Revista Un Caño - Número 41 - Octubre 2011

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staff SEGUNDA ÉPOCA (AÑO 5) NÚMERO 41

El grito de (casi) todos ¿Está mal poner como título de tapa un deseo, un grito de guerra? Por algunos minutos –¿segundos?, ¿nunca?–, la corazonada de Hamilton publicada hace tres números (“el hombre elegido para ocupar el sillón de Grondona es...”, anunciaba en forma de enigma) estuvo a punto de hacerse realidad. Sin embargo, la candidatura de Raffaini para darle pelea al último dinosaurio nunca llegó a ser porque los dirigentes del fútbol argentino –salvo el presidente de Vélez y Bugallo, el de All Boys– están cómodos así. O sometidos. Por eso la AFA es una dictadura: porque aunque se vote en un cuarto oscuro, hay que levantar la mano frente a Grondona para permitir que un dirigente se transforme en candidato a presidente. Y los que manejan el fútbol no se animan a un gesto de semejante valentía. La reelección infinita de Grondona, no había dudas, debía ser el tema del mes. Ahí mismo se craneó la tapa que está en los kioscos. La idea fue dejar claro que, cuando se habla de Grondona, se habla del último funcionario de la dictadura. En las páginas siguientes y en los números anteriores se explican las razones, por si alguien todavía las considera necesarias. Esta dictadura, entonces, seguirá su curso. Por eso, desde este humilde rinconcito se seguirá pidiendo y gritando que “se va a acabar”. Ya no sólo el ciclo interminable de Grondona, sino también la manada de dirigentes que lo banca por convicción o temor. Algún día el deseo se hará realidad.

Christian Colonna

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ILUSTRACIÓN DE TAPA Sebastián Domenech

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Una historia de película

Esta sección se ocupa de recorrer túneles muy ocultos de la historia de nuestro fútbol para conocer el origen de los nombres llamativos de algunos clubes. Y la ciudad de Campana aporta lo suyo, con una partida de nacimiento que mezcla romanticismo, curiosidad y afectos perdidos que añoran el regreso. Por SEBASTIÁN DE LA MATA

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ampana. Zona portuaria. En la década del 30, un grupo de amigos pasaba algunas noches en tertulias de sábado en las calles San Luis y Colón (hoy Sívori). Entre otras aspiraciones menores, la idea de fundar un club de fútbol en la ciudad llevaba un tiempo de maduración. La noche del 12 de febrero de 1936 los amigos futboleros y sus novias fueron al cine. Uno de los ídolos de entonces, el genial Pepe Arias, estaría en la pantalla acompañado por Sofía la Negra Bozán. La voz de Charlo (Carlos Pérez de la Riestra) cantaba la música de la película que todos tarareaban al final: “Si supieras que la estrella del destino/ fue tan negra y despiadada/ desde mi niñez/ Puerto Nuevo/ Que en una noche de invierno/ solitario y harapiento me viste llegar/ Puerto nuevo vos solito comprendiste la tragedia de mi vida con hondo penar/ y así andando a los tumbos, igual que otros tantos caí/Puerto nuevo/ sin dicha y sin fe/ hambriento y vencido, sin paz ni alegría y hoy busco la muerte que nunca soñé”. La letra era de Carlos Pesce, y la música de Téofilo Lespeés. La película se llamaba Puerto Nuevo, dirigida por Luis César Amadori y Mario Soffici. Para 1936, un éxito de taquilla. Tres años más tarde, el 12 de octubre de 1939, después de probar con otros nombres como Atlético Campana y Fútbol Club Campana, los socios eligieron el recuerdo de Miguel Whoichi sobre el nombre de la película y quedó Puerto Nuevo. Whoichi fue, además, elegido presidente, pero curiosamente no era de Campana, como el resto, sino de Villa Crespo; como fanático de Atlanta, propuso los colores del equipo bohemio para la camiseta del club que nacía. Puerto Nuevo empezó con timidez en desafíos barriales. Luego jugó en la liga campanense de fútbol y recién en 1975 se afilió a la AFA para competir en Primera D. 4 UN CAÑO | OCTUBRE 2011

En 1984, el club se asoció con el Círculo Italiano de Campana y cambió su nombre por Puerto Italiano, pero la sociedad duró sólo un año, aunque por cuestiones económicas se mantuvo hasta 1987, cuando regresó a su nombre original, Puerto Nuevo. El estadio lleva el nombre de Carlos Vallejos, quien junto a sus hermanos Demóstenes y Julio perteneció al grupo fundador del club que se juntaba en la calle Viale 159. En 2002, firmó un convenio con la Liga de fútbol profesional boliviana que gerenciaba el ex jugador de Boca, River y la Selección de Bolivia Milton Melgar. La idea de explotación conjunta, sin embargo, fracasó. Luis Durtuy, hincha del equipo, actualmente desafiliado, ya que descendió la temporada pasada, le cuenta a Un Caño: “el año pasado, el arquero me decía que le pagaban 100 pesos por partido ganado; pensá que un par de guantes salen 250 pesos y que, por el estado deplorable de las canchas, los guantes le duraban un mes y medio. Como trabajaba con el hermano zafaba, pero su objetivo era, algún día, jugar en Villa Dálmine, el otro equipo grande de Campana”. ¿Cómo seguirá la historia? El dirigente Andrés Rajoy tiene algo de optimismo: “mientras estemos este año fuera de AFA se buscará rearmar el equipo para volver mejor preparados el año que viene. Jugaremos la Liga de Campana, probaremos chicos y trataremos de andar mejor. ¿El plantel? Cada jugador decidirá qué quiere hacer. Si alguno tiene chance de ir a otro club, se le dará el pase libre. Desde ya que no obligaremos a nadie a que se quede”. Puerto Nuevo ya tuvo una desafiliación anterior y regresó al fútbol de AFA en 1984. La pileta imponente de la sede y la intensa actividad social de otras épocas son los comentarios más salientes cuando se habla de ellos en Campana. Mientras tanto, en la ciudad, su gente sigue esperando que el equipo, cual barco esperanzador, se arrime de nuevo a la orilla del Ascenso.



O Maracaná dos quilombos

La reforma del Estadio Mario Filho, el Maracaná, para adecuarlo a las exigencias de la FIFA y del Comité Olímpico Internacional en vistas al Mundial 2014 y los Juegos Olímpicos 2016, comenzaron el año pasado, y ya se habla de ¡600 millones de dólares! Movimientos sociales, sectores políticos y grupos de hinchas temen que se repitan las sobrefacturaciones registradas para la construcción de estadios y de infraestructura de los Juegos Panamericanos Río 2007. Por LEONEL PLÜGEL (Desde Brasil)

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l 31 de agosto pasado, el Tribunal de Cuentas de la Unión (TCU), organismo que en Brasil fiscaliza los gastos financiados por el gobierno federal, definió en 544 millones de dólares el presupuesto para el nuevo Maracaná. Los costos finales de las refacciones presentados por el gobierno del estado de Río de Janeiro habían cerrado en 605 millones. “El presupuesto aprobado por el TCU es aún mayor que el estipulado por el reajuste posterior a la licitación de la obra; el original era de 253 millones, pero cuando se decidió rehacer el techo de la cancha –una construcción fuera de las exigencias de la FIFA–, subió a 446, para terminar en los 605 millones calculados por el gobierno de Río”, explicó Eliomar Coelho, concejal del Partido Socialismo y Libertad (PSOL). Ésta es la tercera restauración por la que pasa el Maracaná en poco más de una década. La última fue motivada por los Juegos Panamericanos Río 2007, y el estadio permaneció cerrado entre comienzos de 2005 y mediados de 2006. El concejal Coelho recuerda que “esa obra costó 253 millones de dólares bajo la promesa de que las obras se adecuarían a las exigencias de la FIFA para el Mundial. Hoy sólo queda el esqueleto de la cancha, porque no cumplía las normativas de la FIFA para recibir un partido de Copa del Mundo”. Las obras del nuevo Maracaná originaron la reacción de un grupo de hinchas que conforman el Frente Nacional de los Torcedores (FNT), movimiento que desde diciembre del año pasado se propone “defender que el fútbol siga siendo del pueblo”. EL FNT asegura que “las construcciones de palcos y áreas VIP reducen la capacidad del Maracaná y son para pocas personas que no tienen nada que ver con el fútbol”. Este grupo de torcedores también asegura que la restauración de la cancha viola la legislación brasileña, que no permite modificar los monumentos históricos, como fue

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reconocido el estadio por el Instituto del Patrimonio Histórico y Artístico Nacional (IPHAN) en 2000. Por ese motivo –después de una reunión con el FNT–, el fiscal federal Maurício Andreiuolo interpuso un recurso de amparo contra el IPHAN y la Empresa de Obras Públicas del Estado de Río de Janeiro (EMOP), para frenar la demolición del techo del estadio. El recurso fue rechazado por la Justicia Federal. Al mismo tiempo, los 2.200 operarios que trabajan en la reconstrucción del estadio, hicieron una huelga de 19 días en septiembre. La segunda en este año. En la anterior, el desencadenante fue una explosión que lastimó a un obrero. La primera medida de fuerza fue levantada después que la Comisión Interna y el Sindicato de los Trabajadores de la Industria de la Construcción Pesada (Sitraicp) llegó a un acuerdo con el Consorcio Maracaná 2014, conformada por las constructoras Delta, Odebrecht, Andrade Gutierrez. El convenio estableció un aumento de la casta básica de U$70 a U$100 a partir de septiembre, prepagas de salud para los trabajadores extensivas a sus familiares, mejoras en las normativas de seguridad labores y en la alimentación provista por el consorcio durante los turnos de trabajo. El sindicato decidió retomar la huelga porque el consorcio descontó a algunos operarios los días de paro, atrasó la extensión familiar de la cobertura de salud y las condiciones de alimentación continúan siendo malas. Consorcio Maracaná 2014 faltó la audiencia conciliatoria y afirmó que pedirá la anulación del acuerdo porque asegura haberlo cumplido. Además, afirmó que no dialogará más con los obreros porque considera que sus demandas son “abusivas”. El TRT – RJ estuvo de acuerdo con el Consorcio e intimó a los trabajadores a retomar sus puestos de trabajo. A cambio, generoso, Consorcio 2014 anunció que atenderá la demanda la cobertura médica do los obreros. Pero la prepaga no será extensible sus los familiares.



ME FUI A LOS CAÑOS Por PATRICIO TESEI

Todo mal en Maldivas

Duró poco la experiencia del entrenador argentino Diego Cruciani en las Islas Maldivas. Hasta hace unas semanas fue técnico de la Selección de un país acostumbrado a sufrir goleada tras goleada. Eso sí: disfrutó de aguas azuladas, delicioso atún y lugares paradisíacos.

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rgentina, Haití, Estados Unidos, Bangladesh e Islas Maldivas conforman el mapa rutero de Diego Cruciani, DT criollo que surgió de la mano de Menotti y que, en lugar de luchar por la eternidad en las divisiones del Ascenso, eligió el camino del exilio voluntario para ejercer su profesión. Ahora lucha para convencer a unos cuántos asiáticos de que el fútbol es mucho mejor que el criquet. “Maldivas vive del turismo y de la producción del atún, están muy orgullosos de eso. Es una isla que tiene 300 mil habitantes”, le cuenta Cruciani a Un Caño sentado en un cómodo sillón del lobby de un hotel del microcentro porteño. Su etapa como coach de la Selección nacional de ese país asiático terminó hace unos días de manera abrupta. “Nosotros nos preparamos muy fuerte para una serie de partidos contra Irán. La Federación nos pedía que por favor no perdiéramos por goleada (en 1997, Irán apabulló a Maldivas por 17 a 0) –relata–. Es más, si perdían 3 a 0, les daban premios a los jugadores. Perdimos, pero jugamos bien. Después de esos partidos, mis jugadores comenzaron con el Ramadán (por creencias religiosas, un mes de ayuno diario, desde el alba hasta que se pone el sol), pero el presidente del país nos mandó a jugar los Juegos de las islas del Océano Índico en Seychelles. Era una locura total: comiendo mal, cansados, durmiendo en un lugar horrible… Entonces dije que quería perder para volver rápido a Maldivas”. Ese fue el punto de quiebre: ahí terminó el contrato que había firmado a principios de 2011. “Es muy duro, sobre todo porque las autoridades buscan copiar modelos en lugar de desarrollar un proyecto. A nivel Selección, Maldivas estaría a la altura de Honduras, un poco menos que Costa Rica. Para que te des una idea, tienen una liga de diez equipos, pero en toda la isla hay dos canchas de sintético. Para entrenar, los equipos tienen que compartir la cancha”.

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Cruciani, oriundo de Bahía Blanca, comenzó su carrera sido asistente de Vicente Cayetano Rodríguez y César Luis Menotti, cuando eran entrenadores en Banfield e Independiente, respectivamente. Luego partió rumbo a Haití para hacerse cargo de la Selección de ese país, y más tarde estuvo al frente de los Bulldogs de Boston y de Tampa, ambos de la liga de Estados Unidos. En Argentina, dirigió a Cipolletti de Río Negro, a Centenario de Neuquén y a Mandiyú de Corrientes. Previo a su paso por Maldivas, dirigió la Selección de Bangladesh –clasificó al Torneo Asiático–, y luego al club Abahani del mismo país. “Fue la etapa más dura. El deporte más popular no es el fútbol, sino el críquet, que es aburridísimo, pero para ellos significa la posibilidad de ascenso social. Es más, hay canales de 24 horas seguidas de críquet. En un momento fuimos a disputar un torneo a Pakistán. Tenía miedo, estábamos entrenando con los soldados custodiando las esquinas del estadio y los edificios cercanos. Un día me fui a cortar el pelo a un local paquistaní y me miraban muy mal por mis rasgos occidentales. Pero cuando dije que era argentino, y director de la Selección de Bangladesh, cambiaron la cara, se empezaron a reír y me trajeron algo para tomar. Todo por Maradona. Después me dijeron que eran talibanes”. También dirigió en la liga de Camerún, donde reconoce que lo llamaron con el objetivo de valorizar a los jugadores y luego venderlos, y su futuro casi con seguridad será en Irán, de donde lo llamaron gracias a la buena relación con el portugués Carlos Queiroz, técnico de aquella Selección. “Me mueve la experiencia de vida, y en cuanto a lo económico, se gana lo que se paga en la Primera de Argentina. Pero sobre todo porque acá ya está todo hecho; me interesa llevar a otros lugares nuestra esencia, nuestra idiosincrasia, nuestra forma de ver el fútbol”, remata.



NOU COMEN

Tolo queda en casa Más de un Independiente en llamas. Ruegan por ese lado de Avellaneda que al Tolo Gallego no se le crucen los cables, sobre todo el presidente. ¿Por qué? La deuda que el club mantiene con el entrenador cuenta con una garantía: sería ni más ni menos que la casa del presidente Julio Comparada.

El que quiere Celeste... Mucho se habló sobre las diferencias entre la selección de Uruguay y la Argentina después de que la Celeste dejara afuera a los en ese momento dirigidos por el Checho Batista. Y un pequeño ejemplo de las distintas realidades se pudo ver en el mercado de pases unos días después de la Copa América. Sergio Agüero no apareció por Madrid el día en que tenía que reincorporarse a las prácticas con el Atlético. Llamó desde Manchester para decir que no iba más y que el City iba a pagar la cláusula. Y eso que los hinchas lo adoraban. Carlos Tevez, mientras, mandó una carta, justamente al Manchester City, para pedir que lo vendieran a un equipo que estuviera en una ciudad “más amable” para sus gustos personales. No le dieron el gusto. Del otro lado, Diego Lugano fue transferido del Fenerbahce al PSG. El central uruguayo, ídolo del equipo turco, fue despedido por miles de hinchas antes de embarcar hacia París, que no dejaron de agradecerle por los servicios prestados mientras lo llevaban en andas por el aeropuerto de Estambul. Y Diego Forlan, otro ídolo del Atlético de Madrid, antes de ser traspasado al Inter les escribió una carta a los hinchas que dejaba. Y eso que no se fue porque él quería... Pequeñas diferencias para manejarse en la vida que, evidentemente, después se notan en la cancha.

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¿Por qué, relate quien relate y comente quien comente, en el Fútbol Para Todos no dicen que los hinchas de Independiente insultan al presidente? “Los hinchas se hacen sentir sobre el final”, “los hinchas muestran su descontento”, “es lógico que los hinchas se expresen por este presente”, “la decepción de los hinchas”... Todas estas frases, y algunas más, se escuchan en boca de los encargados de comentar los partidos de Independiente, en vez de decir lo que realmente sucede en las tribunas. Y lo que sucede es que putean al presidente Comparada y lo que sucede es que piden “que se vayan todos los hijos de puta de la Comisión”. El exabrupto no es necesario repetirlo, pero tampoco es cuestión de mentir para proteger a uno de los ahijados de Julio Grondona. ¿O acaso los espectadores nos tenemos que conformar con que no bajen el sonido ambiente? Que no se diga...

¿Lo taladran? Jorge Barril, uno de los relatores de Fútbol Para Todos, dejaría de ser designado para los partidos en los que juegue Lanús. ¿Por qué? Porque se le “escaparon” algunos comentarios humillantes para el cuadro granate. ¿Cuáles? Acá va uno: “¡Qué ejemplo! Un club que supo estar en Primera C y que ahora está en estas condiciones”. Claro, lo que para un neutral no deja de ser cierto, para un hincha es más complicado: que le recuerden que se fue a la C no es lo más amable... El relator también hizo alusión en algunas ocasiones “la frialdad de esas tribunas”. Parece que su fanatismo por Banfield lo habría traicionado.


El mensaje de La Volpe

¿Hola, Julio?

Al tipo le tocó asumir para sacar a Banfield de la crisis. Llegó con cinco partidos jugados, cinco perdidos y 0 gol a favor. En el primer partido, siguió sumando para la estadística: 0-1 con Arsenal. Y tras el partido, Ricardo La Volpe dejó una gran frase: “Nos falta el gol, que es la alegría del fútbol. No nos abrazamos”, dijo. Eso, hay que abrazarse más.

Macho menos en el arco

En el programa de Nicolás Repetto hay una sección llamada “Macho Bus”. Se supone que la idea es que alguna que otra mujer no use el control remoto y en vez de aburrirse con charlas artificiales o juegos de primer grado, se deleite con el cuerpo trabajado del musculoso de turno. Un sábado del mes pasado, el elegido fue Pablo Migliore. Sin embargo, su producción se iba a mostrar justo el día después de que San Lorenzo perdiera 3 a 1 con Colón en Santa Fe. Ya que dejó tantas dudas a la hora de atajar (venía de regalarle un gol a Belgrano y después no iba a salvar ninguno contra Rafaela), el capitán cuervo quiso cubrirse de las críticas por las cuestiones extradeportivas y llamó al programa para pedir que, al menos por ese sábado, no lo mostraran en paños menores. Dos días seguidos son mucho...

Aunque en Boca parece que anda todo de maravillas (por lo menos hasta el cierre de edición, cuando lleva cuatro puntos de ventaja), no es tan así. Se dio una situación incómoda en el comienzo de la semana que Boca jugó contra Estudiantes el jueves. Julio César Falcioni, uno de los técnicos cabuleros que tiene el fútbol argentino, venía hablando todos los lunes con el programa de Tití Fernández y Benedetto. Aunque ese lunes se le complicó porque su equipo se entrenó por la mañana, justo en el horario que se emite el programa. Y Falcioni no tuvo mejor idea que salir por teléfono desde la práctica mientras sus jugadores corrían y lo miraban con un fastidio...

Una mancha más para el Ogro En el primer partido como titular, a Fabbiani lo echaron a los 9 minutos del primer tiempo por agredir a un rival (Marcelo Berza) cuando su equipo (Independiente de Mendoza) acababa de meter un gol. “Fue a buscar la pelota al arco para dársela a Martín (Goméz, el autor del gol) porque su mujer estaba embarazada y quería ponérsela debajo de la remera para el festejo”, trató de justificarlo su técnico...

No, graciavó

Los hinchas de Independiente ya saben por qué Guardiola le agradeció a Gabriel Milito cuando se fue del Barcelona. Ni más ni menos que por eso. OCTUBRE 2011 | UN CAÑO 11


SE VA A ACABAR

El último funcionario de la dictadura

Un futuro sin Julio Grondona aún es posible. Parece mentira, pero por un par de días, cuando se especulaba con la presentación del presidente de Vélez como candidato opositor, el anhelo tomó forma. Sin embargo, todo indica que la dictadura continuará. Para decirlo claramente: Grondona nunca fue elegido democráticamente. No hay elecciones limpias si las reglas (Estatutos de AFA) son amañados para defender a un candidato. Año tras año el presidente eterno construyó las reglas para cubrirse las espaldas. Por MARIANO HAMILTON

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a desde septiembre de 2010 veníamos agitando en las páginas de Un Caño que la reelección de Julio Grondona al frente de la AFA, en octubre de este año, iba a ser complicada. Las hipótesis, en aquel momento, eran varias: a) El retiro de Grondona, lo que iba a permitir una sucesión organizada y a la medida del veterano dirigente; b) La promulgación de la Ley de Democratización del Fútbol que empujaba el empresario y presidente de Independiente Rivadavia de Mendoza; c) La rebelión de un grupo de dirigentes que pudieran derribar a Grondona jugando, incluso, con sus propias reglas. Lo que nadie esperaba era que se produjera una mezcla de las tres. Es decir: que se abriera la puerta para la retirada de Grondona, que Vila hiciera valer acciones judiciales para detener las elecciones y que un grupo de dirigentes se uniera para desplazar al veterano dirigente. Con el avispero convulsionado. La nota de Ariel Senosiain que acompaña esta cobertura contará mejor que nadie en qué situación se encuentra la política de la AFA hoy. La mayoría de quienes trabajamos en Un Caño estábamos ilusionados por la posible caída del último dictador, del último bastión de la dictadura cívicomilitar que asoló el país entre 1976 y 1983. Porque, seamos claros, Grondona es parte de aquella historia. No mató ni torturó, pero acompañó todo lo que pudo las campañas de los dictadores y de José María Muñoz y compañía para tapar las atrocidades que se cometían. 1) Fue parte de la cobertura de 1979,

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con el Mundial Juvenil de Japón, que ocultó los reclamos de los organismos de Derechos Humanos, Madres y ciudadanos ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, que vino al país para auditar lo que estaba ocurriendo con los campos de concentración. 2) Envió un equipo argentino al Mundial de España del 82 mientras se peleaba la Guerra de Malvinas y después se quedó allí pese a la derrota militar y a la muerte de miles de argentinos en las islas. 3) Grondona llegó a la AFA con el respaldo del almirante Carlos Lacoste, la bota en el fútbol del dictador y represor Massera. 4) Grondona y el resto de los dirigentes de AFA propusieron al almirante genocida Carlos Lacoste como vicepresidente de la FIFA en 1980, cuando Grondona ya era presidente de la AFA. En la Memoria y Balance de la AFA de 1980, séptimo párrafo, pagina 29, se decía: “Finalizado el mandato del doctor Juan Goñi como representante de la Confederación Sudamericana en el Comité Ejecutivo de la FIFA, la AFA postuló al contralmirante Carlos Lacoste para ejercer dicha representación…”. Los dirigentes que aprobaron la postulación de Lacoste a ese cargo fueron: Julio Grondona (presidente de AFA), Juan José Russo, Pedro Orgambide, Eduardo Delucca, Ángel Malvicino, Ignacio Ércoli, Rafael Aragón Cabrera, Juan José Paso, Julio Cassanello, Ricardo Petracca, Próspero Consoli, Santiago Saccol y Luis Meztelán. 5) Grondona negoció con la Marina en 1979 (es decir con Massera) y nombró como presidente del Colegio de Árbitros al vicecomodoro Julio César Santuccione y en el Tribunal de Disciplina al coronel Ángel Michel. Santuccione fue jefe de la

Policía de Mendoza, de 1974 al 77. Y entró en la historia por ser uno de los más duros represores en el final del Gobierno de Isabel Perón y en el comienzo de la dictadura como responsable del D-2 de Mendoza. Hoy se está revisando la complicidad civil con los dictadores. Es tan impresionante la participación que ya se ha cambiado la forma de nombrar aquel episodio truculento del pasado: antes era la dictadura militar, ahora ya es la dictadura cívico-militar. Grondona, como tantos otros políticos, periodistas, actores, sindicalistas, jueces, profesionales y ciudadanos, colaboró durante aquellos años. Hay fotos de Grondona con Videla, con Viola, con Massera, con Galtieri, con Bignone, con Nicolaides… Fueron decenas de reuniones en donde se decidieron políticas y estrategias a seguir. Grondona no fue uno más en un país asolado por la muerte, la tortura, el secuestro, la desaparición de personas y el robo de bebés. Grondona estaba en el corazón del poder. Estaba en la AFA. En un polo de decisión importantísimo de aquella Argentina. Estaba en el lugar que los militares habían elegido, en el Mundial de 1978, como el trampolín para lavar su imagen. Grondona, durante aquellos años, fue un actor más, y no de reparto, sino con rol protagónico. Estamos convencidos de que llegó la hora de terminar con la presidencia de Julio Grondona, el último funcionario de la dictadura cívico militar que sigue en actividad. Desde hace más de cinco años venimos militando desde las páginas de Un Caño para que esto ocurriera. Parece que por como están las cosas deberemos esperar cuatro años más.


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SE VA A ACABAR

Polvo eres...

Grondona duerme sin frazada. La tibia oposición del bloque que encabezaba Raffaini, el presidente de Vélez, navega en la intrascendencia de sus contradicciones. Con escasa fuerza para conseguir avales, en septiembre quedaron apabullados por la Obediencia Debida de los demás clubes. Nadie sabe si conseguirán su objetivo alguna vez. Los soldados de J.G. siguen haciendo la venia, o lamiendo las botas, que es lo mismo. Por ARIEL SENOSIAIN

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ue lindo mientras duró. La idea de presentar a Fernando Raffaini como candidato a presidente de la AFA despertó más expectativa que cohesiones comprometidas. Aquella idea que Un caño anticipó en su anterior edición, luego fue reconocida por los propios protagonistas. Pero careció de sustento a la hora de la verdad. Hay razones para explicar la decepción. Hay una historia detrás de un momento que pudo haber sido histórico. Las primeras semillas fueron derramadas en Sudáfrica. El tiempo libre entre cada partido de la Selección en el Mundial juntó a algunos dirigentes del fútbol argentino. Los movilizó a debatir, a darse cuenta que coincidían en varias preocupaciones, a plantearse, por ejemplo, la posibilidad de armar un frente común contra los representantes que habían forzado la libertad de acción de futbolistas. Lejos estaban todavía, igualmente, de involucrarse en la búsqueda del manejo de la AFA. La falta de consulta sobre el proyecto de torneo de treinta y ocho equipos (lanzado en junio) precipitó todo. Allí fue cuando algunos se despegaron definitivamente de Grondona. Los cuatro presidentes que se abstuvieron de votar por dicho campeonato unificado (Vélez, Newell’s, All Boys y Racing, representado por su vice), más un directivo de Atlético de Rafaela y, en forma telefónica, Diego Turnes, de River, se reunieron el 16 de agosto para darle vía libre al plan. Quedó dicho en esta revista: quien más le insistió a Raffaini para que se presente fue Roberto Bugallo. En la AFA lo

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saben. Y lo tienen apuntado. Del entorno de Grondona salieron frases del estilo de “ya se la vamos a devolver”. La elección de Raffaini tenía sus razones: lideró una buena gestión en Vélez, con títulos y balances superavitarios, más allá de no haber podido manejar una creciente ola de violencia en su club; ya había anunciado que no se presentaría en los comicios de noviembre en la entidad de Liniers, y cuenta con una marcada imagen positiva. Al plan le faltó fortaleza de entrada. Luego de vender inesperadamente a Maximiliano Moralez y Santiago Silva, Vélez pretendió que el Comité Ejecutivo le habilitara la posibilidad de incorporar un refuerzo pese a estar cerrado el libro de pases. Entonces Miguel Calello, uno de los vices del club, se presentó el martes 30 de agosto en la oficina de Grondona para acercar posiciones y desmentir el deseo de derrocamiento. Pero el Comité no le aprobó a Vélez la posibilidad de aquel refuerzo solicitado y la llama, aunque mínimamente, siguió encendida. Faltaba lo más difícil: convencer a más directivos para que avalen la candidatura

de Raffaini hasta llegar, como pide el estatuto, a los siete necesarios. Ese día, Rodolfo Molina, presidente de Racing, levantó la mano en pleno Comité para asegurar que ellos tampoco tenían intenciones revolucionarias. Por entonces, Bugallo y compañía desconfiaban de los dirigentes de Rafaela. Una intriga los perseguía: ¿cómo habían llegado los comentarios de las reuniones a oídos de Grondona? El bloque comenzaba a desvanecerse antes de entrar en acción. Grondona, encima, ya había empezado a jugar sus fichas. Su estrategia pasó por anunciar un Grondona distinto, abierto a delegar el poder. Les comunicó a cuatro presidentes de clubes que, en caso de ser reelegido, ellos pasarían a liderar áreas que él conformaría para que la AFA dejara de tener un manejo tan personalista. Dichos presidentes fueron Luis Segura, de Argentinos, Mario Contreras, de Godoy Cruz, Germán Lerche, de Colón, y Nicolás Russo, de Lanús. No fue casual esa elección: son los que consideró necesario tener cerca por creerlos lúcidos o ambiciosos. A Lerche, que abriga el sueño de llegar al sillón, ya le había obsequiado la titularidad

En la AFA saben lo de Bugallo (presidente de All Boys) y lo tienen apuntado. Del entorno de Grondona salieron frases del estilo de “ya se la vamos a devolver”.


de la Comisión de Selecciones. A Segura, la vicepresidencia de la AFA, luego del descenso de River y sin comentarlo con nadie. Contreras y Russo manejan clubes de buena gestión, y eran potenciales aliados del grupo opositor. El segundo paso de Grondona fue armar la lista de asambleístas que votarían por un nuevo ciclo suyo. Sí, el presidente de la AFA y candidato a una nueva reelección eligió a algunos de los responsables de la elección. El procedimiento parecía democrático: los dirigentes de los clubes de Ascenso debían designar a los representantes de la categoría de la que son parte sus equipos. Pues bien, la mayoría de los directivos de la B Nacional, por ejemplo, fueron disciplinados para elegir a los hombres de Defensa y Justicia, Central, Gimnasia de Jujuy, Boca Unidos, Patronato, Aldosivi, Almirante Brown y Quilmes como asambleístas de la divisional. Así, Grondona se aseguró que no sólo Daniel Vila, como presidente de Independiente Rivadavia de Mendoza, no podría votar para presidente de la AFA, sino tampoco algún directivo de River. Luego de aquella disputa con Daniel Passarella, Grondona no iba a permitir que uno de los hombres del Kaiser tuviera participación. No le importó sacarle presencia al club más ganador de la historia del fútbol argentino. Evidentemente, Grondona no se conforma con ganar, sino que quiere hacerlo por unanimidad. A los de la Primera B, por su parte, les dejó la sensación de que el torneo de treinta y ocho equipos no está sepultado.

