Hoja parroquial 44

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Parroquia Santa María Micaela

15 septiembre, 2013 NÚMERO 44 Avenida de la Juventud, 29 52005 – Melilla Tfno: 952 673 760

micaelamelilla@diocesismalaga.es parroquiasantamariamicaela.wordpress.com

DIOS NOS HABLA LUNES 16 Lc 7, 1-10. “Ni en Israel he visto tanta fe”. MARTES 17 Lc 7, 11-17. “¡Muchacho, a ti te ordeno, levántate!”. MIÉRCOLES 18 Lc 7, 31-35. “¿A quién comparará esta generación?”. JUEVES 19 Lc 7, 36-50. “Porque amó mucho sus pecados están perdonados”. VIERNES 20 Lc 8, 1-3. “Algunas mujeres acompañaban a Jesús”. SÁBADO 21: San Mateo Mt 9, 9-13. “¡Sígueme! Él se levantó y le siguió”.

Ocurrió que los fariseos y los escribas –gente “impecable”- murmuraron una vez de Dios, de Jesucristo, por algo que a ti te interesa. Murmuraban de Jesucristo y decían: “Este recibe a los pecadores”. Bueno, pues ya sabes que Jesucristo recibe a los pecadores. No tienes más que buscarle y decirle: - Me han dicho, Jesucristo, que Tú recibes a los pecados, y como yo llevo así unas cuantas semanas, o meses, o años, he pensado que Tú me recibirías. Es posible que Jesucristo esté ocupado en el momento que tú llegues. Es posible que estén con Él noventa y nueve amigos suyos. Tú pensarás: “Si es así, si está Jesucristo con esos noventa y nueve, que son mejores que yo, no me va a recibir. Me dirá: “Vuelva usted otro día; ahora estoy ocupado”. No te dirá eso. Dejará a sus noventa y nueve amigos y se vendrá contigo. Porque Jesucristo recibe a los pecadores. Lo que va a pasar es que hoy que has abierto estas hojas, precisamente por aquí, va a ser para Jesucristo ese número cien. Su número cien: “Mi oveja perdida”. Alguna vez, cuando tú cuentes a alguno tu historia, le dirás: Yo fui una vez el número cien para Jesucristo.


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PARROQUIA SANTA MARÍA MICAELA

Cambio de horario

Perdonar ¿tiene sentido?

Recordamos el cambio de Es una necesidad, pues no se puede vivir ni sobrevivir horario a partir del lunes 16 de sin perdón. Todos ofendemos y todos somos septiembre ofendidos. Todos herimos y todos, a su vez, somos heridos. Para llegar a aceptarnos y seguir viviendo, Diario: a las 19:00h. debemos, incesante y necesariamente perdonarnos. Domingos: a las 9:00h; a las 12:00h y a las 19:00h. ¡Jesús buscaba y amaba a las ovejas perdidas, a las sedientas, a los pecadores que sabían que necesitaban ayuda y agradecidos la recibían; no a los santurrones que “no tenían necesidad de médico”! ¡Poca esperanza hay para los que están satisfechos con la vida que llevan! No hay en el mundo persona más difícil de convertir al Señor que el hombre íntegro, que se cree suficientemente bueno y sin necesidad de Dios. ¡A veces la gente más culpable del mundo es la que está profundamente engañada, y que se siente segura de su inocencia! Se alegran de “no ser como el pecador”, ¡cuando la verdad es que son peores! ¡Pero hay otros que sí están ansiosos de conocer las Buenas Nuevas, que quieren oír y tienen corazones sedientos, y cuando les ofreces la verdad, la reciben, la creen la aceptan y siguen a Jesús! Si están dispuestos a admitir y confesar que necesitan ayuda, ¡Dios tendrá ocasión de hacer los milagros que necesiten! A todos los desdichados, los que buscan, los sedientos y deseosos de lo espiritual, Él ha hecho esta promesa: “¡Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados!”


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Hoy en el evangelio

omento que tú llegues. Es posible que estén con El rás: "Si es así, si está Jesucristo con esos noventa y nueve, que son mejores que yo, no me va a recibir. Me di-

