CUADERNO DE TRABAJO No. 6 - Lenguaje y habla popular en el pueblo Cruceño-Camba

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CUADERNO DE TRABAJO No. 6

LENGUAJE Y HABLA POPULAR EN EL PUEBLO CRUCEÑO-CAMBA

Gustavo Pinto Mosqueira Lic. En Filosofía, UCB -Bolivia. Master en Ciencias Sociales, ILADES-Santiago de Chile – Pontificia Universidad Gregoriana Católica de Roma. Diplomado en Educación Superior de la Universidad Nur, Santa Cruz de la Sierra. Investigador en el área social y humanística. Docente universitario.

Santa Cruz de la Sierra, agosto de 2011

Nota: Este texto fue escrito para dar una conferencia en el marco del Simposio “Pensar Santa Cruz II”, organizado por el Instituto de Relaciones Internacionales y el Comité Cívico Femenino Pro Santa Cruz, realizado el año 2011. Para su lectura y discusión lo ponemos en forma virtual al alcance de los interesados en el tema del habla popular de los cambas; habla que no se circunscribe sólo a Santa Cruz sino a todo el Oriente boliviano, esto es, a los cambas en general de Santa Cruz, Beni y Pando. Este trabajo vendría a constituirse en el Cuaderno de Trabajo No. 6. También lo ponemos a disposición en forma física en esta serie de Cuadernos de Trabajo.

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1. Los cruceños o cambas son un pueblo con una cultura Primero, tratemos de responder a esta cuestión: ¿Los cruceños o cambas son un pueblo con una cultura propia? En otras palabras: ¿Es posible aplicar la categoría sociopolítica o antropológica de “pueblo” a los cruceños o cambas en general? Algunos conceptos del término “pueblo” permiten contestar a dichos interrogantes. En efecto, con un enfoque más sociopolítico, Habermas sostiene que para que exista un “pueblo” se requiere el momento ético expresado en la “unidad fraterna”; esa unidad debe estar basada en la decisión libre de sus miembros; se necesita también el momento de “comunidad” –conformada pre políticamente o, al menos, de forma imaginada – de una forma de “vida cultural compartida” (que puede ser, por ejemplo, unas costumbres comunes, el mismo tipo de arte como la poesía, la novela, la lengua y el habla, etc.); así como una “conciencia de pertenencia común” que haga posible que aquellos “asociados y unidos libres” se identifiquen entre ellos como ciudadanos, esto es, como iguales (Habermas 2000: 32-33). Por su parte, desde una perspectiva más antropológica, Obieta Chalbaud (1985: 47), define el término “pueblo” como “todo grupo étnico, dotado por consiguiente de elementos objetivos y subjetivos, que posee un territorio determinado en el que vive la mayoría de sus miembros. El concepto de pueblo añade, pues, al de grupo étnico puro la posesión de un territorio propio”. Ambas concepciones de “pueblo” pueden ser complementadas con otras. Así, si antes el término genérico de “pueblo” se lo usaba para referirse indistintamente a una “nación” o “etnia”, a partir de la carta de la Naciones Unidas de 1948, el vocablo aparece ligado al derecho de autodeterminación. Después de esa carta, se interpreta que para que un grupo o colectivo humano sea considerado “pueblo” tiene que poseer “una identidad evidente y características propias” y, además, una “relación con un territorio, aun si el pueblo en cuestión hubiera sido expulsado injustamente de él y reemplazado por otra población” (Critescu en Villoro 1998: 15 en PDF). Por su lado, Gross Esaspiell cree poder extraer de las resoluciones de la ONU el siguiente significado de “pueblo”: “Cualquier forma particular de comunidad unida por la conciencia y voluntad de constituir una unidad capaz de actuar en vistas a un porvenir común” (Gross en Villoro 1998: 15 en PDF). A juicio de Villoro (1998: 15 en PDF), aquellos intentos de definición incluyen en el concepto de “pueblo” las “notas con las que antes [dice] caractericé a las naciones, coincidan estas con un Estado o no. Las naciones deben considerarse, en efecto, pueblos con derecho a la autodeterminación”. Según Villoro, los criterios que se usan para aplicarlos a una asociación humana y saber, así, si es una “nación”, son estos cuatro: i) comunidad de cultura producto de una historia y que da identidad nacional; ii) conciencia de pertenencia a un grupo humano con características propias; iii) proyecto común de forjar un destino como ideal de todos en base al pasado, y iv) relación con un territorio que significa ocupar un determinado espacio geográfico de la tierra. Vale decir, un grupo humano es una nación si se cumplen en él esos cuatro elementos básicos. Sólo es etnia o “minoría étnica” cuando reúne en sí mismo las primeras dos condiciones. 2


