Revista Un Caño - Número 45 - Marzo 2012

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marzo 2012 #45 Argentina $15

Jueg Lom Víctor an: Iuch bardi, Hugo, Fabb t, Llont Carava r o De Bri, F.Moo, Hamil io, i r a e s e, Ch s, Ve ton, Di G i Paci enaro, Seb, Wal ga, ni, Im eno l sia , Ling a enti s, Wehbin, , y máMauri, e, s

CLAUSURA ON THE ROCKS

El torneo de Primera es frío y aburrido. Racing (pese a la llegada del Coco) no da pie con bola y los únicos que entregan algo diferente son Vélez (Gareca) y Tigre (Arruabarrena). ¿Boca? Un embole.



staff SEGUNDA ÉPOCA (AÑO 5) NÚMERO 45

La desesperanzada esperanza Elegir una tapa de una revista mensual no es cosa difícil. Elegir una tapa de una revista mensual que pone su foco en el fútbol argentino, en cambio, tiene tantos riesgos como montar una torre de alta tensión. Antes del inicio del Clausura, varios periodistas de Un Caño dedicamos nuestros ímpetus y tenacidades a bregar por un Racing que jugaría bien y sería el gran candidato del torneo. “Tiene al Coco, a Teo y a Gio, no pueden fallar”, dijo uno. “Van a jugar bien y a opacar al aburrido Boca”, le contestó otro. “No pueden arrancar mal, tienen un fixture sencillo”, argumentó el más apegado a las lógicas de los historiales. Pero el Racing y el Coco rodaron por la escalera. Ni resultados ni buen juego. Igual, seguimos creyendo. Tenemos la esperanza de que Racing y el estilo Basile superen estos momentos encapotados y el club de Avellaneda pase de sapo en los pantanos a bello ejemplar que nos enorgullezca. La discusión de la tapa, en los últimos segundos de nuestra compleja elaboración, resolvió que, Racing al margen, hay dos equipos que merecen ser homenajeados por su actitud: el Vélez de Gareca y el Tigre de Arruabarrena. En ambos hay lugar para el ingenio, el desahogo y la serenidad. Bah, juegan mejor que la media. Nuestras convicciones se apoyan, en cierto modo, en la frase que deslizara hace unas horas Augusto Fernández al hablar de su Vélez: “la pasamos bien dentro de la cancha”. Ya no importa si Racing será candidato o no. Cuando esta edición llegue a sus manos, sea usted hincha del equipo que sea, seguramente estará preguntándose si los equipos que mejor juegan son los que obtienen mejores resultados. O tal vez, como nosotros, usted estará pensando que en la B Nacional se trata mejor a la pelota que en la mayoría de los partidos del, a veces, retorcido Clausura. Pero eso ya es tema para el otoño. Aún nos queda un rayo del verano. Y un rayo de esperanza. Pablo Llonto

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ILUSTRACIÓN DE TAPA Sebastián Domenech

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Cada vez que marcaba un gol, el delantero Mauro Amato corría a besar a su esposa… que estaba detrás del arco como reportera gráfica!.

Esperame en la esquina

Se llama Moreno y Córdoba 19 hs. No es un documental más sobre el amor a un club. Es la historia de cómo y por qué lucharon miles de hinchas de Newell’s para expulsar al ex presidente Eduardo López. Buen ejemplo para socios adormecidos. Por SEBASTIÁN SAIJO

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l reflejo del estado del fútbol argentino por un lado y la violencia por el otro. Los protagonistas centrales del documental son “los socios e hinchas autoconvocados de Newell´s Old Boys de Rosario”. En abril de 1996, la filial porteña de Ñuls Gerardo Tata Martino comenzó a moverse organizando las “Primeras Jornadas Internacionales sobre Prevención de la Violencia en los Espectáculos Deportivos”. Para entonces, un personaje llamado Eduardo José López llevaba un tiempo en la presidencia rojinegra. Electo en 1994 como sucesor de Walter Cattaneo, nadie suponía que López recorrería una historia en la que abundarían hechos de corrupción y manejo dictatorial. “Esto nunca te lo imaginaste” es la frase final que el padre le transmite a su hijo en el enternecedor spot publicitario que promocionaba la candidatura de López. Un anticipo de lo que vendría… Liderada por Roberto Pimpi Camino, asesinado el 20 de septiembre de 2009, la barrabrava que sostenía a López llevó adelante la desaparición de la vida institucional. Las familias que disfrutaban de diversas disciplinas fueron obligadas a retirarse a sus casas porque “a nadie le interesan esos deportes”, según afirmaba un verborrágico López. Paralelamente, él encaminaba sus negocios. En los Tribunales, ciento cincuenta acreedores reclamaban, y el resultado de la gestión era un pasivo de $101.717.665. Entre ellos, el entrenador chileno Juvenal Olmos, la productora Dodici, de Marcelo Simonian, y la AFA como el mayor acreedor.

“Acá está Newell´s contra la dictadura” Ése fue el grito de Lucio Acuña frente a miles de sus compañeros que luchaban por un amor secuestrado. El documental, declarado “de interés municipal y provincial” y dirigido por Roberto Mensi, refleja el largo camino de los hinchas por recuperar el club y la democracia. Mensi fue uno de los ideólogos de un “Newell´s de la gente”. “A mí se me ocurre, con los hechos consumados, que el 4 UN CAÑO | MARZO 2012

fuerte de la película son las imágenes de archivo inéditas. Porque los hinchas llevábamos una cámara por una cuestión de seguridad”, explica Mensi. La citación llegaba por correo electrónico o mensaje de texto: Moreno y Córdoba 19hs., ahí está ubicada la plaza San Martín frente a la Facultad de Derecho. Vaya paradoja… El ataque que sufrieron de parte de la barra brava durante una marcha, y ante la mirada atónita de una ciudad, la visita a la Municipalidad solicitando la renuncia del presidente, la toma de la Gobernación con una convocatoria emotiva durante siete horas, la marcha hacia la administración del club para intentar pagar la cuota social y así poder votar, el falso desentendimiento del gobernador Hermes Binner ante las suspicaces preguntas de Mirtha Legrand en sus almuerzos son algunos de los momentos que recorre este repaso por los años de una institución que parecía venirse a pique. “El grupo de autoconvocados siempre tuvo la idea de meter el tema en la opinión pública para llegar a nivel nacional y tocar los oídos de la AFA”, dice Federico Ripani quien participó del escrache en la puerta de la institución que preside Julio Grondona y fue testigo de la corrida de López, televisada para todo el país por Crónica TV. Un hecho que marcó el inicio del derrocamiento. El 14 de diciembre de 2008, Newell´s volvió a votar. Nadie estuvo ajeno a ese momento histórico. Hasta Marcelo Bielsa, considerado en la ciudad como emblema de honestidad y juego limpio, se sumó. Para los autoconvocados la presencia de el Loco era decisiva: “verlo llegar al Parque a votar fue convencernos de que se podía”, dice uno de los testimonios. Cerca de seis mil socios decidieron que el Movimiento leproso, con el 67% de los votos, superase a la lista oficialista Solidez institucional. Los perdedores retiraron a sus fiscales de mesa antes del cierre de los comicios y realizaron una absurda y ridícula denuncia por fraude en los Tribunales de Rosario. La mafia se había terminado. Julieta Díaz, una luchadora con lágrimas en sus ojos, entra en escena. Llama a su padre para darle una noticia a toda la familia: “decile al abuelo que puede volver al club”.



En 2000, el croata Prosinecki firmó un raro contrato con el club Hravastki: si se perdía, él pagaba la cena del plantel; si no, comía gratis.

¡Aupa River!

Conozcan la historia del Sestao River, un pequeño club vasco que se siente hermanado con el sufriente River Plate argentino y, en homenaje al homónimo descendido, cambió los colores de su camiseta. Mejor aún: le agregó en la espalda una inscripción de arenga criolla. Por DAMIAN DIDONATO

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estao Sport Club fue fundado en 1916 y, tras jugar 17 temporadas en Segunda División durante las décadas del ’70 y el ‘80, desapareció en 1996, justo cuando cumplía ochenta años de vida. La mala administración del presidente Azpitarte y el descenso a Segunda B aceleraron la desaparición de un club que supo ganar prestigio en el ámbito del fútbol vasco. Tras la disolución del antiguo Sport Club, se fundó una nueva institución, hija de aquella. En 1996 nació el Sestao River Club. Ese segundo nombre no tiene nada que ver con la traducción al inglés de la palabra “río”, sino con algo mucho más familiar para todos nosotros. Los hombres que refundaron el Sestao eran admiradores de River Plate de Argentina, que durante la década del ’90 vivió muchos de los mejores años de su historia. En la temporada 1954/55 Sestao cumplió una de sus mejores campañas, y logró el ascenso a la Segunda División. En aquel momento, el mítico River de Sívori realizó una gira por Europa en la que, entre otros grandes resultados, obtuvo la primera victoria de un equipo argentino en Inglaterra. Entonces la comparación fue obvia: el Sestao era el River de España. “Se empezó a decir que nosotros éramos ‘el River’ porque, como les pasó a ellos en la gira, no perdíamos y jugábamos muy bien”, afirma el actual gerente del club, Eduardo Abad. A partir de esa campaña, Sestao Sport Club pasó a ser “el River” de Sestao. El año 2011 quedará en la historia del fútbol mundial como el del descenso de River Plate a la B Nacional. Como le pasó al Sestao en 1996. Esta vez fue el hermano mayor, el ejemplo, el que se derrumbó. En 1996, el River argentino vivió uno de sus momentos más felices, mientras el River vizcaíno desaparecía. En 2011 el equipo de la banda roja sudamericano se fue al descenso mientras que el conjunto vasco logró el ascenso a Segunda B, la tercera categoría española.

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Paradojas que viven dos clubes hermanados. Pero los hermanos, dice el Martín Fierro en su ley primera, deben estar unidos. Y es fácil pensar que cuando hay problemas esa unión debe ser más fuerte aún. Por eso, aunque la cultura gauchesca tenga nula presencia en el País Vasco, los sestaoarras (así se dice) quisieron demostrar su lealtad hacia su homónimo del Sur en estos momentos de sufrimiento y les rindieron un homenaje. Esta temporada, la segunda camiseta es blanca con una banda roja cruzada de derecha a izquierda, y en la espalda tiene un mensaje claro: ¡Aguante River! Sestao River Club recién estrenó la flamante indumentaria en noviembre, pero desde varios meses antes llegaron a la oficina de la institución miles de pedidos para vender las camisetas en... Argentina. Sí, el club de un pequeño pueblo del gran Bilbao se transformó en una sensación del otro lado del océano, donde sufridos hinchas riverplatenses quisieron conservar una prueba de la lealtad vasca. Pese a las ganas de hacerlo, el Sestao no puede atender tantos pedidos de camisetas. La pequeña empresa guipuzcoana que suministra la indumentaria dice estar desbordada, ya que en sus cálculos sólo entraba fabricar las veinticinco camisetas que ya ha entregado, apenas las suficientes para cubrir las necesidades del plantel. Digamos que quedaron muy lejos de las mil que les reclaman a la distancia sus fanáticos sudamericanos. Como si fuera poco homenaje, el gerente del Sestao grabó un video en el que explica la relación entre los dos clubes. Lo envió a los grandes medios argentinos para que le dieran difusión, pero quedó un poco perdido. En ese video, el hombre lanza una frase que, a pesar de la actualidad adversa, llena de orgullo a todo hincha millonario: “sois el club más grande de América”.



Sabías que en 1875, en un amistoso ante Escocia, Inglaterra jugó 15 minutos sin arquero, quien llegó tarde por una demora de su tren?.

En el Barca con diamantes

Hay quienes miran al Barcelona y quienes juegan en el Barcelona. Este último privilegio no es sólo de los compatriotas Messi y Mascherano. También un par de chicas fueron fichadas por el club más poderoso del planeta. La experiencia de ellas forma parte de este relato. Por JULIÁN LICHENE

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os deseos con forma de sueños futboleros no sólo deben ser potestad de los hombres. Eso lo pueden certificar todas aquellas mujeres que gambetean las miradas extrañas que vienen de afuera y practican un deporte que está mundialmente promocionado para la masculinidad. ¿O acaso nos saturan cada fin de semana con partidos donde sobresalgan cabellos largos, muslos depilados o pechos que hacen estirar las camisetas? Dos ejemplos de mujeres que aman al fútbol (y lo juegan) son las argentinas Florencia Quiñones y Ludmila Manicler. Lo especial en ellas es que están concretando lo que anhelaban y en un lugar deseado por cualquiera, nada más y nada menos que en el mismo club donde Messi sorprende al mundo cada vez que actúa. El Barcelona las tiene a las dos hace algunos meses, y las muchachas no quieren dejar pasar la oportunidad. Florencia nació hace veinticinco años en Oncativo, una localidad del centro de la provincia de Córdoba y es hija de Marcelo Quiñones, aquel defensor de rulos colorados que defendió la camiseta del Racing cordobés por los ‘80: “Desde los 4 años seguí a mi papá a todos lados, aunque él no me inculcó que jugara al fútbol. Un amigo suyo un día me regaló guantes y buzo de arquero, pero con mi 1,58 de altura me di cuenta de que debía salir a jugar”, cuenta risueñamente a Un Caño esta volante admiradora de Mascherano, Busquets y Verón. Viene de jugar en San Lorenzo y recuerda con mucho orgullo los torneos donde actuó para la Selección Argentina, el Sudamericano 2006, que se jugó en Mar del Plata –y donde fue campeona–, el Mundial del 2007 y los Juegos Olímpicos de Beijing del año siguiente. En ninguno de éstos dos últimos torneos Argentina logró pasar de ronda. Ludmila también es hija de un ex jugador, y hoy actual en8 UN CAÑO | MARZO 2012

trenador, Jorge Manicler, quien jugó en un seleccionado de San Pedro; y aclara que su padre, al tener cinco hijas,“no dudó en acompañarme siempre, al ver que yo me la pasaba pateando una pelota”. La delantera nacida en la mencionada localidad bonaerense, suele posar sus ojos para copiarles movimientos a Messi, Higuaín e Iniesta. Con 24 años, viene de jugar en Independiente, UAI Urquiza y el Santiago Morning de Chile. Llegar al Barcelona es uno de sus sueños concretados. El otro sería “sin dudas, jugar otro Mundial”. Cuenta que el Barcelona la vino a buscar hace cinco años, pero Independiente no le quiso dar el pase. Los catalanes insistieron, después de seguirla en los Juegos Olímpicos del 2008, y hoy la tienen en sus filas. Las dos describen que de chiquitas jugaban a la pelota con varones. Florencia, incluso, afirma que la Liga Independiente de Fútbol (LIF) de Córdoba le permitió competir con jugadores del sexo opuesto. “En ese sentido, no sufrí la discriminación propiamente dicha. Pero que me han gritado de todo en Inferiores, seguro que sí. Lo que más me dolía es que eran mujeres y madres las que me insultaban”. Afirman que el campeonato español está mejor organizado que el argentino. Si bien los dos son amateurs, el de España cuenta con 17 equipos y el torneo es de ida y vuelta. “En Argentina son menos equipos y se suspende por cualquier cosa”, confirman las chicas. Por último, Florencia se anima a criticar al fútbol masculino: “lo que no me gusta son los intereses extra, ya que es un negocio, más que un deporte; se mueve mucho dinero, y eso hace que se desvirtúe el juego. Tampoco me gusta que se fijen en cosas tontas antes que en las importantes”. ¿Y Messi? “Lo vimos de lejos, con su auto, cuando se iba de un entrenamiento”.


TODO PASA

EL LIBRO DE


El arquero Dino Zoff mantuvo invicto el arco de la selección italiana 1142 minutos, entre setiembre de 1972 y junio de 1974.

NOU COMEN

Sin repetir y sin soplar Madelón contó que les hace preguntas a los jugadores mientras se están entrenando: “a mí me gusta que los jugadores tengan un cachito de cultura. Les digo que hagan de cuenta que están jugando un partido porque en un partido, mientras corrés, tenés que pensar. Entonces les pregunto un poco de geografía, otro poco de historia...”. Hasta aquí parece un buen método el del técnico de San Lorenzo, curioso pero bueno. Lo malo fue la reflexión final de Leo: “de lo que más sabían, definitivamente, era de grupos de cumbia”.

Cruce viejo pero bueno Nos aburrimos durante todo el verano escuchando a un Falcioni exageradamente soberbio. Como si el título logrado le diera chapa para decir cualquier cosa. Sin embargo, hubo una pelea mediática con Alejandro Domínguez que vale la pena recordar porque ahí se lució. El Chori, harto de que el entrenador se metiera con River, le mandó un mensaje: “en este plantel nadie le faltó el respeto al entrenador”, dijo el 10 millonario a cuento de la frase de Riquelme (“me tuvo corriendo como un boludo”). Y Falcioni, al día siguiente, le cantó quiero vale cuatro: “faltarle el respeto al entrenador es hacerse echar a los 20 minutos”.

Que siga jugando mal y ganando Diego Simeone sigue dando muestras de su bilardismo extremo, también en España. Después de un Racing de Santander 0–Atlético de Madrid 0, el técnico dijo en conferencia de prensa: “hoy jugamos bien, como ustedes quieren (por los periodistas), y empatamos. Yo prefiero jugar mal y ganar”. Como si el Cholo no supiera que ciertas cosas no se eligen, sino que son consecuencia una de la otra.

Vamos de paseo Aunque las Eliminatorias para Brasil 2014 no se volverán a jugar hasta junio, ya están bastante avanzadas las conversaciones por un posible cambio de sede para la novena fecha, que será la penúltima del año. El 12 de octubre, la Selección recibe a Uruguay, y lo podría hacer en el estadio de Mendoza. Aunque Alejandro Sabella ya había avisado que él no estaba a favor de moverse de Buenos Aires para que los futbolistas no tuvieran que sumarle un nuevo viaje al que ya hicieron desde Europa, en este caso, Mario Contreras, el presidente de Godoy Cruz, intentaría convencer al entrenador desde una razón geográfica: cuatro días después del choque con Uruguay, Argentina debe visitar a Chile. O sea, cruzar la Cordillera. Igual, Contreras no tiene que convencer a nadie porque es uno de los amigotes de Julio Grondona. Así que le guste o no a Sabella...

¿Quién dice que hay que decir la verdad?

Después de la derrota contra Barracas Central por la Copa Argentina, el presidente de Lanús disparó: “después del partido, en el vestuario parecía que no había pasado nada. Lanús parecía un equipo de un partido de solteros contra casados. No se tomó el encuentro con la seriedad necesaria. Es uno de los días más tristes de la historia del club. Me dio vergüenza caminar por Lanús después de la derrota”, dijo Nicolás Russo. Consultado el entrenador por esta honestidad brutal, Gabriel Schurrer se quejó: “el problema de Nicolás es que habló como un hincha”. ¿Alguien quiere más a un club que un hincha de verdad?


El técnico del sub-23 español Vicente Miera fue despedido después de que la selección ibérica ganara el oro en los JJOO de Barcelona.

Tevez, el ayudante de Sabella

La generosidad de Alejandro Sabella para con los medios de prensa, muchas veces lo hace hablar de más cuando su equipo, nada menos que la Selección, debería hablar un poco más en la cancha. Ante el indulto a Carlos Tevez en el Manchester City, el técnico argentino ya salió a explicar si lo va a incluir o no en futuras convocatorias. Sin embargo, fue el propio Carlitos el que le dio a Sabella la receta de lo que hay que hacer: “discutimos si podemos jugar juntos Messi, Agüero, Higuaín y yo, y lo que hay que hacer es armar una defensa firme para que los que ataquen tengan confianza”.

Los (sin) cráneo de la TV

Durante enero hubo que soportar que los canales de deportes de la televisión pasaran partidos viejos, repetidos y, en algunos casos -el colmo-, aburridos. Mientras tanto, en Gabón y Guinea Ecuatorial se estaba jugando la Copa África. Sí, en vivo, en ese momento, un torneo para ver estrellas y descubrir perlitas. Sin embargo, ni a Fox, ni a TyC Sports ni a ESPN se les ocurrió comprar los derechos para hacerle el verano un poco más llevadero a sus televidentes.

Perdón grande para Chiquito Un matrimonio de locos

A cuento de la noticia que el Barcelona y el Athletic de Bilbao definirán la Copa del Rey, en canchallena. com hubo un comentario que vale la pena reproducir. Estaba firmado por un tal Giuseppe Verdi y decía: “Ésta va a ser la primera vez que voy a alentar al Barsa (no soy hincha de equipos españoles). Quiero que le meta 18 goles al prócer Humielsa y que acaben con su mentira. En casa tengo problemas porque mi señora está enamorada de Bielsa, me obligó a ponerle “Marcelo” al perro, y la gatita se llama “Bielsa”. El otro día me trajo un regalo. Lo abro y era un jogging, y mi señora me dijo: “te quiero ver bien panzón como Bielsa en una semana; si no, me voy...”. ¡¡¡Me está volviendo loco!!! ¡¡¡Ya no puedo más!!! ¡¡¡Vamos Barsa, todavía!!!! ¡¡¡Messi, no me falles que siempre te alenté!!! Las cosas feas que te decía eran sólo para motivarte. ¡¡¡Vamos Barsa!!!”. Suerte con tu mujer, Giuseppe.

Carlos Bossio, ex arquero de Selección, todavía sigue jugando, a sus 38 años. Hace un par de semanas le tocó entrar en Defensa y Justicia y sufrió un gol de Patronato porque la pelota le picó horrible y se le metió por arriba. Después, su equipo terminó empatando y Chiquito no se fue tan caliente. Y se terminó de quedar tranquilo cuando el canchero de la cancha de Florencio Varela fue hasta el vestuario a ofrecerle sus disculpas. Gran gesto.

Homenaje a esta sección Es divertido Alfio Basile cuando suelta una de sus frases en ese inglés tan rudimentario. De hecho, le tomamos prestado el “nou comens”. Lo que no es divertido es que el técnico de Racing se escude en el “nou comens” para no hablar después de los partidos en los que no le gusta cómo jugó su equipo. Siempre hay que dar la cara. O, al menos, la voz. MARZO 2012 | UN CAÑO 11


CLAUSURA ON THE ROCKS

Si se profundiza el modelo, estamos listos Boca impuso el tedioso estilo de los empleados administrativos. Pero como tuvo éxito, algunos despistados salieron a imitarlo y a elogiarlo. ¡Atrás! Ahora que hasta los propios futbolistas dirigidos por Falcioni reconocen que juegan como el culo, es momento de recuperar la gracia de este bello deporte. A los periodistas de Un Caño se nos ocurrió que Racing pintaba como buen candidato para esa tarea, pero arrancó torcido. Será algún otro, lo mismo da si acaba con la tiranía de la pelota parada y la ley del menor esfuerzo. Por ALEJANDRO CARAVARIO Fotos PHOTOGAMMA.COM

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l momento de empezar a escribir estas líneas (al cierre de esta edición, dicen los ortodoxos), sábado 25 de febrero, All Boys acaba de ganarle de visitante a Atlético Rafaela, en un partido que tuve el coraje de ver enterito. El equipo de Floresta jugó casi tan mal como el derrotado. Pero en ese duelo sin argumento, Matías Pérez García (luego de una notoria infracción, eso sí) construyó una jugada gloriosa, certerísimo bombazo de zurda incluido, y dibujó un resultado inesperado (en rigor de verdad, como no pasaba nada, cualquier acción habría sido inesperada). Dos rarezas: el único futbolista capaz de torcer la inanidad exasperante en la que estaban empeñados ambos equipos ¡estaba en el banco! Acaso penalizado por jugar bien, por animarse a salir del laberinto, por estimular al público. Vaya uno a saber. Por otra parte, el voluntarioso All Boys no sólo robusteció el promedio para huir del descenso, sino que ¡quedó puntero! En fin, ante este panorama, no resulta sencillo definir nuestro querido fútbol nacional y popular. Pero seguro que dan pocas ganas de seguirlo. Sé que esto se dice a menudo, por no decir siempre, en implícita aceptación de que ayer fue mejor. Como los novelistas de ciencia ficción, que colocan el infierno en el futuro para cuestionar el presente, la concurrida raza de nostálgicos futboleros se refiere a

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la actualidad como si fuera una ruina miserable, una réplica decadente del vergel donde se prodigaban José Manuel Moreno, Rojitas, el Beto Alonso o Diego Latorre, según la edad de quien pispea el espejito retrovisor. Pues no se trata de eso. Sucede que, al margen de All Boys y Rafaela, planteles modestos que se las rebuscan como pueden, siempre con dignidad, aún se mantiene la hegemonía boquense, equipo que ha narcotizado este bello deporte, lo ha reducido a un trámite administrativo (siempre favorable) y se ha sentado a reinar en el desierto. Muchos lo han señalado, pero como la troupe de Falcioni ganó por varios cuerpos el último campeonato –y sin sufrir derrotas–, tantos otros optaron por hacer mutis o, muy a menudo, ensalzar esta flor marchita como un milagro de efectividad. De acuerdo con los apologistas, los partidos de Boca pueden ser una mierda, pero la procesión va por dentro. Invisible, secreta, una red tejida con paciencia in-

moviliza a sus rivales hasta hacerlos caer con más resignación que rebeldía. Estas pulseadas que inducen al sopor han sido defendidas como ejemplos de solidez, confianza y otros tantos atributos más adecuados para una compañía aseguradora que para de un equipo campeón. Sin embargo, oh sorpresa, los cimbronazos internos dieron permiso para pegarle algún palito elíptico al entrenador, y los propios futbolistas de Boca de pronto reconocen que juegan mal. Hombre: hubiéramos empezado por ahí. Ahora un montón de gente quedó pedaleando, haciendo acrobacia verbal para acomodar su análisis a la cruda realidad al fin admitida por los principales responsables. Pero hemos avanzado. Podemos partir de Boca como anti-modelo y proponer, en el revés exacto de su estilo (anti-estilo), un equipo o varios que toquen una canción más dulce, que nos reconcilien con el fútbol. Que cambien el rumbo general. No es fácil encontrar materia prima.


Hasta Gabriel Batistuta, ahora manager de Colón, aventura frases lapidarias como que en la Argentina no hay talento. Justo él, que cuando usaba shorcitos era un monumento a la potencia bruta. Así estamos, el muerto se asusta del degollado. De todos modos, ilusionarse no resulta tan arduo como detectar virtuosos. Sobre todo en el fútbol, que es, entre otras cosas, un sistema de ilusiones. Por eso en Un Caño, desesperados como estamos por divisar una luz al final de la manga, nos entusiasmamos con Racing. Por el momento, el pálpito no resultó precisamente visionario, pero todavía no nos rendimos. Está en juego el deseo.

CANDIDATO AL AGUA El regreso del Coco Basile, con el entusiasmo intacto y todo el crédito de la tribuna, parecía la pieza faltante. El toque de confianza (y alegría, según lo expresó el propio Basile) para el despegue del equipo. Hasta allí, el diagnóstico había sido casi unánime: con el Cholo Simeone, un entrenador que se reveló como netamente conservador, aquella formación cargada de talento había sido subexplotada y reducida a una máquina de empatar. Pues bien, un nuevo torneo echó a andar y Racing, en lugar de perfeccionar sus probadas destrezas individuales en forma de argumento colectivo, en lugar de capitalizar el conocimiento recíproco entre jugadores que llevan un tiempo prudencial compartiendo equipo, vuelve a cero. O, mejor dicho, a lo de siempre. Pensábamos que, con el firme soporte de un entrenador experimentado y querido, que además tiene una propuesta ambiciosa, el buen pie de Racing iba a transformarse en la pauta rectora del campeonato. Que los colombianos Gio Moreno y Teo Gutiérrez, acaso los jugadores técnicamente mejor dotados de nuestro medio (les pido perdón a los adoradores de Riquelme), de inmediato harían diferencia con una estructura que supiera aprovecharlos, que funcionara para asistirlos y no para aislarlos, como suele suceder con los que la mueven (que se arreglen solos, para algo son buenos).

Nada de eso ocurrió (el equipo de Basile ha jugado cuatro fechas, empate, dos derrota y empate, hasta la redacción de este artículo). No obstante, es temprano para bajar las banderas. Acaso, con el correr de los partidos, del mismo modo misterioso en que el equipo no aparece, surge por fin como esas chicas que saltan de la torta. No porque aquí en la revista tengamos simpatías diferenciadas por el equipo de Basile, sino porque nos lo imaginamos como el mejor plantado para imponer una dirección diferente. Para establecer otra

escala de valores. Nos gustaría además (se dijo que el deseo rige estas palabras) que las fintas de Giovanni Moreno destruyeran la tiranía de la pelota parada. Con menos promesas de rock and roll, Vélez viene a ofrecer su consistencia y fino olfato para acopiar pies sensibles. Y tal vez Estudiantes no se rinda, o Tigre consolide su toque profundo y sus muy buenas intenciones con este muy buen arranque que lo tiene puntero junto al aburrido Boca. En fin, alguien nos rescatará. O mejor dicho: ¿Alguien nos rescatará?

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CLAUSURA ON THE ROCKS

“Es fácil ser técnico de Vélez”

Que ya lleve tres años en el puesto de entrenador aquí en la Argentina es un asombro. Que su equipo siempre sea protagonista de todos los torneos, una fascinación. Pero que además su Vélez sea de los que mantienen una línea de buen juego, casi un orgullo de todos. Además, nunca alardea. ¿Será por eso que Ricardo Gareca es el DT que sobresale? Por ARIEL SENOSIAIN

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ada uno puede imaginar como quiera el ámbito de la Federación Internacional de Historia y Estadística en el Fútbol. Cierto es que “los expertos de 81 países de todos los continentes”, según define su propia página, eligieron en enero al mejor técnico de equipo del mundo, como lo vienen haciendo desde hace 16 años. El ganador, cómodo, fue Guardiola; el segundo, Mourinho. El decimosegundo Arsene Wenger, y con un punto menos que el francés del Arsenal, Ricardo Gareca. En ese 2011 de la elección, Gareca fue campeón del primer torneo argentino con Vélez, semifinalista en la Libertadores y víctima del éxodo de las figuras en el Apertura ganado por Boca, aunque protagonista en la Sudamericana. Lleva tres años en el cargo. Su cuenta pendiente se mira con los ojos cerrados: una copa continental. Su logro, y el de su equipo, también está claro: haber logrado regularidad en el buen nivel en el ámbito local, además de dos títulos sobre seis campeonatos. –¿Te consideramos poco, Ricardo? –No lo creo. O, en realidad, no me pongo a pensar en cómo me tratan. Si me detengo en lo que se habla de mí, no avanzo. Supongo que otros técnicos tendrán más prensa por trabajar en clubes de mayor repercusión. Yo estoy en Vélez desde comienzos de 2009, un lugar donde los inconvenientes se reducen claramente. Un club con buen gusto para incorporar y tener un plantel de calidad. –Voy al otro extremo: ¿es fácil enton-

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ces ser técnico de Vélez? –En algún punto, sí, es fácil ser técnico de Vélez. Estoy rodeado de algunos de los mejores jugadores del país, de una dirigencia que, más allá de haber vendido varios jugadores, sabe lo importante que es reemplazar esas piezas, un amigo como manager (Christian Bassedas) que me respalda, un club sin problemas económicos… Lo puede hacer Boca también y algún otro más. No me puedo quejar. Independiente y San Lorenzo, por ejemplo, tienen problemas muy importantes por la situación institucional. –¿Queda espacio para el hincha en el jugador o el técnico? –Es difícil. Yo fui muy hincha de Vélez de chico. Sufrí de niño y de adolescente. Hasta que me metí de lleno en el fútbol. Dejé de gritar los goles. Hoy no creo que trabaje mejor de técnico que en los anteriores equipos donde estuve. Sí sucede que el éxito tiene otro sabor, está ligado a los recuerdos, a la identidad, a que me broten las sensaciones de cuando iba a la cancha con mi viejo. Fui muy hincha, de los que lloran. Acostumbrado a ser el punto de las cargadas en Tapiales, donde

crecí, porque era el único de Vélez. Jugábamos contra cualquier grande y lo más lógico era perder. Me pegaban cada gastada que terminaba lagrimeando. A los diez años supe lo que era ser campeón, pero hubo que esperar para que siguieran los éxitos. Mempo Giardinelli escribió un cuento con raíz de lo que relata Gareca. Casualmente se llama El hincha y refiere a ese único hincha de Vélez que sufre a la distancia, en Reconquista, los agravios de los amigos acostumbrados al triunfo: “Alguna vez se tiene que dar el campeonato, ese único sobresalto que esperaba de la vida monótona, sedentaria que llevaba y que parecía que sólo se justificaría si Vélez salía campeón”, escribió Mempo. El hincha, ya no el del cuento, sino el simpatizante de Vélez, cambió. Gareca lo advierte cada vez que empieza un campeonato a metros de esa famosa platea Norte: “en primer lugar, se multiplicó. Cuando vuelvo a Tapiales a ver a mi hermana o los amigos que viven todavía ahí, siempre veo una camiseta, lo que antes era imposible. Y se tornó exitista. No se banca no pelear un campeonato. Cree

“El caso de Guardiola debe ser tremendo: la exigencia es permanente. Sólo le queda ganar todo y seguir ganando todo. Y hacerlo jugando bien. No tiene margen. Es hermoso pero estresante”.


que debemos salir campeones siempre”. –¿Por qué decidiste renovar tu contrato en diciembre? –Porque sentí compromiso de todas las partes. A mí no me interesa durar por durar. Debe parecer el colmo: uno de los técnicos que lleva más tiempo en el cargo se hace el desinteresado por la permanencia, dirán. Pero es la verdad. No me gusta renovar más que por un año. Y entiendo que hay que fijarse bien antes de renovar. –Es decir, ¿entendés a Guardiola a la distancia? –Seguro. Su caso debe ser tremendo: la exigencia es permanente. Sólo le queda ganar todo y seguir ganando todo. Y hacerlo jugando bien. No tiene margen. Es hermoso pero estresante. –¿Es natural un ciclo como el de Ferguson en Manchester United? Hace veinticinco años va todos los días al mismo lugar de entrenamiento. –Absolutamente anti-natural. En todos estos años fue renovando el plantel, pero para mí es imposible mantener la misma energía. Obvio: no sdon normales ni ciclos tan largos ni tan cortos como los de acá. Romero en All Boys (se mantiene desde hace cinco temporadas), Alfaro en Arsenal (va rumbo a los dos años en su segunda era en Sarandí) y yo somos los menos. En Argentina, la lógica marca que a cualquier técnico le cuesta terminar el año que empezó en el club. Quizás el secreto esté en no mirar más allá. No creo que Ferguson se haya prometido estar veinticinco años en el mismo lugar. ¡Veinticinco años! Cuando arrancó, hacía poco que yo le había hecho el gol a Perú de la clasificación al Mundial de México… –A propósito, ¿copiaste algo de Bilardo o lo tapó tu bronca por no haber ido al Mundial? –De Bilardo siempre valoré su conocimiento táctico. Y con el tiempo aprendí a diferenciar. Un técnico toma decisiones que muchas veces enojan o incluso lastiman a sus jugadores. Entre otras cosas, estamos para eso, lamentablemente.