El representante de uno de esos clubes, el de Sarmiento de Junín, fue quien propuso en la primera reunión de Comité de septiembre, tres meses antes de cumplirse el plazo, la candidatura de Grondona. Y rápidamente consiguió seis manos levantadas para oficializar el camino al noveno mandato. El mapa pareció cambiar el lunes 26 de septiembre, cuando se hizo oficial la postergación de las elecciones de la AFA por parte de Gladys López, a cargo de un juzgado civil y comercial de Santa Fe, en una estrategia montada por Daniel Vila. La jueza hizo lugar a una medida cautelar presentada por el Club Atlético Colón de San Lorenzo de dicha província, que había pedido la declaración de inconstitucionalidad del artículo 9 del estatuto de la AFA, el que establece que los habili-

tados para votar como representantes del fútbol argentino entero sean sólo cuarenta y nueve. Éste fue desde el comienzo el objetivo de Vila: que los votos de Boca, Almagro y Argentino de Las Parejas valieran uno cada uno. Según el empresario mendocino, sabiendo que de otra manera le resultará imposible concretar su sueño de llegar a la AFA, los tres mil clubes deben tener su representación personal. Es lo que trató de promover, entre otros puntos, en el proyecto de la llamada Ley de Federalización del Fútbol. En consecuencia, hasta darse plazo para estudiar el artículo, la jueza López suspendió por noventa días hábiles la asamblea de la AFA del 18 de octubre, en la que debía votarse el presidente. La resolución fue firmada el 26 de septiembre, por lo que la elección quedo posOCTUBRE 2011 | UN CAÑO 15


tergada hasta el 1 de febrero. Claudio Giardino, de la Asociación Todos por el Deporte, lo definió claramente: “debemos tener mucho cuidado en no caer en la tentación de festejar decisiones judiciales de forzada interpretación, por más que le sumen un nuevo costo y desgaste político a Julio Grondona, quien demuestra a diario su incapacidad para asumir que su ciclo al frente de la AFA está agotado”. Ese lunes 26, Hugo Pazos, uno de los abogados de la AFA, disparó entre periodistas a la salida del edificio de la calle Viamonte: “quieren que juguemos con fuego. Vamos a jugar con fuego”. Y rápidamente se aboco a apelar el fallo y a encontrar el apoyo político que les diera seguridad. Al día siguiente, fecha en la que debía presentar su candidatura, Raffaini se valió de la postergación para explicar que no tenían por qué apresurarse, que “la decisión judicial de postergar las elecciones mueve también los tiempos de la presentación de los avales”. La realidad es que Raffaini y Bugallo no consiguieron los avales. Que no reunieron algunos votos que imaginaban seguros, como el de Ra-

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cing. Que un supuesto peso pesado como Juan Carlos Crespi, vice de Boca, se apresuró en marcar terreno para recordar que “en mi club apoyamos a Grondona”. Que el Ascenso es un terreno muy difícil. Que es casi imposible que Arsenal, Banfield, Godoy Cruz, Lanús, Argentinos y Colón vayan en contra de Grondona. Que Julio Comparada amaga y no concreta. Y que otros (Belgrano, Rafaela) meditaron demasiado la decisión. “Es increíble. Varios me dijeron que no quisieron apoyarme por temor a que les mandaran un árbitro en contra”, contó Raffaini entre íntimos. Otros argumentaron su apoyo a Grondona en la necesidad de recibir el dinero de la televisión, como si se tratara de dádivas y no del dinero que les pertenece. Aquellos que basan su accionar en la preocupación de posibles consecuencias negativas no se dan cuenta que así agrandan el monstruo, le dan de comer. Cuanto más funcionen desde el temor, más potenciarán esta forma de conducir. Lo último que acordaron Raffaini y Bugallo fue esperar que la medida judicial siga su curso y las elecciones se posterguen, para así tener más tiempo de for-

talecer una tropa desmembrada. Llegado el momento, volverían a la carga. Al momento de escribirse esta nota en la AFA creían que, apelaciones mediante, podrían cumplir con el día establecido para las elecciones: 18 de octubre y nuevamente con una sola lista. Tanto es así que Grondona revalidó los avales y llegó a 43; sólo quedaron al margen los representantes de Vélez, All Boys, Newell’s (único club que siguió apoyando la segunda opción), Boca (sin un hombre en el Comité Ejecutivo por sus internas dirigenciales), Estudiantes (en pleno cambio de autoridades) y Banfield (por estar frente a sus elecciones). Es decir a Grondona lo apoyaron los otros 14 clubes de Primera, los 8 de la B Nacional habilitados para votar, los 7 de la B Metropolitana, los 4 de la C, los 3 de la D y los 7 de las ligas del interior. Increíblemente el estatuto (o no increíblemente: es el estatuto, que fue diseñando Grondona) obliga a quienes impulsen una candidatura a levantar la mano, quedando marcados. La elección para presidente, en cambio, se realiza en cuarto oscuro, de forma secreta. Pero Grondona no permite que se llegue a esa instancia.



SE VA A ACABAR

Cabo de miedo

Dirigentes que le temen al presidente de la AFA porque los árbitros después castigan a sus equipos, alcahuetes de Grondona que desafían a quienes tienen mínimas ganas de terminar con el oscurantismo de la calle Viamonte, presidentes de instituciones que jamás rendirán cuentas por el dinero que “reparte” el capo mafia. Todo ello da un sencillo cóctel: terror a enfrentar al dictador. Por GUSTAVO VEIGA

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a anécdota se puede contar sin cometer una infidencia porque el ex presidente de Lanús Carlos González falleció el 8 de abril de 2010. Durante su último período de gobierno –de los cuatro alternados que condujo el club–, este abogado afable, conversador, ejemplo de dirigente que se arremangaba ante cualquier problema, le confió al periodista que escribe esta nota un temor que tenía: “si nos rebelamos contra Grondona, los árbitros nos van a pitar en contra”. Pedía reserva para ese comentario porque no quería perjudicar a su institución. Y no por falta de agallas. Por defender a Lanús, la había pasado mal en más de una cancha. González expresaba una sensación que inquieta a la mayoría de la dirigencia del fútbol argentino. Una sensación que se suele comentar en voz baja, con sordina, para evitar sufrir un penal en contra durante un partido clave. El ex presidente de Lanús no era el dueño exclusivo de aquella frase. En treinta y tres años de profesión, estamos seguros de haberla escuchado en varias oportunidades y de boca en boca. El miedo reverencial y la

obsecuencia supina están separados por una línea muy delgada, pero se sintetizan en dos palabras: don Julio. Así lo llaman sus amanuenses al presidente de la AFA, que cumplió 80 años el 18 de septiembre y treinta y dos en el poder el 6 de abril. Los gestos de sometimiento se repiten cada cuatro años, cuando sus fieles le confieren el poder que detenta. Ingresan al cuarto oscuro de la sala de sesiones de AFA, sacan un papelito donde escriben “Grondona” con una lapicera sin necesidad de agregarle el nombre de pila y lo colocan en una vieja urna de madera noble. Después de la elección, ya está. Todo sigue igual. Cumplieron el trámite y se retiran a casa con la certeza de que cumplieron con su deber. Habemus don Julio por un nuevo período. Lo demás corre por cuenta del viejo presidente. Consistirá en lograr un equitativo reparto de los panes entre los clubes directamente afiliados y hacerse el distraído cuando se trata de controlar sus desvencijadas economías. “Si yo tuviera que estar sentado en la AFA y pensar que me debo poner una chapa y una gorra, me voy”, se confesó el presidente una vez.

Confunde ser vigilante con responsable de los fondos estatales que le entregan y luego transfiere a los clubes. Una millonada del Programa Fútbol Para Todos de la que hasta ahora nadie rindió cuentas. “En la B son muy obsecuentes de Julio”, cuenta un alto dirigente de esa categoría que se siente incómodo entre sus pares. De esa divisional es Noray Nakis, un incondicional de Grondona que preside al club Deportivo Armenio e intentará por segunda vez ser presidente de Independiente en los comicios de diciembre próximo. La primera perdió por paliza con Julio Comparada en diciembre de 2008 (6.537 votos contra 1.818), y dejó la imagen de un kamikaze que se había inmolado para quedar bien con don Julio. Un año y dos meses antes, en octubre de 2007, el presidente del club de Avellaneda había desairado al patriarca de Sarandí votando en contra de su octava reelección en la AFA. Vélez fue el otro club que se opuso. Boca, Racing y Rosario Central estuvieron ausentes. Así como Nakis representa la obediencia debida entre los dirigentes del Ascenso, Germán Lerche, el presidente de

A Lerche, algunos colegas de Primera División le dicen Agosto, porque se creyó que viene después de Julio. 18 UN CAÑO | OCTUBRE 2011


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Colón, es la nueva figurita que se perfila en el firmamento grondoniano entre los que juegan en Primera. La designación de su club como una de las sedes de la última Copa América terminó de sellar un acuerdo simbiótico con la máxima autoridad de la AFA. “No entramos en el saco cuando hablamos de la cancha y escuchamos lo que se dice en todo el país de ella. Estoy cumpliendo mi deseo de que la cancha de Colón sea una de las más lindas del país”, confesó Lerche al diario El Litoral de Santa Fe en julio pasado. A Lerche algunos colegas de Primera División le dicen Agosto, porque se creyó que viene después de Julio. Y a Grondona poco le importan las fechas de mala reputación. Tal era su confianza para seguir al frente de la asociación por un nuevo período que presentó su candidatura ante el Comité Ejecutivo el martes 13 de septiembre. Se casó con su novena reelección y se embarcó por cuatro años más enfrentando la superstición popular. La sensación de que las osadías se pagan caras en el protectorado de la AFA quedó robustecida con el descenso de River. Si uno de los dos clubes más poderosos del fútbol nacional derrapó mal y terminó en la B Nacional por primera vez en su historia, la pregunta es: ¿qué podría esperarles a los demás? La consecuencia de aquella bravata de Daniel Passarella en la reunión de Comité Ejecutivo realizada en mayo después del último clásico contra Boca, cuando le pidió a los gritos a Grondona que renunciara, todavía es leída como un mensaje aleccionador para los demás. Contribuyó a extender la idea entre los dirigentes librepensadores de que ciertos árbitros pueden recibir instrucciones precisas para hundir a un equipo. Y tratan de evitar que no sea el propio. En defensa de don Julio, Lerche fue uno de los que cruzó al presidente de River: “si tenés tantos problemas, presentate a las elecciones. O vení más seguido para entender algunos temas”. El espíritu corporativo que domina en la AFA y la obstinación de Grondona para continuar en su cargo por un nuevo

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La sensación de que las osadías se pagan caras en el protectorado de la AFA quedó robustecida con el descenso de River. período abruman. Los menguados opositores se expresan con timidez, buscan oxígeno afuera y hasta sorprenden cuando dicen no temer a las represalias. Ése fue el caso de Roberto Bugallo, el presidente de All Boys, quien votó en contra del engendro de campeonato con treinta y ocho clubes que iba a unir a la Primera División con la B Nacional y que quedó suspendido hasta nuevo aviso. Un rumor que crece como la sudestada dice que la unificación de ambas categorías es cuestión de tiempo. El gobierno nacional estaría interesado en un proyecto así porque, de un plumazo, el fútbol se volvería un poco más federal. La forma de elegir autoridades en la AFA es tan distinta a la de otras asociaciones semejantes, que no se expresa en un axioma elemental: un club, un voto. Tampoco parece razonable el requisi-

to de juntar siete avales para oficializar una candidatura (sobre cuarenta y nueve potenciales electores), que disuade a los opositores de no presentarlos para evitar represalias, porque deben conocerse varios días antes. “Lo complicado es que hay que presentar los avales con mucha anticipación. Y uno queda en evidencia, se gana un problema a cambio de nada, porque después sabe que se lo van facturar”, dice un dirigente que no acompaña a Grondona en su fiebre reeleccionista. ¿De qué modo puede llegar la factura? Con los arbitrajes en contra, piensa la mayoría de los dirigentes. Un indicio de que muchos tienen la cola sucia porque presumen que les va a pasar lo que alguna vez sacudió a los demás y callaron, porque quizá se beneficiaron de esos enjuagues. Don Julio es un gran titiritero. Y el fútbol está lleno de chirolitas.


Y por si fuera poco, rompehuelgas

Ya hemos contado mucho sobre Julio Grondona, pero siempre el baúl de las sorpresas nos tiene una reserva en el fondo. Uno de nuestros especialistas en la historia del balompié recuerda estas matoneadas del hombre que desde 1979 arruina al fútbol nuestro de cada día. Por EDGARDO IMAS

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a huelga general de futbolistas en noviembre de 1971 fue clave en la historia de la pelea por sus derechos laborales. Se trataba del primer paro general prolongado desde la mítica medida de fuerza de 1948. El conflicto se extendió durante casi tres semanas y giró en torno al Estatuto del Futbolista y el reconocimiento de su condición de trabajadores con todas las obligaciones contractuales que ello implicaba para el empleador. Futbolistas Agremiados lanzó la huelga el jueves 4 de noviembre por la noche, previo a la disputa de la octava fecha del Nacional. El día 8, la AFA solicitó al Ministerio de Trabajo que decretara la ilegalidad del paro y dictara la conciliación obligatoria. La solución no llegaba, a pesar de las reuniones, y los clubes resolvieron suspender a sus planteles profesionales hasta fin de año. Durante el primer fin de semana en huelga, la adhesión había sido unánime, salvo unos casos aislados en River. Un solo club dio la nota y presentó a sus profesionales: Arsenal. Por la antepenúltima fecha de la Primera B, el sábado 6 de noviembre, el puntero, Lanús, quedaba libre, mientras su escolta, en Sarandí, recibía a All Boys. Los profesionales de Arsenal le ganaron 3 a 2 a la Tercera de All Boys, y a dos fechas del final se ubicaron a cuatro puntos. Antes de empezar el partido, los activistas de Agremiados quisieron hablar con los jugadores locales, pero un “piquete” a cargo del presidente de Arsenal, Julio Humberto Grondona, les impidió el paso, y se tuvieron que retirar. Uno de los dirigentes de Agremiados que concurrió aquella tarde a Sarandí fue el rosarino Mario Zanotti. A fines de 1971, jugaba en Huracán y acreditaba un paso anterior por Newell’s y Platense. Cuarenta años después, lo recuerda así: “con el Pato Pastoriza, Della Savia, Catoira y Crocci nos fuimos en mi Peugeot a la cancha de Arsenal para hablar con los jugadores antes del partido. Imposible. Grondona se plantó y no nos dejó entrar. Amenazó con llamar a la policía si no nos íbamos”. Y agrega: “había jugadores de Arsenal a los que Grondona ayudaba dándoles trabajos en sus comercios. Él fue siempre así. En aquella época manejaba el ambiente de Arsenal. Luego pasó a manejar el de Independiente. Más tarde, el de Avellaneda. Y finalmente, el del país”. El sindicato anunció que expulsaría a los rompehuelgas de

sus filas mediante telegramas. Pero esos telegramas nunca salieron, y a los cinco días los rompehuelgas le solicitaron una reunión a Pastoriza y terminaron sumándose a la medida. Previo a la disputa de la penúltima fecha, el sábado 13, Agremiados dejó en libertad de acción a los profesionales de Lanús para que se presentaran ante los amateurs de Almirante Brown, en razón de las grandes chances que tenían de salir campeones. Finalmente, los profesionales granates golearon 4 a 1, mientras los juveniles de Arsenal aplastaban como visitantes 6 a 2 a los de Temperley. Lanús se quedó con el título y el ascenso a la Primera A. Zanotti desmiente una venganza contra Arsenal: “Pastoriza ya veía que estaba cerca la solución, así que consideró que no tenía sentido perjudicar a los jugadores de Lanús”. Sobre el conflicto, Zanotti resalta el rol de Pastoriza: “el Pato era el gran conductor. Él estaba tranquilo, ganando bien en Independiente, como muchos de los clubes grandes, pero se la jugó. Gracias a ese paro hubo leyes sociales, derechos y beneficios para todos los jugadores. La huelga les vino muy bien a los futbolistas de los clubes chicos”. Y a Don Julio, también. Lo ayudó a ir diseñando una foja de servicios que hacia 1979 resultó convincente para que el almirante Lacoste y la dictadura avalaran su llegada a la conducción de la AFA.

1971.Poletti, Daniel Onega, Della Savia, Bulla, Perico Pérez y Pastoriza, reunidos para buscar una solución.

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SE VA A ACABAR

“Si los dirigentes votan por convicción, hay grandes chances de ganar”

Falta poco para saber si habrá oposición al dictador. El candidato con más chance se llama Fernando Raffaini; es el presidente de Vélez, tiene 44 años, es abogado y se mantiene como dirigente desde 1993. Aquí, su repertorio para mejorar la AFA. Por LEANDRO VILA Fotos FABIÁN MAURI

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ernando Raffaini ingresa a la confitería del estadio de Vélez. Luego de encontrarse con Un Caño, busca a su hijo, quien asiste al colegio del club, y se demora hablando con los socios que se le acercan. “Anoche comí mal y dormí peor. El partido de ayer no me hizo bien”, cuenta el presidente fortinero, mientras sube a su oficina del segundo piso. Un día antes, su equipo había perdido agónicamente ante San Lorenzo por 2 a 1. El hombre no para de hacer catarsis. Maldice los puntos perdidos sobre la hora y las idas de Santiago Silva y Maximiliano Moralez. Este abogado, que fue candidato a Legislador porteño por el sabbatellismo en apoyo a la fórmula Filmus-Tomada, olvida por un rato sus funciones como velezano y se concentra en analizar su precandidatura a presidente de AFA. –¿Cómo surgió la conformación del grupo de dirigentes que fogonea una candidatura alternativa a la de Julio Grondona? –Hace un tiempo nos venimos reuniendo de manera informal un grupo de

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dirigentes de distintos clubes. Y en cada encuentro discutimos sobre las problemáticas de nuestro fútbol. Nosotros queremos evitar la fuga de talentos para disfrutar más a los jugadores. Defender a los clubes de las reglamentaciones de FIFA que, mediante cláusulas de rescisión, nos perjudican. Abrir el debate sobre las funciones de intermediarios, representantes y grupos empresarios. Analizar la cuestión de los ingresos económicos, la seguridad y los menores. Nosotros pensamos que la sede de la AFA hay que trasladarla a Ezeiza. Queremos instalar un centro de abogados especialistas en derecho deportivo para que asesore en forma permanente a los clubes. Pero, lamentablemente, en el Comité Ejecutivo vamos a que nos noti-

fiquen los horarios en los que jugamos, pero no a discutir estas cosas. –¿Y cómo se dio la posibilidad de presentar un candidato? –Pensamos que lo más conveniente era plasmar nuestras propuestas con la presentación de un candidato. Es una iniciativa propositiva, y no “en contra de”. –¿Vas a ser el candidato de ese grupo? –Dependerá de que me elijan y de que haya voluntad política de que exista otra opción. En caso de que la Justicia no le dé la razón a la presentación que hizo el club Colón de San Lorenzo y haya que someterse al artículo 9ª del Estatuto de la AFA, necesitaremos juntar siete avales. Nosotros creemos que ese pedido es restrictivo porque compromete a los clubes

“Si un club tiene un problema económico, hay que debatirlo en el Comité Ejecutivo; y si la mayoría lo decide, darle ese dinero. Esas cosas ahora no las discute el Comité”.


a avalar a un candidato en forma expresa, y no muchos quieren hacerlo. –¿All Boys, Newell’s, Rafaela, Tigre, Godoy Cruz y Racing, además de Vélez, son quienes integran ese grupo? –Hablamos con varios, también con algunos del Ascenso. –¿Por qué hay dirigentes que tienen miedo de hacer política en AFA? –Algunos estarán de acuerdo con la conducción actual. Y en otros casos quizás tengan miedo de que los árbitros les piten en contra, cuando esas cosas no suceden. Nosotros fuimos dos veces campeones en mi mandato. También están los que plantean su temor a que no les anticipen dinero de la televisión. –Pareciera que hay dirigentes que ven a la AFA como una empresa privada. –Tal vez la ven como una entidad ajena a los clubes. –¿Muchos dirigentes se ven atrapados en el día a día de sus clubes, y eso les impide tener una mirada a largo plazo? –No tengo dudas. Hay una frase que dice que los clubes tenemos arcos todos los fines de semana, y que, en cambio,

la AFA lo tiene cada cuatro años, cuando se juegan los Mundiales. No tener arcos semanalmente da mucha tranquilidad. El día a día te quita ganas de pensar a futuro. –Pero más allá de lo futbolístico, los problemas económicos, como tener la obligación de cubrir los bancos todos los días y hacer malabares para pagar los sueldos, ¿no les impiden a los dirigentes ver a futuro? –Sí, agregale esos problemas que nosotros no tenemos. En ese contexto no tenés tiempo de pensar en mejorar las Inferiores, por ejemplo Vivís a la defensiva. Yo creo que las instituciones debiéramos elegir a un representante, que no necesariamente tienen que ser el presidente o el vice, para sentarse a conversar los problemas del fútbol. –¿Pudieron sentarse con Grondona para plantearle sus críticas y sugerencias? –Es muy difícil. A lo mejor te escucha para ver a qué hora querés jugar. Tal vez el hecho de que esté rodeado por un grupo de dirigentes –algunos de ellos del Ascenso, otros que son ex dirigentes que

se fueron mal de sus clubes– hace que los problemas diarios recaigan en ellos. –En el entorno de Grondona aparecen muchos dirigentes de clubes de Ascenso que quizás no tengan la misma problemática que los clubes de Primera. –Seguro. No sufren los mismos problemas que nosotros, pero también es cierto que tienen los suyos. La exposición de ellos es menor. –¿Temen sufrir represalias si Grondona es reelecto? –No creo. Históricamente, Vélez ha planteado posiciones disímiles. De los ocho títulos que hemos ganado, siete fueron bajo la gestión de Grondona. No tendría que haber ninguna represalia. Es como si yo en Vélez me la tomara con el candidato a presidente de la oposición, que es Gabriel Fernández. –¿Hay un contexto favorable para pelear contra Grondona, a raíz de que está más desprotegido mediáticamente desde que rompió el contrato con el Grupo Clarín? –No es que sea el momento indicado o no. Fue ahora que surgió un movimien-

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to con dirigentes con empuje e ideas nuevas que queremos plantear otra cosa. No es una elección popular, en la que vota todo el pueblo; si no, yo no tendría dudas de cuál sería el resultado. El esquema de elección, si vota la Asamblea de cuarenta y nueve miembros, es cerrado, por lo que los medios no influyen en la decisión de los electores. –Desde 1979 jamás hubo dos movimientos opositores tan fuertes como los encabezados por vos, por un lado, y Daniel Vila, por el otro. ¿Es el momento de mayor debilidad de Grondona? –A medida que va pasando el tiempo se hace más difícil digerir que una persona permanezca treinta y dos años en el gobierno. Es algo que no existe en Argentina, y toma mayor trascendencia por todo lo que significa el fútbol. Hubo intenciones en algunos momentos de construir un espacio alternativo: en la época del (ex presidente de San Lorenzo) Fernando Miele y del (ex presidente de Racing) Juan De Stéfano. Pasa que el estatuto fue reformado, y se incrementaron el número de los clubes que votan, o se implementaron trabas, como esta de tener que juntar siete avales. Hoy, por más que los veinte cuadros de Primera apoyen a un candidato no se aseguran el triunfo, porque votan cuarenta y nueve… –¿Qué cosas hizo bien Grondona y cuáles mal en estos 32 años? –La Selección ha sido campeona y subcampeona del mundo. Las juveniles obtuvieron cinco títulos mundiales Sub– 20. El fútbol argentino creció muchísimo. Ahora hay que defender de otro modo los intereses de los clubes. Queremos hacer en AFA lo mismo que hacemos nosotros en Vélez. Ser los dirigentes quienes discutamos, por ejemplo, los contratos de un sponsor, y no una empresa. –¿Fútbol Para Todos fue uno de sus aciertos? –Sí, a los clubes nos duplicó los ingresos, y la AFA recibe el triple de lo que

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percibía con el contrato anterior. Quizás haya que reactualizar los montos y controlar mejor la administración de ese dinero. –¿No es curioso que la empresa Santa Mónica arregle los contratos de sponsoreo e indumentaria de la Selección cuando la AFA puede hacerlo por su cuenta? –Sí, es curioso y se puede evitar. –¿Piensan modificar la manera en que la AFA les presta dinero a los clubes para resolver sus problemas? –Hay que hacer un mayor control sobre lo que se reparte. Tratar de que un club no use ese dinero extra para traer a un jugador y que quienes están con las cuentas ordenadas no puedan hacerlo. Si un club tiene un problema económico, hay que debatirlo en el Comité Ejecutivo; y si la mayoría lo decide, darle ese dinero. Ahora, esas cosas no las discute el Comité. Entonces, cuando la AFA resuelve prestar plata, es tomado como un favor que le hace la conducción, cuando en realidad la AFA es de los clubes. –¿Cómo tomaste la medida cautelar que suspendió las elecciones? –Si se confirma la medida, seguramente las elecciones se harán el año que viene. A nosotros nos conviene porque nos da tiempo para ampliar la base de sustentación. –¿Contemplan la posibilidad de sumar a Daniel Vila al grupo de dirigentes? –No lo conozco, pero acá se puede sumar cualquiera. No sé cuáles son sus ideas. –¿Qué opinión tenés sobre la Ley de Democratización del Fútbol que Vila impulsó en el Congreso? –Es complicado que puedan vo-

tar los 3.000 clubes, pero sí es posible que tengan participación real a través del voto directo. Generar herramientas para una democracia participativa. Pueden juntarse treinta clubes que integren equis liga, ponerse de acuerdo, dar un mandato y que a su vez el mandatado se junte con representantes de otras ligas, y así sucesivamente. De esa manera, todo aquel que vote tendrá una representación real y no lo hará por una prebenda o una amistad. También vi que un artículo permitía que los clubes puedan ser gerenciados. En eso no coincido: tienen que seguir siendo asociaciones civiles. –¿Qué evaluación hacés de la estrategia mediática hecha por Vila para impulsar su candidatura? –Creo que no tuvo otro camino que hacerlo a través de los medios. En lo que no concordé es con aquel spot que hizo sobre Grondona. La verdad es que vincularlo con crímenes de lesa humanidad me parece demasiado. –¿De no poder presentar a un candidato votarán en blanco? –Creo que en ese contexto el único camino es votar en blanco. –Hace diez años, el Foro Social de Entidades Deportivas en manos de sus socios surgió con un discurso contestatario al poder del fútbol. Vélez era uno de los clubes que lo integraban. ¿Por qué jamás pudo presentar una alternativa? –No sé si alguna vez buscó presentar candidatos. Nació para confrontar el discurso que hablaba de las sociedades anónimas. Muchos querían implementar las ideas del foro social, pero con Grondona como presidente. No se persiguió la alternativa de ir por el poder, sino de

“Al Comite Ejecutivo vamos a que nos notifiquen los horarios en los que jugamos, pero no a discutir estas cosas”.


generar un debate. –¿Gámez quiso alguna vez ser presidente de la AFA? –Él tuvo enfrentamientos muy grandes con Grondona. De hecho, se fue de Vélez para no perjudicar al club. Hace algunos años presentó un proyecto de reforma del estatuto de AFA, del cual yo participé, y por esas reformas se logró que los dirigentes que voten presidente lo hagan con boletas dentro de un cuarto oscuro que luego introducen en una urna. Tal cual se hace en cualquier comicio. Antes, cada uno anotaba el nombre y ponía el papelito dentro de un jarrón. Y según dicen, había un histórico dirigente del Ascenso que analizaba la letra y se daba cuenta de cómo había sufragado cada uno. –¿Fue contraproducente la estrategia

confrontativa de Gámez para armar una herramienta política alternativa? –Son formas. Cada uno tiene la suya. La de él es cien por ciento confrontativa. La mía no lo es. Yo prefiero exponer cuales son las mejoras que quiero hacer. Es una cuestión de estilos. –¿Tuviste cruces con Gámez a raíz de algunas diferencias de criterio que tuvieron? Por ejemplo, vos respaldaste el Fútbol Para Todos y él se opuso. –Él no me baja línea. Yo lo aprecio mucho y siento afecto por él. Aprendí a su lado. –¿Creen que ganarán? –Presentar a un candidato ya es un paso adelante. Si se saca una determinada cantidad de votos, también es importante. Y ganar ya sería excelente. Nunca

hubo un movimiento que plantee diferencias de criterio. Estoy seguro de que si cada dirigente vota por convicción o, mejor dicho, escuchando a los socios de sus clubes, habría grandes chances de ganar. –Más de una vez dijiste que no querés ir por tu reelección en Vélez porque estás cansado. ¿Ser presidente de AFA no te produciría un desgaste mayor? –Pero en el caso de que yo sea el candidato y gane, estaría un periodo y luego me iría. Porque después de cuatro años, posiblemente me canse, tenga menos fuerza y las ideas renovadoras del principio queden en el olvido. Yo de Vélez me voy cansado después de tres años, y eso que el club está bárbaro. Pero lo dejo al vice, Miguel Calello, que tiene más ganas.