Considerando esas definiciones de lo que es o hace a un “pueblo”, es posible ver que los cruceños al poco tiempo de fundarse Santa Cruz de la Sierra en 1561, comenzaron a tener ese sentido de grupo humano o comunidad, como se nota en la carta del gobernador destituido Pérez de Zorita escrita desde Pojo al virrey Toledo en 1573. Así, entre otras cosas, este escrito ya denomina a los cruceños como “pueblo” y resalta que a ellos, por ejemplo, se les tenía que pedir permiso si alguna autoridad virreinal quería poblar con otras gentes el territorio de la gobernación de Moxos o Santa Cruz; que no les interesaba irse a la zona andina porque allí sólo había miseria; que las autoridades debían ser elegidas por el cabildo y no impuestas, etc. (cfr. Pérez de Zorita [1572] 2003: passim). Hacia fines del siglo XVI, el Lic. Cepeda, presidente de la Audiencia de Charcas, no sin dejar de quejarse de que los cruceños tenían poca instrucción en la ley evangélica, que vivían sin policía y por tanto, inclinados al vicio y a la libertad, hacía notar la existencia de los “mestizos” nacidos en Santa Cruz (cfr. AGI, Patronato 191, r. 8/3, en Tomichá 2006: 634). Un siglo después, en 1684, la carta de un Obispo en Santa Cruz afirmaba que no había “españoles, porque todos son hijos y nietos y biznietos y mestizos la mayor parte” (cit. en Peña y otros 2003: 33). Haciendo ver este realidad del mestizaje cruceño, otro siglo después, en 1767, el gobernador de Santa Cruz, Luis Alvarez de Nava, le decía a Julian de Arriaga que “todos [los cruceños], sin reservar el vicario ni ninguno de los demás curas, ni tampoco vezino alguno, [estaban] llenos de hijos havidos en las indias de su servicio” (Carta de 1767, AGI, Charcas, en Tomichá 2006: 656, nota 32). O sea, otra característica étnica de los cruceño era (o es) que la mayoría eran mestizos. Casi un siglo más tarde, en 1842, M. Bach, en una carta que le hizo a sus familiares de Alemania, le decía que el carácter nacional de los cruceños se componía de cuatro caracteres: el de los españoles, los paraguayos (mestizos), los chiquitanos y los chiriguanos (cfr. Pinto 2008: 74-75). Es más, en ese año, Bach calificó a los cruceños como una “nacioncita” viviendo en plena selva tropical (cfr. Bach en Parejas 2011). Por la misma época, D’Orbigny consideraba que los cruceños formaban un “dichoso país”, es decir, un pueblo, que a nivel de la cultura simbólica, como el caso del lenguaje o habla popular cruceño, ya estaba influenciado o marcado por las lenguas nativas cambas. Al respecto escribió: “Santa Cruz de la Sierra es la única ciudad de la república donde sólo se habla castellano. ...El lenguaje, muy lento por lo común, tiene relativa pureza. Sin embargo, se le interpolan numerosas expresiones del viejo idioma español, correspondiente a los siglos XV y XVI, así como voces propias [de] los idiomas de los indios chiquitos o guaraníes, que sirven para designar objetos del país. En la campaña [es decir, en el campo] se habla como en Santa Cruz, aunque con menos pureza locutiva” (D’ Orbigny 1999: 106). Bach (carta de 1842), dijo que la lengua española que se hablaba en Santa Cruz de la Sierra contenía “muchas palabras locales” de las naciones indígenas. Ciro Bayo, a fines del siglo XIX, respecto al habla castellano cruceño camba, decía que se hablaba el de la colonia, “se pronunciaban muchas haches aspiradas, y son moneda corriente una serie de arcaísmos, como más aína, de todas menas, de juro, etc. En el campo está sobrecargado de tantas palabras nuevas, que se hace difícil entenderlo. Con ellas se podría hacer todo un léxico...” (Bayo [1911] 2010: 99). Hay que suponer que esas palabras nuevas de las que menciona Bayo eran préstamos de vocablos de las lenguas indígenas o modismos mestizo-criollos. Por consiguiente, con todas aquellas características, se puede sostener que los cruceños tienen ya, desde los primeros años de la fundación de Santa Cruz como gobernación, la firme decisión de defender un territorio donde estaban asentados; comparten algunos valores ético-políticos que son parte de su Ethos cultural como el vivir en libertad y exigir la elección de sus autoridades; en general son mestizos biológica y culturalmente hablando y, como elementos simbólico de su cultura, a parte de otros rasgos, tienen un lenguaje “marcado” por muchos vocablos de las lenguas 3


