CUADERNO DE TRABAJO No. 7
DESARROLLO DEL PENSAMIENTO POLÍTICO CRUCEÑO-CAMBA Y SUS DESAFÍOS EN LA BOLIVIA AUTONÓMICA
«Sólo las ideas y la crítica a las ideas y sus acciones nos harán libres» (G. P.M.)
Gustavo Pinto Mosqueira Lic. en Filosofía de la UCB MSc. en Ciencias Sociales de ILADES – Santiago de Chile – Pontificia Universidad Católica Gregoriana de Roma. Diplomado en Enseñanza Universitaria de la Universidad NUR, Santa Cruz de la Sierra. Diplomado en Constituyente y Autonomía, CIGOB, Cataluña (España) – Prefectura de Santa Cruz.
Santa Cruz de la Sierra, agosto de 2012 Nota: Este ensayo forma el Cuaderno de Trabajo No. 7 de esta serie virtual que ponemos al alcance de los lectores interesados en conocer el pensamiento y la cultura de los cambas del Oriente boliviano. El texto base de este trabajo se elaboró para dar una conferencia el año 2011 ante los miembros de un partido o agrupación ciudadana de Santa Cruz, a petición de sus dirigentes. Como profesional independiente, y por venir estudiando este tema desde hace al menos un quinquenio, acepté la invitación.
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1) Los cruceños: son ya un pueblo o un país con características culturales propias en el siglo XIX a) Los cruceños, a pocos años de fundarse la ciudad de Santa Cruz de la Sierra como su capital de la gobernación creada con el nombre de «provincia de Moxos» que al poco tiempo pasó a llamársele gobernación de Santa Cruz, ya tenían un sentido de pertenencia y una conciencia de grupo, tal como lo muestra el mismo Pérez de Zorita, gobernador destituido por Diego de Mendoza, en su carta-informe dirigida al virrey Toledo desde Pojo en 1573, en la cual hace notar que los cruceños, por ejemplo, exigían que si alguna autoridad virreinal quería traer gente de otros lugares a poblar la provincia de Santa Cruz tenían que pedirle permiso a los cruceños; que las autoridades de la ciudad debían ser elegidas por el cabildo, tal como ellos habían elegido a Don Diego de Mendoza; que a los cruceños no les interesaba trasladarle más hacia el oeste (hacia la zona andina) porque ellos habían venido también a buscar su bienestar y enriquecimiento; que los bienes que hasta ese momento habían obtenido con muchos sacrificios era para el bienestar de sus familias; que a ellos les molestaba que fuesen mandado o limitados en su accionar libre por una autoridad impuesta por el virrey de turno, etc. Estos criterios o ideas que deja traslucir dicha Carta, muestra cómo los cruceños ya tenían de alguna manera un sentido de grupo, base para desarrollar con los siglos venideros una conciencia colectiva. Ese sentido de grupo, con los años adquirirá el sentido de pueblo, tal como ya en los primeros años de iniciarse la vida republicana lo destacarán algunos viajeros y estudiosos de la época. En efecto: b) De los cruceños dijo D`Orbigny en 1831-32 que formaban un «dichoso país», esto es, un pueblo feliz cuando escribió: “Los cruceños, por su lenguaje, sus hábitos y las llanuras húmedas que habitan, se diferencian en todo de los otros habitantes [es decir de los collas] de la república [de Bolivia]... Nada iguala el espíritu de hospitalidad que anima a unos y otros [campesinos, mestizos y criollos cambas], a tal punto que el vagabundo que quiere vivir en el ocio es recibido en todas partes meses enteros y considerado como de la casa. El viajero es recibido allí con todas las demostraciones posibles de afecto. Se pone todo en movimiento para alojarlo bien, sin mezclar nunca la menor idea de cálculo, por eso, en este dichoso país [se refiere al país o pueblo cruceño habitando en su territorio, con su cultura, costumbres, forma de vida particular o propia, etc. – el subrayado es nuestro], el anciano y el enfermo nunca son una carga y no tienen necesidad de recurrir a los asilos públicos, desconocidos en Santa Cruz. El sentido de humanidad suple a todo” (D’ Orbigny 1999). c) M. Bach escribió en 1842 que los cruceños formaban una etnia; una etnia mestiza, mezcla de cuatro caracteres étnicos o nacionales: “Teniendo en cuenta a los que le rodean, uno se puede imaginar que los cruceños actuales son una mezcla de españoles, paraguayos, chiquitanos y chiriguanos; la lengua española, la cual es aquí la única que se habla, contiene muchas palabras locales de esas naciones [Bach alude a los chiquitanos, guaraníes, chiriguanos...]. Traje, comida y costumbres eran las mismas del Paraguay y Chiquitos [...]. El carácter de los mismos, se 2
compone, por así decirlo, de cuatro caracteres nacionales, a saber, el español, el del Paraguay, el de Chiquitos y el de los Chiriguanos. Son pacíficos, pero también cobardes, medrosos pero también crueles, hospitalarios pero también codiciosos, impetuosos pero también alegres y casi sin vergüenza, no son bebedores pero en cambio son terribles jugadores. No son amigos del estudio, pero son hábiles agricultores y criadores de ganado; tienen un gran talento, un rápido entendimiento y una viva imaginación: provista de una buena formación serían personas capaces. Respecto a sus atributos físicos son sin duda los mejores y más bellos humanos en todo el Perú y Bolivia, muy blancos, de bella fisonomía y bien desarrollados como los paraguayos; naturalmente se encuentra mucha sangre indígena entre ellos, la cual hace casi la cantidad predominante. Tienen un odio contra todo lo forastero y extranjero, y denominan todo lo que no es de Santa Cruz con el mote despectivo de colla. Constituye algo singular encontrar en el interior de Sudamérica, cortada de otras ciudades, una tribu de hombres de vieja sangre española, que habla sólo español” [El subrayado es nuestro] (Bach, carta de 1842). d) El paceño Dalenz Guarachi en 1861 de los cruceños afirmó: «tienen el acento, el genio y las costumbres de los andaluces: son muy aficionados al baile y a la equitación y tienen un amor ciego a su país (esto es, a su tierra o pueblo). Sin embargo, aunque alegres por organización y costumbres, los cruceños no tienen decisión (inclinación) por los licores espirituosos, rara vez se ven hombres embriagados en las calles de Santa Cruz. Las mujeres son esbeltas y bien desarrolladas; de