegos. Más de la mitad de la población del estado de British Columbia se oponía a los Juegos. Se sabe que el olimpismo es un gran negocio. Pero hasta diarios del establishment capitalista como The Wall Street Journal opinaron que Vancouver se pasó

Acusaron a Vancouver de haber construído la pista más rápida y peligrosa del mundo en la montaña de Whistler.

de lista. Dijeron que la muerte del atleta georgiano Nodar Kumaritashvili podría haberse evitado. Acusaron a Vancouver de haber construido la pista más rápida y peligrosa del mundo en la montaña de Whistler, sin el espacio necesario, sólo por cuestiones de negocio, porque esa zona estaba cerca del turismo. Vancouver 2010 multiplicó todos sus presupuestos. Los Juegos que iban a costar 660 millones de dólares costaron 6.000 millones. Y el presupuesto de seguridad subió de 175 millones a 1.000 millones. Los Juegos anteriores en Canadá (Montreal 76 y Calgary 88) dejaron déficits que terminaron pagando los ciudadanos. Hoy se dice en Grecia que el descalabro de las cuentas en ese país comenzó tal vez con la dilapidación de fondos por los Juegos de Atenas 2004. Si se toman las previsiones antes de cada Juego Olímpico o Copa Mundial de fútbol y se las compara luego con la realidad, la estafa termina siendo colosal. Turistas récord que traerán divisas, la imagen del país, la unidad nacional, etc. forman parte del bla bla bla previo. Para eso se logran exenciones impositivas, aviones que vigilan espacios aéreos y boletos carísimos en escenarios faraónicos para público y patrocinadores VIP. Ellos son los que más disfrutan de la fiesta. La cuenta, por supuesto, la pagan otros.



Marcelo Mallo, en pose de predicador. A la izquierda, Esteban Gallego Gonzテ。lez.

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Pan, paz y plomo A pocos meses de su partida hacia Sudáfrica, los muchachos de la asociación Hinchadas Unidas Argentinas multiplican la recaudación para que viaje al Mundial la mayor cantidad de barras. Su creador, Marcelo Mallo, promete repartir juguetes, construir viviendas y formar líderes sociales. De los últimos inventos argentinos, otro disparate, esta vez encabezado por un “referente K”. Por GUSTAVO VEIGA “Sólo la violencia ayuda donde la violencia impera” (Bertolt Brecht)

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n el año del Bicentenario, todos unidos triunfaremos. No se trata del slogan peronista ni de una premisa por la Revolución de Mayo, cuyos doscientos años se nos vienen encima. En todo caso, hay un Mallo (Marcelo Horacio), que propugna una unidad de nuevo tipo entre barrabravas con prontuario. Se trata de hinchadas a menudo enfrentadas por una violencia cada vez más redituable y que, con la idea fija de viajar al Mundial de Sudáfrica, se reunieron en lo que hace tiempo se conoce como Hinchadas Unidas Argentinas (HUA). Tienen sede propia en Junín 154, en el barrio de Congreso, personería jurídica en trámite y una banca política a prueba de obstáculos. Según quien cuente cómo se concibió este fenómeno, esa banca llega hasta los suburbios del kirchnerismo o hasta su corazón mismo. Pero quien condensa en una sola persona la representación de estos buenos muchachos y el oficialismo es este puntero de San Francisco Solano, partido de Quilmes, un hombre de la causa K que en noviembre de 2009

admitió su objetivo: “los hinchas de Chacarita son de veintiún villas; si se convierten en dirigentes sociales y trabajan en los barrios, mañana son herramientas que tiene el Gobierno a disposición. Acá tenés votos. ¿Se vienen internas y yo quiero fiscales? Les pregunto a los muchachos: ¿vos cuántos me traés?”. La confesión de Mallo, un pesado de 46 años que abrazó la política en el mismo territorio donde era intendente el actual jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, que trabajó en el municipio de Quilmes y que también obtuvo su número de prontuario allí (0639450), es una pieza testimonial insuperable entre aquellas que prueban los estrechos lazos del fútbol con el poder. Al fogonero de HUA se lo relacionó con el crimen de José Omar Tort, un prestamista quilmeño, en mayo del 2006; su ex mujer lo denunció por amenazas y maltrato en agosto del 2005; y entre especialistas de la seguridad deportiva que le siguen los pasos, circula un dato mucho más antiguo: la causa 2247 del 9 de junio de 1988, en la que habría estado involucrado bajo la carátula de “asociación ilícita, robo reiterado calificado, robo automotor y privación ilegal de la libertad”.

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El hombre quiere redimir a los barrabravas de decenas de clubes de Primera y del Ascenso. Pretende superar un experimento semejante de la ONG Nuevo Horizonte para el Mundo, que tuvo una vida efímera entre 2006 y 2008. Desde ese emprendimiento recicló a violentos con antecedentes penales como Pablo Bebote Álvarez, de Independiente, y Andrés Pillín Bracamonte, de Central. Y no ofrece referencias comerciales confiables como para creer que está solo en su cruzada para financiar centenares de viajes al próximo Mundial. Mallo fue o es presidente de dos sociedades anónimas, según un banco de datos financieros al que accedió Un Caño. Desde noviembre de 2003, titular de Lombrihelicultores Argentinos, una empresa que explota establecimientos rurales en sede en Cerrito 228, 2° piso A. Idéntica dirección de la otra compañía, en la que figura como presidente desde enero de 2004: Proyecto Pirámides, dedicada a la minería. La primera soportó varios juicios entre 2008 y el año pasado, y libró 58 cheques sin fondos, sólo entre julio y octubre de 2008, por un total de 523.914,81 pesos y montos de hasta 50.000 pesos. El gestor de la movida mundialista coincidió en Lombrihelicultores Argentinos con Sara Berta Harari, que figura en ese emprendimiento como directora suplente desde la misma fecha que él.

Una fuente del organismo que depende del ministro de Justicia dijo que “no hay conformidad con lo que está haciendo Hinchadas Unidas Argentinas” y adelantó que “más de uno se va a quedar sin viajar”.

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De Puerto Pirámides, especializada en explotar minas y canteras, hay menos datos. Mallo arrancó como presidente al mismo tiempo que su director suplente en la sociedad, Oscar Gustavo Picco, quien a su vez figura o figuraba como socio, presidente o director en Metalúrgica OMGP, General Pico S.A. e Inlar S.A. La minera podría ser una punta para explorar la vinculación comercial que se le atribuye al puntero de Quilmes con alguien que está mucho más arriba en la pirámide del poder K: Rudy Ulloa Igor, quien pasó de cadete y chofer del ex presidente Néstor Kirchner a dueño de medios de comunicación. El 29 de diciembre del año pasado, como si hubiera retrasado 24 horas la celebración del día de los inocentes, Mallo estrenó con orgullo la nueva sede de Hinchadas Unidas Argentinas, ubicada en un petit hotel de Junín 154. Lo flanqueaban en su improvisada conferencia de prensa, el ex delantero de Ferro y Vélez Esteban Gallego González y lo más granado de las barras que acompañan con gusto su iniciativa. Allí estaba Bebote Alvarez, su ladero fiel y encargado de las relaciones diplomáticas con la Policía Federal, que seguía de cerca el acto. “Si acá llegara a pasar algo, ustedes tendrían que llamar a los militares”, les dijo a los efectivos de la comisaría 5°, citado por el diario La Nación, que tituló su colorida nota “Los barrabravas kirchneristas ya tienen su petit hotel en Congreso”. Entre los asistentes se encontraban, además de Bebote, quien oficia de tesorero de HUA, tres hinchas de los que adquirieron más protagonismo en la sociedad civil: Diego Goncebate, el jefe de la barra de Lanús, el Negro Fiorucci, líder en la de Tigre, y un tal Emiliano, referente en la dividida tribuna de Huracán. Al menos Mallo, Alvarez y Goncebate ya estuvieron en Sudáfrica, adonde viajaron para reservar alojamiento integrando una pequeña delegación de Hinchadas Unidas. Un alto dirigente de Lanús, club donde los pro-

blemas de violencia son muy aislados, no salía de su asombro cuando se enteró. Otros jefes del tablón, como Andrés Raba Torres, de la barra brava de Platense, haría contactos con hinchadas afines del Ascenso que se sumarán a la movida en Sudáfrica, a razón de tres viajes por club con los gastos pagos. En la ONG Salvemos al Fútbol, que conducen la ex dirigente de Atlanta Mónica Nizzardo y el ex juez Mariano Bergés, manejan la información de que cada vez son más las barras que aseguraron su lugar en el Mundial. Desde las de Primera (Independiente, Huracán, Gimnasia, Colón, Rosario Central, Lanús, Godoy Cruz y Argentinos Juniors) hasta las del Ascenso (All Boys, Platense, Atlanta, Los Andes, Defensores de Belgrano y El Porvenir, entre otras). Cuando Mallo se lanzó con esta congregación de almas gemelas, todas comenzaron a mostrar en las tribunas banderas afines con la inscripción Hinchadas Unidas Argentinas y el pingüinito que las caracteriza. Aquel día de la presentación en la sede social de Congreso, el puntero K les auguró una labor beatífica: la entrega de 10.000 juguetes para las fiestas de fin de año o de Reyes y hasta la construcción de viviendas sociales en Sudáfrica durante los ratos libres que pudiera dejar el Mundial. Le faltó anunciar que viajarán en misión de paz. “Love and peace”, hubieran exclamado John Lennon y Yoko Ono desde una cama, como lo hicieron en 1969. Mientras tanto, en la embajada argentina en Sudáfrica, no pueden creer la visita protocolar que pretendió hacerles la comitiva de HUA cuando estuvo en ese país el año pasado. El embajador residente Carlos Sersale di Cerisano, quien también lo es ante países como Botswana, Lesotho, Malawi, Mauricio, Mozambique, Namibia, Swazilandia, Zimbabwe y Zambia, parece bastante futbolero, a juzgar por la página web de la sede diplomática que conduce. Allí se ven fotografías de Diego Maradona en su visita a Pretoria


Andrés Torres, de la barra de Platense, haría contactos con hinchadas del Ascenso que se sumarán a la movida a razón de tres viajes por club con los gastos pagos. y con Lionel Messi y Alfredo Di Stéfano. Esta revista pudo saber que hace poco reclamó más presupuesto para adquirir banderitas argentinas que se repartirían durante los días previos al Mundial. Contactos como el que intentaron hacer los barrabravas en Sudáfrica, son los que niegan tener en la Subsecretaría de Seguridad en el Fútbol (Subsef) con Mallo y su idea. Una fuente del organismo que depende del ministro de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos Julio Alak dijo

que “no hay conformidad con lo que está haciendo Hinchadas Unidas Argentinas” y adelantó que “más de uno se va a quedar sin viajar”. Confirmó de esa manera lo que había anticipado Pablo Paladino, a cargo de la Subsef, durante una reunión del Consejo Federal de Seguridad en los Espectáculos Futbolísticos en noviembre pasado: “el Gobierno no tiene nada que ver con la creación de Hinchadas Unidas Argentinas”. En los últimos minutos de esta nota, las noticias señalaban que nadie habilitará fondos estatales para el tour bravo. Un Caño insistió con que no se había puesto demasiado énfasis en desmentir el presunto respaldo oficial. La respuesta de la fuente concedió a esa crítica: “no se repudió lo que está pasando como debería haberse hecho”. Quienes suscriben la tesis de que Mallo es un hombre cercano al gobierno nacional se apoyan en una imagen tomada el 12 de mayo de 2007 en Río Gallegos, cuando la ministra de Desarrollo Social Alicia Kirchner fue atacada con harina y huevazos a la salida de un restorán. En ella podía verse al mentor de HUA acom-

pañando a la hermana del ex presidente, incluso con restos de harina en la cabeza. Como fuere, Mallo es quien llegó más lejos en su proyecto de premiar a las barras con viajes pagos y promesas de asistencia social, pero no fue el primero. El sindicalista Luis Barrionuevo les mostró el camino a los demás. También intentó su aporte para transformar a los violentos en “líderes positivos”, la ONG Nuevo Horizonte para el Mundo que presidía Fabiana Rubeo, la hija de Luis Rubeo, ex senador y veterano político peronista de Santa Fe. Entre sus propuestas figuraban la campaña La Violencia no paga, el Nuevo Esquema de Seguridad (NES) y el Sistema de guías acomodadores, para darles empleo a los barrabravas. A su manera, Diego Maradona y Carlos Bilardo hacen su contribución por separado al proyecto de Hinchadas Unidas Argentinas, pero con otros beneficiarios. Todos quieren conseguir un boleto de avión, aún a riesgo de que los deporten por malos antecedentes o que ni siquiera puedan abordar su vuelo porque no apareció el dinero para viajar a Sudáfrica, la tierra prometida.


