staff SEGUNDA ÉPOCA (AÑO 5) NÚMERO 37
Cinco Razones
CONSEJO DE DIRECCIÓN Alejandro Caravario Christian Colonna Pablo Cheb Terrab Mariano Hamilton Pablo Llonto Matías Martin Fabián Mauri Víctor Hugo Morales
Para que Grondona siga al frente de la AFA:
SECRETARIO DE REDACCIÓN Pablo Llonto
1.2.3.4.5.-
DIRECCIÓN DE ARTE Alicia Sliwkin EDITOR DE FOTOGRAFÍA Fabián Mauri CORRECCIÓN Alejandro Lingenti
Para que Vila sea presidente de la AFA:
1.2.3.4.5.Para que Passarella sea predisente de la AFA:
1.2.3.4.5.-
COLABORAN EN ESTE NÚMERO Diego Bonadeo, Eduardo Cantaro, Carlos Carpaneto, Gabriel Casas, Martín De Rose, Maxi Failla, Alejandro Fabbri, Francisco Giovanoni, María Fernanda Mainelli, Mariano Mancuso, Ezequiel Fernández Moores, Edgardo Imas, Román Iucht, Alejandro Kirchuk, Alejandro Lingenti, Gustavo Lombardi, Orge, Fernando Pacini, Ulises Rodríguez, Marcelo Rosasco, Pablo Strozza, Pablo Tesei, Gustavo Veiga, Leandro Vila, Alejandro Wall, Sebastián Wainraich, Osvaldo Alfredo Wehbe, Photogamma.com DEPARTAMENTO COMERCIAL info@sentidos.com - 5983.2700 www.revistauncaño.com.ar www.facebook.com/revistauncanio correodelectores@revistauncanio.com.ar
Un Caño
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ILUSTRACIÓN DE TAPA Sebastián Domenech
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Pretty woman athlete
De Miss Paraguay a los Juegos Olímpicos, Leryn Franco ha sido centro de atención en su Paraguay. De paso por la Argentina, la deslumbrante muchacha lanzadora de jabalina le permitió recrear unas horas al afortunado cronista. Como pocas veces, deleite doble para el entrevistador: buena charla, buenas fotos. Por GABRIEL CASAS
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adie descubre la pólvora al explicar que lo primero que impacta de Leryn Franco al tenerla enfrente es su belleza. Sin embargo, la atleta paraguaya que ya participó en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004 y Pekín 2008 sin grandes resultados, también es linda por dentro. Derriba de un plumazo los preconceptos de este periodista de Un Caño al entrevistarla. Ya que además de ser una lanzadora de jabalina y una súper modelo, el combo viene con una verborragia interesante y comprometida ante el lado oscuro que suele rodear al atletismo profesional. –¿El espíritu amateur es lo que más prevalece en vos a la hora de competir? –Para mí, el deporte es un estilo de vida. Hay que tener espíritu y sentirlo. Hay que hacerlo todo por derecha. Las conductas antideportivas no tienen cabida en mí. Lo disfruto así como es, me llevo mis decepciones y alegrías, pero limpiamente. Es lo que me inculcaron en mi casa, y así quiero educar a mis hijos cuando forme una familia. –¿Es difícil eso en un deporte con tantos casos de doping? –Sí. Hoy en día están quitando muchas medallas olímpicas de oro. Hay un caso curioso en un Mundial de Francia: le sacaron la medalla a la ganadora, se la quisieron dar a la segunda y ésta también dio positivo. No digo que sólo se llega con ayuda extra. Existen los grandes talentos, pero también está muy contaminado el mundo de este deporte. Y es muy difícil aspirar a algo más teniendo una mentalidad distinta a ésa. –¿Cómo se puede cambiar las cosas? Más aún cuando el negocio suele proteger a esos deportistas exitosos que abusan de sustancias. –No se puede. La compe-
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tencia no es justa. Lo que es justo es lo que uno elige. Si para eso uno busca y logra llegar a su límite con limpieza, eso vale más que cualquier medalla de oro. –¿Es lo que más te decepciona de tu carrera? –Sí, y es fuerte porque uno está metido sabiendo que estas cosas pasan y que no lo vas a evitar. A mí, el deporte me ha dado varias medallas doradas a nivel internacional. Pero me dio también experiencias muy positivas de vida que, al final, forman a una como persona. Conocí linda gente. Depende de cada uno… De sus valores, de su moral. El deporte me hace bien. Necesito la adrenalina, soy una persona muy competitiva. Me está forjando un carácter que me sirve en otro ambiente de mi vida, el del modelaje. Fui Miss Paraguay en el 2006 y no me fui a Miss Mundo porque tenía los Juegos Panamericanos de Río al mismo tiempo. –¿Y cómo se mezclan esas dos carreras paralelas tan disímiles? –Me sirve para aprender que lo más importante es la responsabilidad, la disciplina. Por ejemplo, en el mundo de la televisión. En donde quieras entrar, hay que tener esas dos características. Y ser competitivo para seguir creciendo. Tiene sus frustraciones, porque a veces a uno no le va como esperaba. Son ambientes muy distintos, pero igual se complementan. –En la exposición pública, ¿no? Totalmente. Cuando no salen las cosas, decís “a la miércoles, le dediqué tanto tiempo, pensé que me iba a ir mejor”. Sin embargo, lo que no te mata, te hace más fuerte. Para la próxima, capaz que te va mejor y lo valoras más. Eso sirve para todos los ámbitos de la vida.
Furia roja, sangre azul Sunday Baala nació como príncipe de una tribu de Ghana, pero cuando era adolescente debió huir, tras el asesinato de su padre, para salvar su vida. Ahora subsiste como delantero de un equipo regional español y confía en su velocidad y en sus goles para volver a formar parte de la realeza, al menos en el fútbol. Por MARIANO MANCUSO
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ace tres años, Sunday Baala eligió el exilio. Tenía 16 y acababa de enterrar a su padre, rey de una tribu ghanesa en la región de Zongo que había sido asesinado en un atentado. “Nos lo quitaron todo por la fuerza. Fue muy duro, porque lo mataron para poder gobernar ellos”, recuerda ahora, y agrega: “mi madre me aconsejó que me marchara, porque lo más seguro era que fueran por mí”. Su mamá y su hermana dejaron la ciudad donde él era príncipe: Koforidua, capital de Ghana Oriental, una población de 87.315 habitantes que siempre fue un importante enclave comercial. Sunday abandonó el país. Su destino fue España. La historia es la misma que la de miles de africanos que mes a mes dejan su tierra, por miedo o por hambre, en un continente de grandes desigualdades donde coexisten a la fuerza más de tres mil etnias en cincuenta y cuatro países nacidos del reparto colonial europeo. Sólo de Ghana, donde siete millones de personas viven cada día con menos de U$S1,25 según Naciones Unidas, entre abril y mayo de 2010 se fueron 3.500 exiliados. La mayoría cruzaron la frontera a Togo, para escapar de la violencia entre tribus y los conflictos por el saqueo de los recursos naturales. Pero también es la historia de unos pocos, futbolistas y líderes tribales, como la del camerunés Achille Emaná, jugador del Betis (ver número anterior). En 2009, tras la muerte de su padre, el volante mundialista recibió el bastón de mando de un distrito de Mvog-Ada. Desde entonces, imparte justicia en ese territorio, por teléfono, desde su mansión en Sevilla. Las raíces tribales nunca se pierden. Lo de Sunday es más humilde. Pisó suelo
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español en 2008, y su primer hogar fue un centro para menores. Allí decidió que quería hacer profesión esa pasión que practicaba descalzo en su tierra. Una familia de Castellón lo adoptó legalmente y su nuevo padre, Ángel Fandos, directivo del pequeño Meridiano de Greenwich, le dio la oportunidad. El príncipe ghanés se probó en Villarreal y Castellón, pero no quedó. Jugó en los juveniles del Club La Vall y Benidorm, y recién en enero de este año se ganó un lugar como delantero del Almenara, un equipo de Regional Preferente de la comunidad valenciana (un equivalente al Argentino C), donde lleva marcados siete goles. José Martínez, presidente del club, reconoció que “no tenía conocimiento de su estirpe” al contratarlo. Fueron su calidad técnica, su rapidez y su buen desborde los atributos por los que decidieron sumarlo, a mitad de temporada, al equipo que juega en el estadio La Corona. Ya en Almenara, Sunday recuperó el contacto con su madre y su hermana, que había perdido cuando huyó de Ghana. “Me gustaría que pudiesen venir pronto. En Castellón estoy muy a gusto, y seguro que ellas también serían felices en esta bonita tierra”, se ilusiona. Sueña, como miles en barrios bajos de todo el mundo, con que un club grande le ofrezca un contrato para poder mantener a su familia. “Tengo el presentimiento de que puedo hacer algo importante en el fútbol, y voy a luchar por ello”, promete. Confía en volver a ser rey metiendo goles. Pero no se hace falsas ilusiones, sabe que son muy pocos los que llegan a Primera. Por las dudas, entre práctica y práctica, estudia jardinería.
Líbranos de todo el gol
Sandro Airet tiene dos pasiones: el fútbol y la religión. Es el cura de una parroquia en Salto y el arquero de Boca de Rojas. Atajó en el Fluminense de Brasil y en varios equipos del Ascenso. Una historia de guantes y sotanas. Por ULISES RODRÍGUEZ
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uando Sandro Airet levanta las manos en la iglesia, todos se arrodillan; en cambio, cuando lo hace en la cancha, muchos lo aplauden. Lo cruzan dos pasiones: el fútbol y la religión. En septiembre de 2009 se ordenó como sacerdote, y ahora sus domingos se dividen entre el altar de la Parroquia San Pablo de Salto y el arco de Boca Juniors de Rojas. Entre 2006 y 2009, Airet fue el arquero de Defensores de Salto, club del norte bonaerense que disputa el Argentino B, pero tuvo que dejar el puesto porque se le complicaba con los viajes, los entrenamientos y las exigencias de un equipo que sueña con el ascenso. Melena leonina, bien peinada para atrás, a simple vista no da la imagen de un cura de pueblo. De espalda ancha, 1,86 de altura y brazos marcados por el entrenamiento, el Padre Airet tiene un club de fans (con mayoría de mujeres) que lo banca religiosamente en el altar y en el arco. Hasta han creado un grupo en Facebook: Yo vi a atajar a Sandro Airet. Él asegura que se trata de damas que van a la parroquia y que además son hinchas. Pero está claro que su barba rubia, su sonrisa bonachona y sus ojos verdosos atraen más que la calva morena del Padre Abel, uno de los curas veteranos del pueblo. Durante el torneo 2007/8, los hinchas del Loro, como le dicen a Defensores, lo eligieron el mejor jugador del equipo. En los foros de fanáticos los comentarios dicen que “tiene un manejo de grupo impresionante”, que “sale con seguridad en los centros” y que “no se caga en ninguna cancha”. Todas las Infantiles las hizo en clubes de Rojas, y a los 17 años tuvo su oportunidad en el arco de un grande de la zona: Douglas Haig de Pergamino, por entonces en el Nacional B. Estuvo a prueba en San Lorenzo cuando era dirigido por el Bambino Veira en 1996. Al final ese puesto fue ocupado por Sebastián Saja, y Airet terminó atajando en Defensores Unidos y Lamadrid. Un empresario lo ubicó en el Fluminense de Río de Janeiro. Allí llegó a ser titular en algunos partidos. Luego, el regreso. Un tanto frustrado por ese mal paso en su carrera pro-
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fesional, Sandro dice que por esos días sintió “el llamado de Dios”. No era la primera vez que le pasaba, ya que a los 15 años había vivido una situación similar. “Es difícil de entender para el que no lo pasa, pero es algo que está adentro y no lo podés manejar”, dice hoy. Sin decirle nada a Mariana, su novia en esos años, Sandro fue a hablar con el cura de Rojas. La charla le aclaró algunas dudas y le dejó una sensación extraña dando vueltas por la cabeza. Los meses pasaban y “el llamado de Dios” era cada vez más insistente. En el 2000, Airet era el arquero titular de Defensores Unidos de Zárate. Su novia hacía números para comprar un departamento, pero “Dios tenía otros planes para mí”, dice hoy. Sandro le explicó a su novia la vocación por tomar los hábitos. Al principio, ella creyó que la dejaba por otra o que no la quería más, “pero luego lo entendió”, recuerda el cura, de 35 años. Los primeros tiempos en el seminario de Parque Chas fueron raros: estaba Dios, faltaba el fútbol. Sandro se encargaba de armar los partidos con los seminaristas cuando los libros de teología y los retiros espirituales permitían un descanso. Los primeros tres años los pasó sin jugar profesionalmente. En 2004 pidió el cambio al seminario de San Nicolás, y fue allí cuando regresó al fútbol. Para los inicios de 2006, en la Liga de Salto, Airet se puso los guantes. Su nuevo apodo fue El curita . Entrenaba sólo en el seminario durante la semana y los viernes viajaba a Salto para la práctica con sus compañeros. Para los relatores, Sandro es la tentación perfecta para un rosario de frases hechas: “tiene un Dios aparte”, “las manos de Dios”, “este equipo tiene cura”, “gracias a Dios, gracias a Airet”, “esa pelota la sacó de milagro”... Las malas lenguas del pueblo dicen que cuando Sandro da las misas, la parroquia se llena de mujeres. De todas las edades y estados civiles. Él se ríe y dice que no es tan así. Por el otro, los hinchas del Loro le piden que vuelva a atajar para ellos porque es uno de los mejores arqueros que han tenido en su historia. Ahí se pone serio: “si Dios quiere, capaz que algún día vuelvo”.
NOU COMEN
Busse, dormido dos veces
La receta del abuelo
Antes de que Passarella fuera a la AFA a decirle a Grondona que tenía que retirarse (un martes), habían charlado por teléfono el domingo del superclásico, por la noche. El Kaiser le lloró por la designación de Patricio Lousteau, mientras El Jefe trataba de serenarlo. Pero el presidente de River insistía con los penales que no le habían cobrado y que la roja a Somoza, y que la roja a Insaurralde, y que esto y que lo otro… Hasta que Grondona no aguantó más tanta crítica, lo interrumpió y le aconsejó: “en vez de quejarte de los árbitros, poné un arquero”. Lo que hizo Carrizo contra San Lorenzo, una semana después, le terminó dando la razón a Il Capo. Por cierto, ¿Grondona le dirá lo mismo a Batista? Ampliaremos...
Ya todos saben, y casi todos opinaron, sobre la noche triste que vivió Walter Busse, quien junto a su hermano se llevó a tres mujeres a su departamento. Pero lo que iba para fiesta terminó en drama: cuando el jugador de Independiente se despertó, algo atontado, ya no estaban las chicas ni unas cuantas pertenencias. En realidad, las chicas se llevaron hasta el perrito, que se lo había regalado su (ex) novia. Busse, tras una seria lesión, había vuelto a jugar unos minutos justo el fin de semana anterior, contra All Boys. Sin embargo, después del episodio, el salteño no volvió ni siquiera a ser concentrado. Y aparentemente no por decisión del Turco Mohamed, sino por una orden que llegó desde más arriba.
El Twitter asesino Martín Liberman puso en su Twitter: “Araujo le dijo Nico a Maxi Velázquez (el lateral de Independiente) todo el tiempo y ninguno de los alcahuetes le avisó de su error”. Los alcahuetes a los que se refiere el Colorado son Tití Fernández y Marcelo Benedetto. Pero ninguno de ellos saltó. La que lo hizo fue la mujer de Tití, que, sí, también twittea. Y allí puso “Liberman: sos un desagradecido”.
¿Macri se hizo de Unión? En el afán de que el PRO tuviera candidatos en todo el país, Mauricio Macri abrió el abanico de posibilidades y no tuvo pruritos en proponerle al humorista Miguel del Sel ser candidato a gobernador de Santa Fe. El Midachi lo pensó unos días y, finalmente, le dio el sí al ex presidente de Boca. Pero antes de dar ese sí puso, digamos, una “pequeña” condición. Se trataba de que Macri le diera una “pequeña” ayuda económica a Unión, el club del que del Sel es hincha: nada más que 5 millones de pesos para solucionar algunos problemitas. Por supuesto, si del Sel es candidato es porque el dinero fue concedido. 10 UN CAÑO | JUNIO 2011
A Diego no lo dejaron ser cuervo Antes de cerrar con Omar Asad, la dirigencia de San Lorenzo anduvo desorientada tirando nombres a diestra y siniestra, en busca de un reemplazante para Ramón Díaz (a esta altura, de Miguel Tojo). Cuando la lista ya tenía suficientes apellidos, surgió uno más, bien pesado, tal vez el más pesado: Diego Maradona. Aunque Diego dijo públicamente que nunca nadie de San Lorenzo se había comunicado con él, la realidad es que sí hubo contactos con allegados a él. Sin embargo, antes de profundizar con una posible negociación, Abdo recibió una llamada en la que, entre otras cosas, escuchó “Maradona no”. El que crea que la llamada llegó desde la AFA tiene razón.
El Ogro no es ningún vago Las imágenes de Roberto Perfumo fulminando a Cristian Fabbiani en el programa Hablemos de fútbol recorrieron varios programas de televisión. Para los que no las vieron, las resumimos: el Mariscal le digo al Ogro que no le gustaba el fútbol, que si le gustara de verdad, no haría las cosas que hace y se cuidaría más, no estaría excedido de peso, etcétera, etcétera. El delantero de All Boys no dijo ni mu porque le estaba hablando una vieja gloria del fútbol, pero se lo notó dolido con la acusación. Ya en el corte, el Ogro trató de explicarle a Perfumo que el fútbol le encanta y que, de hecho, una vez que se retire tiene pensado seguir vinculado a la actividad. Alguien en el estudio quiso saber si será entrenador en ese futuro. Pero Fabbiani, genio y figura, respondió “no, como panelista, que es menos sacrificado”.
Contrapunto Ricardo Caruso Lombardi analizaba al Barcelona y daba una particular teoría: “el problema es que los rivales en España salen a ver por cuántos goles van a perder. Si el Barcelona jugara acá, no sería lo mismo. ¿O ustedes creen que ganaría fácil en las canchas de Tigre, de Arsenal o de All Boys?” Consultado Riquelme sobre la visión del técnico de Quilmes, Román respondió: “si el Barcelona jugara acá, nos cagaría a goles a todos”. Lamentablemente, no podremos comprobar quién tiene razón.
Tinelli te deja a gamba Final de la Liga de Vóley, que se juega al mejor de siete partidos. Por un lado, UPCN de San Juan, y por el otro, Bolívar, el equipo del reciente Martín Fierro de Platino. Partido número seis, en Bolívar, con los visitantes adelante en la final por 3-2. Es decir, los de Tinelli tenían que ganar para estirar la serie. Pablo Meana, una de las figuras del equipo, es de Necochea y había comprometido su presencia en la comunión de su hijo al mediodía. Esa noche también debía jugar en Bolívar. Los dirigentes de su club pretendían que el líbero llegara de cualquier manera al partido y le pusieron un avión privado. Sin embargo, por una tormenta, el avión nunca pudo aterrizar en Bolívar, y Meana terminó en Aeroparque vestido de jugador, ya que así había salido de Necochea para no perderse ni un minuto. Desde allí se fue a Retiro para volver a su ciudad en micro. Ahí se cruzó con un pibe fanático del vóley que no podía creer estar frente a Meana vestido de jugador por un capricho de Tinelli. Ah, finalmente Bolívar ganó el partido sin una de sus figuras, aunque después cayó en el cruce decisivo.
BASTA DE TODOS
Fantoches Da lo mismo que sea Vila, colchonero, rey de bastos, Grondona o polizón. En las líneas de este artículo encontrarán ustedes algunas razones que sostienen nuestro canto discepoliano de pleno descreimiento a quienes dinamitaron el fútbol argentino. No pedimos que se pongan de rodillas y pidan disculpas, pero que al menos sepan que les pasó lo del pastorcillo mentiroso. Por PABLO LLONTO Fotos PHOTOGAMMA.COM
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omo en la mente de Hamlet, cada vez que ocurre algo en la AFA sospechamos una infamia, sospechamos juego sucio. Tantos hechos pestilentes, tantos personajes retorcidos acotan nuestra esperanza. Alguien que nos conoce diría que ya no la tenemos. No hay Vila, ni Passarella, ni Juan XXIII capaz de curar los disgustos de tanto patetismo. El grito de guerra de las últimas semanas ha salido de dos bocas extrañas a la historia del anti-grondonismo. Ni el presidente-empresario de Independiente Rivadavia de Mendoza, ni el presidenteex jugador-ex entrenador de River brillaron por su reclamo democrático, justiciero y anticorrupción en las dos últimas décadas. Escucharlos ahora reclamando autoridad y leña cual señores que salen de la oscuridad nos resulta digno de una producción teatral de la calle Corrientes. Las homilías democráticas y federales del socio mendocino de Manzano no alcanzan para purificar sus cuentas bancarias. Sobre todo aquellas que llevan dígitos de la década del ‘90. Mucho menos cuando negocios nacionales o extranjeros se enturbiaron con una firma genéticamente menemista: la de su socio Manzano. Las abjuraciones de Passarella, quien buscó alcanzar el cielo de sus partidarios con la bravuconada de pedir renuncias un lunes, pero no un martes, ni un miércoles, ni un jueves sonaron más a “ahora
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te acordás hermano”, que a un intransigente luchador que ha decidido no tolerar más a la mafia. El gran secreto de Grondona han sido siempre sus armaduras. La primera armadura son los dirigentes. Cultores del fanatismo pro-don Julio y cultores del voto cuota (cuota del pasaje aéreo a un próximo Mundial o Copa América), los presidentes de los clubes y las Ligas pasaron de jóvenes besamanos a ancianos besapiés que nunca pudieron pasar la primera página del manual del buen directivo. Ni siquiera Aníbal Fernández, capaz de cargar armas contra el más temible monopolio, ha decidido torearlo. Le teme. Lo suyo es un ejemplo de urbanidad que duele. Ojalá nuestra sospecha de que lleva una estampita de Grondona en la billetera sea falsa. La segunda armadura es la de los periodistas. Por cada cronista o redactor antisistema, hay cien dispuestos a bancarlo o, algo que suena igual, callarse la boca. Con sólo mencionar los ejemplos de Ernesto Cherquis Bialo y la más reciente contratación de Darío Villarruel (ex vi-
cepresidente de Chacarita) alcanza para que nos quedemos con la boca abierta por unos meses. Observen cómo se ha redactado la resolución de Grondona sobre estos temas en la web de la AFA: “Texto de la resolución al Honorable Comité Ejecutivo por parte de la Secretaría Ejecutiva de la Presidencia. 1) Que las tareas de prensa referidas a las Selecciones Nacionales, serán ejercidas por el Director de Medios y Comunicaciones, Señor Ernesto Cherquis Bialo. Ello sin prejuicio de las tareas oportunamente asignadas. 2) Que a partir del día de la fecha el Dr. Sergio Darío Villarruel se incorpora a esta Asociación para ejercer la tarea de Vocero personal del señor Presidente Don Julio Humberto Grondona”. Al momento de escribirse estas páginas, en el alba del lunes 26 de mayo, Grondona maneja como si fuese el dueño de radio Rivadavia al leve periodista Mauro Viale, quien le confiesa: “yo a usted nunca lo ataqué, don Julio”, mientras don Julio le responde: “ehhhhhh... Pero, a veces... Los silencios…”. Pretensiones de don Julio, vaya a
Las homilías democráticas y federales del socio mendocino de Manzano no alcanzan para purificar sus antihigiénicas cuentas bancarias.
saberse. Que no haya silencios en estas horas de embates. O lo que es lo mismo: “todos los que puedan, conmigo”. El caso es que debemos ocuparnos de los dirigentes. Más que de los periodistas. Es evidente que por el lado de la verguenza no lograremos conmoverlos. En una semana, la Argentina escuchó de tres escándalos que alcanzaban, al menos, para ruborizarse. Pero aquí en nuestras tierras fue dale que va. Árbitros comprados, doping seleccionado y guita para votar por las sedes de los Mundiales. Los zoquetes, en cambio, en vez de alzar la voz, gastan fortunas (de la plata mal distribuida entre los clubes) en una solicitada. ¡Una solicitada! ¡Dos solicitadas! Pueden sacar diez mil solicitadas, que no les alcanzará la fábrica de Papel Prensa para que olvidemos tanta impunidad. Se creen que con textos redactados por los abogados de la AFA nos conmoverán como un bolero. Evidentemente piensan que toda la vida existirá una prensa boba. La historia de la AFA no es la que se escribe en los boletines oficiales, ni en los reportajes a medida de Grondona que ejecutan algunos medios. Ya hemos señalado, en otras páginas, en otros momentos, cuáles son las preguntas que se le hacen al presidente en algunos diarios autodenominados “audaces y valientes”: –¿Cuál es el secreto para estar tan lúcido? –Entonces, en septiembre, gran festejo de cumpleaños... –Ya no vive más en Sarandí; ahora es vecino de Puerto Madero. ¿Cambió mucho su vida? –Usted viaja mucho. ¿Su mujer le hace la valija? –¿Lo pone sensible el paso del tiempo? (preguntas de los periodistas del diario Libre a Julio Grondona, mayo de 2011). La historia de la AFA es un balance de muertos, barrabravas, empresarios enriquecidos, clubes desahuciados, quebrados, saqueados… Más otro balance de destrozos, monopolios, falta de libertades, ausencias democráticas, goles secuestrados… Pueden tirarnos con números y campeonatos. Que es lo mismo que decir robo pero hago, como ciertos políticos noventistas. Pueden tirarnos con estadios.
Que es lo mismo que Cacciatore se jactara de las autopistas. Nada les alcanza para fascinarnos y, como bien dijo el españolísimo Pérez Reverte, “también Hitler y Pinochet habrán sido inocentes algunos meses”. Puede que esta generalización suene injusta. Y que más de uno se queje por los olvidos de campeonatos internacionales, afiliaciones de socios, piletas y polideportivos. Lo único que faltaba es que llevasen treinta y dos años manejando estos asuntos y hubiesen volado por los aires todos los clubes del país. Sin embargo, nos queda una duda: si estuvo todo bien con Grondona, ¿por qué el emperador de la calle Viamonte anda diciendo que semanas antes del Fútbol Para Todos “está-
bamos por cerrar las persianas”? Nosotros no estamos para sugerir monumentos a las Comisiones Directivas. Ya bastante que les han puesto el nombre a muchas tribunas y estadios. La prensa está para otra cosa. No para colocarles pendones. El grondonismo los ha convertido en una barrabrava más del ancho mundo del deporte. Siempre dispuestos a facilitarle las cosas al ferretero más nombrado del país, nuestros dirigentes toleran todas las barbaridades posibles y ponen su firma, su voz, su cara en cuanto requerimiento se les ordene. ¿Qué piensan en cambio quienes no son dirigentes pero son parte de esta historia? Basta con salir a la calle y pregun-
tarles a los hinchas de fútbol, a los socios, a los jugadores, qué opinan de Grondona y de sus alcahuetes levantamanos que sólo conocen un verbo: reelegir. Es cierto que en la AFA no se han intentado remedios. Ejemplo: nadie ha desratizado. Tampoco han levantado el teléfono para culminar en un exorcista. Los remedios caseros, basados en tibios opositores incapaces de construir conciencia o armar agrupaciones opositoras, textos, ensayos sobre saneamiento sucumbieron ante la chequera y la carpeta llena de infidencias. El chantaje caló tan hondo en la AFA que hasta el afiebrado Bilardo filmaba la llegada de sus jugadores para amenazar con incendiarlos antes sus esposas, mostrando la hora en que regresaban a las concentraciones. Llevará buen tiempo, después de la muerte de Grondona, respirar aires más gratos en todo el país-fútbol. Y es que a la solución hay que llamarla, de una u otra manera, la revolución. Una revolución de cabezas y otra de gestos.
Llevará buen tiempo, después de la muerte de Grondona, respirar aires más gratos. Leáse también revolución política. Que aleje los fascismos y microfascismos de todos los escenarios. No es poco horrendo que tanto Vila, el llamado opositor, y Grondona compartan su nulo compromiso con la memoria, la verdad y la justicia. Para ambos, las Madres y las Abuelas mientras más lejos, mejor. Y los juicios a los genocidas, para los dos, son banderas que les provocan escalofríos. Con este panorama, ¿aparecerá alguna vez alguien que despierte confianza? Quizás hoy, escondido en algún rincón de Vélez o de Lanús, o de un club de pueblo o de provincia, un sacrificado (o sacrificada) vocal de la subcomisión de
nado sincronizado ha decidido no venderse más por un miserable cortado con medialunas y espera turno en la breve fila de la esperanza. A veces nos preguntamos por qué diablos nos emperramos en ver una AFA transparente, con dirigentes que dejen el tiempo, la fortuna y la vida en los clubes, con mujeres y hombres que reclamen el voto desde abajo, ciudadano por ciudadano, que se atrevan a llamar las cosas por su nombre y que no lancen su honra por treinta días con los gastos pagos a Brasil 2014. Será que uno piensa en un deporte mejor de un país mejor, de un mundo mejor. Será eso.
Mensajes para don Julio en las tribunas del estadio inaugurado en Chaco con el amistoso entre Argentina y Paraguay.
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BASTA DE TODOS
A confesión de parte…
En cualquier otro planeta, un vicepresidente de la FIFA que confiesa haberse entrometido en los controles antidoping era renuncia servida. Pero aquí en la Tierra hay dos tipos de justicia. Para Grondona y para todos los demás. ¿Qué dirán los australianos de este bochorno? Por VÍCTOR HUGO MORALES
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iempre se pensó que en el Mundial del ‘94 Diego había sido víctima de una promesa incumplida de la FIFA con relación a los controles antidoping. Ahora, Julio Grondona, indirectamente, haciendo uso extremo de su poder, relató que eso sucedió al menos en los partidos contra Australia. ¿Cómo lo consiguió? ¿Con quién se hablan esos asuntos? “Che, Joao –le habrá dicho a Havelange, el maese de la logia–, se me presenta este asunto con Australia, que capaz va y nos saca del Mundial, ¿entendés? Y hemos tenido que cambiar varios jugadores y no sabemos cómo vienen, y uno de ellos es este muchacho Maradona, que lo precisamos como al pan, pero ha tenido problemas, ¿viste? Y entonces yo pensaba que por ahí podíamos sacar los controles del doping. Porque mirá si va y se deschava un asunto que deje afuera a la Argentina, ¿entendes? ¿Qué te parece a vos?”. No debería ser tan sencillo –piensa el cronista–, pero al mismo tiempo se pregunta: ¿de qué otra manera podría ser? Y la respuesta parece que fuera así de sencilla. No lo van a dejar por escrito, claro. Grondona le dice a Joao, y Joao le responde “y sí, si no hay más remedio, metele pa’ delante como dices tú –el español que habla Havelange es más puro–. ¿Lo haces tú o me encargo yo?”. Los tipos hablaban con naturalidad, no conocen el espanto. Estaban cocinando a otro país, las ilusiones de la gente de Australia. Pero Grondona afrontaba una situación límite. Si había controles, quizás no podían usar a todos los jugadores. Y no se podía dar esa ventaja. La imaginación del escriba no da para decidir si se ocupó Grondona o fue Joao. ¿A quién le habrá dicho uno de los dos que eso de aplicar el reglamento esta vez no se hacía? Cuanta obediencia e intereses se suman para que mucha gente en el camino mire para el costado y acepte violar los elementales principios de igualdad en la competencia. Grondona debería renunciar, pero son tantos los motivos que desairó en ese sentido que vale la pena advertir, por si hay algún incauto, que nadie debe hacerse ilusiones. La fecha de vencimiento de su mandato parecería una cuestión a laudar por Dios, o por el propio Grondona. Y cuando, por las razones que fuere, no haya Grondona, igual estará él. Su apellido y sus criterios éticos estarán un tiem-
po más en la vieja casona. Surge algún enemigo, y aunque este periodista no quisiera pecar de prejuicioso, no le agrada lo que se quiere tejer. Algo desautorizado por flojedad de papeles, no hay manera de lanzarse aún a una polémica que conviene balconear, por ahora, hasta tener algunos elementos de más peso. Un hombre que por abuso de poder gravita en la deformación de los árbitros, el endeudamiento de los clubes y hasta en la salida de Tevez de la Selección es pernicioso, empuja al vicio, a la trastada, a la trampa. No sabe el cronista, de viaje en estos días, si los australianos protestaron o no. Es gente desentrenada para estos asuntos. Podrían hasta ser indemnizados, porque ni siquiera deben presentar pruebas, si se advierte que acaba de ofrecerlas el propio vicepresidente de la FIFA. Entre otras causas que debería afrontar Grondona en un juicio a su gestión, figura la de haber destruido a la clase dirigente del fútbol. No hay recambio… El único dirigente que se puede mencionar es Raúl Gámez, cuya decencia y el buen manejo que hizo de la economía de su club –más el argumento muy importante de no ser ni de River ni de Boca, cuestión imposible de zanjar en la AFA– lo erigen en candidato natural. La otra salida lleva tiempo. El único hombre cuyo intelecto y conocimiento de lo que es el fútbol en todos los aspectos podrían conducir a una revolución positiva es Juan Sebastián Verón. Pero, ¿para qué dar nombres? ¡Si hay Grondona por todo el tiempo que él o Dios quieran!
