Capítulo I - inicio de la vida y la anticoncepción

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CAPÍTULO I: INICIO DE LA VIDA Y LA ANTICONCEPCIÓN Objetivos:  Conocer los hechos biológicos básicos en relación al inicio de la vida del ser humano y del embarazo.  Conocer las raíces y el contexto histórico de la anticoncepción y de la mentalidad anticonceptiva, y cómo atentan contra la dignidad del matrimonio.  Conocer información científica básica de los principales los métodos anticonceptivos. A partir de todo lo anterior formarse un juicio ético sobre la anticoncepción.

Introducción Al decir ―inicio de la vida‖ no se pretende plantear un tema filosófico, ni entrar en discusiones sobre cómo definir el término ―vida‖. Nos referimos aquí —porque es la premisa para la discusión ética— al inicio de la vida del ser humano, de cada ser humano, como individuo de nuestra especie. La pregunta ―¿cuándo comienza a existir cada ser humano?‖ —no ―los seres humanos‖, de manera genérica—, es una pregunta que cae estrictamente en el terreno de la biología; más específicamente de la embriología. Revisaremos aquí las bases biológicas del inicio de la vida del ser humano. La anticoncepción es la acción y efecto de impedir la concepción, es decir, que la mujer quede preñada o embarazada, impidiendo que el óvulo (gameto femenino) sea fecundado por el espermatozoide (gameto masculino), lo que de manera natural ocurre dentro del aparato reproductor femenino. En inglés se

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usa el término contraception, cuya traducción al español —contracepción— es usada también como sinónimo de anticoncepción.

1. Embarazo, concepción e inicio de una nueva vida humana 1.1. El embarazo. Es el estado o periodo fisiológico en el que se encuentra la mujer preñada, es decir, la que ha concebido y por lo tanto tiene un embrión o feto vivo que se desarrolla dentro de su cuerpo, normalmente en el tracto genital interno; se inicia en la concepción o fecundación (o fertilización), y termina de modo natural en el parto, y lo caracterizan diferentes signos y síntomas clínicos. De

la

desprenden

definición las

dada

se

siguientes

consecuencias, que son válidas y aplicables para todo embarazo, independientemente

de

las

circunstancias en que haya sido causado o de las circunstancias que lo rodeen: a) Para que haya embarazo son necesarios dos individuos humanos vivos: la mujer madre y el embrión o feto, hijo, dentro del cuerpo de la mujer madre. b) El embrión o feto tiene un rol determinante. Por una parte, la presencia del nuevo ser humano vivo dentro del cuerpo de la mujer marca el inicio del embarazo. Pero además, hay una natural sincronía entre inicio de la existencia del nuevo ser humano e inicio del embarazo en la mujer que lo concibe en su cuerpo. Por lo tanto la presencia del nuevo ser humano dentro del cuerpo de la mujer es condición sine qua non para decir que una mujer está embarazada. O en otras palabras: sin

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embrión o feto vivo dentro de la mujer no hay embarazo; es un absurdo afirmar que una mujer está embarazada y afirmar que lo que se desarrolla dentro de ella no es un ser humano —en estadío de embrión o feto— distinto de ella y que está vivo. 1.2. Concepción e inicio de una nueva vida. Si el embarazo se inicia con la presencia viva de un ―nuevo‖ ser humano dentro de la mujer, la pregunta obligada para saber cuándo se inicia el embarazo es “¿cuándo se inicia la vida de ese nuevo ser humano?” o ―¿cuándo comienza a existir ese ser humano?‖, dado que ello marcará el inicio del embarazo. Es una pregunta de corte científico, no filosófico, cuya respuesta no es un asunto de opinión sino que puede ser determinada de manera precisa por la rama de la biología denominada embriología; y no admite sino una única respuesta válida. Los embriólogos R. O‘Rahilly y F. Muller sostienen que:

“Aunque la vida es un proceso continuo, la fecundación [...] es un hito crítico porque —en circunstancias ordinarias— se forma un organismo humano nuevo genéticamente distinto”1. Cada ser humano, entonces, comienza a existir como un “organismo nuevo” en el momento de la fecundación o concepción (también llamada “fertilización” en la literatura en inglés). Los mismos autores definen fecundación como ―la secuencia de eventos que comienzan cuando el espermatozoide hace contacto con un oocito secundario2 o sus envolturas, y que termina con la entremezcla de los cromosomas materno y paterno en la metafase de la primera división

1 2

Ver: O'Rahilly R., Muller F., Human Embryology & Teratology (3rd ed.)(New York: Wiley-Liss, 2001): p. 8. El ovocito secundario es lo que normalmente llamamos ―óvulo‖.

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mitótica del cigote. El cigote es característico de la última fase de la fecundación [...]. Es un embrión unicelular‖3. La formación del cigoto puede ser tomado como el tiempo cero de la existencia del nuevo individuo y de su desarrollo embrionario4. El genoma del ―nuevo organismo humano‖ se encuentra ya activo desde antes que los cromosomas provenientes de los pronucleos paterno y materno se hayan entremezclado para formar un núcleo único, asumiendo de inmediato el control del desarrollo embrionario apenas las membranas de ambos gametos quedaron fusionadas: el nuevo ser humano dirige su propio desarrollo, no la madre. Así, cuando el embrión es una sola célula, en sus primeras 24 horas de vida, se empieza a establecer cómo ocurrirá su desarrollo sucesivo, y su primera división influye en el destino de cada una de las dos células que se formarán5. Por lo tanto, la primera división del zigoto influye en el destino de cada célula y, en definitiva, de todos los tejidos del cuerpo. El plano del cuerpo del ser humano comienza a establecerse desde el momento de la concepción o fecundación: de qué parte se formará la cabeza y los pies, de qué lado se formará la espalda y de cual el ombligo, se fue definiendo en los minutos o a lo más en las horas siguientes a la unión del espermatozoide con el óvulo. Ello ha llevado a los científicos a afirmar

