2009
MONOGRAFIA CIMSPAM SELECCIÓN TEMÁTICA DE PRODUCIÓN AGROPECUARIA
Fernando Ramón Ingalls Herrera Coordinador
Asesoría y Capacitación Ingalls
A+C+I asesoriaycapacitacioningalls@gmail.com
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MONOGRAFÍA CIMSPAM
PRODUCCIÓN AGROPECUARIA SELECCIÓN TEMÁTICA
COMPILADORES: Dr. Fernando Ingalls Herrera M en C Maura Cruz Fierro Dr. Ariel Ortiz Muñiz
CIMSPAM FESC/UNAM
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INDICE Págs. CAPITULO I ESCENARIO HISTÓRICO DE LA PRODUCCIÓN.................................................... 3 AGROPECUARIA EN MÉXICO CAPITULO II TIPOLOGÍA DE PRODUCTORES AGROPECUARIOS ...........................................10 EN MÉXICO CAPITULO III LA PRODUCCIÓN AGROPECUARIA SUS...........................................................19 LIMITANTES Y DETERMINANTES CAPITULO IV CARACTERÍSTICAS ACTUALES DEL SECTOR....................................................29 AGROPECUARIO CAPITULO V DESARROLLO RURAL, RECURSOS NATURALES...............................................35 Y BIODIVERSIDAD CAPITULO VI CICLOS DE PRODUCCIÓN DE LAS PRINCIPALES...............................................57 ESPECIES ANIMALES EN MÉXICO CAPITULO VII ESQUEMAS DE LOS CICLOS DE PRODUCCIÓN DE LAS................................... 76 PRINCIPALES ESPECIES ANIMALES EN MÉXICO CAPITULO VIII POLÍTICA INTERNACIONAL DE PROTECCIÓN AL............................................... 91 MEDIO AMBIENTE
BIBLIOGRAFÍA ............................................................................................... 117
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CAPÍTULO I ESCENARIO HISTÓRICO DE LA PRODUCCIÓN AGROPECUARIA EN MÉXICO
Época Prehispánica Durante la época prehispánica, la proteína animal en México se obtenía, fundamentalmente, mediante la cacería y la pesca, y de fuentes que ahora consideramos no tradicionales, como insectos y reptiles. Es conocido el complicado sistema de correo del que se servía Moctezuma para disponer diariamente de pescado fresco. Además, se tiene evidencia de que se mantenían explotaciones domésticas con guajolotes, patos, palomas, codornices, conejos y perros xoloitzcuintle que se engordaban con maíz antes de sacrificarlos. Fray Bernardino de Sahagún, en el libro undécimo del Códice florentino describe detalladamente los animales para abasto, en especial las aves. El mismo Sahagún habla de los perros chichi (pequeño) o tlachichi, itzcuintli (común), xochicóyod (con manchas en el cuello) y el tetlami (temido y huidizo). Bernal Díaz del Castillo se refiere a la utilización de estos animales como alimento aunque a los perrillos llevan consigo, de noche se volvían a sus casas, y alli los apañábamos, que era buen mantenimiento. El padre Diego Durán, en su Historia de las Indias de la Nueva España, describe un tianguis en Acolman donde había más de 400 perros para la venta y "preguntando para que los querían, dijeron que para celebrar fiestas, bautizos y matrimonios". Don Francisco de Hernández menciona también al teptzcuintliy dice que es parecido al perro, aunque en realidad es un roedor. Hernán Cortés menciona que el guajolote se usaba tanto para consumo en festividades como para alimentar a los animales carnívoros del zoológico del emperador. En esa época ya se realizaban prácticas relacionadas con la medicina veterinaria y la zootecnia. En los mercados había oficiales encargados de inspeccionar que los alimentos y animales para consumo estuvieran en buenas condiciones sanitarias, y los emperadores aztecas tenían en sus zoológicos y acuarios personal especializado para la alimentación y cuidado de los animales.
La Conquista Al no encontrar animales domésticos del tipo europeo, Cristóbal Colón solicito a los reyes de España que enviaran bestias, y así Antonio de Alaminos trae los primeros 15 caballos y cinco yeguas. Se conoce bien la efectividad del caballo y del mastín durante la conquista. Hernán Cortés trajo en 1519 once caballos y cinco yeguas. Posteriormente, Velázquez envía nuevas remesas desde Cuba. Los primeros bovinos Ilegaron en 1521 procedentes de Santo Domingo, y después de pequeños embarques hay una
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introducción a gran escala en 1540. Se dice que el obispo Zumárraga mando traer burros para suplir las funciones de carga de los tamemes. Los ovinos, traídos en 1525, prosperaron en la Mesa Central. Inmediatamente después de la conquista se trajeron cerdos que luego se mezclaron con los traídos de China por la Nao. Se dice que en 1524 el abasto de cerdos en la ciudad era tal, que para 1531 la carne ya era muy barata, y a nadie le interesaba la cría. Las mulas tuvieron gran auge, y se indica que el comercio con Veracruz ocupaba cerca de 70,000 y que en la ciudad de México se empleaban en más de 5,000 carros de tiro hacia mediados del siglo XVI. Las mulas fueron, además, requeridas para apoyar la minería. El ganado de lidia fue introducido en 1522 por Altamirano, quien trajo doce reses de Navarra; se ha dicho que en 1529 se realizo la primera corrida de toros, pero Oteiza indica que esto no ocurrió sino hasta 1540. Las primeras ganaderías bravas se establecieron en la actual región de San Nicolás Parangueo. En 1555 el virrey Luis de Velasco organiza una celebración donde se lidiaron 60 toros. Esta afición, tan arraigada hasta nuestros días, también fue cultivada por el cura Miguel Hidalgo, quien tenia un criadero de reses bravas en la hacienda del Xaripeo.
La Colonia Don Juan Suárez de Peralta, sobrino de Hernán Cortés, cronista y albéitar, escribió entre 1575 y 1580 el primer tratado de veterinaria en América: El libro de la albeitería, que trata de "do que es curar cavallos, y todas las bestias de pata entera por pulso y orina...". El manuscrito original, que se encuentra en la Biblioteca Nacional de Madrid, fue paleografiado por el Dr. Nicanor Almarza, y ha Ilegado hasta nuestros días por la edición que realizara el Dr. Guillermo Quezada Bravo en 1953. La ganadería se expandió en forma Iogarítmica por la ausencia de predadores y enfermedades, así como por la abundancia de recursos, tanto, que el indio norteamericano emplea caballos procedentes de yeguadas salvajes escapadas de la cría del centro de México. Sin embargo, el indígena en el Virreinato estaba limitado, pues no podía usar bestias so pena de muerte; las leyes fueron después relajándose, y se permitió a los indios el uso y finalmente la compra de animales. La ganadería en la Colonia, desde el punto de vista agrario, colaboró a la concentración de tierras en pocos propietarios, a la movilización de indígenas fuera de los terrenos hacendarios, y a su utilización como trabajadores bajo esquemas feudales. Sirvió también a la colonización del norte del país y del sur de los Estados Unidos, y permitió el establecimiento de agrupaciones demográficas permanentes. Durante esta época no solo la ganadería tuvo un auge explosivo. La apicultura (en Yucatán, aprovechando los conocimientos mayas en la cría de la abeja nativa), el gusano de seda (en Guanajuato y Oaxaca) y la cochinilla grana (en Oaxaca) generaron recursos casi tan importantes a la corona como lo hizo la
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minería. Sin embargo, la falta de tecnificación, las enfermedades, el abigeato y las constantes guerras hacían que el recurso pecuario no fuera tan rentable como debiera. La práctica veterinaria era realizada por los albeitares, quienes, además, vigilaban los contratos de compra-venta de ganado; trabajo que posteriormente fue normado por las Leyes de Indias.
La Independencia Durante la Independencia y los siguientes 50 años se desarticulan el aparato productivo y se freno el desarrollo económico: los propietarios abandonaron las haciendas y los campesinos se unieron a los movimientos bélicos, proceso que se repitió con la Revolución.
El Porfiriato Según el censo de 1910, existían 834 hacendados que poseían 168 millones de hectáreas, mientras que 12 de los 15 millones de habitantes que tenía el país se dedicaban a actividades agropecuarias.
La Revolución Las condiciones extensivas de producción y la baja tecnificación continuaron en el México independiente, y para fines del siglo XIX se inician la importación de pie de cría para el mejoramiento de las razas. Por ejemplo, durante el porfiriato se importaron 160,000 ejemplares bovinos y 75,000 ovinos y caprinos con ese fin. La introducción del ganado cebú a México tuvo lugar en 1884, con ejemplares que provenían de los Estados Unidos; la del Nelore de Brasil tuvo lugar en 1923, y de 1930 a 1945 se importaron varias remesas hasta que, por la fiebre aftosa, se suspendió la entrada de ganado proveniente de países en los que había esta enfermedad.
La Postrevolución La recuperación ganadera en el periodo postrevolucionario fue lenta pero la actividad mejora cualitativa y cuantitativamente al iniciarse programas de fomento, exposiciones ganaderas y publicaciones de divulgación científica sobre problemas específicos. Como ejemplo, el 19 de diciembre de 1930, en el reglamento de exposiciones vigente durante la presidencia de Pascual Ortiz Rubio, se incluyen el "concurso de la tonelada de cerdo" (con premios en efectivo de $100.00 en oro metálico), el "control lechero" y el reglamento para los libros genealógicos del ganado.
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La ganadería nacional se incrementaba en número y calidad después de la Revolución cuando en 1926 fue detectado en Tabasco un brote de fiebre aftosa, con el consiguiente embargo ganadero por parte de los Estados Unidos, que habían sufrido un brote dos años antes. Con el sacrificio de 1,200 animales se declaro libre de la enfermedad al país, y así, se firmó en 1928 un convenio con los Estados Unidos para evitar la importación de ganado de países con aftosa (principalmente de Centro y Sudamérica), aunque dicho convenio era frecuentemente violado por ganaderos mexicanos y texanos.
La Fiebre Aftosa En 1946 se importaron 327 cabezas de ganado cebú, el cual fue puesto en cuarentena durante seis meses en la Isla de Sacrificios, sin que mostrara signos de la enfermedad. Sin embargo, en la zona de Boca del Río se reportaron los primeros 300 casos, por Io que se declaro oficialmente a México como país invadido por la fiebre aftosa. En 1947 la enfermedad estaba en 10 estados de la República y en el Distrito Federal; se trato de controlarla con el sacrificio de los animales enfermos; posteriormente, con la vacuna obtenida por médicos veterinarios mexicanos, fue posible detener la epizootia, cuyos últimos brotes tuvieron lugar en 1953-1954. El costo de la campaña fue de cerca de 250 millones de dólares en gastos directos, más de un millón de cabezas sacrificadas, la pérdida de líneas genéticas y el tiempo requerido para la recuperación ganadera. Más importante aún fue la muerte de 60 trabajadores entre técnicos, auxiliares, militares y médicos veterinarios. El M.V. Augusto Juárez Medina y su escolta fueron arteramente asesinados en una emboscada en Senguio, Mich. , el 2 de septiembre de 1947. El Dr. Juárez fue digno representante de una profesión cuyos miembros trabajaron para salvar al país de esta epizootia; Io fueron también los maestros que elaboraron la vacuna y los profesionales y estudiantes que después de ocho años de campaña Iograron la erradicación de la enfermedad antes que en ningún otro país. En 1972, con la erradicación de la encefalitis equina venezolana, también utilizando una vacuna elaborada por técnicos mexicanos, se revivió en parte el proceso de la campaña contra la fiebre aftosa. A raíz de la gran sangría que represento la fiebre aftosa, se crearon en el país los (centros de fomento ganadero y avícola); se hizo extensivo el uso de la inseminación artificial, se creo el Instituto Nacional de Investigaciones Pecuarias y la Subsecretaría de Ganadería, la cual, salvo un lapso pequeño en el que desapareció, ha fomentado la industria ganadera, y elaborado su normatividad, tanto en el área de la salud animal como en la de la ganadería y de otras especies productivas. El ejercicio de la medicina veterinaria en México cambio de manera radical a partir de la aparición de la fiebre aftosa, gracias a la demostración del valor de la
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profesión y a la obtención de un reconocimiento social que no tenía. Los efectos inmediatos de esta atención social y política sobre la profesión veterinaria se tradujeron en la creación de la Subdirección de Ganadería dentro de la Secretaría del ramo. Como consecuencia, se crean los centros de fomento para restablecer la ganadería del país; entre los que todavía existen, aunque transformados, están los de Jilotepec, Huamantla, Paso del Toro y La Joya. Este efecto atrajo la atención de agencias internacionales de desarrollo, así como de empresas transnacionales orientadas a la producción de alimentos para animales y a la producción animal intensiva.
La Modernización Pecuaria Entre 1953 y 1960 se inicio el desarrollo intenso de la avicultura tecnificada, tuvo lugar una crisis nacional en la porcicultura por sobreproducción, se crearon los centros de Fomento Ganadero dependientes de la Secretaria de Agricultura y Ganadería (SAG) y se estableció el Programa de Rescate Ovino. Una parte de la producción bovina se exporta principalmente a los Estados Unidos; se inicia también la importación de lana, leche, grasas animales y huevo, Io que ha ido en aumento paulatino y constante hasta nuestros días. Posteriormente, entre 1960 y 1973, hubo una intensa actividad pecuaria tanto administrativa como económica. Se creo la Aseguradora Nacional Agrícola y Ganadera, se estableció el primer ejido colectivo de ganadería, se desarrollo intensamente la porcicultura tecnificada, se registro la primera crisis avícola por sobreproducción, los veterinarios escalaron posiciones político-administrativas en la SAG, desapareció la inafectabilidad ganadera, se redujeron las áreas de producción pecuaria, se estableció el coeficiente de agostadero como indicador de la pequeña propiedad y se reestructuro la Confederación Nacional Ganadera. Hubo cambios en la organización de la producción agrícola en La Laguna, y surgió el complejo Lala, productor de leche. La compañía Nestlé abrió sus empresas en las zonas ganaderas del trópico y se estableció un nuevo modelo de explotación de doble propósito. Se restablecieron las exposiciones nacionales ganaderas y las exposiciones regionales de criadores especializados por raza y especie. Entre 1970 y 1975 se inicio la formación del primer Complejo Agroindustrial en la Chontalpa. En su época, este fue el proyecto agroindustrial para trópico húmedo más ambicioso del mundo, con 50,000 cabezas de ganado en engorda, 2,000 cerdas de vientre, borregos, peces y guajolotes. Sin embargo, Io más trascendental fue el programa para importar 20,000 vacas lecheras de Canadá, el cual se cumplió en parte. Los problemas sociales en los ejidos y los de manejo y salud de los animales hicieron que muriera gran porcentaje de éstos. Las pugnas entre el gobierno del estado y la SAG, por un lado, y de Nestlé, la banca privada y la Secretaria de Recursos Hidráulicos por otro, hicieron que el problema se agrandara en su dimensión política. Se inicio una severa crisis económica en todos los ramos de la producción agropecuaria, derivada de fuertes contrabandos e importaciones fraudulentas. Se expidieron masivamente certificados de
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inafectabilidad ganadera y se promulgaron la nueva Ley de Reforma Agraria y la Ley Federal de Aguas. Se fusionan los bancos agropecuarios en uno: Banrural. Se creo la Secretaria de la Reforma Agraria. Las transnacionales y las grandes compañías pecuarias introdujeron los sistemas de aparcería. Se modificaron los sistemas de comercialización de la leche a través de organizaciones de productores como Alpura, Xalpa y Chipilo, y se Ilevo a cabo el diagnóstico, control y erradicación de la encefalitis equina de Venezuela. En la década de los setenta hubo exportación de cerdos a Japón y continuo la exportación de bovinos a los Estados Unidos. Se promovió la libre introducción de carne en canal al Distrito Federal. Se inicio la clasificación de carnes de bovino. Las uniones ganaderas establecieron sus propias plantas de industrialización de la carne y fábricas de alimentos balanceados. En 1975 se empezó a satisfacer el mercado interno de carne de bovino por excedentes de producción, debidos a la contracción de la demanda. Aumento la exportación de bovinos en pie a los Estados Unidos y de carne de cerdo a Japón. Las cifras de importaciones masivas de leche en polvo fueron muy altas. Entre 1975 y 1982 se redujo la inversión federal en proyectos de desarrollo, se desmantelaron fideicomisos y se responsabilizo de los proyectos a las secretarias de Estado, que los manejaron irresponsable, negligente y fraudulentamente. Se cancelan los proyectos y esto deja una gigantesca infraestructura pecuaria que con los años se ha deteriorado y destruido en un elevado porcentaje. Se creo la Ley de Fomento Agropecuario, que nació prácticamente muerta. Entre 1982 y 1988 hubo un lento desmantelamiento de las unidades productivas privadas por falta de financiamiento, insumos y contracción severa del mercado interno, acelerada por un proceso hiperinflacionario. Se inicio la apertura comercial internacional para bienes de consumo como fase preparatoria para el ingreso al Acuerdo General de Aranceles y Comercio (GATT). Se captaron productos agropecuarios excedentes o subsidiados de otros países; se creo el "pacto" entre obreros, gobierno y empresarios, en el que las partes se comprometen a no crear presiones cuyas consecuencias puedan ser la elevación de precios al consumidor. En la década de los ochenta, y hasta nuestros días, hay aumento en las importaciones de productos agropecuarios subsidiados o excedentes de otros países, que abajo precio son comercializados en México como una medida más para abatir la hiperinflación; el refuerzo del Pacto de Solidaridad afecta la industria pecuaria que pone de manifiesto su deficiencia estructural comercial, su dependencia de insumos extranjeros, su baja capacidad de respuesta y su vulnerabilidad política. Hay invasión masiva de productos pecuarios subsidiados o excedentes de otros países que entran con regulaciones arancelarias laxas; por esta razón aumenta la capacidad ociosa de la planta productiva, que satisface solamente de 50 a 80% de los requerimientos de productos pecuarios nacionales.
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La degradación iniciada previamente se acentúa al ingresar México al GATT y al hacer concesiones de mercado a sus futuros socios comerciales: los Estados Unidos, Canadá, Chile y Costa Rica. Aparecen las megaempresas pecuarias, financiadas por capital internacional y nacional. Se modifica el artículo 27 constitucional, Io que afecta la situación legal del ejido y los servicios de apoyo gubernamentales. Se firma el TLC (México, Estados Unidos y Canadá), que provoca la desaparición de medianos productores agropecuarios, el refuerzo de las estructuras transnacionales, y la depauperación extrema de los miniproductores. Ocurre el diagnóstico, control y erradicación de la enfermedad hemorrágica del conejo, otro éxito histórico mundial de los veterinarios mexicanos que Io Iograron abajo costo y en breve lapso. Se da la concertación entre productores, veterinarios y autoridades para el inicio de serias campañas de erradicación de Brucella, Tuberculosis, Salmonella, Newcastle, Aujeszky y fiebre porcina clásica. Aparece y se controla la abeja africana y la varroasis. Se importan masivamente borregos y productos farmacéuticos veterinarios.
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CAPITULO II TIPOLOGÍA DE PRODUCTORES AGROPECUARIOS EN MÉXICO La producción agropecuaria es una actividad económica que se caracteriza por el control, y no la mera apropiación de animales y plantas de muy variadas especies, a fin de obtener de ellos diversos beneficios (comida, vestido, protección, diversión, compañía, etc.). Se puede decir que la producción agrícola y ganadera, es la "administración de un ecosistema único, en el que se encuentran como elementos básicos: animales, plantas y otros factores bióticos y abióticos característicos". De acuerdo con sus características biológicas la producción agropecuaria, a la vez que extensa es sustentable, por utilizar como insumos recursos bióticos o renovables.
Evolución de la producción En primer lugar, la disminución en el dinamismo que el sector agropecuario en su conjunto ha mostrado desde mediados de la década 1960 en adelante. En segundo término, el hecho de que tal disminución del dinamismo se ha visto acompañada de fuertes cambios en la estructura del producto sectorial entre producción ganadera y producción agrícola, con creciente importancia del primero, así como en la estructura interna del subsector agrícola, con aumentos importantes en la participación de cultivos que son insumos de producciones ganaderas intensivas ("ganaderización de la agricultura"). Esta "ganaderización" de la producción sectorial está muy relacionada con un fuerte cambio en la estructura de la demanda final de productos agropecuarios en la década de los años ochenta. Queda claro el dinamismo, en el aumento en la participación de la producción pecuaria, tanto en la producción como en el consumo aparente, especialmente por el incremento que en ambos muestra la participación de la carne de aves y algo menos, la carne porcina y la leche. Aumenta también la participación en la producción y el consumo aparente de productos como sorgo, soya y alfalfa, que son insumos de producciones ganaderas. Tales aumentos han sido en desmedro de la importancia relativa de la agricultura propiamente dicha, y especialmente de productos básicos (frijol, maíz, trigo, arroz y azúcar) y algodón. Es claro que tales cambios han estado estrechamente asociados a cambios en la estructura de utilización del suelo. Parece también que la producción del sector agropecuario en términos globales, no ha mostrado fluctuaciones cíclicas como lo han hecho otros sectores de la economía. Los fuertes cambios en la estructura de la producción en un marco de pérdida de dinamismo global no parecen haber sido suficientes para enfrentar el dinamismo
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y cambio de composición de la demanda, en términos agregados, lo que ha repercutido en una fuerte disminución del superávit externo del sector en su conjunto. Lo que indica, que en el caso del sector agropecuario, no son factores de demanda agregada los que han impuesto límites al dinamismo de la producción, sino rigideces de la oferta agregada interna. Lo que se muestra cierto en el ámbito macroeconómico, necesita explicarse a nivel microeconómico al considerar diferentes productos o grupos de ellos. Se pueden hacer entre los principales productos, los siguientes grupos: Grupo I. Producciones que han evidenciado una respuesta suficiente a fuerte dinamismo de la demanda interna, (carne de ave y cerdo, huevo) de manera que no ha sido necesario recurrir a la importación de tales productos. Grupo II. Cultivos que a pesar del gran dinamismo de su producción, no han podido enfrentar la gran expansión de su demanda, que se aceleró en los últimos años aún más. Tal es el caso de insumos ganaderos como la soya y el sorgo, cuyas importaciones han crecido enormemente en los últimos años. Grupo III. Producciones que han crecido a tasas moderadas pero suficientes para enfrentar el crecimiento de la demanda interna, así como para mantener una participación estable de los saldos destinados a exportación, como es el caso de la ganadería vacuna para carne. Grupo IV. Producciones con poco dinamismo (leche), o aun retroceso (básicos en su conjunto), que no han podido hacer frente al crecimiento de la demanda, aun cuando éste fuera escaso. Consecuencia de esto ha sido, en algunos casos, la necesidad de aumentar las importaciones, y en otras, fuertes necesidades de importaciones, cuando anteriormente no existían o aún el país era exportador Grupo V. Un cultivo de exportación como el algodón que presenta una acentuada caída en la producción, al tiempo que no disminuye la demanda interna, disminuyendo de esta forma drásticamente los saldos exportables. Otras son las causas de los dos fenómenos mencionados (pérdida de dinamismo del sector en su conjunto y cambio en la composición subsectorial de la producción). Se habla de causas en el sentido de determinantes, de aquellos elementos que por un lado han bloqueado la expansión de la producción en términos globales, y, por otro, permitido o alentado un cambio muy dinámico en la estructura. En este sentido el mencionado cambio en la estructura del consumo aparente, no sería la causa directa o determinante del cambio en la estructura de la producción, sino que brindaría la posibilidad de que esto último se diera al brindar el potencial de demanda necesario. Llegar a aquellos elementos que permitieron
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por un lado, el cambio en la composición del producto para acercarlo a la de la demanda; detrás de cuyos cambios seguramente se encuentra: a)el largo periodo de crecimiento del ingreso percápita en México, hasta principio de los años ochenta, y; b) el gran desarrollo de la urbanización y de los estratos medios y la concentración del ingreso en éstos y en los estratos superiores en las últimas décadas Pero al mismo tiempo, poder determinar aquellos otros que están detrás de la pérdida de dinamismo del sector en su conjunto. Es esto precisamente lo que se hace difícil, teniendo en mente las interpretaciones convencionales (una vez descartada la explicación del agotamiento de la frontera agrícola) que hacen hincapié o en las condiciones estructurales o en las condiciones de rentabilidad que se encuentran en el sector agropecuario.
Explicación estructural de la pérdida del dinamismo del sector La explicación más común de la pérdida de dinamismo del sector agropecuario, desde el punto de vista de los problemas de estructura de propiedad argumenta lo siguiente: la existencia de una fuerte concentración de la propiedad de los recursos (principalmente tierra) y de alta incidencia de formas precarias de tenencia dificulta la capacidad de respuesta del sector agropecuario. El argumento destaca en primer término que en general no han habido obstáculos de demanda ni de estímulos económicos al sector, a pesar de haber normalmente una fuerte intervención oficial en la fijación de precios a los productos e insumos del sector, pero que los problemas de propiedad, un sector latifundista terrateniente cuyo volumen de ingreso lo hace insensible a los diferenciales de rentabilidad, y un sector minifundista sin capacidad de retener parte de su ingreso para la acumulación y el progreso técnico, y los de tenencia, inseguridad de la permanencia en los predios de arrendatarios y otro tipo de productores lo que impide la realización de mejoras que quedarían al fin del contrato en manos del propietario, afectan a la mayor parte de los predios y la superficie agropecuaria, dejando libres de tales problemas un reducido volumen De predios, insuficiente para garantizar el crecimiento continuo del sector. Esta es la justificación de la necesidad de la Reforma Agraria y los cambios realizados al artículo 123 Constitucional y la creación y aprobación de la Ley Agraria en 1992. A esto se agrega en algunos casos la falta de investigación y extensión agropecuaria adecuadas, pero sin constituir el elemento central, ya que, se reconoce, de haber existido, los problemas estructurales habrían impedido la penetración del progreso técnico en el ámbito masivo. La interpretación de la pérdida de dinamismo y del cambio en la composición del producto agropecuario desde el punto de vista de la rentabilidad de diferentes opciones de utilización del capital, es algo más difusa. Menos frecuentes aún son los esfuerzos encaminados a dar una explicación del estancamiento global desde el punto de vista de rentabilidad, es decir, enmarcar la acumulación de capital en el
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sector agropecuario en la circulación general del capital, y de acuerdo a las alternativas tecnológicas existentes para los agentes que actúan en el sector. Los informes, en un intento de este tipo realizado para determinar las causas del estancamiento de un sector agropecuario con claro predominio de la ganadería vacuna extensiva concluía que el retraso técnico de esta última, era consecuencia de que las condiciones extensivas de producción eran la mejor alternativa de utilización de los excedentes, frente a las condiciones de rentabilidad y riesgo de tecnologías más intensivas. El razonamiento sostenía que las condiciones de dependencia del país en cuanto a la determinación de los elementos componentes de la rentabilidad, anuencia y condicionamiento del exterior en la determinación de niveles de precios de los productos y de los elementos componentes de los costos de las tecnologías alternativas, con alta incidencia de insumos importados, dejaban como más rentable, mayor volumen de excedente con respecto al capital utilizado, aquella tecnología extensiva que aprovecha exclusivamente las ventajas de la alta productividad de los recursos naturales disponibles. Los volúmenes más significativos del excedente económico generado en el sector, no eran entonces reinvertidos en él, sino que se dirigían a otros sectores de la economía o al exterior. Suponiendo que fuera por las condiciones de rentabilidad de esos cultivos, el análisis debe recaer en el rezago de los precios de garantía frente a la evolución de los costos de producción. Además, algunos de los productos de fuerte expansión también están afectados por los precios de garantía.
Tipos de productores en el sector agropecuario Tiene importancia resaltar el papel que jugaron los distintos tipos de productores presentes en el agro mexicano: simplificadamente, capitalistas y campesinos, con las gradaciones intermedias que se crean convenientes. La tendencia y formas de penetración del capitalismo y el papel y perspectivas de la gran masa campesina en el agro mexicano, constituyen claramente aspectos de un mismo fenómeno, ambos de gran importancia. La crisis del sector agropecuario en México es básicamente una crisis de producción de alimentos básicos, particularmente maíz y frijol. Siendo estos productos de arraigo típicamente campesino, esta crisis pone en evidencia la crisis del sector campesino, y su descomposición. Parece desprenderse que el retroceso en la producción de los mencionados cultivos (especialmente en el caso del maíz) se asocia a una disminución de tipo preponderantemente campesino.