¿Podrá despertar el gigante dormido? Mientras River espera un golpe de suerte o cualquier otra cosa que mejore su presente, Román aporta una contribución teórica para mantener la esperanza del hincha millonario. Al alcance de ustedes, la descripción de un equipo que ya no mete miedo, pero puede meterlo. Por ROMÁN IUCHT

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uando en los primeros días de diciembre el Kaiser Daniel Alberto ganó las elecciones más peleadas de la historia del club, todo fue efervescencia, ilusión y esperanza. Era tal el hastío reinante que cualquier brisa renovadora, se presumía, podía cambiar un aire altamente contaminado. Pero como todo, bajó la espuma de la ola y quedó la imagen que devolvía el espejo. Corrido el polvo de la explosión, la realidad empezó a demostrar que reconstruir a un grande como River no es una tarea a resolver por arte de magia o la simple alineación de los planetas. Passarella ya sabe que este partido no se gana con un tiro libre furibundo o un cabezazo imponente. Aquí la historia es más compleja, y requiere de mucha paciencia. El huracán José María tuvo efectos devastadores. Sus consecuencias aún se están midiendo, y aunque se trate de presentar un ciclo nuevo para captar flamantes adherentes, la cierto es que será necesario mucho más que una mano de pintura para embellecer el Monumental y presentarlo al mundo algo más decoroso. No está mal, pero es tan solo un gesto.

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Para colmo, dentro del frente futbolístico, distintas cuestiones agitan el avispero y presentan dificultades añadidas. El accidente de Buonanotte, el único jugador distinto; la adicción de Ortega, el último de los mohicanos; las continuas lesiones de Gallardo, el cerebro mágico del plantel, y la irregularidad del equipo, que les cabe a todos por igual, hicieron del comienzo del año un poco más de lo mismo. Separando los clásicos del verano, que fueron mensajes en botellas arrojadas a un mar en el que lo único serio que ocurrió fue que se ahogó Basile, lo demás sirvió para el marketing y la puesta en escena de lo que podía ser y hasta ahora lógicamente no fue.

A diferencia de otros tiempos, el hincha parece entender el contexto y, lejos de repudiar, asiste resignado a los tiempos de austeridad que le toca vivir.

Buonanotte, el chiquitín delantero, es el salto de calidad que había mostrado el equipo y su recuperación lo borra de los partidos clave del torneo. Lo del Burrito es un caso particular, en especial para el flamante presidente, que en su rol de entrenador y cuando el jujeño era sólo un chango lo cuidó como siempre y lo hizo jugar como nunca. Parecen necesarios algo más que las ganas y una pelota de fútbol para revertir una enfermedad que le gana a Ariel los partidos por goleada y a la que, cada día más, le cuesta gambetear. El comienzo del Clausura ofreció una versión similar en juego y resultados de aquel River que despidió el año pidiendo vacaciones a los gritos. A River todo le cuesta mucho, y lo sabe. Lo peor es que los demás saben que Ríver sabe y se aprovechan de eso. La llegada del paraguayo Rojas, de interesante condiciones pero que todavía está lejos de ser El Príncipe guaraní, el surgimiento del pequeño Villalva, que todavía no es el sucesor de Saviola, o la aparición de Funes Mori, que tiene un poco de Hernán Crespo, invitan al moderado optimismo, pero todo en su justa medida.


Mientras tanto, viejas glorias como Juan José López y el Pato Fillol ya trabajan en las inferiores para tratar de recuperar la mística perdida.

El dato interesante es que, a diferencia de otros tiempos, el hincha parece entender el contexto y, lejos de repudiar, asiste resignado a los tiempos de austeridad que le toca vivir, aceptando esta especie de economía de guerra. No son los mejores años, y a pesar de la pasión hay en las tribunas, corresponde un mínimo de reflexión: llueve sopa en terribles chaparrones, y River anda perdido, con un tenedor tan grande como su deseo de encontrar la luz al final del túnel. Para empezar, Passarella marcó su austeridad con refuerzos acordes al momento del club. Después, corazón y pases cortos. El emocionante despliegue de Almeyda, alguna atajada de Vega y el momentáneo dolor de ya no ser. Porque, ¿para que engañarnos? Decir que los rivales llegan al Monumental con temor es tan falaz como la inflación que cada mes digita el otrora creíble INDEC. Seguramente será un semestre de transición, que en la medida que tampoco resulte saludable para los primos pasará con un valor estadístico, pero con poco contenido histórico. Mientras tanto, viejas glorias como Juan José López y el Pato Fillol ya trabajan en las inferiores para tratar de recuperar la mística perdida, aplicando el viejo slogan que reza que “la calidad empieza por casa”. En algún momento reaparecerá el viejo River Plate y su grato nombre, como sinónimos de éxito y sobre todo como un modelo a imitar. Para que haya algo más para recordar que esa increíble elección definida de madrugada y con mucho gusto a hazaña. Es cuestión de aguantar, con paciencia y saliva, hasta que se despierte el elefante.

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“No soy un hombre. Soy Cantoná” El ex crack francés protagoniza una película en la que hace de sí mismo. Buscando a Eric, dirigida por Ken Loach, es una comedia dramática un poco liviana pero tierna, cálida y con toques de humor inglés. Por MATÍAS DENS

“No soy un hombre. Soy Cantoná”, dice, precisamente, el Eric Cantoná de ficción sobre el mortal Eric Cantoná, aunque en realidad componen el mismo personaje. Porque eso es lo que supo gestar el carismático franchute ex romperredes, hoy rompepantallas: un personaje. Alimentado, sobre todo, por 161 goles en 432 partidos, con clímax en el Manchester United, su pose de definidor fuoriclase, su histrionismo y ese temperamento que siempre coqueteó con la cornisa. Alguna vez se cayó, como el 25 de enero de 1995, cuando se vistió de Daniel San, saltó los carteles publicitarios, y le clavó una patada en el pecho a un fanático del Crystal Palace. A Matthew Simmons, el muchacho en cuestión, se le había ocurrido insultar a su madre. Nuestro Eric recibió nueve meses de suspensión, dos semanas de prisión (luego canjeadas por 120 horas de trabajo comunitario) y la recomendación de que pidiera clemencia públicamente. Algo de eso hizo. “Pido perdón al Manchester United, a mis compañeros, a los fans, a la Federación, y también quiero disculparme con la prostituta que compartió conmigo la cama la tarde pasada”, fue su particular alocución. Hay un intento de redención de aquel

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acto en Looking for Eric (Buscando a Eric, en criollo), película que el mítico delantero de 43 años, hijo de un italiano y una gitana, coprotagoniza con Steve Evets y de la que es uno de los productores ejecutivos. Se advierte a lo largo del film, sobre todo en un momento concreto, cuando un hombre que lo idolatra, refiriéndose a la patada voladora, lo consuela con un lacónico “se lo merecía”. El largometraje dirigido por Ken Loach hace foco en Eric Bishop, un cartero cincuentón al que la vida, se advierte, no lo ha tratado bien. Sigue enamorado de su primera mujer, a la que ha abandonado hace treinta años sin entender todavía la decisión, su última esposa se marchó dejándole de seña a dos hijastros adolescentes de amistades turbias y, encima, ensimismado en sus penurias, se pega flor de palo en un accidente de tránsito. Tan mal lo ven los amigos que le buscan la vuelta para levantarle el ánimo. Uno de ellos, seguidor de los libros de autoayuda, propone un ejercicio masivo en el que cada participante debe ver la realidad a través de los ojos de una persona a la que admira. Claro, el Eric que sufre elige a Cantoná, aunque no hace falta ser muy perspicaz para adi-

vinar su devoción por The King: aunque está grandecito, tiene la pieza empapelada con sus pósters. El laburito sale mal, pero el ensamble entre los dos personajes queda en el aire. Y se materializa más adelante cuando, para mitigar tanta angustia, decide tomar prestada algo de marihuana de uno de los jóvenes. Los efectos del humo hacen aparecer al atacante en su habitación; claro, una especie de conciencia con rostro conocido. De las charlas entre ambos, la mayoría propiciadas por la asistencia alucinógena, comenzarán a aparecer las respuestas para el cartero. El resultado es una comedia dramática bastante liviana, sin luces que destellen, pero tierna, cálida y con toques de humor inglés que arrancan algunas sonrisas, sobre todo en el desenlace y en las charlas entre los protagonistas. Fue parte de la Selección Oficial del Festival de Cannes y obtuvo buena respuesta del público. En Gran Bretaña se estrenó en junio del año pasado, y acá la podés enganchar buceando a fondo en Internet o en algún videoclub de abanico amplio. De a ratos, a Cantoná, con barba poco prolija, a lo Jean Renó, se lo ve medio durito, pero cumple. Además, conoce a la perfección ese papel. Dibuja una caricatura


ANTECEDENTES COMO ACTOR de sí mismo, mezclando francés con inglés, utilizando constantemente proverbios o frases de las que solía emplear para descolocar a periodistas durante su carrera, haciendo abuso de su imagen con el cuellito de la camiseta levantada y el puño cerrado, el vestuario de su leyenda. Los que no lo vieron demasiado en una cancha, tendrán la oportunidad de tomar dimensión de su capacidad goleadora en los flashes que se mechan con sus virtudes. A los que lo conocen un poco más, la película les dejará un regusto extra. Hay, es verdad, un exceso de previsibles analogías fútbol-vida (“nunca te olvidás de patear una pelota”, descubre Cantoná, por ejemplo), pero detrás de la historia se percibe un clima familiar, con puentes profundos que se tienden entre dos sociedades como la argentina y la inglesa. El fútbol como excusa de amistad o placebo (“¿cuándo fue la última vez que fuiste feliz?”, se pregunta Eric Bishop mirando el póster de Cantoná, y de inmediato se transporta a un micro lleno de fans, a la vuelta de un partido del Manchester United, con su hija al lado, y regalándole vítores a The King), o la pelotita como vía de comunicación alternativa cuando el resto de las rutas ya se dejaron inundar.

