Revista
Rosacruz
El Divino Poder Creador de la Vida Si un hombre es habilísimo en la maldad es porque derivó energía de la Fuente Sagrada de la Vida y creó imágenes que lo condujeron a esa perversidad; pero hombres divinizados como Jesús de Nazaret, Buda o Hermes, derivando de esa misma energía, concibieron la posibilidad de ser Guías de la Humanidad y eso llegaron a ser. Por eso nosotros somos vigorosamente artífices de nuestro propio destino, que depende exactamente de lo que hagamos con el Divino Poder Creador de la Vida, subyacente en nuestra propia naturaleza. Quienes han estudiado esta Ciencia del Divino Poder Creador de la Vida, saben que hay siete grandes centros magnéticos en la naturaleza humana. Que el primer centro magnético tiene la poderosa energía que verifica la cohesión de la materia, en forma y substancia, para mantener la estructura corporal; el segundo centro de esa misma energía conduce la semilla y hace posible la generación de la especie; el tercer centro da la energía de acción y de actividad que nos hace hombres de voluntad operativa en el mundo de la manifestación; el cuarto modo de la misma energía es lo que da sentido estético hacia la Verdad, la Belleza y el Bien como en los grandes Señores Buda, Jesús, Hermes, etc.; en el quinto centro, estrato o estancia, tenemos a Orfeo encantando a la naturaleza con la belleza del lenguaje y al dios Hermes que había logrado cultivar aquel poder en grado máximo; el sexto centro da el poder indomable con una voluntad férrea en aquellos hombres que la han educado y cultivado; y, en el séptimo centro figura la Consciencia Cósmica en los hombres que han elevado el Fuego Sagrado de la Vida, hasta alcanzar aquella sublime condición que le permite unirse con el Logos Cósmico, con el Divino Hacedor del Universo. Raghozini
La semilla, es el rostro de Dios que sale de la hondura de lo infinito para involucrarse en lo finito de las formas y hacer posible que la consciencia infinita se vuelva finita y luego la finita en infinita y así poder completar el círculo de la Eternidad, en la simbólica serpiente del Fuego Creador de la Vida. Israel Rojas R.
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