Ver: O'Rahilly R., Muller F., Human Embryology & Teratology (New York: Wiley-Liss, 1994): p. 19. Ver: Moore K.L., Persaud T.V.N., The Developing Human (Philadelphia: W.B. Saunders Company, 1998): p. 18. Ver también la p.2 de la 7a. edición 2003. 5 De las dos células formadas, una dará origen a la región de la masa celular interna o embrioblasto, de donde derivarán los tejidos del embrión; la otra dará origen al trofoblasto, de donde derivarán los tejidos involucrados en la nutrición del embrión y del feto. 3 4

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que el “destino” de cada ser humano se establece “a partir del día uno” de su vida6. La

fecundación

o

concepción

significa

el inicio de

dos

acontecimientos: a) La vida de un ser humano, y b) El embarazo, en circunstancias naturales7.

Mira el video ―La odisea de la vida‖ y ―La biología del desarrollo prenatal‖

2. Definición de la anticoncepción La anticoncepción es la acción y efecto de impedir la concepción, es decir, que la mujer quede preñada o embarazada, impidiendo que el óvulo (gameto femenino) sea fecundado por el espermatozoide (gameto masculino), lo que de manera natural ocurre dentro del aparato reproductor femenino. En inglés se usa el término contraception, cuya traducción al español —contracepción— es usada también como sinónimo de anticoncepción.

Ver Pearson H., ―Developmental biology: Your destiny, from day one‖ Nature 418: 14-15 (4 July 2002). Y el comentario Dell H., ―Developmental biology: Marked from the Start‖, Nature 445: 157 (11 January 2007). 7 En la fertilización in vitro (FIV), que explicaremos en el capítulo 3, el inicio de la vida del nuevo ser humano no coincide con el inicio del embarazo en la mujer. Ella ya era madre de los embriones obtenidos in vitro (siempre y cuando hayan sido obtenidos con sus óvulos), pero recién inicia el embarazo cuando estos se le trasfieren a la cavidad uterina esperando que se implanten en el endometrio y prosigan su desarrollo. Es un error hacer extensivo esto —que sólo se verifica en la FIV— a todos los embarazos naturales, para afirmar que ―el embarazo se inicia con la implantación del embrión en el endometrio uterino y no con la concepción o fecundación‖. 6

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Raíces y contexto de la anticoncepción Hoy la anticoncepción tiene un lugar ganado. Como tema, es ―políticamente incorrecto‖. En los tiempos actuales es difícil pronunciarse en contra de la anticoncepción porque ella toca puntos como el ejercicio de la libertad en algo tan íntimo como la relación sexual y el tener hijos o no, y la promoción o “empoderamiento” de la mujer. De tal manera que en las últimas décadas, también en algunos ámbitos católicos, no ha existido la suficiente convicción para promover la apertura a acoger la vida y condenar con firmeza la anticoncepción en la práctica pastoral. ¿Pero es verdad que la anticoncepción es una expresión del progreso de la humanidad en el ejercicio de la libertad y en el empoderamiento de la mujer? Para entender esto mejor es necesario ir a las raíces de la anticoncepción.

2.1. Raíces de la anticoncepción. Las raíces de la anticoncepción se remontan a inicios del siglo XIX, cuando Thomas Robert Malthus (1766-1834) plantea su teoría de que la tierra tiene una capacidad limitada para producir los recursos para sostener a una población mundial en crecimiento comparativamente superior. Ello lo llevaba a concluir que para mantener el equilibrio, era necesario controlar

el

crecimiento

de

las

poblaciones8.

8 En 1968 Paul Ehrlich, profesor en la Universidad de Stanford, relanza con mayor impulso en el ámbito académico las teorías malthusianas con su obra ―The population bomb‖, y es así como subsisten hasta nuestros días. Con el paso del tiempo la realidad ha demostrado que todas estas teorías son falsas: ninguna de sus predicciones fatalistas de hambrunas e incremento de la mortalidad poblacional, a causa de la falta de alimentos, se ha verificado en la historia.

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Estas ideas también fueron retomadas vigorosamente por Margaret Sanger (1883-1966), fundadora de la Liga Americana para el Control de la Natalidad, asociación que al juntarse con otros grupos afines se convertiría en la Planned Parenthood Federation of America (PPFA), hoy difundida a nivel global como la International Planned Parenthood Federation (IPPF), una de las principales organizaciones promotoras del aborto (además de la anticoncepción y la esterilización) a nivel mundial.

La Sanger —aunque hoy la propaganda sigue presentándola positivamente como promotora de los derechos de la mujer y fundadora del movimiento feminista— fue ante todo una firme partidaria del eugenismo9 y del racismo, e impulsó vigorosamente el control de la natalidad como medio para alcanzar sus fines. Para ello fundó organizaciones como la ya mencionada

Liga

y

la

PPFA,

y

publicaciones como la Birth Control Review, para promover y difundir estas ideas. Fue miembro de la American Eugenics Society y promovió el intercambio de experiencias y conocimientos con científicos alemanes del Tercer Reich, que además publicaron artículos en el Birth Control Review y visitaron la Liga para exponer sus ideas. Además los argumentos científicos que la Sanger esgrimía sirvieron para justificar los planes de limpieza étnica emprendidos por Adolfo Hitler durante la Alemania nazi.