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CLAUSURA ON THE ROCKS

“Jugar como Tigre no es un riesgo, es lo lógico” Rodolfo Arruabarrena ya no sólo barrena para una publicidad, sino que se destaca por el estilo que le impuso a su equipo y nada menos que para zafar del descenso. Un Caño compartió con el Vasco una charla futbolera tan jugosa como recomendable. Por PEDRO NESTA Y TOPO LÓPEZ FOTOS PHOTOGAMMA.COM –¿Para ir a ver a qué equipo del fútbol argentino pagarías una entrada? –Y... algunos hay. No son muchos, pero algunos hay. Vélez practica buen fútbol. Lanús también, ya desde hace años. Godoy Cruz, pese a que cambió de técnico, tiene una base interesante y jugadores que respetan una búsqueda... A los demás equipos, la verdad, todavía no los vi por completo. –¿A Tigre no lo incluís de humilde que sos, nomás? –No, porque ahí entro gratis, je. –¿Y Boca? –Lo critican todos pero el torneo pasado sacó doce puntos de ventaja y hace treinta y pico de partidos que no pierde. El suyo no será un fútbol bonito, pero sí es muy práctico. Cada cual tiene sus armas. –¿Te gusta cómo juega? –Te diría: ni. Me gusta su solidez, tiene equilibrio. Lo que pasa es que ofensivamente se le puede pedir un poco más. Creo que el tema del invicto también debe jugar en la cabeza, quizás inconscientemente estén pensando en cuidar la racha antes que nada, en no perder, y entonces no salen buenos partidos. Me pasó a mí con los 40 partidos invictos con Bianchi. Igual, este Boca tiene jugadores de mucha experiencia que sabrán manejar la situación. –¿Se parece este Boca de Falcioni al de Bianchi? –Ahora no lo vi mucho. El del semestre anterior sí lo podés comparar: sabías que si te hacía un gol, chau, después era difícil convertirle. Muy sólido, como lo éramos nosotros con Bianchi. Tal vez este Boca sea un poco más defensivo que aquél. El nuestro era un equipo goleador porque lo teníamos a Martín (Palermo), que hacía goles de todos los colores, a Guillermo (Barros Schelotto), a Román (Riquelme)... Este Boca hace pocos goles y le hacen menos. –¿Te divertías en aquel Boca de Bianchi? –Sí, claro. Ganamos todo, lo disfrutaba, cómo no... Y además de los tres de arriba, en el medio había tipos muy 16 UN CAÑO | MARZO 2012

inteligentes, como Cagna y Basualdo que entendían el juego a la perfección. –¿En Tigre te pasa algo parecido? –En Tigre tengo jugadores de buen pie, muy buenos técnicamente. Román Martínez, Cachete Morales, Botta, Carrasco, Pío, Castaño... También cuento con defensores rápidos, jugadores que saben romper la segunda línea… Se van sumando diferentes características que yo trato de encajar para armar un buen equipo. Es difícil, pero cuando tenés variedad y calidad es todo más fácil. –Salvando las distancias, Guardiola una vez dijo que su suerte es dirigir jugadores a los que les gusta el buen fútbol. Ahora, hay que animarse a poner esa clase de jugadores en la situación que atraviesa Tigre. –No sé, yo no lo veo como un riesgo. Creo que es lo lógico. Para mí es fundamental la posesión del balón. Tener la pelota te ayuda a no estar tan obsesionado con defenderte. Si la tenés más, es muy difícil que te ataquen. Y para eso necesitás jugadores de buen pie, jugadores que entiendan el juego. Ramiro Leone lo entiende perfectamente, lo mismo Román Martínez, y eso sirve para que todos los demás se puedan mover. Es una cuestión de inteligencia. Y si a eso le sumás el toque que tiene la mayoría, el funcionamiento se hace más fluido: posesión y rápida circulación para ampliar el campo, para generar espacios... Es importante tener jugadores que sepan leer el partido. –¿Renunciarías a un estilo si eso te garantizara el éxito? –Depende mucho de los jugadores, siempre hay que ver el material con el que contás. En este caso, los muchachos tienen bien clara cuál es nuestra idea: tratar de formar sociedades, tener la pelota, ser profundos y equilibrados al atacar. Es fácil decirlo, pero cuesta llevarlo a la práctica. Pero mi idea es ésa, esté donde esté. Y si estás en Tigre, lo ideal es jugar como


lo tratamos de hacer nosotros. Podrá salir bien, mal o regular, pero no podemos negociar las ganas y la intención de llevar a cabo esta forma de jugar. Seguiremos por este camino. –¿Entonces vas a romper con el tabú de cómo pelear la permanencia? –No creo que sea yo quien deba opinar sobre ese tema. Además, está demostrado que no existe una fórmula para zafar del descenso, como así tampoco para obtener títulos: hubo campeones vistosos, otros que por ser rácanos cosecharos buenos dividendos... Ojo, tampoco soy tonto y sé que los resultados mandan. Si al final del campeonato no logramos el objetivo, van a decir: “¿Y? ¿Para qué te sirvió jugar lindo?”. Ahora, si logramos el objetivo, estoy seguro de que habremos demostrado algo. –¿Qué cosa? –Que acá está esto, que se puede con nuestra idea. No digo que sea más fácil estar en Boca y pelear campeonatos sin tener problemas de promedio, pero es totalmente diferente. Por eso soy un convencido de que acá ganan mucho más prestigio los jugadores. –Profundizá, por favor... –Teniendo en cuenta la situación en la que estamos, si Tigre logra el objetivo jugando por momentos un buen fútbol, después mejorarán los contratos de los jugadores. La gente que los tiene que contratar dirá: “mirá, éste estuvo en una situación límite y tuvo personalidad para jugar”. Hay mucho por ganar. Sabemos que será difícil, que vamos a sufrir y a disfrutar, pero depende de nosotros. De seguir respetando, de ser humildes. En la humildad no la vamos a pifiar porque conozco a los pibes. Pero hay que trabajar. Esperemos que tanto nosotros como los resultados ajenos nos ayuden a dejar a Tigre en Primera, que es lo que se merece. Hay que tener paciencia y no volvernos locos por los elogios o las críticas. Es una pelea larga, será dura, pero el que pierde la paciencia, se va para la B. –Recién decías que en Boca es diferente. ¿Te gustaría que los equipos grandes se animaran a jugar un poco más? –Sí, pero tampoco podemos ser injustos, y debemos tener en cuenta que se emparejó todo. Los equipos grandes también juegan con más presión y hay poco tiempo para todos: si no se te dan tres o cuatro resultados, ya se habla de crisis, y en los clubes grandes repercute mucho más. Ahora, lo cierto es que esos equipos tienen más posibilidades para contratar buenos jugadores, y yo soy de la idea de que si tenés buenos jugadores, hay que tratar de practicar un fútbol vistoso. Por ejemplo, a mí me gusta cómo juega River. –¿Sos de los que piensan que estaría peleando arriba en la A? –No, no lo sé, es imposible trasladarlo. Lo que sí noto es que ya no existe tanta diferencia entre las categorías. Tal vez en la B Nacional haya más distracciones defensivas, pero así y todo hasta pueden salir mejores partidos que en la A. En ese sentido, considero que River tiene más equipo que en el semestre que le

tocó descender y que Matías (Almeyda) va por buen camino, intenta devolverle a River su estilo histórico. –El Pelado nació en Núñez. ¿Vos dónde concebiste tu búsqueda futbolística? –Debuté con Menotti, y tuve a los mejores técnicos del país: el Flaco, Bilardo, Pekerman, Bielsa, Bianchi... Con Bianchi coincido en muchísimas cosas, tanto deportivas como extradeportivas. Y en Europa, en el Villarreal, lo tuve a Manuel Pellegrini, a quien también le gusta el buen juego y la posesión del balón. Fui rescatando cosas de todos. Es difícil, pero poco a poco vamos logrando hacer como en Europa, jugar a uno o dos toques. Y en el mediocampo, jugar a uno o dos toques te da una ventaja importante con respecto al rival. Hacer fácil la apertura de la cancha a uno o dos toques. Si logramos ser precisos y que la pelota vaya corriendo para después quedar uno contra uno por afuera, eso sería lo ideal. Trato de usar trabajos pensando en los rivales, en nuestra forma de jugar y también trayendo cosas de Europa, porque me gusta lo que se hace allá. –¿En la Argentina cuántos equipos juegan así, al toque y toque? –Son pocos, la verdad que son pocos, pero también por las características del jugador argentino. A muchos les gusta tener la pelota, y no se la sacás. Se lo podés remarcar mil veces y no hay caso, es difícil. Pero tampoco reniego de eso, eh, porque también es útil en un sector de la cancha. En los costados es mucho más fácil hacer este tipo de gambetas porque tenés más posibilidades de recuperarla si te sale mal. –Por ejemplo... –Cachete sabe que en la mitad de cancha tiene que tratar de ser lo más simple posible. Pero cuando la recibe afuera, contra un defensor, o ya entrando al área, ahí sus cualidades son fundamentales para desequilibrar. Y eso no se lo puedo sacar porque también lo necesitamos. –¿Te cuesta que un jugador aprenda a jugar a dos toques? –No. Mirá, cuando van a Europa se acostumbran rápido, lo hacen. Entonces es cuestión de trabajarlo, de seguir insistiendo. En Tigre lo vamos logrando. Y es muy grato verlo en los partidos. Ser simple en donde tenés que ser simple, ser inteligentes en cada sector. –Sacando a los de Tigre, sin repetir y sin soplar: ¿cuántos jugadores inteligentes hay en nuestro fútbol? –Riquelme, Valeri, Camoranesi, Insúa, Villar, el Rojas de Godoy Cruz…. Y tengo más si querés. Ledesma llegó a Boca mejor jugador de lo que era. Hay, hay... –Entonces se podría jugar mejor en la Argentina. –Sí, se podría jugar mejor, pero están las presiones, las urgencias y el entorno es complicado también. Hay que tener una idea clara y morir con la tuya. –¿Como vos en Tigre? –Sí, pero esperemos no morir, sino seguir vivos en Primera y de la forma que más nos gusta. MARZO 2012 | UN CAÑO 17


CLAUSURA ON THE ROCKS

Rebotín, rebotán

¿Viviremos un campeonato nada ofensivo? ¿Es que así es el fútbol argentino? El análisis del Boca campeón y que ahora transita lleno de dudas por el Clausura y la comparación con los demás equipos son los ejes de esta nota. Nuestro analista habla del probable efecto “todos somos como Boca”. Por FERNANDO PACINI Fotos PHOTOGAMMA.COM

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i la pregunta es ¿qué equipo nos puede divertir en este Clausura?, la respuesta más segura es ninguno. Expandiendo un poco el concepto, para ser más justos, es probable que ninguno nos consiga entretener con regularidad. Tal vez sí durante un partido, o durante veinte minutos. Pero no es usual que un equipo juegue bien regularmente. No es imprescindible para ser campeón. Alcanza con jugar un poco mejor que el rival de turno, sobra con “manejar el partido”, con saber “cerrarlo” y demás frases a la medida de la racanería. Boca es una fabulosa muestra de esa “eficiencia”. Pero ni el título ni sus invictos invalidan la discusión. No se puede discutir sobre resultados, pero sí se puede discutir acerca del juego, de los recursos que lo hacen ser lo que es. No sólo es necesario interpelar a Boca, es imprescindible hacerlo. Boca es la expresión mejor lograda de lo que es en esencia la liga argentina de los últimos tiempos. Nuestro fútbol está lleno de rebotes. Boca también. Nuestro fútbol está lleno de pelotazos, corridas, disputas y pelotas paradas. Boca también. Nuestro fútbol está preparado para defender con intensidad y atacar cuando se pueda, igual que Boca. El fútbol argentino es muy táctico en defensa, pero nada táctico en ataque; el plano ofensivo es secundario, es sólo un departamento que administran dos o tres jugadores como mejor se las puedan arreglar. Boca, lo mismo. La ventaja que saca Boca es la regularidad que tiene para aplicar estos concep-

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tos dominantes: espacios cerrados, defensa comprimida, ganar rebotes, apreciar la pelota quieta, etcétera. Es decir, hace lo que casi todos hacen, pero mejor. En medio de un laberinto espejado donde todos juegan a lo mismo, los restos de talento que siguen saliendo de Riquelme suelen ser suficientes para distinguir al equipo. Su inteligencia y oficio, sobresalen en el caos, y su fútbol detecta los atajos para armar un ataque, un gol, una victoria. Racing (otro de los candidatos pese a su pésimo arranque) tiene algunas ventajas comparativas: un plantel aceptable, algunos años de estabilidad y solamente dos competencias (el torneo y la Copa Argentina). Boca suma la Libertadores, y eso, inexorablemente, lo obligará a repartir esfuerzos. El mismo “problema” tiene Vélez, otro potencial aspirante y, posiblemente, el que mejor juegue de los tres. Si la rotación funciona, nadie podrá quitarle el cartel de animador. Sería saludable que Vélez pudiera competir hasta avanzado el Clausura, porque mejoraría la calidad general. Lanús también enfoca a la Libertadores como un objetivo inmediato. Pasar la fase de grupos –algo que hasta ahora nunca ha conseguido– es su prioridad. Y

si avanza, quién sabe hasta cuándo será capaz de sostener sus buenos números locales. Pero volvamos a Racing. En el último tiempo se ha instalado que La Academia tiene un muy buen plantel. ¿Es posible que esté sobrevalorado? No hay dudas de que es competitivo, pero ¿es realmente tan bueno? Tiene un gran arquero: Saja está muy bien, maduro, con experiencia y pleno físicamente. En defensa no hay grandes problemas. El punto débil está en el ataque. No en el ataque, en tanto componentes de la ofensiva, sino en el ataque como concepto colectivo. Racing no ataca con la calidad que se supone que puede hacerlo un equipo que tiene al mejor 9 del país, a uno de los dos mejores 10, y a un par de buenos acompañantes. Giovanni Moreno es un jugador fascinante, su técnica es prodigiosa. Pero si arranca lejos y con pocas alternativas, quedan algunas jugadas de muestra, pero su influencia en el juego no es decisiva. Pillud y Licht empiezan mucho mejor de lo que terminan sus ataques. Pelletieri no participa. Hauche contagia ganas y voluntad, pero está a cinco minutos de perder el puesto con Valentín Viola, un fut-

Nuestro fútbol está lleno de rebotes. Boca también. Nuestro fútbol está lleno de pelotazos, corridas, disputas y pelotas paradas. Boca también.


bolista capaz de garantizar desequilibrio en el mano a mano y algunos desbordes (cosas que le faltan a Racing). Teófilo Gutiérrez precisa esa clase de acciones: desbordes, laterales y extremos que lleguen con un campo más oxigenado. Precisa, además, que Gio aporte soluciones para procurar un final ofensivo. En esas condiciones, el 9 colombiano puede destacarse. Ya ha probado su capacidad para anticiparse en el área, para terminar la jugada a un toque, para cambiar la dirección de un centro. En cambio, si juega de espaldas, choca, pelea, está obligado a correr más, a gambetear y a girar, su campo se acota. Está mejor facultado para la brevedad del final que para el espesor del armado. Definitivamente, suponer que dos laterales que van arriba, un 10 y un 9 pueden ser la síntesis del equipo determina a un Racing incompleto, sobre todo en la medida en que no trabaje mejor colectivamente. De persistir en ese camino, su dependencia de la inspiración de algunos

de sus futbolistas será casi absoluta. No está tan claro que Racing y Boca tengan perfiles futbolísticos tan diferentes. Si cualquiera desconociera quiénes son los entrenadores y sólo los viera jugar, no descubriría fácilmente quién dirige a cada uno. No es cuestión de etiquetas. Las pretensiones estéticas que se le atribuyen a Basile no son una garantía per se. Cualquiera puede producir un equipo aburrido y básico, aún con discursos antagónicos. Falcioni reivindica sus modos. No estafa a nadie. No dice que quien vaya a ver a Boca verá algo diferente a lo que sostiene con palabras. Todo lo contrario. El equipo se parece a lo que piensa. Y por muchas intenciones que tenga Basile de procurar un equipo atractivo, el resultado puede ser igual de aburrido. Más decepcionante, incluso, porque cuando no hay correspondencia entre el mensaje y el producto se pierde la confianza y se juega con pudor. Boca no tiene vergüenza de jugar como juega. ¿A alguien le parece importante abu-

rrir o entretener? No se trata de abrigar nostalgias ni romanticismos, pero se puede pensar que la estética es un valor que merece considerarse. La admiración que provoca un equipo es la consecuencia de su funcionamiento, no de la búsqueda inicial. No está en los planes de nadie salir a jugar para agradar, no es un fin en sí mismo, ¡pero cuánto mejor es poder disfrutar! Esa huella es más honda que cualquier victoria. Los hinchas, el gran refugio del fútbol argentino, aman sus colores. La mirada crítica tiene un límite para ellos: el de su amor incondicional. No eligen a cuál equipo ver de acuerdo al espectáculo que ofrezca asiduamente. No tienen esa “libertad”, ¡y celebran no tenerla! En esa pasión se sostiene nuestro fútbol, y eso lo hace indestructible. Luego es cuestión de gustos. Con Vélez, Lanús y Godoy Cruz en la Copa, si tuviera que comprar una entrada, como espectador neutral y desapasionado, compraría un ticket para ver a Atlético de Rafaela.


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Cómo pegar un cristal

Quizás pocas veces haya ocurrido esto de presenciar un campeón tan frágil. Por sus problemas internos y por el pobre juego que exhibe, Boca está siempre en el centro del tablero al que todos lanzan dardos. Nuestro analista pone el eje en las ideas básicas del entrenador, Julio César Falcioni, y se pregunta por el tiempo que podrá mantenerlas sin que un nuevo batifondo lo circunde. Por ROMÁN IUCHT Fotos PHOTOGAMMA.COM

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na vez más, la nota mensual para Un Caño debe comenzar contando una intimidad de la confección de la revista. Con la dinámica de costumbre, ante la propuesta de un posible sumario de temas que exhibió el querido Pablo Llonto, quien aquí escribe aceptó con agrado analizar al nuevo Boca versión 2012 en la Copa Libertadores, con la inclusión de Santiago Silva. Como ya ha ocurrido en otras oportunidades, con una frecuencia que define la inestabilidad del fútbol argentino, el foco fue girando, la visión se fue desplazando y en estas líneas, además de intentar poner la lupa en el movimiento del campeón con el agregado del goleador, deberemos ver cómo se rearma el escenario luego del encontronazo en el vestuario post Zamora de Venezuela. Hagamos un esfuerzo y, aunque por estas horas parezca secundario, hablemos del juego. Lo primero que debe decirse es que pensarlo a Silva dentro del equipo implica establecer un detalle fundamen-

tal: por cada entrenamiento de fútbol del que participa el oriental, Boca hace no menos de cuatro sin su presencia. Es natural suponer al equipo con Silva entre los titulares, con una cuota de agresividad ofensiva que en el arranque del año el equipo no pareció mostrar. Pero también es cierto que la imposibilidad de jugar todos los partidos acota la chance de conocimiento dentro del campo entre el goleador y sus compañeros. Aún para un consagrado, incluso para un asesino serial de las áreas como el Pelado, la obligación de aprovechar al máximo cada una de sus participaciones sin tiempo ni ensayos como para lograr la forma ideal puede disparar un combo de ansiedad y verborragia poco recomendable. La categoría de algunos de los intérpretes, tanto como el funcionamiento colectivo, pueden disimular esa falta de ejercicio. Pero para eso Boca necesitará inyectarle a su juego una mezcla de audacia y agresividad que, a esta altura, nadie se animaría a incluir en el ADN de Falcioni.

La solidez defensiva ha resultado el bastión fundamental en el que se sostuvo el campeón del Apertura, pero es dable pensar que para hacer historia en el continente será necesario algo más. Observando antecedentes que permiten partir de la premisa que la Copa se pierde de local y se gana de visitante, la idea madre de Falcioni de asegurar el cero propio puede resultar poco seductora, pero es pragmática hasta el exceso. Sin embargo, incluso aquellos equipos que, como el suyo, transitan peligrosamente por el estrecho precipicio que hay entre lo austero y lo avaro necesitan a la hora de la verdad una pizca de audacia. Tener el lujo de la presencia de Silva es ocioso si no se lo utiliza y alimenta como se debe, y por allí debe pasar el desafío americano. Un Riquelme pleno desde lo físico para jugar con continuidad, ya no una seguidilla de encuentros, sino muchos minutos seguidos dentro de un mismo partido, sumado a un delantero que pueda moverse por las bandas y fabricar es-

Falcioni edificó su autoridad construyendo una criatura que fue capaz de prescindir en casi todo el Apertura del mismísimo Riquelme, pero ante la primera situación irregular lo señaló como el principal responsable y amenazó con renunciar: no hizo más que exhibir su paranoia.

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pacios, más un equipo que ambicione juntar jugadores que pasen la línea de la pelota serían algunas de las mejores opciones para sacarle el máximo provecho a uno de los mejores delanteros del continente. Claro que todo lo mencionado parece quedar en un lugar secundario si la armonía del grupo en la relación jugadoresentrenador quedó deteriorada luego del “malentendido” de Venezuela. Más allá de las especulaciones periodísticas que, en la loca carrera por adelantar la primicia, hicieron algunos con un esfuerzo mucho más importante que el que les demandaría analizar el juego de Boca, antes de criticarlo sólo por desacuerdos estéticos o por la cara de pocos amigos que puede tener su entrenador, lo cierto es que algo ocurrió y ese algo fue sintomático de la lucha de poderes. Si se dobla, puede reconstruirse; pero parafraseando al General, todo parece indicar que algo se rompió en la intimidad del vestuario. Falcioni edificó su autoridad construyendo una criatura que fue capaz de prescindir en casi todo el Apertura del mismísimo Riquelme, pero ante la primera situación irregular lo señaló como el principal responsable y amenazó con renunciar: no hizo más que exhibir su paranoia. Poco importó que luego se aclararan los tantos y que el pedido de disculpas interno lograra calmar los ánimos. La desconfianza quedó instalada y los fantasmas armaron su propio nido. El técnico se ve dolido por la falta de reconocimiento de sus logros. Como no pueden discutirse sus resultados, se apunta al rendimiento. Su enamoramiento del invicto lo llevó a mostrar un equipo cada vez menos generoso en su propuesta. Que Boca fue un legítimo campeón es una verdad indiscutible, pero que puede jugar mejor, en función de la cantidad de calidad que tiene dentro de su plantel, también es una afirmación real. Mientras los resultados acompañen,

todo el resto de la basura se podrá seguir escondiendo debajo de la alfombra. Cuando en el imperio de Julio César se pierda una batalla, allí empezarán a salir a la luz todas las dificultades y deberá revisarse mucho más que los fríos números.

Incluso, se deberá estudiar cómo hacer para que Santiago Silva se transforme en ese tremendo goleador que debería lograr que los hinchas no sientan la ausencia de Palermo y levantar en una noche mágica a toda La Bombonera.

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“Es muy grande el miedo a perder”

Sebastián Saja trata de buscarle una explicación al fútbol pobre que vemos. Pero le cuesta encontrarle alguna al incierto comienzo de Racing en el torneo. El arquero no se resigna y está seguro de que el pueblo racinguista volverá a confiar en ellos. Por ANDRÉS GÓMEZ FRANCO Fotos PEDRO PALACIOS

–Boca ganó un torneo horrible a nivel espectáculo y aburrió. A Racing lo teníamos como un potencial bálsamo en este fútbol argentino tan mediocre, pero parece que nos van a defraudar nomás... –No fue el comienzo que queríamos. Y estamos con la preocupación lógica. Estamos convencidos de lo que queremos hacer dentro de la cancha, pero faltan resultados. Nosotros también esperamos satisfacer a la gente que confía en nosotros. Porque en el torneo pasado tampoco pudimos. Ojalá ahora podamos jugar mejor. Pero no es fácil en el fútbol argentino. –¿Por qué no? –Porque es muy grande el miedo a perder. Los jugadores piensan más en no equivocarse que en arriesgar para ganar, para hacer una buena jugada, para hacer algo diferente. Hay mucha exigencia, mucha autoexigencia. –¿Pero eso no pasa en todos los países? –Acá te exigís muchísimo, más que jugando afuera. Muchísimo más. Y es un fútbol más físico, friccionado, hay poca diferencia entre un equipo y otro, los muy buenos jugadores se van muy rápido... Es muy difícil encontrar jugadores desequilibrantes. De hecho, no hay más de tres en ningún equipo. Entonces, si en todos los equipos tenés más jugadores destructivos que constructivos, bueno… Creo que ahí está una de las explicaciones de por qué se juega tan mal... –A ver: Boca tiene a Riquelme, Erviti y... –Esperá. No digo que antes no se esforzara, pero Erviti corre mucho más de

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lo que corría con nosotros en 2001; en Boca, es polifuncional, le hace los relevos a Clemente. Y en San Lorenzo contabas cuántos caños hacía. Cambió un poco. El Erviti de hace diez años no podría jugar así hoy. A la segunda que perdés te putean la gente, los compañeros... Y esas cosas no ayudan. –¿Nos resignamos entonces? –No, ojalá Racing pueda jugar lindo. Lo que pasa es que lo primero que se busca hoy es el resultado. Primero ganar, después jugar bien. Y para ver un buen espectáculo, primero tenés que jugar bien y después pensar en ganar. –Y buscar ganar sin jugar lindo sería abusar de la pelota parada. –Y arriesgar lo menos posible, cerrarse ante la mínima ventaja. Todas esas cosas hacen que no se vea un fútbol vistoso. –En el torneo pasado hubo mucha expectativa con Racing. Y también mucha decepción. –Racing siempre genera expectativas, el hincha se entusiasma en cada arranque de torneo. Y cuando se da que tenés un plantel rico como el que tenemos, todo ese entusiasmo aumenta mucho más. Ojalá podamos hacer que la gente vuelva a confiar en nosotros, que vuelva a llenar las

canchas como en este arranque de campeonato. Y que no sea como en el torneo anterior, en el que también había mucha expectativa pero nos quedamos con la sensación de haber podido dar más; en cuanto a puntos y en cuanto a juego. –¿Y por qué no lo consiguieron? –Fue un poco de todo. Nosotros fallamos en momentos clave, no ganamos partidos bisagra, esos que te dan confianza, un plus. Pero, por otro lado, superamos los 30 puntos, una marca que hacía rato que Racing no alcanzaba. De hecho, venía de salir décimoquinto. Además, yo siempre digo que un campeón no se hace de un día para el otro. Mirá Boca: en el primer torneo empató mucho, sumó discretamente, pero armó un equipo sólido para el torneo siguiente y salió campeón. Ojalá nos pasé lo mismo. Porque equipo para pelear seriamente y para jugar mejor tenemos. –Sin embargo, siguen sin pulir el juego. ¿Y los líos del grupo ya los arreglaron? –Lo hablamos. Fue parte del aprendizaje. Son parte del crecimiento del grupo. En ese aspecto, nos equivocamos todos. Hasta el que no habló públicamente. No es cosa de uno solo. Pero veo que ahora mejoramos. Y los equipos que logran ob-


jetivos son los que tienen un grupo fuerte. Nosotros, en el semestre pasado, fallamos. Pero ahora estamos bien. –Pero Teo sigue haciéndose expulsar y haciendo declaraciones sin autocrítica. –Esas cosas se hablan grupalmente. En el torneo anterior cometimos el error de hablar antes de analizar grupalmente lo qué paso, y no queremos volver a repetirlo. Pero quedó claro que con Teo, como con cualquiera que comete errores, hay que hablar para que no se repitan. –O sea que de la actitud egoísta de Yacob tampoco vas a decir nada (el jugador se negó ir al banco una vez que perdió la titularidad). –Ya hablamos con Claudio. Y es un tema cerrado. –¿Tienen un técnico más ofensivo? –Es distinto. Yo creo que, a diferencia del Cholo, Basile pregona jugar más con la pelota. Al Cholo se lo criticó mucho durante el torneo pasado, lo tildaron de defensivo. –Es que se defendía mucho. –Pero él nunca nos dio una indicación

táctica para defendernos, para esperar al rival. Fallamos nosotros. Nos faltó iniciativa en varios partidos. El Cholo, como el Coco, busca ganar en todas las canchas. Aunque con distintos métodos. El Cholo es más vertical, más concreto, busca alcanzar el objetivo lo más rápido posible, ser picante. Y recuperar la pelota rápido. Es un juego muy dinámico. Y el del Coco es más de elaboración, de tenencia de balón, de paciencia. –¿Y en cuál encajan mejor los jugadores de Racing? –Y... Depende... –Con la del Cholo no terminaron nunca de encajar. Con Basile aún hay un poco de crédito al menos. –Yo creo que Racing, para lo que Coco pretende, tiene muchos jugadores dotados. Después estará en nosotros, en nuestro rendimiento individual… Más allá de que considero que el DT es importantísimo, si el jugador falla. –Sin embargo, Toranzo, Teo y Gio dicen que ahora juegan más a la pelota. –Con el Cholo, los jugadores creativos

también tenían libertad. Lo que pasa es que a Simeone le gustaba que fueses lo más concreto posible. Si hacés un pase, que sea para lastimar. No le gusta la calesita. Pero cada jugador tiene una identificación con un técnico. Más los jugadores de campo, no tanto los arqueros. A mí el Cholo me dejó muchísimas cosas. Es un gran DT, y con mucho futuro. Tal vez a Toranzo, o a Gio, que son de tener la pelota, les gusta más el estilo del Coco, pero se puede ganar de todas las formas en definitiva. –¿Y en cuanto al trato? –En eso sí son distintos. El Cholo toma más distancia. Creo que porque, más allá de que cada uno tiene su personalidad, jugó mucho en Europa, y allá la relación es más fría, es técnico-jugador a secas. Y el Coco es más franelero, es más un padre. Hay jugadores a los que les viene mejor, que les gusta que los mimen, que les digan que son cracks, que la pueden perder diez veces y no pasa nada; y a otros nos da igual si el trato es más cálido o más frío. –El Cholo no hubiera ido a putearse

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con los hinchas que los estaban insultando, como hizo el Coco después de Banfield. –El Coco es la cabeza del grupo y quiso salir a respaldarnos. Puso la cara, pero la culpa de que Racing no consiga los resultados es de todos. –Vos sos una especie de excepción en medio de tanto bajo nivel individual: desde que llegaste estás rindiendo muy bien. ¿Esperabas acomodarte tan rápido después de estar cinco años en el exterior? –No. Tenía incertidumbre. Y no esperaba que las cosas me salgan tan bien. Igual, no fue casualidad: trabajé para tener un buen año. Aunque, más allá de haberme preparado, no pensaba en una vuelta tan buena e importante como la que tuve en el semestre pasado. –Y tan regular. –Sí, que encima es lo más difícil de conseguir, sobre todo para un arquero. Los arqueros siempre tenemos uno o dos partidos en los que nos equivocamos feo, pero en el torneo pasado tuve una regularidad que hizo que mi nivel fuera destacado. Por eso yo siempre persigo la regularidad. Jugar siempre siete puntos, y no un día nueve y otro cuatro. –¿Cómo fue que caíste en Racing? –Tenía un año más de contrato en el AEK Atenas, y un poco por la crisis que ya estaba pegando en Grecia, empezaron a soltar jugadores. Me dijeron que si tenía alguna oferta, no iban a poner trabas. Y apareció Racing. –¿Cómo se vivía la crisis? ¿En qué la notabas vos, más allá de ver las noticias? –En los paros de transportes, de empleados públicos, en los sentimientos de la gente... Lo percibís. Es una crisis que cada día empeora un poco más y parece no tener fin. –¿Encontraste alguna similitud con la de la Argentina del 2001? –Sí, son situaciones muy parecidas. Pero hay una gran diferencia: Argentina explotó en esa semana del 19 de diciembre y a partir de ahí arrancó de nuevo. Pero después de haber tocado fondo. Grecia no termina de caer, todavía no tiene un 19 de diciembre como el de nosotros. –Agoniza. –Agoniza. Y estira la agonía. Yo creo que eso es lo que va matando a la gente. Nosotros tuvimos que asumir que estába-

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mos hechos pelota, y ellos todavía piensan que pueden seguir con la joda, como venían haciendo antes. –Sucede que Grecia es Europa pero no es Europa. –Claro, tienen mucha influencia asiática y turca. Es un país que pertenece geográficamente a Europa pero sin la mentalidad europea. –Ni la economía de Europa. –Ni la economía… Pero en cuanto a riquezas naturales y turísticas debería estar posicionado como uno de los mejores de Europa. Pero las malas gestiones, el meter y meter mano, como nos pasó acá, hizo que lo termine pagando la gente. –Ahora, ¿es tan pesado como acá o no tanto?