indígenas cambas que sirven para designar diversos objetos o cosas que entran a formar parte de su cultura o cosmovisión. Ese legado de las lenguas nativas cambas en el lenguaje o habla popular cruceño-camba, se puede ver en el siguiente cuadro: Cuadro No. 1 Palabras guaraní

de

origen

Palabras de Chiquitano

origen Palabras de origen Chane-arawak

Palabras de origen Mojeño-arawak

Cheruje

Bibosi

Chaaco (?)*

Chivé

Chicó

Cirari

Chuchío

Taquirari

Cunumi

Curucusí

Chulupi

Chirapa

Cusi

Jarajorechi (?)

Chío

Jebió

Jichiquií

Motacú (?)

Garabatá Guabirá Guapomó Guapurú Güembé Jacuú Jachimiri Jatupú Jumbacá Jumbarayú

Jichi Moperi Ocoró Pachió Paichachi Paraba Paúro

Manguara

Quirichí

Marayaú

Surubí

Marigüí

Tacú

Masi

Tarechi

Murucuyá

Tarumá

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Ñacurutú

Tiluchi

Pacumuto

Toborochi

Paichané

Totaí

Panacú

Turere

Paraparú Pirichuchío

Turo Yoperojobobo

Pitaí Pochi Popechi Pororó Puchi Tacuerembo Tacuara Tacupé Taitetú Tapeque Tapera Tapití Tapúy Tarope Tembe Tembeta Tipoy Tarirú Toromenó Urupé

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* Es posible que sea de origen Chané; no se asegura. Nota: Vid. el significado de estas palabras y muchas otras que tienen su origen en las lenguas nativas cambas del Oriente boliviano en Sanabria (2008) y en Coimbra Sanz (1992).

En este otro cuadro, para el caso de las toponimias y algunos vocablos, se puede apreciar la influencia de la lengua chané-arawak en el habla popular cruceño-camba. Varias de estas palabras aún se usan en el lenguaje popular cruceño camba y en general en todo el oriente boliviano. Cuadro No. 2 Toponímicos de origen de la lengua chané

Voces de la lengua chané

Aliruma: Caserío en el cantón Moromoro de la provincia Vallegrande.

Bato: Cierta ave zancuda Cosorio: El aceibo o el Eritrina Crista Galli de los botánicos

Cumavi: Lugar del cantón Paurito en la provincia del Cercado, hoy llamada Andrés Ibáñez.