Eugenesia significa etimológicamente ―buen nacimiento‖. El término lo acuña Francis Galton, que sostiene que el objetivo del eugenismo es ―el mejoramiento de la raza humana‖ entendido en términos biologistas como ―que los más aptos tenga más hijos y los menos aptos, menos‖. Para ello, como explicamos, se recurre al control selectivo de los nacimientos en la raza humana, pero también a la manipulación genética. 9

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Al final de la Segunda Guerra Mundial la Sanger trató de desaparecer su relación con el eugenismo y el nazismo, afirmando que la eugenesia no podía ser impuesta por el Estado; y a su vez dio un giro para enfatizar que el control natal era un asunto femenino, un “derecho de la mujer”, lo que era un discurso mucho más políticamente correcto y aceptable sin ser criticado.

El primer medio para control de la natalidad que se instauró y difundió fue la esterilización selectiva, que se llegó a legalizar en varios Estados de la Unión y que en casos se llegó a practicar de manera obligatoria. Pero más adelante Sanger apoya decididamente

los

estudios

de

Gregory Pincus que terminan con el descubrimiento y aprobación de la píldora anticonceptiva para uso humano en 1960, que entonces pasa a ser el principal medio para fomentar el control de la natalidad, más en sintonía con el nuevo vínculo que se quería promover: ―control natal – derecho de la mujer‖. El otro recurso controlista que Sanger y sus partidarios vislumbraron rápidamente fue el aborto. Por ejemplo, en 1969, Alan Guttmacher como presidente de IPPF dijo: ―Quisiera dar la máxima oportunidad en los próximos 10 a 12 años al control poblacional voluntario que estamos promoviendo. Luego, si esto no resulta, tendríamos que pasar a algún tipo de coerción, no en todo el mundo, sino posiblemente en lugares tales

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como India, Pakistán e Indonesia, donde las presiones son mayores… No hay duda de que las tasas de natalidad pueden ser reducidas en todo el mundo si se introduce el aborto legal…‖10. Muchos —quizá hasta las mismas ―feministas‖ y seguramente los libres partidarios de la anticoncepción ―pero no del aborto‖— ignoran hoy que la filosofía que dio origen y que está aún detrás de la anticoncepción no tiene tanto que ver con la “libertad” o “los derechos” o la salud de la mujer, sino con ideas eugenésicas y racistas. Muchos de los que abogaron por la eugenesia desde inicios del siglo pasado hasta los años setenta son los mismos que hoy en día promueven el aborto así como la anticoncepción esgrimiendo argumentos ―socio-económicos‖ relacionados a la mujer. El control de la natalidad que antes era un medio respecto a los intereses de sus primeros impulsores, hoy también se ha convertido en un fin en sí mismo, aunque —podríamos decir— que no ha perdido las raíces eugenésicas y racistas, que hasta hoy subsisten.

Mira el video ―Somos demasiado personas en el mundo‖, producido por National Geographic.

2.2. Del “control de la natalidad” a los “derechos sexuales y reproductivos”. Desde inicios de la década de los sesentas del siglo pasado —en buena parte por el lobby realizado por Sanger y las organizaciones partidarias del eugenismo y el racismo— la idea del “control de la natalidad” es asumida primeramente como política en Alan F. Guttmacher, Family Planning: The need and the Methods. The American Journal of Nursing 1969, 69: 1229-34. 10

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varios estados de los EEUU —sobre todo en los del sur, aplicándose mayormente sobre la población negra y los ―menos aptos‖—, y luego, bajo el liderazgo de este país, como política internacional por las principales potencias del planeta, en coordinación con el Banco Mundial, como una acción necesaria para el equilibrio global; fundaciones como la Rockefeller, la Ford y la misma IPPF, entre otras, se encargaron del financiamiento de las acciones a nivel internacional. Los países desarrollados veían como una amenaza el desarrollo demográfico en acto y temían —entonces como ahora— que los pueblos más prolíficos y más pobres representen una amenaza para el bienestar y la tranquilidad de sus países11. Para lograr mayor aceptación se cambia la expresión ―control de la natalidad‖ —de innegable connotación de dominio o de atentado contra la libertad— por la más amigable “planificación familiar”, que tomó auge desde finales de los años sesenta hasta mediados de los noventas, cuando las políticas controlistas son asumidas por la ONU, especialmente a través de agencias como la OMS y la UNFPA y se adopta el nombre de “Salud Sexual y Reproductiva; este cambio de nombre también responde al deseo de lograr una presentación más encubierta —y por lo tanto una aceptación más fácil y acrítica— de la anticoncepción, el aborto y la esterilización, por parte de las personas y las familias. Sobre la salud sexual y reproductiva vale la pena señalar algunas cosas.

2.3. La Salud Sexual y Reproductiva. Se origina como concepto en los años sesentas, pero toman un fuerte impulso a partir de grandes conferencias organizadas por la ONU: la Conferencia Internacional sobre la

El planteamiento correcto debería ser ―incrementar el pan y no reducir el número de comensales‖. Ver Pablo VI, Discurso ante la ONU (04.10.1964). 11

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Población y Desarrollo (El Cairo, 1994) y la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer (Beijín, 1995)12.

La salud sexual y reproductiva se propone buscar el bienestar de salud de la mujer mediante la reducción del número de embarazos que llevar a término: la misma idea controlista de siempre, pero ―maquillada‖ tras la máscara del “Bienestar de la mujer”.

La afirmación implícita que ha logrado imponerse es: “a mayor número de hijos, menor bienestar para la mujer y la familia, y viceversa”, que se apoya en esta otra: “a mayor número de población, menor desarrollo económico para el país, y viceversa”.

