1 educar a los hijos en la fe

Page 1

CAPÍTULO III: EDUCAR A LOS HIJOS EN LA FE Objetivos:  Comprender la importancia que tiene en la formación integral de una persona el formarlos en la fe.  Aprender las principales pautas que todo padre debe seguir cuando educa a sus hijos en la fe.

1. Familia: santuario de amor y de la vida PARA EMPEZAR CON ESTE ÚLTIMO CAPÍTULO, VAMOS A CITAR ALGUNOS PUNTOS DE LA EXHORTACIÓN APOSTÓLICA FAMILIARIS CONSORTIO DEL SANTO PAPA JUAN PABLO II.

La familia: comunión de personas 15. En el matrimonio y en la familia se constituye un conjunto de relaciones interpersonales —relación conyugal, paternidad-maternidad, filiación, fraternidad— mediante las cuales toda persona humana queda introducida en la «familia humana» y en la «familia de Dios», que es la Iglesia. El matrimonio y la familia cristiana edifican la Iglesia; en efecto, dentro de la familia la persona humana no sólo es engendrada y progresivamente introducida, mediante la educación, en la comunidad humana, sino que mediante la regeneración por el bautismo y la educación en la fe, es introducida también en la familia de Dios, que es la Iglesia. La familia humana, disgregada por el pecado, queda reconstituida en su unidad por la fuerza redentora de la muerte y resurrección de Cristo. El matrimonio cristiano, partícipe de la eficacia salvífica de este acontecimiento, constituye el lugar natural dentro del cual se lleva a cabo la inserción de la persona humana en la gran familia de la Iglesia. Curso: Pautas para la Educación de los hijos /Introducción

Página 1


El mandato de crecer y multiplicarse, dado al principio al hombre y a la mujer, alcanza de este modo su verdad y realización plenas. La Iglesia encuentra así en la familia, nacida del sacramento, su cuna y el lugar donde puede actuar la propia inserción en las generaciones humanas, y éstas, a su vez, en la Iglesia. La primera experiencia de Iglesia 39. La misión de la educación exige que los padres cristianos propongan a los hijos todos los contenidos que son necesarios para la maduración gradual de su personalidad desde un punto de vista cristiano y eclesial. Seguirán pues las líneas educativas recordadas anteriormente, procurando mostrar a los hijos a cuán profundos significados conducen la fe y la caridad de Jesucristo. Además, la conciencia de que el Señor confía a ellos el crecimiento de un hijo de Dios, de un hermano de Cristo, de un templo del Espíritu Santo, de un miembro de la Iglesia, alentará a los padres cristianos en su tarea de afianzar en el alma de los hijos el don de la gracia divina. El Concilio Vaticano II precisa así el contenido de la educación cristiana: «La cual no persigue solamente la madurez propia de la persona humana... sino que busca, sobre todo, que los bautizados se hagan más conscientes cada día del don recibido de la fe, mientras se inician gradualmente en el conocimiento del misterio de la salvación; aprendan a adorar a Dios Padre en espíritu y en verdad (cf. Jn 4, 23), ante todo en la acción litúrgica, formándose para vivir según el hombre nuevo en justicia y santidad de verdad (Ef 4, 22-24), y así lleguen al hombre perfecto, en la edad de la plenitud de Cristo (cf. Ef 4, 13), y contribuyan al crecimiento del Cuerpo místico. Conscientes, además, de su vocación, acostúmbrense a dar testimonio de la esperanza que hay en ellos (cf. 1 Pe 3, 15) y a ayudar a la configuración cristiana del mundo». También el Sínodo, siguiendo y desarrollando la línea conciliar ha presentado la misión educativa de la familia cristiana como un verdadero ministerio, por medio del cual se transmite e irradia el Evangelio, hasta el punto de que la Curso: Pautas para la Educación de los hijos /Introducción