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BASTA DE TODOS
Siempre estuvimos dispuestos a jugar al límite, y por esa razón hace ya ocho meses nos animamos a imaginar (¿soñar?) un futuro sin Julio Grondona. En aquel momento, desarrollamos ampliamente las razones que hacían vislumbrar un final, pero amparados en la hipótesis de un retiro. Hoy el panorama cambió. Grondona está más complicado que antes y ya se anotan algunos actores como posibles sucesores. Por MARIANO HAMILTON
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n septiembre de 2010, en las páginas de Un Caño, quien firma esta columna escribió una nota en la que decía que la reelección de Julio Grondona al frente de la AFA en octubre de 2011 iba a ser complicada. Las especulaciones, principalmente, apuntaban al retiro de Grondona, lo que iba a permitir una sucesión organizada y a la medida del veterano dirigente. También había algunos movimientos, básicamente el del Daniel Vila, que abrían un frente opositor, pero por aquel tiempo no tenía demasiado peso específico como para considerarlo una amenaza seria. Sin embargo, a medida de que se acerca la fecha, Grondona descartó la posibilidad de retirarse y hoy sigue ratificando una y otra vez que volverá a ser candidato para revalidar por cuatro años más un cargo que posee desde 1979, es decir, desde hace 32 años. En aquel momento –septiembre 2010–, la mayoría de los dirigentes que integran el Comité Ejecutivo de AFA se ocuparon de respaldar públicamente a Grondona al ser consultados por Un Caño, al tiempo que descartaban el retiro del presidente. Todo parecía dado para que Grondona otra vez fuera el único candidato y para ser elegido otra vez por unanimidad por los 43 miembros del Comité habilitados para votar. Pero como en la Argentina nunca nada está dado, en los últimos dos meses aparecieron tímidamente algunos opositores
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a Grondona, la mayoría encolumnados detrás de la figura del empresario Daniel Vila. Son dirigentes de equipos del Interior, con poca o nula participación en la AFA, pero que están dispuestos a apostar fuerte con tal de terminar con el ciclo Grondona. Mientras esto ocurre, desde el Comité Ejecutivo, unos pocos dirigentes ya miran de reojo hacia Vila y sus movimientos. Más allá de estar “a muerte” con Grondona, todos sabemos que los reacomodamientos son veloces cuando se trata de olfatear por qué lado está el verdadero poder. Así fue como made in Vila nació un spot publicitario que vinculaba a Grondona con Videla. Esa situación encendió la alarma en la AFA, no tanto por la escasa trascendencia de ese spot (se emite sólo por América, el canal de Daniel Vila y José Luis Manzano), sino porque Grondona está empeñado en irse de la AFA dentro de 5 años, 9 ó 13 años (si le da el cuero), con su imagen mejorada. Para tal efecto, contrató al abogado y periodista Darío Villarruel, muy prestigioso entre la progresía nacional (y respetado por este cronista), que tiene la difícil, si no impo-
sible, misión de convertir a Grondona en un abuelito bueno que les lee cuentitos a sus nietos. Por primera vez en 32 años, en definitiva, Grondona acusó recibo de un golpe. Y como esos boxeadores que están sentidos, en lugar de hacer lo que siempre hizo (dejar pasar el tiempo), se largó a responder con una solicitada en todos los diarios, en la que se dijo que se había “excedido un límite”, con lo que le dio repercusión al hecho en todos los diarios nacionales del país. Lo que podría ser una anécdota de pocos, Grondona lo convirtió en la agenda de todos los matutinos. Igual, pese a todos los chisporroteos, parecía que el episodio moría ahí. Es decir, en los deseos de Daniel Vila de desprestigiar a Grondona vinculándolo con la dictadura y en la respuesta de la AFA, más corporativa que nunca, defendiendo a su presidente, quien tiene más vínculos demostrados con los militares de los que le endilga el corto que emite América. Repasemos lo que ya denunció Un Caño en aquella edición de septiembre de 2011: a) Grondona llegó a la AFA con la
Por primera vez en 32 años Grondona acusó recibo de un golpe... y se largó a responder con una solicitada en todos los diarios.
anuencia del almirante Carlos Lacoste, la bota en el fútbol del dictador y represor Massera. b) Grondona tenía relación con los militares. Y sobrepasaba en mucho a las cuestiones protocolares. Sus contactos durante el Mundial de Fútbol de 1978, y básicamente de 1982, pocos días después de terminada la Guerra de Malvinas, están demostrados y comprobados no sólo por investigaciones, sino por todos los archivos de época que se quiera buscar. c) Fue Grondona, ya como presidente de la AFA, y el resto de los dirigentes los que propusieron al almirante Lacoste como vicepresidente de la FIFA en 1980. En la Memoria y Balance de la AFA de 1980, séptimo párrafo, pagina 29, se decía: “Finalizado el mandato del doctor Juan Goñi como representante de la Confederación Sudamericana en el Comité Ejecutivo de la FIFA, la AFA postuló al contralmirante Carlos Lacoste para ejercer dicha representación”. Los dirigentes que aprobaron la postulación de Lacoste a ese cargo fueron: Julio Grondona (presidente de AFA), Juan José Russo, Pedro Orgambide, Eduardo Delucca, Ángel Malvicino, Ignacio Ércoli, Rafael Aragón Cabrera, Juan José Paso, Julio Cassanello, Ricardo Petracca, Próspero Cónsoli, Santiago Saccol y Luis Meztelán. d) Grondona estuvo vinculado siempre con el poder. Y para obtenerlo, en 1979 debió negociar con la Marina (es decir, con Massera), nombrar como presidente del Colegio de Árbitros al vicecomodoro Julio César Santuccione y en el Tribunal de Disciplina, al Coronel Ángel Michel. Santuccione fue jefe de la Policía de Mendoza entre 1974 y 1977. Y entró en la historia por ser uno de los más duros represores en el final del gobierno de Isabel Perón y en el comienzo de la dictadura, como responsable del D-2 de dicha provincia. Esto ya había sido escrito y explicado en Un Caño 29, pero en aquel momento no le pareció importante a Grondona salir a aclarar nada. Es más que evidente que Villarruel todavía no estaba en funciones. Después del clásico entre Boca y River, surgió el episodio con Daniel Passarella, quien le pidió a Grondona la renuncia a la AFA por los desastres arbitrales del
superclásico. Como bien dijo mi amigo Daniel Arcucci en su programa de Fox Sports, pedirle la renuncia a Grondona por problemas en los arbitrajes es un caso muy parecido al que atravesó Al Capone en 1931: fue preso por evasión de impuestos después de haber cometido todos los delitos que uno se pueda imaginar. ¿Este Boca-River y el asunto de los arbitrajes será la evasión de impuestos de Julio Grondona? Para entender la magnitud del problema hay que introducirse de lleno en la interna arbitral, que está en plena ebullición desde hace años. Hoy, los dos responsables del arbitraje en la Argentina, Francisco Lamolina (vicepresidente de la Comisión Arbitral) y Miguel Scime (presidente de la Dirección Arbi-
tral), están enemistados. ¿Cómo juega Grondona en todo esto? Es el presidente de la Comisión Arbitral, por lo tanto es el responsable directo de todo lo que pasa dentro de un campo de juego. Dicen los que conocen las internas de AFA que Grondona ya tenía decidido echarlos a ambos en junio, una vez terminado el Clausura 2011. ¿Estará a tiempo? O los árbitros serán la punta de un iceberg que crecerá incesantemente en contra de Grondona. Digamos, para que quede claro, que ese iceberg que ya va rumbo a la AFA podría apresurar su colisión en caso de que River se fuera a la B Nacional. ¿Se imaginan lo que podría pasar en la AFA si se diera esa circunstancia? Un par de dirigentes consultados por
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Un Caño dijeron que Grondona quedó muy caliente con la reacción de Passarella y que su primera reacción fue la de bajarle el pulgar a River (“este pibe no la va a sacar barata”, habría dicho). Y decimos “habría” porque en este caso sólo contamos con una fuente, por lo que la especie no pudo ser confirmada). No necesariamente tendría que ser en lo deportivo. Se especula con que la AFA puede hacerle sentir a Passarella todo el rigor de la asfixia económica. Otro punto que anda por ahí rondando es la Ley de Promoción, Federalización y Democratización del Fútbol Argentino, presentada en la Comisión de Diputados por Gerónimo Vargas Aignasse (ver en la nota de la página 28). Y ni que hablar de los baldazos de mierda que tiró Diego Armando Maradona, un especialista en eso de contar cosas que ocurrieron en el pasado corriendo el riesgo, incluso, de mancharse él mismo. Maradona dijo que en el partido de repechaje entre Argentina y Australia en el ‘93 (clasificatorio para el Mundial de Estados Unidos) se había anulado el control antidoping y que desde el cuerpo técnico que dirigía Basile se les había dado a los jugadores estimulantes, a los que calificó como “café veloz”. Grondona, en otro acto muy pero muy fallido, admitió que esto había ocurrido y afirmó que fue para proteger a Maradona. Repetimos por si no se dieron cuenta: Grondona, el presidente de la AFA y el vicepresidente de la FIFA, admitió que había llevado una maniobra ilícita para “cuidar” a Maradona. Digamos que esta actitud merece ser observada por la FIFA, y hasta es posible que se le pida su renuncia, lo que habría de generar otro complicado escenario para el dirigente. Digamos, además, que si alguien puede “proteger” o “cuidar” a Maradona con un control antidoping, eso habilita a pensar en la operación exactamente inversa: “desproteger” o “descuidar” a Maradona, como muchas veces dijo Diego que hicieron con él en el Mundial ‘94. Maradona siempre dijo que había sido entregado por Grondona. Lo que para muchos era un manotazo de ahogado, después de estas revelaciones, se abre
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Se especula con que la AFA puede hacerle sentir a Passarella todo el rigor de la asfixia económica. como una hipótesis más que verosímil. Ahora bien, ¿puede Blatter permitir que tanta mugre sea exhibida delante de sus narices? De no pedirle la renuncia a Grondona a su vicepresidencia de la FIFA, la organización quedará manchada (más manchada que hoy). Toda esta suma de datos sueltos nos deja con la misma pregunta del comienzo: ¿habrá llegado el final de Grondona al frente de la AFA después de 32 años?
El cronista, más allá de su deseo personal, cree que se acerca el final. Ya lo escribió en septiembre de 2010, y ahora lo ratifica. Sólo hace falta que se aprieten las clavijas de todos los desastres que ocurren dentro de la AFA y que los dirigentes se pongan los pantalones largos y dejen de temerle a Grondona. Passarella les demostró, aunque por razones equivocadas, que se le pueden decir las cosas en la cara al cuco.
BASTA DE TODOS
Terminará invicto
La mala yerba grondoniana, extendida por todo el territorio nacional, fue siempre la pintura argentina de una dirigencia moldeada en servidumbres y corrupciones. ¿Cambió el panorama en las provincias en los últimos tiempos? ¿Es probable una rebelión de los pueblos? Aquí, la visión de nuestro compañero cordobés. Por OSVALDO ALFREDO WEHBE
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ueden elegir el gobierno que les plazca. Y salir con una libretita en mano o grabador a preguntarle a la gente común qué posibilidades asigna a una derrota de esos que mandan en las próximas elecciones. Y hasta si cree el ciudadano entrevistado que la persona que ejerce el poder podrá ser derrocada por un golpe o una revolución. Como es lógico, la respuesta dependerá del país, de quién esté al frente del Estado o de la propia insurrección. Y, claro, de quién encarne a la oposición en el hipotético sufragio. Pero en cualquiera de los casos habría un porcentaje, aunque sea pequeño, que respondería afirmativamente. ¿Me sigue en la lógica, querido “cañero”? Hay una excepción mundial que rompe la regla. Que provocaría, en diez consultas, la misma cantidad de respuestas negativas con algo así como un “no, jamás”. Eso ocurrirá si lo que se pretende es saber si Julio Grondona puede perder la AFA por un acto democrático o por un golpe, o aun por un milagro. “No, jamas”. La presencia mediática, amparada por sus propias pertenencias en el rubro, del abogado Daniel Vila lo ha mostrado como un pretendido aspirante a la corona que dejaría Don Julio. Férreo marcador de punta del equipo de abogados mendocinos en los comienzos de los ’80 y “exitoso” empresario después, con el título de presidente de Independiente Rivadavia, Vila desparrama broncas y quejas contra el
sistema futbolero nacional. Los que lo escuchan, casi siempre sin saber quién es, asienten en la mesa del bar agregando que ese hombre tiene razón, pero que no le hace ni cosquillas a Don Julio. Los que sí saben quién es, incorporan la idea del “es más de lo mismo”. Esos son los que conocen el pedigrí del hombre. Su campaña, digamos. Y si bien será difícil igualar en la oscuridad al eterno presidente de AFA, no es precisamente un Vila lo que parecería venirle bien a la limpieza que pretendemos exista así en la vida como en el fútbol. Desde aquel voto solitario por Teodoro Nitti hasta la revolución contra los molinos de viento que dio el aspecto de
ser el discurso de Raúl Gámez, no hubo (y, parece, no habrá) alguien que desde la decencia se plante con chances ante el poder del hombre del poncho y la FIFA. Los parroquianos del interior que tienen asignado el rol dirigencial en los clubes de provincia sienten terror ante una invitación a la rebeldía, y salvan su “honor” en una foto con el rey de la calle Viamonte. Es por todo esto que, ante la pregunta “¿cree usted que Grondona perderá la AFA?”, los habitantes, entre indiferentes y resignados, contestarán “no, jamás”. Y a lo mejor, el que está en la silla de al lado del bar murmurará “no tiene rivales, va a terminar invicto”. Lamentablemente cierto.
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BASTA DE TODOS
Rulo de estatua El contrapunto pirotécnico con algunas glorias del fútbol y una oposición que por primera vez tiene consistencia han puesto en guardia a Julio Grondona. La amenaza lo obligó a mover piezas, pero no ha mellado su poder. Todo hace pensar que en las próximas elecciones, la maquinaria de AFA, siempre a su servicio, le asegurará un nuevo mandato. Por ALEJANDRO CARAVARIO
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aniel Passarella posa de sanguíneo, pero tiene mejores reflejos políticos que muchos dirigentes experimentados. Puesto a digerir (y hacer digerir) una derrota dolorosa frente a Boca, el hombre descartó las jornadas de recogimiento del plantel y las invocaciones a la lealtad de los hinchas. Se tomó, en cambio, el colectivo hasta la calle Viamonte, irrumpió en el despacho de don Julio y le dijo que debía renunciar. El pueblo es demasiado chico para los dos o algo semejante. Parece que Grondona miró hacia los costados y, luego de mecer suavemente un músculo de la cara (código entre pares), desató una risa estruendosa entre los directivos presentes en el picnic al que convoca cada tanto y que los periodistas llaman reunión de Comité Ejecutivo. Passarella también rió hasta que se le acalambró la mandíbula, y luego regresó al Monumental a solazarse con los ecos de su aventura. Un entrevero con Juan Carlos Crespi, emisario de Boca, favoreció la patriada del Káiser, quien logró transformar una derrota lapidaria con la pelota en un triunfo de escritorio con sólo impostar un par de gritos. Una vez que el plantel, el cuerpo técnico, los hinchas y las peñas del interior y del exterior avalaron sin ambages al presidente de River, se acabaron las pretensiones de derrocar a don Julio. Passarella volvió a sus quehaceres fortalecido, ajeno al papado en curso desde 1979. Grondona, a su vez, tuvo la deferencia de mencionar el incidente ante los medios, y le destinó al ex capitán de la Selección algunos consejos paternales
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que minimizaron el episodio. Pero Maradona pasaba cerca del tumulto. Y, para él, por estos días, un tropezón del Gran Jefe es música de las esferas, milagro y oportunidad. Así que, dejando de lado una enemistad de décadas, salió en defensa de Passarella y adelantó que a River lo iban a perjudicar por la osadía de su principal dirigente. La cosa no quedó ahí, por supuesto. Con Diego hay que llegar hasta el hueso, hasta que la locomotora se estrella en el muro de la estación central. Le siguieron entonces las acusaciones cruzadas acerca del supuesto doping para enfrentar a Australia, en ocasión del triste repechaje en el que derivó Argentina tras la goleada de Colombia. Golpe por golpe, como le gusta a Diego. Hasta que Grondona, raro en él, perdió la línea y enseñó el culo: aceptó haber evitado el control en aquel caso para proteger a Maradona. Reconoció haber hecho trampa. Una trampa grave.
Enemigo a la vista La suma de incidentes ante personajes de espalda ancha podría hacer pensar en un presidente de AFA contra las cuerdas. En un embate que, aunque iniciado
con una saga desmañada de bravatas, no se detendrá hasta su caída. Detrás del operativo estaría Daniel Vila, empresario de medios, socio del prístino José Luis Manzano, quien hace buenas migas con la gente del interior, pretendida base de su gesta. Difícil que el chancho chifle, dicen los entrerrianos. Don Julio, es cierto, ha comprendido las señales. Ya no enfrenta las monsergas moralistas de Raúl Gámez, opositor enconado, histórico, que curiosamente, o no tanto, jamás construyó una alternativa política que superara sus solitarias acusaciones frente a los micrófonos. Ahora la organización y la voluntad son más fuertes. El adversario por fin tiene estatura, razón que obliga al monarca a movilizar la tropa y combatir el letargo. A mover piezas. Pero de allí a vaticinar el final inminente hay un trecho enorme, inverosímil. En octubre habrá elecciones en AFA. Grondona anticipó que, a sus 79 años (cumple 80 un mes antes de la votación), irá por su noveno mandato, que acaso no sea el último y que nadie está en condiciones de arrebatarle, a menos que medie una revolución estatutaria. La asamblea de clubes, autoridad suprema de la AFA,
Grondona no es un abanderado de los humildes, ojo, es un animal político. Alguien que sabe que no todas las almas se conquistan con el mismo recurso.
integrada por 49 instituciones de las distintas categorías, es un búnker irreductible de Grondona, que hasta ahora sólo hizo lugar una vez a un candidato en discordancia con el discurso único. Es cierto que don Julio ha amasado su poder repartiendo dádivas y gestionando favores. Pero es común que aun quienes no avalan sus prácticas lo reconozcan como un “buen dirigente”. Y aquellos personajes cortos de glamour, que no se sientan a negociar el contrato con World Eleven pero sí recorren los pasillos de AFA con su traza de acomodadores de cine, lo ven como un colega cercano y representativo. No sólo porque la fantasía del ferretero fiel a Sarandí y sus vecinos funciona en alguna región del deseo colectivo, sino porque Grondona es, de verdad, y en la acepción más vasta imaginable, un hombre de fútbol. Vice de FIFA que conoce, además, a los vocales de la Comisión Directiva de Patronato de Paraná y está al tanto del irresoluble problema del pasto en la cancha de Barracas Central. No es un abanderado de los humildes, ojo, es un animal político. Alguien que sabe que no todas las almas se conquistan con el mismo recurso. Sus enemigos perciben este panorama. El dato a su favor es la edad de Grondona. Ya que el personalismo no contempla sucesiones cantadas, trabajar desde ahora por la herencia suena más atinado que apostar a un recambio improbable.
Un dirigente federal De cara a los poderes del Estado, nada se puede agregar sobre su plasticidad. Sobreviviente de todos los gobiernos, compatible con dictadores y líderes de la democracia, su última e inspirada pirueta la dio al desprenderse de Clarín con un sorpresivo movimiento de cintura para arrojarse a los brazos del Gobierno K. Su ética arltiana acaso es interpretada sin el debido fundamento. Cabe decir que la traición no sólo supone para Grondona un ejercicio indispensable de libertad, sino un compromiso con la corporación deportiva a la que representa. Es en otras palabras (y adecentando a Arlt): la traición hace al bien común. Hasta ayer, el Jefe era el mejor alum-
no del Grupo Clarín, a cuyo beneficio, se le endilgaba, contribuía con más ahínco que a cuidar la salud de los clubes. Pues bien, hoy es un socio confiable del Gobierno. Y nada hace imaginar –por más que Aníbal Fernández subraye su prescindencia en cualquier interna del fútbol– que vayan a dejarlo solo justo cuando un lobo merodea el gallinero. Pero como con carisma y ponchito no se llega ni a primera base, don Julio sacudió la modorra con un anuncio federal: la disputa, a partir del año próximo, de la multitudinaria Copa Argentina, de la que participarán 172 equipos entre Primera División, Nacional B, Primera B, C, D y los campeonatos Argentino A y Argentino B. El cambio de frente atiende la demanda del interior, un flanco que la incipiente oposición juzga débil en el manejo oficial. Habrá que ver cuánto interés deportivo despierta esta criatura que imita a la Copa del Rey española. Por lo pronto, la movida implica devolverle visibilidad a Torneos y Competencias, gran damnificado del nuevo mapa del fútbol. La Copa
Argentina será la principal oferta del canal AFA TV y la producción estará en manos de TyC, que también sigue prendida en la transmisión de los partidos de la Selección. Más acá de la actuación de Passarella luego del Superclásico, el destino de River, hasta aquí muy comprometido con el promedio, tal vez incida en el humor popular con respecto a la conducción de AFA. Si ocurre algún imprevisto (indeseable en primer término para el propio Grondona) y River cae en desgracia, las alegres imputaciones sobre coimas a los árbitros (siempre sospechados, por otra parte, de subordinarse en forma irrestricta al poder central) pueden sufrir una escalada. Aun sin pruebas y con su carga de ficción conspirativa. En este punto, por mucho que se diga lo contrario, los dones del presidente de AFA, tanto a escala doméstica como en la arena internacional, no alcanzan para controlar los destinos a veces azarosos de la pelota, ni los errores involuntarios de un zaguero distraído, ni las mágicas apariciones de un goleador en vena.
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BASTA DE TODOS
“Los votos en la AFA están secuestrados” Mientras decide si se presenta o no para enfrentar a Grondona en las elecciones, Daniel Vila despliega sus armas en todos los escenarios. Sin respaldo político ni dirigencial, justifica cierta soledad en el miedo de sus colegas. Socio de Manzano, cuestionador de los juicios a los genocidas y declarado enemigo de Clarín y Magnetto, es el segundo hombre que ha soñado destronar al capomafia. Aclaramos desde ya que el autor del reportaje no guarda relación alguna con el entrevistado. Se ha dicho. Por LEANDRO VILA Fotos FABIÁN MAURI
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u nombre estaba en boca de todos. Sobre todo de la prensa del espectáculo. Pocas horas antes de esta entrevista, Jorge Rial, la figura de América, el canal de su propiedad, había denunciado censura. “No fue nada, ya se va a resolver”, cuenta Daniel Vila. De inmediato se sienta en uno de los sillones del living de su piso en Barrio Parque, y espera las preguntas, que no tendrán que ver con el programa de chimentos, sino con los detalles de su Ley de Democratización del Fútbol y su intención de presidir la Asociación del Fútbol Argentino (AFA). –¿Qué nivel de adhesiones viene concitando su candidatura? –No se sabrá hasta el día de la elección. No sólo hay enojo en el interior, también lo hay en la dirigencia de los grandes, como River. Passarella protagonizó un hecho histórico, pidiéndole a Julio Grondona la renuncia. Si River está disconforme, imaginate cómo estarán las instituciones que tienen que pagar para jugar. Cuando desaparezca la cultura del miedo, se animarán muchos más. –¿Cree que desde que el Grupo Clarín perdió el monopolio del fútbol, la figura de Julio Grondona ha dejado de estar blindada y hoy se pueden escuchar críticas hacia él? –Cuando Clarín se asoció con la AFA, se impuso en el periodismo la cultura del miedo. Si se hablaba mal de él, los periodistas no conseguían trabajo. Hoy pueden hablar.
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–¿Piensa que el Gobierno le puede soltar la mano a Grondona? –Sería bueno que el Gobierno se expida sobre qué quiere hacer con el fútbol, porque da mensajes contradictorios. Recuperó los goles que estaban secuestrados, y ahora los que están secuestrados son los votos en la AFA, donde rige un estatuto generado por una mente diabólica como la de López Rega. –¿Por qué tomó ahora, y no antes, la decisión de ir por la AFA? –La tomé hace cinco años, cuando arranqué como presidente de Independiente Rivadavia. Me metí en el fútbol porque quise hacer política desde adentro. –¿Cómo tomó el retiro de las firmas de trece diputados kirchneristas del dictamen de la Ley del Fútbol? –Se trató de una operación. La orden la bajó el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, a través de la diputada Teresa García. Buscó preservar su vínculo con Grondona. Pasa que Aníbal pertenece al establishment del fútbol, el maneja Fútbol Para Todos. –¿Podrá salir la ley sin el apoyo del kirchnerismo y de la oposición?
–Hablé con el Peronismo Federal y el PRO, y están a favor. También hablé con el diputado Carlos Comi, de la Coalición Cívica, más allá de que Fernando Iglesias, de ese mismo partido, debería estudiar un poco más de derecho antes de hablar. –Hubo diputados radicales, que son la segunda minoría, que también cuestionaron la ley. –Sí, pero está en el marco del debate, eso no significa que no la aprueben. Yo prefiero perder pero que se discuta. Sería una barbaridad que la ley no se apruebe. La vamos a impulsar también en el Senado. –¿Si la ley no se aprueba, mantendrá su candidatura? –En la AFA se necesitan siete firmas sobre cuarenta y nueve clubes para postularse, y no sobre los 3.000 que existen. Quizás me podrían acompañar Passarella y Fernando Raffaini, presidente de Vélez, pero no muchos más. No así Comparada, porque lo que dice en privado no lo sostiene en público. Pero aunque consiga los siete avales, no jugaré en la cancha de Grondona, que la maneja desde hace 32 años.
“Los jueces que reciben dinero son pocos. Lo que existe, quizás, son árbitros que se dejan influenciar con favores, pero no con dinero”.
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–¿Piensa recurrir a la justicia si la ley no sale? –Posiblemente inicie una acción para presentarme sin necesidad de contar con siete avales, y buscaré que todos los clubes puedan votar. Cuando a uno le afectan sus derechos constitucionales, la Justicia debe repararlos. No hay derecho a estar representado, ni a votar. –Si no tiene eco en el Congreso ni en la justicia, ¿bajaría su candidatura? –En ese caso, no tendría chances. Y si ningún poder estatal me da la razón, querrá decir que no la tengo. –El artículo 8 permite que los clubes se conviertan en sociedades anónimas. ¿Es ése uno de los objetivos de la ley? –La ley lo contempla. Hay clubes que nunca podrían ser sociedades anónimas, pero para otros sería su salvación. Por ejemplo, Comunicaciones. Si cada socio pusiera 1.000 pesos en cuotas, en lugar de quedárselo Moyano o Hadad, se lo quedarían ellos. Lo mismo Ferro. Nada más sano que sean los socios los accionistas. –Si se habilita el ingreso de privados, lo más factible es que a los clubes los gerencien empresarios y no grupos de socios. –Y si el contrato que firman esta refrendado por la Asamblea de Socios, ¿cual sería el problema? –La mayoría de los gerenciamientos no funcionaron. Por ejemplo, en Racing, Talleres o Ferro… –En Belgrano e Independiente Rivadavia sí funcionaron. Aclaro que estoy en contra de los gerenciamientos porque son una trampa a la ley, pero eso se evita con controles. –¿Qué aspectos modificaría del programa Fútbol Para Todos? –FPT funciona como tal sólo en Buenos Aires; en el resto del país se ve por TV paga. Lo ideal sería generar un sistema mixto que permita que los privados puedan generar recursos, que no es lo mismo que decir que vendan publicidad, ya que eso le generaría rédito a los canales, pero no a los clubes. También es cierto que pasamos de un monopolio privado a uno público, aunque entre los dos me quedo
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con este último. El dinero que se reparte, que tendrían que ser 200 millones más, debería otorgarse en partes iguales a todos los clubes. Aunque resulte llamativo, la pérdida de los derechos de exclusividad fue un gran negocio para Clarín. –¿Por qué? –Porque ellos erogaban 400 millones de pesos por año y obtenían una utilidad de 18. Ahora dejó de pagar los 400 y no bajó el precio del abono, por lo que a ese monto se lo quedaron como utilidad. –¿La organización de la Copa Argentina es una respuesta a sus demandas? –Es la segunda vez que la anunciaron. La primera fue cuando arranqué con las charlas en el interior. Lo más grave es darle la transmisión a TyC. Si en Primera el Estado invierte 1000 millones, ¿cómo puede ser que el torneo más federal se vea por TV paga? –El ex árbitro Javier Ruiz lo ha salpicado con sus denuncias. –Busca fama, por eso se metió con Tinelli, Massa, Grondona y yo. Los jueces que reciben dinero son pocos. Lo que existe, quizás, son árbitros que se dejan influenciar con favores, pero no con dinero.
El multimedios América Vila interrumpirá la entrevista dos veces. La primera para atender un llamado de su socio, José Luís Manzano. La segun-
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da para responderle un mensaje de texto a Jorge Rial. En el fondo de pantalla de su móvil aparece Pamela David, su novia, en medio de una de sus tantas producciones fotográficas. –El multimedios América que usted lidera es el principal impulsor de su candidatura. ¿No es una incompatibilidad que eso pase? –No. Sería así si yo apretara a los periodistas. –Lo que se ve en los programas es una bajada de línea muy clara a favor suyo. –Hay bajada de línea sobre todos los temas, pero no acerca de mi candidatura. –Sin embargo, los periodistas deportivos más renombrados de su staff lo respaldan. –Algunos sí, otros no. (Roberto) Leto dijo que nadie le hacía frente a Grondona, y recién al rato de haberlo dicho se acordó de mí. Muy clara no es la bajada, entonces. En los casos de Fantino y Ruggeri, quienes dudaban mucho al principio, y Anello militan la causa por convicción. Passman no coincide con todo el contenido de la ley. –¿Cómo tomaron la decisión sus socios Manzano y Francisco De Narváez? –Están de acuerdo. Al principio no me tomaron muy en serio. –¿Usted y Manzano influyen más que De Narváez sobre los contenidos? –Sí, porque cuando Francisco se dedicó a la política tomó distancia accionaria, y transfirió una parte a un fideicomiso y a su hijo
El kirchnerismo Julio Grondona: El pasado. José Luís Manzano: Mi socio y gran amigo. Francisco De Narváez: Un socio que se dedicó a la política. Héctor Magnetto: (Piensa) Mi enemigo. Néstor Kirchner: Revolucionó la política. No le alcanzó la vida para cambiar el mapa de medios. Este país, con Clarín siendo tan fuerte, no va. Cristina Kirchner: Se encamina a transformarse en una gran presidenta.
–Usted llegó a comparar la actual Ley de Medios con la de la dictadura. ¿Sigue pensando igual? –La ley reglamentada es más flexible que la se discutió. Pero tendremos que discutir otra ley, esta fue pensada para pelear contra Clarín. En ese momento aparecí pegado a Clarín, pero ahora somos enemigos. Todo lo hecho en contra de ellos no fue efectivo. Ni el tema Papel Prensa, ni el de los hijos de Noble. Lo que no tendría que haber hecho el Go-
bierno fue aprobarle la fusión Cablevisión–Multicanal. –Sin embargo, la pelea contra Clarín fue efectiva desde lo cultural. –Es verdad que Clarín perdió un activo muy valioso, su credibilidad. No sólo hay que sacarle tamaño al medio, sino ayudar a construir un polo alternativo de medios privados. –¿Sabe a quien votará en las presidenciales de octubre? –No. El único voto decidido que tengo es el del fútbol. –¿Cómo se define ideológicamente? –Independiente. Fui militante del peronismo línea nacional, y presidente del Centro de Estudiantes de mi colegio secundario, pero eso me trajo consecuencias negativas. A mí siempre me iba bien, y a partir de mi incursión política, nunca más aprobé una materia. –¿Recuerda cuales fueron sus votos para presidente? –En el ’83, a Ítalo Luder. En el ’89, a Menem, y en el ’99, a Duhalde. No voté ni en el ‘95 ni en el 2003. En 2007, no me acuerdo. –¿Qué le gusta del gobierno? –Hay un giro positivo de Cristina Kirchner. El freno a Moyano y la postergación de la discusión del reparto de ganancias me parecieron bien. –¿Y la política de derechos humanos? –A veces se persigue a todo aquel involucrado con esa época. Van por los jueces, pero no por Grondona, que fue elegido por el almirante Lacoste. La memoria parece selectiva. He notado la mano de Horacio Verbitsky, quien tiene un gran negocio en esto. Tampoco se investigan los crímenes de la guerrilla. –¿Cree en la teoría de los dos demonios? –No, pero sí creo que hubo tiros de los dos lados. No nos olvidemos que Perón echó a Montoneros de Plaza de Mayo por la convulsión social que generaban. –Se definió como independiente, pero a juzgar por sus votos parece más un peronista conservador. –Mi trabajo hace que no tenga preferencias. Debo ser objetivo.