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Es posible sustentar que la evolución del sector agropecuario, y sobre todo el cambio en la estructura de la producción ha estado principalmente asociada a las decisiones del sector de producción comercial. Es claro la importancia de las diferencias que implican las diferentes soluciones teóricas y empíricas, en cuanto a las mejores estrategias de política económica a adoptar y también a la acción política, para la reanimación del sector agropecuario tanto en su vertiente "agrícola", como "agraria". Esto está directamente vinculado, por ejemplo, a estrategias como la del Sistema Alimentario Mexicano, la Ley de Fomento Agropecuario, PROCAMPO, y la última propuesta la Alianza para el Campo 1995-2000. Clasificación de los sistemas de producción agropecuarios Lo primero que surge es la distinción de tres grupos de sistemas en los que están incluidos distintos grupos de productos agropecuarios, de acuerdo al dinamismo que han evidenciado: a)Un primer grupo de alto dinamismo, que incluye los subsectores agrícolas, ganaderos e industriales y de comercialización vinculados a la producción, distribución y consumo de los productos ganaderos de producción intensiva, producción avícola y porcícola. b)Un segundo grupo de sistemas relativamente dinámicos, que incluye sobre todo sectores ganaderos, industriales y comerciales involucrados en la producción, distribución y consumo de productos ganaderos, menos intensivos que los anteriores, como la leche y la ganadería extensiva de carne. Es relativamente menos importante, en estos sistemas, la participación en valor y superficie de rubros considerados tradicionalmente como agrícolas propiamente dichos, como los cultivos que sirven de alimentos para animales. c)Un último grupo de muy escaso dinamismo y en algún caso retroceso en la producción, en el que se encuentran casi exclusivamente subsectores agrícolas, industriales y comerciales, involucrados en los sistemas que tienen que ver con los alimentos básicos. Queda inmediatamente en evidencia la relación de la clasificación anterior con los principales rasgos de la evolución del sector agropecuario antes mencionados.
Comportamiento de los distintos grupos de productores Una primera constatación consiste en la comprobación de la mayor estabilidad en la estructura de cultivos (y uso del suelo) que presentan los productores campesinos con respecto a los productores comerciales, a lo largo de las últimas décadas. Esto se constata en el ámbito global. Por último, las regiones
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capitalistas han concentrado y variado la orientación de su producción a cultivos no tradicionales. En segundo término, pero estrechamente asociado a lo anterior, surge claramente una mayor dedicación de los estratos campesinos a la producción de cultivos básicos (como típicamente lo son maíz y frijol). Mientras los sectores de producción comercial han desviado de forma creciente su atención, desde mediados de la década de los sesenta en adelante, a los cultivos que han mostrado un alto dinamismo, en desmedro de las superficies que antes dedicaban a maíz, frijol y algodón principalmente, los campesinos no solo las han mantenido, sino en algunos casos aumentado, aunque a tasas reducidas. La fuerte polarización que presentaba la agricultura mexicana en 1960 entre regiones capitalistas y campesinas se muestra más acentuada en 1970 y 1990, en el sentido de haber una definición mas clara de la agricultura capitalista en contraposición con la campesina. Ciertas regiones se volvieron más capitalistas y concentraron los medios de producción y la producción de los cultivos no tradicionales, mientras las zonas campesinas se caracterizaron en 1990 por un atraso relativo mayor. Corresponde destacar sin embargo, que no hay grandes diferencias en el número de municipios y regiones que eran clasificadas como campesinas o capitalistas en 1960 y 1990, esto es, no hay grandes cambios de regiones de una clasificación a otra (por ejemplo, el numero de municipios clasificados como campesinos disminuye entre 2 y 3% entre 1960 y 1970). Una disminución en la participación de los municipios campesinos en el ingreso bruto generado por la muestra de cultivos; disminución que se evidenciaría mayor en caso de considerarse sorgo, cártamo y soya para los que no existía información a nivel municipal y que, como vimos, han sido los cultivos mas dinámicos y se han concentrado en regiones capitalistas.
Los sistemas de producción dinámicos Los sistemas que se han mostrado dinámicos, no-solo han crecido sobre la base de cultivos que en una clasificación estática se catalogan como de producción comercial, sino que lo han hecho sobre la base de los desplazamientos que en la utilización del suelo han realizado productores transicionales y empresariales. Seguramente, hasta mediados de la década de los sesenta, crecía la producción de todos los cultivos importantes (menos el algodón) por parte de todos los tipos de productores; pero a partir de la disminución del dinamismo del subsector agrícola, los productores empresariales e intermedios volcaron su interés y decisiones en favor de otros cultivos, y son los que explican la mayor parte del dinamismo de la oferta interna de materias primas (sorgo, soya, cártamo) de esos
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sistemas, sustentando así el dinamismo de las producciones de las materias primas agrícolas de los mismos, producidas también por sectores de agricultura comercial. Tal selección de cultivos, por parte de los productores empresariales y transicionales, fue en general en contra de cultivos básicos (maíz, frijol y trigo principalmente), y algodón, en términos globales. En algunos casos, aumenta algo la superficie de básicos de riego, pero esto no compensa las perdidas de temporal. Esto explica la caída de producción y superficie de los básicos, y la necesidad de aumentar las importaciones en estos sistemas para llegar a la oferta de materias primas necesarias para que pudieran satisfacer la demanda interna. Esto, porque a pesar de mantenerse los sectores campesinos con una estructura de cultivos más estable, muy vinculada a maíz y frijol, y sin acompañar el aumento de oleaginosas, su producción no fue suficiente, a pesar del lento dinamismo de la demanda interna. Estos fenómenos podrían explicar la comprobación al comparar la evolución de los rendimientos por hectárea entre Oaxaca y Sinaloa. Mientras en el segundo Estado (de corte netamente empresarial) se constatan fuertes aumentos de rendimientos en el periodo de rápido crecimiento de la agricultura, se pasa luego (en los setenta) a un claro estancamiento. En Oaxaca en cambio, los aumentos parecen haber sido lentos pero sostenidos.
Causas de la evolución del sector agropecuario Habiendo tenido los sectores de producción comercial el papel tan importante que tuvieron en el cambio de la composición de la producción agrícola, parece claro que las consideraciones en torno a la rentabilidad de diferentes alternativas deben haber representado un papel muy importante en las decisiones. Aunque los elementos de juicio son bastante más limitados, no debería descartarse la hipótesis de que la expansión privilegiada (desde el punto de vista de aumento de la superficie) de la ganadería vacuna (especialmente de carne en condiciones extensivas), y que podría haber puesto un cierto limite a la expansión de la superficie cosechada, podría estar también vinculada a elementos de rentabilidad. Pero al mismo tiempo, tanto elementos estructurales como la importancia del sector campesino (y su persistencia y estabilidad en torno a los cultivos básicos, de acuerdo a su lógica de decisiones y al menor apoyo que seguramente han recibido), como las condicionantes que en torno a la propiedad de los recursos agropecuarios existen en el país, y las políticas que hacia el sector se han impulsado, deben necesariamente encontrar un lugar en la explicación.
Política agropecuaria
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Las políticas implementadas con respecto al agro han sido, en el mejor de los casos, pasivas, y con una clara separación entre los objetivos de las políticas agrícola y agraria. Esto seria especialmente aplicable al periodo posterior a 1940, y hasta años muy recientes, con algunos intentos de revitalizar la visión cardenista del desarrollo agropecuario, pero sin la fuerza necesaria para efectivamente implicar cambios de fondo. La discusión sobre la necesidad de cambios en las políticas, así como los intentos de llevados adelante en años recientes (SAM, LFA, PROCAMPO, Alianza para el Campo) vienen directamente de la creciente conciencia de la crisis que afecta al sector tanto en el aspecto productivo como en el social (y en el caso de este último seguramente desde hace mucho más tiempo). Esto se ha expresado, en sistemas de alto dinamismo que en sus actividades agrícolas y ganaderas se apoyaron en productores empresariales. Esto ha tenido como contracara, sistemas de lento crecimiento global, pero que ha sido aún menor en sus partes propiamente agrícolas; situación que no ha sido aún más grave, debido a la resistencia de los campesinos (ejidales o no) a abandonar ciertos cultivos, especialmente maíz y frijol. Como se vio, arroz y trigo son de perfil más empresarial, sobre todo el segundo; por otra parte, son cultivos que necesitan pasar necesariamente por transformación industrial antes del consumo. Entre estos dos extremos, se encuentran sistemas de crecimiento intermedio, que en su parte de la producción primaria se han apoyado también en estratos de productores comerciales, que han encontrado distintas formas de hacer intrusión en los sectores campesinos (ejidales o no) integrándolos a su ciclo de acumulación. En su conjunto, con todo, el sector agropecuario se ha mostrado deficitario en cuanto al dinamismo de la demanda final de los sistemas, lo que implico una enorme disminución del aporte del sector a la Balanza Comercial, que se notaba ya fuertemente en la primera mitad de los setenta, y vino más que a compensar el petróleo en la segunda mitad, disminución de los ingresos brutos del sector campesino, y agravamiento de la crisis social. En este contexto, en los últimos años de la década anterior, surgen las iniciativas del Sistema Alimentario Mexicano por un lado, y de la Ley de Fomento Agropecuario por otro. Es claro que no es posible por el momento hacer evaluaciones definitivas de ellas, pero profundiza en ambas alternativas desde el punto de vista de sus supuestos implícitos o explícitos y de sus implicaciones en cuanto a políticas agrícolas y agrarias, lo que, es decir, su potencia como herramientas de transformación de la estructura agraria. Se puede concluir que en un caso puede haber retrocesos frente al "Programa Agrario de la Revolución" (LFA), y en el otro (SAM) se hace más bien uso de medidas de política agrícola, dejándose de lado el aspecto agrario. Se destaca, es claro, la importancia del uso que se ha hecho de las medidas de política agrícola como forma de inducir el cambio tecnológico. Se puede pensar en algunos otros elementos favorables, como el sostén que en la planificación de una política de autosuficiencia de productos
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básicos representa esa "resistencia" campesina a abandonarlos, y la posibilidad de apoyarse en su particular racionalidad para tal política. También las tradiciones juegan, y estas son en México tanto para recuperar el "agrarismo", como para buscar una reorientación de la investigación agrícola, lo que cuenta en México con tempranísimos y originales antecedentes.
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CAPÍTULO III LA PRODUCCIÓN AGROPECUARIA SUS LIMITANTES Y DETERMINANTES Introducción En el desarrollo de las actividades agropecuarias de los países latinoamericanos se entrelazan dos tipos de procesos decisivos: los más recientes, de carácter más universal - como la globalización- y lo que tienen profundas raíces y características históricas específicas de la región -ejido, comunal, cooperativas, asociaciones-. Cualquier esfuerzo orientado a planificar el desarrollo de estas actividades debe tener muy en cuenta las relaciones que en cada situación existen entre ambos tipos de procesos. Las actividades agropecuarias se caracterizan principalmente por la naturaleza biológica de su proceso de producción, el cual utiliza poblaciones de plantas y de animales para generar bienes. Los procesos en que descansa son la fotosíntesis, mediante el cual las plantas transforman la energía solar en energía química, y la conversión secundaria de productos o subproductos de origen vegetal en proteínas animales. Las características de estos procesos obligan a las actividades agropecuarias a ocupar grandes espacios, a diferencia de otras actividades productivas, a las que suele bastar una pequeña superficie. De esto se deriva otra característica destacada de la producción agropecuaria, que es el uso de extensas áreas y su dispersión en el espacio. Por otra parte, para desarrollar los citados procesos, las plantas y los animales requieren de luz solar, de agua y de temperatura, que les son aportados a través del complejo conjunto de fenómenos conocidos como clima. Luego, una tercera característica fundamental de la producción agropecuaria es su dependencia de las condiciones meteorológicas. Finalmente, las plantas necesitan un medio que les proporcione sustentación y nutrientes y que almacene y les entregue el agua aportada por el clima u otros medios, por lo que la producción agrícola, en particular, y la parte de la producción ganadera que se desarrolla junto con ella, se caracterizan también por su dependencia del suelo. En resumen, las cuatro características principales de las actividades productivas agropecuarias son: a) la naturaleza biológica de su proceso b) la amplia extensión y dispersión c) la dependencia del clima d) la dependencia del suelo
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De esas cuatro cualidades principales del proceso de producción agropecuaria, individualmente o combinadas entre sí, se derivan diversas consecuencias que, a su vez, contribuyen también a caracterizarlo.
Rígida dimensión del proceso productivo El proceso productivo se desarrolla a la velocidad impuesta por la duración del ciclo biológico de las plantas y animales utilizados en él. Esta duración es específica para cada especie vegetal o animal y distinta a la de los demás. En ciertos casos, como en los cultivos y la crianza de algunas especies animales, se prolonga durante varios meses desde que se inicia el proceso hasta que se logra la producción. En otros casos, como la ganadería bovina, los cultivos polianuales y las plantaciones frutales, la duración del proceso productivo se puede extender durante varios años. Por estar determinados por sus características biológicas, estos plazos son difícilmente modificables y sólo se han logrado acelerar, dentro de ciertos márgenes, algunas de sus etapas, como es el caso del crecimiento y engorda en la ganadería y el tiempo que media entre la siembra y cosecha en diversos cultivos anuales y polianuales.
Condicionamientos estacionales del proceso productivo y de la producción agropecuaria En las zonas templadas, la longitud del día, las condiciones de temperatura y humedad y la forma e intensidad de las precipitaciones, varían a lo largo del año. En grandes zonas de los trópicos suelen alternarse estaciones secas y estaciones lluviosas. A causa de esta sucesión de estaciones y de las características intrínsecas de las plantas y animales usados en el proceso productivo, éste suele estar sujeto al calendario y la mayor parte de las tareas sólo pueden ser realizadas en determinados meses. Esto tiene diversas consecuencias. En primer lugar, las necesidades de trabajo, de insumos y de financiamiento varían estacionalmente a lo largo del año, concentrándose en ciertas épocas. En segundo lugar, también la producción y por lo tanto, los ingresos se obtienen en determinados meses del año. En tercer lugar, todos los productores de un mismo bien lo deben poner en venta en un periodo muy corto del año, lo que limita su capacidad de negociación frente a los compradores. Como la mayoría de los productos agropecuarios son perecederos o de escasa duración, y es difícil organizar las operaciones de cosecha y venta en el conjunto de las explotaciones que producen los mismos bienes, la concentración estacional de la producción agropecuaria reduce los precios que los productores reciben en el periodo de cosecha.
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En cuarto lugar, la obligada concentración de los gastos en ciertos periodos y de los ingresos en otros determina modalidades particulares en el financiamiento de estas actividades. En quinto lugar, como la demanda de la mayoría de los productos suele ser continua, es necesario que se conserven hasta la nueva cosecha, por lo que parte de la producción se perderá si la capacidad de almacenamiento y elaboración es insuficiente. Como una forma de aminorar estos problemas, así como de extender los cultivos a zonas con condiciones climáticas diversas, se han desarrollado variedades más tempranas o más tardías en relación a las de uso habitual, lo que ha permitido extender el periodo de cosecha y, en algunos casos, también el de siembra. Para estos mismos propósitos es conveniente combinar en cada explotación, cuando es posible, líneas de producción que necesitan de mano de obra, maquinaria y financiamiento en meses distintos. La ampliación del periodo de cosecha lograda por una y otra vía es, a su vez, uno de los elementos que ha permitido prolongar el periodo del año en el cual pueden trabajar muchas agroindustrias, con las consiguientes economías. La estacionalidad y sujeción al calendario del proceso productivo se presenta tanto en la agricultura como en la ganadería. Sin embargo, salvo algunas excepciones, los requerimientos de mano de obra, de insumos y de financiamiento de la segunda suelen ser más estables a lo largo del año que los de la primera. Igualmente, la mayoría de las explotaciones ganaderas generan su producción y por lo tanto, sus ingresos, a lo largo de todo el año, aunque su volumen varía estacionalmente.
Riesgo e incertidumbre del proceso productivo y aleatoriedad de la producción Las plantas y animales son susceptibles de ser atacados por plagas y enfermedades. La posibilidad y el momento de su aparición están sujetas a diversas contingencias y suelen ser difícilmente predecibles. De la misma manera, una vez aparecidas, su virulencia y velocidad de difusión varían según las circunstancias. Estas plagas y enfermedades pueden reducir la producción y, en ocasiones, llegan a provocar la destrucción completa de una o más cosechas, o de ciertos bienes de capital, como los árboles y ganados. Además, tienen la de su transmisibilidad: mientras se mantengan las condiciones que favorecen su desarrollo, una plaga o enfermedad puede continuar afectando a superficies cada vez mayores y diezmando poblaciones de plantas y animales. La magnitud de estos ataques y el riesgo de su expansión, pueden exigir la adopción de diversas medidas, como restringir y regular la circulación de plantas y
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animales efectiva o presuntivamente afectados o portadores de la plaga o enfermedad, tanto dentro de un país como en sus puntos de entrada. Las barreras fitosanitarias y zoosanitarias, constituyen así una grave, aunque necesaria, restricción al comercio internacional de productos agropecuarios, limitando las posibilidades de exportación de los países y obligándolos a emprender costosas campañas para mantener niveles sanitarios compatibles con las exigencias de los mercados internacionales. Además de las plagas y enfermedades, la producción agropecuaria es afectada por la variabilidad del clima. En algunos años, la adecuada cantidad, oportunidad y distribución de elementos tales como la luminosidad, temperatura, humedad, viento y precipitaciones, permiten un excelente desarrollo de las plantas y animales, obteniéndose rendimientos unitarios excepcionalmente elevados. En otros años, en cambio, las variables climáticas se presentan en momentos y condiciones inadecuados dando origen a inundaciones, sequías, huracanes, heladas, granizo u otros hechos de este tipo, con lo que la producción se puede reducir en mayor o menor medida según la magnitud del fenómeno y la proporción del área utilizada que ha afectado. En algunos casos extremos, las inclemencias climáticas o sus efectos pueden destruir la ganadería o las plantaciones permanentes en vastas zonas. Los elementos mencionados, unidos a la variabilidad natural de las especies cultivadas o criadas, contribuyen a que el volumen de producción que se puede obtener de cada unidad productiva es determinado lapso (día, mes, año) sea incierta y difícil de predecir, pues pueden presentarse las alteraciones mencionadas prácticamente hasta el momento previo a la recolección o faenamiento.
Heterogeneidad de las condiciones ecológicas El suelo es notablemente variado y sus diversas características (profundidad, textura, estructura, permeabilidad, composición química, pendiente, microrrelieve, etc.) cambian de un lugar a otro, incluso entre lugares muy cercanos. Un conjunto complejo de factores cuyos efectos son distintos en cada suelo y cuya resultante se conoce con el nombre de fertilidad, incide en alto grado en el volumen de producción que es posible obtener de una cierta superficie mediante la aplicación de una cantidad determinada de bienes de capital, insumos y mano de obra. Igualmente, las condiciones medias de luminosidad, temperatura, precipitación, etc., varían de un lugar a otro en su cantidad, en su calidad, en su oportunidad y en su distribución. La distinta calidad de los suelos y la variedad de los climas, unidas a la diversidad de las localizaciones, contribuyen a determinar la existencia de áreas heterogéneas, con diferentes aptitudes productivas. Cada una de ellas es una unidad productiva distinta, con recursos y potencialidades específicos, en la que
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algunos bienes pueden ser obtenidos con mayor eficiencia y rentabilidad que en otras partes, o que puede producir los mismos bienes que otras pero con una tecnología y un rendimiento distintos. En algunas áreas, las aptitudes productivas son tan limitantes que muchos rubros no pueden ser producidos en ellas. En consecuencia, cada sitio ecológico tendrá ventajas o desventajas relativas en la producción de cada rubro en comparación con los demás. Además, esta heterogeneidad limita el campo de aplicación y la difusión de las técnicas productivas específicas, obligando a desarrollar nuevas técnicas o adaptar las existentes para satisfacer las exigencias de las diversas áreas. Por otra parte, esta íntima dependencia de la producción agropecuaria respecto de las condiciones ecológicas permite determinar con bastante precisión la capacidad que tiene un país para este tipo de producción, en general, y para los principales rubros, en particular. El desarrollo de la aerofotogrametría, de los satélites de observación y de otras técnicas similares ha facilitado el conocimiento de la superficie, de la capacidad productiva potencial y de la utilización de la tierra, tanto para las actividades agropecuarias (en su conjunto o para algunas regiones) como para u a explotación en particular.
El manejo de las condiciones ecológicas En principio, la agricultura y la ganadería sólo son posibles donde los suelos son aptos, la temperatura y luminosidad son adecuadas y donde llueve en la cantidad y con la periodicidad suficientes para aportar el agua requerida para la producción. Sin embargo, el hombre ha ido ampliando progresivamente su control sobre el proceso productivo, modificando algunas de las características de los suelos y del clima, al mismo tiempo que ha desarrollado nuevas razas y variedades capaces de adaptarse a condiciones menos favorables. Esta progresiva capacidad para reducir la rigurosidad de las contingencias climáticas o suavizar sus efectos, unida al desarrollo de variedades de plantas de ciclo más corto o más largo, o con mayor resistencia a los extremos lumínicos, térmicos o hídricos, ha permitido ampliar el área que puede ser aprovechada en la agricultura y la ganadería, en general y en el cultivo de muchos productos específicos, en particular, y hacer más estable y predecible el volumen de la producción agropecuaria. Por otra parte, poseer un cierto espacio físico no significa necesariamente contar con él como factor productivo. Para transformar el suelo disponible en un determinado lugar en un recurso útil es necesario habilitarlo para la producción agropecuaria, eliminando los elementos que impiden su utilización (como la vegetación natural, las piedras o el exceso de agua) o corrigiendo algunas de sus
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características. El suelo que así resulta es considerado normalmente como el recurso agrícola por excelencia y su mejoramiento, adecuación y conservación, para hacerlo más productivo y controlado, se cuentan entre las tareas importantes de un empresario agrícola. Para ello, puede mejorar las condiciones estructurales del suelo, utilizando técnicas especiales de uso o introduciendo enmiendas orgánicas o minerales; puede agregarle nutrientes por medio de fertilizantes, reducir su pendiente con diversos métodos de emparejamiento o relleno; someterlo a prácticas especiales de cultivos, etc.. En el intento de mejorar las condiciones físicas del suelo se ha llegado a incorporar condicionadores plásticos y se está experimentando con algunos medios físicos bastantes audaces, como la instalación en suelos arenosos, de una capa impermeable de asfalto a cierta profundidad. Las técnicas de uso de los suelos son también importantes en el mantenimiento o aumento de su capacidad productiva. El suelo es un recurso natural renovable, cuya capacidad productiva puede mantenerse y aún acrecentarse, pero su uso adecuado puede reducirla e, incluso, en un plazo que varía según la naturaleza del suelo y las características del clima que lo acompaña, destruirla. En ese sentido debe ser considerado como un recurso renovable dentro de ciertos límites, esto es, con capacidad de regenerarse si su agotamiento no pasa cierto nivel, pero que se pierde irremisiblemente si ese nivel es sobrepasado. Esto obliga a las empresas agrícolas a programar su producción considerando la susceptibilidad a estos riesgos de los suelos de que disponen, y a aplicar las medidas necesarias para evitar su deterioro o destrucción. Esta obligación no siempre es cumplida por los empresarios y grandes extensiones son deterioradas o destruidas cada año. Por otra parte, el desarrollo de nuevas técnicas de uso de suelos ha permitido utilizar terrenos que por su textura, pendientes u otros factores no eran susceptibles de cultivo. En el caso de la flora y la fauna, el hombre ha desarrollado dos tipos de tareas. Ha mejorado la capacidad productora de aquellos recursos que le son útiles, mediante técnicas especiales (como el caso del empleo de fertilizantes, adecuada utilización de los suelos, cercamiento y regeneración de las praderas naturales). Por otra parte, trata de combatir los animales y plantas silvestres que compiten con los criados o cultivados pues los comen, acosan o dañan (roedores, diversos carnívoros, y rapaces, malezas, etc.); lo cual también puede llevar a romper importantes cadenas alimenticias naturales y a corto o largo plazo afectar la producción inducida de manera artificial, ya que, al no respetar el equilibrio ecológico, se modifican las condiciones climáticas, del suelo y otras.
Aspectos especiales de la explotación ganadera
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Una gran parte de la explotación ganadera se desarrolla juntamente con la agrícola y una proporción importante de las empresas combinan ambos tipos de actividad. Esta combinación puede adoptar las siguientes modalidades: a) los animales pueden estar dispersos, alimentándose exclusivamente de pastoreo directo de praderas y rastrojos b) los animales pueden estar dispersos parte del tiempo (parte del día, del año, o de su vida) y ser confinados temporalmente con el objeto de complementar su alimentación, protegerlos de inclemencias climáticas o someterlos a determinados cuidados c) los animales pueden estar permanentemente confinados. Los alimentos que se les suministra en estás dos últimas opciones pueden provenir de la propia explotación, o bien ser comprados a otras explotaciones o a abastecedores especializados; en este ultimo caso pueden ser de origen nacional o importados. En la primera modalidad señalada, la ganadería comparte plenamente las diversas características que se han enumerado: dispersión, heterogeneidad, estacionalidad, aleatoriedad, etc.. Ahora bien algunas de éstas tienden a atenuarse y en ciertas circunstancias a desaparecer a medida que aumenta el grado de confinamiento. Esta asociación de la agricultura con la ganadería se explica por diversas razones: En primer lugar, hay grandes áreas que por su ubicación, su topografía o su calidad, sólo sirven para producir pastos y no pueden ser cultivadas económicamente; su mejor uso o único uso posible es dedicarlas a la ganadería. En segundo lugar, toda producción agrícola genera cierta cantidad de esquilmos o subproductos que sirven como alimento para ganado. Así, en muchas regiones es necesario o conveniente realizar rotaciones en que los cultivos anuales se van alternando con praderas artificiales. En ocasiones, algunos de los propios cultivos que deben integrar la rotación son productores de forraje, como el maíz, la cebada o la avena. A ello se agregan loas rastrojos, los productos deteriorados y los subproductos. Y en tercer lugar, la explotación conjunta de la agricultura y la ganadería da origen a diversas economías: a)la ganadería transforma productos vegetales voluminosos y baratos (como el pasto y los rastrojos) en productos animales menos voluminosos y más valiosos (como la carne, la leche y la lana) b) los animales "cosechan" por sí mismos el pasto y los rastrojos
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c) los animales suelen necesitar mano de obra, insumos y capital en momentos en que éstos no están siendo utilizados en los cultivos, permitiendo así un mejor uso de los recursos del productor, especialmente de su mano de obra d) la mayor continuidad de su producción contribuye a estabilizar los ingresos financieros de las empresas y a paliar sus problemas de caja. Ahora bien, la reducción en los costos de transporte, la aparición de máquinas más eficientes para la producción y cosecha de forrajes y el desarrollo de nuevas técnicas de alimentación, de conservación de alimentos y de manejo del ganado, han permitido el desarrollo de algunos tipos de producción animal fuera de las explotaciones agropecuarias tradicionales y el establecimiento de empresas puramente ganaderas, que compran los alimentos que necesitan a otras explotaciones o a empresas especializadas. Actualmente la mayor parte de los cerdos y de las aves y un porcentaje importante, y creciente de los vacunos son criados de esta manera. Este sistema tiene las mismas ventajas de la producción confinada que se realiza dentro de las explotaciones agropecuarias: mayor control sobre las condiciones de vida de los animales (especialmente de su alimentación y reproducción) y las condiciones ambientales (temperatura, humedad, luminosidad, etc.) en que se crían, mejor aprovechamiento de los alimentos y de la mano de obra, mayor tasa de natalidad, disminución de pérdidas --de peso y de animales-por el menor ejercicio y riesgo de accidentes, mejor calidad de la carne, más uniformidad, etc., todo lo cual permite alcanzar niveles de productividad y eficiencia difíciles de lograr de otra manera. Cuando se independiza de la tierra como factor productivo, la explotación ganadera pierde muchas de sus características agropecuarias y adquiere algunas de las de otros sectores, como el industrial: mayor libertad de localización y de acceso a la función empresarial, posibilidad de ampliar la capacidad productiva del país y la de cada explotación sin las limitaciones de otros tipos de empresas agropecuarias, facilidad de integrarse verticalmente con industrias que producen alimentos o los generan como subproductos, pérdida de su carácter rural y oportunidad de residencia urbana para sus empleados. Asimismo, es preciso disponer de información sobre las disponibilidades de instalaciones, la dotación de existencias ganaderas, las alternativas de abastecimiento de forrajes (producidos en el país o importados) para conocer la capacidad de producción en un periodo determinado. Importancia del transporte y del sistema de comercialización La gran extensión que requiere la producción agropecuaria y su dispersión en un amplio espacio traen consigo elevadas exigencias de transporte. Los insumos y bienes de capital, así como la propia producción, deben ser movilizados tanto dentro de las explotaciones como entre cada una de ellas y los distintos mercados.