–Es pesado, sí: edificios y bancos incendiados, murió gente… Quizá no decenas en un par de días, como acá en el 2001, pero hay líos todos los días. Pasaron tres meses sin recolectar la basura. Y así van… Y parece no tener fin. –Como la crisis de San Lorenzo. –Es tristísimo lo de San Lorenzo. Porque tiene los dos problemas juntos: el institucional y el deportivo. Va a ser un semestre muy jodido. Pero bueno, los clubes no aprenden; ven los ejemplos de otros clubes, los buenos y los malos, y no aprenden. Es una pena que los jugadores tengan que poner la cara hoy. El tema es que un descenso lo podés arreglar, pero un club al borde la quiebra es más difícil de levantar.



CLAUSURA ON THE ROCKS

El Eternauta racinguista

Los hinchas de Racing siempre tuvieron una gran imaginación. Esta vez, el 2012 y ese disparate del fin del mundo que tanto se comenta dan pie a una obra de teatro que ubica a La Academia como un equipo que da para todo. Por ALEJANDRO WALL

U

na nevada mortal cae en la Tierra. Es 2012, año del fin del mundo, según las profecías mayas. No se salva nada, todo se congela. Sólo cinco estructuras logran superar la catástrofe: la Muralla china, el Partenón, el Arca de Noé en el Monte Ararat, Tiahuanaco en el altiplano boliviano y el Cilindro de Avellaneda, el templo donde se profesa una religión indestructible: la racinguista. Así arranca Historia de una pasión bien argentina, la obra que se estrenó en diciembre en el teatro La Máscara –sala del académico Norberto Gonzalo–, salió de gira por filiales y regresó en marzo al mismo escenario. Su creador e intérprete es Jorge Gómez, periodista, historiador dramaturgo y, sobre todo, hincha de Racing. La nevada es una alusión a El Eternauta, la historieta creada por Héctor Oesterheld y Francisco Solano López. La obra, incluso, arranca con un audiovisual en el que Gonzalo tiene puesta una escafandra que asemeja a Juan Salvo, protagonista principal de El Eternauta, que simboliza al héroe colectivo. Allí comienza el relato con la participación, entre otros, de Diego Capusotto, Guillermo Francella, Lito Cruz, Manuel Callau, Soledad Silveyra, Carlos Ulanovsky, Rita Cortese y Raúl Serrano. Todos ellos, desde una pantalla, van contando la catástrofe mundial. Y la salvación del Coliseo celeste y blanco. Allí, cuentan en la obra, con los actores que se van superponiendo, se encontraron documentos históricos que explican la historia de la pasión. “Yo hacía tiempo que tenía la idea de hacer algo con Racing. Desde antes del campeonato de 2001. Y lo pensaba como El Eternauta, como un Juan Salvo jugando de 9 en Racing que sacaba campeón al equipo post fin del mundo. Algo así como que había explotado el mundo y en el espacio Juan Salvo era el 9 de La Academia. Cuando está perdido todo, la gente canta. Es el héroe colectivo”, explica Gómez, también conocido como Pelé. Sin embargo, no hay mucho para convertir en ficción en la historia de Racing, que en sí misma parece un relato fantástico. Por eso, luego de ese recorrido audiovisual por el 2012 y la nevada, la otra pata sucede en 2001: piquete, cacerola, represión, 26 UN CAÑO | MARZO 2012

presidentes fugaces y el triunfo del “paso a paso” de Mostaza Merlo. “Racing no podía ser campeón en un país normal. Mirado a la distancia, que Racing sea campeón ahí es como mandado hacer”, dice Gómez, coautor junto a María Victoria Ramos de Biblioclastas, sobre la destrucción de libros durante la dictadura. El tramo sobre 2001 transcurre antes del partido ante Vélez que consagro a Racing. Un hincha intenta conseguir su entrada. Duerme en la enorme fila de fanáticos que buscan un lugar en Liniers. La hija de un amigo (interpretada por su propia hija), a quien él debe comprarle una entrada, le lleva comida. Mientras tanto, el país explota. Es la historia de la resistencia de Racing: descenso, quiebra, desaparición y derrota. Cuando está a punto de romper una racha de tres décadas y media, estalla la peor crisis de los últimos años. Se suspende el campeonato y tienen que iniciarse negociaciones políticas para destrabar el asunto. Recién después de Navidad pudo jugar por su título. Y ganarlo. El hincha que interpreta Gómez no consigue su entrada. Pero la chica logra ir a Liniers. Gómez, entonces, le encarga llevar la urna con las cenizas de su padre, la misma que él que llevaba a todos lados por una promesa. Es parte de las locuras que suelen cometer los hinchas de fútbol y que en el mundo de La Academia se llevan al rincón de la desmesura. “Racing es la resistencia; no será un cambio de paradigma, no es el octubre rojo, pero es la resistencia y algo de melancolía. La lógica sería que si uno quiere ganar se hace otro equipo, pero en Racing la pertenencia tiene que ver con otra cosa”, sostiene Gómez. El 27 de diciembre se cumplió una década del título conseguido por el equipo de Mostaza Merlo, que cortó treinta y cinco años sin títulos de La Academia. Gómez llevará su obra (premiada en un concurso literario organizado por el Departamento de Cultura de Racing) a distintas filiales. En marzo, cuando se cumplen 109 años del nacimiento de La Academia, volverá a La Máscara. Pero ya piensa otra idea. Una adaptación a las profecías mayas. Racing sale campeón en 2012 y se termina el mundo. Sólo faltaría eso para cerrar el relato.



CLAUSURA ON THE ROCKS

La vanguardia revolucionaria Si alguna vez los dos talentos colombianos que nutren el fútbol de Racing logran contagiarse de solidaridad, el equipo del Coco Basile tiene muchas alegrías para brindarnos en este Clausura. Teófilo Gutiérrez y Giovanni Moreno son las piezas de esta meditación que, en forma de nota, nos entrega nuestro cronista. Por PABLO DE BIASE Fotos PHOTOGAMMA.COM

“Díscolo, caprichoso y camorrero, la gran esperanza creativa en un fútbol de limitada jerarquía”, lo definió muy bien Alejandro Caravario, en una columna estival en un portal deportivo. Caravario, en dicho texto, depositaba sus esperanzas de regodearse viendo fútbol, cuando el Clausura comenzara, en “el” hombre de Racing. ¡Y eso que Caravario es un exquisito a la vieja usanza! (Él mismo, gran esperanza creativa cuando asomaba como un talentoso insider izquierdo en la cuarta de Atlanta, en la segunda mitad del siglo pasado. Lamentablemente, abandonó la pelota por los libros, y a éstos por una falda. La vieja maldición del periodismo bohemio). ¿Hace falta decir de quién hablaba Caravario en su columna? Porque díscolos o caprichosos o camorreros, ¡o hasta que jueguen en Racing!, de a una condición sola o de a dos incluso, puede haber varios. Ahora, creativos-creativos, en Racing sólo hay dos, y los dos son colombianos, pero mientras Gio parece un “dulce bomboncito de chocolate”, según una periodista hincha de Independiente, a quien su vocación por la metafísica de las piernas que llevan botines le hizo olvidar cualquier adscripción partidaria o nacionalista. “Teo”, en cambio, “late con la pasión de los inconformistas”. Coincidiendo en parte con los colegas, aunque hundiéndose en (y, a la vez, creando) una confusión etnonímica que hace dudar si Basile sabe verdaderamente qué lugar está pisando, el Coco lo pintó a Teo, al defenderlo por sus arrebatos arrabaleros en ocasión del “enfrentamiento” con Gabriel Milito en el clásico del verano, como “un muchacho de barrio, de Barranquilla, como si fuera de Barracas

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al sur, quiere ganar siempre, es un calentón”. Después, Basile pasó a la vanguardia de los arrebatos y orilló en la frontera entre lo simpático y lo patético. El DT de la Academia, tentado por la paronomasia (figura retórica que juega con el parecido de las palabras) entre “Barranquilla”, la cuna de Teo y “Barracas”, la cuna mitológica de las pelotas de trapo, los amigos de fierro y los cracks de fútbol, quiso reforzar la idea de Barracas con un “al sur”. Como si estuviera hablando del sur de Barracas y no del antiguo nombre de Avellaneda, Barracas al Sud, mientras pisaba el propio suelo de Avellaneda. (Basile, con su voz cascada y su pinta de porteño recio tampoco nació en Barracas, sino bastante más al sud: es oriundo de Bahía Blanca). Pour la galerie, pero también para el núcleo duro del periodismo deportivo (atiborrado de moralina y patrioterismo), prometió “calmarlo, conversar con él”. Basile la careteaba mientras Teo, un artista de tiempo completo, consciente de que las buenas performances deportivas no alcanzan por sí solas en la jungla de fútbol y medios, modela su personaje con la intuición de los grandes performers. ¿Por qué Chilavert caló tan hondo desde la entonces humildad en vertiginoso ascenso de Vélez? ¿Por los récords

que batió o porque, como un boxeador pícaro, entendió que el medio es despiadado y que para estar en el centro de los focos, saber cultivar el odio del resto es tan importante como lograr el amor de los propios? Con todos los peligros que entraña convertirse en un personaje, los que dejan todo su arte en la cancha saben que no siempre se hacen goles y no siempre se es un héroe, pero siempre se debe ser protagonista. Por supuesto, tirarle de los bigotes al tigre es peligroso, pero Teo está empeñado en dejar huella en Racing y en la Argentina antes de volver a cruzar el océano Atlántico (jugó en 2010 en el Tranbzonspor, de Turquía). ¿O alguien cree que si la FIFA no funcionara parcialmente en el eje Buenos Aires-Asunción-Río, el fuerte pechazo que le dio a Pitana, en el Apertura contra Boca, le habría costado sólo dos fechas de suspensión? Imaginemos por un momento que la agresión al árbitro ocurrió en la liga de Filipinas y que el video llegó a la comisión disciplinaria de FIFA, en Zurich. Más alllá de episodios de otros torneos, la frustración colectiva de Racing puede también llevar a Teo a exagerar su costado Hulk, y terminar con la camisa rota sin recordar por qué está todo destrozad. Porque una vez que los personajes

“Un muchacho de barrio, de Barranquilla, como si fuera de Barracas al sur, quiere ganar siempre; es un calentón…” (Basile sobre Teo).


se liberan, como el muñeco de Stanislavsky (un método teatral) que se le liberaba a Alberto Olmedo, el control remoto deja de funcionar. “Teo es feliz en Racing”, aseguró su representante, Efraín Pachón, cuando arreciaban los rumores de su pase a España o a Inglaterra. Más allá del marketing, la declaración del manager es genuina, porque se comprueba en la cancha. Y fuera de ella. Tras codearse con toda la defensa de Boca, en el partido en el que agredió a Pitana, se ganó el odio “eterno” de los Xeneizes. En el verano le apuntó a un símbolo de Independiente, Gabriel Milito, y sumó el rencor del clásico rival. Al punto de que Ramón Díaz, lejos de la sensibilidad roja con toda su maldad enfocada en el fervor antiboquense –que, en el paternal San Lorenzo, a falta de un Huracán más simétrico, funcionaba–, reorientó los cañones y se despachó: “Si Milito lo mata (a Teo), está bien”. “Hasta le da de comer al enemigo”, puede elogiar un desprevenido, cuando en realidad lo que hizo Teo fue ganarse los enemigos que deseaba, los que completan su fama. Un delantero colombiano, pasional y aguerrido va contra todos los estereotipos criollos. Pero, más allá de la corrección política, el goleador necesita dosificar sus desbordes, tal como sostienen Basile y el capitán Yacob, ya que sus “calculados” desbordes pueden arrastrar a otros no tan calculadores a pagar cara la pasión. Además de que le está costando calcularlos cuando cierta sensación de frustración lo invade. También es cierto que su personaje maldito le dio respiro a Gio, que antes debía cargar solito con la fama de pecho frío. En la cancha, ellos ponen el fútbol de Racing, habrá que ver si Basile recuerda la lección que aprendió alguna vez de Menotti sobre la solidaridad en el juego. Con las características del plantel de Racing, si el técnico pretende reordenar de atrás para adelante, está frito. Es un equipo para jugar al filo, para que el talento colectivo (el compromiso común del riesgo asumido) le dé el plus para desequilibrar. Cuando Simeone pretendió convertirlo en un controlador impasible, lo llenó de nervios y le cortó las alas. No se animó y se desanimaron. Menotti sostenía que si uno le pide a

un jugador de las características de Gio que se tire al piso, debe ser tres veces más exigente con un carrilero tosco para que triplique el esfuerzo por darle la pelota redonda a sus compañeros y, lo más importante, por asumir compromisos ofensivos. Compromiso ofensivo, entendido por mostrarse, al estar desmarcado, y animarse a llegar al gol, aunque la cuelgue en un balcón de un edificio de la otra cuadra. Racing tiene dos perlas de la tierra de Camilo Torres, una vanguardia ofensiva que no le teme al peligro. Necesita que el resto se anime a hacer lo que los temores de Simeone le impedían: soltarse, animarse, asumir riesgos. Lo que, por supuesto, también implica la posibilidad de que las cosas salgan mal, y aquí es donde

Teo debe cuidarse el doble que el resto. Recordando a Menotti una vez más: para ganar no sólo hay que entregar todo, también hay que sobrevivir al azar. Y ser un superviviente del azar no pasa sólo por los penales que te cobran o no te cobran ni por la espectacularidad de las pelotas en los palos. Suele comenzar antes, cuando un pase milimétrico encuentra la pierna del rival dos milímetros atrasada y no en el lugar exacto para desviar la trayectoria de la pelota. Si ese primer pase en profundidad sale bien, la confianza está ganada y la pelota que no se mancha, escucha a los corazones apasionados. Lo que nunca dijo Diego es que no siempre te toca jugar con la pelota que no se mancha.

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¿Descender? ¿Qué es eso? Los últimos manotazos de algunos dirigentes de San Lorenzo, Olimpo, Banfield, Tigre, Newell’s y Unión por anular los descensos quedaron en letra muerta. De todos modos, bien vale repasar la historia para comprobar que no fueron ni los padres de la idea ni recurrieron a menudos argumentos del pasado. Acerca de descensos extraños y freno de los descensos, escribe nuestro especialista. Por ALEJANDRO FABBRI Foto PHOTOGAMMA.COM

B

orrar con el codo lo que se escribe con la mano. Frase tradicional en nuestro lenguaje que explica ciertas actitudes de los hombres que los hacen modificar arbitrariamente aquello que estaba estipulado de otra manera. Si para otras culturas parece algo distinto a lo habitual, en el fútbol argentino ha sido moneda corriente. También ha pasado en nuestra vida diaria, entre nosotros, en el trabajo y en cualquier ámbito, pero sobre todo a la hora de defender un lugar en el fútbol como si fuera un pedazo de territorio o algo realmente valioso. Descender de categoría supera cualquier drama. Es algo horroroso, dramático, que nadie jamás acepta como inevitable, salvo hasta que no exista manera real de modificarlo. Y no estamos hablando de la última fecha, sino de las “gestiones reservadas” para que aquella muerte deportiva no suceda. Sin embargo, hoy ni los pedidos desesperados de algunos dirigentes irresponsables ha podido torcer la voluntad de obligar a los peores a jugar en otra categorías. El primer descenso fue establecido para el torneo amateur de 1907. Un campeonato que ganó Alumni y en el que participaron once instituciones. Hace más de un siglo, ya aparecían Quilmes, Argentino de Quilmes y Estudiantes de Buenos Aires. El último fue Barracas Athletic Club, que no se presentó a jugar tres partidos seguidos y fue desafiliado. Nadie protestó, como tampoco se alzó alguna voz en 1908, cuando la Argenti-

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ne Association Football Ligue expulsó al Club Atlético Nacional por no tener una cancha en condiciones reglamentarias. El equipo jugaba como local en el actual Parque Avellaneda y tenía un árbol de tamaño importante unos metros dentro del campo, en una de las áreas. Como no lo sacaron, la AAFL se quitó al equipo de encima. Cuando finalizó el torneo de 1911, debía descender Quilmes, pero la AAFL determinó que la historia de los futuros Cerveceros merecía que se mantuvieran en Primera División. Así, anuló el retroceso quilmeño y les permitió rearmarse con jugadores del disuelto Alumni. Con esas figuras, Quilmes se consagró campeón en 1912, un torneo que no debió haber jugado. También fueron generosamente perdonados Sportivo Buenos Aires y Estudiantes de Buenos Aires en 1920, Ferro Carril Oeste y San Isidro en 1921, Palermo y Quilmes en 1922, Lanús y Estudiantes de Buenos Aires en 1923, Quilmes y el mismo Estudiantes en 1924, otra vez el Pincha de Caseros y Estudiantil Porteño en 1925, el mismo equipo de Estudiantes junto con San Isidro, Tigre y Porteño en 1927 y hasta Defensores de Belgrano en 1928.

En épocas donde supuestamente no existían los intereses económicos, siempre se buscó eludir la reglamentación del descenso, y siempre se invocaron otras razones. Como bien dice Jorge Iwanczuk en su Historia del Amateurismo, siempre se buscó eludir la reglamentación del descenso. Dice el autor que “se apeló a argucias variadas. Los antecedentes, la estructura de la institución, los méritos acumulados durante años, el espíritu deportivo, la actuación en el gobierno de la asociación, etc. Un sinfín de palabras para eludir las obligaciones”. Desde que se inició el profesionalismo, en 1931, transcurrieron ochenta años de fútbol y hemos visto muchos cambios de reglamentación para adecuar los descensos, casi siempre a los intereses políticos del momento y al poderío relativo de cada institución. Los intentos de soborno comprobados –apenas la punta del iceberg– provocaron descuentos de puntos y los descensos de Chacarita en 1940 y de Banfield en 1972, aunque el Taladro zafó milagrosamente en 1942 por igual situación. Manejos corruptos y situaciones escandalosas evitaron el descenso de numerosos clubes: Atlanta

A comienzos de 1964, se resolvió anular los descensos, algo que duraría durante cuatro temporadas. Así, el número de equipos en Primera se incrementó de 14 a 22.


(1940) y Huracán (1949) vivieron situaciones bochornosas que los favorecieron. Al producirse la huelga de futbolistas, en 1948 se anularon los descensos debido a que faltaban jugarse cinco fechas y el campeonato se detuvo por la medida de fuerza. En 1956, se decidió modificar el descenso directo y se estableció un sistema increíble: si había empate en la última posición, se computarían los partidos entre quienes compartieron el último puesto y los puntos que habían cosechado frente a los primeros cinco clubes de la tabla de posiciones. Quiso el destino que el desenlace fuera una obra maestra del terror, porque tres equipos (Argentinos, Tigre y Chacarita) ocuparon la posición final, más allá de que Estudiantes zafó en la última fecha al ganarle a un River que festejó antes el título y se preocupó poco por el encuentro en La Plata. Hechas las cuentas kilométricas y tras muchas confusiones, descendió Chacarita Juniors. El sistema no se utilizó nunca más. Desde 1957 se dispuso que se sumaran los puntos de los últimos dos torneos y se hiciera la división por dos, estableciendo el promedio respectivo. Atlanta, que lle-

gaba en 1957 a la A, haría simplemente la división por uno. En 1963, se dispuso que pasaran a ser tres temporadas las que habría que sumar para establecer la puntuación final, pero a comienzos de 1964 se resolvió anular los descensos, algo que duraría cuatro temporadas. Así, el número de equipos en Primera se incrementó de 14 a 22. Beneficiados por la reestructuración, se salvaron Estudiantes en 1963, Newell’s Old Boys en 1964, Chacarita en 1965, Quilmes y Colón en 1966. Resulta curioso, pero fue el gobierno constitucional de Humberto Illia (UCR) el que dispuso la anulación de los descensos, y fue la dictadura de Juan Carlos Onganía la que los reimplantó en 1967. Pasó lo mismo después: en 1973, 1974 y 1975, bajo la democracia dirigida por el justicialismo (Cámpora, Lastiri, Perón, Isabelita) no hubo descensos. Desde 1976, con el retroceso del más humilde San Telmo, se mantuvieron los reglamentos, que fueron modificados varias veces. Está claro: la política metió la mano para “ayudar”, burlándose de la competencia. A las dictaduras poco les importan las leyes, pero acá se hicieron

los legalistas. Solamente en esto, claro. En los últimos 35 años hubo de todo: desempate por penales (Lanús y Platense en 1977), cuadrangular con tres descensos (Atlanta, Chacarita y Gimnasia en 1979), descensos históricos de poderosos (San Lorenzo en 1981 y Racing en 1983), instauración de los promedios con dos años de recolección de puntos y ampliación a tres en 1984, primera caída de Huracán en un raro octogonal con siete equipos de segunda en 1986 y promociones desde 2000. En el medio, gestiones desesperadas para anular los descensos, protestas judiciales, dudas por comportamientos arbitrales y un dramatismo que ha ido creciendo y alcanzó el paroxismo al tocarle a River, el equipo más ganador del fútbol argentino, descender al torneo Nacional B. En el aire han quedado, hasta ahora, los intentos para brindarles a los clubes más fuertes un “seguro de no descenso” tratando de poner el negocio por encima de la competencia. Por ahora, no han podido institucionalizarlo. Al fin y al cabo, la vida sigue, y el descenso acecha pero no es la muerte de nadie. Aunque algunos prediquen lo contrario.


UN CAÑO INVESTIGA

Por GUSTAVO VEIGA

Los del guante de disimular

Los pícaros dirigentes de AFA, hábiles en declararse moralistas, insinúan que 2012 será un año bisagra. Que quien no pague sus deudas sufrirá los escarmientos de la pérdida de categoría. Nuestro investigador nos pone al tanto de las multimillonarias deudas y nos deja la siguiente pregunta: ¿Usted les cree? ¿O es otro recitado de hipocresías?

E

l fútbol es el único ámbito donde la palabra ajuste no resulta del todo antipática. Ahí está Europa cayéndose a pedazos para corroborar la impopularidad del sustantivo. Y la mano dura para los que se oponen a su aplicación. En la tierra del “todo pasa” ya se habla de hacer lo mismo porque los clubes le deben a cada santo una vela. Los dirigentes ni se mosquean. Saben que tienen la cola a la intemperie y que en cualquier momento les dan un shot ahí donde el lector se imagina. Un hombre muy próximo a Julio Grondona resume la situación con una deducción lógica: “¿Si los clubes están exentos de pagar impuestos porque son sociedades civiles sin fines de lucro, por qué le deben tanto dinero a la AFIP?” La cuenta llega a 275 millones de pesos, sólo con el fisco. La cifra queda muy expuesta porque el gobierno nacional aumentó el monto del programa Fútbol Para Todos en un 35%: o sea, 225 millones de pesos. Si se suma lo que le deben y lo que les dio como mejora del contrato de derechos televisivos, son 500 millones de pesos. El despilfarro queda a la vista y por eso se anunció una batería de controles. Si se cumplirán o no dependerá de la voluntad de los propios directivos infractores (se juzgan a sí mismos en el Comité Ejecutivo de la AFA) y de que el Estado los ponga en caja. La historia que vamos a contar tiene un final abierto. El martes 14 de febrero se reunieron

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una vez más Grondona y el titular de la AFIP, Ricardo Echegaray. La diferencia con respecto a encuentros anteriores es que este último no se filtró a los medios. El viejo dirigente se hizo acompañar por sus asesores impositivos Reinaldo Baisplelt y Marcelo Martín. Las partes acordaron que, de ahora en más, los clubes deberán concurrir a la AFIP para informar su estado de deuda y ponerse al día. La AFA ya no hará más de amortiguador, aunque le debe al Estado más que cualquiera de sus entidades afiliadas: 47.756.468 pesos, según un detallado informe que se conoció a comienzos de 2012. River, el más endeudado, tendría que desembolsar 24.477.185. Boca, que lo sigue en la lista de morosos, 22.366.274. Estos datos que publicó Página/12 en enero no tuvieron demasiada repercusión mediática, pero ahora cobran relevancia. Parece que, esta vez sí, habrá castigos para los irresponsables que firman compromisos que después no pueden o no quieren cumplir: contratos de futbolistas con los impuestos a cargo de los clubes o dolarizados son los más frecuentes.

Este tipo de maniobras son las que –dicen los que se animan a tirar la primera piedra– se van a “juzgar con más severidad”. El presidente de Lanús, Nicolás Russo, cree que sí: “el reglamento se va a aplicar a rajatabla, y el que no esté con las cuentas en orden va a ser desafiliado y jugará sin sumar puntos”, asegura. Si sus palabras sonaron a advertencia, las de Darío Villarroel, asesor de Grondona y ex vicepresidente de Chacarita, ya habían sido un preanuncio de lo que vendría, allá por julio de 2011: “se va a aplicar el famoso tema del libre deuda con AFA y con la AFIP. El que no esté al día se va al descenso”. Como chicos en un recreo, deben ser varios los dirigentes que especulan con una frase de la primera infancia: “mirá cómo tiemblo”. Un abogado especializado en litigios del fútbol los describe con cierto candor: “son unos estúpidos, siguen firmando esos contratos perjudiciales para sus clubes por desconocimiento”. Ni tan tontos ni tan taimados, los irresponsables están cada vez más cercados. En febrero se dio a conocer la resolución Nº 32 de la

El despilfarro queda a la vista y por eso se anunció una batería de controles. Si se cumplirán o no dependerá de la voluntad de los propios directivos infractores.


Unidad de Información Financiera (UIF) mediante la cual los clubes de la Primera División y Primera B Nacional, más los representantes de jugadores, deberán informar ante ese organismo las operaciones de venta o préstamo de futbolistas que superen los 60 mil pesos anuales. La resolución de la UIF sostiene que “la afluencia internacional de dinero corre el riesgo de caer fuera del control de organizaciones nacionales y futbolísticas, ya que los flujos de fondos circulan dentro y fuera de paraísos fiscales y/o comprenden muchos países”. Esto pasa hace años o está sucediendo ahora, a cualquier hora y en cualquier lugar. Nadie controla nada. Tarde piaron en la Unidad que conduce José Sbatella. Está claro que el sostenido crecimiento del mercado de pases multiplicó las posibilidades de que se concrete “el ocultamiento de actividades fraudulentas, en particular en la medida en que las operaciones y actividades delictivas se lleven a cabo en el exterior”. En el libro Fútbol limpio, negocios tur-

bios, de 2002, se describe un caso emblemático que vale la pena tomar en cuenta hoy: “Resulta que un día de febrero del ‘97, la entidad de Nuñez y el Valencia acordaron negociar la ficha del Burrito Ortega en Buenos Aires. Las informaciones periodísticas de entonces daban cuenta que el delantero se vendía a cambio de 16.000.000 de dólares. La envergadura de la operación y la calidad de ídolo que tiene Ortega hicieron que hasta los más mínimos detalles de la transferencia fueran publicados en todos los medios. Persuadidos del leading case que tenían en sus manos, los sabuesos de la ex DGI intentaron concurrir a la firma del acuerdo. Pero cometieron una ingenuidad. Les hicieron saber por escrito a los dirigentes de River que deseaban estar presentes en el acto para asesorarlos sobre los impuestos que debían tributar las partes y cobrarlos en el mismo instante, de ser posible. O sea, se referían al jugador y los intermediarios que habían participado, ya que el club, en su carácter de asociación civil, no paga gravámenes.