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BASTA DE TODOS
Para desembarcar en la AFA hay que voltear a Grondona. Y para voltear a Grondona hace falta un buen ejército. Desde la TV, camuflado como espectáculo bizarro en torno a las minucias del balompié, Daniel Vila muestra los dientes con su propio comando mercenario dispuesto a todo. Por ALEJANDRO LINGENTI
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a primera pregunta que uno se hace luego de ver El show del fútbol es ésta: si Daniel Vila es millonario, ¿no podría pagar un panel de representantes de sus intereses –básicamente, reemplazar a Julio Grondona de la AFA, una tarea improbable pero no absolutamente imposible tratándose de la Argentina– un poco más presentable? La respuesta es no. El campo de batalla del fútbol nacional no necesita de intelectuales conspicuos y atildados. Conviene un ejército de buenos soldados acostumbrados a meter las patas en el barro. Gente que entienda la lógica de la mafia, ese universo donde los favores siempre se pagan. Si algo se le debe reconocer a Vila es la capacidad para identificar lo que necesita. Difícil ima-
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ginar, por ejemplo, a Diego Latorre o a Víctor Hugo Morales en ese gallinero donde todos cacarean al mismo tiempo, incentivados por un moderador que lo único que no hace es moderar. Alejandro Fantino es uno de los exponentes más reconocibles de la exaltación televisiva, un estilo que no es propiedad de este ciclo. En la TV, gritar como un marrano, aunque sea para decir superficialidades, es un mandato inviolable: entre los debates en torno a los realities, símbolos de la televisión basura, y CQC, la variante cool de la misma lógica, hay un abanico de programas que pueden diferenciarse en look y contenido, pero nunca salirse del libreto de “estar up”. La reflexión y el equilibrio son aburridos. El show del fútbol se asume, ya
desde su nombre, más como espectáculo que como ciclo periodístico (sería difícil bautizar a un programa El show de la política, por ejemplo, aunque los muñecos de torta de TN vienen haciendo esfuerzos denodados para arrimarse hace tiempo, un perfil que se acentúa cuando reciben las habituales visitas de la pitonisa de la Coalición Cívica). Como tal, hay que reconocer que muchas veces es efectivo, sobre todo porque apunta al morbo del televidente ávido de revelaciones “de pasillo” y códigos internos (Ruggeri, Dalla Libera y los dos chinos, Tapia y Benítez son un team perfecto para esa bella tarea, que exige como señal de identidad hablar con la boca torcida y descartando las eses) o fascinado por la vertiente bizarra, ésa que Fantino explota con solidez en Animales sueltos y que aquí tiene como exponentes disciplinados a Passman y Leto, dos personajes de historieta. Las dramatizaciones pueden ser discursivas (“River nunca vivió una situación como ésta”, “Ameal es el peor presidente de la historia de Boca”) o incluso actorales (Fantino le pide a Distasio que haga de técnico que tiene que sacar a Tapia de un equipo imaginario, Tapia se resiste). El asunto es generar un clima de mesa de café nocturna, que todo transcurra en ese ambiente que se arma después del famoso quinto whisky, cuando libre de represiones mucha gente puede decir lo que se le ocurre y asumirse sin culpas como lo que es, porque está de vuelta de todo. Vila precisaba un comando de mercenarios para liquidar al capomafia y lo compró. Es un anticipo nada velado de cómo gestionaría la AFA.
Pizza, champán y periodismo Son tiempos difíciles para el periodismo deportivo. Luego de varias décadas del quinteto GrondonaClarín-Olé-Canal 13-TyC Sports, ahora los planetas se acomodan con otros empresarios-dueños de medios en escena. Así, entre negocios, sobres de dinero y campañas, la prensa llora. Por EZEQUIEL FERNÁNDEZ MOORES
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l colega, en los años ‘80, cobraba salarios en varias ventanillas. La empresa periodística en la que ambos trabajábamos le pagaba su sueldo por derecha, como a todos. Por izquierda, el colega cobraba en otras ventanillas. Hacía peronismo. Ya había vuelto la democracia y el peronismo, como siempre, estaba dividido. El cobraba de ambos lados. Fue el primero que conocí. Con el tiempo fui conociendo a muchos otros. Los dineros por izquierda tenían otro color: publicidad en programas de radio, TV o newsletters con supuestas informaciones confidenciales. El abono mensual a esa información solía, y suele, ser mucho mayor que el sueldo por derecha que paga la empresa periodística. Ni qué hablar cuando se trataba de “operaciones de prensa”, las que mejor cotizan. Muchos dueños de los medios se desentendieron del tema. Los sueldos por izquierda, según su visión, compensan el salario por derecha, habitualmente escaso. Además, ambos sueldos suelen tener intereses coincidentes. Asegurarle buena prensa a un banco no tiene por qué molestar al medio. Distinto es si se trata de difundir los reclamos de los empleados de ese banco. O de sus secretos financieros. Los medios, sabemos, suelen jactarse de tener independencia del gobierno de turno. Poco y nada dicen de su relación con los otros poderes que también deciden sobre nuestra vida cotidiana. El doble sueldo que cobra el periodista se convierte en un problema cuando el que paga por izquierda es el mismo sujeto sobre quien debemos informar en el medio que nos paga por derecha. Ejemplo: el periodista de economía que recibe di-
El periodista británico Andrew Jennings exponiendo sus investigaciones sobre los negociados de FIFA.
nero de un banco, el de política al que le paga el gobierno o la oposición y el de deportes que recibe sueldos de un dirigente, un representante de jugadores o una empresa de zapatillas. Las mejores filtraciones sobre los trapos sucios del poder suelen llegar a la prensa de la mano del propio poder. Especialmente, cuando hay elecciones. Así ocurrió este año en la FIFA –cuando Un Caño esté en la calle, Joseph Blatter habrá sido reelegido para un nuevo y último mandato– y sucederá también en la AFA, donde también Julio Grondona aspira a un nuevo triunfo electoral que marque en 2015 el fin de su ciclo. La división en la FIFA, por ejemplo, ayudó al periodista británico Andrew Jennings a obtener en los últimos meses nuevas y comprometedoras documentaciones que publicó otra vez en el programa Panorama de la BBC. Tuve largas discusiones con Jennings, en Copenhague, Reijkiavik y hasta en Ma-
racay sobre si el periodismo debe actuar como juez o policía cuando difunde sus investigaciones. Andrew suele sentirse un cruzado en medio de la batalla, pero yo jamás podría sospechar que denuncia a la FIFA porque recibe dinero del lobby británico, al que Jennings detesta tanto como a Blatter. En el caso de la AFA, Grondona recibió décadas de protección periodística gracias a su sociedad, antes intocable, con el Grupo Clarín. En 32 años que lleva de mandato podrán encontrarse numerosas razones valederas para opinar que su ciclo está cumplido, aunque el voto de los clubes indique lo contrario. Algunas de las razones que aparecen en estos días son filtradas desde el mismo poder. Su rival electoral, Daniel Vila, es dueño de medios. No precisa pagar por izquierda. Los domingos por la noche emite El show del fútbol. Eso, el fútbol hecho show.
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BASTA DE TODOS
Más frío que democratización del fútbol
El diputado Gerónimo Vargas Aignasse, respaldado originalmente por otros catorce legisladores, presentó en la Comisión de Deportes de la Cámara de Diputados un proyecto elaborado con el empresario Daniel Vila y el profesor Gustavo Abreu, de la Universidad Austral. En el momento decisivo, desapareció el respaldo a ese proyecto y Vargas Aignasse se quedó solo. ¿Qué pasó? Por MARIANO HAMILTON
“El proyecto es muy bueno”, dice el diputado del Frente Para la Victoria Gerónimo Vargas Aignasse, al ser entrevistado por Un Caño. –Estamos de acuerdo: el proyecto es bueno. Pero hace mucho ruido que lo presente con Daniel Vila… –Lo único importante es que el proyecto es muy bueno. Los nombres y apellidos de esta historia no interesan. –No interesan relativamente. Que usted vaya por todo el país con Vila promocionando el proyecto de ley, en nuestra opinión, le quita fuerza moral. Para nosotros, Vila es tan impresentable como Grondona. –Vila es un empresario y presidente de un club (Independiente Rivadavia de Mendoza) que está tan interesado en cambiar el status quo de la AFA. No me parece que sea impresentable. –No digo que usted lo diga, quédese tranquilo. Y además está Gustavo Abreu. Un profesor que enseña “Evolución histórica de la reglamentación técnica, jurídica y moral de los deportes” en la Universidad Austral. Repito, en la Universidad Austral, con lo que eso significa. Vila y Abreu colaboraron para la realización de este proyecto que, repito, es muy bueno. Es muy difícil sacarlo al diputado del discurso de que el proyecto es muy bueno. Y de hecho lo es, aunque habría que hacerle algunas rectificaciones que lo harían menos vinculado con la parte eco-
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nómica y más equilibrado en lo deportivo. Pero lo que es imposible de digerir es el carácter de lobby que adquirió la tarea del diputado, quien entre sus pergaminos positivos cuenta con una gran defensa de la 125, pese a los escarches que sufrió en su provincia (Tucumán) y su militancia por los derechos humanos. Esta ley de Promoción, Federalización y Democratización del Fútbol Argentino fue presentada en la Comisión de Diputados por Vargas Aignasse. El proyecto, que ingresó en la última semana de mayo a la Comisión de Diputados, tenía la firma de quince diputados, entre ellos Vargas Aignasse, pero a último momento Norma Abdala de Matarazzo (Frente Cívico), Oscar Edmundo Nicolás Albrieu (Frente para la Victoria), Sergio Ariel Basteiro (Encuentro Popular y Social), Remo Gerardo Carlotto (FPV), Jorge Alberto Cejas (FPV), Juan Carlos Díaz Roig (FPV), Ruperto Eduardo Godoy (FPV), Juan Manuel Irrazábal (FPV), Rafael Ángel López (FPV), Hugo Rubén Perié (FPV), Ariel Osvaldo Pasini (FPV), Rodolfo Fernando Yarade (FPV) y Alex Roberto Ziegler (FPV) retiraron su firma. Luis María Fernández Basualdo (FPV) no lo pudo acompañar porque mu-
rió el 20 de octubre de 2010. El masivo retiro de firmas no hizo más que confirmar lo que el presidente del bloque de senadores del FPV, Miguel Ángel Pichetto, le había dicho al Secretario de la AFA, José Luis Meiszner: “no te preocupes por ese proyecto porque no va a salir nunca”. ¿De qué se trata el proyecto de Ley? Hagamos un repaso de los puntos más salientes y que más le erizan los pelos a Grondona y a los dirigentes del fútbol. Artículo 1: Promueve el desarrollo del fútbol profesional y amateur, para el que “se establecen los principios de federalización en la forma de disputa de los torneos; igualdad y solidaridad en cuanto a la manera de distribución de los ingresos que la actividad profesional genere entre todos las instituciones afiliadas; transparencia en los aspectos institucionales, económicos y deportivos y democratización en la elección de sus autoridades”. Artículo 2: Reclama que la AFA debe: a) promover competencias profesionales para los equipos de toda la geografía del país; b) promover torneos locales, provinciales o regionales de carácter amateur
Es imposible digerir el carácter de lobby que adquirió la tarea del diputado.
o juveniles por provincia; y que la AFA debe proveer de los fondos para los traslados y alojamiento de jugadores; c) debe distribuir de manera equitativa y solidaria entre los clubes profesionales y amateurs todos los ingresos que se generen. Artículo 5: La AFA y las Ligas Provinciales deberán presentar los presupuestos y balances que hagan de su propia gestión. Artículo 6: “Toda la información económica, financiera, contractual, deportiva, estatutaria, reglamentaria, societaria, o de cualquier otra naturaleza, relacionada con los Clubes, las Ligas Provinciales y la Asociación del Fútbol Argentino deberá ser pública”. Artículo 7: “Para la elección de autoridades en la AFA podrán participar todos los clubes afiliados del país, y en las Ligas Provinciales podrán hacerlo todos los clubes afiliados de cada provincia, sin ningún tipo de restricción o condicionamiento, salvo aquel que tenga que ver con el cumplimiento de los requisitos de afiliación. Los mandatos durarán cuatro años, con sólo una reelección para cualquiera de sus autoridades. Los estatutos deberán preveer la participación de la primera minoría electoral en los órganos de control internos de estas instituciones. Las elecciones deberán realizarse por el sistema que la Autoridad de Aplicación determine, el cual se deberá incorporar en los estatutos de la AFA y en el de las Ligas Provinciales, con el objeto de cumplir con los principios ya enunciados de federalización y democratización institucional de este deporte”. Artículo 8: “Dentro de los términos de la ley vigente, los clubes podrán decidir individualmente el tipo de persona jurídica a la que se sujetarán”. Ojo con este artículo, que abre el juego de una manera poco regulada a cualquier tipo de organización, lo que está reñido con el repliegue del liberalismo. Artículo 10: “Dentro de los noventa días de vigencia de esta ley, todas las instituciones contempladas en la presente deberán presentar una declaración jurada acompañada de un balance de cierre al 31 de julio del corriente año, ante la Autoridad de Aplicación (…). En igual sentido, la Asociación del Fútbol Argentino deberá presentar, además de la información común al resto, un detalle de las
deudas de los clubes del fútbol argentino con indicación expresa de su origen, fecha en que se asumió la misma, garantías otorgadas, pagos parciales y cualquier otro dato complementario. La falta de presentación de esta documentación, o su presentación parcial o falaz, será considerada falta grave, y en el caso de los clubes, podrá dar lugar a la desafiliación temporal o definitiva”. Artículo 13: Se promueve la creación de un Fondo Solidario de Protección del Futbolista Retirado (PROFUR). Artículos 14 y 15: Se delega el rol de Ente Regulador y de Autoridad de Aplicación de la Ley en la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia, sin perjuicio de la actuación que tendrá la Comisión Bicameral Legislativa de Seguimiento de la Ley del Fútbol, integrada por seis diputados y seis senadores, y presidida en forma alterna por año por el Presidente de la comisión de deporte de la cámara a la que le corresponda la presidencia. Como se ve, el resumen de la ley tiene puntos fuertes y buenos, y otros discutibles. Nada que no se pueda tratar en las diferentes comisiones o en el recinto, si hubiera voluntad política de hacerla avanzar. Esto no ocurre, por lo que Vila, si quiere desplazar a Grondona, debería sa-
lir a jugar en rodeo ajeno. No tendrá una ley, así que debería conseguir los siete avales para presentarse como candidato para, recién después, tratar de conseguir gran parte de los cuarenta y tres votos que eligen presidente de la AFA. ¿Passarella? No lo vemos todavía para dar ese salto, especialmente porque irse de su club en este momento complicado en lo deportivo y en lo económico sería un salto al vacío, al menos en lo que hace a su prestigio como dirigente. Por otra parte, una ley no escrita de la AFA dice que ningún dirigente vinculado con Boca o River puede asumir la presidencia de la AFA. Que ese lugar debe ser reservado para directivos que no lleguen de los dos clubes más importantes del país. Si por este lado se lo quiere correr a Grondona, desde Un Caño les decimos que van por el lugar equivocado. La Ley de Promoción, Federalización y Democratización del Fútbol Argentino duerme en un cajón muy profundo, más allá de que Vila se encargó de hacerles saber a los legisladores oficialistas que tenía el OK de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner para avanzar con el proyecto de ley, algo que no fue posible confirmar ni descartar pero que, a la luz de los acontecimientos, damos por poco verosímil.
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BASTA DE TODOS
Muy solicitados Como un general que pasa revista a su tropa, el jefe de la AFA alineó a los suyos velozmente en dos textos que firmaron casi todos los dirigentes del fútbol argentino. Esta vez, la demostración de poder le salió cara, pero logró el efecto deseado: demostrar quién tiene la sartén, el mango, el fuego y la hornalla. Por GUSTAVO VEIGA
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uentan que en la intimidad relativa de su despacho, un santuario frecuentado por decenas de fieles, Julio Grondona se mostró preocupado: “este quiere hacerme pasar por Yabrán”, dijo refiriéndose al periodista Gabriel Anello, quien le atribuye al viejo dirigente varias amenazas de muerte desde un editorial en su página www.elascensotv. La presunta víctima es un empleado de Daniel Vila. Habla por su jefe, el empresario mediático lanzado a una campaña electoral en la que sacará (si se presenta) apenas un voto como el finado Teodoro Nitti, un ex árbitro que se atrevió a desafiar el poder del fútbol en 1991. Indignados, acaso más que el propio presidente de la AFA, sus cortesanos dijeron “basta” cuando lo vieron así. Para él ya había sido demasiado el spot de América TV donde se lo observa conversar sentado en la misma mesa que el dictador Jorge Rafael Videla. Así se puso en marcha el “operativo solicitadas”. Dos textos calcados que aparecieron en los diarios el 15 y el 21 de mayo, firmados por los clubes directamente afiliados a la AFA y las Ligas del Interior, respectivamente. Había que respaldar al guía espiritual, omnipresente desde el 6 de abril de 1979 y, como dice el aviso a página completa, líder indiscutible de “una entidad digna y honorable”. Con su habitual tono doctoral, José Luis Meiszner, el presidente del Comité Organizador de la Copa América, le comentó a esta revista cómo se gestó la respuesta a Vila y sus voceros: “mientras recogíamos la inquietud de nuestros pares sobre lo que está pasando, nos plan-
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teamos si había que decir algo sobre el spot. Y cuando decidimos no quedarnos en silencio, preparamos el borrador, modificamos tramos del texto a pedido de algunos dirigentes, y así quedó aprobada la solicitada”. Su título, “Se ha excedido un límite”, sugiere que desde la AFA hicieron tronar el escarmiento, como diría Perón. La primera de las solicitadas se publicó el domingo 15 de mayo y fue rubricada al pie por 99 de los 100 clubes que juegan los campeonatos de la A, B Nacional, B Metropolitana, C y D. El único que no la firmó –por razones obvias– es Independiente Rivadavia de Mendoza, presidido por Vila. Ya desde su párrafo inicial queda muy claro hacia dónde apunta el escrito: “Se ha montado un escenario sobre el cual prima el ataque personal, la calumnia, la injuria, la degradación y una humillante descalificación hacia la persona del Presidente de la Asociación del Fútbol Argentino, Don Julio Humberto Grondona”. Líneas más abajo precisa a qué se refiere: “Es un golpe bajo de toda bajeza vincular un saludo protocolar con un Presidente de la República a la dictadura, el oprobio y el genocidio”. En estas tres líneas, el texto derrapa mal. El presidente de la República (cuesta llamar a las cosas por su nombre, incluso en democracia) era Jorge Rafael Videla,
condenado a cadena perpetua por crímenes de lesa humanidad. Él representa mejor que nadie la dictadura, el oprobio y el genocidio. Grondona se encontró en ese momento con el führer criollo, aunque no fue el único que compartió y quizá, sí, uno de los pocos documentados. El texto continúa derrapando donde dice que “se trata simplemente de un hecho circunstancial que hace coincidir un minúsculo punto de la historia con una empatía imposible”. Canta Serrat en la deliciosa Sinceramente tuyo: “Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio”. El pasado del presidente de la AFA no es virgen de sermones obsecuentes, saludos más o saludos menos, y presencias más o presencias menos. Durante treinta y dos años de mandato (cinco de ellos bajo el régimen militar) le hubiera resultado imposible mantenerse impoluto, dada la trascendencia política que tiene la industria de la pelota. Y, además, porque gobernaba rodeado de uniformados. Grondona ocupaba su despacho del tercer piso, el coronel Carlos Michel, presidente del Colegio de Árbitros, uno del primero; el comodoro Julio César Santuccione, secretario del Tribunal de Disciplina, otro en el cuarto, y su colega, el brigadier mayor Luis Fagés, era vocal del mismo órgano interno. Ahora bien, que la solicitada de la AFA
Que la solicitada de la AFA omita una parte de la historia, no exime al spot publicitario de Vila de oportunismo.
omita esta parte de la historia, no exime al spot publicitario de oportunismo ni reivindica a Vila por su cruzada contra el hombre que pretende reemplazar. El empresario es un personaje que tuvo y tiene causas penales en su contra originadas en agresiones a periodistas y a un ex funcionario deportivo mendocino. Meiszner se encargó de recordarlas durante una conferencia de prensa en abril de 2010, y Anello debería saber para quién trabaja, por si acaso. La primera está radicada en el Juzgado Correccional N° 4, a cargo de Francisco Carlos Ponte, y se la inició Enrique Llamas de Madariaga por lesiones graves. El hecho que denuncia ocurrió durante una cena en el predio de la Rural donde el diario El Cronista Comercial festejaba un aniversario. El periodista le había iniciado un juicio laboral a Vila. Enterado de que estaba en la fiesta, el mendocino lo atacó con una copa de vidrio y le produjo una herida cortante. También la emprendió contra más colegas: agredió de hecho a Julio Villalonga y maltrató a Alfredo Leuco cuando le reclamó por una censura en su programa en América 2. En su provincia, durante la entrega de los premios Huarpe, el empresario atacó con una patada en el estómago al ex subsecretario de Deportes local, Carlos Laterra, en una cena oficial que encabezaba el entonces gobernador de la provincia Julio Cobos. Pero su historia violenta no concluye ahí. A comienzos de abril de 2001, mató a Carlos Balmaceda, un joven de 22 años que había intentado asaltarlo en el ingreso a San Isidro, su estancia con lago propio ubicada en Mendoza. El diario Los Andes, en una crónica del 1° de abril, informó: “Entonces el empresario se dio vuelta y vio a los atacantes. Intentó regresar a su camioneta pero empezaron los disparos. Instantáneamente sacó su revólver calibre 38 Special marca Rosi y tiró hacia el lugar donde había visto los fogonazos”. Balmaceda murió de dos disparos. Vila recibió un balazo calibre 22 en la pierna izquierda y contó que se enfrentó cuerpo a cuerpo con el ladrón. De su trayectoria empresarial y política se sabe mucho más que de su prontuario. La solicitada que alude al presidente de Independiente Rivadavia sin mencionarlo, dice también que “…podrán generarse los más descalificadores spots publicitarios con los que cuenta cualquier grupo mediático. Podrán utilizarse
las palabras más agraviantes pronunciadas por periodistas mercenarios. Podrán editarse maliciosamente imágenes con la más mínima parte del camino transitado. Lo que difícilmente podrán es valerse de todo ello para hacer instituciones deportivas más fuertes y saludables”. Es el mismo texto que avalaron las Ligas del Interior el sábado 21 de mayo, donde aparecen la de Quitilipi, Chaco, hasta la del Valle de Chubut, con sede en Trelew. Nicolás Russo, el presidente de Lanús, confirmó que “las solicitadas se trataron en el Comité Ejecutivo de la AFA, y cada uno de los clubes recibimos un correo electrónico para que respondiéramos por escrito”. El periodista y abogado Darío Villarroel, ex
manas, cuando presentamos el proyecto de la Ley del Fútbol Argentino en la Liga, no tuvo ni la hombría de presentarse en la sala. Se escondió en los pasillos para que no lo vieran. Por gente como él es que el fútbol argentino está como está”. Tampoco ahorró comentarios para Mario Contreras, el presidente de Godoy Cruz, único club mendocino de Primera División: “que siga firmando solicitadas y que después les explique a sus hinchas por qué van a perder la posibilidad de alzarse con el campeonato”, reprodujeron sus declaraciones todos los medios mendocinos. Meiszner, quien, además de tener en sus manos la organización de la Copa América, es el secretario ejecutivo de la
vicepresidente de Chacarita y actual asesor de Grondona en la relación con la prensa, recordó que en agosto de 2009 Vila pensaba muy diferente a lo que critica hoy: “yo escuché como le decía al presidente que era un soldado suyo”. Por eso, el patriarca de Sarandí lo trató de “traidor” en una entrevista que le concedió al diario Tiempo Argentino a mediados de mayo. Otro tanto debe haber pensado Vila de Gabriel Mostaccio, el presidente de la Liga Mendocina que rubricó la solicitada en respaldo a Grondona. Le pidió la renuncia por eso y dijo que había tenido un comportamiento “indigno”. Además lo trató de “cobarde, porque hace unas se-
AFA, dijo que la solicitada “fue redactada en un estilo muy filosófico de la comunicación, sin mencionar a nadie. Su título resume con acierto que se excedió un límite”. La mayoría de los dirigentes le atribuyen a él su redacción. El límite lo pusieron los clubes. Ahora se encaminan todos hacia octubre, conocedores como son del destino manifiesto que los espera: una reelección más de Grondona, que irá por otros cuatro años de mandato después de festejar sus 80 de vida el próximo 18 de septiembre, día de San José de Cupertino, un santo que, como todos los santos, hace milagros. Aunque difícilmente haga uno: desbancar a Don Julio.
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Un hombre de culto
Para el presidente del Centro para la Investigación de la Historia del Fútbol, la única verdad es… la verdad. Carlos Yametti forma parte del reducido espacio que consagró su vida a poner fecha cierta y precisión a miles de historias, entre ellas las que la AFA no quiere investigar ni discutir. El prestigio del Centro acumula sólo aplausos. Por EDGARDO IMAS
“Hace unos veinte años, como me faltaba el escudo del Club Gutenberg, de La Plata, averigüé que el club existía y los llamé por teléfono para pedirles la dirección e ir a copiar el escudo. Asombrados, me preguntaron por qué y contesté que el club había jugado en Primera División de la AFA. ‘Un momento’, me dijeron, y escuché: ‘che, acá hay un loco que quiere nuestro escudo porque dice que el club jugó en AFA’. Y la respuesta: ‘nooo… ¡Decile que éste es un club barrial de La Plata!’. Desconocían completamente su pasado”. El “loco” es Carlos Yametti, 60 años, hincha de Almagro y presidente del Centro para la Investigación de la Historia del Fútbol (CIHF), fundado en 2002 y a punto de inaugurar una sede propia. Yametti es autor de dos libros que, previsiblemente, no son best sellers: uno sobre la historia de la Primera D y otro sobre el fútbol en la década 1891-1899. En tiempos en que la Argentina discute y revisa verdades instaladas durante décadas por el establishment económico, intelectual y periodístico, el fútbol no podía estar ausente. –¿Qué investigaciones del CIHF van a contramano de lo que se sostuvo por años? –Un ejemplo son los máximos goleadores del fútbol argentino. Desde siempre escuchamos que el paraguayo Arsenio Erico tenía 293 y Ángel Labruna, 292. Revisando todas los comentarios, fotos y síntesis publicados por la prensa sobre un partido de 1941 en que River le ganó a Estudiantes, se pudo comprobar que el segundo gol millonario lo convirtió Labruna y no Rodríguez en contra, como se sostenía. Con este tanto, Labruna alcanzaba a Erico. –Algo tan sagrado para los hinchas como la fecha de fundación de un club también ha sido materia de revisión. –Son los casos de River y de Quilmes. En 2004 publicamos una investigación sobre el nacimiento de River. Allí se aportan pruebas de que habría sido fundado el 15 de mayo de 1904 y no el 25 de mayo de 1901, fecha oficial que toma 32 UN CAÑO | JUNIO 2011
el club. Por ejemplo, el diario La Nación del 22 de mayo de 1904 anunciaba la creación de “un nuevo centro sportivo con elementos de los clubs Santa Rosa y La Rosales”; y en una publicación de 1938, con motivo de la inauguración del Estadio Monumental, uno de los fundadores de River, Enrique Zanni, escribió que nació el 15 de mayo de 1904, fecha “que no concuerda con aquella en que River festeja anualmente sus aniversarios”. Respecto de Quilmes, nuestras investigaciones han determinado que el 5 de noviembre de 1897, y no el 27 de noviembre de 1887, sería su fecha de creación. Aquí hay dos pruebas fundamentales: la de 1897 consta en una planilla de afiliación de 1927 en la AFA y el diario británico River Plate and The Pastime afirma que hacia 1897 sólo existía un club en la zona de Quilmes, el Lawn Tennis. –¿Cuál es la postura de la AFA? –Ninguna. La fecha de fundación es fijada por cada club afiliado. Tampoco lleva un registro oficial de goleadores. Por eso, el CIHF intervino hace un par de años desmintiendo lo que sostenían algunos medios sobre los goles que le faltaban a Martín Palermo para erigirse en el máximo artillero de e Boca, ya que no consideraban los tantos marcados por Varallo en copas oficiales o se olvidaban de Cherro, despreciando la era amateur. –Pero, ¿qué importancia le otorga la AFA a su propia historia? –A diferencia de otras asociaciones y federaciones del mundo, no tiene un departamento de historia. Tampoco debaten con nosotros. Resulta una incógnita el motivo por el cual la actual AFA reconoce a todas las asociaciones como sus antecesoras, pero comenzando con la segunda AAFL, la de 1893, e ignora a la primera, que organizó el primer torneo en el país en 1891, aunque al año siguiente no pudo programar un certamen. Es decir, la AFA toma 1893 como su punto de partida, pero en su página oficial incluye 1891 en el listado de campeones. Para conectarse con el CIHF el lector puede remitirse a: www.cihf.org.ar
HOMBRES DE NEGRO
Por ALEJANDRO WALL Fotos FABIÁN MAURI
Dos hombres y un destino
El periodista tenía una cuenta pendiente con el árbitro. Una cita en Pompeya adquiría los ribetes de un western moderno. Pero no se trataba de una búsqueda de venganza. A Ricardo Calabria había que escucharlo. Dejarlo entrar en escena para que cuente bien de su pasado. Explorar en la inexplicable mente fría de aquellos tiempos de silbato y fama.
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engo a ver a Ricardo Calabria no sólo para hacer una nota. También vengo –y ahora mismo toco el timbre en su imprenta– para tratar un asunto futbolístico de mi infancia que aún me revolotea. Yo tenía nueve años y ya sufría –y también disfrutaba, claro– demasiado por la pelota. El domingo 26 de junio de 1988, Racing jugaba contra San Lorenzo por la final de la liguilla pre-Libertadores, o sea, una llave que te metía en la Copa. Ese día, con mi viejo, que me llevaba a cada partido de La Academia, nos sentamos en lo más alto de la Platea Sur de la cancha de Vélez, donde San Lorenzo era local. Desde ahí arriba, esa tarde de sol que nadie me borra de la mente, Calabria echó –por orden de salida– a Jorge Acuña, Miguel Ángel Ludueña, y Walter Fernández. También, hay que decirlo, a José Luis Chilavert. Aún con esa desventaja de hombres, Racing ganó 1-0 con gol de Gustavo Costas. El resultado que no le servía para nada: San Lorenzo se había llevado el primer partido, en Avellaneda, por 2-0. Íbamos a ver los partidos de la Copa Libertadores desde casa. Mi papá –y todos los hinchas de Racing– putearon mucho esa vuelta. Osvaldo, mi viejo, tiene puteadas
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larguísimas. Esa vez fueron todas para Calabria. A la salida, cuando caminábamos tristes e indignados por las calles de Villa Luro, le escuché algo que nunca olvidé. “Este tipo tiene que ser de San Lorenzo”, me dijo mi viejo, sin saber que había dado en la tecla. A la noche, entre las cargadas de mi vieja, cuerva desde siempre, aumentamos nuestra bronca con la televisión. En la semana, la revista Racing se encargó de echar leña al fuego con títulos como “Señor Calabria, así no”, impreso en letra catástrofe. Un tiempo más tarde, cuando se retiró, supimos que Calabria efectivamente era –y es porque esas cosas no se cambian– hincha de San Lorenzo. Socio de San Lorenzo. Fanático de San Lorenzo. Para mí, que sufrí mucho aquel domingo, Calabria era un villano más de mi niñez. Bueno, aquí estamos, veintitrés años después, en el barrio de Nueva Pompeya, según los datos catastrales de la Ciudad de Bue-
nos Aires, en la oficina de Calabria, un escritorio tapado de papeles, diarios del día, y fotos; un desorden que, dice él, no sólo es por una característica personal, sino también la consecuencia de tener mucho trabajo en su modernísima planta impresora. Ahí lo vemos subido a una moto. “Siempre tuve pisteras”, dice. Mientras aclara que son peligrosas y que no las recomienda para los jóvenes –de hecho, él no se las permite a sus hijos–, Calabria cuenta que en unos días arrancará una aventura hacia el norte del país en dos ruedas. En fin, los hinchas exageramos casi todo. Sobre todo en el dolor. Ahora, con la sangre fría, he revisado sus fallos –gracias, You Tube– y ya no me parecieron escandalosos. Incluso, a la distancia, debo reconocer que aquellas fueron expulsiones justas y razonables, aunque mi padre no me lo crea. Y es curioso, pero ahora pienso que un árbitro y un periodista que escribe sobre deportes, justamente, tienen el mandato de no revelar
“Yo levanté la bandera del ‘siga siga’ que después estropeó Francisco Lamolina. Porque Lamolina confundió el ‘siga siga’ con no cobrar nada”.