Cucu: Cigarra

Cuñucú: Arroyo que fluye al río Yapacaní en la provincia Ichilo.

Cupesí: Algarrobo blanco, “Prosopis dulces”. Su nombre en lengua chiquitana es “Ghepsis” e “iboréguazú” en guaraní.

Chaúpa: Arroyo que fluye al río Piraí en las inmediaciones al pueblo de Porongo.

Curichi: Lodazal.

Chore: Río afluente del Ichilo, en la provincia de este nombre.

Peji: Animal con caparazón, semejante al armadillo. Pejichi: Variedad del animal peji.

Chorechoré: Arroyo en el cantón Palmar de la provincia del Cercado.

Perotó: Nombre de la planta “Bombax marginatum”.

Chorobi: Lugar y estancia de ganado en el cantón Cotoca.

Pulelé: Dícese de las carnes fofas y descolgadas Guabirá.- Cierta planta de la familia de las Mirtáceas.

Churiá: Arroyo veraniego que corre hacia el río Grande en el cantón Cotoca.

Tutumo.- Nombre de la planta “Crescentia cujete”.

Güendá: Río que baja de la sierra y emboca en el Piraí.

Jitamuco: Estiércol de perro. Dirívase del vocablo “Muçu”, usado todavia por los izoseños para designar al perro. Em chiquitano tiene igual significado la palabra “mocosch” y “mucu” em lengua moja.

Ichilo.- Río que nace en las alturas de Comarapa y sirve de límite interdepartamental con Cochabamba, siendo uno de los que forman el Mamoré. Itilí: Arroyo afluente del Yapacaní en el cantón Buenavista.

Quimori: Nombre de la planta llamada “Geoffroea spinosa”.

Grigotá: Nombre genérico de la llanura cruceña

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situada entre las últimas estribaciones de la cordillera y el río Grande.

Sujo: Nombre de la planta “Anatherum bicorne” llamada “Saahú” por los chiquitanos.

Pari: Campo situado al costado oeste de la ciudad de Santa Cruz.

Mapaiso: Nombre de um lugar situado al noreste de Santa Cruz y de la planta “Geofroea inermis” de los botânicos.

Sara: Nombre del río Grande concretamente aplicado desde que se une con el Piraí. Nombre de la provincia que tiene por capital a Portachuelo.

Bucubucu: Nombre “Aristoloquia longa”.

de

la

planta

llamada

Tamamé: Localidad de la provincia de Cordillera sobre el río Izozog, en el cual existe un pequeño grupo de aborígenes chanés.

Cuchi: Árbol de madera muy resistente, el “Astronium graveolens” de los botânicos, llamado “oquichisch” en chiquitano.

Yantata: Río afluente del Yapacaní en el cantón Buenavista.

Quitachiyú: La Planta “Zizuphus Peruviana” de Lamark.

Birubiru: Extenso campo situado al norte de Santa Cruz.

Joco: Calabaza. Mate: La “Cucúrbita legenaria”. Vasija hecha del fruto de esa planta. Mamuri: Cierta planta medicinal. Tajibo: Planta bignonácea de hermosas flores rosadas. Macorocó: El rícino o tártago. Tararaqui: La planta “Ipomea Arborescente”. Jorori: Árbol frondoso de la familia de las leguminosas. Borochi: Felino de la familia de los cánidos. Cuchuqui: Sucio. Chicó: Adormecimiento Estremecimiento nervioso.

de

los

músculos.

Chío: Carie dental. Choropa: Indígena de la provincia Ichilo. Usan esta palabra los izoceños como sinônimo de amigo. Japutamo: Insecto de color rojo Jometoto: Varita para vatir algo que hierve.

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Peroquí: Ave gallinácea. Plequecó: Descencijado. Torcido. Peto.- Avispa.