La gestión tuvo como respuesta una burda maniobra. La reunión entre españoles y riverplatenses cambió de escenario. Se produjo en Río de Janeiro, un sitio que colocaba a resguardo de controles molestos a los negociadores. Pese a ello, la AFIP consiguió que el jugador abonara los impuestos correspondientes tras comunicarle al padre que, si no lo hacía, podría ser detenido en Ezeiza a su regreso al país. Los inspectores, en cambio, no pudieron cumplir su cometido con el intermediario que llevó la mejor parte en la operación: el italo-argentino Antonio Caliendo, representante del propio Ortega. Caliendo, según la pesquisa que llevaron adelante los funcionarios nacionales, depositó su dinero en una sociedad off shore con sede en las Islas Vírgenes, un lugar donde los rastros del dinero se pierden como en otros paraísos fiscales. En la AFIP estimaron que la suma podría haber alcanzado a los 4.000.000 de dólares. Pasaron quince años del episodio. La UIF cree haber descubierto la pólvora cuando es un

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invento chino que data del siglo IX. En la propia AFA se aprobó el 24 de noviembre de 2005 el Archivo de cesiones de beneficios económicos. Estuvo vigente más o menos un año, hasta que se desnaturalizó porque quedó superado por resoluciones de la ANSES y la Secretaría de Seguridad Social del Ministerio de Trabajo. Decía la resolución votada por el Comité Ejecutivo de la AFA hace poco más de seis años en su artículo 12: “las instituciones alcanzadas por el presente régimen deberán presentar hasta el 28 de diciembre de 2005 un estado de situación de las cesiones realizadas respecto de su relación con futbolistas profesionales, con detalle de los extremos (porcentajes, sumas fijas, condiciones y, en fin, cuanto otro dato resulte de interés comunicar). Dicha presentación se efectuará con carácter de declaración jurada, la que deberá estar suscripta por las autoridades estatutarias habilitadas al efecto…”. En sus fundamentos, la norma destacaba “la necesidad de combatir la clandestinidad”. La UIF ahora apunta a que los clubes

elaboren un registro con la información de los propietarios reales de los pases de sus jugadores y que reporten al organismo cualquier irregularidad que encuentren. Se busca prevenir operaciones de lavado de dinero, algo tan viejo como que los lavadores montaron una cadena de lavaderos en el fútbol que con la cuestionada Ley Antiterrorista aprobada por el Congreso Nacional se pretende desmantelar. Quizá resulte extraño que la AFA y los clubes deban informar a la UIF en un plazo máximo de 48 horas si sospechan que una operación en el fútbol puede financiar el terrorismo. ¿De qué modo lo sabrían? ¿Ante qué tipo de indicios deberían desconfiar? ¿Si el intermediario usa turbante y barba tipo Bin Laden debería ser denunciado en el acto? Parece más sencillo tomarle el pulso al negocio de la pelota mediante un proyecto como el que está estudiando el Gobierno para controlar los dineros que paga por el Programa Fútbol Para Todos. La caja más importante que tienen los clubes se manejaría a través de un fondo

fiduciario administrado por el Banco Nación. Casi todas las entidades afiliadas a la AFA y la propia asociación le deben a la AFIP, por lo cual deberían regularizar su situación antes de recibir el dinero de la TV que pasará por el fideicomiso. La noticia la publicó Ámbito Financiero, y los dirigentes tomaron nota. Expuestos a la mirada de funcionarios que les piden rendición de cuentas, apremiados por sus deudas post-concursales o posteriores a quiebras ya levantadas, zarandeados por futbolistas que reclaman por contratos privados que firmaron y no pueden cobrar, jaqueados por Agremiados, los dirigentes tienen dos caminos para elegir. O se dan un baño de austeridad y respetan lo que firman, o se van a sus casas. Si siguen como hasta ahora podrían perder algo más que sus cargos. Si hay otra salida (en la AFA siempre tienen otra salida), ya está escrita en el célebre anillo de Don Julio como si fueran las tablas de Moisés. Es un mandamiento que siempre prevaleció: todo pasa… menos la corrupción del fútbol. PHOTOGAMMA.COM

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Respeto y credibilidad

Están los que no permiten el diálogo, los que hablan demasiado, los que son “amigos” del jugador y varios etcéteras. Pero nuestro columnista les pide a todos lo mismo. Nos habla de los árbitros y de la relación que los jugadores tienen con ellos adentro de la cancha. Por GUSTAVO LOMBARDI

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os últimos rayos de sol caían débiles pero implacables sobre el rectángulo de juego provocando, es cierto, esa resolana que tanto dificulta la visión a esa hora de la tarde. Hasta ese momento no se había provocado ni una sola polémica. Pero justo cuando el partido se moría, en un segundo, la jugada perfecta apareció. El amago, el toque sutil con la punta del zapato para un caño de esos estéticamente perfectos. Después, casi sin esfuerzo, dos rivales más en el camino con sólo un movimiento, lento pero armonioso, y el panorama que se abría, sin adversarios por delante, hacia una definición más. La tierra, que se levantaba liviana y abundante por la falta de césped, le daba a la secuencia un efecto cinematográfico ideal. Los movimientos, como en cámara lenta, permitían observar en detalle los gestos, la tensión en cada mueca del rostro de cada uno de los protagonistas. Ya nadie se interponía entre ellos. Veinte pasos los separaba. Arquero y goleador, una vez más frente a frente para que definan en esa última jugada un partido cargado de latente tensión. Por un momento, sus miradas se cruzaron. Fue sólo un instante, porque inmediatamente uno giró para cerciorarse de que nadie lo seguía y el otro lo hizo para corroborar su posición con respecto a los dos postes que, en definitiva, eran lo único que debía importarle en ese momento. El disparo sorprendió a propios y extraños. Todavía quedaban metros como para

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seguir avanzando y hasta, tal vez, intentar la gambeta larga, pero el delantero eligió la premura como su mejor opción. Y no se equivocó. Todos se quedaron inmóviles siguiendo la trayectoria del balón, incluso el arquero. La redonda volaba sin dar un solo giro hasta que golpeó en el guardapolvo que hacía de palo izquierdo. De eso nunca hubo duda. Todos vieron cómo el ya grisáceo uniforme escolar se había apartado de su lugar original. Todos levantaban los brazos. Los que levantaban ambos gritaban “¡gol!”. Los que levantaban sólo uno, “¡fuera!”. Hubo unos segundos de desconcierto, ninguno de los dos bandos entendía qué estaba pasando. Todos estaban convencidos de que no había posibilidad de error. “¡Palo y adentro!”, gritaba el delantero. “¡Palo y afuera!”, contestaba el arquero. Todos se juntaban, poco a poco, en el arco del conflicto. La rivalidad era demasiada como para abandonar fácilmente la discusión. Lejos de apaciguarse, llegaron los insultos, a los que siguieron los empujones y alguna que otra patada en los tobillos. Sólo la noche pudo poner un poco de calma, un punto y aparte a una disputa que jamás llegaría a su fin sin una senten-

cia imparcial y categórica. Cada fin de semana escenas similares a ésta pueden verse en los torneos profesionales argentinos. Los caños pintados de blanco solucionaron problemas como el que acabo de contar, pero hay otros que siguen generando discusiones tan acaloradas como aquellas que teníamos a la salida de la escuela y que, en ocasiones, ni la sentencia de un árbitro logra apaciguar. Es más, en la mayoría de los casos es en torno a su figura donde se genera el epicentro de la tormenta. ¿Está bien que eso ocurra entre profesionales? Es probable que no. ¿Debería estar prohibido hasta el diálogo con el árbitro? Es probable que tampoco. Los extremos nunca son aconsejables. Hay que entender que en todo jugador de fútbol, sea profesional o no, existe un instinto original, poco racional, casi animal, que tiene que ver con aquellos primeros pasos en el fútbol y con la forma en la que se dirimían los conflictos en una plaza o un campito donde no había una persona que ejerciera la autoridad, una persona que tuviera la última palabra para una jugada dudosa. Todavía hoy podemos ver, quizás, la úl-

El respeto que un árbitro se gana o no se gana dentro de un campo de juego no tiene nada que ver con el volumen de voz que un juez utilice para hablar ni con la forma más o menos enérgica de sus ademanes.


tima generación de jugadores profesionales que nacieron futbolísticamente en ese ámbito anárquico del potrero. Es por eso que aún esta generación de futbolistas sigue viendo con ojos desconfiados a los árbitros, invitados obligados pero de compromiso a la mesa de la “familia” del fútbol. Muchos, olvidando el papel que juegan dentro de la cancha, los tratan sin preferencia a la hora de la queja por una falta mal cobrada. Gritos, insultos, exagerados ademanes, empujones, hasta algún pisotón o patada por lo bajo reciben en esas trifulcas dignas de campeonatos barriales. De allí que el árbitro necesita lograr que los futbolistas encuentren en él dos cualidades fundamentales para sobrevivir con éxito una batalla a priori desfavorable desde lo numérico (22 a 1, porque hasta los jueces de línea están afuera del rectángulo); esas dos palabras son respeto y credibilidad. Una tiene que ver más con la personalidad del árbitro, y la otra con su capacidad y conocimiento. El colegio de árbitros les brinda la enseñanza, la formación, la capacitación y hasta la experiencia para lograr conducir con éxito un encuentro de fútbol. Es importante conseguir el respeto de los protagonistas para dejar en claro quién tiene la autoridad y remarcar que será el árbitro el que dirija realmen-

te el encuentro y no los futbolistas, tan adeptos a esa tarea. Si bien hay dos escuelas de árbitros, no hay dos estilos de árbitros, como tampoco hay dos jugadores iguales. Cada uno tiene su personalidad y utiliza o no lo aprendido durante su formación para ganarse el respeto dentro de un campo de juego. Están los que no permiten diálogo alguno, estilo Castrilli. Están los que hablan demasiado, estilo Lunati. Están los que son “amigos” del jugador, estilo Baldassi. Y así podríamos seguir... Están los que aceptan los gritos porque entienden lo de las “altas revoluciones” y están los que no. Están los que aceptan las puteadas y los que no las quieren escuchar… O los que escuchan mejor en unas canchas que en otras (por el ruido, digo). El respeto que un árbitro se gana o no se gana dentro de un campo de juego no tiene nada que ver con el volumen de voz que un juez utilice para hablar ni con la forma más o menos enérgica de sus ademanes. Lo que realmente genera un vínculo distinto con el jugador, una relación especial entre ambos, tiene que ver directamente con la credibilidad que transmita. El gran secreto de un árbitro es lograr que los jugadores le crean. Que estén convencidos de que cuando cobra una falta, no tiene la menor duda de lo que está ha-

ciendo. Mas allá de si están de acuerdo o no, los jugadores tienen que estar seguros de que el árbitro está tomando la decisión que cree que es la correcta. Esto también tiene que ver con la personalidad de cada árbitro pero mucho tiene que ver también con la capacidad técnica, innata y adquirida, con el conocimiento del reglamento pero también con el conocimiento de cierta flexibilidad que el juego le da a ese reglamento, con su preparación física y mental. No es fácil la relación árbitro-jugador. Mucho menos en Argentina. Como protagonistas, tienen todos los vicios que este deporte permite. Como personas, se relacionan dentro de un campo de juego como lo hacemos nosotros a diario, por las calles de la ciudad: sin demasiado respeto, a los gritos y tratando de sacar la mayor ventaja posible. Una vez más, el fútbol, si lo analizamos en detalle, nos devuelve esa fiel imagen que muchas veces odiamos tener como sociedad. En su pequeño mundo podemos vernos reflejados claramente todos. Por eso, a la hora de las críticas, tanto a jugadores como a árbitros, no nos olvidemos de que todos, de una manera u otra, buscamos sacar ventajas. Aunque muchas veces eso implique apelar a formas antideportivas.

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Capitán de su propio barco

Luego de superar a Alemania y al frente del desafío 2012 del tenis argentino, Martín Jaite ya ha contado bastante de sus anhelos para la Copa Davis. Menos conocida, en cambio, es la historia de su familia, allá por los oscuros años del terrorismo de Estado, cuando los Jaite debieron exiliarse por la persecución desatada por el aparato cívico-militar de la derecha argentina. La evocación no es grata, pero sí necesaria. Por FEDERICO GRAETZ Fotos SERGIO LLAMERA

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l jueves 5 de febrero de 1976 el pequeño Martín Jaite revolvía el canasto en busca de sus juguetes favoritos. Debía llevárselos lejos. Muy lejos. Tenía once años y se trataba del armado de su primer bolso. El departamento de Julián Álvarez y Charcas era testigo del movimiento de los Jaite. Martincito, de perfectos rulos y ojos saltones, miraba pensativo aquella raqueta, regalo de su abuela Berta; su confusión pasaba por si cargarla hacia ese destino incierto o dejarla. Nunca se decidió. Miriam y Mario Jaite, sus padres, estaban decididos. Ella, psicóloga; él, psicoanalista. Ella pensaba, él también. La idea de que algo no estaba bien ocupaba sus mentes desde hacía bastante tiempo, y sólo faltaba un detonante. A mediados de 1975, Miriam fue secuestrada y dejada en libertad aquella misma noche. “A mi vieja la secuestran supuestamente por equivocación”, cuenta el Jaite ex tenista, actual empresario y conductor de Copa Davis. Hoy, a los 47 años, ya con la ropa de capitán del equipo argentino de tenis y con una serie en su haber, deberá llevar el navío al puerto que todos esperan. Aquel día de verano, Martín se subía a su primer barco, capitaneado por vaya uno a saber quién y con destino a un puerto que para un pibe de 11 años era una absoluta incógnita. Un día antes de la partida, María Estela Martínez de Perón festejaba su cumpleaños número 45, el segundo como presidenta de la Argentina y el último en el cargo. En esos instantes la familia Jaite preparaba su exilio: partían

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rumbo a Barcelona (más tarde, sería Isabelita quien se iría a Madrid). Los militares preparaban el golpe que se cristalizaría el 24 de marzo. Para fines de ese mes, Miriam, Mario, Fernando (su hermano) y Martín, tras quince largos días de travesía en altamar, ya estaban en Barcelona, en plena búsqueda de su nueva historia. –¿Qué imágenes tenés de tu familia en aquella época? –Mis viejos profesionales: mi papá psicoanalista y mi mamá psicóloga. Mi papá era un tipo que leía mucho. Mi mamá era psicóloga de niños y gerontes. Una familia que era muy unida… –¿Qué relación tenían tus padres y la política? –Era una época complicada, sobre todo durante los años ‘73, ‘74 y ‘75. Mi viejo era un tipo con ideas de izquierda, mi vieja era de centro-izquierda, digamos. A mediados del ‘75 secuestran a mi vieja, supuestamente por equivocación, y la sueltan esa misma noche. Según tengo entendido, eso fue lo que terminó por decidir más que nada a mi viejo a irse del país. Mi viejo estaba un poco comprometido con algunos pacientes, entonces nos tuvimos que ir. Podíamos figurar en alguna agenda, ése era el miedo también. –¿Cómo les explicaron a vos y a tu

hermano que debían abandonar el país? –Nos decían que nos teníamos que ir y punto. En ese momento no había mucha explicación. Nosotros nos fuimos el 5 de febrero del ’76 y llegamos a Barcelona el 20 de febrero. El golpe fue el 24 de marzo, y a partir de ahí empezó a caer gente a casa. Me acuerdo de que nos subimos al barco y que aprovechamos esos quince días de viaje como si fueran las vacaciones, como si estuviéramos en un crucero, aunque en realidad no era un crucero ni nada parecido. –¿Te acordás del día de la partida? La salida desde el departamento hasta el puerto… –Sí, claro que me acuerdo. Recuerdo momentos de mucho llanto, de mucho sufrimiento cuando nos fuimos al puerto de Buenos Aires, cuando nos despedíamos de los amigos que nos fueron a saludar. –¿Tenés alguna imagen del día del secuestro de tu mamá? –Sé que fue durante el día. De la mañana a la noche. Yo estaba en el colegio. La verdad es que a mí me contaron lo que pasó después. Yo creo que antes de que pasara esto de mi mamá, la decisión ya estaba medio tomada, y eso fue como terminar de definirlo. Del secuestro nunca tuve muchos detalles. La levantaron, supuestamente por equivocación, y a la

A mediados de 1975, la madre de Jaite fue secuestrada y dejada en libertad aquella misma noche.



noche apareció de vuelta. –¿Nunca hablaste de el tema con ella? –No, nunca. Es un tema que nunca se habló. Quizás fue un tema muy fuerte para ella, y yo nunca quise investigar demasiado. –¿Cómo fue el primer contacto con Barcelona? –Nos fuimos sin nada. Me acuerdo de las dos primeras noches: llegamos y nos fuimos a un hotel, por ahí, por el puerto; mi hermano y yo estábamos muy copados porque era el barrio de las putas, entonces nos sentábamos contra la ventana y veíamos todo. Esto era en pleno destape español, porque se había muerto Franco en 1975 y estaban en plena ebullición. A los dos días, mis viejos se dieron cuenta de que el barrio era así y nos fuimos a otro hotel. Y a los dos meses, mis viejos alquilaron un departamento. Ahí empezaron a caer en casa muchos amigos de mi papá que se tuvieron que ir de la Argentina. Se empezó a poblar mi casa. Si mis viejos no se hubiesen ido, quizá corrían la misma suerte. No sé si “suerte” es la palabra más indicada, porque mis papás en realidad tuvieron una suerte que otros no tuvieron. –Debían arrancar una nueva vida… –Llegamos a Barcelona y no teníamos nada. No teníamos casa, ellos no tenían trabajo, nada... Había que empezar de cero. Tenían un solo contacto, que era de un hospital de Barcelona. En esa época, en Barcelona el psicoanálisis estaba mal visto, no estaba tan abierto, era algo medio tabú. Mi viejo fue uno de los pioneros en el psicoanálisis en esa ciudad. También me acuerdo de que una de las primeras preocupaciones de mis viejos era la de encontrarnos un club para jugar al tenis. Al mismo tiempo, recuerdo que nosotros los acompañábamos a ver si encontraban laburo, y también a ver si encontrábamos un colegio. –Tenísticamente te formaste allá. –Sí. Empecé a jugar allá en el club Barcino, después me tomó la Federación española, empecé a representar a los equipos españoles en las categorías juveniles y casi juego la Copa Davis con España. En 1983, estuve preseleccionado, antes de volver acá. –¿No quedaste y decidiste volver?

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–Lo que pasa es que después se vino mi hermano, se vino mi vieja, yo empecé a venir un poco más acá de visita... Pero yo no tenía en mente volver a Buenos Aires. –¿Cómo ves todo aquello a la distancia? –Yo tengo un gran recuerdo de Barcelona. Amo a Barcelona, tengo pasaporte español… Pero el viaje a Barcelona rompió mi familia. Mi hermano no aguantó y se volvió a los cuatro años, mis viejos se separaron. O sea, de estar unidos como estábamos acá, lo que hizo el cambio de país, el exilio, fue rompernos familiarmente. –Tras haberte retirado tenías un sueño

me sentí muy contento y absolutamente cómodo. La verdad es que estuve muy bien durante toda la serie. –En cuartos de final, y con el aditivo de jugar como local, se enfrentarán a Croacia. ¿Cómo planificás esa serie? –Será muy difícil. Seguramente los recibiremos en polvo de ladrillo. Y tendremos que afrontar el desafío con la misma humildad con la que fuimos a Alemania. –¿Uno de tus principales desafíos será generarle entusiasmo y ganas de pertenecer a Del Potro? –Esperemos que Del Potro esté presen-

que se te cumplió. ¿En qué momento te llegó la capitanía y cómo viviste el debut en Alemania? –Era realmente una de mis últimas oportunidades porque el tiempo pasa para todos. Me cae en un buen momento porque hace tres años Zabaleta (Mariano), mi coequiper, recién se había retirado y quizás no tenía la experiencia que tiene hoy. Sinceramente, pensé que mi momento era el anterior, hace tres años. Pero ahora que lo veo a la distancia, digo que éste es mi momento. Y en el debut

te contra Croacia. Forma parte de nuestro grupo, y si se llega a sumar, estará todo bien. De todas maneras, Del Potro tiene su grupo de gente, que le puede transmitir todo eso. –No bien asumiste, dijiste que tu objetivo era empezar a armar algo. ¿Estás empezando a lograrlo? –Lo que vivimos en Alemania fue muy bueno. Es posible. Creo que vamos por buen camino. Si de rearmar se trata, éste es el hombre. Así lo dice su historia.



Hacia Londres 2012

A golpes de sol y de agua

Los resultados de la nadadora cordobesa Cecilia Biagoli en 2011 han sido parte de una travesía expectante que culminará en Londres 2012. La ilusión de una medalla. El espíritu amateur por excelencia es parte de la vida de una atleta que los grandes medios no valoran. Por TOMÁS RODRÍGUEZ COUTO

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altan menos de cinco meses. En algunas ocasiones suena a una enormidad. Pero en materia olímpica no lo es tanto. Y no sólo porque los Juegos Olímpicos suceden cada cuatro años, sino porque para muchos serán los más importantes, los únicos en sus carreras; otros llegarán como siempre lo hubiesen soñado: con la ilusión de lograr algo relevante. Es el caso de Cecilia Biagioli. Olímpica por primera vez a los 15 años, va por su cuarta experiencia. Será la primera en aguas abiertas y con posibilidades de trascender si tenemos en cuenta el quinto puesto en los 10 kilómetros (disciplina olímpica desde 2008) en el Mundial de Shanghai, cuando fue una de las diez primeras clasificadas a los Juegos Olímpicos. Pero a esta cordobesa de 27 eneros nunca le resultó sencillo ser nadadora. Su primer contacto con el agua fue traumático, aunque los problemas más graves surgieron afuera. –¿Es verdad que la primera vez que te metiste en la pileta te pusiste a llorar?

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–Sí, yo le tenía mucho miedo al agua. Entonces mis papás me llevaron para que perdiera ese miedo y aprendiera a nadar en el Colegio Gabriel Taborín (N. de la R.: por allí también pasaron Georgina Bardach y José Meolans). Pero recién volví al año siguiente, cuando cumplí 7 años. Mis padres me insistían, pero yo no quería. Ellos no sabían nadar, y siempre me decían aquello de que “es bueno por seguridad cuando te vas de vacaciones, te metés en el río…”. –¿Cómo fueron tus comienzos? –Bastante complicados. Hubo épocas en que mis viejos no podían pagar la cuota del club y yo no podía entrar a la pileta. Tenían una panadería que sufrió la crisis, pero nunca quisieron que deje. Buscamos un club más económico que no conseguimos. Estuve un mes sin nadar. Finalmente, en el Taborín quisieron que siguiera porque ya estaba en el equipo; nos perdonaron una deuda y hasta me ayudaban para poder viajar en los torneos. Estoy muy agradecida. Mucha

gente nos ayudó. Después llegó el apoyo más firme, pero recién hace seis años que empecé a guardar plata para mí. Antes, todo era para mis viejos. Me compraba mi gorra, mi malla… La panadería cerró hace poco por un tema de salud de mi papá; es un trabajo muy duro y no tenía empleados, hacía todo él. Cecilia evolucionaba como deportista y llegaban sus primeras grandes experiencias: “a las cuatro y media de la mañana entrenaba, después iba al colegio y a las tres de la tarde, otra vez a nadar. Estar en Sydney 2000 a los 15 años fue una sorpresa. No estaba en mis planes. Lo más lejos que había viajado era a Chile. Fui una elegida. Había incertidumbre, y yo pensaba más en el Profesorado de Educación Física, que era algo que me podía dar de comer en el futuro. Recién después de los Juegos de Atenas empecé a estar tranquila”. –Entonces, ¿por qué se te cruzó por la cabeza el retiro? –Los Panamericanos en 2007 no fueron


buenos y tuve un declive emocional. Todo va de la mano… Tenía pocas ganas de nadar y empecé a faltar. Yo nunca faltaba. Ahí pensé en dejar la natación. Lloraba. Claudio, mi hermano, lo veía. Me decía: “no podés estar así, tenés que disfrutar lo que hacés”. En 2008 toqué fondo, decidí nadar solamente los 200 metros libres y retirarme. Ya lo tenía pensado. No fui al Mundial de piscina corta, me intoxiqué con camarones en los Juegos de Beijing, competí con el traje de baño nuevo, sin haberlo probado, y se me embolsó… Lo elegí pensando que me iba a ayudar. Estaba muy desconcentrada. Estaba mal. No importaban los siete récords nacionales aún vigentes (incluyendo una plusmarca sudamericana). Era el abandono del deporte federado o el cambio de aire. Así llegó la decisión: buscar trascender a nivel mundial en las carreras de 10 kilómetros (o más) en aguas abiertas, ya con su hermano de entrenador. Hoy representa al Club Atlético Belgrano, aunque sigue entrenando en el Jockey Club de Córdoba. Las otras piezas del equipo son Guillermo Bertola, quien busca tener un lugar en Londres 2012 en la misma prueba tras el bronce en Guadalajara 2011, y Romina Biagioli, hermana y triatleta. –¿Sentís que el año pasado fue el mejor en tu carrera? –Sí, ser campeona panamericana y ser la primera argentina en ganar la Santa Fe-Coronda (57 km) son cosas que te van motivando y te convencen de cuál es la especialidad en la que uno rinde más.

Aunque me guste más la piscina... Me sorprendió el nivel después de dos años de haber practicado. Hay que tener experiencia, estar en el pelotón y sufrir mucho roce físico con las demás. A mí me falta muchísimo. No puedo pretender mucho más. El 2011 me sorprendió. En pileta también anduve bien, pero me di cuenta de que aguas abiertas es lo mío, que es lo mejor que estoy haciendo. –¿Cómo viviste el Mundial? –Fui a quedar lo mejor posicionada posible. Tenía dos chances para clasificar a Londres: en aguas calientes donde estoy acostumbrada, o en aguas frías (Setúbal, Portugal 2012), donde no me siento cómoda. Al principio no venía muy bien, pero en la segunda vuelta ya estaba 15ª. Cuando quedé 12ª, Claudio me dijo que lo intente en la última vuelta. Había mucho roce, el pelotón era de doce, quince nadadoras y nos pegábamos mal, cada una quería su lugar. Quedé 11ª en la última hidratación y me dijo “dale que podés, quedan los últimos 800 metros”. Era un lugar calmo, no había corriente, entonces me abrí y empecé a pasar nadadoras en el andarivel hasta el toque final. –¿Y en los Juegos Panamericanos cómo tomaste el favoritismo? La plaza olímpica ya era una realidad. –Sabía que una medalla podía traer, pero nunca pensé en la dorada. Estaban las dos estadounidenses, estaba Okimoto, de Brasil... Mucha incertidumbre... Pero pude manejar la carrera como quería y despegarme en la cuarta vuelta. Saber

que nado en pileta me asegura tener un buen sprint. Cuando vi tanto espacio con la segunda dije “ésta es la mía” y lo aproveché. En la tercera vuelta ya había sacado 30 segundos. No lo esperaba. –¿Qué aspectos te dan confianza para pensar en una medalla en Londres? Las condiciones que tendremos. Las temperaturas van a estar en 19, 20 grados centígrados, y en un lugar calmo. Que no haya corriente es bueno. Estoy quinta en el mundo, pero sé que las demás son muy buenas. La británica Keri Payne maneja la carrera, va adelante y no deja pasar a nadie, y la italiana Martina Grimaldi tiene un ritmo muy impresionante. Las demás son nadadoras como yo. Atrás venimos ocho o nueve que buscaremos el podio. Tienen más experiencia, es cierto, pero no hay tantas diferencias. En ese momento, encarás mal una boya y nadie te regala el lugar. A diferencia de las pruebas en pileta, esto no se puede predecir. Hay que tener un poco de suerte. Lo bueno es que antes de los 10 km, si es que clasifico, compito en piscina. Y tener la velocidad de la carrera de 800 es un buen ejercicio previo. Para mí, es mucho mejor. Uno va a pelear por la medalla, pero se puede dar como que no se puede dar. Un diploma olímpico es un objetivo factible. El podio, un sueño. Qué mejor manera de encarar un año sabático y buscar familia que con una medalla colgada. Por no haber bajado los brazos, Biagioli parece merecerlo.

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Un cuento chino

Quizás ustedes ya hayan escuchado sobre Jeremy Lin y sus éxitos en la NBA. Pero esta nota no se refiere a su juego y su talento, sino a la actitud de algunos periodistas que usaron términos discriminatorios contra el jugador de origen taiwanés. ¿Y por casa cómo andamos? Por EZEQUIEL FERNÁNDEZ MOORES

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espués de que Japón atacó Pearl Harbor el 7 de diciembre de 1941, Estados Unidos recluyó en campos de concentración a unas 120.000 personas, casi toda gente inocente gente de etnia japonesa. Miles de familias fueron desmembradas, y sus locales comerciales, dañados. La guerra en Vietnam y la China comunista sumaron al “peligro amarillo”, que también Hollywood alimentó durante décadas, hasta que aparecieron nuevos enemigos, los rusos, Marte y el Islam. Pero el racismo hacia los asiáticos se mantuvo. El año pasado, los soldados Danny Chen, neoyorquino de 19 años, y Harry Lew, californiano de 21, ambos combatientes en Afganistán, se suicidaron después de confesarle a sus familiares que estaban cansados de sufrir racismo en el Ejército por su origen asiático. Sus compañeros se burlaban de ellos diciéndoles “chink”, un término despectivo hacia los asiáticos que nació durante las intervenciones militares de Estados Unidos en Asia. Periodistas deportivos de la cadena ESPN, eufóricos como muchos ante la sensacional aparición de Jeremy Lin en la NBA, usaron sin embargo en doble sentido la palabra “chink” en sus relatos. “Chink in the Armor” (“grieta en la armadura”) dijo primero por la radio Max Bretos, cuya esposa es asiática. La misma frase apareció durante 35 minutos en un portal de ESPN, escrita por el periodista Anthony Federico. ESPN pidió disculpas, suspendió por 30 días a Bretos y despidió a Federico. Spero Dedes, comentarista de ESPN Radio Nueva York, y empleado del Madison Square Garden, también usó la palabra “chink” en doble sentido en una trasmisión previa, pero no recibió sanciones. “Si al ver a Jeremy Lin uno no ve por qué Estados Unidos es el mejor país del mundo, bueno… Es porque no entiendes a Estados Unidos”, afirmó en una columna de ESPN el escritor estadounidense-asiático Jay Caspian Kang. El periodista Dave Zirin recordó en The Nation “los genocidios” cometidos por Estados Unidos en sus guerras en Asia “contra gente que recibió los mismos epítetos que Lin” y que miles de asiáticos siguen escuchando en escuelas, oficinas y fábricas del 44 UN CAÑO | MARZO 2012

país. Y dio vuelta la frase de Kang: “si no puedes entender por qué el racismo infecta la historia de Lin y por qué se necesitan urgentes medidas, entonces no entiendes a Estados Unidos”. Pero Zirin, uno de los mejores cronistas deportivos en Estados Unidos, fue más allá: dijo que la historia de Lin desmiente definitivamente a los periodistas deportivos que insisten en hablar del fenómeno quitándole cualquier connotación de raza. Lin, de 23 años, hijo de taiwaneses, universitario brillante en Harvard, la aparición más explosiva en medio siglo de historia de la NBA según muchos especialistas, era un desconocido pese a que había acumulado méritos suficientes en el deporte universitario. Lideró a un instituto de Palo Alto en la inédita conquista de un título en California y ni siquiera la universidad de su estado se fijó en él. En Harvard se convirtió en uno de los mejores bases universitarios, y tampoco la NBA se interesó. Los Dallas y los Golden State Warriors le dieron luego fugaces chances, hasta que los Knicks de Nueva York, uno de los equipos más emblemáticos, lo ficharon, pero para dejarlo inmediatamente en una liga subsidiaria. Las lesiones de las estrellas Carmelo Anthony y Amar’e Stoudemire obligaron a convocarlo de emergencia. Su explosión en febrero, la “Linmanía”, con camisetas que usa hasta la xenófoba Sarah Palin y que agigantó el marketing de la NBA en Asia, llevaron a una pregunta inquietante: ¿cómo nadie advirtió antes tanto talento? Lo más probable, admiten especialistas, es que nadie creyó que un asiático nacido en Estados Unidos podría jugar algún día de igual a igual contra Kobe Bryant. El racismo, se sabe, es ante todo ignorancia. Dentro y fuera de la cancha. ¿No sucedería acaso lo mismo si surgiera un Lin en el fútbol argentino? La ignorancia, en nuestras canchas, suele manifestarse con los cánticos de las hinchadas. Durante años se escucharon términos despectivos hacia comunidades vecinas también en las propias trasmisiones de la TV. La trasmisión estatal mantiene esa voz, aunque ahora, claro, en estos tiempos de mayor respeto a la diversidad se haya pasado a la corrección política. No hay espacio ya para “bolitas” ni “paraguas”. Ni siquiera para decir “chink”.