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SE VA A ACABAR

El relator rampante

Rostro y voz de la etapa de los goles privatizados, Marcelo Araujo permanece como curioso estandarte de Fútbol Para Todos. Editorialista converso, ahora le canta serenatas a Julio Grondona (y de paso, a Kirchner) en vivo y en directo. Sólo porque el zar de la AFA supo acumular poder y dinero, máximos méritos de un dirigente según nos deja saber la televisión pública. Por ALEJANDRO CARAVARIO Ilustración SEBASTIÁN DOMENECH

A

caso porque la leyenda lo describe invencible (incluso inmortal como Highlander y la yerba mala), el Gobierno, antes que combatirlo, decidió aliarse con Julio Grondona para darle forma a Fútbol Para Todos. Tal fue el bautismo democrático de las transmisiones de cada uno de los partidos de Primera. Y del espacio para volcar la catarata de publicidad oficial que financia este cambio de manos. La medida sigue cosechando opositores entre quienes sostienen que el dinero público no debe usarse para pagar una droga tan vulgar como el fútbol. Algunos de ellos no sólo creen –con toda razón– que los hospitales son prioritarios; también suscriben un pensamiento heredado según el cual la televisión estatal debe limitarse a una audiencia mínima interesada en la música de cámara y los programas educativos. Sin embargo, el masivo público de la pelota aclama el Fútbol Para Todos. A veces se intoxica con su entretenimiento favorito, pero sospecho que no ha perdido su capacidad de reflexión a causa del esparcimiento del fin de semana. La operación, que apunta a su vez a escorar el portaviones Clarín, nació con un mensaje contradictorio. Por un lado, se le arrebataban los goles cautivos y los partidos privatizados al grupo dominante de las comunicaciones. Pero al mismo tiempo se designó como cabeza de ese proyecto renovador a Marcelo Araujo, precisamente el representante más puro de la etapa en que la AFA era una sucursal de Torneos y Competencias. Siempre se dijo que fue el largo dedo de don Julio el que lo rescató del ostracismo, a pesar de la oposición de varios funcionarios del 26 UN CAÑO | OCTUBRE 2011

Gobierno, sobre todo de Tristán Bauer, presidente del Sistema Nacional de Medios Públicos. Desde entonces, hemos asistido a los ecos de los relatos de los ‘90. Araujo ha venido repitiendo hasta el vómito que los jugadores “quieren pero no pueden”, como en sus tiempos de gloria. Sólo que, en lugar de los apuntes tautológicos de Macaya Márquez, ahora se escucha como contrapunto a Julio Ricardo, admirado por Grondona y reconocido por Araujo como su maestro, quien aplica la palabra “tácticamente” para explicarlo todo. Desde un penal mal pateado hasta la teoría del big-bang. Nadie ha justificado debidamente esta extrapolación. Y tal vez el silencio ha hecho que el efecto anacrónico de la dupla estelar fuera más rotundo. Lo cierto es que ahí está Araujo, piloteando un programa que debería ser novedoso, democrático y permitir la emergencia de profesionales más jóvenes. Ahí está, oficialista como nadie (manía de los conversos), olvidado de su devoción menemista y del festejo fallido al aire por Chiche Duhalde, entre otros rasgos de su perfil político. Que quede claro, acá no se valora una pertenencia partidaria. Todas son igualmente legítimas, ninguna debería enturbiar el legajo de nadie en tiempos de soberanía popular. Hablo de cómo se acomoda el discurso según la dirección del viento, con la inevitable lesión que esto provoca en la credibilidad de una persona. En especial si esa persona, Araujo, no se limita a gritar los goles o señalar (cuando la pega) quién lleva la pelota. Araujo se toma los minutos que considera necesarios para editorializar. Así, en la transmisión del clásico

Independiente-Boca, se despachó con un panegírico del presidente de la AFA. Si bien hace unos años dudaba de la conveniencia de su continuidad al frente del fútbol argentino, esta vez lo lisonjeó como a un prócer, en un monólogo que debería editarse íntegro como manual de estilo de la obsecuencia. Para unir sus dos nuevas pasiones, sintetizó su fervor comparando a Grondona con Kirchner. Grondona sería, dijo, como Kirchner, pero en la FIFA. En fin... La parrafada no daría vergüenza ajena si algún exégeta le otorgara un sentido político. Por caso: Araujo se deshizo en piropos porque se ha visto flaco de apoyos y con un destino incierto en el corto plazo (versión Clarín, que ya había colocado a Víctor Hugo como sucesor, con la inmediata desmentida del uruguayo). O acompañó con su violín desafinado la campaña presidencial de Grondona, próximo a ser reelecto por unanimidad automática. Pero no, al parecer es mera vocación de chupamedias. Lo más grave, de todos modos, es que en los intersticios de sus proclamas de fidelidad al modelo se filtran sus verdaderos desvelos. ¿Por qué Araujo entiende que Grondona es un genio? Porque logró un despacho espacioso en “una de las multinacionales más importantes del mundo”. Porque, como financista, aconsejó a ese mismo conglomerado pasarse del dólar al euro, decisión que significó una ganancia sustancial de la cual, en todo caso, tendrían que alegrarse otros. Pero Araujo elabora su galería de ídolos con los que acumulan poder y guita. A como dé lugar. Nos merecemos otra clase de comentarios en la televisión pública.


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SE VA A ACABAR

Derivaciones y tribulaciones

Los recientes dichos del añejo Araujo (comparó a Grondona con Kirchner) elevaron las consideraciones que sobre él tenemos en esta querida revista. Y como nuestra variedad política, al final de cuentas, no es demasiada, da para muchas interpretaciones. Aquí, una de ellas. Por DIEGO BONADEO

P

areciera que las secuelas del resultado de las elecciones del 14 de agosto sirvieron entre otras cosas para envalentonar aún más a prepotentes, impunes y ortivas. No de otra manera pueden interpretarse ciertos reacomodamientos, patoteadas dialécticas y demás de algunos alcahuetes de este turno y de cualquier otro. “Grondona se engolosinó con el poder y debiera jubilarse. Macri tuvo el valor intelectual de no votar a Grondona”, decía Marcelo Araujo en un reportaje del desaparecido diario Crítica, en tiempos de su “afinidad” con el actual Jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, que por estos tiempos parece haber quedado en el olvido, aunque permanezca en los archivos, así como el barbarismo conceptual e idiomático, propio de quien atropella sujetos, predicados y verbos, en referencia al “valor intelectual” que supone no votar a alguien. En aquella entrevista, el relator de todos los regímenes y de ningún pueblo ni de ninguna causa presumió infructuosamente de peronista al relatar que durante la dictadura enterró varios libros, entre ellos El descamisado, por cierto una revista afín a la tendencia y no un libro, como imaginaba el menemistaduhaldista-kirchnerista-grondonista-antigrondonista de marras. Tres años después –no veinte ni treinta, solamente tres–, en la previa del partido entre Independiente y Boca –y aprovechando la discrecionalidad del poder– Araujo ensayó el siguiente monólogo: “Lennart Johansson, presidente de la UEFA (Unión Europea de Fútbol), iba a reemplazar a Joao Havelange como presidente de la FIFA. Fue en París. El vice le dijo a Blatter: ‘el presidente tenés que ser vos’. Fui testigo de la primera votación. El sueco Johansson estaba en un patio contiguo. Un amigo me dijo: ‘perdió, ¿no ves que no hay nadie con él?’. Y, efectivamente, se retiró antes de la segunda vuelta”. Así continuó Araujo: “nunca el fútbol argentino tuvo tanta representación en una de las multinacionales más importantes del mundo. Él manejó las finanzas. Dio la orden de pasarse del dólar al euro y los depósitos crecieron fuertemente. Era y es el Kirchner de la FIFA. ¿Quién dijo que los dirigentes no pueden opinar sobre un equipo o un jugador? ‘Si no ponés a Messi, te rajo’. Al segundo partido, el director técnico le obedeció”, siguió el canta-loas de Araujo. El “te rajo” en primera persona

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del singular es una nueva demostración de la inexistencia de eso que se da en llamar “Comité Ejecutivo”. Y finalmente concluyó el maleable relator: “en la AFA habrá un futuro notable. Viamonte 1366 será un museo. Ezeiza verá un predio envidiado hasta por los europeos, un crecimiento impensado. ¿Usted quiere saber de quién estoy hablando? Del señor Julio Humberto Grondona, presidente de la AFA y vicepresidente de la FIFA”. Y a uno no le queda más remedio que imaginar un montón de cosas. Uno imagina que en el mentado museo, uno de los sectores más visitados será el que muestre el famoso anillo que Grondona luce en el dedo meñique de su mano izquierda –aquel de la inscripción “todo pasa”–, obsequio y obsecuencia del pseudodirigente Noray Nakis, el mismo que tras la finalización de la Copa América aseguró con contundencia “se tienen que ir todos, incluido Bilardo”. Por supuesto, se fueron todos, menos Bilardo y los dirigentes. Uno imagina también que si Grondona “era y es” el Kirchner de la FIFA, Noray Nakis bien podría ser el “tragamonedista” oficial Cristóbal López, o quizá el todoterreno de la construcción oficial Lázaro Baez. Producto de la afiebrada imaginación de quien esto escribe, aparece la similitud entre las funciones de Alfredo Scoccimarro y Ernesto Cherquis Bialo. Scoccimarro, antes en la oficina de prensa del ONABE (Organismo Nacional de Administración de Bienes del Estado), luego vocero del ministro De Vido y de Néstor Kirchner y ahora, pareciera, ayudante de Juan Manuel Abal Medina (hijo) en la adjudicación de pautas publicitarias oficiales, había compartido con el servicial Carlos Kikuchi –hijo de Malu Kikuchi, la operadora vaya uno a saber de quién– el programa de Canal 7 La tapa durante el menemato. Total, como decía Juan Carlos Altavista, “se ‘gual”. Cherquis Bialo se cansó de atacar a Grondona –incluso utilizó el sustantivo “mafia”– por supuestos manejos equívocos vinculados con la AFA; pero hoy –tal como Scoccimarro, que pasó de Kikuchi a Kirchner– es un permanente utilizador de sobreesdrújulas, onomatopeyas y pleonasmos para comunicar los supuestos aciertos del otrora denostado mandamás del flamante Kirchner de la FIFA.


Cegados por la moneda

Si con Grondona ya tenemos pa’ toda la cosecha, alrededor de la Argentina otros pésimos ejemplos convocan a decir que varios países están afectados de grondinitis, ese mal que aqueja al fútbol con dirigentes horribles. Miremos hacia el otro lado de la cordillera y observemos cómo sufre Chile. Por EZEQUIEL FERNÁNDEZ MOORES

“Me voy del Chile, que no soporta la grandeza, el talento, la genialidad, el vuelo propio… El Chile del resentimiento, el que mató arteramente a Portales, el que jodió a Andrés Bello, el que se farreó a Mayne-Nicholls y a Bielsa”. El conocido poeta chileno Cristian Warnken escribió su conocido poema Me voy de Chile un año atrás. Apenas después de que el Chile de Sebastián Piñera decidiera que los mercados debían ser libres, pero el fútbol no. El primer rival de Argentina en las Eliminatorias cumplirá en noviembre un año bajo su nueva conducción. Harold MayneNicholls, el presidente de la Asociación Nacional de Fútbol Profesional (ANFP), era tal vez la mayor esperanza de cambio para la pelota de Sudamérica, que está dominada desde hace décadas por la vieja guardia. Pero ya es pasado. Jorge Segovia, el patrón de Unión Española que lo derrotó en polémicas elecciones en octubre de 2010, debió irse porque tras los comicios se descubrió que no estaba reglamentariamente habilitado para ocupar el cargo. En su lugar fue designado Sergio Jadue. Bielsa advirtió en la primera charla que Jadue no era el verdadero poder. Que los que decidían eran otros. Por eso se fue junto con Mayne-Nicholls. Segovia, en cambio, ya está de vuelta. Empresario español de la educación privada, a través de la universidad y los colegios SEK, Segovia llegó hace cuatro años a Chile. Le bastan para ser hoy vicepresidente segundo de la ANFP. El vicepresidente primero es Cristian Varela, ex titular de Colo Colo. Su nombre aparece en el puesto número 73 de una recordada lista de 77 jovenes que el 7 de julio de 1977 homenajearon al dictador Pinochet en un acto de Chacarillas. Detrás de ellos, como me dice mi fuente chilena, “hay un trío de espanto”: José Yuraseck (Universidad de Chile), Miguel Nasur (Santiago Morning) y Jaime Estévez (Universidad Católica). Yuraseck fue designado por Pinochet gerente general de Chilectra Metropolitana, Nasur es uno de los personajes más resistidos y oscuros del fútbol chileno, con negocios

cruzados en varios clubes, y Estévez es un ex socialista. Sus críticos dicen que pasó a ser “socio listo”. Encabeza la SA dueña de Universidad Católica. Estos nombres, vinculados a los grupos empresariales más poderosos de Chile, asumieron el control del fútbol con el 80% de la gente en contra. Lo decían todas las encuestas. “Ellos no votan”, se jactaba entonces Segovia, el hombre que se quedó con su Universidad en España después de litigar contra su padre y declararlo insano. Una de sus primeras ideas fue llevar al Chile de clubes SA el explotador “mercado de piernas” del fútbol mexicano, el draft en el que los clubes se compran y venden jugadores. Mayne-Nicholls y Bielsa no sólo tenían gran relación con la hoy ex presidenta Michelle Bachellet, sino que, además, avalaban un proyecto que contemplaba que los clubes debían invertir en infraestructura y formación de jugadores buena parte del dinero que recibieran del Canal del Fútbol. Era demasiado. La operación desalojo, se dijo en Chile, fue liderada por el propio Piñera, por entonces máximo accionista de Colo Colo, el club más popular de Chile. “Nosotros no queremos ejercer tutela sobre el dinero que giramos a los clubes”, decía Segovia en aquellos días. Hoy Chile resiste en las calles ya no por el fútbol, sino por la educación. “¿Pero adónde y cómo me voy de este país que amo, donde nací y quiero morir?”, se pregunta Warnken en su poema Me voy de Chile. Y sigue: “No hay adónde irse ni asilarse. Pero sí hay que irse del Chile maquiavélico y cada vez más cínico, hay que hacer que ese Chile muera adentro de cada uno de nosotros, para que así pueda nacer o renacer otro Chile mejor que éste que estamos viendo con estupor, decepción y tristeza… Un Chile que sale a la cancha a ganar el único partido que no podemos darnos el lujo de perder por autogoles olímpicos: el partido en que se juegan juntos la calidad, la decencia y la nobleza”. OCTUBRE 2011 | UN CAÑO 29


HOMBRES DE NEGRO

Por ALEJANDRO WALL Fotos FABIÁN MAURI

Un juez liberado

Frustrado candidato a intendente, quien fuera el árbitro más famoso de la última década pasó del silbato a la política, bajo las convicciones de un peronismo que no lo tuvo desde la cuna. Así, el hombre que expulsó a Zidane tiene mucho para hablar de los secretos de la AFA, del arbitraje y de esa nueva sensación del militante de base.

B

uscamos entre los árboles y los puestitos ambulantes, detrás de las estatuas y bajo las pérgolas, en los bancos y las esquinas, y por cada uno de los senderos que cruzan la Plaza Colón, en el corazón de Luján, un destino de súplicas y rezos que en esta parte se bamboleaba con el movimiento burocrático de cualquier centro de ciudad al mediodía. El compañero Fabián Mauri revisó, además, en los cafés de la zona, pero regresó cada vez con mayor resignación. Estábamos por sumergirnos derrotados en la autopista cuando llegó un mensaje de texto breve y esperanzador: “ahí va”. A los dos minutos, Horacio Elizondo se nos apareció en la plaza como un milagro. Acá, en Luján. Elizondo también nos había buscado con la misma mala suerte del desencuentro. Cosas que pasan… La cita era en una plaza, un lugar infrecuente para las entrevistas, cuyo territorio está gobernado por la mesa del café. Elizondo, al contrario, prefiere el aire libre: sentarse a la sombra de un árbol en uno de los bancos de este cuadrado verde. Hay elecciones pequeñas que, en escala, se parecen mucho a una opción de vida. El árbitro de la final –y el partido inaugural– de Alemania 2006 viene de una caída: en las

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primarias de agosto se presentó como pre-candidato a concejal de Luján por Compromiso Peronista, una agrupación del Frente para la Victoria. Su lista perdió en esa interna kirchnerista, pero Elizondo cree que el camino es largo: ve un triunfo dentro de esa derrota. “Sacamos cinco mil votos que no se los pedimos a nadie, que fueron producto del sacrificio. Para nosotros es importantísimo, porque es un paso más para seguir creciendo”, cuenta Elizondo, 47 años, cuatro hijos y una tarjeta roja para la historia: la que despidió a Zinedine Zidane de los Mundiales de fútbol. –¿Por qué te involucraste en política? –Yo provengo de una familia de raíces radicales. Nunca se habló del peronismo en mi casa. Aunque mi papá y mi mamá siempre reconocían a Evita, y yo me sentía identificado con ella más que con todo el movimiento. Pero desde muy chico mis acciones tenían que ver más con el peronismo que con el radicalismo. La sensibilidad social, transformar

las cosas, obtener programa y proyectos para todos, las leyes que apuntaban a un gran abanico de la población… –Hay una historia con tu padre y el peronismo. –Él decía que cuando trabajaba en la fábrica lo obligaban a ir a los actos y que tuvo problemas por negarse. Para mí, hubo un gran resurgimiento de la política después de la dictadura, con Raúl Alfonsín, porque su discurso me llegó. Me desencanté con las leyes de Obediencia Debida y Punto Final. Aunque uno también intenta evaluar el momento. Y como profesor laburé, sobre todo, en escuelas carenciadas, sólo en unas pocas privadas. También me especialicé en discapacidad. Después, lo que pasó en el Mundial y que me haya invitado Néstor Kirchner para saludarme para mí fue muy fuerte. –¿Por qué? –Por conocerlo al presidente, que era una persona muy sencilla, y porque en un momento él se animó a decirme que, cuando uno quiere, las cosas se pueden cambiar.

“Hay clubes que les pagan las deudas a sus jugadores con pibes de Inferiores que después serán compañeros. Creo que se ha perdido la brújula”.


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–¿Cómo fue el encuentro? –Él era muy gracioso. Me dijo que al helicóptero de De la Rúa lo tuvo un año prendido, por las dudas. Y me contó todo lo que sufrió en ese primer año, que quería avanzar para un lado y no podía, quería avanzar para el otro y no podía… Que sufrió y lloró… Entonces me mostró una sala en donde se abrazó con su familia cuando no le encontraba la vuelta. “Y Cristina me dijo ‘poné el primer ladrillo, esto es ladrillo por ladrillo’, y ahí arranqué”, me contó. Yo le pregunté por qué los políticos no hablaban del deporte, aunque se tratara de una herramienta de transformación e inclusión. Él justo estaba con el concepto de la transversalidad, y le expliqué que el deporte era transversal a todas las jurisdicciones, a todos los ministerios y secretarías. Se interesó y le dije que yo podía armarlo, darle forma, y al mes me llamó. Así nació la Coordinación de Programas Deportivos Jurisdiccionales de la Secretaria de Deportes, que hoy todavía funciona. Ellos le dieron todo el marco legal y estructural, y yo puse los contenidos técnicos. Fueron nueve meses, porque después vinieron las elecciones, ganó Cristina y en el transcurso de ese año me llamó Grondona para la AFA. –¿Qué es lo que más te gusta de todo este camino político? –Yo entré a la política por un decreto presidencial, y esa cuestión me chocó un poco porque yo venía del palo de la educación y me empezaba a poner en el lugar de todos. ¿Y Claudio Morresi qué debe pensar? ¿Que le vengo a cortar la cabeza? ¿Y fulano qué debe pensar? Ni siquiera consultaron. Era un sapo de otro pozo, aunque uno siempre hace política, hasta en tu casa la hacés.

–De hecho, habías conducido el sindicato. –Sí, fui secretario general y secretario adjunto de la AAA. Pero esto de ahora fue distinto porque empecé a militar, y yo nunca lo había hecho. Siempre la entrada a la política fue por invitación, debido a mi capacidad técnica. Ahora, en cambio, es diferente: pegar carteles, doblar boletas, idear un panfleto, un volante, armar una campaña y los equipos. –Bien en el llano. –El otro día, un joven me decía “pero Horacio, vos estás para otra cosa”. “No, ¿quién te dijo eso? Yo elegí estar acá, esto me faltaba”. A veces uno llega a lugares muy arriba sin haber pasado por otros lugares, y no se sabe bien qué te vas a encontrar. A veces uno cree que sabe muchas cosas y no las sabe. Necesitás meterte, caminar, hablar con la gente, porque nosotros creemos que todo lo que pasa está alrededor de nuestra quintita. –En esta militancia, ¿te ayudó alguna lectura? –No, fue una cuestión práctica. Me gustó y participé, participo y seguiré participando. Lo doctrinario es algo que voy aprendiendo en la militancia. También me reuní muchas veces con pibes de la Juventud Sindical y con Facundo Moyano. Ellos tienen mucha formación, y de eso aprendo. Pero a la gente no le importa que vos sepas de Marx o Perón, a la gente le importa que vos cubras sus necesidades y soluciones sus problemas; que tengan bienestar, mejor desarrollo y calidad de vida. –Debe ser difícil ser un hombre sensible en el fútbol. –Difícil. Es un lugar de estructuras muy fuertes, muy cerradas, con un sen-

tido de corporación muy marcado. A los 33 años empecé a hacer terapia, y una de las cosas que decía era precisamente “¿qué hago ahí?” Yo soy lo contrario de lo que exige el sistema, sufro mucho las cuestiones afectivas. Y me dijeron “ése es tu lugar, es lo que tenés que aprender, que no todo pasa por donde vos lo mirás ni va a funcionar con la mirada que vos tenés. La conclusión fue que tenía que aprender y poder desarrollarme en ese lugar. Siempre fui una persona contestataria, que cuestionó el sistema, y como árbitro tuve agarradas con varios dirigentes. Después, cuando pasé del otro lado y fui un dirigente de formación, empecé a ver otras cosas que antes no veía. –¿Tuviste un intercambio con Eduardo Galeano? Sí, pero fue medio virtual. Yo había dicho que lo leía mucho, entonces él aprovechó después del Mundial para mandarme un sobre con un libro de él, con su dedicatoria. Después, yo le mandé una camiseta de árbitro. Ojalá en algún momento podamos encontrarnos. Es muy futbolero. Y esta cuestión mágica que tiene de cómo articular y vincular el amor, la sociedad, el fútbol con todo lo que es él… Porque es una persona totalmente articulada. A mí me gusta ese tipo de escritura que puede vincular todo lo que se ha aprendido en la vida. –Vos tuviste que tomar la decisión de expulsar a Zidane en una final del mundo. ¿Qué cosas pasaron por tu cabeza en ese momento? –Nada. Las cosas te pasan después. Si hubiesen pasado antes, quizás no hubiera tomado la decisión. Yo lograba abstraerme de todo. En los últimos cinco años de mi carrera, mi visualización

“Hoy vemos atisbos de dirigentes que quieren cambiar. Algunos se animan, otros no se animan y algunos otros están ahí. Empezó a haber un movimiento. Lo que me parece que falta todavía es un proyecto, una propuesta, algo más elaborado”.

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de los partidos era ésta: yo mismo, desde la platea, manejando a Horacio Elizondo con un joystick. “Cobrá mano, tiro libre, advertí, amonestá, tiro de esquina, saque de meta, salí de ahí, parate allá...”. Y eso se logra con entrenamiento, capacidad, experiencia… Y nutriéndote de muchas herramientas que no tienen que ver con lo específico. Empecé a jugar al golf para trabajar la atención, manejé mi ansiedad y mi flexibilidad. –¿Qué te pasó después de esa expulsión? –Expulsé al mejor jugador del mundo en una final; faltaban diez minutos, 2.200 millones de personas mirando por televisión... ¿Cómo me animé a hacer eso? Y… Si yo hubiera pensado todo eso que pensaban cada uno de ustedes, quizás no hubiera tomado esa decisión. Ahí, además, hay administración de la decisión y trabajo en equipo. Hay un trabajo de muchos años. Es como si al ver a Julio Bocca uno creyera que es fácil y que también puede bailar así. La gente que hace las cosas sencillas y fáciles sabe mucho. Nosotros, en los días previos, teníamos mucha exigencia, porque veníamos de jugar el partido inaugural en un muy buen nivel, y después jugamos tres más también con buen nivel. Y el gran desafío nuestro era mantenerlo, porque nadie se iba a acordar de esos cuatro partidos. Nos iban a matar. Después nos enteramos de que éramos los primeros en abrir y cerrar un Mundial. –¿Cómo fue tu encuentro posterior con Zidane? –Fue en Murcia durante un evento de Adidas. Me preguntaron si tenía algún problema en que fuera él y dije que no. Estuvo él con su familia, yo con la mía, y hablamos, pero jamás nos referimos a aquel partido. Yo vi que a Zidane le molestaba, y mucho… Pero sí hablamos de mis proyectos, de lo que queríamos hacer, de nuestras cosas… –Uno podría imaginar que, más allá de todo, vos tenés más simpatías por Zidane que por Materazzi. –Eso es algo muy interno, y después de un Mundial yo te puedo decir por quién tengo más sensibilidad. Pero durante el partido vos te convertís en un ser frío, objetivo, y a la mierda con la sensibilidad y todo eso. Porque te juega en contra. Y

fijate que nadie me pregunta por Materazzi. Todos me preguntan si me encontré con Zidane. –¿Y te lo encontraste al italiano? –Sí, en Panamá, en 2008, durante un encuentro de amigos de Messi contra amigos de Ronaldinho. Me golpean la puerta del vestuario y era Materazzi. Un ropero. Me mira, me sonríe y me abraza: “¡yo quiero sacarme una foto con usted, siempre estuve pensando en usted, en cómo poder sacarme una foto!”. Ningún problema, le digo. Se va, y al rato viene con toda la mujer, los hijos y toda la familia. Estaba como un chico con las fotos, enloquecido y agradecido. Yo no lo conocí en profundidad a Materazzi. Sí conocí a muchos personajes, como Chilavert, que parecía que se comía a los chicos crudos y era un tipo servicial, cordial, hospitalario, con muchos atributos.

–Julio Grondona te dijo que vos no eras para esa cultura. ¿Entendiste qué quiso decirte? –Entendí dos cosas, en ese momento: o estoy para cosas mayores o me está diciendo “chau, tomátela, no te aguanto más, me traes más problemas”. ¿Cuál de las dos es más cercana? Para eso necesitás tiempo. Yo lo conozco a Grondona, y me quedo con la segunda. Hay gente que dice “vos trabajaste treinta años en la AFA y Grondona te llevó a un Mundial”. Si yo supiera que todo es así, no hubiera estado ni un minuto en la AFA. Yo creo que fui a un Mundial porque me lo gané. Aparte me quitó el 2002. Y me vino bien, pude desarrollar todo y salí mejor parado en 2006. Yo tengo muchas cosas con Grondona. Siempre me dijo “yo sé que no sos amigo, pero lo que enaltezco de vos es que sos un enemigo visible y que sé dón-

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de estás parado”. Y yo siempre lo respeté por eso, y porque yo sabiendo muchas veces cómo jugaba sus cartas, tampoco he sentido que me ha traicionara. –Dijiste que finalmente nada cambió. ¿Cuando empezaste a trabajar en la Dirección de Formación Arbitral, creías que había voluntad para eso? –Sí, mordí el anzuelo. Yo creo que había una voluntad, si bien era chica y se diluyó rápidamente. Hoy vemos atisbos de dirigentes que quieren cambiar. Algunos se animan, otros no se animan y otros están ahí... Empezó a haber un movimiento. Lo que me parece que falta todavía es un proyecto, una propuesta, algo más elaborado. En la AFA es todo cotidiano. Y hay una cuestión: muchos técnicos que supuestamente no cumplieron su rol volaron, pero los dirigentes que los eligieron siguen estando. El arbitraje lleva muchos años con problemas y sigue la misma gente. A los que se atrevieron a cambiarlo, enseguida los sacaron. –Hace poco dijiste que había árbitros que

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representaban jugadores. ¿Cómo es eso? –Yo creo que se ha desmadrado por la relación de muchos árbitros con dirigentes. No hablo de ser cortante, pero no podés traer chicos del interior para colocarlos en los clubes. ¿Como hacés después para dirigir ese club? Y te podés hacer amigo de un dirigente y establecer relaciones. Hay clubes que pagan las deudas a jugadores con pibes de Inferiores que después serán compañeros. Creo que se ha perdido la brújula. –Cuando se fue Jorge Romo, el Colegio de Árbitros quedó en manos de Grondona como presidente y Lamolina como vice. ¿Es lo mismo que antes? –A Romo lo metió en la Conmebol. El grupo de Eduardo Deluca es el que maneja el Colegio de Árbitros. Romo y Lamolina son lo mismo, forman parte del mismo grupo. Aníbal Hay también era del mismo grupo. Yo me enfrenté con Romo en todo momento, y putearlo a Romo era putearlo a Grondona. –¿Bajo qué lógica se mueve Grondona?

–Yo creo que es la construcción del poder en sí misma. ¿Cuántos son los logros desde que es vicepresidente de la FIFA? ¿El futbol argentino como está? Es muy difícil que estés treinta y dos años en el poder queriendo demostrar que vos estás ahí para transformar las cosas. Una cosa que me parecería muy sensata es que no pudiera haber más de dos mandatos en la AFA. –¿Hoy no volverías a la AFA? –Me encantaría trabajar en la formación y educación, pero ahora no, porque ya sé lo que es Grondona, cómo piensa. Y ya me quemé la mano… Sería un tarado si volviera, porque sé lo que va a pasar. La gente no cambia. –Vos que conociste a los dos, ¿qué opinás de lo que dijo Marcelo Araujo acerca de que Grondona es “el Kirchner de la FIFA”? –Que Araujo conoce muchísimo a Julio Grondona, pero no conoció a nada a Néstor Kirchner. De lo contrario no podría haber hecho nunca esa comparación.