Página 2


misma vida de familia se hace itinerario de fe y, en cierto modo, iniciación cristiana y escuela de los seguidores de Cristo. En la familia consciente de tal don, como escribió Pablo VI, «todos los miembros evangelizan y son evangelizados». En virtud del ministerio de la educación los padres, mediante el testimonio de su vida, son los primeros mensajeros del Evangelio ante los hijos. Es más, rezando con los hijos, dedicándose con ellos a la lectura de la Palabra de Dios e introduciéndolos en la intimidad del Cuerpo —eucarístico y eclesial— de Cristo mediante la iniciación cristiana, llegan a ser plenamente padres, es decir engendradores no sólo de la vida corporal, sino también de aquella que, mediante la renovación del Espíritu, brota de la Cruz y Resurrección de Cristo. A fin de que los padres cristianos puedan cumplir dignamente su ministerio educativo, los Padres Sinodales han manifestado el deseo de que se prepare un texto adecuado de catecismo para las familias claro, breve y que pueda ser fácilmente asimilado por todos. Las conferencias episcopales han sido invitadas encarecidamente a comprometerse en la realización de este catecismo. La plegaria familiar 59. La Iglesia ora por la familia cristiana y la educa para que viva en generosa coherencia con el don y el cometido sacerdotal recibidos de Cristo Sumo Sacerdote. En realidad, el sacerdocio bautismal de los fieles, vivido en el matrimonio-sacramento, constituye para los cónyuges y para la familia el fundamento de una vocación y de una misión sacerdotal, mediante la cual su misma existencia cotidiana se transforma en «sacrificio espiritual aceptable a Dios por Jesucristo». Esto sucede no sólo con la celebración de la Eucaristía y de los otros sacramentos o con la ofrenda de sí mismos para gloria de Dios, sino también con la vida de oración, con el diálogo suplicante dirigido al Padre por medio de Jesucristo en el Espíritu Santo. La plegaria familiar tiene características propias. Es una oración hecha en común, marido y Curso: Pautas para la Educación de los hijos /Introducción

Página 3


mujer juntos, padres e hijos juntos. La comunión en la plegaria es a la vez fruto y exigencia de esa comunión que deriva de los sacramentos del bautismo y del matrimonio. A los miembros de la familia cristiana pueden aplicarse de modo particular las palabras con las cuales el Señor Jesús promete su presencia: «Os digo en verdad que si dos de vosotros conviniereis sobre la tierra en pedir cualquier cosa, os lo otorgará mi Padre que está en los cielos. Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos». Esta plegaria tiene como contenido original la misma vida de familia que en las diversas circunstancias es interpretada como vocación de Dios y es actuada como respuesta filial a su llamada: alegrías y dolores, esperanzas y tristezas, nacimientos y cumpleaños, aniversarios de la boda de los padres, partidas, alejamientos y regresos, elecciones importantes y decisivas, muerte de personas queridas, etc., señalan la intervención del amor de Dios en la historia de la familia, como deben también señalar el momento favorable de acción de gracias, de imploración, de abandono confiado de la familia al Padre común que está en los cielos. Además, la dignidad y responsabilidades de la familia cristiana en cuanto Iglesia doméstica solamente pueden ser vividas con la ayuda incesante de Dios, que será concedida sin falta a cuantos la pidan con humildad y confianza en la oración. Maestros de oración 60. En virtud de su dignidad y misión, los padres cristianos tienen el deber específico de educar a sus hijos en la plegaria, de introducirlos progresivamente al descubrimiento del misterio de Dios y del coloquio personal con Él: «Sobre todo en la familia cristiana, enriquecida con la gracia y los deberes del sacramento del matrimonio, importa que los hijos aprendan desde los primeros años a conocer y a adorar a Dios y a amar al prójimo según la fe recibida en el bautismo». Elemento fundamental e insustituible de la educación a la oración es el ejemplo concreto, el testimonio vivo de los padres; sólo orando junto con sus hijos, el padre y la madre, mientras Curso: Pautas para la Educación de los hijos /Introducción