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Por ello, el transporte interno en toda explotación agropecuaria es una actividad importante, cuya organización es compleja y cuya operación normalmente compromete parte importante de los recursos de la empresa. Igualmente, el transporte extrapredial es una actividad vital para el desarrollo de estas actividades productivas. Por ello, la tierra que carece de medios de acceso sólo puede ser considerada como un recurso productivo potencial, pero no disponible inmediatamente, y la apertura de caminos de penetración es uno de los mecanismos importantes para la expansión de la frontera agrícola. Desde el punto de vista estático, la importancia del transporte es mayor para los bienes más voluminosos o más perecederos, como las hortalizas y la leche, por lo que su producción tiende a concentrarse en la proximidad de sus mercados. Desde el punto de vista dinámico, su importancia crece con el desarrollo. Por una parte, hay una reducción persistente de la distancia que desde el punto de vista de tiempo y costo separa cada predio de los mercados. Por otra, en virtud del proceso de modernización y urbanización, aumenta el volumen de insumos y bienes de capital de origen extrapredial empleado en el proceso productivo; aumenta el volumen y el porcentaje de producción que debe ser transportada; y aumenta también la integración agroindustrial. El mejoramiento de los transportes, tanto en su disponibilidad como en su tecnología, tiene mucha influencia sobre el desarrollo agropecuario. Reduce el precio que el productor paga por los insumos y bienes de capital extraprediales y eleva el que recibe por sus productos, lo que aumenta su ingreso y los incentivos para expandir su producción. Al mismo tiempo posibilita el envío de productos desde áreas d que antes no podían llegar a los mercados (o enviarlos a mercados más lejanos) lo que estimula la especialización regional de la producción. Esto puede provocar cambios a veces muy drásticos en la distribución espacial de la agricultura, favoreciendo las áreas más alejadas y modificando la importancia relativa y la prosperidad de distintos países y regiones. Como consecuencia adicional, los productores agropecuarios que tienen un buen acceso al sistema de transporte están en mejores condiciones para participar en el proceso de modernización y desarrollo de sus actividades y quienes pueden concentrar o dominar el transporte adquieren algún control sobre dicho proceso de modernización. En igual forma, la dispersión espacial y la concentración estacional de la producción, unidas a la alterabilidad de los bienes agropecuarios y a la necesidad de elaborar una proporción importante de ellos para poder consumirlos, exigen la existencia de un eficiente sistema de comercialización, que incluya mercados locales, regionales y nacionales, unidades de elaboración y almacenamiento adecuadamente distribuidos, etc.. Al igual que en el caso del transporte, la importancia de la comercialización de los productos agropecuarios aumenta con el desarrollo. La creciente urbanización exige movilizar hacia las ciudades una proporción cada vez mayor de la producción,
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en tanto que la elevación de los ingresos incrementa el consumo absoluto de alimentos, encauza la demanda hacia productos menos vastos y de mayor valor nutritivo --productos orgánicos, carnes magras, especies nuevas-- y aumenta la exigencia de una elaboración y presentación más refinada. Simultáneamente, los cambios de hábitos determinados por el proceso de urbanización, influyen también en los de la población rural, la que adopta en forma paulatina pero creciente, el consumo de alimentos procesados --enlatados, congelados, secados, ahumados, embutidos, etc.-- El desarrollo del sistema de comercialización, tanto en su disponibilidad como en su tecnología tiene sobre las actividades agropecuarias efectos equivalentes a los ya señalados en el caso de los transportes. De la misma manera, quienes llegan a concentrar o dominar algún aspecto importante de aquel sistema adquieren cierto control sobre las modalidades y el ritmo de la modernización agropecuaria.
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CAPÍTULO IV CARACTERÍSTICAS ACTUALES DEL SECTOR AGROPECUARIO México se encuentra en este momento inmerso en una severa crisis que se refleja en los diferentes ámbitos que conforman la vida nacional: política economía y sociedad. Diciembre de 1994 marca el inicio de un nuevo periodo presidencial pero también el inicio de un nuevo periodo de ajuste de la economía tal vez el más severo que hemos sufrido desde que se instituyeron en México este tipo programas agudizándose en 1998 con la caída internacional de los precios del petróleo las crisis de las economías asiáticas y una saturación de mercados. Un contexto del país como el arriba descrito no es un proceso aislado de México tiene otras implicaciones y consecuencias como sería la apertura comercial y la globalización de la economía mundial que se presentan como características del último tercio del siglo XX y que en palabras de Peter F. Drucker1 es la transición hacia la sociedad postcapitalista que se inicia después de la segunda Guerra Mundial en los países desarrollados. El efecto de pasar de una etapa a otra ha tenido una serie de efectos tanto en los países desarrollados como en los no desarrollados - como México - como son: altas tasas de desempleo aumento de la productividad globalización del comercio robotización y sistematización de procesos innovación e invención de productos en base a conocimiento especializado científico y tecnológico. Todo aplicado en la producción empresarial y con el objetivo de mantenerse en el mercado de manera competitiva con bajos costos y nuevos mercados. En tal sentido la política del actual gobierno mantiene la tendencia global la cual se refleja en todos los sectores de la economía nacional y en el Sector Agropecuario de manera particular. Lo que se observa en el diagnóstico que hace el gobierno del Sector Agropecuario en el Plan Nacional de Desarrollo 1995-20002: "Un sector para el que el Plan establece una estrategia especial es el agropecuario. En efecto se propone estimular la inversión en el campo consolidar su nuevo marco jurídico y respaldar firmemente la organización rural para que el campesino supere la pobreza y tenga las oportunidades que en justicia le corresponden. El campo mexicano presenta un serio rezago. A pesar de las acciones emprendidas la actividad agropecuaria tiene una baja productividad y 1..."La nueva sociedad que ya está aquí es una sociedad postcapitalista. ... utilizar el mercado libre como el único mecanismo probado de integración económica. No será una sociedad anticapitalista. No será siquiera no-capitalista. Las instituciones del capitalismo sobrevivirán aun cuando algunas por ejemplo los bancos puedan desempeñar papeles muy diferentes. Pero el centro de gravedad de la sociedad postcapitalista - su estructura su dinámica social y económica sus clases sociales y sus problemas - son distintos de los que dominaron durante los últimos 250 años y definieron las cuestiones en torno a las cuales cristalizaron los partidos políticos los grupos sociales los sistemas de valores de la sociedad los compromisos personales y políticos. El recurso económico básico - "el medio de producción" para usar la expresión de los economistas - ya no es el capital ni son los recursos naturales (la "tierra" de los economistas) ni el "trabajo". Es y será el conocimiento." Peter F. Drucker. La sociedad Postcapitalista. Ed Norma pp 8 2 Poder Ejecutivo Federal. Plan Nacional de Desarrollo 1995-200
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presenta graves problemas de rentabilidad y de capitalización que se traduce en bajos ingresos de los productores. Esto se refleja en el hecho de que el 23 por ciento de la PEA nacional dedicada a actividades agropecuarias silvícolas y pesqueras únicamente genera el 7 por ciento del PIB. Si a esta realidad se le añade el hecho de que el 27 por ciento de los mexicanos vive en el campo se comprende que 35 por ciento de los habitantes rurales padezcan pobreza extrema. El objetivo central de la política agropecuaria para la presente Administración considerando esta realidad consistirá en incrementar el ingreso neto de los productores. Para ello se deberá definir instrumentos tendientes a aumentar la productividad de las actividades agrícolas y ganaderas y a promover una mayor rentabilidad y competitividad." Así la política del gobierno por un lado y las condicionantes internacionales inciden sobre el sector agropecuario marcando un cambio en la forma de producir y en la organización de la producción Las actividades productivas agropecuarias tienen un importante papel en el desarrollo de la sociedad y no existen países cuyo proceso de desarrollo económico no haya sido acompañado de una transformación agraria3. El proceso de desarrollo y crecimiento económico supone como requisito y resultado "... la modernización de la producción agropecuaria y la urbanización del medio rural..."4 lo anterior en cuanto que el medio rural sea igualmente eficiente y deseable como actividad y medio de vida y no exactamente igual al medio urbano. En el contexto anterior la importancia del Sector Agropecuario como parte del PIB nacional tenderá a disminuir conforme se desarrollen los otros sectores de la economía. En el periodo 1940-1998 tanto el subsector agrícola como el subsector ganadero tienen aumentos importantes en la producción y en algunos momentos presentan picos superiores al crecimiento de la población además de que es clara la tendencia negativa de la participación del sector agropecuario en el PIB. Ha sido más constante el crecimiento del subsector ganadero y con tendencia positiva que el sector agrícola que presenta una tendencia claramente negativa lo que se refleja sobre todo en los últimos años en el aumento de las importaciones de granos básicos (maíz frijol etc.). La tendencia negativa del sector en cuanto su aporte al PIB5 responde a la evolución del sistema económico aunque no explicaría la ineficiencia en cubrir las 3..."Son conocidas las profundas transformaciones experimentadas por la agricultura inglesa y francesa en el medio siglo anterior a la revolución industrial la participación de la agricultura en el desarrollo norteamericano y el papel que desempeño en el desarrollo japonés a partir de la restauración Meiji" González M.J.; et al. (1981). La planificación del desarrollo agropecuario. Vol. I pp 40 4González M.J. Op. cit. 5..."Desde 1965 el crecimiento del valor de la producción agropecuaria ha sido en promedio inferior al crecimiento de la población total. Al deterioro del campo y sus niveles de vida han contribuido: el atraso técnico y la escasa diversidad en la producción; el descenso de la rentabilidad y pérdida de competitividad; el rezago en la inversión pública y la descapitalización y la incertidumbre e inseguridad en la tenencia de la tierra... Todos estos factores han conducido a un círculo vicioso de carencias y necesidades que se manifiesta en que tres cuartas partes de la población en extrema pobreza residen en el campo." Poder Ejecutivo Federal. Plan Nacional de Desarrollo 1995-200
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necesidades básicas de la población. Presentándose más constante la producción ganadera que la agrícola en el periodo marcado lo que no es indicativo de producciones ganaderas específicas en las que somos importadores como el caso de la leche6 en polvo y las vísceras de bovino. La población de México es de 97 millones de habitantes en 1999 creciendo una vez considerados los flujos migratorios internacionales a un ritmo de 1.8% anual. La situación demográfica de México se ve aún marcada por el rápido crecimiento que tuvo la población hasta los años setenta el cual propició un hecho en apariencia paradójico: aunque la tasa de crecimiento de la población comenzó a disminuir apreciablemente desde entonces en números absolutos la población ha seguido aumentando significativamente. En efecto hace veinte años la tasa de crecimiento de la población era de tres por ciento anual y diez años después descendió a 2.6%; sin embargo, en ese lapso la población pasó de menos de 60 a 75 millones de habitantes. Ahora supera los noventa millones... Para el año 2000 se espera que la población de México sea de poco menos de cien millones de personas. Entre 1996 y 2000 habrá aproximadamente 1.8 millones de nuevos habitantes por año.7 Por lo mismo estrechamente vinculada con la población entre 15 y 64 años está la población económicamente activa (PEA). Se estima que en 1995 la PEA asciende a 35 millones de personas (24 millones de hombres y 11 millones de mujeres). Las proyecciones sugieren que durante el periodo 1995-2000 la PEA tendrá un incremento promedio de poco menos de un millón de personas.8 En el sector agropecuario la ocupación de la mujer es importante en la familia campesina y también en la empresa agropecuaria para realizar ciertas tareas específicas que se han determinado como propicias de acuerdo al sexo9 y la edad. Así el Plan Nacional de Desarrollo 1995-2000 contempla tanto la participación de la mujer como la de otros grupos marginados en el país: "...el Plan comprende lineamentos claros para la formulación de programas que den atención
6Poder Ejecutivo Federal. Plan Nacional de Desarrollo 1995-200
7 Ibídem 8 Ibídem 9..."Los productos se clasifican según las necesidades del mercado. El mercado de productos agrícolas corresponde teóricamente a las necesidades de consumo de los hombres. En cambio el mercado de trabajo est organizado en torno de las necesidades de reproducción del capital convertido en planta. Todas las actividades realizadas sobre la tierra están subordinadas al cultivo esto es a las plantas. Así las diversas labores que requieren las plantas para su desarrollo deben ser realizadas adecuadamente por diversos tipos de trabajadores. Por ello la cosecha de la vid emplea básicamente mujeres y niños (Sonora y Aguascalientes). En el corte de plátano se requieren hombres adultos y en el empaque niños y mujeres (Costa de Chiapas). En el corte de tomate niños y adultos y en las empacadoras mujeres (Michoacán y Sinaloa). El café consume fuerza de trabajo infantil y adulta; sin embargo, desde los Altos de Chiapas los enganchadores sólo envían hombres al corte del café. El algodón, tabaco y fresa consumen también fuerza de trabajo adulta e infantil (Sonora, Nayarit y Michoacán). La naranja y la piña sólo requieren hombres adultos (Alamos y Loma Bonita en Veracruz) la guayaba hombres y menores (Calvillo en Aguascalientes); el limón básicamente trabajo familiar (Tecomán Colima); el chile dulce niños y mujeres (Costa de Jalisco)." Astorga L.E.(1985). Mercado de trabajo rural en México. pp.25
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apropiada a la mujer y a los jóvenes a los pueblos indígenas y a los jornaleros agrícolas a las personas con discapacidad y a quiénes viven la tercera edad"10. En México como en todas sociedades existen importantes segmentos marginados por razones de edad de condiciones físicas o en ciertos casos de sexo. De acuerdo con el recuento de población: "... atención particular merecen las mujeres de 15 a 19 años ya que de cada cien 35 estudian treinta trabajan y 35 se dedican a los quehaceres domésticos. Esto está relacionado con el hecho de que 15.5% de este grupo de mujeres están unidas o casadas y 12% tiene al menos un hijo."11 Mientras que": ... De cada cien jóvenes 18 se dedican al estudio 54 trabajan o buscan ocuparse y 25 se dedican a los quehaceres del hogar los tres restantes están en otra situación de inactividad. Esta distribución desde luego cambia según la edad ya que mientras 42 de cada cien jóvenes de 15 a 19 años están trabajando tal proporción aumenta a 65 en el caso de los que tienen entre 25 y 29 años."12 Entonces el aspecto demográfico unido a la participación por género a hecho que en el sector agropecuario se pase: ..."De una estructura de la propiedad rústica severamente concentrada a principios de siglo pasamos a cerca de 4.9 millones de unidades de producción en el ámbito rural. En ellas vive y trabaja 27% de la población del país."13 Dónde el "... trabajo migratorio el traspaso de las actividades agropecuarias a las mujeres y las unidades familiares y el traslado generacional de la titularidad agraria están dando origen a nuevos grupos sociales y organizaciones que no están previstas en la legislación y para las cuales no existen programas ni instituciones adecuadas."14 Para remarcar lo anterior tenemos que en el sector agropecuario hay mayor participación del hombre (86%) que de la mujer (14%); la mayor participación es mano de obra familiar o no que no recibe remuneración (79%) y de la mano de obra remunerada (21%) el segmento más importante es eventual en ambos sexos. La mayoría de las unidades de producción son individuales lo que fragmenta la producción15. Habiendo sólo (53425) unidades con organización en grupo que representan al sector comercial y más dinámico del sector agropecuario. 10Poder Ejecutivo Federal. Plan Nacional de Desarrollo 1995-200 11Ibídem 12Ibídem 13Ibídem 14Ibídem 15"...Actualmente 4.9 millones tienen dominio legal sobre 177 millones de hectáreas rústicas; de ellos 3.5 millones son ejidatarios y comuneros agrupados en treinta mil núcleos agrarios con dominio sobre 103 millones de hectáreas y 1.4 millones
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Por otra parte la baja productividad del campo se puede explicar por la presencia de condiciones orográficas que no son favorables para el desarrollo de la agricultura la falta de infraestructura productiva adecuada la carencia de suficientes tecnologías modernas y la falta de capitalización. Únicamente el 9% de la superficie nacional se destina a actividades agrícolas; y de éste sólo 2/3 partes cuentan con acceso a riego o a buen temporal. Más aún 90% de la superficie presenta problemas de erosión y la deforestación acaba con 240 mil hectáreas anuales. Las actividades agrícolas y pecuarias requieren16 para mejorar su rentabilidad de redes comerciales sanas y eficientes que vayan desde el mercado regional hasta el internacional. Para ello se deben fortalecer los sistemas de información sobre precios y mercados ampliar los medios de financiamiento a exportaciones. Asimismo para fomentar condiciones de competencia que permitan aprovechar las ventajas comparativas se debe promover la reconversión productiva. Los cinco estados con mayor número de unidades de producción se caracterizan por estar en el trópico húmedo o en la zona templada del país de acuerdo a las regiones ecológicas demarcadas. Siendo Veracruz el que tiene mayor cantidad de unidades y también donde hay más número de trabajadores hombres en cambio el Estado de México es donde hay más mujeres empleadas en actividades agropecuarias además de que es una zona con población indígena importante lo que estaría determinando de alguna manera la participación de la mujer indígena en actividades agropecuarias mientras los hombres salen a trabajar a las zonas urbanas del país o al extranjero.
son propietarios privados de 74 millones de hectáreas... Hoy existe un amplio proceso de fragmentación y polarización en la estructura agraria (en 1970 había 2.2 millones de ejidatarios y en 1991 eran 3.5 millones) que agrava una situación en que las unidades de producción no generan el ingreso suficiente para el sustento familiar. El trabajo migratorio, el traspaso de las actividades agropecuarias a las mujeres y las unidades familiares y el traslado generacional de la titularidad agraria están dando origen a nuevos grupos sociales y organizaciones que no están previstas en la legislación y para las cuales no existen programas ni instituciones adecuadas." Plan Nacional de Desarrollo 1995-2000
16"Es importante señalar que la actividad agropecuaria es la actividad económica de mayor intervención estatal a nivel mundial. Esta intervención se expresa en la existencia de altos niveles de subsidio en la imposición de barreras comerciales y en el otorgamiento de apoyos dirigidos a remediar condiciones de baja productividad. Más aún los apoyos y subsidios se han incrementado como resultado de la tendencia decreciente de los precios agropecuarios observada en el mundo durante el siglo XX." Plan Nacional de Desarrollo 1995-2000
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CONCLUSIONES La globalización la dinámica estructural y la política gubernamental actual son factores que se entrelazan para determinar las características del sector agropecuario. La única forma viable de sacar adelante el sector agropecuario en su conjunto es resolver los problemas institucionales de inversión y de capacitación de los participantes entre otros factores.
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CAPÍTULO V DESARROLLO RURAL, RECURSOS NATURALES Y BIODIVERSIDAD17
Introducción Nuestro país se caracteriza por una inmensa riqueza biótica. Su historia geológica, el amplio espectro de latitudes que abarca, su orografía que posibilita una considerable variabilidad de altitudes, las cambiantes influencias oceánicas que recibe y los regímenes pluviales que van de lo más seco a lo más húmedo, han construido una gran complejidad ambiental donde la diversidad biológica y ecosistémica alcanza grados verdaderamente notables. También México es considerado a escala mundial como una de las naciones con mayor diversidad sociocultural, particularmente la región del territorio que queda comprendido en Mesoamérica.
Riqueza de ecosistemas, flora, fauna y endemismos El territorio mexicano está situado en la confluencia de dos grandes regiones geográficas: la neártica y la neotropical. Está insertado entre dos grandes océanos relativamente próximos entre sí, en una situación mesocontinental y en el centro de la trayectoria de migraciones florísticas y faunísticas hacia los trópicos. No obstante, que buena parte del territorio mexicano se encuentra situado dentro del rango tropical, lo cual supondría altos y generalizados perfiles de temperatura, al contar con elevaciones que en ocasiones superan los cinco mil metros de altura, el territorio se convierte en un mosaico de valles y pendientes que producen grandes diferencias regionales en cuanto a la precipitación pluvial, a la humedad y en general de climas, y provocan, por consiguiente, que la disponibilidad de aguas se concentren en el centro y sureste del país. Las grandes elevaciones se convierten en barreras físicas que en el transcurso de los milenios han creado condiciones de aislamiento que provocan la presencia de múltiples tipos de suelo y procesos considerables de especiación. Este fenómeno ha dado por resultado que en el país se reúnan los paisajes más diversos; desde el desierto, la selva y las playas tropicales, hasta las nieves perpetuas y glaciales y se cuente con un alto nivel de endemismos de flora y fauna. Esta compleja estructura ecológica ubica a México entre los principales países de acuerdo a su extraordinaria diversidad biológica y ecosistémica. El país contiene cuotas muy significativas de la biodiversidad mundial, lo cual lo coloca dentro de los cuatro países mejor dotados en plantas con flores, anfibios, reptiles y 17Programa
del Medio Ambiente 1995-2000. Documento Electrónico SEMARNAP(Secretaría del Medio Ambiente, Recursos Naturales y Pesca)
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mamíferos. No obstante, que más de una centena de países se encuentran situados, parcial o totalmente, en los trópicos, solamente una docena de ellos representan aproximadamente el 65% de la diversidad biológica del planeta. En particular, junto con Brasil, Colombia, Indonesia, China y Australia, México es de los lugares con mayor riqueza de flora, fauna y endemismos. La vegetación natural, como expresión sintética de todos los factores ambientales, se ha desarrollado en México a través de casi todas sus posibilidades: desde las selvas perennifolias de los Chimalapas o Lacandonia, que reciben de dos a cinco mil milímetros de precipitación pluvial al año, hasta desiertos entre los más secos del mundo ubicados en Sonora y Baja California. Las selvas tropicales húmedas que se asentaban desde extremos septentrionales en Tamaulipas y San Luis Potosí, descendían por la vertiente del Golfo hasta el extremo sur de la costa del Pacífico y la frontera con Guatemala. De acuerdo con los regímenes pluviales y con el tipo de suelos, la vegetación tropical en México se ha adaptado con gran sutileza transicional para dar origen a los bosques tropicales subperennifolios, a las sabanas, las selvas caducifolias y a las selvas bajas espinosas. Conforme se llega a niveles de precipitación pluvial más bajos, la vegetación xerófita predomina y encuentra puntos clímax de diversidad en el mundo, como por ejemplo, en el Valle de Tehuacán-Cuicatlán entre Puebla y Oaxaca. Condiciones específicas de topografía, latitud y vientos oceánicos definen la existencia de bosques mesófilos en la ceja de las sierras expuestas a la influencia del Golfo de México y del Océano Pacífico; o bien, de grandes macizos de bosques de coníferas o encinos que cobijan las partes altas de las montañas y del altiplano. En lo más elevado, las nieves perennes y los zacatonales o páramos coronan las cumbres del Eje Neovolcánico. El hábitat acuáticos y costeros se añaden a la riqueza ecológica del país: lagunas, pantanos y manglares se integran a complicados sistemas ribereños, los cuales, no sólo constituyen los ambientes biológicamente más productivos, sino que extienden con generosidad importantes volúmenes de nutrientes a los océanos, mismos que permiten la vida de incontables cadenas tróficas marinas. En México la cobertura vegetal forestal abarca aproximadamente 141 millones de hectáreas, de las cuales 34 millones son arboladas, distribuyéndose cerca de la mitad en áreas templadas y la otra mitad en áreas tropicales; aunque en realidad, los macizos forestales abarcan menos de 20 millones de hectáreas, tratándose el resto de las áreas segmentadas y perturbadas, o de bosques muy abiertos.
Biodiversidad en México, 1996 (número de especies) Plantas con flores Libélulas
Mundial 250,000 5,600
México 21,600 353
Endémicas 9,300 40
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Mariposas diurnas Peces de agua dulce Peces marinos Anfibios Reptiles Aves Mamíferos
19,238 8,411 13,312 4,019 6,492 9,000 4,154
1,816 506 1,738 295 705 1,060 466
200 163 ~260 174 368 111 136
Fuente: Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad, 1995.
Los bosques templados existentes en el país son de los más diversos del planeta y cuentan, al menos, con 55 especies de pinos y con 138 especies de encinos, de las cuales, son endémicas el 85% de las primeras y el 70% de las segundas. A ello se suma el aporte de los desiertos que albergan, entre otras plantas, la mayor variedad de cactáceas del mundo, muchas de las cuales también son endémicas de nuestro territorio. México cuenta con 21,600 especies de plantas con flores (angiospermas), lo cual, representa cerca del 9% del total conocido de este tipo de especies en el mundo y lo ubica en el cuarto sitio dentro de este rubro a escala mundial. Al incluir los helechos, los musgos, líquenes y hongos, esa cantidad podría alcanzar las 29 mil especies. Se estima, además, la existencia de 1,500 especies de algas macroscópicas, de 2,000 especies de biófitas y 1,000 especies de pteridófitas. En total, se considera que el número de especies descritas de manera científica existentes en el país es de 33,500. Los endemismos florísticos son a su vez muy abundantes: más de 300 géneros de especies fanerógamas son endémicas. Es de particular interés resaltar que la mitad de las especies de frijol (Phaseolus spp.) del mundo, el 82% de las especies de agaves (Agave spp.), el 88% de las de salvia (Salvia spp.) y el 75% de las especies de escutelarias sólo existen en México. Todo ello sin considerar la gran diversidad y riqueza de géneros como cactáceas, orquídeas y la variedades silvestres del género Zea. La biodiversidad florística está correlacionada a su vez con una diversidad faunística similar, pues las plantas son el sustrato básico de la pirámide viviente. México es el país con mayor diversidad de reptiles del mundo, ocupa el segundo lugar en cuanto a diversidad de mamíferos y el cuarto sitio en existencia de anfibios. Además de esta riqueza faunística con que cuenta el país, registra importantes endemismos: de las 705 especies de reptiles, de las 295 de anfibios y de las 466 de mamíferos existentes, 368, 174 y 136 respectivamente, son especies endémicas. Riqueza de especies de vertebrados* por tipo de vegetación Tipo de vegetación Bosque de coníferas Bosque de encino
No. de especies 294 332
Endémicas** 18 19
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Bosque mesófilo de montaña Bosque tropical perennifolio Bosque tropical caducifolio Bosque tropical subcaducifolio Bosque espinoso Matorral xerófilo Pastizal zacatonal Vegetación acuática y subacuática Bosque secundario Pastizales inducidos y cultivos
298 217 253 194 145 250 26 56
38 9 10 7 4 36 0 4
204 112
3 2
Fuente: Flores y Gerez *Anfibios, reptiles, aves y mamíferos **Especies endémicas restringidas al tipo de vegetación.
Tanto en especies residentes como migratorias, la avifauna en el país es particularmente rica: existen 1,060 especies de aves de las 9,000 registradas a escala mundial. En general, la fauna de vertebrados terrestres está integrada aproximadamente por 2,300 especies, de las cuales 1,257 son endémicas de Mesoamérica y, de éstas, más de 600 lo son de México. La herpetofauna mexicana es igual de variada. Se han identificado 705 especies de las 6,492 registradas de ellas, 368 son también endémicas de nuestro país. México ocupa el décimo lugar mundial en mariposas de la familia Papilionidae, con 52 especies de las 1,012 registradas, además de las 1,816 especies de mariposas diurnas.
Ecosistemas como base natural económica y como riqueza ecológica Este ensamble de ecosistemas representa la base natural de la economía nacional, al mismo tiempo que constituye recursos que el país debe conservar y restaurar con base en el valor que representa la naturaleza en sí misma. Con este sentido, su manejo no debe transgredir las reglas que organizan su funcionamiento, por lo cual, se debe prever la existencia de ciertos umbrales, más allá de los cuales se rompe su capacidad de autorregulación u homeostasis. Tales condiciones de estabilidad significan un riguroso código de intervención y manejo que debe respetarse para no quebrantar sus bases de permanencia y continuidad, a través de criterios de conservación y uso sustentable del territorio y de sus recursos. Por otra parte, los ecosistemas como recursos también pueden verse como capital ecológico, lo que permite de esta manera incorporar a los ecosistemas como concepto dentro de la lógica de asignación de recursos para la inversión, la producción y el consumo, que son fuerzas importantes que orientan nuestra relación con la naturaleza. La idea del capital ecológico puede facilitar la funcionalización de nuevas relaciones conceptuales, institucionales y prácticas entre el aparato productivo y el medio ambiente. La riqueza ecológica de la nación ofrece funciones vitales que pueden identificarse como una corriente de bienes y servicios ambientales, en donde se incluyen, entre otros, los siguientes:
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·hábitat para especies de flora y fauna ·regulación en la composición química de la
atmósfera ·regulación del clima ·protección de cuencas ·captación y saneamiento de aguas superficiales y subterráneas ·protección costera ·protección contra la erosión y control de sedimentos ·generación de biomasa y de nutrientes para actividades productivas ·control biológico de plagas y enfermedades ·mantenimiento de la diversidad biológica y del patrimonio genético de la nación ·funciones productivas directas en términos de recursos y materias primas ·recreación y turismo ·valores escénicos y paisajísticos ·campos para la investigación científica y tecnológica ·continuidad de procesos evolutivos Los diferentes sectores de la sociedad deben reconocer la importancia vital de los ecosistemas naturales como patrimonio mundial que se debe respetar y proteger, por lo que deben asumir la responsabilidad de invertir en el financiamiento de su conservación. Asegurar que se mantenga el caudal de bienes y servicios ambientales ofrecido por los ecosistemas naturales conlleva cubrir rubros ineludibles de costo, entre los que se pueden destacar:
·costos de oportunidad de usos alternativos del territorio y sus recursos ·costos de resarcimiento o compensación a limitaciones o cambios en los derechos de propiedad ·control, uso y acceso ·costos de transacción y negociación en el establecimiento de áreas naturales protegidas y en su desarrollo institucional ·costos de manejo, administración y vigilancia ·financiamiento a proyectos de uso sustentable que tienen largos períodos de aprendizaje y maduración En este sentido, uno de los retos más importantes que enfrenta la conservación de los ecosistemas naturales como capital ecológico, es avanzar hacia una verdadera economía de las áreas naturales, siendo preciso asumirlas en cierta forma como unidades productivas estratégicas, generadoras de una corriente vital de beneficios sociales y patrimoniales que deben ser reconocidos y
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valorizados, y cuyo mantenimiento está sujeto a cubrir costos de inversión y de operación.
