Parroquia Santa María Micaela
14 julio, 2013 NÚMERO 35 Avenida de la Juventud, 29 52005 – Melilla Tfno: 952 673 760 micaelamelilla@diocesismalaga.es
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DIOS NOS HABLA LUNES 15 Mt 10, 34-11, 1. “No vine a traer paz, sino espada”. MARTES 16: Ntra. Señora del Carmen Mt 11, 20-24. “Jesús recrimina a tres ciudades por no convertirse”. MIÉRCOLES 17 Mt 11, 25-27. “Has revelado estas cosas a la gente sencilla”. JUEVES 18 Mt 11, 28-30. “Soy manso y humilde de corazón”. VIERNES 19 Mt 12, 1-8. “El Hijo del hombre es señor del sábado”. SÁBADO 20 Mt 12, 14-21. “Les mandó que no lo descubrieran”.
A fuerza de costumbre, ya no nos damos cuenta de que le hemos aplicado al evangelio ciertas añadiduras que modifican su sentido: hablamos del rico “malvado”, cuando Jesús habla simplemente de un rico, y de esta forma insinuamos que hay ricos malos y ricos buenos, lo cual quizá sea verdad, pero Jesús no lo dice. De la misma forma, hablamos del “buen” samaritano, como si fuera una excepción entre los demás; pero Jesús habla solamente de un samaritano cualquiera. De esta forma le quitamos la sal al evangelio y amortiguamos el choque que significa su novedad. A Jesús le pregunta quién era su prójimo, pero Jesús le responde señalándole cómo podía ser él mismo el prójimo de los demás. Aquel doctor de la ley aguardaba sin duda que Jesús determinase diferentes categorías de prójimos, entre aquellos a los que la ley mandaba que se tratase con caridad: el hermano, el vecino, el amigo, el paisano, el extranjero residente, el pagano convertido, etc. Jesús deshace de un golpe todos estas distinciones y afirma: ¡Todos los hombres son nuestros prójimos! La necesidad que los demás tienen de nuestra ayuda es un título más imperioso sobre nosotros que cualquier proximidad racial, nacional o religiosa. Esta enseñanza choca ya por sí misma: nos obliga a saltar por encima de esas vallas con que los legistas habían ido jalonando el camino de la caridad.