PERFUME DE VARÓN Por CECILIA DI GENARO

Fotos FABIÁN MAURI

“Cada vez desconfío más de la pasión”

Si nos habrá hecho reír este muchacho. Fana de Racing, especialísimo seguidor del fútbol, posee una visión de la pelota y del hincha digna de programas de TV como Todo por dos pesos o Peter Capusotto y su videos. Nuestra especialista en desatar los nudos de la comprensión futbolera mantuvo un jugoso mano a mano con Pedro Saborido, el guionista y productor que todos envidian. Menos los hinchas de Independiente…

“Después de treinta años de no ir a la cancha, volví para llevar a mi hijo Dante y me sentí raro –dice Pedro Saborido mientras enciende un cigarrillo–. Me pareció un espectáculo extraño el del fútbol en vivo, porque recordé que el gol es un instante único”. Es un romántico, como él mismo define a todo ser temerario que tome la decisión de vida de ser hincha de Racing. Descreído, racional, por momentos un tanto desapasionado, acepta con honor el desafío que le plantea su propia elección y cuenta cómo logró transformarse en un hincha estadístico que es fanático, sí, pero del folclore que encierra la cultura futbolera. –¿Cuáles son tus primeros recuerdos vinculados al fútbol? –Tengo dos. El primero fue mi debut en la cancha, a los 8 años. De pronto vi un cuadrado de cielo, combinado con el verde brillante del pasto y me impresionó, no me lo olvidé más. Después recuerdo ir a ver fútbol con mi papá y mi tío Roque, que era hincha de San Lorenzo, pero como le gustaba mucho el fútbol y vivía cerca de la cancha de Huracán, iba a ver a Huracán. Nunca supe si mi papá era de Argentinos Juniors o de Racing. –¿Cómo que nunca supiste? –Es que pasaba eso con estos dos tipos: les gustaba mucho el fútbol, pero no tenían pasión tribunera. Eran dos gordos que me llevaban a ver la Reserva para subir tranquilos. Esperábamos hasta que se

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fuera el último, para salir también tranquilos. Miraban fútbol como si estuvieran mirando ópera: callados, comentaban en voz baja algunas cosas, pero nunca gritaban un gol. Yo me vi todo el Huracán del ‘73 con dos personas que no eran hinchas de Huracán. Y yo tampoco era de ese equipo… –Entonces, ¿por qué sos hincha de Racing? –A mi hermano le gustaba Racing, y yo me hice de Racing por él. Íbamos juntos a la cancha, a la pileta del club. Todo pasaba ahí, y a mi papá también le gustaba. Pero además vivíamos en Gerli –en las cercanías de Avellaneda–, y ahí todos eran o de Racing o de Independiente. –¿Antes, el cuadro de fútbol era una cuestión barrial? –Sí. Y en mi barrio la mayoría era de Independiente, porque en ese momento venía ganando Copas Libertadores una atrás de la otra. Si había un hincha de otro club era porque se había mudado de otro barrio. –¿Qué clase de niño-hincha eras? –Hacía mucho esfuerzo para que me gustase el fútbol, porque me gustaba el

juego, pero cuando se ponía aburrido, perdía mucho la concentración, me dispersaba, me colgaba mirando otras cosas. –¿Qué cosas? –Me llamaban la atención los tipos que vendían panchos y estaban todo el tiempo de espaldas a la cancha. O miraba a un tipo que iba a comprar pancho y trataba de adivinar hasta dónde iba cuando volvía de comprar. –¿Entonces nunca fuiste fanático de tu club? –Siempre lo sufrí, por eso tengo una distancia terapéutica con Racing. –¿Cómo es eso? –Cuando tenía 14 años, estaba mirando un River-Racing en la cancha de Huracán, porque se estaba remodelando el Monumental. Racing venía perdiendo 3 a 0, otra vez. La semana anterior había visto en el foso de la cancha de Racing un carnet flotando de alguno que se calentó y lo tiró. Vi cómo estábamos todos los que habíamos ido a la cancha ese día, la voz del estadio apagándose y esa tristeza, una vez más. Sabía todo lo que me iban a cargar al otro día en el colegio, entonces se me dio como una especie de epifanía

“Con Racing tenés que ganar 8 a 0 para pensar “bueno, me parece que lo tenemos”.


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y decidí que, si yo quería, podía no sufrir por esto, que era algo adquirido. –¿Por qué nunca es una opción cambiarse de club? ¿Cómo se explica la incondicionalidad por la camiseta? –Creo que es al revés, creo que hay una material psico-orgánico llamado pasión, y que el fútbol se ubica en ese lugar. Uno se impregna de eso, y además los mandatos familiares son fuertes. Yo he visto a mi cuñado mentirle al hijo cuando tenía 4 años diciéndole que Racing iba segundo, porque el pibe estaba empezando a amenazar con cambiar de club. –¿Qué te da Racing a cambio de tantos malos tragos? –Como no puede ofrecer muchas ventajas como institución futbolística, tiene como valor agregado la identidad, el gesto romántico y trágico. Eso le da un sabor especial. –¿Por eso los quiere la gente? –Sí. Si un tipo hace un personaje de ficción y lo quiere hacer querible, lo hace de Racing. –Me da la sensación de que los hinchas de Racing son como hinchas de sí mismos. –Sí, tenemos una especie de estoicismo, somos como románticos que vivimos con pasión la idea de estar enamorados de una mina por más que ella no nos corresponda. Encontramos un atractivo especial en ese lugar. –¿Sufriste por Racing tanto como por amor? –Son cosas distintas. Pero cada vez entiendo menos de fútbol y creo que es por Racing. No la paso bien viendo un partido de Racing; una vez gocé cinco minutos porque le hicimos un gol a Newell’s cerca del final. Entonces la posibilidad del empate era muy difícil. Pero vos sabés que vas ganando 1 a 0 y vas preocupado; vas 3 a 0 y seguís preocupado… Tenés que ganar 8 a 0 para pensar “bueno, me parece que lo tenemos”. –Pero el ser humano casi siempre encuentra las herramientas para defenderse del dolor. ¿Vos cómo hacés para sobrellevarlo? –Me convertí en un hincha más estadístico. Miro las tablas todo el tiempo.

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–Igual, es raro un peronista que logre desapasionarse con el fútbol. ¿No es una contradicción? –Soy un peronista que disfruta más la cultura del fútbol. Mi ídolo máximo no es un jugador de Racing. –¿Quién es? –René Houseman. Me divertí mucho viéndolo jugar en Huracán. Para mí, era el prototipo de lo que vos esperabas de un jugador. Era tipo absolutamente libre en la cancha, hacía lo que quería, se divertía, tiraba gambetas, no era un pragmático. Había una posibilidad de gol y volvía para atrás y gambeteaba a alguien. De ahí que le decían el Loco. Era muy habilidoso y jugaba con la camiseta afuera y las medias bajas porque decía que tenía problemas de circulación. Era un atorrante. Ésa es la imagen que a mí más me gusta del fútbol. Otro que me gustaba mucho era el Ropero Díaz, un jugador de Racing, allá por el ‘75. –¿Por qué siempre lo que más los engancha a los tipos es lo que pasó hace treinta años? –Todo mi fútbol está antes del ‘78. Yo no lo vi campeón a Racing en 2001 porque, como no lo fui a ver estando en la B, me hice una especie de auto- castigo. Pensé: “si no lo fui a ver en la B, no voy a ser tan botón y tan oportunista y mandarme cuando es campeón”. Volví a la cancha cuando mi cuñado, que es de Racing, me dijo “tengo entradas y los voy a llevar a los chicos a la cancha”. Fue en la segunda etapa de Mostaza Merlo. Hasta entonces había estado veintiocho años sin ir a la

cancha, lo miraba por televisión. –Pero cuando te dijeron que iba tu hijo te agarró esa cosa de la dinastía. Sí, la primera vez Dante (14 años) tenía que ir conmigo. –¿Qué es lo que funciona en la mente masculina en esos momentos? –Son cosas solidificadas, folclóricas que tenemos los hombres. Las venimos pasando de generación en generación y reforzando mientras vivimos. –¿Y a tu hija la incluiste en el plan? –No, a ella no le interesa. Y a mí tampoco me interesa su elección futbolística. –El fútbol es machista. –Sí. Y yo me aseguré de que mi hijo fuese de Racing. Por suerte, todos los primos son de Racing, y eso ayudó. –¿Sos de esos que nace el pibe y le compran la camiseta en miniatura? –No, para nada. Tiene alguna que otra camiseta, pero nunca fui de esos. Para mí, la imagen que vale es la del pibe en el potrero, en la plaza. Me acuerdo que, en mi barrio, los que eran así eran los de Independiente. Los padres iban y compraban el equipito completo. –El careta… –Sí. Tener todo el equipo completo y ser como un clon en miniatura de un jugador de fútbol a mí me da la imagen del papa frita, del prolijito. –Entonces tuviste que volver a la cancha para llevar a tu hijo –Sí, y fue como volver a ver al Charly García de antes… –¿Esta vez te apasionaste? –No, porque pasó lo que tenía que pasar. Jugábamos con Arsenal, íbamos ganando 1 a 0 y en el segundo tiempo venía un petiso corriendo y el sentido común indicaba que lo bajaban. Pero no: 1 a 1 con Arsenal y 45 minutos para salir de la cancha, para que saquen a quince gatos locos que estaban del otro lado. Volví a sentir lo mismo veintiocho años después. La mitad de los hinchas de Racing silbando, la otra mitad, aplaudiendo; petardos como si Racing estuviera segundo en la tabla y jugara en forma brillante… Por eso, cada vez desconfío más de la pasión. Pero bueno, los chicos la pasaron bien. –¿Tu hijo no te hizo reproches por


haberlo hecho de Racing? –No, está contento, es una identidad fuerte, te hace sentir distinto entre los demás hinchas. –Me dijeron que Racing tiene la bandera más larga del mundo. ¿Eso tiene alguna connotación? –En Racing es todo lo contrario. No sé si todos los tipos que tienen una 4x4 tienen el pito largo. Creo que Racing todo el tiempo trata de establecer hitos que demuestren algo. La bandera más grande es un gesto para volver a reivindicarse, es una defensa que funciona porque cualquier hincha de otro club termina diciendo: “mirá la bandera que tienen estos tipos”. –Tu amigo y compañero de laburo Diego Capusotto es exactamente lo contrario a vos. ¿Cómo es compartir un partido con él? –Cuando termina de ver un partido, Diego queda enfermo la mayoría de las veces. Es súper apasionado. Le gusta muchísimo el fútbol y sabe muchísimo. A veces lo vemos juntos con el Griego Mar-

celo Iconomidis –el encargado de seleccionar los videos para el programa–, que también es otro fanático de Racing. Ellos se conocieron en la cancha y se potencian. Yo trato de mirarlo un poco más de lejos para no contaminarme con el sufrimiento. Trato de evitar el dolor. –Me acuerdo de aquel sketch que hacían, La música del fútbol… ¿Creés que la creatividad para hacerlo te la dio el hecho de ser de Racing? –Eso lo hacíamos con Diego, y era él el que tenía más talento para escribir las canciones. Pero eso tiene más que ver con el folclore. Creo que el primer hincha que empezó a explotar esa cultura del humor futbolero fue Porcel, que era de Racing. Él hablaba siempre en sus programas y se auto-inmolaba. Muchos de nosotros esperábamos los chistes que hacía fuera del libreto. Hablaba del “club antihéroe”. Racing es como esas películas norteamericanas en las que esperás que ese pobre flaquito le gane a los grosos. Es el eterno Karate Kid.

–¿Es el equipo que si sale campeón provoca más alegría fuera del ámbito del club? –Sí, totalmente. Muchas veces hablamos con Diego de cómo te duele cuando empieza el campeonato y todos empiezan a ver a Racing como un candidato con chance. Y decimos “que nadie hable, que nadie diga nada”. –Pero ahora tienen buenos jugadores. –¡Pero no importa! Estás hablando de un equipo que no se lo puede analizar con la lógica. Seguro que algún jugador va a quedar afuera del campeonato, otro va a hacerse expulsar, otro se va a lesionar… Es una carga. Con un amigo, jodíamos y decíamos que Racing iba a salir campeón el día que se estableciera el socialismo en la Argentina. No por un tema de justicia, sino porque tenía que pasar una cosa extraordinaria. De hecho, fijate que la última vez que salimos campeones fue un desastre: en las peores condiciones del país, jugando un partido en medio de un estado de sitio, fue cualquiera...

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Lamentablemente, termina entrando de nuevo en la saga mitológica de Racing. Todos elementos que construyen una épica. Es un club doble de riesgo, pero eso no es lindo, no es disfrutable. Siempre es una hazaña moral. –¿Y el tema de las cargadas?, para vos que te gusta el folclore ¿eso tampoco es disfrutable? –Es un juego en el que los motivos son los mismos que se dan para jugar al fútbol. Pero en vez de jugar al fútbol, jugamos a cargarnos. Para poder hacerlo tenemos que ser de distintos equipos, de distintas identidades. De todas maneras, el hincha de Racing está preparado para resistir cualquier cosa. Te dicen “ustedes son un club de mierda”, y es verdad. Pero después vienen las reivindicaciones: el hincha de Racing se defiende consigo mismo. Sería equivalente a tener belleza interior. ¿Viste esos tipos que le toman amor a un auto aunque sea viejo y hecho mierda, y lo siguen arreglando? –El Coco Basile es un personaje entrañable. ¿Te gusta de técnico? –Sí, el tema es ése... El tipo te empieza a caer bien por el esquema de juego que hace o porque como personaje te gusta. A mí, Caruso Lombardi también me cae muy bien, pero no sé si el fútbol que plantea me gusta. Que sea el Coco me hace pensar que el tipo quiere ir cerrando su carrera sacando campeón a Racing. Pero bueno, no depende de él… –Cuando los hombres hablan de fútbol siempre prevalecen la belleza de los recuerdos, la infancia, la pasión, pero el fútbol también tiene costados oscuros: los manejos de las instituciones, la violencia… Sin embargo, nadie repara en esa parte. Vos que lo vivís con más racionalidad, ¿qué análisis hacés? –Lo veo y me amarga. Pero creo que eso pasa en cualquier actividad. Todas tienen una parte oscura y un lado brillante. No tengo una explicación de por qué solo miramos el lado bueno. No sé qué elemento psicológico se vuelca ahí. Lo que es claro es que es el fútbol es una oportunidad de tener una épica cotidiana, semana a semana. Es un planteo de batallas y de guerras. En ese planteo se escapa un cúmulo de personas que terminan haciendo batallas en serio. Pensar que un tipo, por una camiseta, puede matar a otro es una locura. Sin embargo, está

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aceptado que ocurra. –¿Qué responsabilidad creés que tienen los medios? –Ahora todo se ha “virtualizado”. Lo mediático ha transformado incluso la manera en la que elegís un cuadro. No entiendo por qué hay hinchas del Barcelona en la Argentina, por ejemplo. Es ajeno mí, no me acostumbro a “virtualizarme”. Me doy cuenta de que muchas de nuestras primeras experiencias comienzan a ser televisivas. Muchas cosas que nuestros hijos descubren por primera vez son a través de la pantalla chica. Hoy por hoy, es muy poca la cantidad de gente que va a la cancha si tenemos en cuenta la pasión que despierta el fútbol. Creo también

que antes se iba más porque era un programa mucho más relajado. Ahora tenés todos los partidos por televisión y no hay mucha gente dispuesta a seguir a su club desde el estadio. –¿Estás a favor del Fútbol Para Todos? –Sí, ¿por qué no? Todos quieren ver fútbol. –¿Qué harías si Racing sale campeón este año? Lo disfrutaría con la misma tranquilidad de siempre, trato de ser ecuánime. Me gustaría llevar a mi hijo a la cancha. Pero lo que más me interesa que vea son los papelitos. Y estar ahí, vivirlo entre la gente. Eso termina siendo más potente que lo otro. No pienso en mi alegría, pienso en mi hijo Dante.


El arquero de León (México), Angel Comizzo, fue amonestado antes del inicio de un partido por marcar la linea del área chica con sus zapatos.

Botinera por amor

La muchacha mandó el artículo y sentimos que era algo así como la voz de las sin voz. Por eso, y porque en esta revista los vientos machistas dan vuelta cada tanto, esta historia sencilla debe ser vista con ojos distintos. A ver, señores, si ahora entendemos algunas cosas. Por MICAELA MUÑOZ

E

l partido empieza en casa la noche anterior: comida liviana, nada de alcohol ni sexo, y a descansar. Muchos me llaman “botinera”, pero está tan desprestigiada la palabra que cualquier mujer que sale con un futbolista, aunque sea por una noche, es considerada una botinera. Creo que deberíamos diferenciar los distintos tipos de botineras. Por lo pronto, para mí hay tres clases: botinera por dinero, botinera por fama y botinera por amor. De esta última clase soy yo. A las botineras por amor no les importa si su pareja cobra 200 pesos o dos millones. Por lo general, son las mujeres de los jugadores del Ascenso, donde realmente se juega por la camiseta y el esfuerzo del jugador duplica o triplica al de un jugador de Primera. Las comodidades son menores, los campos de juego están más deteriorados y el presupuesto para indumentaria es menor; todo se hace a pulmón. En el Ascenso se vive una realidad diferente. Sólo las que acompañamos a los jugadores la conocemos. Además de ser botinera, estudio periodismo deportivo, así que con mi novio también comparto la pasión por los deportes. El día siguiente al del partido le pido al canillita de mi barrio el Olé, o Diario Popular y Crónica, ¡y me llevo una desilusión! El espacio que les dieron a los chicos es mínimo, o les pusieron cualquier puntaje, o lo que es peor: ganaron y el redactor destaca que perdió el rival. Pero no todo es negativo. Es lindo ver cómo los hinchas reconocen el esfuerzo del que está dentro de la cancha porque el jugador no es un robot, es un ser humano y puede equivocarse. El gol es una de esas alegrías impagables. ¿Sabés cómo se siente que tu hombre sea el autor del gol? ¡Es una sensación única! A veces ese reconocimiento se transforma en enojo: a más de uno se le escapa un insulto y no puedo hacer oídos sordos. ¿Cómo te sentirías vos si putean a un familiar tuyo? ¿Qué harías? Yo no me quedo en el molde: enseguida les grito algo, todo tiene su límite…

Algo similar me sucede cuando veo que le pegan y el árbitro no cobra. Te dan ganas de meterte en la cancha y 1) devolverle el golpe al que lo agredió; 2) hacérselo al árbitro, a ver si realmente era falta o no. Porque en el Ascenso dejan que los jugadores se peguen, muchas veces parece que estás viendo Titanes en el ring en vez de un partido de fútbol. Además, como uno no puede optar de verdad por ninguna de las dos alternativas mencionadas, te terminás acordando de la madre y de la hermana del árbitro. Con Lamadrid pasamos partidos difíciles: cuando la pelota no quiere entrar o la mala suerte nos da la mano y se lesiona algún jugador. También hubo partidos buenos, llenos de jugadas en equipo. ¡Hasta que llegó el día! El empate nos bastaba para salir campeones. Y se dio el milagro: empate en cero y ¡Lamadrid campeón! Todo el esfuerzo de casi un año de trabajo se había materializado en la obtención del campeonato y el ascenso a la Primera B Metro. Devoto era una fiesta: gente cantando, agitando las banderas, llorando de emoción... Comenzó a lloviznar y, como una bendición del cielo, apareció el micro sin techo que traía a los jugadores, y ahí estaban, todos ellos habían logrado la hazaña. El tiempo se detuvo para recibir a los campeones. Llegamos al club y, uno a uno, bajaron del micro, hasta que llegó el turno de mi novio. Nos abrazamos fuerte: lo habíamos logrado, ¡éramos campeones! Puedo decir, con orgullo, que el equipo en el que juega mi novio luchó contra viento y marea y me dio una de las alegrías más grandes de mi vida. No hay palabras para explicar lo que se vive. Por ese momento y todos los que viví con él estoy orgullosa de ser una botinera por amor. Si no hubiese estado con él a lo largo del torneo, si no hubiese hecho lo imposible por acompañarlo cada vez que jugaba, si no me hubiese emocionado cada vez que metió un gol, si no hubiese sentido cada partido como si yo misma lo jugara, si no hubiese estado con él ese glorioso 30 de abril, si no hubiese hecho todo eso y mucho más, no sabría lo que es ser una verdadera botinera.

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Que se vengan los clubes

La Copa Argentina ingresa en su fase definitiva. Sólo quedan 31 equipos en competencia de los 186 que largaron el 31 de agosto de 2011. Sobre el cierre de esta edición Vélez eliminaba a Racing de Trelew, Arsenal a General Lamadrid y Boca era el primero en meterse en octavos al dejar afuera a Central Córdoba. Aquí, los condimentos que justifican que sea una Copa que merece un brindis por cien años más. Una muestra de que valía la pena luchar por un fútbol más democrático. Por EDGARDO IMAS

C

inco clubes de Primera –Newell’s, Lanús, Godoy Cruz, San Martín y All Boys– ya han sido eliminados. Perdieron ante rivales que juegan incluso dos divisiones más abajo, en la B Metropolitana. Así pasó con granates, mendocinos y sanjuaninos, que se quedaron afuera ante Barracas Central, Sportivo Italiano y Sarmiento de Junín, respectivamente. Cuatro equipos del cuarto nivel B han conseguido pasar a la próxima ronda: Policial (Catamarca) y Sarmiento (Resistencia), del Argentino B, y Excursionistas, de la Primera C. Los tres dejaron afuera a rivales de la B Nacional. Pero sin duda son los catamarqueños, con el veterano Daniel Tilger –que a los 41 años sigue haciendo goles–, los que se destacaron, ya que eliminaron con un contundente 4 a 1 a Instituto (Córdoba), uno de los animadores del apasionante torneo de la segunda categoría; y antes habían dejado afuera por penales a los tucumanos de San Martín. Así, con estos ejemplos y otros más, celebramos que la Copa Argentina avance en su idea de comprender la mayor cantidad de poblaciones y equipos del país.

Los chaqueños, que tienen como presidente del club al gobernador Jorge Capitanich, dejaron afuera a Gimnasia (Jujuy) al derrotarlo por 1 a 0. La caída del Lobo sumó una más a su triste record de doce derrotas consecutivas en la B Nacional. La excepcional campaña de Central Córdoba (Rosario) lo puso frente a Boca, con quien no juegaba desde 1959, último año de Los Charrúas en Primera. También es notable lo obtenido por Sportivo Belgrano, de San Francisco, que juega en el Argentino A y ahora se verá la cara con River. Otros modestos participantes se quedaron a las puertas de esta fase, como Deportivo Riestra –de la Primera D–, que perdió por penales luego de empatar sin goles con Quilmes en Catamarca. El caso más resonante fue Ramón Santamarina (Tandil), que empató 1 a 1 en Salta con los titulares de Boca Juniors, el último campeón del fútbol local, y estuvo a un penal de la hazaña. Otros dos “grandes” también pasaron ajustadamente: River Plate venció 1 a 0 al Defensores de Belgrano del ídolo millonario Ariel Ortega y San Lorenzo 2 a 1 a Villa Dálmine. La confección de un listado de téc-

nicos de los equipos del interior que jugaron la Copa Argentina arroja varias sorpresas. Una de ellas muy desagradable: comprobar que aún hay clubes que contratan como entrenador a Juan de la Cruz Kairuz, acusado de integrar un grupo de tareas que actuó en la represión en la zona del ingenio Ledesma durante la última dictadura. En los ’60, el ex futbolista de Atlanta y Newell’s dirigió técnicamente en la Copa Argentina a Talleres, de Perico, la ciudad jujeña donde el ex presidente Menem se ufanaba de ganar elecciones a fines de los ‘90, mientras en las centros urbanos más importantes del país crecía el repudio a su nefasta gestión. En la actualidad, Kairuz ya no dirige a Talleres. Otro entrenador con vinculaciones políticas que se llevan mal con la verdad y la justicia es Daniel Torrisi, DT de Ferrocarril Sud, de Olavarría, y ex referente del represor Luis Abelardo Patti. Las sorpresas gratas son el hecho de encontrar a conocidos ex jugadores a quienes el gran público les había perdido el rastro. Ellos hoy son entrenadores: el ex Newell’s y Boca Arsenio Ribecca,

Probablemente, las entidades menos conocidas de la Copa Argentina sean dos: una es el Club Complejo Deportivo Teniente Origone, de Justiniano Posse, localidad del centrooeste de la provincia de Córdoba. De sus inferiores surgió Martín Demichelis. La otra es Defensores de Pronunciamiento, una localidad a 35 km de Concepción del Uruguay. 52 UN CAÑO | MARZO 2012


en Guaraní Antonio Franco (Posadas); dos veteranos de batallas en el Ascenso Rubén Forestello, en Ramón Santamarina, y Omar Santorelli, en Once Tigres (Nueve de Julio); el ex Newell’s e Independiente Pájaro Christian Domizzi, en Estudiantes (Río Cuarto); el ex San Lorenzo Ángel Bernuncio, en Policial (Catamarca); el ex Independiente Pedro Monzón, en San Martín (Tucumán). En la Copa Argentina han participado los 99 equipos de las cinco categorías de la AFA –quedó afuera Puerto Nuevo, que está desafiliado en la presente temporada–, y las 85 instituciones del interior que disputan los torneos Argentinos A y B. Para darle un carácter íntegramente federal, se resolvió invitar a las dos provincias argentinas que no cuentan con equipos en esos certámenes: Tierra del Fuego y La Rioja. Hubo fase eliminatoria que determinó el representante provincial. En la más austral del país, se clasificó Real Madrid (Río Grande) al eliminar por penales a Los Cuervos del Fin del Mundo, la filial de San Lorenzo de Almagro en Ushuaia. En la provincia norteña, Atlético Riojano, de la capital, conquistó su participación al ganar por penales a Atlético Chilecito. Además de clubes ya centenarios que han participado en la copa, están aquellos de muy corta vida. Un ejemplo es Textil Mandiyú, que fue fundado el 22 de diciembre de 1998 por hinchas del entonces desaparecido Deportivo Mandiyú. Los motivó la idea de homenajear al club correntino que alcanzó a estar en la Primera pero al que los desaguisados empresariales y políticos acabaron por destruir. El 1 de septiembre de 1996 se fundó el único representante neuquino en la copa: Club Atlético Maronese, nombre que tomó del barrio de la capital provincial donde se asentó. La institución nació para competir en el fútbol infantil y luego fue desarrollándose. Su curioso apodo, el Dino, se explica por que el estadio se levanta en una zona donde se han encontrado fósiles de dinosaurios. Otro club joven es el Real Madrid, de Río Grande (Tierra del Fuego), fundado el 11 de diciembre de 1989. Su color azul y amarillo se debe a que originalmente iba a denominarse Boca Juniors, pero la exis-

tencia de otra entidad fueguina con esa denominación modificó los planes. Probablemente, las entidades menos conocidas para el gran público sean dos: una es el Club Complejo Deportivo Teniente Origone, de Justiniano Posse, localidad del centro-oeste de la provincia de Córdoba. De sus inferiores surgió Martín Demichelis, el ex River y Bayern Munich. Fue campeón del Torneo del Interior 2010. La otra es Defensores de Pronunciamiento, una pequeña localidad a 35 km de la ciudad entrerriana de Concepción del Uruguay. A pesar de su ubicación juega en la Liga de Colón. Fundado en 1972, con camiseta similar a la de San Lorenzo, su nombre rememora al Pronunciamiento

ganó 1 a 0. Y en la fase siguiente, cuando perdieron 2 a 1 con Colón, en la cancha de Central, reventaron la cabecera. Entre los más famosos de los que han jugado la Copa y participaron en los viejos torneos Nacionales de Primera División entre 1967 y 1985, se destacan San Martín (Tucumán), con 16 de esos certámenes disputados; los mendocinos San Martín y Gimnasia y Esgrima, con 9; y Central Norte (Salta), con 7. ¿Hay igualdad futbolera? Veamos: equipos de una categoría inferior vencieron veintinueve veces a un rival de una superior. En once ocasiones, luego de noventa minutos, y en dieciocho, por penales. De esos veintinueve encuentros, en

de 1851 en el que Urquiza abogó por la destitución de Rosas. Son pocos los casos en que la denominación del club homenajea a los verdaderos protagonistas del fútbol, los jugadores. La capital misionera, Posadas, estuvo representada por tres equipos, pero uno de ellos recuerda en su nombre a Jorge Gibson Brown, aquel conductor del multicampeón Alumni e integrante de la Selección a comienzos del siglo pasado. La hinchada de Talleres de Córdoba fue una de las más seguidoras en la Copa. Casi 25.000 personas presenciaron el clásico cordobés con Racing que la T

nueve el vencedor tenía una diferencia con su rival de dos categorías, y de esos nueve, sólo tres, con semejante abismo, pudieron ganar sin ir a penales: Sarmiento (Junín) sobre San Martín (San Juan), Policial a Instituto y Sarmiento (Resistencia) a Gimnasia (Jujuy). Por otra parte, hubo ya cinco encuentros en que los rivales estaban separados por tres categorías: Belgrano 3–Sacachispas 0, Estudiantes de La Plata 2–Unión (Villa Krause, San Juan) 1, San Lorenzo 2–Villa Dálmine 1, Racing 2–El Porvenir 0 y Riestra 0–Quilmes 0 (pasó el Cervecero por penales).

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Arsenal

Sarmiento (Chaco)

Patronato

Racing

Banfield

Atlético Rafaela

Atlético Tucumán

Sportivo Italiano

Boca (2)

Central Córoba (Rosario) (0)

Excursionistas

Olimpo

Independiente

Belgrano (Córdoba)

Rosario Central

Vélez

16 avos 29 de febrero a 22 de marzo

Boca

Octavos 3 a 12 de abril

Cuartos 24, 25 y 26 de abril Final 22 de mayo

Semifinal 15 y 17 de mayo

Campeón

Así se define la Copa Argentina

Semifinal 15 y 17 de mayo

Cuartos 24, 25 y 26 de abril Octavos 3 a 12 de abril

River

Sportivo Belgrano

Quilmes

Atlanta

San Lorenzo

Chacarita

Atlético Policial

Barracas Central

Argentinos Juniors

Aldosivi

Gimnasia La Plata

Tigre

Colón

Sarmiento (Junín)

Deportivo Merlo

Estudiantes

16 avos 29 de febrero a 22 de marzo



La Copa de la Argentina unitaria Es una lucha. Ni siquiera cuando organizan un torneo que aparentaba un paso gigantesco de federalismo hacen bien las cosas nuestros amados dirigentes. Nuestro hombre en Río Cuarto pone el dedo en la llaga de la Copa Argentina. ¿Por qué hay que ir a jugar a provincias o ciudades ajenas? Por OSVALDO ALFREDO WEHBE

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rato de imaginarme sentado en un bar frente a la plaza principal de Miranda de Ebro, localidad de la provincia de Burgos en España. No es difícil pensarlo, fundamentalmente lo de estar en el bar. Y si se es parroquiano de esa ciudad, si se es uno de los 39.000 habitantes, la charla futbolera respecto de los milagros del club del lugar en la Copa del Rey de este año será ineludible. El Mirandés es un orgullo que llena el vaso del alma, si es que por allí sienten lo que creo yo que sienten por las cuestiones del lugar que se elevan por encima de la rutina y las posibilidades. Habrá ocurrido varias veces en distintos lugares del mundo y en cambiantes deportes. Aquello del equipo de la pequeña ciudad que va escalando posiciones hasta llegar a jugar una final nacional en el escenario de los sueños. Los yanquis lo llevan al cine: desde equipos de básquetbol casi siempre dirigidos por Gene Hackman hasta otros de béisbol y aún un coro de monjas bajo la batuta de una cabaretera Whoppy Goldberg, todos arrancan de cero y con el mejor en rebeldía o maltratado por su padre, pero llegan a mojarle la oreja al más pintado. En la Argentina, y por una cultura absolutamente unitaria, por una cabeza enorme con cara de Buenos Aires y porque las rebeliones de siglos pasados perdieron por goleada, no es tan fácil encontrar hechos deportivos y culturales que tengan esa historia casi épica que ponga a los bien pequeños a la par de los gigantes. Y si se da es porque el chico traslada su vida a la Capital. Los viejos Nacionales de fútbol (por interés económico de la AFA) les dieron a algunos clubes, ciudades y provincias la posibilidad de jugar por los porotos con Boca, River y allegados. Tirando los nombres de Unión de General Pinedo de Chaco o Argentino de Firmat se marcan esos momentos vividos por poblaciones que no olvidarán jamás un domingo en Primera. Estuve cuando Estudiantes de Río Cuarto enfrentó a Boca y River por un Nacional. No se me irá jamás del sentimiento lugareño. Y no perdió, al menos de local. Cuando la Copa Argentina se hizo realidad, inmediatamente supe que no le llegaría a los talones a aquellos Nacionales, salvo que los equipos más chicos avanzaran tan milagrosamente como el Mirandés. 56 UN CAÑO | MARZO 2012

A pesar de ello, y sosteniendo que es una limosna si miramos el todo, estaba bueno como arranque para un futuro mejor. Pero… Siempre hay un pero. Los equipos que son “beneficiados” con la competencia contra los grandes deben jugar un único partido en la cola del mundo respecto a su localidad. Santamarina jugó con Boca en Salta. Sportivo Belgrano de San Francisco debería ir a Catamarca para enfrentar a River. Entonces, la gente, el pueblerino que siguió a esas modestas camisetas toda su vida, deberá sentarse frente a la tele o a escuchar por radio ese momento histórico que debería vivir (como en España) en un ida y vuelta entre su canchita y el Monumental o la Bombonera. Cada una de las ciudades en donde están los estadios a los que van a jugar los equipos tiene buenas relaciones políticas deportivas –y de las más fuertes–. Y la Copa Argentina ya es un tráfico de favores para gobernadores e intendentes. Y si bien está bueno jugarla, para Villa Dálmine hacerlo en San Juan o para Santamarina en Salta, en los tiempos que corren es como ver al Mirandés por la tele ante el Bilbao de Bielsa. Y no creo que ésa sea la esencia de una Copa Argentina. Aunque estoy seguro de que alguien se beneficia, y no es precisamente el federalismo puro.