Con muchos de estos términos o voces, se siguen haciendo oraciones, proposiciones, frases en el lenguaje popular cruceño. Ej., “Vamos al zoológico a ver el borochi”; “Llevemos la tutuma para bañarnos en el río”; “Tengo un puchichi en el moroco”; “Vamos a pasear a Peji”; “Los marcos de las ventanas de mi casa son de tajibo”; “El pelao tiene pitaí por todo el cuerpo”; “Chelelo ya anda todo plequecó”; “Vamos al río Ichilo a comer surubí frito”, etc. En todas estas expresiones o proferencias lingüísticas se manifiesta una forma de nombrar las cosas, seres y objetos de la realidad y de relacionarse con ellos; es decir, hay una forma de ser y estar en un lenguaje característico que identifica a la comunidad cultural cruceña o sociedad camba. Dicho habla popular o la forma de hablar una lengua no sólo está presente aún en la vida cotidiana del camba. También lo está en el arte literario que es el que expresa el “alma de una nación” o pueblo. Como en el caso de la poesía camba del oriente boliviano. Tal como se aprecia en este fragmento de poema del beniano Horario Rivero Egüez titulado “Carretero del palmar”: “.../Carretero, carretero, acostumbrá a madrugar, en cuanto salga el lucero volvé de nuevo a enyugar./Donde vos vas es muy lejos, tenés que hacer desayuno, los bueyes son bueyes viejos y no hay apuro ninguno./Mirá que el trabajo cuesta, mirá que es duro el mañana, dejá que pase la siesta y descansá en la pascana./Aquí tenés agua y leña, podés hacerte café, soñar que después tu dueña vino a besarte y se fue./Dejá que el viento del río vaya lavando tu pena. Mientras allá en el bajío refresca un poco la arena./...” (Rivero Egüez en Shimose 2011: 201-202).

2. El lenguaje o habla popular camba como característica cultural del pueblo cruceño La distinción que contemporáneamente se hace entre lenguaje, lengua y habla o palabra, presente en la filosofía del lenguaje, la lingüística o sociolingüística, lleva a describir y analizar mejor el lenguaje y el habla popular cruceño o camba, en cuanto nota particular de la cultura del pueblo cruceño que se expandió por todo el oriente boliviano; expansión que la hace saber Sanabria en su obra En busca de ElDorado. La colonización del Oriente boliviano (1988). En efecto, hay que entender que el lenguaje es la facultad racional universal que tiene el hombre para comunicarse. Pero también, filosóficamente, el lenguaje es “un conjunto de prácticas, siempre abierto a su extensión y modificación en su entretejido con las formas de vida dadas en las comunidades de lenguaje” (Cabanchik 2010: 57). En la línea wittgensteiniana, el lenguaje es como una superficie desenvolviéndose infinitamente. Por eso, no es inefable, sino inagotable. Cada acto de habla generado por el lenguaje “abre un horizonte de significaciones e interpretaciones potencialmente infinitas” (Ibidem: 58). También, el lenguaje es una práctica viviente, que se lo puede iluminar con la filosofía a través de la descripción de los juegos de lenguaje. Esta descripción revela que el lenguaje es una estructura de una sola cara, no tiene 8