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sus pasiones. Así que, de paso, podríamos terminar con dos mitos. “Todo el mundo sabía que era hincha de San Lorenzo –me dice Calabria, mientras se saca los anteojos–. Cuando me tocaba dirigir un partido de San Lorenzo, decía ‘qué suerte, el domingo lo veré desde adentro’. Pero nadie ha podido decir absolutamente nada. Es más, yo nunca tuve un escándalo”. –Bueno, no iba a empezar por ahí, pero quería recordarle las expulsiones de Racing contra San Lorenzo. –Tuve que echar a tres jugadores. En realidad, se echaron ellos. El Pato Fillol, con el que hice el curso de técnico, me dio la razón. Racing tenía todo para ganarlo. No me acuerdo de la secuencia, pero el Negro Ludueña le metió un planchazo a Madelón. Blas Giunta le hizo foul a Acuña, doy la ley de ventaja y Acuña le pega una trompada a Giunta. Y Walter Fernández se hizo el
guapo con Chilavert, al que también eché porque le había pegado a Darío Decoud. Lo eché a Chilavert y viene Walter Fernández a darle un empujón. Lo tuve que limpiar. Sacando ese partido, ¿recordás otro? –No, pero los hinchas de Racing no olvidan ese día. –Yo no tuve ningún problema con los hinchas de Racing, mi problema era con Juan De Stéfano, que quería llevarse por delante a todo el mundo. Y el día que me quiso llevar por delante a mí, fiel a un estilo de vida, lo paré y hasta le tiré una patada en el culo. –Era un tipo pesado. –Claro, por eso. Contra Ferro, una vez, me tiraron un piedrazo y estuve dormido cinco minutos. Me desperté y seguí el partido. Chacho Fort era el médico de Racing, y me preguntó “¿cómo te llamás?”. Yo estaba perfectamente consciente, pero le respondí “Napoleón”
“Castrilli fue un desequilibrado. Tenía un condicionamiento psíquico que lo llevaba a sancionar. Era feliz sancionando”.
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(risas). Seguí el partido, me paré en el mismo lugar donde me habían tirado la piedra, y estaba lejos de querer hacerme el héroe, eh. Yo tenía dos chicos con los cuales quería jugar con la conciencia tranquila, y para eso tenía que hacer las cosas bien. A San Lorenzo le tocó ganar, perder, ganarle la liguilla a Boca y perder con River. Y perdiendo con Racing, le ganó la liguilla. –También se peleó con Basile. –En la cancha de Newell’s... Empieza perdiendo 1-0 Racing, me hincha las pelotas y lo echo. Yo tenía mucha amistad con Carlos Babington. Basile me dijo “no te cago a trompadas por Carlitos”. Cuando terminó el partido, que ganó Racing 2-1, le dije a Horacio Cordero “decile al boludo que tenés de técnico que yo paro todos los días en Independencia y Avenida La Plata, que me venga a buscar cuando quiera”. Horacio me dijo “vos sos más loco que él”. Yo tenía un compromiso grande con la ética. Si corría riesgo físico, no medía esas cosas. Yo salía a la cancha para darle a cada uno lo que le pertenecía y, además, a cumplir mi compromiso con el fútbol. Mi relación con los jugadores era de mutuo respeto, pero no de un respeto impuesto por el temor. Ellos sabían que yo era coherente. Y entre los elogios más grandes que recibí en el fútbol hubo uno de Claudio Borghi, muy especial: “Calabria me dirigió de la misma forma con la camiseta de Argentinos que con la camiseta de River”. Me retiré en 1991. Fernando Niembro dijo una vez “Calabria es un jugador más dentro de la cancha”. Y era verdad. Yo no era árbitro de fútbol, yo era un jugador al que le tocaba ser referí. Yo jugué en Victoriano Arenas y en el potrero toda la vida. Pero no pude seguir profesionalmente porque tuve que trabajar desde los doce años. –¿Dónde se ubicaba usted en la polémica entre el “siga siga” y el reglamentarismo? –Yo levanté la bandera del “siga siga” que después estropeó Francisco Lamolina. Porque Lamolina confundió el “siga siga” con no cobrar nada. ¿Cuál fue la contrafigura de Lamolina? Javier Castri-
lli, que cobraba hasta lo que no existía. Castrilli ha cobrado innumerables fallos inexistentes. Lo dejó a Rumania afuera del Mundial ‘98 con un penal que no existió. Castrilli fue un desequilibrado. Tenía un condicionamiento psíquico que lo llevaba a sancionar. Era feliz sancionando. El primer lío lo hizo con San Lorenzo- Talleres, un día de semana, cancha de Ferro. Cobró penal para Talleres, puso la pelota para el penal y se dio cuenta de que estaba el juez de línea con la bandera levantada. Entonces, cambió el penal por posición adelantada. ¿Querés que los jugadores no protesten? Al otro día vino al entrenamiento y le dije “pibe, la culpa no es tuya… ¿A vos no te enseñaron que todos los quilombos en el fútbol se arman con la pelota parada? Cuando la pelota está en movimiento,
no pasa nada. Uno te protesta, se zafa, te insulta, lo expulsás, perfecto… Pero después le tenés que decir al de San Lorenzo “¡jugá!”. No, vos te quedaste adelante de la pelota viendo a ver qué jugador de Talleres se quería ir. Vino otro y lo echaste”. Y así echó cuatro jugadores. Y así hizo el famoso kilombo con River en el partido con Newell’s del ’92. –¿Y Lamolina? –Lamolina fue tan permisivo que la gente entre él, que no cobraba, y Castrilli, que cobraba hasta lo que no existía, se quedaba con Castrilli. Un día hubo un diálogo entre Abel Vigliano y Víctor Hugo Morales. Vigliano le dijo “Víctor Hugo, ¿cómo puede ser que usted, que decía que Calabria fue el mejor árbitro de todos, ahora diga lo mismo de Castrilli?”. “Bueno, lo que pasa que lo que ha-
cía Calabria en su momento era lo que servía, ahora sirve lo de Castrilli”. No fue mala la respuesta de Víctor Hugo. Yo muchas veces me pregunto si realmente mi manejo poco ortodoxo, pero aferrado al reglamento, serviría hoy. Porque hoy los pibes están muy distintos. Yo muchas veces frenaba una expulsión por un “¡carajo!”. Y en una de esas le decís a un pibe algo así, te manda él al carajo y lo tenés que echar. Pero yo igual pienso que la gente en toda época respeta la coherencia. Por eso, yo no tenía expulsiones. El árbitro tiene que tener libertad. Para tener libertad, tenés que saber que tu carrera se puede acabar no en un partido, sino en una jugada. Mientras vos estás dirigiendo, el partido es tuyo. Y si vos tenés compromiso con la ética y la justicia, entonces lo más probable
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es que te vaya bien. Tenés que ser muy malo para que te vaya mal. –¿Cómo fue con los árbitros como técnico? –Tuve dos etapas distintas. En San Lorenzo, hubo hasta algún maleducado, como Gabriel Guillaume, que una vez les dijo a los chicos que integraban la división de mi hijo Bruno, la ‘79 “yo me cago en los apellidos”. En El Porvenir tuve muchos inconvenientes con los arbitrajes. Muchos de los árbitros que me dirigían habían sido jueces de línea míos. Y para demostrar que no me favorecían (los mediocres, no todos) me hacían desastres. En la final que jugamos con Armenio, Gabriel Brazenas nos puso la cancha así (muestra una mano inclinada). Tal es así que Juan (Biscay, su ayudante) se fue de boca y lo echó. Pero nosotros, cada vez que agarrábamos la pelota, hacíamos un gol. Eso fue el prolegómeno de lo que hizo con Vélez-Huracán. Después, todo se revirtió en Almirante Brown. No puedo decir que me beneficiaban y tampoco que me perjudicaban. –¿Y por qué ocurría eso? –No sé si será por el entorno de la
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“Uno de los máximos elogios de mi carrera lo dijo Borghi: ‘Calabria me dirigió de la misma forma con la camiseta de Argentinos que con la camiseta de River’”. hinchada de Brown. A lo mejor, también había mejorado mi conducta. Porque al principio era muy protestón. Pero sí sé que por preconcepto en muchos partidos me hice muchísima mala sangre. Y el árbitro no puede salir con preconcepto a la cancha, lo que no quiere decir que no sepa quiénes juegan, qué hacen, qué no hacen. –¿Se sorprendía viéndose cómo técnico haciendo cosas que tal vez no le gustaban como árbitro? –Yo creo que el hombre es un ser integral e indivisible. Sos igual como amigo, como papá, como hermano, como amigo, como novio… Y yo, tal cual como fui como árbitro, fui como entrenador. En más de una oportunidad tuve que intercambiar alguna trompada, y no
le esquivé el bulto a ninguna. Calabria, hincha de San Lorenzo, me dice que disfrutó con el Huracán de Ángel Cappa. Incluso, cuenta que fui a verlo algunos partidos, lo que habla de su amplitud para gozar del fútbol, pero también de lo maravilloso de ese equipo. “Yo soy un agradecido de lo que disfruté como árbitro”, dice Calabria. En la planta, con el olor a tinta y el ritmo enloquecido de las máquinas, Calabria reflexiona: “el tiempo va pasando y algunas cosas se olvidan y otras se deforman. Yo puedo esgrimir con cierto orgullo que tuve un compromiso muy grande con la ética y conmigo mismo como ser humano”. Nos vamos. Mi infancia hizo las paces con Calabria.
Cualquier coincidencia no es pura casualidad Éramos pocos y llegó Jorge Ruiz. El árbitro que hace un mes prendió el ventilador y empezó a dar nombres y escenas de arreglos de partidos. Como se trata de un ambiente lleno de farsantes, la primera reacción fue ponerlo en duda. Y después recurrir a la memoria y la pluma de Fabbri, para ver desde cuándo se habla de partidos “con cometas”. Por ALEJANDRO FABBRI
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a crónica le pertenece al periodista Mariano Torre y se publicó en el diario El Sol, de Quilmes, el 28 de junio de 1946. Torre reflejó un escándalo que ocurrió el 4 de julio de 1909 durante el clásico quilmeño: Argentino de Quilmes y Quilmes se midieron cuando los dos jugaban en primera división y luchaban por mantener la categoría. Cuenta Torre que “debían jugar el partido revancha en la cancha cervecera de Guido y Sarmiento. El secretario de la extinguida Argentine League Asociation era el señor Williams, más conocido como el Gordo Williams, que al mismo tiempo era miembro de la Comisión Directiva del club Quilmes. Esta situación provocó que se creyera que el juez designado, Mr. White, traía instrucciones especiales para dirigir el partido. El primer tiempo fue parejo. Se notaba que los avances de la delantera de Argentino eran generalmente detenidos por offsides injustos. Prácticamente, no podían patear al arco. Pero el problema mayor ocurrió cuando Enrique Paulsen, back de Argentino, rechazó una pelota limpiamente en el preciso momento en que el juez cobró penal para Quilmes”. Siguió contando Torre que “el penal lo ejecutó Morgan y lo atajó García. No le gustó al referee White la jugada e hizo repetir el penal. En ese momento, no se necesitó la voz de orden: como obedeciendo a una consigna, des40 UN CAÑO | JUNIO 2011
de la tribuna mate se invadió el campo de juego. Bastonazos, trompis, puntapiés. El referee White se refugió, después de una disparada vertiginosa, en el vestuario que estaba más allá del ángulo norte, seguido de una hinchada de Argentino que no pudo darle caza. Al jugador quilmeño Jones se le vio cruzar disparado con el cuello manando sangre, de un garrotazo que le asestaron”. La crónica sigue, detallando el escándalo producido hace más de un siglo. Sí, leyó bien: hace más de un siglo. La sospecha sobre el juez provocó semejante despiporre, cuando no había dinero de por medio, apenas el honor de ganar el clásico lugareño. La historia siguió creciendo, el fútbol argentino también y las presiones por quedarse con los puntos, más las dudas que generaban los señores que dirigían, tuvieron algunos puntos históricos definidos. Se recuerda especialmente la influencia que ejercieron Boca y San Lorenzo para impedirle ganar el campeonato de 1933 a Gimnasia y Esgrima La Plata. La bochornosa actuación del juez De Dominicis, per-
judicando al Lobo en la cancha de Boca, lo que provocó que no dirigiera nunca más. La sentada que hicieron los jugadores de Gimnasia en el viejo Gasómetro, abrumados por la parcialidad del árbitro Rojo Miró cuando se jugaban el título. Las denuncias de intentos de soborno, los casos comprobados, las sanciones a clubes y futbolistas salpicaron las dos primeras décadas del profesionalismo. Sin embargo, la corrupción arbitral fue modificada radicalmente desde el Poder. Eran tantos los problemas que tenían los jueces locales, era tanta la sospecha que había sobre el arbitraje que desde el gobierno peronista se decidió prescindir de quienes dirigían para importar referís británicos. Así, hubo que familiarizarse con apellidos como Provan, Brown, Gibbs, Dean, Hartles, Gregory o Cox, más otros que se fueron sumando. No hubo sanciones, no hubo chivos expiatorios. Lo fueron todos juntos: los resultados de muchos partidos cambiaron, se sancionaron más penales y las tablas de posiciones entre 1948 y 1953 reflejan esas modificaciones: Racing tricampeón, Banfield subcampeón en 1951, Platense
En medio de tanta mugre, apenas resaltan los alejamientos de los árbitros Guillermo Nimo y Roberto Pablo Cruces a comienzos de los ‘70.
tercero en 1949, Boca salvándose del descenso en la última fecha, Huracán desempatando dos años seguidos para no irse a la Primera B. No hacía falta denunciar nada, la conclusión era sencilla: la honestidad de los británicos había cambiado la tabla de posiciones. Después, todo volvió a la normalidad. Las suspicacias, el poderío de algunos clubes con gran apoyo popular y un sostén político más que interesante –sea dictadura o democracia– siempre se evidenció como algo intocable. En medio de tanta mugre, apenas resaltan los alejamientos de los árbitros Guillermo Nimo y Roberto Pablo Cruces a comienzos de los ‘70, las sospechas sobre un grupo de jueces que eran permeables a los ofrecimientos de dinero, las supuestas influencias que vendía un tal Ferrarita para que los hombres de negro cobraran en beneficio de algún club y poco más. Según cuentan los dirigentes de la época –los de los años ‘70 y ‘80–, para acceder a los favores de un juez había que tratar con ex colegas, algo así como sus “representantes”. Sin embargo, en los últimos veinte años pasó de todo. El arbitraje dividido en dos representaciones gremiales, para
empezar. La Asociación Argentina de Árbitros por un lado, el Sindicato de Árbitros Deportivo de la República Argentina (SADRA) por el otro. La fragmentación se ahondó aun más con la decisión de numerosos jueces de no vincularse con ninguna de las dos organizaciones. Aparecieron situaciones increíbles: jueces que falsificaron sus certificados de estudios secundarios para poder dirigir en Primera División, árbitros con serios problemas de adicción al juego, algunos con inconvenientes físicos que no se reflejaban en los exámenes periódicos a los que eran sometidos, pero que se veían en el campo de juego. La resistencia de la FIFA a la aplicación de un sistema electrónico para verificar si una pelota ingresó en el arco o no, o si salió o no por el fondo de la cancha, es aún hoy un problema creciente. Las quejas son mínimas todavía, aunque el grosero error de la dupla Saúl LaverniAriel Bustos al no convalidar un clarísimo gol de Godoy Cruz ante Banfield ayudan para demostrar la estupidez que se mantiene firme en Zurich, sin cambios, como si nada evolucionara. Encima, llegó Javier Ruiz. Un juez de
mínima trayectoria en Primera División, pero con un largo historial en la Segunda y Tercera categorías del fútbol argentino. En sus denuncias, no respetó a casi nadie. Apenas puso las manos en el fuego por Héctor Baldassi, Federico Beligoy y Diego Abal. La enorme profusión de datos, personajes, clubes, dirigentes, lugares y teléfonos convierte semejante declaración de Ruiz en una bomba. ¿Alguien la hará detonar? Por lo pronto, deberá presentarse en la Justicia, porque será citado tras la denuncia de Guillermo Marconi, titular del SADRA. ¿Dice la verdad o miente? Uno está acostumbrado al palabrerío barato, a los que “venden humo”. Aquí da la sensación de que debajo de la humareda hay fuego. Y los bomberos no tienen tanta potencia para apagar tantas llamas. Alguien se quemará, además de Ruiz, claro. En la mira está la definición del Apertura 2008 que ganó Boca en un triangular con San Lorenzo y Tigre, además de Gabriel Brazenas y su incidencia en el partido final que Vélez le arrebató a Huracán en Liniers. ¿La Copa que ganó Arsenal? No, ésa es otra historia. Más internacional. Mucho menos comprobable.
El juez Saúl Laverni no convalidó un clarísimo gol de Godoy Cruz ante Banfield. La tecnología lo hubiera ayudado. JUNIO 2011 | UN CAÑO 41
Todos menos tú
Sin dudas, será el gran tema futbolero de los próximos tiempos en materia de Selección. Porque seguramente seguirá brillando en el Manchester City. Porque seguramente Batista lo seguirá ignorando. Y así, entre razones que van y razones que vienen, la justicia o injusticia sobre su convocatoria nos convidan a decir algunas cosas. Por FERNANDO PACINI
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arlos Tevez es un delantero de elite. Es una realidad incontrastable. Para comprender la ruidosa trama de estos días, a su condición de futbolista calificado se debe agregar el cariño casi unánime que la afición tiene por él. Tévez es la más genuina representación del jugador silvestre. Su carácter es el del jugador de la calle, del potrero más escabroso, que sólo ha atenuado algunos rasgos para adecuarse al mercado y vivir en el fútbol comercial y mundializado. Y lo ha hecho con éxito, superando cada obstáculo en su evolución. El argentino que desde el subsuelo se armó con lo que pudo para trepar a la terraza. Simpático, fuerte, curtido y tierno, se ganó merecidamente a un auditorio masivo que valora desmesuradamente los trazos firmes y desprecia las indefiniciones. Su diplomacia no es ortodoxa. Su diplomacia consiste en una incorrección natural, nada impostada, pero que sabe con absoluta claridad dónde quedan los límites. Es una versión 2.0 de las formas maradoniananas, con las ventajas de no ser Maradona. La valoración del personaje, más allá de las sólidas razones deportivas, nos predispone débiles para aceptar que no sea convocado a la Selección. Pero hay, como mínimo, tres razones para pro-
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curar ver el panorama completo de esta ausencia. 1.- La actualidad de Tevez. Es el líder futbolístico del Manchester City, que se encaminó hacia un objetivo que deseó toda la temporada: la clasificación para la Champions League. Y no lo tenía sencillo. Cuatro equipos llegaron al tramo final de la Premier disputando los dos lugares que quedaban (los otros eran, seguro, de Manchester United y Chelsea). Y el City lo consiguió, en buena medida por la contribución de Tevez. En las dos temporadas en su anterior club, el Manchester United, alternó buenos y malos momentos. En su segundo año (sólo marcó 5 goles en la Liga), debió modificar su fútbol para acomodarse a las pretensiones de Ferguson. Fue mediocampista externo en infinidad de partidos, se volcó a la lucha y a explotar su potencia, alejándose del área y sus adyacencias. Ya en el City, sufrió las turbulencias normales de un club con mucho dinero pero con poco equipo. La llegada de un tesoro presupone, equivocadamente, un éxito inmediato. Y salvo
excepciones, los equipos se pueden formar mejor si hay recursos, pero el tiempo es indispensable. Volvió a ser delantero, y volvió a parecerse al de sus orígenes, pero mejorado: más maduro y con una visión más profunda del juego. La llegada de David Silva, procedente del Valencia, fue vital para su resurgimiento definitivo. Silva fue más socio de Tevez que cualquiera que sus compañeros de ataque (Balotelli o Dzeko, en esta última mitad de temporada). Las transiciones quedaron bajo la órbita casi exclusiva del español, asegurándole a Tevez un rol exclusivo en el brillo final de la ofensiva, sin dispersiones de mediocampista. En su primera campaña en el City, anotó 23 veces. En la actual, los goles fueron 21. Sus anotaciones tienen la diversidad de los de un buen atacante: 14 en el área grande, 3 en el área chica, 4 de media distancia. Los números dicen algo, pero no alcanzan para explicar la actualidad de Tevez, superior a sus estadísticas. Su influencia en el juego es tan notable que sin él es imposible imaginarse al City en puestos de Champions. 2.- La decisión de Batista. Por mu-
Su influencia en el juego es tan notable que sin él es imposible imaginarse al City en puestos de Champions.
cho que lo desmientan, es verdad que vio un desplante en la ausencia de Tevez en el partido amistoso frente a Brasil, en noviembre pasado en Qatar. Pero tienen más peso sus gustos futbolísticos. Cuando dice “a mi me gusta el Tevez de Boca”, Batista señala que prefiere a un jugador menos peleador y más razonable, menos aguerrido y más cerebral. Es bastante sencillo adherir a esa teoría o refutarla. Si relevamos los partidos del Mundial de Sudáfrica, Batista tiene razón: Tevez jugó con el corazón, pero con casi nada de claridad. La energía que siempre se aplaude en él redundó en cierto caos colectivo. Sus aportes fueron soluciones más aparentes que reales. En cambio, si repasamos el último semestre en la liga inglesa, Tevez no sólo se parece “al de Boca”, sino que es superior. Como sea, el entrenador perfectamente puede prescindir de Tevez, o no preferirlo para un equipo que aspira al “molde Barcelona”. ¿Podríamos imaginarnos a Tevez en Barcelona? Es difícil, cuesta pensarlo en ese sistema, en ese marco de pulcritud. Si se tratara de cualquier otro jugador, con sus impulsos menos desafiados, diríamos que no. Pero conviene no subestimar su capacidad de adaptación. Tevez es un delantero centro que eventualmente puede ir al costado (preferentemente, al izquierdo, donde se siente muy a gusto). Su corrida, freno y remate se acomodan más naturalmente a los espacios que al juego posicional y de circulación. Elige las opciones más directas, a menudo sin considerar alternativas que demoren el final. Es voraz y no disfruta irse por las ramas. Por ambición y confianza, entre un atajo en mal estado y el más perfecto de los asfaltos, elige el mejor camino sólo si es el más corto. Batista prefiere otro sello, completamente distinto al del fútbol que distingue a Tévez. En ese punto, independientemente de todo lo que podamos discutir, es donde el entrenador sostiene coherentemente su decisión. El otro pie de apoyo de la medida es que la Selección argentina cuenta con una buena cantidad de delanteros de calidad, con facultades que han contrastado largamente en los torneos más exigentes del mundo. Por lo tanto, la opción que toma el entrenador no estará nunca muy por deba-
jo de la que descarte. Se sabe que en esa categoría de único solamente está Messi. 3-. La mediatización del tema. Hoy día, más aún con el escaso vínculo entre un entrenador de Selección y sus futbolistas, la conducción es un elemento central. Y en este punto Batista cometió algunos errores. Fue a Manchester, se reunió con Zabaleta y no con Tevez. No estaba obligado a hacerlo, claro, pero el destrato no es un comportamiento recomendable para un líder. Tevez tiene historia en la Selección y merecía que le dijeran, incluso, que momentáneamente no iba a ser considerado. “Hoy, mi 9 es Messi”, fue otra repetida frase de Batista. Pero también Higuaín, Agüero y Milito pueden ejercer ese rol. To-
dos jugadores convocados. Y hasta abrió una remota puerta para que Santiago Silva sea un potencial seleccionado. Es decir, puso a un ejército de delanteros por delante de Tevez. Tampoco es una manera inteligente de comunicar sus pretensiones. Luego, las cadenas de entrevistas, del jugador y del DT, exponiendo todavía más sus diferencias, terminaron por producir una novela innecesaria y dañina. Era mucho más sencillo que se encontraran en Manchester, en Londres o en La Paternal para poner las cosas claras. Tevez, advertido de los argumentos, se hubiera dispuesto a demostrarle que puede encajar en el modelo. Y Batista hubiera dado una muestra de conducción que hasta el propio Tevez hubiera valorado.
Apache sentado (en el banco)
En el genuino boca de urna realizado en nuestra modesta redacción, otro compañero le bajó el pulgar a Tevez en la Selección. Cuánto más escribía, más razones le daba a Batista. Puso tanto enfásis que estuvo a punto de convencernos a unos cuantos. Por PABLO CHEB TERRAB Foto PHOTOGAMMA.COM
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xiste cierto reduccionismo analítico cuando se habla de Carlos Tevez. Sus defensores tienen argumentos a mano, pero suelen ser simplistas y terminar con una de esas frases que se acuñan como indiscutibles a fuerza de repetición: “Carlitos es un crack”. La razón principal que se esgrime alrededor de este concepto esotérico es que “es un ganador”, o –más básico todavía– que “hace goles siempre”. No resulta demasiado esclarecedor. El Bichi Fuertes también hace goles siempre y no hay gente haciendo cola para pedir su inclusión en el seleccionado. La cuestión de fondo es que hay diferentes aportes que sirven para convertirse en un futbolista útil para un equipo. Y el gol suele ser consecuencia de esos aportes diversos en un funcionamiento colectivo, no una cualidad intrínseca de cada jugador. Pedir la incorporación inmediata de Tevez al seleccionado porque “hace goles siempre” es básico, es primario, es quedarse con el marketing, ver el compacto, leer la síntesis, deslumbrarse con la gambeta, aplaudir el tiro libre y decir: “hace goles siempre”. Puede ser que Tevez se merezca una chance en el equipo de Batista. Es un gran jugador, tiene una excelente pegada con las dos piernas, maneja muy bien la pelota detenida, sabe sacrificarse en defensa y desnivela con manejo en velocidad. Pero desde un punto de vista futbolístico, hay que analizar su juego y la utilidad de su juego en un equipo determinado, en este caso Argentina. Lo primero que habría que aclarar es el puesto. ¿De qué juega Tevez? En un esquema como el de Manchester City, es centrodelantero. Es decir, es 9, referencia de área. Por lo general, lo rodean jugadores que lo alimentan. Esa posición exime al argentino de ciertas responsabilidades. Su veta creativa, más allá de la definición, está prácticamente en desuso. La verdad es que, en el City, Tevez no debe buscar pases al vacío, por ejemplo, porque él es el receptor de esos pases cuando existen. Tampoco debe pivotear para dejar el tiro franco a un compañero, o tirar diagonales para generar espacio. Es que él es el compañero que debe recibir la pelota, a él deben generarle los espacios para sus amagos y su definición. Los números avalan este concepto. El ex Boca terminó la temporada como máximo goleador de la Premier League con 21 goles. Su escolta anotador en el City fue Balotelli, con ape44 UN CAÑO | JUNIO 2011
nas 6 (igual que Yayá Touré, casi una casualidad). Silva y Johnson marcaron 4. Prácticamente, Tevez monopoliza el caudal anotador en su club. ¿Cómo funcionaría eso en la Selección? Si Messi es el nueve elegido, de la peor manera. Parece claro que, desde la asunción de Batista, las decisiones tomadas para idear el equipo giran alrededor de la comodidad de Messi. Si Lionel está acostumbrado a funcionar como eje ofensivo del Barcelona, con hombres a los costados, laterales ofensivos y volantes de creación con espíritu de marca (es decir, números 5 ofensivos), entonces Argentina juega 4-3-3, pone tres 5 (por las dudas), busca laterales y lo planta a él como referencia en el centro del ataque. Cualquier elemento que distorsione ese esquema es nocivo para el cuerpo técnico. Y Tevez es el paradigma de la disrupción. Ya desde su personalismo choca con el espíritu que el entrenador pretende implantar. Futbolísticamente, tampoco hay factores a su favor, en principio porque su mejor rendimiento se da cuando juega donde debería jugar Messi. Pero hay otras cuestiones. Supongamos que se acomode a otra posición. ¿Cuál sería su aporte? Hasta ahora, Tevez y Messi demostraron que no son futbolísticamente compatibles. Se roban espacio. A Lionel le conviene un compañero en la delantera que abra la cancha, no uno que le robe espacios por su tendencia a tirarse hacia el centro. Necesita un compañero que rebote la pelota de espaldas al arco, no uno que gire y gambetee. Necesita a alguien que le devuelva la pared en el borde del área, y no a quien patea desde lejos cuando recibe en esa posición. Alguien que se la pase y no encare. Alguien que no busque las mismas apiladas que él. Y si Tevez no rinde del todo cuando juega con Messi (y, peor aún, Messi no rinde del todo cuando juega con Tevez), ¿para qué sirve Tévez? Si es uno o el otro, si los dos son 9, Tevez en el plantel sería sencillamente un suplente de lujo para el hombre que nunca va a salir, porque hasta el último minuto te puede definir un partido. Batista pudo haber puesto esto en la balanza, evaluado las formas de juego y su conveniencia. Si Tevez no está en la Selección porque criticó a Grondona, es funesto. Si es por cuestiones futbolísticas, contra lo que creen los extremistas, es comprensible.
Así no, Batista Que esté o no Tevez en la Selección debería ser, de verdad, una cuestión de gustos. Pero el técnico, en vez de contemporizar, dice y hace cosas como para arruinar la relación. Todavía no debutó oficialmente y la Selección ya arde por su culpa. Por CHRISTIAN COLONNA
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ranquilamente, a alguien puede no gustarle el estilo de Tevez. Pese a eso, es difícil poner a Diego Milito por delante de Carlitos, pero para gustos hay colores. Sergio Batista dice que no elige a Tevez porque tiene otros gustos. Y estaría bien. Si ésa fuera la verdad... Pero, ¿es la verdad? Primero Tevez defendió a Maradona horas antes del debut de Batista (cuando todavía era interino). Y, para defenderlo a Diego, indirectamente trató de mentiroso a Grondona. Después, a Tevez lo acusan de haberse bajado del amistoso contra Brasil. Dicen desde adentro de la Selección que adujo que estaba lesionado y cuatro días más tarde jugó con el Manchester City. Por si todo esto fuera poco, para terminar de mandar a Tevez debajo de un tren, los periodistas amigos del técnico tiraron una nueva versión: que en una reunión con el Tata Brown (ayudante de Batista) en Inglaterra, el Apache habría dicho algo que al Checho no le gustó. Conclusión: la ausencia de Tevez en la Selección no es cuestión de gustos. Batista se genera los problemas solo. Y eso que todavía no debutó oficialmente. En su afán de no discutir con Maradona (el único enemigo declarado, por ahora), el Checho dejó otros flancos abiertos y lo tapó el agua. Porque él está en todo su derecho de llamar a quien quiera y de
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no llamar a quien no quiera, pero hay ciertos jugadores (muy pocos) que se merecen un mínimo de respeto. Tevez es uno de ellos. Y Batista no sólo no lo respeta, sino que, encima, lo bardea. El martes 17 de mayo el Manchester City goleó 3 a 0 al Stoke City, y Tevez metió dos golazos impresionantes. Ah, después del segundo, se besó una canillera con la bandera argentina. Consultado Batista sobre el partido que había jugado el delantero, el Checho respondió “no lo vi”. Consultado sobre por qué no lo vio, respondió “estaba haciendo cosas”. Eso es provocar. Innecesariamente. Pero no se quedó ahí Batista. En la misma semana mediática en la que se cruzaron acusaciones océano de por medio, gracias a los micrófonos, el Checho redobló la apuesta. Y, otra vez, innecesariamente. Como el Maestro Tabarez explicó que hoy no puede llamar a Santiago Silva para la Selección uruguaya porque no sabría a quién sacar, saltó Batista y dijo que si el punta de Vélez se nacionalizara argentino, lo llamaría. ¡¡¿¿Pero cómo??!! ¿En qué lugar de las prioridades estaría Silva para Batista? Porque Batista ya dijo que su 9 es Messi. Y que detrás venían Higuaín, Agüero y Milito. ¿Entonces, en esa carrera, Tevez no entra ni siquiera quinto? Parece un abuso del técnico de la Selección. Así no, Batista.