pelo y ojos rasgados negros, con un cutis un poco pálido, vestidas casi siempre de género blanco transparentes, nada tienen que envidiar a las bellas hijas del Rimac». Y observa también: «Por causa de la homogeneidad de su civilización y por la distribución casi igual de la riqueza, el pueblo cruceño es más apto que ninguno otro de Bolivia para el gobierno republicano; y en efecto en ninguna parte se halla más arraigado que allí el principio democrático. Por eso los cruceños son de carácter independiente y aún un poco altivos». [El subrayado es nuestro]. (Dalens 1861 cit. en Baptista 2010) e) A fines del siglo XIX, viviendo ya en Santiago de Chile, Gabriel René Moreno del pueblo o sociedad cruceña, escribió sin dejar de traslucir su cruceñismo, sin tapujos, lo siguiente: “En cuanto a las verdes, cálidas y húmedas llanuras orientales con Santa Cruz por cabecera social y con sociabilidad muy diferente, figuran unidas a la nacionalidad boliviana a la manera como suele verse enclavado un jardín al pie de una roca. Figuran meramente adscritas, porque las gentes que habitan esta apartada, fertilísima y espléndida región, casi toda solitaria, bien que surcada de navegables ríos, nada tienen de común con los altoperuanos. Su modo de ser procede de otros orígenes, no menos determinantes que su suelo y su clima. Primeramente sus tribus guaraníes tienen la barbarie como capítulo único de su historia antes del descubrimiento. El inca llegó hasta el postrer monte o collado; divisó allá abajo el verde azulejo de la inmensidad selvática y praderosa. “La mar”, dijo y se volvió con sus huestes de collas a la sierra.” (Moreno en Roca 2008, p. 32). Todas aquellas alusiones muestran y demuestran que los cruceños ya eran un pueblo o una cultural particular asentada y desarrollada en estos territorios chaco-amazónicos. 3
Como pueblo o cultura particular, distinto ya dentro de Bolivia, algunos de sus miembros o personajes, van a tener, generar o expresar ideas políticas, en unos casos, para cambiar a Bolivia como Estado, en otros para analizar, criticar y reflexionar sobre la realidad y la práctica política, así como sobre los ideales o perspectivas que ésta planteaba para Bolivia y también para Santa Cruz ya desde la segunda mitad del siglo XIX. 2) Ahora bien, hay que tener en cuenta que algunas de las ideas y acciones políticas de estos cruceños van a darse en el marco de una matriz conceptual o mental (teórica), llamada comúnmente o en general, la modernidad política, que en una de sus vertientes, como es el federalismo, planteaba la descentralización y/o distribución del poder político estatal cuando el Estado estaba conformado por una diversidad de pueblos y regiones, entendido como la mejor forma de preservar su integridad territorial e impulsar su desarrollo o progreso social, económico y cultural de manera equilibrada; en otra de sus vertientes, está la línea que, para lograr el progreso y bienestar de los pueblos o naciones o Estados (idea ilustrada del siglo XVIII), se debía tener un poder político o gobierno fuertemente centralizado; o sea, con recursos concentrados y administrados desde un solo centro estatal: en este caso, la sede del gobierno (léase Sucre primero y luego La Paz). En efecto, para el caso cruceño, en el primer tipo de ideal político, uno de los más preclaros federalistas fue Andrés Ibañez. a) Andrés Ibáñez, abogado, había sido secretario del prefecto Tristán Roca, concejal del municipio de la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, diputado por Santa Cruz y abrazaba la causa federal. Fundó el Club de los Igualitarios, cuyos miembros eran conocidos como “igualitarios” y el órgano de propaganda fue un periódico llamado El Eco de la Igualdad. En 1875, Ibáñez se enfrentó en dos ocasiones contra el gobierno del potosino Tomás Frías: la primera en marzo, en la conocida “batalla del Trompillo”, en las afuera de la ciudad, donde fue derrotado por el Comandante General. El segundo, se llevó a cabo en noviembre, en los campos de Pororós, cruzando el rió Grande. Nuevamente fue derrotado ante la fuerza pública y debió mantenerse en la clandestinidad. Era acusado de comunista. En febrero de 1876, el gobierno llamó a elecciones y decretó la amnistía para presos y perseguidos políticos. Esto permitió a Ibáñez salir de la clandestinidad y organizar nuevamente el Club Igualitario que decidió apoyar la candidatura de Hilarión Daza para las elecciones generales de mayo del mismo año. Pero Daza dio un golpe de estado, cambiando la situación prevista en Santa Cruz y nombrando como prefecto a Demetrio Roca. Una serie de intrigas desacreditaron a Ibáñez frente al presidente dictador Daza y el 29 de agosto, fue tomado preso bajo el justificativo: “para seguridad del departamento”. El 1 de octubre de 1876, se rebeló la Columna del Orden, exigiendo el pago de salarios adeudados por varios meses. Este incidente aislado fue el inicio de la revolución de Ibáñez, que se encontraba preso. La tropa rebelde desobedeció a la autoridad y en el enfrentamiento murió el Comandante General Ignacio Romero. El 2 de octubre liberaron a Ibáñez en una concentración popular 4
denominada Comisión Popular, donde se deliberó sobre los sucesos acaecidos y se proclamó el Acta del Pueblo, firmada por más de 725 personas. El Acta del Pueblo nombró a Ibáñez prefecto y comandante general del departamento. Ibáñez permaneció en este cargo. Y el 21 de diciembre de 1876, creó el Club Federalista con el objetivo de proclamar la Federación, como efectivamente lo hizo el día de Navidad del mismo año. El año 1877 fue el inicio de la propagación de las ideas federalistas por las provincias del departamento. La proclamación de la federación y las acciones de la Junta Superior del Estado Federativo Oriental provocaron que el gobierno dictatorial de Daza enviara al ministro de Guerra junto a 500 soldados, formando la División Pacificadora del Oriente, para reprimir a los federalistas cruceños. Así se inició una nueva persecución a Ibáñez y a los Igualitarios que se hallaban en Chiquitos. Finalmente, el 30 de abril, alcanzaron a Ibáñez y sus hombres en San Diego, estancia ubicada a 25 