Es verdad, la rompió como maestro de ceremonias entre sus colegas malabaristas en aquel comercial de Nike. Pero la publicidad fue apenas un canapé para Cantoná. Porque desde antes de su retiro, en 1997, Eric ya perfilaba su carrera de actor. En 1995 hizo su debut en el cine con la francesa La alegría está en el campo. Hoy, en su currículum figuran seis películas, entre las que se incluye Elizabeth, nominada a ocho premios Oscar y ganadora de uno, por mejor maquillaje. Allí, el artillero personificó al embajador de Francia. Looking for Eric no fue la única que filmó en 2009: también integró el elenco de French Film. Y en el 2010 pegó el salto a las tablas: dirigido por Rachida Brakni, su esposa, a fines de enero debutó en teatro protagonizando la obra Face au Paradis (Enfrentando el paraíso), en la que interpreta a un hombre agonizante tras el colapso de un edificio. En la presentación, 320 personas pagaron su entrada y ovacionaron de

pie al delantero al final de la obra, que se mantendrá en la cartelera de París por aproximadamente tres meses. Si bien todavía su intervención en la actuación tiene mucho de audaz, se plantea objetivos altos, como cuando se topaba con arqueros comedidos. “Mi sueño es interpretar Rey Lear, de Shakespeare, pero todavía me considero joven”, dijo hace un tiempo. Para tener una dimensión de la complejidad del papel de este clásico del autor inglés, basta con saber que en las tablas porteñas le pone el cuerpo Alfredo Alcón. A pesar de su habitual pose ganadora, Cantoná reconoció cierto respeto porque el público al que se enfrentó difiere del que lo tiene acostumbrado. “En los estadios hay 30.000, 40.000 personas, pero no es lo mismo”, aceptó. Igual, se subió el cuello de la camisa, calibró el gesto de villano y sacó pecho. “Si no te ponés en peligro, realmente no te conocés”, soltó como un proverbio, no casualmente igualito que en la película.

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Confundido por las escenas de una película que ha visto una y mil veces, el autor de la nota nos brinda escenas futuristas sobre una inspiración, no muy lejana, del entrenador de la Selección. Así, nos vamos al cada vez más cercano Mundial para ver qué ocurriría si Clint Eastwood hubiese sido argentino. Por PABLO DE BIASE Ilustraciones PABLO MIERES

L

a calle asfaltada, de veredas irregulares y suspiros breves, se perdía en una leve pendiente. Desde la mesa en la vereda apenas si se podían entrever un par de calles transversales antes de la presencia de los dominios de Poseidón; un poco mezcladitos, eso sí, con agua de río. Bajo un sol razonable, que se manifestaba en ese calor menos poblado, menos populoso de comienzos de marzo, sentado a la mesa, sólo había un personaje: Pirulo, el rey del pirulín del Partido de la Costa. Recostados contra el paragolpes de una camioneta, sus contertulios orientaban, cada tanto, el monólogo de tan plebeya majestad. Pero el murmullo de las olas no sólo era profanado por la voz gastada de Pirulo, la señal de TN sonaba a elevado volumen, tan estéril como una tardecita de marzo en San Clemente, como el pensamiento monocausal de Pirulo, también afín a las teorías conspirativas. “Los tesoros K – Guillermo Moreno y la pista de la conexión suiza”, repicaba el parlante de la tele. -Si los putos trajeran a un sobrinito todo sería más fácil –se quejaba Pirulo, tras haber hecho su infalible estudio de marketing del público playero de final de temporada, mientras sacudía rítmicamente la maraca de pirulines que ofrecía por la playa y la calle principal del centro, al grito de “lloren, chicos, lloren, llegó Pirulo”-. Pero no: o jubilados más secos que una lija o trolos sin pibes. -No te quejés –lo toreaba uno de los que estaba contra la camioneta, el encargado del pub al que pertenecían la mesa y la silla que ocupaba Pirulo-, que los trolos me están llenando el chelibo todas las noches, y garpan como señoritos. El Ancla era, sin dudas, el antro nocturno más atractivo de la zona y uno de los dos o tres que permanecían abiertos en marzo. Era, además, el único bar donde no pasaban música tropical. Mientras Pirulo tomaba aire, cruzó la esquina más alejada de la

playa una fila de niños pertenecientes a una colonia de vacaciones del partido de José C. Paz. Sus risas se mezclaron con el sonido de la televisión, ubicada sobre un discreto soporte metálico que colgaba de la marquesina de El Ancla. Por las noches, y con la suerte a favor, en ese monitor podía llegar a verse un video de Robbie Williams que no fuera anterior al año 2000. La decadencia bonaerense de la escena parecía arrancada de una página de Osvaldo Soriano (última época). Ni qué decir del monólogo de Pirulo, que casi se atraganta en su rabia, después de ver al DT de la Selección, con barba y melena, ataviado con un sombrero de plumas multicolores, un vana vana, alguna vez típico de la Araucanía chilena y también patagónica, y una suerte de ponchito veraniego. Eso sí, vana vana pero debidamente esponzorizado por la marca de gaseosas que correspondía. -Mañana a más tardar –decía un sereno y severo Maradona, mirando más allá del ojo de la cámara, a las profundidades de lo eterno, con la determinación que nunca tuvo fuera de una cancha, pintada en el rostro-, daré a conocer los 23 nombres de los hombres que viajarán a Sudáfrica a representar no sólo a la Argentina sino a las entrañas vivas de la América toda. El compromiso de este grupo humano es kio orongo(1), para vencer en la noche indicada. -Pero Maradona –retrucó uno de los movileros que rodeaban al curioso entrenador en una paradisíaca playa venezolana-, los partidos se van a jugar de día, por la diferencia horaria. Además, ¿qué pasó con los porcentajes que estuvo tirando todo el verano? -Maradona fui mientras viví en las tinieblas de la dominación, hoy llámenme Marakahuin. -¡Qué negro hijo de puta! –estalló Pirulo, golpeando la mesa y poniéndose colorado como un tomate-, ¡no tiene derecho a ser tan hijo de puta y tan negro!

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II

III

“Crucé los montes, los valles y los ríos, me alimenté de ellos y bebí de su agua fresca”, repetía Diego en la playa del ressort donde concentraba con unos pocos jugadores, en la isla Margarita, invitado por el presidente Chávez, hincha número uno de la Selección argentina, lo que manifestaba utilizando una gorrita celeste y blanca con un 9 estampado en la parte frontal. Según algunas malas lenguas lo que Diego buscaba era causar impacto mediático, el que no lograban sus selecciones en la cancha; según otras malas lenguas, la operación mediática respondía a los más oscuros intereses del chavomontonerismo K y sus socios sudamericanos. Probablemente, todos tuvieran algo de razón. Pero probablemente, también, Diego creyera en la leyenda de Marakahuin(2). Según confió a algunos íntimos su asesor sociofilosófico, el director de la Biblioteca Nacional, Horacio González, “Diego experimentó una transformación profunda luego de una noche de función privada en un salón reservado de la biblioteca, donde un selecto núcleo de historiadores y volantes centrales vieron Invictus, la película de Clint Eastwood”. Dicho en vulgata psicológica, el entrenador padecería el “síndrome de Invictus”, al punto de que llamaba Madiba(3) a Hugo Chávez. Según González, más en off que el repelente, “Diego quedó impactado por algunas charlas que tuvimos sobre Bolivia y cómo Evo Morales, unido al sociólogo García Linera, vicepresidente del país del altiplano, habían construido un nuevo mito fundador de la nacionalidad boliviana. Es que un pueblo no puede vivir sumido en crónicas de derrotas escritas por sus conquistadores, expoliadores o jefes políticos transnacionales: necesita reescribir su historia con hechos simbólicos que enmarquen cualquier proceso de cambio social. En una de las tantas charlas, se ve que algún amigo lo convenció de que él tenía un rol fundamental para desempeñar en la construcción de la nueva Argentina latinoamericana. La imagen de Evo, con vestimentas típicas… típicas de un acto cargado de simbolismo, de mito fundacional y, por supuesto, de cámaras que registren el hecho y lo suban con celeridad a la picadora mundial de noticias, impactó fuertemente a Diego, quien reprocesó esa imagen junto con su propia versión del paraíso revolucionario, acuñada en Cuba entre ron y cigarros”. -Muy bien, Diego –se plantó, pretendidamente incisivo, un movilero de América, desde la TV, apoyada sobre una vieja heladera de Quilmes, que sostenía, a su vez, un helecho que alguna vez fue verde, en un bar de Parque Lezama, donde González nunca se entrevistó con nosotros-, la tierra te cuenta que tenés que purificarte para unir el continente, pero hace un mes llevabas convocados a más de 160 jugadores y te la pasabas criticando a Bilardo. -El sol descenderá sobre los pinos del otro lado del valle, y sin embargo a las lunas y soles, seguirán lunas y soles y el huinca comprenderá que 23 guerreros kokoro(4) habrán de cruzar la mar en pos de la batalla de la paz.

En la vereda de El Ancla, en tanto, la tarde caía a pique y Pirulo ensayaba su sociología playera sobre etnia y clase social en la Argentina del nuevo milenio mientras Capitán Pancho, el encargado del boliche, y Mostaza Pika, un amigo de la vida (si entendemos por ésta, la frecuentación de los hipódromos) lo escuchaban atentos y divertidos. -Es así, viejo, no me jodan –gesticulaba el rey del pirulín, a la par que sacudía con énfasis la bocha de chupetines-, hay negros y negros. Tenés negros de piel, como Nelson Mandela, y negros de alma, con Maradona a la cabeza. Es más, Maradona es el rey de los negros, los que cortan el tránsito y van a pedir el subsidio. Es lo único que saben hacer: quilombo y mangazo… ahora, no les muestres un pico y una pala porque salen corriendo como si hubieran visto al diablo. Y con la yegua ésta que nos gobierna, cartón lleno. La reina de los negros en la Casa Rosada, y el rey de los negros en el banquito de la Selección. ¡Así nos va! -Hace un par de semanas cayó Mancu por el boliche –acotó Capitán Pancho-; iba camino a Pinamar y paró acá en San Clemente a comer un asado en lo de unos amigos; a la noche vinieron a “copetear” y nos contó que el quía estaba tronado, que se andaba juntando con unos psicólogos en una biblioteca y hablaban cosas de subversivos… -Lo único que le falta al rey de los negros… -Sí, parece que se cree en serio que es un cacique y que va a unir Latinoamérica si sale campeón en Sudáfrica… -¿Campeón de qué, de la bolita? No te niego que como jugador era un crack, pero en la cabeza tiene aserrín el guacho, encima la mandanga lo dejó tan boludo que no puede dirigir ni el tránsito … Mañana va a dar la lista, je… La lista del supermercado. ¡Mirá, mirá qué hijo de puta! –fue in crescendo la indignación de Pirulo, que agitaba el palo con la bocha de pirulines frente a la pantalla de la tele, sin dar crédito a lo que veía. Lo que veían Pirulo, Pancho y Mostaza, y unos cuantos de cientos de miles más, por la pantalla de TN, es cierto, era un tanto curioso. En la playa, Maradona, ataviado de neomapuche, Mancuso (con una vincha y el pelo largo con raya al medio) y unos seis o siete jugadores (Bazán Vera, Sand, Ibarra y Palermo, entre los que se podía distinguir) entonaban un cántico que provocaba un cierto estremecimiento: “Cai, cai, cai, ten, ten, ten”(5), repetían la letenía, mientras Diego batía un kultrun(6). Las imágenes del informe televisivo mostraban luego a Hugo Chávez, con la gorra albiceleste y una camiseta de la Selección argentina con el número 9, caminando con Palermo por la playa. A continuación se veía a la escueta delegación de la Selección visitando un barrio privado lujosísimo de la zona este de Caracas. Los dueños de casa eran todos rubios (los señores, los niños, las niñas, las señoras) y asistían divertidos a la demostración de talento de Bazán Vera y Sergio Romero, practicando algunos tiritos. Luego, el 5 de Almirante Brown, quien con 38 años le quitaría

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el puesto a Mascherano, literalmente por una cuestión de piel, e Ibarra, intentando infructuosamente pasarse la pelota sin que cayera al suelo (debió tomarla Marakahuin y hacer una demostración, como en sus tiempos de cebollita en lo de Pipo Mancera). Una gran bandera con el nombre “Martín” mostraba las preferencias por el único rubio, junto con Heinze, que llegaría a fines de mayo a Sudáfrica, integrando la delegación argentina.