Los hinchas de Santamarina de Tandil presentes en Salta en el partido frente a Boca.



Estaba escrito

Lo llaman “Balas de cobre”. El seleccionado de Zambia logró por primera vez en su historia la Copa de África y de esta manera rindió homenaje al gran equipo que pereció, diecinueve años atrás, en un accidente de aviación. Por MATÍAS TERCIC

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uando quedaban 20 minutos para que terminara la final de la Copa Africana de Naciones (CAN) entre Zambia y Costa de Marfil, el árbitro cobró penal para “Los Elefantes”. Ya está, se terminó. Didier Drogba, símbolo de Chelsea y de su Selección, capitán y dueño de la pelota, no falla. Además, al arquero marfileño no le habían hecho un gol en todo el torneo, por lo que una remontada final de los Chipolopolo (“Balas de cobre”) era poco probable. Los jugadores zambianos, los 12 millones que estaban mirando desde su país y los cinco, sí cinco, que habían viajado hasta Guinea Ecuatorial y Gabón para alentar a su Selección, no lo podían creer. Pero Drogba falló. Pateó muy mal. La tiró por arriba del travesaño y le dio vida a la Selección de uno de los países más pobres de África. Si hacía falta otra señal, era ésa. Zambia aguantó los ataques de su rival el resto del tiempo reglamentario y hasta tuvo una posibilidad de contra, pero el partido se fue al alargue. A los cinco minutos del primer tiempo extra, el capitán zambiano Chris Katongo pegó un tiro en el palo del imbatible Boubacar Barry, pero al final el campeón se iba a definir en los penales.

Los dos equipos metieron catorce penales seguidos, hasta que Kolo Touré, uno de los marfileños del Manchester City, y Rainford Kabala, defensor del equipo de Hervé Renard, fallaron. Los Elefantes mandaron al jugador de la frente más amplia del fútbol mundial, Gervinho, y también erró. El volante zambiano Stoppila Sunzu se acercó al punto del penal rezando en voz alta, tomó carrera mientras seguía rezando y pateó. Las plegarias le funcionaron: Zambia ganó la serie 8 a 7 y levantó el trofeo. “No lo puedo explicar, estaba escrito”, afirmó el técnico francés Renard. Y está bien: si había un país que se debía una Copa Africana, era Zambia. En abril de 1993, dieciocho jugadores de la que muchos consideran la mejor Selección de la historia zambiana murieron en un accidente de avión en Libreville, capital de Gabón. El equipo viajaba a Dakar, Senegal, para jugar contra los locales un partido de la fase de clasificación para el Mundial de Estados Unidos. El avión había tenido que hacer varias paradas para cargar combustible y para dejar descansar los motores, y una de esas escalas fue justamente en Gabón, sede de la Copa de este año. La nave retomó via-

je, y a los cinco minutos de haber salido del aeropuerto de Libreville, un error del piloto, o una falla mecánica (nunca se supo), hizo que se estrellara contra el mar africano. Treinta personas murieron, entre jugadores, cuerpo técnico y tripulación, y el único de los integrantes del plantel que se salvó fue Kalusha Bwalya, pero sólo porque no estaba en el avión en el momento del impacto. Bwalya jugaba en el PSV Eindhoven holandés e iba a viajar a Dakar desde Europa. Cuando estaba por salir de su casa lo llamaron para contarle lo que había pasado. Bwalya, el mejor jugador de la historia de Zambia, reconstruyó a la Selección y logró llevarla a la final de la Copa Africana en 1994, algunos meses después del accidente. Pero la poderosa Nigeria de Finidi, Amokachi y Rufai fue demasiado para los Chipolopolo, que se tuvieron que conformar con el segundo puesto. El Maradona zambiano no se rindió y estiró su carrera más allá de los 40 con dos objetivos: llevar a su país a un Mundial y ganar la Copa de su continente, que se juega cada dos años. No lo pudo conseguir, y en 2005 confirmó su retiro. Sn embargo, nunca abandonó la idea de

Antes de la final, el técnico Renard declaró: “no somos nada en el fútbol y eso significa que ahora no tenemos que pensar que somos algo. Podemos hacer historia en el fútbol africano, como hizo Grecia en la Eurocopa de 2004”. 58 UN CAÑO | MARZO 2012


hacer triunfar a Zambia. Bwalya fue nombrado técnico de la Selección poco tiempo después de su retiro. Pero su equipo no pudo superar la fase de grupos en la CAN 2006 y tampoco se clasificó al Mundial de Alemania. Dejó el puesto y asumió como vicepresidente de la FAZ (la AFA de su país), y ahí empezó el camino del plantel que terminaría ganando el torneo en Gabón. Historia que hace justicia a la historia: otra vez Gabón. Estaba escrito. “En 2006, cuando él era el técnico, fuimos eliminados en la primera ronda. El proyecto a largo plazo empezó cuando era vicepresidente. Hizo un plan a cuatro años y propuso mantener un núcleo del 80% de los jugadores”, declaró el capitán del equipo Chris Katongo. “En 2008 nos pasó lo mismo (no superaron la primera fase), pero como ya era presidente, presionó para mantener su idea. En 2010 pasamos de ronda y nos eliminó Nigeria por penales”, agregó el propio Katongo, uno de los pilares del proyecto de Bwalya junto al técnico Hervé Renard, quién está a cargo del equipo desde 2008. Además de mantener un grupo de jugadores, la Federación zambiana propuso que la mayoría de ellos hubieran formado parte de las Selecciones sub-20 y sub-23. Otro detalle importante es que apenas tres de los 23 jugadores del plantel que ganó la CAN juegan fuera del continente africa-

no, algo que facilita las convocatorias. El fútbol que propuso Zambia no se alejó mucho de lo que hacen la mayoría de los equipos que son exitosos a nivel de Selecciones. Los planteos tácticos a lo largo del torneo fueron similares a lo que hizo Gerardo Martino con Paraguay en la Copa América: defensa compacta, esperar el error rival y aprovechar los contraataques. Nada del otro mundo, pero funcionó. Antes de la final, Renard declaró: “no somos nada en el fútbol, y eso significa que ahora no tenemos que pensar que somos algo. Podemos hacer historia en el fútbol africano, como hizo Grecia en la Eurocopa de 2004”. Tampoco se puede dejar de lado el costado cabulero de Renard. Mientras armaba su valija, decidió llevarse tres camisas blancas para usar en los partidos porque, según él, desde que es DT de la Selección nunca perdió cuando tenía puesta una camisa de ese color. En realidad, hay una excepción: la derrota contra Nigeria en 2008, pero no la cuenta porque fue por penales. Tal vez la única mancha en el torneo ganado por Zambia fue cuando, en la primera semana de la competencia, tres jugadores fallaron en respetar el horario de llegada a la concentración. Uno de ellos, Clifford Mulenga, se negó a disculparse, por lo que fue separado del plantel. Eso no afectó el funcionamiento del grupo.

“Tenemos un plantel unido. Podés tener 200 millones de profesionales en Chelsea, Barcelona e Inter, pero si no pueden jugar en equipo, no pueden ganar nada”, dijo Bwalya antes de la semifinal que Zambia iba a jugar con Ghana. “Las estrellas negras”, que perdieron con Uruguay en los cuartos de final de Sudáfrica 2010, eran el segundo rival de nombre después del debut con Senegal, pero los Chipolopolo ganaron 1 a 0 y se clasificaron a la final, que, como estaba escrito, se iba a jugar en Libreville, diecinueve años después del accidente. “Antes del torneo, estábamos en la concentración en Johannesburgo y les decía (a los jugadores) que la única posibilidad de volver a Gabón era si llegábamos a la final”, declaró el DT Renard a pocas horas del partido decisivo. “Lo que pasó en 1993 fue catastrófico para la nación. Los 12 millones de habitantes de Zambia están esperando que volvamos a Libreville. Apenas lleguemos, vamos a ir al lugar del accidente. Tenemos que pensar en ellos y jugar por ellos”, agregó el técnico francés. Después del triunfo, y antes de ponerse a festejar el primer título importante en la historia de su país, los 23 zambianos se arrodillaron en una de las esquinas de la cancha y empezaron a rezar. La mayoría, por no decir todos, lloraron. Y le dedicaron la victoria a Kalusha Bwalya.

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Todos unidos jugaremos

En estos tiempos tan antibritánicos, estas páginas elogian una excepción a la regla. Los monárquicos ingleses tienen, tal vez, el torneo más democrático del planeta. La FA Cup permite que intervengan 752 equipos y que se cumpla, cada tanto, aquello de “arriba los de abajo”. Un argentino brilló en este torneo. Le damos una pista: usaba barba. Por PABLO CHEB TERRAB

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onsideren estas letras como un homenaje a Ramón Santamarina de Tandil, por su empate y posterior derrota por penales ante Boca en la Copa Argentina. O un tributo a Barracas Central, que pudo eliminar a Lanús del mismo torneo. En pocas palabras, se trata de un escrito que tiene por objeto celebrar la democracia deportiva. Porque ése es el espíritu con el cual se gestan campeonatos inclusivos, como el que hoy –finalmente, y pese a todos los defectos que puedan achacárseleestamos viviendo en el país. Y ése, también, es el espíritu a partir del cual nació el fútbol. Fíjense, si no, en el torneo más viejo del mundo, y descubrirán que también es el más igualitario: FA Cup, Inglaterra, desde 1871. FA no es otra cosa que “Football Association” (asociación de fútbol), siglas para la AFA que maneja los destinos del fútbol inglés. En cambio, 1871 es un año que dice muchísimo. Es la Copa que, a diferencia de la Liga, se define con todos, absolutamente todos, por duelos de eliminación directa. Después de 131 años de vida, la Copa en cuestión sólo se interrumpió en los años de las Guerras Mundiales. Además, hay que tener una idea de lo que significa esa antigüedad: en Argentina, sin ir más lejos, el fútbol amateur recién desembarcó de manera organizada unos veinte años después. Ahora bien, ¿por qué es posible que un torneo perdure durante tanto tiempo sin modificaciones fundamentales a su formato? Probablemente, por dos singularidades que la hacen única: representatividad y horizontalidad. Es que la FA Cup responde desde su inicio a un par de instintos futboleros. El primero es, justamente, que sólo avanza de ronda un equipo que vence mano a mano a otro. El segundo es que no hay cabezas de serie, ni un cuadro pre-establecido. Cada una de las rondas se define por sorteo, y el sorteo sólo se realiza cuando se terminaron de jugar todos los partidos de la ronda anterior. Así, cuando un equipo gana, no tiene ni idea de con quién va a enfrentarse en

el encuentro siguiente. De hecho, tampoco sabe dónde jugará ese encuentro, porque también se sortea qué equipo será local y cuál será visitante. La final, claro, se juega en campo neutral: normalmente, en Wembley. El ganador juega la Europa League. En cuanto a la representatividad, la cantidad de equipos que entra a la Copa no tiene igual en ningún otro campeonato del planeta. Porque si bien el torneo presenta formalmente un total de ocho rondas, también cuenta con seis ruedas de clasificación (que estrictamente ya son parte de la Copa) y dos fases preliminares. En total, son dieciséis rondas eliminatorias, contando la final y la semi. La eliminación simple y la incorporación progresiva de los equipos de divisiones mayores entregan un total increíble de 752 participantes. Por supuesto que allí están incluidos los clubes de Primera, Segunda, Tercera y Cuarta División. Pero imaginen la cantidad de conjuntos humildes, zonales y desafiliados de cualquier liga profesional (o similar) que terminan ingresando a la fuerza en los cuadros principales. Las fases pre-clasificatorias se dividen por zonas geográficas para ahorrar gastos de traslados a los participantes. Y para mantener cierto premio deportivo –y también el interés del negocio en las fases más avanzadas del torneo–, los equipos de la Premier League recién ingresan en el sorteo a partir de la tercera ronda formal de la Copa (o sea, de la 11ª fase si se cuenta desde la preclasificación, lo que significa que pueden ser campeones jugando un mínimo de seis partidos). Por lo general, ahí empieza a suceder la magia. Un dato importante es que los enfrentamientos en esta Copa no se juegan con ida y vuelta. El ganador se define en 90 minutos en el estadio que determinó el sorteo. Si no hay ganador, no hay alargue ni penales: se juega otro partido en la cancha del que fuera visitante la primera vez. En ese segundo juego sí hay tiempo extra y definición desde los doce pasos, pero eso recién se implementó en los ‘90. Antes, se jugaban revanchas consecutivas hasta que uno de los dos equipos resultara vencedor. En

Después de 131 años de vida, la Copa en cuestión sólo se interrumpió en los años de las Guerras Mundiales.

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1) Ronnie Redford marca el gol del empate para el Hereford United frente al poderoso Newcastle y el público invade el campo de juego. 2) El modesto Colchester de la cuarta división elimina al Leeds United. 3) Dave Beasant, arquero del Wimbledon, entra en la historia al contener un penal en la final frente al Liverpool.

1971, Alvenchurch y Oxford City jugaron seis partidos para definir un partido de la clasificación. Hoy, para evitar incidentes violentos y para ajustarse televisivamente al espectáculo, tampoco hay revanchas en las semifinales y en la final. En 1975, Fulham jugó doce partidos para ser campeón, algo que todavía es un récord y que difícilmente se iguale en el futuro por la cantidad de cambios para reducir el número de enfrentamientos. La cuestión es que ese duelo único que determina el pase de ronda hace que en esta competencia haya una cantidad impresionante de sorpresas. Estadísticamente, un estudio reciente reveló que en un año cualquiera hay un 99,85% de posibilidades de que un equipo caiga con otro de una categoría inferior, y un 48,8% de chances cuando la diferencia es de dos divisiones.

Incluso, un 39,28% de chances de que haya una victoria de un club que está tres categorías por debajo del otro. Quizás habría que tenerlo en cuenta para quitarle dramatismo a las derrotas de los equipos de Primera en nuestra Copa Argentina. O quizás sirva para aprender que, como les gusta decir a los jugadores de River ahora que están en la B Nacional, “está todo muy parejo”.

HÉROES Y SORPRESAS Más de cien años de fútbol entregan mil historias. Una de las más asombrosas viene, cuándo no, de los increíbles ‘70. En 1972, un equipo de esos que en Inglaterra llaman Non-League, es decir, desafiliado de las cuatro principales categorías de la

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Asociación, le ganó al Newcastle, un equipo de Primera, en un partido icónico. Se trata del Hereford United, que había jugado dos encuentros en la primera ronda y tres en la segunda para alcanzar el privilegio de medirse con uno de los clubes más poderosos de Inglaterra. De hecho –después de dos semanas sin poder jugar en Newcastle por la nieve–, los muchachos del Hereford lograron empatar 2-2 como visitantes. En la revancha, los favoritos de Primera se imponían por 1-0 con gol Malcom MacDonald, alias Supermac, jugador durante cuatro años de la Selección inglesa. Hasta que un zapatazo de treinta metros de Ronnie Radford (¿de quién?) empató las cosas cuando el partido se terminaba. La locura en la cancha fue tal que –con el encuentro todavía en juego– el público se metió en el campo para levantar en andas al jugador. Fue declarado por la Asociación y por la prensa como “el gol” de esa temporada. Claro, eso no era todo. Todavía quedaba tiempo para que Ricky George, que había entrado a la cancha dos minutos antes, anotara el 2-1 final en tiempo extra. El relator de la BBC en aquel

momento era un chico que recién arrancaba y se llamaba John Motson. Si usted prende hoy la TV británica, escuchará los relatos de este mismo señor. Motson se emocionó como no suelen hacerlo los ingleses y dijo en medio de sus gritos que el gol lo anotó “George, el sustituto”. El apodo se le pegó al bueno de Ricky hasta el día en que dejó de jugar. Fue siempre El sustituto, y se hizo famoso por ese único gol. Hereford perdió en la ronda siguiente, en el partido de revancha frente al West Ham. Aunque, ¿a quién le puede importar? Otra historia épica es la del Colchester, equipo de Cuarta División que en 1971 tenía que enfrentarse nada menos que al Leeds de Don Revie, una de las dinastías más poderosas del fútbol inglés de fines de los ‘60 y comienzos de los ‘70. Para agregar un poco de pimienta al asunto, el DT de Colchester era Dick Graham, ex compañero de Revie en el Leicester City, cuando ambos eran jugadores. Y un veterano delantero llamado Ray Crawford, que tenía historia en su seleccionado y había llegado al equipo de Colchester para jugar sus últimos años, contaba con ocho goles marcados al Leeds en toda su carrera.

La final del caballo blanco Por FABIÁN MAURI Una curiosidad es, sin dudas, que la foto mas representativa del primer partido de fútbol que se jugó en el mítico estadio de Wembley no corresponda a un gol, a una jugada o a la entrega de una Copa, sino a una emblemática imagen de los incidentes que se produjeron en el campo de juego antes del comienzo de aquel match inaugural. Junto a otras monumentales obras arquitectónicas, el estadio había sido construido para ser presentado en el marco de la Exposición Imperial Británica de 1924. De hecho, antes de ser universalmente célebre por el nombre del barrio en el que se emplazó, fue conocido como el Empire Stadium (Estadio Imperial). En 1923 ya estaba en condiciones para ser utilizado, y la Federación Inglesa dispuso que se inaugurara con el partido final de la F.A.Cup entre el Bolton Wanderers y el West Ham United. Al natural atractivo que significaba para los apasionados aficionados ingleses la definición del certamen, se sumaba el hecho histórico de presenciar el primer match a disputarse en el nuevo coliseo. El clima primaveral y el fácil acceso en transporte público completaron el combo perfecto para que aquel 28 de abril una verdadera muchedumbre se acercara a Wembley. Las puertas del estadio se abrieron a mediodía, tres horas antes de la patada inicial, fijada para las 15. Rápidamente, el aforo de 125.000 espectadores se vio colmado, pero la afluencia de público no cesaba y comenzaron a colapsar los accesos. La policía intervino formando un cerco para impedir el ingreso, pero duró poco: la multitud desbordó las barreras y se abrió paso hacia las gradas, obligando a los que ya se encontraban allí a invadir el campo de juego. El partido estuvo

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a punto de suspenderse, los jugadores del Bolton no podían alcanzar la zona de vestuarios y el caos era total. La inminente llegada al estadio del rey de Inglaterra, Jorge V, encargado de entregar el trofeo, obligó a la Policía a recurrir a su división de montados para tratar de dispersar a la gente del terreno de juego. Un fotógrafo busco un punto elevado para tener una perspectiva adecuada de los incidentes que se venían desarrollando, y fue así que inmortalizó a Billie, el caballo blanco que contrasta con la multitud de fanáticos con gorras y sombreros, intentando mantenerlos fuera de los límites de la cancha para que se pueda jugar un partido que, contra toda la tradición de puntualidad inglesa, comenzó con cuarenta y cinco minutos de demora. Se calcula que 200.000 espectadores presenciaron la final, ocupando hasta los bordes de las líneas de cal, a la vera del campo de juego. Ganó el Bolton por 2 a 0 con un gol a los dos minutos de David Jack y otro muy controvertido que los jugadores del West Ham protestaron porque el público devolvió una pelota que se iba afuera y el escocés Jack Smith, silbando bajito, siguió con la jugada y selló el marcador. Pero el que quedó en la historia fue el animal montado por el policía George Scorey, que se convirtió en el símbolo de aquel primer partido jugado en Wembley, recordado como La final del caballo blanco. En 2005, una encuesta dio ganador el nombre de White Horse Bridge para bautizar a un puente peatonal de acceso al reconstruido estadio de Wembley. De manera que Billie, aún hoy, casi noventa años después, sigue estando presente en las finales de Copa.


No le había metido goles a ningún otro equipo. Lo que se dice tenerlos de hijos. Sin embargo, nadie le daba demasiadas chances al pequeño club de Essex. Los mismos directivos del club pensaron en ceder su localía y mudarse a un estadio más grande para engrosar un poco la recaudación de ese partido al que consideraban una oportunidad económica, más que futbolística. El entrenador convenció a todos para jugar donde se debía jugar: en la cancha propia (un estadio en el que nunca había ganado un equipo de Primera) con 16 mil personas. El DT aseguraba que un campo de juego con dimensiones más reducidas iba a molestar el estilo de juego del Leeds. Es más, acercó las sillas lo más que pudo a las líneas de cal para dar la sensación de que la cancha era todavía más chica. Antes del partido, les dijo a sus muchachos que el arquero de Leeds, Gary Sparke, tenía “manos descuidadas”. Les pidió que lo apretaran. Y que lo probaran. El partido salió de inicio a fin como lo imaginaba el técnico del Colchester: cancha chica, estadio lleno, rival incómodo, mediocampo trabado, un gol del delantero que siempre le hacía goles al Leeds y dos errores del arquero, que no volvió a ser titular en el rival a partir del partido siguiente. Victoria por 3-2 y gloria a los muchachos que, con diferencia de tres divisiones, bajaron al equipo poderoso. Colchester tampoco llegó demasiado lejos después de su hazaña: fue goleado 5-0 por el Everton en la ronda siguiente. Pero hay algunas anécdotas que sí terminan con la gloria. Tomemos por caso a los hombres del Wimbledon liderados por Vinnie Jones (hoy actor en Hollywood), mejor conocidos como el Crazy Gang (la banda loca). En 1988, este grupo de rufianes, matones y mediocampistas de marca áspera alcanzó la final de la Copa. Once años atrás, Wimbledon estaba desafiliado de todas las categorías. En menos de una década había llegado a Primera. Pero eso no significaba que pudiera vencer al Liverpool, su rival de turno y flamante campeón de la Liga. Un poco de intimidación en el túnel, algunas piernas fuertes –una memorable patada de Jones a Steve McMahon– y un gol de Lawrie Sanchez dejaron al Wimbledon arriba 1-0. Todo parecía indicar una coronación del menos favorito. Sin embargo, al árbitro no se le ocurrió mejor idea que cobrar un penal sobre la hora para el Liverpool. Las estadísticas marcaban un tanto seguro. John Aldridge, que había anotado sus últimos once penales consecutivos, se dispuso a patear. Y nació un héroe. El arquero Dave Beasant se tiró a su izquierda, echó la pelota contra el palo y se convirtió en el primer arquero en la historia de la Copa (en aquel momento, más de un siglo) en atajar un penal en una final. Para mejor,

era el capitán; y con la victoria asegurada fue el primer arquero capitán en recibir el trofeo. El nombre de Beasant es uno más en una serie gigante de héroes esperados e inesperados en un campeonato que regala anécdotas en forma permanente. Otro ídolo forjado en la FA Cup es el norirlandés Norman Whiteside, que brilló durante los ‘80 en Manchester United. Un año después de consagrarse como el jugador más joven de la historia en disputar un Mundial (tenía 17 años y 41 días en España ‘82), Whiteside logró transformarse también en el hombre más joven en marcar en una final de Copa. Fue en un 4-0 contra Brighton: tenía 18 años y 19 días. Pero la idolatría general llegó después de una reincidencia. En 1985, dos años más tarde, Manchester le quitó el título al defensor Everton. ¿El resultado? 1-0. ¿El gol? En tiempo extra, lo marcó el propio Whiteside. Locura y fanatismo en Manchester. Un mito de Irlanda del Norte, un genio de Copa. El único argentino que logró su categoría de ídolo a través de la FA Cup fue Ricardo Villa. En 1981, el hombre que militaba en Tottenham jugó una final espantosa ante Manchester City. Por suerte para él, ese partido terminó empatado y se tuvo que definir en la revancha, cinco días después. Ese día, Ricky se levantó con el pie derecho y marcó dos goles. El segundo, después de un slalom que todavía genera suspiros en los hinchas londinenses. Villa encaró a seis jugadores de celeste más el arquero. Lo pueden encontrar en Youtube: enganchó primero hacia afuera, después hacia adentro, amagó un disparo y definió suave con derecha. Fue el legendario tanto para el 3-2 que le dio la Copa a los suyos. Un poco más acá en el tiempo, en 1999, la FA Cup nos regaló una última historia de honor. En Highbury, Arsenal estaba 1-1 con Sheffield United en un partido por la quinta ronda. Un jugador de Sheffield cayó al piso y, para que pudiera ser atendido, un compañero tiró la pelota al lateral. Cuando la bola se puso en juego de nuevo, Nkwanko Kanu, el nigeriano del Arsenal, que estuvo bastante falto de códigos, no devolvió la posesión al rival, sino que se escapó por la banda y mandó un centro. El holandés Marc Overmars marcó el 2-1 en medio de las protestas de Sheffield. El resultado se mantuvo y la victoria fue para los de Londres. Una vez finalizado el encuentro, el DT Arsene Wenger reconoció la situación y le ofreció al entrenador rival jugar una revancha de ese partido. Obviamente, el Sheffield aceptó. También la Asociación de Fútbol, y diez días más tarde se volvió a jugar el mismo partido. Dennis Begkamp y Overmars anotaron para otro 2-1 a favor del Arsenal. Pero la mancha de honor se había limpiado. No se trata en definitiva de una historia de caballerosidad inglesa: Wenger, después de todo, es francés. Se trata, apenas, de un fútbol que entiende de justicia.

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Una crónica al rojo vivo En Córdoba se jugó una especie de Mundial entre equipos guevaristas, marxistas, anarquistas y antifascistas de Argentina, Brasil, Inglaterra, Chile y... ¡Lituania! Hasta los banderines de los jueces de línea tenían la imagen del Che Guevara. Por MARIANO MURPHY

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l señor, setentón, camisa blanca, bermudas, ni está enterado de que a pocas cuadras de aquí se juega uno de los campeonatos de fútbol más increíbles que se hayan visto. Lo peor es que en todo el pueblo nadie parece estar al tanto de la existencia de este torneo. Son las dos de la tarde de un sábado de enero. Hace un calor imposible y no hay un alma por las calles de Colonia Caroya, localidad de 20 mil habitantes, ubicada 50 kilómetros al norte de Córdoba capital y a años luz de algún ruido. Este lugar, donde anualmente se celebra la Fiesta del Salame Casero y el último domingo de septiembre se organiza una histórica Carrera de Cerdos, parece hechizado. Desierto. Es la hora de la siesta, tan sagrada, tan eterna, y en la avenida principal, la San Martín, cubierta de centenarios plátanos, ahora mismo podrían jugar un picadito el Diego, Messi y Pelé, y nadie se enteraría. “El club Colón queda acá nomás, a tres lotes. En el próximo semáforo tenés que doblar a la izquierda. Pero no vayas ahora, no va a haber nadie”, advierte el señor, setentón, camisa blanca, bermudas, el único ser viviente que anda por la calle en estas horas vacías. Lo que el hombre parece no saber es que mientras la vida se detiene en el sopor de la siesta, Colonia Caroya vive un fin de semana de fútbol revolucionario: guevaristas de pantalones cortos, comunistas que le escapan a la ley del offside y marxistas y anarquistas fundidos en un abrazo de gol. El club Colón está sobre una calle de tierra, entre un paisaje inmóvil de árboles y el verde soja de los campos. No es más que un buffet con parrilla, vestuarios sin duchas, tres canchitas de fútbol 11. Poco pasto, mucho fervor. Acá se juega la Copa Hombre Nuevo, un torneo que reúne a doce equipos de varios lugares del mundo. Todos guevaristas, todos antifascistas. Hay argentinos (desde luego), brasileños, chilenos, bolivianos, ingleses y hasta lituanos. Al llegar se ven banderas del Che colgadas del alambra-

do como estandartes, camisetas del Che, remeras del Che y lo increíble: hasta los banderines de los improvisados jueces de línea tienen la imagen del Che.

Mr. Guevara Por supuesto, el color que manda entre las banderas y varias de las camisetas de los equipos es el rojo comunista. Y ahí está Nigel Shaw, el más rojo de todos. Roja la nariz, la cara, la espalda. Nigel esta noche no duerme. Se quemó mal. El sol le jugó una mala pasada a su palidez tan memorablemente british. Nigel es volante del Easton Cowboys & Cowgirls, uno de los equipos que participan del torneo. Tiene ojos claros, pómulos de boxeador y gambeta de oficinista. Lleva una remera con la inscripción “Easton Cowboys, libertad a través del fútbol”, y explica que la idea del equipo es generar una atmósfera que no excluya a nadie: no importan la raza, la edad o las preferencias sexuales de cada uno. “Y no importa si jugás bien o mal, el fútbol es una excusa; lo importante es poder desarrollar tareas sociales”. Mientras Nigel habla, su novia, una inglesa punk de cresta roja y olfato goleador, que juega de nueve en el team, toma unos mates sentada al costado de la cancha, como la más criolla de las británicas. Nigel, por su parte, prefiere hidratarse con una cerveza Córdoba. Abraza la botella casi con ternura, como si fuera un bebé. Dice que yes, off course, el mejor player que vio fue Diego Maradona, pero prefiere no recordar la mano de Dios porque se le atraganta la cerveza. Y cuenta que

apenas termine el torneo irá a Alta Gracia a visitar el museo de ese otro mito argentino al que admira: Ernesto Guevara. “En Inglaterra, obviamente, se conoce su obra, su lucha. Allá no tiene tantos seguidores como en la Argentina, pero su figura es un ícono para todos los que quieren un mundo diferente”. En tanto, en la cancha, el equipo de Nigel Shaw está lejos de dar un show: pierde 4-0 contra Autónomos FC de Brasil. Igual, más allá de la goleada, Nigel alienta a sus friends y aplaude cada vez que su arquero, un belga cincuentón de tez morocha y manos mantecosas, logra atrapar una pelota. “Contra los brasileños no hay nada que hacer –se resigna mientras vuelve a la cerveza–; son los mejores del mundo”.

Marxistas, comunistas, menottistas El torneo avanza. El FC Vova, un grupete de lituanos antifascistas que en lugar de venir a la Argentina a recorrer Puerto Madero, fotografiarse en el Obelisco o ir a bailar tango a San Telmo están acá en Colonia Caroya transpirando la camiseta bajo un sol inclemente. Y le ganan 2-1 al Pelada da Esquerda de Río de Janeiro, equipo de militantes marxistas. Los lituanos festejan con abrazos, gritos, saltos. Por el Grupo B, el Dos de Mayo de Mar del Plata, que se llama así en honor al Crucero Gral. Belgrano hundido el 2 de mayo de 1982, derrota 3-1 al Real Tarija de Bolivia. Pero el partido que se roba la atención es el clásico brasileño entre Autónomos FC, un equipo de anarquistas, contra Lado B, integrado

Son las dos de la tarde de un sábado de enero. Hace un calor imposible y no hay un alma por las calles de Colonia Caroya.

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por ex estudiantes de la Facultad de Filosofía de la Universidad de San Pablo. “Es un clásico porque los dos equipos somos de San Pablo y nos conocemos mucho –explican–. Esta Copa es de confraternidad, pero en la cancha todos queremos ganar”. El Autónomos FC tiene los colores del anarco-sindicalismo: rojo y negro. Este equipo es de La Lapa, distrito industrial y proletario de San Pablo. Además de anarquistas, sus jugadores se definen como antirracistas, antifascistas y contra el fútbol-negocio. En homenaje a la clase trabajadora, el equipo fue fundado un 1º de mayo (del 2006). “Somos anarquistas y bohemios. Varios nos conocimos de vernos en recitales de bandas punk. Nosotros mezclamos mujeres en el equipo, y en Brasil a muchos rivales esto no les gusta, pero no les queda otra que aceptarlo. Estuvimos dos años sin ganar un partido”. El que habla, en perfecto castellano es el brasileño Felipe Tratami, delantero de Autónomos FC. Felipe mira el partido desde un costado de la cancha. Está lesionado. Fisura. Tuvo una larga noche y se levantó hace un ratito por eso ahora lo que no puede levantar son las piernas. Fuma y espera por entrar aunque sea unos minutos. Felipe es sociólogo y nació en San Pablo, pero desde hace dos años vive en la Argentina, en Colegiales. Vino al país a hacer un posgrado en la UBA y le “re cabe” vivir en Buenos Aires: escucha a 2 Minutos, Flema, Attaque y ya se hizo hincha de Chaca y de Argentinos. “Pero en Brasil soy del Juventus –aclara–. Es un club del Ascenso, algo así como un Excursionistas. Es el último equipo en el que jugó Menotti. El Flaco es el más grande. Comparto su pensamiento, su manera de ver el fútbol, todo”. El Autónomos se formó a partir de un torneo de fútbol-sala de San Pablo organizado por núcleos anarquistas. Hoy, sus jugadores realizan diversas tareas sociales y hasta crearon el centro cultural Mafalda. “Le pusimos ese nombre porque la Mafalda de Quino es nuestra mascota

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–dice Danilo, un brasileño que tiene la soltura de Neymar y los dientes de Ronaldinho–. En Brasil es común que cada club tenga su mascota. Generalmente eligen a soldados forzudos con rifles y perros furiosos. Nosotros optamos por lo contrario: una nena que cuestiona permanentemente a los adultos”. Lo que cuestionan ahora los muchachos del Autónomos FC es la actuación del árbitro: el clásico contra Lado B está caldeado, y el juez no para de sacar tarjetas. Finalmente, con un expulsado por bando y varios amonestados, el partido termina 0-0. Ambos equipos clasifican a los cuartos de final.