kms. de la frontera con Brasil y el 1 de mayo de 1877 fueron ejecutados. De esta forma terminó el primer intento serio, planificado y organizado para proclamar la federalización de Santa Cruz y de toda Bolivia. O sea, para cambiar la estructura centralista del Estado por una descentralización administrativa, financiera, jurídica y política, acorde a la realidad geográfica, histórica, étnica y cultural de Bolivia. La idea federalista para ese entonces ya era común al cruceño de posición alta y baja. b) El segundo levantamiento en procura de la federalización de Santa Cruz y Bolivia se realizó en enero de 1891 con el nombre de la «Revolución de los Domingos». El nombre del levantamiento se debe a que el mismo se inició un domingo 2 de enero de 1891 y fue liderado por los coroneles (cruceños) Domingo Ardaya y José Domingo Ávila, apoyados por la Columna del Orden. La revuelta llevó a la proclamación de la federación de Santa Cruz y de una Junta Gubernativa Federal del Oriente que se encargaría de organizar el Estado Federal del Oriente. Las primeras acciones estuvieron orientadas a crear el Banco Federal, imprimiendo billetes de curso forzoso y seguidamente la formación del Ejército Federal, con la creación de una Guardia Nacional y el ejército con un batallón de infantería, tres regimientos de caballería y una brigada de artillería. Dicha junta empezó la proclamación de la federación de todas las provincias del departamento cruceño, encontrando el apoyo de Chiquitos y Cordillera. Las consignas eran “Federación o Muerte” y “Viva la Federación”. El prefecto Horacio Ríos, huyó a Samaipata y desde allí pidió ayuda al gobierno boliviano de Aniceto Arce para reprimir la revuelta. El gobierno envió un contingente militar y una Comisión Pacificadora del Oriente y el 20 de febrero entraron a la ciudad. Los federalistas se dispersaron en diversas direcciones, habiéndose ido la mayor parte de ellos hacia Chiquitos. La Comisión Pacificadora del Oriente se mantuvo en Santa Cruz hasta junio de ese año cuando detuvo a todos los (como eran llamados y han sido tildados los cruceños por los gobiernos andinos desde que han buscado el cambio de las estructuras del Estado) “facciosos, delincuentes revoltosos, sediciosos y fugitivos”, que pasaron a la justicia ordinaria.
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La revuelta de los Domingos fue reprimida y con ella los últimos intentos de lograr la federación por la vía violenta. A partir de esa derrota, los cruceños desarrollarían nuevas maneras de enfrentar el centralismo del Estado boliviano en el siglo XX y a inicios del siglo XXI con la demanda de la Autonomía Departamental. 3) Si aquellas fueron acciones políticas de hecho para exigir la federalización de Bolivia, convirtiendo a Santa Cruz en un Estado federal, en el campo de las ideas, a fines del siglo XIX, algunos pensadores cruceños expusieron otras ideas políticas en el marco de la modernidad cultural occidental europea. Así: a) Tal el caso de Mamerto Oyola Cuéllar. Aunque poco conocido y leído, fue un pensador agudo para su tiempo. Más conocido como filósofo cruceño, aunque tuvo un claro pensamiento político liberal racionalista. Él se elevó hacia la consideración de los temas filosóficos más abstractos como son los de la gnoseología. Colocó en el centro de sus meditaciones el siguiente pensamiento de Descartes que cita varias veces en su libro “La razón universal” (1898): “¿No podrá suceder que un Dios poderoso y maligno tuviese el placer de engañarnos, revistiendo el error a nuestros ojos con apariencia de certidumbre y de evidencia?”. Se preguntaba, no sin angustia, si detrás del orden aparente de la naturaleza había un verdadero orden, o si por el contrario, el mundo en vez de ser todo ordenado y racional era una realidad en que reinaban voluntades arbitrarias y caprichosas. No hay que olvidar que para Descartes el mundo tenía un orden mecánico, cuyas leyes naturales Dios las había puesto en el mismo. Pero seguramente, el ver cambios y fenómenos naturales caprichosos en el mundo, llevaron a Oyola a dudar de ese supuesto orden natural. + En lo político, fue liberal. Y su liberalismo lo trató de sustentar en la filosofía cartesiana. Esto es, Oyola profesaba un liberalismo no basado en la voluntad como principio de la justicia, porque la voluntad de las mayorías, sin conocer más freno que sus pasiones, ejerce tiranía de peor carácter que el despotismo del sable, sino en la razón, que admite la realidad de un ser infinito y absoluto (Dios) como origen de todos los principios eternos. En su artículo publicado en 1887, en un diario de Santa Cruz de la Sierra, decía al respecto: “No participo de esa especie de liberalismo que hace la simple voluntad el principio de la justicia; porque la voluntad de las mayorías, sin conocer más freno que sus pasiones, ejerce tiranía de peor carácter que el despotismo del sable, que tampoco reconoce otra regla que su voluntad soberana. El liberalismo racional ha fundado las instituciones políticas, sobre bases permanentes, reconoce y proclama un orden superior a los poderes humanos, porque admite la sana doctrina de la razón; empero, esos principios universales no los relaciona a la verdad suprema reduciéndolos a necesidades psicológicas del espíritu. El liberalismo racional y a la vez ontológico que admite, con certidumbre la realidad del Ser infinito y absoluto como origen de los principios eternos, es el que ha tomado arraigo en mi conciencia: tal es la doctrina liberal que profeso” (Oyola en Francovich, 1998, p. 210). 6