IV El Parque Lezama era una postal dibujada en la ventana del bar Británico. Nada que recordara al inminente otoño podía verse a través de los cristales. Con una sonrisa pícara en el rostro, Horacio González, en la entrevista que nunca tuvimos, jugueteaba con la cucharita en el pocillo de café. “El cantito mapuche lo encontramos revisando algunos viejos documentos de Guillermo Enrique Hudson. Diego quedó impresionado, al ver la película de Eastwood, con la leyenda del haka maorí que entonan los All Blacks antes de cada partido y me pidió que buscáramos ´algo de los indios de acá para asustar a los rivales´. No le dije que bastaba con que nos vieran jugar porque intuí que no le iba a caer del todo bien”.

Las palabras, los términos y ciertas leyendas de lo que los españoles denominaron Araucanía, que parecían más perdidas que el otoño en la Buenos Aires subtropical del siglo XXI, parece ser que las encontró Yanina Maradona en internet, una vez que supo que su marido, Sergio Agüero, formaría parte de la delegación. Lo que no supo Yanina entonces es que lo que motivó a su padre a llevar a su marido a Sudáfrica no fueron sus botines picantes, ni la lealtad familiar, sino la película que se hizo con cierta película. Mitos sobre mitos.

V El otoño nunca llegó. Sin embargo, un crudo y salvaje invierno se abatió, unos días anticipado, sobre el litoral atlántico de la Provincia de Buenos Aires, al punto de que la tormenta más fuerte de la temporada provocó que las aguas cubrieran por completo los lobos marinos de la rambla marplatense. Junio parecía cargado de malos presagios. Unos 200 kilómetros al noreste de Mar del Plata, en San Clemente, para ser precisos, el mediodía del 12 de junio, para ser más precisos aún, en un drugstore del centro, Pirulo miraba,

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fiel a su idiosincrasia, la pantalla de Canal 13. En unos minutos comenzaría Argentina-Nigeria, en Johanesburgo. El equipo titular argentino danzaba en el centro de la cancha con unos pequeños cántaros sobre la cabeza y repetía “Cai, cai, cai, ten, ten, ten”. La formación, que comentaba un jocoso Macaya Márquez, era súper ofensiva, ya que contaba con cuatro delanteros. “En el arco”, decía Macaya intentando reprimir la risa, “Sergio Romero; luego, una línea de tres, integrada por Ibarra, Cata Díaz y Heinze; en el medio, Bazán Vera y Jonás Gutiérrez formarán un doble cinco; Montenegro, más adelantado, jugará de enganche sobre la izquierda, acompañado sobre la derecha por un retrasado Tevez, y arriba, tres de punta: Agüero, Palermo y Sand”. Mientras los cántaros cimbreaban en las cabezas de nuestros bravos muchachos, la mayoría con la piel de color tierra, y el “cai, cai, cai, ten, ten, ten” se volvía, de a ratos, inaudible, podía verse a los azules jugadores de Nigeria desternillarse de la risa. Algo parecía no estar resultando de acuerdo a lo planeado por Diego Marakahuin. Sin embargo, a los diez minutos, Palermo recibió un pase de un lateral, en mitad de cancha, y probó al arco. La embocó en un ángulo, luego de notar que el arquero Victor Enyeama había salido a cazar mariposas. El festejo de Palermo fue desbordante. Dio una vuelta carnero en el aire y luego de la caída, Tevez y Agüero debieron ayudarlo a recuperar la vertical. Rengueando y tomándose la parte posterior de la cintura fue hasta el centro del campo y con

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sus dedos índices señaló primero a Diego Marakahuin y luego, elevándolos, a Madiba Chávez, quien en el palco lucía la camiseta y la gorra celestes y blancas con el número 9. ¿Estarían marcando los valientes jugadores de Diego un nuevo hito? ¿Asistíamos a un nuevo mito fundador de la patria grande? La sonrisa enigmática de Julio Grondona, transmitida por la señal internacional, y el festejo de Pirulo, en la fría San Clemente, parecían desmentirlo. “¡Gol, carajo!”, le gritó Pirulo a la tele y a las desoladas calles de San Clemente, donde una lluvia fina caía inclemente. “Gol, gol, ¡vamos Diego todavía! Esto es para los negros putos de Brasil”.

(1) Juego de palabras, cambiando el sentido original, de los términos en Rapa-Nui, kio (vencido) y orongo (la séptima noche después de la luna llena) (2) El hombre de las diez noches de fiesta, según algunos dialectos mapuche. (3) Apodo popular con que se conoce en Sudáfrica a Nelson Mandela. (4) Muy fuertes. (5) Dos culebras muy poderosas, que forman parte del relato sobre los orígenes entre los mapuches. (6) Una especie de caja-tambor, que se utiliza mucho en la música folclórica patagónica.


PICADO

Cómo lograr un buen servicio (más allá de los courts...) Por ROSCOE TANNER

Q

uizás a los lectores no les interese demasiado, pero déjenme que comience pidiéndole disculpas públicas a los editores de Un Caño por la demora de esta nueva entrega. El motivo es muy sencillo: todavía estoy empachado. Jamás pensé que los Havannets (de chocolate, obvio, never cocobasile) me gustarían tanto. Como les contaba en la edición anterior, desde que mi amiga Yoly –generosa, desinteresada y servicial– me los convidó, lo confieso: me enganché. Siempre paraditos, dulces y deliciosos, no pude dejar de saborearlos. Y se sabe, ese tipo de vicios terminan en empacho. Incluso estuve en cama varios días. Y en cuanto se lo conté a varios amigos que también veranean en Marpla, los muy mal pensados insistían con que todo era una burda excusa de mi parte... –¿Excusa? ¿Y para qué? –¿Cómo para qué? –No te hagas el boludo, Roscoe. ¡Para que la Yoly te tire el cuerito, turro! Como se imaginarán, ahí viví otro de mis típicos momentos de dificultades idiomáticas. Tan bien me fui habituando a estas tierras, que más de uno da por sentado que todo el mundo entiende la extraña forma de hablar de los argentinos. –Sorry –me defendí–, ¿cuántas veces voy tener que recordarles que están hablando con el auténtico Bombardero de Chattannooga, from Tennessee, iu-e-sei? Ahí me explicaron las habilidades terapéuticas de algunas comadres de barrio, expertas en eso de cortar el empacho. Obviamente, yo lo había relacionado con algo más placentero, nunca con medicina casera. No sé si será que los americanos no somos de empacharnos seguido (¿tanta comida chatarra nos galvanizará el estómago?), la cosa es que esto fue nuevo para mí. Lo más parecido a medicinas domésticas que recuerdo es el vaso de agua en la cabeza para combatir la insolación. Eso sí que era efectivo. De elegante no tenía nada, es cierto, pero funcionaba tan bien que me acuerdo perfecto la vez que me animé a utilizarlo en pleno circuito, ¡y frente a un court central repleto! Fue en 1978, el año en que la USTA (como la AAT pero yanki) decidió que el US Open dejara de jugarse sobre el lento y pesado clay de Forest Hills, claramente favorable a jugadores de canchas lentas (remember, no por nada, Connors terminó perdiendo las finales del 75 y del 77 contra el gallego Orantes y su

querido Gran Willy, respectivamente), para mudar su sede al veloz cemento de Flushing Meadows. Aquello era el paraíso para jugadores de saque y volea como un servidor. Con un pequeño detalle: había que bancarse temperaturas promedio de más de 30 grados, que sobre el cemento se convertían en un horno de más de 40. Eso y la insolación es casi lo mismo. A mi me pasó una tarde contra Vitas Gerulaitis. Por un momento pensé que me desmayaba. Y en un cambio de lado no lo dudé. Pedí que me consiguieran un buen vaso de vidrio, le puse agua bien fría hasta la mitad y, acto seguido, me lo apoyé invertido sobre mi rubia cabellera. En menos de un minuto, el agua estaba tan burbujeante que, de haber enfrentado a Willy, tranquilamente se hacía unos mates. La gente me aplaudía a rabiar, y de mi sofocón, ni recuerdos. Igual perdí en el quinto set. Pero nunca lo lamenté demasiado, teniendo en cuenta que aquella derrota dio pie a la que aún hoy es, para mi, la más ocurrente respuesta de un tenista en conferencia de prensa. La dio Gerulaitis después de ganarle, por fin, a Jimbo Connors, quebrando una racha de... ¡nueve derrotas consecutivas! Sí, escucharon bien: nue-ve, nine. Gerulaitis llegó a la carpa de prensa como si aquél hubiese sido un partido más. Y, obviamente, la primera pregunta que escuchó fue: –Bueno, ¿qué se siente después de tanto tiempo, Vitas? –Nada en especial. La satisfacción de saber que nadie le gana diez veces seguidas a Gerulaitis. Ja! Ok, ya sé, ya sé, una vez más perdí el hilo. Volviendo al empacho, les decía que esa fue la razón de entregar estas líneas contrarreloj. Y para los que están pensando mal, como mis amigos, lamento decepcionarlos pero no, Yoly no sabe tirar el cuerito. Cuando se lo insinué, me dijo algo ofendida: –Me extraña, Ros (*). Con la confianza que tenemos, a mí no me vengas con vueltas. ¡Vos querés un pete! –Pit, se pronuncia Pit, Yoly. ¿Y se puede saber qué tiene que ver Sampras con todo esto? (*) Sé que la ética periodística recomienda mantener una prudencial distancia con las fuentes, pero, dada la particular característica de la misión que llevo adelante, coincidirán conmigo que, a veces, los límites pueden llegar a desdibujarse. Admito que con Yoly pudo habernos pasado algo de eso. De ahí el afectuoso Ros que utiliza cuando se dirige hacia mi, en lugar del más formal Roscoe. Sepan disculpar. MARZO 2010 | UN CAÑO 69