revés, por eso no es inefable, o sea, por eso cambia. El lenguaje, con sus palabras, es como una ciudad: hay antiguas y surgen nuevas calles, es decir, palabras. Esto de alguna manera le pasó al lenguaje o al castellano que trajeron los hispanos a esta parte del centro de Sudamérica: la ex gobernación de Santa Cruz (hoy el oriente boliviano). Muchos vocablos de las lenguas nativas cambas tuvieron que ser incorporados para nombrar o dar significado a las cosas u objetos en la cultura cruceña. Por ejemplo, el término “tarumá”, que tiene su etimología en la lengua chiquita, se introdujo en el habla popular cruceño. Y así otros, como totaí, toborochi, etc. Si el concepto de lenguaje permite entender mejor el fenómeno del habla popular cruceño-camba, el de lengua y habla de la semiología también. En la línea de Saussure, Reale – Antíseri (2009: 30), sostienen que la historia de una lengua es la historia de una comunidad humana, o sea, de una cultura. Porque “en la lengua es donde el hombre deposita los productos de su evolución espiritual; y la comprensión del modo como funciona una lengua, nos dice mucho sobre la manera como opera la mente humana, sobre las relaciones entre los hombres y la mente, y las cosas”. Pero la lengua no es el lenguaje. Antes bien, es “un producto social de la facultad del lenguaje” (Saussure en Reale – Antíseri 2009: 31). La lengua es algo externo al individuo; es un hecho institucional. El individuo se halla frente a la lengua; la aprende, la sufre. “Es un tesoro depositado por la práctica del hablar en los apartamentos de una misma comunidad”. “Existe en la comunidad bajo la forma de una suma de huellas depositada en cada cerebro”. La lengua se “forma en los sujetos que hablan huellas que terminan por ser, más o menos, las mismas en todos” (Saussure en Reale – Antíseri 2009: 32). En definitiva, la lengua es “un hecho social; un sistema de signos que el individuo aprende a manejar y a usar para pensar y comunicarse, es decir, para vivir como hombre” (Reale – Antíseri: 2009: 32). En relación a esto, podemos preguntar: ¿cuáles son esas “huellas” que han marcado, propias, particulares, que distinguen social y culturalmente a los cruceños o cambas en general del oriente boliviano? Sabemos que los hispanos trajeron una lengua, el castellano, que los cruceños la conservaron a pesar de no ser una lengua originaria de este espacio geográfico. Sin embargo, esta lengua, se alimentó de diversos signos lingüísticos provenientes de lenguas cambas también diversas, hasta el punto de constituirse casi en un dialecto del castellano. No por nada, el afán de algunos estudiosos cruceños por recoger la particularidad de este castellano cruceño, como lo hace Coimbra con su Diccionario Enciclopédico Cruceño (1992). Este tipo de castellano, con otras “huellas” en la mente de los cruceños o cambas, dio lugar a un habla popular propio, característico, dentro de la comunidad lingüística cruceñocamba. Pues, el habla o la palabra, que es el uso particular que cada individuo hace de la lengua, es un “acto individual de la voluntad y de la inteligencia”. Y esto precisamente hizo que los cruceños, en cuanto grupo humano mestizo, usaran de un modo característico, casi único, esa lengua expresada en el habla. Si la palabra comprende también la fonación, ésta ha sido enriquecida o torcida por la influencia del contexto sociolingüístico indígena camba. Las palabras nativas cambas, los modismos mestizos, etc., han hecho evolucionar el castellano cruceño. O sea, el habla popular cruceña, con palabras nativas cambas, más la inteligencia del mestizo camba, han sido la raíz del cambio en la lengua cruceña hasta el punto de convertirse, prácticamente, en un dialecto. Si no, qué otra cosa nos prueban estas proferencias populares: “El tibibi del sartenejal” / “Estaban abrazao como el bibosí y el motacú” / “Crucé el yomomal, con las chirapas en la mano, para gatear a la peladinga”/ “Sombrero e’sao para mi corteja”/. ¿Acaso no son esas algunas de las “huellas”, de las que habla Ferdinand de Saussure, que están inscritas en nuestra mente, y permiten 9


relacionarnos con los otros miembros de nuestra comunidad y con las cosas u objetos que nos rodean en nuestro mundo cultural? Lo anterior hace ver que el castellano cruceño o el habla popular camba, continuará evolucionando o modificándose, aunque en él permanecerán palabras con su fonación propia como permanecen las calles viajas de una ciudad, a pesar de que muchos profesionales de nuestro medio, sobre todo informativistas de T.v. y algunos periodistas de la prensa escrita, se afanen por quitar esas “huellas” cambas en nombre de que tenemos que hablar correctamente una lengua como el español. Esto, por cierto, es lo más absurdo que uno puede oír o ver, por no tomar nota de esa distinción entre lengua y habla o palabra. Y por no ser conscientes de que los cruceños o los cambas en general forman una comunidad cultural auténtica y única en la Sudamérica tropical meridional.