Página 4


ejercen su propio sacerdocio real, calan profundamente en el corazón de sus hijos, dejando huellas que los posteriores acontecimientos de la vida no lograrán borrar. Escuchemos de nuevo la llamada que Pablo VI ha dirigido a las madres y a los padres: «Madres, ¿enseñáis a vuestros niños las oraciones del cristiano? ¿Preparáis, de acuerdo con los sacerdotes, a vuestros hijos para los sacramentos de la primera edad: confesión, comunión, confirmación? ¿Los acostumbráis, si están enfermos, a pensar en Cristo que sufre? ¿A invocar la ayuda de la Virgen y de los santos? ¿Rezáis el rosario en familia? Y vosotros, padres, ¿sabéis rezar con vuestros hijos, con toda la comunidad doméstica, al menos alguna vez? Vuestro ejemplo, en la rectitud del pensamiento y de la acción, apoyado por alguna oración común vale una lección de vida, vale un acto de culto de un mérito singular; lleváis de este modo la paz al interior de los muros domésticos: "Pax huic domui". Recordad: así edificáis la Iglesia». Plegaria litúrgica y privada 61. Hay una relación profunda y vital entre la oración de la Iglesia y la de cada uno de los fieles, como ha confirmado claramente el Concilio Vaticano II. Una finalidad importante de la plegaria de la Iglesia doméstica es la de constituir para los hijos la introducción natural a la oración litúrgica propia de toda la Iglesia, en el sentido de preparar a ella y de extenderla al ámbito de la vida personal, familiar y social. De aquí deriva la necesidad de una progresiva participación de todos los miembros de la familia cristiana en la Eucaristía, sobre todo los domingos y días festivos, y en los otros sacramentos, de modo particular en los de la iniciación cristiana de los hijos. Las directrices conciliares han abierto una nueva posibilidad a la familia cristiana, que ha sido colocada entre los grupos a los que se recomienda la celebración comunitaria del Oficio divino. Pondrán asimismo cuidado las familias cristianas en celebrar, incluso en casa y de manera adecuada a sus miembros, los tiempos y festividades del año litúrgico. Para preparar y prolongar en casa el culto celebrado en la iglesia, la familia cristiana recurre a la oración privada, que presenta gran variedad de formas. Esta variedad, mientras testimonia la riqueza extraordinaria con la que el Espíritu anima la plegaria cristiana, se Curso: Pautas para la Educación de los hijos /Introducción

Página 5


adapta a las diversas exigencias y situaciones de vida de quien recurre al Señor. Además de las oraciones de la mañana y de la noche, hay que recomendar explícitamente —siguiendo también las indicaciones de los Padres Sinodales— la lectura y meditación de la Palabra de Dios, la preparación a los sacramentos, la devoción y consagración al Corazón de Jesús, las varias formas de culto a la Virgen Santísima, la bendición de la mesa, las expresiones de la religiosidad popular. Dentro del respeto debido a la libertad de los hijos de Dios, la Iglesia ha propuesto y continúa proponiendo a los fieles algunas prácticas de piedad en las que pone una particular solicitud e insistencia. Entre éstas es de recordar el rezo del rosario: «Y ahora, en continuidad de intención con nuestros Predecesores, queremos recomendar vivamente el rezo del santo Rosario en familia ... no cabe duda de que el Rosario a la Santísima Virgen debe ser considerado como una de las más excelentes y eficaces oraciones comunes que la familia cristiana está invitada a rezar. Nos queremos pensar y deseamos vivamente que cuando un encuentro familiar se convierta en tiempo de oración, el Rosario sea su expresión frecuente y preferida». Así la auténtica devoción mariana, que se expresa en la unión sincera y en el generoso seguimiento de las actitudes espirituales de la Virgen Santísima, constituye un medio privilegiado para alimentar la comunión de amor de la familia y para desarrollar la espiritualidad conyugal y familiar. Ella, la Madre de Cristo y de la Iglesia, es en efecto y de manera especial la Madre de las familias cristianas, de las Iglesias domésticas.