La ―reducción del número de embarazos que llevar a término‖ ciertamente implica evitar los embarazos no deseados o no deseables, y para lograrlo la ideología de salud sexual y reproductiva plantea diferentes medios: a) El aumento y difusión de los métodos anticonceptivos, incluso extendiendo su uso desde la adolescencia, con lo cual se da una evidente legitimación al ejercicio precoz de la actividad sexual. Dentro de la anticoncepción se incluye el uso de la píldora del día siguiente. b) El recurso a la esterilización. En la Conferencia de El Cairo se definió la Salud Sexual y Reproductiva como ―un estado general de bienestar físico, mental y social, y no de mera ausencia de enfermedades o dolencias, en todos los aspectos relacionados con el sistema reproductivo y sus funciones y procesos. Entraña la capacidad de disfrutar de una vida sexual satisfactoria y sin riesgos y de procrear, y la libertad para decidir hacerlo o no hacerlo, cuándo y con qué frecuencia. En esta última condición está implícito el derecho de los hombres y de las mujeres a ser informados y a tener acceso a métodos de planificación familiar seguros, eficaces, disponibles y aceptables según su elección, así como otros métodos para la regulación de la fertilidad que no sean contrarios a la ley [...]‖. El ambiguo concepto implica por una parte el buen funcionamiento del aparato reproductor, pero también el libre acceso a anticonceptivos y al aborto en establecimientos de salud. Ver: Naciones Unidas, documento A/CONF.171/13: Informe de la CIPD, párrafo 7.2. 12

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c) El acceso libre al aborto ―seguro‖ —es decir, ofrecido por el Estado en un medio hospitalario, practicado por un profesional de la salud— como parte de los ―servicios‖ de salud reproductiva para la mujer; y dentro del aborto ―seguro‖, el aborto terapéutico.

Al evidenciar los medios que se propone para alcanzar el bienestar de la mujer se distingue claramente la ideología de control de la natalidad que está detrás.

2.4. Los Derechos Sexuales y Reproductivos. El planteamiento de la salud sexual y reproductiva como ―necesidad‖ para la mujer en las conferencias de la ONU de los años noventa anteriormente citadas, llevó como consecuencia casi lógica a proclamar la existencia de los derechos sexuales y reproductivos, entrando así a un terreno más claramente legislativo y político. A juicio de los mismos analistas pro-legalización a favor del aborto, los

derechos

sexuales

y

reproductivos aparecieron con un doble rol: a) Como interpretación teórica de las necesidades de la mujer: es decir, las variadas necesidades de salud de las mujeres terminan entendiéndose en clave de ―salud sexual y reproductiva‖, y

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b) Como eje articulador de las demandas: por ejemplo, los programas de planificación familiar ahora son parte de los derechos sexuales y reproductivos.

Para

sus

promotores,

hablar

de

“Derechos

Sexuales

y

Reproductivos” tiene como ventajas: a) Encuentra menor oposición entre la población. Se trata de un discurso que ―se vende‖ mejor, es decir es más fácilmente aceptable y tiene mejores posibilidades de lograr la adhesión de quien lo escucha b) Desalienta más fácilmente los intentos de oposición, o permite un rechazo más agresivo de quienes se le opongan. Porque toda oposición a alguno de los medios como la anticoncepción, la píldora del día siguiente e incluso el aborto, pasaría a ser calificada como ―un atentado a la libertad y los derechos de la mujer‖.

Los derechos sexuales y reproductivos son pues el “nuevo discurso” de los promotores de la ideología del control poblacional que tiene raíces en el racismo y el eugenismo, y que se vale de los medios ya citados de la anticoncepción, la esterilización y el aborto para lograr sus fines.

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3. La mentalidad anticonceptiva, o “cuanto menos hijos es mejor” Históricamente se ha observado que en los lugares donde se ha aceptado la anticoncepción, se ha terminado aceptando y legalizando el aborto; en otras palabras, la anticoncepción funciona como heraldo del aborto; se ha observado también que donde aumenta el recurso a la anticoncepción, aumenta la tasa de abortos.

Ello es muy comprensible, porque la anticoncepción y el aborto tienen un tronco común: la visión despersonalizada y utilitarista de la sexualidad y de la procreación, que se basa, a su vez, en una concepción reductiva y parcial del hombre y de su libertad. Se quiere tener un dominio completo del hombre y de la procreación, rechazando de plano la posibilidad de un hijo “no esperado” que se hace, así, sinónimo de “no deseado”. Entonces se entiende cómo la anticoncepción conduce necesariamente al aborto como ―solución alternativa‖, al que habría que sumar la esterilización. No se puede estar de parte de la anticoncepción sin implícitamente respaldar la intención que está detrás y —por ende— sin estar implícitamente a favor —al mismo tiempo— del aborto, aunque sea ―sólo en ciertos casos excepcionales‖.

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Todas estas son expresiones de la misma mentalidad anticonceptiva13. Porque el objetivo primordial es el control de la natalidad, que no nazcan más bebés; y es válida cualquier circunstancia, razón o excusa

para

justificar

los

medios

propuestos para alcanzar el objetivo.