+ También para Oyola el panteísmo idealista de Hegel era pernicioso y desolador. Ese panteísmo se desprendía del kantismo. La doctrina de la razón pura encierra el germen del panteísmo hegeliano. Este panteísmo, según Oyola, conducía al ateísmo, pues hacía de Dios una idea puramente lógica. Por ende, la realidad para Hegel era pura ilusión. “Los seres finitos no son más que sombras vanas, modos pasajeros de la vida infinita”, dijo Oyola. + Ese panteísmo hegeliano tenía consecuencias políticas, según Oyola. Pues, hacía desaparecer la libertad y destruía la personalidad individual. A partir de ese panteísmo el “Estado es la idea divina realizada como mundo social; es la sustancia de todos los espíritus y de todas las existencias; es nada: la suma lógica de todos los espíritus, que a su vez no son sino accidentes, modos pasajeros que se pierden en el océano de la vida universal, es decir, en la idea de las ideas de Hegel”. Es cierto, el hegelianismo es de alguna manera, en su influencia política moderna, el responsable de la absolutización del Estado, ese monstruo institucional de la modernidad que se pone por encina del sujeto libre, hasta el punto de que se erige por encima de la misma sociedad, quedando el hombre reducido a mero objeto, cosa o instrumento utilizable por los que están en el poder estatal de turno. Esa crítica o visión de Oyola la tendríamos que seguir considerando en la búsqueda de una verdadera autonomía departamental. Pues, ésta tiene que constituírsela de tal manera que el individuo sea más importante en su subjetividad y derechos que cualquier institución pública o estatal. + Esto último tiene relación lógica con lo que Oyola dijo del socialismo. Vinculándolo con el hegelianismo, dijo del socialismo samsimoniano (no conocía el socialismo marxista), que los principios revolucionarios de éstos, aspiraban a suprimir la libertad individual, la propiedad, la familia, o sea, todo lo que podía ser personal, para absorberlo todo en el Estado. Aunque Oyola no llegó a conocer el pensamiento de Marx, su crítica al socialismo utópico de Sains Simon, también se la puede hacer extensiva al socialismo supuestamente “científico” de Marx que generó la idea política el comunismo. Y hoy esa crítica, a nuestro juicio se hace actual cuando en Bolivia se habla y defiende el “socialismo del siglo XXI”: un proyecto de sociedad único, que suena a totalitarismo, intolerancia, hegemonización del poder político por un solo sector social o una etnia (hoy la aimara o sus descendientes- este año García Linera sostuvo que los aimaras son el sujeto de la historia en Bolivia), persecución judicial de la crítica tildándola de “desacato a la autoridad”, etc. No…Si la historia parece que dobla la esquina y retorna al punto de partida. A veces es cíclica como pensó Nietzsche. Pero no tiene por qué ser así. Pues, la voluntad de los hombres, como la de los cruceños o cambas, es ontológicamente libre. Y no tiene por qué ser cíclica. No hay eterno retorno. Ningún retorno es eterno en la voluntad, conciencia y libertad humana o de los cruceños. b) Luego, en el marco de las ideas políticas del nacionalismo decimonónico europeo, copiado en los Estados latinoamericanos por los intelectuales de turno, varios de ellos de formación abogados, aparecerán un conjunto de ideas políticas combinadas con ideas étnicas y económicas, expresadas en el conocido Memorándum de 1904. Con ideas nacionalistas, este documento pedía a las élites andinas de turno que se fijaran en las potencialidades de desarrollo económico capitalista de Santa Cruz y le permitieran integrarse a la economía occidental por medio de la 7
construcción de un ferrocarril que uniera oriente con occidente; pero también, es importante subrayar que este manifiesto exigía considerar las particularidades étnicas y culturales de la región o de los cruceños, o sea, de los pueblos orientales de Bolivia. Rechazaba las políticas andinas que beneficiaban sólo el desarrollo o progreso del Occidente boliviano, frenando o postergando, dejando en la condición de miseria, a los pueblos del Oriente. Es de desatacar que este documento, a pesar de que habla de la Nación de Bolivia, defiende la existencia de los Pueblos Orientales, como pueblos distintos a los del Occidente boliviano (zona andina). Ahora bien, ese «integración» que se llama nacional, que como se ve, ya expresa la idea o el deseo de que Bolivia sea una nación, conlleva la tendencia a entender integración como sinónimo de «asiminación», esto es, los cruceños al parecer estaban dispuestos a asimilarle, en nombre de la idea de una nación única y homogénea, tal como lo planteaba el nacionalismo político del siglo XIX, a la nación o Estado signado por lo andino, sin importarles el costo histórico, social y cultural que implicaría para los cruceños como pueblo o sociedad diferenciada dentro de Bolivia. c) En el marco de este nacionalismo integracionista, borrador de diferencias culturales y étnicas, y por tanto, homogenizador desde el punto de vista cultural, social y político, con un Estado fuertemente centralizado, predicador de lo que se llama también el «nacionalismo estatalista», aparecerá otro añadido más en el pensamiento político cruceño de la primera mitad del siglo XX: es el pensamiento desarrollista, el cual hace entender la persistencia de algunos grupos políticos y de intelectuales, en la demanda de las regalías del II% con todas las consecuencias negativas para varias familias cruceñas de la época como fue el exilio de líderes cruceños; demanda que para conseguirse o arrancársela al poder centralizado, tuvo que contar con la fuerza del sector social camba, sobre todo del mestizo empobrecido, de esa plebe cruceña de la cual hablaba Gabriel René Moreno a fines del siglo XIX, que desde el punto de vista étnico no se diferenciaba mucho de los criollos cruceños, pero que desde el punto de vista socio-económico ´sufría o padecía más los efectos del subdesarrollo social y material de Santa Cruz. La lucha fue inclaudicable, hasta el punto que el mismo paceño Únzaga de la Vega, llegó admirar ese espíritu combativo, libre y democrático del pueblo cruceño en los años 50 del siglo XX. 4) Es ese nacionalismo integracionista-desarrollista el que hará que muchos cruceños, entre historiadores, abogados y de toda índole social y cultural, se sumen el proyecto «nacionalista revolucionario» del MRN desde 1952 hacia adelante. En nombre de crear un Estado o una nación boliviana moderno, algunos cruceños, militantes de aquel partido, no dudaron en cometer abusos contra su mismo pueblo o contra familias de este pueblo cruceño. Conocidos políticos emenerristas cruceños, en nombre de algunos ideales políticos sesgados o malintencionados, como el de «revolución nacional», «Estado moderno», «nación boliviana» (única y monocultural, signada en todo caso por lo andino y por la idea de que la cultura andina incaica era superior a las otras culturas de Bolivia), «nueva burguesía boliviana», etc., se sumarán a actuar políticamente también en contra de los mismos cruceños. Al fin y al cabo, todas esas ideas políticas de la modernidad mercantilista o capitalista, calarán en la menta y, por tanto, el accionar de muchos cruceños. 8