A jugar por la izquierda Sin meter un gol, sin patear al arco, sin siquiera tocar una pelota, la figura del torneo es Mónica Nielsen. Ella es la presidenta del Ernesto Che Guevara de Jesús María, club que organiza este torneo y que ayuda desde hace cinco años a los chicos más necesitados de la zona. Mónica es una de esas personas que hacen tan bien que terminan haciéndote tan mal: a su lado, viendo su obra, su entrega, uno recuerda lo egoísta que es, lo poco que se fija en los demás, lo poco que hace para que algo, por más pequeño que sea, cambie, mejore. Mónica, divorciada, cincuenta y pocos años, trabaja en el archivo municipal. Tiene una remera del Che y unos ojos cálidos que brillan con un destello de curiosidad y rebeldía. Hija de un danés liberal y de una cordobesa conservadora, nació en el seno de una familia de las más tradicionales de Córdoba y pasó su niñez

en Estancia La Paz, lugar emblemático de la oligarquía argentina donde vivió el General Roca. “Vengo de una familia anticomunista, antiguevarista, anticubana. Mi madre, por ejemplo, defiende a señores como Pinochet, Menéndez... Mi familia no me entiende. Nunca vinieron a compartir esto conmigo. Recuerdo que las primeras veces que leí sobre el Che fue en la revista Life, que llegaba a mi casa. A los ocho años leí la nota de cuando lo matan en Bolivia. Y así, desde la negación que había en casa por su figura, fue que su vida me interesó. Ya más de grande rompí con las estructuras familiares y comencé a militar con mi pareja, hoy el padre de mi hija, en partidos de izquierda. Entré pensando que iba a encontrar una línea guevarista, pero no la encontré y finalmente me abrí de los partidos políticos. Fueron tiempos difíciles: estaba separada, sola, con una hija que mantener… Hasta que un día Mónica empezó a realizar talleres para chicos en su propia casa y una tarde, cuenta, se le prendió la lamparita: ¿por qué no dar a conocer la obra del Che a través del fútbol? “El nuestro es un fútbol totalmente alejado de lo convencional. Acá, en este campeonato, ves organizaciones de todo el mundo unidas por el fútbol pero también por el pensamiento del Che. Históricamente, la Argentina dejó a los próceres en el bronce. A un Belgrano, a un San Martín, a un Moreno nunca se los baja al pueblo, a la calle. Bueno, acá el Che no está en el bronce. Acá es pensamiento, es homenaje. El Che Guevara juega en la Liga Re-

El club Colón está sobre una calle de tierra, entre un paisaje inmóvil de árboles y el verde soja de los campos. El club no es más que un buffet con parrilla, vestuarios sin duchas, tres canchitas de fútbol 11.


gional de Colón pero sus goles más importantes los hace fuera de la línea de cal: en sus siete categorías contiene a 110 chicos, en su mayoría jóvenes de los barrios más postergados. Lo primero que dice Camilo Agustín es que por las venas le corre una revolución de sangre. Camilo tiene 19 años, una remera del Che y dos nombres revolucionarios: se llama así en homenaje a Camilo Cienfuegos, una de las figuras más emblemáticas de la Revolución Cubana, y por el líder sindicalista Agustín Tosco. Camilo juega de carrilero en el Che Guevara y destaca que en el club son todos muy unidos, que los jugadores organizan peñas y bingos, que pintan las líneas de cal de la cancha y que hasta después de los partidos se quedan a hacer el aguante en

el buffet. Ahora a Camilo se le ilumina la cara: recuerda el año pasado, cuando el cantautor Silvio Rodríguez recibió el Doctor Honoris Causa de la Universidad Nacional de Córdoba. Camilo dice que estuvo ahí con varios de sus compañeros de equipo. “Fue increíble: Silvio entró a la sala y al ver nuestra bandera del Che agarró su cámara y nos sacó una foto. ¡Él nos sacó una foto a nosotros! Después, hasta se llevó una camiseta del club. ¿Lo podés creer?”.

Picado fino Sábado a la noche en Colonia Caroya. Unos parroquianos juegan al truco en el bar El Chacal, entre Gancia, aceitunas y el humo de los cigarros. La salida

familiar es ir a comer pizza al restaurant que está en la plaza o salir a tomar un helado. Por la avenida San Martín casi ni circulan autos. Chicos y chicas pasan vestidos como para ir a bailar, pero no se ven boliches cerca. En Colonia Caroya, la mayor parte de los locales de la avenida principal son de venta de embutidos. El salame es el producto típico de la región. Se producen 315.000 kilos al año. Lilian Peschiutta, quien atiende uno de estos negocios, cuenta que es una tradición que viene desde hace años, desde la llegada de la inmigración. “Los italianos llegados de Friuli que fundaron la ciudad trajeron consigo sus recetas y costumbres –explica desde atrás del mostrador, entre salames, bondiolas y quesos gruyere–. Hoy, con el impulso

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de nuevas tecnologías, el salame sigue siendo el producto típico. También los vinos. Acá tenemos muchas bodegas interesantes para visitar. ¿Hiciste la ruta del vino caroyense? Es una linda excursión. A varias cuadras del local de Lilian, ya en Jesús María, está el predio de la Gendarmería Nacional. Aquí pasan la noche los planteles que juegan el torneo, entre bolsas de dormir, el chirrido sin descanso de los grillos y un ejército de mosquitos que parecen aviones. Los que casi hacen una excursión, pero a la comisaría, fueron los chicos del equipo chileno La Filial. Ellos vinieron en auto desde Santiago de Chile, y les tomó unas veinticinco horas llegar a Colonia Caroya. Cuentan que la Policía argentina los forreó de lo lindo. “Nos detuvieron en cada puesto de control que pasamos. Nos revisaron todo, hasta las medias. Los policías nos pedían plata por una cosa o la otra. Se nos fueron como 800 pesos. ¿Acá siempre es así?”, se indigna Cristian Amengual, pelo largo, arito, barba revolucionaria. No resulta difícil imaginarse a los canas frotándose las manos (y los bolsillos) al verlo arriba de un auto de patente extranjera, acompañado por varios pibes tan melenudos como él. Cristian es hincha de la U de Chile y volante del equipo La Filial, además de estudiante de periodismo de la universidad pública de Santiago. Mientras mastica un choripán con hambre goleadora, cuenta que salió a copar las calles cuando el año pasado los estudiantes se manifestaron en contra de las políticas del presidente Sebastián Piñera, reclamando por una mejor educación pública. “Hay que reconocer que a Piñera lo votó la mayoría, pero nosotros no compartimos nada de su ideología. Lo que pasa que Chile todavía es un país fascista, y la derecha está muy instalada”.

Fútbol para todos Domingo por la mañana. Sigue el calor. En la plaza de Colonia Caroya, un par de jubilados descansa en un banco, mientras las campanadas de la iglesia llaman a la misa. En el club Colón se

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define el torneo. Brasileños anarquistas, argentinos guevaristas e ingleses antirracistas siguen corriendo detrás de una pelota que sorprende en cada pique. “Ahí está, ¿lo ves? –nos codea Iván, un rosarino que dice que detesta el fútbol mercantilista–. Iván es pelado, lleva una camiseta de Rosario Central y es integrante del movimiento CUBA MTR. “Nosotros somos la contracara del fútbol oficial –dice–. Éste es el verdadero fútbol para todos, ¿te das cuenta?”. A la finalísima del campeonato llegan el Autónomos FC de Brasil y el Dos de Mayo

de Mar del Plata. El partido termina 0-0, y el campeón se define por penales: gana el Autónomos 5-4. Hay vuelta olímpica, hay abrazos, hay gritos de “campeão”. Esa noche los festejos seguirán en la plaza de Jesús María con guitarreada, baile, cerveza y la certeza, aunque sea por un ratito, de que otro mundo y otro fútbol son posibles. “Ahora nuestra idea es organizar un Mundial de fútbol alternativo en el 2014, en Brasil, al mismo tiempo que el Mundial de la FIFA –dice Felipe Tratami mientras alza la Copa y un vaso de Fernet–. Lo van a venir a cubrir, ¿no?”.



En 2000, los jugadores de Valladolid apostaron que caían ante Real Madrid en el PRODE español: Empataron y perdieron un pozo de u$s 4.400.000.

los últimos veinte años. Pero de ahí al club modelo hay un trecho enorme. Excelente la revista, siempre. Lástima que sea mensual: me dura un día y medio. Cada nota es una delicia. Saludos.

Asunto: APOYO CRÍTICO De Andrés Arias

Asunto: ¿VÉLEZ CLUB MODELO? De Gabriel de Witt Continuando con lo dicho por el lector Lapuente en el número 44, sobre lo dudoso de si Vélez es el club modelo que nos repiten continuamente desde todos los medios, hegemónicos o no, agrego dos elementos más a tener en cuenta. Uno es el tema de la barra brava. No sólo que la barra de Vélez es una de las barras mas apañadas por la dirigencia, sino que ya se demostró que a los dirigentes “se les fue de las manos”. En 2004, cuando perdieron el campeonato contra Newell’s por aquel error de Sessa contra Arsenal, la barra anduvo pegándole a periodistas, amenazando gente, buscando pegarle al arquero… Ni hablar del apoyo dado para que viajen al mundial de Sudáfrica, ni a cuanto viaje haga el club, ni de los incidentes provocados en el recital de Viejas Locas, que fue lo que derivó en la represión policial que terminó con la vida de un pibito inocente. Pero lo peor pasó en agosto de 2010, cuando la interna de la barra provocó un enfrentamiento armado, con heridos graves y todo, en la confitería del club. Fue en un día de semana, cuando como todos sabemos el club está lleno de gente, porque Vélez es un club con mucha vida social. Fue casi tan grave como lo de los quinchos de River, o lo de Chicago. Sin embargo, la repercusión de ese hecho es infinitamente menor que la que tuvieron los dos casos señalados arriba. La protección mediática de la que goza Vélez es terrible. Peor aún es que, por decisiones directas de la dirigencia de ese club, muera un hincha de otro club. Eso pasó el 5 de septiembre de 2010, cuando se enfrentaron en el José Amalfitani el local contra River. La tribuna visitante, apiñada de gente por la absurda decisión de partir esa tribuna en dos y hacer platea del otro lado. Digo absurda porque Vélez deja vacías las dos plateas altas. Que Rosario Central achique la tribuna visitante jode, pero al menos llena el espacio que te sacan. Reemplazan gente visitante por gente local, tiene lógica, más allá del desagrado que produce. Lo mismo Newell’s. Pero Vélez, Banfield y Lanús, entre otros, achican la tribuna visitante para dejar enormes espacios vacíos, lo que genera incidentes y hasta muertes. El pibe Walter Paz, no recuerdo si tenía 18 o 19 años, sufrió una descomposición en plena tribuna. Sus amigos lo llevaron a la enfermería que obligatoriamente tiene que haber en cada tribuna. Pero resulta que, por la partición de la tribuna, la visitante quedó sin cobertura médica. Pidieron una ambulancia, pero la misma estaba atrás de la Platea Norte y nunca apareció. Al pibe lo llevaron sus amigos en los brazos hasta esa platea. No llegaron. Se les murió en el camino. Esto es responsabilidad absoluta de la dirigencia del club modelo. Club modelo que jamás se hizo cargo de nada. Nadie va a negar la excelente conducción futbolística que ha hecho Vélez en 70 UN CAÑO | MARZO 2012

Tengo todos los números de la revista. Me siento identificado con lo que escribió un lector: “tengo serias diferencias ideológicas con ustedes, pero nadie puede negar que es un producto de altísima calidad”. Hay mucha creatividad, análisis certeros, investigaciones esclarecedoras y argumentos agudos en Un Caño; sin embargo, quiero poner a consideración, a debate, algunos de los postulados de la revista que para mí son falaces. No hay gran diversidad de opiniones. La mayoría posee un pensamiento de centro-izquierda (o hasta pareciera en algunos que es de extrema izquierda) y pocas voces son de centro-derecha o centro, por ejemplo. La pluralidad es bastante parcializada (Clarín, es más que evidente, también cae en el mismo error, aunque tal vez más grosero –no tiene empacho en despedir o censurar a periodistas que no siguen la opinión que mandan de arriba–). Yo no digo que pongan 50% de comunicadores progresistas y 50% de conservadores, pero por lo menos amplíen el número de cronistas que tengan opiniones diferentes a las ideas reformistas de la mayoría de los integrantes de la revista, porque de lo contrario pareciera que todas las notas son iguales. Diego Bonadeo es el único “opositor” (y encima no muy lúcido, los años no vienen solos); no hay mucho más, y eso no es muy pluralista que digamos. Me pareció interesante la nota de Pablo Llonto titulada “Déjame que te cuente” hace un par de números. Las propuestas son innovadores, pero hay ignorancia o mala intención en algunos postulados del autor. Él critica a Marcelo Araujo, que puede ser vulgar y soez, pero revolucionó el relato en Argentina. Llonto quizás olvida que antes uno debía soportar los tediosos relatos de Mauro Viale, que daban sueño y aburrían. Claro, como Llonto nunca relató ni debe saber un comino sobre el oficio, lo destroza a Araujo (al igual que lo hizo Alejandro Caravario en otra edición). Pero casi todos los narradores tienen algo del sello de él. Por algo será, ¿no? Yo le propongo a Llonto que se anime a relatar (o a Caravario), así vemos qué sale de esa experiencia y qué conclusiones sacamos. ¿Qué conoce Pablo Llonto sobre lo que es una transmisión de fútbol (no lo he visto en ninguna), con la complejidad que tiene en cuanto al armado, coordinación y planificación, entre otros puntos? Es claramente ignorante y arbitraria la postura que expresa. También critica a Deportea. Está bárbaro que no le guste y que se estimule la creación de universidades de periodismo, pero lo que considero desacertado es que Llonto indirectamente da a entender que hay que eliminar, abolir y exterminar dicho instituto por lo malo que es. ¿No será mejor que exista, aunque sea precario y deficiente, y que compita con otras instituciones de mayor calidad? ¿No es lo más democrático eso? Pensalo, Pablo. Otra cosa: me encanta la coherencia de Víctor Hugo, pero me parece que si queremos saber la totalidad de la historia, deberíamos puntualizar el lunar del relator uruguayo. Él está en contra de las dictaduras y de las complicidades con éstas. Si es así, ¿no podríamos decir que Víctor Hugo fue un “cómplice pasivo” de la dictadura uruguaya, ya que él relató el Mundialito organizado por los militares (buscar sus narraciones en Youtube)? Una persona genuinamente de izquierda creo que se hubiese negado a eso (ser el relator del evento). Es contradictorio, a veces V.H., ¿no?


Sabías que, en un amistoso jugado en 1997, Diego Maradona se autoexpulsó tras haber simulado una falta?

Asunto: EL FORTÍN RESPONDE De Claudio López

Hola amigos. Ante todo, la revista excelente, de colección. Con notas que siempre te dejan algo para pensar, nada pasatistas. “Una AFA prolijita”, por ejemplo: muy bueno lo de Christian Colonna con respecto a las injusticias en serio y evidentes que se cometieron este año (en las dos visitas de Racing a Vélez tiraron bengalas un largo rato los de La Academia, y nada...) y no a las payasadas de algunos lectores que ven fantasmas donde no los hay. Tanto molesta ver que un club de barrio llegó a ser tan grande (tres en el mundo en este momento que escribo), con una estructura impresionante, una villa olímpica admirable y envidiable, una dirigencia bastante alejada de los Aguilar, los Abdo, los Comparada y demás fundidores de clubes. Será que es difícil ver cómo este club llegó a ser campeón del mundo y otros no pueden llegar nunca ni siquiera a un campeonato local -y ni hablemos a nivel internacional-. Será que pongo en duda un campeonato y, cuando me doy cuenta, estos tipos salieron campeones de nuevo. ¿Cómo hacen? ¿Será todo corrupción? ¿Habrán coimeado al San Pablo en Brasil y al Milan en Japón? ¿Ahora habrán coimeado para ser los número tres en el mundo? Con respecto al partido de julio del 2009 contra Huracán, ¿el penal de Arano a Cubero no lo vieron? ¿O ya se habían ido silbando bajito y pensando en cuántos años van a pasar para tener una oportunidad así? En ese campeonato, a los nueve equipos que enfrentaron a Huracán les echaron a algún jugador alevoso. Pero bueno, después la historia se volvió a repetir y Velez salió campeón. Y ellos se fueron a la B. No tenemos la culpa si a Monzón le gusta salir a cazar mariposas (último partido, centro al área, cabezazo y adentro). Por último, díganle al especialista Alejandro Fabbri que me gustaría ver una nota del día que a San Telmo, jugando frente a Huracán, le expulsaron tres jugadores de manera escandalosa para que no descendiera. Para variar, un tal Huracán.

Asunto: ¿PABLO LLONTO ES AGUILARISTA? De Sebastián Pérez El diálogo en la edición anterior entre el abogado Pablo Llonto y el sociólogo Pablo De Biase (con todo respeto, ¿por qué la mayoría de los integrantes de la revista o bien son graduados en otras carreras o algunos no tienen título en comunicación, pero se hacen llamar periodistas -Mariano Hamilton o hasta el propio Víctor Hugo, por ejemplo-?) fue interesante. La cuestión va por ahí. Llonto dice que con la llegada del nuevo presidente de Boca, Angelici, “el club está frito”. Imaginemos que la charla ésta se da en el 2001 y es sobre River, cuando Aguilar llega al poder. El dogmático Llonto diría que “el progresismo arribó a la institución de Núñez, que River va a ser más grande todavía en todos los sentidos” y bla, bla, bla. Ese discurso de izquierda (que imagino generó alegría en Llonto cuando ganó Aguilar), llevó a River al abismo, al descenso. Y el gran culpable fue el progre de Aguilar. Pero no solamente en el fútbol se equivocó el Sopa sino también en: vender juveniles a empresas extranjeras, que familiares de dirigentes trabajaran para el club con sueldos de lujo, derrochando dinero como nadie (con sobreprecios en obras y barras institucionalizados), cheques roba-

dos, empresas fantasmas y contratos obscenos, entre otros puntos, como marcó el periodista Andrés Burgo en el libro “Ser de River”. El que quedó frito fue River por la gestión de izquierda de Aguilar (que Llonto seguramente veía con muy buenos ojos). Llonto se queja, además, de que Boca lo único que quiere es volver al éxito que tuvo antes con Macri, ahora encarnado en Angelici. ¿Y cuál es el problema? ¿Acaso todos los clubes de fútbol no tienen como máximo objetivo ganar cosas y ser exitosos? Da a entender como que ser exitoso es malo (un concepto, sencillamente impresentable). ¿Acaso vos, Pablo, no escribís para que la gente te lea y seas exitoso en tu profesión por los pensamientos agudos que expresás? Y quizás si el éxito hubiera sido de la gestión Aguilar ahí sí Llonto glorificaría al éxito. Es una cuestión, obvio, política. Si Boca sale campeón (como no coincide con la ideología de Llonto), no sirve. Si ganara un equipo cuya gestión sería del agrado del abogado, sería algo inmenso, único, inigualable e irrepetible. La revista tiene una idea clara en cuando a la política, es legítimo y válido que así sea. Pero en el último tiempo parecen fundamentalistas. Y no lo digo yo únicamente, con un par de amigos que seguimos Un Caño coincidimos que la revista es buenísima y que está mejor aún que tengan ideas. Pero, muchachos, vuelvan a un cierto equilibrio porque caer en los extremos me parece complicado y riesgoso.

Asunto: ¡QUE SÍ, JODER! De Nicolás Irazoqui Respeto muchísimo la opinión de V. H. Morales, aunque no la comparto, porque para mí Leonel Messi ya es el mejor jugador de todos los tiempos. OK, todavía, no ganó ningún Mundial (probablemente nunca lo haga), pero ése es un argumento muy fácil de rebatir (con ese criterio, Garré es mejor que Platini o el Checho Batista que Cruyff, e incluso Brasil ‘94 es más que la Naranja Mecánica del ‘74)). Y siguiendo esa “ilógica” del pensamiento resultadista, Pelé sería mejor que Maradona (de hecho, el genial lateral Cafú también sería más que Diego). Pero no dejemos que los números y las estadísticas nos engañen: el mejor Messi del Barsa es más que el mejor Maradona del Nápoli. Y los catalanes, que tienen de hijos a sus únicos rivales en España (Real Madrid) le pasan el trapo a todos los equipos europeos (Arsenal, Chelsea, Manchester United, etc.) e incluso sudamericanos (como el Santos, aunque es justo decir que Estudiantes casi lo derriba). Y otra más: ambos jugadores comparten la virtud de hacer mejores a sus compañeros pero con una particularidad, ya MARZO 2012 | UN CAÑO 71


Sabías que el arquero Bernardo Leyenda debutó en Vélez en 1999… como mediocampista en la Copa Mercosur?.

que una cosa es transformar a jugadores como Salvatore Bagni, Andrea Carnevale o Bruno Giordano, por nombrar sólo a tres, y otra es hacerlo con Cesc Fábregas, Xavi e Iniesta. Maradona hacía mejores a los del montón, Messi hace mejores a los más grandes cracks del mundo, y eso tiene un mérito mucho mayor. Vuelvo a lo de antes: Messi no necesita un Mundial para ser mejor que Maradona (así como Pancho Puskas es el máximo goleador de todos los tiempos muy por sobre los números que muestra falsamente Pelé). Sólo comparados individual y colectivamente el rosarino gana la apuesta. Ojalá entendamos de una buena vez que los Mundiales son grandiosos pero el fútbol no empieza ni acaba allí. Caso contrario, nos perderíamos a jugadores como Stanley Matthews, Raymond Kopa, Alfredo Di Stéfano, Ferenk Puskas, Luis Suárez, Uwe Seeler, Eusebio, George Best, Johan Cruyff, Michel Platini, MarcoVan Basten, Roby Baggio… ¡Y me cansé! Un abrazo.

Asunto: MARADONA VS. MESSI De Juan de Andrés Víctor Hugo, en su nota de la edición enero-febrero, se plantea en el quinto párrafo algunas preguntas en alusión a la comparación que ya parece eterna entre Messi y Maradona. Es cierto que muchas veces algunos ensalzan a Messi para pegarle a Diego. Pero también es cierto (y esto allí no se menciona) que la situación inversa es muy común. Se recuerda a Diego para atacar y minimizar a Messi. Víctor Hugo y muchos otros aluden al hecho de que Maradona fue campeón con un equipo modesto como el Napoli, mientras que Messi lo hizo en un grande como el Barcelona. Es innegable. Pero aún así, falta recordar que Maradona en Nápoles no ganó ni un cuarto de lo que ganó Messi en el Barca. Distintos equipos, distintos compañeros, pero distintos títulos, en número y en prestigio. No es lo mismo ganar una Copa UEFA que ganar tres Champions League y dos Intercontinentales. Uno ganó cinco títulos en seis años. El otro ganó dieciocho títulos en siete temporadas (hasta el momento). También se pregunta en la citada nota sobre la clase de torneos y los rivales que juegan y enfrentan uno y otro. El Napoli se enfrentaba, siguiendo las palabras de VH, a seis o siete escuadras más ricas del norte italiano. A Barcelona no le sucede lo mismo. Pero su mérito no es menor. El Barcelona, para ser campeón en la Liga Española, debe vencer al pode72 UN CAÑO | MARZO 2012

roso Real Madrid, lo que le exige lograr más de 90 puntos en el torneo. Cifras que nunca logró ni lograría el Napoli. De hecho, el Barca obtuvo en 2010 el record de 99 puntos en un torneo. Por último, se pregunta con qué se compara el hecho de que Diego nos llevó (¿él solito?) a la final de dos Mundiales y nos depositó en el del ‘94. Le dio mucho a la Selección argentina, sobre todo a partir de los 25 años (edad a la que Messi aún no llegó). Aunque si mencionamos que participó de cuatro Mundiales y tres Copas América, ganando un solo torneo y siendo subcampeón en otro, no parecen números del mejor de la historia (que lo es). Entonces podríamos preguntarnos no sólo por lo que Maradona le dio a la Selección, sino también por lo que le dejó de dar. En el ‘93 ayudó a clasificar para el Mundial de Estados Unidos, y si no pasa lo que sabemos, nos depositaba otra vez en la cima del mundo, como dice VH en la nota. Pero sabemos que pasó lo que pasó. Sabemos que no nos depositó otra vez en la cima del mundo, sino todo lo contrario.

Asunto: ¡GRACIAS POR VOLVER EL TIEMPO ATRAS! De Christian Cáceres Quería agradecerles por la columna “La vida en ojotas” de la edición Nº 44, y en especial a Osvaldo Alfredo Wehbe, por hacerme recordar grandes momentos de mi infancia. Empecé a leer las primeras líneas y, automáticamente, mi mente empezó a viajar en el tiempo y se detuvo en la década del ‘80. Lugar: “la canchita”. Ubicación geográfica: San Antonio de Padua. Los sábados al mediodía se paraba el mundo, llegaba con mi viejo a este mítico lugar, me sentaba calladito y con mucha atención miraba como se vendaban y cambiaban los muchachos. Para mí, eran próceres (Tapón, Pelé, Cabezón, Carlos, Claudio, Marcelo, Tuta, Peti, el Turco, el Narigón, Caco, el Loco Dileo, etc.). Recuerdo que por esa época no era común ver camisetas de jugadores (originales), por lo que cuando Tapón cazó del bolso la del Bocha, mis ojos brillaban como el 2 de oro. Brillaban tanto como cuando los muchachos estrenaban pelota nueva. Sacaban de una bolsa la Pintier recién comprada. ¡Qué linda que era, por Dios! Eso sí: cuando se mojaba, era una piedra. Se la respetaba y se la trataba muy bien. Es que los muchachos que poblaban este mítico lugar eran todos grandísimos jugadores. Muchos jugaron en el Ascenso (mi viejo, entre otros) y muchos de ellos en Primera División. Es más, hasta hoy contamos con un campeón mundial. Se trata de Marcelo Bachino, campeón mundial juvenil en Japón ‘79. También tenemos a Gustavo Tuta Torres, el héroe en aquella Liguilla que Boca le ganó a Newell’s, que convirtió dos de los cuatro goles de esa tarde gris. En épocas veraniegas (como cuenta Osvaldo en la columna), cuando se producía el parate de Primera División, venían figuras tales como Mané Ponce, el Mono Perotti, el Topo Tesare, Juan Amador Sánchez, el Bichi Borghi, el Colorado Vieta, Niti Támer, el Topo Rotondi (pasó en el combo de jugadores de Boca a Argentinos en el pase de Diego a Boca), Pablo Matabós… Esos mediodías en los cuales la tierra quemaba, el picado se jerarquizaba, la gente se paraba a mirar y murmuraba por lo bajo: “¿ése no es tal?”. Yo, sentado en uno de los troncos, disfrutaba de tanto futbol. Y terminado el picado, la ducha y a tomar unas cocas y comer un par de sánguches. Yo


En 1996, un jugador amateur de Mar del Plata asesinó a tiros a un espectador porque le había gritado “patadura”.

trataba de encontrar un lugar cerca de los “profesionales” para escuchar con atención las anécdotas que contaban. Hoy “la canchita” sigue disfrutando de grandes jugadores, el Loco Román Díaz, Manu Lanzini (me hizo ganar el campeonato de fin de año con un par de pinceladas), el Cabezón Pires, Tomy Lanzini y muchos de esos grandes jugadores anónimos que por cosas de la vida no llegaron a jugar profesionalmente. ¡Gracias, muchachos, por abrir el baúl de los recuerdos!

Asunto: EN DEFENSA DE VÉLEZ De Gastón Montaña Les escribo un tanto enojado con la publicación de una carta en el correo de lectores. Todos tenemos el derecho de expresarnos y decir lo que queremos, pero si sólo se busca ofender no le veo la gracia. En el número 44 publicaron una carta de Federico Lapuente que es mas digna de Olé que de Un Caño, donde lo único que hace es ver las cosas desde su óptica sesgada y como bien pusieron ustedes anti-Vélez ¿Por qué ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio? ¿Por qué escribir en contra de un equipo y no a favor de tu equipo? No sé de qué club será hincha Federico ni me interesa, pero si lo único que busca es ensuciar al club del cual yo soy hincha, socio y, por voto de la primer minoría, representante de socios, me molesta y enoja. No quiero enumerar el sinfín de despojos de los que fue víctima Vélez a lo largo de su rica historia porque no viene al caso; con sólo recordar el arreglo que hizo Independiente con Atlanta para mandarnos a la B me alcanza y sobra. En Vélez hay algunas cosas buenas y muchas otras malas, y son estas últimas las que me llevaron a cambiar mi tibio papel de hincha-socio por el más comprometido de representante de socios. Desde ahí lucharé para cambiar muchas de las cosas que denuncié vía este espacio que ustedes brindan y agradezco (como la discriminación y persecución que sufren las audiciones partidarias Vélez y su mundo, Vélez a fondo y la revista La V de Vélez). Para terminar, quiero decir algo con respecto a Silva: Amalfitani, en los pasillos del estadio, solía decir con respecto a los jugadores que “los hay buenos, regulares y crápulas”. Ya sé a qué grupo pertenece el uruguayo.

Asunto: AYUDA De Gastón Monzón En el número 43 leí dos notas, la editorial y alguna más. ¿Qué es lo que me pasa? ¿Tengo mi panza hinchada de mentiras? ¿Mi paranoia ve gente sumisa? ¿Entramos como caballos en apoyar el fútbol para algunos? Quizás no veo ninguna solución como para volver a ir a la cancha. Les cuento: soy hincha del Rojo de Avellaneda desde hace 34 años (tengo 41). En ese entonces no sabía de estrategias, intermediarios, pases millonarios, TV pública, etc. Iba a la cancha para ver jugadores, rivales, camisetas, cánticos... Con el correr del tiempo seguí yendo a ver todo eso, y un día, me pararon a tres cuadras de la cancha de Argentinos y cuatro monos me sugirieron que les comprara las entradas. Iba con mi sobrina, que quería ver la despedida del Kun. No me negué. Pagué y seguí. Pero algo se rompió. Jamás

volví a la cancha. Estas obligaciones me llevaron a ¡sufrir!, sí sufrir, al Rojo por radio. Para aclarar el tema, no le veo gollete a seguir un partido de fútbol, ya no tiene sentido. ¡Y cómo extraño la Cordero alta, mamita! ¡Qué fiesta cuando inauguraron el codo en el ´94, contra Huracán! Estuve ahí. ¿Cuando se desbarrancó todo esto? ¿Tengo la culpa? ¿Ahora soy culpable de que Independiente esté en la ruina? ¿Alguien me lo informó? Todos me dicen que el equipo hizo una pretemporada excelente, pero después les falta aire para terminar el partido en la quinta fecha. Sólo pido que me digan la verdad. Es lo único que pido. ¡Basta de comentaristas que ponen fichas si viene tal o cual y no comentan lo que estoy viendo! Y de relatores que insuflan a políticos amigos. Todavía siento la voz de Lázaro diciendo que lo mejor que le puede pasar al fútbol son las S.A. Miren hasta dónde vuela mi mente (esto fue en Araujo de Primera, radio La Red, a finales de los ‘90). Hoy escucho al productor de ese espacio hablándome en TVR de lo mal que informan los medios. ¿Se dan cuenta hasta donde llega mi esquizofrenia? Así como ése, hay varios ejemplos. Nombré a un “hombre cualquiera” porque era uno de mis favoritos hasta que lo oí, antes lo escuchaba. Me perdí... Tantas cosas para hablar y tanta bronca contenida. ¿Me pueden ayudar, los tengo que seguir leyendo? ¿Vale la pena? No tengo tiempo de seguir a cada redactor de la revista… Tal vez no sea merecedor de leer esta revista. Tal vez no sean periodistas merecedores de estos tiempos y los entiendo. Todos los hombres tenemos derecho a opinar sobre el tema que fuere. Respetemos nuestro dichos. Respuesta de Un Caño: ¿Qué decirte? Sólo esperamos que esta carta haya servido como catarsis para sacarte el veneno. Pero no te podemos garantizar nada. Saludos.