Una GAN farsa

Nos convidaron a escribir sobre la propaganda del GAN de Lanusse (dictadura 1971-1973) y esos afiches que invitaban a los argentinos a juntarse en un mismo equipo para rumbear hacia la democracia. Y nos salió esto de renegar de tiempos pasados y de tiempos presentes en la AFA. Lo que se llama un enrarecido artículo. Por PABLO LLONTO

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as fotos que acompañan a este texto son patéticas. Provienen de publicidades ideadas durante la dictadura de Alejandro Lanusse. Provienen de un creativo venenoso que manchó al fútbol. Provienen del imbécil cerebro que pensó aquellos que piensan muchos: “quedar bien con todos”. El GAN (Gran Acuerdo Nacional) era eso. Un intento demagogo de un general gorila, a quien le gustaba tanto cazar peronistas como marxistas. En una de sus infamias, el aristocrático señor de la gorra y el garrote, pensó que si lanzaba una propuesta de Pacto político, su retirada como golpista sería menos crispada. Pero la estrafalaria propuesta (salida democrática y en paz de los milicos) incluía un peronismo sin Perón. Y lo que es peor, se llegó a vocear la candidatura de Lanusse para 1973. Los brutales (de brutos) alegatos a favor del GAN incluían las imágenes de masas argentinas, con la celeste y blanca, saliendo rumbo a una cancha en la que se jugaría el partido del futuro. Difícil es ubicarse en esa época y pretender, además, realizar comparaciones con el hoy. Saber cómo se discutía, cómo se sufría, cómo se combatía, cómo se gozaba. En ese país de 1971-1972 la democracia era una aventura que debía conquistarse. Tanto como la democracia que hoy pedimos en el fútbol.

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En épocas de Lanusse, quienes habían esquilmado a los argentinos y a sus logros democráticos, venían a dar lecciones de unidad y épica ciudadana. Asediados por una juventud que soñaba con un mundo igualitario, los milicos quisieron enmascarar su retirada con una propuesta política ingenuamente seductora: todos jugaremos juntos. Como quien carga un arcabuz, el dictador agregó una cláusula. Todos juntos, menos Perón. La dictadura creó una norma que impedía la candidatura de Juan Domingo. Para la proscripción, inventó un sinsentido: sólo podrían ser candidatos quienes estuviesen radicados en la Argentina antes del 25 de agosto de 1972. Perón estaba exiliado en España. La espléndida creatividad de los imberbes de entonces le respondió con unas pintadas geniales: “¡Lanusse, marmota, Perón va a venir cuando se le canten las pelotas!”. Era la partida de defunción del GAN. En épocas de Julio Grondona, quienes esquilmaron la democracia futbolera pretenden engañarnos con otro GAN. O con varios GAN… Unos, los oficialistas del capo mafia, sostienen que democracia es el voto de 49 clubes sobre 3.000. Otros, los neo-opositores del capo mafia, sostienen que “no somos opositores” y “queremos que Grondona se vaya bien, reconocido, por ejemplo a la FIFA”

(declaraciones de Bugallo, presidente de All Boys en radio La red el 27 de septiembre de 2011). Otros, los liderados por el empresario privatizador de privatizadores (Daniel Vila) sostienen –para sacar a Grondona– que democracia es el voto de los dirigentes de 3.000 clubes por sobre el voto de los socios. Otros creemos que democracia es que voten todas y todos, nada de proscripciones y mucho menos de privilegios. Por eso, nuestra eterna propuesta de voto popular quizás culmine en el cesto, en un armario o en la cólera de una sublevación que nunca fue. ¿Por qué los hinchas de los clubes, o al menos lo socios de todos los clubes, no salen a las calles a pedir “en el fútbol, un hombre-una mujer=un voto”? El hipotético final de una ola transformadora lo intuye en este mismo número el presidente de Vélez, quien cree que un pronunciamiento realmente democrático (voto popular) echaría a Grondona con la espontánea puñalada que se brinda a los rufianes. Ahora, al coincidir los tiempos preelectorales de la AFA con la petición de nuestro colega Fabián Mauri de ponerle algo de historia a los falso-patrioteros afiches del GAN, un alma (la nuestra) sugiere que denunciemos, al mismo tiempo, las piruetas de tanto mercader de los votos. Los de ayer, los de hoy. Y no nos vengan con el GAN.


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Pocho, nueve... out

Cómo lo habrá soñado Lanusse, aquel que dijo que no le daba el cuero para volver. Ni que hablar de Aramburu, el fusilador, y el maquiavélico almirante Isaac Rojas. Pero sólo el mexicano Tapia se dio el gusto de ver a Juan Domingo Perón arrodillado a sus pies y derrotado por completo. Por ROBERTO KOIRA

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se Tapia no era general, ni político, ni estadista, ni golpista, ni represor. Era boxeador y de los buenos, una versión de Nicolino Locche, pero de 1914. Como lo describe Ariel Scher en su libro La patria deportista, “Era una luz. En vez de guantes calzaba centellas y movía el cuerpo como si tuviera músculos de algodón. Invitaba a que le pegaran y cuando el golpe venía ya estaba en otra parte. Usaba una guardia alta y larga y tenía técnica de campeón, pero ni los brazos, ni las fibras, ni la potencia, ni las piernas eran su mejor atributo. Ese hombre peleaba con la inteligencia”. Así era el rival de fuste del joven subteniente Juan Domingo Perón, recién egresado del Colegio Militar y destinado al Regimiento 12 de Infantería de Línea de Paraná. Según su documento de identidad, para esa época Juan Domingo tenía 19 años, o 21, como afirma el libro La historia argentina, de Norberto Galasso (para él, Perón nació en 1893 y no en 1895). Más allá de la polémica por su edad, se trataba de un muchacho a quien le sobraba energía para los deportes, pero carecía de experiencia en las lides mayores del boxeo. Aunque la tentación para enfrentar a Tapia eran los 1.000 pesos (ofrecidos por un empresario) para quien aguantara tres asaltos en pie. Una fortuna para la época. “Aceptar el desafío implicaba un llamamiento al desastre. En la capital entrerriana, lugar de soles seductores y conversaciones largas, nadie podía presentarse al ring sin arriesgar que su rostro se alterara para siempre”, dice Scher, conocedor de esta historia a través de sus conversaciones con Enrique Pavón Pereyra, biógrafo de Perón. Al comenzar la pelea, el novato subteniente tuvo la iniciativa de las acciones y se dio el gusto de tirar muchos golpes ante un rival que se encargaba de esquivar todo lo que

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le tiraban. Parecía que Perón había aprendido de golpe cómo enfrentar a un boxeador profesional, aunque conocimientos no le faltaban, ya que les enseñaba el deporte de los puños a sus subordinados en el cuartel. Pero el joven militar se empezó a dar cuenta que, mientras el mexicano estaba entero, a él le comenzaban a doler las manos. De ese modo, la pelea continuó con el mismo trámite hasta que en la mitad del tercer round Tapia le metió una trompada al mentón y llegó el nocaut. Al otro día, Perón amaneció en la enfermería y preguntó “¿qué pasó?”. El mexicano había hecho su trabajo profesional con una precisión de cirujano. Producto de su desenfrenada manera de tirar golpes, al joven Juan Domingo se le había saltado el metacarpo de la mano derecha, lo que le formó un sobrehueso para toda la vida. “Para mí que me endulzó, se dejaba pegar, hasta que me cansé de pegarle”, le confesó años más tarde Perón a Pavón Pereyra. Pese a que no terminó en pie el tercer round, la buena actuación del subteniente hizo que el empresario le pagara los mil pesos por enfrentar a “la Luz” mexicana. Con ese dinero, Perón adquirió las plateas y un cuadrilátero para fundar el Boxing Club de Paraná, pionero para el boxeo del interior argentino. Spruille Braden, Vernengo Lima, José Tamborini, Enrique Mosca, Ricardo Balbín, Arturo Frondizi, Rodolfo y Américo Ghioldi, Eduardo Lonardi, Pedro Aramburu, Isaac Rojas, Francisco Manrique, Desiderio Fernández Suárez, Carlos Toranzo Montero, Domingo Quaranta, Juan Carlos Onganía y Agustín Lanusse son algunos de los enemigos del peronismo que hubieran dado lo que fuera para vivir un momento de gloria como el que tuvo Tapia frente a Perón: ver besar la lona a quien luego sería el “primer trabajador” y el gran titiritero de la política argentina durante treinta años.


Adiós a los boinas blancas

El boom del merchandising acabó con las boinas blancas en las testas de los jugadores. Años de traición, temor, torpeza, falta de cabeza y olvido obsceno de los principios acabaron con los otros boinas blancas. Con fotos como las de esta página, alcanza para la evocación. Y que se los quede la historia. Por PABLO DE BIASE

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yer siempre ayer parece ser el tiempo utópico de los que alguna vez supieron calzar boina blanca. Gastar la lengua con una verba florida era una de las habilidades de esta gente, francamente en extinción si uno ve que la manada está siendo liderada por lo más inútil de la prole del último bronce que tuvieron. Hubo un tiempo que fue hermoso, sin embargo, para los hombres de nívea boina. Previamente, como en el amateurismo, cumplieron con las “leyes de la historia” y tuvieron su época pionera, heroica: con mártires y una importante colección de bustos que se solían exhibir en calle Alsina de la Ciudad de Buenos Aires. Pletóricos de discursos, combatientes de la guitarra, dispuestos a “morir” rojos de izquierda por las noches, las mañanas los encontraban con la dura resaca profesional de los escribanos, los abogados y los cagatintas del pragmatismo más crudo e insensible. Así eran los boinas blancas en sus tiempos más luminosos. Aunque la historia posterior marcaría que su primera fase de extinción se hallaba cerca, a principios de los ‘40, los boinas blancas brillaban dentro y fuera de los fields (vale aclarar que por entonces todavía no era oficial el uso de pelotas con costura interior, con lo que un cabezazo podía acabar con el balero de un centre-forward o un full-back). Fuera, con intelectuales brillantes y marginales al partido: un medio campo exquisito que ya lo hubiera querido la Selección, y que fue vital en la historia argentina para que la desnacionalización del petróleo sólo fuera posible recién en los ‘90 del siglo XX (a pesar de que el propio Perón y el traicionero Frondizi fueron proclives a concesiones demasiado generosas a las petroleras yanquis, inglesas y holandesas). Esta línea media formaba con Homero Manzi, Raúl Scalabrini Ortiz, Gabriel del Mazo, Horacio Dellepiane y Arturo Jauretche.

Y además había una Cuarta, llena de pibes que prometían: Ricardo Balbín, Arturo Frondizi, Moisés Lebensohn y Crisólogo Larralde, entre muchos otros. Dentro de la cancha, a principio de los ‘40, los boinas blancas hacían roncha, y las multitudes deliraban con muchos de ellos. Al punto de que los purretes buscaban agenciarse una boina de algún tío que no fuera cabezón o la improvisaban con pañuelos. Los boinas blancas futboleros entraban en todas las clasificaciones. Los había de perfil más bajo, como Manuel Sanguinetti, marcador central derecho de Independiente entre 1939 y 1944, campeón en 1939 y compañero de nenes como Antonio y Manuel Sastre, Arsenio Erico, Vicente Capote De La Mata o Zorrilla. Y, por supuesto, había también héroes del pueblo como el uruguayo Severino Varela, quien, proveniente de Peñarol, llegó a Boca para jugar tres temporadas (1943-1945), y salió campeón y goleador en dos de ellas (1943 y 1944), en tiempos, nada menos, en los que River ya estaba calibrando su famosa Máquina. Hoy son pocos los que recuerdan a los boinas blancas, dentro y fuera de la cancha. Las modas, en el caso de los jugadores, han cambiado, y Nike y Adidas tienen decenas de accesorios más tentadores para un joven deportista que un vulgar pedazo de trapo, que sí sería un vintage de elevadísimo precio en Palermo Soho (imagínense una boina de Severino Varela en exposición y venta en un local de Borges y El Salvador, ¡otra que Sotheby’s!). Los otros boinas blancas se olvidaron del subsuelo de la patria y de su defensa irrenunciable. Y también de varios tomos de historia argentina más en los que, sin dudas, tuvieron otro protagonismo. Por supuesto, en ese entonces no jugaban en el equipo contrario al del pueblo.

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Asunto: ANTI VELEZ De Marcelo Berardi y Alberto Andrade

Asunto: CONTRA COLONNA De Jose Sherman Escribo para expresar mi repudio por lo escrito por Christian Colonna. Antes que nada estoy de acuerdo con la propuesta de los jugadores, pero no puedo quedarme de brazos cruzados al leer semejante barrabasada con eso de las “butacas para todos”. Sé que debo respetar, por eso no quiero incurrir en ninguna falta de respeto, más allá que las primeras líneas de la crónica comenzaron con una falta de respeto hacia quienes amamos ir a la cancha. Transcribo: “Que se vayan al carajo la pasión y el folklore si eso implica que cualquier muchacho que va a la popular tiene que soportar que cualquier imbécil que lo empuja (...)”. Le comento, señor Colonna, yo soy un muchacho que va a la popular y nadie me empuja ni me coacciona a cantar, amo el folklore y la pasión que usted acaba en este momento de bastardear diciendo que se deben ir al carajo. Estoy totalmente en contra de las barras bravas. Pero, ¿por qué no pide aplicar el código penal? ¿Qué es lo que falta, ver una nota de alguien diciendo que debe seguir la prohibición del público visitante? ¿Más medidas represivas? En este momento acabo de ver la entrada de Colón, tres telones, papeles, y por esas cosas se vienen de todo el mundo a mirar los partidos, porque en las tribunas se da el mejor show, que muchas veces supera el partido... ¿Tengo que ver gente pidiendo que se extermine todo eso?¿Quieren hacerle el juego a Grondona? Por favor... Por algo leo esta hermosa revista, que en muchas ocasiones defendió el folklore y la pasión, y hace muchos años que deje de leer el Olé. Saludos, y ojalá me respondan. Respuesta de Christian Colonna: José, reconozco que fui un poco drástico en la forma de escribirlo, y coincido con vos en que el show del fútbol argentino es lo máximo. Te voy a contar una pequeña anécdota. Durante un tiempo viví en España, y cuando iba a la cancha, si el partido era malo me aburría porque no podía disfrutar del folklore. Una vez, charlando con el Mono Burgos, le pregunté qué prefería: si el calor de Argentina o la frialdad de España. Y el tipo me respondió: “aunque te parezca mentira prefiero esto, porque lo de Argentina trae muertes”. Entiendo que hay excepciones como la tuya, que vas a una popular y celebrás sin recurrir a la violencia. Pero vos sabés muy bien que eso no pasa con todos. Y estamos de acuerdo en lo más importante: basta de barras bravas. Pero como acabar con los barras parece imposible, sugerí lo de butacas para todos, porque sería la forma de erradicarlos de las canchas, aunque vos y yo nos quedemos sin folklore. Un saludo.

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Lo que está pasando con Vélez ya se puede describir como intolerable. Y nadie hace nada. Contra Unión le dieron 8 minutos de descuento, algo inusual, y no empató de milagro. Parecía que Abal iba a jugar el partido hasta que Vélez empatara y ganara. Esto se reitera muy pero muy seguido en el estadio de Liniers cuando juega Vélez. Es un club al que le vienen dando una mano desde hace mucho tiempo, en partidos comunes, en partidos importantes y en finales. Por favor, ¡basta de ayudar a Vélez!. Tienen equipo como para ganar sin apoyo externo de los referís. Nadie dice nada, ya que se confunden con la vieja enemistad Grondona-Gámez, pero estas cuestiones lamentablemente también pueden arreglarse por fuera de AFA, tengámoslo claro alguna vez. A buenos entendedores, pocas palabras... Y a algunos que postulan a Raffaini en lugar de Grondona, les decimos que es peor el remedio que la enfermedad. ¡Por Dios!! Tal vez Grondona debiera irse ya, pero no hay que equivocar el reemplazo. ¡Cuidado!

Asunto: PRO LANÚS De Federico Colman

En el número de septiembre, Un Caño publicó que Lanús “es un equipo chorro” por la manera de jugar que tuvo ante San Lorenzo de Almagro en la primera fecha del Apertura 2011. A mi parecer, esa expresión fue más que excesiva en sus palabras. La conjugación “es” del verbo “ser” insinúa continuidad en el tiempo de una acción. Y por lo general, resguardarse en el propio arco no es una costumbre que se aplique mucho en Arias y Guidi. Además, la expresión ‘chorro’ es muy fuerte para casi todos los hinchas de Lanús que leemos la revista. En el caso de que hubiesen querido mostrar algún defecto del Granate, lo hubieran tildado de “mezquino” o “amarrete”, términos que tal vez son más utilizados en el ambiente. Es verdad que el choque contra la escuadra de Boedo no fue el mejor del Grana, pero todo aquel que lo vio jugar en los últimos cinco años sabrá que el hoy equipo de Gabriel Schurrer no se identifica con el simple hecho de defender. Tanto con Ramón Cabrero, como con Luis Zubeldía y hoy con el mismo Chucho, Lanús siempre tuvo la intención de manejar los tiempos, la pelota y el ataque de la mayoría de los partidos que jugó. Como en cualquier ámbito de la vida, las cosas pueden salir o no, y quizás por eso en pocos encuentros no se vio un rendimiento de alto vuelo. Los mejores ejemplos de esta característica de Lanús fueron las excelentes participaciones en las ediciones 2006 y 2007 de la Copa Sudamericana, en las que eliminó a conjuntos de renombre como Vélez, Corinthians de Brasil y Estudiantes de La Plata. Luego llegaron la obtención del Apertura 2007, con un altísimo nivel de fútbol, los grandísimos equipos de Zubeldía en la temporada 2008/2009 y el reciente subcampeonato de 2011, con Diego Valeri y Mauro Camoranesi como principales figuras. En este certamen, Lanús fue aumentando su volumen de juego con el correr de los partidos y evidenció nuevamente que su tradicional estilo no le hace mal al fútbol, como había afirmado el Turco Omar Asad luego del cotejo en el Bajo Flores.


Asunto: HERIDA QUE NO CIERRA De Facunfo Tófalo

Disputadas ya tres fechas del Torneo de la B Nacional 2011/12, éstas son algunas de las sensaciones que me produce ver a mi querido River Plate jugando en la segunda categoría del fútbol argentino. Un hecho que jamás hubiera imaginado, que inconscientemente negaba, pero que debido a las pésimas administraciones y al pobre funcionamiento del equipo, uno se veía venir. Soy lector de Un Caño de larga data y me encantó la nota escrita por Diego Bonadeo sobre el tema en cuestión, titulada “Y nadie hace nada...” de la edición de agosto. Coincido plenamente con él en que gran parte de la responsabilidad la tienen los mediocres jugadores que vistieron la camiseta de River, que jamás entendieron el momento crítico al cual estaba sometido el club. Por otro lado, uno debe reconocer que con la sanción de cinco fechas al Estadio Monumental y sin quita de puntos, River la sacó bastante barata en ese sentido. Aunque siempre debamos pagar los hinchas que verdaderamente amamos esta camiseta porque nos quitan la posibilidad de ir a alentar a nuestro club, cuando en este país de mierda ninguna autoridad (dirigentes de los clubes, nacionales o policías) tiene los huevos bien puestos para meter en cana a los mercenarios/barrabravas, que se llenan los bolsillos a costas de la institución y producen desmanes (meterse en la cancha, apretar al árbitro, romper el club) que atentan siempre contra los intereses de River. Luego llegó el salame del Tano Pasman, que sufrió como todos nosotros en ese video que lo muestra genuino y natural expresando sus sentimientos. Pero después se convirtió en un gil más de un circo montado a su alrededor, dando marcha atrás en lo que había dicho y pidiéndole perdón a Dios y María Santísima. ¡Que tarado, por favor! Cualquiera de nosotros hubiera aprovechado semejante exposición para mandarlos a la mierda nuevamente a todos: a J.J., Aguilar, Passarella, Carrizo, Román, Pavone y a todos esos perdedores... Y, por último, me sacó el sombrero ante el señor Bonadeo. La estocada final contra el estúpido, mercenario y bobo de Recondo es fenomenal. Al fin alguien que dice la verdad de este periodismo amarillo y bizarro que copa casi todos los canales y radios. ¡Este periodista cobraba diez lucas mensuales “por asesoramiento” de River! Y este tibio se la da de gran sabio y de representante de riverplatense, cuando de ninguna manera puede identificar el sentimiento del hincha de River. ¡Estoy indignado! Y nadie hace nada al respecto…

Asunto: EN DEFENSA DEL FLOCLORE (OTRA VEZ) De Jose Ignacio Sherman

Les vuelvo a escribir con el fin de seguir el debate. Antes que nada, quería comentar que me sentí raro por la forma en que se me cito. Pero no puedo evitar hablar de la mezcla de sentimientos que tuve al ver que mi nombre y apellido salió en mi revista favorita y no sólo en el correo de lectores, sino en la nota de un periodista al cual disfruto mucho leer. Aunque sea desde el desacuerdo, realmente no puedo evitar sentirme consternado por haber aparecido de ese

modo. Pero por otro lado quería avisarles que me hago cargo de aquello que dije, y de que sí estuve enojado con Christian Colonna. Pero se olvidaron de algo, de poner la razón por la cual me enoje. No fue porque Colonna pidió que los estadios sean más lindos, porque ayer fui a un estadio lindo, como el de Colón, y hace un mes estuve en uno muy bueno, como el Único de La Plata, que tiene hasta wi-fi. No me enojé por eso, sino todo lo contrario. Lo que no me gustó de lo que escribió Colonna, y al parecer se olvidaron de poner, fue la introducción a aquella crónica que decía: “Que se vayan al carajo el folklore y la pasión”. La pasión y el folklore para mí no se tocan. El folklore es lo que le da alegría a nuestro fútbol y promueve que vengan de todo el mundo a ver estos espectáculos. Es algo a lo que a toda la gente le gusta: el folklore, la pasión, las banderas son parte de nuestra cultura. A muchísima gente le da alegría y le gusta alentar, y se sabe que a nadie le gusta la frialdad europea, aunque yo por mi parte admiro que no hay tanta violencia en el fútbol de allá. Amo el folklore, amo la cancha y cada semana siento esa alegría que no me la da absolutamente nadie, y me molestó sobre todo la frase “que se vayan al carajo…”. Además, quisiera agregar que si bien dije que nadie me coaccionó para cantar (por mis colores), sé muy bien que hay personas que se encargan de que nadie insulte a los dirigentes (véase el último Independiente-Boca). Tengo quince años yendo a ver a San Lorenzo y sé muy bien que se canta lo que los capangas quieren que se cante. Pero cuando se alienta por nuestros colores, y si por alguna razón no estoy cantando, nadie vino a pegarme ni a escupirme, ni mucho menos, -como pasa en otros lugares, a robarme. Finalizo con una pregunta: si ponen asientos, ¿creen que los barras van a decir “uh, hay que sentarse, mejor pongámonos un kiosco”? ¿No seguirán haciendo exactamente lo mismo? La diferencia es que estarán todos sentados, pero el delito que cometerán en el club será el mismo. Si quieren terminar con la violencia, apliquemos el código penal que hay vigente y fomentemos la educación (algo con lo que seguro con ustedes no vamos a disentir). De todos modos, más allá de disentir en eso, la revista me parece increíble. Les mando un saludo y disculpen si mis formas no fueron las correctas.

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Asunto: LA MEJOR CEPA FUTBOLERA De Juan Ignacio Isern Cuenta Guillermo Orozco Gómez en su artículo “De las disciplinas a los saberes” que la industria del vino norteamericana (californiana) había logrado un desarrollo tan importante allá por los 50 que la calidad de sus vinos podía perfectamente competir en el mercado con los producidos en las tradicionales bodegas francesas como Laffitte o Beaujolais. La dificultad que encontraban para disputar un lugar de privilegio en el mercado eran los nombres propios de las casas galas, vinculadas a castillos medievales y aristocracias europeas. Cuenta Orozco Gómez que la batalla fue librada con astucia, que los americanos inventaron una nueva forma de nomenclar los vinos: los varietales. A partir de esta movida los vinos empezaron a ser conocidos (y valorados) por el tipo de uva con que estaban producidos. Las viejas bodegas europeas se vieron forzadas a explicitar qué cortes integraban la mezcla de sus productos y ya la mística, la tradición y el abolengo dejaron de pesar tanto como la calidad del producto. Fue un gran paso para la industria californiana, pero también para la industria del vino. ¿Y qué tiene que ver esto con el fútbol? La mirada preponderante del fútbol argentino está centrada en una categoría nobiliaria que tiene poco o ningún correlato en el desarrollo de ese juego tan hermoso que conocemos como fútbol. El cristal a través del que se mira el deporte más popular de la argentina está relacionado con la pertenencia o no a “los cinco grandes”. Filtrado por esta nomenclatura histórica el ojo periodístico examina los equipos con un aprecio o un desprecio diferenciado. Los cinco grandes tienen periodistas y espacios dedicados especialmente a reportar su actualidad. Cualquier acontecimiento que los involucre es inmediatamente considerado noticia prioritaria.

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Los cinco grandes se han convertido en el mojón, el fútbol patrón. Esta aseveración llegó a su paroxismo con el artículo de Víctor Hugo en el último número de Un Caño, en la que explicó que creemos que el fútbol argentino anda mal porque los 5 grandes andan mal pero que esta es una situación que ya se va a “solucionar”. Sin explicar porqué él cree que es un problema para el fútbol que los cinco grandes anden mal, si Vélez, Lanus, Estudiantes y Godoy Cruz nos brindan bellísimos espectáculos cada fin de semana. El periodismo argentino (y todos los que vemos la realidad filtrada por ese cristal) está embobado siguiendo a un conjunto que juega en la B, segunda categoría del

fútbol argentino. Que juega en la B porque juega mal al fútbol. Que juega en la B porque durante 3 años se encargó de demostrar que su fútbol no tenía la calidad suficiente para jugar entre los 20 mejores equipos del país. También nos tienen embobados hablando de un equipo que (con una única y sospechosa excepción) hace 50 años que no gana un campeonato nacional. También nos tienen atentos a un equipo que no ganó jamás una Copa Libertadores. Más del 50% del tiempo y espacio periodístico que se le dedica al fútbol argentino está destinado a hablar de equipos que, en conjunto, hace cinco campeonatos que no dan la vuelta (ni están en los tres primeros puestos) y han estado mucho más fuera que dentro de la participación internacional en la última década. Fútbol para todos, una empresa del esta-


do, está dedicada a mimar a los 5 grandes. Transmitiendo con obscenas diferencias técnicas a equipos con inversa proporción de buen fútbol. River va por HD, Lanús con tres cámaras. “Los cinco grandes” es una marca registrada, creada a principios del siglo pasado y que fue repetida, ampliada y multiplicada por la oportuna creación de las cadenas nacionales de radio, que llevaron el relato de los partidos de los clubes porteños a cada rincón del país. Hoy “los cinco grandes” es una manera de mirar el fútbol, una vez más, repetida y alimentada por los medios porteños de comunicación (mal llamados nacionales) y ampliada hasta el hartazgo por la gran cadena nacional del FPT. “Los cinco grandes” es un mapa, es un modelo de interpretación. El fútbol hoy se mira con este cristal que deforma hacia los blasones nobiliarios y el abolengo, pero que aleja la mirada del juego-deporte fútbol. ¿No es hora de empezara a cambiar la nomenclatura? Es hora de hablar de los equipos buenos, de los que juegan bien al fútbol. De los jugadores buenos, vistan la camiseta que vistan. (Carlos Sánchez, por caso, tuvo que descender de categoría para empezar a ser nombrado con cierta asiduidad) De las grandes instituciones, que tienen grandes superávits que reinvierten en fútbol y en sus socios. De las divisiones inferiores más fructíferas. Éstas deben ser las nuevas coordenadas del fútbol argentino. Éste debe ser el cambio de mirada del periodismo deportivo nacional. El ranking podría (como un criterio apenas tentativo) estar definido por la tabla de promedios (que por fin tendría alguna utilidad positiva). Hoy los cinco grandes serían Vélez, Estudiantes, Lanús, Argentinos y Godoy Cruz (obviando a Rafaela y Belgrano que tienen apenas 7 partidos en primera) Hacia estos cinco equipos deberían estar dirigidos los mimos, para estos cinco las transmisiones en HD, los horarios centrales y dos hombres en campo; periodista dedicado en cada programa de TV y radio siguiendo los entrenamientos, tapa de El Gráfico y nota con banderín en la revista Un Caño. Y si otro equipo quisiera estos favores, ya sabría cómo y dónde ganarlos: en la cancha y jugando bien al fútbol. O podemos seguir diciendo que todo es culpa de Grondona, y seguir babeándonos por un nuevo pase en profunidad del “Chori” Dominguez en el partido frente a Guillermo Brown de Puerto Madryn.

Asunto: UNA AYUDITA DE LOS LECTORES De Diego Golombek

El laboratorio de Cronobiología de la Universidad Nacional de Quilmes está haciendo una investigación sobre la estimación subjetiva del tiempo en las canchas de fútbol. ¿El tiempo se acelera si tu equipo va ganando o perdiendo en la cancha? ¿O parece que los últimos minutos del partido no pasan más? Para este trabajo buscamos la colaboración de todos los hinchas que quieran participar, y les pedimos su colaboración a través de un experimento muy simple que se realiza directamente en la cancha. Para esto les pedimos que ingresen a la página del laboratorio: http://cronos.unq.edu.ar y en la sección Acá fútbol encontrarán todas las instrucciones. Pueden comunicarse con nosotros en labcrono@gmail.com. ¡Muchas gracias!

Asunto: VI FORO MERCOSUR LATINOAMERICANO PARA LA DEMOCRATIZACIÓN DEL DEPORTE, LA EDUCACIÓN FÍSICA Y LA RECREACIÓN De Pedro Hugo Tavosnaska Quería solicitarles la difusión del VI Foro Mercosur Latinoamericano para la Democratización del Deporte, la Educación Física y la Recreación, a realizarse del 6 al 8 de octubre en Buenos Aires. 1. Es el espacio de debate político en deporte, educación física y recreación más representativo de América Latina, pues participan disertando treinta y cuatro representantes extranjeros de trece países y treinta y seis de Argentina. 2. Se realiza dentro del VI Foro el Primer Encuentro de la Red Universitaria Euroamericana de Actividad Física, Deporte y Recreación, red creada y coordinada por la Universidad de Murcia. Estarán presentes en este cuarto foro veinte universidades de América Latina 3. El VI Foro finaliza en Berazategui con la Primer Carrera Latinoamericana de Miguel, el 8 de octubre; y además, dentro del foro, participarán en el encuentro de la memoria los organizadores de las carreras de Miguel de Berazategui, Escobar, Mar del Plata, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Puerto Madryn, Chubut, Tucumán y Río Cuarto. 4. Estará presente Javier Sotomayor, en representación oficial del Inder de la República de Cuba, en el homenaje a las víctimas del crimen de Barbados, ya que se cumplen treinta y cinco años del atentado al avión de Cubana de Aviación en el que murieron setenta y tres personas de las cuales veinticuatro eran deportistas, entrenadores y dirigentes cubanos.