Es de capital importancia entender que anticoncepciónaborto-esterilización

son

expresiones

de

una

misma

mentalidad anticonceptiva, y que cuando tomamos la parte nos llevamos el todo. La mentalidad anticonceptiva parece haberse impuesto. Hoy es difícil que un matrimonio, o quienes están llamados a la vocación al matrimonio, no se sienta influenciado o al menos presionado por el medio familiar, laboral o social, para creer que el embarazo y la procreación son, al menos en cierto sentido, “males” de los que “hay que cuidarse” 14 porque —al menos, ―en exceso‖— entrañarían una amenaza para la salud de la mujer, para el bienestar económico de los esposos y de la familia, y hasta para los intereses del país. Casi podría decirse que es mal visto socialmente —catalogado de ―irresponsable‖, o en el mejor de los casos ―audaz‖— el que un matrimonio tenga más de dos hijos. Es muy difundida la creencia de que ―es mejor tener el mínimo posible de hijos‖; cada vez son más escasos los recién casados abiertos a la posibilidad de tener más de dos hijos, y las familias que de hecho los tiene. Ver al respecto el n.13 de Evangelium vitae, donde se hace una explicación clara del vínculo que existe entre anticoncepción y aborto, como plantas de una misma raíz, de una misma mentalidad. 14 En el lenguaje corriente la pregunta ―¿con qué te cuidas?‖ hace referencia al método anticonceptivo que una mujer usa para no salir embarazada. Es un ejemplo patente de que la mentalidad anticonceptiva se ha impuesto. 13

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No puede dejar de percibirse en ello, a escala familiar, la actitud egoísta —y por lo tanto contraria al amor— que animaba a los primeros controlistas, a escala mundial: ―es preferible que existan menos seres humanos, para que nosotros podamos gozar de más bienestar y comodidad‖. La procreación — el hijo— ha dejado de ser una bendición para convertirse en una amenaza. Por su parte, los Estados promueven políticas que buscan masivamente difundir y respaldar la mentalidad anticonceptiva, incluso con medios extremos como las esterilizaciones o el aborto.

4. ¿Es verdad que “es mejor tener menos hijos”? La mentalidad anticonceptiva viene imponiendo la tesis que es mejor para una nación y para las mismas familias el tener pocos hijos. ¿Es esto verdad? Falacia del desarrollo de los pueblos

Mentalidad Anticonceptiva

Falacia del bienestar familiar

Daño al amor matrimonial

4.1. La falacia del desarrollo de los pueblos. A la luz de la experiencia de los países industrializados —que surgieron de la miseria gracias al número

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y el empuje laboral de sus habitantes— la historia nos enseña que no es correcto considerar el aumento de población como la primera causa del subdesarrollo, sino que —por el contrario— la procreación responsable contribuye decidida y efectivamente al desarrollo humano integral15. Curiosamente

esos

mismos

países

viven

ahora

momentos

de

incertidumbre debido al bajo índice de natalidad que registran, como es el caso europeo. Por lo tanto, es falsa la afirmación: “a más población más pobreza”.

4.2. La falacia del bienestar familiar. La falta de sentido crítico no permite que nos demos cuenta que la mentalidad anticonceptiva constituye una agresión a nuestra propia felicidad y realización, como personas y como esposos y familia. Porque lo propio del amor es la fecundidad: la familia, fundada sobre el matrimonio entre un hombre y una mujer en un consorcio para toda la vida, se ordena por su misma índole natural al bien de los cónyuges y a la generación y educación de los hijos16. La intención a priori de no tener hijos o tener pocos hijos mutila el despliegue del amor auténtico, y de esa manera atenta contra la naturaleza humana y la felicidad de los esposos y el bien del matrimonio. Cuando desde la mentalidad antinatalista se afirma que ―la anticoncepción favorece el bienestar familiar‖, se está hablando desde una perspectiva reductiva — económica y materialista—, que evidentemente no tiene en cuenta toda la riqueza de la experiencia humana.

4.3. El daño al amor matrimonial. La anticoncepción causa un daño a la expresión del amor en la relación sexual como acto propio de los esposos. Es importante entender lo nocivo de la mentalidad anticonceptiva desde la Ver: Benedicto XVI, Caritas in veritate, 44. Ver: Benedicto XVI, Carta al cardenal presidente del Consejo Pontificio para la Familia convocando el V Encuentro Mundial de las Familias, 17 de mayo de 2005. 15 16

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perspectiva del amor conyugal y sus características y sus dimensiones. Es lo propio del amor conyugal el ser total, fiel y exclusivo; estas características brotan de la misma naturaleza humana. Es un anhelo propio del corazón humano el experimentarse amado y amando, en una entrega sin reserva alguna, para siempre; y reservar la expresión de ese amor a la persona amada, de manera recíproca: ―yo sólo para ti, tú sólo para mí‖. La anticoncepción priva el amor conyugal de la totalidad de la entrega y de la acogida; es como si el cónyuge afirmara: ―me entrego a ti, pero me reservo mi fertilidad‖ o ―te recibo a ti, pero no quiero tu fertilidad‖. Allí se ve el egoísmo, contrario al amor, como motivación interna de la anticoncepción. De ese modo, al dañarse la expresión del amor conyugal en la relación sexual, se afecta en sí misma la dimensión unitiva de dicha relación sexual. Es necesario entender que con el uso de anticonceptivos no sólo se cancela la dimensión procreadora de la relación sexual entre los esposos, sino que se afecta también la unitiva. Ciertamente, el privar intencionalmente de la fertilidad a la unión esponsal cancelando —mediante el uso de anticonceptivos— la posibilidad de procrear, con la intención de mutilar el amor de su característica natural de fructificar y estar abierto a la vida 17. El daño a ambas dimensiones de la unión conyugal que causan los anticonceptivos, va minando silenciosamente el matrimonio y — consecuentemente— la familia, exponiéndolos a graves riesgos, como son por ejemplo el adulterio y el divorcio, cuyo incremento —desde que se inició el uso masivo de anticonceptivos en los años sesentas— ha confirmado las advertencias expresadas por Pablo VI en la Humanae