De colonialismos y desnaturalizaciones La Copa América que ya tenemos cerca será una muestra nueva de aquellas decisiones que, por empeño del dinero y del marketing, desvirtúan cuestiones más auténticas. La propuesta del periodista es el regreso al viejo sistema de los torneos sudamericanos. Y que se vayan con sus ideas geniales a otra parte. Por DIEGO BONADEO
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nalizándolo detenidamente, muchas veces lo que se da en llamar “colonialismo cultural” no es ni más ni menos que un disfraz para lo que realmente es colonialismo económico. En Sudáfrica, por ejemplo, tantas veces se hizo referencia a la “persecución racial”, cuando en realidad la minoritaria autocracia boer, y en menor medida la británica –en fin, la minoría blanca–, buscaba generalmente que zulúes, bantúes, xoxas y demás etnias –los pueblos originarios– sirvieran como mano de obra barata y, muchísimas veces, como mano de obra esclava. Esto no es persecución racial, sino persecución económica. De otro modo, no se entiende como en pleno apartheid los japoneses eran considerados blancos y los chinos, no. Claro que por entonces China no era la potencia de estos tiempos. Y es el mismo colonialismo cultural el que entre nosotros naturaliza “discepolianamente” que el partido político de la causa –Alem, Lebensohn, Larralde, Illia–, el del radicalismo que “se rompe pero no se dobla” y que se enfrentaba al “régimen”, ahora teja transas electorales, que no políticas, con Francisco de Narváez. O que Amado Boudou, ex UPAU y ex UCEDE, sea ministro de Economía –tal como más de una vez lo fue su ex referente Álvaro Alsogaray– de un gobierno que se dice “nacional y popular”. Más aún, la desculturización de casi todo hace anécdota de un sedicente “socialista” francés, capo máximo del Fondo Monetario Internacional hasta hace unos días, que ocupa una habitación de tres mil dólares la noche y se convierte para los mediáticos en “el sexópata del Hotel Sofitel”, malversando así sus aspiraciones “socialistas” a suceder a Sarkozy como presidente de Francia. Con estas muestras sueltas, y tantísimas más, no puede llamar demasiado la atención que el tradicional campeonato sudamericano de fútbol que desde la primera década del siglo XX se jugaba entre selecciones de esta parte del continente se haya
convertido, luego de las intromisiones del colonialismo económico, en un verdadero cambalache. Históricamente, y gracias a los manejos de la televisión mexicana, el fútbol de ese país ha tenido conocidos privilegios en el concierto internacional. En especial en Copas del Mundo, en sus instancias de Eliminatorias. Y la FIFA también mostró una especial consideración con dirigentes y árbitros mexicanos. Y es el fútbol mexicano, justamente, uno de los principales factores de la desnaturalización geográfica de los campeonatos sudamericanos, a los que no hubo más remedio que rebautizar como Copa América. Pero el “todo pasa” dirigencial, que parece no ser patrimonio exclusivo de los ocupantes de Viamonte 1366, hizo que la Selección japonesa haya sido ahora invitada, antes por su potencial económico que por su ubicación geográfica. Sin embargo, que se sepa, a nadie en la UEFA (Unión Europea de Fútbol) se le ha ocurrido hasta ahora invitar para participar de la Copa de Europa a Nigeria, Trinidad Tobago o Nueva Zelanda. Pasa que, como escribió el gran Mario Benedetti y cantó y sigue cantando Joan Manuel Serrat, “con su gesta invasora, el norte es el que ordena”. La cuestión es que el primero de julio, y hasta el 24, doce selecciones nacionales –entre ellas dos, la mexicana y la costarricense, con alineaciones casi muletto– participarán durante veinticinco días en la Copa América a jugarse en nuestro país: además de México y Costa Rica, Argentina, Bolivia, Colombia, Brasil, Venezuela, Paraguay, Ecuador, Uruguay, Perú y Chile. Y a uno se le ocurre que bien se podría volver al viejo sistema de los torneos sudamericanos, con las diez selecciones regionales: las doce participantes de la Copa América menos México y Costa Rica, jugando todos contra todos –nueve partidos cada combinado–, lo que solamente llevaría cinco días más, jugando cada equipo dos partidos por semana. No es tan difícil. Ni mucho menos imposible. JUNIO 2011 | UN CAÑO 47
LA DIMENSIÓN DESCONOCIDA Por FRANCISCO GIOVANONI
El Olavarriazo
La selección de Olavarría recibía a la de Mar del Plata por la Copa Beccar Varela. La dictadura versión 1970 era manejada por el impresentable de Roberto Levingston. Pero la temprana victoria visitante desató incidentes. De pronto, y quizás por única vez en la historia, tanques de guerra del Ejército ingresaron a una cancha para rescatar a jugadores. Otra que las barras bravas...
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rgentina vivía días convulsionados en noviembre de 1970. Bajo el gobierno de facto, meses atrás, el dictador Roberto Levingston había reemplazado a Juan Carlos Onganía en la presidencia de facto. La rebeldía, la politización de los jóvenes y la violencia en las calles eran moneda corriente. El Cordobazo del año anterior estaba latente. En la calma y pueblerina Olavarría, donde un año antes el gran Dante Emiliozzi se había retirado del automovilismo, sus 60.000 habitantes de entonces aguardaban expectantes, y con un marcado ánimo revanchista, el partido de vuelta que su Selección debía jugar con la de Mar del Plata para definir un lugar en el cuadrangular final de la histórica Copa Argentina Adrián Beccar Varela, que se disputó entre 1929 y 1989. 15 de noviembre. Aquella noche, Levingston habló en cadena nacional repudiando el paro general que la CGT había iniciado tres días antes. Choques con la policía en Córdoba, Catamarca y Tucumán, con bombas y quema de autos. Juan Domingo Perón declaraba desde su exilio madrileño: “Algún día volveré; somos muchos todavía (…). Yo estoy alejado de la ambición de gobernar. Necesitamos juventud, y yo no entiendo una juventud que no sea revolucionaria”. Todo un marco social que, visto con perspectiva, tuvo una clara influencia en la gravedad de los hechos que se dieron en lo que debía ser un simple partido de fútbol. Todo comenzó en el encuentro de ida. En el desaparecido estadio San Martín, Mar del Plata se impuso sobre Olavarría 3 a 1. Pero en las tribunas, la hinchada visitante fue maltra-
tada por un grupo local que le robó una bandera. La semana previa al partido, de lo único que se habló es de “guerra”. Y así se lo hicieron saber al seleccionado marplatense no bien pisó la ciudad. Jorge Tauler, preparador físico de aquel equipo, recuerda hoy con gran lucidez: “Pacheco (DT) me pide que lo acompañe a la calle, quería lustrarse los zapatos… El lustrador, un pibito, nos dice ‘¿ustedes no son de acá, no? Uh, mañana no salen vivos. Los matan eh’. Y la noche previa, en el hotel, un mozo se acercó y nos preguntó ‘¿cuál es Jesús? Ésta es la última cena, y él estuvo en ella”. El estadio de Estudiantes, con su cancha dispuesta en un pozo y rodeada de una vieja pista de ciclismo, era un escenario inseguro. Los rumores de que algo “pesado” sucedería generaron que la custodia policial de los más de 3.000 espectadores sea, cuanto menos, agresiva de entrada. Un carro de asalto del Cuerpo de Infantería de Azul custodiaba dentro de la cancha: pistolas lanza-gases, cascos de acero, bastones largos y perros adiestrados. Mar del Plata empezó ganando desde los vestuarios. A los 3 minutos, Juan Domingo Loyola anotó el primero de sus cuatro goles. El empate de Montanaro le devolvió la esperanza al local, pero nuevamente Mingo marcó antes del descanso. Al reinicio, Loyola anotó el 3 a 1, y luego el arquero marplatense Jorge Videla fue agredido. Videla recuerda hoy: “un fotógrafo abrió la caja donde supuestamente iba su máquina y empezó a sacar pedazos de ladrillos. Minutos antes, un wing que había entrado chocó conmigo y quedó lesionado.
De pronto, llegaba una columna del Regimiento 2 de Tiradores Blindados de Caballería, encabezada por un jeep y acompañada por un camión y tres tanques de combate con ametralladoras. 48 UN CAÑO | JUNIO 2011
Cuando vi que el fotógrafo entró a la cancha, pensé que era para sacarle una foto al jugador. Pero no, sacó un ladrillo y me pegó en la espalda”. Ante las acusaciones que le hicieron en aquel momento por haberse burlado de la multitud ante cada objeto que le tiraban, Videla admite que “por ahí, uno se puede equivocar, pero con pasión y sin intención de joder a nadie. Por la experiencia, hacer un poco de tiempo, lo hacen todos. La verdad es que fue tremendo cómo se desencadenó todo”. Esa agresión provocó que el partido se detuviera por un cuarto de hora. En un tumulto entre los jugadores, hasta el árbitro Roberto Maino ligó un puntapié. Llovían botellas y fue agredido el capitán de Olavarría, Guillermo Tony Pelliccione, que desde su local de venta de motos en esa ciudad también rememora para Un Caño aquel momento: “la cancha era un hervidero. Me hicieron pedir calma por los altoparlantes. ´A ver si te dan pelota a vos, que sos el más experimentado´, me dijeron. No había terminado de hablar y me cayó un botellazo en la cabeza. Terminé ensangrentado…”. Las crónicas indican que Pelliccione intentó calmar a la multitud. “No tenemos que caer en el salvajismo con el que fuimos tratados en Mar del Plata”, le dijo a la gente. Videla, por su parte, sostiene que “lo que dijo el capitán por los altoparlantes enloqueció más a la gente. En nuestra cancha no había sido para tanto…”. Cuando se reanudó el partido, nuevamente Loyola marcó el lapidario 4 a 1; después llegó la suspensión final, a los 30 mi-
nutos. La ira del enardecido público creció ante la actitud de un apresurado oficial que directamente apretó su pistola y envió una granada de gas lacrimógeno que estalló en medio de la multitud, donde había varios niños. Allí comenzó el peor de los escenarios: volaban botellas y asientos contra los policías. Luego, gases lacrimógenos. En la platea estaba el intendente de Olavarría, Enrique Alfieri. Tiempo después contaría que el invitado teniente coronel Daniel García se había ido antes del entretiempo “a jugar un partido de polo porque, según él, el
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fútbol no le gustaba. Para mí, sabía que algo iba a pasar”. Dentro del campo de juego, los jugadores de Mar del Plata quedaron juntos, en círculo, espalda con espalda, temerosos. Carlos Moreno, defensor del seleccionado y hoy empleado del Club Peñarol, recuerda: “no sabíamos adónde ir; no pudimos ir a los vestuarios por los gases que tiraron en el túnel, así que tuvimos que quedarnos un tiempo en la cancha.” El caos en las adyacencias del estadio fue lo peor: bombas molotov sobre el vestuario donde los marplatenses creían estar “a salvo”, policías disparando sin control, un puesto de gaseosas arrebatado por completo para lanzar sus botellas... Otro grupo de hinchas prendió fuego al micro que llevaba a los jugadores marplatenses, e impidió la llegada de los bomberos. Ramas, troncos, botellas, gomeras, cualquier cosa servía de armamento. De pronto, por el arco principal del Parque Carlos Guerrero, llegaba una columna del Regimiento 2 de Tiradores Blindados de Caballería, encabezada por un jeep que llevaba al teniente coronel García. Iba acompañada por un camión y tres tanques de combate con ametralladoras emplazadas y medio centenar de soldados armados con fusiles FAL. La ampulosa llegada del Ejército armado derivó en otra reacción de la gente, asustada y desafiante. El teniente García estaba de civil, encabezando la represión, y otro militar, aún con la vestimenta de un jugador de polo, lo acompañaba una camiseta con el número 2. Allí, los jugadores de Mar del Plata encontraron la salvación. Ingresaron a los tanques de guerra y fueron alejados del caos. Moreno recuerda ahora: “estábamos muy asustados; nunca viví algo así en una cancha de fútbol. No sabías para dónde mirar, de dónde venía el problema. Nos fuimos a Azul, hasta que un nuevo micro nos llevó a Mar del Plata, todavía vestidos de jugadores, porque nuestras pertenencias habían quedado en el micro que incendiaron”. Videla acota: “el profe Tauler nos iba sacando en tandas de a seis para subir al tanque. Fue un momento tremendo, pero era la única forma de salida.” Además, describe el momento de mayor zozobra: “cuando íbamos en el tanque,
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justo pasamos al lado del micro en el momento en el que explotó el tanque de nafta. También recuerdo que en los árboles estaban colgados los perros muertos de los policías. Fue algo difícil de describir. Yo pienso que eso no pudo haber pasado por el fútbol, debía haber otra cuestión de fondo”. Tauler finaliza su relato con otra anécdota: “estaba con un cana que nos custodiaba dentro del vestuario; el tipo me dice, en medio de las agresiones, ´me quedan solamente tres balas, estoy tirando a dos metros para no matar a nadie´. Y cuando salimos en los carros de asalto, el muchacho que manejaba la metralleta, cuando la gente se cruzaba intentando impedir el paso, dijo ´les voy a dar un susto´ y empezó a gatillar. Caían las ramas de los árboles encima de la gente…”. A la salida, la gente cerró las puertas del Parque Guerrero para impedir el paso del Ejército, que al llegar a la salida se encontró con un sector que lo abucheó y con otro que, desafiante, comenzó a entonar la marcha peronista y a vivar a Perón. Los tanques realizaron movimientos rápidos, riesgosos y espectaculares para desviar las agresiones y enfilar hacia la ruta 226. Por esa vía, los jugadores de Mar del Plata fueron llevados hasta el regimiento de Azul. El saldo final dejó varios heridos de bala, algunos de gravedad, un chico caído desde una torre de iluminación y pérdidas millonarias para el club Estudiantes. “El mayor bochorno para la cultura de la sociedad olavarriense (…), el mayor baldón (sic) que pudo incorporarse a la historia de este pueblo de trabajo”, se escribió en el Diario El Popular del día siguiente. Aquel guapo seleccionado marplatense terminó coronándose campeón tras vencer en la final a Mendoza. Fue el título más importante para la historia del fútbol de la ciudad balnearia. Los jugadores de aquel equipo nacieron de nuevo, coinciden: “fue el día que más miedo tuve en una cancha”, admite hoy Carlos Moreno con la mirada perdida. Hoy, Olavarría vive su fútbol con varios representantes en el Ascenso. La calma de sus calles, el aire de pueblo grande y la pasión por este deporte siguen intactas. El Olavarriazo quedó en la memoria colectiva de todos, como un cuento de ficción y suspenso que sólo quieren revivir, lógicamente, con el recuerdo.
Dios y el Hacha
A treinta y cinco años de una gira que aún tiene el recuerdo de una muerte, nuestro compañero de Río Cuarto repasa los orgullos y las curiosidades que en Córdoba despertaba el viaje de Talleres a Zaire. Por OSVALDO ALFREDO WEHBE
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l verano de 1976 no fue un verano más. Agazapada detrás de las siestas de calor y escapando de persecuciones políticas, una parte de la población argentina estaba inscripta involuntariamente en las listas negras de la Triple A. Un balde de agua fresca había caído sobre el maleficio que River Plate tenía desde fines del ’57, y en 1975 los muchachos que durante primario y secundario habían sufrido la sequía con el apelativo de “gallinas” incorporado pudieron festejar un campeonato de la banda roja. Empezaba el año de Juan Carlos Lorenzo en Boca. Perlitas futboleras eran Témperley y Talleres de Córdoba, en ese ‘75. Ambos habían liderado la zona D del Nacional, entrando al octogonal que ganaría River. Talleres terminaría sexto y Témperley, octavo. A comienzos del ’76, ambos equipos viajarían a Zaire (actual República Democrática del Congo) en una gira al menos curiosa que dejaría secuelas increíbles. Zaire se llamó así entre 1971 y 1997, bajo la dictadura del teniente General Mobutu. El viaje estaba planeado meses antes, con la intención de hacer conocer a los clubes en distintas partes del mundo. De hecho, Talleres jugaría luego en España, Grecia y Turquía. Los equipos fueron recibidos con todos los honores y alojados en una quinta residencial. El entusiasmo fue tal que el propio presidente Mobutu se encargó de convocar a su Selección para jugar contra el Gasolero. Antes del viaje, las delegaciones habían recibido serias advertencias respecto de los riesgos económicos y de salud que se corrían. En la cancha, lo de Talleres deslumbró a todos. Témperley perdió los dos amistosos que jugó, ante el Vita de Kinshasa y frente a la Selección del Zaire. Talleres ganó los dos: al mismo Vita y al Imana, también de la capital de Zaire.
Por la Copa República del Zaire, Talleres le ganó a Témperley tres a dos y venció en la final al Imana por el mismo marcador. Es bueno recordar que Zaire había sido el primer país de la África negra que había jugado un Mundial, en el cercano torneo de Alemania ‘74. Dirigidos por el yugoslavo Blagoje Vidinic, ganaron las Eliminatorias ante Marruecos, en un partido con arbitraje discutido, y así viajaron al Mundial germano, donde perdieron los tres partidos. Los Leopardos habían caído por dos a cero ante Escocia, nueve a cero ante Yugoslavia y tres a cero ante Brasil. No fue muy afortunado el sorteo para ellos, claro. La gira de Talleres y Témperley tuvo una lamentable consecuencia. Los jugadores Miguel Oviedo, de la T, y Oscar Suárez y Benito Valencia, del Celeste, contrajeron paludismo. La Cata Oviedo se pudo curar, lo mismo que Benito Valencia. Pero el 19 de febrero, Oscar Suárez falleció a los 23 años. Las autoridades sanitarias de Lomas de Zamora y los médicos del plantel de Temperley y Talleres confirmaron que los jugadores habían sido vacunados contra la malaria, cólera y tifus y había recibido tratamiento con quinina para prevenir el paludismo. El golpe fue terrible. Suárez era una buena promesa del fútbol y había convertido en AFA su último gol el 21 de diciembre de 1975, en cancha de Racing, ante San Lorenzo. Un cronista del diario Elima le dijo a Luis Ludueña, en el aeropuerto, antes de que los planteles volvieran a la Argentina, que para ellos era “el Dios del fútbol”. La respuesta del Hacha fue concluyente: “¿Qué yo soy Dios? Si ni de Diablo me he recibido…”. Así se cerraba un viaje de película con características de comedia dramática. Fue en 1976, en la tierra del dictador Mobutu. El único parecido entre los países iba a ser ése: las jaulas del totalitarismo que Argentina colocaría unas semanas más tarde.
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PERFUME DE VARÓN
Por MARÍA FERNANDA MAINELLI
Fotos ALEJANDRO KIRCHUK / NUEVE13
“Seguí siendo de Boca aún cuando Macri era presidente”
El escritor y periodista piensa que la pasión por un equipo está relacionada con el tesoro más preciado de los hombres: la infancia. Pero también asegura que el club, a cambio, le exigió sacrificios: no abandonar los colores mientras la institución estaba comandada por un dirigente opuesto a su signo político, por ejemplo. Un amor a prueba de todo.
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rlado Barone vive cerca del Obelisco, no muy lejos del barrio al que llegaron sus abuelos inmigrantes, en el que se crió los primeros años de su infancia y al que vuelve todo el tiempo para evocar a ese niño que, dice, aún lleva adentro. A los 73 años, y mirando al fútbol con un poco de distancia, reflexiona sobre Maradona, los hinchas despiadados y todo lo que dejó de lado para seguir amando a Boca. –Ser de Boca, ¿fue una elección o un mandato? –Mi familia llegó en barco a La Boca desde el sur de Italia. Yo nací y viví en ese barrio hasta los siete años, antes del primer peronismo. Mi padre jugó en las Inferiores de un Boca pretérito y fue un buen jugador de fútbol, allá por 1930. Tengo un primo, Heriberto Menutti, ahora un hombre mayor, que jugó en la Primera de Boca, y sus amigos eran los craks de la época: Pescia, Sosa, Marante, Musimessi… Ellos se juntaban en la casa de mi primo, que también vivía en La Boca, y yo, que me fascinaba con el fútbol, me crié con ellos. No podía no ser de Boca. –¿No se te ocurrió rebelarte en contra del mandato familiar? –No, y es curioso. Soy un fervoroso hincha de Boca pero no soy anti River porque a los ocho años me mudé a Núñez, a diez cuadras del club. Fui muy deportista, y esa institución me protegió socialmente. Iba todos los días y repre-
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senté al club en varios deportes: patiné durante mucho tiempo y fui un buen nadador, y lo soy… Porque nadie deja de ser un buen nadador. –Entonces, ahora que a River no le va bien, a vos no te alegraría que se vaya a la B. –No, y tampoco los insulto a los de River. Y me molesta que los de Boca lo hagan. Además, no me gusta la hinchada que insulta a los otros, me gusta la hinchada que vitorea al equipo propio. Por eso, no me gustan los gorilas, porque no vitorean a los propios, sino que insultan a los otros. Por eso, me gusta el Frente para la Victoria, porque vitorea a su propio equipo. –¿Qué tipo de amor es el que te une a Boca? –Es mi origen. Boca es el barrio donde nací, mis abuelos, mis ancestros, lo argentino mezclado con lo italiano, una Argentina que todavía no había descubierto. Soy de la época que había carros y bosta de caballos en las calles, y ahora escribo en Internet… Vos naciste con los medios digitales, y esos medios van a hacer la prehistoria de tu historia profe-
sional. El carro a caballo y la lapicera de tinta que me ensuciaba los dedos son mi prehistoria. Tanto que tengo que recordar todo eso con evocación. Uno siempre lleva un niño adentro, si no sos un canalla o la vida no te “encanalleció” lo suficiente. Como dijo Rilke, “la patria del hombre es la infancia”. Por eso Boca es mi infancia. Cuando un hombre de 30 busca la identidad que le fue apropiada busca lo que lo constituye. Troilo decía en Nocturno a mi barrio: “¿Cómo me van a decir que me fui del barrio? Pero, ¿cuándo, cuándo, si todavía estoy llegando?”. Bueno, yo siempre estoy en La Boca. Viví en Núñez, en Belgrano, ahora cerca del Obelisco, pero siempre vuelvo al barrio, a un restaurante para ir a comer, a caminar o paso por la puerta de mi antigua casa. Tengo una nostalgia plañidera porque no soy nostálgico, soy futurólogo. Hay una nostalgia que es mayor que mi resistencia. Porque cuando paso por esa casa aparecen las imágenes. Hace un año me pasó algo maravilloso cuando salí una noche del programa y en la puerta me esperaba un tipo de mi edad, vestido modestamente, que me dijo: ‘¿No me conocés?.... Jugábamos juntos al fút-
“Los jugadores son chicos a los que se les exige que sean adultos y son chicos que, probablemente, no tengan la formación cultural de un estudiante”.
bol en Núñez’. Lo miré y le contesté: ‘vos sos Pascual, el arquero’. Pasaron 65 años sin vernos, ¿por qué dije Pascual, el arquero, y no Juan, el full back? Porque ese tipo a la infancia la llevaba en la cara. Nos unían tres o cuatro años en los que habíamos jugado al fútbol y nos recordábamos. Fue tan sabio el tipo que sólo me dio la mano, me abrazó, me dijo ‘chau’ y desapareció de mi vida. Fue más sabio que yo, que les tengo miedo a los reencuentros porque son lapidarios: no hay que encontrarse ni con la primera novia que antes era hermosa ni con la calesita que antes era gigantesca y ahora es una miniatura. Es extraordinario lo que pasó entre él y yo, porque él se parece a mí, me vio y se fue. Total, qué podía ver de mí, sólo porquerías. Si aquél que yo fui de chico era un ser maravilloso… –¿Qué te pide Boca a cambio de ese amor? –Por un lado, cosas prácticas como ir a dar una charla cuando me invita la Comisión de Cultura, algo que hice varias veces. Esto es en lo formal. Y, después, Boca me pide que lo exima de impurezas, del detallismo y de las miserabilidades. Yo fui de Boca aún cuando Macri era presidente. Esto me pide Boca y es mucho, pide mucho. Aunque para mí no era un presidente legítimo, por más que lo fuese en los papeles, seguí siendo de Boca y grité cada gol aún sabiendo que lo favorecía a Macri. Fijate si pide, esto es lo máximo que me pasó. Y, a la vez, me dio cosas maravillosas, no sólo goles y partidos. Pérez Celis, que era un hincha extraordinario porque él era extraordinario, me llevaba medio a la rastra, porque a veces no quería ir. En una oportunidad, él preparaba en su taller un mural para la cancha y me pidió que le escribiese leyendas para unas estrellas que había pintado. Yo anoté en un borrador dos leyendas que finalmente quedaron en los murales para siempre, o hasta que el tiempo lo decida. Entonces, cuando llevo a mis nietos a la cancha les muestro esas leyendas, que no tienen mi nombre. Les explico que soy el autor y me siento famoso, un famoso anónimo y sólo los famosos son anónimos. Cuando leés un proverbio chino del 1.800 antes de Cristo, no sabés quién lo
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dijo, y eso no importa porque lo que importa es lo que dijo. Cuando les muestro las leyendas a mis nietos, parezco un mitómano. Boca me pidió que me inspirara y me dio a cambio algo muy grande: la inmortalidad. –¿Jugabas al fútbol? –Sí, mucho. Y lo hice bastante bien de delantero, lo que antes era un inside y ahora es un ocho, un diez, tal vez. Llegué a jugar en las Inferiores de Platense, a los 12 o 13 años. Si en el barrio había veinte que jugaban, yo estaba en el quinto o sexto lugar. –¿Te reconocías en la cancha como eras en otros aspectos de tu vida? –Era fervoroso, muy corredor y era líder. No era peleador porque mi cuerpo nunca fue grande. Si sos grandote como un camionero, metáfora discriminatoria, el cuerpo te predispone a pelear. Era un líder carismático y era querido en el barrio, y ese afecto estaba en la cancha. No me gustaban las peleas; cuando las había, interfería pacíficamente. –¿Se desempeñan en la cancha como son afuera los jugadores profesionales? –En el fútbol de alta competencia, de pura observación, diría que no. Si me preguntás si me desempeño en mi trabajo como soy, diría que el contexto siempre me atraviesa. Hay una famosa comedia musical negra estadounidense que dice así: “uno es lo que es y no es lo que no es”. Me gusta eso. Cuando el contexto me transforma, soy yo con el contexto atravesado y no podría visualizarme por fuera de él. El jugador de fútbol es la evolución o involución de sus características familiares y de la competencia. Se pierde la idea de que un jugador profesional es un muchacho de 20 o 25 años como también se perdía la idea de que un guerrillero también tenía esa edad y la palabra los convierte en adultos. Los jugadores
son chicos a los que se les exige que sean adultos, y son chicos que, probablemente, no tengan la formación cultural de un estudiante universitario. Sospecho que sobre ellos influye mucho el dinero, la presión de la competencia, salir del lugar de donde provienen, por lo general inferior o de abajo, y pasan a recibir mimos y complacencias. Maradona es un ejemplo de eso, aunque él es otra cosa, es más bien la construcción de una sociedad. –¿Qué sentís frente a la figura de Maradona? –Él ya no es él, es nosotros, y todo lo que le pusieron encima las generaciones que lo vieron jugar. ¿Es bueno o es malo Maradona? Es nosotros. Si me preguntás si fui el periodista que quise ser, diría que no, diría que fui el periodista o el escritor que las circunstancias me proveyeron. Uno puede rebelarse a su destino o liberarse de la orientación convencional pero a lo mejor no se tienen las agallas o el heroísmo para hacerlo, porque para patear el tablero o ser un héroe hay que ser un solitario, y para eso hay que tener huevos, como dicen los hinchas. Es probable que yo sea un hombre mediocre. Siempre aspiré al premio Nobel, y ahora aspiro al premio de ser una buena persona. Pero, Maradona me encanta. Tengo una anécdota con él muy graciosa, que Diego ni se debe acordar. Allá por el ’97 0 ‘98 trabajaba en la radio con Oscar Gómez Castanón, que un día le hizo un reportaje. Hablaron un rato largo, y Maradona dijo algo así como que daba reportajes a quien él quería. A mí, ese comentario me pareció medio de matón, y cuando se terminó la entrevista ironicé al respecto. Maradona, que se ve que siguió escuchando el programa, llamó al estudio, pidió que lo pusiesen al aire para responderme y dijo “no sé quién es ese Barone, si es puto o si se la come”. Ese
“Me gustan los jugadores respetuosos, como Palermo o Riquelme y no los pendencieros o los matoncitos, como el mellizo Barros Schelotto”.
comentario lo tengo todavía en un casete, y en cada cumpleaños mis nietos lo ponen. Pasaron los años, y cuando vino a 678 estuve tentado en contarle el episodio pero no me animé, me pareció que no correspondía. Pero es curioso lo que le pasa a Maradona, piensa que el mundo está contra él. Los hombres que tiene mucha adhesión tienen también mucho rechazo, pero él se fija más en los que lo rechazan que en los que lo aman. Eso les pasa a muchos grandes, como si quisieran más, como si quisieran sólo lo laudatorio y no aceptasen críticas. –¿Tus hijos son de Boca? –Tengo dos hijos propios y tres de mi mujer. Los dos míos son una mujer y un varón. La mujer no es futbolera y el varón es de River. –¿Qué pasó? –No lo sé. Nunca le pregunté por qué se hizo de River. Debe ser porque se quedó viviendo en Núñez, pero no lo sé, así que se lo voy a preguntar, porque sus abuelos eran de Boca, aunque, mi madre y mi familia materna eran de River.
–¿Qué tipo de hincha sos? –Nunca me gustaron los hinchas que hablan durante el partido o que escuchan la radio, y por esto último que me perdone mi amigo Víctor Hugo Morales. Menos me gustan los que gritan de espalda al partido y quieren transformarse en actores más importantes que los de la cancha. Por eso me gustan los jugadores respetuosos, como Palermo o Riquelme, y no los pendencieros o los matoncitos, como el Mellizo Guillermo Barros Schelotto. Normalmente, el aficionado a un club, como en el teatro, mira más a los jugadores de su equipo y a los que le gustan. Sólo los directores miran todo. Así que siempre estaba atento, porque aprendí a mirar el fútbol en su totalidad gracias a la educación que recibí de futbolistas y futboleros. Pero eso que aprendí ahora lo estoy desaprendiendo, y cuando voy a un partido me distraigo con la tribuna, que antes para mí no era el espectáculo. Eso me saca de la pasión por el partido. –¿Seguís yendo a la cancha? –Hasta hace dos años iba a dos par-
tidos al mes, o iba a ver al seleccionado. Ahora veo algo por televisión, pero me aburre. El espectador de la cancha es parecido al del teatro, que requiere (y los que se aburren es porque no están entrenados) una atención especial. Si te perdés una mueca, es probable que no entiendas la obra. Y cada función, aunque sea de la misma obra, siempre es distinta. Mucha gente que ve sólo partidos por televisión, cuando va a la cancha se pierde el gol. Eso les pasa a las mujeres que no son aficionadas. Me pasó de ir con mi mujer y que me pregunte ‘¿Cómo? ¿Ya fue gol?’. Y claro que fue gol, querida, esto no es la tele, que lo vuelve a pasar. Pero ahora estoy alejado del fútbol. –¿Por qué? –No lo sé bien, calculo que debe ser por la edad. Lo he visto en varios integrantes de mi familia que, a medida que envejecían (es terrible), dejaban de ir a la cancha. No creo que tuviesen miedo, y yo tampoco lo tengo, porque no creo en la seguridad ni en la inseguridad, ni se me ocurre que se puede caer la tribuna o
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que me puede pasar algo. De hecho, yo estuve en la cancha con mi amigo Adolfo Castelo el día de la famosa avalancha de la Puerta 12 y no nos pasó nada. Creo que dejé de ir porque ya no tengo la energía para todo lo que tengo que hacer: escribir un libro, hacer periodismo, estar en la televisión, estar con mi mujer, salir con mis nietos o mis viejos amigos, mirar Internet y la televisión, ir al teatro, leer los libros de amigos… Demasiadas cosas, y algunas las tengo que descartar. Y no vamos a hablar en esta entrevista de las otras que ya descarté, que son muy episódicas, porque no queda bien. La cancha pasó a ser un lugar episódico, al que voy cada tanto. Porque, además, Boca me entusiasma cada vez menos desde hace unos años. –¿Qué te pasaba cuando tu equipo perdía? –Me amargaba y reconocía si fallaba por algún motivo o si había tenido mala suerte, que también podía ocurrir. Escuchaba a los que sabían más que yo. La pasaba mal cuando la hinchada insultaba a los nuestros. Como sucedió hace poco
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cuando Carrizo se hizo un gol en contra y lo lamenté, aunque ese gol favoreció a Boca. Pero lo lamenté, además, por todas las puteadas de los propios hinchas de River que no entendieron que, en el fútbol, esas cosas ocurren y por eso es fascinante, por el alto componente de azar y de variantes. Toda la actividad humana depende en gran parte del azar, el fútbol tiene de extraordinario que, en un mismo cuadrado, veintidós jugadores componen siempre una sinfonía distinta. Nunca un gol es igual a otro. Por eso no me gusta que se ensañen con un jugador cuando hizo algo mal: a mí me produce piedad. Yo sería un mal verdugo, y no soy una buena persona por eso, más bien diría que soy muy cobarde ante el sufrimiento ajeno. –¿Qué sentís cuando se hace trampa en la cancha? –Nunca podría admirar a un Bilardo, por ejemplo. –¿Y el gol con la mano de Maradona? –Eso lo acepté como una genialidad. Fue una excepción porque si un jugador que está en la línea de gol pone la mano
para que la pelota no entre, es una vulgaridad de la trampa, es como estafar a un ciego con un billete. Pero que en un Mundial, en una jugada un enano salte más alto que un arquero altísimo es impresionante. –Cuando te referís al fútbol hablás de juego, de sentimientos y recordás tu infancia, pero dejás de lado un montón de otras cuestiones que lo configuran: los negocios, el interés económico, el uso político de los gobiernos de turno… –Soy conscientemente inconsciente de que no me tengo que preocupar por nada de eso porque si no, no me gustaría más Boca, ni el fútbol, y hubiese dejado de ir a la cancha hace muchísimo tiempo. No anulo las críticas y las investigaciones sobre la corrupción en el futbol, pero veo que eso se aprovecha por muchas voces del periodismo para atacar a este Gobierno o al Fútbol Para Todos. Cuando el fútbol era para pocos ninguna de esas voces se alzaban en contra de Grondona, por ejemplo. Así que todo esto prefiero ignorarlo.