Asunto: Desesperación sobre el cierre De Federico Capobianco Acabo de escuchar (al cierre de la edición de la revista) que Raffaini no presentará lista opositora a Grondona. Y Meiszner casi que confirma que Grondona sigue por 4 años más. ¿No eran Raffaini y Bugallo los que se quejaban de que los otros dirigentes decían una cosa y después hacían lo contrario (a favor de Grondona)? Me quedan tres reflexiones: o yo entendí todo mal; o todos nos están tomando por giles; o Raffaini, Bugallo y todos los que se jactan de distintos son más de la misma mugre. Les pido, muchachos de Un Caño, díganme que es mentira. Abrazo grande. pd: ojalá este mail pierda su veracidad.

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Tinelli al poder

Aterrado por el presente dirigencial y futbolístico, el amigo más famoso de Badía volvió a inmiscuirse en los asuntos de su San Lorenzo querido. Empieza por la publicidad, pero ¿dónde termina? ¿El éxito de su programa será suficiente para que Boedo zafe del naufragio? Marcelo Hugo de Almagro segunda parte. Por ANDRÉS GÓMEZ FRANCO

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sta vez no fue porque Francisquito amenazó con hacerse hincha de Boca. Pero el contexto se presentó igual, o más desalentador, que en aquel 2006 cruel, burlón, que se despidió de San Lorenzo habiéndole dejado estampadas en la historia tres humillaciones rimbombantes como fueron el 7-1 con Boca, el 5-0 ante River y el 4-2 frente a Quilmes, adosado a esta última piña un combo de bolonquis varios en las tribunas y en la puerta del vestuario del Nuevo Gasómetro. Por ese entonces, además, las arcas del club estaban famélicas, y en un año había que festejar el Centenario. Marcelo Tinelli escuchó el razonable planteo de su crío y le juró tener, incluso, mejores jugadores que Boca con tal de que siga amando a los colores que amaba él y que habían enamorado a su padre y su abuelo. Se metió en el club, pegó onda con Savino, acercó sponsors, jugadores que sin estar el hombre más influyente del país metido jamás habrían elegido desempacar en Boedo (D’ Alessandro, Bergessio, Solari, Pitu Barrientos, entre otros con menos espacio en la marquesina).

Catapultó los minutos de aire en tele y radio, y la cantidad de líneas en los diarios del Ciclón. Convenció a técnicos probados y cotizados como Ramón Díaz, Russo y Simeone para que exhibieran sus anillos también en el Bajo Flores. Salió campeón en 2007, arañó la histérica Libertadores y se atragantó con el Apertura de ese mismo año, el mismo en que armó una fiesta por los cien años digna de ser envidiada por algún club europeo. También pifió al elegir algunos refuerzos, en cebarse y, para tratar de convertir a San Lorenzo en un Real Madrid, haber traído a esos galácticos sin costo de llegada que, sin embargo, generaban que la caja del club terminara hirviendo tras verse obligada a saldar tantos contratos de elite para gambetear las inhibiciones. Cuando se cansó del conventillo político del club y de verse criticado en los foros cuervos, y con algunos problemas

personales que requerían mayor atención, pegó el portazo y rara vez volvió a hablar en azulgrana. Un par de años después, y pese a haber “perdido mucha en San Lorenzo”, Tinelli está de vuelta. Por lo dicho: la coyuntura que tiene maniatado al club. Habiendo respirado después de aquellos intensos años de presidencia virtual, Marcelo Hugo volverá a intentar ayudar al Ciclón. Volvió a considerar esa posibilidad cuando leyó que desde la mesa chica de la Comisión Directiva se apelaba a ritos esotéricos para cortar la mala racha de local. Lo pensó seriamente cuando el equipo de Asad debutó en la zona de Promoción. Casi se terminó de convencer cuando le contaron que el presente dirigencial alternaba entre el escándalo y el mamarracho. Y lo decidió en el fin de semana posterior a la derrota con Rafaela, al recapitular que el futuro pintaba más

Convenció a técnicos probados y cotizados como Ramón Díaz, Russo y Simeone para que exhibieran sus anillos también en el Bajo Flores.


nublado aún, por el pobretón plantel y por la falta de unidad política. No evitó que se filtre su vuelta, pero antes de que crezca el runrún la anunció en su propio ShowMatch. Y a la semana, ya se había juntado con Abdo, y ya había, incluso, definido su rol a priori. “Necesitamos sumar 4.000 nuevos socios, y que 1.500 de los que ya tenemos adelanten su cuota y su abono a platea por diez años. Si conseguimos eso, salimos del ahogo financiero, nos equilibramos”, le aseguró Abdo. Marcelo escuchó, y enseguida entendió que la única manera de conseguir tocar las fibras íntimas de los hinchas sin carnet era con una campaña impactante. Así pues, recordó las excelentes publicidades que hace diez años viene haciendo el Atlético de Madrid (imperdibles, búsquenlas en YouTube), y al rato de terminada la reunión con el presidente, le explicó a los publicistas que quería algo emotivo y original, como aquellos efectivos spots del Aleti. Lo que cueste el asunto, lo solventará su billetera, según confirmó Abdo. San Lorenzo tampoco deberá pagarle un cachet por, más que probablemente, protagonizar alguno de los comerciales y ponerle la cara más famosa de la TV a los afiches callejeros que en poco tiempo verá toda la Argentina. Pero la tarea para el hogar no termina ahí. Amén de la movida marketinera, Tinelli también aceptó otro convite de Abdo. Así, pues, intentará seducir a varias marcas para que auspicien en carteles que habitarán en los gimnasios techados de la sede de Avenida La Plata y la cancha de hockey del Bajo Flores, y en los fields auxiliares y de Inferiores aledaños al estadio. La intención es que el dinero recaudado consiga balancear los déficits que, como en la mayoría de los clubes, suelen llegar desde los deportes federados y el fútbol juvenil. Otra inquietud del hombrerating es terminar una obra inconclusa

de su anterior paso por la dirección de marketing del club: la pensión para los pibes. Por último, para interiorizarse de los pormenores actuales y de los que vayan surgiendo en distintas áreas de la institución, el Cabezón ya empezó a armar un grupo de jóvenes que se distribuirán en las mismas, y que, semanalmente, o, en su defecto, cada quince días, irán hasta Ideas del Sur para darle un reporte de necesidades por solucionar mediante el debate de opiniones y la infraestructura y los con-

tactos que el empresario tiene detrás. Eso sí: si bien todavía no lo definió, no pondrá a nadie en el rubro fútbol profesional. Quizás él mismo sea su propio observador... Y en diciembre, si San Lorenzo sigue con hándicap negativo, seguramente no pueda con su genio y termine participando en la llegada de un par de refuerzos que eviten volver a jugar el clásico con Huracán, si el Globo no asciende, claro. Porque Boca y River ya dejaron de ser una tentación para Francisquito y para cualquiera.

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El valor de la paciencia

La redacción de Un Caño, hábil para las discusiones virtuales pero menos consecuente en sus debates cara a cara, escuchó que en una de sus mesas de café alguien elevaba el tono para decir “Godoy Cruz es, lejos, el mejor equipo argentino”. Enseguida, la propuesta. ¿Y si le pedimos a Román que certifique esta temeridad? Por ROMÁN IUCHT Fotos PHOTOGAMMA.COM

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ejos de las grandes luces de la ciudad, alejado de las polémicas, con erogaciones de dinero acordes a su presupuesto, sin grandes euforias en las victorias, ni análisis apocalípticos en las derrotas, Godoy Cruz es uno de los pocos oasis dentro del desierto del fútbol argentino. Sólo con ver la tabla de los promedios para descubrirlo bien sólido, ubicado en el lote de los de arriba junto a Vélez, Estudiantes y Lanús, para confirmar también desde ese aspecto, como se trabaja en Mendoza para obtener buenos resultados, pensando en cumplir objetivos que llenen de sentido a la palabra “proyecto” para no dejarla, como tantas veces, vacía de contenido. Antes con Asad, ahora con Da Silva, el Tomba juega bien, tiene un estilo definido y aunque no necesariamente saca beneficios en todos sus juegos, su

culto por el buen trato, su apego a la bola contra el piso y su dinámica con la dosis de pausa justa lo distinguen y jerarquiza como equipo. En un estricto acto de justicia, la redacción de Un Caño entendió que auscultar al equipo del Polilla, descubrir sus rasgos más notables y tratar de entender el porqué de su evolución permanente podía ser un tema interesante. Cualquier análisis de su patrón de juego debe comenzar desde Nicolás Olmedo. El mediocampista central es un “centrojás” de los de antes, pero con la dinámica del presente. Infatigable para batallar en el medio, siempre le sobra paño para repartir juego, ordenar a sus compañeros y manejar los tiempos del equipo. Tiene buen timming para el quite y es la aduana por la que pasa el inicio de cualquier jugada. Olmedo es el alma de

Godoy Cruz, y su crecimiento desde los tiempos del Ascenso, hasta llegar a este presente, siempre lo ha transformado en referente ineludible. Junto con Sebastián Torrico, quien se fue y volvió, y Ariel Rojas, ese zurdo prolijo y elegante que surca con estilo el carril izquierdo, son los históricos del grupo. Lo interesante es observar cómo el cambio de entrenador, con la salida de Asad y la consecuente partida de algunas de sus figuras, no alteró demasiado el estilo con la llegada de Da Silva. El viejo equipo del Turco tenía mucho juego del medio hacia adelante, con jugadores interesantes que ensamblados entre sí dieron un salto de calidad. El Mago David Ramírez fue descubriendo sus trucos en territorio cuyano. Con él, más el aporte de Carranza y la agresividad de Carlos Sánchez, ese polifuncional

Nicolás Olmedo, el mediocampista central, es un “centrojás” de los de antes, pero con la dinámica del presente. Infatigable para batallar en el medio.

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que ahora disfruta Ríver, el equipo tenía juego con la pelota, pero también con los espacios. Las partidas del enganche y del técnico permitieron el desembarco en la Argentina de Jorge Da Silva. El oriental, en un gesto de inteligencia y sentido común, no quiso alterar demasiado lo que daba buenos resultados. Aprovechando lo que quedaba y sumando lo que le gustó, le dio protagonismo a otros nombres, pero sin cambiar el trazo grueso del equipo. Así cobraron protagonismo nombres como los de Mariano Donda, quien junto con Martín Aguirre e Israel Damonte acompañaron al capitán Olmedo en el pasado Clausura y le dieron a los mendocinos una campaña sensacional coronada con el tercer puesto. La buena performance trajo inexorablemente la partida de algunos apellidos. Lejos de intimidarse, Godoy Cruz volvió

a mostrar que la reconstrucción es una especialidad de la casa. Ahora la figurita es Diego Villar. Además de ser el único jugador con barba tupida de Primera División, lo cual ya lo hace un “distinto”, puede jugar como externo por ambas bandas, llegar vacío y ser un auxilio permanente como un verdadero mediocampista mixto. En Mendoza, y luego de un derrotero de varios años, Villar es otro de esos jugadores que parece haber obtenido del funcionamiento colectivo su lucimiento personal. Rubén Ramírez y Leandro Caruso son otros nombres que se suman a la cadena de valores resurgidos. Con ellos, el equipo tiene menos manejo pero más presencia en el área rival. Cambio técnica por potencia, y aunque ya no dispone de tanta elaboración, su eficacia en el área rival no ha perdido sentido. Con centrales fuertes en el fondo

como Sigalli, Nicolás Sanchez o Curbelo, la cuota de aspereza tiene garantizada su presencia. Los zagueros saben complementarse y, además, lastiman en el área rival cuando hay pelota parada. El podio obtenido hace pocos meses tal vez marcó el pico de rendimiento del equipo a la hora de medir los resultados. Sin embargo, la confiabilidad de un equipo siempre cumplidor, sus campañas parejas y la ausencia de decisiones apresuradas, tomando riesgos muchas veces innecesarios, permiten asegurar que Godoy Cruz estará en Primera durante varios años más, para que Mendoza sea la tierra del Sol, del buen vino y mejor fútbol. La paciencia, el orden y la sensatez también suelen tener premio. La continuidad y las buenas decisiones valen tanto como una vuelta olímpica. Aún sin colgarse estrellas, Godoy Cruz hace tiempo que viene ganando su propio campeonato.

Roberto Russo de Godoy Cruz supera a Jorge Velazquez de Union de Santa Fé.

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¿Alguien frenará la locura de Napoleón?

Lo peor que puede ocurrir en un club es que los hinchas y socios naturalicen las barbaridades. Sabemos que el fútbol argentino padece de estos males. Sin embargo, nuestra campaña por despertar conciencias, o al menos intentarlo, pone otra vez su acento en Independiente. Donde todo da igual... O al menos eso parece. Por PABLO DE BIASE

“La decisión la tomó la barra brava. Pero después de ver las cosas que pasaron en el club, decidimos terminar el vínculo nosotros”, fue la conclusión lapidaria de Antonio Mohamed sobre lo que está sucediendo en Independiente. Pero como todo da igual, el descalabro continuará. Julio Comparada estuvo en el vestuario tras el partido con Boca, el pasado 4 de septiembre, y tuvo un fuerte cruce con el capitán Gabriel Milito, quien lo acusó: “los insultos están mandados por los dirigentes”. Entre lo dicho por Milito y Mohamed no hace falta ser muy astuto para darse cuenta de que en su desesperación por remediar años de corrupción a mansalva, manejos con aprietes, endeudamiento irresponsable y muchas cosas que deben ser investigadas, Napoleón Comparada es capaz de cualquier cosa, porque como todo aventurero inescrupuloso, pretende lo imposible. Con el plantel que él armó y desarmó, el estadio cuyo precio final superará a todos los de la Copa América y la realidad de que los otros 19 equipos juegan (y en muchos casos, mejor que Independiente), en dos meses el Rojo no obtendrá el título local, una Copa, la clasificación a la Libertadores… Lo más deseable es que pelee por sumar muchos puntos, porque si en lo que resta de la temporada 2011/12 esto no sucede, Independiente comenzará el Clausura 2012 con un promedio lastimoso, casi imposible de levantar. Será parte de la herencia que habrá dejado otro “ahijado dilecto” de Julio Grondona, el principal responsable de lo que viene sucediendo en Independiente y en el fútbol argentino en general. Mohamed, consciente de que necesita trabajar, deslindó el vínculo directo entre Comparada y la barra. “Actuaron por su cuenta, espontáneamente”, dijo el Turco. Desde el hartazgo de la ingenuidad y la buena fe, uno puede preguntarse si algún lu48 UN CAÑO | OCTUBRE 2011

garteniente dilecto de Bebote no pudo hablar por teléfono con Napoleón unos minutos antes. En todo caso, así como Rosas fue responsable de lo que hizo la Mazorca, aunque los jefes de esa asociación que perseguía a adversarios políticos a veces manejaran algún asuntillo por su cuenta, los parapoliciales del tirano no obligaban a renunciar a un ministro sin la anuencia del Supremo. En este caso, sucede algo similar. La cobardía, el esconder la cabeza y, sobre todo, la irresponsabilidad absoluta que demuestra Comparada no son actitudes desmentidas por Hugo Moyano, Julio Grondona o alguno de los “adultos” que dicen controlar a este Napoleón vernáculo. Afirmo aquí algo que me duele hasta el fondo del alma: si los dirigentes con cierto peso no reparan en que la senilidad de Grondona los está llevando a arrojarse a todos por el despeñadero de un modo conceptual, que al menos reparen de un modo pragmático en que el hijo putativo del presidente de la AFA es una fiera fuera de control. Hacer echar un técnico por la barra como quien revuelve una cucharita en el té, o contemplar complacido cómo un demente casi mata a un arquero rival por la Sudamericana y no haber siquiera pedido la suspensión de ese socio al que la Justicia reconoció como agresor con hechos que demuestran que este hombre, Napoleón Comparada, parece capaz de cualquier cosa. Hasta de ser el irresponsable adecuado, en el momento adecuado, para cargarse al fútbol argentino en una tragedia que no tenga retorno. INFORME: Agradecimiento a Matías Martínez, Rubén Iglesias, Tomás Robbio, Agustín Galván, Manuela Cánova y Christian Cudero, del programa De la Cuna al Infierno (AM 840), que se emite los jueves de 22 a 23.


Entrenadores larga duración

Ya a esta altura del campeonato, varios entrenadores sucumbieron. No queremos ir al viejo tema de los despidos. Esta vez le pedimos a Fabbri que nos ilustre sobre los técnicos que permanecieron más tiempo en un mismo banco de suplentes. Claro que se puede. Y ni se les ocurra copiar a Platense del ‘66. Por ALEJANDRO FABBRI

¿Cuánto dura un entrenador dirigiendo a un equipo de Primera División en el fútbol argentino? ¿Se respetan los contratos? ¿Qué pasaba hace veinte, cuarenta o cincuenta años? Sería un trabajo larguísimo relevar a todas las instituciones y verificar datos individualmente. Sin embargo, hay tendencias, hay nombres nunca olvidados y hay números y fechas para corroborar si las cosas cambiaron o se mantienen igual. Y un detalle adicional para intentar responder: ¿los clubes contratan a técnicos que fueron jugadores del equipo? En este punto, Independiente y River le sacan ventaja al resto, por lo menos en los últimos veinte años. Los rojos tuvieron a José Omar Pastoriza, Ricardo Pavoni, José Santoro, Enzo Trossero, el Zurdo Miguel Ángel López, Ricardo Gareca, Néstor Clausen, Jorge Burruchaga, Daniel Garnero, Caludio Borghi y Antonio Mohamed. En el medio, mezclados en el tumulto, aparecen Miguel Brindisi, César Luis Menotti, Pedro Troglio, Américo Gallego y el flamante Ramón Díaz. Si de entrenadores millonarios hablamos, desde 1991 encontramos a Daniel Passarella, Gallego, Reynaldo Merlo, Ramón Díaz, Leonardo Astrada, Néstor Gorosito, Juan José López y Matías Almeyda, mientras que los foráneos fueron el chileno Manuel Pellegrini, Carlos Babington, Ángel Cappa y el Cholo Diego Simeone. En los años ‘90, hubo estabilidad porque se consiguieron muchos éxitos en River: el primer ciclo de Passarella alcanzó los 158 partidos oficiales, mientras que Ramón Díaz dirigió 172 consecutivos. La contracara es Independiente, donde ningún entrenador pudo terminar dos temporadas completas. Menotti llegó a 70 partidos y se fue, o lo fueron, que da igual para este caso. En San Lorenzo, la estabilidad se mantuvo con Héctor Veira, que dirigió 143 veces seguidas, incluyendo el campeonato de 1995

que el Ciclón ganó en Rosario. Y en Vélez, la historia mayor la protagonizaron Carlos Bianchi (118 partidos oficiales) y ahora Gareca, que debutó a cargo del plantel profesional el 8 de febrero de 2009, hace dos años y medio. El mismo Bianchi tuvo un largo y súper exitoso ciclo en Boca (desde julio del ‘98 hasta fin de 2001), y el único que también superó las dos temporadas fue el uruguayo Oscar Tabárez. En Lanús –después de un ciclo muy extenso de Miguel Ángel Russo–, los entrenadores duraron entre poco y nada, hasta que la dirigencia se decidió por apostar a la gente del club: el 13 de noviembre de 2005 debutó Ramón Cabrero en el banco. Dirigió al equipo granate en 101 partidos (lo sacó campeón por única vez) y le dejó su lugar a su ayudante, Luis Zubeldía. El joven asistente fue el técnico en 90 compromisos y, tras su partida, la posta la tomó Gabriel Schurrer, del riñón del club, que lleva casi un año en el cargo. Coherencia y seriedad, como en pocos clubes. En el recuerdo quedarán los extensísimos ciclos de Victorio Spinetto en Vélez, de Osvaldo Zubeldía en Estudiantes de La Plata, del Toto Juan Carlos Lorenzo en Boca, de Ángel Labruna en River, del Pato Pastoriza en Independiente y de Carlos Griguol en Ferro Carril Oeste y también en Gimnasia La Plata. Para la historia, el colmo del técnico fue Platense en 1966: ocho entrenadores se repartieron las 38 jornadas del torneo de primera división. Justamente lo contrario de lo que hace hoy All Boys con José Pepe Romero, que se subió al cargo de entrenador principal el 7 de abril de 2007 y lleva cuatro años y medio dirigiendo al cuadro de Floresta. Con dos ascensos incluidos y una gran campaña en la temporada anterior, el caso demuestra que muchas veces el técnico puede y debe seguir.

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Pizza, birra, marca

Interesante desafío el que plantea Víctor Hugo: reflexionar sobre el fútbol argentino y su fuerte presencia a la hora de marcar al rival. De jugar aquí en nuestras canchas, ¿Messi podría convertir tres goles en varios partidos? Por VÍCTOR HUGO MORALES

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n poco aventurado lo que sugerirá esta nota: en el fútbol argentino, Messi no metería tres goles por partido. La estética será menos atractiva por acá, pero cuando se marca no se jode. Y eso, que va en detrimento de la belleza, la torna más brillante cuando un acto de sublime inspiración ennoblece las tardes del futbol del país. Imaginar que esto se dice en detrimento del genial jugador del Barcelona es una lectura muy pobre de lo que la nota pretende decir en realidad. El asunto no es Lionel, que ya está por encima de todo. El tema es valorar un poco más lo que se tiene en casa. Uno de los últimos goles geniales del rosarino fue contra el Atlético de Madrid, el tercero de los cinco goles con los que el espectacular equipo catalán selló su trámite de los fines de semana, cuando concurre a los escenarios con la naturalidad que una modelo camina por la pasarela entre flashes y aplausos. Ese gol, visto desde la perspectiva del hincha de los azulgranas, es una obra de arte. No obstante, si uno se ubica detrás del arco del Atlético, o directamente se convierte en el portero madrileño, no puede tolerar la fragilidad de las marcas que se oponen al paso de Lionel. Daba lo mismo dejar los conos del entrenamiento que poner a esos jugadores que se tomaban entre ellos como si, en lugar de Messi, estuviera llegando un extraterrestre para secuestrarlos. En la Argentina es casi imposible ver a una defensa que marque así. Poco menos que diciéndole a Messi: “por aquí, señor, pase por aquí”. De más está aclarar que este cronista tiene presente que en España las facilidades son para todos las mismas, y que quien mejor las aprovecha es Lionel. Por consiguiente, sigue siendo el más grande. Pero es más fácil que aquí. Y es más fácil que en la Selección, cuando juega ante equipos con otra disposición para la marca. Relator entrenado para llegar a la cancha con bastante antelación a los partidos, el firmante suele mirar a las Reservas y también a los pibes de Inferiores que se divierten con la pelota antes, en la previa al partido y los descansos. Son artistas esos simples alcanza-pelotas que por ahora son apenas los que sueñan con llegar a Primera. Las habilidades que exhiben son asombrosas. Su dominio de la pelota y los diferentes toques que

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hacen cuando las marcas son livianas y parte del propio entretenimiento son un espectáculo magnífico. Después vienen los chicos de la Reserva y los partidos permiten siempre descubrir enormes talentos potenciales. En San Lorenzo-Racing, jugó en la Reserva un chico de apellido Fariña. El suscripto estaba deslumbrado y preguntó por el nombre del muchacho. Resulta que ya ha jugado en Primera, y que ya lo he relatado. Se ve que el salto todavía le queda un poco grande al pibe, porque el relator no recuerda un lucimiento tan extraordinario del mismo jugador. La Primera es brava. La división superior de la Argentina es un asunto serio, una pelea más difícil, sin dudas. La marca y el anticipo en el fútbol argentino son únicos. Lo que hay que pelear en la mitad de la cancha para salir más o menos cómodo hacia el área rival no tiene parangón. Y no se mencionan -porque no hace falta, pero también es parte del asunto- la malicia, el rigor, la prepotencia y el amor propio de los jugadores cuando marcan. Ni Messi podría lucirse continuadamente en un fútbol como éste. Que, mirándolo bien, no es tan malo. O, al menos, se merece la discusión al respecto para dar un fallo más justo. Con la paciencia de aquel abogado de Doce hombres en pugna, podría demostrarse que no es “culpable” de todo por lo que se lo castiga.



PERFUME DE VARÓN Por CECILIA DI GENARO

Fotos ALEJANDRO KIRCHUK / NUEVE13

“Las mujeres son ciudadanas de segunda en el disfrute del fútbol”

Mientras nuestras compañeras buscan el discreto encanto de un deporte, el cantante Iván Noble pasa revista a sus años de fanático memorioso del Boca de los setenta. Aquí otro capítulo de una maravillosa sección donde todos aprendemos a querer, un poquito más, a la pelota. Y a los mejores hinchas.

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a nota arranca trunca. Nuestro invitado, ocupadísimo con la salida de su quinto disco solista, La parte de los ángeles (presentación oficial, 11 de noviembre en el Ópera), tenía algunos problemas para encontrar el hueco que le permitiese charlar con Un Caño. Finalmente, confirma la cita. Pero la periodista agenda mal y se presenta un día antes al encuentro. Tras media hora de espera en vano, llama por teléfono al entrevistado en cuestión y cae en la cuenta de su error. “No te hagas problema, estoy por el centro, así que voy para allá y la hacemos. Lo único es que a las 16,30 tengo que ir a buscar a mi hijo al colegio”, explica Noble, y confiesa que siempre le compra Un Caño a su kiosquero amigo de Benavídez. Acepta con gusto el desafío de hacerme comprender su pasión por Boca y promete entregar sus teorías más románticas sobre el asunto. –Yo soy de Boca por mi padre. ¿El club del que uno es hincha es algo hereditario?

–En mi caso, no. El origen de mi pasión por Boca es un poco inexplicable. Mi viejo no es futbolero, y es algo que lamento porque hubiese sido mucho más compinche de él cuando era niño. A pesar de eso, le empecé a hinchar las bolas y decidió llevarme a la cancha, aunque muy esporádicamente. Por una cuestión de comodidad, íbamos a ver a Vélez o a Ferro. Yo vivía en Ituzaingó, entonces bajábamos del tren, hacíamos dos cuadras y estábamos en la cancha. Él dice que es de Newell’s porque su mamá vivía en Rosario. –¿Entonces por qué sos de Boca? –Frente a mi casa vivía un amigo, Eduardito, que me llevaba tres años. Cuando tenés seis años, esa diferencia de edad puede transformar a cualquiera en tu ídolo. Él me adoctrinó. Recuerdo una época de nebulosa. Tenía otro vecino, un señor de la edad de mi viejo, que quería hacerme de San Lorenzo y que me llevó al viejo Gasómetro a ver un San Lorenzo–Huracán en el ‘74.

Igual, había algo loco: todos mis amigos del barrio y del alma eran de River. En el ‘75, cuando yo tenía 7 años recién cumplidos, River salió campeón después de dieciocho años. Todos mis amiguitos venían con la camiseta recién comprada, felices, y yo todavía ni tenía la de Boca. Igual, triunfó Eduardito. –¿Recordás en qué momento comenzaste a sentir una pasión irracional? –Yo tengo uso de razón futbolística desde los 8 años; desde el ’76, cuando Boca arma el equipo del Toto Lorenzo, que me lo acuerdo de memoria: Gatti; Pernía, Sá, Mouzo, Tarantini; Benítez, Suñé, Ribolzi; Mastrángelo, Veglio y Felman. Te puedo decir quién entró después: en vez de Tarantini, Bordón. En vez de Ribolzi, Zanabria. En vez de Benítez, Salinas. En vez de Felman, Perotti. –¿Por qué los tipos se acuerdan de esos datos y no pueden recordar lo que hicieron ayer? –Porque los jugadores de fútbol de esa época eran héroes que duraban mu-

“¿Sabés cuando se los va a cargar a los hinchas de River realmente? Cuando vuelvan. Todos les van a recordar ‘vos sos de la B’, de acá a la eternidad. Ahí se va a disfrutar. Ahora es una ausencia rarísima”. 52 UN CAÑO | OCTUBRE 2011



cho. Permanecían. Yo ponía el póster de Gatti y el de Mastrángelo, y me duraban cuatro años colgados en mi habitación. –Recapitulando: el año bisagra de tu pasión boquense se remonta al ’76. –Sí, yo cumpliendo 8 años y Boca saliendo campeón de todo. Y ganando la única final que hubo entre Boca y River. Ganamos 1-0. Me acuerdo como si fuera hoy: era de noche, un día de semana, me quedé solo viéndolo en un televisor blanco y negro, un Panoramic. Mi viejo me cuenta que cuando Boca perdía me agarraba una angustia tremenda. Si Boca perdía el domingo, el lunes no quería ir al colegio. –¿Y con Benito? ¿Cómo trabaja un padre sobre un hijo para transmitir ese amor por el club? –Hace dos semanas lo llevé por primera vez a la cancha a ver Boca–San Martín de San Juan (N de la R: Benito es el único hijo de Iván Noble con la actriz Julieta Ortega. Está por cumplir 6 años). Quisiera decirte que me gustaría dejarlo decidir, que si le gusta el fútbol bien y si no, mala suerte. Pero el día en que lo llevé a la cancha, dije: “quiero que le guste el fútbol, y más vale que sea de Boca”. Estábamos ahí, grité un gol con él, y él, entre el susto y el estupor, me abrazó. Dije: “chau, si llega a ser de otro club, no vamos a poder abrazarnos nunca en un gol”, y eso no es poco. Si le gusta el fútbol y le gusta Boca, vamos a tener lo que yo no tuve con mi viejo. –Cambiando de tema, no entiendo por qué después de tanta rivalidad, el hincha de Boca se solidarizó con el de

River cuando se fueron a la B. –Creo que fue más estupor que solidaridad. Yo lo disfruté inmensamente, grité los goles de Belgrano como un condenado, pero me cuidé de no gastar a nadie. No llamé, no mandé mensajitos. Porque sé que es duro. Pasó el tiempo, y antes de que empiece el torneo, en un asado, les dije a mis amigos de River: “quiero preguntar algo de verdad: ¿a ustedes les duele?”. Porque una de las cosas que pasan con el fútbol, a esta edad, es que comprendés que es una pasión absurda, tal vez como todas las pasiones. Pero tu vida no se modifica ni medio centímetro si Boca pierde. Le gritás al televisor un rato y ya está. –¿Entonces? –Creo que es una de las cosas que más nos gusta en la vida a los varones, y por ahí por eso nos cuesta tanto mantener parejas y que las mujeres nos comprendan. Es que queremos que nos dejen guardar un cachito de infancia. Y el fútbol es infancia. Por eso, cuando estás en la cancha, sos un pibe de 11 años. En la época de Bianchi, me empezó a pasar que dejé de disfrutar intensamente del fútbol. Se había naturalizado salir campeón. No sé si era eso o es que a cierta edad empezás a entender que los campeonatos de la vida son otros. El fútbol se transforma en una fuente de alegría o de tristeza mucho más efímera. Pero volviendo al tema de River en el descenso, me pasó que con el hecho consumado no lo podía creer. Me acuerdo que terminó el partido y veía las placas: “River se fue

a la B”. Parecía El Eternauta… –Recuerdo una vez que Boca le ganó a San Lorenzo 7-0 y un amigo, de San Lorenzo, me decía que había terminado en la guardia del Hospital Alemán por mezclar Rivotril con whisky. No entiendo... ¿Por qué sabiendo que el fútbol es algo tan arbitrario, los hombres se deprimen cuando su equipo pierde? –Es una metáfora muy acabada de la vida. En cualquier momento, cualquier carambola te deja al borde del campeonato o te manda a la B. Tal vez haya algo de miedo atávico. Igual, para mí, hay una cuota grande de querer ser niño, y el fútbol te conecta con eso. Mis amigos de River, ante mi pregunta, me contestaban que estaban sufriendo. Creo que me pasaría lo mismo. No lo podría creer, sería antinatural. Es una situación donde no caés... Hasta que jugás con Deportivo Merlo. –¿A ustedes no les queda un vacío? ¿No hay algo de construcción en función del enemigo? Si River existe, Boca existe… –Sí, tu identidad también te la da tu adversario. De hecho, cuando River se fue pensé “¿sabés lo que va a ser cuando salgan a la cancha, sabés lo que va a ser todo el año que viene?”. Pero no, ¿sabés cuándo se los va a cargar realmente? Cuando vuelvan. Todos los equipos de la A le van a recordar el “vos sos de B” de acá a la eternidad. Ahí se va a disfrutar. Ahora es una ausencia rarísima. Hace poco puse en Twitter “es como si alguien hubiese juntado a todos los perros del mundo y les hubiese dicho: ´muchachos, por

“La última vez que me emocioné fue cuando Palermo hizo el gol para la Selección en este último Mundial, contra Grecia. Esa cosa épica me llegó al corazón”.

