La maqueta de Ricardo

Page 1

2016 La maqueta de Ricardo

Ricardo Sanz Marina QuintanadueĂąas


La maqueta de Ricardo Esta historia empieza en un pueblo pequeño, muy pequeño. Casi diría que más que pueblo deberíamos llamarlo barrio; el barrio de la estación, que es como se llamaba en muchos pueblos y ciudades de España a las pocas casas que la acompañaban. Pero no se crea por ello que se trata de un barrio sin vida, ¡qué va! Precisamente hoy hay un concierto en el aparcamiento de la estación. Un camión escenario negro con el rótulo de “Orquesta Zapping” detrás del guitarrista (El Ingeniero para los amigos) anima con su música de verbena al respetable, que en buen número, se ha reunido en el lugar. Más de 40 personas entre padres con sus hijos, chicas jóvenes y niños corriendo hasta por debajo del camión, presencian el espectáculo. El técnico de sonido, detrás de ellos, cuida de que todo funcione a la perfección. Junto a la estación, en la que un nutrido grupo de viajeros espera al tren, podemos encontrar 2 chalets con sus jardines, un restaurante (antiguo molino reconvertido para este uso) una iglesia y un parque. Debido a la crisis se ha dejado de construir pero esperamos que en un futuro el barrio siga creciendo. Disfrutando del buen tiempo hay quienes se solazan en el jardín de su casa contando los últimos cotilleos, y quienes lo hacen en el exterior del restaurante Cabolo. Un coche de época acaba de llegar a la Iglesia y de él se ha bajado la novia, que, cogida del brazo del padrino, son recibidos por el cura y ¡nada menos que el Papa! Algunos invitados les acompañan y la gente que pasa por la calle vuelve la cabeza para no perderse detalle. Justo detrás de la Iglesia están de obras. Parece ser que se ha roto una tubería de agua y hay que hacer una zanja nueva. Varios operarios miran cómo la excavadora hace su trabajo. Hablando de obras, parece que se han levantado algunas baldosas a la entrada del parque y dos obreros lo están inspeccionando. Habrá que cambiarlas, comentan. Pero eso a los niños no les importa lo más mínimo. Acaban de salir del colegio y, dejando sus mochilas en un rincón, corren de acá para allá, suben y bajan del tobogán y se columpian. Bueno, no todos. Uno de ellos no se ha portado del todo bien y tiene que permanecer sentado en el banco con su madre. Aunque es un pueblo modélico siempre hay alguno que aparca donde no debe, encima de la acera, por ejemplo. Menos mal que la policía local está ahí y ya le están poniendo una multa por


incívico. A la salida del pueblo otras fuerzas del orden público, en este caso la Guardia Civil, acaban de parar un camión de Transportes Blanco y han encontrado en su interior 5 emigrantes marroquíes que viajaban de incógnito entre la carga. El conductor, Juan Carlos, ha alertado a las agentes al ver roto el precinto de las puertas del remolque y se disponen a llevarlos al calabozo en su furgón. Al otro lado de la carretera se halla la zona industrial en la que hay una terminal de contenedores y la mina “La Concha”. En ella dos excavadoras apilan el carbón que, con mucho esfuerzo, van sacando los mineros en vagonetas y que una grúa se encarga de volcar directamente sobre los vagones. En esta vía las locomotoras de vapor no solo se aprovisionan de carbón para su funcionamiento, sino que también hacen aguada y recargan arena para la tracción. Como la mina necesita más terreno, ya que apenas caben ya los montones de carbón actuales, y en un futuro está prevista la modernización de las instalaciones para una mayor producción, han contratado a una empresa maderera para que tale los árboles y se los lleve en camiones o en vagones de tren. No saben que entre la espesura vive una familia de ciervos, una madre con sus cervatillos, que tendrán que buscar un nuevo hogar. Volviendo a la estación principal, hay que decir que guarda un notable parecido con la antigua estación de Burgos, como reza el letrero que está sobre la Librería de Ferrocarriles. Por el paso inferior no se accede al otro andén, al que se llega cruzando las vías como antaño, sino que conecta con una modesta estación de metro. Lleva el nombre de Cárcavas y esta parada tiene escaleras tanto normales como mecánicas, además de cafetería y servicios para señoras y caballeros. Los azulejos hasta media altura llevan el logotipo de “Metro” y , entre ellos, están intercalados carteles publicitarios y máquinas de refrescos. Una gran variedad de personas se dan cita en los dos andenes de Cárcavas, desde músicos callejeros hasta monjas e incluso unos jóvenes de dudosa catadura que están siendo interrogados por dos agentes femeninas de la Policía Nacional. Si subimos a la estación superior y montamos en alguno de los numerosos trenes de viajeros que pasan en dirección a la estación de Quintanadueñas, podremos ver de cerca las montañas, algunas con sus cumbres nevadas, e incluso un buen grupo de esquiadores que disfrutan con el descenso. Cierto que alguno de ellos va a tener un accidente y es posible que se abra la cabeza contra las rocas pero…