De igual a igual
En un reconocimiento tardío, traemos a nuestras tierras el homenaje a las compañeras que hicieron posible el fútbol femenino. Porque, al contrario de lo que suele creer, no fue una aparición de la era moderna. Nettie Honeyball y sus muchachas arrancaron en 1894. Y lo bien que hicieron. Por EDUARDO CANTARO
“Las mujeres no somos las criaturas inservibles y ornamentales que el hombre ha dibujado”, decía Nettie Honeyball, y fundaba, a finales de 1894, el British Ladies’ Football Club en Londres. Las inglesas querían dejar de ser simples espectadoras y arrojaban la primera piedra. Habían pasado más de tres décadas de aquella reunión en la Freemason’s Tavern de Londres, donde las escuelas se juntaron para unificar criterios y conformar las primeras reglas claras del fútbol. Treinta años en los cuales el hombre británico había desarrollado un juego que, además de ocupar su tiempo libre, comenzaba a ser rentable porque empezaba profesionalizarse. Muchas mujeres inglesas no se quedaban conformes con ser simples espectadoras de un juego maravilloso, y lo practicaban en la clandestinidad. Nettie Honeyball, una feminista de quien poco más se sabe, publicaba una solicitada en los medios convocando a cincuenta mujeres que pensaran que el fútbol también podría ser practicado por ellas. Lady Florence Dixie, la hija menor del Marqués de Queensbury, fue quien se hizo cargo de la presidencia del flamante British Ladies’ Football Club. Además de activista feminista, era una excelente escritora, por lo que también le fue encomendada la tarea de transcribir actas y relatar los sucesos de las chicas en el fútbol. Después de un par de entrenamientos, Honeyball notaba que las chicas necesitaban algo más que buena voluntad para jugar. Llamó entonces a J.W. Julian, delantero de Totenham Hotspur, que se puso a disposición del BLFC para enseñarles las reglas y las formas de juego. Tras doce semanas de prácticas, llegó el momento de la exhibición pública: por Londres podían verse los pósters promocionando el gran match. El 23 de marzo de 1895, en Crouch End, los equipos que se enfrentaron, ante más de 10.000 espectadores, fueron North London (con casacas de color rojo)
y South London (celeste y rojo). Tras el 7 a 1 del equipo rojo, Honeyball le decía al cronista del semanario The Sketch: “fundé la Asociación Femenina el año pasado para probar que las mujeres no somos las criaturas inservibles y ornamentales que el hombre ha dibujado. Debo confesar que mis convicciones están en todas las cuestiones que los sexos, están ampliamente divididos”. A pesar de los esfuerzos, el fútbol femenino seguía siendo apenas un deporte de exhibición, y así se mantuvo hasta 1917, cuando en el mes de agosto se jugó la Tyne Wear & Tees Alfred Wood Munition Girls Cup. La Primera Guerra Mundial estaba en su apogeo, las mujeres ocupaban los lugares de los hombres en las fábricas y también en los equipos de fútbol de las mismas. En la Dick, Kerr & Co. se construían locomotoras y tranvías, pero en tiempos de guerra se fabricaban municiones. Las empleadas de la firma, esposas o familiares de los trabajadores que iban a combatir fundaron el Dick, Kerr’s Ladies F.C., el club femenino más popular de todos los tiempos. El 5 de diciembre de 1921, la FA prohibía el fútbol femenino porque decía que “las mujeres no estaban en condiciones físicas para jugar”, pero en el resto de Europa ya había ligas femeninas. Las chicas británicas siguieron jugando igual y se animaron a salir de gira en 1922. Cruzaron el Atlántico y fueron hacia Estados Unidos, donde jugaron nueve partidos (varios contra equipos de hombres). En los campus universitarios, las jóvenes norteamericanas empezaron a practicar el deporte que habían llevado las Dick, Kerr y se lo quedaban para siempre. Una vez de vuelta en Londres dejaron atrás el nombre fabril y lo reemplazaron por Preston Ladies. Siguieron jugando hasta 1965, disolviendo el club cansadas de mantenerse en la clandestinidad por generaciones. Seis años más tarde, la Football Association reconocería y apoyaría definitivamente al fútbol femenino.
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Asunto: BAILANDO X UN SUEÑO De Hugo Ramos
Asunto: PANCHO COMPLETO De Guillermo Puerta
Soy seguidor de la revista desde sus comienzos y fiel oyente de quienes escriben en la misma, y hace tiempo que quería contarles una hermosa historia que me tocó vivir en el ‘90, después del Mundial disputado en Italia. Fuimos seleccionados por Francisco Ferraro unos meses antes de participar en los Juegos de la Juventud en Italia. Por única vez se jugó fútbol en ese evento. Se eligieron chicos de colegios italianos de entre 14 y 15 años; yo era jugador, por aquel entonces, de las Inferiores del Deportivo Italiano. Finalmente, viajamos 16 jugadores. Hace ya varios años pero tengo grabado cada momento que viví en toda esa experiencia de vida que me dejó Pancho Ferraro. Vivimos momentos difíciles por el maltrato que sufrimos después de la gloriosa eliminación de los tanos en ese Mundial, pero eso fue anecdótico. Cada charla de nuestro entrenador me formó mucho como jugador y persona, ya que hoy en día lo pongo en práctica en mi profesión como profesor de educación física. No llegué a ser jugador de fútbol, pero valió la pena pasar por esa experiencia. Me encantaría contarles mucho más.
Asunto: PEDIDO De Alejandro Giordano
Soy lector desde el 2009 (creo, no soy bueno para las fechas) y siempre compré la revista, pero esta es la primera vez que escribo. Me gustaría pedirles que realicen un informe sobre el uso de las redes sociales en el mundo de los jugadores, técnicos y periodistas del fútbol. Sobre qué beneficios trae, y si estas redes atentan contra el periodista. Saludos del hincha del Bicho y messista número uno, PD: trabajo en un medio partidario de Argentinos Juniors (Argentinos Pasión); contamos con programa de radio, web y revista. Ante cualquier duda sobre el Bicho, pueden comunicarse con nosotros. Respuesta de Un Caño: Ya estamos trabajando en ese sentido. Gracias por la sugerencia.
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La imagen en HD es contundente. Jugando con su hija en una forma, digamos, primitiva, animal, abstraído frente a las cámaras, está el otrora luchador-demoledor-depredador de boxeadores. Solíamos verlo en los rings de Las Vegas, con gesto fiero amenazante y con los puños y dientes apretados desde el vestuario. Sin más vestimenta que unas livianas botas sin calcetines y pantaloncito negro, cuando el glamour del show-bussiness, exigía como mínimo un poco de clown con bata de lentejuelas, al momento de subir al ring. Ése que en un arrebato de impotencia no dudó en mutilar de una mordida la oreja de un rival… El mismo que en el final de su carrera padeció cruentos KO cuando la pila de millones en su cuenta bancaria ya había sido dilapidada. Se le nota por sobre su piel oscura, curtida, una incipiente y piadosa barba blanca que parece un bálsamo para ese rostro que se ha prendido en cientos de batallas y recibido una cantidad incontable de jabs, crosses, uppercuts. Y un alma con el lastre de todas las necesidades y penurias del bajo Brooklyn. Y si no, que lo diga su prontuario policial: a los 13 años ya contaba con casi 40 detenciones. Está aquí, en un lugar desconocido, en el fin del mundo, en el cuarto mundo, en un set de televisión que pretende ser del primero. Para bailar en el programa más visto del país. Veo a un hombre que vio cómo el destino se atrevió a tomar determinaciones por cuenta de él, sin preguntarle, sin permiso previo. Y se lo nota distendido, calmo, tierno, sin la prisa y el stress de un viaje previo a un combate. Con acusaciones de delitos muy graves, con separaciones matrimoniales tumultuosas, meses de cárcel, alcohol, drogas, más todo lo que el microclima del campeón tiene permitido en los días de gloria. Su mirada trasunta la ternura de un niño entre asustado, sorprendido y desconfiado, sobre todo esto último. Una marca de origen en los lugares pobres de Nueva York, donde ha nacido y sobrevivido Mike. Hasta parece mas pequeño sin la “levadura” de las hormonas y “pichicatas” varias dudosamente legales en el ámbito de la alta competencia deportiva. Al momento del baile, sus movimientos son graciosos, torpes y principalmente desenfadados, al fin y al cabo es un show, algo que Tyson conoce muy bien. La imagen en HD es contundente… Hiperreal. Nota: No soy devoto de la tinellizacion que empezó nuevamente por estas horas en la TV argentina; miré el programa de hoy por el imán que todavía me significa Mike Tyson y su historia de vida.
La batalla continúa
Los hechos discriminatorios abundan en el deporte como en la vida. El machismo, el racismo, la homofobia y mil intolerancias e injusticias más son historia corriente que, en general, baja desde las tribunas. Dos tristes episodios ocurridos en el vóleibol (en Brasil y en nuestro país) indican cuánto camino resta en la lucha contra la discriminación. Por MARTÍN DE ROSE
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ucedió en Brasil durante el primer juego de semifinales de la Superliga Masculina de Vóleibol, un torneo plagado de estrellas y en pleno crecimiento. Jugaban Volei Futuro y Sada Cruzeiro, el equipo dirigido por el argentino Marcelo Méndez y que tiene a William, ex armador de Bolívar, entre sus figuras. Fue allí, en Contagem (Minas Gerais, la casa de Sada), cuando los hinchas locales se despacharon con una explosiva dosis de cantos homofóbicos contra el central rival Michael Santos, del equipo de Sao Paulo. Todo un estadio coreaba “bicha, bicha, bicha” (“maricón”, en nuestro idioma), un hecho que está contemplado en el Código de Justicia Deportiva de ese país y que prevé penas económicas y deportivas. Unas se aplicaron (50 mil reales contra Sada Cruzeiro), pero las otras no (algunos esperaban que le diera en el partido por perdido al equipo de Méndez). “¿El balance es que entonces está mal, pero no tanto? ¿Qué está mal en el vóley pero bien en el fútbol, donde es una práctica habitual?”, se preguntó un columnista deportivo. Mientras tanto el reconocido editorialista deportivo del Diario Lance Daniel Bortoletto generalizó y abrió otra polémica: “no existe una hinchada homofóbica, existe un país que no sabe lidiar con las diferencias”. La buena noticia es que todos los analistas coincidieron en reconocer –luego de que el jugador hiciera pública su elección sexual en medio del escándalo– la carrera deportiva de un profesional que jugó diez años al máximo nivel, que fuera citado a la Selección y que hoy es parte de uno de los equipos que más invierte en Brasil, dentro del segundo deporte más popular del país y, sin dudas, el más ganador. El nombre del jugador, reconocido pero sin estridencias en el ambiente voleibolístico local hasta entonces se transformó en un sinónimo de lucha contra lo que los brasileños llaman preconceito. “Soy gay, todos mis compañeros lo saben. Había sufrido casos aislados que dejé pasar por considerar que se trató de ignorancia.
Pero en este caso fue un coro de señoras, chicos y jóvenes que me gritaron, ya estaba instalado un clima de homofobia. Nunca tuve problemas en ningún equipo en diez años de carrera, y nunca llegué a decir que soy gay porque no tuve la necesidad”, reconoció Michael, que fue figura en el segundo juego, en el que su equipo empató la serie, que luego perdería por 2-1. Volei Futuro decidió instalar el tema con creatividad. En el segundo partido, de local, su líbero Mario Junior (el líbero tiene camiseta diferente) disputó el juego con los colores de la diversidad, abrazados por el movimiento homosexual. Además, los baloneros lucieron camisetas rosas, igual que los encargados de los redoblantes en la torcida del estadio Plácido Rocha, que mostró una bandera en contra del racismo. La serie en general estuvo signada por enfrentamientos verbales entre jugadores, falta de espacio en los estadios, dificultades para entrenar para el visitante y varios problemas de seguridad. Algo parecido, pero en menor escala, sucedió en la final de la Liga Argentina entre UPCN Vóley de San Juan y Drean Bolívar. En el medio de una tremenda serie de siete juegos, el colombiano Alex Moreno denunció gritos racistas, y en el sexto partido, la hinchada de Bolívar lució una bandera que decía “Bolívar no discrimina”. Durante el Súper 8 disputado en la ciudad de Necochea, el brasileño Junior (de UPCN) reaccionó y fue a buscar a un hincha que, según él, lo había hostigado con gritos racistas. Entonces, por iniciativa del Director de Competencia Mariano Claá, la Liga se acercó al INADI para adherir a la lucha contra la discriminación. Se realizó un diagnóstico a través de varias encuestas entre jugadores, periodistas, dirigentes e hinchas, realizadas por el mismo responsable del Observatorio de Fútbol en el organismo que preside Claudio Morgado. “Nadie entendió la reacción de Junior, quizás porque nadie sabe cómo reaccionar en ese caso. Estamos buscando la forma de entender el procedimiento en este tipo de situaciones y de adherir a las buenas prácticas del deporte para que este tema no se meta en nuestros estadios”, reveló Claá. JUNIO 2011 | UN CAÑO 59
Una travesía con la Chancha Rinaldi Por muchas razones, el periodista propuso una entrevista a Jorge Rinaldi. Ni se discutió. Era el reencuentro de un hincha con su ídolo, pero también una buena manera de recorrer historias del fútbol junto con uno de los mejores jugadores de los últimos tiempos. La propuesta fue más o menos ésta: “decinos, Jorge, ¿qué es lo que han visto tus ojos?”. Por GABRIEL CASAS Fotos MAXI FAILLA
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i el editor me lo permite, voy a cometer un error de principiante e invertir los roles, ya que Jorge Rinaldi y Rubén Insúa fueron los primeros ídolos futbolísticos que tuvo este periodista. Esta entrevista a la Chancha para Un Caño hizo que desempolvara del arcón de mi memoria esos hermosos momentos vividos de purrete con mis amigos del barrio de Boedo. Cuando íbamos al Viejo Gasómetro, siguiendo a esa pasión llamada San Lorenzo (no me gusta agregarle el “de Almagro”). Cuando el fútbol nos unía y todo lo que lo rodeaba (con hinchas y no barras bravas mercenarias) era el folklore, ahora tan bastardeado. Simplemente, el amor en estado puro por los colores de la camiseta de tu club y la pertenencia a tu barrio. Además, me siento obligado a hacer la nota de esta manera para ser fiel al estado de relajación, risas y anécdotas en la que se dio esta charla de un par de horas con el protagonista. En un café de Boedo, aunque el Gordo diga Caballito vía Facebook al concertarla. No, Jorge. ¡De Avenida de La Plata para acá es Boedo, papá! –Te recuerdo en el ‘82, primero con pelo largo y después pelado, por el servicio militar. ¿Tuviste miedo de tener que ir a la guerra de Malvinas? –Mucho. Había jugado un San Lorenzo-Boca en Mar del Plata. Cuando volví, tenía la citación. Estaba desesperado. De casualidad, me llama alguien vinculado al Ejército y me dice que sabía que me tenía que presentar y que podía ocuparse de mi situación. Como no tenía nada, aunque no lo conocía, lo acepté. Y me tenía que presentar un día después de una goleada a 60 UN CAÑO | JUNIO 2011
Atlanta en la B, cuando se empezó a ver el boom de San Lorenzo en esa categoría. –Encima la descosiste en ese partido… –Claro, lo festejé un fenómeno… Me tenía que presentar el lunes a la mañana. Me quería matar... Lo único que hizo bueno ese “Méndez” fue sacar la conscripción. Lo que lloraron los pibes ahí… Fue la cosa más burda y terrible que viví. Hice la instrucción en Campo de Mayo. Un mes guardado… Tenía que hacer la carpa afuera, y encima era un inútil total hasta para cambiar una lamparita. Un día escucho que gritan “soldado ‘63, Rinaldi, hijo de mil putas y la puta que te parió”. No entendía nada, y los pibes que estaban más cancheros me dicen que tenía que salir corriendo porque me estaban llamando. Era un subteniente, Quintallima, no me lo olvido más. “¿Cuánto cobra usted?”, me pregunta. “A mí el fútbol me importa una mierda. Venga conmigo”, me dice, y me lleva a un jeep y empieza a manejar. ¡Pensaba que me iba a violar! Todo el viaje diciéndome “el fútbol es una mierda, yo no tengo idea de eso... Por lo menos, ¿sabe cebar mate?”. Obvio que le decía que sí a todo. Llegamos al lugar, saca el mate y me dice “mire, no sé quién mierda es usted, pero tuve la mala leche de decir en mi casa que venía a mi
batallón, y mi viejo es fana de San Lorenzo. Y es comisario. Y me dijo que me pegaba dos tiros en la frente si a usted le pasaba algo. Así que de mí no se separa”. Y me salvó él (risas). –¿Cuánto tiempo estuviste? –Muy poco. El arreglo era que tenía que mantener el pelo corto y salir en la tercera baja. Pero vivía con miedo, porque cuando vino lo de Malvinas, mi teléfono lo tenían muchos, y me llamaban seguido... De mi batallón, por suerte, no fue ninguno. Fueron los de la categoría ‘62. De casualidad, me soltaron en la primera baja. Estuve bajo bandera durante la guerra, aunque no iba porque me habían dado una licencia. Latente, esperando que me llamen. Fue una ridiculez total. Liquidaron a dos generaciones. Justo ayer vi otra vez la película Los chicos de la guerra. Yo no toqué Malvinas, pero me siguen cayendo las lágrimas. Tengo un ex compañero de San Lorenzo que fue y volvió, por suerte. Cada vez que lo veo, me emociono. Esos tiempos fueron bravos en serio. Todos jugábamos a la guerra cuando éramos chicos, tirábamos tiros, nos hacíamos los espías, pero ahí a los pibes los mandaron a morir. Y lo que más me dio bronca fue la famosa marcha a la Plaza de Mayo, cuando Galtieri dijo que si
“Por estilo de juego, de pensamiento conceptual, estoy emparentado con Menotti. Esto es un espectáculo, y nadie me lo va a sacar de la cabeza”.
querían venir que vengan, que les íbamos a presentar batalla. Yo estaba concentrado en un hotel ahí cerca. Veía pasar a la gente y pensaba “¡qué locura! Se creen que es un Mundial…”. Se van a enojar los ingleses y van a venir con todo. Y eso que se enojaron poco. Hubo un Mundial, lo jugamos mientras teníamos una guerra. Un disparate… –¿Crees que los futbolistas tienen conciencia política? –El argentino no tiene memoria. No les pasa solamente a los futbolistas. Por eso se repiten los políticos, tipos que nos arruinaron. En otro país, hacen estas cagadas y chau. Acá siguen estando, y hasta se vuelven a reciclar. El que lee esto se va a enojar con lo que digo, ya que estoy hablando del Proceso. A mí me dicen que soy rencoroso. No, yo tengo memoria. Si después querés perdonar o no, queda en cada uno. Y eso que en el Proceso militar no perdí a un familiar directamente. Sí a un vecino. Yo tenía 14 años, estaba en la calle todo el día y te paraba la policía, la pérdida de esa libertad... Una minoría lo niega todavía. Siempre digo que cuando alguien no usa las armas de la legalidad, sonaste. –¿Y a los futbolistas qué culpa les toca? –En mi época, creo que teníamos más identidad. Ahora cambió. Son más volátiles, tienen ayudantes, asesores de imagen. Antes éramos un poco más kamikazes. Nunca me callé la opinión en nada. Y no porque era el guapo de la cuadra. Si no, prefería no hablar. Si uno tiene que decir algo, que sea lo que realmente piensa. Porque mis amigos, los que me conocen, saben lo que pienso. Si yo digo lo contrario, los estoy traicionando a ellos. Estaría mintiendo. Las generaciones van cambiando. En algunas cosas para bien y en otras para mal. Nuestros viejos se criaron en la calle más que nosotros; nuestros hijos, mucho menos que nosotros. Mi hijo tiene 23 años y no lo crié en una cajita de cristal. Pero yo iba a jugar a lugares pesados cuando era pibe, por plata, con
gente mayor que nos tiraba botellas. La edad me fue haciendo más prudente. Por un lado, te estás beneficiando, y por el otro, lo estás pagando. Nosotros jugábamos doce horas por día al fútbol. En el club o en el barrio. Ahora juegan sólo las dos o tres horas de entrenamiento. –¿Cuál fue el mejor equipo que integraste? ¿El San Lorenzo del ‘83 del Bambino Veira, el Boca ‘86 del Flaco Menotti o el último Ciclón del ‘90-‘92 con Gorosito y Acosta? –El último era un equipo más difícil. Me quedo con los dos primeros. Con el Bambino era una diversión absoluta. Íbamos para arriba todos los partidos. Todavía me encuentro con Husillos a tomar café acá, y siempre nos acordamos de ese año. Por la furia que teníamos. No éramos tan tácticos… En Boca jugábamos más lindo, pero sin esa furia. –Con sólo decir que Insúa era el volante central… –Claro, atacábamos con seis o siete. Además, perdimos el campeonato con Independiente, que era un equipazo. –Te dirigieron los dos. ¿A quién elegís, a Menotti o a Bilardo? –Al Flaco, por escándalo. Aprendí de todos los entrenadores. Lo que hay que hacer y lo que no… Decir que de Bilardo no aprendí nada sería mentira. Lo tuve a los 16 años, en el ’79, y estuve a punto debutar, pero me agarré hepatitis. Y me llevó a la Selección en el ‘83, donde aprendí la concentración, el detalle. Por estilo de juego, de pensamiento conceptual, estoy emparentado con Menotti. Esto es un espectáculo, y nadie me lo va a sacar de la cabeza. También viví una época diferente de Bilardo. El Estudiantes del ‘82 jugaba bien al fútbol. –Dicen que te negaste a darle plata a La Doce. ¿Por eso te fuiste de Boca? –Sí, es verdad, pero no me fui por eso. Fue en un viaje a México. Dije que no, porque no iba a ir y ahí empezaron los problemas, los insultos. Pero la gente de
Boca, en un partido con Platense, salió a cubrir a los que puteaban. Ése es el hincha espontáneo, el verdadero. Que te juzgaba por los 90 minutos de juego. Yo no sé si fui buen jugador o me inflaron. Mi orgullo es que todo lo que hice fue siempre sin concesiones. –¿Y la frase que te adjudican frente al espejo en el vestuario, cuando debutaste en Boca, sobre tu queja hacia el profesionalismo? ¿También es cierto eso? –Vos querés hacer reflotar todos los muertos, que me insulten por la calle otra vez… –No va a pasar nada, el hincha ya creció. –No fue tan así. Fue peor (risas)… El que nace en San Lorenzo va creciendo con antinomias hacia Huracán y Boca. A mí me viene a comprar el Negro Rivero, amigo de mi viejo, y se me arma kilombo porque me niego, ya que era para ir a Boca. Entonces, me voy al Gijón. En España, me pone al aire Víctor Hugo, en el programa de radio Sport 80, para ver si venía a Boca. Y yo no sabía nada. Corto y me llama Carlos Heller para ofrecérmelo. Estaba allá con un amigo de la infancia ultra fanático de San Lorenzo. Me encierro con él en la habitación, dos horas, y discutimos mucho porque él me decía que acepte y yo le contestaba que no podía. Tenía razón mi amigo, me gritaba que era un profesional. –¿Por qué te retiraste a los 29 años? ¿Por las lesiones? –No, fue el mejor momento físico de mi carrera. Un día llegué a casa y dije “no juego más”, después de un San LorenzoNewell’s que perdimos 3-0, en el ‘92. Entró Fernando Miele al vestuario y dijo un par de boludeces. Le contesté y lo mandé a cagar. No jugué más y puse una parada de diarios. –O sea, te hartó lo extrafutbolístico. –Sí, en ese momento tenía ilusiones con la Libertadores. Esto nunca lo conté: antes de que empiece el torneo, Rivero me llamó para decirme que Passarella quería
“Un día llegué a casa y dije ‘no juego más’, tras un San Lorenzo-Newell’s que perdimos 3-0 en el ‘92. Entró Miele al vestuario y dijo un par de boludeces. Le contesté y lo mandé a cagar”. 62 UN CAÑO | JUNIO 2011
llevarme a River (N de la R: jugó en el ’89, con Menotti en el banco). Le contesté que no, porque estaba muy ilusionado con la Copa. Y la empezamos a todo trapo, con el 6-0 al Newell’s de Bielsa. Después vino la desilusión, porque Miele echó al Nano Areán en medio del torneo. Era un equipo armado, difícil. No sé si para ganarla, pero seguro que para más. Eso me quitó las ganas, y desaparecí… –De Julio Grondona, ¿que tenés para decir? –Creo que Grondona le hizo mucho mal al fútbol de cabotaje. Se quedó en el tiempo, por eso seguimos con los mismos problemas de hace veinticinco años. La organización es un desastre. Boca-River es para mí más caro que Barcelona-Real Madrid, aunque no lo sea efectivamente en dinero gastado, por todo el caos que lo rodea. A Grondona le gustó la verdulería. Todo quilombo. Todo pasa y no pasa nada. Los reinados largos no sirven para nada, pero sería injusto echarle solamente la culpa a Grondona. Nadie le hizo la contra, salvo Nitti y Gámez. –¿Y con los periodistas? Resulta que ahora Marcelo Araujo es “el relator del pueblo”. –Esas son pelotudeces. Somos de veredas diferentes. Ahora, no sé qué tanto… Con Marcelo compartí muchas cosas en la Selección, y cuando yo escribía en Clarín, él llegaba y no se saludaba con Pagani y los chicos de la línea futbolística que bajaba el diario. Pero a mí me saludaba, y decía que leía siempre mis columnas y que le encantaban. Y eso vale. Siempre se portó con códigos. No mezcló nunca nada. Él piensa de una manera, y yo de otra. –¿El representante es un mal necesario? –No. Nunca estuve de acuerdo con el sistema. Una vez hicimos una reunión con Pipo Gorosito, cuando él era el técnico. Les dijimos a los chicos que nunca pierdan su opinión. Tuve a Guillermo Cóppola y a Rivero, dos capos. Guille, el mejor, lo amo. Siempre hablaba conmigo primero. Un jugador una vez me dijo: “además, tenemos que hacer relaciones públicas”. No, vos tenés que jugar y vas a ver que nadie te toca el culo. Lo más triste es que ese jugador tenía razón. –¿Cómo influyen los lazos familiares? Vos debutaste después de que tu hermano Osvaldo fuera campeón juvenil en Japón,
con Maradona. Y ahora tu hijo debutó en Primera. ¿El apellido ayuda o perjudica? –A mí me jodía más en el colegio, cuando me decían: “tu hermano siempre estudia, y no hace lío”. Mi hijo no es un jugador, es mi hijo. Yo lo tuve directamente en la reserva con Fernando Berón y el Chino Batista. Yo me iba cuando veía el nombre de él. Entonces, en vez de poner Rinaldi, ponían Fernández. Un día le pregunté al Chino, ¿quién es Fernández? “No, boludo, es tu hijo... Si vos no querés que pongamos el nombre del nene…”. Lo perjudiqué mucho, pero es una forma de manejarme. O sea, no lo beneficié. Cuando tenía las armas de una sociedad de mierda para hacerlo... Por un lado, me siento contento; y por otro, culpable por hacerlo sufrir. Cuando hay un amor tan grande como el de un hijo, te hace sentir así. –¿Qué rescatás de tu experiencia como manager?
–Nada. Acá un manager no tiene influencia. En Europa, es la mano derecha del presidente. Son responsables de todo, igual que en México. Fui un bombero, más que un manager. Mi orgullo fue que me gané la confianza de los jugadores. Y después, en Inferiores, también. Nunca les mentí. Está todo muy mezclado, hay veinte dirigentes que creen que saben de fútbol. El manager debería ser los ojos y la voz de la Comisión Directiva. Si ellos no te escuchan, es al pedo. Quedás como una fuerza de choque. “Sos amigo de los jugadores”, te dicen. “Y claro, si ellos me dan de comer, no ustedes. Eso no quiere decir que no les diga las cosas en la cara, pero ustedes no se enteran”, les respondía yo. Y vuelve el periodista, cuervo de ley, a poner el punto final. ¿Qué más puedo agregar ante tanto código, aunque a Rinaldi le haga ruido esa palabra?
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El tiempo de la cosecha
En el fútbol argentino, no hay otro equipo como Vélez en los últimos años. Desafiando muchas malas costumbres, el club de Liniers disfruta de otro año de posiciones de jerarquía e impacta en cada una de sus campañas. Un repaso de por qué suceden estas cosas, de la mano de nuestro analista. Por ROMÁN IUCHT Fotos PHOTOGAMMA.COM
¡Era un equipazo! Fillol al arco, Ruggeri en el fondo, Mancuso y el Cholo Simeone en el medio y Gareca y Funes arriba. ¡Era excelente! Tenía nombres y recambio. Aquel Vélez de los inicios de los ’90 no fue campeón por esos caprichos que tiene el fútbol. Por esos días, todo el mundo sabía que más temprano o más tarde, los de Liniers se iban a encontrar con la gloria. No fue allí, pero sí un par de años más tarde. Cuando la pirámide se construye desde la base, el éxito llega como causalidad y no por obra del oportunismo. La llegada de Carlos Bianchi sirvió para depurar al grupo y sacar al Fortín del elogio/consuelo de gran institución para maquillar la falta de vueltas olímpicas. El entrenador recibió la suma del poder público y el resto de la historia forma parte de la biblia velezana en su capítulo central. Al hincha le genera nostalgia recordar aquellos días en los que de la mano del Virrey, Vélez hizo cumbre en Tokio al derrotar al poderosísimo Milan, pero parte de su continuidad y su extensión en el tiempo con tremenda vigencia también se entiende a partir de allí. Probablemente, el mérito más grande haya sido poder atravesar la enorme impronta que dejó Bianchi y trascender
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más allá de su figura. Vélez se creyó de verdad y puso en práctica aquella frase que se repite como la canción Aurora y que dice que la institución está por encima de los nombres y de los hombres. Los seis títulos obtenidos a partir de aquel Clausura de 1993 lo posicionaron por detrás de River y Boca, como el más ganador de todo el fútbol argentino. Lo trascendente fue que los logros fortalecieron al club, pero cuando las malas aparecieron, a nadie se le ocurrió dar un drástico golpe de timón que implicara hipotecar al club o modificar el rumbo. El historial de las dos últimas décadas lo tiene por encima de todos y cada encuentro ante los tradicionales rivales puede considerarse una suerte de “neoclásico”. Los apellidos siguen pasando y la obra es cada día más grande. Como en ningún club, el sentido de previsibilidad se aplica por Liniers. El manager ejercita su rol con absolu-
ta discreción. El entrenador trabaja con tranquilidad y los jugadores resuelven en consecuencia. Se puede ganar o perder, ante eso no hay fórmulas mágicas, pero cada vez que uno escucha, revisa o se entera de alguna de las decisiones que se toman en el plano futbolístico, el sentimiento de lógica se impone por encima de cualquier otro. A la hora de vender, como con Cristaldo, poco y por buen precio. A la hora de comprar, como con Ramírez, elegido y con el real sentido del término refuerzo. Vélez ha logrado que lo excepcional se haga habitual y que lo común se trasforme en excepción. Cualquiera de los tres resultados son posibles en el fútbol, sin embargo, a casi nadie le sorprende enterarse que la victoria casi siempre la da la mano a la gente de Liniers. La ausencia de histeria ante la eventual presencia de la derrota produce una renovación cuya consecuencia es la rápida vuelta a la victoria.