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un tiempo no va a haber más gatos en el planeta’”. –¿Es cierto que los jugadores de River tienen más gracia para jugar que los de Boca? –Lo del paladar futbolero podía funcionar hace veinte años. Hoy terminan siendo mitos. Riquelme es un tipo que juega muy bien, y los de River tienen como héroe a Almeyda, que es un tipo que raspa y pone. Yo no creo que esa mirada siga vigente. –Y los estereotipos del fútbol, ¿cómo se explican? Que el de River es careta, cheto… –No creo en eso, tampoco. Macri fue el presidente de Boca, más careta que eso no hay. –Para mí es inevitable trasladarlo a la política: aunque las generalizaciones suelen ser pavas, ¿es realmente una boludez afirmar que los de River tienen una impronta más radical y los de Boca una más peronista? –Es una analogía imposible de hacer. Porque el fútbol transversaliza todo, barre con cualquier distinción. Ese estereotipo se fue desdibujando con los años. Quizás en la época en que yo empecé a ver fútbol, la cancha de River, sobre todo después del Mundial ‘78, era imponente y la de Boca mucho más humilde. Pero hoy esas categorías están pasadas de moda. –¿Será que el fútbol también se globalizó? –Totalmente. Pienso en los equipos muy millonarios de verdad, los equipos españoles. Si los comparás con equipos más humildes, por ahí esas construcciones funcionan más. Pero entre Boca y River no hay lucha de clases. –¿Alguna vez te pareció buen plan llevar a una chica a la cancha? –No. Nunca estuve con chicas que les gustara mucho el fútbol, por suerte. Veo cierta tendencia femenina a sobreactuar su interés por el fútbol. –Yo también. Las mandaría a lavar los platos. –Sí, es políticamente incorrecto,

PRENSA IVÁN NOBLE

pero sí. No les creo nada. –¿Por qué? –Por aquello de la infancia. El consumo del fútbol por parte de las mujeres es contemporáneo. Se da a partir de los Mundiales y de la globalización del consumo. Todo el mundo ve fútbol, se ve mejor, son más lindas las imágenes… Los jugadores son más fashion, trabajan como modelos para marcas de

moda. Y la mujer entra por ahí. Quizás le termina gustando de verdad. Pero no les gustaba hace veinte años. Cuando tenían 6 o 7 años no sufrían por su equipo. Incluso las chicas que van con la camiseta a la cancha, que son lo menos sexy del mundo, para mí nunca sufrieron. Sin contar que jamás en su vida patearon un córner. Su infancia no tenía que ver con eso, no es genui-

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no... Habrá excepciones, claro. Hay ligas de fútbol femenino, pero no me importa igual. Difícilmente encuentres a una mujer que te diga “me acuerdo cuando a los 8 años vi ese partido en la cancha de Independiente donde Astegiano le rompió la mandíbula a Gatti”. Entonces, creo que es un entusiasmo forzado, que requiere de un esfuerzo para ser degustado. El fútbol como mercancía, el consumo cultural del fútbol después de la globalización, se democratizó y se incorporó a las mujeres. Que no digo que esté mal, pero para mí son kelpers, ciudadanas de segunda en el disfrute del fútbol. Es como si yo me amargara porque en la última colección de Rapsodia no aparecieron los cinturones que tanto me gustan. –¿Alguna vez compusiste una canción para Boca? –No. Me gustaría componerle una

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al Mellizo Barros Schelotto, mi último héroe futbolístico. Soy un romántico empedernido, y me gustan los wines, me gusta el 7. Cuando yo era chico, en la camiseta tenía ese número por Mastrángelo. Son esos tipos que juegan al borde, piratas en el mejor sentido de la palabra. Además, me pareció conmovedor lo que hizo de jugar gratis para Gimnasia. Hay una canción hermosa que se llama Alma de win, del Beto Asurey, dedicada al Loco Houseman. Pero nunca le compuse una canción a Boca. Sí se usó Avanti morocha. Creo que la primera hinchada en usarla fue la de San Lorenzo. –¿Y te gustó que pasara eso? –Por un lado, era emocionante. Pero rápidamente me venían a la mente otras canciones cuyos autores no me gustan ni un poco que también se usan en la cancha. El único merito que tiene eso es que la gente la convierte en una can-

ción popular. No le da un valor artístico extra. Habría que ponerse a discutir si todo lo que es cultura popular es interesante. Yo creo que no. –¿Qué te apasiona más, la música o el fútbol? –Yo creo que me apasiona más el fútbol y me acompaña más la música. Con el fútbol me enojo, le grito al televisor. Si voy a ver un show y veo que el guitarrista está tocando mal, no lo insulto. La música es más compañera: subo al auto y elijo música; si tengo una cena con una chica, elijo música; si tengo ganas de llorar, elijo música. –¿Llorás por el fútbol? –Ya no tanto. De chico, lloraba mucho. La última vez que me emocioné, sacando la vez que fui con mi hijo a la cancha, fue cuando Palermo hizo el gol para la Selección en este último Mundial, contra Grecia. Esa cosa épica me llegó al corazón.



La hora de la buena letra

A punto de empezar las Eliminatorias rumbo al Mundial de Brasil, la Selección que dirige Sabella aún no ha generado un romance con el público. En una etapa en la que todo está por verse, las expectativas se resolverán muy pronto, cuando terminen los ensayos. Por ahora, muchos ajustes, un estilo que no se advierte y la promesa de conformar un equipo que llegue a ser calificado de poderoso. Aquí, el detallado análisis de un especialista. Por FERNANDO PACINI Fotos PHOTOGAMMA.COM

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n principio, hay poco para analizar de la nueva Selección de Sabella, y mucho por suponer... Apenas se comienzan a descubrir el perfil, los primeros trazos que el entrenador pretende dibujar lo más rápidamente posible, porque el calendario asfixia. Es decir: hay mucho por hacer, en casi nada de tiempo para ensayar y comenzando la competencia oficial. Esa combinación de circunstancias determinan la primera conclusión: el equipo, inevitablemente, empezará a parecerse a lo que Sabella quiere una vez que ya esté rodando, sin tiempo de revisar demasiado, pero con el entusiasmo de mejorar todo. No es tan sencillo imponer un estilo a una Selección nacional, o al menos eso no es fácil de advertir de inmediato. La convivencia es tan irregular como los antojos del calendario que los agrupa. En ese contexto, un entrenador de Selección se distingue esencialmente por dos aspectos: primero, por su capacidad de liderazgo y conducción; segundo, por su competencia conceptual. Las dos cosas son descubiertas de inmediato por los futbolistas de elite. La calidad de conducción incluye una política de convocatorias más estable que los ciclos anteriores, y también una organización prolija de las tareas a realizar en los períodos muertos, entre partido y partido. El entrenador, finalmente, también es responsable hasta de los detalles logísticos: hoteles, viajes, encuentros con cada jugador, etcétera. Disponer o no de una “oficina europea”, como anhelaba

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Batista, es en todo caso accesorio mientras la cercanía sea notoria. El liderazgo exige, además, advertir cada punto que tenga la trama del grupo, e intervenir con más moderación o energía, dependiendo de cada caso. Definitivamente, hoy en día las tareas de un conductor son inagotables. Están los intuitivos, los empiristas, algunos más técnicos o académicos. Pero como sea, son todas facultades tan decisivas como la del conocimiento del juego. Desde luego que después hay que ir al barro, repartir pecheras, poner los conitos y practicar. Y por muy buen líder que se muestre alguien ante un auditorio cautivado, la sorpresa y el desencanto que produce la pobreza conceptual rompen cualquier hechizo. Por eso, las pocas sesiones prácticas deben sobresalir por calidad e intensidad. El mejor ejercicio no es el más largo y difícil, sino el que consigue transferir conceptos sin alterar la naturaleza del juego. Si es breve, y con dificultades atenuadas respecto de la competencia verdadera, mucho mejor. Volvemos al estilo, palabra crucial para proyectar cualquier empresa futbolística. Sabella tiene una particular mira-

da sobre este punto: diferencia la forma del fondo. Cree que la superficie es lo que cualquiera puede ver: el sistema táctico, si hay extremos o no, si hay laterales, si hay uno o dos volantes centrales, etcétera. Cualquiera puede describir la disposición de cada futbolista en un equipo, e incluso juzgar si posee características adecuadas para cada puesto. El fondo –piensa Sabella– es la plataforma donde se ensambla todo eso. Su fondo es aspirar a ser un equipo corto, comprimido, generoso en la predisposición de cada protagonista, inteligente para leer defensas y atacarlas, versátil para adecuarse a una nueva forma si el partido lo exige. Efectivamente, esta Selección no va a ser de esos equipos que sólo ajustan detalles y posiciones, pero que siempre tienen un punto de partida táctico. Esa parte del estilo, en este ciclo, va a ser variable. En cuanto a las convocatorias hechas para jugar en India y Bangladesh, por más que Sabella hubiera tenido intenciones de probar a varios jugadores, no tenía muchas opciones. O renovaba masivamente la defensa (claramente, la línea más débil del equipo), por ejemplo, o apenas buscaba algún retoque, sin mucho ruido, acaso

La calidad de conducción incluye una política de convocatorias más estable que los ciclos anteriores.


considerando la conveniencia de producir los cambios más progresivamente. Volvió Demichelis, le dio la titularidad a Otamendi, nada muy diferente... Aunque alguna vez deberá encontrar los momentos para saber si Pareja, Garay, Federico Fernández, Musacchio, Muñoz, Silvestre y Fazio están en condiciones de ser internacionales. No creyó prudente comenzar con cambios populistas que, por tantas veces reclamados, hubieran contado con la simpatía del público, tomando el riesgo de exponerlos a un deterioro temprano e innecesario. La fe de Sabella en Messi es absoluta. Además de entregarle la capitanía, augura un equipo que sea capaz de proveerle comodidad y protagonismo. “Lo ideal es lograr un funcionamiento que le permita a Messi no tener que retrasarse tanto”, dijo hace algunos días. La mentalidad competitiva de Messi lo retrasa en el campo cuando las cosas no engranan. Necesita la pelota, quiere participar, sabe que él puede abrir caminos donde sólo hay espinas. Cuando esa intervención es en el último tercio, y previa organización del ataque para que reciba en mejores condiciones, lo que sigue, es correr a abrazarlo. Alguna vez será 7/9, otras 10/9; pero cuando sea 5/10 será porque las cosas no marchan bien.

Otro punto definido claramente por el entrenador es que el 5 sea un 5 con marca y capacidad de interrumpir líneas de pases. A su lado, el juego debe ser de mejor calidad, pero el 5 que pretende Sabella es del tipo Mascherano/Rinaudo, más que Bolatti/Banega. También ha mostrado interés en un mediocampo con precisión y naturalidad para asociarse (Álvarez y Lucho González vs. Venezuela, Sosa y Di María vs. Nigeria). La selección local (a pesar de algunos llamados fuera de foco y algo difíciles de comprender) es un buen recurso para ganarle al tiempo, trabajando semanalmente con quienes serán trasferidos más temprano que tarde. De ahí pueden surgir un par de valores, especialmente Canteros, el jugador de Vélez, cuyo fútbol sencillo y criterioso impactó sobremarea. Dos cosas más del plano futbolístico: los laterales y el 9. Juegue como juegue la Selección, con línea de cuatro o con cinco defensores, fabricar un Dani Alves o un Maicon no está al alcance; es imposible suponer un equipo argentino que otorgue a los laterales un carácter decisivo en el plano ofensivo, esperar que eso suceda es casi una superstición. Sin embargo, sí se puede jugar con laterales aunque no sean los mejores del mundo. En ese caso, preci-

sarán más de los recursos colectivos que del talento individual; de la asociación, del juego posicional y las triangulaciones para procurar el desborde. Para el entrenador, el 9 está cubierto: Higuaín y Agüero califican sobradamente, aunque difícilmente los imagine juntos. Si Messi, en principio, va a ser un 7/10/9 (rondando cada función, pero partiendo del centro hacia la derecha) y Di María, extremo o interior izquierdo, no hay lugar para Higuaín y Agüero al mismo tiempo (idea que, desde ya, invita al debate). Aunque, se sabe, la actualidad de ambos puede hacerles un lugar. Como sea, ahí no está el problema: en ataque abunda lo que escasea en defensa. El comienzo de las Eliminatorias tal vez nos obligue a corregir tantas especulaciones, o acaso permita descubrir más detalles de una Selección incipiente pero en condiciones de ser poderosa. Para confirmarse como potencia, es indispensable producir un equipo que respalde el talento descomunal de Lionel Messi. Sabella tiene la posibilidad. Depende sólo de él y su gente, de lo que ellos mismos puedan planear. La conducción deportiva de la AFA puede darles la infraestructura necesaria, pero no muchas ideas.

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Un frijol saltarín

Ya se sabe que el joven maravilla nos asombró unos minutos en su breve caminar por estas canchas. Ahora que se fue al Inter, con ganas de explotar en la Europa de la crisis, Ricky Álvarez, el nuevo jugador de la Selección, comparte algunas de sus ilusiones. Por SANTIAGO DINARO / MARCELO RODRIGUEZ

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icardo Álvarez es un nene. Lo demuestra en sus actitudes, en su manera de hablar, de moverse. También porque está dando sus primeros pasos. Pero sobre todo, porque hace poco más de dos años volvió a nacer. Cuando sólo llevaba jugado un partido en la Primera de Vélez, una rotura de ligamentos le trajo a la memoria aquella fragilidad que le soltaron en las divisiones inferiores de Boca, cuando decidieron apartarlo. Desde su resurrección futbolística, el niño Ricky hace cosas de chico con la pelota: rompe esquemas, es veloz, hábil y atrevido. Y cuando no la tiene en sus pies, también se comporta como si no pudiese asumirse como un adulto. Entonces se vuelve fastidioso e indisciplinado para la marca. Y lo reconoce sin miramientos: “en el fútbol de ahora, uno no puede encasillarse en un rol. Aunque mi falencia es el tema de la recuperación de la pelota”, admite. Pese a su niñez futbolística, los doce centímetros que lo separan de los dos metros de altura delatan sus 23 años. También su capacidad para entender que en el fútbol cada minuto puede resultar apropiado para empezar de nuevo y cambiar la historia. De hecho, es lo que hizo este hombre flaco, desgarbado y casi de cristal que, prácticamente a la velocidad de la luz, saltó del banco de Vélez al Inter de Milán y ya parece tener ganado un lugar en la Selección de Ale-

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jandro Sabella, que en su debut como DT lo incluyó entre los once que derrotaron a Venezuela por 1 a 0 en la India. –¿Te sorprendió la velocidad con la que surgió la transferencia? –No. Me había enterado antes de algunas negociaciones y sabía que era algo que se podía llegar a dar en cualquier momento. Lo que surgió muy rápido fue el tema del viaje a Italia para instalarme allá. –¿Tampoco te tomó por sorpresa la convocatoria a la Selección, con sólo 54 partidos en Vélez y uno en el Inter? –De la convocatoria me enteré por el técnico (Sabella), que estuvo en Italia. Ahí me lo dijo. La verdad, es un sueño. En uno de los saltos que ha dado últimamente en su carrera, el volante del Inter no se olvida de un viejo pronóstico que el niño superdotado escuchó cuando era, literalmente, un chico. –¿Cómo fue eso? –El papá de un amigo me hizo firmarle en una servilleta que si llegaba a jugar en la Selección, como él decía, le tenía que regalar la primera camiseta que usara. Y así va a ser. La de Argentina contra

Venezuela ya se la tengo reservada. –¿Cómo fue llegar al Inter, un equipo lleno de figuras y con tantos argentinos consagrados en Europa? –Los argentinos que hay en el equipo son importantes para mi adaptación al fútbol italiano. Además, cuando (Javier) Zanetti se enteró de que iba a jugar en el Inter me llamó para felicitarme y para darme apoyo. Fue un gesto muy importante para mí. –¿Qué significa para vos haber llegado al Inter? –Una alegría enorme. Además, estoy cumpliendo el deseo de mi viejo, que siempre simpatizó con el Inter. –¿Te sentís cómodo como enganche en un fútbol en el que el puesto está en extinción? –Yo tengo mi juego, pero también sé que me tengo adaptar a lo que es el calcio y a lo que el equipo necesite. Puedo jugar en varias posiciones y por cualquiera de las dos bandas me siento a gusto. Juego en el mediocampo, pero tratando de tener llegada. –¿Cuál es tu meta en la Selección?

“Álvarez tiene la calidad necesaria para divertir al público y para que el hincha pueda tener siempre la mayor esperanza de éxito” (Massimo Moratti, presidente del Inter)


–Primero, quiero aprender y disfrutar de compartir el vestuario con jugadores increíbles. Después, me gustaría poder ganarme un lugar en el equipo. –¿Cómo llega la Selección al comienzo de las Eliminatorias? ¿Es candidata a quedarse con el torneo? –Creo que estamos bien. Tenemos a los mejores jugadores del mundo, así que la consagración se va a tener que dar en algún momento.

Juan Román Riquelme, dice que las patadas de los rivales, lejos de amedrentarlo, lo agrandan, y que uno de los peores insultos que recibió en una cancha fue cuando, en pleno calentamiento, desde la platea del Monumental le gritaron “flogger”. Ocho minutos demoró su venganza, ya que cuando el reloj marcaba ese tiempo de la primera mitad, clavó un golazo frente a River.

–¿Tenés algo de rencor por lo que te pasó en Boca? –Pasó hace mucho. Además, yo también quise irme de Boca. Vélez me abrió las puertas, me dio muchas satisfacciones. –¿Qué esperás para los próximos años de tu carrera? –Quiero demostrar lo que soy capaz de hacer en Europa y poder ganarme definitivamente un lugar en la Selección.

Ricky Álvarez = Ricky Maravilla El presidente del Inter, Massimo Moratti, dijo hace algunos días que “Álvarez tiene la calidad necesaria para divertir al público y para que el hincha pueda tener siempre la mayor esperanza de éxito”. Su llegada al fútbol italiano no sólo sacudió el mercado de pases –se pagaron por su transferencia 12 millones de euros (unos 16,8 millones de dólares)–, sino que también revolucionó al futbolero italiano. El ex Vélez fue consagrado por los tifosi como la nueva figura joven del calcio. Ante las partidas de Alexis Sánchez a España y de Javier Pastore a Francia, Ricky Alvarez resultó primero –por arriba del montenegrino Stevan Jovetic y de el ex River Erik Lamela– en una encuesta publicada en La Gazzetta dello Sport, como la próxima maravilla del fútbol italiano. El 28% de los más de doce mil consultados cree que Álvarez se convertirá en una pieza fundamental del Inter. Zurdo, talentoso y con buena pegada, Álvarez adquirió sus dotes cuando pasaba días enteros dándole a la pelota de manera constante. Su infatigable obsesión por la redonda hizo que su padre lo llevara al club Caballito Juniors cuando sólo tenía 6 años. Después de varios torneos allí, pasó a jugar al club Parque. Allí, Ramón Maddoni lo seleccionó para las divisiones menores de Boca. Cachete, su apodo por ese entonces, se incorporó a Vélez para jugar en la Octava hasta que llegó a Primera de la mano de Hugo Tocalli, allá por junio de 2008. Admirador de

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“Ojalá pueda seguir juntando admiradores famosos” Pese a ser casi un desconocido, el Mágico González supo cosechar elogios de Maradona y Charly García cuando la rompía en Atlanta. Hoy, escribe su leyenda urbana en O’Higgins de Chile y sueña, por qué no, con jugar en la Primera de Argentina. Por PABLO CAVALLERO

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rack under de recorrido estrecho fronteras afuera. Perfil, físico, puesto y movimientos a lo Garrafa Sánchez, pero de fugas lo suficientemente visibles, aún en el Ascenso argentino, como para que haya cosechado elogios de otros talentos, como de un tal Diego Maradona cuando todavía era el técnico de la Selección, o hasta de un inflamado Charly García que lo supo ver en alguna tarde de platea cuando el Mágico todavía ejercitaba la pausa en Atlanta. Fue en El Bohemio, hasta un año antes de su reciente regreso a la B Nacional, donde Miguel González coleccionó miradas, luego de pasos sin grandes matices por Platense, Gimnasia La Plata, Ferro, Italiano, Lamadrid, Racing de Olavarría, Huracán y hasta el fútbol malayo. Y hoy, ya crecidito, a los 28 años, escribe, más que una historia, una leyenda urbana en Chile, tras haberse erigido ídolo en Unión San Felipe de la Serena, hoy con la celeste de O’Higgins. ¿Lo seguirán allí, atentos a los resúmenes de cable, sus reputados admiradores? Por si los pases de magia no llegan claros del otro lado de la Cordillera, profundizamos: al mudarse de país, González recaló en un club gerenciado por un argentino (Raúl Delgado, ex Secretario de Medios durante el gobierno de Carlos Menem), depositario de derechos económicos de jugadores que pertenecen a grupos empresarios (como solía ocurrir

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con Racing de Uruguay o el Locarno de Suiza). A pesar de que las decisiones, muchas veces intempestivas, de la gente de Delgado han provocado distancia en continuado entre los hinchas del equipo y la dirigencia –al punto de que en su momento hubo amenazas de trasladar la localía para evitar reclamos del público–, el Uni se mantuvo hasta junio en los primeros puestos del certamen trasandino, y el enganche derritió todo posible sentimiento anti-argento con su fútbol de ritmo cansino. Su brillo tomó estado continental cuando, en la Sudamericana 2010, San Felipe llegó a los octavos de final y fue eliminado por Liga de Quito, aunque en el partido de ida lo había vencido 4-2 con el Mágico en pose de excelso titiritero. El efecto sorpresa, claro, fue un factor que favoreció a que sus chiches encontraran lugar en su actual destino. “Él llegó sin cartel, hasta se desconocía su procedencia”, cuenta Daniel Alarcón, corresponsal de El Mercurio de Chile, en la región donde el Uni concentra sus adeptos. Evidentemente, no fue un obstáculo

para recolectar corazones a toda velocidad. “El año pasado, en la Sudamericana, comenzó a mostrar su valía, y consiguió transformarse en el más querido, junto con el delantero Ángel Vildozo (hoy de vuelta en Colegiales, de la Primera B). En 2011, fue directamente el jugador más determinante, la hinchada pedía que fuera siempre titular”, explica Alarcón. Con el equipo protagonista, San Felipe lleva un público más nutrido, pero el promedio de concurrencia es de unos 2.000 espectadores. Es decir, más allá de la existencia de Internet, de lo que transmita la TV, el Mágico mantuvo el rol de talento under. Alarcón se desarma al describir las bondades del Mágico, como si fuera un Maradona al aire con Sebastián Wainraich, o Charly García en versión futbolera, con los pies en el teclado: “apila rivales, da pases sorpresivos, en profundidad, de gol... Y suma fanáticos cuando comienza a dominar el balón y gambetea”. El O’Higgins de Ivo Basay –aquél delantero chileno que supo pasar por Boca– lo buscó con desesperación en el mercado de invierno. Y lo pescó. Caprichos del fix-

“Todos los enganches que tuvimos la oportunidad de ver a Garrafa Sánchez, de alguna manera tomamos cosas de él”


ture, el debut fue como local ante el Uni. Como ofreciéndoles a sus viejos devotos una última función, fue la figura, con grito incluido, en el 3-0 de su equipo. González hasta parece cómodo en la posición de virtuoso del circuito off, de actor fetiche de película de cine independiente. En charla con Un Caño, le cuesta creer el llamado desde Buenos Aires para hablar sobre los elogios de elite y los destellos a distancia. “Yo siempre fui igual, mi juego también siempre fue igual, intenté hacerlo en todos los lugares a los que fui. A veces me habrá salido mejor, y en otras no tanto, pero nunca lo negocié. Atlanta me dio la posibilidad de que se me nombrara más, de que haya gente que me siguiera, y eso me pone muy contento”, explica con los botines todavía manchados en el barro de Avellaneda que lo vio nacer. ¿Cómo le pega que las alabanzas le bajen desde las alturas? “Que te elogie gente tan conocida e importante es lo más lindo que te puede pasar. Ya había jugado en muchos clubes, y todo esto por ahí me llega de más grande. La verdad es que siempre escuché o leí cuando hablaron bien de mí, pero nunca hablé con nadie, ni con Diego ni con Charly. Y me encantaría tener la chance de hablar con ellos, obvio”, se entusiasma con la hipótesis. Por pachorra simpática, calva caricaturesca y cadencia, la comparación con Garrafa Sánchez le termina agradando. También porque la leyenda ajena lo potencia. “Con Garrafa jugamos en el mismo puesto, fue un gran futbolista. Todos los enganches que tuvimos la oportunidad de verlo, de alguna manera tomamos cosas de él”, confiesa. Y no chilla por el exilio humilde, lejos de los grandes públicos, menos accesible que en territorio bohemio para sus fans de altas cumbres. “En Chile estoy muy bien, me sentí cómodo en San Felipe, y ahora en O’Higgins, lo mismo. Vivo con mi familia, hago lo que me gusta… Es tranquilo. La verdad es que no me puedo quejar”,

se abraza mansamente con su destino. ¿Pero no va a haber espacio para las masas en el relato de la carrera del Mágico? ¿Una revancha en la Primera autóctona, donde mostró una varita todavía en construcción? ¿Un auditorio de calle Corrientes, un brinco sudamericano, al menos, para algún nuevo capítulo copero de miércoles por la noche? La ilusión está, no el desvelo. “Uno siempre apunta a terminar bien. Intento mostrar lo que puedo dar en cada club al que voy, para dar ese gran salto. Sueño con jugar en la Primera de Argentina, o en algún equipo de los más importantes del continente,

qué se yo, uno siempre sueña esas cosas... No me queda otra que seguir jugando de la misma manera para saber si lo voy a conseguir”, revela. En pos del anhelo, nada de transar como carrilero forzado para un técnico de pizarrón remilgado. O de retacearle la suela a la pelota por agotar la reserva de energías correteando piernas al lado del 5. ¿O acaso Diego y Charly le cedieron un ojo por seguir gente cual detective hasta el banderín del córner? “Ojalá pueda seguir juntando admiradores famosos, ja. Unos años más me quedan en el fútbol, ¿no?”.