2. ¿Por qué es importante educar a los hijos en la fe? Algo que admira mucho de los niños es su gran sensibilidad espiritual. Es increíble. Los niños nacen con el alma pura y limpia –algo que los adultos vamos perdiendo con los años, desafortunadamente—y están abiertos a recibir lo mejor del mundo. Como hemos visto en los capítulos anteriores, los primeros años son los mejores para darles a nuestros hijos la base de lo que serán sus valores y virtudes para el resto de su vida. Entre ellos, si van a hacer personas de fe o no. Y es lindo cuando en la familia se comparte un poco de Curso: Pautas para la Educación de los hijos /Introducción

Página 6


esta ―sensibilidad‖ religiosa, porque los niños perciben que lo bueno que sienten está apoyado por sus padres, su gran referente. Educar en la religión hoy en día es un tema muy complicado. Los adultos sentimos que la Iglesia no va acorde con nuestra realidad actual. Cada vez hay más

divorcios,

familias ―rotas‖,

familias

monoparentales,

relaciones

extramatrimoniales y todo aquello que inunda hoy nuestro mundo y que, para muchos, la Iglesia no entiende ni se adapta. Pensamos que es retrógrada. Nos es más fácil darle la espalda a esforzarnos a entender lo bueno que nos puede traer seguir lo que más protege esta institución: las enseñanzas de Cristo. Si bien todas nuestras dudas se pueden resolver leyendo un poco sobre nuestra religión, la idea de este apartado es entender por qué es importante educar a nuestros hijos en la fe, en el amor a Dios sin importar nuestra situación actual frente a la Iglesia. Entonces, ¿por qué los niños deben creer en Dios? Debemos educar a nuestros hijos en la fe porque una persona que cree en algo más que en él mismo es una persona que va a tener la capacidad de abrirse a otra, que es la clave del amor verdadero y, finalmente, de la felicidad verdadera. Además, será una persona que en los momentos difíciles tendrá de dónde sostenerse. La vida --por más que la cultura de hoy nos quiera inculcar que hay que evitar el dolor o pasarlo por encima-- está inundada de momentos complicados. Unos la tienen más fácil que otros, pero todos pasamos por etapas difíciles en algún momento de nuestras vidas. Una persona que cree en Dios sabe que no todo depende de él. Que si bien tiene que hacer su mejor esfuerzo, también es esperanzador saber que hay alguien en quién descansar y encomendar sus Curso: Pautas para la Educación de los hijos /Introducción

Página 7


preocupaciones. De hecho, una persona con fe tiene muchas más probabilidades de salir adelante y levantarse que una persona que no cree en nada. La doctora Meg Meeker, pediatra y autora de muchos buenos libros sobre educación comenta en su libro ―100% chicos: 7 claves para que crezcan sanos y felices”, en el capítulo titulado ―Enséñele a conocer a Dios‖, que creer en Dios les da esperanza a los chicos: “La esperanza es un elemento muy importante que falta en la vida de cientos de miles de jóvenes. Se trata de una creencia progresista, porque cuando un muchacho tiene esperanza puede soportar una circunstancia muy dolorosa al asirse a esa creencia de que vendrá un tiempo más favorable. De ese modo su sufrimiento se aminora. Podrá soportar mejor el divorcio de sus padres u otras situaciones adversas. Sin la ayuda de la esperanza, aquellos chicos que han sufrido reveses o que han tenido que pasar por experiencias traumáticas se sienten convencidos de que una parte de sí mismos se ha perdido para siempre”.1 Así, el inculcarles a nuestros hijos la fe debe ser un tema que debemos considerar seriamente en nuestro plan educativo.