Un técnico alejado del protagonismo, pleno de sentido común y dueño de arriesgadas pero efectivas decisiones.
Vélez juega bien y lo hace porque está convencido de que su plan lo llevará siempre por buen camino. Privilegia la posesión, el juego corto y asociado y entiende casi a la perfección como aprovechar al máximo las virtudes de cada uno de sus “distintos”. Si el fútbol y la confianza se agigantan por el factor contagio, la epidemia se expande con gran facilidad. Si Maxi Moralez y el Burrito Martinez son desequilibrantes en el mano a mano y demuestran que aunque escasean, aún quedan gambeteadotes, el movimiento del equipo les permite aislarse para jugar el uno contra uno, ante sus marcadores de turno. Si Santiago Silva es letal en la resolución en el área, los juegos de desmarques propios y las distracciones
que producen sus compañeros le otorgan tres o cuatro chances por partido. Si Ricky Álvarez dejó de ser un interesante malabarista de pelota para transformarse en un excelente jugador de fútbol, la evolución se debe tanto a su crecimiento personal como a la ayuda del cuerpo técnico para ubicarlo suelto por la izquierda o iniciando desde el centro con todo el panorama de frente. El juego pulido de Razotti y Canteros (otra aparición notable), el aprovechamiento para llegar vacío y por sorpresa de Augusto Fernández, sumado al apuntalamiento de una defensa áspera y con oficio y un arquero tan sobrio como confiable completan la obra. Un técnico alejado del protagonis-
mo, pleno de sentido común y dueño de arriesgadas pero efectivas decisiones y un cuerpo de jóvenes dirigentes, que salvo en su estatismo ante el crecimiento de la barra, no ofrece flancos para la crítica completan el cuadro de situación de un club que vive un presente pleno, con vitalidad y proyección. Cuando los lectores de Un Caño reciban estas líneas, seguramente habrá alguna nueva alegría para afianzar con resultados un presente lujoso. Vélez lo merece. El trabajo a largo plazo con coherencia y honestidad tarda un tiempo, pero al final siempre rinde sus frutos. Aunque aquel inolvidable equipo de principio de los ‘90 se haya tenido que quedar con las ganas.
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Teo, Teo, ¿qué ves?
¿Será Teófilo Gutiérrez un caso como los de los uruguayos Juan Ramón Carrasco o Rubén Paz? Mientras suenan los elogios semanales para el delantero colombiano de Racing, los hinchas se ilusionan con la dupla Teo-Gio. Una breve biografía del jugador mimado por racinguistas y reconocido por los demás. Por ARIEL SENOSIAIN
E
n La Chinita, el acceso al deporte es más que un derecho: es una distracción. Significa el único momento, dice el colombiano Teófilo Gutiérrez, en el que “se suspende la violencia en la calle. Mientras se juega, no se pelea”. Los códigos de las pandillas dominan la zona. El goleador de Racing nació en aquel barrio de Barranquilla. “Varios conocidos murieron. Y algunos amigos, también. La bendita droga o la delincuencia. Tenían entre 12 y 15 años, la misma edad que yo. Estaba en juego el territorio. El barrio... Cosas increíbles, porque era la pelea de pobres contra pobres. Cuando arrancaba la balacera, nos metíamos en nuestra casa. No me avergüenza recordarlo, de ninguna manera. Fue mi vida. Y también fue mi impulso”. –¿Cómo lograste no entrar? –Me salvó mi familia. El fútbol me salvó económicamente. Pero si yo no entré a la violencia y a la droga fue por mis padres. Estuvieron siempre presentes. Me aconsejaban, me advertían lo que podría vivir. Cuando comencé a ver que caían algunas de mis compañías, entendí definitivamente que tenían razón. Cada tanto me vuelven las imágenes. El ruido de los tiros, el griterío. Habitualmente vuelvo a La Chinita. Ahí vive mi abuela todavía… A ella le dediqué el gol que le hice a Independiente. Se quedó y se va a quedar porque es su lugar, toda la vida vendió fri-
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tos en la puerta de su casa. Voy a visitarla con mis hijos, que tienen 6 y 3 años. La de 6 es curiosa, me pregunta, se sorprende con el lugar donde me crié. –¿Qué tenía de particular? –En un departamento chico vivíamos todos: mis padres, mis seis hermanos y yo. Nosotros siete en una habitación, y cada uno con sus horarios. Yo me iba a las tres de la mañana a cargar pescado con mi padre. Era época de tratar de acercar dinero. Yo le pedí a mi padre ayudarlo. En los buenos días, cobraba el equivalente a 60 pesos argentinos diarios. Eso era en los buenos, pero había de los otros. Volvía a mi casa y me preparaba para el entrenamiento de la tarde. Así hasta los 20 años, cuando otros ya están jugando en Primera. El clan Gutiérrez, cuando se junta en Buenos Aires, vive como tal en el departamento que el delantero alquila en Puerto Madero. Allí llegan sus padres y su suegro cuando vienen a visitarlo. Más su mujer y sus hijos, claro. También su hermano, Ronald (“se está entrenando en Racing; los dirigentes le dieron esa posibilidad. Ojalá pueda quedarse firmando contrato a me-
diados de año. Tiene 20 años y es creativo”). Cuando arranca el día, los Gutiérrez levantan los colchones y los acomodan junto a la pared. La costumbre pesa. –¿Siempre fuiste creyente? –Toda la vida. –¿Le preguntabas a Dios el porqué de tus carencias? –No me molestaban. No conocía otra vida. Pero fundamentalmente estaba seguro de que llegaría a triunfar. De que el fútbol me daría la oportunidad de salir a flote, comprarles una casa a mis padres y lograr lujos a los que en ese momento no podía ni aspirar. Independiente se llamaba su primer equipo. El del barrio, aquél donde jugó entrando en la adolescencia: “casi todos los chicos que jugábamos allí teníamos familias de bajos recursos. Nos reclutaban justamente para que pudiéramos tener un momento de esparcimiento”. Independiente, el de Avellaneda, pudo haber sido su destino a comienzos de año: “supe que Mohamed me había pedido. Para mí, era indistinto en ese momento adónde iba a jugar, sólo sabía que quería
“Aprendí que en el fútbol argentino se habla y se pega. Escuché varias veces ‘negro de mierda’”.
volverme de Turquía (en el 2010 jugó en el Trabzonspor) y que pensaría bien mi próximo destino. No tomo esta etapa en Racing como un trampolín para volver a probar suerte en Europa”. –¿De qué habla el jugador que vuelve de Europa y dice no haberse adaptado? –En mi caso, de lo futbolístico y de la vida personal. Jugué poco, menos de lo pensado. Y afuera de las canchas, el idioma resultó una complicación. Mis hijos retrocedieron en la escuela. Para mi mujer fue muy difícil, no encontró nunca su lugar. En suma, varios factores para pegar la vuelta. Ya había querido hacerlo en junio y el club no me dio la chance. Por suerte, sí pude salir en enero. Tenía ganas de venir a la Argentina. Siempre vi fútbol de aquí. Era hincha de River porque veía jugar a Francescoli. –¿Cómo te tratan en Argentina? –En la calle muy bien, ya me siento querido. En la cancha es distinto. Aprendí que en el fútbol argentino se habla y se pega. Escuché varias veces “negro de mierda” pero ya no me hago problema. Me enorgullezco de mis raíces. Y las fricciones, la marca, a veces se transforman en golpes. Lo sufrió Giovanni Moreno en la primera fecha. Algunos saltan a cabecear con el brazo extendido para impactar con el codo. Otros entran fuerte en la disputa de la pelota. –¿Reconocés que vos también entraste en esa mala intención? –De ninguna manera. No fui ni soy mal intencionado. Hablaron de mí porque soy un recién llegado y sorprendí con varios goles. Las exageraciones se hacen con los buenos jugadores. Aquel día contra Argentinos, el partido de mi amarilla polémica (N. de R.: sumó la quinta, pero el Tribunal de Disciplina se la retiró), debí haber sido expulsado, es cierto. Llegué mal a la pelota y le pegué a Bogado, pero no quise lastimarlo. Aún entendiendo que llegué con los tapones hacia delante. Pero fue una circunstancia. En mi trayectoria tuve pocas expulsiones. Igualmente, a quienes me interesa caerles bien es a mis compañeros. –Muchos se sorprendieron de tu manera de jugar siendo que hablás tanto de tu fe religiosa. –No tiene sentido. Una cosa es Dios y
otra el fútbol. Mi fe no interviene al momento de jugar. Además, repito: no me considero un futbolista que juegue con odio. Mi convicción religiosa también es herencia familiar. Y sé que todo lo que tengo se lo debo a Él. Quien confunda los tantos sí tiene mala intención. Teófilo puede abrir el abanico de recursos en la definición. Puede enganchar y definir al segundo palo. O anticipar al rival en centros cruzados. Su zona de dominio es el área, pero sabe también bajar a tres cuartos, tocar de espaldas y girar. No le escapa a la fricción, además. Parece completo. Aunque es parte del irregular Racing, este equipo que el propio Gutiérrez criticó en una entrevista en un programa radial de su país. –¿Te causó problemas haber dicho que al equipo “le falta marcar las diferencias atrás como hacemos adelante”? –No quise hacer distinción entre los protagonistas de los defectos y las virtudes. Siempre decimos que se ganan y se
pierden los partidos por el conjunto entero. Sucedió que en ese momento, justo habíamos tenido un par de partidos donde nos llegaron poco y nos convirtieron. Pero de otros encuentros pueden decir que fuimos los atacantes los que fallamos. –En pocos meses causaste expectativa a tu llegada, te peleaste con un compañero (el arquero Mauro Dobler) en una práctica, te hiciste goleador rápidamente, acusaste racismo y te acusaron de mal intencionado. ¿Acelerado? –Probablemente. Pero me gusta no pasar inadvertido. Confío plenamente en mis condiciones. Obviamente, quiero ser conocido más por mis goles que por otra cosa. Pero bienvenido mi momento entero. Noto que en este país se asombran cuando uno reconoce ser un buen jugador. Estoy haciendo todo para llegar a la Copa América, mi gran ilusión. Era parte de la selección Colombia hasta que me fui a Turquía. En este nivel, estoy seguro de que volveré a tener chances. PHOTOGAMMA.COM
Qué será, de mi vida, qué será
Adiós para Palermo y Guillermo. Y a partir de hoy, en ellos, todas las historias del post fútbol. De esto se ha escrito mucho. Esta vez, la percepción “de adentro” y “de afuera” de nuestro compañero, que caminó las canchas durante años. Por GUSTAVO LOMBARDI
El retiro no es una ausencia, sino más bien la búsqueda de una presencia verdadera (Georges Gusdorf). Hemos entrado ya en la recta final de este campeonato. Además de un campeón, algún descendido y alguna que otra sorpresa que siempre nos deja nuestro fútbol argentino, llegará también el retiro de dos verdaderos símbolos, Martín Palermo y Guillermo Barros Schellotto. Tan lejos, tan cerca, la vida de ambos parece guionada por algún cineasta alemán que caprichosamente los une y los separa mientras recorren ambos su extensa carrera deportiva, que comienza en La Plata, cada uno en una vereda distinta, surcados por una inevitable diagonal que luego seguirá en Boca Juniors, Europa, Estados Unidos… Por momentos juntos y por momentos separados, pero al final el destino los reunirá otra vez. Y como el guión lo indicaba: en la Argentina, para darle así el cierre que la película necesita. Sus presentes son distintos. Los equipos que eligieron para recorrer el último tramo de sus carreras viven hoy realidades disímiles. Pero el día después del Clausura 2011, en ese día después, una sensación común los volverá a unir. “He muerto a los 33 años”, dijo Michel Platini el día que se retiró del fútbol. Y si bien la frase conlleva algo de extremismo, refleja cruda pero fielmente una sensación por la que pasan todos los deportistas cuando llega la hora de decir adiós. En el último superclásico, sentado ya en el banco de suplentes después de haberle convertido su último gol a River, Palermo lloraba viendo los minutos que quedaban para finalizar el encuentro. Lloraba porque se daba cuenta de que esos momentos únicos, intensos se le comenzaban a escurrir como arena entre los dedos, que ya no habría más esa sensa-
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ción, que ése era el principio del final. Para el fútbol, extremista y pasional, retiro es sinónimo de muerte. Y el duelo es el paso siguiente y necesario para seguir adelante… O por lo menos para intentarlo. Estar en duelo significa darse cuenta de que hay algo que ya no va estar más, que alguien o algo que estaba o era ya no está o ya no es. Pero lo extraño, lo atípico, es que el deportista, además, hace el duelo de sí mismo, agregándole a este momento de incertidumbre y dolor la posibilidad de tener una crisis de identidad. Según el psicologo alemán Erik Erickson, “el niño comienza a incrementar un sentido de identidad entre los 7 y los 12 años de edad… Si la identidad del niño como atleta se refuerza con la exclusión de otras facetas de su personalidad, entonces los sentimientos de autovalía serán totalmente dependientes de sus éxitos y fracasos deportivos. El grado en que los deportistas generan una identificación con el rol deportivo determina la intensidad de la crisis de identidad que tendrá que encarar cuando llegue la hora del retiro”. A ningún lector de esta revista hay que explicarle lo que significa el fútbol por estas tierras y la pasión con la que se vive. Aquí, el futbolista no es una persona que juega al fútbol, es futbolista y ya. Y en algún punto, los mismos protagonistas también lo creen así. Esto implica que su propia identidad esta formada por un porcentaje demasiado elevado de su vida deportiva; cuando esta se acaba, también lo hace gran parte de su propia integridad. Hay algo del propio ser que se está enterrando a la hora del retiro y la pregunta que tarde o temprano cada ex jugador se hace es: ¿y ahora quién soy? Desde la más temprana edad, el futuro futbolista profesional
va adquiriendo un lugar, un respeto, un status dentro de los distintos grupos que forma por la simple razón de que “juega bien a la pelota”. En la escuela, en el barrio, en el club, dentro de su familia, el chico goza de ciertos privilegios que el resto no tiene. Cuando finalmente se transforma en el paradigma de una sociedad, bueno… Todos estos beneficios se acrecientan de una manera difícil de sobrellevar. Todo este reconocimiento social, esta valoración, este lugar conseguido dentro de la sociedad que llegó de la mano del deportista, es lógico que termine cuando esa etapa se cierra. El anonimato, la pérdida de un grupo de pertenencia, la nueva mirada de su propia familia y, principalmente, comprender que a los 35 años hay que jubilarse de la profesión para la que se estuvo preparando toda su vida son otros de los factores que contribuyen a que el retiro pueda generar en una persona distintas disfunciones emocionales. La depresión es la más común, pero hay otras de índole más maníacas que también pueden observarse, como comenzar inmediatamente a practicar otros deportes de forma tan exhaustiva como el que se abandonó, inclusive creer en la posibilidad de practicarlo profesionalmente, involucrarse en cuanto negocio se le ofrezca y hasta, en muchos casos, se observa lo que se conoce como un “eterno retorno”: el deportista vuelve a jugar e intenta reinsertarse como si nada hubiera ocurrido. Vale aclarar que el éxito o no de este último ejemplo en el plano deportivo nada tiene que ver con el éxito en el plano emocional. La vida del deportista de alta competencia esta signada por la efervescencia emocional. Vive en un continuo sube y baja anímico. Se prepara física pero aún más mentalmente para ir superando las distintas etapas y los distintos obstáculos que le van apareciendo en su camino. Cada entrenamiento, cada lesión, cada partido, cada final jugada es un in crescendo emocional que llega a su clímax en el momento exacto del evento en cuestión, y a partir de allí es una colina descendente que cae y cae, y llega hasta encontrar en el final un vacío escalofriante. La nada misma. No es agradable estar allí, nada acogedor. Es llegar (porque es inevitable), pero es salir lo más rápido posible. Tocar apenas el fondo y volver a surgir. Volver, una vez más, a recorrer el camino hacia la superficie para encarar el nuevo desafío. Motivación, le dicen algunos. Motivación que mientras se está en plena actividad es fácil encontrar: cada día hay un desafío, cada año hay un nuevo objetivo. Mirando el gráfico en detalle, se ven miles y miles de estos sube y baja, pero si nos alejamos lo suficiente y vemos el cuadro completo, nos damos cuenta de que el momento del retiro es el pico más alto de una sola curva ascendente. Una curva que empezó a los 4 o 5 años de edad y que llega a su fin cuando uno toma la decisión de retirarse. Después de ese clímax, la curva irremediablemente caerá en picada hacia un vacío que jamás conoció. Pero esto es sólo los primeros meses. Después, de a poco, cuando se comienza a disfrutar de esas cosas antes vedadas, como fines de semana o vacaciones en familia, se alcanza a ver otra vez la luz. Una luz distinta a la de los flashes y reflectores de los estadios, pero una luz real que refleja una presencia verdadera.
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Guardate tu dinero
La UEFA de Michel Platini estudia acabar con el doping financiero: los nuevos ricos que compran clubes no podrán usar la plata de su bolsillo para mejorar el club. Sólo valdrá gastar lo que provenga del fútbol. Por CARLOS CARPANETO
L
a sustancia prohibida no surge de ocultos laboratorios o de farmacias clandestinas, sino más bien desde la Reserva Federal de Estados Unidos o el Banco Central de Europa. Sí, no son pastillas ni inyecciones que potencian el rendimiento, ni siquiera esta nueva oleada de apuestas y su sombra de mafia a cuestas... Lo que hoy por hoy más preocupa al primer mundo del fútbol, si vale el término para aludir a la UEFA y las grandes ligas del Viejo Continente, son los dólares o euros que conforman lo que se denomina doping económico, un término que domina la agenda de Michel Platini y que, en la más pura lógica de enfermedad-remedio, ha gestado otro neologismo: el fair play financiero. Reelegido el pasado 22 de marzo para conducir a la UEFA hasta el 2015, el crack francés (evitemos el prefijo “ex”, Platini será crack toda la vida) tiene un objetivo claro para estos cuatro años de mandato: ordenar los números del fútbol europeo, terminar con la fiesta de los millones de los nuevos ricos que han desembarcado en el mundo de la pelota y procurar, para un futuro mediato, un fútbol de clubes con déficit cero. El concepto básico y que haría viable esta cruzada es el de gastar sólo lo que se tiene, y que lo que se tiene sólo provenga del fútbol (usar plata que venga, por caso, de otras empresas de los dueños de los clubes sería incurrir en doping económico). “Hay que enseñarles a los clubes a
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ser normales y no gastar un dinero que no tienen. Porque si nosotros lo hacemos, vamos presos, pero si lo hacen los clubes, ganan trofeos. Y eso no es normal”, sentenció Michel.
He visto un lindo rojito La idea del fair play financiero afloró en 2008, en los albores de la crisis económica global. Y, dato que no puede ser pasado por alto (se verá), los impulsores no fueron directivos de la UEFA, sino los capos del Milan (Adriano Galliani, mano derecha de Berlusconi), Inter (Massimo Moratti, CEO de la petrolera Saras) y Chelsea (Roman Abramovich, uno de los cincuenta hombres más ricos del mundo, con un capital de 13.400 millones de dólares). Pero Platini y sus muchachos de Nyon aceleraron los tiempos de implementación a partir de que se conoció, el año pasado, un dossier sobre el estado económico de los clubes europeos en 2009. Ese informe revelaba que el 56% de los equipos de Primera División de la UEFA (733, de 53 países) presentó números en rojo, un dato preocupante compa-
rado con el 47% de clubes con déficit del 2008. Y explicaba que si bien los ingresos habían aumentado un 4,8% de un año a otro, los costos habían crecido el doble: un 9,3%. Radiografía de un proceso inflacionario clásico, el detalle revelador de la carpeta de noventa páginas era que la mayor parte de los gastos no se iba en transferencias, sino en sueldos de jugadores. De ahí el numerito: una pérdida conjunta de 1.200 millones de dólares.
Yo tengo un plan La frase es un cliché de campaña política, pero Platini bien podría enarbolarla como consigna. El hombre tiene un plan: el Reglamento para el Fair Play Financiero que ha sido aprobado por la UEFA en 2010. Se trata de un programa que entrará en vigencia a mediados de este año y que aspira a una reducción gradual de las pérdidas de los clubes para llegar al 2017 con déficit cero (o casi). La primera etapa comprende tres temporadas: 2011/2012, 2012/2013 y 2013/2014. Para este periodo, el Reglamento indica que se pueden tolerar pér-
Se trata de un programa que entrará en vigencia a mediados de este año y que aspira a una reducción gradual de las pérdidas de los clubes para llegar al 2017 con déficit cero.
didas de hasta un máximo de 45 millones de euros por campaña, pero que deben presentarse dos balances positivos. Ya para la 2014/2015 se establece un límite de 30 millones, y para la 2015/2016, uno de 15. Se habla de déficit cero para la 2016/2017, aunque, en realidad, desde entonces será aceptable un rojo que no supere los 5 millones. El seguimiento de las finanzas de los clubes estará a cargo del Panel de Control Financiero, a cargo del ex primer ministro belga Jean-Luc Dehaene. Y el castigo para los que no cumplan la regla es claro: no podrán jugar competiciones europeas. De hecho, los controles ya se aplican y para esta temporada, el Mallorca, al que no le cerraban los números, se lo excluyó de la Europa League. A la letra del reglamento, Platini la potencia con lo que, se proyecta, será su correlato deportivo: torneos domésticos más parejos (no ligas de dos o tres equipos como sucede en España, Inglaterra e Italia), mayor presencia de jugadores locales con el consecuente beneficio para las selecciones y más permanencia de juveniles surgidos de la cantera en los clubes de origen.
¿Mi plata no vale? El impecable folleto de presentación del nuevo invento de Platini, dicen los especialistas, no les cae para nada bien a los verdaderos enemigos del fair play financiero: los mega millonarios que han decidido gastar una parte de sus fortunas en el equipito de fútbol propio. Mansour bin Zayed Al Nahyan es miembro de la familia real de Abu Dhabi y, desde 2008, el dueño del Manchester City de Carlos Tevez y Pablo Zabaleta. El jeque, empecinado a poner al club en la elite de la Premier, lleva invertidos 400 millones de euros desde entonces con un déficit de 137 millones. Y esta campaña, si se analiza que gastó 182 millones en compras de jugadores e ingresó sólo 41
Michel Platini muestra que lindos son sus dientes. A Mansour bin Zayed Al Nahyan dueño del Manchester City no le causa mucha gracia.
por ventas, no pinta para ser superavitaria. Si el Reglamento para el Fair Play Financiero estuviese funcionando a pleno, el City sería sin dudas excluido de la próxima Champions League, a la que está por clasificarse... Y como el emiratí hay varios casos similares, sobre todo en la Premier: el conocido Abramovich en el Chelsea, el yanqui Malcolm Glazer en el Manchester United, el egipcio Mohamed alFayed en el Fulham, por nombrar sólo a algunos. Y la ola de millones que llegan del Este se ha extendido a España: el Málaga de Pellegrini se nutre de los petrodólares del jeque Abdullah Bin Nasser, de Qatar; y el Racing de Santander acaba de ser comprado por el hindú Ahsan Ali Syed. Esta gente, acostumbrada a gastar sin que nadie les indique el cuánto ni el dónde (hace un par de semanas, Mike Ashley, el inglés dueño del Newcastle, se patinó 1,5 millón de dólar jugando a los dados) no comulgan con la movida del presiden-
te de la UEFA. Hombres que edificaron sus imperios bajo el amparo del libre mercado, miran con recelo y desconfianza a un Platini que intenta replicar los socialistas esquemas de estructura económico-deportiva de las organizaciones de Estados Unidos (léase NBA, NFL o MLS), con topes salariales y límites de gastos para transferencias. Además, tienen otro argumento para aferrarse a una postura de oposición: bajo el nuevo esquema del fair play financiero los contratos por los derechos de TV irían a la baja. Así dadas las cosas, la lucha para desterrar el doping económico que se plantean desde la sede de la UEFA se avizora contra enemigos poderosos y, también, traicioneros. Dicen que había que ver la carita de Platini cuando tras el cierre del mercado de pases de enero, el Chelsea de Abramovich, sí, uno de los impulsores de su fair play de billetes, se gastó por la compra de dos jugadores, el Niño Torres y el brasileño David Luiz, unos 97 millones de euros.
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Este viejo adversario despide a un amigo El colega, entusiasta seguidor (silencioso) del Sportivo Italiano, viene de una fascinación reciente que da origen a esta nota. Cómo privarlo del placer de contar aquello que le pasa a un pasional simpatizante cuando su club “manda al descenso” a su rival histórico. La compasión, o el entendimiento compartido, permitieron el sí a este alegato bien tano. Por MARCELO ROSASCO
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ubo una época, allá lejos y hace mucho tiempo, cuando el fútbol se veía en blanco y negro y llegaba en diferido, en la que palpitar en vivo un River-Boca –digo, en una tribuna del Monumental o de la Bombonera– era poco menos que una utopía, por lo menos hasta no cumplir los 18 años. El acto ceremonial, entre otras cuestiones, habilitaba a cruzar solos una avenida de las más transitadas del centro o quedarnos un rato, también solos, en casa, con la expresa indicación de no abrirle la puerta a nadie que no fuera conocido (tomar nota aquellos para los que la “inseguridad” es un mal de estas últimas décadas de democracia; vamos, expriman un poco el cerebro y recuerden). Entonces las expectativas quedaban reducidas hacia el club de barrio como depositario de la fidelidad y el amor eterno por los colores. Claro que cuando no había barrio, como en mi caso, un niño criado en pleno centro, a pocas cuadras del Obelisco y a una de Callao y Corrientes, cuando la gran avenida no dormía y era una fiesta permanente, la elección del cuadro quedaba poco menos que circunscripta al mandato y/o la influencia familiar. No había salida. Así que para un hijo de genoveses llegados en los ‘50, la alternativa no era muy amplia: o se era de Boca, fundado casualmente por genoveses, y cuyo apodo de xeneizes remite a la palabra “genovés” en dialecto, o había que elegir al equipo de la colectividad, como el Sportivo Italiano, luego devenido en Deportivo Italiano y
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desde hace un puñado de años otra vez con su nombre original. Claro que se podía elegir a los dos, el cuadro grande y el chico, algo así como el hermano menor, algo que muchos futboleros todavía mantienen, aunque con esa cuestión de “la nivelación del fútbol entre clubes grandes y clubes chicos”, más de uno debe estar hoy en problemas. Si no, haga un ejercicio de memoria y seguro que conoce hinchas de Independiente o Racing que hasta hace diez años simpatizaban con Arsenal, o hinchas de Vélez que tenían a All Boys como “segundo equipo” y dale que va… Pero yo elegí a Italiano. Y ser de Italiano implicaba (implica) asumir muchos riesgos, exponerse al chiste fácil del “no existen” (el tema de la ausencia de cancha, por suerte, ya lo tenemos superado) sufrir más de lo que se goza, pero por sobre todas las cuestiones tener un clásico con Deportivo Español o Social Español –rebautizado así luego de la quiebra– que excede el barrio, la ciudad, una provincia. En definitiva, nos hace sentir importantes en cualquier lugar del mundo donde haya integrantes de las dos colectividades que rivalizan sin llegar al odio, que compi-
ten, pero con armas leales y que llenaron estas pampas con laburantes de sol a sol que dejaron su huella. Pues bien, el lunes 9 de mayo, los hinchas de Italiano nos dimos uno de esos gustos que nos hicieron sentir, al menos por unos días o unos meses, de nuevo en el centro –chiquito, pero centro al fin– de todas las miradas: el equipo mandó a su eterno rival a la C, en su propia cancha y ante un puñado de hinchas tan estoicos como intolerantes que en más de un momento quisieron detener el partido antes de que la consumación del hecho se les hiciera carne. Con lo que hizo (nada del otro mundo, al fin de cuentas), si no era Italiano podría haber sido un combinado de la revista el que apretara el gatillo, pero la rueda se detuvo en esta fecha, y ser el verdugo de su más acérrimo rival, al ACIA le sirve para redimirse un poco de la pésima campaña que hizo en su efímero paso por la B Nacional en la temporada pasada y por el mediocre torneo que viene haciendo en ésta. Algo es algo… Sufrí mucho a Español en carne propia. Más allá de alguna derrota dolorosa en algún que otro choque por la copa Dos Penínsulas, hubo una noche larga, bastan-
Para un hijo de genoveses llegados en los ‘50, la alternativa no era muy amplia: o se era de Boca, fundado casualmente por genoveses, o había que elegir al equipo de la colectividad, como el Sportivo Italiano.
te parecida a una pesadilla que duró una década. Fue cuando los Gallegos inauguraron el estadio en 1979. Con ese acontecimiento tomaban impulso para armar una campaña extraordinaria que nosotros miramos de costado y con cierta envidia por andar deambulando en la mitad de tabla. Eran una máquina de ganar, de locales o de visitantes. Tenían jugadores de sobra por su calidad para la categoría, entre los que se destacaba el Puma José Luis Rodríguez, capaz de agarrar la pelota en mitad de cancha y llevarse a la rastra a cuanto rival se le cruzara para terminar con la pelota dentro del arco contrario. De allí que, para ellos, el ascenso no fue más que un trámite, tres o cuatro fechas antes del final de un torneo que para el ACIA fue un calvario, mientras intentaba a regañadientes colarse en algún reducido. Después, la gloria nos tocó a nosotros, pero también fue efímera. En 1986, aquella noche en la que los penales en cancha de Vélez nos catapultaron a Primera en la fría noche del 24 de junio (detalle no menor, el mismo día en que nacieron Messi y Riquelme), y condenamos a Huracán a su primer descenso de los tiempos modernos. Nos dimos el lujo de jugar en el Monumental, en la Bombonera, en la Doble Visera; fuimos a Rosario, a La Plata, pusimos todo, ganamos un par de partidos, empatamos varios, perdimos el resto, pero en los que más nos interesaba
salir airosos, zas… Mordimos el polvo de la derrota justo contra ellos. En el medio, un tal Gabriel Omar Batistuta reforzó el plantel juvenil para jugar el Torneo de Viareggio, al que ayudó a ganar metiendo el penal decisivo. Bati prestigió al club como también lo hicieron Labruna y Maradona (Omar y Daniel, el sobrino de Diego). Después llegó el descenso, previsible, es justo admitirlo, casi desde el comienzo mismo de la temporada. Hubiese dolido menos de no haber sido porque Español consolidaba su estadía en el fútbol grande en base a grandes campañas deportivas y un manejo institucional que era la envidia de todos. Pasó el tiempo, volvimos a la B, ellos siguieron haciendo roncha en Primera mientras nosotros nos contentábamos con algún ascenso a la B Nacional y haciendo gala de que teníamos (y tenemos, eso no se discute) una hinchada con más aguante. En eso, llegó el 2005, recuperamos el orgullo de tener una cancha: hermosa, moderna, a la vista de todos los que tomen por la Richieri rumbo a Ezeiza; al paso para quien, antes de irse del país, se quiera llevar un recuerdo imborrable, empezamos a enderezar el rumbo, las campañas se parecieron a las de un equipo con aspiraciones, algún que otro apellido con historial de Primera se puso la camiseta azzurra... Y los cruces que teníamos con Español nos sonreían más que entristecer-
nos. Hubo una goleada memorable, una noche en cancha de Argentinos Juniors, que se pareció mucho a un presagio. Fue por el 2003 o 2004, no exijo precisiones, me alcanzan los recuerdos de los goles, unos tras otros sobre el arco de Juan Agustín García. Desde entonces, se dio vuelta la tortilla. Español se hizo cada vez más chico e Italiano se agigantó. La tarde del 9 de mayo quedará grabada como aquella en la que un equipo mandó al descenso a su clásico rival. Que yo recuerde, al menos en los tiempos recientes, el único antecedente así es el de Defensores de Belgrano con Excursionistas, en 1995, cuando lo mandó a la C, pero en cancha de Platense. El ACIA, en cambio, lo hizo en cancha de Español, sin hinchas propios, bancando el apriete de los rivales y dignificándose a sí mismo. Eso sí, pudo haberlo ganado pero se conformó con el empate. Para Español, el desafío inmediato será el de reconstruirse de sus ruinas, ésas que, luego de las malas campañas y las pésimas conducciones, lo empujaron al abismo. Para Italiano, una vez que se acallen los ecos de los festejos por lo que fue casi una hazaña, queda la dura y complicada tarea de encontrar un nuevo equipo que esté a su altura para convertirse en clásico. Mientras tanto, haremos fuerza para que les vaya bien contra Excursio, Barracas Bolívar o Sacachispas…
La gloria del Puma Rodríguez no pudo con el destino. Tarde del adiós para Español.
