Parroquia Santa María Micaela
10 MARZO, 2013 NÚMERO 17 Avenida de la Juventud, 29 52005 – Melilla Tfno: 952 673 760
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DIOS NOS HABLA LUNES 11 Jn 4, 43-54. “Anda, tu hijo se ha curado”. El hombre creyó en la palabra de Jesús. MARTES 12 Jn 5, 1-16. “Levántate y toma tu camilla y echa a andar”. MIÉRCOLES 13 Jn 5, 17-30. “Quien escucha mi palabra y cree al que me envió posee la vida eterna”. JUEVES 14 Jn 5, 31-47. “Y el Padre que me envió, él mismo ha dado testimonio de mí”. VIERNES 15 Jn 7, 1-2.10.25-30. “Yo no vengo por mi cuenta, sino enviado por el que es veraz”. SÁBADO 16 Jn 7, 40-53. “Jamás ha hablado nadie como ese hombre”.
Un padre tenía dos hijos Conocéis muy bien la historia: El hijo menor dio la espantada, se entregó a la vida perdida, causó enormes disgustos a su padre, pero, por fin, se arrepintió y volvió. El hijo mayor no dio la espantada, pero se enfadó mucho cuando su padre perdonó y acogió con alegría a su hermano. En los muchos comentarios que se han hecho de esta parábola ha sido frecuente el dejarla terminada y completada con el recibimiento y el perdón del padre como si la parábola terminara allí donde empezaba el banquete. Pero no es así: la parábola sigue y dedica bastantes palabras al rencor del hijo mayor. La parábola no es, por tanto, la parábola “del hijo pródigo”, de un solo hijo; es la parábola “de dos hijos”. Los dos son malos: el uno por sus calaveradas, el otro por sus rencores. Sólo el padre es bueno. Nosotros, los hombres, todos somos malos; incluso los que nos tenemos por buenos. Cristo contó esta historia a los “buenos” de su tiempo, a los que murmuraban porque le veían tratar con pecadores. Les contó esta historia para decirles que tampoco ellos eran buenos, porque les faltaba lo esencial para ser buenos: les faltaba bondad. Y bondad sólo la tenía de veras el Padre celestial.