Jesús quiere justificar su comportamiento con los publicanos y pecadores hablándoles de la alegría Dejará a perdido sus noventayy les nueve de Dios al encontrar lo que estaba cristo invita a cambiar de actitud entrando en la Lo que va a pasar es que hoy que has abierto dinámica de la bondad de Dios que se revela en tas hojas, precisamente por aquí, vas a ser Jesús. Las tres parábolas ofrecen el denominador común de la misericordia de Dios. En su raíz latina “misericordioso” es el capaz de compasión en su propio corazón; esto es, en lo más íntimo y vital de su ser. En su raíz hebrea el concepto descubre aún mayor ternura. Misericordia es la entraña íntima, casi el útero materno, capaz de sentir gozo, dolor, vida, pasión e ilusiones del hijo que ha engendrado. Así que para comprender al Dios que presentan estas parábolas se precisan de los rasgos propios de la maternidad. Ya dice un escritor árabe que Dios ama como las madres, y ésas no aman por igual a sus hijos. Aman más “al que está lejos hasta que vuelve, al enfermo hasta que sana, al que está solo hasta que se enamora”. Sólo este amor entrañable explica y justifica al pastor que por una oveja deja a las noventa y nueve; o a la mujer que no puede guardar el gozo de su hallazgo; o al padre que estaba esperando al más pródigo de sus hijos, y es que el otro también lo era. Pese a la fidelidad incondicional para con su padre, el hijo mayor estaba perdido y no lo sabía… porque no participaba de la misericordia entrañable del padre.

Participa en tu parroquia Con el comienzo del curso, comienzan de nuevo las actividades, catequesis, grupos, oraciones… Queremos invitarte a participar en tu parroquia de forma activa, como catequista o en los grupos de formación. Si tienes esta inquietud, acércate al despacho parroquial. ¡Te estamos esperando con las puertas y brazos abiertos!


PARROQUIA SANTA MARÍA MICAELA

15 septiembre 2013 – número 44

Evangelio según San Lucas (Lc 15, 1-32) Los publicanos y los pecadores se acercaban para oírlo. Y los fariseos y los maestros de la ley lo criticaban: «Éste acoge a los pecadores y come con ellos». Entonces les propuso esta parábola: «¿Quién de vosotros, si tiene cien ovejas y se le pierde una, no deja las noventa y nueve en el campo y va en busca de la perdida hasta que la encuentra? Cuando la encuentra, se la echa sobre sus hombros lleno de alegría, y, al llegar a casa, llama a los amigos y vecinos y les dice: ¡Alegraos conmigo, porque he encontrado mi oveja perdida! Pues bien, os digo que habrá más alegría en el cielo por un pecador que se arrepiente que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentirse». «O ¿qué mujer que tenga diez monedas, si pierde una, no enciende una luz y barre la casa y la busca cuidadosamente hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, llama a sus amigas y vecinas y les dice: Alegraos conmigo, porque he encontrado la moneda que había perdido. Os digo que así se alegrarán los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente».Y continuó: «Un hombre tenía dos hijos. Y el menor dijo a su padre: Padre, dame la parte de la herencia que me corresponde. Y el padre les repartió la herencia. A los pocos días el hijo menor reunió todo lo suyo, se fue a un país lejano y allí gastó toda su fortuna llevando una mala vida. Cuando se lo había gastado todo, sobrevino una gran hambre en aquella comarca y comenzó a padecer necesidad. Se fue a servir a casa de un hombre del país, que le mandó a sus tierras a guardar cerdos. Tenía ganas de llenar su estómago con las algarrobas que comían los cerdos, y nadie se las daba. Entonces, reflexionando, dijo: ¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan de sobra, y yo aquí me muero de hambre! Volveré a mi padre y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de llamarme hijo tuyo: tenme como a uno de tus jornaleros. Se puso en camino y fue a casa de su padre. Cuando aún estaba lejos, su padre lo vio y, conmovido, fue corriendo, se echó al cuello de su hijo y lo cubrió de besos. El hijo comenzó a decir: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de llamarme hijo tuyo. Pero el padre dijo a sus criados: Sacad inmediatamente el traje mejor y ponédselo; poned un anillo en su mano y sandalias en sus pies. Traed el ternero cebado, matadlo y celebremos un banquete, porque este hijo mío había muerto y ha vuelto a la vida, se había perdido y ha sido encontrado. Y se pusieron todos a festejarlo. El hijo mayor estaba en el campo y, al volver y acercarse a la casa, oyó la música y los bailes. Llamó a uno de los criados y le preguntó qué significaba aquello. Y éste le contestó: Que ha vuelto tu hermano, y tu padre ha matado el ternero cebado porque lo ha recobrado sano. Él se enfadó y no quiso entrar. Su padre salió y se puso a convencerlo. Él contestó a su padre: Hace ya tantos años que te sirvo sin desobedecer jamás tus órdenes, y nunca me has dado ni un cabrito para celebrar una fiesta con mis amigos. ¡Ahora llega ese hijo tuyo, que se ha gastado toda su fortuna con malas mujeres, y tú le matas el ternero cebado! El padre le respondió: ¡Hijo mío, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo! En cambio, tu hermano, que estaba muerto, ha vuelto a la vida; estaba perdido y lo hemos encontrado. Convenía celebrar una fiesta y alegrarse».


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