El manejo del territorio y los procesos agrarios Sobre el territorio nacional, su notable biogeografía y diversidad, han dejado huellas profundas procesos socioeconómicos ancestrales y recientes. La agricultura y la ganadería han mediado las transformaciones ambientales más importantes en México, constituyéndose con el tiempo en las actividades económicas con el impacto ambiental de mayor alcance territorial. La ganadería extensiva y la agricultura itinerante de subsistencia, el crecimiento urbano desorganizado, y la aplicación de modelos tecnológicos poco apropiados a la diversidad natural del país, explican en gran medida la transformación a gran escala de ecosistemas, sobre todo en áreas tropicales, áridas y semiáridas, y con mayor intensidad a partir de la segunda mitad del siglo XX, en el contexto de ciertas experiencias agrarias, proyectos regionales de desarrollo agropecuario, procesos de colonización formal e informal, y de rápida expansión demográfica. Estas experiencias y procesos hoy se reconocen como fuerza subyacente a una deforestación extraordinariamente costosa en términos ecológicos y cuestionable en su redituabilidad social. La ausencia de oportunidades ante la destrucción de los recursos naturales, ha marcado la vida campesina, y provocado que la actividad empresarial en el sector primario presente graves deficiencias, alimentando una competencia frecuentemente tensa por recursos naturales cada vez más escasos. Así, México ha sufrido una de las tasas de deforestación más altas del mundo, que se estiman entre 300 mil y 1 millón de hectáreas anuales; un área forestal boscosa equivalente a entre una y tres veces al total del territorio de Tlaxcala. Nuestro país ha perdido más del 95% de sus bosques tropicales húmedos (incluyendo selvas perennifolias y bosques mesófilos), más de la mitad de sus bosques templados, y un porcentaje difícil de cuantificar de sus zonas áridas y desiertos naturales, pero que sin duda rebasa a la mitad del acervo original. Mención aparte merece la desaparición de humedales, especialmente de manglares, que aunque su superficie es pequeña con relación a otros ecosistemas, su productividad biológica los hace altamente importantes. Estos han ido cediendo terreno a desmontes y rellenos para actividades agropecuarias, a proyectos de camaronicultura, y a alteraciones como resultado del desarrollo urbano y de la creación de infraestructura. La pérdida de nuestros ecosistemas adquiere matices aún más preocupantes si reconocemos que la riqueza biótica de México está lejos de ser adecuadamente comprendida o evaluada; el ejemplo más relevante es el de los bosques tropicales, cuya diversidad y productividad no tienen paralelo; encierran el mayor patrimonio genético y el más grande tesoro biológico del planeta. Sin embargo, son tremendamente frágiles y difíciles de reconstituir; incluso, puede hablarse de no
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renovabilidad, lo que puede implicar la pérdida irreversible de recursos y de especies. Tales experiencias y procesos que explican la eliminación y perturbación a gran escala de los ecosistemas naturales del territorio nacional son, en buena parte, expresión de la peculiar configuración institucional, jurídica y política que prevaleció históricamente durante la época posrevolucionaria en el campo mexicano. Con las modificaciones realizadas en 1992 al Artículo 27 constitucional y a la legislación agraria, se trasladan múltiples decisiones, antes bajo control estatal, a los productores rurales o que abre nuevas perspectivas a la generación de políticas de conservación y restauración ecológica. Ahora, en retrospectiva y como antecedente para una nueva política de conservación y aprovechamiento sustentable, es necesario explorar algunas de sus circunstancias jurídicas, institucionales y operativas de mayor poder explicativo. La tenencia de la tierra en su modalidad de pequeña propiedad estuvo sujeta a usos predeterminados. Es decir, su extensión y existencia como tal (inafectable) dependía de que se cumpliera con el uso del suelo establecido en el certificado de inafectabilidad correspondiente. Las mayores extensiones quedaban consagradas a las pequeñas propiedades ganaderas, que podían tener hasta 50,000 hectáreas, dependiendo de los índices de agostadero. El sesgo pro-ganadero de éste, nuestro modelo territorial, marcó el arranque del intenso proceso de ganaderización del campo mexicano que ha sido altamente responsable de la deforestación masiva e improductividad de las explotaciones, desequilibrios hidrológicos, erosión y desertificación, desempleo rural y abatimiento en la producción de alimentos básicos. Los propietarios amparados por un certificado de inafectabilidad ganadera no podían hacer mejoras significativas a sus terrenos para un uso intensivo o ecológico forestal, agrosilvícola o simplemente agrícola, si querían evitar el riesgo de perder sus fincas. No existía la figura de inafectabilidad forestal; por el contrario, se promovía la afectabilidad de los predios con vegetación natural o en proceso de recuperación (restauración ecológica, diríamos). Por tanto, todo propietario sentía la necesidad de desmontar sus tierras sin poder hacer un aprovechamiento silvícola sustentable y racional. El predeterminar los usos del suelo para efectos de inafectabilidad agraria contravenían principios ecológicos fundamentales, sobre todo en un territorio de enorme diversidad ecológica y biológica como el nuestro. Es decir, la conservación de la diversidad y aprovechamiento máximo de la productividad natural de los ecosistemas requieren de un uso múltiple e integrado, y de mantener la estructura y las relaciones básicas entre flora, fauna y elementos físicos; de lo contrario, simplemente sé desestructuran y destruyen los ecosistemas y en el mejor de los casos, sé subutilizan. Esto es dramáticamente palpable en las zonas tropicales, cuya increíble diversidad y gran fragilidad los hace sucumbir fácilmente ante
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prácticas productivas homogeneizantes y extensivas (la ganadería extensiva y el monocultivo del maíz en laderas son los ejemplos más trágicos). El hecho que los productores estuvieran sujetos a restricciones jurídicas cuya aplicación en la práctica tenía una elevada discrecionalidad política, contribuía a una atmósfera de incertidumbre, propicia para la prevalencia de altas tasas de descuento en las decisiones, y por tanto de actitudes de corto plazo entre los productores, quienes trataban de obtener la máxima rentabilidad en el menor tiempo; el resultado era el abuso de los recursos naturales y el deterioro ecológico. En lo que respecta a los núcleos agrarios, los titulares de derechos los perdían si no trabajaban sus tierras durante dos años, lo que con frecuencia implicaba el desmonte forzado de las mismas. La debilidad en las relaciones de propiedad contribuía a la ausencia de un sentido sólido de responsabilidad hacia la tierra, que repercutía en actitudes de sobrexplotación y abuso de los ecosistemas y de obtención del máximo beneficio en el menor tiempo posible, sin importar los costos a largo plazo. Un problema sustantivo del sistema agrario mexicano ha sido la indefinición en la tenencia de la tierra y en los derechos de propiedad. Por condiciones históricas y procesos sociales bien conocidos, durante décadas se manifestaron confusiones derivadas de la sobreposición de planos y resoluciones contradictorias, empalme entre núcleos agrarios y propiedades individuales, y contradicciones en los linderos entre predios con distintos regímenes de tenencia. La indefinición de derechos de propiedad de la tierra en el marco de una gran confusión y sobreposición de títulos ha generado condiciones cercanas a una situación de libre acceso virtual. En esas circunstancias no hay derechos suficientes de propiedad ni de control, sino sólo una relativa posesión y apropiación; ésta se establece a través de una relación física de control sobre el recurso, lo que favorece, por ejemplo, el saqueo, las invasiones, los asentamientos irregulares, y los desmontes en señal de posesión. Además, existían problemas en torno a la legislación de tierras ociosas. Estos terrenos eran objeto de denuncia para ser ocupados y habilitados productivamente de acuerdo a los procedimientos que señalaban la Ley correspondiente. Por sí solo, este planteamiento era ecológicamente muy costoso, en cuanto que, en principio, podía plantear el desmonte de predios que conservaran su cubierta vegetal original o en proceso natural de restauración ecológica. En general, cabe hacer mención de las ideas de frontera sobre el territorio nacional, que en su momento fueron un medio para afirmar y ejercer la soberanía sobre nuestro territorio, aumentar la producción y dar acceso a la tierra a quienes carecían de ella. En el siglo pasado, a partir de la desamortización de los bienes del clero y de las comunidades indígenas, el gobierno entregó enormes superficies a compañías deslindadoras extranjeras y nacionales, de lo cual surgió un notable acaparamiento en manos de pocos grandes propietarios. La magnitud de las
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extensiones involucradas impidió su explotación total, permaneciendo grandes áreas que mantuvieron de manera íntegra sus ecosistemas. Sin embargo, después de la Revolución se derogaron las leyes que amparaban a las empresas deslindadoras. Se publicó la Ley General de Colonización que luego fue sustituida por la Ley Federal de Colonización en 1946. En 1963 se derogó esta ley y la Comisión Nacional de Colonización, quedando el Departamento de Asuntos Agrarios y Colonización como responsable de este proceso. Todavía, en 1972 se promulgó un acuerdo presidencial por el que se creaba la Comisión Intersecretarial de Colonización Ejidal, encargada de elaborar y ejecutar planes regionales para la constitución y repoblación de asentamientos ejidales. A partir de la segunda mitad de los años 30's, ante la falta de opciones, el modelo campesino de crecimiento se había mantenido durante siglos sin modificaciones importantes. Para esos años, la población rural había incrementado sustancialmente su tasa de crecimiento. En ese momento se configuró un notable patrón de dispersión, con el desplazamiento de campesinos a miles de localidades convertidas en nuevos centros de población ejidal. Si en 1921 había 62 mil poblados con menos de 2,500 habitantes, para 1940 sumaban ya 105 mil. Esta dispersión se asocia a la polarización económica en ciertas áreas de desarrollo agropecuario y a la insuficiencia del aparato industrial para absorber a la población campesina, al igual que con la política agraria de la época, cuando se intensificó el reparto y la colonización. Estas circunstancias condujeron a una ocupación extensiva del territorio nacional, que en su mayor parte, y salvo excepciones, se caracteriza por problemas de disponibilidad de agua, terrenos sumamente accidentados y suelos frágiles. Esto, por un lado echa a andar procesos generalizados de deforestación, erosión y deterioro ecológico, y por otro, implica dificultades significativas para dotar a la población de servicios básicos. En este proceso, los terrenos nacionales fueron destinados a constituir y ampliar ejidos o a establecer nuevos centros de población ejidal. No se consideró mantener reservas territoriales para fines de protección ecológica, y los terrenos nacionales se han agotado en términos prácticos. Su extensión hoy en día es muy pequeña (tal vez del orden de algunos cientos de miles de hectáreas, incluyendo baldíos), lo que en un territorio de 200 millones de hectáreas, como el nuestro, es apenas perceptible y no permite llevar a cabo una auténtica regulación del uso suelo. Aunque la colonización formal ha terminado, la colonización informal prosigue, al migrar miles de campesinos de tierras altas y de áreas con altas presiones demográficas, hacia tierras tropicales de Chiapas, Campeche, Quintana Roo y el Istmo de Tehuantepec, principalmente, asiento de las últimas selvas altas y medianas. Por último, es necesario decir que la configuración jurídica del sistema agrario obstaculizaba y aun impedía que diferentes sectores sociales invirtieran recursos en la conservación a través de la compra de tierras y de contratos a largo plazo con
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propietarios, lo cual en otros países ha representado un instrumento muy importante de conservación.
Aspectos productivos y tecnológicos Durante las últimas décadas el sector primario perdió peso en el producto interno bruto (PIB) hasta llegar a representar en la actualidad alrededor del 7%. No obstante esta reducida participación económica, desde el punto de vista ambiental, tal como se ha tratado de ilustrar aquí, el significado del sector agropecuario es extraordinariamente importante. A pesar de esa reducida importancia económica, la industrialización mexicana se fincó en parte y durante un buen tiempo en un crecimiento exitoso de la producción agropecuaria, que generaba divisas y materias primas para la industria manufacturera, que se había convertido en el eje del crecimiento nacional. Desde los años 30's hasta mediados de los 60's, aunque con fases claramente diferenciadas, el crecimiento de la producción rural superó al de la población. Sin embargo, desde finales de los 60's la insuficiencia en la producción agrícola se convirtió en una característica de la economía mexicana, lo que, ante una baja productividad y un incremento demográfico considerable en términos absolutos (a pesar de la migración a las ciudades) determinó problemas de pobreza en el sector rural, al grado de que ocho de cada diez familias rurales son pobres, y cuatro de cada diez están en extrema pobreza. Esa población rural se concentra principalmente a lo largo de las zonas montañosas, desde el centro norte hasta el centro y sur de México, y sobre todo en los estados de Chiapas, Oaxaca, Guerrero, Michoacán, Nayarit e Hidalgo. Paradójicamente, se tratan de áreas ricas en recursos naturales por la diversidad de su medio ambiente. Sin embargo, las condiciones de pobreza y la falta de alternativas tecnológicas y productivas viables, han obligado a sus habitantes a realizar una sobrexplotación de los recursos, y a utilizar para la agricultura terrenos que no tienen un potencial adecuado, a través de prácticas hoy ambientalmente improcedentes, como la roza-tumba-quema, que es un factor de deterioro y destrucción de la naturaleza. Si bien el número de hectáreas dedicadas a la agricultura es de aproximadamente 20 millones desde hace casi dos décadas (con variaciones anuales), esto no significa que los 20 millones de hectáreas sean las mismas todos los años, ya que se abandonan y abren nuevas tierras al cultivo. Diversas estimaciones sugieren que si a estos 20 millones de hectáreas cultivadas anualmente se añaden la superficie en barbecho, ociosas o improductivas por procesos fuertemente erosivos, se observa como resultado que el país se encuentra ya en el límite de su superficie con potencial agrícola. Sólo una cuarta parte son tierras con pendientes que permiten la mecanización y que cuentan con sistemas de riego (5 millones de hectáreas). Del restante, la mayoría se ubica en pendientes abruptas de alta fragilidad y fácilmente erosionables. Ahí las
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condiciones de muy baja productividad y de alto impacto ecológico resultan socialmente muy costosas. Los granos básicos (maíz y frijol) ocupan cerca del 60% de la superficie cultivada del país, utilizando en conjunto cerca de 10 millones de hectáreas. El 87.5% del maíz se produce en condiciones de temporal y el 80% de su producción se destina a alimentación humana. Se calcula que casi la mitad del valor de la producción agropecuaria se origina en las unidades campesinas, cuyos integrantes constituyen más del 60% de la población económicamente activa del sector. Su contribución no se limita a la producción del 60 al 70% de los cultivos básicos (maíz y frijol), sino también comprende diversos cultivos agroindustriales como el café y el cacao. Sin embargo, la agricultura de temporal campesina presenta serias limitaciones ecológicas derivadas de sistemas de producción extensivos, considerándose que dos son sus principales problemas: altos índices de erosión del suelo y alta vulnerabilidad por factores ecológicos. Los sistemas maiceros presentan los máximos índices de erosión del suelo, estos efectos se acrecientan conforme el cultivo se realiza en pendientes cada vez mayores. Se considera que las zonas ecológicas más susceptibles de erosión se encuentran en las áreas subhúmedas, particularmente en las templadas. En estas zonas la lluvia es intensa y la cobertura vegetal no es importante, además, la mayor parte de estas zonas templadas se encuentran sobre cadenas montañosas. Dos de los estados que presentan los mayores grados de erosión severa en el país, con relación a sus respectivas superficies, son Jalisco y el Estado de México (25%), que producen volúmenes importantes de maíz. Otros estados con un alto porcentaje de erosión severa son Guanajuato (43%), Michoacán (36%) y Aguascalientes (24%), todos ubicados en áreas intensamente pobladas del centro y occidente de México, donde los efectos de desmontes y cultivos temporaleros han afectado gravemente los suelos. El modelo tecnológico campesino presenta una racionalidad productiva que basa la renovación de sus sistemas en la regeneración natural de la cubierta vegetal, perspectiva totalmente inviable ante la presión sobre los recursos naturales que prevalece actualmente. No obstante esto, debe reconocerse la importancia del conocimiento campesino, el cual tiene un gran potencial para el diseño de sistemas productivos, integrales y diversificados, adecuados al mosaico ecológico del país. En todo caso, debe reconocerse que en algunas regiones del país, la agricultura campesina ha servido para mantener una gran cantidad de variedades vegetales de maíz, frijoles, aguacate y chiles, entre otras, y ha desarrollado técnicas agrícolas para condiciones específicas como son los huertos familiares, los camellones, las chinampas, los cafetales dentro de sistemas silvícolas estratificados, etc.. El deterioro ambiental en el campo es un fenómeno extendido a toda la producción agrícola en general, y no sólo a la que realizan los campesinos pobres.
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Algunas de estas expresiones de deterioro se encuentran también en la agricultura más tecnificada, ya que han prevalecido modalidades tecnológicas altamente demandantes de agroquímicos (fertilizantes, herbicidas, e insecticidas) en condiciones ecológicas inapropiadas, generándose altos niveles de contaminación y degradación del suelo y del agua. Además, este modelo implica un enorme gasto de energía basada en combustibles fósiles. También destaca la vulnerabilidad de las especies bajo cultivo, ya que esta agricultura está fundamentada en monocultivos extensivos con una mínima variabilidad genética. Cabe recordar que en México el uso de plaguicidas se ha incrementado notablemente durante los últimos 30 años, ya que en 1960 se registró un uso de 14 mil toneladas y hacia 1990 este valor se elevó a 60 mil toneladas, con una tasa de incremento anual del 5%. Por otra parte, la sobreutilización de los mantos friáticos para fines de riego es una constante en varios de los 77 distritos que existen en el país, provocándose el agotamiento, la salinización de los suelos y la contaminación del agua con sustancias tóxicas, como es el caso de la Laguna, Valle de Mexicali, Hermosillo y Santo Domingo. También, el lavado de nutrientes en los suelos o lixiviación están provocando la pérdida de la fertilidad natural, sobre todo en las zonas tropicales donde se manifiestan altas precipitaciones pluviales, se estima que el 15% de los suelos del país presentan este problema. Un problema no menor asociado al monocultivo extensivo es aquel que se refiere a la pérdida de germoplasma, esto se debe a que con la introducción de variedades agrícolas mejoradas de alto rendimiento se suplanta a la diversidad de variedades locales lo que a la postre provoca su desaparición y con ello la información genética y el conocimiento asociado. Sin embargo, debe advertirse que gracias a la enorme productividad de este modelo altamente tecnificado ha sido posible evitar una apertura mayor de la frontera agrícola, pero que puede estar llegando a su límite de desarrollo, tanto en función del impacto ambiental como por una creciente ineficiencia por el alza en los costos de insumos y energía. Podemos concluir que, por una parte, la agricultura comercial y altamente tecnificada presenta problemas en cuanto al uso eficiente de la energía y de los suelos y es vulnerable al ataque de plagas, mientras que la agricultura tradicional campesina presenta graves tendencias de erosión y es muy dependiente de las variaciones del clima. En ambos casos, por diferentes razones, y con excepciones, podemos afirmar que los sistemas agrícolas que prevalecen en nuestro país se encuentran frecuentemente en contradicción con un uso sustentable de nuestros ecosistemas. En lo que respecta a la ganadería, ésta ha sido objeto de aceleradas y profundas transformaciones en su estructura, perfil productivo, en sus relaciones con otros sectores económicos y en sus vínculos con los mercados interno y externo. Desde finales de los años 50's y sobre todo en los 60's, se observó el cambio de una actividad pecuaria prácticamente estancada y típicamente tradicional, dispersa, desorganizada y poco diversificada, a otra que presentó una dinámica sin precedentes, donde algunos renglones ganaderos renovaron su base tecnológica, logrando altos niveles de producción mientras que la ganadería
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extensiva, (en este caso bovina), se expandió territorialmente logrando incrementos productivos de cierta significación. Principales entidades federativas dedicadas a la ganadería (superficies en hectáreas) Entidad Superficie dedicada a Porcentaje de la superficie Federativa actividades ganaderas estatal Coahuila 10,814,930 71 Colima 354,930 65 Chihuahua 23,272,145 95 Durango 6,818,201 9 Guerrero 4,856,431 77 Michoacán 2,186,615 79 Nuevo León 5,512,758 86 Oaxaca 7,596,298 86 Puebla 1,990,087 59 San Luis Potosí 4,979,216 79 Sonora 15,450,465 84 Tabasco 1,498,666 61 Tamaulipas 6,206,072 78 Veracruz 5,936,840 81 Zacatecas 6,484,856 86 Fuente: Modificación de Télles, K.L. 1994. La Modernización del Sector Agropecuario y Forestal Fondo de Cultura Económica, México
La ganadería se consolidó como una de las principales actividades productivas del campo mexicano, con un alto ritmo de crecimiento, si bien desigual y diferenciador, privilegiando ciertos renglones y regiones. En este periodo se da la llamada ganaderización del campo mexicano. Este período de bonanza llega a su fin en los años 80's, cuando la ganadería revela una pérdida de dinamismo, y se enfrenta a un proceso de desregulación y liberación de mercados, y a una nueva legislación para el agro. Tanto en la época de auge como en la de crisis, el desarrollo pecuario ha mantenido una relación de contradicción con los recursos naturales. La frontera pecuaria crece a costa de los ecosistemas tropicales y templados, y también de los de zonas áridas, y se convierte en la actividad económica con impactos ambientales de mayor alcance. La superficie ganadera pasó de 50 millones de hectáreas en 1950 a cerca de 130 millones de hectáreas en 1995, es decir, más de dos terceras partes del territorio nacional. Las actividades ganaderas ocupan en 16 entidades federativas más del 50% de su territorio. Así tenemos que estados con importantes ecosistemas tropicales como Veracruz, Tabasco, Oaxaca y Guerrero dedican entre el 75 y el 80% de su superficie a actividades de crianza, especialmente de bovinos. Además, deberá agregarse la superficie dedicada indirectamente a esta actividad, para la producción de forrajes. La ganadería en México se ha realizado sobre tres zonas ecológicas principales: la del norte sobre ecosistemas de tipo árido y semiárido, las del centro sobre áreas con condiciones templadas subhúmedas y húmedas y las del sur en condiciones tropicales, cálido-húmedas y subhúmedas. En el norte la ganadería ha
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sobrepastoreado sus potreros y soporta varias veces más el número de cabezas ecológicamente recomendable. Ello ha provocado un cambio radical de la composición florística de los pastizales y una reducción de la permeabilidad de los suelos, lo cual aumenta la escorrentía y provoca una erosión acelerada de los mismos. En las zonas tropicales cálido-húmedas, durante décadas, la ganaderización se abrió paso mediante la deforestación de grandes extensiones. La sustitución de los extremadamente complejos ecosistemas selváticos por pastizales para la ganadería extensiva ha supuesto un incalculable costo ecológico para la nación. Por otro lado, la ganadería intensiva principalmente en la producción de leche, huevo y ganado porcino y avícola ha resultado en una alternativa respecto a la ganadería extensiva y una opción económica importante. Sin embargo, estos sistemas aún no resuelven los problemas de eficiencia en el uso de energía y en el manejo de la gran cantidad de desechos orgánicos que son una fuente muy considerable de contaminación de suelos y aguas. En materia forestal, debe apuntarse que los bosques de México ocupan el tercer lugar de América Latina por su extensión; el 70% de estos se localizan en zonas templadas y tierras altas, enclavados en las principales cordilleras y el resto son bosques tropicales de las zonas bajas en el sureste y sur del país. Sin embargo, todas las áreas boscosas ocupan ya menos de la quinta parte del territorio nacional, y se calcula en la actualidad una superficie de menos de 34 millones de hectáreas cubiertas por bosques templados, tropicales altos y medianos y tropicales secos o selvas bajas, aunque, en esta superficie deben considerarse amplías áreas fragmentadas, abiertas o con distinto grado de perturbación. La producción forestal ha mostrado en México una tendencia irregular, siguiendo un descenso pronunciado desde 1987, existiendo un déficit permanente de materia prima para la producción de papel. De un monto histórico de unos 10 millones de m3 anuales, la producción nacional ahora sólo alcanza los 7 millones de m3 anuales. El aprovechamiento forestal en los bosques tropicales es escaso, pudiéndose afirmar que la actividad forestal en estas áreas es una práctica básicamente extractiva y concentrada en algunas especies y sus derivados; El cultivo forestal a través de plantaciones es aún de muy poca importancia. Superficie de bosques y selvas en México (No incluye selvas bajas) Entidad Total México Chihuahua Durango Jalisco Oaxaca Guerrero Michoacán Sonora Sinaloa Campeche
Bosques * 25.51 4.95 3.95 2.41 1.87 1.77 1.55 1.41 1.02 0
Selvas altas 8.68 0 0 0.13 0.43 0.21 0.29 0 0.72 2.46
Medianas 34.19 4.95 3.95 2.54 2.30 1.98 1.84 1.41 1.74 2.46
Total % 100 14.5 11.5 7.4 6.30 5.8 5.8 4.1 5.1 7.2
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Quintana Roo 0 1.57 1.57 4.6 Chiapas 1.17 1.63 2.80 8.2 Veracruz 0.27 0.54 0.81 2.4 Otros 5.24 0.70 5.94 1.7 *Millones de hectáreas Fuente: Elaboración con datos del Inventario Nacional Forestal de Gran Visión. (SARH, 1994).
La problemática productiva y ecológica del sector forestal ha estado asociada a la indefinición de la propiedad y a imprecisiones jurídicas sobre los derechos de utilización. La falta de instituciones que valoricen y regulen el acceso a los bosques y la ausencia de mecanismos adecuados de asociación entre propietarios e inversionistas ha contribuido al decaimiento de la actividad. La falta de valorización y de opciones productivas, en el marco de indefinición de derechos y de incertidumbre, se ha resuelto en cambios sistemáticos de uso del suelo en favor de la agricultura, la ganadería y el desarrollo urbano. A esto se asocia la sobreexplotación de los recursos por parte de las empresas madereras cuya actuación no ha sido regulada satisfactoriamente y que, en la mayor parte de los casos, no han asumido su responsabilidad en la renovación de los recursos forestales. En términos generales, los procesos de expansión agropecuaria han planteado, además de la deforestación y destrucción de ecosistemas, una serie de problemas de enorme relevancia en su relación con los ecosistemas del territorio nacional, que pueden resumirse de la forma siguiente:
·La erosión, que afecta cerca del 80% del territorio nacional. De un total de 195.8 millones de hectáreas, 154 millones padecen algún grado de erosión, y de éstas, 30 millones están ya erosionadas en un nivel severo o muy severo. Buena parte de las tierras de mal temporal se ubican en pendientes abruptas y después de 2 ó 3 años de cultivo se abandonan o se convierten en pastizales para ganadería extensiva. ·El uso excesivo de agroquímicos ha contaminado las principales cuencas hidrológicas del país, los suelos y las aguas subterráneas. Debe observarse que la agricultura utiliza cerca del 80% de los recursos hídricos totales de México. ·La baja productividad característica del sector rural se correlaciona claramente con los niveles extremos de pobreza que predominan particularmente en las zonas sur, sureste y oriente del país, estableciéndose un círculo de pobreza, y conductas de supervivencia que impactan de manera extensiva sobre el capital ecológico de la nación.