Manual del dirigente argentino

Racing despide a Vivas en medio del continuo despilfarro de técnicos, en la AFA sólo piensan en colarse dentro de los aviones que van para Sudáfrica, el Fútbol Para Todos es un festival de descontroles donde brilla la falta de solidaridad y transparencia… Mientras tanto, en algún lugar del territorio argentino, algún joven se ilusiona con ser dirigente deportivo sin pensar en la plata, la fama, los acomodos y las cámaras. Por PABLO LLONTO

1 Cuando los resultados sean adversos, el dirigente deberá incumplir todo vínculo laboral con un entrenador, aún cuando hayan transcurrido tres o cuatro fechas desde el inicio de un torneo, sometiéndose así a los deseos de los hinchas. Es indispensable que se utilicen frases tales como “los resultados no acompañaron, y de común acuerdo con el técnico hemos llegado a una desvinculación”. Siga el reciente ejemplo de la Comisión Directiva de Racing y no preste atención a las quejas de Claudio Vivas, quien afirma que a él lo despidieron. No se haga problemas por los juicios laborales indemnizatorios, el dirigente nunca paga sus desatinos de su bolsillo, siempre paga el que sigue. 2 Cada cuatro años, cuando asome la fecha de un Mundial, acérquese con mayor frecuencia a la Asociación del Fútbol Argentino, indague sobre los cupos gratuitos para colarse junto a su esposa o algún familiar en el charter que lo llevará a la Copa. Resulta imprescindible en esos momentos no alterar la paz de la calle Viamonte con protestas o quejas sobre arbitrajes o desaciertos contra su club: los que elaboran la lista de los viajeros po-

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drían tomar a mal tales expresiones. 3 Es imprescindible manejar las reglas del protocolo y tener un talonario de entradas siempre a mano (de preferencia, las plateas de mayor valor) para los diversos encuentros que se juegan en el estadio del club, las que serán cedidas sin cargo a comisarios de la zona, diputados nacionales, provinciales y jueces. Tenga en cuenta, como ha ocurrido en la segunda semana de febrero pasado, que pueden visitarlo – en el edificio de la calle Viamonte - representantes de la Corte Suprema de Justicia de la Nación que esperan una gentileza, bastante habitual, de plateas y entradas especiales para diversos torneos. 4 Cada mañana, al levantarse, luego de rezar unas oraciones al presidente de la AFA, el dirigente argentino se cepillará

Evite que su cabeza genere ideas.

los dientes y al mismo tiempo elaborará una lista de subsidios a reclamar que luego entregará a presidentes, ministros, gobernadores e intendentes, siguiendo el ejemplo del corredor automovilístico Pechito López, quien obtuvo una promesa de dos millones de dólares para incorporarse a un equipo de la Fórmula Uno. Luego, no olvide eludir la racionalidad y critique duramente en público a los gobernantes por otorgar otros subsidios a sectores privados. 5 Revise diariamente las nóminas de empresarios amigos con quienes desea realizar negocios. Recuerde que no hay sanciones para quienes recurren a los intermediarios y evitan las negociaciones club a club. Trate siempre de garantizar que los jugadores que adquirirá para la siguiente temporada pertenecen al mismo grupo empresario que tiene vínculos con su entrenador. Siempre debe tener a flor de labios frases como “la operación es conveniente para la institución”, y deje atrás los rencores del pasado, nunca es conveniente iniciar reclamos contra comisiones directivas pasadas por las malversaciones cometidas. No insista en imitar a quienes apostaron a las di-


visiones inferiores; busque, en cambio, el reconocimiento popular en los gastos extraordinarios adquiriendo estrellas de uno o dos millones de dólares. Se sentirá observado y valorado. 6 En cada charla con el presidente de la AFA solicite, con mucha modestia, cuál es el parecer de la máxima autoridad acerca de cuestiones tales como “a qué entrenador contratar” o “a qué entrenador no contratar”. Para ello puede llamar por celular al actual presidente de Racing y consultarle de qué se habló en su último encuentro con Julio Grondona. No haga caso a quienes, por envidia, vociferan sobre la autonomía de los clubes y utilizan términos tales como “autodeterminación de los clubes”. Incorpore a sus vínculos la consigna “nunca hay que contradecir a don Julio”. 7 Evite que su cabeza genere ideas que le permitan al Estado nacional conseguir recursos para que el programa Fútbol Para Todos brinde ganancias a la sociedad. Piense solamente en su club

Incorpore a sus vínculos la consigna “nunca hay que contradecir a don Julio”. y en el dinero fácil que ingresará a su tesorería. Debe tener en cuenta que el estado gasta 600 millones de pesos en derechos de televisión y que, al final de cuentas, no es culpa de su club que ese dinero no se invierta en hospitales para gente necesitada, mejores escuelas o fábricas que den empleo a los argentinos. Tome como una tarea imprescindible permitir que Canal 7 tolere los negocios de la empresa La Corte y VTS y que les dé trabajo a periodistas desamparados como Marcelo Araujo. 8 Nunca destine parte de su tiempo a la lectura de libros subversivos como Burguesía y Gangsterismo en el deporte, de Dante Panzeri. Además de tratarse de

un libro demasiado antiguo (1974), su autor perdía el tiempo elaborando frases tales como “al fútbol de hoy le faltan tres cosas, dirigentes, decencia y wines”. 9 Apruebe todas las mociones que presente el presidente de la AFA, en especial aquellas relacionadas con la violencia en el fútbol. Valore la idoneidad de los dirigentes más antiguos que han sabido, durante tres décadas, disminuir las tensiones en las tribunas. Mientras los integrantes de su comisión directiva dialogan con los miembros de la barra brava, tome contacto con los medios de prensa y asegure con firmeza que su club no tiene ninguna relación con los hinchas más violentos. 10 No se deje influenciar por las críticas periodísticas. Cuando pase por el quiosco de Viamonte y Uruguay evite adquirir revistas como Un Caño y Barcelona, y haga lo imposible para impedir que en su casa los niños enciendan la radio a las 19, cuando en radio Continental empieza el programa Competencia.

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Se fue otro toro salvaje

Ha muerto un hombre del boxeo, podría decir la crónica. Pero en estas líneas de recuerdo, se va la historia de Lorenzo Beneventano, entrenador de periodistas jóvenes que quisieron ser boxeadores por un día, o de boxeadores viejos que habían sido periodistas alguna vez. El deporte también tiene sus días de tristeza en Un Caño. Por FABIÁN CASAS Foto DIEGO LEVY

A

lejandro, un amigo fotógrafo, me había contado hace unos meses que Lorenzo estaba esperando ser operado de un cáncer. Diego, otro amigo chasirette, me contó que lo vio cuando salió de la operación y que Lorenzo estaba muy delgado, pero “con el humor de siempre”. Diego le sacó fotos y lo filmó brevemente. Hoy me enteré que murió. Lorenzo se llamaba Lorenzo Donato Beneventano y era una roca de carne, petisa, con un don de gentes extraordinario. Fue semifondista del Luna Park, antes de las peleas de Nicolino, y también el instructor que llevó a Carlos Salazar a ganar su título mundial. Y durante unos cuatro o cinco años, por las mañanas, en la Federación de Box, fue el maestro de una ristra de fotógrafos, periodistas, y diseñadores que habíamos formado -liderados por Mariano Del Aguila- un outlet de boxeadores: el Lorenzo Beneventano Boxing Team. Tengo amigos que se ponen pelo, otros que se matan en el gimnasio, hacen dietas letales o se compran ropa anatómica para modificar lo que natura no da o dio y se acabó. Si yo pudiera cambiar algo, comprar algo que me falta, compraría un buen estado de ánimo. Porque eso es una bendición que pocos tienen. Arthur Schopenhauer decía que el que disfrutaba de esta virtud, no necesitaba pedir nada más. ¿Para qué? Beneventano estaba siempre de buen humor. Lo recuerdo esas mañanas en las que nos recibía a todos en la puerta del gimnasio. ¿Qué dice la prensa? ¿Qué piensa, Casas, en qué piensa? ¿Usted está dormido? Desde que soy chico padecí cierta afección 72 UN CAÑO | MARZO 2010

en mi ánimo, carecía de la habilidad de ser completamente feliz. Esto lo combatí con las drogas durante la adolescencia y después con las endorfinas del deporte. El boxeo me vino bien. Me concentraba durante unas horas en que no me peguen. Esto paraba a La Máquina de Pensar en Gladys, cortaba el diálogo interno. El ambiente y la gente con la que boxeaba también ayudaba. Con muchos nos habíamos cruzado en redacciones, en notas y hasta habíamos hecho temporadas de verano. Pero nunca nos habíamos pegado. Lorenzo dividía la clase del gimnasio de este modo: primero, corríamos alrededor de los rings de la Federación. Después, nos vendábamos las manos (yo no lo sabía hacer bien y a veces, rumiando insultos, me vendaba Lorenzo) e íbamos a pegarle a la bolsa. Lorenzo pasaba cerca de nosotros y nos arengaba. Si veía que le pegábamos mal, o de costado, sin convicción, decía “¿pero qué hace? ¿Está loco?”. A veces me preguntaba “¿a quién piensa que le pega

Me decía, poniéndome la mano en el hombro: “el boxeo es como las estrellas, necesita de la oscuridad para brillar”.

cuando le da a la bolsa?”. Yo le decía que a mi viejo, lo cual lo divertía. Lorenzo decía que el boxeo era horrible, que era cruel e insensato. Sin embargo, no pasaba un día sin estar en el gimnasio entrenando pupilos. Después de la bolsa subíamos al ring, hacíamos guantes y a veces él se ponía delante de nosotros con unos guantes gigantes, como si fueran las manos de Edmundo Rivero, y nos hostigaba para que pegáramos ahí, aprendiendo a caminar el ring. Este ejercicio te mataba. Si dejabas la cara libre, te surtía. Después de hacer dos o tres rounds entre nosotros, bajábamos y nos tirábamos en unas colchonetas a hacer abdominales. Lorenzo paseaba por el medio, gritándonos: “¡más fuerte, más fuerte, téngale bronca al cuerpo!”. Téngale bronca al cuerpo. Casi una frase punk, anti new age, divertida... Cuando nos contaba su vida de penurias infantiles, empezaba: “yo, que fui esclavo de los italianos... Y cuando reflexionaba sobre su carrera, largaba: “los golpes no alimentan”. “Casas -me decía, poniéndome la mano en el hombro-, el boxeo es como las estrellas, necesita de la oscuridad para brillar”. Una tarde me contó una de sus peleas en el Luna Park. Me describió lo que se vía desde el ring. El humo de los cigarrillos contra el telón negro de la noche. La forma en que le llegaban los gritos de la gente. Yo agarré todo y lo metí en un relato. Beneventano vivió la época de oro del Luna Park como boxeador y después llevó a su pupilo Carlos Salazar a ganar el título del mundo. Por eso estaba acostumbrado a ser requerido por los periodistas.


