EL NIÑO QUE PUDO HACERLO Dos niños mayas, Chakté e Itkán llevaban toda la mañana jugando alrededor de un cenote cerca de la península de Yucatán.
Ilustraciones: Ignacio Juárez Arreguín
Cuando de pronto, Chakté, que estaba balanceándose de una liana, cayó en el cenote de más de diez metros de altura y la corriente interna lo desplazó unos metros hacia el centro. El cenote era inaccesible por lo que para salvarlo la única opción que había era tirar de él con una liana.
Su amigo Itkán comenzó a gritar pidiendo ayuda, pero al ver que nadie acudía, buscó rápidamente trozos de liana y comenzó a unirlos con nudos para sacar a su amigo de aquel lugar.
Una vez terminada la cuerda, la lanzó hacia donde se encontraba Chakté para que la tomara y así poder sacarlo, pero se dió cuenta que su amigo pesaba mucho.
En ese momento Iktán se percató que el agua quería llevarse a Chakté al fondo del cenote y lo único que podía hacer para que su amigo no fuera absorbido por él era tirar duro de esa liana para sacarlo. Así que tiró y tiró sin detenerse hasta que Chakté estuvo a salvo con él a la orilla del cenote.
A los pocos minutos, avisado por Itzel, una mujer que rondaba por la selva en busca de frutas y que había oído los gritos de socorro, llegó Aaj Beh, el guardián del pueblo y uno de los mejores guerreros de ese lugar para ayudar a los niños.
-¡Es imposible que con esas manos lo haya logrado, es imposible, no tiene la fuerza suciente! ¿cómo ha podido conseguirlo? comentaban entre ellos.
Un anciano llamado Zamná, que estaba por los alrededores, al escuchar la conversación, se acercó a Itzel y Aaj Beh. -Yo sé cómo lo hizo -dijo. -¿Cómo? -respondieron sorprendidos. -No había nadie a su alrededor para decirle que no podía hacerlo. FIN