Las áreas naturales protegidas El recuento anterior de variables que han operado en contra de la conservación y uso sustentable del territorio nacional, no sólo ha tenido el propósito de describir tendencias, sino también, la intención de ofrecer una argumentación
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histórica mínima que encuadre de manera racional la problemática asociada al uso del territorio nacional, sus recursos y ecosistemas. Ahora, es necesario evaluar el desempeño del instrumento con mayor definición jurídica y el más importante de conservación de la biodiversidad y de promoción de nuevos esquemas de desarrollo regional, como lo son las áreas naturales protegidas (ANP). Estas se correlacionan con la modalidad más valiosa del capital ecológico. Conviene precisar aquí que este capital ecológico genera un caudal estratégico de bienes y servicios (beneficios) ambientales, que fluyen básicamente en la forma de externalidades positivas y bienes públicos. En el primer caso se trata de consecuencias socialmente benéficas pero no deliberadas de ciertas conductas o procesos que tienen otros fines, y que no son remunerados explícitamente. En la segunda forma, su carácter de bienes públicos, hace imposible en gran parte una apropiación privada (exclusiva) de ellos; por tanto, y por lo general, no es atractivo para individuos o corporaciones (empresas, ejidos, comunidades) invertir lo necesario en su producción o mantenimiento. Ambas circunstancias se traducen en una oferta socialmente subóptima de los beneficios ecológicos que éstas generan. Puesto en otras palabras, si concebimos a las ANP como unidades productoras de bienes y servicios ambientales, encontraríamos que enfrentan limitaciones y desventajas críticas con respecto a las empresas convencionales, fundamentalmente, debido a esa tensión entre lo público y lo privado, donde los beneficios de la conservación son en gran medida colectivos, mientras que la estructura de propiedad (individual, ejidos, comunidades) y los costos inherentes a la conservación son, en su mayoría, privados. Un factor adicional de complejidad es el hecho de que los efectos positivos de la conservación sólo se perciben a largo plazo, lo que debilita aún más los incentivos en su favor, en particular, ante las altas tasas de descuento prevalecientes en la sociedad. Todo ello establece dificultades extraordinarias para la conservación y manejo correcto de áreas naturales, y nos obliga a pensar en nuevas modalidades de contrato social, y en esquemas de financiamiento donde se compartan o internalicen de manera más equilibrada los beneficios y costos de inversión en el capital ecológico del país. La política de áreas protegidas en México se inició bajo la presidencia de Sebastián Lerdo de Tejada en 1876 con la expropiación del Desierto de los Leones, debido a la importancia de sus manantiales. En 1917 esta misma zona se transformaría en el primer parque nacional del país. Entre estas dos fechas destaca la actuación de Miguel Angel de Quevedo, quien en su calidad de presidente de la Junta Central de Bosques promovió la primera Ley Forestal de México en 1909. Esta ley sólo pudo ser aplicada en el D.F., pues la constitución de 1857 no autorizaba al Gobierno Federal a intervenir en esa materia en los estados. Quevedo continuó impulsando la preservación de los bosques durante el régimen maderista, y en el Congreso Constituyente de 1917 solicitó una ley federal para la
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protección de los recursos forestales, que finalmente se hizo realidad con la Ley Forestal de 1926. La creación de Parques Nacionales varía considerablemente de una administración a otra. Lázaro Cárdenas fue el presidente más activo en este campo decretando 36 parques nacionales con una extensión de 800 mil has. La motivación de Cárdenas se originaba, al parecer, en el evidente deterioro que los bosques mexicanos mostraban ya en ese entonces, por lo cual estableció el Departamento Autónomo Forestal y de Caza y Pesca bajo la dirección de Miguel Angel de Quevedo. Este gran esfuerzo se vio opacado, sin embargo, porque en la mayoría de los casos los propietarios originales no participaron ni en la conceptualización, ni en la operación de los parques, porque raramente fueron indemnizados, por la falta de partidas presupuestales, por no contar con la capacidad técnica para ser efectiva la protección de las áreas declaradas; y, por la incorporación de muchas de ellas al reparto agrario, lo que indudablemente contribuyó a la confusión legal que las caracteriza. Las administraciones subsecuentes continuaron la creación de parques nacionales, aunque a un ritmo más lento, como se muestra en la gráfica siguiente:
Decretos de parques nacionales por periodo presidencial Hasta fines de los 70's México contaba con 56 parques nacionales, los cuales constituían prácticamente la totalidad de las áreas naturales protegidas (aunque algunos de ellos han sido derogados o no se consideran como tales, debido a que han sido totalmente alterados). Su superficie se encontraba concentrada en los estados de Nuevo León, Veracruz, México, Tlaxcala y Puebla. La administración de los parques nacionales pasó durante varias décadas de un sector institucional a otro. En el mismo sexenio de Lázaro Cárdenas desaparece el Departamento Forestal y se convierte en Oficina de Bosques Nacionales. Con ello la importancia de los parques nacionales de México en la estructura administrativa del Gobierno Federal se reduce notablemente. Durante décadas, el manejo de los parques nacionales estuvo asignado a una unidad administrativa de nivel departamental, lo que probablemente determinó serias limitaciones de manejo. No es sino hasta 1977 cuando se le otorga el rango de Dirección General dependiente de la Subsecretaría de Recursos Forestales de la Secretaría de Agricultura y Ganadería, aunque dicho cambio no tuvo efectos notorios en cuanto a la calidad en el manejo de los parques. Como puede constatarse, la adscripción secretarial de los parques nacionales, como áreas naturales protegidas, fue cambiante y azarosa, pasando de
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la Secretaría de Agricultura a la Secretaría de Asentamientos Humanos y Obras Públicas (SAHOP) en los 70's, y después a la Secretaría de Desarrollo Urbano y Ecología (SEDUE) a principios de los 80's, para volver a la Secretaría de Agricultura y Recursos Hidráulicos (SARH) en 1992, y ubicarse, finalmente en 1995, en la SEMARNAP, a cargo del Instituto Nacional de Ecología (INE). Incluso, cabe recordar que en 1978, los parques nacionales quedaron bajo la jurisdicción de dos instituciones diferentes, cuando se estableció que la SAHOP se haría cargo de los parques nacionales destinados al mejoramiento de las condiciones de vida y bienestar de los asentamientos humanos y para cumplir funciones de recreación; mientras que la SARH administraría los parques nacionales con funciones de conservación de ecosistemas y de protección de cuencas hidrológicas. Esta disposición separó los dos elementos básicos del concepto de parque nacional: la conservación y la recreación, generando confusión sobre su naturaleza misma. La ubicación administrativa errante, confusa y de bajo nivel jerárquico evitó compromisos institucionales claros y a largo plazo, y diluyó la responsabilidad hacia su financiamiento y manejo apropiado. Actualmente los parques nacionales (PN) cubren aproximadamente 700 mil hectáreas, esto es, el equivalente al 7% aproximadamente de la superficie total de las áreas naturales protegidas decretadas. Puede afirmarse de manera categórica que estos parques cumplen escasamente las funciones para los cuales fueron creados y que están consagradas en la Ley. La sociedad no encuentra una oferta adecuada de servicios recreativos, culturales y turísticos, y las comunidades locales no obtienen beneficios ni empleos suficientes de la existencia y operación de los parques. En suma, podemos señalar que la situación de los parques nacionales significa: ¨El
incumplimiento de los objetivos de su creación de un enorme valor patrimonial ¨Costos ambientales crecientes por la destrucción de valores de uso directo, no consumibles o paisajísticos y de turismo y recreación, y por el deterioro de servicios ecológicos (diversidad biológica; productividad; ciclos hidrológicos; control de erosión; inundaciones; y, corrientes; abastecimiento de aguas subterráneas, etc.) ¨La cancelación de oportunidades y opciones para la sociedad en su conjunto, especialmente para la población local (limitaciones crecientes a la soberanía real de la sociedad sobre el territorio y sus recursos). ¨Pérdida
A fines de la década de los 70's se introducen nuevos elementos conceptuales y de manejo para las áreas naturales protegidas, destacando la fórmula de reserva de la biosfera. Las primeras reservas de este tipo fueron las de Montes Azules en Chiapas y las de Mapimí y la Michilía en Durango. Posteriormente ya en los años 80's se decretó Sian Ka'an en Quintana Roo. La iniciativa para el establecimiento de estas reservas fue en buena parte resultado de convenios internacionales, especialmente del Programa el Hombre y la Biosfera de
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la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). A partir de 1983, con la creación de la SEDUE, empieza un proceso vigoroso de creación de reservas de la biosfera y de otras categorías de áreas naturales protegidas, que se sumaron a los parques nacionales establecidos desde la década de los 30's. Destaca en este decenio la creación de reservas tan importantes como la de Vizcaino, Calakmul y Manantlán, entre otras. Cabe señalar que en estos años se sentaron las bases para conceptualizar las reservas de la biosfera dentro de nuevos esquemas de conservación y desarrollo regional, involucrando la participación de diferentes actores locales y académicos. Ya para 1995, el Sistema Nacional de Áreas Naturales Protegidas (SINAP) involucra a 89 áreas decretadas que cubren poco más del 5% del territorio nacional (10 millones de hectáreas), lo cual aunque parece considerable en términos absolutos, es desproporcionadamente pequeño y poco representativa de la diversidad biológica y ecológica de México. Incluso relativamente a otras naciones con mucho menos diversidad biológica, el porcentaje alcanzado de protección resulta precario. Si la suma de las áreas es pequeña, las superficies individuales lo son también, salvo pocas excepciones. Esto impide garantizar la supervivencia de poblaciones de muchas especies fundamentales, por razones de alcance, recursos disponibles y heredabilidad genética, por lo que muchas pueden quedar técnicamente condenadas a la extinción. Debe señalarse también que zonas muy importantes y estratégicas han permanecido fuera del Sistema de Áreas Naturales Protegidas como es el caso de los Chimalapas, el Valle de Zapotitlán - Cuicatlán, los manglares de Nayarit y las Barrancas del Cobre, entre otras. De las 89 áreas naturales protegidas consideradas hasta junio de 1995, 18 son reservas de la biosfera, 13 consideradas reservas especiales de la biosfera, 44 parques nacionales, 3 parques marinos nacionales, 3 monumentos naturales y 8 áreas de protección de flora y fauna silvestre y acuática. Igualmente, hacia 1994, las áreas naturales protegidas carecían casi en su totalidad de programas de manejo, de personal y de presupuesto suficiente, a veces ni siquiera simbólico. El único instrumento de protección real ha sido el decreto de su establecimiento lo que ha equivalido a una existencia virtual, y a que hayan resistido solas, gracias a su inaccesibilidad en algunos casos, el avance de los frentes de colonización y de la frontera agropecuaria. Debe reconocerse que en gran medida, las áreas naturales protegidas se han mantenido ajenas a la dinámica de desarrollo regional, en forma de enclaves institucionales y jurídicos, desaprovechando su enorme potencial para integrar nuevos espacios jurídicos, institucionales y operativos para un desenvolvimiento económico sustentable.
Tráfico ilegal de vida silvestre en México
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La cuantificación del tráfico ilegal de vida silvestre en México es una tarea difícil, debido, entre otras razones, a la gran franja fronteriza de nuestro país con el principal consumidor del mundo, los Estados Unidos de América, y la enorme diversidad de especies demandadas por el mercado. El tráfico ilegal incluye a especies de vertebrados e invertebrados, plantas vasculares y no vasculares de los diversos ecosistemas del país. Algunas agencias especializadas en el tráfico de especies estiman que esta actividad es la tercera en importancia entre lo ilícito, de acuerdo a los ingresos que genera, después del tráfico de drogas y de armas. La pérdida de germoplasma, aunada a la modificación del hábitat, han llevado a algunas especies de fauna y flora a disminuir sus poblaciones silvestres drásticamente en el territorio nacional, como es el caso de algunas especies de cactus (Echinocereus ferrevianus, Ancistrocactus tobuschi y Gymnocactus isabelae) y orquídeas (Acineatta barkeri, Blettia urbana y Cycnoches egertonianum) entre otras plantas. De las especies de fauna afectada se mencionan, entre otras, a la cotorra frente roja (Amazona viridigenalis), el tucán (Ramphastus sulfuratus) y algunos felinos como el ocelote (Felis pardalis), sin olvidar a las tortugas marinas. Si bien es difícil generalizar, se puede considerar que las especies de aves, cactáceas y orquídeas endémicas son las más afectadas por el tráfico ilícito, al contar con mercados internacionales importantes y estar localizadas en áreas restringidas. En el comercio ilegal se ha estimado una cifra de 105 especies de fauna silvestre involucradas en esa actividad. Los precios registrados en los últimos dos años en ese mercado varían entre los $ 50.00 (Tarántula patas rojas) y $6,000.00 (Guacamaya roja). El tráfico de flora es menos aparente, pero no por eso menos importante, ya que muchos ejemplares son ofrecidos en mercados, viveros y en las calles con valores que pueden ir desde un nuevo peso hasta $150.00 las orquídeas ó $200.00 los cactus. Algunos centros de tráfico ilegal nacionales importantes son: ¨Charco
Cercado, S.L.P. ¨Coatzacoalcos, Ver. ¨Estación Chontalpa, Chis. ¨Tenosique, Tab. ¨Mercado de Sonora, D.F. El tráfico doméstico ilegal, involucra además de ejemplares completos, también algunos productos y subproductos como son: trofeos de caza, botas, cinturones, carteras, bolsas, carne y huevos, entre otros. En el tráfico internacional, el grupo más afectado es el de las aves, donde los psitácidos (guacamayas, loros y cotorras), han soportado hasta el 90% de dicho
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comercio, según evaluaciones de los últimos 20 años. La cotorra de frente roja (Amazona viridigenalis) y el loro de cabeza amarilla (Amazona ochrocephala) son las especies mayormente traficadas, hasta 100,000 aves por año lo que equivale al 75% aproximadamente del total comercializado ilegalmente. La colecta con fines de prospección para la industria biotecnológica o farmacéutica está aumentando en todo el mundo. A la fecha, y antes de la existencia del Convenio sobre Diversidad Biológica, algunas compañías extranjeras han patentado cinco líneas microbianas originarias de nuestro país y la colecta de plantas medicinales escapa en buena medida al control de las autoridades. La ratificación por parte del Senado de la República del Convenio sobre Diversidad Biológica pone en nuestras manos un instrumento legal que no podemos desaprovechar para regular el acceso a nuestros recursos genéticos y asegurar que exista un reparto equitativo de los beneficios derivados de dichas prospección. En materia de producción de flora y fauna silvestre se tienen registradas alrededor de 600 unidades, entre criaderos intensivos, extensivos y viveros, además de 15 unidades oficiales que operan precariamente con escasos recursos y cobertura limitada, para albergar especies decomisadas, servir de centros de capacitación y difusión y para programas de protección de la biodiversidad, entre otras. Estas unidades se encuentran distribuidas en diferentes estados de la república mexicana, ubicándose al norte principalmente criaderos extensivos, mismos que se dedican en su mayoría a las actividades cinegéticas. En el centro y sur-sureste del país se localizan unidades de producción bajo modalidad intensiva. Cotización de algunas especies de faunas silvestres traficadas ilegalmente en el mercado nacional e internacional. (Precios a septiembre de 1995) Nombre común Nombre científico Mercado local $ Guacamaya roja Guacamaya verde Loro cabeza amarilla Cotorra frente roja Tucán pecho amarillo Halcón cola roja Halcón Peregrino Mono araña Mono aullador Tarántula de patas rojas Boa Cactus
Ara macao Ara militaris Amazona oratrix Amazona viridigenalis Ramphastussulfuract us Buteo jamaicencis Falco peredrinus Ateles geoffroyi Alouatta palliata Brachypelma smithi Boa constrictor Varias Especies
6,000 3,000 1,000 400 500
Mercado internacional (Dls) 5,000 4,000 3,000 1,500 6,000
500 1,000 2,500 2,000 40
0 1,500 1,500 1,500 35
400 100-200
200 2.25-2.000
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OrquĂdeas
Varias Especies
30-300
10,000
Fuente: INE, 1995
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CAPÍTULO VI CICLOS DE PRODUCCION DE LAS PRINCIPALES ESPECIES ANIMALES EN MEXICO
Introducción Las actividades agropecuarias se caracterizan principalmente por la naturaleza biológica de su ciclo de producción, el cual utiliza poblaciones de plantas y de animales para generar bienes. Los procesos en que descansa son la fotosíntesis, mediante el cual las plantas transforman la energía solar en energía química, y la conversión secundaria de productos o subproductos de origen vegetal en proteínas animales. Las características de estos procesos obligan a las actividades agropecuarias a ocupar extensas áreas y estar dispersas en el espacio, a diferencia de otras actividades productivas, a las que suele bastar una pequeña superficie. Por otra parte, para desarrollar los ciclos productivos, las plantas y los animales requieren de luz solar, de agua y de temperatura, que les son aportados a través del complejo conjunto de fenómenos conocidos como clima. Una tercera característica fundamental de la producción agropecuaria es su dependencia de las condiciones meteorológicas. Finalmente, las plantas necesitan un medio que les proporcione sustentación y nutrientes y que almacene y les entregue el agua aportada por el clima u otros medios, por lo que la producción agrícola, en particular, y la parte de la producción ganadera que se desarrolla junto con ella, se caracterizan también por su dependencia del suelo.
En resumen, las cuatro características principales de las actividades productivas agropecuarias son: a) la naturaleza biológica de su proceso; b) la amplia extensión y dispersión; c) la dependencia del clima; d) la dependencia del suelo De esas cuatro cualidades principales de los ciclos de producción agropecuarios, individualmente o combinadas entre sí, se derivan diversas consecuencias que, a su vez, contribuyen también a caracterizarlo.
Ciclo productivo de aves de carne
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En l991, la parvada nacional estuvo constituida por 232.5 millones de aves, entre gallinas y pollos, así como guajolotes y pavos, y no considerando especies tan minoritarias en la avicultura del país como patos, gallinas de Guinea, codornices, faisanes y demás. Para los fines de producción de carne de ave se incluyen de esta parvada, en primer término, las gallinas y pollos zootécnicamente especializados en esta función; en segundo lugar, aquellas aves productoras de huevo que han agotado su capacidad biológica en ese sentido y son desechadas, enviándolas al rastro. De la parvada considerada se extrajo en l991 una producción de 857,947 toneladas de carne, y para 1998 se esperan obtener 1,558,346 toneladas. Este grupo productor está integrado por aves omnívoras, capaces de transformar eficientemente el alimento en carne, esto es, que convierten una proporción comparativamente más alta del alimento recibido en carne de la que llegan a transformar otras especies animales. Estas aves tienen un elevado potencial biótico, es decir, un proceso de desarrollo y maduración rápida que las lleva a tener ciclos productivos cortos, lo que permite alcanzar hasta cinco ciclos de producción completos por año.
En teoría, la relación existente entre los diversos tipos de ave que integran la rama debería estar sujeta a la siguiente; secuencia óptima: una progenitora genera 72 reproductoras, las que a su vez originan 5 l84 aves de engorda. El pollo de engorda, es un ave especialmente seleccionada para la producción de carne cuyo ciclo de producción no rebasa las ocho semanas, y que es producto de una genética orientada a incrementar su rendimiento en carne. Esta especialización genética determina que el proceso productivo mismo se inicie en los grupos de aves denominadas "progenitoras" y "reproductoras", que representan el fundamento de todo el ciclo productivo, al ser ellas quienes dan origen a las aves necesarias tanto para la producción directa de carne, como para la postura de huevo. Esta fase inicial del proceso productivo exige, debido a su alta especialización biológica y a la compleja ingeniería genética subyacente, que una vez transcurrido un periodo determinado, el grupo inicial de progenitoras y reproductoras deba desecharse y ser repuesto en su totalidad. La incubación de aves progenitoras, reproductoras y de pollos de engorda implica tal grado de especialización, que se ha convertido en una actividad en si misma, comercialmente separada del resto de la rama avícola. La rapidez del proceso de desarrollo y engorda de las aves se apoya principalmente en el suministro de alimentos con una elevada concentración de
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proteína digestible y materia transformable en energía, bajo una iluminación constante a fin de que las aves no sólo tengan un acceso permanente al nutrimiento, sino se vean inducidas a comer incesantemente. La producción necesita contar con un capital tanto de inversión como de trabajo de cierta significación, ya que el ciclo productivo tiene un carácter propiamente industrial, requiere de un equipamiento especializado costoso y sobre todo es muy intensivo en insumos, particularmente alimentos. En las empresas y asociaciones de productores tecnificadas de gran magnitud económica, son notables las tendencias a la integración vertical de la producción. Así, procesan sus propios alimentos y son propietarias de rastros.
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Ciclo productivo de aves de postura La parvada nacional de gallinas y pollos especializados en postura estuvo constituida en l991 por 69.3 millones de aves. La producción de huevo de esta parvada fue de 1,141,381 toneladas en el año de referencia y para 1998 se espera obtener 1,422,443. Este grupo productor está integrado por aves omnívoras, capaces de transformar eficientemente el alimento en huevo, es decir, que convierten una proporción comparativamente más alta del nutrimiento recibido en un alimento apto para el consumo humano. Estas aves tienen un elevado potencial biótico, esto es, un proceso de desarrollo y maduración rápida que las lleva a tener ciclos vitales breves. Sus fases de postura e incubación son estacionales, dependiendo fuertemente de condiciones ambientales de iluminación y de temperatura. Dado su alto potencial biótico, tienen un consumo de alimento comparativamente elevado respecto del de otras especies domesticadas por el hombre. Que parvadas de primer ciclo productivo, el avicultor puede optar por enviar las aves al abasto o por ponerlas ha pelechar. Este procedimiento consiste en someter al animal al o que prácticamente es un tratamiento de choque, durante dos semanas a una dieta absoluta que le hace perder el plumaje, pero que condiciona su metabolismo de tal modo que puede entrar en un nuevo ciclo de postura. Así, las aves pueden iniciar un segundo y hasta un tercer ciclo productivo, en los que cada vez producirán una cantidad menor de huevos que ser/m cada vez de mayor tamaño; en tanto que las ponedoras mismas engordarán. Tales ciclos de producción adicionales se manejan en formación de las condiciones del mercado. Si bien el costo de la alimentación es constante aun cuando la postura reduzca cabe considerar que usualmente la ponedora misma considerada como una inversión ya ha sido totalmente depreciada al término de su primer ciclo productivo. En las empresas tecnificadas de la avicultura mexicana productora de huevo se alcanzan los niveles internacionales que se consideran apropiados en la conversión del alimento en huevo por ave, con una producción media de 270 huevos al año por animal. Si el grado de tecnificación es inadecuado o insuficiente, la postura puede bajar hasta un nivel medio de 240 huevos por ave durante el mismo periodo.
En el caso de la avicultura productora de huevo existe un alto nivel de organización de los productores, evolucionado y eficiente, fenómeno que puede pensarse no es del todo ajeno a la concentración económica en unas cuantas empresas de gran magnitud que se da en la rama. En efecto, la producción de huevo aumenta durante los meses de marzo, abril, mayo y junio, esto es, en el ciclo de primavera-verano, debido a que el mayor
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número de horas de luz diurna a que están expuestas las aves estimula su producción, y se reduce de septiembre a diciembre por la razón contraria. El ciclo de producción especializado en la producción de huevo es dentro de la actividad ganadera nacional, el que requiere la mayor capacidad empresarial por parte de sus administradores, dados el carácter propiamente industrial de su producción. La producción se concentra en muy pocas empresas de gran magnitud económica, lo que favorece el surgimiento de situaciones oligopólicas no necesariamente convenientes.
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Ciclo productivo de bovinos de carne Esta rama de actividad pecuaria implica, de hecho, a la totalidad del inventario bovino del país, que en l991 tuvo una magnitud de 23.8 millones de cabezas. Para los fines de producción de carne se incluyen, de este hato, en primer término las cabezas de razas bovinas zootécnicamente especializadas en esta función así como los vientres de doble propósito, esto es, productos tanto de carne como de leche. Sin embargo, también engrosan la producción nacional de carne bovina las crías y vientres lecheros de desecho y, en menor proporción, aquellos animales de trabajo cuya vida útil se ha dado por terminada. De ese conjunto de bovinos que pasan a formar en un momento u otro parte de la producción nacional de carne, hay que descontar aquéllos que se destinan a la exportación y que tienen por función económica básica la generación de divisas y, por lo tanto, no pasan a engrosar directamente la disponibilidad interna de alimentos. En l997 se exportaron $198,297 dólares y fueron sacrificadas en territorio nacional otro 5.2 millones. De estas últimas se obtuvo una producción de unas 1,379,923 toneladas en canal. Este grupo productor está integrado por rumiantes que, por la naturaleza de sus procesos digestivos, tienen la capacidad de transformar en carne alimentos vastos y pobres difícilmente aprovechables para el hombre en forma directa. Desde el punto de vista de su producción y desarrollo, los animales de este grupo se caracterizan por periodos amplios de gestación, crecimiento y maduración. Este fenómeno incide sobre ciertos aspectos de su explotación, tales como las tasas de extracción; correlativamente, y desde un ángulo económico, afecta la velocidad de rotación del capital invertido en el inventario de animales, ya que dicha velocidad se halla en función de la tasa de extracción mencionada. En comparación con otras especies, este grupo presenta una baja potencialidad reproductora, lo que influye de manera directa en el proceso de evolución y crecimiento del hato mismo. En esta rama de la ganadería se explotan animales de diversas razas, las que están adaptadas a las condiciones ecológicas específicas prevalecientes en praderas, bosques de transición, selvas tropicales y zonas áridas. Esta variabilidad geno y fenotípica del grupo en cuestión determina la presencia de la actividad en áreas geográficas muy diferenciadas entre sí por otros conceptos o, lo que es lo mismo, una gran dispersión territorial de ésta. La explotación de los bovinos de carne se da en México en forma tanto extensiva como semiintensiva e intensiva.
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En el caso de la explotación extensiva, la alimentación de los animales, basada casi exclusivamente en pastos sean naturales o inducidos, depende en gran medida del ciclo meteorológico y de la mayor o menor abundancia de lluvias en un periodo determinado. Esta situación conlleva lapsos variables, pero necesariamente amplios, de maduración y salida al mercado de los animales. La explotación semiintensiva difiere de la precedente en el hecho de que el tiempo de maduración de los animales para el mercado se reduce, en el caso de su forma más tradicional, por la vía del suministro adicional de forrajes conservados a fin de poder disponer de ellos durante esas épocas en que son naturalmente escasos. La versión intensiva de la actividad, más especializada y tecnificada, pero prácticamente en forma minoritaria en el país, ese mismo acortamiento del proceso productivo se consigue manteniéndolo a los animales apotrerados en superficies que con frecuencia cuentan con pastos mejorados, las que se suelen irrigar y fertilizar, y/o enviándolos en determinado momento de su evolución a corrales de engorda en donde la alimentación y los ciudadanos recibidos determinan una maduración y salida a la venta en un periodo comparativamente menor. En este ciclo productivo, los resultados productivos alcanzados dependen primariamente de la nutrición y de las condiciones sanitarias de los propios animales, y sólo en segundo término de las características genéticas de éstos. En México se presenta en un segundo mayoritario de la actividad una franca división del proceso productivo entre las fases de cría, engorda y matanza, que se hallan a cargo de diferentes empresarios. La relación comercial entre estas fases es asimétrica, en franca desventaja para la primera y con rendimientos progresivamente crecientes a medida que el proceso productivo se desplaza hacia las últimas.
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Ciclo de producción de leche bovina en estabulación Esta rama de la ganadería se apoya en la ordeña en estabulación de los vientres bovinos de razas lecheras especializadas tales como la Holstein, Jersey, Pardo-suizo, Guernsey y otras. El conjunto de animales en producción fue de 1.9 millones de cabezas en l991. Estas vacas generaron ese año una producción lechera de 6, 717.1 millones de litros, y para 1998 se espera obtener 8,238.2 millones de litros. Para integrar el inventario nacional total de vientres lecheros hay que añadir al dato precedente esos otros 0.2 millones de vacas que, por diversas razones, están temporalmente fuera de producción. Aunque no generan leche, participan igualmente de manera estratégica en la operación de la rama becerras, vaquillas de remplazo y sementales, que totalizaron 0.7 millones de cabezas en conjunto. Este grupo está integrado por rumiantes capaces de convertir en leche alimentos difícilmente aprovechables por el hombre en forma directa. Por la naturaleza específica de su función zootécnica, requieren una alimentación rica en nutrientes, homogénea, continua y equilibrada conforme a la fase del ciclo productivo en que se encuentre cada animal. Desde el punto de vista de su reproducción y desarrollo, estos animales se caracterizan por periodos amplios de gestación, crecimiento y maduración. Por lo mismo, es preciso que transcurra un tiempo comparativamente largo para que una becerra se convierta en una vaca plenamente productiva que proporcione rendimientos lecheros medios. La explotación de los vientres lecheros se hace de manera intensiva con un manejo especializado de los animales y manteniéndolos en confinamiento en instalaciones tecnificadas, que incluso llegan a implicar un alto grado de control de los elementos microclimáticos prevalecientes. En tales condiciones, estos animales se encuentran en una relación de estrecha dependencia respecto del hombre para la satisfacción de sus necesidades. Una vez que un animal comienza el ciclo de producción de leche, éste puede prolongarse ininterrumpidamente hasta por 305 días por año. Los vientres bovinos productores de leche en estabulación del país arrojan rendimientos físicos por cabeza medianos, comparados con normas internacionales. Debido tanto al sistema de producción mismo seguido en el país, como a la correspondiente estructura económica de las explotaciones, el ganadero encuentra más económico, o bien más cómodo, deshacerse de las crías al poco tiempo de nacidas, y adquirir vaquillas de remplazo cuando la vida útil de sus vientres ha concluido.
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La práctica generalizada de deshacerse de esas crías, que al consumir leche disminuirían el volumen de la producción vendible, conduce a que la necesidad de reemplazo de vaquillas de la rama -- poco más de cien mil cabezas al año--haya de cubrirse en cerca de una quinta parte en el extranjero. Debido al tipo de alimentación que es necesario proporcionar a los animales, esta rama de la ganadería depende directamente de la producción agrícola, así como de la disponibilidad de subproductos industriales. Desde el punto de vista del empleo generado por la actividad, ésta plantea permanentemente requerimientos de mano de obra capacitada, incluyendo días feriados y festivos, debido a la naturaleza continua del proceso productivo. Esto ha conducido por necesidad a la gradual sustitución del hombre por la máquina y, en consecuencia, a requerimientos de inversión más altos por animal.
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Ciclo de producción de leche bovina en ordeña estacional Esta rama de la actividad ganadera se apoya en la ordeña de los vientres bovinos llamados de doble propósito -- es decir, productores de carne así como de leche -- y en la de los de razas especializadas en la producción de carne. En l991 los vientres de este tipo en ordeña fueron 4.6 millones. Aunque la leche aportada por estos constituye una parte significativa del conjunto de la producción nacional y tiene una demanda industrial importante, representa por su estacionalidad como por los rendimientos medios alcanzados por vientre, comparativamente bajos respecto de los de las vacas de razas específicamente lecheras, un subproducto respecto de su función zootécnica primordial, generadora de carne. En l980, este grupo produjo 2 977.3 millones de litros. Este grupo productor se halla integrado por rumiantes que tienen la capacidad de transformar en carne y leche alimentos vastos y pobres, de difícil aprovechamiento directo por el hombre. Desde el punto de vista de su reproducción y desarrollo, se caracteriza por periodos amplios de gestación, crecimiento y maduración. En comparación con otras especies, este grupo tiene una potencialidad reproductora baja, que imprime un carácter temporal a su producción láctea, vinculada a las fases de nacimiento, lactancia y destete de las crías. Una vez que una vaca inicia su ciclo de producción lechera, éste puede llegar a durar de 90 a l50 días por año. Entre las vacas de doble propósito predominan las de raza Criolla, pero también son las de raza Cebú, estas últimas frecuentemente encastadas con Pardo-suiza y, en menor grado, con otras productoras de leche. En México, la explotación de estos bovinos se hace en forma semiintensiva, recurriendo a una combinación de pastoreo y corrales, sumándose por lo general instalaciones rústicas poco costosas. El rendimiento en leche disponible para el consumo humano medio diario por vientre de este grupo es reducido en comparación con el de las vacas de razas lecheras, tanto por la índole de su función zootécnica básica lo que orienta sus organismos en otro sentido, como porque amamantan a sus crías y por la menor duración de su ciclo de producción láctea. Esta producción de leche se caracteriza por su índole marginal respecto del proceso de cría, que desemboca en la generación de carne. La situación de mercado ha inducido a que esta rama de la producción lechera nacional sea la más dinámica y la principal responsable del crecimiento mostrado por esa producción en su conjunto durante los últimos años.