Esto no ocurre con los métodos naturales de regulación de la natalidad, en los que la fertilidad nunca viene cancelada sino que —en respeto de los ritmos naturales— los esposos recurren a los periodos no fértiles en la mujer para tener relaciones sexuales con la intención de espaciar los embarazos. Vale la pena señalar que los esposos pueden espaciar los embarazos sólo por razones graves, pudiendo incluso espaciarlos por tiempo indeterminado, quedando bajo su responsabilidad el número de hijos que han de concebir. 17

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vitae. En efecto, el Papa advirtió en la encíclica sobre cuatro riesgos que se correrían si se cedía a la mentalidad anticonceptiva18: a) Se abriría un camino fácil y amplio a la infidelidad conyugal, es decir, al adulterio. b) La degradación general de la moralidad. c) El hombre perdería el respeto a la mujer, considerándola como objeto, sin preocuparse de su equilibrio físico y psicológico d) Se pondría un arma peligrosa en las manos de las autoridades públicas despreocupadas de las exigencias morales. Cada una de estas, lamentablemente, se ha cumplido.

5. Los anticonceptivos Pasamos a hablar específicamente de los anticonceptivos. El mercado actualmente ofrece una amplia gama; nosotros los trataremos como subgrupos, haciendo comentarios particulares para alguno de ellos cuando sea necesario. 5.1. Distinguimos los anticonceptivos propiamente dichos, de los interceptores y de los medios anti-embarazo a) Los interceptores impiden la implantación del embrión en la cavidad uterina: los dispositivos intrauterinos (DIUs), como el espiral y la T de cobre; la Píldora del Día Siguiente (PDS); los progestínicos

Humanae vitae, 17. Ver también: M.A. Fuentes, Las profecías de la Humanae vitae. En: http://es.catholic.net/sexualidadybioetica/285/1360/articulo.php?id=43614 18

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administrados por vía intramuscular (―ampolla de 3 meses‖) o por vía subcutánea (―Norplant‖®). b) Los anti-embarazo provocan el desprendimiento del embrión ya anidado

en

el

endometrio

uterino:

RU486

o

mifepristona,

prostaglandinas y los antimetabolitos como el metrotexate.

Aunque de manera genérica ambos son considerados dentro del grupo “anticonceptivos” (p.e.: los DIUs), o como “anticoncepción de emergencia” (p.e.: la PDS y también la T de cobre), el mecanismo de acción mediante el cual operan ocasiona propiamente un aborto. Estos métodos son el ejemplo palpable de la ―continuidad‖ entre la anticoncepción y el aborto, como expresiones de la misma mentalidad anticonceptiva que tiene como objetivo que no se procreen más seres humanos. Los veremos al final. 5.2. Generalidades sobre el mecanismo de acción y la eficacia de los anticonceptivos. El efecto anticonceptivo se puede lograr: a) Bloqueando la liberación del óvulo por parte del ovario; por ejemplo: la píldora estroprogestínica, b) Impidiendo el encuentro del espermatozoide con el óvulo en el acto sexual; como por ejemplo: el preservativo, el diafrágma, los espermicidas. La eficacia de un anticonceptivo se evalúa según el Índice de Pearl (IP), que indica el número de embarazos ocurridos en 100 mujeres que usan un determinado método anticonceptivo durante 12 meses. A menor IP,

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mayor eficacia del anticonceptivo para evitar el embarazo; se expresa en porcentaje.

5.3. Anticonceptivos de barrera. El preservativo es un saco de látex con el que se recubre el pene completamente durante el coito, impidiendo de esta manera que el semen sea depositado en la vagina. El IP está entre 7 y 10 por 100. Es accesible, su costo barato, se obtiene sin receta médica y protege parcialmente contra infecciones de transmisión sexual (ITS) 19. El diafragma es un disco de látex con bordes rígidos y flexibles que se introduce en la vagina; semejantes a este son las llamadas copas cervicales de goma, plástico rígido o metal que se colocan en el cuello uterino. Su IP está entre 14 y 15 por 100. Aparte de ciertos inconvenientes para la salud, que son menores (posibles irritaciones vaginales, alergia al látex), de hecho con estos métodos se altera la dimensión físicamente unitiva de la pareja (no en vano el método es conocido como ―de barrera‖), lo cual repercutirá en las otras dimensiones humanas —psicológica y espiritual— de la relación, deteriorando a la larga e inevitablemente la armonía del acto propio de los esposos y de la vida conyugal.

Los esfuerzos para promover el uso del preservativo fallan constantemente como control de las ITS, incluso en países con programas avanzados de ―educación sexual‖. El uso constante del preservativo reduce sustancialmente, pero no elimina por completo el riesgo de infección de VIH: falla el 20% de las veces. 19

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5.4. Anticonceptivos hormonales. La píldora estroprogestínica. Este anticonceptivo está compuesto por 2 hormonas, un estrógeno y un progestágeno. Logra su efecto: a) Inhibiendo la liberación del óvulo actuando a nivel del cerebro (inhibición del sistema hipotálamo-hipofisis). b) Alterando la composición del moco cervical, haciéndolo desfavorable al paso de los espermatozoides que luego del coito irán en busca del óvulo. c) Modificando la motilidad de las trompas, impidiendo así el paso de los espermatozoides en su carrera por alcanzar al óvulo; y —si eventualmente llegó a darse la fecundación—, dificulta el descenso del embrión a la cavidad uterina. d) Alterando el endometrio uterino, pudiendo así impedir la implantación del embrión si es que eventualmente un óvulo llega a ser fecundado. Los efectos c) y d), al actuar luego de la fecundación son abortivos y no anticonceptivos. Prescindiendo

de

los

efectos

anticonceptivos, se ha estimado que con la píldora estroprogestínica existe la posibilidad de que ocurra 1 aborto por cada 10 años de uso; o, lo que es equivalente, 1 aborto por cada 10 mujeres que usan la píldora durante 1 año.

