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Tesoros fílmicos Warm Bodies
from Super 8 No. 137
by super8
El zombi está loco, loco, loco
Por @AMAURY1984
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Summit Entertainment es un mal necesario dentro de la industria del cine estadounidense. Seguro genera cientos de trabajos, y millones de dólares en regalías. Es mayormente conocida como la casa del cine puberto que lanzó al estrellato a Kristen Stewart y Robert Pattinson en la saga Twilight. Pero cinéfilos más veteranos seguro vieron en su juventud películas como Vanilla Sky, The loss of sexual innocence y American Pie. Pero hoy revisaremos una peculiar película que forma parte de este frenesí “amoroso-oscuro”. Una película escrita y dirigida por Jonathan Levine (50/50, Snatched, The Wackness) a quien no se le conoce por éxitos taquilleros. A pesar de eso, logró convencer a Summit de invertir en este idilio amoroso.
R es un zombi que no recuerda mucho de su pasado como ser viviente. Sus días, ahora que la humanidad se encuentra aislada en ciudades amuralladas; transita entre gruñir con otros zombis, caminar lento y, eventualmente, buscar alimento vivo lejos de su
hogar en el aeropuerto. A pesar de ya estar muertos, los zombis ideados en la cabeza del director, pasan por un proceso de deshumanización que incluye caída de piel y pérdida absoluta de cualquier parecido con su imagen humana. Hasta que en algún punto pasan a ser cadáveres cuyo único fin es matar. R tiene la esperanza de que dicho final se encuentre aún lejos. Mientras espera su irremediable transformación se dedica a coleccionar objetos que encuentra en sus caminatas diarias. Vinilos, recuerdos, revistas, gadgets y demás se hallan a buen resguardo en un avión que le sirve como guarida.
Como audiencia sabemos todo esto porque R es nuestro narrador protagonista. Y de él proviene casi el 100% de los sketches humorísticos. Nicholas Hoult da vida… o no, a este personaje. Supongo que el mayor reto actoral que representó R fue no reír durante las largas miradas entre zombis. Porque fuera de eso, el actor tuvo que romper todas “las leyes de un buen zombi” impuestas por el director.
Después de la “aceptable” introducción a la historia (básicamente lo que vimos en el trailer), viene el desarrollo de la trama cuando los zombis del aeropuerto forman un equipo que se infiltrará en zonas cercanas a la ciudad para alimentarse. Al primer movimiento de sus personajes, el director olvida los gruñidos para dejar salir un par de palabras de sus personajes.
Los zombis logran llegar de un porrazo a la ciudad mientras que, por su parte, un grupo de sobrevivientes se prepara para una exploración en búsqueda de víveres y medicinas. Dicho grupo, formado en su totalidad por hombres y mujeres jóvenes, está destinado a encontrarse con el grupo de exploración de los zombis. Esta batalla deja bajas de ambos lados, entre ellos a Perry que hasta antes de ser consumido era novio de la bella Julie.
El consumo de humanos vivos deja algo más que satisfacción en los zombis. Según R tal acción, además, permite al zombi conocer algo del pasado de su víctima. Y ahora que hay un buen trozo de Perry en el estómago de R, un fuego misterioso se enciende en él cuando ve a la aterrorizada Julie.
El zombi empieza a tener pensamiento independiente, reconoce a los suyos como una amenaza para Julie y la protege de maneras bastante absurdas de situaciones bobas y carentes de gracia. La relación entre R y Julie crece, así como sus oraciones. En un parpadeo la audiencia ya puede escuchar al protagonista para minutos después verlo debatir su naturaleza zombi con su colega. Lo que sea que se necesite para mantener esta historia a flote se hace sin chistar.
El desenlace toma un derrotero cursi y decadente. Y la otrora comedia de situación empieza a tomar demasiada solemnidad y romance barato.