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Para los empresarios ganaderos especializados esta producci贸n l谩ctica representa un ingreso adicional significativo, al lado del que consiguen por la venta misma de animales para la obtenci贸n de carne.
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Ciclo productivo de cerdos Esta rama de la actividad ganadera nacional se apoya sobre un inventario integrado por animales de diversas razas, que en l991 tuvo una magnitud de l0.5 millones de cabezas, y se obtuvieron 811,899 toneladas de carne en canal, y para 1998 se esperan obtener 960,848 toneladas; debido a la brevedad del ciclo reproductivo de estos animales, permite tener más de un ciclo de producción al año. La canal de porcino incluye cabeza, cuero y grasa. Este grupo productor está integrado por mamíferos monogástricos, omnívoro, capaz de transformar eficientemente el alimento en carne y grasa. Desde el ángulo de su reproducción y muestran una muy elevada prolificidad; tienen dos y medio ciclos reproductivos al año, con "camadas" muy numerosas. Estos animales se adaptan a un amplio rango de condiciones climáticas siempre y cuando no sea de en ellas un calor excesivo, que los agotan, así como a circunstancias de manejo muy variadas, que van desde las más elementales y rústicas hasta las más tecnificadas, por lo que han alcanzado una gran dispersión territorial. La explotación de los porcinos se da en México en forma tanto intensiva como semiintensiva y extensiva. En el caso de la explotación intensiva lo que representa la modalidad con mayor peso y significación en la producción porcícola nacional, si bien sea la territorialmente más concentrada, se maneja a los animales en confinamiento y con un elevado grado de tecnificación. Este tipo de explotación intensiva implica la presencia de construcciones, instalaciones y equipos especializados que representan una inversión significativa dentro de la estructura económica operativa del ciclo productivo. Igualmente, la porcicultura tecnificada requiere de diversos insumos --principalmente alimentos, pero también medicinas y otros productos de la industria químico-farmacéutica. En el caso de la explotación porcícola tecnificada ya comienzan a hacer en el país pruebas de progenie y de rendimiento, y se empiezan a manejar diversas razas y cruzas especializadas para atender diferentes objetivos de mercado. En el estrato económico de las empresas tecnificadas la producción es intensiva en lo que se refiere al factor capital y posee un carácter francamente industrial. De hecho, en dicho estrato se presentan fuertes tendencias a una gran concentración de la producción en unas cuantas empresas. En las empresas y/o agrupaciones de productores mis tecnificadas y de magnitud económica mayor se han presentado vigorosas tendencias hacia la integración vertical de producción, constituyéndose en procesadoras de los alimentos para animales que insumen.
Ciclo productivo de ovinos
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Esta rama de la actividad ganadera nacional se apoya sobre un inventado compuesto por animales de diversas razas que integran en conjunto un mosaico genético muy heterogéneo, inventario que en l991 tuvo una magnitud de 4.0 millones de cabezas. De este rebaño se obtuvo una producción de 26,262 toneladas en canal y para 1998 se esperan obtener 29,881 toneladas. Este grupo productor está integrado por pequeños rumiantes de digestión rápida, capaz de medrar en áreas de pastos no accesibles a otros animales debido a su hábito de comerlos hasta muy cerca del suelo, así como de aprovechar los pastos entreverados en las zonas caracterizadas por asociaciones arbustivas y boscosas. Desde el punto de vista de su reproducción y desarrollo, los animales de este grupo se distinguen por periodos de gestación, crecimiento y maduración más breves que los de los rumiantes de mayor tamaño. Dichos ciclos reproductivos muestran una estacionalidad condicionada por la variación en el número de horas de luz diurna que se da a lo largo del año, de manera que los mismos se alteran en función de la mayor o menor lejanía respecto del ecuador en que se ubiquen los rebaños. Estos animales producen una carne cuya fibra muscular se califica técnicamente como "de grano fino", que le da una peculiar cualidad gustativa que ha originado hábitos culinarios y gastronómicos específicos y es de alta calidad nutritiva. Estos animales muestran una piel recubierta de fibras de lana cuya producción es estimulada por el frío ambiente y tiene características variables en función tanto de la raza como de la calidad, la abundancia, constancia o variación periódica de la alimentación recibida por ellos. El borrego de raza Pelibuey, extendido en los trópicos, constituye una excepción a la regla anterior, ya que tiene pelo en vez de lana y es exclusivamente productor de carne. Este tipo de animal ha tenido una gran difusión, sobre todo en el sur y el sureste del país. En el país predomina una explotación extensiva y de fuerte trashumancia que, por su índole no tecnificada, resulta destructiva tanto para los recursos de apoyo de la actividad misma . Debido al inadecuado manejo del inventario, la cantidad de sementales que hay en éste es reducida respecto del tamaño del mismo. Esta situación es restrictiva tanto respecto de las posibilidades de crecimiento del inventario en cuanto tal, como de la producción ovina del país en su conjunto. Se da una notable escasez de instalaciones y equipos especializados en la rama, siendo en este sentido la ovinocultura mexicana sumamente primitiva en comparación, por citar sólo un ejemplo, con la existente en Francia, en donde los animales no sólo se explotan en confinamiento, sino incluso se estabulan para aprovechar la leche de las ovejas, que tiene un valor especifico como saborizante en la producción de quesos y una elevada demanda como bebida para paladares refinados.
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La producci贸n nacional tanto de carne como de lana ovina es deficitaria respecto de la demanda, por lo que se llegan a importar animales para el abasto y lana para la industria textil que, ya en forma de tela, vuelve a ser exportada con frecuencia.
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Ciclo productivo de caprinos Este ciclo productivo de la ganadería nacional se apoya en un inventario de caprinos de diferentes razas que en l991 alcanzó la magnitud de 6.8 millones de cabezas. En el año de referencia se obtuvo una producción de 39,314 toneladas en canal y para 1998 se esperan 35,670. Siendo las hembras de esta especie productoras significativas de leche, se obtuvo en ese año una producción de este alimento del orden de los 130.6 millones de litros. Este ciclo productivo está integrado por pequeños rumiantes de gran rusticidad, digestión rápida, lenta engorda y capaces de medrar en áreas inaccesibles a otras especies, sustentándose de una gran variedad de forrajes bastos y bromatológicamente pobres difícilmente aprovechables por otros animales. Los caprinos resisten la escasez de agua mejor que otras especies domesticadas. Esta especie muestra periodos de gestación, crecimiento y maduración más breves; es de una alta prolificidad y arroja una elevada frecuencia de partos gemelares. La carne de caprino adulto es de textura fibrosa, lo que reduce su aceptación en el mercado, prefiriéndose para consumo humano el cabrito lactante. Estos animales muestran una capacidad de producción lechera superior a la de otros rumiantes, si se mide dicha capacidad en proporción a su peso. La producción de leche caprina es marcadamente estacional, en función del ciclo reproductivo de la especie. El ciclo productivo de los caprinos tiene, un carácter extensivo y de fuerte trashumancia, que por su índole incontrolada puede resultar destructiva por sobrepastoreo. La trashumancia, se ha reducido en general a la distancia que un rebaño pueda recorrer de ida y vuelta a una localidad rural dada durante la fase luminosa del día, acompañado por algún miembro de la familia campesina propietaria del mismo. Algunas características comunes o bien de complementación existentes entre caprinos y ovinos han determinado que en la ganadería campesina mexicana se presenten rebaños mixtos. Por razones de demanda y de necesidades económicas perentorias del campesino, se ha incurrido en el país en un sacrificio indiscriminado de hembras, que implica restricciones serias a las posibilidades de crecimiento del rebaño y de la producción misma, particularmente de leche. La insuficiencia de la producción de carne caprina respecto de la demanda interna determina que se realicen algunas importaciones de animales en pie. En este campo de la actividad ganadera nacional es notable la escasez de instalaciones y equipos especializados.
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La forma moderna y más avanzada de la caprinocultura en el país, aun tratándose de una práctica poco extendida, implica el apotreramiento y la semiestabulación, a fin de racionalizar los rendimientos económicos logrados. En este caso se trata de una forma de la actividad claramente comercial y orientada muy particularmente hacia la producción de leche destinada a la fabricación principalmente de lacticinios y dulces diversos, más que del tipo de caprinocultura que forma parte de lo que propiamente es la ganadería campesina. En el caso de la producción lechera, ésta tiene una calidad sanitaria irregular y una fuerte estacionalidad. Si bien existe una producción campesina de quesos a partir de la leche de cabra, ésta se destina fundamentalmente al autoabastecimiento y sólo proporciona excedentes para atender pequeños mercados locales. Además, tales "quesos frescos" se han de consumir con rapidez, pues se descomponen fácilmente. El resultado es que, en conjunto, en esta rama de la actividad ganadera se nota una clara ausencia de inversiones significativas. Como resultado de lo anterior, la caprinocultura del país, tanto en el sistema de la ganadería campesina, como muy especialmente en su forma más moderna y tecnificada, de carácter comercial y orientada definitivamente hacia el mercado, enfrenta una creciente escasez y encarecimiento de personal especializado, tal como pastores, criadores y ordeñadores
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Ciclo productivo de abejas El enjambre nacional estuvo integrado en l991 por 106,802 colmenas, de las que se estimaban eran modernas. Alrededor del 90% de estas colmenas estaba poblado por abejas híbridas africanizadas. Este enjambre generó ese año 69, 495 toneladas de miel. Las abejas son insectos himenópteros que se agrupan en colonias en las que se distinguen tanto por sus funciones como por su especialización biológica específica de acuerdo a éstas. Así, cada colonia tiene una reina; zánganos, obreras hembras estériles que segregan cera con la que construyen los panales y se dedican a la recolección de miel y polen, al almacenaje de los huevos puestos por la reina y a la crianza de las larvas, y, abejas-soldado, que se encargan de vigilar la colmena y cuidar su seguridad. La miel es el néctar que secretan las flores o las partes de las plantas próximas a éstas que las abejas liban, modifican, combinan con sustancias generadas por ellas, almacenan y dejan madurar en los panales de la colmena. La miel puede ser desde incolora hasta pardo oscura; fluida, viscosa, o estar parcial o totalmente cristalizada, variando de aroma y sabor de acuerdo a la naturaleza de las plantas de las que procede. La cera es secretada por unas glándulas abdominales de las obreras; es blanca, inodora e insabora. En condiciones naturales, la población de la colmena sé autorregula, creciendo o disminuyendo a lo largo del año en función de la abundancia o escasez de la floración natural, así como de la mayor o menor calidez de la temperatura ambiente. En épocas sin floración y de frío, la población apícola se reduce hasta un mínimo que subsiste de la miel almacenada, volviendo a incrementarse al variar dichas condiciones. Periódicamente surge en la colmena una nueva reina, que disputa su lugar a la precedente. Si en la lucha no sucumbe alguna de ellas, la colonia se divide, originándose así una nueva colmena. La presencia y actividad de las abejas ejerce una importante función de polinización de la flora y contribuye a controlar algunas plagas de ésta. Por ello, en la apicultura moderna se ha vuelto práctica normal el alquiler de colmenas para instalarlas temporalmente en los campos de cultivo. Las explotaciones apícolas mexicanas tienen que ser necesariamente tecnificadas, por el manejo de la africanización de las colmenas y su hibridación. La explotación tecnificada, se apoya en colmenas móviles que se suelen cambiar de lugar a conveniencia, regula directamente la población apícola, incrementándola al proporcionarle alimento de estímulo antes de que se produzca la floración, con el objeto de que al presentarse ésta se aproveche desde el primer momento en su totalidad el néctar vegetal. En cambio, en las épocas en que la floración natural sería insuficiente para una población apícola dada, se le
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proporciona a ésta un alimento de sostén para conservarla en un nivel determinado. La forma tecnificada de la actividad requiere de equipo e instalaciones especializadas, mano de obra adiestrada, e insume alimento para los insectos fundamentalmente azúcar, medicinas y tambores metálicos u otros contenedores para el almacenaje de la miel. En función de las variaciones regionales de clima, y de la diversidad calendárica de las épocas de floración, en diferentes momentos y áreas del territorio nacional se tienen de dos a tres cosechas de miel por año. Además de la calidad propiamente dicha de la miel, su presentación comercial se categoriza en los tres tipos siguientes: miel en panal, miel extraída y miel prensada. Alrededor del 90% de la miel producida en el país se destina al consumo humano directo, como "miel de mesa", y el resto es absorbido por la industria, Alrededor de las cuatro quintas partes de la producción mielífera nacional se exportan, a la República Federal de Alemania. Otro mercado importante para la miel mexicana, aunque de una magnitud en apariencia declinante, está representado por los Estados Unidos. De hecho, y a excepción de las grandes empresas, sólo los productores de la península de Yucatán, están adecuadamente tecnificados y satisfactorios y eficientemente organizados.
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Prospectiva de la producción agropecuaria Durante los próximos cinco a diez años, el ganado bovino será mantenido en su estructura productiva tradicional y alimentada con esquilmos agrícolas; resurgirán los corrales de engorda de ganado. La crianza de borregos seguirá en decremento, en la medida que los productores internacionales mantengan los subsidios a la producción (Estados Unidos, Australia y Nueva Zelanda). La crianza de cabras seguirá siendo una actividad marginal practicada por campesinos de escasos recursos. La producción masiva de cerdos, aves, huevo y leche se consolidará en el derrotero iniciado en la etapa previa o en macroempresas agroindustriales integradas vertical y horizontalmente (macroproyectos agroindustriales), las que proveerán más de 50% del consumo nacional. Los hábitos alimentarios de la población humana se orientarán hacia el consumo de carne congelada de rumiantes, cerdos y pollos, así como al consumo de partes de pavo, pollo y mixturas de diversas carnes, fabricadas aprovechando los excedentes y subsidios. Los principales proveedores serán los Estados Unidos, Australia, Nueva Zelanda y la Comunidad Económica Europea. La producción nacional se orientará a satisfacer la demanda decreciente de carne fresca.
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CAPITULO VII ESQUEMAS DE LOS CICLOS DE PRODUCCION DE LAS PRINCIPALES ESPECIES ANIMALES EN MEXICO A cada rama de actividad considerada correspondería un diagrama cualitativo de flujo en el que se mostrarán los diversos factores operativos - biológicos y zootécnicos por una parte, económicos y sociales por la otra - que confluyen para determinar la problemática fundamental de la misma. Así pues, la lectura de cada diagrama dará una imagen significativa de cada actividad, de su operación, sus problemas, su potencialidad reprimida, y apunta ya hacía los caminos para liberarla. El diagrama muestra las formas reales de operación que tales ramas adoptan actualmente en el país. Una lectura crítica tanto de textos como de diagramas mostrará diversos puntos de posible superación de los esquemas prevalecientes. El marco conceptual común a todos ellos, así, los factores biológicos están representados por aquellas características intrínsecas a cada especie animal que contribuyen a la producción de los satisfactores que el hombre deriva de la misma, sean alimentos (carne, leche, huevo, grasa, miel), otros productos (cueros, pieles, lana, esquilmos diversos), o bien fuerza de trabajo. Entre otros factores biológicos destacan la capacidad de los animales para convertir alimentos que el hombre no puede aprovechar directamente en productos de utilidad y valor para éste, así como su proceso reproductivo que, al determinar el potencial biótico de cada especie, incide en el volumen de la producción y la velocidad de su desenvolvimiento en el tiempo, al fijarles límites insalvables. Los factores zootécnicos están constituidos básicamente por el manejo que el hombre hace de las diversas especies para propiciar una mayor productividad a través del aprovechamiento de sus propias características funcionales; la intervención humana en el proceso de reproducción de las especies para encontrar, mediante la selección genética (tanto genotípica, como fenotípica), aquellas razas o líneas que posean características productivas idóneas, así como todas aquellas modificaciones del medio ambiente de los animales construcciones, instalaciones, equipo y demás - que facilitan y expeditan la producción generada por ellos. En cuanto a los factores económicos, están dados por las características técnico-finacieras del propio proceso productivo - requerimiento de inversiones, de insumos, de financiamiento - así como la mayor concentración o dispersión de la producción entre los diversos estratos de unidades productoras que integran la rama, aspectos de la comercialización y singularidades específicas de la oferta y la demanda.
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Los factores sociales están representados por las múltiples y variadas formas en que la actividad incide sobre el cuerpo social y que, en más de un caso, revierten a su vez sobre la actividad misma. Dado el carácter frecuentemente difuso de estos factores, sus diversos efectos observados de actividad en actividad resultan ser, en conjunto, de un espectro amplio y heterogéneo. Sin embargo, quizá los puntos más importantes están representados por la significación de la actividad como fuente de aprovisionamiento para la población, formas y modalidades específicas del consumo y su condicionamiento cultural, la generación de empleo remunerativo y las necesidades de capacitación técnica vinculadas a la misma, las
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interrelaciones de la actividad con otros elementos de la estructura económica y productiva, así como el marco institucional dentro del cual se desenvuelve la actividad, y que la impulsa o le impone restricciones. Como resultante de la interacción de los factores hasta aquí señalados, se deriva el cuadro de la problemática fundamental de la actividad, con lo que ésta queda caracterizada. Obviamente se procuró que todos los elementos puestos en juego reflejaran el estado más reciente de la misma. Estrechamente vinculados con la problemática de la rama productora y los factores subyacentes a ésta, se presentan los factores de potencialidad para elevar la producción, que deben entenderse no sólo como contrapuestos a aquélla, sino, además, como inhibidos y frenados por la misma. Estos factores potenciales deben contribuir, a su vez, a configurar los lineamientos de acción aplicables, que señalan las vías prácticas para desatar el potencial reprimido y que, de alguna manera, deben formar parte de las normas y políticas ganaderas del sector público. Diagramas de operación correspondientes a dichas ramas; estos diagramas muestran las siguientes características: a) Reflejan las prácticas típicas del ganadero mexicano en el momento actual, por lo que ni muestran todas las formas que las mismas llegan a presentar en el país, dada la poca frecuencia o significación general de algunas de ellas, ni constituyen el esquema de lo que deba de considerarse como un modelo tecnológico óptimo; b) Estos diagramas se limitan a representar la operación misma del ganadero como empresario, por lo que excluyen tanto la base de recursos de diversa índole - desde naturales hasta institucionales - en que esta se apoya, como el esquema que correspondería a los diversos procesos de comercialización y transformación ulteriores del producto aportado al aparato económico por el ganadero en todo lo tal que; c) Reflejan un proceso de toma de decisiones del productor, por lo que si bien, además de implicar un esquema y un nivel tecnológico determinado, representan gráficamente - siguiendo en sentido directo sus líneas y circuitos - un flujo físico de diversos elementos, a éste corresponde - desplazándose exactamente en sentido opuesto - un flujo financiero que, en última instancia, determina la toma de decisiones aludida, puesto que el empresario necesariamente tenderá a maximizar los resultados netos del mismo, esto es, la utilidad final obtenida; d) los periodos que en algunos casos se consignan junto a una determinada fase del proceso productivo indican solamente la duración media habitual de la misma, y su suma total no representa ni el tiempo requerido por el
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ciclo productivo - ya que en algunos casos es posible programar el inicio de ciertas fases de tal modo que se optimicen los tiempos de producci贸n totales del sistema -, ni conjunta necesariamente un periodo estad铆stico anual y, finalmente e) Estos diagramas constituyen un instrumento que permite visualizar tanto aquellos aspectos en que - dadas las condiciones financieras necesarias - es posible mejorar la operaci贸n t茅cnica de la rama, como identificar los puntos de vulnerabilidad de la misma.
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Con todo ello queda planteados aquellos elementos de orden estructural que determinan y tipifican la operación real y concreta de la ganadería del país en el momento presente. Como necesario marco de referencia para la lectura de los análisis factoriales de las diversas ramas de actividad en que se descompone el conjunto de la ganadería nacional actual, se presenta a continuación un examen del comportamiento global mostrado por la ganadería del país durante la década que va de 1988 a 1998. Para evaluar adecuadamente dicho comportamiento hay que partir de la dramática situación en que quedó la ganadería mexicana a raíz de las epizootias de Newcastle y Fiebre Aftosa, Cólera Porcino clásico, Encefalitis Equina, Gastroenteritis Hemorrágica del Conejo, que se abatieron sobre ella en 1942, 1946, 1960, 1972 y 1982 respectivamente. Estas plagas, que alcanzaron un punto álgido durante la segunda mitad del decenio de su aparición, dejaron prácticamente devastada a la ganadería nacional, incapacitándola por largo tiempo para entender adecuadamente las demandas del mercado interno. El proceso de recuperación realmente limitado por el efecto que entre otras cosas - ejerció sobre la mera aritmética de las poblaciones la enorme cantidad de animales que de un modo u otro fueron eliminados como consecuencia de las plagas, y que no sólo representó una sustracción directa a los inventarios, sino una disminución del potencial de crecimiento de los mismos, no fue fácil ni rápido. En cierta forma puede afirmarse que este resurgimiento alcanzó su culminación en el último decenio. habiéndose caracterizado dicha fase por los siguientes rasgos sobresalientes: a) La producción ganadera nacional creció más rápidamente que la población del país, pero menos que el Producto Interno Bruto, por lo que si bien la disponibilidad media de productos pecuarios por habitante se incrementó, se redujo la participación relativa de la actividad en el conjunto de la economía nacional; b) La velocidad de crecimiento del producto ganadero fue superior a la del producto agrícola y forestal, por lo que la participación de la ganadería en el producto del sector primario se incrementó; d) El crecimiento registrado fue suficiente para lograr la eliminación del déficit de productos ganaderos respecto del volumen de requerimientos nutricionales mínimos de la población, y
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e) las diferencias en los niveles de ingreso y en los hábitos de consumo de los diversos estratos de población aún determinan, sin embargo, que en tanto
algunos grupos sociales consumen más productos pecuarios de los que requerirían desde un punto de vista estrictamente nutriológico, otros mantengan dicho consumo por debajo de lo que se considera aconsejable. f) Diversos análisis y consultas directas realizadas con especialistas del Instituto Nacional de la Nutrición permitieron establecer los requerimientos de origen pecuario ascendió a poco más de 470 mil toneladas en el año. Tal necesidad fue cubierta en cuatro quintas partes con la producción ganadera del país e importaciones de leche que significaron casi el 4% del abastecimiento total, constituyendo la quinta parte restante un déficit.
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Al mostrar un incremento anual medio del 6%, el abastecimiento nacional de proteína animal originada en la ganadería creció más rápidamente que la población del país, lo que explica los resultados obtenidos. Tuvieron un particular dinamismo la porcicultura, que creció a una tasa media anual superior al 10% en el periodo considerado; la producción de carne de ave, que aumento a un ritmo del
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8% anual; la producción de carne y vísceras de origen bovino, que se incremento a
poco más del 7% por año, y la producción de huevo, que rebaso el ó% de crecimiento anual.
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En cambio, la producción lechera, aunque arrojó - con un promedio anual ligeramente mayor al 4% - un ritmo de crecimiento superior al de la población del país, se rezagó no sólo respecto de la ganadería en su conjunto, sino También de la expansión mostrada por el mercado, con lo que originó la necesidad de incrementar notablemente, a una tasa de casi 10% anual, las importaciones lecheras del país. Estas últimas, empero, no fueron suficientes para evitar que la leche viera progresivamente mermada su importancia como fuente proteínica para la población.
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La caprinocultura, y en especial la ovinocultura, se mostraron particularmente estáticas. Al no guardar proporción alguna con la evolución de la población, y menos aún con la expansión registrada por el mercado, disminuyeron su ya de por sí reducida significación como fuente alimentaria. Esta desigual evolución implicó, como era natural, ciertos cambios en la estructura de la producción y del consumo nacional de proteína animal proveniente de diversas fuentes. así, la porcicultura aumentó su aporte desde algo más del 11% del abastecimiento proteínico a casi 16% del mismo, y la ganadería bovina productora de carne y vísceras elevó su aporte a la producción proteínica del país de algo más del 18% hasta un poco por debajo del 20%. La avicultura (carne y huevo), que aportaba poco más del 16% de la oferta proteínica al comienzo del periodo examinado, exhibió gran madurez técnica y económica aún de una extraordinaria sensibilidad a la evolución del mercado, al marchar a la par de este y aumentar apenas ligeramente - hasta poco más del 17% - su participación en el abastecimiento nacional de proteína animal de origen pecuario. Durante el periodo considerado, la producción de leche en estabulación avanzó poco. El incremento medio anual de la producción total de este alimento de poco más del 4% - debe atribuirse principalmente a aumentos en la generación de leche en ordeña estacional. Por otra parte, el hecho de que esta línea se desarrollara por debajo del crecimiento medio de la ganadería en su conjunto (ó% anual), determinó que redujera su participación relativa en la estructura del abastecimiento proteínico nacional. Así, de haber aportado casi el 4ó% del mismo al principio del periodo de referencia, pasó a representar sólo poco más del 39% a fines de este. Debido a que la demanda popular de vísceras, arraigada tanto en hábitos culinarios de vieja tradición como en su precio comparativamente más bajo que el de la carne en todo lo tal que, es superior a la capacidad de producción de estas por parte de la ganadería nacional - ya que esa capacidad tiene obvios límites biológicos -, se realizan importaciones de los Estados Unidos, cuyos habitantes no aprecian y demandan dichos productos como los mexicanos, pero las cuantificaciones oficiales disponibles no reflejan suficientemente la realidad, ya que buena parte de estas importaciones se lleva a cabo de manera subrepticia. En general, y pese a las diversas limitaciones apuntadas, se puede afirmar que la evolución registrada por la producción pecuaria de México de 1972 a 1980 fue positiva, ya que - así fuera ligeramente - se rebasaron los requerimientos mínimos de proteína animal de la población que esta actividad ha de cubrir como función primordial. Sin embargo, si se considera que los expertos de los organismos internacionales pertinentes estiman necesario que esta producción supere en alrededor de 30% a tal mínimo a fin de garantizar la cobertura total de las necesidades de los habitantes de un país - admitiendo que no hubiera cambios
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en los mecanismos de aprovisionamiento y distribución existentes en el mismo -, la ganadería nacional aún tiene un amplio camino por recorrer. El proceso de tecnificación aludido dio por efecto algunos notables aumentos en los rendimientos medios físicos por animal en ciertas ramas de actividad integrantes de la ganadería nacional. Algunas de estas alcanzaron los niveles de eficiencia en este capítulo que internacionalmente se consideran como ejemplares y normativos. De este modo, los incrementos alcanzados en la producción ganadera global son atribuibles en aproximadamente un 50% al mero crecimiento de los inventarios, quedando el resto constituido por estas ganancias de productividad. Igualmente, la expansión de la ganadería sobre la base del crecimiento de los inventarios comenzó a encontrar sus límites al chocar - dentro de un contexto de explosiva evolución demográfica y un no menor crecimiento de las ciudades con usos alternos del suelo de alta prioridad, tales como el agrícola y el urbano, fuera de manera directa, fuera indirectamente por la vía de la demanda ganadera de granos y de aquellas producciones agrícolas que, como la alfalfa y el sorgo, están orientadas específicamente al consumo pecuario y no al consumo humano más inmediato. Esta situación ha llevado en forma natural al dar una utilización cada vez más eficiente a los insumos ganaderos, lo que se ha traducido tanto en un grado más elevado de integración de la ganadería con las actividades agrícolas - cuyos esquilmos se aprovechan ahora con mayor intensidad -, como en el uso creciente y cada vez más difundido en insumos no tradicionales que generalmente se consideraban marginales. Asimismo, en la propia ganadería se ha pasado ya al reciclaje de algunos esquilmos generados por sus diversas ramas, derivándolos como insumos hacia otras o las mismas, según el caso. Igualmente, el país se ha visto constreñido a incurrir en importaciones sustanciales de algunos insumos ganaderos, tales como el sorgo. Esto apunta hacia dos aspectos que se pueden juzgar como cruciales para la evolución futura de la ganadería nacional; el primero, que el desarrollo ganadero deberá de promoverse coordinadamente - más aún, de manera integrada - con el agrícola y forestal, o de lo contrario los conflictos y desarmonías ya palpables entre las tres actividades primarias se intensificarán en detrimento de los intereses tanto de los propios productores, como el país en su conjunto; el segundo, que el futuro desarrollo de la ganadería misma tendrá que orientarse en el sentido de incrementar la productividad de las explotaciones, ámbito en el que aún quedan amplios márgenes por recorre, y en donde la incorporación de los ganaderos tradicionales y técnicamente más rezagados a los esfuerzos tendientes a alcanzar una mayor eficiencia en los procesos de producción promete la pronta obtención de buenos resultados.