Algo que le encantaba. Tenía una muletilla que realzaba determinadas frases o anécdotas: “esto lo dije al aire”. También tenía un gran poder de observación, que solía resumir en un apodo. A uno de nosotros que era extremadamente celoso de su atención, le puso Mimoso. Me acuerdo ahora y me río. Una tarde prendo la tele y en Crónica TV está Lorenzo hablando

en medio de policías, gente tirada en la vereda y patrulleros puestos de culata en la entrada de la Federación de Box. En el local pegado, que vende cosas de boxeo, había entrado un caco. Tuvo la mala suerte de que Lorenzo estuviera orinando en el baño de atrás. Cuando salió, el caco que encañonaba al vendedor lo apuntó a él. Lorenzo le tiró una combinación de piñas

certeras, aéreas y pesadas. Se lo tuvieron que sacar de encima al tipo. Después “dijo al aire” que se había puesto muy nervioso. No debe ser lindo que te peguen con esas manos inmensas, callosas. Sin embargo, Lorenzo no transmitía ni tragedia ni dolor -como muchos boxeadores-, sino ganas de abrazarlo. Era, como dice Conrad de Lord Jim, uno de los nuestros.

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PICADO

Sobreviviendo

La tragedia de Haití reclama espacio en todos los medios. Aún faltan toneladas de ayuda, toneladas de dólares y toneladas de conciencia para advertir que antes del terremoto había un país arrasado y ahora hay dos. Sepamos también qué ha pasado allí con el fútbol y con el deporte. Por EDGARDO IMAS

C

omo si no fueran suficientes los muertos, pocas horas antes del terremoto que el 12 de enero arrasó parte del territorio haitiano, fue asesinado en Puerto Príncipe el profesor de Sociología Jean Anil Louis-Juste, intelectual y luchador por la democracia en su país. El poder homicida de una vieja conocida nuestra, la mano de obra desocupada —en este caso, heredera de los temibles tonton macoutes—, se confunde con la devastación causada por un sismo de magnitud 7. Y es una buena instantánea de una constante en la nación caribeña: cataclismos naturales anunciados y que se repiten, con un saldo de muerte y destrucción potenciado por las condiciones y estructuras socioeconómicas existentes. Quienes ocupan militarmente Haití para digitar el día después —tal como digitaron dictaduras y golpes de Estado—, los que se frotan las manos preparándose para los negocios que habilitará la “reconstrucción”, o los que se niegan a la inmediata e incondicional cancelación de su deuda externa, han montado un escenario de mistificación sobre las verdaderas causas de la tragedia humana a la que asistimos. Puede parecer desubicado, en medio de 230.000 muertos, casi 500.000 heridos, 1.200.000 habitantes sin hogar y ciudades arrasadas, pensar en el futuro del deporte haitiano. Sin embargo, Yves Jean-Bart, presidente de la Federación Haitiana de Fútbol, le dijo dos semanas después del terremoto al portal español Qué: “los niños, a pesar de la desgracia, siguen jugando en la calle con la misma ilusión de siempre”. El edificio de la Federación se desplomó y murieron treinta personas. El único sobreviviente fue su titular, Jean-Bart. Entre

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los fallecidos estaba Yves Philogene Labaze, director técnico del club Cavaly y del Juvenil de fútbol femenino. Había sido el entrenador en el Mundial Sub-17 masculino en Corea del Sur en 2007, única vez que Haití participó de un Mundial Juvenil. Un jugador de Primera gana unos 200 dólares mensuales y al goleador del Súper Ocho, la copa oficial más importante, la empresa Digicel (una de las beneficiadas con las privatizaciones telefónicas) lo premia con 500 dólares. Verdaderos privilegiados en un país donde 2/3 de la población subsiste con hasta dos dólares diarios. Las instalaciones deportivas, aun dañadas, han servido para refugio de los damnificados. Se levantaron carpas en los centros deportivos de Carrefour y Dadadou, en Puerto Príncipe, así como en el estadio más importante de la castigada capital, el Sylvio Cator —en honor al atleta que en los Juegos de 1924, en París, obtuvo una de las dos medallas ganadas por Haití en la historia —. Haití ha recibido ayuda de un universo tan amplio que va desde las estrellas de Hollywood hasta los guerrilleros somalíes que operan en las aguas del océano Índico, quienes afirmaron que ya hicieron llegar “su contribución al pueblo haitiano”. En el ambiente futbolístico hubo una movilización de clubes, jugadores y simpatizantes que culminó en partidos benéficos, colectas, donaciones... Es difícil estimar cuándo volverá el fútbol oficial. El último campeón fue el Tempête FC, de Saint Marc, una ciudad no afectada por el terremoto pero que sufrió una avalancha de refugiados provenientes del sur del país. El retorno haitiano a las competencias oficiales tendrá lugar en marzo, en el marco del Campeonato de la Concacaf Sub-17 de fútbol femenino. Habrá que ver cuánto tiempo pasará hasta que Haití obtenga algún lugar digno de mención en el fútbol mundial. Su única participación en un Mundial fue en 1974, en Alemania Federal, luego de ganar —no sin despertar sospechas— una ronda final clasificatoria en Puerto Príncipe. Esto permitió que fuera rigurosamente vigilada y apoyada económicamente por el dictador Baby Doc Duvalier. En Munich, Haití perdió los tres partidos que jugó, uno de ellos ante Argentina. Pero quien pasó a la historia fue su delantero Emmanuel Sanon, autor de los dos goles en aquel Mundial: uno a Daniel Carnevalli y el otro nada menos que al legendario Dino Zoff, poniendo fin al récord de 1.143 minutos con la valla invicta en la Selección italiana.


PICADO

Una cuestión de centímetros

Juzgar la infidelidad parece estar de moda en todo el mundo. Se hizo con entusiasmo cuando empezó el escándalo de Tiger Woods y se retomó cuando John Terry dejó de ser el capitán de la selección inglesa por una cuestión de polleras. En Un Caño estamos en contra de vigilar y castigar. En cambio, proponemos un abordaje causal y analítico del mundo botinero y su último gran despropósito. Por PABLO CHEB TERRAB

E

l problema es el siguiente: John Terry, defensor del Chelsea, casado él, tuvo un amorío con una modelo francesa. La muchacha, bonita por cierto, se llama Vanessa Perroncel, y podría haber sido apenas otra más en la larga lista de amantes de futbolistas. Pero el dilema radica en que, hasta diciembre pasado, la misma Vanessa era la novia de Wayne Bridge, ex compañero de Terry y ahora jugador del Manchester City. Enterada de la cuestión, la muy victoriana sociedad inglesa decidió apedrear dialécticamente al demonio Terry –vía diarios sensacionalistas, sobre todo-, hasta que el entrenador de la selección inglesa, el castrador Fabio Capello, resolvió quitarle la capitanía del equipo. Los compañeros de Bridge en el Manchester City manifestaron públicamente su apoyo al compañero con una camiseta que decía “Team Bridge” (equipo Bridge) en un partido de la Premier League, gesto que bordeó la botoneada y que pareció embarrar al implicado en una cortina de vergüenza aún mayor. Bien podrían haber lucido una casaca que dijera “Estamos con vos, cornudo”. Fueron apenas más sutiles. Igualmente, y más allá de la falsa moral barata con la que es abordada permanentemente esta cuestión, aún restan algunas cuestiones interesantes por analizar. Por ejemplo, cómo trató Terry su caso puertas adentro, frente a su esposa. Es evidente que desde Tiger Woods se ha hecho bastante popular la defensa del “adicto al sexo”. Últimamente te encuentran con una mina y vos tenés la excusa lista: “mi amor, soy adicto al sexo”. La pregunta que deberían hacerse las mujeres en este caso es: ¿y no podría haber sido adicto al sexo conmigo? La adicción al sexo es otra cosa, muchachos. En ese aspecto formal, el affaire Tiger dejó varios flancos abiertos. No se tuvo en cuenta, por ejemplo, la fama de deporte tramposo que se ha ganado el golf desde sus inicios.

No es para menos: piensen en horas, muchas horas de soledad. En cada práctica, en cada torneo, desde los 15 años: solo con la cancha, solo con el césped. Con el celular apagado. “No tenía señal, mi amor. ¿Dónde estuve? Me fui a jugar al golf”. Ser goflista es casi como ser barman. Es lógico que el número uno del mundo en semejante actividad esté bien colocado también en el ranking de las infidelidades. Lo único extraño es que no lo hayamos deducido antes. Lo mismo podría decirse de un muchacho que trabaja de meter la pelota en un agujero con un palo. Es la fiesta de Freud. Pero Tiger ya está fuera del tapete. Pasó de moda. Ahora el malhechor mentiroso es un hombre llamado Terry. ¿Y ella, en cambio, fue demonizada? Otra buena pregunta. Ella, inconcebiblemente, es tan víctima para los puritanos como el cornudo de Bridge. Algo similar pasó con el doméstico escándalo de Ameli y Tuzzio, en el que el ambiente condenó al instigador de la infidelidad pero dejó en paz a la señora Tuzzio, que si no me equivoco sigue manteniendo sus fueros maritales. Otro aspecto que parece haber quedado relegado a un segundo plano es el siguiente: ¿por qué la señorita eligió a Terry por sobre el bueno de Bridge? La lamentable respuesta me llevó a la antigua cuestión del tamaño. La razón fueron los centímetros: los centímetros de diferencia que saca Terry en cada salto para ganar un cabezazo, los centímetros de ventaja que logra con su posicionamiento en un anticipo, los centímetros que mide su abultada billetera con salario de estrella. Jugar bien en el manejo del marketing parece asegurar en estos días más que un puesto en la cancha. Por cómo está regido hoy el mundo botinero, Terry no podía perder. Tiene la fama más larga (o más grande: más larga por su duración temporal y más ancha por el alcance geográfico). El sastre está midiendo en el lugar equivocado. MARZO 2010 | UN CAÑO 75


Botineros

A 35 años de la marca más grande de un goleador argentino (los 60 goles del Gringo Héctor Scotta en un año), Fabbri nos conduce a una reflexión sobre por qué antes sí y ahora no. Los artilleros de hoy meten 15 goles por torneo. Con suerte, llegan a los 30 por año. Por ALEJANDRO FABBRI

¿Cómo hace un jugador para meter 60 goles en una temporada? ¿Qué mecanismo, que inteligencia superior lo predispone para pegarle de derecha, de zurda, de cabeza, desde el área chica o desde media cancha, de revés o de volea, de punta o con cara interna, para superar siempre a los arqueros en una racha única y espectacular? Todo eso y algo más lo hizo Héctor Horacio Scotta, el Gringo de San Justo, Santa Fe, un goleador tremendo que hizo aquellos 60 goles inolvidables en 57 partidos repartidos entre el Metropolitano y el Nacional de 1975. Nueve goles de penal, varios de tiro libre y todo el repertorio para conseguir lo imposible. Una marca, un registro que bien podía haber pertenecido a los años treinta o cuarenta, cuando las goleadas y los que masacraban arqueros eran muchos. Pero no, lo hizo Scotta en 1975, hace 35 años. Y nadie lo ha podido igualar. Cuatro goles a Boca en el año, tres a River, seis a Argentinos Juniors, seis a Gimnasia… Solamente Independiente se salvó de su furia goleadora. Los números asustan, aplastan y transmiten una evidencia insuperable: durante el Nacional 75, Scotta hizo 28 goles en 20 partidos. En el Metro, metió 32 en 37 presencias.