Todas las personas necesitamos a Dios, no importa si tenemos 4 años ó 40. Dios es algo que tiene sentido para los chicos y, debido a la gran imaginación que tienen, no les cuesta imaginar que es invisible, sin una forma concreta y que está en todas partes, mirando todo. Esto se debe, en parte, que para un niño le es muy fácil conectarse con su mundo interior, con sus pensamientos y sentimientos. Por eso, normalmente, sus comportamientos son un reflejo de 1 MEEKER, M. (2011).Padres Fuertes, hijos felices. 7 claves para que crezcan sanos y felices. Madrid: Editorial Ciudadela

Libros. Curso: Pautas para la Educación de los hijos /Introducción

Página 8


lo que sienten. Otro de los motivos por los cuales debemos educar a los hijos en la fe es que se ha comprobado que los padres que tienen creencias religiosas tienen mejor relación con sus hijos, por lo que estos son más felices y saludables. Esto es porque los padres con valores sólidos pasan más tiempo con sus hijos y construyen un vínculo más potente para el futuro. Las investigaciones muestran también que las madres que poseen sólidas creencias religiosas tienen una relación con sus hijos muy saludable, la cual se fortalece cuando van a Misa u otras celebraciones religiosas con los pequeños de la familia. Son muchos los padres que leen libros, solicitan ayuda de profesionales y utilizan controles electrónicos en sus hogares para poder vigilar la conducta de sus hijos. Se preocupan para alejar a sus hijos de la droga, el alcohol, la pornografía y de otros vicios. Además, están muy estresados para que sus hijos sean los mejores en el colegio y en el club deportivo. Para esos padres, hay una buena noticia: muchos estudios médicos han demostrado que la mejor manera de lograr todo lo anterior es que los chicos tengan una fe firme. Además son menos proclives a tener relaciones sexuales prematuras, y son menos promiscuos durante sus años de adolescencia. También manifiestan una menor tendencia al tabaco, el alcohol, las drogas o a caer en estados depresivos. Tienen mayor autoestima. Además, la religión ayuda a que los hijos con menores recursos económicos puedan superar, tanto física como psicológicamente, las limitaciones inherentes a su condición social.

Curso: Pautas para la Educación de los hijos /Introducción

Página 9


Finalmente, los chicos que creen en Dios están más capacitados para enfrentarse a las presiones y rigores de la vida moderna, a poseer un mayor sentido de la integridad personal, que aquellos otros que han sido educados en ambientes agnósticos.

3. Pautas para educar a los niños en la fe a. Cuando los chicos van creciendo y ven que los adultos se burlan de su fe, se empiezan a sentir incómodos con sus creencias sobre Dios. Por eso jamás un adulto se debe burlar de la fe de un niño porque es una gran ofensa. b. Hoy hay muchos padres, con la excusa de la “libertad”, quieren que sus hijos decidan por su cuenta en qué creer cuando, en realidad, lo que están haciendo es inhabilitando la auténtica decisión de sus hijos. El error está en que los chicos no pueden seleccionar un plato de un menú inexistente. “Pedirle a un muchacho que escoja su propia creencia es como llevarle a Praga, situarlo en el centro de la ciudad, y preguntarle en qué parte quiere quedarse y qué es lo que desea hacer. Por supuesto que al no tener la menor pista, el chico no sabrá cuáles son las opciones que se le puedan ofrecer. Jamás ha estado allí, y la ciudad se le presenta como algo demasiado grande y abrumador. Y cuando esto sucede hemos de ser muy, pero que muy cautos; porque al no recibir la menor referencia religiosa se hacen muy vulnerables a la influencia de cualquier tipo de culto o de «fe» que, por supuesto, ningún padre quisiera para su hijo”, afirma claramente la doctora Meeker en el libro citado. c. Los primeros años del bebé son cruciales. Aun antes de saber hablar, aun antes de dirigirse personalmente a Jesús o a la Virgen, por ejemplo, si su padre, si su madre, le toma la mano y le ayuda a Curso: Pautas para la Educación de los hijos /Introducción