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Finalmente, cabe señalar las insuficiencias que - pese a los avances indicados - se sostienen en el ámbito de la ganadería nacional, debido sobre todo a una integración aún muy incompleta de diversos procesos de producción: por un lado, la ganadería mexicana depende fuertemente del exterior en lo que se refiere a gallinas progenitoras y reproductoras, vaquillas de remplazo y pie de cría de diversas especies, que tiene que importar, y - en medida algo menor - de significativos volúmenes de sorgo y otros alimentos para animales que También tiene que adquirir en el extranjero; adicionalmente, el abastecimiento nacional de
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leche También tiene que complementarse fuera del país y, por otra parte, subsiste en las manifestaciones más avanzadas y modernas de la actividad pecuaria nacional un alto grado de dependencia tecnológica respecto del extranjero. Asimismo, la distribución de los productos de la ganadería a la población se halla afectada por pesadas y gravosas estructuras de comercialización que, junto con las tendencias a la concentración de la producción previamente indicadas, afectan los precios al consumidor de tal modo que, según algunos especialistas, aproximadamente un tercio de la población queda excluido del acceso a los grandes circuitos mercantiles en que se comercializa el grueso de los productos pecuarios del país.
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CAPÍTULO VIII POLÍTICA INTERNACIONAL DE PROTECCIÓN AL MEDIO AMBIENTE18 Es un hecho que los intereses de las sociedades modernas en torno a las cuestiones ambientales han rebasado fronteras políticas e institucionales, y que se han extendido por todo el globo, abriendo nuevos espacios de interacción y de confrontación entre grupos, sectores y gobiernos. Los intereses ambientales expresados internacionalmente se han convertido en origen de controversias políticas que hoy ocupan primeros lugares en las agendas de discusión y negociación entre países y entidades multilaterales (ONU, Banco Mundial, OMC). La fuente de estos intereses reside, por una parte, en las repercusiones transfronterizas de ciertos procesos de deterioro ambiental, o en los problemas de acceso y manejo de los recursos comunes globales del planeta (biodiversidad, aguas internacionales, equilibrio climático, capa de ozono). Por el otro lado están las preocupaciones que los habitantes de un número creciente de países (sobre todo industrializados) manifiestan por el destino de determinados sistemas ambientales, especies o ecosistemas, aunque estos se ubiquen fuera de sus territorios (los bosques tropicales son el mejor ejemplo). También, y de manera cada vez más notable, consideraciones de tipo económico referidas a ventajas o desventajas competitivas por diferentes normas ecológicas entre países, proteccionismo disfrazado de controles ambientales, prácticas comerciales desleales originadas en subsidios que se presume es antiecológicos, agotamiento de recursos valiosos, etc., marcan las relaciones internacionales de una manera insospechada hasta hace poco tiempo. En este contexto, y durante la última década, México y su dinámica de relación internacional han experimentado cambios significativos. Los mismos se reflejan en la política exterior y en el afianzamiento de sus relaciones y compromisos internacionales. Son ejemplos, la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN); la formación del Grupo de los Tres, integrado por México, Colombia y Venezuela; los acuerdos de libre comercio con Chile, Costa Rica y Bolivia; el ingreso a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), que agrupa a las economías más importantes del planeta, y a la Conferencia Económica del Pacífico Asiático (APEC); así como la participación en el Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo. Y, aunque México ha aprovechado buena parte de los frutos de la cooperación externa y se ha constituido en un participante responsable en el cumplimiento de los compromisos asumidos, es imperativo actuar con mayor empeño en la búsqueda de procesos y acuerdos que favorezcan de mejor manera los intereses de la Nación. Los actuales procesos de globalización de la producción, las finanzas y el comercio pueden desbordar a las instituciones internacionales y generar fenómenos frente a los cuales un Estado nacional tiene pocos instrumentos efectivos de respuesta. México 18Programa
del Medio Ambiente 1995-2000. Documento Electrónico SEMARNAP(Secretaría del Medio Ambiente, Recursos Naturales y Pesca)
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requiere alianzas selectivas y flexibles en muchos ámbitos, pero de manera particular en el de la protección del medio ambiente y los recursos naturales. Como ya se señaló, el uso desmedido e inadecuado de los recursos naturales y el deterioro de la calidad del medio ambiente rebasan la dimensión nacional colocándose en la agenda internacional. Si bien esto propicia una mayor comunicación y presencia internacional del país, También permite ampliar la influencia de resoluciones y acuerdos internacionales que pueden tener un importante peso en la definición y ejecución de políticas internas, en una matriz internacional definida por nuevos bloques de intereses y necesidades de cooperación. En paralelo, las relaciones comerciales entre los países se han modificado radicalmente en los últimos años. El crecimiento del comercio internacional y la difusión de patrones de consumo y producción han dado pie a un marco de globalización, que debe ser orientado hacia un proceso de desarrollo sustentable a escala mundial. A la vez han habido cambios en la política económica interna de los países y se palpa la necesidad de asumir estrategias de cooperación regional para incorporar a las economías al mercado mundial bajo nuevas formas de cooperación para el desarrollo sustentable. El avance generalizado de la temática ambiental en las agendas internacionales de discusión va propiciando la creación y surgimiento de nuevas instituciones y actores internacionales que ganan y pierden legitimidades y capacidades de representación, y adquieren liderazgo y prestigio internacional en la medida en que encabezan decisiones o asumen una política ecológica relativamente avanzada. Ante estímulos políticos externos cada vez más intensos, los gobiernos responden de manera cada vez más inmediata con acciones administrativas y jurídicas en el ámbito nacional o con iniciativas bilaterales y multilaterales. Así, la dimensión ambiental en las relaciones internacionales se teje dentro de una compleja trama de relaciones políticas y económicas internacionales, donde participan como actores protagónicos los estados, las instituciones multilaterales, los organismos no gubernamentales y empresas multinacionales.
Convenios internacionales Con el tiempo ha quedado claro que el tratamiento eficaz de los problemas globales del ambiente requiere el concurso de todos los países, a través de instrumentos jurídicamente vinculantes, los cuales se multiplican, evolucionan y se amplían estableciendo obligaciones cada vez más diversas y profundas a los estados. Destacan entre ellos: ·Convención Internacional sobre el Tráfico de Especies Amenazadas (CITES)
(1973)
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·Protocolo para la Reducción de las Emisiones de Azufre y de sus Efectos
Transfronterizos (Protocolo de Helsinki) (1987), ·Protocolo Concerniente a las Emisiones de Óxidos de Nitrógeno y sus Efectos
Transfronterizos (Protocolo de Sofía) (1988), ·Protocolo de Montreal sobre Sustancias que Destruyen la Capa de Ozono
(Protocolo de Montreal) (1987), ·Moratoria en la Caza Comercial de Ballenas (International Whaling Commission)
(1990), ·Convención de Basilea para el Control de Movimientos Transfronterizos de
Desechos Peligrosos (Convención de Basilea) (1989) Estos instrumentos y esfuerzos internacionales precedieron el proceso que llevó a la Cumbre de la Tierra celebrada en Río de Janeiro en 1992, donde se acordó la adopción y firma de convenios internacionales sin precedente, de los cuales México es signatario:
Agenda 21 Programa muy exhaustivo de acción en prácticamente todos los aspectos de la vida social y económica que tienen alguna relación con el concepto de sustentabilidad. Contempla previsiones financieras, institucionales y de transferencia de tecnología necesarias para su instrumentación en cada país. Aunque no es jurídicamente obligatoria, se espera que los gobiernos asuman un serio compromiso para su aplicación.
Convenio sobre Biodiversidad Es un instrumento con validez jurídica que está dirigido a proteger el patrimonio biológico/genético del planeta y a promover su uso sustentable, así como una distribución equitativa de los beneficios que de ello resulten, incluyendo el acceso a los recursos genéticos, la transferencia de las tecnologías relevantes y el financiamiento. Contempla la cooperación internacional, identificación y monitoreo, conservación in-situ en un sistema nacional de áreas protegidas, conservación ex-situ, uso sustentable, incentivos, investigación y capacitación. Convención sobre Cambio Climático Es otro instrumento con validez jurídica que apunta a proteger a la atmósfera de un aumento en las concentraciones de gases producidos por el hombre y que atrapan el calor del sol, provocando un efecto de invernadero. Determina que los niveles adecuados de emisión deben alcanzarse en un período
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suficiente para permitir que los ecosistemas se adapten naturalmente al cambio climático y reconoce la necesidad de que para el año 2000 se contengan las emisiones en el nivel que tenían en 1990. Aunque la convención no indica que ocurrirá con las emisiones después del año 2000, dispone el establecimiento de una conferencia de los países signatarios para que tome los pasos siguientes según se requiera. La importancia de la participación de México en este ámbito radica en que las consecuencias de cambio climático pueden ser serias, especialmente para los países en vías de desarrollo. México se encuentra en el 13o. lugar respecto a los países que más emiten gases invernadero. En 1990, México contribuyó con cerca del 2% de las emisiones totales. De estas, desde el punto de vista de emisiones de bióxido de carbono per cápita (3.89 ton/hab), se colocó por encima de China y duplicó las emisiones de Brasil. El proceso de construcción de estos convenios internacionales ha contribuido a preparar el tránsito hacia el horizonte político-institucional del mundo del siglo XXI, estableciendo cimientos de consenso para un nuevo orden basado en adecuar la institucionalidad multilateral a los retos del desarrollo sustentable.
Comercio internacional y medio ambiente Las relaciones entre comercio y medio ambiente van adquiriendo relieves sobresalientes en el ámbito internacional. Aquí, ha surgido un amplio espectro de temas que abarcan, entre otros, la pérdida de competitividad de las empresas ante regulaciones ecológicas relativamente estrictas; la supuesta competencia desleal por el incumplimiento de normas ambientales no equivalentes entre países; la real o supuesta relocalización de empresas "sucias" hacia países, generalmente en vías de desarrollo que mantienen estructuras normativas mas laxas o de plano inexistentes; la pertinencia o validez de subsidios o impuestos ecológicos; la conveniencia de armonizar la normatividad ambiental entre las naciones; los impactos ambientales transfronterizos como la lluvia ácida y el trasiego de desechos peligrosos; la utilización de normas ecológicas como barreras no arancelarias al comercio; la destrucción de ecosistemas especialmente significativos (selvas húmedas en países tropicales) por actividades productivas destinadas a la exportación; etc.. En medio de este debate, se van perfilando potencialidades muy importantes para aprovechar la apertura e integración económica internacional para lograr una contribución significativa a la protección ambiental. Esto, en la medida en que ofrece más opciones tecnológicas y de productos para productores y consumidores; permite la incorporación expedita de tecnologías más avanzadas que casi siempre son menos intensivas en el uso de servicios ambientales; se generan considerables presiones comerciales para hacer más estricta la normatividad ambiental en países que carecen de ella; las exportaciones hacia países industrializados requieren de normas ecológicas más estrictas; y, en que
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tienden a extinguirse las empresas protegidas que han resultado ser más "sucias" que las empresas sometidas a la libre concurrencia internacional. La experiencia internacional y doméstica ha demostrado que la población con ingresos proporcionalmente más elevados tiene una mayor propensión a preferir o a demandar un ambiente de calidad. Esto permite reconocer ciertas consecuencias positivas adicionales del libre comercio, mismas que estarían mediadas por ingresos más altos. Se sabe que conforme se densifican las relaciones económicas, se determinan con mayor precisión los derechos de propiedad (pública o privada) sobre los recursos y servicios ambientales, lo que permite mejores arreglos contractuales y regulaciones para proteger los recursos comunes regionales, nacionales o globales. Además, está el hecho, suficientemente documentado, de que en las economías más maduras se reduce su intensidad ambiental; esto es, se reduce la utilización de recursos ambientales por unidad de producto. Algo muy importante también, aceptando que un comercio abierto favorece un mayor crecimiento económico, es la reducción en la participación relativa dentro del sector primario, de la agricultura y ganadería de subsistencia conforme las economías se desarrollan y maduran. Con ello, pueden relajarse presiones de uso extensivo y depredador del territorio y de sus recursos, que, como lo atestiguan muchos países en desarrollo, entre ellos México, constituye el proceso más preocupante de deterioro ambiental, el cual es responsable de la deforestación y la erosión masivas, la destrucción de hábitat y la consecuente extinción de especies, liberación de cantidades significativas de carbono a la atmósfera a través de quemas, y la alteración de regímenes climáticos e hidrológicos a diferente escala local y regional. Al final, y no por ello menos importante, está la transición demográfica que se asocia con el desarrollo económico, y que implica menores tasas de crecimiento poblacional y un menor porcentaje de población rural que ejerce una presión directa de supervivencia sobre los recursos y ecosistemas naturales. Siendo convincentes estos argumentos, deben matizarse y contrastarse con el incremento absoluto en los niveles de utilización de recursos que hasta ahora ha traído consigo el crecimiento económico, aunque las intensidades ambientales (o carga ambiental por unidad de producto) se hayan abatido; algo que, sin embargo, se explica por la apenas incipiente o nula internalización de costos ambientales y su expresión en el sistema de precios como código que orienta la dirección y el contenido del propio crecimiento. Adoptando una escala global de referencia, el libre comercio puede promover una asignación eficiente de los recursos del planeta, conforme se desarrollen las instituciones y los compromisos internacionales adecuados.
Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y su Acuerdo Paralelo
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El TLCAN entró en vigor el 1 de enero de 1994 con el objeto de fomentar el libre comercio de bienes y servicios entre México, Canadá y Estados Unidos, asegurar un acceso estable para nuestras exportaciones a los mercados de Canadá y los Estados Unidos, y aportar mecanismos para solucionar controversias. Desde el inicio de las negociaciones que dieron origen al TLCAN, los temas ambientales ocuparon un lugar predominante. Por esta razón, a pesar de ser un tratado comercial, es notable la frecuencia de referencias textuales de su articulado a los asuntos del medio ambiente. Desde el preámbulo y la declaración de intenciones, hasta diferentes mecanismos que prevén la preponderancia de acuerdos ambientales internacionales sobre el propio TLCAN, se observan mecanismos relativos a la normalización, medidas para asegurar que las inversiones tomen en cuenta aspectos ambientales, la prohibición de relajar la política ambiental con el objeto de atraer inversiones, etc. Particularmente, el Tratado consagra la libertad de cada país de adoptar y aplicar normas ambientales, incluyendo prohibiciones a la importación o a la prestación de servicios desde el territorio por otra parte. Igualmente, permite que cada país fije el nivel de protección comercial que crea apropiado cuando se trate de lograr objetivos legítimos en materia de seguridad nacional, protección a la vida y a la salud humana, a la vida animal y vegetal, al medio ambiente y a los consumidores. También se prevé la compatibilización de normas entre los países firmantes del tratado, explicitando que esto se hará sin reducir el nivel de las mismas; en todo caso, la compatibilización será al alta. En su momento, obliga a que todas las inversiones están sujetas a las normas ambientales, al igual que "a cualquier medida que se considere apropiada"; se prohibe claramente atraer inversión al territorio de alguna de las partes firmantes relajando normas ambientales u otorgando dispensas para el cumplimiento de las mismas. Destaca, en el marco del TLCAN, el Acuerdo de Cooperación Ambiental de América del Norte, como documento vinculante paralelo al propio Tratado. Este parte de las bases de un convencimiento mutuo sobre la importancia de la conservación en el mejoramiento del ambiente en los tres países y el papel esencial de la cooperación para lograr el desarrollo sustentable, e igualmente, de la reafirmación del derecho soberano de los estados en materia ambiental, de la interrelación de procesos ecológicos a través de las fronteras, de la confirmación sobre la importancia de mejorar los niveles de protección ambiental, y de ampliar la participación de la sociedad. Todo ello, advirtiendo diferencias en las respectivas condiciones ecológicas, económicas, tecnológicas entre los tres países. El Acuerdo obliga a los países participantes a abstenerse de aplicar su respectiva legislación en el territorio de los otros socios comerciales, comprometiéndose a altos niveles de protección ambiental, aplicando de manera efectiva la legislación propia y a ofrecer procedimientos administrativos y judiciales justos, abiertos y equitativos.
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Una de las consecuencias más importantes del acuerdo es la creación de la Comisión de Cooperación Ambiental de América del Norte, en julio de 1994, como instancia encargada de supervisar su aplicación; de constituirse en foro de discusión trilateral de asuntos ambientales; de promover y facilitar la cooperación entre los gobiernos y resolver asuntos y controversias. Esta Comisión se encuentra integrada por un consejo formado por los ministros respectivos, un secretariado técnico con sede en Montreal, y, por varios comités consultivos, entre los que sobresalen el Comité Consultivo Público Conjunto, los Comités Consultivos Nacionales y los Comités Gubernamentales. Entre las actividades más destacadas del consejo está el proporcionar opiniones sobre compatibilidad de normas ambientales, evaluación de proyectos en zonas fronterizas, acceso público a la información, estrategias de política, etc. El acuerdo prevé mecanismos para resolver controversias a través de procedimientos que involucran opiniones técnicas, grupos de trabajo, paneles de arbitraje, informes, planes de acción, e inclusive contribuciones monetarias y la suspensión de beneficios comerciales derivados del TLC, aunque esto último de manera limitada. El Acuerdo Paralelo También establece la Comisión de Cooperación Ecológica Fronteriza (COCEF), cuyo objetivo es certificar proyectos de infraestructura ambiental en la Frontera Norte con base en la identificación de prioridades el cumplimiento de normas ambientales. La COCEF está integrada por un Consejo Directivo y un Consejo Asesor, y entre sus atribuciones se encuentra proponer proyectos de infraestructura ambiental como es el caso de tratamiento de aguas, residuos y alcantarillado, para ser financiadas por el Banco de Desarrollo de América del Norte (BANDAN). Instrumentos bilaterales Destaca entre los instrumentos bilaterales el Acuerdo de la Paz firmado por los Estados Unidos, el cual dio origen al Programa Integral Ambiental Fronterizo (PIAF) que expiró en 1994 y que será sustituido por el Programa Frontera 2000. En este caso, existen compromisos claros para ambos países a lo largo de la frontera en materia de residuos peligrosos, prevención de la contaminación, riesgo e incidentes ambientales, cumplimiento de la Ley y contaminación atmosférica. Por otra parte, existe un conjunto muy importante de acuerdos bilaterales con países de América Latina y el Caribe donde pueden contabilizarse cerca de 50 proyectos o compromisos específicos.
México en la OCDE México se integró a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) en mayo de 1994, abriéndose con ello una amplia perspectiva de cooperación en materia ambiental. La orientación del trabajo desarrollado por la
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OCDE en esta materia está definida por el Acuerdo de los ministros del ambiente celebrado en 1991 y conocido como OECD ENVIRONMENTAL STRATEGY FOR THE 1990´S. La estrategia descansa en tres principios fundamentales: ¨integrar la toma de decisiones en materia económica y ambiental ¨mejorar el desempeño ambiental de las estructuras económicas ¨expander la cooperación internacional hacia países con economías
dinámicas, especialmente de Europa Oriental, Asia y América Latina. El comité de política ambiental de la OCDE ha integrado diversos programas y grupos de trabajo en los que los delegados de cada país acuerdan planes de acción, documentos acerca de tecnologías, políticas, decisiones y recomendaciones a proponerse al consejo de ministros. Estos mismos grupos definen los procedimientos para instrumentar las decisiones tomadas e informar sobre su cumplimiento. En las reuniones de trabajo se comparten experiencias entre los distintos países, a la vez que se concensan posiciones respecto a asuntos que demandan decisiones o acciones específicas. Actualmente la agenda de trabajo de la OCDE en materia ambiental se agrupa en los siguientes tópicos: La integración de la toma de decisiones en materia económica y ambiental A fin de contribuir al desarrollo de este principio, se han integrado grupos y proyectos especiales en los siguientes temas: instrumentos económicos en la política ambiental, integración de políticas sectoriales, manejo de recursos naturales, cambio climático, valuación de políticas y proyectos, empleo y medio ambiente, comercio y medio ambiente.
Evaluación ambiental En este ámbito se distinguen dos líneas de trabajo; la primera relacionada con el desarrollo de indicadores ambientales y de metodologías para la sistematización de la información ambiental, y la segunda, encaminada a la evaluación ambiental de los países en un contexto de coparticipación entre el país que se evalúa y un conjunto de naciones que colaboran en la evaluación. Este grupo de trabajo ha proyectado evaluar a México en 1997. La participación de México en este ámbito de trabajo es primordial para avanzar a la sistematización de la información ambiental, aprovechando la experiencia de gestión ambiental acumulada por los países miembros de la OCDE. Prevención y control de la contaminación En este campo, el mayor esfuerzo se ha enfocado al desarrollo de herramientas y políticas para disminuir las cargas contaminantes en agua, aire y suelo. El trabajo realizado se deriva de tres líneas de acción: conciliación del
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transporte, uso de la energía y ambiente; tecnologías limpias y prevención de la contaminación así como gestión y reducción de residuos. Para las tres líneas de acción enlistadas, existe en México una amplia perspectiva de desarrollo institucional y de demanda de información y de herramientas para el apoyo a la toma de decisiones. Sobra mencionar que en una poca de cambios tecnológicos acelerados y reestructuración de la economía, el acceso y la diseminación de esta información constituye un aspecto crucial en la reconversión de la industria y la competitividad internacional. Dado este contexto, en las tres líneas de acción mencionadas se requiere la coparticipación del sector privado.
Sustancias químicas En el ámbito de manejo de sustancias químicas, la OCDE ha desarrollado varias actividades encaminadas a armonizar su clasificación, reducir los riesgos y establecer lineamientos sobre prácticas de laboratorio, seguridad en su manejo y prevención de accidentes. En este tópico se ha logrado obtener información e instrumentos que han sido de gran utilidad en el contexto nacional. Este nivel de participación deberá mantenerse, prestándose incluso para una mejor coordinación en materia de substancias tóxicas entre las autoridades ambientales, sanitarias y agrícolas. Desarrollo urbano A fin de apoyar el contenido ambiental de las políticas de desarrollo urbano y asentamientos humanos, se han integrado una serie de estudios y grupos de trabajo vinculados a la formulación de políticas de vivienda y transporte en el contexto del desarrollo sustentable y de gestión de la demanda de energía. La participación de México en los grupos de trabajo y en proyectos vinculados al área de desarrollo urbano debe iniciarse y mantenerse. El manejo de los aspectos de transporte, vivienda y consumo de energía constituye un asunto vital en la reorganización de las ciudades hacia sistemas sustentables. Este horizonte de trabajo mantiene el reto de integrar calidad ambiental y desarrollo de infraestructura urbana y de transporte. Además de la participación en los diferentes grupos de trabajo que ofrece la OCDE en materia de medio ambiente, el ingreso de México a la OCDE significa la asunción de una serie de compromisos técnicos que es necesario tener presentes. Independientemente de los puntos anteriores, debe recordarse que México ha contraído el compromiso de ser objeto de evaluación de su desempeño ambiental por parte de la OCDE. Esto significa que las dependencias del gobierno a las que corresponda deberán dar acceso a la misión de expertos a cargo del
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escrutinio (miembros del Secretariado o designados por algunos gobiernos de países miembros de la OCDE), a los datos que sean pertinentes para realizar dicha evaluación. Los datos que sistemáticamente se recaban son los relativos a parámetros que permitan conocer el estado de la calidad del aire, el agua, los suelos (magnitud de la erosión), los bosques, los recursos marinos, el consumo y los precios de los energéticos, el transporte, la generación de residuos sólidos municipales y peligrosos, la infraestructura para el tratamiento y la conducción de las aguas residuales, los accidentes químicos, por citar algunos. Conviene conocer las evaluaciones que han sido realizadas a otros países para familiarizarse con los enfoques que se siguen y las conclusiones y recomendaciones que emanan de ellas, para anticiparse a identificar las áreas en las que se requiere fortalecer más los programas de atención y preparar la información en la forma en que se solicitará, propiciando así una mayor objetividad en los análisis comparativos. La atención a los problemas ambientales y la inducción de nuevos procesos de desarrollo con una dimensión de sustentabilidad, demanda de importantes esfuerzos para coordinar las decisiones privadas con objetivos públicos. Esto puede lograrse a través de la utilización de una amplia gama de instrumentos que hacen disponibles la legislación y las instituciones vigentes, los cuales constituyen las herramientas fundamentales de actuación tanto del gobierno como de la sociedad. En México, desde el punto de vista de la ley, tanto la autoridad como la sociedad cuentan con un amplio conjunto de instrumentos de política ambiental. Cada uno de estos instrumentos tiene capacidades propias para afrontar los problemas y perseguir los objetivos ambientales de la sociedad. Su potencial va a depender de su generalidad o aplicación individual, del número de actores en los procesos que deben ser objetos de regulación, del tipo de productos y de actividades involucradas, de la naturaleza biofísica de los sistemas ambientales de que se trate, de las posibilidades técnicas reales de aplicación y fiscalización, del costo de administración y cumplimiento, y de condiciones socioeconómicas y regionales que rigen en cada caso. Cada instrumento tiene un ámbito particular de aplicación, y diferentes condiciones de alcance, eficacia, y costo/efectividad. No todo instrumento puede generalizarse para afrontar cualquier tipo de problema o para acceder a cualquier tipo de objetivos. Algunos instrumentos pueden ser aplicables a procesos atomizados o a conductas generalizadas, esto es, su cobertura es de amplio espectro. Otros instrumentos tienen mayor especificidad y sólo pueden imponerse a conductas o a proyectos claramente determinados en el tiempo y el espacio. Un tipo de instrumentos son aptos para incidir en las decisiones de inversión o en niveles iniciales de las cadenas productivas, otros se prestan mejor a ser aplicados a nivel de los procesos de distribución y consumo, o bien, en etapas posteriores, tratándose de disposición final. También vale tomar en cuenta, que en ciertos casos es más fácil y eficiente coordinar decisiones y conductas en favor de un interés ambiental colectivo a través de medidas inductivas que promuevan la
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cooperación y del compromiso voluntario, basados en una información objetiva y sistemática y que, en otras circunstancias es preciso recurrir a medidas coactivas. Con frecuencia por razones de flexibilidad y de minimización de costos sociales será conveniente diseñar mecanismos que al afectar los precios relativos, tiendan a modificar las decisiones individuales, arrojando conductas colectivas congruentes con objetivos sociales de protección ambiental y sustentabilidad. Es obvio que una política ambiental exitosa y eficiente requiere de un equilibrio racional entre el tipo de objetivos que se persigue, y el tipo y modalidad de instrumentos que se utilizan en el diseño de políticas. En ocasiones la regulación de los usos del suelo en términos de la clase de actividades permitidas así como de su intensidad y densidad, representan el mecanismo idóneo, de primer piso, para ejercer una política ecológica efectiva. En otras circunstancias es preferible diseñar y expedir normas obligatorias para cierto tipo de actores y de procesos económicos, que tengan por objeto garantizar la observancia de ciertos parámetros técnicos. Con frecuencia, También, resulta más pertinente pensar en instrumentos económicos que configuren un marco de incentivos propicio a la convergencia de las decisiones privadas individuales con el interés ambiental colectivo. En el caso de proyectos complejos y/o de alto riesgo, cuya regulación no puede darse solamente a través de normas generales o de ordenamientos en los usos del suelo, conviene recurrir a la evaluación de impacto ambiental, que es un procedimiento muy minucioso de análisis para cada proyecto en el cual se identifican impactos potenciales específicos, así como medidas obligatorias que mitiguen, compensen o eviten los daños ambientales. Igualmente, en muchos casos resulta más efectivo aplicar condicionantes directas y de gran especificidad a ciertas actividades a través de licencias de funcionamiento y otro tipo de autorizaciones. No solamente es necesario tener en cuenta la aptitud de cada instrumento para rendir resultados efectivos en circunstancias determinadas sino También se requiere balancear su definición y sus términos de aplicación, entre la gama de jerarquías jurídicas que van desde los niveles de ley, hasta decisiones administrativas, pasando por reglamentos, decretos y acuerdos. De la misma manera debe buscarse un equilibrio adecuado en lo que respecta a la concurrencia o distribución de competencias y facultades entre diferentes órdenes de gobierno (federal, estatal y municipal), en cuanto al diseño, aplicación, administración y fiscalización de los instrumentos de política ambiental. Como es evidente, el desarrollo del sistema regulatorio se da de manera diferenciada, dependiendo de las condiciones y dinámicas ambientales institucionales en cada país. Por ejemplo en etapas incipientes de desarrollo del sistema de regulación ambiental, y en ausencia de un aparato normativo relativamente satisfactorio, se tiende a recurrir a esquemas de regulación ad hoc, o caso por caso, como lo es la evaluación de impacto ambiental, lo cual puede resultar no sólo inaceptablemente costoso, sino ineficaz para abarcar a todos los actores y actividades que deben ser objeto de regulación.
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Por ello en México, conforme se ha ganado consenso y experiencia y se ha fortalecido la gestión ambiental, se han incorporado y desarrollado nuevos instrumentos que son aplicables a todo el universo de actores y de actividades, y que pueden generar resultados ambientales mucho más eficaces en una amplia gama de circunstancias. Así, en este caso, mientras se consolida y amplía el instrumental de política ecológica se establecen nuevos balances y horizontes reales de aplicación entre tales instrumentos.
