Lectura de reflexión La visita de tu vida Cuento tomado del libro: Cuenta Conmigo. Autor: Jorge Bucay Había una vez un señor que estaba haciendo una gira turística por Europa. Al llegar al Reino Unido compró en el aeropuerto una especie de guía de los castillos de las islas. Algunos tenían días de visita y otros, horarios muy estrictos. Pero el más llamativo era el que se presentaba como “La visita de tu vida”. En las fotos, por lo menos, parecía un castillo ni más ni menos espectacular que otros, pero se lo recomendaba muy especialmente… Se explicaba allí que, por razones que después se comprenderían, las visitas no se pagaban por anticipado, pero era imprescindible pactar anticipadamente una cita, es decir, día y hora. Intrigado por lo diferente de la propuesta, el hombre llamó desde su hotel esa misma tarde y acordó un horario. Las cosas han sido siempre iguales en el mundo, basta que uno tenga una cita importante, con hora precisa y necesidad de ser puntual para que todo se complique. Esta no fue una excepción y diez minutos más tarde de la hora pactada el turista llegó al palacio. Se presentó ante un hombre con falda a cuadros que lo esperaba y que le dio la bienvenida. - ¿Los demás ya pasaron con el guía? – preguntó, no viendo a ningún otro visitante. - ¿Los demás? – repreguntó el hombre-; no. Las visitas son individuales y no tenemos guías que ofrecer. Sin hacerle mención del horario, le explicó un poco de la historia del castillo y le refirió algunas cosas sobre las que debía prestar atención. Las Pinturas en los muros. Las armaduras del altillo. Las máquinas de guerra del salón norte, debajo de la escalera, las catacumbas y la sala de torturas en la mazmorra. Dicho esto, le dio una cuchara y le pidió que la sostuviera horizontalmente con la parte cóncava hacia el techo. - ¿Y esto?– preguntó el visitante. - Nosotros no cobramos un derecho de visita. Para evaluar el costo de su paseo recurrimos a este mecanismo. Cada visitante lleva una cuchara como ésta, llena hasta el borde de arena fina. Aquí caben exactamente cien gramos. Después de recorrer el castillo pesamos la arena que ha quedado en la cuchara y le cobramos una libra por cada gramo que haya perdido… Una manera de evaluar el costo de la limpieza –explicó. - ¿Y si no pierdo ni un gramo? -Ah, mi querido señor, entonces su visita al castillo será gratuita. Entre divertido y sorprendido por la propuesta, el hombre vio como el anfitrión colmaba de arena la cuchara y luego comenzó su viaje.
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