5) Es en este contexto político-ideológico que hay que entender la diferencias entre las formas de pensar y entender Bolivia y la democracia, de dos pensadores: uno el de la zona andina, paceño, José A. Arce y el otro, cruceño, Manfredo Kempff Mercado. Kempff Mercado no sólo trató de entender, reflexionar y pensar la filosofía de otros filósofos del ámbito internacional u occidental europeo. Fue un estudioso que supo preocuparse de lo local, de la tierra camba donde había nacido. Así, también se ocupó de la “mística de su tierra”, en cuento ésta influye en la parte telúrica de una cultura o sociedad, como la cruceña. Como filósofo de la cultura, pensó que la cultura de Bolivia tendría sus raíces no sólo en el Tiahuanacu, “sino también en las herencias nativas de Moxos y Chiquitos, que perdurarán a través del nuevo hombre oriental, quien sabrá arrancar el (sic) paisaje ancestral un nuevo sentido” (Pérez F., 1990, p. 29). A Kempff les preocupaban los problemas de Bolivia, pero más los problemas cruceños, emergentes del secular abandono material y espiritual de su pueblo, en este caso, el pueblo cruceño. Esto, v. gr., se refleja en su artículo sobre “El cruceño y las hamacas”. En este texto piensa que antes de que la modernidad llegue a Santa Cruz, los cruceños se echaban en sus hamacas para esperar o soñar en el progreso o futuro. Ahora que eso llegó y que el trabajo y la vida se hacen más difíciles, los cruceños usan la hamaca para descansar después de una agotadora jornada de trabajo. En sus palabras: “…el cruceño, durante más de una centuria, se ha ocupado de levitar. El instrumento mágico lo tenía a la mano: la hamaca. (…) Y si la hamaca da serenidad al ánimo, es porque al mismo tiempo aviva el pensamiento: no en vano Descartes nos cuenta que acostumbraba a recostarse para pensar mejor. (…) Y, gracias a su virtud de serenar el ánimo, la hamaca le concedió al cruceño el invalorable don de saber esperar. La espera le duró cerca de ciento cincuenta años.” Hoy, con el desarrollo urbano y el progreso que llega a Santa Cruz, “el cruceño ya no quiere ser más el futuro. Mejor dicho, habiéndoselo forzado a mantenerse dentro de su niñez impropia, la mayoría de edad la ha asumido de la manera más radical: con todos los derechos que ello implica”. (. . . . .) “La vieja hamaca como siempre, lo seguirá acompañando. Pero el péndulo de su movimiento ya no se traducirá en incalmables horas de espera, como sucedió hasta ayer. Volviendo a su antiguo uso guaranítico, el quijá (la hamaca) será la mejor expresión de su actividad y esfuerzo. El hamacarse para descansar substituirá al hamacarse para esperar. Dos actitudes que recogen la diferencia radical entre dos formas opuestas de vida: de una lado la vida que se define en términos de dinámica y de progreso; del otro, la vida paralizada que no hace sino repetirse a si misma...El cruceño… (r)enunció a soñar en las fantasías utópicas con las que se adormeciera en su hamaca futurista, y de un paso se puso en pie. Ya no volverá a acostarse más en ella para esperar”, lo hará para descasar también después del trabajo. (Kempff 2004, p. 872-875). De su crítica y discusión con el sociólogo marxista paceño José Antonio Arze, se puede destacar que Kempff no se definía antimarxista, porque no estaba de acuerdo con los “anti”, sino que simplemente no era marxista ni socialista, porque estas ideas predicaban el ateísmo, la primacía de la materia por encima de lo espiritual y porque Kempff era católica y democrática cristiano. Él pensaba que el “filósofo tiene una misión que cumplir, esta es la de procurar el más absoluto respecto a la personalidad humana, defender al hombre como persona y evitar que sea tomado 9
como un simple medio para la prosecución de ideales políticos” (Pérez F. 1990, p. 51); algo que el marxismo, muy ligado al fascismo, no hacía, antes bien, consideraba al ser humano como un simple instrumento, sin derechos, una mera materia, para construir una sociedad socialista o comunista opresora y negadora de la libertad y de la dimensión ontológica religiosa del ser humano. Tantos las ideas políticas de Oyola Cuéllar como las de Kempff Mercado, dos de los más grandes pensadores e intelectuales cruceños, el primero de la segunda mitad del siglo XIX y el segundo de la primera del siglo XX, muestran que en este pueblo o sociedad camba primó la defensa de libertad, de la persona, del individuo, por encima de cualquier proyecto político totalitario, autoritario y antidemocrático, y que los cruceños de ideas y de reflexión, han tenido pensamientos distintos a los del occidente de Bolivia, muy atrapados hasta ahora por la tesis de que los incas fueron socialistas; cultura más bien autoritaria y negadora de la libertad individual y de los pueblos, a nombre de la vida colectivista y ayllista (comunitarista como se le llama hoy, algo que se nos quiere imponer a los pueblos o naciones cambas del Oriente boliviano). Pienso que en el Oriente boliviano, incluso hasta por herencia e influencia de los pueblos o culturas indígenas cambas, nunca se abrazará con entusiasmo la idea o el proyecto, mentiroso e irreal para mí, de construir una sociedad socialista o comunista. Por si alguno está pensando que las misiones jesuíticas de Moxos y Chiquitos fueron experiencias de ese tipo, se equivoca, porque ellas fueron experiencia de vida cristiana que intentaron hacer realidad el mensaje de los Evangelios, algo que nada tuvo que ver con el ateísmo que predican los socialistas o comunistas del siglo XXI. 6) Luego viene un periodo de dictaduras militares, apoyadas por partidos políticos, que hará que los cruceños adopten posturas más pragmáticas, apoyando o contraponiéndose al dictador de turno: A Banzer en su gobierno de facto y luego a otros. En ese periodo, no surgen cruceños librepensadores en la política. Aparecen sí, los más demócratas que van a comenzar a demandar democracia y descentralización, después de la caída de la dictadura de Luis García Mesa. Recuperada la democracia, muchos cruceños, se sumarán al modelo de desarrollo económico y político neoliberal vía partidos políticos del momento como ADN, MNR, MIR, PS-1, CONDEPA... Para lograr más rápido la aplicación de ese modelo idearán el proceso de descentralización del Estado, vía, por ejemplo, las elecciones de los alcaldes por medio del voto democrático popular; más tarde vía la descentralización de una parte de los recursos económicos del TGN expresada en la Ley de Participación Popular de 1995. 