3. Actos de habla en el habla popular cruceño o camba A fin de seguir mostrando esa particularidad del lenguaje cruceño o camba, se puede estudiar o analizar algunos actos de habla propios de nuestra cultura. Así, la teoría de los actos de habla hace entender que en la vida cotidiana o práctica, cuando usamos el lenguaje o el habla, lo hacemos para emitir dos tipos de proferencias o proposiciones lingüísticas: las “constatativas”, que son valoradas según el criterio lógico-formal, y que pueden ser verdaderas o falsas. Por ej., sería de este tipo el enunciado siguiente: “Santa Cruz de la Sierra es hoy la capital del departamento de Santa Cruz”. O esta otra: “La tierra gira alrededor del sol en 365 días”. Pero también usamos el lenguaje para hacer proposiciones “realizativas” (o “performativas”), que son consideradas según el contexto o los criterios apropiado, inapropiado; feliz término, infeliz; éxito o fracaso de la acción. Por ej., “Yo te bautizo en el nombre del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo”. O esta otra: “Peladingos... ¡vayan a sacase la cuchuquera!”. O esta: “¡Vení a mi tienda michi a comprarte una lavadoranga pa’ que lavés todingas tus chirapas”. En este último tipo de enunciados lingüísticos o de habla, se pueden distinguir, según GarcíaCarpintero (1999: 167 y ss) –que sigue y explica la teoría de los actos de habla de Austin y Searle –, tres categorías o características de actos de habla. Uno es el “acto locutivo”. Este acto incluye aspectos sonoros (acto fonético, que se nota en la pronunciación de una palabra en el habla). También encierra algunas características morfológicas y gramaticales (acto fáctico) que lo estudia la sintaxis; así como los rasgos proposicionales (acto réctico), es decir, ciertos indicios de verdad, que los analiza la gramática. Por ej., en el habla popular camba más de una vez se profiere: “Pelaos...tenemos que ir al buri de doña Pituca”. En esta proferencia “realizativa”, encontramos un conjunto de actos fonéticos determinados por los fonemas en cada una de las palabras que la conforman, los cuales al pronunciarlos o leerlos, se dan en una sucesión de tiempo. V. gr., “pelao”; “bu-ri”; “ir”, etc. Por el rasgo gramatical del enunciado (acto fáctico), se nota que es una oración en la que primero se coloca el sujeto con la palabra “pelaos”; vocablo que tiene su origen en la misiones jesuíticas de Chiquitos y de Mojos a consecuencia de que los padres misioneros le “pelaban” el cabello de la cabeza a los jóvenes queriendo indicar que ellos, ya así, entraban a la vida adolescente y que, por ende, podían participar de las actividades de los adultos en lo que se refería a las fiestas religiosas, al trabajo, etc. Es una palabra que en el contexto sociolingüístico del 10