Página 10


santiguarse, el gesto, recibido con la carga amorosa de sus padres, tendrá un significado familiar, de confianza. d. Una frase dirigida a un cuadro, a una imagen de la Virgen, a un Crucificado, da lugar a que en el espíritu del niño se vayan estableciendo vínculos con Dios. e. Dios cuenta con los niños. Y no como simples seres humanos en camino de ser hombres, sino en la plena realidad de su ser hombres, siendo niños. f. Para centrar bien lo que podríamos llamar programas de actuación conviene tener presente los tiempos normales de crecimiento intelectual y afectivo del niño. No sería sensato pretender que los niños vivan todas las prácticas de piedad, todas las formas de dirigirse a Dios, de oración, que resultan normales para sus padres. g. En la tarea de introducir a los hijos en la oración es muy oportuno actuar siempre en libertad, con alegría y cariño, mostrando el rostro alegre de Dios. Esto no es compatible con una enseñanza que impone reglas, es dura y muestra un rostro severo de Dios. El verdadero triunfo de la educación de la persona en la fe es lograr que cada uno se mueva libremente desde su propio interior. Esto variará, lógicamente, según la edad de los niños. De más pequeños es normal que se les acompañe, rezando con ellos. El mejor ejemplo es que vean a sus padres rezar con devoción. Esta enseñanza debe ser paciente, con un lenguaje caritativo y amable. Nunca se debe castigar cuando, por ejemplo, no terminan una oración. h. El niño debe aprender de manera natural a vivir con Dios, a dirigirse a Dios con naturalidad, confianza filial y afecto lleno de cariño. Para lograr esto,

definitivamente,

Curso: Pautas para la Educación de los hijos /Introducción

una Página 11


imagen de un Dios duro y castigador no ayuda en nada. i. De manera general, debemos perseguir dos objetivos para educarlos en la fe:  Que amen a Dios libremente, por encima de encima de apetencias o inapetencias temporales o circunstanciales.  No se trata de que los niños aprendan muchas oraciones y vivan muchas prácticas de piedad, sino de que lleguen a adquirir personalmente una cierta intimidad, confianza, amistad con Dios, con Jesucristo. Para finalizar este capítulo – y este curso—reflexionemos en un último mensaje: Dios es el mejor ejemplo que tenemos nosotros los padres de cómo se debe amar a un hijo. Dios es caridad y todo amor. Caridad porque Dios, aunque a veces creemos lo contrario, sólo busca de nosotros que seamos lo mejor posible, ser perfectos dentro de nuestras propias capacidades. No busca un perfeccionismo que más bien nos venden hoy los medios o nos exige la sociedad competitiva. Una perfección superficial que sólo nos agota y no nos trae ninguna satisfacción. No, Dios nos pide ser lo mejor posible sin condiciones ni modelos frívolos que seguir. El único modelo es Jesús. Y lo que debemos enseñarle a nuestros hijos es que debemos hacer nuestro mayor esfuerzo, con conciencia y reflexión. No importa ―ganar‖, importa dar lo mejor en la carrera. Si nos equivocamos, no pasa nada, siempre está el camino ahí para levantarse y seguir. Nadie nos va a juzgar ni a tachar. Si se dan cuenta, es el mismo amor que nosotros sentimos por nuestros hijos. Curso: Pautas para la Educación de los hijos /Introducción

Página 12


Es en nuestro hogar y en el seno de nuestro amor que los hijos crecen siendo amados por lo que son, no por lo que pueden o no pueden hacer. A diferencia de la sociedad que sí los ―ama‖ por lo que tienen no por lo que son. La familia es el lugar en donde uno debe desarrollar la mejor versión de sí mismo, y ese ejemplo de amor y crecimiento viene de este Dios caritativo.

Lectura para profundizar. Revisa el artículo ―Es posible ir a misa con niños‖ encuéntralo en Catholic link http://catholic-link.com/2016/04/23/video-es-posible-ir-misa-ninos-consejosasistir-familia-eucaristia/

Curso: Pautas para la Educación de los hijos /Introducción

Página 13


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.