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Hay que recordar que la mejor marca en los Apertura y Clausura que vivimos desde hace veinte años es la de Martín Palermo, cuando en el Apertura 98 consiguió 20 goles en 19 partidos, muy lejos del registro de Scotta. Para compararlo con sus pares sanlorencistas, hay algunos ejemplos: el formidable José Francisco Sanfilippo hizo 34 goles en los 30 partidos de 1960, metió 30 en 30 para ganar el campeonato de 1959 y alcanzó los 26 goles en 24 partidos durante 1961. Un grande del gol, el máximo artillero en la historia azulgrana. Dijimos que a la marca del Gringo Scotta hay que emparentarla con aquellos goleadores de los años treinta, esos delanteros fenomenales que sellaban en la red los desbordes de punteros endiablados o las “cortadas” de los entrealas habilidosos que había antes. Si un ejemplo hubo de capacidad para perforar arcos contrarios, salta rápidamente a la consideración el nombre del temible paraguayo Arsenio Erico. Llegado muy joven a Independiente en 1934, después de desechar la chance de ir a River, Erico convir-

tió 293 goles en primera división, todos con la camiseta roja. Fueron 293 goles en 325 presencias oficiales. Sencillamente impresionante. Pero hay más: Erico hizo 130 goles en 96 partidos, en tres temporadas consecutivas. Fue el máximo goleador de esos tres torneos, en 1937, 1938 y 1939 ganando los dos primeros campeonatos con Independiente. El torneo de 1938 fue el show del gol: los rojos hicieron 115 goles en 32 partidos, algo que nunca volvió a ocurrir, con un promedio de 3,6 goles por partido. Erico se anotó con 43, cuatro por debajo de su marca del año anterior y tres por arriba de 1940. Eran épocas muy distintas, con mucho ataque y poca defensa. Con escasa preocupación por el arco propio, confiando en las virtudes de arqueros y zagueros, sabiendo que “los de adelante” iban a poder enderezar las cosas. Todos iban al frente, al punto de que solamente cuatro partidos de los 578 jugados en los torneos de 1937 y 1938 no tuvieron goles. Sí, apenas el 2,30%, igualito que ahora. En el actual campeonato,


al cierre de esta nota, de 38 partidos completados ya seis tuvieron un resultado sin goles, el 16%, o sea ocho veces más que hace ochenta años. Lo llamativo de aquellos campeonatos era el rendimiento como local de la mayoría de los equipos y su contracara cuando dejaban su propio estadio. Hasta los equipos más modestos se hacían fuertes en sus canchas, y los goles no tardaban en llegar. Para dar una idea de la merma en tantos convertidos, se pueden comparar equipos y épocas: Almagro, uno de los descendidos tras el torneo de 1938, cerró su participación con 63 goles a favor en 32 partidos, 2 de promedio por encuentro ¡¡¡y se fue al descenso!!!... En los años sesenta, solamente el Racing de Pizzutti supercampeón de 1966, superó esa marca de goles: metió 70 en 38 fechas ¡¡¡ y salió campeón!!! En la tabla histórica de los romperredes, son pocos los jugadores que se lucieron perforando arcos en los últimos cuarenta años: Carlos Bianchi y Martín Palermo, con 206 goles cada uno, y encima Oscar Pinino Más, con 215. El resto de los selectos integrantes del club de los 200 son Arsenio Erico, Ángel Labruna, Herminio Masantonio, Manuel Pelegrina, José Sanfilippo, Ricardo Infante y Bernabé Ferreyra. No hay más. Scotta no llegó porque apenas pasó los 150 en Primera División, pero también en su paso sabatino por Deportivo Armenio, All Boys, San Miguel y Nueva Chicago. Su registro único e inimitable de 60 goles en 1975 no lo podrá repetir nadie. Es sencillo: Boca hizo 55 goles en la última temporada, River marcó 44, Estudiantes, 46; solamente Lanús pasó los 60, por seis. Scotta lo hizo todo solito, más allá de la ayuda solidaria de Oscar Ortiz, de Alberto Beltrán y de varios habilidosos de la época. Hoy hay que rescatar semejante performance, tamaña capacidad para someter defensas y reventar sistemas mezquinos. ¿Cómo hacer para copiarlo? El simulcop se vendió todo. Y ya no hay repuestos.

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Contra la corriente

Seguramente cuando usted lea esta nota, Damián Ordas estará en el lugar que más ama en el mundo: una pista de remo. Para marzo estaba pautado su regreso al trabajo. Algo impensado si uno repasa las injusticias y los despropósitos de los que fue víctima en los últimos dos años. Esta nota proviene de la irritación, pero también del deseo de que los medios de comunicación se ocupen de los deportistas olvidados. Por DIEGO ZELONKA Fotos IÑAKI ELGORRIAGA

E

l domingo 20 de abril de 2008, Ordas entrenaba a los chicos del club Canottieri Italiani. Se descompuso y terminó internado con un accidente cerebro vascular que lo dejó postrado en una cama. “Me agarró un ataque de presión y quedé tirado en el piso. Justo estaba Raúl Poletti, el actual presidente de la Asociación Argentina de Remeros Aficionados, que me socorrió y me llevó al hospital de Pacheco. Ahí estuve un mes. Los primeros seis días en coma, postrado en la cama sin mover el cuerpo, porque no sentía nada. Después tuve la suerte, gracias al Gobierno y la secretaría de Deporte, de ir al FLENI. Ahí me sacaron adelante. Actualmente estoy caminando; apoyo muy poco la muleta, pero lo hago por mis propios medios”. Todo el apoyo que recibió de su familia, de sus amigos y del mundo del deporte no lo tuvo de su club. El 20 de octubre pasado le llegó el telegrama de despido enviado por Canottieri Italiani. “Por medio de la presente, en los términos del artículo 211 de la Ley de Contrato de Trabajo, y vencido el plazo allí contemplado, procedemos a comunicarle la rescisión del vínculo laboral a partir del 21 de octubre de 2009”. El club no se olvidó de saludarlo atentamente, como

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figura al pie del telegrama, eso sí. “Ellos me dijeron que no podían tener gente así, enferma. Reconozco como estoy, pero me puedo independizar, puedo andar, puedo hacer muchas cosas solo. En el mes de octubre hubo un cambio de comisión y decidieron despedirme. Me dolió muchísimo más porque toda mi carrera, que duró casi 20 años, la hice en Canottieri. Pienso que le di muchas satisfacciones al club, y hoy me lo devuelven de esta manera”. Damián Ordas fue uno de los mejores remeros argentinos. En los Juegos

Ordas fue uno de los mejores remeros argentinos. En los Juegos Panamericanos de Winnipeg ganó dos medallas de oro… El 20 de abril de 2008 entrenaba a chicos del club Canottieri Italiani, se descompuso y fue internado con un accidente cerebro vascular.

Panamericanos de Winnipeg, en 1999, ganó dos medallas de oro. Primero junto a Walter Balunek, en el dos sin timonel, y después en el cuatro sin timonel,con el mismo Balunek más Horacio Sicilia y Guillermo Pfaab. Eso le valió ganar el Olimpia de Plata, a fines de ese año. El mismo día que a Damián le llegó el telegrama de despido, el doctor Sebastián Ameriso, neurólogo del FLENI, firmaba un certificado médico que aseguraba que “el señor Damián Ordas presenta buena evolución de su lesión isquemia cerebelosa. Puede continuar con igual plan laboral”. Dos y media de la tarde. Llega Graciela, la mamá. Después Damián, en un remise. Se acerca caminando y extiende la mano. “Primero voy a la reunión y después hacemos la nota, ¿sí?”. La reunión de la que habla Damián es una entrevista con la gente de la secretaría de Deporte y de la Asociación de Remo. Prometieron entregarle una propuesta. Con Iñaki, el fotógrafo, nos quedamos dando vueltas por el CENARD. Damián sale: “Me propusieron ser entrenador para chicos de 12 a 16 años, que recién comienzan a remar. Después ellos van a elegir el club al que quieren ir a competir. Yo sólo les voy a enseñar a remar. Me


gustó y dije que sí, porque es lo que más me gusta. Así que a partir de marzo empezamos en la pista nacional de remo. La secretaría de Deporte comprará botes y tengo el apoyo de Raúl Poletti, que está muy interesado en esta propuesta. De acá en más hay que trabajar, ¿no?”. El 9 de noviembre de 2009, Graciela Muñiz, Defensora Adjunta del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires, le envió una carta al presidente del club Canottieri Ita-

liani, a raíz de la denuncia recibida en la defensoría a causa del despido de Ordas. En la carta se le exigía al club que brinde una respuesta por este despido. La contestación llegó el 20 de noviembre, firmada por Víctor Martínez Villera, apoderado general judicial del club Canottieri Italiani. En su punto cuatro adelantaba: “sería factible también, que en función del grado de incapacidad de la t.o. que padece, que perciba el beneficio de jubilación

Todo el apoyo que recibió de su familia, de sus amigos y del mundo del deporte no lo tuvo de su club. El 20 de octubre le llegó el telegrama de despido enviado por Canottieri Italiani. por invalidez. Sé que esto último es muy duro, dado que a ningún ser humano se le puede negar la esperanza de poseer una vida plena, pero ello no impide obrar conscientemente…”. Increíble. Damián Ordas también participó en los Juegos Olímpicos de Sidney 2000. Junto a Diego Aguirregomezcorta compitieron en doble par sin timonel, donde fueron eliminados en el repechaje después de haber quedado cuartos en su serie. “El club Canottieri está muy interesado en que yo arregle la indemnización. Ellos me ofrecen un dinero pero yo me negué a firmar la renuncia y agarrar esa plata. Sé que estoy enfermo, pero para mí nada es imposible. Cuando yo me tenía que mojar o embarrarme, enfermo y todo, así lo hacía. Y ningún dirigente estuvo ahí en ese momento. No me gusta ir a juicio o poner abogados, porque la verdad que no estoy acostumbrado. Yo necesito la plata, pero lo que más necesito es trabajar. Pienso en mis alumnos, que me ayudaron muchísimo a salir, y por eso hoy estoy acá”. Su historia, la de un deportista poco conocido a quien se le van los años en la lucha diaria contra la injusticia, lleva dos años. Mientras tanto, la otra pelea, la de volver a recuperar parte de esa vida que tenía. Quién duda de que sus alumnos son la gran motivación: “Sigo en contacto con los chicos. Vienen a mi casa a tomar mate y hablar un rato. Yo tengo 32 años pero cuando estoy con ellos, parezco un chico de 15, porque hago las mismas chiquilinadas que hacen ellos”. Agradece por ocuparnos de él. Se va feliz, suponemos. Hoy Damián, sencillamente, enseña... a remar.