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Mencionamos algunos riesgos del uso de la píldora estroprogestínica: a) De 3 a 6 veces más riesgo de trombosis venosa profunda, de embolia pulmonar y cerebral (―derrame cerebral‖) respecto a una no usuaria del método. b) Riesgo incrementado de cáncer de cuello uterino, de hígado y de mama20. c) Bloqueo total de la función hipotalámica, con el consecuente bloqueo por tiempo indefinido de la ovulación —lo cual significa no poder tener hijos ―por tiempo indefinido‖—, incluso luego de suspender el tratamiento. d) Accidentes cardiovasculares como el infarto. e) Patologías arteriales, como aterosclerosis.

5.5. Espermicidas, esponjas y lavados vaginales. En general tienen una acción anticonceptiva despreciable, dado que se calcula que luego de una eyaculación durante el acto sexual los espermatozoides son depositados sobre el orificio del cuello uterino y se calcula que son capaces de alcanzar el moco cervical en 90 segundos. Los espermicidas buscan actuar desactivando los espermatozoides y también como barrera física. La sustancia más usada es el nonoxylol-9. Las esponjas son dispositivos de poliuretano embebidos en espermicida y se colocan profundamente en la vagina; aún absorbiendo toda la eyaculación su efecto anticonceptivo es escaso. Los lavados vaginales son aún menos efectivos, y a la vez más peligrosos por hacerse no pocas veces con las Ver: IARC, Monographs programme finds combined estrogen-progestogen contraceptives and menopausal therapy are carcinogenic to humans: http://www.iarc.fr/en/media-centre/pr/2005/pr167.html. La IARC es una agencia especializada de la Organización Mundial de la Salud para la investigación en cáncer. 20

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sustancias insólitas (p.e. mezclas caseras) que pueden dañar físicamente a la mujer.

5.6. Interceptores. Pueden ser: a) Hormonales: minipíldora, PDS, progestágenos de depósito (―depot‖) vía intramuscular o como implantes subdérmicos (Norplant ); ó b) Mecánicos (DIUs): la espiral o la ―T‖. Veremos brevemente cada uno. La minipíldora contiene sólo progestágenos en mínima cantidad y se administra diariamente. Tiene tres efectos: a) Bloqueo de la ovulación, 30-40% de las veces. b) Modifica el moco cervical haciéndolo impenetrable a los espermatozoides. c) Altera el endometrio uterino impidiendo así que, si eventualmente hubo concepción, el embrión pueda implantarse, lo cual es un efecto abortivo. Se ha calculado que si una mujer toma la minipíldora tendrá 1 aborto en 5 años de uso. En general es poco utilizada por sus efectos colaterales muy molestos, entre ellos sangrados uterinos irregulares. El IP es de 1 a 6 por 100.

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Los preparados de depósito, intramusculares o subdérmicos, son a base de progestágenos solos, y van liberando esta sustancia de manera continua y en muy poca cantidad. Pasa muy poca hormona al torrente sanguíneo por lo que el bloqueo de la ovulación es bastante menor y por lo tanto la sustancia actúa más mediante los otros dos efectos: alterando la permeabilidad mucosa y alterando el endometrio. El IP es de 0 a 2 por 100. La PDS, a base del sustancias hormonales a dosis altas, fue creada para ser usada luego del coito —de allí su denominación de ―de emergencia‖, porque el coito potencialmente fecundante ya ocurrió—, no cuenta en la práctica con el efecto alterador del moco cervical, dado que éste demora en promedio 9h para verificarse, luego de la toma de la pastilla. De los otros dos efectos, la inhibición de la ovulación no llega a explicar toda la eficacia de la PDS para evitar un embarazo; con lo cual efecto alterador del endometrio adquiere un protagonismo bastante mayor respecto a los anticonceptivos regulares. Contrariamente a lo que se suele informar, hasta hoy los estudios científicos no han podido descartar el efecto abortivo de la PDS. Las sustancias que se pueden usar como PDS son: a) Estrógenos y progestágenos combinados —conocido como ―método de Yuzpe‖—, cada vez menos usados. b) Progestágenos solos, como el levonorgestrel (LNG), de mayor uso y difusión21.

En el Perú, según las Guías de Salud Sexual y Reproductiva del Ministerio de Salud (2004), sólo se incluyen dentro de la ―Anticoncepción Oral de Emergencia‖ a los dos primeros tipos. Por lo general cuando se habla de PDS se hace referencia al levonorgestrel (LNG), en torno a la cual ha girado todo el debate público de los últimos años respecto al efecto abortivo, para introducirla legalmente en los países. A la fecha, a pesar de lo que sostienen sus promotores, ningún estudio científico ha demostrado que la PDS a base de LNG no altere el endometrio y exista la seguridad de que no se causará un aborto. 21

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c) Antiprogestínicos, de indudable efecto abortivo, como el RU486 o mifepristona, o el ulipristal, de reciente ingreso en el mercado22.

Vale la pena mencionar que la T de cobre

también

es

considerada

―Anticoncepción

de

emergencia‖,

cuando

—como

veremos

a

continuación— actúa mediante un mecanismo abortivo.