Discurre la vía junto a unos cipreses que flanquean los alrededores de una ermita en la que el cura del lugar espera a sus feligreses en las escaleras de entrada. En lugar de éstos, un buen número de vacas son las que se acercan a la casa de Dios, atraídas sin duda por los buenos pastos que hay en esos prados. También a un grupo de Boy Scouts les ha gustado la zona y han decidido plantar sus tiendas canadienses y montar un pequeño campamento presidido, eso sí, por la enseña nacional. Hoy, como hace buen día, han salido de marcha en fila india por la carretera de la estación. Por detrás de su campamento, la vía discurre entre bosques de abetos y prados en los que los caballos salvajes pastan libremente. Junto al pinar una pequeña granja (granja Marta) en la que no falta el huerto bien cuidado, el corral de gallinas, patos y cerdos, y hasta un naranjo llenito de fruta. Como es época de recogida toda la familia ayuda en la recolección. Los nietos piden una naranja al abuelo aunque el chico ya tiene una escondida tras la espalda. Parece que este año ha habido buena cosecha de calabazas y ¡las que quedan por recoger! En un pequeño campo contiguo reposan la cosechadora y el tractor en espera de que llegue otro día de faena. En un pequeño apartadero próximo a la granja se acumulan las tablas de los troncos ya cortados en espera de ser cargados en sus respectivos vagones. Una familia de campistas se ha instalado en un campo de hierba junto a la estación de Quintanadueñas. Han montado su tienda de campaña y han hecho fuego para preparar la comida y bailar y cantar junto al fuego. La estación es pequeña pero coqueta. Cuenta con vía de sobrepaso además de la bifurcación por la que se accede al ramal del pinar. Un tinglado o almacén de mercancías completa sus instalaciones. Algunos viajeros esperan la llegada del expreso mientras otros pasean por el andén o simplemente se sientan en un banco a ver pasar los trenes. A la salida de la estación un pequeño rebaño de ovejas busca, además de alimento, al pastor y su perro que no están con ellas. Y es que este hombre es un andarín incansable y le gusta recorrer la zona, siempre acompañado de su perro pastor alemán, de modo que es imposible saber dónde está. Si alguien lo ve que, por favor, le diga que el rebaño le espera. Casi se me olvida contaros que en la zona que hay más al este hay un pequeño paraje encantador. Se trata de un río en el que los pescadores echan sus cañas, los patos nadan tranquilamente y los niños juegan en sus orillas. Se les ha caído el balón al río y uno de ellos se ha tirado valientemente al agua y nada para recogerlo antes de que lo arrastre la corriente. Por el sendero que hay en la orilla se puede ir en bici o pasear tranquilamente bajo la sombra de sus árboles. Espero que os haya gustado y vengáis a visitar pronto este trocito de mundo tan maravilloso.


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.