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Son diversas las atracciones y rechazos que generan los periodistas conocidos como movileros, vestuaristas, o aquellos que “hacen campo de juego”. En estos diálogos, de la vida irreal, ingresamos por un rato al universo de estos personajes que Wainraich disecciona en breves pinceladas. Para estos mirones de la vida, un brindis por el rejuvenecimiento de la estética y el lenguaje. Por SEBASTIÁN WAINRAICH

- Ronzoni, Ronzoni… ganaron - Ganamos, que era lo importante - Se habló mucho en la semana… - Sí, éramos conscientes de las cosas que se dijeron en la semana. A nosotros no nos afectan, pero pensá que tenemos familia, que nuestros hijos van a la escuela. No somos unos fenómenos cuando ganamos y no somos unos desastres cuando perdemos… - Hoy ganaron, pero se viene el clásico, con todo lo que eso significa, y la gente lo quiere ganar. - Nosotros también lo queremos ganar. Somos conscientes de lo que significa el clásico. Los clásicos se ganan, no importa cómo viene cada uno, es un partido aparte. Se juega toda la semana, en la calle, en los diarios, en todos lados. - Ronzoni, te felicito por el triunfo y por tu actuación, jugaste un partidazo. Te agradezco, y antes de que te vayas para el vestuario te quiero pedir un favor, un trofeo que haría muy feliz a mis hijos. Hoy venía para la cancha y mis pibes me dijeron “queremos la camiseta de Ronzoni, viejo”…. Sos el ídolo de ellos y sería un regalo bárbaro. - Por supuesto, Norberto, vos venís 80 UN CAÑO | MARZO 2010

a los entrenamientos, cubrís las concentraciones como nadie, no sos mala leche y siempre decís la verdad. Ojalá todos los periodistas fueran como vos. Saludo a tus pibes, a tu esposa, y sí, la camiseta es para ellos. - Me emociona tu gesto, y muestra que los grandes son humildes. Muchas veces hay pibes que hacen tres goles y ya se suban al 0 km y no te saludan. Te quiero decir gracias a vos por tu onda y por la onda de tu familia… Tu mujer Yanina y tus hijos Eliel y Yasmina, que siempre nos reciben en tu casa y nos tienen una paciencia bárbara. - Por favor, el agradecido soy yo y cuando quieras nos juntamos para el asado. Hasta la próxima. - Excelente trabajo en el campo de juego, Norberto, siempre la palabra de los protagonistas… Ojalá nos invites a la casa de Ronzoni a comer el asado. - Te sale el cholulo de adentro, eh. Pero sí, estás

invitado, los Ronzoni son muy buenos anfitriones. - ¿Y el asado quién lo paga? Porque vos tenés un cocodrilo en el bolsillo, ¡¡¡ja ja ja!!! - No te hagás problema, hablamos con la gente de Ferrito Hermanos, que seguro van a tener una atención con nosotros, tienen una carne de primera. - Muy bien, Norberto… Saludos a los de Ferrito Hermanos, entonces. ¿Queda alguien más en el campo de juego? - Yo no veo a nadie, ya. Ahora voy a ir para la zona de vestuarios para ver sin encuentro a alguien. - Señoras y señores, seguimos en esta noche repleta de emociones y recuerden que al final entregaremos el premio de oro y sortearemos dos viajes al Caribe con absolutamente todo pago. Y ahora llegamos a una de las tantas ternas esperadas de la noche: mejor periodista deportivo… Y el ganador es… ¡¡¡Norberto Finanza!!!... Sí, Norberto Finanza… Más de 20 años cubriendo acontecimientos deportivos a


lo largo y ancho del país, y a lo largo y a lo ancho del mundo. Copas Américas, Libertadores, Mundiales… Con un estilo fresco, canchero, ágil y piola se ganó la confianza de todos los protagonistas, que no dudan en darle siempre las primicias a él. Porque Norberto Finanza es sinónimo de primicia en el periodismo deportivo. Vemos como sus colegas lo felicitan, lo que es todo un símbolo, felicitaciones Norberto. - ¡¡¡Qué emoción!!! No sé qué decir... Primero lo quiero compartir con mis compañeros de terna. Un honor estar en la terna con ellos. Les quiero agradecer a las autoridades del canal que me dejan trabajar con libertad. A mis compañeros, a los jugadores, que son los protagonistas de esta historia y los que siempre están al pie del cañón para las entrevistas. A mi viejo, Norberto, que mira desde el cielo. Viejo, para vos. A mi vieja que está en casa…. Viejita mañana voy, prepará milanesas. Y por último, a mi mujer, Mony, y a mis pibes Norbertito y Kevin, que son fanáticos de nuestras transmisiones. Quiero aprovechar esta noche… Sí, sí, ya termino… Decía: quiero aprovechar esta noche para anunciar que dejo el periodismo deportivo y que, después de unas merecidas vacaciones con mi familia, voy a empezar en el periodismo político de actualidad. Es un cambio que pensé con mi familia y me parece que ya es tiempo de hacerlo. Y que mejor que terminar en el periodismo deportivo con este premio. ¡Gracias a todos! Buenas noches. - Nos vamos al móvil, Norberto Finanza y otra historia que nos duele, que nos pega, que nos muestra una sociedad cada vez más insegura, más vulnerable. Una sociedad que pide a gritos que alguien haga algo pero ese y esos alguien no escuchan. Norberto, estamos con vos. - Gracias, Julio. Estoy en la casa de los Perales. Hasta ayer la casa de los Perales

era felicidad, alegría, los padres iban a trabajar y los chicos, al colegio. Una familia normal. Hoy, cuando se despertaron a la mañana, el papá de la familia no estaba. Y hasta ahora, que son las siete de la tarde, no hay novedades. Estamos con la mujer de Perales, que nos atendió muy bien y que nos abrió la puerta con amabilidad. ¿Qué fue lo que pasó exactamente? ¿A qué hora secuestraron a tu marido? - Buenas tardes. Gracias por venir. No sé si fue un secuestro. Hoy me desperté mi marido no estaba, lo llamé al celular, le dejé mensajes y nada. No sé qué pensar. - No sabe qué penar, Julio. Claro, esta mujer está desesperada. No puede pensar. Entonces pensamos por ella. ¿Un secuestro? ¿Uno más? ¿Se fue con una amante? Difícil, mirá qué familia feliz tiene. ¿Se lo llevaron por algún problema de negocios? Más difícil, Perales tenía – tiene- todo en regla y nunca tuvo un enemigo ni se lo escuchó discutir. ¿Qué pasó con Perales? Hoy, desde su casa, en vivo. - Muy bien, Norberto, en cualquier momento volvemos a vos… Excelente trabajo, como siempre. “Cuando me preguntan quién es Norberto Finanza contesto que es esto, lo que se ve. Soy transparente y a lo mejor eso es un defecto en este país, pero prefiero ser así a pesar de los problemas que me pueda traer. Soy padre, esposo, hijo, hermano, amigo de sus amigos, futbolero, charlatán... ¿Mi hobby? Tratar de ser un buen tipo. ¿Qué llevo en la sangre? El periodismo”.


Todos atrás y Freud de nueve Los vínculos entre el fútbol y la psicología son evidentes, desde el famoso dicho que asegura que el juego es un estado de ánimo hasta los profesionales que trabajan con planteles de Primera en busca de motivación. Pero también hay relaciones que permanecen ocultas. En un rincón, detrás del diván, alguien sabe demasiado. Y nosotros no sabemos nada de él. Por PABLO CHEB TERRAB

H

ace casi cinco años, el entonces reciente ex presidente de Independiente Andrés Ducatenzeiler sostuvo una charla con la redacción deportiva del Diario Perfil. Parte de su diatriba salió publicada bajo el marketinero título “El arrepentido del fútbol”, un artículo que –revisiones de abogado mediante- llegó a tener alguna cuota de repercusión mediática. Sin embargo, lo más interesante de todo ese discurso quedó triste y obviamente relegado. Me refiero a una anécdota que Duca soltó con un descaro casi humorístico respecto de las costumbres personales de Américo Gallego, un DT que lo había llevado del ostracismo dirigencial a la gloria con un título bajo el brazo. Transcribo desde la memoria y la voluntad, sin papeles ni grabadores que hayan dejado asentado mi recuerdo: “yo debería pagarle el sueldo al psicólogo de Gallego”, afirmó en aquel momento. Y amplió: “en el torneo que ganamos de la mano del Tolo con Insúa y Montenegro, el técnico me rogaba antes de cada partido que lo llevara a terapia. Todos los domingos igual: yo lo subía al auto y lo alcanzaba al consultorio. Lo esperaba abajo mientras él hablaba. Después íbamos a la concentración, y de ahí a la cancha. Como seguíamos ganando, yo le daba el gusto”. Durante mucho tiempo tuve que rumiar esta confesión. Era llamativo, por ejemplo, que Gallego, un hombre con léxico de cafetero ambulante más que de docto psicólogo tuviera una afinidad tan furiosa con el psicoanálisis. Tampoco parecía que su tratamiento estuviera recorriendo un camino de crecimiento personal y redescubrimiento: el Tolo era el mismo de siempre, un tanto ególatra 82 UN CAÑO | MARZO 2010

y con mucho de bocón. Aún en la temporada pasada, años más tarde, pareció operar esa misma versión: Gallego diciendo que va a limpiar a medio plantel, que “dio algunas vueltitas”, que a él los jugadores no lo van a voltear. Agrandado y hablador. Sin embargo, sus equipos jugaban bien. Juegan bien. Casi siempre lo hicieron. Uno puede pensar que el River campeón invicto fue una continuidad de un equipo de Passarella, o acaso que el doble subcampeonato con la Banda no hablaba maravillas de sus dotes de líder. Pero desde ese Independiente ganador, pasando por Newell’s y el Toluca, Gallego parece haber encontrado un sello propio eficaz e interesante. ¿Pero cómo puede darse esa maduración? Si desde el punto de vista personal el Tolo no creció un centímetro, en lo futbolístico aprendió, absorbió conceptos como una esponja. Se hizo fuerte desde el éxito. Y desde la terapia. Fue en una de estas revisiones retrospectivas que descubrí lo obvio. ¿Por qué ir desesperado a una sesión antes de cada partido? ¿Por qué sostener un tratamiento durante tantos años sin un cambio evidente en la estructura vital, en el orden del pensamiento? Como dije, lo obvio: el psicólogo de Gallego es un pésimo terapeuta, pero es un genio del fútbol. Desde el diván, el gran Américo estuvo expuesto a un experto en tácticas ofensivas que diseñó sus estrategias partido a partido. Todo tiene sentido. Fue el psicólogo el que interpretó los esquemas defensivos de Argentinos Juniors, el que sugirió la dupla de enganches con Silvera como único delantero, el que rescató a Guiñazú y a Castagno Suárez, el que hizo rendir al máximo al Burrito Ortega, el que se adaptó de inmediato al fútbol mexicano (vía telefónica las sesiones continuaron, obvio), el que pidió a Nacho Piatti y el que lleva de poco al Patito Rodríguez. La confidencialidad paciente-médico le impide confesarlo, pero es él quien debería llevarse el mérito: estudió videos e intercaló conferencias de Bielsa con libros de Freud. Ahora, después de años de exposición, Gallego sabe de fútbol, ¿quién lo duda?, y a veces despunta el vicio repasando formaciones de los 70 con su fanático terapeuta. Pero ahora las cosas son distintas. Con la tranquilidad del que se ha liberado, logró hablar de otras cuestiones en su sesión. Quizás del sobrepeso. Puede ser. Será por eso que el Tolo está tan flaco.




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