Áreas naturales protegidas La creación, financiamiento y administración de áreas naturales es un instrumento crítico para la protección de la biodiversidad y el mantenimiento de un gran número de funciones ambientales vitales, así como para definir nuevos parámetros e instituciones para un desarrollo regional sustentable. Las áreas naturales protegidas se clasifican según sus características y usos, de la siguiente manera: ¨ Las reservas de la biosfera son ecosistemas no alterados significativamente por la acción del hombre y contienen al menos una zona bien preservada en la que habitan especies consideradas endémicas o en peligro de extinción. Estas áreas abarcan más de 10 mil hectáreas y constan de una zona núcleo y una zona de amortiguamiento. En la primera se encuentran las superficies mejor conservadas y están prohibidos los aprovechamientos que alteren el ecosistema. En la segunda se pueden llevar a cabo actividades productivas sujetándose a las normas establecidas por las declaratorias correspondientes. El sistema MAB-UNESCO incluye varias reservas de la biosfera de nuestro país; la incorporación de nuevas reservas a este sistema ofrece mayores oportunidades de reconocimiento público, financiamiento y manejo. ¨ Los monumentos naturales son lugares de gran valor estético, histórico o científico, pero no tienen la superficie necesaria para albergar ecosistemas completos por lo que su función de preservación está muy limitada. No obstante, en estas áreas está prohibido el aprovechamiento de recursos naturales. ¨ Las áreas de protección de la flora y la fauna se establecen en el hábitat de especies silvestres para proteger su existencia y reproducción. En ellas se permite el aprovechamiento de recursos naturales en términos de la declaratoria correspondiente. ¨ Los parques urbanos preservan el equilibrio de las áreas urbanas para proporcionar un ambiente sano, preservar las bellezas naturales y ofrecer espacios públicos a la comunidad; son de competencia local.
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¨ Las zonas sujetas a conservación ecológica constituyen soportes ecológicos de zonas urbanas y su constitución corresponde a los gobiernos de los estados y los municipios. ¨ Los parques marinos nacionales se encuentran en las playas y zonas federales marítimo-terrestres contiguas. En ellos se permiten los aprovechamientos y usos establecido en la declaratoria correspondiente. ¨ Los parques nacionales se constituyen en terrenos forestales, tratándose de representaciones biogeográficas, en el ámbito nacional, de uno o más ecosistemas que se signifiquen por su belleza escénica, su valor científico, educativo o de recreo, su valor histórico, por la existencia de flora y fauna de importancia nacional, por su aptitud para el desarrollo del turismo, o bien por otras razones de interés general.
Regulación directa de vida silvestre La regulación directa de los recursos faunísticos y florísticos se da a través de instrumentos como los permisos, licencias y autorizaciones para colecta científica, aprovechamiento, comercialización, movimientos fronterizos, y producción. Es un instrumento de suma importancia para el manejo adecuado de los mismos, para garantizar la permanencia de especies endémicas o en peligro de extinción y para regular y promover su comercio y aprovechamiento, adecuados, adoptando criterios y lineamientos técnicos rigurosos y científicamente sustentados, que permitan hacer compatible el aprovechamiento con la conservación. En materia cinegética, el Calendario Cinegético es un instrumento normativo creado para dar a conocer las pocas hábiles de cacería en México. Incluye definiciones, requisitos, regulaciones, vedas, prohibiciones, sanciones, cuadros de aprovechamiento y pocas hábiles. Es importante señalar que la tendencia actual en la administración de la cacería se orienta a la simplificación administrativa, la desregulación y la desconcentración de funciones, dando más participación en la toma de decisiones a los Gobiernos Estatales.
Ordenamiento ecológico del territorio En sentido estricto, el ordenamiento es un proceso de planeación dirigido a evaluar y programar el uso del suelo y el manejo de los recursos naturales en el territorio nacional y las zonas sobre las que la nación ejerce su soberanía y jurisdicción, para preservar y restaurar el equilibrio ecológico y proteger al ambiente. El ordenamiento territorial permite orientar el emplazamiento geográfico de las actividades productivas, así como las modalidades de uso de los recursos y servicios ambientales, constituyendo el cimiento de la política ecológica. El
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ordenamiento debe ser la base para determinar la densidad y formas de uso del suelo, las áreas a conservar y restaurar. El Ordenamiento Ecológico del Territorio (OET) es También instrumento normativo básico o de primer piso, sobre el cual descansan otros instrumentos que no pueden tomar en cuenta impactos o efectos acumulativos. Se sabe que cada actividad o proyecto, en lo individual, puede no tener implicaciones ambientales que impidan su aprobación, sin embargo, cuando su número e incidencia sobre una misma región se incrementa más allá de ciertos límites, los impactos agregados o acumulativos pueden comprometer seriamente el equilibrio e integridad regional. La planeación del uso de los recursos naturales a través del ordenamiento ecológico se basa en la determinación del potencial de los terrenos, en función de un posible uso agrícola, ganadero, forestal o urbano. El uso potencial, tal como se considera en la planeación, consiste en determinar, desde el punto de vista humano, la capacidad de usar el territorio y sus ecosistemas sin riesgo de degradación. De igual manera, la potencialidad de uso debe fundamentarse en una ponderación consistente de la vocación del territorio a partir del interés público frente a los legítimos derechos de propiedad y la dinámica del mercado inmobiliario. Es preciso También involucrar la valoración del efecto sinérgico de las actividades en la planificación territorial, y la experiencia en el ámbito de manejo de cuencas hidrográficas. Todo ello introduce la necesidad de definir al área de estudio desde una perspectiva funcional o sistémica.
Evaluación de impacto ambiental La Evaluación de Impacto Ambiental (EIA) es una herramienta para generar información ambiental, y un proceso analítico para evaluar elementos más comprensivos de costo y beneficio social en cada proyecto de desarrollo. Esto permite proponer medidas técnicas para minimizar los primeros o ampliar los segundos de tal manera que el balance ambiental de un proyecto resulte lo más favorable posible. La Evaluación de Impacto Ambiental es un instrumento de aplicación específica y requiere de analizar las particularidades de cada caso, ejerciendo una regulación en distintos planos y etapas. Es un instrumento ideal para la regulación ambiental de proyectos y actividades caracterizadas por su bajo número y alta singularidad, magnitud considerable y gran especificidad regional, sectorial o tecnológica (resultaría caro y poco práctico pretender regularlos a través de normas generales o con instrumentos económicos). Esta regulación por proyecto o por actividad significa costos de información y de administración muy altos, dado que exige conocer a fondo condiciones particulares e interactuar de manera estrecha con los promoventes o inversionistas.
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Por eso, debe cuidarse que tales costos no neutralicen o superen los beneficios sociales potenciales, siendo indispensable asumir criterios de eficiencia. Es necesario conjuntar las capacidades institucionales de ordenamiento ecológico y evaluación de impacto ambiental, pensando en interacciones regionales, ecológicas e intertemporales más amplias, teniendo en mente efectos acumulativos amplificados y consecuencias multiplicadoras, para evitar una dinámica de deterioro ecológico imprevisible. La consolidación operativa de la evaluación de impacto ambiental y del ordenamiento ecológico puede, en este sentido, acercarnos a criterios de sustentabilidad del desarrollo, si se logra identificar y reconocer la idea de límites o umbrales como restricciones biofísicas en la búsqueda de los niveles más altos de actividad económica y de bienestar social posibles. Esto obliga a un enorme esfuerzo de trabajo interdisciplinario.
Estudios de riesgo Para la atención del riesgo ambiental existen los estudios de riesgo como instrumento de carácter preventivo vinculado al procedimiento de evaluación de impacto ambiental, cuando se trata de nuevos proyectos. El estudio de riesgo se requiere en aquellas actividades que manejan materiales y operan procesos peligrosos, con objeto de identificar el potencial de afectación a la población, a las propiedades y al ambiente, ya sea por su ejecución, operación normal o en caso de accidente. Los estudios de riesgo ambiental incluyen la identificación de riesgos en actividades industriales así como medidas técnicas de seguridad, preventivas y correctivas ante contingencias como pueden ser explosiones, incendios, fugas, o derrames. En el marco de la evaluación de los estudios de riesgo, se pide, en los casos que así lo ameritan, la presentación de programas para la prevención de accidentes, a través del procedimiento de impacto ambiental. Tanto en el caso de los estudios de riesgo como de los programas para la prevención de accidentes se contempla, en los términos de la ley, la definición de zonas intermedias de salvaguardia, como esquema de ordenamiento territorial específico a la minimización de riesgos.
Normas oficiales mexicanas La expedición de normas es uno de los pilares de la política ecológica, y se constituye como un esfuerzo regulatorio para adecuar las conductas de agentes económicos a los objetivos sociales de calidad ambiental. A raíz de la publicación de la Ley Federal sobre Metrología y Normalización en 1992, se modernizó y perfeccionó el esquema normativo de México, en la medida en que el diseño y expedición de normas en materia ambiental ha quedado
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sujeto necesariamente a la realización de estudios técnicos y de análisis de costo/beneficio. El procedimiento incluye la participación de diferentes interesados y representantes de sectores de actividad económica, a través del Comité Consultivo Nacional de Normalización para la Protección Ambiental. El Comité cuenta con 7 subcomités: aprovechamiento ecológico de los recursos naturales, materiales y residuos sólidos y peligrosos, aire, calidad de combustibles, agua, riesgo ambiental y energía contaminante. Cada subcomité cuenta con uno o varios grupos de trabajo. La normatividad mexicana ha tenido un desarrollo relativo bastante amplio entre 1988 y 1995, al grado de que hoy se han expedido 81 NOM, para descargas de aguas residuales, manejo de residuos peligrosos y municipales, vehículos automotores y fuentes industriales, así como para recursos naturales. Las NOM son un instrumento muy poderoso, no sólo por su capacidad de controlar de los procesos productivos, sino particularmente por su capacidad de inducir cambios de conducta e internalizar costos ambientales, lo que las convierte en un mecanismo que promueve cambios tecnológicos y genera un mercado ambiental importante. Debe señalarse que la abrumadora mayoría de las normas generadas hasta ahora aplica a actividades industriales, y que muy poco hemos hecho para ejercer una regulación efectiva y eficiente en procesos productivos agropecuarios y de utilización de recursos naturales que, como todos sabemos, es donde se generan los impactos ambientales de mayor dimensión, por su alcance y su carácter frecuentemente irreversible.
Regulación directa de materiales y residuos peligrosos y riesgo La gran diversidad de actividades industriales y de servicios que generan residuos peligrosos, y la heterogeneidad de los mismos dificulta el establecimiento de criterios claros de clasificación y, por tanto, de manejo de los mismos. Esto, aunado al riesgo implícito y a sus efectos potenciales sobre la salud, ha hecho necesario establecer un sistema de permisos, autorizaciones y manifiestos que se diseñan específicamente para cada caso particular y que están previstos en la legislación. Esta regulación directa puede tener un enorme potencial para considerar análisis de ciclo de vida de productos, perspectivas.
Regulación directa de actividades industriales A través de las Licencias de Funcionamiento contempladas en los reglamentos correspondientes, se establecen condiciones particulares de operación industrial con el fin de regular y minimizar las emisiones a la atmósfera de manera
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específica y de recabar información indispensable para la construcción de inventarios.
Autorregulación Normas voluntarias a partir de iniciativas y programas concertados con la autoridad de protección ambiental en empresas o ramas industriales, por medio de compromisos en materia de nuevos métodos de control, sustitución de insumos, modernización tecnológica, eficiencia energética, reciclaje y calidad ambiental total. Tal sería el caso, por ejemplo, del reconocimiento y apoyo a las normas voluntarias ISO 14000. Los procesos de certificación de productos como instrumento de política ambiental que responde a una demanda creciente del mercado. Los consumidores demandan de manera cada vez más amplia una certificación de productos, tanto en términos de su composición como de los procesos de los que surgen, que puede llevar a cambios sustantivos en tecnologías e insumos, constituyendo así un instrumento muy poderoso para lograr procesos e insumos menos contaminantes, tanto en el ámbito urbano como en el rural. Este ecoetiquetado garantiza al consumidor las cualidades ambientales del producto.
Auditoría ambiental Las auditorías ambientales consisten en la revisión exhaustiva de las instalaciones, procesos, almacenamientos, transporte, seguridad y riesgo, entre otros aspectos, que permitan definir planes de acción que definan con plazos determinados, las obras, reparaciones, correcciones, adquisiciones y acciones necesarias emanadas del dictamen de la auditoría, están o no normadas, para finalmente ser firmadas entre la autoridad y el empresario, y garantizar su cumplimiento mediante fianza.
Instrumentos económicos Desde la perspectiva del sistema económico, los problemas ambientales se pueden interpretar convenientemente como resultado de fallas en los mercados, carencia de información, diseños institucionales y de política, que se traducen en la transferencia de costos de quienes los provocan hacia otros sectores de la sociedad o incluso, a las generaciones futuras. Dicho de otra forma, los problemas ambientales son externalidades que deben corregirse. La corrección de estas externalidades equivale a lograr que quienes generan costos a daños ambientales los asuman, lo cual puede lograrse a través de diferentes medios, como el establecimiento de regulaciones y su aplicación
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coercitiva, el convencimiento y la cooperación, o bien, a través de instrumentos económicos, o una combinación adecuada de ellos. La promoción de la internalización de costos ambientales por medio de instrumentos económicos, tiene como propósito que los agentes reciban señales adecuadas desde el sistema de precios e incorporen entre sus objetivos o funciones de bienestar, motivaciones permanentes para hacer un manejo sustentable de los recursos naturales y para reducir la generación de contaminantes y residuos y con ello, los efectos ambientales negativos inherentes. El logro de ese propósito implica diseñar e instrumentar un mecanismo automático de corrección que puede operar con una intervención mínima de parte de la administración pública o de la autoridad reguladora. Los instrumentos económicos pueden requerir, para su plena eficacia y eficiencia, valuar costos ambientales como premisa para la internalización, o bien, pueden operar a partir de umbrales, arrojando como resultado precios que incorporen plenamente costos sociales. De ahí, la importancia de adoptar y aplicar metodologías de evaluación económica para el ambiente, que han sido utilizadas con cierto éxito en otros países, así como desarrollar otras nuevas. Los instrumentos económicos presentan ventajas que los hacen atractivos e indispensables en la confección de políticas públicas en materia ambiental. ·Permiten cumplir con objetivos ambientales a un costo social mínimo. · Dan flexibilidad a los agentes económicos en la toma de decisiones. ·Reconocen y aprovechan las diferentes estructuras de costos incrementales que
enfrentan distintas empresas, procesos y tecnologías. ·Promueven la innovación tecnológica y la minimización de impactos ambientales. ·Pueden significar un mecanismo automático para el financiamiento de la infraestructura, operación de sistemas y manejo de recursos comunes ambientales. ·Pueden generar ingresos fiscales que apoyen programas de protección ambiental. ·Generalmente implican bajos costos administrativos o de transacción, aprovechando las instituciones existentes sin necesidad de crear nuevas burocracias. ·Permiten compatibilizar objetivos de política económica con objetivos de política ambiental. ·Pueden ser un mecanismo indispensable para llevar a cabo un manejo eficiente de recursos comunes ambientales. En un marco de estrecha colaboración con instituciones públicas y privadas se buscará promover el diseño de instrumentos económicos que apoyen y complementen la regulación ambiental, tales como: ·Impuestos y derechos ambientales. ·Mercados de derechos transferibles. ·Sobreprecios para generar fondos en fideicomiso. ·Sistemas de depósito-reembolso.
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·Fianzas y seguros. ·Derechos de uso de recursos e infraestructura. ·Contratos privados. ·Licitaciones en el sector público. ·Derechos de propiedad. ·Concesiones.
En particular, junto con la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), la SEMARNAP está promoviendo la elaboración de una agenda conjunta en la que se consideren propuestas relacionadas con este tipo de instrumentos. Igualmente, con la Secretaría de Comercio y Fomento Industrial (SECOFI) se está trabajando en la inclusión de criterios ambientales para el diseño de instrumentos que fomenten la competitividad internacional de la planta productiva nacional. Obviamente, ningún instrumento económico es útil en todo tiempo, proceso y lugar. Cada uno requiere ser utilizado de manera ponderada en diferentes etapas, mercados y sistemas de manejo, considerándolos siempre de manera complementaria o vinculada a un esquema regulatorio y normativo consecuente. La pertinencia en la aplicación de cada uno de los instrumentos va a depender de los costos administrativos, del monitoreo y control, de los objetivos específicos de política, del número de actores involucrados en cada proceso, la escala y el volumen de las operaciones, y de las condiciones biofísicas de los procesos.
Criterios ecológicos Plantean metas u orientaciones generales que deben de seguir ciertos procesos o actividades en términos de la política ambiental del país. Más que ser un instrumento de regulación coactivo u obligatorio, es un instrumento propositivo de definición de perspectivas.
Información ambiental En el esclarecimiento de costos para la asunción de responsabilidades privadas y públicas la información es un prerequisito. La información ambiental se constituye así en un instrumento que debe nutrir un proceso de entendimiento y conocimiento de variables y procesos relevantes, para coadyuvar a modificar conductas con un sentido de sustentabilidad. En otras palabras, es preciso ofrecer a la sociedad recursos de información para inducir los cambios necesarios y aprovechar las oportunidades existentes. La sociedad moderna tiende a ser un sistema altamente descentralizado y plural, gobernado por infinidad de decisiones individuales y empresariales en mercados que definen patrones de localización, así como la modalidad e intensidad de las actividades. Dado que estas se nutren de una caudalosa iniciativa y libertad individual, con buena información y con mecanismos para diseminarla y discutirla
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públicamente, estas pueden constituirse en un motor eficaz de viabilidad ecológica. La información soporta en los sistemas de mercado, intrincados mecanismos de ajuste y autorregulación, a través de cambios y adaptaciones en el desempeño económico de grupos, empresas e individuos. La información ambiental es fundamental para establecer horizontes de política, objetivos y prioridades, para evaluar el desempeño de las propias políticas. Igualmente, la información contribuye a facilitar la acción colectiva y ensanchar los márgenes de maniobra de la autoridad al crear y documentar consensos sociales. La asunción de responsabilidades públicas por parte de los actores individuales es un prerequisito para el desarrollo sustentable. Esto presupone un proceso de entendimiento y conocimiento de las variables y procesos relevantes, que coadyuve a modificar conductas en el sentido correcto. En otras palabras, es importante ofrecer a la población recursos de información para realmente inducir el cambio y aprovechar las oportunidades existentes. La información También puede operar como un mecanismo de retroalimentación para el entendimiento por parte de la población, de las consecuencias sobre el ambiente de sus acciones y de sus conductas. Este circuito de información se completa cuando las personas modifican su comportamiento a la luz de la comprensión ganada. La información confiable, completa y oportuna es, desde luego, un prerequisito para la toma de decisiones y para poder mantener informado al público. Un sistema de información debe integrarse con elementos clave del sistema de precios, datos sobre el estado del medio ambiente, indicadores de tendencias y horizontes y valuación económica de costos y beneficios sociales ambientales, estado real de los ecosistemas y elementos del medio ambiente, sistemas permanentes de datos estadísticos sobre contaminantes en suelos, aire, ríos y mares de toda la República, así como un análisis de los elementos y recursos científico/tecnológicos con que cuenta el país. Los indicadores identifican las variables clave dentro de procesos dinámicos de cambio ambiental, registran la evolución del ambiente, y de esta forma dirigen la atención pública hacia el verdadero espacio de oportunidades de política.
Educación e investigación La educación es un proceso por el cual las sociedades transmiten de una generación a otra la herencia cultural indispensable para cumplir objetivos de supervivencia y bienestar, y para perseguir destinos que cada colectividad formula para sí misma. El proceso educativo queda entonces entrelazado funcionalmente al proceso histórico, como código y variable dependiente al mismo tiempo. En nuestras sociedades, la mayor parte de los acervos culturales y códigos de conducta son transmitidos a través de la educación. Puede pensarse en la educación ambiental como mecanismo para lograr un código de conductas
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consistente con la gran diversidad y complejidad ecológica de nuestro país, y con el avanzado nivel de deterioro que presentan los ecosistemas como sustrato biofísico del desarrollo. En este sentido, la educación ambiental formal opera facilitando al individuo y a la colectividad los medios para interpretar la interdependencia en el tiempo y en el espacio de fenómenos biofísicos, sociales y económicos; difunde información y alternativas; desarrolla un sentido de responsabilidad y solidaridad; e induce cambios de valores y conductas. La educación ambiental no formal o extraescolar, representa un papel extremadamente relevante al ofrecer marcos educativos más versátiles y diversificados, involucrando directamente a la población tanto escolarizada como no escolarizada de todas las edades, en actividades y compromisos, con una doble función concientizar y capacitar. En este ámbito, los medios de comunicación masiva ofrecen un gran poder de penetración y capacidad de llegar a muchos sectores de población que es imposible o ineficiente tratar de alcanzar por otros medios formales o no formales, teniendo, además, un gran potencial de propagar hechos y conductas, y de movilizar a la opinión pública en procesos cooperativos y de participación social. Debe destacarse, particularmente el potencial de la educación ambiental para inhibir conductas oportunistas o no solidarias que obstaculizan el manejo de adecuado de recursos comunes ambientales, y en general de las políticas e iniciativas de protección ambiental, especialmente, dado que la eficacia de los propósitos en este campo depende de la modificación en el comportamiento cotidiano de millones de personas (productores, consumidores). En particular, ante procesos de deterioro que requieren una atención urgente y diferenciada, la educación puede reforzar el cumplimiento de normas jurídicas o la aceptación de ciertas medidas de política. No cabe duda que la educación tiene una gran responsabilidad en la gestación y desenvolvimiento de lo que se denomina conciencia ecológica de la sociedad, acelerando el tránsito por diferentes etapas de la misma, desde la simple preocupación y denuncia hasta la decisión de cooperar y participar, e internalizar costos y responsabilidades. La problemática ecológica es de las más complejas que han enfrentado las sociedades humanas. Los aspectos científicos y técnicos de la lucha contra la contaminación, la conservación ecológica, y la restauración, requieren de personal capacitado técnica y científicamente. No sólo el país necesita de los técnicos capaces de instrumentar metodologías desarrolladas en otras partes del mundo y que crecientemente implican un grado de sofisticación muy alto, sino que existe una multitud de problemas de carácter local para los cuales resultan inaplicables soluciones exógenas. Por ello, México necesita invertir recursos en la formación de cuadros científicos e instituciones con la capacidad de realizar la investigación científica creativa y original que podrá sustentar las tecnologías aplicadas a nuestras singulares comisiones ecológicas. Los resultados de la formación de recursos humanos siempre se observan a largo plazo, y un programa de becas, apoyos a instituciones federales y estatales y a proyectos de investigación deberán de mantenerse a lo largo de varios años para empezar a rendir frutos. Sin
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embargo, la ausencia de una política explícita de apoyo y estímulo a la investigación y la formación de recursos humanos a este respecto tendría También efectos muy negativos a largo plazo.
Convenios, acuerdos y participación Existen en la actualidad diversas instancias del diseño de la gestión y la política ambiental en las que participan activamente ciudadanos o sectores organizados de la población, tanto instituciones académicas y grupos de interés como organismos no gubernamentales. Estos pueden integrarse en ámbitos técnicos, administrativos, económicos y consultivos para asumir responsabilidades en una tarea importante de diseño y aplicación de políticas ambientales y en la atención de problemas específicos. De hecho, la concertación para promover la participación y la corresponsabilidad social en la gestión ambiental, se constituye en un instrumento muy poderoso para ampliar las capacidades y los alcances de la política, así como de planes, programas y proyectos.
Verificación, control y vigilancia En gran medida el éxito de los instrumentos regulatorios planteados depende de que existan instancias de verificación de su cumplimiento. Sin ellas estaríamos ante un vacío que haría que su efectividad fuera mínima. Estas actividades requieren gran cantidad de recursos materiales y particularmente humanos, y encuentran una mayor efectividad cuando se basan en una amplia participación social. Conclusiones La política ambiental encuentra en los conceptos de sustentabilidad antes expuestos una expresión de gran trascendencia. A partir de estos conceptos, el diagnóstico o el entendimiento de los procesos que deterioran al medio ambiente o al capital ecológico demandan una reinterpretación. No vasta con un listado de síntomas o un recuento de agravios al medio ambiente, los cuales por sí solos nos mantienen en niveles muy someros de comprensión, y nos ofrecen bases endebles para construir una política ambiental sólida, capaz de abrir verdaderos cauces a un desarrollo sustentable. Es preciso hilvanar casualidades, formando un tejido consistente que soporte un análisis profundo y riguroso, y una estrategia integrada de política ambiental. Los problemas ambientales son manifestaciones de procesos históricos vinculados estrechamente unos con otros; el medio ambiente no es un compartimiento del saber o de los intereses sociales, es un plano que cruza dimensiones temporales, sectoriales y regionales de nuestra economía, de nuestras instituciones, y de diferentes entramados sociales, jurídicos y políticos.
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Un diagnóstico que sea funcional para una estrategia de desarrollo sustentable no admite limitarse a la reiteración de impactos y deterioros; por el contrario, obliga a identificar y a seguir con una estructura lógica clara ciertos procesos históricos. Estos están trenzados unos a otros y es difícil separarlos y desmembrarlos. Sin embargo, en este documento hemos de identificar seis procesos, que aunque están inherentemente entrelazados, plantean grandes líneas o dimensiones donde es posible detecta r secuencias propias, necesarias de analizarse en sí mismas. Proponemos seis líneas argumentativas para un diagnóstico comprehensivo. La primera haría referencia a lo rural incluyendo los aspectos de biodiversidad y recursos naturales terrestres, y manejo del territorio. La justificación de seleccionarla radica en que condiciones, procesos y actividades propias de lo rural, como son las estructura de tenencia de la tierra y organización agraria, patrones demográficos, y, la ganadería y la agricultura, especialmente, han tenido el mayor alcance e impacto espacial y territorial sobre el capital ecológico de la nación. La segunda aborda de manera específica al ámbito costero y marino de los ecosistemas y recursos naturales, debido a su considerable diversidad e importancia, en términos sociales, económicos y ecológicos, e incluso en lo que respecta a política exterior. La tercera está referida al desarrollo urbano, proceso desigual e irreversible conducido a través de múltiples expresiones sectoriales y territoriales de decisiones de inversión, de producción y de consumo. La evolución de la estructura e integración sectorial de la economía configuran el marco del proceso de urbanización. La urbanización proseguirá en el futuro predecible hasta concentrar una proporción suficientemente elevada de la riqueza y del ingreso, de a productividad, y de la población total del país, constituyendo los espacios de más densa interacción económica, social y ambiental. Siendo el futuro mayoritariamente urbano, el desarrollo sustentable requiere necesariamente de un desarrollo urbano sustentable. Como cuarta dimensión se encuentra la industria, sector estratégico de actividad económica, a cuya dinámica responden una gran cantidad de procesos regionales y ambientales. La industria representa el aparato metabólico de la sociedad, donde se captan y procesan recursos naturales y se utilizan insumos y bienes y servicios ambientales, al tiempo que se generan subproductos con fuertes impactos potenciales sobre los ecosistemas y la salud de la población. La quinta se refiere al desarrollo regulatorio e institucional de México en materia de gestión ambiental, particularmente a partir de los años 70's. Resulta fundamental reconocer los alcances y limitaciones de los fundamentos jurídicos existentes así como la madurez de las instancias públicas responsables, con el objeto de apoyar con racionalidad y justeza el desenvolvimiento de nuevas estrategias de política.
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Por último, la dimensión internacional hoy representa una referencia obligada de política y de desempeño ambiental. La globalización de los intereses ambientales es un hecho, y está marcada por los procesos de deterioro de los recursos comunes globales, por problemas transfronterizos y regionales, y por inquietudes sobre la competitividad de los países y sus políticas ambientales domésticas. Las instancias e instituciones internacionales a cargo del ambiente se multiplican y fortalecen y lo ambienta l se ha constituido en un vasto ámbito de relación entre las naciones y entre ellas y las organizaciones multilaterales. En este contexto, una presencia activa y con definiciones estratégicas de nuestro país en la arena internacional, es insoslayable, y amerita un entendimiento claro que permita nuevas definiciones y liderazgos. Sabiendo que estas dimensiones rural, costera y marina, urbana, industrial, institucional e internacional comparten múltiples procesos e influencias (lo cual dificulta marcar categóricamente líneas divisorias entre ellas), conviene sin embargo aceptarlas aquí en forma de ámbitos autocontenidos como un recurso analítico útil para reinterpretar los procesos de deterioro del capital natural y de sus funciones ambientales. Esto no impide que a lo largo de los textos que siguen e hagan, cuando sea necesario, referencias cruzadas entre una y otra dimensión. es necesario reconocer este ejercicio de diagnóstico como una representación seleccionada, que no incluye ni agota todo lo ambientalmente relevante, aunque sí pretende abordar lo que resulta de mayo r interés para los fines del Programa de Medio Ambiente 1995-2000. Una constante en el abordaje de cada una de estas dimensiones es el énfasis de interpretación sobre escenarios espaciales y territoriales, lo cual ofrece una valiosa contribución explicativa a los problemas, dado que los procesos ambientales en sistema s biofísicos o ecosistemas necesariamente asumen una expresión territorial. Así, debe reconocerse que nuestro territorio no es sólo espacio físico o un depósito más o menos grande de recursos naturales, es un ensamble de ecosistemas articulados históricamente a las actividades humanas, donde a toda transformación o cambio social relevante corresponden significativas modificaciones ecológicas. Es importante señalar esto, porque aunque se ignore o se desatienda, en los afanes productivos y en su convivencia diaria, la sociedad no se apropia sólo de tierras ni usa o extrae recursos aislados como podrían ser el suelo, el agua, los minerales, la madera, los animales, las plantas o el aire. Aprovecha o se apropia de ecosistemas o de sistemas biofísicos en zonas ecológicas definidas.
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