7) Pero algunos cruceños, entre profesionales y autoridades o líderes, comenzarán a preguntarse también por Santa Cruz como ciudad, como pueblo o cultura. La crisis de la modernidad, el cuestionamiento a los Estados nacionales y el pensamiento de la diversidad cultural o el munticulturalismo que venía desarrollándose desde los años 70 en los EE.UU., y otras experiencia políticas en Europa, como el surgimiento de las autonomías en España; el surgimiento de los movimientos etnoterritoriales o etnonacionales, el cuestionamiento de los Estados etnocráticos en 10
«Estados Pluriculturales»... todo eso en conjunto, hicieron que algunos cruceños comenzara a pensar el tema de la identidad cultural cruceña o camba. Es esta nueva mirada, o la relectura de la historia y la cultura camba, en suma de la identidad camba en el Oriente boliviano, planteada por el Memorándum del año 2001, la que ha despertado la idea o pensamiento político llamado “nacionalismo camba»; nacionalismo que, en el contexto del pensamiento político postmoderno, defiende la existencia de una nación o nacionalidad a partir de una identidad histórico-cultural como lo es la identidad camba (cruceña, beniana y pandina). Este nacionalismo camba postula lo siguiente: + Que el pueblo cruceño en su devenir actual hoy más que nunca se viene asumiendo como Nación. Los elementos que tiene esta nación (que ya los hemos descrito y explicado en otros trabajos) son estos: (Entiendo por “nación” todo grupo humano o pueblo histórica y culturalmente diferenciado de otros, que asentado y ocupando un determinado territorio, ha desarrollo una cultura particular expresada en su forma de producir los bienes materiales de subsistencia, en la historia que ha protagonizado, en la lengua o forma de hablarla, en el arte (literatura, música, poesía, pintura), en el ethos colectivo o normas morales que regulan el comportamiento, en las costumbres y tradiciones, la idiosincrasia social, en las aspiraciones políticas de libertad o liberación, en la forma de ser, actuar y convivir…elementos que en el devenir histórico del mismo grupo generan un sentimiento de pertenencia, solidaridad y autoidentificación en y entre cada uno de los individuos que la conforman. En toda nación, como en este caso, en la Nación camba, se encuentran elementos objetivos (el territorio, la raza, la etnia o la mezcla de etnias), la lengua o la forma de hablarla (el habla popular), las tradiciones, la historia registrada en documentos o libros…y elementos subjetivos, los más profundos, los que están en la conciencia colectiva y en los sentimientos, que son aquellos que tienen que ver con los valores culturares, el ethos, la psicología, la forma de ser, pensar, actual y convivir; la religión. Es decir, lo que tiene que ver con lo simbólico-cultural. Cuando los miembros de este grupo humano o nación, o algunos de ellos, hacen consciente estos elementos y actúan en consecuencia, generan un proceso de liberación nacional, expresado, sea en la demanda de federalización del Estado donde se halla dicha nación, o en la de autonomía, o por último si se considera en situación de colonia, en la lucha política por alcanzar su liberación de la dominación de otra etnia, pueblo o Estado. (Vid. G. Pinto Mosqueira, La Nación camba. Fundamentos y desafíos, Santa Cruz de la Sierra, 2003; Pueblos Nación y Nacionalismo Camba, Santa Cruz de la Sierra, 2008). + Está asentada en un territorio determinado que tiene su delimitación a partir de la ex Gobernación de Mojos o de Santa Cruz creada en 1560. Hoy mantienen gran parte de ese territorio los departamentos de Santa Cruz, Beni, Pando y Tarija. Son más de 661.000 kilómetros cuadrados sumando sólo los territorios de los tres primeros departamentos. Este es un territorio histórico de los cambas. + Tiene una población que se auto identifica, mayoritariamente, como mestiza. Así, según una encuesta de auto percepción étnica realizada el año 2004, en Beni el 55, 52% de su población, 11
mayores de 14 años se considera mestiza, un 26, 42 % blanca y un 15,05 indígena-originaria; en Santa Cruz, 57, 36% se percibe mestiza, 30,42% blanca y 8,3% indígena-originaria. En el caso de Pando, según el Censo de Población y Vivienda de 2001, el 83, 8% se consideraba mestizo-criollo, y el saldo de su población tiene una identidad indígena-originaria del lugar o del interior. Por todos los datos que hemos visto y analizado, la cantidad de la población que se asume como camba (mestiza, criolla e indígena-originaria) no es menor a 1’ 800.000 habitantes. Y si a esta cantidad le sumamos la gente que, venida del interior o del exterior por emigración, se ha asimilado libremente a la cultura camba, esa cifra con seguridad aumentaría. Por eso, urge hacer nuevos censos departamentales en estos tres departamentos cambas. + Esta población conforma un “pueblo”, porque a lo largo de 450 años de historia (1561 hacia delante) desarrolló en dicho territorio histórico, y mantiene aún, un conjunto de tradiciones, valores culturales y forma de ser que se manifiestan en varias costumbres, fiestas que se celebran, juegos, forma particular de hablar la lengua castellana, en una religión predominantemente cristiana católica, etc. + A la conformación de este “pueblo camba”, como hemos visto, aportaron con su sangre, costumbres, lenguas, valores y formas de ser las etnias o pueblos indígenas como