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River en la dimensión desconocida

Cual crítico de cine, el amigo Lombardi realiza comparaciones entre películas, clubes y partidos. El turno es para River, en este momento inesperado que vivimos todos, con un torneo de Ascenso que se parece tanto al de Primera. ¿O es que era al revés? Por GUSTAVO LOMBARDI Fotos PHOTOGAMMA.COM

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n pocos meses, los futbolistas de River pasaron de protagonizar Apocalypse Now a Matrix. Aquel 26 -J, cuando el fin del mundo futbolístico pasó como un tsunami por el estadio Monumental, pocos se imaginaban que la saga continuaría con Matrix y el desembarco a una realidad futbolística paralela como la B Nacional. La sinopsis de la película podría ser esta: River ha perdido su guerra contra la permanencia en Primera y se da cuenta de que, en realidad, una gran máquina (la AFA) ha estado chupando la energía y los dineros de todos los clubes de fútbol argentino hasta hacerlos desaparecer (aunque la mayoría lo ignora). Entonces, el club millonario, encabezado por el Kaiser (en el papel de Morpheus) y el Pelado (obviamente haciendo de Neo, “el elegido”), hace que lucha contra el gran Julio, a cargo de la malvada máquina. Y tras un año en la B, vuelve triunfante, recargado, a Primera. De más está decir que lo que sigue en la saga es River Reloaded. Más allá de cualquier comparación arbitraria y caprichosa con el séptimo arte –toda comparación es por definición así–, la marcha de River por el lado B del fútbol argentino permite a esta altura sacar algunas conclusiones que marcan más similitudes que diferencias entre una y otra categoría. O, en términos de “la matriz”, entre una y otra realidad futbolística. Para empezar, hay que decir que el pesado pie millonario

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hizo retumbar fuerte los cimientos de todo el Ascenso argentino. La llegada de tamaño gigante a la categoría trajo consigo más cambios de lo que muchos esperaban. Es como si en lugar de que River tenga que adaptarse a la categoría, la B tuviera que adaptarse a River. Algunos cambios ya han sido puestos en marcha. Y algunas sorpresas más irán llegando poco a poco. River ha logrado extender el menú Fútbol Para Todos con 19 equipos más. Hoy, equipos como Deportivo Merlo, Desamparados de San Juan o Defensa y Justicia tienen la posibilidad de mostrar todo su potencial en vivo, en directo y para todo el país. Es cierto, no todos los fines de semana, pero quédense tranquilos: las sorpresas dejan de ser sorpresas si llegan todas juntas. Esperen y verán. River ha logrado también que empiece a volver el público visitante al Ascenso. Hacía ya varios años que eran siempre los mismos colores los que adornaban las tribunas de los estadios… Y muchos más años hubieran pasado si no hubiera sido River el que viniera a romper la monotonía. Nada se ha avanzado en tema seguridad,

el mismo Grondona lo ha dicho, pero un invitado de tamaña envergadura justifica con creces quedar así de expuesto, a la buena de Dios. Estos son sólo dos, pero muy importantes, ejemplos de lo que hizo el Millonario en tan solo un par de meses de la línea de cal hacia afuera. Empecemos, ahora, a hablar de lo que hizo de la línea blanca hacia adentro. Tanto en “la matriz” como en la realidad. Escribo esta nota la noche en que Almeyda por fin puede, después de mucho correr y sufrir, descolgar el teléfono y volver a la tranquilidad de la victoria. Dos a cero con Gimnasia y Esgrima de la Plata, y las dudas que encarnan todos los agentes Smith que lo perseguían por la ciudad quedan por el momento en un segundo plano. Por ahora, el Pelado, “el elegido” de Passarella, ha logrado esquivar las balas casi tan bien como Neo. Aquella primera noche de Monumental repleto y victoria frente Chacarita confundían a propios y extraños. Parecía que nada había pasado, que nada había cambiado, que todo había sido un mal sueño y que River todavía pertenecía a la máxima categoría. Las victorias seguían

Futbolísticamente hablando, nunca hubo en la Argentina tan poca diferencia entre una división y otra.


y, como es sabido, muchas veces los triunfos dificultan el análisis profundo. Lo cierto es que River hasta ahora nunca pudo imponerse claramente a su rival. Sí lo superó en algunos momentos de los partidos, pero desde el comienzo le costó ganar las carreras de punta a punta. Ya sin las victorias como respaldo, el final de cada partido empezaba a generar incertidumbres. Los empates ante rivales de mucha menos categoría dejaban al descubierto fisuras que antes pasaban inadvertidas. River dependía demasiado de sus individualidades. Los destellos solitarios de cada uno tiraban desparejo el carro que, aún así, avanzaba, pero de manera cada vez más lenta. Un apellido carga, mal que le pese, con la responsabilidad de amalgamar este conjunto de muy buenas individualidades, el de Domínguez. El Chori es el único de este plantel con las características que tan bien definió el actual entrenador de la Selección argentina: la de ser un jugador “envolvente”. Hay, decía Sabella, jugadores “lineales” y jugadores “envolventes”. Ocampos es un jugador lineal, Sánchez es un jugador lineal,

Funes Mori y Cavenaghi ni hablar, pero Domínguez es envolvente porque hace jugar a sus compañeros. Como Riquelme en Boca, como Gio Moreno en Racing. Jugadores que manejan los tiempos de un partido, que saben cuando hay que acelerar y cuando hay que poner un freno y cambiar de frente. Sin ellos, no hay equipo, hay individualidades. Y a River, de a poco, le fue pasando esto. Su número diez empezó en un alto nivel del que fue descendiendo con el paso de los partidos, y todos lo sintieron. Contra Gimnasia, por caso, River reafirmó dos cosas que suponía y descubrió otra que estaba mucho más escondida. Lo que ratificó es que por ahora tiene sólo al Chori con la capacidad necesaria de llevar las riendas de este equipo (Mauro Díaz aún está lejos de poder cargar con esa responsabilidad) y que para ganar sigue dependiendo de nombres propios, y de lo que ellos solos puedan generarse. En este sentido, se repite el mismo esquema que lo condujo a la B: no ser un equipo, sino una suma de individualidades. La diferencia es que estas individualidades son mejores que las anteriores, y eso es lo que

lo mantiene en la cima. Es difícil saber cuánto les pesa a estos jugadores estar en la B. Lo cierto es que sólo dos de ellos pueden sentirse, en algún punto, responsables de este presente: Maidana y Juan Manuel Díaz, que son de los que más jugaron el torneo pasado. El resto, por diferentes motivos, carga con la mochila de tener que ponerse la camiseta de River y rendir, mas allá de la categoría. Futbolísticamente hablando, nunca hubo en la Argentina tan poca diferencia entre una división y otra. No sólo por la cantidad de equipos que históricamente participaron en la máxima categoría y hoy están en la segunda, sino por el nivel tan irregular que tiene la mayoría, en especial los de Primera. A pesar de lo que muchos creían, este equipo de Almeyda se parece más a uno de la A que a muchos de los que hoy juegan en Primera. Pero River está en la B, y por más que se intente maquillar la realidad, es tarde para volver el tiempo atrás. Ya todos tomamos la pastillita roja, esa que nos mostró una realidad distinta a la que conocíamos. En la película, no hay retorno. Ojalá que para River lo haya.

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MINGO Y ANIBAL CONTRA LOS FANTASMAS

¿No descender es un orgullo?

Muchas discusiones de Un Caño comienzan y se desarrollan a través del mail. En este caso, va un ejemplo editado de un debate entre Alejandro Caravario y Pablo de Biase por una nota que nunca se llegó a realizar, sobre el orgullo de permanecer en Primera, a propósito de River.

Pablo de Biase: (…) Mal que les pese a hinchas de clubes insignificantes e inexistentes como Atlanta (ninguna alusión personal a Caravario, que quede claro), los hinchas de Boca y de Independiente están muy contentos de que sus clubes nunca hayan descendido. Pablo Llonto: (…) Creo que uno de los enfoques puede ser el de De Biase: los que nunca se fueron. Pablo de Biase: “La mayoría de los hinchas nunca descendió” es un enfoque polémico que va a ser del agrado de las mayorías futboleras -Boca (37 a 39 % de los hinchas totales) + Independiente (11 a 12% de los hinchas totales)- representan, sumados, casi a la mitad de los hinchas del país, según los estudios de mercado serios; y como nunca descendieron, ergo la mayoría de los hinchas de fútbol nunca descendió. Los que descendieron son diez mil sellos de pintura. Alejandro Caravario: Pelado (De Biase), no sé de dónde proviene tu censo de hinchas. Lo único que sé es que Independiente se aferra a su virginidad de Ascenso como los garcas apoliyados sacan pecho con la membresía vencida del Jockey Club. Nadie les cree. Son un club mediocre, un equipo de mitad de tabla, sin jugadores, sin ambiciones, fundido y, para colmo, con el Mal del Museo. Múdense a un tres ambientes que no tenga goteras ni fantasmas en los jardines. Desciendan, les va a venir bien. Vos planteás que la mayoría de los hinchas no descendió como un mérito. Yo creo que es una falta. Una experiencia inconclusa. Hay que volver del infierno para tener alguna autoridad como narrador. Comprendo que les quedan pocos orgullos, pero ése es muy básico. Se les ve la hilacha. Hablen de Bochini, que es mucho más digno. Pablo de Biase: Los blasones deshilachados de Independiente y todo su terciopelo raído (cada vez más underground, además, porque Andy Comparada es un iconoclasta poderosísimo) o Boca, con

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todas sus cuitas, valen más que cualquier palabrerío brillante. Patetismo anacrónico, todo el que quieras. La sola idea de estar en la B, te la obsequio. No sin antes poner el acento en la cuestión de las escalas: dos peñas del interior de Independiente o de Boca, son más populosas y populares que todos los hinchas de Atlanta. No puede haber discusión entre el Frente para la Victoria y el Partido Obrero Marxista Posadista. No hay parangón ni escala, ni referencia, ni marco ni pared. “El orgullo de no haber descendido” bien vale unas líneas, sólo para que vos y todos los enanos de la gloria, enemigos de los equipos grandes de nuestro fútbol, sientan una picazón en este mal momento de los Cinco Grandes del Sin Humor. Alejandro Caravario: Ninguna picazón. La insatisfacción de los impostores la sienten los de Independiente. Nadie les cree. Pero, bueno, adelante, el mundo es voluntad y representación, ya lo decían Schopenhauer y Elisa Carrió. Acaban de perder un clásico (y van) y un nuevo técnico fue reemplazado en medio de un escandalete de puticlub. Enseguida aparecerá la barra brava para apretar a los cándidos jovencitos que lo único que quieren es huir de ese mercadito chino con ínfulas de gran cadena. Menos mal que nunca descendieron, che. Eso es un grande, carajo. Pablo de Biase: Y sí, eso es un grande. Por eso resiste a tantos ladrones e hijos de mala madre, ¡a tantos! Haber disputado casi 120 campeonatos de Primera y nunca haber descendido en 80 años no me parece poco. Alejandro Caravario: Hacete hincha del equipo de los Bomberos Voluntarios, vas a explotar de orgullo. Qué tiene que ver el orgullo con el fútbol. Desde cuándo no haber descendido es un orgullo. ¿Estás orgulloso de ser argentino porque “tenemos todos los climas”? Tu club no te da nada. Una historia ficticia cruzada por el fraude. Rey de Copas, rey del chanchullo. ¿De qué mierda estás orgulloso? Ah, sí, ya sé. De Bochini y de Arsenio Erico.



Cuatro elefantes, se balanceaban...

Simpático caso el del básquetbol. La Generación Dorada, con todos sus logros y su fama, formó parte de un equipo que, entre otras humildades (o necesidades) convocó a cuatro entrenadores, uno de ellos principal. Así, formaron parte del cuerpo técnico del seleccionado preolímpico en Mar del Plata. Aquí, nuestro analista realiza comparaciones sobre básquetbol y fútbol. ¿Vendrá por allí la razón de los éxitos? Por RAMÓN ZAPICO Fotos PHOTOGAMMA.COM

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s raro lo que pasa con la Generación Dorada de básquetbol. Acá, por ejemplo, un tipo con un ego grande como Pepe Sánchez juega dos minutos por partido y alienta desde el banco como si fuera un juvenil. Acá, Emanuel Ginóbili mete ocho míseros puntitos en la final contra Brasil y ni siquiera se inmuta por la falta de protagonismo. Y los compañeros se burlan de Luis Scola porque en los primeros partidos no mete una, y él sólo se ríe. Es un grupo con jerarquías claras aún cuando las jerarquías parecen quedar explícitamente de lado. Es raro lo que pasa con la Gene-

ración Dorada. Acá, aunque parezca insólito, el entrenador no le teme al serrucho y convoca asistentes con iguales condiciones que él para ser entrenadores principales. En esta ocasión, Julio Lamas llamó a Néstor García. Y nadie se sorprendió. Porque en años anteriores, este escenario se ha repetido mil veces. Repasemos: cuando Lamas asumió en su anterior etapa a cargo del seleccionado argentino (9699), uno de sus ayudantes fue Rubén Magnano, con quien había competido mano a mano meses antes para quedarse con el puesto. En un gesto de grandeza, el propio

Julio supo ser asistente en los Juegos de Beijing 2008. El entrenador era Sergio Hernández, a quien él había formado en Sport de Cañada de Gómez en la década del ‘80. Que nadie se sorprenda si en los próximos años el nuevo ladero de Lamas es Hernández: esta alternativa tranquilamente se puede llegar a concretar. Dos cabezas inteligentes pueden resolver más que una. Siempre. Es algo obvio. Y más en el básquet, donde existen especialistas defensivos y ofensivos. Muchas veces, en los partidos de la NBA vemos que al entrenador lo rodean cinco tipos y nos preguntamos si

Dos cabezas inteligentes pueden resolver más que una. Siempre. Es algo obvio. Y más en el básquet, donde existen especialistas defensivos y ofensivos.

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no es desmedido tamaño sentido analítico. No es desmedido: uno aporta sobre el sector defensivo, otro sobre los ataques, uno sobre las virtudes y falencias del rival, y así... El margen de error se reduce a la mínima expresión. Lo que sorprende, en este caso, es la falta de ego. Aunque esto no fue siempre así: antes del Mundial 1990, la CABB (la AFA del básquet) designó como entrenador principal a Carlos Boismené y como ayudante a Guillermo Vecchio. El día del anuncio oficial, mientras Boismené esperaba a su colaborador para dar una nota juntos a la revista Sólo Básquet, éste se encontraba reunido con un dirigente para que reconsiderara su cargo y lo pusiera a él como hombre principal. Conclusión: cuando se enteró, el técnico bahiense limpió a Vecchio y empezó a ver fantasmas por todos lados, al punto tal que dirigió el Mundial en Argentina sin un mísero asistente. Fue tal la persecuta que ni siquiera permi-

tió un espía, alguien que lo asesorara sobre los rivales de turno. Por eso se lo pudo ver en pleno torneo, disfrazado de electricista, espiando una práctica de los canadienses. Otros tiempos. Otra historia. Con la Generación Dorada es inimaginable un escenario semejante. Primero porque todos quieren estar (el sueño de cualquier entrenador es dirigir a Ginóbili y Scola), y segundo porque es tal el altruismo y el compromiso colectivo que nace desde el grupo que resultaría demasiado absurdo que el cuerpo técnico trace un antecedente paralelo y no esté a la altura de esa conducta. El contexto mismo empuja a la grandeza. La pregunta que surge entonces es: ¿por qué no se puede trasladar este concepto al fútbol? O sin ir tan lejos, ¿por qué un tipo como Carlos Tevez no puede asumir un rol como el de Pepe Sánchez y sumar en lo grupal sin la necesidad de estar declarando minutos

antes de un partido que no lo ponen en el puesto que le gusta? ¿Tanto nos pesa el ego? Está bien: es otra disciplina, mucho menos popular y masiva. Pero es casi tan utópico que Alejandro Sabella convoque a colaborar a José Pekerman o Marcelo Bielsa con él como que ellos acepten la propuesta. Ni hablar de un Diego Maradona. En el fútbol, prácticamente nadie tiene un gesto con el de al lado, se disfruta de la desgracia ajena, se complota a espaldas del otro, se acusa sin reparo, la solidaridad es un cielo inalcanzable. Por eso, a veces suena raro lo que pasa con la Generación Dorada. Aunque no sea para tanto. No hay nada ni nadie por encima del equipo. No hay privilegios ni acomodos. Juegan los mejores y dirigen los mejores. Las estrellas se complementan y se defienden. Los resultados ayudan, es cierto, aunque no tanto como los valores transmitidos en la última década.

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Aro, aro, aro

El triunfo de la Generación Dorada en los Preolímpicos Mar del Plata nos llevó a una pregunta: ¿se juega al básquetbol en las escuelas públicas argentinas? Y luego a otra: ¿se practican deportes colectivos en las escuelas públicas argentinas? Y luego a una más: ¿qué deportes se practican en las escuelas públicas argentinas? A manera del tábano, nos ponemos a recitar. Por PABLO LLONTO

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muchos de nosotros se nos conoce por nuestro carácter quejoso. En las buenas y en las malas. Por ejemplo, suele ocurrir que ante ciertos éxitos deportivos, muchos de ellos bien acompañados por la difusión masiva de logros obtenidos por profesionales (básquetbol, rugby en algunas oportunidades, Juegos Olímpicos o Panamericanos), alcemos los dedos, encaremos el teclado y nos vayamos un poco por las ramas. Por las ramas del reclamo, por supuesto. Para decir nuevamente que todo muy lindo con el básquetbol, con los héroes de la Generación Dorada, con las medallas y las celebraciones, y con el rating y todo eso. Pero es que a mi hijo Simón de la Escuela Normal 5 Martín Guemes de Barracas jamás le han dado ni una pelota de básquetbol para que pique, y del último aro que supo algo en su vida fue cuando un improvisado humorista de los fogones de enero en Villa Gesell lanzó al viento su “aro, aro, aro”. Y debo decir que hablé del asunto con otros padres, y con otros alumnos, en el Gran Buenos Aires, en mi querida patria chica de San Martín, en Salta, en Rosario, en Jujuy… Conocí escuelas públicas y profesores de Educación Física de todo tipo y pelaje: los héroes voluntarios o involuntarios, verborrágicos o callados, estúpidos o inteligentes, todos ellos con el empeño a flor de labios para decirme qué pasa y qué no pasa en la educación deportiva pública en el país. Sergio Sanelli, del Sindicato Unico de Trabajadores de la Educación de la provincia de Buenos Aires (Suteba) y profesor del Centro de Educación Física Miguel Sánchez (nombre del atleta maratonista secuestrado por la dictadura en 1978), opina que hay una “conjunción de situaciones; no es algo que tenga una sola causa. Podemos encontrar un problema en la formación en los profesorados que se disputan posicionamien-

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tos desde el deporte elite como práctica cultural o el deporte escolar (la escuela debe alfabetizar en deportes y lograr disponibilidad corporal para resolver esos desafíos). Se dice que la escuela no debe procurar la selección de talentos. Por ejemplo, ¿ustedes se imaginan a un profe de lengua trabajando sólo con los que saben leer bien?” Igual que ocurre en la vida, uno quiere entender las razones. Comprender situaciones que años atrás se intuían o ignoraban. De pronto, la furia mental: ¡pero si al niño de escuela pública apenas lo llevan a una pileta! ¿Quién se preocupa por su nado, sus saltos, sus habilidades? ¿Dónde hay una pista de atletismo? Volvemos al profe Sanelli y su opinión: “otro punto tiene que ver con las condiciones materiales para que esa alfabetización sea concreta como derecho para los pibes. Eso quiere decir materiales, pelotas, canchas y espacios insuficientes para las prácticas en Educación Física. También esta discusión nos lleva a hablar sobre el carácter popular de los deportes. Hay deportes que los profesores ven como poco serios por su popularidad con las clases sociales más pobres; parece que les da “cosa” enseñarlos. Además, las escuelas, después de la nefasta reforma de la ley federal, con la reprimarización de la secundaria ex tercer ciclo, pasó a ocupar muchos patios, y se redujeron esos espacios materiales y simbólicos como el patio escolar. Ojalá podamos dar el debate a la par de la importancia de los libros y las netbooks. Es decir, discutir que los pibes tienen derecho a tener pelotas en las escuelas”. Y al final, como ahora, en el último párrafo, descubrimos estupefactos que otra vez hemos estado llorando antes que escribiendo. Y vemos arder la página muy cerca de otras que saludan las hazañas de Ginobili. Y comprendemos, al fin, la soledad del periodista.


El sucio viaje rojo

Más allá de los festejos por la clasificación a los Juegos Olímpicos de Londres, el básquetbol argentino mantiene una cicatriz enorme en su historial: en 1980, la dictadura genocida prohibió el viaje a Moscú como represalia por la invasión soviética a Afganistán. Un gran equipo se atragantó con la decisión. Por ALEJANDRO FABBRI

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erlos abrazarse como lo hicieron me quedó marcado en el alma. Se había obtenido la clasificación para los Juegos Olímpicos de Moscú de 1980, y allí, en esa sorprendente San Juan de Puerto Rico, la Selección argentina de básquetbol había conseguido algo que no se lograba desde 1952, en los Juegos de Helsinki. Se estrechaban y se confundían entre las palmadas, Eduardo Tola Cadillac con Carlos Raffaelli y Jorge Martín, el Negro Carlos Romano con Adolfo Gurí Perazzo y José Luis Pagella; los pibes subcampeones mundiales Duffy, Musso y Milovich no lo podían creer, pero la Argentina había conseguido una hazaña. No eran tiempos de Liga Nacional todavía, porque el persistente machacar del inolvidable León Najnudel no encontraba oídos y mentes abiertas aún. Se jugaba el torneo porteño, y los animadores era Ferro Carril Oeste, Gimnasia de La Plata y Obras Sanitarias. También hacían lo suyo Lanús, River, Independiente y el recordado Bet Am. Los jugadores estadounidenses eran las grandes figuras, y sobresalía el base Clarence Metcalfe, conductor del Lobo platense que había ganado el torneo de 1980. En Ferro, los chicos de León Najnudel mostraban sus credenciales, encabezados por el excelente santiagueño Miguel Cortijo (que tenía ojos en la nuca y un talento incomparable a sus 22 años), con Vicente Pellegrino, Javier Maretto, Luisito González (el más alto, con 2,12m) y Luis Oroño, papá de la futura mujer de Manu Ginóbili. Y todavía jugaba Mario Scola, el papá de Luis, gran figura en el Preolímpico de Mar del Plata. En Obras, los más experimentados y consagrados: Cadillac, Chocolate Raffaelli, Perazzo y el yanqui Mark Wasley. Y en el Lobo, un monstruo del lanzamiento casi perfecto: Carlos Gallego González, retornado de Brasil. La Argentina jugó un torneo fantástico, que sirvió para prolongar la alegría de haberle ganado a Brasil el Sudamericano de 1980, que se hizo en Bahía

Blanca. Ya en tierra boricua, se arrancó perdiendo contra los locales por 99-93, con un arbitraje que nos hizo gritar hasta a los pocos periodistas argentinos por el parcialismo de los jueces. Enseguida llegó un cómodo 104-79 a México, derrota ajustada con los sólidos canadienses (89-86) y tres triunfos para conseguir el pasaporte a Moscú: primero hubo éxito ante Uruguay (97-86), y después llegó la fiesta con el 118-98 a Brasil, la noche que el Coliseo Roberto Clemente aplaudió de pie a los argentinos, cuando Chocolate Raffaelli metió 36 puntos (y no había lanzamientos triples). con tres intratables como Perazzo, Pagella y Lucho González. Fue la noche que el Tola Cadillac le metió ¡¡¡un caño!!! al base Carioquinha, que terminó enfurecido. Fiesta en el último juego, con triunfo 86-75 ante los cubanos, que eran candidatos de fierro para ir a Moscú y se quedaron afuera. Argentina terminó tercera, con la clasificación en el bolsillo. La conducción técnica era de Miguel Ángel Ripullone, y también colaboraba el respetado yugoslavo Ranko Zeravika. Con nosotros, entraron Puerto Rico y Canadá. Después de los festejos, de los 28 años de ausencia, de la confirmación de que el básquetbol crecía y daba pelea, llegó la decisión de la dictadura: no a los Juegos Olímpicos en Moscú, repitiendo los argumentos yanquis del boicot olímpico como represalia por la invasión soviética a Afganistán. A mirarlo por TV. En realidad, ni por televisión, porque la censura y la poca información nos marginaron de esos Juegos. Una pena enorme en los jugadores, por el esfuerzo realizado, y un papelón más, aunque fuera deportivo, de la banda de delincuentes que gobernaba. Fue mi primer viaje al exterior como enviado especial. Saqué el pasaporte por primera vez para poder asistir a esa fiesta del básquetbol. Esos jugadores marcarían un camino que después, apenas cuatro años después, se convertiría en la ancha avenida de la Liga Nacional y en el fenómeno del básquetbol nacional. Ellos fueron los maestros, los padres de esta historia.

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COPA DAVIS

El delirio y el polvo

La lesión de Djokovic, el rendimiento de Del Potro, la solidez de Nalbandian y una buena convivencia sin precedentes llevaron a Argentina a una nueva final de Copa Davis. Nuestro hombre estuvo en Belgrado, escuchó, miró, gritó y ahora cuenta. ¿Hay chances de ganarle a España y festejar el título por primera vez? Por JORGE VIALE

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os jugadores y sus séquitos avanzaban a paso decidido por los pasillos del Belgrade Arena. Novak Djokovic mirando hacia abajo, rodeado de los guardaespaldas de ocasión y los de las Fuerzas Especiales, patovas que te separan con una mano si te acercás a menos de un metro. Lo protegen desde que Nole sufrió una amenaza de ataque albanokosovar por sus declaraciones sobre que Kosovo es Serbia. Djokovic en Belgrado es Djokovic + 2, salvo cuando va al baño o a su habitación. Del otro lado del pasillo llegaba Juan Martín del Potro, todavía queriendo internalizar su primera victoria sobre el número uno del mundo, que dio la clasificación a su equipo para la final de la Copa Davis, como había hecho tres años atrás en el Parque Roca. Lo seguían periodistas argentinos, el jefe de prensa, curiosos… Parecían dos trenes en la misma vía, los dos grupos humanos a punto de chocar, hasta que los jugadores se dieron cuenta de quién era el de enfrente, se abrazaron y el argentino le deseó pronta recuperación. “Get well soon (ponete bien pronto)”, se le escuchó. En el abrazo, Djokovic hizo un nuevo gesto de dolor, quizá fue la propia manota de su amigo en la palmada final. ¿Cuánto le debemos a aquella lesión de espalda, técnicamente desgarro intercostal, para concretar la clasificación a la

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cuarta final de la Copa Davis, el 3-1 sobre los últimos campeones? La lluvia en el US Open y el retraso del torneo, los compromisos mediáticos y comerciales que retuvieron a Djokovic en Nueva York hasta el miércoles; ¿qué porcentaje de crédito se llevan? Influyeron decisivamente, imposible negarlo; no tanto quizás el retraso, sino el gran año de Djokovic y el cansancio que eso genera. El dolor en la espalda, contó Novak, comenzó a notarse en su primer partido en Flushing Meadows, y en la final con Rafa Nadal ya era intolerable. Su grito antes de tirarse al piso y abandonar el partido con Del Potro, una imagen que podía hacer recordar la peor patada del

defensor más rústico, determinó un final extraño, que Del Potro no quería; por más que minutos después lo tuviéramos ahí llorando, abrazado a David Nalbandian y Juan Mónaco. Una colega serbia nos contó que entró al vestuario y vio el moretón de Nole en la espalda. “Creíamos que un 60% mío podía ser más que un 100% de Viktor”, dijo Djokovic con escasa dosis de compañerismo. Nueve días después, llegan fotos de su cadera arqueada durante un partido de fútbol benéfico con el Estrella Roja de Belgrado, bromas con Robert Prosinecki, y uno se pregunta: ¿se curó rápido o volvió a las exageraciones como antes? De cualquier forma, es su problema y el de su capitán. Del Potro le venía pegando duro y parejo, intratable con el saque, hasta el punto que, un par de veces, Djokovic veía pasar el ace y se reía, incrédulo. “Jamás enfrenté a un jugador que tuviera un día tan bueno en el servicio”, reconoció Djokovic. Arriesgamos que Del Potro no debe haber tenido un día semejante en dicho rubro ni cuando ganó el US Open. “¿Viste que te dije que lo cagues a saques? Vos aguantabas bien y para el flaco era sufrir, sufrir. Mientras más largo, mejor”, le decía Nalbandian a un costado de la cancha, en pleno festejo, mientras Tito Vázquez abrazaba a su hija casi subido a la tribuna, recibía una ovación, triunfante en tierras de Tito, precisamente.


En la semana previa, la convivencia era el tema; no el más importante, que seguía siendo el deportivo, pero la relación entre Del Potro y Nalbandian representaba un signo de pregunta, así como también la del unquillense con Vázquez. Era la primera vez desde la final de Mar del Plata, la primera desde aquellas nocivas discusiones por la sede, la velocidad de la superficie y el reparto de los premios, que los dos mejores argentinos compartían equipo. El resultado fue el deseado: no es necesario que vayan a bailar juntos, como bien dice Tito Vázquez, sino que cumplan con su rol en la cancha, que afuera haya armonía y discusión adulta a la hora de plantear estrategias. Del Potro jodía con Chela, a quien llamaba con ironía “el gran líder del equipo”, por el bajo perfil del Flaco. Nalbandian tenía como compinche a Mónaco, con quien sí bailó –un trencitoen la celebración del equipo en el Hyatt, con un grupo de hinchas argentinos que también dormían en ese hotel. El nuevo modo Familia Ingalls motivó estas sinceras declaraciones de Del Potro a ESPN, ya en la Argentina. “Había mucha gente pendiente de cómo íbamos a reaccionar en esa serie en particular, porque después de Mar del Plata nunca nos habíamos juntado. Fue todo realmente muy bueno, más allá del resultado. En esta serie todos nos sentimos muy cómodos y estábamos predispuestos a lo que el capitán proponía. Si no ganábamos, también íbamos a estar contentos, hubo un avance a nivel grupo, todos nos sentimos muy bien. Era lo que más deseaba el capitán, que haya paz en el equipo, que todos estemos predispuestos”. En Serbia, Nalbandian había dicho: “hay muchas cosas que se dicen o se piensan y la realidad es diferente. La convivencia que hay en el equipo fue y es muy buena, y lo mismo con Tito”. Okey, entonces, Alcoyana-Alcoyana y pasamos de página. Del Potro y Nalbandian, juntos, son los únicos que de acá a cinco años (por lo menos) pueden permitir soñar con el primer título argentino en la Davis. El segundo no va a jugar muchos años más, es muy probable que el próximo sea el último, incluso no sería extraño si se retira a fin de año en caso de salir campeón

y levantar la ensaladera (en realidad, es una ponchera). El asunto es que el otro finalista es el equipo más poderoso y elegirá una superficie que, extrañamente para la tradición argentina, hoy nos juega en contra. Por consejo médico tras la operación de cadera de 2009, Nalbandian debió limitar sus participaciones en polvo de ladrillo, ya que resbalar y estirarse no le hace bien. Del Potro ha sido semifinalista de Roland Garros, pero Rafa Nadal y David Ferrer, con un día en el medio, es una asignatura bien complicada. Vázquez tiene una tarea necesaria: pensar en un doble necesariamente ganador cuando no cuenta con una dupla fija. Argentina no pudo lograr el punto del sábado en las tres finales anteriores (1981, 2006 y 2008). Es imaginable que la estrategia se base en sacar los dos sin-

gles sobre Ferrer y el doble, por lo que arriesgamos formación: Del Potro-Ferrer y Nadal-Mónaco en el primer día (descanso para David), Nalbandian/Schwank contra López/Verdasco o López/Granollers; Del Potro-Nadal y Nalbandian-Ferrer el último día (por el sistema de la Davis, los Nº 2 del equipo juegan el quinto punto). “Si bien en polvo de ladrillo somos fuertes con respecto al resto del mundo, España es superior. Sabemos que es sumamente difícil, pero pueden pasar muchas cosas”, dijo Nalbandian. Faltan casi dos meses, todavía no se ha confirmado la sede, que sería el velódromo Luis Puig de Valencia. Esperemos que Dios sea argentino otra vez, como en Serbia y tantas otras veces más, y que ocurra a la inversa del 2008: el favorito es el local, pero el visitante llega con perfil bajo y logra un triunfo histórico.