oriente boliviano, reemplaza otras como “muchachos”, “jóvenes”, y que hasta ahora se la sigue usando en el habla popular camba. Luego viene el verbo, que está en tercera persona del plural, cuyo infinitivo es “tener”; que en el enunciado está en tiempo presente. Luego está el complemento directo de la oración, después de la preposición “que”, que indica: “ir al buri de doña Pituca”. La sintaxis de esa oración es la más correcta, porque primero está el sujeto, seguido del verbo y después el predicado. Aunque en el lenguaje popular camba normalmente se puede cambiar el orden de las palabras. Así, también se dice: “Al buri de doña Pituca vamos a ir, pelaos”. Dos, el “acto ilocutivo”. Es la intención típicamente presente en un acto lingüístico total. Es un acto constitutivo de la naturaleza del mismo acto. En nuestro habla popular cruceño camba también se hallan actos de este tipo. V. gr., más de una vez escuché en un contexto familiar proferir lo siguiente: “Estos cunumis hasta ahora no se han bañao, e`lai”. Esta proposición la decía una madre a sus hijos en circunstancias en que éstos, por jugar, no habían hecho caso a la orden anterior de bañarse para estar limpio ya que la noche llegaba y había que irse a la cama de manera higiénica. La palabra /cunumi/ que proviene de la lengua guaraní y que en esta lengua significa muchacho inexperto en la guerra, en aquel contexto sociocultural camba beniano tenía la intención de decirles a esos niños de entre 3 y 8 años de edad, que no podían estar sucios como paraban los “niños cunimis”, es decir, los niños que vivían “sin Dios ni ley”, o que no tenían hábitos de higiene; además, les reclamaba que no hayan hecho caso a una orden dada antes por la madre que los había “mandaba a bañarse”. Tres, el “acto perlocutivo”. Con este tipo de acto lingüístico, se persigue persuadir o convencer al auditorio o al lector (“al oyente”, para utilizar una categoría de Habermas), dando argumentación sobre un asunto; o se puede lograr asustar o alarmar a alguien cuando se busca aconsejarle; al hacer una petición se puede lograr que el otro “haga algo”; al informarle se le puede convencer, es decir, instruirle, elevarle -espiritualmente hablando-, inspirarle, lograr que se de cuenta de una situación confusa o incómoda. Expresiones de este tipo denotan “actos perlocutivos”. Cada una de esas reacciones o estados mentales, actitudes, que provoca el “acto lingüístico total”, son actos perlocutivos, o sea, propósitos que pueden pretender que se cumplan en alguien que lee un libro, escucha una conferencia, un discurso, una orden, etc. Esta es la dimensión más pragmática de los actos de habla. Nuestro ejemplo anterior: “Estos cunimis hasta ahora no se han bañao, e’lai”, en muchas ocasiones tenía un término feliz, es decir, lograba que se realizara la acción, provocando un cambio de actitud o comportamiento en los niños a los cuales se dirigía. Y esto sólo se cumplía y se entendía en un contexto cultural camba, propio o singular de los cruceños, benianos y pandinos; que muestra, por otra parte, que todos constituyen un pueblo o una “nación sin estado”, ya que muchas de esas palabras o “proferencias realizativas” del habla popular camba están presentes en toda la cultura el oriente boliviano aún. Son parte de esa cultura simbólica que nos distingue de otras culturas sudamericanas y bolivianas. Sólo en la comunidad cultural cruceña o camba se puede apreciar en toda su semántica y extensión la siguiente oración: “Oí, vos, peladinga, ojos de guapurú. Vení pa’ ca”. En ninguna otra parte del mundo se habla así. Y esto, ya identifica y diferencia, culturalmente hablando, a los cruceños o cambas de cualquier otro pueblo o nación.

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Conclusión Nadie puede negar que los cruceños o cambas en general son un pueblo o una nación sin Estado, sociológica y antropológicamente hablando. El hecho de estar asentados y haberse desarrollados en un territorio (chaco-amazónico), tener un pasado o historia, conservar un Ethos cultural, ser predominantemente mestizos...confirman ese aserto. Es parte de ese Ethos cultural el lenguaje y el habla popular cruceña, en el cual se nota la influencia también de las lenguas nativas cambas; lenguas que han dejado “huellas” en la mente de nuestra gente. La diferencia entre lengua y habla o palabra, permite analizar el habla popular camba y exige llevar a cabo políticas culturales que hagan entender que decir “vos”, “chirapa”, “majao”, “cuñapé”, “tiluchi”, “matadura”, “serere”, “tordo”,”ichilo”, “motacú”, etc., nada tiene que ver con hablar correctamente una lengua como el español, antes bien, son vocablos que identifican y diferencian, lingüísticamente, a una comunidad cultural como la cruceña o camba en general. Es en el habla popular cruceña, como elemento de la cultura camba, donde todavía se expresa el “espíritu o carácter nacional del camba” en el oriente boliviano.

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