los guaraníes, los chiquitanos y con el tiempo los movimas, mojeños, reyesanos....todos ellos pertenecientes a lo que algunos etnógrafos llaman “raza pampeana”. Estos pueblos nativos son subnacionalidades de la Nación camba. Y ésta no se la explica cabalmente sin la presencia de los cambas indígenas que hay en Santa Cruz, Beni y Pando. Por los datos estadísticos precedentes, la población camba indígena originaria en todo el territorio camba llega alrededor de un 12%. + Tiene un habla popular camba o cruceña que ha sido estudiado por autores identificados con esta cultural. Cfr. para el caso del habla cruceño a H. Sanabria F., El habla popular de Santa Cruz, Santa Cruz de la Sierra 2008. Para el caso del habla cruceña y su expansión por todo este territorio histórico camba, con sus especificidades o variaciones en algunas subregiones, cfr. L. A. Roca, Breve historia del habla cruceña y su mestizaje, Santa Cruz de la Sierra 2007. + Tiene una historia propia que está escrita. Se la puede leer, entre otras, en la obra mencionada del cruceño Hernando Sanabria: En Busca de el dorado (1988) y en la también ya mencionada y más reciente del beniano José Luis Roca: Sociedad y Economía en el Oriente Boliviano, S. XVI al XX (2001). + Tiene aspiraciones políticas de autonomía. Y esto desde 1561, primero ante la administración colonial española y, después, frente a la República de Bolivia y sus gobiernos andinos de turno. Los cabildos realizados en los últimos 4 años demandando autonomía son otras de las expresiones de dichas aspiraciones. + Hay un vínculo psicológico y cultural entre los cambas, así como un sentimiento fuerte y profundo, de sentirse y querer seguir siendo camba. Es una especie de simpatía y empatía entre los cambas. Sobre todo cuando descubrimos que la palabra “camba” significa hombre amigo (señor o 12
señora), y tiene su origen etimológico en la lengua guaraní, y es una palabra que fue registrada por primera vez en forma escrita en una Relación sobre los Mojos (ca. 1676) que hizo el Hno. jesuita Joseph del Castillo. Es la palabra más universal y la que mejor contenido sociológico y antropológico tiene. Por tanto, permite auto identificarse y sentirse distinto al cruceño, beniano y pandino ante los “otros”. El etnógrafo norteamericano Heath en los años 50 del s. XX dice del Camba: “Los Cambas constituyen un grupo de individuos que en forma deliberada se relacionan entre sí. Para ser camba se necesita haber sido socializado como miembro de un grupo que ha persistido durante generaciones; un grupo cuyos miembros comparten modalidades comunes en el pensamiento, sentimientos, creencias y modos de comportarse”. “Las artes y oficios de los Cambas hoy reflejan su herencia indígena, a pesar de que su modo de vestir es completamente Española [sic.]. En su arquitectura, alimentos e idioma podemos ahora discernir elementos tanto de las tradiciones nativas como españolas. Sus juegos, fabricaciones caseras, cuentos folklóricos, farmacopea, y un sinnúmero de otros aspectos de su cultura igualmente emergen de su ancestro dual. Por consiguiente, debemos reconocer que los Cambas no son ni indígenas ni Andaluces pero son un pueblo nuevo que aún se halla en proceso de formación en cuanto a sus costumbres de vida. Su cultura no es copia de ningún molde antiguo sino una cultura nueva poseída de una vitalidad que concuerda con su estado emergente”. “Los Cambas forman una nueva constelación en el universo de la cultura humana. Todo parece indicar que esta constelación se hallase en ascenso”. [El subrayado es nuestro] (Heath 2000). + Este nacionalismo camba no es igual al regionalismo ni al integracionismo cruceño del s. XX. Tampoco se reduce a exigir sólo autonomía departamental dentro del Estado de Bolivia. Por tanto, rompe con aquellas posturas cruceñas planteadas en el marco del nacionalismo altoperuano boliviano que buscó construir “la nación boliviana” en base a las culturas andinas, sobre todo, la aimara, negándoles a los cruceños o cambas en general a tener una identidad cultural propia, auténtica, no prestada ni impuesta. + Ahora bien, el nacionalismo camba no es igual al Movimiento Nación Camba de Liberación (MNC-L), aun cuando algunos de los que han aportado a este nacionalismo sean miembros, simpatizantes o fines a dicho movimiento. El nacionalismo camba sí es una ideología política a la cual han aportado y están aportando estudiosos y profesionales de todas las edades, simpatizantes o no del MNC-L (dicho sea de paso, este movimiento no es un partido político ni una agrupación ciudadana, ni siquiera es una fundación; antes bien, es un movimiento político-cultural espontáneo de gente que se sabe y entiende camba y quiere defender su identidad cultural como pueblo o nación fuente a cualquier agresión sobre todo de los que manejan y administran el Estado de Bolivia, en apariencia aún «plurinacional»). + El nacionalismo camba es el nuevo ideario político que los cambas requerían para continuar luchando por el derecho humano de libre autodeterminación como Nación frente a un Estado boliviano dirigido hasta ahora por los andinos que ejecutan un colonialismo interno (que es otra 13
forma de violencia) contra los cambas, vía educación pública, expoliación de los recursos económicos, desprestigio social, político y racial. 