Los DIUs son estructuras de plástico u otro material, de diferentes formas, a las que se les agrega o no alguna otra sustancia química y que se introducen en la cavidad uterina a través del cuello, donde puede permanecer por varios meses o años. Las formas clásicas son la “espiral” —a la que no se le suele agregar ninguna otra sustancia— y la “T” —a la que se le agrega normalmente cobre—, que es de uso más corriente. Actúan principalmente generando una reacción inflamatoria denominada ―a cuerpo extraño‖ dentro de la cavidad, que se hace crónica y que altera el endometrio, interfiriendo de esta manera con la implantación del embrión, lo que es un aborto. No inhiben la ovulación, por lo cual la concepción siempre puede ocurrir y el efecto abortivo es predominante. Últimamente a la ―T‖ se le ha agregado el progestágeno LNG (p.e. Myrena ), y el método ha pasado a llamarse ―endocepción‖; con esto muy poca hormona pasa a la circulación sistémica, pero sí queda en concentraciones altas dentro de la cavidad uterina logrando efectos hormonales locales. Por ello sus efectos son: La mifepristona, fue creada a propósito como abortivo y así se dio a conocer; por eso encontró muchas resistencias por parte de las potenciales usuarias cuando fue propuesta como ―anticoncepción de emergencia‖. A fines del 2009 se ha lanzado en Europa el ulipristal, anti-progestínico ―de segunda generación‖ se afirma que no es interceptor ni anti-embarazo, sino sólo ―anticonceptivo‖, sin que se haya descartado aún su efecto alterador del endometrio. Sería la única AOE que puede ser indicada ―hasta 5 días después de la relación sexual ‗no protegida‘‖. 22

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a) No impide la ovulación, que por lo general sigue ocurriendo. b) Tiene menos efectos secundarios hormona-dependientes. c) Altera el moco cervical, dificultando el paso de los espermatozoides por el cervix uterino. d) Inhibe la proliferación del endometrio, lo cual lo hace inhóspito para la implantación de un embrión. En general los DIUs incrementan el riesgo de enfermedad pélvica inflamatoria, así como el de embarazo ectópico; a esto se le deben sumar los efectos debidos al progestágeno, cuando este se agrega al DIU. El IP de la endocepción es prácticamente 0 por 100, por lo que sus promotores la comparan a la esterilización23. 5.7. Sustancias anti-embarazo. La mifepristona es la sustancia tipo, conocida también como RU486. Su acción consiste en bloquear los receptores de progesterona a nivel del endometrio uterino, con lo cual impide que la hormona cumpla su acción de mantener el embarazo y llevarlo adelante. Ello lleva a la muerte del embrión implantado en el endometrio, a su separación de dicha capa uterina y a su consecuente expulsión. El efecto antiprogestínico se verifica mejor cuando los niveles de progesterona en el organismo de la mujer son bajos, por lo cual se suele usar en las primeras semanas de gestación. Además, se le suele asociar a prostaglandinas para potenciar su acción abortiva.

Para mayores detalles ver C.A. Gómez Fajardo, El dispositivo intrauterino y la diseminación de la mentalidad abortista: algunas consideraciones. En: http://aquichan.unisabana.edu.co/index.php/personaybioetica/article/viewArticle/846/2028 23

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Es evidente que los anticonceptivos hormonales así como los interceptores y las sustancias anti-embarazo acarrean efectos negativos nada despreciables sobre la mujer. Cabría preguntarse ¿Qué esposo en su sano juicio podría permitir que su esposa use estos métodos sólo para poder tener relaciones sexuales “protegidas” del riesgo de procrear?

Mira el video ―Efectos de la píldora anticonceptiva‖ y ―Plan B de la anticoncepción.‖

6. Algunas ideas como conclusión Los anticonceptivos son expresión de una mentalidad controlista antihumana que sustenta también al aborto y a la esterilización. Son males intrínsecos que no pueden ser convertidos en éticamente lícitos por ninguna circunstancia. No se puede estar a favor de la anticoncepción sin implícitamente respaldar el aborto o la esterilización. La anticoncepción atenta contra la dignidad del matrimonio y la unión esponsal, y lesiona inevitablemente el amor conyugal, deteriorándolo progresivamente. Debemos esforzarnos por ver lo que verdaderamente son los anticonceptivos tras la fachada de “salud sexual y reproductiva” que hoy presentan. La mujer usuaria de anticonceptivos llega sola a la consulta médica donde le dan los anticonceptivos, sufre en su cuerpo los riesgos de su uso, y asume sola la responsabilidad de la eventual falla del método: ¿puede afirmarse entonces que representan un ―derecho‖ de la mujer‖? Con sinceridad hay que reconocer que las profecías de la Humanae vitae se han cumplido en nuestros tiempos.

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A los esposos les toca dar una respuesta testimonial con la propia vida en el ámbito de la sexualidad y castidad conyugal y la procreación; es una tarea que no puede ser asumida sino por ellos. Si fallan las repercusiones no dejarán de notarse en la crisis del mundo; si por el contrario se mantienen constantes y fieles en su esfuerzo, contribuirán de manera silenciosa a la construcción de una cultura de vida. Esquema general de los anticonceptivos 1

De barrera

Preservativo (condón) Diafragma

2

Hormonales

3

Espermicidas/esponjas

4

Interceptores

Píldora estroprogestínica

Hormonales

Mini-píldora ―Depot‖ PDS

Mecánicos: DIUs

Espiral T-Cu T-Cu+LNG

5

Sustancias

Mifepristona (RU486)

anti-embarazo

Ulipristal

Sin efecto abortivo

Con efecto abortivo

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Lectura para profundizar. - Revisa la Carta Encíclica Humanae Vitae (1968) de Pablo VI (nn. 1-18). - Revisa la Carta de los Agentes Sanitarios (1995) del Pontificio Consejo para la Pastoral de los Agentes Sanitarios (nn. 15-20). - Revisa la Reserva de la Santa Sede al Documento Final de la Conferencia de El Cairo sobre Población y Desarrollo (5-13 de septiembre de 1994).

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