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SOCIEDAD Por ORGE
Qué pena que no despenalicen
La marcha mundial para terminar con la criminalización de quienes consumen cannabis tuvo escaso impacto en los medios. Un Caño no se sumará a quienes desde el silencio o la despreocupación ignoran las persecuciones policiales y sociales contra miles de jóvenes. Por ello invitamos al compañero de la revista hermana THC a que nos escriba del tema. Aquí, lo suyo.
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l pasado 11 de mayo se cumplieron 30 años de la muerte de Robert Nesta Marley, y ya todos sabemos de sus tres grandes amores: el futbol, la música y la hierba. Lo hemos visto en innumerables instantáneas llevando la pelota como todo un crack del balompié. Desde los suburbios más pobres de Trench-town, en su querida Jamaica natal, fue sin dudas una pasión anterior a la música lo que llevó a este muchachito a lucirse con la redonda pegada al pie. Se destacó jugando tanto de diez como de mediocampista repartidor del juego. A la hora de dar explicaciones, solía decir que el fútbol representaba para él la libertad, y culpaba de su pasión a la influencia de los genes de su padre fanático del soccer, el capitán de navío inglés Norval Sinclair Marley. Los que compartieron el juego con él cuentan que era un gran volante ofensivo, guerrero y peleador, hábil en la gambeta y con una actitud por demás decidida. Asimismo, la crónica indica que su cáncer se originó en una sospechosa lesión durante un partido en Francia. A Bob Marley nunca lo paró ningún control antidoping. Sus primeros discos militantes con respecto a la marihuana fueron Catch a Fire y Burnin, ambos de 1973, donde se lo puede ver y escuchar defendiendo a nuestra planta amiga. Como todo miembro del credo Rastafari, Marley tomaba a la ganja como la gran eucaristía, el cuerpo de Dios hecho vegetal ardiente, y la defendió toda su vida a capa y espada de los embates de Babilonya. Bob era muy religioso y comulgaba todos los días con su preciada hostia verde hecha humo. Él y su compañero de ruta Peter Tosh fueron virulentos propagandistas de todos los usos de la planta, tanto industriales y alimenticios como terapéuticos y recreacionales, y así lo expresaron en canciones como Kaya, Natural Mystic, Bush Doctor y Legalize-it.
A pesar de la prohibición regente en el planeta, en su época de mayor popularidad, Bob, como se lo conoció a partir de entonces, no se comía ninguna y era habitualmente demorado o arrestado por llevar con él su hierba sacramental. Era muy conciente de que su lucha era por una causa justa y desembarcaba en cada aeropuerto con la corona de flores de su planta favorita; cuando era cuestionado, solía decir con una sonrisa “Herb is a plant!”
Todo sigue igual Treinta años después de su muerte, la prohibición de la marihuana y demás drogas, así como la persecución y criminalización de quienes las consumen, continúa más vigente que nunca. El pasado 7 de mayo, unos días antes del aniversario, más de 300 ciudades de todo el mundo marcharon para pedir por la legalización del cannabis y el cese de la persecución a sus usuarios. Argentina no fue ajena a ese reclamo. En lo que fue una gesta sin precedentes, más de 25 mil personas marcharon en veintitrés ciudades del país para pedir por la despenalización de la tenencia de drogas y el autocultivo, el único medio que tienen los usuarios de marihuana para cuidar su salud y no alimentar con su dinero al narcotráfico. En Buenos Aires, con banderas que pedían “No a los golpes, sí a los porrazos”, “El Estado pega mal”, “Autocultivo o narcotráfico” y “Cristina: copate y legalizala”, quince mil personas marcharon desde Plaza de Mayo hasta el Congreso, en una columna encabezada por primera vez por cuatro diputados nacionales: Victoria Donda, Cecilia Merchán, Claudio Lozano y Liliana Pa-
Más de 25 mil personas marcharon en veintitrés ciudades del país para pedir por la despenalización de la tenencia de drogas y el autocultivo. 74 UN CAÑO | JUNIO 2011
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rada, todos ellos del interbloque Proyecto Sur. También estuvo presente la legisladora kirchnerista María José Lubertino y representantes de diversas organizaciones sociales y agrupaciones por la defensa de los derechos de los usuarios de drogas. La multitudinaria Marcha por la despenalización se hizo oír en los pasillos del Congreso, donde en octubre del año pasado fue presentado por la diputada Victoria Donda el primer y único proyecto de ley que termina con la criminalización de los usuarios de drogas y cultivadores, a la vez que propone herramientas para una persecución más eficaz del narcotráfico. Relajados por un año electoral, los diputados deberían abandonar su cuelgue y despabilarse. En la Comisión de Prevención de las Adicciones y Control del Narcotráfico, donde deberá tratarse la reforma a la ley de drogas 23.737, descansan junto al proyecto de Donda otros seis que sólo se limitan a liberar a los usuarios de drogas luego de que, una vez detenidos, encerrados y enjuiciados penalmente, demuestren ante un juez que son consumidores de las sustancias que poseen.
Problema y solución La base criminalizadora de la ley de drogas no es, como parece, la penalización del delito de “tenencia de drogas para consumo personal”, precisamente porque la finalidad de consumo que tiene esa tenencia se determina recién al final del proceso penal. Es a partir de la penalización de la “tenencia simple de drogas” (tan inconstitucional como la otra) que la ley posibilita y promueve la detención masiva de cualquier persona que tenga cualquier sustancia ilegal en su poder o que sea sospechosa de tenerla para, luego de encerrarla durante horas o días y someterla a un proceso penal, exigirle que demuestre sin duda alguna que su tenencia es para consumo personal. Y si lo logra, ofrecerle canjear la pena de prisión por un tratamiento compulsivo de rehabilitación. Por otra parte, las cifras oficiales muestran el rotundo fracaso de una ley de drogas que pretende dar con los grandes narcos deteniendo abiertamente a los que tienen drogas. Según informes de la Procuración General de la Nación, en 2009 se produjeron en Argentina 17.366 causas por infracción a la ley de drogas, de las cuales sólo 584 (el 3%) terminaron en condena por alguna figura de comercio. Mientras tanto, y según lo corroboran las cifras emitidas por el Comité de Políticas Públicas de Droga, dependiente de Presidencia de la Nación, más del 70% de esas causas corresponden a usuarios de drogas. Para que se entienda: de cada cien personas detenidas por tener drogas, más de setenta terminan demostrando ser usuarios y sólo tres terminan siendo condenados por comercio, ya que, vale la pena aclararlo, ningún narcotraficante anda llevando drogas encima. Por eso, la diputada Donda subraya en su proyecto que carece de sentido despenalizar sólo la atenuante de la tenencia para consumo personal, algo que las personas demuestran recién al final de un largo proceso penal, luego de ser detenidas y encerradas. Hay que derogar también la penalización que existe sobre la “tenencia simple de drogas”. Esta reforma, explica la
diputada, permitirá también concentrar el accionar de las fuerzas policiales en la persecución de casos de comercio, lo que hará que todo detenido ya ingrese al sistema judicial con pruebas de comercio y que la Policía ya no pueda inflar las estadísticas y disfrazar con “detenciones por infracción a la ley de drogas” una persecución al narcotráfico que no se realiza. Como todo año electoral, las posibilidades de discutir y sancionar en el Congreso temas importantes son casi nulas. Sin embargo, las multitudinarias marchas por la despenalización movieron el tablero legislativo, y a los pocos días de la última el presidente de la Comisión de Adicciones y Narcotráfico, Fabián Peralta, convocó a una reunión de los diputados que la integran y fijó para mediados del mes de junio las primeras audiencias públicas para discutir el tema. Es sabido que antes de octubre ningún diputado levantará la mano para votar. Pero hasta entonces hay bastante tiempo para discutir un tema que no puede seguir dilatándose, ya que lo que diariamente pone en juego nuestra ley de drogas es, ni más ni menos que nuestros derechos humanos, porque una nueva ley de drogas en serio no sólo va a permitirle a los usuarios el derecho a elegir, sino que va a salvar la integridad física de los que caen en encierros brutales o se ven obligados a tributar a narcos y policías para hacerle una finta a la muerte y la extorsión. Varios políticos parecen haberlo entendido. Desde su tumba, Bob Marley cruzará los dedos para que a finales de este año todos puedan fumar la pipa de la paz. JUNIO 2011 | UN CAÑO 75
s a b r e y s a r t O
LIBROS
El hombre ordinario, de Alejandro Marinelli y Mariano Hamilton Por PABLO STROZZA
Por culpa de Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares, en la Argentina el policial negro siempre fue relegado detrás de la novela policial de enigma de pura estirpe anglosajona. “No me gusta la violencia que exhiben los norteamericanos. En general, son autores truculentos. Raymond Chandler es un poco mejor; pero los otros, Dashiell Hammett, por ejemplo, son muy malos”, dijo Borges por ahí, y siempre es bueno recordar que junto con su amigo Bioy, además de inventar a Isidro Parodi (ese hombre que resolvía los casos que le presentaban desde dentro de la cárcel de la Avenida Las Heras), dirigieron y curaron la colección El séptimo círculo, que publicaba Emecé y que formó a varias generaciones de amantes de las intrigas. Luego, y gracias a los oficios de gente como Juan Sasturain y su Manual de perdedores, los hard boileds fueron dejados de ser vistos como un género menor, aunque su tradición aquí sea chica. Como fan acérrimo de los policiales, Mariano Hamilton sabe todo esto. Con la aparición de Cercano Oeste (su primera novela, de 2006) Hamilton presentó en sociedad a Roque Centurión, un detective de la Argentina de principios de los años ‘70 que no es nombrado en todo el libro, salvo en la solapa (un guiño a Hammet para entendidos). Y ahora, en colaboración con Alejandro Marinelli, Centurión
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vuelve en Un hombre ordinario. El investigador es contratado por la madre de Luis Delgado, un hombre muerto en un accidente en Bariloche en 1971. La señora sospecha que su hijo fue asesinado. La vida de Delgado era rutinaria en extremo, pero al indagar, Centurión descubre que hay varios secretos detrás de esa vida monocorde. Pornografía, la mafia de prostitución de aquella época, la solitaria personalidad de Centurión (que por momentos recuerda al maravilloso Tom Ripley de Patricia Highsmith, pero con un semblante cien por ciento porteño) y una serie de personajes secundarios memorables ayudan a la rápida y feliz lectura de este volumen. Con los grandes libros policiales se da un caso curioso: uno lo puede dejarlos de leer para ver cómo el escritor soluciona los problemas, pero, al mismo tiempo y a medida que se avanza, una sensación inequívoca de tristeza invade al lector, debido a que la historia va a finalizar. Y esto mismo ocurre con El hombre ordinario: una gran novela que se devora con hambre, y que al terminar deja con ganas de más. A esperar, entonces, la tercera parte de la saga: los autores ya adelantaron que Roque tendrá un encuentro cara a cara con el mismísimo Juan Domingo Perón. $59 / 267 páginas, Editorial Planeta
CINE
Metrópolis, de Fritz Lang Por ALEJANDRO LINGENTI
Si no fueron en mayo, aprovechen que sigue este mes. La exhibición en Buenos Aires de Metrópolis, la obra maestra que el vienés Fritz Lang estrenó en 1926, cumbre del expresionismo alemán y una de las dos películas consideradas “Memoria del mundo” por la Unesco (la otra es Los olvidados, de Luis Buñuel), es un verdadero acontecimiento. La proyección del film es acompañada por la música en vivo compuesta e interpretada por la National Film Chamber Orchestra que coordina y dirige Fernando Kabusacki. La copia que se exhibe en el Malba tiene una larga historia: un tiempo después del estreno en Europa, fue comprada por un distribuidor argentino, Adolfo Z. Wilson, y luego conservada hasta 1971 por el coleccionista Manuel Peña Rodríguez. Fallecido Peña Rodríguez, el material fue primero reducido de 35 a 16mm., y conservado sucesivamente en el Fondo Nacional de las Artes y en el Museo del Cine Pablo Ducrós Hicken, hasta su descubrimiento en 2008. Esta copia, dicen los entendidos, es la más próxima a la original que existe en todo el mundo. Fue estrenada en la edición 2010 del Festival de Berlín y poco después inició una circulación
internacional en salas comerciales. Ahora, llega a la ciudad que la mantuvo protegida durante tanto tiempo. Jueves a las 21 y sábados a las 22 en el Malba (Av. Figueroa Alcorta 3415). Entrada general: $30. Estudiantes y jubilados: $15.
ESTRENO
Fuerza Bruta en el Luna Park Por ALEJANDRO LINGENTI
Después de su recordada performance en los festejos del Bicentenario del año pasado y su presencia en la reciente celebración oficial del 25 de mayo en el Chaco, Fuerza Bruta estrena nuevo espectáculo en Buenos Aires, ahora a gran escala. Será el 17 de junio a las 20,30 en el Luna Park. Debido a la alta demanda de localidades, se han agregado por ahora tres funciones: dos el sábado 18 (18 y 22 horas) y una el domingo 19 (22 horas). Las entradas cuestan entre 60 y 200 pesos. Con estas presentaciones en el Luna arranca el Wayra Tour, que luego seguirá por distintos países del mundo. La compañía, muy elogiada por la prensa internacional, ya estuvo antes en Taipei, Londres, Berlín, Lisboa, Moscú, Edimburgo, Nueva York, Chicago, Miami y México DF, entre otros lugares. Dice Diqui James, ex integrante de La Organización Negra y De la Guarda y cabeza visible de Fuerza Bruta, que “el grupo ha creado un lenguaje propio. No estamos inventando nada, está claro, pero sí somos muy particulares. Hacemos teatro primitivo con tecnología moderna. Para mí, el teatro es algo lúdico, como el carnaval, como lo que pasa en una cancha de fútbol alrededor del partido. Lo que nos importa es la reacción emocional del público. El teatro
con butacas, todo arregladito, es una imposición aburridísima. A nuestros espectáculos puede venir cualquiera, la mezcla de público es nuestro objetivo principal. Hacemos los shows para estudiantes, ingenieros, diseñadores gráficos y abuelitos. Están todos invitados”.
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Una tarde, el mundo se detuvo Una emotiva crónica de la tarde en que Atlanta salió campeón nos pinta no sólo la emoción de quien la escribió, sino el sentir de todo un barrio que pensaba que su club estaba herido de muerte. Sebastián apeló a todos los golpes abajo del cinturón que uno se puede imaginar para hacernos emocionar con el título de Los Bohemios y con una hinchada que volvió a disfrutar después de años de frustraciones. Por SEBASTIÁN WAINRAICH
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altan dos horas y media para que empiece el partido, y en Corrientes y Dorrego se escucha una bola de sonido desafinada pero hermosa. Las bocinas y las cornetas se mezclan con los bombos monocordes y los gritos impacientes. Toco la bocina y me largo a llorar. Nadie me ve porque estoy dentro del auto. Es la primera vez que me quiebro en el día. No estoy acostumbrado a todo esto. Ni a esta bola de sonido, ni a que a dos horas y media antes de un partido Villa Crespo esté así. Veo pasar a cuatro generaciones de hinchas de Atlanta. Por fin, los más viejos van a festejar. Ya sé, no le ganamos ni a River ni a Boca como lo hacíamos cuando ustedes eran jóvenes, ya sé, pero estamos a punto de salir campeones, y la alegría es por eso y porque Atlanta no se murió. Estuvimos quebrados. Sin cancha y sin sede. Y ahora estamos vivos, con cancha de cemento y con sede. No estamos acostumbrados a que una dirigencia pueda hacer todo eso. En el fútbol, la palabra proyecto está malgastada, pero acá hay un proyecto de verdad. Un presidente de otro club una vez me dijo “me gustan los dirigentes de Atlanta… Eso sí, demasiado honestos para mi gusto”. Me quedé en silencio. ¿Me habrá querido decir que mi presidente y sus compañeros eran
unos pichis que todo el mundo se comía crudos? ¿Qué no tenían lo que hay que tener? ¿Por qué? ¿Por qué reabrieron la sede? ¿Por qué hicieron la cancha? ¿Por qué no se volvieron locos ante los fracasos deportivos? ¿Por qué no se les cayeron los anillos para hacer un convenio con Lanús? ¿Por qué apostaron a un proyecto? ¿O solamente porque son demasiado honestos para su gusto? Hoy los dirigentes mandaron a sus colegas visitantes a la tribuna inhabilitada y abrieron la platea alta para nosotros. Ya está llena. Y la platea baja también. Y no se puede caminar ni por los pasillos ni por las escaleras. Y en la tribuna hasta está llena la calle que separa al último escalón del alambrado. Yo ya tengo mi lugar: lo voy a ver parado, pero en la platea. Me encontré en Corrientes y Darwin con mi padrino, con Cayetano, con otros amigos y vinimos, a paso rápido, casi al trote, hablando todos a la vez, ansiosos. Y en la tribuna debe estar Ricardo, un amigo que conocí cuando descendimos a esta incómoda categoría, y ahí adentro del campo está Nano, amigo de hace veinte años tal vez, compañero de cancha de toda la vida, hoy dirigente y mi orgullo también es por él. Ahora lo veo al Checho con sus hijos y su sobrino, y ahí está
mi hermano Raúl con mi sobrino Lucas, y siento el vacío de mi hermano Diego, que ya no está, que estaría acá conmigo, ahora, acá, en esta platea, pero la muerte no soporta que seamos tan felices. Justo alguien que no sé cómo se llama, ni sé de qué trabaja, ni se qué piensa de los indultos o de la asignación universal, pero que conozco de cara por tantos años compartidos de tribuna y platea, me abraza en silencio, como si supiera que de repente me sorprendió la angustia. Le respondo ese abrazo y me siento entero otra vez. Se mueve la manga dentro del campo de juego. Los alcanza-pelotas nos arengan, a los tribunistas y a los plateístas. Y ahí sale el equipo. Ahí están mis héroes. Tengo más años que los jugadores, pero esto de ser hincha me vuelve niño. Hay cánticos, hay gritos, hay papelitos, hay pirotecnia, la bola de sonido de Corrientes y Dorrego es apenas un silbido comparado con esta confusión de ruidos desesperados en demostrar amor y agradecimiento. Una bandera gigante baja en la tribuna. Una bandera gigante baja sobre nuestras cabezas, en la platea. Me largo a llorar. Me quiebro por segunda vez. Me las ingenio para que detrás de mis anteojos de sol nadie se de cuenta. No estoy acostumbrado a todo esto. A esta fiesta y
Hay un proyecto porque se apostó a chicos de las inferiores como Guzmán, Galeano, Acuña, chicos que les gusta jugar a la pelota. 78 UN CAÑO | JUNIO 2011
a este recibimiento. A ganar campeonatos de esta manera. Con 14 puntos de ventaja y con un equipo que hace todo bien. Debe ser porque hay un proyecto. Porque había una base con un arquero extraordinario, que ahora es ídolo y símbolo: Rodrigo Llinás. Porque los centrales Arancibia y Cherro son impasables, están hace rato en el club y ¡hasta hacen goles! Hay un proyecto porque se apostó a chicos de las inferiores como Guzmán, Galeano, Acuña, chicos que les gusta jugar a la pelota, les gusta eludir, tocar, hacer pases gol, meter goles. Se sumaron los chicos de Lanús: Segovia, Bielkewicz, Álvarez, Valdés y Lucas Mancinelli; chau Lucas, irás a Primera directo, gracias por tu marca y tus desbordes, por tu claridad y por tus goles, no exagera esa bandera que le avisa a Batista que sos argentino. No estoy acostumbrado a un equipo así, con Pogonza y Ferragut. Maxi fue el 5 que corrió, que quitó, que ordenó, que se la dio siempre a los de Atlanta. Fue mi héroe de la media cancha. Y Ferra la puso contra el piso, desbordó por izquierda y le pegó a la pelota como pocos en el fútbol argentino. Gracias a Carou, que nunca la perdió, gracias a Sparapani que cambió el ritmo en tres cuartos y le hizo ese gol clave a Sarmiento. Ahí están Andrés y Abel. Los mellizos Soriano. Hicieron 33 goles. Conmueve ver cómo se abrazan antes de cada partido, después de cada gol. Ya son inolvidables para todos los que estamos en esta cancha. Fueron insoportables para los defensores, fueron solución para sus compañeros y generosos entre ellos. En una era de delanteros egoístas, los Soriano se ayudaron, más de una vez prefirieron que el gol lo haga el otro. Sólo entre hermanos se hacen esas cosas. Con gorrita blanca está Javier Alonso, el ex coordinador de las inferiores. Fue interino en el equipo de primera y hoy va a ser campeón cuatro fechas antes. No tiene ni un vicio de técnico de Ascenso. No hace gestos exagerados ni insulta a los árbitros. Sus jugadores lo quieren, y él los mandó a jugar y a ganar en todas las canchas. Y jugó y ganó. Los dirigentes apostaron a su proyecto y él apostó a su manera de ver el fútbol. Es un buen tipo. Hoy, del otro lado, está Barracas Central. Ya sé, los más viejos dicen que es una pesadilla jugar contra estos equipos. Si ellos vie-
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ron cómo Atlanta llenó dos bandejas en La Bombonera. Pero eso ya pasó. Hoy Atlanta también está vivo. Pero justo hoy, Barracas Central juega bien y Atlanta juega el peor partido del campeonato y pierde 1 a 0. Ahora hay que esperar que no gane Defensores para ser campeón. Faltan dos horas y media para que termine ese partido que ni empezó. Los jugadores se van aplaudidos, por supuesto. Una angustia me sube de la panza hasta la garganta. Faltan cuatro fechas, y tarde o temprano vamos a ser campeones. Pero todos queremos hoy. Y vamos a la pizzería Nápoles, miles de bohemios deambulan por Corrientes con camisetas y banderas,
papá. El dueño de Nápoles nos pide que no saltemos. No nos hinches las pelotas, ¿no ves que vamos a salir campeones? ¿No ves que no estamos acostumbrados a todo esto? Danos una pizza y nos vas a mantener callados. Pero el silencio es imposible, con la boca llena decimos tranquilos, somos Atlanta, Defensores todavía lo puede dar vuelta y nosotros nos quedamos sin vuelta. Pero Defe no reacciona y alguien dice en la anarquía de esa pizzería que la gente está volviendo a la cancha. Caminamos rápido por Corrientes, doblamos en Humboldt y cuando estamos por entrar a la cancha, a Chicago se le ocurre hacer el
como si el tiempo se hubiera detenido y en el mundo sólo hubiera hinchas de Atlanta. Es que no se ve otra cosa. No estoy acostumbrado a todo esto. No hay mesas vacías en las pizzerías, no hay mozos suficientes y las pizzas no van a alcanzar. Estoy con el Checho en el mostrador, rogando por una grande de muzzarella, hay amigos, hijos y sobrinos que esperan en el rincón de una mesa compartida. ¡Gol de Chicago! Pierde Defensores… Otra vez el ruido, los gritos, la bola de sonido. Aparece mi mujer con mi hija. Mi mujer deja la indiferencia para entender la fiesta. La acepta. Se ríe. Está contenta porque me ve feliz. Y trajo a nuestra hija. Eso es grandeza. Y nuestra hija ve cómo todos en la calle son del mismo equipo que ella y su
segundo gol. Agarro a los hijos de amigos y los subo a la concentración con los jugadores. En las escaleras, Chicago hace el tercero. ¡Somos campeones! Mis héroes ya están festejando con sus familiares, con los dirigentes. Me abrazo con Llinás, con Andrés, con Abel, con Pogonza… Les digo gracias. Después vendrá el festejo en la cancha, en el barrio, detrás del micro descapotable. Ahora Llinás pasa en andas, llorando desconsoladamente. Los chicos me preguntan por qué llora, si somos campeones. Y ahí viene Nano. Nos abrazamos. Me quiebro. Nano llora y me contagia. Ahora no puedo ocultarlo: no tengo los anteojos ni estoy adentro del auto. Atlanta está vivo y salió campeón. El que pase cerca me va a ver llorar.
Nostalgia de Barracas
Sepultadas por autopistas, plazas, edificios o casas, las viejas canchas del fútbol argentino se pierden hoy entre el brillo de alguna placa o la pesadumbre de un antiguo libro de Historia. ¿Sabe usted qué había en la vereda que está pisando? Iniciamos aquí una serie de evocaciones sobre estadios que pasaron a la posteridad. Capítulo 1: Sportivo Barracas. Por PATRICIO TESEI
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ómenlo o déjenlo. Pero en estas humildes líneas va una propuesta para los creativos de las agencias de turismo. A ver si, de paso, equilibramos la balanza entre tanto tango, museo y Puerto Madero. El recorrido de la memoria futbolera: un viaje a los rincones porteños que alguna vez fueron grandes estadios de fútbol. Suena bien. Como lo nuestro es puro altruismo, no buscamos hacer grandes diferencias económicas, sólo cubrir el viático y la nafta. Primera parada, Barracas. Hace unos días, algunos se enteraron de la existencia de Sportivo Barracas Bolívar (el nombre de la ciudad bonaerense se anexó luego del gerenciamiento), un club que hoy milita en la primera D y juega en cancha de Acasusso. Fue a fines de marzo, cuando oficializó un cambio de camiseta: a partir de ahora tendrá la imagen del ex presidente Néstor Kirchner estampada sobre un fondo a rayas gruesas rojas y naranjas, y mangas gris oscuro. Fundado en 1913, Sportivo Barracas ostentó un nada despreciable record en la época amateur: tener el estadio más grande del momento, que se inauguró en 1920 y se erigió donde hoy sólo hay casas y locales particulares, en el cuadrado compuesto por las calles Luzuriaga, Iriarte, Río Cuarto y Perdriel, al lado del parque Leonardo Pereyra Iraola. Nada queda de ese tiempo, ni siquiera el polvo. Noventa años es mucho tiempo. Tenía capacidad para 33.000 personas, más o menos la que tienen en la actualidad los estadios de Quilmes o Colón. Al citar la obra de Enrique Puccia en su libro Buenos Aires Fútbol, Leonel Contreras señala que la entrada era por Iriarte 2870 y tenía un moderno vestuario, construido varios metros bajo el nivel del piso. Si a Gustavo Cordera, ex frontman de Bersuit Vergarabat, se le ocurriese hacer una segunda parte del tema La argentinidad al palo, le propondríamos esta historia, la que cuenta que en octubre de 1924 se enfrentaron, en la cancha de Sportivo, Argentina y Uruguay, que venía de ganar el oro olímpico en París ese mismo año. Después del puntapié inicial por parte del entonces ministro de Guerra, Agustín Pedro Justo (h), a los 15 minutos, Cesáreo Onzari, un puntero izquierdo que jugaba en Huracán, pateó un corner que terminó en el arco sin que nadie la tocase. Gol. El primer gol olímpico de la historia. Y es argento, no nos importan las versiones sobre el escocés Billy Alston. Eso sí, Pelado, habría que ver como rima.
Ese amistoso condensó todo lo que es el fútbol argentino hoy: suspensión por reventa de entradas; invasión de la cancha que obligó a colocar un alambrado perimetral, también denominado “olímpico”; lesionados por juego brusco (fractura de tibia y peroné para el argentino Adolfo Celli); agresiones al equipo rival por parte del público, heridos y detenidos. Queda claro, tenemos un problema genético que con el tiempo fuimos perfeccionando hasta estos días. Lo triste es que ahora hablamos de muertos. Pero retomemos… En esa cancha, además, Argentina ganó la Copa América de 1921 (terminó invicta) y la de 1925; el Toro Salvaje Luis Firpo hizo su primera pelea al aire libre; y también fue el escenario elegido por los mejores equipos extranjeros del momento para jugar en el país: Real Madrid (1927) o Barcelona (1928), entre otros. Pero todo tiene un final. Después vino el profesionalismo, el club perdió su campo en 1936 y la demolición llegó en 1942. Quizás, en las noches silenciosas de las veredas de la calle Iriarte, si uno apoya la cabeza contra el piso, todavía pueda sentir el crujir de una tierra que hace noventa años rugió con el estadio más grande del país. Lo que pasó con el club hasta hoy es otra historia.
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Esa señora
La Asociación de Alcohólicos Anónimos debería intervenir de oficio en esta página. Con pruebas débiles, el autor pretende hacernos creer que una dama será la próxima presidenta de la AFA. Para colmo se hace el Rodolfo Walsh y homenajea sin tapujos a su cuento “Esa mujer”. La extravagancia y las alucinaciones son una sobrecarga del periodista, pero ¡¿qué tal si la emboca?! Por PABLO CHEB TERRAB
El ferretero elogia mi puntualidad. Es puntual como los alemanesdice. O como los ingleses. El ferretero tiene apellido italiano. Es un hombre corpulento, canoso, de cara ancha, tostada. Mientras sirve dos grandes vasos de whisky, me va informando, casualmente, que tiene treinta y dos años de servicio, que ha presidido dos clubes, que tiene un anillo salomónico. No subraya nada, simplemente deja establecido el terreno en que podemos operar, una zona vagamente común. El ferretero busca unos nombres, unos papeles que acaso yo tenga. Yo busco una sucesión, el nombre para llenar un vacío en el mapa. Aún no es una búsqueda, es apenas una fantasía: la clase de fantasía perversa que algunos sospechan que podría ocurrírseme. Se mueve con facilidad en el piso de muebles ampulosos, ornado de marfiles y de bronces. Él bebe con vigor, con salud, con entusiasmo, con alegría, con superioridad, con desprecio. Su octogenaria cara cambia y cambia, mientras sus manos gordas hacen girar el vaso lentamente. –Esos papeles –dice–. Lo miro. –Esa señora, Don Julio. Se para y da una vuelta alrededor de la mesa. Es una opción. Una salida. Algunos piensan en su eternidad y se pudren en el poder. Ésa resulta siempre su perdición. Pero yo sé leer el contexto y hay que ser necio para no darse cuenta. Entienda de lo que le hablo: Havelange, Samaranch, el propio Blatter…Caídos en desgracia cuando se creían invencibles. Conmigo no va a pasar, no va a pasar, no va a pasar… La voz del ferretero se pierde en una perspectiva surrealista, esa frasecita cada vez más rémora encuadrada en sus líneas de fuga, y el descenso de la voz manteniendo una divina proporción o qué. Yo también me sirvo un whisky. –Lo mío es distinto –dice–. Me la tienen jurada. Creen que yo tengo la culpa. Pero algún
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día se va a escribir la historia. Y yo voy a quedar limpio, yo voy a quedar bien. No es que me importe quedar bien con esos roñosos, pero sí ante la historia, ¿comprende? Miró la calle. “Coca”, dice el letrero, plata sobre rojo. “Cola”, dice el letrero, plata sobre rojo. La pupila inmensa crece, círculo rojo tras concéntrico círculo rojo, invadiendo la noche, la ciudad, el mundo. “Beba”. –Beba –dice el ferretero–. Bebo. –El mundo no soporta el estatismo, y la era de los hombres se está empezando a cerrar. Fíjese lo que pasa en Latinoamérica: Bachelet llegó al poder en Chile, Cristina preside la Argentina y Rousseff toma el mando en Brasil. Yo necesito ese recambio para subsistir. Me enferma dejar el poder, no quiero hacerlo, pero debo blanquear mi nombre y lo voy a lograr con una visión renovada. –Los dos lo sabemos, ahora dígame el nombre, vamos. –No hay otra forma de encarar la sucesión. Necesito alguien que comparta mi visión ideológica, alguien con carisma y oratoria. Alguien que imparta su justicia personal, con mano dura. Alguien que sepa, como yo, cuánto vale y cuánto cuesta esa permanencia en el foco de atención. Pero sobre todo, una mujer. Una señora. ¡La señora, carajo, mierda! –Es cierto entonces. Usted está hablando… –Sí. De Chiquita. –¿De Mirtha Legrand? –Sí. –¿Presidenta de la AFA? –Sí. –¿Cuántas personas saben? –Dos. –¿Su hijo lo sabe? Se ríe. –Cree que sabe. –¿Cuándo va a pasar esto? ¿No va por la reelección? No contesta. –¿Cuándo, Don Julio, cuándo? –Me va a salvar –dice simplemente–. Esa señora me va a salvar.