El bar de los tilingos

El extraño criterio de algunos argentinos que hablan maravillas sobre los basquetbolistas o los rugbiers, señalando que ellos son más educados, forma parte de esta interesante defensa de nuestro compañero de Córdoba. ¡Qué vivan los futbolistas! En especial los de Fiorito, la villa 21 y aquellos que llegan de nuestros pueblos más profundos. Por OSVALDO ALFREDO WEHBE

¿Qué tendrá el fútbol que no tienen los otros? Los demás deportes, digo. Si cada vez que me siento en el café del mediodía o en el asado de siempre, los “nariz parada” avanzan a ritmo triunfal sobre los futboleros, mirando hacia el televisor del lugar y pasando como si fuera barniz por nuestras caras y mentes las actitudes de los basquetbolistas, los rugbiers y afines, comparándola con la de “los negros de mierda esos del fútbol”. Que cantan el himno, que atienden a la prensa, que son queridos en todo el mundo y que, además, ganan. Y Las Leonas. Y los del vóley. Y los karatecas unidos de Villa Alpina, por las dudas. Todos son mejores que los del fútbol. Más educados, más disciplinados, más esto y más lo otro. No es que haya tirado la toalla ni me haya resignado, pero a consideración del ciudadano de hoy, ése que viene con una etiqueta que dice ”no apto para revoluciones”, la tilinguería gana batallas y se asegura parte de la guerra de estos días. Si se mide mano a mano un comportamiento de Scola o de Ginobili con la gente que los espera en la puerta de un hotel y el de los jugadores de la Selección argentina de fútbol ante la misma situación, perdemos por goleada. Apenas un ejemplo. ¿Cómo sustento la defensa que sigo haciendo sin renunciamientos de los futbolistas o de los boxeadores, atacados de la misma manera en la mesa de café? En la convicción de que el jugador medio y casi todos los boxeadores no tienen responsabilidad respecto de las posibilidades que el sistema les va quitando en cuanto a educación y progreso. De cada mil que juegan al fútbol, hay muchos menos que practican otros deportes, y si bien la cuna y la condición social no son las únicas diferencias, los que practican otros deportes no suelen ser parte de la masa olvidada de la Argentina que duele. Y si un pibe marginado llega a un gimnasio donde hay triples y dobles, o lo acercan porque “tiene lomo” a una cancha de rugby, serán estos escenarios los que influyan para que no

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forme parte de un colectivo anónimo, como suele ser en los clubes de fútbol. Es tan dura la situación educacional sembrada por la dictadura, e increíblemente regada por los políticos de la democracia, que en la Argentina se les paga a los padres para que manden a sus hijos a la escuela. Y centenares de ellos son jugadores de fútbol. La forma en la cual se expresan futbolistas uruguayos, colombianos o paraguayos, a diferencia de los nuestros, no habla sino del descenso directo de la educación argentina y sus posibilidades de emerger ante la vida cotidiana que tiene nuestra juventud. Los “nariz parada” tienen razones de peso para comparar y demostrar las diferencias entre Pichot y el volante central de Chacarita. El país tiene las razones verdaderas de tamaña disparidad. Y si además al fútbol lo maneja el “jeque de la ferretería”, sabemos que no estamos ante un gran director de escuela que nos permita añadir razones a nuestra razón del bar. Hay que darle batalla a los tilingos. No es fácil, pero sí necesario.


A Belgrano, con cariño

Como otro gesto de los hinchas buenos, un grupo de fanáticos cordobeses ideó una forma de llevar pasión, cultura, lectura y humor a las canchas. El proyecto Escritos al primer amor ya distribuyó 60.000 ejemplares con obras de arte, pinturas, esculturas y textos sobre Belgrano. Para demostrar que la imaginación puede llegar al poder... del fútbol. Por GRINGO RAMIA (DESDE CÓRDOBA)

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a historia de Escritos al primer amor se puede contar como un gran cuento cordobés, de esos que arrancan por cualquier lado, en los que te cagás de risa con los nudos, las descripciones y en el camino que elige el cordobés para largar el remate. Escritos… nació así: cordobés y de Belgrano. Y la sonrisa todavía no se nos borra de la cara. Muchos meses antes de mandar a River a la B, un grupo de jóvenes (?) cordobeses se lanza a la aventura de hacer algo por sus colores. Con el espejo de aquel proyecto del Ministerio de Educación de la Nación, Leer también es una pasión, nos dispusimos a hacer algo mejor aún: reconstruir nuestra propia historia. Levantando el tubo, llamando, apelando al hincha, a las ganas, fuimos juntando voluntades para armar los Escritos al primer amor: Belgrano, Alberdi y su gente. El nombre no es una casualidad, las palabras no van juntas porque sí. Belgrano va más allá de un resultado, de un equipo. La relación (in)explicable con el barrio nace a comienzos de siglo y se forja año a año. Alberdi es un barrio viejo, de esos que antes se llamaban pueblo. Sus calles chiquitas, sus veredas angostas, las casas apiladas una al lado de la otra, desafiando cualquier intento de urbanización ordenada. Más allá la Cervecería Córdoba y los diez mil obreros que supieron ocupar su tiempo con dignidad. El Hospital de Clínicas, los colegios, el río Suquía, las barrancas y la cancha de Belgrano. La cantidad de piedras que se tiraron durante el Cordobazo, las barricadas, el aguante. Los pibes, fundadores del club, motores de la reforma universitaria del ‘18. El folclore, los estudiantes, los inmigrantes, las comunidades bolivianas y peruanas. El barrio late, y Belgrano vive. Con tanto valor, con tanta cultura flotando en las calles, Escritos al primer amor se nutre de un sentido de lucha marca-

do a fuego. Fue así que convocamos a escritores y artistas para que cuenten “su” historia, “su” relación con ese tridente que es Belgrano, Alberdi y su gente. Porque uno no es nada sin la otra parte. Tan simple como eso. El resultado fue increíble. Se publicaron doce fascículos, repartimos 5.000 ejemplares durante los partidos de local en todas las ubicaciones. En total, fueron 60.000 Escritos…, lo que lo convirtió en uno de los proyectos de comunicación popular más importantes de Córdoba de los últimos años. En los doce números se publicaron obras de arte, fotografías y pinturas, como así también textos bellísimos en los cuales se reconstruye la “filosofía pirata”. Juan Sachetto, en uno de los más hermosos textos de todo el proyecto, llamado La verdad que nos une, escribió: “Agarrate hermano, porque desde Alberdi el mundo se ve distinto”. Y siguió: “Yo no tengo dudas. Desde que razono, tengo acá en el pecho la convicción y la certeza de que Alberdi es el primer territorio libre de América, y Belgrano es la verdad que nos une, para darle fuerzas a nuestro corazón. Ahí donde la mentira no tiene lugar, adonde el chamuyo no entra”. Las palabras de Sachetto fueron una bendición y una suerte de futurología. Luego de estar últimos en la B (sí, sí, ¡últimos!), iniciamos una remontada de película con final a lo grande: en el Monumental escribimos otra página de nuestra increíble historia. Jamás salimos campeones de algo importante, pero mandamos a River a la B. Así somos, así es Belgrano. Todos los hinchas creen que su club, su pasión y sus colores “e’ lo má grande que hay”. Nosotros, además, lo escribimos. Y nos hicimos un regalo entre hinchas; se llama Escritos al primer amor. Sacatelá. Para seguir en la web: Pablo Iván Rodríguez, Martín Cardo y Gringo Ramia. http://escritosalprimeramor.blogspot.com/ OCTUBRE 2011 | UN CAÑO 75


Titán pochoclero

Debuta en Un Caño un escritor de la nueva generación. Con un comentario sobre la biografía de Martín Palermo, Titán del gol y de la vida, nuestro compañero de esta etapa, que alguna vez afirmó que la literatura lo rescató para la vida, confirma que los poetas populares tienen mucho para decir. Por CAMILO BLAJAQUIS

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alermo nos demuestra en este libro que como escritor es un gran futbolista. Aunque, fuera de joda, ese es “el tema” de discusión en cada debate sobre Palermo. Un hombre que durante toda su carrera fue vapuleado –la mayoría de las veces por sus rivales y periodistas– por su técnica rústica pero efectiva. Justo ellos, que cuando les conviene son puristas del buen fútbol. En lo objetivo, Martín les pasa el trapo a todos: resultados, estadística, campeonatos cortos y largos, copas nacionales, internacionales, goleador innato y hasta un par de records Guinness. En lo subjetivo, la locura de La Doce; del otro lado, todo el odio y los cuernitos por lo bajo cada vez que la pelota le pasaba cerca. Ya que hablamos de lo subjetivo, tengo que sincerarme: como orgulloso hincha de Racing, muchas veces detesté profundamente a este tipo, aludiendo que debería salir en la última página del Diario Popular con el Chochó Santoro. ¡Otra que Pampita! Aunque festejé como un desquiciado el gol de media cancha a Independiente, que me dio letra por mucho tiempo para castigar a los del Rojo… ¡Sesenta y un metros!, gritaba una y otra vez. Palermo no hace más que revivir las antinomias que plagan nuestro fútbol. Más allá de la evidente entre Boca y River, pasa por el épico enfrentamiento entre resultado versus juego. Es decir, entre bilardistas y menottistas. Quizás de ahí (por la cizaña de terceros) provengan sus cruces y roces con Román, en los que no profundiza demasiado en esta biografía que se puede adjetivar como una entre-

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vista muy extensa, en lo que respecta a las letras. Aunque a mi juicio –y probablemente al de todos– lo que mueve a una persona a comprar la autobiografía de Palermo no es justamente lo literario. Desde ya, y como adivinarán, el móvil es otro, y de eso estamos hablando. La forma de jugar expresa, muchas veces, rasgos del carácter de una persona, ya que se desarrollan conjuntamente. Y de eso parece estar plagado este texto “autobiográfico”. Lleno de pequeñas señales y, como cualquiera arriesgaría, de coincidencias. Leí anécdotas y vivencias en este libro –además del recorrido exhaustivo de su carrera– que, por momentos, me hacían pensar en potencialidades novelísticas. La actividad sindical de su padre en el astillero, resistiendo para que no privaticen la fabrica. “Él también fue parte de esas reuniones familiares y de esas conversaciones. El objetivo era nunca dejar de luchar, no bajar los brazos. Nuestra lucha tuvo su premio. Creo que él también la tomó como ejemplo, y también lo aplicó para su propia lucha, su propio objetivo”, dijo Carlos Palermo, su padre. Su acercamiento al boxeo –sin vendas, ni guantes– en su juventud; la relación con los Barros Schelotto, sobre todo con Guillermo: de archirrivales míticos a jugar en el mismo equipo y encima ser una dupla imparable; la accidentada estadía europea; la vuelta al pago; más lesiones; la muerte de Stefano, su hijo... Una historia que parece inspirar, por su estoicismo, la vida de este personaje, como una especie de anti-Jettatore. Un personaje al que no lo detienen

las malas rachas, ni los comentarios mal intencionados, ni la fatalidad. Tiene algo fijo la mente y se manda; contra todos los pronósticos, sin cortar el pasto. Que tronco de América. Que “¡fuira, muerto! Y el tipo va, la busca. Salta como un canguro y mete un frentazo, no de tijera, no con la canilla: con la nuca, ¡con lo que venga! Y cuando lo grita, parece decir las frases que el Diego dijo en la conferencia de prensa después de la clasificación con Perú. Pero el tipo se ahorra palabras, prefiere hablar con goles. El libro termina demasiado bien. No sería una buena novela. Por ahí una de esas peliculitas pochocleras yanquis donde el deportista termina festejando bajo la lluvia. Bueno, al menos una vez se puede exigir el copyrigth a Hollywood, ya que él mismo declara que su vida es de película. El Profe Córdoba dijo una vez: “¿vos querés buscarle la explicación a Palermo? No se la busqués. Ni por la estadística, ni por los goles, ni por la técnica, ni por todo lo que evolucionó como jugador. Buscásela en la mente y en el alma; buscásela en el corazón, en la familia”. En el libro se incluye un texto de Carlos Bianchi y un prólogo del Diego. Lo único que me quedó picando es preguntarle sobre lo que sintió en aquel amistoso con Chaca, en la Bombonera, cuando La Doce acorraló y molió a palos a otros hinchas, mientras ellos (los jugadores) gritaban y presenciaban la carnicería y eran amenazados para que se retiren del alambrado. ¿Qué onda, Martín, cuando los titanes se creen en el ring y se olvidan de la vida?


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FULBOTECA

Por PATRICIO TESEI

Dos y dos son cuatro

Pelada. Un viaje, cuatro amigos. Veinticinco países y miles de historias. Una pelota y un puñado de preguntas: “¿Podemos jugar? ¿Está completo?” Consultando de esa manera, se metieron en partidos especiales en homenaje al fútbol amateur. El documental se encuentra en la web, y se puede comprar online. El envío llega, damos fe.

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orre, toca, corre, busca una devolución que nunca llega. Está fuera de estado, no importa. Vuelve a correr, a tocar y a transpirar, hasta que suena el timbre: es hora de volver al trabajo. Levanta su casco amarillo del piso, desarma el arco con travesaño imaginario. Es uno más de los obreros que trabajan contrarreloj para terminar el estadio Green Point, de Ciudad del Cabo (Sudáfrica), que será una de las sedes del Mundial de Fútbol 2010. Más atrás en el calendario, en el 2008: en Austria, España se juega contra Suecia el pase a cuartos de final de la Eurocopa, el torneo que marcará el inicio de su ascenso a la cima del universo futbolero. En la cancha alternativa, paramédicos y bomberos juegan su propia final. Por nada, y por la razón más primaria e instintiva de todas al mismo tiempo: diversión. En este lado del mundo, el escenario es la canchita interna de la Villa 31 de Retiro, rodeada por casas de colores que se encastran una arriba de la otra. Dos personas rompen el ecosistema del lugar: Luke Boughen, rubio, espigado, en una mezcla de español e inglés, pregunta: “¿Podemos jugar? Uno para cada lado…”. Gwendolyn Oxenham, su novia, espera. La respuesta es afirmativa. Dos estudiantes nor-

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teamericanos, de pronto, son parte de dos equipos armados al tun tun, y atrás quedó la advertencia de un policía: “miren que les van a robar la cámara, pero hagan lo que quieran, es su vida”. Postales de Pelada, un documental made in Estados Unidos de Boughen, Oxenham –dos ex jugadores de fútbol universitario–, Rebekah Fergusson y Ryan White. Un viaje por veinticinco países para reflejar las historias de estos jugadores anónimos; relatos lejanos del brillo y las luces de los grandes estadios. Porque detrás del ropaje de los billetes, agentes, intermediarios o dirigentes, la esencia todavía sigue siendo el juego. “El padre de Gwendolyn le mostraba, cuando ella era apenas un niña, el documental Endless Summer As A Kid, un film dedicado al surf que se hizo en 1969 y cuenta la historia de dos chicos que viajaron por el mundo en busca de la ola

perfecta. A partir de esta anécdota fue que comenzamos a pensar en el soccer, y lo comparamos con el mencionado documental; se nos vinieron a la mente los sueños de atletas competitivos que alguna vez fantasearon con viajar, con llegar a aquellos juegos que iban en ascenso, y que se alejaban de las luces de las ligas profesionales. Buscábamos dar con deportes que se jugaran en la calle y en la playa, en todos sus tamaños y formas “, le explica Fergusson a Un Caño. Y entonces vemos como se juega en Brasil: niños y adultos, descalzos, en las calles de las favelas o en la playa; partidos por el derecho a permanecer en las ocasionales canchas. En Bolivia, los partidos en la prisión de San Pedro, donde la posibilidad de jugar se logra pagando tres mil bolivianos a los mismos internos, que compran pan dulce y lo reparten en-

Pelada es un homenaje al fútbol amateur, a los jugadores anónimos. Es el mejor argumento para explicar por qué el fútbol es el deporte más universal.


tre todos. O en Tokio, Japón, con canchas ubicadas en las terrazas de los grandes rascacielos. El viaje de estos cuatro estudiantes incluyó la Argentina, Brasil, Uruguay, Bolivia, Francia, Italia, Alemania, Sudáfrica, Austria, Kenya, Japón, China, Irán, Israel, Togo, Ghana, Egipto y Trinidad y Tobago, entre otros países. En Kenya, Austin explica el origen del Austin Field, un ex depósito de basura que se convirtió en una precaria cancha. “Parecía que nada bueno podía salir de ese sitio, pero empezamos recolectando la basura, poco a poco, y los chicos comenzaron a jugar. Al principio, la gente no entendía lo que hacíamos y nos preguntaban si estábamos pagos. Yo les respondía que no”, relata frente a cámara. El raid sigue. En Teherán, un grupo de mujeres desafía los valores religiosos para jugar por quince minutos, el máximo de tiempo permitido, incluido el Hijab (el código de vestimenta femenina islámica que establece que debe cubrirse la mayor parte del cuerpo). En Israel, un partido reproduce las diferencias religiosas de un país dividido entre judíos, palestinos y católicos. En cada uno de los encuentros, Luke y Gwendolyn son protagonistas. Sobre su experiencia en tierras argentas, Fergusson relata: “si bien la idea de ir a un lugar que no conocíamos fue riesgosa –porque, además, es un barrio peligroso (en relación a Villa 31)–, luego fue desestimada, cuando logramos establecer contacto y hacernos ‘amigos’ de los jugadores. Nos invitaron a sus casas y nos convidaron una bebida. Fue una simple lección de humanidad. Nunca logramos entablar un diálogo fluido porque no hablamos el mismo idioma, pero teníamos algo en común en el ámbito del soccer”. El avión, en esta travesía, también hace escala en China. Allí, en Shangai, buscan a AK. Esperaban poder jugar un partido en las calles del gigante asiático, pero en su lugar se encontraron con un grupo de personas que practican el freestyle (estilo libre), unos malabaristas de la pelota con gran talento para los trucos. AK es el mejor exponente. “El fútbol callejero forma

El espectador que mire las poco más de dos horas que dura el documental no

nomina “pick-up”; en Trinidad y Tobago, “taking a sweat”; en Inglaterra, “having a kick-about”; y en Brasil, “pelada”, que significa “desnuda”. Así nace el nombre del documental. Desde su estreno en 2010, la película fue galardonada en diversos festivales locales, y aunque se continúa proyectando en diferentes ciudades de Estados Unidos, se consigue en la web –en las páginas de descarga tradicionales– una copia en buena calidad. Otra opción es comprarla de forma directa en Internet. El envío llega, de eso damos fe. “Haber viajado nos permitió instalar el soccer, además de que nos aceptaran en

se va a encontrar con jugadores marketineros, equipos trasnacionales, grandes campañas o técnicos memorables. De eso ya se habla, y mucho, demasiado, a través de toda la batería mediática disponible. El film no relata un mundo irreal, como puede parecer en varias ocasiones todo lo que rodea al fútbol. Más bien configura una mirada terrenal sobre lo que significa y representa patear una pelota, y por eso la identificación con lo que se mira es inmediata, más allá de toda latitud. Lo que nosotros, en Argentina llamamos “picado”, en Estados Unidos se de-

otros países y en otras culturas. Nos dio legitimidad a nivel mundial, y las personas nos contactaban apenas habían visto nuestro trabajo”, concluye Rebekah Fergusson en esta entrevista. Pelada es un homenaje al fútbol amateur, a los jugadores anónimos. El mejor argumento para explicar por qué el fútbol es el deporte más universal. Para dos estadounidenses, la llave de acceso a un mundo relegado por el brillo del profesionalismo y las historias de grandes gestas, una pelota y un puñado de preguntas: “¿Podemos jugar? ¿Está completo? ¿Juega?”.

parte de mi vida todos los días”, cuenta. Y agrega: “yo tenía un gran trabajo en un banco extranjero, pero cuando todos los fines de semana tenés que reunirte con clientes, no hay tiempo para el fútbol. Para mí, eso era una absoluta tortura; entonces dejé todo. Mi familia piensa que debo enfocarme y encontrar un gran trabajo; yo prefiero escoger una forma de vivir feliz, como ahora”. LA MIRADA EN OTRO LADO

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s a b r e y s a r t O

I GENT O LIN R D N A EJ Por AL

LIBROS

Memorias de un polemista Por PABLO STROZZA

Para quienes no lo conocen, el británico nacionalizado estadounidense Christopher Hitchens es uno de los periodistas políticos más destacados del mundo. Polemista nato, pasó de vivir del Reino Unido a Washington y de la izquierda a apoyar la invasión a Irak sin escalas y con argumentos irrefutables. Enfermo de cáncer de esófago, decidió escribir sus memorias, fundamentales para repasar y entender los vaivenes del mundo en los últimos treinta años (el relato de su visita a la Argentina en plena dictadura para reclamar por la libertad de Jacobo Timerman “tragándome el vómito mientras saludo al General Videla”, y su posterior encuentro con Jorge Luis Borges es imperdible). Y también es una buena manera para repasar cómo es el sistema de clases educativo inglés, y de enterarse de los entretelones de la escena literaria de las Islas. Hitchens cuenta su relación con los Amis y sus allegados (papá Kingsley, su hijo Martin y Philip Larkin), Ian McEwan (¡que conoce en persona a Thomas Pynchon!), el poeta James Fenton y Salman Rushdie, con la familiaridad del trato íntimo y sin quebrar los códigos de amistad.

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Pero más allá de su bisexualidad (Hitchens confesó haber compartido cama en su época de estudiante con dos futuros ministros del gobierno de Margaret Thatcher, hasta que “me deterioré tanto que sólo las mujeres se acostaban conmigo”), los dos ejes de este volumen son su ateísmo y su constante ingesta de alcohol. Hitchens es, como nuestro C.E. Feiling, “ateo de los de antes”: en su discurso no hay ninguna posibilidad de concebir la existencia de Dios. En cuanto a la “uva y el grano” (sic), vale la pena reparar en la recomendación que le hizo Martin Amis: “Hitch: establecer reglas sobre la bebida puede ser la señal de que eres un alcohólico”. “El alcohol barato sale caro” y “tené cuidado a la hora de ascender al escocés de malta: cuando viajes por países duros no será fácil conseguirlo” son dos de las normas de Hitchens. Y si tenemos en cuenta que muchas veces sus anfitriones lo suelen recibir en el extranjero con sendas botellas de Black Label, da para hacerle caso. Hitch - 22: Memorias, Christopher Hitchens (Editorial Debate); 512 páginas; $89


MÚSICA

Screamadelica, veinte años no es nada Por ALEJANDRO LINGENTI

Al cierre de esta edición, exactamente el mismo día en que debía entregar esta sección, Primal Scream tocaba de nuevo en la Argentina, como parte de su gira de celebración por el aniversario 20 de Screamadelica, el mejor disco de su carrera y uno de los hitos fundamentales del rock de los 90. “Si Prince escuchara este disco, diría que somos el mejor grupo del mundo”, dijo alguna vez el siempre pedante Bobby Gillespie, líder de la banda escocesa. Y la verdad es que no sólo el genio de Minneapolis caería bajo los efectos del embrujo de Screamadelica. Veinte años después de su aparición, el disco sigue manteniendo su potencia revolucionaria: su cóctel de rock, pop, dub, techno y house es la banda de sonido perfecta para una generación marcada por el MDMA y una prueba contundente del matrimonio entre el rock y la pista de baile. Una celebración química que dejó más de una huella. Si lo escuchaste, ponelo de nuevo. Si no, corré a conseguirlo como sea. Vale la pena.

LIBROS

Houellebecq, el cinismo como estrategia Por ALEJANDRO LINGENTI

Amante de las polémicas y los escándalos –uno de los más recientes lo protagonizó cuando se negó a dejar de fumar durante la presentación de su nuevo libro en España y fue obligado a bajarse del escenario por la fuerza–, el francés Michel Houellebecq ganó merecido prestigio con las novelas Ampliación del campo de batalla (1994) y Las partículas elementales (1998). Su obra posterior no mantuvo el nivel de esos dos primeros certeros puñetazos, pero con la reciente aparición de El mapa y el territorio (Anagrama), este provocador profesional ha recuperado el punch. Se trata de una novela sobre el fin de la era industrial que, una vez más, descarga la ira y el desopilante sarcasmo de Houellebecq sobre las miserias de la sociedad capitalista contemporánea. “Lo que escribo siempre es peligroso. Te puede hacer dudar sobre todo lo que te rodea: podés dejar a tu mujer y tu trabajo o quedar atrapado en la desazón cuando lo leés, pero tampoco incito al suicidio. Lo que digo es la verdad, no estoy aquí para ayudar a mantener viva a esta sociedad despreciable”, dice él. Detractores del cinismo, abstenerse. El mapa y el territorio, de Michel Houellebecq; 377 páginas; Anagrama.$85.

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Ramón, el mejor de los Enrique

Sus figuritas no estaban ni en nuestros bolsillos ni en los de nadie. Y no por difíciles: ocurre que ni siquiera tenían figuritas. Algún día, el Estado nacional, o quizás las Naciones Unidas, le hará un monumento al futbolista desconocido, igual que al soldado. Mientras tanto, Un Caño inaugura sección y se pone de pie para homenajearlos. Por DANIEL RIERA

Y

o no lo vi jugar, pero no me hace falta. Ramón Enrique fue, es y será el mejor de los hermanos Enrique: mejor que Héctor Enrique, mejor que Carlos Enrique, mejor que Rubén Enrique (el menos conocido de los cuatro, que jugó varios años en Brown de Adrogué). “Ramón era el mejor de los Enrique”. Escuché la frase una y otra vez en la tribuna y en la platea de la cancha de Lanús. De nada sirve que apele a datos fríos para contradecir a quienes sostienen esta teoría. Si digo, por ejemplo, que Héctor el Negro Enrique fue campeón en el Mundial ‘86, si agrego que fue campeón de América y del Mundo con River en ese mismo año y que integró un gran equipo de Lanús (el del regreso definitivo a Primera División en 1992), estoy perdiendo el tiempo con información inútil. Si digo que Carlos el Loco Enrique fue campeón de América y del Mundo en 1984 con Independiente, y campeón de la Copa América con la Selección Argentina en 1991, tampoco agrego nada. Y si digo que sólo mencioné los títulos más importantes de ambos, ni aún así convenceré a los ramonistas. Y si insisto y digo que los equipos mencionados quedaron en la historia del fútbol argentino, malgasto caracteres que bien podría utilizar para hablar de lo importante, de Ramón Enrique, el mayor y el mejor en una familia famosa por el buen pie de los vástagos. Héctor (el fantástico número 8) y Carlos (el notable número 3 ) están en Wikipedia; Ramón, no. Ramón era el mejor, tal vez precisamente por eso: porque su nombre es un secreto a voces, un dato que solo atesoran los iniciados, los que saben de verdad. Yo no lo vi jugar, pero no hace falta. Sé que es el mejor de los Enrique. Me lo han dicho tantas veces que aprendí a creerlo. Consigo su teléfono, lo llamo y le pregunto si efectivamente es el mejor de los Enrique, y él me dice sin dudar: “no se equivocan los que dicen eso, jugaba muy bien en serio. Me probé de 10, y ése era el puesto donde más me lucía, donde mejor jugaba”. Ramón empezó a ser titular en 1978, en el peor momento de la historia de Lanús, el año en que el club se fue a la C. Integró –qué digo “integró”, fue la gran figura– el equipo que ascendió a la B en 1981 y que jugó el torneo de la B en 1982, el que ganó San Lorenzo. “El viernes anterior al partido con San Lorenzo, en cancha de Lanús, estábamos en la concentración y Don Pedro Della82 UN CAÑO | OCTUBRE 2011

cha, el técnico, dio el equipo. Y yo no estaba… Me dio una bronca tan grande que agarré el bolsito y me fui a mi casa. Me vinieron a buscar Don Pedro y Néstor Díaz Pérez (un importante dirigente del club), y finalmente acepté ir al banco. Entré a los 15 minutos del segundo tiempo, íbamos 0 a 0, y en el minuto 44 hice el gol de la victoria. Fue la mayor alegría que me dio el fútbol. Tan bien jugaba Ramón, el mejor de los Enrique, que ese mismo año lo compró River. Pero Ramón seguiría jugando en Lanús, hasta que terminara el torneo. Y llegó un maldito partido con Atlanta. Ramón se fracturó el peroné y su pase se cayó para siempre. “Jugué en Estudiantes de Caseros, Argentino de Quilmes, Central Córdoba de Santiago del Estero, Los Andes, en ligas regionales, pero nunca volví a ser el mismo”, cuenta él. Después de su retiro, Ramón trabajó en las Inferiores de Lanús y descubrió a muchos buenos jugadores, como Sebastián Blanco y Ezequiel Carboni. “Les decía lo que yo pensaba como jugador: que la pelota era la novia, que había que quererla, que si no hay fútbol asociado no se puede jugar bien… Y algunos asimilaron la idea. Ahora no tengo laburo, pero ya voy a volver. No me pidan resultados, pídanme jugadores”. Yo no lo vi jugar, pero sé que era el mejor de los Enrique. Y eso que vi jugar a dos de sus hermanos. Y eso que los dos jugaban muy bien.

Héctor Enrique, Claudio Nigretti, Ramón Enrique, Juan Crespín y Horacio Attadía. Delantera granate que ganó en 1981 el torneo de Primera C.




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