8) Para esta primera mitad del siglo XXI, el pensamiento político cruceño y su accionar, vislumbramos que debería caminar por los siguientes lineamientos o principios fundamentales: a) Tener en cuenta que la modernidad, que conlleva la modernidad política y otros discursos o metarrelatos como el nacionalismo decimonónico o «estatalista», que nunca respetaron la diversidad de pueblos o culturas o naciones que tiene un Estado y que en nombre de una sola nación moderna (monocultural o monoétnica) imponían una sola visión a todos esos diversos pueblos, y para ello concentraba o centralizaba el poder estatal, ya no va más y ha llegado a su fin...No por nada en el mundo hoy más del 50% de los Estados son descentralizados bajo el modelo federal o el de las autonomías...Y no por nada hace 60 o 70 años en el mundo habían unos 140 Estados y ahora hay más de 200 Estados.... ¡Algo nos está diciendo esta nueva realidad política mundial! b) Tener en cuenta que el pensamiento político posmoderno defiende lo «pluri» cultural, la democracia participativa con inclusión de las minorías culturales, étnica y nacionales; plantea la descentralización del poder político, económico y legislativo con autonomía de gestión y decisión política (no acepta un Estado centralista o etnocrático, es decir, un Estado manejado por una sola etnia o cultural que quiere imponer su forma de vida y su visión a las otras etnias, naciones o culturales que existen dentro del mismo Estado, aprovechándose para ello de los recursos que concentra o centraliza el poder estatal). c) Por ello, el pensamiento y el accionar político cruceño o camba debe y tiene que asumir la defensa inclaudicable de la libertad humana contra todo intento e interés de imponer a Santa Cruz o a los cambas en general regímenes totalitarios sean de tipo socialista, comunista, estalinista, castrista, gadafista, comunitarista o ayllista. Porque este tipo de sociedad no va con el espíritu libre del pueblo o la nación camba. Por eso, la defensa de la democracia participativa e inclusiva tiene que ser parte de ese ideario político; una democracia, además, donde el Estado deje de ser la Santa Inquisición moderna que con sus inquisidores, es decir, jueces y fiscales, persiguen al que no cree o piensa distinto a los que están incrustados en el poder y piensan que ese Estado debe imponer visiones y formas de vida al antojo de los que tiene una ideología como si fuera una religión, como lo quieren hacer los comunistas o socialistas del siglo XXI. En síntesis hay que defender al individuo por sobre el Estado. El hombre es más importante que el Estado para el pensamiento político posmoderno. d) Ese pensamiento y accionar político cruceño tiene que incluir la defensa y revitalización de la identidad histórico-cultural cruceña o camba; sobre todo de aquellas tradiciones y valores culturales que le hacen «bien a un pueblo»: que lo hacen más alegre, más hospitalario, más solidarios entre sus miembros, en suma más feliz y con menor sufrimiento humano. Pienso que el accionar político de los cruceños o cambas en general debería girar en torno a estos dos valores fundamentales: la libertad y el menor sufrimiento posible del camba. Porque al fin y al cabo eso 14
es lo que importa para el hombre cuando pasa por este mundo. La política o el poder político que se tenga debería encaminarse por a perseguir ese objetivo, y no al revés: a hacerle la vida pública y privada más amargada a la gente. e) También debe dirigirse a seguir cambiando la estructura del Estado boliviano que hasta ahora ha servido para enriquecer primero a la rosca minero-feudal andina, luego a sus élites políticas e intelectuales del sector social medio y ahora a los dirigentes sindicales campesinos e indígenas andinos, ansiosos también de lucrar con los recursos del Estado que hacemos posible con nuestros impuestos y con los recursos naturales de las regiones. Vgr., hoy los indigenistas, indianistas, socialistas....han creado un fondo indígena dizque para el desarrollo indígena. De los 1000 millones que tiene ese fondo, el 85% se lo reparten y quedan en la zona andina; el resto, o sea, el 15%, es decir, migajas, le dan a los pueblos o naciones indígenas de las tierras bajas o del Oriente boliviano. Y vean este otro trato discriminatorio a las naciones o pueblos orientales: del presupuesto que aprobaron para este año que alcanza a 111 mil millones de Bs., el 83% lo manejan de manera indiscrecional desde un Estado, paradójicamente con autonomías, pero que tiene un 83% de competencias entre privativas y exclusivas centralizadas. Esa torta económica, que duda cabe, les beneficia más a ellos, es decir, a los pueblos, naciones y ciudades de la zona andina. Contra esas injusticias económicas también hay que hacer política y luchar en y desde Santa Cruz. Porque si no se lo hace, no se está haciendo respetar o tolerar esa diversidad étnica, cultural y nacional que tiene Bolivia como Estado. f) La forma de hacer política del cruceño, no puede dejar de lado la tesis de que para desarrollarse como pueblo, sociedad o nación, el camba necesita tener capital económico, tecnológico, pero también capital cultural, esto es, mayor y mejor conocimiento, que va acompañado de mejores aptitudes cognitivas para seguir haciendo política participativa que ponga al individuo y al ciudadano por encima de los poderes públicos y no al revés como sucede o ha sucedido hasta ahora en la historia moderna del Estado boliviano. Al fin y al cabo, la política y el político, aquel que vive de o para la política, se debe a la gente y a su libre voluntad de ser gobernados por los más capaces de entender que lo que le importa a la gente es vivir libre (sin ningún tipo de opresión, ni económica, ni política, ni estatal, ni social, ni jurídica, ni psicológica, ni espiritual) y tener el menor sufrimiento posible al pasar por este mundo. Y en torno a estos dos valores ontológicos y naturales deberían organizarse y estructurarse hoy los Estados, las sociedades o sus naciones. g) En medio de esas tendencias y formas de entender la política y su accionar para el siglo XXI, el marco ideológico-político que tienen algunas agrupaciones ciudadanas nacidas en Santa Cruz es fundamental, tal cual se lo resume en estas líneas: + Se asume la libertad como principio fundamental de identidad del pueblo cambacruceño; + Se asume el compromiso social bajo los principios de solidaridad e igualdad; 15
+ Por eso, se asume la democracia social; + Se busca unir el trabajo con el emprendimiento (algo que demuestra que no ve al Estado de manera paternalista); + Se asume la defensa del desarrollo sostenible; + Se asume la autonomía como un instrumento para luchar y conquistar los derechos de los cruceños y de los ciudadanos de toda Bolivia; + Se asume la defensa de la identidad cultural camba o cruceña. + Se asumen la defensa de los derechos humanos de los cambas o cruceños y de todo habitante no cruceño del territorio camba.
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