Asunto: FELICITACIONES Y PEDIDO De Santiago Odriozola Antes que nada, felicitaciones por la revista que hacen. Soy un fiel seguidor desde los primeros tiempos. Tengo un pedido y una sugerencia. A raíz del patético partido “Scioli-Macri”, le comenté a un amigo sobre la nota que se hizo en Un Caño del equipo de La Ñata y prometí que se la iba a acercar, para lo cual estuve buscando en todos los ejemplares de la revista (desde septiembre de 2009 hasta la última, una por una) y no la encuentro. ¿Me la podrán enviar? O decirme en qué número está... Y la sugerencia es la siguiente: durante el trabajito que les conté en el párrafo anterior me encontré con una sección que, creo, fue “debut y despedida”. A mí me gustaría que se retome. Se trata de una en la que Fabián Mauri elige una foto y la explica, la comenta. En ese número salió una de Diego frente a seis belgas en el debut del Mundial ‘82. La había olvidado y fue una alegría volver a disfrutarla. Ah, si lo tienen a mano, agarren algún número del año 2006 (yo tengo a partir de octubre) y comparen con el último. ¡Cómo hemos crecido, muchachos! Era eso nomás, espero que tengan un gran año. Respuesta de Un Caño: Sobre la nota del equipo La Ñata, no te podemos decir nada, porque nadie recuerda haberla publicado. ¿Estás seguro de que salió en Un Caño? Sobre las notas de Mauri, ya fue transmitido tu pedido. MARZO 2012 | UN CAÑO 73


“Bielsa ha sido un milagro”

Santiago Segurola es un periodista deportivo español. Quizás uno de los mejores de habla hispana. Trabajó en El País hasta 2007, cuando se incorporó al diario deportivo Marca. Le encantan el fútbol, el atletismo, la natación y el básquetbol. Confeso seguidor del Athletic de Bilbao, el equipo de su tierra, Segurola fue entrevistado por Víctor Hugo Morales en Radio Continental. De Bielsa, de Barcelona y del fútbol actual tratan estas deliciosas reflexiones. Por VÍCTOR HUGO MORALES

Víctor Hugo: ¿Qué es Marcelo Bielsa hoy en el fútbol español? Segurola: Hablo como periodista, pero tengo una doble condición: soy del Bilbao de toda la vida. Por lo tanto voy a intentar no mezclar una cosa con otra, aunque seguro algo queda. Creo que la aparición de Bielsa en el Athletic tiene algo de revolucionaria porque ha sido un cambio de cultura absoluto en una de las instituciones que quizás sea la más singular del fútbol mundial. En una época de globalización, de libre comercio, el Athletic decidió hace mucho tiempo, y no ha cambiado nunca esa política, seguir adelante con los jugadores de su tierra. Mejor dicho, con jugadores diríamos del barrio, cercanos, del pueblo; porque hay algunos jugadores nacidos en pueblos limítrofes con el país vasco. Y eso lo ha mantenido en una época en que parece imposible. Claro, le ha traído dificultades. En la medida que el fútbol avanza hacia el mercado, y el Athletic no quiere mercado, la posición del Athletic se va degradando de a poco, con la excepción de la no degradación ética.

Entonces, aquello que antes era admirable, se complicó desde la sentencia Bosman, cuando se abrió un nuevo mercado mundial para el Athletic. Desde ese momento, el club dice “somos románticos, somos singulares, pero no tenemos nada que hacer”, y adopta un fútbol defensivo, primario, demasiado básico, que para mi era un fútbol resignado. ¿Y qué es lo que hace Bielsa? Una transformación tan meteórica y extraordinaria que de repente convierte al Athletic de un club resignado a un club protagonista. Con un equipo joven, con muchos chicos menores de 23 años, con un fútbol extraordinariamente dinámico, activo y con una sensación de limpieza y honestidad que ha cautivado a la gente. No ha sido fácil; al principio hubo resultados difíciles, pero creo que la directiva, el público, los jugadores y el propio Bielsa han salido triunfadores. Están siendo ejemplares. No será el mejor equipo de España, pero sí uno de los más admirables. VH: Nos hace mucho bien escuchar estas expresiones sobre Bielsa. Aquí en la Argentina, creo que la mayoría lo admi-

ra. Para nosotros es una medida muy alta en cuanto a la ética en el deporte. ¿Cómo gravitan los expresiones, las ideas, las conferencias de prensa de Bielsa en el contexto de un fútbol que muchísimas veces da un gran protagonismo a lo que va por afuera del fútbol? S: Creo que hay una ventaja en esta relación del Athletic con Bielsa y viceversa. Y es que el Athletic es un club discreto por naturaleza. Es un club que valora esa sensación de discreción. Por lo tanto, la vida de Marcelo y lo que propone, tan alejado del ruido mediático, en Bilbao lo tiene asegurado. La gente en Bilbao rara vez perturba a Bielsa. De vez en cuando le da un grito de ánimo. Pero es una persona que está vinculada con ese modo de ser de la sociedad vasca. También le interesa muchísimo esa relación tan telúrica que hay entre el club, la ciudad y sus jugadores. Sé que es algo difícil de explicar en la Argentina o en cualquier otro lugar del mundo. Athletic es un club más que centenario que ha mantenido desde siempre esa relación entre hinchas y equipo que es diferente a la que pueden tener otros.

“Bielsa ha convertido al Athletic de un club resignado a un club protagonista. Con un equipo joven, con un fútbol dinámico, activo y con una sensación de limpieza y honestidad que ha cautivado a la gente”.

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Todos los aficionados de cualquier parte del mundo creen que su club es el mejor del mundo. La relación de la hinchada del Athletic con el equipo es diferente. No es que le exija más que a los demás; están satisfechos con los que hace el equipo siempre y cuando ese equipo esté a la altura de la demanda que puede tener en las condiciones que tiene el equipo de Bielsa. Marcelo ha hecho tres cosas: primero, sacar lo mejor de estos jugadores que parecían que no estaban destinados a hacer lo mejor; segundo, lograr que la afición del Athletic atraviese una sensación de felicidad extrema; y tercero, hacer un giro cultural en el fútbol del Athletic que era impensado. El Athletic era el último o el anteúltimo equipo en posesión de pelota, y ahora es el tercero. El Athletic era el equipo que más faltas cometía en España, y ahora hace cada vez menos faltas. El Athletic es un equipo atractivo, generoso, que ha logrado que se dé vuelta su reciente historia de una forma meteórica. El personaje clave es Bielsa. Por eso da la sensación de que se han encontrado con un personaje de una honestidad, de una ética y de un comportamiento perfecto. Marcelo es una persona queridísima. A tal punto que el presidente ya le ha ofrecido la renovación de su contrato. Nunca el Athletic, desde hacía un par de décadas, había dado tantas satisfacciones, y creo que nunca ha habido tanto compromiso de los jugadores con un entrenador. VH: Ha sido musical escucharte Santiago. Es grato saber que una persona de los valores de Bielsa ha obtenido un reconocimiento tal de un periodista como vos. Por último, y sin perder de vista… S: Quiero decirte que a los bilbaínos nos cuesta mucho explicar afuera qué es el Athletic, porque el Athletic no está en este Primer Mundo futbolístico. Imaginate, Víctor Hugo, que un club de una ciudad, no sé, por ejemplo, de Córdoba, en la Argentina, solamente tuviera jugadores de esa comarca, sólo cordobeses; y que hubiese logrado siempre estar en las máximas competiciones en ese estado tan precario.

Es muy difícil explicar eso. En ese sentido, Marcelo Bielsa ha sido un milagro. VH: Te pido una consideración sobre este fútbol que es tan extraño en la competencia entre quienes lo poseen todo o quienes no teniéndolo todo hacen que tienen todo y gastan lo que no se puede. ¿Qué sentido le vas encontrando al fútbol en esta sensación de ostentación que hacen frente a los más humildes? ¿Qué futuro le ves al fútbol en este superprofesionalismo que se da como nunca?

televisivo del Real Madrid y del Barcelona es de doscientos millones de dólares cada uno por año. El segundo equipo de Europa que más cobra es el Inter de Milan, con cien millones de dólares. En España, el tercer equipo que más cobra está entre el Valencia o el Atlético de Madrid, con 65 millones. Es decir, Real y Barcelona sacan una ventaja de 140 millones de dólares por año. ¿Qué tipo de deporte se va a dar así? Pero te quiero aclarar que sí encuentro una particulari-

S: El fútbol ha caído en una dinámica híper-capitalista; es decir, en la dinámica que a muchos países los llevó finalmente a la burbuja. Así, se aleja cada vez más del hincha. El fútbol es cada vez más objeto de consumo que objeto de pasión. Cada vez más, el fútbol está ocupado por menos equipos, por clubes que son cada vez más poderosos y cada vez más alejados de la realidad social. Cada vez más, interesa lo mediático y menos lo que está relacionado con los pueblos, con lo bares, con las ciudades, y se están generando oligopolios. Lo que está ocurriendo en España: el contrato

dad: Real Madrid es el modelo de Wall Street; el Barcelona, en cambio, tiene algo diferente: distribuye. La distribución al menos es distinta. Volcarse hacia las canteras (divisiones inferiores) me parece fascinante. Eso es algo que no ha hecho ningún club. En el partido ante el Bayern, había doce o trece que eran de la cantera del Barcelona. Al menos es una diferencia moral. Por eso creo que con todos estos reparos terribles al modelo pernicioso, el Barcelona tiene un rasgo que lo diferencia de los demás equipos que están casi en una situación de oligopolio.

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La patria futbolista

La oleada militante de los ‘70 venía con unos cuantos deportistas en la cresta. Sin dudas, era otro país: con más conciencia política, con mayor fervor militante y revolucionario. ¿Qué pasaba en 1973 por la cabeza de los generalmente insulsos futbolistas que no se quieren meter en el compromiso político? Estas páginas son una mirada al pasado, pensando en un futuro más intenso en incumbencias. Por EDGARDO IMAS

M

ucho se ha hablado en los últimos tiempos acerca de la participación política actual de la juventud y el nuevo despertar de la militancia. Poco se ha debatido, en cambio, sobre qué influencia tiene este fenómeno entre los deportistas profesionales hoy en actividad, y qué lugar ocupó en dicho universo durante ese hito de la militancia política que fueron los años setenta. Resulta importante aclarar que la referencia a la militancia apunta a una actividad política y social cotidiana cuyo objetivo es la transformación de la realidad. Se excluye la militancia política entendida como una actividad remunerada y cuyo fin es escalar posiciones económicas y sociales de la mano de algún puesto público o burocrático. En ese sentido, muchos deportistas, en distintas épocas, una vez retirados, pasaron a ocupar cargos ejecutivos y legislativos. Soplaban aires de libertad y renovación en aquel verano de 1973. Eran los días previos a las elecciones presidenciales que la dictadura militar del general Alejandro Lanusse había convocado para el domingo

11 de marzo. Se volvía a votar luego de ocho años, con una sociedad y una juventud que el año anterior se habían conmovido con el retorno transitorio del general Perón exiliado en Madrid y el fusilamiento de presos políticos en Trelew. En las urnas, el Frente Justicialista de Liberación (Frejuli) logró una amplia victoria. Se trataba de una alianza entre el peronismo y algunos partidos menores, como el Conservador Popular, que aportó al veterano Vicente Solano Lima en la fórmula encabezada por Héctor Cámpora. Los grandes derrotados resultaron los radicales del legendario líder Ricardo Balbín y los candidatos que expresaban el continuismo, como el ex marino Francisco Manrique o la liberal Nueva Fuerza. Además de las tradicionales plazas, aquella campaña electoral tuvo la particularidad de que varios estadios de fútbol fueron utilizados para llevar a cabo importantes actos políticos. Así, el Frejuli y Cámpora cerraron su campaña el 8 de marzo con una concentración de 70.000 personas en el estadio de Independiente, mientras que la Alianza Popular Revo-

lucionaria, que postulaba a la fórmula Alende-Sueldo, lo hizo en la cancha de Atlanta. En el mismo estadio de Villa Crespo, tres semanas antes, una multitud conformada en un 70% por jóvenes y mujeres había rebasado las instalaciones en el acto en que se había proclamado la fórmula del Frejuli y lanzado el eslogan central de la campaña: “Cámpora al gobierno, Perón al poder”. El viernes 9 de marzo, en varios matutinos se publicó una solicitada, con el título “El deporte con Perón”, que ocupaba toda una página. Luego de dos citas textuales del general Perón, se leía: “Los deportistas, docentes de educación física, técnico, dirigentes y profesionales deportivas, en esta hora decisiva en que está en juego el destino de nuestra patria, nos pronunciamos por un deporte para el pueblo. El retorno incondicional del general Perón. Liberación o dependencia. Cámpora al gobierno, Perón al poder”. La mayoría de las adhesiones provenía de futbolistas. Varios jugadores del Huracán que meses después se consagraría campeón suscribieron la solicitada: René

“Yo firmé la solicitada porque creí en el movimiento justicialista, fundamentalmente en Perón. La dignificación de las condiciones de vida y de trabajo que se obtuvo con Perón merecía ser apoyada” (Carlos Pandolfi, 66 años. En 1973 era jugador de Chacarita).

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Houseman, Carlos Babington, Miguel Brindisi, Jorge Carrascosa, Francisco Russo y su DT, César Luis Menotti. El clásico rival, San Lorenzo, aportó varias firmas también: Victorio Cocco, Rubén Ayala, Juan Carlos Piris, Agustín Irusta, Roberto Telch y Rubén Glaría. Otros que apoyaron al Frejuli fueron José Sanfilippo, Alfio Basile, Carlos García Cambón, Daniel Carnevali, Ubaldo Fillol, Arsenio Ribecca, Aldo Poy, Vicente Squeo, José Berta, Carlos Trullet, Aurelio Pascuttini, Hugo Pedraza y Carlos Della Savia. Entre los boxeadores que firmaron la solicitada había varios conocidos, como el Goyo Peralta, Víctor Galíndez, Pascual Pérez, Mario Guillotti, Abel Cachazú, Miguel Páez y Horacio Saldaño. Los maratonistas olímpicos Delfo Cabrera y Osvaldo Suárez, el periodista deportivo Luis Elías Sojit y varios rugbiers, nadadores, luchadores y pesistas, además de profesores de educación física, figuraban entre quienes manifestaron su apoyo a Cámpora. Dos días después del triunfo en que arañó el 50% de los votos, el martes 13 de marzo, el presidente electo, Héctor Cámpora, concurrió por la noche al partido en que San Lorenzo venció a River 1 a 0, con gol del Ratón Ayala, en el Viejo Gasómetro, por la Libertadores. Fue recibido por el titular azulgrana, Osvaldo Valiño, a quien le hizo entrega de la Copa de Oro que los de Boedo habían logrado al quedarse con el torneo de verano de Mar del Plata. Luego, acompañado por su vice Solano Lima, el secretario de la CGT, José Rucci, y los dirigentes justicialistas Abal Medina y Lorenzo Miguel, Cámpora ingresó al campo de juego antes del inicio del partido, en medio del “¡Perón, Perón!” que cantaban ambas hinchadas. Haciendo la V de la victoria, dieron la vuelta y saludaron a todas las tribunas, mientras los jugadores aparecían por el túnel; varios de ellos esperaron en el círculo central al presidente electo para saludarlo efusivamente. Los reporteros gráficos capturaron esas escenas. El Tío Cámpora –confeso hincha de Boca– y su comitiva se ubicaron en el palco oficial, presenciaron la primera etapa y luego fueron ovacionados por un

centenar de militantes peronistas que ingresaron al estadio durante el entretiempo para saludar al vencedor de los comicios más que para ver el partido. Finalizado el encuentro, Valiño ofreció a los visitantes un refrigerio que se extendió hasta pasada la medianoche.

Carlos Pandolfi tiene 66 años y es el tesorero de Futbolistas Agremiados, donde está desde hace más de cuatro décadas. Sobre la solicitada y el clima que reinaba

que Perón les dio a los jugadores. Por los derechos que obtuvimos luego de pelear por ellos en la huelga que hicimos en 1971, sin medir a lo que nos exponíamos en plena dictadura, ya que hasta entonces los futbolistas sólo teníamos obligaciones”, dice. El veterano dirigente sindical de los futbolistas recuerda cuando, a principios de los ochenta, en otra dictadura, un grupo de padres y madres de detenidosdesaparecidos se acercó a la sede Agremiados para buscar apoyo. “Yo también firmé esa solicitada de los organismos de

el país, recuerda hoy: “yo firmé porque creí en el movimiento justicialista, fundamentalmente en Perón. La dignificación de las condiciones de vida y de trabajo que se obtuvo con Perón merecía ser apoyada”. Pandolfi, por entonces jugador de Chacarita, reconoce haberse interesado siempre por temas sindicales y políticos, incluso en su etapa de trabajador en los talleres ferroviarios de Liniers, hasta fines del año ‘69, cuando renunció para dedicarse de lleno al fútbol. “Yo no era militante, ni siquiera afiliado, pero junto con muchos compañeros futbolistas no dudamos en firmar esa solicitada por todo lo

derechos humanos. ¿Quién podría negarse a la aparición con vida de los desaparecidos?”, se pregunta Pandolfi. Acerca del auge actual de la militancia política y su influencia entre los futbolistas, Pandolfi afirma: “nosotros no hablamos individualmente sobre lo que piensa cada futbolista en términos políticos. Lo nuestro es la defensa de sus reivindicaciones, más allá de los pensamientos de cada uno”. “De todos modos –agrega–, ellos están dentro de la sociedad y, como ciudadanos, participan de la política y de este fenómeno que deja atrás al ‘no te metás’ vigente hasta hace poco”.

Juega Perón

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FULBOTECA

Por EZEQUIEL ACUÑA

Como esperanza de pobre

Nada de lo que se ve en la película Moneyball tiene que ver con el fútbol argentino, pero en una de esas algo se aprende. Algo así como la aplicación de la máxima ferreriana de “vivir con lo nuestro”, en este caso para el béisbol. Para épocas de crisis, déficits y malos dirigentes, un poco de imaginación no viene mal.

H

ace tiempo que los números no cierran. Si hablamos de fútbol argentino, con sólo ver las incorporaciones que hicieron los equipos más poderosos, la situación no parece comparable con lo que sucedía en décadas anteriores. Por ejemplo: si Vélez es el equipo que más se reforzó (un Insúa ya más grande, Pratto –al que Boca dejó ir– y Óbolo, surgido de las inferiores de Liniers, retornado a su club de origen), cualquiera diría que son compras poco relevantes o devaluadas. También aparecen la rápida vuelta de Europa de Santiago Silva (ahora en Boca) y la llegada como DT del Tata Martino a su querido Newell´s, más en situación de emergencia que otra cosa. Nunca sabremos qué jugadores pide realmente un DT, o cuál es su primera lista para armar el plantel. Tampoco cuál es el resultado a su pedido; seguramente, “arreglarse con lo que hay”. Algo de eso pasa en Moneyball (estrenada en Argentina como El juego de la fortuna), la película de Bennett Miller donde, desde un principio, las posiciones están bien definidas. Billy Beane (Brad Pitt, un ex jugador) es el manager (cargo raro en la Argentina, pongamos rápidamente el ejemplo de Carlos Bianchi en su etapa como tal en Boca) de los Oakland Athletics; su tarea es decidir las compras

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y ventas de jugadores con un presupuesto anual bien definido. De alguna manera, manejar la economía de un club (en este caso, un club chico). En sus reuniones de Comisión Directiva, se junta con los viejos scouters, veteranos reclutadores que opinan y hablan sólo del juego (alguien llega a decir “un jugador puede estar desmotivado porque tiene una novia fea”), y que funcionan como oráculo consultor. Pero es el manager el que define todo. Con el pasado como mochila (jugador fracasado), Billy Beane quiere dejar de pensar como un viejo y encontrarle la vuelta a la limitación presupuestaria que, en definitiva, es el motor de la película. En la ruleta de rastrear jugadores, no está el romanticismo de Marcelo Bielsa arriba de un 147 recorriendo medio país buscando jugadores. Acá es teléfono y oficina, planillas y porcentajes. Así conoce a Billy

Brand (Jonah Hill), un gordito economista egresado de Yale. Este genio de los números –apasionado del juego, una especie de Adrián Paenza– llega a la conclusión, luego de estudiar las estadísticas y los porcentajes, de que hay muchos jugadores desvalorizados que se podrían comprar a menor precio y rendir con un nivel similar al de otros más caros. Es decir, jugadores que no tienen tanta prensa, jugadores tapados o, como dice alguno por ahí, “juguetes estropeados”. Hay un lanzador que tira con una técnica rara y por eso es puesto en duda, más allá que un estudio con lupa haga saber que su estadística no es nada despreciable en comparación con la de jugadores mejor cotizados. Beane lo pone al gordito, dentro de una oficina oscura, a ver partidos en un televisor muy pequeño. El lugar parece una cueva, o una vieja sala de montaje (acá sí podría ser un “laboratorio Bielsa”),

Moneyball es tan buena que se vuelve romántica al creer en una ideología y llevarla a cabo aunque los resultados no aparezcan .


El 4 de abril de 1998, la referí Florencia Romano se convirtió en la primera mujer en dirigir un partido oficial en Argentina: ese día echó a tres jugadores.

que sirve para visualizar y analizar lo que dicen las planillas. Así, la película se opone claramente a la libertad que da salir al campo de juego, a ver en vivo todo aquello que sucede en un deporte que es el más cinematográfico de todos (el básquet podría ser el otro). Moneyball no es una película de deportes. El juego está siempre fuera de campo, sobre la radio de Beane, sobre su rostro o sobre un resultado que llega por medio de un llamado. Beane, además, se siente una especie de “amigo piedra”: no ve los partidos porque cree que es yeta (aparece en un momento a espiar un partido que se complica mientras él está ahí, entonces decide retirarse rápidamente). También hay un DT, un poco desdibujado, que sólo ubica a los jugadores. No pide mucho, pero claramente es el que decide la formación del equipo, algo que de arranque no permite poner en funcionamiento la táctica de los Billy’s. Y ahí está nuevamente Beane, quien se mete en el vestuario. Acá no hay arenga deportivo –literaria, onda profesor Córdoba, con citas de Félix Luna u Ortega y Gasset, ni un hiperkinético Cholo Simeone mostrando Domingo sangriento o tapizando el vestuario de cartulinas con frases motivadoras colgadas en las pare-

des como combustible espiritual. Beane se expresa exteriormente y sabe cuándo hay que “cortar” a un jugador. No hay franela, hay practicidad. Es todo seco y distante. No hay asados ni salidas con los jugadores. Beane lo vive por dentro pero actúa de manera matemática. La película parece decir “tenemos esto, hay que hacer lo mejor con lo que tenemos y componer un buen papel”. O sea, un cambio poco romántico en el sistema clásico. Llevado al fútbol, se podría citar al Tigre de Caruso Lombardi (figura clave en el Ascenso que conoce el paño como pocos, como DT y como jugador), que fue de la Primera B al Nacional B y de ahí a Primera –luego alcanzó el pico con Diego Cagna como DT y sus dos grandes campañas–. La pregunta sobre lo que armó Caruso, marca registrada en su estilo (vale aclarar, siempre en equipos chicos), es si esa economía mejora o empeora al fútbol (otra vez el romanticismo puesto en el espectáculo y la frase de “andá al teatro” o “andá a ver al Barcelona” que contestan varios). En muchos casos, esos jugadores tapados se multiplican y se nota que no sólo se vive de las Inferiores, sino también de jugadores de otras categorías (la economía se reduce, pueden vender

mejor e invertir sin perder mucho). Pero Moneyball es tan buena que se vuelve romántica al creer en una ideología y llevarla a cabo aunque los resultados no aparezcan. Escrita a cuatro manos por Steven Zaillian y Aaron Sorkini (el mismo de La red social), la película propone un ping pong visual que se da en la velocidad de los diálogos, en un montaje picado o en la aceleración y en la rapidez mental de Beane/Brad. Un ejemplo: la escena en la oficina de Beane de una “transferencia” vía simultánea con varios teléfonos, que le da una ida y vuelta adrenalínica, como si estuviéramos en Wall Street vendiendo o comprando acciones. La película muestra que “hay otro modelo posible”, aunque nuevamente el mejor momento del equipo sea una racha (otra estadística) de veinte partidos ganados al hilo. Moneyball se sostiene en hechos reales y en un final de decisiones que se alejan justamente de lo económico (otra vez lo romántico, “encontrar el lugar” al margen de la tentación, difícil de rechazar, de los más poderosos). La película encuentra el romanticismo por encima del cálculo, esperando, cuando uno está seguro y confiado a lo que apunta, la circunstancia ideal.

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s a b r e y s a r t O

I GENT O LIN R D N A EJ Por AL

MÚSICA

Las ideas de siempre Viejas ideas. Desde que abandonó su oficio de poeta full time para ingresar al más rentable negocio de la música, Leonard Cohen viene trabajando sobre una pequeña pero ambiciosa serie de tópicos. Y vean que han pasado años: el viejo lobo canadiense dio ese salto a los 33, y hoy tiene 77. Sexo, amor, locura, angustias existenciales, Dios... El menú es más o menos parecido desde el ineludible Songs of Leonard Cohen (1968) para acá. Con un apoyo musical básico -sutiles teclados y guitarras, baterías leves, casi etéreas-, más dulces coros femeninos que funcionan como contrapunto ideal para su voz grave y cascada por los años, Cohen retoma ahora sus viejas obsesiones y aún así no aburre. No es que se repita por gusto, más bien toda su carrera parece fatalmente signada por reiteraciones que son parte evidente de su destino. A fines de los ‘60, cuando recién había publicado su novela Hermosos perdedores, que se reeditó hace poco y se consigue en Argentina, Cohen no se conformó con las buenas críticas, más bien se preocupó por las modestas ventas: “ya que no puedo ganarme la vida como escritor, me dedicaré a cantar”, declaró, anunciando que pensaba en convertirse en “el Bob Dylan canadiense”. Cuarenta años más tarde, cuando estaba más concentrado en el budismo que en la música, tuvo que volver obligadamente para recuperarse de la quiebra eco-

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nómica provocada por Kelley Lynch, una ex amiga y ocasional amante que aprovechó la reclusión de Leonard en un monasterio para birlarle nada menos que 8 millones y medio de dólares. El dinero, otra vez, como motor de su relación con la música. En poco tiempo, Cohen se recuperó: le concedieron el premio Príncipe de Asturias, salió de gira, se desmayó en un show en España y nos asustó a todos, se puso de pie otra vez, retomó el tour y editó un inolvidable disco doble en vivo –Songs from the Road (2010)–. Y ahora nos regala un nuevo álbum de estudio que él mismo ha definido como “un manual para vivir con la derrota”, un disco crepuscular regado de blues, country y jazz refinado y sensible en el que susurra cosas como “vos querés cambiar la forma en que hacemos el amor, yo prefiero dejarlo como está” (Joaquín Sabina tradujo todas las letras del disco para que sean incluidas en el booklet de la edición española; se encuentran fácil en Internet). Old Ideas es un disco cuyo pulso relajado imita al de un hombre con los zapatos gastados de tanto caminar y cargado de paciencia y sabiduría: “sé muy bien que la edad tiene mucho que ver con mi actual libertad –dice él–. Y también sé que a medida que envejecés se van muriendo las neuronas de la ansiedad”. No hay apuro, nos asegura Leonard. Y tiene razón: todos vamos a terminar en el mismo lugar.


El delantero de Reading de Inglaterra Leroy Lita se desgarró un músculo de una pierna al desperezarse en la cama luego de despertarse.

MÚSICA

Etta James, reina de los corazones destrozados ¿Los mayas tendrán razón y se viene el fin del mundo? El 2012 arrancó con pésimas noticias: una seguidilla de muertes que nos pegan directo en el corazón, como la del Flaco Spinetta, por citar un ejemplo concluyente. La que quizás no haya tenido el espacio merecido en los medios argentinos es la de Etta James, una de las cantantes afroamericanas más brillantes de la historia. Tendió puentes entre el rhythm’n’blues y el rock’n’roll sin olvidarse nunca del jazz, y grabó una de las obras maestras del soul romántico cuando debutó con At Last! (1961). En los ’70, acomodándose con inteligencia al espíritu de la época, entró de lleno en el terreno del funk. Fue una influencia decisiva para Janis Joplin –que de hecho versionó muy bien el tema Tell Mama, popularizado por Etta–, y tuvo, igual que Janis, graves problemas con las drogas, el alcohol e incluso la justicia norteamericana. Se recuperó artísticamente en los ’90 y recibió una andanada de premios al tiempo que su salud se iba deteriorando (tuvo demencia y leucemia). Aún así, editó en 2011 The Dreamer (2011) antes de despedirse, unos días antes de cumplir los 74 años. Busquen en YouTube su versión de

II’d Rather Go Blind, una de las canciones más tristes jamás escritas sobre una pérdida amorosa, junto con B. B. King y Dr. John y me cuentan.

MÚSICA

Flopa, Minimal y ustedes

“¿Qué disco querés escuchar este año? ¡Tomá el control de tu vida!”. Así arengan Flopa y Minimal a sus seguidores para que presten su colaboración en un proyecto que, les aseguramos, vale la pena. Al frente de Pez y del sello Azione Artigianale, Minimal

se ha convertido en un auténtico símbolo de la independencia en el rock argentino. Son más de veinte de años de coherencia ética y artística los que lo avalan. Ahora, luego de haber grabado en 2003 con Flopa y Manza aquel disco clave del folk rock argentino que fue editado gracias la generosidad del poeta Vicente Luy –lamentablemente, fallecido hace apenas unos días–, apelan a su público para financiar un nuevo álbum, ya grabado y titulado La piedra en el aire. Basados en el concepto del crowd funding (financiamiento colectivo o, en criollo, una “vaquita”), convocan a que cien personas pongan 100 pesos; con eso alcanza para pagar la fabricación del disco, la gráfica y el trabajo de técnicos y artistas involucrados en el proyecto. Los que aporten tendrán estos beneficios: entrada gratis a un concierto exclusivo en la ciudad de Buenos Aires el viernes 2 de marzo a las 22 y la entrega del disco días antes de su salida a la venta. Los interesados deben ingresar a www.flopa-minimal. com.ar. Algunos temas del nuevo álbum ya fueron presentados en shows en vivo que Flopa y Minimal dieron en Capital y la Costa Atlántica y están muy pero muy bien.

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Luis Alberto Spinetta (1950 – 2012)

La bengala perdida Tu jeep no arranca más, ni siquiera un milagro te haría salir, del barro no volverá. Adentro queda un cuerpo, la bengala perdida se le posó, allí donde se dice gol. Dejaron todo bajo el vendaval y huyendo del lodo no se supo más, bajo la lluvia el chasis se pudrió y allí tambien la criatura de Dios. Después volvió el amor, al llegar un verano él se enamoró, tuvieron un lindo gordi. Bajo la herencia la inmortalidad, cultura y poder son esta porno bajón, por un color, sólo por un color, no somos tan malos ya la cancha estalla en nada Sin darme cuenta voy cayendo en cruz hacia el cenit, el cielo ya no tiene mis pies. Y la espiral que me habrá de llevar no es mejor que todas esas vueltas que dí, buscando un amanecer. No hay una cuestión que no conduzca al mar, tan solo asi de noche puede uno descansar. Dios de probeta de piadosa luz de corderoy, Tití portando un dulce Exocet, que busca de piel en piel. De las tribunas se puede regresar, tan solo hace falta ser de masa gris. Las aguas tienen un recurso más, moviendo las olas ya no hay realidad, ondas en aire. Un tibio día se precipitó hasta aquí, aquí donde no hay nada que hacer. Y la mujer que sabe el devenir porque ve mirando con el ojo del sur, el ojo que mira al magma. Inútilmente no se vuelve aquí y es que algo habrá el juego sólo quiere jugar. No quiero un valle de catacumbas nunca más, no quiero que me llenen de sal, jugando hasta no poder. Bajo la herencia la inmortalidad, cultura y poder son esta porno bajón, por un color, sólo por un color, no somos tan malos todo va a estallar, ondas en aire.

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